Una teoria sólida en torno al movimiento sindical obrero

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Una teoría solida Los sindicatos son, para mí, ese tipo de organización que permite juntar voces y acciones, y proyectos, y luchas colectivas. No solo lo entendido así; sino que mi participación con ellos siempre fue en esa perspectiva. Recuerdo como, desde mi opción politica, mi historia supuso tratar de acceder a una tipificación. Como en ese encontrarse con pares. En el proceso de dilucidación de lo que éramos como individualidad, contada a partir de enhebrar lo individual y lo colectivo. Un registro memorístico que me permite, en el presente, una recordación. Un hilo conductor lógico, en lo que esto tiene de conciliar organización y teoría. Siendo así, entonces, miro hacia atrás. En aquellas discusiones y acciones de convocación plena. Es decir, cosiendo la huelga a uno o varios momentos históricos. Aceptar la teoría del socialismo potente, tratando de encontrar el camino preciso. Una posición, la mía, desarrollando la teoría de la organizaciones obreras. Con una aplicación creativa de la teoría leninista y trotskista. Todo, en un universo de posibilidades y la combinación de estas. Lejanos están, por cierto, los periodos dinámicos en que, paso a paso, acumulaba perfiles, al momento de enfrentar un proceso determinado. Para mí, sigue siendo claro que el fracaso no es de la teoría marxista, leninistas trotskistas. El fracaso fue y será de las teorías y acciones estalinistas En eso de ir yendo en luchas concretas; fui asimilando la noción básica del movimiento obrero. Con claridad absoluta. No reniego, ni tengo porque hacerlo, del soporte válido del ser en sí para sí. Asumiendo, de verdad, el vuelo teórico y práctico de la dirección de la clase obrera en el proceso revolucionario. Anti capitalista. Y es que lo fundamental esta está dado. La burguesía sigue siendo la usufructuaria del proceso de acumulación capitalista, sobre los hombros de las obreras y los obreros. Otra cosa es que, en esa dialéctica necesaria, este poder ha derivado en la configuración de lo que yo he llamado siempre “bloque de clases en el poder”. Entenderlo así, supone el manejo de vertebración de un dominio. Transitando por los momentos y períodos en que, la burguesía, se adapta a procesos como los de la globalización. Entonces, la burguesía industrial, comercial, financiera y agraria; se erigen como beneficiarias directas. Inclusive, por la vía más virulenta, el capital financiero ejerce como punta de lanza de esos sectores burgueses en el poder. A pesar de esto, nunca he caído en la simpleza y torcida teorización que permite “desplazamientos” proclives a subsumir el concepto de lucha de clases anclado, en hegemonías de los y las trabajadores (a) al servicio del Estado y/o de las entidades de bienes y servicios. Haciendo soporte en las entidades y empresas financieras. En lo que Marx definió como empresas capitalistas que no producen ningún tipo de plusvalía. De eso dan cuenta los grundrisse (Elementos Fundamentales para la Crítica de la Economía Politica 1857-858). Marx propone una interpretación en la cual, la plusvalía se origina en el costo no pagado a los obreros y obreras que trabajan en las fábricas y centros de producción de mercancías que, en su base, tienen el soporte plusválico concretos. Así, entonces, hace expresión en la cual, los otros sectores de la burguesía solo hacen construcción del capital ocioso. Por una vía, en la cual, la burguesía financiera y comercial se entronizan como soporte fundamental del bloque de clases en el poder. Caso aparte, es la participación de la burguesía agraria. En esto de buscar verdades en torno a los decrépitos (no necesariamente en alusión a sus edades) dirigentes sindicales en nuestro país, tengo que señalar lo que ha sido mi recorrido. La más expresiva, tiene que con la confrontación a mis pares. Tanto como proponer un entendido en el cual se pueda valorar la significación que adquiere un paro por parte de los trabajadores (como lo hice arriba) de las empresas de bienes y servicios y los trabajadores y trabajadoras estatales. Si los comparamos con las huelgas obreras, resulta que estas últimas son las que se pueden exhibir como la exacta confrontación y nervio de la burguesía industrial. Los obreros y obreras, en la historia de los las luchas anticapitalistas. Nada que ver entre una cosa y la otra. Por ejemplo, mi visión y perspectiva, sigue colocando la huelga obrera como centr o. Ahora bien, la burguesía, como dije antes, se va acomodando a los procesos globales. A partir de ahí, propone un bifurcación deleznable. La globalización económica incide en todos los procesos

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Una teoría solida

Los sindicatos son, para mí, ese tipo de organización que permite juntar voces y acciones, y

proyectos, y luchas colectivas. No solo lo entendido así; sino que mi participación con ellos siempre

fue en esa perspectiva. Recuerdo como, desde mi opción politica, mi historia supuso tratar de

acceder a una tipificación. Como en ese encontrarse con pares. En el proceso de dilucidación de lo

que éramos como individualidad, contada a partir de enhebrar lo individual y lo colectivo. Un

registro memorístico que me permite, en el presente, una recordación. Un hilo conductor lógico, en

lo que esto tiene de conciliar organización y teoría. Siendo así, entonces, miro hacia atrás. En

aquellas discusiones y acciones de convocación plena. Es decir, cosiendo la huelga a uno o varios

momentos históricos. Aceptar la teoría del socialismo potente, tratando de encontrar el camino preciso. Una posición, la mía, desarrollando la teoría de la organizaciones obreras. Con una aplicación creativa de la teoría leninista y trotskista. Todo, en un universo de posibilidades y la combinación de estas. Lejanos están, por cierto, los periodos dinámicos en que, paso a paso, acumulaba perfiles, al momento de enfrentar un proceso determinado. Para mí, sigue siendo claro que el fracaso no es de la teoría marxista, leninistas trotskistas. El fracaso fue y será de las teorías y acciones estalinistas

En eso de ir yendo en luchas concretas; fui asimilando la noción básica del movimiento obrero. Con

claridad absoluta. No reniego, ni tengo porque hacerlo, del soporte válido del ser en sí para sí.

Asumiendo, de verdad, el vuelo teórico y práctico de la dirección de la clase obrera en el proceso

revolucionario. Anti capitalista. Y es que lo fundamental esta está dado. La burguesía sigue siendo la usufructuaria del proceso de acumulación capitalista, sobre los hombros de las obreras y los obreros. Otra cosa es que, en esa dialéctica necesaria, este poder ha derivado en la configuración de lo que yo he llamado siempre “bloque de clases en el poder”. Entenderlo así, supone el manejo de vertebración de un dominio. Transitando por los momentos y períodos en que, la burguesía, se adapta a procesos como los de la globalización.

Entonces, la burguesía industrial, comercial, financiera y agraria; se erigen como beneficiarias directas. Inclusive, por la vía más virulenta, el capital financiero ejerce como punta de lanza de esos sectores burgueses en el poder.

A pesar de esto, nunca he caído en la simpleza y torcida teorización que permite “desplazamientos”

proclives a subsumir el concepto de lucha de clases anclado, en hegemonías de los y las

trabajadores (a) al servicio del Estado y/o de las entidades de bienes y servicios. Haciendo soporte

en las entidades y empresas financieras. En lo que Marx definió como empresas capitalistas que no

producen ningún tipo de plusvalía. De eso dan cuenta los grundrisse (Elementos Fundamentales

para la Crítica de la Economía Politica 1857-858). Marx propone una interpretación en la cual, la

plusvalía se origina en el costo no pagado a los obreros y obreras que trabajan en las fábricas y

centros de producción de mercancías que, en su base, tienen el soporte plusválico concretos. Así,

entonces, hace expresión en la cual, los otros sectores de la burguesía solo hacen construcción del capital

ocioso. Por una vía, en la cual, la burguesía financiera y comercial se entronizan como soporte fundamental del bloque de clases en el poder. Caso aparte, es la participación de la burguesía agraria.

En esto de buscar verdades en torno a los decrépitos (no necesariamente en alusión a sus edades)

dirigentes sindicales en nuestro país, tengo que señalar lo que ha sido mi recorrido. La más

expresiva, tiene que con la confrontación a mis pares. Tanto como proponer un entendido en el cual se

pueda valorar la significación que adquiere un paro por parte de los trabajadores (como lo hice arriba) de las

empresas de bienes y servicios y los trabajadores y trabajadoras estatales. Si los comparamos con las huelgas obreras, resulta que estas últimas son las que se pueden exhibir como la exacta confrontación y nervio de la

burguesía industrial. Los obreros y obreras, en la historia de los las luchas anticapitalistas. Nada que ver entre

una cosa y la otra. Por ejemplo, mi visión y perspectiva, sigue colocando la huelga obrera como centro.

Ahora bien, la burguesía, como dije antes, se va acomodando a los procesos globales. A partir de

ahí, propone un bifurcación deleznable. La globalización económica incide en todos los procesos

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internacionales. Siendo así, como en realidad es, se abre espacio la ideología como fundamento de

superestructura. Una vocinglería que arremete en contra de la clase obrera. Una modernización

conceptual; tal y como las habían prefigurado, Lukács y Gramsci Una visión que me dio insumos

para no claudicar. Como en esa sapiencia necesaria, al momento de referenciar los íconos

benévolos.

Otro de los aspectos centrales, en mi posición tiene que ver con los roles de obreros, obreras y (en

general) los trabajadores y trabajadoras de las empresas de bienes y servicios; así como de los

trabajadores y trabajadoras en le entidades estatales. Es algo así como centrar la atención al nexo

entre los paros y los sectores heterogéneos que componen lo que yo denom ino “cuerpo de masas”

que reciben afectaciones por los mismos. Algo parecido a proponer el entendido de “movimientos

urbanos” en la pluma conceptual de Castell. Es decir, a manera de ejemplo, he propuesto una

opción que permita conjugar el verbo conciliar. Una vía que permita, a manera de ejemplo, acceder

a exposiciones, campañas y movilizaciones. Con el debido respeto a quienes, tendencial y/o

realmente tienen que realizar desplazamientos propios. Sin ninguna vinculación con las acciones,

paros y movilizaciones. En este sentido, recuerdo con mucha pasión nuestras acciones en barrios y

ciudades, cuando se trataba de apoyar las huelgas obreras. Un entendido en el cual hacía primacía

la divulgación, la solidaridad y apoyo económico. Lo mismo en campañas de solidaridad con la

lucha sandinista en Nicaragua. Y de solidad con la lucha politica y El Salvador y Guatemala.

Siempre he propuesto que no debemos realizar acciones que provoquen repudio por parte de los

sectores heterogéneos que hacen parte de “cuerpos de masas”, susceptibles de ser convencidos de

la justeza de paros y/o movimientos reivindicativos. En este sentido, no es lo mismo “forzar a los

otros y las otras a que nos entiendan y apoyen.” En contrario, debe ser una convocatoria sin

vulneración de sus derechos fundamentales.

En pasado recién y, en veces constante, asistimos a expresiones que violentan (así se diga que

pacíficamente) a usuarias y usuarios de comunidades educativas y a sus necesidades de

desplazamiento. Es violencia sutil, pero violencia en sí. A manera de ejemplo: ¿por qué tienen que

verse perjudicados y perjudicadas los y las habitantes urbanos y sectores campesinos; a cuenta del

paro de maestros, maestras, y trabajadores al servicio del Estado?

Otro aspecto que ha convocado mi atención es, eso de las ideologías del día a día. Son visiones

inmediatas del universo. Y, en preciso aquellos y aquellas que, simplemente viven su instar

inmediato. A quienes, en cuerpo de esas “ideologías” del estar pasando. Y que no tienen por qué

ser violentados y violentadas en su fuero de compromiso. Es ese tipo de “ideologías”, las que

azuzan los gobiernos nacionales, municipales y los “medios” para desprestigiar a quienes ejercen

como colectivos y/o sujetos individuales. La lucha por sus reivindicaciones

Sin pretender oportunismo. Ni desviación espuria, Fecode hizo en este “paro de maestros y

maestras; lo mismo de todos los años anteriores. Con el agravante de pretender hacer creer que la

“lucha reclamaba derechos para estudiantes, padres y madres de familia”. Cuando, lo único

palpable inmediato fueron los dos puntos por ciento con respecto a los otros y otras trabadores

(as) del Estado. Sin pretender alusiones mentirosas y/o desviacionistas, lo “otro diferente en el acuerdo”, habla de la participación en la junta que tiene como trabajo el sistema general de

participaciones”. Porque, estar ahí es sofisma de distracción. Eso y nada es nada. La construcción de colegios con infraestructura para implementar la jornada única, fue algo que ha estado presente en los movimientos y paros del pasado. No se desprende del acuerdo, nada diferente. La opción de cero a siempre; es una politica que viene de atrás. Tanto por gobiernos y movimientos locales; como en las ciudades mayores.

Y, vuelve y juega, quienes asistimos en pasivo (padres madres y estudiantes), tenemos que aceptar

que “se corra todo el proceso lectivo. Escuché por ahí a un dirigente de Fecode, decir: ¡es eso. Es

decir reponemos horas no trabajadas, después de vacaciones”. Digo yo: “vaya, vaya que man tan

verraco”. Y recuerdo lo que ya he dicho en el pasado: la ley del azadón. Todo para maestros y

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maestras. Pero, invito a cualquiera a que lo compruebe: cuando se trata de aplicar autoritarismo en

el aula y, en general en las instituciones educativas, fungen como sujetos de vergüenza. Ya he

dicho, también en el pasado. ¿Dónde están las políticas de equidad de género. Las acciones

respetuosas de creencia religiosas?. Puedo apostar que, nunca, Fecode y sus afiliados y afiliadas,

harán un paro con reivindicaciones como esas.

Para terminar: ¿en qué quedó la implementación de la lucha por una nueva ley general de la educación?. Lo que tenemos es una ley que data desde 1994. Pero, no sólo eso, es una ley de trámite. Es decir de decir y hacer cosas al garete.

Anexo: escrito que propone una interpretación filosófica en torno al ser individual y ser colectivo. (en ponencia presentada al Congreso Iberoamericano por el derecho a la salud, 2015, Bogotá D.C.)

1. De la reflexión primera.

1.1 De lo conciente y lo inconciente. De lo individual y lo colectivo

Se trata de establecer el nexo entre acciones individuales y las acciones colectivas; a partir de dilucidar el

significado que adquiere la relación unilateral del sujeto, que ha internalizado determinadas pautas, con lo

externo; entendido como entorno ajeno. Al tiempo que se define su interacción con respecto los otros y las

otras que actúan también en ese mismo entorno. Algo así como proponer, desde lo conceptual, un hilo

conductor que permita entender la dinámica de ese proceso y, por esta vía, las diferencias entre el sujeto

individualmente considerado y el sujeto colectivo; con todo lo que esto tiene de complejo, comoquiera que

toda acción individual o colectiva supone incidir sobre la exterioridad, a la manera de proceso que la

transforma.

1.2 Acerca del (la) sujeto (a) individual.

Elaborar una posición al respecto, supone la asunción de uno o varios referentes. Ante todo porque está

involucrada una noción del ser; en términos de subje tividad. Es decir, retomar algunos insumos conceptuales

que han ejercido como significantes; al momento de dirimir una contradicción básica entre el (la) sujeto (a)

entendido (a) como uno (a) autónomo (a) y lo externo, entendido como universo que circunda al (la) sujeto

(a) y lo (a) afecta; en cuanto lo (a) imprime, otorgándole elementos que pueden ser tramitados o procesados.

Es, en consecuencia, un tipo de relación que permite identificar una aproximación a lo que podría llamarse

utilitarismo primario; a partir del cual cada sujeto (a) establece su propia visión y decide acerca de las

condiciones en las que delimita su territorio subjetivo, con respecto a la territorialidad general, externa;

escenario que comparte con los (as) otros (as) sujetos (as).

Lo anterior es tanto como entender la relación entre la naturaleza y el (la) sujeto individual. Ahora bien, desde

la perspectiva estrictamente centrada en la teoría del conocimiento; cabe una aseveración (anterior a la lógica

propuesta por la corriente del pensamiento complejo) la cual, a su vez, involucra una contradicción;

relativamente simple: en principio, el ser como sujeto (a) individual, construye su internalización y su

autonomía; a partir de un ejercicio, mediante el cual procesa la información proporc ionada por la exterioridad.

Solo a partir de ahí le es dado al (la) sujeto (a) una relación conciente con esa exterioridad; en razón a que la

elaboración realizada por el (ella) define, de por sí, la particularidad prop ia de su identidad y autonomía.

Así las cosas, entonces, hablar de la identidad del ser supone utilizar un concepto asociado a la autonomía.

Pero también a al ejercicio que permite la apropiación de la exterioridad; como proceso de internalización sin

la cual no es posible una actuación individual conciente y diferenciada. Esto es lo mismo que asumir como

verificable, en la intervención de uno (a) sujeto (a), las acciones inherentes a su identidad construida en

términos de su relación con la exterioridad. Aquí cabe un entendido, de ese proceso que conlleva a la

internalización individual, diferenciado. Es decir asociado a momentos y/o períodos históricos; los cuales

determinan la calidad y complejidad que adquiere la autonomía, la identidad; la capacidad para regresar a la

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exterioridad; bien sea para transformar la naturaleza física; o para interactuar con los (as) otros (as) sujetos

(as) en términos de comunicación; generando opciones de transformación cuya concreción supone una

actuación conjunta.

La anterior interpretación conduce a plantearnos un interrogante relacionado con la diferenciación primaria

entre los (as) sujetos (as), con respecto a la visión adquirida a partir del proceso de internalización de la

exterioridad. Esto supone entender (la interpretación) como dinámica; ajena a un procedimiento lineal

homogéneo. Veamos:

La internalización individual está dada por la realización de un ejercicio de apropiación de la exterioridad,

independiente. Es válida para cada sujeto (a) en su condición de ser que se diferencia de los (as) otros (as);

así sea en el período más primario. Es decir en aquel en donde la relación con la naturaleza se ejerce a partir

de insumos y procedimientos elementales. A manera de ejemplo: los hombres y las mujeres definidos (as)

como primitivos (as) en la historia de la humanidad; no establecieron un tipo de relación igual con la

naturaleza; así el producto de esa relación se hubiera manifestado a través de una transformación y de

utilidad similar; en cuanto significó la provisión de recursos inmediatos en nexo con sus necesidades primarias.

Cada uno (a), en su ejercicio de apropiación de la exterioridad, adquirió y procesó elementos de manera

individual. Esto es lo que permite entender acciones posteriores diferenciadas; inclusive entre aquellos (as)

que compartía un mismo territorio físico y tenían pautas similares; entendidas estas como insumos colectivos

derivados de su relación con ese territorio común.

Visto así, entonces, no es pertinente la afirmación que reclama la vida colectiva primitiva, como sinónimo de

unanimismo o identidad colectiva, que diluye la apropiación individual de la exterioridad. Si bien es cierto, en

principio, que la intervención colectiva para la transformación de la naturaleza, se tradujo en acciones en las

cuales la división de las mismas(..o del trabajo) no implicaba diferenciaciones en jerarquía que permitieran la

acumulación individual; no es menos cierto que estas acciones colectivas no conllevaron a subsumir lo

individual, como proceso de internalización, mediante la cual cada uno (a) construía su propia visión y pudo

elaborar conceptos diferentes, comparados con las visiones y conceptos de los (as) demás.

El ser individual, entonces, es tal en razón a su identidad y a su autonomía para elaborar visiones y conceptos.

Esto permite entender, a manera de ejemplo, el desarrollo y aplicación de opciones individuales; en el mismo

contexto de la transformación colectiva de la naturaleza. De no ser así, el tránsito de un período a otro se

hubiese producido sin ninguna contradicción; en condiciones de homogeneidad en las cuales no habría lugar

para el ensayo y la inventiva. Esto traduce: no todos (as) reaccionaron de manera uniforme ante los retos

derivados del proceso de transformación colectiva de la exterioridad. Entre otras razones, po rque la

construcción individual de visiones y conceptos, incluye un distanciamiento, una abstracción a través de la cual

se construye la identidad individual, como instrumentos indispensable para desarrollar la autonomía como

posibilidad y como requisito para la diferenciación. Esto no implica asimilar, de por sí diferenciación individual a

jerarquía y/o acumulación primaria de poder atado a la apropiación del producto derivado del trabajo

colectivo. Se trata, simplemente, de entenderlo como dinámica posible, necesaria y lógica; en el contexto de la

evolución traumática y compleja de la humanidad; desde períodos históricos primarios hasta períodos en los

cuales se expresan los logros alcanzados; por la vía de la interacción entre las acciones colectivas e

individuales.

Como corolario inicial es pertinente expresar lo siguiente: La condición de sujeto (a) individual está dada por la

asunción de la identidad y la autonomía; a partir de la diferenciación en el proceso de aprehensión de la

exterioridad. Esta identidad y autonomía, a su vez, permite establecer una incidencia en la transformación de

la exterioridad y una interacción con los (as) otros (as) sujetos (as); sin subsumirse; sin perder los referentes

propios originados en su particular visión e interpretación (concepto) de la naturaleza y de la relación con los

(a) otros (as)

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1.3 De la interpretación (conceptos) individuales y su incidencia en lo colectivo.

El ser individual es, de por sí, complejo. En cuanto logra, aún en su condición de individuo (a) primario (a),

construir su propia visión de la exterioridad. Este proceso está asociado a los sentidos biológicos. La

percepción, como ejercicio inicial que permite acceder a insumos externos, ejerce como instrumento para

recolectar esos datos y procesarlos. Ya ahí, la diferenciación se establece por la vía del seguimiento y

continuidad, originados en la capacidad para retener la información e interpretarla. No es una memoria

simbólica ni formal, como la de los otros animales. Esa memoria trasciende a la re petición simple de lo

aprendido, a manera de expresión espontánea y/o de respuesta instintiva a motivaciones externas. Por el

contrario, es una memoria en constante actividad y que actúa como recurso pleno e intencional, cuando se

hace necesario recordar lo visto antes, lo vivido; a partir de experiencias individuales y colectivas. Así y solo así

se puede entender la capacidad que adquiere cada sujeto (a), para proponer y desarrollar opciones dirigidas al

proceso de transformación de la exterioridad. Pero también, para entender la construcción de una simbología

para sí; de tal manera que ejerza como instrumento fundamental, a la hora de definir sus propias

perspectivas; en cuanto expectativas originadas en su propia pulsación con respecto a los (as) ) otros (as).

Entonces, la esperanza, la ilusión, los afectos, el placer como elaboración suya; constituyen referentes en los

cuales se cruzan la individualidad y lo colectivo. No como derogación de lo primero en función de lo segundo;

sino como interacción que el (la) sujeto (a) individual acepta, e incluso propone, en el camino hacia la

obtención de un determinado fin. Ya, en esta expresión, es pertinente entrever la influencia (...en esa

memoria individual, como acumulado constante) de las tradiciones aprehendidas por la vía de la imposición

y/o de la experiencia directa, que adquieren determinadas instancias simbólicas; construidas a partir de

procesos individuales y colectivos. Así entonces, a manera de ejemplo, cabe analizar en ese espectro; el rol de

la religión, de los códigos y paradigmas que ejercen como limitaciones al desarrollo pleno de la individualidad,

en cuanto adquieren una significación que trasciende a cada sujeto (a) y lo (a) obliga a un acatamiento; so

pena de quedar por fuera de esa figura de concertación colectiva que lo (a) compromete. No reconocer la

concertación (a la manera de equilibrio); tuvo siempre (...y tiene ahora) para cada sujeto (a) repercusiones

profundas. Inclusive, de su aceptación o no, depende en muchos casos la existencia suya como sujeto (a)

individual vivo, como actor válido.

En este contexto cabe una expresión relacionada con la incidencia que adquieren las opciones propuestas, por

parte de los (a) sujetos (as) individuales; en lo que hace referencia a la interpretación de las pautas,

paradigmas y condiciones vigentes en un determinado período histórico. En sí esas pautas y condiciones, no

son otra cosa que construcciones colectivas que trasciendan a cada individuo (a). Podría aseverarse inclusive

que, en las mismas; cada sujeto se subsume, como quiera que no le esté permitido transgredirlas. Está

obligado, en consecuencia, a asumir una interpretación similar a la que realizan los (as) otros (as). Si su

decisión es hacer trasgresión, bien sea por la vía de proponer una interpretación diferente y/o de asumir la

opción directa de cuestionarlas y trabajar por su destrucción; se entiende que asume las consecuencias a que

esto conlleva…Entonces se configura, a partir de esa intervención individual, una confrontación con la

simbología e iconografías colectivas. Aquí, en esa confrontación, se enfrenta la construcción individual con la

construcción colectiva. Esto es válido, como decíamos arriba, tanto para los paradigmas colectivos asociados a

la religión; como para aquellos paradigmas asociados a la noción de ordenamiento y de jerarquización. Queda

claro, asimismo, que estas construcciones colectivas, son posteriores a la apropiación primigenia de la

exterioridad, a la internalización primera realizada por cada sujeto (a) en su contacto inicial con la naturaleza.

Es decir, son elaboraciones, desarrolladas en el tiempo y en el espacio; como acciones conscientes o

inconscientes (...o mediante una interacción entre los dos estados) en donde se aplica el conocimiento

acumulado, a manera de ordenamiento de las percepciones recibidas y almacenadas en la memoria. Pasa a

ser, por esta vía, una memoria de todos y todas. Una memoria colectiva que se construye a través de la

comunicación y de la instauración de códigos e íconos que dan fe de la concertación.Toda herejía, en principio,

es una acción individual. Compromete a quien realia una interpretación diferente y se decide a proponerla

como opción. Bien sea como modificación parcial de las pautas, paradigmas y condiciones instaurados como

referentes colectivos; o como alternativa que conlleva a una modificación total, radical. Algo así como o son

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esas pautas y paradigmas o son estas pautas y paradigmas alternativos. Ya ahí, en esa acción de proponer

una alternativa, se configura un distanciamiento con respecto al ordenamiento vigente. Adquiere ese hecho un

significado asimilado a la ruptura. En el proceso de enfrentar esa opción (...u opciones) con las existentes; el

(la) sujeto (a) que ejerce como cuestionador (a), desemboca en una posición heré tica. A partir de ahí, se trata

de definir las condiciones y el tipo de acciones a realizar, el proceso de difusión de la opción u opciones

nuevas. Aquí, condiciones, tienen que ver con los insumos recaudados para sustentar la nueva opción. Tipo de

acciones, tiene que ver con realizar una confrontación individual absoluta. O la adquisición, mediante el

proceso de persuasión o imposición, de una aceptación de los (as) otros (as). De tal manera que pueda

presentarse y desarrollar como opción u opciones colect ivas. Esto no es otra cosa que el comienzo de una

sumatoria de acciones diferenciadas; en procura de lograr la aceptación y acatamiento, bien sea de la

modificación parcial o de la erradicación de las anteriores pautas y paradigmas y, en su reemplazo, erig ir las

nuevas.

De todas maneras, bien sea que se actúe en un u otro sentido, es evidente la necesidad de cierta subyugación

hacia los otros y las otras. Algo así como entender y aceptar el principio básico relacionado con el

ordenamiento y el equilibrio por la vía de la imposición de pautas y paradigmas: siempre existan referentes

establecidos como condición para el ordenamiento y el equilibrio; habrá unos códigos y obligaciones que

ejercen como limitación a la libertad individual. Alcanzar unos nuevos refe rentes, unos nuevos códigos y

nuevas obligaciones; supone la realización de acciones que controvierten lo anterior.

1.4 Del sujeto Colectivo

Ahora se trata de establecer los términos de referencia, a partir de los cuales se configura la presencia y las

acciones del colectivo; como sujeto pleno que trasciende a la individualidad pero no la puede subsumir.

Desde una interpretación etimológica, sujeto colectivo se entiende como figura plural. Es decir, se asume su

configuración como sumatoria, simple o compleja, de individualidades con presencia en un determinado

escenario, ámbito o territorio. También involucra un concepto adjunto, que da cuenta de una posición

asimilada a la conciencia y a su significado. Algo así como entender al sujeto colectivo en condición vinculante

con respecto a una visión (o visiones) y a una interpretación de la exterioridad que lo circunda. El problema

radica en la posibilidad efectiva para precisar el nexo entre esa figura colectiva y la individualidad, sin que

implique la disolución. Porque, a partir de una interpretación centrada en el estricto comportamiento

mecánico; podría pensarse en una dicotomía elemental, en donde la conciencia colectiva es una expresión que

traduce los acumulados históricos, en cuanto vivencias, como información procesada que induce a una

definición desde la perspectiva cultural.

De todas maneras, la interpretación de lo colectivo, supone un imaginario. Este, a su vez, debe estar asociado

al concepto de espacio físico. Algo así como establecer una dinámica en la cual aparece la interrelación entre

los (as) sujetos (as) individuales, asociados e integrados con respecto a determinados códigos reconocidos

como válidos. Ya decíamos ante, en esta misma línea de reflexión: los referentes, entendidos como código s,

pueden ejercer como punto de equilibrio; a través del cual se expresan las coincidencias. Ahora bien, la

complejidad en la interpretación del significado y alcance de este equilibrio, está dado por el análisis del

recorrido previo para acceder al mismo. Tal parece que se presentan dos opciones en la interpretación. Una de

ellas tiene que ver la identidad pasiva que realiza cada sujeto individual con los códigos o referentes generales

que inducen al equilibrio. La otra tiene que ver con la coacción, con la imposición, por la vía de acciones

ejercidas por parte de quien o quienes se erijan como centro y/o como intérpretes únicos de esos códigos.

La primera opción supone un tránsito no traumático, mediante el cual cada sujeto asume la identificación con

los códigos (conciente o inconciente). Es de suponer que, ya ahí en ese tránsito hacia la identificación o

reconocimiento, se configura una ruptura con respecto al yo absoluto. Se traslada parte de la identidad

personal, a la identidad colectiva; como condición indispensable para acceder al equilibrio. Se entiende y

acepta esa necesidad, en una perspectiva grupal, plural. Ahora bien, los códigos pueden adquirir

características religiosas, o de simples premisas para el trabajo asociado; o de compromisos para establecer

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una figura colectiva relacionada con el ordenamiento global de obligaciones; o una sumatoria compleja de

todas estas las anteriores. Lo cierto es que la aceptación se expresa como actitud soportada en la libertad para

definir.

La segunda opción supone la presencia de posiciones previas; en las cuales es evidente una diferenciación en

términos no solo de interpretación y elaboración con respecto a la exterioridad; sino también en términos de

apropiación unilateral de los acumulados históricos de las vivencias entendidas como insumos para la

construcción de los códigos, referentes, o paradigmas. Aquí, entonces, se configura un recorrido traumático;

por cuanto supone la restricción impuesta a las posibilidades individuales. No es ya la aceptación en libertad;

es por el contrario la imposición a reconocer, tanto los referentes en sí, como también a quien o quienes los

representan y los imponen.

2. De la noción de poder y su ejercicio.

Ahora es pertinente desarrollar algunos conceptos en relación al comportamiento del sujeto colectivo; a partir

de su separación con respecto a los (as) sujetos (as) individualmente considerados. Supone, entonces, la

aceptación de su existencia con expresión propia; regida por pautas que, a su vez, pueden ejercer como

referentes generales. El problema tiene que ver con precisar las condiciones y/o prerrequisitos necesarios para

consolidar la figura de la instancia abstracta; aquella que se desprende del sujeto colectivo y se rige como

referente que debe ser acatado; no solo por los (as) sujetos (as) individuales; sino también por la colectividad

que se construye y se hace plena en razón a la interacción constante entre los (as) sujetos (as). Ya, aquí,

puede hablarse de una prefiguración territorial y de unos vínculos que hacen posible esa interacción. Supone

la aceptación de la identidad individual propia de cada sujeto (a); pero también la existencia de los (as) otros

(as) como pares que comparten una misma identidad colectiva.

2.1 ¿Qué es el poder?

Hablaba arriba acerca de las condiciones en las cuales se puede concretar la aceptación, por parte de los (as)

sujetos (as) individuales, de unos referentes y/o principios básicos; por fuera de si. Es decir, externos a cada

uno a cada una. Quedó clara, en esta línea de análisis, la interpretación, a partir de dos opciones. Una u otra,

definen tránsitos diferentes hacia la consolidación de de los principios, referentes o paradigmas que han de

centrar y orientar el quehacer de los (as) sujetos (as) individuales; en un entorno preciso , en el cual se

involucra la aceptación de los (as) otros (as) como pares. Pero, al mismo tiempo, adquiere el significado

inherente a la separación de esos principios-referentes con respecto a lo colectivo, entendido como sujeto que

simplemente asume como sumatoria de las individualidades. Es decir, empieza a erigirse como figura que

trasciende a los (as) sujetos (as); tanto en lo individual como en lo colectivo.

También había expresado acerca de la connotación que esto adquiere; en cuanto supone la presenc ia de quien

o quienes asumen como responsables del manejo o supervisión del acatamiento debido en torno a esos

principios-referentes. Es algo así como indagar con respecto a las condiciones que debe o deben reunir ese

sujeto (a), o esos (as) sujetos (as).

Desde la interpretación propuesta por Marx y Engels; podría aseverarse que el ejercicio de esa responsabilidad

supone la asunción de una posición de dominio, como efecto colateral de una apropiación con respecto a los

excedentes de los bienes producidos por la vía del trabajo, de la transformación de la naturaleza. A lo anterior

podría agregarse, como extensión necesaria, la apropiación de los acumulados del conocimiento adquirido en

ese mismo proceso. De ser así, entonces, surge un nuevo elemento alusivo a la cultura; entendida como

superestructura construida a partir de la relación establecida con la exterioridad (naturaleza). Aparece, por esa

misma vía, la figura de beneficiarios o no beneficiarios. Esto, de por sí, adquiere el significado propio de unas

relaciones, ya no en igualdad de condiciones; sino en las cuales se establece un dominio sobre aquellos (as)

que no ejercen como tal.

Page 8: Una teoria sólida en torno al movimiento sindical obrero

Otra alternativa, para la interpretación, tiene que ver con la posición Kantiana; en la cual aparece la razón

como sujeto abstracto que conduce los procesos. Por lo tanto, adquiere una connotación ajena a los (as)

sujetos (as), en tanto se entiende como condición preexistente al proceso de transformación de la naturaleza.

Por lo mismo, entonces, se entiende como extensión y aplicación modificada de la posición socrática y

aristotélica. La variante tiene que ver con el de que, en Kant, la Razón aparece como abstracción que ejerce

como referente, inherente a la noción de poder; como instancia que convoca y que debe ser acatada; en

cuanto se concreta a través de una figura asimilada al concepto de Estado.

Ya, aún antes de Marx, Engels y Kant; Juan Jacobo Rousseau; Tomas Hobbes y Nicolás Maquiavelo,

desarrollaron teorías alrededor de ese concepto de poder y de dominio. Opciones diferencias hacia la

interpretación de ese hecho. Variantes como el equilibrio entre lo colectivo y lo individual, a través de la

aceptación y la concertación (Contrato Social, postulado por Rousseau); o como la exaltación y justificación de

un ejercicio de dominio, desde una perspectiva centrada en la imposición (Leviatán, de Hobbes); o como

figura asociada a la intermediación y trámite conciente de un sujeto individual que impone una determinadas

condiciones (El Príncipe, de Nicolás Maquiavelo).

El asunto queda planteado y precisa de un desarrollo, si se pretende dilucidar el significado del control ejercido

sobre los (as) sujetos (as) individualmente considerados (as); o sobre estos (as), entendido como colectivo

que no ejercen como beneficiarios (as) de este control.

Tal y como lo he insinuado, el poder no es otra cosa que el control ejercido por parte de quien o quienes

adquieren la capacidad para hacerlo. Acceder a esta capacidad, se explica según sea la interpretación

asumida. De todas maneras, en estricto, desde el momento en que se configura una determinada forma de

control; este actúa como condicionante que impide el desarrollo, pleno y absoluto, de la libertad individual

entendida en los términos ya señalados: como posibilidad que tiene cada individuo (a) para interactuar con la

exterioridad; a partir de sus propias vivencias. De su particular nexo con la misma y con el (la) otro (a).

Supone, en fin, la pérdida de la autonomía primaria. Esto explica, hasta cierto punto, la tensión latente que

acompaña todo proceso mediante el cual se efectúa una imposición. Una tensión ya prefigurada por Freud en

“Tótem y Tabú”...y desarrollada por (sin saberlo) por Engels en “El origen de la familia, la propiedad privada y

el estado”. Con mayor claridad, Marcuse, ident ifica ese nexo en sus trabajos: “El hombre unidimensional” (en

tanto que sitúa una interpretación del control polít ico, como yunta que inhibe al –la- sujeto –a-) y en “Eros y

Civilización” (en tanto se retoma todo el espectro, derivado del malestar que acompaña a cada sujeto – a-,

desde el momento mismo de su vinculación forzada a la vida colectiva.).

Así entendido, entonces, el poder inhibe el desarrollo del (la) sujeto (a). Supone la instauración de unos

referentes para interpretar el nexo que cada uno (a) realiza con la exterioridad y de la internalización que este

(a) efectúa, como efecto colateral de esa relación primaria. Algo así, entonces, como objetivar los acumulados

de procesos anteriores, convirtiéndolos en pautas que deben ser aceptadas. Por est a vía, en consecuencia,

podría entenderse esa inhibición, en condiciones similares a la que existe con respecto a los condicionantes

primarios anclados en los contenidos propios de la religión. En principio, podría aseverarse que (en estricto)

poder y religión causan el mismo efecto en cada sujeto (a)...la inhibición. En torno a este hecho, cabe

expresar desde ahora un elemento que será desarrollado posteriormente: Cuando se actúa, de manera

individual o colectiva, en contra de esa inhibición; se configura un conflicto que origina un castigo, una

sanción; por parte de quienes ejercen como controladores hacia quien o quienes actúan en contravía de los

referentes. Es el caso, a manera de ejemplo, de lo sucedido con Prometeo.

2.2. El poder polít ico.

A manera de ilustración (...Con reservas obvias), es pertinente presentar la reflexión efectuada por Francisco

Segui, el prólogo a una de las ediciones de La República (Platón); veamos: “...Si la vida ciudadana, la polis

como forma comunitaria, se hunde desgarrada por el escepticismo, el agnosticismo y el relativismo, la polis

como organización polít ica sucumbe ante el empuje de la democracia. Y si Sócrates buscaba la solución

invitando a revisar los conceptos éticos, a encontrar lo absoluto, Platón idea todo un mecanismo político-social.

Page 9: Una teoria sólida en torno al movimiento sindical obrero

Su República no es una descripción de un mundo ideal: es una técnica de formación de una sociedad. Aunque

de vez en vez caiga en ciertas disquisiciones sobre conceptos tales el de justicia o felicidad, está orientada al

estudio de los aparatos de control social. Su objetivo es el orden, la estabilidad (rechazará todo cambio que no

sea un acercamiento al ideal descrito en la obra). Y para ello parte de la educación. La educación es el

principal elemento represivo, el medio más eficaz para el control, el más apropiado homogenizador social.

Educar es, para Platón, construir ciudadanos. En la educación se hará al ciudadano: se condicionará su

sensibilidad, su voluntad y su pensamiento, de modo que nada pueda desear sino aquella situación que por

naturaleza le pertenece.

Toda técnica de control social responde a una concepción del hombre y de la vida, sin duda. Pero es un error

pensar que Platón extrae sus ideas polít icas de la teoría de las ideas. Al contrario, la Ideas serán una

metafísica, una cosmovisión, una especie de creencia favorable para llevar a cabo la polít ica…” 1

Desde la interpretación acerca del poder, propuesta y desarrollado en este escrito, es evidente la asimilación al

concepto de control. El asunto siguiente tiene que ver con su definición en términos de control polít ico. Lo

anterior, por cuanto la noción de polít ica, adquiere una connotación relacionada con la actuación colectiva.

Algo así como entenderla, en el contexto permitido por los agregados adquiridos a través de determinados

procesos previos. Es decir: la polít ica no constituye una opción originada en el proceso de internalización que

efectúa cada sujeto (a), con respecto a la exterioridad. Es, por el contrario, el desarrollo de elaboraciones

acumuladas, a través de procesos que trascienden a cada sujeto (a); comoquiera que se configuran a partir de

una forma de apropiación realizada por parte de quien o quienes convierten esas elaboraciones, en opciones

que entran a ejercer como referentes. En consecuencia constituyen, por esto mismo, un mandato; una

convocatoria que pretende el reconocimiento individual y colectivo. Está expresada en códigos (...o

definiciones) que conforman un cuerpo teórico, con repercusiones prácticas en el quehacer cotidiano. Es, e n

otras palabras, el soporte necesario para ejercer gobierno, autoridad; por parte de quien o quienes se han

separado de los (as) otros (as); en su condición de usufructuarios (as) de esos mismos códigos.

La diferenciación comienza, desde el momento mismo en que aparecen insumos que la permiten. Si bien es

ilustrativa la interpretación (...un poco lineal) propuesta en el recorrido: sociedad primitiva-esclavismo-

feudalismo-capitalismo; como proceso explicativo en cuanto al origen de la dominación. Lo cierto es que el

asunto es mucho más complejo. Porque supone, entre otras cosas, retomar el entendido de la apropiación de

los referentes y su imposición; a partir de un ejercicio originado en la diferenciación; pero asimismo, en nexo

con el proceso de internalización individual. Valga presentarlo de la siguiente manera: si la sociedad primitiva

descrita por Lewis H. Morgan, constituyó un estado en el desarrollo de la humanidad; no puede inferirse,

necesariamente, la ausencia de determinadas formas de diferenciac ión...y de control. Con las limitaciones

sociológicas y polít icas propias de su investigación, el texto que la resume, tiene elementos importantes; en

cuanto a la interpretación de los hechos originados en la misma investigación que se relacionan con la

actividad humana. Por lo mismo es pertinente resaltar lo siguiente:

“..Los hechos indican la formación gradual y el desarrollo subsiguiente de ciertas ideas, pasiones y

aspiraciones. Aquellos que ocupan las posiciones más prominentes, caben ser generalizado s como

crecimientos de ideas particulares, a las que se encuentran íntimamente vinculadas…

..ÚLTIMO. La idea de propiedad se formó lentamente en el pensamiento humano, permaneciendo naciente y

endeble durante períodos inmensos de tiempo. Adquiriendo vida en el salvajismo, requirió toda la experiencia

de este período y del subsiguiente, de la barbarie, para desarrollar el germen y preparar el cerebro humano

1 Segui, Francisco. Prólogo a La República, Tomo I. Ed.Universales, Bogotá

Page 10: Una teoria sólida en torno al movimiento sindical obrero

para la aceptación de su influencia de contralor. Su imperio como pasión por sobre todas las demás pasiones,

señala el comienzo de la civilización...”2

Ahora bien, como lo hemos señalado arriba, el poder adquiere significado a partir de la apropiación unilateral

de insumos relacionados con el conocimiento acumulado. Esta apropiación permite la elaboración de unas

determinadas condiciones que deben ser acatadas, por parte de quien o quienes no actúan en posición de

usufructuarios. Así planteado, entonces, no implica necesariamente un nexo primario con la posesión de

bienes. Otra cosa es que la posesión permita el desarrollo y consolidación posteriores de mecanismos de

control y, por esta vía, de imposición. Lo anterior es lo mismo que entender la dinámica del poder y del

control; como una sucesión de eventos en los cuales se van estructurando unas instancias en las que

predominan instrumentos conceptuales, como opciones únicas para la interpretación de la naturaleza y de las

relaciones necesarias para transformarla…o, simplemente, para convivir con ella.

A partir de esta lógica para la interpretación del poder; se entiende que este adquiere una connotación

polít ica, como opción válida en el proceso de consolidación y defensa del mismo, por parte de quien o quienes

actúan como detentadores. Lo que, en principio, era un control en términos de pautas y códigos propuestos

(...o impuestos) como única alternativa para establecer un nexo con la externalidad; se convierte un la

instauración de instancias que identifican esos pautas y códigos con los usufructuarios. Esto supone el

desarrollo de mecanismos constitutivos de reglas orientadas a distanciar, aún más, el poder con respecto a

quienes se controla. Es decir este (el poder) se torna mucho más complejo; comoquiera que se configura la

intermediación como requisito indispensable para acceder a sus representantes. El territorio, en este

contexto, deja de ser simple externalidad primaria, natural en la cual se efectúa la interacción y el intercambio

por parte de los (as) sujetos (as). Se convierte, por lo mismo que se consolida la figura del poder, en

escenario en el cual la relaciones (...Sociales) adquieren características, cada vez, más complejas. Ya no es,

entonces, la simple aceptación de los códigos originarios, casi siempre asociados a la religiosidad. Ahora se

trata de una figura ensanchada de este. Una ampliación del espectro; en función de los nuevos elementos que

lo acompañan y sustentan.

Vale la pena reiterar acerca del condicionamiento que se le imprime a la actuación individual. El proceso, por

medio del cual se instaura la dominación, supone una inhibición a la libertad. Ya no existe la posibilidad de

ejercer la autonomía inicial; para exteriorizar los conceptos elaborados a partir de la relación con la naturaleza,

con la externalidad. Lo que prevalece, ahora, es la asunción de los referentes establecidos c omo única opción

posible. Es una interpretación mediada por los códigos y las instancias desarrolladas por parte de quien o

quienes ejercen como detentadores de esos referentes. A esto se agrega el hecho del nexo entre esa acción

de control primaria y la evolución del sistema de apropiación de los excedentes derivados del trabajo. Se

configuran, entonces, unas relaciones sociales en las que prevalece la imposición de reglas. Algo así como una

sumatoria de conceptos básicos que obligan. Actuar en contravía de los mismos sitúa, a quien o quienes lo

hacen, por fuera de esas condiciones. Por lo tanto debe ser entendió como desafío, como rebelión. Esto es lo

que explica, en términos del concepto de legalidad, la estructuración de figuras que describen y validan e l

castigo; como procedimiento indispensable para mantener el control. Es ahí en donde, el poder, adquiere su

connotación polít ica.

Es pertinente, para este caso, citar la posición expresada por J.C. Friedrich, en su texto La filosofía del

derecho. “..Puesto que para el derecho siempre tiene importancia fundamental que la obligación de sus

normas se encuentre firmemente anclada en la convicción de la legitimidad de la autoridad que crea la ley, sea

Dios, sea la acción popular, la importancia de las normas legales en la vida social estará, en todo momento,

hondamente influida por la fe en la legitimidad del gobierno que las impone y por la cual son creadas. El

nomos y el jus de griegos y romanos estuvieron en vigor mientras se mantuvo la fe en la comunidad de la

polis, pues la polis estaba regulada por el nomos y el jus, debido a la constante fe del pueblo en la heroica

sabiduría de algún antiguo legislador, ya fuera un Solón, un Licurgo, o las Doce Tablas. Sin embargo, para los

2 Morgan, Lewis H. La Sociedad Primitiva, edición Divulgación Cultural Universidad Nacional de Colombia,

1972.

Page 11: Una teoria sólida en torno al movimiento sindical obrero

judíos del Antiguo Testamento, no fue Moisés, ni siquiera los profetas, sino el Dios único, quien habló a Moisés

y le ordenó que comunicara sus leyes a su pueblo (Levítico 19: 1-2). Y fue su pueblo el que quedó convertido

en una comunidad sagrada gracias a esa comunicación, por la santidad misma del Dios que había dictado las

leyes. Y de esta santificación, al dar y obedecer la ley, se desarrolló o, quizá fuera mejor decir que se derivó,

como corolario la doctrina del pueblo elegido...”3

2.3 El concepto de Estado

Ya quedó planteada la interpretación en torno al poder y al control. Se infiere, en consecuencia, una

connotación asociada al concepto de sociedad; entendida como interacción colectiva en un determinado

territorio y cohesionada por una reglamentación; impuesta como norma de obligatorio acatamiento.

Cabe ahora extender esa interpretación. Ya no tanto en lo que hace referencia a la implementación coercitiva

de los códigos y de las instancias a cuyo cargo está la vigilancia y desarrollo de los mismos. Se trata de

entender la dinámica que adquiere esa implementación; a través de un proceso que va instaurando instancias,

como figuras mucho más complejas en lo que hace referencia a los mecanismos de control, de su desarrollo y

distanciamiento con respecto a la interpretación primaria, rígida de la inhibición y subyugación hacia el (...o

los) sujeto (os).

Lo que antes era un escenario en el cual se exhibían unas relaciones simples de dominación; ahora se va

convirtiendo en territorio en donde los códigos y normas conforman un sistema lógico, abstracto. De tal

manera que los (as) sujetos (as) involucrados (as) como dominados (as), pasan a ser un colectivo que es

obligado a identificarse con ese sistema complejo de mandatos y requerimientos; intermediado por instancias

próximas y lejanas. Es, en otras palabras, una asociación forzada que tiene como justificación y como centro,

la aceptación de ese sistema normativo. Al mismo tiempo, implica el reconocimiento de intermediarios que

ejercen como representación válida de esa asociación (...de ese Contrato Social, diría Rousseau).

Lo anterior no supone, en estricto, la pérdida de las aspiraciones íntimas de cada sujeto (a), entendido en los

términos propuestos arriba. Por el contrario, a pesar de la imposición del sistema de normas, persiste ese

conflicto (...o malestar que llamaría Freud) latente con respecto a esa misma imposición. Veámoslo, un poco,

en los siguientes términos:

“..Creo poder decir, en resumen, que la filosofía estoico -ciceroniana del derecho tiene sus raíces en una ética

racional a la que se adjudica una validez universal, como ley de la naturaleza humana. Esta ley, como todas

las leyes de la naturaleza, es la razón inherente a la naturaleza toda; es su significado. Por tanto, podemos, y

debemos derivar leyes de esta ley (a lege ducendum est juris exordium), porque esta ley, la ley natural, es la

fuerza de la naturaleza (naturae vis) y, por tal motivo, es la norma que define lo que es bueno y lo que es

malo. El cumplimiento de esta ley natural es tarea impuesta a los diversos estados (civitates) que expresan la

verdadera ley en las normas del jus pentium, común a todas ellas. Cada comunidad, sin embargo, tiene su

propio jus civile, válido sólo para sus ciudadanos, ya que toma en consideración las condiciones especiales,

tanto espirituales como materiales, que son peculiares de tal comunidad. Pero ni el jus Pentium ni el jus civile

deberán estar en conflicto con el jus naturae. Si lo están, tales normas no son verdaderas leyes, sino

mandatos arbitrarios...”4

Hasta aquí queda claro, en mi línea de interpretación, la dicotomía que subyace a la implementación del poder

polít ico, como una expresión de la coacción hacia el sujeto. Este ejercicio de dominación tiene, como colateral,

una forma de subyugación; en tanto supone la imposición de limitaciones al desarrollo autónomo individual

que permite acceder a la naturaleza y tomar de ella las percepciones e impresiones necesarias para construir

3 Friedrich, C.J., La Filosofía del derecho, ed. Fondo de Cultura Económica 4 Friedrich, C.J., obra citada.

Page 12: Una teoria sólida en torno al movimiento sindical obrero

el bagaje conceptual indispensable, como proceso que consolida la independencia de cada sujeto (a). La

inhibición, derivada de la imposición de ese tipo de poder, induce a reprimir la autonomía y la libertad; como

cuota necesaria que debe otorgar el (la) sujeto (a) para disfrutar las posibilidades derivadas del poder que, a

su vez, se erige como avance colectivo en la escala de la evolución humana...de la civilización; pero implica

asimismo la latencia del conflicto, del deseo de libertad reprimido. Veámoslo, en términos de Marcuse:

“El desarrollo del sistema jerárquico de trabajo social no solo racionaliza la dominación, sino que también

contiene la rebelión contra la dominación. En el nivel individual, la rebelión original es contenida dentro del

marco del conflicto de Edipo normal. En el nivel social, las recurrentes rebeliones y revoluciones han sido

seguidas por contrarrevoluciones y restauraciones. Desde la rebelión de los esclavos en el mundo antiguo

hasta la revolución socialista, la lucha de los oprimidos ha terminado siempre con el establecimiento de un

nuevo, y mejor, sistema de dominación; e l progreso ha tenido lugar a través de una cadena de control cada

vez más eficaz...*5

Son evidentes las limitaciones en el enfoque Freudiano propuesto por Marcuse. No solo en lo que respecta al

espectro social y su dinámica; sino también en lo que hace referencia al desarrollo y manifestación de los

mecanismos de dominación, mucho más complejos que los esbozados en ese enfoque. Habría que mirar, en

perspectiva, análisis desde la interpretación sociológica y polít ica. Pero, de todas maneras, Marcuse permite

reconocer e identificar el conflicto entre sujeto y poder, que subyace a la tensión constante que acompaña a

cada individuo inmerso en el sujeto colectivo y en su expresión orgánica; como instancias de control.

Así la cosas, entonces, existe un nexo insoslayable entre poder polít ico y Estado. Este último no es otra cosa

que la racionalización y organización del poder polít ico; por la vía de instancias jerárquicas, independientes del

sujeto individual y del sujeto colectivo. A través de ellas se expresan unas relaciones de dominio que abarcan

territorios definidos. Es, el Estado, un ordenamiento a partir del poder polít ico. Le imprime a este una

connotación abstracta, en razón a que ejerce como referente que convoca a la aceptación; como garantía para

la cohesión de quienes comparten el territorio y que, asimismo, tienen un origen y expresiones culturales

comunes. Constituye, en otras palabras, la única posibilidad para acceder a beneficios en condiciones de

igualdad. Uno de ellos, a manera de ejemplo, tiene que ver con la opción para dirimir conflictos, entre los

súbditos. Lo anterior por la vía de la interpretación lógica y neutral; a cargo de instancias creadas y

desarrolladas en el marco permitido por el Estado.

3. De la democracia. De la asociación y la identidad en la confrontación.

La confrontación es un agregado del conflicto. Es su manifestación; como quiera que supone la expresión,

mediante acciones precisas y concretas, bien sea de una parte del conflicto o de la totalidad de este. Si es lo

uno o lo otro, se define a partir de los contenidos que adquieren las acciones; pero también de, a partir de su

significado con respecto al poder y sus manifestaciones.

Lo anterior se entiende mejor, ubicado en el contexto que ejerce como escenario en el cual se aplica y

desarrolla el poder. De las instancias, procedimientos a través de los cuales se ejerce el control. De las franjas

o sectores sociales que aparecen como dominados. Inclusive, en un análisis más preciso, de la diferenciación

que adquiere la dominación; según la identidad que pueden alcanzar algunas de esas franjas o sectores, con

respecto a los beneficiarios directos del poder. Algo así como entender una dinámica en la cual aparecen

beneficiarios (as) transitorios y parciales; sin que esto implique la asunción del poder en sí.

En mi línea de interpretación, se trata de proponer una opción, en la cual se hace visible la presencia de la

dominación en diferentes niveles. Ya no tanto en lo que hace referencia a las instancias y/o los aparatos

ideológicos del Estado, como expresiones a partir de las cuales se pueda explicar y generalizar la cobertura y

5 Marcuse, Hebert, Eros y Civilización, Ed. Seix Barral Barcelona, 1968, página 92

Page 13: Una teoria sólida en torno al movimiento sindical obrero

afectación de la dominación. Lo nuestro es más la pretensión de alcanzar una caracterización de la dinámica

que adquiere la aplicación del poder y la dominación; en cuanto que ejerce una cobertura que permea

sectores específicos, vinculándolos al proceso inherente al control polít ico y económico; como beneficiarios

transitorios. O, simplemente, como soportes pasivos a partir de lograr su apoyo en términos de captar su

identificación con los propósitos últimos del poder. Cuando, en este marco conceptual propuesto, se producen

fricciones o rupturas; se configuran expresiones de la confrontación que vinculan a esos sectores con acciones

que expresan contenidos concretos de un determinado conflicto; sin que esto implique la disolución de nexo

con las instancias del poder. En esta perspectiva, inclusive, cabe validar el concepto que propone un

entendido del Estado, como una sumatoria de micro poderes; a la manera de de bloque de sectores o de

clases en el poder. Esta opción supone la presencia de una figura asociada al equilibrio, en el cual confluyen

intereses, en veces divergentes, unidos alrededor de una (...o unas) determinadas formas de poder que les

permite imponer decisiones en nexo con sus intereses estratégicos. Es más, por esta vía, podría entenderse la

“delegación del poder formal”, a individuos y sectores que ejercen como expresiones “neutrales”.

Vale la pena, como ejemplo, transcribir el aparte del texto “Los Límites de la Modernización”, escrito por la

profesora Consuelo Corredor Martínez. Lo considero importante, en razón a que se insinúa una interpretación

del poder y la dominación; a partir del análisis de un período concreto de la historia del desarro llo polít ico y

económico en nuestro País.

“..Los alcances de esta modernización han sido bastante limitados y sus implicaciones extremadamente

conflictivas, debido a que ella se ha adelantado en un contexto marcadamente liberal en el cual han

prevalecido los intereses de las élites dominantes. El modelo liberal de desarrollo ha significado la

subordinación del Estado, minimizando su función de interpretar, gestionar y regular los intereses colectivos, y

obstaculizando la configuración de un espacio público en el que se puedan expresar, confrontar y resolver los

conflictos sociales. El Estado colombiano es un Estado privatizado, atrapado entre el liberalismo económico y el

conservadurismo político.

En esta perspectiva liberalismo y conservadurismo no se oponen sino que, por el contrario, se articulan y se

prestan mutuos servicios. El logro de intereses particulares sin importar los costos sociales encuentra un

terreno propicio en el orden jerárquico y tradicional por el cual se vela el conservadurismo. El costo de esa

coexistencia ha sido el rezago de la organización polít ica de las transformaciones socioeconómicas que han

trastocado el orden en que estaba cimentada.

Las restricciones derivadas de los sistemas económico y polít ico colombianos han entretejido una gama de

relaciones tanto modernas como posmodernas, lo que hace la sociedad más compleja y fragmentada que en el

pasado. Ha sido una acumulación histórica de tensiones que han significado en forma continua períodos de

crisis y de relativa estabilidad. Y en esta dinámica, los momentos de crisis son cada vez más severos por la

fragmentación de los escenarios y de los actores, la mayor polarización y desigualdad sentidas y una amplia

percepción del carácter excluyente de los sistemas social y polít ico…”6

A partir de esta opción mía de interpretación, en consecuencia, se hace necesario presentar un análisis que

permita introducir la diferenciación acerca de los contenidos, alcances y significación, en cuanto a niveles de

expresión del conflicto, de la confrontación y las acciones por medio de las cuales este se concreta.

3.1 El concepto de lo popular. La confrontación del poder.

La connotación que adquiere la diferenciación, en el contexto de las relaciones sociales, supone una

determinada caracterización de roles; a partir de análisis soportados en categorías conceptuales y

metodológicas. Por lo tanto, ya no se trata de una simple réplica de lo observado, como representación

6 Corredor, Consuelo. Los Límites de la Modernización, segunda edición. Editada por Cinep, página 23

Page 14: Una teoria sólida en torno al movimiento sindical obrero

objetiva. Por el contrario, significa profundizar acerca de esas expresiones de supe rficie; indagando por las

condiciones que la subyacen, como soporte. Ya, en ese procedimiento, pueden y deben aparecer algunos

niveles de abstracción, referidos a la interpretación alusiva a los acumulados históricos en nexo con la

participación, en esas mismas relaciones sociales, de los (as) sujetos individuales y colectivos (as). De las

condiciones en que esta se ha producido y del grado de inserción con respecto al conocimiento, a las

instancias que lo promueven y controlan. Pero también, y con mayor énfasis habida cuenta del horizonte

propuesto en nuestro escrito, acerca del significado de esa participación con respecto al poder y a las

instancias que lo soportan, a sus manifestaciones como instrumentos de control, de dominación y de

imposición.

Ha habido, en el curso del tiempo, interpretaciones que asocian la caracterización antes aludida, a posiciones

antropológicas y culturales. Por esta vía, se ha desembocado en expresiones que delimitan (a manera de

diferenciación) la intervención de los (as) sujet os individuales y colectivos en el desarrollo de las relaciones

sociales; a partir de asignarle a determinados sectores una posición periférica, respecto a los beneficios del

conocimiento, entendido como proceso, como aprendizaje que va decantando, segregando. Aquí, en esta

opción, se valida, en veces, un instrumento de diferenciación asociado a la pertenencia a una determinada

raza y/o etnia. Visto así, entonces, cabe una propuesta de interpretación generalizante; pero también de

especialización; por cuanto se establece unos condicionantes vinculados con normas y pautas, a la manera de

posición que reivindica una versión predominantemente aceptada y acatada, de cultura, como sinónimo de

civilización; como paradigma, a partir del cual es posible establecer una segregación.

Ya no se trata, en el anterior escenario conceptual, de admitir una posición periférica respecto al poder y a las

instancias que lo soportan. Aquí, la noción de lo periférico, está referido a un espectro mucho más amplio; en

razón a que los márgenes constitutivos de la delimitación social, están contraídos en términos del grado de

apropiación y/o de acceso a los beneficios del conocimiento, y de la cultura asumidos como referentes de

civilización. Esto no es otra cosa que entenderlo, como adecuación, como asimilación de los roles y los

paradigmas allí consignados.

En un documento de trabajo (La Educación Superior en América Latina), presentado en el debate al interior de

la Universidad Nacional de Colombia, previo a la realización del Primer Congreso Nacional de Educación

Superior, realizado en la ciudad de Barranquilla los días 1,2 y 3 de diciembre de 1999; se expresa un concepto

que consideramos válido. Veamos:

“…En estas condiciones, la Escuela, no es otra cosa que una expresión que, en principio, transfiere el dominio

estatal. No tanto en la aplicación elemental marxista de aparato ideológico; sino como complejidad que

articula instancias del conocimiento, aplicadas y estructuradas en programas y acciones, a partir del ese

centro-poder, sin ser el. No es, entonces, una aplicación a partir de la lógica lineal. Es una interacción

heterogénea orientada por unos perfiles definidos a partir de las necesidades inherentes a los intereses que

impone ese centro-poder. Es decir, lo suyo no es otra cosa que contextualizar la sociedad en términos de su

propio rol, de su significación. Con esto tratamos de establecer lo siguiente: la globalización siempre ha

existido, si asumimos que esta no es otra cosa que la imposición de referentes a partir del dominio ejercido.

Sin pretender un traslado conceptual mecánico, las condiciones impuestas desde el centro -poder económico y

polít ico internacional, permiten trazos que imprimen todo el quehacer económico, polít ico y cultural de los

dependientes. Ya, de por sí, el solo hecho de reivindicar los autóctono (como acervo cultural) es constitutivo

de herejía con respecto a los modelos considerados prevalecientes. Esto es mucho más evidente, en lo que

respecta al desarrollo del conocimiento por la vía de implementacione s programáticas escolarizadas. La

escolarización, en sí, origina rupturas si se compara con las aprehensiones y las tradiciones propias de las

culturas nativas. Porque no habría de serlo, entonces, a partir de la concreción del dominio desde el centro

hacia la periferia. En esto, por decirlo de alguna manera, se mantiene incólume el postulado de Samir Amin,

Page 15: Una teoria sólida en torno al movimiento sindical obrero

cuando en su texto en torno al capitalismo, su desarrollo e implicaciones, habla de las culturas periféricas,

atadas a las condiciones que impone el centro-poder..7

Arribo, así, a una opción conceptual que nos permite proponer un entendido en torno a los sectores sociales

periféricos. Es decir, aquellos sectores no solo desvinculados de los beneficios del poder, subyugados y

dominados por este; sino también segregados por la dinámica propia del desarrollo cultural predominante.

Algo así como insertos en la civilización, pero ajenos a ella, en lo que esta tiene de otorgadora de roles

asociados a los paradigmas originados en ese mismo desarrollo cultural, por parte de sus usufructuarios.

Ahora bien, no puede inferirse de nuestra expresión, el hecho de que proponemos una asimilación de

intereses entre los beneficiarios del poder y sus instancias de dominación y aquellos sectores que acceden y se

identifican con los avances del conocimiento y de la cultura que ejercen como predominantes; como expresión

avanzada de la civilización.

Surge entonces, en mi opinión, un insumo que soporta una segregación: lo periférico, en cuanto sector y/o

sectores considerados por fuera de la versión oficial de la cultura; entendida esta como originaria de

paradigmas, pautas y comportamientos. Para mi, esto no es otra cosa que la denominación de popular,

referido a esos sectores que, de por sí, adquieren una dinámica propia y unas expresiones propias,

diferenciadas. Es obvia, sin embargo, la necesidad de apuntalar este concepto, con arreglo al significado que

adquiere el contexto social y económico; en el cual se desenvuelven estos (as) sujetos (as). Tanto en sus

expresiones individuales como colectivas. Para este caso, el problema surge al momento de establecer las

pautas y/o el horizonte teórico. Porque no puede delimitarse solo a partir de la figura elemental asociada al

lugar en el cual se sitúa con respecto a las características del beneficio plusválico, derivado del modo de

producción vigente, o prevaleciente. De ser así no habría lugar a postular la diferenciación que se advierte en

la definición anterior.

Por lo tanto, el análisis remite a un territorio de mayor complejidad: uno de los elementos clave para dilucidar

ese significado, tiene que ver con el entendido de contexto social y económico. Ya decía antes: es un

escenario no determinado por la voluntad o por la noción primaria acerca de lo ético. Por el contrario,

constituye una instancia, como período histórico. Esto, a su vez, remite a la evolución de las relaciones

sociales; como proceso soportado en sucesión de rupturas y equilibrios. Estos últimos, impuestos por quienes

adquieren posiciones de dominio. Así, entonces, cada momento (sin importar su duración) en el cual se exhibe

o manifiesta ese equilibrio; no es otra cosa que la expresión de unas determinadas condiciones de dominación

económica y polít ica.

Ahora bien, como lo he postulado antes, en la franja constituida por quienes (bien sea que se tipifiquen como

sectores o como secciones del espectro social) no ejercen como beneficiarios directos del poder, se erige la

heterogeneidad. Ya ahí, se introduce otro insumo como soporte para la segregación. A manera de ejemplo: la

posición y comportamiento de aquellos sectores sociales sobre los cuales se ejerce dominación polít ica y

económica; pero que han accededlo a determinados beneficios del acumulado plusválico y cultural (como

poseedores y usufructuarios del conocimiento); no puede ser el mismo, comprado con la posición y el

comportamiento de aquellos sectores absolutamente vulnerables y desvinculados de cualquier beneficio

plusválico y cultural.

Lo anterior conlleva, en consecuencia, a establecer categorías diferenciadas en el análisis de lo popular, como

expresión de determinados sectores sociales; en el contexto de unas determinadas relaciones de dominación

polít ico y económico. Puede colegirse de nuestra línea de interpretación, una conclusión fundamental: no todo

sector social dominado es, necesariamente, un sector popular. Por lo tanto, aún a riesgo de silogismo, al

7 Pira Claudia y Cano Parmenio. La Educación Superior en América Latina, edición en cuadernillo,

noviembre 1999, Bogotá D.C.

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momento de tipificar acciones (inmediatas, mediatas o tendenciales) específicas de confrontación a

determinadas manifestaciones de la dominación polít ica y económica; es preciso trabajar con estas categorías.

Luego, el espectro de cobertura, está dado por la definición de objetivos vinculados a conceptos y escenarios

heterogéneos; en términos del nexo con los sectores sociales. No es, por esto mismo, una opc ión en la cual se

configure una posición de clase; al menos en la versión ortodoxa marxista. No supone, asimismo, una posición

necesariamente revolucionaria y/o de confrontación al origen y vertebración del poder y de las relaciones de

producción vigentes. Adquiere connotaciones diversas, en la mayoría de los casos asociadas a reclamaciones

puntuales, relacionadas con determinadas condiciones de vida. Sin embargo puede, derivar en expresiones

híbridas; en cuanto pueden coincidir diferentes aspectos en los cuales ejerza importancia un cuestionamiento a

posiciones y/o programas gubernamentales o polít icas de estado. Tal es el caso, a manera de ejemplo, de

algunos movimientos populares desarrollados en relación con decisiones que vulneran determinados intereses

y derechos de franjas amplias de la población. Siendo así, cabe resaltar tonos grises en la diferenciación

teórica y práctica entre movimientos populares, movimientos sociales y movimientos polít icos. En veces, puede

hablarse de diferenciación en términos del espectro de cobertura. Otras veces, puede plantearse en relación

con los contenidos de sus opciones o programas. Con respecto a este asunto del método para construir

tipologías; es pertinente presentar una expresión como la siguiente:

“… ¿Se polit izan las luchas urbanas por el hecho de enfrentarse en la mayoría de los casos al Estado, como lo

afirma Castells? No podemos en este momento desarrollar la discusión sobre el papel fundamental ocupado

por el Estado en la urbanización capitalista, caracterización que parte de una generalización, arbitraria a

nuestro juicio, de la relación entre Estado y Sociedad Civil – en el sentido dado por Marx y no en el

Gramsciano-, pero si podemos afirmar que no basta que el blanco al cual se dirigen las flechas de un

movimiento social sea el Estado, para determinar su carácter polít ico; es el carácter de sus reivindicaciones, el

contenido de clase de sus luchas, su método y sus formas las que lo definen, y no basta encontrar un

contenido polít ico, hay que identificar si se trata de una lucha democrático-burguesa (en lo formal o lo real), o

socialista.

Vayamos por partes:

A similitud de una huelga obrera en una empresa capitalista de Estado o de los asalariados de un ministerio

burgués que levanta reivindicaciones puramente económicas, sin plantearse modificaciones en las relaciones

de poder entre las clases, ni en el carácter del Estado o de sus formas de ejercicio de la dominación burguesa,

un movimiento de colonos o inquilinos que solicita, por ejemplo, la regularizac ión de la propiedad de sus

tierras, o un servicio cualquiera y que utiliza para ello el método de la negociación apoyado por llamados a la

opinión pública a través de los medios de comunicación, paradas en los organismos oficiales, etc., pero sin

plantearse en ningún momento consignas polít icas, no es polít ico. No es el agente social al cual se enfrenta un

movimiento el que define el carácter de la lucha, sino el contenido concreto de clase de él, manifestado en su

programa reivindicativo y su método para alcanzarlo. ..”8

Puede colegirse, entonces, lo insensato de las generalizaciones; a partir de categorías preestablecidas. De lo

que se trata no es de posicionar modelos de caracterización, como paradigmas inamovibles. En mi caso, he

efectuado un recorrido amplio; a través del cual hemos postulado opciones de interpretación relacionadas con

las condiciones que actúan sobre los (as) sujetos (as). Esto me ha permitido proponer la asunción de

conceptos asociados a la conciencia y al nexo entre esta y las acciones inmediatas o tendenciales; por medio

de las cuales estos (as) intervienen en procesos particulares, de confrontación.

8 Pradilla Cobos, Emilio. “Mitos y realidades de los llamados movimientos sociales urbanos”. Artículo escrito

en junio de 1981, en Méjico, D.F. Ponencia presentada al 4º Seminario Internacional cehap -peval Los

pobladores: protagonistas urbanos en América Latina; realizado en la ciudad de Medellín, entre los días 7 y

11 de abril de 1986.

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