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UN ESTUDIO ETNOARQUEOLÓGICO DE LA TECNOLOGÍA DE FUNDICIÓN EN EL SUR DE POTOSÍ, BOLIVIA Mary Van Buren La expansión incaica en los Andes del sur fue impulsada en gran medida por la búsqueda de riquezas minerales, y buena parte de la investigación reciente llevada a cabo en sitios del Horizonte Tardío, en la región, se ha centrado en la producción metalúrgica. En este artículo se presentan los resultados de un estudio etnoarqueológico sobre la tecnología tradicional de fundición que se emplea en nuestros días en las cercanías de Porco en Potosí, Bolivia, y se describe la fundición de plomo y plata en una huayrachina y en un pequeño horno de reverbero, realizada por un minero retirado. Seguidamente, la información obtenida a través de estas observaciones, es utilizada para interpretar el registro arqueológico de la producción inkaica de metal en Porco, la cual es comparada brevemente con la de otros sitios previamente investigados, ubicados en el noroeste argentino y el norte de Chile. AN ETHNOARCHAELOGICAL STUDY OF THE SMELTING TECHNOLOGY IN SOUTHERN POTOSÍ, BOLIVIA Inka expansion into the southern Andes was propelled largely by the search for mineral wealth, and much recent research on Late Horizon sites in the region has focused on metallurgical production. This paper presents the results of an ethnoarchaeological study of traditional smelting technology that is currently employed near Porco in Potosi, Bolivia, and describes the smelting of lead and silver in a huayrachina and a small reverberatory furnace by a retired miner. The insights generated by these observations are then used to interpret the archaeological record of Inka metal production at Porco which is briefly compared to that of previously reported sites in northwestern Argentina and northern Chile. Mary Van Buren: Department of Anthropology, Colorado State University, Ft. Collins, CO 80523, EE.UU. E-mail: [email protected] La expansión incaica en los Andes del sur fue impulsada en gran medida por la búsqueda de riquezas minerales, en especial oro, plata y otros recursos, los cuales, una vez transformados en objetos rituales y de elite, jugaron un papel preponderante en la política económica imperial. La subsecuente incursión de los españoles en la región estuvo motivada por intereses similares, y en 1545 llevaron al descubrimiento, en Potosí, de uno de los más grandes yacimientos de plata del mundo. Uno de los aspectos más sobresalientes de este período de la historia boliviana y andina, es que la inmensa cantidad de plata obtenida en Potosí desde 1545 hasta que se adoptó la amalgama de mercurio en la década de 1570, fue extraída y procesada por trabajadores nativos que usaron tecnología indígena. Esta tecnología contempló la utilización de huayrachinas, que eran, hornos de viento característicos de los Andes sur centrales. El propósito de este artículo es el de presentar los resultados de un estudio etnoarqueológico de esta tecnología, llevado adelante por el Proyecto Arqueológico Porco-Potosí, aportando información que puede ser utilizada por los investigadores para identificar los restos de huayrachinas en el registro arqueológico, y yendo más lejos, para explorar las tradiciones de la metalurgia desplegadas por los Inkas y sus predecesores en los confines sureños de la región andina. La primera parte de este ensayo está dedicada a una discusión de las fuentes históricas con Textos Antropológicos, 2003, Volumen 14, Número 2, pp. 133-148 Carreras de Antropología y Antropología, Universidad Mayor de San Andrés, La Paz

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TEXTOS ANTROPOLÓGICOS Vol. 14, No. 2

UN ESTUDIO ETNOARQUEOLÓGICO DE LA TECNOLOGÍA DEFUNDICIÓN EN EL SUR DE POTOSÍ, BOLIVIA

Mary Van Buren

La expansión incaica en los Andes del sur fue impulsada en gran medida por la búsquedade riquezas minerales, y buena parte de la investigación reciente llevada a cabo en sitiosdel Horizonte Tardío, en la región, se ha centrado en la producción metalúrgica. En esteartículo se presentan los resultados de un estudio etnoarqueológico sobre la tecnologíatradicional de fundición que se emplea en nuestros días en las cercanías de Porco enPotosí, Bolivia, y se describe la fundición de plomo y plata en una huayrachina y en unpequeño horno de reverbero, realizada por un minero retirado. Seguidamente, la informaciónobtenida a través de estas observaciones, es utilizada para interpretar el registroarqueológico de la producción inkaica de metal en Porco, la cual es comparada brevementecon la de otros sitios previamente investigados, ubicados en el noroeste argentino y elnorte de Chile.

AN ETHNOARCHAELOGICAL STUDY OF THE SMELTING TECHNOLOGYIN SOUTHERN POTOSÍ, BOLIVIA

Inka expansion into the southern Andes was propelled largely by the search for mineralwealth, and much recent research on Late Horizon sites in the region has focused onmetallurgical production. This paper presents the results of an ethnoarchaeological studyof traditional smelting technology that is currently employed near Porco in Potosi, Bolivia,and describes the smelting of lead and silver in a huayrachina and a small reverberatoryfurnace by a retired miner. The insights generated by these observations are then usedto interpret the archaeological record of Inka metal production at Porco which is brieflycompared to that of previously reported sites in northwestern Argentina and northernChile.

Mary Van Buren: Department of Anthropology, Colorado State University, Ft. Collins,CO 80523, EE.UU. E-mail: [email protected]

La expansión incaica en los Andes del surfue impulsada en gran medida por labúsqueda de riquezas minerales, en especialoro, plata y otros recursos, los cuales, unavez transformados en objetos rituales y deelite, jugaron un papel preponderante en lapolítica económica imperial. La subsecuenteincursión de los españoles en la región estuvomotivada por intereses similares, y en 1545llevaron al descubrimiento, en Potosí, deuno de los más grandes yacimientos de platadel mundo. Uno de los aspectos mássobresalientes de este período de la historiaboliviana y andina, es que la inmensacantidad de plata obtenida en Potosí desde1545 hasta que se adoptó la amalgama demercurio en la década de 1570, fue extraíday procesada por trabajadores nativos que

usaron tecnología indígena. Esta tecnologíacontempló la utilización de huayrachinas,que eran, hornos de viento característicos delos Andes sur centrales. El propósito de esteartículo es el de presentar los resultados deun estudio etnoarqueológico de estatecnología, llevado adelante por el ProyectoArqueológico Porco-Potosí, aportandoinformación que puede ser utilizada por losinvestigadores para identificar los restos dehuayrachinas en el registro arqueológico, yyendo más lejos, para explorar las tradicionesde la metalurgia desplegadas por los Inkasy sus predecesores en los confines sureñosde la región andina.

La primera parte de este ensayo está dedicadaa una discusión de las fuentes históricas con

Textos Antropológicos, 2003, Volumen 14, Número 2, pp. 133-148Carreras de Antropología y Antropología, Universidad Mayor de San Andrés, La Paz

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relación a las huayrachinas, mientras que lasegunda parte, describe el uso contemporáneoregistrado de una huayrachina y un horno dereverbero para la fundición de plata. A esto lesigue una breve consideración de lasimplicaciones arqueológicas de los datosetnoarqueológicos recuperados, que tiene quever con el reconocimiento de diferentes tipos deprocesos de fundición utilizados por los Inkas.

La historia de las huayrachinas

Buena parte del conocimiento obtenido acercade las huayrachinas está basado en fuentesdocumentales que fueron escritas durante lasegunda mitad del siglo dieciséis y la primeramitad del diecisiete, algunas de las cuales fueroncompuestas por individuos que seguramentedebían tener un conocimiento de primera manode los procedimientos de fundición (Tabla 1).Dos escritores de la colonia aseveranexplícitamente que las huayrachinas constituíanuna tecnología indígena que se usaba conanterioridad a la conquista española, unaposibilidad que se ve respaldada por el hechode que la primera referencia a ellas aparece en1553 (Cieza de León 1553:Cap. 109), y de queno existe indicación alguna en cuanto a que dichatecnología fuera usada en Europa antes de esafecha. Sin embargo, mientras que un origenindígena parece probable, hasta el momento nose ha encontrado evidencia alguna de suutilización previa al arribo de los españoles,desconociéndose la antigüedad específica de estaparticular tecnología. Algunos investigadores(Bargallo 1967; Boman 1908; Epstein 1993;Petersen 1970) han reunido referencias de laColonia sobre los hornos de viento, y Oehm(1984) aporta una visión muy útil de lainformación que éstas contienen. Dichos datosposibilitan la descripción que sigue de lashuayrachinas de principios de la Colonia, y enmenor grado, de los pequeños hornos de refinadoo tocochimbos, algunas veces utilizados juntocon ellas.

Las fuentes coloniales (Tabla 1) indican que lashuayrachinas eran hornos cilíndricos, que seensanchaban hacia su parte superior, y eranconstruidos de barro en lugares altos y ventosos.La característica que los definía era una serie deagujeros en las paredes, que permitían la entradade aire, proveyendo de esta manera de oxígenoa la carga. A veces las huayrachinas se erigíansobre pedestales a fin de maximizar su exposiciónal viento, y tenían una altura que rondaba los 84cm de altura. Aparentemente, existían versionesportátiles y fijas, y probablemente con algunasdiferencias de tamaño, forma, y material

constructivo, éstas referencias no se observanen las fuentes escritas (pero para tener un puntode vista diferente, puede verse a Petersen1970:84).

Capoche (1585:110, 161) aporta una descripciónbastante detallada de cómo se usaban lashuayrachinas. Según su relato, el mineral deplata de alta graduación, primero se molía ybeneficiaba, y el mineral resultante se mezclabacon soroche (i.e., galena, un mineral de plomocon un pequeño porcentaje de plata), en unaproporción de dos a uno, junto con una cantidadno especificada de asendrada (litargirio),producida en fundiciones previas. Se agregabaagua con el fin de evitar que el mineral molidofuera arrastrado por el viento. Entonces, secolocaba esta mezcla en el horno, junto concarbón, y se la fundía. Capoche (1585) hacenotar que el metal que se generaba con esteproceso estaba compuesto primordialmente deplomo, y que después era refinado en la casa, enun horno “a fuego manso”, lo que resultaba enla producción de plata pura y litargirio.

Oehm (1984) hace énfasis en que la mayoría delas fuentes coloniales tempranas indican que laproducción de plata usando tecnología tradicional,no era otra cosa que este proceso en dos etapas,y que implicaba, primero fundir el metal en unahuayrachina y después, refinarlo en un tipodiferente de horno, o fogón de copelación, conla ayuda de un soplador o fuelle. Barba(1639:140), quien escribió un siglo después dela conquista española, se refiere a este tipo dehorno como tocochimbo, y afirma que en tantolos indígenas lo utilizaban solamente para refinar,los tocochimbos en su época se empleaban parafundir pequeñas cantidades de oro y mineral deplata de alta graduación. Los describe comohornos de mufla redondos de menos de un metrode diámetro, con dos puertas ubicadas en ladosopuestos, una de las cuales podría servir para unfuelle y la otra para la mufla, una inserción decerámica perforada que protegía al mineral delcontacto directo con el carbón que se cargaba através de la apertura redonda en la parte superiordel horno. La función general de los tocochimbossegún la describe Barba (1639) es obviamentecomparable con la de los hornos de refinado alos que hacían referencia autores anteriores. Noobstante, si los dos tipos de instalaciones eransimilares en su forma u origen es algo que aúnno queda claro. La relativa falta de informaciónacerca de ellos, en comparación con aquelladisponible sobre las huayrachinas, probablementese deba a su ubicación en las casas de lostrabajadores indígenas, lo cual los hacía muchomenos accesibles para los españoles que las

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huayrachinas construidas en los cerros obarrancos que rodeaban la ciudad de Potosí.

El uso en gran escala de las huayrachinas llegóa su fin en la década de 1570, cuando el VirreyToledo reorganizó la industria minera, a fin deincrementar la producción y aumentar lasganancias de la Corona. En este sentido, alentóel uso de la amalgama de mercurio, una nuevatécnica para la extracción de plata de mineralesde baja graduación, que requería de laconstrucción de grandes molinos (Craig 1994),e institucionalizó la mit’a, una versión colonialdel sistema inkaico de trabajo forzado (Bakewell1984, 1997). Las reformas toledanas llevaron alreemplazo tanto de la tecnología como del controlsobre la producción, a través de procedimientosque maximizaron las ganancias de losemprendedores españoles y también de la Corona.Hacia fines del siglo XVI, autores tales comoCapoche (1585) describían las huayrachinascomo algo del pasado, y la última referenciacolonial publicada que hacer referencia a ellas,aparece en el tratado de metalurgia de Barba(1639).

El resurgimiento de la minería hacia fines delsiglo XIX tuvo como consecuencia dosdescripciones finales de esta tecnología, basadasen observaciones efectuadas por ingenierosextranjeros que se encontraban trabajando en losAndes del sur (Boman 1908:545-555; Peele1893). La más importante corresponde a unartículo corto pero detallado de Peele (1893),quien informó sobre el uso de las huayrachinaspor parte de los indígenas que residían cerca dePorco. Afirma que muchos hornos de ese tipoaún se encontraban en uso, y presumiblementesus descripciones estaban basadas en un conjuntorelativamente amplio de observaciones ydiscusiones con los operadores de lashuayrachinas, si bien esto último, no apareceindicado explícitamente en su artículo.

Las huayrachinas que describe Peele (1893) sonmuy similares a las que se mencionan en lostextos coloniales, a pesar de que los hornos delsiglo XIX no se ensanchaban hacia arriba, comolo hacían las versiones del siglo XVI. Según elcitado autor, el horno estaba compuesto de arcillarefractaria y era oval en sentido transversal. Selo construía sobre una base hecha de rocas, estabaabierto en su parte superior y contaba con dosgrandes aberturas ubicadas en forma opuesta,una frente a la otra, cerca del fondo del horno.En uno de los lados más cortos, se ubicaba unagujero redondo de vaciado, justo por debajodel nivel de las aberturas, y sobre las mismas,se ordenaban tres hileras de huecos para el aire

y sobre los dos lados más largos de lahuayrachina. Estos agujeros, que sumaban diezen cada lado, se encontraban exactamente unofrente al otro y estaban alineados según el vientoprevaleciente; cada uno contaba con un labio decerámica en la parte inferior, en forma de unpequeño estante.

Dice Peele (1893), que los minerales de plataque se trataban en estos hornos eran galenas,sulfuros de alta graduación, y combinaciones dezinc y pirita. En tanto que la galena argentíferase fundía por sí misma, y a veces se usaba comofundente, los otros minerales se mezclaban congalena o litargirio. El mineral se rompía hastaquedar del “tamaño de un guisante”, se lomezclaba bien con el fundente y luego se locargaba en el horno con capas alternadas decarbón, en una proporción de uno a uno. Peele(1893) se mostraba impresionado por los buenosresultados que obtenían los operadores de lashuayrachinas, si bien ponía de relieve que dadoque la capacidad de estos hornos era pequeña–según sus estimaciones, cada 12 horas podíanllegar a fundirse entre 50 y 150 libras de mineral-, sólo se trataban los minerales de muy altagraduación. Sin embargo, no indica que se llevaraa cabo ningún refinado adicional, aunque endeterminado momento en su artículo mencionaque el litargirio que se empleaba como fundentese obtenía de “hornos de copelación nativos”,lo cual implica el conocimiento de un procesode refinado que él no describe.

Investigaciones contemporáneas sobre lastecnologías tradicionales de fundición

El interés acerca de la naturaleza y la operaciónde las huayrachinas y otros aspectos de lafundición en los Andes del sur, se ha vistoincrementado en las dos últimas décadas comoresultado, tanto de estudios más intensivos sobrela metalurgia andina (e.g., Lechtman 1984, 1988,1991, 1996; Shimada 1994; Shimada et al. 1982)como de la intensificación de las investigacionessobre la expansión incaica en los Andes del sur(e.g., D’Altroy et al. 2000; Raffino 1993; Raffinoy Stehberg 1999; Scattolin y Williams 1992).Sin embargo, en muy pocas ocasiones fueronidentificados los posibles restos de huayrachinas,y es relativamente poco lo que se ha aprendidosobre el papel de esta tecnología en el conjuntode prácticas metalúrgicas prehispánicasempleadas en esta región del mundo.

La descripción de la tecnología de fundiciónaquí presentada se basa en dos conjuntos deobservaciones llevadas a cabo en la casa de DonCarlos Cuiza, un minero retirado que vive en un

área rural aproximadamente a 7 kilómetros dePorco. Don Carlos llevó a cabo fundiciones conel único fin de que fueran registradas, una enjulio de 2001, y otra en septiembre de 2002. Lasdos principales causas por las que estasfundiciones diferían de las que se realizan en laactualidad son: 1) la hora de inicio de la fundición,que se modificó para comodidad de losobservadores, y 2) en lugar de hacerlo DonCarlos, fueron los miembros del proyecto quienescompraron los minerales y parte del carbón. Encuanto a los horarios, la carga de la huayrachinase encendió más temprano que de costumbre,pocas horas antes de que el viento comenzara asoplar al máximo de su potencia, mientras queel horno de reverbero se encendió unas pocashoras más tarde de lo habitual. En ambos casos,el cambio de horario puede haber llevado a queel tiempo de fundición se extendiera ligeramente,puesto que el viento mejora el desempeño de lashuayrachinas, aunque parece disminuir la de loshornos de reverbero, porque las fuertes ráfagastienden a enfriar la carga.

La plata, al igual que los minerales de plomoque fueron fundidos duran te es tasdemostraciones, fueron comprados por la autoraa través de un intermediario en Potosí. DonCarlos Cuiza también compra estos materialesa conocidos o comerciantes, y luego vende elmetal refinado a los joyeros de la ciudad. DonCarlos produce plata empleando un

Figura 1. Don Carlos Cuiza y sus huayrachinas.

procedimiento de dos pasos que implican laproducción de plomo en una huayrachina, queluego se utiliza en la creación de un baño deplomo dentro de un pequeño horno de reverberoen el cual se funde el mineral de plata. Estos dospasos, que en muchos casos son similares a losprocesos de los que se informa en los documentoshistóricos, se describen por separado más abajo.

Fundición de plomo en una huayrachina

Existen dos huayrachinas ubicadas sobre uncerro a 100 metros al sudoeste y 75 metros porencima del hogar de la familia Cuiza, y desdeotros puntos elevados del mismo cerro, hacia eleste y el oeste, pueden observarse los restos malconservados de otras (Figura 1). Don CarlosCuiza se refiere a ellas como “huayrachinas”,“hornos” o “abuelitas”. Él utilizó sus dos hornosen el año 2001, pero la carga en uno de ellosnunca alcanzó una temperatura lo suficientementeelevada como para fundir el metal de plomo, locual en el 2002, lo forzó a limitar sus actividadesa la única huayrachina que funcionaba bien. Sinembargo, el uso simultáneo de dos huayrachinas,en lugar de haber construido un sólo horno demayores dimensiones, apoya la opinión deEpstein (1993:83) en cuanto a que lashuayrachinas llegaron a una dimensión límiteen su parte superior, más allá de la cual nofuncionan bien, muy probablemente porque elviento no puede penetrar la carga adecuadamente.

Las huayrachinas se construyen con guijarros ybarro compuesto de una arcilla arenosa que seobtiene de la quebrada ubicada más abajo de lacasa, en combinación con sedimento local,logrando una mezcla que se emplea para prevenirlas roturas. La superestructura se refuerza confajas angostas de hierro que abrazan el horno, ycada vez que se las repara se las cubre con arcilla.Don Carlos utiliza sus huayrachinas más o menoscuatro veces por año, y nos informó que puedenperdurar entre uno y dos años con lasreparaciones, si bien él a veces las cubre conplástico durante la estación de lluvias paraprolongar su vida útil.

En casi todos los aspectos, las huayrachinas queconstruye Don Carlos Cuiza son idénticas a lasque describe Peele (1893). Se las erige sobre unpedestal bajo de cantos rodados chatos y rústicos,para que queden expuestas a la máxima fuerzade los vientos que barren la cima del cerro porla tarde. El horno es un óvalo ligeramenteachatado en sentido transversal, y está abiertoen su parte superior. En los lados norte y sur dela base de la cámara de fundición hay dosaperturas, para retirar la escoria; a pocos

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centímetros por debajo de estas aberturas se sitúaun agujero para el vaciado, en el lado corto,occidental, de la cámara. Tanto los lados nortecomo sur de la huayrachina, que están orientadoshacia los vientos prevalecientes, están perforadospor nueve agujeros que permiten la entrada delviento. Las diferencias más notables entre lashuayrachinas que construye Don Carlos Cuizay las que ilustra Peele (1893), radican en que lascámaras de las anteriores son un tanto más cortasy más anchas, y en que los agujeros para el aire,no tienen protuberancias en forma de estante pordebajo de ellos.

El procedimiento de fundición que emplea DonCarlos Cuiza, también es comparable con losque describen Capoche (1585) y Peele (1893),con la excepción importante de que en los dosúltimos casos las huayrachinas se usaban paraprocesar directamente minerales de plata de altagraduación, mientras que Don Carlos fundesulfido de plomo en ellas. Él usa primero unmazo de hierro y un yunque de piedra paraseparar el mineral de la ganga y lo reduce afragmentos de aproximadamente 1.5 centímetrosde diámetro. Esto se mezcla con asendrada(litargirio producido por fundiciones previas enel horno de reverbero) en una proporción de dosa uno, y la combinación resultante se humedececon 0.5 litros de orina, aproximadamente.Después de encender un fuego con pasto ichu yboñiga de burro en la huayrachina, Don Carlosobtura parcialmente las aperturas que seencuentran cerca de la base con troncos de queñua(Polylepis spp.), y entonces llena la cámaracompleta, desde la parte superior, con capasalternadas de mineral y carbón. Se tienepreferencia por el carbón de churqui, obtenidode un árbol (probablemente el Prosopis ferox),que abunda en los valles más cálidos hacia elsudeste y sudoeste de Porco, y que se puedecomprar en el mercado de Potosí. Don Carloslo usa conjuntamente con el carbón que él mismohace de los árboles de queñua de la zona, porqueel churqui, siendo como es, más caro, generamás calor.

Las ocho horas, aproximadamente, que siguen,transcurren cuidando la fundición: agregandomineral y carbón, removiendo material y brasasparcialmente fundidas del fondo del horno yvolviéndolas a introducir por la parte superiorcon una pala, así como haciendo ofrendas dealcohol y hojas de coca a la huayrachina, yrotando el palo en el agujero de vaciado, paraque el plomo derretido gotee dentro de unrecipiente poco profundo de hierro, ubicado másabajo. El plomo producido de esta manera cuajaen forma instantánea tomando formas pequeñas,

planas, de tipo filigranado, las que más tarde sonusadas sin ulteriores modificaciones en el hornode reverbero.

Los pequeños fragmentos de escoria que segeneran en este proceso se arrojan al suelo frentea la huayrachina, y una vez que el horno por suparte, comienza a deteriorarse, igualmente se lorompe y se lo desecha en el lugar mismo.

Fundición de plata en un horno de reverbero

Don Carlos Cuiza posee dos hornos de reverbero:uno que heredó de sus padres y otro queconstruyó en un edificio separado pero cercano(Figura 2). Si bien modeló el segundo horno asemejanza del antiguo, inclusive guiándose pordibujos con medidas que realizó a tal efecto, elnuevo nunca funcionó con tanta eficacia comoel primero, de manera que continúa fundiendoen el horno que sus padres construyeron hacemás de treinta años atrás.

Ambos hornos de reverbero fueron construidosen pequeñas estructuras de adobe que estánubicadas en la quebrada misma, hacia el nortedel hogar de la familia Cuiza, y cuando se lepreguntó porqué estaban en un ambiente cerrado,Don Carlos explicó que debían estar protegidasdel viento durante una fundición, y de la lluvia,para prevenir cualquier daño. Los fundidores seencuentran perpendiculares al eje más largo delas estructuras que los albergan, y ocupan elancho total del edificio. Están hechos de piedray arcilla finamente zarandeada obtenida de laquebrada, y tienen dos metros de largo,aproximadamente 60 centímetros de ancho y de25 a 30 centímetros de altura. La sección delhorno que contiene la cámara de fundición tieneuna abertura oval en su parte superior, con unatapa de arcilla que se fija en el lugar con yeso,una vez que el mineral y el fundente se hanubicado en el piso del horno. A cada lado de lacámara hay dos aberturas arqueadas, máspequeñas, que quedan cerradas con tapones dearcilla mientras se lleva acabo la fundición. Lacaja de fuego está ligeramente más abajo que lacámara de fundido, y se abre hacia el oeste entredos brazos paralelos del horno que llevan a unagujero en el muro de la cabaña. La abertura dela caja de fuego permanece cerrada durante lafundición, si bien se la abre ocasionalmente pararemover la ceniza, que es empujada a través delagujero en la pared y arrojada abajo, hacia laquebrada. La caja de fuego cuenta con unpequeño orificio en su lado norte, a través delcual continuamente se va añadiendo boñiga deanimal y revolviendo, una vez que el fuego hasido encendido. En términos de diseño general

y función, estos hornos son bastante similares alos que registró Pfordte (1893) en Cerro de Pasco,Perú, aunque las formas y los procedimientosempleados durante el fundido son hasta ciertopunto diferentes.

Cuando prepara el horno para una fundición,Don Carlos repara las rajaduras con barro ynivela el fondo de la cámara de reverbero conaproximadamente 2 centímetros de ceniza deyareta finamente molida y tamizada, humedecidacon orín. Esta mezcla es fijada a su lugar conuna piedra redonda hasta que se forma un pisoligeramente cóncavo, sobre el cual se coloca elplomo producido en la huayrachina. Acontinuación, la parte superior y una de laspuertas laterales del horno se fijan en sus lugarescon barro, y en la caja de fuego se enciende unamezcla de ramas de thola y boñiga de burro. Unavez que el fuego se ha encendido, estecompartimiento también se cierra, y el fuego sealimenta continuamente con puñados de boñigade llama que se arrojan en el orificio próximo ala parte superior de la caja de fuego, y serevuelven con una vara de metal. Previo apreparar el horno, el metal a fundir, en este casoargentita, primero se rompe con un mazo dehierro para remover la ganga. El mineral restante,que ha sido reducido a fragmentos deaproximadamente 2 centímetros de diámetro, semuele hasta lograr un polvo fino usando una

piedra de moler manual, tamizándolo con unazaranda de 2 milímetros, y dejándolo a un ladohasta que el plomo se funde, proceso que insumealrededor de dos horas. En las siguientes 19horas, más o menos, Don Carlos va agregandomineral de plata al baño de plomo de acucharadas, alimenta y atiza el fuego, haceofrendas ocasionales de hojas de coca y alcohol,y retira la escoria con un hurgón de hierro.Cuando la totalidad del plomo se ha evaporadoo filtrado en el piso del horno, el botón de plataque queda es retirado y sumergido en una latacon agua (Figura 3).

La detección de huayrachinas en el registroarqueológico

La información disponible acerca de lashuayrachinas en distintos momentos que abarcandesde mediados del siglo dieciséis hasta elpresente, indica que mientras que existen algunasvariantes en la forma y tal vez, en la composiciónde los hornos, al igual que en los minerales quese fundían, en términos generales se da unanotable continuidad. Los parámetros tecnológicosque condicionan la fundición en huayrachinas,al igual que los contextos sedimentarios de suuso, deberían por lo tanto, resultar en vestigiosmuy claros que puedan reconocerse en el registroarqueológico y distinguirse de aquellosproducidos por otros tipos de actividades de

Figura 2. Horno de reverbero utilizado por Don Carlos Cuiza para producir plata.

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fundición y refinado. Lo que sigue, es unadescripción de dichos vestigios, basada tanto enlas fuentes históricas como en la observación delas fundiciones llevadas a cabo por Don CarlosCuiza, y se centra en la huayrachina fijaconstruida de arcilla, de cuya versión hay mayornúmero de evidencias. Ninguna característicaen particular de las descritas aquí puedeconsiderarse por sí misma como indicativa deluso de una huayrachina. En todo caso, ladiscusión tiene por objeto llamar la atención delos investigadores sobre los tipos de parámetrosque están sujetos a variación, al igual que ayudara la identificación de las huayrachinas en elregistro arqueológico.

Mientras que la mayoría de los tipos deinstalaciones para fundición son bastante durablesy por ende, altamente visibles en el registroarqueológico, la manera en que las huayrachinasson construidas y su ubicación en el entorno,sugieren que serán difíciles de detectararqueológicamente. Por definición, éstas debenestar expuestas a vientos fuertes para proveersuficiente oxígeno a la carga. Casi todos losautores afirman que se las construye en la cimade cerros o en sus laderas, y algunos observadoreshacen notar que inclusive se las eleva sobrepedestales de roca. Por otro lado, el viento hade ser bastante continuo, por el tiempo que llevauna fundición, la cual, por lo que indica lainformación etnográfica, podría durar alrededor

de ocho horas. Estos requisitos garantizan quelos restos de las huayrachinas están por lo generalexpuestos a las fuerzas de erosión del viento yde la gravedad, que resultan en la deflación delmaterial de superficie y en el deslizamientobarranca abajo de los fragmentos del horno y desus artefactos asociados. La mayoría de estasáreas no contienen sedimento en absoluto, y estehecho, combinado con la práctica de construirlos hornos de viento sobre pedestales, implicaque las bases de las huayrachinas, por lo general,no quedarán preservadas en el registroarqueológico. En cambio, los vestigios másaparentes de dicha actividad serán grandes trozosde huayrachinas desechadas, escoria, y laspiedras utilizadas para moler mineral y paraconstruir plataformas y abrigos contra el viento.La observación de las fundiciones llevadas acabo por Don Carlos Cuiza, indica que la escoria,por lo general, se produce en fragmentos demenos de 3 centímetros de diámetro, que confrecuencia sólo han quedado parcialmentelicuados antes del enfriado, y que enconsecuencia, pueden presentar una aparienciaun tanto esponjosa. La cantidad total de escoriaproducida es relativamente pequeña, puesto queel mineral es separado a mano y es de relativaalta calidad. Como resultado de la actividadintensiva, en pequeña escala, del procesamientode minerales durante los últimos 500 años,muchos taludes detríticos y basureros de escoriahan sido repetidamente recogidos, proceso que

probablemente reduzca aún más el volumen dela escoria desechada.

La corta vida útil de las huayrachinas resulta enel frecuente desmantelamiento y deposición delos fragmentos de éstas, con más de un eventode huayrachina o fundición representado en unalocalización específica. A diferencia de los hornosde reverbero usados por Don Carlos Cuiza, lashuayrachinas están muy escoriadas en su interior,y a veces, en dicha cubierta vítrea, quedanincorporados pequeños fragmentos de mineral.La vitrificación se extiende desde el piso delhorno hasta el borde superior, y también se laencuentra en los contornos de los agujeros parael aire.

La composición del metal producido por lashuayrachinas depende, obviamente, de lanaturaleza del mineral y del fundente allíprocesado. En el área de Potosí, los metales muyprobablemente fueron una combinación de plomoy plata, aunque también podría ser posible quese tratara de plomo relativamente puro o plata,por su parte, en el norte de Chile y Argentina lashuayrachinas también fueron utilizadas paraproducir cobre (Boman 1908:539). Un indicadormás confiable del uso de las huayrachinas podríaser, más que la composición en sí del metal queera producido, sus formas específicas. Lainformación etnográfica indica que en vez delingotes o “tortas” plano-convexas del tipo quese formarían en un contenedor o en el piso de unhorno, el metal que cae por la espita de unahuayrachina forma figuras de tipo filigranado,con claras “estructuras de chorreado”. Hay otrosdos tipos de materiales que pueden ayudar adistinguir las huayrachinas de otros tipos dehornos. Mientras que dos autores de la colonia(Capoche 1585:110; Zárate 1555:Vol. 1, Cap. 8)indican que la boñiga de llama se utilizaba comocombustible para las huayrachinas, la mayoríade las fuentes históricas, al igual que los datosetnográficos, sugieren que el combustiblepredominante fue el carbón. A pesar de que laescasez de madera en el altiplano, ocasionalmentepuede haber obligado a los operadores de lashuayrachinas a usar boñiga, la presencia deexcremento de camélido carbonizado en un sitiopuede sugerir el uso de un fogón doméstico o deun horno de reverbero, en lugar de, o además de,una huayrachina. Del mismo modo, losimplementos de piedra utilizados para reducir ybeneficiar el mineral al ser fundido en unahuayrachina, deberían mostrar evidencias detrituración y aplastamiento, más que de molidoo pulverizado. De ahí que los quimbaletes opiedras convexas que se hamacaban en unasuperficie de piedra para reducir el mineral a un

polvo fino, de los que se informa que algunasveces aparecían en las cercanías de lashuayrachinas (e.g., Boman 1908:542-543; parauna descripción detallada, ver Lechtman 1976;Petersen 1970:69), fueran usados, probablemente,para preparar mineral para fundir en otro tipo dehorno.

Las huayrachinas se utilizaron con frecuencia,sino es que siempre, en conjunción con pequeñoshornos que se empleaban para refinar el metalproducido por la fundición inicial. Éstos parecenhaber sido construidos en áreas protegidas, amenudo dentro de estructuras domésticas, a ciertadistancia de las laderas sobre las que se construíanlas huayrachinas. Si se trataba de hornos de mufladel tipo que describió Barba (1639:140), fogonesabiertos, o alguna otra tecnología no identificadahasta el momento, es algo que todavía no estáclaro. Por lo tanto, las huayrachinas constituyensólo un componente más de un sistema técnicomás complejo, cuya dispersión geográfica podríaexceder los tipos de límites de sitios que confrecuencia reconocen los arqueólogos.

Para finalizar, la observación etnográfica brindatambién alguna comprensión acerca de lashabilidades necesarias para fundir platacorrectamente usando estos tipos de tecnologíatradicional. Don Carlos Cuiza aprendió a fundirde sus padres, y su propio hijo, en su adolescencia,está actualmente aprendiendo el oficio.Obviamente, no se requiere una especializaciónde tiempo completo para desarrollar lashabilidades suficientes, pero el hecho de que laconstrucción de huayrachinas y de hornos dereverbero que funcionen eficazmente presentealgunas dificultades, indica que hace falta unagran experiencia antes de lograr ser un fundidorcompetente. Esta observación tiene implicacionesimportantes acerca de los tipos de personas quepodían estar involucradas en la actividad de fundirmetales, puesto que quedaría descartado el usode trabajadores eventuales, incompetentes, ypuede haberse alentado el empleo de especialistasque trabajaran a tiempo completo o en formaperiódica; de grupos locales con experiencia enmetalurgia con una base rotativa, o incluso decolonos que ya contaran con una experienciaanterior o hubieran sido entrenados en losprocedimientos de fundición.

El estudio etnoarqueológico del fundido demetales tradicional, debería ser de ayuda para elreconocimiento de rasgos distintivos asociadoscon el uso de huayrachinas en el registroarqueológico; una información que también podríaemplearse para distinguir estos hornos de tirajenatural de otros tipos de tecnología deFigura 3. Plata terminada sobre una torta de asendrada que ha sido retirada del piso del horno.

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fundición. Además, entender algunos de losparámetros básicos que conforman las prácticasde fundición contemporáneas, puede aportar unamayor comprensión de la organización espacialde dichos procedimientos en el pasado. Lasección que sigue brinda un enfoque general dela producción metalífera inkaica en Porco segúnse informa en los registros etnográficos ehistóricos descritos más arriba, y finaliza conuna breve consideración de evidencias demetalurgia en otros sitios de los Andes del sur.

La producción metalúrgica inkaica

La observación de las prácticas contemporáneasde fundición es sólo una parte de unainvestigación más amplia de la minería de losperíodos prehispánicos e históricos en el área de

Porco, que está siendo llevada adelante por elProyecto Arqueológico Porco-Potosí. Lainvestigación comenzó con una breve visita en1995, para determinar si los sitios Inkas ycoloniales en las cercanías del pueblo moderno,se habían preservado. Desde entonces, el proyectoha concretado cinco temporadas de trabajo decampo, de una duración de entre dos y diezsemanas, que incluyeron una prospección pilotodel área que rodea al pueblo moderno,excavaciones limitadas, y la observaciónetnográfica a la que me he referido más arriba.Si bien la investigación aún no se ha completado,se puede esbozar una interpretación preliminarde la organización de la producción Inka de laplata en Porco. Ésta a su vez, será puesta a pruebay afinada con ulteriores trabajos de campo ydatos obtenidos a partir de los análisis

Figura 4. Mapa de sitios con componenes inkaicos ubicados durante la prospección de 1999. También se incluyen sitiosde producción sin artefactos diagnósticos.

arqueometalúrgicos, de materiales culturales,históricos y de materiales macro-botánicos, queserán realizados por especialistas.

La prospección inicial cubrió un área de 2.5 km2de cobertura total, respetando un intervalo de 5metros entre los miembros del equipo, a fin deidentificar todos los sitios relacionados con laproducción de minerales, al igual que otrasactividades. Se ubicaron 78 sitios, incluyendominas, instalaciones para romper y fundir mineral,y siete establecimientos modestos asociados conalmacenaje, vivienda y administración. Lamayoría de los sitios con materiales diagnósticosestán fechados para el Horizonte Tardío, para elPeríodo Colonial Temprano o para ambos, peromuchos de los locales de procesamiento nopresentan evidencias de este tipo, y por lo tantono pueden ser fechados en base a los hallazgosde superficie. Seis de los siete asentamientosfueron analizados, y cuatro de ellos –Cruz Pampa,Jalantaña, Huayrachina y Uruquilla– tienencomponentes Inkas. La Figura 4, indica laubicación de estos sitios, así como también lasminas, las instalaciones de triturado y lasfundiciones, que muestran evidencias ya sea deuso prehispánico tardío o colonial temprano, oque carecen de materiales diagnósticos desuperficie (para una descripción más detalladatanto de los sitios Inka como de los coloniales,ver Van Buren 2003).

A pesar de la información histórica que afirmalo contrario (Abercrombie 1998:267-268; Plattet al. 2003), no se han identificado sitios pre-inkaicos en Porco y a pesar de queocasionalmente se han recuperado fragmentosaislados de cerámica local, hasta el momento nose han observado señales de una ocupaciónQaraqara, ni de un centro ceremonial, ni de unaoperación minera pre-inkaica. Esto puede debersea la destrucción causada por actividades minerasposteriores y más intensivas, a la coberturalimitada de los estudios efectuados hasta la fecha,o a un uso escaso por parte de dichas poblacionesde los recursos de la región. De esta forma, lainfraestructura Inka presente en Porco fue creadaenteramente de novo, y tiene el carácter de unenclave económico autónomo controlado por elImperio.

Uno de los aspectos más sobresalientes del patrónde asentamiento Inka de Porco, es la presenciade instalaciones espacialmente discretas, confunciones claras, aunque a veces, superpuestas.Por ejemplo, el sitio de Huayrachinas, bautizadoasí por los restos de fundiciones ubicados en lacima de un cerro al norte del sitio, consiste en45 edificios circulares y rectangulares que

probablemente sirvieron como qollqas para elalmacenaje de alimentos, combustible, y otrasprovisiones usadas en la producción de mineralesy para el sostenimiento de los trabajadores y losadministradores. Por el contrario, Jalantañaconsiste en kanchas, una de las cuales incluyeuna pequeña kallanka que puede haber estadoasociada con act ividades r i tuales oadministrativas, y tanto Cruz Pampa comoUruquilla parecen contener, mayoritariamente,arquitectura residencial, quizás para alojar a losmineros.

Epstein (1993) detectó una segregación espacialde las etapas de producción, cuando estudió laproducción de cobre del Horizonte Tardío deCerro Huaringa, en la costa norte de Perú, aligual que Howe y Petersen (1994) en el Valle deMantaro en Perú, D’Altroy y sus colegas (2000)en los valles Calchaquíes y Scattolin y Williams(1992) en Ingenio del Arenal, en el noroesteargentino. En Cerro Huaringa, los Inkasreorganizaron un complejo Chimú de producciónmetalífera, de manera que las instalaciones parala fundición y el molido de la escoria quedaronseparadas, y el taller de forja fue reubicadoaproximadamente a 1 kilómetro. En los vallesde Mantaro y Calchaquíes, al igual que en Ingeniodel Arenal, la manufactura de objetos de metaltenía lugar a cierta distancia de las minas y delas fundiciones.

La secuencia de la producción en Porco, queconsistía en la extracción del mineral, supreparación, fundición y la manufactura deobjetos terminados (Lechtman 1976; Scattoliny Williams 1992), también se caracterizó por laseparación espacial de las actividades, aunqueen este caso las distancias involucradas tendíana ser más reducidas. Las minas, tanto lastrincheras abiertas como los túneles, estánubicados allí donde afloran los minerales delHuayna Porco, en las laderas del Huayna Porcoy en los cerros que se extienden hacia el oestede dicha montaña. En tanto que el interior de lasminas no ha sido explorado sistemáticamente,sus entradas por lo general carecen de todo tipode objetos. La reducción y la selección manualfinal del mineral, parecen haber tenido lugarconjuntamente con la fundición en lashuayrachinas, que están todas ubicadas en cerrosexpuestos y cimas de montañas cercanas aunqueno inmediatamente próximas a las minas. Losyunques de piedra y los implementos manualesde triturado con depresiones curvas en dos o treslados, habitualmente se asocian con estos restosde fundiciones. Este patrón, en combinación conla escasez de ganga en los sitios donde hayhuayrachinas, sugiere que los minerales se

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seleccionaban con todo cuidado en el punto deextracción. Las huayrachinas también estánasociadas con un número relativamente alto detiestos de recipientes lisos, y en menor gradodecorados, algunos de los cuales presentan escoriay desgaste consistentes con su uso como palasde mano y hurgones.

Aún cuando el patrón general de los restos dehuayrachinas es distinto del observadoetnográficamente, los componentes específicosdel registro arqueológico son bastante similaresa los materiales asociados con la fundición actual.Los fragmentos de huayrachinas que cubren pordoquier los cerros cerca de Porco, por ejemplo,casi no se pueden distinguir de aquellos quedescartara Don Carlos Cuiza, consistentes entrozos curvos de arcilla arenosa toscamentetrabajados y enrojecidos por el fuego, que estánaltamente vitrificados en la superficie interior ya veces perforados con agujeros deaproximadamente 5 a 7 centímetros de diámetro.Están mezclados con pequeños trozos de carbón,escoria que a menudo presenta una aparienciamás esponjosa que vítrea, y cerámica, como seha mencionado con anterioridad. Estos restos seencuentran frecuentemente en concentracionesmás o menos circulares que incluyen guijarrospequeños y sin trabajar de tufa volcánica dellugar, los que pudieron haber sido usados parahacer los pedestales de las huayrachinas o para-vientos bajos, como el que usa Don Carlos Cuizapara resguardarse a sí mismo y a sus materialescuando está vigilando una fundición.

Aunque de vez en cuando aparecen huayrachinasaisladas, las concentraciones de restos de éstas,con medidas que varían entre 1 y 2 metros dediámetro, tienden a estar agrupadas en las cimasde los cerros expuestos. Estas formacionesprobablemente contienen desperdicios defundiciones sucesivas y han sido deflaccionadaspor los intensos vientos que caracterizan estaslocalidades. Estos mismos materiales–fragmentos de fundiciones, cerámica, escoriay piedra molida- se encuentran cuesta abajo,erosionándose, y a veces se los observa a ciertadistancia por debajo de la cima de los cerros.

En Porco también se han identificado dos tiposde instalaciones para fundición: los fogonesabiertos y los hornos de reverbero.Probablemente, ambos fueron usados en lacopelación, la separación del plomo de la plata,aunque los hornos de mayor tamaño puedenhaberse utilizado para la fundición inicial delmineral y no para el refinado. Los hornos abiertoshan sido hallados en cuatro estructuras excavadas–dos en Huayrachinas, uno en Uruquilla, y otro

en el Sitio No. 35, que no aparece indicado enel mapa porque fue ocupado únicamente duranteel Período Colonial Temprano. Asimismo, 11hornos, que parecen (en base a los restos desuperficie) haber sido de reverbero, fueronubicados cerca de lechos de ríos durante laprospección y otros dos más se descubrierondurante las excavaciones en el Sitio No. 35. Losdos últimos estaban ubicados en la mismaestructura, pero su diseño es muy diferente. Unoes casi idéntico al horno que usó Don CarlosCuiza, y el otro es un horno de doble cámara,rectangular, en el que aparecieron fragmentosde mufla. Objetos tales como campanitas parahalcones, encontrados dentro del edificio,permiten fechar estos elementos para los iniciosdel Período Colonial Temprano.

Por desgracia, mientras que dos de los fogonesy tres de los hornos de Porco fueron sin ningunaduda, utilizados durante el Período ColonialTemprano, ninguno de ellos puede ser fechadocon certeza para el Horizonte Tardío. Sinembargo, la ubicación de los hornos decopelación en contextos que produjeron evidenciade ocupación indígena (e.g., ofrendas rituales,enterratorios en posición asentada y adornossimilares a tupus) durante el Período ColonialTemprano (como lo demuestra la presencia defragmentos de botijas y mayólicas panameñas),indican claramente que los trabajadores nativos,inmediatamente después de la conquista española,refinaban plata en lugares protegidos, a ciertadistancia de las huayrachinas.

Ninguna evidencia de Porco indica que loslingotes o los objetos terminados fueranproducidos allí mismo. La ausencia de crisolesy moldes sugiere que la materia prima seexportaba tal y como se solidificaba después dela fundición o el refinado –tal vez en forma detortas irregulares creadas por la consolidacióndel metal en el piso de los hornos, o con laestructura filamentosa formada por el chorreodel metal derretido de los agujeros de lashuayrachinas. Hasta el momento, tampoco sehan encontrado objetos terminados de plata,desechos de metales, o herramientas de piedrapara trabajar metales del tipo que describeLothrop (1950) y otros investigadores (e.g.,Grossman 1978), indicando que el trabajo deplatería se realizaba en algún otro lugar. Ciezade León (1553), de hecho, afirma que buenaparte de la plata que los incas producían en Porcose utilizó para decorar el templo de Coricancha,en el Cuzco.

De esta manera, los restos arqueológicos dePorco reflejan la extracción de minerales, el

procesamiento de los mismos, la fundición enhuayrachinas, y posiblemente el refinado, todasestas tareas involucradas en la producción deplata, con la excepción de la manufactura deobjetos terminados. No se han hallado evidenciasde algún otro tipo de producción especializaday hasta las actividades domésticas se limitabana la producción y el consumo de alimentos, asícomo un poco de hilado. Esto marca un contrastecon los sitios inkaicos que presentaron restos demetalurgia, como los que se reportaron en elnoroeste de Argentina (D'Altroy et al. 2000;Scattolin y Williams 1992), donde el registroarqueológico sólo refleja pasos simples en lacadena productiva –por lo general, fundición–a veces conjuntamente con una amplia variedadde actividades domésticas y otros tipos deproducción especializada. La diferencia entre elmodo en que los Inkas organizaron la producciónen Porco y en otros sitios donde dirigieron laproducción metalúrgica, puede haberse debidoal bajo potencial agrícola en dicha región, y porende a la ausencia de comunidades substancialesen la época de la conquista incaica. Porco estásituado en una zona desértica y fría, a unaelevación de 4000 msnm. Aparte de las familiasque se sostienen directamente con la minería yactividades relacionadas, la población que hoyreside en el área es extremadamente escasa yparecería que así lo fue también durante elPeríodo Intermedio Tardío (Lecoq y Céspedes1996). Frente a este desafío, los Inkas edificaronun enclave económico altamente especializadoque podría haber sido ocupado sóloestacionalmente, en lugar de incorporar el procesoproductivo a poblaciones preexistentes orecientemente establecidas, aunque permanentes.Sin embargo, una explicación alternativa podríaser simplemente que los arqueólogos todavía nohemos investigado sistemáticamente las áreasque rodean a las antiguas minas (e.g., Scattoliny Williams 1992) a fin de determinar si allí sellevó a cabo alguna otra actividad, además de laextracción de minerales.

Una segunda diferencia entre la producciónmetalúrgica de Porco y de otros sitios incaicosen los Andes del sur, es que en éstos últimos, laevidencia del uso de huayrachinas esrelativamente escasa. Por ejemplo, Boman(1908:539) informó de restos de huayrachinasque se usaban para fundir cobre cerca de la aldeade San Antonio de los Cobres, en el noroesteargentino. Mientras que los objetos que éldescribe son fragmentos de huayrachinas, elhecho de que estén localizados cerca de hornosespañoles y de las ruinas de una misión jesuítica,así como la ausencia de cualquier otro materialindicativo de uso prehispánico, sugiere que

corresponden al período Colonial o que sonposteriores.

Viña del Cerro, ubicada en el Valle de Copiapóen el norte de Chile (Niemeyer et al. 1983)también presenta evidencias de huayrachinas,que consisten en una batería de 26 hornosdispuestos en tres filas sobre la cima de un cerroventoso. La ubicación de los hornos en Viña delCerro es consistente con la de las huayrachinas.Sin embargo, como menciona Epstein (1993:83),sus grandes dimensiones –las bases tienen 3metros de diámetro– harían que al viento le fueradifícil penetrar adecuadamente en la carga, locual plantea preguntas acerca de si funcionaríanúnicamente con tiraje natural. Además, lapresencia de crisoles sugiere una llamativadiferencia en la forma en que operaban, ya queel continuo vaciado de las huayrachinas que seobservaba en Porco, no podría generar de ningúnmodo metal suficiente como para necesitar deun crisol; ni tampoco se mantendría derretido eltiempo suficiente como para transferirlodirectamente a un molde.

Otro centro metalúrgico inkaico es QuillayWayra, que está ubicado en la provincia deCatamarca, en el noroeste argentino y que constade 14 fundiciones localizadas a lo largo del bordede una quebrada de tres metros de profundidad(Raffino et al. 1996). Estos hornos estabanconstruidos de adobe y tenían bases redondasque iban de los 90 a los 120 centímetros dediámetro, y que a veces contenían gruesas capasde carbón. Las paredes de los hornos tienen ungrosor aproximado de 10 centímetros y alcanzanuna altura máxima conservada de 135centímetros. No presentan perforaciones, exceptoen dos ejemplos, uno de los cuales tiene unaabertura cerca de la base, que los investigadoreshan identificado como una toma de aire, y elotro, que tiene un orificio ubicado ligeramentepor debajo de la estructura, identificado con unagujero para el vaciado.

Los investigadores han identificado estasinstalaciones como huayrachinas, pero laconstrucción de los hornos sobre el borde de unaquebrada, sus diámetros relativamente grandesy la falta de perforaciones en la pared de loshornos, son todos elementos que sugieren queel viento no era el medio principal para oxigenarla carga. En realidad, Raffino y sus colaboradores(1996) plantean la posibilidad de que para estose utilizaran sopladores, lo cual sugiere queestaban empleando el término “huayrachina”como una glosa para todos los tipos defundiciones indígenas, y no sólo para los hornoscon tiraje propio. Los restos de crisoles asociados

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con estos hornos también indican quefuncionaban de forma diferente que lashuayrachinas de Porco, como ya ha sidomencionado para el caso de Viña del Cerro.

En otros sitios inkaicos del noroeste argentino,se han descubierto evidencias de actividadesmetalúrgicas, aunque la naturaleza exacta de latecnología en cuestión no está clara. Por ejemplo,en Potrero de Payogasta, en el Valle Calchaquí(D’Altroy et al. 2000) se han encontrado restosde mineral, crisoles, posible escoria, áreasquemadas y un fragmento de desecho de oro,pero la falta de rasgos claramente definidos enasociación con estos materiales, dificulta lareconstrucción de los procesos que tuvieron lugarallí. En Médanos, un centro incaico localizadoal pie del Aconquija, en Catamarca, se da lamisma situación, con el hallazgo de fragmentosde mineral y boquillas cerámicas de sopladores(Scattolin y Williams 1992), pero de ningúnelemento que podría haber sido usado para fundiro refinar.

La diferencia entre la producción de metal enPorco y las tecnologías desarrolladas en sitiosinkaicos más meridionales, plantean algunasposibilidades interesantes con respecto a lasrazones que explicarían esta variabilidad.

En primer lugar, la metalurgia en los sitiossureños está centrada en el cobre, y el uso detecnologías características puede derivar de losdiferentes procedimientos requeridos en laproducción de cobre y plata. Sin embargo, elhallazgo de Boman (1908:536-541) sugiere quelas huayrachinas se pueden usar para fundir almenos algunos tipos de minerales de cobre. Ensegundo lugar, las diferencias pueden deberse ala confianza que los Inkas tenían en laspoblaciones locales y su experiencia enmetalurgia, ya que probablemente emplearonsus propias tecnologías al trabajar para el Estado.En tercer lugar, las diferencias pueden sertemporales. Los restos de huayrachinasencontrados en Porco, a menudo están mezcladoscon cerámica del Horizonte Tardío, pero lamayoría de las concentraciones ubicadas hastala fecha, incluyen también un muy pequeñoporcentaje de objetos del Período ColonialTemprano. No es fácil encontrar in situ restosincaicos que no se hayan mezclado con materialesposteriores, y hasta que las huayrachinas noestén fechadas inequívocamente para el HorizonteTardío o antes (Lechtman 1976), queda laposibilidad de que hayan sido inventadasinmediatamente después de la conquista española,aun cuando la ausencia de procedimientos defundición alternativos en Porco hagan poco

probable este escenario. Para finalizar, lainvestigación sistemática de las áreas en tornoa las minas en otras partes de los Andes del sur,al igual que en las quebradas y las cimas demontañas próximas a asentamientos inkaicos,podrían revelar que en realidad, las huayrachinastambién se utilizaron en dichas áreas. Todas estasposibilidades están sujetas a investigación, yasea a través del trabajo arqueológico de campoo de procedimientos experimentales.

La investigación de la metalurgia incaica en elsur de Bolivia sólo está en sus inicios, y prometeaportar nuevos puntos de vista en la relaciónentre la tecnología y la expansión imperial, entreotras problemáticas de investigación. Tanto elestudio de los sitios arqueológicos, como lasdiscusiones con los residentes locales queconocen las técnicas para producir metal enpequeña escala, habrán de contribuir a nuestracomprensión, no sólo del porqué los Inkasconquistaron los Andes del sur, sino de los variosmétodos que emplearon para explotar sus ricosrecursos minerales.

Agradecimientos

Este estudio no habría sido posible sin laentusiasta participación de Don Carlos Cuiza ysus hijos, Abram y Elsa, con quienes estoy endeuda. Mi especial gratitud también paraLudwing Cayo, Barbara Mills, Dimitris Stevisy Edwin Quispe, por su ayuda en el registro delos datos etnográficos. Mi muy especialagradecimiento al Arq. Javier Escalante, Directorde la Unidad Nacional de Arqueología de Bolivia,por su apoyo al Proyecto Arqueológico Porco-Potosí a lo largo de los años y a Marcos Michel,por su gentil invitación a que participara en estevolumen. La investigación de Porco fuesubsidiada por la National Endowment for theHumanities (RZ-20934-02), por la NationalGeographic Society, por la H. John Heinz IIICharitable Trust, por la Curtiss T. & MaryBrennan Foundation, por la Trinity Universityy por la Colorado State University.

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