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Jerónimo de Alderete y Mercado, nació en 1516, en Olmedo. Era hijo de Francisco de Mercado y de Isabel de Alderete. Su padre era de Olmedo y fue regidor de esa villa. Su madre, provenía de una familia de varios hermanos, los Alderete de Tordesillas. Al casarse, se trasladó al pueblo del marido, Olmedo. Isabel era de más alta alcurnia que su Francisco, por eso Jerónimo, escogió como primer apellido Alderete (ya que en la época, cada persona podía escoger libremente sus apellidos) y como segundo, Mercado. Jerónimo de Alderete, como muchos otros españoles se enroló de soldado hacia las indias. Esperaba encontrar un país rico, con muchos recursos: esclavos, oro, plata, etc. Donde se podía vivir bien. Sabía que en la provincia a la que él iba, no se había producido aún la “transformación” en el modelo idílico de colonia de las indias. Tenía presente que debería luchar contra indígenas salvajes más atrasados en estrategia militar y en los avances tecnológicos de las armas, sin embargo serian superiores en número, lucharían en lugares conocidos y estarían mejor adaptados a ese tipo de clima. En una mañana de principios del año 1535, desde Sevilla, zarpó la expedición con rumbo a Venezuela en la que viajaba Alderete. El destino era la provincia de Paria. Esta era la segunda escuadra reunida para realizar la conquista de Paria. La capitaneaba Juan Fernández Alderete, veterano de las guerras italianas y se decía que había luchado al lado de los comuneros en la batalla de Villalar. La primera expedición, había partido unos meses antes, sobre octubre de 1534, capitaneada por Jerónimo de Hortal, constaba de 170 hombres (la mayoría andaluces), y el propio Hortal había sido nombrado gobernador en esos momentos de Paria. En esa época, no eran numerosas las flotas que salían hacia

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Jerónimo de Alderete y Mercado, nació en 1516, en Olmedo. Era hijo de Francisco de Mercado y de Isabel de Alderete. Su padre era de Olmedo y fue regidor de esa villa. Su madre, provenía de una familia de varios hermanos, los Alderete de Tordesillas. Al casarse, se trasladó al pueblo del marido, Olmedo. Isabel era de más alta alcurnia que su Francisco, por eso Jerónimo, escogió como primer apellido Alderete (ya que en la época, cada persona podía escoger libremente sus apellidos) y como segundo, Mercado.

Jerónimo de Alderete, como muchos otros españoles se enroló de soldado hacia las indias. Esperaba encontrar un país rico, con muchos recursos: esclavos, oro, plata, etc. Donde se podía vivir bien. Sabía que en la provincia a la que él iba, no se había producido aún la “transformación” en el modelo idílico de colonia de las indias. Tenía presente que debería luchar contra indígenas salvajes más atrasados en estrategia militar y en los avances tecnológicos de las armas, sin embargo serian superiores en número, lucharían en lugares conocidos y estarían mejor adaptados a ese tipo de clima.

En una mañana de principios del año 1535, desde Sevilla, zarpó la expedición con rumbo a Venezuela en la que viajaba Alderete. El destino era la provincia de Paria. Esta era la segunda escuadra reunida para realizar la conquista de Paria. La capitaneaba Juan Fernández Alderete, veterano de las guerras italianas y se decía que había luchado al lado de los comuneros en la batalla de Villalar.

La primera expedición, había partido unos meses antes, sobre octubre de 1534, capitaneada por Jerónimo de Hortal, constaba de 170 hombres (la mayoría andaluces), y el propio Hortal había sido nombrado gobernador en esos momentos de Paria. En esa época, no eran numerosas las flotas que salían hacia las Indias, y costaba trabajo reunir la gente necesaria para una expedición así. Por eso salían en varios grupos, para dar tiempo a que la noticia se extendiese por la península y que los interesados pudiesen llegar al lugar de salida para embarcar rumbo a las Indias, que al principio fue Sevilla, cambiando posteriormente a Cádiz.

Los días anteriores al embarque, probablemente, Jerónimo de Alderete debió acompañar a su tío a la Casa de la Contratación, porque era el encargado de la expedición y debía realizar los trámites pertinentes para el viaje, ya que por la Casa de la Contratación pasaba todo lo que salía o entraba de las Indias, y quedaba registrado. Sin embargo no se conserva ningún documento catalogado al respecto sobre Jerónimo de Alderete y Mercado, si es que en ese momento se hizo.

Los largos meses de navegación les llevaron hasta las costas Venezolanas, concretamente a la provincia de Paria. A Cubagua, una isla al noreste de Venezuela, bastante más al este de donde estaba Jerónimo de Hortal. Este fue a buscarlos cuando tuvo noticia suya pues necesitaba urgentemente las armas, municiones, etcétera que llevaba Juan Fernández Alderete.

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En la expedición, se habían conseguido reunir 150 hombres, entre ellos se encontraba, Pedro de Valdivia, junto al que había luchado en Villalar en el bando de los comuneros (batalla de la derrota de los Comuneros), y mas tarde en Italia (desde 1521 hasta el 1526, tomando parte en el Saco di Roma), por lo que éste tuvo un lugar de preferencia entre los demás, al igual que su sobrino Jerónimo de Alderete.

La isla de Cubagua, era el puerto de los negreros españoles y Ortal, aprovechándolo, se llevó unos cuantos negros de Cubagua para aumentar su expedición, la cual contaba ya con más de 320 españoles. La ciudad de la isla, Nueva Cádiz, era el mayor puerto negrero de la zona. Aunque unos pocos años después resultó arrasado y nunca más se volvió a levantar una ciudad en dicha isla; siguiendo despoblada hasta el día de hoy.

Ortal, no era un novato en asuntos de las Indias, ya que había participado en la anterior jornada de Venezuela, al mando de la cual estaba Diego Ordás siendo Jerónimo de Hortal el Tesorero. Por eso, cuando Ordás murió envenenado, Ortal se marchó hacia España para poder continuar él al mando de la conquista.

Al llegar a España, pidió para él la gobernación, a pesar de que tenía muchas influencias en la Corte que lo apoyaban; el ser originario de Zaragoza y existir un decreto del rey por el cual se prohibía dar el mando de las tropas de las Indias a los Aragoneses, por no darles poder en las cosas de Castilla, no las tenía todas consigo. Finalmente lo nombraron gobernador de esa provincia, entre otras razones, porque cerca de ella había gobernadores alemanes y los castellanos sentían más aversión hacia los alemanes que hacia los aragoneses, puesto que los alemanes les habían quitado privilegios en España y los aragoneses habían combatido junto a ellos contra los alemanes a la llegada al poder de Carlos I.

Cuando llegó Hortal a la fortaleza de Paria y se encontró con Alonso de Herrera y veinte hombres más, que eran todos los supervivientes que no habían huido de la anterior jornada. No dudó en quién seria su hombre de confianza y por eso nombró a Alonso de Herrera Teniente General, que en la anterior jornada, había sido Maestre de Campo y luego Gobernador Sustituto.

Los hombres que habían llegado primero con Ortal, se encontraban insatisfechos y despagados y no recibían ni buena, ni abundante comida, ni soldada. Las relaciones con Ortal no eran buenas, por lo que él esperaba con impaciencia la llegada del resto de hombres, que habían partido con él desde España y que traían con sigo armas, alimentos y herramientas.

Antes de salir hacia Cubagua, ya se había producido un intento de motín, (protagonizado por Luís Lanchero), consecuencia del nombramiento de Alonso de Herrera como Teniente General.

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Hortal dispuso a Alonso de Herrera con un contingente considerable de hombres, para que iniciase la conquista, mientras él iba a buscar a Alderete. También le encomendó construir dos navíos, y le dejó uno de los dos con los que había llegado desde España. Con el otro partió hacia Cubagua, llevando preso a Luís Lanchero (el amotinador, al que no se atrevía a dejar con Herrera por miedo a que incitase a los demás hombres a rebelarse y matase a Herrera). Herrera debería reunirse con Ortal seis meses después de su partida, río arriba. Ortal, le había dado para tal efecto muchos poderes, que se sumaron al cargo de Teniente General que ya poseía. Hortal lo dispuso así porque remontar el río era más costoso, sobretodo por zonas desconocidas y él lo podría alcanzar en la fecha señalada.

Cuando llegó Jerónimo de Ortal a Cubagua, encontró lo que esperaba: hombres, municiones, armas, comida, herramientas, etc. Este grupo se le unió y marcharon hacia el río Meta, famoso por sus riquezas, donde Ortal debía encontrarse con Herrera. Al principio el viaje iba bien, pero casi llegando a Paria, un barco chocó con un banco de arrecifes y se hundió. Aunque se salvaron todos los tripulantes y la mayoría de pertrechos, se perdió el barco y tuvieron que recogerlos y subirlos en otro barco. Este fue el único percance durante el viaje, después ya llegaron a Paria.

Cuando Jerónimo Ortal llegó al lugar acordado, se encontró con que Alonso de Herrera había muerto, y había nombrado su sucesor a Álvaro de Ordás, sobrino de Diego de Ordás, al cual Ortal había nombrado Alguacil Mayor. La muerte de Herrera fue a causa de unas heridas de flechas envenenadas producidas en una guazabara.

Juntos, fueron recorriendo la provincia de Paria; conforme pasaba el tiempo, más se alteraban los soldados y más difícil era controlarlos y mantenerlos tranquilos. Los conflictos se fueron multiplicando, un soldado apellidado Escalante, que era el que más agitaba para provocar el motín, intentaba involucrar a todos los demás. También a los capitanes Alderete y Nieto, que se consideraban amigos de Hortal, mas no les agradaba su forma de gobernar.

El punto culminante que provocó el motín, fue una ley que obligaba a quitarle el caballo al soldado que lo dejase tres veces suelto cuando estuviesen en un poblado indígena, pasando ese caballo a otro soldado que no tuviese. El problema se produjo al aplicarla a un Alguacil, que quedó sin caballo, este posteriormente la aplicó a su vez a un soldado amigo del gobernador y se quedó con su caballo. El sucesor de Herrera (Álvaro de Ordás) actuó contra el alguacil siendo respaldado por el gobernador Hortal. En defensa del alguacil salieron, Escalante con sus partidarios, y muchos otros soldados y capitanes que depusieron a Hortal como gobernador.

Para organizar el mando, constituyeron un grupo de cinco personas, entre los que se encontraban, Nieto, Alderete y Escalante. A Hortal, le dejaron marcharse

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con unos pocos hombres, los que siempre le habían sido fieles, entre ellos Álvaro de Ordás. Otros, huyeron por su cuenta, reduciéndose el grupo a sesenta hombres.

Pasado un tiempo, Escalante cayó gravemente enfermo, víctima de una dolencia desconocida y murió. Quedando Alderete y Nieto al mando de las tropas, ya que acordaron que era mejor tener solamente dos jefes en vez de cuatro, evitando con ello las diferencias de opinión.

El capitán Nieto, era una persona muy inteligente, que había aprendido la lengua de los indígenas venezolanos (Ortal lo había enviado a la Trinidad a recoger unos caballos que había dejado Antonio Sedeño al cacique Chacomar).Y el capitán Alderete, era el que Ortal había dejado encargado para traer los hombres de la segunda remesa a Paria. Quien era un hombre prudente e inteligente. Su sobrino, Jerónimo de Alderete, era un joven apuesto, se estrenó en Paria como soldado, aunque su tío le tuvo bajo su cuidado y protección, aprendió rápidamente el arte de la guerra, poniéndolo en práctica notablemente.

La expedición fue adentrándose en las tierras de la gobernación de los alemanes Nicolás Fedreman y Jorge de Espira, donde buscaban su respaldo para defenderse ante posibles acusaciones posteriores, por la destitución de Hortal. El viaje no fue malo, aunque andaban por territorios desconocidos para la mayoría, y tuvieron alguna escaramuza con los indígenas. Cuando encontraron a la gente de Fedreman, no los conocían, y tomaron sus ranchos por la fuerza, los de Fedreman se creían que eran espías de Ortal y que el gobernador esperaba más atrás con el grueso de las tropas. Cuando el capitán de Fedreman se enteró de lo sucedido con Ortal y los demás, mandó apresar a Nieto, Alderete y a otros de los hombres más importantes y que ejercían más poder sobre la tropa. Después de quitarles el oro y las armas que llevaban, los envió a Coro para que Fedreman los juzgara a su antojo.

Fedreman, determinó que le serían útiles para aumentar sus tropas, y los liberó e invitó a que le acompañasen en su conquista. Pidió a los compañeros de los apresados que le prestasen su oro para conseguir más recursos; aunque lo realmente lo quería para él y nunca se lo devolvió.

Por otra parte, muchos de los hombres que llegaron a Coro, no se quedaron allí y partieron hacia el Perú. Allí, deberían ayudar a sofocar la rebelión Almagrista, que era una misión más prometedora que quedarse en Venezuela, donde les podían juzgar por el motín contra Ortal y ya habían comprobado que no había tanta riqueza como esperaban.

Perú despertaba el interés de los más luchadores o buscadores de gloria, ya que era un reino nuevo muy grande, con mucho oro y riquezas, donde uno se podía enriquecer rápidamente y sin pasar muchas penalidades.

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Juan Fernández Alderete, engañado por Fedreman, por el robo de hombres, armas y oro viajó hasta La Española a pedir justicia por la actuación de Fedreman. Allí pasó casi dos años esperando justicia, y no obtuvo nada. Decepcionado, marchó hacia Chile junto con Juan Bohon para unirse a la expedición de su amigo Valdivia.

Jerónimo de Alderete y Pedro Valdivia tomaron la dirección de Perú; habían destacado como soldados en Venezuela, pero aspiraban a algo más, que a pequeños cargos.

Valdivia, gran estratega y soldado, había llegado un año antes, y rápidamente había ascendido al lado de los Pizarro, incluso organizó el ejército en diversas batallas, decidiendo la resolución de las mismas. Alderete llegó cuando Pizarro fundaba Lima, y se fue hacia la región de los Chunchos, ya que como era más joven, no tenía aun el título de Capitán. Estuvo bajo las órdenes de Pedro de Candia y Pedro Anzúrez Enríquez (apodado Peranzúrez), hombre de mucha confianza de Pizarro, que venía de una misión en España contra Almagro, y probablemente arribó a Perú un poco antes que Alderete, a finales de 1537.

Tenían como misión la de ayudar a un regimiento que se encontraba en peligro, la realizaron exitosamente, tanto que pudieron salvar a todos los que huían de la derrota que les habían infligido los indígenas. Posteriormente se reorganizaron y prosiguieron la conquista, por la actual Bolivia.

Jerónimo de Alderete, decide establecerse en Tarija, porque ya le habían “dado de comer”. En estas batallas, Alderete se destacó como soldado, mucho más que en Venezuela.

Cuando se enteró que su amigo Pedro de Valdivia marchaba hacia la conquista del territorio chileno, como jefe, no dudó en unírsele. Pensó, con razón, que en esta empresa, tendría una mejor posición y favores, podría hacerse rico y ganar honores para su nombre. Abandonó Tarija y se fue hacia el valle de Tarapacá, donde se uniría a otro contingente de hombres que Valdivia había mandado a reclutar por Bolivia.

Valdivia salía desde Cuzco; al principio iba con doce hombres, pero ya había enviado emisarios para que fuesen por delante, avisando de su expedición y se le fuesen uniendo más gente, cosa que esperaba, pues hacia poco que había acabado la guerra contra los almagristas, y muchos de los hombres que habían apoyado a Diego de Almagro, preferirían huir de Perú para evitar las posibles represalias por parte de los Pizarro. Entre los que se le unieron, se encontraban algunos que habían luchado por Almagro, como Francisco Villagrán.

Esta campaña, prometía nuevas y abundantes tierras. Sin embargo existía un sentimiento general negativo a unirse a la expedición, debido a que el capitán Diego de Almagro, ya lo había intentado un poco tiempo antes, perdiendo

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muchos hombres y regresando derrotado. Aunque no fuera producida por los indios, sino por los Andes y por el desierto de Atacama.

La expedición de Almagro, que contaba con más de quinientos españoles, con más de diez mil indios peruanos y unos mil esclavos negros, resultó un desastre, y acarreó la muerte de muchos hombres, la mayoría indios peruanos (yanaconas) y de esclavos negros, consecuencia de las calamidades que sufrieron. Este desastre se debió a la mala información sobre la ruta a seguir y al desconocimiento que del terreno poseían, causado por los propios incas que les indicaron mal el camino, a propósito, para que murieran y centrasen sus esfuerzos en la conquista de otro lugar.

Es decir, para el descubrimiento y conquista de Chile, el principal problema no fueron los indígenas, ni los del norte, ni los araucanos, sino su disposición geográfica, que obliga a que para llegar, se tenía que hacer por tierra; ya que el territorio, está protegido por la cordillera de los Andes por el Este, por el desierto de Atacama por el Norte y por el océano Pacífico por el Sur.

Alderete, que ya no era el mozo de 19 años que había arribado a Venezuela como soldado, sino que ya era un joven de 24 años, curtido en escaramuzas contra los indios y que anhelaba hacer fortuna, tener su propia encomienda y sus minas de oro o plata. Obtuvo en esta ocasión mucho más de lo que podría haber imaginado en esa época, aunque todo esto, no lo pudo alcanzar, hasta bastante tiempo después.

Alderete se incorporó a la expedición con su tío, Villagrán y otros. Su tío llegó a Perú desde La Española, en donde se encuentra a Juan Bohon y viaja con él hasta el Perú, junto con otros hombres, llegando a Tarapacá.

Alderete pronto intimó con Valdivia, pues su tío y él pasaron a ser sus capitanes y amigos y ya se conocían de la jornada venezolana. Ese refuerzo que esperaba Valdivia y que trajeron Francisco Villagrán y Juan Fernández Alderete era justamente lo que necesitaba para continuar el viaje, de lo contrario, se hubiese encontrado con pocos hombres para poder luchar contra los indígenas. También llevaban más de mil indios yanaconas quienes ayudaron mucho en la realización de la conquista, ya que los españoles solos, por muy avanzados en las armas y en estrategias de guerra, no hubiesen podido conquistar tan largo territorio con tantos indios en él.

Se unieron muchos hombres a la expedición, porque huían de las venganzas contra los almagristas, aunque mejor hubiese sido para Valdivia que Almagro no hubiese llevado a cabo ninguna expedición, porque dio mala fama al reino de Chile. Uno de los hombres que defendió y trató de salvar a Almagro, fue Francisco Villagrán, resultando detenido y condenado a muerte, sin embargo Hernando Pizarro le salvó del cadalso. No obstante no se debía fiar del todo y marchó de Perú. Otros muchos hombres eran como Villagrán, y también hubo

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hombres, que no temían al peligro, ni a las aventuras contadas por los expedicionarios de Almagro y que anteponían su búsqueda de dinero y poder por encima de esos miedos.

Valdivia, hombre muy inteligente y capaz, había planificado la mejor manera de emprender el viaje, y por eso, intentó llevar consigo a la mayoría de capitanes o soldados que hubiesen viajado con Almagro, buscando no repetir los mismos errores y estar prevenido de ellos. Además le servirían para saber de primera mano su experiencia anterior y conocer el mejor paso para adentrarse en el territorio chileno y así iniciar su conquista. Por eso, Valdivia emprendió la ruta que había seguido Almagro a su vuelta al Perú.

Los Alderete y Villagrán, se juntaron con la hueste de Valdivia en Tarapacá, reforzando además el contingente de hombres, caballos, yanaconas, etc. Esto, imprimió a los soldados que se encontraban con Valdivia y a este, más decisión y esperanzas para conseguir su propósito.

Mientras Valdivia disponía de las cosas necesarias para poder empezar el viaje, le llegó la noticia de que el rey había otorgado los poderes para conquistar el territorio chileno a otro español, veterano del Perú, Pedro Sancho de Hoz. Este había participado en las primeras batallas contra los incas al lado de Hernando Pizarro. Y había tomado parte en el rescate por el inca Atahualpa, de donde le tocaron más de 4000 pesos, que se gastó en muy poco tiempo en España. Esta situación, puso en un compromiso a Pizarro, que era amigo de los dos (aunque Valdivia le había ayudado más y más recientemente) por lo que los reunió en su casa del Cuzco el 28 de Diciembre de 1539 y acordaron firmar un contrato de asociación donde Sancho de Hoz debía encontrarse cuatro meses después en el desierto de Atacama con Valdivia, trayendo un barco con los hombres que pudiese reunir, doscientas corazas y cincuenta caballos. Esta asociación, aunque parezca que perjudicase a Valdivia, él la vio como un beneficio, ya que pretendía aprovecharla por tener más valor los documentos que traía este que los que le había dado a él Pizarro. También albergaba la idea de poder tener poderes para conquistar al otro lado del Estrecho de Magallanes.

Pedro Sancho de Hoz, pensaba por su parte que podría conseguir el mando de la expedición para él solo. Sus problemas empezaron cuando llegó a Lima, se encontró con sus acreedores de antaño, quienes aún recordaban sus deudas, y el poco dinero que llevaba tuvo que dárselo. Como no tenía dinero y aún le quedaban algunas deudas en Perú, no pudo adquirir nada de lo estipulado, y fue buscar a cuatro hombres más para que le acompañasen y le ayudasen a derrocar a Valdivia y poder quedarse al mando de la expedición y del gobierno de Chile. Sin embargo les salió mal la jugada, ya que cuando ellos llegaron, habían pasado más de los cuatro meses que se había estipulado en el contrato de sociedad, Valdivia no se encontraba en el pueblo de Atacama. Inés Suárez, los recibió, enviando a un emisario a prevenir a Valdivia, indicándole que volviese para arrestarlos. Al día siguiente, llegó Valdivia sabedor de lo sucedido y los mandó

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apresar, a tres los envió a Perú, obligados a vivir como pobres, aunque pronto se unieron de nuevo a las conspiraciones almagristas. Perdonó a Sancho de Hoz y a otro, llamado Antonio de Ulloa, quien después le traicionó.

Como Sancho de Hoz no había cumplido con su parte en la sociedad (ya que solamente había aportado unas pocas armas y caballos) le hicieron firmar un documento por el cual renunciaba a su participación en la conquista (fechado a doce de Agosto de 1540) y solo percibiría una parte igual a la de los demás soldados y se le pagaría lo poco que había traído. Seguramente, esto lo firmó coaccionado, ya que sus poderes de conquista tenían más validez que los de Valdivia, pues los había firmado el propio rey, y no se renuncia tan fácilmente a tanto poder. De esta manera Valdivia quedó como jefe único e incuestionable.

Pedro Sancho de Hoz, estuvo durante dos meses estrechamente vigilado, mientras la columna descansaba en Atacama, y tomaba fuerzas para empezar la conquista.

Valdivia, se dirigió hacia el valle de Copiapó, después de atravesar el desierto de Atacama sin perder ningún hombre. Cuando llegó a Copiapó, los indígenas de la zona, escondieron los víveres de los españoles, y abandonaban sus poblados y se adentraban en los bosques, pensando que así los españoles se volverían al Perú y abandonarían la expedición. Valdivia, no se dejó engañar por estas estratagemas de los indígenas y conseguía descubrir los escondrijos donde éstos habían escondido los víveres acumulados. Tuvieron algunas pequeñas escaramuzas contra algunos grupos de indígenas, pero solo murieron algunos indígenas auxiliares y unos 40 de carga, en cambio, los españoles infringieron grandes bajas a los indígenas y destruyeron fuertes y empalizadas.

Así la expedición pasó por el valle de Copiapó, donde Valdivia realizó las ceremonias pertinentes de toma de posesión del territorio y prosiguió hacia el valle de Mapocho. Durante el viaje, se encontraron con muchos valles muy bien situados y con abundante tierra buena, pero Valdivia desaprovechó la oportunidad de fundar asentamientos tan cerca del Perú para mantenerse más independiente, y por temor a que huyeran españoles o indios, pues cuatrocientos indios auxiliares (casi la mitad de los que habían salido con Valdivia), ya habían huido antes de llegar al valle de Mapocho.

El valle de Mapocho, estaba poblado por más tribus que los demás, por lo que representaba una ventaja sobre los otros, pues se podrían dar más encomiendas y se tendrían más indios para que les ayudasen. En este valle, Valdivia fundó la ciudad de Santiago del Nuevo Extremo (actual Santiago de Chile). Al principio, los habitantes del valle, se mostraron hostiles, como los de los demás sitios por donde habían pasado, y escondieron o quemaron los víveres, mataron el ganado y se escondían de los españoles. Más Valdivia ideó una estratagema para apresar indios, además los indios apresados, eran tratados humanamente, para crear un sentimiento positivo hacia los españoles, esto surtió efecto, y Valdivia pudo

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reunir a los caciques del valle para explicarles sus intenciones. Al parecer, Valdivia los convenció pues empezaron a ayudar a los españoles en el levantamiento de la ciudad de Santiago.

Las ciudades que levantaron los españoles en el Nuevo Mundo, fueron más modernas que las de la península, ya que estas eran más antiguas y no se habían pensado para tanta gente; en cambio, las ciudades del Nuevo Mundo, eran fáciles de defender y de agrandar, ya que se organizaba su distribución antes de construir las calles. Valdivia fue muy ingenioso en este punto, pues siguió las disposiciones legisladas, y dividió los terrenos en solares de igual tamaño, que repartió entre los conquistadores, así no se podían quejar sobre favoritismos por el tamaño de los solares (aunque sí repartió los más cercanos a la plaza central entre sus amigos y se reservó dos en la plaza para él). La ciudad estaba rodeada parcialmente por el río, que se dividía en dos brazos en ese tramo, y estaba protegida por un cerro hacia oriente, por lo que Valdivia pensó que sería fácilmente defendida en caso de tener que luchar, como después se vió.

Al poco tiempo de fundar la ciudad, Valdivia la dotó de un gobierno, el cabildo (el 24 de Febrero de 1541), cuyo modelo se repitió en las demás ciudades que se fueron creando. No obtuvo para él ningún cargo de los cabildos, pero en el primero de ellos, designó directamente los componentes. El cabildo era el encargado de administrar y proveer todas las cosas del gobierno, desde las simples tareas administrativas, hasta las cosas de guerra, y en caso necesario, podía proveer de un gobernador.

Valdivia, al poco de crear el cabildo, y de realizar incursiones contra los caciques de los alrededores para someterlos, se encontró, con que los soldados españoles, al no obtener las riquezas pensadas, estaban pensando en volverse al Perú, para mantenerlos distraídos, tuvo que idear una estratagema.

Empezaron unos rumores sobre Perú, que decían que Perú estaba de nuevo en guerra civil y que los indígenas Chilenos, iban a rebelarse contra los españoles porque no podrían recibir ayuda. Estos rumores, los divulgarían amigos de Valdivia o él mismo, para dar pie a su ascensión.

Valdivia, al principio, solamente ostentaba el cargo de Teniente Gobernador, que le había dado Pizarro, pero el cabildo, determinó que era necesario promocionarlo a Gobernador y Capitán General.

Rápidamente, el cabildo se reunió en diversas sesiones para determinar a quién nombraban con el cargo de Gobernador, todos coincidían en que el hombre apropiado para ostentarlo era Pedro de Valdivia, pero aceptarlo sin más, le habría traído graves consecuencias a posteriori. Por lo que Valdivia declinó la oferta, pues si la aceptaba, se podría ver como una insubordinación hacia el rey y hacia Pizarro.

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Varias veces declinó Valdivia la oferta, hasta que se le dijo que si no aceptaba él el cargo, se lo tendrían que proponer a otro, pues las circunstancias lo obligaban. Finalmente, aceptó, y fue nombrado Gobernador electo en nombre de Su Majestad (el cabildo representaba el poder real).

Valdivia con ese cargo, contaba ya con plenos poderes para gobernar a su antojo, y tenía las espaldas cubiertas ante acusaciones posteriores, entonces, se dedicó a la mejora de la situación general de la gente. Permitió la extracción de oro de los lavaderos, y los indígenas se pusieron rápidamente a trabajar, se les explotaba mucho, porque era la única forma para que fuera rentable, pues no se extraía mucho oro por cabeza. Los encomenderos, únicamente tenían que pagar la manutención de los trabajadores, por lo que tenían a otros trabajando en las sementeras.

Jerónimo de Alderete, había obtenido el cargo de Tesorero real, además del de mayordomo de Pedro de Valdivia, su tío, Juan Fernández Alderete, obtuvo el de Veedor real, debido a que poseía una recomendación real. Sus posiciones, eran inmejorables, Juan Fernández Alderete, era consejero de Valdivia, y era querido por todos, Valdivia lo tenia como a un padre (aunque solamente era tres años mayor que él) y dejaba que acompañase con frecuencia a su amante, Inés Suárez a dar paseos.

La situación del resto de españoles no era la misma, al principio, muchos indígenas habían huido, las encomiendas no producían suficiente y no todos poseían encomiendas, ya que Valdivia hizo una primera repartición, que después cambió, aprovechando el cambio para favorecer a sus amigos, con lo cual, se granjeó algunos enemigos más y les dio motivos para estar contra él.

Se produjo otra conspiración contra Valdivia, pero descubrió a los cabecillas y los detuvo. A los menos implicados, les perdonó la vida, también lo hizo con algunos cabecillas a los que indultó; llevando solamente a seis hombres a la horca, dos de ellos, miembros del cabildo. Estas ejecuciones, sirvieron para aquietar los movimientos en su contra, por parte de los españoles. Sin embargo aumentaron los ánimos de los indígenas a rebelarse, que vieron a los españoles divididos y desprevenidos.

Valdivia había mandado un grupo de hombres para que construyesen un navío para establecer comunicación con Perú y para transportar víveres más rápidamente. Los indígenas, al sublevarse, lo primero que hicieron, fue atacar a los que trabajaban en la construcción del navío y quemarlo. Solamente, se salvaron un español y un esclavo negro, que fueron rápidamente a Santiago a dar la noticia. Valdivia, rápidamente, dispuso la defensa para la ciudad, ordenó almacenar la mayor cantidad de víveres y capturó a los caciques cercanos para poder controlar a sus súbditos. Él, partió al mando de noventa soldados, para atacar los fuertes de los indígenas, ya que se trataba de una ofensiva a gran

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escala, todos los indígenas de los alrededores, se habían unido para derrotar a los españoles conjuntamente.

En la ciudad de Santiago, dejó a su segundo, el Capitán General, Alonso de Monroy, al mando de veinte infantes y treinta jinetes, además de los indios auxiliares, los criados, y demás, todos se ganaron el pan en la defensa. Los indígenas atacaron la ciudad cuatro horas antes del amanecer, Monroy, había dispuesto varios vigilantes toda la noche, que dieron la señal de alarma cuando vieron a los indígenas atacantes, con lo que los españoles ya esperaban a los indígenas cuando estos llegaron a la ciudad, con lo que perdieron el factor sorpresa. Los españoles prevenidos, habían agrandado las trincheras, disponiendo la ciudad para la defensa. Cuando empezó el combate, no había apenas luz, por lo que los españoles estaban en desventaja. Cuando empezó a clarear, podían disparar sus arcabuces sin miedo a matar a algún amigo, pero los invasores redoblaron sus esfuerzos. Los asaltantes, que se contaban por millares, no paraban de atacar ferozmente, finalmente, los españoles se tuvieron que retirar a la plaza mayor, por haber perdido las otras posiciones, debido a que los indígenas iban quemando las casas de los españoles conforme llegaban a ellas. En un intento descabellado por salvarse, Inés Suárez, la amante de Valdivia, mandó decapitar a los caciques capturados y lanzar sus cabezas a los invasores. Esto, intimidó a los que intentaban entrar en la plaza, Inés Suárez, comandó una carga de caballería contra los indios, los caballos estaban descansados, por lo que hicieron gran mella en los ánimos de los indígenas, quienes se retiraron atemorizados, porque creían que Inés era una bruja, vestida con cota de malla y con el pelo al viento.

Después de un día entero de batalla, los españoles pudieron descansar, habían ganado, pero la ciudad (excepto la plaza mayor) había sido calcinada, y tendrían que volverla a levantar. Valdivia volvió al día siguiente, había contenido a un contingente de indígenas que se dirigía hacia la ciudad, pero más le valdría haberse quedado defendiéndola, para que no se hubiese perdido tanto. Únicamente murieron cuatro españoles y veintitrés caballos; la ciudad y todo lo que había en ella había sido destruido, por lo que no se presentaban buenas expectativas de futuro.

Después de la batalla, tuvieron que trabajar duro para reponerse, los hombres de todas las clases y distinciones, trabajaron sembrando, arando, cavando, etc. Todos tuvieron que poner una parte para poder sobrevivir aquel año y los siguientes. La vigilancia era constante, se realizaban guazabaras contra las justas de indígenas para evitar sus ataques en la ciudad. Se encontró un poco de trigo, que se sembró con esmero y con cuidado para que diese buen fruto.

Todos pasaban hambre, los indígenas no sembraban, para evitar que se lo quitasen los españoles y continuamente atacaban sus campos, para hacerlos morir de hambre. La cosecha fue abundante, pero insuficiente, los españoles, cazaron

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mucho, también comieron plantas silvestres y animales salvajes, y gracias a eso sobrevivieron.

El año de 1542, los españoles no realizaron acciones bélicas muy lejos de Santiago debido a que tuvieron ya bastante actividad protegiendo sus cosechas y trabajándolas.

Valdivia, despachó a su segundo, Alonso de Monroy y a cinco hombres más para que fuesen al Perú a pedir ayuda. Mas a la entrada del desierto de Atacama (por la parte de Chile), cuatro de los acompañantes de Monroy fueron muertos y él y otro, hechos prisioneros. No los mataron gracias a la intervención de la hija del cacique, que en esas tribus, era la que heredaba del padre. Monroy y el otro (que se llamaba Pedro de Miranda), enseñaron al cacique a montar, pero un día, cuando se encontraban un poco alejados de los guardias, lo acuchillaron y huyeron hacia Perú, junto con otro castellano, desertor de la expedición de Almagro, que se hallaba con aquella tribu. Milagrosamente, pudieron atravesar el desierto y finalmente, llegaron al pueblo de Atacama. Allí tuvieron que desviarse hacia los Andes, pues Perú se encontraba en plena guerra civil, y no era seguro quedarse en Atacama, donde gobernaban los Almagristas, enemigos de Valdivia.

Monroy había perdido la mayoría de cartas que le había dado Valdivia, pero conservaba una con la cual podía pedir dinero en nombre de él. Cuando la guerra acabó, Monroy fue a buscar a Vaca de Castro, el encargado por el rey para sofocar la rebelión. Siete meses después de su partida de Chile, Monroy cumplió su cometido. El nuevo gobernador, no podía proporcionarle a Valdivia lo que pedía, pues las arcas reales estaban vacías después de la guerra, y lo que hizo fue darle permiso a Monroy para que pudiera alistar a gente para la conquista y le recomendó a sus amigos. Monroy consiguió diez mil pesos de dos prestamistas, y en seis mese, pudo reunir setenta hombres bien armados. Se dirigió hacia Chile con lo reunido, aunque le pareció escaso. En el camino, un amigo de Valdivia, fletó un barco cargado con mercancías por un valor de doce mil pesos para que Valdivia dispusiese de ellas y se las devolviera cuando pudiera.

Este buque, llegó en Septiembre de 1543 a Valparaíso, con lo cual, los españoles obtuvieron lo que tanta falta les hacía ya que de víveres andaban sobrados, pero de ropa y demás iban muy faltos.

Tres meses después de la llegada del navío, llegó Alonso de Monroy con sus setenta jinetes, que no sin dificultades habían llegado a Santiago. Juntamente con el navío, llegó el prestamista Francisco Martínez, quien venía a recaudar su parte de los beneficios de los nueve mil pesos que había prestado a Valdivia. Cual fue su decepción, cuando Jerónimo de Alderete, camarero de Valdivia, le definió la situación de la empresa, Valdivia debía más de ciento veinte mil pesos, por lo que si quería participar de los beneficios, tendría que abonar la mitad de lo que faltaba. Viéndose en esa situación, Martínez, prefirió la disolución de la empresa,

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con lo que Valdivia le pagó cinco mil pesos como valor de lo que le había prestado anteriormente.

Monroy había hablado al Gobernador del Perú sobre la necesidad de nombrar a Valdivia Gobernador, mas este reafirmó los títulos que anteriormente le había otorgado Pizarro, Teniente Gobernador de Chile, bajo la dependencia del gobernador del Perú.

Una vez solucionado el problema de los españoles contra los indígenas, Valdivia, dispuso nuevas conquistas, para no mantener a los hombres ociosos, pues no hubiese sido seguro para nadie. Pacificados ya los alrededores de Santiago, determinó, que se capturase a los indígenas que habían huido para ponerlos a trabajar en los lavaderos de oro. Los lavaderos necesitaban mucha más gente de la que tenían para obtener los beneficios esperados.

Un día, llegó una noticia sobre un buque español, que había ido a comerciar pero había caído en manos de los indígenas, había sido destruido y sus tripulantes asesinados, por lo que Valdivia estimó oportuno, defender los puntos mas importantes para protegerse contra sucesos como el anterior.

Valdivia, envió a una hueste de treinta hombres para defender el norte. Estaba capitaneada por Juan Bohon, regidor del cabildo en 1544, quien había pasado a la expedición con los Alderete. Fundó en el valle de Copiapó y cercana al mar, una ciudad, llamada La Serena, en honor a Valdivia. Fue el segundo asentamiento de Chile, más cerca del Perú para facilitar las comunicaciones entre los dos territorios.

A principios de 1544, Vaca de Castro (gobernador del Perú) se puso a trabajar en una de las peticiones que le había hecho Alonso de Monroy. Lo que se proponía, era enviar una nave a Chile para poderlo defender de posibles intentos de conquistas por parte de los enemigos del emperador Carlos I. Para esa misión, encargó a Juan Bautista Pastene, un genovés muy buen marinero, amigo de Valdivia. La salida se retrasó por insuficiencia de fondos hasta que un mercader pagó los gastos a cambio de enviar en el barco un cargamento para vender en Chile.

El invierno de 1544 fue muy malo, llovió tanto, que se desbordaron todos los ríos, incluido el Mapocho, que inundó parte de la ciudad de Santiago.

En estas circunstancias, arribó la nave con Pastene a Valparaíso, hasta la primavera. Valdivia no pudo ir a verlos, por las malas condiciones climatológicas. Cuando llegó, dispuso lo necesario para que se emprendiese una expedición para explorar los territorios de sur. Valdivia nombró a Pastene Teniente General del mar, y le indicó que recorriese las costas del sur y que facilitase el desembarco de dos oficiales, Jerónimo de Alderete y Rodrigo de Quiroga, para que tomasen posesión de la tierra con la debida ceremonia.

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Después de varios días de viaje sin poder avistar la costa, cuando volvió a salir el sol, llegaron a una bahía, en la cual Alderete realizó el acto de toma de posesión y la llamó San Pedro (en honor a Valdivia y al barco en que viajaba). Cogieron algunos de los indios que les habían salido al encuentro y por la tarde zarparon de nuevo. Cuatro días después de la toma de posesión de San Pedro, después de haber tomado posesión de otros muchos lugares, llegaron a la desembocadura de otro río, al cual llamaron Valdivia en honor al gobernador. La toma de posesión de Valdivia se hizo desde el barco porque era hora avanzada, y después en otros muchos lugares lo hicieron igualmente, para ahorrar tiempo y posibles contratiempos. El treinta de Septiembre, llegaron de nuevo al puerto de Valparaíso.

Estas tomas de posesión, habían sido meramente orales, mas los soldados estaban ansiosos de poder llegar y someter a los indios a sus encomiendas, para enriquecerse.

Valdivia, se dio cuenta de que faltarían hombres para poder conquistar las tierras que Alderete había tomado en posesión, por lo que decidió enviar un buque al Perú para pedir a Pizarro hombres para Chile, recaudó todo el oro que pudo, aunque muchos vecinos de Santiago no quisieron entregarlo, por lo que no pudo juntar mucho. Antonio de Ulloa, se había ganado la amistad de Valdivia, aunque a escondidas conspiraba contra él, pidió permiso para volver a España, poniendo como escusa la muerte de su hermano. Valdivia, confiado, le encargó llevar el oro y los documentos que quería enviar a España. Con Ulloa, viajaban Pastene y Monroy, los hombres de más alto rango después de Valdivia. Valdivia se embarcó con ellos hasta La Serena, donde se quedó para dotarla de un cabildo y dictó algunas órdenes militares para que se defendiesen de los indígenas.

Rápidamente, volvió a Santiago, donde todos los españoles querían alistarse para ir a conquistar el sur. Valdivia hizo quedarse a la mayoría en Santiago para que no dejarla desprotegida y partió solamente con sesenta caballeros bien armados. Fueron batallando contra los indígenas, perdieron algunos caballos, pero ningún hombre. Animados por las derrotas que inflingían a los indígenas, se alejaron más, hasta llegar a la desembocadura del río Bíobío.

Llegados a este punto, se encontraron con montones de indígenas que les ofrecían encarnizadas resistencias, por lo que de común acuerdo, decidieron volverse a Santiago para evitar males mayores. Valdivia ideó una treta para engañar a los indígenas y huir por la noche. Les salió bien y los indígenas no se percataron de su escapada hasta la mañana siguiente, por lo que tuvieron mucha ventaja para volver sin problemas. Después de dos meses fuera de la ciudad, llegaron de nuevo a Santiago.

Mientras tanto, la embarcación con Pastene, Monroy y Ulloa, había arribado a Perú. Allí, se encontraron con una guerra civil, entre Pizarro y Núñez de Vela, nuevo virrey nombrado por el rey. Un primo de Ulloa había sido comisionado por Pizarro para gobernar mientras él iba a luchar contra el virrey. Pastene fue

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obligado a quedarse en Lima, Monroy fue a encontrarse con Pizarro y Ulloa fue a combatir junto con Pizarro. Monroy murió antes de salir de Lima, pero Ulloa, llegó y luchó al lado de Pizarro, por lo que cuando este mató al virrey y ganó la guerra, le dejó que se llevase hombres de Perú a Chile.

Mientras tanto, en Chile, no habían recibido noticias de los emisarios enviados, por lo que Valdivia determinó enviar a otro hombre, leal y de confianza, Juan Dávalos Jufré. Este partió junto con ocho hombres más hacia Perú, llevando el dinero que Valdivia había podido recoger.

Ulloa, con unos setenta hombres, había partido de vuelta, para quitarle el gobierno a Valdivia, Pastene, con un préstamo a nombre de Valdivia, compró un barco y consiguió juntar algunos hombres, con el propósito de avisar a Valdivia de la llegada de Ulloa y de sus intenciones. Con Ulloa, iban hombres fieles al rey, por lo que cuando empezaron a correr los rumores que tenían que volver a Perú a luchar con Pizarro, se hicieron con el control de la nave y huyeron a Soconusco. Otros, decidieron luchar por Pizarro y otros por el rey. Con esta dispersión y los cambios de bando protagonizados por los amigos de Ulloa en Perú, éste decidió luchar por el rey, probablemente porque sus hombres estaban más a favor de este. Veinte jinetes partieron hacia Chile, por el desierto de Atacama, los demás hombres con Ulloa, fueron bajo el estandarte real.

Pastene llegó a Santiago en Septiembre de 1547, le contó a Valdivia el complot de Ulloa y los sucesos de Perú. A los pocos días, llegaron nueve de los veinte hombres que Ulloa había dejado marchar a Chile, le contaron a Valdivia el desbarajuste del control de Ulloa y que había llegado un caballero a Panamá enviado por el rey para pacificar Perú.

Valdivia, decidió ir él mismo a llevar gente de Perú a Chile. Pero necesitaría mucho oro, y él no disponía de mucho, por lo que para quedarse con el oro de la gente, dijo que podrían regresar a España aquellos que lo deseasen. Muchos de los que habían amasado una pequeña o grande fortuna se dispusieron a embarcar con todas sus pertenencias. Llegados a este punto, Valdivia los hizo bajar para que firmasen un documento por el cual, le agradecían los servicios prestados y que le favoreciesen siempre. Nadie se negó porque pensaban que ya volvían a sus casas y no volverían a Chile jamás. Mas cuando todos hubieron firmado, Valdivia, se dirigió rápidamente a la costa, donde le esperaba un bote para llevarlo al navío. Embarcó junto con algunos hombres de confianza, entre los cuales se encontraba Jerónimo de Alderete y se quedó con lo habían cargado en el barco.

Valdivia nombró a Francisco Villagrán Gobernador Sustituto en su ausencia. Villagrán al principio tuvo problemas, con Pedro Sancho de Hoz, quien había renunciado a sus poderes sobre la expedición, y ahora intentaba de nuevo tomar el mando. Además pensaba que se encontraba en ventaja, pues en esos momentos todos los que habían perdido momentáneamente su fortuna le apoyarían a él,

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Sancho de Hoz (Valdivia estipuló que se les fuera pagando de sus minas y que se les devolvería todo lo “prestado”). Mas cuando mandó un ayudante suyo para que buscase gente que se les uniera, le contestaron con evasivas. Otros, les delataron a Villagrán, y éste lo mandó apresar junto a su cómplice. Villagrán intentó hacerle hablar, pero no quiso, pidió clemencia, pero Villagrán mandó que le cortaran la cabeza, así se hizo, y la pasearon por las calles de la ciudad. Valdivia aún no había salido, y al día siguiente se enteró de la noticia. No le agradó la muerte de su enemigo, porque le podría traer complicaciones posteriores, como después pasó.

Izaron las velas y partieron rumbo a Perú, parando unas horas en La Serena para dar instrucciones a sus habitantes. Cuando llegaron a Perú, se encontraron con que Pizarro tenía el control de la mayor parte del país. Él siguió firmemente sus principios y fue hasta Lima, donde gobernaban los realistas.

Allí obtuvo armas y caballos para sus hombres, con quienes se dirigió al campo de batalla. Fue muy bien acogido, y su participación inclinó la balanza y dio la victoria a las tropas realistas, por lo que al finalizar la batalla, y derrotar definitivamente a los revolucionarios, el hombre enviado por el rey, le nombró Gobernador. Este título era el que Valdivia esperaba desde el inicio de la conquista, porque era el que más valor tenía.

Mientras, en Chile, se habían formado grupos que aclamaban a Villagrán como Gobernador, pero él no quería aceptar a no ser que muriese Valdivia. Jufré, el emisario que Valdivia había enviado después de no tener noticias de Ulloa, llegó dos años después de haber partido, sin haberse encontrado con Valdivia, y llevó noticias de Perú, buenas para los chilenos.

Villagrán, mandó enviar otro nuevo emisario para que hablase con el Gobernador de Perú y que pidiese la vuelta de Valdivia o nombrase a otro Gobernador. El emisario, era Pedro Villagrán, el primo del Gobernador Sustituto, quien iba con cartas de elogios a Valdivia, que debería entregar si estaba con vida y se mantenía como Gobernador y otras de acusación que debía entregar si había muerto o había decidido no volver a Chile. Villagrán, permitió a unos cuantos enemigos acérrimos de Valdivia, que partieran a Perú junto con su primo, para que denunciasen a Valdivia, por lo que si perdía el juicio, él sería nombrado Gobernador.

Valdivia, empezó a reclutar gente para ir a Chile, fue un proceso lento porque el Gobernador La Gasca, no le había dejado enrolar a los indígenas peruanos y a los soldados que habían tomado bando por Pizarro en la revolución. Valdivia envió a dos capitanes para que fuesen enrolando gente, él mismo también hizo lo mismo, y cuando hubo reunido más de ciento veinte hombres, empezó la marcha hacia Chile, esperando que se le unieran más soldados partidarios de Pizarro, que quisieran huir de Perú.

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Llegando a Atacama, un oficial de La Gasca, le ordenó que volviera a Lima, para ser juzgado por acusaciones que le habían hecho los que habían venido con Pedro Villagrán. Valdivia aceptó, y envió a los hombres reunidos hacia Chile. En Lima, La Gasca lo recibió y procedió con el juicio, del cual salió impune sin problemas.

Valdivia, volvió a Arequipa, donde Jerónimo de Alderete lo esperaba con un galeón viejo. Enroló a unos doscientos hombres que había por la zona, descontentos con el Gobernador y puso rumbo a Chile.

Mientras, los ciento veinte hombres que habían salido cuando Valdivia se fue a Lima, se juntaron con los pequeños destacamentos que habían reunido los capitanes que Valdivia había enviado a reunir gente.

Estos, se encontraron con la rebelión de los indígenas del norte, contra los que estaba luchando Villagrán, murieron algunos españoles de los que llegaban a Chile, pero finalmente la rebelión fue sofocada.

Durante la ausencia de Valdivia, los indígenas habían causado mucho daño a los españoles, habían arrasado La Serena, y habían atacado a los españoles en otros lugares. Alderete encontró las cabezas de dos capitanes clavadas en lanzas en La Serena, solo quedaban cenizas de la ciudad.

Valdivia, ratificó su cargo de gobernador, jurándolo ante el cabildo. Después, mandó a Villagrán a Perú, con bastante oro, para que enrolase más gente para poder combatir a los indígenas. Así, evitaba posibles conflictos con los partidarios de éste, y le quitaba el poder durante algún tiempo. A Francisco de Aguirre, lo mandó a repoblar La Serena, y esta vez, se construyó un fuerte para la posterior defensa.

Después se preparó para emprender una campaña para conquistar los territorios del sur, aunque dejó en Santiago suficientes hombres para su defensa. Salió con doscientos hombres a principios de Enero de 1550, llevando a Jerónimo de Alderete como Teniente General y a Pedro Villagrán como Jefe de Estado Mayor. Fueron realizando escaramuzas y guazabaras contra los indígenas, mas no los amedrentaban mucho. Penetraron en el valle de Andalién, por el Bíobío mas cuando llegaron cerca de unas lagunas de agua dulce (cerca del río), se encontraron con un contingente muy grande de indígenas, con quienes lucharon encarnizadamente durante horas. Finalmente, gracias a la astucia de Valdivia, vencieron, pero habiendo recibido muchas heridas la mayoría de los soldados y capitanes.

Valdivia determinó alejarse del río y acercarse al mar, donde fundó la ciudad de Concepción. Primero ordenó construir una empalizada y una zanja defensivas, después ya trazó la planta y dividió los solares.

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Los indígenas, atacaron pasados uno días, pues después de la derrota sufrida, necesitaban reponerse y conseguir más hombres. Un ejército enorme, apareció delante de Concepción, en donde los españoles resistieron sin problemas, ya que desde el principio Alderete desbarató el ejército indígena mediante cargas de caballería.

Valdivia, cuando ya estuvo construido el fuerte de Concepción y una parte de la ciudad, dejó allí cincuenta hombres, y partió con el resto para continuar la conquista. Iban llevando mensajes de paz a los indígenas, y estos, no opusieron resistencia. Llegaron a otro lugar, donde a Valdivia le pareció propicio el emplazamiento para fundar otra ciudad.

Se encontraba en la unión de dos ríos, el Damas y el Cautín, cerca del mar, por lo que sería fácilmente defendible y con buena comunicación, aun en tiempos difíciles. Le pusieron el nombre de La Imperial, debido a las cabezas de aves de madera que los indígenas colgaban sobre las puertas de sus casas, pareciéndoles a los españoles, el águila bicéfala del blasón del emperador Carlos I.

Dejando a Pedro Villagrán y a cuarenta hombres en la recién fundada ciudad, Valdivia volvió a Concepción con el resto de hombres. Durante el invierno, llegaron cien hombres por mar a Concepción, con la noticia de que Francisco Villagrán venía por tierra con doscientos hombres más. Los españoles no cabían en sí de gozo, se encontraban en una región poblada de indígenas, que no se mostraban beligerantes, por lo que las particiones se hacían rápidamente. Por eso, Valdivia, volvió a salir de Concepción para conquistar más antes de que llegasen los hombres que traía Villagrán y así no tener que ofrecerles encomiendas.

Separó a un grupo de hombres, a la cabeza del cual puso a Jerónimo de Alderete y lo envió a explorar los alrededores. Los indígenas, al ver que eran pocos, atacaron a los hombres de Valdivia, ¡pobres!, aún no habían probado a los españoles en batalla, la mayoría de los atacantes perdió la vida, huyendo los supervivientes. Las lluvias torrenciales de esos parajes, les hicieron avanzar muy lentamente, por lo que Francisco de Villagrán alcanzó a Valdivia con los hombres que llevaba.

Posteriormente volvió Alderete y continuaron todos juntos la marcha. Se encontraron el río al que ocho años antes habían navegado Pastene y Alderete, al cual habían bautizado como San Pedro, en honor al Gobernador. Siguieron su curso hasta cerca de la desembocadura, y allí fundaron otra ciudad, a la que llamaron Valdivia.

Valdivia la dotó con setenta vecinos y le proporcionó un cabildo, ya que pensaba que esa ciudad debería ser la base de la colonización de esa región.

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Despachó de nuevo a Jerónimo de Alderete, pero esta vez, con la misión de fundar una nueva ciudad, en el interior. Mientras, él marchó al mando de cien jinetes hacia el sur.

Valdivia exploró una parte de territorio desconocida, pero tuvo que darse la vuelta porque aún le quedaban tareas administrativas en la ciudad de Valdivia. Alderete, en cambio, llegó al lago en el que nace el río Toltén, y como los indígenas les dijeron que había minerales preciosos cerca, fundó una ciudad a la que llamó Villarica. La dotó de cuarenta habitantes y de cabildo. Después volvió a Valdivia.

Allí, el Gobernador repartió las encomiendas de indígenas; los más favorecidos en estos repartos, fueron sin lugar a dudas Francisco de Villagrán y Jerónimo de Alderete.

Valdivia pasó el invierno en Concepción, realizando las tareas burocráticas y preparando la campaña del año venidero. Sin embargo Valdivia no estaba feliz del todo, desde el inicio de la conquista, estaba pendiente de recibir oficialmente el título de Gobernador, de manos del rey, tampoco había recibido otros reconocimientos por la labor desempeñada; así que se decidió a enviar a su hombre de más confianza, el capitán Jerónimo de Alderete.

La misión era muy importante, porque debía asegurar a Valdivia el título vitalicio de Gobernador además de otras tareas importantes que debería llevar a efecto en España. Para ello, Valdivia le dio todo el oro acumulado de los quintos que correspondían al rey, a Alderete, también le envió dinero a su esposa, que vivía míseramente en Extremadura, y solicitaba para él el título de Marqués o Conde, además del hábito de caballero de la Orden de Santiago. Por otra parte, reclamaba para sí la gobernación del territorio al otro lado del estrecho de Magallanes.

Alderete, también debía recoger en Lima el oro depositado anteriormente a cargo del capitán Esteban de Sosa, pero en Lima no se hallaba la totalidad del mismo, por lo que inició un proceso de demanda contra el capitán.

Jerónimo de Alderete, embarcó hacia España con el primer envío de metales preciosos procedente de Chile. También llevaba cartas de recomendación de todos los cabildos de las ciudades chilenas, agradeciendo a Valdivia su labor y ensalzando sus obras.

Alderete llegó a España a finales de 1553, primero comunicó los deseos de Valdivia a su mujer y a sus familiares. Aceptaron de buen grado trasladarse a Chile, donde esperaban tener mejor situación social que la que tenían en España y salieron hacia Chile sin esperar a Jerónimo de Alderete. Marcharon en 1554, y cuando llegaron al continente americano, les llegó la noticia de que Valdivia había muerto a manos de los araucanos en Tucapel.

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La princesa regente Juana, proveyó a la mujer de Valdivia con una parte de las encomiendas que él poseía, en defecto de su padre, el rey. La mujer de Valdivia, vivió sin más estrecheces, pero también sin los honores que podría haber tenido como esposa del Gobernador.

Jerónimo de Alderete, se puso en contacto con el príncipe regente, el futuro rey Felipe II, a principios de 1554. Antes había intentado allanar el camino de la corte, consiguiendo una aprobación favorable del padre Las Casas ante el Consejo de Indias.

Las relaciones con Felipe fueron fructuosas y buenas. El príncipe, redujo a la mitad (en vez del quinto, estableció el décimo) lo que se debería pagar del oro extraído en las minas durante cinco años, para favorecer el establecimiento de más españoles que se dedicasen a ese trabajo y para descargarles un poco de impuestos.

Accedió a ampliar a cuatro años el periodo que podrían estar en los cargos de regidores los nombrados por el Gobernador (en vez de dos años y medio que era lo establecido hasta el momento).

Prohibió las ejecuciones por impago de deudas pendientes, debido a los precios desorbitados que circulaban en aquellos tiempos en Chile, por ser reino nuevo y de difícil acceso).

Redactó más documentos favoreciendo a los ciudadanos y a Valdivia, mas serían demasiados para enumerarlos todos, pues se podría escribir un libro solamente de ellos.

El oro traído por Jerónimo de Alderete de Chile, sirvió al príncipe Felipe, para formar parte de la dote que ofreció en su casamiento con María Tudor. Y se llevó para su custodia a la torre de Londres.

Alderete se encontraba con la comitiva en Londres cuando llegó la noticia de la muerte de Valdivia a España. Al conocerla, pidió para sí la gobernación, Felipe, se la ofreció sin reparos, para asegurar el mantenimiento de la conquista, y lo envió para España, para que se preparase para el viaje y para que le diesen los títulos pertinentes.

Lo obtenido a favor de Valdivia por Alderete, perdió su valor, por lo que la princesa Juana, regente durante la ausencia de Felipe, le proveyó de los títulos y documentos pertinentes. Además Alderete fue favorecido, dándole el hábito de la orden de Santiago, que había pedido Valdivia para sí. Y se le concedió la gobernación al otro lado del estrecho de Magallanes, además de nombrarle Gobernador.

Jerónimo de Alderete, se embarcó juntamente con su mujer (Esperanza de Rueda) y familiares suyos hacia Chile el 15 de Octubre de 1555, en San Lúcar de

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Barrameda. No ocurrieron desgracias durante el viaje, únicamente tuvieron que volver a Cádiz a reparar unas averías que se habían producido en la nave. En la misma flota, iba el marqués de Cañete, Andrés Hurtado de Mendoza, recién nombrado Virrey de Perú. También viajaba juntamente con el nuevo Virrey, el célebre escritor Alonso de Ercilla, el autor de La Araucana, quién escribió luego sobre Alderete.

Después de llegar a Panamá, se embarcó Alderete con Hurtado de Mendoza, y se dirigieron juntos a Perú. Desgraciadamente, el siete de Abril de 1556, Jerónimo de Alderete falleció en la isla de Taboga, a causa de la fiebre amarilla. La comitiva familiar que viajaba junto a él, siguió hacia Chile, donde esperaban recibir la herencia dejada por éste.

Como no había dejado hijos legítimos, sus encomiendas y bienes, pasaron bajo el mando de su mujer, la cual se casó en segundas nupcias con Bernabé Mejía.

Por otra parte, la princesa Juana, proveyó al hijo ilegítimo de Alderete de una orden por la cual el Gobernador de turno chileno, debía favorecerlo y darle buenos destinos y cargos, en virtud de lo que había conseguido su padre. Este hijo, había sido el fruto de las relaciones amorosas tan comunes en aquellos tiempos de los españoles que viajaban al Nuevo Mundo sin sus mujeres, y que saciaban sus pasiones corporales con las indígenas de donde iban.

En Chile desde la muerte de Valdivia, había habido cuatro gobernadores diferentes, lo que había producido el desconcierto. Cuando abrieron el testamento de Valdivia, encontraron que nombraba su sucesor a Alderete y como segundo a Francisco de Aguirre.

Cuando murió Valdivia, como Alderete estaba en España y Aguirre se encontraba combatiendo en el norte, Villagrán, que mandaba en el sur, se hizo con el gobierno del país. Aguirre y Villagrán discutieron sobre el mando, pero llegó García Hurtado de Mendoza, nombrado por su padre, quien envió a Aguirre y Villagrán presos a Lima.

Las batallas contra los araucanos continuaron durante más de un siglo, los que al principio se presentaron como hombres pacíficos que aceptaban la gobernación de los españoles, después se convirtieron en (nunca mejor dicho) los que más guerra les dieron.

Jerónimo de Alderete y Mercado, fue uno de los hombres más importantes en la conquista del actual territorio chileno, también fue importante en Venezuela y en Perú, incluso me atrevería a decir que en España, pero en Chile, fue algo más que un simple soldado o capitán, como tantos que han pasado a lo largo de la historia. Todos ellos han sido importantes, pero cada uno en su medida, y este Alderete, lo fue mucho más de lo que se puede apreciar a simple vista. Sin sus actuaciones, la historia ahora mismo estaría escrita de otra manera, ha sido influenciada por

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todos los que participaron en ella, mas algunos hombres tuvieron más peso en las decisiones de ésta, por lo que se les debe considerar. Ese ilustre hombre, no ha sido recordado como se merece, más bien se había olvidado, hasta que reapareció un poco a finales del siglo XIX en Chile, cuando surgió un movimiento para recordar su pasado.

La vida en aquellos tiempos, no era tan fácil como hoy en día. Solamente sobrevivían los más fuertes, en todo, por lo que llegar a la cúspide estaba reservado a los hombres realmente capacitados, y nuestro hombre llegó sin remangarse, en poco tiempo, tuvo al futuro rey Felipe I bajo su influencia, lo mismo pasó con la Princesa Juana, estos otros personajes sí han sido recordados ampliamente por la Historia, hasta nuestros días. Sin embargo, Alderete, que los tuvo bajo su influencia, no ha sido nombrado sino como un simple ayudante, como “otro más”.

Este trabajo intenta reflejar los momentos en los que vivió y lo que hizo.No he hecho una biografía por la escasa precisión sobre su persona, por no

errar manchando así su nombre y su Historia Verdadera. Espero que haya sido de su agrado, y que les haya aportado al menos un poco de lo que me ha aportado a mí.

Portada

Índice

Sobre los errores y la confusión de nombres y épocas de los Historiadores. (Apellido Villagrán)

Conclusiones sobre los errores de historiográficos.

Bibliografía

Fotos

Mapas

Agradecimientos

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Por que elegí este tema?