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DIVISI6N DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES

CUADERNOS UNIVERSIT ARIOS 36

CRECIMIENTO ECON6MICO REGULACI6N Y CRISIS EN LA NUEVA ESPANA, 1521-1810

Victor M. Soria

UNIVERSIDAD AUIONOMA METROPOLITANA/IZTAPALAPA

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Departamento de Humanidades-Historia Area de Cultura

Colecci6n al cuidado de Marfa Christen Florencia

Primera edici6n, 1988 © Universidad Aut6noma Metropolitana

Unidad Iztapalapa Av. Purfsima y Michoacan Colonia Vicentina 09340 Mexico, D.F.

ISBN 968-840-343-1

Impreso en Mexico Printed in Mexico

fNDICE

Agradecimientos 7

Introducci6n 9

1. Evoluci6n de los modos de producci6n y formaci6n social en Ia Nueva Espana, 1521-1810 17

Discusi6n acerca del Modo de Producci6n Feudal 19

La sociedad como un complejo de modos de producci6n 21

Periodizaci6n de Ia epoca coloni~l 22 Relaciones sociales en los distintos modos

de producci6n 23 Evoluci6n de las clases sociales y los modos de

producci6n 48

2. La racionalidad econ6mica de las unidades de producci6n

La comunidad indigena como unidad productiva de} MPDT

Las primeras unidades mineras con trabajo esclavo

Las minas de Ia segunda generaci6n dentro del MPSM

La operaci6n de Ia estancia La hacienda y su 16gica econ6mica Comentarios finales sobre Ia racionalidad

econ6mica de las unidades productivas de Ia Nueva Espana

3. El complejo extractivo y Ia articulaci6n de modos de producci6n

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Los componentes del complejo extractive La Real Hacienda y Ia extracci6n del excedente

econ6mico La Casa de Moneda y el control de Ia

producci6n de oro y plata Funciones del complejo extractive y su papel

articulador El intercambi9 desigual y Ia extracci6n del

excedente La articulaci6n de los modos de producci6n

4. Las crisis clclicas y Ia regulaci6n del abasto de granos y de los salarios en Ia Nueva Espana

Las crisis agricolas ciclicas en Ia Nueva Espana Los ciclos agrfcolas y los cambios estacionales Las tendencias de los precios en Ia Nueva Espana La regulaci6n de precios de los granos y salarios

en Ia Nueva Espana La regulaci6n de precios y salaries y el impacto

de las crisis sobre las clases populares

5. Las grandes crisis que afectaron a Ia Nueva Espana La crisis demografica indiana de 1521 a

1620-1630 La contracci6n del comercio colonial y Ia gran

crisis minera de 1630-1679 La bifurcaci6n del complejo extractive Acumulaci6n colonial y transformaci6n social La crisis de Ia revoluci6n de Independencia

6. Los regfmenes de acumulaci6n y regulaci6n coloniales en Ia Nueva Espana

Los regfmenes de acumulaci6n-extracci6n colonial en Ia Nueva Espana

Los regfmenes de Ia regulaci6n econ6mica en Ia Nueva Espana

El papel del Estado colonial en Ia regulaci6n econ6mica

7. Una vista global a manera de conclusi6n

Bibliograffa

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AGRADECIMffiNTOS

Este trabajo forma parte del proyecto que sobre Ia crisis econ6mica y social en Mexico y America Latina ha emprendido un grupo de profesores de los tres departamentos de economia de Ia Universi­dad Aut6noma Metropolitana. Este grupo de investigaci6n inter­unidades de Ia UAM se ha centrado principalmente en el estudio de Ia crisis actual de Mexico y los trabajos de sus miembros han sido publicados recientemente por Ia misma Universidad en un libro ti­tulado: Posiciones jrente a Ia crisis. Mi contribuci6n a esta publica­ci6n tambien fue sobre Ia crisis en Mexico, pero centrada en Ia epoca colonial. El trabajo que ahora presento constituye una ver­si6n mas elaborada y amplia de dicha contribuci6n ..

Buena parte del aliento para realizar este trabajo se debe a Ro­bert Boyer, qui en me comentaba que para conocer las iransforma­ciones estructurales en una formaci6n social es menester emprender ·estudios de largo plazo, que conjuguen tanto el estudio de Ia histo­ria como el anruisis econ6mico. Las importantes contribudones te6-.ricas de Boyer y del grupo de investigadores del CEPREMAP de Paris .al estudio de Ia crisis tambien ha influido conceptual y metodol6gicamente para emprender este trabajo, aun cuando poco ·se ha escrito sobre la regulaci6n econ6mica y la crisis en Ia etapa precapitalista. Agradezco las criticas de Robert Boyer y de Alain Lipietz a los primeros acercamientos que realice para este trabajo durante mi estancia en el CEPREMAP parte del ano pasado.

Esta investigaci6n no hubiera sido posible sin el decidido apoyo que tanto el anterior rector de Ia uAM, fisico Sergio Reyes Lujan, co­mo el actual, doctor Oscar Gonzalez Cuevas, han brindado al grupo de investigaci6n. Dentro del apoyo institucional a nuestro grupo, me- · rece especial menci6n el doctor Georges Couffignal, agregado cultural del gobierno de Francia en Mexico y director del IFAL (hasta julio de 1986), bajo cuya calurosa acogida se promovi6 un programa de inter:. cambio entre Ia UAM y eliFAL.

Mi reconocimiento al Sistema Nacional de Investigadores por el

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apoyo econ6mico que como miembro del mismo se me ha brindado. Finalmente quiero agradecer los comentarios vertidos por los

miembros del grupo de investigaci6n a este trabajo.

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INTRODUCCI6N

El estudio que aqui se presenta esta basado en trabajos de historia­dores sobre la economia colonial en Mexico. Sin embargo, no se trata de un trabajo sobre historia econ6mica propiamente dicha. Mas bien su prop6sito es el de analizar el desarrollo de los distintos modos de producci6n (MPs) que han conformado en diversas eta­pas la formaci6n social mexicana, desde el angulo de la codifica­ci6n particular que han tornado sus relaciones sociales, asi como el tipo de contradicciones que han bloqueado la reproducci6n global del sistema y que, por consiguiente, han·dado Iugar a las crisis eco­n6micas. De igual importancia es conocer las formas instituciona­les que contribuyen a resolver las crisis. y que llevan a un periodo de reproducci6n ampliada relativamente estable. En otras palabras, es importante el analisis de las formas sociales y los mecanismos re­gulatorios que estas imponen, a pesar de las contradicciones entre la base econ6mica y las relaciones sociales de producci6n.

Ademas es importante, como subraya Robert Boyer (1979), ofrecer una periodizaci6n global que pueda ligar directamente la naturaleza de cada tipo de crisis con la forma precisa de las relacio­nes sociales y la estructura econ6mica. La base principal para la pe­riodizaci6n ha sido la conformaci6n de los distintos MPs, en termi­nos de las relaciones de trabajo, en especial de las formas de organi­,zaci6n del trabajo que intervienen en cada uno de ellos. Tambien se ha tornado muy en cuenta la evoluci6n de la relaci6n colonial, centrada en la extracci6n del excedente econ6mico1 y su influencia sobre la orientaci6n del MP principal. Sorprende, sobre todo en los primeros periodos, la proliferaci6n de formas de organizaci6n del trabajo, pero habra que tomar en cuenta que los MPs coloniales, tanto el principal como los secundarios, estaban en formaci6n,

1 El excedente econ6mico se puede definir en t~rminos del producto global me­nos las cantidades necesarias para el autoconsumo, asi como aquellas Clllltidades de producto que aseguran un nuevo ciclo de produccion (C/. Witold Kula, 1970, p. 33).

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mientras que el modo indigena quedo casi destruido en el proceso de colonizacion. Es en el tercer periodo, de gran crisis de los MPs

espafl.oles, que Ia organizacion del trabajo empieza a tomar formas mas estables, las cuales se vuelven mas permanentes en el cuarto pe­riodo. La relacion colonial, en el primer periodo, desemboc6 en Ia acumulacion colonial originaria a traves del saqueo y el pillaje; en el segundo se dio Ia primera epoca de oro de Ia extraccion colonial, cayendo esta en crisis en el tercero; finalmente en el cuarto periodo se observo un crecimiento sostenido y Ia bifurcacion de Ia extrac­cion por parte de Ia metropoli en favor de los paises europeos con mayor desarrollo capitalista.

Para el estudio de Ia regulacion es importante identificar las rela­ciones sociales fundamentales y conocer las formas que toman en los distintos periodos. En el caso de una formacion social no­capitalista como Ia de Ia Nueva Espana (NE), se han identificado las siguientes relaciones fundamentales: 1) Ia relaci6n colonial que le da una direccionalidad a Ia formacion social dependiente y, por lo tanto, al MP principal (dentro de esta relacion se encuentra Ia produccion de Ia mercanda-dinero y las formas economicas estata­les de Ia fiscalidad); 2) las relaciones de trabajo, dentro de las cuales las formas de organizaci6n son importantes en Ia conformaci6n de los MPs y en su reproducci6n ampliada; 3) las relaciones de propie­dad que establecen los propietarios sobre los trabajadores en termi­nos de los medios de producci6n y de las formas de apropiacion del excedente; y 4) las relaciones tecnicas de producci6n en terminos de Ia forma de organizacion del proceso productivo.

Este trabajo se ha dividido en siete capitulos. En el primero se analiza Ia evolucion de los MPs durante Ia epoca colonial, asi como los elementos que los oonforman: los trabajadores, los propieta­rios, las relaciones de trabajo y de propiedad, asi como las formas de apropiaci6n del excedente. En este capitulo se esboza una perio­dizacion global de Ia colonia, en terminos de Ia evoluci6n de los MPs

y Ia relacion colonial, aunque esta ultima se examina en sus formas institucionales en el capitulo 3.

En el primer periodo (1521-1550) Ia contradiccion creada porIa conquista lleva a los hispanos a Ia sobreexplotacion de los naturales por medio de Ia reorganizacion del MP tributario indigena y Ia es­clavitud. En este periodo se genera una gran contradiccion entre Ia ley de poblacion y las formas destructivas de organizacion del tra­bajo (Ia encomienda y Ia esclavitud), las cuales amenazaron Ia re­produccion de conjunto. La creacion del repartimiento, como una manera de regular Ia provision forzada de fuerza de trabajo, asi

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como Ia regulacion del tributo vinieron a solucionar parcialmente, durante el segundo periodo (1551-1630), Ia contradiccion y hacer posible Ia creacion del MP servil-mercantil (MPSM) como el modo principal, de acuerdo con Ia relacion colonial que estaba condicio­riada por el habitus de los metales preciosos.

El segundo periodo fue uno de acumulacion colonial extensiva­primaria y de extraccion monopolica, cuyo regimen de regulacion extractivo-tributario logra al final estabilizar Ia poblacion fndigena. AI mismo tiempo, Ia acumulacion colonial ~a a Ia economfa novo­hispana cierta autonomia de Ia metropoli, creando contradicciones en el complejo extractivo (el aparato fiscal-monetario y de comer­cia externo e interno), exacerbadas porIa competencia de los paises nucleares europeos (Holanda, Francia e lnglarerra). La crisis me­tropolitana y las dificultades para abastecer a Ia minerfa con el mer­curia suficiente, llevan a Ia NE a una gran crisis en el tercer periodo (1630-1679). La crisis se resolvio mediante el restablecimiento de Ia provision de mercurio espai'l.ol a Ia mineria, un mayor grado de fi­nanciamiento interno de esta industria por parte del capital comer­cia! novohispano, y Ia gestacion de nuevas formas de organizacion del trabajo.

El cuarto periodo (1680-1810) constituye otra etapa de acumula­cion colonial extensiva-secundaria, Ia cual se puede dividir, a su vez, en dos subperiodos: uno de 1680 a 1766 y otro de 1767 a 1810. En el primero se inicia el crecimiento firme de Ia economia y en el segundo se aceleran Ia acumulacion y extraccion coloniales con las reformas borbonicas. La regulacion extractiva perdio su caracter monopolico por Ia bifurcacion de Ia extraccion con Ia entrada de los pafses nucleares europeos al comercio americana, aunque el complejo extractivo siguio manejado por los espai'l.oles. Durante este periodo Ia regulacion extractiva toma un rumbo mercantil en vista del mayor peso que Ia economia mercantil ha tornado sobre Ia economia natural y que el Estado ha dejado, en su mayor parte, de asignar a los trabajadores de repartimiento. Ellimite del cuarto periodo esta marcado porIa revolucion de independencia, como re­sultado de Ia explosion de las contradicciones originadas por Ia fe­rrea administracion borb6nica y Ia presion fiscal.

El estudio de los MPs quedaria incompleto si no se indaga sobre Ia racionalidad economica de las principales unidades economicas de cada uno de ellos. Aunque este capitulo constituye un primer acercamiento que necesita de mayor investigacion, de todas mane­ras deja vislumbrar que Ia racionalidad general de las unidades pro­ductivas novohispanas esta vinculada a Ia minimizacion del gasto

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monetario. Sin embargo, a diferencia del modelo de Witold Kula para el caso de Polonia, en Ia NE se observan grados variados de inserci6n de las unidades productivas a Ia economia monetaria. Tambien se deja entrever que Ia reacci6n al movimiento de los pre­cios era distinta por parte de las haciendas que por parte de las pe­quenas y medianas unidades agricolas.

Una de las conclusiones de los dos primeros capitulos es Ia relati­va a Ia utilizaci6n simultanea de varias formas de organizaci6n del trabajo por las unidades productivas. La explicaci6n de que fue Ia, escasez de mano de obra, debido a Ia catastrofe demografica indi­gena, Ia que oblig6 a las empresas a este uso de multiples formas noes suficiente. Creemos que Ia explicaci6n viene mas del tipo de relaciones de propiedad que se desarrollaron, las cuales tuvieron como comun denominador Ia propiedad de los "medios de subsis­tencia", aunque en diferente grado para cada forma de trabajo.

En el tercer capitulo se analiza lo que hemos llamado "el com­plejo extractivo" espanol, el cual refleja Ia forma institucional mul­tiple que tom6 Ia relaci6n colonial. Se examinan sus componentes principales, o sea, el monopolio transatlantico, Ia Real Hacienda y Ia Casa de Moneda, su funcionamiento y su vinculaci6n y el papel que juega en Ia articulaci6n de los MPs para lograr el prop6sito de Ia extracci6n del excedente en forma de metales preciosos. En este capitulo lo importante es ver el comportamiento de conjunto y las relaciones entre las partes del complejo extractivo. Tambien es im­portante darle el peso que corresponde a Ia crisis del complejo ex­tractivo espanol, como uno de los antecedentes de Ia gran crisis no­vohispana de 1630-1679.

Los capitulos 4 y 5 se refieren a las crisis en Ia Nueva Espana. El primero esta centrado en las crisis agricolas ciclicas y Ia regula­ci6n del abasto y los precios de los granos. Se identificaron treinta y tres crisis agricolas en el periodo colonial, siendo mas agudas y frecuentes en los primeros dos periodos por Ia influencia de las epi­demias y Ia sobreexplotaci6n de los indigenas. El tipo de regulaci6n impuesto por Ia estructura de Ia agricultura y las instituciones colo­niales fue de tipo competitivo en los afios de cosechas promedio y buenas, y de tipo monop6lico en los anos problematicos y de crisis. Estudios recientes como el de R. L. Garner (1985) han establecido cierta influencia, aunque limitada, de las instituciones reguladoras del abasto en Ia estabilidad·de los precios de largo plazo de los gra­nos. El capitulo 5 esta enfocado en las tres grandes crisis que atra~ viesa el periodo colonial. La. primer a fue Ia crisis demografica indi­gena, Ia cual proviene de Ia sobreexplotaci6n y las epidemias, y co-

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rri6 parejo con Ia cuasidestrucci6n del MP indigena entre 1521 y 162~1630. La segunda gran crisis fue Ia de 1630-1679, Ia primera de los MPs espanoles, y que signific6 un parteaguas en el desarrollo de Ia formaci6n social novohispana, ya que dio Iugar a transforma­ciones importantes en el MP principal. La ultima gran crisis fue Ia de Ia revoluci6n de independencia, Ia cual marc6 el final de Ia relaci6n colonial.

En el capitulo sexto se efectua una caracterizaci6n de los rcgime­nes de acumulaci6n-extracci6n y de regulaci6n en Ia epoca colonial. La primera parte se refiere a Ia acumulaci6n colonial y conj uga el analisis de los capitulos 1 y 2 con el comportamiento empirico de Ia economia de Ia NE, en terminos del crecimiento econ6mico y Ia crisis de los principales sectores. En Ia segunda parte se analiza las formas de regulaci6n en los diferentes periodos, partiendo de una consideraci6n de los factores internacionales que influian en Ia pro­ducci6n y demanda de los metales preciosos y su influencia en Ia relaci6n colonial y Ia regulaci6n de Ia mineria. En seguida se anali­za Ia regulaci6n de conjunto, Ia cual no s61o incluia Ia regulaci6n de Ia relaci6n colonial centrada en Ia extracci6n, sino tambien Ia re­gulaci6n de Ia fuerza de trabajo y demas insumos principales de Ia industria miner a. Tam bien se examina ,brevemente el papel del Es­tado en Ia regulaci6n colonial.

Finalmente, en el capitulo 7 se efectua una revisi6n global a ma­nera de conclusi6n. Primeramente se hace menci6n de los tipos de formaci6n social que Ia configuraci6n de modos de producci6n su­gieren al final de cada periodo. En seguida se efectuan algunas con­sideraciones sobre Ia acumulaci6n, Ia regulaci6n y Ia crisis enmar­cadas por el binomio de Ia economia natural-mercantil. AI final se hacen algunos comentarios sobre Ia configuraci6n de las fracciones de Ia clase dominante en los diferentes periodos analizados.

A traves de varios capitulos se hace menci6n de que Ia economia novohispana pas6 por un priiner periodo de acumulaci6n origina­ria colonial en el que Ia apropiaci6n de renta "pura" fue Ia t6nica dominante. Despues, en el segundo periodo Ia extracci6n del exce­dente sigui6 siendo mayormente tributaria, o sea de tipo rentista, aunque empez6 a incrementarse el costo de producci6n por el pago de salarios. Des de finales de Ia gran crisis de 1630-1679la economia mercantil comienza a cobrar mayor importancia que Ia natural y Ia extracci6n del excedente en termin.os de renta va disminuyendo paulatinamente y aumentando el excedente absoluto originado en Ia economia mercantil. Cabe aclarar que el concepto de renta no­capitalista que se aplica al primer periodo es en el sentido de tribu-

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to, es decir, que este es obtenido por medio de Ia violencia como fuerza con un contenido econ6mico y sin alglln quid pro quo o con un costo casi nulo para el rentista. En este caso estaban principal­mente los encomenderos-esclavistas, quienes fueron, junto con la corona, los principales beneficiados de la acumulaci6n colonial ori­ginaria. Con la abolici6n de la esclavitud indigena y Ia declinaci6n de la encomienda, las empresas espai\olas empiezan a comportar costos disminuyendo probablemente el excedente extraido por tra­baj ador. Las minas del segundo periodo adelantan fondos dinera­rios para la compra de herramientas y el pago de salarios para las costosas excavaciones, lo cual se puede considerar como una inver­si6n. Su excedente no se puede Hamar renta en el sentido arriba anotado, sino mas bien un beneficio mercantil, aun cuando el exce­dente incorpora otros variados tipos de renta, tales como una renta "diferenciat" proveniente del mayor grado en la ley del metal, ha­bida cuenta de que existia un mercado intemo y extemo para el oro y la plata. La integraci6n de haciendas agropecuarias a las minas adiciona tambien elementos rentistas a la operaci6n minera.

Con Ia concentraci6n de Ia tierra las haciendas obtienen una ren­ta de los pequei\os aparceros y arrendatarios, sin embargo, se trata de una renta no-capitalista, recibida por los terratenientes. La dife­rencia entre esta renta y Ia del primer periodo es que el tributo esta­ba amparado en la propiedad de la tierra por la corona y que esta cedi6 los derechos a los encomenderos, mientras que ahora es otra clase -los hacendados-la que recibe Ia renta dentro de un contex­to menos violento. De hecho, aunque la hacienda pagaba salarios, estos eran pagados s6lo parcialmente en dinero, ya que a los peones acasillados se les prestaba una parcela para cultivar maiz. Los peo­nes temporales que pertenecian a comunidades vecinas eran repro­ducidos mayormente por estas. Asi, Ia hacienda obtenfa una renta de sus trabajadores en vista de su monopolio de Ia tierra, la cual realizaba a traves de sus operaciones de mercado y se sumaba a sus beneficios mercantiles. En el caso de las haciendas bubo epocas y regiones en que los ingresos por aparceria y arrendamiento aumen­taron en Iugar de disminuir. Pero en general, se tiene Ia hip6tesis de que la apropiaci6n del excedente en forma de renta tendi6 a dis­minuir en Ia NE, sobre todo en Ia mineria y las manufacturas, a medida que progres6 Ia economia mercantil.

De todas maneras estamos conscientes que esta es tan s6lo una hip6tesis de trabajo, la cual necesitara de avance te6rico en cuanto a la renta no-capitalista y de una investigaci6n hist6rica mas deta­llada. Por otra parte, si bien elenfoque de Ia regulaci6n nos ha per-

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mitido realizar un acercamiento de largo plazo a Ia dinamica de Ia formaci6n social novohispana y ensayar una interpretaci6n global de Ia misma, estamos conscientes de que se necesita una mayor pro-. fundizaci6n te6rico-hist6rica para comprenderla mejor.

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L EV.O:U.JCI6N DE LOS MODOS DE PRODUCCI6NX . FORMACION SOCIAL EN LA .NUEVA ESP~A, l521,.J810

La bist()ria de los dos prime:r.os.siglos en Ia Nueva Espana (J'o!E) es Ia )li&toria del desarrollo de la "republica de los espafioles", Ia cual se su~tent6 en Ia cuasi-destrucci6n de Ia comunidad indigena. que· a su .vez era la bas<:~ del mod<> de prodij.eCiqn desp6tico-tributario. (MPoT). En una primera etapa (1521-1550), Ia reproducci6n de los espafioles s~ bas6 en. la sobreexplotaci6n de Ia comunidad indigena a traves de)a el)com~e)lda y Ia esclavizaci6n de muchos de• sus mie.mbros. Esto, junto. con las· epidemias traidas por.los ibericos, caus6 un dramatico desequilibrio en Ja ley de poblaci6n, cayendo Ia producci6n y o bligando a los espafioles a dedicarse a Ia agricultu­ra, Ia que junto con Ia minerfade nuevo cufio, asi como las il)ci~ pientes m;ptufacturas confqfJllaron los modos de . producci6n servil-.mercantil (MPSM) y ~l.artesanal (MPA). Es a partir .de los MPs esp~oles que comienza elsegundo periodo (155~1630, primera etapa de acumulaci6n-extrac.ci6n colonial sostenida), el cual se,ex­tiend.e hastalos primeros afios de Ia decada de 1630 en que comien-, za Ia gran crisis miner a, Ia cu!ll se prolonga hastal679, constituy~n:-, do el tercer periodo (163~1679).

Desde finales del siglo XVI se observa un movimiento de concen:­traci6n de tierras, tanto por ellado de la iglesia como de los parti­culares~ dando,origen a los primeros balbuceos de Ia hacienda, cu­yos objetivos eran opuestos al abasto barato de los centros urbanos y mineros. Durante el segundo periodo, tanto las minas como las haciendas y demas unidades agrfcolas espafiolas dentrQ del MPSM,

descansaban en los trabajadores de "repartimiento" con excepci6n de Ia zona norte del pafs, donde Ia proporci6n de as.alal'~~dos era mayor. Desde principios del segundo periodo se desarrolla un MP complementario, el capitalista.-mercantil (MPCM), el cual s6lo pue­de subsistir a.la sombra del MPSM sobrecargando a Ia pequefia mi­nerfa.

En el cuarto periodo (168~1810, o segunda etapa de acumula-.

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ci6n sostenida y extraccion bifurcada) se lleva a cabo el proceso de consolidaci6n de Ia hacienda, tanto en cuanto a Ia forma depropie­dad que le permite usar todo tipo de tierras, como al desarrollo de un nuevo tipo de trabajadores, los peo_pes acasillados, a traves de un largo proceso que se inicia desde Ia decadencia del repartimiento y que dura basta las primeras decadas del siglo XVIII, el cual dio por resultado Ia paulatina fijacion de los trabajadores libres a Ia tierra. Durante el siglo xvm Ia hacienda se fortalece y establece un tipo de economfa basad a en el fundo en Ia que combina la tenden­cia a Ia autosuficiencia en los insumos y Ia inserci6n en el mercado. Ademas, desarrolla un nuevo estilo de vida patriarcal-servil que in­fluye por mas de dos siglos en Ia vida rural de Ia colonia. En el cuar­to periodo, el MPCM extiende sus tentAculos hasta los obrajes y ta­lleres artesanales textiles. El capital comercial invadi6 esta activi­dad para resolver la contradicci6n creada por el aumento de Ia poblacion con Ia incapacidad de los obrajes y talleres para conver­tirse en centros fabriles que produjesen en gran escala para surtir el aumento en Ia demanda de telas (E. Florescano, 1980, p. 95).

El MPCM tambien fue una respuesta a la incapacidad de Ia me­tropoli para surtir productos baratos a las colonias y Ia disminuci6n del comercio transatUmtico hispano que afecto a los grandes co­merciantes mexicanos, quienes comenzaron a diversificar sus inver­siones en otras actividades econ6micas.

El cuarto periodo es Ia culminacion del MPSM, en el que Ia mine­ria y Ia agricultura, sostenes del sistema, alcanzan su mas alta pro­ducci6n. Si bien desde mediados de los afios 1760 Ia administracion borb6nica inicia una serie de reformas economicas y politicas im­portantes, el crecimiento economico de Ia NE ya se habia reiniciado desde fines de Ia gran crisis minera. Estas reformas no hicieron sino reforzar dicho crecimiento, principalmente a traves del llamado li­bre comercio entre Espana y sus colonias, el cual se hizo extensivo a Ia NE en 1789. Pero las reformas borbonicas tambien establecie­ron una serie de contradicciones al incrementar Ia dependencia de las colonias, lo cual exacerb6 las viejas diferencias entre los criollos y los peninsulares, conectandose a las crisis agricolas del fin del si­glo XVIII y principios del xrx, propiciando Ia revolucion de inde­pendencia. Las clases dominantes de Ia NE aprovecharon Ia coyun­tura de guerra en que se ve envuelta Ia peninsu1a contra Francia e Inglaterra, sacudiendose el yugo colonial entre 1810 y 1821.

Antes de iniciar el anaJisis de cada uno de los MP que surgieron durante Ia colonia, se tocaran algunos puntos referentes a la discu­sion teorica sobre el MP feudal y su pertinencia para el estudio de

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Ia formacion social que nos ocupa, asi como los criterios para Ia periodizacion de Ia epoca colonial.

Drscusr6N ACERCA DEL Mono DE PRoouccroN FEUDAL (MPF) ~ :.

Partimos de los resultados de Ia escuela regulacionista francesa que confirman Ia ausencia de leyes universales en terminos de su validez espacial y sus invariantes a traves de Ia historia (Cf. Robert Boyer y otros investigadores del CEPREMAP). Esto va de acuerdo con Ia propuesta de que existe una gran variabilidad en las formas de los fen6menos economico-sociales, por lo tanto, las leyes economicas estAn limitadas no solo por un tiempo y espacio'determinados, sino tambien por Ia formacion social correspondiente.

En el pasado reciente se ha insistido entre algunos autores mar­xistas en Ia unviersalidad del MP feudal (MPF), como una fase den­tro del desarro11o de las sociedades humanas. Aun para el caso de Mexico se ha hecho una extension en Ia cobertura del MPF. A pesar de que se acepta ahora Ia existencia de "varios feudalismos", se in­siste en los rasgos comunes entre ellos.

Comentando acerca del debate sobre Ia universalidad del feuda­lismo sostenido por los marxistas ingleses en 1962, Eric Hobsbaum ha dicho que "tal parece que Ia extension del feudalismo ha sido prolongada, actualmente, con detrimento de las formas sociales que han sido consideradas como pertenecientes a las comunidades primitivas o al modo de produccion asiatica". Ademas, Hobsbaum duda que haya habido una "tendencia universal hacia el capitalis­mo"1 en vista de que "el triunfo del capitalismo no ha sido repro­ducido globalmente, sino en una sola parte del mundo (Europa oc­cidental), Ia que en turno ha transformado al resto del mundo" (E­ric Hobsbaum, 1977, pp. 7-9).

No obstante, debemos ser mas cuidadosos que Hobsbaum, ya que el admite, a pesar de sus crfticas a Ia ampliaci6n de cobertura, que el feudalismo es una formaci6n extremadamente difundida. Cuando vemos analisis como el de Maurice Aymard (1981) es im­portante subrayar que los MPFs, si se estudian a traves de modelos de comportamiento economico a largo plazo, son muy diferentes unos de otros. Por lo tanto, no pueden tomarse como modelos ori­ginales centrales del feudalismo, lo que a mendudo ha sido hecho

I Es en parte por esto que preferimos llamar a Ia formacion social.novohispana "no-capitalista" en lugar de "pre-capitalista".

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por autores que ubican su explicaci6n dentro de marcos europeo­centristas.

Samir Amin (1978, pp. 284-287) ha examinado el problema del centrismo europeo, pero a pesar de ello busca !eyes universales que deberian cubrir a todas las sociedades. Asi, Amin propane el MP

tributario como la segunda fase (despues del comunismo primitivo) a traves de la cual todas las sociedades humanas deben pasar antes de entrar a Ia fase capitalista. El modo fundamental en Ia segunda fase es el tributario y el MPF tan s6lo es una variante del anterior, segun dicho au tor.

Si bien en el caso de la NE se puede afirmar que en el primer pe­riodo el MP principal (el indigena) es tributario, posteriormente se conforman los MPs espai'ioles que, aunque tienen algunos rasgos tributaries, su caracteristica es principalmente mercantil. Ademas, dentro de los MPs novohispanos coexisten, dentro de las unidades de produccion, varias formas de organizacion del trabajo que les dan una especificidad unica.

Otros autores, como Andre Gunder Frank se van al otro extre­ma y califican el MP como de tipo capitalista. Frank cita a Sergio Bagu (1949), qui en afirma que la economia colonial estaba orienta­cia a los mercados central y occidental europeos, par lo que se trata de un "capitalismo colonial, mejor aun que feudalismo". Aun cuando a! principia los espai'ioles extrajeron principalmente el tri­buto de los indigenas, tuvieron que intervenir en la economia y Ia agricultura nativas segun Frank. De esta manera, hacia 1580 hubo un "abandono total par parte de los espafioles de su idea de una economia dual, y I a sustitucion par disposiciones que dieran par re­sultado (o, mas exactamente, que acompai'iaran) e1 desarrollo capi­talista integral, de todos modos inevitable, de la economia mexica­na y de su sector agricola" (A. Gunder Frank, 1982, pp. 24-27). Posteriormente, la hacienda se consolida y transforma el MP en la agricultura, teniendo como motor la busqueda de la ganancia, re­forzando asi el mercantilismo capitalista segl.ln Frank (pp. 75-85).

Aunque estamos de acuerdo en que Ia formacion social novohis­pana no era feudal, es dificil sostener el que fuera capitalista colo­nial. Enrique Semo (1981, p. 275) se situa en un punto intermedio e indica que "nunca fue una sociedad tipicamente feudal, ni tam­poco capitalista. En ella se articulan indisolublemente el modo de produccion feudal y el capitalismo temprano y embrionario". Ten­demos a concordar mas con Semo, sin embargo, su caracterizaci6n de la "Republica de los espai'ioles" como un solo modo de produc­ci6n se queda corta, segun veremos posteriormente.

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Serfa mejor considerar que en Ia NE el MP principal es de tipo "servil-mercantil", el cual coexiste con otros modos secundarios. Es conveniente, por lo tanto, permanecer escepticos a Ia aplicaci6n de los modelos universales a los paises del tercer mundo. Nose debe aplicar abusivamente un MP determinado a una formaci6n social. Cualquiera que sea su poder heurfstico, el estudio de una problema­tica determinada no releva al investigador de efectuar "un anatisis concreto para una situaci6n concreta" (Robert Boyer, febrero 1983), tal como reza Ia maxima adoptada por los regulacioriistas.

LA SOCIEDAO COMO UN COMPLEJO DE MODOS DE PRODUCCI6N

Tomando el modo de producci6n a un nivel abstracto, como lo hace Marx, o sea, como Ia unidad de las determinaciones complejas que vienen de Ia base econ6mica y de Ia superestructura, Ia socie­dad puede ser representada te6ricamente como un sistema comple­jo de MPs. En otras palabras, una formaci6n social puede ser con­siderada como el Iugar donde coexisten y se reproducen los MPs

(Nicos Poulantzas, 1974). Tambien se dice que dentro de Ia confi­guraci6n de MPs uno de ellos deviene dominante. AI mismo tiempo es conveniente subrayar· que el concepto de MP es capaz de repre­sentar los diferentes dominios, o sea el econ6mico, el politico y el ideol6gico.

En el caso de Latinoamerica habra que decir que no se observa Ia dominancia de un MP dentro de Ia configuraci6n de modos. 2 De­cir que existe un MP dominante presupone, entre otras cosas, que existe una fracci6n de clase dominante dentro de Ia formaci6n so­cial de que se trate. En Ia NE, el dominio econ6mico del sistema se efectua a traves de lo que hemos llamado el "complejo extractivo",

2 Emilio Sereni (1970) ha adelantado el concepto de "formacion economico­social no consolidada", la cual no tendril un MP dominante y, por lo tanto, el do­minio sobre ella estaria explicado por el "hecho colonial". A simple vista pareceria que la bur<><;racia real es la fraccion dominante, mas que los magnates mineros, a pesar de que estos pertenecen al MP principal. Sin embargo, a medida que se desa­rrollan los MPs espaiioles, el capital comercial deviene la fraccion dominante. Como afirma Juan Carlos Garavaglia (1973) a este respecto: "es el doble brazo de la buro­cracia y el capital comercial el que impone terminos de intercambio desiguales y re­gula la produccion y el comercio. No obstante, las relaciones internacionales para las colonias van mas ana de Ia relacion con la metropoli, modificando la regulacion de la produccion y el comercio. Es por ello que en este trabajo se ha tratado de expli­

. citar el funcionamiento del complejo extractivo en sus diferentes periodos.

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dentro del cual es el capital comercial el que juega el papel princi­pal. Aun cuando este ultimo no define un MP, hi estructura de co­mercializaci6n interna y externa permite Ia expoliaci6n de los pro­ductores y a menudo de sus explotadores (J. C. Garavaglia, 1973).

Para analizar las caracteristicas principales de los MPs hemos se­guido Ia tipologia de Robert Fossaert (1977), quien a su vez ordena el analisis de los componentes de cada MP utilizando el esquema de Etienne Balibar (1965). Este ultimo autor utiliza un tipo de analisis que e) Jlama de determinacion dijerencia/ deformas y define un MP

como "un sistema de formas que representa un estado de Ia varia­cion del conjunto de los elementos que necesariamente entran en el proceso considerado" (E. Balibar, 1967, p. 231). De esta manera, los elementos del sistema de formas son los siguientes: 1) el tipo de trabajadores; 2) los medios de producci6n (objetos y medios de tra­bajo; 3) los propietarios o no-trabajadores; 4) las relaciones entre los propietarios y los trabajadores estan ligadas dialecticamente por las relaciones de propiedad y las relaciones de producci6n. Las pri­meras se definen en cuanto a Ia propiedad de los medios de produc­ci6n, en que forma se utilizan estos y c6mo es aP,ropiado el trabajo de los productores. Las segundas muestran como se asegura Ia transformaci6n de Ia naturaleza para hacerla capaz de satisfacer las necesidadcs humanas.

En vista de que estamos interesados en investigar el regimen de acumulaci6n y regulaci6n en cada periodo, se ha agregado al amUisis las formas institucionales de organizaci6n del trabajo que corresponden a cada tipo de trabajadores dentro de cada modo de producci6n. Tambien se examina Ia forma en que se apropia el ex­cedente para tener una idea mas completa de las relaciones de pro­piedad.

PERIODIZACI6N DE LA ~POCA COLONIAL

El principio de periodizaci6n que segun Bali bar (1967, p. 242) desa­rroJla Marx, o sea, "lo que distingue una epoca hist6rica de otra", es "el m~o de dependencia de Ia estructura social en rehici6n al modo de producci6n". La diferencia en las relaciones sociales fun­damentales que existen entre los sucesivos modos de producci6n puede tambien arrojar luz para establecer los diferentes periodos. Asi Ia relaci6n entre el trabajo y el sobretrabajo son distintas en el feudalismo y el capitalismo: en este ultimo coinciden en el espacio y en el tiempo, pero no en el primero. La apropaci6n del sobretra-

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bajo, por lo tanto, requiere de formas extraecon6micas de Ia relaci6n en el feudalismo, pero no en el capitalismo. De esta mane­ra, los periodos pueden establecerse en terminos de cmindo se efec­tua el cambio en las relaciones basicas, 0 mas bien dicho, cuando se consolida el proceso de cambio a las nuevas relaciones.

Sin embargo, Jo anterior no dice c6mo proceder para establecer Ia periodizaci6n durante Ia vigencia de un mismo MP. En este caso las relaciones fundamentales se perpetuan y s6lo son las formas de estas las que cambian. Es aqui que Ia escuela de Ia regulaci6n intro­duce Ia gran crisis como un parteaguas en el establecimiento de Ia periodizaci6n. La reproducci6n de las relaciones sociales de pro­ducci6n, sin mayores obstaculos, es indicativa de Ia existencia de un determinado regimen de regulaci6n. La crisis· significa el rompi­miento de Ia reproducci6n continuada y el comienzo de cambios importantes en Ia forma de las relaciones sociales de producci6n. Es asi que las grandes crisis separan los distintos periodos de repro­ducci6n normal de Ia formaci6n social.

RELACIONES SOCIALES EN LOS DISTINTOS MODOS DE PRODUCCION

En esta secci6n se analizaran brevemerite las formas que tomaron las relaciones sociales de producci6n en Ia colonia, asi como su evo­luci6n y contradicciones. EJ estudio de las formas institucionales que tomaron tales relaciones es importante para conocer como se imponen contradictoriamente unas a otras resolviendo temporal­mente Ia contradicci6n y propiciando asi Ia reproducci6n del siste­ma. Es importante ademas observar c6mo esas formas sociales sos­tienen mecanismos reguladores que afectan tanto a los trabajadores como a los medios de producci6n, para ver c6mo se efectua Ia re­producci6n de Ia fuerza de trabajo y Ia acumulaci6n y extracci6n colonial del excedente econ6mico. En primer Iugar se examinaran las formas de organizaci6n del trabajo, enseguida las relaciones de propiedad y, finalmente, las relaciones tecnicas de producci6n en los distintos MPs.

Las relaciones de trabajo y sus formas en los MPs

La destrucci6n y rendici6n de Tenochtitlan en 1521 y de otras po­blaciones en los siguientes tres aftos, marcan el termino de Ia con-

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quista del reino de Mexico, aun cuando Ia sublevaci6n de pueblos y su apaciguamiento contituye un fen6meno casi comun durante esos primeros anos. El impetu conquistador no termina ahi, sino que sustentandose en el trabajo esclavo y de encomienda del indige­na, asi como su utilizaci6n en calidad de fuerza expedicionaria y militar, expand en el imperio hispano durante Ia prim era mitad del siglo xvr. Con mucha raz6n se ha Ilamado a Ia primera sociedad novohispana una sociedad de "conquista" (A. Moreno-Toscano, 1976). Empecemos por examinar las relaciones de trabajo en Ia co­munidad indigena y despues Ia esclavitud y Ia encomienda como formas de apropiaci6n del trabajo excedente de dicha comunidad.

La comunidad indfgena. La comunidad indigena estaba organizada en calpu/lis en los que Ia tierra estaba dividida en parcelas de usu­fructo individual y en tierras colectivas. El comunero (el trabaja­dor) tenia derecho al usufructo de Ia tierra como miembro del cal­pulli y de Ia comunidad. Los trabajadores indigenas eran al mismo tiempo campesinos y artesanos. Estos solo son trabajadores cuan­do forman parte de Ia comunidad misma, siendo Ia organizaci6n del trabajo colectiva-usufructuaria. No existen propietarios, sino el usufructo al cual da derecho Ia pertenencia a Ia comunidad. Las re­laciones de propiedad siguen las pautas impuestas por las conven­ciones y tradiciones de Ia colectividad en las que el usufructo lleva, en ultimo analisis, aparejado el pago de una renta o tributo al sobe­rano.

Los espanoles aprovecharon Ia estructura tributaria de Ia comu­nidad indigena y Ia convirtieron en un modo de producci6n desp6tico-tributario (MPDT), sobrecargado por Ia encomienda y el trabajo esclavo. Posteriormente se examinaran con mas detalle ·las caracteristicas del MPDT.

La esclavitud. A partir de Ia conquista y sobre todo durante las pri­meras decadas, Ia compulsion de Ia mano de obra indigena se basa en Ia violencia pura que emana de Ia acci6n militar desplegada por los espanoles. Las contradicciones generadas por el choque de dos civilizaciones tuvo una soluci6n temporal por medio de Ia violencia y Ia subordinaci6n fisica de los vencidos. La esclavitud indiana na­cida como el corolario del botin del vencedor, tuvo antecedentes en Ia Reconquista espanola y en Ia organizaci6n social precolombina de los indigenas (esta ultima con ciertos rasgos de esclavitud vo­luntaria), siendo aceptada casi un{mimemente por la nueva socie­dad colonial. Tanto por los encomenderos como por la burocracia

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real, por los caciques indigenas, por los comerciantes y aun por los frailes.

Las ordenanzas reales expedidas en 1503, 1508 y 1511 autoriza­ban Ia reducci6n de los naturales a esclavos en los paises conquista­dos en America antes de Ia fundaci6n de Ia NE, autorizaci6n que se extiende a est a ultima en una cedula de 1522 ( conocida hasta 1524 por Cortes, quien en ese entonces abogaba por el uso de esclavos), en Ia cual se permitia el "rescate" de indios. Los primeros virreyes, don Antonio de Mendoza y don Luis de Velazco, reconocian que era ingenuo suponer que los indios trabajarian voluntariamente, por lo que sus medidas para el abastecimiento de Ia fuerza de traba­jo indiana son bastante explicitas.

La esclavitud abierta en Ia NE vive su epoca 'de oro entre 1521 y 1535, a pesar de que se trat6 de prohibirla en un decreto de 1530.3 Las prohibiciones y autorizaciones de Ia esclavitud se suceden inter­cambiadamente de acuerdo con Ia coyuntura econ6mica y politica de Ia colonia. Asi en 1534, con el primer auge minero, se autoriza Ia reducci6n de indios, cuyas mujeres e hijos se convertirian en "naborios" (trabajadores que se pueden alquilar para el trabajo li­bre ). En 1541, una vez dominado ellevantamiento de los indigenas de Ia Nueva Galicia, se castiga a 2 000 de ellos con Ia esclavitud; los auges mineros en Zacatecas y en ei noroeste provocan que en 1561 y 1569, respectivamente, se permitiera el azuzamiento, reduc­ci6n y esclavizaci6n de los naturales.

Sin embargo, Ia utilizaci6n masiva de esclavos indigenas tan solo dur6 alrededor de dos decadas, declinando gradualmente sobre todo a partir de las Leyes Nuevas de 1542, en las que se prohibia su utilizaci6n. En 1548 se decreta su abolici6n y dos anos mas tarde se expide una Real Cedula por Ia que se liberaron mas de 15 000 trabajadores de minas. No obstante, todavia en Ia decada de 1560 se siguieron liberando esclavos, convirtiendose algunos de ellos en asalariados "acasillados" en las propiedades de sus antiguos amos. Su declinaci6n en Ia agricultura y en Ia mineria convirti6 a Ia escla­vitud en fen6meno secundario con respecto a Ia encomienda y pos­teriormente al repartimiento. En cambia, el uso de esclavos negros subsisti6 en los ingenios azucareros yen los obrajes de manufactu­ras hasta el final de Ia colonia. La persistencia de Ia ·esclavitud es

3 Los cronistas no s6lo relatan las actividades de hostigamiento y caza de escla­vos y Ia compra y venta de los mismos, sino que tambien hablan de "rebai'los" de esclavos, de su utilizaci6n en actividades militares y de su exportacion a las Antillas como un floreciente negocio.

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confirmada por las alusiones de Ia misma legislaci6n, en Ia que de nuevo se prohibia su pnictica todavia tan tarde como 1679 y aun en visperas de Ia independencia.

No existe acuerdo entre los cronistas de Ia magnitud de Ia escla­vitud en Ia NE en Ia primera mitad del siglo xv1. Mientras que Bar­tolome de las Casas calculaba que habia cerca de tres millones de esclavos en Ia NE, Ia America Central y Venezuela, Motolinia si­tuaba en no mas de doscientos mil su numero en Ia NE. No obstan­te, en un estudio reciente, J.P. Berthe (1965, t. 54.2, pp. 90-109) opina que: "aun cuando sea imposible confirmar estadisticamente las estimaciones de las Casas, hay que reconocer que dan una idea mas acertada que las de Motolinia del efecto de Ia esclavitud en las sociedades indigenas".

La esclavitud empuj6 ellfmite del fondo de consumo de los indi­genas mas alia de su nivel de reproducci6n continuada, en vista del atraso de las fuerzas productivas, lo cual no permitia aumentar el producto. Asf Ia exacci6n de tributos en especie o el trabajo para los amos, se hiw mayormente a costa del nivel de subsistencia de los naturales. EI servicio personal como forma de esclavitud prove­y6 al fondo de consumo de los espafioles; en cambid su utilizaci6n en Ia agricultura, las minas y los obrajes estuvo mas bien conectada a Ia acumulaci6n colonial.

La encomienda. En los primeros afl.os, despues de Ia conquista, la violencia fue tal que Ia esclavitud se confunde con Ia encomienda, a pesar de su diferente fundamentaci6n legal y de Ia motivaci6n de la corona. Am bas inician su vida paralela una vez terminada la con­quista del reino de Mexioo. Copiada de Ia dominaci6n espanola en las Antillas, la encomienda es de hecho iniciada por Cortes al asig­nar indios a sus capitanes. A pesar de que en 1523 recibi6 6rdenes, expedidas por Carlos V con un profunda sentido estatal, que prohi­bian la encomienda en laNE, Cortes las "acata pero no las cum­pie" y explica a Ia corona que esa instituci6n es fundamental para motivar a los espafl.oles a "conservar Ia tierra conquistada". La co­rona cede no sin antes fijar que la encomienda no es heredable, es­tableciendo un limite a su continuaci6n. Asi, en 1526 autoriza a Francisco de Montejo para encomendar indios, y a partir de Ia Pri­mera Audiencia Gobernadora se autorizan abiertamente las enco­miendas de indios siempre y cuando no pasen de 300 por encomen­dero. No obstante, se Began a conceder hasta 10 000 a los grandes capitanes, quienes ejercian el poder en ese entonces, y el mismo

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Cortes recibi6 23 000 indigenas en encomienda, los cuales el au­menta hasta 50 000 de motu propio.4

La encomienda consiste en el "derecho concedido por merced real a los benemeritos de las Indias para recibir y cobrar para si los tributos de los indios con cargo de cuidar el bien de los indios en lo espiritual y temporal y de habilitar y defender las provincias don­de fueran encomendados y hacer de cumplir todo esto homenaje o juramento particular". s

La encomienda se estableci6 sobre los indios como vasallos del rey y no del encomendero; en calidad de usufructo y no como pro­piedad enajenable o heredable, aunque posteriormente Ia corona accede al alargamiento a dos vidas en 1536 y sucesivamente a varias vidas mas. Su posesi6n revertiria a Ia corona al morir el encomen­dero. La encomienda constituye una relaci6n econ6mica personali­zada entre el indfgena y el encomendero. Su diferencia con otras instituciones posteriores, como el repartimiento Olamado mita en el Peru), es que en ella predomina decisivamente la.producci6n en el marco de la comunidad tradicional (E. Semo, 1973).

Desde un principia Ia encomienda no tan s6lo signific6 el uso de trabajo indfgena sin retribuci6n en Ia agricultura, Ia construcci6n de casas, Ia transportaci6n de productos (por medio de cargadores o tamemes) y aun en las minas, sino tambien el inicio de una com­petencia feroz con la comunidad indigena por el uso de Ia mano de obra. Esto no modificaba Ia forma de producci6n indigena mayor­mente, aunque si presionaba el fondo de consumo de Ia comuni­dad.

A partir de Ia segunda Audiencia Gobernadora, que comienza en 1531, se inicia Ia politica restrictiva de Ia corona hacia Ia enco­mienda. Se corrigieron algunos excesos cometidos en la asignaci6n de indios por Ia primera Audiencia, se recogieron las encomiendas sin titulo y se cancelaron las que estaban vacantes. Ademas, el Esta­do espafl.ol inaugura con Felipe II una politica de afianzamiento del poder real en Ia colonia, asi como de centralizaci6n para organizar mas eficazmente, mediante cuadros burocraticos, Ia extracci6n del excedente a traves del tributo. Las leyes Nuevas de 1542, aunque al final de cuentas no lograron consolidar Ia reglamentaci6n del tri­buto, sf empezaron a disminuir el poder de los encomenderos: se volvi6 a reiterar Ia duraci6n de Ia encomienda a una vida y tuvieron un impacto en los capitulos de las Leyes que no fueron derogados

4 Del Paso y Troncoso, Francisco, Epistolario de Ia NE, t. II, p. 129. s De Solorzano Pereira, Juan, Polftica indiana, libro III, cap. III, pp. 134-35.

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en 1545, yen el regimen de trabajo con Ia supresi6n de los servicios personales de los indios a los encomenderos. Sin embargo, con Ia abierta oposici6n de estos ultimos contra dichas Leyes, estas se de­rogaron en 1545. De todas maneras, muchas familias de encomen­deros ya se habian regresado a Espana y se habia marcado un pun to de inflexi6n importante entre el Estado y la clase dominante de los encomenderos.

En Ia segunda mitad del siglo XVI Ia corona continu6 capturan­do encomiendas y sus correspondientes tributos a traves de los co­rregidores y alcaldes mayores. Ademas comienza a sustituir las en­comiendas de indios por una renta fija aplicada al ingreso fiscal de areas determinadas o a algun ramo de Ia Real Hacienda. La decli­naci6n de Ia encomienda es tal que, en 1570 en el Valle de Mexico, cerca de las tres cuartas partes de los ingresos por encomiendas habia pasado al control de Ia corona a traves de los corregidores. Aunque Ia encomienda continua yes abolida hacia 1720, su impor­tancia habia ya menguado y no constituia Ia forma de llenar las ne­cesidades de mano de obra reclamada por los colonizadores.

Poco despues de Ia crisis demografica de 1545-1548 se empieza a hacer evidente para los espafloles que el factor limitante era Ia es­casez de mano de obra, todavia mas que la corona habia otorgado mercedes de tierras a no encomenderos y Ia agricultura triguera y Ia ganaderia requerian de brazos. A esto se suman los descubri-

. mientos y desarrollos mineros del norte y noroeste que empiezan a succionar a Ia poblaci6n indigena y exacerban Ia necesidad de coac­cionar a los indigenas a trabajar. A partir de Ia orden de 1549 que prohibe el tributo en servicios no retribuidos, se propane como substituto un sistema rotativo de ocupaci6n de trabajadores, con pocas horas de labor, distancias limitadas allugar de trabajo y un salario. De esta manera comienza a gestarse una nueva forma, Ia cual adquiere caracteristicas mas definidas con Ia asignaci6n, a par­tir de 1550, de trabajadores indigenas a las fincas trigueras que no pertenecian a encomenderos, asi como a Ia construcci6n de casas y a otras actividades desempeftadas en Ia ciudad. En 1555 el virrey prohibi6 el trabajo urbano, excepto para los residentes indigenas de Tenochtitlan y Tlaltelolco, continuando Ia autorizaci6n a las estan­cias trigueras, dandole asi carta de permanencia al "repartimien­to". Esto llev6 aparejado el nombramiento de "repartidores" co­misionados para asignar trabajadores a los labradores espafloles y aun para obligarlos a la fuerza a prestar servicios. En los albores de 1560, el repartimiento ocupaba 2 400 indigenas por semana de acuerdo con los registros oficiales, asignados a 114 agricultores es-

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pafloles, o sea un promedio de 20 trabajadores por patr6n (Charles Gibson, 1967, p. 231).

La encomienda y sus efectos en Ia poblaci6n indfgena se eva}uan negativamente por Ia mayorfa de los historiadores. Empero, Enri­que Semo Ia evalua todavia en terminos mas criticos, calificandola, junto con el repartimiento, como "esclavitud latente generalizada" (1973, p. 209). A menudo se le toma como un vehiculo de Ia acumu­laci6n primitiva capitalista, sin embargo esto s6lo es cierto parcial­mente, ya que Ia mayor parte del excedente extraido por Ia enco­mienda fue transferido a Ia fundaci6n y reforzamiento de empresas espaftolas. Por lo tanto, es mas acertado considerar que Ia enco­mienda fue un vehiculo de Ia acumulaci6n primitiva colonial. Ade­mas, no se debe tomar esta instituci6n como el origen de Ia propie­dad privada en Ia colonia ( Cf. Silvio Zavala, 1940), ya que mas bien su caracter fue de orden-tributario y no basado en Ia propiedad te­rritorial.

Las funciones de Ia encomienda, por lo tanto, no s6lo se ajusta­ron a lo econ6mico (pago a los conquistadores por sus servicios, ve­hiculo de Ia acumulaci6n colonial y base de Ia reproducci6n social), sino tambien a Io polftico: a) como trampolin de Ia expansi6n terri­torial del imperio espaftol; b) como una forma de control politico y religioso de Ia comunidad indfgena; pero sobre todo; c) esta insti­tuci6n result6 a Ia postre un mecanismo efectivo del control politi­co del grupo espaftol mismo, ya que permiti6 el surgimiento de je­rarquias econ6micas y sociales bien definidas que incorporaron a los conquistadores tanto a Ia burocracia como a Ia clase dominante (Cf. Victor M. Alvares, 1973).

Por otra parte, Ia encomienda no constituy6 un fen6meno tran­sitorio en terminos de que "tenia que dar paso a otras modalidades en el uso del trabajo indiano", o que en vista de su contraposici6n con Ia propiedad privada "deberia tomar esta forma o desapare­cer". Reconociendo que Ia encomienda fue el centro de Ia lucha en­tre los conquistadores y Ia comunidad indfgena por el uso de Ia mano de obra de esta ultima, tambien se constituy6 como un com­promise institucionalizado entre el grupo conquistador y Ia corona. En cuanto a Ia comunidad indi~ena hubo dependencia obligada a traves de los caciques y principales, quienes mediatizaron el uso del trabajo indfgena. Asi, aunque al principio de Ia dominaci6n Ia en­comienda jug6 un papel destructive para los indfgenas, Ia burocra­cia real, con el apoyo de Ia iglesia, pudo desactivar las consecuen­cias mas destructivas del uso indiscriminado de Ia mano de obra. Tambien, de manera importante, el uso de Ia tecnologfa espanola,

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a medida que se ampli6 Ia agricultura de los hispanos, ayud6 a dis­minuir el uso de Ia encomienda como forma de apropiaci6n del tra­bajo.

El repartimiento. Se ha mencionado ya que el repartimiento (Ro) comenz6 en Ia agricultura hacia 1550, utilizandose en las obras pu­blicas desde 1555 y poco despues en Ia mineria. Su uso se habfa ge­neralizado en Ia NE hacia 1570, epoca en Ia que Ia esclavitud indigena estaba terminando yen que Ia encomienda se habia debili­tado tanto por Ia acci6n del Estado, como por Ia incorporaci6n de Ia tecnolegia-es.paftola a Ia agricultura.

En vista de que Ia corona no pudo imponer el trabajo asalariado como Ia forma principal de organizaci6n de los trabajadores, prin­cipalmente por Ia organizaci6n comunitaria de los indios y por su rechazo a laborar para los espaftoles, el Ro surgi6 como una solu­ci6n intermedia, dandole al Estado un mayor poder a traves de Ia asignaci6n directa de los trabajadores. No s6lo las estancias y mi­nas recibieron trabajadores de Ro, sino tambien Ia iglesia y algunos oficiales reales, aunque estos ultimos los obtenian a menudo por medio de subterfugios ilegales. El uso del Ro en los obrajes y talle­res artesanales estaba prohibido; era mas bien una politica para Ii­mitar la actividad de estas unidades productivas, que una medida para Ia protecci6n de los indios.

La organizaci6n del Ro no s6lo seguia los antiguos procedimien­tos del cuatequitl indigena en cuanto a Ia rotaci6n de los trabajado­res, sino que a nivel global estaba basado en jurisdicciones tribales, tales como las de Chalco, Mexico, Tacuba y Texcoco. Esta divisi6n por jurisdicciones fue utilizada hasta 1570, cuando fue cambiada paulatinamente (Charles Gibson, 1967).

Los indios eran distribuidos a los agricultores espaftoles de acuerdo con Ia cantidad de trigo cultivada, o a ser cultivada, y en funci6n de Ia cantidad de trabajo a efectuar. La distribuci6n era re­alizada por un juez "repartidor", quien era nombrado directamen­te por el virrey. Cada pueblo indio tenia asignada una cuota (ini­cialmente el 2o/o de los indios tributaries en Ia agricultura) y el tra­bajo era realizado en turnos semanales, tocandole de tres a cuatro veces por afto a cada persona. Los pueblos eran asignados rotativa­mente para que los agricultores de una jurisdicci6n tuvieran Ia fuer­za de trabajo suficiente durante todo el afto.

A pesar de que el Ro necesitaba cierto grado de descentraliza­d6n para operar, el virrey se encargaba del nombramiento de los jueces y ademas de resolver los multiples problemas que surgian de

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Ia escasez de trabajadores y del mal trato por parte de los patrones. La politica )aboral del virrey respondia tanto a Ia necesidad de me­diar en los conflictos entre las comunidades indigenas y los patro­nes hispanos, como a limitar el abuso de estos ultimos y especial­mente a obligar a las comunidades a proporcionar trabajadores.

El Ro surgi6 en Ia agricultura triguera hacia 1550 y floreci6 con Ia promoci6n estatal a esta actividad cuando Ia gran crisis demogra­fica hiw estragos en Ia agricultura indigena. El cultivo del trigo en gran escala comenz6 en Ia decada de 1570 en respuesta al crecimien­to de los centros urbanos. A fines del siglo XVI los agricultores es­paftoles cercanos a la ciudad de Mexico y de otras provincias aleda­ftas empezaron a cultivar maiz en escala comercial. Este desarrollo le dio al Ro un empuje importante.

El Ro se adapt6 mejor a la agricultura que a otras actividades econ6micas en vista de que se trataba de trabajo no calificado, la rotaci6n de los trabajadores daftaba menos al proceso de trabajo, y el numero de trabajadores se podia ajustar mejor a Ia estaci6n. En cambio, el Ro necesitaba de una amplia base de trabajadores para funcionar bien. En la agricultura estaba considerado como de interes publico, con preferencia sobre actividades tales como los servicios privados y aun las obras publicas en tiempos de gran de­manda de trabajo (Silvio Zavala, 1943).

La cuota de trabajadores para Ia agricultura se habia fijado bajo la asunci6n de que un 2% para la epoca de cultivo y un 6 a 8% para el deshierbe y la cosecha serian suficientes. Sin embargo, con la cri­sis demografica de 1576-78, las cuotas aumentaron considerable­mente. Asi, en 1599 la cuota para la epoca ordinaria era de 4% y la extra (en la epoca de "dobla") habia aumentado a 10%.

En cuanto a la mineria, esta contaba desde un principia con una mayor proporci6n de trabajadores asalariados y con pocos indios de Ro, utilizando ademas trabajo esclavo. Las minas nortenas eran las que operaban con un mayor numero de indios "naborios" (tra­bajadores libres), asf como con esclavos negros, en vista de que s6lo contaban con pocas comunidades indigenas en la regi6n. Dnica­mente las minas ubicadas en las regiones del centro y del sur de la NE utilizaron, primero, trabajadores de encomienda y, desde me­diados del siglo xvr, indios de repartimiento en su operaci6n.

Hacia el final del siglo XVI el trabajo asalariado habia ya sobre­pasado claramente tanto ala esclavitud como al Ro, alcanzando un 63.6% del total de Ia fuerza de trabajo miner a; los esclavos llega­ban al 14.1%, mientras que el Ro alcanzaba el 22.3%. La mayo ria de los trabajadores de repartimiento se localizaban en his regiones

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del centro y del sur, ya que en esa epoca las minas del norte tenian pocos trabajadores de Ro, y habia reales como el de Zacatecas que utilizaba s6lo trabajadores libres (88.6o/o) y esclavos (11.4%) (Wo­odrow Borah, 1975). Por lo tanto, desde los ultimos aii.os del siglo xvi, el Ro jugaba tan s61o un papel de complementariedad en Ia mineria.

La asignaci6n de trabaj ado.t;es de Ro a Ia mineria era mas alta, en terminos relativos, que a Ia agricultura, o sea que la cuota era de un 4% de los indios tributarios comparado con un 2o/o ala agri­cultura. Ese porcentaje para Ia mineria permaneci6 asi durante toda Ia colonia, por lo tanto Ia declinaci6n de Ia participaci6n del Ro se debi6 a otras causas distintas a Ia politica de asignaci6n. El gobierno colonial apoy6 de varias maneras el reclutamiento de tra­bajadores para las minas. El nombramiento de nuevos jueces de re­parto continu6 despues de 1580 y todavia pueden verse nuevos nombramientos en 1599-1601 y 1606-1607. El Conde de La Corui'\.a exent6 desde 1582 del pago del tributo y del servicio a sus comuni­dades y a los indios naborios en Ia mineria. En 1599, el virrey Con­de de Monterrey dio proteccion contra las autoridades indigenas a los indios que se convirtiesen en naborios para las minas.

La iglesia tambien recibi6 trabajadores de Ro para Ia construe­cion de las catedrales de Ia ciudad de Mexico y de Los Angeles (Puebla). Los repartidores asignaban indios que pertenecian a estas actividades a sus amigos y a personas que les pagaban bien, alar­gando asi el tiempo de construccion (Gonzalo Gomez, 1599). A me­nudo los sacerdotes obtenian indios de Ro para su servicio perso­nal, contraviniendo el espiritu de este tipo de trabajadores.

Las obras publicas utilizaron trabajadores de Ro siempre que se creia necesario. Para contener las inundaciones de la ciudad de Me­xico en 1555-56, 1579-80 y 1604-07 utilizaron un numero abundante de trabajadores, sobre todo en 1604-07 en que durante once meses se utilizaron varios miles de indios de Ro.

La declinaci6n del repartimiento y el surgimiento del peonaje. AI cornienzo del siglo xvn todavia el Ro tenia arraigo en la agricultu­ra, Ia construccion de casas y templos, asi como en las obras publi­cas y ciertos servicios privados a los espanoles. En la mineria, el Ro solo tenia un papel complementario yen los obrajes e ingenios azu­careros habia sido prohibido desde un principio.6 Los trabajos del

6 En vista de que Ia corona trataba de restringir Ia competencia a los productos espanoles, los obrajes tenian prohibido utilizar incluso indios libres y estaban suje­tos a licencia para operar.

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desagiie en Ia ciudad de Mexico redujeron Ia asignaci6n de trabaja­dores de reparto a Ia agricultura y las minas, por lo que tuvieron que depender cada vez mas del trabajo asalariado. Sin embargo, como el salario por si solo no era suficiente para motivar a los tra­bajadores a mantener su fuerza de trabajo, los patrones espaii.oles ensayaron nuevos metodos para reclutarlos, cuyo comun denomi­nador era el "endeudamiento".

Los prestamos constituyeron una manera de retener a los traba­jadores por un mayor tiempo. Todavia en 1606-1607 continuaba vi­gente Ia Ordenanza del Conde de Monterry de septiembre de 1597, Ia cual mandaba que los agricultores s6lo podian avanzar hasta tres meses de salarios a los trabajadores. Para esta epoca los mandatos para perseguir "gai'l.anes" (trabajadores libres)·endeudados habian alcanzado, por sus frecuencia, un caracter ordinario (Silvio Zavala, 1943). A este respecto se pas6 una importante Ordenanza obligan­do a los patrones a registrar ante el oficial real encargado de los tra­bajadores "alquilados" todos los contratos de gaii.ania, asi como los adelantos en dinero a los trabajadores. En vista de que se daba toda una serie de triquinuelas para reclutar y retener a los trabaja­dores, en 1616 el virrey prohibi6 que los supervisores, los agentes de los agricultores y aun los propietarios entrasen a las casas de los naturales para darles adelantos de dinero. No deberian venderles nada a credito y si lo hacfan los indios no tendrian ninguna obliga­ci6n de pago.

Desde 1601la corona insisti6 en la terminaci6n del Ro por medio de una Real Orden de Felipe n en noviembre de ese ai'l.o, para ser aplicada en Ia NE, el Peru y otras colonias americanas. Apercibido de los daii.os hechos a los trabajadores, orden6 que terminase el Ro en todas las actividades, excepto para las minas si hubiese escasez de mano de obra. En Iugar del Ro habria trabajo "alquilado", o sea que los indios se alquilarian ellos mismos con cualquier patr6n que quisieran. Los salarios se fijarian de acuerdo con el tipo de tra­bajo y su escasez en cada regi6n. El poder para fijar tales salarios y las comidas se le di6 al virrey y a sus oficiales. El primero tenia tambien la autoridad para fijar el periodo de trabajo (Silvio Zava­la, 1943).

Cuando esta nueva forma institucional se trat6 de aplicar en 1603, en Ia practica reconstituy6las viejas formas del Ro. En teoria los indios podian escoger sus patrones, pero en Ia realidad el encar­gado de los alquilados decidia por ellos. Posteriormente, el mar­ques de Montes Claros orden6 al encargado seguir las instrucciones generales para el Ro, por lo que los viejos principios continuaron

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vigentes. Todavia mas, en 1609 una Orden &eal confirm6 que el Ro podia continuar en Ia agricultura, Ia ganaderfa y Ia mineria, aunque recomendaba que fuese desapareciendo gradualmente.

En 1624la Audiencia de Ia NE mand6 terminar el Ro en las ciu­dades c.U; Mexico, Puebla y otros centros urbanos menos importan­tes. En 1628 los trabajos del desague en Ia ciudad de Mexico exigie­Ton varios miles de indios de Ro, provocando una grave escasez de mano de obra, teniendo que recurrir los patrones a trabajadores li­bres a quienes retenian mediante el endeudamiento.

En los siguicntes cuatro anos hubo un gran numero de mandatos que trataron de resolver los problemas de endeudamiento. AI mis­mo tiempo, las fricciones entre las comunidades indigenas y los pa­trones se incrementaron de tal manera que las primeras empezaron a comisionar "alguaciles" espanoles para cobrar tributos y para obligar a regresar a los gananes que habian huido a las haciendas como trabajadores libres.

Finalmente, al principio de Ia decada de 1630 tanto el rey como las autoridades coloniales se decidieron a suprimir el Ro. En 1631 el rey insisti6 en terminar esta instituci6n con el fin de preservar Ia vida de los indios en descarga de Ia real conciencia. En enero de 1632 se di6 otra Ordenanza que mandaba al virrey cumplir con Ia de 1627, Ia que a su vez ordenaba castigar los excesos de los jueces de reparto. Poco despues, el31 de dicicmbre de 1632, el virrey mar­ques de Cerralbo mand6 supdmir todos los repartimientos con ex­cepci6n de aquel para Ia mineda.

La supresi6n del Ro por parte del Estado colonial confirmaba Ia declinaci6n que habia venido sufriendo esta forma de organiza­ci6n del trabajo. De acuerdo con Silvio Zavala (1943), esta libertad no s6lo era util para Ia poblaci6n india sino tambien para sus amos, los hacendados, quienes obtuvieron el derecho de no ser limitados en sus contrataciones. Todavia mas, los hacendados quedaron pro­tegidos de las acciones que tomaban los pueblos indigenas para re­cuperar a sus trabajadores, lo cual no fue extendido a los mineros. El gobierno tambien consolid6 su derecho al tributo de los natura­les, dejando a los pueblos indios sin el apoyo fiscal de sus anteriores miembros.

A pesar de que Ia Ordenanza de 1632 suprimi6 el Ro, este no de­sapareci6 de inmediato, sobre todo en Ia agricultura, en vista del apoyo ilegal que daban las autoridades menores a los patrones. Las obras publicas tambien continuaron haciendo uso del trabajo for­zado, el cual segufa las huellas del Ro. Todavia en Ia decada de 1640 subsistia el Ro en el corte de lena y Ia construcci6n de casas

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para los oficiales reales, asi como en los canales del desague, las sa­linas y Ia manufactura de p6lvora para Ia armada de Barlovento.

Aunque Ia escasez de mano de obra jug6 un papel relevante en Ia desaparici6n del Ro, no hay que darle mayor importancia de Ia que tuvo. Algunos autores como Silvio Zavala (1943), Borah y Cook (1962) y otros, han dado excesiva importancia a este hecho. Si bien las obras del desague precipitaron una aguda escasez de tra­bajadores, fueron las unidades agricolas las que transformaron paulatinamente Ia forma de organizaci6n del trabajo para incre­mentar su acceso a Ia mano de obra libre fuera de los con troles esta­tales. En realidad, Ia escasez de fuerza de trabajo no fue obstaculo para el crecimiento sostenido de Ia agricultura y Ia mineria desde Ia segunda mitad del siglo XVI hasta Ia decada de 1620.

En Ia medida que el endeudamiento era el procedimiento mas utilizado para retener a los trabajadores y que estos frecuentemente huian de sus patrones, en agosto de 1642 el virrey Juan de Palafox y Mendoza, a Ia vez arzobispo de Puebla, orden6 que los deudores indigenas debian saldar completamente sus deudas con su trabajo. Como Ia Ordenanza no establecia limites a Ia naturaleza de Ia deu­da y al tiempo de pago, signific6 un retroceso a formas mas coacti­vas para Ia retenci6n de los trabajadores.

Durante las siguientes tres decadas s'e aceptaron completamente las lineas dictadas por las Ordenanzas de 1634-1635 en relaci6n a las deudas de los trabajadores. Es decir, Ia deuda se reducia a seis pesos aunque fuera mas alta, y el periodo de pago a cuatro meses. Se aceptaba el procedimiento de que las autoridades provinciales fi­jarian Ia cantidad total de Ia deuda a pagar durante un periodo no mayor de cuatro meses. La naturaleza de las deudas se habia am­pliado al pago del tributo por parte del patr6n, el pago de "obven­ciones" a Ia iglesia (derechos por efectuar ciertas ceremonias, e.g. el bautismo), a Ia compra voluntaria o forzada de productos a credito, al pago de .bienes robados, o simplemente a Ia deuda mone­taria. En vista de que continuaba Ia competencia entre los patrones para obtener trabajadores, el "sonsaque" se volvi6 una practica comun. Por ello, durante esta epoca hubo un buen numero de Or­denanzas que trataron de acabar con esta practica "desleal".

A pesar de que el trabajo asalariado se extendi6 en todas las acti­vidades, Ia contradicci6n entre las comunidades indfgenas y los la­bradores subsistia todavia al final del siglo xvu. En Ia medida que Ia escasez de brazos empujaba a los patrones a conseguir trabajado­res directamente en los pueblos indios, a menudo terminaba en motin para evitar que se llevasen a los indios. Esto indica que

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todavia los lazos de uni6n de los indfgenas con sus CQmunidades eran mas fuertes que los salarios mismos y los pr{(cedimientos de endeudamiento. En 1699 el virrey Joseph Sarmiento orden6 a los alcaldes mayores y a los goberpadores indios que proveyesen de tra­bajadores a los labradores espaftoles, quienes tenian dificultades para conseguirlos a pesar de que les pagaban un salario.

Durante Ia segunda mitad del siglo xvn, a medida que aumenta­ba el numero de peones fijados a las haciendas, asi como las nuevas generaciones que habfan nacido en elias, cada vez mas se les consi­deraba como propiedad de Ia hacienda. AI mismo tiempo se desa­rrollaron procedimientos para fijarlos a Ia tierra. En 1595 los ha­cendados obtuvieron el derecho de negociar directamente con los pueblos para recobrar a los indios que escapaban, en Iugar de recu­rrir a las autoridades. La Ordenanza de 1634-1635 impresa yam­pliamente distribuida en 1678, con algunas adiciones de poca im­portancia, se aplicaba todavia para obligar a los indigenas a cum­plir con sus deudas. Aun en 1699 bubo varias resoluciones del virrey Sarmiento a este respecto.

A principios del siglo xvm en algunas regiones las haciendas to­davia se veian confrontadas con Ia escasez de trabajadores, pero las Ordenanzas mostraban que ya no eran las deudas el procedimiento para obligar a los indios a laborar, sino Ia coacci6n directa de Ia burocracia colonial. Asi se encuentran una serie de mandatos en esta direcci6n: en agosto de 1702, durante la administraci6n del vi­rrey Juan de Ortega; en abril de 1708, agosto de 1709, y septiembre de 1710, bajo el virrey duque de Albuquerque, asi como en febrero de 1715 bajo el duque de Linares. Sin embargo, Silvio Zavala (1940) no considera esto como una reversional repartimiento, sino como una insuficiencia de la "gafiania".

La creciente fijaci6n de los peones a las haciendas recibi6 apoyo oficial en 1716 cuando el virrey conde de Valero or~n6 que el pro­pietario de una hacienda recien comprada podia recuperar los peo­nes de la hacienda que se habia llevado a otra propiedad el antiguo duefio. El comprador habia argumentado abiertamente que los "peones acasillados" adscritos a Ia hacienda no podian ser torna­dos por otros hacendados. Ademas argiiia que Ia adscripci6n era Ia causa de que Ia hacienda hubiese prestado a los indios para el pago del tributo. Esto muestra que Ia aceptaci6n social de Ia adscripci6n de los indios a las haciendas constituia Ia culminaci6n de un largo proceso que estuvo acompanado porIa apropiaci6n, concentraci6n y consolidaci6n de Ia propiedad territorial, conjuntamente con Ia transformaci6n de las formas de organizaci6n del trabajo que pre-

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pararon el camino para llegar al peonaje acasillado. Con el peonaje acasillado se cierra el periodo de fijaci6n de los

trabajadores allugar de trabajo en Ia NE. Las minas habian logra­do Ia fijaci6n de sus trabajadores con mucha anterioridad, atrayen­dolos con salarios mucho mas elevados y prestaciones en alimentos. Pero Ia hacienda estableci6 un estilo de vida patriarcal-servil que tuvo un impacto amplio en las areas rurales de Mexico y que perdur6 basta principios del siglo xx. La fijaci6n de los trabajado­res a Ia tierra desde Ia segunda mitad del siglo xvu signific6 el ini­cio de un periodo de estabilidad en los salarios y de reinicio del cre­cimiento econ6mico despues de la gran crisis minera de 1630-79.

Tipologfa de los trabajadores y las formas de organizaci6n del tra­bajo en los modosdeproducci6n. En el primer periodo (1521-1550) se encuentran dentro del MPDT los trabajadores incluidos en Ia co­munidad indfgena. Estos mismos trabajadores estaban sobrecarga­dos por el tributo a Ia encomienda y a Ia corona. Muchos de ellos habian sido convertidos a esclavos por lo que se Jes puedc considc­rar como trabajadores inclufdos en los medias de producci6n. Den­tro del MPA encontramos trabajadores fibres ligados a/ instrumento (vease encuadre 1).

Tal como hemos visto, las formas de organizaci6n del trabajo eran: colectiva-usufructuaria en el MPDT, sobrecargado este modo por la encomienda como forma parasitaria, asi como por el trabajo forzado-dependiente (esclavos); dentro del MPA se encuentra la forma artesanal-jercirquica de trabajo (vease encuadre I).

En el segundo periodo (1551-1630) nace el MPSM sobre Ia base de trabajadores rotativos-asalariados (de repartimiento), los cuales fueron complementados por el trabajo de los propietarios en las pe­quefias unidades agricolas; en las medianas y grandes unidades (ha­ciendas) el Ro es complementado con trabajadores asalariados li­bres (indios naborios o laborios). En la pequefia mineria se consti­tuye el MPCM en el que los comerciantes de Ia plata so brccargan a los pequefios propietarios. Estos se pueden catalogar como trabaja­dores-propietarios complementados por trabajadores de Roy por trabajadores asalariados libres (vease encuadre 2).

En cuanto a las formas de organizaci6n del trabajo en el segun­do periodo se tiene: en el MPSM el repartimiento como forma domi­nante (trabajo rotativo-asalariado asignado por el Estado). Esta forma estaba complementada por trabajo asalariado libre en la agricultura y en la mineria, y ademas por trabajo esclavp. En las haciendas tambien se encuentra el trabajo de arrendatarios y apar-

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ceros. En el MPA se encuentra el trabajador-propietario sobrecar­gado por el comerciante capitalista (vease encuadre 2).

Durante el tercer periodo (1630-1679), Ia NE seve confrontada con Ia gran crisis minera originada por Ia crisis metropolitana. En esta etapa, habiendo cesado yael Ro, el trabajo asalariado libre se ve compelido por los patrones a iniciar su fijaci6n allugar de traba­jo, primero por medio del endeudamiento y despues tanto por este procedimiento como al mismo tiempo por Ia concesi6n de pequei\as parcelas de cultivo, raciones de maiz, etc. Durante este periodo Ia organizaci6n del trabajo toma Ia forma de peonaje por deudas principalmente.

En el cuarto periodo (1680-181 0) se consolida el peon como tra­baj actor agricola, el cual se encuentra ya ligado a Ia tierra en las ha­ciendas. El trabajo del peon acasillado se encuentra complementa­do por el de peones temporales que pertenecen a las comunidades indigenas circunvecinas. Ademas los pequei\os arrendatarios y aparceros proveen de trabajo extra a Ia hacienda. En Ia mineria dis­.minuye el trabajo de Ro, aumentando proporcionalmente el asala­riado y conservandose el trabajo esclavo.

Por lo tanto, durante el cuarto periodo las formas dominantes en Ia agricultura son el peonaje acasillado y el peonaje temporal. El primero se caracteriza por los rasgos semiserviles de los trabaja­dores, quienes eran considerados como propiedad de Ia hacienda. Los peones acasillados ganaban un salario y tenian derecho a racio­nes de maiz, asi como a un Iugar para construir su "jacal" y a una pequei\a parcela de cultivo. No obstante, el pago del salario fue de­generando hasta convertirse en un pago anual del mismo, si es que quedaba un saldo en Ia cuenta corriente que le abria Ia "tienda de raya" de Ia hacienda. En dicha cuenta se le cargaba el precio de las raciones de maiz, los comestibles, Ia ropa y otros productos que se le vendian, abonandole su salario, el cual a menudo era insuficiente para el pago de los productos. Los peones temporales trabajaban en las obras de construcci6n que exigian brazos adicionales, asi como en el deshierbe y Ia cosecha, pagandoseles un salario, pero sin las prestaciones de los acasillados.

Hay que subrayar que dentro de las unidades de producci6n de los MPs espai\oles coexisten varias formas de organizaci6n del tra­bajo. De esta manera, en las minas coexiste el trabajo libre asalaria­do con el trabajo esclavo y el de repartimiento. En las haciendas subsiste el trabajo de repartimiento con ellibre asalariado, y en las haciendas azucareras tambien hay trabajo esclavo. Ademas, las ha­ciendas utilizan tarnbien el trabajo de pequei\os arrendatarios y

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Encuadre 1. Elementos de los modos de producci6n (1521-1550). Primer periodo: pillaje y acumulaci6n-extracci6n colonial originaria

Surge el MP desp6tico-tributario sobre la base del MP tributario azteca. La encomienda y el tributo reallo sobrecargan. El trabajo esclavo tembien so­brecarga a la comunidad indigena. En la decada de 1530 se inicia el MP artesanal mayormente en las ciudades.

1. Trabajadores MPDT Trabajadores incluidos en la comunidad indi­

genas y sobrecargados por la encomienda y el tributo a la corona. Los trabajadores esclavos indigenas se incluyen dentro de los medios de producci6n. A menudo s6n alimentados por el tributo de encomiendas.

MPA Trabajadores libres ligados a instrumento. 2. Forma de organizaci6n del trabajo

MPDT Colectiva-usufructuaria en la comunidad indi-

MPA

3. Propietarios MPDT

gena. Esclavos: forzada-dependiente. Artesanal-jenhquica (maestros, oficiales, aprendices).

Usufructo en una comunidad real, limitado por la encomienda y el tributo real. Encomendero-esclavista: propietario privado limitado.

MPA Propietario privado limitado. 4. Re/aciones de propiedad

MPDT Propiedad comunal en el seno del MPDT. La encomienda y la corona establecieron de facto la propiedad de los medios de subsistencia. lgualmente los esclavistas.

MPA Propiedad del instrumento. 5. Forma de apropiaci6n del excedente

MPDT Tributo en trabajo y en especie. Despues en di­nero, aunque se alterna con tributo en especie. Apropiaci6n directa del trabajo del~lavo. Trabajo excedente de oficiales y aprendices

MPA

apropiado por el maestro. 6. Relaciones tecnicas de producci6n

MPDT Producci6n aislada y comunitaria. Esclavos: producci6n organizada (yuxtaposi­ci6n).

MPA Producci6n organizada.

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Encuadre 2. Elementos de los modos de producci6n (1551-1630). Segundo periodo: acumulaci6n-extracci6n sostenida

Surge en la decada de 1550 el MP servil-mercantil en la agricultura y la mi­nerfa. La hacienda aparece a principios del siglo XVII. Termina la esclavi­tud indfgena hacia 1570. Se conservan esclavos negros. Se desarrolla el MP capitalista-mercantil adosado a la pequef\a minerfa de la plata. La encomienda declina y se afianza el tribute real en el MPDT.

1. Trabajadores MPSM Agricultura: rotativos-asalariados (miembros de

las comunidades indfgenas) complementados por propietarios. Haciendas: rotativo-asalariado complementado por asalariados-libres.

MPCM

Minas: igual pero ademas esclavos negros. Trabajador-propietario complementado por rotativos asalariados y/o asalariados libres.

2. Forma de organizaci6n del trabajo MPSM Repartimiento: forma dominante de trabajo

rotativo-asalariado asignado por el Estado. Se complementa con el propietario en pequef\as co­munidades agricolas y rnineras; en haciendas con trabajo asalariado libre y de arrendatarios y aparceros; en minas grandes por esclavos negros y asalariados libres.

MPCM Trabajador-propietario sobrecargado por co­merciantes capitalistas.

3. Propietarios MPSM Propietario privado limitado. MPCM Propietario privado limitado sobrecargado por

comerciantes. 4. Refaciones de propiedad

MPSM Propiedad de los medios de subsistencia. MPCM Propiedad de los medios de subsistencia.

5. Forma de apropiaci6n del excedente MPSM Pequef\a unidad agricola: apropiaci6n del traba­

jo excedente.

MPCM

Haciendas: apropiaci6n del trabajo excedente y renta de aparceros y arrendatarios. Minas: apropiaci6n del trabajo excedente y apro­piaci6n directa del trabajo del esclavo. Apropiaci6n por sobrecargo en el precio de los insumos habilitados y por usura.

6. Relaciones tecnicas de producci6n MPSM Producci6n organizada. MPCM Producci6n serniorganizada (por yuxtaposici6n)

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Encuadre 3. Elementos de los modos de producci6n (1679-1810). Cuarto periodo: acumulaci6n colonial y extracci6n bifurcada.

Surgen cambios en el MP servil-mercantil. Se consolida la hacienda. Se extiende el MP capitalista-mercantil a obrajes y talleres textiles. 1. Trabajadores

MPSM

MPCM

Mineria: disminuyen trabajadores. Reparti­miento, aumentan asalariados ligados a Iugar de trabajo y se conservan esclavos. Pequef\a unidad agricola: no hay trabajadores. Reparti­miento sino asalariados complementados por propietario. Haciendas: peones acasillados, complementados por peones temporales, pe-quef\os arrendatarios y ~parceros. Talleres textiles: trabajo libre ligado a instru­mento.

2. Forma de organizaci6n del trabajo MPSM Forma dominante: trabajador asalariado liga­

do ala tierra o allugar de trabajo. Permanecen trabajadores. Repartimiento y esclavos en la

MPCM

3. Propietarios MPSM

MPCM

mineria. Trabajador-propietario sobrecargado por co­merciante.

Propietario privado limitado por el Estado. Se desarrollan compaf\ias mineras. Pocas limita­ciones para pequef\os y medianos propietarios agricolas. Haciendas: disminuyen limitaciones, pero aumenta endeudamiento con Ia iglesia. Propietario privado limitado sobrecargado por comerciante.

4. Relaciones de propiedad MPSM Propiedad de los medios de subsistencia. MPCM Propiedad de los medios de subsistencia.

5. Forma de apropiaci6n del excedente MPSM Pequef\a unidad agricola: apropiaci6n trabajo

excedente. Haciendas: apropiaci6n trabajo ex­cedente y renta de arrendatarios y aparceros. Mineria: apropiaci6n trabajo excedente y apro-piaci6n directa trabajo esclavo.

MPCM Apropiaci6n por sobrecargo en el precio de los insumos y por usura.

6. Relaciones tecnicas de producci6n MPSM Producci6n organizada. MPCM Producci6n semiorganizada (por yuxtaposi­

ci6n).

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aparceros. En las pequenas unidades agricolas y mineras coexiste el trabajo de los propietarios con otras formas de organizacion del trabajo. La escasez de mano de obra no alcanza a explicar la coe­xistencia de diversas formas del trabajo; quiza otro factor impor­tante es el tipo de relaciones de propiedad, las que, como veremos, tenian como comun denominador la propiedad de los medios de subsistencia.

Los propietarios, las relaciones de propiedad, y las formas de apropiaci6n del excedente en los distintos MPs

En el MPDT no existian propietarios sino el usufructo al cual da de­recho la pertenencia a la comunidad. La propiedad era colectiva y el usufructo individual. Aunque se preservaron los rasgos principa­les del modo despotico-tributario, se dieron algunas transformacio­nes durante el primer siglo de la dominacion espanola. Las tierras que se trabajaban colectivamente para el tributo continuaron en ese uso, pero aquellas destinadas a los templos desaparecieron, mien­tras que parte de las destinadas al mantenimiento de' caciques y principales se transformarori en tierras privadas. En los pueblos nuevos que surgieron con las congregaciones, una parte de las tierras colectivas se destino al mantenimiento de los servicios de la colectividad, incluyendo ala inglesia local, por medio de la "Caja de la comunidad". Otra parte se destinaba a las tierras de repartimiento, dedicadas al cultivo individual y distribuidas anual­mente. Ademas habia parcelas de usufructo individual, las cuales podian legarse a los descendientes, aunque eran inalienables. Si las tierras no eran cultivadas o si el usufructurario se trasladaba a otra poblaci6n, pasaban ala comunidad.

Antes de la conquista, el Estado azteca controlaba el excedente, pero despues de esta la corona autoriz6 a los encomenderos a reci­bir tributo, dejando para sf una parte de las comunidades como tri­butarias. La forma de apropiacion del excedente se hacia en forma de tributo en trabajo para los nobles que despues de la conquista servian de intermediarios a los espaftoles. El tributo para los enco­menderos era apropiado tanto en trabajo, en especie y aun en dine­ro o metales preciosos. Las relaciones de propiedad que ejercen los encomenderos son sobre los medios de subsistencia. Aunque no se pueden considerar como propietarios, sino usufructuarios, el tribu­to significaba un derecho sobre los medios de subsistencia de los co­muneros indigenas. El tributo pagado a la corona fue primero en especie (el cual era conver~ido en dinero por medio de almonedas)

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y posteriormente, al final del primer periodo, en dinero. El tributo se alternaba, en especie durante las crisis agricolas y en dinero en los tiempos normales (vease encuadre 1).

El trabajo esclavo de los indigenas debilit6 sobremanera a las co­munidades indigenas. Los esclavos fueron utilizados principalmen­te en la mineria, pero tambien en otras actividades econ6micas. Las minas de primera generaci6n utilizaban gran cantidad de mano de obra esclava alimentada con el tributo de encomiendas. La gran mortalidad indigena, el descubrimiento del proceso de amalgama­ci6n y la oposici6n de las 6rdenes religiosas determinaron su aboli­ci6n y desaparici6n entre los aftos de 1550 a 1570. Las alternativas mas rentables en otras actividades, dada la gran intensidad en Ia mano de obra y el bajo rendimiento per capita, originaron el trasla­do de esclavos a otras actividades. La tecnologia de amalgamaci6n que permiti6 explotar yacimientos de mas baja ley facilit6 la paula­tina desaparici6n de Ia esclavitud indigena, permaneciendo s6lo los esclavos negros.

En vista de que los esclavistas-encomenderos habian comenzado a explotar minas, obrajes y otras empresas fuera de Ia comunidad indigena, se podrian considerar como propietarios privados limita­dos porIa reglamentaci6n y la acci6n estatal. Es decir, Ia propiedad distaba de ser una propiedad plena comb en el capitalismo. Las re­laciones de propiedad giran alrededor de los medios de subsistencia como en la encomienda, s6lo que el tipo de trabajador es diferente, y recibe un trato mas despiadado como esclavo, ademas que se le ha separado de su comunidad.

En la segunda mitad del siglo XVI surgieron en la NE las dos uni­dades econ6micas principales (las estancias y las minas de Ia segun­da generaci6n), las cuales empezaron a conformar un nuevo MP,

con caracteristicas especificas unicas, que lo hacian diferente del MP

feudal y de otros modos, i.e. el MPSM. En cuanto a los propietarios de las minas y estancias, estos se podrian considerar como priva­dos-limitados. Las minas pertenecian a la corona y s6lo era conce­sionada su explotaci6n a individuos o a grupos, los cuales a cambio deberian pagar un quinto de la producci6n. En el caso de las estan­cias habia una merced por parte del Estado y/o Ia posesi6n ilegal de otras tierras, pero existian algunas limitaciones a la propiedad, como la obligaci6n de abrir las tierras en calidad de pastos comunes para ef ganado despues de la cosecha. No obstante, las estancias y otras propiedades agricolas se podian comprar y vender libremente.

Desde el punto de vista de los trabajadores y de los ~edios de producci6n, Ia relaci6n con los patrones se podria considerar como

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una propiedad de los medias de subsistencia. En el caso de loses­clavos era claro que dependian de los medias de subsistencia posei­dos por el propietario, mientras que en el caso de los trabajadores libres estos dependian en parte de Ia parcela que les facilitaba este ultimo. En cuanto a los trabajadores de reparto podria considerar­se que el propietario sobrecargaba Ia comunidad indigena con los medias de subsistencia de dichos trabajadores. En el MPSM seria crr6neo considerar que Ia separaci6n de los medias de producci6n habia sido alcanzada; aunque en el caso de los trabajadores libres, cstos no poseian los arados o los animales de tracci6n, usufructua­ban una parcela. En las minas tambien habia un esfuerzo para fijar los trabajadores a! Iugar de labor, lo cuallos hacia distintos de los trabajadorcs verdadcramente libres (veanse encuadres 2 y 3).

En relaci6n a Ia hacienda, fueron varias las fuerzas acumulativas que le dieron origen en el paso del siglo xvi a! xvn. Los anteceden­tes de ella se remontan a Ia concesi6n de las estancias de ganado mayor, de gran extensi6n, asi como a Ia compra y apropiaci6n He­gal de tierras indigenas. La consolidaci6n legal se alcanz6 aprove­chando Ia campai'ia de "composiciones" lanzada porIa corona des­de finales del siglo XVI y hecha efectiva desde 1638. Ademas, Ia acumulaci6n de tierras por parte de Ia iglesia en las utlimas dos de­cadas del siglo XVI fortaleci6 el movimiento concentratorio.

Es probablemente cierto que al final de Ia decada de 1570 seem­pezaron a formar propiedadcs mas grandes como resultado del cre­cimiento urbana y Ia formaci6n de mercados locales, conjuntamen­te con Ia declinaci6n de Ia comunidad indigena. Durante el segundo periodo los terratenicntes privados y Ia iglesia incrementaron Ia apropiaci6n de tierras y Ia concentraci6n, empujados por el creci­miento urbana y porIa necesidad de constituir una fuerza de traba­jo propia y permanente. La motivaci6n de los hacendados no es s6lo surtir el mercado urbana local, sino satisfacer tambien las ten­dencias sei'ioriales. AI principia del tercer periodo, una legalizaci6n masiva de tierras fue lanzada por el Estado colonial y transformada en nueva oportunidad para concentrar Ia propiedad. El desarrollo de un mercado de tierras, facilitado por el credito de Ia iglesia, ayu­d6 todavia mas a concentrar y centralizar Ia tierra. Hacia 1720 la hacienda no s6lo habia logrado consolidar ellatifundio, sino tam­bien una fuerza de trabajo permanente, los peones acasillados, complementados por los temporales provenientes de las empobreci­das comunidades indigenas que necesitaban de medias de vida c~m­plementarios.

Enrique Semo (1978) afirma que para que Ia hacienda se consti-

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tuyera era necesario: 1) que el propietario hubiese adquirido pro­piedad absoluta para ser capaz de negar el uso de las tierras de Ia hacienda o aun el paso a traves de elias; 2) que los trabajadores es­tuviesen sujetos al propietario sin mediaci6n de Ia encomienda o el repartimiento; y 3) que Ia economia de Ia comunidad indigena fue­ra sustituida por Ia economia del "fundo".

La primera condici6n es mayormente cierta, aun cuando Ia pro­piedad de Ia hacienda, a pesar de que se podia vender en muchos casos, todavia tenia limitaciones como el "mayorazgo", el cual prohibfa su venta fuera de Ia familia, asi como Ia utilizaci6n parcial de las tierras que la diferencian de Ia propiedad capitalista. La se­gunda condici6n parece artificial, cuando menos desde el punto de vista del desarrollo hist6rico, sobre todo Ia "no.,mediaci6n de la en­comienda". Esta ultima habia ya declinado desde fines del primer periodo ante el empuje de los agricultores espai'ioles, cuyas necesi­dades de mano de obra se llenaron con el repartimiento. Las ha­ciendas gozaron de esta ultima forma de organizaci6n del trabajo tan s6lo por cuatro decadas, habiendo comenzado desde un princi­pia ellento proceso de fijaci6n de los trabajadores libres a Ia tierra. En cuanto a Ia tercera condici6n, tambien parece forzada en termi­nos del desarrollo hist6rico. Por una parte Ia economia indigena ya habia comenzado a ser sustituida por Ia agricultura espanola des­concentrada desde finales del primer periodo. Por otra, aunque la comunidad y Ia hacienda son contrapuestas y Ia primera se debilita a medida que Ia segunda se fortalece, no sustituye completamente a Ia comunidad, ya que en algunas regiones se incorpora al merca­do espai'iol (aunque minoritariamente). Ademas persiste con fun­ciones de reproducci6n de los peones temporales que utiliza Ia ha­cienda.

Las relaciones de propiedad en Ia hacienda se expresan por Ia propiedad de los medias de subsistencia. La hacienda a pro pia el so­bretrabajo de los peones acasillados y temporales y obtiene una renta de los pequei'ios arrendatarios y aparceros.

En relaci6n al MP artesanal, a medida que los centros urbanos se desarrollaron, aparecieron toda una serie de talleres artesanales, como los de tejidos de seda, los de hilado de seda, los de bordado, talleres de pintura, de escultura, de joyeria, etc., los cuales estaban al servicio de las clases altas. Ademas, existian otros artesanos que tenian una clientela mas amplia, entre Ia que se puede contar a los panaderos, los zapateros, los herreros, los carpinteros, etc. Desde mediados del siglo XVI muchos de estos talleres especializados habian sido organizados como gremios que regulaban el tamai'io,

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la forma y Ia calidad de los productos; el trabajo de maestros, ofi­ciales y aprendices; los precios de los productos, asf como Ia entra­da de nuevos maestros a traves de examenes muy diffciles (Cf. Ma­nuel Carrera, 1954). Por lo tanto, estas unidades econ6micas podri­an considerarse como empresas de tipo feudal que estaban organizadas jerarquicamente (los indios y otras castas no podfan llegar a ser oficiales o maestros) y ponian trabas a Ia competencia ya que habfan establecido un monopolio en su oficio respectivo.7

En el MPA los propietarios eran privados-limitados, en terminos del volumen de Ia producci6n y de Ia acumulaci6n. Las relaciones de propiedad se volvieron aut6nomas, o sea que la propiedad del instrumento se transform6 en independiente en vista de que los pro­ductos eran destinados al intercambio en el mercado. La apropia­ci6n del trabajo excedente de oficiales y aprendices era realizada por el maestro, aunque Ia rigidez de Ia producci6n fijaba Umites es­trechos a Ia extracci6n del excedente.

Este MP se conserv6 como secundario al MPSM en vista de Ia na­turaleza de los talleres, los cuales estaban sujetos a una estricta re­glamentaci6n. Por lo tanto, nose podfan cc;msiderar como una for­ma elemental de capitalismo en vista de que el artesano es prisione­ro de su oficio y de lasreglas gremiales. Tal como Marx sei'ial6: su capital ''esta constrei'iido dentro de su substancia y Ia magnitud de valor; este todavia no cuenta con Ia libertad de movimiento como capital".

El MP capitalista-mercantil tuvo sus primeros antecedentes en Ia minerfa de la plata una vez que se afianza el metodo de amalgama, o sea a principios del segundo periodo. El financiamiento o "avfo" que efectuaban los comerciantes en los reales mineros se considera­ba inseparable de Ia mineria. La provisi6n de mercancias les fue abriendo el paso para entrar en el negocio de Ia producci6n de plata y de esa manera dedicarse al "rescate" de esta. La actividad consis­tia en comprar amalgama en bruto a los mineros que les debfan y rescatar plata de los "pepenadores", o sea los trabajadores de las minas. La amalgama era separada por destilaci6n y Ia pepena por fundici6n en los homos que a veces posefan los mismos comercian-' tes. Para ahorrarse la mitad del impuesto, los rescatadores manda­ban al minero a presentar Ia plata a Ia Caja Real, pagando el diez-

7 Unicamente los talleres de tejidos de seda en Puebla escaparon durante lama­yor parte del siglo xvt a los reglamentos gremiales, floreciendo en esa epoca hasta que los comerciantes sevillanos se quejaron de que les hac!an la competencia, impo­niendoles la burocracia colonial tales reglamentos.

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moen Iugar del quinto (P. J. Bakewell, 1976, pp. 290-91). Poste­riormente empezaron a comprar plata pura, ya refinada, cuando se hicieron necesarias las monedas de plata para el pago de salarios y de algunos insumos, de modo que el rescatador prestaba dinero (re­ales) a los pequei'ios mineros que no podian llevar su plata a Ia ciu­dad de Mexico para su acui'iaci6n. A finales del siglo xv1 Ia tasa de descuento por esta operaci6n era de un real por peso, haciendose extensiva esta tasa de inten!s a las mercancfas a credito.

Aun cuando existfa una conexi6n entre los "aviadores" de los reales mineros y los comerciantes de Ia ciudad de Mexico, el movi­miento de capitales no se acentu6 sino hasta Ia segunda mitad del siglo xvn; Probablemente Ia crisis del complejo extractivo y Ia co­rrespondiente baja en el comercio transatlanti'co dej6 disponible una parte del capital comercial, el cual se asign6 a las actividades mineras. La crisis minera de 163~1679 tambien propici6 Ia quiebra de algunos rescatadores y pequei'ios comerciantes, facilitando Ia en­trada de los grandes comerciantes de Ia ciudad de Mexico. Ademas aparecieron despues los llamados mercaderes de Ia plata (rescata­dores en gran escala), los cuales en Zacatecas, por ejemplo, com­praban plata en grandes cantidades y actuaban como proveedores de credito en gran escala (Cf. P. J. Bakewell, 1976, p. 294). En cuanto a las manufacturas textiles, en e} transito del Siglo XVII al xvm, los comerciantes afianzaron su dominio en esta actividad al promover Ia creaci6n de telares individuates y familiares, habilitan­do a trabajadores pobres desempleados, quienes ganaban salarios mas bajos, lo cualle permiti6 a los comerciantes hacer Ia competen­cia a los obrajes y talleres textiles. Esto fue posible porque a fines del siglo XVII el numero de trabajadores empez6 a aumentar. Ya desde antes los comerciantes habilitaban a los cultivadores de algo­d6n y, posteriormente, el despepitado de este se efectuaba, por ejemplo, en Puebla en Iugar de Veracruz, lo mismo que el hilado. Ademas, el tejido pas6 a ser una actividad masculina en Iugar de femenina, familiar y mayormente rural.

Los obrajes laneros se diferenciaban de los talleres artesanales sederos y algodoneros en terminos de su tamai'io, del tipo de traba­jadores, asi como de las reglamentaciones. En Puebla, por ejem­plo, constituyeron una producci6n mayormente regida porIa 16gica del valor de cambio y estuvieron exentos de las reglamentaciones gremiales hasta finales del siglo XVII (Jan Bazant, 1964, p. 486).

Desde principios de Ia gran crisis minera en Ia decada de 1630 hasta mediados del siglo xvm los obrajes urbanos tendieron a de­saparecer, aumentando, en cambio, en las zonas rurales. La decli-

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naci6n de obrajes en las ciudades se debi6 en buena parte a Ia com­petencia que establecieron los comerciantes, quienes controlaron mediante el avio a los tejedores independientes ( Cf. Manuel Mino G., 1985). La acci6n del capital comercial tambien fue decisiva des­de 1751 hasta Ia revoluci6n de independencia para que los tejidos de algod6n desplazaran a los de lana.

Los comerciantes sobrecargaban a los pequenos y medianos pro­pietarios privados limitados de las minas y los talleres textiles y ex­traian parte del excedente por medio de Ia usura, asf como por el sobrecargo en los insumos que les vendian o habilitaban. De esta manera, las relaciones de propiedad que se establecieron fueron del tipo de propiedad de los medios de subsistencia, en vista de que los comerciantes afectaban el fondo de consumo de los pequenos pro­ductores (veanse encuadres 1, 2 y 3).

EVOLUCION DE LAS CLASES SOCIALES Y LOS MOOOS DE PRODUCCION

Tanto Ia sociedad indigena como Ia espanola se consideran como sociedades de clases en Ia epoca: de Ia conquista. Los espanoles tra­jeron consigo Ia pn\ctica de una sociedad jerarquizada, Ia cual tra­taron de implantar en Ia colonia. La fuerza de Ia conquista les dio a los hispanos el Iugar dominante en Ia conformaci6n de clases, apro~iandose al mismo tiempo de las jerarquias altas y asignando a los indigenas las bajas y propias de Ia clase dominada. Asi, desde un principio,la nueva sociedad de clases estuvo ordenada porIa je­rarquia etnica, Ia cual a medida que se fueron estableciendo los MPs tambien se fue comunicando a Ia esfera econ6mica. La noble­za indigena, con Ia cual establecieron 'alianza los espanoles para Ia organizaci6n y control del MPDT y Ia extracci6n del tributo, estaba subordinada a Ia jerarquia espanola.

La fracci6n dominante durante el primer periodo (1521-1550) fue Ia de los encomenderos-esclavistas formada por los conquista­dores. Desde los anos de 1530 Ia burocracia espanola empieza a acumular poder conjuntamente con las 6rdenes religiosas. En vista de Ia crisis demogrMica de los indigenas y el interes de Ia corona por evitar el desarrollo de una .clase feudal de senores de Ia tierra, Ia burocracia, secundada por Ia iglesia, se enfrenta a Ia fracci6n en­comendera derrotandola. Poco despues se confiscan las encomien­das de los grandes capitanes y se establece una legislaci6n para el co~trol y uniformaci6n del tributo, asi como para acabar con la es­clavitud indfgena. De esta manera, hacia 1570 Ia corona habfa cap-

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turado dos terceras partes del tributo de las 362 encomiendas, el cual fue a engrosar las areas reales y el m1mero de pueblos de indios controlados por Ia burocracia real.

Practicamente, durante Ia mayor parte del segundo periodo (1551-1630), Ia burocracia, conjuntamente con las 6rdenes religio­sas, es Ia que domina y contribuye a Ia regulaci6n de la poblaci6n indigena en vista de la catastrofe demogrMica y las crisis de 1543-48 y 1576-78, que amenazaban Ia reproducci6n material del sistema. La iglesia se convierte en la corporaci6n mas rica y poderosa al abrirle la puerta el gobierno colonial para poseer tierras hacia 1580. Ademas, tenia Ia concesi6n del diezmo sobre Ia producci6n agrope­cuaria de los espanoles, asi como una serie de donaciones y censos de particulares que le facilitaron Ia acumulaci6n· de tierra y riqueza. La fracci6n terrateniente, reforzada por los prestamos hipotecarios de Ia iglesia, se fue conformando por medio de las "mercedes" de tierra concedidas por la burocracia colonial, asi como por Ia apro­piaci6n ilegal de tierras indfgenas. Estos nuevos terratenientes eran distintos de los conquistadores, quienes habian sido ya limitados en sus pretensiones de poder.

En Ia mineria s6lo un punado de propietarios logra acumular ri­queza en vista de la operaci6n riesgosa de las minas y de que los comerciantes de Ia ciudad de Mexico lian sobrecargado la activi­dad, sobre todo de las pequenas minas, para apoderarse de una parte del excedente a traves de una extensa red de pequenos comer.: ciantes. En este segundo periodo se consolidan los duenos de los ta­lleres artesanales, quienes, aunque no son una fracci6n de peso por su organizaci6n corporativa, si representan el grupo mas conserva­dor de Ia clase dominante.

El segundo periodo, el cual representa Ia primera etapa de acu­mulaci6n colonial sostenida, refleja el surgimiento del MPSM, basa­do en Ia mineria de la segunda generaci6n8 apoyada por Ia agricul­tura. Esta ultima tambien se lig6 a Ia exportaci6n de materias pri­mas aut6ctonas a Espana. Aun cuando el MPSM entra en crisis durante el tercer periodo, ya constituia el MP principal. La hacien­da inicia su fortalecimiento durante Ia crisis, volviendose mas au­tarquica en algunas regiones y transformando su estructura de pro­ductos. El MPA, aunque era un modo secundario, ya habia alcan-

J La mineria de primera generaci6n se refiere a la recolecci6n y lavado de meta­les preciosos en placeres superficiales. Utilizaba una gran cantidad de mano de obra esclava, volviendose incosteable bacia 1540. La mineria de la segunda generaci6n permiti6la explotaci6n de minas de baja ley con el nuevo proceso de amalgamaci6n.

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zado su consolidaci6n desde finales del siglo XVI. En cuanto al MPCM, no era sino un modo parasitario del MPSM que se alimentaba del excedente de Ia pequena minerla.

Aun cuando el MPSM era el principal,9 ni los pequenos y media-nos agricultores, ni los mineros, incluso los mas ricos, constituian fracciones dominantes. Los grandes latifundios apenas estaban en formaci6n. En cambio, los grandes comerciantes ya se habian aglu­tinado como grupo en el Consulado de Comerciantes de Ia Ciudad de Mexico, y actuaban como articulaci6n clave dentro del "com­plejo extractivo" para canalizar el excedente a Ia peninsula.

La superexplotaci6n y Ia crisis demognifica debilitaron todavia mas en el segundo periodo al MPDT. Desde finales del primer perio­do, el tributo de la nobleza indigena es drasticamente disminuido y fueron reformados los gobiernos locales al estilo de los cabildos espanoles, pero subordinados al control de corregidores y alcaldes mayores. Hacia 1620-30 Ia poblaci6n indigena cesa de disminuir, comenzando su recuperaci6n mas o menos en Ia vispera en que el repartimiento de indios es abolido en Ia agricultura.

La gran crisis minera de 1630-79, Ia cual tuvo como antecedente Ia .crisis del comercio transatlantico en Ia segunda decada del siglo xvn, constituy6 un hito en las relaciones de poder entre las frac­ciones de Ia clase dominante y en Ia correlaci6n de fuerza entre Ia r-IB y Ia metr6poli. La crisis comenz6 en la mineria, pero se lig6 a Ia crisis del comercio exterior espanol, a las crisis agrlcolas de lade­cada de 1620, y a las crisis originadas por las inundaciones de la ciu­dad de Mexico entre 1628 y 1633. Todo esto aban6 el terreno para la difusi6n de la crisis minera y su conversi6n en crisis general. La Real Hacienda se vio debilitada, lo mismo que el poder extractivo de la burocracia colonial. AI declinar el comercio transatlantico, los comerciantes mexicanos incrementaron su autonomia en rela­ci6n al monopolio sevillano. La crisis marca, pues, la declinaci6n de Ia burocaracia real en la r-IB y el comienzo del ascenso de las di­versas fracciones de Ia clase dominante dentro de las relaciones de poder en Ia NB.

Por otra parte, el siglo xvn constituye un periodo de depresi6n para Espana. Aunque para Europa ha sido puesto en duda que di­cha centuria haya sido una etapa de depresi6n (e,g. Immanuel Wa­llerstein, 1980), para Espana sf lo fue, en vista de que su industria

9 Se nombra principal y no dominante, en terminos de que ni los mineros Iii los agricultores constitulan fracciones dorninantes, a pesar de que dicbas actividades se' contaban dentro del MP mas difundido y con mayor peso en la produccion.

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manufacturera declin6 y las constantes guerras en las que se vio en­vuelta para sostener el imperio desequilibraron las finanzas de la coronae incrementaron su endeudamiento. El comercio colonial de Espana entra en crisis a raiz de las contradicciones del monopolio mercantil y de Ia escalada de Ia guerra comercial .que Inglaterra, Francia y Holanda (los paises nucleares europeos) inician desde el principio del segundo tercio del siglo xvn. Espana pierde en cierta medida el control econ6mico de las colonias y estas ganan en auto­nomia. La crisis de 1630-79 en Ia NB hace mas independiente a Ia economfa novohispana, Ia cual encuentra imanciamiento en los grandes comerciantes mexicanos. Tam bien las manufacturas y arte­sanias se fortalecen al declinar el comercio con Ia peninsula.

Despues de Ia crisis empieza un periodo de· recuperaci6n de Ia economfa de Ia NE y se inicia un segundo periodo de acumulaci6n colonial sostenido que dura basta Ia independencia de 1810. Este periodo se podda subdividir en dos: uno, de 1680 a 1765, en el que las haciendas se consolidan desde principios del siglo xvm con una fuerza de trabajo estable y comienza a aumentar Ia fuerza de Ia cla­se terrateniente. Otro, de 1767 a 1810, en el que Ia administraci6n borb6nica realiza una serie de reformas, acelerando el crecimiento econ6mico, la extracci6n del excedente y exacerbando las contra­dicciones entre los criollos y los penins"ulares que culminaron con Ia revoluci6n de independencia.

El nacimiento del MPCM, sobrecargando a Ia producci6n textil durante el primer subperiodo, refleja tanto el decrecimiento de los lazos de los grandes comerciantes mexicanos con los de la metr6po­li como la diversificaci6n econ6mica de Ia fracci6n comercial y su creciente importancia. La bifurcaci6n del complejo extractivo en favor de los paises nucleares europeos, senala el debilitamiento de las clases dominantes metropolitanas y Ia creciente autoROmia de las novohispanas, asi como Ia contradicci6n entre los intereses econ6micos y politicos de los peninsulares y Ia poblaci6n criolla.

La expansi6n de los MPs espanoles despues de Ia crisis, con ex­cepci6n del MPA, se facilita con Ia recuperaci6n indfgena, pero es­pecialmente con el crecimiento de Ia poblaci6n mestiza y de las otras castas.

AI hacerse mas profunda Ia excavaci6n de las minas y_requerir de obras de desagiie, Ia inversi6n fue cambiando sus pautas asf como el uso de nuevas tecnologfas, como los malacates desde las primeras decadas del siglo ~xvm. Posteriormente, en los ultimos anos de Ia decada de 1760, Ia administraci6n borb6nica, a traves de Jose de Galvez, comenz6 a dar franquicias fiscales para Ia reba-

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bilitaci6n de algunas minas, permitiendo incrementar Ia produc­ci6n platera. Los mineros adquieren un status importante que sere­fleja en las nuevas instituciones como el Tribunal de Mineria. Por otra parte, se ha formado una clase de pequefl.os y medianos pro­pietarios, incluidos los arrendatarios y aparceros de las haciendas. Los pequei'ios y medianos propietarios, los cuales utilizan trabaja­dores asalariados, constituyen una clase progresista y sirven de con­tra peso a Ia gran hacienda, ya que su acci6n se inscribe en Ia regula­cion competitiva de los precios de los granos durante los afios de cosechas normales o buenas. •

En Ia ultima parte del ultimo periodo, las reformas borbonicas fortalecieron la tendencia a Ia acumulacion colonial en Ia agricultu­ra, la mineria y los textiles de algodon, sobre todo con Ia liberacion del comercio entre la metropoli y las colonias. Dichas reformas sig­nificaron un esfuerw gigantesco por parte de la corona para volver a controlar a las colonias y perfeccionar: Ia extraccion del exceden­te. La reafirmacion del poder de Ia burocracia peninsular obligo a esta a cuestionar el poder de Ia iglesia y de los comerciantes, el cual habia sido ejercido sin mayores cortapisas desde mediados del siglo xvn hasta mediados del xvm. En este periodo se debilita el MPA y paralelamente se refuerza el poder del MPCM, por lo que ciertos medianos y grandes comerciantes dedicados al comercio interno vi­gorizan su posicion. La fraccion mercantil sufrio un reacomodo in­terno desde que cesaron las flotas debido a Ia guerra con lnglaterra, el cual se vio reforzado por las reformas del libre comercio y Ia apertura de otros Consulados de Cop1erciantes en Ia NE. De esta manera, los grandes monopolistas del comercio transatlantico se vieron debilitados, pero ~n conjunto la clase de los comerciantes si­guio conservando su pn!eminencia como la clase mas poderosa de Ia colonia.

En el siguiente capitulo se examinaran las principales unidades productivas de los modos de produccion y su racionalidad econo­mica, asi como las relaciones tecnicas de produccion para redonde­ar e} analisis de los distintOS MPs.

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2. LA RACIONALIDAD ECON6MICA DE LAS UNIDADES DE PRODUCCI6N

Para redondear el conocimiento de los modos de produccion en Ia NE es menester indagar mas sobre Ia racionalidad economica que emana de las distintas unidades productivas que operaban en Ia co­lonia. Con este proposito es conveniente Ia utilizacion del modelo desarrollado por Witold Kula (1970), en vista de que en Ia NE se esta frente a una economia de dos sectores, el natural vis-a-vis el monetario, enmarcados por una formaci6n social no-capitalista. No obstante, para el analisis de las principales unidades econ6micas en Ia NE, es necesario ubicarse dentro de los diversos MPs, lo cual va mas alia del modelo de Kula de un solo MP. Tal como se ha mencionado en el capitulo anterior, el analisis estructu­ral de los MPs ha sido efectuado siguiendo el marco conceptual de­sarrollado por Robert Fossaert (1977).

En vista de que ya se ha examinado el tipo de trabajadores y pro­pietarios, Ia forma de organiiaci6n del trabajo, las relaciones de propiedad y las formas de apropiaci6n del excedente en los distin­tos MPs, aqui se complementara el analisis centrandose en las uni­dades productivas principales en cada modo, las relaciones tecnicas de producci6n que de elias emanan, Ia racionalidad de la produc­ci6n y el grado de monetizaci6n de tales unidades. 1

LA COMUNIDAD INDfGBNA COMO UNlOAD PRODUCflVA DEL MPDT

La unidad productiva central del MP desp6tico tributario era Ia co­munidad indigena, Ia cual estaba organizada en calpullis como uni­dades econ6micas y militares, en las que Ia tierra se dividia en colec- . tiva y de usufructo individual. Las fuerzas productivas hasta poco

1 Witold Kula (1970) ha propuesto la tasa de monetizacion (la raz6n entre el de­sembolso monetario y la suma de dicho desembolso mas los ingresoa monetarios) .como un indicador del grado de incidencia de la econom!a monetaria.

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antes de Ia conquista habian alcanzado el nivel en el que Ia agricul­tura y las artesanias eran capaces de producir un excedente, el cual era apropiado por los nobles y los sacerdotes. Posteriormente, los espafioles impusieron una relaci6n de explotaci6n a las comunida­des exigiendo un tributo.

Dentro del MPDT Ia agricultura era Ia actividad dominante, sien­do el maiz el producto basico, complementado con el chile, Ia cala­baza, el maguey y posteriormente los frijoles. Para el comunero, Ia producci6n agricola alcanzaba apenas el nivel de subsistencia y el tributo se producia en las tierras colectivas por medio del trabajo no remunerado de los comuneros. La mineria hasta antes de lacon­quista habia sido muy primitiva y estaba basada en Ia simple reco­lecci6n de oro y plata de los placeres superficiales. Los metales preciosos se utilizaban para hacer ornamentos para las clases al­tas, para prop6sitos religiosos y marginalmente como medio de cambio.

Los indios desarrollaron un mercado en Ia ciudad de Mexico, el cual estaba bien organizado por las autoridades para proveer al in­tercambio de alimentos basicos, articulos de uso domestico y arte­sanias. La mayoria de los productos eran intercambiados a base de trueque, aun cuando algunos productos aut6ctonos eran utilizados como medio de cambio, por ejemplo, el cacao, las mantas de algo­d6n, los canutos con polvo de oro, etc. Tambien existian comer­ciantes profesionales, los "pochtecas", quienes comerciaban pro­ductos especiales y de lujo en los diversos pueblos para servir a las clases altas. Sin embargo, este tipo·de comercio nose podia consi­derar como una actividad independiente, sino que mas bien estaba Iigado al control estatal.

El volumen de producci6n dependia del tamafio de la tierra po­seida por Ia comunidad y estaba limitado por Ia cantidad de mano de obra disponible. La tecnologia indigena no incluia el uso de fer­tilizantes ni Ia fuerza de tracci6n animal. Los cambios en Ia produc­ci6n global, otras cosas constantes, era una funci6n de fuerzas ex­traecon6micas, tales como las condiciones climaticas, las epide­mias, o los movimientos de poblaci6n ordenados por los espafioles. Dados estos limites de Ia producci6n, el incremento del tributo por parte de los hispanos generalmente afectaba el fondo de consumo de los indigenas.

Las relaciones tecnicas de producci6n eran de tipo "aislado"; aun cuando existia un principio de cooperaci6n, sobre todo en el cultivo de las tierras colectivas, no se podia hablar de una producci6n "organizada", en Ia que Ia cooperaci6n entre los traba-

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jadores constituye el principal ingrediente. Los medios de trabajo eran del tipo "primitivo" en Ia agricultura (la coa) y algunos utiles metalicos en las artesanias. Aunque ya existia cierta especializaci6n y, por lo tanto, cierta divisi6n del trabajo, Ia mayoria de los traba­jadores eran al mismo tiempo campesinos y artesanos.

Se podria afirmar que Ia 16gica de Ia producci6n en el MPDT es­taba dirigida a Ia creaci6n de valores de uso, concretados en termi­nos de productos reales. El trabajo excedente se manifestaba como tiempo de trabajo asignado a producir el tributo en especie (des­pues cambiado a dinero), y/o en servicios personales (en trabajo). La fuerza de trabajo estaba representada por el trabajo concreto y, por lo tanto, como Ia producci6n de productos materiales. En vista de que Ia 16gica de Ia producci6n estaba dirigida'por el valor de uso, se trataba de una economia de autoconsumo, por lo que el inter­cambia tomaba formas no-mercantiles. En breve, se trataba de una economia "natural". Posteriormente, so bre todo en el siglo xvm, Ia mayoria de las c:Omunidades fueron ''integradas a subestructuras locales, con relaciones econ6micas y polfticas estrictametlte Iigadas a los centros urbanos" (Johanna Broda, 1976, p. 83), incorporan­do Ia 16gica del valor de cambio, aunque dominaba el valor de uso.

El tributo real

Hemos visto que Ia corona tenia algunos pueblos tributarios desde el principio, estableciendo una lucha contra los encomenderos por el control del tributo, al grado de que hacia 1570 las tres cuartas partes del ingreso proveniente de las encomiendas habian pasado a manos del Estado. Para mejorar el control de los pueblos tributa­rios se cre6 el corregimiento. En 1550 se les autoriz6 a los corregi­dores jurisdicci6n civil y penal en todos los pueblos, auit en aquellos pertenecientes a las encomiendas. Para las comunida­des que pertenecian a1 Estado, los corregidores jugaban el papel de cobradores del tributo y "mayordomos" (supervisores) de las "encomiendas reales", como Charles Gibson (1967, p. 87) Ies ha Ilamado. ~- En el caso del tributo en especie (vease cuadro 1), como se fijaba en una cantidad determinada de maiz (5 000 fanegas en este ejem­plo ), Ia Real Hacienda se beneficiaba mas en los malos tiempos que en los buenos, debido a los cambios en el precio del maiz. Se puede ver que habia en esos afios una tendencia inflacionaria en vista de Ia crisis en la agricultura indigena. El impacto en Ia economia abo­rigen era doble, ya que en los afios problematicos Ia cosecha era ba-

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Cuadro 1. Tributo real pagado por el pueblo de Xochimilco, 1556-1563

A flo Tributo en especie Precio en reales Valor en pesoS'

1556 5 000 fanegas de mafz 3 1 875 1557 5 000 fanegas de maiz 3 1 875 1558 5 000 fanegas de maiz 3 1 875 1559 5 000 fanegas de mafz 5 3 125 1560 5 {)()() fanegas de maiz 5 3 125 1561 5 000 fanegas de maiz 6 3 750 1562 5 000 fanegas de maiz 6 3 750

1563 5 000 fanegas de mafz 8 5 000

a Un peso = 8 reales. Fuente: Tributo en especie, Sabre e/ modo de tributar de los indios de Nueva Espa­na a su Mages/ad, 1561-1564, France V. Scholes y Eleanor B. Adams, editores, Me­xico 1958. Documentos para Ia historia del Mexico colonial, V, Precios. Precios aproximados del maiz en Ia ciudad de Mexico de acuerdo con E. Florescano (1965).

ja, disminuyendo su fondo de consumo, y a veces, los indigenas te­nian que recurrir a la compra de grano en el mercado. Cuando el tributo era fijado en dinero yen especie, como desde 1560, aparen­temente a los indios les iba peor en los ai\os de buenas cosechas de­bido a los precios mas bajos. No obstante, aun silos precios eran altos, estaban peor en los tiempos malos, ya que el producto nacio­nal era menor lo mismo que para las comunidades. Mas que :una cuestion de precios, era una cuestion de supervivencia, ya qu~ei tri­buto los dejaba con una reserva de consumo mas baja.

Una vez que el aparato estatal se fortalecio y pudo aplicar "tasa­ciones" oficiales para cada comunidad, Ia mentalidad tributaria continuo siendo eminentemente extractiva. El criterio principal era el dejar a las comunidades con un nivel de subsistencia. Durante Ia estacion de cosecha cada tequitlato (unidad de cobro) examinaba las tierras cultivagaspor cada tributario (ya habia cambiado la pro­duccion del tributo en tierras col~ctivas), contaba cada "mazorca" de maiz obtenida, asi como el mimero de mujeres y nii\os en cada casa. El tequitlato dejaba "solo Ia cantidad necesaria para mante­ner a Ia familia durante el ai\o". Este mismo criterio era aplicado para los frijoles, el chile y otros productos. Adicionalmente, cada . 60 o 90 dfas se cobraba el tributo en mantas hechas por las mujeres;

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lo mismo con el oro, Ia plata, pollos, cacao, miel y otros productos. Encima de todo esto, a menudo los nobles indigenas empujaban el tributo mas alia de las necesidades esenciales de Ia comunidad apli­cando exacciones extraordinarias.

La encomienda como una sobrecarga a/ MPDT

La encomienda se definia como el derecho del encomendero a reci­bir tributo (distinto del tributo real) en compensacion porIa protec­ci6n, educacion y conversion de los indios. En realidad, constituia un derecho a Ia apropiacion del trabajo indigena. Se basaba en el trabajo hecho en las tierras comunales, en el marco de Ia tecnologia indigena. La encomienda y las empresas colaterales de los espai\o­les se podrian considerar como una sobrecarga al MPDT.

En la medida que el encomendero tiene el derecho del usufructo del tributo, en terminos economicos jugaba el papel del senor en una economia tributaria. Habia desplazado a los nobles indigenas, utilizandolos para el cobro del tributo y dandoles una pequei\a par­te del mismo. Por lo tanto, Ia encomienda constituia un sobrecargo rentista en terminos del usufructo limitado del trabajo excedente.

En Ia practica, sin embargo, en vista de que los encomenderos se apropiaron tierras indfgenas, compra'ron o intercambiaron otras tierras y establecieron grandes estancias, sobre todo los grandes ca­pitanes, como Hernan Cortes, Antonio Serrano de Cardona y Ber­nardino del Castillo, tuvieron oportunidad de organizar multiples empresas. De esta manera, esclavizaron a los indios haciendolos trabajar en estancias, minas, refinerias de azucar, obrajes textiles, etc., fuera de Ia comunidad. Por lo tapto, durante las primeras de­cadas despues de Ia conquista era dificil distinguir Ia encomienda del trabajo esclavo.

El sobreproducto en tiempos precolombinos era una funcion del tamai\o de las tierras colectivas, las cuales variaban de pueblo a pueblo. Las tierras de usufructo individual eran parcelas para so­brevivir o ligeramente arriba de este nivel, aunque existian variacio­nes dentro de cada pueblo y entre ellos. Este tipo de parcelas conti­nuaron basta despues de Ia conquista, 2 pero los encomenderos em­pujaron el tributo mas alia de las posibilidades de las tierras

2 Las variaciones en el tamafio de las tierras comunales entre los pueblos depen­dfa del nUn:lero de tributarios. En algunos lugares, la cantidad de tributo era la que provenia de las ~erras comunales, pero con mayor frecuencia los espaAoles fijaban

.la cantidad de. granos independientemente de la capacidad de dichas tierras. En

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comunales, sobre todo en las dos decadas posteriores a Ia conquis­ta. Es decir, el excedente extrafdo por los encomenderos traspas6 el umbral del trabajo necesario para sobrevivir, invadiendo el fon­do de consumo de los indigenas. Tambien Ia diferencia en el rendi­miento entre los buenos y los malos ai\os incidfa en la economfa de la comunidad, ya que se distribuia el faltante de Ia comunidad entre los propios comuneros a base de "derramas", disminuyendo asi sus reservas individuales de consumo.

Durante Ia decada de 1540 se practicaron las "tasaciones" ofi­ciales para evitar los excesos de Ia encomienda. Posteriormente, en los ai\os 1550 y 1560, el Estado implant6 un tributo per capita uni­forme, ya sea para los encomenderos o para Ia corona, en Iugar de los cultivos en comun. Aun cuando cada comunidad esta obligada a pagar tributo en conjunto, este era calculado en terminos del nu­mero de tributarios. Asi el tributo per capita se fij6 en 9. ~ reales, mas una media fanega de maiz por ai\o. Las desastrosas epidemias de 157 6-78 llevaron al gobierno a ordenar que se cultivasen parcel as

Cuadro 2. Encomienda del marques del Valle en Tehuantepec, 1542-1545

Tributo anual en especie~ 4 020 fanegas de mafz; 130 cargas de chile; 160 cargas de frijol; 800 gallinas; 584 cargas de sal; 584 cargas de pescado; y 730 cargas de camar6n. Transporte del tributo a las minas del marques para alimentar a sus es­clavos y empleados.

Tributo en dinero. 1 650 pesos de oro de 16-17 quilates. lngreso monetario total Menos gastos en dinero Excedente monetario Costo o valor de la encomien­da Excedente monetario/ cos to Tasa de monetizaci6n

1 650 pesos 0 1 650

0 Renta pura 0

Fuente: preparado con datos de J.P. Berthe, "Las minas de oro del mar­ques del Valle en Tehuantepec", en Historia mexicana, vol. VIII, num. 1, julio-septiembre 1958, p. 122.

cuanto a las dimensiones de las parcelas, una muestra del tlalmilli en Ia provincia de Chalco en 1603 mostraba variaciones de 20 mil a 36 mil brazas cuadradas en Tepopula-Tenango, mientras que en Xochitepec variaba entre 12 mil-a 21 mil brazas cuadradas. Cf. Charles Gibson (1967), p. 277, cuadro 19.

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de "10 x 10 vm,-as" por cada tributario. El trabajo debfa ser colec­tivo y coaccionado por las autoridades indias. La cOJnunidad podia disponer de ~ del tributo para proveer a su propia administraci6n comunal.

El tributo en especie y en dinero para una encomienda tipica se muestra en el cuadro 2. Usualmente el tributo en especie era con­vertido a dinero, aunque en el ejemplo mostrado se dedicaba a Ia alimentaci6n de los esclavos. de una mina del mismo marques del Valle. El tributo en dinero tenia como resultado Ia comercializaci6n forzada de los productos indfgenas, aun cuando Ia economfa natu­ral dominaba durante el primer periodo en Ia NE.

En vista de que las encomiendas no eran vendibles de acuerdo con Ia legislaci6n colonial, no tenfan un valor' de mercado. Como Ia encomienda era otorgada por Ia corona, sin costo monetarip para el conquistador, en calidad de compensaci6n a sus servicios en la conquista, se podria afirmar que no habia ninguna inversi6n monetaria en ella. Por lo tanto, el excedente obtenido de la venta de los tributos en especie, asi como el oro obtenido, se convertian en una renta pur a. En este sentido Ia encomienda era altamente ren­table.

En general, como afirma C. Michae.l Riley, las encomiendas te­nia una inversi6n en capital casi nula y pocos gastos. "En aquel pri­mer periodo (1522-50) Ia adquisici6n de una encomienda solia aca­rrear poco gasto de capital, aunque su conservaci6n y la de los bienes de tributaci6n y los ingresos que producia solian ser causa de costosos procesos judiciales. ( ... )La recaudaci6n, el transporte y en particular Ia venta de bienes de tributaci6n tambien solian en­trai\ar alguna inversi6n y gasto de operaci6n mfnimos."

Para ver mas de cerca la rentabilidad de Ia encomienda veamos el caso de Hernan Cortes y sus encomiendas en Morelos. De 1522 a 1527 obtuvo un promedio anual de 7 000 pesos de oro de minas; de 1526 a 1531 este ingreso baj6 por Ia perdida de control de sus encomiendas. En los cinco ai\os siguientes, despues de volver a ser su duei\o, las encomiendas le produjeron un promedio de 10 752 pesos de oro de minas: de estos, alrededor de un 600Jo provenfa de Ia venta de mantas de algod6n tributadas, un 30% de otros produc­tos y prestaciones, y un 10% de Ia venta de bienes agrfcolas no tri- · butados (Cf. Michael Riley, 1975, p. 66). Los ingresos de Cortes aumentaron, de 1536 hasta casi todo el ai\o de 1544, a 22 499 pesos de oro de minas, de los cuales 18 433 eran por tributos, 2 769 por Ia venta de arucar y 1 296 por otras empresas. En los ai\os de 1544 a 1547 sus ingresos alcanzaron 26 358 pesos de oro de minas, de

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los que 18 139 provenian de tributos, 5 396 de Ia venta de azucar y 2 823 de Ia venta de otros productos agricolas (M. Riley, 1975, p. 66).

La mayor parte de los ingresos de Cortes durante Ia primera de­carla fueron casi renta pura, ya que sus trabajadores de encomienda no recibian remuneraci6n alguna. Posteriormente, de 1531 a 1536, realiz6 varias inversiones en sus empresas de sederia, aziicar, gana­do, buertos y vinedos, las cuales provinieron en su mayor parte del tributo. Empez6 a pagar salarios a sus trabajadores de encomienda (por presi6n de Ia corona), a contratar artesanos y a comprar escla­vos negros. De esta manera, al principio sus gastos eran cerca del 5"7o del ingreso bruto, pero a medida que fue invirtiendo en otras empresas y comenz6 a pagar salarios, sus gastos fueron aumentan­do, aunque su rentabilidad era alta en algunos renglones, e.g. el azucar le dejaba un beneficio del21.4% de los ingresos por ese con­cepto en 1537. Sus ganancias las calcula Riley (p. 68) en alrededor de 12% para los aftos de 1536 a 1540, bajando posteriormente a Ia mitad, lo cual fue considerado como poco deseable por los mismos berederos de Cortes.

Viendo a Ia encomienda en terminos mas globales, bacia 1540 babia en laNE 362 encomenderos, o sea, una tercera parte de los cerca de 1 200 conquistadores. De esas encomiendas 18 pertenecian a los grandes capitanes y tenian ingresos anuales de mas de 3 000 pesos; 35 a capitanes con ingresos entre 1 800 y 3 000 pesos; 78 a sirvientes y protegidos de los capitanes entre 851 y 1 800 pesos; 95 a soldados con ingresos entre 151 y 850 pesos, y el resto percibfan menos de 150 pesos anuales (Victor M. Alvarez, 1973).

De lo anterior se deduce que los ingresos eran considerables y que de la inversi6n de parte de estos se 'desprendieron innumerables t<mpresas, como se ba visto en el caso de Cortes. Esto constituy6 Ia verdadera acumulaci6n originaria, Ia cual ademas se vio nutrida por tributos en trabajo, en especie y por trabajo esclavo que no pa­saron por el circuito monetario. La transferencia del excedente de Ia encomienda a Ia inversi6n privada o a Ia repatriaci6n a Espana se vio empujada porIa lucba que Ia corona estableci6 contra los en­comenderos.

Tal parece que Ia racionalidad de Ia encomienda en el primer pe­riodo era maximizar el tributo, ann traspasando los' Hmites fisiol6gico-sociales de Ia supervivencia, llevando a Ia comunidad in­digena a lo que Witold Kula (1970) ba llamado (aplicado a otras so­ciedades) "Ia degradaci6n de los bienes y de Ia producci6n poten­cial futura". La explotaci6n y las epidemias causaron una crisis de-

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mografica que puso en peligro Ia reproducci6n de Ia formaci6n social de laNE.

En suma, Ia encomienda constituy6 una sobrecarga de tipo ren­tista para Ia comunidad indigena. Aunque el encomendero era le­galmente un usufructuario, en Ia practica estableci6 una propiedad sobre los medios de subsistencia, basada en Ia racionalidad de ex­traer el maximo tributo posible, basta que el Estado, Ia iglesia y de­mas grupos dominantes antag6nicos resolvieron temporalmente Ia contradicci6n entre Ia republica de los indios y Ia de los espai\oles, regulando el tributo y estableciendo una regulaci6n poblacional para preservar Ia fuerza de trabajo aborigen.

LAS PRIMERAS UNIDADES MINERAS CON TRABAJO ESCLA YO

Las operaciones mineras en Ia NE utilizaban al principio una tecno­logia muy primitiva, o sea, ellavado de las arenas obtenidas de las minas y placeres superficiales de oro y plata. Despues, el metal, por ejemplo el oro, era fundido y reducidas las diferentes !eyes a oro de una sola ley, operaci6n que a menudo significaba Ia perdida de una cuarta parte del producto. Este tipo de mineria era muy intensi­vo en trabajo y los rendimientos por traoajador muy bajos. La pro­ducci6n dependia del numero de esclavos dentro de los limites fija­dos por Ia disponibilidad del metal. Tambien babia una limitaci6n tecnol6gica debida a Ia falta de un metodo apropiado para procesar metales de baja ley, por lo tanto, Ia producci6n de una mina pronto se volvia no econ6mica en vista de Ia declinaci6n de Ia ley del metal.

Una explotaci6n minera de este tipo se muestra en el cuadro 3, en el cual puede verse que Ia producci6nper capita alcanz6 un pro­medio de 5.8 pesos de oro de minas, equivalente cada uno a 472 maravedies. El rendimiento neto por trabajador bajaba sobrema­nera a 3.36 pesos despues de sustraer un 25% de perdida en Ia con­versi6n del oro a ley perfecta; un 5% del "partido" (participaci6n) que se daba a los jefes de cuadrilla, asi como el "quinto" real y los derecbos qe fundici6n y de ensaye. El rendimiento era bajo para el dueno de ia mina, considerando que tal cantidad se equiparaba con el salario anual de un trabajador no-calificado en Ia ciudad de Me­xico. En ese tiempo el valor de mercado de los esclavos negros, los cuales constituian Ia mayor inversi6n del dueno, era de 50 pesos cada uno, por lo tanto, el porcentaje de beneficio en relaci6n al va­lor de los esclavos era de 6.72%. Sin embargo, si Ia alimentaci6n de los esclavos se agrega a los costos, el beneficio monetario se

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~ 0 acercarfa a cero, ya que Ia mayo ria de los comestibles podia vender-;; ·a :9 seen el mercado (vease cuadro 3). "' 0 0<1> t:

..... ~ g ~ ., Q) El excedente en Ia mineria temprana era funci6n del contenido Q) 10 0. NOIOMM <X! <'!

O<UN!:i' "0 en oro o plata del mineral superficial, asi como del numero de es-0 .-.:..ovivivi II'\ ...., ~"'r-~ 0 ... 0\ .s ..0 II'\ :.a clavos y de los indios de encomienda que producfan los alimentos ~ _.., ~

Q) para los primeros. Generalmente la inversi6n se hacfa en esclavos E 0 negros y en herramientas rudimentarias, tal como puede verse en ct ..... 0 0. los contratos para establecer compai\ias mineras. Jose Miranda "' ~ 0 (1952) da varios ejemplos de tales contratos realizados entre enco-"0

1; "' menderos y mineros para recoger oro. El encomendero ponia un -~ ~ ~ Q) determinado numero de esclavos y los pueblos en encomienda, 1::: .§ ~ 00000 ~ OM t-; ~ ca mientras que el minero, ademas de esclavos, ponia las herramien-0

o..;...:...;o:. 00 r-ir-: ..... r- tas. El encomendero ponia tambien mujeres iridigenas que hadan MOOIOt-t- N 00 00 <') N ~ ~ 11'\11'\11'\"<t- ...., Vl <') ....,

"' ~ N - ..... el pan, asi como indios para construir las viviendas de los mineros 0

Q) ...., ~ "' y proveer de agua y madera a la mina. La mayoria de los esclavos "<t g II'\ .... indios habia sido capturada por los espai\oles o provenia de los - "' e •Q)

Q) Q) pueblos encomendados sin costo para Ia explotaci6n minera. ..... 0 ,D ;:I

5 0' A menudo se ha dicho que Ia operaci6n primitiva de las minas "' ·o >. se volvi6 nipidamente no rentable, en vista de Ia desaparici6n de las

:.a ~ minas superficiales en Ia NE, conjuntamente con Ia incosteable in-0 ..... "' t: ;.::I .2 "' tensidad del trabajo que se requeria (vease, por ejemplo, J.P. Ber-;:I "' Q) . ..., > ;:I the, 1958). Sin embargo, Ia cuesti6n de rentabilidad vino solamente .; Q) E v ..... .....

despues de las Leyes Nuevas de 1542 y la tremenda crisis demogra-Q) ,D ~ca fr 0 o> fica de 1545-48. Es err6neo creer que la minerfa en las primeras .... "' = ca ~Q) decadas era no rentable s6lo porque utilizaba grandes cantidades de "' ..,-o

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0"' -5 ~ ..... "' trabajo. Que la mineda era rentable es apoyado por el numero de g 0 >-u

1-< II'\ 1;6' "' ;:I t:!, ~ d '00' contratos hechos entre mineros y encomenderos, y principalmente 5 ·g. '0~ "' .....

~ t.i Q) "' por Ia creciente exportaci6n de oro y plata a Espana des de las colo-<~>r-

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ca ~ ........ » II'\ ..... + -ovi nias americanas de 1503 a 1550, con laexcepci6n de Ia decada 1516-..... ~ 0 "' .2o ~~~ ;> ~~~ <Ur- 1525 que mostr6 cierta baja.3 Ademas, al principio los alimentos

~ ,; > . .a ·s ci. 00 producidos para los esclavos no tenia un mercado alternativo, so-]'~ 5 ~ ~II'\

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hace J. P. Berthe (1958), que los espaiioles se involucraron en Ia busqueda de nueva tecnologia para poder explotar minas con meta­les de men or ley. Sus esfuerzos se vieron coronados con el desarro­llo del metodo de amalgama realizado por Bartolome de Medina en Ia NE.

LAS MINAS DE LA SEGUNDA GENERACION DENTRO DEL MPSM

Las minas de la primera generaci6n estaban basadas en leyes altas del metal, utilizando la fundici6n para obtener los metales precio­sos. Las que estamos llamando minas de Ia segunda generaci6n son aquellas que utilizaban el metodo de amalgama para recuperar el oro o Ia plata por medio del awgue (mercurio). Este procedimiento permitfa explotar minas con metal de baja ley, aunque habfa un rango dentro del cualla recuperaci6n era eficiente. El bajo conteni­do podria establecerse probablemente entre 1 a 2 onzas de plata por quintal, mientras que el maximo llegaba alrededor de 10 onzas, de­bido al costo del azogue en aquel tiempo (cf. D. Bradino, 1975, p. 213-14).

La extracci6n del mineral dependia de viejas tecnicas de excava­cion, las cuales permanecieron casi sin cambios hasta el siglo XVIII

en el que se expandi6 el uso de Ia p61vora. La extension de Ia mina tambien influfa en Ia extracci6n, ya que la mayoria de elias eran pe­queii.as (120 x 60 varas en el siglo XVI, aumentadas a 200 X 100 varas desde 1783). Solo las compaiiias podian poseer basta cuatro minas y los individuos s6lo una. El acceso a las vetas era ca6tico y no habia galerias horizon tales que facilitaran el uso de vagones. Los miner ales eran acarreados por los indigenas mismos a traves de estrechos tuneles basta el tiro de Ia mina, de ahf a Ia superficie por medio de escaleras rudimentarias y peligrosas. Posteriormente, en el siglo xvm, se utilizaban "malacates" mecanicos accionados por mulas para sacar el mineral a Ia superficie.

Es dificil analizar la operaci6n de las minas, no s6lo por Ia falta de estudios detallados, sino porque tambien es dificil hablar de una mina promedio. Lo que vamos a hacer es construir una configura­cion del ingreso y de los costos para el siglo XVI, derivada de Ia in­formacion desarrollada por David A. Brading (197 5) para periodos posteriores.

Si tomamos el caso de una base de tres onzas por quintal, que era Ia que se obtenia en muchas de las minas, el ingreso en terminos de dinero amonedado con esa base era de 3.19 pesos (vease cuadro 4). Los costos probablemente ascendfan entre 417 y 2/3 del ingreso,

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Cuadro 4. Ingresos y costos. Minas de plata de Ia segunda generaci6n

Base de 3 onzas de contenido de plata por quintal de mineral

Ingreso Costo desembolsado Beneficio monetario

Proporciones de Ia conjiguraci6n de los costos

3.19 pesos Entre 4/7 y 2/3 Entre 317 y 113

1 Mano de obra Alrededor de Ia mitad 2 Azogue Alrededor de un tercio 3 Materias primas y gastos Alrededor de un sexto 4 Alimentaci6n de los trabajadores producida internamente

Fuente: lngresos y proporciones de costos tornados de David A. Brading (1975), pp. 211-213. El precio del azogue por quintal era cercano a 125 pe­sos 0 mas en el siglo XVI.

dejando entre 3/7 y 1/3 de beneficio monetario. Entre los costos principales estaba el del trabajo en cerca de Ia mitad de los costos totales; el azogue alcanzaba cerca de un tercio de los costos, y habia otros gastos inenos importanes en sal, piritas, cuerda, sacos de cue­ro, etc. A los trabajadores se les daban raciones de maiz y carne, los cuales eran producidos en estancias que pertenecian al propieta­rio de Ia mina.

Habfa una tendencia entre los propietarios de Ia mina a incre­mentar los beneficios monetarios por medio del aumento de Ia au­tosuficiencia en los productos agricolas tales como granos, cueros, carne, cuerdas, velas, asi como herramientas de trabajo hechas en los propios talleres. Es verdad que las minas nortenas dependfan basta cierto grado de Ia produccion agropecuaria de las regiones del Bajio y de Aguscalientes, y de productos importados de los comer­ciantes de Ia ciudad de Mexico. Sin embargo, alrededor de los rea­les mineros florecieron estancias y haciendas regentadas por los mismos mineros.

La integracion vertical para producir los insumos no era gratuita ya que existfan ventajas reales en hacerlo. En primer Iugar, para asegurarse Ia provision de insumos; en segundo, para evitar costos

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de transporte generalmente elevados por las grandes distancias; y en tercer Iugar, porIa magnitud de Ia economia natural y Ia raquiti­ca circulaci6n de dinero, lo cual hacia importante reducir los pagos en moneda. La produccion interna de los insumos tenia Ia ventaja de contar con una clientela interna (los trabajadores y empleados), lo cual redundaba en el aumento del excedente monetario.

Aun cuando no contamos con informacion para juzgar en termi­nos mas precisos Ia rentabilidad de las minas, Ia creciente produc­ci6n de 1560 a 1630, sobre Ia base de mineros privados, parece indi­car que Ia mineria era atractiva. Como indica D.A. Brading (1975, p. 23), las ganancias proporcionadas por la mineria ayudaron a fi­nanciar la conquista de provincias enteras. Francisco de Ioarra, por ejemplo, financio la colonizacion de Ia Nueva Vizcaya con Ia fortu­na reunida por su tio en Zacatecas. De Ia misma manera, lacon­quista de Nuevo Mexico y la colonizacion de Coahuila fue sosteni­da con las fortunas mineras.

No obstante, habia una gran diferencia entre la rentabilidad de las grandes y las pequefias minas. La disponibilidad de capital, la mejor tecnologia, el tamafio de Ia explotacion y la influencia politi­ca ayudan a explicar el exito de los grandes mineros y Ia pobreza de cientos de los pequefios. Una gran explotacion no solo tenia las ventajas de Ia integraci6n vertical, sino que su volumen mas alto de produccion le permitia llevar Ia plata a Ia ciudad de Mexico para que fuera amonedada, lo que a su vez le daba una mayor liquidez y la oportunidad de una operacion mas regular. Tam bien facilitaba la obtencion de credito de los comerciantes y Ia obtencion de una provision mas regular de mercurio. La mayoria de los pequefios mi­neros estaba sobrecargada por los rescatadores y mercaderes de Ja plata a traves de precios mas altos de los insumos e intereses usura­rios. Su falta de liquidez los ponia al borde de la quiebra en cual­quier eventualidad.

Las minas eran distintas de Ia mayoria de las unidades producti­vas coloniales en tres aspectos principales. Primero, necesitaban de una inversion mas elevada en terminos de trabajo directo para ex­cavar los tiros y tuneles, asi como en herramientas y equipo. Segun­do, las grandes minas eran, por lo general, mas rentables que las grandes unidades agricolas, y tercero, su grado de monetizacion era mas grande en vista de su proporcion mas alta de trabajo asalaria­do, salarios mas elevados, asi como Ia compra de otros insumos. De todas maneras, la falta de medios circulantes en Ia NE las suje­taba tambien a los problemas de liquidez y las volvia propensas a Ia integraci6n vertical.

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La tercera generaci6n de minas dentro del MPSM

Durante Ia mayor parte del segundo periodo Ia produccion platera siguio creciendo, en Ia medida en que Ia metropoli continuo prove­yendo de azogue a Ia NE. Muy probablemente Ia baja en el precio de este tuvo un impacto positivo en Ia producci6n. En 1602 el pre­cio fue disminuido de un promedio de 125 pesos (de aftos anterio­res) a 96.50 pesos por quintal. En 1627 se rebaj6 a 82.50 pesos, pre­cio que se mantuvo por mas de una centuria. Pero Ia oferta de azo­gue bajo a Ia mitad en 1631-35, manteniendose baja hasta los aftos de 1670. A partir de 1680 Ia produccion de plata se recuper6, yen el siglo xvm su nivel continuo subiendo, con fluctuaciones, hasta Ia independencia.

La mayoria de las minas en Ia NE tenian un ciclo de: operaci6n­abandono-rehabilitacion-operacion, en el que Ia operaci6n no du­raba mas de 30 aftos. Cuando Ia mina tenia problemas de inunda­cion o sus vetas de plata se extinguian, era abandonada por un lar­go tiempo, hasta que un nuevo propietario excavaba nuevos tuneles de desagiie, o nuevos tiros para localizar otras vetas. Como Ia pro­fundidad aument6 constantemente, se necesitaron nuevas tecnicas de excavaci6n y el uso de malacates para sacar el mineral. Por lo tanto, en el cuarto periodo hubo necesiaad de mayores inversiones y de cambios en Ia operaci6n de las minas, lo cuallas convirti6 en Io que hemos llamado "minas de Ia tercera generaci6n". Este pro­ceso fue acompaftado tambien por el financiamiento domestico de los comerciantes mexicanos y los rescatadores de Ia plata, cuya in­fluencia aumento durante Ia crisis minera.

El proceso productivo de las minas de esta epoca tendi6 a au­mentar Ia cooperacion de los trabajadores. No s6lo se elev6 Ia divi­sion del trabajo en termminos de nuevas ocupaciones con el uso de Ia polvor.a y los malacates, sino que aument6 tam bien el numero de trabajadores en las grandes minas y, por lo tanto, Ia necesidad de mas puestos administrativos. Es decir, el grado de organizaci6n de Ia produccion se incremento en terminos claros.

De los casos-estudio de David A. Brading provenientes del Real de Minas de Guanajuato, hemos extraido una configuraci6n de in­gresos y costos para juzgar Ia rentabilidad y Ia racionalidad econo-mica de estas unidades de produccion. ·

Se empieza con el caso en el que el contenido de plata era de tres onzas castellanas por quintal (de 46.1 kilogramos). El costo de pro­duccion porIa extracci6n y refinaci6n se muestra en el.cuadro 5. EI costo de Ia mano de obra es el mas alto, 43.30fo, seguido por el

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de los materiales y el azogue, 22.5o/o y 20.6% respectivamente. Si el oontenido de plata por quintal fuera mas alto, por ejemplo de 10.5 onzas, el uso de mas azogue se duplicaria a un 52.% del costo total. La producci6n de tres onzas de plata daria un ingreso de 3.19 pesos y un costo monetario de 1.83 pesos, o sea que este ultimo re­presentarfa un 57.46% del ingreso. El beneficia monetario seria de un 42.64%. Estas cifras corresponden al caso en el que todos los costos. se desembolsan.

Los propietarios pueden incrementar el beneficia monetario si producen ellos mismos el grano para alimentar las mulas. Asf, en el segundo caso, los gastos desembolsados disminuirian al51.27%, y el beneficia monetario aumentaria a 48.73% (vease cuadro 5). Para descender a condiciones mas realistas de operaci6n, los pro­pietarios podrian producir tambien granos y carne para alimentar a sus trabajadores; por ejemplo, 30% de los salarios podrian susti­tuirse produciendo internamente los alimentos, por Io que el costo. desembolsado bajaria a 43.79% y el beneficia monetario se incre­mentarfa a 56.21%.

Si el contenido de plata fuera s6lo de dos onzas por quintal de mineral, el ingreso bajaria un tercio. Los costas del azogue dismi­nuirian un tercio y bajaria tambien el costo de los materiales. No obstante, Ia declinaci6n del ingreso seria mas fuerte y Ia proporci6n del costo seria de 81.12% del ingreso. Recurriendo a Ia producci6n interna de insumos se podrian doblar los beneficios monetarios del 18.88% en el caso A, a 39.22% en el caso C (vease cuadro 5). El rango en el cual no habria beneficios monetarios seria para un con­tenido de plata entre 1.3 a 1.5 onzas por quintal.

De esta forma, aun cuando las minas estaban mayormente regi.: das por la 16gica del valor de cambio, la autosuficiencia en los insu­mos respondfa al valor de uso, pero subordinado a Ia consecuci6n de mayores beneficios monetarios.

Las unidades mineras en el periodo 1770-1810

Una de las caracterfsticas de Ia mineria en el siglo xvm era Ia pro­fundidad. Aunque esta variaba entre las regiones, en Ia mayorfa de ellas iba de 100 a 300 metros. Lamina de la Valenciana en los ini­cios del siglo XIX excav6 un tiro de 530 metros, profundidad que doblaba Ia de Ia mayorfa de las minas europeas. Las minas profun­das tenian necesidad de usar malacates para sacar el mineral. La mayoria de las minas en Zacatecas, San Luis Potosi, Pachuca y

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otras regiones tenian el problema persistente de las inundaciones, lo cual hizo comun el uso de malacates y cientos de mulas para ope­rarlos, y estos consumian miles de fanegas de maiz al ai'l.o. La pro­fundidad, por lo tanto aument6 los costos de operaci6n.

Cuadro 5. lngresos y costos de 1a minerfa de plata, 1670-1767

I. Base de 3 onzas de plata por quintal de mineral. Caso A 1 Caso Bl

P~as % P~as %

lngreso por quintal 3.19 100.00 3.19 100.00 Costo desembolsado 1.83 57.46 1.64 51.27

-- --- -- ---Beneficia monetario 1.36 42.64 1.55 48.73

Configuracidn de costos 100.0 lifo 100.0 lifo Mano de obra 43.3 48.4 Mantenimiento mulas 10.6 0.0 Materias primas 22.5 25.1 Azogue2 20.6 23.1 Otros gastos 3.0 3.4

Caso Cl Pesos %

3.19 100.00 1.39 43.79 ----1.80 56.21

100.0 lifo 39.7 0.0

29.4 27.0

3.9

II. Base con 2 onzas de plata por quintal de mineral.

Ingresos por quintal Costo desembolsado

Beneficia monetario

Caso A 1 Caso Bl Caso Cl P~as % P~as % Pesos %

2.12 1.72

0.40

100.00 2.t2 81.12 1.53 ----18.88 0.59

100.00 2.12 71.98 1.29 ----28.02 0.83

100.00 60.78

39.22

Configuracidn de costas 100.0 lifo 100.0 0'/o 100.0 0'/o Mano de obra 45.9 51.8 42.8 Mantenimiento mulas 11.3 0.0 0.0 Materias primas 23.8 26.8 31.8 Azogue2 15.8 17.8 21.1 Otros gastos 3.2 3.6 4.3

1 Caso A: todos los costos desembolsados en dinero; Caso B: manteni­miento mulas no desembolsado; Caso C: mantenimiento mulas no desem­bolsado y s6lo 70o/o de salarios desembolsados. 2 Precio azogue 1627-1767 = 82.50 pesos. Cantidad azogue para 3 onzas un tercio mas grande que para obtener 2 onzas. Fuente: David A. Brading (1975), pp. 211-213.

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A finales del siglo xvm persistian las tecnicas de Ia amalgama y de Ia fundici6n, que habian sido mejoradas y cuyo uso estaba muy extendido. La refinaci6n de Ia plata requeria inversiones importan­tes en molinos para pulverizar el mineral; tambien eran necesarias amplias superficies para extender y lavar el mineral, almacenes para el azogue y las materias primas, asi como establos para Ia fuer­za de tracci6n animal. Las refinerias tendieron, de manera similar a las minas, a volverse unidades mas grandes. En Ia mayoria de las regiones, las grandes minas tenian integradas plantas refinadoras, aunque habia pequefias y medianas plantas de refinado que daban servicio a los pequefios mineros y que compraban metal a los traba­jadores que estaban sujetos al sistema de partido.

La mayoria de los trabajadores eran asalariados, pero tambien habia esclavos negros y en el Mexico central indios de repartimien­to. Los salarios para los barreteros, los cargadores y operadores de malacates eran de cuatro reales diarios, pero el sitema de partido les permitia compartir el mineral extraido despues de haber comple­tado su tare a normal. La participaci6n iba de V4 a Yz de Ia cantidad extra obtenida. Durante la administraci6n borb6nica y el aplasta­miento de los movimientos de trabajadores en San Luis Potosi y Guanajuato, asi como la participaci6n de los ricos en la fuerza mili­tar, los propietarios de minas se vieron fortalecidos y fueron cap a­ces de disminuir el partido. En lamina de Ia Valenciana el partido fue suspendido por los patrones, aunque los salarios fueron aumen­tados hasta diez reales para los trabajadores calificados.

Veamos Ia operaci6n de la Valenciana de 1774 a 1810 para cono­cer los principales cambios que tuvieron Iugar en la racionalidad econ6mica de las minas. La rehabilitaci6n de esta mina antes de 1774 fue lograda con una inversi6n de 396 000 pesos en un nuevo tiro cuadrado de 157 metros de profunidad, realizado por los due­fios Antonio de Obreg6n y Pedro Luciano de Otero. Lamina empe­z6 a producir grandes cantidades de plata que la hicieron altamente rentable. Pero al contrario de otros mineros, los propietarios de la Valenciana mantuvieron las inversiones en nuevos tiros, uno de 104 metros y otro de 242 metros de profundidad con un mayor numero de malacates (vease cuadro 6). Estas inversiones le permitieron a la Valenciana operar por mas de 30 afios con un elevado volumen de producci6n.

El valor de la producci6n pas6 de 13.05 millones de pesos duran­te el periodo 1774-1789, a 14.96 millones de 1790-1799, o sea que hubo un aumento de 680 mil pesos anuales en estos ultimos afios. En el periodo 1800-09 la producci6n promedio bajo cerca de 219.

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Cuadro 6. Mina Ia Valenciana. Producci6n, costos, beneficios y otros indicadores, 1774-1810

Operaci6n 1774-1789 1790-1799 1800-1809 Pesos % Pesos % Pesos %

Producci6n 13 051 109 100.0 14 963 029 100.0 12 776 708 100.0 Costos 5 575 056 42.7 7 815 825 52.2 10 083 702 78.9 Beneficios 7 476 053 57.3 7 147 204 . 47.8 2 693 006 21.1

Tipos y valores de minerales producidos

Proporci6n Tipo de mineral Cont. medio de plata x quintal

5/1 000 Polvos y jabones 28/1 000 Pulverizados

152/1 000 Blancos y buenos 815/1 000 Granza, arenas

ordinarias, etc.

Inversiones en construcciones y malacates

1774-1786

22 marcos, 3 onzas 9 marcos, 3 onzas 3 marcos, 1 onza

3 onzas

Pesos

Tiro San Antonio, cuadrado con 4 malacates, 157 m Tiro de Sto. Cristo Burgos, cuadrado, 4 nialacates, 104m Tiro Nta. Sra. Guadalupe, hexagonal, 6 malacates, 242 m

396 000 95 000

700 000

1810 Tiro San Jose, octagonal, 8 malacates, 501 m 1 000 000

o/o Beneficios sobre inversi6n: 17.3 millones/1.19 millones = 1453.8%

Fuente: David A. Brading (1975), pp. 201-217

mil pesos anuales. Lo que probablemente sucedi6 en este ultimo pe­riodo es que baj6 Ia calidad del mineral extraido. En terminos gene­rales Ia Valenciana gozaba de un mineral con base de tres onzas de plata por quintal y quiza un poco mas, lo cual se consideraba acep­table (vease cuadro 6). En vista de que el tiro de Nuestra Sefiora de Guadalupe era mas profundo, 242 metros, aument6 el costo de ex­tracci6n en el periodo 1800-09. Aunque el administrador fue capaz de bajar los salarios en 1791 al eliminar el partido, los costos conti­nuaron creciendo. Por ello se esperaba excavar un tiro mAs profun­do para alcanzar vetas mas ricas, pero Ia guerra de independencia en 1810 vino a limitar Ia producci6n.

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La rentabilidad era alta si se considera que con una inversi6n de 1.2 millones de pesos se alcanzaron beneficios de 17.3 millones en los anos de 1774 a 1809. Sin embargo, Ia rentabilidad en este perio­do no s6lo fue una funci6n de Ia calidad del mineral, sino tambien de Ia politica de Ia administraci6n borb6nica que baj6 el precio del azogue a Ia mitad en 1767. Para otras minas, el Estado promovi6 Ia producci6n otorgando exenciones fiscales para que pudiesen re­habilitarse. La rentabilidad de Ia Valenciana era alta debido a su mejor tecnologia extractiva y porque no tenia problemas de inun­daci6n como otras minas.

A pesar de las ventajas que Ia Valenciana tenia, l,c6mo era posi­ble financiar los salarios de mas de 3 000 trabajadores, asf como las materias primas? La respuesta estaba en Ia politica del bajo grado de integraci6n seguida por Obreg6n y Otero. En otras palabras, por medio de Ia venta de mineral a otros refinadores independientes fueron capaces de financiar semanalmente los gastos. Pero no s6lo Ia politica de inversiones en nuevos tiros fue una manera inteligente de operar, sino que los dos socios funcionaban como "aviadores" de algunos refinadores y rescatadores de plata, una vez que su mina les proporcion6 fondos suficientes para operar como financieros. No s6lo redujeron los cuellos de botella en que se vefan metidas las minas integradas a la refinaci6n, sino que ademas invirtieron en fi­nanciar sus propias ventas de mineral. La estructura de Ia minerfa en Guanajuato, separando Ia refinaci6n de Ia extracci6n, le dio Ia oportunidad de operar de una manera mas regular, a pesar de la declinaci6n de varias minas pequefias por mas de 30 afios.

En otras region~ como Zacatecas, Pachuca y San Luis Potosi, las medianas y grand~minas continuaron con una operaci6n inte­grada de la extracci6n y Ia refinaci6n. Tambien en esas regiones la mineria oper6 con unidades mas grandes, utilizaba la p61vora y los malacates para subir el mineral y extraer el agua, por lo que su nivel tecnol6gico mejor6. Ademas el aparato estatal otorg6 exenciones de impuestos para Ia rehabilitaci6n de viejas minas, lo cual tomaba en cuenta lo riesgoso de Ia explotaci6n minera, aunque algunos mi­neros abusaron de tales franquicias. En suma, la mineria en Ia se­gunda mitad del siglo xvm y principios del XIX incorpor6 rasgos distintos a los de periodos anteriores y respondi6 a incentivos, sin embargo, todavia estaba sujeta al ciclo de extinci6n de las vetas, sin pro ceder como los duefios de Ia V alenciana, quienes establecieron una inversi6n continua para romper dicho ciclo.

En el caso de Ia Velenciana hemos visto que el comportamiento de los duefios era mas cercano al de los entrepreneurs capitalistas,

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que a1 de los empresarios coloniales. Pero esto no autoriza a decir que esta mina fuera capitalista, ya que todavia preservaba rasgos importantes de Ia mineria precapitalista: el uso de viejas formas de organizaci6n del trabajo; Ia utilizaci6n de Ia coacci6n para obligar a trabajar a los obreros; Ia inversi6n de trabajo no calificado en las excavaciones mas que en maquinaria; algunos rasgos sefioriales de los propietarios, etc. Sin embargo, los principales limitantes para lograr una transformaci6n capitalista mas rapida venfan del medio ambiente no-capitalista mas que de las propias minas. Para ser mas precisos, se podda decir que en esta etapa, el desarrollo de las mi­nas sobrepasaba el de otras unidades en aspectos tecnicos, de orga­nizaci6n interna y de Ia 16gica del valor de cambio, pero s6lo podfan considerarse como embriones capitalistas.

LA OPERACI6N DE LA ESTANCIA

Durante las primeras decadas siguientes a Ia conquista, el hecho de que los espanoles eran pocos y su alimentaci6n se hacfa mediante el tributo en especie, limit6 Ia creaci6n de estancias trigueras y ga­naderas. Parece que muchas de las estancias existentes de ese tipo estaban ligadas al abastecimiento de las minas, las refinerias de azucar y los obrajes textiles en las primeras decadas.

En Ia medida en que las estancias operaban dentro de una econo­mfa natural y estaban destinadas al abastecimiento de las empresas de los encomenderos, funcionaron mayormente como unidades au­tosuficientes fuera del mercado. Aun las grandes estancias pertene­cientes a los grandes capitanes funcionaban integradas a minas y obrajes, por lo tanto, Ia mayoria de sus transacciones eran a base de trueque y con uso mfnimo del dinero. Las explotaciones grandes eran dirigidas por mayordomos a quienes se les pagaba usualmente un veinteno del producto (5o/o), vendiendo una parte, o todo, para convertirlo en dinero.

Mas tarde, con el crecimiento de los centros urbanos y Ia incapa­cidad de Ia comunidad indigena para abastecerlos, los labradores espanoles comenzaron a sembrar trigo a escala comercial en los anos de 1550, creando Ia corona el repartimiento para proporcio­nar trabajadores indigenas a las estancias.

Una estancia tfpica de mediano tamano en 1563 contaba con siembras de alrededor de 90 fanegas cada ano. Considerando que una familia consumia de 10 a 20 fanegas anuales, Ia estancia podria abastecer granos para 5 a 9 familias, incluido el dueno. Tal como

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indica el cuadro 7, el beneficia monetario para una estancia media­na era pequefto (46.75 pesos en este caso), el cual era comparable ai salario annal de un trabajador calificado. Aun cuando Ia estan-. cia pagaba salarios a los trabajadores de repartimiento,4 Ia tasa de monetizaci6n era menos de un tercio. Las estancias trigueras esta­ban Iigadas al mercado local y pagaban salarios, no obstante tam­bien estaban integradas a Ia economia natural. Es decir, Ia empresa tendia a minimizar los gastos monetarios substituyendolos por Ia autoproducci6n de insumos. No tenemos informaci6n en relaci6n al valor de Ia estancia, pero Ia mayor parte de las inversiones en construcci6n, apertura de campos de cultivo, caminos, excavacio­nes y otros trabajos importantes, eran hechos por medio de trabajo directo. Algunas veces incluso los arados eran hechos a mano con madera y un poco de hierro, lo cual significaba inversi6n en termi­nos de trabajo directo, y un pequefto desembolso en Ia compra del hierro.

Las estancias ganaderas probablemente eran mas rentables q~e las trigueras, ya que tenian una gran extensi6n (1 756 hectareas para los sitios de ganado mayor). No obstante, su operaci6n era muy similar a Ia de las agricolas, o sea que tambien tenian una ten­dencia a Ia autosuficiencia en los insumos y a Ia minimizaci6n de los desembolsos en dinero. Los trabajadores recibian pagos anuales o cuando el ganado era vendido, lo mismo que los mayordomos y administradores. Las estancias ganaderas eran abastecidas de gra­nos por medio de aparceros, a quienes se les permitia utilizar una parcela de tierra, o bien por los propios trabajadores. Las grandes estancias ganaderas tenian ingresos mucho mas elevados que las tri­gueras, no s6lo de Ia venta de ganado en pie y carne sino tambien de Ia venta de cueros a las minas. Sin embargo, como eran explota­ciones extensas pero con pocos trabajadores, es muy probable que tuviesen una tasa de monetizaci6n aun menor que las estancias agri­colas.

Tanto las estancias agricolas como las ganaderas tenian una composici6n variada de trabajadores. Las primeras dependian de los trabajadores de repartimiento, pero complementaban su fuerza de trabajo con esclavos negros (las grandes estancias) y con indios

4 El pago de los trabajadores de repartimiento era hecho semanalmente. Cada semana un nuevo grupo de trabajadores entraba a las estancias, o sea que era rotati­vo, recibiendo los labradores espaiioles a tales trabajadores durante toda la esta­ci6n. Desde 1560 los salarios eran utilizados para el pago del tributo real.

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Cuadro 7. Estancia triguera mediana de Tepozothin en 1563

Producci6n anual 90 fanegas Reserva para consumo Semilla para el afi.o siguiente

Disponible para venta

20 1

69

Ingreso monetario 69 fan. c.u. 10 reales Menos: salario de 2 trabajadores repartimien­to, c.u. 0.65 reales-dfa x 8 meses

86.25 pesos

39.50

Beneficio monetario 46.50 pesos

Tasa de monetizaci6n (39.50/125.75) = 31.41 Ofo La estancia tambien cultivaba 15 fanegas de cebada para alimentar a los trabajadores y a los animales.

Fuente: Volumen y proporciones tornados de Charles Gibson (1967).

libres (naborios). Las estancias ganaderas se apoyaban mas en los trabajadores libres (naborios) y en esclavos negros.

Las estancias cafteras fueron de las primeras explotaciones ma­nejadas por los conquistadores. Cortes· mismo empez6 al final de los aftos de 1520 en Veracruz varias plantaciones de cafta de azucar y refinerias operadas por esclavos. Aun cuando Ia plantaci6n y Ia refineria estaban integradas, esta ultima deberia considerarse co­mo. una subunidad mas adelantada que Ia primera ya que contaba con mayores inversiones, con una mayor divisi6n del trabajo y con una orientaci6n al mercado. Las estancias azucareras dependian mas bien de las refinerias ya que estaban destinadas a su abasteci­miento.

LA HACIENDA Y SU L6GICA ECON6MICA

La hacienda agricola empez6 a formarse en los ultimos aftos del si­glo XVI y tuvo sus antecedentes en las estancias ganaderas cuya ex­tensi6n considerable propici6 Ia formaci6n de latifundios.s Lases-

s C. Michael Riley (1975) propone en su ensayo que cierto prototipo de la ha­cienda del Mexico central del siglo XVI se cre6 por medio de las empresas de los grandes encomenderos como Cortes, Serrano y otros en los aiios 1522-50, apoyadas

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tancias de ganado mayor (1 756 hectareas) y las de ganado menor (786 hectareas) incrementaron su extensi6n por adici6n de varios de estos sitios, ya sea por medio de la obtenci6n de mercedes, por compra o por apropiaci6n de tierras indigenas. En las ultimas dos decadas del siglo XVI Ia iglesia increment6 grandemente sus propie­dades rurales, las cuales se convirtieron en haciendas a traves de compras graduales y donaciones recibidas. AI inicio del siglo xvn muchas de las estancias trigueras en las regiones del Mexico central habian incrementado sus posesiones de tierras labrantias, siguiendo un proceso de concentraci6n bastante definido.

El principia de Ia consolidaci6n de Ia hacienda se dio con los de­rechos de "composici6n", cuyo pago legalizaba Ia tenencia de tierras en exceso y/o ilegales. Las composiciones de tierras se esta­blecieron en Ia NE en 1591 mediante dos reales ordenanzas, la pri­mera de las cuales mandaba que todas las tierras ilegales deberian retornar ala corona, y la segunda ofreci6la composici6n como una medida graciosa a los poseedores de dichas tierras. Los fondos sed­an usados por Ia corona para establecer una flota que defendiera las rutas comerciales de Ia pirateria. A pesar de tales ordenanzas y de otras dadas en 1616, 1631 y 1636,los derechos comenzaron a ser cobrados en 1638 durante el gobierno del virrey conde de Caderey­ta. Las cantidades recaudadas mas altas se alcanzaron en la primera . mitad de los afios de 1640, principalmente en el Valle de Mexico, Puebla, Tlaxcala, el Bajio y Michoacan. Los derechos de composi­ci6n todavia se cobraban en los afios de 1670 en otras regiones de la NE, en el Golfo de Mexico y en San Luis Potosi. AI final del si­glo XVII se efectu6 la composici6n de las tierras en la Nueva Gali­cia. Asi, los derechos de composici6n fueron aplicados en la mayor parte del territorio novohispano.

Las composiciones parecieron reforzar la apropiaci6n de tierras indigenas por parte de los hacendados, proceso que dej6 a los in­dios sin tierras suficientes, convirtiendo a muchos en trabajadores libres. Hubo asi una legalizaci6n de tierras en gran escala a partir de la decada de 1640 empujada porIa corona, que amenazaba con­fiscar y rematar las tierras en exceso, aunque nunca lo llev6 a cabo.

por el trabajo esclavo y las encomiendas. El tributo se canaliz6 a ingenios azucare­ros, explotaciones ganaderas, minas, obrajes y otros negocios. Con la declinaci6n de la encomienda, el ingreso tributario baj6 considerablemente, pero ya hab{a ali­menta:do las otras empresas. El prototipo sufri6 modificaciones en la segunda mitad del siglo xvt para dar nacimiento a la hacienda. Sin embargo, Riley admite que la hacienda fue "una instituci6n diferente, nacida de circunstancias ulteriores y distin­tas" (p. 70).

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Antes de las composiciones de tierras existia una definici6n clara del uso de las mismas, o sea: tierras de cultivo (las mas pequefias con 42 hectareas); tierras para ganado menor (786 hectareas) y tierras para ganado mayor (1 786 hectareas). A medida que progre­saron las composiciones, las definiciones anteriores se convirtieron en simples medidas de superficie ya que los hacendados las hadan intercambiables entre si. Todo esto, de acuerdo con Francois Che­valier (1956), nos lleva a pensar que una verdadera propiedad de Ia tierra estaba sustituyendo a los antiguos derechos de propiedad de las estancias originales. Tanto en Ia ley como en los hechos ello sig­nificaba Ia consolidaci6n final de Ia gran propiedad en Mexico ..

La puesta en practica de los derechos de composici6n corri6 pa­reja con Ia baja de Ia actividad econ6mica en vista de Ia gran crisis minera de 1630-79, lo cual se reflej6 en una depresi6n de Ia agricul­tura. La composici6n de tierras barri6 con Ia liquidez de muchos hacendados, dejando algunas regiones sin capital ni medios de cir­culaci6n. No obstante la crisis y los cobros de Ia composici6n, mu­chas haciendas se mantuvieron unidas debido al "mayorazgo" que se habia establecido sobre las tierras (una forma legal para prevenir Ia venta de las grandes propiedades fuera de Ia misma familia a tra­ves de varias generaciones). Tambien los censos a favor de Ia igle­sia, que pesaban sobre las haciendas, ayudaron a mantener inc6lu­me su unidad territorial.

Enrique Semo (1973, p. 183) ha puesto de relieve que Ia hacienda tuvo una doble raiz: por una parte el uso ilegal de los privilegios que tenia Ia alta burocracia en Ia NE; por la otra, Ia disponibilidad de fondos para adquirir Ia tierra asi como Ia legalizaci6n de los titu­los de ptopiedad.6 No obstante, desde un angulo econ6mico las haciendas incrementaron su tenencia de tierras para controlar Ia oferta de productos agropecuarios eliminando a los productores mediante Ia apropiaci6n y Ia compra de sus tierras. Este proceso concentratorio encontr6 una base propicia en las generosas defini­ciones de los sitios de ganado mayor y menor.

El comportamiento econ6mico de Ia hacienda

a) A pesar de que Ia hacienda era una unidad de mayor magnitud que Ia estancia, y que tenia ingresos monetarios, beneficios e inver-

6 La hacienda no viene de la encomienda, tal como Silvio Zavala ha demostra­do, ya que esta Ultima no amparaba la propiedad de tierras, sino que era un usufruc-

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siones mas elevados, continuaba observando el princ~pio precapita­lista de Ia minimizaci6n de los desembolsos monetarios. Como Enrique Florescano (1980) indica, los salarios a los peones acasilla­dos no se pagaban en efectivo. Mas bien Ia hacienda abria una cuenta corriente donde le cargaba al pe6n los prestamos, las com­pras de tela y otras Ihercancias hechas a Ia tienda de raya, asi como el pago del real tributo, las contribuciones a Ia iglesia, etc. Contra esto se le acreditaban sus salarios, los que a menudo no eran sufi­cientes para cubrir los cargos (pp. 114-115). Tambien Ia integraci6n de Ia producci6n interna de los insumos contribuia a Ia minimiza­ci6n de los desembolsos monetarios. Ademas, como indica Jan Ba­zant (1975), para las haciendas de San Luis Potosi, los saldos dedi­nero en caja que mantenian las haciendas eran muy pequei'i.os, ape­sar de Ia gran cantidad de trabajadores que tenfan.

b) La forma de organizaci6n del trabajo en las haciendas esta basada en el comportamiento anotado en el apartado anterior. En Ia medida en que los trabajadores estaban fijados a Ia tierra no eran libres y sus salarios no tenian Ia forma capitalista, sino que escondi­an su dependencia casi total de los hacendados. Por lo tanto, una· parte importante de Ia producci6n de Ia hacienda era en valores de uso.

c) El excedente econ6mico era apropiado mas al nivel de las uni­dades econ6micas, ya que el Estado suspendi6 Ia asignaci6n directa de trabajadores de repartimiento desde 1633, excepto en Ia mineria y las obras publicas. AI final del segundo periodo y durante el terce­ro, el Estado coaccionaba a los trabajadores a pagar sus deudas con trabajo en las haciendas y ranchos, lo cual fue disminuyendo a me­dida que los trabajadores fueron fijad9s a Ia tierra. Cuando el pro­ceso de fijaci6n termin6, el Estado obligaba a las comunidades a proporcionar trabajadores a las haciendas necesitadas de mano de obra, pero ya no con el argumento del endeudamiento, sino con el de Ia necesidad publica.

Las haciendas tambien apropiaban excedente en forma de renta, i.e., renta en especie o en trabajo cobrada a los aparceros, o en di­nero o trabajo a los pe~uei'i.os arrendatarios.

d) Mas de Ia mttad de las haciendas en el Mexico central estaban endeudadas con Ia iglesia y los comerciantes, aunque un poco me-

to sobre el excedente econ6mico de las comunidades indigenas. No va contra esta proposici6n de Zavala el hecho de que el tributo indiano sirvi6 tambien para adqui­rir tierras y otras propiedades.

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nos con los ultimos. 7 Usualmente los acreedores cargaban un S'lo sabre el prestamo, estableciendo una hipoteca en Ia forma de .. cen­so" (prestamo de largo plaza garantizado con bienes rafces). Exis­tfa un mercado rural de tierras desde el final del siglo XVI, el cual faci1it6 Ia concentraci6n de tierras durante el siglo XVII. La ig]esia se convirti6 en Ia propietaria mas grande de haciendas en Ia NE, ya que posefa cerca de una tercera parte de las tierras privadss bacia Ia mitad del siglo XVII. La ig]esia tambien recibfa el diezmo (lOOfo menos 1/9 para el Estado) sabre todos los productos agropecuarios obtenidos por los agricultores espai'i.oles. Por Jo tanto, Ia ig]esia no s61o obtenfa intereses, sino tambien una buena parte de los benefi­cios de Ia hacienda.

e) La mayor parte de los beneficios que se reinvertfan iban a Ia compra de tierras y una pequefta parte a Ia construcci6n y aJ mejo­ramiento productivo, tales como presas y canales de irrigaci6n. Al­gunos autores como E. Semo (1973) exageran diciendo que no ha­bfa ninguna inversion productiva. Sin embargo, otros como Char­les Gibson (1967, cap. 11) subrayan que algunas haciendas tomaron ventaja de las obras de irrigaci6n y que algunos administradores orientabanse a Ia obtenci6n de beneficios y a efectuar inversiones que mejoraran Ia productividad de Ia hacienda.

De todos modos, Ia mayorfa de los prestamos obtenidos se asig­naban a Ia compra de tierras y no a Ia inversi6n productiva. Mien­tras que Ia tasa de interes que se cargaba en las hipotecas era de S'lo, Ia que se utilizaba en mejoras productivas costaba un 200fe en vista del mayor riesgo. Tal como E. Serna (1973) afirma, el capital co­mercial y Ia iglesia estaban m4s ligados a Ia preservaci6n de Ia pro­piedad seftorial de Ia tierra y al servicio burocratico de Ia corona.

f) Las relaciones ticnicas de producci6n eran del tipo "produc­ci6n organizada", sobre Ia base de oooperaci6n por yuxtaposici6n de procesos similares, aunque Ia diveniiiCaci6n de cultivos y Ia crla de ganado obligaban a cierta especlalizaci6n primaria de las activi­dades. Tambien se desarroUaron ciertas jerarqujas de trabajo y, par encima de elias, UJJa capa de administradores. La diversifiea­ci6n exigfa un plan elemental de producci6n, junto con cierto arado de flexibilidad para adaptarse a las necesidades del mercado local.

s) La racionalidad de Ia produeci6n. Aun antes de Ia tendencia a Ia diversificaci6n de los cultivos y de las manufac:turas. se encon-

7 Isabel <lonDicz S. (1969) lila escudiado las haciendas de Tlaxcala, encoatllmdo que 1JW clei6SIIJ'cr cfe elias atabaa elldeadadas, y que las proporciones ie los censos. e hipotecas m relacidD al valor cfe Ia hacienda aleamaba n .fl.IIJ'cr.

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traba ya presente Ia tendencia ala integraci6n. Con Ia mayor diver-· sificaci6n tambien creci6 el nivel de integraci6n, o sea, no s6lo se incorporaban los'obrajes textiles, Ia obtenci6n de manteca y sebo, fabricaci6n de velas, curtido de cueros, como antes, sino que se agregaron nuevas actividades como Ia fabricaci6n de vinos, aguar­diente y mezcal, asi como el "pulque", cuya producci6n desplaz6 a la indigena en muchas regiones.

La logica de la producci6n estaba orientada tanto a los valores de uso como a los de cambio, aunque cada vez mas hacia estos iilti­mos. Por una parte Ia hacienda colocaba en el mercado el excedente de granos y otros productos propios u obtenidos como renta de los medieros. Estas mercancias se vendian, sobre todo el maiz y el tri­go, en los meses en que los precios eran mas altos. Durante los anos de buenas cosechas los granos eran almacenados para ser vendidos en los tiempos de crisis. Por otra parte, la hacienda tambien produ­cia toda una serie de valores de uso para reproducir su fuerza de trabajo. Para maximizar el beneficio monetario, Ia hacienda trata­ba de incrementar su autosuficiencia, disminuir los pagos de sala­rios en efectivo, extraer renta en forma de trabajo de mujeres, ni­f!.os, aparceros y arrendatarios para eliminar desembolsos de dine­ro, etc. (Cf. Frank Tannenbaum, 1935).

h) Existe una gran controversia en relaci6n a Ia rentabilidad de Ia hacienda. Para algunos historiadores Ia hacienda siempre tuvo una baja rentabilidad y hasta era deficitaria, retr6grada e ineficien­te; en cambio, para otros la gran hacienda proporcion6 ingresos considerables para los propietarios ausentes. Es dificil, en el caso de Ia hacienda, llegar a una generalizaci6n contundente. Por una parte la hacienda vivi6 una epoca de ascenso y madurez, y despues una de declinaci6n; por otra parte, hay diferencias en el desarrollo que observ6 esta instituci6n en los distintos paises. De todas mane­ras, existi6 una racionalidad econ6mica, polftica y social que le ga­rantiz6 a Ia hacienda una larga vida y que nos debe hacer reflexio­nar sobre su necesidad hist6rica.

Los beneficios de las haciendas crecieron en terminos absolutos debido mas al incremento en el tamaf!.o de elias que al aumento de su productividad. La economia de Ia hacienda utilizaba mas tierra de Ia necesaria, comparada con los pequef!.os procluctores mercanti­les. La hacienda operaba con un grado mas elevado de a'utosufi­ciencia y nose preocup6 por empujar a los trabajadores a laborar mas intensiva y productivamente, ni por Ia utilizaci6n intensiva de sus tierras, parte de las cuales permanecfan ociosas. A Ia vez, Ia ha­cienda estaba ligada al mercado para poder realizar el excedente

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econ6mico. La diversificaci6n de productos y Ia integraci6n para el autoabastecimiento de insumos les permiti6 a las grandes hacien­das regularizar sus beneficios por medio de Ia disminuci6n del ries­go de obtener perdidas en su operaci6n.

Magnus Momer (1975, pp. 35-36) sef!.ala que: "Los estudios contemporaneos subrayan Ia reducida productividad de las hacien­das tradicionales. S6lo una parte menor del area cultivable era aprovechada. A causa del bajo nivel de tecnologia, capitalizaci6n y manejo, Ia producci6n esta determinada primordialmente por la cantidad de trabajo empleado. No obstante, un modelo 'sef!.orial' de distribuci6n de ingresos aseguraba a los grandes terratenientes rentas considerables, gran parte de las cuales se consumian en gas­tos suntuarios.( ... ) El promedio de redito del capital en agricultura en el siglo xvm, asi como en el XIX, no excedia del 6 por ciento".

Como se ha visto, Ia hacienda no era muy redituable para sus duef!.os, cuando menos mas alia de Ia tasa de los prestamos hipote­carios. Sin embargo, si se toma en cuenta que de la hacienda salian toda una serie de pagos (el diezmo a Ia iglesia, los intereses por cen­sos, las alcabalas, Ia participaci6n a los administradores, etc.), es includable que sf extrafan un excedente importante y que, desde un punto de vista mas global, su reproducci6n continuada beneficiaba tanto a los hacendados como a Ia iglesia y a los comerciantes. Por otra parte, las haciendas de los jesuitas, tanto en Mexico como en otros paises como el Peru eran mas rentables que las privadas, en primer Iugar porque no pagaban el diezmo y en segundo Iugar por­que los jesuitas tenfan fama de buenos administradores.

i) La hacienda tuvo exito, a diferencia de Ia encomienda, en rela­cionar directamente la religi6n a las actividades cotidianas de los trabajadores y administradores. Los hacendados construfan igle­sias como una parte del niicleo principal y ademas pagaban los sala­rios de los sacerdotes. Los hacendados activos, a diferencia de los ausentes, eran un tipo de patrones con caracterfsticas patriarcales, que trataban no s6lo de resolver los problemas de trabajo, sino que tambien apoyaban las actividades religiosas, organizaban las fiestas del santo patr6n del templo, y en las regiones nortefias se encarga­ban ademas de impartir justicia.

AI final del siglo xvn los peones de Ia gran hacienda no tenfan necesidad de salir de esta para encontrar en Ia tienda de raya todo lo que requerfan para su diaria vida. La tienda de raya no s6lo ser­via para mantener a los peones en deuda perpetua, sino que tam­bien constitufa un buen negocio, paralelo alas actividades principa­les de Ia hacienda.

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La hacienda no s6lo cre6 una concentraci6n territorial y nuevas formas de organizaci6n del trabajo, sino tambi~n un nuevo estilo de vida en las areas rurales. La obtenci6n de trabajadores libres (naborios) fue posible porque ofreci6 una mejor alternativa a los indigenas que Ia de sus comunidades, en las que sus condiciones de vida y el autoritarismo del gobierno indigena los orillo a servir a la hacienda. Pero, una vez que los trabajadores fueron fijados a Ia tierra y que la hacienda consolid6 su posici6n, fortaleci6 la servi­dumbre de los indigenas y demas castas que engrosaban sus filas.

COMENTARIOS FINALES SOBRE LA RACIONALIDAD ECONOMICA DE LAS UNIDADES PRODUCTIVAS EN LA NUEVA ESPANA

Del analisis que hemos hecho se puede ver que el modelo de Witold Kula sobre Ia economia feudal ha sido util en algunos aspectos para interpretar Ia racionalidad econ6mica de las unidades productivas novohispanas, las cuales operaban dentro de una economia natural-mercantil. Sin embargo, el modelo de Kula no es suficiente para caracterizar Ia formaci6n social de Ia NE, ya que ~sta incluia varios modos de producci6n. Ademas Ia NE nose puede considerar· como una economia feudal, a pesar de algunos rasgos sei\oriales que caracterizaban a los propietarios de las grandes unidades pro-. ductivas. Aun cuando las unidades econ6micas tenfan Ia tendencia a minimizar los desembolsos monetarios, su grado de inserci6n en el mercado variaba entre elias, asi como en las diversas epocas. To­davia mas, el modelo de Kula no puede ayudarnos a caracterizar las diferentes formas de organizaci6n del trabajo que simult~ea­mente existfan dentro de las diferentes unidades productivas en los MPs novohispanos, ni las diversas maneras de apropiaci6n del exce­dente a diferencia de la apropiaci6n de renta que caracteriza a un regimen feudal.

La comunidad indigena, como unidad productiva basica del MPDT, estaba inmersa en Ia economia natural y su 16gica de pro­ducci6n estaba gobernada por el valor de uso. El uso forzado de su fuerza de trabajo, sin embargo, y las funciones que le impusie­ron los MPs espai\oles las fueron insertando poco a poco en Ia eco­nomfa monetaria, aunque s6lo parcialmente. El pago del tributo en· dinero oblig6 a los indigenas a trabajar para los espai\oles y a llevar al mercado parte de sus productos. AI estabilizarse los gobiernos indfgenas impuestos por los espai\oles, se establecieron en los pueblos las Cajas de Comunidad, las cuales convertian parte del tri-

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buto asignado en dinero. Con el tiempo algunas cajas se convirtie­ron en prestamistas a unidades espai\olas. El crecimiento de los centros urbanos y reales mineros incorpor6 a las comunidades cir­cunvecinas al mercado local. De esta manera la 16gica del valor de cambio se incorpor6 en las comunidades indigenas, pero no obstan­te el valor de uso continu6 siendo Ia 16gica dominante de estas.

Las minas constituyeron el motor del MP principal (el MPSM) en vista de la direccionalidad que les di6 Ia relaci6n colonial. Desde un principia estas unidades estuvieron Iigadas al mercado y su 16gica dominante fue Ia del valor de cambio, aunque su tendencia ala au­tosuficiencia estaba dirigida por el valor de uso, pero subordinado a Ia obtenci6n del mayor excedente monetario posible. En Ia mine­ria de Ia primera generaci6n, el uso de trabajo esclavo y del tributo de la encomienda para alimentar a los esclavos permiti6 que los in­gresos monetarios se convirtieran casi por entero en una renta mo­netaria. A partir de las minas de Ia segunda generaci6n, el pago de salarios se hizo comun (excepto a los esclavos) y junto con la com­pra de algunos insumos (azogue, sal, piritas, etc.), increment6 Ia tasa de monetizaci6n de las minas. Esta probablemente aument6 en las minas de Ia tercera generaci6n al mercantilizarse mas Ia econo­mia. No obstante, Ia 16gica del valor de uso jugaba todavia un pa­pel importante, dada Ia tendencia ala integraci6n vertical de las mi­nas con las haciendas. Las minas apropiaban el sobretrabajo cada vez mas a nivel de las propias unidades, aunque Ia integraci6n con Ia economia natural hacia que tuviesen un componente de renta proveniente de la producci6n de insumos agropecuarios sin costo monetario. En vista de que Ia operaci6n minera requeria de un ade­lanto de capital, se podria considerar que el excedente monetario era un beneficia, a diferencia de las haciendas cuyo excedente mo­netario era mayormente de caracter rentista. De todos modos, las minas no pueden cosiderarse como empresas capitalistas, como ya se indic6, sino como embriones capitalistas dentro de una forma­ci6n social no-capitalista.

Las estancias y ranchos del segundo periodo estaban gobernados por ambas 16gicas (del valor de cambio y el de uso). Aunque estas unidades fueron establecidas para abastecer al mercado, al princi­pia Ia 16gica del valor de uso tenia un peso importante. A medida · que tales unidades fueron creciendo, y al generalizarse el pago de salarios, el valor de cambio adquiri6 mas peso. Sin embargo, Ia ha­cienda hizo regresar Ia economia rural a una mayor autosuficien­cia, a partir de Ia gran crisis minera de 1630-79 sobre .todo en el Mexico central. El desarrollo del peonaje y de las tiendas de raya

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sustituy6 en buena parte el pago de salarios en efectivo, reforzando · la autosuficiencia. De todos modos, Ia 16gica dominante era Ia del valor de cambio.

Aunque aqui no hemos examinado a las pequenas unidades cam­pesinas su 16gica era distinta de Ia de las haciendas. Es muy proba­ble que las pequenas y medianas unidades productivas agrfcolas al­canzaran un nivel de bienestar mayor en los anos de cosechas bue­nas y promedio que en los malos. A estas se podria aplicar el analisis de Kula, quien puso de relieve que funcionaban con Ia 16gi­ca de precios bajos, es decir, que maximizaban sus ingresos porIa venta de excedentes a dichos precios en vista de que el producto na­cional era mas alto en los tiempos de buenas cosechas. En cambio, Ia hacienda funcionaba con Ia 16gica de precios altos, mas parecida ala l6gica capitalista. Los analisis de E. Florescano (1969) sobre los precios y las crisis agrfcolas indican que las grandes haciendas to­maban ventaja de los anos criticos y que para lograrlo habfan construido enormes graneros, los cuales abarrotaban en los tiem­pos de buenas cosechas.

No hemos examinado tampoco el funcionamiento de los obrajes y los talleres artesanales. Los primeros estaban mayormente gober­nados por Ia l6gica del valor de cambio, aunque tambien estaban integrados a las haciendas para disminuir el desembolso monetario. Bran unidades mucho mas grandes que los talleres artesanales y es­taban dirigidas al abastecimiento de los mercados urbanos y reales mineros. Los obrajes hicieron uso no s6lo del trabajo esclavo, sino que se valian del trabajo de los llamados "vagos" y delincuentes, a quienes conservaban en ellugar de trabajo por medio de procedi­mientos que nada envidiaban a los carcelarios. Los talleres artesa­nales estaban mas bien dirigidos por Ia 16giCa feudal de los gremios, en los que las rfgidas reglamentaciones limitaban sobremanera Ia 16gica del valor de cambio. · Llama la atenci6n el que en las minas, haciendas, obrajes e inge-' nios azucareros hubiesen coexistido diversas formas de organiza-. ci6n del trabajo, lo cuallas hace distintas a las unidades de los MPs en otras formaciones sociales. Ya se ha visto que las minas tenfan tres tipos de trabajadores (esclavos, de repartimiertto y libres), las haciendas generalmente dos (libres y de repartimtento y despues pe­ones acasillados y temporales), los ingenios azucareros tentan escla­vos y trabajadores libres lo mismo que los obrajes. Quiza esto se puede explicar desde el punto de vista global por la divisi6n etnico­clasista de Ia NE, Ia cual permitfa dar un tratamiento diferente den­!ro de una misma unidad productiva~a los diversos tipos de trabaja-

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dores. La persistencia de los esclavos y trabajadores de reparti­mien!o se debfa tambien a la escasez de mano de obra en vista de la gran crisis demografica indigena. Ahora bien, desde el punto de vista de los MPs quiza se pueda explicar por Ia forma que tomaron las relaciones de propiedad. En todas las unidades productivas di­chas relaciones fueron del tipo de propiedad de los medios de sub­sistencia, aunque con grados diferentes que iban del extremo de Ia completa dependencia de los trabajadores esclavos al oiro extremo de los peones y trabajadores fijados a Ia tierra o allugar de trabajo, los cuales ternan un salario, raciones alimenticias y, en las hacien­das, una parcela de cultivo, pero esto les proporcionaban tan solo un nivel de subsistencia, cuyo control estaba siempre en las manos de los patrones.

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3. EL COMPLEJO EXTRACTIVO Y LA ARTICULACION DE MODOS DE PRODUCCION

Para los prop6sitos del estudio de la regulaci6n y la crisis durante la colonia en la NE no basta con la caracterizaci6n de los modos de producci6n. Si bien se ha analizado brevemente su nacimiento y evoluci6n para evitar el examen estatico de la estructura, es necesa­rio ir mas alla.t Asi, ademas de la caracterizaci6n estructural por medio de las relaciones basicas, es menester adentrarnos en el anali­sis de las contradicciones dentro de las relaciones sociales mismas, las cuales hacen estallar aquellas cuando no son resueltas a traves de las formas institucionales. Ademas, es forzoso ampliar el anali­sis de dichas relaciones para incluir Ia relaci6n "colonial", sobre todo que esta es Ia que regia las relaciones entre Ia metr6poli y la NE y Ia que orientaba el MP principal.

En un sistema no capitalista como el de Ia NE las relaciones mas basicas eran: a) las relaciones de trabajo; b) las relaciones de pro­piedad; c) la intervenci6n del Estado en cuanto alas finanzas y el dinero, y d) la relaci6n colonial. En el primer capitulo hemos exa­minado las dos primeras; aqui se hara hincapie en las tres ultimas articulandolas dentro del analisis del complejo extractivo, el cual incluye t~bien las relaciones de circulaci6n. El analisis del com­plejo extractLvo no es una mera invenci6n, sino que se trata de ~n organismo mulqvariado y actuante, el cual no s6lo sirve de articu­Iaci6n entre las formaciones sociales de la peninsula y la NE, sino q¥e forma parte de ambas articulando en el seno de elias una serie de funciones que permiten la extracci6n del excedente. Lo impor-

1 El esquema de Fossacrt DO escapa a un estructuralismo estitico, aun cuando .permite Ia est4tica comparativa. De Ia ousma manera, el esquema de Balibar para analizar los elementos dd MP no incluye Ia contrac:lic:c:i6n y Ia posibilidad de cam­:bio. Adem4s, las relac:iones de produc:c:i6n que incluye el esquema se refieren m4s que todo a Ia forma en que orpniza Ia produc:c:i6n como esquema de trabajo y DO

de manera m4s amplia en t&minos de las relac:iones contradic:torias de produc:c:i6n •.

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tante para nuestro estudio es Ia incorporaci6n de las formas institu­cionales que desarrolla el complejo, que permiten Ia regulaci6n de Ia extracci6n y que dan direcci6n a Ia base econ6mica.

LOS COMPONENlES DEL COMPLEJO EXTRACTIVO

La relaci6n colonial se presenta en Ia NE como una relaci6n de de­pendencia de Ia metr6poli, es decir, Ia relaci6n o hecho colonial es la que da direcci6n a Ia FS dependiente. En el caso de Ia NE y de otras colonias hispanoamericanas, el excedente era extraido princi­palmente en Ia forma de metales preciosos, lo cual, de acuerdo con Ia politica pseudomercantilista en Espana, aumentaria su riqueza.2

Los objetivos imperialistas de Ia peninsula y sus constantes guerras contra los paises nucleares europeos (Rolanda, Francia e Inglate­rra) canalizaron Ia politica hispana hacia Ia extracci6n de tesoros de las colonias americanas. Pero no solo esto, sino que el "habi­tus" por el oro y Ia plata ya era congenito desde que Co16n inici6 sus viajes de descubrimiento y que Cortes conquist6 Ia NE. Asi Es­pana estaba motivada para desarrollar, conjuntamente con los co­lonizadores, lo que hemos llamado el "complejo extractivo", for­mado por las organizaciones para el comercio transatlantico, Ia Real Hacienda (RH) que controlaba el tributo y los impuestos, Ia burocracia real que controlaba Ia industria minera y Ia Cas a de Mo­neda (eM). Ademas el complejo contaba con otras ramificaciones de Ia burocracia de bajo rango, asi como con una extensa red de comercio interior.

El monopolio comercial transatldntico y Ia polftica econ6mica espanola

La separaci6n espacial entre Ia metr6poli y Ia colonia y Ia depen­dencia de los conquistadores de Ia primera para su supervivencia, promovi6 el establecimiento de un comercio ultramarino, pequeno al principia, pero que se fue acrecentando con el aumento de los

2 En otra parte de este trabajo (capitulo 5, nota 5) se comenta que Espana no tuvo una polltica verdaderamente mercantilista sino hasta la epoca borb6nica. Ante­riormente, la metr6poli perdi6 de vista la protecci6n de sti industria y la obtenci6n de una balanza comercial positiva con los palses nucleares europeos.

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colonizadores y su actividad econ6mica en Ia NE. La explotaci6n de los recursos minerales de la NE, ligada al interes de Ia corona y de Ia clase dominante, promovi6 un flujo comercial que no cesa de aumentar durante el siglo XVI.

Desde antes de Ia conquista de Ia NE la corona fund6 Ia "Casa de Contrataci6n", la cual en pocos anos se convirti6 en una especie de ministerio de comercio y adi1ana para el mercado colonial. AI principia la corona estableci6 el comercio con las colonias por me­dia de sus propios barcos y agentes comerciales, pero rnuy pronto Ia magnitud del abasto y Ia velocidad con Ia que procedia la coloni­zaci6n la obligaron a abrir el comercib a todos los subditos espano­les. No obstante, la corona conserv6 el comercio bajo el regimen de monopolio en aquellos rubros que dejaban tmis beneficia, tales como el trafico de esclavos, el mercurio, la sal, la pimienta, Ia brea y el papel sellado. Posteriormente, Ia coronatambien monopoliza el estanco del tabaco y Ia p6lvora.

El comercio de otros productos pronto fue controlado por las poderosas casas comerciales sevillanas .. Durante el siglo XVI, Sevi­lla, con el concurso de Ia corona monopoliza el comercio colonial excluyendo a las otras regiones espanolas.3 AI declinar la actividad econ6mica de Sevilla desde principios del siglo xvn, los exportado­res de Cadiz fueron adquiriendo mas fuerza. En 1717 Ia Casa de Contrataci6n fue trasladada a Cadiz, lo cual reflejaba no s6lo el fortalecimiento de los gaditanos, sino tambien las mejores condi­ciones del puerto para servir a los buques con mayor capacidad de carga.

Paralelamente se desarroll6 en Mexico y Lima un monopolio complementario de comerciantes para controlar el comercio y asi cerrar el cfrculo. A diferencia de los sevillanos, quienes se organiza­ron en el Consulado de Comerciantes desde 1543:, los mexicanos lo hicieron hasta 1592,4 epoca en la que ya habian acumulado rique­za, controlado el comercio con las Filipinas y se habian extendido hasta el Peru. Mas tarde, a principios del siglo.xvr, Ia complemen­tariedad entre el monopolio espanol y el mexicano tom6 un sesgo

3 Hacia 1529 hubo un intento de ampliar el murtero de puertos a diez en Casti­lla, sin embargo poco se sabe de la efectividad de esta.medida, .la cual fue revocada definitivamente en 1573, afianzandose el regimen de. puerto unico Cf. J. Vicens Vi­ves, 1972. 4a. reedicion 1982, p. 411). Este regimen no s6lo facilitaba el control de los tesoros y el cobro de impuestos, sino que tambien·ahorraba personal administra­tivo.

· 4 El Consulado fue fundado de acuerdo con una Real Cedula expedida en junio 15 de 1592.

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conflictive en relaci6n a los precios de las mercandas, y en el siglo xvm sobre ellugar donde debfa realizarse Ia feria comercial. - Desde Ia primera mitad del siglo XVI, en vista del incremento de Ia piraterfa de parte de holandeses, franceses e ingleses, se adopt6 el sistema de flotas resguardadas por buques de guerra. Este siste­ma requeria que los comerciantes tuviesen inmovilizado su capital por largo tiempo, lo cual facilit6 Ia eliminaci6n de los pequenos y medianos comerciantes. AI principia del siglo XVII se necesitaba una suma de 300 000 maravedfes como mfnimo para participar en Ia flota, que fue reducida posteriormente a 200 000.

El rfgido monopolio transatlantico bilateral controlaba las im­portaciones y las exportacioness fijando precios varias veces mas altos en Ia NE que en el Iugar de origen, entre 2000fo y 700% y aun mas (Cf. A. de Gervasio, 1937). Esta diferencia no podia explicarse ni por los altos impuestos (poco mas del 30% en conjunto, de am­bos lados del Atlantica), ni por los fletes y gastos de "averfa" (Ia parte proporcional de los gastos de las naves de escolta). Desde 15741a corona lig6 aun mas sus intereses a los de los comerciantes estableciendo el impuesto de "alcabala" (sobre las ventas), que unido al impuesto ad valorem sobre el comercio externo, Ia hizo aun mas refractaria a establecer limitaciones a los precios de mono­polio.

El imperialismo espanol no s6lo impone una relaci6n de depen­dencia sobre las colonias, sino que tambien a traves de su politica de comercio exterior frena el desarrollo de las fuerzas productivas de aquellas y desvia recursos a las actividades que favorecen a Ia corona y a los monopolies comerciales. De esta manera, Espana aplic6 un conjunto de politicas econ6micas entre las que sobresa­len: a) un desmedido interes en Ia obtenci6n de oro y plata con ob­jeto de financiar los elevados gastos del imperio; b) Ia creaci6n de monopolies estatales y apoyo a los monopolies de los comerciantes de Sevilla y Cadiz, asi como Ia protecci6n rigurosa de Ia actividad naviera; c) Ia restricci6n de comerciar con otros puertos espanoles

'Generalmente se importaban especias, vinos, conservas y mercaderias finas para la clase dominante. Entre los productos, los textiles europeos ocupaban tres cuartas partes de dicbas importaciones a fmales del siglo xvt, lo cua1 inCiicaba que la industria textil espaflola se habia debilitado significativamente, cuando antes era exportadora importante a otros palses europeos. Entre los productos exportados por la NB, aparte de los metales preciosos, figuraban los cueros y los colorantes autoctonos como la grana-cochinilla y e1 aflil, los cuales eran requeridos por la in­dustria textil europea.

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diferentes, primero de Sevilla y despues de Cadiz, asi como Ia pro­hibici6n para que Ia NE comerciara cqn otras colonias o viceversa; d) la disposici6n para evitar que operasen mercaderes extranjeros en Espana o en sus colonias, aun cuando se daba vuelta a esta pro­hibici6n por las casas extranjeras nombrando representantes espa­noles en la peninsula; e) a finales del siglo XVI y principios del xvn, se efectuan una serie de ordenanzas que prohibian Ia producci6n de manufacturas en Ia NE, sobre todo aquellas que eran producidas en Ia metr6poli o comerciadas por el monopolio del comercio ultrama­rine. A menudo estas disposiciones reglamentaban el trabajo de ar­tesanos y de los obrajes con vistas a frenar su actividad productiva; f) toda una serie de impuestos y derechos al comercio, a los trans­partes maritimos y a Ia producci6n de bienes' que presionaba los precios al alza. Toda esta pesada legislaci6n estaba apoyada por una numerosa burocracia, tanto en la metr6poli como en la colo­nia, asi como por las instituciones privadas que formaban parte del complejo extractive.

Desde el punto de vista de la reproducci6n del sistema global, el comercio exterior jug6 un papel importantisimo ya que permiti6 trasladar parte del excedente producido por Ia NE a la metr6poli. A la larga, los otros paises europeos de mayor desarrollo manufactu­rero tomaron ventaja del comercio con Ia NE por intermedio de Ia propia Espana. En cuanto a Ia NE, sirvi6 para crear un grupo de comerciantes cuyo poder dentro de Ia clase dominante se fue afian­zando cada vez mas, sobre todo a partir de finales del siglo xv1.

LA REAL HACIENDA Y LA EXTRACCION DEL EXCEDENTE ECONOMICO

Desde Ia conquista Ia corona mostr6 una gran avidez por los teso­ros indigenas, exigiendo el "quinto" real de todo el oro y Ia plata que cogiesen los espanoles. Tambien impuso tributo a las comuni­dades indfgenas, el cual durante el primer periodo represent6 el in­greso mas alto en compraci6n con los otros ramos de Ia recauda­ci6n. Con el desarrollo de los modos de producci6n espanoles a partir del segundo periodo, conjuntamente con Ia catastrofe demo­grafica indfgena, se debilita el tributo, viendose obligada Ia Real Hacienda a apoyarse mas en los impues~os sobre las unidades eco­n6micas de los espanoles. Principalmente los impuestos y derechos sobre el oro y Ia plata, pero tambien las alcabalas crecieron de ma­nera importante y sirvieron para financiar el gasto publico de Ia NE

y el apoyo a algunas colonias hispanas. El grueso del excedente que

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se enviaba a Espana se recaudaba a traves de los monopolios de la corona, aunque al principio se envio parte del quinto real recauda­do sobre los metales preciosos. En las siguientes secciones se anali­za el cobro del tributo y los impuestos y su papel en Ia extraccion del excedente.

El tributo en Ia Nueva Espana

El tributo en laNE tuvo como antecedente, por una parte, la Bula Alejandrina de 14936 y, por otra, la antigua organizacion tributa­ria que poseian los propios indigenas. El vasallaje de los indios, considerado como un derecho natural del gobernante espai'i.ol como depositario de Ia soberania, constituyo la base del tributo indiano durante Ia colonia. El monarca hispano creia que era justo que los indios tributasen tanto por el reconocimiento del sei'i.orio espai'i.ol como por la proteccion y obra civilizadora a efectuar por los con­quistadores. Para que la obra colonizadora tomara Iugar era me­nester utilizar inteligentemente al indigena como sujeto de trabajo y sujeto fiscal capaz del pago de tributos. En terminos practicos, segun las esferas reales espai'i.olas, esto exigia nucleos de poblacion regular (organizada en corregimientos) como nuevos subditos de los monarcas hispanos. 7

La Real Cedula de126 de junio de 1523 mencionaba que corres­pondia a los encomenderos percibir las prestaciones tributarias en los pueblos de indios dados en encomienda "reservando para nos", de cia el rey, "las cabeceras y puertos de mar". 8 La corona se vio obligada a compartir un tributo que en principio habia sido conce­bido solo para ella y que posteriormente empieza a ejercer, aunque parcialmente, por medio de los corregimientos. Asi la division de esta prestacion en tributo de encomiendas y tributo realle da fun­ciones diferentes. El primero constituia una transferencia del exce­dente, 0 parte de este, a las empresas coloniales privadas, mientras que el segundo se utilizaba en la expansion del imperio espafiol.

AI principio de la colonizacion no hubo, empero, verdaderos pueblos de indios incorporados a Ia corona,, ni tampoco una regula-

6 Las Bulas de Alejandro VI concedieron a la corona espai'l.ola las islils y tierras firmes encontradas y por encontrar bacia el oeste de una linea meridiana imaginaria trazada a cien leguas al oeste de las islas Azores.

7 Ott, Jose Maria, "El tributo en la Nueva Espai\a", El Trimestre Econcimico, vol. VII, nlim. 28, p. 586.

8 Ibid., p. 605.

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ci6n del uso del trabajo indigena. En una primera etapa, que llega hasta mediados de Ia sexta decada, se impone a los indios tantas car gas como necesidades colectivas se deb ian satisfacer. En reali­dad el tributo sobre los naturales fue mas alia de Ia encomienda y la corona. Tambien los caciques indigenas imponian pesados tribu­tos en especie yen servicios, y la iglesia participaba del tributo para el sostenimiento del culto y de los servicios en trabajo para Ia construccion y mantenimiento de templos y conventos.9 Posterior­mente, con el afianzamiento de Ia burocracia colonial, los indios se vieron sometidos a "derramas" y compras forzadas que les impo­nian los corregidores y alcaldes mayores.

A medida que avanza Ia fuerza del gobierno colonial aumenta el control sobre el tributo. El establecimiento de tasaciones oficiales en 1531 permite a Ia segunda Audiencia comenzar a minar la arbi­trariedad de los encomenderos.10 En 1550 y 1551 se prohibe el ser­vicio personal como forma de tributo; asi mismo se limita el aca­rreo del tributo en especie solo hasta las cabeceras de los pueblos. Estas medidas tuvieron un impacto importante en el debilitamiento de la encomienda, sobre todo en vista de la crisis demografica de los aborigenes y Ia escasez de trabajadores. En 1553 se dicto una cedula de gran alcance en la cual se manda Ia unificacion de los va­riados tributos: del encomendero, del cacique indio, gobernadores, justicias, alcaldes, clerigos, monasterios e iglesias en una sola tasa­ci6n. En Ia siguiente decada se define quien era tributario completo (los indios varones casados) y quien medio tributario (el indigena adulto soltero, los viudos y las viudas). Ademas se uniforma Ia cuo­ta del tributo a un peso mas media fanega de maiz. En 1578 y 1579 se fijan edades para los tributarios: los indios mayores de 25 aii.os pagarian tributo y los hombres y mujeres mayores de 55 y 50 ai'i.os, respectivamente, quedarian exentos.

El tributo colectado por las encomiendas fue al principio tanto en especie como en servicios. Mayormente recibian maiz, el cual servia para la alimentacion humana, para Ia de las bestias, asi como para el intercambio por otros bienes. Tambien obtenfan frijol, chi-

9 Miranda, Jose, El tributo indlgena en Ia Nueva Espana en e/ siglo XVI, El Co­legio de Mexico, Mexico 1952, p. 9. Miranda sedala una segunda etapa de transicion en la regulacion del tributo y una tercera a partir de 1577 en la que este casi se unifor­ma.

10 Entre 1521 y 1531 el tributo era fijado arbitrariamente por los encomenderos. "Su boca y codicia", como decia Zorita, "fue la medida y tasa de lo que podian tasar de tributos y servicios personates.

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le, gallinas, huevos, miel, pescado, ranas, sal y "menudencias" para Ia casa y los animales, tales como lena, carb6n vegetal, yerba, etc. Ademas, en ocasiones, el tributo incluia mantas y vestimentas de algod6n. El tributo recibido por Ia corona era tanto en especie como en servicios. Los productos recibidos tenian que realizarse mediante almonedas publicas para convertirlos en dinero; el tributo en trabajo se dedicaba mayormente a Ia construcci6n de edificios y obras publicas.

La conmutaci6n del tributo en servicio (trabajo) por tributo en dinero se alcanz6 en un tiempo relativarnente breve, en vista de Ia prohibici6n que se habia hecho del primero desde mediados del si­glo xvi, y cuya motivaci6n parecia ser el control de Ia mano de obra a disposici6n de los encomenderos por parte de Ia corona. En carnbio, el tributo en especie tom6 mas tiempo para transformarse en tributo en dinero, ademas de que tuvo una historia irregular como veremos al hablar de Ia regulaci6n del abasto de granos. En las epocas normales se monetizaba y durante las crisis agricolas se volvia a imponer en especie. De todas maneras, a largo plazo se ob­serva Ia tendencia a su cobro en dinero a medida que Ia economia se iba monetizando.

A menudo el tributo en especie significaba una mayor cantidad de trabajo para los indigenas, sobre todo cuando se trataba de pro­ductos elaborados, como mantas o vestidos de algod6n. Esto obli­gaba ala comunidad no s61o a sembrar las tierras o a intercambiar sus productos por algod6n, sino a dedicar cierto numero de hom­bres y mujeres al hilado y tejido de las prendas. Muchas veces los indios preferian el tributo en dinero, ya que ello les permitia carn­biar con mayor equidad sus productos en el mercado y asi obtener el dinero del tributo. Por otra parte, la tributaci6n en dinero oblig6 al indfgena a salir de sus comunidades, cuando menos temporal­mente, y a trabajar en las estancias, haciendas, ranchos y obrajes de los espanoles. En general, los hispanos trataron de regular el tri­buto en funci6n de las necesidades de reproducci6n de los modos de producci6n espanoles.

La cuantificaci6n del tributo durante los primeros cincuenta anos de Ia colonia es casi imposible, aun cuando existen variados ejemplos dados por los cronistas para indicar dos cosas: 1) que los indigenas eran tributaries multiples, aunque esto se moder6 en Ia segunda rnitad del siglo XVI; y 2) que el monto del tributo era pro­bablemente mayor en Ia colonia que en tiempos precolombinos. Asi, Fray Domingo de Ia Asunci6n, decia "que nunca en tiempos de Ia infidelidad tuvieron tan excesivos tributos como ahora que

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son cristianos" .11 A partir de 1576, Ia contabilidad de Ia Real Caja de Mexico proporciona cifras anuales acerca del tributo y otras car­gas sobre los indios, tal como se puede ver en el cuadro 1.

La disminuci6n del tributo corre pareja con Ia crisis demografica de los naturales, sobre todo a partir de Ia gran peste de 1576-80. A pesar de que los ingresos fiscales totales de Ia Real Caja de Mexico se incrementa:ron de 11.7 millones de pesos en Ia decada 1576-86 a 22.3 millones en el decenio 1615-1625, el tributo y el servicio indige­na cayeron estrepitosamente en ese periodo, de 22.470Jo a 5.38% del ingreso total (vease cuadro 1). Noes sino hasta Ia decada de 1711-20 en Ia que el tributo y el servicio recuperan, en terminos absolu­tes, el nivel que tenian a finales del decenio de 1561-70.12 Con Ia recuperaci6n demografica indigena a partir de '1630, asi como con el afianzarniento de Ia hacienda en Ia segunda mitad del siglo xvn con base en Ia fuerza de trabajo aborigen, Ia recolecci6n del tributo cornienza a recuperarse paulatinarnente. Sin embargo, es a partir de Ia administraci6n borb6nica que el ingreso por tributos se incre­menta notablemente en terrninos absolutos, aun cuando no llega a recobrar su importancia relativa anterior. El tributo como fuente de ingresos decae otra vez en Ia decada de 1771-80, hasta casi desa­parecer durante el periodo revolucionario que se inicia en 1810 (vease cuadro 1).

La funci6n econ6mica, polltica y social del tributo

Segun Jose Miranda (1952, capitulo 3) Ia funci6n politica del tribu­to fue Ia de resolver el problema de Ia remuneraci6n del guardador de Ia tierra conquistada, mientras que Ia econ6rnica estuvo centra­da principalmente en Ia formaci6n de las empresas coloniales y el abastecirniento de encorniendas, ciudades y minas. No obstante, habria que enfatizar, sobre todo para nuestro estudio, que el tribu­to estuvo fntimamente Iigado a las formas institucionales, o sea a las formas de organizaci6n del trabajo. Ademas, como veremos, el tributo en el primer y segundo periodo sirve como articulador de los modos de producci6n y como un mecanisme de regulaci6n eco­n6mica. Desde el punto de vista social, el tributo no tan s6lo pro­movi6 el desarraigo de los indigenas de sus comunidades, sino que

II Ott, J. M., op. cit .• 12 Cf. Fonseca, F. y De Urrutia, C., Historia general de Real Hacienda, Mexico

1845.

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Cuadro 1. Real Caja de Mexico. Tributos y otras cargas sobre los indfgenas, negros y mulatos libres. 1576-1816 (en pesos de ocho)

fue tambien un catalizador de Ia explotaci6n de los espai'l.oles, cuyo resultado (sumado a las epidemias) fue la crisis demognHica de los naturales.

Periodo Tributos 4 Reales Total Promedio Porciento . I '" E fl L ' d los 1·mpuestos . . . Los rmpuestos en a 1vueva sna a. a mayona e , (mes y ailo) servlc/os anual s. mg. tot. . '~"' .

derechos y rentas que tmpuso Ia Real Hacienda (RH) en Ia NE tuvo 11-1576 Ol-1586 2 634 277 2 634 277 284 277 22.47 antecedentes en la administraci6n fiscal espanola, derivandose 02-1586 03-1595 2 251 611 513 771 2 765 382 301 678 16.14 otros de los convenios de Ia metr6poli con el papado. No obstante, 04-1595 05-1605 1 980 254 1 215 625 3 195 879 314 349 15.44 las crecientes necesidades financieras del gobierno peninsular Y del 06-1605 05-1615 1 083 250 245 042 1 328 292 110 691 6.39 de la NE dieron Iugar al surgimiento de otros impuestos Y estancos 06-1615 06-1625 1 oos 349 197 600 1 202 949 119 301 5.38 (monopolios reales) durante Ia colonia. Los ingresos reales en Ia NE 07-1625 08-1632 341 012 143 444 484 456 67 598 3.07 estaban clasificados en cuatro ramos principales. 11-1636 07-1642 659 6988 58 458 718 156 124 897 6.28 Masa comzin. Los ingresos se dedicaban a· sufragar los gastos 08-1642 07-1650 1 626 498 1 626 498 203 312 9.23 del virreinato asi como a1 apoyo de algunas colonias hispanas. En-08-1650 08-1660 2 101 677 2 101 677 208 431 11.18 tre los mas importantes figuraban: a) el real quinto sobre Ia plata 09-1660 03-1671 2 133 923 2 133 923 201 630 14.40 y el oro (disminuidos posteriormente al diezmo y 30Jo respectiva-04-1671 05-1681 2 752 251 2 752 251 270 713 10.04 mente); b) derechos del real ensaye de Ia plata y el oro; c) d~rechos 06-1681 10-1691 2 811 288 2 811 288 269 884 10.24 de amonedaci6n; d) una serie de estancos como los de Ia meve, Ia 11-1691 12-1697 991 496b 40 384 1 031 880 167 332 12.08 p6lvora, las salinas, etc.; e) concesiones y composiciones so~re 01-1702 12-1710 2 485 682 74 011 2 559 693 284 410 12.49 tierras y aguas; t) impuesto sobre el pulque; g) las alcabalas o Im-01-1711 12-1720 3 482 433 74 290 3 557 723 355 672 13.41 puestos sobre ventas; h) el almojarifazgp o derecho aduanal de en-01-1721 12-1730 3 622 780< 57 652 3 680 432 408 937 12.71 trada y salida de mercancias; i) los derechos de averia sobre mer-01-1731 12-1740 4 219 594 73 295 4 292 889 429 289 10.22 candas protegidas porIa armada; j) los oficios vendibles ~ renun-01-1741 12-1750 6 255 132 66 021 6 321 153 632 115 12.30 ciables; y k) los impuestos sobre empleados como Ia media anata 01-1751 12·1760 7 201 723 21 517 7 223 240 722 324 11.91 civil. 01-1761 12-1770 6 681 708 17 872d 6 699 580 669 958 10.14 Ramos remisibles. Estos productos se enviaban a Ia metr6poli 01-1771 12-1780 8 260 565 22 767 8 283 332 828 333 9.36 para sus gastos imperiales. Entre ellos se encontraban: a) el estanco 01-1781 12-1790 7 359 612 333 039c 7 692 651 769 265 5.28 de los naipes; b) el estanco del azogue (mercurio), el cual ademas Ol-1791 12-1800 4 789 808 886 937r s 616 745 567 674 1.86 de proporcionar ingresos servia para controlar Ia producci6n m'irie-01-1801 12-1810 3 258 685 2 351 122 5 609 807 560 981 1.05 ra; y c) el estanco del tabaco (a partir de 1765), el cual proporciona-Ol-1811 12-1816 47 480 1 079 996 1 127 476 187 913 0.50 ba pingiies rentas a la corona.

Ramos particulares. Destinados a objetos especificos, entre a lncluye tributos y servicios reales no aplicados. los qu~ figu_raban:. a) ?~nas de. camara, de~tin~das a los ~astos de b De 1698 a 1700 se conoce el ingreso total, pero no e1 monto de tributos y servicios. admmtstract6n de JUStlcta; b) dtezmos eclesiastlcos prove~tentes de c Falt6,el anode 1724. puestos vacantes; c) hulas de Ia santa cruzada; y d) medtas anatas dEn 1767 ces6 el medio real para 1a fabrica de 1a iglesia. y mesadas eclesiasticas. c En 1786 se incia el ingreso del medio real de ministros. Ramos ajenos. 0 sea, aquellos que no pertenecian a Ia coro-r Comienza el medio real de hospitales. na, pero que eran administrados por la RH. Entre estos figurab~n:

los fonctos de comunidades indigenas; Ia contribuci6n para hosptta­les; el desagiie de Huehuetoca; los montepios para milit~es, minis-

Puente: preparado por V. M. Soria con base en John J. Tepaske (1976), op. cit. ·1·· tros y oficinas, etcetera.

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La clasificacion anterior refleja Ia mentalidad colonial de Ia me­tropoli y su clara orientacion bacia Ia extrabcion del excedente eco­nomico de sus posesiones americanas. Tal direccion no cambi6 du­rante el periodo colonial, tan solo los ramos secundarios (los parti­culares y los ajenos) intercambiaron su importancia dentro de Ia estructura fiscal. El cuadro 2 ilustra lo anterior.

El cuadro 2 muestra tambien, para el ultimo cuarto del siglo XVI, que dentro de las partidas del ramo de masa comun, los tribu­tos de indios y de negros y mulatos libres ocupaban el primer Iugar, segun las cuentas de Ia Real Caja de Mexico, seguidos por los dere­cbos, quintos y diezmos de los metales preciosos. En tercer Iugar venian las alcabalas y en cuarto los ingresos por Ia venta de oficios renunciables y antiguos. Si tales partidas se comparan con las obte­nidas a mediados del siglo (1557), el quinto y diezmo de Ia plata y el oro ocupaban el primer Iugar (45.2o/o), los tributos indigenas el segundo (34.2%) y el almojarifazgo (derecbos de importacion y ex­portacion) el tercero (12%), de acuerdo con un importante docu­mento que se encuentra en Simancas publicado por R. Carande (1949, p. 479).13

Ahora bien, si se contrasta Ia importancia de dicbas partidas a finales del siglo XVI con Ia que tenian a mediados del xvm, se en­contrara que bacia 1746Ios derecbos sobre el producro de las minas y alcabala babian pasado al segundo, y el tributo de los indios al tercero (Cf., A. de Humboldt, 1822, p. 543). Es decir,los derecbos e impuestos sobre los metales preciosos y sobre amonedacion casi siempre ocuparon el primer Iugar dentro de Ia recaudacion, afir­mando su primacfa a medida que transcurrfa el tiempo. En cambio, el tributo, como fuente del ingreso real fue perdiendo peso relativo, sobre todo en los ultimos ai\os de Ia colonia.

Los datos de los ingresos de todas las Cajas Reales de Mexico recopilados por H. Klein y J. TePaske (1981, p. 130) confirman que entre 1590 y 1699 los impuestos sobre Ia produccion minera ocupa­ron el primer Iugar, excepto en Ia decada de 1680-89. Asi mismo muestran que los impuestos sobre las actividades comerciales, ma­nufactureras y agrfcolas (alcabalas) pasaron al segundo Iugar, mientras que Ia venta de mercurio se coloco en el tercero, excepto entre 1610y 1650 periodo en el que laoferta bajo .sobremanera. En­cuarto Iugar se colocaron los monopolios reales y en seguida el tri­buto indigena. Finalmente, en sexto lugat los impuestos sobre los puestos publicos ! eclesiasticos.

13 Citado por Ismael Sanchez Bella, 1968, p. 20.

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El ritmo de avance de los ingresos reales

Se podrfa distinguir una primera etapa, que va desde 1576 basta 1625, en Ia cual se aprecia una tendencia al crecimiento a pesar de Ia baja que se observa en 1595 yen 1610-15 (vease grafica 1). En esos primeros cincuenta ai\os se dobla Ia recaudacion de Ia Real Hacienda. Posteriormente, despues de una decada de incremento (1630-40), se observa una caida de los ingresos en vista de Ia crisis minera de 1635-79, excepto en el quinquenio 1655-60. La recauda­cion se recupera en las Ultimas dos decadas del siglo xVII,disminu­yendo entre 1700 y 1710. De ahi en adelante crece sostenidamente por una centuria, mayormente a partir de las reformas borbonicas de 1765. Los ingresos de Ia Real Caja de Mexi'co tambien propor­cionan una periodizacion similar a Ia anterior, aunque con algunos desfasamientos, sobre todo para Ia epoca de Ia gran crisis miner a de 1635-79. La crisis se bace presente desde 1625-30 con una baja del 2.55% anual en Ia recaudacion (vease cuadro 3). El nivel de 1620-25 no se recupera en firme sino basta 1670-75. Es decir, en comparacion con la recaudacion de todas las cajas, Ia de Mexico inicia una decada antes su declive y se recupera tam bien una decada antes que ellas. Se puede afirmar que Ia baja en los ingresos se debio a Ia dramatica disminucion de los impuestos sobre Ia plata y el oro a una cuarta parte de su monto anterior. La baja en dicbos impuestos se manifesto en Ia Caja de Mexico entre 1630 y 1695.

Las cifras de Ia Real Caja de Mexico muestran que Ia recauda­cion crecio a un ritmo del1.17% anual entre 1576-1625; declino el 0.66% anual de 1625 a1670yentre 1702-1705 y 1776-1780, aumen­to a un ritmo anual de11.75% bajo Ia administracion borb6nica. Sin embargo, Ia epoca de oro de dicba administracion comienza con las reformas tributarias de Carlos III, ejecutadas por su envia­do Jose de Galvez a partir de 1767,1as que, sumadas a las reformas comerciales por medio delllamado "libre comercio", cuadruplica­ron los ingresos de Ia Real Caja de Mexico en los ultimos veinte ai\os del sigl9 xvm (vease cuadro 3). Asf Ia tasa de crecimiento de los ingresos progreso a un 4.4% anual entre 1781/85 y 1806/10. So­bre todo en los ai\os 1796-1800, el ingreso se duplica con respecto al periodo 1791-95 de 83.9 a 175.2 millones de pesos. El ingreso si- · guio creciendo basta alcanzar 230.7 millones en 1806-10, declinan­do considerablemente durante Ia revolucion de independencia.

La vocacion fiscalista de Ia corona y el exito de Ia dinastia bor­bonica para extraer una parte importante del excedente econ~mico ba becbo proponer a algunos bistoriadores como Claude Morin

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Cuadro 2. Ingresos de la Real Caja de Mexico, 1576-1600 y 1785-89. Clasificaci6n por ramosa (pesos de ocho)

Ramos de Real Hacienda

1. Masa comun AI cabalas Almojarifazgo Der. Dmos. Qtos. plata, oro; Casa Moneda Oficios vendibles y renunciables Serv. Tributos Indios, Neg. y Mul. Otras partidas

2. Masa remisible a Espafla (estancos del azogue, naipes y desp. 1765 del tabaco) 3. Destinos particulares (cruzada, diezmos, medias anatas y otros derechos sobre el clero) 4. Ramos ajenos (renta bienes comunales y obras p{as bajo inspecci6n del gobierno). Partidas no aplicadas a los ramos

Total

135 473 32 038

303 771 35 488

318 747 83 140

Promedio anua/ 1576-1600 '1785-89

908 651 10 747 858

409 282 6 889 830

106 245 530 425

3 570 1 897 128 182 601

1 610 355 20 015 261

a El promedio para 1576-1600 se hizo sobre la base de 24 aflos en vista de que las Cartas Cuenta computadas comienza en noviembre 1576.

Fuente: preparado por V. M. Soria con base en: para 1576-1600, J . .T. Tepaske, 1976, Carlos Cuenta S-677 a S-702; para 1785-89, A. de Humboldt, 1822, 41 ed., Editorial Pornia, Mexico 1984, p. 545.

(1979), Ia hip6tesis de una presi6n fiscal, Ia cual fue mas alla de los incrementos en la recaudaci6n provenientes del crecimiento econ6-mico de Ia NE. Despues de efectuar una estimaci6n aproximada del producto de Ia regi6n centro-occidental de Mexico (el antiguo Mi­choacan), Morin llega a la conclusi6n de que a partir del nombra­miento de Galvez se logra una mayor presi6n, "de modo que el producto fiscal supera Ia triplicaci6n de sus ingresos, mientras que el producto fisico llega todo lo mas a duplicarse" (p. 134).

Posteriormente, J.C. Garavaglia y J.C. Grosso (1984) confir­man de una manera mas s6lida tal hip6tesis, acotandola principal-

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mente al estudio de Ia alcabala. En los aftos que corren entre 1750 y 1810, indican estos autores, se dio un "crecimiento constante de Ia presi6n fiscal en relaci6n con los intereses de un Estado que pre­tende racionalizar al maximo las condiciones de extracci6n de un excedente desde Ia colonia " (p. 22). En cambio, entre 1811-21, agregan, "Ia presi6n del fisco se hace ahora insoportable, abarcan­do a todas las categorias (sociales) y golpeando mucho mas a aquellos grupos, actividades y regiones que eran basta ayer privile­giadas frente a este derecho. Si le sumamos a ello los incrementos en el impuesto del pulque, del aguardiente de cafta y el arsenal de nuevas exacciones e impuestos extraordinarios y emprestitos forzo­sos, comprenderemos quizas una de las razones de Ia creciente de­safecci6n de amplios sectores a Ia causa de Ia corona" (pp. 23-24).

En resumen, si referimos Ia recaudaciefh real a Ia periodizaci6n adoptada en este trabajo, se podria decir: 1) que en el periodo de 1521-50, predominaron, muy probablemente, los impuestos y dere­chos sobre el oro, Ia plata y su fundici6n, seguidos por los tributos a cargo de los indios14 y el almojarifazgo. En esta epoca Ia RH esta­ba muy poco organizada y Ia mayor extracci6n del excedente eco­n6mico corria a cargo de los encomenderos y esclavistas; 2) en el segundo periodo (1551-1635), Ia mineria platera y Ia agricultura estan ya fuertemente establecidas, y el comercio ultramarino vive epoca de oro para Ia metr6poli, lo que sumado a una mayor organi­zaci6n de Ia RH para colectar los tributos indigenas, lleva una re­caudaci6n fiscal de ocho a diez veces mayor que a finales del primer periodo; 3) Ia crisis comercial minera de 1630-79, que se convierte en crisis general, tambien afect6 los ingresos de Ia RH,

estancandolos basta finales del siglo; 4) con Ia recuperaci6n minera y el continuo crecimiento de su producci6n durante todo el siglo xvm (excepto en Ia decada 1760-70), asi como con Ia consolidaci6n de Ia hacienda (desde finales del siglo xvn), y el creciente comercio interior,los ingresos fiscales tambien crecen casi paralelamente. Sin embargo, a partir de 1765 comienza un incremento de Ia presi6n fiscal que eleva dramaticamente Ia recaudaci6n mas alia de Ia in­fluencia del crecimiento de Ia actividad econ6inica. Es durante Ia etapa revolucionaria que Ia presi6n fiscal se vuelve insoi:>ortable, exacerbando Ia desafecci6n por Ia madre patria.

14 El tributo no fue, como a menudo se afirma (e.g. E. Semo 1973, p. 90), la fuente principal de ingresos reales en el siglo XVI.

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Cuadro 4. Relaci6n de la Plata, Oro y Joyas que se han llevado a su Majestad desta Nueva Espafia a los reinos de Castilla desde 1522

Altos

1522-25 1526-27 1528-34 1535-48 1549-64 1565-66 1567-68 1569 1570-80 1581-83 1584 1585 1586-89 1590-94 1595-1601

Gobiemo de:

Hernando Cortes Alonso de Estrada Real Audiencia Antonio de Mendoza Luis de Velasco Real Audiencia Marques de Falses Real Audiencia Martin Enriquez Conde de la Corufia Real Audiencia Arzobispo de Mexico Marques de VillaManrique Luis de Velasco II Conde de Monterrey

Total de pesos Promedio anual

184 434 89 813

280 325 1 797 152 4 295 073

905-006 1 448 857

338 737 8 769 093 1 879 659

835 720 880 474

3 850 463 4 966 166 7 957 557

46108 44 906 40046

128 368 268 442 452 503 724 428 338 737 797 190 626 553 835 720 880 474 962 616 993 233

1 136 794

Fuente: preparado por V. M. Soria con base e~ Gonzalo G6mez de Cer_:­vantes, 1599, pp. 187-189.

Cuadro 5. Real caja de Mexico. Fondos publicos enviados a Castilla y a las Filipinas, 1601-1700 (miles de pesos de ocho)

Altos Global lngreso A Castilla A Filipinos Envfo total % Sobre lngreso

1601-10 22 382 10 016 1 175 11 191 so 1611-20 15 661 6072 2 542 8 614 ss 1621-30 17 414 5 783 3 620 9 403 54 1631-40 22 654 7 201 3 673 10 874 48 1641-50 14 412 2 981 2 207 s 188 36 1651-60 16 227 4 333 1 509 5 842 36 1661-70 15 796 3 991 1 380 s 311 34 1671-80 34 105 9 967 1 629 11 596 34 1681-90 28 013 4771 1 952 6 723 24 1691-1700 20 964 2 741 1 661 4 402 21

Fuente: Herbert S. Klein y John J. Tepaske, 1981, p. 133. Cifras redondea-das a miles en relaci6n a las centenas de pesos.

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El gasto publico inferno y los envfos de fondos a Espana

El celo de la corona por la extracci6n de las riquezas indianas se hace patente desde un principia. Junto a los conquistadores, los oficiales reales van haciendo su aparici6n en los nuevos territorios, tal como reporta Ismael Sanchez-Bella (1968, p.16). Los primeros oficiales de Ia RH recibieron sus titulos en Ia NE en 1522 y diez anos mas tarde se nombraron los de Ia Nueva Galicia (Sanchez-Bella, p.18). La extracci6n de tesoros comenz6 de inmediato, sin embar­go, tal parece que Ia corona no provey6los fondos para el pago de los oficiales reales. El cuadro 4 muestra que los tesoros remitidos a Espana hasta antes de 1535 no fueron considerables, o sea que apenas alcanzaron alrededor de 43 000 en promedio. A partir del primer virrey, de Mendoza, se triplican y siguen creciendo acelera­damente hasta los ultimos aftos mostrados por dicho cuadro, en los que el promedio anual de envios sobrepasa un mill6n de pesos. Para tener Ia capacidad de enviar los fondos al rey en metalico, existia el criterio de conservar Ia recaudaci6n de los impuestos y de­rechos sobre el oro y Ia plata. Se tenia, ademas, el cuidado de en­viar todo el oro que se obtuviese a Ia peninsula y estaba prohibido pagar sueldos en oro, incluso a los virreyes (CfSanchez-Bella, pp. 254-255). .

Los envios a Espana se mantuvieron elevados hasta 1610 y de ahi en adelante el promedio anual baja considerablemente durante casi todo el siglo xvn (vease cuadro 5). Ademas se hacian envfos a las Filipinas, los cuales llegaron a ser de cierta consideraci6n entre 1611 y 1650. La ayuda a las Filipinas rest6 fuerzas al mercado espa­ftol, sobre todo en vista del alto costo de Ia guerra de los treinta aftos. Asi la corona recurri6 a Ia confiscaci6n de tesoros privados y a prestamos forzados para cubrir sus gastos. En el cuadro 5 se puede observar que los envios totales de laNE al extranjero, como porcentaje de Ia recaudaci6n global, baj6 de 550Jo en 1611-20 a 21% en el decenio 1691-1700.

De acuerdo con Ia Real Caja de Mexico, las remisiones de fon­dos a Espana continuaron deprimidas durante gran parte del siglo xvm. En cambio, los gastos de guerra empezaron a elevarse consi­derablemente desde 1701-05. Estos gastos alcanzaron 15.3 millones de pesos entre 1701 y 1725; aumentaron a 60.8 millones entre 1726 y 1750y a 98.1 millones entre 1751 y1775. Todaviaen los siguientes diez aftos el imperio erog6 cerca de 79 millones en dicho concepto (vease grafica 2). Los envios al exterior se incrementan sobremane­ra a partir de 1785, cuando los gastos de guerra extraordinaria ba-

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jan paraleJamente en las Cartas Cuenta de Ia Real Caja de Mexico (vease cuadro 6).

Se podrfa hablar de cuatro periodos en relaci6n al comporta­miento extractivo de Ia corona. Una primera etapa de envios ere­dentes a Espana entre 1522 y 1610, Ia cual se puede alargar hasta 1640 en vista de Ia baja moderada a partir de 1610. En seguida vie­ne un periodo de crisis que comienza en 1641 y que va hasta finales del siglo. De esta manera, las remisiones al exterior bajan de 10.9 millones de pesos en 1631-40 a 4.4. millones en 1691-1700. La grafi­ca 3 muestra, por otra parte, que durante Ia crisis el gasto publico interno de Ia NE tuvo una tendencia hacia el aumento eh relaci6n a los envios al exterior. La crisis trastoc6 Ia correlaci6n de fuerza entre Ia metr6poli y Ia NE, ganando esta ultima Ciertos grados de li­bertad. Un tercer periodo, el cual se extiende de 1701 a 1785, se ca-

Cuadro 6. Egresos de la Real Caja de Mexico, 1701-1800 (pesos de 8)

Ailos Envfos a Gts. Filip. Otras te- Guerra Gastos Espaila Arm. sorerfas Extraordinaria Nueva Espaila

Bar/oven.

1701-05 22 317 333 088 2 495 780 5 539 237 1706-10 1 078 093 574 365 3 360 511 7 096 523 1711-15 428 492 49 707 2 075 694 9 922 896 1716-20 176 086 79 850 3 862 348 9 774 249 1721-25 424 988 759 012 3 482 971 5 118 697 1726-30 422 316 718 286 8 485 938 9 687 020 1731-35 294 698 641 658 8 509 053 13 711 533 1736-40 26 079 36 069 10 277 869 8 225 821 1741-45 252 327 460 231 17 186 988 8 881 093 1746-50 605 523 2 ()()() 16 319 480 7 612 938 1751-55 540 248 2000 20 457 456 6 784 785 1756-60 55 761 1 970 18 609 096 12 499 691 1761-65 120 322 4 785 20 730 558 10 825 711 1766-70 95 573 2 ()()() 19 037 094 15 227 861 1771-75 124 523 2 ()()() 19 263 186 20 313 982 1776-80 330 910 5600 30 949534 17 498 774 1781-85 200 947 8 031 48 038 066 22 341 790 1786-90 0 2 830 900 21 670 167 1 440 499 41 422 048 1791-95 0 1 365 251 42 823 519 67 639 40 647 086 1796-1800 0 15 087 803 33 054 510 79 042 162 216 545

Fuente: preparado por V. M. Soria con base en John J. Tepaske, 1976.

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racteriza por un formidable aumento de los gastos de guerra, mer­mando los envios a Espana. Las remisiones al exterior se incremen­tan considerablemente de 1786 basta Ia independencia, constituyen­do el ultimo periodo y Ia epoca de oro de Ia exacci6n metropo­litana.

LA CASA DE MONEDA Y EL CONTROL DE LA PRODUCCION DE ORO Y PLATA

La necesidad de medios de cambia y de pago se bizo sentir desde los primeros aii.os inmediatos a la conquista, babiendose originado el uso de tejuelos de oro y plata marcados por los oficiales reales y que circulaban por su peso. Con el tiempo las"seii.ales se borraban y cambiaba el peso por el uso o sustracci6n de metal, por lo que surgi6 la costumbre de ajustarlo con cobre. Los indios recbazaban esta moneda como "despreciable" por su contenido de cobre y la bautizaron con el nombre de peso de "tepuzque" (Diccionario Pomia de Historia, 1976).

El oro de tepuzque se convirti6 en la primera denominaci6n mo­netaria de laNEy circul6 corrientemente, degenerando en piezas de distinto tamaii.o, forma y peso. No obstante, la moneda indigena (el cacao para operaciones menores, las· mantas para transacciones medianas y los canutos de pluma rellenos de polvo de oro para las operaciones mayores) sigui6 circulando activamente durante las primeras decadas inmediatas a Ia conquista y aun basta los siglos xvu y xvm, principalmente el cacao.

Para regularizar la amonedaci6n, la Real Cedula del 11 de Mayo de 1535 estableci6 la Casa de Moneda de Mexico (eM), que fue la unica durante toda la colonia. A Ia CM debia fluir todo el oro y Ia plata que se extrajese en laNE para convertirlo en moneda, previa la deducci6n de los derecbos del rey (el "quinto" real), mas el gasto de braceaje, salario de diversos funcionarios y un real de senoreaje para su majestad.

La eM funcion6 como una concesi6n a particulares desde su fundaci6n basta 1733, aii.o en el que la corona pasa a operarla di­rectamente. El derecho de seii.oreaje no se bizo efectivo sino basta 1620. La eM tenia como funci6n servir tanto a nivel,£e Ia ciudad de Mexico como de las diversas regiones (por medio de oficiales re­ales) para el ensaye, reensaye y la marca de los metales introduci­dos. Sin embargo, su prop6sito implicito era el de centralizar los derecbos reales del quinto, del 1.50Jo y del diezmo. Ademas, la CM

era una instituci6n clave para que Espana pudiese convertir a dine-

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ro el excedente extrafdo y poder disponer de el, asi crimo para que· el monopolio comercial Espai'!.ol pudiese operar.

La operaci6n concesionada de, Ia CM obstaculizaba la acui'l.a­ci6n en vista de su falta de capital para comprar todas las barras de plata que arribaban a Ia capital, limitando por lo tanto su capa­cidad de acui'l.aci6n. De esta forma, Ia mayorfa de los mineros pre­ferian vender su plata a comerciantes de esa ciudad con un descuen­to de un real por cada marco. En 1729 Ia corona nombr6 oficiales reales y construy6 un magnifico edificio para Ia CM, proveyendola de un fondo revolvente de medio mill6n de pesos para Ia compra inmediatadetodalaplata(D.A. Brading, 1975, p.197). Para 1804, Ia CM ocupaba mas de 400 empleados y habia alcanzado una capa­cidad de acui'l.aci6n de mas de 30 millones de pesos anuales, segun Humboldt.

Todo el oro y Ia plata extraido en la NE debian comprobar que habia pagado los impuestos (el quinto o diezmo). Despues de co­brar los impuestos, las Cajas Reales despachaban todas las barras de plata ala ciudad de Mexico, donde Ia eM acufiaba 69 reales de cada marco de plata, de los cuales entregaba al duefio 65 que era el precio oficial (D.A. Brading, 1975, p. 197, con base en Fonseca y Urrutia, 1845-53). El monopolio real de la acufiaci6n y su centra­lizaci6n en Ia ciudad cie Mexico erari claves para el control de los metales preciosos y para su exportaci6n a Espai'l.a. Una gran pro­porci6n de la plata se amonedaba, aunque tam bien se exportaba en forma de barras. El oro s6Io se acufiaba en Espana. Muy poca can­tidad de estos metales pasaban a usos no monetarios (Bernardo Garda Martinez, 1968, p.351). Se estima que alrededor del 900Jo del metal extraido se enviaba a Espai'l.a y a otros paises, por lo que Ia funci6n de Ia CM para proveer medios de circulaci6n a Ia economia novohispana se cumplia s6lo marginalmente. En los ultimos ai'l.os del siglo xvm y principios del siguiente, se exportaba tanta plata o mas de Ia que se producia (J. Coatsworth, 1982, p. 34). La perenne escasez de moneda origin6 desde muy temprano en Ia NE el uso de otros medios de cambio, tales como Ia plata de "rescate" (con dife­rentes leyes y pureza, comprada a los mineros por los mercaderes de Ia plata, quienes la introducian a Ia eM y a menudo Ia exporta­ban ilegalmente), los "tlacos", las monedas inqigenas, etcetera.

FUNCIONES DEL COMPLEJO EXTRACTIVO Y SU PAPEL ARTICULAOOR

En vista del m6vil de los agentes econ6micos de Ia formaci6n social metropolitana de succionar el excedente econ6mico de sus colonias,.

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con exclttsividad monop6lica y preferentemente en Ia forma de me­tales preciosos, las funciones que se pueden observar son las si­guientes: a) por el lado del estado colonial, captar el maximo del excedente en Ia forma de oro y plata a traves de su acci6n fiscal; 1s b) por ellado de los productores y comerciantes, exportar mercan­cias espai'l.olas y europeas e intercambiarlas por metales preciosos y materias primas sobre una base desigual para apropiar el exceden­te de los productores coloniales. Hist6ricamente se desarrollaron con mayor prisa las instituciones gubernamentales (la Casa de Con­trataci6n, Ia Real Hacienda y Ia Casa de Moneda) y los monopolios comerciales que Ia producci6n de metales preciosos en gran escala. Pero una vez que, tras una busqueda afanosa (cuando el pillaje y las minas con trabajo esclavo acabaron con el oro y plata superfi­ciales), los mineros dieron con el proceso de amalgamaci6n, el Es­tado y demas partes del complejo extractivo buscan Ia promoci6n y regulaci6n de Ia producci6n minera. El papel articulador entre las formaciones sociales yen el seno de cada una de elias qued6 a cargo de los monopolios comerciales y el Estado. 16 En Ia NE el monopo­lio comercial construy6 una red de pequei'l.os y medianos comer­ciantes para establecer una relaci6n de continuidad con los centros mineros y urbanos.

A nivel de Ia articulaci6n entre las fdrmaciones sociales, se pue­de decir que el mono polio sevillano-gaditano compraba mercancias a productores espai'!.oles y europeos (dinero-mercancfa), las embar­caban por medio de las flotas a las colonias, donde se vendian en. las ferias a los monopolistas mexicanos, quienes les entregaban a cambio metales preciosos y materias primas aut6ctonas (grana, ai'!.il, cueros, etc;, mercancfa-dinero-mercancfa incrementada), las que eran embarcadas en las flotas de retorno a Espai'l.a y realizadas en dinero (mercancia-dinero incrementado)17 (Cj. M. Carmagna­ni, 1979, p. 218).

15 Segun J. Coatsworth (1982), el Estado absolutista espilflol se especializ6 en Ia extraccion de recursos fisicos, concentrando sus capacidades burocraticas y milita­res en las regiones que mas prometian, descuidando o delegando otras actividades, a menos que constituyeran una amenaza a Ia soberania de Ia corona (p. 37)

16 Angel Palerm (1976) plantea que Ia produccion y exportacion de plata era Ia "articulacion ecooomica de la formacion colonial de Mexico en el sistema mun­dial", l!n el contexto del desarrollo capitalist& y la acumulacion primitiva en Europa. Sin negar Ia importancia de Ia plata dentro de Ia relacion colonial, poco nos explica acerca de Ia articulacion especlfica, la reproduccion de Ia relacion entre las forma­ciones soc:iales y Ia regulacion de la Disma. ·

17 Marx, en su polemica contra Hume sobre la teoria cuantitativa del dinero,.

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La crisis en Ia que entra el trafico transatlantico en las primeras decadas del siglo XVII y Ia bifurcaci6n de Ia extracci6n en favor de los pafses nucleares europeos conlleva Ia misma f6rmula de inter­cambia. Sin embargo, con Ia entrada de franceses e ingleses al mer­cado novohispano a principios del siglo XVIII (asientos de negros y navfo de permiso), Ia articulaci6n se vuelve mas provechosa para los comerciantes mexicanos, ya que las mercancfas inglesas son de mejor calidad y mas baratas que las espai'iolas

La otra articulaci6n basica que establecieron los comerciantes y el Estado fue en el interior de Ia NE, ligando los centros urbanos, mineros y Ia agricultura con el comercio exterior. Los grandes co­merciantes surtfan a los centros urbanos a traves de medianos co­merciantes y a las minas por medio de los "aviadores-comercian­tes' '. Los alcaldes mayores servfan como aviadores de los pequeitos productores agropecuarios, sobre todo en el caso de Ia gran cochi­nilla y el aitil. Tambien habia haciendas exportadoras de cochinilla, cacao, algod6n, azucar, cueros, etc., ligadas a los grandes comer­ciantes.

El Estado propici6 Ia construcci6n de caminos reales (Mexi­co-Veracruz, Mexico-Acapulco, Mexico-Guadalajara-Zacatecas, etc.) con base en Ia mano de obra de las comunidades indfgenas. A menudo el Estado ericarg6 Ia conservaci6n de estas a los consula­dos de comerciantes. Dichos centros mbanos estaban unidos por una extensa red de transportes a lomo de mula, Ia "arrieria", cuyas rutas contaban con miles de animales y arrieros.

Los comerciantes y rescatadores de Ia plata entregaban dinero a los propietarios de las minas y estos les devolvian una mercancfa, Ia plata, Ia cual era llevada a Ia CM para convertirla en dinero (aqui Ia f6rmula era distinta, o sea, dinero.;.mercancfa-dinero incrementa­do). En los textiles tam bien era similar a pesar de que entregaban no s6lo dinero, sino tambien mercancfa a los pequeitos producto­res. Los grandes propietarios mineros no necesitaban recurrir a los mercaderes de Ia plata, ya que para ellos sf era costeable transpor­tar las barras a Ia CM para ser amonedadas. En cambio, sf recurrf­an al endeud~iento con los grandes comerciantes. Asf Ia f6rmula era del tipo D-M·D', aun cuando parte de Ia circulaci6n intema era del tipo M-M', ya que a menudo Ia mina integr.aba una hacienda agropecuaria para producir insumos para su propio consumo.

menclona que en Ia sociedad prec:apitalista el dinero es s6lo un intermediario y Ia mercanda el objetivo: "mcrcanda-dioero-mcrcanda", por lo tanto Ia rclacion entre los metales y los. prcclos si forma en cl clrcuito comcrclal.

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El circuito monetario como articulador y Ia regu/acion monetaria

Allado del circuito monetario espai'iol en Ia NE coexistfa el circuito de Ia monedas indfgenas, aunque su naturaleza era distinta ya que el intercambio indigena era mas primitivo, o sea, principalmente a base de trueque, y el cacao y los otros productos utilizados como medio de cambio tenfan un ambito restringido dentro del mismo ni­vel de Ia circulaci6n.18 Por el contrario, Ia moneda espai'iola servia de sustento a una economia mas avanzada con un nivel de inter­cambia mas alto y se utilizaba tambien para el pago de salarios y para liquidar deudas aun cuando se trataba de una economia no ca­pitalista.

El sistema monetario en Ia NE estaba basado en el de Ia madre patria y era bimetalista, es decir, circulaban el oro y Ia plata aunque s6lo se acunaba Ia segunda en Mexico, pues el oro en Ia NE seem­pez6 a amonedar basta 1673. El valor real y el monetario debfan ser equivalentes y ademas habfa una relaci6n de valor fija (de 16 a 1) y legalmente establecida entre el oro y Ia plata. Esta relaci6n era independiente pero no muy diversa de Ia que imponfa en el mer­cado el valor comercial inestable y fluctuante entre los dos metales. Sin embargo, como Ia CM operaba con precios fijos, esto amorti­guaba los efectos del mercado internacional, el cual repercutia poco en el mercado local, mucho menos en Ia moneda usual y menos aun en el publico (Bernardo Garcia Martinez, 1967, p. 353).

EI circuito monetario trabajaba grosso modo en Ia forma si­guiente. La Real Hacienda colectaba los impuestos sobre Ia produc­ci6n de oro y plata y enviaba el metal a Ia CM. Tambien acudian a esta los grandes mineros y mercaderes de Ia plata. Los impuestos y derechos eran amonedados o conservados en barras. Del dinero que recibian los mineros y comerciantes, una parte era puesta en circulaci6n y otra era inmovilizada en sus fondos privados. La Real Hacienda tambien recaudaba el tributo y otros impuestos. De es­tos, gastaba en Ia NE poco menos del 500Jo y enviaba a Ia metr6poli y a las Filipinas el resto (vease cuadro 5 para las proporciones en

18 Durante Ia primera mitad del siglo xvt se mantuvieron activos los mcrcados indigenas, a juzgar, como a firma Charles Gibson (1967), por la composicion mayor­mente indigena de los productos que se comerciaban en Ia colonia. De csta manera, el circuito del dinero indigena se preservo de una manera importantc ayudando al intercambio. En la segunda mitad de esa centuria, con Ia fortificacion de los merca­dos espafioles y las prohibiciones que para comcrciar se hicieron a los mcrcados indC· genas .en algunas ciudades, el circuito indigena se debilito, uniendose cada vez mas al circuito hispano en la medida de su absorcion por los mercados de los cspaftoles.

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los distintos periodos). Por lo tanto el aparato estatal arrojaba en el flujo monetario menos de la mitad de lo que recibia. Las unida­des productivas operaban sobre la base de producir y consumir Ia mayoria de sus propios insumos, llevando al mercado s6lo parte de su producci6n (Ia comunidad indigena tenia menos contacto con el mercado), por lo que las tasas de monetizaci6n eran pequei'l.as. 19

De sus excedentes monetarios los duei'l.os de las empresas gastaban una parte en productos importados e inmovilizaban otra parte en sus tesoros privados. El dinero recibido por los trabajadores iba una parte a los comerciantes y a empresas y otra al aparato estatal en terminos de tributo.

Desde 1543 el sistema de flotas impuso un ciclo anual al comer­do internacional espai'l.ol y de manera concomitante al circuito mo­netario en la NE. Los grandes mercaderes, quienes acumulaban en sus areas cientos de miles de pesos para cambiarlos en las ferias de Jalapa y Acapulco, a su vez los recogian de los medianos y peque­fios comerciantes y clientes. Como afirma David Brading (1975, pp. 135-178), "estas remesas masivas de metalico desecan.el siste­ma interno de Ia circulaci6n monetaria, pero refuerzan Ia posici6n de quienes controlan .las fuentes de abastecimiento de dinero: las minas y Ia Casa de Moneda". 20 Ademas, el gobierno de Ia NE man­daba su remisi6n atm<il a la metr6poli y, cuando la flota zarpaba a Espana, la colonia se veia confrontada con una dramatica escasez de circulante;

La escasez de medio circulante no s6lo era debida a la acci6n de los grandes comerciantes, sino tambien a Ia acui'l.aci6n insuficiente de moneda fraccionaria. Los cuartos de real de plata s6lo se acui'l.a­ron de 1536 a 1553, segun Manuel Romero de Terreros, ode 1552

19 Witold Kula, Theorie economique du systeme feodal. Pour un modele de I' economie polonaise 1 6e-1 Be siecle, Mouton, Paris, 1970. Este autor ha desarrollado el concepto y la medici6n de la tasa de monetizaci6n (Gastos monetarios/ Ingresos inonetarios + Gastos monetarios) para el analisis de las empresas feudales, el cual se puede aplicar con ciertas mediaciones a las empresas novohispanas para indagar cual es su grado de integraci6n a la economia mercantil.

20 Claude Morin (1979, p. 183) dice: "el poder de los grandes comerciantes se apoya en el cuasi-monopolio de la moneda acui\ada ( ... ) dominando completamente el mecanismo de los precios y salarios gracias ala escasez de moneda ( ... ) y no 1es faltan aliados, pues todos los participantes en el circuito monetario -comerciantes, mineros, alcaldes mayores y hacendados- se oponen a su ampliaci6n; y si la escasez de metalico los perjudica en sus relaciones con los poderosos 'mercaderes', en cam­bio los favorece en sus operaciones con los que no forman parte del circuito". Se convierten, pues, en intermediarios ineludibles entre el sector monetario y el sector natu:!ll. entre el mundo occidental y sus recursos coloniales.

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a 1555, de acuerdo a Alberto F. Pradeau.21 Tambien se acui'l.aron monedas de cobre de 1536 a 1538 y de 1542 a 1551 o 1552.22 Estas monedas de pequei'l.a denominaci6n fueron retiradas a causa del re­chazo de los indios, quienes fundian las de plata y arrojaban allago de Texcoco las de cobre, segun explican Pradeau y Romero de Terreros.23 En su magnifico estudio sobre la moneda colonial, Carlos Castro afirma que: "podemos concluir de todo lo anterior que, a lo largo de un periodo de dos siglos y medio, de Ia mitad del siglo xvi al final del siglo xvm, la moneda mas pequei'l.a era el me­dio real". 24 La falta de moneda fraccionaria no s6lo tuvo imp acto en la fijaci6n de precios de ciertos productos tomando en cuenta la moneda mas pequei'l.a, sino que tambien influy6 en el uso de mone­das "signo", como el "tlaco" (equivalente ala mitad de una cuar­tilla de plata), fabricadas por los "pulperos" (comerciantes en pe­quei'l.o) y aceptadas por los mismos que las emitian. Debido a esta situaci6n, el cacao circul6 tambien como moneda; sobre todo en la ciudad de Mexico a principios del siglo XIX, todavia el uso del ca­cao era mas extendido que los tlacos u otras representaciones (Cf.,Carlos Castro, 1980, pp. 244-246).

El dinero en Ia NE no era la expresi6n completa del contenido real en fuerza de trabajo de las mercandas, como afirma Marcelo Carmagnani (1979). Aqui hay que puntualizar que si un agricultor produce, por ejemplo, 100 fanegas de maiz sobre la base del traba-· jo del propietario y de trabajadores alquilados, esas 100 fanegas no se validaban en el mercado, sino unicamente unas 60 fanegas, ya que el propietario guardaba 20 para el, 15 para los trabajadores y 5 para semilla del ai'l.o siguiente. Asi el propietario recibia el dinero que correspondia a 60 fanegas. De ahi pagaba, por ejemplo, 38 de salarios y 2 de otros insumos, asi como 10 ala iglesia por concepto de diezmo, quedandose con 10 como beneficio monetario, del cual gastaba 5 y atesoraba 5. Aunque los trabajadores gastaban todo su salario monetario (en pago de tributo y compras de comestibles y ropa), a menudo producian parte del maiz que consumian en pe­quei'l.as parcelas que les prestaban los propietarios. Por lo tanto, Ia parte del maiz que iba al mercado no reflejaba el tiempo global de trabajo de los peones asalariados y de los propietarios.

21 Citados por Carlos Castro, "En torno a la moneda colonial", Iztapalapa, ano 1, nU!n. 2, Mexico, enero-junio de 1980, p. 236.

22 Ibid., p. 238. 23 Ibid., p. 238. 24 Ibid., p. 237.

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En las pequei'l.as y medianas unidades agropecuarias los exceden­tes monetarios eran bajos; el resto del dinero que ponfan en circula­ci6n era en parte inmovilizado por la iglesia y succionado por la co­rona y los comerciantes. A medida que las unidades productivas crecian y tenian excedentes monetarios mis elevados, aumentaba el consumo su~tuario (de bienes importados generalmente) y el dinero iba a parar a los bolsillos de los grandes comerciantes y de ahi a Es­pai'l.a y Europa. Tambien las minas consumfan insumos europeos tales como el mercurio y la p6Ivora, cuyo costo monetario iba a pa­rar a Europa. Ya se ha mencionado que en algunos periodos de la colonia mas de la mitad del ingreso fiscal iba a parar al viejo conti­nente. De esta manera, el complejo extractivo succionaba Ia mayor parte de la producci6n de oro y plata de Ia NE.

Dentro de la formaci6n social novohispana, el dinero, por lo tanto, constituia un medio de circulaci6n, pero sujeto a una regula­ci6n "penurica". Es decir, servia eficazmente ala articulaci6n ex­terna, y de manera restringida al circuito intemo. La penuria mone­taria se manifest6 tanto en el uso de cuasi-dineros y el cacao como en Ia intensificaci6n del trueque, en el pago de deudas con mercan­cfas, y asi mismo en el uso del credito y Ia mutua compensaci6n de deudasy creditos entre comerciantes (Cj., C. Morin, 1979, pp. 178-188). En el ambito ruralla circulaci6n monetaria era casi nula, fun­cionando los campesinos a base de trueque en su vida cotidiana.

Asi, aunque el dinero tenia la funci6n principal de transferir el excedente de la NE a Ia peninsula y a Europa, tambien servia como medio de pago, como guarda de valor, atesoramiento y acumula­ci6n colonial.

EL INTBRCAMBIO DESIGUAL Y LA EXTRACCION DEL EXCEDENTB

Ya se ha mencionado que los precios de las mercancias importadas eran varias veces su precio en el pais europeo de origen. En vista de que dichas mercancfas eran intercambiadas por metales precio­sos, se puede hacer una comparad6n entre el valor de la mercancfa que arribaba a la NE y el valqr de los tesoros remitidos a Espai'l.a. A traves del cuadro 6 se puede observar que exis.te una relaci6n de c~i tres a uno en el periodo de 1561 a 1650. Pierre Vilar (1969, p; 427) menciona que, del siglo XVII al XIX, hubo una reducci6n del margen entre los precios coloniales y los europeos, en vista de que habian mejorado las comunicaciones marftimas y Ias.guerras entre Espai'l.a e Inglaterra desarrollaron un mercado internacional, y los

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· Estados Unidos cubrian el mercado de las colonias cuando las hos­tilidades con lnglaterra lo hacfan diffcil. Pero l.CU41 es Ia explica­ci6n de Ia gran diferencia entre el valor de Ia mercanda y el del oro y Ia plata obtenidos, sobre todo en los siglos XVI y xvn?

De una parte, el monopolio espai'l.ol del comercio transatlantico ayuda a explicar el intercambio desigual; por otra, tambien existia una diferencia en el costo de los metales preciosos. Tal como apun­taba Humboldt (1822) comparando Ia mina mexicana de Ia Valen­ciana y Ia mina europea de Himmelsfurst en Sajonia: con un numero de cuatro a cinco veces mis trabajadores, Ia Valenciana ex­trajo 50 veces mis tierra, obtuvo 36 veces mas plata y alcanz6 un beneficio 33 veces mis alto. Con estos datos Pierre Vilar (1969, p. 421) menciona que "Ia diferencia de costo entre una. onza de plata producida en Mexico y una onza producida en Europa basta para medir Ia atracci6n que ejerce esta plata mexicana". En otras pala­bras, Ia relaci6n desigual (detres a uno) hacia Ia primera mitad del siglo xvn se puede explicar por la diferencia en el costo de extrac­ci6n de Ia plata y el monopolio espai'l.ol. A medida que se incremen­t6 Ia competencia comercial por parte de los paises nucleares euro­peos contra Espai'l.a y se cambi6 el sistema de flotas por el de navfos sueltos, los precios en los continentes europeo y americano se fue-ron acercando. ·

La extracci6n del excedente en forma de metales preciosos tam­bien fue propiciada porIa situaci6n de crisis porIa que atravesaba Europa en el siglo xv y sus necesidades de medios circulantes para comerciar con Asia. A pesar de que Ia producci6n de plata se quin­tuplic6 en Europa entre 1460 y 1530, no era suficiente para abaste­cerIa demanda (Cj., I. Wallerstein, 1979). Ademas, como indica A. Palerm (1976, p. 101), Adam Smith mostr6 que el oro y la plata tenfan mejores precios en Asia que en Europa. En este contexto, Ia plaia americana facilit6 a Europa Ia adquisici6n de mercaderfas asiaticas. Para esto, fluyeron los productos europeos a las colonias americanas a cambio de Ia plata y el oro. La circunstancia hist6rica se conjug6 para que Europa pudiese extraer el excedente americano en forma de metales preciosos con base en el intercambio desigual.

LA ARTICULACION DE LOS MOOOS DE PRODUCCION

El tributo y Ia apropiaci6n directa del trabajo esclavo constituyeron la articulaci6n principal entre el modo de producci6n desp6tico­. tributario (MPDT) y el modo de producci6n servil-mercantil (MPSM).

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En el primer periodo constituyeron Ia fuente de reproduccion de los colonizadores y Ia acumulacion colonial originaria para iniciar el MPSM, el cual se constituyo en MP principal posteriormente. Sin embargo, el tributo como articulador nose puede entender basta que lo examinemos a Ia luz de las formas de organizacion del traba­jo. En el primer periodo estuvo unido a Ia encomienda como forma parasitaria que sobrecargaba el MPDT. La flexibilidad empresarial de los encomenderos-esclavistas suplio Ia falta de mercados para transferir el excedente (tributo) a las nuevas empresas coloniales es­pai\olas dentro del MPSM.

Con Ia agravacion de Ia catastrofe demografica a mediados del siglo XVI, se comienza a regular el tributo prohibiendolo en forma de trabajo, lo cual debilito aun mas a Ia encomienda. Esta habia comenzado a sufrir los embates de Ia burocracia, Ia cual confisc6 encomiendas incorporando los tributos correspondientes a Ia coro­Df· La esclavitud es abolida a finales del primer periodo y los con­tmgentes de esclavos se convierten en asalariados y sirvientes den­tro del MPSM. Posteriormente, el tributo se cambia de especie a di­nero, mas con el objeto de forzar el trabajo de "repartimiento" que de incorporar a los indios al mercado. Cuando el repartimiento queda abolido (excepto en Ia mineria y en los servicios publicos), el tributo tiene que ser controlado fuera de Ia comunidad indigena, o sea, en las estancias, haciendas y ranchos. El tributo ahora es aprovechado por ciertas unidades del MPSM para retener a los tra­bajadores. Por otra parte, el tributo sobre las comunidades conti­nuo, a veces en especie (durante las crisis agricolas), a veces en dine­ro, como una liga entre el MPDT y los otros modos de produccion coloniales.

El MPsM y, dentro de este, en especial Ia hacienda, solo puede subsistir sobrecargando a Ia comunidad indfgena mediante el repar­timiento, que actua como articulador con el concurso estatal. Con Ia abolicion del repartimiento en Ia agricultura se consolida Ia ha­cienda, apropiando mas tierras indias y convirtiendo a los comune­ros en peones endeudados y despues en peones acasillados, pero si­gue sobrecargando al MPDT ~n Ia reproduccion de los peones tem­porales. La mineria tambien sigue dependiendo del MPDT en Ia reproduccion de los trabajadores de repartimiento. Con el incre­mento del trabajo asalariado a finales del siglo xvu y principios del XVIII, los trabajadores indigenas de los modos de produccion coloniales son incorporados al consumo de textiles manufacturados dentro del modo de produccion capitalista-mercantil (MPCM). An­teriormente, el modo de produccion artesanal (MPA) servia princi-

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palmente a los propietarios dentro del MPSM, pero despues fue in­vadido por el MPCM, perdiendo cada vez mas fuerza.

No repetiremos aquf Ia cuestion del papel articulador de los cir­cuitos comercial y monetario. En cuanto a las finanzas publicas, ya se ha mencionado el papel articulador del tributo. Los impuestos a Ia produccion de oro y plata servfan no solo para extraer una par­te del excedente, sino tambien para regular Gunto con los estancos del mercurio y Ia p6lvora) Ia propia produccion. El "almojarifaz­go" no solo producia ingresos al erario publico, sino que ademas ligaba los intereses de los monopolios comerciales con los de Ia co­rona. Desde el Angulo del gasto publico, las pensiones y rentas a en­comenderos ayudaron a domesticar todavia mas a Ia encomienda. Los gastos de construccion y mantenimiento de edificios en Ia for­ma de salarios a los trabajadores de repartimiento sirvio de eslab6n con el MPoT. Ademas, los envfos de fondos a Espai\a y a las Filipi­nas ligaban a las formaciones sociales novohispana y espaftola.

Se puede afirmar que el MPSM era el principal en vista de que contenia Ia mineria, a Ia cual se subordina Ia produccion agricola para mantener bajos los costos de produccion del oro y Ia plata. Se puede decir que hubo una regulacion de precios de productos agro­pecuarios para abastecer los centros mineros y urbanos de Ia NE.

Esto tambien condiciono los tipos de articulacion dentro del mismo MPSM, asi como los otros modos de produccion secundarios. Por ello las haciendas, aun las no integradas ala produccion de insumos para Ia mineria, vieron regulados los precios y el beneficia moneta­rio. Generalmente se presenta a los pequeftos productores agricolas como subordinados a Ia hacienda, sin embargo se pierde de vista su papel regulador en tiempos normales. Esta pequefta produccion mercantilla hemos situado dentro del MPSM sin desconocer que los arrendatarios y aparceros de Ia hacienda tambien concurren al mer­cado en los tiempos de buenas cosechas.

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4. LAS CRISIS CfCLICAS Y LA REGULACI6N DEL ABASTO DE GRANOS Y DE LOS SALARIOS EN LA NUEVA ESPANA

I

En este capitulo analizaremos las crisis agricolas a las que se vio su­jeta Ia NE, causadas por los ciclos climaticos y/o las epidemias trai­das por los espafioles. Las crisis ciclicas no s6lo influfan en el abas­to, sino tambien en los precios, y estos a su vez en el abasto, dada Ia estructura de Ia agricultura y la organizaci6n social. Analizare­mos tambien las formas institucionales que tom6 Ia regulaci6n del abasto y de los precios de los granos asf como de los salarios. El estudio del abasto de granos revela las presiones que sufria en esa etapa la poblaci6n, principalmente la urbana, en relaci6n a Ia dis­ponibilidad de comestibles. Es importante tambien identificar las causas de Ia cuasHnmovilidad de los salarios desde alrededor de 1650 basta el final de la colonia, hecho que fue crucial en la regula­ci6n de los costos mineros.

LAS CRISIS AGRfCOLAS cfCLICAS EN LA NUEVA ESPANA

La sociedad colonial estaba sujeta, a las crisis agricolas igual que las sociedades europeas, es decir, los afios de buenas y malas cosechas estaban condicionados por el ciclo metereol6gico. Ademas, en Ia NE

las crisis agricolas estuvieron ligadas a menudo a las epidemias trai­das por los espafioles, tal como Enrique Florescano (1965) y otros historiadores han mostrado. Hay que agregar que las grandes epi­demias fueron facilitadas porIa sobre-explotaci6n de los indfgenas, asi como por la reducci6n de su fondo de consumo.

El encuadre 1 contiene una recopilaci6n de las crisis agrfcolas de 1520 a 1813. En este periodo de cerca de 300 afios se pueden listar 33 crisis, espaciadas en promedio cada 8.9 afios. En las 5 primeras decadas (1520-69) fue cuando hubo un mayor numero de crisis, o sea, cada 5.4 afios en promedio. Tres de las primeras cuatro crisis fueron provocadas por epidemias, las cuales diezmaron el mimero de trabajadores. La gran crisis de 1543-48 se inici6 con sequias y

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heladas, dando por resultado escasez de granos, hambre, y luego Ia gran peste que aniqui16 a Ia poblaci6n. Las ultimas cuatro crisis del periodo 1520-69, dos fueron originadas por epidemias y dos por condiciones climaticas, aunque una de estas ultimas se combin6 con epidemias. En los afios de 1571 a 1644 se registraron ocho cri­sis, es decir, cada 9.1 anos.en promedio. En todas excepto una, las malas condiciones metereol6gicas, combinadas con las epidemias, agudizaron las crisis. En cambio, entre 1645 y 1720, s6lo hubo seis crisis, espaciandose en promedio cada 12.5 ai\os. Finalmente, en el ultimo siglo de Ia colonia (1721-1813) se registraron diez crisis que se dieron cada 9.2 afios en promedio.

LOS CICLOS AGRfCOLAS Y LOS CAMBIOS ESTACIONALES

Ademas de los ciclos agrfcolas de alrededor de nueve ai\os origina- · dos por el ciclo climatico y las epidemias, habia un cambio estacio­nal de los precios del mafz, el cual se dab a entre Ia epoca de Ia siem­bra y las fechas anteriores e inmediatas a Ia cosecha. Las expectati­vas de un buen ai\o moderaban el aumento de precios dentro del ciclo estacional. En cambio, cuando se pronosticaba un mal ai\o o de crisis, comenzaban las compras de maiz por los especuladores. Generalmente Ia crisis cfclica se conectaba al cambio estacional de los precios a traves de las expectativas y Ia acumulaci6n de reservas, asi que su impacto en los precios era aun mas fuerte.

El minucioso estudio de E. Florescano (1969) proporciona Ia curva de precios de la serie 1721-1813 para Ia ciudad de Mexico, a ~raves de la cual se pueden observar diez ciclos (vease grafica 1). La duraci6n media de los ciclos en este periodo es de 9.4 afios-cosecha, cifra que se acerca a Ia duraci6n generalmente aceptada de diez afios. 1 La duraci6n de Ia fase de expansi6n es, con excepci6n de. los ciclos 2 y 8, mayor que Ia fase de contracci6n. Los maximos ci­clicos de 1710, 1724-25 y 1741-42 estuvieron precedidos por una su­cesi6n de cosechas pobres. Las crisis de 1779-82, 1785-86, 1801-02, y 1810-11 tuvieron como antecedente condiciones metereol6gicas desfavorables durante los afios de crisis o en los precedentes que al-

1 Si se compara Ia curva de precios del malz establecida por Florescano para Mexico (1721-1813) con Ia curva de precios del trigo de Ia Francia contin~ntal, o con Ia curva "nacional" francesa reconstruida por Labrotisse, se puede observar que los alios en que ocurren las grandes crisis francesas son casi los mismos que los d~ los m4ximos ciclicos mexicanos.

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gunas veces se presentaron como fen6menos acumulativos, i.e. va- I Encuadre 1. Crisis agrlcolas en la Nueva Espafia 1520-1813 rios anos de sec~ufa, de heladas sucesivas, etcetera. - (continuaci6n)

La intensidad de los ciclos (Ia diferencia entre el precio medio mensual mas bajo y el precio medio del ciclo completo) varia de Num. Aifos Metereo/ogfa, Precios mds altos Aifo 220Jo en el segundo ciclo (1727-28/1735-36) a 127% en el octavo epidemias y ejectos del mafz (1784-85/1791-92). La amplitud del movimiento cfclico (Ia diferen- Reales/Fanega cia entre el precio anual mas bajo del ciclo y el precio medio anual

10 1576-81 Gran crisis. Sequia-mas alto del ciclo) vari6 de 51% en el segundo ciclo a 306ofo en el calor 1576; 12 a 16 1579 octavo. Cuando se toma en cuenta el movimiento estacional, a tra-Gran Cocoliztli, exce-ves de medias mensuales en Iugar de anuales, Ia am:plitud sube a so lluvia 1577, 8 a 18 1580 64% para el segundo ciclo y a 380% para el octavo (E. Florescano, hambruna 1579 por

1969, cuadros 12 y 13). En conjunto, se puede observar que en seis escasez mafz 8 a 12 1581 de los diez ciclos las diferencias relativas van de 125 a 166%; en uno 11 1587-90 Lluvia tardia, escasez es de 213% yen otro de 380%; tan s6lo en dos Ia diferencia es de maiz, hambre 10 1587 64 y 77%. Cd. Mexico. Cocoliz-

tli, Tlatlacistli 10 1588 12 1597- Sequfa, heladas 1597;

Encuadre 1. Crisis agricolas en la Nueva Espafia 1520-1813 lluvia tardia- 10 1597 1600 heladas 1599; saram-

Num. Aifos Metereo/ogfa, Precios mas altos Aifo pi6n, paperas, 10 a 18 1598 epidemias y ejectos del mafz tabardillo desde 1595 6 a 20 1599

Reales/Fanega 13 1603-04 Mafz desecado, Coco-r 15-20-21 Viruelas liitli, sarampi6n 24 1603 2 ~~5 Escasez de mafz 8 (PM) 14 1615-16 Lluvia tardia, sequia, 3 1530-32 Sarampi6n, viruelas y 4 1530 escasez maiz, 9 1615

Zahuatl 3 1531 sarampi6n, viruelas 4 1538 Viruelas 4 1538 Cd. Mexico 9 a 64 1616 5 1543-48 Gran crisis. Sequfas- 15 1620-25 Sequias, la mas grave

heladas 1543-45. en 1624, escasez 22 a 40 1621 Hambre. Gran peste pan-maiz. Tumultos Cocoliztli 8 a 12 Cd. Mexico, 1624 16 a 18 1622

6 1550-51 Paperas, muertes 16 1620-33 Trabajo forzado 1550, escasez mafz 1 a 8 (aumento) obras contra 20 1629

7 1557-59 Langosta 1557-59, he- inundaci6n Cd. M~i-Jildas 1558, hambre y 10 1557 co; enfermedad, 20 1630 muerte en 1558, pes- Cocoliztli, muertes en te. 4a6 1559 todas regjpnes 16 1633

8 1563-64 Zahuatl, sarampi6n, 17 1641-44 Crisis aguda. Sequia Matlaltotonqui; 4 a 12 1563 1641-42, escasez 8a9 1641 500/o poblaci6n Cl\al- mafz, muertes por se-co muerta, escasez quia; Cocoliztli 27 a 40 1642 mafz 6a8 1564 con hemorragia nasal 3.2a40 1643

9 1568-69 Escasez de mafz 6 a 10 1568 18 1653 Sequfa, viruelas y 3a8 1569 otras enfermedades Sin datos

124 - 125

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Encuadre 1. Crisis agricolas en la Nueva Espana 1520-1813 (continuaci6n) I Encuadre 1. Crisis agricolas en la Nueva Espana 1520-1813

(continuaci6n) Num. Alios Metereologfa, Precios mas altos Alio

epidemias y ejectos del mafz Num. Alios Metereologfa, Precios mas altos Alio Reales!Fanega epidemias y ejectos del mafz

19 1661-63 Sequia-heladas 1661 y Reales!Fanega

1663; viruelas, 28 1661 28 1759-60 Escasez maiz; fase tabardillo y otras en- exp. precios 12.66 (PM) 1758-59 fermedades 29 1662 maiz 1754 a 1760 15.30 (PM) 1759-60

20 1673-76 Escasez maiz y altos 29 1770-73 Sequia, enfermedad, precios 9 a 24· 1675 trigo, cosechas

9 a 24 1676 reduci- 12.60 (PM) 1770-71 21 1685-87 Sequia 16 (PM) 1687 das 1770; lluvia tardi-22 1692-97 Exceso lluvia 1691, .. a-heladas 1771;

hambre 1692-97; 17 a 28 1692 sequia, 19.86 (PM) 1771-72 Sequfa-heladas 1695; lluvia excesiva 1772; sarampi6n, peste 40 1696 sequia-heladas 1773 17.47 (PM) 1772-73 1692; tumultos Cd. 30 1780-82 Sequia desde 1779, Mexico 1693 32 1697 heladas 1780; 14.38 (PM) 1779-80

23 1709-14 Sequia, escasez maiz; escasez continua maiz tabardillo, 13 a 20 1710 hasta 1782; 20.10 (PM) 1780-81 viruela, dolores costa- sarampi6n y viruelas do y garrotillo; 16 1712 1779 y 1780 20.00 (PM) 1781-82 14 000 muertes indi- 31 1784-87 Lluvia tardfa, sequia genas en 1714 24 1713 y heladas graves. 23.33 (PM) 1784-85

24 1724-25 Cosecha deficitaria. Fase expansi6n de Fase de expansi6n 13 (PM) 1723-24 precios 1784-1786; 40.67 (PM) 1785-86 de precios desde 1720 14.37 (PM) 1724-25 epidemias y enferme-hasta 1725 12.75 (PM) 1725-26 dades 27.61 (PM) 1786-87

25 1730-31 Escasez mafz; fase 32 1797- Escasez maiz y altos exp. de precios 1727- precios. Fase 21.83 (PM) 1797-98 31; 12.87 (PM) 1729-30 1802 expansi6n precios 26.50 (PM) 1801-02 epidemia Matlazauatl 15.11 (PM) 1730-31 desde 1792 19.25 (PM) 1802-03 1731 en Huitzilopochco 12.67 (PM) 1731-32 33 1809-13 Sequias 1808-09. La

26 1741-42 Cosechas reducidas; revoluci6n de 34.50 (PM) 1809-10 sin noticia 17.36 (PM) 1739-40 independencia de epidemias; fase exp. 1810 agudiz6 crisis 36.00 (PM) 1810-11 precios maiz 20.03 (PM) 1740-41 agricola. La produc-1736 a 1741 21.00 (PM) 1741-42 ci6n cay6 50o/o en 28.25 (PM) 1811-12

27 1749-50 Sequfa-heladas excep- las haciendas 30.10 (PM) 1812-13 to Valle Mexico. 21.20 (PM) 1747-48 Fase exp. precios 1744-1750 24.85 (PM) 1749-50 -· Fuente: Charles Gibson (1967), apendices IV y v; Enrique Florescano

(1969). (PM) = Precio medio anual. 126 I

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Lo anterior nos puede dar una idea de los estragos que sufria Ia poblacion: a un peon de hacienda que ganaba 14 reales semanarios en promedio y pagaba unos 10 reales por fanega de mafz al precio mas bajo, un alza del160o/o en Ia fase de expansion del ciclo hacfa que pagara 26 reales. Asf, lo que antes compraba con 5 dfas de tra­bajo ahora le costaba 13, viendo reducido drasticamente su fondo de consumo.

LAS TENDENCIAS DE LOS PRECIOS EN LA NUEVA ESPANA

Se puede estar de acuerdo con.Enrique Florescano y con D. Bra­ding en que las series de precios han estado mas influfdas por los ciclos que por las tendencias, sobre todo los periodos de crisis que marcan elevaciones drasticas en los precios. No obstante, es impor­tante el conocimiento de las tendencias de largo plazo en los precios de los cereales para su comparaci6n con las tendencias de creci­miento de la poblacion, y especialmente para el estudio que nos ocupa es importante contar con una perspectiva de la regulacion colonial.

La grafica 2a muestra una tendencia al crecimiento de los pre­cios entre 1525 y 1819 de medio porciento anual. En cambio,la tasa anual de crecimiento de los precios fue de 2.4% entre 1525 y 1644, que corresponde al periodo en el que W. Borah (1962) apunta un decrecimiento de Ia poblacion entre el 5 y 6% anual. Entre 1700 y 1809la tasa anual de crecimiento de los precios baja al 0. 7% (vease grafica 2b y cuadro 1 ). La tasa es mas baja sin embargo en Ia prime­ra mitad del siglo XVIII que en Ia segunda. De 1700 a 1750 fue de 0.7o/o y de 2.0% entre 1751 y 1809. Por lo tanto, las tendencias de largo plazo sugieren que el abasto de mafz no fue suficiente en el primer tercio del periodo colonial, subi6 en el segundo, aun cuando las crisis ciclicas continuaron, y hubo escasez en el ultimo tercio (Richard L. Garner, 1985).

Para interpretar el incremento de los precios en el periodo 1525-1644, W. Borah y S. Cook, ademas de Ia despoblacion, apuntan que los descubrimientos mineros absorbieron trabajadores, hicie­ron subir los salarios en los campos mineros y en las ciudades, y empujaron los precios de los granos en ellargo plazo. No obstante, hay que puntualizar que, mientras Ia comunidad indfgena bajo su produccion agricola, las estancias espail.olas aumentaron Ia suya de

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Grafica 2A. Mexico. Tendencias de precios del maiz, 1525-1819

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0.00. I I I I I I I Afios 1525.0 1609.0 1693.0 1777.0

Tasa crec. anual: 1525-1819 = 0.5, 1525-1644 = 2.4, 1661-1819 = 0.4. Fuente: Richard L. Garner (1985), p. 286.

1560 a 1630.2 Los precios subieron debido a que el crecimiento de Ia agricultura espanola probablemente no fue suficiente para subs­tituir a Ia iitdfgena (Ia cual se debatfa en una profunda crisis demo­grafi<;a), dada Ia rapida expansion minera y urbana en Ia NE. 3

Examinando mas atentamente las primeras decadas (1521-1580), se puede decir que Ia alimentacion de los espail.oles fue principal­mente a base de los productos proporcionados por el tributo. Des-

2 Charles Gibson (1967) da noticia de la agricultura en la region de Tepozotlan entre 1563-1602. Por una parte la produccion se incremento alrededor de tres veces;. por la otra se concentro la tierra.

3 R. L. Garner afirma que con un periodo tan amplio de despoblaci6n en la pri­mera mitad del periodo colonial "uno esperaria una contraccion de la demanda que causaria que los precios cayeran y que eventualmente se estancaran". Este amllisis noes correcto, tomando en cuenta que las comunidades indigenas dejaron de culti­var en vista de 1a falta de trabajadores y bajaron su produccion.

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Grafica lB. Mexico. Tendencias de precios del mafz, 1700-1809

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0.30 I I I I I I I I I I I Afios 1700.00 1772.67. 1796.89

Tasa crec. anual: 1700-1809 = 0.7, 1700-1714 = 8.3, 1715-1750 = 2.6, 1751-1786 = 2.5, 1787-1809 = 0.8. Fuente: Richard L. Garner (1985), p. 296.

pues, se empez6 a sembrar trigo en las zonas cercanas a Ia ciudad de Mexico y otras poblaciones, a menudo con facilidades de riego. Entre 1529-1531 y 1542, los precios del trigo y del pan, consumidos mayormente por los espai'loles, bajaron de manera constante. La explicaci6n de Fran~is Chevalier (1956) a este fen6meno es en raz6n del aumento de Ia superficie cultivada de dicho cereai. Los precios casi se estabilizan en las decadas de 1540 y 1550, salvo en los territorios distintos al Valle de Mexico, y suben de manera sos­tenida entre 1560 y 1570, duplicandose en este periodo. Entre las explicaciones al incremento de los precios del mafz y del trigo des­pues de 1550, se aducen las prohibiciones del tributo en trabajo y Ia supresion del servicio de acarreo del tributo en especie a pueblos y ciudades, limitandolo a las cabeceras de Ia jurisdiccion de Ia co­munidad. Tambien se afirma que el descubrimiento de nuevas mi­nas en Zacatecas provooo Ia emigraci6n masiva de personas y re-.

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cursos, el incremento de Ia dema:nda en esos centros y el aumentO de precios. Si bien estas explicaciones arrojan cierta luz sobre el asunto, es mas convincente Ia de E. Florescano (1965), quien acha­ca a las epidemias de 1532, 1538, y 1543-1548 el incremento de pre­cios. Estas epidemias diezmaron a Ia pablacion indfgena y, por con­siguiente, despoblaron el campo e hicieron bajar Ia produccion de granos.

La gran epidemia de 1576-81, que causa infinidad de muertes en­tre los indfgenas, tambien fue Ia causa del aumento de los precios en esa epoca. El trigo y el mafz se perdian por falta de mano de obra y ademas se redujo Ia superficie cultivada. Asf, el trigo, que valfa de 10 a 15 reaies en 1565, para 1580 habfa aumentado a 20 y 22 reales Ia fanega, mientras que el mafz, de 5 y 6 reales Ja fanega, se habfa elevado a 12 y mas reales. (E. FJorescano, 1965). EJ efecto de estos hechos se reflejo en Ja poJftica de reforzamiento del reparti­miento indigena conectado a Ja siembra de trigo y, por lo tanto, a favorecer a Ja agricultura europea de tipo comerciaJ en Ia colonia. El incremento en los precios del maiz tambien incentivo Ia comer­cializaci6n del mismo por parte de los agricultores espai'loles, quie­nes ya a finales del siglo XVI lo produdan a escala comercial. Ade­mas, Ia demanda de maiz en los principales reales mineros siguio aumentando basta Ia decada de 1620, en Ja que Ia producci6n plate­ra aicanz6 su maximo basta antes de Ia gran crisis minera.

El punio de inflexion de Ia crisis demografica indfgena tiene Iu­gar entre 1620-30, comenzando a crecer otra vez Ja poblacion abori­gen. Se estima que Ia tasa de crecimiento de Ia poblacion entre 1650 y 1750 fue de cerca dell Ofo, aumentando a poco mas del20fo duran­te Ia segunda mitad del sig]o XVIn. Pasada Ja crisis minera de 1630-79 y con Ia consolidacion de Ia hacienda, tal parece que Ia agricultu­ra crecio de manera paralela a Ia de Ia poblacion·. La tasa de incre­mento de los precios fue ligeramente menor que Ia del crecimiento de Ia poblacion.

De 1751 a 1799los precios crecieron cerca del2.20fo anuai, o sea ligeramente menos que Ia tasa de crecimiento de Ia poblacion. R .. L. Garner (1985, p. 289) adelanta Ia hip6tesis de un aumento de los costos de produccion debido a Ia apertura de tierra marginal para el cultivo. Esto s61o puede ser cierto parcialmente, ya que antes de Ia conquista existfan cuando menos tres veces mas indf,enas que a finales del siglo XVIII. Quiza un argumento de mayor peso es que las haciendas contaban con tierra ·ociosa.Io cual probablemente no permitio que Ia producci6n pudiese l~nar Ia creciente demanda a partir de las reformas borb6nicas.

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Cuadro 1. Tasa de crecimiento anual de los precios del maiz en la Nueva Espafl.a

Periodo

1525-1644 1700-1714 1715-1750 1700-1750 1751-1786 1787-1809 1751-1799 1751-1809 1763-1786 1700-1809 1525-1819

Promedio r!f

11.0 12.1 10.3 10.9 10.8 17.6 13.0 15.1 12.0 12.2 11.7

Tasa anual

2.4 8.3 2.6 0.7 2.5 0.8 2.2 2.0 3.8 0.7 0.4

Fuente: Richard L Garner (1985), tabla 2.

Frob. (menos 99%)

930'/o

74%

Garner (1985, p. 319) compara el aumento del diezmo en Micho­acan con el aumento de los precios segun el estudio de C. Morin (1979), encontrando que Ia tasa del aumento del diezmo (1.40'/o anual) entre 1700 y 1809 creci6 dos o tres veces mas rapido que los precios. Es decir, Ia producci6n creci6 mas rapido que Ia inflaci6n. Sin embargo, cuando compara el aumento del diezmo en Michoa­can con el incremento de los precios del mafz en toda Ia colonia en­tre 1715 y 1750, ambos crecieron al mismo ritmo; pero en los si­guientes 35 ailos la inflaci6n colonial creci6 mas aprisa que el diez­mo en Michoacan. Es decir, en Ia colonia Ia producci6n se rezaga ligeramente en relaci6n con el aumentq de precios durante el perio­do 1793-1809.

LA REGULACION DE PRECIOS DE LOS GRANOS Y SALARIOS EN LA NE

EI periodo mas anarquico en relaci6n a Ia polftica de promoci6n de Ia oferta y control de precios fue el de 1525-1550. Se trat6 de fijar precios al mafz y al pan en 1525, yen 1533 se expidi6 una odenanza de posturas que prohibfa que se hicieran ventas de granos y de otros productos alimenticios si antes no les fijaban precio las abtorida­des. Naturalmente, se exceptu6 de esta ordenanza los articulos im­portados de Espaila. Tambien se trat6 de limitar Ia actividad espe­culativa de los "regatones". Ademas, se empez6 a promover, a partir de 1528, la siembra de trigo por parte de los espailoles. La.

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mayor incoherencia, como sei\ala Florescano (1965), fue el control de precios internos, dejando libres los de los artfculos importados de Ia metr6poli. ·

En un segundo periodo, entre 1550 y 1579, se hizo mayor esfuer­zo por regular Ia oferta de granos, evitar el alza de precios y super­visar Ia distribuci6n de comestibles, aun cuando prevaleci6 el siste­ma casufstico y circunstancial del primer periodo (E. Florescano, 1965). Se orden6 el abasto de Ia ciudad de Mexico proveniente de los pueblos situados a veinte leguas a Ia redonda (1550); se trat6 de regular el precio del trigo y Ia harina, asf como Ia reventa por los molineros (1553); se dictaron medidas sobre el precio "justo" del cacao para promover su producci6n (1555); se orden6 que nose sa­case mafz, trigo ni otros bastimentos de Veracruz en seis leguas a Ia redonda (1562); los labradores cercanos a Ia ciudad de Mexico deberfan llevar a esta 16 fanegas de harina de trigo cada uno, so pena de no asignarles indios de r~partimiento (1578). Asimismo se ordena en ese ailo que los indios en 14leguas a Ia redonda de Ia ciu­dad de Mexico lleven a esta a vender publicamente el mafz que tu­viesen a los precios fijados. Tambien se dictaron medidas en 1553, 1562 y 1579 para frenar Ia "regatoneria", o sea, Ia intermediaci6n efectuada por negros y mulatos que introducfan granos y comesti­bles a Ia ciudad de Mexico con ganancias hasta del 40007o.

En vista de los problemas crecientes de abasto que tuvo Ia ciudad de Mexico y el peligro de los tumultos de las clases populares du­rante los periodos de hambre, justamente despues de la crisis demo­grafica de 1576-78, que llev6 aparejada Ia crisis de producci6n de 1578-80, el gobierno colonial fund6 el "p6sito" y Ia "alh6ndiga" en 1580. La funci6n del primero era comprar granos en tiempos normales y a bajos precios para venderlos en tiempos de escasez a las personas pobres de Ia ciudad, mientras que Ia funci6n de Ia alh6ndiga era Ia de almacenaje de granos para regular las ventas y los precios en Ia ciudad y asf eliminar a los intermediarios. La en­trada de granos y su venta aumentaba durante los ailos problemati­cos, no s6lo porIa presi6n que los oficiales de Ia alh6ndiga hacfan sobre los agricultores y hacendados, sino por los altos precios. Por el contrario, durante los ai\os de buenas cosechas, eran los peque­i\os productores de las afueras de Ia ciudad y de las zonas circunve­cinas los que introducfan mafz y trigo a Ia alh6ndiga, haciendo que los precios bajaran inmediatamente despues de Ia cosecha. Los grandes productores almacenaban el mafz y el trigo esperando que el precio subiera. Durante los ailos malos era cuando las )laciendas . abastecfan en gran escala, pero siempre esperando aquellos meses

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en que los precios eran altos (Florescano, 1969). En la ultima parte del siglo XVII las haciendas se consolidaron y aumentaron su poder econ6mico. Ademas persisti6la acci6n de sus agentes para negociar precios mas altos en Ia alh6ndiga. En el siglo x~II Ia capacidad de esta para controlar los altos precios en los aiioi de 90sechas pobres o de crisis fue cada vez mas minada por los agentes qe' los hacenda­dos. A pesar de los problemas, las formas institucio9ales impuestas por el gobierno para regular los precios en la ciudad de Mexico tu­vieron cierto efecto. Primero, en el curso del siglo xvm los precios de Ia alh6ndiga subieron a una tasa menor que los no regulados, y segundo, tambien mostraron una menor volatilidad (R.L. Gar­ner, 1985, pp. 302-03).

Sin embargo, en terminos mas amplios, la regulaci6n de los pre­cios de los granos era producto, en su mayor parte, de Ia estructura de Ia agricultura. Durante los aiios medios y los buenos era Ia ac­ci6n de los pequeiios y medianos productores Ia que regia el abasto y los precios, estableciendo una especie de regulaci6n competitiva. Durante los aiios malos y de crisis las haciendas imponian precios de monopolio, aunque ligeramente frenados por la acci6n de la alh6ndiga, de las autoridades y por algunos miembros de Ia iglesia.

La regulaci6n de predos del mafz para Ia minerfa

Las grandes minas generalmente tenfan integradas haciendas agro­pecuarias que producfan maiz y forrajes para la fuerza de tracci6n animal de la explotaci6n, asi como maiz, trigo y carne para alimen­tar a los trabajadores. Ademas Ia hacienda producfa cueros para confeccionar los sacos para extraer el mineral, y sebo para fabricar velas para el alumbrado interno de las minas. De esta manera se trataba de minimizar los desembolsos en dinero al entrar en juego la economfa de autoabastecimiento. /

En los grandes centros mineros como Guanajuato y Zacatecas, las autoridades procuraban regular el abasto de granos mediante Ia alh6ndiga para facilitar Ia operaci6n continua de las minas y man­tener los costos de operaci6n bajos. De este modo, Ia mineria con­taba con un doble mecanismo regulatorio, tanto a nivel microeco­n6mico con· Ia integraci6n de haciendas agrope~arias, como a ni­vel mas am plio en el centro minero o regi6n circunvecina. De todas maneras, las crisis agrfcolas dejaban su impacto en Ia operaci6n mi­nera, sufriendo mas los pequeiios mineros, ya que los grandes con­taban con reservas de grano y con mayor credito de parte de los co­merciantes.

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La regult.ici6n de los salarios en Ia Nueva Espaffa

En las primeras decadas despues de Ia conquista,la mayor parte de Ia mano de obra no era remunerada ni en las encomiendas ni en las obras publicas yen otras actividades. Hasta 1530 s6lo hay registros ocasionales de los jornales de los trabajadores libres calificados y no calificados que alquilaban su fuerza de trabajo. El mi.nucioso es­tudio de Charles GibsOn (1967) sobre los salarios indica que bacia 1549 el salario por un dfa de trabajo (no calificado) era de un cuar­tillo (8.1/2 maravedies) (vease encuadre 2). En 1'553 fue subido a 1/2 real por dfa, tanto porque se juzgaba que el salario no era sufi­ciente para el sostenimiento de los indfgenas como por Ia escasez de mano de obra. El salario anterior se habfa mantenido por largos aiios desde tiempos del virrey Mendoza. Es en este tiempo que se inicia el repartimiento, el cual combina los salarios con Ia asigna­ci6n forzada del trabajo, ya que el salario de por sf no motivaba a los indfgenas a salir de sus comunidades. A partir de 1555 se for­maliza la existencia del repartimiento agricola con los mismos sala­rios promedio de 112 real. En 1560 sube a 2/3 de real yen 1570 a 3/4 de real.

Desde mediados del siglo XVI el trabajo calificado, mayormente localizado en los oficios urbanos, era pagado en cerca del doble del trabajo no calificado, proporci6n que se conserv6 todavfa a finales del siglo XVI. Posteriormente estas diferencias aumentaron y, bacia 1630, los sastres, los carpinteros, los albaiiiles y otros trabajadores de oficios especializados ganaban en Ia ciudad de Mexico entre seis y ocho reales por dfa.

Cerca de Ia decada de 1650 Ia estructura de salarios se estabiliz6 y conserv6 su nivel basta el final de la colonia, tal como Silvio Za­vala (1943), Charles Gibson (1967) y otros historiadores han sugeri­do. Se ha dicho que ciertos rasgos feudales explican la constancia de la estructura de los salarios durante los ultimos 150 aiios de la colonia, pero esta explicaci6n no es suficiente. Podria decirse mas especificamente que los salarios pudieron regularse en raz6n de la estructura que tom6 la agricultura, asi como por la recuperaci6n de la poblaci6n indfgena alrededor de 1630. De un lado a la comuni­dad indfgena se le sigui6 imponiendo Ia obligaci6n de reproducir a una parte de la fuerza de trabajo (los indios de repartimiento de 1550 a los aiios de 1630, y despues a los peones temporales de las haciendas); por otra, Ia hacienda empez6 a fijar a Ia tierra a los tra­b~jadores libres cuando se termin6 el repartimiento, asignandoles parcelas que ayudaban a su reproducci6n. En Ia mineria se fij6 a

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Encuadre 2. Salarios medios en Ia Nueva Espafia, 1535-1645 • Encuadre 2. Salarios medios en Ia Nueva Espafia, 1535-1645 (continuaci6n)

A flo Salario diario Ocupacion Observaciones A flo Sa/ario diario Ocupaci6n Observaciones

1535 ~de real8 Trabajador no El virrey Mendoza sugiri6 1606- 1 real Trab. repto. 1 real por viaje + calificado aumentar 10 maravedfes 1607 minas Tonala alimentos

1549 ~de real Trabajador no Trabajadores voluntarios en Tlancingo y calificado varias actividades Pachuca

1553 !h de real Trabajador no En areas rurales 1 !h reales Trab. repto. 1 real por viaje + calificado minas Tasco alimentos

1 real Trabajador En centros urbanos 3 pesos-quintal Indios calificado fundidores

1555 !h de real Trabajador no Repartimiento agricola cobre calificado 1628- 2 reales Peones Mas alimentos

1560 2;~ de real Trabajador Tanto voluntarios como de 1632 agricolas agricola no . repartimiento. Guejotzingo calificado 1 !h reales Trab. repto. Mas 1 !h por viaje

1570 o/4 de real Trabajador Tanto voluntarios como de minas agricola repartimiento Tlalpujahua

1587 !h de real Construcci6n Mas alimentos 1 !h reales Trab. repto. catedral servicios Puebla personales

1591 !h de real Construcci6n Mas alimentos 2 reales Trab. calif. Catedral Cd. Mexico en minas construcci6n 1591 2;3 de.real Ingenio 1 real por viaje + 6 a 8 reales Mismos En trabajos por su cuenta azucarero alimentosb trabajos 1591 Vl de real Salinas catedral 1599 , 1 real Cultivo cafia,

1638- 1 Vl reales Trab. repto. Trabajo 1645 agricola repartimiento

4 reales Trab. Mas alimentos 1602- 1 Vl reales Reparador 1 real por viaje + voluntario 1'604 ingenio azucar alimentos minas San 1 real Indios en 1 real por viaje + Luis Potosi campo alimentos

1213 reales Indios en azucarero obrajes 1 real Construcci6n Vl real por viaje+

8 a 9 reales Indios Catedral Cd. Mexico pueblo alimentos labradores S~anca cantera 1 real Trabajo 1 real por viaje +

repartimiento alimentos a El peso = 34 maravedies = 8 reales de plata. minas, b Pago del viaje de ida y vuelta (comunidad-trabajo); se aplicaba una vez construccion

1 real Construcci6n porsemana. . Fuentes: 1535, Luis Chavez Orozco (1976); 1549-70, Charles G1bson catedr~ (1967); 1587-1645, Silvio Zavala (1943). Puebla

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los trabajadores allugar de labor mucho antes que en Ia hacienda. Tambien se les concedieron raciones, habitaci6n, asi como Ia parti­cipaci6n en el "partido" (se le daba una parte del mineral que reco­giese despues de su tarea ordinaria) como incentivo para trabajar con mayor intensidad.

LA REGULACION DE PRECIOS Y SALARIOS Y EL IMPACfO DE LAS CRISIS SOBRE LAS CLASES POPULARES

Del breve analisis hecho se puede ver que los ritmos de los altos y bajos precios fueron establecidos por las condiciones climaticas y las epidemias. Los precios variaban en el largo plazo de acuerdo con el ciclo climatico y Ia dinamica demografica, y en el corto plazo (variaciones estacionales) de acuerdo con las reservas de granos y Ia expectativa sobre las cosechas. Sin embargo, fue Ia forma que tom6 Ia estructura econ6mica de Ia NE, particularm~nte en Ia agri­cultura, Ia que estableci6 el tipo de oferta y regulaci6n de precios tal como se ha examinado brevemente. Fue la manera en-que se or­ganiz6 Ia sociedad colonial Ia que determin6 Ia regulaci6n. Por un lado estaba Ia clase dominante que se apropi6 las mejores tierras y desarroll6 las haciendas para controlar la tierra y la fuerza de tra~ bajo. Las haciendas dejaron a las comunidades indigenas, a los "pegujaleros" (en los eriales marginaJe·s alrededor de las ciudades), asi como a pequenos productores espanoles, con tierras pobres y pequenas. Estos productores s6lo podian entrar al mercado de gra­nos en los anos promedio y buenos, y se convertian en demandantes hambrientos durante los malos anos. Se puede afirmar, por lo tan­to; ·que el tipo de regulaci6n establecid!i se encontraba en consonan­~;ia con Ia organizaci6n clasista de la sociedad. Los desposefdos jtJ_­gaban un papel importante por el lado de Ia oferta en los tiempos de,buenas cosechas, y por ellado de Ia demanda durante los anqs de cosechas flacas.

Ademas, existia otra finalidad de Ia regulaci6n de precios a Ia que pOCO se alude; o sea, la de proporcionar un abasto de granos regular y a bajo costo para Ia mineria. Lo que esta mas documenta­do es Ia indudable liga organica entre los grandes mineros y las ha­ciendas agropecuarias que ellos mismos poseian para el abasto (Cf., F. Chevalier, 1956; D.A. Brading, 1975 y J. Bakewell, 1976, entre otros). Aunque sabemos que el gobierno colonial estableci6 all16ndig~ enJos centros mineros, por ejemplo en G\lanajuato y Zacatecas, no se cuenta con senes de precios para conocer Ia efecti~ vid~ de la regulaci6n en dichos centros y su impacto en los media.;

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nosy pequenos mineros. Sin embargo, es posible Ia hip6tesis de que los grandes mineros tenian un abasto mas eficiente que les permitia regular mejor sus costos de producci6n, habida cuenta que Ia 16gica de una economia natural-mercantil favorecia Ia integraci6n agro­minera.

Por ellado de los salarios, como se ha visto brevemente, Ia evo­luci6n hacia Ia concentraci6n de Ia tierra y el desarrollo de formas de organizaci6n del trabajo en consonancia con las formas de pro­piedad, conjuntamente con las caracteristicas de las haciendas, mi­nas y obrajes, ayuda a explicar Ia fijeza de los salarios desde los anos de 1650. No era el mercado de trabajo el que regulaba los sala­rios, puesto que era incipiente y de caracter local, sino que las em­presas coloniales habian logrado fijar a Ia tierra y a las minas a sus trabajadores, cuya reproducci6n ffsica se efectuaba en buena parte sobre ia base de ia economia natural. Asi, la estructura concentra­da-atomizada de Ia minerfa y Ia agricultura, la forma que alcanza­ron las empresas, conjuntamente con un estado colonial fuerte, son los elementos principales que ayudan a explicar Ia regulaci6n de los salarios.

Los historiadores han mostrado que las crisis agricolas se con­vierten en crisis generales al transmitir sus efectos a Ia mineria, al comercio, a las manufacturas y demas actividades econ6micas. Pero tambien han mostrado que Ia crisis golpeaba principalmente a las clases pobres. Los pequenos productores y aun los pegujaleros eran obligados a vender sus raquiticas reservas cuando los anos de malas cosechas arribaban, siendo objeto, posteriormente, de altos precios y hambres. A medida que la crisis se transmitia a las minas a traves de Ia falta de granos, los trabajadores eran a menudo des­pedidos y dejados a su propia suerte. El paro temporal de las minas hacfa languidecer el comercio de insumos y a su vez Ia crisis se transmitia a las artesanfas y manufacturas. Durante las crisis los pe­ones acasillados de las haciendas eran pagados en dinero en Iugar de con raciones de maiz. Las familias hambrientas vendian los po­cos bienes que tenfan para comprar comestibles. Despues de las hambrunas, las epidemias hacfan presa de Ia poblaci6n pobre diez­mandola sobremanera.

Las crisis, por otra parte, eran aprovechadas por los hacendados y los intermediarios. Este comportamiento los enfrentaba no s6lo con el pueblo sino tambien con las otras fracciones de Ia clase do­minante. Durante Ia terrible crisis de 1785-86, tanto las autoridades como Ia iglesia, los mineros y comerciantes atacaron duramente a _los hacendados y especuladores. Posteriormente, las escaseces de

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1795-97 y la crisis de 1801-02 dieron continuidad al desastre, y las protestas y demandas de reformas estructurales de Ia propiedad y Ia riqueza nose bicieron esperar. Los crecientes precios de los gra­nos fueron exacerbados por las sequfas de 1808 y 1809 que desem­bocaron en Ia guerra de independencia en 1810.

Fuera de las coyunturas de crisis y con una perspectiva de largo plazo, tal parece que el nivel de consumo de los trabajadores mejo­r6 un poco. Esto sugiere Ia estabilizaci6n y recuperaci6n de Ia po­blaci6n indfgena bacia Ia mitad del siglo XVII. Tambien lo sugieren las formas de organizaci6n del trabajo agricola, que tendieron a fi­jar al trabajador en su Iugar de labor y a ofrecerle raciones alimen­ticias y medios para complementar su subsistencia. Sin embargo, el becbo de Ia explotaci6n colonial permaneci6 con toda su fuerza en · Ia Nueva Espafl.a.

140

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1

5. LAS GRANDES CRISIS QUE AFECTARON A LA NUEVA ESP ANA

En este capitulo analizaremos brevemente las causas de las crisis es­tructurales que ocurrieron en Ia NE y Ia influencia de Ia crisis del comercio ultramarino espafl.ol. Tres fueron las grandes crisis que tuvieron Iugar durante el periodo colonial: Ia primera se inici6 con Ia gran catastrofe demografica indfgena que casi acab6 con los na­turales y su economfa, y cuya duraci6n fue de poco mas de un siglo; Ia segunda comenz6 en 1630 y se extendi6 basta 1679, siendo Ia pri­mera crisis de los modos de producci6n espai'i.oles. A menudo se pierde de vista que esta gran depresi6n minera en Ia NE constituy6 una crisis de dependencia, y que fue Espafl.a Ia que transfiri6 su cri­sis por Ia via de Ia :r:elaci6n colonial. La ultima gran crisis estall6 con Ia revoluci6n de independencia, terminando con Ia relaci6n co­lonial y dan~o inicio a profundos cambios polftico-econ6micos, asf como a Ia gestaci6n de una dependencia embrionaria de Inglaterra y los Estados Unidos.

LA CRISIS DEMOGRAFICA INDIANA DE 1521 A 1620-1630

La desestabilizaci6n de Ia ley de poblaci6n causada por Ia sobre­explotaci6n y las epidemias, trajo consigo una crisis permanente en Ia comunidad indigena por mas de una centuria. La gran crisis tuvo dos momentos de extrema gravedad: uno en 1543-45, afl.os en los que muri6 el75o/o de Ia poblaci6n indigena (Juan de Grijalva, 1624, p. 214), y otro en 1576-80, periodo en el que pereci6 cerca de Ia ter­cera parte de los babitantes que quedaban en ese tiempo (vease cuadro 1). Lo anterior sumi6 en crisis a Ia agricultura indigena, so­bre Ia cual se asentaba Ia reproducci6n de los espai\oles, obligando a estos a iniciar una regulaci6n de Ia poblaci6n indfgena. Asi, elimi­naron el tributo en trabajo y uniformaron el tributo en especie y en dinero. A pesar de que Ia catastrofe de 1543-48 estableci6 Hmites esirecbos para el uso de trabajadores indigenas, Ia agricultura colo-

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nial espanola floreci6 y creci6 de manera sostenida por cerca de se­tenta anos, s61o atravesada por las crisis ciclicas. Tam bien Ia mine­ria creci6 sostenidamente de 1560 a 1630 gracias a Ia mano de obra aborigen.

Cuadro 1. Baja de la poblaci6n indigena en el Mexico central en el siglo XVI y su recuperaci6n hacia 1620-1630

Aifo Pob/aci6n Tasa cambio anual

1519 1532 1548 1568 1580 1595 1605

Recuperaci6n de Ia poblaci6n

25 000 000 16 800 000 6 300 000 2 650 000 1 900 000 1 375 000 1 075 000

1620-1630 segun Jose Miranda 1 500 000 1650 segl.in Borah y Cook 1 200 000 1646 J.C. Chiaramonte basado en

Borah y Cook 1 498 068

-3.450Jo -6.900Jo -4.550Jo -3.090Jo -1.750Jo -2.650Jo

Fuente: Baja de la poblaci6n 1519-1605, Woodrow Borah y Sherburne S. Cook, "La despoblaci6n del Mexico central en el siglo XVI", en Histo­ria Mexicana, vol. XII, julio-sept. 1962, num. 1, p. 5. Recuperaci6n de la poblaci6n: Jose Miranda, "La poblaci6n indigena de Mexico en el siglo

· xvn", en Historia Mexicana, vol. XII, 1963; W. Borah y S. Cook, ibid.; J .C. Chiaramonte, "En tomo a la recuperaci6n demografica y la depre­si6n econ6mica novohispanas en el siglo XVII", en Historia Mexicana, vol. XXX, num. 4, abril-junio 1981. ·

La segunda gran catastrofe demografica de 1576-80 facilit6 Ia consolidaci6n del repartimiento, aunque a su vez le fij61fmites a su expansi6n. Esta catastrofe acentu6 tam bien Ia regulaci6n demogra­fica y a Ia vez defini6 de una manera mas clara que Ia contradicci6n principal de los indfgenas no era ya con los encomenderos y escla­vistas, sino con los duenos de estancias, ranchos y minas. La esca­sez de trabajadores condujo a Ia confrontaci6n de los agncultores y mineros con las comunidades indfgenas al trat8{ de incrementar el nUm.ero de trabajadores naborios (libres). ·

La crisis demografica se resolvi6 hacia 1620-30, probablemente . a traves tanto de Ia regulaci6n poblacional de los espanoles (mode-

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raci6n tributaria, aprobaci6n del mestizaje, poHtica patemalista hacia el matrimonio, etc.) como de Ia naturaleza (desarrollo de ma­yor resistencia a las enfermedades europeas, segun Chiaramonte, 1981, con base en T. Mckeown y C. Lowe, 1981). A pesar de que subsiste toda una serie de- interrogantes en relaci6n a Ia recupera­ci6n demografica ind(gena, varios historiadores aceptan los anos arriba senalados como el comienzo del equilibria poblacional (Jose Miranda, 1963, Luis Muro, 1961, J.C. Chiaramonte, 1981).

LA CONTRACCION DEL COMERCIO COLONIAL Y LA GRAN CRISIS MINERA DE

1630-1679

El auge del comercio transathintico de Ia NE coincide aproximada­mente con el auge de esta actividad entre Espana y las otras colo­nias americanas. Se inicia dicho auge en 1561 y dura hasta 1620, a pesar de algunas bajas como las de 1586-90 y 1591-95. Sin em­bargo, ya desde 1610 se empieza a notar cierta saturaci6n del mer­cado mexicano como producto del comercio con Manila y el con­trabando. · · El monopolio sevillano fue debilitado por Ia catastrofe demo­grafica de Sevilla de 1580, por los altos impuestos reales y Ia falta de credito, asf como por el incremento en el tonelaje de los barcos que favoreci6 al puerto de Cadiz, trayendo consigo ·una mayor in­gerencia de los comerciantes extranjeros en el trafico transatlanti­co. La saturaci6n del mercado mexicano y los problemas de Ia economia espanola, hicieron bajar el volumen de carga y esto presion61os costos de Ia aver/a de 60'/o en 1602 a 350'/o en 1631. Tam­bien el almojarifazgo aument6 en un 150'/o hacia 1650. Viendose presionados los comerciantes por los altos impuestos, se refugiaron en el fraude, subiendo el costo de Ia averfa, que se convirti6, como afirma John Lynch (1972, p. 231), "en un impuesto que devoraba el comercio que estaba destinada a defender".

El volumen de las exportaciones de Ia metr6poli a Ia NE baj6 de 53.80'/o del total con America en 1611-15, a 43.190'/o en 1621-25 y a 28.580'/o en 1626-30. Las importaciones de Espana, provenientes de Ia NE, bajaron del 43.130'/o del total con America en 1616-20 a· 22.060'/o en 1631-35 (vease cuadro 2).

A Ia crisis comercial se suman las agudas crisis agrfcolas de 1622-24 (en este ultimo ano hubo tumultos en Ia capital) y de 1627-33 (provocada esta Ultima por las inundaciones de Ia ciudad de Mexi­co), asf como un creciente malestar en Ia mineria desde los anos de

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0 4

330

5208

1636

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33.3

0 28

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41

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21 8

40

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215

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7 54

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30.5

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1646

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"' ~~~~0\S~~g;:::n::~ id 0 !! 1615, debido a los problemas del desagiie de las minas, Ia disminu-- ..,lt'\Nit'\IOMIO..,OOOOOM 1': <E ~ ~~~0\~~~~~~~~ <G"> ci6n de Ia ley argentifera y el alza de costos.1 Sin embargo, esto no -~ :a :o;NNon 1:'--Nt--t--Non .gCI) explica suficientemente Ia gran crisis minera que comienza hacia ~ .....t""""' 11""1 """"' ........ -~ g~ 1530-35, Ia cual, como arguye M.F. Lang (pp. 30-55), se debi6 mas ~ 0\ ....... bien al deficiente abasto de mercurio debido a las difictrltades fi-1': .... c ~

nancieras y burocraticas de Ia corona cuando lleg6 a su fin Ia efi-:0 ~ ~~~£U;;~~~~;;~; -a· :a >. t--IO..,N0000\00011'\ ~ ....... ciente adminiStraci6n de los Fugger en Almaden. Dicho abasto ~ ~ gg•~ooo§r--t--Non

0 .. ~ oi'non~~ ~ooonon ~.~ baj6 cerca de 50o/o en el quinquenio 1631-35,2 provocando una ..! - - ::::=~ baja correlativa en Ia producci6n de plata de amalgamacion. ;:I ~E .~ t: ~~ La recaudaci6n de impuestos de Ia plata y el oro bajo de 1640 <'G . ..... 1::: a 1669 en ocho centros mineros, de acuerdo con las medias anuales p.

.~8 rf ~ ~~==~~t!~~;;!;; .::::- por decenio de' las cifras presentadas por Klein. y TePaske (1981). t e • NOIOon-r--o-r--

~0 . "0 8 ~::eg::e~~~;;o1;(;j:: ~l Aun las de 1771-79 fueron todavfa mas bajas que las de 1630-39 !3 f"''t-- 101:'--IOMIO_..., (vease cuadro 1, capitulo 6). t ..... - l::s ~ e g.s: AI generalizarse Ia crisis se acentuo todavfa mas Ia depresion del ~ ~~ comercio transatlantico asf como Ia cronica crisis fiscal de Ia coro-

"' 0 ~ ~ ~ ~ ~ :2 g ~ ~ :2 ~ ~ ~· ~E na, a pesar del aumento de Ia presion en Ia recaudacion. La agricul·· ..

58 8 ~ ~..0~\()~~~\(,~~~\() tura no solo vio disminufda Ia demanda de Ia mineria, sino tam bien ..! ~ :0~:2:2:8:8toto~~~~ a til sus exportaciones a Espana. Las haciendas y ranchos se vieron obli-<'G

~ ............... _. .......................................... ~ .. :;; EE gados a cambiar Ia estructura de su produccion, bajando Ia del ga-

p. ~5 nado vacundo (carne para Ia minerfa; cueros para esta y Ia exporta-<'G c 1::: ;:I cion), Ia del maiz para las minas y aumentando relativamente Ia

<'$ ~:i~~~~~8~~S\! or.t.. Sl' 11 10 a- .... ..,IONooonor--oo ~.> <'G producci6n de ganado lanar para Ia industria textil, asf como diver-

J::Q ~ i"'M--OMIO-MOOO\ ~'Ooi sificando cultivos para el autoconsumo (F. Chevalier, 1956). fJ ~ ~~~S§§~~~~~ ~:s :;;~ ~ Mit'\ lOt-- 000\_f"').., fil.O- Esta primera gran crisis de los MPs hispanos en Ia NE no fue de-z ..... .tq 0 0 ~ ~~:2 terminada ni por las crisis agricolas cfclicas que precedieron Ia de-

"0 <'$,.... presion minera, ni por Ia problematica de Ia misma mineria, sino "' ~~"' .g ~ Olt'\0\0\N~onoo~ ~~.g mas bien por Ia propia crisis de Ia metropoli, Ia cual se reflejaba ._ ........ MNr--.-..., one "> .c ~ . N.-.o-onNo"'"" E . <G en su declinante comercio exterior. El desabasto de mercurio no fue ·g :g Q.. @ M on .... 0\ - oo 10 r-- o § "' .. > ~ ~~:2~~~~~ u ,Q una decision caprichosa, sino derivada de Ia situacion caotica de las s~ f"''..,..,..,..,r--Mon\0 N~~ minas de Almaden y quiza matizada con el deseo de restringir el co--a a ~~a mercio NE-Manila-Peru. La crisis del comercio espanol tampoco >. -a- fue causada por Ia crisis minera, ya que comenz6 antes que esta 0 2.,0\ e~ ~:s ~~~~~~~~~ 5.g..o aunque posteriormente Ia acentu6 todavia mas . .::! ~ § Mlt'\000\00...,NMM .. <'G~ ~-a '- o.-.ooO\-o-on~.., ,S"' . "0"' 8 lt'\0\N00\101:'-- N 0 p. .. o ooco.-.-r--10:;:~r--o 0 - A 0 ~ N N N N N M ·- ~ .

I ~-e ~ a?5 1 J. F. de Ia Peiia (1983. pp. 73) menciona que "esta que parece crisis general

• ;:I \C) <'G minera ( ... ) debi6 iniciarse bacia los alios 1615", excepto en Zacatecas donde Ia pro-M J:;Q~~ duccion alcanza su maximo en 1625. e ~ ~:2g~fi6:G~~8~~~ ~onS 2 J. F. Lang (1977) apunta que probablemente el endurecimiento de la politica "CC o.;.·~····••••• ...... ~ .. comercial espaliola, a raiz del florecimiento del intercambio entre la Nil y las Filipi-= ~ on:O ~::eco~O\~-~== 5 .flS U 'o:c: ononon•-.ononononon~ 10 ~ P.O\ nas, se reflej6 en la decision de Madrid respecto a disminuir la oferta de mercurio.

~~~~~~~~~~~~ ~~

146 fil 147

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LA BIFURCACI6N DEL COMPLEJO EXTRACITVO

La recuperaci6n de la mineria mexicana hacia 1679 no solucion6, sin embargo, la crisis fical de Ia metr6poli, a juzgar por la disminu­ci6n de caudales recibidos de America, cuyo monto oficial ascendi6 a 43.7 millones de pesos de 1651 a 1700, o sea, menos de un mill6n anual (Lutgardo Garcia Fuentes, 1980, p. 414).3 En el caso de los caudales importados de la NE, estos ascendieron a 11 986 037 pe­sos, de los cuales el 570Jo correspondi6 ala corona (vease cuadro 3). Los envios de fondos de laNE ala corona continuaron deprimi­dos ·desde principios del siglo xvm hasta las reformas econ6micas de los Borbones (Cf. cuadro 5, capitulo 3). Los envios de laNE por cuenta de la corona a otras colonias americanas aumentaron de 11.1 millones de pesos en 1766-70 a 24.6 millones en 1786-90 (vease cuadro 4). Tambien los envios de fondos privados de la NE a la metr6poli tendieron a aumentar de 37.5 millones de pesos en 1766-70 a 51.3 millones en 1781-85 (vease cuadro 4).

Habria que matizar, sin embargo, la crisis del comercio ultrama­rino aunque la crisis del complejo extractivo continuaba. A pesar de que Ia tendencia para el volumen de trafico con America es cla­ramente regresiva (de 43 118 toneladas en 1651-55 a 27 346 en 1691-95 (vease cuadro 5). El movimiento en valores de 1662 a 1678 tendi6 al alza, tanto para la NE como en especial para Tierra Fir­me, segun los avaluos de Ia Casa de Contrataci6n. Ademas, Ia re­caudaci6n del fisco metropolitano por trafico ilegal (servicios e in­dultos) subi6 de 713 350 pesos en 1650-59 a 5 940 110 en 1690-99, confirmando Ia tendencia positiva en dicho periodo.

No obstante, en vista de Ia baja participaci6n de los productos espaiioles en el intercambio colonial, es posible que en este periodo se hayan bifurcado de manera importante los beneficios del com­plejo extractivo en favor de los otros paises europeos con mayor de­sarrollo capitalista. 4

El debilitamiento del comercio exterior de Espana y Ia subida al

3 John Lynch (1972, pp. 275-76) estima que la evaluaci6n no oficial de la im­portaci6n decaudales de 1661 a 1700 asciende a285.1 millones de pesos, cuya mayor parte quiza fue a parar a Inglaterra, Rolanda y Francia. No obstante, insiste en que fueron menores a los de la primera mitad del siglo. Pero los datos de Michel Mari­neau y de L~ Garcia Fuentes nos llevan a matizar la crisis comercial. •

4 La abundante producci6n argentifera de Peru y Mexico se distribuia aproxi­madamente de la siguiente manera: una parte pasaba allejano oriente via el comer­cia con las Filipinas; una proporci6n mayor llegaba a Europa; una cantidad desco­nocida pero importante se quedaba en.America y tan s6lo una pequeiia porci6n iba a dar a Espaiia (Cf. John Lynch, 1972, p. 277).

148

Cadro 4. Nueva Espda. Exportaci6n de caudala por Verac:ruz 1766-1820 (mila de pesos)

.A/1011 AA.,Iric:tl Por cuenlll de

COTOIIII ptiTticu/QreJI

1766-70 11 119.9 1771-75 14 428.2 1776-80 22 576.1 1781-85 37 365.8 1786-90 · 24 595.3 1791-95 5 020.51

1796-1800 s.d. 1801-05 s.d. 1806-10 S.d. 1811-JS S.d. 1816-20 s.d.

1 Cifras s6lo para 1791.

3 678.4 2 221.2 2 255.0 2 370.4 2 236.4

566.71

3 706.1 8 916.7 9 696.2 6 745.1 7 557.4

.A Espa/111 Por cuenlll de

ptlrtieu/tues

37 552.8 31 448.3 34 768.0 51294.0 44 206.2· t4 935.51

13 482.1 47 425.4 30CNI.6 30 699.9 19 755.8

Fuente: Javier- Ortiz de 1a TabJa, Comercio Exterior de Veracruz 1778-1821, Sevilla. 1978, tabJas 8, 9, 10 y 18; pp. lSI, 153, 154, y 257-58.

Cudro S. Espafta. Comercio con Am&ica. Movimiento general en toneladas de arqueo, 1651-1699

Altos Idas

1651-55 19 602 1656-60 25 984 1661-65 22 908 1666-70 22207 1671-75 26 994 1676-80 20 976 1681-85 20 777 1686-90 18 200 1691-95 22 633 1696-99 11 391

1 Maravedfes. 2 1665-70. 3 1678.

Retomos Total

23 516 43118 10 895 36879 10656 33 564 8709 30 916

11 629 38 623 8 843 29 819 4308 25085 7 339 25 539 4 713 27 346 2924 14 315

Avaluo jlotas Nva. EspaiJal

417 830 tJOZ 512 292 200 167 795 7ooJ

Fuente: Lutgardo Garcia Fuentes, El comercio espalfo/ con America 1650-1700, Sevilla, 1980, tabla 25.

149

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poder de los Borbones, facilit6 que subditos franceses obtuvieran ·:S c:i e :s.., N""•""'\0 f"o.000\0- M <OS el Asiento de Negros a principios del siglo XVII. Esta incursi6n de "'oMOo~

..... c. ·- 0 ;~~~;;!;

.... M-g .. los galos fue efimera, pues dicho asiento fue concesionado a los in- ~MNS;O >. M 00 00 M ~- 00 ~'I: ~o::~~g

...... >. gleses en 1713; todavia mas, en 1716 se les concedi6la introducci6n ~a ~~!;;~~ N..., N t--10 MNN~O -1000000 -!:: "' de un "navfo de permiso" a las colonias hispanoamericanas. Esto ~.s IOMII'IN~ 11'11'"-00N..., <OS •

MM..,... ...... .... NN..., "' -N atac6 el centro nervioso mismo del comercio americana, acabando ~ <OS <OS .DM -- ~->-lo que quedaba del intercambio espaftol por medio de mercancfa ££ o\r;: mas barata y de mayor calidad que la de las flotas hispanas. •oo !;':; • .... o Mientras tanto, en la NE los comerciantes mexicanos incremen- ~

to8~~~&;g .M

taron su resistencia al control gaditano. El sistema de flotas y ferias ~.~ "t:IU> ·- ..5

les daba a los primeros la oportunidad de ejercer un "chantaje co- ... ~ 1'"-11'11'"-NN0\00 ~,D 1'"-NO\NII'It--..., <OS~

mercial", retrasartdo la compra de productos para bajar los eleva- ~t: Mll'lt--~0\1010 ~ . 000\0\1'"-~0011'1

;i 00 :::;::0 Ot--00\1'"->-iOO ·10

dos precios de los hispanos. Esto dio Iugar a una pugna sorda entre ~ ~ ..... j:: ..., N...,NM ..... K~ los monopolistas gaditanos y mexicanos que dur6 poco mas alia de .... ·- .... I ..... .... >. <6 •

1750, en Ia que finalmente triunfaron los ultimos (G. Walker, 0 .... ·..Oc:1! ..... N 00 t-- K ·-1979). .... ~ ..... ~ .......... ;:;

ri '§1; ...... ...... ...... {/)

La contienda entre Espana e lnglaterra tuvo repercusiones im- tro "' .... ~ .~ . ... 1'"-II'INII'IO...,OII'I...,MNIO..., ~l!o§~ portantes en la relaci6n colonial asi como en los monopolios co- i ~.::: f'l....;gt"i~o\o\r-:.Oiflt"i....;~ ££~"0!::; merciales. El uso de buques de "registro" (individuales) en Iugar ~~ 0010 - ~~~MMMM

- C., I >. ~ ...... - o'"'-de flotas elimin6 Ia necesidad de las ferias de Jalapa y los comer- "' ~" ·-~ ciantes de Espana (la mayor parte extranjeros y utilizando barcos .fi ~ .....

~ IE o extranjeros) accedieron a los mercados novohispanos, eliminando o·~ = 1.> ....

la necesidad de comerciar con los almaceneros mexicanos. A pesar g :s 000\1'"-~11'1~0\0\MIO~Of'l .t; ~~~~f'i~c:it"iiOr-:c:it"ic:i ........

de Ia cesaci6n de las flotas, en el periodo 1739-48 el tonelaje global 5 e ~~ ~

-~ ~~~~~gg~::::;:; aument6 en relaci6n a los quinquenios anteriores. EJ cuadro 6 nos ~ f'lr-:t--...,NOONt--~~0011'111'1 ll::"q; ...... ...... ...... ...... ...... ...... ...... . f .... muestra que subi6 a 23 516 en 1741-45 y a 36 451 en 1751-55. Con ~ la reanudaci6n de las flotas en 1757 se sostiene un tonelaje similar, ..0 r-: ~ .tf

~ r:=~"a:g pero del cual los registros transportaban Ia mayor parte. ~ ~ ..... ............ ;:u 2.~ s::: AI tomar una vista panoramica del comercio de Cadiz con Arne- ;:I s s 0~ ~

rica, se puede observar una depresi6n entre 1681-1709. Despues vie- z ~~ 00001'"-0\N~-M~NOI'"-0 ooli: 0 = f"i....;~f'if'if'l~r-:o\r-:o~r-: ~ ~Q .: 0

ne una recuperaci6n entre 1709 y 1722, aumentando suavemente ~~ N \0- t,) ._. 8 0011'1 10...,11'111'1~<"1-M ~

~~ hasta 1747 y elevandose decididamente de 1748 a 1778 (Antonio 0 ~~ ~i Garda-Baquero Gonzalez, 1976, p. 541). El comercio entre Ia me- ·o 0 t-= tr6poli y Ia NE tambien mejor6 entre 1741 y 1778, tal como puede e ... <OS

"' ::::"0 verse en el cuadro 6, comparado con los primeros 40 aftos del siglo. 8 ~11'\00MI'"-M0\0\00\N~II'\00 "' ·g:U De todas maneras, el tonelaje que se tuvo en el periodo 1566-1620 t ~ r-:..o.of'l....;~"'....;r-:~.o..o....;o\r-: ..t goo y aun durante las tres primeras decadas de Ia crisis, no podra ser ~ ~S~t!~oo~~t!-~S~~~ ~ !:: .-.S

IOt--OOII'IOO...,II'I000\0\f'\11'111'110 - ;:...10= alcanzado en lo que resta del siglo XVII y Ia mayor parte tiel xvm. "' ..... ....................................... u . '7 0

~ >-"" ~- i:l ..0 -5~ ..... g<

ACUMULACION COLONIAL Y TRANSFORMACION SOCIAL

I ! ~~~:qg~~~~~~:ag~~ .a:3~o0' El principia de la era borb6nica marca el surgimiento de una politi- :s oS .,..r--

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presaba Ia convicci6n de que el mercantilismo constituia Ia politica econ6mica mas adecuada para salir del estancamiento propiciado por las acciones de los ultimos Austrias. 5 La premisa de Ia necesi­dad de una monarquia fuerte marc6 Ia pauta para fortalecer Ia ad­ministraci6n publica, emprender reformas fiscales, impulsar Ia educaci6n popular, pro mover las manufacturas y fomentar el co­mercio colonial.

En cuanto a las colonias, los Borbones trataron de recuperar los privilegios y concesiones que delegaron a individuos, grupos y cor­poraciones; asi como asumirla ditecci6n administrativa, econ6mi­ca y politica.· El impulso ·del comercio colonial requiri6 · el de bilita­miento de los monopolios gaditano y mexicapo y el fortalecirniento

. de Ia mineria; La asuncion cle Ia direcci6n politica tambien deman­d6 ~~ ir qui tan do fueros. y privilegios a Ia iglesia. 6 .

· Jose d.e Galvez, visitador de laNE de 1765 a 1771 y ministro de Indias de 1776 .a 1787, fue el encaigado de implementar las refor­mas: Se disminuyeron las facultades de la Real Audiencia y, entre 1769 y 1779, se cambi6 su composici6n aumentando el numero de espafioles peninsulEtres en los puestos internos. En 1776 se reorgani­z6 el· Trib"Qnal d!! Cuentas para acabar con frauctes y retrasos en la r~caudaci6n de impuestos y, desde 1782, se empezaron a retirar los arr~ndamientos de las recaudaciones fiscales pasando estas a la Re­al .Hacienda. En 1786 se crearop 12 intendencias para organizar el territorio en jurisdicciones politico-administrativas de nuevo cufio. La reforma principal fue la del llamado comercio "libre"7 entre Espafia y las Indias, lacual se inici6 en 1765, haciendose extensiva ala NE hasta 1789. El reglamento de 1765 suprimi6 una serie inter~ minable de impuestos y derechos por un impuesto ad-valorem del

s Algunos historiadores sittian Ia epoca mercantilista desde el siglo XVI (e. g. J. Kleinn, 1936; E. J. Hamilton, 1975; Vicens Vives, 1972). Sin embargo, en los siglos XVI y XVH, ademas de Ia debilidad estatal, "apenas si hubo siquiera un esbozo de politica econ6mica nacional capaz de subordinar a un interes comtin todos los es­fuerzos" (A. Garda-Baquero, 1976, p. 72).

6 En 1717 el estado prohibi6 Ia fundaci6n de nuevos conventos en las colonias, as{ como en 1734la admisi6n de novicios por diez afios a las ordenes religiosas. En 1754 se les prohibi6 a estas tiltimas Ia redacci6n de testamentos yen 1767 se expuls6 a los jesuitas de Ia NE, utilizando a! ejercito para reprimir Ia oposici6n oel pueblo a esta medida.

7 El comercio libre tuvo las limitaciones que el mismo monarca declara en el Preambulo del Reglamento: "comercio libre y protegido entre espafioles, europeos y americanos", es decir, estrictamente nacional y netamente proteccionista (J. Ortiz de Ia Tabla, 1978, p. 368)

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60Jo sobre los productos espafioles'y del 7% sobre los extranjeros (A. Garda-Baquero, 1976, p. 211).

Las reformas borb6nicas no hicieron sino acelerar el crecimiento econ6mico que se ven~a dando desde la recuperacion de la gran cri­sis a finales del siglo xvn. Esta crisis, junto con la del complejo ex­tractivo, marca el fortalecimiento de Ia economia de Ia NE que va acompafiado de Ia concentracion de la riqueza y de una recomposi­cion de Ia poblacion y de las clases sociales. De Ia crisis global emer­ge fortalecida Ia hacienda, que se consolida en el siglo xvrn y tambien marca Ia expansion del capital mercantil a las rnanufactu-ras textiles. . · · · · · ·

La poblacion paso de L7 millones en 1646 a 2.5 miUones en 1742 (G. Aguirre Beltran, 1972), y a 4.8 rnillones en 1"793 (A, Humboldt; 1822). Los indigenas aumentaron de 1.3 inillones en 1650 a 2.5 a

· finales del siglo Xviii (D~E. Lopez Sarrelangue;· 1948). Mientras que los mestizos se incrementaron de 260 mil en 1646 a 1.2 millones · en .1793, siendo el gnipo etnico que. mAs c;ecWy <iue .fqe pilar, .. jun­to con los indigenas, de la acumulacion colqnial.en el siglo xyi1l. A

·fines .de dicho slgl.o Ia poblad6n bhinc·a habiacrecido a f.1.millo-­nes, mientras que los espaftoles ·penil}su}ares aperias llegaban a ·14 niiL Tam bien hubo un· reacomodo regional .de Ia pobiaciori. El.nor­t¢ aument6lentamente su poblaci6n a partir de ios.descubriinientos mineros deJ sig}o xVI, tenieildo otra fase de .crecimi~nto entre .1750 y 1800 debidaanuevos desGubrimientos. En cambio, el Valle de Mexico y regiones eircunvecinas, asi como el occidente y parte del sur de Ia NEse poblaron rapidamente tanto en las zonas rurales co­mo urbanas, alcanzando cerca del 80% de Ia. poblacion total.

Ya hemos analizado en el capitulo 4 el crecimiento de Ia mineria y Ia promoci6n de Ia producci6n por Ia gestion borbonica a partir de 1767. En Ia ultima decada del siglo xvm se observa un gran cre­cimiento de talleres textiles y de tejedores independientes. Hacia 1801 habia 4 440 telares de espafioles, criollos y castas y 3 369 de indios. Poco antes de Ia independencia, alrededor de 60 mil perso­nas laboraban en Ia industria textil (J. Bazant, 1953). La agricultu­ra no solo aumento el valor de su produccion en un 75% en los ultimos decenios cercanos a 1800, sino que empezo a exportar hari­na de trigo a otras colonias.

El comercio exterior se elevo considerablemente a partir de Ia li­beracion del comercio. Mientras que en 1728-39 entraron222 bar­cos a Veracruz, entre 1784 y 1794 entraron 1 142. De estos 601 eran naves americanas (America Central y del Sur 78; las Antillas 176; Nueva Orleans 31; Campeche 219; Tabasco 73; Isla del Carmen 44)

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(Cf., J. Ortiz de la Tabla, 1978, p. 145). Ya hemos comentado en otra parte el incremento de la recaudaci6n fiscal y de la extracci6n de fondos.

LA CRISIS DE LA REVOLUCION DE !NDEPENDENCIA

La revoluci6n de Independencia tiene como antecedentes de largo plazo la explotaci6n de las clases trabajadoras por los espanoles, asi como los intereses econ6micos y sociales que se fueron creando en­tre los miembros de las clases dominantes. Con perspectiva de Ia coyuntura, las reformas borb6nicas catalizaron el gran descontento que existia desde tiempo atnis entre los criollos y entre los miem­bros de Ia iglesia contra la corona, debido a Ia centralizaci6n del poder y al reforzamiento de la extracci6n fiscal. Las crisis agricolas de 1797-1802 y 1809-13 facilitaron que el pueblo pudiera ser arroja­do a Ia lucha armada. La coyuntura favorable surgi6 con las inter­minables guerras de Ia metr6poli con Francia e Inglaterra en 1779-1882, 1796-1801, 1804-08, asf como con la invasion y ocupa­ci6n napole6nica de Espana en 1808-13.

Las constantes guerras en las que se vio envuelta Espana parali­zaron su comercio ultramarino, sobre todo entre 1790 y 1810. El colapso del comercio metropolitano sobreviene en 1797 con el blo­queo ingles del trafico hacia las colonias y de estas a Ia madre pa­tria, lo cual origina un estancamiento de las exportaciones de productos agropecuarios a Ia metr6poli. La guerra deja sin deman­da Ia abundante oferta novohispana y a Ia vez bloquea la entrada de generos europeos ala NE. Esto dio Iugar a que Espana permitie­se el comercio neutral, aprovechando Ia ubicaci6n geognifica de Cuba para reexportar a Veracruz productos europeos y norteameri­canos. Tras una breve prohibici6n, dicho comercio se vuelve a au­torizar en 1804, a pesar de Ia fuerte oposici6n de los consulados de Mex.ico y Veracruz que suspiraban por el reglamento de 1778 (J. Ortiz de Ia Tabla, 1978). Las importaciones durante el periodo 1796-1820 fueron un 72% de Espana; un 19.72 o/o de paises de Ame­rica, y un 8.28% de paises neutrales, mientras que las exportaciones alcanzaron un 70.64%, 17.72%, y 11.65% respectivamente (J. Or­tiz de Ia Tabla, 1978, p. 252).

La liberaci6n del comercio provoc6 un proceso irreversible en las relaciones de Espana con sus colonias, asf como en el comercio intercolonial. La metr6poli perdi6 el control del mercado colonial en 1797 a causa de las guerras en que se vio envuelta. El desabasto se vio compensad~ por el comercio con pafses neutrales y entre los

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mismos paises americanos. Sin embargo, Ia relaci6n que Cuba, Ve­nezuela y otros paises americanos tenian con la NE, en Ia que esta llevaba cierta ventaja, se vieron trastocados con el comercio neutral. Los peligros de esta tendencia fueron muy bien avizorados por el Consulado de Veracruz en los ai'l.os de crisis de 1805-08 como un cambio de dependencia para Mexico en el futuro hacia lnglate­rra y los Estados Unidos (J. Ortiz de Ia Tabla, 1972).

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6. LOS REGfMENES .OE ACUMULACI6N Y REGULACI6N COLONIALES EN LA NUEVA ESPANA

En este capitulo se efectuara, primero, un resumen de los periodos de acumulaci6n colonial sostenida y una caracterizaci6n primaria de los regfmenes de acumulaci6n-extracci6n colonii.tl. En segundo Iugar, se analizara el impacto de los metales preciosos en Ia regula­ci6n extractiva colonial y se hara un esfuerzo para examinar Ia re­gulaci6n de conjunto, asf como Ia caracterizaci6n de los regfmenes de regulaci6n en los diferentes periodos de Ia colonia. Dentro del tema de Ia regulaci6n es menester examinar el papel del estado colo­nial y sus acciones en Ia conformaci6n del MP indfgena y los MPs es­pailoles, y sobre todo sus importantes funciones en Ia regulaci6n de Ia extracci6n del excedente. Por lo tanto, se dedicani una secci6n final a este respecto. ·

LOS REGfMENES DE ACUMULACI6N-EXTRACCI6N COLONIAL EN LA NE

Tomando como gufa por una parte Ia conformaci6n de los modos de producci6n espailoles (y dentro de estos el papel central de las formas de organizaci6n del trabajo), asf como Ia relaci6n colonial expresada en su forma institucional multiple (el complejo extracti­vo) y, por otra, el comportamiento de los diversos sectores econ6-micos novohispanos, Ia epoca colonial se podrfa dividir en cuatro periodos principales.

Primer periodo, 1521-1550. En esta etapa Ia reproducci6n de los conquistadores se bas6 en Ia sobre-explotaci6n de Ia comunidad in­digena a traves de Ia encomienda y Ia esclavizaci6n de niuchos de sus iniembros. Este periodo se caracteriza por el pillaje y Ia obten­ci6n de una renta "pura" por medio del tributo. Es Ia etapa de Ia acumulaci6n primitiva colonial, sobre Ia cual.se fincaron los MPs

espailoles y dio origen a una de las crisis demograficas mas grandes de Ia humanidad, a Ia que tam bien contribuyeron las epideJ11ias tra­fdas de Europa. En este periodo se organiza el complejo extractivo

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espaiiol, cuya funci6n era la de succionar el excedente econ6mico de Ia NE.

Durante los primeros quince alios posteriores a Ia conquista, los encomenderos-esclavistas establecieron elevados tributos a las co­munidades indfgenas fuera de toda medida y control, como relatan los cronistas, utilizandolos a menudo para alimentar a los esclavos de las minas de oro y plata. A partir de Ia segunda Real Audiencia y el establecimiento del gobierno virreinal, se empieza a tratar de controlar el monto del tributo y a mediados del siglo se inicia la abolici6n de Ia esclavitud indigena. Se podrfa decir que fue mayor­mente en el primer periodo cuando se dio Ia verdadera acumulaci6n primitiva en Ia NE.

1 Hacia 1540, poco menos de Ia tercera parte de los conquistadores que residfan en Ia NE percibian ingresos prove­nientes de encomiendas que transfirieron a Ia formaci6n de multi­ples empresas. En Ia cuspide, 18 de ellos obtenian mas de l 000 pe­sos anuales cada uno; 35 entre 1 800 y 3 000; 78 entre 850 y 1 800; 95 entre 150 y 850; y el resto menos de 150 pesos anuales (Victor M. Alvarez, 1973). Tambien la corona recibi6 fondos por 2.35 mi­llones de pesos entre 1522 y 1548 (G. G6mez de C., 1599).

El debilitamiento de Ia encomienda a partir de las confiscaciones iniciadas por los virreyes y Ia reglamentaci6n mas estricta con las Leyes Nuevas, se vio aoompaiiado de una huida de fortunas a Espa­i'!.a, pero la mayorfa de los encomenderos permanecieron en Ia NE,

trasladando su dinero y esclavos fuera de Ia encomienda. El segundo periodo de acumulaci6n-extracci6n colonial se inicia

despues de 1550, una vez que se mitigaron los efectos de Ia gran-cri­sis demografica y agricola de f543-48. Los agricultores espaiioles, distintos de los encomenderos, se extendieron inicialmente en elVa­lle de Mexico y regiones circunvencinas como Puebla, Tlaxcala, Toluca; tambien en Veracruz, Jalapa y regiones cercanas, asf como en Michoacan y las mixtecas. Las mercedes de tierras agrfcolas

1 Marx menciona que Ia acumulaci6n originaria es el proceso historico de disociacion entre el productor y los medios de produccion, sirviendo de base Ia ex­propiacion que priva de Ia tierra al productor rural (E/ capital, t. I., pp. 608-09). Ademas, dicha acumulacion se·nutrio del pillaje y el trabajo forzado en las colonias. No cabe duda que todo este violento proceso dio lugar a una -acumulacion "previaV para el arranque del capitalismo. Sin embargo, cuando se estudia una forinacion so­cial no-capitalista es menester acotar Ia acumulacion originaria para lograr una pe­riodizacion mas adecuada al analisis. Ademas, el desfasamiento en Ia transicion y advenimiento del capitalismo entre Europa y los paises americanos, hace convenien­te Ia separacion de Ia acumulacion originaria colonial en los paises americanos y Ia de Europa.

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otorgada8 por el Estado a espaiioles ascendieron a 10 948 caballed­as y a 930 para los indfgenas durante el siglo XVI. Tambien se otor­garon 3 958 leguas cuadradas para estancias de ganado mayor y menor a los hispanos y 419 a los indfgenas (L.B. Simpson, 1950, pp. 18-19). Pero a Ia vez que se formaban las estancias y los ran­chos agrfcolas y los ganaderos, se gest6 a finales del siglo XVI un movimiento de concentraci6n que dio origen a los latifundios. El crecimiento de Ia agricultura hispana corri6 al parejo del reparto de tierras indfgenas dejadas vacantes, sobre todo despues de las epide­mias (e.g. entre 1553 y 1563 y entre 1585 y 1595) y los grandes rea­comodos de pueblos indios de 1550-54 y 1595-1605 (E. Florescano, mimeo sin fecha). Tambien se observa un aumento del tamaiio de las estancias agrfcolas y una elevaci6n de Ia producci6n de granos, sobre todo alrededor de los centros urbanos y mineros, aunque esta no fue suficiente para evitar el aumento de los precios. Charles Gib­son (1967) nos ilustra, a una escala reducida (para Tepozotlan), este movimiento entre 1563 y 1602. En el primer ai'!.o exis~fan 114 estan­cias, de las cuales 81 sembraban entre 20 y 89 fanegas de trigo y produdan el 730Jo del total. Para 1602 se habfan reducido a 90 es­tancias, pero ahora cultivaban 13 579 fanegas, lo cual era como tres veces el producto de 1563. Tan s6lo el 80Jo cultivaba entre 20 y 89 fanegas, mientras que el 51 OJo laboraba 200 o mas cada una; 280Jo entre 125 y 199 y 12.70Jo entre 100 y 125.

Se puede observar que se dio un proceso de acumulaci6n de tierras en Ia NE, el cual tam.bien llev6 aparejado Ia acumulaci6n de mano de obra, a pesar de que esta era escasa por la crisis demogra­fica. La producci6n se elev6, dandose un proceso de crecimiento econ6mico por ellado de la agricultura colonial espanola (no para Ia indfgena, Ia cual atravesaba por una profunda crisis). Durante el segundo periodo, Ia forma dominante de organizaci6n del traba­jo fue el repartimiento (trabajo rotativo-asalariado), complementa­do con trabajadores libres, aunque algunas haciendas contaban con esclavos negros. Asf, Ia forma de apropiaci6n dominante del plus­producto fue a traves del trabajo excedente de trabajadores que recibfan una compensaci6n econ6mica, a diferencia del primer pe­riodo, en el cual existi6 Ia apropiaci6n directa del trabajo esclavo y Ia de tributos en trabajo y en especie de las comunidades indfge- ·· nas. La obtenci6n del excedente, en el segundo periodo, es posible en buena parte porque las unidades productivas espaiiolas sobre­cargaban a las comunidades con Ia reproducci6n de los trabajado­res de repartimiento. Todavfa mas, una buena parte de Ips salarios era gastada por estos ultimos en el pago del real tributo. Ademas,

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las pequei\as y medianas unidades de producci6n no han adelanta­do capital por el pago de sus tierras, y aun los hacendados lo han hecho parcialmente. Por lo tanto, el beneficio monetario de las uni­dades agrfcolas no se puede considerar como ganancia, sino mas bien como renta.

En cuanto a las minas de Ia segunda generaci6n (a base del pro­ceso de amalgama), se podria decir que los propietarios sf adelanta­ron capital. Aunque no tuviesen maquinas, Ia excavaci6n requerfa Ia inversi6n en forma de trabajo vivo para poder explotar los yaci­mientos. A veces Ia excavaci6n de un tiro llevaba meses o ai\os, Io mismo que los tuneles de desagiie. Ademas, Ia refinaci6n necesita­ba de equipo para Ia trituraci6n y destilaci6n delmineral por amal­gama. EI proceso de fundici6n tambien significaba Ia inversi6n en hornos. Las minas integraban haciendas para Ia producci6n de gra­nos y ganado, carney cueros, por lo que parte del excedente.minero tenia un componente en renta agricola. La falta de capital de los pequei\os productores mineros facilit6. Ia formaci6rt ·de un MP complementario, el capitalista mercantil, el cual se regia por Ia f6rmula D-M-D', por lo que se podrfa considerar su beneficio como una ganancia mercantil, ya que sf adelantaba capital.

· Carmagnani menciona que no existieron posibilidades de· acu­mulaci6n en el sistema econ6mico "feudal" de America Latina, ya que "Ia acumulaci6n en un sistema feudal depende de Ia renta, Ia cual se traduce en una acumulaci6n de factores productiv()s objeti­vos (tierra, aguas, minas) y de factores productivos subjetivos (fuerza de trabajo) integrables en Ia unidad productiva feudal" (1976, p. 219). Es decir, ''que Ia producci6n y Ia circulaci6n no re­quieren de capital en Ia expresi6n capitalista de Ia palabra". Si bien se trata de una formaci6n no-capitalista en Ia NE, no todo provenfa de Ia renta en este segundo periodo de acumulaci6n-extracci6n sos­tenida. Aunque tambien es claro que el MP servil-mercantil no con­taba con capital industrial, si se habla de acumulaci6n colonial, esta era mas pequei\a y Ienta que en el capitalismo y su reproduc­ci6n estaba sujeta a factores extraecon6micos. Pero sf existian posi­bilidades de incrementarla considerablemente en Ia NE, tal como sucedi6 en el cuarto periodo como veremos mas adelante.

La producci6n de plata creci6 de manera sostenida despues de Ia recesi6n de 1550-60 que sigui6 al primer periodo de ex))ansi6n econ6mica que nos relatan los Chaunu (1955-60). Los promedios decenales de los ingresos por impuestos y derechos de Ia producci6n de plata de 9 de los 11 centros mineros importantes de Ia epoca, in­dican un crecimiento continuo basta Ia decada de 1630-39 (vease

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cuadro 1 ). Dicho promedio se elev6 de 402 706 pesos anuales en Ia decada 1580-89, a 629 310 en el decenio 1620-29. Aunque en dicho cuadro no se consigna el quinquenio de 1635-39, ya que esta por decadas, fue en dicho periodo cuando los promedios bajaron en Guadalajara, Mexico y Zacatecas. EI promedio global baja desde 1640-49 basta 1670-79, sobrepasando en Ia siguiente decada el pun­to mas alto alcanzado antes de Ia crisis. La depresi6n subsiste todavia en los ai\os de 1670, tomando en cuenta que Guanajuato y Pachuca se incluyen por primera vez en los ingresos. Las minas de Durango no sintieron Ia crisis, ya que es a partir de 1630-39 cuando aumenta decididamente su producci6n, la cual se mantiene casi basta 1680-89.

La gran crisis minera se present6 con diferencias de tiempo en los diferentes reales mineros, pero se puede ubicar su inicio desde 1630-31, cuando la provisi6n de mercurio espai\ol baja considera­blemente. En Zacatecas, uno de los principales centros plateros, ya hay sei\ales de baja en Ia producci6n en el quinquenio 1625-30, ca­yendo dramaticamente a partir de 1635 (P .J. Bakewell, 1976, cuadro 5, p. 335). Los ingresos quinquenales de Ia Real Caja de Mexico bajaron un 2.550!o anual en el periodo 1625-30 con respecto al anterior. En el siguiente quinquenio siguieron bajando conside­rablemente y Ia causa era Ia caida de Ia recaudaci6n de impuestos de Ia plata y el oro (vease cuadro 2, capitulo 3). En Guadalajara Ia recaudaci6n de impuestos sobre Ia plata baj6 cerca de 6 000 pe­sos cada ai\o, en Ia decada de 1630-39 con respecto a Ia anterior, y cerca de 9 000 anuales en 1640-49 (vease cuadro 1 de este capitulo). Es decir, en tres centros importantes Ia baja de Ia producci6n platera coincide con Ia baja en Ia oferta de mercurio a partir de 1630.

La agricultura tambien floreci6 al impulso de Ia minerfa, aunque atravesada por las crisis cfclicas cuyo origen se encontraba en los cambios climaticos. Aun las manufacturas textiles y Ia producci6n de azucar crecieron, a pesar de que fueron frenadas por las medidas de politica econ6mica tomadas por Ia metr6poli a finales del siglo xV!. Es decir, el sistema servil-mercantil novohispano se reprodujo de manera ampliada, dejando excedentes que fueron a parar a los productores y comerciantes locales, pero que principalmente fue­ron succionados por Ia metr6poli.

En el segundo periodo, Ia acumulaci6n colonial se vio acompa­i\ada por Ia extracci6n de una gran parte del excedente producido en Ia NE. Se ha calculado, grosso-modo, que las exportaciones no­vohispanas eran tres veces mas grandes en valor que el de las merca-

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derlas importadas durante el segundo periodo (vease cuadro 2, ca­pitulo 5). Ademas, Ia corona recibi6 poco mas de Ia cuarta parte de todos los tesoros importados por Espai\a entre 1503-05 y 1656-60 (E.J. Hamilton, 1975, p. 47).

El tercer periodo corresponde a Ia gran crisis de 1630-79, que ya ha sido tratada en el capitulo 5. En el cuarto periodo, Ia NE tuvo una segunda etapa de acumulaci6n sostenida que va desde Ia recu­peraci6n de Ia crisis mencionada hasta el comienzo de Ia revoluci6n de independencia en 1810. La minerla se recuper6 despues de 1679 (vease cuadro 1) y continu6 su crecimiento secular hasta Ia revolu­ci6n de independencia en 1810 (vease grafica 1). En esta grafica se puede ver un crecimiento continuo del volumen de producci6n, con excepci6n de algunas pequei\as bajas en los decenios 1735/9-1745/9 y 1765/9-1775/9, yen los quinquenios 1785/9 y 1800/4.2 Despues de 1770 se nota el gran incremento de Ia producci6n, en parte debi­do a Ia politica de los Borbones que abarataron el precio de Ia p61-vora y el mercurio, reduciendo los costos en cerca del1507o (segun D.A. Brading, 1975). Los mineros tambien recibieron franquicias para introducir maquinaria y materias primas sin pago de impues­tos. La agricultura en esa epoca, a juzgar por el pago del diezmo, pas6 de 134 millones de pesos en el decenio 1770-79 a cerca de 184 en 1780-89. Ademas, la agricultura sufri6 un cambio cualitativo en el siglo XVUI, como indican E. Florescano e Isabel Gil (1976, p. 577): "J'a producci6n agricola no s6lo es mayor que la del xv1 o xvu, sino mas variada, y proviene sobre todo del rancho y ]a ha­cienda de tipo europeo y no de la propiedad comunal".

Las manufacturas y la fabricaci6n de azucar y aguardiente se en­frentaron a prohibiciones por parte de la administraci6n colonial. Aunque el comportamiento fue distinto en cada actividad, en gene­ral crecieron luchando contra la corriente. Los ingenios de azucar de Morelos y Veracruz fueron capaces de abastecer Ia demanda in­terna en los siglos XVII y xvu1 a pesar de las prohibiciones. En cam­bio, la preparaci6n de aguardiente fue prohibida para favorecer Ia importaci6n de vinos espai\oles. La producci6h textil creci6 para abastecer Ia creciente poblaci6n con el apoyo de los comerciantes que habilitaban a los pequei\os y medianos productores. Aunque

l Tambi~n ei crecimiento se puede juzgar a trav& de Ia plata acuftada por Ia c;asa de Moneda: su monto va desde cerca de 4 millones de pesos en 1690 a cerca de 12 en 1760; desp~s hay una baja entre 1761-70 querefleja Ia crisis minera y, pos­teriormente, Ia acuftacion sube considerablemente para alcanzar mas de 20 millones anuales bacia 1780 y alrededor de 26 millones en 1810 .

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Grlifica 1. fndice de producci6n fisica de la industria minera, por quinquenios 1695-1809 (1755-59 = 100)

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' ' ' ~ on ~ on ...... ...... ...... - - -Fuente: John Coatsworth, (1982), p. 48.

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no existen cuantificaciones de Ia producci6n manufacturera y arte­sanal de Ia colonia, se sabe que hacia 1750 era la segunda, despues de Ia agricultura, quedando la mineria en tercer Iugar en Ia produc­ci6n de Ia NE.

Regfmenes de acumulaci6n en Ia NE. Una caracterizaci6n primaria

La conquista de Mexico llev6 aparejada Ia contradicci6n de dos ci­vilizaciones en relaci6n a su predominio y supervivencia. La violen­cia, que tambien forma parte de Ia vida econ6mica, fue el corolario

. de Ia reproducci6n de Ia sociedad hispana en America. Asf las pri­meras formas de organizaci6n del trabajo reflejan el nivel de con­flicto. El primer periodo se caracteriza por el pillaje y Ia obtenci6n de una renta pura a traves de tributo. Tal como se mencion6, es Ia. etapa de Ia acumulaci6n colonial originaria.

En el segundo periodo (1551-1630),la reproducci6n ampliada de Ia base econ6mica novohispana se dio de manera extensiva-

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primaria, es decir, aumentando el numero de unidades productivas a medida que se elevaba Ia poblaci6n y se colonizaban nuevos terri­torios. Tambien creci6 dicha base con el aumento en el tamafto de las unidades, en terminos de yuxtaposici6n, o sea, agregando gru­pos de trabajo coil un proceso de producci6n similar o igual dentro de Ia misma empresa. No obstante, en Ia mineria existi6 un proceso de crecimiento sobre Ia base de una nueva tecnologia, aun cuando los sucesivos descubrimientos de minas en el norte del pais tuvieron un caracter extensivo. Comparada cop. el primer periodo, Ia pro­ductividad miner a en el segundo creci6 enormemente. Durante este ultimo periodo el complejo extractivo alcanz6 su madurez, vivien­do Ia madre patria su primera epoca de oro en Ia succi6n del exce­dente indiano.

El MP principaJ,3 el servil-mercantil, orientado econ6micamente por Ia relaci6n colonial, se consolida en el segundo periodo, com­plementado por el MPA en su calidad de modo secundario. El MP

capitalista-mercantil era un modo de tipo parasitario y estaba adhe­rido al MPSM por medio de Ia pequefta mineria.

La forma dominante de organizaci6n del trabajo en el segundo periodo fue el repartimiento, con el estado colonial a cargo de Ia distribuci6n de trabajadores. Esta forma suaviz6 un poco el nivel de violencia y asegur6 el abasto de fuei:za de trabajo a los MPs es­paftoles. En el MPSM el repartimiento coexiste, dentro de una mis­ma empresa, con el trabajo esclavo. Los trabajadores libres (gafta­nes, naborios o laborios) se encuentran al principio de esta etapa, tanto en las minas como en las unidades agricolas, incrementando­se a medida que se debilitaba el repartimiento. La forma dominante de apropiaci6n del excedente fue Ia de un plustrabajo absoluto con un alto componente de renta proveniente de Ia comunidad indigena, la cual tenia a su cargo Ia reproducci6n de los trabajado­res de repartimiento que laboraban para las empresas hispanas. El tributo pagado por las comunidades indigenas tambien significaba una renta, en este caso para Ia corona.

En el tercer periodo cesa Ia acumulaci6n colonial en vista de Ia gran crisis minera de 1630-1679. En algunos reales mineros Ia pro­ducci6n de plata baja hasta un 500fo, disminuyendo Ia demanda de

3 El modo princiPal no podia ser dominante en vista de que las clases sociales que contenia no eran hegem6nicas dentro de Ia formaci6n social. CF. J. C. Garava­glia (1973). El capital comercial jugaba el papel principal, aunque no de(mla el MP

principal; su estructura de amplio espectro le permitia Ia expoliaci6n ck los produc­tores y a menudo de los propios explotadores.

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granos y transmitiendose Ia crisis a Ia agricultura, al comercio y a lo~ talleres y obrajes. Esta crisis se liga con Ia del comercio exterior de Ia metropoli, que se refleja en Ia NE bacia 1620, asi como a las· crisis agdcolas de los af!.os 1620. Fue, por lo tanto, una etapa de desacumulacion y de disminucion drastica de Ia extraccion del exce­dente economico. La crisis trajo consigo una mayor autonomia de Ia mineda, una mayor autarquia de Ia hacienda y el aumento de Ia concentracion de tierras, asi como el afianzamiento de los grandes comerciantes. En general significo Ia perdida de cierto grado de control sobre Ia colonia por parte de Espaf!.a.

En el cuarto periodo se da una acumulacion sostenida desde Ia recuperacion de hi crisis basta 1810. La extraccion se bifurca con el debilitamiento del complejo extractivo espafiol y el avance co­mercial de los paises nucleares europeos, los cuales empiezan a ab­sorber un mayor quantum del excedente indiano en forma·de teso­ros. Este periodo se podria subdividir en dos: de 1671 a 1770 y de 1771 a 1810. En este ultimo subperiodo aumento considerablemen­te tanto Ia acumulacion como Ia extraccion colonial.

En este periodo se consolida Ia hacienda y, con esta, nuevas for­mas de organizacion del trabajo, el peonaje acasillado y el tempo­ral, disminuyendo Ia importancia del repartimiento, el cual solo permanece en Ia minerfa y las obras publicas. En este periodo decli­na el sobrecargo de Ia comunidad indigena relativo a Ia reproduc­cion de Ia fuerza de trabajo al desaparecer el repartimiento en Ia mayor parte de las actividades economicas. La mercantilizacion de la economfa novohispana hace retroceder un poco Ia economia na­tural, y Ia apropiacion del plustrabajo absoluto se desliga un poco mas de su componente de renta, sobrt! todo en Ia mineria y las ma­nufacturas.

La reproduccion ampliada en Ia agricultura se dio sobre Ia base de una mayor concentracion de las grandes haciendas en terminos de tierras, las que a menudo fueron utilizadas para aumentar el nu­mero de arrendatarios y aparceros. La produccion minera se incre­mento tanto por nuevos descubrimientos como por rehabilitacion de minas antiguas. Su reproduccion ampliada se hizo sobre Ia base de una mayor intensidad de capital, aunque a1ln predominaba Ia in­versiOn en forma de trabajo vivo en los tiros y galerfas. Los inge­nios azucareros, como el de los marqueses del Valle, fuerori capaces de incrementar Ia productividad en terminos de Iibras de arucar por hombre-dia, doblando Ia productividad en reladon con el segundo periodo y otra vez casi dup}icandola entre 1779-95 (W. Barret, 1970, p. 135). Los talleres textiles se reprodujeron de manera am-

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pliada, pero sobre Ia base de una mayor atomizacion en terminos del incremento de los pequefios productores sobrecargados por los comerciantes. En cambio los obrajes disminuyeron considerable­mente en todas las ciudades, conservandose unicamente en Acam­baro, Queretaro y Ia ciudad de Mexico, mientras que los talleres ar­tesanales (dentro del MPA) decJinaron cada vez mas.

En vista de la forma en que se dio Ia reproduccion ampliada de las unidades productivas y Ia forma dominante de apropiacion del excedente, se podrfa calificar el regimen de acumdulacion colonial como extensiva-secundaria o de segundo escalon, en vista de los progresos productivos de Ia minerfa y de los ingenios azucareros. Aunque Ia extraccion del excedente novohispano se elevo, sobre todo en el ultimo subperiodo, Ia parte capturaaa porIa peninsula disminuyuo considerablemente, aumentando Ia de los pafses euro­peos con mayor desarrollo capitalista. Es por esto que se ha llama­do a esta etapa de extraccion "bifurcada".

En Ia siguiente seccion se analizaran los regimenes de regulacion y su correspondencia con los de acumulacion y extraccion del exce­dente.

LOS REGfMENES DE LA REGULACION ECONOMICA EN LA NUEVA ESPAiiiA

En esta seccion se dara, en primer Iugar, una perspectiva de los fac­tores que a nivel internacional influyeron en Ia oferta y demanda de metales preciosos y Ia influencia de estos en Ia regulacion colo­nial. En segundo Iugar, se efectuara una tipologia de los regfmenes de regulacion y sus caracterfsticas sobresalientes. Finalmente, se analizara el papel del estado colonial en Ia regulacion de Ia econo­mia novohispana.

En terminos del largo plazo, ;.cuai fue el impacto de Ia oferta y. Ia demanda internacionales de metales preciosos, 4 en Ia regulacion de Ia extraccion del excedente economico de Ia NE? De manera sin­tetica se podrfa decir lo siguiente.

4 En el siglo xv Ia balanza comercial de Europa con Asia era deficitaria y cu­bierta Ia diferencia con metales preciosos. Aunque Europa quintuplic6 Ia produc­ci6n de &tos despues de 14SO y primeros decenios del siglo XVI, Ia oferta no alcan­zaba a cubrir Ia demanda (I. Wallerstein, 1980). Europa continu6 comerciando con Asia debido a una doble ventaja: los bajos costos de Ill Ultima en Ia producci6n de seda, especias, porcelana y te, y Ia ventaja de Ia primera en Ia produccicm de metales preciosos.

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a) Los ·bajos precios de los productos europeos al final del siglo xv y principios del XVI, dieron valores elevados a los metales pre­ciosos y estimularon su busqueda. Una vez que se descubrieron las minas americanas, su elevada produccion y bajos costos, incluido el de transporte que no era tan bajo, promueve el alza de los precios generales en Europa ( Cf., Pierre Vilar, 1969).

b) El bajo costo de produccion americano, logrado porIa sobre­explotacion de los indfgenas, mestizos y africanos, origina un flujo de comercio sobre una base desigual a favor de Espai\a y Europa.

c) El alza general de los precios en Europa en el siglo XVI y prin­cipios del xvn, induce a Ia baja de valor de los metales preciosos, influyendo en el volumen de su produccion. Sin negar Ia posible in­fluencia de los elevados precios europeos, Ia evidencia historica nos indica que Ia baja en el comercio transatlantico entre Espai\a y Ia NE se debio mas a las contradicciones del complejo extractivo espa­ftol y a Ia competencia intemacional que a Ia baja en el valor de los metales preciosos. Aun cuando las minas confrontaban problemas tecnicos, falta de capital y escasez de mano de obra, pudieron au­mentar su produccion basta antes de Ja gran crisis minera de 1630-79. Mas bien esta fue proocada porIa baja de alrededor de Ia mitad de Ia oferta de mercuriQ espai\ol; en el siglo xvm Espai\a se las arreglo para aumentar el abasto de mercurio y Ia produccion de plata subio ooncomitantemente. 0 sea que dicba crisis fue una cri­sis de dependencia.

La baja en el valor de Ia plata americana (Ja cual perdio puntos en relacion al oro que era mas escaso) influyo muy probablemente en Ia regulacion de precios de los insumos para Ia produccion de plata. El gobiemo espai\ol bajo el precio del mercurio y Ia sal, pro­picio Ia regulacion del abasto y el precio de los granos y Ia came en Ia NE. Las minas mismas establecieron un maridaje con Ia pro­duccion agropecuaria para minimizar Ia erogacion monetaria por los insumos. I

d) La estabilidad monetaria que logran Inglaterra, Francia, Ro­landa y Espai\a bacia 1730, se combina con el crecimiento de Ia, agricultura, de Ia poblacion, y una significativa elevacion del co-' mercio intemacional (inclusive con Hispanoamerica), observe­dose tambien una tendencia a un crecimiento · moderado de los .J>recios.

e) Durante el siglo xvm, con el aumento del comercio intema clonal y Ja competencia y una vez resquebrajado el complejo ex-: tractivo espai\ol, disminuye en cierto grado el intercambio desi-

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gual, declinando la diferencia entre los precios europeos y ameri­canos.

f) La regulacion del abasto de los insumos y su costo para Ia mi­nerfa continua durante el periodo de acumulacion sostenida 1680-1810. De una parte, Ia administracion borb6nica baja los precios del mercurio y Ia p6lvora y concede franquicias fiscales para Ja re­babilitacion y equipamiento de las grandes minas, y por otra, Ia tendencia de crecimiento de los precios del mafz entre 1700-1809 fue del 0.70fo anual, mientras que los salarios se mantuvieron casi inamovibles. Asf Ia produccion minera dio un salto de 4 millones de pesos anuales en 1700 acerca de 8 en 1750; 13 en 1770y 26 millo­nes en 1810.

g) El complejo extractivo espai\ol se reanima considerablemente en los ultimos 45 ai\os de dominacion, sobre Ia base delllamado li­bre comercio entre Espai\a y sus·colonias, Ia promocion minera y una mayor presion fiscal. Esto cre6 contradicciones irreversibles para Espafta ·que estallan durante Ia guerra contra Inglaterra y Francia. Veamos mas de cerca Ia regulacion de conjunto para po­der caracterizar los regfmenes respectivos.

Una vez terminado el pillaje inicial, la obtencion del oro y Ia plata se efectua apropiando el excedente economico por medio del comercio desigual, el tributo y los impuestos. Asi, Ia articula­cion comercial, conjuntamente con el aparato fiscal-monetario, se con- vierten en los mecanismos institucionales para regular Ia ex­traccion.

La solucion a Ia contradiccion de Ia guerra comercial entre Espa­fta y los pafses nucleares europeos fue Ia creacion del sistema de ga­leones y flotas para comerciar con las colonias americanas.

La contradiccion principal del monopolio comercial naci6 de su exclusivismo, Ia realizacion de altos beneficios y elevados impues­tos para Ia corona, acarreando una aguda competencia intemacio­nal y Ia evasion de impuestos de los mismos comerciantes. Todo ello estaba inmerso en las aspiraciones imperiales de Espai\a y sus continuas guerras con otros pafses europeos.

La regulacion extractiva-monop6/ica funciono mientras Ia me­tropoli pudo mantener cerradas las vias de acceso a los extranjeros y probibido el comercio entre las mismas colonias. El conflicto con · los comerciantes mexicanos comenz6 con Ia apertura de Ia ruta Acapulco-Manila y su extension a1 Peru. Ademas, Ia logica de ele­vadas ganancias y Ia debilidad manufacturera llevaron a los sevi­llanos a introducir artfculos extranjeros mas baratos y de. mejor ca­lidad.

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AI examinar el circuito monetario se ha visto que existia una es­pecie de regulaci6n "penurica" del dinero. Por una parte, Ia CM y Ia Real Hacienda controlaban el flujo de Ia producci6n minera para el cobro de impuestos y Ia acui'laci6n. Ademas, Ia primera cobraba los otros impuestos en metalico y el tributo en especie era converti­do en dinero. Por otra parte, los comerciantes recogfan y acumula­ban sumas grandes de dinero para comprar las mercaderfas de las flotas. El regreso de estas sumfa a Ia NE en Ia penuria monetaria.

Sin embargo, las fun clones del complejo extractivo no eran sufi­cientes para Ia regulaci6n de conjunto. Era menester regular los costos de los insumos para Ia minerfa y, todavfa mas importante, contar con Ia fuerza de trabajo necesaria. En vista de Ia catastrofe demografica en el centro y sur de Mexico y Ia falta de comunidades indigenas en el norte, se necesitaba, por una parte, eliminar la enco­mienda y el esclavismo (por ser formas destructivas) y, por.otra, re­gular el tributo y trasladar Ia poblaci6n al norte minero. De esta manera, el Estado asignaba directamente a los trabajadores de re­partimiento. Se regula el tributo uniformandolo y eliminando aquel en trabajo. Posteriormente se cambia el tributo en especie a dinero para facilitar el forzamiento de los indios al trabajo.

La catastrofe demografica sumi6 a Ia agricultura indigena en una gran crisis, existiendo en Ia mayor parte del segundo periodo una tendencia secular al aumento de los precios, a pesar de los pro­gresos de Ia agricultura espai'lola que en algunas zonas triplic6 su producci6n entre 1560 y 1602. Tambien los salarios se incrementa­ron aunque con cierto rezago en relaci6n a los precios. De todas maneras, parece que Ia regulaci6n poblacional tuvo exito y que las comunidades indigenas se estabilizaron.

De este modo, Ia acumulaci6n exte'nsiva-primaria se ve acompa­i'lada de una regulaci6n extradiva-tributaria, cuyo objetivo parecfa ser Ia extracci6n sostenida del excedente de Ia NE y Ia conforma­ci6n de un MP duradero y capaz de proporcinar una abundante producci6n de metales preciosos a bajo costo.5

En el cuarto periodo hay una acumulaci6n extensiva-secundaria y Ia regulaci6n extradiva-monopolica se bifurca, o sea, que los paf­ses nucleares europeos ocupan las Antillas e incrementan el contra­banda y el monopolio espai'lol ahonda su crisis. La guera de 1739.,

5 Tal parece que Ia inflacion que sufria Europa en el siglo xvt afecto ligeramen­te los costos de los insumos de Ia mineria y Ia agricultura, como acero, hierro, herra­mientas de excavacion y bienes de equipo. No obstante, Ia disminucion en el precio del mercurio bajo los costos ya que significaba entre un 258fo a un 520fo del total.

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57 contra lnglaterra asest6 un fuerte golpe a los monopolistas gadi­tanos y mexicanos al bloquear Ia flotas.6 Posteriormente, a partir de 1765 ellibre comercio los debilit6 aun mas.

El cuarto periodo refleja Ia consolidaci6n de los comerciantes, a pesar de su recomposici6n interna, como articuladores de los mo­dos de producci6n. Surgen como Ia racci6n dominante de Ia clase pudiente, dentro de Ia cuallos hacendados y los magna~es mineros les siguen en importancia. La iglesia ya ha perdido poder debido a los ataques de que fue objeto por parte de Ia burocracia peninsular. De todas maneras, Ia iglesia, como el mayor prestamista hipoteca­rio, regula en buena parte a traves del credito la vida de las hacien­das, la mayoria de las cuales estan endeudadas.

El tributo pierde su importancia dentro de la regulaci6n intema. Ahora tiene mas importancia el excedente absoluto y Ia renta gene­rados por las empresas coloniales· hispanas. La economia mercantil se ha expandido y tiene mas peso que Ia economfa natural. La regu­laci6n cambia de tributaria a extractiva-mercantil. La mercantiliza­ci6n creciente de Ia economfa, sobre todo en los centros urbanos mas importantes, influye las areas circunvecinas e incorpora inclu­so a las comunidades indfgenas al mercado, aunque de manera mi­noritaria.

Con Ia disminuci6n del repartimiento, el Estado interviene me­nos en Ia asignaci6n de trabajadores que en el periodo anterior. La regulaci6n de salarios se efectua mediante la fijaci6n de los trabaja­dores a Ia tierra que ha logrado Ia hacienda, y los peones tempora­les son sustentados mayormente por las comunidades indi'genas. En la pequei'la propiedad agricola, los pagos en especie ayudan a esta­bilizar el salario. Otro factor importante fue que tanto Ia poblaci6n mestiza como Ia indfgena crecieron, por lo que la oferta de mano de obra se elev6 al grado que se cre6 una capa de "vagos" y "mal­vivientes", quienes servfan como ejercito de reserva.

EL PAPEL DEL ESTADO COLONIAL EN LA REGULACION ECONOMICA

La formaci6n del Estado novohispano empez6 con un proceso de choque y posteriormente de establecimiento y asentamiento dura­ble de la dominaci6n espai'lola sobre Ia indfgena. AI principia, Ia

6 Aun cuando los comerciantes mexicanos ganaron la batalla a los gaditanos bacia 1750, tambien se debilitaron con Ia cesacion de las flotas, fortaieciendose el .grupo de comerciantes medios en el interior del pais.

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lucha del Estado fue mayormente contra Ia formaci6n de una clase sei\orial espaftola, mas que contra los indfgenas, aun cuando su po­Utica de nuevos pueblos y Ia imposici6n y lucha por el tributo india­no afect6 de manera importante a aquellos. El canicter multiforme y contradictorio del nuevo Estado y las instituciones que deesarro-116 estuvieron marcados por Ia naturaleza del Estado espaftol, su es­trecha asociaci6n con Ia iglesia, asf como por lo que quedaba de Ia destruida estructura de gobiemo indfgena.

El caracter absolutista del Estado espaftol se conform6 desde fi­nales del siglo xv a traves de Ia pacificaci6n conflictiva de los dife­rentes reinos y Ia expulsi6n de los judfos y los arabes de Ia peninsula en 1492 y 1512, respectivamente.7 A traves dellento y largo proce­so de Ia reconquista, el poder de Ia corona espaftola se vio fortaleci­do por el desarrollo de una burocracia real, producto de Ia adminis­traci6n de las areas recuperadas a los moros, asf como por una es­trecha asociaci6n con Ia iglesia, proveniente de Ia lucha comun contra Ia ocupaci6n arabe y el islamismo. ,

El autoritarismo del Estado espaftol se afirm6 con el debilita­miento de las Cortes y con el establecimiento de los Consejos Rea­les y Ia aplicaci6n de una copiosa legislaci6n por medio de un pode­roso cuerpo burocratico. El poder absoluto y desp6tico de Ia coro­na, sin embargo, se colocaba mas alia de Ia legislaci6n existente y de Ia acci6n de los subditos. Como afirma Enrique Semo (1981, p. 231): "Las leyes indicaban como debian actuar los leales subditos de su majestad pero, al mismo tiempo, estos podian apelar ante su monarca contra cualquier ordenanza que consideraran lesiva a sus intereses, negandose a cumplirla de acuerdo con el famoso princi­pia: cse acata pero no se cumple'. Debido a ello, todos, desde las comunidades indfgenas basta los conquistadores de mas alcurnia, apelaban para que Ia corona interviniese contra sus enemigos, debi­Iitando a las autoridades locales y consolidando los lazos directos entre el rey y sus subditos. La presencia suprema de este era a Ia vez omnfmoda, desp6tica y patriarcal." Marx y Engels, en su obra sobre Ia revoluci6n espaftola, consideraban que Ia monarquia abso­luta hispana deberla calificarse en gran parte junto a las formas asiaticas de gobierno.

7 La expulsion de los arabes signific6 la ~dida de una: poblacion laboriosa y altamente calificada para Ia agricultura. En el caso de la expulsion de los judios, Es­patia perdio cuadros comerciales, financieros e intelectuales con excelente califica­cion, ~rdida unida ala emigracion de capital. Estas expulsiones y el ~odo a las colonias dieron Iugar a una importante sangria de Ia poblacion. unos cuatro millo­nes entre finales de los siglos xv y xvu.

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La esttecha asociaci6n de Ia corona con Ia iglesia se tmc6 en Ia lucha contra el Islam y se consolid6 con los acuerdos intemaciona­les establecidos con el Papa por medio de los cuales este le cedi6 nuevos territorios a Ia corona. s Esta asociaci6n tam bien se reflej6 a nivel de Espafta y sus colonias en Ia intransigencia religiosa, Ia cual con Ia inquisici6n adquiere tintes de control politico sobre los enemigos de Ia corona. En realidad, esta: asociaci6n era mas venta­josa para Ia corona, que era Ia que ejercfa control sobi:e Ia iglesia en aspectos clave, salvo en asuntos de doctrina. El Patronato Real otorgado a Ia corona le daba derecho de autorizar el ingreso de los religiosos a las Indias, asf como Ia construcci6n de conventos, tem­plos y hospitales. El Consejo de las Indias autorizaba previamente Ia publicaci6n y aplicaci6n en las colonias de cualquier hula, orden · o comunicaci6n de Ia iglesia, incluso las provenientes de Roma. Como afirma A. H. Haring (citado porE. Semo, 1981, p. 245): "el poder ejercido por Ia corona bajo el Patronato Real hacfa de Ia Iglesia en su sentido muy real, otra rama del gobierno real, otro medio de control politico de los colonizadores ( ... )La iglesia ameri­cana se transform6 de hecho en una iglesia nacional, viviendo den­tro de Ia 6rbita no del Papado Romano, sino del Consejo de Indias, ligada con Roma a traves de lazos muy tenues."

No obstante, hay que sei\alar que hl iglesia obtuvo ventajas de su asociaci6n con el Estado espaftol. Por una parte, obtenfa en las Indias el diezmo, desde 1501, de todos los productos del suelo, del ganado vacuno y de los carneros; por Ia otra, adquiri6 dominio de vastas haciendas a partir de los aftos 1580 y se convirti6 en presta­mista de los hacendados y beneficiaria de censos y donaciones de parte de sus feligreses. Inclusive habrfa que matizar Ia cuesti6n del balance de poder de Ia iglesia y Ia corona en Ia NE, ya que Ia prime­ra ejerci6 a veces mas poder que el Estado colonial frente a los indf­genas. A menudo se ha dicho que Ia paz de las Indias estaba cimen­tada en Ia iglesia a falta de un ejercito regular y fuerte.

Por su parte, el Estado indfgena tenia un caracter autoritario y tributario basta poco antes de Ia conquista. El Estado controlaba Ia tierra como el recurso mas valioso en una sociedad agricola, asf como el trabajo y el mismo proceso de producci6n. Aun cuando

a Mediante las Bulas de mayo y junio de 1493, el Papa Alejandro bizo donacion a Ia corona espaftola de todas las tierras descubiertas y por descubrir, bacia el oeste de una l1nea meridiana imqinaria trazada al oeste de las Islas Azores, a cambio de instruir a los babitantes de los nuevos territorios en Ia relia:ion cristiana. De estos tratados y de las leyes de "Partida" derivaron las fuentes leples de-la propiedad comunal y privada en Ia NE, asi como el tributo indijena.

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existia cierta especializaci6n, Ia agricultura y Ia artesanfa iban uni­das, salvo las artesanfas para los senores, nobles y reyes, que eran hechas por artesanos profesionales. El caracter corporativo del cal­pulli como unidad econ6mica y militar se muestra en los derechos colectivos de Ia tierra, aun cuando tambien existfan parcelas de usu­fructo individual. La explotaci6n estaba sustentada en el control desp6tico de las comunidades indigenas por el Estado azteca y por la exacci6n del tributo en especie y en trabajo. El sostenimiento de ciudades tan grandes como Tenochtitlan no se podia explicar sobre la base de Ia agricultura, sino tambien sobre aquella del tributo, el cual provenfa en su mayor parte de otros pueblos sojuzgados dis­tantes, aunque los calpullis tambien estaban obligados a tributar.9

La insistencia de Cortes y sus hombres para que se les autorizase la encomienda de los indigenas redund6 en la aprobaci6n por parte de Ia corona. Sin embargo, Ia encomienda fue limitada a una vida y dejando para sf el tributo de algunos pueblos. De inmediato el aparato estatal entabl6 una lucha por el control del tributo contra Cortes y sus capitanes. Desde 1524 se envi6 de Espana a oficiales reales para que se hiciesen cargo de la Real Hacienda; en 1526 se tomaron medidas para el juicio de residencia de Cortes, yen 1528 llegaron a la ciudad de Mexico los miembros de Ia primer a Audien­cia Gobernadora, la cual desde un principia trat6 de someter a los conquistadores. En 1531 se instal6la segunda Audiencia, Ia cual no s6lo atac6 a fondo el poder de los encomenderos, sino que tambien trat6 de corregir los abusos de Ia primera Audiencia. Se nombraron corregidores a quienes se encarg6 del gobierno de los indios y de colectar el real tributo. En 1535lleg6 a Mexico el primer virrey don Antonio de Mendoza, jugando un importante papel en Ia consoli­daci6n del poder del Estado en Ia NE. De inmediato aument6 Ia burocracia real, reforz6 los cabildos y se aplic6 a controlar a los gobiernos indfgenas, estableciendo una lucha contra los encomen­deros y las 6rdenes religiosas para disminuir su poder en las comu­nidades indigenas. La burocracia real confisc6 las principales enco­miendas, reduciendo severamente el poder econ6mico de los enco­menderos.

Las Leyes Nuevas de 1542 vinieron a consolidar el creciente do­minio del Estado sobre las comunidades indigenas y a disminuir el

9 Se calcula que el grano que recibia el Estado azteca anualmente de 371 pueblos tributarios era suficiente para Ia alimentaci6n de 361 641 personas. Se esti­ma que el tributo indigena antes de Ia conquista se acercaba a un tercio del pro­ducto.

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poder de-Ios conquistadores-encomenderos. Los naturales vieron con buenos ojos estas leyes, mientras que algunos encomenderos retomaron a Espana, pero Ia mayoria que se qued6 redobl6 su re­sistencia a las mismas, logrando su derogaci6n en 1545. No obstan­te, el Estado habia ganado ya Ia batalla. Como afirma E. Semo (1981, p. 237), "asi qued6legitimado un pacto, una relaci6n desp6-tica y patriarcal a Ia vez, entre la monarquia espanola y las comuni­dades indigenas". En su lucha contra Ia encomienda, Ia corona tuvo el apoyo decidido de las 6rdenes religiosas, que aspiraban a construir una nueva sociedad cristiana bajo su direcci6n, y es por e}Jo que eran partidarias de la separaci6n de Ia republica de los es­panoles y la de los indios.

Despues de las Leyes Nuevas, la corona hiro esfuerzos por el es­tablecimiento del trabajo asalariado, pero Ia imposibilidad de im­plantarlo, debido tanto a Ia resistencia de los naturales como a Ia elevada demanda de brazos por parte de los espai\oles, dio Iugar al repartimiento bacia 1550 como una forma intermedia. Esto promo­vi6 aun mas el poder de la burocracia real, que estaba encargada de la asignaci6n de los trabajadores. El repartimiento tom6 forma tambien de un compromiso entre la burocracia y Ia naciente clase de agricultores espanoles (distintos de los encomenderos) para pro­veer al abasto de las ciudades y reales mineros al desplomase la agricultura india con la catastrofe demognifica. La abolici6n del repartimiento en la mayorfa de las actividades productivas en 1632, cambi6 el papel de Ia burocracia de asignar directamente Ia fuerza de trabajo indigena al de hacer cumplir a los indios endeudados los plazos legales de trabajo.

AI final del segundo periodo y durante el tercero, el Estado ayud6 Ia causa de Ia hacienda legalizando las tierras en demasia o expropiadas ilegalmente a las comunidades indfgenas por medio de la "composici6n". Este proceso disminuy6 de manera importante las tierras de los naturales, teniendo muchos de ellos que refugiarse en las haciendas mismas y aumentando asi las filas del peonaje. El poder econ6mico de las haciendas para imponer precios durante Ia epoca de crisis las confront6 de tiempo en tiempo con los oficiales reales y con la misma iglesia, pero sin consecuencias para una lucha a fondo como en el caso de los encomenderos.

El papel del Estado colonial en la regulaci6n econ6mica se esta­bleci6 en dos frentes principales. En primer Iugar, en la extracci6n del excedente, en el que Ia corona obtuvo alrededor de una cuarta parte de los tesoros que arribaron a Espana (Cf., E.J. flamilton, 1975). En segundo Iugar, en Ia regulaci6n de Ia producci6n y costos

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de Ia mineria, para cuyo logro se requerfa, a su vez,. de Ia regulacion de Ia fuerza de trabajo y de los precios de los insumos, en especial los proporcionados por Ia agricultura.

En cuanto al primero, ya se ha examinado en el capitulo 3 el pa­pel de Ia Real Hacienda, Ia Casa de Moneda y Ia Casa de Contrata­cion en relacion al complejo extractivo. La articulacion de dicho complejo corria mayormente a cargo de los comerciantes, quienes controlaban no solo el flujo de mercaderfas (por medio del inter­cambia desigual como base de Ia extraccion privada del excedente), sino tambien el del dinero (estableciendo junto con las flotas y Ia Casa de Moneda una regulacion de "penuria"). La extraccion pu­blica estuvo fincada en el tributo sobre los naturales, los impuestos al comercio ultramarino y las actividades productivas y el comercio interno, asi como en los monopolios (estancos) reales. La crisis de Ia peninsula y de su comercio exterior confronto a menudo los inte­reses de Ia corona y los de los comerciantes, mineros y agricultores, llevando probablemente Ia corona Ia peor parte.

La participacion del Estado en Ia regulacion de Ia mineria, como principal actividad del MPSM, estaba centrada en el estanco del mercurio. Como dice M.F. Lang (1977, p. 345): "el abastecimiento de mercurio era el cordon umbilical que tenia atada a Ia Nueva Es­pana a Ia Madre Patria ( ... )La corona tuvo Ia fortuna inaudita de ser duefl.a, bajo un firme control estatal, de por lo menos dos terce­ras partes del mercurio conocido en el mundo; contenido en los in­mensamente ricos depositos de Almaden y Huancavelica ( ... )".De esta manera, junto con Ia propiedad territorial de las colonias, Ia corona fue capaz de influir de manera determinante en Ia produc­cion de oro y plata y en el cobro del quinto y el diezmo reales. A pesar de que Ia crisis financiera cronica de Ia corona le impidio ad­ministrar mas eficientemente sus depositos de azogue, e incidio de forma importante en el desabasto de mercurio a Ia NE, el cual dio Iugar a Ia gran crisis minera de 1630-79, de todos modos fue capaz de incrementar Ia oferta despues de esta crisis, lo cual permitio el sextuplicar Ia produccion de plata. La crisis financiera del Estado espafl.ol tambien le llevo a cortar el credito a los mineros, incidien­do esto en Ia baja de Ia produccion y abriendo Ia puerta al capital comercial para financiar a Ia mineria. El Estado tam bien respondio a Ia promocion de esta bajando varias veces el precio del'mercurio desde el segundo periodo, y otorgando franquicias fiscales a finales del cuarto.

En relacion al control de precios, este se encontraba a cargo de los cabildos de las poblaciones espafl.olas. Estos controlaban

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ademas Ia propiedad de Ia tierra y Ia aplicacion de las reglamenta­ciones gremiales a los talleres artesanales. No obsumte, en el caso de los granos, ya hemos visto que su regulacion se salia de los cau­ces gubernamentales e intervenfan en esta otras fuerzas y factores. Si bien el Estado fundo los p6sitos y las alh6ndigas para controlar el abasto y los precios, estos dependfan de las buenas o malas cose­chas y estas de las condiciones climaticas y las epidemias. La estruc­tura de Ia agricultura jugaba un papel primordial en Ia regulacion de Ia oferta y los precios. En los afl.os de cosechas promedio y bue­nas, era Ia oferta de los pequefl.os y medianos productores Ia que regulaba los precios. En los afl.os de cosechas problematicas y de crisis, eran las haciendas las que fijabanJos precios. Hemos visto en el capitulo 4 que en el primer tercio de Ia epoca colonial los pre­cios tendieron al alza, luego vino un siglo de estabilidad donde Ia regulacion de precios parece haber sido mas efectiva, y finalmente, en Ia segunda mitad del ultimo tercio, los precios tendieron al alza (¢/., R.L. Garner, 1985). La estabilidad tambien estuvo conectada a Ia recuperacion de Ia poblacion indfgena y a Ia disminucion de las epidemias. De todas maneras, las instituciones regulatorias publi­cas, sobre todo de 1580 a 1750, tuvieron cierta influencia en Ia regu­lacion del abasto y los precios, como ha comprobado R.L. Garner.

En cuanto a los salarios, hemos visto como estos tendieron a su­bir desde Ia decada de 1550 basta mediados del siguiente siglo. Aun cuando era Ia burocracia real Ia que fijaba el nivel de los salarios, distintas fuerzas obraron para que tuviesen dicha tendencia: por una parte, Ia catastrofe demografica que puso lfmites estrechos a Ia utilizacion de Ia mano de obra y, por otra, Ia dramatica baja en Ia produccion de Ia comunidad indigena, lo cual presiono los pre­cios de los granos a1 alza. La elevacion de salarios fue escalonada y con rezagos en relacion al aumento de precios. Hacia 1650 los sa­larios en las ocupaciones mas generalizadas (en Ia agricultura yen Ia minerfa) se estabilizaron y continuaron a un nivel similar por un siglo y medio. La regulacion vino, mas que por el Estado, por los latifundios, Ia fijacion de los trabajadores a Ia tierra y el estableci:.. miento de formas de organizacion del trabajo mas estables por par­te de las empresas coloniales, y Ia preservacion de Ia comunidad in­dfgena, cuya fun cion continuo siendo Ia de reproducir una parte de Ia fuerza de trabajo.

Volviendo a1 tema de las caracterfsticas del Estado novohispano, en el cual concurren el caracter absolutista de Ia corona, Ia Iucha por el poder entre los conquis;tadores y los primeros gobiernos de Ia NE, asf como el caracter subordinado del gobierno iridigena, se

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podrian hacer algunas consideraciones generales./ La lejania de Ia metr6poli dificultaba Ia supervision y establecia

un desfase entre Ia toma de decisiones y Ia aplicaci6n de estas en las colonias que daba cierta autonomia al aparato estatal novohis­pano. Ademas, la forma en que Ia corona concesionaba el poder a los particulares para el cobro de impuestos, Ia acui'l.aci6n de mo­neda y otras tareas publicas, les conferian cierta autonomia a los ejecutores. Todavia mas, Ia ausencia de un ejercito especializado, basta antes de las reformas borb6nicas, como cuerpo de Estado, Ie restaba un poder mas efectivo a Ia corona.

Aun cuando el aparato estatal novohispano era dependiente del espai'!.ol, existfa cierta autonomia del primero, como lo demuestra Ia forma en que ejercian el poder los virreyes y cierta influencia de estos en las decisiones de Ia corona, asf como cierta discrecionali­dad en Ia promoci6n de Ia legislaci6n indiana. Ademas, se podrfa hablar de una "complementariedad conflictual" entre los aparatos metropolitano y el de Ia NE. Por una parte, los intereses de los criollos versus los peninsulares, las tendencias sei'l.oriales de algunas de las fracciones de Ia clase dominante, asi como los brotes de corte capitalista en algunas actividades, condicionan al Estado novohis­pano a representar una oposi6n potencial con Ia corona.

El aparato estatal indfgena, por otra parte, se puede considerar como triplemente dependiente, ya que estaba sujeto tanto a los tiro­nes de Ia corona, como a los de Ia burocracia novohispana, y sobre todo a las exigencias de los explotadores espai'!.oles, primero los encomenderos-esclavistas, y despues los mineros, hacendados y obrajeros, que le hicieron jugar un papel mediatizador frente a los propios indigenas.

La estrecha asociaci6n del aparato estatal en su conjunto con Ia iglesia tambien se enmarcaba dentro de una complementariedad conflictual, ya que Ia iglesia no s6lo tuvo a su cargo Ia pacificaci6n y adoctrinamiento de los naturales, sino que, como indican E. Flo­rescano e Isabel Gil (1976), Ia iglesia llen6 ciertos vacios politicos en las areas rurales y en las ciudades "compartfan esas funciones con los miembros del grupo gobernante, pero tenfan para sf Ia di­recci6n espiritual y toda Ia educaci6n, Ia asistencia hospitalaria, el credito y otras muchas funciones". Como un todo, el aparato esta­tal probablemente se puede considerar como un Estado • !imbrica­do" y parasitario: el aparato espai'!.ol y Ia iglesia metropolitana res­pecto de sus contrapartes novohispanas y todos ellos respecto del aparato tributario indfgena.

Desde el punto de vista de los regfmenes de regulaci6n se puede

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decir que el Estado en su conjunto tuvo mas fuerza~durante el regi­men monop6lico-extractivo-tributario en el segundo periodo, du­rante el cual se entr6 en una etapa de acumulaci6n-extracci6n soste­nida en Ia que floreci6 el comercio ultramarino, Ia minerfa, Ia agri­cultura y otras actividades ecod'6micas. Es en este periodo en ~I que el tributo jug6 un papel importante tanto }tara Ia acumulaci6n como para Ia reproducci6n sostenida del sistema. Despues vino Ia gran crisis en Ia que el Estado y los comerciantes de Ia metr6poli pierden fuerza y esto le da a las empresas novohispanas mayores grados de libertad. Finalmente, en el cuarto periodo el regimen extractivo-mercantil, refleja el fortalecimiento de Ia economia mer­cantil en relaci6n a Ia economfa natural; Ia regulaci6n de Ia fuerza de trabajo ahora Ia efectua en gran parte Ia economfa privada y no Ia publica. El monopolio espai'l.ol ha perdido fuerza y Ia repartici6n del excedente se ha bifurcado en Javor de los pafses europeos con mayor desarrollo capitalista.

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7. UNA VISTA GLOBAL A MANERA DE CONCLUSION

Hemos analizado en el primer capitulo los diferentes MPs en los cuatro periodos en los que hemos dividido Ia epoca colonial, en ter­minos de Ia naturaleza de los trabajadores y propietarios asf como de las relaciones sociales espedficas de cada uno de ellos. Tambien hemos examinado en el capitulo 2 Ia racionalidad econ6mica de las unidades productivas principales dentro de cada modo. Trataremos ahora de calificar el tipo de formaci6n social que Ia configuraci6n de modos nos sugiere en cada periodo. Sin embargo, el efectuar una combinatoria de MPs para establecer el tipo de formaci6n serfa artificial si no se tratara de explicar Ia evoluci6n de los modos y de examinar Ia articulaci6n de estos en cada periodo. Marx ha mencio­nado que: "cualesquiera que sean las formas sociales de produc­ci6n, los trabajadores y los medios de producci6n constituyen siem­pre los elementos basicos. No obstante, los unos y los otros se ha­llan en un estado virtual en tanto se encuentran separados. Para una determinada producci6n es necesaria su combinaci6n. Es Ia manera especial de Ia operaci6n de Ia combinaci6n Ia que distingue las diferentes epocas a traves de las cuales pasa Ia sociedad" (citado por Robert Fossaert, 1977).

AI final del primer periodo Ia configuraci6n de MPs nos sugiere una formaci6n social tributaria-esclavista basada en el MPDT. Este modo estaba sobrecargado por Ia encomienda y el real tributo, asf como por Ia esclavizaci6n masiva de los indfgenas que a menudo se confundfa con Ia encomienda. En esta primera etapa se da Ia acumulaci6n colonial originaria a traves de Ia transferencia de re­cursos y fondos acumulados del tributo indfgena a las minas, obra­jes, ingenios azucareros y estancias fundadas por los encomenderos con base en trabajo esclavo. Esta acumulaci6n primitiva hizo posi­ble que se iniciara en el segundo periodo el MPSM. El MP artesanal hizo su aparici6n desde el primer periodo y estaba ligado en su ma­yor parte al consum.o de los espafl.oles y, en posteriores etapas, en buena proporci6n al consumo suntuario de las capas adineradas.

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Desde el principia se organizo el complejo extractive como articu­lacion organica entre las formaciones sociales espanola y mexicana. El tributo constituyo Ia articulacion principal entre los MPs, convir­tiendose ademas en un mecanisme para Ia regulacion de Ia diezma­da poblacion indigena. A finales del primer periodo comienza a de­saparecer Ia esclavitud indigena debido a Ia catastrofe demografica, proceso que se acelera con el descubrimiento de una mejor tecnolo­gia para ellaboreo de las minas. La encomienda ya ha sido derrota­da economica y politicamente y al final del periodo se vislumbra el nacimiento de Ia agricultura espanola.

AI final del segundo periodo Ia configuracion de MPs ya se ha transformado en colonial-tributaria. Ahora el MPDT ya no es el principal, sino que ha sido semidestruido y se ha subordinado al MPSM, el cual a su vez ha sido condicionado por Ia relacion colo­nial en su direccionalidad agro-minera. El MPA se ha consolidado como un modo complementario para servir a Ia clase dominante y el MP capitalista-mercantil sobrecarga a Ia pequena mineria por medio del avio y los intereses usurarios. La articulacion comercial como parte del complejo extractive es Ia que vincula mayormente a las formaciones sociales, y en Ia NE a los MPs espanoles; el tributo es el puente entre estos y el MPDT. Hacia 1620-30 se han obtenido ya los fines de Ia regulacion de Ia poblacion indigena con su recupe­racion y cobra vigor Ia fuerza de trabajo mestiza. El Estado colo­nial se consoliao desde principios del segundo periodo a traves de Ia asignacion de Ia mano de obra indigena de repartimiento y el funcionamiento de Ia Real Hacienda y Ia Casa de Moneda como instituciones clave para Ia regulacion economica. La iglesia, como asociada del aparato estatal, tam bien credo y reforzo su poder eco­nomico y politico aprovechando el auge novohispano.

El segundo periodo constituye Ia primera etapa de acumulacion­extraccion colonial sostenida. La mineria de Ia plata crecio de ma­nera continua desde mediados de los anos 1550 hasta 1625-30, Io mismo que Ia agricultura triguera y maicera y Ia ganaderia, los in­genies de azucar y los obrajes. La extraccion del excedente de Ia NE tambien vivio su primera epoca de oro. Como vimos en el capitulo 6, cuadro 3, el oro y Ia plata recibidos de Ia NE porIa madre patria subieron de 3.9 millones de pesos de 450 maravedies en 1555-60 a 9.2 millones en 1596-1600. Aunque hay un hueco en los datos de 1601 a 1650 en Ia exportacion de caudales desde Ia NE, es muy po­sible que Ia extraccion hay a continuado en terminos similares hasta el inicio de la crisis minera de 1630-35. Cuando menos las cifras de impuestos que proporcionan Klein y TePaske (1981) demuestran

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que Ia produccion minera siguio creciendo hasta 1630-40. La formacion social colonial-tributaria entra en crisis en el tercer

periodo con Ia gran depresion minera de 1630-79. Las transform~ ciones mas importantes se dan en el MPSM tanto en la mineria como en la agricultura. La primera entra en crisis y se ve forzada a recurrir al credito de los comerciantes, ganando ciertos grados de Iibertad, pero de todas maneras contin{ta dependiendo del azogue espanol que Ia corona utili:Za para controlar Ia mineria privada. En Ia agricultura se dan cambios mas fuertes con el inicio de Ia consoli­dacion de las tierras ilegales de las haciendas y el cambio en Ia es­tructura de produccion de estas. Conjuntamente con el crecimiento territorial de las haciendas, se va gestando una nueva forma de or­ganizacion del trabajo que dara estabilidad en el cuarto periodo a estas. La crisis en laNE no fue mas que corolario de la crisis del co­mercia exterior metropolitano y .Ia crisis financiera de Ia corona. Asi el monopolio transatlantico espanol ve disminuido StU poder dentro del complejo extractive, mientras que los monopollstas me­xicanos lo incrementan. En general Ia gran crisis sirvio para conso­lidar el MPSM y para ganar cierta autonomia economica frente a Ia peninsula.

A finales del cuarto periodo nos encontramos con una forma­cion social colonial-mercantil, a juzgar por el avance de Ia logica del valor de cambio entre las unidades productivas coloniales e in­cluso cierta integracion del MPDT a los mercados locales. El MPSM

llega a su madurez y el MPCM combate y liquida hacia 1790 al MPA,

cuando los gremios fueron abolidos. La hacienda se habia consoli­dado como producto de la concentracion continuada de tierras y Ia creacion de nuevas formas de propiedad y de organizacion del tra­bajo. Estas unidades subsistieron por una centuria mas despues de la independencia, apoyadas por el credito de Ia iglesia. Una forma­cion social como esta todavia presentaba serias restricciones al avance de las fuerzas productivas: Ia sujeci6n servil del peonaje en las haciendas y restos de Ia encomienda en regiones como Yucatan; Ia voraz fiscalidad de Ia corona; el transporte rustico; Ia estrechez de los mercados, asf como el bloqueo del consume suntuario a Ia inversion productiva.

El cuarto periodo constituy6 Ia segunda etapa de acumulacion sostenida y Ia consolidacion de Ia extraccion bifurcada debida al debilitamiento de Espana y Ia incursion comercial de los paises nu­cleares europeos en America. La administracion borb6nica tuvo una vision mercantilista mas apropiada que Ia de los Austrias y tra­to no solo de promover la actividad economica de las colonias, sino

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tambien de ejercer un control administrativo mas eficiente, sobre todo a partir de 1765. La producci6n minera en Ia NE se triplic6 desde finales de Ia crisis minera hasta 17fX'J, siguiendo una pequefta baja en Ia decada 17fX'J-70 y prosiguiendo despues con vigor el creci­miento, dobhindose casi Ia producci6n en los siguientes veinte anos. Para 1810,la producci6n alcanzaba mas de 26 millones de pe­sos anuales, lo que significaba que se habfa quintuplicado compa­rada con Ia de principios del siglo anterior. La producci6n textil y artesanal habia sobrepasado a Ia minera a finales del cuarto perio­do y Ia agricultura tenia el primer Iugar. La extracci6n del exceden­te, sobre todo por parte de Ia corona, se deprimi6 sobremanera du­rante Ia crisis de 1630-79 y continu6 asf debido a los gastos de guerra extraordinaria que sufrag6 el erario novohispano des de 1700 hasta 1785. En el quinquenio 1726-30 los gastos ascendieron a 8.5 millones de pesos, incrementandose a 20.4 millones en 1751-55, y a 30.9 millones en 1776-80. El ultimo quinquenio con altos gastos de guerra fue el de 1781-85 con 48 millones de pesos (Cj., Egresos de Ia Real Caja de Mexico, segun J.J. TePaske, 1976). En suma, entre 1726y 1785,la Real Caja de Mexico erog6 cerca de 237 millo­nes de pesos. A partir de 1785 se reanuda el envfo fuerte de fondos publicos a Espana, situaci6n que dura hasta Ia independencia.

La producci6n mercantiJl se desarrolla en Ia NE desde el primer periodo en Ia minerfa yen los obrajes dentro de MPSM. La produc­ci6n del dinero mercancfa tambien fue de temprana creaci6n, aun­que esto apoyaba mas Ia extracci6n que Ia circulaci6n de mercancf­as. La producci6n mercantil se amplfa en el segundo periodo con el desarrollo de Ia pequefta y mediana propiedad agricola y las mi­nas de Ia segunda generaci6n. La hacienda y hasta Ia comunidad indfgena tambien se integran en parte' a esta producci6n. Si toma­mos en cuenta que Ia producci6n mercantil depende de la divisi6n social del trabajo y del aislamiento de los productores, esto ultimo como derivado de las caracterfsticas del proceso de producci6n so­cial (Gerardo Fujii, 1984, p. 159), se podrfa decir que en Ia NE Ia producci6n mercantil se amplfa todavfa mas en el cuarto periodo.

1 Lenin hace ~nfasis en que esta forma de organizaclon ,social est& constituida por productores separados, aislados, yen que cada uno de eUos se especializa en Ia elaboracion de un producto dado, por lo que es a trav~s del mercado como se satis­'facen las necesidades sociales (V. I. Lenin, 1969, p. 103). En Ia NE los mercados eran reducldos y de caracter local, funcionaban en los centros urbanos, pero muy poco en las areas rurales. Dada la extension de la economia natural, el mercado sa­tisfada s6lo parte de las necesidades sociales.

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No obstante el progreso de Ia economi'a mercantil, ann subsiste Ia economfa natural. La 16gica de Ia minimizaci6n de los desembol­sos en dinero en las unidades coloniales productivas se apoyaba en Ia coexistencia de Ia economfa natural con Ia economi'a mercantiJ.2 Ademas, el alto costo del transporte, los precarios medios de comu­nicaci6n terrestre y las alcabalas, contribui'an a que las unidades productivas integraran Ia producci6n de insumos. Esta tendencia a Ia autarqufa estaba apoyada por Ia regulaci6n penurica del dinero. Todo esto lleva a una regionalizaci6n de Ia economfa novohispana que se acentu6 durante Ia crisis de 1635-70. Desde mediados del si­glo xvm, el auge agricola y de las manufacturas, unido a Ia gran expansi6n de Ia arrierla, ampli6 un poco el mercado interno, aun­que este continu6 siendo no-capitalista, i.e., aUil no se habfa desa­rrollado Ia libre competencia a pesar del aislamiento de los produc­tores. En otras palabras, predomina ann Ia producci6n mercantil simple, a pesar de que Ia minerla y Ia manufactura de artfculos de lujo y Ia penetraci6n del capital comercial en los textiles, constitu­yen ya embriones capitalistas.

El dinero funcionaba como medio de circulaci6n y como medida del valor. Ademas servia como guarda de valor para el atesora­miento y Ia acumulaci6n colonial. Pero su funci6n principal era Ia de servir como medio de transferencia ael excedente a Espana, ya que el sistema de flotas succionaba peri6dicamente el medio circu­lante de los comerciantes de Ia NE, estableciendo una especie de re­gulaci6n penurica del mismo. La mayor parte de Ia moneda acui\a­da se exportaba a Espana, Europa y Asia, tanto legalmente como por medio del contrabando. Por ejemplo, de acuerdo con las esti­maciones del Consulado de Comerciantes de Mexico, entre 1784 y 1805 se acuftaron cerca de 477 millones de pesos en Ia Casa deMo­neda. De estos, se exportaron, incluyendo envfos a Ia corona, 342.2 millones, quedando en Ia NE s6lo 134.6 millones, de los cuales 30.5 correspondfan a Ia corona, 25 a los comerciantes y s6lo 79 millones pertenedan a los habitantes como medio de circulaci6n, o sea, tan

l Ademas de la mayor tasa de monetizaclon en las empresas mineras que en las agropecuarias, existlan diferenclas en la logica de la pequefta producclon agropecua­ria y la hacienda. Esta ultima tenia reservas de tierra oclosa y respondla a los precios altos, mientras que las primeras estaban sujetas a la realizaclon mas o menos rapida de su producclon y respondian a la logica de los precios bajos. Tambim habia dife­rencia en la logica de los obrajes y los talleres artesanales gremiales, ya que los pri­meros tenlan una raclonalidad mercantil mas adaptada a las fiuctuaciones de la de­manda, mientras que los segundos limitaban fuertemente la oferta a ka~s de una estricta reglamentacion gremial.

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solo cerca del16.50Jo. Si se suma Ia cantidad perteneciente a los co­merciantes, el porcentaje solo sube al 21.8% (E. Florescano e Isa­bel Gil, 1976, p. 558). Las constantes quejas de agricultores, mine­ros, comerciantes y administradores porIa falta de circulante y los perjuicios que les causaba, sugiere que ello constitufa un Iimitante a Ia expansion de Ia economfa mercantil.

La acumulacion colonial tambien estaba condicionada por el bi­nomio organico de Ia economfa natural-mercantil. La acumulacion colonial cae dentro de Ia economia de subsistencia, funcionando sobre un regimen de reproduccion simple. En cambio, Ia economia mercantil de Ia NE tenia el incentivo de Ia reproduccion ampliada, por lo tanto existfa una acumulacion no-capitalista que se baso en su fase originaria en el tributo (renta pura), Ia esclavitud y Ia expro­piacion de tierras comunales. En el segundo periodo estuvo basada principalmente en Ia apropiacion del sobre-trabajo y en las transfe­rencias de renta proveniente de Ia economfa natural. En buena par­tela acumulacion se dio en terminos de factores objetivos (tierras, minas, etc.) y subjetivos (fuerza de trabajo), como indica Carmag­nani. Sin embargo, habria que sei'l.alar que tambien fue acumula­cion dineraria desde Ia acumulacion originaria. De otra forma no hubiera sido posible hacer transferencias intra o intersectoriales como lo hicieron los encomenderos esclavistas de las minas de Ia primera a Ia segunda generacion, o de Ia encomienda a los obrajes.

La acumulacion colonial en el cuarto periodo en las grandes mi­nas deja de ser meramente acumulaci6n de factores objetivos y sub­jetivos, como en el caso de Ia conocida mina de la V alenciana en Guanajuato. Las subsecuentes inversiones en nuevos tiros no son sino una acumulaci6n de los beneficios anteriores, decision que tra­ta no solo de C()ntinuar la produccion, sino de e]evar SU volumen.

El regimen de acumulacion colonial es extensivo-primario a par­tir del segundo periodo, debido a que Ia reproducci6n ampliada global es replicativa por medio de un mayor numero de unidades productivas. Las unidades mas grandes crecian por yuxtaposicion del mismo proceso productivo con poca o ninguna ampliacion de Ia division del trabajo. La inversion se efectua principalmente por medio de trabajo vivo, tanto en las haciendas como en las minas, aun cuando en estas ultimas habia inversio.t;J. en terminos de trabajo pesado (bienes de equipo ). En el tercer periodo, Ia acumulaci6n co­lonial cesa en vista de Ia crisis, sobre todo en Ia mineria. AI reanu­darse Ia acumulacion en el cuarto periodo, esta sigue siendo exten­siva, pero ahora secundaria, debido a que Ia proporcion del exce­dente aprop'iado en renta disminuye, aumentando Ia parte que se.

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convierte en beneficia mercantil, sobre todo en las grandes minas como la V alenciana. La productividad se ha incrementado un poco en las minas y los ingenios azucareros. En las haciendas Ia diversifi­ltacion de cultivos ha elevado un poco Ia division del trabajo, aun­que de todas maneras Ia reproduccion ampliada sigue dandose por el incremento de tierras y trabajadores con un proceso similar.

Desde el punto de vista de Ia regulacion, el binomio economia natural-mercantil revestfa gran importancia. La regulacion se daba por una combinacion de ambas, en Ia que actuaban tanto las fuer­zas objetivas como las formas institucionales que de elias emana­ban, estas ultimas en terminos de Ia lucha de clases. La regulacion de los costos de produccion minera se lograban tanto por ellado de Ia regulaci6n de precios de los granos y Ia· intervencion de las alhondigas, como por ellado de Ia economia natural, integrando unidades agropecuarias, originandose una circulacion interna de productos sin Ia intervencion de Ia moneda.

Por otra parte, el precario desarrollo de Ia relacion mercantil im­pedia el funcionamiento de Ia ley del valor como reguladora del que y como producir. Los mercados no-capitalistas no podfan fijar el precio unico en cada una de las actividades por Ia falta de Ia libre competencia, sino que era fijado por las corporaciones gremiales o por el Estado. En el caso de los granos 'era un poco distinto ya que el mercado sf funcionaba aunque fuera a nivel local. Existfa una competencia generada por los pequei'l.os y medianos productores en relaci6n a las haciendas, pero como Ia cantidad producida estaba en funcion del ciclo metereologico y no de la decision de las unida­des productivas, los primeros ofrecfan solo en los ai'l.os de cosechas promedio o buenas, y las haciendas lo hacian en los ai'l.os problema­ticos y en los ultimos meses de cada ciclo estacional, cuando los precios eran mas elevados.

En una formacion social como Ia de la NE, Ia relacion colonial daba Iugar a una regulacion de esta relacion, centrada en Ia extrac­cion del excedente. En el primer periodo, Ia extraccion era directa en forma de tributo convertido a metales preciosos, pero el desequi­librio en Ia poblacion causado por Ia explotacion llevo a los hispa­nos a una regulacion tributaria, como una forma para regular Ia poblacion india. Posteriormente, cuando se organiza el MPSM

(agricultura triguera y minas de segunda generacion), Ia extraccion se efectuaba por medio del intercambio desigual, y se origino Ia conveniencia de regular el volumen y el costo de Ia produccion do­minante, o sea de Ia mineria. De aqui se derivaba Ia conveniencia de regular los precios y el abasto de los productos agropecuarios

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que servian de insumos a Ia producci6n minera y que tambien in­fluian en Ia reproducci6n de Ia fuerza de trabajo: De todas mane­ras, Ia extracci6n del excedente exigia como punto fundamental Ia regulaci6n de las relaciones de trabajo. Las formas de organizaci6n del trabajo revelaban el paso de Ia violencia como fuerza econ6mi­ca a formas mas benignas, las ultimas de las cuales incluyen el pago de salarios, aunque en el caso de las haciendas se llega casi a elimi­nar el pago en dinero, sustituyendolo por pago en especie. Los sala­rios se mantuvieron casi fijos desde 1650 a 1800 y su regulaci6n se hizo por ellado de Ia economia natural (fijando a los trabajadores a la tierra o al Iugar de trabajo), por medio de Ia regulaci6n del abasto y precios de los granos y a traves de Ia regulaci6n pobla­cional.

A medida que Ia economia dependiente de Ia NE fue desarro­llando una mayor autonomia de Ia metr6poli, Ia gesti6n econ6mica y Ia regulaci6n internas adquirieron un mayor peso, hasta los Iimi­tes impuestos por Ia economia internacional. Hemos visto que en el primero y segundo periodos, Ia regulaci6n extractiva-monop6lica era mas fuerte, debilitandose en el tercer periodo por obra de Ia cre­ciente fuerza econ6mica de Ia NE y por Ia competencia comercial de los paises europeos con mayor desarrollo capitalista en contra de Espana. El esfuerzo titanico de Ia administraci6n borb6nica res­tableci6 una dependencia precaria que se rompi6 con Ia indepen­dencia en Ia primera coyuntura desfavorable a Ia metr6poli.

La regulaci6n externa estaba Iigada organicamente a Ia interna (esta ultima de caracter tributario en el segundo periodo y domi­nante mercantil en el cuarto), surgiendo contradicciones inherentes al proceso de acumulaci6n-extracci6n coloniales.

El aparato estatal colonial ocup6 un lugar especial dentro de Ia regulaci6n en Ia NE. No s6lo era un catalizador institucional de las tensiones que surgian entre las clases y el mantenedor de las con­diciones de la dominaci6n espanola, sino que tambien fue un pro­motor de los compromisos institucionalizados. Una vez afianzado, la ausencia de instituciones econ6micas lo convirtieron en regula­dar directo de algunos aspectos de las relaciones sociales de pro­ducci6n.

La estructura del aparato colonial era compleja debido ala natu­raleza dependiente de la formaci6n social novohispana. Eri la parte superior de la jerarquia estaba la corona, cuyo regimen de gobierno tenia claros rasgos asiaticos, como indicaba Marx, por su naturale­za absolutista y por contar con una burocracia amplia y disciplina­da. En la jerarquia intermedia, el aparato estatal novohispano se

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constituy6 en una forma concesionada y patrimonialista por ell ado de los funcionarios, quienes a menudo eran juez y parte en Ia admi­nistraci6n publica (e.g. la Casa de Moneda estuvo concesionada a particulares por casi dos siglos; el cobro de Ia alcabala se concesio­n6 al Consulado de Comerciantes de Mexico; los puestos publicos eran subastados al mejor postor, etc.). En Ia parte baja de lajerar­quia se coloc6 a los restos de Ia nobleza indigena y despues a fun­cionarios indigenas, subordinados a funcionarios espafioles meno­res. Ademas, Ia corona mantuvo a Ia iglesia como asociada por cer­ca de doscientos afios, concediendole el cobro del diezmo sobre Ia producci6n agropecuaria de los colonos espafioles a cambio de Ia pacificaci6n y conversion religiosa de los indigenas, el manteni­miento del culto religioso, Ia educaci6n y los ·servicios hospitala­rios. Estas funciones dieron un gran poder a Ia iglesia, surgiendo contradicciones con Ia burocracia estatal desde mediados del siglo xvu que estallaron cuando Ia administraci6n borb6nica reforz6 su poder sobre Ia NE en los afios de 1760.

La burocracia colonial se afianz6 con Ia segunda Audiencia en 1535, derrot6 a los encomenderos hacia mediados del siglo xv1 y se consolid6 con Ia asignaci6n de los trabajadores de repartimiento a las unidades productivas coloniales. A finales del segundo periodo disminuyen sus funciones de regulaci6ri directa de Ia fuerza de tra­bajo, ya que las unidades productivas fueron capaces de fijar a los trabajadores a Ia tierra y allugar de trabajo por medio de un largo proceso de expropiaci6n de Ia tierra indigena y nuevas formas de organizaci6n del trabajo. La administraci6n borb6nica trat6 de re­constituir el poder absoluto de Ia corona, sin embargo las contra­dicciones generadas por el proceso de acumulaci6n-extracci6n, exa­cerbaron Ia contraposici6n de los criollos y Ia iglesia contra los pe­ninsulares, desembocando en Ia revoluci6n de incl_ependencia de Ia NE de 1810-1821.

Treinta y tres crisis agricolas atravesaron toda Ia epoca colonial y subrayan las crisis de subproducci6n a las que Ia sociedad colonial estaba sujeta, causadas por el ciclo meteorol6gico y las epidemias, y agravadas por Ia estructura concentrada de Ia tierra. Dichas crisis diferian de las estructurales en que no eran acumulativas, sino que terminaban generalmente con Ia llegada de una cosecha buena o re­gular que bacia bajar los precios inmediatamente. La gran hacienda sacaba ventaja de las crisis, ya que los precios de los granos en tiem­pos normales eran poco rentables por Ia regulaci6n establecida a traves de Ia estructura de Ia agricultura y las instituciones colonia­les. Cada nueve afios, en promedio, las haciendas podian obtener

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elevados beneficios durante Ia crisis. Tambien vendian parte de su producci6n en los meses de precios elevados durante el ciclo esta­cional anual, puesto que el maiz no se podia almacenar por mas de tres anos.

La primera gran crisis estructural empieza con Ia conquista. La sobreexplotaci6n de los indigenas y las epidemias originaron un de­sequilibrio en la ley de poblaci6n por mas de un siglo, el cual se transmiti6 a Ia agricultura dentro del MPDT. A pesar de que Ia crisis estructural limit6 la disponibilidad de trabajadores, esto no fue obstaculo para el periodo de acumulaci6n y extraccion sostenida 1560-1630 a traves de los MPs espafioles. La crisis demografica ace­ler6 Ia formaci6n de estos ultimos desde mediados del siglo xvi.

La segunda gran crisis estructural de 1630-1679 fue Ia primera que afect6 directamente a los MPs coloniales espafioles y tuvo como antecedente la crisis del complejo extractive espafiol (atras de Ia cual estaba Ia aguda crisis del comercio exterior de Espana desde los anos 1620) y la decisi6n de Ia corona de reducir a Ia mitad el abasto de mercurio a Ia mineria de Ia NE y eliminar el credito. Esta fue una decisi6n forzada por los problemas financieros de Ia coro­na que se reflej aron en Ia administraci6n de las minas de mercurio de Almaden. Si bien Ia mineria novohispana atravesaba por los problemas de inundaci6n de las miQ.as debido a Ia profundizaci6n de las excavaciones, la falta de capital y otras dificultades tecnicas, esto no explica Ia crisis. A pesar de estos problemas, desde princi­pios del siglo xvu la producci6n continu6 subiendo basta 1630, mientras bubo abasto creciente de mercurio (aunque los mineros siempre demandaban mas de lo que Ia corona surtfa). El desabasto de azogue entre 1630 y 1670 fue Ia causa principal de Ia gran crisis que pronto se convirti6 en general, ademas de que practicamente se conect6 a las crisis agrfcolas de los afios 1620 y a las inundaciones de Ia ciudad de Mexico en 1627-33. Esta gran crisis aceler61a con­centraci6n de Ia propiedad agricola y Ia conformaci6n de nuevas formas de organizaci6n del trabajo. A finales de 1632 se aboli6 el repartimiento, que desaparece bacia 1642 excepto en Ia mineda, afectando a las haciendas y ranchos que tuvieron que redoblar sus esfuerzos por conseguir trabajadores libres y por incrementar su ex­tensi6n territorial, alentada por las composiciones de tierras orde­nadas por la corona. Tambien Ia crisis dio pie ai'aumento de Ia au­tonomfa de la economia novohispana. En sfntesis, se puede decir que Ia segunda crisis estructural en Ia NE fue una crisis de depen­dencia que tuvo como tel6n de fondo Ia crisis del imperio espafiol.

La tercera gran crisis fue Ia: de Ia independencia de 1810-21, en

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Ia que Ia revoluci6n origin6 el desplome de Ia producci6n agromi­nera a cerca de Ia mitad de su volumen anterior. Los antecedentes de esta crisis se encuentran en las reformas borb6nicas, que catali­zaron el descontento de los criollos por el aumento de Ia extracci6n fiscal y el control politico. Las contradicciones creadas por el lla­mado "libre comercio" entre Espana y sus colonias originaron una crisis debida al bloqueo del comercio transatlantico en Ia coyuntura de Ia guerra contra Francia e Inglaterra. Las agudas crisis agrlcolas cfclicas de 1784-87, 1797-1802 y 1809-13 facilitaron que las masas populares fueran arrojadas a Ia contienda y que Ia revoluci6n tuvie-se exito.

La formaci6n social tributaria-esclavista del primer periodo re-flejaba una sociedad etno-clasista en la que los· conquistadores y la naciente burocracia colonial constitufan Ia clase dominante. Tanto Ia iglesia como Ia burocracia pugnaron por separar Ia republica de los indios de Ia de los espafioles. Se deda que era para proteger Ia comunidad indigena de Ia brutal explotaci6n de los encomenderos­esclavistas, pero en el fondo pesaba el interes del real tributo. Los conquistadores eliminaron a los grandes dirigentes indigenas una vez consurnada Ia conquista y se valieron de miembros de Ia noble­za para establecer su dominio tibutario sobre los naturales.

La lucha de Ia iglesia y Ia burocracia teal contra los conquistado­res, a la cual se sumaron los nuevos agricultores, nuevos mineros y grandes comerciantes, desarroll6 otra configuraci6n de las frac­ciones de la clase dominante en el segundo periodo. La burocracia y Ia iglesia estan al frente, seguidas por los grandes monopolistas del comercio ultramarine. Estos ultimos se habian organizado en Consulado en 1592 en Ia Ciudad de Mexico y habian acumulado importantes capitales a traves del floreciente comercio con Espana y el abastecimiento de los reales mineros a los cuales succionan par­te del excedente. Aunque Ia minerfa fue el motor de la acumula­ci6n-extracci6n colonial, s6lo un punado de mineros logra acumu­lar riqueza, y algunos otros Ia han gastado en empresas de conquis­ta de nuevos territories nortenos. En Ia clase terrateniente s6lo Ia iglesia sobresalia como grupo, ya que los hacendados apenas habf­an comenzado a surgir en las prirneras decadas del siglo XVII.

Con Ia gran crisis de 1630-79 son dos las fracciones de la clase ·· dominante que se fortalecen: los hacendados y los comerciantes. Los primeros consolidan una nueva forma de propiedad, legalmen­te protegida con titulos entre los afios 1640 y 1670. La crisis les dio oportunidad de reestructurar su producci6n, increment~ su terri­torio y establecer una nueva forma de vida que engrosa a Ia mayor

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parte de los trabajadores que pierden las comunidades. La hacien­da establece una competencia con las ciudades. Los comerciantes se independizan cada vez mas de los monopolistas de Sevilla y Ca­diz, tomando ventaja de Ia crisis del comercio espaftol, fundando rutas y vinculos comerciales con las Filipinas y el Peru. Aunque Ia crisis tambien golpe6 a los grandes comerciantes mexicanos, estos tuvieron Ia oportunidad de diversificar sus actividades e iniciar su entrada como financiadores de las minas y haciendas. La gran cri­sis, por otra parte, debilit6 a los mineros y a Ia burocracia colonial, aunque aquellos se independizaron algo de Ia burocracia a traves de sus alianzas con los grandes comerciantes.

En el cuarto periodo se desarrolla una formaci6n colonial­mercantil en Ia que las fracciones dominantes son las de los comer­ciantes, los hacendados y los mineros. La crisis del comercio espa­i'l.ol sigui6 afectando a los comerciantes, que se recomponen como grupo lOOn Ia cesaci6n de las flotas, Ia entrada de nuevos competi­dores y el fortalecimiento de los comerciantes medios. El libre co­mercia trajo tam bien el aumento del numero de consulados y Ia dis­minuci6n del poder monop61ico de los comerciantes de Ia ciudad de Mexico, pero ampli6 las filas de esta clase. Con las reformas borb6nicas y Ia influyente gesti6n del visitador Jose de Galvez, Ia burocracia real recobra su gran poder, aunque el costo de alcanzar­lo fue tan grande que desemboc6 en Ia independencia. Galvez trat6 de recuperar Ia administraci6n publica para los peninsulares, de romper el monopolio comercial, disminuir el poder de Ia iglesia y fortalecer a los grandes mineros. Asf, en las ultimas decadas de Ia colonia, Ia burocracia peninsular se convierte en Ia fracci6n domi­nante, seguida de los comerciantes y los mineros. Los hacendados son un grupo mas numeroso, ya que Ia agricultura se convirti6 en Ia actividad que contibufa mayoritariamente al producto nacional. Sin embargo, su poder es mas bien de tipo local y no estan organi­zados como los mineros y los comerciantes. La revoluci6n de inde­pendencia rompi6 de tajo el poder de Ia burocracia peninsular y se inicia el fin de Ia dependencia de Espai'l.a, aunque se empieza a incu­bar una nueva dependenciade Inglaterra y de los Estados Unidos, tal como lo percibieron algunos miembros del Consulado de Co­merciantes de Veracruz.

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198

UNIVERSIDAD AUTONOMA METROPOLITANA

Rector General Dr. Oscar Manuel Gonzalez Cuevas

Secretario General Ing. Alfredo Rosas Arceo

UNIDAD lZTAPALAPA

Rector Dr. Gustavo Chapela

Secretario M. en C. Luis Nifl.o de Rivera y Oyarzabal

Director de Ia Divisi6n de Ciencias Sociales y Humanidades Dr. Ignacio Llamas Huitr6n

Secretaria Academica Mtra. Norma Zubiran Scotto

Coordinadora del Consejo Editorial Mtra. Carmen Mier y Teran

Coordinadora de Cuadernos Universitarios Mtra. Maria Christen Florencia

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Crecimiento economico regulacidn y crisis en Ia Nueva Espalla, 1521-1810

se elabor6 en colaboraci6n con Ia SeccZ6n de Diseilo Grafico de Ia Coordinaci6n de Extensi6n Universitaria bajo Ia responsabilidad de Humberto GOitzalez Puente.

Se imprimi6 en noviembre de 1988 en Ia Imprenta Ambris, Ge61ogos n11m. 126,

Colonia San Juanico Mextipac. La edici6n consta de 1 000 ejemplares

mas sobrantes para reposici6n.

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