Ya va siendo ahora...

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YA VA SIENDO AHORA CUENTOS A.F.C.S ÍNDICE ÍNDICE ....................................................................................................................... 1 KARMA ...................................................................................................................... 2 SABIDURÍA ............................................................................................................... 15 HERENCIA ................................................................................................................ 24 CASUALIDAD ............................................................................................................ 50 SUEÑOS ................................................................................................................... 64 TESTAMENTO........................................................................................................... 84 DUDAS ................................................................................................................... 103

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Libro de Cuentos

Transcript of Ya va siendo ahora...

  • YA VA SIENDO AHORA

    CUENTOS

    A.F.C.S

    NDICE

    NDICE ....................................................................................................................... 1 KARMA ...................................................................................................................... 2 SABIDURA ............................................................................................................... 15 HERENCIA ................................................................................................................ 24 CASUALIDAD ............................................................................................................ 50 SUEOS ................................................................................................................... 64 TESTAMENTO ........................................................................................................... 84 DUDAS ................................................................................................................... 103

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    KARMA

    Advierto a ustedes, lectores, que la historia que relatar a continuacin es una

    relacin de hechos oscura y rodeada de caractersticas sobrenaturales. Estas no dejan de

    ser impactantes, pues no encuentran explicacin racional o causal en sus

    manifestaciones. Es la expresin real de muchos de los aspectos que nuestra sociedad

    civilizada intenta esconder, por no hallar razones que apacigen ante tan extraos

    acontecimientos. El protagonista de nuestra historia es un ser solitario, que intenta

    escabullirse de las singulares maneras en que la vida lo confronta. Sin buscarlo, se le

    ofrecen incidentes que no puede explicar, pero que, sin embargo, afectan su vida de la

    manera ms pasmosa. Su actitud hacia la vida ha ido configurndose en la medida en

    que inexplicables experiencias llenan su conciencia de estupefaccin, adems del efecto

    que sobre los dems llega a establecerse.

    Desde muy pequeo se dio cuenta que no era una persona normal. Los primeros

    atisbos de su peculiar condicin se vieron en sus primeros aos. Consista esto en que,

    cuando su mente formaba ideas, estas tendan a ofrecerse, de manera fctica, en su

    futuro inmediato. Fueron eventualidades de esta naturaleza las que comenz a presagiar

    en su mundo, y que le supuso aislarse, pues era muy probable ver manifiestos en la

    realidad y sin advertencia alguna, sus ms recnditos pensamientos o sentimientos. Nada

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    objetaba la posibilidad de vivir, representados en el mundo, los hechos que en su

    imaginacin conceba.

    Podrn ustedes imaginar la enervada atencin que supuso para este infante, el

    mantener su mente bajo control total, limitndose a lo estrictamente necesario, sin soar

    y sin permitir a su niez desenvolverse.

    Los primeros incidentes en que se evidenci esta afeccin o disposicin

    increble, tuvieron que ver con la satisfaccin bsica de sus necesidades. Si, por ejemplo,

    tena hambre, de inmediato se apareca ante l, ofrecindole algn tipo de vianda, algn

    miembro de su familia, y esto sin importar la hora del da o la noche. En su primer

    despertar racional, el nio supuso que la vida toda era as y que a las personas del mundo

    les suceda igual. No poda, debido a su escasa edad, entender las implicaciones que

    sobre la sociedad tal generalizacin podra tener. Pero su inicio en la vida fue una

    tranquila estancia, en la que nunca se sinti solo, hambriento o con fro.

    Pueden ustedes pensar que no habra estado de mayor gracia, pero el don o la

    condicin de la que era objeto este infante, tambin tena su lado oscuro: solo se hacan

    manifiestos sus pensamientos en la realidad si lo que se figuraba era algo sobre lo cual

    las personas que lo conocan o estaban cerca lograban elaborar una idea coherente.

    Quiero decir, que si los pensamientos que atravesaban su mente eran ideaciones

    fantsticas o meras especulaciones de pensamiento o emocin, corra el riesgo de verse

    rodeado de experiencias que, en ausencia de irradiacin objetiva, se desarrollaban ante

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    sus ojos como visiones increbles e independientes, y vistas por los que estaban cerca,

    como sucesos accidentales de inesperada ndole.

    S que es difcil de entender, pero lo cierto es que este nio fue desarrollando un

    sentido creativo que le permita hacer uso de su energa mental como substrato de la

    realidad material. He dicho que, en algunas ocasiones, sus ideaciones solo aparecan

    visibles a sus ojos, pues eran extraas o nadie estaba con l; sin embargo, en otras

    ocasiones, al resultar estas expresiones de ideas fcilmente asimilables, acordes con las

    costumbres y la cultura, pues el resultado era la manifestacin material del suceso, bien

    fuera individualmente o con quien conviva en esos momentos. Pero debo ser muy

    incisivo en este hecho: aunque creaba con sus pensamientos, estos, ya libres en el

    mundo, tenan la cualidad de ser incontrolables, generando as todo tipo de

    consecuencias para su propia vida y la de los dems. Por esta razn tena que ser muy

    cuidadoso, pues, aunque tuviera la capacidad de generar realidades, no controlaba las

    consecuencias que estas realidades generaban. Podrn ustedes decir que le bastara con

    imaginar una nueva realidad, para que esta contrarrestara la anterior, pero no funcionaba

    as, pues el joven tras el trance entraba inmediatamente en una relacin de espectador

    con lo que su idea haba generado, y tena que esperar a que el impulso energtico

    desarrollara por s mismo, la potencia que le haba sido imbuida por su pensamiento.

    Estableci, acorde a lo anterior, cierto arte para su condicin: solo se permita, en

    una justa proporcin, pensar lo que pod generarle consecuencias molestas. No poda

    regalarse a sus deseos y emociones, pues era posible que si no estaban establecidos con

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    medida, el resultado llegara a ser un ente de forma monstruosa y extrao que lo

    persegua donde se encontrara, tratando de ofrecer lo que el joven quera o senta, pero

    con exceso y violencia y sin considerar las consecuencias. Un ejemplo de esto lo

    observ un da en que, sintindose solo y triste por la ausencia de sus padres, y con

    algn sentimiento de rabia, comenz a percibir unos seres que caminaban hacia l con el

    fervoroso deseo de atraparlo y no soltarlo nunca, con unos rostros horrendos y

    angustiados que explicitaban la rabia que el pequeo haba sentido por su soledad. Los

    seres haban llegado hasta l, y lo tomaron por cada parte de su cuerpo. No queran dejar

    ningn centmetro descubierto o en soledad, y hasta su respiracin se vio dificultada por

    el excesivo ahnco con el que los seres lo arropaban, esto en medio de gestos vidos y

    desesperados. El alto grado de compresin al que fue sometido lo llev a la

    inconciencia, y cuando despert, se encontr dbil y cansado por el esfuerzo al que se

    vio obligado. Cabe sealar que estando, como en el caso anterior, completamente solo,

    entraba en un estado de trance en que el tiempo pareca no correr, algo como un

    ensueo, en el que el mundo pareca esttico.

    Avanzando en su vida, nuestro protagonista se formaba entre el ensayo y el error;

    lo afliga considerar aquello una carga muy difcil de llevar, pues, en cualquier

    momento, un descuido poda terminar con su vida. A la vez, estos mismos temores,

    como en un crculo vicioso, resultaban en seres que aparecan inesperados a sus ojos,

    con grandes fauces y violentos ademanes que trataban de alcanzar su humanidad, y de

    los cuales el joven escapaba dando saltos y haciendo extraas piruetas que no permitan

    que sufriera dao. Era como caminar sobre el filo de una navaja. Debido a esto, de vez

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    en cuando, algn colmillo laceraba su cuerpo y se hacan manifiestos unos rasguos de

    coloracin oscura ante los cuales no poda dar explicacin, pues saba, que de hablar

    escuetamente sobre lo que le pasaba, iba a ser considerado un loco; y por experiencia

    pues tena un familiar recluido por un caso grave de locura, no deca nada, y daba

    las razones que poda sobre aquellas heridas de las que, en algunas ocasiones, no poda

    librarse.

    Ven ustedes ya con mayor claridad, la necesidad de cuidado mencionada que este

    joven debi desarrollar para no verse esclavo de sus propias ideas. El control deba ser

    total si quera que la realidad siguiera su curso de manera afable y sin bruscas

    alteraciones. Se prepar entonces, para tener buenos pensamientos en todo momento,

    que le permitieran generar, as, buenos momentos para l y los dems. Hemos de sealar

    que la influencia para con los otros se circunscriba a que hubiera contacto visual con

    conocidos o extraos quince o veinte metros o a la comunin mental que se

    produce cuando, en un espacio comn, las personas conviven en confianza, por ejemplo,

    en su hogar, su colegio, una fiesta, etc.

    Sus buenos deseos se vean compensados con un acontecer positivo, al igual que

    bellos seres alados y sonrientes que aparecan, cuando sus sentimientos despertaban la

    paz en el espritu del mundo que se postraba a sus mandatos. Pero deba tener cuidado de

    no forzar estas buenas intenciones, pues si los deseos que las proponan al mundo no

    eran del todo honestos o no se correspondan con eventos acordes y lgicos, estas

    mismas, supuestas, buenas intenciones, mutaban a situaciones inslitas en que la

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    pretendida buena causa terminaba haciendo ms dao que bien. Lo anterior se puede

    ejemplificar con un da en que quiso, en aras de no levantar sucesos inmanejables,

    desear que un compaero, que en la escuela le molestaba y acosaba, sobrepasara una alta

    reja que con peligro abordaba. Dese, as, el xito del bravucn, pero sin sentir por ello

    un sentimiento de benevolencia real. Ya al otro lado, el transgresor se vio sorprendido y

    reprendido por un vigilante del lugar al que le declar, astutamente, que su hecho era

    resultado de la persuasin a la que nuestro protagonista con el cual mantuvo contacto

    visual le haba sometido. Pues le azuz diciendo que, ya que era mas alto, podra

    ayudar a una pequea ave herida encerrada en el lugar; lo cual, dijo, fue una mentira con

    la cual llevarlo a vulnerar la propiedad. Lo socarrn del dscolo y maoso joven hizo

    creer a los responsables de analizar el suceso, que la presencia de nuestro joven en el

    lugar era muy sospechosa, y que bien poda ser la razn para creer en tan manido

    argumento. De esta manera, el joven corroboraba la ambivalencia que una voluntad

    conciliadora poda llegar a tener. En el momento, prefiri aceptar la culpa para no

    propiciar retaliaciones que con mayor consideracin afectaran su vida. Sin embargo,

    aquel da lament su derrota, pues aceptar demritos para con sus actos no lo dejaba en

    buena situacin ante el mundo.

    Pasaron los aos Nuestro protagonista intentaba alejarse de las disposiciones

    que tuvieran sobre l una elevada exigencia emocional. Tena cuidado de no inmiscuirse

    en momentos crticos, por lo que se le comenz a ver como una persona sobria, pacfica

    y, tambin, en algunos momentos, pusilnime. Tena que convivir con aceptar cmo los

    dems lo observaban, ya que no poda decir a nadie sus especiales condiciones ni

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    reaccionar al respecto. Cuando intent hacerlo con su familia, se encontr con la

    incapacidad de aquellos por comprender lo que enunciaba con tanto convencimiento. Si

    lleg a intentar demostrar sus cualidades, solo l se daba cuenta de que, en el momento

    en que sus familiares respondan como l lo premeditaba, estos crean estar actuando

    netamente bajo su arbitrio y si, por alguna razn, llegaban a ser concientes de hechos

    difcilmente explicables, algo les haca inclinarse a creer en la normalidad y a calificar lo

    posiblemente extrao, como una sugestin acentuada producto de la conmocin

    emocional que les produca escuchar a este pariente hablando de cosas imposibles. El

    joven dej de intentar explicar lo que senta y se dedic a manejar lo mejor posible su

    lgida sensibilidad y poder.

    De esta manera, podemos confirmar que el mundo es la capacidad perceptiva que

    nuestras mentes imponen sobre lo que sea que est ms all de la conciencia. Y esto

    porque sabemos que nuestros sentidos tienen lmites a la hora de interpretar lo que nos

    rodea, pues diversas manifestaciones no nos son generalmente accesibles a nuestro

    rango de sensibilidad. Aquellas historias sobre gente con capacidades especiales, que

    pueden captar emanaciones que se mantienen de manera sutil en el espectro energtico

    de la realidad, pueden ser una posible observacin de lo expuesto. Estos individuos

    tienen que convivir con niveles de percepcin que son ajenos para el comn de los

    mortales, y que, no obstante, no propician, de ninguna manera, una mejor adaptacin

    para la vida. Muy por el contrario, son personas con dificultades para la socializacin, ya

    que su comportamiento es acorde a su inusual percepcin y, en muchos casos, la

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    dificultad para controlar esas capacidades los hace inseguros. La voluntad previa que

    encausa lo que nos acaece, no es regular en la conciencia de los as dotados.

    Nuestro joven continu su vida de la mejor forma que pudo, siempre alejado de

    toda manifestacin de exhuberancia y emocin; era esa la nica manera de sentirse en

    paz.

    Pero una gran dificultad rodeaba sus das. Por alguna razn, comenzaron a

    aparecer unos hombres muy extraos. Sobre ellos no tena efecto el don de nuestro

    joven. Y, contrario al resto, s saban de su peculiar naturaleza. Son, en esencia, malos.

    Encontraban en nuestro joven una fuente de fuerza y poder. De tiempo en tiempo

    aparecan; les llamaba vampiros. Eran individuos que succionaban la vitalidad de sus

    vctimas a costa de la manipulacin, la enfermedad y el sufrimiento infligido. Muy

    poderosos, pero sin alma. Buscaban vctimas jvenes y muy sensibles, que con su dolor

    les proveyeran de algo parecido a la sensibilidad. Necesitaban relacionarse con el

    mundo, pero su esencia maligna solo lo obtena oprimiendo. En el fondo, aoraban y

    queran ser aceptados; su debilidad era la soledad y la indiferencia, pues esto los haca

    desaparecer.

    Muchas de sus vctimas lograban erradicar su influencia nefasta, esto cuando

    entendan qu les pasaba; el vampiro, entonces, hua temeroso tras una progresiva

    ineficacia de su poder. Pero si afianzaban el dominio, eran felices, en apariencia, y el

    mundo los aceptaba aunque un conocedor reconoce la mueca que en ellos simula la

    sonrisa. El vampiro no busca como prioridad matar a su vctima. Quieren, ms bien,

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    parasitar; esto prolonga la agona en su presa, que no entiende ni halla la causa de su

    drenada vitalidad. En el joven encontraban una fantstica oportunidad para obtener

    vivacidad, y sin una defensa denodada. Razn por lo cual enfilaban, brutal, el ataque.

    Nuestro joven comenz a observar, as, que ciertas personas, sin tener realmente algo

    parecido a su capacidad por generar situaciones y procesos en la realidad, s podan, en

    cambio, ejercer una actividad oscura en contra de otros.

    Nuestro joven lleg a hacerse experto en estos vampiros inhumanos; tena que

    hacerlo, pues no poda arriesgarse a ser percibido. Sin embargo, avanzando en su vida

    esto se haca cada vez ms difcil. Los vampiros conocen que, aun inconcientemente, la

    humanidad los repudia. Eso los obliga a construir una imagen pomposa, que inspire el

    respeto y la confianza que les protege y abre puertas. Van olisqueando la debilidad y la

    bonhoma, pues son sus bocados ms rentables y exquisitos.

    Cuando se encontraban los no humanos y nuestro joven, se configuraban

    increbles batallas mentales que lo obligaban a desarrollar estrategias de proteccin. Su

    capacidad era un arma y una flaqueza, pues, aun cuando lo llegaba a proteger de los

    vampiros, era tambin lo que, irresistiblemente, les atraa. Tuvo que aprender a anticipar

    su encuentro. Si los presenta, invocaba clidos ambientes que el vampiro no soportara,

    debido a que la belleza y la amabilidad superan la ostentacin de la que el vampiro hace

    alarde, y que en un grupo sano no fructificaba. Es paradjico que el vampiro propenda,

    precisamente, por aquellos ambientes ricos en luz y bienestar; en el fondo les hacen

    mucho dao, pero son prsperos filones que incitan su apetencia. Si no logra, tras un

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    tiempo, corromper el ambiente, escapan despavoridos y en dficit energtico, lo cual los

    torna dbiles, evidentes y muy cerca a la disipacin.

    La juventud de nuestro joven se vio en parte, frustrada. Si quera progresar y

    generar empata energtica ante una tarea en comn, los vampiros llegaban como abejas

    atradas por el nctar. La naturaleza les provea de intuicin e instinto. Nuestro joven lo

    intent muchas veces, pero la aparicin de los no humanos siempre le atribulaba. Su

    potencia creadora no dejaba de ser percibida. Y no topaba con la formula que camuflara

    su carismtico ser. Lo intent todo, pero con el tiempo, admiti el desengao. No haba

    manera. Tal parece que el mundo, la naturaleza y el destino bregan por un equilibrio de

    la energa. Lo poderoso, indistintamente, se halla en desventaja. Es verdad que la

    historia provee, por instantes, el que uno u otro de los extremos alcance plenitud, pero

    como decimos, es solo por un tiempo. Y, en nuestro caso concreto, pareciera que la

    humanidad no tolera por igual, tanto lo muy bueno como lo muy malo; la conciencia

    media es la que prevalece.

    El proceso hacia a la adultez fue ms un intento por no incitar a su nmesis. La

    estabilidad, as, se hace escasa. Los seres oscuros seguan sabiendo, bajo su inmoderada

    observacin, que las capacidades del joven eran, por sobre todo, una debilidad.

    Buscaban, en cuanto la oportunidad lo sealaba, alterar su equilibrio para que, en

    beneficio de su deficiencia, se rebosaran los hechos, y el caos incontrolable les diera el

    chance de parasitar. Su nimo era, bsicamente, provocador.

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    Una vez, el joven perdi tanto los estribos, que sus emociones de odio y

    violencia generaron un alud de seres deformes. Estaban dispuestos al ataque de quien se

    cruzara en su camino. Acorde a las caractersticas comunes de su expresividad, las

    personas que tena cerca materializaron el suceso como un gran embrollo automotriz

    cerca al lugar. Este se convirti en un accidente de proporciones inslitas, en el que

    todos se vieron, de un momento a otro, en peligro. La colisin de las mquinas les

    estremeci de forma extraordinaria. Aquel da, una persona muri como consecuencia

    del accidente. El joven se vio apenas libre del flagelo. En medio de su trance, observ

    como los seres horrendos tomaban para s a la gente, conducindola hacia un negro

    abismo. Las personas, en la visin de nuestro protagonista, e incluido l, resistan a los

    seres aviesos; no obstante, una de ellas, presa totalmente del pnico, fue absorbida por el

    negro eterno al que retornaban los malvolos seres. En medio del apuro, escuchaba

    fuertes carcajadas, las cuales le hacan saber que su error era una fuente de dicha para los

    vampiros que le fustigaron.

    No pueden imaginar, lectores, la tristeza y debilidad que envolvi al joven

    durante un tiempo. Se consideraba culpable por no haber controlado sus emociones, y se

    laceraba sin pausa por aquella alma que aliment la perversidad. Los seres que su fuerza

    ayud a crear, haban logrado su cometido. Hubo, de todos modos, cierta

    condescendencia con su alma; lo atribuy a la predileccin de sus verdugos por

    conservar una prdiga fuente de alimento.

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    Pasaron los aos; nuestro joven, ya adulto, desarroll una introversin muy

    marcada. Ninguna persona lleg a presentir la causa que propiciaba este alejamiento.

    Solo lo comprendan sus potenciales enemigos, y de ellos no quera saber. Tal parece

    que nada retiene al destino. Lo que alguien tiene que afrontar a lo largo de su vida, se le

    ofrece sin reticencias; no importan las precauciones o dilaciones ante la irrefrenable

    fuerza de lo que est escrito. Tena que admitir que era un foco de atraccin para los no

    humanos que circundaban el mundo.

    Querrn ustedes ofrecer soluciones a nuestro infausto personaje. Es muy loable

    la intencin y, sin duda, l no rechazara escuchar alguna voz de aliento. Sobre todo por

    lo espordicos que se hicieron los momentos de felicidad compartida que, sin objecin,

    estaban enmarcados por bellas visiones y dulces consecuencias. Pero esa era la

    excepcin, pues, por lo general, a una personalidad como la aqu expuesta le faltan

    amigos y simpatizantes. Pocos se atreven con lo enrevesado y oculto. Las personas

    normales tratan de encajar y de obtener retribucin por la energa que invierten en su

    relacin con el mundo. Es irrelevante la alegra, pues primero se atiende, sin mucho

    cavilar, al afn de beneficios. No creo que existan objeciones a esta manera de

    considerar las cosas, es ms, creo hasta cierto punto que es la correcta: existe una

    sabidura innata en el hombre que lo lleva a sopesar los grados en que las emociones

    deben estar presentes en su actividad.

    Algunas veces, es verdad, estos estndares vuelan en pedazos ante las

    incursiones nefastas de los no humanos, pero de acuerdo a lo que nos ensea la historia,

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    los niveles vuelven a situarse luego en la normalidad. Y esta normalidad consiste,

    simplemente, en mantener la propensin del bien y la salud para los que adopten la

    actitud correcta. Se sabe que la maldad no podr erradicarse, y que en gran medida es

    condicin para la existencia del bien. Podrn ustedes preguntarse por la razn de mi

    tesis, y aunque en realidad es irrelevante tener o no razn, lo cierto es que nos bastara

    con observar cuanto mal se escenifica ante nuestros ojos. Mal que no es posible resolver,

    y sobre el cual nadie quiere que actuemos con contundencia. Lo cual, sin embargo, no

    amerita la negligencia, pues, como lo deca antes, el desbalance y el descuido pueden de

    todos modos acabar con todo grado de estabilidad alcanzado. Hago la salvedad, lectores:

    no es como quiero que sea, es como veo que es. Y esperara estar equivocado

    El problema para nuestro protagonista se resuelve en estos trminos: conforme

    pasaba el tiempo, la realidad se haca ms oscura y compleja de manejar. Los momentos

    en que tena la claridad de mente para ser optimista y recibir de ello dulces

    consecuencias se hicieron intermitentes o peridicos. Las risas de burla que

    ocasionalmente venan a perturbar su delicada sensibilidad, le hacan creer que estaba

    destinado a padecer la congoja inevitable que el mundo exige en aras del equilibrio.

    Nuestro joven se mantiene en lo posible, tratando de corresponder sin el mismo

    nivel de ofensa a todos aquellos que buscan que su capacidad se torne en perniciosa. Y

    aunque ya entiende que es parte de la vida, no termina de adaptarse o de insensibilizar su

    sentir. Ha nacido en l una lucha por imponerse a s mismo la humildad de carcter, pues

    le ayuda a resistir la contrariedad. Trata de infundirse, que todo el dolor del mundo

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    tantas veces superior al suyo, es una razn para soportar con entereza la fuerzas del mal.

    Y su idea es no escatimar en esfuerzos por ofrecer al mundo todo lo bueno que este le

    permita ser.

    SABIDURA

    Es increble la cantidad de cosas nuevas que, ao tras ao, trae la tecnologa. Yo,

    a mi edad, no tendr la capacidad de asimilar tal cantidad de novedades. Ms bien me

    complazco en observar lo que los jvenes llaman el mundo virtual. En mis tiempos de

    mediana juventud, alrededor de los aos setenta, nuestra revolucin fue la de las

    costumbres. Un poco de muchachos tenamos la intencin de hacer progresar la

    conservadora sociedad, demostrando que las costumbres y creencias, parte de nuestra

    tradicin, no eran nicas ni verdaderas. Hoy en da, los jvenes piensan de acuerdo a lo

    que les ofrece su telerrealidad, y entiendo por esto una lejana realidad, un segundo yo

    que crean en la noosfera virtual y que dice mucho ms de ellos que su presencia fsica.

    Hoy vemos que abundan los amigos en la vida de los jvenes, pero sin que

    lleguen a conocerlos personalmente o, ms bien, corporalmente. A mi atrasada mente se

    le hace muy difcil entender este concepto de amistad. Aclaro que no soy un ignaro total.

    Pues el inters que se despierta en m tras la observacin, me lleva a investigar qu es

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    eso tan cacareado de las redes sociales y la realidad virtual, adems de los mil y un

    aparatos que van sacando a estos jvenes de la realidad real. Progresivamente, se van

    convirtiendo en cyborgs, que dependen y funcionan de acuerdo a las supercapacidades

    que les ofrece la tecnologa.

    Lo dicho, desde luego, me parece de gran inters, porque as como nosotros

    quisimos ser distintos a nuestros padres y abuelos, a partir de un sentimiento que

    jalonaba nuestro pensamiento y actividad, estos chicos se manejan de manera similar,

    pero en su mbito histrico particular. Lo inimaginable y preocupante es lo rpido que

    suceden las cosas hoy y, a la vez, la incapacidad de muchos para internarse con xito en

    aquella maraa tecnolgica que les va rezagando. No hemos llegado an a una dictadura

    de los geeks, como s que les dicen, pero es constatable que la realidad se escindi.

    A mis sesenta y cinco aos, tengo que reconocer que ciertas funciones y

    capacidades tecnolgicas, de jvenes y aparatos, me aterran; pero intento, de manera

    denodada, no verme superado ni relegado por el presente. Por esto comenc mis

    exploraciones en la Internet, que tengo que decir, es la cosa ms increble que le he visto

    crear a la humanidad. Y esto por la capacidad de hacer masiva la informacin, para

    todos y todas, en cualquier lugar del mundo.

    Un noche, en una red de textos cortos, que llaman microblogging, recib un

    mensaje inusual. Una persona, por m desconocida, envi una pregunta que me

    sorprendi sobremanera. La pregunta era la siguiente: eres real? Por supuesto que

    respond que s, pero sin pensar en lo extrao de aquello. Supuse ms bien que, por las

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    muchas cosas que suceden en la red, alguien quera percatarse de no estar hablando con

    algn tipo de programacin o robot, pero lo que sucedi a continuacin me desconcert

    an ms. Luego de mi respuesta, la persona al otro lado de la comunicacin dijo que

    tena una cosa muy importante que decirme. Me confes que saba que yo era real, pero

    que haba preguntado para inducir en m el estado mental que le permitiera mantener la

    comunicacin. Cosa que no entend en el momento, pero que s logr intrigarme.

    La persona me dijo que yo haba sido escogido para saber algo que nadie ms

    poda saber. Ya a este punto, debo decir, queridos lectores, que rebaj un poco la

    expectativa acerca de lo que estara sucediendo, pues, es evidente que hoy en da los

    secretos vuelan como ondas electromagnticas alrededor del mundo, y hasta los

    gobiernos ms poderosos del orbe, no han logrado inhibir el conocimiento de muchos

    aspectos considerados, clasificados. Por lo tanto, le pregunt a mi nuevo conocido si

    habra algo realmente desconocido en el mundo de la Internet. A lo que me respondi

    que s, que el tena el poder para pasar desapercibido. Cosa que, de verdad, no le cre.

    Ms por curiosidad que por otra cosa, resolv seguir con el tema, y le pregunt

    qu cosa podra tener que decirme solo a m y cul sera la causa para tal excepcin.

    Quien estaba al otro lado de la lnea me contest que era algo que tena que ver con mi

    futuro. Yo, sin asustarme, le contest que eso era imposible, porque ms all de nuestros

    planes y expectativas normales, nadie tena la capacidad de conocer los hechos futuros.

    Le dije que yo crea que lo llamado futuro, no exista, que era ms bien un azar

    determinado por las decisiones libres de todos aquellos con quienes convivamos y que

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    se hace real por el armazn que esas decisiones construyen en la medida que el tiempo

    acontece.

    Las palabras que se hilaban en la pantalla de mi ordenador me dieron, en cierta

    manera, la razn. Me dijo que s, que eso era verdad, pero que mi error estaba en creer

    que las decisiones son libres o, mejor, que mi concepto de libertad no era el correcto. Yo

    le contest que, desde luego!, que eran libres, pues nada me obligaba, por ejemplo, a

    seguir conversando con quien me hablaba. La persona me dijo que no. Que lo que

    pasaba era que, desde mucho tiempo atrs, yo estaba esperando dialogar, y que lo nico

    realmente fortuito era el medio escogido. Dijo que yo estaba buscando una conexin, y

    que los noveles intereses que manifestaba, eran la forma como mi conciencia y

    pensamiento daban sentido y salida a lo inconciente.

    Le pregunt si lo que deca tena que ver con el aspecto inconciente freudiano o

    de Jung, y me dijo que ms bien con el de Jung, por el hecho de que su teora indica que

    todos representamos en la realidad, a travs de las pulsiones individuales o

    manifestaciones prcticas, la potencia modeladora inconciente de los arquetipos

    universales humanos (el inconciente colectivo de Jung). Estos arquetipos son siempre

    bipolares, es decir, tienen un aspecto positivo y otro negativo. Clarific que los

    arquetipos son todas aquellas ideas que se repiten en sociedades primitivas que nunca

    tuvieron contacto, pero en las que sus representaciones acerca de temas, como el incesto,

    la magia, el diablo, los hermanos enemigos, la vida despus de la muerte, el eterno

    retorno de la historia, etc., tienen paralelos, cuyo registro se ubica en los mitos y

  • 19

    leyendas. Yo, ante esta respuesta, por lo menos consider medianamente instruido a mi

    dialogador, lo que me hizo, es cierto, tener un poco ms de confianza en su discurso.

    Luego me coment que la Internet, como todo lo hecho por el hombre, era la

    manera en que se plasmaba en la realidad la lucha de los opuestos arquetpicos.

    Continu explicando que si se exacerban en la mente y la realidad las caractersticas

    correspondientes a cualquiera de los extremos de un arquetipo, por ejemplo, la idea

    universal de persona que se crea por las necesarias disposiciones que asumimos para

    mostrarnos en sociedad, el resultado tiende a ser que lo inconciente se encargue de

    ofrecer, a manera de estabilizacin y equilibrio, lo opuesto. De manera que si una

    persona, est desequilibrada, se presentan las repercusiones inconcientes que tienden a

    equilibrar el desarreglo, pero que, en este caso, tambin tendern al exceso, por ende, la

    respuesta inconciente ser la patologa mental. En resumen, cuando somos o queremos

    algo de manera decidida, nuestro inconciente pugna por todo lo contrario, y los

    resultados que obtenemos, normalmente, a manera de accidente, son opuestos y

    sorpresivos.

    Es sabido que la Internet fue resultado de la bsqueda por fortalecer la capacidad

    para la destruccin material del enemigo en el mbito militar. Esta decidida intencin

    propici, desde el inconciente, el descubrimiento de un instrumento que,

    paradjicamente, propiciara la comunicacin de los conocimientos humanos, ya no en

    aras de la aniquilacin, sino del crecimiento personal y el mejoramiento de la vida de

    millones de personas. Adems, dijo, que predispona hacia una comunicacin cada vez

  • 20

    ms etrea, en la que se nos dirige sin apelaciones hacia la telepata, que es el

    intercambio de contenidos mentales sin la intervencin de agentes fsicos conocidos.

    Que no era, muy bien me dijo, algo mgico o excepcional, sino una capacidad

    subestimada que ya en otro momento de la existencia humana, haba estado muy

    desarrollada, pero que, ahora, a partir de la confianza que ponemos en la ciencia y en los

    postulados positivos del conocimiento de la materia, buscaba encontrar otra forma para

    desenvolverse.

    Realz su idea con una metfora, me dijo que somos como un pndulo que se

    aleja del reposo que sera la inexistencia con un movimiento por lgica alternado,

    en que cada tendencia son las dos partes fundamentales de la conciencia. A la derecha se

    ubica la potencia material, y su desarrollo se acrecienta en la medida que se acerca al

    lmite, para luego, logradas las expectativas, y con la fuerza acumulada, se prepare el

    retorno hacia la izquierda, que es la capacidad humana negativa, la fuerza de la energa

    mental, ms sutil y plena, pero sin la diversidad y exhuberancia de la derecha. Yo ya

    estaba pensando con profundidad en lo que me deca, pero adjudiqu este tipo de teoras

    a inclinaciones pseudocientficas y New Age.

    Le dije que en mi juventud ya haba tenido contacto con ideas similares y que, la

    verdad, el rumbo que tomaron me haba desencantado. La persona me dijo, continuando

    con la metfora, y para hacerme entender las contradicciones aparentes, que las miles de

    veces que el pndulo se mova a travs de la historia, permita que no desaparecieran del

    todo las ideas de cada lado, pero que, indudablemente, haba una tendencia dominante

  • 21

    que mantena la hegemona. Lo ejemplific diciendo que esta hegemona era como si el

    pndulo del que hablbamos, la conciencia humana, estuviera inscrito, a la vez, en uno

    mucho mayor que intensificaba las tendencias del anterior, pues se mova con mayor

    lentitud. Y que ese pndulo mayor era el que se situaba en una gran izquierda o derecha,

    acentuando la propensin del pndulo humano.

    Su interesante disertacin termin asegurando que la conciencia tambin es muy

    selectiva, pues tiene capacidad para conocer solo una muy pequea parte de todo lo

    percibido por los sentidos, el resto, dijo, pasa a nuestro inconciente, el cual elabora,

    como la conciencia, algo parecido a los pensamientos, pero que expresamos como

    ciertos sentimientos, intuiciones y lo ms importante, decisiones. Decidimos porque

    nuestro inconciente nos ordena que creer, aunque luego creamos en la libertad. Me

    indic que, por esta razn, era que me deca que mi concepcin de libertad era inexacta.

    Despus de leerlo, por lo menos me encontr a gusto. La verdad era bastante

    divertido intercambiar este tipo ideas en un ambiente impersonal. Yo lo tomaba como

    diversin, pero es verdad que el rumbo y extrao comienzo de la conversacin, as como

    la depurada expresin lingstica de quien se comunicaba conmigo, transmitan una

    seriedad poco acostumbrada en estos medios. Debo aclarar, lectores, que lo que narro es

    una aproximacin a lo dicho, porque, por alguna razn, no qued registrada ninguna

    memoria de lo dialogado. Ya fuera por mi error o por alguna otra causa, no pude

    retornar a lo escrito.

  • 22

    Supondrn, ustedes, que me quera enterar de aquello para lo cual haba sido

    contactado, pero en realidad, ya a mi edad, es bastante el escepticismo que acumulamos

    en el alma. No poda decir que cierta parte de m no estuviera muy interesada por las

    palabras que lea, pero a nosotros, los viejos, tardan en convencernos. Necesitamos

    pruebas y demostraciones de la voluntad y el conocimiento que dicen tener aquellos que

    abogan por el proselitismo, cualquiera que sea la razn o necesidad por el cual lo

    invoquen.

    Cuando mir la hora en el display horario de la pantalla, me asombr de lo tarde

    que era. La hora sealaba la dos y treinta de la madrugada. Entend cmo los jvenes

    podan pasar horas y horas frente al ordenador. Lo que pasaba era para mi inclasificable

    y excitante, muy parecido a lo que deben sentir los jvenes cuando zarpan en busca de lo

    desconocido en ese infinito virtual que es la red. Me distraje un poco con estos

    pensamientos, pero la comunicacin no se trunc. Los mensajes seguan llegando, lo

    cual mantena mi atencin, aunque ya comenzaban a adormecerse mis sentidos.

    Quise, oblicuamente, cambiar el tema. Pregunt que cul era el nombre y la

    ubicacin de quien se comunicaba; a lo cual la nica respuesta dada fue que no

    importaba, que si lo deca nada cambiara, pues nunca ms volvera por ac. Le indagu

    el por qu de esa afirmacin. Me respondi que ya nos conocamos, y que le haba sido

    muy fcil encontrarme gracias al Internet, pero que, por ahora, no iba a decir su nombre.

    Le pregunt, al fin, qu era eso tan importante que tena que decirme. El

    cansancio que senta fue rebajando mi inters. Ya no experimentaba el nerviosismo de

  • 23

    dos horas atrs. En cambio, mi compaero virtual pareca cada vez ms animado y

    lcido. Imagin que, tal vez, me hablaba desde un huso horario distinto. Incluso le

    pregunt con cierto humor irnico, si me escriba del pasado o del futuro por la

    relacin con la diferencia horaria que parecamos mantener. Me respondi

    parcamente, sin empata. Pareca que no exista en su persona espacio para la risa o el

    humor; tampoco se molest. Lo tom muy en serio, pues me dijo que no, que del

    presente.

    Sigui escribiendo con el mismo tono y seriedad. Lo siguiente que enunci tena

    que ver con el tema en cuestin, la profeca. Dijo que despus de haberme encontrado, y

    visto las dudas que mantena, se haba decidido a contarme algo que podra ser

    importante para mi futuro y el de mi familia. Me dijo: Ests listo, ya puedes resolver el

    enigma. Tal vez no lo resuelvas nunca, pero ya puedes hacerlo. Todo lo que debes saber,

    ya est en ti. Las palabras no significan nada. Te lo dice lo que te conoce, tu inconciente.

  • 24

    HERENCIA

    Pero por qu no me lo dijiste? No es una de esas cosas sobre las que se pueda

    estar hablando como si nada. Debes tener en cuenta el peligro que puede significar

    quedar sometido a ese tipo de cosas dijo el investigador a su cliente.

    Lo s, lo s, pero es que no tuve tiempo de pensar. Fue lo primero que se me

    ocurri, me pareci tan natural contest el cliente.

    Bueno, ahora debemos pensar que hacer dijo el investigador. No

    podemos enfrentarnos sin preparacin a las temibles fuerzas que deambulan en esta

    historia.

    Visiblemente alterados, los dos hombres se dirigieron al lugar en que todo

    comenzara. Sus pasos estaban alentados por la urgencia y el miedo. La realidad haba

    demostrado, con creces, ser ms espectacular que la ficcin.

    Se trasladaron hacia un sector exclusivo de aquella ciudad colombiana. El sujeto

    A, el cliente, sobre cuyo proceder se delineaban los hechos, no dejaba de pensar, por

    algn motivo, que ese bien podra ser el ltimo da de su vida. Por su parte, el sujeto B,

    el investigador, mostrndose muy comprometido con el caso de su joven cliente,

    propugnaba por no perder ni un segundo, ya que el ms pequeo descuido, sin duda

    acarreara nefastas consecuencias.

  • 25

    Cuando llegaron al lugar se encontraron con una escena inverosmil. Bajo la

    oscura cubierta de una carpa de lona, yaca el objeto por el cual se haba desencadenado

    la ms agria disputa entre poderosos. Los bandos en contienda buscaban a como diera

    lugar, hacerse a esa potestad. Tras analizar la situacin, concluyeron ser los primeros en

    llegar. No lo podan creer. Luego de la estupefaccin inicial, el sujeto B concibi una

    inicial estrategia por medio de la cual establecer un criterio apto para la accin.

    No me vayas a hacer ninguna pregunta dijo el sujeto B trata de

    comunicarte por medio de gestos. Si no es posible que te hagas entender, escrbelo en tu

    telfono y luego me lo muestras continu.

    El sujeto A asinti y se prepar a escuchar cul sera el plan a seguir.

    El sujeto B se acerc a la cosa dispuesta ante sus ojos. Se admir mucho al

    constatar que lo que observaba tena sobre su voluntad un efecto inexorable. Por un

    momento se sinti pleno de energa, como si nada en el mundo abrigara la opcin de

    hacerle desistir de su mpetu y deseos. Verificaba, as, que de all naciera el ahnco por el

    que las fuerzas en disputa siguieran su rastro. Al separarse de aquello, su voluntad se

    recuperaba, es decir, retornaba a la incertidumbre caracterstica que rodea todo aquello

    que no conocemos o tememos.

    Tras un minuto discurriendo, el sujeto B coment al odo del sujeto A:

  • 26

    No debemos acercarnos a esa cosa, lo nico que obtendremos es olvidarnos de

    lo que apremia en este momento; nuestra obligacin es impedir que se apropien de esto,

    pero sin aproximarnos o transportarlo.

    El sujeto A, pensando, seal con un gesto de su cabeza otra carpa similar a la

    que contemplaban. Y escribi en su telfono:

    podmos crear 1 cuelo

    El sujeto B consider la idea. La medit un momento y luego asinti con cierta

    duda. Lo principal era actuar sin dilaciones, y adelantarse a los bandos en pugna. Pero

    de que manera podran suplantar el objeto?

    El lugar en que estaban era una gran bodega de almacenamiento, donde se dejan

    los artculos que la gente, sin el lugar para almacenarlos, remite a una empresa

    especializada en esta labor. Fue diseada esta bodega, a la manera de un panal. Tena

    muchos cuartos; estos se distribuan desde la periferia hasta el interior. Formaban

    crculos equidistantes que reducan su radio en la medida en que se acercaban al centro.

    Los cuartos de los crculos exteriores eran los ms grandes, y luego reducan su tamao

    hasta llegar al gran espacio central. En esta circunferencia concntrica, que era la mitad,

    estaban los objetos ms grandes: automviles, lanchas a motor, motocicletas, carros de

    golf y algunas otras cosas de mediano tamao. Todas los objetos estaban cubiertos por

    carpas poligonales de lona, de las que se desplegaba, en cada uno de sus lados una

    cortina. Las cubiertas laterales tambin eran de lona, y revestan lo dispuesto al interior.

    El lugar pareca un laberinto, lleno de surcos sealizados para facilitar las bsquedas.

  • 27

    Los cuartos de las secciones circulares estaban asegurados con potentes candados

    que sellaban, a su vez, puertas de metal muy fuertes. Los sujetos A y B observaban

    aquella selva del consumo, esperando encontrar algo que les permitiera ser usado como

    cebo en su plan.

    El tiempo pasaba

    Sus rostros eran clara referencia del miedo que haca presa en su ser. Estaban

    plidos y tensos. El silencio que los envolva era indescriptible; como el experimentado

    en una zanja a varios metros bajo tierra.

    Y as, enterrado, haba sido hallado el objeto en cuestin. Era una cadena forjada

    a mano, llegada a Amrica de mano de los conquistadores hace casi quinientos aos. La

    cadena se uso para eslabonar, uno tras otro, a los millares de indgenas americanos que

    se usaron en labores de extraccin mineral. Se cree que, en algn momento, esta ristra

    inflexible encaden un grupo de brujos muy poderosos. Esos brujos no lograron librarse

    del trabajo que los llev a la extenuacin. Pero antes de morir juntaron su poder y lo

    legaron a su ultima posesin. Transmitieron su fuerza a travs del dolor comn, y

    multiplicaron, superlativamente, la calidad mgica del objeto. Los brujos buscaban con

    esto no morir. Queran hacer permanecer su poder y espritu en el vestigio que acapar

    su agona

    Las cadenas se enterraron en una alta montaa, buscando alejarlas lo ms posible

    de la curiosidad humana. Se decidi as porque, luego de los brujos morir, los indgenas

    sobre los que se us la cadena, posedos de inauditos furores y fuerza sobrehumana,

  • 28

    expiraban. Los espaoles, que observaron la circunstancia, declararon maldito el objeto

    y lo llevaron muy lejos del alcance humano, donde nunca fuera encontrado. El grupo de

    indgenas y espaoles que se reclut para esta labor nunca retorn.

    El sujeto A devena de una familia espaola colonizadora del caribe colombiano.

    Entre los tesoros histricos que su familia conserv, generacin tras generacin, haba

    un antiguo libro contable. En este libro se narraba lo correspondiente a las perdidas

    generadas durante algn tiempo por el uso de aquella cadena; la mencin sobre las

    perdidas humanas era descrita como menoscabo econmico, y se tasaba de acuerdo al

    tiempo que, usualmente, tras la explotacin inmisericorde, poda durar la vida de

    aquellos desdichados. Tambin se indicaba sin especial concisin, el lugar elegido para

    enterrar el objeto, pues se daba a entender lo oneroso de su custodia.

    Por fin, tras una vehemente bsqueda, el sujeto B hall una cadena en tamao

    similar a la descrita. Aunque fuerte, era de reciente fabricacin, es decir, vaciada bajo

    horma, y su estado no era el de un vetusto elemento de casi quinientos aos que estuvo

    sepultado la mayor parte del tiempo. Mientras el sujeto B estaba buscando, el sujeto A

    no pudo contener la irrefrenable curiosidad por acercarse al objeto; cuando lo hizo,

    infinidad de imgenes pasaron por su mente. Experiment, por un instante, el dolor de

    todos esos pobres indgenas muertos bajo la gida conquistadora, y videnci adems los

    sendos castigos que su antepasado asestaba a los indgenas moribundos; esto con el fin

    de apoderarse, por medio del dolor y el terror, de sus ltimas fuerzas . No sinti, como el

    sujeto B, que su fuerza y voluntad aumentara temerariamente, sino todo lo contrario: la

  • 29

    debilidad y el espanto que aquellos indios padecieron. Se pregunt el porqu de la

    diferencia, y lo atribuy al hecho de ser descendiente del tirano. No poda, sin embargo,

    creer que tanto tiempo despus los errores de su ancestro pudieran reflejarse en l. Pero

    algo en la emocin presente en su vivencia, as se lo deca . Determin que lo que le

    aconteci era una revelacin, una epifana sobre acontecimientos que ligaban su

    existencia a un misterio de oscura resolucin.

    Cuando volvi en s, su acompaante lo miraba con sorpresa; pero su gesto

    nervioso le conminaba a ponerse atento a lo que estaban definiendo.

    El sujeto A tuvo una idea inmediata: poner las cadenas nuevas bajo la presin de

    las bases de un cargador aparcado en el lugar; luego, contra el piso de concreto, ejercer

    presin, para intentar as envejecerlas. El sujeto B no perdi tiempo y se dispuso a

    realizarlo. Observaron que el efecto era aceptable. Despus golpearon la cadena con las

    vigas metlicas que fungan como basa a las cortinas de lona, y obtuvieron en el proceso

    una similitud afn con la cadena original. No era perfecto, pero suponan que el objeto no

    haba sido visto por los interesados en encontrarlo.

    Los dos hombres actuaban con absoluta coordinacin, no necesitaban

    comunicarse. Circundaron la cadena real con carros de golf, con los trailers que

    soportaban a las lanchas a motor y con un cmulo de objetos de mediano tamao.

    Luego, imitando a la ocultada, equiparon una carpa y pusieron el seuelo.

    Quedaron completamente exhaustos y sucios de la cabeza a los pies.

  • 30

    De repente, disparos Descargas de pistolas automticas Pareca un comando

    de asalto el que oan rpidamente acercarse. Los disparos eran una estrategia para alejar

    a cualquiera que deambulara por el lugar.

    El terror se apoder de sus mentes. No quedaba sino hallar un refugio en el cual

    pasar desapercibidos. Corrieron raudos hasta el extremo norte de la bodega, a unos

    trecientos o cuatrocientos metros del seuelo. El lugar era muy grande, alto y tan

    silencioso, que no haba dificultad para seguir el curso de los hechos.

    Sbitamente, un con convoy de pesadas y poderosas camionetas blindadas arrib

    al lugar. Sobre una de las camionetas, a travs de un tragaluz, un individuo daba las

    ordenes a los hombres armados que bajaban de los vehculos. Su voz era spera y

    contundente. Sus gritos eran como mandatos para perros adiestrados. Deca:

    Vamos! no hay tiempo que perder; me requisan este lugar como si de buscar a

    su madrecita se tratara Si ven a alguien me lo matan de una! No podemos dejar

    testigos dijo, autoritario.

    El sujeto A y B estaban aterrorizados. Ya vean llegar a alguno de los ms de

    cincuenta hombres al lugar en que permanecan ocultos.

    Por medio de un megfono, el jefe del comando dictaminaba:

    Cualquier cosa extraa que vean me la comunican que yo voy hasta all No

    se les vaya a ocurrir tocarme nada, al que me toque algo lo mato!

  • 31

    Aquellos sujetos se desplazaban como sabuesos tras una presa, olisqueando un

    rastro, irracionales y ansiosos. Iban equipados con armas muy sofisticadas y con

    sistemas de localizacin por satlite que demarcaban su posicin en los monitores de la

    camioneta principal. El jefe volvi a hablar:

    Muchachos, se nos acaba el tiempo muvanse!

    Uno de los hombres apret el botn de su localizador. Un escolta baj un segway

    de una camioneta; con este se transportara el jefe al lugar del hallazgo. Despus de unos

    pocos segundos, el jefe estaba examinando el seuelo.

    Y por esta mierda es que es la pelea a muerte? dijo. No encontraron

    nada ms? pregunt a sus secuaces.

    No mi comandante respondi el de ms rango; el resto son mquinas,

    carros y motos.

    Sganme buscando replic el jefe.

    En seguida de esta ltima orden, el jefe realiz una llamada:

    Al, Seor, encontramos una cadena como vieja, y hasta ahora nada ms.

    Tras las instrucciones, respondi:

    No seor, hasta ahora nada, pero de verlos llegar no escatimaremos esfuerzos

    por defender el botn.

  • 32

    Y finaliz:

    Bueno seor, inmediatamente

    Los sabuesos estaban muy prximos al sujeto A y B, sus corazones iban a

    estallar. Con poder absoluto, el jefe dijo:

    Todos, retornen ya!

    Y todos, como maquinas, volvieron a sus camionetas.

    Gurdeme esa puta cadena en esta caja, nos vamos ya dijo el jefe.

    De inmediato y con una velocidad endiablada, las camionetas dejaron el lugar.

    Una nube inmensa de polvo y ruido las escolt. Los dos hombres escondidos se

    relajaron; el sujeto A, llor. Estuvo muy cerca de morir. Tras un minuto reponindose, el

    sujeto B ya esperaba verse envuelto en otra redada, y sin seuelo correran mayor

    peligro. Tenan que hacer algo, pero qu!

    Decidieron salir del lugar. Ya afuera, el sujeto B, mientras miraba en todas las

    direcciones, pregunt:

    Cuando le hablaste del libro a tu to, qu ms le dijiste?

    Pues le dije donde estaba le dije que el libro me lo haba obsequiado mi

    abuela y que estaba en la casa del centro, bajo clave de seguridad.

    Y cuando le sealaste que el libro tena el nombre de los brujos, qu dijo l?

    pregunt el detective.

  • 33

    Sonri con indulgencia y me dijo que estuviera tranquilo, que todo lo que

    llegara a pasar era para bien dijo el sujeto A.

    Y le diste la clave? pregunt sujeto B.

    No, no soy tan idiota respondi. El libro es mo, yo le promet a mi

    abuela que lo cuidara y que se lo legara a mis hijos cuando tuviera a bien hacerlo

    finaliz.

    Carajo! dijo con rabia el sujeto B. Debes recordar lo que te dije: para

    poder controlar el poder de la cadena deben hacerse los sacrificios pertinentes al alma de

    esos malditos brujos. Sin los nombres de los brujos, la cadena es solo una fuerza

    aniquiladora de lo humano y continu. Pero, aun con todo lo que me dices, es muy

    extrao que los que llegaron, no trajeran el libro, eso quiere decir que no estn

    enterados de nada. Y adems parecen no tener ni idea de las consecuencias. Deben saber

    qu buscan, pero no por qu lo buscan

    Tu to debe estar con el otro grupo, y, seguramente, esperaban que los que

    llegaron, al hallar la cadena, sufrieran las consecuencias. Ya te dije que esa maldita

    cadena tiene cientos si no miles de muertes detrs. Desde que los rumores sobre su

    existencia estn corriendo por ah, todos estn tras su pista. La ruta a su ubicacin est

    sealada por los que murieron creyendo estar al mando de su poder dijo el sujeto B, y

    finaliz declarando debemos hacernos a ese libro, de otra manera, no habr cmo.

    Vmonos! dijo.

  • 34

    Tienes razn, vmonos dijo el sujeto A.

    Se dirigieron al lugar donde el auto estaba escondido y emprendieron el regreso.

    Durante el trayecto, el sujeto A coment que lo que sinti al acercarse a aquella cosa fue

    tormentoso y pavoroso. El sujeto B dijo que, tal vez, el sujeto A era muy joven y que no

    consegua asimilar el poder de la cadena. A lo que el sujeto A no respondi.

    Encendieron el radio del auto, queran confirmar que ningn hecho con

    repercusin periodstica se estuviera notificando por los medios; pasaban, una tras otra,

    las emisoras ms importantes del pas, pero todo auguraba normalidad. Continuaron su

    camino afanosamente, mas sin despertar sospechas; el trayecto les tom cerca media

    hora. Cuando se internaron en el embotellado trnsito citadino, el sujeto B se vea

    nervioso. No quera perder tiempo; tenan que ser mas rpidos que el to del sujeto A,

    pues si este hallaba la manera de obtener el libro, todo estara perdido. Los agentes del

    bando que obtuviera la informacin no cejaran en su intento por hacerse a la cadena.

    Se debe recordar que los indicios sobre la ubicacin de la cadena provenan del

    rumor acerca de la muerte que, tras dejarla en la bodega, un conductor sufri. El

    detective y su cliente consideraron los posibles escenarios y la estrategia a seguir. De

    una parte, al hablar con su to, el sujeto A no dedujo la razn de su inters: no observ

    asomo alguno de colaboracin o algn sedimento emocional que delatara su posible

    cometido.

    Al fin llegaron al lugar. Cuando buscaban ubicar eficazmente el automvil,

    previniendo una huida vertiginosa, observaron que, asediando el prtico del inmueble

  • 35

    haba un grupo de hombres vestidos de civil. El sujeto B le dijo al sujeto A, que al entrar

    en la casa no denotara ningn inters particular, que se orientara a la caja fuerte y

    extrajera el libro, pero que no intentara sacarlo por la puerta principal. Le indic que lo

    escondiera en algn lugar de la casona donde encontrarlo provocara gran dificultad. El

    sujeto A consider, para s, cules podran ser aquellos lugares de difcil acceso o de

    remoto inters para la bsqueda. Tratando de pensar en su misin, intent evadir la

    angustia que anidaba en su alma.

    Los hombres que custodiaban la casa lo observaron con sigilo, pero sin despertar

    animadversin. El joven gir lentamente la llave y busc silenciar el traqueteo del viejo

    picaporte. Entr impostando espontaneidad; en aquella casa sola pasar mucho de su

    tiempo, era un bella estancia en que la luz jugaba tornasolada sobre maderas aejas y

    retratos antiguos. Tan pronto entr, un extrao silencio lo asombr. La vivienda estaba,

    momentneamente, deshabitada. Ni siquiera la persona que bregaba por su cuidado

    estaba presente. Al sujeto A se le hizo un poco raro, pero persisti en su falsa calma.

    Una inspeccin pormenorizada instaur, patente, su soledad. Se traslad al estudio

    principal; all, empotrada, la inamovible caja reposaba. La abri sigilosamente y sac el

    libro. Agobiado por la responsabilidad, lo observ; sinti que sobre sus hombros recay

    una labor superior a sus fuerzas. Concluy con desgano, que de no ser por el fatigoso

    arrobamiento experimentado en la bodega, no creera una sola palabra al respecto.

    Ahora buscaba encubrir el libro ingeniosamente. Hall ms rpido de lo esperado

    la respuesta. El lugar escogido fue un bal antiguo con doble fondo. Tal vez no era, en

  • 36

    esencia, un buen lugar, pero la estratagema consisti en que se percat, con mucha

    congoja, de extraer las pginas que signaba los nombres de los hechiceros. Su ansiedad y

    el estrs le haban hecho creer que de ser mal usado ese poder, el privilegio de llegar con

    antelacin habra sido en vano, y que la culpa lo vendra a acosar. Escondi las pginas

    y se prometi no revelarlo sin un antecedente acucioso.

    Ya en el auto, el sujeto B le pregunt por el escondrijo. El joven respondi

    exagerando lo poco audaz de su decisin. El sujeto B pareci tranquilo. Dijo que

    deberan hallar otra ruta de ingreso a la casona. El sujeto A lo soseg con el siguiente

    argumento: confes que en sus pilatunas infantiles se saltaba las bardas del solar

    posterior que comunicaba con la va pblica, y que, aunque la puerta colindante siempre

    estaba asegurada, tuvo la suerte de pensar en ello antes de salir y haba trado la llave

    consigo. El sujeto B felicit al muchacho y elogi su recursivo accionar, le dijo que lo

    estaba haciendo muy bien.

    Aunque el sujeto A confiaba plenamente en el sujeto B, contuvo y retuvo para s,

    la parte de lo tomado en garanta. Record que quien le recomend buscar, si as lo

    infera, al sujeto B, fue su fallecida abuela, esto en caso de precisar asistirse de un

    efectivo investigador. Saba que su querida abuela no poda equivocarse. Ella haba

    muerto haca dos aos, cuando el sujeto A contaba con diecisiete aos. La venerable

    matrona dej un gran vaco, pues era quien ms influa en la familia; cualquier asunto

    importante exiga su examen; y era manifiesta su predileccin para con el joven sujeto

    A: lo quera mucho.

  • 37

    Todo este asunto del libro no era para el sujeto A, conocido. Se vino a enterar

    por el sujeto B. Cuando la inquietud impele al joven a solicitar sus servicios, el sujeto B

    le brinda una versin pormenorizada del porqu de los noveles y desacostumbrados

    sucesos, en los que se encontraban llamadas de molesta recurrencia y personas, cuyo

    burdo y descuidado acecho, llamaba al estupor.

    El sujeto B se haba desempeado como empleado de confianza de la familia; la

    abuela lo conoca muy bien; saba qu tipo de trabajos encomendarle, y segn se

    comentaba, realizaba una muy buena labor. Fue ella quien le cont la vieja historia al

    detective, pues saba que, ante su segura futura ausencia e imprevistas noticias sobre el

    tema, los conocedores de la leyenda iban a intentar corroborar su veracidad. Hasta hace

    muy poco no haba prueba alguna sobre la existencia de la cadena. Pero ahora, a raz de

    las historias que vinculaban una seguidilla de muertes con el hallazgo de una guaca en

    las montaas de Santander, Colombia, se haba reavivado el inters por la leyenda de los

    brujos encadenados.

    Repentinamente, el to del sujeto A lo llam por telfono. El sujeto B le anim a

    contestar, pero le pidi ser muy parco con sus comentarios. Y le incit a recolectar

    informacin. El sujeto A contest

    Que hay to, cmo ests.

    Bien mijo, y t?

  • 38

    Pues bien to, nada raro. Lo nico es que sigo viendo gente extraa fuera de la

    casa. T crees que tenga que ver con el libro?, qu puede tener ese vejestorio para

    llamar tanto la atencin?

    Nada mijo, eso son bobadas de magia y esas cosas. Lo que pasa es que por all

    en Santander encontraron un entierro, y todo el mundo anda diciendo que est maldito.

    Pero to Por qu me preguntabas hoy por el lugar donde estaba el libro?

    porque no sobra tener cierto cuidado, y es mejor saber esas cosas para estar

    pendientes, por s aparecen nuevas noticias saber qu hacer. T no te preocupes que

    nadie sabe que conoces la clave de la caja. Solo lo sabemos tu y yo.

    Ya, to, entiendo. Pero t dnde ests?

    Por ac haciendo unas vueltas, no creo que me demore mucho; por la noche

    nos vemos en la casa T ests en la casa?

    S to, ac te espero.

    Bueno, hasta luego mijo.

    Listo, to, chao.

    Efectuado el mutuo sondeo, el sujeto B indag por novedades; el sujeto A

    respondi que no, que nada importante. La cabeza del sujeto A bulla con dudas: sera

    posible que su to buscara despojarlo del volumen, en beneficio de alguno de los

    interesados? Se qued callado y cavilante mientras el sujeto B conduca a la bsqueda de

  • 39

    una escalera porttil. Cuando arribaron al lugar, el sujeto B descendi del auto y seal

    su pronto regreso. El sujeto A, ya en soledad, calcul las posibilidades ms visibles.

    Reservndose el comodn para s.

    Por un lado, si su to quera hacerse con el libro, tendra que preguntar por la

    clave o violentar la caja. De hacer esto ltimo y no hallarlo, se vera presionado y

    obligado a esbozar alguna estrategia de matiz irreverente.

    Si llegasen a sacar el libro, qu querr hacer despus el sujeto B? No haba

    dicho hasta ahora, nada al respecto.

    Cuando el ejercito privado asumiera la falsificacin, cosa que ya debera haber

    pasado, Qu orden recibiran?, realmente no conocan la historia?

    Y por otro lado, los del otro supuesto grupo en pugna, dnde estaban?, son los

    hombres que vigilan?

    Fue lo poco que alcanz a considerar. Ya el sujeto B haba llegado y montado la

    escalera en el auto.

    Qu pasa, ests asustado? Pregunt el sujeto B.

    Claro que estoy asustado!, qu vamos a hacer? pregunt.

    Mira contest el sujeto B cuando lleguemos a la casa, vamos a intentar

    sacar el libro. Si todo sale bien y nos hacemos con l, lo vamos a llevar directamente a

    las llamas.

  • 40

    Qu?, yo no quiero eso! replic el sujeto A

    Es lo mejor dijo el sujeto B considera el mal uso que pueda drsele a toda

    esta mierda.

    S; yo lo s!; pero ese libro me lo dio mi abuela, y as lo hagamos

    desaparecer, la cadena va a seguir matando gente respondi el joven.

    Y tu crees que yo no he pensado en eso? respondi el detective An as

    debemos destruir el libro y tratar, despus, de enterrar esa maldita cadena en el mar,

    donde nunca ms pueda sacrificar a nadieY sin el libro, menos tentacin. No crees?

    pregunt.

    Pues, creo que s contest el joven.

    Durante el resto del trayecto se mantuvieron en silencio; pensativos.

    Se acercaron a la casa por su flanco posterior. Milagrosamente, no haba sujetos

    merodeando por ah. Desplegaron la escalera. El joven entr en la casa y se dispuso a su

    tarea. El ama de llaves ya estaba all, y tuvo un susto horrible cuando vio al joven entrar

    furtivamente.

    Tranquila Evangelina dijo el sujeto A no te asustes, no pasa nada; solo

    voy por algo y vuelvo a salir. Lo hago por el patio porque los sujetos que rondan siguen

    all; tengo que llevar un documento importante al Banco y no quiero que me sigan

    finaliz.

  • 41

    Evangelina no dijo nada. Estaba muy asustada. De otra parte, hecho al libro, el

    joven sali sigilosamente. El sujeto B lo esperaba con cara de satisfaccin. Recibi al

    joven con palmadas de premio en la espalda.

    Muy bien dijo el investigador Ahora, a deshacernos de esta cosa

    El sujeto B dijo que iran a un lugar en la costa, en el que haran la pira

    incendiaria. Con un semblante de insatisfaccin, el sujeto A resign su deseo y asinti

    con pesar. Deberan pasar un largo rato al volante. La tensin se redujo. En el camino,

    ninguno dijo nada, ni el libro llam su atencin. Pero en la mente del joven se agitaba un

    predicamento: deba decirle al sujeto B que el libro estaba incompleto? o Deba

    mantener silencio y proceder a la quema, sin presagiar sospechas? Determin que por

    ahora, no dira nada. Al recalar en la costa decidira que hacer.

    Por las rutas de este hermoso pas, se cuecen los ms increbles acontecimientos.

    Los nacidos de esta tierra se enfrentan en sempiternas luchas, buscando, no se sabe qu.

    Es la pugna entre los buenos y los buenos, o los malos y los malos; nadie sabe Cada

    quien asume, como propia, la verdad. Maldiciones eternas inflaman la conflagracin.

    Como en una cadena maldita, el dolor alimenta el dolor inmerso en un fuego indmito

    que fascina. No hallamos el conjuro porque, cerca del fin, reanudamos las batallas: no

    sabemos cmo ms vivir.

    En la esquina maravillosa de este ingente trozo americano, adoramos dioses con

    esperanza y sacrificio. Sin entender que la impetuosa invocacin requiere de una unin

  • 42

    imposible. Podremos algn da vivir en paz?, estaremos siempre al final de lo que no

    puede acabar?...

    Cuando nuestros hombres llegaron a la costa, continuaron con el plan. Buscaron

    material para incinerar y fsforos. El sujeto A rumiaba su duda con mayor apremio:

    Debera decirlo todo y continuar con lo establecido? o, por el contrario,

    apelar a la resolucin del misterio a travs del ritual exigido? Tendr la fuerza para

    semejante cometido?.

    El da que pas no le proporcionaba vigor. Saba con toda seguridad que los

    hombres no lograran deponer su belicosidad y su ansia de poder. La posibilidad de

    aniquilar al enemigo los cebaba de manera irrefrenable. En nuestro joven, un

    sentimiento de hasto y ahogo lo convenci. Decidi quemar en su integridad la bitcora

    maldita. Y dijo:

    Oye!, tengo alg

    Hola sobrino, cmo ests dijo su to, que apareci de repente espero no

    te molestes por verme aqu. Tienes que entender que lo que traes entre manos es

    demasiado grande para ti. Deja que quienes saben, se ocupen de la responsabilidad. No

    tienes la capacidad para entender lo que est en juego. Debes darme el libro y esperar,

    como ya te dije, que lo que llegue a pasar ser para bien.

    El joven estaba estupefacto. Observ, sorprendido, la parsimonia con que el

    sujeto B, mirando al horizonte, se alejaba; se vea libre de dudas y entregado a las

  • 43

    riendas que lo controlaban: el poder que le usurpa al destino la decisin sobre quien vive

    y quien muere. Pens el joven que no haba, para ese pequeo espritu, ningn chance de

    elegir. Aquel hombre, tranquilo y obediente, esperaba discreto su compensacin.

    El sujeto A aferraba firmemente el libro en sus brazos. Luego de considerar la

    traicin pens en su abue, en su abuela querida. Aquella mujer que le prometi que

    siempre, en todo momento, sabra que hacer; que le aup a escuchar su corazn. Ese

    corazn que, pese a hallarse estrujado y cerca a la conmocin, irrigaba con potencia su

    razn: Deba consentir deponer la responsabilidad ante la calamidad que estos hombres

    llamaban el bien?

    El joven se saba, sin embargo, subestimado. Nadie pareca intuir la suspicacia

    que le alent a mutilar el volumen. La llave maestra reposaba, bien escondida, en su

    pantaln.

    El to del sujeto A aduca razones de la ms diversa ndole. No dejaba de

    implorar al joven el apelar a la sensatez. Defina el asunto como una gran oportunidad de

    lograr, al fin, recomponer el camino y vivir en paz.

    Buenas tardes, seores dijo, apareciendo cual presencia inmaterial, el

    mercenario de marras.

    Espero no inquietarlos con mi presencia continu. Debo decirles, seores,

    que es mejor que permanezcan tranquilos. Estn totalmente rodeados y no hay manera

  • 44

    de escapar deca bajo el temible influjo suscitado por la pistola que enfilaba con

    pericia.

    La suerte ha decidido. Ese libro ser nuestro a partir ahora dijo tengan la

    bondad de entregrmelo, y as no habr problemas para nadie.

    El sujeto A y su to miraban con desagrado la tez oscura y malencarada del

    mercenario. Saban que alguien de sus caractersticas era capaz de todo. El sujeto A

    record lo imperativo de su lenguaje en la bodega, y comprendi que, con seguridad, no

    viviran para contarlo. El modus operandi del jefe y su equipo era esmerado. No podan

    permitirse escndalos en un lugar tan cercano a los condominios costeros. El jefe mir al

    sujeto B que estaba sosegado pero con mirada atenta y le agradeci por su

    colaboracin. El to del sujeto A profiri una andanada de insultos contra el sujeto B. El

    jefe reaccion instintivo y apunt su arma sobre el pasmado sujeto. De inmediato, el to

    amaino su impulso y se dispuso en silencio.

    No me vengan con apendejadas, seores dijo el jefe este es el pas del

    ardid. Nada de lo que aqu pasa est libre de tretas. Ac mandamos nosotros; que no se

    les olvide! dictamin.

    El jefe despoj al joven del libro. Y dijo al sujeto B:

    Me hace el favor y me elimina a estos dos! Use el silenciador, no quiero

    polica rondando por aqu.

  • 45

    El sujeto B, sin ninguna dilacin, dispar a quemarropa sobre el to del joven. El

    hombre cay sin vida sobre la dorada arena que horadaban. El jefe, sonriendo, le dijo:

    Termine y nos vamos; lo espero all arriba. No se demore!

    El jefe dio media vuelta y, despernancado, se iba. El sujeto B levant su arma y

    dispar contra el impasible matn. El jefe cay, inercial y pesado, sobre la arena. El

    detective, indiferente, mir al sujeto A y le dijo:

    Desaparezca, las llaves estn en el auto.

    El ejercito de maleantes se percat del desastre. Compulsivamente comenzaron a

    descargar su artillera. El investigador respondi a los disparos mientras hacerlo le fue

    posible. Tras uno o dos minutos de lucha, fue alcanzado por disparos tan salvajes como

    los rabiosos sabuesos. All, el sujeto B, expir, rpidamente y sin protestar.

    Los sicarios, sin dueo, estaban desorientados. Su voluntad estaba,

    ntegramente, cooptada. Tomaron maquinalmente el libro y lo llevaron consigo.

    El sujeto A, provisto de aquella ligera ventaja, emprendi la huida. No saba a

    donde ir. Del otro lado, uno de los asesinos daba parte de lo sucedido. La orden que

    recibieron amain su angustia: remitirse inmediatamente con el libro al cuartel general.

    El joven actuaba como enajenado; condujo hacia un sitio muy concurrido. Ocult

    el automvil en un car parking cubierto. Ya adentro y un poco ms tranquilo, llor. Su

    razn trataba, sin lograrlo, de entender la trama. No saba a quien acudir. No confiaba en

  • 46

    nadie. Con la tensin, la nusea se impuso; el peso de veinte generaciones lo dobleg.

    Estaba fuera de s.

    Logr reestablecerse un poco. Pleno de ideas dispersas, intent hilvanar

    razonamientos sobre cmo proceder. Su soledad era indescriptible, estaba preso en las

    cadenas de su historia. Decret que la nica salida era acudir, cuanto antes, a la bodega.

    Solo haba una fuerza con la capacidad para protegerlo: la fuerza de los brujos. Al

    contrario que sus vidos rivales, esto le aterraba. No quera invocar poderes que no

    pudiera manejar; pero no haba otra opcin. Saba que, tras advertir el engao, iran

    imperiosamente en su bsqueda.

    Se lanz al abismo. Condujo nerviosamente durante cerca de treinta minutos.

    Cuando divis aquel lugar, su cuerpo reaccion violentamente. No poda dejar de

    temblar; tuvo que hacer un esfuerzo extraordinario para mantenerse en sus cabales. Dej

    el auto en el lugar que el sujeto B haba escogido con anterioridad. Recorri la distancia

    que lo separaba de la bodega, totalmente deshecho, casi no controlaba su cuerpo, sus

    pasos eran irregulares pero veloces.

    Mover aquellas mquinas era sumamente difcil, pero no sucumbi al esfuerzo.

    Luego del denuedo descomunal, qued casi exnime. Observ durante un momento la

    carpa, encubierta hasta ahora, y camin hacia all. Levant la lona lateral que tan

    sabiamente le alejaba de aquel universo maldito. Sac las hojas maltrechas de su

    pantaln. Las mir lleno de ansiedad. Tuvo que ponerlas sobre el piso, pues el temblor

  • 47

    en sus manos no le permita leer. Despus de ubicar los nombres de aquellos brujos,

    accedi al interior.

    Inmediatamente lo acosaron las desagradables sensaciones que soport tras el

    primer acercamiento. Fue objeto de visiones similares: vio como su familiar propinaba

    inmorales palizas a sus trabajadores; profera insultos sobre ellos como si de bestias se

    tratara. El sujeto A, sin darse cuenta, se hizo parte de la escena: sobre la ladera de una

    montaa, un profundo y negro socavn se tragaba, uno a uno, a los indios encadenados.

    El joven, aun sobresaliendo en la multitud, se senta ajeno. Aunque deslumbrado y

    asustado, supo, sin duda, cules eran los poderosos brujos a los que todo su poder no les

    alcanz para escapar a su suerte. Sobre sus cuellos se envolva, cual serpiente, la cadena

    que tanta muerte y dolor gener. Eran nueve en total.

    El sujeto A se mantuvo observando la escena. Mantener los ojos abiertos le

    costaba mucho, pero, lentamente, hall claridad en su percepcin. Por alguna razn, el

    brujo que comandaba la infame procesin retena toda su atencin. Su imponente

    presencia, sus bellos rasgos indgenas y el hecho de que era el nico que pareca ver al

    joven, sumergi a este del todo en el aqul drama. Sinti que el brujo le hablaba. Algo

    en aquel indio le imbua confianza y respeto. Le sorprendan esos sentimientos despus

    de todo lo ocurrido. Tambin senta que si bien su conciencia era del todo clara, no

    emerga el desconcierto y la fascinacin. Todo lo contrario, el suceso le pareca normal,

    como si l perteneciera, igualmente, al pasado y al futuro. El brujo se concentr en los

    ojos del sujeto A, que escuch le deca:

  • 48

    Has llegado al final de la ruta. De ti depende resarcir el dao que tu progenie

    le ha causado a nuestro pueblo. Nada de lo que el hombre realiza para con sus

    semejantes o la naturaleza desaparece del registro de la humana voluntad. Es su gran

    poder y su gran perdicin dijo.

    El joven quiso hablar, pero no pudo articular palabra. Sin embargo, lo que

    buscaba comunicar lleg a la conciencia de su interlocutor. El brujo le respondi:

    No importa cul sea tu deseo. Debes reconocer que eres hijo de tu padre, y l

    hijo de tu abuelo. No podemos librarnos de los asuntos irresueltos de nuestro linaje

    dijo con recia autoridad debes aceptar la misin que t mismo escogiste y proceder sin

    pensar sentenci.

    Pero cmo saberlo?; me persiguen y no cesarn hasta someterme. Me

    matarn y tomarn la clave dijo, asustado, el joven.

    En tus manos est el que esta infamia no contine; de lo contrario, la

    esclavitud se posar en nuestros hijos, seguir el expolio y el agravio a nuestro saber

    explic, para que aqu llegaras tuvo que hacerse un gran sacrificio. Tus padres

    entregaron la vida el da que no sometieron su voluntad al mal. Gracias a ellos y a

    muchos otros lograste reunir la energa personal con la que puedes, si as lo quieres,

    equilibrar el espritu del mundo concluy.

    El joven entenda lo que el brujo desvelaba, pero no saba qu tena que hacer.

    Entregado a su disquisicin perdi contacto con el indio, que se encamin al socavn. El

  • 49

    sujeto A mir a su alrededor; vea indgenas por doquier, todos encadenados y en

    consuncin. El nico saludable y feliz era su antepasado. Pareca obtener satisfaccin de

    torturar impunemente a esos hombres.

    El insensible hombre observ, sonriendo, al sujeto A, y le dijo:

    -Ven ac, hijo; trele a tu padre un sorbo de agua.

    El joven comprendi. Llen un cuenco con agua fresca de un nacimiento

    cercano. El hombre solt el ltigo y sus pistolas. Cuando levant su rolliza y fatigada

    cabeza, el sujeto A, dispar. Seguidamente llor y llor; maldeca su vida una y otra vez.

    No entenda como Dios lo obligaba a esto; se desmay.

    Al despertar, se encontr en la bodega. Estaba rodeado por oficiales de polica.

    Se vea demacrado en demasa, y en su mano reposaba, ilegible, un arrugado papel .

    En una ambulancia camino al hospital y estimulado por voces que le alentaban a

    tener confianza en su mejora, el sujeto A evoc lo que recordaba como un sueo.

    Recapitulaba su encuentro con aquel indio fuerte y amable, y, sbitamente, lo

    entendi Era el sujeto B.

  • 50

    CASUALIDAD

    Entre todas las profesiones del universo acadmico occidental, cuando era joven,

    me decid por la botnica, la ciencia de los vegetales. Sin duda tuvo impacto sobre m la

    esmerada actividad de mi madre como floricultora aficionada. Desde que recuerdo, mi

    madre ha dicho que un bonito jardn es la mejor manera de estar cerca de Dios y sus

    creaciones; tambin deca, con un inolvidable brillo en sus ojos, que su padre, mi abuelo,

    hablaba sobre que los antiguos pobladores de Amrica tenan en alta estima los extensos

    jardines en que sus mujeres solan trabajar. Los indgenas precolombinos crean en el

    poder cohesionador que estos tenan sobre la sociedad, le atribuan la capacidad de

    unificar y fortificar los intereses comunes.

    Siempre estuve relacionado con muy diversas especies de plantas florales, sus

    caractersticas y simbologas. Mi madre cultivaba violetas y azulinas para que la tierra

    mantuviera el tono y la riqueza; algunos tipos de hortensias eran muy apreciados por ella

    para flanquear y engalanar los caminitos desde los que todos podamos admirar las flores

    y botones dispuestos al interior. Estaban tambin los infaltables cayenos, con los cuales

    simulaba bellas fuentes de las que emanaban, como brotando de sus arqueados tallos,

    muchas flores en toda direccin. Las dedaleras desprendan, desde su nico tallo,

    innumerables campanitas que caan armnicamente a lo largo de su altura, y que

    parecan sonar cuando el viento las agitaba. Los ojos de poeta cuidaban a todas las

  • 51

    dems, se vean erguidas y atentas a versificar la belleza que, en conjunto, sus hermanas

    brindaban al mundo. Haba muchas otras que en el momento no recuerdo; todas

    alegraban nuestros das cuando presurosos, salamos hacia la escuela del pueblo.

    En los estudios universitarios mi nfasis fue la geobotnica. Es el estudio de la

    distribucin geogrfica de las plantas; el anlisis de la vida vegetal visto desde las

    condiciones y leyes a que corresponde su desarrollo en una regin particular. Siempre

    fui conciente de que nuestro pas es un gran y muy dotado laboratorio que puede, de

    acuerdo a las relaciones prodigas y nicas entre del ambiente y su vegetacin, ofrecer

    nuevos conocimientos. Adems existe un conocimiento popular, y en algunos casos

    milenario, sobre el uso prctico, medicinal, ornamental, etc., de muchas especies poco

    estudiadas por la academia. Por esto, mi inters siempre estuvo dirigido a encontrar los

    vnculos profundos entre la vegetacin y el espacio que le sirve de hbitat, y desde all,

    observar, abrevando en la antropologa y la ecologa, la relacin singular con las

    comunidades humanas y la fauna cercanas. Mis profesores decan que eso se alejaba de

    mi campo especfico, pero yo siempre cre recordando a mi madre y sus flores, que

    haba mucho por descubrir en estas interacciones.

    Ya pasada la mitad de mi carrera, conoc a un joven indgena perteneciente a la

    comunidad Sikuani, ubicada en los Llanos Orientales de Colombia. Estudiaba botnica,

    pero sus intereses divergan de los que, por lo general, vislumbramos los que hemos sido

    educados por estructuras sociales occidentales. Era un joven de gran sensibilidad y de

    muy buen corazn. Tena la capacidad para tomar del conocimiento occidental aquello

  • 52

    que le permitiera entender, con mayor claridad, el sistema y la configuracin racional de

    los mtodos de la ciencia, pero solo como un proceso paralelo y accesorio con el que

    enriquecer su anhelo fundamental: aplicar sus conocimientos en beneficio de su

    comunidad. Primaba para l, toda la tradicin oral, cultural y social de su pueblo. Para

    m era muy difcil entender la forma como mi joven amigo amalgamaba su futuro con el

    de su gente; nuestro sentimiento patritico o nacional esta muy lejos del fervor y la

    devocin con que l atenda las necesidades de su comunidad.

    Con mi amigo Sikuani hablbamos de muchas cosas. Me cont cmo su pueblo

    conceba el mundo, sus mitos, leyendas y su cosmogona; esta ltima una gnesis muy

    interesante sobre el origen del universo y la vida. Cierta ocasin, discutiendo las

    diferencias de pensamiento, de las que los dos ramos parte, me dijo que el problema del

    hombre blanco era subestimar el conocimiento ancestral de los pueblos indgenas, al que

    atenda, prejuzgndolo, como fantasas sin fundamento ni valor. Apreciaba, sin embargo,

    los esfuerzos del hombre occidental cuando haca suyas las causas de los pueblos nativos

    de Amrica. Pero saba que no era suficiente, y que los desafueros de los blancos

    poderosos continuaban haciendo mucho dao.

    Me cont una de las historias de su pueblo, en la que una misionera discute con

    un lder de su comunidad. La mujer le dice al lder que sus historias son como vagas,

    como para pasar el tiempo, no ms. Que son inventos, y que eso estaba mal. Deca, muy

    preocupada, que los hombres no se podan convertir en animales, como lo narraban las

    historias Sikuanis. Eran cuentos muy exagerados y eso no le gustaba, declaraba la mujer.

  • 53

    El lder le contest, acordando que ella, muy bien poda tener razn, pero, a la vez,

    con mucha malicia entraba a explicar su punto de vista. Le dijo que ella hablaba de

    acuerdo a su modo de pensar, pero que, de la misma forma, l tena el suyo, el cual

    estaba basado en las historias que desde nio le contaban sus mayores, y que, por ser

    suyas, las queran y las defendan, igual a como la mujer defenda las suyas. Ella

    respondi que s, pero por obra de Dios; y el lder le contesta que s, pero que para ellos,

    en su lengua, Dios se deca Kuwai. A lo que la mujer replic, preguntando, cmo era ese

    Dios. El lder dijo que Kuwai haba hecho todas las cosas. Que en un comienzo todo

    estaba oscuro y que Kuwai apareci de la nada junto con la luz; l era varn y decidi

    crear la mujer; la hizo de un rbol de laurel amarillo. La misionera contest que eso

    estaba bien, pero que otras historias no. El lder dijo que eso era para ella, pero que para

    l eran verdaderas. Y le pregunt a la mujer que, para ella, de donde venan las peleas,

    las envidias, las muertes violentas, los chismes, etc. La mujer dijo que no poda contestar

    eso ahora; y el lder le respondi que, s vea!, que en cambio, en su historia, Rey

    Buitre rob la mujer a Kuwai y por eso se tenan odio, y ah nacieron las peleas, pues

    Rey Buitre dijo a Kuwai que sus descendientes, los hombres, se mataran unos a otros. A

    esto el lder aadi, con astucia y presteza dialctica, que esos eran los que el libro de la

    mujer llamaba Dios y Luzbel.

    Luego el lder dijo, que historias como las de Moiss, cruzando a travs de un

    ocano despejado en el que luego sus enemigos se ahogaban al retornar las aguas, que

    esas historias, ellos tambin las tenan. La mujer sonri, y pregunt con sorna que si esas

    historias las crean mucho. El lder dijo que s, que lo que cambiaba era que ella tena su

  • 54

    libro, y que estando escrito no cambiaba, pero que sus historias, como el tiempo,

    andaban hacia adelante y podan olvidarse algunos detalles. Pero que, aunque eran de

    mucho tiempo, an se saban bien.

    Era muy esclarecedor el tono y contexto de la historia. Me haca ver que el

    sentido crtico de estos pueblos, exista; solo que manejaban diferentes procesos en la

    construccin de su conocimiento. Por lo que no haba ninguna razn para considerarlo

    invlido o subestimarlo. Estas conversaciones con mi amigo, llevaban mi mente a

    lugares por m desconocidos.

    Con el tiempo, el imaginario sobre el pas y la gente se colm, en mis

    apreciaciones, de drsticas revelaciones. Las profundidades desarraigadas de mi

    identidad, pugnaban por mostrarme nuevos caminos. Las corazonadas me indicaban que

    exista algo perdido, muy importante, que deba recuperar; era, en general, la emocin de

    ver despertar un vnculo olvidado e insondable, perdido en las inmensidades del tiempo,

    y cuya ligazn con la tierra que nos alimenta es cabal.

    Como los rboles, que han vivido hace cientos y miles de aos, exista una

    vertiente existente y real de comunicacin con nuestros ancestros. Independiente de raza,

    costumbres o religin, nosotros, los que alimentados por el agua, la tierra y el cielo, que

    tan ntimamente conocen nuestras montaas, no podemos, sino mediante un destierro del

    espritu, caminar abandonados y ciegos ante lo que se ofrece a nuestros ojos. Esa era la

    intuicin naciente en mi ser. Los rboles nos pueden contar, pues lo han visto todo en las

    crnicas del tiempo. Quiz algn da nuestra visin retorne y lleguemos a encontrar y

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    recuperar aquello de lo que nos hemos privado. Reestablecer la comunicacin perdida: el

    intercambio que la vida puede ofrecer a la vida.

    Ya llegaba a entender mi inters por los rboles y la vegetacin de nuestro

    territorio. Estos eran, sin duda, los nicos seres que continuaban estableciendo el

    parentesco con la conciencia que fluye por nuestras venas. Esperaban, incansables,

    despejar el vnculo, mientras tuvieran la fuerza de imponerse al desconocimiento y la

    desesperacin que nos lleva a destruir lo que no llegamos a entender.

    Mi amigo Sikuani hablaba de los rboles con mucha seriedad. Los haca

    poseedores de mltiples personalidades, igual que los humanos. Deca que los rboles se

    comunicaban entre s su bienestar y su desgracia; bosques enteros se tornaban solidarios

    y establecan, de esta manera, una reconocible identidad. Algunos rboles y bosques

    odiaban al hombre por todo el sufrimiento que hubieron de soportar debido a su

    desconsideracin. Por olvidar que les debemos respeto y agradecimiento, pues han

    hecho, hacen y harn mucho por nosotros. Mi amigo deca que cuando los rb