CULTURA Y HEGEMONÍA: SOBRE LOS MECANISMOS DE COLONIALISMO
CULTURAL EN EL CINE COLOMBIANO DEL SIGLO XXI
El cine es un engranaje importante dentro del aparato cultural, por esto posee capacidades
emancipadoras o de dominación. Una cultura que responde a las necesidades de una expansión
imperialista podría usar el cine para legitimar el colonialismo cultural impuesto en este caso a los
países latinoamericanos. En esta ponencia se hace una revisión crítica de la película La Sociedad del
Semáforo(2010) buscando evidencias de mecanismos de neocolonización cultural, tratando de
responder la pregunta: ¿Es posible aplicar planteamientos del nuevo cine latinoamericano al caso
concreto del cine colombiano del siglo XXI?
Estudiando el caso de esta película, se pretende observar como funcionan las diversas instituciones
como festivales internacionales, círculos de distribución, exhibición y el Fondo de Desarrollo
Cinematográfico alrededor de la cultura impuesta y colonizada. Cómo nuestra mirada y nuestra
forma de representar la realidad está guiada por pautas importadas que aplicamos para lograr el aval
internacional.
¿Si el FDC invierte dinero en el cine para el fomento de la cultura, qué cultura está promoviendo,
una cultura propia o una cultura impuesta? La Sociedad del Semáforo fue hecha con dineros de
Alemania, Francia, Suiza y Colombia. Participó en diversos festivales internacionales incluyendo
“L’Atelier. Festival de Cine de Cannes” y a pesar de haber sido aclamada por la crítica europea
logró la cifra irrisoria de 43.391 espectadores en Colombia.
Esta película nos sirve particularmente para observar qué mirada y qué forma de representar nuestra
realidad son las que avala y legitima la cultura colonizadora. Esta ponencia busca demostrar cómo
la película plantea una mirada exotista y primitivista de las comunidades marginales, que no busca
la identificación sino el distanciamiento, la otredad y el extrañamiento como forma de
entretenimiento. También como este cubrimiento selectivo internacional de ciertas temáticas y
ciertas formas de mostrar castra cualquier forma de representación propia.
Esta forma de mirar la realidad trae consigo un peligro ético, pues afecta nuestra manera de ver y de
relacionarnos con esas comunidades que permanecen en el margen. Al crear la ilusión de
representación de una problemática compleja que podría ser irrepresentable hace creer a los
espectadores que pueden ver algo que en la realidad resulta inimaginable. Invisibiliza el problema
social y en vez de dar una voz reafirma la condición marginal, perpetuando así la situación de
desigualdad.