Versos a la muerte - Belisario

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    Versos a la muerte

    Belisario Sangiorgio

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    Versos a la muerteEditado por Literatura en LneaBuenos Aires, Argentina, Agosto 2013

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    1. Paisajes

    Sobre los faroles de la niebla en la luna

    aquel mar brilla y est tan vivo como un ocanoperoes un lago en medio de la cordillera.Bramaamenaza con llevar a cualquier cuerpoque ose desafiarlosobre las luces de la espuma en el aireaquel lago brilla como tempestad y sonrecual enfermo desquiciado

    peroes inmenso, en medio de las montaas.Tiene riscos y playas guaridasaisladas bellas y silenciosas;nadie osa a interrumpir la calma del riscoel viento como un consejero suave al costadocanta la copa efmera del rbollos barquitos que llegan a lo lejosmaderas desvencijadas de un muelle alado.Sobre los faroles de la niebla en la lunabramael enfermo desquiciado.

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    2. Carta de John Evans desde Gaiman

    Cabalgo sobre el lomo del Mala Cara hacia

    las cuestas del Gaiman y anhelo que prontoaparezca el Atlntico ante los escalofrosde mi pecho en sobredosis de estima.

    Viaja en el cinto de mis olores de hombreun sable que cruz noches de desiertojunto a sitios ciegos hasta de carbn.Las usinas de los indios destruimosal favor de aquella vieja familia galesa

    que pele contra los indios, los criollos y el Espaol:

    En su bandera, a causa de eso, llevanrojo asesino el dragn.

    Cabalgo sobre el lomo del Mala Cara haciael despertar de este sueo que no creode los montes del Trevelin y sueocon el loco Malacara,con las piedras del Trelew.

    Viaja en la herradura de mi caballola lgrima de todas las casas que abandonlas puertas de madera, mosquiterosfogatas, quincho, mateada con hierroshirviendo abandon.

    Tiemblo al contar el sueo del miedoesas imgenes son como para posedosencima de los brazos adormecidos yla ilusin del indio enclavado a pa limpiaPor voluntad en el rancho de su madre

    Tiemblo al contar el sueo del miedo.

    Porque no cualquiera cabalga el lomo del Mala Cara

    y salta, noms, con la espada y el brillo de nadaroja la sangre del dragn asesinoen la ranchada del Trevelin.

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    Por qu iba a saltar sobre la cresta sin airePor qu iba a ser tan idiota de perder oportunidadde pisar otra vez las piedras del Trelew.

    Viaja en el cinto de mis olores de hombreun sable que cruz noches de desiertojunto a sitios ciegos hasta de carbn.All gobernaban los sueos que sueojunto al campamento con mi caballode ojos blancos y cobre ladrn;de esos calaa, malditos que siento;

    Por sentirlos en la bandera llevo

    una quijada cruzada y un parpadeo final.Rojo blanquecino, mejor.

    Porque no cualquiera cabalga el lomo del Mala Caray salta, noms, con la espaday la herradura, ahora estampada en nadapeor.

    Tiemblo al contar el sueo del miedoesas imgenes son como para posedosencima de los brazos adormecidos yla ilusin del indio enclavado a pa limpiaPor voluntad en el rancho de su madre

    Tiemblo al contar el sueo del miedo.

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    3. Amor por los fondines

    Cmo supo ella que su amor ahora era enfermedad.Cul fue el momento en que las marcas del ojo

    suturaron la infanciadel gozo.

    Nada quera que le vieran nidesnuda o plcida

    Cmo supo l que su infierno no cosa la heridaCul fue el instante en que las marcas de su manoabrieron la muerte

    del da.

    Nada queraque lo vieranazotado y mal habido.

    Ella supo que lo amabahasta capaz de perdonar la muertesi la hubiesen salvado ese da en la guardiade hospital pblico.

    El llor en la soledad de un ranchojunto a las vas del tren dondese refugi para que no lo encuentrela polica perseguidora.

    Haba ejecutado a la gracia del matrimonio

    con un revlver especial plateadoen el que invirti su salariocompleto de aquel mes.Ella fue velada en un humilde saln de provinciaa cajn cerrado porque dos balazosimpactaron en su rostro tiernomorena de veintitantos.

    Nada quera que la vieranni desnuda ni trajinando la sendade la pobreza.

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    4. Para qu sirve?

    Ahora que la vida se ha vuelto gris de nuevoveo la fantasa en esquirlas sobre el piso

    trizas de lo que nunca has, siquiera, imaginado.

    Crear en esta ciudad muerta vivade instrumentos a favor del malde males en servicio del infierno.

    Un purgatorio que explota de cobardesIncapaces de tomar decisiones o partidoes lo que mis ojos cantan.

    Como gritos de caeras desesperadosgritan los sometidos de los rinconesmediticamente obsoletos.

    Y all nos veo hablando como siempreen cualquier esquina, papeles bajo el brazo.

    Veo la seguridad de la muerte asumida.Veo renacer al hombre en el hombre.

    Sabemos:estn los importantes, que escriben para cambiar el mundo.Y tambin estn los otros,que escriben.

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    5. La que se arrastra

    Una sombra villana trepapor el fro del desierto invernal

    hasta la ventana del escritoriodonde el poeta reza su credo.

    No debes sentir, estimado viajero,la daga de la ruta vaca a medianochegzalams biensaborealos grillos en inmediaciones del sexo.

    Mata a las sombras que llevan cuchillasfilosas en su cintura y pretendendejar sin vista al poetaque en el escritorio asiste al parto de su pena.

    No debes sentir, estimado hampn,el fro del revlver sobre tu cienen la ruta vaca a medianocheevtaloms bien

    Encegucelopara or con claridadlas culebras que salen de la tierraal amanecer.

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    6. Radioestacin en la ciudad

    Las costumbres de pueblo perdido en la nadaprevalecen cuando el hombre ha llegado a la ciudad,

    y ahora perdido de la gana habitaesa cementosa tempestad.

    Camina en el punto lgido de lluviadonde torrenciales demenciasdescienden de los buses todavano pierde los conceptos vigas.

    l sabe las costumbres de su pueblo

    perdido en la nada de la nada mismaperdido de la gana en el vientorumbo a una asfixia segura.

    Quin creera a aquel campesinotonto, capaz de ahogarse en el viento!

    Pues as fue que son la campanay sigui perdido de la trampaentre ranas de pozo y araasque descienden de los buses, ya asfixiadas.

    Las costumbres de pueblo perdido en la nadaprevalecen cuando el hombre ha llegado a la ciudad,y surcando trampas va.

    Camina en el torrente despreciable

    sobre el milmetro de la nada mismaatraviesa una tempestad de lluviafranquea las araas y los pozos del viento;

    Asfixia una campana de la trampaY, finalmente, se derrite en el cementoacurrucado en las demencias de matanza.Las costumbres de pueblo perdido en la nada

    prevalecen cuando el hombre ha llegado a la ciudad,y ahora perdido de la gana habitay grita que est tristeen la libertad.

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    7. Conversacin de sicarios bonaerenses

    La opulencia de andar en el amor atraviesaal garifo de billetera engalonada

    que malgasta su tropeldesvistiendo a una mujercontratada por furor.

    Si supieran, es si supieran, la frecuenciacon la que muere la pasin;hay, si paran un segundo en funeraria,a observarel mete saca de cajn.

    Son millones de millones de millonesque se van a cada rato, y ustedlos oye tan pacatos?

    -Vamos, mi amigo, ni siquiera sabade ellos hasta que ley este poema.

    Si vieran, es si vieran, la frecuenciacon la que privados y estatalesse entrelazan sin preguntaspara hacer la maldicin.

    Son millones de millones de millonesque entran y salen con cajnpares en la funerariay contrate por furor.

    Engalone los billetes, ponga sellomrquelos. Hgale un favorcitoal garifo y opulentoque le pega a su mujer.

    Hgale su favorcito, cargue el armay dgale; de parte de nosotros, que l,l ya va a saber:

    -Vamos, mi amigo, no sabe qu le esperasi la otra noche le mandamos un poema.

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    -Despus, alce el brazo y ponga tiesassus baladas de arlequnno me joda a m, Don Opulentopues no lo quiero engrupir.

    -Y ah vas a ver, vos, maniqucomo canta en el zaguncuando tengas bien los datoslo pasas a valorn.

    No, no me venga con pavadasSi supieran, es si supieran, la frecuenciacon la que muere la pasin;

    ah s, pararnun segundo en funerariaa observarel mete saca de cajn.Engalone los billetes, ponga sellomrquelos. Hgale un favorcitoal garifo y opulentoque le pega a su mujer.

    Hgale su favorcito, ya finadomire al hijo, ah al costadoy dgale; de parte de nosotros, que l,l ya va a saber:

    -Si quers un poco ms, no contslo que vers. Miren bien el fuego crespo

    y caminen sin nariz.Di a tu madre que ahora es libreque preserve la esperanzaque no mire el resurgir.

    Y aprende, muchachitola opulencia de andar en el amoratraviesaal garifo de billetera engalonada

    que malgasta su tropeldesvistiendo a una mujercontratada por furor.

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    -Oye, antes que te vayas,di a tu madre que la amamos,corta ya de vacilar,unge el fuego en penitencias

    pues de algo hay que ungir.Y recuerda, no te olvides,que cabalgue,que cabalgue hacia la lid.

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    8. Cartas a los lugares que vio

    Escrib un poema de sonidosque atravesaban las paredes;

    Gritos preferentementey gemidos adems.

    Una noche cada en lucesquise saber si venan de mi boca,pero fue imposible recordar.

    Entonces estaba aquel poema que poda ser propio

    o del departamento contiguo,tal vez de aquel ro en la puna,la casilla en el barrio Seor del Milagroo los pasillos mercaderes de Surco Viejo.

    Poda llegar hasta ese lugar desde siempre,desde Andalgal, desde Juellao desde la capital de Aymaraes, llamada Chalhuanca.

    Aquel texto versaba por las fuentes de San Blas;brindaba eternamente por pueblos como Charbonier, El Hoyo,Caleta Olivia, Abancay , Valdivia, Frutillar;brindaba por las piedras filosas de Puerto Montty por las de Arica.

    El mar negro en Comodoro, el mar celeste en Iquique,el gris de Chimbote, el verde de Vir, la bruma de Ica.

    La montaa infinita de Santa Cruz, los hongos de la yunga en Yala.Oscura como caballo petrolero, tibios an frente al fin de la especieLos ojitos de Salvador Mazza, los de Ollantaytambo,los de Socma, los de Ceferino, llorando, para que no venga la tormenta.

    Fue todo real,como el agua cristalina que baja de la nievey adora las vidas

    por igual.

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    9. Palabras

    Los verbos de este acto se agotan.Usar tan slo un puado, el ltimo

    puado, para las siguientes lneas.

    Se agotancon la velocidad de la libertaden tierra presa de falso orden,de falso caosde falsos fusilamientos.

    Estpidos: nada hace,

    una coma,entre el sujeto,y l, predicando.

    La voluntad del hombre, partidaya no se reconciliarcon desalmados que, desdela televisin, pudren mentes.

    Estpidos: quin dice,en verdad,cmo deben hablar,a las masas anestesiadas.

    Nadie. Su invento es frgil.

    Los he descubierto.

    Pues, slo de esa forma,as,tan simple,han quedado vacosotra vez a la buena del instinto.Su tiempo es frgil y mi insulto mudo,aqu lo importante es que

    los verbos se escurren como lavapor entre los pies de un volcn habitado.

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    Hay voluntad, debo admitir, partidapero hay, donde reinanlos estpidoso las televisiones

    nimos de buscar nuevasacciones.Slo all.En el resto de la Tierra,

    Nadie

    A esta hora de la nocheando yo, entre diarios

    ms viejos que las putascruzamos calles donde la actividadno habita.

    La voluntad del hombre, cuando parte,no se reconstruye jams por propios medios.

    Y el viento arremolina el papel peridicojunto a esas gracias huyen, a lo largode un verbo estpidamente televisivo,los malhechores

    que, en verdad, piensancreen y estn convencidosde una idea-falacia.Profesan vanamente.

    Gritan a los caballos del apocalipsisque una coma entre sujeto y predicadoes capaz de destruir al texto.

    Al caminar entre la desolaciny el remolino de almas y peridicos con mi firmanaci una respuesta para ellos.

    Estpidos: los verbos

    han muerto.

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    10. Los valles del Chubut

    Desde el ro Cholila hasta el Gualjainaestn los prados verdes del edn

    y las orillas del Futalaufquen sonlo ms parecido al cielo:viven en rocas moradaslos destellos de la salvacin.

    Tierra de valientes creedoresdonde con mula y con fusilButch Cassidy vino a partir.No es para cualquiera el tesoro

    de la patria escondida tras las cuestasque slo la historia cruza.

    Desde el ro Cholila hasta el Gualjainaestn los prados verdes del edndonde el cacique Incayal resisti la invasin gringaal mando de tres mil.Desde el ro Cholila hasta el Gualjainahay un valle donde la lluvia del ednno crucifica mientras surca los porosde la patria en piel sentida.

    Tierra de valientes creedoresdonde Juan Manuel de Rosasdebi pactar con los bravosde las montaas que en sushombros llevaban animales secos

    de humo y agua y espinasque en el tobillo no picantras cruzar los prados del edndesde el Cholila hasta el Gualjainaacorta la vida por las cantinasde los ripios en Esquel.

    No es para cualquiera el mediodadel lago plateado y el verde respirar:

    cruzar el metal a nado para conocerdel pas el significado;conocer su parto ms bello

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    y su cara dainapara elegirArgentinaal sol del medioda

    no es para cualquiera el lagoplateado verde por la vidaen el fondo del fondo.

    Desde el ro Cholila hasta el Gualjainahay un valle donde la lluvia del ednno crucifica mientras surca los porosde la patria en piel sentida.

    Ni los gringos se atrevan a irrespetarsecon los bravosque de la montaa descendan;mezclas de chilotes, de mataco y gaitaen el fondo de los fondosen el sol del mediodao en la noche ms sombranunca quiere volver,de Gualjaina hasta Cholila.

    Entonces toma su caballo blanconieve sobre el horizonte trancolargo para llegar antes que la carahuesuda desmedida que me rompela cornisa y ya desnuda, desvestida,acaricia la cordura de la lacray se menea en saa torpe.

    Entonces toma su caballo blancoy evita reflexionar sobre la muerteel tranco largo y largo lo mantienedistante de la cara blanca y cadadesvestidaque acaricia la inocencia de la niay descuartiza al que recin nene.

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    Versos a la muerte

    Editado por Literatura en Lnea

    Buenos Aires, Argentina, Agosto 2013

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