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UN POETA FILOSOFO Nació José Eusebio Cm'o en Gcaña, en 1817. MU1'ió en Santa Mm'ta 'en 1853. Treinta y seis años apenas vivió este hombre e."Ccepcional,que supo dejar huella profunda en el pensamiento colombiano. Y decimos esto no sólo al 'referirnos a la obra poética del hijo de Gcaña, obra que no ha peJ'dido su virtualidad lírica con los años, y antes bien se acendra; lo decimos pensando en su formidable obra filosófica, cuyas consecuencias se extienden hasta nuestros días, como tratare- mos de demostmrlo más tarde, y'en su labor po- lítica, que tiene vigencia actual inobjetable,pues Caro echó las bases morales e ideológicas de u'no de los dos partidos históricos de Colombia que, durante tántos años, se ha disputado la sobera- nía social de la República. No fue, ni podía ser, extensa la obra escrita de Caro. Es, por el con.,- trario, muy breve; pero de rara intensidad. Caro fue de esos escritores que, en pocas páginas, sue- len dejar tesoros de doctrina y de experiencia, a imitación de ciertos productos sintéticos que, ba- jo exigua apariencia, contienen extraordinaria energía vital. Quizás tuvo el presentimiento de su fin prematuro, y quiso vengarse de la brevedad de su' vida condensando toda la vitalidad mental de que era capaz en páginas duraderas, de sentido inexhausto. Corta es su obra poética, corta es su

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UN POETA FILOSOFO

Nació José Eusebio Cm'o en Gcaña, en 1817.MU1'ió en Santa Mm'ta 'en 1853. Treinta y seisaños apenas vivió este hombre e."Ccepcional,quesupo dejar huella profunda en el pensamientocolombiano. Y decimos esto no sólo al 'referirnosa la obra poética del hijo de Gcaña, obra que noha peJ'dido su virtualidad lírica con los años, yantes bien se acendra; lo decimos pensando en suformidable obra filosófica, cuyas consecuenciasse extienden hasta nuestros días, como tratare-mos de demostmrlo más tarde, y'en su labor po-lítica, que tiene vigencia actual inobjetable,puesCaro echó las bases morales e ideológicas de u'node los dos partidos históricos de Colombia que,durante tántos años, se ha disputado la sobera-nía social de la República. No fue, ni podía ser,extensa la obra escrita de Caro. Es, por el con.,-trario, muy breve; pero de rara intensidad. Carofue de esos escritores que, en pocas páginas, sue-len dejar tesoros de doctrina y de experiencia, aimitación de ciertos productos sintéticos que, ba-jo exigua apariencia, contienen extraordinariaenergía vital. Quizás tuvo el presentimiento de sufin prematuro, y quiso vengarse de la brevedad desu' vida condensando toda la vitalidad mental deque era capaz en páginas duraderas, de sentidoinexhausto. Corta es su obra poética, corta es su

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8 JOSE EUSEBIO CARO

obra científica, corta es su obra filosófica; todoeso ha podido reunirse en un volumen de pocomás de doscientas páginas. Pero quien toma ensus manos ese libro, y corn,ienza a leer esas pági-nas compendiosas y sabias, saca la impresión deque Caro no fue un pensador de nuestra raza, tanhabituada al derroche verbal, ni un poeta de san-gre americana, tan propensa a la vaciedad lírica,ni un escritor de lengua castellana, tan ocasiona-da a las exageraciones, hipé1'boles y redundancias,sino un escritor de mental'idad sajona, alumno deuna universidad creadora de grandes Scholars yde investigadores cienUficos. Todo nos hace pen-sar en esa procedencia: la seriedad de su vida, elmétodo de sus discursos, la racionalización de suinteligencia, el sistemático proceso de todas susinvestigaciones y la manera trascendental comocontempló todos los problemas del mundo y delespíritu. Su misma poesía es un modelo de ordeny de simetría, como ya lo veremos. De manera quede dos maneras es sintético el talento de Caro.Por la condensación a que tuvo que sujetar todoslos asuntos que cayeron bajo la consideración desu inteligencia, y por el método verdaderamentecientífico que supo aplicar a sus reflexiones. Louno pedía lo otro, y Caro halló la más cabal con-cordancia enh'e ambas exigencias. Fue metódicoporque fue compendioso, y fue compendioso paraadaptarse a las necesidades de su método. Inteli-gencia perfecta, diTíamos nosotros, ya que es di-fícil encontrar estas dos cualidades reunidas en elespíritu de los grandes escritores. Los unos, porser breves, eaen en el esquematismo trivial, y los

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ANTOLOGIA 9

otros, por aparecer organizados, degeneran en lamecanización sistemática. De ambos extremos es-tuvo alejado Caro, porque el artista que había enél le dejó entrever el punto de intersección de am-bas tendencias y el momento en que semejantesantagónicas facultades, encontraban su punto deequilibrio para dar origen a la creación literariape't'fecta.

Caso admirable de precocidad fue don José Eu-sebio Caro. Comenzó su obra literaria a los diezy ocho años, aunque antes había escrito versos;pero es a partir de aquella edad cuando ya co-mienza a manifestarse su talento literario. A losveinte estaba éste casi en su total desanoUo, y almÍ8mo tiempo era dueño ya de varios idiomas ex-tranjeros y de una cultura literaria tan sólida quedefendía, con pasmo de sus profesores, uno de loscuales era el doctor Ezequiel Rojas, el principiode utilidad de Bentham, doctrina a la cual estuvoafiliado en sus mocedades y que indudablementefue impuesta a su conciencia de estudiante por elilustre hijo de Miraflores. Ya veremos cómo mástarde adoptó la posición contraria y escribió la.más brillante y contundente refutación de esa doc-t?-ina, f01'mando entre los grandes adalides de laidea católica durante el siglo diez y nueve.

Por-esta misma época presentó, frisando en losdiez y nueve o veinte años, exámenes lucidísimosde Legislación, ciencia que enseñaba el mentadodoctor Rojas, y de Derecho Civil patrio, todo elloprecedido de sendos discursos que fueron muy a-plaudidos. Por aprobación unánime obtuvo el tí-tulo de bachiller. Un poco antes, hacia 1836, ha-

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10 JOSS B:USEBIO CARO

I

bía fundado en unión de sus primos hermanos'Francisco Javier y Antonio José Caro, y de donJosé Joaquín Caro, un periódico exclusivamenteliterario, el primero que de tal índole Be editabaen el país, llamado La Estrella Nacional.

Terminados sus estudios universitarios, puesnunca quiso recibirse de abogado, ni ejercer laprofesión, se dedicó al estudio de la filosofía y dela literatura. Como casi todos los hombres de esetiempo, sufrió la influencia espiritual de los enci-clopedistas franceses, a quienes leyó apasionada-mente. Voltaire, el barón de Holbach, Condorcet,Volney, etc. fueron sus autores favoritos, hastaque sus naturales inclinaciones espiritualistas ysu espíritu profundamente cristiano, circunstan-cias a las que ayudaron apologistas católicos de laimp01-tancia de Balmes, Bonald y De Maistre, lohicieron volver al redil de la Iglesia de Roma y alas creencias de sus mayores, que, valga la ver-dad, no habían sido desarraigadas de su corazón.Pero es que filósofos como Bentham, cuyas doc-boinas fueron implantadas en el país por el gene-ral Santander, que había sido amigo personal delpensador inglés y que aquí eran enseñadas oficial-mente y tenían propagadores tan inteligentes ytan hábiles como el doctor Ezequiel Rojas, no po-dían menos de cautivar a los temperamentos ju-veniles, tanto más cuanto que esas doctrinas, bus·cando la línea de menor resistencia, pues hacenconsistir el bien en la utilidad y la moral en e~placer, explotan las flaquezas humanas y comoque sistematizan las naturales tendencias del ins-tinto. El predominio de estas teorías fue fugaz en

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ANTOLOGIA 11

el ánimo de Caro, como ya lo dijimos, y el entlJ.rsiasmo con que las profesó en su tiempo no fuecompamble nunca al vigor dialéctico y al corajede ánimo con que supo combatirlas en la época desu madurez intelectual.

En el m'den de las ideas litemrias y poéticas,sufrió Caro una evolución tan radical como la quetuvo en el campo religioso. En los comienzos de suinspiración lírica, era partidario del seudoclasicis-mo francés, y de su reflejo en España. Efectiva-mente, sus autores predilectos eran Moratín, sín-tesis consumada de aquel espíritu, y M artínez dela Rosa, que había escrito también una Arte Poé-tica, a imitación de la de Boileau, y que, no obs-tante sus amagos románticos, ya que se le puedeconsiderar en España como precursor de estagran revolución, todavía era partida1'io de las tresunidades y demás dogmas de la preceptiva fran-cesa del siglo diez y ocho. Más tarde lee Caro a

,l08 grandes poetas italianos y franceses, cornoTasso, Alfieri, Lamartine, Hugo, etc., 11 éstos des-cubrieron a su inteligencia regiones desconocidasy dieron a su canto un timbre augusto, hasta en-tonces desconocido en la lírica castellana.

Caro (J;ceptaba y propiciaba todas estas evolu-ciones de su pensamiento moral y de su estéticaliteraria, porque era eminentemente un hombreV'I,(lJCidopara la verdad, y un temperamento ávidode conqui8 tas , sin que hubiese pactado nunca conlHI rutina ni con las ideas hechas o los principiosWf/uertos. Quería vivificarlo todo. Ya en los últi-mos años de su vida, y estando en la ciudad deN'ae1J6, Y-ork,8Ujetó a rigurosa revisión toda BU

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12 JaSE EUSEBIO CARO

obra poética y la refundió, sin desfigurarla, comosuele acontecer en estos casos, antes bien dándoleun mayor sentido rítmico y adaptándola a las másaltas armonías de su espíritu. j Ejemplo admira-ble de movilidad interior- y de curiosidad de espí-1'itu!

Sabía Caro que su obra literaria no tendría nila eficacia ni el alcance de las inspiraciones clá-sicas si no las animaba y encendía el genio delidioma, y por esta razón consagró al estudio delcastellano buena parte de su actividad intelec-tual. Leyó ávidamente la gramática de Bello y lacomentó en forma luminosa. Dejó entre sus ori-·ginales varios apuntes sobre temas absolutamen-te gramaticales, y formuló la verdadera teoríadel verso castellano, cuando dijo: "Lo que cons-tituye el verso esencialmente es la distribución delos acentos en series regulares,. eso es lo que se lla-ma ritmo. Quien dice ritmo dice verso. La medi-da no es una cualidad primitiva en el verso sinouna consecuencia del ritmo. Así pues la diferen-cia esencial que hay entre el verso y la prosa, esla misma que existe entre la marcha militar y elpaso ordinario, la igualdad de los compases quehay en aquélla y falta en ésta. Lo que hay de co-mún entre el verso y la música eft el compás. Loque hay de más en la música es el tono. La conver-sación, o sea la prosa, carece de ambas condicio-nes". N o se puede ser ni más preciso, ni más cla-ro, ni más exacto en la definición de un concepto.

Hubo en CaTOuna curiosa diversidad de talen-tos y de facultades al parecer antagónicas. Fuepoeta al mismo tiempo que matemático insigne;

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ANTOLOOIA 13

lírico a pa'r'de filósofo. Bueno será recordar aquí,que, siendo empleado de la dirección de créditopúblico, reformó la contabilidad. Oigámoslo, por-que el dato es curioso. "Las incoherencias y con-fusos métodos planteados en aquella oficina porsu primer director, me obligaron a estudiar pro-fundamente el método de contabilidad universal-mente seguido en el comercio y conocido con elnomb're de pa'rtida doble". Mas la partida doble,fundada en ficciones semejantes a las legales delos romanos, no podía satisfacer a un espíritu 0,-

costumbmdo al e.iercicio del análisis, a la preci-sión de la nomenclatura y a la exactitud de los re-sultados. "Esto me condujo a meditar más y má.~sobre los verdaderos principios de la contabilidad,1i después de muchos esfuerzos, ensayos y traba-jos, creo por fin haberlos descubie'rto".

Creo oportuno reproducir aquí también su con-cepto acerca del comercio. Dice así: "Si al abra-zar una profesión fuese negocio de elección y devoluntad, la profesión que yo habría abrazado se-ría el comercio. Es una profesión independiente,moral y lucrativa. Independiente, porque un co-merciante de nadie depende sino de su honradez,de su actividad y de sus cálculos. Moral, porque elcomercio contribuye a desenvolver todos los há-bitos de orden, de frugalidad y de economía. Lu-crativa, porque en el comercio es donde regula'r-mente se han acumulado las gmndes fortunas yes la carrera cuyo horizonte presentá más ha-lagüeñas y largas perspectivas pam una ambi-

.ción honrada. Además, el comerciante es viajeroy en los·viajes halla la más favorable ocasión pa-

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JOBE EUSEBIO CARO

ro, e1l8aru:karsu inteligencia, para instruírse enlas lenguas, leyes y costumbres de los diferente.~rJ'l¿eblos; para adquirir la prudencia que calculalos peligros y la intrepidez que los arrostra; para.estudiar a los hombres, para comparar unos paí-8.e8 con otros, y pre.'wnciando el espectáculo de lalibe'ttad yde la civilización a que han llegado losunos, comprender el punto final a que pueden en-caminm's€ los otros".

Por otra parte, no ha sido rara en Colombia es-ta espeáe de autonomía que, dentro de su espi1'1-tu, han ofrecido varios poetas colombianos. DonMiguel Antonio Caro, hijo de don José Eusebio,fue igualmente un hombre dotado de los talentospoéticos 11 de las disciplinas {üosóficas y jurídi-cas, ,bien que su inspiración lírica no tuvo nuncael vuelo de la de su progenitor; don Rafael Nú-ñez fue un romántico ardiente y un poeta de liraa'}'J'aSionada,al mismo tiempo que pensador y fí-'t6oofoy profundo sociólogo; don Diego Fallon esel autor de una arrobadora poesía a la luna, querecuema el idealismo de los poetas ingleses, 11cultioobo, las mtJ.temáticfLS no como aficionado si-no ~mo hom,b7'e de ciencia y era también músicoinsig'l'te; a S't"lva no lo favorecieron las circuns-tancias p.ara desarrcllar sus -certeros y bien cal-'CUladasp,royectosi'lUiJtJ:striales; en los tiempos ac-tuales, el maestro V('f,lencia fue muy veraado en,atN;m;vs médicos y en cUe3tiones de economía y decwncias fU1,ttl'r'fLl~8.Demo40 que es trndicióne<nC()ltJmbia esta 1n:ultiplicidad de facultades de sus·gf'amiles.poetfh8, fJ por 680 f'tf1li4de extrnñi'1 tien~qflte JitMi Busebio Ca", fu~se un c01'iJtCl;bilieta, de

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ANTOLOGIA 15

genio original dentro de esta árida rama, al mis-mo tiempo que un poeta de soberano arranque lí-rico.

Esta multiplicidad de facultades, aparentemen-te antagónicas, lejos de haber conducido a Caroal campo de la dispersión intelectual y de la anar-quía de los instinto,s, hizo de él un sér dotado deespléndida unidad rnoml, y le dió un sentido casiheróico de la personalidad. Porque es esta perso-nalidad lo que descuella principalmente en CM·O,ya se trate del hombre o bien del poeta. Sus ver-sos no se confunden con los de ningún otro bardoamericano. Llevan profundamente marcado el se-llo de su carácter austero, lógico pero al mismotiempo sensible y capaz de todas las ternuras hu-manas. Dentro de la numerosa variedad de temasy de asuntos que despuntan en la poesía de Caro,cualquier lector inteligente adivina la unidad deespíritu y de doctrina, que no estorban a la diver-sidad de tonos líricos. Pero hay siempre una notafundamental en esta poesía, nota que la suminis-tra el propio autor, tomándola de lo más profun-do y entrañable de su personalidad. Es, repito, sucarácter de hombre, que viene a ser como el ele-mento más culo de su poética. En una carta f echa-da en Nueva York y dirigida a don Julio Arbole-da (5 de julio de 1825) nos da Caro una especiede resumen de su doctrina lírica, que puede ser-vir de método crítico para juzgar e interpretarsu propia obra. Dice así:

"La poesía es el canto del hombre, y nada. má.~.En ese canto hay dos cosas: la voz y el sentim1'en-to,. las dos juntas son la poesía. La voz sin el ¡;en-

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1. JOSlll IlV8DIO CARO

timiento e:epresado, 6$ sQw música,; el sentimien-to sm la voz es sólo pa.sión. El poeta no es sóloun hombre apasionado, porque entonces todos loshornJwes que tienen fuertes y 'Mbles pasiones loserían; ni es sólo un músico, porque entonces loserían todos los músicos. El poeta es un hombreque canta lo que siente. Cuando no canta lo quesiente, sino cuenta lo que inventa, baja de poetaa novelista, y en este descenso, así pierde el ca,.;meter de poeta como lo perdería si n<J cantandolo que siente sino realizando lo que inventa, pasa,.;se de poeta a ingeniero".

Esta cita es preciosa, pues nos da la clave de lapoesía de Caro. Esta clave consiste en buscar,ante todo, valores humanos, vale decir, sen-timientos e ideas, realizados estéticamente pormedio de la música. A eso podríamos reducir la lí-rica de Caro, como, en general, toda poesía lírica,que no es ni debe ser más que la transcripciónmelódica de la sensibilidad exaltada en contactocon la vida. La poesía lírica es choque vital, quelleva sus resonancias a todos los ámbitos de laconciencia. Efectivamente, en lo que concierne aCaro, podemos rastrear todas las circunstanciasde su existencia en sus poemas, que casi siempretienen carácter autobiográfico, pero tomada estapalabra no como recuento de menudencias dia-rias, sino como la historia de un espíritu, o si sequiere, la fábula de un alma. Caro identificó susversos y su alma, y comunicó a sus poesías todaslas grandes inquietudes que hicieron de esa almaun escenario grandioso por donde pasaron todashu imágenes del amor y de la muerte, ante la pre-

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ANIJOLOGIA

sencia de Dios y bajo el presentimiento de la eter~nídad. Cómo no había de tener unidad, y unidadperfecta, una lírica que se nutría siempre de lasete'rnas fuentes humanas que, en todo8 los siglos,le han prestado vigor, frescura y perennidad ala'rte de los hombres?

Como hombre, hay en Caro un cierto equilibriode temperamento que recuerda la sólida 8enci~Hez de la columna dórica. Profundamente apa8io~nado, de temperamento ardiente, no tuvo, sin em~bargo, arrebatos emocionales ni linaje alguno deintemperancias, ya se tratase de SU8 ideas, de suarte o de su carácter. Fue firme siempre, sin arro~gancia vana, y orgulloso sin vanidades pueriles.En varias circunstancias de su vida demostró es~tas cualidades de su alma, aún a costa de gravespeligros personales. Combatió el despotismo de~magógico del general José Hilario López con ru~da franqueza. Impugnó abiertamente a quien ha~bía sido su profesor en las aulas universitarias, eldoctor Ezequiel Rojas, propagador en la NuevaGranada de las teorías de Bentham, contra loacuales volvió Caro todo el vigor de su dialécticaapretada y poderosa, pues ya apuntamos cómo elpensamiento lógico predominaba en Caro sobresus otras facultades mentales. Desde un punto. dev'ista estrictamente personal, dió muestras clarasde su sangre fría en cierta ocasión en que fue re~tado a un duelo. Oigámoslo:

"El señor X, a consecuencia de ciertas expre-siones relativas a él que se hallan en el último nú-mC1'Ode (aquí el nombre de un periódico) me hahecho decir, hoy lunes 21 por la tarde, en el alto-

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18 JOSE EUSEBIO CARO

zano de la catedral, por medio del señor X. X. queexige una satisfacción de mi parte, por aquellasexpresiones. Yo he dicho al señor X. X. que, a pe-sar de la repugnancia que siento de entrar en rela-ciones con el señor X, estaba pronto a darle aque-lla satisfacción. Esto quie1'e decir que el señor Xconsiderando que aquellas expresiones mías de-bían tomarse en un sentido que no le es honroso,desea o que yo las explique, o las retire, o las re'i-ter'e, poniéndome en peligro de ser herido o muer-to por él. Yo no puedo explicarlas sino en un sen-tido que le es desfavorable. Tampoco puedo reti-Tarlas. Estoy, pues, dispuesto a reiterarlas en si-tuación de podeT ser muerto por el señor X. Estetirará contra mí hasta dos pistoletazos, con bala.con hs pistolas, en el lugaT y a la distancia quedetermine el señor A. de acuerdo con el señor B. aquien doy poder al efecto. Si quedaTe yo vivo, Te'/,-teraré lo que he dicho, explicando como explicoahora que aquellas palabras significan. . .. Estadeclaración, 'repetida dos veces, equivaldría a losdos pistoletazos que yo hubiera de tirarle. Yo nopuedo ni debo hacer contra él otra especie de tiro.No tengo deseo, ni interés ni obligación de herir omatar al señoT X,. bien al contrario. Pero sí ten-go interés y obligación positiva de sosteneT en to-do caso lo que he dicho, porque es la verdad. Elseñor X tiene der'echo, según la opinión, a que yolo satisfaga, es decir, a que lo deje satisfecho delo que he dicho, lo dije sin ligereza de pasión.antes bien con toda pTemeditación y con el plenoconocimiento de causa, y resuelto a correr todaslas consecuencias de mi dicho, es decir, al peligro

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ANTOLOGIA 19

de ser herido o muerto por el señor X. Esta espe-cie de satisfacción tengo mucho gusto en dá1'selaal señor X. y en dársela completa. Bogotá, 21 deenero de 1850. José Eusebio Caro". Y así se ve1'í-ficó el duelo -continúa el autor del estudio crí-tico del cual hemos copiado este documento, quefigura sin nombres propios- salvo que el sc1101'Z. no disparó sino una sola vez, dejándole desar-mado la extraña resolución de su adversario".

Cumplimos con un deber de lealtad literarirtmanifestando que tanto esta declaración de Ca1'ocomo otros documentos que figu1'an en este esbo-zo crítico, pertenecen al p1"ólogoque don MiguelAntonio Caro escribió para la edición de las obmsde su padre, don José Eusebio, edición que fuehecha en 1837 como tomo primero de una Biblio-teca de Autores Colombianos, publicada por losredactores de El Tradicionista. El estudio de donMiguel Antonio Caro es una de sus más completasy sagaces páginas de crítica literaria, y es guía in-dispensable para quien pretendía comprender laobra del autor de La Bendición Nupcial, o escribirsobre él. Hay otro rasgo que pinta a lo vivo el ca-rácter de José Eusebio Caro. Aquí cedemos la pa.,labra al ya citado prologuista:

"Cuando en 1844 se discutía en la cámara derepresentantes el proyecto de división territorialdel doctor Ospina, proyecto que José Eusebio Ca-1'0 defendió con todas sus fuerzas,. habiendo he-cho el señor Julio Arboleda la suposición, en elautor del proyecto, de maquiavélicos fines contrala constitución nacional, indignado Caro le obser-vó al señor Arboleda que no era a un propietario

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J08m J:USIlBIO CARO

..

de esclavos a quien correspondía suponer a nadieenemigo de la libertad. El señor Arboleda no ha-lló a mano otra cosa que replicar sino inculpar aCaro como parásito de la administración Herrán,aunque a éste Caro le había tratado de nulo, yaunque sus antecedentes en la misma Cámara ysu conocido carácter lo ponían a cubierto de todatacha de adulación; como nadie adula al poderejecut'ivo si no es por algún empleo, y como él"pre f e1'ía (son sus expresiones) al silencio la pa-labra y a la palabra el acto", hizo allí mismo re-nuncia del destino que ocupaba en la secretaríadel interior (aprovechando la presencia del señorsec'retario, el doctor Ospina, amigo suyo, quienla aceptó incontinenti) ; y prometió no desempe-ñar ca'¡-goalguno público durante aquella admi-nistración .... En cuanto al señor A rboleda, a po-cos días se presentó en su casa, deseoso de unareconciliación; a invitación suya recitó cada unoalgunas de sus poesías favoritas, y concluyó laentrevista con un afectuoso abrazo".

N o son frecuentes estos rasgos en la época quealcanzamos; por eso mismo nos parecen heróicos.Ese era José Eusebio Caro, desde el punto de vis-ta de la ética personal. i Todo un hombre! Y eseso lo que da a sus versos, por encima de la cali-dad artística, un val01' eterno, que transpone lostérminos de las escuelas literarias o de las con-cepciones estéicas, que los sitúa en ese campo deuniversal eficacia donde el arte no es más queirradiación del hombre en el sentido de lo eter-no. No concebía Caro la poesía sino como expre-sión de anhelos perdurables. Nunca hizo versos

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AN'I'OLOGIA 21

ocasionales, ni cantó temas de suyo frívo'los. Per-maneció siemp1'e frente a los más graves proble-mas del alma y del universo, no en la actitud delescéptico, ni del que niega toda metafísica, sinocomo creyente en Dios; pero esta creencia no leimpidió sentir frecuentemente ese estrerrt<ecimien-to de temor humano, demasiado humano, que sa-cude las fibms del espíritu ante la contemplacióndel miste1·io. El soplo del abismo siempre eriza 'losnervios por más que oigamos, en su fondo, lasconsoladoras voces de la esperanza. Hay en lamuerte una pa1·te de terror fisiológico al que nopueden sustraerse los espíritus más firmementeanclados en la fe ultraterrena. El sol de la creen·cia, iluminando el espíritu, proyecta sobre la tie.rm la sombra del triste animal humano. Estasombra aparece también en los versos de Caro"como en los escritos de todo gran pensador. Perono es desesperación ni miedo, sino santa melan-colía que nace de la misma limitación de la inte-ligencia pam abarcar lo absoluto. La misma ver-dad es triste en el sentido de que só'lo sirve parahacernos conocer el error y el engaño que nos ro-dea. Algo de lo dicho se traspira en estas estro-fas de Caro:

Tristes, mortales, córrense mis días;Hoy como ayer, mañana, igual a hoy;Campos, montañas, cielos, todo cambia;Pero no cambia, no, mi corazón.Pronto quizá. . .. la muerte cerca tengo ....

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22 JOBE EUSEBIO CARO

La odiosa muerte vaga en mi redor.Es alta noche. . .. el enemigo en frente ....Tal vez mañana callará mi voz.

La inspiración de Caro es esencialmente lírica.Se le c~nta entre los románticos, por relaci6n ala época en que se desarrolló su genio poético, quecorresponde exactamente al esplendor de aquellaescuela poética; pero Caro del romanticismo notomé más que algunos elementos que están implí-citos en la esencia lírica, y que se habrían des-arrollado fatalmente dentro de su poesía, fuesecualquiera la época en que hubiera nacido y es-crito. El sentido religioso de la existencia y lainquietud de origen metafísico, son aspectos muycaracterísticos del romanticismo, y en Caro cons-tituyen la base de su tendencia poética. Tambiénes romántico el hecho de identificar la vida conel arte, y ya vimos que es ésta una de las notaspredominantes en el arte de Caro. En cambio laordenación metódica de las ideas y hasta de las e-mociones; la racionalización del sentimiento- sise me permite la expresión-; la justeza de la for-ma, que se adapta casi científicamente al pensa-miento, y otras circunstancias, tan notorias enCaro, son de procedencia y extracción clásicas.

En general, la críNca ha llamado a José Euse-bio Caro el poeta filósofo. Así lo denominan supropio hijo que es, al1nismo tiempo, su mejor crí-tico, y don Marcelino Menéndez y Pelayo, que si-guiendo las huellas de don Miguel Antonio Caro,formuló acerca del auto?' de El Bautismo uno deesos juicios definitivos y fervorosos que quedan

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ANTOLOGIA 28

como pagmas clásicas en la historia literaria delos países. PO?' el entusiasmo con que está juzga-do Caro en esta ocasión, esa página crítica nosrecuerda el estudio que el mismo M enéndez hizosobre H eine, aunando los fervores de la admira-oión personal a la severidad del juicio justi-ciero y exacto, Puede afirmarse que sobre muypocos poetas españoles escribió M enéndez con tán-to amor como sobre José Eusebio Caro. Qui1:-ás(o sin quizás) contribuyó a ésto la efigie momldel poeta ocañero, en el cual vió reflejadas Me-néruiez muchas de las virtudes cristianas y de lascualidades de carácter que a él m1:smo lo enalte-cían, y que hicieron de su crítica no sólo una es-'Cuela de alta literatura, sino una cátedra de mo-ral religiosa y de ética intelectual. Pues, bien;Menéndez también califica a Caro de filósofo, conesta~ palabras: "Ningún poeta ha santificado-con tan nobles acentos de filosofía religiosa los{Jffces y dolores del hogar, ni ha dicho p(üabrasmás ,elocuentes sobre Dios y la eternidad, sin queel verbo inflamado de la poesía lírica perdieranada de su color al contacto de la materia filosó-fica. Nadie podrá dividir en Caro el poeta, el fi-lósofo y el hombre .... "

G'Ómez Restrepo, en su no menos entusiasta y/ber'l1'WsQestudio sobre el impugnador'de lag doc-trinas utilitaristas, habla también de la profundi-dad metafísica de su poesía y Pombo, en su poesíapanegírica, que es también uno de los iuicios másMertados y justos sobre don José Eusebio, repitefreC!Uentemente las palabras metafísica y fiJose-fía aPJ,icu4a8 «lautor que motivó grandwso 6110-

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gio lírico. No hay duda, pues, acerca del carácte'rfilosófico de la poesía de José Eusebio Caro.

Pero es el autor de Estar Contigo predominan-te y exclusivamente un vate metafísico, un for-muladar de teorías rimadas sobre Dios, el alma,el universo, o un pensador sistemático que hubie-se desarrollado en áridas estrofas el proceso deun pensamiento discursivo, o los diferentes gra-dos de alguna hipótesis racional? No. Caro es poe-ta filosófico en el sentido de que salva tod.o lotransiton:o y fugaz del sentimiento o de la idea,en busca de algo permanente y universal que só-lo se realiza en el mundo de lo absoluto. Muchasveces, partiendo de lo concreto o anecdótico, al-canza las regiones de la más pura abstracción,pero sin renegar de su cálida condición de poeta.Allí está, para demostrarlo, la historia de su pa-sión por "Delina", única mujer que despertó laformidable capacidad afectiva de este poeta, y lacual, años más tarde, fue su esposa. La trayectoriade esta pasión puede seguirse paso a paso a tra-vés de sus poemas, ya que cada uno de ellos escomo una estancia o jornada en la historia de es-te amor. Prim3ro, el encuentro inicial y los tími-dos balbuceos de la pasión que nace,. después laincertidumbre ante un rival que aparece desig-nado en muchas de esas poesías, y ante el cualel poeta siente los naturales celos de la pasióninsegura de sU objeto,· más tarde la hora en quela mujer dilecta corresponde a sU apasionado ad-mirador; posteriormente, en serie no interrumpi-da, la proposición de matrimonio, la bendiciónnúpcial,' la ventura domé8tica~ el anuncio del Pri •.

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AN'l'OLOGIA

mogénito y el bautizo de éste. Hay que advertirque me he valido, para esta en'llmeración, de lo.3?l'/,Í8mostítulos de las poesías de Caro. La hiBto"ría es completa. Algunas poesías que no caben lí ..teralmente dentro de esta enumeración ascenden.-te, Be refieren a episodios de esos que no falfannunca en estos grandes d'ramas del corazón: elpoeta teme no ser correspondido; el amante ha,ofendido involuntariamente a su prometida; una.ligera contrariedad nubla el rostro de ésta, y eljoven novio se intranquiliza indagando la causade semejante circunstancia, etc. En su más vastoconjunto, los poemas de Caro son la historia"pues, de su enamoramiento y de BU matrimonio,referido todo con ardorosa pasión, en términO/!de varonil y a veces extraña franqueza, como tJ¡.

Mntece con la poesía que el autor dedica a BU hijopor nacer. Se necesita, como dice M enéndez y P,..layo, cierto heróico candor para abordar lírica,..mente un tema semejante; pe1'o Caro lo hace entérminos que aparecen como sublimes. Y aquí ha,.ce al caso recordar que unos críticos chilenos, tUcuyo nombre no quiero acordarme, tildaron esapoe8Ía de obcena, cuando es de una magnífica, pu..reza y de una inspiración casi religiosa. Vea/m"",c6mo respondió Caro a los tales o, mejor dicho.a cierto personaje colombiano qUEhabta repstidola imputación de los chileno.:

"Me aeusa V. S. de haber escrito v,nro, ooes•.nos. ¡A1t! V. S. tambi4n quier8 darme leMi()ne.de moralidad y de rigidez de coetumbr,,' CfBOestar 8oiíando, porque, en fin, entre el 4'80.-4""de 10B cu.art,leB, entre 108 r,f4,ltJ/~ttient08d4 tu451-2

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campañas; V. S. ha visto mis costumbres, comoyo he visto las suyas. Impuse mis manos paterna-les sobre el seno que encerraba el fruto de un amorlegítimo, para bendecirlo, desde entonces, en nom-bre de Dios,. y la imaginación de V. S. empañadacon sucias nubes, no ve en este acto sublime deun padre sino el acto indecente de un libertino?y quiere que la pluma con que escribí mis mejo-res versos -versos pat'a siempre grabados envuest?'u memoria a despecho de vuestros renco-res (sí; porque esosveT.'WS no los olvidaréis ja-más y los repetiréis involuntariamente como unaoración cuando 1)Uestra esposa os anuncie que te-néis un hijo) - queréis que esa pluma la queme.No; no puedo quemarla .... Esa pluma la guar-do para legársela a mi hijo; la guardo para queconozca la pluma con que su padre escribió losversos en que le bendecía desde el seno de su ma-dre".

Veamos ahom quién era la mujer que despertóen Caro tan profundos Sentimientos. El mismo ladescribe en las siguientes líneas:

"Yo me he acercado a las más celebradas mu-je1'es de Bogotá; he visto a las más hermosas, hetratado a las más inteligentes. Algunas habránpodido divertirme,. ninguna habría logrado sor-p1'enderme. En ella, sólo en ella, he podido admi-t'ar aquella exquisita finura de observación quesabe caracterizar con una palabra el objeto a quese aplica; aquel tacto de las actuaciones, tan rarod01no precioso, por el cual adivina más bien quedescubre, el mejor procedimiento en cada casoda;do;, aquel entendimiento despejado y sin n*

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ANTOLOGlA 2'1

bes, que sin envanecerse y sin humillarse 8a1>8poner cada consejo, cada recomendaci6n, cadaelogio, en el lugar que le corresponde; aquella 8a.-gacidad penetrante que, de una sola ojeada, 11 de.duciendo de un solo rasgo el carácter entef'O deuna persona, en una acción toma principio pan¡desenvolver una conducta.... Su maravillosahermosura 8S la menos notable de sus cualidades,la menor de sus perfecciones".

Tal era la hija del doctor Tobar, ministro-jue,que fue de la alta Corte de Justicia, y "uno de lOBfundadores de la independencia americanatl• Talera Delina, nombre poético con que Caro la in-mortalizó en sus poemas. Este amor resistió inal.terable a la convivencia conyugal. Bastantes añosdespués de casado, todavía escribía Caro a sumujer, desde Cartagena, sitio de donde tuvo quedevolverse a los Estados Unidos, al saber que elde8Potismo demagógico reinaba todavía en su pa-tria: "Mi corazón nació para amar y para amar-te a tí. Después de haberte conocido me era impo-sible deiar de amarte, me era para siempre im.-posible ser feliz sin tu amor. En cualquier estadoque te M;ubieraconocido, te habría amado natural,instantáneamente, te habría amado como te amé,como te amo ahora, como te amaré hasta el día fkmi muerte". Es oportuno puntualizar aquí que elJ-te día trágico para la Nueva Granada, cuyos rum-bos políticos habrían sido distintos si Caro vivemás tiempo, según lo afirma Suárez, este día deluto para las letras castellanas llegó tres años des-pués de escrita esta carta, cuando Caro contabaapeMS treinta y cinco años de edad. Murió lejoB

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de su hogar, según lo había presentido, víctima dela persecusión política contra él decretada, '!Iquele obligó a expatriarse a los Estados Unidos. Porcierto 'quefue en la patr'ia de Franklin donde es-cribió su poesía titulada La Libertad y el Socia-lismo que Menéndez Pelayo considera "la másarrogante y magnífica de sus inspiraciones líri-cas". En esas estrofas dio Caro respuesta a susenemigos y dejó, al mismo tiempo, un tremendocuadro del estado social de la Nueva Granada ha-cia 1849.

Con raras excepciones, pues, las poesías de Jo-sé Eusebio Caro son amorosas y se refieren a lamujer a quien posteriormente condujo al altar.Entonces, cómo es Caro poeta filósofo? Podemosafirmar que la filosofía fue en Caro una deriva-ción de su sentido erótico. Sin la muerte, difícil-mente se hubiera filosofado, decía Schopenhauer,y lo mismo podr'ía afirmarse del amor, que se fun-da precisamente en el sentimiento de que todo pe-rece y se extingue, y lucha contra esta oscura ybella· fatalidad. Consideradas humanamente lascosas, en un mundo en el que no existie'(a la muer-te, tampoco eristiría el amor, y sin éste, la me-tafísica no habría nacido, puesto que es esa pa-sión la que 1/0S lleva a la consideración de lo abso-luto. El amor aspira a la totalidad ya lainmorta-lidad. El amor es como la síntesis suprema de laactividad cósmica. Por el amor ascendió Caro alas regiones de la filosofía. Esa la fuerza que loimpulsó a buscar la explicación últ'ima de los se-res, y la razón del espíritu. Yen el ápice de aque-lla escala de interrogaciones encontró siempre la

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idea de Dios, como clave última del misterio t~~rreno. El amor, en Caro, es religioso, más que fi-losófico. La suya es una especie de teología delcorazón, mejor que una concepción de su inteli-gencia. Delina, como eBatriz a Dante, le enseñólos misterios ultra terrenos y abrió a sus ojos laspuertas del paraíso.

Podría objetarse que, desde este punto de vis-ta, el amor fue en José Eusebio Caro una con-,cepción 1:ntelectualista y religiosa, y que adhirió aél como se adhiere a una esis abstracta, por sim-ple determinación del entendimiento. No hay tal.Cm'o sentía el amor con pasión de hombre y efec-tivamente hay pasión ardiente en sus versos; pe-ro al trasladar al al'te esa pa3ión, el amor se in-telectualizaba, se convel'tía en idea, sin pel'derpor eso, sus raices sentimentales. Admirablemen-te bien expresó este fenómeno don Miguel Anto-nio Caro cuando d'ljo:

"El amor inspiraba; la razón esc1'ibía. Caro ex-perimentaba la pasión más intensa, y sinembar-go sus versos no son la obra directa de esa pasión.F01'mulábamos mediante la reflexión, sin que poreso se resientan de frialdad, a manera de un pin-tor que hiciese un buei~ retrato, ausente el origi-nal. Sus versos no son la expTesión espontánea, el ~grito de sus sentimientos; son una Í1nagen bellay pura de esos mismos sentimientos convertidos.en ideas; pero imagen que lleva el calor y el aro-ma de un corazón apasionado".

Así se explica la aparente antinomia que habíaentre CaTO hombre y Caro poeta, desde el puntode vista de la pasión amorosa. La más alta, corn,-

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pleta y profunda de sus poesías es la que lleva co-ma título La bendición nupcial, escrita con oca-sión de su matrimonio, como se infiere del título.Los críticos chilenos, a que me he referido antes,se admiraban de que un hombre, en ocasión seme-jante, se hubiese puesto a escribir un tratado demetafísica, en vez de pensar en la consabida "lu-na de miel", en el hotel de moda pa7'a pasarla, oen el usual "viaje de bodas" como cualquier petri-metre adinemdo. Pensaba en sus responsabilida-des de hombre, de marido y de futuro padre; pen-saba en la generación que de él saldría, y en lavasta cadena humana a que daría origen su enla-ce can la mujer predilecta de su corazón; pensa-ba en la incertidumbre del porvenir, en la suertemisma de su amor, en la inevitable cosecha de des-engaños que es la vida, en los azares de su vida depolítico y de combatiente por los ideales de lacultura cristiana, en época adversa a la religión;pensaba en su muerte, en la suerte de su hogar yde su nombre, una vez desaparecido él,y en otrascuestiones por el estilo que, si deben ser la preo-cupación de todo hombre sensato en aquel teme-1'OSO trance, en Caro revestían gravedad suma,porque su imaginación todo lo agrandaba, y suinteligencia dramatizaba las ideas al proyectar-la.s sobre la eternidad.

Es posible, decimos ahora, desde un punto devista abstracto, la poesía filosófica? No se opo-nen, por definición, estas dos materias? No tienenobjetos y fines distintos? En rigor lógico, pudié-rase contestar afirmativamente a estas interro-gaciones. Efectivamente, el filósofo, en términos

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1generales, busca la verdad, y el poeta la realiza~ción de la belleza. El filósofo especula racional-mente y el poeta intuye pu'r medio de la imagina-ción. La filosofía generaliza y la Urica, comu todoarte, parte de lo concreto y personal. En toda filo-sofía hay envuelto cierto rigor sistemático, quesujeta a método estricto el raciocinio; la poesía esun libre divagar que no tiene como norma sino laverdad de las asociaciones y la analogía de los sí-miles, todo ello de a,cuerdo con la fantasía del poe-ta. La filosofía da la explicación de las cosas, pormedio de sus últimas razones; la poesía nada ex-plica porque no le interesa remontarse a la leydel fenómeno, sino ofrecer este mismo fenómenoen el plano de la simple contemplación estética,dentTo de su inmediata y simple realidad. Talesson, entre otras, las diferencias entre la actividadfilosófica y la creación poética. Pero si nos sali-mos de este rigor dialéctico, y contemplamos lascosas con más amplitud de criterio, veremos cómosí puede haber una especie de filosofía lírica o depoesía filosófica, según la manera como el poetaaborda los problemas fundamentales de la filoso-fía.

Poetas ha habido que, de hecho, han tocado ensus versos temas pertenec'ientes a alguna ramade la especulación t?'ascendental, por ejemplo, Lu-crecío, que puso en verso las teorías cosmológicasde Epicuro. Otros han tratado líricamente asun-tos más concretos, pero caen, de hecho, dentro dela técnica filosófica, como los que han cantado alhombre en geneml, y allí está el caso de Lamarti-ne, al tiempo, a la inmortalidad, o se han referi-

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do a cie?'tos aspectos morales de esas mismascuestiones, cómo la justicia, la verdad, la inesta-bilidad de las cosas humanas, la fuga de las pom-pas y honores, etc. Esta poesía de carácter morales muy española, y caracteriza casi íntegramen-te los primeros siglos de la literatu1'a castellana,desde Be1'ceo hasta J01'ge Man1'ique. Ent1'e nos-otros no ha tenido cultivadores de mayor mériton'i ha producido ob1'as que merezcan ser mencio-nadas. Quizás nos falta a los colombianos, y engeneral, a los esc?'itores de Hispanoamérica, esesedimento que depositaron, en el alma de su raza,escritores como Séneca, sedimento que no se tras-fundió en la mentalidad de estos pueblos. Digo,pues, que son abundantes los poetas que han to-mado, para mate?'ia del canto, aspectos concretoso parciales de la especulación metafísica, y, a ve-ces, los han tratado con rigor sistemático, dentrode la libe1'tad lírica. En Colombia es notable poreste aspecto, el doctor Núñez, que hizo entrar enlos dominios de la poética temas de entraña filo-sófica y aún científica, con el natural perjuicioque de allí derivaron por igual la lírica y la cien-cia, pues ni esa poesía alcanza toda su expresiónestética, PO?'un lado, ni, por otro, llega a la ple-nitud de las demostraciones científicas, siendo a-penas una e:rpresión rudimentaria de estos pro-blemas, expresados por medio del balbuceo lí1'ico.Muchas de las poesías de Núñez son exposicionesp1'osaicas de temas científicos, escritos en 1'englo-nes C01'tos.La materia de otras resulta más inte-ligible si se convierten en prosa las estrofas. Mu-cho~ de estos temas, así refundidos, podrían en-

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trar, por derecho propio, en los asuntos sociales ysociológicos que Núñez manejó, con tánta destre-za, dentro de su labor periodística.

Otr'os poetas, por el contrario, lejos de propo-nerse asuntos propios de la especulación racio-nal, consideran las ideas y los sentimientos desdesu punto de vista rnás universal y trascendente,par'tiendo siempre de casos concretos que han he-r'ido su sensibilidad. Tal es el caso de José Euse-bio Caro. Casi ninguno de los asuntos de su poe-sía pudiera servir de tema de estudio en algunaclase de metafísica o de ciencias naturales, comosí acontece con algunos motivos líricos de Núñez;pero todos ellos entran en esa serie de incitacio-nes universales que siempre han movido la inte-ligencia de los hombres hacia consideraciones deíndole general. Sólo hay un caso en que Caro usóde un motivo propio exclusivamente de las cien-cias políticas, y es su poesía llamada La Libertady el Socialismo, que es un ejemplo casi único derefundición lírica de un tema prosaico de suyo.iPero con qué donaire supo sortear el poeta losescollos propios de esa clase de intentos litera-r'íos! La adaptación de la expresión al tema nopuede ser más armónica. Hay estrofas, en esapoesía que son perfectas desde el punto de vistadel equilibrio guardado entre la dureza del temay su traslación a la escala poética.

Estos ejemplos bastan para demostrar cómo elgenio poético de Caro sabía dar ligereza y arre-bato a temas pesados por naturaleza y que otro,menos audaz, o menos consciente de sus fuerzasartísticas no se habría atrwcido a tocar. Caro no

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8e arredra ante la natural aridez del tema, ni an~te la casi imposibilidad de poetizar un capítulo desociología y de historia política colombiana. Selanza al tema con toda la arrogancia del caso, ysale en verdad victorioso, pues la poesía de Caro8e lee siempre con gusto, a causa de esa concilia-ción estética y científica de que hablamos ya, tanhábilmente logmda. Don Julio Arboleda tambiénescrib,tó versos análogos, casi en las mismas cir-cunstancias políticas de Caro y contra el mismogene1"alJosé Hilario López y, sinembargo, los ver-sos del cantor de Pub enza han envejecido más quelos de Caro, y sólo pueden leerse con criterio re-trospectivo. La oda de Caro es de perpetua actu~lidad, como lo es el caso político allí contemplado,y su doctrina sigue y seguirá vigente, dentro delespiritualismo cristiano, como una de las basesmás inconmovibles de la filosofía católica frenteal problema social. ¡Ese fue el' acierto de Caro!Contempló el problema apenas con referenciasocasionales a la historia política de Colom.bia, desarrollando la tesis doctrinal en un sentidoválido para todas las épocas y circunstancias delmúndo.

Pero dejando a un lado esta poesía, que es defondo estrictamente científico, los demás poemasde Caro pertenecen a esa filosofía general de lavida que puede formularse cualquier espíritu re-flexivo, aun cuando Caro sí meditó en obras deexp'resión doctrinaria y en amplios desarrollos detesis metafísicas, pero esto corresponde a su la,..bor en prosa, y en esto no nos quedan más que es-bozos. Bien sabido es que proyectó una Filosofía

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ANTOLOGIA 35

del Cristianismo, cuyo plan, según don Miguel An-tonio Caro, concuerda bastante con el de los Es-tudios Filosóficos de Augusto Nicolás. Pero nonos corresponde investigar esta faz del talento fi-losófico de José Eusebio Caro. Su filosofía poéti-ca, pues, es lib1'e especulación sobre cuestiones vi-tales, pero desarrollada en veces en forma casisilogística, por la precisión del pensamiento y laexactitud de las expresiones e imágenes. Todo eldogma de la supervi'vcncia del espíritu, por ejem-plo, está condensado en estos dos versos maravi-llosos:

El hombre es una lámpara apagada.Toda su luz se la dará la muerte.

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Difícilmente se puede ser más "matemát'ico" di-gamos así, en la exposición de una idea, y difícil-mente pueden juntarse, con arte igual, el pensa-miento trascendental y la imagen poética que losimboliza. Aquí se revela esa perfecta armonía defacultades que había en Caro, principalmente do-nes del pensador y sus atributos de lírico.

Afirma don Miguel Antonio Caro que, en susúltimos años, don José Eusebio redactaba prime-1'0 sus poesías en prosa, y luégo las trasladaba alverso. El procedimiento no fue de la exclusiva in-vención del autor de la Bendición Nupcial que an-tes había sido empleado, y posteriormente, un poe-ta francés radicalmente opuesto a Caro en ideasy en sensibilidad artística, Carlos Baudelaire,también se sirvió de él para componer muchas delas poesías de Las Flores del Mal. En las poesías

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de don José Eusebio Caro, especialmente en lasde su última época, es visible este procedimiento,es decir, el de una primera y sosegada elabora-ción reflexiva, a la cual siguió después el simpleengaste poético. De otra manera, es decir, si Caroaboca directamente el asunto, difícilmente habríalogrado tan extraordinaria precisión de concep-tos. Como los escultores, modeló primero sus ideasen la dúctil arcilla de la prosa, que se presta atodas las rectificaciones, y luégo las trasladó a lamateria poética definitiva, al duro y perennebronce de sus versos.

RAFAEL MAYA