Víctor Manuel Arroyo. Pedro Pérez, Candidato.

PEDRO PÉREZ,

CANDIDATO

VÍCTOR MANUEL ARROYO

PEDRO PÉREZ, CANDIDATO VÍCTOR MANUEL ARROYO______________________________________________________________________________

RECOMENDACIÓN NECESARIA

Estas palabras previas van dirigidas, especialmente, al hipotético director de la farsilla.

Se trata de crear un ambiente caricaturesco, bufo, que ha de subrayarse con el maquillaje y los gestos de los personajes y con la disposición del escenario.

Un barbero de pueblo pierde el juicio. Su singular locura consiste en querer llegar a la presidencia de la república. No le faltan seguidores y con ellos traza un programa de gobierno, forma un posible gabinete y esboza su política de gobierno. Pero de pronto, cuando todo iba muy bien, el candidato recobra el juicio y se ve abandonado por todos, que siguen a Totolate, un virulento ‘demócrata’ con garrote.

Él habla de los personajes contiene una serie de lugares comunes, muy propios del ambiente farandulero que se vive en muchos países americanos, desgraciadamente. Los pocos regionalismos se explican en notas al margen.

El medio geográfico, pues, podría ser un país hispanoamericano y en la época actual.

Es conveniente utilizar en la puesta en escena ‘zonas de luz’, para facilitar los cambios escénicos sin necesidad de bajar el telón, del que hasta se puede prescindir, para que el público se familiarice, desde antes de empezar la representación con los detalles de la escena.

Se recomienda adaptar los muebles de manera que todos pueden servir para varios fines (por ejemplo, un púlpito que se convierte sucesivamente en tribuna política, con sólo darle vuelta y colocarle una bandera encima, en bar, etc.)

Si no pueden usarse ‘zonas de luz’, la adaptación de los muebles resuelve el problema recurriendo a una penumbra conveniente mientras se hacen los cambios.

Los tramoyistas podrían ser los mismos actores, especialmente los que intervienen en los coros y en el desfile, tal vez con mallas oscuras.

Es recomendable también que en el público haya actores que griten, en determinados momentos, vivas al candidato, etc. Para dar la impresión de que los espectadores están participando en una reunión política. También al final, si es posible, los actores desfilarán por los flancos del teatro para dar fin a la representación.

Es muy importante dar a las escenas de la campaña electoral cierto ritmo cinematográfico, lo mismo que buscar la participación de una pequeña banda, que oportunamente tocará charangas escandalosas, sobre todo después del discurso de TOTOLATE y en el desfile final.

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I

(La escena ocurre en una barbería provinciana. Hay una silla de barbero al centro: al fondo un gran espejo. Muy visible aparece el rótulo de la casa: BARBERÍA LA DEMOCRACIA, y en letras mucho más grandes: DEMOCRACY BARBER SHOP, de Pedro Pérez).

Pedro Pérez: (Leyendo en un periódico local un artículo que le han publicado).Ciudadanos dem-ocratas: Yo, Pedro Pérez, barbero profesional, ante la situación crucial por la que atraviesa el país, me he decidido a tomar una decisión decisiva. El momento es dramáticamente grave, cargado de horribles presagios, y están sobrando los adagios, y hasta las palabras. Es la hora de la acción. ¡De pie, demócratas de pura cepa, no de cepa colorada, desde luego! Dejaré, para presentarme ante el albo altar de la patria mis tijeras, mi navaja, mi silla niquelada; en fin, abandonaré si es preciso mi barbería; para entrar en la lid a luchar por los ideales que se encierran en su nombre glorioso. Conciudadanos: dejaré de ser el barbero de La Democracia, para convertirme en el caballero de la democracia, seré un cruzado feroz, un Pedro Corazón de Puma invencible, un Caupolicán cristiano indomable, un huracán democrático arrollador. ¡Tengo veinte años de tomarles el pelo –y de cortárselo– a mis conciudadanos. Como se ve, he andado en muchas cabezas. Pero ahora, desde la proclamación de esta proclama, andaré en las bocas y en las cabezas lejanas: quiero decir, traspasaré los límites que encierran las cabezas de mis parroquianos! Compatriotas: os llamo a la contienda, a la santa guerra contra los enemigos jurados del país y de la democracia. Preparaos a ofrecer, si es necesario, aun el sacrificio de vuestras vidas. Yo soy el instrumento providencial que os llama a la pelea. Algo así como el corneta democrático. La campana que llama a los fieles demócratas al templo. Si queréis que sea el jefe de la legión santa, no puedo negarme a aceptar tan tremenda responsabilidad sería cobardía imperdonable de mi parte negar mi participación en ese aspecto. Pero, conciudadanos, yo sólo había pensado poner mi granito de cemento en la obra; yo sólo me había considerado como el más humilde soldado de una causa por mil títulos nobilísima. Sólo había querido ser, como ya dejé dicho, el clarín o la sirena de alarma. Sin embargo, si pensáis otra cosa, si creéis que al filo de mi navaja y al golpe de mis democráticas tijeras pueden ir cayendo cortados y vencidos los enemigos de la patria, contad siempre con que sabrá decir virilmente presente, vuestro barbero y servidor, Pedro Pérez.

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(Oscurecido el escenario, al principio sólo se oye la voz estridente del personaje. Conforme se ilumina de nuevo, aparece el barbero leyendo frente a un espejo, a la vez que hace ademanes exagerados, marcando pausas que llenan hipotéticos aplausos. Remarcará intensamente algunos párrafos. Hay música marcial de fondo, con clarines y tambores. Algunas veces pedirá, con las manos, que cesen los imaginarios aplausos. Luego se acercará a una mesita para escribir en un pliego grande. Va leyendo lo que escribe).

Pedro Pérez: Nosotros… ciudadanos demócratas… a toda prueba… espontáneamente, damos en este momento… la adhesión política… incondicional… al egregio ciudadano… Pedro Pérez, mayor, barbero… de este domicilio… porque confiamos en sus altos ideales… y en su mano firme para llevar… el timón de la nave de la nación, hoy por hoy… amenazada por peligrosas tempestades. Salón de barbería LA DEMOCRACIA…1

Cliente 1: (Ya acomodado en la silla).A ver si me rejuvenece, mi querido mago.

Pedro Pérez: Desde luego. Yo soy capaz de hacer todas las transformaciones (exaltado). Deje usted su cabeza en mis manos… (El cliente lo mira asustado; luego presenta el barbero el papel con lo que acaba de escribir, exigiendo la firma).

Cliente 1: Déjeme usted leerlo y meditarlo…

Pedro Pérez: No hay tiempo que perder… Unos minutos podrían resultar decisivos, fatales…

Cliente 1: (Ante la amenaza del barbero).Está bien, maestro, todo sea por la patria.(Sale asustado).

Cliente II: (Que entra y se sienta en la silla y después de que el barbero se le acerca solícito).Maestro: ponga usted en acción esas tijeras mágicas. ¿Cómo va esa vida, amigo Pedro Pérez?

Pedro Pérez: ¡Cómo quiere usted que vaya! ¡Cómo va el país! La tempestad arrecia y la nave va sin rumbo, como brújula loca (hace gestos). Pero amigo y cofrade, Dios aprieta pero no ahoga. Hay una solución. (En tono solemne, mientras acerca la navaja al cuello del cliente). En nombre de

1 (Fecha de la función).

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la patria, ciudadano, le pregunto, ¿se negaría usted a firmar este pliego de adhesiones?

Cliente II: Pero…

Pedro Pérez: (Esgrimiendo la navaja, amenazante).Reflexione, compatriota…(El cliente firma y sale rápidamente).

Cliente III: (Después de entrar y de sentarse en la silla, habla en tono jovial):Míster Péter, hágame usted el favor de transformarme en Rodolfo Valentino.

Pedro Pérez: (Acercándose, satisfecho).A sus órdenes, caballero.(Luego hace lo mismo que hizo con los otros dos clientes: el cliente firma y sale precipitadamente de la barbería).

Cliente IV: (Entrando y sentándose en la silla del barbero).Mi estimado Pedrito, haga usted el favor de rasurarme.

Pedro Pérez: (Frotándose las manos, satisfecho, se acerca al cliente y, doblando el respaldar de la silla, comienza a rasurarlo. De pronto, cuando lleva la navaja por el cuello, toma el pliego que tiene muy a mano y le pide al cliente que firme. Éste hace resistencia, pero ante la actitud amenazante y decidida del barbero, acaba por firmar el documento. Después, sin hablar nada, paga y se retira muy asustado). (Luego aparecen sucesivamente, dos clientes más, y ocurre lo mismo que ha sucedido con los otros. El ritmo de la acción, sin embargo, va acelerándose. Con el último cliente no se presenta diálogo, sólo hay mímica). (Después entra una dama madura y circunspecta).

Doña Salvadora: (Hablando solemnemente, con gran afectación).Ciudadano Pedro Pérez, no he podido, ni podría nunca substraerme al vehemente deseo de presentarle mis sinceras congratulaciones por su valiente y bien sazonado artículo, aparecido en el periódico EL PAÍS de esta fecha. Cuánta hondura en el pensamiento, cuánta elegancia en la forma, cuánta viril energía y absoluto desinterés personal hay en sus palabras…

Pedro Pérez: Señora, yo seré sólo un soldado…

Doña Salvadora: La modestia, propia de los sabios, es también otra de sus numerosas virtudes…

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Pedro Pérez: En fin, yo estoy dispuesto a servir a la causa en el sitio que se me asigne, sólo pido un lugar en las filas: seré un soldado raso si es necesario, o llevaré la bandera, tomando el puesto de mayor peligro y responsabilidad. Que el pueblo lo señale. Vox populi, vox Dei.

Doña Salvadora: (Aplaudiendo).¡Bien, muy bien! Mientras haya hombres como usted, mi distinguido amigo Pérez, la patria puede estar tranquila.

II

(En la barbería. Aparecen Pedro Pérez y doña Salvadora. Luego llegan, sucesivamente, varios ciudadanos a darle su adhesión al barbero).

Totolate2: (El apodo alude a la pequeña estatura y al carácter intrigante y agresivo del personaje. Había siempre como enojado).¡Maestro, venga un furioso abrazo! ¡Ah, caramba!, quién lo hubiera imaginado! Donde menos se piensa, ¡demonios!, salta la liebre. ¡Y qué liebre! Nada, que estoy con usted para lo que sea. El país está desesperado. Pero ya tiene una esperanza. Habrá que construir el edificio de la patria; pero antes hay que destruir; hay que acabar con toda la mala simiente para levantar sobre bases sólidas. ¿Qué le parece, maestro Pérez?

Pedro Pérez: Así se hará, compañero. No quedará piedra sobre piedra, si es preciso…

Totolate: ¡Eso, magnífico, choque usted esos cinco! Es usted un hombre de acción, de esto no hay la menor duda. Y necesitamos, precisamente, hombres de acción. ¡Cómo me entusiasman sus palabras, caudillazo! Tiene usted mi adhesión. (Palmotea en la espalda a Pedro Pérez).

Doña Salvadora: Sin embargo, tengamos serenidad. Que el torbellino de la lucha no nos haga perder el equilibrio. Si hubiere que buscar un lema a la causa, yo no dudaría en declararlo: ACCIÓN CON REFLEXIÓN.

Pedro Pérez: ¡De acuerdo! (Con entusiasmo, aplaudiendo).

Totolate: Y lo que más me gusta de ese lema es su carácter detonante. Si suena, ¡demonios!, ¡como disparos de cañón! (Repite el lema).

2 “Totolate” es una palabra de origen azteca y significa piojillo de las aves, especialmente de la gallina.

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Don Expedito: (Entrando; es un hombre maduro, de hablar extremadamente pausado y ceremonioso). Ciudadano Pedro Pérez, yo me sumo a su causa. (Hace guiños a Totolate). Ya era tiempo de empezar. Este país está enfermo; pero, por Dios, no esperemos que se halle agonizante. Dicen por ahí que tengo, modestia aparte, alguna facilidad de palabra. Pues bien, pongo mi lengua al servicio de la causa. Usted, maestro Pérez, me señalará un puesto en el combate. Yo sabré, lo sabe Dios muy bien. (En tono patético) …triunfar… o morir.

Pedro Pérez: Gracias, mi querido don Expedito. Con satisfacción veo que mi proclama ha sido escuchada por los mejores ciudadanos, por los mejores hijos de la patria. Yo solamente canalizaré las fuerzas vivas de la nación. Lo demás lo hará la fuerza de la corriente, (muy exaltado) que destruirá, purificará y fecundará.

Doña Salvadora,Totolate y don Expedito: (Aplaudiendo con entusiasmo): ¡Bien, muy bien, viva Pedro Pérez! (Lo

aclaman unos momentos).

Pedro Pérez: Calma, calma, señores, recuerden, REFLEXIÓN CON ACCIÓN. (Lo corrigen los otros). Quiero decir, es cierto. ¡ACCIÓN CON REFLEXIÓN!

Don Severino: (Que entra con paso rápido). A ver, venga el candidato (guiñando un ojo a los otros). A ver, venga el candidato. Quiero ser el primero en sumarme a la causa. Quiero ser de los primeros “perecistas” del país.

Totolate: (Interrumpiendo). Un momento, compañero Severino. Vayamos con cuidado. No considero conveniente, de ninguna manera, que el partido que estamos fundando se denomine “Perecista”. No porque estime inmerecida, desde luego, la alusión al jefe indiscutido. (Pedro Pérez inclina la cabeza, los otros aplauden). Pero la malicia de nuestros adversarios podría llevarlos a asociar el adjetivo con el nombre de un vicio muy tropical y generalizado: la pereza.

Don Expedito: Pero el tal vicio podría considerarse, según el ángulo de enfoque que se tome, como una virtud…

Doña Salvadora: Yo entiendo bien su posición, compañero Expedito; hay, ¿quién lo duda?, el ocio especulativo que ha sido tan fecundo; pero no compliquemos la cuestión.

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Totolate: Siendo las iniciales de nuestro caudillazo P.P., propongo que sus partidarios nos llamemos “pepistas”, nombre sonoro, breve y explosivo.

Doña Salvadora: Aunque esa denominación deja de tener sus atractivos, considero imprescindible que el nombre del partido haga alusión a los principios. Los partidos personalistas, y no se mal interpreten mis palabras, por favor, han pasado a la historia. El pueblo quiere principios para lograr sus fines. El nombre de nuestra gloriosa agrupación patriótica ha de encerrar, en cierto modo, su médula ideológica. (Los otros interrumpen con aplausos y gritos de aprobación). Propongo, compañeros, el nombre de PARTIDO DEMÓCRATA INTRANSIGENTE.

Don Severino: Pero, doña Salvadora, ¿no caeremos así en una contradicción?

Doña Salvadora: De ninguna manera, mi estimado Severino. Resultaría un nombre muy acorde con nuestra idiosincrasia, enemiga de extremismos. Porque lo de “demócrata” aludirá a la libertad, que es un extremo, pero lo de “intransigente” sería el freno previsor que señale el alto al libertinaje. Es algo así como el nombre de usted, mi estimado compañero. Si usted se llamara Severo, no habría posible equilibrio; pero llamándose Severino, con el sufijo suave y afectivo “ino”, la agresividad del nombre, sin perder su gravedad solemne, se dulcifica.

Totolate: Creo, compañeros, que el nombre es adecuado. La democracia ha de ser intransigente con sus adversarios. Que Dios me lo perdone, yo iría más lejos. Pero concedo un poco. Que lo de “intransigente” quede como una firme advertencia a nuestros enemigos.

Pedro Pérez: Pienso que hemos discutido mucho el asunto. Lo que cabe es someterlo a votación. Los que estemos de acuerdo con el nombre propuesto por la compañera doña Salvadora, que levanten la mano. (El nombre es acogido por unanimidad). Es importante también que señalemos la bandera. Me gusta el color verde, porque simboliza la esperanza, el ideal. Además, recuerda nuestros campos. ¿Qué opinan ustedes, compañeros?

Doña Salvadora: Yo prefiero el azul, que es el color que verdaderamente simboliza el ideal, el infinito…

Totolate: Yo me inclino por el rojo porque… (Los presentes protestan a gritos contra la proposición de Totolate, quien se ve obligado a esperar que pase la reacción)… yo pensaba, simplemente, que es el color de la sangre, de la vida… pero si se ha de mirar torcidamente mi intención, retiro mi propuesta.

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Don Severino: El blanco no nos comprometería, y es, no se olvide, la representación de la pureza.

Totolate: Sin embargo, una bandera blanca no sería combativa. Sería demasiado… pacificadora. Algo así como una petición de tregua antes de que empezara la batalla. Rojo y blanco sería una buena combinación…

Doña Salvadora: (Muy contrariada). ¡Y dele con el rojo! (Los demás manifiestan con gestos y gritos su desaprobación).

Pedro Pérez: Propongo una solución intermedia: que adoptemos el rosado. Es un color agradable y equilibrado. Y además, para poner una nota de combate, agregaremos unas tijeras al centro, en actitud cortante. Y en medio de las hojas tijerinas colocaremos una serpiente serpenteante. Porque… (Una entusiasta aclamación de los presentes interrumpe la explicación que iba a dar el candidato sobre el simbolismo del emblema). Muy bien, compañeros: veo que el simbolismo está tan claro que no necesita explicaciones.

Don Severino: Reflexionemos, señores: que los triunfos no nos abrumen. Tenemos candidato (aplausos), nombre, bandera y lema. Necesitamos ahora un atractivo programa de gobierno, y, además, señalar candidatos para la Vicepresidencia y los nombres que formarán el futuro gobierno, el gabinete de la victoria. Lo demás vendrá por carambola. (Todos apoyan las palabras de don Severino).

Pedro Pérez: Principiemos, pues, por el principio. Tratemos el programa de gobierno, que es donde podremos encajar nuestros principios.

Don Expedito: Propongo, estimados compañeros, que consideremos la cuestión en el ámbito de los ministerios. Aunque, en este punto, considero que podrían estar sobrando algunos, como el de Agricultura y el de Industrias, y podrían faltar otros, que la experiencia aconseja como absolutamente necesarios, como el de Turismo.

Totolate: Comparto ampliamente el criterio del compañero Expedito. Ni son todos los que están, ni están todos los que son, o deben ser. Además, hay algunos eufemismos, como eso de hablar de Ministerio de Seguridad Pública. Tenemos que volver al Ministerio de Guerra, como se llamó antes. Porque si los enemigos quieren guerra, guerra va… (Habla exaltado, haciendo, al final, ademán de empuñar y disparar una ametralladora).

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Pedro Pérez: Empecemos, pues, con las salvedades anotadas. Hablemos, por ejemplo, del problema de la educación. Yo considero que si las estadísticas indican que tenemos un bajo porcentaje de analfabetos, deberíamos hacerlas indicar también que no tenemos “anabachilleres”; es decir, que ningún muchacho bachillerable dejará de ser bachiller. ¡No faltaba más!

Doña Salvadora: Propongo que se eliminen los exámenes de bachillerato y se establezca la asistencia libre a los liceos.

Don Expedito: Hay otro punto negativo. La verdad es que ya tenemos colegios en todos los cantones, pero necesitamos más: no ha de haber distrito, por humilde y remoto que sea, que no tenga también su faro de luz media. (En tono solemne): La enseñanza democrática ha de llegar a todos los confines de la patria… (aplausos). Enfermaremos a la nación de cultura, será como una fiebre endémica y contagiosa.

Totolate: Quiero recordar que somos hombres de acción. Bien me parecen los ideales salvadores; pero hay que hacerlos expeditos. (Doña Salvadora y don Expedito se dan por aludidos y miran agresivamente a Totolate). No lo tomen ustedes a mal, estimados compañeros. La “productividad” de bachilleres debe ser en promoción masiva. Y para esto sólo necesitamos algo muy simple y que no requiere grandes gastos. El nuevo gobierno aprobará una ley que establezca que todo ciudadano o ciudadana será declarado bachiller, de oficio, al cumplir los dieciocho años. ¿Puede haber algo más sabio y democrático? (Aplausos entusiastas).

Pedro Pérez: Creo que no hay problemas serios en educación que nos detengan más en este campo. Pasemos, pues, a otros frentes.

Don Severino: Tratemos el problema de la salud. “Mens sana in corpŏre sano”. El pueblo tiene derecho a la salud…

Totolate: (Interrumpiendo). Me parece que el compañero Severino toca un punto peligroso, que podría considerarse hasta subversivo, según se plantee, porque podríamos lesionar algunos intereses muy respetables. Aunque el Ministerio de Salud, cuando menos, podría realizar una campaña, ayudado por el de Educación Pública, para convencer a la gente de la inconveniencia de enfermarse y de la necesidad de alimentarse satisfactoriamente y de vivir en forma confortable… En fin, con estampar en nuestro programa algunos latinazos, como el que tan originalmente ha recordado don Severino, no quedaríamos del todo mal…

Doña Salvadora: Estimo muy conveniente enfocar lo que atañe al Ministerio de Gobernación, que es el orden y buena disposición de la casa. Hay

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enemigos ocultos por todas partes que amenazan la estabilidad de la familia, los cimientos de la propiedad, el respeto sacrosanto a la legalidad, a la iniciativa privada, base de todo progreso, que minan la democracia representativa y hasta la cultura occidental… (furiosos aplausos). Hay que buscar el fortalecimiento de la iniciativa privada, para que haya más iniciativas. Hay que dar las máximas garantías ciudadanas, dentro de la ley, naturalmente… “Dura lex, sed lex” será el lema inflexible… (Los demás aplauden frenéticamente, mientras doña Salvadora se muestra entre satisfecha y fatigadas por el esfuerzo oratorio).

Totolate: Me preocupa el problema del llamado Ministerio de Seguridad Pública. Es un nombre inadecuado, indudablemente. Los ciudadanos, aquí entre nos, más bien tienen exceso de seguridad. Lo que necesitamos es un Ministerio de Guerra. Tenemos que confesar, y esto es una verdad humillante, que no tenemos militares de carrera. Lo cual es una vergüenza, sobre todo cuando hay alguna reunión internacional. ¿Cómo es posible, compañeros, que mientras otros países pobres y pequeños como el nuestro, se dan el lujo de enviar media docena de generales debidamente decorados y laqueados, nosotros tengamos que mandar un par de inofensivos y desteñidos civiles? Tenemos que enmendar esta barbaridad, por el buen nombre del país. Necesitamos guerreros aguerridos y arsenales, siempre dispuestos a defender a la patria. Además, con la economía que puede lograrse con mi genial idea –perdóneseme la inmodestia– al implantar la fatalidad del bachillerato, podremos y debemos ensanchar los gastos de los olvidados militares, que son el brazo armado de la patria. (Se aprueban con aplausos las palabras de Totolate).

Pedro Pérez: Y a propósito de gastos, no hemos hablado, mis queridos compañeros, de un asunto muy espinoso: el renglón de la economía. Necesitamos plata suficiente para enfrentarnos al atractivo programa de gobierno que pensamos ofrecer.

Don Expedito: Nuestro ilustre caudillo (hace guiños), copartidarios, nos ha hecho un llamado a la realidad. Sin embargo, la sangre todavía no llega al río. Los empréstitos son un recurso inagotable. ¿Es que no tenemos amigos ricos y comprensivos? Además, la veta de los impuestos apenas empieza a explotarse. ¿Por qué, por ejemplo, no pagan impuesto solteros y solteronas? ¿Por qué los dueños de radios y televisores tampoco pagan ningún tributo? ¿Por qué no se aplica ningún impuesto a las fiestas de ‘halloween’ o de ‘baby shower’, por ejemplo? Como se ve, compañeros, la situación no es tan grave. Existen todavía muchas, muchísimas posibilidades.

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Pedro Pérez: Hablemos, entonces, de otro punto importante. La cuestión de las candidaturas…

Un mensajero de telégrafos: (Entra súbitamente y entrega un manojo de telegramas a Pedro Pérez).

Por favor, firme donde están estas cruces.

Pedro Pérez: Compañeros, recogemos los primeros frutos de la cosecha. (Abriendo los telegramas, lee): “Ciudadano Pedro Pérez: Guarumal de Yigüirral como un solo hombre con usted. No afloje.” José López y compañeros. “Hojancha de Arenal. Ni un paso atrás. Incondicionalmente a sus órdenes.” Marciano Rojas. “Zetillal de San Juan. Mientras haya hombres como usted, la patria está salvada.” Malaquías González. “Las Vueltas de San Luis. Yo y mis hijos lo acuerpamos y le decimos: presentes.” Juan Jiménez y familia. “San Rafael de Carrizal. Conmovida por su llamamiento, me pongo incondicionalmente a sus órdenes con mi marido y mis tres hijos”. Encarnación Ramírez. (Luego, sonriendo complacido, se dirige al grupo): ¿Qué les parece, compañeros? (Todos manifiestan gran entusiasmo).

Pedro Pérez: Pero volvamos al deber. Ya habrá tiempo después para celebrar las victorias. Íbamos a hablar del delicado asunto de las candidaturas…

Totolate: Necesitamos para la Vicepresidencia un elemento de arrastre. Tomando en cuenta la importancia de las alas femeninas, ustedes me entienden (hace ademanes), propongo como candidata a nuestra compañera doña Salvadora. Ella y nuestro caudillazo formarán una pareja providencial, no lo duden ustedes. Además es demócrata, debidamente confirmada y registrada. Tiene palabra fácil y sonrisa, aunque menos fácil, atractiva. (La propuesta es acogida con muestras de aprobación).

Doña Salvadora: (Hablando con afectada emoción). Compañeros amadísimos: no encuentro palabras suficientemente expresivas para agradecer a ustedes este gesto generoso. Sobre todo me conmueve por lo inesperado. Dios sabe que no tengo más ambición que la felicidad de mis conciudadanos y el engrandecimiento de la patria. (Aplausos). Pero mi modestia no me autoriza a negar la colaboración que se me pida, sobre todo en estos momentos difíciles. Correligionarios, acepto la postulación que se me brinda como un homenaje, no a Salvadora Gambeta, sino a nuestras distinguidas y abnegadas mujeres. La emoción me ahoga, no puedo decir más. (Hace pucheros).

Pedro Pérez: Pasemos ahora a la integración de nuestro gabinete, al menos en cuanto a los ministerios más importantes. Para Ministro de Guerra y de

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Gobernación, pues creo conveniente el establecimiento de ministros con dos carteras, lo cual resulta muy prudente –para evitar posibles crisis de gabinete, no se piense otra cosa– propongo, mis queridos compañeros, al ciudadano Totolate, hombre de armas tomar, el más demócrata de los intransigentes y el más intransigente de los demócratas. Como se ve, conciudadanos, tiene doble mérito. Tal vez por eso resulta también más justo darle ese ministerio ‘guápil’3. (La propuesta es acogida por aclamación).

Don Severino: Nombremos ahora ministro de Educación. Se necesita solamente un ciudadano que sea bien educado, aunque este mínimo requisito más de una vez no se ha cumplido. Sin embargo, nuestro glorioso partido Demócrata Intransigente debe ser ejemplar. Y con mayor razón por tener en nuestro seno un espejo de educados, que lo será también de educadores. Me refiero, como ya habrán ustedes adivinado, al compañero Expedito. (El grupo aplaude entusiasmado. Don Expedito pide silencio con un gesto, un poco amoscado).

Don Expedito: No merezco, señores, ese honor. Entiendo que para este ministerio se debe ser abogado, dentista, ingeniero o farmacéutico. Y yo tengo que confesar que no tengo ninguno de esos títulos. Sin embargo, ustedes mandan. Yo tomaré el puesto que me señalen, sin vacilaciones ni temores.

Don Severino: Bien se conoce que no anda nuestro estimado compañero muy enterado sobre los requisitos exigidos para las altas posiciones. Yo sí estoy perfectamente empapado; por esto puedo asegurarle que el cargo le viene como a San Juan el 24. (Aplausos).

Don Expedito: Ahora hagamos otro justo reconocimiento. Debemos nombrar al ministro de la plata. Debe ser un hombre que –aquí entre nos–, sepa siempre decir no. Un hombre austero, parco y equilibrado, un hombre severo… (Todos gritan a un tiempo: ¡don Severino!).

Don Severino: Agradezco, compañeros, estas inolvidables muestras de aprecio. Sin embargo, yo tengo algo muy grave que confesar. (En tono compungido): Yo no hablo inglés… (Todos manifiestan la mayor desilusión y sorpresa).

Don Expedito: Conmueve la sinceridad de nuestro copartidario y, sobre todo, su alto espíritu de responsabilidad en cuanto a sus deberes. Sin embargo, la cosa

3 “Guápil” es una palabra proveniente de la lengua náhuatl que significa doble, gemelo.

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tiene remedio. Hablar inglés entre nosotros resulta ya más fácil que hablar español. Con poco que se empeñe, compañeros, Expedito habrá dominado pronto el idioma de Shakespeare, y llegará a ser, por lo tanto, un excelente ministro de finanzas. En cuanto a mi sugerencia sobre la urgente necesidad de crear el Ministerio de Turismo, acogiendo la sabia proposición de nuestro egregio candidato sobre la versatilidad de los funcionarios, yo retiro mi propuesta. Es indiscutible, y la experiencia lo enseña, que del negocio del turismo podrán encargarse todos los señores ministros. (Los demás aprueban la afirmación de Don Expedito con aclamaciones como ¡naturalmente!, ¡desde luego!, ¡no faltaba más!, etc.).

III

(Un telón de guillotina, con un gran letrero que dice BARBERÍA DE PEDRO PÉREZ, como si fuera la puerta de la barbería, desciende lentamente, mientras aparece una serie de paneles que representan, respectivamente, un rincón de plaza pública, un poyo o una tribuna, donde Totolate se dirige a un grupo de partidarios; luego un bar, una oficina de cualquier dependencia oficial y un púlpito. La intención es reflejar, cinematográficamente, la suerte de la campaña electoral de Pedro Pérez. Si se cuenta con zonas de luz se enfocarán sucesivamente estos paneles, para que los personajes actúen. Si no se dispone de ese recurso, podrán hacerse los cambios rápidamente, como se recomendó al principio, por medio de la adaptación de muebles y letreros, según corresponda).

(En la plaza pública):

Totolate: (Hablando a un grupo de vociferantes partidarios, que llevan banderas rosadas y letreros e interrumpen al orador a menudo, cuando éste hace alguna pausa, con gritos de aprobación y vivas a Pedro Pérez y al mismo Totolate. Habla afectadamente, con voz recia y engolada).Venimos aquí, amigos y copartidarios, a grabar con letras de oro una fecha histórica. La noche de hoy es memorable. Porque, señores, esta nutrida concurrencia, en la que están representadas la flor y nata de las fuerzas vivas del país, viene a dar su apoyo rotundo, incondicional y entusiasta a nuestro ilustre jefe y candidato.Los enemigos de la democracia y de la patria no pasarán. (Del grupo y aun desde el público salen voces que gritan enardecidas “¡No!, no pasarán”, etc.). Aquí está este haz de voluntades, siempre alertas para impedir que la mala simiente se propague. Ni un paso atrás, compañeros. (Gritos de aprobación).La victoria no está lejana. El pueblo está con nosotros, formando una mole inconmovible como la piedra de Aserrí4.

4 Mole legendaria, situada en el lugar de ese nombre, en San José.

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Que cada uno tome su puesto en nuestro glorioso e invencible partido. La patria necesita en estos momentos de peligro de sus mejores hijos. Y cada uno de vosotros, con la mano puesta en el altar sacrosanto de la patria, ha de gritar con voz emocionada: ¡Viva Pedro Pérez! ¡Viva el invencible partido Demócrata Intransigente! ¡Viva la patria redimida! ¡Pedro Pérez, sí! ¡Pedro Pérez, sí! ¡Pedro Pérez, sí! (La comparsa y algunos actores metidos dentro del público corean los gritos del orador).

(En la cantina):

Parroquiano: (Un poco alegre de copas y dirigiéndose a varios compañeros que lo escuchan, dando algunas muestras de aprobación, casi dormitando).Ahora sí, mis queridos compañeros de fatigas. Llegó la hora de las reivindicaciones. No más abusos, con excepción, naturalmente, de estas pequeñas expansiones, tan necesarias para la higiene mental. El gobierno con el pueblo, para el pueblo, sobre el pueblo, será una realidad. ¡Que no haya proletarios, maldita sea! ¡Que todos seamos capitalistas!¡Viva la bandera de la victoria, la gloriosa bandera rosada! ¡Viva el tribuno de la democracia! ¡Viva Pedro Pérez!

(En la oficina pública):

Burócrata. (Dirigiéndose a un corrillo de compañeros que están sentados, descansando, junto a un escritorio; algunos leen periódicos; una mecanógrafa está muy ocupada arreglándose las uñas).¡Si les digo que el entusiasmo es arrollador! ¡No hay temor a equivocarse! El embanderamiento es universal: la ciudad está rosada. Propongo una declaración en bloque, para que tenga más fuerza. No debemos ser los últimos, recuerden. Y Pedro Pérez ha dicho algo muy original: el que no está conmigo, contra mí está. ¡Pedro! (El grupo contesta a coro): ¡Sí!¡Pérez! (Ocurre lo mismo): ¡Sí!(Repiten lo anterior varias veces, en forma de hurra).

(En el púlpito).

Sacerdote: (Habla a un grupo de beatas que llevan furtivamente, banderas rosadas; también se dirige al público).¡Las tempestades políticas me disgustan! Las pasiones siempre deben preocuparnos y ponernos en guardia, carísimos hermanos. Pero ante la avalancha humana, ante este torbellino desatado, qué hacer.¡Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios… Por los siglos de los siglos, amén!

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IV

(Se oscurece la escena. Luego se oye una vez transmitida por altoparlante, como si se tratara de un locutor de radio que da noticias).

La voz del locutor: Continuamos con nuestro boletín de noticias. En cuanto al mundo de la política, la más espectacular es, sin duda, la situación de los demócratas intransigentes, cuyo partido hasta ayer parecía mayoritario. El candidato Pérez, según creen sus consternados partidarios, y lo parece realmente, ha perdido el juicio, no cabe otra explicación, al dar a la prensa unas descabelladas declaraciones que, unánimemente se ha considerado como el más sensacional suicidio político.En cuanto a la política internacional, las grandes potencias… (la voz se va extinguiendo lentamente).(Cuando se apaga la voz, aparece de nuevo la barbería, cuya puerta –el telón de guillotina– se levanta. En la penumbra se oye la voz de Pedro Pérez, que lee sus declaraciones. La escena se va iluminando poco a poco y al fin se ve a Pedro Pérez leyendo en el periódico en voz alta, como al principio, pero ahora su actitud contrasta con la anterior: está sereno, tranquilo, lee pausadamente, con voz enérgica, pero sin gesticular ni exaltarse).

Pedro Pérez: (Leyendo). Y si el pueblo me favoreciera con sus votos, trataría de no defraudar sus esperanzas.Debemos aprovechar mejor nuestros recursos. Los ciudadanos han de sacrificarse un poco, sobre todo los que tienen mejores medios económicos. Las leyes tributarias han de mejorarse para que el impuesto de la renta no sea simplemente un impuesto a los salarios. La burocracia que paga el pueblo debe reducirse a lo imprescindible. El costo de la vida no debe continuar ascendiendo sin la menor preocupación del Estado.Ni una sola deuda más debe contraer el país.Y tengo que decir que no debemos esperar nada de la caridad internacional. Nada que no sea lo que logremos con nuestras propias fuerzas, y exigiendo un trato justo y decoroso.Nuestro sistema educativo debe ser mejorado realmente. No con el recurso de los nombres sonoros, ni con complicados organigramas.Deben estudiarse nuestros problemas y buscárseles prontas y adecuadas soluciones, de acuerdo con nuestras necesidades y los medios disponibles…La democracia ha de practicarse diariamente. No ha de ser motivo de floridos discursos nada más. Nuestro partido será simplemente demócrata. Nada de intransigente.Todos los ciudadanos tienen el derecho de expresar sus opiniones libremente…

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Totolate: (Que llega muy agitado, interrumpiendo la lectura bruscamente). Mi querido jefe y candidato: ¿Qué pasó? ¿Qué mosca lo ha picado, maestro? ¿Quo vadis, domĭne? El país está consternado. La avalancha humana quedó congelada con su domingo siete5. ¿Es que ha perdido la razón? ¿Cómo se le ocurrió decir lo que dijo, y sobre todo, públicamente? Teníamos los votos en la mano. No había ningún recelo, el golpe estaba dado y consumado… y me viene usted ahora a quemar el pan en la puerta del horno… No hay derecho, candidato. No hay derecho…

Pedro Pérez: ¿Y los copartidarios qué opinan?

Totolate: La indignación es universal… Todos están estupefactos…

Pedro Pérez: El problema no es grave. Es cuestión de cambiar…

Totolate: Eso jamás. Si es preciso, (solemne) moriremos al pie del cañón.

Pedro Pérez: Yo decía cambiar… de candidato.

Totolate: Le comprendo muy bien, maestro. Perez-can los hombres, sálvense los principios. Es usted un hombre admirable, mi querido EXcandidato. Tiene pasta de mártir y de héroe. Mientras haya hombres como usted…

Pedro Pérez: (Interrumpiendo a Totolate). Sí, hombre, ya lo sé: la patria está salvada. (Totolate se retira atropelladamente. Pedro va a tomar de nuevo el periódico para continuar la lectura, pero entonces entra un cliente al que debe atender).

Cliente: (Acomodándose en la silla). La barba, por favor, maestro.

Pedro Pérez: Desde luego…

Cliente: ¿Qué me cuenta de nuevo, Pedro Pérez? Lo noto a usted sumamente callado. ¿Tenemos algún problema?

Pedro Pérez: Absolutamente ninguno.

Cliente: (Haciendo un guiño). ¿Cómo va esa campaña electoral?

Pedro Pérez: (Muy serio). Déjese usted de bromas, mi estimado.

5 Salir con un domingo siete es decir algo inoportuno e inconveniente.

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Cliente: (Alzando los hombros, desconcertadamente).Cosas más raras ocurren en este mundo. No lo entiendo.(El cliente sale, haciendo un gesto de sorpresa. Pedro Pérez comienza a despegar gran cantidad de papeles de propaganda que habían sido pegados en las paredes de la barbería. Todo lo hace muy pausadamente. Va tirando los papeles al basurero: luego se despoja de su gabacha, toma el sombrero y un paraguas y desde afuera, termina de bajar el telón de guillotina que ha empezado a caer. Luego se retira, melancólicamente).(En cuanto esto sucede, pasan por el frente un grupo numeroso de ciudadanos, entre ellos los antiguos partidarios de Pérez, con muchas banderas rosadas, haciendo gran escándalo y gritando con aparente entusiasmo: ¡Viva Totolate! ¡Viva el Partido Intransigente!)(Luego en coro, fingiendo el ruido rítmico de un tren en marcha, van gritando: ¡TO-TO-LA-TE! ¡TO-TO-LA-TE! Esto lo hacen muchas veces).(Así dan varias vueltas, pasando por detrás del escenario. Luego desfilan escandalosamente, hacia los flancos del teatro, mientras cae el telón).

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Víctor Manuel Arroyo. Pedro Pérez, Candidato.

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