UNIVERSIDAD ANDINA SIMON BOLIVAR SEDE ECUADOR...
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UNIVERSIDAD ANDINA SIMON BOLIVAR
SEDE ECUADOR
MAESTRIA EN ESTUDIOS LATINOAMERICANOS
MENCION EN ESTUDIOS CULTURALES
La nación ecuatoriana:
discursos en la prensa en medio de la crisis
Lourdes Endara Tomaselli
2001
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Al presentar esta tesis como uno de los requisitos previos para la obtención del
grado de magíster de la Universidad Andina Simón Bolívar, autorizo al centro de
información o a la biblioteca para que haga de esta tesis un documento disponible
para su lectura según las normas de la universidad.
Estoy de acuerdo en que se realice cualquier copia de esta tesis dentro de las
regulaciones de la universidad, siempre y cuando esta reproducción no suponga
ganancia económica potencial.
También cedo a la Universidad Andina Simón Bolívar los derechos de
publicación de esta tesis, o de partes de ella, manteniendo mis derechos de autor
hasta por un período de 30 meses después de su aprobación.
Lourdes Endara Tomaselli
Julio, 2001
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UNIVERSIDAD ANDINA SIMON BOLIVAR
SEDE ECUADOR
MAESTRIA EN ESTUDIOS LATINOAMERICANOS
MENCION EN ESTUDIOS CULTURALES
La nación ecuatoriana:
discursos en la prensa en medio de la crisis
Lourdes Endara Tomaselli
Tutora:
Catherine Walsh
Quito, 2001
3
Resumen
En esta tesis se analizan los sentidos de la nación y los referentes sobre los que se
construye la identidad colectiva ecuatoriana, en el discurso de la prensa; la
investigación se basa en la lectura de los pronunciamientos hechos por personajes
de la élite político económica del Ecuador, de articulistas de los diarios El
Universo y El Comercio y de los editoriales de estos medios, durante el proceso
de Firma de la Paz de Ecuador con Perú y del Levantamiento Popular e Indígena
de enero de 2000. En el trabajo se explora cuáles son los referentes sobre los que
se construye la idea de identidad nacional, entendiendo que las coyunturas de
crisis son estructuradoras de los sentidos a la vez que estos influyen en el
desarrollo de los acontecimientos. Esta aproximación permite ver que la identidad
nacional se construye en los pronunciamientos difundidos por la prensa sobre la
idea de una necesaria superación del pasado que mantiene al país en condiciones
de pobreza y subdesarrollo, lo cual implica olvidar los viejos referentes
identitarios y construir otros aún inciertos porque se encuentran en el futuro. Los
sentidos otorgados a la nación varían de acuerdo al momento y al enunciador,
pero todos giran sobre la idea de que Ecuador es un país que debe ser construido,
para lo cual se debe restablecer la unidad nacional.
4
A Camila,
por su amor a nuestro país
5
Índice
Introducción pp. 6
Capítulo 1:
Nación e identidad nacional: una
aproximación al debate teórico pp. 30
Capítulo 2:
La nación en el discurso de la prensa pp. 61
Capítulo 3
Conclusiones pp. 125
Bibliografía pp. 134
Anexos pp. 145
6
Introducción
Creo que hablar de identidad nacional es una cosa bien difícil. A mi se me escapa mi identidad personal todos los días y tengo que
hacer grandes esfuerzos para parecerme un poco a mi mismo, que es igual que parecerme a nadie... Presumo que las fronteras en
América Latina son meras líneas políticas convencionales. Hay, desde luego, matices diferentes, pinceladas, aspectos exteriores
que constituyen variaciones sobre el mismo gran tema latinoamericano... Pienso que la identidad es determinada por una
confluencia emotiva más que ideológica. La identidad es el punto en que se reúnen nuestras emociones, el lugar en que nos
parecemos hasta confundirnos. Es el producto de sucesos, de vivencias, de experiencias vitales y de tendencias comunes.
Jaime Sabines
La identidad de los Antiguos Sueños 1988
Toda sociedad, independientemente de su extensión geográfica, complejidad
económico - social o estructura política requiere -para poder reproducirse- tener
un recurso que permita a sus miembros reconocerse como parte de una
comunidad. Este recurso es la identidad colectiva, que se construye a partir de una
serie de referentes simbólicos a los que se les dota de un carácter aglutinador a la
vez que diferenciador.1 Al respecto Tomás Pérez Vejo dice que: “La conciencia de
una identidad grupal, de diferenciación entre un ‘ellos’ y un ‘nosotros’, quizás sea
tan antigua como la propia conciencia social. Toda percepción del ‘otro’ como
diferente, ya sea por aspecto físico, forma de vestir, idioma, etc., conlleva la idea
de un ‘nosotros’ más o menos estanco”2. Estos referentes pueden ser situaciones
objetivas que realmente marcan una diferencia (como el hablar una lengua propia)
o elementos subjetivos a los que se les otorga esa condición diferencial (como el
1 Cfr. Lourdes , Endara, El Marciano de la Esquina, Quito, Abya Yala, 1997. 2 Tomás Pérez Vejo, Nación, Identidad Nacional y otros mitos nacionalistas, Oviedo, Ediciones Nobel, 1999, pp. 43.
7
‘carácter’ específico de un grupo) frente a un ‘otro’, del cual es necesario
distinguirse porque con él se disputa - real o simbólicamente - un espacio
geográfico, una manera de comprender la realidad, el dominio sobre unos
recursos, o la misma capacidad de ejercer el poder sobre sus miembros. A decir de
Sánchez Parga:
Las identidades se fundan en un sistema de identificaciones
diferenciales, pero sólo se construyen plenamente en el
reconocimiento de y por ‘el otro’. Es la relación de
reconocimiento, la que produce identidad. En otros términos, la
cuestión del ‘otro’ aparece como constitutiva de toda identidad,
definiendo así su carácter relacional.3
La identidad colectiva, es –entonces- una construcción social que permite
delimitar un espacio simbólico, dentro del cual quienes pertenecen a él se
conciben y son concebidos como miembros de una comunidad, de un ‘nosotros’,
diferentes u opuestos a quienes pertenecen a otras comunidades, ‘los otros’.4 Esta
identidad se expresa a través de prácticas discursivas, elaboradas por los distintos
actores y miembros de la colectividad, difundidas mediante un sinnúmero de
3 José Sánchez Parga, “Producción de identidades e identidades colectivas”, en José Sánchez Parga y otros, Identidades y Sociedad, Quito, CELA-PUCE, 1992, pp. 25. 4 “Este proceso social y sicológico, decíamos, se construye a través del proceso de confrontación con los otros; sin embargo, no es todo el sistema sociocultural el que se confronta con el ajeno. Son solo ciertos elementos los que intervienen en ese juego de ver y ser vistos, juzgar y ser juzgados, valorar y ser valorados. Cada sociedad y en cada momento histórico, selecciona social e inconscientemente aquellos elementos del sistema que marcarán la frontera entre ‘nosotros’ y ‘los otros’.”, Endara, op. cit., pp. 19.
8
canales,5 e incorporadas a la mentalidad colectiva como una certeza de
pertenencia a esa comunidad.
Las naciones son una forma específica de estructuración de la sociedad, que
mantienen como principio integrador de sus miembros un imaginario acerca de lo
que constituye el ser nacional. Este imaginario, para cumplir su fin, requiere ser
hegemónico, es decir que debe ser lo suficientemente legítimo entre sus miembros
para que ellos asuman “el sometimiento de la comunidad imaginada de la
nación”,6 dado que, como señala Anderson7, las naciones solo existen como
comunidades en la mentalidad de sus miembros y no en la realidad.8
Sin embargo, la pertenencia a esa comunidad – el ser partícipes de una identidad
nacional- es lo que genera en sus miembros una serie de derechos y obligaciones y
5 Dentro de los canales privilegiados en las sociedades contemporáneas están los medios de comunicación masiva y, a pesar de su crisis, el sistema de educación. Cfr. Benedict Anderson, Comunidades Imaginadas, Reflexiones sobre el origen y la difusión del nacionalismo, Fondo de Cultura Económica, México, 1993; Endara, op.cit.; Jesús Martín Barbero, “Culturas populares e identidades políticas” en Calandria, eds., Entre públicos y ciudadanos, Lima, Calandria, 1994. 6 Sara Radcliffe y Sally Westwood, Rehaciendo la Nación. Lugar, Identidad y Política en América Latina, Quito, Abya Yala, 1999, pp. 15. 7 Op. cit., pp. 23-26 8 Esta perspectiva contradice la concepción romántica de la nación, según la cual ella “es un conjunto orgánico de individuos internamente vinculados por usos, tradiciones, costumbres, creencias, ideas y lenguaje comunes, en suma, como la sociedad fundada en relaciones de solidaridad.” Rodolfo Mario Agloglia, “La cultura como factidad y reclamo”, pp. 27 y ss., en CULTURA, N. 5, Quito, Banco Central del Ecuador, 1979. En el mismo artículo se analiza la evolución de la concepción de nación, en la filosofía y la ciencia política. A lo largo de la historia del pensamiento político, la idea de la nación como una realidad determinada por lazos objetivos, por características comunes y condiciones homogéneas ha sido una constante. Anderson plantea que tales condiciones solo existen como una aspiración, como un imaginario, que al ser interiorizado por quienes comparten una nacionalidad, se convierten en una certeza. Dice el autor que estas comunidades imaginadas, que son las naciones, se piensan a sí mismas como limitadas y soberanas, pero sobre todo como comunidades, aunque quienes las habitan “no conocerán jamás a la mayoría de sus compatriotas, no los verán ni oirán siquiera hablar de ellos, pero en la mentalidad de cada uno vive la imagen de la comunión.” pp. 23. También entre los pensadores ecuatorianos de izquierda, la nación ha sido vista como una realidad objetiva; al respecto ver Rafael Quintero y Erika Silva, Ecuador, una nación en ciernes, tercera edición, Quito, Abya Yala, 1998: “En este libro hemos comprendido a la nación como una comunidad estable históricamente creada por personas surgida en base a la unidad de origen y la comunidad territorial, vida económica, cultura, idioma y autoconciencia.”, pp. 299, T. III.
9
una determinada expectativa de comportamientos recíprocos entre los individuos
y entre ellos y el Estado; la identidad nacional es, en otras palabras, el mecanismo
a través del cual se legitima en la conciencia de los individuos, el ejercicio de una
determinada forma de poder dentro de un espacio sociogeográfico delimitado,
fuera del cual sus reglas no tienen validez.
En los estados, los ciudadanos, -quienes se conciben como miembros de la
comunidad nacional-, se obligan a cumplir con una serie de requisitos orientados
hacia el logro del bien común y la defensa de la soberanía nacional; a su vez, el
Estado está obligado a garantizar equitativamente a sus ciudadanos derechos
conducentes a velar por su libertad individual, su seguridad personal y su
bienestar en todos los sentidos, en tanto son miembros de la comunidad nacional.
La identidad nacional es el principio articulador de esa comunidad y su fuerza
radica en que es un imaginario capaz de crear vínculos que se perciben como
reales, es decir en su capacidad de crear un sentimiento de pertenencia a una
comunidad (la nación), aún cuando las relaciones objetivas entre sus miembros
sean prácticamente inexistentes, los lazos históricos que los integran sean falsos, o
la tradición compartida nunca haya existido. Como dice Anderson, la fuerza de la
identidad nacional es tal que la gente está dispuesta a morir o matar por defender a
su patria, que es el espacio donde “sus hijos” pueden gozar de su protección.9
Este principio, la identidad nacional, no es ni estable ni esencial; por el contrario,
su construcción –como todo producto social- es un proceso dinámico y cambiante,
por lo cual los referentes simbólicos sobre los que se la va configurando, varían en
9 Anderson, op. cit., pp. 20 y ss.
10
el tiempo y en los espacios. Y es además, como identidad colectiva, una
construcción simbólica reciente; a decir de Pérez Vejo10:
Pero, la conciencia de identidad nacional, de pertenencia a una
nación, a diferencia de los sentimientos tribales o xenófobos,
con los que, sin duda, está relacionado, no parece haber existido
hasta épocas relativamente recientes, sus orígenes no se
remontarían más allá de la Edad Media, y eso forzando al límite
el sentido del concepto de identidad nacional. Incluso en
nuestros días, se podría afirmar que una amplia mayoría de la
población mundial no experimenta ningún tipo de fidelidad
nacional. Estamos ante un sentimiento claramente delimitado en
el tiempo y en el espacio: Europa, al menos en sus orígenes, y a
partir de los siglos XV y XVI.
En el caso del proceso de constitución de las naciones latinoamericanas, que
estuvo marcado por una permanente readecuación territorial y por profundas
modificaciones en las estructuras político administrativas, el proceso de
construcción de identidades nacionales recién se inicia luego de las luchas
independentistas, aunque se podría decir que ciertos gérmenes de nacionalismo
existían en las motivaciones libertarias. En el área andina, los nacientes estados
pertenecientes a la Gran Colombia desde su independencia de España, pasaron por
varias delimitaciones territoriales y político administrativas, hasta consolidarse
10 Pérez Vejo, op.cit., pp. 43-44.
11
como Estados11 independientes, con fronteras definidas y regímenes políticos
presidencialistas, que permanecen hasta el día de hoy.
A lo largo de ese proceso de constitución de los actuales Estados, los referentes de
identidad nacional también se han modificado de acuerdo con las coyunturas
históricas. Así, en el primer momento de la Independencia, el eje aglutinador fue
el ser ex - colonias liberadas del yugo español12; luego, concluidas las guerras
independentistas, el referente central se desplazó del político al étnico,
convirtiéndose la pertenencia a una “raza” mestiza hispano-indo americana, en el
diferenciador de los ciudadanos de los nacientes Estados andino americanos.
Como señalan Radcliffe y Westwood:
Para los albores del diecinueve, los ‘pioneros criollos’ de la
construcción nacional basaron su búsqueda de la nación en la
idea de un pueblo común, de una comunidad unida en su
independencia de España y Portugal, de tal suerte que las
naciones de América Latina tienen una larga historia
comparable con la de muchos estados europeos. 13
11 Se asume el sentido que Gellner propone para estado; esto es “la especialización y concentración del mantenimiento del orden. El estado es aquella institución o conjunto de instituciones específicamente relacionadas con la conservación del orden (aunque pueden estar relacionadas con muchas más cosas). El estado existe allí donde agentes especializados en esa conservación, como la policía y los tribunales, se han separado del resto de la vida social. Ello son el estado.”, Ernest Gellner, Naciones y nacionalismo, Madrid, Alianza Universidad, 1997, pp. 16-17. 12 Lo cual se ilustra en los himnos nacionales –que son la declaratoria de una identidad nacional naciente- que aluden directamente a la superación de la condición de colonias; por ejemplo, en el himno ecuatoriano se dice “cedió al fin la fiereza española, y hoy ¡oh Patria! tu libre existencia, es la noble y magnífica herencia, que te dio el heroísmo feliz.” 13 Sara Radcliffe y Sallie Westwood, , op.cit., pp. 27.
12
Al fracasar el ideal bolivariano de construir una gran nación de Estados hermanos,
cada uno de ellos empezó la construcción de una identidad colectiva particular
que los diferenciara entre sí. A partir de este momento se puede hablar de un
proceso de construcción de identidades nacionales particulares, pero que deben
enfrentar una situación: su origen histórico, sus ingredientes culturales, sus
estructuras económicas y sus mismos modelos político administrativos son si no
iguales, al menos muy similares entre sí. Por lo tanto: ¿cómo construir espacios
diferenciados –estados soberanos e independientes- si la realidad aparece como
indiferenciada? El referente que más vigor tuvo, en estas circunstancias, fue el
territorial, en tanto la delimitación de las fronteras nacionales pasó a ser el
requisito indispensable para establecer el dominio soberano de los Estados sobre
determinadas jurisdicciones político administrativas, que por lo demás compartían
muchos elementos no diferenciadores.
De ahí en adelante, cada nación ha ido construyendo su identidad nacional
empleando este y otros referentes; unos, en alusión a su condición étnica, otros, en
cuanto a sus características productivas o geográficas. Pero cualquiera sea el
referente que en un determinado momento histórico fuera privilegiado como base
de la identidad nacional, en el imaginario de las sociedades este es comprendido
como una esencia diferenciadora, algo que le da un carácter único y especial al ser
nacional, sea este una condición social, una situación geográfica, un régimen
político, o una tradición ancestral.
En el caso ecuatoriano, que es el espacio sobre el cual se tratará en esta tesis, la
construcción de la identidad nacional ha recurrido a tres referentes centrales,
13
aunque no son los únicos. En primer lugar, está el referente que alude a que
Ecuador es el resultado histórico de una comunidad sociopolítica ancestral, el
Reino de Quito, que quedó subsumido luego de la invasión inca y la conquista
hispana; este referente alude a la noción de que la comunidad actual tiene raíces
históricas profundas y que su delimitación territorial tiene, igualmente, un pasado
profundo que la legitima.14 Pero, además, reivindica la existencia de una
“nobleza” autóctona que en nada debería envidiar a la nobleza inca, cuyos
herederos son los peruanos.15 En ese referente se combinan apelaciones al origen
compartido con la idea de ser distintos de un ‘otro’ si bien no inferior, tampoco
superior étnicamente.
En segundo lugar, aunque no menos importante, está la idea de que Ecuador es
una comunidad político-administrativa permanentemente agredida en su
integridad territorial, principalmente por Perú; frente a esta situación la unidad
nacional se ha pregonado como la garantía de sobrevivencia de la pretendida
comunidad; en este caso, el referente alude a la noción de fraternidad frente a un
‘otro’ externo y agresor (la conquista inca, la conquista ibérica, la fragmentación
14 Jacinto Jijón y Caamaño, a propósito dice: “Lo que se consumó en mayo de 1830, lo que intentaron ejecutar los Próceres en Agosto de 1809 fue la creación de un Estado, por cuanto era una realidad viva la existencia de una nación, el Reino de Quito, que no se ocultaba a nadie, ni aún a los que no deseaban la constitución de la nueva Soberanía. ¿Cuándo se conformó esa nacionalidad? En el período en que se constituyeron casi todas las de hispano américa, en la primera mitad del siglo XVI. En su creación intervino, si bien sólo como factor secundario, la población aborigen.”, en: La ecuatorianidad, Conferencia dictada en el Salón de Actos de la Universidad Central el 18 de noviembre de 1942, Quito, La Prensa Católica, 1943, pp. 11. 15 Cfr. Erika Silva, Los mitos de la ecuatorianidad, Quito, Abya Yala, 1992. “(...) Este es el momento que (los letrados) reivindican el mundo indio en el legendario Reino de Quito del Padre Juan de Velasco, a pesar de que han visualizado a los indios como seres incapaces, apáticos, melancólicos e impotentes frente a la naturaleza; es el momento que proclaman – desde una perspectiva elitista – la existencia de una nobleza quiteña pareja a la nobleza inca. Parecería entonces, que la apelación al pasado indio es hecha para legitimar una unidad nacional y territorial existente antes de la invasión inca (...)”, pp. 23.
14
territorial en la colonia, el desmembramiento territorial en la Gran Colombia y
finalmente las repetidas agresiones peruanas en la época republicana).16
Y, finalmente, la idea de que la diversidad socio-cultural ecuatoriana es el rezago
de un proceso inconcluso de constitución del Estado nacional, por lo que la
integración nacional debe lograrse a través del mestizaje y la consolidación de una
ciudadanía homogénea. La diferencia cultural, lejos de ser comprendida como un
modo particular de ser nación, se convierte en un obstáculo que debe ser salvado
para constituirla plenamente; aún más, tal diversidad ha sido vista como un
peligro a la unidad nacional, es decir a la existencia de la comunidad
ecuatoriana.17
Estos referentes, lejos de ser simplemente el producto derivado de la estructura
económica del Estado ecuatoriano, son parte de un imaginario colectivo que
atraviesa las diferencias de clase e –inclusive- las diferencias culturales. El trabajo
de autodefinición nacional, dicen Radcliffe y Westwood, no es una tarea de
16 Cfr. Enrique Ayala, Ecuador-Perú. Historia del Conflicto y de la Paz, Quito, Planeta, 1999. “Los ecuatorianos hemos vivido por décadas con la convicción de que nuestro país ha sufrido una serie de mutilaciones territoriales que lo han reducido a la mínima expresión, y con el trauma de haber perdido una guerra con el Perú, un país con más territorio, recursos y capacidad militar, que ha logrado imponer su fuerza frente a nuestras razones. Especialmente luego de los hechos de 1941-42, un rasgo de la identidad ecuatoriana fue el sentido colectivo de la derrota.”, pp. 13. También, Silva, op. cit. 17 Cfr. Radcliffe y Westwood, op. cit., “Los escritores latinoamericanos enfatizan la diversidad socioeconómica de sus países y la dificultad de formar una comunidad nacional a partir de dicha heterogeneidad.”, pp. 30. También, Silva, op.cit., indica como uno de los elementos constitutivos de la identidad ecuatoriana, el mito del mestizaje entendido como el blanqueamiento de la sociedad india y la adscripción de los indios al gran proyecto nacional. Páginas 17-18. También, Quintero y Silva, op.cit.; según los autores, el mestizaje también estuvo presente en el pensamiento de la izquierda ecuatoriana como referente de la identidad nacional: “Para uno de los principales exponentes de ese pensamiento nacional – popular – el movimiento terrigenista-, si bien el sustento de la nación esa “el pueblo”, es decir aquella heterogénea masa de desposeídos, la peculiaridad de ella no estaba otorgada por el carácter primigeniamente andino de nuestra realidad, sino por la mezcla de dos culturas, por la existencia de una “nación mestiza” que al nacer se convirtió en una entidad independiente de España y de la realidad Indígena.”, pp. 461.
15
fuerzas económicas abstractas sino de instituciones y grupos específicos, dentro
del contexto del estado (que desarrolla la ciudadanía, reclama la autonomía de
otros estados y el derecho a usar la fuerza en un territorio soberano). 18 Por ello,
los referentes también sufren modificaciones cuando la relación entre las
instituciones y los grupos se modifican. En el desarrollo de esta tesis se verá cómo
los referentes sobre los que se ha construido la noción de identidad nacional se
han modificado en los últimos años del siglo XX.
Los grupos de los que hablan las autoras citadas antes, se conforman a través de
intereses políticos y económicos comunes; en su confrontación en la arena
política, se van modelando y modificando los sentidos que cada uno otorga a la
nación y, por lo tanto, los elementos que consideran como constitutivos de la
identidad nacional; cada uno de estos grupos, pugna en la arena política
‘acompañados’ de su propia idea de identidad nacional. Los proyectos nacionales
que cada grupo socioeconómico propugna son, en muchos casos, antagónicos,
pese a lo cual todos contienen un ideal más o menos estructurado y más o menos
explícito de identidad nacional, construida sobre referentes a veces similares, a
veces contradictorios. Como ilustración de lo dicho vale la pena recordar que al
producirse el conflicto bélico con Perú, en 1995, miembros del pueblo shuar
participaron activamente en la defensa del territorio ecuatoriano,19 aún cuando el
18 Idem., pp. 31. 19 Al respecto ver: Endara, op.cit. Los testimonios de los soldados shuar y de la población shuar de la frontera, evidenciaban que era su “amor a la patria” y la consiguiente obligación de defenderla, lo que les condujo a participar (y contribuir al triunfo militar) en el conflicto armado contra Perú, pese a que el pueblo shuar está artificialmente dividido por la frontera nacional entre los dos países en conflicto y que la existencia del estado nación ecuatoriano es, justamente, la causa de la imposibilidad de ejercer plenamente los derechos culturales de ellos y de los demás pueblos indios del Ecuador. Ver también: Ayala Mora, op.cit.; el autor señala, luego del triunfo militar en el enfrentamiento con Perú en 1995: “Ya no estamos condenados a la derrota. Ahora podemos incluso aceptarnos como ‘nación pequeña’ y hablar de ‘comunidad nacional’, porque
16
proyecto histórico del movimiento indio se basa en la idea de la construcción de
un estado multinacional que reconozca lo artificial de las delimitaciones
fronterizas existentes, que mantienen divididos a los pueblos originarios del
continente americano. Igualmente, el referente del mestizaje tiene su versión
oficial según la cual todos los ciudadanos del Ecuador son producto de o deben
llegar a un mestizaje social y biológico20, pero también tiene su versión ‘popular’,
entre amplios sectores sociales que se reconocen a sí mismos como mestizos en
oposición a los indios y los negros, juzgados como ‘razas puras’.21
El objetivo de esta tesis no es analizar el desarrollo histórico de las identidades
nacionales en el área andina, ni siquiera en el Ecuador. Por el contrario, lo que se
pretendió con la investigación que sirve de base para este trabajo era analizar los
referentes sobre los que construye su concepción de identidad nacional uno de los
actores de la vida del país: la elite económica y política del Ecuador22. Para ello,
se decidió trabajar a partir de los pronunciamientos hechos por personajes
pertenecientes a este sector, difundidos a través de la prensa escrita. Con ello, se
buscaba establecer posibles cambios o constantes en su discurso, en tanto este es
la enunciación de uno de los proyectos nacionales que actualmente –como nunca
antes- disputan la hegemonía en el país. Esto no significa que en etapas anteriores
hemos empezado a aceptar la diversidad regional y la sustantividad de los pueblos indios que, lejos de ver el conflicto como ajeno, han defendido el territorio.”, pp. 88. 20 Silva, op. cit. 21 Al respecto ver: Hernán Ibarra, “El laberinto del mestizaje”, pp. 111 y ss., en José Sánchez Parga y otros, op. cit. 22 La categoría “élite político económica” alude, en este trabajo, a los sectores sociales propietarios de los medios de producción material, que participan activamente en el juego político nacional sea a través de los canales orgánicos (partidos políticos), movimientos independientes u organismos gremiales y que pertenecen al grupo sociocultural autodenominado blanco-mestizo, lo cual excluye a los actores políticos que pertenecen a sectores subalternos por su condición étnica o por su condición económica, así como a los sectores económicos dominantes pero que no actúan abiertamente en la política nacional.
17
de la historia ecuatoriana, haya existido un proyecto único de construcción
nacional o que el imaginario de las élites políticas y económicas haya logrado ser
en algún momento totalmente hegemónico.23 Al contrario, desde que Ecuador
asumió su actual configuración político administrativa, en su interior han estado
presentes proyectos nacionales y propuestas de identidad nacional diferentes.24 Lo
que ocurre es que en las dos últimas décadas, una serie de hechos económicos y
políticos han generado que proyectos y discursos no hegemónicos emerjan
contradiciendo abiertamente al de la élite o demostrando su fragilidad (o su
ficcionalidad, en palabras de Anderson). De estos hechos, cuatro revisten, a mi
juicio, especial importancia:
a) El último enfrentamiento bélico entre Ecuador y Perú, que condujo a la firma
del Tratado de Paz. Con la firma de este acuerdo, el referente identitario en
que se había constituido la agresión del “vecino del Sur”, en la práctica
desaparece y, con él, el discurso de la unidad nacional como garantía de
sobrevivencia del estado nación ecuatoriano pierde vigencia.
b) La emergencia del movimiento indígena, iniciado en 1990 pero que cobra más
fuerza a partir de 1995 y reclama la constitución de un nuevo modelo político-
administrativo: el estado plurinacional. El relativo poder político alcanzado
por este movimiento, ha obligado a hacer concesiones de distinto grado
(oficialización de la educación bilingüe intercultural, reforma constitucional
23 Al respecto, Sánchez Parga dice: “La construcción de identidades, las relaciones de diferenciación y reconocimiento y la misma apropiación de significantes tienen siempre lugar en la arena del conflicto social con diversas formas de intensidad; y si no siempre se da una “lucha de identidades”, de alguna manera “las identidades en lucha” configuran una situación intrínseca a su constitución.”, op. cit. pp. 29 24 Al respecto ver: Quintero y Silva, op. cit.; Adrián Carrasco y otros, Estado, Nación y Cultura. Los proyectos históricos en el Ecuador, Cuenca, IDIS, 1988.
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para declarar al estado como multicultural, demarcación de áreas territoriales
para ciertos pueblos indígenas, en particular para la población quichua del
Pastaza y para los huaorani), pero que apuntan hacia un debilitamiento de la
idea de que existe una nación unitaria, mestiza y homogénea como pretendió
el discurso de la ecuatorianidad.
c) La demanda, cada vez más importante, de autonomía regional que saca a la luz
la existencia de otras comunidades imaginadas al interior de la nación
ecuatoriana y que, igual que en el caso del movimiento indígena, cuestiona la
noción de una comunidad nacional unitaria. A diferencia del emergente
movimiento indígena, en este caso no se trata de una fractura producida por un
sector subalterno, sino por una fisura en el seno de los sectores dominantes;
por tal razón, el efecto de esta demanda puede ser de mayor magnitud que la
demanda por la plurinacionalidad propugnada por los indios.
d) La agudización de la crisis económica y por lo tanto del modelo de desarrollo
planteado como proyecto de base de la constitución del estado nacional, que
conduce a un agudo cuestionamiento de la validez no solo del modelo
económico sino de la “patria” en tanto espacio y garantía del bienestar de sus
ciudadanos. La particular forma en que Ecuador se halla inserto en la
globalización, lejos de significar un bienestar colectivo ha conducido a la
pobreza extrema a la mayor parte de sus ciudadanos, con lo cual la “patria que
protege a sus hijos e hijas” resulta ser inoperante para tal fin.25
25 Si bien no es tema de esta tesis, es necesario mencionar que la migración hacia el extranjero por cientos de miles de ecuatorianos aparece como la estrategia de sobrevivencia básica de los sectores empobrecidos, pero que en muchos de sus testimonios los migrantes señalan que realizan el “sacrificio” de abandonar su país justamente por su patria. Esta aparente contradicción requiere de mayor profundidad en su análisis, pero lo que quiero resaltar es que el espacio nacional como garante de los derechos fundamentales de los ciudadanos, ha perdido validez para muchos de ellos.
19
Si la agresión territorial ya no existe, si el mestizaje evidentemente no ha sido
logrado, si la unidad sociopolítica es cuestionada por el reclamo de las autonomías
regionales y si la patria ya no puede garantizar la sobrevivencia física de sus
ciudadanos: ¿cuál es el sentido de nación que imaginan las élites? Esta es la
pregunta central de la investigación realizada. Dadas las condiciones de la
coyuntura que vive el Ecuador, se podría pensar que nuevos referentes identitarios
están siendo creados para dar sentido y sustento a la idea de nación. Así, la
construcción de la identidad nacional sería aún necesaria para llevar a efecto el
proyecto político-económico de la élite ecuatoriana. Si este fuera el caso, los
referentes de identidad nacional deberían reconstituirse o desplazarse hacia otros
aspectos para mantener el proceso de construcción imaginaria de la nación,
reforzando el imaginario nacionalista existente en los sectores subalternos no
indígenas y reconstituyendo los elementos que están presentes también en el
imaginario de la burguesía. En definitiva, frente a la crisis de los referentes, habría
que inventar otros nuevos.
Pero también es posible responder de otra manera: si el proyecto de nación ha
fracasado, para qué insistir en él; sería mejor ir descomponiendo los símbolos,
volviéndolos cada vez más ambiguos para que en el imaginario colectivo
desaparezca la idea de una nación soberana y se abra el camino a un festín de los
recursos nacionales o a una lucha en la que cada uno deberá salvarse como
pueda.26 En este escenario, los referentes identitarios deberían desplazarse de la
26 La evidente fragilidad de la construcción de una identidad nacional no es algo que solo ocurre en Ecuador. Una gran parte de los conflictos políticos contemporáneos expresan que las naciones, unitarias y homogéneas, no existen sino como “comunidades imaginadas” en la mentalidad de (algunos) de sus miembros. Como señala Baud, “actualmente queda poco de ese optimismo con respecto a la evolución que conduciría al estado –nación y de la certeza en cuanto a la desaparición
20
búsqueda de una identidad nacional hacia la constitución de comunidades
regionales, étnicas o políticas relativamente autónomas aunque articuladas en un
estado “gerente” (en tanto aparato burocrático administrativo), más que en un
estado nación (en tanto unidad política soberana y autónoma). En otras palabras,
la identidad nacional habría perdido sentido práctico.
En las manifestaciones discursivas de la élite sobre la identidad nacional, es
posible, entonces, identificar sus referentes; la continuidad o discontinuidad en
ellos; la lógica sobre la que se construye su sentido de nación para contradecir las
otras lógicas emergentes; o, la construcción imaginaria de nuevas “comunidades”
que dejen de lado la comunidad nacional. Esto nos remite a tratar estas
manifestaciones discursivas como elementos que enuncian el imaginario de un
sector de la sociedad ecuatoriana, sabiendo que al hacerlo se está solamente
trabajando con uno de los lados de la moneda. El otro lado, es decir el cómo los
otros sectores de la sociedad reciben, perciben, asumen y reelaboran ese discurso,
no es analizado en este trabajo. En definitiva, la investigación se centró en la
enunciación del discurso sobre la identidad nacional y dejó concientemente a un
lado, el problema de su recepción.
Como se dijo antes, esta tarea fue realizada a partir del análisis de los
pronunciamientos hechos por personajes pertenecientes a la élite político
económica, según la delimitación expresada anteriormente, en los medios de
de otras formas de identidad de grupo. Acontecimientos políticos recientes han revivido el estudio de fenómenos como la nación, el estado-nación, el nacionalismo y la formación de naciones. El resurgimiento del regionalismo y del separatismo étnico en zonas que hasta hace poco estaban sometidas a Estados aparentemente estables y centralizados han revolucionado la reflexión teórica sobre la relación entre formación de nación y etnicidad.”. Michael Baud, y otros, Etnicidad como estrategia en América Latina y el Caribe, Quito, Abya Yala, 1996, pp. 73.
21
comunicación, principalmente de la prensa. Quienes debían ser motivo de esta
investigación tenían que cumplir con tres requisitos que los ubicaran en la
categoría de elite política económica:
a) Ser autoridades de los gobiernos nacionales;
b) Ser dirigentes de los partidos políticos de derecha27; o
c) Ser dirigentes de las cámaras de la producción
En la investigación se elaboró una muestra representativa de este universo
mediante la aplicación de una encuesta a veinte académicos ecuatorianos que
realizan análisis político.28 Para efectos de este trabajo, los pronunciamientos de
estos personajes serán entendidos como manifestaciones discursivas de la élite
político económica sobre la identidad nacional. Pero, hacerlo durante todo el
período en que los hechos políticos y económicos ponen en entredicho los
referentes de la identidad (dos décadas), habría sido muy difícil por lo que se
resolvió tomar dos momentos densos de la coyuntura nacional (la firma del
tratado de Paz con el Perú ocurrida en octubre de 1998 y el Levantamiento
indígena y popular que condujo al derrocamiento del gobierno de Jamil Mahuad,
en enero del 2000), para analizar -en los pronunciamientos de la elite ocurridos al
calor de las contiendas políticas que generaron esos acontecimientos-, alusiones a
27 Partido Social Cristiano, Democracia Popular y Partido Roldosista Ecuatoriano; la ubicación de estos partidos en la derecha obedece a que en sus proyectos programáticos, los tres expresan una defensa del sistema socioeconómico capitalista en su versión neo-liberal. Obviamente, entre los tres hay diferencias; pero es innegable que todos ellos representan y defienden los intereses sociales, políticos y económicos de la oligarquía costeña y de la burguesía serrana, aunque lo hagan con distintas estrategias: un neoliberalismo radical, un neoliberalismo ilustrado o un neoliberalismo populista. 28 La ficha de encuesta, la caracterización de los encuestados y los resultados globales obtenidos se presentan en el anexo 1. La conformación de la muestra obtenida se explica en el capítulo 1.
22
la identidad nacional sea para reivindicarla, negarla, mantener sus referentes
pasados o modificarlos.
Los pronunciamientos de los personajes, que recogen los diarios El Universo y El
Comercio, no constituyen un cuerpo homogéneo ni coherente, sino más bien una
serie de fragmentos de discursos, parciales y discontinuos que son presentados en
los medios en coyunturas particulares. Pese a ello, como se verá a lo largo de este
trabajo, los pronunciamientos analizados tienen varias notas en común que
permiten agruparlos en un conjunto, sin que ello niegue sus especificidades. Estas
notas en común son las siguientes:
Se trata de pronunciamientos hechos en un contexto de debate
político y por lo tanto, se pueden considerar como parte de la
exposición de proyectos societarios que buscan imponerse o
consensuarse en toda la sociedad.
Se trata de pronunciamientos que pretenden representar el sentir de
toda la colectividad, en tanto búsqueda del interés común en
oposición a los discursos de los grupos políticos antagónicos
(como podrían ser los sectores políticos de izquierda), que se
estigmatizan como atentados a ese interés nacional.
Se trata de pronunciamientos que se dirigen hacia un destinatario
colectivo: el pueblo ecuatoriano, con el fin de convocarlo a
participar del proyecto que propugnan, en tanto se presenta como
un proyecto válido para todos.
23
Siguiendo la perspectiva propuesta por Eliseo Verón,29 estas notas en común
serían las que permiten ubicar a todos estas manifestaciones discursivas como
elementos que forman parte de discursos políticos: emanan desde quienes
pertenecen al aparato político del Estado –gobierno y partidos- pero también de
quienes juegan explícitamente en este terreno aunque no corresponden en esencia
a él –Cámaras de la Producción- pues su ubicación “natural” es la sociedad civil.
El discurso político, desde esta perspectiva es entendido como elemento de una
estrategia que se orienta a ganar poder, aumentarlo o mantenerlo en medio de una
lucha por él con otros actores que igualmente pugnan por ganarlo, aumentarlo o
mantenerlo. Como tal, siguiendo a Verón “es evidente que el campo discursivo de
lo político implica el enfrentamiento, relación con un enemigo, lucha entre
enunciadores.”30 Si bien no se cuenta con un cuerpo integral que permita realizar
un análisis de los discursos, los pronunciamientos que aparecen en la prensa,
contienen estas condiciones: se presentan como un enfrentamiento entre
enunciadores.
Con estas delimitaciones temporales y sectoriales, se inició el proceso de
recolección y sistematización de la información aparecida en los dos diarios
nacionales de mayor cobertura: El Comercio y El Universo.31 Este acercamiento a
las manifestaciones discursivas de la élite, mediados por la prensa, permitió llegar
29 Eliseo Verón, citado en Oswaldo Dallera y otros, Seis semiólogos en busca del lector, Quito, Abya Yala, 2000, pp. 114 y ss. 30 Idem. pp. 116. 31 Inicialmente se pensó analizar los pronunciamientos emitidos a través de distintos medios y canales de enunciación (medios de comunicación masiva, discursos públicos, informes específicos, etc.); sin embargo, luego de iniciar la recopilación de la información se consideró que la dimensión de los pronunciamientos emitidos por la prensa escrita era tal (pese a la reducción del universo de estudio a una muestra y al corte espaciotemporal realizado), que resultaría sumamente ambicioso pretender trabajar con las otras fuentes. Por lo tanto, el análisis se concentró en los pronunciamientos emitidos a través de estos dos diarios por ser los de mayor circulación a nivel nacional.
24
a una primera conclusión: los pronunciamientos que difunde la prensa, debido a
las características del estilo periodístico, son fragmentos de enunciados mayores.
Esos fragmentos no son, necesariamente, lo esencial del pronunciamiento hecho
por el personaje sino aquello que el periodista, como mediador, considera
esencial. Por lo tanto, la fuente desde donde se recupera los enunciados es, por si
misma, un filtro, una elaboración secundaria de los ellos. Asumir que lo que
aparece en los diarios es el discurso del personaje, sería ocultar un proceso de
selección, intencional o no, realizado por alguien –el periodista que elabora la
noticia- que estructuralmente no pertenece a la categoría de élite, como es aquí
definida. En otras palabras, los pronunciamientos presentados en la prensa tienen
dos enunciadores: el personaje que los emitió y el medio que los seleccionó y que
los mediatizó.
Esta ambigüedad en la fuente de información marca el sentido de los resultados
que aquí se presentan, pues no se trata de los pronunciamientos realizados por los
actores políticos sino de lo que de esos pronunciamientos recoge la prensa; y al
decir ‘recoge’ se está hablando de una cadena de mediaciones que han sufrido
desde el momento en que fueron emitidos por su primer enunciador. Esas
mediaciones son principalmente tres: aquellas que tienen que ver con la dinámica
de producción de la noticia que será hecha pública (segmento del discurso
seleccionado, ubicación en el medio, otros discursos que lo acompañan); aquellas
que tienen que ver con la línea editorial del medio (qué personajes son motivo de
interés, qué tipo de pronunciamientos, qué postura asume el medio frente a ellos);
y aquellas que se desprenden del soporte mismo en que los pronunciamientos son
25
presentados (en este caso, la escritura que ‘fija’ en el tiempo lo dicho por alguien
y lo dota de una cierta permanencia).
Por lo tanto, aunque las delimitaciones temporales fueron respetadas, la
investigación ya en marcha debió realizar un giro. En lugar de analizar los
enunciados como parte del discurso de la élite, los asimiló como parte del discurso
de los medios (en este caso de los medios impresos) sobre la identidad nacional.
Para dar cuenta de este discurso, se debió ampliar las fuentes de información
tomando los enunciados presentados en el editorial de los dos diarios arriba
indicados y los textos elaborados por los articulistas de cada uno de ellos, que
generalmente aparecen también en la página editorial.32
Ampliar el universo de enunciadores generó también algunas modificaciones en el
proyecto original de esta investigación. Por una parte, ya no se trata solamente de
identificar y reflexionar sobre la idea de nación de la élite sino también de una
muestra de la intelectualidad del país. Y eso remite a hablar acerca del papel que
juegan los intelectuales en la construcción de la identidad nacional. Al respecto,
Pérez Vejo señala que “el concepto de nación forma parte del campo de las
creencias y no de las ideas, campo en el que la imprecisión conceptual es
prácticamente una necesidad ontológica, lo que, dicho sea de paso, no afecta para
nada su eficacia social.”33 Esto no quiere decir que el concepto de nación no sea
preocupación de los intelectuales; por el contrario, enormes esfuerzos realiza este
sector por dotar de sentido ‘científico’ a la nación, sea refiriéndose a sus orígenes,
a su estructura, a su sentido o a las características que la constituyen. Pero, más 32 La conformación de las muestras se presenta en anexos. 33 Pérez Vejo, op.cit., pp. 55.
26
allá del estatuto científico o no de este concepto, lo que interesa aquí es el papel
de los intelectuales en la selección de ciertos referentes de la identidad nacional; al
sistematizar la historia nacional, al establecer los hitos de esa historia, al
determinar las características de la lengua oficial (lo que le permite ser la lengua
general), o al analizar las pautas de comportamiento que corresponden a la
‘cultura nacional’ los intelectuales están marcando los hitos simbólicos que
configuran la identidad nacional. Su discurso en los medios es parte del esfuerzo
por generalizar –o popularizar- esa construcción teórica para lograr la
identificación de toda la comunidad nacional con un sentido de nación, sustentado
en la autoridad científica.
Los medios, expresando sus propios sentidos a través de los editoriales,
complementan el esfuerzo, pero con condiciones también particulares. Aquí, y
como se verá en el desarrollo de este trabajo, el principio de autoridad al que se
alude es a la objetividad y neutralidad ante las distintas posiciones que pudieran
existir; la voz oficial del medio se presenta ante sus lectores como la voz
imparcial que expresa el sentir de la colectividad. En otras palabras, en medio de
la polifonía mediática, los editoriales se presentan como la expresión de la voz
misma de la nación.
Los medios de comunicación masiva, como se explicará en el cuerpo de este
trabajo, no son los altavoces neutrales de los distintos actores sociales; por el
contrario, los medios tienen una línea política establecida por sus propietarios; sin
embargo, también sería ingenuo pensar que por este hecho, lo que los medios
27
enuncian es la ‘voz oficial’ de la élite propietaria.34 “Estas instituciones de
comunicación masiva, constituidas dentro de más amplias relaciones políticas y
económicas, tienen estructuras específicas de organización y hacen uso de ciertas
tecnologías, prácticas profesionales y variadas formas culturales para comunicarse
con sus audiencias”35 lo cual genera una ‘polifonía’, en la cual las voces de
distintos actores aparecen articuladas en otra voz: la del medio. El medio, así, se
convierte en un actor más dentro del juego político – discursivo en el que se
inscriben los proyectos de otros actores, cada uno de ellos, como se dijo antes, con
su propia idea de nación a cuestas. Y su discurso, la ‘voz’ del medio, reúne las
mismas condiciones que se plantearon para definir lo que es un discurso político
(supra).
Los resultados que aquí se presentan, exponen los enunciados que aparecen dentro
de los dos diarios acerca de la identidad nacional, en coyunturas en que el debate
alrededor de ese tema tuvo gran importancia en el país. A través de ellos se busca
responder a la pregunta: ¿cuál es el sentido de nación que se enuncia en la prensa?
Para ello, se entiende que el soporte físico –el diario- se convierte en uno de los
escenarios en los que se presentan, negocian y debaten los discursos mediatizados
sobre la nación de la élite político económica del país, de un segmento de la
intelectualidad nacional (la que escribe para esos diarios), y de los propios diarios.
34 No se pretende negar la ubicación estructural de los medios masivos de comunicación, ligados estrechamente a los mismos grupos que detentan el poder político y económico; pero la garantía de existencia de un medio de comunicación, es presentar una imagen de neutralidad y distancia frente a los acontecimientos que difunden. Esa imagen no podría lograrse si alguno de los medios se convirtiera en el órgano de difusión de un partido, un grupo económico o una familia (aunque en ciertos momentos lo hagan); por lo tanto, la línea editorial, que no es otra cosa que la línea política trazada por sus propietarios debe ser a la vez lo suficientemente amplia y lo suficientemente estrecha, como para ser un medio de comunicación social y no un órgano de difusión sectorial. Sobre este tema se volverá con mayor profundidad en el capítulo 1 de este trabajo. 35 Philip Schlesinger, “Medios, orden político e identidad nacional”, en Jesús Martín Barbero y Armando Silva, comp., Proyectar la Comunicación, Bogotá, TM Editores, 1999, pp. 170.
28
En el primer capítulo se establece un referente teórico acerca de la nación y el
nacionalismo, para confluir en cómo se construye la identidad nacional y cómo,
en ese proceso de construcción, participan los discursos de los distintos actores
políticos mediatizados por la prensa.
En el segundo capítulo se parte de una lectura de los dos acontecimientos
seleccionados, pues esas coyunturas no son solo escenarios sobre los que se
inscriben los pronunciamientos de los actores, sino que son, como se explicará,
estructuradoras de esas opiniones. Posteriormente, se presentan los referentes a los
que los actores aluden en sus enunciados sobre la identidad nacional durante la
Firma de la Paz y el Levantamiento del 21 de enero. Como se verá más adelante,
al trabajar con los enunciados emitidos durante el proceso de la Firma de la Paz, el
referente primordial sobre el que se discute es el territorial y, en segundo plano,
aparece la alusión al ‘otro’, en este caso, ‘el vecino del sur’. Mientras que al hacer
lo propio con los enunciados emitidos durante el Levantamiento, el referente
primordial pasa a ser el ‘otro’ interno, en este caso ‘el indio’. Finalmente, se
presentan los cambios que aparecen en el tratamiento de los referentes
encontrados en las manifestaciones discursivas de cada sector.
En el tercer capítulo que corresponde a las conclusiones del trabajo, se presenta
una reflexión acerca de la lógica en que se inscriben estos cambios, marcada por
el proceso de globalización en el cual se construyen los imaginarios sobre la
nación ecuatoriana.
29
Antes de dar paso a los capítulos de esta tesis, considero necesario hacer algunas
precisiones. En primer lugar, el límite establecido de analizar solamente el
enunciado desde la perspectiva de la emisión permite, ciertamente, contar con una
visión relativamente precisa de su contenido; pero, esta perspectiva no permite ni
siquiera intuir cómo esos discursos son apropiados, elaborados, cuestionados o
negados por quienes los reciben. Se corre el riesgo, por lo tanto, de presentar una
visión de la realidad en ‘blanco y negro’, cuando sabemos que el sentido de un
mensaje se constituye como tal, con todos sus colores y matices, solamente en su
consumo, en su recepción y recreación. Por otro lado, el haber considerado para el
análisis los enunciados de algunos de los actores (élite político económica, un
sector de la intelectualidad y medios), mediado por la prensa, condujo a que aquí
se presente solo un acercamiento al imaginario de estos sectores y no se haya
podido realizar un análisis estricto del discurso; al trabajar con fragmentos de los
discursos mayores, el sentido de lo dicho está ya formando parte de un nuevo
contexto: el medio. Por otra parte, al no tomar en cuenta los enunciados de los
actores contra hegemónicos, el trabajo no puede dar cuenta integral del diálogo
sobre la identidad nacional que ahora ocurre en Ecuador. Las voces de los otros
actores (los movimientos sociales, los partidos de izquierda, los militares, por
ejemplo) están ausentes. Sin embargo, son justamente esas voces a las que se
alude en los enunciados que aquí se presentan, pero solamente aparecen de
manera lateral. La tarea queda pendiente.
30
Capítulo 1
Nación e identidad nacional:
una aproximación al debate teórico
En este capítulo se presenta una aproximación al debate teórico acerca de la
nación y la identidad nacional, que alude necesariamente a cómo es actualmente
entendida la alteridad y la diversidad cultural. Al realizar el acercamiento a la
categoría de nación, se partirá de la noción propuesta por Anderson para
entenderla como una comunidad imaginada; mientras que al tratar de la identidad
nacional se tomará en cuenta cuál es el sentido de esta y cómo se construye.
1.1 Qué es una nación
Anderson, 36 como ya se dijo, plantea que la nación es una comunidad imaginada
por quienes la integran, como un espacio soberano, como una fraternidad y como
una tradición histórica compartida. El Estado, desde esta perspectiva, es el agente
estructurador de esa comunidad, en tanto establece las características particulares
que sus miembros deben tener para ser tales, sus obligaciones y también sus
derechos. Igualmente, establece la estructura político-administrativa que la regirá
junto con producir un imaginario acerca de lo que se considera como los
elementos fundamentales del ser nacional. Las constituciones nacionales son el
enunciado de esas características que se asumen como propias y particulares de
una nación.
36 Anderson, op. cit.
31
Pero, no basta con que estas sean enunciadas ni, tampoco, con que estas sean
impuestas; la nación, para existir como tal, requiere que esas características,
principios y normas de conducta colectiva sean interiorizadas en las mentalidades
de sus miembros. Según Pérez Vejo “el Estado se inventa una nación a medida,
para lo que, en forma simultánea, deberá inventarse una historia a la medida”37
que será socializada e interiorizada entre sus miembros como la génesis de una
comunidad supuestamente estable en el tiempo y en el espacio.
Para ello, los aparatos ideológicos del Estado- construyen el imaginario nacional,
es decir construyen en el plano mental a la nación. “La acción nacionalizadora del
Estado se ejerce en un doble frente: en el interior imponiendo idiomas nacionales
y sistemas nacionales de educación; en el exterior, creando fronteras y
diferenciando a los foráneos de los nacionales”38, dice Pérez Vejo al respecto.
Anderson, por su parte, analiza el papel que en este proceso de construcción
jugaron en los Estados europeos y americanos los símbolos patrios, los medios de
comunicación masiva, la educación, etc. También Balibar considera que la nación
se estructura sobre un imaginario que debe ser hegemónico en las identidades de
los individuos, para lo cual “las versiones elitistas/oficiales del nacionalismo,
(que) contienen ciertas historias, imágenes y representaciones, que deben ser
compartidas entre todas las clases y las etnias para así crear una comunidad
imaginada con una conciencia compartida de sí misma’.”39
37 Pérez Vejo, op. cit., pp. 117. 38 Idem., pp. 95. 39 Balibar, citado en Radcliffe y Westwood, op. cit., pp. 33.
32
Retomando el planteamiento de Pérez Vejo, “la nación no ‘es’, sino que ‘se hace’.
Las identidades nacionales son objetos simbólicos, construidos en momentos
históricos concretos y fruto de condiciones históricas determinadas. Condiciones
históricas que, en principio parecen derivar de las necesidades de legitimación del
poder político a medida que el ejercicio de este poder se va a corresponder con el
ámbito de desarrollo de una identidad nacional.”40 Por lo tanto, la construcción de
esa identidad se matiza con los diversos proyectos y propuestas que surgen en la
vida de los estados.
Augusta Veintimilla, en su análisis de los proyectos nacionales en el caso
ecuatoriano, establece que el proceso de construcción de la identidad nacional
puede ser entendida a través de la categoría de hegemonía, tomada de Gramsci;
según él, la hegemonía permite incorporar a todas las clases y grupos al interés
fundamental de la clase dominante, que aparece o se presenta como el interés
común. La dominación de una clase sobre el conjunto de la sociedad, indica, es un
proceso de doble dimensión:
en lo político, se trata de la conformación de una alianza de
clases y fracciones que unifican sus intereses en un objetivo
común, supeditado siempre al interés general de una clase
fundamental; por medio de esta alianza se constituye una fuerza
social que actúa como el sujeto protagonista del desarrollo
histórico y que aparece como el depositario del ‘ser nacional’ y
ejecutor del destino histórico de la nación. En lo ideológico, la
40 Pérez Vejo, op.cit., pp. 94.
33
clase organiza un sistema coherente que recoge y elabora las
múltiples concepciones y representaciones provenientes de los
distintos grupos, bajo la forma de una ideología orgánica; por
medio de ella, la clase fundamental da una forma universal a su
propia ideología y la presenta como la ideología de la nación.41
La nación, indica Veintimilla, se convierte en el concepto emblemático “que
recoge orgánicamente un conjunto de ideologías y de prácticas que existen
efectivamente en la sociedad (...) y mediante un proceso de elaboración teórica e
ideológica se definen los fundamentos esenciales de la nación.”.42 El
nacionalismo, en tanto doctrina política (es decir como elaboración teórica e
ideológica), según la perspectiva de Anderson43, permite construir la nación como
comunidad imaginada; en el planteamiento de Veintimilla, el Estado es
constructor de ese imaginario en tanto representa a la clase política dominante.
Igual argumento presenta Baud, cuando indica que el “Estado ‘centralizador’
incorporó elementos del simbolismo étnico y cultural existente en su ‘nuevo’
nacionalismo”44, a partir de finales del siglo XIX en América Latina.
Al ubicar la nación como una construcción imaginaria, cabe preguntarse si las
naciones no tienen ningún elemento “real” que las sustenten; Maiguashca,
retomando la respuesta de Oszlak, plantea que las naciones se integran mediante
un proceso complejo que tiene dos dimensiones: una material y otra ideal, o
41 Augusta Veintimilla, “Proyecto histórico, Nación y Cultura”, en Adrián Carrasco y otros, op. cit., pp. 33. 42 Idem., pp. 41. 43 Anderson, op. cit. 44 Baud, op.cit., pp. 74.
34
imaginaria, en palabras de Anderson. “La primera es de carácter económico y se
refiere al desarrollo de intereses que resultan de la integración y de la
diferenciación de la actividad económica en un territorio definido. La segunda,
mientras tanto, es de naturaleza político-cultural y tiene que ver con la formación
de una comunidad política y de una identidad colectiva.”45
Intentando integrar las perspectivas de estos autores, puede decirse entonces que
la nación es un espacio integrado por medio de lazos económicos, políticos y
mentales (o ideales) en la cual un Estado ejerce su soberanía y cuyos miembros,
en tanto integrantes de ese espacio, tienen derechos y deberes homogéneos. Pero,
en el caso latinoamericano, “el proceso de formación de naciones (...) se quedó
muy atrás con respecto al proceso de formación de Estados.”46 Uno de los
elementos que caracterizan la formación de las naciones en Latinoamérica, es la
presencia de pueblos indios y afroamericanos que si bien están integrados a los
Estados en su dinámica económica, no esta incorporados al ideal de nación, en su
dinámica cultural homogénea y homogenizante. Como dice Baud uno de los
problemas de las “élites políticas fue saber cómo convencer a los grupos étnicos
(...) de que también ellos formaban parte de una nación”47, que en el imaginario
nacionalista es pensada como un territorio limitado, con un Estado soberano y con
una ciudadanía cultural y socialmente homogénea.
45 Juan Maiguashca, Historia y región en el Ecuador. 1830-1930, Quito, Corporación Editora Nacional, 1994, pp. 358. 46 Baud, op.cit., pp.74. 47 Idem., pp. 76.
35
Para el caso de Ecuador, Juan Maiguashca48 plantea que el Estado ‘como
institución’, hizo acto de presencia desde 1830 y que como tal fue el ‘motor
principal del proceso de integración nacional durante todo el siglo XIX’, no tanto
como mecanismo de dominación social, sino como una institución burocrática que
fue construyendo en el plano ideal (simbólico e ideológico) una entidad política
diferenciada, el estado unitario ecuatoriano que fragua finalmente en 1883. En su
estudio, Maiguashca concluye que el estado ‘como institución’ opera hasta fines
del siglo XIX, en que empieza a transformarse en un sistema de dominación social
que se consolida con la alianza de las clases dominantes regionales de la costa y la
sierra, durante la revolución liberal.
Frente a esta afirmación, surge necesariamente la pregunta acerca de cuál fue la
propuesta de integración nacional dinamizada desde el Estado y si en esta
propuesta se expresaba el ‘sentir’ colectivo de los grupos socioculturales que
habitaban esa nueva unidad político-administrativa o si, por el contrario, esa
propuesta nacía y se desarrollaba desde la óptica particular de las élites sociales.
Según el autor, es justamente esta segunda hipótesis la que resulta más coherente.
En efecto, el proyecto de integración nacional a lo largo del siglo XIX, es una
propuesta de las élites nacionales (correspondientes al aparato burocrático
gubernamental), lo que en ningún caso lo vuelve homogéneo ni unívoco. Por el
contrario, el proyecto se va construyendo en medio de las disputas ideológicas y
económicas de las élites regionales y locales (principalmente guayaquileñas
versus serranas, quiteñas y cuencanas) y sus alianzas coyunturales o estratégicas.
El elemento aglutinador, insiste, no está en el plano material sino en el ideal; es
48 Juan Maiguashca, op.cit., pp. 355
36
decir que lo que permite articular a la entidad política es la noción de pertenencia
a una cultura y el compartir una identidad colectiva homogénea.
Desde la perspectiva de Baud, los Estados construyen la nación a través de tres
elementos: la creación de una soberanía, es decir de un ejercicio legítimo del
poder dentro de un territorio delimitado, la formación de la ciudadanía y la
construcción de una identidad nacional. Comparando este planteamiento con el de
Maiguashca, se puede decir que el Estado como institución opera los dos primeros
elementos, mientras que el Estado como “sistema de dominación social” se
encarga del tercero.
Carrasco49 plantea que en Ecuador, a partir del triunfo de la revolución liberal, el
proyecto de constitución de un estado nacional unitario democrático burgués se
mantiene hasta nuestros días, aunque en su desarrollo hayan surgido
contradicciones que lo mantienen aún como un proyecto inconcluso. Durante el
siglo XX, han surgido proyectos reformistas (revolución juliana, dictadura de
Rodríguez Lara) que se han alternado con proyectos oligárquicos e impulsado
modelos económicos y sociales diversos (aunque no antagónicos), pese a lo cual
el carácter unitario de la nación ecuatoriana nunca ha sido cuestionado. A decir de
Radcliffe y Westwood, “las luchas por definir la nación y la identidad, mediante la
cual distintos grupos e instituciones (de clase, elitistas o populares) expresan su
subjetividad colectiva y proyectos políticos, son vistas como constitutivas y
constituyentes de la misma naturaleza de la comunidad nacional imaginada.”50
49 Carrasco, op.cit., pp. 283 y ss. 50 Radcliffe y Westwodd, op. cit., pp. 31-32.
37
Veintimilla,51 explica el mantenimiento de esta noción desde la perspectiva de la
necesidad de la clase dominante, de organizar su propuesta alrededor de un
discurso que presenta sus intereses de clase como un interés fundamental para el
conjunto de toda la sociedad nacional.
Esta construcción, desde la propuesta de las élites, para llegar a ser realmente
hegemónica requiere socializarse al interior de la comunidad política, a través de
los recursos e instituciones de difusión de sentidos (escuela, medios de
comunicación, arte, etc.), como un modelo ideal a seguir (la cultura nacional) y
como una esencia pura e inmutable que caracteriza y diferencia al ser nacional (la
ecuatorianidad). Sin embargo, justamente por ser una construcción ideológica, los
elementos que constituyen ese ser varían a lo largo del tiempo y reciben a su vez
la condición de inmutables y esenciales, en el discurso socializado. Baud,
retomando a Hobsbawn indica que “a las naciones les gusta definirse como
naturales, eternas y únicas; las aspiraciones y los derechos nacionales se basan en
tales nociones y en una ‘identidad nacional’. Por eso, estar en posesión de una
historia colectiva resulta atractivo; en caso de que no exista, esa historia se puede
inventar.”52 El estado y los proyectos nacionalistas, dice Hobsbawn, son los
constructores de la nación y no al revés.53 En la misma perspectiva está el
planteamiento de Pérez Vejo, quien sostiene que:
En el caso de las historias nacionales, de la ingente masa del
pasado se extraen sólo aquellos hechos que justifican la
51 Veintimilla, op. cit., pp. 40-41 52 Baud, op.cit., pp. 79 53 Eric Hobsbawn, Naciones y Nacionalismo desde 1780, Barcelona, Crítica, 1991, pp. 18.
38
existencia de la nación actual –mejor cabría decir el Estado
actual-; aquellos otros que podrían justificar una historia
nacional diferente o dentro de otra nación, serán
sistemáticamente ocultados. La historia se convierte así en una
especie de partera de la nación, capaz de dar forma a la idea de
comunidad mística segregada por el Estado.”54
En el caso ecuatoriano, el proceso de integración nacional a partir de fines del
siglo XIX, se ha dado mediante la socialización/hegemonización de una serie de
referentes a los que se les dota de un carácter constituyente del ser ecuatoriano;
esos han sido, principalmente, la ‘invención’ de un pasado noble y ‘real’ (el Reino
de Quito, Atahualpa, Rumiñahui, etc. que son los hitos simbólicos a los que en él
se alude); la condición mestiza de la cultura nacional (como blanqueamiento, en el
discurso de las élites económico políticas o como ‘indianización’ en el discurso de
las élites intelectuales); la condición de ser un país amazónico, cuyo legítimo
derecho pretende ser negado. Estos tres referentes, como dice Baud, están
interconectados con la institucionalización de la soberanía y la ciudadanía: “la
nación étnica homogénea puede servirse de esta característica como punto de
partida para la soberanía nacional y para la plena incorporación de sus
ciudadanos”55, a lo que contribuyen también la geografía imaginada de nuestro
territorio y la historia colectiva.
La legitimidad del Estado reside, desde esta perspectiva, en su papel de vigilante y
garante del ser nacional. Quienes contradicen con sus prácticas, con sus discursos 54 Pérez Vejo, op.cit., pp. 116. 55 Baud, op.cit., pp. 80.
39
o con su sola existencia ese sentido de unidad, se convierten en una amenaza a la
nación o, en todo caso, en un espacio fronterizo que debe ser vigilado y detenido.
Los ciudadanos de la nación deben corresponder a ese ser nacional, caso
contrario, como dice Savater56 serán considerados “traidores a su grupo, vendidos
al enemigo o asimilados al opresor”, según sea la coyuntura que atraviese una
nación. La nación, entonces, no se construye solo en la identidad consigo misma,
sino en la diferencia con otras naciones, pero también con otras comunidades
‘diferentes’ que coexisten en su interior.
En América Latina, la presencia de grupos socioculturales diversos que desde
hace dos décadas emergen al plano político y disputan con relativo éxito el poder
de las élites nacionales, ha generado una nueva visión de la nacionalidad; sus
discursos y proyectos políticos, se plantean también en términos nacionales. La
diferencia está en que mientras el nacionalismo de las élites ha girado alrededor de
la idea de nación unitaria y homogénea, el proyecto que nace de los movimientos
indígenas, lo hace sobre la idea de una nación plurinacional y multiétnica. Este
“etnonacionalismo”, como lo llama Baud,57, en el caso ecuatoriano, ha sido
asimilado al proyecto de las élites como un referente nuevo de lo nacional.
Sin embargo, retomando la categoría de ‘hegemonía’, estos contenidos
‘populares’ se integran al proyecto nacional dominante en condiciones funcionales
dentro de una lógica que se presenta como universal y válida para todos los
ciudadanos del Estado ecuatoriano. En otras palabras, así como los sectores
subalternos pugnan por alcanzar un espacio equitativo dentro de la estructura 56 Fernando Savater, El mito del nacionalismo, Madrid, Alianza Editorial, 1996, pp. 17. 57 Baud, op.cit., pp. 109.
40
político-económica de la nación, las élites intentan ubicarlos dentro de su
construcción imaginaria de nación, en un lugar que no afecte ni distorsione la
estructura de poder institucionalizada. Así, en el imaginario oficial o
‘exteriorizado’ como lo llaman Radcliffe y Westwood, Ecuador es concebido
ahora como una nación multicultural, cuya diversidad se convierte en la nota
característica de las naciones en medio de la globalización.
En efecto, el proceso de transnacionalización de la economía parecería restar
validez a las comunidades nacionales, ya que la soberanía de los Estados queda
sumamente limitada ante la desterritorialización de los flujos financieros. Pero, la
globalización en el orden cultural y social, también aparece como una amenaza a
la existencia de las naciones, pensadas como cuerpos homogéneos. Para Radcliffe
y Westwood, esa supuesta amenaza no existe; lo que ocurre es una
reconfiguración del imaginario sobre la nación que sigue siendo “una promesa
ambigua de comunidad y continuidad”58, pero dotada de nuevos sentidos que la
ubican como una comunidad diversa culturalmente y abierta económicamente a
un intercambio sin fronteras. Se trata entonces, de un sentido de lo nacional
distinto al impulsado por los nacionalismos vigentes hasta la década de los
ochenta en América Latina. Ahora, el nacionalismo es una búsqueda de
integración en el contexto transnacional, que pasa por un reacomodo de las
identidades nacionales para adaptarlas a la nueva realidad. De esto se tratará en el
siguiente acápite.
1.2 La identidad nacional
58 Radcliffe y Westwood, op.cit., pp. 46.
41
Frente al tema de la identidad se puede distinguir dos posiciones contrapuestas en
el desarrollo del debate; hasta los años ochenta, era común asimilar al concepto de
cultura el de identidad, de tal forma que a tal cultura correspondía tal identidad.
Esta perspectiva propia de la corriente esencialista ha sido superada justamente
por los grandes cambios que se han producido en el mundo, tales como el
estallido de conflictos políticos de gran magnitud que han tenido como eje una
reivindicación identitaria por parte de grupos que hacían parte de comunidades
supuestamente homogéneas cultural e identitariamente.
A partir de los años ochenta, cuando la emergencia de nuevos actores sociales que
reclaman aún dentro de comunidades menores su especificidad identitaria
(mujeres, jóvenes, creyentes religiosos) cuestiona tal correspondencia, es
necesario construir un referente teórico diferente que de cuenta de la realidad con
mayor precisión; de ahí surge la corriente procesualista que parte de la
comprensión de la identidad colectiva como un fenómeno diferente aunque
relacionado con la cultura.
Desde esta perspectiva, se entiende a la identidad colectiva como la construcción
discursiva que hace un grupo acerca de lo que piensa constituye su ser y que lo
diferencia de otros conglomerados humanos. En esa construcción están presentes
tanto elementos propios de la cultura del grupo y que como tales tienen un
carácter diferencial en sí, como elementos apropiados e incluso impuestos o
inexistentes, pero a los que se les asigna ese valor diferencial y caracterizador. De
ahí se desprende que la identidad es un fenómeno dinámico y cambiante, que se
42
constituye históricamente y siempre en relación a un “otro”, frente al cual es
necesario marcar una frontera, un límite diferencial. En palabras de Radcliffe y
Westwood, “las identidades no son estáticas ni unitarias, sino contingentes,
móviles, carecen de fijeza.”59
Por lo tanto, la identidad ya no es vista como la relación mecánica y unívoca de un
grupo consigo mismo, sino como un discurso construido solamente en la relación
de alteridad, “en las relaciones entre historias, culturas y biografías.”60
La categoría de identidad nacional, desde esa óptica, es el discurso elaborado por
los diversos grupos sociales (entre ellos, los sectores dominantes) que requieren
delimitar un espacio real y simbólico en el cual ejercer su poder o pugnar por él.
Es, por lo tanto, una frontera simbólica que pretende agrupar a miembros diversos
en una noción de comunidad, la patria, que representa el más alto grado de interés
común y compartido. La identidad nacional, desde esta perspectiva tiene que ver
con “el hecho de compartir un sentido de pertenencia a un territorio
determinado”61, que es tanto físico como simbólico. Esta frontera tiene una doble
faceta: por un lado, se constituye como referente limítrofe frente a otras
comunidades nacionales (estados, reinos, imperios, etc.) y, por otro, lo hace
también hacia el interior, en el sentido de construir esa comunidad nacional, de
generar un sentido de pertenencia a esa comunidad y de constituir un supuesto
interés común de todos quienes habitan en ella.
59 Radcliffe y Westwood, op.cit., pp. 47. 60 Radcliffe y Westwood, op.cit., pp. 47 61 Idem., pp. 35.
43
Los elementos que constituyen el discurso identitario pueden ser entendidos como
hitos simbólicos, que aluden al menos a tres condiciones: a la manera en que la
comunidad se autorepresenta, a la manera en que la comunidad representa a los
otros con que se relaciona (real o imaginariamente) y a la manera en que estos
otros representan a la comunidad. Esta selección de hitos es, en principio, un
proceso mental inconsciente aunque en determinados momentos (sobre todo
cuando el conflicto con otras comunidades es frontal), puede ser plasmado en un
proyecto consciente y explícito de construcción de una identidad colectiva.
El nacionalismo, es uno de los sentidos que puede asumir la identidad nacional;
como indican Radcliffe y Westwood, “el nacionalismo es una identidad que ubica
la fuente de la identidad individual en un ‘pueblo’ que es el portador de soberanía,
lealtad central y una solidaridad colectiva.”62 Así, “el nacionalismo no es un
sentimiento, sino una ideología política. El nacionalismo no habla de amores, sino
de quien debe mandar y cómo ha de organizar una sociedad”, como dice
Savater.63 Pero, continúa el autor, “uno puede saberse perteneciente a una nación
sin ser nacionalista”64; igual criterio es presentado por Radcliffe y Westwood: “la
identidad nacional puede ser considerada como una categoría más amplia y más
multidimensional que el nacionalismo, pues la identidad nacional puede existir
dentro de los sujetos (individual o colectivamente) sin que haya un proceso de
movilización en torno a un objetivo específico”65, de orden político-económico.
62 Radcliffe y Westwood, op. cit., pp. 35. 63 Savater, op.cit., pp. 61. 64 Idem., pp. 62. 65 Radcliffe y Westwood, op. cit., pp. 35.
44
La identidad nacional, como construcción acerca de lo que constituye el ser
nacional puede, por lo tanto, tener significados muy diversos para los distintos
individuos y para las distintas fracciones de clase y no todos ellos tienen que
articular un discurso nacionalista para sustentar su propia visión de la identidad
nacional. Sin embargo, todos tienen que ubicar una serie de referentes que doten
de contenido particular al ser nacional. Estos referentes remiten, comúnmente a
una historia, un territorio, una cultura y un carácter nacional. Vale la pena analizar
cada uno de manera independiente.
La historia de una nación es construida desde la versión oficial -que pretende
hegemonizarse- como una narración del pasado colectivo. La historiografía oficial
representa a la nación “como una forma única con una historia antigua única”,66
en la cual el origen de la nación está asociado por lo general con un nacimiento a
la independencia de otros estados o con la liberación de una situación colonial.
Hay, por lo tanto, una fecha que se convierte en un referente primordial de la
constitución de la patria. Pero, ese nacimiento como nación no es visto como una
ruptura con el pasado, sino que por el contrario, remite a un origen ancestral, lo
cual significa que las naciones tienen una génesis, una continuidad en el tiempo,
una herencia común que viene desde épocas inmemoriales. Al respecto Pérez
Vejo, retomando el planteamiento de Anderson, dice que
Es en ese sentido en el que la nación es una comunidad
imaginada –mejor cabría decir que toda comunidad es
imaginada- , una forma histórica concreta de legitimación del
66 Radcliffe y Westwood, op. cit., pp. 35.
45
poder político, que, para conjurar la debilidad de su fundamento
último, necesita de un mito fundacional y de una historia
sagrada que la haga existir. La existencia de una historia
nacional es para la nación una necesidad ontológica. Sin historia
no hay nación. La solución a este dilema suele consistir,
generalmente, en que el Estado reinterpreta la historia,
convirtiendo la historia de la creación del Estado en la historia
de la nación misma y retomando del pasado más remoto
aquellos episodios a los que se pueda atribuir un carácter
precursor con respecto al propio Estado (...).67
Ese pasado se trae al presente para marcar los hitos de la identidad nacional a
través de los ceremoniales cívicos, la educación, los monumentos y sitios
históricos. Todos ellos pretenden interiorizar en la población el imaginario oficial
sobre el ser nacional; sin embargo, ni el imaginario ni el mecanismo de
socialización son una línea recta sino que en ellos existen contradicciones,
acomodos, cambios y tensiones. A manera de ejemplo, resulta interesante anotar
que en el ceremonial cívico ecuatoriano, con similar jerarquía, se celebra el día de
la Independencia de España y el día de Fundación española de la capital de la
República. En la primera fecha se alude a la ‘superación del yugo servil’, mientras
que en la segunda se ensalza la presencia española en nuestra cultura. Algo similar
ocurre con la historia oficial, que ubica en la misma jerarquía de padres
fundadores de la nación a próceres de la independencia (Sucre, por ejemplo),
67 Pérez Vejo, op.cit., pp. 124.
46
mártires indígenas (Atahualpa o Rumiñahui), conquistadores españoles
(Benalcázar, entre otros).
El territorio, en tanto referente de la identidad nacional, es concebido también en
una perspectiva diacrónica; independientemente de los límites reales que la nación
tenga en la actualidad, el territorio nacional se construye en el imaginario como
una herencia de los antepasados, que lo ‘conquistaron’, cuidaron y entregaron a
las nuevas generaciones como un legado de sus luchas. Así, la identidad nacional
se construye sobre una ‘geografía imaginada’ que además se convierte en el
sustento de un carácter peculiar del ser nacional. Estas geografías permiten en el
discurso establecer “las diferencias y distinciones entre ‘nosotros’ y ‘ellos’, entre
‘nuestro lugar’ y ‘su lugar’. Estas geografías imaginadas pueden ofrecer la base
para una identidad compartida, articulada mediante un sentido de igualdad de los
rasgos sociales y un sentido del espacio/lugar compartido, una ‘patria’.”68 Igual
que en el referente anterior, la historia oficial construye ese imaginario geográfico
mediante símbolos nacionales, proclamas, etc. En el caso ecuatoriano, se ilustra lo
dicho a través de dos elementos: el primero, la imagen del escudo nacional que
ilustra la conformación multiregional del espacio ecuatoriano; la segunda, a través
de los discursos que lo identifican como un país amazónico.
La cultura, como referente de identidad nacional, es tratada como un conjunto de
valores, pautas de comportamiento, principios religiosos y manifestaciones del
arte académico o popular compartidos por toda la colectividad. Todos estos rasgos
configuran lo que en el imaginario se convierte en la ‘cultura nacional’ que
68 Radcliffe y Westwood, op. cit., pp. 43.
47
distingue a un ciudadano del país de un extranjero. Adicionalmente, la cultura
como referente de la identidad nacional, se racializa; quienes comparten la cultura
nacional, lo hacen porque también comparten un mismo origen ‘racial’, unos lazos
de consanguinidad que los convierten en hermanos. En América Latina, el
mestizaje, como categoría racial, ha sido el emblema de la cultura nacional.69
Pero, estos referentes no son estáticos; al contrario, ellos reciben
permanentemente la influencia de al menos dos fuerzas, una interna y otra
externa. La fuerza interna tiene que ver con el juego político-económico que se da
entre los grupos dominantes y subalternos y entre las facciones de clase; la fuerza
externa tiene que ver con el contexto internacional, con las relaciones entre los
estados tanto en el terreno económico, como en el político y, sobre todo en las
últimas décadas, en el mediático. Estas dos fuerzas generan tensiones sobre la
identidad nacional y obligan a representarla de un nuevo modo. De los tres tipos
de referentes expuestos arriba, dos son los que han sentido el mayor impacto: el
territorio y la cultura.
En efecto, “en un mundo de múltiples diásporas y una creciente interconexión
global” el territorio y la pertenencia a él, ya no es coherente con una dinámica
desterritorializada de los intercambios económicos.70 Como dice Jesús Martín
Barbero, estamos ante “una nueva fase del capitalismo que se especifica por la
alteración profunda –política y no solo económica- de la naturaleza y las
69 Cfr. Silva, op. cit. 70 Radcliffe y Westwood, op. cit., 43.
48
funciones de los estados nacionales.”71 Desde el interior, las condiciones de
pobreza y exclusión de la mayoría de latinoamericanos, actúan como una fuerza
que pone también en tensión la identidad nacional; ante la falsedad ‘práctica’ de la
promesa del bienestar que ofrecía la nación en el territorio patrio, las migraciones
ya no ocurren del campo a la ciudad, sino de las naciones empobrecidas hacia el
territorio de otros estados ‘desarrollados’; el suelo patrio, el espacio nacional, la
heredad territorial ya no se presenta como la garantía de seguridad de sus
ciudadanos. “Doblemente opaco y doblemente crucial, pues sobre le espacio
nacional, reconfigurándolo, convergen hoy las presiones de una crisis económica,
que tiene su expresión más dramática en los efectos sociales de una deuda externa
que torna ingobernables ciertas situaciones y las producidas por el estallido
político y cultural de lo regional y local redefiniendo sus modos de inserción en lo
nacional”, dice Martín-Barbero.72 El espacio de lo nacional, dice el autor, sufre
ahora una profunda devaluación interna, a la que contribuye la presión desde lo
regional y local frente al centralismo que ha demostrado su ineficacia en
garantizar los derechos de los ciudadanos de los estados nacionales
latinoamericanos. Así, la geografía imaginada del territorio nacional se enfrenta a
nuevas geografías –también imaginadas- que se representan en los imaginarios
como más reales, más vinculantes y más constituyentes de los modos de ser de las
personas. Pero también, estas geografías locales, se presentan como más
controlables que el ambiguo espacio nacional, sobre las cuales sí es posible
construir una soberanía real. Las comunidades más pequeñas, entonces, se
vuelven– en su imaginario- más reales que la comunidad nacional.
71 Jesús Martín-Barbero, “Identidad, comunicación y modernidad en América Latina”, fotocopia, s.f.sr., pp. 84. 72 Martín-Barbero, op.cit., pp. 86.
49
Pero tampoco se puede mantener como ideal la pureza de la ‘cultura nacional’, en
un mundo donde los flujos de información ‘invaden’ las naciones sin respetar las
fronteras geográficas y los individuos conocen y participan de una multiplicidad
de expresiones culturales, modos de ser y de hacer.73 Y menos aún cuando al
interior de los Estados nacionales, los pueblos indígenas y afros emergen en la
esfera pública disputando con relativa eficiencia el poder a las élites ‘mestizas’.
Mantener, en este contexto, el imaginario de la unidad cultural de la nación,
contradice abiertamente la realidad, y la legitimidad de un imaginario se juega en
la realidad. Si esta se presenta como diametralmente distinta a lo proclamado, el
proceso de hegemonía se truncaría. Por ello, frente a esta realidad multicultural, el
imaginario ‘responde’ integrando esta condición como referente de la identidad
nacional.74
La identidad nacional, como se dijo antes, no es inmutable; el cambio es su
manera ‘natural’ de existencia, pero el contexto actual influye en la dinámica de
cambio imprimiéndole una lógica vertiginosa. Como dice Martín Barbero, este
contexto debilita la legitimidad de las naciones como comunidades imaginadas y
exige que las identidades nacionales se constituyan sobre nuevos referentes para
mantener su existencia.
73 Martín Leinhard, “De mestizajes, heterogeneidades, hibridismos y otras quimeras”, fotocopia, sf. sr., pp. 69. 74 Lo cual se expresa nítidamente en la reforma constitucional de Ecuador, por ejemplo, donde se reconoce la diversidad cultural como constitutiva de la nación y se otorgan ciertos derechos diferenciados a los pueblos indios y afro.
50
De manera que para la América Latina atrapada por una deuda
externa que asfixia sus economías y deteriora aceleradamente la
situación, el clima social, tornando inestable cualquier gobierno,
la salida pasaría por ahí: por la superación de los caducos
dispositivos políticos de la soberanía para adecuarse al tiempo, a
la temporalidad transnacional. Un tiempo en que el Estado deje
de ser garante de la colectividad, de la nacionalidad en cuanto
sujeto político, y se convierte en gerente de los intereses
privados transnacionales. 75
En este proceso de construcción y reconstrucción de las identidades nacionales,
los medios de comunicación masiva juegan un papel central, del cual se hablará a
continuación.
1.3 Los medios de comunicación y la construcción de la identidad nacional
El proyecto de constitución de una identidad nacional unitaria y homogénea,
siguiendo la argumentación de Anderson,76 se efectúa a partir de símbolos y
relaciones sociales a los cuales se les asigna un contenido identificador común
(los héroes nacionales, los símbolos patrios –desde el escudo hasta la moneda-, la
historia capturada en los museos y en su versión oficial, la imagen de los
mandatarios como “padres de la patria”, etc.), que tanto en la socialización como
en la educación formal tienen su espacio de reproducción y también de
resignificación. 75 Martín-Barbero, op.cit., pp. 104. 76 Anderson, op. cit., pp. 17 y ss.
51
Los medios de comunicación, como espacio donde los discursos de los actores
son expuestos, son parte de la estrategia de reproducción del imaginario sobre lo
que es ser nación. En ellos se presentan esos símbolos que hacen parte de la
construcción identitaria de la nación sea desde la perspectiva de los actores de la
vida social, o desde la del propio medio.
El proceso de construcción del imaginario colectivo se efectúa en la relación
dialéctica entre elaboraciones discursivas, relaciones intersubjetivas y condiciones
estructurales o coyunturales; de ahí que el discurso en los medios no es una
propuesta monolítica ni unívoca, sino una construcción en permanente
reelaboración, atravesada por las tensiones y contradicciones que genera la pugna
por el poder entre los distintos actores sociales y por las tensiones que vienen
desde el contexto internacional.
Los sectores dominantes, para poder constituirse como tales, requieren
hegemonizar una ideología en el conjunto de la sociedad, se explicó antes. Ese
proceso solo es posible en la medida en que el discurso de las élites logre
presentarse como una concepción común; para ello, entre otras condiciones, el
capital simbólico de los sectores subalternos debe ser refuncionalizado y
organizado de manera tal que estos sectores logren un mínimo de identidad con el
discurso hegemónico.77
Los medios de comunicación contribuyen a este fin, en tanto presentan ante
públicos heterogéneos una particular mirada (polifónica, es cierto) sobre el
77 Al respecto ver Radcliffe y Westwood, op. cit., pp. 130 y ss.
52
devenir de la sociedad. Sin pretender caer en un reduccionismo, sostengo que esa
mirada busca generar un “opinión pública” homogénea, por lo cual todos los
pronunciamientos que a través de ellos se difunden pueden ser juzgados como
elementos del debate político. Retomando la idea de Radcliffe y Westwood, los
medios de comunicación hacen parte del proceso de interpretación que ‘crea’
sujetos al introducirlos en un discurso, en el que intervienen también el aparato
educativo y las ceremonias públicas;78 sus ‘contenidos’, forman parte de un
campo de disputa entre adversarios que defienden sus proyectos políticos, ya sea
que pertenezcan a las instancias políticas formales o que jueguen en ese terreno
desde la academia o la representación gremial.
Los medios, como constructores de hegemonía, articulan su discursos con las
voces de estos múltiples actores; de ahí que en los medios se recoja la opinión
ciudadana en espacios predefinidos, junto con la noticia que relata el hecho, el
análisis de los especialistas y la voz oficial del medio que se presenta como la
síntesis objetiva de todas las demás y una línea de conducta deseable o esperada
por toda la sociedad.
Pese a la fuerza de las demandas de los sectores subalternos, es innegable que las
transformaciones profundas que estos reclaman tienen como contraparte un
proyecto (o múltiples proyectos) de sectores social, política y económicamente
más poderosos. Esta tensión entre los proyectos societales hegemónicos y contra
hegemónicos se expresa en los medios, pero de manera mediatizada, es decir,
filtrada por la posición política del mismo medio. Aún cuando se entienda que
78 Radclife y Westwood, op. cit., pp. 129 y ss.
53
estructuralmente hay barreras profundas entre los sectores dominantes y los
subalternos, a nivel de la construcción identitaria nacional, hay también aspectos o
elementos compartidos, aunque en el terreno de la política adquieran sentidos
diferentes. En los medios, de acuerdo a la coyuntura social, se privilegian esos
puntos de contacto o se magnifican las diferencias.
Como señala Eliseo Verón.79 en los medios se produce ‘virtualmente’ un juego de
relaciones interdiscursivas, en tanto no existe discurso autocontenido ni cerrado,
sino que –por el contrario- todo discurso alude a otros anteriores, sean estos reales
o inventados. En su papel de constructores de la identidad, los medios ponen en el
escenario las voces de los distintos imaginarios y permiten que en su interior se
debata el sentido de lo nacional. Este debate mediático, de manera muy similar a
la del discurso político directo, tiene destinatarios directos e indirectos de la
enunciación; al destinatario positivo (afines o aliados o prodestinatarios) “que
corresponde a ese receptor que participa de las mismas ideas, que adhiere a los
mismos valores y persigue los mismos objetivos que el enunciador”;80 en los
medios, este destinatario positivo es el ‘pueblo ecuatoriano’ o ‘los ciudadanos
ecuatorianos’ con quienes se establece una relación de unidad. El medio, así,
aparece como su vocero, como su representante; su voz expresa el sentir colectivo
o, en términos periodísticos ‘la opinión pública’.
El discurso mediático también se dirige hacia un destinatario negativo (enemigo o
contradestinatario cuyas ideas son contrarias a las del enunciador), en tanto
representante de una posición antagónica. Si el medio es la voz del pueblo, todos 79 Eliseo Verón, citado en Dallera, op.cit. pp. 119. 80 Idem. pp. 16.
54
quienes discrepen de su posición se convierten en el ‘otro’ agresor, en quien no
desea el bien de la nación. Su voz, la del enemigo, aparece limitada y filtrada en
los medios; se lo cita para demostrar lo peligroso de su posición para el interés
nacional. Finalmente, el discurso mediático también tiene un paradestinatario, es
decir al sector social al que se pretende persuadir de la validez del discurso
enunciado.81 En este caso pueden caer tanto ‘el pueblo ecuatoriano’ al que hay
que convencer de la justicia expresada por la voz del medio o a actores
particulares (partidos, diputados, agentes productivos, por ejemplo) a quienes se
les convoca a actuar de acuerdo al interés nacional.
Los medios, desde esta perspectiva, no son solo canales a través del cual se emite
una serie de mensajes; por el contrario, estos contribuyen a la construcción del
sentido de la nación al difundir los referentes que configuran la identidad
nacional. La importancia de los medios en este proceso tiene que ver con sus
características particulares.
En primer lugar, la inmediatez con que los acontecimientos que ocurren en
cualquier lugar del mundo aparecen en los medios vincula a los individuos a una
colectividad planetaria “imaginada” en tiempos prácticamente simultáneos. Para
Anderson, su papel en la construcción de identidades es justamente el de hacernos
sentir parte de una comunidad, o de varias comunidades, ligadas por el hecho de
compartir simultáneamente los mismos mensajes y contenidos junto con el de
hacernos sentir parte de una colectividad que tiene características comunes y
diferentes a otras.
81 Idem., pp. 17.
55
A decir de Schlesinger, el papel de los medios puede ser entendido como parte del
proceso de inclusión “que le da límite a lo nuestro”;82 pero, también, como parte
del proceso de “exclusión que nos distingue de los ‘otros’”, pues a través de los
medios, esos otros “ingresan a nuestras casas”. Así, colectividades lejanas o
cercanas, pero que tienen culturas, tradiciones, sistemas sociales, políticos y
religiosos diferentes se presentan ante el público como referentes de la alteridad y
pasan a ser parte de su sistema de identificación personal y colectiva.
Frente a esa intromisión en las fronteras simbólicas nacionales que ocurre a través
de los medios, “ha habido un crecimiento de la sensación de la vulnerabilidad de
esas colectividades ante enemigos tanto internos como externos”83 que generan la
movilización activa de los Estados para defender a sus naciones de las “invasiones
externas” a sus espacios comunicativos.84
La invasión, figurada y configurada en los medios, no es necesariamente un hecho
de guerra real –aunque también pueden ocurrir- sino una disputa en el terreno de
lo simbólico: la validez de “nuestra forma de vida”, de “nuestras tradiciones” o de
“nuestra cultura”, se pone en entredicho ante los discursos mediáticos que
legitiman otras realidades; y es en ese mismo terreno donde se pretende dirimir la
batalla, fortaleciendo la representación de la colectividad propia, es decir
presentando como mejores referentes a los que hacen parte de la identidad
nacional. Los ‘otros’ mediáticos en cuanto son percibidos como una amenaza real
82 Schlesinger, op. cit., pp. 174. 83 Idem., pp. 173. 84 Al respecto ver: Endara, Lourdes, op. cit.. En el análisis de la imagen del indio en la prensa durante el levantamiento de 1990, es evidente que la acción de este sector fue presentada ante su público como una invasión ‘extraterrestre’, ante la cual los llamados a la unidad nacional y a la defensa del mestizaje como base de esa nacionalidad no se hicieron esperar.
56
o potencial al ser nacional, pasan a convertirse en el discurso de los medios en
agresores que representan todo aquello que la sociedad considera sus valores más
puros y originales.85
Adicionalmente, el hecho de estar realmente frente a mensajes que tienen una
estructura y tratamiento similar, -cuando no única- permite una relativa
unificación de la versión que ciudadanos de distintos contextos culturales, sociales
y económicos se van formando de los acontecimientos. Tal es el caso de los
contenidos de los programas de noticias, que en gran parte han sido previamente
elaborados por las grandes agencias informativas (CNN, ocupa un sitial
privilegiado al momento), que los transmiten en “enlatados” a casi todos los
países del mundo. Si bien es cierto que la mediación-apropiación en los distintos
contextos no puede ser obviada, tampoco se puede negar que ante una misma
calidad y cantidad de información el margen de discrepancia es limitada. La
producción de sentido, según Verón, ocurre en la circulación social de los
discursos, pero esa producción puede ser reconstruida por las marcas que dejan los
textos en sus consumidores y parte de esas marcas son los contenidos transmitidos
de una particular forma y en un determinado contexto.86 Entonces, el hecho de que
un acontecimiento aparezca en los medios no solo influye en la colectividad por
ello, sino por la manera en que es articulado a otros acontecimientos.
85 Un ejemplo interesante de esto fue el proceso de “extranjerización” que realizaron los medios contra Abdalá Bucaram y su gobierno. Sus políticas económicas pasaron a un segundo plano en el análisis y la crítica mediática, que sobredimensionó su origen “étnico” como causa de su ‘vulgaridad’, ‘machismo’, ‘corrupción’, etc. En este caso, la estrategia de los medios lo volvió un ‘otro agresor de la nacionalidad’, aunque en esencia el modelo económico que impulsaba este gobierno no contradecía los intereses estructurales de las oligarquías nacionales. 86 Verón, Eliseo, citado en Dallera, op.cit., pp. 123-125.
57
A esto contribuye un tercer hecho: los medios de comunicación masiva están
dotados de un alo de legitimidad ante sus públicos. Y esa legitimidad se basa,
entre otros aspectos, en la estructura interna del lenguaje mediático que otorga a
los medios una imagen de objetividad en el tratamiento de los acontecimientos;
así, la separación en segmentos, espacios o secciones, permite distinguir con
relativa facilidad qué contenidos son noticiosos, cuáles expresan la opinión del
medio, cuáles expresan el criterio de otros actores, o cuáles revisten especial
importancia “nacional” o “internacional”. Los mensajes de cada actor, en
apariencia, no se mezclan ni se modifican por la acción del medio. Su posición
frente a un acontecimiento queda reservada para el espacio editorial. Estas
condiciones de producción del discurso, impactan en el sentido del mismo, lo
modelan, más allá de que las condiciones de reconocimiento o de consumo lo
resignifiquen. Solo a manera de ilustración de lo dicho cabe señalar que no tiene
el mismo peso un mensaje emitido en la primera página de un diario, que si se lo
ubica en las páginas interiores; lo primero reviste de importancia al
acontecimiento, mientras que lo segundo lo ubica en el plano de lo secundario, de
lo accesorio. Así, el que un acontecimiento o un pronunciamiento aparezca en los
medios, lo vuelve creíble, lo convierte en verdad ante los destinatarios.
De lo dicho hasta aquí, lo que interesa es resaltar el peso que las condiciones de
producción del discurso en el medio de comunicación influyen en el sentido y, por
lo tanto, en el desarrollo de un acontecimiento. Por ello, los pronunciamientos de
la élite político económica del país, de los intelectuales que escriben para los
diarios analizados y de sus propios editoriales, no son una “materia prima” pura,
sino elementos que han sido articulados en una gramática propia de los medios
58
impresos y tienen un sentido diferente que si hubieran sido proclamados ante una
asamblea o dichos “cara a cara” ante una audiencia especializada. Además, entre
los tres tipos de pronunciamientos existen también diferencias que serán –sin
duda- importantes en el momento de la recepción-consumo de ellos. Esas
diferencias tienen que ver con el soporte en el que se difunden, esto es en la
prensa escrita.
Por una parte, el hecho de emplear la palabra escrita como canal de difusión ya
restringe al destinatario posible en contextos con elevados índices de
analfabetismo y una casi total ausencia de hábitos de lectura. Pero, para ese
limitado público lector, los tres tipos de notas de prensa seleccionadas tienen
condiciones distintas.
La noticia se concibe como el género periodístico por excelencia, destinado al
gran público sin distinción de nivel educativo, género, edad o cultura; la noticia se
produce para difundir entre la población en general todo aquello que reviste
importancia para la vida nacional; su estilo descriptivo, condensado y pautado
permite una lectura simple, lo cual capta un mayor público. Igual objetivo
pretende cumplir el editorial en cuanto a los consumidores, pero por su estilo de
redacción, por el tratamiento analítico de los contenidos, por la ubicación en el
diario y por ser ya una lectura secundaria de los acontecimientos, su consumidor
real ya es mucho más restringido; su público real es el lector ‘informado’ que
busca elementos de juicio sobre los acontecimientos y no se limita a ‘enterarse’ de
lo que ocurre. El editorial se escribe para orientar, la noticia para informar. El
artículo, redactado por académicos e intelectuales especializados en un tema,
59
agudiza aún más esta diferenciación entre los consumidores; a él acceden quienes
tienen interés especial en un tema o quienes por afinidades (o contradicciones)
intelectuales, políticas o personales esperan encontrar en lo dicho por el articulista
un criterio autorizado, que permita desarrollar sus opiniones propias.
Ante esto cabe preguntarse cuál es la importancia que tienen los contenidos
presentados en la prensa en la construcción de la identidad nacional, sin sus
lectores son tan limitados. La respuesta tiene varios aspectos.
En primer lugar, y como se indicó en la introducción de este trabajo, los
resultados que aquí se presentan tienen que ver con los contenidos exteriorizados
y deja a un lado los contenidos interiorizados. Pero, en segundo lugar, el consumo
de los mensajes de prensa no se limita a la lectura de sus contenidos; este hecho
solo es el inicio de una cadena de circulación, en la cual las noticias publicadas (o
difundidas a través de cualquier medio), pasan de ‘boca en boca’ y se convierten
en comentarios, rumores, conversaciones de salón o bromas de cantina. Los
contenidos de los medios se difunden más allá de los medios, llegando a públicos
que por sus condiciones objetivas (analfabetismo, por ejemplo) no pueden acceder
a ellos de manera directa. Esas mediaciones, hasta hace pocos años no
consideradas en los análisis de contenido, socializan los imaginarios oficiales de
manera mucho más amplia que el medio. Pero lo hacen de manera recreada,
filtrada; su efecto en la interiorización del imaginario oficial puede ser mucho
mayor ya que a la autoridad del medio habría que sumar la autoridad de la
difusión mediada y adecuada a los contextos particulares.
60
Como explica Martín Barbero, el discurso de los medios es “una mass-mediación
en cuanto ritual operativo de producción y consumo, articulación de materias y
sentidos, aparatos de base y puesta en escena, códigos de montaje, de percepción
y reconocimiento”87 que en el orden de la identidad, configuran un sentido de lo
nacional, presentando en su ‘cuerpo’ las posiciones de los actores que pugnan por
el poder socorridos por su propia idea de la nación.
87 Jesús Martín Barbero, Discurso y Poder, Quito, CIESPAL, 1978, pp. 48.
61
Capítulo 2
La nación en el discurso de la prensa
“Era un desborde de emociones en la escuela cuando hablábamos del Perú. Nadie
cuchicheaba, todas las niñas conteníamos la respiración cuando hablábamos del
enemigo del Sur, de los invasores, ‘las gallinas’. Acusarnos de peruanas era un
insulto infantil, como decir: traidora. Hablar del Perú, era hablar del diablo”; así
empieza Aminta Buenaño su artículo parecido en El Universo, dos días antes de la
firma del Tratado de Paz, y continúa: “Llorábamos a mares cuando nos contaban
lo que fue la guerra del 41, cuánto territorio perdido, la patria mutilada, el orgullo
al igual que el territorio nacional hecho trizas.” (EU.24-X-98)
La imagen que presenta este texto es la misma que vivimos todos los ecuatorianos
durante cincuenta años: Ecuador es un país derrotado por un agresor-traidor que
nos quitó nuestra heredad territorial y nos humilló en el campo militar y
diplomático. Con esa imagen hemos convivido y olvidarla resultaba imposible ya
que “la herida abierta” siempre era recordada en las elecciones, en las fiestas
cívicas, en las sabatinas escolares y en los cuentos de sobremesa de los abuelos.
Pero, en 1998 se presentó una nueva circunstancia: la firma de un tratado de paz
con Perú, liquidaría finalmente el diferendo limítrofe con el que nos habíamos
acostumbrado a vivir y, al hacerlo, uno de los referentes (que en realidad son
varios articulados en un solo hecho) centrales de la identidad nacional se
empezaba a desmoronar.
62
El sentimiento nacionalista revivió en todos, es innegable; pero con distintas
perspectivas. A través de los pronunciamientos de los distintos actores
seleccionados para este trabajo, es posible rastrear lo que ocurría con el
imaginario construido fervorosamente durante el siglo y medio de vida
republicana sobre la nación ecuatoriana.
Diferente, pero no menos importante, es pensar en qué ha ocurrido con el ‘otro’
interno; para ello, se tomaron los pronunciamientos de los tres actores durante el
Levantamiento de Enero del 2000, porque este acontecimiento fue construido por
la prensa como una acción protagonizada por los indígenas, cuya imagen en la
sociedad ‘blanca’ ecuatoriana es descrita así por Marco Arteaga Calderón:
El indígena de cualquier parte, ahora específicamente en
Ecuador, sólo es una forma de visualizar al colonizado. De allí
el desprecio, lleno de cinismo y temor, de las autoridades
nacionales, por ejemplo, respecto a la presencia del indio. Del
indio vivo, del indio que necesita alimentarse para fortalecer el
cuerpo, que necesita instrucción idónea para fortalecer su
conocimiento, que necesita del respeto a sus valores para
fortalecer su espíritu. Este indio, de huesos, sangre y músculos
es un fastidio para el poder hegemónico de la explotación
permanente. (EU-21-I-00)
Cuando este grupo abandonó los campos, invadió Quito, amenazó la paz
ciudadana y cobró cuerpo real en el terreno político, disputando el poder y
63
atentando contra las instituciones democráticas –y por lo tanto civilizadas- que
mantienen unida a nuestra nación, nuevamente emergió el sentimiento
nacionalista. La patria había sido puesta en peligro por un “sector, representativo
sí, pero que no es ni el 3% de los ecuatorianos”, dijo Jamil Mahuad horas antes de
ser derrocado por un movimiento en el que ese sector minoritario jugó un rol
importante.
Para identificar los referentes sobre los que se construye actualmente el sentido de
la nación, se estableció en el diseño de la investigación, trabajar con los
pronunciamientos de tres actores recogidos en la prensa; el primero es la élite
político económica que integra a quienes perteneciendo estructuralmente al sector
económico más poderoso del país, participan activamente en la arena política, sea
como autoridades del gobierno, como dirigentes activos de partidos políticos, o
como dirigentes de las Cámaras de la Producción.
Si bien a los dos primeros sectores es fácil ubicarlos como actores políticos, a los
terceros resulta un tanto difícil ya que su ubicación ‘natural’ es la sociedad civil;
sin embargo, en las dos últimas décadas, la acción de los organismos gremiales ha
rebasado el terreno de las reivindicaciones sectoriales para asumir un rol
protagónico en el juego político nacional. Las Cámaras de la Producción,
especialmente las Cámaras de Comercio de Quito y Guayaquil, las Cámaras de
Industriales de Pichincha y Guayas y la Cámara de la Pequeña Industria del
Guayas, actúan a través de sus dirigentes tanto desde el espacio propio de su
representación, como a través de su participación directa en movimientos o
partidos políticos ubicados en la derecha.
64
El segundo actor son los articulistas de los dos diarios analizados, entendidos
como pertenecientes a la intelectualidad del país, ya que todos ellos participan de
la vida académica sea como docentes universitarios, analistas de centros de
investigación o consultores privados.79
Finalmente, el tercer actor son los mismos diarios seleccionados, ya que en sus
columnas editoriales estos expresan la posición oficial que asumen frente a un
acontecimiento; esta voz la que nos permite identificar a los diarios como un actor
independiente, más allá de que –como se expuso arriba- todo el contenido de un
diario ya es parte de su particular elaboración.
De los pronunciamientos hechos por los distintos actores y presentados en la
prensa, se desprenden varios aspectos relacionados con la identidad nacional que
se presentan a continuación; en primer lugar, se describe el contexto en que estos
pronunciamientos fueron hechos; luego, se explica cuáles son, desde la
perspectiva de los tres actores, las características propias del país, es decir la
imagen de la nación ecuatoriana en cada uno de los momentos seleccionados. En
tercer lugar, se presentan los elementos de la configuración del ‘nosotros’ y los
‘otros’, esto es quiénes -por sus actitudes, posiciones y acciones nacionalistas o
antinacionalistas- son parte de la nación ecuatoriana y quiénes no. Finalmente, se
realiza una reflexión acerca de cómo el contexto nacional e internacional, influyen
en la selección de los referentes sobre los que se configura la identidad nacional.
79 La nómina de todos los articulistas y la cantidad de artículos de cada uno se presentan en anexos.
65
A fin de aligerar el texto, las referencias a las notas de prensa aparecen entre
paréntesis luego de la cita respectiva y no en el pie de página.
2.1 El contexto nacional
Los dos acontecimientos que sirven de marco temporal para la presente
investigación, ocurren en medio de una etapa de crisis política y económica que se
desencadena cuando en 1995 se produce un nuevo enfrentamiento bélico entre
Ecuador y Perú lo cual genera “un ciclo recesivo” de la economía.80 Esta crisis
abarca todas las esferas de la sociedad y produce un escenario en el cual la
confrontación entre los distintos sectores políticos aparece como la forma de
conducta habitual. Según Echeverría,
La crisis (en este fin de milenio) en el Ecuador es
multidimensional; es económica, en la medida en que sus
principales indicadores revelan una fuerte inestabilidad en la
cual se combinan altos índices de inflación y de recesión
productiva; es política, en cuanto se presentan seriamente
debilitados los mecanismos y sistemas de representación, de
producción de legitimidad y de gobernabilidad; es crisis social la
cual se vuelve patente en el indetenible incremento de la
pobreza y del desempleo; y es también crisis ética, con fuertes
80 Marco Romero Cevallos, “Crisis se agudiza por la fragilidad financiera y se agotan los plazos en el tema fiscal”, en: Ecuador Debate, N. 45, Quito, CAAP, 1998, pp. 5-6.
66
rasgos de debilitamiento del sentido de lo público y de explosión
de la corrupción y de la violencia.81
La crisis económica con sus derivaciones sociales y políticas se agudizan a partir
de 1995, provocando una fisura en la hegemonía de los sectores dominantes.
El conflicto Dahik-PSC como eje principal de la lucha política
tiene que ver con las opciones que se han definido al interior de
la derecha. En la configuración actual de la derecha ecuatoriana,
se han hecho presentes dos estilos en confrontación: el estilo del
PSC con rasgos autoritarios y elementos populistas tanto en su
discurso como en su concepción de política social. Mientras que
la tendencia de Dahik, más tolerante, supone un desarrollo del
rol del mercado en la política y la postergación de las políticas
sociales. (...) Según su propia autodefinición, Dahik es la
“derecha-derecha” y Febres Cordero la “derecha torcida. Los
rasgos autoritarios de Febres Cordero, entre otras diferencias,
aparecen como obstáculos para lograr consensos.82
Esta fisura se expresó en la ‘destitución’ del vicepresidente Dahik, y el posterior
triunfo electoral del populismo, que supo capitalizar su pugna con el Partido
Social Cristiano y con la derecha “oligárquica” que según el Roldosismo, este
representaba. Con el triunfo electoral de Abdalá Bucaram
81 Julio Echeverría, “Globalización, crisis sistémica y estrategia social en el Ecuador”, en Ciencias Sociales, Revista de la Escuela de Sociología y Ciencias Políticas, N. 17, Quito, Universidad Central del Ecuador, Noviembre 1999, pp. 33. 82 Caap, Ecuador Debate, N. 36, Quito, CAAP, 1995, pp. 19.
67
Parecía hacerse más evidente una crisis de hegemonía del eje
dominante, es decir, entre las distintas fracciones del bloque
dominante se habrían presentado contradicciones sin que se
logre resolver la hegemonía interna del bloque, provocando la
inestabilidad política que hacía presumir el desplazamiento
económico y político de la oligarquía agroexportadora y
financiera de la costa y el ascenso de una burguesía emergente
de bahía importadora y financista, que además ejercía el poder
político.83
La posterior destitución de Abdalá Bucaram, reivindicada por ciertos sectores de
izquierda como un golpe a la oligarquía, tuvo como sustento principal la
contradicción entre las facciones oligárquicas costeñas agrupadas por un lado en
el Partido Roldosista Ecuatoriano y, por otro, en el Partido Social Cristiano. Sin
embargo, al romperse la institucionalidad democrática, este segundo partido no
pudo asumir directamente la conducción del país sino que tuvo que negociar un
interinazgo funcional para el reacomodo de las fuerzas políticas.
En medio de esta coyuntura transitoria, Fabián Alarcón –nombrado presidente
interino por el Congreso Nacional- convocó a la Asamblea Constitucional para
establecer las nuevas reglas del juego democrático, que, a decir de Francisco
Muñoz, fue
83 Iván Narváez, “Resistencia al gobierno neopopulista de Abdalá Bucaram”, en Acosta, Ramiro, y otros, 5 de Febrero, La Revolución de las conciencias, Quito, CECS, FETRAPEC, FUNDACIÓN JOSE PERALTA, 1997, pp. 57.
68
(la convocatoria) la resultante de un proceso complejo en la que
concurren factores de orden económico, social, cultural (referido
a la integración e identidad nacional), y de organización
institucional. En los últimos años esta interrelación se ha
tornado conflictiva y crítica y ello se ha expresado en niveles de
desintegración y desorganización que lindan con una situación
caótica de la vida social y cultural de la nación ecuatoriana.84
Si bien la Asamblea apuntaba a consolidar el modelo económico neoliberal, debió
ceder un espacio político importante para las demandas de los movimientos
populares (principalmente el movimiento indígena y sus aliados), aunque
restringidas básicamente a la esfera social. Estas concesiones pueden ser
entendidas también como un esfuerzo por superar uno de “los “nudos
problemáticos que la nación ecuatoriana enfrenta”, desde la perspectiva de la élite;
esto es lo que Muñoz Jaramillo califica como “la crisis de identidad e integración
cultural, efecto del inveterado proceso de desintegración nacional, que en la
actualidad, asume características dramáticas.”85
La Asamblea abrió el paso al triunfo electoral de la burguesía serrana –agrupada
alrededor de Jamil Mahuad, de la Democracia Popular, en oposición al populismo
84 Francisco Muñoz Jaramillo, comp.., Asamblea...análisis y propuestas, Quito, Trama Social, 1998, pp. IX. 85 Idem., pp. X. El autor continúa indicando que la Asamblea fue también el espacio para resolver el problema de la identidad nacional. “En este sentido el Ecuador, que se presta a ingresar al Siglo XXI, debe resolver los problemas de exclusión cultural étnica y nacional de amplias capas de la población marginadas en su representación político-institucional; como la condición necesaria para superar la débil configuración mestiza del Ecuador que, hasta hoy, se ha expresado en un ambiguo y ambivalente reconocimiento del ser nacional.”, pp. X.
69
costeño –agrupado alrededor de Alvaro Novoa-, por el Partido Roldosista
Ecuatoriano. Pero, al no lograr establecer alianzas estratégicas y constituir un
bloque de derecha, el poder de Mahuad se debilitó al extremo de ser derrocado por
un levantamiento alimentado por el desencanto popular y avivado por el
descontento de la oligarquía costeña, que veía amenazados sus intereses
económicos.
Durante los cinco años que van de la “Guerra del Cenepa” al “Levantamiento del
Arco Iris”, en Ecuador han ocurrido seis procesos con tinte “eleccionario” (dos
elecciones presidenciales regulares, una elección de representantes a la Asamblea,
dos nominaciones de vicepresidentes, dos nominaciones de presidentes). Es decir
que durante un lustro el país vivió en “elecciones” y el clima electoral tiene
características particulares que lo distinguen de otros períodos, pues en él se
ponen en discusión frente a la ciudadanía los diversos proyectos político-
ideológicos de los actores en disputa. Cuando este clima no ocurre en lapsos
cortos sino que se convierte en el clima general durante un largo período, nos
enfrentamos a una situación signada por el debate político.
Este contexto temporal marcado por la crisis política y económica resulta útil para
analizar el discurso de la identidad nacional, pues –siguiendo a Gluckman86- es
justamente en los momentos en que el conflicto alcanza sus puntos más altos, en
los que la estructura social e ideológica de una sociedad emerge a la superficie
con nitidez. En otras palabras, las crisis permiten polarizar posiciones y que estas
se expresen abiertamente; mientras que en los momentos de menor tensión, tanto
86 Max Gluckman, Política, derecho y Ritual en la sociedad tribal, Madrid, Akal, 1978.
70
las posiciones como sus enunciados tienden a permanecer en una especie de
semiobscuridad. Por esta razón se resolvió seleccionar estos dos momentos ya que
en ellos la crisis adoptó una condición particularmente aguda y explícita.
Pero las coyunturas más álgidas de la crisis, no solo son escenarios propicios para
el debate; son, en si mismas, elementos estructuradores de discursos en la medida
que situaciones imprevistas (como son las coyunturas seleccionadas para el
análisis), exigen a los actores elaborar nuevas respuestas. Por ejemplo, recurrir al
argumento típico de la élite acerca de la manipulación por parte del Movimiento
Popular Democrático al movimiento indígena, resultaría absurdo cuando en el
Levantamiento del 21 de enero, había ocurrido una alianza entre este movimiento
y sectores de las fuerzas armadas. Igualmente, la Guerra del Cenepa, episodio
bélico de la larga disputa territorial entre Ecuador y Perú, se presentó como una
situación imprevista al producirse el triunfo militar ecuatoriano, que creó una
nueva versión sobre el problema territorial, es decir un discurso diferente al que
hasta entonces se había sostenido y que permitió la firma de la paz.87
A más de estas dos condiciones de las coyunturas que las convierten en un marco
propicio para analizar el discurso sobre la identidad nacional, los hechos que en
ellas se dieron atañen directamente a dos de los referentes identitarios sobre los
que se han construido muchos de los discursos de la identidad nacional, como se
indicó en la introducción de este trabajo. A continuación se analizan las dos
87 “Ahora podemos ir a un arreglo decoroso que fije una frontera y reconozca la vocación amazónica del país. El arreglo es posible aunque difícil. Para ello el Ecuador debe tener una tesis territorial unificadora y mantener condiciones mínimas de unidad interna. Felizmente 1941 y Río de Janeiro están ya lejos en el tiempo y en el espacio.”, Enrique Ayala Mora, “1995 no es 1941”, El Comercio, 1995, en: Enrique Ayala Mora, op. cit. pp. 88.
71
coyunturas y se realiza una primera aproximación a las posiciones que los
diversos actores políticos y sociales del país tuvieron en el transcurso de los
acontecimientos.
2.1.1 La firma del Tratado de Paz
La firma del Tratado de Paz, en octubre de 1998, puso fin al conflicto territorial
entre Ecuador y Perú que se remonta a la Colonia, cuando las misiones jesuitas
“fueron languideciendo en los últimos cincuenta años de administración colonial
hasta una situación de enajenamiento. El manejo de estos territorios de misiones a
cargo de los franciscanos de Lima, fue escamoteando sus antiguas vinculaciones
con Quito, con la cual tenían una larga historia de vida.”88 Según Enrique Ayala,
los cambios administrativos producidos en el Virreinato de Lima durante los
siglos XVIII y XIX fueron el origen de un conflicto que llegó hasta finales del
siglo XX. El autor señala que:
Mediante cédula expedida en 1740, los límites de la jurisdicción
de Quito fueron reducidos pero mejor definidos. Los territorios
bañados por ambas márgenes del Marañón quedaron bajo
control de misiones que actuaron bajo esa jurisdicción. Al final
de la Colonia, la necesidad de mejorar la administración
eclesiástica y organizar la defensa militar contra la penetración
portuguesa trajo cambios y decisiones contradictorias en los
límites de las jurisdicciones de los vierreinatos de Santa Fe y
88 Nelson Gómez, Transformación del espacio nacional, Quito, Ediguías, 1999, pp. 82
72
Lima. En 1802 se adjudicó a Lima la jurisdicción militar y
eclesiástica de Jaén y Mainas. Las autoridades de Quito y
Bogotá protestaron y lograron nuevos cambios en la
organización territorial.89
La Independencia de España solamente agudizó las discrepancias territoriales,
pues al intentar delimitar las fronteras según las antiguas jurisdicciones coloniales,
los límites reclamados por uno y otro estado, principalmente en la región
amazónica, eran contradictorios.
El territorio estaba indefinido y, en lo que se refiere al Ecuador
había habido una guerra entre la Gran Colombia y Perú por los
territorios de Maynas que reclamaba la vecina nación del Sur.
Firmado un tratado de paz en Guayaquil en 1829 no tuvo
aplicación alguna, porque Bolívar había abandonado la
presidencia y la hecatombe política se cernía sobre Colombia,
dejando la definición de fronteras para las calendas griegas.90
Es en esta etapa cuando empieza a surgir el sentimiento de que el estado
ecuatoriano está siendo despojado de un territorio que le perteneció
históricamente. Este sentimiento acompañará a los ecuatorianos a lo largo de su
vida republicana, alimentado por la historia oficial que reivindica el derecho de
Ecuador a ejercer la soberanía sobre el río Amazonas, por haber partido de Quito
89 Ayala Mora, op. cit., pp. 16. 90 Gómez, op. cit., pp. 104
73
la expedición que lo descubrió91. Los argumentos, más allá de su validez histórica,
se refieren también al derecho concedido desde el momento del descubrimiento,
cuando Juan de Illanes, uno de los miembros de la expedición afirmó “Para mí –
señor Capitán- este río no es sino la continuación del anterior. Es una sola vía de
agua que comenzó allá en las montañas de Quito. Si mi modesta opinión
solicitáis, sea de mucha honra llamar al río, Río de San Francisco de Quito”.92
Como dice Ayala Mora, “a pesar de la claridad de los títulos amazónicos de Quito
y de lo que luego pasó a ser el Distrito del Sur de Colombia, desde el principio, el
Perú declaró que estas tierras amazónicas le pertenecían y las reclamó por la
fuerza.”93
De ahí en adelante, se produjeron confrontaciones armadas y tratados de límites
que intentaron poner fin al diferendo limítrofe. Los acuerdos fueron rechazados
por Ecuador, y recién en 1942, luego de la invasión peruana al territorio
ecuatoriano establecido según una línea de “statu quo” en 1936 bajo el arbitrio es
Estados Unidos, se llegó a la firma del Protocolo de Paz, Amistad y Límites de
Río de Janeiro. Pero, como en ocasiones anteriores, la firma de este tratado fue (y
siguió siendo a lo largo de la segunda mitad del siglo XX) considerado como una
afrenta más a la soberanía ecuatoriana. Ayala Mora dice al respecto:
Desde 1942, el pueblo ecuatoriano sufrió un trauma que le llevó
a rechazar el Protocolo y a no aceptar una pérdida territorial que
se había venido dando por más de un siglo, pero de la que solo
91 Ver: Ayala Mora, op. cit., pp. 17 y ss. 92 Relación de Fray Gaspar de Carvajal, citada en Aldebarán, De Pachacutic a Fujimori, seis siglos de manipulación selectiva de la historia recordada, Quito, Impresora Andes, 1998, pp. 16. 93 Ayala Mora, op. cit., pp. 17
74
entonces fue del todo consciente. Ecuador se sintió minimizado
en su tamaño físico. Y eso impactó en la consciencia nacional.94
La pérdida territorial, que quiso ser compensada con el ideal de la “nación
pequeña” de Carrión95, se convirtió entonces en un botín abierto para políticos de
distintas tendencias que supieron construir alrededor de ese hecho, propuestas
nacionalistas que calaron en la mentalidad ecuatoriana; a su vez, la intelectualidad
nacional elaboró los argumentos que convertirían a este hecho en un referente
identitario de primer orden. Como lo expresó Jacinto Jijón y Caamaño, apenas
meses después de la firma del Protocolo:
Necesitamos una educación que afianzando la unidad espiritual
de la Nación, eleve los sentimientos e inclinaciones de la
nacionalidad, de acuerdo con las tendencias hacia lo noble, lo
heroico y generoso, que robustezca la fe en nuestro destino de
pueblo que ha de valer por sus valores morales, o ha de ser
juguete de vecinos más poderosos.96
Los paseos cívicos a la Plaza de la Independencia para que los escolares puedan
constatar que en una placa recordatoria se afirma que Ecuador es y será un país
amazónico, son solo uno de los ejercicios comunes de todo niño quiteño, que
interiorizan el referente del Ecuador como país agredido y despojado por el Perú.
Frente a ello, la idea de la unidad nacional aparece como una demanda ‘sagrada’:
94 Ayala Mora, op. cit., pp. 27. 95 Ver, Silva, op.cit.; Ayala Mora, op.cit. 96 Jijón y Caamaño, op. cit., pp. 32
75
¿quién puede negar que la nación es una y homogénea ante la amenaza de ser
nuevamente invadidos por un enemigo extranjero? Si bien el imaginario
nacionalista ecuatoriano no tiene héroes, de los que habla Anderson97, para
generar un sentimiento de comunidad, en cambio tiene la amenaza latente de un
enemigo, lo cual exige la unidad. Las Fuerzas Armadas, cuya visión institucional
es la de ser garantes de la soberanía nacional, han contribuido en la vida pública a
reforzar el imaginario antes dicho al promover actos conmemorativos, paradas
militares, desfiles cívicos, etc., en los que se recuerda el histórico conflicto con el
“vecino del sur”. Sobre su papel en la construcción de la identidad nacional se
profundizará en el capítulo siguiente.
En 1981, luego de casi cincuenta años de relativa calma en la frontera, estalló una
nueva confrontación armada (la Guerra de Paquisha), que requirió la intervención
de la Organización de Estados Americanos para “evitar complicaciones bélicas,
pero el Perú consolidó sus posiciones, como se había propuesto.”98 Jaime Roldós
(1979-1981), presidente de la República en ese año, proclamó en el homenaje a
los héroes de guerra: “Este Ecuador amazónico, por siempre y hasta siempre.
¡Viva la Patria!”, remarcando la idea de la desmembración, que hizo revivir el
sentimiento nacionalista sustentado en el referente territorial, como señalan
Radcliffe y Westwood:
(...) el tema de las fronteras y su disputa (transformación) por
poderes externos (‘ilegítimos’) ha sido codificado a nivel local
en términos claramente ideológicos que están en el corazón de la 97 Anderson, op. cit. 98 Ayala Mora, op. cit., pp. 30.
76
identidad nacional. De acuerdo con las nociones oficiales de
identidad, se espera que los ecuatorianos sientan visceralmente
la injusticia y el daño hecho a la soberanía territorial por la
invasión extranjera.99
Una década y media después, durante el gobierno de Sixto Durán Ballén (1992-
1996), en 1995, la situación tantas veces repetida, volvió a ocurrir. Tropas del
ejército peruano avanzaron hasta la cabecera del río Cenepa, en la zona donde el
Protocolo de Río resultaba inejecutable. Pero, en esa ocasión sucedió algo nuevo:
el ejército ecuatoriano logró rechazar la incursión, recuperar la zona invadida y,
desde una posición de control militar, llamó a los países garantes del Protocolo,
para luego de aceptar la validez del mismo, iniciar las negociaciones para la
delimitación definitiva de la frontera.
Las negociaciones se iniciaron formalmente durante el interinazgo de Fabián
Alarcón (1997-1998) y continuaron ya a nivel oficial en el gobierno de Jamil
Mahuad (1998-2000). Las posibilidades exploradas fueron el arbitraje papal, la
negociación directa o el arbitraje de los países garantes del Protocolo de Río de
Janeiro. Esta opción fue la que finalmente se acordó entre Ecuador y Perú y el
resultado fue la aceptación por parte de Ecuador de los términos establecidos en el
Protocolo y la consiguiente delimitación de la frontera en la zona donde existían
discrepancias.100
99 Radcliffe y Westwood, op. cit., pp. 96-97. 100 Para un recuento del proceso de negociación y firma, ver Ayala Mora, op. cit.: “Cuando el Presidente Jamil Mahuad se hizo cargo del poder el 10 de agosto de 1998, los dos países estaban en un punto de enfrentamiento. Mahuad asumió personalmente la negociación con el presidente del Perú. Luego de varias reuniones convinieron los dos mandatarios en pedir una
77
Mahuad, presentó la negociación como un asunto de Estado; por lo tanto convocó
a todos los ecuatorianos, independientemente de su ubicación política, a sumarse a
la posición oficial del gobierno. Según él, la firma de la paz traería beneficios
tangibles para el país, en tanto se contaría con inversión externa, se reduciría el
gasto militar, se lograrían financiamientos internacionales para el desarrollo
fronterizo y se reactivaría la producción al haber seguridad. En su discurso, la paz
fue considerada como un asunto técnico y no político o sentimental: “La mejor
medida fiscal se llama la paz”, afirmó101, y reconoció que “el destino le había
colocado frente a esta oportunidad histórica y no la iba a rehuir.”102 A su lado, el
entonces Ministro de Defensa, José Gallardo, lloró abiertamente ante las cámaras
de televisión, acto simbólico más que anecdótico, pues –como se verá luego- los
militares debieron enfrentar la nueva situación territorial tanto como una
obligatoria reorganización institucional, cuanto como una reelaboración discursiva
sobre los fundamentos de la nación ecuatoriana.
En sus pronunciamientos, Mahuad, eludió permanentemente abordar el tema
desde la perspectiva de la heredad territorial o hacer mención a la “agresión”
peruana en la historia nacional. Por el contrario, todo su discurso se articuló en
función del futuro económicamente promisorio que traería el cierre de la frontera.
Solamente en el discurso dado en el acto de la firma del acuerdo final, hizo
alusión al pasado para describirlo como una etapa dolorosa, pues condujo a que
pronunciamiento a los garantes, que a su vez se comprometieron a intervenir, siempre que el procedimiento fuera aceptado por los congresos nacionales y su pronunciamiento fuera obligatorio. Así se aceptó. Los países garantes se pronunciaron y el 26 de octubre de 1998 los dos presidentes firmaron en Brasilia el Acuerdo de Paz”, pp. 36-37. 101 EC, 20-IX-98 102 EC, 26-X-98
78
pueblos hermanos se enfrentaran.103 Pero aún en ese momento, el símbolo de la
cantimplora empleada por su abuelo, combatiente de la guerra del 41, entregado al
presidente peruano, expresaba su deseo de olvidar el pasado y construir el futuro.
En este línea argumental se ubicó también Oswaldo Hurtado104, fundamentado su
posición en la autoridad que le daba el haber sido gobernante cuando ocurrió uno
de los mayores enfrentamientos bélicos con Perú (la “Guerra de Paquisha”).
Desde la perspectiva de quien sabe de lo que habla, nutrió el argumento de
Mahuad con cifras relativas a pérdidas económicas, sociales y diplomáticas que
significaba mantener el diferendo limítrofe por más tiempo. Con las cifras en la
mano, atacó a quienes por “sentimentalismos ingenuos”105 seguían reivindicando
un país que territorialmente había dejado de existir en la Colonia.
Por el contrario, los representantes de los Partidos Social Cristiano, Roldosista e
Izquierda Democrática106, esgrimieron una línea argumental basada en lo
emocional. La dignidad de la patria no podía ser pisoteada; no se podía olvidar el
sacrificio de los héroes de guerra en defensa de la nación firmando la paz, como lo
dijo Jaime Nebot, al fijar la posición de su partido:
“Hemos ganado la paz, pero hemos perdido absolutamente todo
lo demás en materia territorial. La hemos obtenido a un alto y
doloroso costo.(...) Ese pronunciamiento (el de los garantes) ha
103 Transmisión televisiva en vivo desde el Palacio de Itamaratí, en Brasil, durante la firma del Tratado. 104 EC, 26-X-98. 105 Entrevista, Ecuavisa, Noticiero Contacto Directo, 27-X-98. 106 EC-EU-17-X-98
79
consumado la imposición peruana (...) Hemos dejado de ser país
amazónico. (...) Una cosa es soportar un pronunciamiento
impuesto y no equitativo y otra muy distinta, es aceptar
voluntariamente, en forma expresa, un atentado contra nuestra
historia y nuestro derecho.(...) Además, me ratifico, en aquello de
que nuestra crisis socio-económica no se debe solamente a que
no hayamos tenido paz y no se resolverá solo por que la
tengamos.” 107
La oposición de estos partidos fue presentada como un acto de patriotismo ante la
pérdida territorial que implicaba el cierre de la frontera según el Protocolo de Río,
aunque finalmente –en la ratificación del acuerdo en el Congreso Nacional- se
aceptaron sus términos pragmáticamente: era mejor un nuevo sacrificio territorial
que la amenaza de un nuevo enfrentamiento militar.
Las cámaras de la producción costeñas y serranas, frente a este hecho, asumieron
dos posiciones opuestas. Por un lado, las cámaras de la costa, principalmente de
Guayas, se unieron a la posición de los partidos de oposición, empleando los
mismos argumentos: paz sin dignidad no es sino una paz a medias.108 Mientras
que las cámaras de la sierra, principalmente de Pichincha, respaldaron
abiertamente la negociación y sus términos adscribiéndose a la postura del
Gobierno: la paz, de cualquier tipo, traerá el desarrollo del país.109
107 EC, 25-X-98 108 EC,16-X-98 109 EU, 16-X-98
80
Como se analizará más adelante, las posiciones asumidas por los actores políticos
pertenecientes a la élite, no fueron homogéneas. Pero, independientemente de
ellas, en lo que si hubo acuerdo es en ubicar el tema de la firma de la paz en el
debate alrededor de la identidad nacional.
De hecho, las declaraciones del Partido Social Cristiano, la
Izquierda Democrática, el MPD y otros más como el PRE,
sumados al oportunismo coyuntural que topa estos temas
sensibles, han tratado de difundir en sus discursos la imagen de
“pérdida territorial”, “paz sin dignidad”, “sabor amargo”; figuras
que sin lugar a dudas convocarán a una polarización valorativa
sobre la utilidad de los acuerdos territoriales y que servirán de
caldo de cultivo para mantener su presencia política en sectores
poblacionales “adeptos” a las posturas nacionalistas radicales y
“patrioteras”.110
Una situación similar ocurrió en el segundo acontecimiento de la vida política del
país que sirve como escenario para el análisis del discurso escogido para este
trabajo. No es gratuito que uno de los personajes centrales de este hecho, sea
también el Presidente Jamil Mahuad; sin pretender establecer una causa unívoca
sobre los acontecimientos del 21 de enero, es interesante pensar cuánto influyó en
ellos la Firma de la Paz con Perú, tanto en la modificación de la imagen del
gobernante, como en las alianzas que se dieron para lograr su destitución.
110 Fredy Rivera, “El Ecuador post firma: una mirada al futuro”, en Ecuador Debate, N. 45, Quito, CAAP, 1998, pp. 23.
81
2.1.2 El Levantamiento del 21 de enero
La fisura en el bloque de derecha que se evidenció durante la Firma de la Paz, se
agudizó en el transcurso del año 1999. Por una parte, el anunciado bienestar que
traería la paz no llegó con la rapidez que había sido ofrecido, lo cual sirvió de
argumento para que los partidos Social Cristiano y Roldosista atacaran al régimen
de Mahuad; pero, adicionalmente a esto, el desmoronamiento del sistema
financiero nacional y las medidas tomadas por el gobierno para enfrentarlo,
sirvieron como detonante de una oposición radical a la que se sumaron las
demandas de los movimientos sociales, articuladas alrededor del movimiento
indígena.
Al concluir el año, Mahuad tenía varios frentes abiertos: el rechazo general de la
población al salvataje bancario; la disconformidad de los banqueros ante la
inequidad de las medidas tomadas ante los distintos grupos financieros; la
demanda creciente de los movimientos sociales por políticas sociales consistentes;
el rechazo, también generalizado, a los actos de corrupción e ineficiencia del
gobierno ante la crisis bancaria; y, un frente importantísimo, el reclamo de los
sectores oligárquicos costeños –principalmente del Guayas- sobre la autonomía
regional para atacar al centralismo serrano, configurado en un Presidente serrano
que había atacado a la banca costeña.
En este clima, las organizaciones populares, agrupadas en la Coordinadora de
Movimientos Sociales, convocaron para el mes de enero del 2000 al
Levantamiento Indígena y Popular, medida que fue minimizada por el gobierno.
82
El Levantamiento, que se propuso ser la expresión de diversas fuerzas de
oposición, desde su inicio tomó un tinte “etnicista” y la organización indígena
nacional – CONAIE – apareció como el actor protagónico de los acontecimientos.
En gran medida fueron los medios de comunicación masiva los que se encargaron
de construir ese protagonismo, haciendo que la presencia indígena en Quito
ocupara el primer lugar en las informaciones. Frente a esta situación, los voceros
del gobierno, principalmente el Ministro de Gobierno, arremetieron contra el
movimiento reduciéndolo a la acción aislada de los indígenas.
Lejos de intentar una negociación con el bloque de derecha o con los movimientos
sociales, el gobierno resolvió asumir solo el riesgo y presentar la dolarización
como la estrategia que sacaría al país de la crisis económica. Si bien esta medida
aplacó parcialmente el ánimo de los partidos de derecha y de las cámaras de la
producción, la tensión generada en los movimientos sociales fue superior a lo que
el gobierno podía predecir. Los acontecimientos son leídos desde los
protagonistas del Levantamiento de la siguiente manera:
El 9 de enero, Jamil Mahuad había anunciado la dolarización y
logrado la reconcentración de los banqueros y los partidos
vinculados. La prensa anunciaba el 18 de enero que el gobierno
había logrado estructurar una mayoría legislativa: el Partido
Social Cristiano de León Febres, el Partido Conservador de
Sixto-Dahik, el Partido Roldosista de Abdalá Bucaram, el Frente
Radical Alfarista de Fabián Alarcón y la Democracia Popular de
Jamil Mahuad, representantes de los gobiernos más nefastos
83
desde el retorno constitucional, se coaligaron para radicalizar el
modelo neoliberal: dolarización, privatización y represión.111
La presencia de más de 10.000 indígenas en Quito, pese a los intentos del régimen
por evitar que llegaran a la capital, permitió que se instalará en la ciudad el
Parlamento de los Pueblos del Ecuador, con delegados de los parlamentos
provinciales que se habían estado realizando desde hace tres meses. Según uno de
los voceros de la Coordinadora de Movimientos Sociales
El 11 de enero del 2000 cambió el mapa político del Ecuador.
En el Teatro Politécnico se instaló el Parlamento de los Pueblos
del Ecuador: 146 delegados por los parlamento provinciales
inauguraron un nuevo poder de soberanía popular, abrieron un
camino para liberar la democracia secuestrada por los banqueros
y una partidocracia vinculada.112
La semana del Levantamiento, mientras el gobierno intentaba convencer al país de
lo adecuado de sus políticas macro-económicas, se tejía una alianza coyuntural
entre los movimientos sociales, las fuerzas armadas y una facción de la oligarquía
costeña agrupada alrededor de Alvaro Novoa, que finalmente condujo a que el 21
de enero las fuerzas armadas retiraran su respaldo al gobierno y respaldaran
abiertamente una sucesión presidencial. La alianza con ciertos sectores de la
Fuerzas Armadas, fue parte de una estrategia no precisada claramente durante los
111 Fundación José Peralta, eds., La rebelión del arcoiris. Testimonios y Análisis, Quito, Fundación José Peralta, 2001, pp. 21. 112 Idem., pp. 19.
84
acontecimiento, pero que resulta interesante conocer a través de la voz de la
dirigencia del movimiento:
En las Fuerzas Armadas el doble juego permanente de las
cúpulas que cuestionaban a Jamil Mahuad para buscar un
control directo del poder, pero mantenían abiertas las puertas a
las conversaciones con los movimientos sociales, dejaba filtrar
las preocupaciones que venían desde abajo, desde los coroneles
y los capitanes. Respetando los canales orgánicos, el Coronel
Lucio Gutiérrez presentó, a fines del año 99, una exigencia para
que las Fuerzas Armadas contribuyan a una salida de la crisis.
Los pronunciamiento del Comando Conjunto se mueven entre la
declaración de que se deben a la nación, poniendo distancia del
manejo del manejo del gobierno y el respeto a la
Constitución.113
Aunque el levantamiento agrupó a sectores sociales diversos, los medios de
comunicación lo presentaron ante la ciudadanía como un acto protagonizado
exclusivamente por los indígenas. La lectura hecha por los partidos Democracia
Popular, Social Cristiano, Izquierda Democrática y por las cámaras de la
producción de la costa y la sierra, siguió la misma línea: los indígenas intentaban
subvertir el orden democrático e instaurar “la dictadura de los ponchos”114. De
113 Fundación José Peralta, eds., op. cit., pp. 21-22. 114 Palabras con que Joyce de Ginnatta, Presidenta de la Cámara de la Pequeña Industria del Guayas calificó al levantamiento en repetidas presentaciones ante los medios de comunicación. A este “mote”, agregó el cambiar el lazo negro que llevaba durante las campañas contra el centralismo, por uno tricolor para evidenciar que la patria era una sola y que los indios no podían
85
más está decir que en sus pronunciamientos no se argumentaba a favor de la
permanencia del régimen elegido democráticamente, sino en contra de la amenaza
que significaba para la nación el poder ser gobernada por los indígenas, lo cual
nos remite al referente del “otro” como parte del imaginario de la élite sobre la
nación ecuatoriana, que se explorará en los capítulos siguientes. Pero, también
entre los movimientos sociales que participaron en el levantamiento, se asumió el
papel protagónico de los pueblos indígenas al reconocerlos como un sujeto de
cambio que se había constituido en un actor político con poder. Como indica el
vocero de la CMS:
Las élites políticas y los grupos de poder, satisfechos con su
comodidad, no sienten la angustia de una nación que no termina
de construirse y que corre el peligro de disolverse por presiones
internas y externas. Para algunos neoracistas el protagonismo de
los pueblos indígenas y de los movimientos sociales significa un
peligro y hasta una bufonada. (...) No se trata solo de la
denuncia. Hay la convicción en la viabilidad de una Patria para
todas y todos. Es posible mirarnos nuevamente de frente,
superar los quinientos años que hemos vivido de espaldas a
nuestra propia imagen, a nuestra identidad.115
El Levantamiento, como hecho político, estuvo filtrado por el debate sobre la
identidad nacional por prácticamente todos los actores que intervinieron en él. El
pretender gobernarla. Entre otras apariciones de Ginnatta, resalta la del 25 de enero del 2000 en el Noticiero Nacional, Gamavisión. 115 Fundación José Peralta, eds., op. cit., 23.
86
gobierno, en el momento más agudo de la crisis, renunció a defender su
legitimidad, para desviar su discurso hacia atacar la pretensión del movimiento
indígena de asaltar el poder y excluir a la mayoría no indígena de su proyecto
político. Para el presidente ya derrocado, la partida se había dirimido entre
quienes representaban a la mayoría de los ecuatorianos y la minoría indígena que
pretendía desconocerla.116
Los partidos de derecha y las cámaras de la producción se mantuvieron en una
posición similar: Mahuad debía renunciar al cargo y dar paso a la sucesión
constitucional por estar incapacitado para gobernar, pero los indígenas no podían
pretender ser ellos quienes asumieran el poder ya que no representaban a la
nación. A decir de Joyce de Ginnatta, los cholos, los montubios, los mestizos, los
negros y los mulatos no se sentían representados en el movimiento indígena y no
permitirían que se los excluya del proyecto nacional.117 Las cámaras de la sierra,
pese a sus discrepancias estructurales con las de la costa, sostuvieron iguales
argumentos; Gustavo Pinto, de la Cámara de Industrias de Pichincha sostuvo que
la nación ecuatoriana está formada por mestizos, indígenas y montubios por lo que
la pretensión indígena de tomar el poder era una acción racista y excluyente.118
El Levantamiento, funcional para el derrocamiento de Mahuad, fue juzgado por el
bloque de derecha como una medida peligrosa ante la fuerza demostrada por el
movimiento indígena. Por un lado, porque cuestionaba la institucionalidad
democrática, pero -sobre todo- porque podía desencadenar una confrontación
116 EC, 22-I-00 117 ECUAVISA, Noticiero Contacto Directo, Entrevista, Lunes 24 de enero del 2000. 118 Cablevisión, Canal 3, Lunes 24 de enero del 2000.
87
interna de carácter étnico, que pusiera en riesgo la unidad nacional; extraño
argumento cuando en esos mismos días se debatía alrededor de las autonomías
regionales y la propuesta de la oligarquía costeña sostenía que esa unidad nacional
no existía, porque la costa estaba excluida del poder y de los beneficios del Estado
que atendía solamente los requerimientos de la sierra.
Esa fue la tónica del discurso del sucesor presidencial Gustavo Noboa: “la patria
la hacemos todos y no es posible que un sector minoritario de la población, por
justos que sean sus reclamos pretenda imponer sus intereses particulares sobre los
intereses de la mayoría.”119
Los medios de comunicación, la élite política económica y el gobierno,
presentaron el conflicto como esencialmente étnico; las medidas económicas, la
corrupción del gobierno derrocado, la incapacidad para gobernar de Mahuad, etc.,
pasaron vertiginosamente a un segundo plano, para privilegiar la defensa de la
unidad nacional amenazada por un supuesto racismo indígena que podría
desembocar en la ruptura, muerte o desaparición de la república si no era
contenido a tiempo.120
En este primer acercamiento a los escenarios que sirven de marco para la presente
investigación, se puede concluir de manera inicial que en el Levantamiento del 21
de enero, el imaginario de la nación unitaria y homogénea salió a flote en este
acontecimiento permitiendo articular al bloque de derecha alrededor de un solo
119 ET, 24-I-00 120 Al respecto ver:, Lourdes Endara, “Imágenes y Relatos sobre los indígenas en Quito durante el Levantamiento de enero”, en Fundación José Peralta, eds., op. cit., pp. 113-157
88
argumento: la salvación de la patria ya no mestiza, sino diversa y multicultural
amenazada por quienes son solo uno de los grupos culturales que la forman.121 Por
el contrario, la “desmembración” territorial producida por la Firma de la Paz, no
logró un efecto similar. Se podría pensar que en este caso, la patria perdía
cuantitativamente mucho más de lo que podría perder con un gobierno de alianza
entre movimientos sociales y fuerzas armadas; igualmente se podría pensar que
renunciar a una reivindicación de casi 200 años (el derecho ecuatoriano a su
territorio amazónico) era aún más grave que la llegada al poder de un sector
tradicionalmente marginado pero que es parte de la nación ecuatoriana.
Sin embargo, esto no ocurrió. Para la elite política económica el riesgo de ser
gobernados por los indios era mucho mayor que renunciar a sus derechos
territoriales, esgrimidos siempre como un asunto de dignidad nacional. Sobre los
contenidos específicos de este imaginario se tratará a continuación.
2.2 Cómo es el Ecuador
Uno de los elementos centrales de la identidad es la imagen que tiene la
colectividad de sí misma; el proceso de socialización formal e informal permite
que los individuos se construyan una imagen de su país (o de su grupo de
pertenencia, cualquiera sea este) que les permite decir ‘así somos nosotros’. El
etnocentrismo, como valoración de lo propio frente a lo ajeno, permite a los
individuos una identificación positiva con su comunidad, que le conduce a asumir
esa pertenencia como algo adecuado, válido por sí mismo. Pero, qué ocurre
121 ET, 24-I-00
89
cuando esa imagen es negativa: ¿será posible lograr el sentido de pertenencia a
una comunidad que aparenta ser la suma de todos los males, vicios y defectos que
la humanidad tiene? La pregunta tiene que ver con lo identificado en los
pronunciamiento de los actores.
2.2.1 La imagen nacional durante la Firma de la Paz
En efecto, durante el período analizado, el debate se sostuvo sobre un eje: la paz
permitiría que superemos como país todo lo malo y negativo que hasta entonces
habíamos sido.
Ecuador, en los discursos es un país pobre debido a la mala administración de los
bienes y recursos con que cuenta; porque –a decir de los actores- la corrupción, la
viveza, el quemeimportismo, la vagancia son características generales de los
ecuatorianos que impiden alcanzar el bienestar. El carácter nacional es un
obstáculo que se debe superar si se quiere llegar a ser un país moderno y
desarrollado, desde la perspectiva de los articulistas que se pronunciaron durante
el proceso de paz. En sus pronunciamientos se recurre al desarrollo de la historia
patria para sobre esos argumentos dictaminar lo que se debe hacer, porque es
mejor para la nación. El pasado negativo debe ser superado para alcanzar un
futuro promisorio en que se actúe con ética, verdad y dignidad.
A decir de Ricardo Noboa, Mahuad debía tener la mano firma para “conducir a
esta país atrasado hacia la modernización.”(EU-28-X-98) Porque este país
“estancado y enfermo, lacerado por la rampante corrupción y por mafias
90
incrustadas en los mayores niveles políticos del Estado” necesita “hospitales,
escuelas, plantaciones agrícolas y un etcétera largo” que no se han construido por
“una absurda carrera armamentista a la que con inmensa desventaja nos empujó
nuestro vecino del Sur” (EU-31-X-98) como lo dijo Rafael Díaz.
La causa de todos los males, como eje central durante este momento, fue la
“espada de Damocles” de una posible invasión militar a nuestro país. Pero, esta
situación podría haber sido superada si es que los ecuatorianos fuéramos distintos,
porque “la mayoría de ecuatorianos no nos aceptamos como somos, querríamos
ser altos, bien parecidos, rubios y de ojos azules, además ricos y poderosos,” por
lo tanto “se impone una cirugía reconstructiva social, que corrija las marcas de la
pobreza e injusticia, que son las causantes de nuestra baja moral colectiva.” (EC-
12-X-98)
Así somos en los pronunciamientos de los articulistas; un pueblo “aficionado a
repetir expresiones huecas” (EC-16-X-98), que vive en un “país paralizado, con
sus actividades y empresas que se están descapitalizando.” (EU-29-X-98). Un país
que “ha sido víctima propiciatoria de las ambiciones territoriales del vecino
poderoso, consumadas con la indiferencia y a veces la aquiscencia de América,
obviamente por nuestros errores”, como es el “imperdonable error de elegir
presidente a Bucaram y casi elegir a Alvaro Noboa, revelando inmadurez
política.”(EC-24-X-98) Aún lo positivo, en los pronunciamientos del conjunto de
articulistas aparece como un vicio: “El carácter sincero, puro, sencillo e ingenuo
de los ecuatorianos” es una de las razones por las que siempre se han aprovechado
de nosotros “nuestros primos hermanos de Perú” (EU-24-X-00)
91
Todo ello ha conducido a que “hoy el Ecuador esté viviendo unas circunstancias
en extremo negativas. La economía ha estado en una franca recesión en los
últimos años, con un ingreso por habitante en decrecimiento. El Estado está en
bancarrota y la credibilidad de los últimos gobiernos ha llegado a un límite tan
bajo que ha llevado a que, dentro y fuera de nuestro país, muy pocas personas
confíen en su futuro.”(EC-21-X-98)
A todos estos males se suma el que ya no somos una “isla de paz”: “Ahora todo
ello ha cambiado. Ya no es posible transitar sin miedo a convertirse en la próxima
víctima de la delincuencia o de formar parte de un accidente provocado por
irresponsables conductores (...) Los ajusticiamientos por mano propia dejaron de
ser hechos aislados para convertirse en una especie de práctica nacional. El Estado
ha sido desbordado. (...) Nadie confía en las instituciones. La seguridad ciudadana
es inexistente en el Ecuador.”(EC-21-X-98)
Este primer elemento remite a lo dicho por Martín Barbero122 en cuanto a la
‘devaluación del sentido de lo nacional’; la crisis social, política y económica es
integrada a los pronunciamientos como una situación que debe ser superada si se
desea construir la nación. Así, se pone en evidencia un imaginario que pretende
rehacer el sentido de la nación ubicándola en el entorno internacional y llevándola
hacia la modernidad.
122 Martín Barbero, op.cit.
92
Para salir del ‘infierno’ en que el país se encuentra, la paz llegó, ‘gracias a Dios’,
aunque en ella la dignidad nacional quedó afectada; “Aleluya, Aleluya.”, dijo
Evelina Fassio, “Ganamos Tiwintza. Mejor dicho nos la dieron como limosna y
ello constituye una gran tomadura del pelo. (...) A costa de un gran sacrificio y
considerable esfuerzo, hemos conseguido la paz externa, que bienvenida sea. Pero
quisiera saber si lograremos la interna, que es tan importante para el desarrollo y
el progreso de la nación.” (EU-29-X-98) La firma de la paz, para Fabián Corral
nos conduce a que “comencemos a ser modernos y a mirar a los hechos con
realismo y verdad” que serán los nuevos ingredientes de nuestro ser nacional y
que nos permitirán “dedicarnos a las tareas que impone la dignidad humana
lesionada todos los días por las agresiones de la pobreza y la corrupción.”(EC-27-
X-98)
En los pronunciamientos de la élite se encuentran varias líneas argumentales; por
un lado está el gobierno y su partido político que aunque no se refiere
explícitamente a las características negativas del ser nacional señala las
características positivas que a partir de la firma tendrá la nación.
Tal es el caso de Mahuad, quien sostuvo que con la firma “Ecuador ha dado un
salto al futuro” y ese salto, anunciado en la Basílica de La Dolorosa durante la
misa solemne que se realizó para pedir a Dios por la patria, es lo que logrará que
seamos “motivo de reconocimiento en todos los pueblos que buscan la paz.” (EU-
17-X-00) En días anteriores ya había afirmado que “la paz es la mejor medida
fiscal”, al responder qué haría su gobierno para sacar al país del estancamiento
económico.
93
Para Oswaldo Hurtado, también la paz fue una puerta abierta al futuro: “Ecuador
debe celebrar la culminación de este proceso. Es la posibilidad de que vivamos en
el futuro en paz y podamos construir una positiva relación con Perú que le
permitirá al país progresar y al pueblo mejorar sus condiciones de vida. (...) El
siguiente paso es ponernos a trabajar para sacar al país de la gravísima crisis
económica que se encuentra.” (EC-23-X-00). Adicionalmente, “Un acuerdo de
paz con Perú permitirá el desarrollo de las provincias fronterizas ecuatorianas que
se encuentran con mínima actividad comercial debido a la amenaza permanente de
problemas bélicos.” (EU-16-X-00)
Igualmente, las Cámaras de la Producción –costeñas y serranas- mantuvieron un
pragmatismo programático frente a la paz. Gustavo Pinto, afirmó que “el
intercambio comercial con el Perú alcanzará en este año solo 180 millones de
dólares, mientras que con un acuerdo definitivo el comercio superaría los 600
millones de dólares.” (EU-15-X-00) Por ello, “el Ecuador no solo ha ganado la
paz, sino también el orgullo, su presencia nacional e internacional y sobre todo el
poder sentirse país. Las negociaciones bilaterales en materia económica
empezaron el jueves último. (...) Ahora tenemos el reto de cuadruplicar las
actividades económicas en un año máximo.” (EC-23-X-00)
Joaquín Cevallos, “informó que tanto los empresarios peruanos como los
ecuatorianos respaldan el proceso.” Y sostuvo que “terminar el proceso de paz en
paz es una señal positiva para las dos naciones pues los ubica en niveles de países
competitivos y modernos dispuestos a establecer diálogo e intercambio dentro de
94
la comunidad internacional. Dijo que se creará un estado atractivo para que los
demás países quieran comerciar en esta zona. (...) Las negociaciones de una paz
definitiva han llegado a una etapa en que no hay más vueltas que dar.” (EU-16-X-
00)
Joyce de Ginatta, es el único personaje de este grupo que aludió explícitamente a
una característica peculiar de los ecuatorianos: “En el Ecuador debemos dejar de
ser ridículos ¿Cómo es posible que se den declaraciones de políticos que sí
aceptan el arbitraje pero dependiendo del pronunciamiento decidirán si respetarlo
o no?” (EU-16-X-00), pues también para ella, la paz fortalecería el comercio y
reactivaría la economía del país. Como lo señaló Oscar Orrantía, presidente de la
Cámara de Comercio de Guayaquil: “Económicamente, el Ecuador ha ganado
mucho, porque el nerviosismo de tener un problema fronterizo ya no existe. Ahora
se podrán hacer planes a largo plazo. Las inversiones de capital estarán más cerca
del país, pues nos verán como una nación progresista que ha escogido los caminos
de la paz.” (EC-23-X-00)
De la élite política, los partidos Social Cristiano y Roldosista, coinciden con la
imagen del Ecuador como un país en crisis, pero colocando las causas en un
terreno distinto. Nebot señaló: “Me ratifico en aquello de que nuestra crisis
socioeconómica no se debe solamente a que no hayamos tenido paz y no se
resolverá porque la tengamos. Todos, pero el gobierno a la cabeza, debemos hacer
con gran decisión y eficacia lo necesario para sacar a este país adelante y mejorar
la calidad de vida de nuestra gente.” (EC-25-X-00) Mientras que Bucaram jamás
se refirió a las bondades de la paz, sino a la derrota que ella significaba, como se
95
ejemplifica con el siguiente pronunciamiento hecho desde Panamá: “Los
legisladores que votaron a favor del procedimiento deshonesto e inconstitucional
que planteó el señor Mahuad ante el Congreso, tendrán que responder ante la
historia por la derrota y el fracaso diplomático. Indicó que el PRE recogerá el
sentimiento de indignación que hay en los pobres de la nación y llamará el martes
a un juicio político por traición a la patria a Mahuad. Comentó que lo hecho por
Mahuad es vergonzoso.”(EU-24-X-00)
Los medios, por su parte se ubican en un ‘objetivo término medio’: ni somos un
desastre, ni la paz solucionará todos nuestros problemas; su discurso se ubica
principalmente en el orden del deber ser: “La paz y la nueva relación Ecuador-
Perú son elementos claves para el futuro de ambos países. (...) La paz será una
nueva responsabilidad para gobernantes y gobernados. Pero servirán también para
dar ánimo y entusiasmo a ambos países. Superar un grave problema, de siglos, no
solo tiene un significado puntual; es un aviso de que los dos países tienen
disposición para mirar el futuro.” (EC-18-X-00)
Para el logro de tal fin, desde su perspectiva se debe fortalecer la unidad nacional
y superar los intereses políticos particulares: “No queda por lo tanto ninguna otra
alternativa para la administración de una causa común, que lograr una identidad
nacional, firme y consistente, que consiga la dinámica suficiente para encarar
otros graves problemas.” (EU-25-X-00)
El “sacrificio territorial” o la “dignidad mancillada”, para los medios son el precio
que Ecuador debe pagar para tener un futuro distinto y “garantizar su seguridad”:
96
“En esta hora de obligados renunciamientos, debe quedar constancia de que
únicamente la consolidación de una paz fronteriza definitiva podrá compensar los
sacrificios territoriales que nuevamente debe aceptar el Estado Ecuatoriano.” (EU-
24-X-98)
El mensaje, reiterado en este momento, se construye sobre una autopercepción
negativa, en la cual la nación es una suma de problemas, vicios y mentiras que
deben ser superados, trayendo a primera plana el sentimiento de ser un pueblo
vencido. Mayoritariamente, la paz se le ofrece al pueblo como el remedio de los
males que lo aquejan: “Si se consolida la paz, el gobierno debe volver con un
vigor histórico a restaurar y consolidar al hombre ecuatoriano inculto,
desempleado, aturdido por su miseria, empobrecido hasta el hambre y la
enfermedad.” (EU-18-X-98)
La modernidad, como paradigma que debe ser imitado por la nación, se convierte
en estos pronunciamientos en el eje sobre el que se debe construir la identidad
nacional. La modernidad implica, en estos pronunciamientos, integrarse al mundo.
El imaginario expresado parece coincidir con una situación en que el estado
nacional “parece ser ineficaz respecto a las fuerzas que actúan en un universo
económico mundializado.”123 La acción del Estado, como forjador de la nación,
aparece en los pronunciamientos como un fracaso.
Por otra parte, el mito de la raza vencida de la que habla Silva, se ‘desracializa’ y
se convierte en un aspecto común de todos los ecuatorianos. Resulta que todos se 123 Samir Amin, El fracaso del desarrollo en Africa y en el Tercer Mundo, Madrid, IEPALA, 1989, pp. 89.
97
convierten en cómplices de que Ecuador sea así; los políticos corruptos e ineptos,
“salvo honrosas excepciones que le han llevado al despeñadero” (EC-27-X-98);
los maestros que nos contaron “el engaño que recibimos desde la escuela” (EC-
23-X-98); “los ‘halcones’ (...) que han pretendido explotar el exacerbado
patriotismo” (EC-26-X-98) para mantenernos con la amenaza de la guerra. De
estos enemigos internos y externos y de los ‘amigos de la patria’ se tratará en el
siguiente acápite.
2.2.2 La imagen nacional durante el Levantamiento
Apenas un año después de la Firma, Ecuador se encontró en otra cresta de las olas.
El Levantamiento Indígena y Popular cobró una dimensión insospechada por el
gobierno y llegó al viernes 21 de enero a su máxima intensidad con el
derrocamiento del Presidente Jamil Mahuad y la creación de una junta de
Salvación Nacional integrada por un miembro de las Fuerzas Armadas, un
abogado expresidente de la Corte Suprema de Justicia y un indígena, quichua
amazónico, presidente de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del
Ecuador.
Ante esta inesperada situación, los pronunciamientos de los actores que son objeto
de investigación de este trabajo, se dirigieron –una vez más- hacia el tema de la
identidad nacional. Gracias a esta circunstancia, es posible reconstruir cuáles son
– a juicio de los actores- las características que definen a nuestra nación.
98
Nuevamente, las características presentadas por los articulistas aluden a aspectos
negativos, aunque ahora sus causas se abren en una gama mucho más amplia que
en el caso anterior. Así, los ecuatorianos son presentados como un pueblo que
“está harto, enojado, disgustado y con ira contenida de tanto descaro, desfachatez,
incompetencia de los poderes, las instituciones y las personas que nos saquean,
nos meten la mano en los bolsillos en nombre, ¡vaya la cosa! de la modernidad,
conduciéndonos día a día a (...) una miserable vida canina.” (EC-22-I-00) La
razón del enojo inicialmente fue la dolarización que “significó que desde el lunes
miles de ecuatorianos somos muchísimo más pobres, porque los intereses
bancarios que nos permiten subsistir caerán a la quinta parte y el nivel de vida
bajará aún más.” (EC-13-I-00).
De la sensación generalizada de incertidumbre que recorrió el país en esos días, es
un ejemplo lo que se dice en los titulares: “Ya saltamos al vacío”, “¿Nos salvará la
dolarización?”, “El cinismo como conducta colectiva”. La respuesta a esa
sensación se presentó a los pocos días, cuando el golpe de estado hizo que
Ecuador “finalmente cayera por el precipicio que tanto ha bordeado. Es un país de
instituciones débiles. La democracia no brilla en los países que se mantienen
pobres y desiguales.”(EC-31-I-00)
Nuestro “país de papel”, como lo llama Pedro Kohn, de la Cámara de Industriales
de Pichincha, no ha alcanzado aún el desarrollo “ante la realidad imperante,
producto de la improvisación de los gobiernos que reinventan el país cada vez que
llegan al poder con grandes propuestas pero ninguna idea de cómo llevarlas a
99
cabo.” (EC-13-I-00) Por el contrario, nos mantenemos en el paso o hemos vuelto a
él:
Nos hallamos viviendo un nuevo siglo, un nuevo milenio y
cuando creímos ilusa e ingenuamente, haber dejado atrás
enterrados en el cementerio del olvido los fracasos, los
desengaños, las derrotas, las frustraciones y el sombrío
panorama de oscuros cirrocúmulos, signos premonitorios de
devastadoras tempestades. (...) Nos hallamos en la misma
situación del funesto ayer, con profundas divisiones y
disenciones, por aquí y por allá, desorbitados intereses
individuales y de grupos, groseras tendencias de gente
politiquera, turbias maquinaciones de individuos sedientos de
dinero y poder y, como siniestro denominador de este macabro
cuadro, el engaño, la codicia, la ambición y la corrupción en sus
mil formas y variedades. (...) ¿Qué se puede hacer para librar al
Ecuador del caos, la anarquía y la desintegración que le
acechan?” (EC-13-I-00)
Para el gobierno, la solución fue la dolarización; para la intelectualidad esto fue
puesto en duda, ya que “la sociedad ecuatoriana se encuentra, en estos momentos,
sumamente dividida, empobrecida, desorientada. Las condiciones sociales, no son
pues las mejores para emprender un camino como el de la dolarización.” (EC-14-
I-00) Esta, lo que hará “es poner al Ecuador en pelota. Mejor dicho pone en
100
evidencia, le hace notar a todos la desnudez política, económica y social en que se
encuentra, como la notaron Adán y Eva tras el pecado original.” (EC-14-I-00)
Para los sectores agrupados en la Coordinadora de Movimientos Sociales, fue
exigir la renuncia del Presidente, lo cual también encontró su respectiva crítica en
la intelectualidad: “(los indios) aliados con las fuerzas más retrógradas del
escenario político ecuatoriano (...) ya no desean solamente el reconocimiento de
su situación cultural sino que a través de la fuerza y el caos, pretenden imponer su
particular cosmovisión al resto de la sociedad.” (EC-12-I-00)
Pero no solo ellos son los culpables sino todos los ecuatorianos que “hemos
desvirtuado tres cosas: los valores no son importantes para nuestra sociedad, lo
importante es el dinero. El oro lo queremos fácil, ya procesado, puro, tallado, solo
para usarlo. La pureza del ambiente imaginamos que es deber divino, no es misión
del hombre preservado. Dios debe mantenernos en equilibrio ecológico, el aire,
los ríos, los mares, aunque nosotros hagamos lo que nos da la gana.” Por todo
ello, “el país debe ser reencausado en el orden, los principios morales, con
iniciativa propia de promover los cambios que den credibilidad a las acciones y
las palabras.” (EC-13-I-00)
El Levantamiento, según estos actores, lo que hizo fue agudizar los males de la
nación ecuatoriana, poner en evidencia todas las condiciones negativas que, según
ellos, son parte constitutiva del país. Jorge Salvador Lara fue más allá, al señalar
que la salida constitucional al ‘golpe’:
101
(...) No es panacea para los problemas del país cuya
descomposición moral y corrupción generalizada quedaron de
relieve en todos los sectores. Unidad nacional resquebrajada.
Poca voluntad comunitaria. Eufóricos regionalismos
anarquizantes. Morbo divisionista en todos los estamentos.
Erosión de valores cívicos. Conceptos de patria y civismo
menoscabados. Agónicas instituciones republicanas, mandos del
Estado en deterioro. Ejecutivo sin suficientes poderes, acosado
por oposiciones sistemáticas, contradictorias entre sí pero
unificadas para tumbar a quien gobierne. (...) Judicaturas
corruptas, politizadas y hasta vitalicias, magistrados de dudosa
solvencia. (EC-31-I-00)
Dado que los actos fueron juzgados como fruto de la división interna del país, la
solución parcial a estos males, está en la unidad nacional, señalaron. “Hay que
cicatrizar las heridas y reunificar a la familia ecuatoriana. Aquí no conviene
profundizar las divisiones. (...) No puede haber reencuentro o reconciliación
nacional sin justicia, sanción o amnistía para todos.”(EC-31-I-00)
Gustavo Noboa, nombrado Presidente luego de la caída de Mahuad, proclamó:
“¡Por favor, por favor!, trabajemos todos juntos por un nuevo país”, que a juicio
de René Maugé,
Recogió el clamor que ha surgido de las entrañas de la nación,
de sus raíces vitales que reiterativamente en las últimas décadas
102
han votado por el cambio y han luchado por una patria sin
exclusiones no discriminaciones aberrantes, pero que han sido
sistemáticamente burladas, engañadas y traicionadas por la
demagogia política que es una de las distorsiones,
desfiguraciones y antítesis de la democracia. Un nuevo país,
significa ante todo fortalecer y construir a la nación ecuatoriana
como ese imaginario colectivo que exprese “lo nuestro”, un
destino común y la voluntad colectiva de desarrollar la
economía, la producción, el mercado nacional, como base del
bienestar y la superación de todos y cada uno de los ciudadanos.
(EC-31-I-00)
La élite política y económica mantuvo la misma posición; Ecuador es un país
subdesarrollado y atravesado por una pobreza insoportable; pero, sobre todo, es un
país profundamente dividido. Para Mahuad, esas divisiones son fruto de
“infiltrados y terroristas subversivos que no son miembros del movimiento
indígena” sino que se aprovechan de ellos “para romper el orden constitucional,
desconocer las funciones del estado y llamar a la subversión.”(EC-21-I-00);
también del canibalismo político “que ha liquidado al país en el siglo pasado” y
los convocó a trabajar como socios en el desarrollo del país.”(EC-16-I-00)
Noboa, luego de asumir el poder “llamó a la unidad, la reconciliación y la
solidaridad”(EC-27-I-00), para sacar al país de la mayor crisis que ha provocado
la inconformidad popular; “iniciemos juntos el largo y sacrificado cambio para
conquistar un futuro de esperanza.” (EU-27-I-00)
103
El Partido Social Cristiano y el PRE, desde la distancia avivaron el levantamiento
exigiendo la renuncia de Mahuad, por incapacidad para gobernar; Alvaro Noboa
presentó su opinión en varios remitidos en los que invocó el apoyo de Dios “para
conseguir un gobierno que garantice para la familia ecuatoriana el completo
bienestar físico, social y espiritual de cada ser humano.” (EU-7-I-00); también
Bolívar estuvo presente en su discurso: “Estamos convencidos que sólo mediante
elecciones limpias que permitan a los ecuatorianos decidir libremente su destino
(...) se dará paso a una salida digna y patriótica de este desgobierno, a donde la
corrupta clase política ha conducido al país. La soberanía del pueblo es la única
autoridad legítima de las naciones, dijo Bolívar.” (EU-7-I-00); pero, cuando se
conformó la Junta de Salvación Nacional, atacaron a sus protagonistas de “atentar
contra la nación.”(EU,22-I-00)
Hurtado y Sixto Durán Ballén, aunque ubicados en partidos diferentes,
coincidieron en que lo mejor era una salida constitucional, “ya que el Ecuador no
soporta más la crisis económica que vive” y “el desgobierno en que ha vivido el
último año” (EU-20-I-00).
Las Cámaras de la Producción, asumieron que la única salida para el país era
“hacer una tregua política y convocar al pueblo a la calma.” (EU-20-I-00). En su
remitido al país a través de los medios de comunicación, manifestaron que
“gracias a la vocación democrática del Ecuador, culminaron los dramáticos
acontecimientos vividos por los Ecuatorianos.” (EC-26-I-00) En el mismo
remitido expresaron:
104
Hacemos un fervoroso llamado a todos los ecuatorianos, a los
dirigentes políticos, gremiales y sociales, para que actuemos con
generosidad cívica y depongamos definitivamente las actitudes
de crítica, queja, imposición y condicionamientos; es decir, todo
aquello que ha obstaculizado la gobernabilidad de nuestro país,
y permitamos el ejercicio pleno de la autoridad legítimamente
establecida. (EC-26-I-00)
De los pronunciamientos de la élite político económica se puede leer la imagen
que exponen del país: una sociedad ingobernable, sumida en la crisis,
acostumbrada a la queja y al canibalismo político. Un país que no puede salir de la
pobreza porque está dividido, en el cual los acuerdos políticos son imposibles.
Igual línea argumental fue la expuesta en los diarios, objeto de este estudio.
Tanto para El Comercio como para El Universo, el eje central del problema es “la
fractura nacional” que solo se resolverá cuando las élites piensen en “hacer un
pacto social con el país marginado” (EC-19-I-00). Esta “fractura social puede
agravarse y servir de caldo de cultivo para acciones irracionales o extremistas”,
anunció.
En resumen, la imagen del Ecuador presentada por estos actores es la de una
sociedad que está por destruirse y que tiene un camino muy largo para alcanzar el
desarrollo. Una vez más, como en el primer acontecimiento, el imaginario
expresado a través de la prensa no recogió ningún argumento positivo sobre las
105
condiciones del ser nacional. Como se verá luego, el etnocentrismo necesario para
constituir una comunidad imaginaria, no aparece en ninguno de los dos
momentos. En los puntos más álgidos de la crisis, no se recurre a los héroes
nacionales como paradigmas de comportamiento para la nación, sino también
como argumentos para sustentar el imaginario negativo. Tal es el caso de Alfaro y
Bolívar, citados por los actores, como quienes predijeron el futuro maligno que le
esperaba a nuestro país, por sus defectos. Ilustra este aspecto lo dicho por
JaimeNebot:
(...) si se ha ganado la paz hay que aprovecharla, “pero no le
añadamos el deshonor para poder repetir en materia territorial
por lo menos aquella frase del Viejo Luchado (Eloy Alfaro) de
‘se ha perdido todo, menos el honor’.” (EU-29-X-00)
En el siguiente acápite se analizará cuáles son las acciones que según los actores
requiere la patria para poder salir de esta ingrata situación.
2.3 Quiénes aman a la patria
El discurso político, como se dijo en el capítulo anterior, se construye sobre la
fórmula aliado-enemigo-convocado; al aliado se lo ensalza o se lo deja a un lado
en el discurso porque ya es parte del grupo; al enemigo se lo ataca y se le reta
pues con él se debe dirimir quien tiene la razón; al convocado, al indeciso, al que
no está en ninguno de los dos lados, se lo persuade. En el caso del discurso de la
prensa, los pronunciamientos de los tres actores se articulan bajo la misma
fórmula; el aliado es quien desea el bien nacional, lo que como se verá puede
106
tener contenidos muy diversos; el enemigo es quien con sus actitudes o posiciones
actúa contra la nación; el convocado (prodestinatario, en palabras de Verón), se le
debe persuadir de qué es lo mejor para la patria. A través de estos tres recursos, se
construye un imaginario acerca de quiénes hacen parte de la comunidad nacional,
el ‘nosotros’ y quienes quedan fuera de ella, el ‘otro’. La identidad colectiva,
como ya se dijo, es una relación con la alteridad, mediante la cual la comunidad se
construye frente a otra u otras; si en el primer acápite se estableció ‘cómo somos
los ecuatorianos’ y ‘cómo es el Ecuador’, en este se hablará de ‘cómo son los
otros’. Queda sin explorar en este trabajo, ‘cómo esos otros piensan de nosotros’,
tercer componente del imaginario sobre la identidad.
2.3.1 Patriotas y traidores durante la Firma de la Paz
En este primer acontecimiento, tres fueron los principales recursos empleados
para dar cuenta de esta relación, desde el punto de vista de un bloque conformado
por el gobierno, las cámaras, la intelectualidad y los medios en contra de otro,
integrado por el Partido Social Cristiano, el Partido Roldosista Ecuatoriano y los
partidos de centro Izquierda Democrática y Pachakutik. Estos argumentos fueron:
a) Ecuador, al perder sus derechos territoriales con la aceptación del dictamen de
los garantes, renunciaba a un reclamo legítimo, pero recibía a cambio seguridad,
mejoras económicas, prestigio internacional, transparencia y objetividad en su
demarcación territorial, lo que le permitiría tener un futuro mejor. Quienes
respaldan esta posición se convierten, por lo tanto, en aliados mutuos y defensores
de la patria. El PRE, el PSC y algunos políticos de centro, son los enemigos del
107
país pues no desean su progreso, ni dejan que Ecuador salga de la pobreza y el
subdesarrollo. Según Mahuad: “La decisión ya no está en nuestras manos y el
mecanismo de decisión podrá en algún momento quizá no ser justo, pero sin duda
es un mecanismo sabio porque la cantidad de dolores, problemas y dificultades
que nos ahorra, permite a nuestro país mirar al futuro con optimismo.” (EU-17-X-
00). También Noboa mantuvo la misma posición: “No veamos lo que perdemos,
sino lo que ganamos también.” (EU-24-X-00)
b) La firma de la paz es una necesidad urgente de la patria para alcanzar el
bienestar y hay que construir nuevos símbolos. Tiwintza, el territorio de un
kilómetro cuadrado que Ecuador recibió en régimen de propiedad privada, pasa a
ser “el alma nacional ecuatoriana” (EU-18-X-98) y, por lo tanto, hay que aceptar
esta ‘innovadora e imaginativa salida’ para la dignidad nacional. Como lo expresó
Sixto Durán Ballén: “Hay sentimientos encontrados, por un lado de alivio, hemos
logrado la paz; ahora debemos dedicarnos a crear el Ecuador. Y por otro lado de
pesar. La paz ha sido digna porque a través de un proceso hemos buscado eso. El
hecho es que Tiwintza va a estar en nuestras manos.”(EC-23-X-00) Quienes
rechazan esta posibilidad desean la guerra o una paz armada que solo traería
mayores males a la nación. Para garantizar que se aceptaran las condiciones
puestas por los garantes, el gobierno a través de su Canciller, convocó a asumir
una actitud patriótica: “Estoy convencido de que los diputados actuarán movidos
por ese espíritu y tomarán la decisión que mejor responda a los intereses
profundos de la patria.” (EU-13-X-00) Según el presidente del Congreso, esta
actitud es la que primó: “El congreso ha demostrado un patriotismo y una
108
madurez política impresionantes” (EU-17-X-00) al aceptar por mayoría el
pronunciamiento de los garantes.
c) Si no se lograba el acuerdo limítrofe en esa ocasión, Ecuador debería vivir
eternamente enfrentado a la amenaza de ser atacado nuevamente por Perú y perder
mucho más de lo que hasta entonces se había perdido. Los que dificultaran o
rechazaran el acuerdo, pondrían al país nuevamente en la incertidumbre que no
deja progresar al país y que lo desprestigia ante la comunidad internacional.
Oswaldo Hurtado indicó: “Es recomendable que el Congreso apruebe la solicitud
que le será planteada por el gobierno nacional. Ojalá nuestros diputados y partidos
políticos tomen la decisión que convenga al interés nacional y esa decisión tiene
que estar sobre consideraciones personales, electorales o por un afán iluso de
popularidad.” (EU-13-X-00)
Desde la perspectiva de los partidos que se opusieron a la firma, bajo las
condiciones de los garantes, la relación es inversa y la construyeron con dos
argumentos:
a) Ecuador ha sido agredido siempre por un país más fuerte que ha contado con la
complicidad de otros Estados que tienen intereses en mantener esa alianza. Por lo
tanto Ecuador no debía ceder una vez más ante el poder de los otros Estados.
Quienes aceptan las condiciones de los garantes, conducen al país a una nueva
humillación que nos llevaría a ser motivo de la burla internacional. Como lo dijo
Jaime Nebot:
109
Hemos ganado la paz, pero hemos perdido absolutamente todo
lo demás en materia territorial. La paz es vital. La hemos
obtenido a un costo alto y doloroso. Ahora tenemos que
aprovechar la tranquilidad para construir un futuro de bienestar
para los ecuatorianos. (...) Una cosa es soportar un
pronunciamiento impuesto y no equitativo y otra, muy distinta,
aceptar voluntariamente en forma expresa un atentado contra
nuestra historia y nuestro derecho. Ya tenemos la paz ¿por qué
perder la dignidad? (...) Es preferible tener una Tiwintza
eternamente ecuatoriana en nuestros corazones, que recibirla
como dádiva de uso restringido, a costa de nuestra dignidad.
(EC-25-X-00)
Para el PRE, el asunto también significaba una humillación: “Alta traición a la
Patria. El arreglo lo que ha hecho es quitarle legitimidad al Ecuador en materia de
límites. El país dejó, primero, de ser amazónico; y, segundo, se ha engañado al
Congreso y a la opinión pública.”(EC-23-10-00) Y el culpable de ello fue el
presidente del país: “Mahuad es autor de la mayor afrenta vergonzosa que se la ha
irrogado al país después de 56 años de desangre de nuestra patria.” (EU-24-X-00)
b) La esencia del ser nacional, radica en ser un país amazónico (es decir con
territorio amazónico y con control soberano sobre el río Marañón). Renunciar a
este derecho por aceptar el cierre de la frontera en las cumbres de la cordillera del
Cóndor, significa –por lo tanto- una desmembración territorial y un deterioro de la
110
identidad nacional. Para León Febres Cordero la situación era esta: “Siempre he
rechazado todo lo que signifique no actuar con dignidad o desconocer nuestros
históricos derechos patrimoniales amazónicos. A través de su voto, de su
plebiscito, el pueblo puede decidir lo concerniente a su heredad territorial.” (EU-
16-X-00) Cuando finalmente se estableció el cierre de la frontera, Febres Cordero
señaló:
Este día es para mí y para muchos ecuatorianos un día triste, de
pena y de profundo dolor; y más allá que se dice que hemos
conseguido la paz. Ojalá Dios quiera que así sea. Los garantes le
han dado la razón a Perú. (...) El Ecuador desde ahora ha dejado
de ser país amazónico, significa que todo lo que nos enseñaron,
no solo a mi generación ha sido falso, ha sido una gran mentira.
(EC-23-X-00)
“El país ha dejado de ser amazónico” (EU-24-X-00) apareció como titular de la
prensa que recogió el pronunciamiento de Febres Cordero, para insistir en que un
rasgo característico y real de diferencia, desaparecía y por lo tanto afectaba a la
nación. Según Febres Cordero, “la república vive horas de inmensa trascendencia
porque están en juego sus más delicados temas, su identidad y hasta la heredad
territorial. Será necesario grandes dosis de realismo que deberán ir más allá de los
límites de la dignidad, para asegurar una paz que de no ser justa y digna, se corre
el peligro de un enfrentamiento entre ecuatorianos.” (EC-10-X-00)
111
En los pronunciamientos seleccionados se configura un ‘nosotros’ ambiguo: para
un sector, los patriotas son los que desean un futuro en paz para el país que traerá
su desarrollo; para la oposición, los patriotas son quienes defienden la heredad
territorial y se mantienen firmes en la defensa del derecho a seguir siendo un país
amazónico. Esto nos lleva a pensar que la frontera imaginaria de la identidad
nacional, no es una fórmula unívoca y homogénea, sino que se construye en la
confrontación entre las posiciones que mantienen los diversos actores en medio de
coyunturas particulares. El referente territorial no es, por lo tanto, un hito preciso,
sino un símbolo cuyos sentidos se alimentan del contexto en que es empleado por
los actores.
2.3.2 Patriotas y traidores durante el Levantamiento
En este segundo acontecimiento, también se puede identificar quienes se juzgan
como pertenecientes a la comunidad nacional y quienes –aunque formalmente
estén dentro de ella- están fuera. Igualmente aquí, el otro, como referente
simbólico puede estar dotado de diversos sentidos. La relación se estableció en
este momento entre el bloque de derecha, conformado por el gobierno –derrocado
y posesionado-, los partidos de derecha, las Cámaras de la Producción y los
medios analizados. Para ellos, los enemigos de la patria se construyeron mediante
los siguientes argumentos:
a) La crisis del país no puede ser superada mediante la ruptura del orden
constitucional; quienes han pretendido hacerlo desean destruir el país pues le
llevarían al aislamiento internacional y a una profundización de la pobreza. Ellos
112
son los agitadores y subversivos que se aprovechan del pueblo indígena para
alcanzar el poder por una vía ilegítima. Los militares fueron algunos de estos
aprovechadores: “Ahora, el cuartelazo del viernes pasado, insurrección de una
camarilla de coroneles que pretendía medrar el ambiente de agitación suscitado
por el factor étnico-aborigen, tuvo felizmente momentánea duración por patriótica
reacción del Consejo de Generales y Almirantes, los que respaldaron la asunción
constitucional del vicepresidente de la República(...).”(EC-25-I-00) Los otros
culpables fueron los ‘movimientos sociales’ que “traicionaron la tarea que les
correspondía frente a la gente que les creyó y se vincularon con los dinosaurios
sindicales, cayeron en la politiquería que cuestionaron y pusieron a la esperanza
de los indios como plataforma de lanzamiento de líderes hábiles para manejar a
las masas de indígenas y traerlas a la ciudad.”(EC-23-I-00)
b) La nación ecuatoriana está formada por una multiplicidad de culturas y
tradiciones; quienes pretenden que solo una de ellas gobierne a todos los demás,
desean fracturar la patria y –por lo tanto- destruirla. Ellos son los indígenas y sus
aliados, que no representan a la mayoría de la población y quieren –desde una
posición racista- excluir a los mestizos, los montubios, los cholos, los costeños.
Quienes han procurado que toda esta diversidad esté representada en el gobierno,
son aquellos que ganan legítimamente las elecciones que es el espacio donde esa
multiplicidad se expresa democráticamente.
A diferencia del acontecimiento anterior, donde se evidenció una discrepancia en
el bloque de la derecha acerca de lo que es ser patriota, en este segundo
113
acontecimiento, el bloque se restauró y los dos argumentos fueron sostenidos en
términos mayoritarios por todos sus voceros.
Sin embargo, resulta original que el ataque, la configuración del adversario, no se
dirigió hacia toda la población indígena, sino que apuntó exclusivamente a su
dirigencia lo cual puede ser entendido como una desracialización del ‘otro’. En
efecto, todos los pronunciamientos del período indican que la dirigencia indígena
que promovió el levantamiento y –posteriormente- el ‘golpe’ no representaba a la
población indígena, sino que eran individuos que se habían distanciado de los
verdaderos intereses de este sector y que –en alianza con ‘oportunistas políticos’-
buscaban exclusivamente su interés personal. Como lo explicó El Universo: “En
las pequeñas comunidades desperdigadas por la serranía o la zona selvática, el
acceso a la escolaridad de los niños sigue siendo problemático. ¿Cómo equilibrar
esa marcada desventaja educativa, que restringe su participación activa en el
entramado social? ¿Cómo evitar que esta carencia los haga objeto de
manipulaciones políticas?” (EU-21-I-00)
Así, el ‘otro’ enemigo de la nación son quienes “quieren encaramarse en el poder
sin representar a nadie”, como lo dijo Joyce de Ginnatta (EU-21-I-00) y
desconocen la institucionalidad democrática, no los indios.
Por otro lado, ‘los indígenas’ son considerados como víctimas de una situación de
pobreza e ignorancia, pero no como una amenaza a la nación, lo cual dista mucho
del discurso que se había estructurado diez años antes a propósito del primer
114
levantamiento indígena.124 La posición editorial del Universo, así lo indica: “¿En
el nuevo diseño de la política económica ¿podrán los asesores extranjeros y los
especialistas locales encontrar soluciones aceptables para este gran sector de la
población? ¿Podrán identificar espacios prácticos de coincidencia con el resto de
los ecuatorianos que se mueve en una dimensión distinta?” (EU-21-I-00)
Además, en los pronunciamientos se intenta construir un puente ‘inter-étnico’ al
señalar que esa situación de pobreza la vive también la mayoría de la población
mestiza y que solo con el esfuerzo de todos –independientemente de su ubicación
étnica- se podría salir de ella. El Comercio se pronunció en este sentido:
¿Salieron ‘victoriosos’ los indígenas al conseguir el respaldo
castrense que culminó con la destitución de Jamil o quedaron
frustrados al despertar de pronto de ese efímero sueño de gloria
y ambición? (...) Ahora por el bien de la patria, hay que acoger
la exhortación, el ruego del presidente Noboa, que es el de todos
los ecuatorianos conscientes, de unidad, de apoyo, para que
pueda gobernar y sacar al país del abismo en que está sumido.
(EC-31-I-00)
El conflicto permitió articular un argumento no racista, aparentemente. Sin
embargo, entre líneas, escondido detrás de las proclamas de unidad nacional e
igualdad ante la ley de todos los ecuatorianos aparecen alusiones a una condición
124 Al respecto ver: Endara, op. cit.. En este trabajo se analiza como ‘el indio’ fue considerado como un atentador contra la unidad nacional y el futuro de la república. ‘El indio’, en su conjunto era el peligro según el discurso en la prensa.
115
de inferioridad de los indios. Por ejemplo, en los artículos de los diarios se dijo:
“Hoy, una semana después del golpe –cuyo procedimiento no es aceptable por la
conciencia civilizada- el momento impone reflexiones profundas sobre el
Ecuador y su futuro.” (EC-28-I-00; el énfasis es nuestro)
Pero no fue solo este desliz idiomático; por el contrario, al aludir al sector
indígena como un sujeto proclive a las manipulaciones, que se dejó envolver en
una intentona golpista, que no ha sido capaz de ganar las elecciones con sus
propias fuerzas, etc., el imaginario profundo que las élites mantienen sobre este
grupo aflora a pesar de sus buenos intentos de desplazar el discurso hacia la
unidad nacional. En el levantamiento, veladamente, surgió la versión del indio
como un ser inferior (por pobreza, ignorancia o descuido del Estado), al que se le
debe perdonar su error político porque son “los más pobres de los pobres, los más
marginados entre los marginados.”(EC-27-I-00)
El racismo, ahora, ya no tiene sustento biológico sino socioeconómico: los
pueblos indios siguen apareciendo en los pronunciamientos de la élite como
inferiores pero debido a la “situación de extrema pobreza, indigencia y hambre
que les acosa.”(EC-23-I-00). Eso los saca del papel de enemigos para ubicarlos en
el de potenciales aliados de la causa nacional, representada por quienes defienden
la democracia, aunque para esto tengan que cambiar ‘constitucionalmente’ de
presidente. Ilustra lo dicho el siguiente análisis de Jaime Bejarano:
El Republicanismo afirmó integrar al indigenado a su forma de
gobierno, aunque únicamente lo hizo con legalismos hipócritas.
116
Juan Montalvo escribía: “El indio es como mostrenca...el
soldado lo coge para hacerle barrer el cuartel y arrear las
inmundicias, el alcalde le coge para mandarle con cartas a 20
leguas, el cura lo coge para que cargue las andas de los santos en
las procesiones... todo de balde.” ¿Cuántos indios y campesinos
autóctonos en el Ecuador han sido carne de cañón de revueltas y
asonadas en los años de país independiente? ¿Y cuántos antes en
los siglos coloniales atados de servidumbre y esclavitud al
conquistador colonial? El nombre y membrete del indigenado
continúa siendo utilizado todavía por espurias ambiciones
caudillescas, así como por los politiqueros en tiempo de
campaña electoral, a más de haber servido de falsario
escapulario de la extrema izquierda nacional.(EC-25-I-00)
En los pronunciamientos realizados durante este acontecimiento se percibe un
esfuerzo por construir una ‘nosotros’ en el que estén integrados los pueblos
indígenas; a pesar de ello, aún se evidencia una concepción racista sobre ellos que
pretende eliminarlos del juego político, es decir que todavía se niega a aceptar a
este sector como actor político con vida propia. Su ubicación sigue siendo la de un
grupo que debe ser redimido; parte de esa redención es incorporarlos a la nación,
mediante la educación, el trabajo y la justicia.
Luego de la revisión de los pronunciamientos emitidos en estos dos
acontecimientos, se puede decir a manera de síntesis que la imagen del país en el
está configurada alrededor de una valoración negativa del ser nacional; a partir de
117
esta concepción, se plantean varias salidas para superar la crisis que pasan por
identificar a quienes aman a la patria y están dispuestos a luchar por los intereses
nacionales: la élite que sabe lo que se debe hace para alcanzar tal fin; quienes –por
el contrario- la atacan: los politiqueros, los oportunistas y los malos gobernantes
que alimentan y son parte de la corrupción; y quienes deben ser convocados e
integrados al proyecto nacional: los indios, los pobres, los seres ignorantes pero de
buen corazón. El otro externo (el vecino del sur), desaparece de los argumentos y
se cambia a un otro interno, que es el politiquero ambicioso y corrupto; la
diversidad cultural se convierte, en los pronunciamientos, en algo constitutivo de
la nacionalidad a condición que no se exprese en la esfera del poder como un
antagónico sino como un aliado de la élite en su proyecto nacional; el referente
territorial pasa de “la herida abierta” a contar con una “geografía” real y segura
que evitará el mal mayor de la guerra. Desaparece también, o no aparece, la
herencia ancestral indígena-pura (el mito del Reino de Quito); este referente es
reemplazado por una concepción democrática del país, en que todos los
ecuatorianos deben ser iguales independientemente de sus condiciones ‘étnicas’.
Este ‘giro discursivo’ se inscribe en una coyuntura nacional, que como se dijo
antes, lo estructura. Los dos acontecimientos al ser “puntos de quiebre” de
situaciones que se habían ido configurando en los últimos veinte años (de la
Guerra del Cenepa al Levantamiento del 21 de enero), obligan a crear nuevos
referentes sobre los que construir la identidad nacional. Pero, también la
coyuntura internacional tiene que ver con estos cambios. De los dos factores que
influyen en la configuración los referentes identitarios se tratará en el siguiente
acápite.
118
2.4 La coyuntura histórica como constructora de sentidos
“Hay que crear una patria para todos”, dijo Kurt Freund, dirigente de las Cámaras
de Pichincha, en medio del levantamiento del 21 de enero. (EC-21-I-00) Con ello,
se expresa la línea argumental privilegiada en el discurso analizado; esta es que el
país ha entrado en un punto de quiebre y requiere ser ‘construido’. Se trata de una
proyección hacia el futuro, que exige superar las condiciones negativas
convocando a todos los ecuatorianos a esa tarea. Los dos elementos centrales que
evidencian este cambio son el superar el mito territorial que ha sido el causante de
la crisis económica y el dejar de ver al indio como un extraño para empezar a
integrarlo realmente al proyecto nacional.
Frente a este cambio de argumento, cabe pensar en las causas que lo generan. La
tarea es bastante compleja, porque no se puede pensar en una sola dimensión;
como se expuso en el primer capítulo, las identidades nacionales se están
reconfigurando en el contexto del neoliberalismo globalizado.
La primera dimensión tiene que ver con el contexto mundial; la globalización,
como realidad que atraviesa el orden económico, político y cultural, lleva a una
desterritorialización de los Estados nacionales; las fronteras físicas en el nuevo
contexto deben ser un referente flexible que agiliten el intercambio comercial,
antes que un dique que proteja a los países de la competencia. Así, la identidad
nacional debe adaptarse a esta nueva visión de las fronteras y a las nuevas
geografías virtuales que articulan redes de comercio, cultura e información. Podría
119
ser que esa imagen negativa del ser nacional, tenga algo que ver con la necesidad
de superar nacionalismos radicales que –en el terreno económico- se convertirían
en proteccionismos y en el terreno cultural, en etnocentrismos también
‘proteccionistas’.125 El futuro del país, desde los pronunciamientos de los actores,
depende de la integración del Ecuador al mundo, que debe darse en la clave
común del intercambio global; hay, por lo tanto que olvidarse de los “enemigos
históricos” (Perú, para el caso ecuatoriano) y convertirlos en socios. El contexto
internacional exige superar los diferendos limítrofes y re-orientar a los esfuerzos
de los Estados hacia la integración económica, ya que “la revolución financiera
internacional no presta atención a los lugares en que se realiza el producto (...).”
sino a la apertura comercial, es decir a un intercambio sin fronteras.126
En este contexto, los nuevos sujetos políticos que emergen con programas anti-
globalizadores podrían convertirse en una amenaza para esta desterritorialización
económica, ya que en sus propuestas existe una dosis de nacionalismo.127 La
identidad nacional, en este contexto debe reconstituirse sobre bases diferentes; el
neo racismo como eje de unidad nacional – el otro interno con poder es más
peligroso que el invasor extranjero, parece ser el contenido subyacente – convoca
a las víctimas de la pobreza a sumarse al proyecto de integración económica que
les hará salir de su condición. Sin embargo, para quienes esta salida aún resulta
incómoda, se vuelve a la estrategia discursiva del ‘gueto’; así, para los personajes
125 Ver: Augusto Barrera, coord., Ecuador, un modelo para (des) armar, Quito, Ciudad, Grupo de Democracia y Desarrollo, 1999, pp. 8 y ss. 126 Idem, pp. 8. 127 No es extraño que Pachakutik y la Izquierda Democrática hayan tenido posiciones similares en los dos acontecimientos; en el primero, defendiendo la ‘heredad territorial’ y rechazando la salida planteada por los garantes; y en el segundo, atacando la dolarización, la privatización y la desregulación financiera que fueron los causantes centrales del levantamiento del 21 de enero.
120
que representan a la oligarquía costeña la alternativa es la regionalización del
conflicto ‘étnico’: la sierra, debe resolver la cuestión pues la costa ya ha dado el
salto hacia la internacionalización económica; los indios, entonces, pasan a ser
problema serrano y es ahí donde debe ser superado. La exclusión aparece entonces
como una nueva delimitación de las fronteras identitarias internas; el ‘nosotros’ es
mucho más restringido en esta perspectiva ya que el proyecto modernizador no
puede convivir con un espacio que permanece atado a los vicios ‘feudales’. Junto
con esta regionalización, aparece coherentemente el reclamo por las autonomías
regionales. La patria ‘chica’ (región productiva y emprendedora) aparece para la
élite costeña modernizante, como una alternativa mejor que la nación ecuatoriana
en su conjunto.
Un tercer aspecto que sale a flote en los pronunciamientos y que parece
contradecir los dos aspectos indicados antes es la ‘humanización’ de la patria. En
este sentido se evidencia un argumento general que presenta a la nación como
una gran familia, integrada por hijos-hermanos que hasta el momento no han
sabido cuidarla ni defenderla; la patria aparece como una madre, un ser vivo, que
sufre y llora por sus hijos que la maltratan. Frente a ello, la obligación de estos
hijos-hermanos es sacarla de su crisis. Sin embargo, las alternativas planteadas
para que esto sea posible, vuelven a ser la integración comercial, el fomento de la
producción, la modernización del campo, la apertura hacia el exterior. Como dice
Gonzalo Ruiz:
(...) La dirigencia empresarial y la sindican deben asimilar con
humildad el giro de los acontecimientos y propiciar una abierta
121
discusión nacional, para reencauzar al país a conseguir una
productividad que anime la prosperidad económica, propenda a
mejorar la calidad de vida y procure bienestar social
indispensable para entrar en le siglo XXI con esperanza y
posibilidad de futuro. (EC-28-I-00)
Se trata de construir una patria moderna y, moderna, en los pronunciamientos de
los actores es casi siempre sinónimo de liberalización económica, reducción del
tamaño del Estado y también del poder militar, que debe ser restringido para
ahuyentar el peligro de los ‘cuartelazos’.
Si todas estas condiciones no se cumplen, el futuro será dramático para el país: la
patria se dividirá, será aislada por los otros países, no tendrá recursos del
financiamiento internacional, tendrá que enfrentar nuevas guerras con altas
probabilidades de perder mucho más territorio. La idea parece ser que si el país no
se integra al mundo, el mundo lo hará desaparecer. “Con la herencia del pasado
que se expresa aun en los conflictos regionales, el país debe enfrentar los retos del
futuro. Y, al parecer está al borde de no poder hacerlo”, dicen los autores de
“Ecuador, un país para (des) armar”.128
La idea del abismo, del Titanic, del caos, en que está inmerso el Ecuador, aparece
reiterativamente en el discurso analizado; frente a ello, el futuro se abre con la
condición de restablecer la unidad nacional, atacar la corrupción en todas sus
formas y sacrificar los intereses particulares en aras de un interés nacional.
128 Barrera, coord., op. cit., pp. 10.
122
Los pronunciamientos de los personajes, parecen coincidir con lo dicho por
Fabián Corral:
El golpe dejó en evidencia las rupturas del país, la fragilidad de
la democracia, la perversidad de los bloqueos y la crisis de las
instituciones, en cuyo escenario entró penosamente, la fuerza
armada. Quedó en evidencia que ésta es una democracia
atrapada entre los bloqueos de los partidos, el egoísmo de las
élites y los sitios que seguirán imponiendo un movimiento social
transformado en partido con vocación golpista. (EC-23-I-00)
Otro elemento que aparece común en los pronunciamientos de los tres actores es
la manera en que se refieren al país. Más allá de sus contenidos, Ecuador aparece
como una realidad no apropiada por ninguno de los actores; en las trescientas
veinte y cinco notas analizadas y los más de mil pronunciamientos individuales
que contienen, no existe ni uno solo en donde se hable del país como algo propio;
todos los actores, en todos sus pronunciamientos se refieren al Ecuador en tercera
persona: el país, la patria, el Ecuador, la nación, etc. Esto nos remite a hablar del
discurso nacionalista como estrategia que busca, en el plano del imaginario
colectivo, construir un sentido de pertenencia que mueve a al pueblo a actuar a
favor de “nuestra nación”. En los casos analizados, se apunta en una dirección
totalmente distinta: la distancia que permite el uso de la tercera persona de
cualquier objeto o circunstancia, es más bien parte de una estrategia de
123
confrontación. Verón, a propósito del discurso político de Perón, 129 indica como
al adversario se lo ubica en la distancia justamente al tratarlo como un ‘ello’
diferente de un ‘nosotros’; ‘nuestra patria’ es amenazada por ese otro, adversario
político. Pero en el caso ecuatoriano, ‘la patria’ resulta que no es de nadie. Todos
hablan de ella como de un ente ajeno del cual, sus pronunciamiento demuestran,
nadie se ha apropiado.
Esto permite hacer una precisión; a lo largo de este trabajo se ha hablado en
muchas ocasiones del ‘discurso nacionalista’, pero al poner en evidencia este
último aspecto se debe señalar que se trata más bien de un discurso ‘sobre la
nación’ que no logra articularse como ‘nacionalista’. Lo dicho va mucho más allá
de la forma en que se enuncia un mensaje; tiene que ver principalmente con un
contenido que es emitido a través de uno de los canales que más peso tienen en la
construcción de los imaginarios colectivos, esto es los medios de comunicación.
Los públicos mediáticos tienden a asumir los modos de expresión que se difunden
a través de los medios a la vez que identificarse con ellos. Así, el sentido de
pertenencia que construyen los apelativos también pueden ser sentidos de
‘extrañeza’ cuando esa es la forma en que se alude a una entidad. Sobre eso,
lastimosamente, no se exploró en este trabajo.
De lo dicho hasta aquí se pueden abstraer algunos elementos; el primero, los
referentes sobre los que se construyó en momentos anteriores la idea de nación,
fueron modificados durante los dos acontecimientos analizados, posiblemente
como un mecanismo para evitar un nacionalismo radical que pudiera contradecir
129 Verón, citado en Dallera, op.cit..
124
el proyecto de la élite; en segundo lugar, se ve que los actores asumen una
posición ‘objetiva’ frente al tema nacional, al remitir los nuevos referentes
identitarios a condiciones prácticas, principalmente de orden económico y
convocar a los ecuatorianos a construir la patria en ese espacio y no en los ‘mitos’
o en los ‘sentimentalismos’. Parte de esta visión pragmática de la nación parece
ser la distancia que asumen los enunciadores cuando se refieren a ella en sus
pronunciamientos.
Todo ello, debe entenderse exclusivamente en el orden de la enunciación; como
ya se ha dicho antes, este trabajo se limitó a uno de los polos del discurso, -el de
su emisión-; por lo tanto, resultaría aventurado considerar que lo dicho hasta aquí
refleja como está configurado el imaginario colectivo sobre la identidad nacional.
El trabajo permite solamente explorar algunos de los elementos que contienen los
pronunciamientos de ciertos personajes, sobre este tema. De ahí a pensar que estos
sean interiorizados mecánicamente por los públicos que los receptan, sería un
absurdo. Con esta precisión, la imagen de Ecuador que la élite económico política,
el sector de la intelectualidad que difunde su pensamiento en los dos diarios
analizados y de estos dos medios transmiten en sus pronunciamientos, es la de una
nación que está por construir, fórmula reiterativamente usada también por quienes
pretenden contradecir a estos actores.
De la manera en que esta imagen difundida por la prensa contribuye a generar la
identidad nacional y del modo en que los referentes cambian en la historia se
tratará en el capítulo de conclusiones.
125
Capítulo 3
Conclusiones:
Una patria ajena con unos hijos desastrosos
En la investigación que sirvió de base para la elaboración de este trabajo, se trató
de explorar, en los pronunciamientos de tres actores nacionales los referentes de
identidad nacional a los que aluden durante situaciones en que la crisis por la que
atraviesa el país alcanzó puntos críticos.
En el capítulo anterior se planteó que existen algunos puntos en común en estos
pronunciamientos. En primer lugar, se señaló que sus pronunciamientos expresan
una valoración negativa de la nación; en segundo lugar, que todos apuntan a
desarmar el referente territorial del Ecuador como un país amazónico; en tercer
lugar, que la imagen sobre el indio ya no tiene las características de un ‘otro’ que
atenta contra la nación, sino como un grupo cultural diverso que es parte de un
país multicultural; en cuarto lugar, que la unidad nacional debe permitir que
Ecuador se convierta en un país moderno y competitivo, integrado al contexto
económico y político internacional.
Estos elementos comunes expresan, a mi juicio, un cambio en los referentes
identitarios sobre los que los grupos dominantes habían construido la identidad
nacional hasta la década de 1980 y que se señalaron en la introducción de este
trabajo. Pero, este cambio no puede ser entendido mecánicamente como una
modificación radical del imaginario sobre la identidad nacional ecuatoriana, ya
que, como bien dicen Radcliffe y Westwood, una cosa son los imaginarios
126
nacionales exteriorizados y en este caso difundidos fragmentariamente por la
prensa, y otra los imaginarios interiorizados de la nación.142
Pero, en cambio, hay que considerar que estos cambios se expresan a través de la
prensa en momentos densos de la coyuntura nacional. Esto podría significar que
su influencia en el imaginario identitario de la ciudadanía ecuatoriana, puede ser
mucho más fuerte por el momento y el medio en que se emitieron, que por lo que
efectivamente se dijo. Como señala Gellner:
El mensaje más importante y persistente lo genera el medio
mismo por la trascendencia que éstos han adquirido en la vida
moderna. Ese mensaje esencial es que el lenguaje y el estilo de
las transmisiones es importante, que solo quien puede
entenderlos o adquirir tal comprensión está incluido en una
comunidad moral y económica, y que quien no lo hace o no
puede hacerlo está excluido. (...) Lo que se diga en realidad
importa poco.143
Retomando la noción de hegemonía, esta se construye a través de los aparatos
ideológicos del Estado; si bien este proceso es continuo, existen mecanismos para
reiterar los sentidos que buscan ser hegemonizados. Radcliffe y Westwood
identifican varios de ellos: los paseos a los lugares históricos, los rituales cívicos,
etc. “El Estado Nacional invierte mucho en la creación y el sostenimiento de una
142 Radcliffe y Westwood, op. cit., pp. 34. 143 Ernest Gellner, op. cit., pp. 164.
127
identidad nacional”144, dicen las autoras; los mecanismos citados permiten
representar ante los ciudadanos el espacio-tiempo de la nación para garantizar el
reconocimiento de la pertenencia a esa comunidad.
Los medios, en este caso la prensa escrita, deberían ser considerados como uno de
esos mecanismos para generar la identificación con la nación, pues en ellos –
gracias a su gramática discursiva- los contenidos expuestos adquieren una
dimensión mayor. En efecto, una de las características de los medios es la
reiteración de los enunciados; un titular de primera plana, aparece luego
desarrollado en las páginas interiores, recreado o citado por los articulistas y
editores; así, un enunciado se multiplica y magnifica. A ello también contribuye el
que un mismo enunciado no aparece solo en un medio, sino que es presentado por
muchos a la vez.
El efecto parece ser el de un altavoz, que pretende llegar a la mayoría. Considero
que en el tema que se ha tratado en este trabajo, el canal de enunciación, puede ser
tan o más estructurador del imaginario identitario que los mecanismos analizados
por Radcliffe y Westwood. Sin embargo, para poder valorar cuánto de ello es real,
sería necesario analizar los imaginarios ‘interiorizados’, cosa que no se efectúo en
esta investigación.
Por otra parte, estos cambios en los referentes pueden ser entendidos como
producto de la nueva lógica en que se juegan actualmente las relaciones
internacionales. En esta nueva lógica, la superación de los conflictos inter-
144 Idem., pp. 250.
128
nacionales es una de las estrategias que apunta a constituir espacios económicos
integrados, tales como la Unión Europea o la Comunidad Andina de Naciones; la
reconstrucción de las identidades nacionales en términos más ‘flexibles’ se adecua
muy bien a esta estrategia, donde los límites entre ‘nosotros’ y ‘ellos’ podrían
resultar un impedimento a la mundialización económica.
Samir Amín plantea que la deslocalización de la economía mundial, va
acompañada de una desarticulación del autocentramiento que significan los
nacionalismos sean estos populares u oficiales.145 Superar el sentido de la nación
como un espacio agredido por un ‘otro’ extranjero, sobre el cual el nacionalismo
se reivindicaba como garantía de sobrevivencia de la nación, podría ser parte de
este fenómeno internacional. Como dice Ignaci Alvarez “la existencia de un
enemigo secular constituye uno de los instrumentos privilegiados para el logro de
la unidad y la cohesión nacional.”146 Pero, los enemigos no son buenos aliados
comerciales, por lo que hay que convertirlos en socios.
Pero la mundialización económica tiene su correlato en la globalización cultural;
los límites entre las culturas se vuelven, en este contexto, cada vez menos claros,
lo que no quiere decir que las diferencias culturales tiendan a desaparecer; sea que
se hable de hibridez o mestizaje, las múltiples formas que estas nuevas
configuraciones culturales aparecen, deben ser rearticuladas en el imaginario de la
identidad cultural.
145 Amín, op. cit., pp. 237. 146 Ignaci Alvarez, Diversidad cultural y conflicto nacional, Madrid, Talasa, 1993, pp. 96.
129
El multiculturalismo, en su versión neoliberal, es una manera distinta de entender
la diferencia, ubicándola en el espacio del mercado (es decir de la economía). Los
ciudadanos nacionales, entonces, ya no necesitan ser miembros de una sola gran
cultura nacional; por el contrario, el mercado ahora tiene espacio para todos, a
condición que sus demandas se diriman en el plano del consumo y no del poder.
La diferencia es aceptada también en los pronunciamientos identificados en este
trabajo; se podría pensar que esto responde a una lógica explicada como Alvarez
de construir códigos de identidad nacional ‘abiertos’, no excluyentes, ya que ellos
generan la radicalización de posiciones en los sectores subalternos.147
El racismo abierto que se encontraba en el imaginario nacional sobre el indio dos
décadas atrás, resulta incompatible como un contexto internacional que proclama
la defensa de los derechos colectivos de los grupos culturales. Ante esto, la
estrategia de la ‘tolerancia’ reemplaza la de la ‘exclusión’. “La nacionalidad (...)
está siendo ahora atacada. (...) por el impacto del multiculturalismo y de la
economía mundial”, dice Miller. “En estas circunstancias la respuesta progresista
es celebrar la diferencia, disparar el orgullo étnico, animar a la gente a que pruebe
y elija entre la multitud de identidades culturales que ofrece la cultura global.”148
Sin embargo, “si las identidades nacionales se han erosionado de verdad, lo que
probablemente ocupe su lugar no será el rico pluralismo cultural para todos, sino
el mercado como distribuidor de recursos culturales.”149
147 Idem., pp. 97-99. 148 David Miller, Sobre la Nacionalidad. Autodeterminación y pluralismo cultural, Barcelona, Piados, 1997, pp. 225-226. 149 Idem., pp. 227.
130
Con el giro encontrado en los pronunciamientos, se podría pensar que se busca
eliminar la presión interna que pone en riesgo la unidad nacional, para integrar a
los disidentes en la propuesta de un país ‘moderno’ y por lo tanto tolerante de la
diversidad, a la vez que se elimina el estereotipo del ‘Caín de América’ como
presión externa que favorecía la unidad nacional, para reemplazarlo por el de un
vecino interesante para el comercio que beneficia a la nación. En otras palabras,
eliminado el peligro de ser agredidos por un país extranjero (Perú) y eliminado el
riesgo de ser agredidos por un enemigo interno (los indios), la unidad nacional se
ubica en un cómodo término medio, ni muy nacionalista, ni muy aperturista.
Pero, como dice Miller, ninguna de las líneas de fractura parece ser
suficientemente profunda como para impedir que la gente comparta una identidad
nacional que apuntale sus instituciones.150 Lo que ocurre, al parecer es que los
hitos sobre los que se construye esa identidad, ya no son tomados del pasado (el
ser país amazónico, o el ser una nación mestiza, o el haber heredado nuestra
conformación territorial del Reino de Quito), sino de un futuro que se avizora
prometedor. La nación se une para poder construirse, parecería ser la fórmula
común de los pronunciamientos presentados. Sus rasgos de identidad no pueden
seguir siendo esos vicios, problemas y defectos que ha arrastrado desde su
existencia como país; estos serán nuevos rasgos de riqueza y prosperidad.
Los pronunciamientos de los actores se presentan, mayoritariamente, como una
convocatoria a construir una nueva realidad nacional; aparentemente esto es un
ideal compartido por todos los ecuatorianos en los pronunciamientos; la dicotomía
150 Miller, op.cit., pp. 17.
131
tradición/modernidad, aparece en los pronunciamientos de la siguiente forma: la
tradición, el pasado, está lleno de males para el país y sus ciudadanos; la
modernidad, el futuro, los superará.
Sin pretender negar la crisis por la que atraviesa el país, vuelve la pregunta
planteada anteriormente ¿puede construirse una identidad nacional sobre una
autoimagen negativa? La respuesta no es simple, porque efectivamente una
comunidad puede sentirse tal en la medida en que comparte y sufre todos los
males posibles. Pero, lo que esa identidad no podrá garantizar es que quienes la
integran deseen seguir siendo parte de ella.
La estrategia evidenciada en el recorrido por los pronunciamientos podría
entonces apuntar a agudizar aún más la división regional, étnica, política y
económica, romper los lazos de la comunidad nacional para impedir la
construcción de cualquier clase de proyecto nacional. Y en el contexto actual, una
alternativa frente a la globalización neoliberal es la cohesión del ‘frente interno’,
que permita en el orden práctico implementar políticas económicas, sociales y
culturales soberanas. Ejemplos de ello son justamente los estados más poderosos
del mundo actual, y entre ellos Estados Unidos que ha logrado construir un ideal
de nación tan fuerte y etnocéntrico que sirve de motor y referente para sus
políticas proteccionistas en lo económico y lo político.
Volviendo a la pregunta central que orientó este trabajo, queda por responder cuál
es el sentido que se otorga a la nación en los pronunciamientos presentados. Ya se
dijo en el capítulo anterior, que hay dos elementos comunes en ellos; el primero es
132
la imagen de la nación como una madre, como una entidad humanizada; el
segundo, es que con esa madre se ‘guardan las distancias’ ya que siempre se alude
a ella como algo ajeno.
Estos dos elementos parecen ser contradictorios e inclusive, mutuamente
excluyentes. Pero, el terreno de la identidad no es una línea recta y unívoca, como
se dijo antes. Por el contrario, es un espacio en que los referentes y los sentidos se
superponen, contradicen y están en permanente tensión. Así, es posible pensar en
un sentido de la patria como madre, pero tomando una distancia pragmática de
ella. La imagen de la madre permite, en el imaginario, crear los lazos de lealtad
necesarios para mantener la comunidad imaginada ya que esos “lazos de la
comunidad son una fuente importante de confianza entre individuos que no se
conocen personalmente y que no están en posición de controlar directamente la
conducta de otros.”151
Pero, por otro lado, esos lazos no pueden ser tan fuertes que se conviertan en un
obstáculo para la ubicación (en los términos en que la élite concibe esa ubicación)
de la nación en el contexto internacional; así, aunque resulta solamente una
afirmación preliminar, la distancia ‘objetiviza’ la relación con la nación y la
remite –nuevamente- al espacio de las condiciones objetivas en que se debe
‘protegerla’. En los pronunciamientos esta idea aparece reiterativamente: el amor
a la madre patria significa olvidarse de los mitos (ser un país amazónico, por
ejemplo) y desarrollar el aparato productivo, atraer inversión extranjera,
151 Miller, op.cit., pp. 117.
133
modernizar el aparato estatal, mejorar la calidad de los productos nacionales, etc.
para superar el deterioro que ha vivido hasta el momento.
Ante esto, cabe preguntarse si realmente el pasado ha sido todo eso que en los
pronunciamientos se señala; probablemente las condiciones objetivas del país
argumenten a favor de una respuesta positiva. La pregunta, por ello, debe ser
replanteada: ¿son las causas enunciadas en los pronunciamientos las que han
generado la situación actual? Y, por otro lado: ¿son las alternativas propuestas en
estos enunciados las que sacarán al país de la crisis?
Puede ser que la capacidad de estructurar realidades que tienen los discursos
mediáticos, hagan que esas alternativas resulten válidas para muchos. Pero puede
ser también que la capacidad de la realidad de generar y estructurar discursos,
demuestre su invalidez.
134
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139
Anexos
140
Conformación de la muestra
La investigación se realizó a partir del análisis de 325 notas de prensa152
aparecidas en los dos diarios de mayor alcance nacional: El Universo, con
160.000 ejemplares y El Comercio, con 100.000 ejemplares, que también son los
diarios con mayor número de páginas (cuarenta y dos el primero y cuarenta el
segundo) en sus ediciones regulares de lunes a viernes.153 El Universo es
publicado en Guayaquil y El Comercio en Quito; pese a ello, en el análisis
realizado no se consideró esta variable. Adicionalmente, se consultaron otros
diarios nacionales (El Telégrafo, Expreso y La Hora) pero solo con el fin de
precisar ciertos hechos o de fortalecer algún elemento del análisis.154
Una breve caracterización de estos dos medios, la ofrece Raúl Borja:
El Universo es el diario nacional de mayor cobertura
informativa y periodística, repartida a lo largo y ancho del
Ecuador a través de corresponsalías en las capitales de provincia
y cabeceras cantonales. El Universo tiene una importante
influencia en el mundo social, político y económico de la región
litoral del país. Tradicionalmente fue el diario de mayor tiraje,
liderazgo que lo perdió en los últimos años. (...) El Comercio es
el diario más influyente en la región serrana y –ante todo- es el
152 El listado de las notas aparece en el siguiente anexo. 153 Ana López Arjona, Inventario de los Medios de Comunicación en América Latina, Quito, CIESPAL, 1993, pp. 69. 154 Esto sobre todo para el análisis durante el Levantamiento, ya que se cuenta con la recopilación de notas de prensa realizada por Abya Yala, Kipu 34, Quito, Enero-Junio 2000.
141
de mayor impacto en la opinión política nacional, que se
centraliza en Quito. Por otro lado es el diario que en los últimos
años ha modernizado más su forma y estilo, así como el
tratamiento periodístico de los temas. Posiblemente es el diario
grande que más trabaja en el campo periodístico investigativo,
lo que combina con columnas de opinión.155
Las notas seleccionadas corresponden a la segunda quincena del mes de octubre
de 1998, momento en que se produjo la Firma del Tratado de Paz y a la segunda
quincena del mes de enero del 2000, cuando ocurrió el Levantamiento Popular
que derrocó a Jamil Mahuad. La primera selección hecha abarcó períodos más
extensos (septiembre, octubre, noviembre de 1998 y diciembre de 1999, enero y
febrero del 2000), pero fue reducida a lo indicado arriba, debido a que en esas
quincenas los acontecimientos alcanzan su punto más alto de difusión en los
medios.
Las notas se seleccionaron a partir de un solo criterio: que en ella existiera una
alusión directa al tema nacional sea por parte de un actor político, por parte del
articulista o del propio diario.
De acuerdo al tipo de nota por diario, la muestra quedó conformada de la siguiente
manera para cada uno de los acontecimientos.
155 Raúl Borja, Comunicación Social y pueblos indígenas del Ecuador, Quito, Abya Yala, 1998, pp. 32-33.
142
MUESTRA PARA ANÁLISIS DEL DISCURSO DURANTE
LA FIRMA DE LA PAZ
OCTUBRE DE 1998
DIARIO NOTICIA EDITORIAL ARTICULO OTROS TOTAL
El Universo 70 5 24 2 101
El Comercio 20 6 34 7 67
TOTAL 90 11 58 9 168
MUESTRA PARA ANÁLISIS DEL DISCURSO DURANTE
EL LEVANTAMIENTO POPULAR
ENERO DE 2000
DIARIO NOTICIA EDITORIAL ARTICULO OTROS TOTAL
El Universo 31 4 3 3 41
El Comercio 25 12 42 9 88
Otros 15 4 9 0 28
TOTAL 71 20 54 12 157
Para los pronunciamientos de la élite político económica, se seleccionó a quienes
la representarían mediante una encuesta aplicada a académicos de cuatro
universidades de Quito, quienes identificaron a los personajes que han tenido un
papel protagónico en la última década.
143
De acuerdo a los resultados de esta encuesta, la muestra quedó conformada de la
siguiente manera:
PERSONAJES QUE REPRESENTAN A LA ELITE POLÍTICO ECONOMICA
Los pronunciamientos hechos por los representantes de las Cámaras aparecen no
solo en el género de noticias, sino que ellos también son articulistas de los dos
diarios seleccionados. Esto produce que su opinión o sus criterios sobre los
acontecimientos tengan una presencia mayor ante los lectores, por lo que pueden
ser considerados como líderes de opinión.
SECTOR PERSONAJES
Autoridades
de Gobierno
Jamil Mahuad (Presidente Constitucional 1998-2000)
Gustavo Noboa (Vicepresidente Constitucional 1998-2000; Presidente
2000 a la fecha)
Partidos
Políticos
León Febres Cordero (Partido Social Cristiano)
Jaime Nebot (Partido Social Cristiano)
Abdalá Bucaram (Partido Roldosista Ecuatoriano)
Alvaro Noboa (Partido Roldosista Ecuatoriano)
Oswaldo Hurtado (Democracia Popular)
Juan José Pons (Democracia Popular)
Sixto Durán Ballén (Partido Conservador)
Cámaras de la
Producción
Joyce de Ginnatta (Cámara de la Pequeña Industria del Guayas)
Joaquín Zevallos (Cámara de Industriales del Guayas)
Fabián Corral (Cámara del Comercio de Quito)
Gustavo Pinto (Cámara de Industrias de Pichincha)
Oscar Orrantía, (Cámara de Comercio de Guayaquil)
144
Los articulistas que escriben en los diarios seleccionados, provienen
mayoritariamente de las ciencias sociales y humanas y, en menor medida, de las
ciencias técnicas o exactas. En cuanto a sus ocupaciones, la mayoría está ligada al
ámbito universitario, aunque esta actividad la comparten con el ejercicio libre de
su profesión o con su participación en los organismos gremiales productivos
(Cámaras nacionales y bilaterales).
De los articulistas que escriben para diario El Comercio, de 35 solamente 6 son de
origen costeño, mientras que en diario El Universo y diario El Telégrafo, de 24
articulistas solamente 5 son de origen serrano. Pese a ello, y como se indicó antes,
en este trabajo no se explora sobre las diferencias de enfoque que pudieran darse
como efecto del origen regional de los articulistas; pero sí es interesante anotar
que los diarios privilegian en este espacio la opinión de personas que pertenecen
la misma región en que se publican y donde tienen también su mayor público.
En la muestra se emplearon 112 artículos, de los cuales 76 fueron publicados en
El Comercio y 36 en los diarios de la costa, El Universo y El Telégrafo. Los
contenidos de estos artículos pueden ser analizados dentro de la categoría de
discurso político, en tanto están insertos en un marco mayor (el diario) en el cual
se debate sobre intereses y posiciones políticas, del cual los articulistas hacen
parte. Además, porque como todo discurso político, su intención es la de generar
en el público la afinidad con el proyecto o propuesta propia y el rechazo del que
los contradice. No se trata, por tanto, de que los intelectuales tengan o no una
afiliación o ubicación política explícita (aunque en muchos casos esto sí ocurre),
145
sino de que sus opiniones se alinean con una determinada tendencia a la que
defienden, frente a otra a la que atacan.
Los dos medios seleccionados pertenecen a corporaciones privadas156 y los
equipos editoriales así como el editor en jefe permanecen por períodos bastante
extensos en sus funciones; esto marca una continuidad en su línea política que se
podría decir, la vuelve predecible ante su audiencia. Esto, en general, contribuye a
que el público opte por los editoriales de uno u otro diario, con el cual tiene una
mayor identificación.
En este trabajo, debido a que se resolvió analizar la voz oficial de los medios
cuando la investigación documental ya había concluido, el volumen de columnas
editoriales analizadas es substancialmente menor a las muestras que corresponden
a la élite económico política y a la intelectualidad. En total se analizaron 31
editoriales, lo cual es algo más del 50% de todos los aparecidos en los dos
períodos de análisis. A pesar de esta diferencia cuantitativa, los pronunciamientos
editoriales tienen cualitativamente un contenido mucho más estructurado sobre el
tema de la investigación.
156 El Universo pertenece a Carlos Pérez, propietario de emisoras de Guayaquil, de la Revista El Financiero y del Banco de Préstamos, hoy en liquidación. El Comercio, a Guadalupe Mantilla, propietaria del vespertino Ultimas Noticias, Radio Quito, Radio Platinum y de la agencia de noticias Ecuadoradio. Además es copropietaria del Banco del Pichincha y la financiera Diners. Ver: Borja, Raúl, op.cit., pp. 20; 32.
ACADEMICOS ENCUESTADOSCONFORMACION DE LA MUESTRA
UNIVERSIDAD NACIONALIDAD EDAD
Central: 5 Ecuatoriana: 5 35-40: 3; 40.45: 2San Francisco: 3 Ecuatoriana: 3 35-40: 1; 40-45: 4FLACSO: 3 Ecuatoriana: 3 35-40: 2; + 45: 1Salesiana: 7 Ecuatoriana: 5 35-40: 2; 40-45:5Católica: 2 Ecuadtoriana: 2 40-45: 2
EL COMERCIO EL UNIVERSO
Alberto Luna Tobar Alfonso OramasAngel F. Rojas -2 Aminta BuenañoCarlos Jaramillo Abarca Angel F. RojasCésar Montúfar - 2 Antenor IturraldeDiego Pérez O. Cecilia CalderónEduardo Castillo - 2 David SamaniegoEduardo Galárraga - 4 Eduardo CastilloEnrique Ayala M. Evelina FassioEnrique Echeverría Fausto Segovia BauzEnrique Salas Hernán ParedesFabián Corral - 6 Jaime DamervalFrancisco Salazar Jorge GallardoFranklin Barriga Juan Falconí P.Gonzalo Ortiz - 3 Katia Murrieta - 2Gonzalo Ruiz A. - 2 Luis Arias Altamirano - 2Hernán Ramos B. - 2 Luis TrujilloHumberto Vacas Gomez - 2 Orlando MuñozJaime Bejarano Pedro ValverdeJorge Ribadeneira Rafael Díaz YcazaJorge Salvador Lara - 3 Raúl Izurieta MoraBowenJosé Villamil - 4 Ricardo NoboaKurt Freund - 3 Simón Pachano - 2León Roldós - 2 Susana CorderoManuel Terán - 3 Xabier BenedettiMarco Arauz -2Mauricio Dávalos GuevaraMiguel Rivadeneira - 2Patricio QuevedoPedro Kohn - 2Rafael PezantesRaúl Cárdenas - 2Raúl GangotenaRaúl Vallejo - 5Rene Mauge - 3Roberto SalasRodrigo Fierro - 2Santiago JervisSimón BustamanteTeodoro BustamanteWashington HerreraXavier Lasso
ARTICULISTAS QUE INTERVIENEN EN LA MUESTRAPOR NOMBRE Y NUMERO DE ARTICULOS
NOTAS ANALIZADAS
DIARIO EL UNIVERSOOCTUBRE DEL 1998
FECHA TITULAR PAGINA TIPO AUTOR
12 Revuelo por exigencia de los garantes p n12 Diputados de Ecuador esperan explicación i n12 Más críticas a planteamiento de garantes i n12 Tiwintza e a Alfonso Oramas13 Ecuador evalúa, Perú rechaza p n13 Hurtado pide apoyar pedido de garantes i n13 Incertidumbre en el Congreso Nacional i n13 No hay votos suficientes i n13 Jamil busca caminos legales i n13 Paz será mejor medida fiscal i n
13Pons: Congreso debe conocer detalle de lasnegociaciones i n
13 La paz es rentable e a Fausto Segovia Bauz13 Responsabilidad histórica del Congreso Nacional e e 14 Congreso responderá mañana a garantes i n14 Jamil pide autorización a Parlamento i n14 Iglesia ora por un acuerdo i n14 CONAIE respalda acciones i n14 Opinión de los gremios i n
14Ecuador y Perú crecerán en su economía con laPaz i n Gustavo Pinto
14 Empresarios: será favorable respuesta i n Luis Trujillo14 Triste historia para recordar e a Pedro Valverde15 Transparencia política e e 15 Mahuad se reunión con sociedad civil i n15 Mandatario advierte riesgos i n15 Debaten propuesta de garantes i n16 Carta a favor de la paz i n Cámaras de la Producción16 Durán: pocas armas jurídicas i n16 León: Grave aceptar resolución a ciegas i n16 Ex presidentes opinan i n Hurtado-Borja
16Empresarios optimistas por cercanía de pazEcuador-Perú i n
16 Cámaras piden no poner condiciones a árbitros i n17 Histórica resolución p n17 Pons: se logrará paz digna p n
17Emotiva misa por la paz - Mahuad no contuvo laslágrimas i n
17 Misas y festejos i n17 Presidente agradece aprobación i n17 Congreso allanó camino a la paz i n17 Diputados destacaron su amor a la Patria i n18 Ecuatorial compostura e a Jaime Damerval18 Varios Tiwintzas e a Xabier Benedetti19 La paz es rentable e i Jorge Gallardo19 Decisión vinculante e a Simón Pachano19 ¡Fin de un proceso? e a Katia Murrieta19 La paz: por fín e a Raúl Izurieta MoraBowen20 Piden consdierar simbología i n20 Pons: Congreso aceptará propuesta i n21 Mahuad: Aspiramos justicia y equidad i n21 Diputados llevan planteamiento i n22 Mahuad defiende soberanía de Tiwintza i n
22 Preparándonos para la paz e a Angel F. Rojas23 Hurtado: puerta al progreso i n23 León: Paz sin dignidad i n23 Sixto: Tiwintza es nuestro i n23 Borja: otra desmembración i n23 Bucaram: fracaso diplomático i n24 Jamil: ganamos Tiwintza i n24 Noboa: no ver lo perdido i n24 Pons: se debe aceptar laudo i n24 Tristeza y dolor en las FFAA i n24 PRE enjuiciará a presidente i n24 La decisión de los garantes e e 24 Paz con riesgo e a Luis Arias Altamirano24 La otra paz e a Aminta Buenaño25 Tiwintza bajo leyes de Perú i n25 ¿Monumento a la paz o a la guerra? i n25 Calderón: la paz con dolor i n Cecilia Calderón25 Ruiz: mirar lo positivo i n25 Nebot: Alto costo de la paz i n25 Madurez frente al futuro e e 25 Fin a un largo litigio territorial i n25 Presidente: la paz nos fortalecerá i n26 Cúpula militar dividida por fallo i n26 Gallardo: mis lágrimas las interpreta el pueblo i n 26 Noboa: pasado nos duele i n26 Pinto: Territorio completo i n Gustavo Pinto26 Nebot: no a una dádiva i n26 Moeller: punto de infección i n26 Soluciones y actitudes e a Simón Pachano26 Reactivación de la economía e a Katia Murrieta26 La firma de hoy e e 27 Y la realidad llegó... e a Hernán Paredes27 Nuestro oriente e a David Samaniego27 Hurtado: no es hora de festejo ni de funeral i n
27León pregunta al canciller Ayala Lasso sobreTiwintza i n
27 Militares en desacuerdo con condiciones i n
27 Borja: nuevo desgarramiento territorial para Ecuador i n27 Sixto: alivio por acuerdo a pesar de lo perdido i n
27Cámaras de Ecuador y Perú firmarán acuerdocomercial i n
27 Mahuad: ejerzamos la paz de forma permanente i disc.28 El precio de la paz... Y el costo de la guerra e a Ricardo Noboa28 El comienzo e a Susana Cordero29 Tiwintza divide a diputados p n
29Diputados cuestionan firma de Tratado-PRE pideenjuiciar a Mahuad i n
29 Nebot: irrespeto a garantes i n29 Y ahora qué e a Antenor Iturralde29 Ganamos la paz? e a Evelina Fassio30 Debate sobre Tiwintza e a Eduardo Castillo30 La verdadera paz e a Orlando Muñoz30 Hubo otra alternativa? e a Juan Falconí P.30 Ganar la paz e a Rafael Díaz Ycaza30 La natural reacción e a Luis Arias Altamirano
NOTAS ANALIZADAS
DIARIO EL COMERCIOOCTUBRE DE 1998
FECHA TITULAR PAGINA TIPO AUTOR
10 Febres Cordero y la Paz i n
11 Sin pausa pero sin prisa? e a Raúl Vallejo11 La mejor fórmula de salida i anal. José Villamil12 Autoestima nacional e a René Mauge12 Hacia el final de una época e a Raúl Vallejo14 El congreso fortalece la paz e a Manuel Terán14 El desenlace de las negociaciones e a Simón Bustamante14 Fórmula original e a15 El difícil camino del acuerdo i anal. Eduardo Galárraga16 Dramática alternativa e a Raúl Cárdenas16 Factor de desarrollo e a Diego Pérez O.16 La famosa dignidad e a16 Cortos de la sesión (del congreso) i n16 El Cosena apoyó el pedido de los garantes i n Raúl Gangotena17 Los pueblos se impusieron e a17 El optimismo se impuso sobre el rechazo i n17 A Loja la noticia llegó tarde, pero la esperaban i n17 En Guayaquil dos radios invitaron a las protestas i n17 En Huaquillas la gente quiere hablar de negocios i n17 En Machala ya preparan un encuentro comercial i n Fabián Corral17 La nación e a17 Congreso: 12 horas de tensión i n17 Entre política y leguleyada i anal.17 Ecuador por el arbitraje i n17 Ecuador está entusiasta por la paz i n Teodoro Bustamante18 Se acaba medio siglo de fatigas i r Alberto Luna Tobar18 La pasión nos ha quitado realismo i r18 Dolorosa transición según sus protagonistas i r Secoya ecuatoriano18 Mi pueblo estará junto otra vez i r18 Las perspectivas de la paz e e Jorge Salvador Lara19 El supremo don de la paz e a Fabián Corral19 Carta a un país e a Francisco Salazar19 Gran responsabilidad e a19 El acuerdo es cuestión de días i n19 El peso de la opinión pública i anal. Angel F. Rojas20 Consecuencias económicas de la paz e a José Villamil20 Emoción por la paz e a César Montúfar21 La promesa de la paz e a Mauricio Dávalos Gueva21 Ecuador y su futuro e a Manuel Terán21 La lejana isla de paz e a León Roldós21 Rescatando la racionalidad e a José Villamil21 Hora de cambiar e a Pedro Kohn22 Del Ecuador para el Mundo e a Raúl Cárdenas22 Defendamos lo que nos dejarán e a22 Los shuar piden el libre tránsto i n
23 Las reacciones a la fórmula de los garantes i n24 Las bases prácticas para la paz e a Humberto Vacas Gomez24 Llega la paz e a24 Ecuador y Perú deben ganar la paz e e25 Entusiasmo en Guayaquil i n25 El lunes en Brasilia Mahuad y Fujimori firmarán la paz i n25 Nebot: no perdamos la dignidad i n26 Una forma histórica para zanjar la paz i n26 La delegación ecuatoriana habló sobre el futuro del pa i n27 Hemos ganado la paz: Mahuad i n Washington Herrera27 La pedagogía de la paz e a Miguel Rivadeneira27 Un duro sacrificio por la paz e a Humberto Vacas Gomez28 El único camino e a Eduardo Galárraga29 El doloroso camino hacia la paz e a Gonzalo Ortiz Crespo29 Reinventar el Ecuador e a Franklin Barriga30 Construcción del futuro e a Santiago Jervis30 La paz, pero también la verdad e a Raúl Vallejo31 Irresponsabilidad histórica e a Marco Arauz O.31 Paz y futuro: ¡qué mal negocio¡ e a31 Nos duele el alma i c Fabián Corral31 El rostro de la paz e a
NOTAS ANALIZADAS
DIARIO EL UNIVERSOENERO DEL 2000
FECHA TITULAR PAGINA TIPO
10 Hoy vuelven las protestas al país i n10 Parlamento de Quito hoy i n10 Lluco: Parlamento asumirá el poder i n10 Vargas: si los indios nos unimos nadie nos detiene i entr.13 Sitiarán Quito el sábado i n14 En marcha levantamiento indígena i n15 Indígenas inician cierre de carreteras i n16 35.000 uniformados controlan orden i n16 Frustrados intentos de cierre de vías i n16 Según CONAIE, pueblo no cree i n16 Levantamiento indígena se inicia mañana p n19 Meta es concentrar 50 mil indígenas p n19 De poco en poco y disfrazados llegaron los indígenas i n19 Indígenas se fortalecen i n21 Noboa alista gabinete p n21 Indígenas dejaron Quito tras disolverse Triunvirato p n21 Sin renunciar salieron i n22 Preocupación por acontecimientos políticos i n23 De vuelta, tras derrotar a Mahuad p n23 Campesinos seguirán en la lucha i n23 Provincias andinas convulsionadas i n23 Antonio Vargas: del éxtasis a la tristeza en menos de 24 horas i n24 Mata: La consultua es un hito histórico i n25 Indígenas hablan de una guerra civil i n25 León: respaldo al pueblo i n25 DP: pide sanción para golpistas i n27 Noboa convoca a la unidad nacional i n27 León: hemos demostrado que el País no es de salvajes i n29 Organizaciones indígenas analizaron sus posturas i n29 Vargas visto como un héroe i n30 Indígenas dan tregua al gobierno i n31 Indígenas priorizan consulta i n
NOTAS ANALIZADAS
DIARIO EL COMERCIO
ENERO DEL 2000
FECHA TITULAR PAGINA TIPO
5 El frente de independientes Ab. Alvaro Noboa i rem.7 CFP AL PAIS i rem.
12 Ahora tambalea e a12 Fundamentalismo étnico e a12 La panameñización e a12 El parlamento popular se instaló i n12 Protestas en el país i n13 Oro, incienso y mirra para salvar el país e a13 Amargura y decepción e a13 País de papel e a13 Nos salvará la dolarización e a14 Terminaron los ensayos e a14 Remedio heróico e a14 Ejército e indígenas están listos... i n14 Una ruptura irreversible i anal.14 Quito más tranquilo i n14 Guayaquil a medias i n14 Cuenca: 15 detenidos i n
14 La polémica del día: Un poder contra la hegemonía i entr.15 Ya saltamos al vacío e a16 Entre indios y mestizos hay recelo colonial i entr.16 El país nos exige lograr acuerdos i n17 La guerra de los ponchos e a17 Mahuad: la partida múltiple i anal.18 Una estrategia sin sustento i anal.18 Patria, tierra sagrada e a18 El futuro del Ecuador e a
19 La dolarización se ancla, los indígenas no aflojan p n19 Ojo a la fractura social i anal.20 Los levantamientos indígenas e a20 El saqueo final e a20 Una marcha con 10 mil personas i n20 FFAA: no a la ilegalidad i n20 En el resto del país i n21 Entre los indios y el dólar e a21 Proyecto de país e a21 La patria en peligro e a21 Ecuador choca con sus propias raíces e a21 Un país de impactos e e21 Bloqueo llegó al Parlamento i n21 Una contravía peligrosa i anal.21 Un llamado de las FFAA i n21 En el país hay subversivos: Mahuad i n21 En el país i n21 La movilización en busca de respaldo político i n21 Las lógicas en contravía se acentúan p n
22 El golpe: cuatro lecciones al paso e a22 El cinismo como conducta colectiva e a22 Un San Viernes no muy santo e a22 Resistencia al mahuadazo e a22 El país en una aventura dictaorial e e22 La estrategia indescifrable e anal.
22Un presidente no puede ser rehén de losmovimientos sociales i n
23 El movimiento indígena e a23 Democracia: entre abuso y golpismo e a25 La CONAIE evaluará el llamado al diálogo i rep.25 Faltó un frente armado i n25 El golpismo y el indigenado e a25 Un golpe de estado fallido e a25 La lógica de la legitimidad i anal.
25Alvaro Noboa hace un llamado a la unidad de losecuatorianos i rem.
26 Los sectores productivos al país i rem.26 La izquierda y la democracia e a26 Y ¿resucitará la patria? e a27 El delicado sector indígena e e27 Adelante, con transparencia e e27 Los insurgentes e a27 Coroneles al teléfono e a27 Debemos aprender la lección e a27 Noboa ya tiene la banda presidencial i n27 Un pedido por la unidad i n27 Salida nacional: Noboa urge a los tres poderes p n28 La luz al final del tunel e a28 Viernes 21, sábado 22... e a28 La difícil autocrítica e a28 Golpistas presos, corruptos libres e a28 Sí estuve con los indígenas: Huerta i n30 Con racismo es imposible la democracia i entr.30 Asonada: el país es el único y gran perdedor p rep.30 Prensa mundial: un país incomprensible p n
30 Raciscmo y democracia son dos polos opuestos p n31 Esta imagen del Ecuador e e31 Imposibilidad de dictadura e a31 Y no lo dejaron gobernar e a31 Lo que se rompió e a31 Sanción o amnistía a todos e a31 Una nueva etapa e a31 Borra y va de nuevo e a
NOTAS ANALIZADAS
DIARIO EL TELEGRAFO
ENERO DEL 2000
FECHA TITULAR PAGINA TIPO AUTOR
18 Gobernando con amenazas e e18 El presidente y la sicología de los ecuatorianos e a Miguel Palacios20 Carta a mis hermanos indígenas e a Carlos del Salro21 Abrir los ojos a la realidad e e21 El chaquiñán también es un camino e a Marco Arteaga22 Tempestad e e24 Vivir en paz e e25 Una jornada heroica e a Albaluz Mora25 Subrogación presidencial e a Juan Aguñaga27 Nuestra imagen e a José Gómez R.28 acontecimientos de la vida nacional e a Juan Lovato28 Después del viernes 21 de enero e a Marco Arteaga29 Reivindicaciones sí, racismo no e a Albaluz Mora29 Y al final, la vida sigue igual e a Xavier Navarrete