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Wells, personalidad ecléctica y nada inmovilista, que tan pronto seentusiasmabaporuna ideaounapersonacomo todo locontrario; amigodeJames, deConrad o deCrane; pacifista y partidario del desarme, socialistautópicoyviajeroinfatigable,publicóen1896este«grotescoteológico»,porutilizarsuspalabras.Quizáenningunaotraobraanidaunasátiratanamargaydespiadadacomoenésta.Aldibujarloshumanimalesdelaisla,tanincreíblescomopsicológicamenteverosímiles,Wellshizounacruelcomparaciónconlasleyesyprincipiosmoralesdesutiempo,delaqueloshumanosnopudieronsentirseprecisamenteorgullosos.

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H.G.Wells

LaisladelDr.MoreauePubr1.0

orhi01.12.2019

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Títulooriginal:TheIslandofDr.MoreauH.G.Wells,1896Traducciónynotas:CatalinaMartínezMuñozApéndice:JavierMartínLalandaIlustraciones:BeatrizUjadosCubierta:BeatrizUjadosGrabadodelautor:JulioGutiérrezMasEditordigital:orhiePubbaser2.1

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Índicedecontenido

CubiertaLaisladelDr.MoreauCapítulo1.Enelchinchorrodel«LadyVain»Capítulo2.ElhombrequenoibaaningunaparteCapítulo3.UnrostroextrañoCapítulo4.EnlabarandilladelagoletaCapítulo5.ElhombrequenoteníaadondeirCapítulo6.LossiniestroshombresdelboteCapítulo7.LapuertacerradaCapítulo8.ElgritodelpumaCapítulo9.LacriaturadelbosqueCapítulo10.LallamadadelhombreCapítulo11.LacazadelhombreCapítulo12.LosrecitadoresdelaLeyCapítulo13.UnaconversaciónCapítulo14.EldoctorMoreauseexplicaCapítulo15.LosMonstruosCapítulo16.DecómolosSalvajesprobaronlasangreCapítulo17.UnacatástrofeCapítulo18.ElhallazgodeMoreauCapítulo19.LasvacacionesdeMontgomeryCapítulo20.AsolasconlosMonstruosCapítulo21.ElsaltoatrásdelosMonstruosCapítulo22.ElhombresoloGlosarioApéndiceBibliografíaNotas

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LapresenteobraestraduccióndirectaeíntegradeloriginalinglésensuprimeraediciónpublicadaporWilliam

Heinemann,Londres,1896.Lasilustraciones,originalesdeBeatrizUjados,fueron

realizadasexpresamenteparaestaedición.

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El 1 de febrero de 1887, el Lady Vain naufragó tras colisionar con unpeciocuandonavegabaa1ºdelatitudsury107ºdelongitudoeste.

El5deenerode1888,esdecir,oncemesesycuatrodíasdespués,mitíoEdwardPrendick, un caballeromuy reservadoque zarpódeCallao a bordodelLady Vain y que había sido dado pormuerto, fue rescatado a 5º 3’ delatitud sur y 101º de longitud oeste por un pequeño bote cuyo nombre erailegibleyquesesuponepertenecióaladesaparecidagoletaIpecacuanha.Loshechos que refirió eran tan extraños que todo el mundo lo tomó por loco.PosteriormentealegóquenorecordabanadadeloocurridodesdeelmomentoenqueabandonóelLadyVain.Lospsicólogosdelaépocadiscutieronsucasocomo muestra curiosa de la pérdida de memoria resultante de unsobreesfuerzo físico o mental. El relato que aparece a continuación fuehallado entre sus papeles por el abajo firmante, su sobrino y heredero, sinningunanotaqueindicaraexpresamenteeldeseodesupublicación.

Laúnica islaqueseconoceenlazonaenquemi tíofuerescatadoes laIsla deNoble, un pequeño islote volcánico completamente deshabitado. En1891 fue visitado por elScorpion.Un grupo demarineros bajó a tierra sinencontrar elmenor indiciodevida, a excepcióndeunascuriosasmariposasblancas, algunos conejos y cerdos y unas ratas bastante peculiares. Sinembargo,nocapturaronningúnejemplar,porloquenoesposibleconfirmarelrelatoensusaspectosmásesenciales.Unavezaclaradoestepuntonohayningúnmalenhacerpúblicoesterelato,comosupongoeradeseodemi tío.Hayalmenosalgoquedicemuchoensufavor:mitíoperdióelconocimientocuandosehallabaaproximadamentea5ºdelatitudsury105ºdelongitudesteyvolvióaaparecerenelmismolugardelocéanooncemesesdespués.Deunamaneraodeotra,tuvoquevivirduranteeseintervalodetiempo.Alparecer,una goleta llamada Ipecacuanha, al mando de un capitán alcohólico, JohnDavis, zarpódeÁfricaen1887,conunpumayotrosanimalesabordo.LanavefuevistaenvariospuertosdelPacíficosuryfinalmentedesapareciódeestosmares(conunconsiderablecargamentodecopra[1]abordo),zarpandodeBanya,haciaundestinodesconocido,endiciembrede1887,fechaenquecoincideplenamenteconlahistoriademitío.

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CharlesEdwardPRENDICK

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Capítulo1

Enelchinchorrodel«LadyVain»

NoesmiintenciónañadirnadamásaloyaescritosobreelhundimientodelLadyVain.Comotodoelmundosabe,lanavecolisionóconunpeciodiezdías después de abandonarCallao. El bote salvavidas, son siete tripulantes,fueencontradoochodíasmástardeporelcañoneroMirtle,yelrelatodesusprivaciones se ha hecho tan famoso como el aún más terrible caso delMedusa.Sinembargo,metocaahoraañadira lahistoriadelLadyVainotraigualmenteterribleyaúnmásextraña.Hastaahorasehacreídoqueloscuatrohombresqueviajabanenelboteperecieron,peronoescierto.Tengopruebasquesoportanestaafirmación:yoeraunodeesoshombres.

Enprimerlugar,deboexplicarquenuncahubocuatrohombresenelbote;éramostres.Constans,«aquienelcapitánviosaltaralalancha»(DailyNews,17demarzo,1887),afortunadamenteparanosotrosydesgraciadamenteparaél,noconsiguióalcanzarnos.Cayóentreunmontóndecabosbajolosestaysdeldestrozadobauprés;algúncabopequeñoseleenredóeneltobilloyporunmomentoquedócolgadocabezaabajo;luegocayóychocócontraunmotónounpaloqueflotabaenelagua.Remamoshaciaél,peronovolvióasaliralasuperficie.

Digo que afortunadamente para nosotros no nos alcanzó y casi podríaañadir que afortunadamente también para él, pues no teníamosmás que unpequeñobarrildeaguayunascuantasgalletasempapadas:tanrepentinahabíasido la alarma y tan poco preparado estaba el buque para este tipo dedesastres.Pensamosquelagentedelalanchairíamejorprovista(aunquealparecer no era así) e intentamos llamarlos.No debieron de oírnos, y al díasiguiente, cuando dejó de lloviznar, lo que no ocurrió hasta después delmediodía, ya no vimos rastro de ellos. No podíamos permanecer de piemirandoanuestroalrededor;elcabeceodelbotenosloimpedía.Lasolaseranenormesyteníamosgrandesdificultadesparamantenerlaproaenladireccióncorrecta.Losotrosdoshombresquehabíanlogradoescaparconmigoeraun

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talHelmar, pasajero como yo, y unmarinero cuyo nombre desconozco, unhombrebajito,robustoytartamudo.

Navegamosaladeriva,muertosdehambrey,desdequeseacabóelagua,atormentados por una terrible sed, durante ocho días y ocho noches.Transcurrido el segundo día, el mar fue apaciguándose lentamente hastaquedar como un espejo. El lector es incapaz de imaginar cómo fueronaquellos ochos días. Por fortuna, nada hay en su memoria que le permitaimaginarlo. Pasado el primer día apenas hablamos entre nosotros;permanecíamos inmóviles en nuestro lugar, mirando al horizonte, uobservando, con ojos cada vez más extraviados, cómo la miseria y ladebilidad se apoderaban de nuestros compañeros. El sol era implacable. Elcuarto día se terminó el agua y empezamos a pensar cosas extrañas y adecirlasconlamirada;perollegadoelsextodíaHelmarsedecidióaexpresardevivavozloquetodosteníamosenlacabeza.Recuerdonuestrasvoces:tandébilesqueteníamosqueacercarnosmuchoparahacernosoír.Yomeoponíaa ello con todas mis fuerzas; prefería barrenar el bote y que todospereciéramosamanosdelostiburonesquenosseguían,perocuandoHelmardijoquesiaceptábamossupropuestapodríamosbeber,elmarinerosepusodesuparte.

No quise echarlo a suertes y, por la noche, el marinero no paraba dehablarconHelmarenvozbaja,mientrasyopermanecía sentadoen laproa,con mi navaja en la mano, aunque dudo de que hubiera tenido valor paraluchar.Asípues,porlamañanaaceptélapropuestadeHelmarylanzamosalairemediopeniqueparadecidirnuestrasuerte.

Le tocó al marinero, pero era el más fuerte de los tres y no estabadispuesto a tolerarlo, de modo que se abalanzó sobre Helmar. Lucharoncuerpoacuerpohastacasiponerseenpie.Yomearrastréporelsuelodelbotee intenté ayudar aHelmar agarrando almarinero por la pierna, pero con elbalanceo del barco elmarinero tropezó y los dos cayeron por la borda. Sehundieroncomopiedras.Recuerdoqueaquellomehizoreírypreguntarmealmismotiempoporquémereía.Larisaseapoderódemísinquepudierahacernadaporevitarlo.

Me tumbé sobre una de las bancadas durante no sé cuánto tiempo,pensandoenque,situvieravalor,beberíaaguadelmarhastaenloquecer,paramorir rápidamente. Y mientras estaba allí tumbado divisé, con tan pocointerés como si fuera un cuadro, un barco que avanzaba haciamí desde lalíneadelcielo.Mimentedebiódeestardivagandodurantemuchotiempo,ysin embargo recuerdo perfectamente todo lo que sucedió.Recuerdo quemi

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cabeza se balanceaba con el mar y que el horizonte, con el barco que losurcaba, oscilaba de arriba abajo. Pero también recuerdo con toda claridadque tuve la impresióndeestarmuerto,ypenséen la ironíadequepormuypoconohabíanllegadoatiempodeencontrarmeconvida.

Duranteunrato,quesemeantojóinterminable,permanecí tumbadoconlacabezaapoyadaen labancada,contemplandolagoleta,quebailabasobrelasolas.

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Eraunapequeñaembarcación, conaparejosdeproa apopa,queaparecíaydesaparecía entre las aguas. Continuó barloventeando de un lado a otro encrecientecompás,puesnavegabaconlasvelasarriadas.Jamássemepasóporlacabezaelllamarsuatencióny,desdequevisucostadohastaquedespertéenuncamarote,norecuerdonadaconclaridad.Conservoelvagorecuerdodehaber sido arrastrado hacia el portalón, ante un gran semblante cubierto depecas y pelo rojo que me miraba desde la batayola. También tuve laimpresión de entrever una cara oscura de ojos extraordinariamente grandescercanaalamía,peropenséquesetratabadeunapesadillahastaquevolvíaencontrarla.Creo recordar quemehicieron tragar ciertomejunje.Y esto estodo.

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Capítulo2

Elhombrequenoibaaningunaparte

El camarote en el que desperté era pequeño y estaba bastantedesordenado.Unjovenrubio,conunpobladobigotedecolorpajizoyellabioinferior caído, estaba sentado junto a mí, cogiéndome por la muñeca. Nosmiramosporespaciodeunminutosindecirunapalabra.Teníaojosgrisesyacuosos,totalmenteinexpresivos.

Entonces se oyó un ruido, como si arrastraran una camade hierro, y elgruñidoapagadodeungrananimal.Enesemomentoelhombrehabló.Luegorepitiósupregunta:

—¿Cómoseencuentraahora?Creo que dije encontrarme perfectamente. No conseguía recordar cómo

habíallegadohastaallí.Debiódeadvertirlaextrañezaenmirostro,puesenaquelmomentonopodíaarticularpalabra.

—Loencontramosenunbote;seestabamuriendodehambre.ElbotesellamabaLadyVainyhabíamanchasdesangreenlaborda.

Enesemomentovimimanoflaca,comounmanojodehuesos,yentoncesrecordétodoloocurridoenelbote.

—¡Tomeunpocodeesto!—dijo,dándomeunasustanciaheladadecolorcarmesí.

Sabíaasangreymedevolviólasfuerzas.—Tienesuertedehabersidorecogidoporunbarcoconmédicoabordo

—exclamóconciertodejececeante.—¿Québarcoeséste?—preguntélentamenteconlavozroncadespuésde

tantotiemposinhablar.—EsunpequeñomercantequevienedeAricayCallao.Nuncapregunté

dedóndezarpóenunprincipio.Delpaísdelostontos,supongo.YovengodeArica.Elestúpidoaquienpertenece,quetambiénessucapitán,untalDavis,ha perdido su certificado o algo por el estilo.Ya sabe cómo es ese tipo degente; a este cascarón le llama Ipecacuanha, ¡vaya nombrecito! Aunque,cuandohaymuchomarpordelanteynigotadeviento,seportabien.

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El ruido de arriba volvió a comenzar: un gruñido y una voz humana.Luegoseoyóotravozquedecíaalgoasícomo:

—¡Malditoidiota!—Estaba medio muerto —continuó mi interlocutor—. Pero le di un

mejunje.¿Notienelosbrazosdoloridos?Inyecciones.Haestadoinconscientedurantecasitreintahoras.

Mequedépensativo.Entoncesmedistrajoelladridodeunosperros.—¿Podríatomaralgosólido?—pregunté.—Graciasamí—respondióél—.Elcorderoseestácociendo.—Sí—dijeconseguridad—.Podríatomarunpocodecordero.—Peroyomemueroporsaberquéhacíaustedsoloenesebote—añadió

conciertavacilación.Enesemomentocreíadvertirciertoreceloensusojos.—¡Malditosaullidos!Salióbruscamentedelcamaroteyoíquesosteníaunaacaloradadiscusión

conalguienquelerespondíaenloqueamísemeantojóunaespeciedejerga.Parecíaqueaquelloibaaterminarenunapelea,perocreoquemisoídosmeengañabaneneso.Luegogritóalosperrosyregresóalcamarote.

—Bien—dijodesdeelpasillo—.Estabaempezandoacontarmealgo.Le expliqué que me llamaba Edward Prendick y que había decidido

dedicarme a las ciencias naturales huyendo del aburrimiento de miconfortableindependencia.Aquelloparecióinteresarle.

—Yotambiénmehededicadoalasciencias.Estudiébiología(extraíaelovariode la lombrizy la rádula[2]de laserpientey todasesascosas). ¡Diosmío!Haceyadiezaños.Perocontinúe,continúe.Háblemedelbote.

Se sentía abiertamente complacido por la franqueza de mi relato, quetransmití en frases concisas, pues me sentía terriblemente débil, y cuandohubeterminadovolvióaltemadelascienciasnaturalesysuspropiosestudiosdebiología.DespuéscomenzóahacerpreguntassobreLondres.

—¿TodavíaexisteCaplatzi?¡Quémagníficoestablecimiento!Habíasido,eraobvio,unestudiantedemedicinanormalycorrienteyno

pudoevitarhablardeloscabarets.Mecontóalgunasanécdotas.—¡Hacediezaños!¡Quéalegreeratodo!—exclamó—.Perocometíuna

enorme tontería.Memarché antes de cumplir los veintiuno.Ahora todo esdiferente…Enfin,voyaverquéhaceeseestúpidococineroconsucordero.

Losgruñidosdearribasereanudarontanderepenteycontalfuriaquemesobresaltaron.

—¿Quéeseso?—pregunté.Perolapuertayasehabíacerrado.

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Alcabodeun rato regresóconel corderoguisadoy suapetitosoaromamehizoolvidardeinmediatolosrugidosdelafiera.

Despuésdeundíaenelquenohiceotracosaquedormiryalimentarme,me sentí con fuerzas para levantarme e ir hasta el portillo a contemplar elverdemarqueseguíanuestroritmo.Meparecióquelagoletacorríacomoelviento.Montgomery,asíse llamabael jovenrubio,volvióaentrary lepedíalgoderopa.Meprestóalgunascosassuyas,pueslasqueyollevaba,dijo,lashabían tirado por la borda. Eran bastante grandes paramí; él era alto y depiernaslargas.

Comoporcasualidadcomentóqueelcapitánestabamedioborrachoensucamarote.Mientras aceptaba las ropascomencéahacerle algunaspreguntassobreeldestinodelbarco.DijoquesedirigíaaHawai,peroqueantesteníanquedejarleentierraaél.

—¿Dónde?—pregunté.—Enunaisla…Dondevivo.Queyosepanotienenombre.Me miró con su labio inferior caído y de pronto pareció tan

deliberadamenteestúpidoquecomprendíqueintentabaevitarmispreguntas.Tuveladiscrecióndenohacerningunamás.

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Capítulo3

Unrostroextraño

Alsalirdelcamaroteencontramosenlaescaladetoldillaaunhombrequenos impedía el paso. Estaba de pie en la escala, de espaldas a nosotros,mirandoporelhuecode laescotilla.Eraunhombredeforme,bajito,ancho,torpe y encorvado, con el cuello peludo y la cabeza hundida entre loshombros.Llevabauna sarga[3] azulmarinoy teníaunaespesamatadepelonegro.Losperros invisiblesgruñeronferozmenteyél retrocedióal instante,rozandolamanoqueyohabíaalargadoparaapartarlodemí.Sevolvióconlarapidezdeunanimal.

Lasúbitavisióndeaquel rostronegrome impresionóprofundamentedeun modo que no sabría definir. Era un rostro deforme. La parte inferiorsobresalía como una especie de hocico y la enorme boca entreabiertamostraba los dientesmásgrandesque jamáshabía visto enun ser humano.Teníalosojosinyectadosensangre,conunpequeñobordeblancoalrededorde las pupilas avellanadas. Su rostro estaba curiosamente arrebolado por laemoción.

—¡Maldito seas! —exclamó Montgomery—. ¿Por qué diablos no tequitasdeenmedio?

Elhombreseapartósindecirunapalabra.Continué subiendo por la escala de toldilla, mirándolo instintivamente.

Montgomerysedetuvounmomento.—Sabes que no tienes nada que hacer aquí—dijo pausadamente—.Tu

sitioestáenproa.Elhombreseacobardó.—No…mequerránallí—dijomuydespacio,convozroncayextraña.—¡No tequerrán!—exclamóMontgomeryen tonoamenazador—.Pero

yotedigoquevayas.Estaba a punto de añadir algo más, cuando de pronto miró y continuó

escalaarriba.Mehabíadetenidoamediocamino,observandotodavíaatónitolagrotescafealdaddeaquellacriaturaderostronegro.Jamáshabíavistouna

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caratanrepulsivaypococomún,ysinembargo,valgalacontradicción,tuvealmismotiempolaimpresióndehabervistoenalgúnlugaraquellosrasgosygestos que tantome asombraban. Luego pensé que tal vez lo hubiera vistocuandomesubieronabordo;sinembargo,laideaapenasatenuólasospechade un encuentro previo. ¡Pero cómo es posible ver un rostro tan singular yolvidar el momento preciso en que se ha visto! Aquello escapaba a mientendimiento.

Los movimientos de Montgomery, que se disponía a seguirme, meapartaron demis pensamientos yme volví paramirar ami alrededor: a lacubierta corrida de la pequeña goleta. Todos aquellos ruidos me habíanpreparado para lo que iba a ver. Jamás había visto cosa igual. La cubiertaestabaindescriptiblementesucia,llenadepeladurasdezanahoriayrestosdeverdura.Atadosconcadenasalpalomayorhabíavariosperrosdecaza,quealverme comenzaron a saltar y ladrar, y junto al palo de mesana había unenormepumaencerradoenunapequeña jauladehierro, tanpequeñaqueelanimal apenas tenía espacioparadarse lavuelta.Unpocomás allá, bajo labatayola de estribor, se encontraban unas jaulas muy grandes llenas deconejosy,delantedeellas,unaespeciedecajónmuypequeñoconunallamadentro que apenas cabía en él. Los perros llevaban bozales. Un marinerodemacrado y silencioso quemanejaba el timón era el único ser humano entodalacubierta.

Lasviejasyparcheadasmaricangallassetensaronantesdequecomenzaraasoplarelvientoyarriba,enlaarboladura,lapequeñaembarcaciónparecíallevar todas sus velas desplegadas. El cielo estaba despejado, el sol seencontrabaenlamitaddesurecorridohaciaponiente;largasolasquelabrisacoronabadeespumasedeslizabananuestroritmo.Pasamosjuntoaltimonel,no dirigimos al coronamiento de popa y contemplamos la espuma queformabaelaguabajolapopaylasburbujasquebailabanysedesvanecíanensuestela.Mevolvíparacomprobarlaesloradelbarco.

—¿Quéesesto,unacasadefierasflotante?—pregunté.—Esoparece—respondióMontgomery.—¿Porquéllevanesosanimales?¿Comocuriosidad?¿Oesqueelcapitán

piensavenderlosenlosMaresdelSur?—Eso parece, ¿no es cierto? —repitió Montgomery, volviéndose de

nuevohacialaestela.De pronto, oímos un grito y una sarta de blasfemias procedentes de la

escala de toldilla y vimos al hombre deforme de rostro negro que subíaprecipitadamente a gatas por la escala.Un hombre de abundante pelo rojo,

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conunagorrablanca,lepisabalostalones.Alveralprimero,losperros,queya se habían hartado de ladrarme, volvieron a enfurecerse, aullando eintentandosoltarsedesuscadenas.Elnegrovacilóuninstante,momentoqueel pelirrojo aprovechó para alcanzarlo y asestarle un terrible golpe en losomóplatos. El pobre diablo cayó como un animal herido, rodando sobre lasuciedadentrelosenfurecidosperros.Tuvosuertedequellevaranbozales.Elhombrepelirrojolanzóungritodejúbiloypermaneciódepie,tambaleándose,en serio peligro, ami juicio, de caer hacia atrás por la escala de toldilla ohaciaadelantesobresuvíctima.

Cuando apareció el segundo hombre, Montgomery reaccionóviolentamente:

—¡Apóyeseahí!—lereconvino.Dosmarinerosaparecieronenelcastillodeproa.

Aullandodeunmodoextraño,elnegrorodóbajolaspatasdelosperrossin que nadie intentara ayudarle. Las bestias hicieron todo lo posible poratacarlo,golpeándoloconsushocicos.Suságilescuerposgrisesinterpretaronunarápidadanzasobrelatorpefigurapostrada.Losmarineroslosanimabancomosiaquellofueraunjuego.Montgomeryprofirióunaairadaexclamaciónysealejóporlacubiertaagrandeszancadas.Yofuitrasél.

El negro se incorporó y gateó hacia adelante, pero tropezó con losobenques de mayor y fue a parar contra la batayola, donde permaneciójadeandoymirandoalosperrosporencimadelhombro.Elpelirrojorióconsatisfacción.

—¡Mire,capitán!—dijoMontgomery,cogiendodelbrazoalpelirrojo—.Estonopuedeser.

YoestabadepiedetrásdeMontgomery.Elcapitándiomediavueltaylomirócontristesysolemnesojosdeborracho.

—¿Quées loquenopuedeser?—preguntó,y trasmiraraMontgomeryentresueñosporespaciodeunminutoañadió—:¡Malditosmatasanos!

Luego se soltó con un brusco movimiento y, tras dos infructuososintentos,hundióensusbolsilloslospuñosllenosdepecas.

—Esehombreesunpasajero—dijoMontgomery—.Leaconsejoquesemantengalejosdeél.

—¡Al diablo! —exclamo el capitán, volviéndose bruscamente ytambaleándose hasta la banda—.Éste esmi barco y hago lo que quiero—dijo.

CreoqueMontgomerydeberíahaberlodejadoenpaz,teniendoencuentaqueestababorracho.Peropalideció ligeramentey siguió al capitánhasta la

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batayola.—¡Escuche, capitán! No consentiré que este hombre sea maltratado.

Desdequesubióabordonohanhechomásqueagobiarle—dijo.Losvaporesetílicosdejaronalcapitánsinhabladuranteunminuto.—¡Malditosmatasanos!—fuetodoloqueconsiderónecesarioañadir.ComprendíqueMontgomery teníauncarácterpertinaz,deesosquevan

avivando el fuego día a día y nunca perdonan, y también comprendí queaquelladisputaveníadeantiguo.

—Estáborracho—dije,quizáentrometiéndome—;noconseguiránada.Montgomeryfrunciósulabioinferiordeunmododesagradable.—Siempreestáborracho.¿Creeustedqueesoledaderechoaatacarasus

pasajeros?—Mi barco —comenzó el capitán, señalando a las jaulas con mano

temblorosa—eraunbarcolimpio.Ymireahora.Desdeluego,eracualquiercosamenoslimpio.—Ylatripulación—continuóelcapitán—eralimpiayrespetable.—Ustedaccedióallevarlosanimales.—¡Ojalánuncahubieraconocidosuislainfernal!¿Paraquédiablosquiere

animalesenunaislacomoésa?Yeseamigosuyo…Suponiendoqueseaunhombre.Esunlunático.¿Quéselehabíaperdidoenlapopa?¿Sehacreídoquetodoelmalditobarcolepertenece?

—Susmarinerosnohandejadodemeterseconelpobrediablodesdequesubióabordo.

—Esoesexactamenteloquees:undiablo,undiablofeo.Mishombresnolosoportan.Yonolosoporto.Nadielosoporta.Nisiquierausted.

Montgomerysediolavuelta.—Detodosmodos,dejeenpazaesehombre—dijo,conunmovimiento

decabeza.Peroelcapitánqueríacontinuarladiscusióny,alzandolavoz,añadió:—Sivuelveaaparecerporaquí, loharépedazos.Seloadvierto.¿Quién

esustedparadecirmeloquehedehacer?Yalehedichoquesoyelcapitándel barco: capitán y propietario. Aquí mando yo. Me ofrecí a llevar a unhombre y a su ayudante desde Arica y transportar algunos animales. Peronuncaallevarundiablolocoyunestúpidomatasanos,un…

Bueno, el insulto que le espetó aMontgomery no tiene importancia.Vicómoesteúltimodabaunpasohaciaadelante.

—Estáborracho—dije.Elcapitánvolvióainsultarloentérminosaúnmásgroseros.

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—¡Cállese!—dije,volviéndomehaciaélbruscamente,pueslaexpresiónde Montgomery me hacía comprender que aquello se ponía peligroso. Miintervenciónhizoqueelchaparróncayerasobremí.

Sin embargo,me complació poner fin a aquella discusión que estaba apuntodeconvertirseenunapelea,aunacostadegranjearmelaenemistaddelcapitánborracho.Nocreohaberoídonuncatalsartadegroseríasenbocadeunhombre,apesardequehefrecuentado laamistaddepersonajesbastanteexcéntricos. Había oído algo en todo aquello que se me hacía intolerable,aunquesoyhombredebuencarácter.Pero,adecirverdad,enelmomentodeordenar al capitán que se callase, había olvidado que no era más que uninsignificanteserhumanoapartadodesumedio;unpasajerosinbillete;unamera casualidad amerced de la generosidad (o el interés especulativo) delbarco. El capitánme lo recordó enérgicamente. No obstante, había evitadounapelea.

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Capítulo4

Enlabarandilladelagoleta

Aquellanoche,despuésdelapuestadelsol,divisamostierraylagoletasepuso al pairo. Montgomery anunció que había llegado a su destino.Estábamosdemasiadolejosparaapreciarcualquierdetalle.Meparecióquesetratabasimplementedeunaborrosamanchaazulenelinciertomargrisáceo.Unacolumnadehumocasiverticalascendíahastaelcielo.

Elcapitánnoestabaenlacubiertaenesemomento.Trasdescargarsuirasobre mí, había bajado tambaleándose, y comprendí que se retiraba a sucamarote.Elpiloto asumióelmando.Era elhombredemacradoy taciturnoquehabíamosvistoal timón.TambiénélparecíaenojadoconMontgomery.Nonoshizoelmenorcaso.Cenamosconélenmediodeunpesadosilencio,trasvariosinfructuososintentosdeconversaciónpormiparte.Mesorprendióque los hombres sintieran tan poca simpatía por mi compañero y susanimales.Montgomerysemostrabareservadorespectoasusintencionesparaconlascriaturasyrespectoasudestino,yaunqueunacrecientecuriosidadseapoderabademí,decidínopresionarlo.

Nos quedamos hablando en al toldilla hasta que el cielo se pobló deestrellas.Salvoalgúnsonidoocasionalprocedentedelcastillodeproayalgúnmovimiento de los animales, la noche estaba en calma. El puma, hecho unovillo en un rincón de la jaula, nos miraba con ojos brillantes. Los perrosparecíandormidos.Montgomerysacóunoscigarros.

MehablódeLondresconnostalgia,haciendotodotipodepreguntassobreloscambiosquehabíantenidolugarenlaciudad.Hablabacomoalguienqueamaseaquellavidayhubiesesidobruscaeirrevocablementeapartadodeella.Yolecontétodotipodechismessobreestoyaquello.Noparabadepensarenlo extraño que era y, mientras hablaba, escudriñaba su extraño y pálidosemblantebajo lapenumbrade la lantíadebitácoraquehabíadetrásdemí.Luegomiréalmaroscuro,entrecuyassombrasseocultabasupequeñaisla.

Se me antojaba que aquel hombre había salido de la inmensidadúnicamente para salvarme la vida. Al día siguiente saltaría por la borda y

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volveríaadesaparecerdemiexistencia. Inclusoencircunstanciasordinariasmehabríadadoquépensar.Perome resultabamuyextrañoqueunhombreeducado viviera en aquella isla desconocida y portara tan extraordinarioequipaje.Mesorprendíamímismorepitiendolapreguntadelcapitán.¿Paraqué querría a los animales? ¿Por qué, además, había fingido que no eransuyoslaprimeravezqueyohablédeellos?Yluegoestabasuayudante,eseextrañoserquetanprofundamentemehabíaimpresionado.Laspreguntasseagolpabanenmiimaginación,dificultándomeelhabla.

AesodemedianochenuestraconversaciónsobreLondres languidecióypermanecimos el uno junto al otro, apoyados en la batayola, contemplandocomoen sueñosel silenciosomar iluminadopor las estrellas, sumidoscadauno en sus propios pensamientos. Era el ambiente propicio para elsentimentalismoydecidíexpresarlemigratitud.

—Simepermitequeselodiga—dijealcabodeunrato—,ustedmehasalvadolavida.

—Casualidad—respondió—;puracasualidad.

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—Prefieromostrarmireconocimientoalartíficepersonalmente.—No tiene nada que agradecer. Usted tenía la necesidad y yo el

conocimiento,ylocuidéyalimentécomohabríahechoconcualquieradelosanimalesquerecojo.Estabaaburridoydeseabahaceralgo.Siesedíahubieraestado cansado o nome hubiera gustado su cara, bueno, quién sabe dóndeestaríaustedahora.

Estomedesanimóunpoco.—Decualquiermanera…—comencé.—Puracasualidad.Yaselohedicho—interrumpió—,comotodoenesta

vida. Sólo los tontos no se dan cuenta. ¿Por quéme encuentro aquí ahora,lejosdelacivilización,enlugardevivircomounhombrefelizdisfrutandodetodoslosplaceresqueLondresofrece?Sencillamente,porquehaceonceañosperdílacabezadurantediezminutosenunanochedeniebla.

Sedetuvo.—¿Sí?—preguntéyo.—Estoestodo.Nosquedamoscallados.Luego,élserió.—Hayalgoenestaluzestrelladaquesueltalalengua.Soyunestúpidoy,

sinembargo,queríadecirle…—Digaloquediga,tengalaseguridadquenosaldrádemí…Siesesoa

loqueserefiere.Estabaapuntodedeciralgocuandosacudiólacabezadubitativamente.—Déjelo—dije—.Nome importa.Al finyal cabo, esmejorquecada

unoguardesusecreto.Aunqueyoguardeelsecreto,noconseguirámásqueunpocodealivio.¿Ysino…?

Mascullóalgoconindecisión.Sentíquesehallabaendesventaja,quelohabíasorprendidoenunmomentodeindiscrecióny,adecirverdad,tampocosentía curiosidad por saber lo que había alejado de Londres a un jovenestudiantedebiología.Podíaimaginarlo.Meencogídehombrosymealejé.Una silueta oscura y silenciosa estaba apoyada sobre el coronamiento depopa,contemplandolasestrellas.EraelextrañoayudantedeMontgomery.Aloírmeme lanzó una rápidamirada de soslayo y luego volvió a observar elcielo.

Tal vez pueda parecer insignificante, pero para mí fue un golpeinesperado.Laluzmáscercanaeraunalámparaquehabíajuntoaltimón.Elrostro de la criatura salió por un instante de la oscuridad que reinaba en lapopa, quedando iluminadopor la lámpara, y vi en susojos unpálidobrilloverdoso.

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Yo no sabía entonces que algunas personas tienen en los ojos unresplandor rojizoyenaquelmomentomepareciódecididamente inhumano.Esa silueta negra de ojos chispeantes echó por tierra mis pensamientosadultos, y por un instante los olvidados terrores de la infancia poblaronmimemoria.Aquellasensaciónsefuecomohabíavenidoytodovolvióaserloque era: la tosca silueta negra de un hombre; una figura sin mayorimportancia que, apoyada en el coronamiento de popa, contemplaba lasestrellas.OíqueMontgomerymehablaba.

—Creoquevoyaentrar—medijo—;sileparecebien.Lecontestéalgoincongruente.Bajamosyante lapuertademicamarote

medeseóbuenasnoches.Esanochetuvesueñosdesagradables.Lalunamenguantesaliótarde.Un

débilrayodeluzblancayfantasmagóricaentrabaenmicamarote,revelandouna siniestra forma en el entarimado, junto ami litera.Luego los perros sedespertarony comenzaron a aullar y ladrar, demodoque, entre pesadilla ypesadilla,apenaspudedormirhastaelamanecer.

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Capítulo5

Elhombrequenoteníaadondeir

Por lamañana temprano, la segunda trasmi recuperación y creo que lacuarta desde que fui rescatado, desperté en una confusión de sueñostumultuosos—sueñosdearmasymuchedumbresenfurecidas—yescuchéunroncogriteríosobrecubierta.Mefrotélosojosyprestéatención,dudandoporunmomento de dóndeme encontraba. A continuación se oyó el rumor deunospiesdescalzos,luegoelsonidodeobjetospesadosquecaían,unviolentochirrido y un chasquido de cadenas. Percibí el siseo del agua al virarsúbitamente el barco; una espumosa ola de color amarillo verdoso rompiócontraelpequeñoojodebuey.Mevestírápidamenteysubíacubierta.

Alsubirporlaescalapudeverlaampliaespaldayelpelorojodelcapitánperfilándosecontraelcielorosado(puesestabasaliendoelsol)ylajauladelpumagirandosobreelejedeunaparejodefuerzainstaladoenlabotavarademesana.Elpobreanimalparecíaterriblementeasustadoyestabaencogidoenunrincóndesujaula.

—¡Fuerademibarco!—gritó el capitán—. ¡Fuerademibarco!Prontotendremosunbarcolimpio.

Meestabacerrandoelpaso,porloquemeviobligadoadarleungolpecitoenelhombroparallegaralacubierta.Sevolviósobresaltadoyretrocedióunpocoparamirarme.Nohacíafaltaserunexpertoparacomprenderqueaquelhombretodavíaestababorracho.

—¡Hola! —dijo en tono estúpido. Luego se le iluminaron los ojos—.Vaya,sieselseñor…elseñor…

—Prendick—dijeyo.—¡Aldiablo,Prendick!—espetó—.Cierra-el-pico;éseessunombre.El

señorCierra-el-pico.Denadaservíacontestarle.Y,adecirverdad,noesperabaelmovimiento

que hizo a continuación. Extendió su mano hacia el portalón, dondeMontgomery conversaba con un hombre de abundante pelo blanco, vestido

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conunossuciospantalonesdefranelaazul,quealpareceracababadesubirabordo.

—Por ahí, maldito señor Cierra-el-pico. Por ahí —rugió el capitán.Montgomeryysuacompañantesevolvieronaloírlo.

—¿Quéquieredecir?—pregunté.—Porahí,malditoseñorCierra-el-pico.Esoesloquequierodecir.Fuera

de mi barco, señor Cierra-el-pico. Estamos limpiando el barco. Estamoslimpiandoelmalditobarco.Yustedsemarcha.

Lomiré,perplejo.Luegopenséqueeraexactamente loquedeseaba.Laperspectivadeunviajecomoúnicopasajerodeaquelborrachopendencieronoeracomoparaalegrarse.MevolvíhaciaMontgomery.

—Aquí no puede quedarse —dijo secamente el acompañante deMontgomery.

—¡Quenopuedoquedarme!—exclaméhorrorizado.Teníaelrostromáscategóricoydecididoquehabíavistoenmivida.—Mire—comencé,volviéndomehaciaelcapitán.—¡Fuera!—dijoéste—.Estebarconoesparabestiasycaníbales.Usted

selargadeaquí,señorCierra-el-pico.Sinopuedequedarseconellos,vayaaladeriva.¡Comoquiera,perováyase!Consusamigos.Heterminadoconesamalditaislaparasiempre.¡Yahetenidosuficiente!

—¡PeroMontgomery!—supliqué.Montgomery frunció el labio inferior y negó con la cabezamirando sin

esperanza al hombre del pelo gris, comodiciendo que no podía hacer nadaporayudarme.

—Luegomeocuparédeusted—dijoelcapitán.Entoncescomenzóuncuriosoaltercadoatresbandas.Yosuplicabaalos

treshombresalternativamente;primeroalhombredelpelogrisparaquemedejase permanecer en la isla, y luego al capitán borracho para que mepermitiese seguir a bordo. Incluso les rogué a veces a los marineros.Montgomerynodijounapalabra;selimitóanegarconlacabeza.

—¡Ustedsemarcha!Yaselohedicho—insistíaelcapitán—.¡Aldiabloconlaley!Aquímandoyo.

Deboconfesarque,finalmente,enmitaddeunaenérgicaamenaza,semequebrólavoz.Presodeunarrebatohistéricodemalhumormemarchéapopaymequedéallí,conlamiradaperdidaenelinfinito.

Mientras tanto, los marineros desembarcaban los paquetes y las jaulas.Unagranembarcacióndedosvelasaguardabaasotaventodelagoleta,yenellasecargabaelextrañosurtidodemercancías.Enaquelmomentonovilas

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manosquerecogíanlospaquetes,pueselcascodelbarcoquedabaocultotraselcostadodelagoleta.

Ni Montgomery ni su acompañante me prestaron la menor atención,ocupadoscomoestabanenayudarydirigiraloscuatroocincomarinerosquedescargabanlasmercancías.Mesentíadesesperado.Enunpardeocasiones,mientraspermanecíaallíesperandoaquelascosasseresolviesenporsísolas,nopuderesistirlatentacióndereírmedemitristesituación.Loquemásmemolestaba era no poder desayunar. El hambre y la falta de glóbulos rojosquitan la entereza a cualquiera. Me daba cuenta con claridad de que mefaltaba vigor tanto para oponerme a los designios del capitán como paraimponermesobreMontgomeryysucompañero.Demodoquedecidíesperarpacientemente,mientraseltrasbordodelaspertenenciasdeMontgomeryalalanchacontinuabacomosiyonoexistiera.

Concluidoeltrabajosobrevinounapelea;mearrastraronhastalapasarelasinqueyoapenasofrecieraresistencia.Sinembargo,pudefijarmeenlosdosextrañosrostrosmorenosdeloshombresqueestabanconMontgomeryenlalancha. Pero la lancha estaba ya completamente cargada y se alejabaapresuradamente.Divisédebajodemíunespaciodeaguaverdequesehacíacadavezmásgrandeytiréhaciaatráscontodasmisfuerzasparanocaerdecabeza.

Los hombres de la lancha giraban burlonamente, y yo oí cómoMontgomerylosmaldecía.Luego,elcapitán,elpilotoyunodelosmarinerosque lo ayudaban me empujaron hacia la popa. Habían remolcado elchinchorrodelLadyVain;estabamediollenodeagua,desprovistoderemosyprovisiones.Meneguéasubirabordoymetumbéencubierta.Finalmente,mebajaronporunacuerda,puesnoteníanescala,yluegocortaronlacuerdaymedejaronaladeriva.

Lentamenteme alejaba de la goleta.Observé con estupor que todas lasmanossedirigíanalaparejoy,despacioperoconseguridad,lagoletaviróenladireccióndelvientoylasvelassehincharon.Mequedémirandoelcostadodelagoleta,queseacercabahaciamícomounagranmole,empujadaporelviento.Finalmentedesapareciódemicampovisual.

Nome volví paramirarla. Al principio apenas comprendía lo ocurrido.Permanecíencogidoelsuelodelchinchorro,atontadoyconlamiradaperdidaenelmartranquilocomounabalsadeaceite.Entoncescomprendíquevolvíaamipequeñoinfierno;estabamedioempapado.Simirabahaciaatrás,porlaborda,veíaalejarsealagoletayalcapitánpelirrojoburlándosedemídesdeel

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coronamientodepopa; simirabahacia la isla,veía la lancha, cadavezmáspequeña,acercándosealaplaya.

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Deprontocomprendíclaramentelacrueldaddeesteabandono.Nohabíamaneradellegaratierra,amenosquetuvieralasuertedeserarrastradoporlacorriente.Además, todavíaestabadébil trasmiaventuraenelbote; teníaelestómago vacío yme sentíamareado. Entonces rompí a llorar como no lohacíadesdequeeraniño.Laslágrimasmeresbalabanporlasmejillas.Enunarrebatodedesesperacióngolpeéconlospuñoselaguaquehabíaenelsuelo,altiempoquepataleabasalvajementelasparedesdelboterogandoaDiosenvozaltaquemedejaramorir.

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Capítulo6

Lossiniestroshombresdelbote

Al ver que iba completamente a la deriva, los habitantes de la isla seapiadarondemí.Medeslicélentamentehaciaeleste,acercándomealaislaendiagonal, y con alivio casi histérico vi que la lancha viraba y acudía enmiayuda.Ibamuycargaday,cuandoestuvomáscerca,distinguíalacompañantedeMontgomery,elhombredepeloblancoyanchoshombros,sentadoentrelos perros y las cajas en las escotas de popa. Aquel hombre me mirabafijamente sin hablar ni moverse. El tullido de la cara negra también meobservaba desde la proa, donde se encontraba el puma. Había otros treshombres, extraños y de aspecto bestial, a quienes los perros gruñíanferozmente.Montgomery,quellevabaeltimón,acercólalanchahastadondeyome encontraba, y agarró y asegurómi amarra a la caña del timón pararemolcarme,puesnohabíasitioabordo.

Para entonces ya había superadomi ataque de histeria y respondía a susaludomientras seacercabavalientemente.Ledijequeelchinchorroestabacasi inundado y me pasó un cubo. Al tensarse la cuerda entre las dosembarcaciones di una sacudida hacia atrás. Durante un rato estuve muyocupadoachicandoelagua.

Hasta que no hube acabado con el agua —que habían cargadointencionadamenteenelchinchorro,pueséstesehallabaenperfectoestado—notuvetiempodevolveramiraralagentedelalancha.

Elhombredelpeloblancocontinuabaobservándomeconinsistencia,peroconunaexpresiónqueahorasemeantojadeasombro.Cuandomimiradaseencontróconlasuya,elhombrebajólavista,concentrándoseenelperroquetenía sentado sobre las rodillas. Era un hombre muy fornido, de frentepequeñayrasgosmuymarcados;teníalosojoshundidosylascomisurasdesusgruesoslabios,caídashaciaabajo,leconferíanunaexpresióndecididaybelicosa. Se dirigió a Montgomery en tono demasiado bajo para que yopudiera oírlo. De él, mis ojos pasaron a sus tres hombres. ¡Qué extrañatripulaciónformaban!Sólovisuscaras,perohabíaalgoenellas—nosabía

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qué—quemeprodujouncuriosoescalofrío.Losmiré fijamenteycontinuéteniendolamismaimpresión,aunquenoconseguídescubriraquéeradebida.

Aquelloshombresmeparecieronentoncesmuymorenos,apesardequellevabanlaspiernasylosbrazosvendadoshastalosdedosconunatelafinadecolor blanco, bastante sucia. Nunca había visto hombres tan cubiertos, ymujeres sólo en Oriente. También llevaban turbantes, bajo los cualesasomaban susmágicos rostros de prominentesmandíbulas y ojos brillantes.Teníanelpelonegroylacio,casicomoeldeuncaballo,yviéndolossentadosme pareció que superaban en estatura a toda raza de hombres conocida.Cualquiera de ellos le sacaba una cabeza al hombre del pelo blanco, quemedíaporlomenos1,80metros.

Más tarde descubrí que ninguno eramás alto que yo, pero sus cuerposerananormalmentelargosyteníanelmuslomuycortoytorcidodeunmodocurioso.Encualquiercasoformabanunapandillasorprendentementefea,porencimadecuyascabezas,bajo laveladeproa, asomabael rostronegrodelhombredeojosbrillantes.

Mientras los observaba, mi mirada se cruzó con la suya, y uno a unofueron apartando sus ojos de los míos, mirándome de un modo extraño yfurtivo.Penséquetalvezestuvieraincomodándolosycentrémiatenciónenlaislaalaquenosacercábamos.

Erabajayestabacubiertaporunadensavegetación,principalmenteunaespecie de palmera desconocida paramí.Desde algún lugar de la isla, unadelgadacolumnadevaporblancoseelevabaporelairesesgadamentehastauna altura considerable y luego se deshilachaba, como una pluma. Nosencontrábamos en una amplia bahía flanqueada en ambos extremos por unpequeño promontorio. La playa era de arena gris y ascendía abruptamenteformandouna loma, que se alzaba unos 200metros sobre el nivel delmar,salpicadairregularmentedeárbolesymaleza.Enmitaddelapendientehabíaunrecintodepiedracuadradoque,segúnsupedespués,estabahechoenpartedecoralyenpartedelavasolidificada.Dostechosdepajacubríanelrecinto.

Unhombrenosesperabaenlaorilla.Cuandotodavíaestábamoslejos,creívislumbrar otras criaturas de aspecto grotesco que se escondían entre losarbustosdelapendiente,peroalacercarnosnovinirastrodeellas.Elhombrequeaguardabaen laorilla eradeestaturamediay rostronegroide.Tañía labocagrandeycasisinlabios,losbrazosextraordinariamentelargos,lospiesdelgadosygrandesylasrodillashuesudas.Estabaallídepie,inclinadohaciaadelante,sinquitarnoslavistadeencima.VestíaigualqueMontgomeryyelhombredepeloblanco,conpantalónychaquetadesargaazul.

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Amedidaquenosacercábamos,elhombreempezóacorrerporlaplayadeunladoaotro,haciendolosmásexageradosaspavientos.AunaordendeMontgomery,loscuatrohombresdelalanchasaltaronalaguaconademanestorpes y recogieron las velas.Montgomery nos condujo hasta una pequeñadársenaexcavadaenlaplaya.Entonces,elhombrequeaguardabaenlaorillase nos acercó apresuradamente. Esta dársena, como yo la llamo, no era enrealidadmásqueunasimplezanjalosuficientementelargaenaquellafasedelamareacomoparaalbergaralaembarcación.

Oílaproahundirseenlaarena,apartéelbotedeltimóndelaembarcacióngrande y desembarqué tras soltar amarras. Los tres hombres cubiertosgatearon torpemente por la arena y en seguida procedieron a la descarga,ayudadosporelhombredelaplaya.Loquemásllamómiatenciónfueronlosextraños movimientos de piernas de los tres hombres del bote; no es quefueranrígidas,peroestabantorcidasdeunmodoextraño,comosiestuvieranmal articuladas.Losperros seguíangruñendo, y cuandoel hombredel peloblancodesembarcóconellos, tiraronde suscadenas intentando seguir a lostreshombres.

Loshombreshablabanentresícontimbregutural,yelqueesperabaenlaplayaempezóacharlar conellosagitadamenteenun lenguajedesconocido,mientrasechabamanoaunospaquetesapiladosen lapopa.Creíhaberoídoantes aquella voz, aunque no sabía dónde. El hombre del pelo blancopermanecíadepieenmediodelalborotodelosseisperros,dandoórdenesavozengrito.Unavezdesmontadoeltimón,Montgomerydesembarcóytodossepusieronadescargarelbarco.Yoestabademasiadodébilparaayudarlos;además, llevaba mucho tiempo sin comer y expuesto al sol con la cabezadesprotegida.

Elhombredelpeloblancoparecióentoncesadvertirmipresenciaysemeacercó.

—Parece que todavía no ha desayunado —dijo. Sus ojos pequeños ynegrosbrillaronbajo suspobladas cejas—.Debopedirledisculpaspor ello.Ahoraqueesnuestroinvitadodebemoshacerquesesientacómodo,aunqueyasabequenadielohainvitado.

Memirófijamenteycontinuó:

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—Montgomerydicequeesustedunhombreinstruido,señorPrendick,yquesabealgodeciencias.¿Puedopreguntarlequésignificaeso?

Le expliqué que había pasado algunos años en el Royal College ofScience,yquehabíallevadoacabociertasinvestigacionesdebiologíabajoladireccióndeHuxley[4].Aloírlo,arqueóligeramentesuscejas.

—Estocambiaunpoco lascosas, señorPrendick—dijoconunpoquitomásderespeto—.Dalacasualidaddequetodoslosqueestamosaquísomosbiólogos.Estoes,enciertomodo,uncentrodeinvestigacionesbiológicas—dijo. Y posó su mirada sobre los hombres de blanco, muy ocupados enarrastraralpuma,instaladosobreunasruedecillas,haciaelrecintodepiedra—.Almenos,Montgomeryyyo—añadió.

Yactoseguidodijo:—Cuándopodráirsedeaquíesalgoquenopuedodecirle.Estamosmuy

lejosdetodo.Sólovemospasarunbarcocadadocemeses.Medejóbruscamente,subióporlaloma,pasandopordelantedelgrupo,y

entróenelrecinto.LosotrosdoshombresestabanconMontgomery,apilandounmontóndepaquetespequeñosenunacarretilla.Lallamaestabatodavíaenla lanchacon lasconejeras; losperros seguíanatadosa labancada.Cuandoterminaron de apilar las cosas, los tres hombres agarraron la carretilla ycomenzaron a empujar la tonelada de peso detrás del puma. Entonces,Montgomerysealejódeellosy,volviendohaciamí,metendiólamano.

—Mealegro.Esecapitáneraunpobreburro.Deberíamoshaberlehecholascosasmásagradables—dijo.

—Havueltoasalvarme—respondí.—Eso depende. Pronto verá que esta isla es un lugar infernal, se lo

aseguro. Yo en su lugarme andaría con cuidado.El…—vaciló, y pareciócambiardeopiniónsobreloqueestabaapuntodedecir—.Échemeunamanoconlosconejos—dijo.

Sumododeprocederconlosconejosfuemuycurioso.Memetíenelaguacon él y le ayudé a transportar una de las conejeras hasta la playa. Actoseguidoabrió lapuertae, inclinando lacajaporunode losextremos,vertiósobrelaarenasuvivientecontenido.Losconejos,unosveinte,cayeronunosencimadeotros.Luegodiounaspalmadasytodossedispersaroncorriendoasaltitosporlaplaya.

—¡Creced y multiplicaos, amigos míos! —exclamó Montgomery—.Pobladlaisla.Hastaahoraandábamosalgoescasosdecarne.

Mientras los veía alejarse, el hombre del pelo blanco regresó con unapetacadecoñacyunasgalletas.

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—Untentempié,Prendick—dijoentonoalgomásamistoso.Yo no hice ningún comentario. Me limité a dar buena cuenta de las

galletasmientraselhombredelpeloblancoayudabaaMontgomeryaliberara otra veintena de conejos. No obstante, tres conejeras grandes fueronllevadas a la casa con el puma.El coñacni lo probé, pues siemprehe sidoabstemio.

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Capítulo7

Lapuertacerrada

Talvez el lectorhayacomprendido lo extrañoquealprincipio era todopara mí; además, aquella situación era el resultado de aventuras taninesperadas,queyano teníacriterioa lahorade juzgar laextravaganciadeestaoaquellacosa.SeguíalallamaplayaarribahastaqueMontgomerymealcanzóparadecirmequenoentrara en el recintodepiedra.Advertí que lajaula del puma y el montón de paquetes se encontraban a la entrada delcuadrado.

Mevolvíycomprobéqueyahabíanterminadodedescargarlalancha,quereposabaahoravaradaenlaplaya,yqueelhombredelpeloblancocaminabahacianosotros.SedirigióaMontgomery.

—Ahora comienzan los problemas con este invitado indeseado. ¿Quévamosahacerconél?

—Entiendealgodeciencias—dijoMontgomery.—Estoyimpacienteporvolveraltrabajoconelnuevomaterial—dijoel

hombredelpeloblanco, señalandocon lacabezahaciael recintodepiedra.Susojosseiluminaron.

—Nome extraña—dijoMontgomery, en un tono que era todo menoscordial.

—Nopodemosmandarloallíniperdereltiempoenconstruirleunanuevachoza.Ytampocopodemosconfiarenéltodavía.

—Estoy en susmanos—dije yo, que no tenía lamenor idea de lo quequeríadecircon«allí».

—Yotambiénhepensadoenello—respondióMontgomery—.Quedamihabitaciónexterior.

—¡Esoes!—seapresuróadecirelanciano,mirandoaMontgomery.Ylostresnosdirigimoshaciaelrecintodepiedra.Luegocontinuó:—Sientosertanmisterioso,señorPrendick,perorecuerdequenadieloha

invitado.Nuestroestablecimientoencierraunpardesecretos;enrealidades

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unaespeciedehabitacióndeBarbaAzul.Nadahorribleparaunhombreensusanojuicio.Peroaúnnosabemosquiénesusted.

—Decididamente, sería estúpido si me sintiera ofendido por sudesconfianza.

Esbozó una débil sonrisa —era una de esas personas taciturnas quesonríenconlascomisurasdelos labioshaciaabajo—einclinólacabezaenreconocimiento a mi habilidad. Habíamos pasado la entrada principal delrecinto: una pesada puerta demadera conmarco de hierro, ante la cual seamontonaba la cargadel barco.Al llegar a la esquinanos encontramos conunapuertapequeñaenlaquenohabíareparadohastaentonces.Elhombredelpeloblancosacóunmanojode llavesdelbolsillodesumugrientachaquetaazul, abrió la puerta y entró. La expresión de sus ojos y la complicadacerraduradelapuertallamaronmiatención.

Loseguíhastaunapequeñahabitaciónsencilla,aunqueconfortablementeamueblada,conunapuertainteriorligeramenteentornada,quedabaaunpatioempedrado.Montgomerylacerródeinmediato.Enelrincónmásoscurodelahabitaciónhabíaunahamacayunaventanapequeñay sincristal,protegidaporunosbarrotesdehierro,desdelaqueseveíaelmar.

Elhombredelpeloblancomeexplicóqueaquelseríamicuartoyquelapuerta interior la cerraría desde fuera, «para evitar accidentes», según dijo.Señaló una tumbona que había junto a la ventana y un montón de librosviejos, principalmenteobras de cirugía y edicionesde los clásicos latinosygriegos —cuya lengua no podía leer con facilidad—, apilados en unaestantería cerca de la hamaca. Salió de la habitación por la puerta exterior,comoparanotenerqueabrirdenuevolaotra.

—Normalmente comemos aquí —dijo Montgomery; y luego, como sidudara,saliódetrásdelotro.OíquelollamabaMoreau,yenaquelmomentonocaíenlacuenta.Luego,mientrasojeabaloslibrosdelaestantería,mevinoalamente:¿dóndehabíayooídoelnombredeMoreau?

Me senté junto a la ventana, saqué las galletas queme quedaban y lascomíconexcelenteapetito.

Porlaventanaviaunodeaquellosextrañoshombresvestidosdeblancoquearrastrabaunacajaporlaplaya.Luegoelmarcodelaventanaloocultódemi vista. Poco después oí que alguienmetía una llave en la cerradura ycerraba lapuerta.Alcabodeun rato,a travésde lapuertacerrada,oía losperros, que ya habían llegado de la playa. No ladraban, pero olfateaban ygruñían de un modo extraño. Percibía el ruido de sus pisadas y la voz deMontgomeryapaciguándolos.

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Estabamuyimpresionadoporlamisteriosadiscrecióndelosdoshombresconrespectoaloquehabíaenaquellugar,ydurantealgúntiemponoparédepensarenelloyenlofamiliarquemeresultabaelnombredeMoreau.Peroasí es la memoria humana, y entonces no fui capaz de relacionar aquelnombre famoso.Mis pensamientos se deslizaban hacia la indefinible rarezadelhombredeformeyenvueltoenblancoropajenosesperabaenlaplaya.

Jamáshabíavistosemejantesandaresnimovimientostanextrañoscomolosquehacíaalarrastrarlacaja.

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Luego recordé que ninguno de estos hombresme había dirigido la palabra,aunque a todos los había sorprendido mirándome furtivamente en algúnmomento. Me preguntaba qué idioma hablarían. Parecían todos muytaciturnos, y sus voces eran muy misteriosas. Había algo extraño en ellos,pero¿qué?DespuésrecordélamiradadeltorpeayudantedeMontgomery.

Justocuandoestabapensandoenél,entróenlahabitación.Ibavestidodeblancoytraíaunabandejaconcaféyverdurahervida.Apenaspudeevitarunestremecimientodehorrorcuandoentró,inclinándoseamablemente,ydejólabandejasobrelamesa,delantedemí.

Entonces me quedé paralizado por el asombro. Bajo sus fibrososmechonesdepelovislumbrésuoreja.Estabamuycercademicara. ¡Aquelhombre tenía las orejas puntiagudas y cubiertas de un vello fino de colormarrón!

—Sudesayuno,señor—dijo.Lomiréfijamentesinintentarresponderle.Élsediolavueltaysedirigió

hacialapuertamirándomeporencimadelhombrodeunmodoextraño.Lo seguí con la mirada, y entonces, por alguna función

cerebralinconsciente, me vino a la cabeza una frase: «¿Los dolores deMoreau?»¿Cómoera?Mimemoriadiounsaltodediezaños.«¡LoshorroresdeMoreau!»Lafrasepasóuninstantepormimenteyluegolavienunrótulorojo impreso en un pequeño folleto amarillo que, al leerlo, producíaescalofríos. Después lo recordé todo claramente. Aquel folleto olvidadovolvió amimemoria con sorprendente intensidad.Yo no era entoncesmásque un chaval yMoreau debía de tener, creo, unos cincuenta años; era uneminentepsicólogo,conocidoenloscírculoscientíficosporsuextraordinariaimaginaciónysufranquezabrutalenlasdiscusiones.

¿Sería el mismo Moreau? Había publicado ciertos descubrimientossorprendentessobrelatransfusióndesangreyeradetodossabidoqueestabarealizandounavaliosalabordeinvestigaciónsobretumoresmalignos.Luegosu carrera se vio súbitamente interrumpida. Tuvo que abandonar Inglaterra.Unperiodistaconsiguióentrarensulaboratorioencalidaddeayudante,conla intencióndehacerun reportaje sensacional;ygraciasauna sorprendentecasualidad—siesqueselepuedellamarcasualidad—suespantosofolletosehizo famoso. Elmismo día de su publicación, un pobre perro, desollado ymutilado,seescapódellaboratoriodeMoreau.

Ocurrió durante el verano, cuando escasean las noticias, y un eminenteeditor,primodelsupuestoayudantedelaboratorio,apelóalsentidocomúndela nación. No era la primera vez que el sentido común se oponía a los

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métodos de investigación. El doctor fue expulsado del país. Quizá lomereciera, pero sigo creyendo que la falta de apoyo de sus colegas, y elabandonodequefueobjetoporpartedelcuerpodeinvestigadorescientíficos,fue algo vergonzoso. Sin embargo, algunos de sus experimentos, según elrelato del periodista, eran de una crueldad desmesurada. Tal vez habríapodidocalmaralaopiniónpúblicaabandonandosusinvestigaciones,peroalpareceroptóporestasúltimas,comohabríanhecholamayoríadelaspersonasque han sucumbido al irresistible encanto de la investigación. No estabacasado,ynoteníaquepensarmásqueensuspropiosintereses…

Estaba convencido de que se trataba del mismo hombre. Todo así loindicaba.Entoncescaíenlacuentadecuáleraeldestinodelpumaylosotrosanimales,queparaentoncesyahabíansidoencerrados,juntoconelrestodela carga, en el recinto situado detrás de la casa.Un leve y curioso olor, elhálitodealgofamiliar,unolorquehabíapermanecidohastaahoraenelfondodemimente, ocupódepronto el primer planodemis pensamientos.Era elolorantisépticodelquirófano.Oíelrugidodelpumaalotroladodelaparedyunodelosperrosgimiócomosilogolpearan.

Sinembargo,sobretodoparaotrocientífico,lavivisecciónnoesalgotanhorrible como para explicar tanto secreto. Y por un extraño salto en mipensamiento, las orejas puntiagudas y los ojos brillantes del criado deMontgomeryvolvieronamíconlamásabsolutanitidez.Clavélamiradaenelmarazulquelarefrescantebrisacubríadeespumaydejéqueestosyotrosextrañosrecuerdosdelosúltimosdíascorretearanpormimente.

¿Quésignificaríatodoaquello?Unrecintocerradoenunaislasolitaria;unvivisectordemuymalafamayesoshombrestullidosydeformes…

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Capítulo8

Elgritodelpuma

AesodelaunaMontgomeryinterrumpióelmardeconfusiónysospechasque me habían sumido mis pensamientos; su grotesco criado lo seguíatrayendo una bandeja con pan, verduras y otros comestibles, una petaca dewhisky,unajarradeagua,tresvasosytrescuchillos.Miréconreceloaestaextraña criatura y lo sorprendí observándome con sus misteriosos ojos.Montgomerydijoquecomeríaconmigo,peroqueMoreauestabademasiadoocupadoconciertotrabajoynopodíaacompañarnos.

—¡Moreau!—exclaméyo—.Conozcoesenombre.—¿Cómodiablosvaaconocerlo?—respondió—.¡Quéestúpidohesido!

Nodeberíahaberledichonada.Detodosmodos,asípodráhacerseuna ideadecuálessonnuestrosmisterios.¿Whisky?

—No,gracias.Soyabstemio.—¡Ojaláyolofuera!Perodenadasirvecerrarlapuertacuandoelcaballo

yahasidorobado.Fueestebrebajeinfernalloquemetrajoaquí.Esoyunanochedeniebla.MeconsideréafortunadocuandoMoreaumeofreciósalirdeallí.Escurioso…

—Montgomery—dijebruscamentecuándo lapuertad fuera se cerró—,¿porquéesehombretienelasorejaspuntiagudas?

—¡Malditasea!—exclamóconlabocallenadecomida.Luegomemiróunmomentoyrepitió—:¿Orejaspuntiagudas?

—Sí, terminan en punta—insistí lomás tranquilamente posible, con elcorazónencogido—,ycubiertasdevelloenlosbordes.

Sesirviówhiskyyaguacongranparsimonia.—Teníalaimpresión…dequeelpelolecubríalasorejas.—Se las vi cuando se acercó para servirme el café.Y además sus ojos

brillanenlaoscuridad.Para entoncesMontgomery ya se había repuesto de la sorpresa quemi

preguntahabíacausadoenél.

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—Siempre he pensado—dijo, acentuando ligeramente su ceceo— quehabíaalgoraroensusorejas,porelmodoenquelasescondía…¿Cómoeran?

Su actitud me inducía a pensar que aquella ignorancia era fingida. Sinembargo,nopodíadecirlequeeraunmentiroso.

—De punta; bastante pequeñas y peludas, claramente peludas. Pero nosonsólosusorejas.Esehombreesunodelosseresmásextrañosquehevistoenmivida.

Entoncesseoyóelbrutalalaridodedolordeunanimal.Porsuintensidady su volumen debía de ser el puma.Observé queMontgomery poníamalacara.

—¿Sí?—dijo.—¿Dóndeencontróaesacriatura?—En… San Francisco… Debo admitir que es realmente feo. Y medio

bobo.No recuerdodedóndevenía.Peromeheacostumbradoaél.Losdosnoshemosacostumbrado.¿Lesorprende?

—Es antinatural —respondí—. Hay algo en él… No piense que soyfantasioso, pero cuando se acercame produce una sensación desagradable,unaespeciedetensiónmuscular.Tieneuntoque…diabólico.

Montgomeryhabíadejadodecomermientrasyohablaba.—¡Quéraro!Amínomeloparece.Continuócomiendoyluegoañadió:—Noteníalamenoridea.Latripulacióndelagoletadebióexperimentar

la misma sensación… Era evidente que todos estaban contra el pobrediablo…¿Novioalcapitán?

Elpumavolvió a rugir aún conmayor intensidad.Montgomerymaldijoentredientes.Yoestabamediodecididoainterrogarleacercadeloshombresde la playa. La pobre bestia emitió una serie de alaridos breves, peromuypenetrantes.

—Esoshombresdelaplaya,¿aquérazapertenecen?—Unostiposexcelentes,¿verdad?—dijoconairedistraído,arqueandolas

cejascuandoelanimalvolvióaaullar.No dije nada más. Luego se oyó un grito peor que los anteriores.

Montgomerymemiróconsusapagadosojosgrisesysiguióbebiendowhisky.Intentaba llevar la conversación hacia el tema del alcohol, asegurando quegraciasaesomehabíasalvado lavida.Parecíaempeñadoenseñalarque ledebíalavida.Yolerespondídistraídamente.

Elalmuerzohabíaconcluido.Elmonstruodeformedeorejaspuntiagudasdesapareció yMontgomery volvió a dejarme a solas en mi habitación. En

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ningún momento había conseguido ocultar la irritación que los gritos delpuma le producían. Hizo un comentario sobre su extraña falta de nervio ydejóqueyolointerpretaraamimanera.

Para mí aquellos gritos eran particularmente molestos, y su intensidadaumentó a medida que avanzaba la tarde. Al principio me resultabandolorosos,perosupersistenciaacabóporalterarmiequilibrionervioso.TiréellibrodeHoracio[5]quehabíaestadoleyendoycomencéaapretarlospuños,mordermeloslabiosydarvueltasporlahabitación.

Luegotuvequetaparmelosoídos.Aquellosgritosmeresultabancadavezmás conmovedores y finalmente se convirtieron en tal manifestación desufrimiento que se me hacía insoportable continuar encerrado en aquellahabitación. Salí al exterior y sentí el soñoliento calor de la tarde quedeclinaba; pasé junto a la entrada principal—que, como pude ver, estabacerrada—ydoblélaesquinadelrecinto.

Losgritoseranaúnmásintensosallífuera.Parecíacomositodoeldolordelmundosehubieraconcentradoenunasolavoz.Yaunquesabíaqueaqueldolorestabaen lahabitacióndeal lado,creoquedenohaberseoídohabríapodido soportarlo.Pero cuando el sufrimiento se expresapormediodeunavozyalteranuestrosnervios, lapiedad llegaamolestarnos.Apesardequehacíaunsol radiantey lashojasde losárbolessemecíanacariciadaspor labrisa del mar, el mundo era paramí una confusión de fantasmas negros yrojos,hastaquemeencontréfueradelalcancedelosruidosdelacasa.

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Capítulo9

Lacriaturadelbosque

Mealejé agrandes zancadas entre lamalezaquecubría la loma situadatraslacasa,atravesélasombradeundensogrupodeárbolesdetroncosrectosy pronto me encontré al otro lado de la pendiente y descendí hacia unriachuelo que discurría por un estrecho valle. Me detuve y escuché. Ladistancia a la queme encontraba, o lasmasas de vegetación, amortiguabancualquiersonidoprocedentedelrecinto.Elvientoestabaencalma.Deprontoseoyóuncrujido,yunconejopasócorriendopordelantedemí,colinaarriba.Nosabíaquéhacerymesentéenlasombra.

Era un lugar agradable. El arroyo quedaba oculto por la exuberantevegetación que crecía en sus orillas, salvo en un punto, en el que pudevislumbrarunfragmentodeaguabrillante.Atravésdeunaneblinaazuldiviséen la otra orilla una maraña de árboles y enredaderas, y más arriba elluminosoazuldelcielo.Aquíyalláunamanchablancaocarmesírevelabalapresencia de una epifita[6]. Durante un rato dejé quemimirada vagara poraquel escenario y luegomi mente volvió a pensar en el extraño criado deMontgomery.Perohacíademasiadocalorparapensaryprontovolvíacaerenunagradableestadoamediocaminoentreelsueñoylavigilia.

Despuésdenosécuántotiempomedespertóuncrujidodelamalezaenlaotra orilla del arroyo. Por un momento no vi más que las copas de loshelechosylascañasacunadasporelviento.Luego,derepente,algoaparecióen la orilla.Al principio no pude distinguir lo que era. Se inclinó sobre elarroyoyempezóabeber.Entoncesviquesetratabadeunhombrequeandabaacuatropatas,¡comounanimal!

Iba vestido de azul; tenía la piel de color cobrizo y el pelo negro. Eracomo si la más grotesca fealdad fuese la principal característica de loshabitantesdeaquellaisla.Bebíasorbiendoruidosamenteconloslabios.

Me incliné hacia adelante para verlo mejor, y un trozo de lava sedesprendiódemimanoybajórodandopendienteabajo.Elhombremiróhaciaarribaconairedeculpabilidadynuestrasmiradas seencontraron.Luego se

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pusoenpieypermanecióallí,pasándosetorpementelamanoporlaboca,sindejar de mirarme. Sus piernas apenas medían la mitad que su cuerpo.Permanecimosmirándonosdesconcertadosporespaciodeunminuto.Luegoseescabullóentrelosarbustosquehabíaamiderechayoídesvanecerseenladistancia el siseo de las frondas. De vez en cuando se volvía y mirabafijamente. Lo seguí largo rato con la mirada hasta mucho después de quedesapareciese.Misoñolientatranquilidadsehabíaesfumado.

Unruidoamisespaldasmesobresaltóy,volviéndomebruscamente,vilacolablancadeunconejoquecorríacuestaarriba.Mepuseenpiedeunsalto.

La aparición de aquella figura grotesca y medio animal había rotosúbitamente la calma de la tarde.Miré a mi alrededor bastante nervioso ylamenténollevarunarma.Luegoreparéenqueelhombrealqueacababadever iba vestido de azul —no iba desnudo como un salvaje— e intentéconvencermeamímismodequeseguramenteseríaunserpacífico,aunquelaextrañaferocidaddesurostroindicaralocontrario.

Noobstante,aquellaapariciónmehabíatrastornado.Caminéalolagodelapendientehacialaizquierdaalolargodelapendiente,volviendolacabezaaunoyotroladoyescrutandoentrelasramasdelosárboles.¿Porquéandaríaaquelhombreacuatropatasysorbíaelaguaconloslabios?Entoncesvolvíaoírellamentodeunanimaly,suponiendoquesetratabadelpuma,dimediavuelta y caminé en dirección diametralmente opuesta al lugar de dondeprocedía el sonido. Así llegué hasta el arroyo, lo crucé y continuéascendiendoentrelamaleza.

Una gran mancha en el suelo de color carmesí me sobresaltó, y alacercarmedescubríquesetratabadeuncuriosohongo,ramificadoyestriadocomo un liquen foliáceo que al tocarlo se convertía en limo.Un pocomásallá, a la sombra de unos exuberantes helechos, encontré algo sumamentedesagradable: un conejomuerto, y aún caliente, con la cabeza arrancada ycubierto demoscas.Me detuve horrorizado ante la visión de la sangre. ¡Almenosaquíyahabíanliquidadoaunodelosvisitantesdelaisla!

No presentaba otros signos de violencia. Parecía como si lo hubieranatrapado y matado de repente. Observé aquel cuerpo pequeño y peludo,preguntándome cómo lo habrían hecho. El vago temor que se habíaapoderadodemídesdequevieraelrostroinhumanodelhombreenelarroyose hizomás intenso. Empecé a comprender lo arriesgado demi expediciónentre aquellos seres desconocidos. Mi imaginación comenzaba a alterar laespesura a mi alrededor. Cada sombra se convertía en algo más que una

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sombra, en una emboscada y, cada rumor, en una amenaza. Sentí que unapresenciainvisiblemeacechaba.

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Decidíregresaralrecintodelaplaya.Deprontodimedíavueltayechéacorrer, abriéndome paso furiosamente entre los arbustos, deseoso deencontrarmedenuevoenunlugardespejado.

Me detuve justo a tiempo de evitar mi súbita aparición en el espacioabierto. Era una especie de claro en la selva, producido por la caída de ungranárbol;lasplantascomenzabanyasuluchaporpoblarelespaciovacío,yun poco más allá la densa maraña de ramas, enredaderas serpenteantes ygruposdehongosyfloresvolvíaacerrarse.Antemí,entrelosenmohecidosrestosdeunenormeárbolcaído,seocultabantresgrotescasfigurashumanasque aún no habían advertidomi presencia. Una de ellas era evidentementehembra. Los otros dos eran hombres. Sólo llevaban un trozo de tela rojaalrededordelacintura.Supieleradeuncolorrosadooscuro,distintaaladetodoslossalvajesquehabíavistohastaentonces.Teníanelrostroanchoysinmentón, la frentehundida,yelpelomuycortoyerizado.Enmividahabíavistocriaturasdeaspectotanbestial.

Estabanhablando,oalmenosunodeelloshablabaalosotrosdos,ylostresprestabangranatenciónaloscrujidosquehacíaalacercarme.Movíanlacabeza y los hombros a uno y otro lado. Las palabras del que hablabamellegabanconpocaclaridad,yaunquelasoíaperfectamente,noeracapazdedistinguirloquedecía.Parecíarecitarenunacomplicadajerigonza.Luegosuvozsetornómásaguda,extendiólasmanosysepusoenpie.

Los otros comenzaron a parlotear al unísono, poniéndose igualmente enpie, extendiendo las manos y balanceándose al ritmo de su canto. Fueentonces cuando vi sus piernas, anormalmente cortas, y sus pies flacos ytorpes. Los tres comenzaron a dar vueltas lentamente, levantandoalternativamentelospiesypateandoelsuelo,altiempoquegesticulabanconlos brazos; el ritmode sus palabras se convirtió en una especie demelodíacon un estribillo que decía algo así como «Alula» o «Balula». Sus ojoscomenzaronabrillarysushorriblesrostrosailuminarseconunaexpresióndeextrañoplacer.Susbocasysuslabiosempezaronababearsaliva.

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De pronto, mientras observaba sus grotescos e indescriptibles gestos,comprendíporprimeravezquéera loquemehabíaproducido la impresióncontradictoria de algo sumamente extraño y a la vez familiar. Las trescriaturasquepracticabanaquelmisteriosoritoeranhumanasy,sinembargo,suparecidoconunanimaleraasombroso.Apesardesuformahumana,deltrozode telaconquesecubríanyde la toscahumanidaddesu físico,cadaunadeaquellascriaturasrevelabaensusmovimientos,enlaexpresióndesurostro, en toda su presencia, un parecido irresistible con un cerdo: llevabaimpresalainconfundiblemarcadelabestia.

Permanecíallí, abrumadopor tan sorprendentedescubrimiento,mientraslas más horribles preguntas asaltaban mi mente. Entonces los monstruoscomenzaron a saltar por los aires, primero uno y luego el otro, gritando ygruñendo.Unodeellosresbalóysequedóunmomentoacuatropatasantesdevolverde inmediatoasuantiguaposición.Peroaqueldestello transitoriodebestialidadhabíasidosuficiente.

Mevolvíintentandohacerelmínimoruidoy,quedándomeparalizadoportemor a ser descubierto cadavezque crujía una ramao crepitabaunahoja,volví a adentrarme en la espesura. Pasó mucho tiempo hasta que perdí elmiedoymeatrevíacaminarconlibertad.

Enaquelmomentosólopensabaenalejarmedeaquelloshorriblesseresyapenas advertí la aparición de un sendero que discurría entre los árboles.Entonces, al cruzar un pequeño claro, descubrí, con gran sobresalto, dostorpespiernasquecaminabanconsigiloaunostresmetrosdemí.Lacabezaylapartesuperiordelcuerpoquedabanocultastrasunamarañadeenredaderas.Medetuvebruscamente,confiandoenquelacriaturanomeviera.Suspiessedetuvieron almismo tiempo. Estaba tan nervioso queme costó dominar elimpulsodehuirprecipitadamente.

Luego, escudriñando la maleza, distinguí a la bestia que había vistobebiendoenelarroyo.Enaquelmomentovolviólacabeza.Habíaensusojosunresplandoresmeralda,unaespeciedebrilloquesedesvaneciócuandogirónuevamente la cabeza. Permaneció un momento inmóvil; luego, con pasosilencioso, echó a correr por la espesura. En seguida desapareció entre losarbustos.Yanoloveía,perosentíaquesehabíadetenidoymeobservaba.

¿Quédiabloseraaquello,unanimalounhombre?¿Quéqueríademí?Yoibadesarmado;ni siquiera llevabaunpalo.Huirhabría sidouna locura.Encualquiercaso,aquellaCosa,fueraloquefuera,notuvovalorparaatacarme.Caminéenlínearectahaciaélapretandolosdientesconfuerza.Hacíatodoloposiblepordisimularelmiedo,quemeproducíaescalofríosenlaespalda.Me

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introdujeenunauténticolaberintodearbustosaltosyfloresblancasyloviaunosveintemetros,mirándomeporencimadelhombroysinsabermuybienquéhacer.Avancéunoodospasosmirándolefijamentealosojos.

—¿Quiéneres?—pregunté.Élintentóaguantarlamirada.—¡No! —exclamó de pronto, y dando media vuelta se alejó, saltando

entrelamaleza.Luegosevolvióymemiródenuevo.Susojosbrillabanenlaoscuridad.

Tenía el corazón en la boca, pero sentí que mi única oportunidad eramarcarmeunfarol,demodoquecaminéhaciaélcondecisión.Perodiomediavueltayseperdióenlaoscuridad.Unavezmás,penséquehabíacaptadoelbrillodesusojos,yesofuetodo.

Porprimeravezcomprendíhastaquépuntopodíaafectarmeelpasodelashoras.Elsolacababadeponerse.Larápidaoscuridaddeltrópicoyacubríaelcieloporelorientemientraslaprimeramariposanocturnarevoloteabasobremi cabeza. Debía apresurarme a volver al recinto, a menos que estuvieradispuestoapasarlanocheentrelosdesconocidospeligrosdelaselva.

La idea de regresar al refugiome resultaba enormemente desagradable,peroaúnpeoreralaideadesersorprendidoporlaoscuridadenmediodelaselva y todo cuanto ella podría ocultar. Dirigí una últimamirada hacia lassombrasazulesquehabíandevoradoalaextrañacriatura,yluegobajéhastaelarroyopordondehabíavenido.

Caminabaconimpaciencia,perplejoportodolosucedido,cuandolleguéauna planicie que se extendía entre algunos árboles dispersos. La incoloraclaridadquesucedealocasocomenzabaaoscurecerse.Elcieloazulsenacíacadavezmásprofundoy,unaauna,lasestrellasseabríanpasoentrelatenueluz; los huecos de los árboles y la vegetación, vagamente azules durante eldía,setornaronnegrosymisteriosos.

Seguíadelante.Elcolordesapareciódelmundo,lascopasdelosárbolesse perfilaban sobre un cielo azul luminoso, como dibujadas a tinta, y másabajosusiluetasefundíaenunaoscuridadinforme.Losárbolesparecíanmásfinosylamalezamásabundante.Pocodespuésencontréunespaciodesoladocubiertodearenablanca,ymásalláotraextensióndeenmarañadosarbustos.

Undébilcrujidoamiderechameatormentaba.Alprincipiopenséqueerael fruto de mi imaginación, pues en cuanto me detenía todo quedaba ensilencio,salvolascopasdelosárbolesmecidasporlabrisadelatarde.Perocuandoreanudabalamarchaoíaunecoamispisadas.

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Meapartédelosmatorrales,procurandoavanzarporterrenomásabiertoyvolviéndomede improvisocadacierto tiempoparasorprenderaesealgo(siesqueexistía),enelprecisomomentodelanzarsesobremí.Noveíanaday,sin embargo, la sensación de otra presencia cercana era cada vez mayor.Aceleréelpasoyal cabodeun rato lleguéaunapequeña loma, lacrucéygirébruscamentesinapartar lamirada.Eraunaformanegraybiendefinidasobreelcielooscuro.

De pronto, un bulto informe se elevó por un instante en el horizonte ydesapareció. Aquello me convenció de que el enemigo de cara rojiza meacechaba de nuevo. Y además llegué a otra desagradable conclusión: mehabíaperdido.

Desesperado y atónito, apreté el paso seguido por aquella furtivapresencia.Fuera lo que fuese, aquellaCosano tenía valor para atacarme, oesperabaaqueyomeencontraraendesventaja.Habíadecididocaminarporlugaresabiertos.Devezencuandomevolvíayescuchaba,hastaquelleguéaconvencermedequemiperseguidorhabíaabandonadolacazaodequetodoera pura invención demimente trastornada. Entonces oí el ruido del mar.Acelerélamarchahastacasiecharacorreryoíunruidoamisespaldas.

Mevolvíbruscamenteyescrutélosárbolesqueteníadetrás.Unasombranegraparecíafundirseconotra.Permanecíinmóvil,escuchando,sinoírnadamásqueelzumbidodelasangreenmisoídos.Penséquemisnerviosestabandestrozadosyquemiimaginaciónmeengañaba,yvolviéndomecondecisiónmedirigídenuevohaciaelmar.

Al cabo de un minuto los árboles se aclararon y me encontré en unpromontorio desprovisto de vegetación que se adentraba en las sombríasaguas. La noche era serena y clara, y el reflejo de la crecientemultitud deestrellas temblabaenelsuavevaivéndelmar.Maradentro,elremolinoqueformabaelaguasobrelafranjadeunarrecifebrillabaconpálidaluzpropia.Hacia el poniente divisé la luz zodiacal[7] fundiéndose con el resplandoramarillo de la estrella vespertina. La costa se perdía en la distancia hacialevante, mientras que hacia poniente desaparecía tras la punta del cabo.EntoncesrecordéquelaplayadeMoreausehallabaendirecciónoeste.

Una rama sequebróamis espaldasy a continuación seoyóuncrujido.Me volví hacia los oscuros árboles. No veía nada —o veía demasiado—.Cada forma oscura cobraba bajo aquella luz un aspecto inquietante.Permanecí inmóvil por espaciodeunminutoy, acto seguido, sin apartar lavistadelosárboles,medirigíhaciaponienteparacruzarelpromontorio.Unadelassombras,sedeslizótrasdemí.

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El corazónme latía con fuerza.Entonces divisé la amplia curva de unabahíahaciaponienteymedetuvedenuevo.Lasombrasilenciosasedetuvoaunos diezmetros demí.Un pequeño punto luminoso brillaba en el recodomás alejado de la bahía y la mancha grisácea de la playa se apreciabadébilmentebajo la tenueluzdelasestrellas.Elpuntoluminososehallabaaunos treskilómetros.Paraalcanzar laplayadebíacaminarentre losárboles,donde acechaban las misteriosas sombras y descender por una pendientesalpicadademaleza.

Ahora veía aquella Cosa con más claridad. No era un animal, puescaminabaerguido.Abrílabocaconintencióndehablar,perounaroncaflemaahogómivoz.Lointentédenuevoygrité:

—¿Quiénestáahí?Nohuborespuesta.Avancéunpaso.LaCosanosemovió;simplemente

seagazapó.Mipietropezóconunapiedra.Aquellomediounaidea.Sinapartar losojosde laformanegra inmóvil

antemí,meagachéycogíeltrozoderoca.Pero,almoverme,laCosavolvióbruscamente, como habría hecho un perro, y se escabulló en la oscuridad.Entoncesrecordéuntrucoinfantilcontralosperros:envolvílapiedraconmipañueloymelaatéenlamuñeca.Percibíunmovimientoentrelassombras,como si la Cosa se batiera en retirada.Mi tensión emocional se desató derepente; una vez puesto en fugami adversario y con un arma en lamano,comencéasudaryatemblar.

Pasóalgúntiempoantesdequereunierafuerzasparabajarhastalaplaya,entrelosárbolesyarbustos,porlaladeradelpromontorio.Finalmenteechéacorrer,ymientrassalíadelaespesuraoíquealguiencorríadetrásdemí.

Entoncesmeentrótantomiedoqueperdílacabezaysalícorriendoporlaarenadespavorido.Actoseguidooíelruidodeunospasosligerosysigilososque me seguían. Lancé un grito salvaje y redoblé el paso. Varias formasnegras,tresocuatrovecesmásgrandesqueunconejo,corrieronaesconderseentrelosmatorrales.Jamáspodréolvidar,mientrasviva,el terrordeaquellapersecución.Corríapor laorilladelmar sindejardeoír el chapoteode lospies que se acercaban. A lo lejos, desesperadamente lejos, brillaba la luzamarilla.Lanocheeraoscuraytranquila.Misperseguidoresestabancadavezmás cerca.Me faltaba el aliento y sentía un dolor profundo en el costado,como si me clavaran un cuchillo. Comprendí que la Cosa me alcanzaríamuchoantesde llegaral recintoy, jadeanteydesesperado,dimediavuelta,esperé a que se acercara y la golpeé con todasmis fuerzas. Al hacerlo, lapiedrasaliódisparadadelaondadelpañuelo.

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Mientrasmevolvía,laCosa,quehabíaestadocorriendoacuatropatas,sepusoenpieyelproyectil lealcanzódellenoenlasienizquierda.Elcráneodioun fuerte chasquido.El hombre animal seme echó encima,me empujóconambasmanosypasójuntoamí,cayendodecabezaalagua,dondequedótendido,sinmoverse.

Nomeatrevíaaacercarmeaaquelbultonegro.Lodejéallí,enelagua,bajolasapaciblesestrellas,ytrasdarunampliorodeoparanopasarjuntoaél,continuémicaminohaciaelresplandoramarillodelacasa.Entonces,conuna gran sensación de alivio, volví a oír el lastimoso quejido del puma: elmismo sonido que me había impulsado a explorar aquella isla misteriosa.Aunqueme encontrabamuy débil y terriblemente cansado, reuní todasmisfuerzasyechéacorrerhacialaluz.Meparecióoírunavozquemellamaba.

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Capítulo10

Lallamadadelhombre

Alacercarmealacasaviquelaluzquebrillabaeralademihabitación;luego,oílavozdeMontgomeryquegritabaenlaoscuridad:

—¡Prendick!Seguí corriendo.Al rato volví a oírlo.Repliqué undébil «aquí» y poco

despuéslleguéhastaél,tambaleándome.—¿Dóndeestaba?—dijo,cogiéndomeporelbrazodemaneraquelaluz

delahabitacióncayeradellenosobremirostro.Hemosestadotanocupadosquenosolvidamosdeustedhastahacecosademediahora.

Mecondujoamihabitaciónymesentóen lamecedora.Estuveun ratocegadoporlaluz.

—Nosenosocurrióquedecidiríaexplorarnuestraislasinavisarnos—yactoseguidoañadió—:Teníamiedodeque…Pero¿qué?…

Lapocafuerzaquemequedabaterminóporabandonarmeylacabezaseme cayó sobre el pecho. Creo que experimentó cierta satisfacción al poderdarmeunpocodecoñac.

—¡PorelamordeDios,cierrelapuerta!—exclamé.—Sehaencontradoconalgunasdenuestrascuriosidades,¿verdad?Cerrólapuertayvolviójuntoamí.Nomehizopreguntas,peromesirvió

más coñac y aguaymeobligó a comer.Yo estaba totalmente derrumbado.Murmuróalgoasícomoquehabíaolvidadoprevenirmeymepreguntóaquéhorahabíasalidodelacasayquéhabíavisto.Yolerespondíbrevemente,confrasesentrecortadas.

—¡Dígamequésignificatodoesto!—dijeenunestadoquerayabacasienlahisteria.

—Noestanterrible—respondió—.Perocreoqueyahatenidosuficienteporhoy.

En ese momento, el puma lanzó un alarido de dolor, y Montgomerymascullóentredientes:

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—¡Queme ahorquen si esto no es peor que ese horrible laboratorio deLondres!

—Montgomery,¿quéeraloquemepersiguió?¿Unabestiaounhombre?—Sinoduermeestanoche,mañanatendrálacabezafatal—respondió.Mepusedepiefrenteaél.—¿Quéeraloquemehaestadosiguiendo?—pregunté.Me miró fijamente y torció la boca. Sus ojos, que un momento antes

parecíananimados,seapagarondepronto.—Porloquecuenta—dijo—,creoqueeraunfantasma.Sentíunaccesodecóleraquepasótanrápidamentecomovino.Medejé

caerdenuevosobrelamecedoraymeapretélafrenteconlasmanos.Elpumacomenzóaaullardenuevo.

Montgomerysemeacercópordetrásypusosumanosobremihombro.—Mire,Prendick,yonotuveelmenorinterésenqueustedvinieraaesta

estúpidaisla.Peronoestanmalacomocree.Tienelosnerviosdestrozados.Permitaqueledéalgoqueleharádormir.Eso…duraráhorastodavía.Loquetienequehaceresdormir.Yonorespondodenada.

No repliqué. Me incliné hacia adelante cubriéndome la cara con lasmanos.Alratovolvióconunvasopequeñollenodeunlíquidooscuro.Melodio a beber. Lo tomé sin ofrecer resistencia mientras me ayudaba aacomodarmeenlahamaca.

Cuando desperté ya estaba bien entrado el día. Permanecí un ratotumbado,mirandoaltecho.Observéquelasvigasestabanconstruidasconlascuadernasdeunbarco.Luegovolvílacabezayvilamesadispuestaparamí.Estaba hambriento y me disponía a bajar de la hamaca cuando ésta,anticipándose cortésmente ami intención, giró sobre su eje, depositándomeenelsueloacuatropatas.

Me puse en pie y me senté a la mesa. Tenía la cabeza pesada y sólorecordabavagamente loocurrido lanocheanterior.Labrisamatinalentrabaagradablementeporlaventanaabierta,loqueunidoalacomidadespertóenmí una sensación de placer animal. Entonces la puerta que había a misespaldas—laquedabaalpatiointerior—seabrió.MevolvíyvielrostrodeMontgomery.

—¿Vatodobien?—preguntó—.Estoymuyocupado.Y volvió a cerrar la puerta. Poco después descubrí que había olvidado

cerrarlaconllave.Luego rememoré la expresiónde su rostro lanoche anterior, y esohizo

queelrecuerdodetodolovividosereconstruyeraporsísolo.Enelpreciso

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instanteenquevolvíaaserpresadeltemoroíungritoprocedentedelinterior.Peroestaveznoeraelpuma.

Aparté el bocado que me había llevado a los labios y presté atención.Apartedelsusurrodelabrisamatinal,todoerasilencio.Empecéacreerquemisoídosmehabíanengañado.

Alcabodeunbuenratoreanudémicomida,perosindejardeaguzareloído. Entonces percibí algo distinto, un sonido muy débil. Estaba sentado,completamente inmóvil, y aunque el ruido era casi imperceptible, meconmovió mucho más que todo lo que hasta entonces había oído sobrecualquieradeloshorroresqueteníanlugaralotroladodelmuro.Estaveznohabíadudasobre laprocedenciadeaquellossonidossordosyentrecortados;se trataba de un quejido interrumpido por sollozos y lamentos de angustia.Estaveznosetratabadeunanimal.¡Estabantorturandoaunserhumano!

Melevantéy,trascruzarlahabitacióndetreszancadas,agarréeltiradordelapuertainteriorylaabrí.

—¡Deténgase,Prendick!—gritóMontgomery.Unaterrorizadogalgodecazagañíayseretorcíadedolor.Enelfregadero

había sangre, sangre oscura, mezclada con sangre escarlata. En seguidapercibíelinconfundibleolordelácidofénico[8].Luego,atravésdeunapuertaabierta, bajo la imprecisa claridad de la penumbra interior, vislumbré algoatadoaunamoldura, llenodecicatrices,rojoyvendado.Después,borrandoestavisión,aparecióelrostrodeldoctorMoreau,pálidoyterrible.

En cuestión de segundos me agarró por el hombro con una manoensangrentada,mehizogirarsobremispiesy,levantándomecomosifueraunniño,mearrojódecabezaamihabitación.Caícuanlargoerasobreelsuelo,mientras se cerraba la puerta de golpe, ocultando su rostro alterado. Alinstanteoí la llavequegirabaen la cerraduray lavozdeMontgomeryqueprotestaba.

—¡Eltrabajodetodaunavida,arruinado!—dijoMoreau.—Él no lo comprende —respondió Montgomery, y continuó diciendo

algoinaudibleparamí.—Ahoranotengotiempoqueperder—replicóMoreau.El resto no conseguí oírlo. Me levanté y me quedé allí, temblando,

mientras enmimente bullían losmás terribles presentimientos. ¿Cómo eraposible realizar algo tan monstruoso como la vivisección de un hombre?Aquella pregunta brilló como un relámpago enmitad de la tormenta.Y depronto,elvagohorrordemimentesetransformóenlaclaracomprensióndelpeligroenquemehallaba.

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Capítulo11

Lacazadelhombre

Conlairracionalesperanzadeescaparmevinoalamemoriaelrecuerdodequelapuertaexteriordelahabitacióntodavíaestabaabierta.Ahoraestabaconvencido, absolutamente seguro, de que Moreau había practicado lavivisecciónenunserhumano.Desdequeoísunombreporprimeravezhabíaintentado,enciertomodo,relacionarenmimenteelgrotescoaspectoanimalde los isleños con sus aberraciones; ahora lo comprendía todo.Recordé susinvestigaciones sobre la transfusión de sangre. ¡Las criaturas que yo habíavistoeranvíctimasdealgúnespantosoexperimento!

La intención de aquellos canallas repugnantes no había sido otra queretenerme y despistarme con sus muestras de confianza para luegoobsequiarme con un destino aún más terrible que la muerte: la tortura; y,después de la tortura, lamás horrorosa degradación que imaginarse pueda:abandonarmecomoaunabestia,comoaunalmaperdidajuntoconelrestodelossalvajes.Miréamialrededorenbuscadealgúnarma.Nada.Luego,enunarrebato de inspiración, le di la vuelta a la hamaca y partí el brazo de unapatada. Quiso el azar que un clavo quedara en la punta de la madera,transformandoenpeligrosaunarmadeotromodoinofensiva.Oípasosy,sinpoder evitarlo, abrí la puerta. Montgomery se encontraba a menos de unmetroy,abuenseguro,sedisponíaacerrarlaconllave.

Alcémiestacaconelclavoenlapuntaparadarleenlacara,peroéldioun salto atrás. Tras un instante de vacilación,me di la vuelta y huí a todavelocidad,doblandolaesquinadelacasa.

—¡Prendick!¡Noseaestúpido!—megritó,llenodeasombro.Yopensabaque,dehabertardadounminutomás,mehabríaencerradoy,

¡pobredemí!Montgomeryaparecióenlaesquinayvolvióagritar:—¡Prendick!Luegoselanzóenmipersecución,sindejardellamarmeagrandesvoces.Esta vez corrí desaforadamente hacia el noroeste, en ángulo recto al

caminoquehabíatomadoenmianteriorexpedición.Enunaocasión,mientras

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corría a toda velocidad playa arriba, volví la cabeza y vi que su criado loacompañaba.Subílacuestaatodaprisayluegomedesviéhaciaelesteporunvallerocosoflanqueandoaambosladosporlajungla.Recorrímásdeunkilómetrosinparar,conunagranopresiónenelpechoyelpulsolatiéndomeenlosoídos.Estabaalbordedelagotamientoy,comonooíaaMontgomerynia suayudante,volví sobremispasoshacia laplaya—almenos, esocreíentonces—ymetumbéalabrigodeunascañas.

Me quedé allí bastante tiempo, demasiado asustado para moverme,demasiado aterrorizado siquiera para elaborar un plan de acción.El agrestepaisajequemerodeabadormíasilenciosamentebajoelsolynoseoíanadasalvo el débil zumbido de unos diminutos mosquitos que me habíandescubierto.Pocodespuéspercibíunruidosordo:elmurmullodelmar.

AlcabodeaproximadamenteunahoraoílavozdeMontgomeryquemellamabadesdemuylejos,endirecciónnorte.Esomehizopensarenmiplande acción. Según deduje entonces, la isla sólo estaba habitada por los dosvivisectores y sus víctimas, algunas de las cuales podían sin duda serobligadas a atacarme, llegado el caso. Sabía que tanto Moreau comoMontgomery llevaban revólveres, mientras que yo, a excepción de unaendebleestacaconunclavoenlapunta(ridículaparodiadeunamaza),estabadesarmado.

Así,pues,permanecídondeestabahastaqueempecéapensarencomidaybebida. Entonces comprendí queme encontraba en una situación realmentedesesperada.No sabía qué hacer para encontrar algo de comer; desconocíapor completo la botánica, lo que me impedía aprovechar cualquiera de lasraíces o frutas que había por allí. Tampoco tenía medios para cazar losescasosconejosquehabíaen la isla.Cuantasmásvueltas ledabaalasunto,másnegromeparecía.

Alfin,desesperadopormisituación,volvíapensarenaquelloshombresanimalizadosconlosquemehabíaencontrado.Buscabaunaesperanzaenloque recordaba de ellos. Fui analizando a todos, uno por uno, esforzándomeporhallarenmimemoriacualquierindiciodeayuda.

Deprontooíelladridodeunsabuesoydescubríqueunnuevopeligromeacechaba. Apenas me detuve a pensarlo —de lo contrario me habríanatrapado—y,agarrando rápidamentemiestaca, salíprecipitadamentedemiescondite hacia el lugar por donde se oía elmar. Recuerdo unmatorral deplantasespinosasquecortabancomocuchillos.Salídeallísangrandoyconlaropahechajirones,yfuiadaraunlargoarroyoquefluíahaciaelnorte.

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Sindudarlouninstante,memetídirectamenteenlasolas,remontandolacorrienteconelaguahastalasrodillas.Luegosalícondificultadporlaorillaoestey,conunviolentolatidoenlassienes,meescondíentreunoshelechosparaaguardareldesenlace.Oíaqueelperro—eraunsolo—seacercabay,alllegara losespinos,sepusoa ladrar.Despuésnooínadamásyenrealidadempecéapensarqueestabaasalvo.

Pasaron los minutos; el silencio se prolongó, y al fin, tras una hora asalvo,comencéarecobrarmivalor.

Ya no me sentía aterrorizado ni desgraciado. Era como si hubieratraspasadoellímitedelterroryladesesperación.Entoncestuvelasensaciónde que mi vida estaba prácticamente perdida, y ese convencimiento mecapacitabaparacualquierosadía.Enciertomodoteníaganasdeencontrarmecon Moreau cara a cara. Mientras me metía en el agua recordé que, aunestandorealmenteacorralado,mequedabaalmenosunavíaparaescapardeltormento:nopodríanhacernadaporevitarquemeahogara.Enesemomentoestaba medio decidido a hacerlo, pero un extraño deseo de ver cómoterminabaaquellaaventura,un incomprensible interéspormímismo,me loimpidió.Estiré las piernas, entumecidas y doloridas por los arañazos de lasplantas,ymiréalosárbolesquemerodeaban;prontomisojosseposaronenunrostronegroquemeobservaba,ocultoentreaquellamarañadevegetación.

Era la simiesca criatura que aguardaba a la lancha en la playa. Estabasubidaaltroncooblicuodeunapalmera.Empuñémiestacaylehicefrente.Élcomenzóabalbucear.«Tú,tú,tú…»fuetodoloqueconseguíentenderenun principio. De pronto, saltó del árbol, apartó el follaje y me miró concuriosidad.

Aquella criatura no me produjo la misma repugnancia que los otrossalvajes.

—Tú,enelbote—dijo.Eraunhombre—almenos, tanhombrecomoelcriadodeMontgomery

—,puestoquepodíahablar.—Sí.Yovineenelbote.Desdeelbarco—respondí.—¡Ah!—dijoél,yconsumiradabrillanteeinquietarecorriómismanos,

laestacaquellevaba,mispies,miropahechajironesyloscortesyarañazosquemehabíahechoconlosespinos.Parecióquealgolesorprendía.Susojosse volvieron a posarse sobre mis manos. Entonces sacó la mano y muydespaciocontósusdedos:

—Uno,dos,tres,cuatro,cinco,¿eh?

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Enesemomentonoentendíloquequeríadecir.Mástardedescubriríaquegran parte de los salvajes tenía las manos malformadas, y a algunos lesfaltaban hasta tres dedos.No obstante, intuyendo que aquello era en ciertomodounsaludo,hicelomismoamododerespuestayélsonrióabiertamenteconinmensasatisfacción.Luego,volvióalanzarunainquietantemiradaasualrededor,efectuóunrápidomovimientoydesapareció.El follajequehabíamantenidoapartadodurantesuapariciónsejuntódenuevoconunrumordehojasfrescas.

Salícorriendotrasélymequedéatónitoalverlocolumpiarsealegrementeenunaliana.Estabadeespaldasamí.

—¡Hola!—dije.Descendiódeunsalto,girandoenelaire,ysequedódepiefrenteamí.—¿Dóndepuedoencontrarcomida?—pregunté.—¡Comida!—repitió—.Comidadehombre.Enlascabañas.Ysusojosvolvieronalaliana.—Pero¿dóndeestánlascabañas?—¡Oh!—Soynuevoaquí,yasabe.Entonces se dio la vuelta y comenzó a andar a paso ligero. Sus

movimientoseranextrañamenterápidos.—¡Vamos!—dijo.Yoloseguíparavercómoterminabalaaventura.Pensabaquelascabañas

serían una especie de refugio tosco donde viviría con algunos de losmonstruos.Puedequeinclusofueranpacíficos,queencontraraensusmentesalgo a lo que agarrarme.Aún no sabía hasta qué punto habían olvidado laherenciahumanaqueyolesatribuía.

—¿Cuántotiempollevaenestaisla?—pregunté.—¿Cuántotiempo?—repitió.Ydichoestomemostrótresdedos.Aquellacriaturaerapocomenosque

idiota.Intentédescifrar loquequeríadecirconeso,perocreoqueloaburrí.Trasunpardepreguntasmás,seapartóbruscamentedemiladoydiounsaltoparacogerunfrutoquecolgabadeunárbol.Sehizoconunmanojodevainasespinosasycomenzóadevorarsucontenido.Yoloobservéconsatisfacción.¡Al menos había algo con que alimentarse! Seguí interrogándolo, pero susrespuestas eran casi siempre escuetas y nada tenían que ver con mispreguntas.

Tanatento estabayoa todas estaspeculiaridadesqueapenasme fijé enquécaminoseguíamos.Llegamosaunsitio llenodeárbolescarbonizadosy

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luegoaunespacio,desprovistodevegetaciónycubiertoporunacostrablancaamarillenta,pordondecirculabaunahumaredaacrequeirritabalosojosylasfosasnasales.Anuestraderecha,porencimadeunarocadesnuda,diviséelmar azul. El camino descendía bruscamente serpenteando por un angostobarranco entre dos intrincadas masas de escoria negruzca. Nos adentramosporél.

Elpasajeeramuyoscuro.Susparedesascendíanenverticalacercándoselaunaa laotra.Manchasdecolorgranateyverdedesfilabanantemisojos.Miguíasedetuvodeimproviso:

—Micasa—dijo.Yo estaba allí en medio de un abismo que al principio me pareció

absolutamente oscuro. Oí ruidos extraños y me froté los ojos. Entoncespercibíunolormuydesagradable,similaraldeunajaulademonosucia.Unpocomáslejos,larocavolvíaaabrirseenunapendientedeverdoriluminadaporelsol,yaambosladoslaluzsefiltrabaporunaestrechaaberturahastalapenumbracentral.

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Capítulo12

LosrecitadoresdelaLey

Algofríomerozólamano.Mesobresaltéterriblementey,muycercademí, vi una cosa de color rosado, lo más parecido a un niño desollado quequepaimaginar.Aquellacriaturateníalosrasgosdulces,aunquerepugnantes,del animal llamadoPerezoso: lamisma frentehundiday losmismosgestoslentos. A medida que me fui acostumbrando a la luz, pude distinguir máscosasamialrededor.Elmonstruomeobservabaatentamenteymiguíahabíadesaparecido.

El lugar era un estrecho pasillo entre altas paredes de lava, con unaaberturaensurugosacaída,y,aamboslados,montonesdepalletes,hojasdepalma en forma de abanico y cañas apoyadas contra la pared formaban unconjuntodeimpenetrables,toscasyoscurasmadrigueras.Eltortuososenderoque ascendía por el barranco apenas superaba los tresmetros de anchura yestaba repleto de fruta podrida y otros desperdicios, lo que explicaba ladesagradablepestedellugar.

La criatura rosada continuaba observándome cuandomi HombreMonoreapareció en la abertura de la guarida más próxima y me hizo señasinvitándomeaentrar.Entretanto,unmonstruodesgarbadosaliócondificultadde uno de los agujeros de aquella extraña calle y permaneció en pie,mirándome,consusiluetainformeperfiladasobreelbrillantefollaje.Yonosabía qué hacer—tenía ganas de largarme por donde había venido—masluego,decididoaproseguirlaaventura,agarrémiestacaymedeslicéporelinteriordelpequeñoymalolientecobertizoenposdemiguía.

Llegamosaunespaciosemicircular,enformademediacolmena.Contrala pared rocosa del interior se apilaba una gran variedad de frutas, cocos yotras especies difíciles de identificar. Toscos recipientes de madera y lavarodaban por el suelo, y uno de ellos aparecía apoyado en una especie detabureterudimentario.Nohabíalumbre.Unbultonegroeinforme,sentadoenel rincónmásoscurode la cabaña,me recibió conungruñido,mientrasmiHombreMonosedeteníaen lapenumbrade lapuertayme tendíauncoco

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partido por la mitad; yo me acerqué hasta la otra esquina y me puse encuclillas.Aceptéelcocoycomencéamordisquearlointentadoparecersereno,a pesar de la gran agitación que sentía en mi interior y de la insoportableoscuridad del agujero. El hombrecillo rosado con aspecto de perezosoaparecióenlaentradadelacabaña,seguidodeotracosaderostroinexpresivoyojosbrillantesquememirabadesoslayo.

—¡Eh!—dijoelmisteriosobultoquehabíaenfrente.—¡Esunhombre,unhombre,unhombre,unhombrevivo,comoyo!—

farfullómiguía.—¡Cállate!—gritó laotravozdesde laoscuridad, lanzandoungruñido.

Yoseguímordisqueandomicocoenmediodeunimpresionantesilencio.Meesforcéporescrutarenlaoscuridad,peronoconseguíadistinguirnada.

—¡Esunhombre!—repitiólavoz—.¿Vieneavivirconnosotros?Eraunavozgrave,perohabíaenellaalgopeculiar:unaespeciedesilbido

quellamómiatención;sinembargo,elacento ingléserasorprendentementecorrecto.

El Hombre Mono me miró con expectación. Yo comprendí que aquelsilencioeraunainterrogación.

—Vengoavivirconvosotros—dije.

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—Esunhombre.DebeaprenderlaLey.Entonces comencé a distinguir una formamásnegra en la oscuridad: la

siluetaborrosadeuncuerposentado.Enesemomentoadvertíqueotrasdoscabezas oscurecían la abertura del recinto.Agarré con fuerzami estaca. Elbultodelaoscuridaddijoenvozmásaltayconunaespeciedesonsonete:

—Repiteestaspalabras.Nocaminarásacuatropatas;esaeslaLey.Yoestabaperplejo.—Repiteestaspalabras—insistióelHombreMono,y lassombrasde la

puerta las repitieron en tono amenazador. Comprendí que debía repetiraquella estúpida fórmula. Entonces comenzó una ceremonia absolutamentedemencial.

Lavozquellegabadesdelaoscuridadempezóaentonar,fraseafrase,unaespeciedeletaníaquelosdemásyyorepetíamosalpiedelaletra.Alhacerlo,losmonstruossebalanceabanhacia los lados,dándoseconlasmanosenlasrodillas,yyoseguísuejemplo.Podríahabercreídoqueyaestabamuertoyenel otro mundo: esa oscura guarida, esas sombras grotescas, vagamenteiluminadasaquíyalláporundestellodébildeluz,quecantabanysemovíanalcompás.

—Nocaminarásacuatropatas;esaeslaLey.¿AcasonosomosHombres?—NosorberáslaBebida;esaeslaLey.¿AcasonosomosHombres?—No comerás Carne ni Pescado; esa es la Ley. ¿Acaso no somos

Hombres?—NocazarásaotrosHombres;esaeslaLey.¿AcasonosomosHombres?Y así, pasaron de la prohibición de estas disparatadas acciones a la

prohibición de lo que entonces me parecieron las cosas más demenciales,imposibleseindecentesquenadiepuedaimaginar.

Unaespeciede fervor rítmicoseapoderóde todosnosotros;bailábamoscadavezmásdeprisa,repitiendolaasombrosaLey.Aparentemente,aquellasbestiasmehabíantransmitidosuentusiasmo,peroenmi interior larisayelascolibrabansupropiabatalla.

Recitamos una larga lista de prohibiciones, y luego el canto cambió defórmula:

—SuyaeslaCasadelDolor.—SuyaeslaManoquecrea.—SuyaeslaManoquehiere.—SuyaeslaManoquecura.Yasí, todaotralargasartadepalabras—ensumayoríaincomprensibles

paramí—sobreEl,quienquieraquefuese.Podríahabercreídoquesetrataba

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deunsueño,perojamáshabíaoídocantarensueños.—Suyoeselresplandordelrayo—continuamos—.Suyoelprofundomar.Entoncessemeocurrió la terrible ideadequeMoreau, trasanimalizara

aquellos hombres, había corrompido sus reducidos cerebros, inculcándolesuna especie de devoción hacia sí mismo. Sin embargo, era demasiadoconsciente de los dientes blancos y las poderosas garras que me rodeabancomoparadejardecantar.

—Suyassonlasestrellasdelcielo.Por fin concluyó el canto.La caradelHombreMonobrillabade sudor.

Mis ojos ya se habían acostumbrado a la oscuridad y apreciaba másclaramenteelbultodelrincón,dedondeveníalavoz.Eradeltamañodeunhombre,peroparecíacubiertodepelogris, casicomounskye-terrier. ¿Quéera aquello? ¿Qué eran todos ellos? Imagínenme allí, rodeado por los máshorriblestullidosymaníacosquepuedaconcebir,ycomprenderáncómomesentíaentreaquellasgrotescascaricaturashumanas.

—¡Esunhombredecincodedos,decincodedos,decincodedos…comoyo!—exclamóelHombreMono.

Yoextendílasmanos.Lacriaturagrisdelrincónseinclinóhaciaadelante.—Nocaminarásacuatropatas;esaeslaLey.¿AcasonosomosHombres?

—dijo.Ysacandounazarpaextrañamentedeformada,meagarró losdedos.Era

comolapezuñadeunciervotransformadaengarra.Casilancéunaullidodesorpresaydolor.Sucabezaseadelantóparaescrutarmisuñas,bajolaluzqueentrabapor laaberturade laguarida.Entonces,conunescalofríodeascoyterror,viquesucaranoseparecíaaladeunhombre,nialadeunabestia.Noeramásqueunamasadepelogris,contresconfusasmarcasmásoscurasqueindicabanlaposicióndelabocaylosojos.

—Tienelasuñascortas—dijolaespantosacriatura—.Estábien.Mesoltólasmanosyyoagarrémiestacainstintivamenteconmásfuerza.—Comeraícesyhierbas.EsSuvoluntad—dijoelHombreMono.—Yosoyel recitadorde laLey—replicó la figuragris—.Aquívienen

todoslosnuevosparaaprenderlaLey.YomesientoenlaoscuridadyrecitolaLey.

—Asíes—añadióunadelasbestiasdesdelapuerta.—Terrible es el castigo para quienes quebrantan la Ley. No hay

escapatoria.—No hay escapatoria —repitió la multitud de salvajes, lanzándose

miradasfurtivaslosunosalosotros.

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—No hay escapatoria—repitió el HombreMono—. No la hay. ¡Mira!Unavez hice algomalo, algo sin importancia.Dejé de hablar y comencé achapurrear.Nadiemeentendía.Ymequemaron,memarcaronlamanoconunhierrocandente.¡Élesgrande;élesbueno!

—Nohayescapatoria—proclamónuevamentelacriaturadelrincón.—Nohayescapatoria—repitieronlasbestias,mirándosedereojo.—Porquetodosdeseamoselmal—continuóelrecitadordelaLey—.No

sabemosloquetúdeseas.Perolosabremos.Algunosquierenseguiratodoloque semueve; acechar y atacar; matar ymorder; morder profundamente ysuccionar la sangre…Eso estámal.No cazarás a otrosHombres; esa es laLey.¿AcasonosomosHombres?

—Nohayescapatoria—respondióunabestiamoteadadesdelapuerta.—Porquetodosdeseamoselmal—dijoelrecitadordelaLey—.Algunos

deseandestrozarraícesconmanosydientes,husmearporelsuelo…Esoestámal.

—Nohayescapatoria—respondieronloshombresdesdelapuerta.—Algunos arañan los árboles; otros escarban en las tumbas de los

muertos; algunos luchan entre sí con pies o garras; algunos muerden deprontosinquenadielesprovoque;algunosamanlasuciedad.

—Nohayescapatoria—dijoelHombreMono,rascándoselapantorrilla.—Nohayescapatoria—repitiólacriaturillarosada.—Severoeselcastigo;asípues,¡aprendelaLey!Repiteestaspalabras—

e irresistiblemente inició de nuevo la extraña letanía de la Ley y todoscomenzamos a cantar ymovernos al compás.La cabezame daba vueltas acausadelparloteoyelhedordellugar;noobstante,nomedetuve,confiandoendescubriralgunavariación.

—Nocaminarásacuatropatas.ÉsaeslaLey¿AcasonosomosHombres?Hacíamos tanto ruido que no advertí la agitación del exterior hasta que

alguien —según creí uno de los Hombres Cerdos a los que había vistoanteriormente—asomólacabezaporencimadelapequeñacriaturarosadaygritóalgo,congranagitación;algoquenologréentender.Todos losqueseencontrabanalaentradadelacabañadesaparecieronalinstante.MiHombreMono salió corriendo precipitadamente, seguido del monstruo que habíapermanecido sentado en la oscuridad; entonces vi que era grande y torpe yestabacubiertodepeloplateado.Medejaronsolo.

Antes de llegar a la salida oí el gañido de un sabueso. Al instante meencontréfueradelacasucha,conmiestacaenlamanoytemblandohastalaúltima fibra de mi cuerpo. Tenía ante mí las torpes espaldas de casi una

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veintena de Monstruos, con sus cabezas deformes medio hundidas en losomóplatos. Todos gesticulaban con gran agitación. Otros rostrossemianimalessalíandelascabañasconexpresióninterrogante.AlmirarhaciadondedirigíansumiradadiviséentrelaneblinacondensadabajolosárbolesquesealzabanalfinaldelpasillolafiguraoscurayelhorriblerostroblancodeMoreau.Llevabaconsigoaunodelossabuesos,einmediatamentedetrásveníaMontgomery,revólverenmano.

Permanecíuninstanteparalizadoporelmiedo.Luegomedilavueltayvique otra bestia enorme de cara gris y ojos pequeños y brillantes avanzabahaciamí,obstaculizandoelpasoamisespaldas.Amiderecha, aunosdiezmetros, descubrí un estrecho agujero en la pared de la roca por el que sefiltrabaunrayodeluz.

—¡Alto!—gritóMoreaumientrasmeacercabahacia lagrietaagrandeszancadas—.¡Detenedlo!

Entonces, uno tras otro, todos los rostros se volvieron hacia mí. Porfortuna,susmentesanimaleseranmuylentas.

Arremetí con el hombro contra un torpe monstruo que se volvía paracomprenderaquésereferíaMoreauyconelempujónsaliódisparadocontraotro. Sentí sus manos intentando cogerme sin conseguirlo. La pequeñacriaturarosadaselanzósobremíylodetuveclavándolelapuntademiestacaen su horrible cara. Al instante me encontré trepando por un empinadocamino: una especie de chimenea inclinada que salía del barranco. Oí unaullido a mis espaldas y gritos de «¡Cogedlo! ¡Detenedlo!» El monstruopeludo apareció detrás de mí, esforzándose por introducir su voluminosocuerpoenaquellagrieta.

—¡Vamos,vamos!—gritaban.Yotrepéporlaestrechahendiduradelarocayfuiadaralazonacubierta

deazufre,aloestedelpobladodelosSalvajes.Aquellabrecha resultóde lomásoportuna,pueselestrechocaminoque

ascendía en pronunciada pendiente debió de obstaculizar el paso a misperseguidoresmáspróximos.Corrí por aquel terrenoblancoydescendí porunapendiente,entrealgunosárbolesdispersos,hastaunaextensióndeterrenocubiertadealtascañas.Luegoatraveséunazonademalezaoscuraydensa,sumamente mullida. Nada más zambullirme entre las cañas, mis primerosperseguidores salieron de la grieta. Me abrí camino entre los matorralesdurante algunos minutos. El aire a mi alrededor pronto se pobló de gritosamenazadores.

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Oíelbarulloqueorganizabanmisperseguidoresenlagrietaporlapartesuperiordelapendiente,luegoelcrujidodelascañasydespuéselchasquidoocasional de una rama rota. Algunas de aquellas criaturas rugían comoauténticos animales de presa. Hacia la izquierda se oían los aullidos delsabueso. Los gritos de Moreau y Montgomery también venían en esadirección.Girébruscamentealaderecha.EntoncesmeparecióoírlavozdeMontgomerygritándomequeescapara.

Latierralegamosacedióbajomispies,peroyoestabadesesperadoymemetí de lleno en ella, abriéndome camino con gran dificultad, a pesar deencontrarme hundido hasta la rodilla entre altas cañas. El ruido de misperseguidores se había desplazado hacia la izquierda. Tres extrañossaltamontes de color rosa, grandes comogatos, aparecieron de repente antemí.Elcaminodiscurríacolinaarribaporunnuevoespacioabierto,cubiertodeunacostrablancuzca,yseadentrabanuevamenteenuncañizal.

Más adelante cambiaba bruscamente de dirección y continuaba enparaleloconelbordedeotragrietadeabruptasparedesquesurgióderepente,como el foso con escarpa de un parque inglés, con inesperada brusquedad.Seguía corriendo con todasmis fuerzas y no vi el precipicio hasta quemeencontrévolandoporlosairescabezaabajo.

Aterricédecabezaentreunmontóndeespinosymelevantéconunaorejadesgarradaylacarallenadesangre.Habíacaídoenunescarpadobarranco—lleno de piedras y espinos y cubierto por una bruma que se deslizaba amialrededor en bandas finas— por el que serpenteaba un pequeño riachuelodesdecuyocentrosedispersabalabruma.Mesorprendióquehubiesenieblaapleno sol, pero no tenía tiempo para pensar en nada. Torcí a la derecha,siguiendoelcursodelriachuelo,conlaesperanzadellegaralmarytenerlaposibilidaddeahogarme.Pocodespuésdescubríquehabíaperdidolaestacaenlacaída.

Elbarrancoseestrechabapormomentosysindarmecuentamemetíenelarroyo. Tuve que salir de un salto porque el agua estaba casi hirviendo.Entoncesadvertíqueunafinacapadeespumasulfurosafluíaenlasuperficiede la corriente. Casi inmediatamente, el barranco hacía un recodo querevelabael confusohorizonteazul.Elmar, ahoramáspróximo, reflejaba laluzdelsolen innumerablesdestellos.Teníacalory jadeaba.Veía lamuertecaraacara.Lasangretibiameresbalabaporlacaraycorríaagradablementepormisvenas.Sentíaalgomásqueunarrebatodejúbiloantelaideadehaberdespistado a mis perseguidores. Ya no deseaba ahogarme. Miré hacia elcaminoporelquehabíallegadohastaallí.

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Agucéeloído.Aexcepcióndellevezumbidodelosmosquitosyelcantodealgunos insectospequeñosquesaltabanentre losespinos, reinaba lamásabsolutacalma.Despuésoíalolejoselaullidodeunperro,elmurmullodeuna conversación, el chasquido de un látigo y voces que se hicieron másclarasparaluegodebilitarsedenuevo.Finalmente,sealejócorrientearribayse desvaneció. La caza había concluido por el momento, pero ahora sabíacuántopodíanayudarmelossalvajes.

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Capítulo13

Unaconversación

Di la vuelta de nuevo y me dirigí hacia el mar. El arroyo termal seensanchaba hasta un arenal poco profundo y lleno de algas, donde grancantidadde cangrejos y otros bichosdemúltiples patas saltaban ami paso.Caminé hasta la orilla del mar y entonces me sentí a salvo. Me volví acontemplar la verde espesuraquehabía dejado atrás, cortada comopor unacuchillada por el húmedo barranco. Pero como ya he dicho, me sentíademasiado agitado y —algo muy cierto que quizá quienes no conocen elpeligronoentiendan—demasiadodesesperadoparamorir.

Entonces pensé que aún tenía una oportunidad. Mientras Moreau,Montgomeryysumultituddebestiasmeperseguíanporlaisla,¿nopodíayoirporlacostahastaelrecinto,avanzarenparaleloaltiempoqueellosy,unavezallí,arrancarunapiedradesupropiapared,descerrajarlapuertapequeñaybuscaruncuchilloounapistolaconquehacerles frentea su regreso?Encualquiercaso,eraunaoportunidaddeponerprecioamivida.

Así,pues,volvíhaciaponienteycaminéporlaorilladelmar.Elsol,yaenel ocaso, lanzaba sobre mis ojos sus rayos de calor cegador. La apaciblemareadelPacíficoproducíaunasuaveondulación.

En aquel lugar, la costa se perdía en dirección sur, demodo que el solquedaba entonces ami derecha.Depronto, a lo lejos, vi frente amí variasfigurasquesalíandelosarbustos,unadetrásdeotra:Moreauconsusabuesogris,luegoMontgomeryyotrosdosmás.Alverlosmedetuve.

Ellos tambiénmevierony comenzaronagesticulary avanzarhaciamí.Yomequedéinmóvil,viendocómoseacercaban.LosdosSalvajescorríanencabeza para cerrarme el paso desde losmatorrales que había tierra adentro.Montgomerytambiéncorría,perodirectamentehaciamí.Moreauylosperroslosseguíanmásdespacio.

Porfinreaccionéy,dándomelavuelta,caminédirectohaciaelagua.Alprincipiomecubríamuypoco.Tuvequealejarmemásdeveintemetrospara

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queelaguamellegarahastalacintura.Lascriaturasmarinasseapartabanamipaso.

—¿Quéhace?—gritóMontgomery.Conelaguaporlacinturamedilavueltaylosmiré.Montgomery estaba jadeante en la orilla del mar. Tenía la cara

congestionada por el esfuerzo y su largo pelo rubio alborotado. Su labioinferiorcaídorevelabaunosdientesmuydesiguales.Después llegóMoreau,consurostroblancoeimpasibleyelperro—quenocesabadeladrarme—enunamano. Los dos llevaban sendos látigos.Un pocomás lejos estaban losMonstruos.

—¿Quéhago?Voyaahogarme—respondí.MontgomeryyMoreausemiraron.—¿Porqué?—preguntóMoreau.—Porqueesmejorquesertorturadoporustedes.—Yaselodije—intervinoMontgomery,yMoreaucontestóalgoenvoz

baja.—¿Quélehacepensarquevoyatorturarlo?—continuóMoreau.—Loquehevisto—respondí—.Yesosdeahí.—¡Cállese!—dijoMoreau,levantandolamano.—Nopiensocallarme.Anteseranhombres.¿Quésonahora?Almenosyo

noserécomoellos—dije.Miré a mis interlocutores. Un poco más allá se encontraba M’ling, el

criadodeMontgomery,conunodeloshombresqueibanenelbote.Ymásarriba, a la sombra de los árboles, vi ami pequeñoHombreMono junto aotrasfigurasborrosas.

—¿Quiénes son esas criaturas?—dije, señalandohacia ellas y elevandocada vez más el tono de voz para que me oyeran—. Antes eran hombres,hombres comonosotros; hombres a los que ha esclavizado y convertido enmonstruos y a los que todavía teme. ¡Vosotros que me escucháis!—grité,señalando a Moreau, para que los Monstruos pudieran oírme—. ¡Vosotrosque me escucháis! ¿No veis que estos hombres todavía os temen, sientenpavor de vosotros? ¿Por qué entonces tenéismiedo de ellos?Vosotros soismuchos.

—¡PorDios,Prendick,cállese!—exclamóMontgomery.—¡Prendick!—gritóMoreau.Sepusieronagritarlosdosaltiempocomoparaahogarmivoz.Detrásde

ellos, sombríos rostros de los Salvajes nos miraban fijamente, atónitos ymaravillados, sus manos deformes colgando y los hombros encorvados.

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Parecía—almenosesopensé—queintentabancomprenderme,recordaralgodesupasadohumano.

Continué gritando. Apenas recuerdo lo que decía. Que podían matar aMoreauyaMontgomery;quenodebíantemerlos.Deestasyotrasideas,parami perdición, llené la cabeza de los Salvajes. El hombre de ojos verdes yvestidoconharapososcurosalquehabíaconocidolatardedemillegadasaliódeentrelosárboles,seguidodeotros,paraoírmemejor.

Porfinmedetuveparatomaraliento.—Escúchemeunmomento—dijoMoreauconvozfirme—yluegodiga

todoloquequiera.—Deacuerdo—respondí.—¡Latín, Prendick! ¡Mal latín! ¡Latín de colegial! Pero intente

comprenderlo. Hi non sunt homines, sunt animalia qui nos habemus[9]…viviseccionado.Unprocesode trasformaciónen sereshumanos.Vengaa laorillayseloexplicaré.

—¡Bonita historia! —dije, riéndome—. Hablan, construyen casas,cocinan.Luegofueronhombres.Esprobablequemeacerquealaorilla.

—Unpocomáslejosdedondeseencuentraahora,elaguaesprofundayestállenadetiburones.

—Esoesloquequiero—respondí—.Algobruscoyrápido.—Espereunmomento—dijo.Sesacóunobjetobrillantedelbolsilloylo

dejócaerasuspies.Esunrevólvercargado.Montgomeryharálomismoconel suyo. Ahora subiremos por la playa hasta donde usted diga. Cuandoestemoslejos,vengayrecojalosrevólveres.

—¡Noloharé!Tieneotrorevólver.—Quiero que reflexione, Prendick. En primer lugar, nunca lo invité a

venir a esta isla. En segundo lugar, de haber querido hacerle algomalo lehabríamosdrogado,yentercerlugar,ahoraqueyahapasadoelprimerpánicoypuedepensarunpoco,dígame:¿creesinceramentequeMontgomeryestanmalocomoustedimagina?Lohemosseguidoporsubien.Porquelaislaestállenade…fenómenoshostiles.¿Porquéíbamosadispararlesiustedmismosehaofrecidoaahogarse?

—¿Porquéenvió…asugenteapormícuandoestabaenlacabaña?—Estábamos seguros de que lo alcanzaríamosy lo pondríamos a salvo.

Luego,porsubien,abandonamoslabúsqueda.Meditéduranteunrato.Parecíaposible.Despuésrecordéalgo.—Peroyovienelrecinto…—Eraelpuma.

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—Mire,Prendick—comenzóMontgomery—.Esustedunperfectoidiota.Salgadelagua,cojalosrevólveresyhable.Nopodríamoshacerlenadamásdeloqueleestamoshaciendoahora.

Debo confesar que siempre desconfié de Moreau; le tenía miedo. Sinembargo,Montgomeryeraunhombrequemeinspirabaconfianza.

—Suban a la playa —dije, después de pensarlo durante un rato, y acontinuaciónañadí—:Conlasmanosarriba.

—No podemos hacer eso —explicó Montgomery con un ilustrativomovimientodehombros—.Seríapocodigno.

—Entonces,súbansealosárboles,siloprefieren—respondí.—¡Quéestúpidaceremonia!—continuóMontgomery.Aldarselavueltaseencontraronconseisosietegrotescascriaturasque,a

pesar de estar allí, bajo el sol, proyectando sus sombras y moviéndose,resultabanincreíblementeirreales.Montgomerychasqueóellátigoanteellasy todas corrieron a refugiarse entre los árboles. Cuando Montgomery yMoreauseencontrabanaunadistanciaquejuzguéprudencial,salídelagua,cogílosrevólveresylosexaminé.Paraconvencermedequenosetratabadeun truco, disparé a un trozo de lava redondo y tuve la satisfacción decontemplarcómolapiedrasepulverizabaylaplayasellenabadelascas.

Todavíavaciléuninstante.—Asumiréel riesgo—dijeal fin,yconun revólverencadamanosubí

porlaplayahaciaellos.—Eso está mejor —dijo Moreau, con total sinceridad—. Su alterada

imaginaciónmehahechoperderlamejorpartedeldía.Yconunairededesprecioquemeparecióhumillante,élyMontgomery

sedieronlavueltayecharonaandardelantedemí.El grupodeMonstruos que aúnmerodeabapor allí volvió a esconderse

entrelosárboles.Yopaséjuntoaellosconlamayorserenidadposible.Unodeelloscomenzóaseguirme,peroretrocediódenuevocuandoMontgomeryrestalló su látigo. El resto permaneció en silencio, observándonos. Tal vezanteriormentefuerananimales,perojamáshabíavistoaunanimalintentandopensar.

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Capítulo14

EldoctorMoreauseexplica

—Y ahora, Prendick, se lo explicaré todo—dijo el doctor Moreau encuanto hubimos comido y bebido—.Debo confesar que es el invitadomásdictatorialdecuantoshetenido.Leadviertoqueesteeselúltimofavorquelehago.Lapróximavezqueamenaceconsuicidarsenoharénadaporevitarlo,aunquesalgaperjudicado.

Sesentóenmihamacaconuncigarroamedioconsumirentresushábilesyblancosdedos.La luzde laoscilante lámpara caíade lleno sobre supeloblanco,mientrasmirabalasestrellasporlapequeñaventana.Yomesentélomás lejos posible, con la mesa por medio y los revólveres a mano.Montgomery no estaba presente. Nome apetecía estar con los dos en unahabitacióntanpequeña.

—¿Admitequeeseserhumanoviviseccionado,comousted lo llama,noesmásqueelpuma?—dijoMoreau.Mehabíallevadoavisitarelhorrordelcuartointeriorparaquemeasegurasedequenoeraunserhumano.

—Es el puma—asentí—, que aún está vivo, pero tan lleno de cortes ymutilado como espero no volver a ver jamás otro ser vivo. De todas lasvilezas…

—Eso no tiene importancia—me interrumpió Moreau—. Ahórreme almenos esos terrores juveniles.Montgomery era igual. Usted admite que setrata del puma. Ahora, guarde silencio mientras pronuncio mi lección defisiología.

Yentonces,enun tonosoberanamenteaburrido,quepocoapocosefueanimando,comenzóaexplicarmesutrabajo.Fueclaroyconvincente.Devezen cuando ponía en su voz una nota sarcástica. En ese momento sentívergüenzadenuestramutuasituación.

Lascriaturasqueyohabíavistonoeranhombres;nunca lohabíansido.Erananimales,animaleshumanizados,frutodelavivisección.

—Ustedolvidaloqueunbuenvivisectorpuedehacerconlosseresvivos—dijo Moreau—. Por mi parte, no acabo de entender por qué nadie ha

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intentado lo que yo he hecho aquí. Por supuesto, ha habido pequeñastentativas:amputación,incisióndelengua,extirpaciones.Sindudasabráqueelestrabismopuedemejorarocurarsemediantecirugía.Tambiénsabráustedque en el caso de las extirpaciones se producen toda clase de cambiossecundarios, alteraciones de las pasiones, alteraciones en la secreción detejidoadiposo.Seguroquehaoídohablardeestascosas.

—Claroquesí—dije—.Peroesashorriblescriaturassuyas…—Cada cosa a su tiempo —interrumpió, haciendo un movimiento de

mano—.Sóloestoyempezando.Loqueustedhavistosoncasosdealteraciónsin importancia. La cirugía es capaz de obtener resultadosmuchomejores.Puedecrear,ademásdedestruirytransformar.Quizáhayaoídohablardeunaintervención quirúrgica muy corriente a la que se recurre para reparar unanarizdestrozada.Consisteencortar tejidode la frente,añadirloa lanarizydejarlocicatrizarensunuevaposición.Escomounaespeciedeinjertodeunaparte del animal a otra. Injertar material recién obtenido de otro animaltambiénesposible…Enelcasodelosdientes,porejemplo.Elinjertodepiely hueso se realiza para facilitar la cicatrización. El cirujano coloca en elcentrodelaheridatirasdepieldeotroanimal,ofragmentosdehuesodeunavíctimareciénsacrificada.ElespolóndelgallodeHunter[10](puedequehayaoídohablardeello)esperfectoparaelcuellodeltoro.Ytambiénsondignasdemenciónlasratasrinocerontesdeloszuavos[11]argelinos.Sonmonstruoscreados añadiéndole al hocico de una rata ordinaria un trozo de su cola ydejándolocicatrizarenesaposición.

—Monstruoscreados—repetíyo—.Entoncesquieredecirque…—Sí. Las criaturas que usted ha visto son animales viviseccionados y

vueltos a esculpir para darles nuevas formas. A ello, al estudio de laplasticidad de las formas vivas, he dedicadomi vida.He estudiado duranteaños ymis conocimientos han aumentado poco a poco.Veoque está ustedhorrorizadoy,sinembargo,noleestoydiciendonadanuevo.Todoestabayaenlaanatomíaprácticahaceyaaños,peronadieseatrevióaintentarlo.Noessólolaformaexteriordeunanimalloquepuedotransformar.Lafisiología,elritmo químico de la criatura, también pueden ser susceptibles de unatransformaciónduradera,muestradelocualsonlasvacunasyotrosmétodosdeinoculaciónconmateriavivaomuertaquesindudaleseránfamiliares.

»Otra operación similar es la transfusión de sangre, asunto con el queiniciémisinvestigaciones.Éstossontodosloscasosconocidos.Otrosnotanconocidos,yquizámuchomásabundantes,fueronlasoperacionesdeaquellosmédicosmedievalesquefabricabanenanos,mendigostullidosymonstruosde

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circo, algunos vestigios de cuya técnica aún persisten en la manipulaciónpreliminardeljovensaltimbanquiocontorsionista.VictorHugohabladeelloen su libroEl hombre que ríe[12]…Pero quizámi propósito es ahoramáscompleto. ¿Empieza usted a ver que es posible trasplantar el tejido de unapartedelanimalaotra,odeunanimalaotro,alterarsusreaccionesquímicasysucrecimiento,modificar lasarticulacionesdesusextremidadese inclusotransformarsuestructuramásíntima?

»Ysin embargo, esta extraordinaria ramadel conocimientonuncahabíasido tratada como un fin, ni de manera sistemática, por los investigadoresmodernoshastaqueyomedediquéaello.Aalgunasdeestascosashallegadola cirugía como último recurso; la mayoría de los hechos similares querecuerde han sido demostrados, digamos, por accidente; por tiranos,criminales, criadores de caballos y perros y toda clase de hombres torpes eincompetentes que trabajaban para sus propios fines inmediatos. Yo fui elprimerhombrequeabordólacuestiónutilizandolacirugíaantisépticayconunconocimientorealmentecientíficodelasleyesdelcrecimiento.

»Noobstante, cabe imaginarqueeste tipodecirugía sehayapracticadoantes clandestinamente. Criaturas como los hermanos siameses…Y en lascriptas de la Inquisición. No cabe duda de que su objetivo no era sino latorturaartística,peroalmenosalgunosdelosinquisidoresdebierondetenerunmínimodecuriosidadcientífica.

—Peroestascosas—dijeyo—,estosanimaleshablan.Él dijo que así era y procedió a señalar que las posibilidades de la

vivisección no terminan en la simplemetamorfosis física.Aun cerdo se lepuedeeducar.Laestructuramentalesaúnmenosdeterminadaquelacorporal.La ciencia del hipnotismo, cada vez más cultivada, parece apuntar laposibilidaddesustituirviejosinstintosinherentesporsensacionesnuevas.Dehecho,granpartede loque llamamoseducaciónmoralesunamodificaciónartificialyunaperversióndelinstintosemejantealasobtenidasbajohipnosis;la belicosidad se domestica y se convierte en valeroso instinto de autosacrificio, mientras que la sexualidad reprimida se transforma en emociónreligiosa.Ylagrandiferenciaentreelhombreyelmonoresideenlalaringe,según dijo, en la incapacidad para pronunciar con delicadeza diferentessímbolossonorosquepermitenelpensamiento.Enestonoestuvedeacuerdoconél,pero,nosinciertadescortesía,hizocasoomisodemiobjeción.Insistióenqueaquelloeraasíycontinuóconelrelatodesustrabajos.

Lepreguntéporquéhabíatomadocomomodeloalserhumano.Entoncesmepareció,yaúnhoysiguepareciéndomelo,queaquellaelecciónencerraba

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unaextrañaperversidad.Confesóquetodohabíasidofrutodelacasualidad.—Tambiénhabríapodidodedicarmeaconvertirovejasenllamasyllamas

en ovejas. Supongo que la figura humana tiene algo que atrae al espírituartísticomás que cualquier otra forma animal. Pero nomehe limitado a lacreaciónhumana.Enunpardeocasiones…—sequedócallado,casiduranteunminuto—. ¡Estos años! ¡Cómohan pasado!Hoyhe perdido todo un díaparasalvarle lavidaausted,yahoraestoyperdiendounahoraexplicándolemipuntodevista.

—Pero—dijeyo—sigosincomprender.¿Cómopuedejustificareldolorque causa? Lo único que ami entender podría excusar la vivisección seríaalgunaaplicación…

—Precisamente—interrumpió—. Pero yo soy diferente. Nos apoyamosenbasesdiferentes.Ustedesmaterialista.

—Yonosoymaterialista—comencéadeciracaloradamente.—Paramí,sí.Paramí,sí.Porqueesprecisamentelacuestióndeldolorlo

quenosdivide.Desde elmomento enque la visióno audicióndel dolor leponemalo, desde el momento en que su propio dolor le arrastra, desde elmomento en que el dolor es la razón fundamental de sus premisas sobre elpecado,desdeesemomento,esustedunanimal;unanimalquepiensa,conunpocomásdeclaridad,loqueunanimalsimplementesiente.Estedolor…

Anteaquelsofismameencogídehombrosconimpaciencia.—¡Peroesoesunanadería!Unamenterealmenteabiertaalasenseñanzas

delacienciadebecomprenderqueesinsignificante.Puedeserque,salvoeneste pequeño planeta, en esta partícula de polvo cósmico que desaparecerámucho antes que pudiéramos alcanzar la estrella más próxima, puede ser,digo,queenningúnotrolugarexistaesoquellamamosdolor.Perolasleyeshacia lasquecaminamosa tientas…¿Porquéexisteeldolor,enesta tierra,entrelosseresvivos?

Mientras hablaba, se sacó del bolsillo una pequeña navaja, la abrió ymovió la silla para que yo pudiera ver su muslo. Luego, escogiendodeliberadamenteunlugaradecuado,hundiólahojaensupierna,volviéndolaasacarinmediatamente.

—Sinduda,yahabrávistoestoantes.Duelemenosqueunpinchazodealfiler.¿Peroquédemuestra?Lacapacidaddesentirdolornoleesnecesariaalmúsculo,yporlotantonoexiste;sólosenecesitahastaciertopuntoenlapiel,ysóloendeterminadaszonasdelmuslohayzonascapacesdepercibireldolor. El dolor no es más que un consejero médico que nos informa y

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estimula.Notodalamateriavivaescapazdesentirdolor,nitodonervio,nisiquiera todos los nervios sensoriales.No hay elmenor atisbo de dolor, deauténticodolor,enlassensacionesdelnervioóptico.Cuandoelnervioópticoestáherido, loúnicoqueve sondestellosde luz, delmismomodoqueunaenfermedaddelnervioauditivonoproducemásqueunpequeñozumbidoenlos oídos. Las plantas no sienten dolor; los animales inferiores, animalescomolaestrellademaroelcangrejoderío,esposiblequenosientandolor.Sin embargo, los hombres, cuanto más inteligentes son, más velan por supropiobienestarytantomenosnecesitanelaguijónquelosmantienefueradepeligro.Jamásheoídohablardealgoinútilque,antesodespués,laevoluciónnohayadesterradodelaexistencia.¿Yusted?Yeldolornoesnecesario.

»Además, soyunhombremuy religioso,Prendick, comohade ser todohombre en su sano juicio. Puede que yo crea haber vistomás caminos delHacedor que usted, porque yo he seguido Sus leyes, ami manera, durantetodami vida,mientras que usted, según tengo entendido, se ha dedicado acoleccionarmariposas.Y leaseguroqueelplaceryeldolorno tienennadaque ver con el cielo o el infierno. ¡Placer y dolor! ¿Qué son sus éxtasisteológicossinolashuríes[13]deMahoma,peroenlaoscuridad?Estareservadehombresymujeres atacadospor el dolory el placer,Prendick, llevan lamarcadelabestia,lamarcadelabestiadelacualproceden.¡Dolor!Eldoloryelplacerseránparanosotrosunacaracterísticasólomientrasnosmovamosentreelpolvo…

»Yave,Prendick,quehe llevadoa caboesta investigación siguiendoelcursonaturalde lascosas.Eselúnicomodo,queyosepa,enquesepuederealizar una investigación científica. Hice una pregunta, ideé unprocedimiento para obtener una respuesta, y el resultado fue una nuevapregunta.¿Seráposibleestooseráposibleaquello?Noseimaginaloqueestosignifica para un investigador, la pasión intelectual que crece en él. No seimagina el extraño deleite que estos deseos intelectuales producen. Lo queunotieneantesídejadeserunanimal,unsemejante,paraconvertirseenunproblema.¡Dolorsimpático!Todoloquesédeéllorecuerdocomoalgoqueyo mismo sufría hace años. Yo deseaba, entonces no deseaba nada más,descubrirellímitedeplasticidadenunaformaviviente.

—Pero—dijeyo—esoesunaaberración.—Hasta ahora nunca me habían preocupado los aspectos éticos de la

cuestión. El estudio de la Naturaleza vuelve al hombre tan cruel como lapropiaNaturaleza.Yoheseguidoadelantesintenerencuentanadamásquelacuestiónqueperseguía,yelmaterialha…idoacumulándoseenelinterior

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deaquellascabañas…Hacecasionceañosquellegamosaquí,Montgomery,yoyseiscanacas[14].Recuerdocomosifueraayerlaverdequietuddelaislayelocéanovacíoanuestroalrededor.Parecíaqueellugarmeestabaesperando.

»Desembarcamos las provisiones y construimos la casa. Los canacasedificaronunaschozascercadelbarranco.Yoempecéatrabajaraquíconloquehabía traído.Alprincipiomeocurrieronunpardecosasdesagradables.Comencé con una oveja y la maté al cabo de un día por un desliz delescalpelo;cogíotraovejayladejéencerradahastaquecicatrizó.Alterminarel trabajome pareció bastante humana, pero cuando volví a verlame sentídecepcionado; se me parecía mucho y estaba aterrorizada, fuera de todocontrol,yesoquenoteníamásquelainteligenciadeunaoveja.Cuantomáslamirabamástorpemeparecía,hastaquealfinaldecidí libraralmonstruo.Estosanimalessinvalor,estosbichosobsesionadosporelmiedoymovidosporeldolor,sinsiquieraunachispadeespírituluchadorparahacerfrentealtormento,nosirvenparacrearunserhumano.

»Luego lo intenté con un gorila y, trabajando con infinito cuidado yvenciendo dificultad tras dificultad, obtuve mi primer hombre. Lo modelédurantetodaunasemana,trabajandodíaynoche.Ensucaso,loprincipalerael cerebro: habíamucho que añadir,mucho que cambiar. Una vez lo hubeterminadoylovitendidoantemí,vendadoeinmóvil,meparecióunordinarioejemplar del ordinarionegroide.Cuando tuve la completa seguridaddequeviviría,lodejésolo,yalvolveralahabitaciónencontréaMontgomeryenunestado parecido al suyo. Había oído algunos gritos de esos que tanto lemolestaronausted.Alprincipionoconfiéenélplenamente.

»Loscanacas tambiénsedieroncuentadequealgoraroestabapasando.Mi presencia les producía pánico. Conseguí vencer la resistencia deMontgomery,perolomásdifícilparaambosfueconseguirqueloscanacasnonosabandonaran.Finalmentelohicieron,yporesoperdimoselyate.Yopasémuchosdíaseducandoalabestia(yahacíatresocuatromesesquelatenía).Le enseñé los rudimentos del idioma inglés, ciertas nociones de cálculo eincluso conseguí que leyese el alfabeto.Pero su aprendizaje fuemuy lento,aunquemehabía topadoconidiotasaúnmayores.Enunprincipiosumenteera comounahoja enblanco;no recordaba loquehabía sido en el pasado.Cuando se le curaron las cicatrices sólo le quedaban algo de dolor y ciertoenvaramientoy, fuecapazde conversarunpoco,y lo llevéa conocer a loscanacas.

»Alprincipioleteníanunmiedoespantoso,locualmeofendíabastante,puesyomesentíaorgullosodeél,peroparecíatanmansoyeratanabyecto

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queacabaronaceptándoloyocupándosedesueducación.Aprendíadeprisa;eramiméticoyadaptable,yseconstruyóunchamizoami juiciomejorquelos demás del poblado. Había entre aquellos muchachos una especie demisionero que le enseñó a leer, o almenos a deletrear, y le inculcó ciertosconceptos morales básicos. Pero, al parecer, las costumbres de la bestiadejabanmuchoquedesear.

»Me tomé unos días de descanso y, aprovechando un estado de ánimofavorable,medispuseaescribiruninformesobreelasuntoparadespertaralafisiologíainglesa.Luegomeencontréalacriaturaagazapadaenloaltodeunárbol y parloteando con dos canacas que habían estado molestándolo. Loamenacé,ledijequesuprocedererainhumano,despertéenélunsentimientode vergüenza y volví aquí dispuesto amejorar los resultados demi trabajoantesdepresentarlosen Inglaterra.Y loheestadohaciendomejor,pero,encierto sentido, las cosas están dando marcha atrás: las manifestaciones derebeldíacrecendíaadía…Quierohacercosasmejores.Quieroconseguirlo.Elpuma…

»Enfin,éstaeslahistoria.Todoslosmuchachoscanacashanmuerto.Unocayóporlabordadelalanchayotromurióalpisarunaplantavenenosaconunaheridaqueteníaeneltalón.Treshuyeronenelyatey,supongoyasíloespero, se ahogaron. Al otro… lo mataron. Pero los he sustituido. Alprincipio,Montgomerynoestabadispuestoahacernada…

—¿Quéfuedelúltimo?—preguntébruscamente—.¿Cómomurió?—Lociertoesque,trashacervariascriaturashumanas,creéalgo…—¿Sí?—dije.—Lomataron.—Nocomprendo—dije—;quieredecirque…—Lomató,sí.Ytambiénmatóaotrascriaturasqueconsiguióatrapar.Lo

perseguimos durante dos días. Se nos escapó por accidente.Yo no tenía lamenorintencióndedejarloenlibertad.Noestabaterminado.Noeramásqueunexperimento.Eraunacosasinbrazosnipiernas,derostrohorrible,quesearrastrabaporelsuelocomounaserpiente.Teníamuchísimafuerzayestabaenfurecido por el dolor. Se desplazaba girando sobre sí mismo, como unamarsopa.Permanecióvariosdíasescondidoenlaselva,haciendodañoatodoelquesecruzabaensucamino,hastaqueloencontramos.Entoncessedirigióhacia el norte de la isla y el grupo se dividió para cercarlo. Montgomeryinsistióenvenirconmigo.Elhombreteníaunrifley,cuandoloencontramos,Montgomery disparó contra él… Después de aquello me ceñí al idealhumano,exceptoencosasdepocamonta.

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Sequedóensilencio.Yolomirabasindecirnada.—Desdehaceyaveinteaños(contandolosnuevequepaséenInglaterra)

heseguidoadelanteconmi trabajo,y todavíahayalgoen todo loquehagoqueme decepciona, algo queme deja insatisfecho, me desafía a continuarintentándolo.Aveces,mesupero,otrasnoloconsigo,perosiempremequedomuy lejosdeconseguirmisueño.La formahumanaqueahoraobtengoconrelativa facilidad es ágil y graciosa, o corpulenta y fuerte, pero suelo tenerproblemasconlasmanosylasgarras,partesmuydolorosasquenomeatrevoamodelar con libertad.Sin embargo, es la sutil tareade reorganizacióndelcerebro donde reside mi preocupación principal. La inteligencia de miscriaturas es sorprendentemente escasa, con innumerables fallos y lagunasinesperadas.Ylomásinsatisfactoriodetodoesalgoquenologrodescubrir,algoqueresideeneldominiodelasemociones,peroquenoséexactamentedóndeseencuentra.Anhelos,instintos,deseosdehacerdañoalahumanidad,una extraña reservaocultaque estalladeprontoy llena a la criaturade ira,odiootemor.

»Miscriaturasleparecieronausted,desdeelprimermomento,extrañasymisteriosas.Sinembargo,amí, justodespuésdehacerlas,meparecenseresindiscutiblemente humanos. Luego, cuando los observo, esa convicción sedesvanece. Primero un rasgo animal, luego otro, salen a la superficie ymeobservanatentamente…Pero loconseguiré.Cadavezque sumerjoaun servivoenlasardientesaguasdeldolormedigo:“Estavezacabaréporcompletoconelanimal,estavezharéunacriaturaracionaldemipropiainvención.”Alfinyalcabo,¿quésondiezaños?Elhombrellevacienmilenlacreación.

Sequedópensativo.—Peromeestoyacercando.Mipuma…Ytrasunsilencioañadió:—Vuelvena susorígenes.Encuanto apartomimanode ellos, labestia

comienzaadeslizarsesigilosamente,aafirmarsedenuevo…Hubootrolargosilencio.—Entonces,¿encierraasuscriaturasenesasguaridas?—pregunté.—Sonellasquienessemarchan.Losechocuandoempiezoadescubriren

ellasalanimal,ylociertoesqueellossevanhaciaallí.Temenestacasaymetemen a mí. Lo que allí hay es una especie de parodia de la humanidad.Montgomeryestáalcorrientedetodoloqueocurre.Haeducadoaunpardeellasparaquenossirvan.Seavergüenzadeello,perocreoquehallegadoatomar cierto cariño a algunas de estas bestias. Es asunto suyo. A mí meproducenunaterriblesensacióndefracaso.Nomeinteresoporellas.Supongo

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que siguen las directrices marcadas por el misionero canaca y llevan unremedodevida racional, ¡pobres bestias!Hay algo a lo que llaman laLey.Cantanhimnos,construyensuspropiasguaridas,recogenfrutadelosárbolesyarrancanhierbas;inclusosecasan.Peroyoveomásalládetodoesto,veoelinterior de sus almas y sólo encuentro el alma de las bestias, bestiasperecederas,sucólerayeldeseodevivirysatisfacerseasímismas…Ysinembargo, son extrañas, complejas, como todo ser vivo.Hayuna especie derivalidad creciente en ellas, parte vanidad, parte instinto sexual inútil, partecuriosidadinútil.Elresultadoparamíesvanaburla.Tengoesperanzasenesepuma;hetrabajadointensamenteensucabezayensucerebro…

»Yahora—dijo,poniéndoseenpietrasunlargosilencioduranteelcualcada uno se sumió en sus propios pensamientos—, ¿cuál es su opinión?¿Todavíametienemiedo?

Lomiré y sólo vi a un hombre de pelo blanco, rostro pálido ymiradatranquila.Sinofueraporsuserenidad,porese toquecasidebellezaquesederivabadesutranquilidad,yporsumajestuosafigura,podríahaberpasadoinadvertidoentreuncentenardedecentesyancianoscaballeros.Entoncesmeestremecí.A guisa de respuesta a su segunda pregunta le tendí un revólverconcadamano.

—Quédeselos—dijoconunbostezo.Se levantó,memiróun instanteysonrió—.Hatenidousteddosdíasmuyagitados.Leaconsejoqueduermaunpoco.Mealegrodehaberaclaradolascosas.Buenasnoches.

Meexaminóunmomento reflexivamentey se fuepor lapuerta interior.Yocerréconllavedeinmediatolapuertadefuera.

Volví a sentarme y estuve un rato como paralizado, tan agotadoemocional, física y mentalmente, que no podía pensar salvo en lo quehabíamoshablado.Laventananegramemirabafijamentecomounojo.Porfin,haciendounesfuerzo,apagué la lámparayme tumbéen lahamaca.Enseguidamequedédormido.

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Capítulo15

LosMonstruos

Me desperté temprano. Lo primero que me vino a la mente fueron lasexplicaciones deMoreau, claras y precisas.Me levanté de la hamaca y fuihasta la puerta para asegurarme de que la llave estaba echada. Luegocomprobéelbarrotede laventanayviqueestabaperfectamenteasegurado.Elhechodequeaquellascriaturasnofueranenrealidadmásquemonstruossalvajes, simplesparodiasgrotescasde laespeciehumana,meproducíaunavagaincertidumbreconrespectoaloqueseríancapacesdehacer,muchopeorque cualquier terrordefinido.Alguien llamóa lapuertayoí el empalagosoacentodeM’ling.Memetíenelbolsillounodelosrevólveresy,sinquitarlamanodeél,abrílapuerta.

—Buenos días, señor —dijo, trayendo, además del acostumbradodesayunoabasedeverduras,unconejomalguisado.Montgomeryapareciótrasél.Captóde inmediatoconsumirada laposicióndemibrazoyesbozóunadébilsonrisa.

Elpumadescansabaaqueldíaenesperadequecicatrizaransusheridas,peroMoreau,decostumbressingularmentesolitarias,noseunióanosotros.HabléconMontgomeryparaaclararmisideassobreelmododevidadelosSalvajes.Sobre todo,deseaba sabercómo impedíanqueaquellosmonstruosinhumanoscayeransobreMoreauyMontgomery,osedestrozaranlosunosalosotros.

Me explicó que la relativa seguridad de Moreau y suya residía en lalimitadacapacidad intelectualdeaquellosmonstruos.Apesardesu relativainteligencia creciente y de la tendencia a la reaparición de sus instintosanimales, Moreau había implantado en sus mentes ciertas ideas fijas quelimitabanporcompletosuimaginación.Enrealidad,estabanhipnotizados,leshabíaninculcadoqueciertascosassonimposiblesyotrasestabanprohibidas,yestasprohibicionesestabanimplícitasensusmentes,anulandotodointentodedesobedienciaolitigio.

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Noobstante, algunas cuestiones en lasqueel antiguo instinto animal sealzaba contra los intereses deMoreau, se hallaban en una situaciónmenosestable.Unaseriedenormasa lasque llamaban laLey (yqueyo leshabíaoído recitar) luchaba en sus mentes contra el anhelo, siempre rebelde yprofundamentearraigado,desunaturalezaanimal.TantoMontgomerycomoMoreaumostrabanunespecialinterésenimpedirlesqueconocieranelsaborde la sangre. Temían las inevitables consecuencias que dicho sabor podíaprovocar.

Montgomery me explicó que la Ley, especialmente entre los Salvajesfelinos, sedebilitaba curiosamente al anochecer, yque, en esemomento, elanimalcobrabamayorfuerza.Elcrepúsculodespertabaenelloselespíritudeaventurayentonces se atrevíanahacer cosasquedurante eldíani siquierahabríansoñado.EsoexplicabaporquéelHombreLeopardomehabíaestadoacechando la noche de mi llegada. Pero durante los primeros días de miestanciaenlaislasólohabíanquebrantadolaLeyaescondidasydespuésdelanochecer;duranteeldía,elambientegeneraleraderespetoasusmúltiplesprohibiciones.

Y éste es quizá el momento de contar unos cuantos hechos generalessobrelaislaylosMonstruos.Laisla,decontornoirregular,queseelevabaapoca altura sobre el ancho y vasto mar, tenía una superficie total de unosveinte kilómetros cuadrados. Era de origen volcánico y estaba bordeada entresdesusladosporarrecifesdecoral.Algunasfumarolashaciaelnorteyunmanantialdeaguacalienteeranlosúnicosvestigiosdelasfuerzasquetiempoatrás la habían originado. De cuando en cuando se dejaba notar un ligerotemblordetierra,yaveceslalíneaascendentedelaespiraldehumoseveíaacrecentada por bocanadas de vapor. Pero eso era todo.La población de laisla, según me informó Montgomery, ascendía a poco más de sesenta deaquellas extrañascreacionesdeMoreau, sincontar con lasmonstruosidadesmenoresquevivíanentrelamalezaycarecíandeformahumana.

En total había creado casi cientoveintemonstruos, peromuchoshabíanmuerto,yotros,comoaquellacosaretorcidaysinpiernasdelaquemehabíahablado,habíanencontradounamuerteviolenta.Enrespuestaamipregunta,Montgomery dijo que efectivamente tenían descendencia, pero que, por logeneral, los hijos morían. No había ninguna prueba de que heredasen lascaracterísticas humanas adquiridas por sus progenitores. Cuando vivían,Moreauselosllevabaygrababaenelloslaformahumana.Losmachoseranmásnumerososquelashembrasyéstassehallabanexpuestasaunaconstantepersecuciónfurtiva,apesardequelaLeyordenabalamonogamia.

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Me resulta imposible describir a los Salvajes con detalle —no estoyacostumbradoafijarmeenlosdetalles—ypordesgracianosédibujar.Quizálo quemásme llamaba la atención en ellos era la desproporción entre laspiernasdeestascriaturasylalongituddesustroncos,yaunasí—tanrelativaesnuestraideadelagracia—acabéacostumbrándomeasusformas,einclusolleguéapensarquemislargosmusloserandesgarbados.

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Otra característica era la posición de la cabeza, echada hacia adelante, y latorpeeinhumanacurvaturadesuespinadorsal.NisiquieraelHombreMonotenía ese hundimiento en la parte inferior de la espalda que tanta graciaconfierealafigurahumana.Casitodoseranmuycargadosdehombrosysuscortosantebrazoscolgabanlánguidamenteaamboslados.Algunoseranmuypeludos,almenoshastaelfinaldemiestanciaenlaisla.

Otrorasgoevidentededeformidadseencontrabaensuscaras,casitodasprognatas, con malformaciones en las orejas, con la nariz grande yprominente,elpelomuyabundanteoerizadoylosojosdeuncolorextrañoomalcolocados.Ningunodeellospodíareír,aunqueelHombreMonoemitíaunaespeciedechillido,comounarisaahogada.Apartedeestascaracterísticasgenerales, su cabeza poco tenían en común; cada una conservaba lascualidadespropiasdesuespecie:elsellohumanodeformabaal leopardo,elbuey,el cerdoocualquierotroanimalempleadoparamodelara lacriatura,pero no lograba disimularlo. También sus voces eran extremadamentevariadas. Todos tenían las manos malformadas, y si bien algunas mesorprendieron por su inesperada apariencia humana, a casi todas les faltabaalgúndedo,eranimperfectasenlasuñasycarecíandecualquiersensibilidadtáctil.

Las más formidables de estas criaturas eran el Hombre Leopardo y unmonstruomezcladehienaycerdo.Demayortamañoeranlostrestorosquearrastraronelbotehasta laplaya.LuegoveníaelHombredePeloPlateado,que era además el Recitador de la Ley, M’ling, y una mezcla de mono ycabra, parecida a un sátiro.Había tresHombresCerdo y unaMujerCerdo,una criaturaYegua-Rinoceronte y otras hembras cuyos orígenes no lograbadescifrar. Había también algunos Lobos, un Oso-Toro y un Hombre SanBernardo.YahedescritoalHombreMono.

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Yhabía además una vieja particularmente odiosa (ymaloliente),mezcla dezorroyosa,quemerepugnódesdeelprimermomento.Alparecer,eramuydevotadelaLey.Habíaotrascriaturasdemenortamaño:algunoscachorrosmoteadosymipequeñoPerezoso.¡Peroyaessuficiente!

Al principio, las bestias me horrorizaban y sentía con demasiadaintensidad que seguían siendo animales, pero inconscientemente me fuiacostumbrando a su presencia.Además, la actitud deMontgomery tambiéninfluyó en mí. Había pasado tanto tiempo con ellos que había llegado aconsiderarlos casi como a seres humanos normales. Sus días deLondres leparecíanyaunpasadoimposibleyglorioso.SólounavezalañoibaaÁfricapara negociar con el agente de Moreau, tratante de animales. Apenas serelacionabaconlagenteenaquelpueblecitomarinerodemestizosespañoles.Segúnmedijo,loshombresdelbarcoleparecieronalprincipiotanextrañoscomoamílosMonstruos—depiernasanormalmentelargas,derostroschatosyfrenteenexcesoprominentes—,ademásderecelosos,peligrososydemalossentimientos.Dehecho,loshombresnolegustaban.Amímehabíatomadosimpatía,pensaba,porquemehabíasalvadolavida.

Entonces llegué a pensar queMontgomery sentía un secreto afecto poralgunas de aquellas bestias, cierta depravada atracción por algunas de suscostumbresqueenunprincipiohabíaintentadodisimularantemí.

M’ling,elcriadodeMontgomery,elprimerodelosSalvajesalquehabíaconocido,novivíaconlosdemásalotroladodelaisla,sinoenunapequeñaperreradetrásdelrecinto.LacriaturanoerantaninteligentecomoelHombreMono, pero mucho más dócil, y era, de todas las bestias, la que tenía unaspectomáshumano; además,Montgomery lehabía enseñadoapreparar lacomidayarealizar las tareasdomésticashabituales.Erauncomplejo trofeodelaterriblehabilidaddeMoreau—unosomezcladoconperroybuey—yunadesusmáselaboradascreaciones.M’lingprofesabaunaextrañaternuraydevociónhaciaMontgomery,quienaveces reparabaenél, lo acariciaba, lollamabamedioenbroma,yélseponíaadarbrincos, llenodealegría;otrasveces,encambio,lomaltrataba—sobretodocuandohabíabebidowhisky—,le daba patadas y le tiraba piedras o tizones encendidos. Pero, ya lo tratarabienomal,nohabíanadaparaélcomoestarcercadesuamo.

YahedichoquelleguéaacostumbrarmealosSalvajes,ymilcosasqueenunprincipiomeparecieronantinaturalesyrepulsivasprontomeresultaronnaturalesyordinarias.Supongoquetodoenestavidacobraelmatizdelcolorpredominante en su entorno: Montgomery y Moreau eran individuosdemasiado peculiares para que yo pudiera mantener mis convicciones

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generalessobreelgénerohumano.Cuandoveíaaunadelastorpescriaturasbovinas que arrastraban la lancha pisoteando la maleza, me preguntaba,haciendo grandes esfuerzos por recordar, en qué difería de un patáncualquieradevueltaacasatrassujornadadetrabajo;ocuandomeencontrabacon laOsa-Zorra, de rostro astuto e ingenio curiosamente humano, tenía lasensacióndehaberlavistoantesenalgúncallejóndelaciudad.

No obstante, de vez en cuando la bestia se manifestaba con toda sucrudeza.Unhombremuyfeo,unjorobadoatodaslucessalvaje,agazapadoenlaaberturadeunadelasguaridas,estirabalosbrazosaltiempoquebostezaba,revelandounosincisivosafiladoscomotijerasyunoscaninosbrillantescomoespadasyaceradoscomopuñales.Aveces,cuandoenunestrechosenderomecruzabaconuna figura femeninavestidadeblancoyun súbito arranquedevalormepermitíamirarlaalosojos,descubría,contremendarepulsión,quesuspupilaseranachinadas,y;albajarlamirada,apreciabalauñaenformadegarra con que sujetaba su informe envoltura. Hay algo muy curioso, porcierto,quenosoycapazdeexplicar,yesque,durantelosprimerosdíasdemiestancia, estas extrañas criaturas —me refiero a las hembras— eraninstintivamente conscientes de su repulsiva fealdad, y en consecuenciamostrabanunapreocupaciónmásquehumanaporeldecoroenelvestir.

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Capítulo16

DecómolosSalvajesprobaronlasangre

Peromiexperienciacomoescritormetraicionayestoyperdiendoelhilodelahistoria.DespuésdedesayunarconMontgomery,loacompañéadarunpaseo por la isla para ver la fumarola y las fuentes termales, en cuyashirvientesaguashabíacaídoporsorpresaeldíaanterior.Losdosllevábamoslátigos y revólveres cargados. Al cruzar una frondosa jungla camino de lafumarola,oímoselchillidodeunconejo.Nosdetuvimosaescuchar,peronooímosnadamás,demodoquecontinuamoslamarcha.Montgomeryllamómiatención sobre ciertos animalillos rosados de largas patas traseras quebrincaban por entre la maleza. Me explicó que aquellas criaturas estabanhechasapartirdeladescendenciadelosMonstruoscreadosporMoreauconlaintencióndequesirvierandealimento,perociertohábitoconejildedevorarasuscríasdesbaratólosplanesdeldoctor.Yoyahabíatropezadoconalgunasdeestascriaturas:unavezcuandohuíadelHombreLeopardo,alaluzdelaluna,yotravezeldíaanterior,mientrasMoreaumeperseguía.Casualmente,unodeellos,al tratardeevitarnos,cayóporazarenunagujerodeunárbolarrancadoporelviento.Logramosatraparloantesdequepudierasalirdeallí.Escarbaba como un gato, arañando y pataleando fuertemente con sus patastraseras,yhastaintentómordernos,perosusdienteserandemasiadodébilesynodolíanmásqueunsimplepellizco.Meparecióunpreciosoanimalillo,ycomoMontgomerymeexplicóque jamásdestrozabaelcéspedexcavandoyerade costumbresmuy limpias, penséquepodría resultarunbuen sustitutodelconejocomúnparalosparquesyjardinesparticulares.

Duranteelcaminovimoseltroncodeunárbol,completamenteastilladoycortadoentiraslargas.Montgomeryllamómiatenciónalrespecto.

—No arañarás laCorteza de losArboles; esa es la Ley—dijo—.Mirecómolarespetanalgunos.

Creo que, poco después, nos encontramos con el Sátiro y el HombreMono.ElSátiroeraundestellodememoriaclásicaporpartedeMoreau.Sucara tenía la expresión de una oveja, su voz parecía un ronco balido y sus

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extremidades inferiores eran casi satánicas. Pasó junto a nosotrosmordisqueandounacáscaradefruta.LosdossaludaronaMontgomery.

—¡HolaalOtroHombredellátigo!—dijeron.—Ahora somos tres con látigo, de modo que andaos con cuidado —

respondióMontgomery.—¿Él no es fabricado?—preguntó el HombreMono—. Él dijo que lo

habíanfabricado.ElSátiromemiróconcuriosidad.—ElTerceroconlátigo,elquesemete llorandoenelmar, tiene lacara

pálidaydelgada.—Tambiéntieneunlátigolargoydelgado—dijoMontgomery.—Ayerllorabaysangraba—insistióelSátiro.—Túnuncasangrasnilloras.Elmaestronosangranillora.—¡Malditopordiosero!—exclamóMontgomery—.Tútambiénsangrarás

yllorarássinotienescuidado.—Tiene cinco dedos; es un hombre de cinco dedos, como yo—dijo el

HombreMono.—Vamos,Prendick—dijoMontgomery,cogiéndomedelbrazo.El Sátiro y el Hombre Mono se quedaron observándonos y haciendo

comentariosenvozbaja.—Nodicenada—dijoelSátiro—.LosHombrestienenvoz.—Ayermepreguntódóndehabíacomida—respondióelHombreMono

—.Nolosabía.LuegocontinuaronhablandoenvozmuybajayoíqueelSátirose reía.

Deregresoencontramosunconejomuerto.Elcuerpoensangrentadodelpobreanimalestabahechopedazosynohabíadudadequealguienlehabíaroídoelespinazo.Montgomerysedetuvo.

—¡Diosmío!—exclamó, recogiendo algunas de las trituradas vértebrasparaexaminarlasmásdecerca—.¡Diosmío!¿Quésignificaesto?

—Quealgunosdesuscarnívoroshaestadorecordandoviejascostumbres—dije,trasunapausa—.Esteespinazohasidoroídoatodololargo.

Lomiróconel rostroblancocomoelpapel,haciendounamuecacon laboca.

—¡Estonomegusta!—dijodespacio.—Yoyavialgoparecidoeldíademillegada—dije.—¿Quédemoniosera?—Unconejoconlacabezaarrancadadecuajo.—¿Eldíadesullegada?

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—Eldía demi llegada.Entre losmatorrales que haydetrás del recinto.Cuando vine hasta aquí al atardecer. Tenía la cabeza completamentearrancada.

Montgomerylanzóunlargoydébilsilbido.—Yesmás,creoqueséquiénlohizo.Essólounasospecha,peroantes

deencontraralconejoviaunodelosmonstruosbebiendoenelarroyo.—¿Sorbiendoelaguaconloslabios?

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—Sí.—No sorberás el Agua; esa es la Ley. La mayoría de los Monstruos

respetalaLeycuandoMoreaunoandaporahí,¿eh?—Fueelquemesiguió.—Por supuesto—asintióMontgomery—; eso es justo lo que hacen los

carnívoros.Despuésdematar, beben.Es el saborde la sangre.Pero ¿cómoera?¿Podríareconocerlo?

Echó un vistazo a nuestro alrededor, a horcajadas sobre los sangrientosdespojosdelconejo, recorriendocon lamirada las sombrasdel follajey losesconditesdelaselvaquenosrodeaban.

—Elsabordelasangre—repitió.Sacó su revólver, examinó los cartuchos y lo cargó. Luego comenzó a

tirarsedellabioinferior.—Creoquepodríareconocerlo.Lodejésinsentido.Seguroquetieneuna

buenaheridaenlafrente.—Pero tenemos que demostrar que fue él quienmató al conejo—dijo

Montgomery—.¡Ojalánuncaloshubieratraídoaquí!Yohubieracontinuadomicamino,peroélsequedóallí, rompiéndosela

cabeza con aquel asunto del conejomutilado.Yome alejé para no ver losrestosdelconejo.

—¡Vamos!—dije.Entoncesparecióreaccionaryvinohaciamí.—¿Sabe?Todosellosparecentenerunaespeciedefijaciónyseniegana

comer nada que corretee por la tierra. Si alguna de esas bestias ha llegadoaccidentalmenteaprobarlasangre…—dijo,casienunsusurro.

Seguimoscaminandoensilencio.—Mepreguntoquépuedehaberpasado—murmuróparasí.Yluego,trasunapausa,añadió:—El otro día hice una tontería. Le enseñé a mi criado a despellejar y

cocinar un conejo. Es extraño… lo vi chupándose los dedos… En ningúnmomentosemeocurrióque…Debemosponerfinaesto.TengoquedecírseloaMoreau.

Durante el camino de vuelta no pensó en otra cosa.Moreau se tomó elasuntoaúnmásenserioqueMontgomeryyhuelgadecirquemecontagiaronsupreocupación.

—Tenemos que darles un castigo ejemplar —dijo Moreau—. Estoyseguro de que el culpable es el Hombre Leopardo. Pero ¿cómo podríamosprobarlo?Megustaríaquehubiese sidocapazdecontrolar suaficiónpor la

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carne,Montgomery;deserasíno tendríamosestasalarmantesnoticias.Nospodemosmeterenunbuenlío.

—Hesidounestúpido—admitióMontgomery—.Peroyaestáhecho.Yrecuerdequeustedmelopermitió.

—Hay que hacer algo rápidamente —dijo Moreau—. Supongo que, sialgoocurriera,M’lingsabrácuidardesímismo.

—NoestoytansegurodeM’ling—dijoMontgomery—;creoquedeberíaconocerlo.

Porlatarde,Moreau,Montgomery,M’lingyyofuimoshastalascabañasdel barranco.Los tres hombres íbamos armados.M’ling llevaba la pequeñahacha con que cortaba la leña y unos rollos de alambre.Moreau llevaba alhombrounaenormeastadetoro.

—AhoraveráustedunareunióndeMonstruos—dijoMontgomery—.Esalgomaravilloso.

Moreau no pronunció una sola palabra durante todo el camino, pero surostro,demarcadasfacciones,denotabaunaprofundapreocupación.

Cruzamos el barranco por el que humeaba el arroyo de agua caliente yseguimos el tortuoso senderoquediscurría entre las cañas hasta un espacioclarocubiertodeunpolvoamarilloqueamímeparecióazufre.Porencimade una loma poblada de maleza asomaba la reluciente superficie del mar.Llegamos a una especie de anfiteatro natural de poca hondura y allí nosdetuvimos. EntoncesMoreau sopló con el cuerno, rompiendo la soporíferaquietud de la tarde tropical. Debía de tener buenos pulmones, porque elsonidodelcuernocrecióycreció,ampliadoporsusecos,hastaalcanzarunaintensidadcasiinsoportable.

—¡Ah!—dijoMoreau,dejandocaerelcurvadoinstrumento.Al instanteseescuchóuncrujidoprocedentede lasamarillentascañasy

ruidodevocesen la tupida junglaquemarcabael límitedelpantanoporelqueyohabíacorridoeldíaanterior.Luego,entresocuatropuntosdelazonasulfurosa aparecieron las grotescas siluetas de los Monstruos que corríanhacianosotros.Nopudeevitarunestremecimientoalverlossalirdeentrelosárboles o las cañas, uno detrás de otro, y caminar sobre el polvo calientearrastrandolospies.PeroMoreauyMontgomeryparecíantranquilosyyonotuvemásremedioquequedarmeconellos.ElprimeroenllegarfueelSátiro.Suaspecto era totalmente irreal, apesarde la sombraqueproyectabaydelpolvo que levantaba con sus pezuñas; tras él salió de las cañas un brutomonstruoso,mezcladecaballoyrinocerontequemordisqueabaunapaja;actoseguido apareció laMujer Cerdo y dosMujeres Lobo; luego laOsa-Zorra,

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con los ojos enrojecidos y el rostro afilado y rojizo, y después todos losdemás, corriendo apresuradamente. Según llegaban, se inclinaban anteMoreauycantabanfragmentosdelasegundamitaddelaLey,sinprestarselamenoratenciónlosunosalosotros.

—Suya es la Mano que hiere; Suya es la Mano que sana —y asísucesivamente.

Se detuvieron a unos veinticinco metros y, postrados sobre rodillas ycodos,comenzaronaesparcirelpolvoblancosobressuscabezas.Tratendeimaginar laescena.Treshombresvestidosdeazul—conuncriadodeformederostronegro—depieenmitaddeunapolvorientaexplanadailuminadaporel sol bajo el ardiente cielo azul, rodeados por un tropel de Monstruosacuclilladosquenoparabandegesticular.Algunoserancasihumanos,salvoporsuexpresiónysusgestos;otrosparecíantullidosyloshabíaterriblementedeformes, sólo comparables a los personajes de nuestros más absurdossueños.Ymásallá,lasfinaslíneasdelcañizalaunlado,unadensamarañadepalmeras que nos separaba del barranco y las cabañas al otro, y el confusohorizontedelPacíficoalnorte.

—Sesentaydos,sesentaytres—contóMoreau.—Haycuatromás.—NoveoalHombreLeopardo—dije.Moreauvolvióasoplarsucuernoy,aloírlo,losSalvajesseretorcierony

revolcaronporelpolvo.Entonces,elHombreLeopardosaliódelcañizalcasiarrastrándoseporel sueloe intentó sumarseal círculodeMonstruosque serevolcaban en el polvo a espaldas deMoreau.Y entonces vi que tenía unaherida en la frente. El último en llegar fue el pequeñoHombreMono. Losprimeros,acaloradosycansadosderevolcarse,lomiraronconrecelo.

—¡Basta!—dijo Moreau con voz potente y firme, y los Monstruos sesentaronsobresustraseros,poniendofinasuceremonial.

—¿DóndeestáelRecitadordelaLey?—preguntóMoreau,yelMonstruodepelogrisseinclinóhastatocarconlacabezaenelsuelo.

—Pronuncia laLey—ordenóMoreau,yal instante toda laasambleadeMonstruosarrodillados,balanceándosehacialosladosyesparciendoelazufreapuñados(unmontónconlamanoderechayotroconlaizquierda),comenzódenuevoaentonarsuextrañaletanía.

Cuando llegaron a la frase: «No comerás Carne ni Pescado; esa es laLey»,Moreaulevantósumanoblancaydelgada.

—¡Alto!—gritó,ytodosquedaronenabsolutosilencio.

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Creo que todos sabían y temían lo que iba a ocurrir. Contemplé losextrañossemblantesquemerodeaban,yaladvertirsusmuecasdedoloryeltemor en sus ojos brillantesme pregunté cómo había podido pensar algunavezquefuesenhombres.

—HabéisquebrantadolaLey—sentencióMoreau.—Nohayescapatoria—respondióelhombrepeludoysinrostro.—Nohayescapatoria—repitióelcírculodeMonstruos.—¿Quién ha sido? —gritó Moreau, mirándolos a la cara y haciendo

restallarellátigo.MeparecióqueElCerdoHienaestabaasustado,ylomismoleocurríaal

HombreLeopardo.MoreausedetuvofrenteaélyelMonstruosepostróanteél,movidoporelrecuerdoyeltemordeltormentoinfinito.

—¿Quiénhasido?—repitióMoreauconvozatronadora.—MalignoesquieninfringelaLey—cantóelRecitador.Moreau miró al Hombre Leopardo a los ojos, penetrando hasta su

mismísimaalma.—Quien infringe la Ley…—empezóMoreau, apartando los ojos de su

víctima y volviéndose hacia nosotros.Me pareció advertir en su voz ciertoregocijo.

—…VuelvealaCasadelDolor—aclamarontodos—;vuelvealaCasadelDolor,¡ohMaestro!

—VuelvealaCasadelDolor,vuelvealaCasadelDolor—murmuróelHombreMono,comosiaquellaidealeresultaraagradable.

—¿Oyes?—exclamóMoreau,volviéndosehaciaelcriminal.ElHombreLeopardo, liberadode lamiradadeMoreau, se incorporóy,

con los ojos inflamados y sus enormes colmillos felinos brillando bajo loslabiosfruncidos,selanzósobresutorturador.Estoyconvencidodequesólola locura producida por un terror insoportable pudo haber propiciado esteataque.ElcírculodesesentaMonstruosparecióalzarseanuestroalrededor.Saquémirevólver.Lasdosfiguraschocaron.ViretrocederaMoreau,quesetambaleaba tras su encontronazo con el Hombre Leopardo. Un enfurecidogriteríoestallópor todaspartes.Todoelmundocorríadeun ladoparaotro.Porunmomentopenséquesetratabadeunarevueltageneral.

El rostro enfurecido del Hombre Leopardo pasó un instante a mi lado,mirándomecon ira; trasélaparecióM’ling.Vi losojosamarillosdelCerdoHienabrillantesdeemoción.Parecíamediodispuestoaatacarme.TambiénelSátiromeobservabaporencimadelosencorvadoshombrosdelCerdoHiena.OíladetonacióndelapistoladeMoreauyvielfogonazorosadeldisparoen

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mediodeltumulto.Lamultitudparecióinclinarseenladireccióndeldestellodelfuegoytambiényomevienvueltoenelmagnetismodelmovimiento.Unsegundodespuéscorríaentrelamasavociferante,enposdelhuidizoHombreLeopardo.

Eso es todo lo que puedo decir con precisión. Vi al Hombre LeopardogolpeandoaMoreau,yluegotodoempezóadarvueltasamialrededoryechéacorrerprecipitadamentesinsabercómo.

M’lingibaencabeza,muycercadelfugitivo.Trasél,conlalenguafuera,corríalaMujerLoboagrandeszancadas,seguidadeungrupodeCerdos,quechillaban con gran alboroto, y los dos Hombres Toro con sus vendajesblancos.AcontinuaciónveníaMoreau,revólverenmanoyconsulaciopeloblanco ondeando al viento, entre un grupo de Monstruos. El Cerdo Hienacorría junto a mí, al mismo paso, y me miraba furtivamente con sus ojosfelinos.Losdemásveníandetrás,corriendoygritando.

El Hombre Leopardo se abría camino por entre las largas cañas quevolvíanacerrarsetrasél,golpeandoaM’lingenlacara.

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Al llegar al cañizal, los de retaguardia nos encontramos con una sendapisoteada. La persecución discurrió a través de las cañas durante casitrescientosmetrosyluegocontinuóporunespesobosquecilloquedificultabaenormemente nuestros movimientos. Lo atravesamos juntos, arrollándolotodo;lasfrondasnosgolpeabanenlacara,lasenredaderasnosenganchabanporelcuellooporlostobillosylasplantasllenasdeespinassenosclavabanenlacarneynosrompíanlaropa.

—Poraquíhapasadoacuatropatas—jadeóMoreau,queeneseinstantemeadelantaba.

—No hay escapatoria—dijo el Lobo Oso, riéndose enmi propia cara,exaltadoporlacaza.

Volvimos a correr, ahora entre las rocas, y divisamos a nuestra presadelantedenosotros,queavanzabaacuatropatasynosgruñíaporencimadelhombro.LosLobosaullabanconentusiasmo.Lacriaturaaúnibavestida,yenla distancia su rostro aún parecía humano, aunque sus movimientos eranfelinos y el encorvamiento de sus hombros era claramente el de un animalacechado. Saltó sobre unos matorrales espinosos de flores amarillas y loperdimosdevista.M’lingestabayaamitaddecaminodeaquelpunto.

La mayoría de nosotros habíamos perdido para entonces el ímpetu delprincipioyavanzábamosaunritmomássosegado.Alcruzarunclaroviquela columna de perseguidores se había convertido en una hilera. El CerdoHiena seguía corriendo muy cerca de mí, sin dejar de observarme yfrunciendoelhocicoconrisagruñona.

Al llegar al límite de las rocas y darse cuenta de que iba directamentehaciaelpromontorioporelquemehabíaacechadolanochedemillegada,elHombre Leopardo dio media vuelta y se perdió entre la maleza. PeroMontgomeryhabíavistolamaniobrayselanzóenlamismadirección.

Así, tropezando con las rocas, pinchándome con las zarzas, sorteandomatorralesycañas,fuecomoayudéenlapersecucióndelHombreLeopardo,conelCerdoHienacorriendoamiladoyriendocomounsalvaje.Avanzabahaciendo eses, la cabeza me daba vueltas y el corazón me latía a todavelocidad. Estaba completamente agotado y, sin embargo, no me atrevía aperder de vista al grupo por temor a quedarme a solas con tan horriblecompañero.Yseguíadelante,apesardelcalorsofocantedelatardetropicalydeltremendocansancioquemeinvadía.

Finalmente,elfurordelacazadecreció.Habíamosacorraladoalabestiasenunrincóndelaisla.Moreau,látigoenmano,noshizoformarenfila.Estavez avanzábamos despacio, intercambiando gritos y cerrando el círculo en

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torno a nuestra víctima. El Hombre Leopardo nos acechaba, silencioso einvisible, entre los mismos arbustos por los que yo había huido duranteaquellapersecuciónnocturna.

—¡Tranquilo!¡Tranquilo!—gritóMoreaumientraslosúltimosdelafilarodeabanlosarbustos,cercandodefinitivamentealabestia.

—¡Cuidado!—llególavozdeMontgomerydesdedetrásdeunsoto.Yo estaba en la pendiente, más arriba de los arbustos. Montgomery y

Moreaudabanunabatidaporlaplaya.Nosintrodujimosmuydespacioentrelacaladaredderamasyhojas.Nuestrapresanohacíaelmenorruido.

—¡VolverásalaCasadelDolor,laCasadelDolor,laCasadelDolor!—gritóelHombreMonoaunosveintemetrosamiderecha.

Aloíraquelloleperdonéalpobremiserabletodoeltemorquemehabíainspirado.

Amiderecha, juntoa lasenormeshuellasdelosCaballosRinocerontes,oíuncrujirderamasyelsilbidodelashojasalserapartadas.Luego,atravésde la masa verde, divisé en la penumbra de la selva a la criatura queestábamos acechando.Me detuve. La bestia estaba agazapada en el menorespacioposibleymemiródereojoconsusbrillantesojosverdes.

Puedeparecercontradictorio—dehecho,nopuedoexplicarlo—,peroalverloenaquellaactitudabsolutamenteanimal,conaquelbrilloenlosojosysu imperfecto rostro humano deformado por el terror, volví a considerarlocomoaunigual.Uninstantedespués,otrodesusperseguidoreslodescubriríay capturaría para ser de nuevo sometido a las terribles torturas del recinto.Bruscamente,saquémirevólver,apuntéentresusojosaterrorizadosydisparé.

Alverlo,elCerdoHienaselanzósobreélemitiendountremendoalaridoy, con gran avidez, le hincó los dientes en el cuello. La maleza silbaba ycrujíaamialrededoralpasoprecipitadodelosMonstruos.

—¡Nolomate,Prendick!—gritóMoreau—.¡Nolomate!Vi su silueta encorvada abriéndose paso entre las frondas de grandes

helechos.GolpeóalCerdoHienaconlaempuñaduradesulátigomientrasélyMontgomeryluchabanpormantenerlejosdelcuerpoaúntemblorosodelabestia a la multitud de exaltados carnívoros y, en particular, a M’ling. ElMonstruodePeloGrisseacercóaolfatearelcadáver.Ensuardoranimal,lasdemáscriaturasseagolpabanparaverelespectáculomásdecerca.

—¡Malditosea,Prendick!—exclamóMoreau—.Loqueríavivo.—Losiento—dijeyo,aunquenolosentíaenabsoluto—.Fueunimpulso

momentáneo.

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Mesentíaagotadoporelesfuerzoylaemoción.DimediavueltaymeabrípasoentrelamultituddeSalvajes,caminandopendientearribahacialapartemáselevadadelpromontorio.OíqueMoreauordenabaa losTresHombresToroquearrastraranalavíctimahastaelmar.

En aquel momento podía estar a solas. Los Monstruos mostraban unacuriosidad totalmente humana por el cadáver y lo seguían en tropel,husmeando y gruñendo,mientras losHombres Toro lo arrastraban hasta laplaya. Llegué hasta el promontorio y desde allí observé las siluetas de losHombres Toro, que se perfilaban oscuras contra el cielo del atardecer,transportandoelpesadocuerpohastaelmar,yentonces,comounrelámpagoquecruzaramimente,semeocurriópensarenlaabsolutainutilidaddetodoloquesucedíaenaquellaisla.

En la playa, entre las rocas que había a mi lado, el HombreMono, elCerdoHienayalgunosotrosSalvajesformabanuncírculoentornoaMoreauyMontgomery.Continuabantodosmuynerviososyaúnmanifestabanavocessu lealtad a la Ley. Yo tenía la certeza de que el Cerdo Hiena estabaimplicadoenlamuertedelconejo,ylleguéalextrañoconvencimientodeque,almargendesu torpeactitudy logrotescodesus formas, teníaantemí,enaquelprecisomomento,elperfectoequilibriodelavidahumanaenminiatura,la perfecta interacción de instinto, razón y destino en su más simpleexpresión. Al Hombre Leopardo le había tocado perder. Ésa era toda ladiferencia.

¡Pobresbestias!EmpezabaacomprenderelaspectomásvildelacrueldaddeMoreau.Hastaentoncesnohabíapensadoeneldolorylasdificultadesqueaguardabanaestaspobresvíctimasunavezquehabíanpasadoporlasmanosde Moreau. Me estremecía con sólo pensar en los días de tormento en elrecinto.Y, sin embargo, aquellome pareció entonces lomenos importante.Antes, todosaquellosMonstruoshabíansidobestias,contodossus instintosperfectamenteadaptadosasuentorno,yeranfelicescomocualquierservivo.Ahorahabíantopadoconlosgrilletesdelahumanidadyvivíanenconstantetemor,atormentadosporunaLeyquenoacertabanacomprender.Suremedode existencia humana comenzaba con una terrible agonía y continuaba conuna larga lucha interior, un constante temor deMoreau.Y todo ¿para qué?Eraprecisamentelacrueldaddetodoelloloquemeexaltaba.

De haber tenidoMoreau un fin comprensible, podría haber simpatizadoconél,cuandomenosunpoco.Nosoytanescrupulosoconrespectoaldolor.Inclusopodríahaberloperdonado.PeroMoreauparecíatanirresponsable,tanprofundamente irreflexivo… Su curiosidad, sus insensatas e inútiles

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investigacionesloempujabanacontinuarniélmismosabíadónde,yaquellascosas eran arrojadas a la vida, por espacio de uno o dos años para luchar,equivocarsey sufrir,y, finalmente,morir condolor.Aquellas criaturas eranintrínsecamente perversas; su viejo odio animal los incitaba a molestarsemutuamente,ylaLeylosprotegíadelaencarnizadabatallaquedierafinasunaturalanimadversión.

En aquellos días, mi temor a los Monstruos se transformó en temor aMoreau.Caíenunestadomórbido,intensoyduradero,distintodeltemor,quehadejadoenmimenteunahuellaindeleble.Deboconfesarqueeldoloryelcaosdeaquellaislamehicieronperderlafeenlacorduradelmundo.

Un destino ciego, un mecanismo inmenso y despiadado, parecíaconfigurarlaestructuradelaexistencia.Yyomismo,Moreau(porsupasióncientífica), Montgomery (por su pasión etílica) y los Monstruos, con susinstintosylimitacionesmentales,nosvimostodosabrumadosyatormentados,implacablemente, inexorablemente envueltos en la infinita dificultad de susruedasincesantes.Sinembargo,estasituaciónnosobrevinoderepente…Dehecho,creoquemeanticipounpocoalhablardeelloahora.

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Capítulo17

Unacatástrofe

Transcurridasapenasseissemanas,habíaperdidotodosentimiento,salvoeldeaversiónyodiohacialosinfamesexperimentosdeMoreau.Nopensabamás que en alejarme de aquellas horribles caricaturas de la imagen de miHacedoryvolveralsanoyagradabletratoconloshombres.Missemejantes,delosquemeencontrabaapartado,comenzaronacobrarenmirecuerdounavirtud y una belleza idílicas. Mi conato de amistad con Montgomery noprosperó.Suprolongado aislamiento, su alcoholismoy la evidente simpatíaque profesaba a los Salvajes lo echaron todo a perder. En varias ocasionesdejéquefuerasoloconellos.Yohacíatodoloposibleparaevitarelcontactoconlasbestias.

Pasaba cada vez más tiempo en la playa, en espera de algún navíolibertador que nunca aparecía, hasta que un día una terrible desgracia, quemodificaríaporcompletomiextrañoentorno,cayósobrenosotros.

Habían transcurrido siete u ocho semanas desde mi llegada —o quizámás, puesto que no me había molestado en llevar la cuenta— cuandosobrevino la catástrofe. Ocurrió una mañana muy temprano, creo quealrededor de las seis. Me había levantado y había desayunado pronto,despertado por el ruido producido por tres Monstruos que transportabanmaderahastaelrecinto.

Despuésdeldesayunofuihastalaverjadelrecinto,queestabaabierta,yallímedetuveafumaruncigarrilloydisfrutardelfrescordelamañana.Alpocorato,Moreauaparecióporunaesquinaymesaludó.

Pasó a mi lado y le oí abrir la puerta detrás de mí y entrar en sulaboratorio. Tan acostumbrado estaba yo para entonces a los horrores dellugarque,sinelmenoratisbodeemoción,escuchécómoelpumainiciabaunnuevo día de tortura. La víctima recibió a su verdugo con un aullidoenfurecido.

Entoncessucedióalgoinesperado.Todavíanosémuybienloquefue.Oíun grito a mis espaldas, un derrumbamiento, y al volverme vi un rostro

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espantoso que se abalanzaba sobre mí: no era humano ni animal, sinodiabólicoyoscuro,marcadodecicatricesrojasyconlosojosdesprovistosdepárpados inflamados. Levanté un brazo para detener el golpe, queme hizocaerdecabezayrompermeelbrazo,mientraselmonstruo,cubiertodevendasensangrentadas,saltabaporencimademíydesaparecía.

Caíarodandocuestaabajo,hacialaplaya;intentéincorporarmeyaterricésobre el brazo roto. Entonces aparecióMoreau, con su enorme cara blancaaúnmás terrible a causa de la sangre que brotaba de su frente. Llevaba unrevólverenlamano.Apenasmemiró,ysaliócorriendoprecipitadamentetraselpuma.

Meapoyésobreelotrobrazoymeincorporé.Lafiguravendadacorríaagrandessaltosporlaplaya,seguidadeMoreau.

Elpumavolviólacabeza,yalveraMoreaugiróbruscamenteysedirigióhacialamaleza.LeganabaterrenoacadapasoyseinternóenlosmatorralesmientrasMoreau,quecorríaendiagonalparadetenerlo,disparabayerrabaeltiro.Labestiadesapareció.Luego,tambiénMoreauseperdióentrelamaleza.

Empezóadolermeelbrazoy,lanzandoungemido,logréponermeenpie.Enesemomento,Montgomeryapareciópor lapuerta,vestidoyempuñandounrevólver.

—¡Diosmío,Prendick!—dijo sinadvertirqueyoestabaherido—. ¡Esabestia se ha escapado!Ha arrancado los grilletes de la pared. ¿Lo ha vistousted?—Entonces,alverquemeagarrabaeldoloridobrazoherido,preguntóbruscamente—:¿Quépasa?

—Estabaenlapuerta—respondí.Seacercóymecogióelbrazo.—Tiene sangre en la manga—dijo, subiendo la franela. Se guardó el

armaenelbolsillo,mepalpóelbrazoparacerciorarsedelospuntosdolorososymellevóacasa—.Tieneelbrazoroto.Dígamequéocurrióexactamente.

Con frases entrecortadas y jadeos de dolor, le conté lo que había visto,mientrasél,congranhabilidadyrapidez,mevendabaelbrazo.Melopusoencabestrillo,selevantóymemiró.

—Sepondrábien—dijo—.¿Yahora?Sequedópensativo.Luegosalióycerrólaspuertasdelrecinto.Estuvoun

ratoausente.Amímepreocupabasobretodomibrazo.Aquelincidentemeparecíauna

de tantascosas terribles.Mesentéen lahamacay,hedeadmitirlo,maldijeaquellaislacontodasmisfuerzas.

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CuandoMontgomeryregresó,lalevesensacióndedolorquealprincipioteníaenelbrazoseconvirtióenundolorinsoportable.

Montgomeryestabapálidoysulabioinferiorcolgabamásquenunca.—No consigo ver ni oír nada de él —dijo—. Puede que necesite mi

ayuda.Memiróconsusinexpresivosojosyluegoañadió:—Eraunanimalmuyfuerte.Arrancólosgrilletesdelapared.Sedirigióhacialaventana,luegohacialapuerta,yporfinsevolvióhacia

mí.—Iréotravezabuscarlo—dijo—.Puedodejarleotro revólver.Adecir

verdad,estoypreocupado.Fue a por el arma y la puso sobre lamesa. Luego salió, dejando en el

ambienteunacontagiosasensaciónde inquietud.Cuandosehubomarchadomelevanté,cogíelrevólverysalíalapuerta.

Reinaba una calma sepulcral. No corría ni gota de aire. El mar estabacomounespejo, el cielo completamentedespejadoy laplayavacía.Eneseestadosemiagitadoyfebrilenquemeencontraba,aquellacalmameresultabaopresiva.

Intenté silbar, pero la melodía se desvaneció en mis labios. Volví amaldecir,porsegundavezaquellamañana.Despuésfuihasta laesquinadelrecinto y miré tierra adentro, hacia los matorrales que se habían tragado aMoreauyMontgomery.¿Cuándovolverían?¿Ycómo?

En ese momento, muy lejos, apareció al otro extremo de la playa unpequeñoSalvajegrisquecorrióhasta laorillaycomenzóachapotearenelagua.Caminéhasta lapuerta, volví a la esquinay así comencéa ir yvenircomo un centinela de guardia. En una ocasión me detuvo la voz deMontgomery,quegritabaenladistancia:

—¡Moreau!Elbrazomedolíamenos,peromeardía.Teníafiebreysed.Misombrase

hacía cada vez más pequeña. Observé aquella figura distante hasta quedesapareciódemivista.

¿RegresaríanMoreauyMontgomery?Tresavesmarinassepeleabanporalgunapresahalladaenlaplaya.De pronto oí un disparo muy lejano que venía de detrás del recinto.

Luego,unlargosilencio,ydespuésotrodisparo.Acontinuaciónseoyóunaespecie de aullido más cerca y otro lúgubre silencio. Mi desafortunadaimaginación se puso a funcionar febrilmente para atormentarme. Despuéssonóotrodisparomuycercano.

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Sobresaltado, fui hasta la esquina y vi a Montgomery con el rostrocongestionado, el pelo alborotadoy el pantalóndesgarrado a la alturade larodilla.Surostrodenotabaunaprofundaconsternación.DetrásdeélveníasucriadoM’ling,conunasinquietantesmanchasparduscasalrededordelaboca.

—¿Havuelto?—preguntóMontgomery.—¿Moreau?—dijeyo—.No.—¡Dios mío!—estaba jadeando, casi sollozaba por falta de aliento—.

Vuelva adentro. Se han vuelto locos. Andan todos corriendo por ahí comolocos. ¿Qué puede haber pasado? No lo sé. Se lo diré cuando recupere elaliento.¿Dóndehayunpocodecoñac?

Entróenlahabitacióncojeandoysesentóenlahamaca.M’lingsetiróalsueloenelumbralde lapuertayempezóa jadearcomounperro.Trajeunpoco de coñac con agua para Montgomery. Estaba sentado con la miradaperdidaenel infinito, intentando recobrarelaliento.Alcabodeun ratomecontóloquehabíaocurrido.

Leshabíaseguidolapistaduranteunrato.Alprincipioerabastanteclara,pues la maleza estaba pisoteada y había jirones de las vendas del pumaenganchadasenlasramaseinclusoalgunasmanchasdesangreenlashojasdelos matorrales. Sin embargo, perdió el rastro en el pedregal, más allá delarroyodondeyohabíavistoalMonstruobebiendo,ycaminóhaciaeloeste,gritandoelnombredeMoreau.

LuegosehabíaencontradoconM’ling,quellevabaunhacha.M’lingnohabía visto nada. Estaba cortando leña cuando oyó aMontgomery gritar elnombre de Moreau. Continuaron gritando al unísono. Dos Salvajes seacercaron agazapados y los observaron desde la maleza, gesticulando yandandodeunmodoqueaMontgomeryleresultóalarmante.

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Montgomerylosllamóyelloshuyeroncomoquienhacometidounafechoría.Entoncesdejódegritary,trascaminarduranteunratosinrumbofijo,decidiófinalmentevisitarlascabañas.

El barranco estaba desierto. Cada vez más alarmado, volvió sobre suspasos.FueentoncescuandoseencontróconlosdosHombresCerdoalosqueyo había visto bailar la noche de mi llegada; tenían la boca manchada desangreyparecíanexcitadísimos.Veníanpisoteando loshelechosy, alver aMontgomery,sedetuvieronconfieraexpresión.

Montgomery hizo restallar su látigo y, al instante, las bestias seabalanzaronsobreél.Jamássehabíanatrevidoahaceralgosemejante.Aunolepegóuntiroenlacabeza,mientrasM’lingselanzabasobreelotroylosdosrodabanporelsuelo.

M’lingquedóatrapadodebajodelabestia,queestabaapuntodehincarlelos dientes en el cuello, cuandoMontgomery disparó contra ella. Le costótrabajoconvencerasucriadodequecontinuaseconél.

Luegohabíanregresadorápidamenteal recinto,dondeyolosaguardaba.Duranteelcamino,M’lingsehabíalanzadoprecipitadamenteaunmatorralyhabíasacadoaunHombreOcelotemuypequeño,tambiéncubiertodesangreaconsecuenciadeunaheridaqueteníaeneltalónylehacíacojear.Labestiacorrió un poco y luego se dirigió violentamente hacia la bahía. Entonces,Montgomery—creoqueconciertacrueldad—lohabíamatado.

—¿Quésignificatodoesto?—pregunté.Élsacudiólacabezayvolviódenuevoasucoñac.

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Capítulo18

ElhallazgodeMoreau

CuandoviqueMontgomerytomabauntercertragodecoñac,seloquitéparaevitarqueseemborrachara.Yaestabamásquemedioebrio.LedijequealgogravedebíadehaberlesucedidoaMoreau,puesdelocontrarioyahabríaregresado, y que era responsabilidad nuestra averiguarlo. Montgomery seopuso débilmente, pero terminó por aceptar. Comimos un poco y, luegopartimoslostres.

Tal vez fuera la tensión del momento, pero lo cierto es que aquellaincursiónen la tórridacalmade la tarde tropicalmehadejadounavivísimaimpresión.M’lingabríalamarchamoviendoinquietamentesuextrañacabezanegraaunoyotroladodelcamino.Ibadesarmado.Habíaperdidosuhachaenelencuentrocon losHombresCerdo.Llegadoelmomentode luchar, losdientesseríansusarmas.Montgomeryloseguíadandotraspiés,conlasmanosen losbolsillosyexpresiónabatida;estabaenfadadoconmigoporel asuntodelcoñac.Yollevabaelbrazoizquierdoencabestrillo—afortunadamenteeraelizquierdo—yempuñabaelrevólverconlamanoderecha.

Nos adentramos por un frondoso sendero que discurría en direcciónnoroeste entre la exuberante vegetación de la isla. M’ling se detuvosúbitamenteysepusorígido,enposicióndealerta.Montgomerycasitropezóconély tambiénsedetuvo.Entonces,aguzandoeloído,nos llegóentre losárboleselruidodevocesypasosqueseacercaban.

—Estámuerto—dijounavozprofundayvibrante.—Noestámuerto,noestámuerto—farfullóotra.—Lohemosvisto,lohemosvisto—insistieronvariasvoces.—¡Eh!—gritóbruscamenteMontgomery—.¡Losdeahí!—¡Malditossean!—dijeyo,empuñandomipistola.Hubo un silencio, luego un crujido aquí, otro allá, y seis rostros, seis

extraños rostros, iluminados por una luz extraña, hicieron su aparición.M’lingemitióunprofundogruñido.ReconocíalHombreMono—dehechoya había identificado su voz— y a dos de las criaturas de tez morena y

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cubiertasdevendasalasquehabíavistoenelbotedeMontgomery.Conellosiban las dos bestias moteadas y aquella horrible y encorvada criatura, querecitaba laLey,con lasmejillascubiertasdepelogris, lascejasgrisesmuypobladasygrandesmechonescolgandodesufrente.Eraunacosaenormeysinrostro,conextrañosojosrojosquenosmirabanllenosdecuriosidaddesdelamaleza.

Alprincipionadiehabló.Alcabodeunrato,Montgomeryhipó:—¿Quién…dijoqueestabamuerto?ElHombreMonomiróalMonstruodePeloGrisconojosdelatadores.—Estámuerto—afirmóelMonstruo—.Elloslovieron.Nohabíanirastrodeamenazaensuvoz.Todosparecíanprofundamente

sorprendidosyatemorizados.—¿Dóndeestá?—preguntóMontgomery.—Allí—señalólacriaturagris.—¿HayalgunaLeyahora?—preguntóelHombreMono—.¿Estámuerto

deverdad?—¿HayunaLey?—repitióelhombredeblanco.—¿Hay una Ley, tú, Hombre del Látigo? Él está muerto —dijo el

MonstruodePeloGris.Todossequedaronmirándonos.—Prendick—dijoMontgomery,volviendohaciamísusinexpresivosojos

—.Estámuerto.Esevidente.Yo había permanecido detrás de él durante toda la conversación.

Empezabaacomprenderloqueocurría.Entonces,diunpasohaciaadelanteylevantandolavozexclamé:

—¡HijosdelaLey!¡Élnohamuerto!M’lingvolviósuintensamiradahaciamí.—Hacambiadodeforma.Hacambiadodecuerpo—continué—.Durante

algúntiemponoloveréis.Está…allí—yseñaléhacialoalto—,ydesdeallíosvigila.Vosotrosnoloveis,peroélsíosveavosotros.¡RespetadlaLey!

Losmiréfijamenteyretrocedieron.—Él es grande. Él es bueno —dijo el Hombre Mono, mirando

atentamentehaciaelcieloentrelosdensosárboles.—¿YlaotraCosa?—pregunté.—La Cosa que sangraba y corría aullando y sollozando también está

muerta—dijoelMonstruoGris,sindejardemirarme.—Esoestábien—mascullóMontgomery.—ElHombredelLátigo…—comenzóelMonstruoGris.

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—¿Ybien?—dijeyo.—…dijoqueestabamuerto.Pero Montgomery aún estaba lo suficientemente sobrio como para

comprenderporquéyonegabalamuertedeMoreau.—Noestámuerto—dijo,muydespacio—.Noestámuerto.Estátanvivo

comoyo.—Algunoshanquebrantado laLey—dijeyo—.Ésosmorirán.Otrosya

hanmuerto.Enseñadnosahoradóndeyacesuviejocuerpo.Elcuerpoquehaabandonadoporqueyanolonecesita.

—Esporaquí,Hombrequecaminaporelmar—dijoelMonstruoGris.Yconaquellasseiscriaturasporguías,nosadentramosen lamarañade

helechos, enredaderas y ramas en dirección noroeste. Entonces vimos a unpequeñohomúnculorosadoquecorríahacianosotrosdandogritosyhuyendodeunmonstruoferozysalpicadodesangrequenotardóenalcanzarnos.

ElMonstruoGrisseapartódeunsalto.M’lingcorrióhaciaéllanzandoungruñido,perofuederribadodeungolpe.Montgomerydisparóyerróel tiro.Luego inclinó la cabeza, levantó el arma y salió corriendo. Entonces yodisparé, pero la fiera siguió avanzando como si tal cosa. Volví a dispararhaciendoblancoensuhorriblecara.Susrasgosseborraronenunsantiamén.Sinembargo,pasóamilado,seagarróaMontgomeryy,colgadodeél,cayódebruces,arrastrándoloensucaída.

Me encontré solo conM’ling, un animalmuerto y unhombrepostrado.Montgomery se incorporó despacio y, aturdido, contempló a la Bestiadestrozada que yacía junto a él. Aquello había hecho desaparecer suborrachera.Sepusoenpiedeunsalto.EntoncesvialMonstruoGrisqueseacercabasigilosamenteentrelosárboles.

—Mira—dijeyo,señalandoalabestiamuerta—.¿NoestávivalaLey?EstolehapasadoporquebrantarlaLey.

Observó atentamente el cadáver y luego, convoz profunday repitiendopartedelritual,dijo:

—ÉlenvíaelFuegoquemata.Losdemástambiénseacercaronamirar.Porfinnosdirigimoshaciaelextremooestedelaisla.Allíencontramosel

cuerporoídoymutiladodelpumaconelomóplatodestrozadoporunabalay,a unos veinte metros de distancia, hallamos por fin lo que buscábamos.Moreauyacíabocaabajoenunpisoteadocañaveral.

Tenía una de las manos prácticamente colgando y el pelo plateadoempapadoensangre.Sinduda,elpuma lehabíagolpeadoen lacabezacon

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los grilletes, y las cañas a su alrededor estaban salpicadas de sangre. Noencontramossurevólver.

Montgomerylediolavuelta.DescansandodevezencuandoyayudadosporlossieteSalvajes—pues

pesaba bastante— lo llevamos hasta el recinto.Comenzaba a oscurecer.Endosocasionesoímosanuestropasolosaullidosdelascriaturasinvisiblesdela selva. El pequeño Perezoso Rosado apareció un momento, nos miró ydesapareció de nuevo. Pero no volvimos a ser atacados. A las puertas delrecinto,nuestracomitivadeMonstruosnosabandonó.M’lingtambiénsefuecon ellos.Nos encerramos, sacamos al patio interior el cuerpomutilado deMoreauylodepositamossobreunmontóndeleña.

Luegoentramosenellaboratorioyacabamoscontodobichoviviente.

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Capítulo19

LasvacacionesdeMontgomery

Cuandoterminamosnuestratarea,noslavamosycomimos,Montgomeryy yo entramos en mi cuartito y, por primera vez, analizamos seriamentenuestra situación. Era casi medianoche. Montgomery estaba prácticamentesobrio, pero muy alterado. Moreau siempre había ejercido sobre él unaextraña influencia. Creo que jamás se le había pasado por la cabeza queMoreau pudieramorir. Este desastre había derrumbado en unmomento loshábitosquedurante losdiezomás largosañosdeestanciaen la islahabíanllegado a formar parte de su carácter. Hablaba en términos muy vagos,respondíaamispreguntasconevasivasyllevabalaconversaciónhaciatemasgenerales.

—¡Esteestúpidomundo!—dijo—.¡Quécomplicadoestodo!Hastaahoranohevivido.Mepreguntocuándovoyaempezar.Dieciséisañostiranizadoporniñerasymaestrosdeescuela,sometidoasusantavoluntad;cincoañosen Londres estudiando medicina con ahínco: mala comida, alojamientosmiserables, ropas raídas, vicios lamentables. Jamás conocí nada mejor.Luego, empujado a esta isla infernal… ¡Diez años aquí! ¿Y todo para qué,Prendick?¿Somoscomolaspompasdejabónquesoplanlosniños?

Resultabadifícilcomprenderaquellosdesvaríos.—Loquedebemoshacerahoraesencontrarlamaneradesalirdeestaisla

—dije.—¿Yquétieneesodebueno?Soyunproscrito.¿Adóndevoyair?Usted

todolovemuybien,Prendick.¡PobreMoreau!Nopodemosdejarloenestaisla para que profanen sus huesos. Además, ¿qué va a ser de los Salvajesbuenos?

—Estábien.Mañananosocuparemosdeello.Hepensadoquepodríamoshacer una pira e incinerar su cuerpo.Y respecto a esas otras cosas…¿QuépasaráconlosSalvajes?

—No lo sé. Supongo que los que descienden de animales de presaacabarán como fieras tardeo temprano.Peronopodemosmatarlos a todos.

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¿No?Imaginoqueesesoloquesussentimientoshumanitarioslesugieren…Perocambiarán.Estoyseguro.

Continuóasí,sindecirnadaenclaro,hastaqueperdílapaciencia.—¡Maldición!—exclamómalhumorado—. ¿No se da cuenta de quemi

situaciónesmuchomásdifícil?—Selevantóyfueabuscarelcoñac.Luegovolvióydijo—:¡Beba!¡Especiedesantoateo,destructordelalógica!¡Beba!

—Noquiero—respondí.Ycontinuésentadoconsolemnidad,observandosurostrobajoelfulgoramarillentodelaparafina,mientrassuembriaguezlosumíaenunestadode tristeza locuaz.Lo recuerdocomoalgo infinitamenteaburrido. Luego pasó a hacer una sensiblera apología de M’ling y losSalvajes.

DijoqueM’lingeraelúnicoserquesehabíapreocupadoporél.Entoncesseleocurrióunaidealuminosa.

—¡Seré estúpido! —dijo, poniéndose en pie y agarrando la botella decoñac.Unasúbitaintuiciónmehizoadivinarcuálerasupropósito.

—¡Nose leocurradaralcoholaesabestia!—exclamé, levantándomeyhaciéndolefrente.

—¿Bestia?—dijo—.Ustedeslabestia.Élbebecomotodohijodevecino.¡Quítesedeenmedio,Prendick!

—¡PorelamordeDios!—exclamé.—¡Quítese…deenmedio!—rugió,sacandosurevólverderepente.—Muybien—dije,ymeapartéconlaintencióndelanzarmesobreélen

cuantopusiera lamanoenelpicaporte.Perorenunciéaelloal recordarqueteníaunbrazoroto—.Sehaconvertidoenunsalvaje.¡Váyaseconlasbestias!

Abriólapuertadeparenparysedetuvoenelumbral,mirándomecasidefrente,bajoelresplandoramarillodelalámparaylapálidaluzdelaluna;susojoserandosmanchasnegrasbajosuspobladascejas.

—¡Esustedunperfectoidiota,Prendick!Siempreasustadoyfantaseando.Hemos llegado al límite. Esmuy posible quemañaname corte el gaznate.Peroestanochetendréunabuenafiesta.

Sediolavueltaysalióalexterior.—¡M’ling!¡M’ling,viejoamigomío!—gritó.Tresborrosasfiguras,bajolaplateadaluzdelaluna,seacercabanporla

orilladelapálidaplaya;unadeellasibacubiertadevendasblancas,lasotraslaseguíancomodosmanchasnegras.

Sedetuvieronaobservaralgo.Enesemomento,M’lingdoblólaesquinadelacasa.

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—¡Bebed! —gritó Montgomery—. ¡Bebed, bestias! ¡Bebed comohombres!¡Vaya,soyelmáslisto!¡Moreauseolvidódeesto!Ésteeseltoquefinal.¡Bebed,osdigo!

Yconlabotellaen lamano,saliócorriendoendirecciónoeste,en tantoqueM’lingsecolocabaentreélylastresborrosasfigurasqueleseguían.

Fui hasta la puerta. Hasta que Montgomery se detuvo casi no podíadistinguirlosalaluzdelaluna.VicómoleofrecíacoñacaM’lingyluegolascincofigurassefundieronenunaformaconfusa.

—¡Cantad! —oí gritar a Montgomery—. ¡Cantad todos! ¡Maldito seaPrendick!…¡Prendick!

El oscuro grupo se desmembró en cinco figuras que poco a poco sealejaron demí por la franja de la playa iluminada. Todos gritaban a plenopulmón, insultándome o dando rienda suelta a aquella nueva inspiraciónmotivadaporelcoñac.

DespuésoílavozdeMontgomeryalolejosquegritaba:—¡Aladerecha!Yelgruposeperdióconsusaullidosenlanegruradelosárboles.Pocoa

poco,muypocoapoco,seretiraronensilencio.La noche recobró su apacible esplendor. La luna, que para entonces ya

había alcanzado el cénit, cabalgaba por el desierto cielo azul, llena yresplandeciente.

Lasombradelapared,negracomolatinta,seextendíaamispiesenunespaciodeunmetrodeanchura.Haciaeleste,elmarteníaunmisteriosotonooscuro, y entre el mar y la sombra, las arenas grises (de obsidiana)resplandecíancomounaplayadediamantes.La lámparadeparafinaardíaamisespaldasconrojizaycálidallama.

Cerré la puerta, eché la llave y entré en el recinto donde el cadáver deMoreau yacía junto a sus últimas víctimas (los podencos, la llama y otrasinfortunadas bestias) con expresión apacible, a pesar de su terriblemuerte.Sus ojos abiertos contemplaban la blanca quietud de la luna en lo alto delcielo.Mesentéenelbordedel sumideroy,con lamirada fijaenaquelhazfantasmagóricodeluzplateadaysombrasinquietantes,medispuseaplanearloqueibaahacer.

Porlamañanameteríaalgunasprovisionesenelbotey,trasprenderfuegoalapiraqueteníaantemí,meadentraríadenuevoenladesolacióndelmar.Comprendía que no había manera de ayudar aMontgomery, pues era casicomounSalvaje,incapazderelacionarseconlaspersonas.

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Nosécuántotiempopermanecíallísentadohaciendoplanes.Debiódeseraproximadamenteunahora.Luego,miscavilacionessevieroninterrumpidasporelregresodeMontgomery.Oíunaullidoprocedentedemuchasgargantas—unaconfusióndegritosdejúbilo,jadeosyalaridosquedescendíahastalaplaya—, y que parecía venir de algún lugar cercano a la orilla. El alborotocrecióydespuésseextinguió.Mástardeoíunosgolpesfuertesyelcrujirdelamaderaalpartirse,peroentoncesnomepreocupólomásmínimo.

Luegocomenzóuncantodisonante.Mis pensamientos volvieron a centrarse en el modo de escapar. Me

levanté,tomélalámparayentréenuncobertizoparacogerunosbarrilesquehabíavisto.

Encontréunaslatasdegalletasy,decididoainvestigarsucontenido,abríuna de ellas. Creí ver algo por el rabillo del ojo—una figura roja—ymevolvíbruscamente.

Amisespaldasseextendíaelpatio,deunblancoynegrointensobajolaluzdelaluna,dondesealzabaelmontóndemaderayhacesdeleñasobrelosqueyacíanMoreauysusmutiladasvíctimas,unosencimadeotros.Parecíanagarrarsemutuamente en una especie de cuerpo a cuerpo final. Sus heridaserannegras como lanoche, y la sangrequede ellas habíabrotado formabamanchas negras sobre la arena. Entonces, sin comprender todavía bien,descubrílacausademisobresalto:Eraunresplandorrojizoquebailabaenlapareddeenfrente.Nosupeinterpretarloy,pensandoquesetratabadelreflejodemipropialámpara,volvíalcobertizo.

Seguí revolviendo con la torpeza de un manco todo cuanto allí había,escogiendo lo que me parecía útil y separándolo para la lancha del díasiguiente. Mis movimientos eran lentos y el tiempo pasó deprisa. Cuandoquisedarmecuentayaeradedía.

El canto se fue apagando para dar paso a un clamor, luego volvió acomenzar y, de repente, se transformó en un tumulto. Oí gritos de «¡Más,más!»,unsonidocomodepeleayunrepentinoalarido.Elcambiodesonidoseratanevidentequellamómiatención.Salíalpatioyescuché.Luego,comouncuchilloquerasgaselaconfusión,seoyóeldisparodeunrevólver.

Crucé precipitadamentemi habitación hacia la puerta. En esemomentoalgunos baúles resbalaron y se desplomaron en el suelo del cobertizo conestrépitodecristalesrotos.Peronolesprestéatención,sinoqueabrílapuertadeparenparymiréalexterior.

En la cabaña de la playa, cerca de la costa de las lanchas, ardía unahoguera cuyas chispas se desdibujaban en la imprecisión del amanecer. En

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tornoaella forcejeabaunamasade figurasnegras.OíqueMontgomerymellamaba y eché a correr hacia la hoguera, revólver en mano. Vi la rosadalenguade fuegodel revólverdeMontgomery lamer el sueloy luegocaer atierra.Gritécontodasmisfuerzasydisparéalaire.

Oíquealguiengritaba:«¡ElMaestro!».Laenmarañadaluchasedispersóennúcleosaisladosyelfuegoascendióengranllamaradaydisminuyóhastacasi apagarse.Presadeun repentinopánico, lamultituddeMonstruospasócorriendoantemíplayaarriba.Enmiestadodeagitación,disparécontraellosmientrasdesaparecíanentrelamaleza.Entoncesmevolvíhacialosmontonesnegrosquehabíaenelsuelo.

MontgomeryyacíabocaarribaconlaBestiadepelogrisencimadeél.Elmonstruohabíamuerto,peroseguíaaferrándosealcuellodeMontgomeryconsuscurvadasgarras.JuntoaellosseencontrabaM’ling,tumbadobocaabajoycompletamente inmóvil, con el cuello abierto y la parte superior de unabotella de coñac rota en lamano.Otros dos cuerpos yacían junto al fuego.Unodeellosestabainmóvil;elotrosequejabadevezencuando,levantandolentamentelacabezaydejándolacaerdenuevo.

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Agarré al Monstruo Gris y lo aparté del cuerpo de Montgomery; susgarras le destrozaron la ropamientras yo lo arrastraba, como si no quisierasepararsedeél.

Montgomery tenía el rostro amoratado y respiraba con dificultad. Learrojé agua del mar a la cara y coloqué mi abrigo en el suelo a guisa dealmohadaparaqueapoyaralacabeza.M’linghabíamuerto.Lacriaturaheridaque estaba junto al fuego—unHombreLobo de barba gris—yacía con lapartesuperiordesucuerposobrelasbrasasaúnardientes.Tanlastimeroeraelestadodeaquellabestiamiserableque,porcompasión, lesalté la tapadelossesos.ElotromonstruoeraunodelosHombresTorocubiertosdevendasblancas.Tambiénestabamuerto.

El restode losMonstruoshabíadesaparecidode laplaya.Volví juntoaMontgomery y me arrodillé a su lado, maldiciendo mi ignorancia enmedicina.

Elfuegosehabíaextinguidoyyasóloquedabanunasbrasasenmediodelas cenizas. Me pregunté dónde podía haber encontrado Montgomery todaaquellamadera.Estaba amaneciendoy el cielo se aclaraba amedidaque laluna,cercayadesuocaso,setornabamáspálidayopacaenelluminosoazuldelnuevodía.Hacialevante,elcieloseteñíaderojo.

Entoncesoíunruidosordoyunsilbidotambiénapagadoamisespaldas,y,mirandoamialrededor,mepuseenpiedeunsaltoconungritodehorror.Grandes masas de humo negro ascendían contra el amanecer ardienteprocedentesdelrecinto,yentresuturbulentanegruraparpadeabanlasllamasrojascomolasangre.Eltechodepajaseincendió;lasllamasascendíanporlapendienteyunchorrodefuegosalíaporlaventanademihabitación.

De repentecomprendí loocurrido.Meacordédel ruidoqueoíalcaerselascajas.Cuandocorrí enayudadeMontgomeryhabíavolcado la lámpara,derramandoellíquidosobrelosbaúles.

En seguida supe que era imposible salvar nada de lo que había en elrecinto.Mimentevolvióacentrarseenelplandehuidayvolvírápidamentelamiradabuscandolosdosbotesvaradosenlaplaya.¡Yanoestaban!Habíadoshachasen laarena juntoamí;el sueloestabacubiertodeastillas,y lasnegras cenizas de la hoguera llenaban de humo el amanecer. Montgomeryhabía quemado los botes para vengarse de mí e impedir mi regreso a lacivilización.

Un súbito ataque de ira se apoderó demí. Estuve a punto de patear suestúpida cabeza mientras yacía indefenso a mis pies. Entonces movió una

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mano tan débil y lastimosamente que mi rabia se desvaneció. Lanzó ungemidoyabriólosojosuninstante.

Mearrodilléasuladoyleayudéalevantarlacabeza.Volvióaabrirlosojos,mirandoensilencioelamanecer,yentoncessumiradasecruzóconlamía.Suspárpadoscayeron.

—Losiento—dijocongranesfuerzo.Parecíaqueintentabapensar—.Eselfin—murmuró—,elfindeesteestúpidomundo.¡Quédesastre!

Yoescuchaba.Sucabezacayóhaciaun lado.Penséqueun tragopodríareanimarlo, pero no tenía a mi alcance bebida alguna ni recipiente en quetraerla.Deprontosucuerpomepareciómáspesado.Semehelóelcorazón.

Meinclinésobresurostroymetílamanoporeldesgarróndesucamisa.Estaba muerto, y mientras moría, una línea al rojo vivo, el limbo del sol,ascendíaporlevantemásalládelabahía,esparciendosusrayosporelcieloytransformandoeloscuromarenuntorbellinodeluzcegadoraqueglorificabasurostrocontraídoporlamuerte.

Apoyé su cabeza con suavidad sobre la tosca almohada que habíaimprovisado,ymepuseenpie.Antemíseextendíalaradiantedesolacióndelmar,lahorriblesoledadquetantomehabíahechosufrir;yamisespaldas,laisla en calma bajo la aurora, con susMonstruos silenciosos e invisibles.Elrecinto, con todas las provisiones y la munición, ardía ruidosamente, consúbitasbocanadasdefuego,violentascrepitacionesyalgúnqueotroestallido.La densa humareda ascendía por la playa alejándose de mí y rozando laslejanas copas de los árboles en dirección a las cabañas del barranco.Amilado descansaban los restos carbonizados de los botes y aquellos cincocadáveres.

Entonces, de entre la maleza surgieron tres Monstruos de hombrosencorvados, cabezas salientes, manos deformes, torpes ademanes y miradainquisitivayhostil;lostresavanzaronhaciamícongestosvacilantes.

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Capítulo20

AsolasconlosMonstruos

Les hice frente, y en ello iba almismo tiempomi destino.Estaba solo,teníaunbrazorotoy,enmibolsillo,unrevólveralquelefaltabandosbalas.Entrelasastillasesparcidasporlaplayaencontrélasdoshachasconlasquehabíandesguazadolosbotes.Lamareasubíaamisespaldas.

Nomequedabamásremedioqueecharlevalor.Miréfijamentelosrostrosde losmonstruosqueseacercaban.Ellosevitaronmimirada,y sushocicostemblorososhusmearonloscadáveresqueyacíanenlaplayaamisespaldas.Avancé unos pasos, recogí el látigo ensangrentado que reposaba junto alcadáverdelHombreLoboylohicerestallar.

Sedetuvieronymemiraronconextrañeza.—¡Saludad!—dije—.¡Inclinaosantemí!Vacilaronuninstante.Unodeellosdoblólasrodillas.Repetílaorden,con

elcorazónenunpuño,yavancéhaciaellos.Primerosearrodillóuno,luegolosotrosdos.

Medilavueltaycaminéhacialoscadáveres,sinquitarlavistadelostresMonstruosarrodillados,comounactorqueseretiraporelforosinapartarlavistadesupúblico.

—Quebrantaron la Ley—dije, al tiempo que apoyaba un pie sobre elRecitador—. Por eso han muerto. Incluso al Recitador de la Ley. Y elHombredelLátigo.¡GrandeeslaLey!Venidaver.

—Nohayescapatoria—dijounodeellos,acercándoseamirar.—Nohayescapatoria—dijeyo—.Porlotanto,escuchadyhacedloque

osordeno.Sepusieronenpie,interrogándoseconlamirada.—Quedaosahí—dije.Recogílasdoshachasylascolguéenelbrazoencabestrillo;luego,ledi

lavueltaaMontgomery,cogísurevólver,alqueaúnlequedabandosbalas,yhurgandoensubolsilloencontréseiscartuchosmás.

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—Lleváoslo—dije,poniéndomeotravezenpieyseñalandoconellátigoelcadáverdeMontgomery—.Lleváoslodeaquíyarrojadloalmar.

Seacercaron,temerosostodavíadeMontgomery,peromástemerososaúndelchasquidodemilátigoensangrentado,y,trasalgunostitubeos,restallidosdelátigoyamenazas,lolevantaronconprecaución,lobajaronhastalaplayayseadentraronchapoteandoenlasrelucientesolas.

—¡Venga!—dije—.¡Adelante!¡Lleváoslolejos!Avanzaronhastaqueelagualesllegóaloshombros,sedetuvieronyme

miraron.—Soltadlo—dije.El cuerpo deMontgomery se hundió bruscamente enmedio de un gran

chapoteoyyosentíquesemeencogíaelcorazón.—¡Bien!—dijeconunnudoenlagarganta.Entoncescorrieronasustadoshacialaorilla,dejandolargasestelasnegras

enelaguaplateada.Alllegaralaarenasedetuvieronyvolvieronlacabezahaciaelmar,comositemiesenqueMontgomeryfueraaresurgirexigiendosuvenganza.

—Yahoraéstos—dije,señalandolosotroscadáveres.Se cuidaron mucho de no acercarse al lugar donde habían arrojado a

Montgomeryyarrastraronloscadáveresunoscienmetrosporlaplayaantesdevadearparaecharlosalagua.

MientrasobservabacómosedeshacíandelosrestosmutiladosdeM’ling,oíunligeroruidodepasosamisespaldas,y,volviéndomebruscamente,vialenormeCerdoHiena a unos diezmetros demí.Tenía la cabeza gacha, susojos brillantes clavados en mí y sus gruesas manos deformes pegadas alcuerpo.Al volverme cambió su postura de acecho y desvió ligeramente sumirada.

Durante unmomentonosmiramos fijamente a los ojos.Tiré el látigoysaquélapistoladelbolsillo.Estabadispuesto,concualquierpretexto,amataraaquellabestia(lamástemidadecuantasquedabanenlaisla).Podráparecertraicionero,peroésaeramiintención.LeteníamuchomásmiedoaélqueaotrosdosMonstruosjuntos.Susupervivencia,estabasegurodeello,eraunaamenazaparalamía.

Hiceacopiodevalorduranteunossegundos.Luegogrité:—¡Saluda!¡Arrodíllate!Ungruñidodejóentreversuscolmillos.—¿Quiénerestúparadecirme…?

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Quizáunpocoprecipitadamente,saquéel revólver,apuntéydisparé.Leoígritar,viquecorríaytorcíaendiagonal;supequehabíafallado,ytirédelpercutor con el pulgar dispuesto a disparar de nuevo. Pero huía a todavelocidad,saltandodeunladoaotro,ynomeatrevíaerrardenuevoeltiro.De vez en cuando volvía la cabeza para mirarme por encima del hombro.Corrió por la pendiente de la playa y desapareció entre la densa masa dehumoqueaúnsalíadelrecintoenllamas.Mequedéunratomirándolo.Luegomevolvíhaciamis tresobedientesMonstruosy leshiceunaseñalparaquesoltasen el cadáver que transportaban. Entonces regresé junto al fuego, allugardondehabíancaídoloscuerposyremovílaarenaconelpiehastaquedesaparecierontodaslasmanchasdesangre.

Despedíamistresesbirrosconunmovimientodelamanoycaminéplayaarriba hasta adentrarme en la espesura. Llevaba la pistola en la mano y ellátigo y las hachas colgadas del cabestrillo. Deseaba estar a solas parareflexionarsobrelasituaciónenlaquemehallaba.

Unacosaterrible,delaqueapenascomenzabaadarmecuenta,eraquenohabía un solo lugar seguro en toda aquella isla donde descansar y dormir.Había recobrado las fuerzasdeunmodosorprendentedesdemi llegadaa laisla,peroaúneraproclivealnerviosismoymeveníaabajoantelaadversidad.Pensé que lo mejor sería cruzar nuevamente la isla e instalarme entre losMonstruos confiándoles mi propia seguridad personal. Pero me faltó elánimo.Regreséalaplaya,y,girandohaciaelestepordelantedelrecintoenllamas, me dirigí hacia un banco de arena y coral que avanzaba hasta elarrecife. Allí podría sentarme a reflexionar, de espaldas al mar y haciendofrenteacualquierposible sorpresa.Yallímesentéduranteunbuen rato, lacaraentrelasrodillasyelsolabrasándomelacabeza.Untemorcrecienteseapoderabademí,pesealocual,planeélamaneradesobrevivirhastalahorademirescate(siesqueesahorallegaba).Intentéanalizarlasituaciónconlamayorecuanimidad,peronopodíadesprendermedemissentimientos.

MepuseadarlevueltasenlacabezaaladesesperacióndeMontgomery.«Cambiarán—dijo—.Seguroquecambiarán.»YMoreau,¿quéhabíadichoMoreau?«Subestialidadescadadíamayor…»LuegovolvíaacordarmedelCerdoHiena. Estaba seguro de que, si nomataba a aquella bestia, ellamemataríaamí…ElRecitadordelaLeyhabíamuerto.¡Quédesgracia!…AhorasabíanquelosHombresdellátigopodíanmoririgualqueellos…

¿Me estarían espiando desde las masas verdes de helechos y palmeras,esperandoaqueestuviera a su alcance?¿Quéestarían tramandocontramí?

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¿Qué les estaríadiciendoelCerdoHiena?Mi imaginaciónme sumía enunmardetemoresinfundados.

Mis pensamientos quedaron interrumpidos por los gritos de unas avesmarinas, que se precipitaban hacia un objeto negro que las olas habíandepositadoen laarena,cercadel recinto.Sabíamuybiendequése trataba,peromefaltóvalorparairaahuyentarlas.Comencéacaminarporlaplayaendireccióncontraria,conlaintencióndebordearelextremoorientaldelaislayacercarme así al barranco de las cabañas, sin exponerme a las posiblesemboscadasdelaselva.

Despuésderecorreraproximadamenteunkilómetro,advertí lapresenciadeunodemistresMonstruos,quesalíadelosmatorralesendirecciónamí.Las fantasías de mi imaginación me habían puesto tan nervioso queinmediatamente saqué el revólver. Ni siquiera sus gestos suplicantesconsiguierondesarmarme.

Semeacercóconvacilación.—¡Márchate!—legrité.Laactitudasustadizayservildeaquellacriaturaerapropiadeunperro.

Retrocedióunpoco,comounperroahuyentado,ysedetuvo,mirándomeconojossuplicantes.

—¡Márchate!—repetí—.Noteacerques.—¿Nopuedoacercarmeati?—preguntó.—¡No!Márchate—insistí,haciendosonarel látigo.Luego,sujetandoel

látigo con los dientes,me agaché a coger una piedra y, amenazándolo conella,logréquesealejase.

Así,asolas,lleguéhastaelbarrancodelosMonstruosy,escondiéndomeentrelashierbasylosjuncosqueloseparabandelmar,losobservéamedidaque iban apareciendo, intentando juzgar por su actitud y sus gestos en quémedida les había afectado la muerte de Moreau y de Montgomery y ladestrucción de la Casa del Dolor. Entonces comprendí el desatino de micobardía. Si hubiera tenido el mismo valor que al amanecer, si no hubierapermitidoquesedisiparaenreflexionessolitarias,podríahabermeadueñadodelcetrovacantedeMoreauydominaralosMonstruos.Perohabíaperdidolaoportunidad,yhabíadescendidoalrangodesimplelíderdemisiguales.

Hacia el mediodía, algunos de ellos se tumbaron al sol sobre la arenacaliente.Lavozimperiosadelhambreylasedprevaleciósobremistemores.Salídemiesconditeentrelosmatorralesy,revólverenmano,descendíhaciadonde estaban sentadas aquellas criaturas. Una de ellas, una Mujer Lobo,volviólacabezaymemiróconasombro;luegolosdemáshicieronlomismo.

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Ninguno hizo ademán de levantarse o saludar. Estaba demasiado débil ycansadoparaenfrentarmeatantos,ydejépasarlaocasión.

—Quierocomer—dije,casidisculpándome,mientrasmeacercaba.—Hay comida en las cabañas —dijo un Oso Jabalí medio dormido,

volviendolacabezahaciaotrolado.Pasé por delante de ellos yme adelanté en la sombra y los hedores del

barranco casi desierto.Enuna cabañavacíamedi un festínde frutay, trastaparlapuertaconunasramasmediopodridas,mecoloquédecaraaellaconlamano sobre el revólver.La fatigade las últimas treintahoras comenzó ahacersenotarycaíenun ligerosopor,confiandoenquemi frágilbarricadahicierabastanteruidocomoparaevitarmecualquiersorpresadesagradablesialguienlaquitaba.

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Capítulo21

ElsaltoatrásdelosMonstruos

De estemodome convertí en unomás de losMonstruos de la isla deldoctorMoreau.Cuandomedespertéhabíaanochecido.Medolíaelbrazo,apesar de los vendajes. Me incorporé, preguntándome al principio dóndeestaba.Luegovique labarricadahabíadesaparecidoyque la entradade lacabañaestabaabierta.Elrevólverseguíaenmimano.

Oíunarespiración,yvialgoagazapadoamilado.Contuvelarespiración,intentandoaveriguardequésetrataba.«Aquello»comenzóamoverselentaeinterminablemente. Entonces sentí que algo cálido, húmedo y blando merozabalamano.

Todosmismúsculossecontrajeron.Apartélamanobruscamenteyestuveapuntodedarungrito.Entoncesmedicuentadeloquehabíapasadoymisdedoscontinuaronacariciandoelrevólver.

—¿Quiénestáahí?—susurré,apuntandoconelrevólver.—Soyyo,Maestro.—Y¿quiénerestú?—DicenqueyanohayMaestro.Peroyo lo sé.Yo llevé los cuerpos al

mar,¡ohtúquecaminassobrelasaguas!,loscuerposdelosquetúmataste.Soytuesclavo,Maestro.

—¿Ereselquemeencontréenlaplaya?—pregunté.—Elmismo,Maestro.Aquellacriaturaparecíadefiar,delocontrariosehabríaabalanzadosobre

mímientrasdormía.—Estábien—dije,extendiendolamanoparaquemelalamieraotravez.

Comencé a darme cuenta de lo que su presencia significaba paramí, ymivalorcreciócomolaespuma—.¿Dóndeestánlosdemás?—pregunté.

—Sehanvueltolocos,estánchiflados—dijoelHombrePerro—.Siguenhablando todosalmismo tiempopor ahí.Dicen:«ElMaestrohamuerto; eldelLátigohamuerto.Elquecaminasobrelasaguases…comonosotros.YanohayMaestro,niLátigos,niCasadelDolor.Seacabó.AmamoslaLeyyla

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respetaremos,peroyanohabrámásdolor,niMaestro,niLátigo.»Esoesloquedicen.Peroyosélaverdad,Maestro,yolasé.

TanteéenlaoscuridadyacariciélacabezadelHombrePerro.—Estábien—volvíadecir.—Yahoralosmatarásatodos—dijeelHombrePerro.—Sí—contesté—, los mataré a todos; en cuanto pasen unos días y se

produzcanciertoshechos.Todos,menoslosquetúperdones,morirán.—CuandoelMaestroquieremataralgo,lomata—dijoelHombrePerro

conciertasatisfacción.—Yparaquesuspecadospuedanmultiplicarse—añadí—,dejemosque

vivansulocurahastaqueleslleguelahora.QuenosepanaúnqueyosoyelMaestro.

—La voluntad del Maestro es buena —dijo el Hombre Perro con elinstintodesusangrecanina.

—Perohayunoquehapecado—dijeyo—.Aéselomataréencuantoloencuentre.CuandotedigaEstees,abalánzatesobreél.Yahorairéjuntoaloshombresymujeresqueestánreunidos.

Al marcharse el Hombre Perro, la entrada de la cabaña quedómomentáneamenteoscurecida.

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Luegotambiényomepuseenpie,casienelmismositiodondeestabacuandooí aMoreauy a su sabueso persiguiéndome.Pero ahora era de noche, y elbarrancomiasmáticoquemerodeabaestabatodonegro,ymásallá,enlugardeunaverdeladerailuminadaporelsol,vilaluzrojadeunahogueraantelaquesemovíanunasfigurasgrotescasyencorvadas.Alo lejosaparecíanlosdensos árboles, unamasa negra bordeada en su parte superior por el negromantodelasramasmásaltas.Lalunaasomabaenesemomentoporelbordedel barranco, atravesada por las perpetuas columnas de vapor que brotabansincesardelasfumarolasdelaisla.

—Venconmigo—ledije,dándomeánimos,yjuntosdescendimosporelestrecho camino, sin prestar lamenor atención a las imprecisas formas quenosespiabandesdelascabañas.

Ningunodelosqueestabanjuntoalahoguerahizoamagodesaludarme.Casi todos fingieron desdeñosamente no darse cuenta de mi presencia.BusquéconlamiradaalCerdoHiena,peronoestabaallí.HabíaentotalunosveinteSalvajesacuchilladosmirandoalfuegoohablandoentreellos.

—Está muerto, está muerto, el Maestro está muerto —dijo la voz delHombreMono,amiderecha—.YanohayCasadelDolor.

—No está muerto —dijo yo en voz alta—. Ahora mismo nos estáobservando.

Esaspalabraslossobresaltaron.Veinteparesdeojosmemiraron.—La Casa del Dolor ha desaparecido —dije—, pero sólo

momentáneamente.AunquenopodáisveralMaestro,élosescuchadesdeallíarriba.

—¡Escierto,escierto!—dijoelHombrePerro.Mi seguridad les hizo titubear. Los animales pueden sermuy astutos y

feroces,perosólounhombreescapazdementir.—ElHombredelBrazoVendadohadichoalgoextraño—dijounodelos

Salvajes.—Te aseguro que es cierto —dije—. El Maestro y la Casa del Dolor

volveránotravez.¡AydeaquelquequebrantelaLey!Se miraron con extrañeza. Fingiendo indiferencia, comencé a escarbar

despreocupadamente el suelo con mi hacha. Me di cuenta de que estabanobservandolosprofundoscortesqueyohacíaenlahierba.

Entonces el Sátiro planteó una duda y yo le contesté. Una de aquellascosasmoteadas hizo otra objeción, y una animada discusión se produjo entornoalfuego.Acadamomentomesentíamássegurodemímismo.Yanomequedabasinrespiraciónalhablar,comomehabíasucedidoalprincipioa

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causa de la excitación. Al cabo de media hora había convencido a variosMonstruosdelaveracidaddemisafirmacionesyhabíasembradoladudaenlosdemás.

EstuvependienteentodomomentodemienemigoelCerdoHiena,peronoapareció.Devezencuandomesobresaltabaunmovimientosospechoso,peromiconfianzafuerenaciendorápidamente.Luego,amedidaquelalunadescendía del cénit, los que escuchaban comenzaron a bostezar (mostrandosusdientesalaluzdelasbrasas)y,unoauno,seretiraronalasguaridasdelbarranco.Temerosodelsilencioy laoscuridad,mefui trasellos,puessabíaqueestabamásseguroconvariosqueconunosolo.

Así comenzó el períodomás largo demi estancia en la isla del doctorMoreau. Pero desde aquella noche hasta el final sólo ocurrió un incidentedignoderelatarse,aexcepcióndeunaserieinterminabledepequeñosdetallesdesagradablesydeundesasosiegoconstante.Demodoqueprefieronohacerunacrónicadeeselapsodetiempoyrelatarsólounincidentecrucialdelosdiezmesesquepaséencompañíadeestosbrutos semihumanos.Medejaríacortarlamanoderechaparaolvidarmuchascosasquehanquedadograbadasen mi memoria y sobre las que podría escribir. Pero no añaden nada a lahistoria. Mirando hacia atrás, me sorprendo al recordar lo pronto que meadapté a las costumbres de estosMonstruos yme gané su confianza. Tuvealgunas peleas, de las que aún podría enseñar lasmordeduras, pero prontocomenzaronamostrarunsanorespetohaciamihabilidadlanzandopiedrasyhaciaelfilodemihacha.YlaayudadelHombrePerro—lealcomounSanBernardo— fue inestimable para mí. Descubrí que su sencilla escala devalores se basaba más que nada en la capacidad para producir heridassangrantes.Dehecho,podríadecir—esperoquesinvanidad—que lleguéaocupar una posición preeminente entre ellos. Más de uno al que habíamalheridoenalgunapeleameguardabarencor,peronormalmenteselimitabaahacermemuecas,generalmenteamisespaldasyaunadistanciaprudentedemismisiles.

ElCerdoHienameevitaba,yyoestabasiemprealertaasupresencia.MiinseparableHombrePerroloodiabaylotemíaintensamente.Estoysegurodequeesaeralarazóndesuapegoamí.ProntomedicuentadequeelCerdoHiena había probado la sangre y seguía el mismo camino que el HombreLeopardo. Construyó una guarida en algún lugar del bosque y se volviósolitario.EnunaocasiónintentéconvenceralosSalvajesparaquelediesencaza,peromefaltóautoridadsuficienteparaqueactuarantodosauna.Unayotra vez intenté acercarme a su guarida y sorprenderlo desprevenido, pero

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siemprefuemásrápidoqueyoy,alvermeosentirmiolorenelviento,tuvotiempodeescapar.Consusemboscadasrepentinas,éltambiénhacíaquelossenderos del bosque resultasen peligrosos para mí y para mis aliados. ElHombrePerroapenasseatrevíaasepararsedemilado.

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Alcabodeunmes,losMonstruos,comparandoconsusituaciónanterior,eranpasablementehumanos,yconalgunodeellos—apartedemicompañerocanino— llegué a portarme de manera tolerante y amistosa. El PerezosoRosadomostrabaunextrañoafectohaciamí,ymeseguíaa todaspartes.ElHombre Mono, sin embargo, me fastidiaba sobremanera. Daba por hecho,fundándose en sus cinco dedos, que era mi igual, y se pasaba el díacotorreandoydiciendolasmayores tonterías.Sólohabíaunacosaenélquemehacíagracia:teníaunafantásticahabilidadparainventarnuevaspalabras.Al parecer pensaba que la correcta utilización del lenguaje consistía enfarfullar palabras sin sentido. A eso le llamaba «grandes ideas», paradistinguirlodelas«pequeñasideas»,osea: losdetallesdelavidacotidiana.Cuandohacíauncomentarioqueélnoentendía, solíaalabarlomuchoymepedíaquelorepitieseparaaprenderlodememoria;luegoibarepitiéndoloportodaspartes para impresionar a losmás ingenuos.Nodecía nadaque fuesesencillo y comprensible. Inventé algunas «grandes ideas» para su usoparticular. Ahora me parece que era la criatura más tonta que jamás heconocido:alanecedadcaracterísticadelhombreunía,demaneraprodigiosa,laestupideznaturaldelmono.

Esto,comodigo,sucediódurante lasprimerassemanasdesoledadentreestosbrutos.Duranteaqueltiemporespetaronlascostumbresestablecidasporla Ley y se comportaron con moderación. Volví a encontrar otro conejodescuartizado—por elCerdoHiena, con toda probabilidad—, pero eso fuetodo. Fue hacia mayo cuando empecé a percibir cambios evidentes en suforma de hablar y de moverse, una mayor dificultad de articulación, uncreciente desinterés por el lenguaje.El parloteo delHombreMono eramásintensoquenunca,perocadavezsehacíamenoscomprensible,mássimiesco.Algunosparecíanestarperdiendolafacultaddehablar,aunquecomprendíanlo que les decía. ¿Puede uno imaginarse el lenguaje, claro y conciso,desdibujándose y embotándose, perdiendo forma y significado,convirtiéndosedenuevoenmerosonidovacío?Además,empezabanatenerserias dificultades para caminar erguidos. Aunque evidentemente les dabamuchavergüenza,devezencuandosorprendíaaalgunocorriendoacuatropatas, incapazde recobrar la posiciónvertical.Sujetaban las cosas conmástorpeza,bebíanporsucción, roían losalimentosycadadíaeranmászafios.Entendí mejor que nunca lo que Moreau me había dicho sobre la «carnetestarudadelasbestias».Estabandandounrápidosaltoasuprimitivoestado.

Algunos de ellos—las primeras, según observé con cierta sorpresa, lashembras—comenzaronahacercasoomisodelasnormasdeladecencia(casi

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siempredeliberadamente).Otras inclusoserebelaronpúblicamentecontra lainstituciónde lamonogamia.Eraevidenteque laLeyestabaperdiendotodasufuerzaaojosvista.Nopuedocontinuarconestedesagradableasunto.MiHombrePerrosefuetransformandolentamenteenperroasecas;pocoapocosefuevolviendomásestúpido,máscuadrúpedoymáspeludo.Apenasnotélatransicióndecompañerofielaperrofurtivo.Amedidaquelanegligenciayladesorganización se hacíanmayores, el camino de las cabañas, ya de por sídesagradable, se me hizo tan repugnante que tuve que abandonarlo, y,atravesando otra vez la isla, me construí un cobertizo de ramas entre lasnegras ruinas del recinto deMoreau. El recuerdo del dolor que allí habíanpadecidohacíadeaquélunlugarseguroparaescondersedelosMonstruos.

Sería imposible detallar paso a paso la degeneración de aquellosMonstruos:contarcómoibanperdiendodíaadíalosrasgoshumanos,cómoseibandeshaciendodesustraposyvendasparaprescindirporcompletodelaropa, cómo empezaba a extenderse el pelo por sus extremidades desnudas,cómoseleshundíalafrenteyselesalargabalacara.Elsolorecuerdodelaintimidadcasihumanaquehabíatenidoconalgunodeellosduranteelprimermesdemisoledadmeespantaba.

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La transformación se produjo demanera lenta e imparable.No fue unaconmociónniparaellosniparamí.Todavíaestabaseguroentreellos,porquelassacudidasdeaqueldeslizamientodescendientehabíanliberadolacargadeanimalidad explosiva que iba apagando día tras día sus característicashumanas.Perocomencéatemerqueesaconmociónseprodujeseencualquiermomento.MiSanBernardomesiguióhastaelrecinto,ysuvigilanciaavecesme permitía dormir casi en paz. El pequeño perezoso rosado se volvióasustadizo y regresó a su medio natural entre las ramas de los árboles.Nuestroestadodeequilibrioeraelmismoquereinaríaenunadeesasjaulasllenas de animales diversos que exhiben los domadores, si el domador lasabandonaraparasiempre.

Peroestascriaturasnodegeneraronenbestiascomolasqueellectorhabrávisto en los zoológicos, es decir, en vulgares osos, lobos, tigres, bueyes,cerdosomonos.Seguíahabiendoalgoextrañoensunaturaleza;encadaunode ellos Moreau había mezclado un animal con otro: uno tenía rasgosprincipalmenteosunos,otrofelinos,eldemásallábovinos,perocadaunodeellos estaba contaminado por otras criaturas, y una especie de animalismogeneralizadoaparecíabajosuscaracteresespecíficos.Todavíamesorprendíande vez en cuando algunos rasgos humanos, como la recuperaciónmomentánea del lenguaje hablado, la inesperada habilidad de las patasdelanterasoalgúnpenosointentodecaminarerguidos.

Tambiényodebídeexperimentarextrañoscambios.Misropaseranunosandrajosamarillentos,atravésdeloscualesseveíalapielbronceada.Teníaelpelo larguísimoyenmarañado.Dicenque inclusoahoramisojosconservanunbrilloyunavivacidadinusuales.

Al principio pasaba el día en la playameridional oteando el horizonte,esperando el paso de un barco y rogando por su aparición. Confiaba en elregresoanualdelIpecacuanha,peronuncallegaba.Encincoocasionesdivisévelas, y vi tres columnas de humo, pero nadie se detuvo en la isla. Teníasiempre una hoguera encendida, pero sin duda se atribuía aquel humo a lanaturalezavolcánicadelaisla.

Era ya septiembre u octubre cuando empecé a pensar seriamente enconstruir una balsa. Por aquel entoncesmi brazo ya estaba curado y podíautilizar lasdosmanos.Alprincipiomesentía impotente.Jamáshabíahechoun trabajodecarpinteríanicosaparecida,ymepasabaeldíaenelbosque,cortandotroncoseintentandounirlosentresí.Noteníacuerdasniencontrabaconquéfabricarlas;laslianaseranmuyabundantes,peroningunaparecíalobastante flexible y resistente al mismo tiempo, y, con toda mi carga de

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educación científica, era incapaz de darles la flexibilidad y resistencianecesarias.Pasémásdedossemanasrevolviendoentrelasruinasdelrecintoyenellugardelaplayadondehabíanquemadolosbotes,enbuscadeclavosyotraspiezasdemetaldesperdigadasquepudieransermedeutilidad.Devezencuando se acercabaamirar algúnMonstruo,que se alejabadando saltos encuantoyolegritaba.Luegosobrevinounatemporadadetormentasylluviastorrencialesqueretrasaronconsiderablementemitrabajo,peroalfinlabalsaquedóterminada.

Estaba orgulloso de ella. Pero, con esa falta de sentido práctico quesiemprehasidomiruina,habíaconstruidolabalsaamásdeunkilómetrodelmar,yantesdepoderarrastrarlahasta laorilla sehabíahechopedazos.Talvez fuera una suerte para mí no haberla botado entonces, pero, en aquelmomento, ladesesperaciónporel fracasoera tangrandequedurantevariosdías no pude hacer otra cosa que vagar por la playa, contemplar el mar ypensarenlamuerte.

Peronoteníalamenorintencióndemorir,yocurrióunincidentequemehizo ver con claridad la insensatez de dejar pasar así los días, pues losMonstruos eran cada vez más peligrosos. Estaba tumbado a la sombra delmurodelrecinto,mirandoalmar,cuandodeprontomesobresaltóelcontactodealgofríoeneltalón,y,volviéndomebruscamente,vialPerezosoquememirabaconasombro.Hacíatiempoquehabíaperdidoelhablaylacapacidaddedesplazarseconfacilidad;supelolaciosehacíacadadíamásespesoysusgruesasgarrasmásganchudas.Alverquehabía llamadomiatención, lanzóunpequeñogemido,regresóhacialamalezaysevolvióparamirarme.

Al principio no lo comprendí, pero luego seme ocurrió que a lomejorqueríaquelosiguiera;entoncesfuitrasél,muydespacio,porquehacíamuchocalor. Al llegar a los árboles comenzó a trepar por uno de ellos, pues sedesplazabamejoratravésdelaslianasqueporlatierrafirme.

Derepente,enunclarodelbosque,meencontréunaescenaespantosa:miSan Bernardo yacía muerto en el suelo, y junto a él, agazapado, estaba elCerdo Hiena, desgarrando la carne palpitante con sus deformes garras;mordisqueándolaygruñendocondeleite.Alacercarme,elMonstruolevantóhaciamí sus ojos amenazadores, echó hacia atrás los labiosmostrando susdientesensangrentados,yrugióconairedesafiante.Noteníamiedonisentíavergüenza;habíadesaparecidoelúltimovestigiodesuprocedenciahumana.Avancéunpaso,medetuveysaquémirevólver.Porfinestábamosfrenteafrente.

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El animal no hizo amago de retroceder, sino que echó hacia atrás lasorejas, se le erizó el pelo y encogió su cuerpo disponiéndose a saltar. Leapunté al entrecejo y disparé. En ese momento aquella bestia se abalanzósobremídeunsaltoymederribócomosi fueraunbolo. Intentóagarrarmecon su mano herida y me golpeó la cara. Quedé atrapado bajo la parteposterior de su cuerpo, pero, por fortuna, el disparo había sido certero y labestiamuriómientrassaltaba.

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Me lo quité de encima yme puse en pie, temblando,mirando asustado sucuerpopalpitante.Porfinhabíapasadoelpeligro.Peroyosabíaqueaquelnoerasinoelcomienzodeunalargaseriedeincidentes.

Quemé los dos cadáveres enunapira hecha con ramas.Ahoraveía conclaridad que, si no abandonaba la isla, mi muerte sería sólo cuestión detiempo. Por aquel entonces losMonstruos, con alguna que otra excepción,habíanabandonadoelbarrancoyhabíanconstruidoguaridas,cadacualasumanera, entre lamaleza. Casi todos pasaban el día durmiendo, y la isla lehabríaparecidodesiertaacualquier recién llegado;perodenocheelaire sepoblaba con sus gritos y sus aullidos. Seme pasó por la cabeza la idea dehacer una masacre, tendiendo trampas o atacándolos con mi cuchillo. Sihubiera tenido cartuchos suficientes, no habría vacilado en comenzar lamatanza.Nodebíandequedarmásdeveintecarnívoros,ylosmásferocesyahabíanmuerto.Traslamuertedelpobreperro,miúltimoamigo,tambiényoadoptélacostumbrededormitarduranteeldíaparaestaralertaporlanoche.Reconstruími guarida entre las ruinas del recinto, dejando una entrada tanestrecha que cualquiera que intentase traspasarla tendría que hacer muchoruido.LosMonstruoshabíanolvidadoelartedelfuegoysentíanhaciaélunrenovadotemor.Mepusedenuevo,casiapasionadamente,aensamblarramasyestacasparaconstruirunabalsaenlaquepoderhuir.

Topé conmil dificultades.Soyunhombremuy torpe—cuando terminémisestudiosaúnnosehabíaadoptadoelmétodoSlöjd—perodeunaformaodeotra,ynosincomplicaciones,logrésatisfacerlasexigenciasdemiobra,yesta vez me preocupé principalmente de su solidez. El único obstáculoinsalvable era que no tenía ningún recipiente donde almacenar el agua, tannecesaria para navegar por aquellos mares poco frecuentados. Habríaintentadohacerunodecerámica,peroenlaislanohabíaarcilla.Medediquéarastrearlaisla,poniendotodomiempeñoenresolverestaúltimadificultad.En ocasiones sufría violentos estallidos de ira y, en esos momentos deintolerable agitación, derribaba a hachazos el tronco de algún infortunadoárbol,sinporellohallarunasolución.

Entoncesllegóundía,unmaravillosodía,quepaséencompletoéxtasis.Haciael sudestediviséunavela,unavelaminúsculacomo ladeunagoletapequeña,yalmomentoencendíunagranhogueraderamas,ymequedéjuntoaella,vigilando,apesardelcalordel fuegoyelcalordel soldemediodía.Observéaquellaveladurante todoeldía, sincomernibebernada,hasta talpuntoquelacabezaempezóadarmevueltas;losMonstruossemeacercaban,memiraban con asombro y luego semarchaban. El barco aún estaba lejos

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cuandodesaparecióenlaoscuridaddelanoche;yotrabajéconahíncotodalanocheparamantenermifuegovivo,ysusllamasseelevabanaltasybrillantesmientraslosojosmaravilladosdelosMonstruosbrillabanenlastinieblas.Alalba,laembarcaciónestabamáscerca,ypudedistinguirlavelasuciadeunapequeñaembarcación.Teníalavistafatigadatrastantashorasdeobservación,y, aunqueme esforzaba por ver con claridad, no podía creer lo que estabaviendo.Habíadoshombressentadosenlabarca,unoenlaproayelotroaltimón.Peroelbarconavegabadeunmodoextraño.Laproanosemanteníaalvientosinoqueibadandoguiñadas.

Cuandoclareóeldía,mepuseahacerlesseñasagitandoelúltimojiróndemichaqueta;peronomevieronycontinuaronsentadosunofrenteaotro.Fuihastalapuntadelpromontorio,gesticulandoygritandosinobtenerrespuesta,mientras el barco continuaba sin rumbo fijo, acercándose lenta, muylentamente, a la bahía. De repente, sin que ninguno de los dos hombreshicieraelmenormovimiento,unenormepájaroblancoalzóelvuelodesdeelbote,describióuncírculoypasóvolandoporencimademicabezacon suspoderosasalasextendidas.

Entonces dejé de gritar, me senté en el promontorio y, apoyando labarbilla entre las manos, continué mirando aquella extraña embarcación.Despacio, muy despacio, el barco derivaba hacia el oeste. Podría habernadadohastaalcanzarlo,perounaespeciedetemorinconcretomeretuvo.Porlatarde,lacorrienteloarrastróhastalaarena,aunoscienmetrosaloestedelrecintoenruinas.

Los hombres que la ocupaban estaban muertos, llevaban muertos tantotiempoquesecayeronapedazoscuandointentésacarlos.Unodeellosteníaunamelena roja como el capitán del Ipecacuanha, y en el fondo del barcohabíaunagorrablanca,muysucia.Mientrasyoestaba juntoalbote, tresdelos Monstruos salieron sigilosamente de la maleza y se me acercaronolfateando. Al verlos sentí uno de mis arrebatos de asco. Empujé laembarcación con todas mis fuerzas para reflotarla y subí a bordo. DosHombresLobo se acercaban con hocicos temblorosos y ojos relucientes; elterceroeraaquelindescriptiblehorror,mezcladetoroyoso.

Cuando vi que se acercaban a aquellos restos miserables lanzándosegruñidosamenazadoresymostrandosusdientesblancos,unespantosohorrorsucedióamirepulsión.Lesdilaespalda,recogílavelaymehicealamarsinatrevermeamiraratrás.

Aquella nochememantuve entre los arrecifes y la isla, y a la mañanasiguientevolvíalarroyoparallenardeaguaelbarrilquehabíaencontradoen

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labarca.Luego,contodalapacienciadequefuicapaz,recogíalgunasfrutasy cacé dos conejos con mis tres últimos cartuchos. Mientras tanto, habíadejadoelboteamarradoaunsalientedelarrecifeportemoralosMonstruos.

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Capítulo22

Elhombresolo

Zarpéal llegar la tarde,empujado lentayconstantementeporunasuavebrisadelsudoeste.Laislasehacíacadavezmáspequeña,yladelgadaespiralde humo se veía ya como una fina raya sobre la cálida puesta de sol. Elocéanosealzóamialrededor,borrandodemivistaaquellamanchaoscura.La luz, fugitiva gloria del sol, comenzó a desaparecer del cielo como unacortina luminosa, y por fin pude mirar el inmenso abismo azul que el solocultaba, y observar las huestes flotantes de estrellas. El mar estaba ensilencio,elcieloestabaensilencio;yoestabaasolasconlanoche.

Navegué a la deriva durante tres días, sin apenas comer ni beber,pensando en todo lo que me había sucedido, y sin demasiados deseos devolveraveranadie.Llevabapuestosunosharaposymipeloeraunamarañaoscura.Sinduda,misdescubridoresmetomaronporloco.Esextraño,peronosentíaningúndeseoderegresaralacivilización.MealegrabaúnicamentedevermelibredelavilezadelosMonstruosSalvajes.AltercerdíafuirescatadoporunbergantínquehacíalarutaentreAsiaySanFrancisco.Nielcapitánnielpilotodieroncréditoamirelato,puespensaronquelasoledadyelpeligromehabíantrastornado.Anteeltemordequesuopinióncontagiaseaotros,meabstuvedeproseguirelrelatodemiaventura,fingiendonorecordarnadadeloquemehabíasucedidodesdelapérdidadelLadyVainhastaelmomentodemirescate,esdecir,duranteunaño.

Tuvequeactuarconlamayorprudenciaparaapartardemílasospechadela locura. Me atormentaban los recuerdos de la Ley, de los dos marinosmuertos, de las emboscadas en la oscuridad, de aquel cuerpo en elmimbreral…Porextrañoqueparezca,miregresoalacivilización,enlugardedarmelaconfianzaytranquilidadqueyoesperaba,acrecentólainseguridadyel temor que había experimentado durantemi estancia en la isla.ResultabacasitaninsólitoparaloshombrescomolohabíasidoparalosMonstruos.Talvezsemehabíapegadoalgodelaferocidaddemiscompañeros.

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Dicenqueel terroresunaenfermedad;seacomofuere,puedodar fedeque, desde hace ya varios años, se ha apoderado demí el desasosiego; undesasosiego comparable al de un cachorro de león amedio domesticar.Mitrastornoadquirióunaformamuyextraña.Nolograbaquitarmedelacabezala idea de que los hombres y mujeres que conocía eran otros Monstruospasablemente humanos, animales con formadepersona, y que en cualquiermomentopodíancomenzaratransformarse,amostraresteoaquelsíntomadesu naturaleza bestial. Pero he confiadomi caso a un hombre inusualmentecapaz,unhombrequehabíaconocidoaMoreauyparecíadarciertocréditoamihistoria,unpsiquiatraquemehaayudadomucho.

Aunquesupongoqueelterrordeaquellaislanomeabandonaránunca,aveces se oculta en lo más recóndito de mi mente: una nube lejana, unrecuerdo,unatenuedesconfianza;perohaymomentosenquelanubecillaseextiendeyoscurecetodoelcielo.Entoncesmiroalagentequemerodeayelmiedoseapoderademí.Veounosrostrosresplandecientesyanimados,otrossombríos o peligrosos, otros inseguros, insinceros; ninguno que tenga laautoridadreposadadeunalmasensata.Medalaimpresióndequeelanimalseestáapoderandodeellos,dequeencualquiermomentoladegradacióndelosisleñosvaareproducirseagranescala.Séquetodoesoesunailusión,queesos hombres y mujeres son seres perfectamente normales, llenos desentimientoshumanosydeternura,libresdelinstinto,enlugardeesclavosdeuna Ley fantástica: seres diametralmente opuestos a los Monstruos. Sinembargo,me asusta su presencia, susmiradas curiosas, sus preguntas y suinsistencia,yansíoestarasolaslejosdeellos.

Poresarazónvivocercadelcampo,ypuedorefugiarmeenélcuandoestasombra se cierne sobre mi alma. Qué agradable es entonces el camposolitario,bajo lasnubes llevadasporelviento.CuandovivíaenLondres,elterror era casi insoportable. No podía olvidarme de la gente: sus vocesentrabanporlasventanas,laspuertaseranunaendebleprotección.Caminabapor las calles para combatir mi alucinación: mujeres entrometidas meacosabanconsugriterío,hombresfurtivosyvoracesmemirabanconenvidia,obreros pálidos y agotados —los ojos cansados y el paso ansioso comociervos heridos— pasaban tosiendo a mi lado, ancianos encorvados ytaciturnos murmuraban para sus adentros, y un tropel de niños se burlabadescaradamentedemí.Entoncesmerefugiabaenunacapilla,einclusoallí—tal era mi desasosiego—me parecía que el cura farfullaba incongruenciascomo el Hombre Mono; o en una biblioteca, donde aquellos rostrosconcentrados en los libros parecían fieras al acecho. Particularmente

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nauseabundaseranlascarasvacíaseinexpresivasdelagentequeviajabaenlostrenesyómnibus;merecordabantantoalosmuertosquesólomeatrevíaaviajar cuando estaba seguro de que yo era el único pasajero.Ni yomismoparecía un ser normal, sino un animal atormentado que quisiera vagar paracalmaralgúntrastornodelcerebro,comounaovejaenfermademodorra.

Pero,graciasaDios,esteestadodeánimoescadavezmenosfrecuente.Me he alejado del caos de las ciudades y lasmultitudes, yme paso el díarodeadodelibrosdoctos,ventanasllenasdeluzenestavidailuminadaporlasalmasresplandecientesde loshombres.Veoapocosextraños,ymiserviciodomésticoesmuyreducido.Dedicolosdíasalalecturayalosexperimentosdequímica,ypasomuchasnochesclarasenellaboratoriodeastronomía.Elbrillo de las estrellas me produce, aunque no sepa cómo ni por qué, unasensacióndepazyseguridadinfinitas.Creoqueesallí,enlasvastasyeternasleyesdelamateria,ynoenlaspreocupaciones,lospecadosylosproblemascotidianos de los hombres, donde lo que haya en nosotros de superior alanimaldebebuscarelsosiegoylaesperanza.Sinesailusiónnopodríavivir.Ydeestamanera,enlaesperanzaylasoledad,concluyemihistoria.

EdwardPRENDICK

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Glosario

Aparejo de fuerza: Arboladura, velamen y jarcias de las embarcaciones avela.

Bauprés:Palogrueso,aproximadamentehorizontal,quesobresaledelaproadelosbarcosdevelayalqueseaseguranlosestayesdeltrinquete.

Batayola:Barandillasituadaalolargodelospasamanosyalrededoresdelascubiertasdeloscastillosysuperestructurasdelbuque.

Bitácora:Especiedearmarioocajacilíndricaenqueseponelabrújulayquecontieneloscompensadoresylaslantíasdelalumbrado.Estácerradaporunaventanaocasquetedecobreconventanadecristalquelaresguardadeagua,polvo,etc.

Botavarademesana:Palohorizontalapoyadoenelmástilalcualsesujetalavelacangreja.

Coronamiento de popa: Parte de la borda que corresponde a la popa delbuque.

Cuadernas: Cada una de las piezas curvas que, arrancando de la quilla,formanlaarmaduradelbarco.

Chinchoro:Barcoderemosmuypequeño;porejemplo,lalanchamenordelasquellevanabordolosbarcos.

Darguiñadas:Desviarsebruscamentelaproadelbarcoaunladoyaotrodeladireccióndemarcha.

Escaladecámara:Escaleraqueconducealoscamarotesoelsalónsituadosbajolacubierta.

Escota:Caboquesirveparacazarlasvelas,osea,paratemplarlasytensarlasdemaneraquerecibanbienelviento.

Estay: Palo que sujeta la cabeza de un mástil al pie del inmediato y endirecciónaproa.Tomaelnombredelpaloalqueafianza.

Goleta:Barcovelerodedosotrespalos,ligeroydebordaspocoelevadas.Lantía de bitácora: Linterna para iluminar la bitácora. Antiguamente se

utilizabanlamparillasdeaceiteparapoderverdenocheelrumboseñaladoporlaagujademarear;lasmodernasbitácorasestániluminadasmediante

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lámparas eléctricas que proyectan su luz sobre la rosa del compás,facilitandoasílasobservaciones.

Maricangalla:Alaquesealargabaenlavelacangreja.Motón: Caja ovalada que lleva una abertura (cajera) donde va colocada la

roldana, que gira sobre un perno fijo a las paredes laterales de la caja,llamadasquijadas.

Obenque demayor: Cada uno de los palos gruesos que sujetan un palo omastelerodesdesucabezaalamesadeguarniciónocofacorrespondiente,porunayotrabanda,y lepermiten resistir losesfuerzos transversalesaqueestásometido.

Pairo:Modode estar a la capa, en que el buque permanece quieto con lasvelastendidasylargaslasescotas.

Palodemesana:Mástilqueestámásapopaenunbuquedetrespalos.Pallete:Especiedeesteraotejidoenformadefajamásomenosancha,que

sehaceabordoconmeollarysirveparaforroydefensadeciertaspartesuobjetosexpuestosalrocedecabos,cables,perchas,velas,etc.

Pecio:Barcouobjetoabandonadoenelmar.Sotavento:Costadodelanaveopuestoabarlovento,osea,opuestoalladode

dondevieneelviento.Velacangreja:Veladecuchillo,deformatrapezoidal,quevaenvergadapor

surelingasuperioraunaperchaoblicuayporelpujamenalabotavara.

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Unaobra«grotescateológica»

Apéndice[15]

LosanhelosdeunescritorEnlosúltimosdíasde1894,unjovendeveintiochoaños,hastaentonces

poco conocido, yque, sin embargo, alcanzaría la famacomoextraordinariocronistadehechosimaginarios,peroposibles,llamadoHerbertGeorgeWells,antiguo alumno de la Normal School of Science de South Kensington, leescribíaasuamigaElizabethHealeyenlossiguientestérminos:

«Le interesará saberquenuestro antiguo relatoChronicArgonauts,aparecidoenelScienceSchoollJournal,hallegadoaserunanovela,queserápublicadaporentregasenlaNewReview[16]duranteelpróximomesdeenero.Eselmayordetodoslostriunfosqueposeo,ysinodescuellatodoloquedeellaespero,sabréellugarquemecorrespondeocuparentodoloquemequedadecarrera[17].»

Afortunadamente para nosotros, Wells no aguardaría a que ese relatodesarrolladoyampliado,quedaríalugarasuprimeranovela,unadelasmásconocidas,Lamáquina del tiempo, le fuera publicado, sino que comenzó atrabajar en un cuento, especie de fábula, como casi todas sus obras, queaconteceenunaislaalejadadelacivilizaciónydesusleyes.

LagestacióndeunanovelaAquelcuentotambiénseconvertiríaenunanovela,Laisla

delDr.Moreau,publicadaen1896.EnelprólogoalaediciónAtlantic[18]delamisma,Wellsdicedeella,recordandoquizáeldesafío prometeico representado por el Dr. Frankenstein,

personaje principal de la obra deMary Shelley, que muy posiblemente haestado presente en su concepción, que se trata de una obra del género«grotescoteológico[19]»,loque,además,sicomparamosestaexpresión,porélutilizada a guisa de aclaración, con el subtítulo que figura en otra de susobras,Elhombreinvisible,de1897:«unanovelagrotesca[20]»,resultaserunjuegodepalabras.

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LainfluenciadeTH.Huxley

ParaWells,quehabíaasistidoa lasclasesdeldarwinistaThomasHenryHuxley,deándelaNormalSchoolofSciencede South Kensington, lo interesante no era la ciencia en sí,

sinolaslejanasfronterasaquepodíallevaralhombre,asícomolasdistintasmaneras mediante las cuales podría realizarse su evolución. Como diceRobertCrossley:«HuxleyeslaMusainvocadaconmásfrecuenciaporWellsenlasobrasdecienciaficcióndesusprimerosañosy,másespecialmente,enLamáquinadeltiempoyenLaisladelDr.Moreau[21].»

LovatDickson,unodelosbiógrafosdeWells,apuntaqueLaisladelDr.Moreau fue inspirada por el ciclo de conferencias que, con el título deEvolución y ética, había sido impartido por Huxley en la Universidad deOxford,yendondeseabríapaso,demaneravehementeeirresistible,laideafuerza de que el proceso cósmico de la evolución se hallaba «repleto demaravillas,debelleza,dedolor»,puestoque«el sufrimientoes ladivisadetodalatribudelosseresquesienten,siendoenelhombreendondealcanzasumayor grado»[22]. Así pues, el progreso ético no debía imitar el procesocósmico,sino,másbien,combatirlo.

Enlanovela,Moreau,alinfligirdoloralosanimales,duranteelprocesoque, según la aplicación de las palabras de Huxley, les impulsa hacia lohumano—curiosamente,yparahacernosrecordarestosorígeneshuxleyanos,Wells dará el nombre de «Casa del Dolor» al lugar en el que ocurren sussiniestrosexperimentos,endondesuscriaturas«nacen»a lavidahumana—consigue,indudablemente,unprogresoevolutivo,perotambiénunaregresiónética[23].

El argumento de La isla del Dr. Moreau obsesionó tanto a Wells queacabóporinvertirenéltodosutiempo,alpuntoque,enfebrerode1895,consuescasodineroagotadoporladedicaciónaMoreau,notuvootrasalidaquevolveralperiodismo,aunqueellonosupusoqueabandonaralanovela:

«Comencéelmendigodenuevo,desdelaprimerapágina,ylopuseenpie, demanera completamente diferente ymuchomejor escrito.Deentoncesaestapartelehedadomuchasvueltasyaúndistamuchodeloquedebeser[24].»

Pero,unavezsolventadalamaneradellevarsunovelaafeliztérmino,lequedabaaWellsotra tarea, igualmenteardua: ladeencontraruneditorquequisierapublicarla.

La máquina del tiempo, El bacilo robado, La visita maravillosa yConversaciones escogidas con un tío, ya fallecido, habían recibido la

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favorableacogidadecríticosde la talladeEdmundGosse,ArthurWaughyRobertson Nicholl, que hicieron las correspondientes recensiones enprestigiosaspublicaciones,comoTheSundayTimesoTheObserver, loque,paraWells,quehastaentonces sólo sehabíadedicadoaactividadesde tipodocenteyalperiodismo,escribiendoalgúnqueotrolibrodetexto,suponíaelcomienzodeeseéxitoque,desdeaquelmomento,leacompañaríaduranteelrestodesuvida.

Asípues,noresultaexageradodecirquefueronlafama(yelvolumendeventas)desusdosnovelasLamáquinadeltiempoyLavisitamaravillosalasqueinduciríanaleditorlondinenseWilliamHeinemannadecidirseapublicar,afinalesde1896,LaisladelDr.Moreau,quesibiennolesupusoasuautortanto beneficio económico como las dos anteriores, ya que su argumentoprodujo (y aúnproduce) ciertodesasosiegoa lectores, críticosy editores, síque le sirvió, en cambio, para consolidar su fama de escritor de novelasimpactantesypocousuales.

Técnicaliteraria,cienciayevoluciónLatécnicaliterariadeWellsesrelativamentesimpleyseresumediciendo

queelprotagonistaprincipal,quesueleserelnarrador,presentadeterminadoshechos a la consideración del lector, de tal suerte que la profundidaddramática de los personajes sufre cierto detrimento, en beneficio de laclaridadexpositivadelatramaargumental.

Sin embargo, Wells va a servirse de una técnica, más bien recursoideológico,queescapadelmarcode lonarradoyquenoseráotracosaque«larealizaciónválidadealgunaposibilidaddejadadelado,detalmodoquese comenten las seguridades falsas y la fatua autosatisfacción de la vidacotidiana[25]».

Dicho de otro modo, Wells intentará, en toda su obra de ficción, quereconsideremosloscaminosuopcionesquelahumanidad,oquizá,másbien,el hombre occidental, ha abandonado, o que nunca ha tenido en cuenta,utilizando como vehículo ideal de esta empresa al científico/aventurero,movido por su inquebrantable —y, en ocasiones demoniaco— amor a laciencia que, como su contemporáneo, el superhombre nietzscheano, intentasituarsemásalládelbienydelmal:

«Laciencianoessinounacerillaqueelhombreacabadeencender.Pensó éste encontrarse en una habitación —en sus momentos dedevociónenuntemplo—yquesuluzvolveríaaél,trasiluminarparedes

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SimilitudconLovecraft

inscritas de secretos maravillosos y columnas grabadas con sistemasfilosóficos,obtenidosenplenaarmonía.Resultauna sensacióncuriosa,ahoraqueyahaterminadoelchisporroteopreliminar,ylallamaardeconclaridad,mirarselasmanos,tenerunvislumbredelpropiocuerpoydellugarendondeunoseencuentradepie,yveranuestroalrededor,envezdetodoaquelbienestaryaquellabellezaanticipada,oscuridad»[26].

Al igual que Lovecraft, quien poseía un análogo rigorcientífico que, sin embargo, no deja traslucir en sus relatos,por logeneral de trasfondomitológico-ocultista, aunque conconexiones evolucionistas, Wells no se deja engañar porperspectivas optimistas cuando intenta divisar el futuro delgénero humano. La perfectibilidad delmismo no constituye para él ningúnapriorismo, en lo que, una vezmás, semostraba acorde conT.H.Huxley,quienyahabíaprevistolaposibilidaddeunaregresión,odelaalteracióndelacadenaevolutiva,porobradelhombre:seríafactiblelaobtencióndeformasvivientesdecomplejidaddecreciente, recorriendoàrebourselcaminode laevolución,hastallegarasuestadioinicial,loquesupondríaelfinaldelavidasobre laTierra,yaqueel siguiente estadiocorrespondería al inorgánico,novivo. Según apunta Darko Suvin[27], Wells ya había escrito en 1885 uninteresanteensayo,Pasadoy futurode larazahumana(PastandFutureoftheHumanRace),queanticipalasideascatastrofistasdeotrasobrascomoEldescubrimiento del futuro (The Discovery of the Future), El futuro deAmérica (The Future in America), de 1906, o El jugador de croquet: unrelato(TheCroquetPlayer:AStory),de1936.Es,precisamente,enlaúltimadelasindicadasdondehabladelaposiblellegada,enunfuturo,delasbestiasprimigeniasdelahumanidad,ideaqueelbiólogoDougalDixon[28]hatenidoencuentaenvariosdesuslibros.

AnálisisdeLaisladelDr.MoreauComoresultadodeunnaufragio,EdwardPrendickllegaalaisladelDr.

Moreau,«uneminente fisiólogo, conocidoen los círculos científicospor suextraordinariaimaginaciónysufranquezabrutalenlasdiscusiones»,comoseleeenelCapítulo7.Yadesdeunprincipio,ellectortienelasensacióndequehayalgo,enloquellevaleído,quenoencajadentrodelosusualeslímitesdela«normalidad»:«Esantinatural—respondí—.Hayalgoenél…[…]Tieneun toque… diabólico», son las palabras de Prendick, al referirse, en el

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Capítulo 8, a uno de los habitantes de la isla. Y esta sensación se veráconfirmadaenelcapítulosiguiente:«Entoncesviquesetratabadeunhombrequecaminabaacuatropatas,¡comounanimal!»LadescripciónquePrendickhacedelascriaturasdeMoreauconcuerdaconlaquesepodíahacerporaqueltiempo, a finales del siglo XIX, de los posibles antecesores del hombre, elPliopithecus, el Dryopithecus o el Paidopithex, descubiertos,respectivamente,en1849,1865y1895,yaqueelAustralopithecus,yconéllahipótesisdeserunodenuestrosilustresantepasados,noseríahalladohastabien entrado el siglo XX[29]: «Rostro ancho, de facciones marcadas, sinmentón,defrentehuidizay,enlacabeza,unpocodepelo,raloehirsuto.»EnestemismoCapítulo,el9,tenemosunapistadesuposibleorigen:«Lastrescriaturas […] eran humanas y, sin embargo, su parecido con un animal eraasombroso. […] …cada una de aquellas criaturas revelaba en susmovimientos,enlaexpresióndesurostro,entodasupresencia,unparecidoirresistible con un cerdo: llevaba impresa la inconfundible marca de labestia.»

Enestaúltimadescripciónpuedeestarpresenteelsimbolismodelcerdo,como animal impuro del judeocristiano[30], o como animal en el que setransforman los compañeros de Ulises, gracias a la operación mágica deCirce,operadaenlarapsodiaXdelaOdisea,yque,probablemente,proveeráde uno de sus más importantes elementos al bestiario fantástico de otroescritorbritánico.Me refiero, ciertamente, aWilliamHopeHodgsony a suobra, de 1908, La casa en el confín del mundo (The House on theBorderland), y, en ella, a los seres porcinos que embrujan sus páginas yacechan al Recluso, cronista y principal protagonista de la misma, y quemotivaránunestudiodesusimbolismosexual,enunexcelenteestudiodeSidBirchby[31],yaclásico.

EllectordeLaisladelDr.MoreaudeberáaguardarhastaelCapítulo11paracaerenlacuenta,porindicacióndePrendick,deque«¡Lascriaturasqueyohabíavistoeranvíctimasdealgúnespantosoexperimento!».Debeañadirseque,enestaespeciedeiniciaciónqueparaPrendicksuponelaestanciaenlaisla,enbuscadelaverdad,comoesusual,antesdeconocerycomprenderlosmisterios de la divinidad (Moreau) escuchará su ley, salmodiada, en elCapítulo12,porelRecitadordelaLey:

«—No caminarás a cuatro patas, esa es la Ley. ¿Acaso no somosHombres?

—NosorberáslaBebida,esaesleLey.¿AcasonosomosHombres?

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LosmisteriosdeMoreau

LareligióndeMoreau

[…]—SuyaeslaCasadelDolor.—SuyaeslaManoquecrea.»

Será en el Capítulo 14 en donde Moreau explique susmisterios:elprocesodecreacióndesushumanimales.Hayensus palabras un eco de las de Huxley, cuando hablaba deldolorasociadoalaevolución:«Habíaoídoalgunosgritosde

esosquetantolemolestaronausted.»Pero, a pesar de la cirugía de Moreau, que opera sobre los tejidos,

glándulas, aparatos y sistemas de los animales para conseguir en ellos unatisbo de humanidad, «Primero un rasgo animal, luego otro, salen a lasuperficie y me observan atentamente… Pero lo conseguiré. Cada vez quesumerjoaunserenlasardientesaguasdeldolormedigo:“Estavezacabaréporcompletoconelanimal,estavezharéunacriaturaracionaldemipropiainvención.”Alfinyalcabo,¿quésondiezaños?Elhombrellevacienmilenlacreación. […]Temenestacasayme temenamí.Loqueallíhayesunaespeciedeparodiadelahumanidad.[…]HayalgoaloquellamanLey.[…]…incluso se casan. […]…y sólo encuentro el alma de las bestias, bestiasperecederas […]. Y, sin embargo, son extrañas, complejas, como todo servivo.»

ConestaspalabrasdeMoreau,Wellsestáhaciendounaveladacríticaalasociedad de los hombres, que se hará explícita en el último capítulo de laobra.

Perosigamos.Lasociedadde loshombres-bestia,ohumanimales,noesestable,yaque,comosediceenelCapítulo15:«Teníandescendencia,pero,porlogeneral,loshijosmorían.»

Anteriormente se recordó que Wells había definido esta obra comoperteneciente al género «grotesco teológico[32]». Y estaba en lo cierto.Obsérvense, como constatación de lo dicho, las primeras palabras delCapítulo 17, que hacen referencia al deseo de Prendick de «alejarme deaquellas horribles caricaturas de la imagen demiHacedor», y, por si fuerapoco,elcomentarioque,enelCapítulo15,sehacedelusodelareligióndeMoreau:«Enrealidad,estabanhipnotizados,leshabíaninculcadoqueciertascosassonimposiblesyotrasestabanprohibidas,yestasprohibicionesestabanimplícitasensusmentes,anulandotodointentodedesobedienciaolitigio.»

TraselasesinatodeMoreau,lascircunstanciasobligaránaPrendickautilizar,enbeneficiopropio,lareligióncreadaporelcientífico, que aderezará, convenientemente, con sus propias

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Críticaalasociedadvictoriana

creenciascristianas,enparticular,lasquehacenreferenciaalaresurrección, transfiguración y ascensión al cielo deJesucristo[33].ElpasajedelCapítulo18resulta,ciertamente,grotesco:

«—Estámuerto—dijounavozprofundayvibrante.—Noestámuerto;noestámuerto—farfullóotra.—Lohemosvisto,lohemosvisto—insistieronvariasvoces…[…]—¡HijosdelaLey!¡Élnohamuerto!M’lingvolviósuintensamiradahaciamí.—Ha cambiado de forma. Ha cambiado de cuerpo —continué—.

Durantealgúntiemponoloveréis.Está…allí—yseñaléhacialoalto—,ydesde allí osvigila.Vosotrosno loveis, pero él sí osve avosotros.RespetadlaLey.»

PerosureligiónnoresultatanconvincentecomoladeMoreau,porloquecuando,enelCapítulo20,Prendickinstaaunhumanimal,enaquelcasounahiena-cerdo, aque leobedezca, éste le replicarácon sorna:«¿Quiéneres túparadecirme…?»

ParaWells, la figura de Prendick supone una crítica a lasociedad victoriana de su tiempo, que se complace con elautoengaño y cuya conciencia se acomoda según lascircunstancias. Por eso, Wells intenta que Prendick consiga

«despertar»aesaotrarealidad,loqueconseguiráalfinaldelaobra,despuésdesufrir—¡cómono!—ungrandolor,representadoporlasprivacionesaquese verá sometido en los últimos momentos de su estancia en la isla y elquebrantamientodetodassusconviccionesmorales.

PeroantesPrendicksepreocupaporlasuertedeloshumanimales;paraél,la aceptación de la Ley de Moreau los ha llevado a la infelicidad, comopodemosapreciarenelCapítulo16:

«¡Pobres bestias!Empezaba a comprender el aspectomás vil de lacrueldaddeMoreau. […]Antes, todosaquellosMonstruoshabían sidobestias,contodossusinstintosperfectamenteadaptadosasuentorno,yeran felices como cualquier ser vivo. Ahora habían topado con losgrilletesdelahumanidadyvivíanenconstantetemor,atormentadosporuna Ley que no acertaban a comprender. Su remedo de existenciahumanacomenzabaconuna terribleagoníaycontinuabaconuna larga

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EnfrentamientoentrelasociedadoccidentalylaLeydeMoreau

lucha interior, un constante temor deMoreau. Y todo ¿para qué? Eraprecisamentelacrueldaddetodoelloloquemeexaltaba.»

Pero estas buenas ideas, tan civilizadas y humanitarias, se vuelvenoportunistascuando,despuésdelamuertedeMoreau,Prendicksepregunta,enelCapítulo20,sinodeberíahaberseaprovechadodelasituación:

«Entoncescomprendíeldesatinodemicobardía.Sihubieratenidoelmismo valor que al amanecer […] podría haberme adueñado del cetrovacantedeMoreauydominaralosMonstruos.»

Ya estamos llegando al final de la obra. Se impone,pues,unasíntesisde sucrítica.Podríadecirse, siguiendoagrandesrasgoselmodeloteóricoqueDarkoSuvinexpusieraenunrecienteartículo[34],que lasaguasmarinasseparanadosdominiosno conexos entre sí, que sondos islas: la deGranBretaña,símbolodelmundocivilizado,yladeMoreau.Encadaunodeestos dominios se definen unas leyes: las de la civilización occidental, deraíces judeo-cristianas, en el primero, y la Ley de Moreau, darwinista,evolucionistay,diríamos,amoral,enelsegundo.Ambasdefinen,implican,osonelresultadodesusrespectivoscamposdefuerzas,que,enelcontextodelanarración,interaccionan,comoesusual,entresí,loqueoriginaelconflictoentrePrendickyMoreau,porun lado,yentrehumanosyhumanimales porotro. Obsérvese que, en su origen, ambas leyes tienen un análogo procesoformadordedolor:eldañoqueMoreaucausaasuscriaturasalintentardarlesunadimensiónhumanarecuerdaeldelcastigodivinoquehacequeelhombre,alabandonarelEdényentraren«estevalledelágrimas»,deba«ganarelpanconelsudordesufrente».Asípues,estaanalogíaenloscamposdefuerzasde estos dos dominios, topológicamente análogos, y auténticos mundos enminiatura, dada su insularidad[35], tendrá como consecuencia las sombríasreflexiones que Prendick, tras escapar de la isla deMoreau, puesto que loshumanimales han regresionado a su estadopuramente animal, ydespuésdehaber sido recogido en altamar por un navío, se hace, una vez asumida ytrascendida su alucinante experiencia, ya de vuelta en Inglaterra, en elCapítulo22,yúltimo:

«No lograba quitarme de la cabeza la idea de que los hombres ymujeres que conocía eran otros Monstruos pasablemente humanos,animales con forma de persona, y que en cualquier momento podían

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Laevolucióncontrolada

LaregresiónoinvoluciónenArthurMachen

comenzar a transformarse, a mostrar este o aquel síntoma de sunaturaleza bestial. […]Veo unos rostros resplandecientes y animados,otros sombríos o peligrosos, otros inseguros, insinceros; ninguno quetengalaautoridadreposadadeunalmasensata.[…]Mehealejadodelcaosdelasciudadesylasmultitudes,ymepasoeldíarodeadodelibrosdoctos[36], ventanas llenas de luz en esta vida iluminada por las almasresplandecientesdeloshombres.»

Prendickvuelvesumiradahacialoscielos,yparececomosisusanhelos,nostalgias y ensoñacionesmás secretas hallasen, añosmás tarde, eco en elviajerodeHacedordeestrellas, laexcelentenoveladeotro filósofoy,a sumanera, evolucionista, Olaf Stapledon, quien «una noche, descorazonado,subiríaaunacolina».

DeotrosdoctoresyotrasislasH. G. Wells, personalidad ecléctica y en absoluto inmovilista, que tan

pronto se encendía por una idea o una persona, como le ocurría todo locontrario; amigo de Henry James (más tarde rompería con él), de JosephConrad o de Stephen Crane; pacifista y partidario del desarme, socialistautópicoyviajeroinfatigable—visitaríaaLenin,aStalin,aGorki,aPaulov,aFreud, a Roosevelt…— no podía por menos de suscitar admiradores ypartidariosy, tambiénensuobradeficción,continuadoresyplagiarios,quehan seguidodos ejesdiferentesyperfectamentedistinguibles, quenacendedosdesusmásimaginativasobras:LamáquinadeltiempoyLaisladelDr.Moreau. Si la primera de ellas inauguraba, por así decir, el tema del viajetranstemporal, la segunda daría paso a todo tipo de ficciones sobre laevolucióncontrolada(o,conmuchafrecuencia,descontrolada), la ingenieríagenética y, por la vía de lamisma evolución, en este caso de la lógica, larobótica.

A la evolución controlada, en particular a la transicióndeliberada de animales y plantas a hombres, va dedicado elpresenteapartado,queobservaráunordencronológico.Noesnecesario añadir que, dada la complejidad de lo tratado, eltemanoquedará,nimuchomenos,agotado.

Porello,noseríaadecuadodejardemencionarunrelatodel británico Arthur Machen, relacionado, si no con laevolución,síconsuopuesto,laregresiónoinvolución.Merefiero al episodio La historia del polvo blanco,

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JosephConrad

E.R.BurroughsyR.E.Howard

MauriceRenard

perteneciente al ciclo de Los Tres Impostores, que fuerapublicado entre 1894 y 1895, esto es, muy poco antes de La isla del Dr.Moreau. Aunque Machen siga los vientos místico-ocultistas de la GoldenDawn,alejados,aunquenotantocomosecree,deloscientifistasdeWells,ensurelatoencuestiónnosvaanarrar loquelesucedeal jovenLeicesterporconsumirreiteradasdosisdevinumsabbati(elpolvoblancoquedanombrealtítulo),quienacabarádegradándoseenunamateriaprotoplásmicaqueensuciael suelode suhabitación, queparaMachennoviene a ser otra cosaque el«limoprimordial»,oseminalviscosity,delquehablaraThomasVaughan,elalquimista del siglo XVII, en particular en su obra Lumen de Lumine, y dedonde hacía proceder toda la vida de este planeta, tal y como apunta RonWeighell[37].

Asimismo, es innegable la estrecha relación de caracteresexistentesentreMoreauyKurtz,elprotagonistadeElcorazóndelas tinieblas de Joseph Conrad, escrita entre 1898 y 1899, ypublicadaen1902.Curiosamente,ConradhabíaconocidoaWellsen 1898…Recuérdese que, en esta novela, según el análisis deAraceli García[38], mientras queMarlow, el antagonista de Kurtz, va a serconscientedeloscambiosquela junglaafricanaoperaensucarácter,Kurtzsucumbeantesuverdadoculta,dejandoquesusinstintosaflorenbajoellevebarnizdelosconvencionalismossociales.ElpeculiarmododeserdeKurtzy,fundamentalmente,desus«hábitos»,sehacemuchomáspatenteenlaversiónfílmica de la obra que, en 1979, realizaron John Milius para el directorFrancisFordCoppola,coneltítulodeApocalypseNow.

Curiosamente, esta llamada ancestral de África seráescuchada treintaañosmás tardepordosnorteamericanos,sobre los que se volverá más adelante: Edgar RiceBurroughs, quien situaría en aquel continente a su héroe

Tarzán, yRobertErvinHoward, cuyopersonajeSolomonKane, especie deQuatermain justiciero, llevaría a cabo en África la mayor parte de sushazañas.

Elprimerodelosecosque,fueradelReinoUnido,suscitaLaisladelDr.Moreau,seconcretaenlanoveladeMauriceRenard,publicadaen1908,EldoctorLerne,lacual,amododeprólogo,vadedicadaalpropioH.G.Wells.EnsucastillodelasArdenas,

elenloquecidocientíficorealizaexperimentosrelacionadosconlatécnicadeltrasplanteylareanimacióndecadáveres, loquerelacionalanovelacondos

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GustaveLeRouge

BugakovyBaliaev

AldousHuxley

Tarzányelhombre-león

relatosdeH.P.Lovecraft:HerbertWest,reanimador,de1921,yLacosaenelumbral,de1933.

Poco después, en 1912, otro francés, Gustave Le Rouge,daría comienzo a las aventuras de uno de sus personajes mássiniestros, el doctor Corneluius Kramm[39], «escultor de carnehumana», jefe de una organización criminal conocida con el

nombre de «LaMano Roja», y allegado próximo, si no pariente, de otrosgeniosdelcrimen:Moriarty,Fantomas,MabuseoelDoctorNo.

Lacienciaficciónrusa,en lasnovelasdeMijailBulgakov,Los huevos fatales (1924) y Corazón de perro (1925), y deAlexanderBeliaev,Elhombreanfibio(1928),haríahincapiéeneste tema de la ciencia utilizada para «mejorar» especies yaexistentes, aunque, en la primera de las obras señaladas, Loshuevos fatales, un supuesto avance de la ciencia se convierta, debido a unaccidente,enunaterriblepesadilla.

En1932,AldousHuxley,nietodeThomasHenryHuxley,dequienanteriormentesehablaracomodeunodeloscientíficosquehabían influido en la obra de ficción de Wells, publicaba sudistopiaUnmundofeliz.Deestaconocidanovela,relacionadaconel «temadeMoreau», por lo que tienedemanipulación sobre lanaturaleza,enestecaso lahumana,elpropioHuxley,ensuensayode1958Nuevavisitaaunmundofeliz(BraveNewWorldRevisited),refiriéndosealasoperacionesalasquesonsometidoslosmiembrosdeaquellasociedadfutura,diríaque«losseres finalmentedecantadosdeesemodoerancasihumanos,pero podían realizar trabajos que no necesitasen pericia, y si se lescondicionaba debidamente… se podía dar por sentado que no daríanproblemasasussuperiores[40]».

La siguiente aproximación a Moreau por vía,posiblemente,de lacomentadaobradeMauriceRenardodelas otras de H. P. Lovecraft, por la utilización de métodoscuasi necrománticos, la constituye una de las novelas de laserieTarzán de Edgar Rice Burroughs, esto es,Tarzán y elhombre-león(TarzanandtheLion-Man),de1934,endondenosenteramosdeque, en pleno corazón de África, un sabio demente que ha descubierto en1857laexistencia,enelhombre,deunascélulasquesobrevivenalamuerte,ha trasplantado todas las células de este tipo, que ha podido extraer loscadáveresdelaspersonalidadesregiassepultadaselaAbadíadeWestminster,enloscuerposdeunosgorilas,dandolugaraqueéstoserijanenmitaddela

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KarelCapek

selva,y aorillasdeun río,unaciudada laque, sorprendentemente, llamanLondres. Tras esto, no resulta extraño que hablen un correctísimo inglés,aunque algo arcaizante, por supuesto, y que ostenten nombres como los deEnriqueVIII,SuffolkoAnaBolena.

El científico vive, sin dejarse ver por nadie, en un elevado castillo quedomina la ciudad y al que se ha dado el nombre de «Cielo», en un guiño«grotescoteológico»aquienyasabemos.Perosuexistenciasehallalejosdeser«divina»,porloqueselamentadeestasuerte:

«Misgorilashabíanheredadodesuspadresartificialessucerebroysusórganosbucales…Bajomidirecciónhanconstruidoestaciudad,alaquehellamadoLondres,aorillasdeesterío,alquehedadoelnombredeTámesis[…]lesheentregadoleyes,meheconvertidoensudios,lesheotorgadolagraciadeunafamiliarealydetítulosdenobleza.Melodeben todo y, sin embargo, algunos de ellos se vuelven contra mí yquieren suprimirme. ¡Sí! Se han vuelto como todos los hombres,ambiciosos,traidoresycrueles.»

ElprolíficoautorchecoKarelCapek,ensunovelahumorísticade1936,Laguerradelassalamandras,incide,unavezmás,eneltemadelosanimalesdotadosderazónque,enestecaso,compitenconelhombre.

También en 1936y en el númerode diciembre de la prestigiosa revistanorteamericanaWeirdTales(y,habríaquedecir,demanerapóstuma,pueselautor se había suicidado pocos meses antes, en junio) aparece el relato deRobertE.Howard,Elnegro sabuesode lamuerte (BlackHoundofDeath),que narra la venganza que Adam Grimm, un explorador norteamericano,capturadoeneldesiertodeGobiporuna sectade«adoradoresdelDiablo»,cobraenlapersonadelcompañerodeexpediciónqueledejaraabandonadoasupropiasuerte,para,conello,salvarsupropiavida,yenquiensuscaptoresoperaronterriblescambios,quelohanconvertidoenunmonstruo:

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«La nariz, la boca y las mandíbulas excedían en horror a la másdementedelaspesadillas…habíansidoestiradasdemanerarepugnante,comosifueranelhocicodeunanimal.Noteníamentón;susmandíbulaserantansalientescomolasdeunperroo lasdeunlobo,ysusdientes,puestosaldescubiertoporunoslabiosderictusbestial,eranrelucientescolmillos. No podría explicar la manera gracias a la cual aquellasmandíbulaspodíanarticularpalabrashumanas.

Pero el cambio eramás profundo y no se limitaba solamente a losrasgos,asuaspectoexterior.Ensusojos,querelucíancomolasbrasasdelosfuegosdelInfierno,habíaunresplandorquejamáshabrilladoenlosojosdeningúnserhumano.CuandolossombríosmonjesdemoniacosdeYahlgan habíanmodificado el aspecto del rostro deAdamGrimm,

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OlafStapledon

JackWilliamson

W.D.RobertsyT.N.Scortia

GeneWolfe

habían realizado en su alma un cambio análogo. Ya no era un serhumano; se había convertido en un auténtico hombre-lobo, tan terriblecomolosdelasleyendasmedievales.»

En 1944, el filósofo británicoOlaf Stapledon, que trasluceen todas sus obras de ficción su anhelo de que la Creaciónllegue, algúndía, a trascenderse a símisma,publica sunovelaSirio,en laquedescribe losucedidoaunperropastoralemán,

Sirio,cuandoalcanzaunelevadogradodeinteligencia,comoresultadodelaintervención de un fisiólogo de Cambridge, el profesor Thomas Trelone,quien ha practicado en él la cirugía cerebral, y sobre sus ascendientes todotipodecrucesselectivas,améndeinyeccionesdediferenteshormonas.

JackWilliamson,unode losescritoresestadounidensesdeciencia ficciónmás prolíficos, publica en 1951 su novela Laisla del Dragón, que le sirve de pretexto para desarrollar lasideas eugenésicas deWells: el Dr. Kendrew no sólo ha sido

capaz de obtener superhombres dotados de percepción extrasensorial, sinoque,apartirdeunalga,hacreadounserprimitivoquedesarrollatodotipodetrabajossinconsumirenergíaqueresultegravosa,yaquelasintetizaapartirde la función clorofílica. Sin embargo, Kendrew sólo es, a pesar de unasiniestraagenciagubernamental,quepiensalocontrario,unsabiofilántropo,que carece de las características negativas deMoreau. Años más tarde, en1980, Williamson desarrollaría el tema del superhombre en su novelaHermano de los demonios, hermano de los dioses (Brother to Demons,brother to Gods), que presenta una humanidad futura formada por cuatroespecies:homoverus,homomutatus,homodivinusyhomoultimus[41].

Al igualquePrendick,unavezen la isladeMoreau,seentera de que sus habitantes no son humanos, losprotagonistas de dos novelas cortas de 1973,Un personajede sangre real (A Personage of Royal Blood), de WilloDavidRoberts,yTú,buenoyleal(ThouGoodandFaithful),de Thomas N. Scortia, que se enamoran de sendas habitantes de losrespectivosplanetasalosquellegan,acabarándescubriendoquetodalavidaqueenellosexisteprovienedelasmutacionessobrevenidasaunosanimalesdomésticos.

GeneWolfe, el célebre escritor norteamericano, que cultiva,por igual, la ciencia ficción, la fantasía histórica y el terror,comenzóapublicar,apartirde1970,cincohistoriasrelacionadasconeltematratado,que,juntoconotrasnueve,apareceríanenun

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HarryHarrison

BrianAldiss

Elcómic

volumen de 1980, que tomaría el título de la primera, sin dudaalgunalamejor,estoes,LaisladelDr.Muerteyotrashistorias,yenlacual,suprotagonista,unniñodesatendidoporsumadre, leeunaficcióninspiradaenLa isla delDr.Moreau, y que, dada sumentalidad infantil y la falta decariño, incorporará a su vida cotidiana, consiguiéndose, de talmanera, unadeliciosaeimaginativaobraliteraria.

El tema de la evolución de las especies también tentaría alnorteamericano Harry Harrison, quien lo ha incorporado a su,por ahora, trilogía Edén, en donde humanos y descendientesevolucionados e inteligentes de los dinosaurios, las yilané, quesuplensufaltademáquinasconlaingenieríagenética,compitenpor el dominio de la Tierra, en unmarco prehistórico que resulta bastanteconvincente: se trata de una obra reciente, ya que la primera entrega de laserie,AlOestedelEdén,aparecióenlosEstadosUnidosen1984.

Estebreverecorridoporlasvariacionesdeuntemaprincipal,eldelaIsladelDr.Moreau,encuentrasuapropiadofinaleenLaotra isladelDr.Moreau;escritaen1980porelbritánicoBrianAldiss. En ella, Mortimer Dart, una víctima de la talidomida,

recreaen lamisma isladeMoreau (se tratabadeun talAngusMcMoreau,discípulodeT.H.Huxley,Dartdixit) losexperimentosdelsiniestrodoctor,enundecoradofindesiècle(noelXIX,sinoelXX).AunqueAldissnollegaala intensidad y horror del original, sumergiéndose, de vez en cuando, en laparafernaliadelacienciaficción,suobraseleeconciertointerés.

YelespíritudeMoreausehizoimagenEn este apartado se hablará de la adaptación a los medios visuales,

fundamentalmentealcine,deLaisladelDr.Moreau.Pero antes, y para no alejarnos excesivamente de lo literario,

serácuestióndemencionaruncómic.Se trata de Rowlf, original del artista norteamericano Richard

Corben, escrito y dibujado en 1971 (la versión coloreada es de1979): con una innegable deuda al Sirio de Olaf Stapledon, nos habla delamor que Rowlf, un perro pastor alemán siente hacia su ama Yara.Cambiandocienciapormagia,eldiscursodecienciaficciónsemudaenotrode fantasía, en este caso, fantasía heroica.La historia tiene lugar en el paísmedievalizantedeCanis,queesasaltadoporunahordadebestialessoldados,pertrechados con equipo similar al de los alemanes en la Segunda Guerra

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Elcine

Mundial,quehablanunlenguajeparecidoalesperanto.Rowlf,sospechosodehaberdadomuerteasuama,cuandoloúnicoquehahechohasidodefenderladelataquedesusbestialesagresores,sinlograr,noobstante,impedirsurapto,esconvertidoencanissapiens,comoresultadodelencantamientoimperfectooperado por el brujo Sortrum, ante quien ha sido conducido para sertransformadoenhombre,afindequepuedanarrartodolosucedido.Loquesigueeseltextodetodoaquelprocesomágico:

—¡Goril-sum-kumNeda-Litlat…Canis-Rowlf-Mob!…¿Eh?¿Qué?—el brujo es distraído por una voz—. Mobilus… ¡Uf! ¡MobilusRowlf…!¡No!¡Callaosdeunavez!¡Mevaisaestropear todo!¿RowlfCanis Mobili… en Homo Sapiens?… ¿Mobilus Canis Sapiens?…—nuevas interrupciones—. ¡Imbécil, habéis hecho que confunda elencantamiento!

Rowlfhabíacambiado…¿Eraunhombre?Nodeltodo.Elerrordelbrujo había creado algo que era totalmente nuevo. ¿Era una criaturaválida?¿Podríaintegrarseeneluniverso?…Rowlfsedespertó…pocoapoco.Comode un largo sueño. Se sentía diferente, transformado, y leasaltabanextrañospensamientos.

Tras este preámbulohayquedecir que no sóloMoreau, sino elpropioH.G.Wellshasidollevadoalapantalla.

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PrimeraincidenciadeMoreauenelcine

Me refiero, por supuesto, a una versión ficticia de uno de los mejoresmomentosdesuvida,quesecombinaconla«invención»delamáquinadeltiempo(enefecto,ladelanoveladelmismotítulo,hanleídobien)yconJackelDestripador,eltristementecélebrepsicópataVictoriano.

El responsable del sabroso y ocurrente desaguisado, que llegó a laspantallasen1979coneltítulodeTimeafterTime,fueNicholasMeyer,autordel pastiche de 1974, ¡Elemental, Dr. Freud! (The Seven-per-cent-Solution[42]) y deotraobrade lamismacategoría,Horror enLondres (TheWestEndHorror),de1976,endonde, juntoa losdos inmortalesdetectivescreadosporConanDoyle,aparecenlasconocidasfigurasdeGeorgeBernardShawodeOscarWilde.

Pero, curiosamente, la primera incidencia en el cine delpersonajedeMoreaunosedioenunaadaptacióndelanovela,sinoenunfilmde1922inspiradoclaramenteenella,Untratoaciegas (A Blind Bargain), del director Wallace Worsley: el

doctor Lamb (Lon Chaney) accede a curar a la madre enferma del jovenRobert,acambiodequeésteactúecomoconejodeIndias.Mástarde,eljovense dará cuenta de que el deforme ayudante del doctor (nuevamente LonChaney, que hace un doble papel, cosa habitual en él) es, en realidad, unhombre-mono,resultadodeunexperimentoanteriordelcientíficoqueresultófallido. La criatura muestra a Robert la habitación secreta en donde Lamblleva a cabo sus experiencias, y que se halla atestada de horribles criaturasenjauladas.Anteaquella intromisión, elDr.LambagredeaRobert.Cuandoestá a punto de practicar en él la vivisección, el hombre-mono pone en

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Primeraadaptacióncinematográficadelaobra

libertadaunode losmonstruosenjaulados,queacabaconeldesequilibradocientífico.

En 1932, el director Erie C. Kenton filmaría para laParamount la primera adaptación cinematográfica de LaisladelDr.Moreau,querecibiríaelsugestivotítulodeLaisladelasalmasperdidas(IslandofLostSouls),desetentaydosminutosdeduración.

Laestrelladel filmera, incuestionablemente,elactorCharlesLaughton,quien interpretaba a Moreau, arropado en un excelente reparto: RichardArlen, Leila Hyams, Kathleen Burke, Bela Lugosi, Harry Ezekian y, enpapeles de hombre-mono, posiblemente, sus primeras actuaciones en lapantalla,tresactoresquellegaríanaserestrellas:AlanLadd,RandolphScottyLarry«Buster»Crabbe[43].

En líneas generales, éste es el argumento del film: Tras un naufragio,EdwardParker(RichardArlen)llegaalaisladeMoreau,siendorecibidoenella por el científico. Sus sospechas no tardarán en verse confirmadas: losextrañoshabitantesdelaislanosonotracosaqueanimalestransformadosenhombres, debido a las operaciones a las que se han visto sometidos por eldoctor, a quien temen casi tanto como a la «Casa del Dolor», que es el

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AWellsnolegustaelfilm

edificio en donde se llevan a cabo las mismas. Lota (Kathleen Burke), lamujer-pantera, única creación femenina de Moreau, siguiendo lasinstruccionesdeéste, intentará seducir aParker,pero la llegadaa la isladeRuthWalker(LeylaHyams),sunovia,vaafrustrarsusplanes.Moreau,quenosedaporvencido,yquedeseaelfrutodelauniónentreunhumanoyunhumanimal,enviaráaGola(HarryEzekian),unhombre-gorila,aconseguirdeRuthloquenopudodarleLota,altiempoqueordenaasesinaralcapitándelbotequecondujoaRuthhastalaisla,paraevitarqueéstapuedaescapar.Lascriaturas de Moreau, excitadas por aquella muerte y capitaneadas por elRecitadordelaLey(BelaLugosi),serebelancontraMoreau,aquien,enlosúltimosmomentosdelfilm,conducenalaCasadelDolor,parahacerlesufrir,encarnepropia,susexperimentos,en loquesehaconvertidoenunade lasescenas más impactantes de la historia del cine. Parker y Ruth serán losúnicosenlibrarsedelaconvulsiónfinal.

Aunque por la dirección, la interpretación y, justo esdecirlo,elguión,quehacíapocasconcesionesaHollywood,elfilmera,yes,excelente,fueacogidoconfrialdadporelpropioH.G.Wells,quiendiríadeélque

«erapésimo»,sinocultarquesesentíaultrajadopor loscambiosefectuadosenlanovela.

Debido, con toda seguridad, a consideraciones de tipo ideológico, y noporhacerleunfavoraWells,elfilmestaríaprohibido,durantecercadetreintaaños,enalgunospaíses,entreellosGranBretaña,NuevaZelandayalgunosde los estados delMedio Oeste de los Estados Unidos, lo que supuso unafrustraciónparaloscinéfilos[44].

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JekyllyHyde

Versiónfilipina

Diezañosmás tarde, en1943,WilliamBaudinedirigeElhombre-mono(TheApeMan[45]).Enestefilm,BelaLugosi

davidaauncientíficoquetrabajaconungorila,yquenosóloeselanimalcon el que experimenta en su laboratorio, sino también sumascota. Comoresultado de un accidente, acabará desarrollando los rasgos del simio,dedicándose a asesinar a muchachas jóvenes, para preparar con su fluidoespinal una especie de antídoto, que le permite recobrar, aunque sólotemporalmente, su apariencia. Pero sus esfuerzos resultarán ímprobos y alfinal,elgorilaledarámuerte.

Esteúltimofilmsehallaíntimamenterelacionadoconeltemadel doble, tal y como la expusiera magistralmente Robert LouisStevensonensuobraElextrañocasodelDr.JekyllyMr.Hyde,publicadaen1886,diezañosantesde laaparicióndeLaisladel

Dr.Moreau,novelaque,digámosloahora,apuntodeacabaresteApéndice,tambiénplanteaestetema,peronoaescalaindividual,noalaqueenfrentaaJekyll con Hyde, sino a la que contrapone la humanidad, la ética y elraciocinioalabestialidad,laevoluciónincontroladaylosinstintos.

En 1959, el cine filipino realizaría una nueva versión delclásicowellsiano,debidaaldirectorGerardodeLeón.

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El título del film seríamuy sugestivo:El terror es un hombre (Terror is aMan), aunquenodieraaentenderdemaneraevidenteel argumento,que secentraenlosintentosqueenlausualisla,enestaocasiónlaIslaSangrienta,haceelcientíficolocodeturnoparaconvertiraunleopardoenhombre.

En1969,GerardodeLeón regresaríaalmismoargumento, acompañadoporEddieRomeroen ladirección,conEldoctor locode la IslaSangrienta(TheMadDoctorofBloodIsland),remakedesuobraanterior,cayendoenelviejotoposdecriaturassubhumanasymonstruosverdosos,antañohombres,alosqueseinyectó(sic!)clorofila.

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Otrasvariaciones

En1970,elcinemejicanoofrecía,inconsideradamente,alaconsiderada atención de los espectadores de habla española,unode susmásnotoriosengendros,en laespeciedel filmLahorripilantebestiahumana,dirigidaporRenéCardona,segúnunguiónpropio,quehabíacontadoconlacolaboracióndesuhijo:uncirujano implantaa suhijo,enfermode leucemia,elcorazóndeungorila. Pero la operación tendrá una «contraindicación» inesperada, puestoqueeljovensecomportará,irremisiblemente,comounsimio.

Alañosiguiente,estamosyaen1970,EddieRomeroregresaríaconunanueva adaptación, esta vez más degradada aún, de lo que ya se había

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BurtLancasteryMichaelYork

convertidoenunmito:laisladeMoreau.Eltítulo,enaquellaocasióneraeldeEl pueblo crepuscular (Twilight people): se trataba de una inversión delproceso de Moreau, ya que los seres humanos acababan convertidos enanimales, por lo que en el film pululaba algún que otro hombre-antílope,acompañado,también,poralgunaqueotramujer-árbol[46].

Lamutación(TheMutation),deJackCardiff,estrenadaen1972,guardagranparecidoconlacintaanterior,conladiferenciadequeenellaintervieneel excelente actorDonaldPleasence: asimismo, se persigue la obtención dehíbridos de animales y plantas, mediante la utilización para el repulsivoproceso de sangre humana, catalizador indispensable. Los fracasos de losexperimentos son exhibidos en una especie de circo ambulante, lo que, enciertamanera,relacionaelfilmconFreaks,de1932,deTodBrowning.

La última variación cinematográfica deLa isla delDr.Moreu,quealmenoshatenidoelvalordemantenereltítulodelaobraliterariaoriginal,fuerealizadaen1977,porDonTaylor.Enella,BurtLancasteryMichaelYorkdabanvida,respectivamente, a Moreau y a Prendick. El rodaje tuvolugarenlasIslasVírgenes,ylosefectosdemaquillaje,creadosporunequipodeespecialistas

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CharltonHeston

como John Chambers, Dan Striepeke y Tom Burman, sólo resultaroncomparables, por lo espectacular, con los utilizados en El planeta de lossimios(1968)deFranklinJ.Schaffner.

Con esta producción de Don Taylor y la noticia de laexistenciadeunaversión filipinade lamisma,depuradadesus«aspectosdesagradables»,ydirigidaporelmismodirector,

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queincorporabaalrepartoalactorCharltonHestonenelpapeldeMoreau[47],puededarseporterminadoesteperiploimaginarioporLasotrasislasdelDr.Moreau, de las que, en estos últimos tiempos, podría decirse que hanaumentadodetamañohastaalcanzarlasdimensionesdecontinentesquenosresultanhartoconocidos,desuerteque,enestaagitadavidanuestra,enquelaingenieríagenéticay losandroides (valgandeejemploesasnuevasespeciesfrutales de extraños sabores y elBladeRunner de PhilipK.Dick yRidleyScott)nosacechan,yanoesmenesterque,para ira suencuentro,debamossurcarmaresignotos,pues,parafraseando(untantosarcásticamente)aEluard,ycomotemíaPrendick(oWells),yaestánennosotros.

JavierM.LALANDA

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Bibliografía

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—Contiene:TheStolenBacillus1;TheFloweringoftheStrangeOrchid1;IntheAvuObservatory1;TheTriumphsofaTaxidermist;ADealinOstriches;ThroughaWindow;TheTemptationofHarringay;TheFlyingMan;TheDiamondMaker;EpyornisIsland1;TheRemarkableCaseofDavidson’sEyes1;TheLordoftheDynamos1;TheHammerpondParkBurglary;AMothGenusNovo1;TheTreasureintheForest1.

Elbacilorobado,yotrosincidentes.—Contiene:Elbacilorobado;Elflorecimientodelaextrañaorquídea;EnelobservatorioAvu;Lostriunfosdeuntaxidermista;Unaventadeavestruces;Atravésdelaventana;LatentacióndeHarringay;Elhombrevolador;Elfabricantedediamantes;LaislaEpyornis;ElextraordinariocasodelosojosdeDavidson;Elseñordelasdinamos;ElrobodeHammerpondPark;Unamariposanocturnagenusnovo;Eltesorodelbosque.

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LahistoriadePlattner,yotras.—Contiene:LahistoriadePlattner;Losargonautasdelaire;LahistoriadeldifuntoseñorElvesham;Enelabismo;Lamanzana;Bajoelcuchillo;Losinvasoresdelmar;Pollock(1941);Lahabitaciónroja;Elcono;Elsombreretepúrpura;ElplantóndeJane;Enestilomoderno;Unacatástrofe;Laherenciaperdida;Latristehistoriadeuncríticodramático;Unerrorbajoelmicroscopio.

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DramaticCritic;ASlipUndertheMicroscope1.

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1897 TheInvisibleMan:agrotesqueromance.

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Treintahistoriasextrañas.—Contiene:Lareconciliación;Eltesorodelrajá;Elmaridoterrible(historiasnopublicadas).DiezhistoriasdeElbacilorobadoylosrelatoscontenidosdeLahistoriadePlattner

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Docehistoriasyunsueño(s.a.).—Contiene:Filmer;Elbazarmágico;Elvalledelasarañas;LaverdadacercadePyecraft;Mr.Skelmersdaleenelpaísdelashadas;Historiadelfantasmainexperto;JimmyGoggles,eldios;Elnuevoacelerador;LasvacacionesdelSr.Ledbetter;Elcuerporobado;EltesorodeMr.Brisher;ElcorazóndeMissWinchelsea;UnsueñodeArmageddon2.

1904 TheFoodoftheGods,andHowItCametoEarth.

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Elpaísdelosciegosyotrasnarraciones(1919).—Contiene:Elhombreeliminado;Unavisióndeljuicio;Elreinodelashormigas;Lapuertaenelmuro;Elpaísdelosciegos;Elhermosotraje.Ytodoslosrelatosmencionadosennota1.

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1914 TheWifeofSirIsaacHarman. LaesposadeSirIsaacHarman(s.a.).

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1915 Boon,theMindoftheRace,theWild:AssesoftheDevil,andtheLastTrump:beingafirstselectionfromtheliteraryremainsofGeorgeBoon,appropriatetothetimes.

Boon,elespíritudelaraza,losasnossalvajesdeldiabloyelúltimotriunfo:unaprimeraseleccióndelaobrapóstumadeGeorgeBoon,adaptadaalaépoca.

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biológica.1937 Brynhild. Brynhild.1937 TheCamfordVisitation. LavisitaaCamford.1938 TheBrothers:astory. Loshermanos:unahistoria.1938 AproposofDolores. ApropósitodeDolores.1939 TheHolyTerror. Elsantoterror.1940 BabesintheDarklingWood. Niñosenelbosqueoscuro.1940 AllAboardforArarat. PasajerosabordohaciaelArarat.1941 YouCan’tBeTooCareful:asampleof Nodebessertancuidadoso:unamuestra

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Notas

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[1]Méduladeaceitedesecadadelaqueseextraeelaceitedecoco.<<

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[2]Órganomasticadorsituadoenlabocadelosgasterópodos,quefuncionaamododeraspa.<<

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[3]Telacuyotejidoformaunaslíneasdiagonales.<<

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[4]SetratadeThomasHenryHuxley(1825-1895),fisiólogobritánicoque,de1846a1850,tomóparteenunaexpedicióncientíficaporelocéanoPacíficoypor Insulindia. Amigo de Darwin, fue un defensor de las teorías de este.Enseño zoología, fisiología y anatomía comparada, y fue un pionero de laenseñanza práctica de la biología. Fue, además, abuelo del escritorAldouxHuxley(1894-1963).<<

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[5]Horacio(65-8a.deC.)fueunpoetalatino,amigodeAugusto,cuyasobrassehanclasificadoenSátiras,Epodos,OdasyEpístolas.<<

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[6]Seaplicaalasplantasquecrecensobrelostallosdeotrassinserparásitas,viviendo del humus que se deposita entre sus raíces, como los musgos,líquenesymuchasorquídeasdelasselvastropicales.<<

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[7]Fulgorblanquecinoquepuedeversedespuésdelapuestadelsoloantesdesusalida,enelplanode laeclípticaen formadeelipsemuyalargada,cuyocentropareceestarocupadoporelsol.<<

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[8]Acidoqueseextraedelahullayqueseempleacomodesinfectante.<<

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[9] «No son hombres, son animales que hemos…» (En latín en el original.)Aunqueeneltextoaparecequi,deberíadecirquae.<<

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[10]PuedetratarsedeWilliamHunter(1718-1783),médicobritánicoautordeunaAnatomíadelúterográvido,muyimportanteporsuriquezaiconográfica,odesuhermanoJohn(1738-1793),famosocirujanodelamarina,quereuniólamejorcoleccióndehistorianaturaldesutiempo.<<

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[11]SoldadospertenecientesauncuerpodeinfanteríadelejércitofrancésenÁfrica.<<

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[12]EstanovelalaescribióVictorHugo(1802-1885)en1869.<<

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[13]Nombreaplicadoporlosmusulmanesalasmujereshermosasqueexistenensuparaíso.<<

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[14]Individuoderazaamarilla.<<

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[15]El lector interesado en la vida, la épocay el resto de la obra deWells,puede consultar las tres ediciones de sus obras, ya publicadas en estaColección:Lamáquinadeltiempo(n.º18),Elhombreinvisible(n.º26)yLaguerradelosmundos(n.º44).<<

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[16]Setratabadeunencargodedichapublicación,quelehabíaofrecido100libras.<<

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[17] Cf. Geoffrey West, H. G. Wells, La Nave, Madrid, 1936; excelentebiografíadeWells,coninformacióndeprimeramano,brindadaporélmismo,yque,desdeunprincipio,laamableamistaddeLuisAlbertodeCuencapuso,incondicionalmente,entremismanos.<<

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[18]LaAtlanticEditionde lasobrasdeWells,queconstade28volúmenes,fueeditadaenLondresyNuevaYorkporT.FisherUnwin,desde1924hasta1927. Sólo observa las obras aparecidas antes de 1924, para las queWellsescribió, en esta nueva edición, nuevos prefacios que dan una considerablevisióndeconjuntodesuobra.<<

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[19]Talesmitraduccióndelaexpresióninglesatheologicalgrotesque.Haberescrito«queutilizalateologíadesdeunpuntodevistagrotesco»habríadadounsentidomáscorrecto,pero tambiénhabría resultado, incomparablemente,máslargo.<<

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[20]AGrotesqueRomance:esdecir,lanovela(Romance)indicadanoguardavisosderealidad,deacuerdoconladefinicióndada,entreotros,porWalterScott,paraRomanceyNovel,quedandoestaúltimapalabra,Novel,comolamásapropiadaasucesosqueparecen,ciertamente,factibles.<<

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[21] Cf. Robert Crossley,H.G.Wells, StarmontHouse Inc.,Mercer Island,Washington,U.S.A.,1986.<<

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[22]Cf.LovatDickson,H.G.Wells,HisTurbulentLifeandTimes,PenguinBooks,Ltd.,Hardmonsworth(Midlessex),GranBretaña,1972.<<

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[23]Crossley(cf.nota6)recuerdaqueWellsesautordedosensayossobrelaevoluciónyeldolor,escritosenfechasmuypróximasaladeLaisladelDr.Moreau. Se trata de The Province of Pain (1894) yHuman Evolution, anartificialProgress(1896).<<

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[24]Cf.Nota2.<<

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[25] Cf. H. G. Wells, An Experiment in Illustration, en Strand Magazine,febrerode1920.<<

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[26] Cf. H. G. Wells, The Rediscovery of the Unique, en The FortnightlyReview,N.S.50,(juliode1891),citadoporDarkoSuvin,Metamorfosisdelacienciaficción,F.C.E.,Méjico,1984.<<

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[27]Cf.nota11.<<

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Page 215: Wells, personalidad ecléctica y nada inmovilista, que tan ...

[28] Cf. Dougal Dixon, Después del hombre: una zoología del futuro,HermannBlume,Madrid,1982.<<

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[29]Cf.G.H.R. vonKoenigswald,Historia del hombre,AlianzaEditorial,Madrid,1971.<<

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[30] Como, por ejemplo, el episodio de los Evangelios quemenciona a losdemoniosque,al serconminadospor Jesucristoaabandonar loscuerposdeloshombresalosquehabíanestadoposeyendohastaentonces,entranenlosdeloscerdosdeunapiaraquesehallaenlasproximidades.Cf.Mateo8,28-34;Marcos5,1-20;Lucas8,26-39.<<

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[31] Cf. Sid Birchby, Sexual Symbolism in W. H. Hodgson, en RiversideQuarterly,1,1964-1965;traducciónrecientealfrancés:Cf.LeChatMurr,3,junio1983.<<

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[32]Cf.nota4.<<

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[33]SetratadeunremedodelEvangeliodeJuan,16,16:«Todavíaunpoco,yyanomeveréis,ytodavíaotropocoymeveréis.»<<

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[34]Cf.DarkoSuvin,ApproachtoTopoanalysisandtotheParadigmaticsofDramaturgicSpace,enPoeticsToday,vol.8:2(1987).<<

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[35]Dentrodelamultiplicidaddesignificadosdelaislay,enparticular,delosnegativos, se da el de «aislamiento, soledad y muerte», según J. EduardoCirlot(Cf.J.E.Cirlot,Diccionariodelossímbolos,Labor,Barcelona,1969).ConestaapreciaciónsemuestrandeacuerdoJ.C.Cooper(Cf.J.C.Cooper,An Illustrated Encyclopaedia of Traditional Symbols, Thames andHudson,London, 1978) y J. Chevalier y A. Gherrbrant (Cf. J. Chevalier y A.Gherrbrant,DictionnairedesSymboles,R.Laffont/Jupiter,Paris,1982).<<

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[36]WellsseguiríaelconsejodePrendick,obteniendoelgradodedoctor,conuna tesis (naturalmente)enZoología,a los76años,cuatroañosantesdesumuerte.<<

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[37] Cf.RonWeighell,Sorcery and Sanctity: The SpagyricQuest of ArthurMachen: Artist and Mystic, ed. por Mark Valentine y Roger Dobson,CaermaenBooks,OxfordyNorthampton,GranBretaña,1986.<<

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[38]Cf.JosephConrad,Elcorazóndelastinieblas,Alianza,Madrid,1976.Elexcelente prólogo, de diez páginas, preparado por la co-traductora de laedición,essumamenterecomendable.<<

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[39]TodaslasaventurasdeldoctorCorneliushansidorecogidasrecientementeenungruesovolumen,debidoalbuenquehacerdeFrancisLacassin,coneltítulo Gustave Le Rouge, en la colección «Bouquins» del editor RobertLaffont.<<

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[40]Lacursivaesmía.<<

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[41]NoesextrañoqueWilliamsontengaentodassusobras—nosóloenlasmencionadas— influencias de H. G. Wells, ya que, al igual que su autorfavoritoobtendríasutesisdoctoralaunaedadavanzada.Sutítulo,queesloquehaoriginadolapresentenota,yaqueseríaeditadamástarde,noseríaotroqueH.G.Wells:CriticofProgress.<<

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[42]En1976daría lugar aunaversióncinematográfica conelmismo título,dirigidaporHerbertRoss.<<

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[43]Cf.JamesRobertParishyMichaelR.Pitts(editores),TheGreatScienceFictionPictures,TheScarecrowPressInc.,Metuchen,N.J.,U.S.A.,1977.<<

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[44]Nomeresistoa transcribirelexcelenteanálisisqueJean-MarieSabatier(Cf. Jean-Marie Sabatier, Les Classiques du Cinema Fantastique, Balland,Paris,1973)hacedeestefilm:«SuadaptacióndeH.G.Wellses,sindudalamáshermosadetodaslasquesehayanrodado…,técnicamenteapabullante,alfilmnolehasalidounasolaarrugaenestosúltimoscuarentaaños.Kentonha sabido resaltar, mucho mejor que Wells, el aspecto profundamentemalsanodelasexperienciasdeldoctorMoreau,yunonopuedepormenosdesentirsemolestoalasistiralacélebreescenadeamorentreEdwardParkeryLota,lamujer-pantera,oalahisteriadeBelaLugosi,recitandolaleydictadaporeldemiurgoloco.EldeliriodulzonamentesádicodeCharlesLaughtonyel final, cuando la bestialidad de las criaturas emerge y explota en unainextinguible sedde sangre, brotandeuna inspiraciónquevienede fuentesmuydistintasaaquellasquealimentanaalgunosdirectoresdehoydía,queserecreanenespectáculossangrientos.»<<

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[45]EnGranBretaña,estetítuloseríacambiadoporeldeCierrensuspuertas(LockYourDoors).<<

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[46]Lamodernaingenieríagenéticanohapensadoenotracosa,comopuedeverse en las obras de divulgación del biólogo, y autor de ciencia ficciónbritánico, Brian Stableford. (Cf. Brian Stableford, El hombre futuro. ¿Unmundofelizopesadillagenética?Orbis,Barcelona,1986).<<

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[47]Cf. TeoMora, Storia del Cinema dell’Orrore, t. 2 **, Fanucci, Roma,1978.<<

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