Un New Deal para Europa

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    ODILE JACOB, 2013 IAEN, 2014Licencia Creative Commons: Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0Internacional (CC BY-NC-ND 4.0)

    Primera edicin:1000 ejemplares, enero de 2015Ttulo:Un New Deal para Europa

    Autor:Michel Aglietta y Tomas BrandTraduccin: Ana Useros MartnMaquetacin y diseo de cubierta:racantes de Sueos [[email protected]]

    Direccin de coleccin: Carlos Prieto del Campo y David Gmez Hernndez

    Edicin:

    IAEN-INSTITUTODEALTOSESTUDIOSNACIONALESDELECUADOR

    Av. Amazonas N37-271 y Villalengua esq.Edicio administrativo, 5to. piso. Quito - Ecuadorelf: (593) 2 382 9900, ext. [email protected]

    Traficantes de Sueos

    C/ Duque de Alba, 13. C.P. 28012 Madrid.lf: 915320928. [e-mail:[email protected]]Impresin: Cofs artes grcas

    ISBN 13:978-84-943111-0-9Depsito legal: M-36659-2014

    tulo original: Un New Deal pour lEurope,ODILE JACOB, 2013.

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    UN NEW DEALPARA UROPA

    CRCIMINTO, URO, COMPTITIVIDAD

    MICHL AGLITTATHOMAS BRAND

    ANA USROS MARTN(TRADUCTORA)

    traficantes de sueos

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    NDIC

    Agradecimientos 13

    Introduccin. La conjuncin europea 15

    Captulo 1. Los antecedentes del euro 19

    1. Races y principios del ordoliberalismo 20Las races del ordoliberalismo 20Los principios del ordoliberalismo 24

    2. Fundamentos tericos de las uniones monetarias 27El enfoque positivista de las zonas monetarias ptimas

    y sus atolladeros 27La economa poltica de las uniones monetarias en la concepcin

    de los regmenes monetarios internacionales 313. El largo camino hacia la unin monetaria europea 36

    Los informes que fundaron el paradigma de la unin monetaria 38xitos y fracasos del sistema monetario europeo 41El accidentado camino hacia la unin monetaria

    tras las crisis del SME 45

    Captulo 2. La instauracin del euro y sus efectos 471. La dinmica de la deuda, causa principal de las crisis 49

    La deriva generalizada del endeudamiento 49Contra el postulado de la eciencia fuerte:

    la hiptesis de la inestabilidad intrnseca de las nanzas 54Diferentes modos de coordinacin 57Precio de los activos y endeudamiento: la pareja infernal 59Burbuja especulativa y crisis bancaria sistmica 62La red de las contrapartes 64Apalancamiento de nanciacin, riesgo de contrapartida y

    prestamista en ltima instancia 642. La gran divergencia de las economas y la gran deriva

    de la deuda privada en la zona euro 65Dinmica nanciera y fracaso de la Estrategia de Lisboa 66Es la zona euro algo ms que un sistema

    monetario internacional de cambio jo? 68Convergencia nanciera, divergencia real ante la crisis:

    el asco de la gobernanza poltica 74La polarizacin industrial: el fracaso ms decisivo

    de la unin econmica y monetaria 84

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    Captulo 3. El impacto de la crisis financiera sobre la zona euro (2007-2010)911. Deflacin de balance y riesgos sobre la economa 92

    Cada de los activos e imperativo de desendeudamiento privado 92

    El riesgo de caer en una trampa de liquidez 962. Los cambios en la conducta de la poltica monetaria 101Nuevas polticas monetarias 101Los efectos de las polticas monetarias no convencionales 104

    3. Las polticas presupuestarias de reactivacin 108Los diferentes planes de reactivacin 108Las condiciones para la ecacia de los planes de reactivacin 109El impacto de la poltica presupuestaria en recesin 115

    Captulo 4. Una sucesin de errores polticos y econmicos a partir de 20101191. Un saneamiento demasiado timorato de los balances bancarios 120

    Las experiencias de gestin de la crisis bancariaen la dcada de 1990 121

    La gestin de la crisis nanciera actual a la luz delas experiencias pasadas 125

    2. La extensin de la crisis griega 128Riesgo de liquidez y riesgo de solvencia 128Romper el crculo vicioso entre riesgo soberano y riesgo bancario 130

    3. La sostenibilidad a largo plazo de las nanzas pblicas 134Los efectos perversos de un ajuste presupuestario demasiado rpido 134El error de 1937 en Estados Unidos 135Diferentes factores de reduccin de la deuda pblica 144

    Captulo 5. Qu unin poltica para la zona euro? 1531. Una nueva situacin institucional 155

    El vnculo necesario entre moneda y deuda pblica 156La reforma institucional atae en primer lugar

    a la unin presupuestaria 159El problema de la unin poltica europea

    bajo el prisma de la ley fundamental alemana 1642. Redenir la misin del Banco Central Europeo 167

    La revisin de la doctrina monetarista 167El BCE debe convertirse en un banco central de pleno ejercicio 170

    3. Atreverse a la unin bancaria 175El BCE es el supervisor natural de

    los intermediarios nancieros sistmicos 177La unin bancaria depende de manera crucial de un sistema

    nico de garanta de depsitos 179Centralizar la resolucin de las quiebras bancarias y hacer

    que los bancos se concentren en su ocio 184Cmo plantear la transicin? 187

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    4. Instituir la unin presupuestaria y emitir los eurobonos 189Virtudes y trampas de las reglas presupuestarias 190Por qu y cmo emitir los eurobonos? 196

    Captulo 6. Qu modelo de crecimiento para Europa? 2031. Competitividad y crecimiento 206

    Problemas tericos vinculados a la nocinde competitividad de las naciones 206

    Consecuencia: nueva apreciacin de los problemasde competitividad en Europa 209

    Consolidacin de las deudas pblicas y competitividad 2122. Crecimiento e innovacin 215

    Las olas de innovaciones y los cambios en el modo de crecimiento 216El papel de la circulacin de los conocimientos, del impulso pblico

    y de la organizacin del I+D en la renovacinde las ventajas comparativas 220

    3. El desarrollo duradero: nueva frontera del crecimiento para Europa 227Los fundamentos de una poltica industrialde crecimiento sostenible 232

    El contenido de una poltica industrial de crecimiento sostenible 238Financiar las inversiones a largo plazo vinculadas

    al desarrollo duradero 241

    Conclusin.Alegato por la valenta poltica 249

    Bibliografa 253

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    Este libro se ha beneciado de una investigacin previa de los autoresdestinada a un informe redactado por un grupo de trabajo constituidopor el Institut Caisse de Depts pour la Recherche y dirigido por IsabelleLaudier. Este informe, titulado Finance publique: lpreuve de vrit pourla zone euro, se present en el transcurso de un coloquio celebrado el 4 deenero de 2012. Los dems autores del informe son Nil Bayik (CDC) y loscomponentes del equipo Ingenue del CEPII en aquel momento (BenjaminCarton, Dramane Coulibaly, Claire Loupias).

    Los autores quieren agradecer a las personas que han reledo los distin-tos captulos: Nil Bayik, Bernard Barthalay, Mahdi Ben Jelloul, BaptistePerrissin Fabert, Mouhamadou Sy. Agradecen tambin a Sophie deSale (CEPII) su valiosa ayuda en la preparacin del manuscrito para supublicacin.

    AGRADCIMINTOS

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    AHORA ES DE buen tono decir que la crisis europea se encuentra en unmomento poltico. Por qu? Porque su dimensin nanciera golpeaa la deuda pblica? Porque ocupa todo el espacio del debate poltico?O, yendo al fondo de la cuestin, porque revela una deciencia insoste-nible de las instituciones de gobierno europeas? Porque las divergenciaseconmicas entre los pases de la zona euro han alcanzado dimensionesinsoportables? Sin duda es un poco por todo esto. Pero estas diferentespreguntas se subsumen en una pregunta ms fundamental: tiene an laconstruccin europea un propsito que pueda ser compartido por los pa-

    ses miembros y legitimado por sus pueblos?

    Este problema es tan inmenso que parece superar todo anlisis. Sinembargo, fortalecidos por una investigacin colectiva previa sobre las nan-zas pblicas en los pases de la zona euro, elaborada por el Institut Caisse desDpts, vamos a abordar la cuestin por la va de la economa poltica.

    Como punto de partida se sitan, por supuesto, los antecedentes deleuro. El ratado de Maastricht, que inclua la creacin de una moneda

    nica, redactado a lo largo del ao 1990 bajo la presin de la unica-cin alemana y rmado en diciembre de 1991, se cerr entre Francia yAlemania en medio de una enorme ambigedad. Este compromiso de cir-cunstancias, destinado a anclar denitivamente a la Gran Alemania dentrode Europa, ha disimulado durante mucho tiempo que la unin monetariadebilitaba a Francia y reforzaba considerablemente la potencia econmicade Alemania. Poco despus, la crisis del sistema monetario europeo de1992-1993 fue una seal premonitoria, ya que en la crisis de la zona euro

    vericada a partir de 2010 volveremos a encontrar muchas de las caracte-rsticas de aquella primera sacudida.

    Vamos entonces a empezar nuestra investigacin con unos captuloscuya nalidad es desvelar los factores profundos que explican el puntomuerto en el que hoy se encuentra Europa. Como Alemania se ha con-vertido en el pas eje, absolutamente imposible de soslayar para cualquieraque quiera reflexionar sobre los futuros posibles de Europa, es esencial

    INTRODUCCINLA CONJUNCIN UROPA

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    entender qu es la soberana del pueblo en Alemania, cules son all losvalores fundamentales de la cohesin social y qu nes polticos persigue.Para ello hay que estudiar el ordoliberalismo alemn, que es una losofa

    poltica diferente de la concepcin francesa de la nacin que surgi de laherencia revolucionaria. En esta divergencia radica un obstculo para lasuperacin federal de la impotencia actual de la gobernanza europea quees necesario no minimizar, porque es muy difcil, por no decir imposible,negociar un compromiso poltico que instaure un poder poltico europeo apartir de unos principios de legitimidad popular profundamente distintos.

    Para comprender plenamente la necesidad de un avance en la lneafederal, a pesar de que las tradiciones histricas estn ancladas en culturas

    diferentes, hay que comprender que todo nuestro drama actual procedede no haber asumido lo que implica la institucin de una moneda comnpara un conjunto de pases. En este libro mostraremos que el euro es unamoneda incompleta. Es, sin duda, una moneda comn a todos los ciu-dadanos en lo que atae a las relaciones elementales de pago, pero es unamoneda extranjera en todos los Estados de la unin. El euro es portador deuna promesa de soberana que hasta ahora no se ha satisfecho.

    En primer lugar, vamos a exponer esta cuestin desde el plano te-rico, repasando las teoras de las zonas monetarias llamadas ptimas, queplantean la cuestin no de la formacin de una soberana monetaria, sinodel establecimiento de un rgimen monetario internacional de tipos decambio rigurosamente jos. Estas teoras nos dicen que las uniones mone-tarias as concebidas son letales. Lo son porque la coordinacin polticaindispensable para regular un espacio econmico en el que varias nacionescomparten una moneda se realiza mediante una concertacin interguber-namental. Los Estados oponen sus libertades de eleccin, limitadas por losotros Estados, en un juego estratgico en el que persiguen hacer valer susintereses nacionales. No se trata de pueblos que se asocian para instituirleyes comunes que se imponen sobre las leyes nacionales. El fracaso detantos y tantos Consejos Europeos de jefes de Estado y de Gobierno pararesolver la crisis o simplemente para impedir su amplicacin despus deque estallara en 2010, ilustra de forma dramtica esta impotencia.

    La cuestin que se plantea es pues la del federalismo mnimo necesario

    para convertir al euro en una moneda completa. El euro es a la vez unamoneda muy incompleta desde el punto de vista de la soberana monetariay muy exigente para las polticas econmicas de los pases miembros. Poreso ha suscitado tantos conflictos de intereses. Estos conflictos alimentanpeligrosos resentimientos en los pases debilitados por la crisis contra loque se percibe como arrogancia alemana. La lnea analtica que nos acom-paar a lo largo de estos captulos abordar la denicin de los principiosde accin comn en los mbitos presupuestario, monetario y nanciero

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    para as profundizar en el rgimen monetario internacional que consti-tuye la zona euro. Despus de haber demostrado esta necesidad medianteel anlisis de la crisis, abordaremos sin paos calientes la cuestin de las

    reformas institucionales en dos captulos prospectivos que plantean lasdos preguntas fundamentales:qu unin poltica debe tener Europa? Qumodelo de crecimiento para Europa?

    Para intentar elaborar los principios que fundamentan el camino quedeberamos seguir, hay primero que comprender la naturaleza precisa de lacrisis de la zona euro. Por qu aquello que los burcratas de la ComisinEuropea en la dcada de 1990 proclamaron que era el camino ideal paraconseguir la convergencia econmica de los pases miembros se ha reve-

    lado ahora como un potente factor de divergencia? Por qu la industriaalemana se ha fortalecido tanto y el sur de Europa se ha desindustrializado?Por qu las balanzas de pagos se han polarizado sistemticamente sin quese haya manifestado ninguna fuerza de ajuste? Al responder a estas pre-guntas intentaremos no equivocarnos sobre el diagnstico de la crisis de ladeuda pblica desencadenada en mayo de 2010 y, por lo tanto, evitaremostomar el sntoma de los desrdenes a los que nos hemos enfrentado por lacausa esencial de estos.

    Olvidar que la situacin econmica est condicionada por el desendeu-damiento generalizado de los agentes privados nos conduce a promoverla austeridad generalizada y a experimentar sus efectos devastadores sobrela situacin social de los pases que sufren el paroxismo de la crisis nan-ciera. Para explicar su carcter nocivo vamos a recurrir a los conocimientostericos y empricos sobre la dinmica de la deuda pblica. Qu signicaque las deudas sean sostenibles? Cules son las estrategias que se debenimplantar a lo largo del tiempo, teniendo en cuenta las enormes diferen-cias en las que se han sumido diversos pases? Cul podra ser el sostnde la poltica monetaria? Al responder a estas cuestiones quiz podamossealar los principios capaces de hacer de la zona euro el espacio de unamoneda completa, provista de una gobernanza poltica duradera. Veremosque estos principios no solo ataen a la coordinacin de las polticas presu-puestarias, que debe alejarse de reglas predeterminadas y no contingentes.Conducen tambin a una renovacin de las funciones del Banco CentralEuropeo para que as recupere el papel histrico de los bancos centrales,que es el de encargarse de la estabilidad nanciera.

    Si se pueden establecer principios de gobernanza viables para un espa-cio monetario europeo, entonces tendr sentido retomar la cuestin delas nalidades. Cul es el n comn que legitimara, para los pueblosde los pases asociados, vivir juntos en la diversidad? No puede ser sinoun proyecto de crecimiento duradero, que renueve el modelo social queadoptaron los pases europeos al nal de la Segunda Guerra Mundial.

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    En efecto, en aquel momento, Europa forj un modelo de progresosocial sobre la base de una asociacin de naciones que deseaban erradicardenitivamente los conflictos armados en el continente. La prioridad

    era construir a partir de ese momento un nuevo contrato social. Hoy yen las dcadas venideras, el modelo social deber incluir el imperativomedioambiental, es decir, la incorporacin en los objetivos econmi-cos de las interdependencias ecolgicas. Este proyecto de crecimientovincula los distintos niveles de la decisin poltica: europea, nacional yregional. Debe concebirse de tal manera que reindustrialice los territo-rios abandonados y que desarrolle nuevos conocimientos para mantenerla competitividad de los pases europeos en la ola de innovaciones con-

    secuencia de las constricciones naturales. Los dispositivos de decisinindustrial, de reglamentaciones y de nanciacin son puntos clave de laconstruccin europea en la poca que comienza ahora.

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    SEALAR QUE LAS cuestiones monetarias en Europa se organizan en tornoa Alemania es ya una banalidad. As ha sido desde hace ms de cuarentaaos, desde que el sistema de Bretton Woods comenzara su agona con ladevaluacin de la libra esterlina en noviembre de 1967. A esto se le suma-ron rpidamente las presiones especulativas contra el dlar, por lo que losbancos centrales del G10 se vieron forzados a abandonar la regulacin delmercado del oro al precio de 34 dlares la onza. Al mismo tiempo, la ondaexpansiva de los acontecimientos de mayo de 1968 en Francia provocla necesidad de una devaluacin del franco francs y una revaluacin del

    marco alemn en 1969, que fueron a su vez las causantes de las primerasperturbaciones de la poltica agraria comn, que se basaba en un precionico de los cereales en los seis pases fundadores del Mercado Comn.Desde aquella poca, la idea de una cooperacin monetaria europeaadquiere una expresin ocial con el memorndum de Raymond Barre,por aquel entonces comisario europeo.

    El proyecto de la unin monetaria ha rondado pues el mundo de las

    autoridades monetarias desde treinta aos antes de su realizacin en1999. En realidad ha habido dos intentos. Uno de ellos, en 1970, adoptel nombre de plan Werner, el nombre del primer ministro de Luxemburgoen aquel momento. El plan abort sin que jams se llevara a la prctica. Elotro proyecto se inici mediante el plan Delors, en 1989. Su resultado fuela decisin solemne del Consejo Europeo, el 9 de diciembre de 1991, depreparar una unin monetaria. Entre esos dos momentos, la de 1970 fuela dcada del caos monetario: la gran inflacin mundial azuzada por las dos

    crisis del petrleo, la bajada vertiginosa del dlar y la explosin del preciodel oro, la dislocacin de los tipos de cambio entre los pases europeos y laseria amenaza de un retroceso de la integracin comercial.

    En ese momento se produce un marcadsimo cambio de actitudpoltica en Alemania. Muy preocupado por el deterioro de la situacinmonetaria internacional y por el frenazo de la integracin econmica euro-pea, el canciller de la Repblica Federal de Alemania, Helmut Schmidt,

    1LOS ANTCNDNTE DL URO

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    se convenci de que era necesario desvincular a las monedas europeas deldlar y crear una zona de estabilidad cambiaria entre ellas. Recluta el apoyodel presidente francs, Valry Giscard DEstaing, que comparte estas mis-

    mas inquietudes. El Sistema Monetario Europeo (SME) nace en 1978 poriniciativa de la famosa pareja franco-alemana.

    Para comprender cmo y por qu se ha pasado de un sistema de estabi-lidad cambiaria a una moneda comn que se topa con enormes dicultadesde gobernabilidad, en un proceso que no implicaba ninguna causalidadeconmica ineluctable, es necesario, en primer lugar, comprender la eco-noma poltica de las relaciones europeas, que est por completo dominadapor el lugar, no comparable a ningn otro, que ocupa la moneda en los

    propios cimientos del orden poltico alemn. La moneda es constitutivadel ordoliberalismo que se instituy en la Ley Fundamental alemana de1948 y, por lo tanto, de la legitimacin popular del poder soberano. Lamoneda es anterior losca y cronolgicamente a la Repblica Federal,por tanto al gobierno. Esta precedencia es la inversa a la de cualquier otropas. Encontramos de nuevo este eje inquebrantable en el acto fundadorde la unidad alemana en 1991. Fue el marco alemn (Deutsche Mark) elque decidi a Helmut Kohl a optar por la unicacin poltica inmediata

    en lugar de por un proceso de acercamiento progresivo de los dos Estadosalemanes, opcin que preferan todos los lderes polticos occidentales ascomo Gorbachov. La Ley Fundamental se aplic a la Gran Alemania sinque se modicara absolutamente nada en las instituciones. odo aquelloque hasta entonces haba sido la RDA, un Estado poderoso, fue instant-nea y literalmente volatilizado.

    Despus de comprender qu es el ordoliberalismo, podremos planteartericamente el problema de la unin monetaria de acuerdo con las teorasde las zonas monetarias ptimas; identicar cules son las teoras pertinen-tes y las que no lo son; y discernir de ese modo las diferencias existentesentre el plan Werner y el plan Delors.

    1. Races y principios del ordoliberalismo

    Las races del ordoliberalismo

    Alemania, unicada una primera vez por Bismarck en 1871 bajo el Imperioguillermino, es una nacin muy reciente si la comparamos con la nacinfrancesa, que se forma despus de la eleccin de Hugo Capeto en 987.Durante muchos siglos, Alemania ha sido un territorio fragmentado ennumerosos Estados dbiles que se ha agotado en continuos enfrenta-mientos blicos al amparo del Sacro Imperio Romano Germnico, incapaz

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    de organizar y coordinar a los poderes pblicos de la multitud de principa-dos, seoros y ciudades libres que englobaba. Sobre este conjunto asoladopor las epidemias de peste a partir de 1348, la Reforma luterana plant

    las semillas de una guerra civil rampante, disfrazada de guerra de religin,tras la abdicacin de Carlos V en 1556, que escinde el Sacro Imperio enla rama espaola y en la rama austraca de los Habsburgo. La querellaentre catlicos y protestantes por la sucesin del emperador desencadenaen 1619 la abominable Guerra de los reinta Aos, que Espaa y Franciase dedicaron a azuzar en pro de sus intereses hasta que en 1648 se rmla paz de Westfalia. Este ratado decidi el destino poltico de Alemaniapara los dos siglos siguientes, osicando la coexistencia de un mosaico de

    pequeos Estados agotados, demasiado dbiles como para emprender unaunicacin por medio de la negociacin o de la absorcin. Y, lo ms fun-damental, inscribi la preponderancia de las comunidades y de las regionesen lo ms profundo de los comportamientos individuales.

    El historiador Johannes Willms (2005) expone de manera sobresalientelo que l denomina la enfermedad alemana, concepto que ilumina losvalores que atesora el pueblo alemn hasta nuestros das. Alemania es msun pueblo unido por una cultura que una nacin homogeneizada por la

    voluntad general que resulta de un proceso electivo, que es como la sobe-rana democrtica ha surgido de la nacin francesa.

    La fragmentacin resultante del ratado de Westfalia se sediment enuna multitud de ciudades libres de pequeo tamao, cerradas a los flu-jos de intercambio y regidas por derechos consuetudinarios inmutables.Estas ciudades, que no aspiraban ms que a mantener una situacin esta-cionaria, se organizaban econmicamente como si fueran corporaciones.En estas ciudades autosucientes fue donde se impuso la preponderanciade la pequea burguesa, que alimentaba un odio visceral hacia todo loque pudiera perturbar el orden existente: los extranjeros de todo tipoy, sobre todo, los judos. En estas ciudades, el control social no hacaninguna diferencia entre la esfera privada y el mbito pblico. odas lasamenazas para el orden social eran desviadas hacia el exterior. Al mismotiempo el corporativismo haba elevado hasta el paroxismo los valoresslidos entre el artesanado: la competencia profesional, la disciplinadel trabajo, el sentido de la jerarqua. Estos valores no desaparecieroncon la industrializacin que Bismarck emprendi a marchas forzadas,por mucho que en ese proceso se destruyeran las corporaciones y laautarqua de las pequeas ciudades. Una ley de 1894 cre el sistemadel gobierno cogestionado, an hoy en vigor, que organiza las relacionesentre el capital, el trabajo y el Estado. Los consejos de administracin delas empresas estn dominados por los consejos de supervisin, donde sesientan las partes interesadas de la empresa en el mbito local. Los nes

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    de las empresas no son maximizar el valor accionarial, sino el transmi-tir empresas rentables a las siguientes generaciones. Por eso se imponesiempre la prudencia nanciera. Empresas que tienen ms de cien aos

    de existencia, y que son lderes mundiales en sus nichos productivos demaquinaria, autonancian sus inversiones. Correlativamente, las familiaspropietarias continan viviendo con discrecin en las pequeas ciudadesen las que se fundaron.

    Volvemos a encontrar en su integridad estos valores de corporativismoen el Mittelstand, la nebulosa de pequeas y medianas empresas que esel zcalo de la competitividad de la industria manufacturera alemana.Dentro de Europa, solo Alemania ha sido capaz de convertir a escala local

    el aprendizaje en el vector de un capital humano especco directamenteadaptado a las necesidades de las pequeas y medianas empresas ().Solo Alemania ha podido establecer estrechos vnculos locales entre lasagrupaciones de y las instituciones educativas bajo la gida de lascomunidadades locales para impartir una formacin cualicada y ajustadaa una innovacin en continuo aumento.

    La formacin profesional se organiza en trescientas cuarenta y cuatroprofesiones en el mbito local e implica a alrededor del 50 por 100 de losalumnos de los institutos en una formacin dual, en la que los periodosde prcticas son un componente importante. La dotacin de las escuelascorre a cargo de los gobiernos locales y la responsabilidad de la enseanzase asume conjuntamente por los sindicatos y las federaciones patronales.As se reproduce la elite obrera y artesana que conforma el trabajo hiper-cualicado de la industria alemana.

    A medida que en el ltimo tercio del siglo XIX el capitalismo se desa-

    rrolla a toda velocidad, que la competencia y el liberalismo se extiendengracias a la unicacin del mercado, la pequea burguesa deja de estarhermticamente protegida, como lo haba estado en los siglos anteriores,por las barreras econmicas del particularismo local. Los valores peque-oburgueses se metamorfosean en cultura de clase media, representadapolticamente por un potente partido poltico, elZentrum, y despus, en laRepblica Federal, por la CDU (Unin Demcrata Cristiana). Esta clasemedia se enfunda una ideologa de la normalidad social que se basa siem-

    pre en intereses comunitarios. Sus valores, en la esfera econmica, siguensiendo el celo en el trabajo, el gusto por el ahorro, y, correlativamente, elrechazo del consumo ostentoso. Se nutre igualmente de una concepcinconservadora del reparto de los papeles sociales entre los gneros, creandoas una fuerte presin moral para relegar a las mujeres con los nios enel mbito familiar. Ninguna poltica familiar promueve el trabajo de lasmujeres casadas. Junto al ostracismo social, la aguda escasez de guarderases un obstculo prohibitivo.

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    Esta clase media se nutre de categoras profesionales vinculadas a la trans-formacin de la divisin del trabajo y al envejecimiento de la poblacin:empleados, funcionarios subalternos, jubilados y rentistas. La clase media

    inspira en su totalidad la poltica econmica y social, de modo que unasupuesta amenaza contra sus intereses se percibe como una amenaza contrala estabilidad de la sociedad en su conjunto.

    La clase media se adorna tambin de otros rasgos culturales here-dados y transformados del particularismo de la burguesa en la pocade las ciudades cerradas. Despus del fracaso de la Primera GuerraMundial, esos rasgos culturales tan enraizados fueron explotados porlos partidos conservadores, en primer lugar por el partido nazi. Son

    el nacionalismo, el antisemitismo y el populismo. Hitler supo cmoexaltar ese Estado nacional fundado sobre la comunidad del puebloexcluyendo todo aquello que le era extranjero, a la vez que se aliabacon los intereses del capitalismo industrial. La clase media en su casitotalidad otorg incondicionalmente su apoyo al partido hitleriano,arrastrando as a Alemania al delirio colectivo que llevara al hundi-miento total del pas.

    El ordoliberalismo nace en este periodo de la dcada de 1930 comoun movimiento intelectual, la Escuela de Friburgo. Alimentada por losvalores culturales enraizados en el comunitarismo, esta corriente de pen-samiento quera producir, a partir de este zcalo, un sistema poltico quesucediera al nazismo y que constituyera un dique que pudiera impedir elregreso de las derivas totalitarias. Pretendan establecer un orden jurdicopoltico capaz de conciliar los valores comunitarios de las clases mediasalemanas y el liberalismo econmico, lo cual se supona que impedira lacaptura de esos valores por el totalitarismo poltico. Las grandes gurasde este movimiento intelectual fueron el economista Walter Eucken, eljurista Hans Gromann Doerth y el socilogo Wilhelm Rpke. ras elhundimiento del Reich nazi la Escuela se transform en una comuni-dad epistmica deseosa de intervenir en la opinin pblica alemana einfluir en los interrogantes de los Aliados sobre el futuro de Alemania.El inicio de la Guerra Fra en 1947-1948, que incit a los dirigentesestadounidenses a reconstruir la potencia alemana, se ali a su favor.Como recuerdan Fabrice Pesin y Christophe Strassel (2006), la adopcinpoltica de los principios ordoliberales fue obra de Ludwig Erhard, queconsigui que fueran aceptados por el partido democristiano. La largacarrera de Erhard como hombre de Estado, primero como ministro deEconoma del gobierno de Adenauer y despus l mismo como canciller,hizo de la ideologa ordoliberal la doctrina inmutable de la poltica eco-nmica alemana.

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    Los principios del ordoliberalismo

    El ordoliberalismo establece un vnculo indisoluble entre las instituciones

    polticas y la organizacin econmica. Es del todo ajeno a la economamixta keynesiana, que prioriza la accin soberana del Estado sobre laregulacin econmica, pero tambin al ultraliberalismo thatcherista-reaga-niano que proclama la omnipotencia del mercado y la retirada del Estadoa sus funciones soberanas.

    En el ordoliberalismo hay ante todo un orden, que codica en reglasjurdicas las aspiraciones morales de la clase media alemana. Estas normasjurdicas, que se instituyeron en la Ley Fundamental de 1948, estn por

    encima de la soberana poltica. Se imponen a cualquier cambio de mayo-ras. Slo podran cambiarse por una transformacin de los valores moralesms arraigados en la sociedad. De ah se deduce que la nocin de Estado dederecho en Alemania tiene un sentido mucho ms fuerte que en los demspases. Como lo constata con exactitud Marie-France Garaud (2010), elgarante ltimo de la ley no es el Bundestag, es el ribunal Constitucionalde Karlsruhe. En Francia el sufragio universal crea el derecho, en Alemaniase deriva del derecho. Es imposible concebir dos visiones ms opuestas de

    la soberana nacional.El orden jurdico crea una barrera ante cualquier poder arbitrario, ya

    proceda este de la captura del Estado por una mayora poltica o por gru-pos de agentes privados, monopolios, crteles, grupos de presin. Pero eseEstado no es en absoluto mnimo frente a la economa. El ordoliberalismotiene un punto de vista pesimista sobre la autorregulacin del mercado.Rechaza el postulado segn el cual la competencia perfecta es un estadonatural hacia el que tendera la economa si no se le trabara con restric-ciones legales. Por el contrario, la regla jurdica debe guiar a la vez, porun lado, las interacciones entre el Estado y el mercado para impedir lasdistorsiones provocadas por las intervenciones discrecionales y, por otro,las fuerzas endgenas de este, cuyo juego espontneo conducira indefec-tiblemente a la constitucin de poderes dominantes. De aqu se sigue queel Estado nicamente debe intervenir en los mecanismos mercantiles paraevitar distorsiones en el sistema de precios, encuadrando su accin en elmarco institucional del mercado mediante sus polticas econmicas. Paraevitar el riesgo de que esta accin derive en un poder arbitrario, esta debeconarse a autoridades independientes.

    El ordoliberalismo instituye, por lo tanto, una autntica constitucineconmica cuya clave de bveda es la moneda. Como bromeaba JacquesDelors en 1992: No todos los alemanes creen en Dios, pero todos creen enel Bundesbank. La moneda es el cimiento de la nacin, porque ella establece

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    el vnculo de conanza ms general. La moneda preserva los intereses de losahorradores, la conservacin de los patrimonios y la autonoma de los esta-dos regionales, a su vez responsables de las polticas de apoyo a las . De

    aqu se deduce que la estabilidad de la moneda no es un objetivo del mismorango que en las polticas monetarias anglosajonas, donde los objetivos depleno empleo y de estabilidad de precios son los argumentos de un arbitrajesegn una funcin de preferencia colectiva que se deriva del debate demo-crtico. En Alemania es un imperativo categrico de la Ley Fundamental.La estabilidad de la moneda es constitutiva del orden social ms all de lopoltico. En el prximo captulo veremos los enormes problemas que unaconcepcin tal de la poltica monetaria puede plantear cuando se proyecta

    sobre el espacio de la unin monetaria europea.Para lograr la estabilidad de precios y rentas, el Bundesbank se apoya en

    las organizaciones de los agentes sociales. En efecto, los tericos ordolibera-les denen la economa alemana como una economa social de mercado.Sera un contrasentido entender por ello una economa de mercado (en elsentido anglosajn de un mercado de competencia perfecta), pero cruzadacon elementos de justicia social articulados mediante polticas redistribu-tivas. Por el contrario, estas polticas tienen en Alemania una importancia

    muy secundaria y son responsabilidad de los estados regionales. La econo-ma social de mercado es el producto del orden jurdico que hemos descritoantes. Este orden garantiza que ningn actor econmico tenga capacidadpara establecer posiciones de poder sobre otros, pero estos actores s pue-den formar organizaciones intermediarias para expresar y defender susintereses legtimos, esto es, aquellos intereses econmicos que no amena-zan la estabilidad de los precios y respetan las reglas de la competencia. Lasorganizaciones de asalariados y empresarios deben negociar la formacin

    de los salarios dentro del marco institucional apropiado para su sector yde los estados federados. La negociacin colectiva, cuando esta se ocupa delos sectores privados, debe resguardarse de cualquier interferencia estatal.Lejos de ser considerada como un obstculo al libre mercado, forma partede los procesos de competencia. Las relaciones entre los directores de lasempresas y los trabajadores cualicados se establecen dentro de un marcode negociacin que no elude los conflictos y que ha sido diseado para queconcluya siempre con acuerdos que faciliten adems la movilidad.

    El Bundesbank forma parte del marco institucional del mercado. Seencuentra, sin embargo, en una posicin exterior en lo que respecta alos mecanismos del mercado. Seala el contexto en el que debe desarro-llarse la negociacin de las rentas y de los precios enunciando la normade evolucin del nivel general de precios para el periodo de validez de losconvenios colectivos negociados. Esta norma se basa en el clculo que haceel Bundesbank de las capacidades de produccin de la economa y de su

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    evolucin, es decir, del crecimiento potencial. El Bundesbank combinaeste anuncio con una advertencia segn la cual todo desbordamiento de lademanda agregada sobre el potencial de la oferta creara presiones inflacio-

    nistas que l combatir hasta su ltimo aliento. Los posibles excesos de losagentes sociales estaran, por consiguiente, condenados al fracaso porquela consabida poltica monetaria restrictiva obligara a la demanda agregadaa adecuarse a la oferta potencial. Los actores de la negociacin colectivaconocen esta postura del Bundesbank. Gracias a su posicin de exteriori-dad y a la conanza que suscita, el Bundesbank determina un punto jo enel conjunto de los posibles resultados de la negociacin, lo que hace que laconformidad a este respecto sea la estrategia dominante de todos los agen-

    tes. De ah se sigue que la mayora de las veces la evolucin de los salariosy de los precios estn en consonancia con las previsiones preprogramadaspor el Bundesbank.

    O al menos esto era lo que ocurra hasta el impacto de la unicacinalemana. En la gran inflacin mundial de la dcada de 1970, Alemaniaexperiment una inflacin entre dos y tres veces menor que la de sus socios,razn por la cual el marco alemn cumpli la funcin de ancla para Franciacuando se produjo el giro en pro de la deflacin competitiva en marzo de

    1983. Como veremos ms adelante al analizar el progreso hacia la uninmonetaria, los persistentes desequilibrios de la unicacin alemana handesestabilizado las relaciones cambiarias que se haban establecido en elseno del Sistema Monetario Europeo. Debido a las enormes necesidadespresupuestarias que suscit, la unicacin alemana ha creado presionesinflacionistas de una naturaleza distinta de las que haban sido habitualesen la Repblica Federal hasta ese momento. Pero el Bundesbank reaccionde la misma manera de siempre, desencadenando una feroz recesin que

    supuso la prdida de 500.000 empleos industriales y provoc tensionesinsoportables sobre el resto de pases. El alza de los tipos de inters alema-nes en plena crisis inmobiliaria estadounidense tuvo efectos devastadoressobre los socios de Alemania en el Sistema Monetario Europeo, el cualsalt por los aires al hilo de las crisis de 1992-1993. Francia, sin embargo,que intent obstinadamente mantener el anclaje monetario con el marcoalemn, sufri durante varios aos tipos de inters letales que asxiaron lainversin hasta nales de la dcada de 1990. La debilidad de la industria

    francesa tiene su origen en este periodo funesto.De una manera ms fundamental, la unin econmica y monetaria

    ha sido concebida segn el modelo ordoliberal, como veremos ahora alestudiar su gnesis. rasplantar en su totalidad un orden monetario dise-ado para regular una economa social de mercado a pases en los quelas instituciones pblicas y las relaciones socioprofesionales son ajenasa esta organizacin social tan particular no poda sino crear enormes

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    divergencias, contrariamente a la convergencia que se esperaba. Para poderentender las causas profundas de la crisis estructural de la zona euro haypues que comprender tericamente las razones que condujeron a crear una

    zona monetaria y despus interpretar, en este marco terico, el extraocompromiso que condujo a la formacin del euro.

    2. Fundamentos tericos de las uniones monetarias

    Cmo y por qu se forma una unin monetaria? Es una cuestin quedivide a los economistas, tanto sobre sus principios como sobre su con-

    veniencia en una situacin histrica dada. La divergencia ms profundase origina en las diferentes concepciones tericas de la moneda. Segn seconsidere la moneda como una mercanca particular o como una insti-tucin primordial de las economas de mercado, el planteamiento de launin monetaria ser positivista o estratgico. El planteamiento positivistase pierde en un tratamiento extensivo de los criterios en virtud de los cualesdebe crearse una zona monetaria para que se postule como ptima. En elenfoque estratgico, la poltica determina la geografa monetaria. En este

    caso las preguntas pertinentes versan sobre la representacin de los intere-ses de los Estados y las relaciones existentes entre ellos que les inducen acooperar para formar un rgimen monetario internacional.

    El enfoque positivista de las zonas monetarias ptimas y sus atolladeros

    La cuestin que se plantean los tericos de las zonas monetarias ptimases la siguiente: qu extensin debe tener el espacio econmico en el que

    los agentes utilizan una misma moneda? Debe ser ptimo en relacin conqu? ptimo en relacin con la estabilizacin a corto plazo del empleo yde la inflacin bajo la hiptesis de que a largo plazo la moneda es neutra.La cuestin puede entonces perlarse as: qu condiciones econmicaspueden incitar a los gobiernos a renunciar a la flexibilidad de los tiposde cambio como instrumento de ajuste macroeconmico y a comprome-terse a jar irrevocablemente los tipos de cambio, es decir, a adoptar unamoneda nica? Como se trata de un ajuste entre el empleo y la inflacin,

    los criterios deben investigarse en la economa real.

    Los criterios de las zonas monetarias ptimas en las teoras originales

    El primer criterio que Robert Mundell (1961) puso de maniesto es lamovilidad del trabajo. Mundell razona dentro de un marco terico key-nesiano. El problema se plantea entre dos economas muy vinculadas por

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    sus intercambios recprocos cuando se producen choques asimtricos. Msespeccamente, qu ocurre si uno de los pases sufre un choque recesivoprocedente de una disminucin de la demanda mundial de los bienes que

    l produce? Este pas sufre un dcit exterior y subempleo. En el otro passe produce lo contrario: excedente comercial y tensiones inflacionistas. Enun rgimen de tipos de cambio flexibles, la moneda del primer pas sedepreciara en relacin con la del segundo. Si la variacin relativa de lacompetitividad se transmite correcta y rpidamente a la demanda, esta serestablece en las proporciones iniciales y la produccin responde a ello,borrando as el desequilibrio inicial. En principio, un ajuste mediante losprecios interiores con un tipo de cambio jo en los dos pases debera dar

    un resultado similar. Pero la flexibilidad a la baja de todos los precios ysalarios implica una coordinacin descentralizada del estilo de la que se hadescrito en el caso de Alemania. Lo que en este mbito puede conseguirel ordoliberalismo no est al alcance de los pases en los que las relacioneslaborales son conflictivas y que carecen de la prctica de los compromi-sos descentralizados ni de aquellos en los que las estructuras de mercadoalbergan poderes oligopolsticos. Por eso Mundell, canadiense influido porlas caractersticas del mercado de trabajo norteamericano, introdujo comoforma de ajuste la movilidad geogrca del trabajo entre los dos pases. Lamigracin del primer pas hacia el segundo aporta la oferta de trabajo quereduce las tensiones inflacionistas en ese pas y reabsorbe el paro en el otro.Al mismo tiempo, restablece el equilibrio en la balanza de pagos.

    El papel de las migraciones internacionales de mano de obra comomecanismo flexible de ajuste es una idea puramente terica para la mayorade los pases. Existen multitud de razones que impiden que los trabaja-dores y sus familias sigan las fluctuaciones coyunturales del mercado de

    trabajo internacional, especialmente en Europa. As, pues, el alcance prc-tico del anlisis de Mundell es cuanto menos limitado. Pero, por ququerramos prescindir del tipo de cambio? La respuesta se halla en la con-tribucin de McKinnon (1963). El criterio esencial de eleccin entre lostipos de cambio jos y los tipos de cambio flexibles es el grado de aperturade las economas. Para comprenderlo hay que salir del marco puramentemacroeconmico de Mundell y distinguir dos sectores en la economa, losbienes intercambiables en el plano internacional y los bienes puramente

    domsticos. Los bienes intercambiables tienen precios completamentedeterminados en el nivel mundial, los bienes domsticos tienen precioscompletamente determinados por las condiciones internas de producciny por la demanda. De aqu se deduce que una variacin en los tipos decambio repercute en el precio relativo entre los dos sectores.

    Si un pas sufre un dcit como consecuencia de un choque asim-trico, el ajuste mediante el tipo de cambio implica una devaluacin para

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    as aumentar la demanda de los bienes que vende en el extranjero. Estadevaluacin aumenta el precio de los bienes intercambiables en relacincon los bienes no intercambiables, lo que desplaza los factores de produc-

    cin del sector domstico hacia el sector intercambiable para satisfacer laaguda demanda en este sector. La movilidad de los recursos se produce,pues, en el interior del pas. Sin embargo, si el pas est muy abierto su sec-tor domstico se reduce. La modicacin de los precios relativos, es decir,la amplitud de la devaluacin para absorber recursos en el sector de losbienes intercambiables es, en realidad, un factor ms importante. Pero noolvidemos que una fuerte devaluacin en una economa muy abierta tieneun gran impacto inflacionista, lo que hace difcil que se restablezcan el

    conjunto de los equilibrios. La conclusin de McKinnon es, por lo tanto,que a los pequeos pases abiertos les interesa formar una zona monetariacon un gran pas vecino que tenga una moneda estable, si es que tal con-guracin existe. Es el caso de las pequeas economas cuyos intercambiosestn en gran medida vinculados a la demanda de un gran pas cercano.Por eso existe un bloque comercial alemn alrededor de Alemania quecomprende los Pases Bajos, Dinamarca, Austria y Finlandia, pero tambinla antigua Checoslovaquia, Eslovenia, Hungra y Polonia. La estabilidad delos precios la tienen as asegurada. Como los gastos presupuestarios actanprincipalmente sobre la demanda de bienes domsticos, tal bloque es elmedio de ajuste frente a los choques asimtricos reales.

    Si este modelo explica desde un punto de vista positivista que el bloquecomercial alemn pueda ser tambin un bloque monetario, no puede, encambio, decir nada sobre una unin monetaria entre, por ejemplo, Franciay Alemania. Por eso Peter Kenen (1969) propuso un tercer criterio en elseno de este planteamiento. Es el criterio de la diversicacin de la pro-

    duccin. Cuanto ms diversicada es la produccin de las dos grandeseconomas, ms limitadas son las repercusiones de los choques asimtri-cos de una de ellas sobre la otra a precios y tipos de cambio jos. Estoquiere decir que la migracin intersectorial de los factores de produccinen el seno de cada pas reemplaza a la migracin internacional. La diver-sicacin vuelve menos asimtricos los choques y, por lo tanto, reduce lavariacin necesaria de los precios relativos. El abandono del tipo de cambiocomo variable de ajuste es por consiguiente menos costosa.

    Crticas del planteamiento positivista de las zonas monetarias ptimas

    Los criterios que acabamos de analizar dependen del tamao y de lasestructuras econmicas. Ambos se supone que son exgenos al rgimenmonetario. La implicacin va desde los criterios hasta el rgimen elegido,pero ste no acta a su vez sobre los primeros. Se presupone, pues, una

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    concepcin naturalista de la economa. La economa es anterior a todo, susestructuras nos son dadas de antemano. Se miden las variables pertinentesy se las compara con los niveles en los que se supone que las ventajas de

    la unin monetaria superarn a los costes. Esto parece estar justicadoen el caso de los criterios de tamao y del grado de apertura asociado,cuando los pases pequeos se alan con un pas mucho ms grande, comoes el caso de la constitucin del bloque alemn, pero es mucho ms dis-cutible en el caso de los otros criterios. Entonces el proceso positivista sevuelve extensivo, multiplicando los criterios, pero al precio de alejarse delas estructuras duras de la economa. Fleming (1971) privilegi la simi-litud o la disparidad de las tasas de inflacin, mientras otros autores han

    destacado la sincrona o no de los ciclos econmicos, la integracin nan-ciera o la posibilidad de un federalismo presupuestario. Es evidente queaqu ya entramos en consideraciones propias de la economa poltica. Nohay ya ninguna razn para considerar que los criterios son exgenos. Crearuna unin monetaria mediante un acuerdo internacional puede influir enlas polticas econmicas y transformar las estructuras de manera que estoscriterios acaben por vericarse. Esta fue la losofa que adopt la ComisinEuropea en su justicacin de la unin econmica y monetaria. Se suponaque la llegada del euro hara converger a los pases europeos. Veremos en elcaptulo siguiente por qu se produjo justamente lo contrario. Pero en estemomento ya podemos sealar por qu la Comisin qued en entredichoen lo que respecta al criterio principal que privilegi: la diversidad de lasestructuras de produccin.

    El razonamiento era el siguiente: la diversidad de las estructuras indus-triales justica la unin monetaria y esta a su vez profundizar en ladiversicacin de las estructuras de produccin. Sin embargo, la economa

    geogrca desarrollada en las dcadas de 1980 y 1990, en particular porPaul Krugman (1993), nos ensea lo contrario. La moneda nica inten-sica los intercambios internos en la zona monetaria, lo que aumenta laespecializacin industrial porque las industrias se concentran en los terri-torios que inicialmente ya disfrutaban de ventajas comparativas. Krugmansealaba as que la industria automovilstica estaba mucho ms concen-trada en Estados Unidos que en Europa. Desde entonces la industriaautomovilstica de la Unin Europea se ha concentrado enormemente. Un

    estudio de Natixis de febrero de 2012, a partir de los datos del Eurostat,ilustra este fenmeno. Se puede observar que el porcentaje del empleo enFrancia en la industria del automvil, respecto al total del empleo europeo,ha bajado un 4,5 por 100, mientras que el de Alemania ha aumentadodesde el 1,2 hasta el 21,9 por 100 del total del empleo en este sector.Francia es la gran perdedora, mucho ms que Italia, que pierde un 0,9 por100, o Espaa, que pierde un 0,3 por 100. Los grandes ganadores son los

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    pases del bloque alemn que se han beneciado de la reestructuracin dela industria alemana: Polonia y la Repblica Checa que aumentan un 2,8por 100 cada uno; Hungra un 1,5 por 100 y Bulgaria un 3,2 por 100. El

    estudio que citamos muestra que esta tendencia ha operado en todos lossectores industriales.

    Si la diversicacin de las estructuras productivas es un criterio paramedir cun ptima es una zona monetaria, la formacin de dichas zonassuscita entonces una especializacin que provoca una divergencia entre lospases, lo que hace menos pertinente que la zona monetaria sea perenne.En el siguiente captulo presentaremos la argumentacin terica que con-dujo a la desindustrializacin de una parte de Europa y a la concentracin de

    la industria en la otra parte. Mostraremos igualmente que las tecnologasde la informacin y la economa del conocimiento agravan la polarizacin delas actividades productoras de alto valor aadido en lugar de reducirla.

    Estas consideraciones tericas de economa industrial tienen conse-cuencias muy importantes para el reparto de las actividades econmicas, yaque postulan que en un espacio integrado en el que reinan fuerzas econ-micas que provocan rendimientos crecientes y externalidades, las ventajascomparativas son endgenas. Se acumulan, pues, en forma de sendas dedependencia. Dicho de otra manera, sin una intervencin proactiva de lospoderes pblicos, emprendida segn una estrategia industrial a largo plazoy provista de medios nancieros potentes, las regiones ricas se vuelven cadavez ms ricas y las regiones pobres cada vez ms pobres. Las polticas queactualmente promueven la Comisin Europea y los gobiernos, que buscanun pacto a favor del euro en torno a las polticas estructurales, es decir,exclusivamente apelando a la bajada de los salarios y al despido libre, noestn en realidad a la altura de los problemas industriales.

    Es, pues, indispensable superar este planteamiento positivista de lasuniones monetarias, no solamente para crearlas, sino para darles vida ydesarrollarlas. Los instrumentos tericos que resulten de esta superacinnos sern tiles para comprender por qu la zona euro se ha enredado enuna crisis sistmica y para buscar las vas de salida.

    La economa poltica de las uniones monetarias en la concepcin de

    los regmenes monetarios internacionalesDos concepciones del hard power

    Como ya hemos visto al estudiar el ordoliberalismo, la moneda es unainstitucin indisolublemente ligada a la soberana de la nacin. Por estarazn la formacin de una unin monetaria es una empresa formidable.El poltico elabora las nalidades sociales a partir del debate democrtico.

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    No obstante, el ordoliberalismo nos muestra que la moneda se legitimamediante un vnculo de conanza que el derecho codica sin que necesa-riamente est subordinada al Estado, lo cual justica la independencia de

    los bancos centrales. Es igualmente cierto que, en las naciones en las que lasoberana procede de la voluntad general expresada por el sufragio mayo-ritario, el banco central tambin goza de una independencia de mediospero su funcin se coloca bajo la tutela de la instancia depositaria de lasoberana, el gobierno o el parlamento. Dicho de otra manera, en estoscasos el banco central no es soberano, a diferencia del Bundesbank. Por esola formacin de una unin monetaria entre Estados soberanos cuyos prin-cipios de legitimidad son diferentes no puede lograrse ms que mediante

    la negociacin de un rgimen monetario internacional. Veremos que laambigedad de la unin monetaria europea ha consistido en hacer comosi el Banco Central Europeo pudiera ser soberano segn el modelo alemn,mientras que esta unin slo podra consistir en un acuerdo internacionalentre Estados cuyos principios de soberana proceden de distintas fuentesy estn anclados en historias profundamente diferentes.

    Si, por tanto, la unin monetaria europea no puede sino ser un rgimenmonetario internacional, la cuestin es: qu gobernanza podra superar el

    cmulo de contradicciones que ha culminado en la crisis general de la zonaeuro? Habra que encontrar su fundamentacin en las teoras de los reg-menes monetarios internacionales, a partir de la crtica institucionalista delenfoque positivista de las zonas monetarias ptimas. El punto de partida noslo proporciona Charles Goodhart (1998), quien seala que las zonas mone-tarias ptimas no son otra cosa que una aplicacin mecnica de la teora de lamoneda-mercanca sobre un plano espacial, lo cual conduce, como ya hemosvisto, a determinar unos criterios que hacen abstraccin del Estado. Y esto

    es absurdo, puesto que no existen espacios monetarios que no sean fruto dela soberana de un Estado o de un acuerdo poltico entre Estados. En esteltimo caso, que es el que nos interesa, la representacin de los interesesde los Estados es el determinante principal de la formacin o no de dichosregmenes y de su capacidad de resiliencia ante los desrdenes de la historia.

    La teora neorrealista postula que todos los Estados tienen una nali-dad idntica: el poder. Pero los medios del poder, econmicos, nancierosy militares, son desiguales. Slo cuenta el hardpower, la fuerza capaz dedesplegarse. Como las ganancias de poder son relativas y adems primansobre las ganancias econmicas de la riqueza, no pueden existir los interesescomunes. Las relaciones internacionales son entonces relaciones mltiplesy repetidas sin un orden global. La cooperacin entre pases de tamaosimilar es, por lo tanto, improbable, pero es posible, no obstante, si lostamaos y los recursos de poder son muy desiguales. Es la estabilidad hege-mnica. El pas hegemnico puede tener la voluntad de dictar y sostener

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    reglas comunes y de tomar a su cargo los bienes pblicos internacionalessi la ventaja de poder que obtiene es muy superior al coste. El pas hege-mnico muy a menudo es externo. Su poltica no est en absoluto influida

    por la zona monetaria que se ha fundado sobre su moneda. Es el caso de lazona franca o de las currency boardsbasadas en el dlar.

    La concepcin neoliberal reconoce que han podido existir unionesmonetarias que carecieran de una potencia hegemnica. En la Europa delsiglo XIX se dieron los casos de la unin latina y de la unin escandinava.La hiptesis de fondo es que los Estados son utilitaristas. Se les puede tratarcomo si fueran agentes individuales. Estn provistos de funciones de pre-ferencia y persiguen, pues, ganancias absolutas jugando con las variables

    econmicas. Si las interdependencias econmicas internacionales aumen-tan, es posible que un inters mutuo en una cooperacin recurrente parareducir la incertidumbre de las interacciones recprocas pueda codicarsecomo una unin monetaria.

    Robert Keohane (1984) es el autor que ha teorizado de una manerams completa la formacin de regmenes monetarios internacionales desdela perspectiva neoliberal. Se trata de una cooperacin sin hegemona, porlo tanto de la resolucin de un problema de accin colectiva. Existe coope-racin cuando las acciones de entidades distintas se conforman porque lasacciones de cada agente se ajustan a las preferencias esperadas de los dems.La compatibilidad de los objetivos no se plantea a priori, es el resultado delproceso de coordinacin. La coordinacin se opone a la discordia, un tipode interdependencia en el que cada actor considera que las polticas de losdems obstaculizan sus propios nes.

    La cooperacin es, por consiguiente, un proceso que emana de los con-

    flictos de inters, puesto que de lo contrario lo que habra es armona,como en el mundo del equilibrio general en el que la mano invisibledelmercado ajusta aquellos de manera que no subsiste ninguna externalidadnegativa. La teora de los regmenes internacionales refuta que esta fbulatenga pertinencia alguna para dar cuenta de las relaciones internacionales.Hay un rgimen internacional cuando el proceso de coordinacin pol-tica produce algo ms que un equilibrio circunstancial. Origina entoncesun sistema institucional compuesto de principios, normas, reglas y proce-

    dimientos de decisin que cubren un espacio territorial y (o) un campotemtico de relaciones internacionales.

    Los principios son creencias comunes acerca de los nes que se debenperseguir. Las normas son modelos de comportamiento que adoptan laforma de derechos y obligaciones. Son, por lo tanto, mandatos conmi-natorios sobre las conductas legtimas e ilegtimas de los Estados en lasrelaciones internacionales. Las reglas son prescripciones o proscripciones

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    especcas para cada accin. Los procedimientos son prcticas reconocidaspara la puesta en prctica de la accin colectiva.

    En el sistema de Bretton Woods, por ejemplo, que fue un rgimen

    monetario internacional que cubra al conjunto de los pases no socialistas,la jerarqua del sistema institucional estaba bien establecida. Los principioseran el libre intercambio y la creencia de que la moneda es una institucinpoltica, lo cual contradeca la creencia de que el patrn oro era un ordenespontneo y, por lo tanto, concordaba con la hiptesis de Hayek de unevolucionismo orgnico de las instituciones del mercado. La norma erala prohibicin de manipular el tipo de cambio de manera unilateral paraobtener ganancias competitivas indebidas. Las reglas eran la adhesin de

    los Estados a tipos de cambio jos pero ajustables gracias a los controlessobre los movimientos de capitales. Los procedimientos eran las consultasmultilaterales en el seno del FMI para diagnosticar si un desequilibrio depagos era o no fundamental y, por lo tanto, para autorizar o prohibir lasdevaluaciones de las monedas particulares. No obstante, la coherencia deeste rgimen se pervirti desde su origen por el predominio de EstadosUnidos, de tal forma que la oferta de liquidez internacional se desajust enseguida, como detect muy pronto Robert riffin (1957).

    Soft power y necesidad de un paradigma comn

    En general, los fracasos de coordinacin son frecuentes. Pero la causa deestos, contrariamente a lo que piensan los neorrealistas, no es el carcterantagonista de los intereses. La mayor parte de las veces lo que conduce alfracaso es la estructura de las interacciones. Tomas Schelling (1960) hademostrado, mediante el famoso dilema del prisionero, que los jugado-

    res no consiguen coordinarse a pesar de la convergencia de sus intereses,pues el juego se plantea de tal forma que, a pesar de que de la coopera-cin se obtengan ganancias, cada jugador puede ganar an ms si deserta.Igualmente, la accin colectiva para producir un bien pblico que propor-ciona una ganancia colectiva superior al coste de producirlo fracasar si losjugadores consideran que su desercin individual tendra nicamente unefecto desdeable sobre la produccin del bien.

    Estos fracasos de la cooperacin se derivan en parte de que el enfoqueneoliberal confunde racionalidad y egosmo. Las preferencias de los actoresestn estrictamente separadas, lo que excluye los principios ticos. Esto apriorino tiene ninguna justicacin lgica. Adherirse a principios ticos ya normas de justicia compartidas nos lleva a introducir las preferencias delotro dentro de nuestra propia funcin de preferencia. Esta hiptesis es tanracional como la hiptesis egosta, pero su adopcin puede modicar sensi-blemente el equilibrio resultante del juego de coordinacin. El tamao del

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    grupo de los actores implicados en la accin colectiva puede tambin influiren un proceso de coordinacin. En un grupo formado por un nmero escasode actores de tamao similar, la disuasin es verosmil. Si el juego se repite

    y la tasa de actualizacin no es demasiado elevada, el equilibrio cooperativopodra quiz alcanzarse mediante la negociacin continua. En este caso, sefortalecera gracias a un acuerdo sobre el sistema institucional de un rgimeninternacional. Es el punto de vista de los constructivistas que, al hard powerde los neorrealistas y de los neoliberales, oponen la influencia del soft power.

    Las normas y principios ticos modican la percepcin de los inte-reses ms all del utilitarismo. La influencia positiva sobre el proceso decoordinacin se deriva de la reduccin de la incertidumbre en lo que res-

    pecta a las estrategias del resto de los actores. Qu formas de coordinacinmoviliza el soft powerpara conseguir esto? Los paradigmas dominantes ylos sentimientos pblicos, los programas y los marcos de referencia y, enltimo trmino, el papel mediador de las comunidades epistmicas.

    Gofas (2001) dene los paradigmas como presupuestos cognitivos sub-yacentes que limitan las opciones estratgicas que los responsables polticosjuzgan dignas de inters. Se tratara, por lo tanto, del clima intelectual enel que se conciben las opciones estratgicas posibles o deseables. As, pues,la conversin a las polticas del rigor en un marco de pensamiento mone-tarista por parte de las autoridades monetarias francesas en la dcada de1980 facilit mucho la percepcin de que era posible la unin monetariacon Alemania. Sin embargo, este paradigma se ha quebrado gravementedebido a la crisis nanciera. Adems, en la denicin de los nes de laconstruccin europea hay un conflicto paradigmtico. Estos nes sobre-pasan la unin monetaria y la engloban en un destino ms general. Elconflicto gira en torno a la oposicin entre la concepcin anglosajona deuna Europa compuesta de mercados de obediencia neoliberal y la concep-cin alemana de una Europa federal de disciplina ordoliberal. Atrapadoentre estas dos posturas, el lema que deenden algunos polticos franceses,el de una Europa potente, no tiene paradigma que lo sostenga.

    Los sentimientos pblicos condicionan la percepcin por parte de los ciu-dadanos de la legitimidad de las acciones polticas. Son creencias populares,cuya importancia ya hemos visto en el caso de la constitucin en Alemania

    de la unidad del pueblo a partir de las identidades comunitarias que la leysoldaba despus. Conocemos de sobra la importancia en la construccineuropea del deseo de paz de la poblacin. Pero, ms all de estos ejemplos,los sesenta aos de integracin econmica y de institucionalizacin no hansuscitado entre los europeos ningn sentimiento de pertenencia ni ningndeseo de vivir juntos. Esta ausencia de sentimiento pblico de inclusin serelaciona con estos conflictos de paradigma que desgarran a Europa.

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    Los programas son las doctrinas explcitas que permiten a las autoridadespblicas trazar las lneas de accin a la hora de dar respuestas a los proble-mas de poltica econmica. Los marcos de referencia son los principios

    ticos que permiten a los responsables pblicos legitimar sus eleccionespolticas ante la poblacin. Sin programa, los Estados no podran ser estra-tegas, seran marionetas del oportunismo de polticos que se apropian delpoder de manera fortuita. Y no podremos tener un programa para desa-rrollar la construccin europea si no nos guiamos por un paradigma. Sinmarco de referencia no se puede legitimar una lnea poltica, pero no pode-mos tener un marco tico si a este no lo sustenta un sentimiento popular.

    Ante el desconcierto de los polticos, las comunidades epistmicas

    pueden tener una importancia crucial en la tarea del despertar cognitivo.Recordemos de nuevo el papel que jug la Escuela de Friburgo en la ela-boracin del paradigma ordoliberal en los momentos ms oscuros de lahistoria alemana. A continuacin, si las circunstancias polticas se prestan,estas comunidades epistmicas, que son intelectuales colectivos, se con-vierten en mediadores ante las instancias polticas para facilitar la adhesina un paradigma comn que promueva la elaboracin de programas. Sonthink tanksque ejercen una presin cognitiva y pueden ser ecaces si agru-

    pan creencias normativas en proposiciones bien fundamentadas, si se lesreconoce como expertos en el mbito de influencia o si provocan el debatey estn comprometidos en la consecucin de una meta comn. Veremosms adelante en este trabajo que hoy no se dan estas condiciones que per-mitan superar la crisis de la zona euro. Elaborarlas es la tarea previa a laformacin de un paradigma legitimado por el debate democrtico para laconstruccin europea del siglo XXI.

    3. El largo camino hacia la unin monetaria europea

    Entre el memorndum de Raymond Barre, por aquel entonces vicepresi-dente de la Comisin Europea, presentado el 12 de febrero de 1969, y laentrada en vigor de la unin monetaria que inclua la creacin del euro,el 1 de enero de 1999, pasaron treinta aos. La gestacin de la unin eco-nmica y monetaria ha sido por tanto muy prolongada y su trayectoria ha

    sido constructivista. Ha estado marcada por dos informes que han jugadocada uno de ellos un papel crucial. Ambos han participado en la bsquedade paradigma y en la elaboracin de un programa que tena como objetivola formacin de un rgimen monetario para Europa.

    En diciembre de 1969, la Cumbre Europea de La Haya encarg alprimer ministro de Luxemburgo, Pierre Werner, que elaborara un pro-yecto con vistas a una unin econmica y monetaria. El informe Werner

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    se present en 1970. Este informe no tuvo ninguna consecuencia poltica.Atrapados en el torbellino de la crisis del sistema de Bretton Woods, losgobiernos europeos actuaron segn lo que en aquel momento considera-

    ron que eran sus intereses nacionales inmediatos. Pero en cualquier casoeste informe introdujo el paradigma de la moneda europea y constituy unprimer programa del que se beneci el comit Delors cuando retom elproblema casi veinte aos ms tarde, funcionando como una comunidadepistmica que influy de manera decisiva sobre los gobiernos europeos.

    El comit Delors se cre en la Cumbre Europea de Hannover en juniode 1988 y present su informe en la Cumbre Europea de Madrid en juniode 1989. Este informe se aprob por unanimidad y abri el camino para la

    conferencia intergubernamental de diciembre de 1990. A su vez esta con-ferencia fue la encargada de convertir las propuestas del informe Delors enun tratado europeo que se adopt en la Cumbre de Maastricht de diciem-bre de 1991.

    Entre estos dos momentos, el establecimiento del Sistema MonetarioEuropeo (SME) supuso un avance considerable que, hasta las crisis que sufrien 1992 y 1993, proporcion una experiencia de cooperacin monetaria.El SME se cre por iniciativa del canciller alemn Helmut Schmidt, preo-cupado por los efectos destructivos que la inestabilidad generalizada de lostipos de cambios produca en el comercio intraeuropeo. Su iniciativa recibiel apoyo del presidente francs Valry Giscard DEstaing. Ambos elaboraronde mutuo acuerdo una propuesta que presentaron en el Consejo Europeo deCopenhague en abril de 1978. El objetivo era crear una zona de estabilidadcambiaria en Europa, desvinculando as las monedas del comportamientoerrtico del dlar. El SME comenz su actividad el 13 de marzo de 1979,con la participacin de todos los pases miembros de la CEE con la excep-cin de Gran Bretaa. Sin embargo, el SME cambia su naturaleza en 1987tras la aceleracin de la liberalizacin nanciera. La crisis que sufri en 1992fue una seal precursora, pero por completo ignorada, de los problemas conlos que se encontrara la zona euro casi veinte aos ms tarde.

    Vamos a examinar, de forma comparativa, el contenido de estos infor-mes para destacar de ellos los elementos de la trayectoria constructivista queno funcionaron en la primera tentativa y que s lo lograron en la segunda.

    Despus extraeremos las lecciones del SME y, sobre todo, de su crisis, quemostraba ya las seales inquietantes de la divergencia entre los pases queexacerbaran posteriormente los movimientos de capitales. Veremos, enltimo lugar, cmo los criterios de convergencia del ratado de Maastricht,as como el pacto de estabilidad que deba completarlo, constitua unagobernanza muy dbil de la unin monetaria que se avecinaba, y que nopodra sino amplicar las divergencias estructurales ligadas a las fuerzas dela competencia industrial que ya hemos sealado antes.

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    Los informes que fundaron el paradigma de la unin monetaria

    El informe Werner y el informe Delors se elaboraron en situaciones inter-

    nacionales muy distintas. El informe Werner se prepar bajo el fuego de latormenta monetaria creada por el desbaratamiento del orden multilateralde Bretton Woods. La volatilidad cambiaria pona en peligro la polticaagrcola comn, que se basaba en un precio nico de los productos agrco-las en el conjunto de la Comunidad Europea, razn por la cual a partir de1969, ao en el que se produce la devaluacin del franco francs y la reva-luacin del marco alemn, se instauraron tipos verdes, es decir, tipos decambio especcos para la agricultura. Se trataba de la ltima solucin posi-

    ble, puesto que las diferencias sustanciales entre los tipos verdes y los tiposde mercado creaban distorsiones en la competencia y suscitaban conflictosde intereses en torno a las contribuciones de los Estados al presupuestoagrcola europeo. De una manera ms general, los efectos desastrosos queunos tipos de cambio desajustados de manera duradera haban tenido en ladcada de 1930 volvan a obsesionar la memoria de los dirigentes polticos.La preocupacin preponderante era la preservacin de los frutos de la inte-gracin econmica, en la medida en que en 1969 se haban alcanzado por

    completo los objetivos de la primera fase del Mercado Comn.El comit Delors emprendi su trabajo en un contexto muy distinto. El

    SME haba respetado,grosso modo, el principio de la competencia leal sobrelos mercados de bienes (level playing field). Sin embargo, en 1985 JacquesDelors, por entonces presidente de la Comisin Europea, propuso relanzarla construccin europea en el mbito, polticamente muy sensible, de lasnanzas, con el n de culminar el mercado interior europeo. Mediante estahbil maniobra pudo obtener el beneplcito de la primera ministra brit-

    nica, Margaret Tatcher, en el momento en el que el centro nanciero deLondres se encontraba en vsperas de su big bang. La comisin public unlibro blanco que desencaden la convocatoria de una conferencia intergu-bernamental en julio de 1985. En febrero de 1986 se rm el Acta nicaEuropea que entr en vigor el 1 de julio de 1987. El mercado nico, enespecial de los servicios nancieros, deba ser una realidad como muy tardeel 1 de enero de 1993. La cuestin que se planteaba era la siguiente: qusistema monetario es compatible con la libertad total de los movimientos

    de capitales, algo inherente a un mercado nico de servicios nancieros?

    La ambicin y el fracaso del informe Werner

    La misin, muy ambiciosa, que se haban propuesto los jefes de Estadode los Seis en La Haya era alcanzar la unin econmica y monetaria el31 de diciembre de 1980. Para proporcionar un fundamento terico a

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    este proyecto, el informe Werner se bas en el tringulo de incompatibi-lidad en las relaciones econmicas internacionales. Es imposible conciliarla libertad total de los movimientos de capitales, los tipos de cambio jos

    y la autonoma de las polticas econmicas nacionales. Si la primera formaparte de la integracin econmica completa y los segundos permiten pro-teger a la Comunidad de los efectos destructivos de la inestabilidad deldlar, hay por tanto que organizar la unidad de las polticas econmicas.Cmo hacer esto? Cules deban ser las etapas de la transicin en el hori-zonte temporal que haban jado los jefes de Estado?

    El informe Werner defenda un proceso secuencial en tres etapas. Enla primera los mercados nancieros comenzaran a interpenetrarse. Para

    evitar los movimientos desordenados de capitales, el informe preveadesincentivar los arbitrajes que pudieran derivarse de la disparidad de laslegislaciones nacionales mediante la adopcin de medidas de armoniza-cin scal. Correlativamente, deberan construirse indicadores de alertapara as guiar la coordinacin de las polticas coyunturales, de forma quese evitaran los desencuentros puntuales amplicados por los movimientosde capitales. La segunda etapa debera ser la del gran salto adelante. Laslneas directrices de una poltica econmica global deberan denirse en

    comn a partir de orientaciones presupuestarias que tambin se decidi-ran en comn. En el plano monetario, la extensin de las fluctuacionesentre las monedas de los pases miembros debera limitarse al 1 por 100.Finalmente, la tercera etapa debera ser la de las reformas institucionalespara coronar la unin. Werner contemplaba la asignacin de los poderesen materia de poltica econmica al mbito comunitario, la creacin de unconsejo de gobernadores de los bancos centrales, la eliminacin denitivade los mrgenes de fluctuacin y el establecimiento de un fondo europeo

    de cooperacin monetaria.Con la perspectiva del tiempo, se puede sealar que, aunque no propo-

    na la creacin de una moneda nica, el informe Werner era mucho msambicioso en trminos de gobernanza macroeconmica de lo que seranulteriormente el ratado de Maastricht y su coadyuvante presupuestario,el pacto de estabilidad. El informe se enfrentaba a pecho descubierto conel problema que planteaba el tringulo de incompatibilidad y buscaba unasolucin en la accin colectiva sobre el plano presupuestario. Se tratabapues de una gobernanza fuerte, que caminaba sobre las dos piernas, lamonetaria y la presupuestaria, para llegar a unapolicy mixeuropea, que eralo que se postulaba. Otro avance, en comparacin con la situacin actual,era la armonizacin scal. Con toda la razn, el informe Werner estipu-laba que la integracin nanciera completa implicaba una armonizacinal menos de la scalidad del capital para as no alimentar movimientosperturbadores de capitales.

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    Otra dimensin del informe Werner, que lo distingue de la preparacin delratado de Maastricht y de las polticas que se adoptaron a continuacin,es que pone el acento sobre el modelo social europeo, que aparece como

    una dimensin esencial de la integracin econmica. Es un componentede la losofa de la soberana compartida que ilumina todo el informe.Fue tambin lo que acab con su vida. En 1974, un grupo de expertospresidido por Robert Marjolin, no pudo sino constatar un fracaso total. Lacrisis nal del sistema de Bretton Woods en 1971 y la crisis del petrleode octubre de 1973 condujeron a los gobiernos a pensar nicamente en smismos. Sobre todo, los gobiernos no estaban preparados para ceder losinstrumentos de la poltica econmica a instituciones comunes.

    La habilidad estratgica del informe Delors

    El comit Delors funcionaba a pleno rendimiento como comunidad epis-tmica bajo la presidencia de Jacques Delors. Ningn dirigente polticoformaba parte de l. Pero, habilidad suprema, reuna a todos los banqueroscentrales, a los que se unieron numerosas personalidades acadmicas.

    El informe Delors justica la unin monetaria retomando la proble-

    mtica del tringulo de incompatibilidad. Situndose en la perspectivade la consecucin de un mercado nico que debera crear un espacionanciero europeo unicado, la mayora de los miembros del comitpensaba que la unin monetaria sera el corolario del mercado nico.Sin embargo, al contrario que el informe Werner, el informe Delors noformula propuestas sobre la accin colectiva en el mbito presupuestario.Su principio rector es la unidad de la poltica monetaria manejada por unbanco central independiente.

    Esta toma de partido tan fuerte tiene dos explicaciones. La primera esestratgica. La hiptesis es que la moneda es la dinmica mediante la cualse realizar la integracin econmica. Sin duda una moneda nica lleva ens la promesa de la soberana poltica. Pero es una promesa indeterminada,que no alimenta un proyecto poltico. Contrariamente a la posicin asu-mida por el informe Werner, no se dene horizonte alguno, ni se estableceninguna secuencia de etapas para llegar a la unin poltica. La segundaexplicacin es terica. En la dcada de 1980 el clima intelectual habacambiado mucho. La contrarrevolucin monetarista ya haba pasado porall, exacerbada por la corriente de las expectativas racionales. Se armacon fuerza la neutralidad de la moneda, y denigrar el papel econmico delEstado se convierte en el lema favorito de los medios acadmicos con lafamosa teora de los real business cycles. Dado que el objetivo de inflacinpuede aislarse y, por lo tanto, separarse de los arbitrajes polticos, no hayninguna necesidad de dotar de legitimidad democrtica al banco central.

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    Basta que este sea una institucin independiente que tenga la misinexclusiva de satisfacer una norma de inflacin que se impone ella misma.

    Reconocemos ah la adhesin a los principios del ordoliberalismo, la

    cual permitir el nacimiento de esta arquitectura institucional inslita o,en cualquier caso, sin parangn en el mundo: un banco central que es unaentidad federal en una Europa que rechaza absolutamente el federalismoporque las formas de Estado de los dems pases no tienen nada que vercon las alemanas. Desde ese momento, y sobre todo despus del estallidode la crisis nanciera, la influencia intelectual del ultraliberalismo, guiadopor la corriente de las expectativas racionales y, por lo tanto, de la ecaciaabsoluta de los mercados, ha retrocedido porque ha recibido el desmen-

    tido de los hechos. Pero Europa est atrapada porque ha cincelado estaconcepcin desmesurada en el mrmol institucional, bajo la coberturadel ordoliberalismo que, por otro lado, no es en absoluto la misma cosa.El Banco Central Europeo est obsesionado por la norma de inflacin,que ha sacralizado. Sin embargo, para transmitir esa norma a la formacindescentralizada de las rentas y los precios no cuenta con el apoyo de unsistema de relaciones corporativistas como el que dispone el Bundesbank.Mostraremos que la poltica del Banco Central Europeo ha sido partcipe

    en la creacin de esa gran divergencia econmica de los pases europeos ala que la crisis ha otorgado dimensiones dramticas. Como veremos a todolo largo y ancho de nuestro recorrido, los gravsimos problemas de la zonaeuro proceden de esta tara original.

    Aunque el informe Delors fue un gran xito estratgico, lo que faltabaen l y estaba presente en el informe Werner ha conducido veinte aosdespus a la tragedia europea.

    xitos y fracasos del sistema monetario europeo

    Nacimiento y funcionamiento del SME

    No es el propsito de este libro construir la teora del Sistema MonetarioEuropeo que ha sido ya objeto de una abundante literatura conocidabajo el nombre de teora de las zonas objetivo. De lo que se trata ahoraes de situar el lugar que este episodio monetario ha ocupado poltica-mente en el camino hacia la unin econmica y monetaria. El SistemaMonetario Europeo nace del fracaso de una primera tentativa llamadala serpiente monetaria. Se trataba de un intento de vincular estrecha-mente entre s las monedas de los pases de la Comunidad Europea tras lademostracin de fuerza de Nixon del 15 de agosto de 1971, seguida deltrabajoso acuerdo internacional del Smithsonian Institute, Washington,DC, logrado en diciembre de 1971. La poltica inflacionista de Nixon

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    hizo que este acuerdo estallara de inmediato y, como no pudo reformarseel sistema monetario internacional, que se impusieran los tipos de cam-bio fluctuantes en febrero de 1973.

    La serpiente monetaria supona una incorporacin unilateral al marcoalemn del resto de las monedas de los pases miembros de la Comunidad,a los que acababa de unirse Gran Bretaa unos meses antes. Solo los pasespequeos, para los cuales la incorporacin al marco alemn era un opti-mum, pudieron respetar la limitacin cambiaria. Cuando Helmut Schmidty Valry Giscard DEstaing se pusieron de nuevo manos a la obra, aprendie-ron la leccin y evitaron el doble error que haba impedido que la serpientefuncionara. Era necesario recuperar el espritu de Bretton Woods: tipos de

    cambio jos pero ajustables con mrgenes bilaterales de un 2,25 por 100al alza o a la baja; ajustes decididos colectivamente; apoyo nanciero a lospases cuyas monedas sufrieran un ataque mediante la obligatoriedad de laintervencin coordinada. Solo quedaba la ltima condicin para el buenfuncionamiento de un sistema as: el control de capitales.

    Las sacudidas internacionales entre 1978 y 1982 fueron muy violen-tas: segunda crisis del petrleo; demostracin de fuerza de Paul Volcker,que duplic los tipos de inters monetarios estadounidenses en octubrede 1979 para quebrar la inflacin; potente recesin en Estados Unidos yestallido de la crisis mexicana en 1982. Hubo muchsimos reajustes de lostipos de cambio. Pero en marzo de 1983 Francia se converta a la deflacincompetitiva tras una ltima y dramtica devaluacin. Gracias a la vueltadel crecimiento y a una persistente apreciacin del dlar que debilitaba almarco alemn, el SME entr en una poca de tranquilidad que incitaba ala convergencia, porque la constriccin cambiaria se haba vuelto soporta-ble gracias a la restriccin de los movimientos de capitales y a la reduccinprogresiva de la inflacin en relacin con Alemania, remunerada por eldescenso de los tipos de inters.

    Con la entrada en vigor del Acta nica el 1 de enero de 1987, los pasescomenzaron a desmantelar sus controles sobre los movimientos de capi-tales. A partir de ese momento, la naturaleza del SME cambia. Sometidoa todos los vaivenes econmicos y nancieros, entra rpidamente en unazona de tempestades, sobre todo a partir de que la libra esterlina se une al

    sistema en 1990. Las crisis golpearon al SME en septiembre de 1992 y enjulio de 1993. La primera crisis sac a la libra esterlina y a la lira del SME.La segunda afect al franco, la ltima gran divisa que segua aferrada almarco alemn. Al crear unos mrgenes de fluctuacin del 15 por 100 alalza o a la baja, los gobiernos que pretendan salvar el sistema lo vaciaronde su sustancia. Para mantener mrgenes de fluctuacin reducidos, el SMEregres a la serpiente con solo la participacin de los pases de la zona

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    monetaria alemana. Estas crisis eran advertencias de la crisis del euro pro-ducida casi veinte aos ms tarde, pero no fueron escuchadas.

    Las crisis del SME

    El nuevo SME tuvo que absorber los cambios profundos producidospor la unicacin alemana en 1990, la liberacin de los movimientosde capitales, la entrada de la libra esterlina en el sistema y la perspectivade la unin monetaria tras la aprobacin en abril de 1989 del informeDelors. Se tropez con el inevitable teorema de la incompatibilidad entrelos capitales libres, los tipos de cambio jos y las polticas econmicas

    no cooperativas. Los conflictos de la poltica econmica se amplica-ron cuando Helmut Kohl decidi cabalgar en solitario para unicarAlemania a marchas forzadas, cuando el Bundesbank se neg a revaluarel marco alemn y cuando Gran Bretaa sufri la reversin de su cicloinmobiliario. Sin embargo, los gobiernos de los dems pases, seducidospor la perspectiva de la unin econmica y monetaria, decidieron renun-ciar a la modicacin de paridades.

    Se produjo entonces un fenmeno que, como estudiaremos en el cap-

    tulo siguiente, se reprodujo durante mucho ms tiempo y con muchams fuerza en la unin econmica y monetaria. Los operadores nancie-ros anticiparon la convergencia hacia la unin econmica y monetariasin tomar en consideracin la disparidad de los fundamentales eco-nmicos, por lo cual los pases con los tipos de inters ms elevados,Espaa y Portugal, se beneciaron de una avalancha de capitales, sobretodo despus de la reversin del ciclo inmobiliario acaecida primero enEstados Unidos en 1989 y despus en Japn en 1990. Las entradas exce-

    sivas de capital empujaron al alza a las monedas de los pases ms dbiles,obligndolos, para conservar sus paridades, a aplicar polticas monetariasms acomodaticias de lo que su situacin econmica y la importancia desus deudas hubiera requerido.

    Este proceso se invierte de manera brutal tras la decisin de Kohl deprecipitar la unicacin, lo cual implicaba de modo inmediato unas enor-mes necesidades presupuestarias y la subida de la inflacin en Alemania.Cuando se niega a revaluar el marco alemn dentro del SME, el Bundesbanksube mucho los tipos alemanes para atraer el ahorro. Los conflictos de inte-reses entre los gobiernos se acumulan bajo los ataques de la especulacin.Los dos pases ms frgiles eran Gran Bretaa, que necesitaba desendeudarel sector privado, e Italia, que tena un dcit presupuestario muy impor-tante. Enseguida qued patente que las monedas de esos dos pases estabansobrevaloradas.

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    El ratado de Maastricht se rm en febrero de 1992 y el baile de ratica-ciones se alarg durante todo el ao. A partir de la primavera la situacinse deteriora con rapidez cuando queda claro que las raticaciones estaban

    siendo difciles. El Bundesbank, que interpret errneamente las causas delas subidas salariales en Alemania del Este, cuando el paro suba con rapi-dez, y las causas de la hipertroa de la masa monetaria, que se derivaba dela demanda de liquidez en esa regin, dio pruebas de una rigidez absolutaante el cambio estructural.

    La crisis cambiaria fue repentina y de una violencia brutal, orques-tada por la especulacin desencadenada por George Soros sobre la libraesterlina con un enorme apalancamiento. El especulador pudo arrastrar

    a los mercados, porque la percepcin de las tensiones haba cambiado,provocando una bruta