VOUCHERS PARA EL DESARROLLO DE MERCADOS DE SERVICIOS EMPRESARIALES
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VOUCHERS PARA EL DESARROLLO DE
MERCADOS DE SERVICIOS
EMPRESARIALES:
¿de qué estamos hablando cuando hablamos de
orientación por demanda?
Agosto 2000
Este documento será publicado próximamente como documento de trabajo
del BID y ha sido elaborado por José Pedro Alberti y José Luis Castagnola
de GAMA S.A., Montevideo-Uruguay, con el objetivo de aportar
elementos a la discusión sobre programas de vouchers en el área de
servicios no financieros. Las opiniones vertidas por los autores no reflejan
necesariamente la política oficial del BID.
——————————————————————————
VOUCHERS PARA EL DESARROLLO DE MERCADOS DE SERVICIOS EMPRESARIALES
ii
Indice
INTRODUCCIÓN.................................................................................................................... 1
A. EXTERNALIDADES Y ASIMETRÍAS DE INFORMACIÓN EN EL MERCADO DE SERVICIOS
EMPRESARIALES .......................................................................................................... 2
B. EL BONO DESNUDO: LA MERA CIRCULACIÓN DE VOUCHERS ........................................ 8
C. EL BONO CAPRICHOSO: INSTRUMENTO DE PAGO DE SUBSIDIOS EN PROGRAMAS DE
FORTALECIMIENTO DE OFERTA ................................................................................... 10
D. EL BONO INFORMADO: LA CIRCULACIÓN DE BONOS DENTRO DE UN SISTEMA DE
INFORMACIÓN A LA DEMANDA ................................................................................... 13
E. CONCLUSIONES .......................................................................................................... 16
VOUCHERS PARA EL DESARROLLO DE MERCADOS DE SERVICIOS EMPRESARIALES
iii
Resumen Ejecutivo
El presente documento busca establecer los elementos constitutivos de una política con
orientación por demanda para el desarrollo de mercados de servicios empresariales, a
partir de las experiencias observadas por los autores en diversos programas del Banco en
distintos países de la región y en la temática en particular.
La conclusión central del trabajo consiste en la afirmación de que el grado de delegación
a la demanda de las decisiones acerca de la compra de servicios y la eficacia de los
sistemas de información a la misma son los aspectos que determinan el grado de
orientación por demanda que pueda tener una política de intervención en este tipo de
mercados.
En un primer paso se revisan los principales argumentos teóricos que han orientado las
políticas públicas en esta materia –externalidades y asimetrías de información-,
procediendo a un análisis crítico de los mismos con base en la experiencia acumulada en
la región. En un segundo paso, se establece una tipología de programas de vouchers a los
efectos de un análisis comparativo que permita identificar los supuestos, los objetivos y
los instrumentos que caracterizan a una política pública con real orientación por
demanda.
Finalmente, se establecen los roles imprescindibles de “tercer piso” y “segundo piso” que
debieran adoptar las políticas públicas en el futuro para cooperar con el mercado de
servicios empresariales hacia niveles crecientes de alcance, focalización, pertinencia y
eficiencia de los servicios ofrecidos.
VOUCHERS PARA EL DESARROLLO DE MERCADOS DE SERVICIOS EMPRESARIALES
1
Introducción
El concepto de orientación por demanda representa, sin duda, una característica
sobresaliente de las operaciones que diversos organismos gubernamentales y no
gubernamentales vienen desarrollando, con el apoyo del Banco Interamericano de
Desarrollo, para el logro de una oferta pertinente y eficiente de servicios empresariales
orientada al vasto y crítico sector de micro, pequeñas y medianas empresas de los países
de la región. En los últimos años, este concepto ha tenido una difusión y una aceptación
sin precedentes, pasando a constituir el enfoque predominante en la formulación de
programas para el desarrollo de este tipo de mercados. En esta materia, el principio de
libertad de elección del consumidor ha abandonado su refugio en los textos de economía
para instalarse como un criterio rector para la formulación de políticas públicas.
Sin embargo, a juicio de los autores, la difusión de este concepto no siempre ha estado
acompañada de una discusión profunda respecto de los elementos constitutivos de una
política con real orientación por demanda.
El detonante para la elaboración del presente documento lo constituyó un conjunto de
actividades encargadas a los autores por el Banco Interamericano de Desarrollo
orientadas al análisis del mercado de servicios empresariales en Perú y de las diversas
políticas públicas implementadas con vistas a lograr su fortalecimiento y desarrollo.
La importancia del sector de micro, pequeñas y medianas empresas (1), así como la
experiencia acumulada por diversos organismos públicos y privados en esta temática
establecieron las bases de un escenario ideal para una discusión a fondo respecto de los
objetivos e instrumentos más adecuados a estos efectos. En particular, la convicción
observada en algunas esferas gubernamentales del Perú –donde podemos destacar, sin
duda, al Vice-Ministerio de Industria- respecto de la necesidad de avanzar hacia políticas
con una fuerte orientación de demanda, exigió a los autores un esfuerzo especial en la
sistematización de la experiencia regional y nacional en materia de programas basados en
mecanismos de vouchers.
Los resultados de esta discusión se han volcado en este documento, en el cual el lector
encontrará pocas referencias concretas a programas y políticas en curso. La intención ha
sido, por esta vez, sistematizar la experiencia acumulada en torno a los modelos
conceptuales que se vienen aplicando con mayor o menor grado de pureza para la
definición de políticas de descentralización de servicios públicos orientadas por demanda.
Para ello se ha recurrido a una tipología de programas de vouchers que pretende ser
diferenciada y exhaustiva, pero también acotada. Esperamos que la misma brinde un
aporte para el desarrollo de una discusión que permita establecer con mayor claridad los
supuestos, los objetivos y los instrumentos necesarios para avanzar en este nuevo
concepto.
(1 ) El sector de PYMEs urbanas (1 a 20 ocupados) en Perú brinda empleo a un 66,1% de la PEA ocupada y
tiene una participación no inferior al 80% en el total de empresas del país.
VOUCHERS PARA EL DESARROLLO DE MERCADOS DE SERVICIOS EMPRESARIALES
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A. Externalidades y Asimetrías de
Información en el Mercado de
Servicios Empresariales
En la última década, se han implementado diversos programas con mecanismos de
vouchers para el fortalecimiento de mercados de servicios empresariales, en particular, en
el segmento orientado a micro, pequeñas y medianas empresas. En la justificación de
estos programas, se ha puesto énfasis en una política de intervención en el mercado
orientada por la demanda, como respuesta a las principales deficiencias observadas en los
mercados de servicios empresariales, así como a las distorsiones generadas por las
políticas tradicionales basadas en el traslado de subsidios a los oferentes de servicios.
Un análisis de los diversos programas implementados muestra, sin embargo, que el uso
del voucher no está asociado en todos los casos a procedimientos que responden a una
orientación por demanda en sentido estricto y que, en consecuencia, aún existe confusión
sobre qué implica una política de orientación por demanda.
Este documento identifica y analiza tres modelos de intervención que hacen uso de
vouchers y que permiten dar cuenta de la variedad de experiencias realizadas. Tomando
como referencia estas distintas experiencias, se analiza la lógica, los supuestos y las
consecuencias de cada uno de estos modelos (secciones B, C y D). Finalmente se
establecen algunas conclusiones acerca del aporte, en términos de políticas de desarrollo
de mercados de servicios, de genuinas intervenciones orientadas por la demanda.
Como paso previo al análisis de cada uno de estos tres modelos, es conveniente revisar en
esta introducción las principales premisas teóricas que han justificado hasta el momento
las intervenciones públicas en esta materia. En la literatura especializada se ha recurrido
en forma reiterada a dos argumentos teóricos fundamentales para la justificación de estas
intervenciones: (i) el argumento de las externalidades; y (ii) el argumento de la existencia
de asimetrías de información en el mercado. (2)
el argumento de las externalidades
El argumento de las “externalidades” nos explica que en la producción de ciertos bienes y
servicios se generan efectos positivos para el resto de la sociedad, que el consumidor
inmediato no está dispuesto a financiar. En el caso de la educación, se considera que su
profundización –tanto como ampliación de cobertura, como incremento del nivel
(2) En forma complementaría a la línea de argumentación sobre asimetrías de información, se menciona el
argumento referido al riesgo de cumplimiento de los contratos habituales en este tipo de mercados.
VOUCHERS PARA EL DESARROLLO DE MERCADOS DE SERVICIOS EMPRESARIALES
3
promedio de instrucción por habitante- conlleva efectos positivos para la reducción de la
criminalidad, para la convivencia democrática, para la integración social, para la
igualación de oportunidades, y para el crecimiento económico. (3) De esta manera, la
estructura de costos de este servicio estaría determinada por aquellos costos que generan
beneficios inmediatos que puede “internalizar” el educando –y por los cuáles estaría
dispuesto a pagar-, y por aquellos otros costos que generan beneficios que se
“externalizan” hacia el resto de la sociedad, y por los cuáles el educando no estaría
dispuesto a pagar. Con base en este argumento, suele justificarse una intervención del
Estado para asegurar la calidad del servicio educativo, que la sociedad en su conjunto
requiere. (4)
Por asimilación, este argumento se ha utilizado en el área de la capacitación y la
formación profesional inicial de jóvenes, donde justificaría la inclusión de materias
humanísticas en el pensum de las diversas carreras técnicas o incluso, como ha sucedido,
la prestación directa de servicios de formación profesional por parte de institutos del
Estado financiada mediante un impuesto específico a las empresas.
Este ha sido el caso en la mayor parte de los países de la región, y así se lo ha hecho, con
notorios fracasos tanto en términos de eficiencia externa, como de equidad social. La
evolución de los mercados de trabajo muestra a un empresario cada vez más dispuesto a
emplear jóvenes con una buena calificación al nivel de enseñanza secundaria -a causa de
la alta tasa de mutación de las tecnologías-, el cual es adiestrado para su introducción en
la empresa con base en sistemas de capacitación interna. Mientras ésta es la tendencia, la
mayor parte de los institutos estatales de formación profesional, por el contrario, siguen
formando centenares de miles de jóvenes en los países de la región, a quienes condena a
tener un nivel de enseñanza secundaria de segunda categoría, y un conjunto de
habilidades y destrezas técnicas que, cuando terminan sus estudios, ya se encuentran
tecnológicamente obsoletas.
Han sido, precisamente, estos institutos estatales de formación profesional, los que
también generaron –por el fracaso de su oferta de formación inicial, y por la necesidad de
dar una respuesta a los empresarios insatisfechos con sus resultados- (5) buena parte de la
oferta de capacitación laboral y empresarial para trabajadores en actividad, a través de la
división en módulos de sus tradicionales carreras de formación profesional, buscando
(3) Cabe señalar que el argumento de externalidades ha sido cuestionado por la falta de evidencia empírica
en su justificación. West ha insistido reiteradamente en que “el argumento relativo a externalidades, para
ser completamente persuasivo, requiere el apoyo de evidencia en el sentido de que las externalidades
realmente existen y son positivas en el margen, es decir, que existen personas que no pertenecen a la unidad
familiar (del educando) que están dispuestas a pagar unidades adicionales de educación por encima de lo
que los padres (o el educando) comprarían. En ausencia de una evidencia formal o sistemática, la mayoría
de los escritores simplemente asumen, de manera explícita o implícita, que efectivamente existen beneficios
marginales positivos. Ver West, Edwin G. 1998. “Un Estudio del Principio y la Práctica de los Vouchers
Educacionales”. Mimeo. Programa de Promoción de la Reforma Educativa en América Latina y el Caribe
(PREAL).
(4) Esta intervención suele consistir en medidas normativas, como la definición de un currículo oficial
mínimo, en medidas de subvención a la oferta privada de educación y en medidas de “producción” como lo
son los establecimientos educativos públicos.
(5) Los verdaderos dueños y agentes financieros de estos institutos.
VOUCHERS PARA EL DESARROLLO DE MERCADOS DE SERVICIOS EMPRESARIALES
4
mediante este recurso adecuarse en contenidos y tiempos –mayor especificidad y mayor
agilidad- a las necesidades de las empresas. Sin embargo, como ha sido notorio en
diversos países de la región, esta oferta de capacitación ha sido cuestionada por el sector
empresarial por sus aún altos costos de oportunidad –asignaturas no relevantes,
calendarios excesivos y horarios inadecuados- y, por ende, por su bajo grado de
pertinencia. (6)
A diferencia del concepto de calidad aceptado en materia de educación inicial, el
empresario evalúa la calidad de la capacitación por su aplicabilidad en la empresa. Esta
aplicabilidad está en relación directa con el grado de especificidad de la capacitación a las
necesidades de la empresa. La búsqueda de especificidad ha orientado el desarrollo
metodológico que se observa en el área de capacitación, así como en los restantes
servicios empresariales, y constituye su objetivo primordial. La búsqueda de
especificidad va de la mano con el esfuerzo del empresario orientado a reducir los costos
de oportunidad de la capacitación, y por lo tanto a internalizar el máximo de efectos que
se deriven de la misma. El interés del empresario en servicios de capacitación, y su
disposición a pagar por ellos, se incrementa en la medida que se reducen las
externalidades de los mismos, vale decir, en la medida que todos los efectos del servicio
puedan ser internalizados al interior de la empresa.
Al menos para la definición de políticas de intervención en esta temática, el argumento de
las externalidades apunta en dirección contraria a uno de los objetivos primordiales, a
saber, el incremento de la pertinencia de los servicios de desarrollo empresarial.
En una visión retrospectiva, la consideración de este argumento permite entender el
origen de la equívoca intervención del Estado en la “producción directa” de este tipo de
servicios. Ha sido consecuencia de la asimilación equivocada de la capacitación laboral y
empresarial a un bien educativo, en cuya prestación directa el Estado juega un rol
preponderante, habitualmente justificado mediante el argumento de las externalidades.
el argumento de las asimetrías de información
El argumento de la existencia de asimetrías de información nos explica los efectos de
selección adversa que puede generar una demanda no informada o no experimentada
cuándo se enfrenta a bienes y servicios, de los cuáles desconoce y/o es incapaz de
analizar y medir sus atributos específicos. En el caso de los servicios de desarrollo
empresarial, el atributo específico es, como hemos visto, su grado de aplicabilidad a la
empresa demandante. La falta de información y experiencia por parte de los empresarios
de micro, pequeñas y aún medianas empresas sobre la variedad y calidad de los servicios
ofertados en el mercado, así como la baja especificidad de los mismos a las necesidades y
(6) La promocionada estrategia de “modularización” de la oferta de estos institutos sólo reconoció una parte
mínima de su falta de adecuación a las necesidades de capacitación del sector privado, a saber, la alta carga
horaria de sus cursos. Sin embargo, la fragmentación de la carga horaria no genera por sí misma un diseño
curricular pertinente. Por ejemplo, aún cuando se corte en módulos breves la carrera técnica de sastrería, no
se podrá ofrecer a empresarios textiles un curso en confección y lavado de “jeans”, combinación de
tecnologías y especificidad que se requiere para atender las demandas de este tipo de empresas.
VOUCHERS PARA EL DESARROLLO DE MERCADOS DE SERVICIOS EMPRESARIALES
5
preferencias de este tipo de empresas, podría ser el resultado –según este argumento- de
un doble juego información-precio, cuya formulación extrema sería la siguiente: (i) el
demandante carece de información sobre el grado de aplicabilidad del servicio y por ende
sólo está dispuesto a pagar un precio –relativamente bajo- que compense su
incertidumbre; (ii) en virtud de la tendencia que presenta la demanda, los oferentes se
ajustarían en promedio a un nivel de precios relativamente bajo, con lo cual sacrificarían
inversiones destinadas a mejorar sus servicios, y por lógica, su aplicabilidad; y (iii) el
demandante que accedió a comprar servicios verificaría la baja aplicabilidad de los
servicios ofrecidos y desertaría del mercado, lo que en un extremo podría conducir a un
“estrangulamiento” del mismo. (7)
El argumento de la existencia de asimetrías de información, más allá del extremismo de
su formulación, permite ordenar los principales fenómenos observados en este tipo de
mercados en los últimos años de un modo sencillo y razonable. También permite
comprender la relación entre una demanda desinformada y una oferta inadecuada, y cómo
las decepciones de la primera retroalimentan ambos efectos en un círculo que se torna
vicioso.
Los diversos estudios realizados en forma previa a la implementación de distintos
programas públicos orientados a fortalecer la provisión de servicios empresariales para
micro, pequeñas y medianas empresas en toda América Latina han mostrado con claridad
tres constantes significativas. Por una parte, la existencia de una importante demanda
potencial para este tipo de servicios en ese segmento de empresas. Por otra, su escaso o
nulo conocimiento acerca de la oferta disponible y sus productos. Y, en tercer lugar, la
presencia de una oferta privada heterogénea, donde prevalecen productos altamente
inadecuados y de mala calidad. (8)
La lógica de intervención de las políticas públicas implementadas hasta el momento para
superar estas deficiencias –los institutos estatales de formación profesional de toda la
región, sin excepción- se basó en un esquema de subsidio a la oferta, con el objetivo de
mejorar la pertinencia de la capacitación y la asistencia técnica a empresas, o más
precisamente su grado de aplicabilidad. De acuerdo con lo observado por los autores en
diversos estudios de casos, estos modelos han fallado –fundamentalmente en sus sistemas
de identificación de demandas y adecuación curricular- por no tener en cuenta (i) el
(7) El argumento de la existencia de asimetrías de información cobra importancia según el grado de
relevancia que adquieran los costos de negociación en la formación de precios de un determinado mercado,
de los cuales un componente decisivo reside en los costos de información. El siguiente componente de los
costos de negociación consiste en los costos necesarios para garantizar el cumplimiento de contratos. El
argumento del riesgo inherente al cumplimiento de contratos, derivado de este enfoque, señala –en forma
complementaria al argumento de las asimetrías de información- los excesivos costos que puede generar el
intento de garantizar el cumplimiento de contratos en un mercado incipiente, cuando no existe una especie
de “tercer participante” en la negociación, sea éste la amistad, la pertenencia a una comunidad, o algún tipo
de institución pública que presione en el mismo sentido. Utilizamos el concepto de “tercer participante” en
el sentido desarrollado por North para mercados de bienes y servicios altamente heterogéneos. Ver North,
D.C. 1993. Instituciones, Cambio Institucional y Desempeño Económico. Fondo de Cultura Económica.
(8) Esta síntesis engloba los resultados de todos los estudios de mercado -que estuvieron a disposición de
los autores durante los últimos años de trabajo- desarrollados por FOMIN/BID para el diseño de sus
operaciones en esta temática.
VOUCHERS PARA EL DESARROLLO DE MERCADOS DE SERVICIOS EMPRESARIALES
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volumen de información necesario para tomar una decisión racional en materia de
pertinencia de la capacitación y la asistencia técnica, y (ii) las categorías de información
que están implicadas dentro de ese volumen global.
Los empresarios, naturalmente, tienen ventajas de información acerca de la organización
interna de su empresa (9) y respecto del contexto inmediato de actividad de la misma. El
Estado, en cambio, se encuentra usualmente en desventaja para el manejo adecuado de
este tipo de información referida a cada una de las empresas del país, tanto por su
volumen como por su complejidad.
Puede ocurrir, sin embargo, que en algunos mercados relativamente pequeños, altamente
especializados o incipientes, críticos para el desarrollo de la economía y caracterizados
por la existencia de incertidumbre respecto de la calidad de los mismos, el Estado puede
estar en condiciones de obtener información relevante sobre la calidad y eficiencia de los
servicios prestados y, en estos casos, es bueno que lo haga. Como por ejemplo, los
productos de los oferentes de capacitación y asistencia técnica a empresas.
Ambos flujos de información son imprescindibles para evaluar el grado de aplicabilidad
de los servicios a las características de cada empresa, y por lo tanto estar en condiciones
de negociar contenidos, modalidades y precios sobre la base de una información que
reduce riesgos y elimina la incertidumbre. Las ventajas de información que posee el
empresario le permitirán “leer” en forma adecuada la información que pueda aportarle un
registro público especializado en catalogar oferentes, así como sus productos específicos.
Una delimitación eficiente de funciones entre el Estado y los empresarios en la provisión
y uso de estos flujos de información es crítica para entender el sentido de una
intervención orientada por la demanda, que permita avanzar hacia niveles crecientes de
sostenibilidad de este tipo de mercados. Son los empresarios quiénes poseen los
conocimientos específicos y los incentivos naturales para evaluar, de contar con
información relevante sobre los oferentes y sus productos, la pertinencia de los servicios
a contratar, y es a ellos a quienes se debe apoyar de un modo directo a desarrollar
experiencias de negociación, independientemente del grado de sostenibilidad que puedan
alcanzar estos mercados en el futuro mediato. (10)
En este enfoque de orientación por demanda –con énfasis en la provisión de información
a los consumidores-, el “voucher” es un instrumento que permite entregar libertad de
elección a los usuarios en la compra de servicios -con algún grado de relevancia pública
que justifique su subsidio-, porque la efectividad del mismo reside, precisamente, en su
(9) Esta afirmación es especialmente válida para micro y pequeñas empresas. En empresas de mayor
tamaño, al crecer el grado de complejidad de su organización interna, el empresario tiende a perder
personalmente esta ventaja de información y puede suceder que requiera de servicios externos de
diagnóstico. Sin embargo, también es razonable pensar que mantendrá, al menos, en un grado mínimo esta
ventaja de información, puesto que siempre será la persona con mayor información y capacidad de análisis
para una contratación exitosa de dicho servicio.
(10) Todos los programas que aún “intervienen” –no importa en qué medida- en la toma de decisión del
empresario respecto a que tipo de capacitación o asistencia técnica requiere este último, incurren en una
lógica paternalista que atenta contra el desarrollo y consolidación de mercados para este tipo de servicios.
VOUCHERS PARA EL DESARROLLO DE MERCADOS DE SERVICIOS EMPRESARIALES
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capacidad potencial para incorporar las ventajas de información del usuario a la
negociación sobre contenidos, modalidades y precios de los servicios a contratar. En esta
idea reside el concepto moderno de una intervención orientada por la demanda, y basada
en un sistema de “vouchers”.
De acuerdo con la información a disposición de los autores, en cuanto al diseño e
implementación de diversos modelos de “vouchers” en el área de programas de
capacitación y asistencia técnica para micro, pequeñas y medianas empresas, es posible
definir una tipología de programas que diferencia: a) el bono desnudo (el retorno del
instrumentalismo); b) el bono caprichoso (la persistencia de los programas de
fortalecimiento de oferta); y c) el bono informado (una intervención orientada por
demanda).
En los siguientes apartados se analizan estos tres tipos de programas de vouchers,
atendiendo a las variables de alcance, pertinencia y sostenibilidad de sus políticas, así
como a su grado de orientación por demanda. Más allá de la referencia a algunos
ejemplos específicos, estos modelos se presentan esquematizados con base en su lógica
interna.
VOUCHERS PARA EL DESARROLLO DE MERCADOS DE SERVICIOS EMPRESARIALES
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B. El Bono Desnudo: la mera
circulación de vouchers
Este tipo de programas se basa exclusivamente en un sistema de circulación de vouchers.
(11) El programa lleva adelante conversaciones con oferentes de servicios empresariales
para explicar la modalidad de financiamiento basada en bonos, así como con empresarios
del respectivo grupo meta para verificar su interés en los bonos a imprimir, y procede al
reparto de los mismos –bajo diversos criterios de elegibilidad de los usuarios-, quedando
a la espera de que, luego de su circulación, vuelvan al programa para su canje una vez
realizadas las acciones por parte de algún oferente. La experiencia indica que en este tipo
de programas los bonos no vuelven para su canje.
En relación con el alcance de este modelo, se puede mencionar como ejemplo que el
Programa FOMMI II de El Salvador finalizó su operación con un total de 1000 chequeras
colocadas a microempresarios, de las cuales sólo se utilizaron 100. Asimismo, cabe
señalar que un 90% de las chequeras utilizadas fueron destinadas a la toma de cursos en
inglés y computación por parte de los hijos de los empresarios.
La mera penetración de estos programas en el mercado encuentra obstáculos de entrada,
porque los mismos no atacan sus problemas fundamentales. Aún con los bonos en
circulación, los empresarios siguen sin información sobre la oferta disponible –tanto en
su variedad, como en su calidad-, y los oferentes permanecen atados a sus productos –en
su mayoría, “enlatados”- altamente inadecuados para la asistencia a empresas. El mero
reparto de subsidios, sin una doble política de información a la demanda y de adecuación
de la oferta a las preferencias de la misma, no conduce por sí mismo a mejoras en las
condiciones de negociación entre oferta y demanda, y por lo tanto no es de esperar que
conduzcan a un nivel creciente de cierres de contratos en este mercado. En estos
programas, el bono -un mero instrumento de incentivo- es elevado a nivel de política. (12)
Una demanda subsidiada, pero carente de información suficiente y oportuna sobre la
variedad y calidad de los oferentes y sus productos, no está en condiciones de negociar
(11) Estos programas se han diseñado e implementado en una escala reducida como programas pilotos que
permitan evaluar y probar la eficacia de un sistema de circulación de vouchers. Sus resultados han sido
utilizados, en los últimos tiempos, como evidencia del supuesto fracaso de programas orientados por
demanda en base a mecanismos de vouchers y por ello merecen una atención especial en este análisis.
(12) Este enfoque instrumentalista ha conducido incluso al reparto masivo de bonos con fines político-
electorales. Estas acciones han sido doblemente perjudiciales, tanto para los fines políticos que las
motivaron como para la credibilidad de los programas que los emitieron. En un contexto de ausencia de
información, los receptores de los bonos percibieron el beneficio implícito en el mismo como un burdo
pago a futuro vinculado con su decisión de voto. La experiencia indica que la falta de credibilidad
ocasionada por estas acciones exige tiempos sumamente largos y grandes esfuerzos de difusión para ser
revertida.
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servicios adecuados a sus necesidades y preferencias, en definitiva, exigir pertinencia. Es
de esperar, que sólo realice una mera comparación de precios, optando por los más bajos,
con lo cual reforzará la tendencia del mercado hacia la selección adversa de oferentes.
Asimismo, la presencia de un subsidio con la forma de un bono, en un contexto de
desinformación, coloca a la demanda en una situación sumamente vulnerable frente a los
oferentes, lo que facilita enormemente la creación de mercados cautivos.
Dada la arquitectura del diseño de estos programas, no es de esperar una creciente
pertinencia de los productos de capacitación y asistencia técnica ofrecidos y, por ende,
tampoco es de esperar que el umbral de disposición de pago de los empresarios
demandantes crezca con el tiempo. En definitiva, el modelo no resuelve los problemas
básicos del mercado que obstaculizan su sostenibilidad.
Se trata de un mero instrumentalismo que, en último análisis, responde a la misma lógica
de políticas que se puede encontrar en intervenciones en el sector financiero vía subsidio
de las tasas de interés activas –dentro del paradigma de la escasez de capital- o en el
mercado de bienes industriales vía la aplicación de aranceles proteccionistas -dentro del
paradigma de sustitución de importaciones-. En todos estos casos se trata, en primer
lugar, de políticas cuyos efectos están signados por la futilidad: ellos desaparecen al
retirarse los instrumentos. Y, en segundo lugar, se favorece un proceso de selección
adversa en el mercado, porque los oferentes se convierten en “buscadores de rentas”.
VOUCHERS PARA EL DESARROLLO DE MERCADOS DE SERVICIOS EMPRESARIALES
10
C. El Bono Caprichoso: instrumento
de pago de subsidios en programas
de fortalecimiento de oferta
Diversos programas de fortalecimiento de oferta –en particular, las llamadas redes de
centros de desarrollo empresarial en diversos países de la región- han incluido en su
diseño y/o implementación, el uso de criterios de costeo unitario para determinar el
subsidio a transferir a los oferentes. Dentro de las políticas de oferta, este es un enorme
paso adelante para desarrollar sistemas eficientes de subsidio. El subsidio tradicional a la
oferta ancla en la institución en su conjunto –sistemas de financiamiento por programas
anuales, o bien asignación en bloque sobre presupuesto anual-, sin relación alguna con el
éxito o fracaso de la misma. (13) Estos programas, por el contrario, anclan el subsidio
directamente en la “producción” misma del servicio, financiando en forma parcial la
prestación de cada servicio para cada usuario.
Su alcance se limita a un reducido grupo de oferentes selectos, a los cuales se busca
potenciar en su desarrollo técnico y empresarial mediante una inteligente política de
subsidio. Se espera que para el resto de los oferentes en el mercado, la evolución
observada en las instituciones participantes señale el camino hacia una mayor calidad y
eficiencia.
En este modelo de programas, es vital que el “segundo piso” (14) –al anclar los incentivos
directamente en la producción de los servicios con pagos por resultados- desarrolle
fuertes sistemas de control administrativo y supervisión técnica sobre los servicios
prestados por los oferentes seleccionados, puesto que el Programa debe hacerse
responsable por la calidad y eficiencia de los mismos. Esta exigencia se deriva de la
lógica misma de la intervención y establece límites precisos a la cantidad de oferentes
que pueden participar en el Programa. (15) No se trata de una política de mercado abierto,
(13) Como es el caso de los institutos estatales de formación profesional en diversos países de la región. Un
análisis del Instituto Nacional de Cooperación Educativa (INCE) de Venezuela realizado por los autores,
muestra como caso paradigmático la existencia de tres problemas centrales: (i) una duplicidad de funciones
como “ente normativo / ente oferente” que conduce a una posición de “juez y parte” en el mercado, (ii) una
segunda duplicidad como “ente recaudador / ente oferente” que conduce a que el INCE tenga garantizados
sus ingresos, e incluso disponga de fuertes mecanismos de sanción fiscal a las empresas contribuyentes,
independientemente de la aceptación de su oferta por parte de las mismas empresas, y (iii) un sistema
fuertemente centralista de gestión que ha conducido a una fuerte rutinización y desactualización de su
oferta de servicios.
(14) Como “segundo piso” calificamos las instancias de políticas públicas creadas para intervenir en
diversos mercados de servicios de desarrollo empresarial.
(15) En los programas orientados por este modelo se observa una amplitud de oferta ubicada entre 3 y 6
oferentes.
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sino más bien de una estrategia de “upgrading” de los oferentes con mejor desempeño,
tanto en materia de calidad como de eficiencia. En este sentido, para el resto del mercado
–en particular, para el resto de los oferentes- el “segundo piso” se compromete y se
confunde con un grupo selecto de instituciones. Son un grupo en el mercado.
Este modelo, bajo adecuadas condiciones de diseño e implementación, está en
condiciones de asegurar una oferta de calidad –por ende, pertinente- para un determinado
segmento de la demanda. Sin embargo, por su propia lógica de intervención –
“upgrading” de oferentes selectos- no puede asegurar una oferta con la suficiente
variedad y variabilidad que requiere el mercado en su conjunto. (16) En este sentido,
puede representar un complemento de otras políticas abiertas al mercado en su conjunto.
En relación con la sostenibilidad del mercado en su conjunto resulta obvio que la escala
de intervención no permite lograr impactos significativos sobre el conjunto de oferentes
en el mercado, a no ser mediante un lento proceso de aprendizaje.
Respecto de la sostenibilidad de cada uno de los oferentes incluidos en estos programas,
es necesario destacar que -en comparación con las tradicionales políticas de subsidio
indiscriminado a ONGs e institutos estatales de formación profesional- la estructura de
incentivos definida apunta a mejorar sus niveles de eficiencia y sostenibilidad. Pero,
también es necesario señalar que la escasa presión competitiva que se deriva de este tipo
de intervenciones fija límites estrechos al logro de mayores niveles de eficiencia y
sostenibilidad por parte de cada uno de estos oferentes. Esta política de “upgrading”
carece de instrumentos que aseguren una creciente autonomía de los empresarios en sus
decisiones respecto de los servicios a contratar, y la cantidad de oferentes alcanzados no
constituye una masa crítica para desarrollar una fuerte presión competitiva.
Este tipo de intervención, para lograr consistencia y asegurar resultados debe,
necesariamente, reservarse espacios de decisión importantes respecto de los contenidos,
las modalidades y los precios de los servicios a ofrecer. Pero de esta forma, resta
autonomía a la decisión de los empresarios al intervenir directamente en la negociación
entre proveedores y demandantes.
El uso de vouchers puede servir, en este tipo de programas, como instrumento para
reducir riesgos de incumplimiento de contratos, operando como un sistema de control y
pago contra resultados. Sin embargo, el mismo contexto operativo limita las
potencialidades del voucher para ser parte de un sistema de información e incentivos a la
(16) En este punto reside una diferencia fundamental con los resultados de similares políticas del BID
referidas al desarrollo de un mercado sostenible de servicios financieros para micro y pequeñas empresas.
El mercado de servicios de desarrollo empresarial se caracteriza, como hemos visto, por la alta
heterogeneidad y variabilidad de los productos demandados. No es lo mismo optar entre cuatro o seis
bancos para obtener un crédito adecuado -la variedad de opciones en modalidades y precios pueden ser
suficientes para la decisión que debe tomar el futuro prestatario-, que comparar entre cuatro o seis
instituciones contenidos, modalidades y precios para elegir un curso de capacitación en confección y lavado
de jeans, o bien una asistencia técnica para sustituir líneas de producción manuales por otras asistidas por
control numérico.
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demanda que genere un proceso de aprendizaje y creciente autonomía de los empresarios
en sus decisiones respecto de los servicios a contratar.
En algunos casos, el enfoque de este modelo se ha extremado mediante el uso de
vouchers “ad valorem”, que cubren un porcentaje predeterminado del precio de los
servicios. Esto conduce a la proliferación, dentro de un mismo programa, de diversos
bonos con distintos precios según los distintos tipos de servicios ofertados. La necesidad
de protegerse contra el riesgo de colusión entre oferentes y demandantes, quienes
eventualmente podrían falsear las propuestas de servicios con el objetivo maximizar el
valor absoluto del subsidio, hará necesario una intervención aún más fuerte en la
negociación entre empresarios y oferentes que, seguramente, incluirá una política de
fijación de tarifas en el mercado. En esta última variante la aplicación del voucher como
instrumento de pago y control resulta particularmente caprichosa. El empresario, carente
de información y de poder de negociación, se transforma en una mera ventanilla de pago.
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D. El Bono Informado: la circulación
de bonos dentro de un sistema de
información a la demanda
Este modelo se orienta a una doble intervención de información e incentivos a la
demanda estructurada en base a cuatro sistemas: (i) un sistema de registro de oferentes y
productos (17); (ii) un sistema de información y orientación a la demanda sobre oferentes
y productos registrados; (iii) un sistema de administración de la circulación de bonos; y
(iv) un sistema de supervisión y control de bonos, productos y oferentes.
En este modelo, los empresarios concurren a balcones de información, donde se les
orienta sobre la oferta disponible –registro de oferentes y productos- y se les entrega un
bono de valor único que cubre parte de los costos de los servicios. Los oferentes prestan
los servicios y a su término envían los bonos recibidos para su canje en el Programa. Si el
oferente, el servicio específico y el bono utilizado no cuentan con registros negativos en
materia de supervisión y control, el bono se paga a la brevedad (18). Los cuatro sistemas
operan en forma continua, de modo tal que todos los días es posible aprobar oferentes y
productos, entregar información y bonos, realizar supervisiones y controles, y pagar
bonos.
En relación con su alcance, este modelo focaliza sus acciones mediante el uso combinado
de dos instrumentos dirigidos a la demanda: información sobre la oferta calificada y
pertinente para el grupo meta definido y un nivel de subsidio fijo, parcial y adecuado al
tipo de producto pertinente para esa demanda (19). Esto significa exclusión de demandas
no contempladas en el servicio de información y/o con niveles de costo, para los cuales el
subsidio otorgado vía voucher resulta poco atractivo. La dosificación del subsidio guarda
relación con los costos unitarios de los servicios a contratar y con la disposición de pago
inicial de los integrantes del respectivo grupo meta (20).
(17) Los productos se registran y aprueban uno por uno, luego de la calificación y registro del oferente,
mediante un procedimiento diario.
(18) Entre 24 y 48 horas.
(19) El manejo combinado de estos dos instrumentos, se acompaña con el uso de criterios de elegibilidad de
los potenciales beneficiarios, variables según las políticas definidas para cada programa.
(20) Para la consideración de esta última variable se aplica un criterio de mínimo necesario: el subsidio
deberá ser lo suficientemente alto como para atraer a los empresarios del grupo meta a las ventanillas del
Programa, pero al mismo tiempo lo suficientemente bajo como para comprometer al empresario a un uso
cuidadoso del bono y de sus propios recursos. En la práctica, los responsables por la ejecución de este tipo
de programas tienen temor a una dosificación del subsidio en el nivel mínimo necesario. Este temor es
comprensible por la responsabilidad que asumen, pero la experiencia muestra que no es justificado puesto
que un error de dosificación hacia abajo es de fácil corrección, mientras que una sobredosificación ofrece
mayores dificultades para su ajuste.
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En segundo lugar, se trata de un modelo que hace, no sólo posible, su masificación, sino
también necesaria para aprovechar sus potencialidades.
La clave para lograr su masificación reside en su operativa continua -con capacidad de
respuesta diaria-, lo que permite ajustarse permanentemente a la dinámica del mercado,
así como en su lógica de intervención fuertemente descentralizada. Si se lo compara con
el modelo del “Bono Desnudo”, se observa que busca garantizar a las empresas una toma
de decisión bajo condiciones suficientes de información (21), y en relación con el modelo
del “Bono Caprichoso” traslada a la demanda la evaluación sobre la calidad y eficiencia
de los servicios ofrecidos, en definitiva, el proceso de aprendizaje. La operativa continua
del programa y la descentralización de la decisión a las empresas, en un contexto de
información, posibilita una incorporación masiva de oferentes y demandantes al mismo.
En segundo lugar, la masificación es también necesaria porque existe una relación directa
entre la escala de operación y la disminución de las asimetrías de información, así como
el aumento de la presión competitiva entre los oferentes.
En relación con los otros dos modelos, la construcción del “segundo piso” tiene mayores
costos de inversión y operación. Esta debilidad relativa, sin embargo, pierde valor cuando
este tipo de programas se masifican, ya que el volumen operativo mejora su eficiencia en
forma significativa.
En este modelo, las condiciones necesarias para la generación de una oferta pertinente
residen en la libertad de elección de un empresario con información suficiente para la
toma de decisiones, así como en un nivel aceptable de presión competitiva entre los
oferentes. Ambos criterios orientan el diseño del sistema de información a la demanda y
la amplitud del registro de oferentes y productos. Las experiencias realizadas muestran
que el empresario, con el apoyo de un sistema de información que le brinde el
conocimiento de la diversidad de oferentes y productos, puede utilizar eficazmente sus
ventajas de información para tomar decisiones racionales en la compra de capacitación y
asistencia técnica.
Es el empresario, y no un operador de “segundo piso”, quien tiene los incentivos
naturales para contratar y evaluar servicios de buena calidad, siempre y cuando en esa
decisión ponga en riesgo sus propios recursos. Esto significa que la dosificación del
subsidio a la demanda debe ser suficiente para atraer al empresario, pero debe mantenerse
en un nivel que implique una contraparte que lo comprometa sustancialmente con las
decisiones de contratación de servicios.
En relación con los otros modelos donde no se observan indicios de sostenibilidad, o bien
los impactos observados se limitan a un número reducido de oferentes, las experiencias
piloto realizadas dentro de este enfoque muestran que los empresarios en número
(21) Estas condiciones suficientes de información deben eliminar la incertidumbre y reducir los riesgos
observados en estos mercados, y disminuir en forma notoria los costos de transacción para la búsqueda de
una oferta apropiada a las necesidades y preferencias de cada empresa.
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creciente han estado dispuestos a aportar aproximadamente un 50% de contraparte para la
compra de servicios ofrecidos por una parte significativa de los oferentes existentes en el
mercado.
La escala de estas experiencias piloto no permite extraer conclusiones definitivas sobre el
grado de sostenibilidad de estos mercados, pero muestra el proceso de desarrollo del
mismo. Este proceso reside en una creciente diversificación y flexibilidad curricular y
metodológica como respuesta a la extrema variedad y variabilidad de la demanda, lo que
ha permitido una creciente de incorporación de clientes y, por lo tanto, una
profundización del mercado.
En este modelo el voucher actúa como disparador y acelerador de un proceso de
desarrollo y profundización del mercado, donde el centro de la intervención reside en la
generación y difusión de información. El subsidio implícito en el bono busca, desde el
inicio, generar condiciones suficientes de cobertura de costos de los servicios para lograr
y mantener niveles de calidad aceptables en la oferta y evitar posibles dinámicas de
selección adversa. Pero también actúa como un incentivo para atraer al empresario a las
ventanillas de información y habituarlo al uso de la misma para la toma de decisiones.
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E. Conclusiones
El grado de delegación a la demanda de las decisiones acerca de la compra de servicios y
la eficacia de los sistemas de información a la misma son los aspectos que determinan el
grado de orientación por demanda que pueda tener una política de intervención en este
tipo de mercados. La mera presencia de sistemas de circulación de vouchers no asegura
que una intervención sea orientada por la demanda.
El modelo del “Bono Informado” deriva de la aplicación de un concepto de política
orientado a facilitar procesos de aprendizaje de los actores en el mercado. Por lo tanto, no
fija el rumbo que tomará el mercado en su consolidación. No se establece si estará
constituido por numerosas pequeñas, medianas y grandes empresas oferentes de
servicios, o solamente por unas pocas grandes empresas, no se define la orientación de
los productos –ni por sector económico, industria, agro, comercio o servicios, ni al
interior de cada uno de estos sectores-, tampoco se establece si será un mercado
meramente nacional o si alcanzará la escala para exportar servicios, y mucho menos se
establece cuándo el mercado alcanzará su sostenibilidad.
Este modelo propone una intervención –basada fundamentalmente en información y, en
segundo lugar, en un incentivo mínimo a la demanda- para facilitar un proceso que, aún
cuando sea incipiente, se encuentra en marcha, y consiste en la adecuación de las
tradicionales ofertas de capacitación, formación profesional y asistencia técnica –largas,
desactualizadas, academicistas y poco específicas- a la creciente variedad y variabilidad
de las demandas de micro, pequeñas y medianas empresas por servicios breves,
actualizados, prácticos y específicos. (22)
En este contexto, se justifica a juicio de los autores la implementación de políticas
orientadas a facilitar el proceso de aprendizaje de los actores (23), con el objetivo de
ahorrar costos –o bien, evitar la pérdida de oportunidades de negocios- a la economía en
su conjunto.
Por otra parte, la discusión centrada en el instrumentalismo, uso o no uso de vouchers, ha
creado la idea de un supuesto antagonismo entre políticas de demanda y de oferta. Pero
(22) Tal como lo indican diversos estudios sobre esta temática, esta exigencia se incrementa por las nuevas
tendencias de las economías regionales, tales como una mayor flexibilidad productiva y por ende laboral,
una mayor rapidez en la mutación de tecnologías, una mayor tasa de mortandad y una mayor tasa de
nacimiento de empresas (en definitiva, una mayor tasa de reconversión de empresas), y una mayor
vulnerabilidad de las mismas frente al comercio internacional.
(23) Los resultados del Programa de Bonos de Capacitación en Paraguay muestran que las instituciones
participantes mantienen la diversificación y flexibilidad curricular alcanzada y que, a pesar de las
interrupciones, cambios institucionales y modificaciones en la estructura de incentivos del Programa en su
segunda fase, también mantienen su clientela y orientación de mercado hacia empresas de pequeña escala.
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en realidad, la implementación de intervenciones en los mercados de servicios de
desarrollo empresarial basadas en sistemas de información a la demanda permite
combinar instrumentos de subsidio a la demanda y a la oferta, siempre y cuando éstos
últimos anclen en la “producción” de los servicios con financiamientos parciales y por
resultados, y compartan objetivos comunes de una única política.
Sin duda, deben realizarse importantes esfuerzos de armonización de las políticas
públicas referidas al mercado de capacitación y asistencia técnica en diversos países de la
región. Las actuales políticas de oferta vinculadas con la creación y promoción de los
institutos estatales de formación profesional generan graves distorsiones en los sistemas
de precios, y deberán ser revisadas en caso de que el logro de niveles crecientes de
sostenibilidad de estos mercados figure realmente como prioridad de las políticas
públicas.
Debe tenerse claro que lo esencial de una intervención que pretenda una orientación por
demanda y, de esa forma, contribuya a consolidar mercados de servicios de capacitación
y asistencia técnica, es la no sustitución de los roles específicos y naturales de los
demandantes y los oferentes. Esto implica tanto la no intervención en la negociación
entre ellos, como la no intervención en los procesos de elección de la oferta por parte de
la demanda y en los procesos de decisión de la oferta sobre el diseño específico de sus
servicios.
La aplicación de un enfoque que facilita procesos de aprendizaje de los actores en el
mercado, sin sustituirlos en el acto mismo de negociación, es incompatible con un
modelo de intervención en paralelo que sustituye a los empresarios en la compra de estos
servicios y los obliga –mediante un impuesto- a financiar una oferta monopólica.
Los puntos centrales de una reforma al marco regulatorio de estos mercados son (i) la
creación de una instancia de “tercer piso” que asuma funciones normativas para la
definición de políticas orientadas al mercado en su conjunto –criterios de calificación de
oferentes, promoción de estándares técnicos, promoción de la certificación por
competencias, y otros-, o bien focalizadas en determinados grupos meta, (ii) la creación o
unificación de registros sobre el conjunto público y privado de oferentes y productos en
una instancia de “segundo piso” que informe, oriente y financie –cuando sea necesario- a
la demanda de las empresas, y (iii) la reformulación del rol de los institutos estatales de
formación profesional hacia instancias exclusivamente oferentes (“primer piso”),
mediante políticas de privatización o descentralización de su gestión.
Sin políticas que apunten a este proceso de reforma del mercado en su conjunto, se
vuelve ocioso discutir sobre los tiempos necesarios para alcanzar la sostenibilidad de
estos mercados con base en las experiencias piloto que se vienen realizando con un
enfoque de orientación por demanda.