UNA EMERGENCIA EDUCATIVA Sin límites no hay libertad · SIN LÍMITES NO HAY LIBERTAD Rocco...

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3 Páginas Páginas No. 87 73 UNA EMERGENCIA EDUCATIVA Sin límites no hay libertad Rocco Buttiglione * Formación de una personalidad responsable SIN LÍMITES NO HAY LIBERTAD Rocco Buttiglione *Academia Pontificia de Ciencias Sociales.

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UNA EMERGENCIA EDUCATIVASin límites no hay libertad

Rocco Buttiglione *

Formación de una personalidad responsableSIN LÍMITES NO HAY LIBERTAD

Rocco Buttiglione

*Academia Pontificia de Ciencias Sociales.

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potencialmente destructivas. ¿Cómo reconducirlas auna unidad e impedir que la persona se vea desgarradapor sus contradicciones? Más exactamente, ¿cómoconseguir que la persona logre emerger, que logreformarse a sí misma a partir de este conjunto de deseos yde exigencias? La libertad del hombre no es la libertaddel instinto. Sólo a partir de una imagen del verdaderobien de la persona es posible seleccionar, ordenar yorganizar las estructuras interiores de un ser humanointeligente y libre. Antonio Rosmini nos ha dejado unacrítica perfecta del naturalismo que parte de laconstatación de que los deseos son caprichosos,variables y en continua contradicción uno con otro.Tenemos más deseos que energías para realizarlos.Además, algunos deseos por su estructura íntimacontradicen a otros. Sigmund Freud (el verdaderocrítico del naturalismo, aunque mal comprendido)escribió una vez que si nuestros deseos fueran caballos,muchos estarían atados a los ataúdes de nuestrosmejores amigos. Realmente es así: el deseo ignora lavaloración de las consecuencias y la escansióntemporal. El niño que llora contra su madre la querríaver muerta. Claro que, si la matara, después se pasaríatoda la vida llorando por lo que había hecho. El deseoignora incluso el principio de no contradicción. En elejemplo anterior el niño querría a su madre viva ymuerta a la vez.

Para entender lo que realmente queremos, tenemos queaprender a someter el deseo inmediato al juicio de larazón. Entre los numerosos deseos debemos seleccionaralgunos que queremos realizar verdaderamente yconcentrar en ellos la energía de la vida que se llamatrabajo. ¿Cómo es posible jerarquizar los impulsosinstintivos y ordenarlos dentro de una hipótesis depersonalidad coherente? Esta operación de je-rarquización de los instintos y de unificación de lapersona sólo es posible a la luz de la verdad sobre el biende la persona. La mentalidad común otorga un granvalor a la espontaneidad. En esto hay algo de verdad,especialmente como reacción a una pedagogíaautoritaria y coercitiva de una fase histórica anteriorque generó hipocresía más que una verdadera adhesiónal bien. Sin embargo, es preciso estar atentos a no hacerde la espontaneidad un ídolo. Muchas veces la elecciónespontánea que obedece a un impulso irreflexivo y noeducado es también una elección equivocada ydestructiva para la persona.

Todo esto no es posible sin dos factores fundamentalesdel proceso educativo que hoy se ignoran siste-máticamente. El primero es la ascesis. Ascesis es ca-pacidad de decir que no, de resistir a la violencia con la

DESCRIPTORES:

Libertad, instintos, deseos, ascesis, personalidadcoherente, autoridad, permisibidad.

Se multiplican meritoriamente las iniciativas de refle-xión sobre el tema de la emergencia educativa y, re-cientemente, a estas se ha añadido una importanteinvestigación del proyecto cultural de la Conferenciaepiscopal italiana que lleva el sugestivo título: «Eldesafío educativo», En mi opinión, en el centro de lareflexión sobre el tema hay que poner una cita deBenedicto XVI: «La educación bien lograda es forma-ción en el uso correcto de la libertad».

La emergencia educativa de nuestro tiempo consisteprecisamente en la dificultad que la familia y la escuelaencuentran a la hora de educar en la libertad, de formarhombres libres, Para comprender el alcance delproblema, es necesario ante todo quitar un prejuiciocomún: que para educar en la libertad es suficiente coneliminar cualquier vínculo y abandonar al joven alsimple desarrollo natural de sus pasiones. DesdeRousseau en ade1ante este naturalismo, es el prótonpséudos (el «error original») de la pedagogíamoderna, Excavando un poco más hondo no es difícildescubrir detrás de este error la negación, sin pruebas,de la doctrina cristiana del pecado original. Se afirmauna bondad original del instinto. El instinto siempre esbueno y no necesita ser guiado por la razón. Y aunqueesa guía fuera necesaria, se desarrolla naturalmente, sintener que realizar ningún esfuerzo para vencer unaresistencia. Santo Tomás, en cambio, pensaba queexiste una tendencia de la naturaleza corrompida por elpecado que se opone a los dictámenes de la recta razón:es el peso de la concupiscencia. Para corregirlo esnecesario el esfuerzo consciente de la voluntad y tam-bién otro peso, distinto, que ayuda a orientar lavoluntad, el pondus amoris, el peso del amor. Por lodemás, ya san Agustín escribía: amor meus pondusmeum («mi amor es el peso que me arrastra»). El amora Dios me arrastra hacia la verdad y el bien; el amordesordenado a mí mismo y al mundo, hacia la mentira yel mal. La pedagogía emancipadora y permisiva denuestro tiempo ha ignorado intencionadamente estaestructura antropológica del ser humano. Se buscabarealizar un hombre liberado. Los resultados, en cambio,se alejan considerablemente de las promesas iniciales.En realidad, el joven mira con preocupación, sorpresa ymiedo el conjunto de interrogantes, exigencias y deseosque se desarrolla dentro de él. Instintivamente entiendeque estas pulsiones son contradictorias entre sí y

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por controlar las propias pasiones, a buscar la verdad, aorientar las pasiones según la verdad y hacia la verdad.El hombre llega a ser libre cuando reconoce la verdad.La obediencia a la verdad libera al hombre de la tiraníade las opiniones dominantes y también de la sumisión alos hombres. Temer a Dios es reinar. Quien teme a Diosno tiene miedo de los hombres. .

Igualmente la obediencia a la verdad libera de lasumisión a las propias pasiones. Obediencia a la presiónde las pasiones y obediencia al poder social externopueden oponerse entre sí, como ha sucedido confrecuencia en el pasado. Hoy acontece lo contrario. Elpoder social se alía con las pasiones del alma paraimpedir que se forme una personalidad responsable ylibre, para crear una masa libremente manipulable porquien tiene el poder.

Este es el problema de la educación en nuestro tiempo.Está, por una parte, la libertad del instinto y, por otra, lalibertad de la persona. La libertad de la persona suponeque el sujeto es capaz de dominar su propio instinto y, deese modo, llega a ser dueño de sí mismo. El hombre queno llega a ser dueño de sí mismo mediante la ascesisacaba por sentir la libertad del instinto como una cargainsoportable, no se orienta en los conflictos que surgeninevitablemente entre las diversas metas instintivasposibles y acaba por entregar de buena gana su libertadal poder social dominante. El hombre que pide sólosatisfacción inmediata a sus pulsiones se entregainevitablemente a quien puede darle esa satisfacción, yresulta infinitamente manipulable. El hombrepertenece a quien puede darle panem et circenses. Lasatisfacción alucinatoria del deseo mediante elespectáculo televisivo sustituye el esfuerzo por realizarrealmente las propias exigencias verdaderas.

El punto de llegada de buena parte de las modernastendencias «deconstruccionistas» es precisamente ladeconstrucción del yo y la abolición de la personalidadconsciente. Para reconstruir la educación es necesariovolver a partir de testigos autorizados -¿no es esto lo quedeberían ser, ante todo, los padres y los educadores?-que sean capaces de indicar sin ambigüedad el recorridode una ascesis que hace capaces de verdad, que permiteponerse en marcha en el camino de la búsqueda de laverdad.

L'OSSERVATORE ROMANO - edición en lenguaespañola, número 10, marzo 7 de 2010 - p.14

cual el impulso pide que se le satisfaga inmediatamentesin una reflexión que se pregunte si corresponde a laverdad y al verdadero bien de la persona. Elpermisivismo contemporáneo ha difamado la ascesisidentificándola con la «represión». La ascesis implicaciertamente la fuerza de reprimir el instinto, perotambién implica la capacidad de dar a la energíaproveniente del instinto una forma nueva, correspon-diente a la verdad de la persona.

Sin ascesis no hay educación de la persona. Pero lafuerza necesaria para la ascesis debe ser movilizada porla experiencia de algo positivo, por la percepción de unvalor por el cual vale la pena afrontar la fatiga y lafrustración de la ascesis. La ascesis no es sólo represiónporque indica a la energía pulsional una modalidad desatisfacción alternativa, justa para el hombre. Pero loque es bien para el hombre en el proceso educativo nopuede ser el simple resultado de una búsquedaintelectual individual. El bien fascina y convence si loencontramos en una experiencia humana viva. Esnecesaria la experiencia de la autoridad. La autoridad esla presencia del valor en una persona que da testimoniode él, hace que los demás lo puedan percibir más directay fácilmente. La autoridad es guía en el camino hacia laexperiencia del valor. Sin ascesis y sin autoridad no hayexperiencia educativa. La autoridad transmite laexperiencia de los valores para que se pueda poner aprueba en la vida del discípulo. El discípulo no repetiráservilmente esta experiencia tal como se ha realizado enla vida del maestro. Más bien la confrontará con sus pro-pias experiencias y la filtrará a través de estas revi-viéndola y haciéndola propia. En este proceso continuode transmisión y verificación crítica la tradición de unacultura crece y se renueva en el tiempo.

¿Qué sucede en una cultura que ha difamado la ascesis ydesacreditado a la autoridad? Lo ha descrito muy bienErich Fromm en un libro famoso hace tiempo, tituladoFuga de la libertad. El joven que tiene miedo de susimpulsos y de la propia incapacidad de controlarlos y dedisciplinarios acepta depender del poder de la opinióndominante en su ambiente. En lugar de desarrollar unpensamiento crítico se rinde a lo que se dice, a lo quequiere quien tiene el control de los medios decomunicación de masas. Herbert Marcuse habla desublimación represiva. La sociedad permisiva ofrece aljoven numerosas modalidades de satisfaccióninmediata del instinto, pero precisamente de este modohace más difícil la formación de una personalidad libre,capaz de establecer su propia relación con la verdad y dehacer de esa relación la guía de la propia construcciónsocial. La educación «tradicional» invitaba a luchar

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