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1 Vida y muerte durante la Gran Depresión 1 José A. Tapia Granados y Ana V. Diez Roux La reciente recesión pone de manifiesto que es necesario estudiar los efectos de los períodos de contracción de la actividad económica sobre la salud de la población. La Gran Depresión de los años treinta fue la peor de las recesiones que tuvieron lugar en EE.UU. durante el siglo XX. En este trabajo se utilizan datos históricos de esperanza de vida y de mortalidad para examinar las asociaciones del crecimiento económico con la salud poblacional durante el período compren- dido entre 1920 y 1940. Se presentan análisis descriptivos de tendencias y, por medio de corre- laciones y modelos de regresión, se analiza la asociación entre la variación anual de los indica- dores de salud y la variación anual del nivel de actividad económica. La salud de la población no disminuyó y, de hecho, mejoró durante los cuatro años de la Gran Depresión (1930-1933): la mortalidad disminuyó en casi todos los grupos etarios y la esperanza de vida se incrementó varios años en todos los grupos de la población, establecidos por sexo o raza. En la mayoría de éstos, la curva de mortalidad tiende a presentar máximos (picos) en los años de fuerte crecimiento económico (como fueron 1923, 1926, 1929 y el bienio 1936-1937). Por el contrario, las recesiones de 1921, de 1930-1933 y de 1938 coincidieron con disminuciones en la mortalidad y aumentos en la esperanza de vida. La única excepción es la mortalidad por suici- dio, que aumentó durante la Gran Depresión, si bien totalizó menos del 2 % de las muertes. Los análisis de correlación y regresión confirman un efecto desfavorable, estadísticamente sig- nificativo, de los períodos de expansión económica sobre la tendencia de la salud a mejorar a largo plazo. La evolución de la salud poblacional durante el período bidecenal comprendido entre 1920 y 1940 confirma la hipótesis contraintuitiva de que, tal como ha sucedido en otros momentos históricos y en otras economías de mercado, la salud de la población tiende a evolu- cionar mejor durante las recesiones que en los períodos de expansión de la economía. Palabras clave: esperanza de vida; mortalidad; EE.UU. esde el comienzo de la crisis económica mundial en 2008 las noticias sobre ésta se suceden sin cesar y las comparaciones de los problemas financieros y económicos actuales con los que tuvieron lugar durante la Gran Depresión de los años treinta son habituales. De tales comparaciones se suelen conjeturar las consecuencias que esta crisis podría tener sobre diversas variables, entre ellas la salud. Sin embargo, los estudios em-píricos de los efectos de las recesiones sobre la salud de la población siguen siendo in-frecuentes. Este artículo revisa la evolución de los indicadores de salud en EE.UU. du-rante la Gran Depresión. El objetivo es obtener resultados que permitan inferir cuáles podrían ser las posibles consecuencias de la crisis económica actual sobre la salud. En economía, los términos “recesión” y “depresiónaluden a una contracción general de la actividad económica, si bien “depresiónsuele referirse a una disminución mucho más grave (más larga y más profunda), que implica tasas elevadas de desempleo. El término Gran Depresiónsuele aplicarse al período de contracción generalizada de la actividad económica que se inició a mediados de 1929 y duró hasta 1933 [1,2]. A aque- llos años siguió un período de expansión a mediados de la década, pero el desempleo continuó siendo elevado y la actividad económica volvió a contraerse bruscamente en 1 La versión original de este artículo apareció online en Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America en septiembre de 2009 y el mismo año en la versión impresa de la revista, volumen 106, pp. 17290-17295. Manuel Talens tradujo el texto al castellano y la traducción fue revisada por el primer autor. D

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Vida y muerte durante la Gran Depresión1

José A. Tapia Granados y Ana V. Diez Roux

La reciente recesión pone de manifiesto que es necesario estudiar los efectos de los períodos decontracción de la actividad económica sobre la salud de la población. La Gran Depresión de losaños treinta fue la peor de las recesiones que tuvieron lugar en EE.UU. durante el siglo XX. Eneste trabajo se utilizan datos históricos de esperanza de vida y de mortalidad para examinar lasasociaciones del crecimiento económico con la salud poblacional durante el período compren-dido entre 1920 y 1940. Se presentan análisis descriptivos de tendencias y, por medio de corre-laciones y modelos de regresión, se analiza la asociación entre la variación anual de los indica-dores de salud y la variación anual del nivel de actividad económica. La salud de la población nodisminuyó y, de hecho, mejoró durante los cuatro años de la Gran Depresión (1930-1933): lamortalidad disminuyó en casi todos los grupos etarios y la esperanza de vida se incrementóvarios años en todos los grupos de la población, establecidos por sexo o raza. En la mayoría deéstos, la curva de mortalidad tiende a presentar máximos (picos) en los años de fuertecrecimiento económico (como fueron 1923, 1926, 1929 y el bienio 1936-1937). Por el contrario,las recesiones de 1921, de 1930-1933 y de 1938 coincidieron con disminuciones en lamortalidad y aumentos en la esperanza de vida. La única excepción es la mortalidad por suici-dio, que aumentó durante la Gran Depresión, si bien totalizó menos del 2 % de las muertes.Los análisis de correlación y regresión confirman un efecto desfavorable, estadísticamente sig-nificativo, de los períodos de expansión económica sobre la tendencia de la salud a mejorar alargo plazo. La evolución de la salud poblacional durante el período bidecenal comprendidoentre 1920 y 1940 confirma la hipótesis contraintuitiva de que, tal como ha sucedido en otrosmomentos históricos y en otras economías de mercado, la salud de la población tiende a evolu-cionar mejor durante las recesiones que en los períodos de expansión de la economía.Palabras clave: esperanza de vida; mortalidad; EE.UU.

esde el comienzo de la crisis económica mundial en 2008 las noticias sobre ésta sesuceden sin cesar y las comparaciones de los problemas financieros y económicosactuales con los que tuvieron lugar durante la Gran Depresión de los años treinta

son habituales. De tales comparaciones se suelen conjeturar las consecuencias que estacrisis podría tener sobre diversas variables, entre ellas la salud. Sin embargo, losestudios em-píricos de los efectos de las recesiones sobre la salud de la poblaciónsiguen siendo in-frecuentes. Este artículo revisa la evolución de los indicadores de saluden EE.UU. du-rante la Gran Depresión. El objetivo es obtener resultados que permitaninferir cuáles podrían ser las posibles consecuencias de la crisis económica actual sobrela salud.En economía, los términos “recesión” y “depresión” aluden a una contracción generalde la actividad económica, si bien “depresión” suele referirse a una disminución muchomás grave (más larga y más profunda), que implica tasas elevadas de desempleo. Eltérmino “Gran Depresión” suele aplicarse al período de contracción generalizada de laactividad económica que se inició a mediados de 1929 y duró hasta 1933 [1,2]. A aque-llos años siguió un período de expansión a mediados de la década, pero el desempleocontinuó siendo elevado y la actividad económica volvió a contraerse bruscamente en

1 La versión original de este artículo apareció online en Proceedings of the National Academy of Sciencesof the United States of America en septiembre de 2009 y el mismo año en la versión impresa de la revista,volumen 106, pp. 17290-17295. Manuel Talens tradujo el texto al castellano y la traducción fue revisadapor el primer autor.

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1938, por lo cual algunos autores mantienen que la Gran Depresión duró en realidadtoda la década, hasta el inicio de la Segunda Guerra Mundial [2]. En esta investigaciónde los efectos de la Gran Depresión sobre la salud de la población el término “GranDepresión” se aplica específicamente al período 1930-1933, pero la investigaciónabarca todo el período comprendido entre 1920 y 1940. Este lapso de 20 años propor-ciona un marco temporal adecuado para comparar la Gran Depresión con la década in-mediatamente anterior, los años veinte, de intenso crecimiento económico, así como conel período de expansión económica que siguió a mediados de los años treinta.

La economía de EE.UU. entre 1920 y 1940. Los años veinte se iniciaron conuna marcada recesión, en la que el crecimiento económico (medido por la tasa de creci-miento del producto interior bruto, PIB) fue negativo y el desempleo llegó al 11,3 % en1921 (Figura 1). A esta recesión siguió un período de expansión económica desbocada,con un crecimiento anual del PIB del 12,5 % en 1923. Durante el resto de la década, elcrecimiento económico osciló en torno a cifras más moderadas, pero llegó al 5,9 % en1926 y al 6,6 % en 1929, mientras que la tasa de desempleo permaneció por debajo del5 % desde 1925 hasta finales de la década.A pesar de que ya en el verano de 1929 hubo claros indicios del declive de la actividadeconómica, el inicio de la Gran Depresión suele hacerse coincidir con el derrumba-miento del mercado bursátil en octubre de 1929 [1,2]. Al colapso de Wall Street siguióuna brusca disminución de la actividad económica. Entre 1929 y 1930, el “crecimiento”del PIB fue –9,0 % (Figura 1). La contracción del PIB continuó durante 3 años más, condisminuciones del 6,5 % en 1931, del 14,0 % en 1932 y del 1,4 % en 1933. La actividadeconómica empezó a reactivarse a mediados de 1933 [1,3] y alcanzó tasas muy altas decrecimiento en torno al 10 % durante el trienio 1934-1936. A esto siguió un nuevobajón de la actividad económica en 1938, en el que el PIB se contrajo 3,6 %. La tasa dedesempleo aumentó bruscamente a principios de la década (Figura 1) y llegó a su má-ximo histórico del 22,9 % en EE.UU. en 1932. Posteriormente bajó entre 1933 y 1937 yaumentó de nuevo hasta 12,5 % en 1938. En general, la tasa de desempleo siguió siendomuy alta siempre por encima del 14 % y durante 2 años por encima del 20 % entre1931 y 1935 y osciló entre 9 % y 12 % durante el resto de la década.

Esperanza de vida al nacer y mortalidad específica por grupos de edaden 1920-1940. En general, la esperanza de vida al nacer (longevidad) aumentódurante todo el período estudiado (Figura 1). Sin embargo, osciló considerablementedurante ambas décadas, con caídas importantes en 1923, 1926, en el bienio 1928-1929 yen 1936, coincidiendo con los períodos de intenso crecimiento económico descritos.Du-rante la Gran Depresión, la esperanza de vida aumentó desde 57,1 años en 1929 a63,3 años en 1933. Las tasas de mortalidad infantil y de mortalidad específica poredades en todas las edades inferiores a los 20 años disminuyeron generalmente durantetodo el período 1920-1940 (Figura 2A). Sin embargo, superpuestos sobre esta tendenciageneral a la disminución, en los años 1923, 1926, en el bienio 1928-1929 y en el trienio1934-1936 se observan picos en las curvas de mortalidad infantil y de mortalidad enedades de 1-4, 5-9, 10-14 y 15-19 años. Todos estos picos coinciden con períodos defuerte crecimiento económico (Figura 1).Las tasas de mortalidad de varones y mujeres de edades comprendidas entre 25 y 44años (Figura 2B) descendieron bruscamente durante la recesión del bienio 1920-1921,pero se mantuvieron estables o aumentaron durante el resto de la década, con picos en

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1928 o en 1929 un año de intenso crecimiento económico en todas las edades. Entodos estos grupos demográficos, la mortalidad disminuyó a principios de los añostreinta, en paralelo con la Gran Depresión, y luego aumentó durante el fuerte creci-miento económico de mediados de dicha década.

También parece que las tasas de mortalidad de personas de edad media o avanzada, deedades entre 45 y 64 años (Figura 2C) o entre 65 y 84 (Figura 2D), evolucionaron mejoren el decenio “depresivo” de los años treinta que en los “felices” y “prósperos” añosveinte. Por ejemplo, en varones de 60-64 años la mortalidad aumentó entre 1921 y 1923(durante un período de intenso crecimiento económico) y luego permaneció más omenos estable durante el resto de la década y a principios de los años treinta (en la GranDepresión), tras lo cual aumentó de nuevo en 1936 (cuando recomenzó el fuerte creci-miento). Prácticamente en todas las edades entre 25 y 84 años la evolución de la tasa demortalidad presenta un patrón similar: la tasa es estable o crece algo durante los añosveinte, decrece a principios del decenio siguiente y luego aumenta a mediados de esedecenio, mostrando un pico en 1936.

Esperanza de vida al nacer, por sexo y raza. La esperanza de vida de varonesy mujeres de raza blanca o de otras razas distintas de la blanca (Figura 3) muestratenden-cias generales análogas a la de la esperanza de vida general de la población en sucon-junto (Figura 1). A una esperanza de vida estable o en descenso durante los añosveinte siguieron aumentos de la esperanza de vida durante la Gran Depresión, siendo

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observa-ble esta mejora tanto en varones como en mujeres y tanto en la población deraza blanca como en el resto de la población. Luego, la esperanza de vida de todos estosgrupos disminuye en la época de intenso crecimiento económico de mediados deldecenio, lle-gando a un mínimo en 1936 y aumentando otra vez durante los últimosaños de la dé-cada. Las oscilaciones son particularmente notables en el grupo que lasestadísticas de la época califican como non white, «no blancos», el cual engloba sobretodo a personas de raza negra y muchas menos de otras razas. Los varones de este gruponon white sufrieron una reducción de 8,1 años en su esperanza de vida entre 1921 y1926, mientras que las mujeres de este grupo perdieron 7,4 años de esperanza de vidadurante el mismo período. Por el contrario, durante la Gran Depresión los non whiteganaron 8 años de longevidad; en los varones de este grupo la esperanza de vida pasó de45,7 en 1929 a 53,8 en 1933 y en las mujeres la ganancia durante el mismo período fuede 47,8 a 56,0.

Enfermedades específicas y otras causas de muerte. De las seis causas demuerte que constituyen aproximadamente dos tercios de la mortalidad total en los añostreinta (Figura 4), sólo los suicidios aumentaron durante la Gran Depresión. La curva demortalidad por suicidio muestra picos coincidentes con los de la tasa de desempleo enlos años en que la contracción económica es más intensa: 1921, 1932 y 1938. Despuésde aumentar a lo largo de los años veinte, la mortalidad atribuible a enfermedades car-diovasculares o renales se estabilizó en el período 1930-1932. La mortalidad por tu-berculosis, que había disminuido rápidamente durante los años veinte, siguió reducién-dose durante los treinta. Sin embargo, aparte de esa tendencia general a largo plazo, lamortalidad por enfermedades cardiovasculares y por tuberculosis revela picos en 1926,1928 y, sobre todo, en 1936, en paralelo con las épocas de intenso crecimiento econó-mico. La mortalidad atribuible a gripe o neumonía fue más baja durante los años treintaque durante los últimos años del decenio anterior.

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El parque automovilístico nacional creció intensamente durante los años veinte y el trá-fico y la mortalidad asociada aumentaron de forma notable hasta 1931, tras lo cual dis-minuyeron bruscamente en 1932, el peor año de la depresión. La mortalidad relacionadacon el tráfico automovilístico volvió a aumentar durante la expansión económica demediados de los años treinta y se redujo bruscamente en la recesión de 1938.

Correlaciones y modelos de regresión. La Tabla 1 muestra las correlacionesentre la mejora anual de la salud poblacional evaluada según el aumento de laesperanza de vida o la reducción de la tasa de mortalidad a edades específicas y lavariación anual en las condiciones económicas. Las mejoras en la salud se correlacionaninversamente con el crecimiento del PIB y directamente con el aumento de la tasa dedesempleo (Tabla 1). Este patrón de mejora de la salud en correlación inversa con elcrecimiento del PIB y en correlación directa con el aumento del desempleo se presentaen todos los grupos de la población clasificados por raza, sexo y edad (la correlaciónnegativa entre crecimiento del PIB y mejora de la salud es estadísticamente significativaal nivel habitual de 0,05 en 10 de las 16 categorías demográficas estudiadas, mientrasque la correlación positiva entre aumento del desempleo y mejora de la salud esestadística-mente significativa en 13 de las 16 categorías demográficas). En general, laesperanza de vida aumentó 8,8 años durante el período que va desde 1920 hasta 1940,de forma que el incremento medio anual fue de 0,4 años. La Tabla 2 muestra ladiferencia media en el incremento anual de la esperanza de vida asociado al aumento deun punto por-centual en el PIB durante el mismo año y durante los 3 años anteriores. Elefecto negativo correspondiente al mismo año (desfase 0), estadísticamente significativo

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en las distintas especificaciones, indica que los años de mayor crecimiento del PIBfueron también los de menor aumento de la esperanza de vida. Ninguno de loscoeficientes que corresponden a efectos desfasados del crecimiento del PIB es detamaño considerable o estadísticamente significativo. El modelo para toda la poblaciónque incluye sólo un efecto de crecimiento del PIB en el mismo año indica que unaumento de un punto porcentual en el crecimiento del PIB se asocia con una reducciónde 0,20 años en el aumento anual de la esperanza de vida (intervalo de confianza del95 %: 0,06 a 0,34).El modelo en que la variable dependiente es la variación anual de la esperanza de vidaen la población general y esa variable es función del efecto del crecimiento económicosólo el mismo año, es Δet = 0,88 – 0,20 gt. Este modelo predice un aumento anual de0,88 años en la esperanza de vida (Δet) en años de crecimiento económico cero (gt = 0).El cambio previsto en la esperanza de vida durante un año de expansión económica conun crecimiento del PIB de 5 % (en 1937 fue 5,1 %), sería de 0,12 años, lo cual quieredecir que la esperanza de vida disminuiría. A la inversa, durante un año de recesión conun “crecimiento” del PIB de 5 % (en 1931 fue 6,5 %) la esperanza de vidaaumentaría 1,88 años.

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DiscusiónEl análisis de diversos indicadores de salud poblacional en EE.UU. revela que ésta nosólo no disminuyó, sino que mejoró durante la Gran Depresión que tuvo lugar en 1930-1933. Durante esos años la mortalidad disminuyó en prácticamente todos los estratos deedad y se observaron aumentos de varios años en la esperanza de vida de varones ymujeres de raza blanca y de otras razas (este último grupo fue el más beneficiado). En lamayoría de los estratos etarios, la curva de mortalidad tuvo tendencia a alcanzar un pico

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por encima de su tendencia general a largo plazo durante los años de fuerte creci-miento económico (como fueron 1923, 1926, 1929 y el bienio 1936-1937). A la inversa,las grandes recesiones de 1921, de 1930-1933 y de 1938 coincidieron con disminucio-nes generalizadas en las tasas de mortalidad y picos en la curva de esperanza de vida. Laúnica excepción a esta tendencia general es la mortalidad por suicidio, que aumentódurante la Gran Depresión, pero los suicidios totalizaron menos del 2 % de las defun-ciones. En líneas generales, los resultados presentados revelan que los años de fuertecrecimiento económico se suelen asociar con un empeoramiento de la salud o con unareducción del ritmo de mejora a largo plazo de los indicadores de salud.Las investigaciones previas que han estudiado específicamente la evolución de la saludpoblacional durante la Gran Depresión en EE.UU. son escasas, pero ya durante la de-presión hubo investigadores que observaron que la mortalidad había aumentado durantelos años veinte [4] y había disminuido a principios de los treinta [5]. También observa-ron con perplejidad que la mortalidad infantil y la mortalidad por tuberculosis habíandisminuido entre 1929 y 1933, mientras la economía caía en picado, aunque tambiénencontraron indicios de mayor desnutrición entre grupos de bajos ingresos [6,7] y au-mentos de la mortalidad infantil en algunas zonas del país en las que la tasa de desocu-pación era muy alta [8]. Nuestra investigación muestra que, en promedio, la salud po-blacional no disminuyó durante la Gran Depresión.

Algunos autores han argüido que las recesiones producen efectos nocivos retardadossobre la salud, de tal manera que las crisis económicas estarían relacionadas con un au-mento de la mortalidad o con otras manifestaciones de un empeoramiento de la salud(manifestado por un aumento de admisiones hospitalarias o de tasas de morbilidad) enlos años subsiguientes [9,10]. Esa hipótesis generó en su tiempo considerable debate[11-13]. Dado el limitado marco temporal de nuestra investigación, no es posible anali-zar efectos desfasados más allá de un lapso de 3 años y, por lo tanto, no podemos des-cartar que a más largo plazo puedan ocurrir efectos de esta índole. Sin embargo, en in-vestigaciones realizadas sobre un período de estudio mucho más amplio no se ha podidomostrar que haya efectos desfasados a largo plazo de las recesiones sobre la mortalidad,ni en EE.UU. ni en otros países [14-16]. Un reciente estudio de los efectos potenciales

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del estrés in utero durante la Gran Depresión no pudo revelar asociación alguna condiscapacidad o enfermedad crónica posteriores a lo largo de la vida [17].Si la hipótesis de los efectos desfasados fuese cierta, hubiese cabido esperar aumentosmuy importantes de la mortalidad en los años que siguieron a la Gran Depresión. En1936 se observó un pico en la curva de la mortalidad, 4 años después del peor año de laGran Depresión, pico que coincidió con un período de intenso crecimiento económico.El aumento de la mortalidad tuvo lugar el mismo año en casi todas las edadesincluida la mortalidad de menores de 4 años y se debió a causas de muerterelacionadas con procesos fisiopatológicos muy disímiles, entre ellos los traumatismos,en los que no cabe esperar ningún posible desfase en la causalidad. Esto hace que lahipótesis de los efectos desfasados sea una explicación muy poco plausible del pico querevelan las curvas de mortalidad en 1936.Que la salud poblacional tiende a evolucionar mejor en los períodos de recesión que enlos de expansión se observó por primera vez hace ya décadas [18-20]. Sin embargo, nose prestó ninguna atención al fenómeno hasta hace pocos años, cuando en algunos estu-dios volvió a observarse esa relación en datos correspondientes a la segunda mitad delsiglo XX [14-16, 21-26]. Los mecanismos que pueden explicar los efectos de los ciclosde expansión-recesión sobre la salud son diversos [11,15,19-21,23,24,27-30]. Muchosde tales mecanismos producirían efectos a corto plazo al precipitar la muerte de perso-nas que padecen una enfermedad crónica subyacente (a veces asintomática) y al au-mentar las tasas de lesiones traumáticas involuntarias.

Las observaciones hoy disponibles apoyan la existencia de varios de estos mecanismos.Por ejemplo, en los períodos de expansión económica aumenta el consumo de tabaco yalcohol [3,28,29], se reducen las horas de sueño [31] y hay más estrés laboral por aña-dirse horas extraordinarias a la jornada de trabajo, que además de prolongarse, suele sermás intensa y extenuante por aumentar el ritmo de trabajo [3], todo lo cual se relacionacon peor salud y mayor riesgo de muerte, tanto de las personas sanas como de las quepadecen una enfermedad crónica subyacente [32-35]. El aumento de la mortalidadatribuible al tráfico [36] o a traumatismos industriales [34,37] durante los períodos deexpansión está claramente relacionado con la aceleración de la actividad económica.Los períodos de expansión también se asocian con empeoramientos de la contaminaciónatmosférica, cuyos efectos a corto plazo sobre la mortalidad cardiovascular y respirato-ria están bien demostrados [24,38-40]. Otros mecanismos que también podrían influirson el mayor aislamiento social, la falta de atención personal en el hogar y el deterioro

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del apoyo comunitario, todo ello asociado a los períodos de intenso crecimiento econó-mico por el aumento de la tasa de empleo, la mayor demanda de mano de obra y loscambios de residencia a una zona distinta del país por motivos de trabajo [11,41-43].Si se extrapolan nuestros resultados y los de otros autores [16,21,23-26,44-46], los pe-ríodos de expansión económica podrían conducir a una reducción o incluso a una inver-sión de la tendencia a la mejora de la salud a largo plazo. Nuestros resultados indicanque, por ejemplo, la mortalidad infantil, que experimentó una clara reducción a todo lolargo del período incluido en el estudio, disminuyó menos o incluso invirtió su tenden-cia al aumentar en los períodos de intensa expansión, mientras que aceleró su declivedurante las recesiones. A primera vista, nuestros resultados parecen contradecir la ob-servación de que, a largo plazo, en muchos países el aumento del PIB per cápita hacoincidido con una disminución general de la mortalidad [47]. Lo que parece cuestiona-ble es hasta qué punto dicha relación es causal [48,49].Los cambios a largo plazo en el PIB podrían simplemente estar correlacionados con unconjunto de cambios sociales que favorecen el aumento de la salud (como la mayor ac-cesibilidad a una mejor alimentación, familias menos numerosas, etc.). Esas transforma-ciones sociales que ocurren a largo plazo son muy distintas de las consecuencias a cortoplazo que tienen los períodos de expansión económica, asunto en el que se centra estainvestigación. Muchos países del mundo han experimentado grandes mejoras en la sa-lud con crecimiento económico escaso o nulo. Por ejemplo, en India y China se observauna correlación negativa entre las tasas decenales de crecimiento económico y la dismi-nución de la mortalidad infantil [50]. En la China posterior a la Segunda Guerra Mun-dial casi toda la disminución de la mortalidad infantil tuvo lugar antes de los añosochenta y noventa, en los que el crecimiento económico fue acelerado y, en cambio, enesos dos decenios el progreso en salud infantil fue exiguo. En cualquier caso, una in-vestigación detallada de la relación entre tendencias a largo plazo en lo económico y enlo referente a la salud requeriría datos y análisis muy diferentes de los que se presentanen este trabajo.Aunque las ciencias sociales no son exactas como la física, las regularidades y tenden-cias observadas en el pasado nos permiten al menos una cierta seguridad en la predic-ción del futuro. La experiencia histórica indica que no cabe esperar un aumento de lamortalidad como consecuencia de una recesión, a excepción de un mayor número desuicidios. Este aumento de los suicidios es obviamente sustancial, pero en términos demortalidad total resulta compensado de sobra por la disminución de las defuncionesdebidas a otras causas de muerte.Mientras que en los períodos de expansión económica “hay trabajo”, el clima general esde optimismo y los salarios tienden a crecer (aunque no siempre y no en todos los secto-res de la población), las recesiones son períodos de pesimismo, de reducción de los in-gresos y de malestar social. La Gran Depresión de los años treinta fue una crisis muyimportante de la vida social, en la que muchas personas vieron disminuir sus ingresos ypadecieron privaciones, lo cual dio lugar a un descontento social generalizado. Sin em-bargo, no se asoció con ningún empeoramiento importante de la salud de la población.Esto sugiere la existencia de otros mecanismos que compensan con creces el posibleefecto deletéreo sobre la salud del elevado desempleo y del desbarajuste económico.Una mejor comprensión de los efectos beneficiosos de las recesiones sobre la salud po-dría quizás contribuir al avance hacia la elaboración de políticas económicas que au-menten la salud y minimicen o amortigüen los efectos adversos de los períodos deexpansión económica.

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Datos y métodos. Los datos económicos y sanitarios utilizados proceden deestadísti-cas históricas de EE.UU. [51]. Como indicadores de salud poblacional seutilizaron la esperanza de vida al nacer y las tasas de mortalidad. Se examinaron lastasas de mortali-dad específica por edades y las tasas de mortalidad específica por seiscausas de muerte que en conjunto constituyen el 64,4 % de la mortalidad total en 1930,a saber, enferme-dades cardiovasculares y renales (36,7 %), cáncer (8,6 %), gripe yneumonía (9,1 %), tuberculosis (6,3 %), lesiones traumáticas relacionadas con el tráficode vehículos a motor (2,4 %) y suicidio (1,4 %). Además de los análisis descriptivos seutilizaron mo-delos estadísticos para estudiar la asociación entre las condicionesdinámicas de la eco-nomía y la evolución de los indicadores de salud. Se calcularon lascorrelaciones entre el cambio en las condiciones de salud —indexado por la variaciónanual de la esperanza de vida o de una tasa de mortalidad— y el cambio de lascondiciones económicas, inde-xado por la tasa de crecimiento del PIB o la variaciónanual en la tasa de desempleo. El crecimiento del PIB en el año t se definió como lavariación del logaritmo del PIB a precios reales (es decir, ajustados según la inflación)entre el año t y el año t–1.También se estimaron modelos de regresión con efectos desfasados [52], en los cualesel incremento anual de la esperanza de vida (o la disminución porcentual de una tasa demortalidad) entre el año t y el año t – 1 (Δht) está en función de la tasa de crecimientodel PIB en ese mismo año (gt) y en años anteriores (gt-i), es decir,

donde es una constante, i es el efecto de las condiciones económicas indexadas porel crecimiento del PIB del año t – i y t es el error del modelo. El incremento anual de laesperanza de vida, la variación porcentual anual de la mortalidad específica por edadesy la tasa de crecimiento del PIB son todas ellas series estacionarias en media y varianza,por lo que es posible utilizarlas en modelos de regresión sin riesgo de resultados espu-rios por la presencia de tendencias [52]. En otras palabras, estos análisis estiman asocia-ciones que no dependen de tendencias a largo plazo.

Reconocimiento: El programa Robert Wood Johnson Health and Society Scholars financió en parte larealización de este estudio.

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Contribución de los autores: J.A.T.G. diseñó la investigación; J.A.T.G. y A.V.D.R. realizaron la investigación;J.A.T.G. analizó los datos y J.A.T.G. y A.V.D.R. escribieron el artículo.

Los autores declaran la inexistencia de conflictos de interés. Este artículo se envió directamente a la revista PNAS.

José A. Tapia Granados (Social Environment and Health (SEH/SRC) Program, Institute for Social Research, Universityof Michigan, Ann Arbor, MI 48106-1248).

Ana V. Diez Roux (Center for Social Epidemiology and Population Health, School of Public Health, University of Michi-gan, Ann Arbor, MI 48128).

Dirección electrónica de correspondencia: [email protected]

Original inglés editado por Alejandro Portes, Princeton University, Princeton, NJ, y aceptado el 18 de agosto de 2009(recibido para revisión el 27 de abril de 2009)

URL del original en Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America:http://www.pnas.org/content/106/41/17290.full.pdf+html

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Traducción de Manuel Talens, miembro del colectivo de traductores médicos MedTrad y de Tlaxcala, la red internacionalde traductores por la diversidad lingüística. Esta traducción es una cortesía de Tlaxcala.

Tlaxcala es la red internacional de traductores por la diversidad lingüística

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