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1 Para Estudios Marianos 84 ( 2019) 139-190. MARÍA EN LA EXPERIENCIA DE LOS MÍSTICOS, EJEMPLO DE “VIA PULCHRITUDINIS”, CON ESPECIAL REFERENCIA A RAMÓN LULL Juan Esquerda Bifet Pontificia Unversidad Ubaniana, Roma PRESENTACIÓN La calificación de “místicos” o “persona mística”, especialmente aplicada a los santos, tiene el riesgo de imprecisión, puesto que la palabra “mística” es de contenido poliédrico. En el presente estudio nos ceñimos a lo esencial: se trata de la “experiencia íntima” que tienen algunos creyentes (especialmente los santos), prescindiendo de posibles fenómenos o manifestaciones extraordinarias. Sucede lo mismo con la expresión “contemplativos”, que en términos del discípulo amado (en su evangelio y en su carta primera), indica una experiencia de haber “visto” o “encontrado” a Jesús (cfr. Jn 1,14; 1Jn 1,1-3) 1 . Esta “experiencia” de los “místicos” se ha expresado no solamente con términos de una teología sistemática o escolástica, sino a veces también con términos que podríamos llamar “poéticos” y “vivenciales”, no tanto por la rima o la lírica, cuanto por las expresiones sobre la experiencia de la propia intimidad: búsqueda, encuentro, silencio, deseo, sorpresa, soledad, ausencia, etc. De hecho, los autores o santos que llamamos “místicos” han manifestado su experiencia peculiar sobre la Palabra de Dios que parece silencio, o la presencia de Dios que parece ausencia. A veces, no reflexionan con términos teológicos (aunque siempre los respetan y valoran), como son la contingencia y la trascendencia, sino con términos que van más allá de la reflexión y de la misma poesía o lírica. Así, por ejemplo, cuando hablan de “silencio 1 Así lo resume el Catecismo de la Iglesia Católica: «El progreso espiritual tiende a la unión cada vez más íntima con Cristo. Esta unión se llama mística, porque participa del misterio de Cristo mediante los sacramentos los santos misterios y, en El, del misterio de la Santísima Trinidad. Dios nos llama a todos a esta unión íntima con El, aunque las gracias especiales o los signos extraordinarios de esta vida mística sean concedidos solamente a algunos para manifestar así el don gratuito hecho a todos» (n.2014).

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Para Estudios Marianos 84 ( 2019) 139-190.

MARÍA EN LA EXPERIENCIA DE LOS MÍSTICOS, EJEMPLO DE “VIA PULCHRITUDINIS”, CON ESPECIAL REFERENCIA A RAMÓN LULL

Juan Esquerda BifetPontificia Unversidad Ubaniana, Roma

PRESENTACIÓN

La calificación de “místicos” o “persona mística”, especialmente aplicada a los santos, tiene el riesgo de imprecisión, puesto que la palabra “mística” es de contenido poliédrico. En el presente estudio nos ceñimos a lo esencial: se trata de la “experiencia íntima” que tienen algunos creyentes (especialmente los santos), prescindiendo de posibles fenómenos o manifestaciones extraordinarias. Sucede lo mismo con la expresión “contemplativos”, que en términos del discípulo amado (en su evangelio y en su carta primera), indica una experiencia de haber “visto” o “encontrado” a Jesús (cfr. Jn 1,14; 1Jn 1,1-3)1.

Esta “experiencia” de los “místicos” se ha expresado no solamente con términos de una teología sistemática o escolástica, sino a veces también con términos que podríamos llamar “poéticos” y “vivenciales”, no tanto por la rima o la lírica, cuanto por las expresiones sobre la experiencia de la propia intimidad: búsqueda, encuentro, silencio, deseo, sorpresa, soledad, ausencia, etc.

De hecho, los autores o santos que llamamos “místicos” han manifestado su experiencia peculiar sobre la Palabra de Dios que parece silencio, o la presencia de Dios que parece ausencia. A veces, no reflexionan con términos teológicos (aunque siempre los respetan y valoran), como son la contingencia y la trascendencia, sino con términos que van más allá de la reflexión y de la misma poesía o lírica. Así, por ejemplo, cuando hablan de “silencio lleno”, “silencio sonoro”, “soledad callada”, etc., dejan entrever una situación o experiencia vivencial de fe profunda.

La via pulchritudinis (como veremos en el capítulo primero) se expresa especialmente por estas experiencias de los místicos, más allá de una teología “narrativa” o testimonial, y también más allá de los campos poéticos, pictóricos, icónicos y arquitectónicos. La actitud de “admiración” y de “sorpresa” entra plenamente en esta perspectiva. Y podemos recordar que algunos grandes místicos (como San Juan de la Cruz), son, al mismo tiempo, reconocidos como grandes líricos en su propia literatura. La “Palabra” (el Verbo) se deja entender en el “silencio”; la “presencia” (el Emmanuel) se deja entender en la “ausencia”. Esta via pulchritudinis (que también podemos llamar via contemplationis) se adentra mejor en el campo de la adoración y del misterio divino, sin descartar la necesidad de una teología sistemática de conceptos precisos.

Creer en Dios no es solo aceptar la idea de su existencia o de su naturaleza, sino especialmente es una “adhesión” personal que se traduce en relación, en admiración y en un dejarse “sorprender” por Dios Amor. El “místico” es el que ha experimentado mejor la “trascendencia” de Dios que se muestra en la “misericordia” hacia la propia realidad humana, que es siempre de “humus” y de

1 Así lo resume el Catecismo de la Iglesia Católica: «El progreso espiritual tiende a la unión cada vez más íntima con Cristo. Esta unión se llama mística, porque participa del misterio de Cristo mediante los sacramentos los santos misterios y, en El, del misterio de la Santísima Trinidad. Dios nos llama a todos a esta unión íntima con El, aunque las gracias especiales o los signos extraordinarios de esta vida mística sean concedidos solamente a algunos para manifestar así el don gratuito hecho a todos» (n.2014).

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“miseria”. A Dios se le encuentra en la propia realidad limitada, amada por Dios, más que en las ideas sobre Dios2.

Los “místicos” que han hablado de María (también y especialmente en sus expresiones artísticas y poéticas), se han sentido “en casa”. Porque la Madre de Jesús es la que (con su “fiat” y “magníficat”, como expresión de su “fe”) ha proclamado la misericordia de Dios (hacia todas las generaciones), experimentada en la propia nada (que en María es, al mismo tiempo, “llena de gracia”). Con esta perspectiva mariana (sobre la Virgen Madre del Salvador), los místicos han sabido captar y vivir mejor la armonía de la divinidad y humanidad de Jesús Salvador, así como la relación entre la acción de la gracia y la libertad humana. La “via puchritudinis” (en este aspecto “místico” o “contemplativo”) es, pues, siempre de actualidad3.

Es, pues, importante valorar la experiencia de los “místicos”, como via pulchritudinis, más allá de los posibles fenómenos extraordinarios (que son siempre difíciles de discernir), porque se trata de entrar con admiración en la experiencia y la noche de la fe. Si la teología sistemática no siempre ha encontrado términos adecuados, la via pulchritudinis (via contemplationis), sin ser una vía alternativa, puede llegar a ser un buen complemento para orientar la teología hacia la vivencia de la santidad cristiana y hacia la misión de inserción en culturas y situaciones diversas4.

Las expresiones “nube del Desconocido” o “tinieblas luminosas”, acompañadas con términos de belleza y admiración, pueden ayudar mejor a “escuchar” al Verbo del Padre, envuelto en “la nube” del Tabor, símbolo del Espíritu Santo. Es la actitud mariana de «meditar en el corazón» (Lc 2,19.51). San Juan Pablo II, al presentar la experiencia mística o contemplativa, empleó una

2 Como afirma el Catecismo: «La fe es ante todo una adhesión personal del hombre a Dios; es al mismo tiempo e inseparablemente el asentimiento libre a toda la verdad que Dios ha revelado» (Catecismo de la Iglesia Católica, n.150). Es ya muy conocida y citada la afirmación de Benedicto XVI en su primera encíclica: «No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva» (Deus Caritas est, n.1). Según Juan Pablo II, «urge recuperar y presentar una vez más el verdadero rostro de la fe cristiana, que no es simplemente un conjunto de proposiciones que se han de acoger y ratificar con la mente, sino un conocimiento de Cristo vivido personalmente, una memoria viva de sus mandamientos, una verdad que se ha de hacer vida» (Veritatis Splendor, n.88). Ver expresiones semejantes en la encíclica Redemptoris Missio, nn.24 y 88 (experimentar la presencia de Cristo y comunicarla a los demás).

3 La “humildad” de los grandes místicos y santos se basa en esta experiencia de la misericordia, a imitación de María, que se traduce en misericordia y comprensión hacia los demás; también muestran su humildad cuando se expresan con términos teológicos (de escuela) que no quieren imponer. Así es el comentario de San Beda sobre la vocación de Mateo: «Vidit ergo Iesus publicanum et quia miserando atque eligendo vidit, ait illi sequere me» (Hom. 21; CCL 122, 149-151).

4 La Constitución Apostólica Veritatis Gaudium, sobre la renovación de los estudios en las Universidades, señala una perspectiva o paradigma de los estudios, con vistas a vivir para anunciar el “Misterio de Cristo”, tal como lo pedía el concilio (cfr. Gaudium et Spes, n.22; Optatam totius, n.14). La Constitución, citando a San Agustín y el concilio, inicia el prologo con esta afirmación: «La verdad, de hecho, no es una idea abstracta, sino que es Jesús, el Verbo de Dios en quien está la Vida que es la Luz de los hombres (cf. Jn 1,4); el Hijo de Dios que es a la vez el Hijo del hombre» (n.1).

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expresión de la tradición oriental: «Silencio cargado de presencia adorada» (Orientale Lumen, n.16)5.

Intentamos, pues, desarrollar el tema en esta perspectiva mariana de entrar en el “silencio” de Dios. Quizá San Juan de la Cruz (que resumiremos en el capítulo segundo, en armonía con otros místicos de todos los tiempos) es quien nos puede dar las mejores pistas. Pero sus contenidos marianos explícitos, siendo muy densos, resultan algo escasos. En el contexto de sus expresiones líricas maravillosas, se encuadra lo que dice sobre la “noche de la fe” y que se puede aplicar, según San Juan Pablo II, a María:

María constantemente y diariamente está en contacto con el misterio inefable de Dios que se ha hecho hombre, misterio que supera todo lo que ha sido revelado en la Antigua Alianza… María, la Madre, está en contacto con la verdad de su Hijo únicamente en la fe y por la fe… Esto es el comienzo del Evangelio, o sea de la buena y agradable nueva. No es difícil, pues, notar en este inicio una particular fatiga del corazón, unida a una especie de la « noche de la fe » —usando una expresión de San Juan de la Cruz—, como un « velo » a través del cual hay que acercarse al Invisible y vivir en intimidad con el misterio6.

Después de encuadrar el aspecto “místico” en la via pulchritudinis (cap.1), haremos un resumen de algunas figuras místicas marianas (santos Doctores) (cap.2), para ampliar algo más los contenidos “místicos” (via pulchritudinis) de la doctrina mariana de Ramón Llull (cap.3), sobre todo en sus escritos poéticos sobre María (Llanto de la Virgen, Horas de Nuestra Señora)7.

1.LA EXPERIENCIA MARIANA DE LOS MÍSTICOS COMO “VIA PUCHRITUDINIS”

La expresión via pulchritudinis es ya aceptada por parte de los estudiosos. Mi reflexión se concreta en los contenidos de la “mística” cristiana en relación con la via pulchritudinis. Se trataría, pues, de relacionar esta vía de reflexión o intuición teológica, con la “vida espiritual” en el sentido de “vida según el Espíritu Santo”. Porque la “via pulchritudinis” puede ser también una expresión de la experiencia “espiritual” , especialmente cuando es todo el ser humano (no sólo la inteligencia) el que intenta llegar a la verdad en todas sus dimensiones.

La vida espiritual, como experiencia de intimidad profunda con Dios, es la experiencia mística, como ya hemos indicado en la presentación del presente trabajo. En este sentido de experiencia mística, la vida espiritual puede estar relacionada con expresiones “humanas” de tipo literario y artístico en general, que ayudan a reconocer el don sobrenatural de la gracia.

5 «Debemos confesar que todos tenemos necesidad de este silencio cargado de presencia adorada... un silencio que permita al Otro hablar, cuando quiera y como quiera, y a nosotros comprender esa palabra» (Carta Apostólica Orientale lumen: AAS 87, 1985, 762).

6 Redemptoris Mater, n.17; cita en nota 36: Cfr. Subida del Monte Carmelo, L. II, cap. 3, 4-6. Sigue el texto de la encíclica: “Pues de este modo María, durante muchos años, permaneció en intimidad con el misterio de su Hijo, y avanzaba en su itinerario de fe” (ibídem).

7 Los “místicos” marianos que hemos seleccionado, ciertamente no agotan la lista de los posibles. Me he ceñido a santos Doctores de la Iglesia (de cada época histórica) que han expuesto la doctrina mariana a partir de su experiencia mística y con expresiones líricas (a veces, poéticas). Pero dedico un capítulo especial (cap.3) a Ramón Llull, teniendo en cuenta su eventual canonización (por culto inmemorial) y declaración de Doctor de la Iglesia.

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Cuando se ha tenido esta experiencia espiritual (llamemos “mística”, siempre reconociendo que es un don de Dios), la inteligencia y el corazón humano captan una especie de “belleza” que desborda la explicación teológica. Podemos recordar una afirmación del Papa Benedicto XVI en su primera homilía: «Cada uno de nosotros es el fruto de un pensamiento de Dios. Cada uno de nosotros es querido, cada uno es amado, cada uno es necesario. Nada hay más hermoso que haber sido alcanzados, sorprendidos, por el Evangelio, por Cristo. Nada más bello que conocerle y comunicar a los otros la amistad con él»8.

La via pulchritudinis, aplicada a la mística, supone afrontar la realidad humana y sociocultural e histórica, en la dimensión de la belleza de la creación y de la redención. La propia realidad (la “miseria” o “humus”) se convierte en un “museo” de la misericordia divina: “No quieras despreciarme – que si color moreno en mí hallaste – ya bien puedes mirarme, después que me miraste – que gracia y hermosura en mí dejaste” (Cántico 33). La creación es un reflejo de Dios creador y redentor: «Mil gracias derramando - pasó por estos sotos con presura, - y, yéndolos mirando, - con sola su figura, - vestidos los dejó de su hermosura» (Cántico 5). Todo el Cántico espiritual refleja esta vivencia, como noche de la fe que se expresa en nueva búsqueda de Aquel a quien ya se ha empezado a encontrar, pero que siempre es más allá.

Me parece, pues, que la experiencia mística en sus expresiones literarias, es parte esencial de la via pulchritudinis y podría calificarse de via contemplationis. Es lo que intento aclarar y resumir en este primer capítulo9.

La invitación de aplicar la via pulchritudinis a los estudios mariológicos, como ya es conocido, fue formulada por Pablo VI, en el Congreso mariológico-mariano internacional (Roma, 16 mayo1975). Su invitación está en el contexto de mirar a María, “la mujer vestida de sol”. Pablo VI invitaba a seguir no sólo la “vía de la verdad” (como especulación bíblica, histórica, teológica), sino también a seguir «la vía de la belleza, a la cual nos conduce finalmente la doctrina misteriosa, maravillosa y estupenda que constituye el tema del Congreso Mariano: María y el Espíritu Santo. De hecho, María es la creatura «toda hermosa»; es el «espejo sin mancha»; es el ideal supremo de perfección que en todo tiempo los artistas ha intentado reproducir en sus obras; «la Mujer vestida de sol», en la que los rayos purísimos de la belleza humana se encuentran con los sobrehumanos, pero accesibles, de la belleza sobrenatural»10.

8 Homilía inicio Pontificado, 24 abril 2005: AAS (2005), 711. Expresión citada por el mismo Papa (22 febrero 2007) en la Exhortación Apostólica Sacramentum Caritatis, n.84.

9 Anoto alguna bibliografía, de la que he tomado algunos contenidos: AA.VV., Via pulchritudinis e Mariologia (Roma, AMI, 2003); St. DE FIORES, “Bellezza”, en: Maria, Nuovissimo Dizionario, Bologna 2006, vol. I, 237-289; A. GOUHIER, “L’approche de Marie selon la via pulchritudinis et la via veritatis”: Études Mariales 22-23 (1975-1976) 70-80; M. IRIBERTEGUI ERASO, “Juan Pablo II y el acercamiento a María según la Vía Pulchritudinis”: Ephemerides Mariologicae 56 (2006) 407-428; A. LANGELLA, “Bellezza”, en: Mariologia, Cinizello Balsamo, San Paolo 2009, 190-199; G. MELGUIZO YEPES, “El camino de la belleza o la “Via pulchritudinis” en la mariología de hoy”: Regina Mundi 53 (2004) 133-138; C. MILITELLO, “Mariologia e via pulchritudinis”: Marianum 61 (1999) 459-487; I. MURILLO, “El camino de la belleza en mariología”: Ephemerides Mariologicae 45 (1995) 193-205; P. VANZAN, “La via pulchritudinis nella mariologia recente”: Civiltà Cattolica (2003) 3, 138-144.

10 Pablo VI, Discurso, Congreso mariológico-mariano internacional, Roma, 16 mayo1975.

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Las expresiones de belleza no sólo pueden llevar a una mejor celebración del culto y a una mayor autenticidad de la piedad popular, sino que pueden convertirse en una invitación a vivir generosamente el camino de la perfección y contemplación cristiana.

Cuando la tradición bíblica, patrística y litúrgica se comunica con términos de belleza, puede también crear un contexto mejor para dialogar entre culturas diferentes. De hecho, la cultura de un pueblo se suele expresar con manifestaciones de belleza, porque, según el principio filosófico ya conocido, verum, bonum et pulchrum convertuntur.

El tema mariano entra espontáneamente en este campo de belleza, puesto que María es el ideal de la perfección como «la mujer vestida de sol” (Apoc 12,1), que dio a luz a quien es «esplendor de la luz eterna» e «imagen del Dios invisible» (Col 1,15 ; cfr. 2Cor 4,4). En ella vemos a «Dios con nosotros» (Emmanuel). Pero los místicos entran en esta realidad por medio del “silencio” contemplativo y pueden llegar a ver en María el “esplendor” de la Iglesia que peregrina entre luces y sombras, entre gozos, sufrimientos y esperanzas. En el camino de la Iglesia, ella personifica la belleza que lleva a Dios.

En este sentido, la belleza puede llegar a ser “lugar teológico”, como expresión de la tradición sobre la fe vivida. El Papa Juan Pablo II, en su carta a los artistas, hizo suya esta expresión citando la doctrina conciliar . En efecto, con vistas a “comunicar” la doctrina de la fe, «También la literatura y el arte son, a su modo, de gran importancia para la vida de la Iglesia. En efecto, se proponen expresar la naturaleza propia del hombre, sus problemas y sus experiencias en el intento de conocerse mejor a sí mismo y al mundo y de superarse; se esfuerzan por descubrir la situación del hombre en la historia y en el universo, por presentar claramente las miserias y las alegrías de los hombres, sus necesidades y sus recurso, y por bosquejar un mejor porvenir a la humanidad » (Gaudium et Spes, n.62)11.

Si Dios es «autor de la belleza» (Sab 13,3), en María se muestra de modo especial la sabiduría de Dios, a modo de “paradigma” de toda la creación. Ella, por ser Madre de Dios, es la obra creada más perfecta de la creación y la madre de la obra más perfecta de la redención. Contemplando la belleza de María, se llega al autor de la belleza. En ella se anticipa el mundo renovado en Cristo12.

Es importante notar cómo en los contemplativos la presentación de la “belleza” de María sirve de paradigma, puesto que en ella se puede observar la presencia activa del Espíritu Santo, que la ha moldeado en Cristo. La via pulchritudinis, aplicada a la teología mariana, ofrece la armonía entre la encarnación, la redención y la escatología. El “misterio” de Dios revelado por Cristo, sigue siendo inefable, pero sus expresiones artísticas conquistan el corazón. Sin adentrarse en las reflexiones teológicas, aunque siempre respetándolas, el artista (y mucho más el contemplativo también cuando se expresa por medio del arte), invita a admirar con gozo todos los contenidos de la fe sobre María:

11 Al citar este texto conciliar, el Papa comenta: «A la luz de esto, no debe sorprender la afirmación del P. Marie Dominique Chenu, según la cual el historiador de la teología haría un trabajo incompleto si no reservara la debida atención a las realizaciones artísticas, tanto literarias como plásticas, que a su manera no son solamente ilustraciones estéticas, sino verdaderos lugares teológicos” (Carta a los artistas, 4 abril 1999, n.11; la cita de M.D. Chenu, en: La teologia nel XII secolo (Jaca Book, Milán 1992) 9.

12 H.U. VON BALTHASAR, Gloria I (Jaca Book, Milano 1975). María e el “esplendor” de la Iglesia. Quizá en este contexto se puede entender mejor la expresión de F. Dostoevskij (citada también por Juan Pablo II en su carta a los artistas): «La belleza salvará al mundo» (F. Dostoievski, El Idiota, p. III, cap. V). Queda abierta una cuestión: saber de qué salvación se trata.

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Llena de gracia (toda santa, Inmaculada), Madre de Dios, siempre Virgen, asociada a Cristo, Asunta, Madre de la Iglesia (Madre nuestra), actitud materna de mediación, etc.

Se podría decir que la via pulchritudinis, aplicada a María, capacita mejor para el diálogo con las culturas, con las diversas escuelas teológica y con todos los períodos históricos. La experiencia mística, si es auténtica (no sólo teórica), es una inserción en la realidad cultural y sociológica. Por ser experiencia de “humildad” (la propia nada ante el misterio divino), tiende a apreciar (a veces purificando) los valores de los demás.

La presentación de los temas marianos en perspectiva de “belleza contemplativa” ayuda a afrontar ambas vías (“verdad”, “belleza”) a modo de “inclusión” armónica, distinguiendo las dos perspectivas sin confundirlas. Se podría hablar de la “via contemplationis”, donde, en perspectiva agustiniana, la belleza del misterio de Dios aparece como «hermosura siempre antigua y siempre nueva» (S. Agustín, Confesiones, 10,27).

Algunos de los autores, que citaremos en el capítulo 2, son del ámbito oriental. En ellos, la figura de María se presenta más en relación con el Espíritu Santo, como si ella fuera un signo de su presencia activa y santificadora. La belleza de María se fundamenta en el hecho de haber concebido al Hijo de Dios por obra del Espíritu Santo: «Tú (Jesús), belleza de tu Madre!» (S. Efrén, Himno sobre la Natividad de Nuestro Señor, 11,2). Es belleza plasmada por la Palabra de Dios y según su voluntad: «Bella de una belleza de buenas obras, de palabras divinas, toda plasmada según la voluntad de Dios» (S. Máximo Confesor, Vida de María 7). Los numerosos textos marianos de los Santos Padres de Oriente, indican el camino hacia la “divinización”, es decir, el camino hacia la “gloria” de Dios participada por el creyente.

A diferencia de la via veritatis, hay que tener en cuenta que la via pulchritudinis y la via contemplationis (sin ser vías alternativas) invitan más a recorrer el mismo itinerario desde dentro, y no sólo a explicarlo desde las ideas. Propiamente el camino de la experiencia “mística” es experiencia de la presencia de Dios misericordioso en la propia pobreza. El sentimiento de “ausencia”, es propiamente experiencia de una presencia más profunda. El camino contemplativo, en su dimensión mariana, es esencialmente camino de humildad y caridad. Es la experiencia contemplativa de María en su magníficat. Y esta “experiencia” también la han expresado los místicos en términos de belleza y de admiración.

Cuando el contemplativo intenta entrar en el misterio de Dios, percibe que en María se ha realizado un proyecto maravilloso. Entonces los misterios de la fe se perciben como reflejados en ella y suscitan en nosotros la admiración más que la comprensión intelectual.

La expresiones marianas artísticas, también y especialmente las de perspectiva literaria contemplativa, son la concretización del himno que seguirán cantando “todas las generaciones” para llamar a María, “bienaventurada”.

Entonces descubrimos mejor la inserción del misterio divino en la realidad humana. María sería el prototipo de las maravillas que Dios puede hacer con el barro humano. La creación, remodelada por la redención, deja entrever el clímax al que puede llegar la nueva creación, gracias a la virginidad y maternidad de María.

También la cooperación de María en la obra salvífica y redentora, aparece más espléndidamente, a modo de “símbolo”, que une los dos aspectos (sym-ballo), es decir, la visibilidad de lo humano (la “epifanía” en lo humano) y la invisibilidad del misterio. Sin el “símbolo” de la expresión artística, los conceptos resultan fríos y continúan siendo demasiado insuficientes. En el campo del culto

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(litúrgico, devocional) se expresa por las imágenes, el canto, etc. En el campo cultural, hay que abrirse a los contenidos válidos de otras culturas (buscando en ellas las “semillas del Verbo”), porque algunas culturas son más sensibles a la experiencia o al símbolo. Así se podrá inculturar en ellas la fe cristiana, sin herirlas, sin ceder a sus ambigüedades y sin relativizar la fe.

El “místico” indica un camino válido, el de la belleza de la experiencia, que también es “verdad” y que puede ayudar a salir de la unilateralidad o de la concentración excesiva en una “escuela” intelectual. Más concretamente, el “místico” o “espiritual”, que intenta vivir humildemente la “vida según el Espíritu” (Gal 5,25), ayuda a vivir la bondad que vence al mal y a practicar el amor que vence al egoísmo.

La belleza, aplicada al itinerario mariano de estudio y de contemplación, es un camino de admiración, que lleva no sólo a asentir a la maternidad de María, sino especialmente a acogerla gozosamente como Madre. La belleza de María es una llamada materna a la verdadera “conversión” que puede salvar el mundo y, especialmente, ayuda a la iglesia a huir de laberintos artificiales. María es “la gran señal”, porque compromete a vivir las bienaventuranzas (preanunciadas en su Magníficat), por un camino de contemplación, de perfección, de comunión eclesial y de misión. Algunas expresiones artísticas (especialmente “contemplativas”) se caracterizan por ser “un cauce privilegiado de manifestación de la fe”, como decía Juan Pablo II en su carta a los artistas13.

Son conocidas las “dimensiones” con que se pueden afrontar los temas mariológicos: dimensión trinitaria, cristológica, pneumatológica, eclesiológica, salvífica, pastoral, espiritual, antropológica… María es «la mujer» (Jn 2,4; 19,27), « estida de sol» (Apoc 12,1), como figura de la Iglesia que es expresión e instrumento del mismo Cristo (cfr. LG 63-65). La armonía entre estas dimensiones podría constituir la “via pulchritudinis” de la mariología, como expresiones de la “belleza” o “perfección” comunicada por Dios a su Madre. Es algo más que una teología “narrativa”; ésta se basaría más en el testimonio personal del teólogo o escritor, aunque puede incluir la experiencia mística. Esto supondría entrar en la mariología con la actitud contemplativa de los “místicos”, en el sentido más profundo de la palabra: el deseo de entrar en el misterio de Dios Amor, que sólo se cumplirá plenamente en la “visión beatífica” del más allá. Se estudia la teología mariana para comprometerse en el camino de contemplación, santificación y misión, en unión con María.

María es modelo y ayuda en el proceso de contemplación, que se puede describir como apertura gradual a la presencia y palabra de Dios Amor, a modo de apertura del corazón, en un proceso de purificación, iluminación, unión. Es proceso de “salida” (“éxodo”), de entrada en el “silencio” (“desierto”) para escuchar la Palabra de Dios y de llegada al encuentro esponsal con él (“Jerusalén”). Más concretamente, es proceso de “escucha” (“lectura”) de la Palabra, para dejarse cuestionar (“mediación”), pedir su luz y salvación (“oración”) y llegar a unirse con los designios de Dios Amor (“contemplación”). Es el camino de la “lectio divina”, de saber “leer a Dios” con el corazón. Por este “itinerario” de “silencio”, se va llegando a la experiencia de la “Palabra”, que se hace presencia especial (“Emmanuel”, Dios con nosotros). Es el camino del silencio cargado (lleno) de una presencia adorada14.

13 Carta a los artistas (4 abril 1999), n.7. Cita a San Paulino de Nola: «Nuestro único arte es la fe y Cristo nuestro canto» («At nobis ars una fides et musica Christus»), Carmen 20, 31: CCL 203, 144. El Papa explica el tema diciendo que «lo bello se conjugaba así con lo verdadero, para que también a través de las vías del arte los ánimos fueran llevados de lo sensible a lo eterno»” (Carta, n.7). Verdaderamente «el arte de las iglesias doblegaba la materia a la adoración del misterio» (n.8). El arte sigue «ofreciendo plásticamente el sentido del misterio que hace de la Iglesia una comunidad universal, hospitalaria, madre y compañera de viaje de cada hombre en la búsqueda de Dios» (n.9).

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Y es aquí donde del contemplativo se encuentra con una experiencia que es eminentemente mariana. El “sí” de María (cfr. Lc 1,38) y su actitud como de quien «contemplaba en su corazón» (Lc 2,19.51), se pueden ver practicados en el “Magníficat”, según la explicación del Papa Benedicto XVI, como un proceso de contemplar la Palabra de Dios:

Todo el programa de su vida: no ponerse a sí misma en el centro, sino dejar espacio a Dios... El Magníficat —un retrato de su alma, por decirlo así— está completamente tejido por los hilos tomados de la Sagrada Escritura, de la Palabra de Dios. Así se pone de relieve que la Palabra de Dios es verdaderamente su propia casa, de la cual sale y entra con toda naturalidad. Habla y piensa con la Palabra de Dios; la Palabra de Dios se convierte en palabra suya, y su palabra nace de la Palabra de Dios. Así se pone de manifiesto, además, que sus pensamientos están en sintonía con el pensamiento de Dios, que su querer es un querer con Dios. Al estar íntimamente penetrada por la Palabra de Dios, puede convertirse en madre de la Palabra encarnada (Deus caritas est, n.41).

El contemplativo se ha dejado conquistar por el ejemplo de María: Admira y acepta los planes salvíficos de Dios (cfr. Lc 1,29; 2,33), experimenta la misericordia divina en la propia pobreza (cfr. Lc 1,48, “esclava”, “pobre”), se presta al servicio incondicional a los hermanos (cfr. Lc 1,39), se deja sorprender por el misterio y palabras de Jesús (cfr. Lc 2,19.51), vive en sintonía con Cristo el silencio de una donación total (cfr. Jn 19,25ss), vive en la “comunión” eclesial de armonía de sentimientos y de oración “con María la Madre de Jesús” (Hech 1,14)15.

2.SÍNTESIS DE ALGUNAS FIGURAS HISTÓRICAS EN SU EXPERIENCIA MÍSTICA MARIANA COMO “VIA PULCHRITUDINIS”

Escogemos algunos místicos, como representativos de cada época, sin disminuir la importancia de otros muchos que no es posible citar en un estudio breve como el presente. Naturalmente, al “seleccionar”, tenemos en cuenta sólo si se han expresado de modo especial por la via pulchritudinis (via contemplationis) al exponer el tema mariano, especialmente si son santos y Doctores de la Iglesia.

Del Oriente y del primer milenio, escogemos a algunos Santos Padres y Doctores de la Iglesia: San Efrén, San Gregorio Niseno, San Gregorio de Narek. Del Medioevo, escogemos Santos y Doctores de la Iglesia: San Anselmo, San Bernardo, Santa Hildegarda, San Buenaventura, con alguna breve referencia a Santo Tomás de Aquino y Santa Catalina. A Ramón Llull le dedicamos el capítulo 3 del presente estudio. De la edad moderna hasta nuestros días, escogemos Santos y Doctores de la Iglesia: San Juan de Ávila, Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Lisieux. Todos ellos han dejado traslucir su experiencia espiritual mariana, con expresiones de via pulchritudinis, siempre en relación con la propia realidad personal y socio cultural.

San Efrén (Nisibe 306, Edesa 373)

14 Orientale lumen, n.16 (citado arriba en nota 5); la afirmaciòn se encuentra también en Vita Consecrata, n.38.

15 Explico el tema en: Compendio de Espiritualidad Mariana. María en el corazón de la Iglesia (Valencia, EDICEP, 2009), cap.VI, n.1 (María en el camino de la contemplación: dimensión contemplativa de la espiritualidad mariana de la Iglesia).

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El diácono San Efrén, ejerció su docencia en Nisibe hasta que los persas conquistaron la ciudad; luego pasó a Edesa (desde 363). Para reforzar su enseñanza catequética elaboraba composiciones en verso, que se recitaban por el coro de niños y se acompañaban con arpas. Durante la gran carestía de 372 y en otras ocasiones de gran necesidad, Efrén asistía a enfermos y pobres.

Tiene comentarios bíblicos y algunas homilías. Su contemporáneo San Gregorio de Nisa cita estos comentarios. Escribía en siríaco y se nos han conservado traducciones en griego. Sus himnos han pasado a la liturgia. Por San Jerónimo sabemos que sus escritos se leían en las celebraciones litúrgicas. El pensamiento de San Efrén ha quedado en comentarios bíblicos y en himnos que se recitan durante el año, invitando a vivir el misterio de la Trinidad y de la Encarnación redentora, afirmando la bondad de la materia y del cuerpo humano, instando a una vida cristiana y eclesial.

Es interesante notar que el método poético y musical que usaba, era para contrarrestar doctrinas heréticas (de Eumonio y otros) que se transmitían por medio de textos cantados. Los himnos de San Efrén son sencillos, para el pueblo. Los contenidos son teológicos y catequísticos. En las expresiones poéticas se vale de imágenes, como para intentar “ver al Invisible”. Se la ha llamado «la cítara del Espíritu Santo»16.

Sus escritos poéticos (además de los comentarios bíblicos en su Diatésaron o concordia del Evangelio y homilías), se concretan en Himnos (sobre la natividad de Cristo, la virginidad de María, la Iglesia, el paraíso, etc.). Tienen trasfondo evangélico y no hacen referencia a los apócrifos. Se canta a María (en contraposición a Eva) siempre en relación con Cristo (nuevo Adán). Se proclama la virginidad maternal de María, su santidad y belleza, el paralelismo entre el parto virginal de María y la resurrección de Jesús. Se describe a María desde su interioridad o vivencia de Virgen Madre, a la luz de la fe. La oración viene a ser como un espejo ante el rostro de Dios, para reflejarlo con autenticidad.

Citamos sólo algunas afirmaciones que manifiestan su propia experiencia mística o la que él describe en María, para afirmar y vivir la fe:

El vientre de la Madre… te ha concebido mientras quedaba cerrado, el sepulcro te ha dejado salir mientras estaba sellado. Contra las leyes de la naturaleza el vientre te ha concebido y el sepulcro te ha restituido17.Ha entrado en ella el Elocuente – el Verbo – y ha enmudecido. Ha entrado el Trueno y la empujado su voz al silencio. Ha entrado el Pastor de todos y en ella se ha hecho Cordero. Ha nacido balando a la luz del día. El seno de tu Madre ha cambiado el orden de las cosas... Entró aquel que nutre a todos

16 Para sus contenidos marianos: J.M. BOVER, “S. Ephraemi doctoris Siri, testimonia de univesali B. Mariae V. mediazione”: Eph. Theol. Lovaniensis 4 (1927) 161-179; J.M. FERNÁNDEZ, “S. Efrem primer cantor de la Inmaculada Concepción”: Humanidades 10 (1957) 243-264; O. DE URBINA, “La Vergine Maria nella teología di S. Efrem”: Orientalia Christiana Analecta (1974) 65-104; C. VONA, “Alcune considerazioni sugli Inni alla Vergine di S. Efrem”: Euntes Docete 6 (1953) 381-385. Ver introducciones, bibliografía y textos en: Testi Mariani del Primo Millennio, vol.4 Padri e altri autori orientali. A cura di G. Charib, E.Mª Toniolo, L. Gambero, G. Di Nola (Roma, Città Nuova, 1991) 68-113. Escogemos algunos de estos textos con nuestra propia traducción.

17 Himno sobre la Natividad, X, 7: CSCO (Corpus Scriptorum Christianorum Orientalium) 186, 67-68.

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y aprendió a sufrir hambre. Entre aquel que sacia la sed de todos y aprendió a tener sed. Aquel que viste a todos, salió como un delator desnudo y sin vestidos18.Adán, desnudo, era hermoso; su esposa, solícita, se esforzó por prepararle un vestido manchado. El jardín, viéndolo y encontrándolo horrendo, lo echó fuera. Pero para él se tejió de María una túnica nueva. Cubierto con este vestido, el Ladrón, según la promesa (cfr. Lc 23,43) resplandeció. El jardín, viendo en él la imagen de Adán, lo abrazó (referencia a la encarnación redentora de Cristo)19.

San Gregorio de Nisa (aprox. 335-394)

Es uno de los tres Padres “capadocios”: Basilio el Grande, Gregorio Nacianceno, Gregorio de Nisa. Era hermano menor de Basilio. Obispo de Nisa en 371, depuesto por un sínodo arriano en 376. Restablecido en su obispado en 378. Participó en el concilio de Constantinopla de 381. Tiene comentarios exegéticos, teológicos y místicos.

Su “via pulchridunis” la podemos ver en sus comentarios sobre la vida contemplativa o mística, especialmene la Vida de Moisés (tratado de vida espiritual), las Homilías sobre el Cantar de los Cantares, etc. El tema mariano aparece también en alguna homilía sobre la Navidad y en el tratado de la virginidad. Su exposición gira en torno a Cristo, imagen perfecta del Padre, venido en forma de sirvo al nacer de María. Él es la belleza.

En contra de Apoliar de Laodicea, Gregorio afirma la verdadera maternidad de María y, por tanto, la verdadera humanidad de Cristo. Usa al menos cinco veces la expresión mariana “Thetotokos”, que luego será aprobada en Efeso (431). Como los Padres anteriores (ya desde Ireneo), hace referencia al paralelo Eva y María, especialmente por el dolor de Eva en el parto, y por gozo de María en el nacimiento de Jesús. Aplica a María algunos textos clásicos del Antiguo Testamento, especialmente Is 7,14 (la virgen que concibe y da a luz) y Ex 15,20-21 (el canto de la hermana de Moisés). La perspectiva de via pulchritudinis se puede ver en los textos: Ez 44,1 (la puerta cerrada), Ex 3,2 (zarza ardiendo), etc20.

Anoto algunas afirmaciones marianas que puede tener la característica de via pulchritudinis; aportan las imágenes poéticas (puerta, luz, árbol verde, vida inmortal), dentro del paralelismo María – Eva:

La mujer es defendida por la mujer; la primera abrió la puerta al pecado, la segunda ayudó para entrar en la justificación. Aquella siguió el consejo de la serpiente; ésta nos hizo presente al que mató a la serpiente, y engendró al que es autor de la luz. Aquélla por el árbol introdujo el pecado, ésta en

18 Ibídem, XI, 4-8: CSCO 186, 69-70.

19 Himnos sobre el Paraíso, IV, 5: SC (Sources chrétiennes) 137, 65.

20 Ver textos en: PG vol.44-46. Textos con estudios: C. I. GONZÁLEZ, María en los Padres griegos (México, CEM, 1993) 412-425; (San Gregorio de Nisa) Semillas de contemplación. Homilías sobre el Cantar de los Cantares, Vida de Moisés (Madrid, BAC, 2001); Testi Mariani del Primo Millennio, vol.1 Padri e altri autori greci. A cura di G. Charib, E.Mª Toniolo, L. Gambero, G. Di Nola (Roma, Città Nuova, 1988) 315-330 (Gregorio Nisseno). Otros estudios: G. CELADA, “La catequesis sacramental y bautismal de San Gregorio de Nisa”: La Ciencia Tomista CI (1974) 565-665; M. GORDILLO, “La virginidad transcendente de María Madre de Dios en San Gregorio de Nisa y en la antigua tradición de la Iglesia”: Estudios Marianos 21 (1960) 117-155; L.F. MATEO-SECO, Estudios sobre la cristología de San Gregorio de Nisa (Pamplona 1978).

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cambio por el árbol introdujo el bien. Llamo árbol a la cruz: el fruto de este árbol es siempre verde, y se convierte en vida inmortal para quienes lo gustan21.

Las imágenes empleadas en la descripción de la vida contemplativa (tálamo, antorcha nupcial, madre de la vida) están también en el paralelismo María – Eva:

Sólo él fue elegido para nacer de la pureza virginal… su tálamo fue el poder del Altísimo, el cual en forma de nube cubrió con su sombra la virginidad; su antorcha nupcial fue el resplandor del Espíritu Santo… Aquella (Eva) que por el pecado introdujo la muerte en la naturaleza, fue condenada a dar a luz en medio de dolores. La madre de la vida convenía que la anunciara en su concepción y con la llevara a término con gozo en el parto. Por esto el arcángel le dice: «Alégrate, llena de gracia» (Lc 1,28), con esa palabra librándola de la tristeza de que desde el principio acompaña el dar a luz, a causa del pecado22.

La comparación (frecuente en los Santos Pares) sobre la zarza ardiendo sin consumirse (cfr. Ex 3,2), en relación con la virginidad de María, ayuda a penetrar en el misterio de la Virgen, para comunicar la luz de Dios a toda la humanidad. Esta maternidad de María no marchita la flor de su virginidad:

El grande Moisés había conocido este misterio por medio de la luz en la cual Dios se le apareció cuando vio la zarza sin consumirse… Así como sobre el monte la zarza ardía y no se consumía, del mismo modo la Virgen parió la luz y no se corrompió23.

San Gregorio de Narek (aprox. 950-1010)

Según la tradición, Armenia fue envangelizada por San Judas Tadeo y San Bartolomé. Se considera el primer reino cristiano de la historia (hacia 301) a partir de la predicación de San Gregorio el Iluminado. El monasterio de Narek (fundado por Ananías de Narek) era centro cultural y cultual, gracias a sus escritos y figuras históricas. Allí se vivía de la tradición y escritos de grandes santos: Basilio Magno, Gregorio Nacianceno, Gregorio Niseno, Juan Crisóstomo, Cirilo de Jerusalén, Afraates, Efrén, etc.

San Gregorio de Narek (hacia el final del primer milenio) era considerado como Maestro espiritual, místico y poeta. Su teología y espiritualidad se presentan en dimensión orante y por medio de poesía popular. Cristo es siempre el centro, visto y vivido desde María su Madre. Por esto invita a adentrarse en el misterio y trascendencia de Dios, que está siempre lleno de ternura y misericordia ante a miseria humana.

Los escritos espirituales y poéticos de San Gregorio son un gemido del corazón y de todo el pueblo, siempre en camino, zarandeado por la historia y las opresiones. Son la expresión de una experiencia mística vivida en la realidad concreta de un pueblo sufriente.

21 Homilía sobre la Natividad del Señor: PG 46, 1148.

22 Sobre el Cantar de los Cantares 13; PG 44, 1052-1053.

23 Homilía sobre la Natividad del Señor: PG 46, 1133 D – 1136 B. En la Vida de Moisés se encuentran afirmaciones parecidas: “Este pasaje nos revela también el misterio de la Virgen: luz de Dios por la cual él ha iluminado a todo el mundo. Como la zarza no se consumía, así la Virgen quedó intacta en su alumbramiento; no se marchitó la flor de su virginidad” (traducción de Semillas de contemplación… Vida de Moisés, o.c., II, n.21, p.222).

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Escribe especialmente por medio de poesías, donde se refleja una especie de drama: la miseria del corazón humano, de camino hacia el Único Bien que es Dios. Pero la Palabra revelada ilumina este camino dramático, como amasijo de gemidos, búsqueda y esperanza. Casi se experimenta la figura de Job. Por este “gemido” doloroso, se le ha comparado a San Juan de la Cruz.

Siguiendo la doctrina del Areopagita (las “tinieblas luminosas” o la luz en las tinieblas), Gregorio se apoya en el prólogo de San Juan: «la luz ilumina las tinieblas» (Jn 1,5). Como poeta “místico”, Gregorio se encuentra insertado en un camino dramático. Pero la luz aparece cuando el drama se concreta en un encuentro con la cruz de Cristo. Su via contemplationis le ha ayudado a entrar en los contenidos de la fe de Calcedonia y de los concilios anteriores: Jesús es verdadero Dios, verdadero hombre, único Salvador. San Gregorio de Narek fue declarado Doctor por Papa Francisco (12 abril 2015)24.

El libro de las “Oraciones” o “Lamentaciones” es como un ramillete de oraciones para los monjes (con repercusión en todo el pueblo). El libro tiene 95 fórmulas oracionales. La oración n.80 tiene este título: Desde la profundidad del corazón, coloquio con la Madre de Dios. Lo terminó hacia el año 1002 y se considera una obra más madura que su discurso o panegírico sobre la Virgen (que vemos a continuación). La oración mariana de Narek es como un eco del himno “Akathistos” y a nosotros nos recuerda a San Bernardo. Los sentimientos afloran de un amor profundo que es suscitado por la misma Madre de Dios25.

Preparada y consagrada por el Espíritu Santo que reposó en ti,embellecida por el Hijo que habitó en ti y de ti hizo su tabernáculo:el Hijo único del Padre llegó a ser tu primogénito, tu hijo por nacimiento y tu Señor por creación (n.1).Si apagas de una vez el clamor de mis gemidos, oh Gozo… Una sola gota de tu leche virginal, caída como lluvia sobre mi alma, me da fuerza y vida…Oh Madre del Altísimo Señor Jesús… que tú indeciblemente has puesto e el mundo con toda su humanidad y con toda su divinidad (n.3)26.

El Discurso panegírico a la Bienaventurada Virgen María está compuesto hacia el año 984. Es una composición larga, en prosa rimada. Es un himno dedicado al misterio del Verbo Encarnado, en el que se canta la belleza de la Virgen María. No es una exposición doctrinal abstracta, sino un canto de admiración ante el misterio. El Hijo de Dios tiene carne humana verdadera, recibida de la Virgen María.

Seleccionamos algunas frases (con nuestra propia traducción) del Discurso panegírico:

24 Ver textos: Testi Mariani del Primo Millennio, vol.4 Padri e altri autori orientali. A cura di G. Charib, E.Mª Toniolo, L. Gambero, G. Di Nola (Roma, Città Nuova, 1991) 574-589 (Gregorio di Narek). Textos y estudios: Gregorio di Narek, come croce nella pietra (Ediz. San Paolo 2015). Otros estudios: J. BOVER, “Un notable mariólogo armeno, S. Gregorio de Narek”: Revista Española de Teología (1941) 409-417; I. KÉCHICHIAN, “Grégoire de Narek (saint)”, en: Dictionnaire de Spiritualité (Paris 1967), vol.6, 927-932; B.L. ZEKIYAN, “La Mare di Dio nel pensiero del teologo e mistico armeno san Gregorio di Narek”: Theotokos, 16 (2008) 115-140; Idem, La spiritualità armena. Gregorio di Narek (Roma, Studium, 1999).

25 Ver texto de la oración 80 en: Gregorio di Narek, come croce nella pietra, o.c., 106-113. Seleccionamos unos versos de la oración 80, con nuestra propia traducción.

26 Ver también el texto en: Le Livre des prières, 80: SC 78, 428-432.

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Tú, oh Santa Madre de Dios … llegando a ser la tierra spiritual de esta Planta divina, el campo viviente del Pan de vida … la concha de esta Perla de luz … la casa del Sumo Pastor de la grey espiritual … la Madre nutre al Creador del mundo, la santa Esposa del Padre de Cristo … Tú recorriste el camino de la perfección en la escuela de la cruz … te sacrificaste sobre el altar de tu amor como Cordera sin mancha, como oblación sacerdotal, semejante al sacrificio puro de un cordero vestido de lana… En el lecho puro de tu seno has hecho corporalmente visible al mismo Verbo de Dios … has sido envuelta por el Espíritu Santo con vestido de luz … Él, que es la Luz, imagen e irradiación de la substancia del Padre, habitando en ti, donó la santidad y la justicia al mundo entero27.

San Anselmo (1033-1109)

Nació en Aosta. Entró en el monasterio de Bec (Normandía, 1060) cuya dirección estaba a cargo de su maestro Lanfranco. Anselmo llega a ser Abad en 1078. Reorganizó la vida monástica. En 1093 sucedió a Lanfranco como arzobispo de Canterbury.

Se la ha llamado el padre de la escolástica, por su instancia en hacer más inteligibles los postulados de la fe (“fides quaerens intellectum”). Y así lo intentó en sus síntesis Monologio y Proslogio. Su reflexión filosófica y teológica, es al mismo tiempo una invitación a vivir la espiritualidad cristiana. Fue declarado Doctor de la Iglesia en 1720.

Por sus reflexiones mariológicas se le ha considerado un predecesor de la mariología científica. El tema mariano lo trata especialmente en Cur Deus homo y De conceptu virginali et originali peccato. Algunas de sus oraciones son de contenido totalmente mariológico. Siempre son textos que expresan su propia devoción, mientras subrayan la excelsa santidad de María, aunque no afirme explícitamente la ausencia de pecado original. En las oraciones, invoca a la Madre de Dios, que es Madre nuestra y que colabora en nuestra salvación28.

Citamos algunas afirmaciones donde aflora su experiencia mística mariana:

Convenía que la concepción de este hombre (el Hijo de Dios hecho hombre) se hiciese de las madre más pura. Era, en efecto, conveniente que esta Virgen brillase por una pureza tal que no fuese posible concebir una mayor por debajo de Dios; esa Virgen, digo, a la cual Dios Padre se disponía a dar su Hijo único, engendrado de su corazón, igual a sí mismo y a quien amaba como a sí, y dársele de tal manera que uno solo y el mismo sería naturalmente a la vez el Hijo común de Dios Padre y de la Virgen29.

27 Ver el texto completo del Discurso penegírico en: Gregorio di Narek, come croce nella pietra, o.c., pp.125-136.

28 Fuentes y escritos: (Introducción y textos) Testi Mariani del Secondo Millennio, vol.3: Autori medievali dell’Occidente sec.XI-XII (a cura di L. Gambero), Città Nuova 1996, 82-94. Ver introducciones y textos: J. ALAMEDA, Obras completas de San Anselmo, 2 vol. (Madrid, BAC, 1952-1953); De la concepción virginal y Oraciones marianas en vol.II. Otros estudios (además de introducciones citadas): Obras completas, o.c., vol.I: Teología mariana de San Anselmo, 141-145; H. Du MANOIR, “La piété mariale de Saint Anselme de Canterbéry”, en: De cultu mariano saeculis VI-XI, vol.III, Romae 1972 597-611; E. BRIANCESCO, “El lugar de María en el discurso cristológico de San Anselmo de Canterbury”: Teología (Buenos Aires) 18 (1981) 25-30.

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¡Oh Dios, que te has hecho hijo de una madre por misericordia; oh mujer, que has llegado a ser Madre de Dios por misericordia!, ten piedad de un desgraciado, perdonándole, intercediendo por él… que donde mis méritos parecen insuficientes, no me falte vuestra misericordia30.¡Oh tú, hermosa a la vista, amable de contemplar, deleitosa para amar!, ¿cómo sobrepasarás la capacidad de mi alma? Espera, ¡oh Señora!, a mi alma enferma, que quiere seguirte; no te ocultes, ¡oh Señora!, a esta alma que ve tan poco y que te busca… Dios es, pues, el Padre de las cosas creadas, y María la madre de las cosas recreadas… Dios ha engendrado a aquel por el cual todo ha sido hecho, y María ha dado a luz a aquel por el cual todo ha sido salvado … María ha dado a la luz a aquel sin el cual nada estaría bien… ¡Oh Madre de aquel que nos ama, que has merecido llevarle en tu seno y alimentarle en tu pechos!, ¿no podrás o no querrás conceder a quien te lo pide el amor para Él y para ti?31.

San Bernardo (1090-1153)

Ingresó en el Císter en 1112. Fundó el monasterio de Claraval tres años después y allí fue abad durante 38 años. Con su testimonio, su escritos y sus visitas, influyó en la vida monástica, eclesial y política de la época. Le consultaban papas, abades y reyes. Al morir en 1153, ya había hecho 165 fundaciones, con más de 700 monjes.

Se la ha calificado de “Doctor mariano”. Sus enseñanzas están centradas en el Verbo Encarnado, con fundamento bíblico y patrístico. Afloran ampliamente los temas marianos de maternidad divina, santidad, virginidad, mediación materna. Su perspectiva es profundamente espiritual o vivencial. Su propia experiencia mística es en relación con los sentimientos maternos de María. Vive en sintonía son sus gozos y sufrimientos, invitando a imitar sus virtudes. La presenta como modelo de la vida cristiana y de la vida monacal. Se adapta al ambiente cultural de la época y en un gran propulsor de la devoción en el pueblo creyente. Tiene algunos paralelismos con la doctrina de San Efrén cuando canta el gozo de la virginidad de María.

Tiene sermones sobre la Natividad de la Virgen (donde está la metáfora del acueducto), la Anunciación, la Purificación, la Asunción, el domingo infraoctava de la Asunción. Tiene cuatro sermones especiales sobre la Anunciación (“super missus est”), que se consideran como un tratado (In laudibus Virgnis Mariae). Hay recordar la famosa carta a los canónigos de Lyon (carta 174) en la que se opone a la introducción de la fiesta de la Inmaculada Concepción32.29 De la concepción virginal y del pecado original, cap.18 (De conceptu virginali, 18: PL 158, 451). Una parte de esta frase está en la oración 7. Recuerda su “prueba ontológica” sobre la existencia de Dios.

30 Oraciones y Meditaciones, n.6; Oratio VI: PL 158, 950-952)

31 Ibídem, n.7; Oratio VII: PL 158, 952-959.

32 Sermones sobre los Cantares (comenta Cant 2,17): PL 183, 1139 y ss. Fuentes y escritos: Obras completas de San Bernardo (Madrid, BAC, 1953 y ss) (introducciones: Gregorio Díez Ramos). Ver introducción y textos en: Testi Mariani del Secondo Millennio, vol.3: Autori medievali dell’Occidente sec.XI-XII (a cura di L. Gambero) (Città Nuova 1996) 205-261. Estudios: M. GARRIDO BONAÑO, “Aspectos mariológicos de San Bernardo según el misterio Trinitario – Cristológico”: Ephemerides Mariologicae 21 (1971) 41-61; J.M. DE ALDAMA, “La devoción de San Bernardo a Nuestra Señora”, en: De cultu mariano saeculis XII-XV. Acta congressus mariologici mariani internationalis Romae anno 1975 celebrati (Pontificia Academia Mariana Internationalis, Romae 1980) IV, 131-151.

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Escogemos algunas frases (con nuestra propia traducción) que expresan sus experiencias místicas respecto a María:

Estrella del mar… se compara a una estrella porque así como la estrella emite los propios rayos sin alterarse, así la Virgen da a luz al Hijo sin detrimento físico; ni el rayo disminuye el fulgor de la estrella, ni el Hijo disminuye la integridad de la Virgen. Ella es por tanto la noble estrella de Jacob (cfr. Num 24,17), cuyos rayos iluminan todo el universo… ¡Oh tú, que te encuentras en medio de las vicisitudes de la vida… no desvíes tu mirada del esplendor de este estrella! Si surgen los vientos de las tentaciones… mira a la estrella, invoca a María… Tenla siempre en la boca, en el corazón, y si quieres obtener la ayuda de su oración, no dejes de imitar su ejemplo33.El nardo de la Virgen emitió su perfume (cfr. Cant 1,12)… el Rey… llegó antes que su mensajero junto a la Virgen que él había amado, que se había escogido y cuya belleza le había fascinado34.Mira que el ángel aguarda tu respuesta … esperamos, Señora, esta palabra de misericordia. Se pone entre tus manos el precio de nuestra salvación …¿Por qué tardas? … Que tu humildad se revista de audacia, y tu modestia de confianza… Levántate, corre, abre. Levántate por la fe, corre por la devoción, abre por el consentimiento. Aquí está – dice la Virgen – la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra35.Dios era incomprensible e inaccesible, invisible y absolutamente inimaginable. Pero se ha querido hacer comprensible, visible e imaginable. ¿Quieres saber cómo? Sencillamente yaciendo en un pesebre, haciéndose mecer entre los brazos de una Virgen… «como la aurora que surge, bella como la luna, fúlgida como el sol» (Cant 6,9)36.La cruel espada que abrió su costado… no llegó a tocar su alma, pero sí atravesó la tuya … por esto, con toda razón, te llamamos más que mártir … Mujer, ahí tienes a tu hijo? ¡Vaya cambio! Se te entrega a Juan en sustitución de Jesús …¿Cómo no habían de atravesar tu alma, tan sensible, estas palabras, cuando aun nuestro pecho, duro como la piedra o el hierro, se parte con sólo recordarlas?37.

Esta experiencia mariana de San Bernardo está en el contexto de una experiencia mística sobre presencia del Señor, que parece ausencia, y que se deja entender por el profundo deseo de encontrarle. Es el tema clásico de los místicos de siglos posteriores. Comenta Cant. 2,17 (Vuélvete – dice la Esposa)38.

Santa Hildegarda de Bingen (1098-1179)

33 Sermón segundo, n.17: Sancti Bernardi Opera, vol.IV, Editiones Cistercienses, Romae, 1966, 21-35. San Agustín llamaba a María “estrella de la noche (sermón 223). San Beda la llama “estrella del mar” (In Lucam expositio, 11: PL 92,316).

34 Sermón tercero, n.2; ibídem, pp.35-46.

35 Sermón cuarto, n.8-9. Ibídem, pp.53-54 (todo el sermón pp.46-58).

36 Sermón de la Natividad de María, n.11; ibídem, vol.V, pp.275-288.

37 Sermón domingo infraoctava de la Asunción, nn.14-15; ibídem, pp.273-274.

38 Aunque sin referencia explícita a María, San Bernardo explica su propia experiencia: «Así es como el Verbo es llamado, y llamado por el deseo del alma… Le he buscado dentro de mí, y he visto que Él está todavía más interior que yo mismo… Sólo he conocido su presencia por el movimiento de mi corazón» (Sermón 74 sobre los Cantares: PL 183, 1139 y ss, nn.2-7).

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Entró en la abadía de Disibodenberg cuando tenía 15 años. Fue elegida abadesa en 1136. Fundó un nuevo monasterio en Bingen, en el año 1147. Ella misma afirma que cuando tenía unos treinta años comenzó a recibir visiones, que, siguiendo una voz interior, las transcribió cuando tenía cuarenta años. Sus escritos hablan de Dios que se manifiesta en la creación y en la revelación. En este sentido, expone los contenidos de la fe, también con expresiones líricas y experiencias místicas. A partir de la Encarnación, expone la maternidad, virginidad y santidad de María, como arquetipo de la Iglesia, tomando figuras del Antiguo Testamento. Se expandió rápidamente su fama y fue venerada como beata enseguida después de su muerte (1179). Ha sido canonizada y declarada Doctora de la Iglesia por Benedicto XVI en 2012.

Su libro que contiene las “visiones” tiene el título que ella le dio: Scivias, como invitación a saber los caminos. Y ella misma da la explicación: “porque se ha transmitido por la vía de la luz”39.

Algunas expresiones de su experiencia mística mariana son un canto a la virginidad de María, figura de la Iglesia:

La Iglesia es la madre virginal de todos los cristianos, porque los concibe y da a luz en el secreto del Espíritu Santo... Y como el Espíritu Santo cubrió con su sombra a la bienaventurada Madre ... y permaneció Virgen, así el Espíritu Santo ilumina a la Iglesia como madre feliz de los creyentes... Como un resplandor clarísimo se difunde sin obstáculo desde el carbón ardiendo, así el Hijo de Dios nació de la Virgen40. Un retoño de la estirpe de Jesé (fr. Is 11,1)... Después de que la mente de la Virgen fue iluminada, una flor radiante brotó de la misma Virgen41.(Eucaristía) También he visto que el mismo poder se manifiesta sobre el altar, en forma de fuego y de aurora esplendente. Aquel que se ha creado la carne y la sangre del vientre de la Virgen, sobre el altar ahora transforma el pan y el vino en carne y sangre42.Dios ha formado en la estirpe de Jesé (cfr. Is 11,1), es decir, en María, que floreció en la castidad y produjo una nobilísima flor. Es a propósito de esta flor que « se ha oído la voz de la tórtola » (Cant 2,12)43.

San Buenaventura (1217-1274)

Vistió el hábito de franciscano en París, siendo estudiante. Fue discípulo de Alejandro de Hales. En 1248 comenzó a enseñar Sagrada Escritura y Teología, comentando las Sentencias de Pedro Lombardo. Hacia 1257 fue admitido como Doctor en la Universidad, pero al ser elegido como Ministro General de los franciscanos, renunció a la cátedra. Fue Ministro General durante 17 años.

39 La explicación que da del título de su libro: «quoniam per viam luminis prolataum est, non de alia doctrina» (cfr. CCM 43, XIII = Corpus Christianorum continuatio Mediaevalis). Sus cartas: CCM 91. Ver Introdución y selección de textos: Testi Mariani del Secondo Millennio, vol.3: Autori medievali dell’Occidente sec.XI-XII (a cura di L. Gambero) (Città Nuova 1996) 369-375. Estudios: M. SCHMIDT, “Maria «materia aurea» in der Kirche nach Hidegard von Bingen”: Münch Theol. Zeitschr. 32 (1981) 16-32. Ver: DSp. 7/1, 505-521.

40 Scivias, parte II, 3, 12-13; CCM 43, 142-143.

41 Ibídem, parte III, 13,1; CCM 43/A, 615)

42 Epist. 89; CCM 91, 214.

43 Epist. 106 R; CCM 91/A, 266.

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Gregorio X lo nombró Cardenal en 1273. Por encargo del mismo Papa, colaboró en la preparación del concilio de Lyon, que se tuvo inicio en mayo de 1274. Murió en Lyon en julio 1274.

Son conocidas sus obras: Breviloquium, Itinerario del alma hacia Dios, Vitis Mystica, etc. Su doctrina mariana se encuentra especialmente en 24 sermones (que propiamente son apuntes que tomaban los oyentes). Son sermones que se refieren a las fiestas marianas litúrgicas de origen oriental las cuales pasaron a occidente: Purificación, Anunciación, Asunción, Natividad de María. Pero también en todos sus otros escritos habla frecuentemente de María. Se puede decir que es el gran cantor de las fiestas marianas. Los temas más tratados son: Maternidad divina de María, medicación y maternidad espiritual, Asunción, intercesión. Ella cumple su encargo materno guiando a sus hijos. Explica la relación entre Eucaristía y María, porque ella nos ha dado el cuerpo de Cristo. Se puede decir, pues, que nuestra participación en la Eucaristía es por medio de ella44.

Escogemos de sus sermones algunas de sus afirmaciones que muestran su experiencia mística mariana:

El fruto de las entrañas virginales es, en efecto, sublime y deleitable, por ser hermosísimo a la vista, suavísimo al olfato, sabrosísimo al gusto, eficacísimo para el sustento y preciosísimo para la posesión. En primer lugar, este fruto es hermosísimo para verlo con los ojos de la fe… En segundo lugar, ese fruto es suavísimo para olerlo con el deseo de la esperanza… En tercer lugar, es fruto sabrosísimo al gusto por el consuelo de la caridad… La caridad hace sentir la dulzura de la caridad y de la bondad divina45.

El comentario de San Buenaventura es siempre con referencia a otros textos escriturísticos donde se habla de temas parecidos (sentido espiritual y también metafórico). En las imágenes que usa por su belleza, deja entrever los contenidos doctrinales de la fe, con vistas a conquistar al oyente o lector no sólo para saber sino principalmente para vivir lo que se cree:

Bajo la figura del arca del testamento se insinúa la múltiple dignidad de la Virgen, según los diversos aspectos que la Escritura nos enseña a considerar aquella mística arca… en cuanto a su construcción, contenido, eficacia y honor… Aquella arca, como insinúa la Sagrada Escritura, fue construida de materia incorruptible… ¿Qué otra cosa es la virginidad que una especie de incorrupción?... La Virgen fue arca del testamento en cuanto a su construcción, porque fue de medidas proporcionadas a causa de la humildad del corazón… fue arca del testamento en cuanto a su construcción, porque fue hermosa en su forma a causa de la honestidad de su vida46.

Santo Tomás (1224-1274)

44 Escritos con introducciones: Obras de San Buenaventura, IV Teología mística (Madrid, BAC, 1963) 489-770 (discursos mariológicos). Estudios: G. ROSCHINI, “La dottrina di S. Bonaventura sulla mediazione univesale di Maria”: Marianum 2 (1940) 59-80; S. VERGÉS, “Exegesis de Buenaventura sobre la mediación en relación con su culto” en: De cultu mariano saeculis XII-XV. Acta congressus mariologici mariani internationalis Romae anno 1975 celebrati (Pontificia Academia Mariana Internationalis, Romae 1980) IV, 467-494.

45 Obras de San Buenaventura, o.c., pp.621-625. Es el sermón tercero sobre la Anunciación. Explica la Encarnación, después de citar Is 4: “En aquel día brotará el pimpollo del Señor”.

46Ibídem, pp.756-759. Es el sermón cuarto sobre la Natividad de María. Para explicar los contenidos marianos de la “virgen hermosa”, usa los símbolos de sol, estrella, luz, aurora.

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Realizó sus estudios y noviciado en París. Era discípulo de San Alberto Magno, con el cual se trasladó a Colonia (1248-1252). Volvió a París para enseñar “Sentencias” hasta 1259. Fue también docente en Nápoles, Orvieto, Roma y un trienio en París (1269-1272). Regresó definitivamente a Nápoles como Maestro de teología en el Estudio General de la Orden. En febrero de 1274 se dirigió a Lión, invitado por Gregorio X, para participar en el concilio. Murió por el camino, en la abadía cisterciense de Fosanova (17 marzo 1274). Sus obras son de gran profundidad filosófica, teológica y exegética. Tiene su propio comentario a las Sentencias de Pedro Lombardo, así como la Suma contra los Gentiles, Suma Teológica, etc47.

Cuando comenta el Ave María, la explicación se centra en Cristo, pero subraya la maternidad divina que es la razón de las gracias recibidas. María es llena de gracia, toda santa, no necesariamente inmune del pecado original. Profesa su fe en la Asunción48.

Citamos algunas afirmaciones que expresan su propia experiencia mística mariana por medio de la via pulchritudinis. Pero queremos subrayar la importancia de su afirmación sobre la Anunciación, cuando María representa a la humanidad que responde con un “sí” a los planes salvíficos de Dios:

El asentimiento de la Virgen es en nombre de toda la humanidad49. El fruto de Eva era hermoso a la vista (cfr. Gen 3,6), per más hermoso era el fruto de la Virgen, que «los ángeles desean contemplar» (1Pe 1,12). «Hermoso de aspecto más que los hijos de los hombres» (Sal 44,3). Esto ese verdad porque «él es el esplendor de la gloria del Padre» (Heb 1,3)50.

San Juan de Ávila (1499-1569)

El Maestro San Juan de Ávila, nacido en Almodóvar del Campo, se formó inicialmente en la Universidad de Salamanca (1913-1917) y luego especialmente en la de Alcalá (1520-1526). Ordenado sacerdote en 1526, se dedicó totalmente al ministerio de la predicación, especialmente en el sur de España. Organizó la Universidad de Baeza y creó Colegios Mayores y Seminarios. Murió en Montilla, Córdoba (donde estaba incardinado). Son conocidos sus escritos: Audi Filia, Memoriales para el concilio de Trento (y Advertencias para el concilio de Toledo), Sermones (todo el año litúrgico con sus fiestas marianas y de santos), Pláticas, Tratado del Amor de Dios, Tratado sobre el sacerdocio, Epistolario. Fue canonizado Por Pablo VI (1970) y declarado Doctor de la Iglesia por Benedicto XVI (2012).

47 Trata de María, especialmente en la Suma Teológica, III: De sanctificatione Beatae Virginis (q.27); De Virginitate Matris Dei (q.28); De desposatione Matris Dei (q.29); De annuntiatione Beatae Virginis (q.30), etc. También su opúsculo: Expositio super salutatione angelica scilicet “Ave Maria”: Opuscula omnia, t.4 (Paris 1927) 456-460.

48 Estudios: M. CUERVO, Santo Tomás en Mariología (Villalva-Pamplona, 1968); J.L. ILLANES MAESTRE, “La vida de María en cuanto objeto del saber mariológico (Aproximación al tema en Tomás de Aquino)”: Scripta de Maria 6 (1983) 153-167.

49 “Consensus Virgnis, nomine totius naturae”: Summ. Theol. III, 30, 1, c.

50 Expositio super salutatione angelica scilicet “Ave Maria”: Opuscula omnia, t.4 (Paris 1927) pp.456-460 (la frase citada es de p.460). Sobre Santa Catalina de Siena (1347-1380), cabe recordar su oración en la fiesta de la Anunciación: «Oh María, dulcísimo amor mío, en ti está escrito el Verbo del cual nosotros tenemos la doctrina de la vida». Ver: Testi Mariani del Secondo Millennio (Città Nuova, 1996) vol.4, 566-569 (Santa Catalina).

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Como contempaltivo o “místico”, San Juan de Ávila se centra en el amor de Cristo (Tratado del Amor, Audi Filia). Pero el camino de la contemplación cristiana se inspira en esta actitud mariana de vivencia del amor a partir de su “fiat”51.

La doctrina mariana está diseminada en todos sus escritos, donde van apareciendo ampliamente todos los temas con claridad y profundización: Maternidad divina y espiritual, virginidad, mediación, santidad e Inmaculada, Dolorosa, Asunción, devoción y culto, etc. Pero son sus sermones marianos (nn.60-72) donde se profundiza más esta doctrina; estos sermones se han considerado como un tratado mariológico. Su exposición mariana está basada especialmente en la Escritura y Padres, pero es siempre una llamada a la sintonía con la vivencia de María (su “Corazón”)52.

Algunos aspectos en la exposición de los temas mariológicos, ayudan a ver en el Maestro Ávila (Doctor de la Iglesia) un maestro de literatura. La bella descripción de Jesús niño en Belén, es un compendio de cristología y mariología en esta perspectiva de via pulchritudinis:

¿Sabéis que nos dio (la Virgen)? No menos que a Dios. ¿Sabéis cómo nos lo dio? Humanado… Así nos lo da la Virgen a Dios, pues nos lo dio niño puesto en un pesebre, manso y humilde, para que ninguno que quisiere ser remediado, tema de llegarse a él, pues él convida a los pecadores a que se lleguen a él, diciendo que vino por ellos y murió por ellos (Sermón 68)53.

Esta perspectiva de belleza en la descripción literaria sube de tono al describir la cooperación de María en la salvación, y especialmente en la relación con los discípulos de Jesús:

Llama a San Juan: Di, hijo mío, ¿adónde están mis hijos? Vuestros hermanos, ¿dónde están? Los racimos de mi corazón, los pedazos de mis entrañas, ¿adónde están? Traérmelos acá… traédmelos, que yo les prometo perdón de mi Hijo” (Sermón 67, n.42).“Porque lo que su esposo y Hijo Jesucristo había ganado en el monte Calvario derramando su sangre, ella lo guardaba y cuidaba y procuraba de acrecentar como hacienda de sus entrañas, por cuyo bien tales y tantas prendas tenía metidas. ¡Dichosas ovejas que tal pastora tenían y tal pasto recibían por

51 Sobre la contemplación en el Maestro Avila, ver: M. ANDRÉS, Historia de la mística de la edad de oro en España y América (Madrid, BAC, 1994) XI,4 (San Juan de Ávila y su escuela); J. CHERPRENET, “Juan de Ávila, Místico”: Maestro Ávila 2 (1948) 99-118; J. ESQUERDA BIFET, “La oración contemplativa en relación con la devoción mariana según el Maestro Juan de Ávila”: Anthologica Annua, 24-25 (1977-1978) 499-550; J.B. GOMIS, “Estilos del pensar místico, el Bto. Juan de Ávila”: Rev. de Espiritualidad 10 (1951) 443-450.

52 Estudios: J. ESQUERDA BIFET, “La doctrina mariológica del Maestro san Juan de Avila”: Marianum 62 (2001) 91-114; Idem, “Síntesis mariológica de los escritos de Juan de Ávila”: Ephemerides Mariologicae 11 (1961) 169-191; Idem, “La Virgen Dolorosa, Madre de la esperanza, en Juan de Ávila”, Estudios Marianos 81 (Toledo, 2015) 113-130;Idem, “María la creyente, figura de la Iglesia creyente e san Juan de Ávila”: Estudios Marianos 80 (2014) 187-210; D. FERNÁNDEZ, “Culto y devoción popular a María en la obra de San Juan de Ávila”: Ephemerides Mariologicae 31 (1981) 79-99; A. MOLINA, “Presencia de María en el epistolario del Santo Maestro Juan de Ávila”: Estudios Marianos 36 (1972), 281-304; Idem, “Los tres sermones asuncionistas de San Juan de Ávila”, en: Virgo Liber Verbi (Roma, Marianum, 1991) 281-309.

53 La Santísima Virgen nos lo muestra más cercano: «Venid, que yo os tengo a Dios humanado; ya os lo traigo hecho hombre, blando» (Sermón 12). Refiriéndose a la Eucaristía, dice: «En el vientre de la Virgen fue amasado este pan, que así se llama, el pan de la Virgen» (Sermón 39).

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medio de ella! Pastora, no jornalera que buscase su propio interese, pues que amaba tanto a las ovejas (cf Jn 10,12), que, después de haber dado por la vida de ellas la vida de su amantísimo Hijo, diera de muy buena gana su vida propia, si necesidad de ella tuvieran (Sermón 70, Asuncnión,n.38)54.

Santa Teresa de Jesús, de Ávila (1515-1582)

Entró en el monasterio de la Encarnación (Ávila) cuando tenía 21 años. Su cambio profundo de vida espiritual (con el deseo de darse totalmente a Dios) tuvo lugar cuando ya tenía 38 años. Es conocida universalmente por sus escritos (Vida, Camino de perfección, Fundaciones, Cartas, Relaciones, etc.). Fue declarada Doctora de la Iglesia por Pablo VI en 1970. El tema mariano aflora con frecuencia en su vida y en sus escritos, más bien en relación con sus experiencias espirituales.

Cuando tenía doce años perdió a su madre y pidió a la Virgen que le hiciera de Madre (cfr. Vida, 1,7). Tuvo una aparición de la Virgen el día de la Asunción, cuando se sintió cubierta con un vestido blanco (íbidem, 33,14). Se sintió llena de gozo cuando tuvo la experiencia, también en el día de la Asunción, de verla entrar en los cielos, con deseo de sufrir y de servirla (ibídem, 39,26). Transmite una experiencia espiritual mariana del P. Gracián (cfr. Fundaciones, 23,4-6)55.

Escogemos algunas afirmaciones que resumen su experiencia mariana y que pueden redimensionar la via pulchritudinis:

Me veía vestir una ropa de mucha blancura y claridad… vi a Nuestra Señora… pareció asirme de las manos… díjome… que ya su Hijo nos había prometido andar con nosotras (Vida 33, 14). Era grandísima la hermosura que vi en nuestra Señora… vestida de blanco con grandísimo resplandor, no que deslumbra, sino suave (ibídem 33, 15).No tenéis para qué os afrentar de que sea yo ruin, pues tenéis tan buena madre. Imitadla y considerad qué tal debe ser la grandeza de esta Señor y el bien de tenerla por patrona (Moradas 3, 1, 3).Estaba al pie de la cruz y no dormida, sino padeciendo su santísima alma y muriendo dura muerte (Conceptos de amor 3,11).

54 En los sermones sobre la Asunción usa las imágenes de belleza para apoyar el contenido doctrinal teológico: «Vos, Señor, sois el sol y ella la luna; y pues que ella se eclipsó cuando vos os eclipsastes, ¿por qué, cuando vais lleno de lumbre y de gloria, no participa ella también de lo que vos en tanta abundancia? La sombra sigue al cuerpo, y la Virgen a vos, y de vos está colgada como fidelísima sierva. ¿Por qué pues en el tiempo de vuestra tribulación ella os acompañó y siguió, por qué os vais al cielo con mucha prosperidad y la dejáis a ella en la tierra? » (Sermón 70, n.7). Esta perspectiva de belleza en muy notoria en el sermón 60 sobre la Natividad de María: El alba es María (comenta el tema en relación con Cant 6,9: «Surge como la aurora»).

55 Estudios más recientes: T. ÁLVAREZ, “María madre y modelo, desde la experiencia mariana de Teresa de Jesús”: Vida Religiosa 53 (1982) 203-211; I. BENGOECHEA, “Teresa de Jesús y la Virgen María”, Estudios Marianos 48 (1983) 501-510; J. CASTELLANO CERVERA, “Santa Teresa di Gesù e la Virgine Maria. Deviazione, imitazione, esperienza mistica”, en: Virgo Fidelis, (Roma 1988) 435-450; EFRÉN DE LA MADRE DE DIOS, “La santísima Virgen en la vida de santa Teresa”: Scripta de Maria 7 (1984) 187-213; E. LLAMAS, “La Virgen María en la vida y en la experiencia mística de santa Teresa de Jesús”: Marianum 44 (1982) 48-87; P.M. VALPUESTA, “La Virgen María en Santa Teresa de Jesús”: Monte Carmelo 89 (1981) 183-208; M. BOYERO, “María en la experiencia mística teresiana”: Ephemerides Mariologicae, 31 (1981) 9-33.

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San Juan de la Cruz (Fontiveros, Ávila 1542 – Úbeda, Jaén 1591)

Es conocido por su colaboración en la reforma carmelitana con Santa Teresa. Sus escritos siguen siendo fuente de referencia necesaria de la mística cristiana: Cántico Espiritual, Subida al monte, Noche oscura, Llama, Poesías, etc. Fue declarado Doctor de la Iglesia por Pío XI (1926). Su breve doctrina mariana aclara la verdadera experiencia mística56.

En la presentación de nuestro estudio hemos citado la afirmación de Juan Pablo II sobre la “noche de la fe”, applicada María, haciendo referencia a la doctrina de San Juan de la Cruz57. La aplicación mariana, que ya hace Redemptoris Mater citando al santo Doctor, por parte del mismo santo se trata de que «las operaciones del alma unida son del Espíritu divino» (Subida, n.8). Aplicándolo a María, afirma San Juan de la Cruz:

Sólo Dios mueve las potencias de estas almas… Tales eran las entrañas de la gloriosísima Virgen nuestra Señora, la cual, estando desde el principio levantada a este tan alto estado, nunca tuvo en su alma impresa forma de alguna criatura, ni por ella se movió, sino siempre su moción fue por el Espíritu Santo (Subida, lib.II, cap.3, n.10).

El contexto es el del camino contemplativo como experiencia de búsqueda y encuentro: «¡Oh noche que guiaste! - ¡oh noche amable más que la alborada! - ¡oh noche que juntaste - Amado con amada, - amada en el Amado transformada!» (Subida, estrofa 5). Pero la noche de la fe continúa en esta tierra: «Qué bien sé yo la fonte que mana y corre, - aunque es de noche»58.

En este contexto, parece que deben encuadrarse las frases poéticas marianas del santo, que podrían ser una síntesis de su via pulchritudinis en dimensión contemplativa mariana:

Entonces llamó a un arcángel / que Sant Gabriel se decía, / y enviólo a una doncella / que se llamaba María, / de cuyo consentimiento / el misterio se hacía; / en la cual la Trinidad / de carne al Verbo vestía; / y aunque tres hacen la obra, / en el uno se hacía; / y quedó el Verbo encarnado / en el vientre ce María. / Y el que tenía sólo Padre, / ya también Madre tenía, / aunque no como cualquiera / que de varón concebía, / que de las entrañas de ella / él su carne recebía; / por lo cual Hijo de Dios / y de el hombre se decía (Poesías, la Encarnación).Ya que era llegado el tiempo / en que de nacer había / … Y la Madre estaba en pasmo / el que tal trueque veía: / el llanto de el hombre en Dios, / y en el hombre la alegría; / lo cual de el uno y de el otro / tan ajeno ser solía (Poseías, Nacimiento).Del Verbo divino - la Virgen preñada - viene de camino - ¡si le dais posada!59.

56 Algunos estudios sobre su mariología: I. BENGOECHEA, “El Espíritu Santo y la Virgen María, según San Juan de la Cruz”: Ephemerides Mariologicae 31 (1981) 51-70; B. JIMÉNEZ DUQUE, “La Virgen María y San Juan de la Cruz”: Teología Espiritual 33 (1989) 47-60; OTILIO DEL NIÑO JESÚS, “Mariología de San Juan de la Cruz”: Estudios Marianos 2 (1943) 357-399. Analicé algunos aspectos de su experiencia mística en: “Dimensión misionera de la contemplación en San Juan de la Cruz”: Burgense 33/1 (1992) 49-67.

57 La encíclica Redemptoris Mater cita en la nota 36: Subida al Monte Carmelo, Lib.II, cap.3,4-6. De hecho, San Juan de la Cruz habla de la “noche” o de la “noche oscura” con frecuencia, como puede verse en la canciones y comentarios de la Subida al Monte Carmelo. Presenta la “fe”, como «noche oscura para el alma en este vida… para venir a la unión con Dios» (Subida, lib.1, cap.2, n.1).

58 Poesía escrita en la cárcel de Toledo.

59 Esta letrilla o estribillo es a modo de villancico recitado durante el adviento. San Juan hacía que

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Santa Teresa de Lisieux (1873-1897)

Cuando niña (en 1883), estuvo muy grave. Ella atribuye su curación a una intervención (“sonrisa”) de María. Entró en el monasterio carmelita de Lisieux cuando tenía quince años. Su profesión perpetua fue en 1890. Es universalmente conocida por su autobiografía (Historia de un alma), el libro cristiano más leído en el siglo XX (después de la Biblia). Fue Canonizada por Pío XI en 1925 y proclamada Patrona de las Misiones con San Francisco Javier en 1927. Declarada Doctora de la Iglesia por Juan Pablo II en 1997. Sus padres (Luís y Celia) fueron canonizados por el Papa Francisco en 2015.

Se puede resumir su actitud “contemplativa” con la anécdota que también describe Papa Francisco en Gaudete et Exsultate, al invitar a encontrar a Dios en “los pequeños detalles” de la vida comunitaria: «Una tarde de invierno estaba yo cumpliendo, como de costumbre, mi dulce tarea […]. De pronto, oí a lo lejos el sonido armonioso de un instrumento musical. Entonces me imaginé un salón muy bien iluminado, todo resplandeciente de ricos dorados... Luego posé la mirada en la pobre enferma, a quien sostenía. En lugar de una melodía, escuchaba de vez en cuando sus gemidos lastimeros […]. No puedo expresar lo que pasó por mi alma. Lo único que sé es que el Señor la iluminó con los rayos de la verdad, los cuales sobrepasaban de tal modo el brillo tenebroso de las fiestas de la tierra, que no podía creer en mi felicidad»60.

Ella tiene la experiencia de ser como una “florecilla” que brotó de una sonrisa de María: “La Santísima Virgen me ha hecho comprender que fue realmente ella la que me sonrió y curó”61.

Su experiencia contemplativa mariana (que no infravalora ninguna gracia o título especial de la Virgen), se concreta en la vida sencilla de Nazaret. Así la describe en sus poesías marianas, especialmente en el poema «por qué te amo, María», redactado cuatro meses antes de morir (mayo 1897), a petición de su hermana María. Relaciona diversos aspectos: sonrisa, canto, mirada, corazón, etc. La expresión “te amo” es como una lectura contemplativa (via pulchritudinis) del Evangelio. La vida espiritual es un camino de “silencio” y de “noche”, recorrido bajo el manto de María:

Meditando tu vida / tal como la describe el Evangelio, / yo me atrevo a mirarte y hasta a acercarme a ti. / No me cuesta creer que soy tu hija, / cuando veo que mueres, /cuando veo que sufres / como yo… ¿Acaso no son mías tus virtudes / y tu amor, también mío? / Así, cuando la pura y blanca Hostia / baja a mi corazón, /tu Cordero, Jesús, sueña estar reposando / en ti misma, María…¡Oh cuánto amo tu elocuente silencio! / Es para mí un concierto, muy dulce y melodioso … Tu dulce Niño, Madre, / quiere que seas tú el ejemplo vivo / del alma que le busca / a oscuras, en la noche de la fe (Poesía 44).

Al final de esta poesía, recuerda la sonrisa de María que ha guiado toda su vida:

los religiosos llevasen en procesión una imagen de la Virgen, que se detenía ante cada celda, donde cada religioso esperaba de rodillas. La letrilla se ha atribuido siempre a San Juan de la Cruz.

60 Cita en Gaudete et Exsultate, n.145, nota 108 (cita: Sta. Teresa de Lisieux, Manuscrito C, 29v-30r).

61 Manuscrito A, cap.III.

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Pronto iré a verte en cielo / Tú que viniste a sonreírme en la mañana de mi vida / Ven de nuevo a sonreírme… Madre … en mi tarde… / No temo el resplandor de tu gloria suprema, / contigo he sufrido, y ahora quiero / cantar sobre tus rodillas, María, por qué te amo, / y repetir por siempre que soy tu hija! (Poesía 44/25)62.

3.LA ACTUALIDAD DE RAMÓN LLULL, “EL LLANTO DELAVIRGEN” O EL DOLOR MATERNO DE UNA IGLESIA MISIONERA

(A)Una vida iluminada por la contemplación y el anuncio del amor de Cristo

Su vida se puede resumir con estos trazos y fechas esenciales: Nace en Mallorca hacia 1232. Casado con Blanca Picany en 1257 (de quien tuvo dos hijos). Tuvo aparición de Jesús crucificado, cinco veces, cuando cambió su vida (hacia 1263). En lugar de ir a estudiar a París, sigue el consejo de San Raimundo de Peñafort de regresar a Mallorca y prepararse (unos nueve años) con la contemplación y estudio también del idioma árabe. Durante este período es cuando tuvo la “iluminación” en el monte Randa.

Es llamado a Montpellier (en 1275) por el Infante Jaume, futuro rey de Mallorca. Expone y publica su método misionero (diálogo y modo de exponer la doctrina). Somete a examen sus escritos. Logró por bula papal (y con apoyo del príncipe Jaume) la fundación del colegio misionero de Miramar (1276). Enseñó en Montpellier y París (1287-1289). Organizó sus viajes misioneros. Primer viaje a Túnez, 1293. Viaje a Chipre, Siria y Armenia menor: 1301-1302. En el segundo viaje a África (1307) fue encarcelado en Bugía. Su última estancia en París y contactos académicos fue entre 1309 y 1311). Murió en su tercer viaje a África (Túnez) en contexto martirial; es sepultado con gran solemnidad en Mallorca (1316)63.

Todos sus escritos “místicos” traslucen con autenticidad su propia vivencia. Sus escritos teológicos instan a vivir y anunciar lo que la fe enseña. Manifiesta una armonía perfecta en todos los escritos: vive e invita a vivir la realidad histórica con actitud cristiana. Alude constantemente a la conversión “ad paenitentiam”, como tarea propia y como llamada para todos.

Su primer libro fue Liber contemplationis in Deum, Mallorca o Montpellier (hacia 1271-1273). Es una observación de la realidad creada, en todos los ramos del saber, con “razones necesarias” (que quiten obstáculos), válidas universalmente.

62 Cfr. R.P. PIAT, La Vierge du sourir et sainteThérèse de l’Enfant Jésus (Lisieux 1951); A. COMBES, “Marie pour sainte Thérèse de Lisieux”: Divinitas 14 (1970) 75-124. En relación con SantaTeresita, algunas personas del siglo XX han seguido este camino contemplativo mariano, como Beata Madre Inés del Santísimo Sacramento: «Lo que me dice el cuadro de la Anunciación», «María es mi Madre ». Desarrollo este tema en: Vivencia y doctrina mariana de la Sierva de Dios María Inés Teresa Arias: Ephemerides Mariologicae, 72 (2002) 295-310.

63 Venerado como Beato (y mártir) desde el siglo XIV. Ver datos biográficos y bibliográficos, en: Obras literarias de Raimundo Lulio (Madrid, BAC, 1948); especialmente la introducción biográfica (S. Galmés). Ver otros datos en: Diccionari Eclesiàstic de Catalunya, vol. II. pp. 510-512 (M. Batllori); Diccionario de Historia de España. vol. II, 1359-1367 (J.N. Hillgarth); “Raymond Lulle. Vie, oeuvres, doctrine et spiritualité”, en: Dictionnaire de Spiritualité, vol. 13, nn. 86-88, pp. 171-191 (A. Bonner y Ch. Lohr).

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Su obra de metodología del pensamiento (“Ars”, Mallorca 1274, pero reescrita y remodelada continuamente), es la clave para exponer la doctrina cristiana a los no creyentes, empezando por los mismos cristianos que deben anunciar la doctrina de modo adecuado a los oyentes.64.

Sus escritos tienden a ayudar y a purificar la mente de errores e inexactitudes (el Arte) y también a renovar la comunidad eclesial (Blanquerna). Para ello invita a contemplar la creación y la obra salvífica (Félix, Libro de la contemplación) y, al mismo tiempo, urge a quienes explican la teología a que dejen de lado la terminología y la reflexión complicada, cuando no resulta clara para los no creyentes.

Según Ramón Llull, no se puede hacer teología sin contemplación y sin vida pobre y humilde. La renovación eclesial que propone, queda descrita en esta perspectiva, que, aunque parece fantástica e irrealizable, no es extremista, sino de quien propone el ideal evangélico, que hay que ir alcanzando y anunciando en un proceso lento, día a día, por medios adecuados, sin imponerlos.

Son dos los acentos que resumen su figura cristiana y apostólica tal como aflora en sus escritos: la dimensión contemplativa (oración, experiencia de Dios) y la dedicación incansable a la propagación de la fe, presentando el propio testimonio y aclarando dificultades (“razones necesarias”). Ramón Lull, durante toda su vida, a partir de su “conversión” y del período de retiro y formación, se entrega vitalmente a propagar la verdad de Cristo65.

Raimundo Lull escribe abundantemente, pero siempre centrado en conseguir «el mejor libro del mundo», para enseñar a buscar la verdad (universal) que, con la ayuda de la gracia, conduce al encuentro de fe con los misterios de Cristo en toda su integridad. Se considera a sí mismo como «un trovador de libros»66.

Quizá donde se puede encontrar mejor todo el programa espiritual y misionero de Ramón Lull es en el libro de Blanquerna (original en catalán): Llibre d’Evast e d’Aloma e de Blanquerna (Op.21), escrito en Montpellier entre 1276-1283. Es obra maestra de prosa medieval, a modo de novela filosófica y teológica, de contenido enciclopédico. Se describe el proceso de conversión y perfección cristiana en los diversos estados de vida y situaciones socioculturales y religiosas del protagonista (Blanquerna). Las personas y las comunidades de la misma Iglesia se van reformando a la luz de las “bienaventuranzas” evangélicas (reforma de las diócesis), del «Ave María» (reforma 64 Se considera a veces como su primer libro lo que es propiamente un “compendio” de la lógica de Algazel (Compendiium logicae Algazeli, escrito entre 1265 o quizá en 1271-1272). Una aplicación de sus primeras publicaciones es el Llibre del gentil i dels tres savis (Op.11 del catálogo). Es una aplicación verdaderamente misionera y de valor permanente.

65 La abundancia de escritos lulianos (en catalán, latín y árabe, con algunas traducciones en francés antiguo y provenzal) constituyen unos dos mil manuscritos conservados. Son importantes para el origen de la lengua catalana y la transmisión de sus valores culturales ya cristianos (final del siglo XIII e inicios del siglos XIV). Pero especialmente son un patrimonio universal ahora resumido en 280 obras: tratados, diálogos, novelas, poemas enciclopédicos, sermones, etc. Especialmente los manuscritos se conservan en las bibliotecas: pública de Mallorca, Apostólica Vaticana, del Estado de Baviera en Múnich, Nacional de París, Ambrosiana de Milán. Pero hay también algunos en Inglaterra, Irlanda, Venecia, Sevilla. Después de la muerte del Beato (1316), la ingente producción literaria quedó envuelta en las discusiones de la época (siglo XIV), especialmente en las tensiones entre las diversas escuelas y también entre Predicadores y Menores.

66 Lo Desconhort, p.64, versos 264 y 825.

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de las comunidades especialmente monásticas) y del himno navideño del «Gloria in excelsis Deo» (reforma de la Curia Romana)67.

Desde su experiencia mística mariana, la misma clave de su “Arte” ayuda a anunciar la fe cristiana, urgiendo a la mente a quitar obstáculos. Es toda su ilusión: que toda la Iglesia se dedicara a hacer conocer y amar al amor («el Amor no es amado», de San Francisco)68.

Algunos de sus escritos sobre la Virgen (Liber de Sancta Maria, Libro de Ave Maria, Llanto de la Virgen, Horas de Nuestra Señora) y algunos capítulos marianos de las otras obras, así como la breve oración de cada día del año (El Amigo y el Amado), además de las explicaciones sobre la contemplación, han modelado el corazón de muchos fieles durante siglos.

Los escritos marianos están en este contexto, porque en María aparece el misterio del Verbo Encarnado, a través del cual se nos ha comunicado el misterio trinitario. El camino de la fe cristiana (de la que es modelo María), es camino de contemplación y reflexión; pero para el misionero se convierte en camino de oscuridad, de silencio y de experiencia de la ausencia de Dios, que está más presente (“Emmanuel”) cuando se ha hecho Palabra encarnada pronunciada en el aparente silencio de Dios.

Ahora bien, después de su largo recorrido biográfico, eminentemente misionero, y después de dedicarse a escribir todo su mensaje para urgir a comunicar la fe, Ramón Llull se encuentra casi como “anonadado”, es decir, con un dolor profundo (como “de parto”, según la expresión paulina). Es su Desconsuelo, porque el Amor no es amado, es decir Cristo no es conocido ni amado (El Amigo y el Amado).

Las dificultades que encontró, por falta de colaboración, le sumieron en una actitud cristiana de fe vivida (noche de la fe), con el dolor de no poder conseguir que otros seres humanos (de otras religiones) encontraran el amor de un Dios que había enviado a su Hijo, hecho hombre por obra del Espíritu Santo en el seno de la Virgen María, redentor de todos y que ha dado la vida por todos. Su sufrimiento nacía de su amor apasionado por Cristo. Su profundo amor a Cristo le llevó también a ofrecer su vida viendo que su programa misionero, de momento, no surtía efecto, como el granito de trigo sembrado en el surco. Era su disponibilidad habitual «de morte tolleranda pro Christo» (Vita coaetanea, 8)69.

Se encuentra frente ante un “fracaso”, inexplicable humanamente; permanecer en el gozo de la “esperanza”, es una gracia. Y Ramón no ha perdido la esperanza, porque se siente identificado con 67 El tratadito contemplativo y misionero Llibre d’amic i amat (Op. 21b) está incorporado en Blanquerna. Veremos el librito más adelante.

68 Cfr. J. DE GUIBERT, “La méthode des trois puissances et l'Art de contemplation de R. Lull”: Revue d'Ascetique et Mystique, 6 (1925) 366-378; R.D.F. PRING-MILL, “Ramón llull y las tres potencias del alma”: Estudios Lulianos 12 (1968) 101-130; E.W. PLATZCECK, “La contemplación religiosa de Ramón llull en los primeros años de su actividad literaria (1271-1276)”: Estudios Lulianos 22 (1978) 87-115.

69 Su “martirio” consistió en gastar la vida sin condicionamientos y afrontando repetidamente el riesgo de perder la vida, también en su último viaje a Túnez. Él no es un superhombre, sino simplemente “Ramón”, no ilustrado teóricamente, sino enamorado de Cristo, convertido en estudioso, propagador y escritor permanente (y siempre orante) para cumplir su misión, y a veces tenido por loco (“foll”).

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el dolor de María, la Madre de Jesús (El llanto de la Virgen). Intuye que hay una fecundidad misteriosa. Propiamente es toda la Iglesia que sufre y que se siente prefigurada por María, en un camino de fe oscura que no quita la esperanza sino que la aquilata. Es la Iglesia que se deja interpelar por María en un proceso de oración contemplativa (Horas de Nuestra Señora), que es también proceso de discernimiento, de conversión y perfección. Ramón, como enamorado de Cristo, sigue caminando a través de todos los días del año (El Amigo y el Amado).

El libro El Amigo y el Amado es la clave, como un resumen de su propia vida misionera. Pero esta clave, por ser eminentemente cristológica, es “mariana”. El “amigo”, por vivir de amores, ha llegado a un desconsuelo que sólo puede explicarse por el Llanto de la Virgen, figura de la Iglesia madre y especialmente síntesis de la fecundidad gozosa y dolorosa del apóstol. En el libro de El Amigo y el Amado, lo más doloroso es que "muchos amadores" se despreocupen de esta realidad (n.201).

(B)Su síntesis mariológica

La doctrina mariológica de Ramón Llull ha sido muy estudiada, aunque siempre quedan aspectos y perspectivas por profundizar. Especialmente hay que observar que el tema mariano es espontáneo en todos los escritos, como si el mismo Llull se identificara con los sentimientos maternos de María, a quien le pide la gracia de poder ir a predicar la fe cristiana a todas los pueblos, dando a conocer a quien es la Madre de Dios, Madre del Verbo Encarnado70.

De hecho, en los capítulos clave de Blanquerna, la reforma de la comunidad eclesial (en este caso los monasterios) es a la luz del Ave María (cap.61-66). Y en el capítulo 65 describe el colegio misionero de Miramar71.

De hecho, en sus escritos marianos aparecen todos los títulos de la Virgen, que él presenta como fuente de confianza en el amor de Dios. Ramón Llull se ha entregado al servicio de María: «Vuestro servidor, Señor, se entrega y quiere con todas sus fuerzas sensitivas e intelectuales ser amador, loador y servidor de la Virgen gloriosa» (Llibre de contemplació, cap.285)72.

70 Destacamos su principales publicaciones marianas: Libro de Santa María (Op.49,escrito hacia 1290); Horas de Nuestra Señora (Op.50, poesías, escrito hacia 1290); Llanto de la Virgen (Op.51, poesías, escrito hacia 1290); Libro del Ave María (Op. 21 y 204, siete homilías, escrito hacia 1312). El tema mariano queda también ampliamente expuesto en: Blanquerna (lib.II, cap.61-66); Félix o Maravillas del mundo (lib.I, cap.VII y X); Libro de la contemplación (cap.285-287), Oraciones de Ramon (algunas están dirigidas a María), etc.

71 El Colegio desaparecería más tarde (se ignoran las causas) y ello fue la fuente de un dolor profundo (como él deja escrito en Vita coetánea), que tal vez puede verse reflejado (¿anticipado?) en el Llanto de la Virgen, como experiencia vivida y sufrida en unión con María, llena de dolor y de esperanza en la noche de la fe. En el presente estudio aporto algunas reflexiones marianas contenidas en mi artículo: “La clave evangelizadora del beato Ramon Llull. Del amor apasionado por Cristo, al anuncio apasionado de Cristo”: Anthologica Annua 47 (2000) 297-362 (Roma, Instituto Español de Historia Eclesiástica, 2000) (pub. en 2005).

72 Parece describirse a sí mismo, cuando pide a la Virgen la gracia de «ir a predicar su honor a los infieles... hasta que la Reina del cielo... quiera ayudar a todas las gentes del mundo... para honrar y amar a su Hijo bendito» (Blanquerna, cap. 62,13).

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Al predicar la fe cristiana en su perspectiva mariana, se invita a confiar en la misericordia de Dios, quien, por el hecho de habernos enviado a su Hijo, «quiere salvar a todos los hombres que en ella (la Virgen) tienen firme esperanza. Por lo tanto, todos los hombres deben apreciar mucho la esperanza... y que la tengan por censo de la Virgen que les otorga todo cuanto le pidan» (Horas de Nuestra Señora, 27).

La exposición luliana es siempre cristocéntrica. María coopera en la Encarnación, participa como asociada en la Redención e intercede como medianera. Por ser «templo venerable de la Trinidad», tiene el grado mayor de perfección después del Verbo Encarnado (cfr. Liber de praedicatione, IV, 223 y 261). La presentación del tema mariano es, pues, para suscitar la fe y confianza en Cristo. «Todo cuanto tiene ser, es todo en servicio de la Virgen María, y todo es de su Hijo, que lo ha creado todo» (Blanquerna, cap.61,7). Por esto, la renovación de los centros religiosos (o monasterios) se consigue adoptando las actitudes de María, que se reflejan en el “Ave María”. Cuando Llull describe este proceso de renovación, él mismo se siente involucrado, como “procurador” de los que todavía no creen, y le pide a la Virgen: «Tú, que eres Madre de misericordia, consigas de él (de tu Hijo) que les envíe devotos predicadores... puedan salvarse... y honrarte a ti y a tu Hijo bendito» (ibídem, cap.61,4-6)73.

La acción misionera tiende a que Cristo sea conocido y amado, dando a conocer lo que Dios ha hecho en María: «Digna eres tú, Señora, que por todas las gentes y por todas las tierras del mundo seas conocida, servida y honrada» (Blanquerna, cap.61,5). «Reina de los reyes, ayúdanos a que te honremos, honrando a tu Hijo... donde eres tú deshonrada y tu Hijo desamado... Tu bendito Hijo espera que vayan a honrarle» (ibídem, cap.66,8)74.

La predicación cristiana, en dimensión mariana, se centra en el anuncio de Cristo, Hijo de Dios, nacido por obra del Espíritu Santo, de María la Virgen. La virginidad de María hace, pues, referencia a Jesús, Dios hecho hombre, para el bien de toda la humanidad: «Toda la mayor honra que la criatura haya podido recibir de su Creador fue hecha en el vientre virginal de la humilde Virgen nuestra Señora Santa María, cuando el Hijo de Dios tomó en él carne humana » (Blanquerna, cap.61,1; cfr. cap.64,8). Deja entender siempre que él es un enamorado de María y precisamente por ello no puede dejar de anunciar a Cristo Salvador y Redentor75.

La síntesis de su doctrina mariana está en Libro de Santa María (Op 49, Montpellier, 1290?). Llull indica su objetivo: «Este libro... lo ofrecemos lo más llanamente posible y con las palabras más sencillas... a fin de que sea comprendido» (XXVIII, 43ss). Intenta contemplar, amar, conocer a

73 Esta renovación espiritual y apostólica del grupo misionero, queda descrita en los cap.61-66 de Blanquerna.

74 Más adelante, resume los contenidos cristológicos en dimensión mariana: «¡Celestial Reina! Por dos razones es tu Hijo Señor de todas las criaturas: la primera, porque es Dios; la segunda, porque es hombre conjunto y unido con Dios. Luego como tu Hijo, por estas razones, sea Señor de todo el mundo, conviene que por dos razones seas tú, también Señora de todo el mundo: La una es por ser tú Madre de Dios, y la otra, porque eres Madre del hombre unido personalmente con Dios» (Blanquerna, cap.109,8). Es conocida su afirmación sobre la Inmaculada: “Non esset corrupta, nec in aliquo peccato sive actuali sive originali” (Disputatio eremitae et Raimundi super aliquibus dubiis quaestionibus Sententiarum Magistri Petri Lombardi, IV, 307; escrito hacia 1298).

75 J. Torres i Bages describía a Llull con estas breves palabras: «La Virgen María conquistó el afecto más profundo de su corazón» (La Tradició Catalana, Edic. 62, 1988, llibre II, cap.I: «La Verge Maria s'emportà l'afecte més poderós de son cor»).

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María, por medio de preguntas, alabanzas, oraciones, ejemplos (milagros). Es también una especie de eco autobiográfico misionero: «Porque si no fuera por Nuestra Amada Señora, Dios no habría llegado a ser humano, y si Dios no hubiera llegado a ser humano, no habría creado el mundo. Porque Dios creó el mundo, de manera que Dios deviniera humano» (XXVIII, 162, II, 35-37).

El prólogo es de mucha belleza literaria. Este libro es de contenido mariológico “narrativo”, por la via pulchritudinis. Contiene treinta capítulos. Es un diálogo entre cuatro protagonistas: un ermitaño y tres figuras femeninas alegóricas (alabanza-laus, oración-oratio, intención-intentio). María viene a ser como el resumen de la perfección lógica y ontológica; ella colabora en la encarnación redentora. El ermitaño que había recorrido el mundo, sin éxito, se ha retirado temporalmente para orar. Después de escribir este libro, Llull volverá a misionar con fuerza nueva76.

En María se expresa la finalidad de la Encarnación, porque el mundo ha sido creado para la Encarnación. Dios ha plasmado a María como su semejanza más perfecta en relación y subordinación al Verbo encarnado. Lull va presentando los temas básicos de la doctrina mariana: maternidad divina, santidad, Inmaculada, virginidad, maternidad espiritual y mediación, glorificación o Asunción y realeza, etc. Especialmente se ha señalado esta trilogía, a modo de resumen: “Madre de la recreación” (Árbol de la ciencia), “Madre de la redención” (Libro de Santa María), “Madre de la salvación” (Libro de la predicación)77.

(C)Su poesía mariana, a modo de “via pulchritudinis”, llanto mariano de la Iglesia misionera

Los contenidos marianos que acabamos de resumir, se formulan, a veces, con expresiones poéticas que manifiestan la profunda experiencia mística de Llull. El anuncio del Evangelio, por medio de la figura de la Virgen, resume su propia vida contemplativa y misionera.

Llull escribió algunas obras rimadas: Llanto de la Virgen, Horas de Nuestra Señora, Desconsuelo… Estas tres obras, juntamente con El Amigo y el Amado, vienen a ser un canto doloroso, amasado de esperanza, que resume la belleza de toda su interioridad y de su experiencia mística. Especialmente en el Llanto de la Virgen y en el Desconsuelo, su tono lírico y sus sentimientos más hondos, son los mismos. Se entrelaza la experiencia mística con la poesía de quien canta como trovador de María.

76 Edición actual en italiano, con abundante bibliografía: Raimondo Lullo, Libro di Santa Maria, Paoline 2017 (introducción, traducción y notas de Simone Sari). Ver estudios citados en nota posterior.

77 Cfr. J. GAYÀ i ESTERLICH, “Raimondo Lullo”, en : Storia della mariología, vol.I: Dal modelo bíblico al modello letterario (a cura di E. Covolo, A Serra) (Roma, Città Nuova 2009, 830-840). Otros estudios: J. CASCANTE DAVILA, “El culto a María en los escritos del B. Ramón Llull”, en: De cultu mariano saeculis XII-XV, Acta Congressus Mariologici-Mariani internationalis... 1975 (Romae, PAMI, 1981) V, 65-103; J. ESQUERDA BIFET, “La clave evangelizadora del beato Ramon Llull. Del amor apasionado por Cristo, al anuncio apasionado de Cristo”: Anthologica Annua 47 (2000) 297-362 (Roma, Instituto Español de Historia Eclesiástica, 2000); R. GINARD BAUÇÀ, “Nuestra Señora Santa María, Reina y Señora de las misiones según el iluminado Doctor y procurador de infieles, Beato Ramón Llull”: España Misionera 1 (1944) 37-39; J. PERARNAU i ESPELT, “Ramon Llull i la seva teologia de la Immaculada Concepció. Versió definitiva”: Arxiu de Textos Catalans Antics 25 (2006) 193-228; M. RUFFINI, “Osservazione sulla rima finale del Plant de Nostra Dona Santa Maria”: Estudios Lulianos, 10(1966) 129-140; J. VIDAL VENDRELL, “La mediación universal en la mariología de R. Llull”: Estudios Franciscanos 52 (1951) 5-57.

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La obra poética de Llull es la de un “trovador” cristiano, cuyas andanzas empiezan propiamente desde su conversión (año 1263) ante Jesús crucificado, como explica en Desconsuelo: «Desde la hora en que Jesucristo se me apareció crucificado, según tengo dicho, y confirmó mi querer con su amor… porque le amo, y por su amor he dejado el mundo» (Desconsuelo, XII). Así lo había dejado escrito ya desde el libro que se considera su primera obra escrita, El libro de la contemplación (Montpellier hacia el año 1271): «Pues que vos le habéis mirado con vuestro ojos llenos de piedad y de misericordia, de ahí en adelante propónese, Señor, trocarse en verdadero juglar, en rendir sinceras alabanzas de su señor Dios»”78.

Es el “juglar” que canta la vida de Jesús, especialmente las escenas de Belén y el mismo nombre de Jesús (Cien nombres de Dios). Pero precisamente por esto, es también el “juglar” de Santa María, porque Dios creó el mundo para honrar a su Madre, como se indica en Horas de Santa María. Sus cantos poéticos invitan a todos a proclamar la fe en Cristo, nacido de María.

Sus expresiones poéticas le ayudan a resumir el mensaje cristiano en un lenguaje que lo puedan entender todos. También son expresiones a modo de llamada a los ya creyentes para cambiar de vida, vivir en Cristo y decidirse a anunciarle a todos los pueblos. En el Llanto de la Virgen, constata que no se anuncia a Cristo a todos los hombres; entonces ofrece una pauta de renovación cristiana, a modo de camino de conversión y santidad, en las Horas de Nuestra Señora.

Estos dos libros poéticos y marianos (Llanto y Horas) son como una respuesta o una clave para entender la profundidad anímica (misionera y dolorosa) del mismo Llull, descrita en Amigo y Amado y en el Desconsuelo, en sintonía con los sentimientos de María. Invita, pues, a seguir un camino de renovación por la contemplación (Horas), para compartir la suerte de Cristo Redentor (seguimiento evangélico de Cristo pobre y crucificado), hacia la resurrección, tomando como modelo y ayuda a María dolorosa, en un camino de fe, esperanza y amor.

Intentamos hacer una lectura sintética, a modo de análisis mariológico vivencial (su via pulchritudinis), sobre el Llanto de Nuestra Señora. Es el llanto que se identifica con el dolor del mismo Llull, que se ha expresado primero contando el dolor de la Madre de Dios durante la pasión de su hijo79.

Hay que recordar que el tema (el “llanto” de María) era ya un tema frecuente y lo siguió siendo posteriormente, bajo el título de Virgen Dolorosa. El canto de Llull sobre el “llanto” es más extenso y tiene la novedad de expresar los sentimiento de María como figura de la Iglesia que llora porque no se anuncia a Jesús80.

78 Liber contemplationis in Deum, ORL, IV, 103; citado en Obras literarias de Raimundo Lulio (Madrid, BAC, 1948) 1011.79 Está compuesto de 32 estrofas monorítmicas, de 12 versos cada una. Es el mismo método poético del Desconsuelo. El escrito no tiene título propiamente dicho. Al final del poema, Llull lo califica de “Plant de la Verge” (y así ha quedado como título en muchos manuscritos). En la redacción del texto, Llull lo llama “canto de amor”: «A Vos, Virgen Santa, encomiendo este canto de amor» (estrofa XXXI).

80 L. DI GIROLAMO, “Origine e sviluppo del Planctus Mariae”, en: Storia della mariologia, vol.II: Dal modelo letterario europeo al modello manualistico (a cura di E. Boaga e L. Gambero) (Roma, Città Nuova 2012)52-77. Se cita un amplio estudio de: T. Koheler, “Planctus Mariae”, en: Dictionnaire de Spiritualité, XI/2, 1795-1800. Se aducen ejemplos sobre la Virgen Dolorosa (antes de Llull): San Efrén (+373), San Ambrosio (+397), San Paolino de Nola (+431), San Pedro Damián (+1072), San Anselmo (+1109), Gonzalo de Berceo (+1274).

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En las palabras iniciales del Llanto, es importante notar el tono de esperanza en la Virgen María, sabiendo que su Hijo era Dios y hombre: «Vivía con grande gozo la Virgen María, contemplando a su Hijo Dios, habido por el Espíritu Santo, sin obra de varón. Y, pues no se le ocultaba que su dulce Hijo era Dios y hombre, el gran gozo y placer que por él experimentaba no hay quien lo pudiera decir». Será el tono de fe y esperanza resumidos en la “mirada” de María cuando sepultan a Jesús, sabiendo que él sigue viviendo (estrofa XXX).

En el Llanto descrito por Llull, se canta y narra toda la pasión de Cristo desde los sentimientos del corazón de su Madre. El Señor sufre físicamente, pero especialmente al ver los pecados de los hombres en toda la historia (como ofensa al Padre) y también al ver que su pasión es causa del dolor de su Madre81.

La última estrofa indica la finalidad de esta redacción poética. Los sufrimientos de María ahora tienen lugar al ver que Cristo no es anunciado:

Acabado está este Llanto, que es tan doloroso de la Virgen, reina y madre de pecadores, y quiere que lo canten grandes y chicos la dulce doncella que es señora de amores. Por lo que yo, Ramón Llull, a quien duele este canto, entrégolo a unos y a otros para que recuerden las penas de nuestra Señora y los grandes deshonores que hacen a su Hijo prelados y señores, por cuanto en la Tierra Santa no hacen decir sus alabanzas. Y si nuestra Señora pudiese padecer en el cielo, pues tan poco honramos a su Hijo, ahora sufriría más. A vos, Virgen Reina, encomiendo este canto de amor (estrofa XXXI)82.

El detalle de poner a Jesús (cuando es bajado de la cruz) en manos de María, es un gesto que no se había expresado todavía en la iconografía contemporánea (la “Pietà”). Viene a ser, como en todo el canto, una invitación a entrar en sintonía con el dolor de María: «José de Arimatea… y San Juan lo bajaron de la cruz. Después que la dulce doncella lo hubo tenido en sus brazos, los tres lo pusieron en un monumento nuevo, enterrándolo en él con una sábana nueva » (estrofa XXVII).

Nótese que todo el Llanto es una elaboración poética que se quiere transmitir a modo de herencia. El corazón de los creyentes quedará conquistado por este medio poético y musical. Los sentimientos de María se van desgranando, como en un Llanto que se hace canción e invitación misionera, y que ella (por medio de “Ramón”) tansmite a sus nuevos hijos, puesto que es el llanto y el canto de «la Virgen, reina y madre de pecadores, y quiere que lo canten grandes y chicos la dulce doncella que es señora de amores» (estrofa XXXI, final).

En la redacción del canto poético del Llanto, es la misma Virgen quien expone su pena para que se le ayude, pero no encuentra respuesta. La instancia se pone en los sentimientos y en las imágenes poéticas más que en las ideas, pero los contenidos doctrinales cristianos quedan reforzados por el canto y la poesía:

En mí se hizo hombre para salvaros (estrofa II). Mi dulce Hijo, tan buen amigo, que tiene labios olorosos de bellas palabras… es Dios y hombre a la vez, al cual yo a menudo besaba con tanto amor (estrofa III).

81 (De la pena que Cristo sentía) «Sentía Jesucristo en la cruz grande tormento por las llagas de los clavos… Había, además, tan grande sentimiento de pena y de dolor, como fue el pecado de los primeros padres y de todo el linaje humano... Otro dolor padecía Cristo en su alma, y era ver a su Madre tan profundamente abatida» (Llanto, estrofa XXI).

82 Los estudiosos, por el hecho de poner la firma (“Ramón”) en este libro, dicen que el año de redacción se debería retrasar hasta 1290 (cuando ya él comenzó a firmar sus libros).

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En grande desconsuelo estaba la Reina , viendo cómo todos los suyos, menos San Juan, la habían abandonado… los míos, que me han deshonrado, al dejarme sola… ahora me han olvidado” (estrofa VI)

La negación de Pedro se describe como trasfondo del por qué (en el ambiente histórico de Llull) faltaba disponibilidad misionera: faltaba la decisión de afrontar la posibilidad del martirio. La Virgen llora para mover a sus hijos a saber anunciar a Cristo dando la vida por él:

Negado ha San Pedro a mi Hijo por miedo… ¡en tanto trabajo me pusiste por el escaso amor que demostraste a mi Hijo a causa de un poco de miedo de la prisión y de la muerte! Ende me lamento y lloro (estrofa VII).

María insta a sus hijos a que la acompañen en el itinerario de la pasión, para responder al amor del Señor. El rostro de Jesús, abofeteado, escupido y con los ojos vendados, invita a responder al amor y consolar a María en su dolor:

¡Cómo estoy triste de que sea tan poco amado mi Hijo, Dios y hombre, que os ha dado tanto y que por vosotros es tan envilecido! ¿No hay nadie de vosotros que se mueva a piedad? (estrofa VIII)Preso está mi querido Hijo, y, por desprecio, todos los escupían en la cara, cara de Dios y hombre … y, al no poder, ¡ay de mí!, acercarme a ella para limpiarla, por poco no moría. ¡Oh cara gloriosa, que me llenaba de gozo! ¡Cuánto me holgaría de poderos limpiar! (estrofa IX)

Su dolor es profundo, como si todo su ser materno quedara impregnado en él. Le bastaría una mirada de su Hijo para quedar consolada:

¿Cómo no muero viendo cómo tantos hombres de tal suerte os deshonran? (estrofa X).¡Ah, Hijo!, por piedad, echadme una sola mirada y con vuestros ojos aliviad mi pena, que harto sufre mi corazón viéndoos escarnecido (estrofa XI)Por poco mi razón no se desvanece y estalla mi corazón (estrofa XII)

El dolor de María se concreta en ver la sangre de Cristo fue tomada del seno de María; ahora, derramada en la cruz, es fuente de redención universal. Las miradas de Jesús a su Madre eran como fuego ardiente:

La cruz, en donde obróse la redención de todo el linaje humano (estrofa XV).La sangre que de él corría era hollada… la sangre de mi Hijo, sangre que salía, como de su fuente, del hombre Dios. Mas cuando yo besarla quería, me era vedado (estrofa XVI). Las miradas que mi Hijo me daba éranme como fuego ardiente (estrofa XVII)Toda me estremecí cuando toqué aquella sangre, que Dios quiso tomar en mi seno… Y mi Hijo callaba, inclinaba la cabeza; al pie de la cruz estaba conmigo San Juan (estrofa XVIII)

El encargo de recibir a Juan como hijo, mientras le recordaba que ella quedaba en una soledad dolorosa, la unía también a la sed de Cristo «a fin de que fuera consumada la redención». Era el amor que hizo morir a Jesús en bien de todos. Y el deseo de María de saciar la sed de Jesús, se convertía en dolor profundo porque no se responde a este amor. Parece reflejarse en este dolor el ansia misionera de Llull. Este dolor de María no es infecundo, pues quedó «consumada nuestra redención», cuando el Señor vio sufrir a su Madre.

Al escuchar el encargo que de mí hacía aquel que ninguna hora me abandonaba, ni poco ni mucho, entonces me sentí sola… ¡Oh Hijo!, llévame contigo: te lo pido por favor (estrofa XIX)Y, como haya tanta agua, ¿por qué mi Hijo, que tanto la deseaba, no pudo tenerla, habiéndola creado? Triste estoy porque no se la pude ofrecer aquel día (estrofa XX)Sentía Jesucristo en la cruz grande tormento… a fin de que fuera consumada nuestra redención. Otro dolor padecía Cristo en su alma, y era ver a su Madre tan profundamente abatida (estrofa XXI).

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El tormento que dais a mi Hijo, a quien amores hacen morir en la cruz por todos los pecadores, constriñen mi corazón con tanta amargura, que se deshace y se empapa en dolores (estrofa XXII)

El hecho de poner a Jesús muerto en los brazos de María, y de que ella se despidiera dando un beso a la piedra del sepulcro, está en el contexto de las ansias de María, que se concretaban en la “mirada”, como queriendo descubrir a Cristo vivo después de su muerte. En esta mirada de María se cifra la esperanza, como ya hemos dicho al citar las palabras iniciales del Llanto. Cuando, según el canto poético, Juan intenta consolar a María desviándola de esa mirada que busca a quien ya murió, ella deja entender que es la mirada de la esperanza en Cristo que sigue viviendo y alentando su amor.

Y miraba la Reina aquí y allí por el rededor, por si vería a su Hijo (estrofa XXIX).¡Ah, Juan! no me sabes aconsejar bien, porque recordando a mi Hijo, la muerte no me puede vencer, y, si yo le olvidara, faltaríame el amor. Así que te ruego, hijo, que de él me quieras hablar (estrofa XXX).

Ya hemos citado más arriba la última estrofa del Llanto, formulado en un canto poético de «la Virgen, reina y madre de pecadores». «La dulce doncella que es señora de amores», «quiere que lo canten grandes y chicos ». Es el canto que Ramón (Llull) entrega a todos los creyentes, como un «canto de amor», que resume el amor de Cristo Redentor y de su Madre hacia toda la humanidad.

La experiencia mística de Llull aflora explícitamente en sus dos obras: el Desconsuelo y El Amigo y el Amado. Es en ambos libros una experiencia mística de dolor profundo por la aparente “ausencia” del amado o porque el Amor no es amado. La breve referencia a María, en ambos libros, es una síntesis sapiencial que pone en relación el dolor de María con el dolor del misionero Llull y, por tanto, con el dolor de la Iglesia misionera. El Llanto (mariano) está escrito en el contexto de la misma experiencia mística de Desconsuelo y de El Amigo y el Amado: el dolor profundo (de la Virgen y de Llull porque el Jesucristo no es conocido ni amado.

El Desconsuelo (Lo Desconhort), escrito hacia 1295, es como la continuación del Llanto de la Virgen. Ambas obras están escritas con el mismo método poético (828 versos alejandrinos, distribuidos en 69 coplas monorrítmicas de 12 versos).

El dolor de Llull es por constatar que no se anuncia Cristo a los no creyentes, por falta de amor y de celo apostólico en los cristianos. Llull había dejado todo por Cristo crucificado, para dedicarse a evangelizar: «Lo amo, y por su amor he dejado el mundo» (Desconsuelo, cap.12). No se ha conseguido los frutos que esperaba: «En este santo negocio me he ocupado por espacio de treinta años, y en verdad que nada he podido alcanzar; y por esto estoy triste» (cap.3). Ha procurado convencer a Prelados, reyes y religiosos, para que colaborasen a “«que los infieles viniesen a verdadera conversión. Codicia de dinero y de honra en mí nunca halló cabida... ni podría yo dar mucho a los hombres, porque no soy rico ni señor de villas y ciudades... Pero hombre que poco da, no es oído» (cap. 18). Su dolor es un verdadero martirio (cfr. cap.35).

El estado anímico de Llull es, pues, parecido al dolor de la Virgen. Le apena profundamente que el mundo deshonre a María por no conocerla y, por tanto, por no honrar a Cristo:

Cuando pienso que la Señora, llena de amor y valor, dueña de justo y pecadores… y veo que el mundo le hace tanta deshonra, entonces me siento morir de pesar y tristeza… no se halla apenas hombre alguna sobre la tierra que quiera alabar a Dios, antes cada uno se alaba sólo a sí mismo, a su hijo, a su caballo, a su halcón y a sus cosas (Desconsuelo, cap.49).

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Su dolor es un canto de esperanza, a modo de experiencia profunda de un presencia especial de Dios. Así lo había expresado ya en el inicio del canto: «No tengo amigo que me consuele, sino vos solo, Señor, por quien sufro este gran peso» (Deconsuelo, cap.1). No es, pues, denánimo, sino queja filial transformada en esperanza y oración confiada al Espíritu Santo, mientras la redacción poética y musical podrá servir de aliciente continuo en la Iglesia:

Bien pudiera acontecer que algún varón animoso y esforzado emprendiese este negocio, hasta que fuera cumplido lo que Ramón ha tanto suplicado al santo Pastor de la Iglesia. Porque, si Su Santidad lo ordenare, con asentimiento de los cardenales, se diera fin a los males de este mundo, y el orbe todo fuera ennoblecido a los ojos de Dios, y la fe cristiana se viera felizmente libre de todos sus contrario. Encomiendo este triste llanto y DESCONSUELO al Espíritu Santo” (Desconsuelo, 69)83.

El Libro del Amigo y del Amado (Llibre d’amic i amat, op. 21b) contiene una frase sapiencial y contemplativa para cada día del año. Es un tratadito contemplativo y misionero, que ha quedado incorporado en Blanquerna (aproximadamente de los años 1276-1283). Es una guía espiritual para quien se dedique a evangelizar. Refleja la actitud interna de Ramón Llull: enamorado apasionadamente de Cristo y dedicado apasionadamente al anuncio de Cristo, sin poder constatar el fruto, viviendo en esperanza dolorosa de compartir los sufrimientos de Cristo (y de su Madre). Es como el grito de enamorado, al modo de San Francisco de Asís: «El Amor no es amado»84.

Es el mismo Llull quien afirma que es el amor a Cristo el que ha estimulado a escribir y predicar sobre la Virgen: «La Reina del cielo presentó su Hijo al amigo... que escribiese en su libro las virtudes de la Madre de su Amado» (El Amigo y el Amado, n.15). Al final de libro, se hace también referencia a María, como afirma el mismo autor, quien «quiso aquí dar fin al Libro del Amigo y del Amado, el cual es acabado a gloria y honor de nuestro Señor Jesucristo y de la humilde Virgen Santa María, Madre suya y Señora nuestra» (ibídem, n.366)85.

El libro Horas de Nuestra Señora (Hores de nostra Dona sancta Maria, escrito hacia 1290) tiene 49 estrofas distribuidas en grupos de siete, por las siete horas del oficio en aquella época: Maitines, Prima, Tercia, Mediodía, Nona, Vísperas, Completas. Son oraciones o himnos para ser cantados,

83 Ver Obras literarias de Raimundo Lulio (Madrid, BAC, 1948); en nota 23 de la p.1143, añade una frase que sólo está en la edición catalana: “Aquest Desconort fo fet en la cort de Roma, e cant’s en lo so de Berart”. Se desconoce cuál es el “son” de Berardo.

84 Ya hemos hecho un breve resumen al final del apartado A de este capítulo tercero. En este tratadito contemplativo se inspiró Mn. Jacinto Verdaguer (1845-1902) al transcribirlo en lingüística más moderna (Perles, Roser de tot l’any). Ver: Libro de Amigo y Amado (Transcripción y notas de Martí de Riquer; introducción de Lola Badía) (Barcelona, Planeta, 1985); G.M. BERTRINI, “Ascético-místicos del Blanquerna (el "Llibre d'Amic i Amat" y los Fioretti de San Francisco)”: Estudios Lulianos 5 (1962) 145-162; M. OLTRA, “Teoría del amor, en el "Libro del Amigo y del Amado" de Ramón Llull”: Estudios Lulianos 17 (1973) 179-191; V. SERVERAT, “Autour de la notion d'amitié dans le livre d'Amic e Amat": Estudios Lulianos 29 (1989) 125-145; A. SOLER I LOPART, “Orígens, composició i datació del Llibre d'Amic i Amat": Estudios Lulianos 32 (1992) 135-151; J.G.M. VALDECASAS, Il libro dell'Amante e dell'Amato: Città di Vita (Firenze) 34 (1979) 301-314.

85 En otra edición del libro (edición de Aguilar), hay alguna estrofa más, que recoge en apéndice la edición que hemos citado (de BAC, p.585): «Pensando en la muerte, el Amigo dijo: ¡Oh Reina del cielo! Estando yo para morir, extended y manifestad vuestro regazo, en que estuvo reclinado mi dulcísimo Amado, y no temeré a daño alguno de cuantos me podrían causar los enemigos» (n.354).

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como medio práctico para vivir y anunciar los misterios cristianos en relación con María: Trinidad (Maitines), humanidad de Cristo Redentor (Prima), Espíritu Santo (Tercia), siete virtudes (Mediodía), vencer siete pecados (Nona), celebrar siete sacramentos (Vísperas), siete “cosas” o actitudes de los santos (Completas). Verdaderamente Llull es el juglar de Santa María que se hace presente en el caminar eclesial.

Estos himnos son una llamada a la Iglesia para renovarse, a la luz de todos los contenidos cristianos resumidos en la alabanza a Dios, que pide renovar al corazón para poder hacer que toda la humanidad se adhiera a este himno de alabanza. Van apareciendo los títulos marianos: maternidad divina, realeza, maternidad espiritual, mediación universal, colaboración en la redención. Es que Dios ha creado el mundo para honrar a su Madre y, con ella, honrar al mismo Dios. Dice el inicio del libro: «A honor del mayor señor, Jesucristo, quiero hacer, por su amor, siete horas en loor de su Madre, que es refugio de pecadores, por esperanza y perdón». El objetivo que intenta es que «tal Hijo sea conocido por todo el mundo y tenido en aprecio» (estrofa III)86.

Al recordar la pasión y resurrección (en la hora de Prima), describe a María que «estaba en gozo y desconsuelo» (estrofa X) y, «una vez que hubo visto resucitado a Jesucristo…ningún gozo con el suyo puede compararse» (estrofa XII). Es el desconsuelo de Llull, que se va convirtiendo en gozo de la esperanza. Todo creyente en Cristo «sea ungido, como verdadero cristiano, con el crisma que brotó de la sangre y sudor de Cristo en la cruz y de las lágrimas de la Reina» (estrofa XLII).

Gracias a la sintonía con los sentimientos de la Virgen, el mismo Llull se entrega a ella (la «flor de amores», como había dicho en estrofa XXX) con esta forma de consagración poética:

Cuando veo la tierra, y el mar, y el cielo, y oigo cantar a las aves, percibo de las flores el buen olor … y toco telas, maderas, oro y rubíes por la Señora del paraíso, con la cual hablo en mis oraciones … entonces experimento tal dulzura en el corazón, que nunca la sentí mayor, y digo a la Virgen, llorando: Vedme ahí Señora, a vos me entrego (estrofa XLVIII)87.

A MODO DE CONLUSIÓN

En la redacción del presente estudio, he intentado demostrar la necesidad del estudio de la teología (especialmente mariana) por medio de la via pulchritudinis, que es también via contemplationis, tal como aflora en algunas figuras místicas de la historia eclesial. No se infravalora la via veritatis, sino que se invita a contemplar el misterio de Cristo nacido de la Virgen María, para celebrarlo, vivirlo, anunciarlo.

La “belleza” de los contenidos marianos de la revelación, descrita por los místicos, puede colaborar mejor a reformar la Iglesia y cambiar el mundo. La actitud humilde del “místico”, ante el misterio de Dios, se traduce en “admiración” gozosa ante los contenidos de la fe sobre María.

86 Algunos autores han hecho notar leves analogías entre Lull, Alfonso el Sabio y Dante Alighieri (1265-1321). Llull dice: «La Señora es Santa María, que, sin ayuntamiento de varón ha un hijo, un hijo, por cierto, que es hombre y Dios… Madre de Dios, que es hija del hombre hijo suyo” (estrofas I-II). De este modo subraya que “el Redentor de cuanto hay se hizo hombre en una virgen a trueque de que se salvara el linaje humano» (estrofa VI).

87 El libro termina con estas palabras: «Acaban las siete horas compuestas por Ramón. Rueguen por él los pecadores a la dulce Reina de amor» (ibídem).

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En los místicos marianos de la historia eclesial, destaca la vivencia, la búsqueda humilde, el dolor de la “ausencia”, la experiencia dolorosa y gozosa de la fe. Es una experiencia en torno a una presencia que parece ausencia. Esta experiencia mística se describe, a veces, por medio de expresiones líricas o poéticas, siguiendo las huellas de la Madre de Jesús. Los místicos, al invitar a entrar en el misterio de Dios Amor, indican que el camino más auténtico es el de la humildad de María en su vida de fe.

El respeto al “misterio” de Dios, por parte de los místicos, confiere más audacia en aquilatar mejor las expresiones teológicas, en el sentido de que la experiencia mística capacita para entrever otras perspectivas teológicas (a veces procedentes de otras culturas o también de otras escuelas). El verdadero místico, si es también teólogo sistemático, no se cierra nunca en una perspectiva o escuela teológica; al mismo tiempo, su respeto por el “misterio”, le hace humilde para no exponer teorías aventuradas en contra de las formulaciones eclesiales (magisteriales) sobre la fe.

Los temas marianos, presentados en la perspectiva de la “belleza contemplativa”, entran en una dinámica de “inclusión” armónica de las diversas dimensiones de la mariología (trinitaria, cristológica, pneumatológica, eclesiológica, pastoral, espiritual, antropológica, etc.). La belleza de María, contemplada por los místicos, aparece plasmada por la Palabra de Dios. Es experiencia humilde que invita a la admiración del misterio revelado. En María, la Virgen Madre de Dios, la belleza a llegado a su “clímax”, que alienta a la contemplación sin olvidar el estudio y el anuncio. Al presentar a María en toda su belleza, el “místico” ha experimentado que está hablando de « la gran señal» (Apo12,1), que se inserta en la realidad humana concreta, necesitada de misericordia, como María canta en su Magníficat.

Si se trata de un vida “contemplativa” y “evangélica”, como la que vivió Ramón Llull (y muchos otros santos), puede capacitar para estudiar con autenticidad la teología cristiana en general (y la mariología en particular) y hacerla fuente de santidad y misión. Es la via pulchritudinis (o via contemplationis) en toda su hondura, vivida en un camino mariano que hace de la vida de la Iglesia un himno (Las Horas), para compartir la misma suerte de Cristo muerto y resucitado (El Llanto de la Virgen). En este gran apóstol describe con términos de belleza y contemplación, la realidad de María, figura de la Iglesia madre y misionera, que sufre porque Cristo no es conocido ni amado por toda la humanidad. El dolor de María (y del apóstol) es un preanuncio de una fecundidad de la Iglesia misionera por medio del misterio de la cruz.

Hubiera querido adentrarme en otras figuras místicas marianas, pero me he ceñido a las figuras de santos, especialmente los cualificados como Doctores, que nos han legado experiencias de su contemplación en dimensión mariana88.

El magisterio mariano del Papa Francisco parece una invitación a usar el parámetro de la via pulchritudinis en su faceta de via contemplationis, como cuando glosa el «sub tuum praesidium»89.

88 En esta perspectiva, hubiera sido útil aportar la figura de la Venerable María de Ágreda (Mística Ciudad de Dios). En algunas de su descripciones, destaca la belleza de la narración “lírica”, como indico en mi estudio: “La Sagrada Familia de Nazaret según la “Mística Ciudad de Dios”, en relación con los datos evangélicos”: Estudios Marianos 73 (2007) 205-234. Ver textos marianos y estudios en: Testi Mariani del secondo Millennio (Città Nuova, 2003) vol.5, 765-785. Sobre San Alfonso Mª de Ligorio (+1787), Doctor de la Iglesia, ibídem, vol.6, pp.291-318, especialmente por su libro Las Glorias de María.

89 La homilía de Papa Francisco en Santo María Mayor (28 enero 2018) explica el «sub tuum praesidium», mientras describe la actitud e María en la visitación y Caná. «No serán las ideas o la tecnología lo que nos dará consuelo y esperanza, sino el rostro de la Madre, sus manos que

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El Misterio de Cristo, contemplado en toda su integridad, siguiendo el ejemplo de María, es una invitación a la práctica de la vida cristiana comprometida, como explica Papa Francisco:

Ella vivió como nadie las bienaventuranzas de Jesús. Ella es la que se estremecía de gozo en la presencia de Dios, la que conservaba todo en su corazón y se dejó atravesar por la espada. Es la santa entre los santos, la más bendita, la que nos enseña el camino de la santidad y nos acompaña. Ella no acepta que nos quedemos caídos y a veces nos lleva en sus brazos sin juzgarnos. Conversar con ella nos consuela, nos libera y nos santifica. La Madre no necesita de muchas palabras, no le hace falta que nos esforcemos demasiado para explicarle lo que nos pasa. Basta musitar una y otra vez: «Dios te salve, María…» (Gaudete et Exsultate, n.176)90.

acarician la vida, su manto que nos protege... Está atenta a las fatigas, sensible a los desasosiegos —los desasosiegos de la vida—, cercana al corazón... Es Madre, no se avergüenza nunca de nosotros, antes bien desea solamente poder ayudar a sus hijos... Ahora viéndola, apenas salida del hospital, contemplémosla con ternura y saludémosla como la saludaron los cristianos de Éfeso » (se refiere a la reciente restauración de la imagen).

90 He recogido los contenidos marianos del magisterio actual (siglos XX y XXI), expresados en dimensión vivencial o relacional, que podría calificarse de via contemplationis, como invitación a emprender una mariología más relacional: “Vivencia de los textos evangélicos sobre el Misterio de Cristo desde el Corazón de la Madre de Jesús”: Estudios Marianos 82 (2016) 317-357 (textos evangélicos, santos y autores, magisterio).