Un Siglo de Poesia Para Sor Juana Inés de la Cruz

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Edad de Oro, XXIX (2010), págs. 221-238 UN SIGLO DE POESÍA PARA SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ SELENA MILLARES (Universidad Autónoma de Madrid) «SOR JUANA / es la llama trémula / en la noche de piedra del virreinato»: estos breves versos, del mexicano José Emilio Pacheco 1 , constituyen una de las incontables muestras de homenaje que los poetas del siglo XX rinden a la per- sonalidad poética y humana de Juana de Asbaje y Ramírez –sor Juana Inés de la Cruz–. La inusitada frecuencia de esos tributos durante la última centuria da fe de la vigencia de su legado, superado el largo olvido en que la fobia antiba- rroca lo sumergiera durante siglos. Humanidad, talento, belleza y rebeldía son algunos de los rasgos de Juana de Asbaje que han sido objeto del cántico de los nuevos poetas, a menudo acogidos a los grandes emblemas simbólicos por ella cultivados, como el fuego y el sueño, ambos constituidos en guardianes de ese enigma que es, aún hoy , su figura, y condensados de algún modo en los versos de Pacheco antes citados. La poderosa modernidad de la obra de sor Juana se impuso sobre aquel letargo de siglos a partir de la recuperación del barroco que inauguran los modernistas hispanoamericanos, que desde la voz del nicaragüense Rubén Darío 2 y mucho antes que la generación del 27– devolvía los debidos honores 1 José Emilio Pacheco, Islas a la deriva [Poemas 1973-1975], México: Era, 1985, pág. 23. 2 Ciertamente antes hay algunos conatos marginales, como lo han analizado Francisco de la Maza (Sor Juana Inés de la Cruz ante la historia, México: UNAM, 1980) y Luis Sáinz de Medrano, quien Anterior Índice Siguiente Buscar Imprimir Inicio Buscar

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  • Edad de Oro, XXIX (2010), pgs. 221-238

    UN SIGLO DE POESA PARA SOR JUANA INS DE LA CRUZSELENA MILLARES

    (Universidad Autnoma de Madrid)

    SOR JUANA / es la llama trmula / en la noche de piedra del virreinato: estosbreves versos, del mexicano Jos Emilio Pacheco1, constituyen una de las incontables muestras de homenaje que los poetas del siglo XX rinden a la per-sonalidad potica y humana de Juana de Asbaje y Ramrez sor Juana Ins de la Cruz. La inusitada frecuencia de esos tributos durante la ltima centuria dafe de la vigencia de su legado, superado el largo olvido en que la fobia antiba-rroca lo sumergiera durante siglos. Humanidad, talento, belleza y rebelda sonalgunos de los rasgos de Juana de Asbaje que han sido objeto del cntico delos nuevos poetas, a menudo acogidos a los grandes emblemas simblicos porella cultivados, como el fuego y el sueo, ambos constituidos en guardianesde ese enigma que es, an hoy, su gura, y condensados de algn modo en losversos de Pacheco antes citados.

    La poderosa modernidad de la obra de sor Juana se impuso sobre aquelletargo de siglos a partir de la recuperacin del barroco que inauguran los modernistas hispanoamericanos, que desde la voz del nicaragense RubnDaro2 y mucho antes que la generacin del 27 devolva los debidos honores

    1 Jos Emilio Pacheco, Islas a la deriva [Poemas 1973-1975], Mxico: Era, 1985, pg. 23.

    2 Ciertamente antes hay algunos conatos marginales, como lo han analizado Francisco de la Maza

    (Sor Juana Ins de la Cruz ante la historia, Mxico: UNAM, 1980) y Luis Sinz de Medrano, quien

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    a Gngora3, en tanto que el mexicano Amado Nervo renda tributo a Juana deAsbaje4, en una semblanza intimista titulada con su nombre de pila un gestoque aproximaba su gura humana y que ciertamente, como lo a rma dca-das despus Octavio Paz, todava se lee con agrado5. Se trata de la primera reivindicacin plena y decisiva de la memoria de sor Juana, y sin duda el ro de versos y ensayos dedicados a ella a partir de entonces tiene aqu su origen.Desde el mismo ttulo, Nervo hace una implcita declaracin de intenciones;despoja a la escritora de su sobrenombre religioso, en un desnudamiento sim-blico que revela el deseo de apartar los velos que cubren su gura real: la deaquella mujer que logr sortear las limitaciones de su condicin femenina,monacal, americana, para ofrendarnos ese monumento potico que es todasu obra. Con excepcin de los elogios que Menndez y Pelayo le dedica, yque Nervo revisa pormenorizadamente, hasta entonces predominaba una ac-titud de ignorancia, incomprensin o desdn hacia ella actitud que cambiarradicalmente a partir de la magn ca edicin de sus obras completas por Mndez Plancarte, entre 1951 y 1957. Por lo dems, al igual que en el casode otras mujeres escritoras, como Gmez de Avellaneda, Delmira Agustini,Gabriela Mistral o Alfonsina Storni, los estudios a ella dedicados se ocupabanobsesiva y pormenorizadamente de dilucidar su biografa, sin apenas atendera sus escritos. El libro de Nervo supone un golpe de timn fundamental enesa deriva: est escrito como contribucin al centenario de la independenciamexicana, y dedicado a las mujeres todas de mi pas y de mi raza; desde elprimer momento sobresale el gesto que busca iluminar y digni car dos espa-cios marginados, el de las antiguas colonias y el de la mujer americana. Noobstante, la intencionalidad ideolgica patente desde esas premisas no lastra el

    a rma que con Menndez Pelayo se iniciaba el camino de rehabilitacin de la obra de sor Juana (Sor Juana Ins de la Cruz en la crtica espaola, Cuadernos Hispanoamericanos, Los Complementarios,nm. 16 [noviembre de 1995], pg. 6).

    3 Sus menciones al maestro al que retrata como alma de oro, na voz de oro en Trbol

    [1899] son numerosas: El abuelo espaol de barba blanca me seala una serie de retratos ilustres[] Yo le pregunto por el noble Gracin, por Teresa la Santa, por el bravo Gngora y el ms fuertede todos, don Francisco de Quevedo (Palabras liminares a Prosas profanas, 1896-1901); no es verdaderamente singular que en esta tierra de Quevedos y Gngoras los nicos innovadores delinstrumento lrico, los nicos libertadores del ritmo, hayan sido los poetas del Madrid Cmico y loslibretistas del gnero chico? (Prefacio a Cantos de vida y esperanza, los cisnes y otros poemas,1905), Rubn Daro, Poesa, prl. . Rama, ed. E. Meja, Caracas, Ayacucho, 1977, pgs. 273, 180, 243.

    4 Amado Nervo, Juana de Asbaje (contribucin al centenario de la independencia de Mxico),

    Madrid: Imprenta de los Hijos de M. G. Hernndez, 1910.5 Octavio Paz, Sor Juana Ins de la Cruz o Las trampas de la fe, Barcelona: Seix Barral, 1989

    (3. ed.), pg. 11.

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    libro con sus servidumbres6, ms all de algn que otro guio antimonrquicoy antinorteamericano siempre con gracejo amable. Lo que nos ofrece Nervoes la semblanza de una escritora que hasta entonces, y a pesar de los diversosasedios de una crtica prejuiciosa y obsesionada por sus enigmas biogr cos, segua siendo una gran desconocida, a la que cali ca como la luz y la poesade la poca colonial7. En su evocacin, Nervo hace un fresco de la vida del virreinato, documentado a partir de numerosos escritos, en especial del padre Calleja, de Menndez y Pelayo8 o de la propia poetisa. Su estudio evita elenfoque hagiogr co y tambin el meliorativo, y desde una suave irona seaparta de la habitual miopa de los analistas de la obra sorjuanina: Y todo paraque la honorable mediana de D. Juan Nicasio Gallego (Ni-casi-o portuno en esto) dijese que sus obras, atestadas de extravagancias, yacan en el polvode las bibliotecas desde la restauracin del buen gusto9. Su gesto cmplicey vivi cador, que busca un intenso acercamiento y actualizacin de Juanade Asbaje, llega incluso a construir la fantasa de un dilogo con la poeta atravs del tiempo, articulado a partir de sus prosas, donde subraya, sin victi-mismo ni dramatismo, sus di cultades biogr cas y su inmenso talento, paraconcluir que esta mujer prodigiosa es gloria y ornato literario, no slo de un siglo, sino de todo el perodo colonial10. Su empeo en rescatar a sor Juanase extiende tambin a Gngora al hilo de la actitud inaugurada por su gran amigo Daro, al que reivindica frente a quienes creen que D. Luis huele aazufre, para recordar que Paul Verlaine gustaba de citar un verso de Gn-gora modo de lema, pensando que exista entre l y el poeta cordobs ciertaa nidad literaria11. La defensa de Gngora lleva implcita una defensa de sor

    6 S recuerda Nervo, no obstante, los versos de Sor Juana citados por Luis Gonzlez Obregn

    en su Mxico viejo, donde halla hlitos de libertad:Levante Amrica ufanala coronada cabeza,y el guila mexicanael imperial vuelo tienda!

    (Nervo, Juana de Asbaje, pg. 10)7 Ibid., pg. 10. No falta la nota divertida en sus palabras: No, no nos enorgullezcamos: en estos

    tiempos fulgurantes, de nacer Sor Juana y pertenecer a la aristocracia, de jo nos resulta neurastnica ysnob; habra aprendido a jugar al bridge y al puzzle, jams hubiera abierto un libro y no hubiera escritoms que cartas frvolas, trazadas con esa letra larga y angulosa que debe tener hoy toda seorita que enalgo se estime; quizs habra galiparlado un poco tambin, mezclando al espaol todas esas palabras parisienses que pronunciamos tan mal, pero que son tan chic (ibid., pgs. 23-24).

    8 Los versos de amor profano de Sor Juana, concluye Menndez Pelayo, son los ms suaves y

    delicados que han salido de pluma de mujer (ibid., pg. 87).9 Ibid., pg. 48.10 Ibid., pg. 69.11 Ibid., pgs. 71-72.

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    Juana, que lo declar su maestro, lo que no supone en ningn caso mengua deoriginalidad o demrito, como descubre cualquier lector que se sumerja ms all de los preliminares del Primero sueo12. Y ahora que siga arrojando sobrela jernima eximia el guijarrillo de su escndalo tal o cual temerosa ave decorral del pensamiento concluye, de esas incapaces de salvar las tapias desu gallinero y perennemente asustadas del vuelo temerario de los nebls, losjerifaltes y los aguiluchos.13 En de nitiva, Nervo enaltece la difcil facilidad de Juana de Asbaje, y tambin su no humorismo, que nunca escandaliz nadie en aquellos tiempos en que Notre Dame la Bigoterie no andaba anpor el imperio de las Espaas14, en tanto que apunta tambin alguna crtica:considera que su poesa es fra, carente de sentimiento verdadero15, motivo quelo lleva a una disertacin sobre la leyenda de un amor desgraciado que, segnalgunos, condicion su desengao y su ingreso en el convento. No obstante,salva algunas composiciones, como el celebrado soneto Esta tarde, mi Bien,cuando te hablaba, que culmina con esos tercetos memorables, plenos de emocin esttica:

    Baste ya de rigores, mi Bien, baste;no te atormenten ms celos tiranos,ni el vil recelo tu quietud contraste

    con sombras necias, con indicios vanos,pues ya en lquido humor viste y tocastemi corazn deshecho entre tus manos.16

    12 Por lo dems, insisto en que esto de las in uencias en literatura es fatal. Todos nos in umos

    unos otros. Las ideas poticas, literarias o cient cas, aparecen en el mundo por haces, como si una personalidad invisible las arrojara desde arriba, y su orecimiento es simultneo en diversos pases y en diversos cerebros (ibid., pg. 96).

    13 Aade en nota: Hay un poquitn de cobarda en acusar con tanta saa Sor Juana de gongorina,

    cuando no hubo uno solo de los inmensos poetas del tiempo de Felipe IV que no lo fuese (ibid., pgs.75-76).

    14 Ibid., pgs. 106, 123. No se fastidi jams. Los cerebros eminentes nunca se fastidian. Elespln, como lo dice con elocuencia Benavente en La seorita se aburre, y como lo dije yo en mi Tediumvitae, es achaque de espritus ignorantes y frvolos. As, pues, por toda la obra de la monja resbala unanoble sonrisa, que era como la suave claridad de aquella alma elegida (ibid., pg. 126).

    15 Para ser genial en su poesa (porque juzgada por su temperamento y por el conjunto de sus

    obras admirables s lo es), le falt quiz aado yo una sola cosa Sor Juana, una pasin confesaday cantada: el amor. La paloma herida hubiera desgranado inmortales arrullos en vez de ese ingenioso discreteo retrico de todos los instantes [] de esa inspiracin frecuentemente geomtrica y fra que slo se encandilece para la amistad, salvo raras excepciones [] Si Sor Juana hubiese podido dar riendasuelta sus sentimientos amorosos, hubiera sido genial en sus versos, como lo fue en su temperamento,en el cmulo de sus noticias, en su extraordinaria respuesta Sor Philotea, cuyo nico defecto es elexceso de erudicin (ibid., pgs. 77, 88).

    16 Sor Juana Ins de la Cruz, Obras completas, prl. F. Monterde, Mxico: Porra, 1992, pg. 143.

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  • SELENA MILLARES 225

    El libro de Amado Nervo, uno de los poetas ms populares del modernismohispanoamericano, hubo de pesar mucho, como se ha anotado, en esa vivi ca-cin fecunda de la personalidad y obra de sor Juana que, a partir de entonces, seproyecta en numerosas composiciones ensaysticas y poticas de ambas orillashispnicas.

    En 1920 publica Miguel de Unamuno su lcido ensayo Sor Juana Ins,hija de Eva, donde reconoce haber descubierto a la autora a travs de Amado Nervo, y la identi ca por su bsqueda de la libertad de pensamiento como alma hambrienta de sabidura; de ah su ttulo: A Eva, en efecto, le hizo caer el deseo de probar el fruto del rbol de la ciencia del bien y del mal: la curiosidady no la lascivia. Y sor Juana Ins fue una legtima y castiza hija de Eva, y una precursora y profetisa del ms re nado feminismo de hoy da.17

    Poco despus, en 1924, Gabriela Mistral incluye su Silueta de Sor JuanaIns de la Cruz (Fragmento de un estudio) en sus Lecturas para mujeres18,libro encargado por la Secretara de Educacin de Mxico y destinado a lasjvenes alumnas de la Escuela Hogar que llevaba su nombre. Justi ca Mistral la diversidad de su antologa por su condicin de viajera, e incluye a autores tandismiles como Whitman y Baudelaire, Gngora y Cervantes, Gorki y Tolstoy, Machado y Juan Ramn Jimnez, y tambin a muchos hispanoamericanos, ungesto que justi ca desde convicciones bolivarianas.19 Al hilo de esa propuesta,encontraremos en esas pginas tambin a Jos Mart, Juan Montalvo, Pedro Prado, Juana de Ibarbourou y, naturalmente, Juana de Asbaje, representada por un soneto los co Rosa divina, que en gentil cultura [] viviendo enga-as, y muriendo enseas y esa Silueta o semblanza de factura propia. Enella evoca a la joven protagonista inmersa en el paisaje americano, encarceladapor las limitaciones de la poca que le toc vivir, entregada a la aventura del

    17 Miguel de Unamuno, Sor Juana Ins, hija de Eva, Obras completas, vol. IV, La raza y la

    lengua, Madrid: Escelicer, 1968, pgs. 1052-1053.18

    Gabriela Mistral, Lecturas para mujeres. Destinadas a la enseanza del lenguaje, Mxico /Madrid: Tipografa Moderna, 1924.

    19 Hace muchos aos que la sombra de Bolvar ha alcanzado mi corazn con su doctrina.

    Ridiculizada sta, deformada por el sarcasmo en muchas partes, no siendo todava conciencia nacionalen ningn pas nuestro, yo la amo as, como anhelo de unos pocos y desdn u olvido de los otros (ibid., pgs. 14-15); [] lo que nuestra Amrica necesita con una urgencia que a veces llega a parecermetrgica: generaciones con sentido moral, ciudadanos y mujeres puros y vigorosos e individuos en loscuales la cultura se haga militante al vivi carse con la accin: se vuelva servicio (ibid., pg. 15).Sus re exiones sobre pedagoga merecen atencin, habla de los defectos de una escuela-madrastra,nefasta para el estudio: hacemos de ste lo que algunos hacen de la libertad: una Gorgona en vez de un dios afable, porque los maestros han sido hombres sin agilidad de espritu, sin imaginacin yla juventud, esa agua viva, no puede amar al que tiene, sobre la lengua viva, la palabra muerta (ibid., pgs. 16 y 17).

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  • UN SIGLO DE POESA PARA SOR JUANA INS DE LA CRUZ226

    saber, en una actitud ms esttica que mstica.20 Alaba por encima de todo susentido crtico y una na irona que considera entre sus rasgos ms relevantes,y la de ende frente a la incomprensin general al compararla con los escritoresde la orilla espaola entregados a una vida religiosa, Santa Teresa, Fray Luisde Len y Luis de Gngora:

    No hay que asombrarse demasiado de esta alianza de la irona con el sayal: tambin la tuvo Santa Teresa; era su invisible escudo contra el mundo tan denso que se mova a su alrededor: monjas obtusas que solan recelar de laletrada y vean el cuerno del demonio asomado entre los libros de la formi-dable estantera. Se olvidaban de otras celdas ilustres: la de los dos Luises espaoles. Pero en la abeja rubia y pequea el aguijn se embellece, porqueel mismo instrumento que punza fabrica la miel.21

    Incluye tambin Mistral entre sus lecturas una prosa potica del poeta colo-nialista Francisco Monterde, cuyo gesto enamorado frecuentarn otros autores: Entr para siempre a un convento, ella, Juana de Asbaje, a quien por mi malno supe convencer para que fuera mi esposa22. Otro poeta colonialista, AlfonsoCravioto, recuperaba en 1921 la gura de la autora mexicana bajo el ttulo Loque me dijo Sor Juana, donde imagina su voz sosegada y sabia recordando laimportancia de la pasin en la lucha por un ideal (Ama no importa qu, peroama siempre, y busca / la ama del asombro, la llama del amor [] para elque admira, el dulce misterio es transparente; / la luz de tu destino se halla en tu corazn).23

    Ese despertar del barroco inaugurado por los modernistas ser secundado en1927 por Gerardo Diego y su Antologa potica en honor de Gngora24, donde serecupera tambin a sor Juana, aunque con reticencias hacia su Primero sueo.25

    20 Ibid., pg. 133. Pobre Juana! Tuvo que soportar ser el dorado entretenimiento del hasto doctode los letrados. Seguramente a ellos les interesaban menos sus conceptos que su belleza; pero all estaba Juana, respondiendo a sus retorcidas galanteras (ibid., pg. 132).

    21 Ibid., pg. 133.22 Ibid., pg. 136.23

    Alfonso Cravioto, El alma nueva de las cosas viejas (1921), en Poesas completas (1904-1944),ed. A. Velzquez, Mxico: Poesa Hispanoamericana, 1971, pg. 29.

    24 La dcima musa Sor Juana Ins de la Cruz dej seales tan expresivas de su devocin para

    Gngora, como su poema alegrico El Sueo a imitacin de Las Soledades. Mucho mejores que losversos enrevesados de ese poema son otros ms decorativos y luminosos, en que el ingenio de la monja resplandece en sabrosos hallazgos, Gerardo Diego, Antologa potica en honor de Gngora, recogidapor Gerardo Diego. Desde Lope de Vega a Rubn Daro, Madrid: Alianza Editorial, 1979, pg. 42.

    25 Gerardo Diego se ocupa de la dcima musa para mencionar en primer lugar su gongorismo,

    cuya mejor muestra ve en el Sueo, pero no deja de ser curioso que en esta hora de fervor gongorino,todava Diego cali que de enrevesados los versos de Primero sueo, aunque sea para contraponerlos

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  • SELENA MILLARES 227

    Pero sern los Contemporneos mexicanos los que se encarguen de restituir ala poeta el debido reconocimiento: Jorge Cuesta y Xavier Villaurrutia editan sus sonetos y endechas26, al tiempo que le rinden un homenaje implcito en susextraordinarios sonetos, plenos de perfeccin escultrica y hondura conceptual. Villaurrutia le dedicar adems un extenso ensayo, Sor Juana Ins de la Cruz27,donde pondera su condicin de clsico, no marmreo, estatuario y correcto, ya de nitivamente en un nicho, sino un autor que puede circular en torno nuestro, con el cual podemos acompasar nuestra respiracin. Critica tambin la obsesiva indagacin en su biografa, en la que cay el propio Nervo, y la ceguera antesus aportaciones: el ya mencionado Primero sueo, poema largo de imitacindeliberada, consciente, confesada por ella misma, de las Soledades de Gngora,slo que en una atmsfera y en un clima que no es de Gngora, sino particular de la poetisa: la noche y el sueo.28

    Los Contemporneos habrn de encontrar en ese viaje de anbasis un emble-ma de la curiosidad intelectual que preconizan frente al estancamiento culturaldel espacio mexicano, sumergido en un nacionalismo empobrecedor, y un tantoajeno al fragor que viven las artes y las letras en esa hora decisiva, en el plano internacional. Ese viaje inmvil del espritu a travs del conocimiento, que hallasu razn de ser en el propio trnsito ms all del fracaso y desengao nal, yque se asimila a las aventuras de caro o Faetn en sor Juana, obsede las prosasy versos de estos nuevos poetas, que llaman Ulises a una de las revistas que im-pulsan, que enaltecieron el Peregrino sentado de Juan Chabs, y que dieron a la imprenta ttulos como Simbad el Varado de Gilberto Owen (incluido en su Perseo Vencido), o la esplndida Muerte sin n de Jos Gorostiza, de nuevo un viaje de la inteligencia, soledad en llamas, frente a su destino de ceniza. Villaurrutiadestaca en sor Juana una curiosidad que llama masculina, profunda, frente a la femenina o accidental, que es la de Eva o Pandora, segn sus trminos.29

    a otros que elogia, como los que incluye en su antologa: el famoso romance heroico dedicado a lacondesa de Paredes [] seguramente porque el vuelo intelectual de la monja, muy superior al de donLuis, resultaba todava un componente difcil de asumir frente a la poesa pura del maestro cordobs(Sinz de Medrano, Sor Juana Ins de la Cruz, pgs. 7-8).

    26 Sor Juana Ins de la Cruz, Sonetos y endechas, prefacio y notas de X. Villaurrutia, Barcelona:

    Labor, 1980.27

    Xavier Villaurrutia, Obras, prl. A. Chumacero, Mxico: FCE, 1974, pgs. 773-785. El textono tiene fecha, aunque debe de ser de los aos cuarenta, pues alude al ensayo de Salinas como textoreciente. En l tambin insiste en recordar todas las inexactitudes y falsedades tejidas en torno a su vida,hecha as leyenda.

    28 Ibid., pgs. 773, 775.29

    Simbad el Marino, rico y pobre en su riqueza, en cuanto el tedio lo amenaza abandona rique-zas y bienes y se lanza a la aventura. Naufraga, porque Simbad es un nufrago incorregible. Pero estenaufragio no le impide, una vez que ha vuelto a sentirse holgado y rico, lanzarse a un segundo, a untercero, hasta un sptimo viaje. Es el tipo de curiosidad que ahora nos interesa.

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  • UN SIGLO DE POESA PARA SOR JUANA INS DE LA CRUZ228

    La conclusin de Villaurrutia es que no hay ni misticismo ni misterio en la obra de sor Juana, como algunos quisieron encontrar, y que se trata solamente de poesa de la inteligencia de un neto per l barroco y tambin poesa del sentimiento, componentes ambos que han sido reiteradamente negados a la autorapor quienes insisten en acusarla de mera facilidad versi cadora. Para demostrarlo, incluye ese mismo soneto que antes transcribe Nervo tan excelente como los mejores sonetos de la lengua espaola y concluye citando las hermosas lirasdonde sor Juana poetiza sobre el dolor de ausencia:

    Amado dueo mo,escucha un rato mis cansadas quejas,pues del viento las fo,que breve las conduzca a tus orejas,si no se desvanece el triste acentocomo mis esperanzas en el viento.

    yeme con los ojos,ya que estn tan distantes los odos,y de ausentes enojosen ecos, de mi pluma mis gemidos;y ya que a ti no llega mi voz rudayeme sordo, pues me quejo muda30

    No faltan, adems, los homenajes poticos entre los componentes del grupo. Bernardo Ortiz de Montellano publica en el nmero 35 de la revista Contem-porneos, en abril de 1931, su poema Primero sueo, que se inicia con unargumento en prosa, y con el ttulo transcrito a modo de caligrama en formade pirmide; ambos motivos, sueo y pirmide, rinden tributo a Juana de Asbaje directamente. A la prosa le sigue un poema en cinco secciones: ambos narran en una atmsfera de irrealidad una aventura smnica del hablante y el poetaandaluz que lo acompaa; incluye una cadena de visiones luctuosas, como elvelorio de una nia muerta y una extraa guitarra con forma de atad, hasta que un general ordena disparar a un pelotn, y el poeta despierta.31

    Otro ejemplo de personaje conmovido, espoleado por esta pasin del espritu, es Ulises. Sus aven-turas revelan una curiosidad de tipo cient co. No era su viaje una simple aventura, sino que persegua un n. Pues bien, Sor Juana es para m un representante de esta forma de curiosidad masculina (Ibid.,pg. 776).

    30 Sor Juana Ins de la Cruz, Obras completas, pg. 167.

    31 Bernardo Ortiz de Montellano explicar despus en Diario de mis sueos, con fecha 27 de

    septiembre de 1936, que el poeta andaluz al que se re ere en ese poema de 1931 es Federico GarcaLorca, y re exiona sobre la enigmtica premonicin de su fusilamiento ah incluida. Lo reedita en el

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  • SELENA MILLARES 229

    Las aproximaciones de Jos Gorostiza a la obra cumbre de sor Juana son ms indirectas, aunque no por ello menos perceptibles. Ya Lezama Lima yOctavio Paz han analizado con minuciosidad los vnculos de su pieza maestra,Muerte sin n, con el Primero sueo, y a ello se aaden las re exiones ensa-ysticas del propio Gorostiza sobre el motivo del viaje inmvil, que l de necomo la fuerza del espritu humano que, inmvil, cruci cado en su profundoaislamiento, puede amasar tesoros de sabidura y trazarse caminos de salvacin. Uno de estos caminos es la poesa.32 A todas esas manifestaciones se sumauna curiosidad publicada por primera vez en 1969, y titulada signi cativamente Esquema para desarrollar un poema. Insomnio tercero. La referencia al sueo o ms bien, a su negacin junto con el ordinal que la acompaa, remite noslo al Primero sueo de sor Juana que a su vez rinde tributo a la primerasoledad de Gngora sino que remite tambin a otros homenajes, como losya mencionados Sueos de Ortiz de Montellano, y otros poemas que despus se vern, como el Segundo sueo de Gerardo Diego o el Tercero sueo del cubano Eugenio Florit. El Insomnio tercero de Gorostiza va encabezadopor un epgrafe de Shakespeare Cry! Sleep no more, Macbeth doth murdersleep (Grita! No duermas ms, Macbeth asesina el sueo33), y en l se alannuevamente el sueo y la muerte, entre visiones surrealizantes de una terriblevigilia, donde el gotear del agua, en un ltro con forma de pirmide invertida,se asemeja al de las horas, mientras los ojos del poeta salen de la alcoba enuna bsqueda obsesiva.

    Las rondas poticas a Juana de Asbaje se multiplican en los aos que su-ceden a esa recuperacin fraguada entre el modernismo y la vanguardia. Yaen 1939, Neruda se refera a la poeta uruguaya Sara de Ibez como heredera suya, en los siguientes trminos: quien conozca estos productos humanos verque esta mujer recoge de Sor Juana Ins de la Cruz un depsito hasta ahoraperdido: el del arrebato sometido al rigor; el del estremecimiento convertido en duradera espuma.34 La dedicacin es mucho ms extensa, aunque sin duda menos afortunada, en el ensayo que le dedica en 1940 el poeta espaol Pedro Salinas, En busca de Juana de Asbaje35 que desdea su obra potica para

    libro Sueos, de 1933, donde incluye un epgrafe de sor Juana, y le aade la seccin Segundo sueo,tambin con un argumento inicial (Apuntes despus de la anestesia) y otros poemas (Obra potica,ed. L. Franco Bagnouls, Mxico: UNAM, 2005, pgs. 161 y siguientes, y 370-371).

    32 Jos Gorostiza, Poesa y potica, ed. E. Ramrez, Madrid: Archivos, 1988, pg. 146.

    33 Ibid., pg. 117.

    34 Pablo Neruda, Prlogo a Sara de Ibez, Canto, Buenos Aires: Losada, 1940, fechado en

    abril de 1939; en Obras completas, vol. IV, Barcelona: Galaxia Gutenberg y Crculo de Lectores, 2001, pg. 440.

    35 Pedro Salinas, Ensayos completos, vol. III, Madrid: Taurus, 1983, pgs. 146-162.

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  • UN SIGLO DE POESA PARA SOR JUANA INS DE LA CRUZ230

    detenerse en su peripecia biogr ca36. Sobre l ha comentado Villaurrutia con sorna: Despus de leerlo nos damos cuenta de que Salinas se lanz a buscarla con el propsito de no encontrarla [] dice que Sor Juana no naci para poeta. Esto es sospechoso. Hay en esto un deseo de disminuir ciertos valores o unaincomprensin fatal.37

    Lo cierto es que Salinas, por desconocimiento, incomprensin o simple desdn hacia su obra, habla sorprendentemente de su produccin como escasa e imita-tiva: Sor Juana ni trae ni profundiza ninguna concepcin o lenguaje potico.Su don est en el acento de gracia femenina, en las delicadezas de matiz queaade a concepciones poticas descubiertas por otros, y slo muestra inters hacia el enigma biogr co: Sor Juana no nos interesa por lo que fue, por lo que hizo, sino por lo que quiso ser, por lo que poda haber hecho; la actividadpotica de Juana de Asbaje se explica desde fuera como producto del estmulosocial cortesano y del imperio tcnico del estilo barroco espaol [] no naci para poetisa; su conclusin, un tanto peregrina, es que tanto la poesa como la religin fueron en Sor Juana extravos de su verdadera condicin, la de un alma los ca.38

    An podemos encontrar otros acercamientos en esos aos cuarenta, como el ensayo del poeta posmodernista espaol Enrique Dez Canedo, Per l de Sor Juana (1944)39, o los versos de la tambin poeta espaola Pino Betancor, ledos a sus diecinueve aos en el Ateneo de Madrid, en 1947, y luego publicados enel libro Cristal (1956). Se trata de unas redondillas tituladas Sor Juana Ins,lque evocan e incluso citan sus versos Por los ojos te cruzaban / sombras demontes y llanos / pero el convento tena / muros de piedra bien altos, al tiempo que se compadecen de su juventud prisionera del hbito.40

    36 A pesar de la Carta atenagrica y la dirigida al padre Nez y otros escritos, es evidente

    que Sor Juana dej muchas lagunas en su autobiografa, lagunas que sus apasionados crticos han tratadode rellenar interpretando textos poticos. En este anhelo de lectura testimonial, que encontr su cenit en el paroxismo psicoanaltico de Pfandl, no han dejado de aportar su labor los estudiosos espaoles de nuestro siglo. Y est claro que la condicin femenina de esta criatura humana es determinante en talobsesin (Luis Sinz de Medrano, Sor Juana Ins de la Cruz, pg. 7).

    37 Villaurrutia, Obras, pg. 782. Ya en su ensayo El problema del modernismo en Espaa, o un

    con icto entre dos espritus (1938), Pedro Salinas se refera a los hispanoamericanos como juglares de vocablos, en una actitud que no dejaba de ser tendenciosa (Literatura espaola Siglo XX, Madrid:Alianza, 1980, pg. 14).

    38 Salinas, Ensayos, pgs. 146, 151, 158.

    39 Enrique Dez Canedo, Per l de Sor Juana, Letras de Amrica, Mxico: El Colegio de Mxico,

    1944.40

    Monja de luz, no sabasahogada entre blancas tocas,si era una llama tu cuerpoo era tu cuerpo una rosa.

    Nacida para ser ro

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  • SELENA MILLARES 231

    La recuperacin de la memoria de sor Juana encuentra un momento deplenitud cuando se cumple el tercer centenario de su nacimiento, en 1951, y los homenajes se multiplican. Su simiente germina en ambas orillas, encarna-da en los versos y ensayos de numerosos poetas. Cabe destacar entre ellos alcostarricense a ncado en Mxico Alfredo Cardona Pea, que en Los jardines amantes poemario de clave americanista incluye su Lectura de Sor Juana(Premio Continental de Poesa del Ateneo Americano de Washington en 1951), una extensa pieza de inspiracin barroca dedicada al Primero sueo de la DcimaMusa, cuya humanidad evoca, alumbrada por el fuego de sus visiones, y dondese enaltece a la monja sibila como superadora de su modelo:

    Dganlo aquellas pginas nalesen que describe el triunfo de la aurora,ms rmes y totalesque las de sus maestros en la hora.

    A ms, la gracia oh normasdel imitar gozando,y ser original copiando formasque ella estaba creando.41

    La extensa composicin desemboca en un Soneto de la mano de sor Juana,inspirado en el cuadro clebre de Miguel Cabrera, y dedicado al doctor AlfonsoMndez Plancarte; ya Gabriela Mistral haba puesto el foco en ese detalle42, y Cardona insiste en el mismo motivo, ahora convertido en ave que se posa sobre una or, o luz sobre la oscuridad: Noche es el libro y luna este diamante / de cinco lirios que el volumen sella. / Venid a ver la mano vigilante.43 No acabanah los homenajes poticos en el centenario de Juana de Asbaje, que tambin esobjeto de ensayos escritos por Dulce Mara Loynaz y Sara de Ibez, as como deotros dos poemas memorables, escritos por Efran Huerta y Gerardo Diego.

    te recogiste en laguna,pero en la noche palpitael nardo de tu cintura

    Pino Betancor, Cristal, Madrid: Ed. La Palma, 1996, pgs. 27-28.41

    Alfredo Cardona Pea, Cosecha mayor (1944-1964), San Jos, Costa Rica, 1964, pg. 237.42

    [] y la mano sencillamente milagrosa. Podra haber quedado de ella slo eso, y conoceramos el cuerpo y el alma por la mano, gongorina como el verso [] Es muy bella cada sobre la obscura mesade caoba. Los mamotretos sabios en que estudiaba, acostumbrados a tener sobre s la diestra amarillay rugosa de los viejos eruditos, deban sorprenderse con la frescura de agua de esta mano, Mistral,Lecturas, pg. 131.

    43 Cardona Pea, Cosecha, pg. 241.

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  • UN SIGLO DE POESA PARA SOR JUANA INS DE LA CRUZ232

    El primero titula su composicin Santa Juana de Asbaje44, y supone unade las muestras ms notables de esta serie de homenajes. Desde el epgrafe deGngora en plumas de oro vuela, Huerta constela sus versos en torno a labelleza espiritual, intelectual y fsica de la gura poetizada.45 El poema derivahacia un canto de amor y veneracin, una oracin fervorosa hacia ella, emblemade vida eterna:

    Cmo no amar tus vocesy no beber tu aliento donde rosas anidan?Celestemente extraa, inusitado y tiernoprodigio de fervor: milagro entre milagros.

    Como un ngel de bella sonoridad, como unmensaje sin destino, mas destinado a todos,vino a la tierra el sueo de su grata presenciay la soberbia lira reson como un coro.

    [] Pero tu corazn, como ave bendecida,es luz insobornable, estilo de tu huella.Gurdanos en tu reino de serena pureza,oh, clavel, fresca dalia, bugambilia y estrella.46

    Tambin en la rbita del centenario se inscribe el Segundo sueo de Ge-rardo Diego, que rinde homenaje al Primero sueo de sor Juana.47 En su selvabarroquizante y surrealizante se parte del modelo de la mexicana (Dormir es

    44 Efran Huerta, Poesa, La Habana: Casa de las Amricas, 1975, pgs. 177-179.

    45 Celestemente duea de la forma y del vuelo

    la forma de la orqudea, el vuelo en la paloma,maravillosamente gentil y maliciosadoncella de las nubes.

    Transparente de nieve,ngel de pensamientos que perdurancomo la roca viva o el mrmol sosegado.giles aires dieron a tus ojos el brillode ptalos que abrasan al ojo que los mira,y en un milln de versos tu inspiracin uacomo clara corriente de penetrante acento (Ibid., pg. 177).

    46 Ibid., pgs. 178-179.

    47 El mismo que criticara en su Antologa en honor de Gngora, tal y como lo ha recordado Sinz

    de Medrano: este magn co poema [] toma como modelo el Primero Sueo que, como recordamos, en su Antologa gongorina haba descali cado. Digamos que la lectura del poeta fue ms sagaz que ladel crtico (Sor Juana Ins de la Cruz, pg. 10).

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  • SELENA MILLARES 233

    abdicar y viene el sueo / primero sueo y cie la corona / de deseos, delirios,delincuencias / y reinamos, monarcas del vaco)48 para derivar hacia la enso-acin amorosa, religiosa y potica la imaginacin visionaria, la permanenciaen la palabra. La lectura atenta de los versos de sor Juana uye a travs de la palabra de Gerardo Diego, que le rinde tributo ferviente, acogido de nuevo alemblema de la mano mensajera del alma, y con parfrasis de sus versos:

    Este pulso de lumbre, estos latidos,destellos de jazmines y falanges,fueron ayer calientes, resbaladaslgrimas de mujer por m vertidaspues ya en lquido humor viste y tocaste,Juana de ayer, de entonces, siempre,tu corazn deshecho entre mis manos.[] Amor de Dios, supremo amor de arrobopara el que adolescentes ensayamosoh prisiones que labra fantasade celosa doncella enamoradabesando el rostro a esquiva criatura:esto fue, Juana, su segundo sueo,sueo de amor humano hacia el divino.49

    Finalmente, cabe anotar una deslumbrante contribucin a ese tercer cen-tenario, que bajo el ttulo Mural de sor Juana Ins de la Cruz (1651-1951) rma desde Cuba el poeta Cintio Vitier. El gesto no es aislado en la isla,donde otros poetas, igualmente imantados por la Dcima Musa, volcarn sudevocin en ensayos o versos a menudo notables, como en los casos de JosLezama Lima, Eugenio Florit o Roberto Fernndez Retamar. El extenso poemade Vitier compone un fresco de la poca colonial en que vivi la autora, cuyaimagen dormida se nos presenta inmersa en un jardn de belleza intelectual,y en la paradoja de un sueo vigilante y alerta. Incide en su gura enigmti-ca, y le reza como a una santa y sibila como lo hicieran Huerta y CardonaPea para nombrar su sabidura y heterodoxia. Con maestra representa suvitalismo, encerrado como una llama frgil en ese largo sueo colonial, consu oscurantismo y sus dogmas:

    48 Gerardo Diego, Segundo Sueo, Boletn de la Real Academia Espaola, enero-abril (1952),

    pg. 49.49 Ibid., pgs. 52-53.

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  • UN SIGLO DE POESA PARA SOR JUANA INS DE LA CRUZ234

    Porque la cifra ptolomeica o griega,la sal latina o la linterna mgicason ores en tus manos conceptistas,estrellas en tus ojos conventuales,surtidor en tu voz enamoradadel capitoso iris de la Vida50

    La celebracin hispanoamericana del barroco que llegara a convertirse en bandera identitaria a partir de las reivindicaciones de Alejo Carpentier tiene su mxima representacin en el grupo neobarroco cubano, liderado por LezamaLima, para quien slo lo difcil es estimulante51. Lezama vivi ca el barrocohistrico a partir de los hallazgos de la vanguardia, y en La curiosidad barro-ca La expresin americana (1957) recuerda los tiempos de incomprensin hacia esa actitud del espritu52, de la que hace una defensa apasionada53, paraconcluir que es en Amrica donde el gongorismo alcanza sus cotas ms altas,ya en Hernando Domnguez Camargo54, y sobre todo en sor Juana Ins de la Cruz. Lezama enaltece su Primero sueo, que a la sensualidad luminosa de Gngora le opone la intelectualidad y el misterio, y lo vincula con la Muertesin n de Gorostiza55:

    Algn da, cuando los estudios literarios superen su etapa de catlogo y se estudien los poemas como cuerpos vivientes, o como dimensiones alcanza-das, se precisar la cercana de la ganancia del sueo en sor Juana, y la de la muerte, en el poema contemporneo de Gorostiza. El sueo y la muerte,

    50 Cintio Vitier, Mural de Sor Juana Ins de la Cruz (1651-1951), Homenaje a Sor Juana, 1951,

    en Antologa potica, sel. y prl. E. Sanz, Mxico: FCE, 2002, pg. 153.51

    Jos Lezama Lima, Mitos y cansancio clsico, en La expresin americana, La Habana: Letras Cubanas, 1993, pg. 7.

    52 Cuando era un divertimento, en el siglo XIX, ms que la negacin, el desconocimiento del barroco,

    su campo de visin era en extremo limitado, aludindose casi siempre con ese trmino a un estilo excesivo, rizado, formalista, carente de esencias verdaderas y profundas, y de riego fertilizante, ibid., pg. 33.

    53 Nuestra apreciacin del barroco americano est destinada a precisar: primero, hay una tensin

    en el barroco; segundo, un plutonismo, fuego originario que rompe los fragmentos y los uni ca; tercero,no es un estilo degenerescente, sino plenario, que en Espaa y en la Amrica espaola representa adqui-siciones de lenguaje, tal vez nicas en el mundo [] podemos decir que entre nosotros el barroco fue un arte de la contraconquista, ibid., pgs. 33-34.

    54 Con su apetencia de frenes innovador, de rebelin desa ante, de orgullo desatado, que lo

    lleva a excesos luciferinos, por lograr dentro del canon gongorino, un exceso an ms excesivo, que los de don Luis, por destruir el contorno con que al mismo tiempo intenta domesticar una naturaleza verbal,de suyo feraz y temeraria, ibid., pg. 38.

    55 Lo mismo har Paz en su ensayo Sor Juana Ins de la Cruz o Las trampas de la fe, pg. 500,

    aunque no nombra a Lezama.

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  • SELENA MILLARES 235

    alcanzndose por ese conocimiento potico la misma vivencia del conoci-miento mgico.56

    El mbito cubano ofrendar otras muestras poticas notables al genio de sor Juana, como el poema de Roberto Fernndez Retamar titulado Juana, incluido en Juana y otros poemas personales, que recibi en 1980 el Premio Latinoame-ricano de Poesa Rubn Daro. Ambos ttulos, el de la pieza concreta el nombrede pila, despojado de apellidos y frmulas, con toda su desnudez, y el del librocon el cali cativo personales nos anuncian un intimismo que ser la clave sobre la que graviten sus versos, introducidos por un epgrafe signi cativo de lapoeta mexicana: porque va borrando el agua / lo que va dictando el fuego.57Retamar glosa los versos de ese romance de ausencia, y los convierte en unadeclaracin de amor a todo lo que signi ca la gura de Juana de Asbaje:

    Nada ha borrado el agua, Juana, de lo que fue dictando el fuego.Han pasado los aos y los siglos, y por aqu estn todava tus ojosvidos, rigurosos y dulces como un puado de estrellas,contemplando la danza que hace el trompo en la harina,y sobre todo la tristeza que humea en el corazn del hombrecuya inteligencia es un bosque incendiado.[] En tu tierra sin mar, qu podra el aguacontra tu devorante alfabeto de llamas?De noche, hasta mi cama de sueos, va a escribir en mi pecho,y sus letras, donde vienes desnuda, rehacen tu nombre sin cesar.

    56 Lezama Lima, La expresin americana, pg. 47.

    57 Cabe recordar aqu el contexto de ese epgrafe, un romance de ausencia que reza as:

    Ya que para despedirme,dulce idolatrado dueo,ni me da licencia el llantoni me da lugar el tiempo,

    hblente los tristes rasgos,entre lastimosos ecos,de mi triste pluma, nuncacon ms justa causa negros.

    Y aun sta te hablar torpecon las lgrimas que vierto,porque va borrando el agualo que va dictando el fuego

    (Sor Juana Ins de la Cruz, Obras completas, pg. 12)

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  • UN SIGLO DE POESA PARA SOR JUANA INS DE LA CRUZ236

    Nada ha borrado el agua, Juana: el fuegoquema an como entonces hace aos, hace siglos.58

    Tambin notable es el Tercero sueo de Eugenio Florit, de 1989, cuyo ttulo ya acusa la conciencia de esta intertextualidad fecunda. Se trata de un extenso poema en endecaslabos blancos que, como los de Gerardo Diego oCintio Vitier, se subyuga a las formas barrocas para rendir su homenaje, aunque las nutre con un onirismo que hace an ms oculto su sentido. El devenir de sus versos nos habla de la cada de la ardiente claridad en el fondo fantasmal de la memoria, para dejar paso a una nueva luz, de plenitud y ensoacin gozosa, a un sueo dulce de la mano de un Dios protector ausente en el poema de sor Juana, cuyo desengao no halla en l consuelo, y que se complace en la selvade imgenes como en un espacio paradisaco:

    Dormir el ansia del soar despierto,posar bajo las alas de la nocheen la cuna feliz de los olvidos[] Noche de luz que enciende sus estrellassin turbar el misterio que vivimos;cendal soante de apagados ecos,maravilla de arder sin consumirseal dulce respirar de unos espaciosdesnudos de temor y de aoranzas[] Y a la sombra del rbol sosegadose entrega el alma al in nito vuelo.59

    El fervor sorjuanista tambin se extiende a propuestas que celebran su condicin de mujer combativa, como el soneto de la cubana Marilyn Bobestitulado Introduccin a la manera de Sor Juana, de estirpe barroquizante, conun epgrafe de la poeta mexicana y que incluye algn verso suyo (oh siglo desdichado y desvalido / cun grave es la malicia del pecado); o como el poema de la tambin cubana Belkis Cuza Mal titulado Mujer brava que cas con Dios, dedicado A Sor Juana Ins de la Cruz, desde las nuevas poticas conversacionales, donde la imagina toda de blanco, / pintando las paredes del convento con malas palabras, / abrumada por el calor, por los mosquitos, / y

    58 Roberto Fernndez Retamar, Juana y otros poemas personales, La Habana: Letras Cubanas,

    1981, pgs. 9-10.59

    Eugenio Florit, Tercero sueo y otros versos, en Obras completas, vol. V, ed. L. Gonzlezdel Valle y R. Esquinazi Mayo, Boulder (Colorado): Society of Spanish-American Studies, 1991, pgs. 406-407.

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  • SELENA MILLARES 237

    el desierto que era su celda, y que se centra en la leyenda de su desengao amoroso, en este caso con un caballero que por aquel tiempo / ya era casado,pero que reconstrua su vida de soltero / cada vez que la besaba60. Igualmente,cabe recordar, ya desde el mbito de la poesa popular, la inspirada milonga que le dedica el poeta en lunfardo Daniel Giribaldi en 1964, incluido en Biendebute y a la gurda. Su apstrofe a la Dcima Musa comienza con un traviesogalanteo que va derivando hacia una declaracin de honda religiosidad, no exenta de humor e irona, un rasgo tambin muy patente en Juana de Asbaje, y que yafrecuentara Amado Nervo:

    Sor Juana Ins de la Cruz:de Dios no seras nuerasi conocido me hubierasantes a m que a Jess.Nos gua la misma luz,igual sombra nos hermana.T en tu celda mexicanatan libre; yo preso aqu,Juana Ins de Asbaje yRamrez de Santillana.61

    CONCLUSIONES

    Los homenajes de los poetas del siglo XX al talento y la humanidad de Juana Ins de la Cruz se hacen innumerables, aunque cabe an mencionar alguno, como el monumental estudio que le dedica el mexicano Octavio Paz en 1982, Sor Juana Ins de la Cruz o Las trampas de la fe, si bien, como ha anotadoTeodosio Fernndez, en su momento pudo parecer un estudio profundo sobrela obra de Juana de Asbaje y sobre el barroco novohispano; hoy conviene leer esas pginas ms bien como una ccin literaria de Octavio Paz, de notablesigni cacin autobiogr ca62. Por su parte, el poeta espaol Andrs Snchez Robayna63 mantiene viva esa llama y anota: Tal vez no haya mayor originalidad

    60 Belkis Cuza Mal, Mujer brava que cas con Dios, en La poesa de las dos orillas. Cuba

    (1959-1993), sel. y prl. L. de la Hoz, Madrid: Libertarias / Prodhu , 1994, pg. 125.61

    Daniel Giribaldi, Bien debute y a la gurda, Buenos Aires: Torres Agero, 1985.62

    Teodosio Fernndez, Lectura surrealista del barroco: Sor Juana Ins de la Cruz y Octavio Paz, en Parnaso de dos mundos, eds. J. M. Ferri y J. C. Rovira, Madrid-Frankfurt: Iberoamericana-Vervuert,2009, pg. 113.

    63 Andrs Snchez Robayna, Para leer el Primero sueo de Sor Juana Ins de la Cruz, Mxico:

    FCE, 1991, pg. 200.

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  • UN SIGLO DE POESA PARA SOR JUANA INS DE LA CRUZ238

    que la de aquella obra que nos obliga a releer la tradicin. Ningn poema como Primero Sueo ha in uido tanto sobre las Soledades. En 1995, el dramaturgo mexicano Emilio Carballido da a la imprenta su pieza Engao colorido con tteres, dedicada a sor Juana en su centenario64, y en 1998 la cubana CarildaOliver publica su Biografa lrica de Sor Juana Ins de la Cruz65. Mientras, lafascinacin hacia la maestra del barroco se incrementa a partir de nuevos ha-llazgos, como la edicin de La segunda Celestina en coautora con Agustn deSalazar66, publicada en 1989, o la Carta de Sera na de Cristo, publicada por primera vez en 1996, un divertimento erudito, una broma literaria, una stira y un imbroglio67. En de nitiva, la gura de sor Juana an esconde enigmas por resolver, en tanto que su lumbre se mantiene encendida, intacta como el fervor de su sueo, para con rmar, con Francisco de Quevedo, que solamente / lo fugitivo permanece y dura.68

    64 Engao colorido con tteres no es un drama social en sentido ms o menos estricto. Su carga crtica se viste del ropaje de un barroqusimo juego de re ejos en el que diversos planos temporales,escnicos (muecos, tteres, actores personajes y actores actores) y verbales (el de Carballido y el deSor Juana) se funden en una sola imagen, la del retrato de Juana Ins cuya descripcin potica da ttuloa la pieza (Daniel Vzquez Tourio, La teatralizacin de la realidad como discurso tico. El teatro deEmilio Carballido, Madrid: UAM, 2008, tesis doctoral, pg. 172).

    65 Mxico: Casa Maya de la Poesa, 1998.

    66 Vase Teodosio Fernndez, Sor Juana, dramaturga, Cuadernos Hispanoamericanos, Los

    Complementarios, nm. 16 (noviembre de 1995), pg. 47.67

    Presentacin de Sor Juana Ins de la Cruz, Carta de Sera na de Cristo, ed. facsimilar, introd.y transcripcin paleogr ca de E. Trabulse, Toluca (Mxico): Instituto Mexiquense de Cultura, 1996, pg. 12.

    68 Francisco de Quevedo, poema 213, Poesa original completa, ed. J. M. Blecua, Barcelona:

    Planeta, 1981, pg. 261.

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