Viehweg - Análisis de La Tópica. Topica y Jurisprudencia 2da Ed Civitas 2007

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CAPITULO III ANÄLISIS DE LA TÖPICA El punto mäs importante en el examen de la topica lo constituye la afirmacion de que se trata de una tecnica del pensamiento que se orienta hacia el problema. ARISTOTELES lo subrayö en varias ocasiones: las primeras palabras de su Topi- ka lo ponen ya de relieve (cfr. supra, capitulo II, 1, 2) y, de acuerdo con ellas, la organizaciön que propone es una organizaciön segün zonas de pro- blemas (cfr. supra, capitulo II, 1, 3), pues «las con- clusiones —dice ARISTOTELES— giran alrededor de los problemas» {Top. 1, 4, 2, 2). ARISTOTELES, ademäs, introdujo en su propio trabajo filosöfico el estilo mental de los sofistas y de los retöricos, sobre todo cuando tuvo que tratar de una minu- ciosa discusiön de problemas. Las investigaciones de aporias en el libro tercero de la Metafisica son 55

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CAPITULO II I ANÄLISIS DE LA TÖPICA

El punto mäs importante en el examen de la topica lo constituye la afirmacion de que se trata de una tecnica del pensamiento que se orienta hacia el problema. ARISTOTELES lo subrayö en varias ocasiones: las primeras palabras de su Topi-ka lo ponen ya de relieve (cfr. supra, capitulo I I , 1, 2) y, de acuerdo con ellas, la organizaciön que propone es una organizaciön segün zonas de pro­blemas (cfr. supra, capitulo I I , 1, 3), pues «las con­clusiones —dice ARISTOTELES— giran alrededor de los problemas» {Top. 1, 4, 2, 2). ARISTOTELES, ademäs, introdujo en su propio trabajo filosöfico el estilo mental de los sofistas y de los retöricos, sobre todo cuando tuvo que tratar de una minu-ciosa discusiön de problemas. Las investigaciones de aporias en el libro tercero de la Metafisica son

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un buen ejemplo de ello. Nacio asi su famoso metodo de trabajo aporetico, que todavia es ejem-plar para la filosofia moderna El termino apo-ria designa precisamente una cuestion que es acu-ciante e ineludible, la «falta de un camino», la situaciön de un problema que no es posible apar-tar, lo que BOECIO tradujo, acaso debilmente, con la palabra latina «dubitatio» La töpica pretende suministrar datos para saber como hay que com-portarse en una situaciön semejante a fin de no quedar detenido sin remisiön. Es, por lo tanto, una tecnica del pensamiento problemätico.

Todo problema objetivo y concreto provoca un juego de suscitaciones, que se denomina töpica o arte de la invenciön, es decir, utilizando las pala­bras de ZiELINSKI «d arte de teuer presentes en cada situaciön vital las razones que recomiendan y las que desaconsejan dar un determinado paso —bien entendido—, en ambos sentidos, es decir, tanto las razones a favor como las razones en con­tra». El autor citado dice muy acertadamente que ello constituye «un medio extraordinariamente eficaz contra el simplismo... que marcha ciega-mente hacia su objetivo». Y refiriendose al proble-

Cfr. Nie. HARTMANN, Diesseits von Idealismus und Realismus, en Kant-Studien, XXIX, 1924, pp. 160 y ss.

^1 FRITZ PRINGSHEIM, Beryt und Bologna, en Festschr. f. OttoLenel, 1921, p. 222.

'' T H . Z I E L I N S K I , Cicero im Wandel der Jahrhunderte, 1.^ ed., 1908, p. 189.

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ma de la virtud, anade 3; «el modo de actuar es como la resultante penosamente brotada de la lucha, en pro y en contra, de los möviles en deba-te: en el lugar del reflejo entra la reflexiön».

Es necesario reconocer que el problema es algo beneficioso, que actüa siempre como guia. Cuan­do uno piensa dentro de un sistema expreso no puede profundizar. NICOLAI HARTMANN ha des-crito de una manera muy grafica la contraposiciön que existe entre el pensamiento problemätico y el pensamiento s i s t e m ä t i c o S i n embargo, no es posible desconocer que entre problema y sistema existe una serie de conexiones, a las que es necesa­rio aludir con algün detalle.

Para nuestro fin puede Ilamarse problema —es­ta definiciön basta— a toda cuestion que aparen-temente permite mäs de una respuesta y que requiere necesariamente un entendimiento preli-minar, conforme al cual torna el cariz de la cues­tion que hay que tomar en serio y a la que hay que buscar una ünica respuesta como soluciön. El desarrollo se puede describir abreviadamente del siguiente modo: al problema, a traves de una for-mulaciön adecuada, se le introduce en una serie de deducciones mäs o menos explicitas y mäs o menos extensas, a traves de la cual se obtiene una contestaciön. Si a esta serie de deducciones la Ua-mamos sistema, entonces podemos decir, con una

« Op. cit., p. 198. Nie. HARTMANN, op. cit, espec. pp. 163 y ss.

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formula mäs breve, que, para encontrar una solu­ciön, el problema se inordena dentro de un sis­tema.

Si colocamos el acento en el sistema, el cuadro que resulta es el siguiente: en el caso extremo de que solo existiera un sistema (A), a traves de el, podrian agruparse todos los problemas en solubles e insolubles, y estos Ultimos podrian ser desecha-dos, como simples problemas aparentes, puesto que una prueba en contrario solo seria posible des-de otro sistema distinto (B). Lo mismo podria decirse en el caso de que existieran varios sistemas A, B, C, etc. Cada uno de ellos seleccionari'a sus propios problemas A, B, C, y abandonaria el resto. Con otras palabras: el establecimiento de un siste­ma Opera una selecciön de problemas.

Acontece lo contrario si el acento lo colocamos en el problema; este busca, por decirlo asi, un sis­tema que sirva de ayuda para encontrar la solu­ciön. Si existiera un ünico sistema A, que declarara insoluble nuestro problema, como simple proble­ma aparente, seria necesario otro sistema para encontrar la soluciön. Lo mismo podria decirse en el caso de que existieran varios sistemas A, B, C, etc. Si ninguno de ellos permitiera encontrar la soluciön, seria necesario otro nuevo sistema y otro mas en el que quedara afirmado el caräcter del problema. Con otras palabras: el planteamiento de un problema opera una selecciön de sistemas, y conduce usualmente a una pluralidad de sistemas cuya conciliabilidad dentro de un sistema omni-

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comprensivo no se demuestra. Los sistemas (de­ducciones) pueden ser de pequeno o de infimo alcance 5_

En este Ultimo caso uno se pregunta de dönde procede la inquietante constancia o permanencia del problema. Evidentemente, de aquel entendi­miento que teniamos que establecer con caräcter previo, conforme al cual algo se presentaba como cuestion que habia que tomar en serio. El proble­ma procede, pues, de un nexo intelectual preexis-tente del que de un modo inmediato no se puede saber si es un sistema lögico, es decir, una serie de deducciones, o algo distinto, ni siquiera si puede ser de hecho comprensible.

Es recomendable no perder de vista las mencio-nadas implicaciones que existen entre sistema y problema, cuando se lee lo que ha escrito N . HARTMANN: «El modo de pensar sistemätico pro­cede desde el todo. La concepciön es en el lo prin-cipal y permanece siempre como lo dominante. No hay que buscar un punto de vista. El punto de vista estä desde el principio adoptado, y desde el se seleccionan los problemas. El contenido del pro­blema, que no se concilia con el punto de vista, se rechaza y se considera como una cuestion falsa-mente planteada. Hay que decidir con caräcter previo algo que se refiera no a la soluciön del pro­blema, sino a los limites dentro de los cuales esta soluciön puede moverse... El modo de pensar apo-

U L R I C H KVJG, Juristische Logik, 1951, p. 148.

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retico procede en todo al reves». El autor citado incluye sobre este Ultimo una serie de considera-ciones, que terminan con la siguiente fräse: «No, pone en duda (el modo de pensar aporetico) que el sistema exista y que para su propia mentalidad acaso sea lo decisivo. Tiene certeza de lo suyo, aun cuando no lo conciba asi»

La töpica no se entiende si no se admite, cual-quiera que sea el modo como en particular se la configure desde el punto de vista conceptual, su inclusiön dentro de un orden —no concebido como tal— que continuamente se estä decidien-do. Se sigue de ello que este modo de pensar solo puede contar con panoramas fragmentarios. PLA-TÖN lo utilizö en sus Diälogos ' y ARISTOTELES, como ya se ha dicho, lo introdujo en su obra. La töpica sirve a este modo de pensar.

^•Cömo puede acontecer esto en particular? Cuando se choca, donde quiera que sea, con un problema, se puede proceder de un modo simple tomando por via de ensayo, en arbitraria selec­ciön, una serie de puntos de vista mäs o menos ocasionales y buscando de este modo unas premi­sas que sean objetivamente adecuadas y fecundas y que nos puedan llevar a unas consecuencias que nos iluminen. La observaciön ensefia que en la vida diaria casi siempre se procede asi. En estos casos, una investigaciön ulterior mäs precisa hace

Nie. HARTMANN, op. cit., pp. 163 y 164. Op. cit., p. 165.

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que la orientacion conduzca a determinados pun­tos de vista directivos. Sin embargo, esto no se hace de una manera explicita. A un procedimiento semejante nosotros le llamamos, resumidamente, töpica de primer grado.

Su inseguridad salta a la vista y hace explicable que se träte de buscar un auxilio, que se presenta a traves de sencillos repertorios de puntos de vista ya preparados de antemano^^. De esta manera se producen catälogos de topicos. A un procedi­miento que se sirve de estos catälogos nosotros lo llamamos töpica de segundo grado.

II

ARISTOTELES habia proyectado, como hemos visto, un catälogo de topicos para todos los pro­blemas pensables. CiCERÖN y sus sucesores se esforzaron en convertirlo en un medio auxiliar de la discusiön de problemas que fuera lo mäs präc-tico posible, con lo cual se produjo —la expresiön se puede tomar literalmente— una trivializaciön. Los catälogos de topicos manejados a lo largo de los siglos presentan entre ellos unas diferencias mäs o menos acusadas, pero aqui no es necesario examinarlos con detalle. Parecen haberse queda-do, de forma predominante muy cerca de C iCE­RÖN, esforzändose solo en comprender mäs agu-

"^ ANDRß L A L A N D E , Vocabulaire technique et critique de la Philosophie, 1947, voz «topique».

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damente sus clasificaciones. La Lögica de Port Royal (1662), p. ej., los define diciendo que loci argumentorum quaedam generalia sunt, ad quae reduci possunt illae communes probationes, quibus res varias tractantes utimur (IH, 17) y clasifica des-pues estos loci o topicos en loci grammatici, loci logici y loci metaphysici (IH, 18). La misma divi-sion, ampliada de un modo caracteristico ünica-mente con los loci historici, se encuentra en un libro alemän sin pretensiones de comienzos del siglo XIX, que citamos aqui porque representa, por decirlo asi, como el ultimo testimonio o la ültima huella de una vieja educaciön retorica. El pastor Christian August Lebrecht KÄSTNER escribio en 1816 una Töpica o Ciencia de la invenciön, en estrecho contacto con los elaboradores preceden-tes y con el proposito de devolver a la töpica su «perdido esplendor». Enumera en total veintiseis loci^^, a los que Uama «lugares comunes», que proceden, segun dice, en parte de la Gramatica (p. ej., etimologia, sinonimia, homonimia, etc.), en parte de la Lögica (definiciön, genero, especie, diferencia, cualidad, indole, etc.), en parte de la Metafisica (todo, parte, causa, fin, etc.), y en parte de la Historia (testimonios y ejemplos). Si prescin-dimos de las rübricas de las clasificaciones, el catä­logo es, en lo esencial, ciceroniano.

Es preciso analizar con mayor amplitud esta

C H . A. L . KÄSTNER, Topik oder Erfindungsivissenschafi, 1816, pp. 23 y SS.

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idea para comprender en toda su extensiön el espi-ritu de que estamos hablando. No solo hay topi­cos que son universalmente aplicables, de los que tratan ARISTOTELES, CiCERÖN y sus sucesores, sino que hay tambien otros que son aplicables solo a una determinada rama delsaber"^^. Los primeros son aplicables a todos los problemas pensables y representan generalizaciones muy amplias, mien-tras que los segundos sirven solo para un determi­nado circulo de problemas. Su ftinciön, empero, es en ambos casos la misma, como queda comple­tamente claro, cuando se encuentra el procedi­miento töpico, fiaera de su configuraciön general, en una disciplina especial. El jurista MATTHAEUS GRIBALDUS MOPHA, p. ej., ofirece, en el capitulo I I I de SU obra De methodo, ac ratione studendi libri tres (se utiliza la edic. de 1541), un catälogo de loci communes juridicos, tomados del Corpus iuris y puestos en un sencillo orden alfabetico, que mäs adelante examinaremos con mayor detalle (cfi-. infra, capitulo V, V). Hay que teuer en cuenta esta colecciön de argumentos usuales o, en el caso del ejemplo, estos catälogos de topicos especializados, cuando se intenta comprender, adecuadamente y sin estrechez de miras, el espiritu que estamos debatiendo. Los puntos de vista probados y fire-cuentes de estos campos especiales son tambien topicos que estän al servicio de una discusiön de problemas y cuyo conocimiento tiene por objeto

S T I N T Z I N G , Geschichte der deutschen Rechtwissenschaft, I, 1880, cap. IV, 4, pp. I14yss.

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ofrecer un sorte de repertoire faciütant l'inven-tion^^. Cuando aparecen en forma de catälogo hay que observar que no constituyen un conjunto de deducciones, sino que reciben su sentido desde el problema.

E. R. CURTIUS concibe tambien los topicos en este sentido amplio de que hemos hablado, lo que le permite senalar la importancia, hasta ahora ape-nas vista, que han tenido en la literatura latina de la Edad Media 52. Demuestra asi que esta literatu­ra solo puede ser cabalmente entendida dentro del marco de un espiritu retorico, que la ha dominado sin interrupciön 53. Junto a una töpica literaria existe una töpica musical. Es posible incluso encontrar un patrimonio töpico tradicional en la pintura54. töpica, hoy casi desconocida, era justamente el «almacen de provisiones» 55 de este mundo espiritual. En el ambito de los problemas literarios, los topicos constituyen puntos de vista directivos que retornan continuamente, temas fijos o, por decirlo asi, cliches generalmente aplica­bles 56. No solo proporcionan un determinado modo de entender la vida o el arte, sino que inclu­so ayudan a construirlo. E. R. CURTIUS, observan-

5' ANDRE LALANDE, op. cit. 52 E . R. CURTIUS, op. cit., pp. 87 y ss. (cap. 5.°, «To­

pica»). '3 Op. cit, pp. 69 y ss. 5* Op. cit, p. 85. 55 Op. cit.,p. 87 . 56 Op. cit., p. 77.

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do el expirar de los viejos topicos y el devenir de los nuevos, pretende construir una töpica histöri-ca57. Rectamente entendida, esta debe ser tam­bien una aspiracion de la Ciencia de la Historia del Derecho.

III

La funciön de los topicos, tanto generales como especiales, consiste en servir a una discusiön de problemas. Se sigue de ello que su importancia ha de ser muy especial en aquellos circulos de proble­mas en cuya naturaleza estä no perder nunca su caräcter problemätico. Cuando se producen cam-bios de situaciones y en casos particulares, es pre­ciso encontrar nuevos datos para intentar resolver los problemas. Los topicos, que intervienen con caräcter auxiliar, reciben a su vez su sentido desde el problema. Su ordenaciön respecto de este es siempre esencial para ellos. A la vista de cada pro­blema aparecen como adecuados o inadecuados 58 conforme a un entendimiento que no es nunca absolutamente inmodificable. Tienen que ser entendidos de un modo funcional, como posibili-dades de orientacion y como hilos conductores del pensamiento.

57 Op. cit, p. 90. '• ERIK WOLF, Griechisches Rechtsdenken, 1, 1949, y II,

1952, ha empezado a analizar este pensamiento de un modo fundamental

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Es una simple cuestion de formulaciön deter-minar si se presentan como conceptos o como proposiciones. No puede olvidarse que su valor sistemätico tiene que ser necesariamente intras-cendente. Largas consecuencias no se concilian bien con su funcion, por lo cual el peso lögico de las tramas de conceptos y de proposiciones elabo-radas por ellos es siempre pequeno.

Mäs adelante trataremos este tema con mayor extensiön. Ahora intentaremos solo aclarar esta idea con un ejemplo. Un catälogo de topicos como el que hemos encontrado en GRIBALDUS MOPHA (cfr. supra, II) , satisface tan poco nuestro espiritu sistemätico que nos sentimos impelidos a hacer urgentemente el trabajo deductivo-sistemä-tico. Sentimos el deseo de empezar a establecer, por una parte, una serie de conceptos fundamen­tales, con el fin de obtener definiciones en cadena, y, por otra parte, a fijar proposiciones centrales, con el fin de hacer deducciones en cadena o algo parecido a lo que hemos aprendido en el marco de una investigaciön de principios. Con ello, sin embargo, alteramos la peculiar funciön de los topicos. Los desligamos progresivamente de su orientacion hacia el problema cuando sacamos conclusiones extensas y absolutamente correctas. Y, finalmente, notamos que estas conclusiones se encuentran muy lejos ya de la situaciön inicial y que son, a pesar de su correcciön formal, inade-cuadas, por lo cual tenemos que acabar por afir-mar que entre el sistema que habiamos proyectado

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y el mundo del problema, que a pesar de todo no ha perdido nada de su problematicidad, se ha abierto una notable fisura. Es evidente que hemos perturbado unas relaciones originariamente com-plejas. Parece existir un nexo que no es posible reducir a un puro nexo lögico. De esta manera, al final, realizamos solo construcciones aisladas y de escasa importancia.

Este notable resultado se presenta sobre todo cuando no es posible liquidar totalmente la pro-blemätica que se quiere dominar, y esta reaparece por doquier con una forma nueva. La constante vinculaciön con el problema impide el tranquilo razonamiento lögico hacia aträs y hacia adelante, es decir, la reduccion y la deducciön. Uno se ve continuamente perturbado por el problema y no se libera de el, a menos que le declare puro proble­ma aparente, por lo cual se ve empujado a una constante biisqueda de premisas y, con ello, al ars inveniendi, es decir, a la töpica.

IV

La cual es un procedimiento de biisqueda de premisas, conforme subrayö ya CiCERÖN, al dife-renciarla, como ars inveniendi, de la lögica demos-trativa o ars iudicandi (cfr. supra, capitulo I I , I I , 2). Esto se encuentra enteramente lleno de senti­do. Es posible distinguir una reflexiön que tiene la vista puesta en la biisqueda del material para pen­sar, de otra que se ajusta a la lögica. Igualmente

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claro es que esta liltima en la practica se tiene que posponer a aquella. Vista de esta manera, la töpica es una meditaciön prelögica, pues, como tarea, la inventio es primaria y la conclussio secundaria. La töpica senala como se encuentran las premisas; la lögica las recibe y trabaja con ellas.

El modo de buscar las premisas influye en la indole de las deducciones y, al reves, la indole de las conclusiones indica la forma de buscar las pre­misas. En el estudio de un determinado modo de pensar es posible, por tanto, situarse en uno o en otro punto. Parece, sin embargo, mäs adecuado comprobar de que manera crea sus premisas el modo de pensar examinado y como se mantiene fiel a ellas, pues esto le da su peculiar fisonomia. Las consecuencias se desprenden por si solas. Un modo de pensar que dispone de un tesoro relativa-mente pequeno y constante de ültimas premisas puede desarrollar largas conclusiones en cadena (sorites), mientras que aquel en que la biisqueda de premisas no termina nunca tiene que conten-tarse con conclusiones cortas. ViCO lo destacö de modo especial al censurar, como ya dijimos (cfr. supra, parägrafo 1, II), el derroche de silogismos que se produce en la töpica y, en cambio, la esca-sez de sorites.

La frecuente utilizaciön de conclusiones analö-gicas suele indicar que falta un sistema lögico per-fecto. Del mismo modo, el calificativo de las con­clusiones es un claro indicio del espiritu a que sir­ven. Asi, p. ej., los nombres de los argumentos a

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simili, a contrario, a maiore ad minus, que se con-sideran como argumentos especiales de la lögica juridica 59, proceden de la töpica.

Por lo demäs, un estilo mental de biisqueda de premisas, que, como decia, apresta puntos de vista generales y catälogos de puntos de vista para las cuestiones que pueden plantearse, es poco aprecia-do por la ciencia moderna. KANT condenaba la doctrina de los topicos, «de la que se pueden servir —dice— los maestros de escuela, y los oradores para examinar, bajo determinados titulos, lo que mejor conviene a una materia y sutilizar sobre ella con la apariencia de razonamiento o charlar ampulosamente». ViCO, en cambio, la apreciaba mucho, considerando, como ya hemos dicho, que sin ella apenas seria posible orientarse. Lo cierto es que si uno mira a su alrededor, encuentra la töpica con una frecuencia mucho mayor de lo que podia suponer. No parece que sea completamente inade-cuada a la situaciön y a la naturaleza humana y, por ello, parece indicado no descuidarla entera­mente cuando se intenta comprender el pensa­miento humano, sea donde fuere.

V

Cuando se ha formado un catälogo de los topi­cos admisibles, se produce, en el desarrollo ulte­rior del pensamiento, conforme se pretendia, un

ULRICH KLUG, op. cit., pp. 98 y ss.

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vinculo logico, que, sin embargo, no se puede extender demasiado, porque, como antes decia-mos (cfr. supra, III) , la constante vinculaciön con el problema solo permite series de deducciones de corto alcance, que puedan interrumpirse en cual-quier momento a la vista del problema. El modo de pensar problemätico es esquivo a las vincula-ciones.

Pero no puede tampoco renunciar por comple-to a ellas. Por el contrario, tiene un interes especial en establecer determinadas fijaciones. A nadie le es posible conducir una prueba objetiva sin lograr establecer con su interlocutor, por lo menos, un circulo acotado por un entendimiento comün. AI jurista, p. ej., le ensena esto diariamente la activi-dad procesal. Los diälogos platönicos, en los que SÖCRATES va creando, por medio de una tecnica de preguntas, que actüa de una manera peculiar, las aproximaciones que necesita para la demostra-ciön, son un ejemplo cläsico. Los topicos y los catälogos de topicos tienen una extraordinaria importancia en orden a la fijaciön y al estableci­miento de este entendimiento. Desenvuelven las preguntas y las respuestas adecuadamente e indi-can que es lo que parece digno de una reflexiön mäs profunda. Tiene lugar asi, de una manera continua, un acuerdo reciproco. Los topicos, tan­to especiales como generales, son muy apropiados para mostrar la dimensiön dentro de la cual uno se mueve sin poderla abandonar, si no quiere perder ese entendimiento que hace posible la prueba.

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Hasta aqui los topicos y los catälogos de topicos ofrecen un auxilio muy apreciable. Pero el domi-nio del problema exige flexibilidad y capacidad de ensanchamiento. Tambien para esto puede mane-jarse el catälogo de topicos no sistematizado de una disciplina cualquiera. El repertorio es elästico. Puede agrandarse o empequenecerse. En caso de necesidad los puntos de vista que hasta un deter­minado momento eran admisibles pueden consi-derarse expresa o tacitamente como inaceptables. La observaciön ensefia, sin embargo, que esto es mucho mäs dificil y raro de lo que puede suponer-se, por lo menos en determinadas disciplinas. Cuesta mucho trabajo tocar aquello que ha queda-do ya fijado. Sin embargo, tambien en este punto el modo de pensar töpico presta un auxilio muy valioso bajo la forma de la interpretacion, con la cual se abren nuevas posibilidades de entendi­miento, sin lesionar las antiguas. Acontece asi, que se mantienen las fijaciones ya efectuadas, some-tiendolas a nuevos puntos de vista, que frecuente-mente se producen en una conexiön completa­mente distinta y hacen posible que se de a las vie-jas fijaciones un nuevo giro. No decimos que toda interpretacion (exegesis, hermeneutica, etc.) lo haga, pero si que puede hacerlo. La interpretacion constituye una pieza de la töpica extraordinaria­mente apropiada en los mencionados cambios de situaciön. En ella, el dialectico en el sentido exa­minado se suele acreditar.

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V I

En el procedimiento descrito las premisas fun­damentales se legitiman, como puede verse, por la aceptacion del interlocutor. Uno se orienta por la efectiva o probable oposiciön de su adversario. En consecuencia, lo que ha sido aceptado siempre y en todas partes, se considera como fijado, como indiscutido y, por lo menos en este ambito, como evidente. De esta manera, las premisas se califican, a la vista del respectivo problema, como «relevan­tes» o «irrelevantes», «admisibles» o «inadmisi-bles», «aceptables» o «inaceptables», «defendibles» o «indefendibles», etc. Incluso grados intermedios, como «apenas defendible» o «todavia defendible», se encuentran aqui y solo aqui llenos de sentido.

El debate es, evidentemente, la ünica instancia de control: la discusiön de problemas se mantiene dentro del circulo de lo que ARISTOTELES Uamaba dialectica. Lo que en la disputa ha quedado proba-do en virtud de aceptacion, es admisible como premisa. Esto puede parecer muy arriesgado, pero es menos inquietante si se tiene en cuenta que los que disputan disponen de una serie de conoci-mientos que han experimentado ya una compulsa previa, y que entre gentes razonables solo puede contar con aceptacion aquello que parece poseer un determinado peso especifico. De esta suerte, la referencia al saber de «los mejores y mäs famosos» se encuentra tambien Uena de sentido. Con la cita de un nombre se hace referencia a un complejo de

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experiencias y de conocimientos humanos recono-cidos, que no contiene solo una vaga creencia, sino que garantiza un saber en el sentido mäs exi-gente. Con otras palabras: en el marco de lo opi-nable se puede aspirar tambien a una efectiva inte-ligencia y no a una simple y arbitraria opiniön, lo que no tendria sentido y justificaria que la empre-sa no se tomara en serio. Se trata de un procedi­miento indirecto de conocer muy caracteristico, en el que realmente todo depende en gran medida de con quien se practique, como ARISTOTELES indicö expresamente (cfr. supra, capitulo I I , I , 3).

VII

Cosa distinta de legitimar o de probar una pre­misa es demostrarla o fundamentarla. Esta ültima es una operaciön puramente lögica que reclama un sistema deductivo, pues exige que la proposi-ciön utilizada como premisa pueda ser reconduci-da a otra y, por Ultimo, a una proposiciön central o nuclear, o bien, al reves, que pueda ser reducida partiendo de aquella o que pueda ser, de cualquier modo, definida ella misma como proposiciön cen­tral 0. Se trata, en lineas, generales, del procedi­miento que ViCO llamö methodus critica, en cuyo principio tiene que haber un primum verum si no se quiere que sea el sutil desarrollo de un error

Cfr. mäs ampiiamente infra, capitulo 7, IL Siguiendo a ViCO, aqui se habia continuamente de sistema logico por contraposiciön a estructura töpica.

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(cfr. supra, capitulo I , II) . La topica presupone que un sistema semejante no existe. La reduccion y la deducciön tienen que mantenerse dentro de unos limites muy modestos, a causa de la permanente vinculaciön con el problema.

Sin embargo, cuando se logra establecer un sis­tema deductivo, al que toda ciencia desde el punto de vista lögico debe aspirar, la töpica tiene que ser abandonada. Tal vez en la selecciön de las propo­siciones centrales pueda conservar todavia alguna importancia, sobre todo en ciertos campos. Pero el fenömeno lögico de la conclusiön es algo com­pletamente distinto. La deducciön hace innecesa-ria la invenciön. El sistema asume la direcciön y decide por si solo sobre el sentido de cada cues­tion. Sus proposiciones son enteramente lögicas y estrictamente demostrables, es decir, «verdaderas» o «falsas», en el sentido de una lögica bivalente. Calificativos como «defendible», «indefendible», «apenas defendible», «todavia defendible», etc., carecen en el por completo de sentido. En si mis­mo considerado el sistema de proposiciones debe ser comprensible por si solo, es decir, por el desa­rrollo lögico de sus proposiciones centrales. No se puede alterar a la vista de una eventual modifica-ciön de la situaciön del problema. Originariamen­te lo ha puesto en movimiento una problemätica —a la que las proposiciones centrales dan una res­puesta definitiva— pero su progreso puramente ögico es independiente del problema.

Es posible, partiendo de este punto, hacer con-

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jeturas acerca de dönde estä el tränsito efectivo de la mentalidad töpica a la sistemätica, tema que desde el punto de vista histörico debe ser examina­do en un trabajo especial. Los catälogos de topicos de una disciplina especial, a cuyo significado hemos aludido ya mäs arriba, ofrecen a una epoca que piensa sistemäticamente alicientes bastantes para configurar un sistema deductivo. Existen tambien motivos didäcticos que empujan hacia el. En este punto conviene observar, sin embargo, que un sistema didäctico sirve a un problema que no tiene su origen en el objeto mismo, como es el de una mejor ensenanza, por lo cual no estä nunca orientado de una manera puramente lögica. Pero, por regla general, allana el camino hacia el sistema deductivo.

Solo un sistema semejante puede garantizar, como decia, la ünica comprobabilidad lögica de sus proposiciones. La töpica no puede hacerlo. Las proposiciones con que opera solo en una medida muy insuficiente pueden demostrarse lögicamen-te. Son, en todo caso, discutibles, por lo cual en el terreno de la töpica todo el interes radica en con­figurar esta discutibilidad del modo mäs claro y fäcil posible.

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