VVAA CABA Lo Celebratorio y Lo Festivo 1810 1910 2010

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Temas de Patrimonio Cultural 27

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Lo celebratorio y lo festivo: 1810/1910/2010. La construcción de la nación a través de lo ritual yexpresiones culturales fiestas, celebraciones, conmemoraciones y rituales, patrimonio inmaterial de la humanidad.

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  • Temas de Patrimonio Cultural 27

  • Responsable de edicin: Lic. Leticia Maronese

    Coordinacin general y revisin de textos: Lic. Mara Virginia Ameztoy

    Diseo grfico: DG Marcelo Bukavec

    Fotos de tapa: Daro Caldern y AGN

    Impreso en Argentina

    Copyright 2009 by C.P.P.H.C.Todos los derechos reservados

    Queda hecho el depsito que marca la Ley 11.723

    Este libro no puede reproducirse, total o parcialmente, por nungn mtodo grfico, electrnico, mecnico u oralmente, incluyendo los sistemas de fotocopia, registro magnetofnico o de alimen-tacin de datos, sin expreso consentimiento del autor.

    Temas de patrimonio cultural N 27 : Lo celebratorio y lo festivo 1810/1910/2010. La construccin de la Nacin a travs de lo ritual. - 1 ed. - Buenos Aires : Comisin para la Preservacin del Patrimonio Histrico Cultural de la Ciudad de Buenos Aires, 2009.320 p. ; 23x16 cm.

    ISBN 978-987-25112-3-4

    1. Patrimonio Cultural.CDD 363.69

  • Comisin para la Preservacin del PatrimonioHistrico Cultural de la Ciudad de Buenos Aires

    Secretaria GeneralLeticia Maronese

    Sec. de Investigacin MuseolgicaAna Mara Cousillas

    Sec. de Investigacin HistricaLiliana Barela

    Sec. de Preservacin y ConservacinJos Mara Pea

    Sec. de Relaciones InstitucionalesAlejandro Flix Capato

    VocalesPedro DelheyeCsar Fioravanti Jorge MalloLiliana MazettelleAlberto Orsetti Nstor Zakim

    Asesora Mnica Lacarrieu Funcionaria CoordinadoraMara Rosa Jurado

  • Temas de Patrimonio Cultural 27

    Lo celebratorio y lo festivo: 1810/1910/2010. La construccin de la nacin

    a travs de lo ritual

    Comisin para laPRESERVACINDEL PATRIMONIOHISTRICOCULTURALde la Ciudad de Buenos Aires

  • Lo celebratorio y lo festivo: 1810/1910/2010

    Contenido:

    PrlogoPedro Delheye.....................................................................................................11

    Lo celebratorio y lo festivo en la Revolucin de Mayo Liliana Barela.....................................................................................................25

    De cara al Bicentenario: revisitando el Centenario con la mirada puesta en las fiestas, conmemoraciones, celebraciones y rituales de la Ciudad de Buenos AiresMnica Lacarrieu................................................................................................35

    1810, viejas y nuevas tradiciones: expresiones culturales en transicin y la ritualidad patritica en el proceso de construccin del nosotrosLeticia Maronese................................................................................................61

    Las Fiestas Mayas en Buenos AiresOlga Fernndez Latour de Botas........................................................................99

    La participacin popular en la fiesta revolucionaria. Buenos Aires despus de 1810Gabriel Di Meglio.............................................................................................115

    Fiestas y celebraciones pblicas desde una perspectiva histrica: los festejos tras la gran huelga ferroviaria de 1917Silvana Alejandra Palermo...............................................................................131

  • Manifestaciones, conmemoraciones y tiempo libre de los trabajadores en la Ciudad de Buenos Aires en la primera mitad del Siglo XXMirta Zaida Lobato...........................................................................................153

    La doctrina, la liturgia y los ejercicios espirituales. Los rituales escolares en la religiosidad patritica laicaHctor Rubn Cucuzza.....................................................................................165

    La fiesta de San Martn de Tours entre 1810 y 1910Anala Vernica Bilicich...................................................................................195

    Las memorias de Mayo: la construccin de su repertorio iconogrficoMara Ins Rodrguez Aguilar / Miguel Jos Ruffo..........................................205

    El ritual del ftbol en Buenos Aires durante las primeras dcadas del siglo XX.La construccin de identidades, locales y nacionalJulio D. Frydenberg..........................................................................................271

    El Gobierno de la Ciudad y los festejos del centenario Lidia Gonzlez / Sandra Condoleo / Marcos Zangrandi...................................293

    Centenario y Bicentenario: memoria y porvenir Margarita Gutman.............................................................................................311

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    Prlogo

    Arq. Pedro Delheye

    La Comisin para la Preservacin del Patrimonio Histrico Cultural de la Ciudad de Bs. As. ha realizado ya varias jornadas relacionadas con el patrimonio inmaterial, o intangible. Las primeras se centraron en la discusin de la misma nocin de patrimonio cultural y su conceptualizacin. Las segundas tuvieron como eje las polticas culturales; las terceras fueron especficas y dedicadas a las leyendas, los mitos y los rituales. Este libro, volumen N 26 de la coleccin Temas de Patrimonio Cultural contiene los trabajos expuestos en las IV Jornadas de Patrimonio Inmaterial, Lo celebratorio y lo festivo: 1810/1910/2010. La construccin de la nacin a travs de lo ritual, en las que fue nuestro objetivo propiciar el debate sobre las expresiones culturales generalmente catalogadas como fiestas, celebraciones, conmemoraciones y rituales, expresiones que la Comisin releva desde el ao 2002 aportando una metodologa para ello. Posteriormente, la sancin de la Ley 1535 Atlas de Patrimonio Inmaterial sent las bases normativas para la continuacin de la tarea.

    A meses de celebrarse el Bicentenario de la Revolucin de Mayo nos resulta imperiosa la reflexin y la posible evaluacin de los hechos y cambios polticos y sociales sucedidos a lo largo de 200 aos. No obstante considerar a los cortes seculares en el devenir de la historia de una Nacin, como convenciones dispuestas institucionalmente, las fechas de los centenarios resultan invalorables a la hora del ejercicio de la memoria. Porque los acontecimientos polticos del pasado

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    no slo subyacen sino que permanecen en las comunidades reelaborndose, reinterpretndose y, en algunas ocasiones, reformulando su ocurrencia. Parafraseando a mile Durkheim es el pasado oculto en el presente.

    Los trabajos que integran este volumen responden a nuestro deseo de aportar al anlisis de los procesos de conformacin histrica de estas expresiones culturales, producidas en diversas mbitos: los oficiales, la autogestin popular por medio de asociaciones y organismos y que abarcan los espacios donde tiene lugar: plazas y lugares pblicos, mbitos privados viviendas, teatros, clubes- templos religiosos y organismo educativos, entre muchos otros. Asimismo, la prxima celebracin del Bicentenario de la Revolucin de Mayo abre espacios de anlisis en diversos mbitos.

    El libro comienza con el trabajo de Liliana Barela, Lo celebratorio y lo festivo en la Revolucin de Mayo. Comienza plantendose un interrogante: qu es lo que se est festejando? como punto de partida para elaborar el tema de la conflictividad de las celebraciones y conmemoraciones. La autora afirma que no todos los sectores sociales tienen la misma mirada sobre la historia, y la instituida oficialmente ha sido manipulada a travs del tiempo. A partir del primer aniversario -1811- registrado por las memorias de Beruti, surgen muchos hechos modificatorios, en lo tangible, los cambios operados a la Pirmide de Mayo y al Cabildo, cambios que responden a diferentes intereses ideolgicos entre los miembros de los sectores dominantes. Con el primer centenario surgen otras ideas, como la fe en el progreso, que es cristalizada en edificios y monumentos cuya grandiosidad escamotea la posibilidad de lecturas sobre lo subyacente. El bicentenario augura algo parecido con el proyecto de grandes obras arquitectnicas, para que permanezcan en el futuro y sean contempladas por las generaciones venideras. La autora considera fundamental pensar qu queremos para el bicentenario, en lugar de dejarnos llevar por lo que se nos ofrece como homenaje y celebracin.

    El segundo trabajo es el de Mnica Lacarrieu, De cara al Bicentenario: revisitando el Centenario con la mirada puesta en las fiestas, conmemoraciones, celebraciones y rituales de la Ciudad de Buenos Aires. Lacarrieu pone el nfasis en las celebraciones y su lugar contradictorio respecto de los grandes eventos nacionales. Se pregunta qu lugar le cabe a lo festivo, dada la mirada sobre nuestra metrpolis como una ciudad no festiva. En el primer centenario todo fue dominado por los smbolos

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    patrios, respondiendo a los intentos de homogeneizacin y hegemonizacin para suprimir los aportes culturales de los inmigrantes y los pueblos originarios. Slo se apelaba al futuro. Buenos Aires fue cristalizada como ciudad no festiva debido a la formulacin por parte del poder, de un proyecto nacional apoyado en los contextos urbanos de privilegio, haciendo visibles ciertas festividades e invisibles otras, las de los sectores excluidos social y culturalmente. Ejemplo de esto es la continuidad y discontinuidad del carnaval porteo, objeto controversial y sujeto a un proceso de disciplinamiento cultural. De all su blanqueamiento y la consecuente prdida de protagonismo de los negros. As, se revalor y reelabor la conmemoracin del centenario. Afirma Lacarrieu que todo esto debe llevarnos a reflexionar sobre la conmemoracin del Bicentenario, a la luz de 1810 y 1910, rastreando las huellas a partir de lo festivo y lo celebratorio.

    Leticia Maronese, en su trabajo 1810, viejas y nuevas tradiciones: expresiones culturales en transicin y la ritualidad patritica en el proceso de construccin del nosotros, explora el proceso histrico de constitucin de las fiestas y celebraciones situndolo en los comienzos del siglo XIX. Para ello refiere especialmente a los rituales patriticos, los cuales estaban claramente insertos en el ideario del antiguo rgimen.

    Maronese recorre las celebraciones de la poca, otras que intentaron, infructuosamente, reivindicar el pasado indgena y diferencia las celebradas por los sectores altos de las de los sectores populares. Asimismo es permanente en su trabajo la contextualizacin socio-histrica y poltica de las celebraciones que enumera, toda expresin festiva es explicada a partir de su insercin en la sociedad en que se realiza. A fin de ilustrar la forma de visualizar las fiestas que hacen los sectores populares, finaliza su trabajo con los Cielitos y dilogos patriticos de Bartolom Hidalgo, la relacin que hace el gaucho Ramn Contreras a Jacinto Chano de todo lo que haba visto en las fiestas mayas de Buenos Aires en 1822.

    Las Fiestas Mayas en Buenos Aires, el trabajo de Olga Latour de Botas, explora la relacin entre dichas fiestas, en el contexto de las celebraciones populares tradicionales argentinas y las festividades oficiales.

    Entre los rituales populares distingue las ofrendas del acullico, los ritos de adicin de elementos, como las estampas religiosas y el agua, dedicados a

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    quienes murieron y fueron canonizados por el pueblo, como la difunta Correa y el Gauchito Gil. Estos rituales pertenecen al ciclo vital, contrapuesto conceptualmente a las festividades del ciclo anual, como las fiestas religiosas, patriticas y las manifestaciones mixtas.

    Las Mayas fueron fiestas instituidas por la Asamblea de 1813 con el fin de fortalecer el sentimiento patritico; el ellas se establece una continuidad cultural entre los proyectos de los hijos y la cosmovisin de los padres.

    Gabriel Di Meglio en La participacin popular en la fiesta revolucionaria. Buenos aires despus de 1810 analiza los cambios ocurridos en la metrpoli luego de 1810, el ms relevante, la visibilizacin de los sectores populares de la ciudad, el considerado bajo pueblo; en l se inclua a no blancos negros, pardos o blancos ocupados en tareas no calificados, por sobre todo, en trabajos manuales. Se trataba de un grupo heterogneo, multitnico y multiocupacional. Pero pese a dicha heterogeneidad, tenan algo en comn: su asistencia a las celebraciones, participando activamente de las Fiestas Mayas y creando malestar entre la elite, por la presencia de la chusma y la gente de color (diferenciada sta de la chusma blanca). En la dcada de 1820 se continu con la celebracin de las fiestas patrias y tambin con la estigmatizacin de la asistencia a ellas de los sectores bajos, a quienes se atribuan todos los desrdenes. La gente del pueblo celebraba a su modo, sin subsumirse al orden de castas que pretendan imponerle y celebrando con un jbilo que no era del agrado de la elite dominante, que detestaba compartir las fiestas junto a quienes consideraban casi sub-humanos.

    Silvana Palermo en Fiestas y celebraciones pblicas desde una perspectiva histrica: los festejos tras la gran huelga ferroviaria de 1917 se refiere a los festejos del pueblo luego de la gran huelga nacional, algunos modestos, otros muy importantes, en ocasiones patrocinados por partidos polticos o gremios y muchos otros organizados por las comunidades obreras locales. El partido del gobierno, la Unin Cvica Radical, aprovech los festejos para publicitar lo que consideraba la eficiencia del accionar del presidente frente al conflicto, quien reglament el trabajo ferroviario mejorando las condiciones de trabajo y aumentando los salarios. Frente a esto, el Partido Socialista afirm que el reglamento no deba considerarse como una conquista completa de la conciencia obrera. Ms all de las posturas polticas, las asociaciones y los gremios organizaron sus festejos,

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    pese a que muchos gremialistas consideraban que la huelga haba sido derrotada, ya que el carcter festivo de una celebracin radica en la diferenciacin que los sectores populares hacan con respecto a las elites, ocupando, aunque por unos das, el espacio pblico con sus acciones y su palabra. Adems las mujeres trabajadoras tuvieron protagonismo y cobraron visibilidad pblica encabezando los desfiles.

    Mirta Lobato, en Manifestaciones, conmemoraciones y tiempo libre de los trabajadores en la Ciudad de Buenos Aires en la primera mitad del Siglo XX resea la importancia de las manifestaciones populares entre el primero y el segundo centenario de la Revolucin de Mayo y analiza las diversas maneras en que los trabajadores han ocupado el espacio pblico para manifestarse. Por otra parte, en Buenos Aires adems de en otras ciudades- el trabajo y el tiempo libre estaban estrechamente relacionados y fueron constituyndose espacios de reunin donde se celebraban fiestas, bailes y tertulias. En el mbito de la fbrica se formaron equipos de ftbol que se enfrentaban con los de otras compaas; los espacios verdes eran tambin lugares de reunin con amigos, familiares y compaeros de trabajo. En las asociaciones gremiales, la unin generaba intereses comunes y la lucha por la mejora en sus condiciones de vida; la huelga fue, a lo largo del siglo XX, el medio de lucha ms utilizado por los trabajadores y las manifestaciones y reuniones eran permanentes formas de contacto, siendo la celebracin del 1 de mayo la mayor manifestacin obrera. La huelga, la manifestacin y los mitines dieron visibilidad a la clase trabajadora y a sus conflictos laborales.

    La doctrina, la liturgia y los ejercicios espirituales. Los rituales escolares en la religiosidad patritica laica, de autora de Rubn Cucuzza, propone analogas entre las prcticas religiosas y las escolares, siendo la escuela la encargada de secularizar las prcticas religiosas con el objetivo de la formacin del ciudadano y la generacin de identidades polticas. El autor analogiza los procesos europeos y americanos de conformacin de identidades nacionales; as, la serie templo, sacerdote, doctrina, liturgia, ejercicios espirituales se configura con la de escuela, maestro, libro, efemrides, cuadernos para la formacin del ciudadano. El autor pone el acento en el anlisis de las articulaciones curriculares en los elementos libro escolar, efemrides y cuadernos teniendo en cuenta los ejes pblico-privado, individual-grupal, silencioso-coral, considerando que en la escena de la lectura del libro escolar se combina lo pblico-grupal-coral con lo

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    privado-individual-silencioso. Cuando es desplazada la Iglesia Catlica como modo dominante de transmisin de saberes, es la escuela, bajo la hegemona oligrquica liberal, la que toma para s la tarea de inventar la tradicin resignificando parte de las prcticas de su oponente.

    La fiesta de San Martn de Tours entre 1810 y1910 es el trabajo de Anala Bilicich, quien considera al patrono de Buenos Aires desde los puntos de vista civil y religioso. Por una parte, en honor al patrono, el Cabildo organizaba festejos en su honor, entre otros espectculos estaba la corrida de toros, hasta que en 1819 se orden la demolicin de la plaza de toros, pese a lo cual seguan hacindose corridas clandestinas. La ltima celebrada en honor a San Martn de Tours se realiz en 1835 en el barrio de Barracas. Tambin se representaban obras teatrales y peras italianas. Las festividades continuaron durante la poca rosista y continuaron en el Siglo XX. Las celebraciones religiosas eran misas, novenas, ruegos por las sequas y por las plagas de langostas. El 11 de noviembre no se trabajaba y en la poca de la revolucin de mayo era considerado un da de fiesta.

    El minucioso trabajo de Mara Ins Rodrguez Aguilar y Miguel Jos Ruffo, Las memorias de Mayo: la construccin de su repertorio iconogrfico, tiene por objetivo el anlisis de la dinmica de la construccin del repertorio iconogrfico sobre los sucesos de mayo de 1810. A travs del estudio de algunas obras pictricas del Museo Histrico Nacional van explorando las representaciones simblicas, a las que se les asigna una funcin pedaggica y propagandstica, teniendo el estado un rol preponderante en dicha asignacin. Analizando las obras se pone el nfasis en la operacin simblica atribuida a Mayo en el proceso de construccin de la nacionalidad. As, en los regmenes postcoloniales el establecimiento de los hechos reales o imaginarios- como verdad hace posible la instauracin del mito de los hroes de mayo.

    Julio Frydenberg en El ritual del ftbol en Buenos Aires durante las primeras dcadas del Siglo XX afirma que el proceso de popularizacin del ftbol comienza a principios del Siglo XX. La prctica se haba difundido a partir de la creacin de clubes vecinales, y, en la dcada de 1920, con la conformacin de los barrios, unidades de la vida urbana y a la vez espacios de distincin, segn la ideologa del barrio construida sobre la diferenciacin y la distincin de otro amenazante. Tambin de estas distinciones se nutri la rivalidad vecinal. El autor analiza medios

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    periodsticos, relatos y poemas, cnticos futboleros, todos ellos confirmando los presupuestos conceptuales que desarrolla a lo largo de su trabajo.

    Lidia Gonzlez, Sandra Condoleo y Marcos Zangrandi son los autores de El Gobierno de la Ciudad y los festejos del centenario, donde analizan la dinmica institucional del Gobierno de la Ciudad y los conflictos surgidos alrededor de los festejos del centenario. A partir del censo de 1909 realizan un recorrido por los crecimientos demogrficos, la educacin pblica, los medios de transporte y el problema de la vivienda. Respecto a los festejos se remiten a la ley 2206, de octubre de 1887, que propone la creacin de una comisin para levantar un monumento conmemorativo de la Revolucin de Mayo. En 1909 se propone levantar monumentos, escuelas y construir plazas en todo el pas para celebrar el centenario. Asimismo se organizan diversas exposiciones y en Buenos Aires se proyecta la ornamentacin de calles, plazas y paseos, a la vez que obras de pavimentacin e iluminacin. Pero las obras slo dejan en claro las contradicciones que aparecen con el crecimiento de la ciudad. Y si bien los festejos se realizaran en todos los barrios, slo lograron llevarse a cabo a travs de sociedades de fomento, con subsidio del estado municipal.

    Finalmente, Margarita Gutman se refiere a la manera de visualizar el centenario, una celebracin planeada y llevada a cabo por las elites dirigentes e intelectuales cuyas marcas quedaron fundamentalmente en ciertos lugares privilegiados de la Ciudad de Buenos Aires. Gutman explora en diversas imgenes de la poca, como el catlogo de la exposicin internacional de ferrocarriles y transportes terrestres y los libros conmemorativos del centenario, los que corroboran su afirmacin de un presente y un futuro imaginado y delineado por los grupos hegemnicos dominantes.

    Esperamos que este nuevo ejemplar de la Coleccin Temas de Patrimonio Cultural, por la profundidad de anlisis de los autores de un objeto de estudio como el tratado y por estar pisando los umbrales del Bicentenario, conduzca a la reflexin activa, la que lleva a acciones emprendidas hacia la realizacin de los proyectos y aspiraciones que enriquecern el presente y quedarn como nuestro legado para el futuro.

    Arq. Pedro DelheyeC.P.P.H.C.

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    Lo celebratorio y lo festivo en la Revolucin de Mayo

    Liliana Barela

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    Lo celebratorio y lo festivo en la Revolucin de Mayo

    Por Liliana Barela1

    En el tema de esta Jornada, lo celebratorio y lo festivo, confluyen diferentes miradas: la antropologa, la sociologa, y la historia, que es el lugar desde el cual voy a tratar de reflexionar. Hoy existe un gran inters por analizar cmo se festeja algo y quizs debamos volver a preguntarnos qu es lo que se est festejando, para ver luego en que medida el contenido de lo que se festeja condiciona el porqu o para qu festejar, y los modos, lugares y tiempos en que tienen lugar esas celebraciones.

    Las celebraciones y conmemoraciones histricas existen desde hace mucho y son conflictivas. Porque siempre hay alguien (algunos) que se apropian de la memoria de un hecho y lo festejan en forma oficial, pero tambin siempre hay una contramemoria, una memoria que discute y convierte lo que pareca ser el slido pilar del pasado en un fenmeno polmico.

    Ya en 1925, Halbwachs2 habl por primera vez de la sociologa de la memoria e introdujo el concepto de memoria colectiva. Un concepto del que mucho

    1. Directora General de Patrimonio e Instituto Histrico. Secretaria de Investigacin Histrica de la Comisin para la Preservacin del Patrimonio Histrico Cultural de la Ciudad de Bs. As. Directora de la Revista de Historia Oral Voces Recobradas.Autora, entre otros ttulos de: Los `70: Participacin, compromiso y violencia, Buenos Aires. El libro del Barrio. Teoras y definiciones y La vigencia del pensamiento de Manuel Ugarte y de gran cantidad de artculos en diversas publicaciones.

    2 Halbwachs, M. Les cadres sociaux de la memoire, Pars, Albin Michel, 1994

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    hablamos sin animarnos a definir concretamente. Sin embargo, para los que

    venimos trabajando en el tema de memoria, hay cosas que ya estn claras, por ejemplo que las memorias se construyen, en tiempo presente, lo mismo que las identidades.

    Muchas de estas memorias colectivas fueron instituidas en determinados contextos ya hace mucho, y cobraron fuerza propia.

    Por eso cuando uno pregunta a la gente que le ensearon sobre 1810, la mayora menciona la semana de mayo, esa semana canonizada de manera litrgica por la escuela argentina de fines de siglo XIX. Esta modalidad continu hasta entrados

    los aos 80, a pesar de que hubo un avance historiogrfico muy importante,

    especialmente en la dcada del 60 con los estudios sociales y las reflexiones que nos

    acercaron los Annales acerca de la historia ritualizada del siglo XIX, 3 y an antes, las propuestas de Jos Luis Romero y la creacin de la ctedra de Historia social.4

    Sin embargo la Semana de Mayo se consolid como encadenamiento de hechos que explicaban y constituan la Revolucin en s.5 Hoy esos acontecimientos siguen constituyendo el imaginario de parte de la sociedad sobre la revolucin de Mayo.

    Pero en forma paralela otros sectores tienen una mirada diferente sobre la historia, en la cual los hechos quedaron subsumidos en un entramado de relaciones que se constituyen en un proceso multicausal. Dentro de esta perspectiva, podemos ubicar contextos relacionados a la revolucin mucho antes y mucho despus de la semana de mayo de 1810. Por ejemplo, podemos ver que la Revolucin culmin muy tardamente. Recin a fines del siglo XIX se pudo construir un

    estado que requiri de una historia que legitimara la configuracin de la nacin

    como estructura social homognea.

    La nueva historiografa critic estas operaciones historias decimonnicas, pero tambin estableci replantearse los diferentes momentos para la revolucin. Y los

    3. Braudel, F., La historia y las ciencias sociales, Madrid, Alianza, 1986.

    4. Romero, J.L., Las ideas polticas en la Argentina, Buenos Aires, F.C.E., 1983

    5. Lpez, Fidel, La semana de Mayo, Buenos Aires, Eudeba, 1960

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    marc de distinto modo, tomando como hitos momentos de tensin, fechas como 1806 (por mencionar una muy conocida) o 1815, por ser un momento sumamente crtico.6

    Sobre 1806 no vale la pena extenderse porque las invasiones inglesas fueron destacadas tambin por la historiografa tradicional y la fecha estuvo siempre presente en los manuales bajo el ttulo Antecedentes de la Revolucin de Mayo: Invasiones inglesas.7 Se encuentra all un nuevo comienzo, un punto de partida para la construccin de una elite criolla que se va a ir definiendo en esos aos

    difciles, hasta terminar siendo ese pueblo ausente-presente en 1810, centro de un repetido relato que tena necesariamente que ser verdad porque sala de las actas del Cabildo: el Sndico Leiva diciendo dnde est el pueblo? Y Saavedra respondiendo no hay badajo en la campana pero si quiere saber donde est el pueblo, tocaremos a generala.8

    Tambin tuvimos que renunciar a las cintas celestes y blancas que repartan French y Beruti, no tanto por no ser celestes y blancas sino porque mostraban qu existan movimientos polticos que haban tomado la plaza por marcada presin. Y fundamentalmente planteaban el tema de quines impusieron la lista que conform la Primera Junta. En eso no se han puesto de acuerdo ni los historiadores viejos ni los nuevos. Se debate, se busca, si estn all es porque tenan tal o cual cargo, pero la verdad es que el tema no se ha resuelto. Hay mucho publicado. En los aos sesenta, con motivo de los 150 aos de la revolucin, se publicaron todos los testimonios que haba sobre Mayo. Son libros grandes, difciles de manejar pero que podemos encontrar en las viejas bibliotecas pblicas. Y esperemos que se vuelvan a publicar con otro formato, porque seguramente si los volvemos a leer nos van a decir algo, pero slo algo. Si en el siglo XIX se esperaba alcanzar la verdad a travs de lo escrito, hoy sabemos que lo escrito no alcanza para tanto.9

    6. Halperin Donghi, T., Una nacin para el desierto Argentino, Buenos Aires, CEAL, 1982

    7. Ibaez, C., Historia Argentina, Buenos aires, Edit. Troquel (libro utilizado en escuelas de enseanza media desde 1950 hasta 1980).

    8. Acuerdos del Cabildo de Buenos Aires, Buenos Aires, Direccin del Archivo General de la Nacin, 1914.

    9. Acuerdos del Cabildo de Buenos Aires, Buenos Aires, Direccin del Archivo General de la Nacin, 1914

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    Si leemos el acta del 25 de mayo de 1810 veremos que no dice nada que nos ayude a comprender el momento histrico. Dice quines eran, pero no sabemos porqu estn ah, de dnde salieron, quienes los apoyaban. Hay algunos personajes inconfundibles, especialmente para quienes analicen luego los discursos y los hechos posteriores a Mayo. Uno por ser de la iglesia, otro por espaol, Moreno sospechado de apoyar a lzaga para estar all, todos misterios, preguntas alrededor de los cuales se realizaron algunas construcciones historiogrficas. Por suerte, son varias las construcciones y

    tenemos la posibilidad de hacerlas llegar directamente a los que estudian, lo mismo que los documentos, para que ellos armen sus propias explicaciones.10

    Por otro lado, as como antes la historia se postulaba como verdad, creo que hoy se cae en el exceso de que la historia es pura literatura. White Hyden en su libro Metahistoria dice que al hacer historia estamos escribiendo literatura, y nos preguntamos tambin si la literatura no puede hacer historia.11 Pero las diferencias existen. Al momento de investigar y de escribir, los historiadores somos bastante severos, buscamos documentos, testimonios, desconfiamos de

    las palabras por que sabemos tienen un significado histrico: no es lo mismo el

    trmino liberalismo en el discurso de Bush que en el de Moreno.

    Tampoco es novedad que la historia fue manipulada. Es cierto que de acuerdo a la ideologa que uno tenga, las noticias del diario coincidirn con lo que uno piensa y que eso tranquiliza por un rato. Pero slo por un rato, porque enseguida la realidad nos impone que las cosas tampoco son como las cuenta el diario en el cual confiamos. Hoy tenemos acceso a muchsima informacin y se supone que

    todos estamos conectados con el mundo, pero con qu mundo?. Con el que nos quieren conectar, porque existe una seleccin de agendas periodsticas, porque alguien elige la noticia del da, y tambin las dems, despus de las cuales Ud. ya sabe todo lo que hay que saber.12

    En la actualidad nos diferenciamos por los soportes tecnolgicos, por la cantidad de informacin y por la rapidez con que accedemos a ella. Pero no por la

    10. Biblioteca de Mayo. Coleccin de Obras y Documentos para la Historia Argentina, Senado de la Nacin, Buenos Aires, 1960.

    11. White, Haydeen, Metahistoria: la imaginacin histrica del siglo XIX, Mxico, F.C.E., 1992.

    12. Recomendaciones de Santos Biasati, locutor y periodista de Canal 13 de la Repblica Argentina en el noticiero nocturno.

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    parcialidad de esa informacin. Por lo tanto nada nos exime de la exigencia de desconfiar y de ejercer el espritu crtico.

    Las primeras interpretaciones de la revolucin del siglo XIX, por ejemplo, incluyeron seriamente el debate sobre el significado de la palabra pueblo.

    Y se sigui debatiendo durante el siglo XX, al punto que historiadores como Roberto Marfany y Carlos A. Segreti13 investigaban el mismo tema, utilizaron los mismos textos y documentos y, sin embargo, uno lleg a la conclusin de que Mayo fue un pronunciamiento militar, y el otro de que fue una revolucin popular. Los documentos estn, pero hace falta la mirada del historiador que analiza, contexta e interpreta. Entonces puede ser que el pueblo no estuviera en la plaza pero la revolucin fuera popular, ya que segn el autor las revoluciones se hacen mediante un grupo y el pueblo adhiere despus. Tambin sabemos ser que el proceso revolucionario no empez y termin en la semana de mayo como nos contaron, ni fue una revolucin en paz 14 despus de la cual todos fuimos felices y estuvimos unidos como todava se la re-presenta en algunos discursos, periodsticos y actos escolares. Puede ser una forma de dulcificar la historia para los nios, y an as, las cronologas

    escolares y las conmemoraciones no coinciden: en mayo es el cumpleaos de la patria en mayo, la independencia en Julio, pero recordamos a San Martn en agosto y si la revolucin fue tan pacfica a qu vino San Martn? Qu

    estaba haciendo en esta Revolucin?. Los nios de hoy miran televisin todos los das y ven realidades muy conflictivas. Creo que nosotros tenemos que

    repasar cmo transmitir nuestra historia.

    Es cierto, no tenemos una verdad respecto de la revolucin. Pero siempre hay algo que nos impulsa a buscar, elaborar y construir una memoria de esa revolucin. Volviendo a Halbwachs hay una memoria colectiva que tiene una limitacin, es la memoria de un grupo. Por eso no la llama memoria social, que en realidad es mas amplia, viene a travs de tradiciones orales, de costumbres que hace que uno elija muchas cosas sin saber porqu las est eligiendo. El problema de la memoria

    13. Marfany, R.. El pronunciamiento de Mayo, Buenos Aires, 1958

    14. Alberdi, J.B., Grandes y pequeos hombres del Plata, Buenos Aires, Plus Ultra, 1974

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    no se ha solucionado, el de la historia ms o menos, y el de las celebraciones con respecto a la historia tiene varias interpretaciones. 15

    La primera celebracin de mayo es la de 1811. Est registrada en uno de esos libros voluminosos publicados por el Senado de la Nacin en 1960, a travs de las memorias de Beruti, hermano del que reparta las cintas. Parece que era bastante precavido porque mucho de las invasiones inglesas no cuenta, no parece haber participado. Tambin esconde su cuaderno en la poca de Rosas porque tiene miedo a que se lo incauten. Pero no lo destruy, es decir, l pensaba que estas memorias iban a tener un lector, un destino. As tenemos la narracin de Beruti de ese primer festejo que es tambin la construccin de un monumento, la pirmide que simbolizaba nuestra primera victoria militar. No les voy a transcribir el texto porque puede ser un poco largo pero las Memorias Curiosas estn a disposicin en las bibliotecas y algn ejemplar del libro an se puede encontrar en alguna librera de viejo de Corrientes.16 All el cuenta l cuenta cmo fue el festejo. Y estaban presentes las comunidades indgenas, presentes en la significacin, en

    la celebracin, que no quiere decir que estn corporalmente presentes. Tambin existe el Tedeum en la primera celebracin y all empiezan a ponerse las cosas en tensin porque no es que la Junta tena una ideologa masnica o liberal?. Todo eso debe ser explicado, algunas cuestiones son estratgicas, otras son cambios de rumbo en la Revolucin. En la primera celebracin de 1811, ya no est Moreno, el ms jacobino de la revolucin a pesar del empeo que se puso en el siglo XX en negar este hecho, simbolizado por un documento, el famoso Plan de Operaciones. Sobre estos documentos se dijo en ocasiones es moda, se cree en el plan de operaciones de Moreno o no se cree. Pero no es cuestin de liturgia ni de creencias, el plan de operaciones existi. El problema es la autenticidad. Desde que trabajo en el tema de patrimonio transito ms de cercas las polmicas por la autenticidad. El hecho de que lo que tenemos Plan sea una copia, permiti que Ricardo Levene17 escribiera tres tomos invalidando la autenticidad el texto. En la misma poca otro acadmico, Enrique Ruiz Guiaz apostaba por la autenticidad

    15. Clemente, H., Las fiestas patrias, Buenos Aires, Leviatn, 1984

    16. Beruti, Juan M., Memorias Curiosas, Avellaneda, Emece, 2001

    17. Levene, R., Ensayo histrico sobre la Revolucin de Mayo y Mariano Moreno: contribucin al estudio de los aspectos poltico, jurdico y econmico de la Revolucin de 1810, Buenos Aires, El Ateneo, 1949.

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    del plan.18 Y Susana Rato de Sambuceti en un libro interesantsimo, muy poco difundido, revis todos los archivos extranjeros. En el texto menciona el cuidado con que es tratado el Plan en los documentos brasileros. De esa investigacin resulta que en el momento en que se escribe el plan, la Corte Portuguesa conoce lo que Moreno tena claro: lo que haba que hacer desde el punto de vista jacobino en relacin al Brasil, las desconfianzas, el espionaje y el dominio de esa regin.

    De manera sencilla se dio por acabado el conflicto: el plan existi y fue escrito

    por Moreno.19Y si no hubiera sido escrito por Moreno, sus cartas y sus escritos son tan congruentes con su ideologa que tendramos que darlo por legtimo, este tema ha sido trabajado exhaustivamente por Noem Goldman.20

    Lo cierto es que en ese primer aniversario aparecen muchas cosas. Por ejemplo, la pirmide, smbolo que durante luego va a peligrar porque la generacin de fines de siglo XIX piensa que hay que hacer algo ms importante, majestuoso.

    Torcuato de Alvear quiere modernizar la zona del centro la pirmide no le parece moderna y hay una comisin que quiere la destruccin del monumento.21 Despus la pirmide va a ser reformulada, sufre muchas remodelaciones, pero sobrevive.

    Al Cabildo le toca una poca bastante difcil a principios de siglo XX. Primero afrancesado, despus mutilado, despus casi una gigante caja de zapatos22. Habr que esperar que le den su lugar con la restauracin del Arquitecto Buschiazzo el mismo de la Casa Histrica de Tucumn.23

    Sobre estos dos edificios resignificados arquitectnicamente se inspira la impronta

    de Billiken que es la que quedar en la memoria de muchos estudiantes argentinos y de nosotros. Porque aunque hoy nos digan que el autntico Cabildo es otro, a nadie le importa, para todos nosotros ste es el autntico Cabildo. All va la gente

    18. Ruiz Guiaz, E. Epifana de la libertad. Documentos secretos de la Revolucin de Mayo, Buenos Aires, Editorial Nova, 1952.

    19. Rato de Sambucetti, S. La revolucin de Mayo. Interpretaciones conflictivas, Buenos Aires, Siglo XXI, 1983

    20. Goldman, N. El discurso como objeto de la historia, Buenos Aires, Hachette, 1989

    21. Cronista Mayor de Buenos Aires, El Cabildo de Buenos, Nmero 18, ao 2000

    22. Idem.

    23. Monumentos Histricos de la Repblica Argentina: Gua 2000. Comisin Nacional de Museos, Monumentos y Lugares Histricos. Secretara de Cultura y Comunicacin.

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    en una especie de liturgia cvica. Vienen al Cabildo de Mayo porque encuentran alguna respuesta a la nocin de patria. Por qu otro motivo vendra la gente de Salta al Cabildo, si el Cabildo de Salta est mucho mas cuidado, ms conservado y ms bonito?

    La generacin del primer centenario de 1910 fue una generacin con mucho optimismo, con mucha fe en el progreso y con ganas de dar cuenta de su existencia. Para eso hace un despliegue de edificios y monumentalidad, tema que trat muy

    bien Adrian Gorelik 24 analizando la disposicin de las estatuas, de los hroes, entre el norte y el sur de la ciudad. Porque si bien hay un desplazamiento hacia el norte para algunas estatuas, tambin hay un grupo municipal que piensa que esas estatuas tendran se seguir otro curso. Esto es interesante, porque la polmica muestra que las estatuas tienen significados, que estn enseando,

    haciendo pedagoga, como los museos. Y un paradigma es el Museo Histrico Nacional que hasta hace poco tiempo mostr una historia tal como la pens ngel Carranza. Salvo que ahora, la legitimacin del museo es disputada por la difusin en los medios de comunicacin. En el museo los objetos se ponan en un lugar sin mucha explicacin, ms para veneracin que para contribuir al conocimiento. Como esas cintas que protegan la cama de San Martn, y ese vidrio hace unos cuantos aos avisamos que, ms que protegerla, terminara por destruirla dado la humedad que condensa dentro. Lo importante era la veneracin del objeto. En realidad, el objeto deba contarme cosas. Pero como si yo no saba, si soy un ciudadano no iniciado, al ver el comps de San Martn pienso Qu lindo comps usaba para hacer crculos. Nadie me explica que el comps es un smbolo masn y por eso est all.

    Muchos museos permiten, al menos, dos niveles de lectura. Como en el cine. Un nivel en que todos entendemos, todos vimos la pelcula y comprendemos la trama. Y otra segunda lectura para los iniciados. Hay una lectura escondida, subyacente que permite comprender otras cuestiones. Hago un interesante ejercicio con mis alumnos. Los mando a que miren los retratos de los integrantes de la Revolucin en el Cabildo, y que tengan en cuenta que fueron retratados a fines del siglo XIX.

    Las pinturas no son contemporneas y todos tienen el mismo tamao. Menos los

    24. Gorelik, A., La grilla y el parque, Buenos Aires, Universidad de Quilmes, 2000.

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    cuadros de Castelli y Azcunaga que son ms pequeos. Y qu se pueden pensar? Qu se les acab el lienzo o la pintura? O qu esas dos personas fueron menos importantes? Qu habrn hecho estos dos para tener esta representacin? No tengo que explicarles las cosas que hizo Castelli -como abolir el tributo indgena, ser partidario de Moreno- que le valieron la condena cuando se dio un golpe de timn poltico a la Junta. 25 Y luego tambin fue condenado al silencio por nuestra historia.

    Generalmente no hacemos estas lecturas por debajo. Lo que mejor vemos es la grandiosidad. En el Centenario hubo desfiles que se hicieron por un sector de la

    ciudad. Hay comunidades que no aparecen, sin tener en cuenta su cantidad, se reprime por la condicin poltica de la mayora de sus integrantes, por ejemplo, la comunidad italiana no aparece. Muchos anarquistas italianos estaban presos desde el primero de mayo. Lo que s se ve es una ciudad que se muestra, que exhibe su progreso, una generacin que celebra pero no a los integrantes de la revolucin, sino a si misma.

    En un momento pens en hablar del bicentenario pero me pareci una audacia de mi parte. No puedo, sin embargo, resistir la tentacin porque hablar sobre lo conflictivo es una deformacin profesional. As que ah va mi reflexin sobre el

    bicentenario. Las condiciones materiales, las condiciones histricas sabemos que son diferentes a la celebracin del Centenario. Pero otra vez hay resignificaciones.

    Es lo que veo que sucede por ahora. Otra vez una dirigencia se festeja a si misma, y nuevamente una predileccin por lo monumental y lo arquitectnico. S que hubo debate, hubo encuentros. Pero en realidad la carrera se juega para ver si se terminan las obras, aquello que va a quedar para las generaciones siguientes. Este no es un tema exclusivo de nuestro pas... Estuve en Mjico justo en el momento de la celebracin de la Revolucin Mexicana, que comienza con la sublevacin de Hidalgo el 16 de setiembre de 1810. Pero, cuando Porfirio Daz

    (el alter-ego de nuestro Julio Roca) gobernaba Mxico, invent una interpretacin histrica en la que el Grito de Hidalgo haba sido el 15 de setiembre, porque ese da era su cumpleaos.

    25. Chvez, Julio Castelli, Castelli, adalid de Mayo, Buenos Aires, Leviatn, 1959. Lizarraga, Andrs, Tres jueces para un largo silencio, Buenos Aires, Centro Editor de Amrica Latina, 1982.

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    Lo que tiene Mxico es que se comentan todos los das estos temas como algo cotidiano. Hablan mal de los espaoles, hablan mal de los norteamericanos, pero tambin esconden mucho. Pusieron en las plazas un reloj regresivo hacia el 2010 y buscaron un buen lema Mxico somos todos. Por un lado, un gran orgullo por el mestizaje y por el otro, los indgenas murindose acorralados. Ellos son sin duda los reyes del patrimonio. En ese sentido hacen cosas maravillosas. Pero no privilegian la calidad de vida sobre todas las cosas que le dan sentido al patrimonio. La pobreza y exclusin son tan graves como en toda Latinoamrica. Tienen un buen marketing, est todo iluminado, el reloj funciona y va a seguir funcionando tengan este presidente u otro. Pero no me parece que sirvan los relojes, me dio la sensacin de que la gente ni mira el reloj que est en la plaza. Quizs algunos iniciados pensarn en Hidalgo.

    Pero as son las cosas. Mxico est lleno de patrimonios inventados para vender turismo. No llegu a ir a Puerto Vallarta, pero se lo vende colonial. No tiene, sin embargo, ningn edificio colonial. Lo que si tiene son grandes playas de

    estacionamiento donde antes haba parques. Eso afirmo mi pensamiento acerca

    de que si el patrimonio no est unido a la calidad de vida, no sirve. Y eso es lo primero por lo que hay que defender. Si alguien hace una playa de estacionamiento y le saca la plaza a la gente de Puerto Vallarta, hay que obligarlos a que hagan otra plaza. Resulta difcil porque hay grandes intereses. Pero debera haber una ley que regule las construcciones porque hay gente que est aorando esa plaza que ya no tiene ms.26

    Estamos atentos hacia el bicentenario. Atentos a los edificios, a los monumentos,

    porque ya hay un montn de proyectos. Vamos a ver quin deja el recuerdo, a lo mejor IRSA, a lo mejor muchos otros. Pero sera bueno pensar qu queremos para el bicentenario. Y hay muchos otros que no fueron consultados. El modelo es el centenario de 1910 y lo que predomina es la construccin de edificios, las reformas o

    inauguraciones que fijen una trascendencia monumental que perdure en el tiempo.

    Ya veremos cuales son los signos de esta ciudad para el bicentenario. Aunque sabemos que tendra que tener inaugurada una parte del Teatro Colon que sera una

    26. Ponencia Encuentro Internacional de Historia oral, Guadalajara 2008.

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    forma de festejarlo. Quizs el Gobierno Nacional pueda terminar en la Biblioteca Nacional y se concrete la puesta en valor de un patrimonio que estuvo en stanos y que formaba parte de las Galeras Pacfico. Esos murales que quedaron relegados

    y que la posibilidad de incorporarlos en una construccin en la que el arquitecto Clorindo Testa que dise el edifico puede monitorearlo.

    Quizs para esa fecha podamos disfrutar del Sequeiros detrs de la Aduana de Taylor. Un excelente empecinamiento de la actual Presidenta de la Nacin Cristina Fernndez. Otro patrimonio sepultado y escondido en un container en San Justo resultado de un interminable juicio por la propiedad del mural. La eleccin del lugar es azarosa, o quizs tiene un sentido su cercana de la Plaza. Como historiadora que soy vine a traerles ms preguntas que respuestas. Es mi bagaje, siempre, presentar problemas y elaborar reflexiones siempre provisorias.

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    Benito Panunzi. Teatro Coln, 1867. Archivo AGN.

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    Benito Panunzi. Plaza de la Victoria, 1867. Archivo AGN.

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    Frente del cabildo, 1932. Archivo AGN.

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    De cara al Bicentenario: revisitando el Centenario

    con la mirada puesta en las fiestas, conmemoraciones,

    celebraciones y rituales de la ciudad de Buenos Aires

    Mnica Lacarrieu

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    De cara al Bicentenario: revisitando el Centenario

    con la mirada puesta en las fiestas, conmemoraciones,

    celebraciones y rituales de la ciudad de Buenos Aires1

    Mnica Lacarrieu2

    A golpes de hacha las grandes fechas marcan nuestro siglo con profundos tajos.

    Milan Kundera3

    Cuando imaginamos estas Jornadas realizadas hace casi un ao-, lo hicimos a contraluz de los significados atribuibles al Centenario y al futuro Bicentenario. Nos interesaba debatir sobre Buenos Aires frente a este acontecimiento, procurando imaginar el mismo con mirada sobre el pasado colonial y aquel relacionado con la construccin de la nacin, observado desde la ciudad, con especial nfasis en 1910. No obstante, nuestro punto de partida no fue realizar un debate sobre el Centenario-Bicentenario, sino reflexionar acerca del lugar contradictorio de las fiestas, celebraciones, conmemoraciones y rituales de esta ciudad respecto de los grandes eventos nacionales y fundacionales como fue el Centenario y se especula ser el Bicentenario.

    1. Este texto retoma reflexiones y discusiones que se desarrollaron en torno del Atlas de Fiestas, Celebraciones, Conmemoraciones y Rituales de la Ciudad de Buenos Aires, CPPHC. Asimismo, partes de este artculo son fruto de investigaciones llevadas a cabo en proyectos grupales como PIP CONICET (2006-2009), PICT-FONCYT (2007-2010) y UBACYT (2004-09), todos ellos bajo mi direccin.

    2. Investigadora CONICET. Profesora UBA. Asesora CPPHC.

    3. Milan Kundera (2000) La ignorancia. Coleccin Andanzas, Tusquets Editores, Espaa, Pp.16.

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    Josef Ramoneda inicia su artculo Conmemorar el presente sealando que Espaa no ha conseguido tener una fiesta nacional, realmente compartida y celebrada por todos. Su apreciacin resulta comprensible al continuar la lectura: para el autor la necesaria fiesta nacional debe ser el resultado de una narrativa sobrecargada de sentido y debe habilitar un territorio simblico comn (2005:121). Tal como lo plantea, la ausencia de una fiesta nacional es un hecho indito para el perodo de conformacin de los estados-nacin. Asimismo, los festejos de centenarios requieren del fenmeno conmemorativo, en tanto son momentos de fuerte carcter fundacional (op.cit.).

    Si los centenarios y bicentenarios son puntos de inflexin en el trabajo de encuadramiento de una memoria pblica (Polak 1998), la que se constituye, organiza y desarrolla en el contexto de la celebraciones y festejos que particularmente tienen lugar en las ciudades an mas si se trata de las capitales-; por qu nos inquieta ese lugar contradictorio de las fiestas y celebraciones en relacin a la ciudad de Buenos Aires? Acaso no estamos diciendo que centenarios y bicentenarios son momentos cruciales en los que los ciudadanos se preparan para celebrar, conmemorar y festejar? Sobre esa cuestin abunda Jos Nun cuando retomando a Durheim, seala que la idea de festival que el autor asocia al Bicentenario- no es la de un evento, a la manera de una fiesta escolar o de una danza ritual, sino que es un gran momento de entusiasmo colectivo, de efervescencia de la sociedad, que la hace revisar sus valores y normas que desrutiniza su cotidianeidad y altera la mecnica de su reproduccin (2005:193). Acordamos en que estos hitos trascienden el hecho particularizado de una fiesta, celebracin y/o ritual y desde esta perspectiva, la ausencia o no de una fiesta nacional como en el ejemplo espaol- podra no ser un problema. La cuestin sera reflexionar acerca de los significados vinculados al celebrar, conmemorar y festejar en el contexto de centenarios y bicentenarios, asimismo, de las razones que llevaran a que las coyunturas histricas ligadas a la centuria se constituyeran en base a una nica forma de celebrar, conmemorar y/o festejar. La posibilidad de que el centenario hubiera sido ese momento de efervescencia comn ligado a la descotidianizacin social, tal como Nun postula debiera encararse el bicentenario, no resuelve, en principio, en qu lugar quedan otras formas de festejo, celebracin, conmemoracin y/o ritual. Es sobre este tpico en que nos interesa recalar.

    Es por ello que nuestro objetivo ser poner en primer plano qu lugar tuvo y puede tener lo festivo y conmemorativo mirando retrospectivamente el acontecimiento

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    Lo celebratorio y lo festivo: 1810/1910/2010

    centenario y a futuro respecto del bicentenario. Pero sobre todo preguntarnos por la estereotipacin de esta ciudad como metrpolis no festiva incluso poco conmemorativa, si miramos el nfasis que suele colocarse en ello por relacin con la memoria traumtica ligada a los desaparecidos de la ltima dictadura militar-, cuando si focalizamos en 1910, la idea de fiesta/celebracin fue un eje que atraves el contexto social. Es que efectivamente Buenos Aires fue y es una ciudad no festiva o es que fue y es selectivamente festiva/celebratoria? Desde otro lugar, qu signific y para qu sirvi festejar, celebrar y conmemorar en el contexto del centenario y hasta donde es posible que la idea de festejo, celebracin y conmemoracin hacia el bicentenario exceda la construccin encapsulada de una nica memoria/identidad pblica?

    De cara al Bicentenario: el desafo de trascender o reapropiarse del Centenario

    la memoria, para funcionar bien, necesita de un incesante ejercicio: los recuerdos se van si dejan de evocarse una y otra vez.

    Milan Kundera4

    El Centenario podemos especular que se constituy en el punto lgido de condensacin simblica y legitimacin de un pasado materializado en la figura del archivo, como herramienta institucional, contenedor de restos materiales necesarios a los fines de construir deliberadamente un proyecto de nacin y una identidad nacional (cfr. Appadurai 2005). El Centenario fue la explicitacin de una conmemoracin ligada a la elaboracin de una narrativa tendiente a la neutralizacin de la experiencia de incongruencia y ambigedad (Morawska-Vianna 2007:157, n/traduccin), es decir de las diversas versiones sumidas en su propia contradiccin. En otras palabras, el Centenario fue la puesta en acto de cierto pasado en el contexto del presente, no obstante, con perspectiva de futuro. La complicidad de esa conmemoracin con un pasado cannico permiti transformar esa temporalidad preexistente en historia oficial y desde all coherentizar, no solo el contexto de 1910, sino incluso los procesos con mirada hacia el futuro, desde los cuales estructurar nuestras experimentaciones y relatos (cfr. Op.cit.: 161).

    4. Milan Kundera. op.cit.: 39.

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    Como dice Jelin (2001) las fechas y los aniversarios son coyunturas de activacin de la memoria. En afinidad con la autora y retomando a Lechner (2000), los centenarios fueron el resultado de un proceso de construccin de poltica de la memoria, o siguiendo a Pollak (1989) de un trabajo de encuadramiento de la memoria elaborados y realizados desde el orden poltico. En la condensacin de smbolos se produce una continuidad entre fechas constitutivas de lo comn y la coyuntura de activacin de la memoria (Jelin: 2001) que no es otra que la de la conmemoracin centenaria. Es en el contexto de dicho proceso o trabajo en que se elabora una visin del mundo que ordena valores, creencias y sistemas de smbolos. Esta visin del mundo satura el presente de aquel centenario con exceso de pasado, e imprime al mismo de proyeccin a futuro.

    Dicha cosmovisin tuvo implicancias incluso sobre la definicin del centenario como conmemoracin, cuestin que contribuy a la relegacin de la fiesta, como el espacio y tiempo de lo brbaro. El culto a la patria fue crucial para consolidar una memoria y una identidad. Como resalta Fernando Devoto (2008:24, el resaltado es nuestro), uno de los momentos centrales de las conmemoraciones argentinas del pasado fue el conjunto de iniciativas que tuvieron lugar, en mayo de 1910, bajo la consigna de la argentinidad.Todo fue dominado por la bandera, la escarapela y el himno cantado sin cesar en las calles de Buenos Aires. Se buscaba combatir con ello a otros, argentinos o inmigrantes que se oponan (o se supona que se oponan) a todo o parte del ideario dominante. Aunque por ejemplo, las comunidades inmigrantes participaron activamente del festejo.lo que se consagraba as era una memoria pblica oficial cuyo objetivo era crear una sociedad homognea, y suprimir los diferentes aportes culturales que haban ido construyendo a la Argentina, desde el de los mismos inmigrantes al de los pueblos originarios. Aunque pareca que se celebraba un pasado, las gestas de un siglo, las fiestas apuntaban al porvenir. El pasado no se celebraba en s sino como caucin o garanta de un futuro de grandeza.

    Nuestro centenario se volvi un acontecimiento certero, preciso, coherente con un proyecto poltico y social. Asimismo, contribuy a construir una esfera pblica contextualmente cargada y marcada de una especfica conmemoracin traducida y reflejada en manifestaciones explcitas compartidas (Jelin 2002:52) y consensuadas mediante polticas (regmenes) de la memoria que, necesariamente requieren tambin de polticas (regmenes) del olvido (Zambrano y Gnecco 2000:19). Las prcticas de memorizacin amalgamaron

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    memorias hegemnicas encarnadas en voces, narraciones, textos, imgenes, objetos y acciones engendradas en los espacios de confluencia y confrontacin (Op.cit.:11)-, simultneamente en que relegaron memorias disidentes. Es esta confrontacin [la que] sita las relaciones de poder como terreno privilegiado para la definicin, circulacin y transmutacin de la memoria (Op.cit.:12).

    El centenario fue un acontecimiento claro en cuanto a su intencionalidad, cuestin que, a esta altura, hace imposible dudar de los objetivos, metas, proyectos que lo atravesaron en su profundidad, probablemente hasta el presente. Por contraste, el bicentenario los bicentenarios, si pensamos en Amrica Latina celebrando en forma conjunta- se ubica en una zona gris, ambigua e imprecisa, que hace que el acontecimiento parezca desviado y desprevenido frente a que rumbo tomar, o necesariamente devenido en un apndice del centenario, desde el cual parece probable se materialicen como ya sucede con algunas obras monumentales previstas- los nuevos actos conmemorativos.

    Es evidente que la dbil presencia de los bicentenarios se debe a mltiples razones. En primer trmino, a cuestiones de temporalidad: para pensar y reflexionar sobre el futuro parece necesario retomar y reorganizar ese pasado construido hace 100 aos. Pero cabe aqu una disgresin que incluye una pregunta: si bien el centenario fue el inicio de una conmemoracin ligada al pasado, el mismo se fij al presente con una visin y representacin hacia el futuro, que no se mostraba como incierto, sino todo lo contrario. En consecuencia, por qu el bicentenario se vuelve terreno ambiguo, pleno de incertezas, vaco de sentido? Resulta difcil responder de manera conclusiva a este interrogante, sin embargo, es posible decir que los grupos de poder vinculados a la construccin de los bicentenarios estn sumidos en la ambivalencia acerca de qu, porqu y para qu conmemorar. Muchos intentan reproducir aquel centenario de principios de siglo XX, procurando monumentalizar, imaginando celebraciones o debatiendo acerca del proyecto o modelo de pas/ciudad a trasmitir; no obstante, aquello que se conmemora sucesos histricos pretendidamente fundacionales- parece haber perdido la estructura de sentidos con la cual se atraves el centenario. Es como si el hilo a partir del cual unir esos primeros aos de 1800 con los primeros del siglo XXI, estuviera a punto de cortarse y la conmemoracin ya no fuera buena para pensar (retomando a Mary Douglas: 1990) sobre los sueos y proyectos a futuro.

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    El concurso dirigido a la construccin de una Marca Bicentenario (realizado en el 2008) que tuvo por protagonista una imagen de la ciudad de Buenos Aires el ro como eje principal- se constituy en la bsqueda de un smbolo para el acontecimiento. La monumentalizacin de las imgenes recreadas en las maquetas arquitectnicas seleccionadas: torre mirador, 144 agujas que se elevan hacia el cielo cual si fueran juncos al borde del ro, un edificio horizontal inspirado en las pampas rioplatenses, entre otros- es el intento de la reproduccin grandilocuente del centenario en clave estetizante y escenografiable, aspecto crucial de las ciudades contemporneas. La nueva postal para Buenos Aires5 ser, aparentemente, una idea material y monumental de la ciudad, recreada en base a elementos que simblicamente se retrotraen a ese pasado lejano en que el ro y la pampa, as como la monumentalidad edilicia, eran visibles y parte fundamental para la Buenos Aires fundacional. Sin embargo, la vuelta al pasado originario no supone un motivo para recordar o un proyecto con capacidad de aspiracin (Appadurai 2005). Cmo traer al presente y conmemorar esa memoria fundacional con una pampa inexistente, un ro ausente de los imaginarios y representaciones sociales y una monumentalidad que solo encuentra sentido en la esttica y diseo urbano, pero ya no en la idea civilizatoria del progreso tan bien materializada en el centenario? La continuidad temporal del acontecimiento de 1910, se discontinua en el pensamiento y reflexin sobre el bicentenario y desde all queda sujeta a la conflictividad de qu, por qu y para qu conmemorar.

    Buenos Aires entre lo no festivo y lo festivo

    mitificada, la historia pierde su sentido de construccin y proceso..,seala el investigador y crtico de arte Ticio Escobar 6.

    Por qu la ciudad de Buenos Aires ha sido cristalizada en los imaginarios sociales locales y extranjeros como metrpolis no-festiva? En qu hito(s) de su historia se ancla la oclusin e invisibilizacin de las fiestas, celebraciones, conmemoraciones y rituales de esta ciudad? A qu se debe el protagonismo dado a cierto tipo de conmemoraciones, religiosas catlicas y/o militarizadas desde que la ciudad entra en la historia legtima y legitimada? Cmo entender la aparente desapropiacin de estas expresiones culturales por parte de los ciudadanos en

    5. La nueva postal por Gustavo Sartorio. En: Seccin Arquitectura, La Nacin, pp.5.

    6. Escobar, Ticio, El mito del arte y el mito del pueblo. Cuestiones sobre arte popular, Santiago: Ediciones Metales Pesados, 2008. p.78.

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    Lo celebratorio y lo festivo: 1810/1910/2010

    el contexto actual de potentes apropiaciones del espacio pblico, mediadas por el sentido de la fiesta, la celebracin, la conmemoracin y/o el ritual? Cmo interpretar la contradiccin y/o brecha instalada entre la imagen familiarizada de lo no-festivo y las prcticas sociales recurrentes sobre la ejecucin de estas expresiones? Qu lugar cabe al estado y el poder que de l se deriva en la impostacin de ciertas manifestaciones y en el ocultamiento de otras y de los grupos involucrados con ellas? Qu continuidades y discontinuidades, rupturas, fisuras y quiebres se han producido en el sentido de construccin operado desde lo festivo y/o conmemorativo en la conformacin de la ciudad de Buenos Aires?

    En contraste con nuestra ciudad desde la cual se ha espejado un pas anti-festivo, aspecto que unifica y omite el carcter festivo de otros lugares de la nacin, como el Noroeste argentino- mucho se ha dicho acerca de que en el Brasil todo acaba en fiesta, asociacin desde la cual se ha producido un orden nacional que lleva a la recurrencia estereotipada de la vida social brasilea. Rita Amaral en su tesis de doctorado se propone analizar este lugar comn desde el cual se explican hasta comportamientos presidenciales. La autora explicita que la simplificacin que funciona como un instrumento de ordenamiento nacional, tiene sentido a la luz de los procesos de conformacin histricos de la sociedad brasilea. Ella nos relata: en el Brasil, formado por una riqusima diversidad cultural, el tema fiesta inevitablemente nos remite a su gnesis, en el perodo colonial como fiesta de carcter singular, compuesta por contribuciones negras e indgenas que se sumaron al modelo de fiesta (religiosa, procesional) que los colonizadores portugueses implantaron como modo de establecer la mediacin entre la Corona y los nuevos, y extremadamente diferentes sbditosla fiesta se mostr, en el perodo colonial, como traduccin, puente fuerte entre culturas, ya que todas ellas conocan y comprendan, a pesar de la diversidad, este trmino universal (1998:3, n/traduccin). Esta mezcla entre colonizadores y culturas originarias volvi a ser negociada en el perodo de conformacin de la nacin y continu a lo largo del siglo XX. Como seala Ydice (2002:142) el poder material y simblico del estado, conjuntamente con los intereses de las elites brasileras, contribuyeron en la conformacin de una cultura del consenso cifrada en prcticas tales como el carnaval, el samba, la capoeira, el candombl, el umbanda. La inclusin de estas expresiones inmateriales en el patrimonio nacional, fue parte de la impostacin de una lgica nacional basada en el Brasil cordial y en la convivencia festiva, en la puesta en escena de dichas prcticas culturales a fin de integrar a las clases populares y sobre todo producir el blanqueamiento de los sectores afro (Op.cit:142/143).

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    Este contraste entre Argentina focalizado en Buenos Aires- y Brasil con la carioquidad de Ro de Janeiro como eje central de la nacin-, no es el resultado de la existencia o ausencia de lo festivo, sino de los mecanismos que pusieron en juego quienes, desde el campo del poder material y simblico, contribuyeron en la formulacin e implementacin de un proyecto nacional con eje en contextos urbanos de privilegio.

    La mirada retrospectiva sobre el centenario da cuenta de lo comentado. Podemos aventurar, en este sentido, que el Centenario no solo se ha constituido como una conmemoracin, sino tambin como ritual. Al parecer si recorremos distintos textos especializados sobre el tema, nadie pone en duda que el acontecimiento protagonista de 1910, fue un escenario ligado a la conmemoracin. Como seala Devoto (2008:24) Conmemorar es una instancia recurrente en la vida de los estados nacionales. En especial, los centenarios son un momento central de cualquier liturgia cvica. Su propsito visible es alentar la construccin de identidades y fidelidades en torno a un patrimonio comn en el cual los habitantes de un determinado Estado nacin deberan reconocerse. Es decir, la construccin de una memoria pblica. Es decir que los centenarios-bicentenarios son, ante todo, formas de conmemoracin a travs de las cuales se espera desenvolver y poner en acto en el presente ejercicios de la memoria (Ramoneda 2005), a partir de los cuales lograr el reconocimiento y la legitimacin de un pasado y su representacin, pensando en el presente, con intencionalidad fundacional hacia el futuro.

    Pero tambin, an cuando parezca indito, estos eventos conmemorativos se formalizan como rituales obviamente pensando el ritual etnogrfico como un instrumento aplicable a diferentes tipos de eventos, incluso contemporneos-. Retomando algunos de los elementos que Peirano (2006) atribuye al ritual etnogrfico, podemos especular que los centenarios esperable tambin en los bicentenarios- son acontecimientos cuyo propsito y sentido es colectivo, con un cierto orden que los estructura y les otorga cierta estabilidad. La estructura ritual, en estos casos, es necesariamente complementaria a la idea conmemorativa que les subyace. Es en este punto, en que el centenario como conmemoracin-ritual es un acontecimiento pleno de eficacia material, pero sobre todo simblica. Los centenarios, como hemos visto, han sido eficaces para conformar y fortalecer los estados-nacin, adherir a la sociedad a una identidad nacional, establecer e implementar una idea de proyecto en la cual se han subsumido y asimilado los

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    diversos trabajos de la imaginacin y las mltiples capacidades de aspiracin (cfr. Appadurai 2005).

    Los centenarios fueron conmemoraciones y rituales, pero tambin mbitos festivos. Como hemos sealado ms arriba, retomando a Devoto, las calles de Buenos Aires fueron espacios de celebracin festiva, solo que de fiestas estructuradas en base a esa identidad nacional el himno, la bandera fueron smbolos que desde la nacin se impusieron en las calles de la ciudad, procurando restringir la celebracin a un pasado legitimado en la idea de nacin construida-. Esta estructuracin de los centenarios, parece debilitada respecto de lo que se espera conmemorar, festejar y celebrar en los bicentenarios. El dficit de tradicin de cara a la modernidad parece cuajar en diferentes tipos de rituales y fiestas, claro que resignificadas en el contexto local/nacional en el que se han desarrollado. El ritual, festejo y devocin que en Cabo Verde realizan los habitantes de la isla de Santiago con relacin a un santo, evento que fuera analizado por Filho (2005) da cuenta de los cambios en este sentido. Un ritual y un festejo legitimado por el poder local es redefinido a partir de la intromisin de nuevos smbolos, como banderas espaolas y norteamericanas o de clubes deportivos que, en su trasnacionalidad, comienzan a formar parte del cortejo y la ofrenda al santo. La localidad y/o la nacin dejan ser el nico referente, introducindose referenciales y smbolos atinentes a otros lugares (naciones, ciudades) donde residen parientes, amigos y compatriotas que ya no estn en el lugar de origen, sino en la dispora, sin embargo, contribuyendo a la conformacin de la trasnacin (Ydice) desde afuera y desde adentro con nuevos smbolos. En una perspectiva similar, Judith Butler (2009) refiere a la primavera del 2006 en California, particularmente en Los ngeles, donde se produjo un movimiento de demandas y reivindicaciones por parte de migrantes mexicanos, residentes ilegales, a travs del canto del himno nacional norteamericano en espaol junto con el himno mexicano. Esta baja eficacia de la simbologa nacional es parte de la ambigedad e incerteza con que hoy se piensa conmemorar el bicentenario. Al parecer, ni la idea de fiesta, como tampoco las de conmemoracin y/o ritual con las que se produjo el centenario, pueden trasladarse mimticamente hacia el 2010 en nuestro pas y en nuestra ciudad.

    Retomando a Filho, los centenarios se constituyeron en un nivel de significacin de orden nacional y oficial. En ese nivel de significacin, los sentidos son vehiculizados por el simbolismo de los colores y por el establecimiento de una relacin (arbitraria) entre los smbolos materiales que la constituyen y

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    determinados acontecimientos de la historia de la unidad representada. Y en lo que mas nos interesa, Los eventos histricos escogidos son seleccionados por las instancias de poder que regulan, en ese plano, forma y sentido (Op.cit.:8, n/traduccin). El dficit contemporneo de significacin y emotividad oficial ligados a himnos, banderas, escudos, fiestas nacionales, se debe en buena medida a que el poder estatal est puesto en cuestin, pero tambin a que dichos smbolos, hoy, se constituyen en la mezcla compleja que solo los sujetos y grupos que se mueven permanentemente pueden desarrollar y comprender. Desde esta perspectiva, como retrotraer el bicentenario a ese tipo de conmemoracin, ritual y festejo? Cmo recurrir a ese nivel de significacin oficial cuando los ciudadanos se constituyen entre diferentes formas de ciudadanizacin y diferentes niveles de significacin, ya no nicamente nacionales, sino sobre todo trasnacionales?

    Desde lo planteado, el problema no se reduce, como ya hemos dicho, a la existencia o no de fiestas, celebraciones, rituales, conmemoraciones. Esta cuestin permite entrever que el carcter anti-festivo endilgado a Buenos Aires, no tiene asidero en dicha presencia/ausencia, sino en qu fiestas, celebraciones, conmemoraciones y rituales se visibilizan y cuales son invisibilizadas y por detrs de ello, que matriz de inclusin-exclusin social y cultural lleva a que ciertos sujetos y grupos sean negados en la esfera pblica de sus manifestaciones colectivas y cuales, por el contrario, sean afirmados en su existencia pblica-poltica. El centenario, en ese sentido, fue el espacio de condensacin simblicamente contundente para reflejar este modelo. En el centenario se combinaron todos aquellos elementos simblicos que se venan constituyendo histricamente desde tiempos previos. As, el centenario fue graficado a travs de una trama y/o sistema de smbolos que, desde el poder, se constituy como valorizador de un proyecto y no otro.

    Es desde ah, en que nos preguntamos cmo y por qu la ciudad fue estereotipada como lugar anti-festivo. No obstante, esta reduccin y generalizacin es comprensible a la luz de la conformacin nacional, asimismo, de la celebracin, no solo de nuestro centenario, sino incluso de otros centenarios latinoamericanos. Coln Llamas (2008) afirma respecto de la celebracin de Bogot que las fiestas pblicas nos hacen indignos del rango de nacin civilizada.el dominio de la fiesta, de la celebracin, va a estar regido por las nociones de civilizacin y progreso. La dimensin social y simblica de la fiesta se dilata o se contrae para incluir o excluir ciertas prcticas, o para regular el momento y el lugar que deben ocupar en la celebracin. Pues, entonces, no es que no hay celebracin y/o

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    fiesta, sino que casi homogneamente, a lo largo y ancho de la conmemoracin de los diferentes centenarios, stos se constituyen en la lgica binaria asociada a la civilizacin-barbarie.

    El desarrollo contradictorio, entre su continuidad y su discontinuidad, asociado al Carnaval porteo, resulta prototpico en este sentido. El control y disciplinamiento social, moral y cultural que atraviesa los distintos momentos de la fiesta del carnaval y que se atribuye con cierta generalidad al ncleo duro civilizatorio7 a partir del cual la propia ciudad de Buenos Aires procura su modernizacin y progreso en tanto capital de la nacin, se asienta en la visin de esta expresin cultural asociada a lo popular asimilable a la barbarie localizada particularmente en el interior-, por ende al desborde con el cual ha solido conceptualizarse el carnaval y al acompaamiento que hizo del trnsito de lo festivo hacia lo no-festivo o hacia lo festivo controlado, en torno de un proyecto nacional del cual Buenos Aires particip fervientemente. La barbarie8 con que se caracteriza al carnaval en la etapa mencionada es asimilable a su carcter de fiesta popular desde el cual es ubicada en el espacio pblico, en la visin de un pueblo que por un lado se esencializa y homogeneiza, pero que por otro, se define desde lo excluido y perifrico, en consecuencia como opuesto y en ocasiones resistente al orden y el poder oficial (cfr.Zubieta 2004). Dicha contradiccin se visibiliza por un lado, en la cristalizacin de una Buenos Aires no-festiva que por su condicin de ciudad, pero adems de metrpoli civilizada no admite lo popular y los aspectos marginales que se asocian al mismo; por el otro, en la no inclusin del carnaval como smbolo de la nacin moderna y s del tango que aunque proveniente tambin del mundo intersticial al poder, es operado en su proceso de transformacin a partir de su propio primitivismo que antes lo expuls, operacin que acontece hacia la dcada de 1920 y 1930, convirtindolo en un smbolo nacional (cfr. Garramuo 2007).

    El carnaval local no trasmut como smbolo de la identidad nacional, sino como objeto controversial en lo que atae en particular al de Buenos Aires. La virtud

    7. Sobre este punto recomendamos: Lacarrieu, M. Nuevas Polticas de Lugares: recorridos y fronteras entre la utopa y la crisis en: Buenos Aires a la deriva. Transformaciones urbanas recientes, Max Welch Guerra (editor), Editorial Biblos, Buenos Aires, 2005.

    8. Tal como se cita en el peridico El Argos de Buenos Aires de 1822: Se acercan los das de carnaval en que la generalidad de los habitantes de esta ciudad se abandonan a una alegra que raya en el furor. Las personas ms distinguidas entregadas a este juego, que llamaremos brbaro, parecen haber perdido toda su razn y las vemos confundidas con la plebe ms grosera (Molinari; s/f:193, el resaltado es nuestro).

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    que los carnavaleros atribuyen al carnaval, ligada al desorden, la libertad, la fiesta y la apropiacin del espacio pblico para la recreacin de dichos aspectos constituira en trminos simblicos un defecto o debilidad de cara a una nacin y una ciudad estereotipada en el progreso y la necesidad de un orden que a veces parece inalcanzable.

    La reforma del carnaval en un contexto civilizatorio es asociado a un proceso de disciplinacimiento cultural (Alfaro 1998:15) materializado a partir de prohibiciones, censuras, reglamentaciones, edictos, una serie de normativas estrechamente vinculadas a la modernizacin que los autores suelen ubicar entre fines del siglo XIX y principios del XX, particularmente para Buenos Aires en la denominada generacin del 80 (1880). Este punto de inflexin en el que se ubica el origen de ese proceso de control social sobre lo festivo, coincide con la historia oficial que se atribuye al carnaval porteo y que elude la etapa previa en la que no solo la fiesta de carnaval ya tena lugar, sino incluso la sumatoria de discontinuidades sobre las cuales se fue constituyendo la misma. La institucionalizacin de ese origen legitimado en los ltimos aos por el poder pblico local autoriza un tipo de carnaval modelizado desde el paradigma civilizatorio encarnado porla cuestin inmigrante (Svampa 1994:132/3)9, la higienizacin, el progreso y la expansin urbana, ligado a la emergencia del barrio instrumento de moralizacin ciudadano, componente crucial en la historia de la murga-. El ao 1920 es la fecha legitimada a partir de la cual se establece un antes en el que el carnaval exista pero que, sin embargo, se niega por su barbarie, y un despus a partir del cual el carnaval se civiliza junto con la etapa de cambios que tienen lugar en la ciudad. Para algunos autores el perodo de fines del siglo XIX debe ser considerado porque es a partir de ese momento en que se inicia ese proceso, pero como an es el carnaval que transita por la tradicin afro y que integra comparsas gauchescas, es la poca en que debe ser enunciado como un pasado a superar en pos de un futuro que diluir la barbarie de la fiesta.

    Como seala Porcel (2001:103) desde tiempos del virreynato, los esclavos salan por las calles en poca de carnaval al son de los tambores, y agrega:

    9. La llegada de los inmigrantes europeos se constituy en el proyecto por excelencia del modelo civilizatorio urba-no. No obstante ello, cabe destacar que el inmigrante imaginado por la generacin del 80, no fue el europeo urbano ligado al motor de la civilizacin occidental. Sin embargo, aunque pobres y campesinos en su mayora sirvieron a los fines de fijar una matriz que marc un antes y un despus para la evolucin de la Buenos Aires moderna. En el mismo sentido, la historia de la fiesta del carnaval fue encuadrada en base a un registro selectivo de ciertos aspectos que hasta el da de hoy no solo son legitimados por el poder sino tambin por quienes la vivencian ao tras ao.

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    y tambin desde aquella poca, estas festividades populares molestaban a los sectores prestigiosos de la ciudad. Y otros recrean el mito de origen en la poca colonial, apelando a las tradiciones europeas, particularmente hispanas en dicha poca, de modo tal de relegar el carcter afro que otros le atribuyen10, aspirando a reinventar la fiesta en base a sus preceptos de orden y control. Es as que la tensin afro-colonial se resuelve en la institucionalizacin de un hito clave para la conformacin de la nacin con el trasfondo de Buenos Aires: la cuestin migratoria europea de fines de siglo XIX y principios del XX como proyecto poltico, social y cultural. No solo es posible entonces, rastrear orgenes dismiles, sino tambin resaltar que el proceso de disciplinamiento ejercido por el poder es anterior a la denominada etapa civilizatoria y que por tanto, la prohibicin encuentra antecedentes ms all y ms atrs de fines de siglo XIX.

    El decreto de 1771 de autora del Virrey Vrtiz (gobernador de Buenos Aires) se dice es la primera restriccin y prohibicin. En aquel se censuraron los bailes que se desarrollaban al toque de los tambores con los cuales los negros se acompaaban en sus pasos por las calles de la ciudad. El control apelaba a sanciones de azotes y prisin y reclua los bailes a lugares cerrados. Llamativamente el poder que, como Vrtiz reprimi los festejos, era afecto a festejar y jugar al carnaval, en consecuencia la iglesia era el brazo dictatorial que con sutileza orientaba los mecanismos de control. Desde esa fecha en adelante diferentes prohibiciones atribuibles al poder colonial y consecuentes permisos que en algunas ocasiones volvan a autorizar los festejos, como en 1830, marcaron la tendencia a la desaparicin, al mismo tiempo que al resurgimiento. Es claro que en las prohibiciones y controles normativos del carnaval y en el festejo mismo es posible hacer una lectura de la realidad social de la poca, pero tambin de la cristalizacin hacia futuro de esa realidad fundada en una matriz socio-econmica con repercusiones en el campo de la cultura: la discriminacin hacia la negritud, extendible a los indgenas, ms tarde a los cabecitas negra migrantes del interior que llegan a Buenos Aires a mediados del siglo XX- y migrantes de pases limtrofes, efectivizada por la gente honesta que se dedica a otro tipo de diversiones, relega del espacio ldico al carnaval de tinte popular, ofensivo hacia el poder y de descontrol inimaginable como expresin de la calle al festejo de la mascarada y del disfraz, as como al paso de las comparsas, debe agregarse que a partir de 1810 la fiesta se hizo comn para buena parte de la poblacin de la ciudad quienes tambin jugaban con agua,

    10. Las murgas se apropiaron del carnaval porteo en: Publimetro, viernes 16 de febrero de 2001, Buenos Aires, pp.10.

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    huevos rellenos con cenizas, etc.-. El carnaval porteo es la representacin desde sus orgenes de lo que esta sociedad no quiere ver ni saber de s misma o al menos de lo que el poder decide estigmatizar y negar-, representacin social que se asume como crucial en la conformacin urbana de Buenos Aires. As las diferentes reglamentaciones represivas que se sucedieron entre el 1700 y hasta fines de siglo XIX apostaron a dar cuenta del carnaval como una supervivencia de la barbarie ajena al pueblo culto, como deca un afiche oficial de 1830 atribudo al ministro Toms Guido, as como opuesto a la moral. La mayor prohibicin de esa poca aconteci con el gobierno de Juan Manuel de Rosas en 1844, pues la misma se extendi por una dcada y cuando sta se levant lleg la reglamentacin con un registro de portadores de mscaras. Entre 1860 y 1880, el carnaval se produce entre cambios que admiten especializaciones propias de los sectores participantes: se vuelve callejero para los populares y escenario de tertulia y club para las elites. En 1889 se deca que los carnavales [haban] muerto y que solo el inters de algunos funcionarios se preocupaba por resucitarlos (Garca Rosada;1990:62).

    El blanqueamiento del carnaval en Buenos Aires inicia el proceso hacia el carcter civilizatorio del mismo. Los negros de a poco pierden protagonismo aunque no sus tradiciones que perviven en algunas de las caractersticas del festejo-, mientras se incluyen las costumbres que los inmigrantes europeos comienzan a traer desde Europa. Y ms all de que el primer corso oficial ya haba tenido lugar, es desde ese momento en que junto con los componentes europeizantes, el festejo contribuye a la recreacin de una nueva matriz social que se vincula a la fiesta desde dos espacios diferenciados, con sobrevivencia hacia el futuro: los bailes societarios en lugares cerrados y los corsos callejeros11. La ecualizacin civilizatoria, entonces, se constituye en el trnsito de lo tnico -como principio de demarcacin original- hacia lo barrial, como eje que hasta hoy atraviesa el modelo carnavalesco. Vinculado a esta cuestin, la aparicin de la murga, conformada por grupos de muchachos socializados en las calles y esquinas barriales, contribuye a la licuacin antedicha. La oficializacin de un corso principal generalmente organizado en la Avda. de Mayo, pero tambin en algunas ocasiones en la Avda. 9 de Julio y en Corrientes- y de un nmero importante de corsos barriales promueve la organizacin del festejo, un orden que de cara al Centenario de 1910 es extremadamente visible.

    11. Cfr. Devoto, Fernando (2001) Chau Carnaval en: Clarn, Suplemento Zona, Domingo 18 de febrero de 2001, Buenos Aires.

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    Reapropiarnos del carnaval en su desenvolvimiento contradictorio, permite entrever que la cultura popular asociada a fiestas, celebraciones y/o rituales ejecutadas en las calles de la ciudad, observadas como espacios del salvajismo y la barbarie, debi ser negada en su mxima expresin o bien transformada en base a cierta representacin de lo civilizatorio. Representacin asimilable al proyecto nacional, a las elites y clases medias, e incluso a las ciudades que sobre principios del siglo XX se preparaban para la celebracin del centenario.

    Las fiestas y celebraciones se volvieron un paradigma de esa matriz de inclusin-exclusin social y cultural que hemos mencionado previamente. La relegacin de carnavales, candombes y rituales populares y la emergencia de fiestas cvicas y militares, de rituales patriticos, procesiones catlicas y exhibiciones celebratorias ligadas a las transformaciones urbanas, no solo son la manifestacin de un proyecto de pas, sino tambin de qu sociedad aspiramos legitimar y por ende visibilizar los negros e indios son negados en su presencia, pero tambin quienes sumidos en la cultura popular no responden a los preceptos del mundo civilizado-. En este sentido, las fiestas, celebraciones y rituales fueron y son instrumentos pedaggicos y moralizantes, sobre el perodo del centenario, respecto de la generacin de espacios purificadores de la ciudadana, desde los cuales se especul el desprendimiento de un sentido orgullo patritico.

    Como lo seala Coln Llamas para el caso de Bogot, uno de los componentes centrales del centenario fue la exhibicin del progreso material que no era otra cosa que la exhibicin del grado de civilizacin. Es por ello que los monumentos histricos y las obras pblicas, fueron vehculos del sentido civilizatorio y parmetros de un umbral civilizatorio los festejos, conmemoraciones y rituales devenan, entonces, mbitos que necesariamente deban constituirse en representaciones materializadas y jugadas en torno de dichas obras modernas y agentes de civilizacin-. El autor observa el lugar anmalo o, podramos aventurar, tambin patolgico, en que se ubic la fiesta popular. Las fiestas, celebraciones y rituales que supieron tener un lugar central en el espacio urbano de los primeros tiempos, ir desapareciendo o transformndose hacia los ltimos aos del siglo XIX y los primeros del XX. Quitar la fiesta y la celebracin popular del centro de la ciudad, como dice Colon Llamas, fue profundizar procesos de segregacin espaciales pues como se visualiza en Buenos Aires, los negros fueron corridos a salones, los carnavales reciclados en funcin de los gustos ms distinguidos y la murga se cre como mbito de socializacin barrial mucho ms

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    controlable, la religiosidad popular desplazada por las celebraciones religiosas tradas del Viejo Continente y asociadas a la religin oficial, otras fiestas recluidas al espacio del conventillo y del inmigrante-, llevando las prcticas culturales consideradas indeseables, junto a los productores de las mismas hacia la periferia urbana, o en todo caso, hacia las vecindades pobres an en el centro. En el mismo sentido, el dominio de la fiesta fue el de la sacralizacin rindiendo culto a la patria, al progreso y la modernidad.

    La devaluacin de las fiestas, celebraciones, rituales constitudas en su diversidad y en torno de lo popular, contribuy en la reevaluacin de la conmemoracin centenaria, espacio de representacin y subsuncin de lo celebratorio y festivo oficial. Dicha reelaboracin de lo festivo en el mbito de esta ciudad, fue el resultado de un campo de disputas simblicas en el que se legitim y hegemoniz una forma de celebrar y conmemorar.

    Ante la llegada del Bicentenario, la reemergencia de la cultura expresiva urbana (Cruces) y del interculturalismo festivo, ofrece un nuevo espacio de disputa no solo al mbito de lo festivo oficial, sino tambin al proyecto nacional y urbano consolidado. Las fiestas, celebraciones y rituales antes relegados y/o negados, hoy renacen y toman cuenta del espacio pblico, colocando en escena otros sujetos, otros grupos sociales y nuevas condiciones en la construccin de las alteridades. Como seala Rita Segato, la nacin fue el resultado de alteridades histricas constituidas en base a un otro generalizado hacia el que convergieron las diferencias inaceptables. Pero dichas alteridades han entrado en crisis ante la emergencia de nuevos y viejos particularismos que con sus producciones y expresiones culturales toman cuerpo y se visibilizan. En este sentido, el Bicentenario no parece ser ese espacio conmemorativo desde el cual pueda continuarse aquel proyecto, ni tampoco desde el que podamos relegitimar algunos sujetos y grupos en desmedro de otros.

    A modo de eplogo: las fiestas, celebracione