Urbanización de Tegucigalpa

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Urbanización de Tegucigalpa Historiadores hondureños siempre han indicado que Tegucigalpa, la ciudad mas grade y capital de la republica, fue fundada en 1578 como un centro minero. De acuerdo a la versión típica, mineros españoles de Comayagua encontraron yacimientos minerales especialmente plata, en las tierras altas al este de Tegucigalpa. De gran importancia fueron los depósitos de Santa Lucia, Valle de Ángeles y San Juancito. Tegucigalpa se convirtió en una “real de minas”, un centro de administración de minas y de fundición de mineral colonial. La primera descripción de “Tegucigalpa” aparece en el repartimiento de indios de 1536 por Pedro Alvarado a sus colegas conquistadores. El lugar llamado “Teguycegalpa” se presenta en el listado de poblados indígenas de la jurisdicción de Gracias, el centro administrativo de Honduras occidental en esa época. Aunque “Tagusgualpa”, un área en el interior de Trujillo, es mencionado por el obispo Predraza en 1544, no es claro que si ese territorio (luego llamado La Mosquitia) se refería a la actual capital hondureña o no. En el censo de 1549 de trabajadores indígenas (tributarios) para Centro América, “Teguiagalpa” también “Teguiagala”, surge como un lugar con 150 tributarios. Los pocos subsiguientes censos del siglo XVI indican una relativa población de aborígenes en Tegucigalpa, que incluyen a la adyacente Comayagüela, un poblado netamente indígena. “Tecucucalpa” poseía 110 tributarios en 1582; 160 para 1590, y dos años después contaba con 163. Trazado urbano del centro de Tegucigalpa. Dibujo de mediados del siglo XVIII.

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Urbanización de Tegucigalpa Historiadores hondureños siempre han indicado que Tegucigalpa, la ciudad mas grade y capital de la republica, fue fundada en 1578 como un centro minero. De acuerdo a la versión típica, mineros españoles de Comayagua encontraron yacimientos minerales especialmente plata, en las tierras altas al este de Tegucigalpa. De gran importancia fueron los depósitos de Santa Lucia, Valle de Ángeles y San Juancito. Tegucigalpa se convirtió en una “real de minas”, un centro de administración de minas y de fundición de mineral colonial.

La primera descripción de “Tegucigalpa” aparece en el repartimiento de indios de 1536 por Pedro Alvarado a sus colegas conquistadores. El lugar llamado “Teguycegalpa” se presenta en el listado de poblados indígenas de la jurisdicción de Gracias, el centro administrativo de Honduras occidental en esa época. Aunque “Tagusgualpa”, un área en el interior de Trujillo, es mencionado por el obispo Predraza en 1544, no es claro que si ese territorio (luego llamado La Mosquitia) se refería a la actual capital hondureña o no. En el censo de 1549 de trabajadores indígenas (tributarios) para Centro América, “Teguiagalpa” también “Teguiagala”, surge como un lugar con 150 tributarios. Los pocos subsiguientes censos del siglo XVI indican una relativa población de aborígenes en Tegucigalpa, que incluyen a la adyacente Comayagüela, un poblado netamente indígena. “Tecucucalpa” poseía 110 tributarios en 1582; 160 para 1590, y dos años después contaba con 163.

Trazado urbano del centro de Tegucigalpa. Dibujo de mediados del siglo XVIII.

El ambiente natural de “Tegus”, como es llamado por los hondureños, no es apto para el desarrollo de una ciudad grande. El sitio original se sitúa en una depresión en forma de “tazón” río arriba del Choluteca cerca de la convergencia de tres riachuelos. La plaza central se encuentra a unos 935 metros sobre el nivel del mar y como 220 metros debajo de una meseta circunvalar. Las áreas que rodean la ciudad son de fuerte pendiente, relativamente infértil y estacionalmente seco.

A pesar de la pobreza de su medio ambiente, la irresistible seducción mineral atrajo a Tegucigalpa mas “vecinos” (ciudadanos de ciudad) y a sus trabajadores indígenas. Representantes seculares también comenzaron hacer su presencia. Para 1592 los franciscanos habían fundado su convento; y los mercedarios el suyo unos cincuentas años después. Cuando el gobernador Juan Ayala completo su reporte en 1611, “Teucigalpa” era un poblado habitado casi por indígenas con dos sacerdotes, quienes se los administraban a los mineros.

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Su éxito minero trajo sus recompensas por parte de la corona española. En 1608 el rey crea la Alcaldía Mayor de Tegucigalpa, la cual expande su control político que incluía el sur de la provincia hasta Choluteca. Su jurisdicción se ensancha, abarcando la parte central de Honduras, cuando en 1763 se establece la Villa de San Miguel de “Thegucigalpa” de Heredía.

Censo realizado por el gobernado Ramón de Anguiano en 1801, mostraba Tegucigalpa con 86 familias españolas, 507 familias ladinas, y 81 “almas” de indios. Comayagüela, poblado indígena adyacente a Tegucigalpa y al oeste del río Choluteca, contaba con 1,062 almas. En ese tiempo, la población combina de ambas ciudades era de 4,600 personas. Veinte años después con el censo de la independencia reportaba que Tegucigalpa-Comayagüela contaba con 5,500 individuos viviendo en 831 viviendas.

La rivalidad entre Tegucigalpa y Comayagua contribuye a la inestabilidad del país durante el siglo XIXX, donde la cede capitalita cambio de manos varias veces entre ambas ciudades. Entonces en 1880, Tegucigalpa “al llevar la cresta del resurgimiento minero” paso ha ser definitivamente la capital política de Honduras. Tegucigalpa y Comayagüela fueron unidas formalmente, desde entonces censos poblacionales incluyen a ambas ciudades bajo la misma designación de Tegucigalpa.

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Plano topográfico de Tegucigalpa, departamento de Tegucigalpa 1889. El departamento fue creado en 1825 con el nombre “Tegucigalpa“ y en 1943 se cambia a su nombre actual “Francisco Morazán”.

Durante la presidencia de Tiburcio Carias Andino (1932-1949), Tegucigalpa se beneficia con la expansión burocrática del gobierno, favoreciéndose con nuevas estructuras y un incremento poblacional. No obstante, Honduras permanece siendo un país sumamente pobre y con una economía agraria, y pese a su estatus de capital de la nación, Tegucigalpa continua siendo una

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pequeña ciudad. A finales de los años 1950, la población apenas contaba con 72,000 habitantes. Pero desde ese momento sin embargo, la capital empieza ha experimentar un crecimiento substancial. Esto fue en parte por su importancia como centro mercantil y como zona industrial textil. También es debido al auge de la tecnología agraria, donde muchos campesinos perdieron sus trabajos y propiedades. Eventualmente, la capital se convierte en un polo de atracción para emigrantes campesinos y aldeanos desplazados. En 1961, Tegucigalpa crece un 85 por ciento alcanzando una población de 134,000 habitantes. Y para 1980, la ciudad ya ha alcanzado las 400,000 personas, la cual representa casi un quinto de la población nacional. Indiscutiblemente este rápido crecimiento hace estragos en la infraestructura de la ciudad, que desde sus inicios no estaba particularmente bien desarrollado. Asentamientos humanos empiezan a brotar en las laderas en la periferia de la ciudad, desforestando a su paso las montañas que la rodean para usarse como leña. Las viviendas de estos nuevos colonizadores no poseen ni agua y ni servicio eléctrico.

Esquemático de Tegucigalpa y su expansión territorial, 1807-1990.

El paisaje urbano de Tegucigalpa de hoy en día con su millón y pico de habitantes refleja su crecimiento desde la pequeña área alrededor del parque central hasta los suburbios que se extienden unos 120 kilómetros cuadrados desbordando el “tazón” original. Hoy la ciudad es un complejo colorido que contrasta entre lo viejo (el centro con sus calles congestionadas, estrellas e irregulas, arquitectura colonia, y sus concurrido mercados al aire libre) y lo nuevo (las afueras de Tegucigalpa con sus edificios altos, modernos centro comercial e instalaciones hotelera de primera).

SAP

ReferenciasFernández, Adelfa G.; Nov-Dic 1987. Tegus, capital de Honduras. Revista “Américas”. Washington DC: Organization of American States (OAS)

Greenfield, Gerald M.; 1999. Latin American Urbanization: Historical Profile of Major Cities. Westport, Con.: Greenwood Press.

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Historia de los servicios básicos capitalinos

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El auge minero fomentado por la Reforma Liberal, en particular las actividades de la Rosario Mining Company en la montaña de San Juancito, es crucial en el traslado definitivo de la capital a Tegucigalpa en 1880. Al ser el centro político más importante del país afirma su primicia respecto al resto del territorio nacional, una serie de transformaciones urbanísticas son implementadas convirtiéndose en el epicentro de la red de carreteras y telecomunicaciones, instalaciones sanitarias, educativas y culturales. Servicios básicos fueron introducidos en esa época.

Los primeros intentos de suplir una red de agua y alcantarillado para la capital datan de 1877, seguida de una segunda en 1881, ambas bajo la administración de Marco Aurelio Soto. Fue hasta 1884 durante la presidencia de Luis Bográn que se firmó un convenio con los ingenieros norteamericanos Gibson y Cole. Para 1910 la distribución de agua se hacía por medio de 29 llaves públicas en Tegucigalpa, 7 en Comayagüela y 476 en viviendas particulares. Tentativas municipales y del gobierno central por establecer servicio de electricidad se inician en 1895, pero su desarrollo fue lento. En la Memoria de Fomento y Obras Públicas de 1902-1903 (1904. Tegucigalpa: Talleres Tipográficos Nacionales) documentaba el uso de gas para iluminación con “77 lámparas de arco, 272 incandescentes en los edificios de gobierno y 324 en casas particulares”. Es hasta 1907 durante el periodo presidencial de Miguel R. Dávila que se pone en marcha el servicio eléctrico con la adquisición de un generador de gasolina en la planta de La Leona y contratando los servicios del electricista suizo Alberto Ehrler para su instalación y funcionamiento.

El sistema de comunicaciones telegráfico comenzó a instalarse en 1876 cuando gobernaba el país M. A. Soto, autorizando a los estadounidenses Mayes y Coller los trabajos del tendido de líneas entre Comayagua y Tegucigalpa e inaugurándose el servicio un año después. El telégrafo por muchos años fue el sistema predominante en la comunicación de los hondureños, la telefonía que comenzó a instalarse entre 1891 y 1893 fue muy lenta en expansión y mientras se colocaban más tendidos telegráficos, las líneas para teléfonos de punto a punto eran más complicadas. El avance de la comunicación comenzó con mayor auge en los años veinte acondicionándose edificios destinados a esta actividad como el “Telégrafo Nacional de Tegucigalpa” que después pasó a llamarse “Palacio de Comunicaciones Eléctricas”. Además de estos servicios, se construyó en Tegucigalpa el Hospital General y la Penitenciaria Nacional, ambas en 1882.

Sala de los telegrafistas en las oficinas de Tegucigalpa.

Las primeras vías terrestres partiendo de Tegucigalpa se inician durante la colonia motivados por la riqueza minera hacia las poblaciones de Santa Lucía, San Junacito, Yuscarán, Agalteca y otras. Comienzan a llamarse “carreteras” con el tramo Comayagua-Tegucigalpa en la cual en 1878 el presidente Soto ordena su mejoramiento al ampliarla y construir puentes de piedra para salvar el paso de ríos. Su desarrollo también fue lento y pausado pero con la llegada del automóvil en la primera década del siglo veinte se le dio prioridad, el presidente Manuel Bonilla mandó a construir las carreteras del Sur y Olancho.

En cuanto a su red interna, la calle Los Naranjos que luego se bautizó como la avenida Cervantes, ha sido considerada como la más importante de la vieja capital por estar trazada desde La Plazuela hasta La Moncada y por pasar a los lados de la Catedral, Plaza Morazán, Cabildo Municipal, Tipografía Nacional, los hoteles céntrico y los grandes negocios de antaño, siempre fue mantenida como tal, primero empedrada, después aplanaba y de las primeras en adoquinarse. En los años veinte el Hospital General se trasladó hacia la zona oriental de San Felipe, siendo necesaria la construcción de dos kilómetros de calle a la que hoy todos conocemos como avenida La Paz. En los años siguientes, esta importante artería contribuyó a que la ciudad se expandiera por este lado eventualmente conformándose los primeros suburbios capitalinos como Palmira, Matamoros, San

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Carlos y Pueblo Nuevo.

En la foto se observan a los transeúntes y a los trabajadores que en el año 1941 iniciaron los trabajos de pavimentación de la avenida Cervantes.

Avenida La Paz en la década de los cincuenta (¿?).

Cabe recalcar que todas las obras públicas mencionadas, ya sea de las alcaldías de Tegucigalpa o Comayagüela, no alcanzaban a financiar ni siquiera los costos operativos, por lo que es el gobierno central quien los subsidia. En este caso no solo es la construcción y mantenimiento de sus sistemas de hidrosanitario, eléctrico y comunicaciones sino también de los cementerios y mercados. Estos últimos dos fueron creados por primera vez bajo la administración civil durante la Reforma Liberal y los únicos municipalizados hasta el momento.

Anteriormente, los cementerios eran manejados por las iglesias ubicándose en sus inmediaciones, mismos que fueron clausurados por el gobierno de Soto, como por ejemplo el camposanto de la parroquia El Calvario, En 1880 se creó para Tegucigalpa el Cementerio General, ubicado en Comayagüela entre el cerro El Berrinche y el río Choluteca, mediante la compra de terreno a la alcaldía de la ciudad gemela. Recordemos que la unión de ambas municipalidades se lleva a cabo en 1938 durante la administración Carías Andino, lo que explica que Comayagüela tuviera su propia necrópolis, el Silipe. También en este lado del río Grande se construyen los primeros grandes mercados del Distrito Central, El Progreso o San Pedro en 1888 y el San Isidro en 1908. Ninguno de los dos han sobrevivido. En el predio del primero se irguió por un tiempo la Escuela de Artes y Oficios y luego el edificio de la Secretaria de Educación, el segundo fue reemplazado por uno de bloque de concreto después de un incendio en la década de los sesenta.

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El viejo mercado San Isidro de Comayagüela, frente norte. Reconstruido en 1925 y demolido en 1967. Foto de 1927.

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ReferenciasAquiles Valladares, Omar; 2008. Tegucigalpa, una ciudad y su gente 1900-1930. Tegucigalpa, Honduras: KARES S. de R.L..

Navarrete Cálix, Daniela; 2008. Tegucigalpa a pie, guía histórica. Tegucigalpa, Honduras: Línea Creativa S. de R.L..

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De arquitectura y arquitectos

En Tegucigalpa, los cambios introducidos durante la Reforma Liberal, corresponden a la talla de un centro urbano pequeño. La población se duplica en veinte años, pasando de 12 mil en 1881 a cerca de los 24 mil habitantes en 1900. De igual manera su área urbana se extiende considerablemente, de unas 50 hectáreas en tiempos de la Independencia cuadriplicándose a finales del siglo XIXX

Plano topográfico de Tegucigalpa y Comayagüela, 1899. IGN: Instituto Geográfico Nacional.

Panorámica de Tegucigalpa, imagen de finales del siglo diecinueve captada desde cerro El Berrinche.

Las calles de la capital fueron concebidas para las necesidades de transporte de tracción animal y peatonal adoptándose a su quebrada topografía. Con el paso del tiempo se han conservado sus menudas dimensiones siendo recubiertas con piedra y pavimento. En cuanto a los arquitectos del periodo colonial, se sabe que la mayoría de las construcciones civiles eran ejecutadas por albañiles. Para esa época, la apariencia urbana de Tegucigalpa poseía un aire colonial “rustico” y hasta casi rural, sin embargo, a partir de las últimas décadas del siglo diecinueve durante la administración presidencial de Marco Aurelio Soto y su primicia de “Paz y Progreso”, busca la modernización de las estructuras políticas, económica y sociales que se expresan en la arquitectura de la nueva capital con la introducción de la boga del momento, el neoclasicismo.

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Arquitectura neoclásica

En el siglo XVIII, Europa se vio desarrollándose un tipo de arquitectura basado en la reproducción de las formas del mundo clásico greco-romano. Su desarrollo fue estimulado por los descubrimientos de Pompeya y Herculano, y por las obras teóricas de los historiadores encabezados por el alemán Johann J. Winckelmann. En España, el siglo de las luces, mejor conocida como “la ilustración”, sus medidas empiezan a teñir su sociedad que no podía dejar de afectar su arquitectura, y desde 1780, la Academia de Bellas Artes de San Francisco jugó un papel importante en la difusión de las formas del neoclásico y su lucha contra el exceso del barroco en el reino que eventualmente se transfieren al nuevo continente.

En 1785, se establece la Real Academia de San Carlos en Nueva España (lo que hoy es Méjico), como eje fundamental de la penetración neoclásica en las Américas. A la academia mejicana se sumaron intentos más modesto en otras provincias iberoamericanas como la Sociedad Económica de Amigos del País en Guatemala. Simultáneamente se levantaron acciones mancomunadas contra los gremios de artesanos. Estas y el ataque a las expresiones del barroco popular americano marcaron el comienzo del neoclasicismo en nuestro continente.

En Honduras su introducción fue un tanto tardía, a partir de su era republican durante la Reforma Liberal con la llegada de arquitectos y constructores europeos, más que todos italianos, que empezaron a cambiarle a la capital de Honduras el marcado estilo colonial de las casas y edificios públicos que se levantaron antes de la independencia. Sin embargo, esta nueva expresión artística caló solamente en el nivel de la élite ya que los sectores populares continuaron realizando arquitectura similar al del periodo español. Ello se debía esencialmente que este tipo de construcción respondía a las necesidades y posibilidades económicas que no habían variado sustancialmente en siglos, y así encontramos viviendas de los 1880s erguidas con el sistema colonial como la casona que alojó hasta hace unas décadas al Jardín de Italia.

Ejemplo de arquitectura postcolonial, lo que fue el famoso restaurante Jardín de Italia.

Para finales de los 1890s aún continua la premisa iniciada por la administración Soto de borrar toda imagen colonial y reemplazarla por una nueva. Ejemplo de este fue la eliminación del escudo real español en la entrada principal del viejo edificio de la Casa de la Moneda, hoy Biblioteca Nacional. Además se derribaron centenares de galerías frontales de viviendas de diseño colonial que protegían del sol y la lluvia, con el pretexto de cambiar la imagen “aldeana y campesina” por una arquitectura de fachada con influencia francesa y norteamericana como en los casos del Chico Club y Legación Americana.

Esquina del Chico Club, intersección Ave. Colón (3ra. Calle) y Calle Adolfo Zúñiga (10ma. Ave.).

Primera embajada estadounidense de Tegucigalpa, la Legación Americana sobre la transitada calle del Cine Palace. Luego funcionó el famoso hotel McArthur.

Durante la segunda mitad del siglo XIXX surgieron en Europa corrientes anticlasisista suplantándolos con un fervor nacionalista que manifestaba un renovado interés por la historia y su incorporación al diseño arquitectónico, todo dentro de una visión cultura y romántica. En Honduras,

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ese espíritu “romántico nacional” europeo pasó en forma superficial ya que su estado de “ánimo cultural” le era ajeno. Sin embargo, en su búsqueda de imitación cultural se convirtió en “historicista” de la historia de otros y en “nacionalista” de países extranjeros. De esta forma temáticas neogóticas y neorrománticas predominantemente en templos como la ermita de Suyapa, cárceles como la Penitenciaria Central y con un sentido pintoresco en residencias como en las antigua Casa Presidencial y la Casa Quesada mejor conocida como la “Vieja Casa”.

Muestras de arquitectura historicista. ARRIBA antiguo Santuario de Suyapa en la aldea del mismo nombre; CENTRO Plaza Comercial “Rosario” llamada popularmente como la “Vieja Casa” en la avenida Cervantes y, ABAJO costado oriental de la antigua Casa Presidencial, barrio El Jazmín.

En sí, la penetración neoclásica en Tegucigalpa tuvo tres variables. La primera, con obras nuevas de neto corte académico como el Palacio de los Ministerios (hoy Museo MIN); la segunda por sustitución mediante la modificación de fachadas como la antigua Corte Suprema de Justicia (hoy Fundación Museo del Hombre Hondureño) y el Cuartel San Francisco; y la última por reconstrucción mediante la sustitución de obras ya existentes como en el Palacio del Distrito Central. No obstante, su arquitectura no afectó de forma substancial la distribución de las plantas de los edificios, caracterizado por la “casa patio” colonial, consistiendo en la colocación de habitaciones y recintos alrededor de un jardín central. Su innovación se limitó a la imagen externa de ellos y al ordenamiento de elementos de las portadas.

Un modelo de construcción colonial revertida al estilo neoclásico, Cuartel San Francisco en la avenida Colón.

Arquitectos y constructores

En los 1700s destacan los trabajos de los constructores José Naciasino Quiroz, guatemalteco, quien diseño la Catedral de Tegucigalpa. Los constructores Quiñónez y Madariaga supervisaron respectivamente las obras civiles como la Real Casa de Rescate (Hoy Biblioteca Nacional) y el antiguo Cabildo demolido en 1937 y el sitio donde hoy se levanta el Palacio Municipal. La ausencia de arquitectos profesionales continuó hasta finales del siglo diecinueve.

Catedral Metropolitana.

Uno de los primeros diseñadores en arribar a Tegucigalpa fue el italiano Emilio Montessi, quien durante la administración Soto fue nombrado como “arquitecto del gobierno”. Fue el encargado de crear la imagen del nuevo orden de la Reforma Liberal. Entre sus obras gubernamentales destacan el Hospital General (hoy Museo MIN), portal del Cementerio General y Paseo El Guanacaste. Uno de sus trabajos en la esfera privada, fue el desaparecido Banco de Honduras frente a la Plaza Morazán comisionado por la empresa estadounidense Rosario Mining Company, posteriormente arrendado por el gobierno hondureño para alojar el Correo Nacional y otras dependencias públicas. Lamentablemente, estructura fue demolida en los años setenta.

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Estructuras por el primer arquitecto del gobierno Emilo Montessi. ARRIBA Hospital General de Tegucigalpa; CENTRO portal de acceso al Cementerio General y; ABAJO el ya demolido Banco de Honduras.

En la administración presidencial de Luis Bográn, el ingeniero hondureño Héctor Medina Planas dirigió varias obras publicas como la desparecida Escuela Nacional y la Normal de Señoritas, hoy Instituto Hibueras en Comayagüela. Entre sus encargos privados destaca el viejo edificio del Hotel Las Américas, también conocido como Medina Planas, una de los primeras estructuras altas de la capital ubicada en la calle La Fuente.

ARRIBA: Antiguas instalaciones de la Escuela Normal de Señoritas, hoy parte del complejo del Instituto Hibueras, 2da. Calle de Comayagüela. ABAJO: Edificio Medina Planas que albergó por mucho tiempo al famoso Hotel Las Américas en sus pisos superior y al restaurante Duncan Maya en su primer nivel.

Otros extranjeros que trabajaron en Tegucigalpa fueron el francés Henry Gastón Bourgeois, quien diseñó el Teatro Nacional “Manuel Bonilla” y el español Cristóbal Prats su constructor siendo finalizado en 1915. Cabe destacar que su elevación frontal fue modificada 25 años después de construirse (http://www.skyscrapercity.com/showpo...&postcount=365), del original pórtico griego sustituido por una fachada en piedra rosada. Su decoración interior estuvo a cargo del artista nacional Carlos Zúñiga Figueroa, lastimosamente muy poco queda de su trabajo. .

Teatro Manuel Bonilla en el extremo oeste de la 2da. Calle del Barrio Abajo.

El italiano Augusto Bressani, fue quizás el arquitecto más reconocido de la primera mitad del siglo veinte. Su trabajo en Tegucigalpa se remota con la presidencia de Francisco Bertrand cuando su gobierno decidió construir una nueva Casa Presidencial (ver foto arriba) en la loma ubicada en la margen norte del rió Choluteca con vista hacia Comayagüela. Bressani presentó planos y presupuesto iniciándose las obras en 1917 y terminándose tres años después. Otros encargos gubernamentales de la época consistieron el edifico del Telégrafo Nacional, hoy Palacio de Comunicaciones Eléctricas y el parque mirador La Leona.

ARRIBA Palacio de Comunicaciones Eléctricas sobre avenida Colón y ABAJO parque La Leona en el barrio del mismo nombre.

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Una vez conocida calidad de Bressani el alcalde del entonces municipio de Comayagüela le confió la construcción a finales de los años veinte del Palacio Municipal que después de formado el Distrito Central se convertiría en la Escuela Nacional de Bellas Artes frente al parque La Libertad. Del mismo modo y al otro lado del río Choluteca, en 1936, la alcaldía de Tegucigalpa retiene sus servicios para levantar el edificio del gobierno municipal que sería bautizado como Palacio del Distrito Central cuando en 1938 se reformó la constitución fusionando ambas ciudades como la capital de Honduras. Otra obra de gran envergadura municipal fue el ya demolido Mercado Los Dolores inaugurado en 1922 en la plaza del mismo nombre.

Antes de agruparse como Distrito Central durante la administración presidencial Carias Andino, las alcaldías de Comayagüela y Tegucigalpa comisionan a Augusto Bressani las construcciones de sus respectivos palacios municipales. Hoy a los inmuebles se les conoce como Escuela Nacional de Bellas Artes (ARRIBA) y Palacio del Distrito Central (ABAJO).

Entre las comisiones privadas de Bressani podemos listar el Palacio Arzobispal en la avenida Cervantes y la residencia del matrimonio Lozano-Vijil en los Altos de Bella Vista de la llamada Villa Roy hoy “Museo de Historia Republicana”. Otros encargos de particulares serían la Casa Art Deco también en la Av. Cervantes, el mausoleo del ex presidente Policarpio Bonilla y la tumba de Ramón Rosa Soto en el Cementerio General del Distrito Central y varias estructuras más que ya nos hemos referido en artículos anteriores y otras a describirse.

Algunas comisiones privadas realizadas por Bressani: ARRIBA Palacio Arzobispal; CENTRO Casa Art Deco y; ABAJO sepulcro de Policarpio Bonilla.

Definitivamente que el sello de Augusto Bressani quedó plasmado en la nueva imagen urbana post Reforma Liberal de Tegucigalpa imponiendo un estilo arquitectónico que años después aún cuando se graduaron en el extranjero siguieron las nuevas generaciones de diseñadores e ingenieros entre ellos Rodolfo Pineda Ugarte, Leónidas Irías Valeriano, José C. Del Valle, Francisco Prats y más reciente con Mario Valenzuela que contribuyeron a la transformación del antiguo poblado colonial minero a una moderna capital centroamericana.

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ARRIBA antiguo Almacén Capitolio de la Av. Cervantes construido por Irías Valeriano y ABAJO Hotel Paraíso erguido originalmente como colegio por F. Prats.

Finalmente, merece la pena mencionar también la calidad de los materiales de construcción en está época. Las canteras de Tegucigalpa dotaron a los edificios de las características y elegantes piedras rosadas y verde, tampoco sin olvidar los básicos como adobe y los ladrillos y tejas de barro cocidos en el Guanacaste y La Granja. También se utilizaron duraderos mosaicos primero base de cal y después cemento, y los elegantes trabajos en mármol cuyos fabricantes fueron sobre todo los italianos. Lastima que muy poco de ellos hoy se utilizan.

Mosaico de cemento con patrón geométrico aplicado en el Chico Club.

SAP

ReferenciasGutiérrez, Ramón; 1983. Arquitectura y urbanismo en Iberoamérica. Madrid, España: Ediciones Catedra, S.A..Navarrete Cálix, Daniela; 2008. Tegucigalpa a pie, guía histórica. Tegucigalpa, Honduras: Línea Creativa S. de R.L..Valladares, Nahum; enero 2009. Las obras de Bressani. Tegucigalpa, Honduras: Diario La Tribuna.