Visión del Caribe en los cronistas dela conquista de...

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Visión del Caribe en los cronistas de la conquista de México (Cortés, Bernal Díaz) Maria Vil/orla Ca/vi El primer contacto entre el europeo y el Nuevo Mundo se produce, como es sabido, dentro del marco geogrnflco del Caribe, cuya naturaleza produce una sen- sación de sorpresa y "maravilla". Es esta última, sin lugar a dudas, una palabra-cla- ve en la visión del mundo recién descubierto; Cristóbal Colón, por ejemplo, apunta en su celéberrlmo Diario, y vide muchos árboles muy disformes de los nuestros, y dellos muchos que lenian los ra· mas de muchas maneras, y todo en un pie, y un ramito es de una manera y otro de Ornl, y lan disforme que es la mayor maravilla del mundo cuánra es la diversidad de una manera a la otra [...], Ac'lul son los peces tan disformes de los nuestros que es maravilla 1, El vocablo "maravilla" expresa tanto la reacción emotiva frente a un paisaje desconocido como la ineaJYdddad para descrlbirlo con precisión dentlfica: "todos huelen que es maravLUa, que yo estoy el penado del mundo de no los eognos· cer" (21 de octubre). Sin embargo, la "maravilla" experimentada freme a la natura- leza antUlana corre pareja, en los textos colombinos, a la asimilaci6n de la nueva realidad al bagaje cullural, cienlífico y literario, del tiempo. Surge en primer lugar, la comprobación de las semejanzas con el mundo conocido (privile- giando, como es lógico, las tierras que pertenecen a la corona de Castilla, financia- dora de la empresa): Aquí es unas grandes lagunas, y sobre ellas y a la rueda es el arboledo en mar::lvllla, yaqul en toda la isla son todos verdes y las hierbas como en el abril en Andalucía (21 de octubre), Al mismo tiempo, Colón fija los elementos esenciales que componen el paisa- je antillano, en la tradldón literaria del /ocus amoenus: árbol, agua, brisa y canto de "la constelación del paisaje literario provenzal, la del dolce stil novo, la del Decamerone -'o Véase por ejemplo: Dice el Almimnte que nunca (an hermosa cosa vldo, lleno de árboles, todo cerC"ddo el no, fermosos y verdes y diversos de los nuestros, con flores y con su fruto, cada uno de su mol· ncra, aves muchas y pajaritos que cantaban muy dulcemente (28 de octubre). vido robles y madroi'los, y un buen río y aparejo para hacer sierras de agua. La tierra. y los aires más templados que hasta allí, por la altura y hermosura de las tierras (25 de noviem- bre). 1

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Visión del Caribe en los cronistasde la conquista de México(Cortés, Bernal Díaz)Maria Vil/orla Ca/vi

El primer contacto entre el europeo y el Nuevo Mundo se produce, como essabido, dentro del marco geogrnflco del Caribe, cuya naturaleza produce una sen­sación de sorpresa y "maravilla". Es esta última, sin lugar a dudas, una palabra-cla­ve en la visión del mundo recién descubierto; Cristóbal Colón, por ejemplo, apuntaen su celéberrlmo Diario,

y vide muchos árboles muy disformes de los nuestros, y dellos muchos que lenian los ra·mas de muchas maneras, y todo en un pie, y un ramito es de una manera y otro de Ornl, ylan disforme que es la mayor maravilla del mundo cuánra es la diversidad de una manera ala otra [...], Ac'lul son los peces tan disformes de los nuestros que es maravilla 1,

El vocablo "maravilla" expresa tanto la reacción emotiva frente a un paisajedesconocido como la ineaJYdddad para descrlbirlo con precisión dentlfica: "todoshuelen que es maravLUa, que yo estoy el m~s penado del mundo de no los eognos·cer" (21 de octubre). Sin embargo, la "maravilla" experimentada freme a la natura­leza antUlana corre pareja, en los textos colombinos, a la asimilaci6n de la nuevarealidad al bagaje cullural, cienlífico y literario, del tiempo. Surge espom~nea, enprimer lugar, la comprobación de las semejanzas con el mundo conocido (privile­giando, como es lógico, las tierras que pertenecen a la corona de Castilla, financia­dora de la empresa):

Aquí es unas grandes lagunas, y sobre ellas y a la rueda es el arboledo en mar::lvllla, yaqulen toda la isla son todos verdes y las hierbas como en el abril en Andalucía (21 de octubre),

Al mismo tiempo, Colón fija los elementos esenciales que componen el paisa­je antillano, bas~ndose en la tradldón literaria del /ocus amoenus: árbol, agua, brisay canto de p~;aros, "la constelación del paisaje literario provenzal, la del dolce stilnovo, la del Decamerone -'o Véase por ejemplo:

Dice el Almimnte que nunca (an hermosa cosa vldo, lleno de árboles, todo cerC"ddo el no,fermosos y verdes y diversos de los nuestros, con flores y con su fruto, cada uno de su mol·ncra, aves muchas y pajaritos que cantaban muy dulcemente (28 de octubre).

vido robles y madroi'los, y un buen río y aparejo para hacer sierras de agua. La tierra. y losaires más templados que hasta allí, por la altura y hermosura de las tierras (25 de noviem­bre).

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Si bien es cierto que el Almirante admite "de5COnocer" la flora y Ja fauna Joca­les, no es menos cierto que la visión de la naturaleza tropical aparece constante­mente idealizada¡ sobre todo en el primer viaje, lo negativo (esteros pantanosos,humedad, tormentas.. .) apenas tecibe atenciÓn, yen todo caso también está descri­to según las convenciones literarias. Dentro de un paisaje JdílJco, sólo asoma, devez en cuando, una preocupaciÓn mercantil y la curiosidad por las nuevas plantas"que valen mucho en España para tinturas y para medicinas de especeria" (19 deoctubre) "

Por otra parte, Col6n viaja Impulsado por el propósito de Ilegat a Asia, conti­nente exótico y misteriosol cuya geografía era todavía poco conocida <1, La convic~

ción de haber entrado en contacto con las extremidades más remotas de las tierrasasiáticas explica, por un lado, la mezcla de sorpresa y familiaridad - "verdad esque algunos árboles eran de la naturaleza de otros que hay en Castilla" (17 de octu­bre) - que produce la visiÓn del caribe: así como en la imagen de Asia se fundíanla experiencia real (basada en las descripciones de Marco Polo y otros viajeros) ylas más diversas fantasías. Al mismo tiempo, la preocupaciÓn por comprobar laspropias ideas cosmográficas lleva Colón a buscar coincidencias entre las nuevastierras y la presunta geografia asi:ltica:

(Yo querfal después p.1ftir para otra isla grande mucho, que creo que debe ser Cipango. se·gún las scms que me dan estos indios que yo lnligo, a lo cual ellos llaman Co/ba, en la cualdicen que ha naos y mareanres l...). Mas todaVía, tengo determinado de ir a la tierra firme ya la ciudad de Guisay y dar las cartas de Vuestras AJtezas al Gran Can y pedir respuesta yvenir con ella (21 de octubre).

La "isla grande mucho", que poco después el Almirante empieza a llamar Cu­ba, sin perder nunca la convicción de que pertenezca a Asia', queda asimilada auna imagen preconcebida, que se apoya también en una especie de conversaciónimaginaria con los indígenas. En efecto, Colón muestra en seguida interés por elhombre que habita las tierras descubiertas, que desde el principio se le presenta"desnudo" y hablando una lengua desconocida. El Almirante admite, a veces, nopoder comunicar con la gente - "no sé la lengua, y la gente de estas tierras no meentienden ni yo ni otro que yo tenga a eilos" (27 de noviembre) - pero a menudointerpreta y "amplifica" los sonidos que logra distinguir (y las pocas palabras quelos marineros van aprendiendo) para acomodarlos a la propia certeza del ser-asi~ti­

co de la población local. Así, cuando los pacificos taínos aluden a sus más belico­sos vecinos, los caniba o caribes, el Almir,¡nte entiende que eilos hablan de hom­bres con un solo ojo y con cara de perro quc comen otros hombres; pero cree quetales enemigos no son sino súbditos del Gran can que iban a capturarlos:

no les podía quitar el temor, y dec1an que no tenían sino un ojo y la cara de petro, y creía elAlmirante que mendan, y sentía el Almirante que debían dc ser del sei'loño del Gran can,que los captivaban (26 de noviembre).

En cambio. de los taInas dice Colón: "es\a gente es muy mansa y muy ternero­sa, desnuda como dicho rengo, sin armas y sin ley" (4 de noviembre); por lo que serefiere al aspecto fisico, observa que "son los más hermosos hombres y mujeresque hasta allí hobleron hallado: harto blancos, que si vestidos anduviesen y guar­dasen del sol y del aire, serian cuasi tan blancos como en España" (16 de diciem­bre). De todas formas, aunque la visiÓn antropológica del Almirante está determi­nada por la seguridad de encontrarse frente a poblaciones perif~ricas de Asia, surelato contiene una serie de informaciones que concuerdan con la situación real delos indios del Caribe: existencia de tribus pacificas pertenecientes a la familia arua-

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ca (talnos) y otras belicosas (caribes), que practicaban la antropofagia: Se trataba,en ambos casos, de grupos cuya organizacl6n socIal era bastante primltlva.

Tanto la visión idealizada de la naturaleza antillana (en la que tiene cabida,sin embargo, una curiosidad "científica") como la imagen del indio ·d~snudo" y fal­to, por lo tanto, de dignidad Olltural, caracteriza decisivamente el pnmer .con!aetoentre el Viejo y el Nuevo Mundo. Poco a poco, estc conjunto dc "''lpenenctas eIdealizaciones va evolucionando: por un lado, los elementos m~s fantásticos sonabandonados a medida que se va tomando conciencia de la nueva entidad geográ­fica¡ por el otro, el espacio roitleo e incógnito es d.~plazado haci~ nuevas tierras,de las que se tienen escasas pero estimulantes nottCl3S 6. De la misma manera, ~va desarrollando una visión dual del indio americano, visto ya como un salvajedestinado a la explotaci6n, ya como un ser feliz y primitivo, y por ello mismo terre·no ideal para la evangelización: en ambos casos, la "desnudez" se~alada por Colónestá a la base de la concepción del hombre, siendo símbolo, a la vez, de falta decultura y estado edénico, primigenio '. .

Nos proponemos analizar, ahora, cómo es visto el mundo ~f1beño en las cró­nicas de Hernán Cortés y de Bernal mal del C.,stillo, los dos testll:,omos má~ signi­ficativos de la fase expansiva de la conquista, cuando la co1001zac16n d~ las ~slas yaes un hecho real y la empresa mexicana produce una extraordinaria dilataCión delmundo conquistado.

El espacio Juridlco del Caribe . .Aunque la visión europea de la tierras amencanas se mantiene fIel, ?u~nte

cierto tiempo, a la utopía y a la ldealJzacl6n s, el espacio del pnmer descubnmlemose transforma pronto en coto de conquista para la corona de Castilla. Mientras. con­tinúan los viajes de exploración que pronto eliminaron toda duda so~rc la eXisten­cia de una cuarta parte del mundo habitado, la explotación del.canbe pasa de laprimitiva creadOn de bases para el c?m~rdo de mercancias ~reclosas a la '"!1arufes:tación más caraclerfstica de la coloruzaCl6n española, es decir la construcción ptanlficada de impoltant'es cenLros urbanos, que constituyen el pri":,er intento detrasladar al nuevo mundo las costumbres de vida de la madre patria 9. La llegadadel gobernador Ovando a la Espa~ola (1501) ,oincide con la consu:'eci6n de. SantoDomingo que fija el modelo para las sucesivas edificaciones; la nusma políuca ur­bana es ¡ievada a cabo en las airas Islas conquistadas (Cuba, J~ma!ca) y en I~ r<;­glOo tstmica. Desde el punto de vista administratiVo, el pode~ es lnictahn~nte eJercI­do por el gobernador, hasta el momento en que las lendenclas ~uton6mICi1S pon~~en peligro la autoridad real, determinando la creación de o~an1smos de co~trol .A partir de 1535, los virreinatos se transformarán en los pIlares de la dommaciónes añola· el poder personal del conquistador será sustituido por una comphcadaesfructu"'; burocrática que sobrevivirá hasta el fin del régimen colonial. Pero en la

rimera época de la conquisla, los conflictos tcrritorl~les. entr~ los gobel'Oadore~ deras varias provincias dominan en un espacio todavía abierto i toda nueva anexl6n,

roduce acérrimos contrastes entre capitanes y entre gobernadores.p El caso de la conquista de Mbdco es ejemplar: como brillantemente demostróVictor Frankl, las Ideas po![ticas de Hernán Cortés se form~n "en c~ntraposlcl6nconsciente al circulo jurídiCO del Mar Caribe" 11. En este sentido, cabe Interpretar laconducta de Cortés desde la fundaci6n de Veracruz (ruptura con la autondad delgobernador de Cuba, Diego Velázquez) hasta los p,?yectos de ~xploracl6n del Mardel Sur vistos como puente hacia un verdadero gobierno mundIal. del emperador.

D~ todos modos, antes de que la Iniciativa del capitán extremeñ? ~sta?lezcauna fractura con las colonias del Caribe, éstas representan, una tros otra, la base de

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panida para toda sucesiva acción de conquista n; desde la Espailola se emprendela expedición cubana, y desde Cuba la exploración de Yucalán y México. Esto cam­bia decisivamente la connotación del espacio caribeilo: fuente de sorpresa y mara­villa para Colón, ahora ya no es sino una sucursal de Espaila ", por lo menos paralos que tienen experiencia directa de la vida colonial: en Europa, Como ya se ha di­cho, las noticias que llegan desde el Nuevo Mundo siguen alimentaodo, durantederto tiempo, la utopía.

En el relato de Bernal Dlaz del Castillo, 'volver a Cuba" representa, durante lasdos primeras expediciones mexJcanas, el fin de la aventura; por ejemplo, en el ca­pítulo XVI se habia de 'Cómo fuimos descubriendo la cosla adelante, hasla la pro­vincia de Pánuco, y lo que pasamos hasta volver a Cuba' ". A lo largo de la pene­tración en el territorio azteca, se hace patente el papel 'protector" desempeiladopor la America ya hispanizada; dice por ejemplo el cronista: 'algunos soldados delos que sallan lener indios en la Isla de Cuba, suspirando por volverse a sus casas,en especial de los criados y amJgos de Diego Velázquez' (pp. 92-93). Efectivamen­te, la intención de los conquistadores era, en la mayoría de los casos, Ja de sacar to­do el provecho que fuera posible de la acción guerrera y volver a casa: como afaun­la Richard Konetzke, 'lo spagnolo comune che si recava nel Nuovo Mondo lo ace­va nella speranza di accumulare favalase ricchezze e tornarscne a casa carleo di te­sori" ". Según el historiador, eSla actitud hizo dillcil, al principio, la creación de ce­lonlas eslables: pero en los tiempos de la conquista mexicana, la función de "ho­gar' es desempeilada, por lo menos temporalmente, por la España americana. Bue­na parte de los soldados que acceden a emprender nuevas aventuras lo hacen conel propósito de acumular riquezas y regresar al punto de partida.

Esta tendencia influye también en la polltica económJca llevada a cabo en lacolonización del Caribe, que determinó, en corto espacio de tiempo, el exterminiode la población y una brulal destrucción de los recursos naturales. En dramáticocontraste con las primeras descripciones colombinas sobre la fertilidad de las nue­vas tierras, está el cuadro desolador que se desprende de la obra del padre Las Ca­sas; por ejemplo, dice fray Bartolomé a propósito de la isla dc Cuba:

Después acordaron de ir a montear Jos indios que estaban por los montes, donde hicieronestragos admirables, y asl asolaron y despoblaron toda aquella isla, la cual vimos agora po­co ha y es una gran Uistima y compasión verla yermada y hecha loda una soledad 1~

Aunque otros eran los motivos de la crItica, no muy distintas son las palabrasque emplea repetidas veces Hernán Cortés para censurar una política econ6mlcadestructiva; por ejemplo, al final de la cuarta Carra-Relación, el capitán escribe quelos españoles, en su mayoria, "tienen pensamientos de se haber Con estas tierrascomo sc han habido con las islas que antes se poblaron, que es esquilmarlas y des­truirlas, y después dejarlas" ". Desde luego, no menos destructor habla sido el en­frentamiento de los españoles con el mundo azteca; sin embargo, por lo que se re­fiere a la organizaci6n de la tierra recién conquistada, el programa de Cortés prevéuna explotaci6n más sensata de los recursos naturales, y sobre tado la prohibiciónde desamigar a los jndios de su lugar de resIdencia, como demuestra la sustitucióndel concepto de 'encomienda" por el "depósito" ". Pero también es cierto que laelaboración de dicho programa se basa en el "bachillerato político' " realizado porCort~ en Cuba.

En resumidas cuentas, a lo largo de la expedici6n mexicana, el espacio del Ca­ribe representa, para Hernán Cortés, un área jurídica con la que hay que romperpara poder realizar la nueva empresa; un modelo de explotaci6n económica nega­tivo, que es oponuno tratar de modificar; y por último, a pesar de las anteriores

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consideraciones una base de abastecimiento a la que hay que acudir en las situa­ciones de necesidad, como ocurre, por ejemplo, en la fase de reorganlzacl6n de lasfuerzas armadas después de la Noche Triste y la pérdida de Tenochuilan:

Yo envio a la isla Española cualro navfos para que luego vuelvan cargados oe cabaUos ygente para nucstrO socorro¡ y asimismo env10 a comprar OIros cuatro para que, desde la di·cha isla Espanola y dudad de Santo Domingo, traigan caballos y arma.5 y ballestas y pólvora(p. 204).

Naturalmente, para conseguir el reconocimiento jur'idico de la propia acciónde conquista Cortés se ve obligado a dirigirse directamente a la madre palrta, en lapersona de Carlos V, pasando por alto la autoridad local, representada por Diego

VeláiiU~~trario, para muchos soldados (yen particular los partidarios del gober­nador de Cuba) las colonias del Caribe representan un punto dc partida al que sedesea volver, y Que sólo el afán de enriquecerse, hábilmente alimentado por Co~­t~, podrá hacer olvidar; como ya se ha apuntado, B~mal Olaz del Casullo, al re'­vindicar la participación colectiva en las hazailas meXicanas, también expre~ la in­satisfacción del ejército frente a las dificultades de la empresa, .y por conslgulenlesu reiterada imención de volver atrás, hacia un bienestar antenormente adquiridosin encontrar apenas resistencia por parte de la poblacl6n local.

América conocida!América desconocidaAunque Cristóbal Colón murl6 sin haber perdido la certeza del. ser-asl~tico de

las tierras descubiertas ya por entonces los otros viajes de exploraCión hablan for~

mado en Europa la c¿ndencia de una nueva entidad geográfica que fue llamadaAmérica. Sin embargo, tadav!a se desconocfa lo que dicho ser-americano podla al-bergar lO. 1

Además Incluso desde el punto de vista geográfico quedaban muc lOS puntososcuros' la ú~jca zona bien conocida eran las Antillas. En esta.írea, las sucesivasaccione; de conquista no hablan dado grandes sorpresas ~i desde el punto de vistanacural ni desde el humano; si el primer COntaCto con los Indlgena~ habla desenca­denado la polémica entre los que sostenlart la necesIdad de esclaVizarlos y los ~ued ~fend'''an su IIderecho" a ser evangelizados 21, las operaciones sucesivas no hab anr:odifi~ado, en lo fundamental, la visión del indio como "salvaje", )"d sea bueno, ya

sen m:¿~'lo general en esta época, el indio antillano es visto como un hombre(siempre que se le ;econozca la condición humana) que vive en un esta~o salva}e,sin apenas organización social: anda desnudo, se cobija en chozals de pa!6 es ~IJ~doso en el mejor de los casos (por ejemplo, cuando reaCCiona a .a InvaSI n COhuida) y antrop6fago en el punto ínfimo de la escala de valora~16n d~l compoIta­mienro Poco lo distingue sino el color de la piel, de los "salV".lJeS" afnca~os o ca~narios' '10 único que los e~ropeos pueden 'aprender" de él es la navegacl n en. ca-

, t'po de embarcaci6n muy apta para la exploraci6n de la ~osta. Este con)un­~~eu~l:mentos compone la imagen del indio americano comunrn~te aceptadapor los conquistadores: muy distinta, sin lugar a dudas, es la valoraCI?t QU~ da~e

rtamiento ei padre Las Casas para quien estas gentes son as m s s ­SI com~aldades ni dobleces obedle~tlslmas, fidelísimas a sus seilores nanoralesPy ~~I~riSilanOS a quien sirven; m~s humildes, más paci"!1tes, m~s pacflfica

ad' yquie-

. '11 ni bollidos no rijosos no querulosos, sm rancores, s n lOS, sm~~:~~ ~~~~a~:as, que hay' en el mu~do" 22, Pero aunque el clérigo pondere las

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cualidades dc estas poblaciones, y defienda sus derechos bas1ndose en la doctlinacnstlan

lt3. no puede por m~os.de observar que "sus vestidos comúnmente son en

cue.ros 23: la desnudez del mdio es un hecho real, que aunquc dé pie para ideali­zacIones utÓpIcaS, es una señal de infeliolidad y atraso, por lo menos desde elpunto de VlSla del desarrollo cultural.

En el Caribe, los conquistadores no habian encontrado rastro de organizaciónu~banal ru ~onstrucC1ones de cal y canto; de una isla a otra, el panorama no cam­biaba exc~slvamente. Muy al contrario, la no conformidad de la realidad mexicanacon esta lm~gen determma el resurgimiento de la primitiva "maravilla" frente almund,;, amencano. En ios relatos de la conquista de México, el mundo antillano ac­túa pnmero como referente negativo para la descripción de una realidad que es~onstantementefuen~e de sorpresa¡ yes pronto abandonado, siendo sustituido porla comparación con ~urop.a o, cuando el impacto emotivo es muy fuerte por el re-curso a lo fantástico-hterano. I

Este pro~eso es muy visible en Bernal Dlaz del Castillo. Cuando relata la pri­mera expediCIón a Yuca,t1n, el cronista recuerda la sorpresa que produjo la visiónde un gran pueblo, y anade: "no habíamos visto en la Isla de Cuba ni en la Es­pañijla pueblo tan grande" (p. 29); es evideme la valoración negativa del espacioana ano. Poco después, Bemol Díaz describe el encuentro con las poblaciones 10­eales:

y venían est:os indios vestidos con camisetas de algodón como jaquetas y cubiertas susv~eozas con unas manras angostas, que entre ellos llaman maSf.eles yluvimoslos porhom.. res de más raZón que a los indios de Cuba, porque andaban lo; de Cuba COn lasVClgUllcnzas de fuero, eceto las mujeres, Que tramo hasta los muslos unas ropas de algodónQue aman naguas (p, 30). '

El indio ya no se presenta desnudo: ¡Ydra la mentalidad del conquistado, pocointeresado por las disquisiciones teóricas, eSle hecho es, sencillamente la senal deun más ~Ic~ado grado.de "~z6nH, o sea civWzación¡ por otra parte, la' nueva ima~gen del mdlO está en smtorua Con el descubrimiento de una organización social ar­t!culad•. Cuando l~ Intervención de COl'tés determina la penetración hacia el ime­nor del.reme:' mexlC3,. la sorpresa va gradualmente aumentando¡ las ciudades sonCId. vez mejor o':!!aOlzadas, las formas de vivir más complejas y refinadas' y sólocabe ia comparacIón COn España: "paresdan muy bien como algunos pueblos denuestr;~ España" (p. 124), "me paresce que eran m1s que la plaza que hay en Sala­~anca (~. 192), etc. Las ciudades mexicanas son tan grandes y hermosas que eluruco ~slble refereOl~ es el mundo europeo: la América conocida queda a muchadistanCIa. E~ la HIsIOl?a verdadera, se llega incluso a utilizar referenci.s a la litera­tura de fiCCIón: por ejemplo, frente al magnífico especuleulo de la laguna de Te­nocht1tlan, a Bernal Díaz sÓlo se le OCUrre decir que "paresda a las cosas de encan­tamiento que cuentan en el libro de AmaWs" (p. 178). Es también sintom1tieo queel cronisl;" acuda, de vez en cuando, a un referente desconocido en el momentO dela conquISta pero conocido en el dc la escritura: el Perú, y las no menos sorpren­dentes riquezas de los mcas 24,

En las Cal1~ .de relación de Hern1n Cortés, la sorpresa producida por el con­tacto con un~ civilizaCIón supenor a la de las islas determJna el frecuente recurso ala comparact6n con el mundo europeo, sobre todo en Su dimensión urbana' "estan grande la ciudad como Sevilla y Córdoba" (p. 154), "parece propiamente a'kal­cería de Granada en l.s sedas" (p. 156), etc. 1.1 referencia a "las islas" aparece en~uy conta~3s ocaSiones, como por ejemplo cuando el relator explicJ al destlnata~no Ja neceSidad de tratar a los Indios mexicanos de manera diferente:

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Por una carta mía hice saber a vuestra majestad cómo los naturales de estas p'd.rtes eran demucha más capacidad que no los de las otras iSlas l...], y que a esta causa me parecfa cosag...Ave por entonces complacerlos :J. que sIrviesen a los espaflo&es de la manera que los delas otras islas (p. 313).

En resumidas cuenras, tanto en la ccónica de Conés oomo en la de BernalDiaz, el espacio del Caribe y sus habitantes son vistos como "inferiorcs" con res·peeto a la nueva realidad; la "América conocida" ha perdido su primitiva capacidadde sorprender, siendo sustilUida en esta función por un mundo mucho m~s -manl­villoso": la "ruptura" con el espacio del Caribe - evidente en los aspectos jurídicos- se advierte también a nivel descriptivo.

Aportaclón de la experlencla caribeña a la representación de la realidadmexicana

Si bien es cierto que, en la valoración estimati",. de la realidad mexicana reali­zada por Cortés y Bernal Díaz, el Caribe representa un modelo negativo - tantodesde el punto de vista de la colonización española como por lo que se refiere almundo lndlgena - no es menos cierto que la cxperieneia antillana ofrece a losconqulsradores de México un precioso "bagaje' de conocimientos. Aunque el rela­tor desvalore, en lo esencial, los componentes socioculturales de ese mundo, no esdifícil encontrar rastros de una utilización positiva de su cognición, sobre todocuando la comparación se apile. a denos aspectos concretos de la vida cotidiana.se trata, eso sí, de "rastros", en efecto, la oomprensión global de la nueva realidadhubiera sido imposible sin poder contar con la labor de los intérpretes, Jerónimode Aguilar y doña Malina ".

Ya hemos visto cómo, incluso para Hernán Conés, las Islas hispanizadas tie­nen, a veces, la función de "suplentes" de la madre patria, especialmente cuandose hace imprescindible recibir abastecimientosj lo mismo ocurre desde Honduras,cuando Conés envía valios barcos a las princip.les isl.s del Caribe:

El olro mlvio, que a la postre compré en la cala, envié a la isla de Cuba, y a la villa de la Tri­nidad a que cargase de carne y caballos y gente, y se viniese con la mb brevedad que fue­se posIble. El otrO envié a la isla de Jamaica a que hiciese lo mismo. El cu.....l.be16n o berg:tn­tin que yo hice, envié a la isla Española, y en él un criado mio, con quien escribí a vuestramaJest.d (p. 434).

En esta ocasión, nínguno de los barcos llegam felizmente a su destino "; entodo caso, la posibiUdad de mantener comunicaciones con las islas tiene una fun­ción importante en la actividad empresarial del capitln extremeño 71••

Otro aspecto en el que se advierte la presencia de la expenenc,a antillana, esellingütstico. En este sentido, el texto cortesiano constituye un testimonio bastantediferente con respecto al de Bernal Diaz; este último, cuando escribe la H/slol1averdadera lleva varios años viviendo en la Nueva España: por lo tanto su habla se

. ha enriqu~cido con numerosos americanismos, muchos de ellos de origen náhuatl.Al contrario, en las cartas de Conés, la aponación de las lenguas mexicanas se dacasi exclusivamente en los topónimos, que el relator transcribe de una forma muyaproximada. Sin embargo, el uso de la toponimia local es significativo: mientrasque en el caso del Caribe el proceso de nominación, que marcaba la toma de pose­sión de la tierra, era c"sltotal, en la conquista de México se mantiene la denomina­ción original, sobre todo por lo que se refiere a los centros urbanos: en efecto, es

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dificil cambiar el nombre de ciudades que tienen fisonomla propia; a veces, Cortéspropone una nueva denominación junto a la exlstente, pero no la utiliza l8. En elcaso, de a~ide':'tes ~aturales (rt'?s, montes etc.) la actitud suele ser la arropiaciónmedIante bautIsmo; dice por eJemplo Cortés: "Asl pasé un ,Puerto l...J a que pusi­mos de nombre el puerto de Nombre de DIOS, por ser el pnmero que en estas tie­rras hablamos pasado" (p. 111).

Por lo que se refiere al vocabulario común, la única aportación nahuatl es lapalabra "cacao", para la que Cortés da una amplia descripción del objeto denotado:"es una fruta como almendras, que ellos venden molida, y tiénenla en tanto, que setrata por moneda en toda la tierra· (p. 146). En una ocasión, junto a la palabra yaconocida ("canoa"), Cortés emplea el nahualismo acal: "se iban a meter en la lagu­na con sus canoas, que ellos Uaman acales" (p. 220). Por Jo dcmás todos los ameri­canismos que emplea Cortés proceden de las lenguas del Caribe" cuando se tratade adquisicioncs ya ampliamente aceptadas (tales como canoa, rruilz, ají...), se limi­ta a emplear la palabra según la transcripción común; cuando en cambio es másdudoso que el destinatario conozca el vocablo, Cortés añade una explicación. Porejemplo: "traian muerto un león y ciertas iguanas, que son unos grandes lagartosque hay en las islas· (p. 399). La palabra "iguana· es una adaptación ya aceptadadel taIna lwana, pero mcnos corriente que otros términos; Cortés decide, por lotanto, acudir a la reduplicación del vocabulario y emplear una palabra tradicional("lagarto·) para aclarar la voz americana.

Sin lugar. dudas, el inte~ naturalístico de Cortés es mlnimo; prefiere dete­nerse en explicar las construCCIones urbanas o la organlzaclón polltica antes quedescribir las costumbres coti:Iianas y la naturaleza. Sin embargo, a vece~ lo hace, yen estos casos el mundo caribeño le sirve como instrumento para descifrar la nue­Vll realidad; en la primera Carta-Relaclón, por ejemplo, la descripcJ6n de los princi­pales "mantenimlentos" de la población de Cozumel se realiza por medio de lacomparación con los recursos naturales y costumbres alimenticias de las otras islas:

Los m~mtenlmientos que tienen es maíz. y algunos ajís como los de I:ls otras lslas y patatayuca, así como la que comen en la isla de Cuba, y c6menla asada porque no ha~n pan deella (p. 91).

Asl, la novedad de las costumbres locales aparece mtrada tanlo a través de laconstante referencia a Espai\a, como del paralelismo con la vida antillana; porejemplo, cuando describe los Innumerables productos que se venden en el granmercado de T~nochtitlan, Cortés utiliza palabras del castellano; pero, a veces, acu­de a una defilllclón basada en su pequeño patrimonio de amerlcanismos antiJlanos:

[Vendenl miel de unas plantas que. llaman en las otras islas maguey, que es muy mejor quearrope, y de estas plantas hacen az.úcar y vino, que asimismo venden (po' 155).

Ya se ha dicho que el caso de Berna! Díaz es muy distinto, porque la larga es­tancl~ meXIcana. da a su representación de la vida local una mayor autenticidad yexactitud; por ejemplo, su propósito de mantenerse fiel a la realidad lo lleva mu­chas veces a reduplicar el americanismo (proceso que, como hemos visto, se da enCortés sólo en el CaSO de aca/), siempre que sea eficaz en el contexto :l9. Sin em­bargo, a veces Bernal Dlaz también tiene que recurrir a la experiencia cubana:

y en aquella casa que dicho tengo habia un gran estanque de agua dulce, y tenIa en él otmmanera de aves muy altas de zancas y colorado todo d cuerpo y alas y coIa¡ no sé el nom­bre dellas, mas en la Isla de Cuba las llamaban Ipiri. a otras como ellas (p. 188).

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Res~cto a los fmgmentos del texto de Conés, la descripción realizada porBernal Dlaz es, desde luego, mucho más precisa; obs~lVese, sobre todo, la cautelacon la que se introdu<o''e el término cubano: el cronista admite no conocer el nom­bre exacto de las av~s descritas, pero en lugar de etiquetarlas reductivameme, su­giere una analogla con otras semejan/as vistas en Cuba.

Como curiosidad, véase este ejemplo de "aportación positiva" de la estanciaen el Caribe:

y [Cort~l no les quiso dar luego la respuesta porque: cstalXl purgado del dla antes, y purgó­se con unas manzanlllas qlle hay en la isla de Cuba y Son muy buenas para quien sabe có­mo se han de tornar (p. 115).

Por úitlmo, cabe senalar otro aspecto en el que se establece una compamclóncon el mundo caribeño: el clima. En Cozumel o en Yucattln, el clima no varla mu­cho con relación a las Antillas; en cambIO, cuando la expedición se adentm en elterritorio mexicano, se topa con las frías temperaturas de las sierros; dice por ejem­plo Bernal DIal:

Aquella noche tuvimos falta de comida y venla un viento de la siena nevada, que esrabit aun lado, que nos hacia temblar de fno, porque, como hablamos venido de la isla de Cuba ede la Villa Rica, y toda aquell:\ costa es muy calurosa, y entramos en tierra fría y no (coL,­mas con qué: nos abrigar, sino con nuestras armas, sentíamos las heladas como éramosacostumbrados adiferente temple (p. 124).

Hasta Veracruz, el clima era similar al de las islas¡ cuando se produce el cam­bio, surge espontánea la comparación <.."On la experiencia precedente. Obsérveselambi~n la Importancia que Bernal Dlaz atribuye a la falta de costumbre en la so­portación de las condiciones narurales. A este mismo propósito, di<'C Conés que"murieron ciertos indios de la isla Pernandina, que iban malalTopados. (p. 112).

ConclusionesEstas breves notas nos han permitido comprobar cómo evolucionó, en los

tiempos de la conquista de México,la l~agen del Caribe: despu~s de la "maravilla"colombina, la explotación colonial habla lransformado las islas descubIertas en su­cursales de España, modificando su aspecto original mediante una acci6n de~truc­tora de los recursos naturales aunque "constructiva" en lo que a I;lS urbanizaCionesse refiere; la empresa de Conés fue llevada a cabo rompiendo con dicho modelo,tanlo desde el punto de vista jurldlco com~ respecto al prog~ma de explotaciónde las tierras conquistadas. A nivel tex~al, dicha fractura se adVIerte también en .losfragmentos descriptivos, en los que la Imagen del Canbe y su pOblaclón, prototiPOdef primer contacto con el Nuevo Mundo, fundona como referente negativo quedilata la magnificencia de ¡as nuevas "maravillas·, pam las que sólo cabe el parale­lismo con España. La fuerza de dicha comparaclón con la madre patria s610 se en­tiende a fondo si se tiene en cuenta que, además del mecanismo asimilativo, entraen juego la comprobación de absoluta novedad respectO a la América conocida. Eneste sentido la misma semejanza con España es fuente de maravllla, en cuantosenal de p~runda diversidad con un modelo ya ampliamente experimentado: porlo tanto frente a las descripciones colombinas, en las de Cortés y Bernal Dlaz lacompa~ci6n con Europa cambia de significado. Sin embargo, la '"América conoci-

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da- sigue desempeñando una función ·protectora- para la nueva conquista. encuanto suplente de España; de la misma manera que los conocimientos ya adqulri·dos sobre la realidad local sirven, por lo menos hasta cierto punto, como ¡nstro·memo par,! valorar la nueva.

Maria Vittorla ealvienseña Literatura españolaen elIslituto Unlve/si/ariodi Lingue Moderne de Milán

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NOTAS

1 16 d~ odubre de lif92; la cita e~d. sacada de Cristóbal Culón, Los C/lntro vlclj<-s dl!l At""rallle..Y su lesJameltlo, cd. de Ignacio D. An7-OAtegui. Madrid, P.spua-aalpe, 1982, 81 ed. T<Xbs I~~ cil:LS $e

refleren ~1 pri~tvi..;C; de ahora en ;Kjclantc, solo.sc: Indit:-am. cmrc pari=ntesls, la rcrha_1: F..rwln W:Jlter P:llm, -Espafta ante la realidad americana", emulemos AmericfIIlOS 38 1948

pp. 135-167. Cito por In rcpr6ducei6n del :l.n.Iculo en Cedomll Gole, I...d .• Historia JI crlffca cie fa' Ulera:111. YU hlspa"oamcrlcanu, 1, !!poca coloulal, !Jllrcelona, CrItica, 198R, p. 114.

3 Sobre la t{-cnlC':l descriptiva cmplclH.Ia por Colón, véase - 11dcm:1~ ck Palm, Op, cit. _Alejandro ClonaresclI, Colón, bumtmfsta, Madrid, Prensa E."ipai\oI3, 1967, y en P:lrtit.'ultlr el capítulo"ni dcscubrlmicnlo ele Amhictl y el urte eJe la de!\crlpci60", pp. ;9~72.

.. Sohre las Ide:Js gcol{r.ifk"::ls de Colón y las opinIones de la época, v~a1'rCJl)s~ Luis Al>t:IlJín laIdea de América, Madrid, Istmo, 1972, y en particular pp. 21-39. '

~ En el segundo viaje, Colón lIegan1aln condusi6n de (Ille Cul);,l es tierra firme, IdcntiílC"1ndolacon el Quersoneso Aureo. Cfr. AbeIUin, Op. cit., p. 30,

6i E... lo que ocurre, por ejemplo, cuando llegan las primerAs, ronfusa~, nol:ici;¡s snhn: lu exIsten.cia del -grlln $Ci\or" Moctezuma y sus fabulos:ls riqu.e7':¡s, qUl" :llraen a los c"'Ol\(luistadorc.Jl: una vezreuli7.adas las principales acciOI\eS de conquista, kJ bÚSquecht de lo mítko se cksplltzalucí;¡ espaciostodavía inexplorados, en los que se sitúan Iugan.-s legend:uios tales COnx> El Doratlo, l:as Siete Ciuda·des etc. Sobre los antecedentes Iil:et.:l.rios de tales rnltO$, y 5\1 innuencia en las cr6nicL'I, vé:l.Se P''I(~icn'plo Enrique Pupo..W:tlker, La vocacfón /ltemrltlllt!l Pt!usamfcmo hlst6rico ell Americn, Madrid,G,·edos, 1982, y especialmente pp. 38-68.

7 1...:1 función que cumple la p:dabra -desnudez" en el m:m~o de la utopía del siglo XV1 se expo·n~ e n el estudio de Mariaros:!. Scaromuua Vidoni, I1 //"8I1UlJglo clell'lItopla I/cf Cfllqfll-'C.emo (sptI"'co,Milano, Ci50.lplno-Gollllrdica, 1984, pp. 35·38.

8 l.as celeb~fflmlts Décadasde Pedro M1nir de Mglcría representan. 510 lugar a t1uda~, el ejem·plo mt'u; preclaro de In recepción, en los nmblentcs del hllmllnismo europeo, de I¡¡s notldas proce­dentes del NlIl;:VO Mundo, que rcr1i1l7.an la lItopía cMsio. A este prop6sito vé:¡sc por cjcmplo StelioCro, Realidad y lIIop(a I1Il ~I descubrlmlento yevl1f1Ul.sfl' de la América hispalia (J492·J682J, lroy,MichiganlMadrid, Intemational Book Puhllshers/Fundación Universitaria Espai\oIa, 1983.

-, Ver: Rlchurd Koncl7Jc:e, Alllerlca Ct!mralc e meridlo'lU'e, l. La colOllluazfoue lJpnuo·porto­gbcse, MihlOO. Fcltrinelli, 1968, pp. 43-46.

10 Sohn: la política colonial v~nsc, t..'1Ute Ulros, Kond7.ke, Op. cit.; Illcrrc Chaullu, l 'Amdrlqlleel los Amérlques, Paris, Uhr:1irie Ann:lnd CoIin, 1964; M:uio Hern&ndez Sónchc-t-Il:uba, HiSJoria lleA I1Jórica u. Am6rlCQ e"ropt!Q, Madrid, Alhambra, 1981.

tt Vietor fmnk1, ~tmperk> universal e im~rlo p;lrtlcular en b.~ Cortas de rt.'¡aciá'l de HerniínCortés- Cuade,."os Hispalloamerlcanos, 165,1963, p. "S9.

ti Ver: Chaunu, q:>. clt .. : cito por la edici6n ilali:m:I, Litmencfl e le I1mcrlclJe, Oaci, Dedalo U~bri, 1969, p. 90.

t, A este prop6sito, puwc ser útil consultar el aniculo d~ LlIi~'1. PrnnzctU, -JI naurt1l.gio corneI'netafora", Lellemlltre d'Amerlco, 1, 1980, pp. S-28: rtl cstudinr In vivencia t.Iel-n:1ufmgio· en lo. obrade C:lbe7.n de Vaca, la autora distingllc Ire.! "e~pacio..." de n:fcrenci:l: It'lp:\lh (la Illadre p:llria), la Il'l­p;:\na ·rransferida" (las colonins yn conqulst:tullS), y Nuevo Mundo (lo desc.'Ollucldo).

11 Cito por Demal Díaz del CastlUo, Hlstol'Ía ool'dadem da la COJUluCsla de /tI NUl!L'U lf.spalia,e;:d. de c.·utas Pe~yrn, Madrid. Espa:'lI-Calpe, 1955: de :tllor" en ~delnntc, para bs cir.\s de esta ohm,sólo se indic¡¡n\, entre partntesis, la plsin:l.

15 Konenke, op. cit., p. 43.16 Darto&on~ de Las C~s, 8,.eu(slma rt?laclóu lle la d~lntCc/óll de 'ttS bullas, \.-d. de~

s ..ünt-Lu, M3drld, Oitedna, 1984, 1'.90.17 Herm\n Con~s, Carlas de maclólI, ed. de M~lña Viuori:l Calvi, Milano, Cisa\pino-Goll:J.rdka,

1988. p. 362. A esta t..'<IiciélO se rclieren tod:l."l las citas dc la ohra di' Cor1é-'i de ;¡hortl en ac.1daolc, sólose indicdf"l, entre paréntesls,la p1glna.

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18 V~3n$e, enlre 011'0:5, Prank1, op. cit., p. 45; Konetz}(e. op. c/l., p. 178. YSilvlo ZaV2la, ·licr.n:\n Cones ante la encomienda-, en W. AA., Herndn Cortés y su Ipoca, Madrid, lnslilUIQ de Coopera­ción Ibero:Irnerlcana • Historia 16, 1986. pp. 77-85. Las Ideas de Con~5 sobre el Irnramlento de los In.dios eSlfin expresadas, con mayores detalles que en las Cartas de relacl6n, en una Carta ni empera.dor Carlos Vfcch:lda 15 de octubre de 1524, y en las Ordenanzas dadas por ¡¡(mumdo Cortés,pamel bllen tratamiento y régf1lle" de/os Indio!>, ambos textos están recogidos en Hcmán Cortés. Cartas ydocumentos, ed. de Mnria Herm'indez Sánchez-Barba, México, Porr'Óa, 1963. pp. 442·4$4 Y353-356,respectivamente.

19 Esta lesls se expone en Gastón Baquero, "Herno1.n Corté!: su bachillerato político en Cuba."en VV. AA., Hema,. Cortés. Actas del primer Consreso Internacional sobr, Hemán Con6$, r~idon~Universidad de Salamanca, 1986, pp.55-6S.

10 Ver: Abellán, op. clt" pp. 37·38.1t Sobre 1m sucesivos desarrollos de la polémica relaliva a la naturaleza de los indios, es funda.

mental el texlo de Antonello Gerbl, La dfspllla del nuewo mondo. Slorla df IIna poIemfca: 1750-J.9tXJ,Milano-N:lpoll, Rkdardi, 1955; v~anse tQmbi~n el :lmpHo esludio de Gluliano Gliolli, Adamo, I1nu(WCl mondo. La nase/lo dell'otllropo/OJIia comfl fdt1Olosla c%nla/tI: daJle lJenea/ogle blbllcbe al/eleorle razzlaf( (J5f)O.1700J, Firenze, La Nuova t1:dia, 1977, y Anthony Pogden, 1be Foil ofNaturalMan. 7be Am.rlcon Indlan a"d tbe OrlSitJS ofCom/XIrallve Elbno/ogy. Cambridge Unlvel'5ky Pras.1982.

11 Las c.-\Su, Op. Cit., pp. 71-72.2' Ibfdem, p. 72; sobre la actitud del padre L.1S Casas pal"'.t con los Indios, es lnte:resanlc el anill·sls que re:tlizQ T~vetan Todorov en La conquOto d81'Am~rlqu8. lA quasllon de "mure, Parls, Edilionsdu S~ulI, 1982; lrad. h. l.a conquista dell'A.merlco. II problema deltaltro, Torlno. Eln:llIdl. 1984, pp.ln-22L

2~ Por ejemplo: -Digo 0101. vez que lo estuve mirando, que crel que en el mundo hobicse CNnlStierrns descubiertas como éstOlS, porque en nquelllempo no había PerO ni memoria dél- (p. 179),

1S Sobre la función de los Interpreles en lA conquista de México, comúltese Todorov, op. elt..pp. 120-151.

16 Lo cxplb el mismo Con~5: -ninguno de estos navíos hizo el viaje que llevó mantbdo; por­que el que iba o Cuba, y ala Trinidad, aportó a GuaoJguanico, y hubo de ir c1ocucnt:lleguas porlietra3. I::t vUl:l de 1:1 Haoona a busenr earg:! (...1. El otro navto que Iba :t la J:lm:llca, y el que iba a b f.1.pai'loL1, :lportaron a la Trinidad en la isla de Cub:l- (pp. 434-435). A (>Cur de los conlr:uienlpOS, L1S ro­Olunicactones con las it.l:1.S se lIev,dxlO a cabo con cien:!. (acilld:J.d y rapide7'; a veces, ¡tI contrario, 1m:navtos que de5de ellas lIeg:'lban repr~ntab3n la aparidón de un posible -peligro" para. Canés, comoen el caso de P6nnlo de Narváe7., enviado por Velhquez con el encargo de nCUI1':1liz:lr lo. acción deConés.

27 Sohre la habilidad empresarl:ll eJe Cortés. consúltese Pedro V. Vives A:w.nCOl, -1.:1 conqulslllde Nueva E."p:li'''HI como empresa-, en W. AA., Herm1n CortésY Sil época, clt, pp. 43-53.

28 ·Y con este propósito y demotnd... me partt de la ciud:ld de Cempoal, que yo Inlltul~Sevilla­(p. 1(6): a pestlr de Il' denominación prOpUeSh\, Cort~.s sigue utilizando el nombre Cempoul. Diferen­te es el caso. natur:tlmenle, de las ciudades de nueva fund:tci6n, que sei\nlall la presencia cspai'lola:Vemc:ruz, Seguro de la Frontel':1, etc.

19 Véase Manuel Aivar, El mundo americano do Dorna/ D(az del CasUllo, S:tntander, Universi·dad Internacional Men~nde~y Pelayo, 1968, pp. 48·S4.

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