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S on tristes y desconsoladores estos movimientos de la juventud, que de ser imitados nos llevarían a una franca y vergonzante dictadura”, escribió Francisco Barroetaveña en 1889, en rela- ción a los jóvenes que por aquel entonces apoyaban el régimen del presidente Miguel Ángel Juárez Celman. Y continuó: “Movi- mientos sin ningún ideal noble, generoso y patriótico; sin proseguir ninguna idea o doctrina levantada que signifique un pro- greso para el pueblo o la reforma de institu- ciones deficientes; nada, nada; se busca sen- cillamente la aproximación al mando, la fruición del poder, a costa de la sumisión, en cambio de la servidumbre política”. En aquel entonces, la carta se convirtió en un éxito entre los estudiantes descontentos con el Ejecutivo vigente, que comenzaron a reu- nirse periódicamente bajo el liderazgo de Barroetaveña para debatir estrategias que incentivaran el cambio de mando a manos de Carlos Pellegrini. Se hicieron llamar Unión Cívica de la Juventud y fueron el pri- mer movimiento juvenil organizado deve- nido en partido político en la Argentina. Pasaron más de cien años y varias genera- ciones de jóvenes. Pero ahora, como antes, la juventud continúa siendo la propulsora de debates y búsqueda de cambios dentro de los espacios políticos. Con una diferen- cia: mientras las agrupaciones tradicionales realizan innumerables esfuerzos por adap- tarse a las exigencias modernas –con afán de sobrevivir a los nuevos tiempos–, los partidos jóvenes aprovechan las platafor- mas digitales, las redes sociales y los deba- tes más abiertos para sortear los viejos mo- delos e imprimirle a su formación política una matriz diferente. O no tanto, como lo demuestra una media- noche entre los jóvenes Pro. El frío penetra la ropa pero los muchachos deambulan por Parque Patricios. Esta troupe de cuatro mi- litantes –Daniela, Agustina, Joaquín y Pablo– tiene instrucciones precisas para cumplir: borrar las pintadas en contra de Mauricio Macri, referente nacional del par- tido. Una práctica de lo más antigua, a la 17 de junio de 2010| Veintitrés 35 34 inversa. Los muchachos cargan pincelazos blancos y recorren el barrio subidos a un Volkswagen Polo. En menos de tres horas, el comando amarillo que responde al inten- dente elimina de las paredes consignas que cuestionan su espacio. Entre ellas, “Macri = Posse”, “Macri sos un PROblema”, “Fuera Macri”, “Ucep = Grupo de tareas”, “Chau Montenegro”, “Gatillo fácil es Pro” y “Macri, jugá limpio”. “En general, siempre salimos por los ba- rrios que visitó Mauricio en la semana. Ahí es donde aparece la mayor cantidad de pin- tadas agresivas. Y nosotros las borramos”, explican casi a coro los jóvenes, que tam- bién pegan carteles con la leyenda “No nos van a parar. Macri 2011”. La orden se cum- ple con obediencia excepto por dos cuestio- nes: en el caso de la UCEP, los jóvenes se distancian de su defensa –“no apoyamos a un grupo de esas ca- racterísticas pero tampoco podemos difamarlo”, expli- can– y con Gui- llermo Montenegro, el ministro de Justi- cia y Seguridad, se animan al graffiti –quitan un “chau” que acompañaba su nombre y le agregan con aerosol la palabra “fuerza”–. “Tenemos esa cosa de lealtad peronista ver- sión Pro. Por eso consideramos que, en este momento, tenemos que bancar a Montene- gro. Aparte siempre nos saluda y nos trata muy bien”, explica Daniela Crubellati, una de las jóvenes que reparte su tiempo entre la militancia voluntaria y el trabajo parti- dario, donde se desempeña en el área de Institucionales y Comunicación Política. La juventud del Pro nació con la crisis de 2001, cuando Compromiso para el Cambio creó la agrupación Identidad –la pata joven del partido–, bajo el liderazgo de Fernando D’Andreis, ahora diputado porteño. Fran- cisco Quintana, actual presidente de la ju- ventud, cuenta que la principal caracterís- tica del espacio es que la mayoría de los mi- litantes “no viene de otras experiencias partidarias, se acercan vía mail Facebook o Twitter y son completamente heterogéneos entre sí: de universidades públicas o priva- das, clase alta y baja”. Con menos historia pero mayor organiza- ción a nivel nacional, la neomilitancia de Proyecto Sur –el partido que lidera el dipu- tado Fernando “Pino” Solanas– surgió en 2007. “Ideológicamente no hay diferencias entre jóvenes y adultos ni rosca entre los más veteranos para disputarse votos estu- diantiles como sucede en otros espacios”, diferencia Miguel “el Indio” Umeres, repre- sentante universitario del movimiento. Para “el Indio”, los jóvenes militantes de Proyecto Sur responden a un perfil de “chi- cos que tienen entre 19 y 23 años, que par- ticipaban en espacios sociales no partida- rios, estudian en la universidad pública, trabajan y no son de izquierda, radicales o peronistas. Están en la búsqueda de una nueva identidad”. Y, justamente en ese ca- mino, se inscriben las actividades que pro- yectan: presencia en las comunas, espacios de cine-debate y campamentos para discu- tir sobre política. Ese tipo de experiencias, pero hace noventa años, dio lugar al movimiento político cul- tural estudiantil de Córdoba, que promovió una reforma universitaria –conocida como la Reforma del ’18–, que sirvió de antesala a las grandes manifesta- ciones estudiantiles de Latinoamérica. Encau- zados en la lucha por la libertad de cátedra, el acceso masivo y gra- tuito a las aulas y la au- tonomía y solidaridad, y denunciando “la an- tigua anacrónica es- tructura”, los más jó- venes se convirtieron en “héroes” para va- rias generaciones de graduados. Hoy en día, la universidad sigue siendo uno de los territorios de mayor disputa entre los partidos políticos. Y si bien los tradiciona- les espacios como Franja Morada –que res- ponde al radicalismo– y la Juventud Pero- nista siguen copando la mayoría de las Política sub 35: entre la tecnología y la tradición Militancia vintage Las inferiores partidarias combinan viejos ritos con propaganda 2.0. Facebook, pintadas y cine-debate: qué hace y en qué cree la joven guardia. POR DEBORAH MANIOWICZ Participación. En marzo, los jóvenes de Proyecto Sur (arr.) realizaron un campamento en Luján. Pablo Touzón (ab.), presidente de GPS, explica que el espacio apuesta al debate y la generación de conocimiento. Política Facebook y Twitter se convirtieron en plataformas clave para motorizar la militancia del siglo XXI. Territorio. La juventud del Pro apuesta a viejas prácticas: pegar carteles y hacer pintadas.

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Son tristes y desconsoladores estosmovimientos de la juventud, que deser imitados nos llevarían a una

franca y vergonzante dictadura”, escribióFrancisco Barroetaveña en 1889, en rela-ción a los jóvenes que por aquel entoncesapoyaban el régimen del presidente MiguelÁngel Juárez Celman. Y continuó: “Movi-mientos sin ningún ideal noble, generoso ypatriótico; sin proseguir ninguna idea odoctrina levantada que signifique un pro-greso para el pueblo o la reforma de institu-ciones deficientes; nada, nada; se busca sen-cillamente la aproximación al mando, lafruición del poder, a costa de la sumisión,en cambio de la servidumbre política”. Enaquel entonces, la carta se convirtió en unéxito entre los estudiantes descontentos conel Ejecutivo vigente, que comenzaron a reu-nirse periódicamente bajo el liderazgo deBarroetaveña para debatir estrategias queincentivaran el cambio de mando a manosde Carlos Pellegrini. Se hicieron llamarUnión Cívica de la Juventud y fueron el pri-mer movimiento juvenil organizado deve-nido en partido político en la Argentina.Pasaron más de cien años y varias genera-ciones de jóvenes. Pero ahora, como antes,la juventud continúa siendo la propulsorade debates y búsqueda de cambios dentrode los espacios políticos. Con una diferen-cia: mientras las agrupaciones tradicionalesrealizan innumerables esfuerzos por adap-tarse a las exigencias modernas –con afánde sobrevivir a los nuevos tiempos–, lospartidos jóvenes aprovechan las platafor-mas digitales, las redes sociales y los deba-

tes más abiertos para sortear los viejos mo-delos e imprimirle a su formación políticauna matriz diferente.O no tanto, como lo demuestra una media-noche entre los jóvenes Pro. El frío penetrala ropa pero los muchachos deambulan porParque Patricios. Esta troupe de cuatro mi-litantes –Daniela, Agustina, Joaquín yPablo– tiene instrucciones precisas paracumplir: borrar las pintadas en contra deMauricio Macri, referente nacional del par-tido. Una práctica de lo más antigua, a la

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inversa. Los muchachos cargan pincelazosblancos y recorren el barrio subidos a unVolkswagen Polo. En menos de tres horas,el comando amarillo que responde al inten-dente elimina de las paredes consignas quecuestionan su espacio. Entre ellas, “Macri =Posse”, “Macri sos un PROblema”, “FueraMacri”, “Ucep = Grupo de tareas”, “ChauMontenegro”, “Gatillo fácil es Pro” y“Macri, jugá limpio”.“En general, siempre salimos por los ba-rrios que visitó Mauricio en la semana. Ahíes donde aparece la mayor cantidad de pin-tadas agresivas. Y nosotros las borramos”,explican casi a coro los jóvenes, que tam-bién pegan carteles con la leyenda “No nosvan a parar. Macri 2011”. La orden se cum-ple con obediencia excepto por dos cuestio-nes: en el caso de la UCEP, los jóvenes sedistancian de su defensa –“no apoyamos a

un grupo de esas ca-racterísticas perotampoco podemosdifamarlo”, expli-can– y con Gui-llermo Montenegro,el ministro de Justi-cia y Seguridad, seaniman al graffiti–quitan un “chau”que acompañaba sunombre y le agregancon aerosol la palabra “fuerza”–.“Tenemos esa cosa de lealtad peronista ver-sión Pro. Por eso consideramos que, en estemomento, tenemos que bancar a Montene-gro. Aparte siempre nos saluda y nos tratamuy bien”, explica Daniela Crubellati, unade las jóvenes que reparte su tiempo entrela militancia voluntaria y el trabajo parti-

dario, donde se desempeña en el área deInstitucionales y Comunicación Política.La juventud del Pro nació con la crisis de2001, cuando Compromiso para el Cambiocreó la agrupación Identidad –la pata jovendel partido–, bajo el liderazgo de FernandoD’Andreis, ahora diputado porteño. Fran-cisco Quintana, actual presidente de la ju-ventud, cuenta que la principal caracterís-tica del espacio es que la mayoría de los mi-litantes “no viene de otras experienciaspartidarias, se acercan vía mail Facebook oTwitter y son completamente heterogéneosentre sí: de universidades públicas o priva-das, clase alta y baja”.Con menos historia pero mayor organiza-ción a nivel nacional, la neomilitancia deProyecto Sur –el partido que lidera el dipu-tado Fernando “Pino” Solanas– surgió en2007. “Ideológicamente no hay diferenciasentre jóvenes y adultos ni rosca entre losmás veteranos para disputarse votos estu-diantiles como sucede en otros espacios”,diferencia Miguel “el Indio” Umeres, repre-sentante universitario del movimiento.Para “el Indio”, los jóvenes militantes deProyecto Sur responden a un perfil de “chi-cos que tienen entre 19 y 23 años, que par-ticipaban en espacios sociales no partida-rios, estudian en la universidad pública,trabajan y no son de izquierda, radicales operonistas. Están en la búsqueda de unanueva identidad”. Y, justamente en ese ca-mino, se inscriben las actividades que pro-yectan: presencia en las comunas, espaciosde cine-debate y campamentos para discu-tir sobre política.Ese tipo de experiencias, pero hace noventaaños, dio lugar al movimiento político cul-tural estudiantil de Córdoba, que promovióuna reforma universitaria –conocida como

la Reforma del ’18–,que sirvió de antesala alas grandes manifesta-ciones estudiantiles deLatinoamérica. Encau-zados en la lucha por lalibertad de cátedra, elacceso masivo y gra-tuito a las aulas y la au-tonomía y solidaridad,y denunciando “la an-tigua anacrónica es-tructura”, los más jó-

venes se convirtieron en “héroes” para va-rias generaciones de graduados.Hoy en día, la universidad sigue siendo unode los territorios de mayor disputa entre lospartidos políticos. Y si bien los tradiciona-les espacios como Franja Morada –que res-ponde al radicalismo– y la Juventud Pero-nista siguen copando la mayoría de las

Política sub 35: entre la tecnología y la tradición

Militancia vintageLas inferiores partidarias combinan viejos ritos conpropaganda 2.0. Facebook, pintadas y cine-debate: qué hace y en qué cree la joven guardia.

POR DEBORAH MANIOWICZ

PPaarrttiicciippaacciióónn.. EEnn mmaarrzzoo,, lloossjjóóvveenneess ddee PPrrooyyeeccttoo SSuurr ((aarrrr..))rreeaalliizzaarroonn uunn ccaammppaammeennttoo eennLLuujjáánn.. PPaabblloo TToouuzzóónn ((aabb..)),,pprreessiiddeennttee ddee GGPPSS,, eexxpplliiccaaqquuee eell eessppaacciioo aappuueessttaa aallddeebbaattee yy llaa ggeenneerraacciióónn ddeeccoonnoocciimmiieennttoo..

Política

Facebook y Twitterse convirtieronen plataformasclave paramotorizar lamilitancia del siglo XXI.

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aulas, los nuevos partidos ya tienen unlugar en las elecciones de estudiantes. Tales el caso de Proyecto Sur que, en 2009,logró porcentajes contundentes –entre un15 y 20 por ciento de los votos– en las facul-tades de Sociales, Exactas y Derecho de laUniversidad de Buenos Aires (UBA). El Pro,en cambio, aún no conquista seguidoresmasivos en la universidad pública –sólo ma-neja el centro de estudiantes en la Facultadde Derecho–, pero registra un alto nivel deacatamiento en la carrera de Ciencias Polí-ticas de la Universidad Católica Argentina(UCA).Con una estructura más pequeña y apenasmeses de existencia, el espacio joven de Ge-neración para un Encuentro Nacional (GEN)–que responde a la diputada Margarita Stol-bizer– tiene concentrada su energía en con-feccionar un “Estatuto de juventud que estéincorporado en la carta orgánica partida-ria”, adelantan sus impulsores. Recién en-tonces comenzarán los preparativos para

organizar un campamento de formaciónpolítica, a realizarse en la costa atlántica yque tiene como fecha tentativa febrero de2011.A diferencia del resto, los jóvenes de Gene-ración Política Sur esquivan la identifica-ción partidaria. Con fecha de nacimiento en2008, es espacio se constituyó como unaasociación civil, suerte de think tank decorte generacional con ideas “nacionales,populares y progresistas”, según cuenta supresidente, Pablo Touzón. Y continúa:“Nosotros no nos identificamos con ningúnpartido. Proponemos, en cambio, superarel debate ideológico para generar respues-tas alternativas a los temas de agenda. Porejemplo, una de las apuestas más fuertespara este año es realizar un proyecto de se-guridad alternativo a la Policía Metropoli-

tana”. En esa línea, estos jóvenes –quesuman cada vez más adeptos a través de lasredes sociales como Facebook– proponencada semana lecturas para el debate polí-tico y pusieron en marcha el Centro de Es-tudios de Perspectiva Sur, con el objetivo de“generar conocimiento para transformar lademocracia y fortalecer las capacidades es-tatales del gobierno, en áreas de investiga-ción clave como Hábitat y movilidad, Eco-nomía para el desarrollo, Identidad y Pro-cesos Políticos y Seguridad Pública, entreotras”.Dinámicos, emprendedores. Los neomili-tantes avanzan por caminos alternativos ylos combinan con viejas prácticas. Los tiem-pos cambiaron pero todos aseguran que,desde su lugar, la inquietud de espíritu per-manece intacta � �

Política

Estilo peronistaLos referentes de la Juventud Peronistasaben que el hecho de que su partido al-canzara la presidencia en más de una oca-sión los hace correr con ventaja a los ojosde los jóvenes que buscan un espaciodonde afiliarse y militar. Sin embargo, elescaso abandono de viejas prácticas demilitancia suele ubicarse entre las principa-les críticas que reciben. El secretario gene-ral de la JP bonaerense, José Ottavis, ex-plica que “ahora los más chicos deman-dan un contacto fluido con la dirigenciapartidaria y prefieren brindar su apoyo enredes sociales antes que militar en las ca-lles como ocurría hace unos años”.Actualmente, la militancia en la JP requiereconcurrencia a reuniones que se realizancada diez o quince días y participación en,al menos, la universidad, el barrio o Inter-net. Para los más dedicados, la JP cuentacon una escuela de formación política quetiene un programa de estudio de nuevemeses y convoca cerca de dos mil jóvenespor año.

Reversión radicalPese a haber sido la primera opción demilitancia partidaria, la Juventud Radicalatravesó en los últimos años un sinfín dealtibajos. Cuenta el presidente del espa-cio, Nahuel Ibazeta: “En el ’99, cuandovolvimos a ser un partido de mayoría conFernando de la Rúa, comenzamos a mo-dernizarnos: innovamos en nuevas tec-nologías, creamos fundaciones y abrimosespacios de reflexión. Pero con la crisisde 2001 el panorama cambió y muchosmilitantes se fueron de nuestro espacio.El último año, tras la muerte de Raúl Al-fonsín, varios jóvenes volvieron a acer-carse, creyendo que había que reactivarla Juventud Radical y nosotros tuvimosque readaptarnos a sus exigencias”.Entre ellas, el partido aceptó brindar uncurso de derecho para principiantes –quese llevará a cabo durante la segundamitad de este año– así como un pro-grama de formación política para jóvenesde 15 a 21 años y otro de voluntarios quetrabajen en las comisiones del Senado.