Visión y misión del plan de formación

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Material para el Curso Pedagógico para Formadores. Instituto Pastoral Apóstol Santiago

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Material del curso “Pedagogía para la transmisión de la fe”, Curso pedagógico para formadores, Nivel I, modalidad Online. Instituto Pastoral Apóstol Santiago.

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VISIÓN Y MISIÓN EN EL PLAN DE FORMACIÓN PARA LAICOS

“Lo que hace importante a tu rosa, es el tiempo que has perdido en ella”.

Antoine de Saint Exupéry, El Principito. + Introducción

A lo largo de este proceso de formación pedagógica profundizaremos en los núcleos conceptuales que explican qué es educación/formación e intención pedagógica, con el objetivo de visualizar la tarea pedagógica del formador como una función mediadora entre la persona que se forma y la sociedad, para facilitar la inserción cultural e intelectual. Entenderemos el acto pedagógico intencionado como el proceso que tiene como meta el desarrollo de la conciencia de la persona, las ideas, costumbres y creencias, por medio de la asimilación de contenidos y habilidades del pensamiento que permitan el aprendizaje. Por eso el proceso educativo tiene como fin formar en el ideal humano. En este sentido tiene puesta su meta en una persona ideal que desarrolla plenamente sus habilidades para formar parte de su comunidad y ser protagonista e innovador en ella.

La formación tiene que mirar hacia un deber ser, hacia un horizonte que se desea alcanzar para contribuir al desarrollo de los miembros de una sociedad; la educación/formación suscita intencionalmente un sin número de espacios de desarrollo intelectuales, religiosos, morales y físicos que requiere tanto la sociedad en su conjunto como el ambiente particular en que se desenvuelve la

persona. La educación siempre se desarrolla en torno a metas, construye ideales de personas, se proyecta en el tiempo con esos ideales sociales, etc. La educación siempre está en búsqueda de nuevas maneras para formar al ser humano del futuro. Entre más alto es el ideal, más desarrolla a la persona que forma. Decimos en educación que las perspectivas del formador son el techo de crecimiento al cual pueden aspirar sus formandos.

Es en este marco donde los invitamos a formar sus propios ideales pedagógicos, que llamaremos la Visón y Misión de la formación: ¿A qué pueden aspirar los formandos? ¿Cuál será el ideal de ser humano que les propondrán? ¿Qué esperan de ellos? Estas son algunas de las preguntas esenciales en vista a construir un itinerario de formación. Lo fundamental es preguntarnos por el ideal de cristiano al cuál una auténtica formación puede aspirar, qué dones y vocaciones podemos ayudar a descubrir y formar, qué talentos podemos hacer fructificar para que cada uno sea plenamente responsable en el desarrollo de su proyecto personal y lo pueda colocar al servicio de la Iglesia y del mundo. ¿Cuál es la Visión y la Misión de la Iglesia en la formación? ¿A qué nos sentimos llamados? Es decir, ¿cuál es nuestra Visión y Misión?

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+ VISIÓN

En el ámbito educativo la visión puede definirse como: “una declaración acerca del futuro que se desea. Es la expresión del SENTIDO de lo que se hace; o de las ideas-fuerza o “espíritu” que anima a una institución. Una visión “hace sentido” mostrando un estado futuro ideal al cual se aspira a llegar o el cual se quiere construir”1.

Este mismo artículo recuerda que si “bien todas las personas pueden tener sueños respecto de un futuro ideal que los llene de sentido, y por tanto, son capaces de formular una visión, las VISIONES COMPARTIDAS por una comunidad suelen ser declaraciones realizadas por miembros prominentes de las mismas”.

En nuestro caso, la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano reunida en Aparecida (Brasil), nos da grandes pistas para construir la Visión del formador. Ellos declaran: “Esta V Conferencia se propone la gran tarea de custodiar y alimentar la fe del pueblo de Dios, y recordar también a los fieles de este Continente que, en virtud de su Bautismo, están llamados a ser discípulos y misioneros de Jesucristo”2. En este llamado se explicita la gran visión para el proceso de formación, porque como sostienen los obispos: “Aquí está el reto fundamental que afrontamos: mostrar la capacidad de la Iglesia para promover y formar discípulos y misioneros que respondan a la vocación recibida y comuniquen por doquier, por desborde de gratitud y alegría, el don del encuentro con Jesucristo”3.

Dentro de una comunidad “siempre es necesario recordar o rememorar periódicamente y de modo colectivo la Visión que anima a la institución”4. Esto es muy importante porque los cambios sociales, políticos y culturales nos imponen nuevos desafíos, nos invitan a crear nuevas formas para realizar la

tarea de desarrollar las vocaciones que el Señor suscita en cada persona y en la Iglesia. Recordar la visión y mirarla a la luz de nuevos acontecimientos ayuda al crecimiento de

la comunidad y muchas veces se abren nuevas posibilidades para ella. Así, el Plan de Formación para Laicos nos ofrece una visión de lo que se quiere lograr con la formación del laicado: “ofrecer a los laicos (…) procesos formativos de carácter integral y sistemático que les ayuden a vivir en mayor plenitud su vocación y misión en la Iglesia y en el mundo, respetando y asumiendo sus diferentes necesidades dentro de la común vocación a

la santidad”5. Esta se ve enriquecida con este llamado de los Obispos en Aparecida: “Todos en la Iglesia estamos llamados a ser discípulos y misioneros. Es necesario formarnos y

formar a todo el Pueblo de Dios para cumplir con responsabilidad y audacia esta tarea”6. Esta novedad aportada en Aparecida, la hemos trabajado con los formadores del curso de

PEDAGOGÍA PARA FORMADORES (1º año de 2009) reflexionando los aspectos que nos

1 Eduardo Castro, La base filosófica común del proyecto educativo y de la reforma educacional en Revista Pensamiento Educativo vol 23, 99-126. 2 DA, 10. 3 Ibíd., 14. 4 Eduardo Castro, op. cit. 5 Arzobispado de Santiago, Elementos principales del Plan de formación para Laicos 8. 6 DA, Mensaje final, 3.

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parecían más relevantes para formular una Visión sobre la “vocación de ser formadores”, que hemos recibido.

La visión quedó formulada así: “Queremos que la formación en la Iglesia propicie el encuentro con Cristo vivo para aprender a pensar, sentir y actuar como Él, respondiendo a la vocación de ser discípulos misioneros”. En ella se quería plasmar ese gran deseo de Benedicto XVI al clausurar el Año Paulino:

“Debemos aprender a pensar de manera profunda. Qué significa eso. Lo dice san Pablo: es necesario aprender a comprender la voluntad de Dios, de modo que plasme nuestra voluntad, para que nosotros queramos lo que Dios quiere, porque reconocemos que aquello que Dios quiere es lo bello y lo bueno. Se trata, por tanto, de un viraje de fondo en nuestra orientación espiritual. Dios debe entrar en el horizonte de nuestro pensamiento: aquello que Dios quiere y el modo según el cual Él ha ideado al mundo y me ha ideado. Debemos aprender a participar en la manera de pensar y querer de Jesucristo. Entonces seremos hombres nuevos en los que emerge un mundo nuevo”7.

Finalmente podemos decir que la Visión “atañe a todos los miembros de una institución de modo

permanente, siendo el lazo que une a sus generaciones a lo largo de los años, e indicando el sentido con que fue creada” 8 . En este sentido compartimos hoy, al igual que los miembros de las primeras comunidades cristianas, la experiencia de encuentro con Cristo resucitado, quien nos llama a ser discípulos, ya que “la naturaleza misma del cristiano consiste (…) en reconocer la presencia de Jesucristo y seguirlo”9 (…) “para despertar en nosotros toda la belleza y las potencialidades de nuestra vocación: ser imagen y semejanza misteriosa de un Dios que es amor”10.

+ MISIÓN La MISIÓN por su parte “alude al compromiso que asumen los miembros de la presente

generación para acercar la actual realidad a la Visión, enfocándose siempre en la relación de ésta con las personas favorecidas por su acción con sus “usuarios finales” sus clientes, sus beneficiarios, sus formandos”11. Para un cristiano de nuestro Continente que desea aceptar el compromiso de la Visión del formador de formar discípulos misioneros, es indispensable que asuma los grandes desafíos que nos señalan los Obispos en Aparecida, pues los cambios son profundos y los desafíos enormes, por lo que…

… “No resistiría a los embates del tiempo una fe católica reducida a bagaje, a elenco de algunas normas y prohibiciones, a prácticas de devoción fragmentadas, a adhesiones selectivas y parciales de las verdades de la fe, a una participación ocasional en algunos sacramentos, a la repetición de principios doctrinales, a moralismos blandos o crispados que no convierten la vida de los bautizados. Nuestra mayor amenaza es el gris pragmatismo de la vida cotidiana de la Iglesia en el cual aparentemente todo procede con normalidad, pero en realidad la fe se va desgastando y degenerando

7 Benedicto XVI, Homilía de la Eucaristía de Clausura del Año Paulino en Basílica Extramuros. 8 Eduardo Castro, op. cit. 9 DA, 244. 10 Mons. Francisco Javier Errázuriz O, La opción pastoral de Aparecida, 12. 11 Eduardo Castro, op. cit.

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en mezquindad”12.

Lo fundamental de la misión es que ella es una declaración que se asume colectivamente, pues involucra a todos los miembros de la institución. Es un compromiso del colectivo. Así la Misión para la presente generación de formadores puede ser formulada como:

“Buscamos acompañar y revitalizar procesos formativos integrales de la persona en todas las dimensiones humanas, facilitando espacios de encuentro, de diálogo y reflexión, para que cada formando reconozca a Jesucristo como Hijo de Dios y Redentor quien nos llama a ser discípulos misioneros desbordando gratitud y alegría”13.

La misión del formador en el contexto del Plan de Formación de la Arquidiócesis, se puede

comprender mejor a partir de las siguientes ideas:

1. Un objetivo esencial de los formadores es ser colaboradores en la construcción del Reino de Dios.

2. Por esto nuestro ideal está en “confirmar, renovar y revitalizar la novedad del Evangelio arraigada en nuestra historia, desde un encuentro personal y comunitario con Jesucristo, que suscite discípulos y misioneros. Esto depende de hombres y mujeres nuevos que encarnen dicha tradición y novedad, como discípulos de Jesucristo y misioneros de su Reino…”14.

3. El comienzo de toda vida cristiana no está en la toma de conciencia de una posición ética. Más bien el cristiano se forma en el encuentro personal con Cristo: “A todos nos toca recomenzar desde Cristo, reconociendo que ‘no se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva’”15.

4. Por eso la actitud del cristiano discípulo de Cristo es: “Nos esforzaremos por discernir los signos del tiempo con amor a la verdad. Abriremos caminos alternativos conformes a la razón y a la fe”16.

Al concluir podemos decir que nuestra misión es la meta y el sueño de todo discípulo:

“La alegría que hemos recibido en el encuentro con Jesucristo, a quien reconocemos como el Hijo de Dios encarnado y redentor,

deseamos que llegue a todos los hombres y mujeres heridos por las adversidades…”17

12 DA, 12. 13 Esta misión se redactó en el curso de pedagogía para formadores dictado por el INPAS el año 2009. 14 Cf. DA, 11. 15 Ibíd., 12. 16 Mons. Francisco Javier Errázuriz, La opción pastoral de Aparecida, 9. 17 DA, 29.