BelisarioHombre de ideales

25 de abril de 1863

SENADO DE LA REPÚBLICAInstItuto BelIsarIo Domínguez

DIreccIón general De estuDIos legIslatIvos:goBIerno y aDmInIstracIón PúBlIca

Domínguez

MESA DIRECTIVA

Sen. Ernesto Javier Cordero ArroyoPresidente

Sen. José Rosas Aispuro TorresVicepresidente

Sen. Enrique Burgos GarcíaVicepresidente

Sen. Luis Sánchez JiménezVicepresidente

Sen. Lilia Guadalupe Merodio RezaSecretaria

Sen. Rosa Adriana Díaz LizamaSecretaria

Sen. Iris Vianey Mendoza MendozaSecretaria

Sen. María Elena Barrera TapiaSecretaria

Sen. Martha Palafox GutiérrezSecretaria

JUNTA DE COORDINACIÓN POLÍTICA

Sen. Emilio Gamboa PatrónPresidenteCoordinador del Grupo Parlamentario del Partido Revolucionario Institucional

Sen. Ernesto Javier Cordero ArroyoCoordinador del Grupo Parlamentario del Partido Acción Nacional

Sen. Luis Miguel Gerónimo Barbosa HuertaCoordinador del Grupo Parlamentario del Partido de la Revolución Democrática

Sen. Jorge Emilio González MartínezCoordinador del Grupo Parlamentario del Partido Verde Ecologista de México

Sen. Manuel Bartlett DíazCoordinador del Grupo Parlamentario del Partido del Trabajo

Sen. Miguel Romo MedinaGrupo Parlamentario del Partido Revolucionario Institucional

Sen. Ana Lilia Herrera AnzaldoGrupo Parlamentario del Partido Revolucionario Institucional

Sen. Francisco Domínguez ServiénGrupo Parlamentario del Partido Acción Nacional

INSTITUTO BELISARIO DOMÍNGUEZSenador Luis Miguel Gerónimo Barbosa HuertaPresidente

Senador Roberto Armando Albores GleasonSecretario

Senador Daniel Gabriel Ávila RuízSecretario

Senador Ángel Benjamín Robles MontoyaSecretario

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APresentación

Emilio Gamboa PatrónSenador de la República

A ciento cincuenta años del nacimiento del Doctor Belisario Domínguez, los mexicanos rendimos home-naje a la memoria y al legado histórico de un hombre que, congruente con sus ideales democráticos, ofrendó

su vida en defensa de la libertad, legalidad y justicia del y para el pueblo mexicano. Belisario Domínguez, con su ejemplo de valentía, le dio un sello de honor a la Revolución Mexicana, siendo éste el primer movimiento que congregó los derechos individuales y los derechos sociales.

Recapitular sobre la vida de Belisario Domínguez, nos invita a distinguir tres etapas de su vida: en la primera forja su carácter afirmando los ideales, valores y nacionalismo inculcados en el seno de su familia, en la segunda fase, adquiere y fortalece los principios de liberalismo y su vocación humanista mostrando su rectitud como gobernante y en la última como periodista, senador congruente con su pensamiento y con un valor invaluable al expresarse aún y cuando sus palabras le costaran la vida.

Don Belisario, médico generoso que brindó sus conocimientos para atenuar el dolor físico de sus correligionarios más necesitados, filántropo con vocación de hombre combativo que no pretendía avivar la discordia ni dividir la sociedad, su convicción democrática, lo llevó a servir al país desde sus trabajos asistenciales; seguido de momentos políticos y finalmente en el sacrificio de su vida por la expresión de sus ideas liberales.

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Sin lugar a dudas, en la historia de México existen hombres y mujeres que han alcanzado la gloria gracias a su contribución en la defensa indeclinable de sus ideales; pero sólo el prócer de la patria, Don Belisario Domínguez Palencia, mantuvo la firmeza de sus ideas libertarias llevándolas a una tribuna donde levantar la voz implicaba un latente peligro de muerte. Sus palabras el día de hoy son una invitación para que cada uno de nosotros, los mexicanos, expresemos nuestros pensamientos y emprendamos la defensa de los mismos cuando estén en sintonía con las virtudes y principios del Estado Constitucional de Derecho.

El México de hoy nos impulsa a ejercer con responsabilidad la tranformación democrática que vive el país, responder al ideal de entereza de Belisario Domínguez, de cuya lección debemos recibir como legado colectivo y más aún como directriz de un nacionalismo en renovación constante.

En este aniversario de su natalicio, debemos recordar la voz, la de Belisario Domínguez, que resonó en la tribuna del Senado en 1913, no sólo fue la voz del pueblo chiapaneco, sino la voz de de un mexicano que soñó con un país de libertad y soberanía.

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RPrólogo

Miguel Barbosa HuertaSenador de la República

Presidente del Instituto Belisario Domínguez del Senado de la República

Recordar para no olvidar, conocer nuestro origen para poder fijar con claridad las metas de nuestro destino. Es justo tener presente en la memoria y sobre todo, en nuestro comportamiento cotidiano a las mujeres y

hombres que con su trabajo, esfuerzo y vida han contribuido a la construcción de nuestro país. Uno de esos mexicanos que merecen y deben recordarse es el Senador Belisario Domínguez.

En 1910, en México se inició un movimiento social, militar y político que transformó radicalmente a nuestro país. Estalló una guerra civil en la cual el antiguo régimen se negaba a morir, mientras las fuerzas revolucionarias, que habían echado del poder a Porfirio Díaz, se disputaban el camino que debería seguir la Revolución. El gobierno de Don Francisco I. Madero quedó inmerso en esta lucha de facciones y grupos en donde Victoriano Huerta y su grupo fraguaron su asesinato y asentaron un duro golpe a la naciente democracia mexicana.

Médico, filántropo, periodista y senador de la República, Don Belisario Domínguez fue un hombre de su tiempo que en las horas negras del golpe de Estado al gobierno del Presidente Madero, conservó su integridad como legislador, demócrata y patriota. Esta actitud congruente y digna le costó la vida, pero dejó un legado que al paso de los años, lejos de olvidarse, se agiganta.

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Para las y los senadores la figura de Don Belisario posee una gran trascendencia. La Medalla Belisario Domínguez es el mayor reconocimiento que el Senado de la República otorga a las mexicanas y mexicanos que se hayan distinguido por sus contribuciones al desarrollo de nuestro país y su principal centro de estudios legislativos se enorgullece en llevar el nombre de este insigne mexicano.

Después de más de un siglo del inicio de la Revolución, México ha experimento grandes cambios, al mismo tiempo que enfrenta enormes retos. Somos un país que lucha por ganarse un nuevo lugar en el concierto de naciones, hemos avanzado en nuestra democracia y en la vigencia de derechos fundamentales, como la libertad de expresión y la circulación libre de las ideas, pero aún tenemos que enfrentar la desigualdad y la pobreza que enfrentan millones de familias mexicanas. Para el logro de esos retos, para la figura de Don Belisario Domínguez nos une el Senado de la República y es uno de los ejemplos a seguir.

El presente texto es un sencillo homenaje que el Instituto Belisario Domínguez del Senado de la república rinde a este mexicano para conmemorar el 150 aniversario de su nacimiento. Se hace un recorrido por su formación como médico, periodista y legislador. Se recuerda su lucha a favor de las mejores causas sociales y se reproducen sus discursos más importantes. Se trata de una modesta contribución que viene a sumarse a una vasta producción editorial que se ha construido entorno a la vida y a la obra de Don Belisario Domínguez Palencia.

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150 aniversario del natalicio del Senador chiapaneco Belisario Domínguez

Roberto Albores GleasonSenador de la República

Secretario del Comité Directivo del Instituto Belisario Domínguez

Nunca, a lo largo de la historia, un hombre cuya vida ha sido fácil ha dejado

un nombre digno de recordarse.Theodore Roosvelt

Es nuestro deber como ciudadanos, pero sobre todo como Senadores de la República, recordar a los forjadores de nuestra democracia, los que ayudaron en la construcción de nuestra República. Y es de mayor

valía evocar a quienes arriesgaron su vida para que la nación no cayera en manos de un tirano; sino, por el contrario, se erigiera libre y democrática.

Tal fue la vida de ese gran hombre –hito y parteaguas del México contemporáneo– don Belisario Domínguez Palencia, cuyos ideales se sostienen en el constitucionalismo, en el liberalismo decimonónico y sus bastiones: Francisco Zarco, Sebastián Lerdo de Tejada, Benito Juárez y Lucas Alamán.

Belisario Domínguez fue un nacionalista y un defensor de la libertad de expresión. No es casualidad que la bisnieta de Francisco Zarco fuera la única con el talante necesario para imprimir aquel discurso libertario, que le costara la vida al Senador chiapaneco, pronunciado en el pleno del Senado el 23 de Septiembre de 1913, tras la negativa de varios impresores.

Referente del derecho a la libertad de prensa, mártir de la libertad de expresión, la labor del Senador Belisario Domínguez

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durante el régimen de Huerta fue de verdadera oposición: contestataria y mordaz, crítica y atinada. Su nombre debe estar inscrito en el panteón de los héroes de la revolución, de los próceres del México moderno. Un hombre de gran arrojo, su discurso y su muerte fueron germen de la crisis política y derrocamiento del gobierno Huertista.

La memoria del hombre no es perfecta, es una selección del pasado puesta al servicio del presente. Para eso es la historia, para eso la imprenta: para difundir y recordar; para replantearse los hechos y debatirlos. Es nuestro deber rescatar al liberalismo y a sus abanderados del mausoleo patriótico: debemos poner a discusión sus ideas, lograr una iteración entre el olvido y la conservación. Como decía Tzvetan Todorov: “el buen uso de la memoria es aquel que sirve a una causa justa, no el que se conforma con reproducir el pasado.”

Su herencia no es la de una muerte heroica, no es sólo su valiente y férrea oposición ante la injusticia y el desgobierno de un tirano. Debemos recuperar sus ideas sobre la democracia y la libertad de expresión: estamos obligados a ponerlas bajo un ojo crítico y retomarlas para la continua construcción que implica un gobierno democrático, una república federal como la nuestra, una con un balance e independencia de poderes.

Somos los representantes de la soberanía nacional, el pueblo de México. Nuestro leimotiv debe ser el servicio a la Patria, la construcción de una sociedad democrática y libre, una nación equitativa y justa. Las palabras pronunciadas por el trágico héroe nos lo recuerdan:

“¿Qué debe hacer en este caso la Representación Nacional? Corresponder a la confianza con que la Patria la ha honrado, decir la verdad y no dejarla caer en el abismo que abre a sus pies (...) Un supremo esfuerzo puede salvarlo todo. Cumpla con su deber la Representación Nacional y la Patria está salvada y volverá a florecer más grande, más unida y más hermosa que nunca”.

Las palabras y acciones de Belisario Domínguez, que le costaron la vida, fueron el inicio del derrocamiento de Victoriano Huerta. Su aportación es de invaluables proporciones tanto históricas como morales. Es denuncia valiente pero también eje

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de acción. Es terrible diagnóstico pero también prospección de lucha en un país ávido de libertades y democracia.

La pregunta es obligada señoras y señores: ¿qué hubiera pasado en México sin la intervención valiente de Belisario Domínguez en contra del gobierno huertista y del dictador? Mientras otros callaron, el senador chiapaneco mostraba que la nación es mucho más que nosotros como individuos y que los sacrificios –el mayor que es la vida– son indispensables en tiempos de sosiego e incertidumbre.

Sin lugar a dudas, Don Belisario Domínguez es referente del país de la libertad, de la democracia, del equilibrio de poderes y de la justicia social que día a día los mexicanos construimos. Su vida y sus acciones deben estar presentes en el colectivo nacional hoy y siempre.

En este sentido, 2013 será un año de profundo sentido histórico ya que se conmemorará el 150 Aniversario del Natalicio y el Centenario del fallecimiento de don Belisario Domínguez.

En el marco de la celebración del 150 Aniversario del natalicio de este gran prócer de la patria, el Senado de la República, a través de la Comisión de la Medalla Belisario Domínguez que me honro en presidir, ha preparado una amplia gama de actividades para conmemorar a este insigne chiapaneco, entre ellas esta breve publicación. Es por eso que te invito a leer con atención el libro en tus manos y así aprender más sobre el gran hombre que fue Belisario Domínguez.

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Don Belisario Domínguez Palencia, nació un 25 de abril de 1863 en la ciudad de Comitán en un momento en que se vivían las luchas por la Reforma y contra la intervención francesa y el imperio de Maximiliano.

Fue una época con hechos y circunstancias que nutrirían su pensamiento liberal e ideas modernistas. Sus padres don Cleofas Domínguez Román y Doña María del Pilar Palencia Espinoza, eran el eje de una familia sensible como pocas, fue educado en el nacionalismo, el amor a los pobres y a la verdad.

Cursó la educación básica y secundaria en San Cristóbal de las Casas. Tras esto viajó a Francia, país donde cursó el bachillerato. Diez años después de haber llegado a París, y tras un brillante examen profesional sustentado el 17 de julio de 1889 Belisario Domínguez Palencia obtuvo de la Soborna de Paris, el título de Médico Cirujano, Partero y Oculista. Fue un alumno de inteligencia excepcional, distinguido por sus profesores gracias a su talento, responsabilidad y dedicación en el estudio.

A sus 27 años, contrajo nupcias con su prima Delina Zebadúa Palencia, procreando cuatro hijos.

150 aniversario de su natalicio

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Médico al servicio del pueblo

Regresó a México en 1890 e instaló en Comitán un consultorio donde atendía, por igual, a ricos y pobres. Se dice que lo que ganaba con los ricos lo regalaba a los pobres en medicinas. El reconocimiento para él y su familia se debió a su incomparable generosidad. Belisario Domínguez era el médico del pueblo y para el pueblo.

Gracias a su estancia en Francia, advirtió que los males de salud del pueblo se debían a las precarias condiciones de vida, a la mala alimentación a las condiciones insalubres, a la falta de una educación, a la pobreza y falta de infraestructura de servicios básicos en la región, que influían en las enfermedades, epidemias y demás aspectos que afectan la salud de los seres humanos. Así, Belisario Domínguez tenía una labor muy complicada, la atención de miles de compatriotas en los confines más olvidados y desatendidos por el régimen porfirista.

Por si fuera poco, el hogar de nuestro galeno era un hospital y posada permanentemente abierto para todas las personas que lo necesitaran. Contaba con el apoyo perenne e incondicional de su esposa Delina y su hermana Herlinda.

Don Belisario Domínguez tenía además de su espíritu humanista, una firme convicción de luchar por la igualdad y contra la injusticia.

Luchador social

La necesidad de expresar sus ideas ante la inconformidad política y social prevaleciente en aquella época, lo llevaron a fundar el periódico El Vate, cuyas siglas significaban: “Virtud, alegría, trabajo y estoicismo”. Fue un periódico de filosofía, literatura y variedades del que fue propietario, director, redactor y algunas veces hasta voceador. Publicó cuatro números exigiendo, tanto al Gobierno Federal como al Estatal, mayor atención a las múltiples necesidades de su estado, ya que se le tenía en el más completo abandono.

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Utilizó la labor periodística como una forma de expresar sus sentimientos, su visión social y sobre todo para señalar las necesidades y problemática de sus hermanos chiapanecos.

En 1905 fue postulado por el Partido Liberal de Comitán, para ocupar la Presidencia Municipal de su pueblo natal, tomando posesión el 1º de enero de 1911. Ese mismo año fue designado Jefe Político del Departamento de Comitán por la renuncia de Atenor Culebro. México era un país en plena efervescencia revolucionaria.

De está época destaca la siguiente anécdota: que siendo designado Jefe Político del Departamento de Comitán en 1911, rechazó enérgicamente la entrega de la plaza de Tuxtla Gutiérrez, con su respectivo armamento y la disolución de la XXVII Legislatura Local. Retó al coronel Juan Espinosa Torres a batirse con él en un duelo mortal. Quien sobreviviera, determinaría si los poderes del Estado continuaban en Tuxtla Gutiérrez o regresaban a San Cristóbal las Casas. No hubo contestación al reto.

Senador de la República

En noviembre de 1911, Francisco I. Madero asumió la Presidencia de la República y convocó a elecciones para renovar las dos Cámaras del Congreso de la Unión. Los chiapanecos no dudaron en postular a Belisario Domínguez para Senador, pero su modestia lo hizo declinar aquel honor y aceptar tan sólo la suplencia de Leopoldo Gout, su amigo y compañero de luchas liberales. La planilla triunfó arrolladoramente en los comicios de 1912.

Sin embargo, el 3 de marzo de 1913 recibió la trágica noticia de la muerte de Leopoldo Gout. Fue entonces cuando Belisario Domínguez decidió tomar protesta como Senador (el 5 de marzo de 1913) y pasar a ser miembro de la XXVI Legislatura, aún con los recuerdos de lo sucedido durante la “Decena Trágica” y la brutalidad con la que se puede ejercer el poder.

En la Cámara Alta, sus intervenciones de libre expresión, fueron de gran dignidad y valor cívico, demostrando abiertamente su enemistad a Huerta y sus simpatías por el constitucionalismo.

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El discurso valiente del Senador Belisario Domínguez

El hombre sensible ante la injusticia y la pobreza demostró que los principios democráticos de transparencia y rendición de cuentas son vitales para el control de los actos de gobierno. Confrontó con virilidad y gallardía al régimen de Huerta, publicando sus discursos y denunciando los actos de un mal gobernante. Como un acto de protesta, le solicitó al Presidente de la Cámara de Senadores incluir su discurso para que fuera leído en sesión pública. Al habérsele negado tal petición, mandó imprimir el texto de su protesta y se encargó de distribuirlo por las calles.

23 de septiembre de 1913

Señor presidente del Senado:

Por tratarse de un asunto urgentísimo para la salud de la Patria, me veo obligado a prescindir de las fórmulas acostumbradas y a suplicar a usted se sirva dar principio a esta sesión tomando conocimiento de este pliego, dándolo a conocer en seguida a los señores senadores. Insisto, señor presidente, en que este asunto deberá ser conocido por el Senado en este mismo momento, porque dentro de pocas horas lo conocerá el público y urge que el Senado lo conozca antes que nada.

Señores senadores: Todos vosotros habéis leído, con profundo interés, el informe presentado por don Victoriano Huerta ante el Congreso de la Unión el 16 del presente.

Indudablemente, señores senadores, que lo mismo que a mí os ha llenado de indignación el cúmulo de falsedades que encierra ese documento. ¿A quién se pretende engañar, señores? ¿Al Congreso de la Unión? No señores, todos sus miembros son hombres ilustrados que se ocupan de política, que están al corriente de los sucesos del país y que no pueden ser engañados sobre el particular. Se pretende engañar a la nación mexicana, a esta noble Patria que, confiando en vuestra honradez y en vuestro valor, ha puesto en vuestras manos sus más caros intereses.

¿Qué debe hacer en este caso la Representación Nacional? Corresponder a la confianza con que la Patria la ha honrado,

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decir la verdad y no dejarla caer en el abismo que abre a sus pies. La verdad es ésta: Durante el Gobierno de don Victoriano Huerta, no solamente no se ha hecho nada en bien de la pacificación del país, sino que la situación actual de la República es infinitamente peor que antes; la Revolución se ha extendido en casi todos los estados; muchas naciones, antes buenas amigas de México, rehúsanse a reconocer su Gobierno, por ilegal; nuestra moneda encuéntrase depreciada en el extranjero; nuestro crédito en agonía; la prensa entera de la República amordazada o cobardemente vendida al Gobierno y ocultando sistemáticamente la verdad; nuestros campos abandonados, muchos pueblos arrasados, y por último, el hambre y la miseria en todas sus formas amenazan extenderse rápidamente en toda la superficie de nuestra infortunada Patria.

¿A qué se debe tan triste situación? Primero y antes que todo a que el pueblo mexicano no puede resignarse a tener por presidente de la República a don Victoriano Huerta, al soldado que se apoderó del Poder por medio de la traición y cuyo primer acto al subir a la Presidencia fue asesinar cobardemente al presidente y vicepresidente legalmente ungidos por el voto popular, habiendo sido el primero de éstos quien colmó de ascensos, honores y distinciones a don Victoriano Huerta y habiendo sido él igualmente a quien don Victoriano Huerta juró públicamente lealtad y fidelidad inquebrantables.

Y segundo, se debe esta triste situación a los medios que don Victoriano Huerta se ha propuesto emplear para conseguir la pacificación. Esos medios ya sabéis cuáles han sido: únicamente muerte y exterminio para todos los hombres, familias y pueblos que no simpaticen con su Gobierno.

La paz se hará cueste lo que cueste, ha dicho don Victoriano Huerta. ¿Habéis profundizado, señores senadores, lo que significan esas palabras en el criterio egoísta y feroz de don Victoriano Huerta? Esas palabras significan que don Victoriano Huerta está dispuesto a derramar toda la sangre mexicana, a cubrir de cadáveres todo el territorio nacional, a convertir en una inmensa ruina toda la extensión de nuestra Patria, con tal que él no abandone la Presidencia, ni derrame una sola gota de su propia sangre.

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En su loco afán por conservar la Presidencia, don Victoriano Huerta está cometiendo otra infamia. Está provocando con el pueblo de los Estados Unidos de América un conflicto internacional en el que, si llegara a resolverse por las armas, irían estoicamente a dar y a encontrar la muerte todos los mexicanos sobrevivientes a las matanzas de don Victoriano Huerta, todos, menos don Victoriano Huerta, ni don Aureliano Blanquet, porque esos desgraciados están manchados por el estigma de la traición y el pueblo y el ejército los repudiarían, llegado el caso.

Esa es en resumen la triste realidad. Para los espíritus débiles, parece que nuestra ruina es inevitable, porque don Victoriano Huerta se ha adueñado tanto del Poder que, para asegurar el triunfo de su candidatura a la Presidencia de la República en la parodia de elecciones anunciadas para el 26 de octubre próximo, no ha vacilado en violar la soberanía de la mayor parte de los estados, quitando a los gobernadores constitucionales e imponiendo gobernadores militares que se encargarán de burlar a los pueblos por medio de frases ridículas y criminales.

Sin embargo, señores, un supremo esfuerzo puede salvarlo todo. Cumpla con su deber la Representación Nacional y la Patria está salvada y volverá a florecer más grande, más unida y más hermosa que nunca. La Representación Nacional debe deponer de la Presidencia de la República a don Victoriano Huerta, por ser él contra quien protestan, con mucha razón, todos nuestros hermanos alzados en armas y por consiguiente, por ser él quien menos puede llevar a efecto la pacificación, supremo anhelo de todos los mexicanos.

Me diréis, señores, que la tentativa es peligrosa, porque don Victoriano Huerta es un soldado sanguinario y feroz que asesina sin vacilaciones ni escrúpulos a todo aquel que le sirve de obstáculo. ¡No importa señores! La Patria os exige que cumpláis con vuestro deber aún con el peligro y aún con la seguridad de perder la existencia. Si en vuestra ansiedad de volver a ver reinar la paz en la República os habéis equivocado, habéis creído las palabras falaces de un hombre que os ofreció pacificar a la Nación en dos meses, y le habéis nombrado presidente de la República, hoy que veis claramente que este hombre es un impostor, inepto y malvado, que lleva a la Patria con toda velocidad hacia la ruina ¿dejaréis, por temor a la muerte, que continúe en el Poder?

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Penetrad en vosotros mismos, señores y resolved esta pregunta: ¿Qué se diría de la tripulación de una gran nave que en la más violenta tempestad y en un mar proceloso, nombrara piloto a un carnicero que sin ningún conocimiento náutico navegara por primera vez y no tuviera más recomendación que la de haber traicionado y asesinado al capitán del barco? Vuestro deber es imprescindible, señores, y la Patria espera de vosotros que sabréis cumplirlo.

Cumpliendo ese primer deber, será fácil a la Representación Nacional cumplir los otros que de él se derivan, solicitándose en seguida de todos los jefes revolucionarios que cesen toda hostilidad y nombren sus delegados para que, de común acuerdo elijan al presidente que deba convocar a elecciones presidenciales y cuidar de que éstas se efectúen con toda legalidad.

El mundo está pendiente de vosotros, señores miembros del Congreso Nacional Mexicano y la Patria espera que la honraréis ante el mundo, evitándole la vergüenza de tener por primer mandatario a un traidor y asesino.

Doctor Belisario Domínguez, senador por el Estado de Chiapas.

El 29 de septiembre, en otro discurso, el Senador chiapaneco denunció a Huerta como traidor a los principios del Plan de San Luis y asesino de don Francisco I. Madero y de José María Pino Suárez, Presidente y Vicepresidente respectivamente, elegidos por la voluntad del pueblo. Lo tildó de vulgar y mentiroso por difundir informaciones falsas en su Informe de Gobierno del 16 de septiembre de 1913 sobre la situación militar del país. El Senador Domínguez insiste y en la sesión de ese día, y en pleno recinto parlamentario, pronuncia un segundo discurso en el que señala las aberraciones del régimen huertista proponiendo la destitución del general Huerta como Presidente y ofreciéndose personalmente a “llevarle la renuncia.” Domínguez recurrió a varios impresores, quienes, temerosos por las represalias de las que podían ser objeto, se negaron a imprimir el discurso. Sin embargo, una operaria de una imprenta de nombre María Hernández Zarco, de tan sólo 14 años de edad, se comprometió

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con el doctor Domínguez a imprimir el discurso en forma clandestina.1

Su publicación causó gran impacto en la opinión pública y alentó a quienes, con las armas en las manos, se oponían al régimen. Los discursos llegaron a manos del sanguinario gobernante y la sentencia contra su vida no se hizo esperar.

La noche del 7 de octubre de 1913

Con la cobarde complicidad del doctor Aureliano Urrutia, la noche del 7 de octubre de 1913 a las 23:30 horas, los agentes de la policía “reservada” desalojaron por la fuerza a don Belisario Domínguez, de 50 años de edad, de su habitación del Hotel Jardín. Lo trasladaron al panteón de Coyoacán para matarlo de un disparo en el cráneo. El artero asesinato causó un terremoto político y las sesiones celebradas en el Senado de la República los días 9 y 10 de octubre, se tornaron violentas. Esto llevó a la anulación del Congreso Federal y a que muchos congresistas fueron encarcelados en calidad de delincuentes políticos.

Había muerto el mártir de la República y la dignidad senatorial. Del ultraje a su cuerpo darían cuenta las crónicas periodísticas.

Su muerte no sería en vano. Con ella inicia la caída del usurpador Victoriano Huerta.

El legado de un ilustre chiapaneco

Sin duda alguna, la relevancia histórica que nos heredó el médico, periodista y senador don Belisario Domínguez fue su actitud en rescate de la dignidad nacional, haciendo de el un notable mexicano. Por ello, en 1953, el entonces presidente de los Estados Unidos Mexicanos, Adolfo Ruíz Cortines, envió una iniciativa al H. Congreso Federal para institucionalizar la entrega de la Medalla de Honor Belisario Domínguez del Senado de la República y así premiar a los hombres y mujeres mexicanas que

1 Belisario Domínguez, Vida y obra de un gran Mexicano, Tomo I, Senado de la República, LXI, 2010, p. 23.

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se hayan distinguido por su ciencia o por su virtud en grado eminente, como servidores de nuestra Patria o de la Humanidad.

La Medalla de Honor es otorgada en Sesión Solemne el 7 de octubre de cada año, celebrada en la Cámara de Senadores para conmemorar el sacrificio del mártir de la democracia, el Dr. Belisario Domínguez.

Belisario Domínguez cumplió con la expresión de mártir, pues “de la patria hemos de hacer un altar para ofrendar en él nuestras vidas, nunca un pedestal para erigir nuestra ambición sobre ella”.

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LXII LEGISLATURASENADO DE LA REPÚBLICA

“MEDALLA BELISARIO DOMÍNGUEZ 2013”

En los términos del Decreto que crea la “Medalla de Honor Belisario Domínguez del Senado de la República”, así como del Reglamento de la Orden Mexicana de esa presea, se expide la siguiente:

CONVOCATORIA

A la H. Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, a los Poderes Legislativos Estatales y a la Asamblea Legislativa del Distrito Federal; a la Suprema Corte de Justicia de la Nación; a las dependencias y entidades de la Administración Pública Federal; a los Gobiernos de los Estados y Municipios; a los partidos y asociaciones políticas nacionales; a las organizaciones de la sociedad civil; a las asociaciones de empresarios e investigadores; a los colegios y agrupaciones de profesionistas; a las universidades e instituciones de enseñanza; a los medios de comunicación, y en general a todos los ciudadanos mexicanos, para que presenten las candidaturas de quienes juzguen dignos de recibir la:

“MEDALLA DE HONOR BELISARIO DOMÍNGUEZ DEL SENADO DE LA REPÚBLICA” CORRESPONDIENTE A 2013.

Instituida para premiar a aquel ciudadano(a) mexicano(a) que se haya distinguido por su ciencia o su virtud en grado eminente y como servidor de nuestra patria o de la humanidad.

Todas las postulaciones deberán remitirse a la Mesa Directiva del Senado de la República, ubicada en Reforma No. 135, esq. Insurgentes Centro, Colonia Tabacalera, Delegación Cuauhtémoc, Ciudad de México C.P 06030, a más tardar el día 30 de septiembre del año en curso, para efecto de analizar y discutir los méritos de las personas propuestas. Toda postulación deberá ir acompañada de los datos biográficos del candidato propuesto, así como de las razones por las cuales se le postula.

Atentamente

COMISIÓN DE LA MEDALLA BELISARIO DOMÍNGUEZSen. Roberto Albores Gleason, Presidente

Sen. Zoé Robledo Aburto, SecretarioSen. Roberto Gil Zuarth, Secretario

Mtro. Julio E. Herrera Segura, Secretario Técnico