Triolet, Elsa - Recuerdo Sobre Maiakovski

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EIsa lliolet

Recuerdossobre MaiakovskiYuna selección de poemas

Brick.Polómkaia. •Si les haces la "ida s"¡ ....t:m'iad 1m renos ¡nocabaa • -.:<:de.mIrar/M. '-.r-,Como suele decirse.

el "incidente ha concluido."la barca del amor

se eslre/ló contra la vidacotidiana".

Estol" a mal con la I'idar es inlÍfil recordar

d%res,deJgracias

L ~. oren.~a~ mutuas.Sed felice.~.

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RECUERDOS SOBRE MAIAKOVSKI

y UNA SELECCIÓN DE POEMAS

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EL8A TRlüLET

RECUERDOS SOBREMAIAKOVSKI

y UNA SELECCIÓN DE POEMAS

avda. generalísimo, 493barcelona-15

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RECUERDOS SOBRE MAlAKOVSKI

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Maiakovski nació el 7 de julio de 1893, en Bagdadi(pueblo de Georgia), en la familia de un guardabos­que. Es el hijo de los grandes árboles y de la bellezadel Cáucaso y creció más alto, más fuerte, más infran­queable que los demás hombres. Ha muerto en el año1930, en plena forma, fulminado ...

Pocos hombres han dejado en el recuerdo huellastan profundas. Hoy, como al día siguiente de su muer·te, sigue faltando de las calles de Moscú, acostumbra­das como estaban a verle pasear su corpulencia vaga­bunda. Sobre todo, en las reuniones de los jóvenes,calla su voz atronadora. Faltan sus versos en las pri­meras páginas de los periódicos. Falta en todas par­tes, allí donde es necesario saber amar, indignarse,defender o atacar. Allí donde es necesario tener ca­rácter. Maiakovski nos falta, es irreemplazable comoun brazo que nos hubieran amputado. Nos acostum­bramos a no verle, pero no le olvidamos.

y creemos verle aparecer de nuevo por las callesde Moscú, la cabeza siempre sobresaliendo a las delos demás paseantes, su cabeza magnífica, de gran crá­neo redondo. Las mejillas anchas hundidas, las man­díbulas enérgicas, dos ojos marrones bajo grandescejas inquietas y la frente rayadá por una leve arru-

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ga vertical, profunda. Ojos de perro fiel, patéticos.dulces, ojos indiferentes e impenetrables.

... y se alejaba sobre dos piernas sólidas que sos­tenían un torso de imponentes espaldas, bajaba lacalle Petrovca y tomaba la Tverkaia hacia la gran pla­za que hoy lleva su nombre. y cuando el cobradoranuncia «Plaza Maiakovski», cuando en el gran lujode la estación del Metro resuena: «Estación Maiakovs­kilo, quiere decir que ese nombre no ha perdido toda­vía su sentido, es todavía el de un hombre cuya vozha quedado grabada en el interior de millares de se·res humanos, del cual aún se recuerda el calor de lamano, sus palabras, la expresión de su rostro...

La obra de Maiakovski, ya clásica, es actual siem­pre. Es clásica porque su genio es hoy indiscutiblepara todo un pueblo. Y es actual porque todos losdías, la vida, los problemas soviéticos dan ocasiónpara citar un verso de Maiakovski. El amor, la revo­lución, la guerra y la paz, los pequeños sucesos de lavida cotidiana: Maiakovski no distinguía entre temaspequeños o grandes. Los versos publicitarios para laindustria del Estado, los slogans para la educacióncultural han quedado grabados en la cabeza de lasgentes y les siguen divirtiendo, del mismo modo queconmueven sus poemas de amor o que consuelan suspoemas satíricos. Alguno es capaz de aniquilar lo queuno odia, mientras otros son una ayuda, un estímulo,una esperanza...

Encima de la casita de un solo piso donde Maia­kovski tenía un departamento de dos habitaciones,tan minúsculas que a cada movimiento que hacía secreía ver volar los muros, y que hoyes el «MuseoMaiakovski», pintado sobre el muro de ladrillos de

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la casa vecina de varios pisos. está escrito en letrasenormes:

TODA MI FUERZA SONORA DE POETA

YO TE LA DOY A TI,

CLASE, A LAS ARMAS.

Estos versos de Maiakovski son mi profesión de fe.

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Ha muerto el padre. La familia se traslada a Mos­cú. Tiempos de miseria negra. 1906-07, Maiakovski estáen el Instituto. Tiene trece, catorce años y se apasionapor la filosofía, por Hegel. También por la HistoriaNatural, pero sobre todo por el marxismo. En 1908cumple quince años y se adhiere al Partido Socialistaruso (bolchevique). Lo detienen por primera vez acu­sándolo de escribir proclamas, después lo liberan. Unaño de actividad militante. Lo detienen una segundavez alegando complicidad en la evasión de las muje­res' de la prisión de Novinski, en Moscú. Condenado.Durante los once meses de prisión (tiene 15-16 años)se dedica a devorar literatura. Lee a los clásicos y alos contemporáneos: Byron, Shakespeare, Tolstoi. Alsalir en 1910 de la cárcel se encuentra ante un dilema:

... ¿Qué puedo yo oponer a la estética de estas ve­jeces? ¿Acaso la revolución no exigirá a mí el haberpasado por una escuela seria? Fui a ver a un cama­rada, que entonces era para mí un camarada del Par­tido, Medvedev: «Quiero hacer un arte socialista». Se­rioja rió largamente: «Tú tienes los ojos más gruesosque el vientre».

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... Creo de todos modos que ha subestimado mivientre.

... Dejé mi actividad de militante y me puse a es­tudiar.

(Yo mismo, autobiografía, 1928)

Como se juzgaba incapaz de escribir versos, se de­cidió por la pintura. En 1911 entró en la Escuela deBellas Artes. Fue expulsado en 1914; el director, prín­cipe Lvov, le había sugerido abandonar «la crítica yla agitación». Yo iba a la escuela. Maiakovski estabaaún en Bellas Artes, se moría de hambre y formabaparte de un grupo al que más tarde llamarían «futu­rista», que comenzó a propagar que Maiakovski eraun poeta de talento aun antes de que escribiese unalínea o casi. «Ahora -le decía Burliuk, que era elmayor de entre ellos, personaje bastante importante,con levita, tuerto y con un flequillo que le caía sobrela frente -, ahora arréglatelas para tenerlo... » Maia­kovski se puso a escribir.

Lo encontré en casa de unos amigos. Me pareció gi­gantesco, incomprensible e insolente. Yo tenía 15 añosy me dio miedo. Algún tiempo después apareció enmi casa. Creo recordar que acababa de vender su pri­mera obra teatral: Vladimir Maiakovski. La verdades que tenía un poco de dinero y rápidamente se ha­bía «puesto al día». Su madre (¡pobre mujer!) le habíahecho una blusa amarillo limón que le llegaba a me­dia 'cadera, la llevaba con una gran corbata lavaliere,negra y sin cinturón. Una chistera, un abrigo elegantey un bastón completaban su equipo. Así fue como sehizo retratar y yo tengo aún una postal que lleva de­bajo esta leyenda: «El futurista Vladimír Maiakovski».

Así vestido fue como se presentó en mi casa, en

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casa de mis padres, inocentes pequeños burgueses. Norecuerdo cómo se sucedieron las cosas durante estaprimera visita, salvo el azaramiento de la criada. Yono tenía aún dieciséis años, pero ya oponía a mis pa­dres una inconsciencia tan serena sobre lo que miamigo Maiakovskj podía tener de distinto a todo elmundo, que cansados de batallar en vano termina·ron por dejarme tranquila. Maiakovski fue, por asídecirlo, adoptado en mi casa. Lo invitaban a comer yle permitían instalarse en mi cuarto para hacer losdibujos que en aquellos años representaban su pan decada día. Venía casi diariamente y mostraba hasta talpunto buena educación hacia mi madre que lograbadesarmarla; muy tacón rojo, no diciendo más que loestrictamente necesario delante de mi padre, llegandocasi hasta a hacer olvidar su blusa amarilla. Los díasque no me encontraba en casa, dejaba su tarjeta devisita, grande como una página de novela, con su nomobre en letras amarillas ocupando toda la superficie.Mi madre le devolvía siempre sus tarjetas, diciéndo­le: «Vladimir Vladimirovith, ha olvidado usted su in­signia... » (<<Señor, señor, ha olvidado usted su caba­llo», como canta Charles Trenet).

Maiakovski me hacía la corte, hablaba poco y mur·muraba sin cesar algo, con bruscos estallidos de voz,puede que para recordar algún verso... Ese procesointerior que se iba gestando junto a mí me pasabainadvertido y apenas si me daba cuenta de que Maia·kovski era un poeta. Con frecuencia me pedía que to­case el piano y se paseaba interminablemente a misespaldas, gesticulando...

Nuestra casa era la casa de la música. Los muros,los vidrios, los muebles estaban saturados, embebidos,sobrecargados de sonidos. Mi madre, excelentepianis-

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ta, reunía cuartetos y tercetos, cuando no eran dos pia­nos los que sonaban a cuatro y ocho manos. En esecaso mi padre agarraba el sombrero... Los dos pianosde cola eran, en el barullo del apartamento pequeño­burgués, como dos nobles caballos pura sangre. En losmuros, en lugar de los retratos de familia, nos mira­ban, a tamaño natural, Tchaikovski y Wagner y talla·dos en bronce Mendelssohn y Meyerbeer... Mi madreiba a Bayreuth en peregrinación, como los fieles vana la Meca.

Toda mi infancia yo me he dormido con música:mi madre esperaba que toda la casa estuviese acosta­da para componer y tocar en sordina. Era la radio dela época. La música me era tan necesaria como el aguacorriente, que no se echa de menos más que cuandofalta.

A Maiakovski le gustaba la música cuando no ha­bía que escucharla como música de fondo. Escribió ensu autobiografía, Yo mismo (1928):

En el salón de fumar (1912)

Un concierto. Rachmaninov. La isla de los muertos.Huí ante aquel interminable aburrimiento sonorizado.Un minuto después que yo, lo hizo Burliuk. Nos pusi·mas a reír a carcajadas. Nos marchamos juntos.

UNA NOCHE MEMORABLE

Conversación. Del aburrimiento rachmanoviano he­mos pasado al aburrimiento de Escuela, del de la Es­cuela a todo el hastío cldsico. David (Burliuk) siente

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la ira del maestro que ha sobrepasado a sus contempo­ráneos y yo el pathos del socialista que sabe que lasvejeces están inevitablemente condenadas a perecer.Ha nacido el fu turismo ruso.

y así fue como de Rachmaninov, de Boecklin y deLa Isla de los Muertos convertida para Maiakovski ensímbolo de la pequeña burguesía y que resurgirá ensus poemas de trece años más tarde, nació el futuris­mo ruso.

Pero, sin embargo, mostraba celos de ciertas can­ciones, envidioso de

«Hard hearted Hannanthe vamp of Savana... »

canciones con ritmo de alcohol y primavera...Pero se hacía tarde y mi madre cerraba el piano.

Ya en bata de dormir venía a decir a Maiakovski queera hora de irse adormir. Mi padre ya hacía tiempoque dormía. Mi madre tenía que insistir muchas vecesantes de que Maiakovski, desperezándose, se pusierasu gabán.

Abajo teníamos que despertar al portero. El «cor­dón» que en París abre las puertas era cosa desconoci­da en Rusia y en las casas que se cerraban de noche,el portero estaba obligado a levantarse para abrir lapuerta. Levantarse, dejar en invierno la cama calientecuando por la puerta abierta el frío y un viento glacialentran a bocanadas y la mano tiene que tantear el fríode la cerradura metálica... La propina en estas condi­ciones es sencillamente obligatoria y a veces Maiakovs­ki no tenía los diez o veintekopecs necesarios. Yo in­tentaba dárselos y asistía al combate silencioso que selibraba en su interior: afrontar la rabia del viejo por-

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tero o ¡tomar las monedas de una mujer! Tomaba lamoneda de plata, la dejaba sobre la mesa ante el espe­jo, la volvía a tomar para volver a dejarla... Finalmen­te la dejaba, ¡eso era tener valor!

Al día siguiente volvía y decía a mi madre:-Ayer estuve esperando a que usted se acostase

para volver por la ventana con una escala de cuerda...Mi madre lo miraba sonriendo indefensa: tal vez

había vuelto sencillamente por la escalera...Mientras esto ocurría llegó mi hermana Lilí. Esta·

ba casada y vivía en Petrogrado. Un día Lilí me pre­guntó que quién era ese Maiakovski que venía con tan·ta frecuencia y si me importaba mucho, porque esohacía llorar a mamá. ¿Cómo? ¿Qué eso hace llorar amamá? Pero ¡por qué no me lo ha dicho antes! Y cuan·do Maiakovski me llamó por teléfono, le dije sencilla·mente que no podía verlo porque el verlo hacía llorara mamá...

Algunos meses más tarde, en el campo, donde yopasaba los veranos, hubo algunos ensayos para enconotramos, pero yo llegaba con una o dos horas de retra­so, con la vaga esperanza de que Maiakovski se habríacansado de esperarme. Para mayor precaución una tíavenía conmigo. Pero Maiakovski estaba en su puesto,cerca de la pequeña estación, de pie, las piernas sepa·radas, el cigarrillo pegado al labio inferior, alta la ca·beza, el ojo bañado en cólera...

Entonces, por primera vez, me vino la idea lumino­sa de que yo podría verle sin que mi madre supiesenada. Para ello bastaba que nos encontrásemos en unlugar menos público que la estación y preferiblementeen la tarde. O ir simplemente a Moscú a pasar el día,pues yo allí podía verle sin que nadie se enterase.

En Moscú, el departamento vacío olía a naftalina.

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Los pasos y las voces resonaban extraños ya que ha­bían quitado los tapices y las cortinas. Parecía unacasa encantada con sus fundas blancas, las sábanasblancas sobre los dos pianos, las luces veladas de ga­sas suspendidas del techo, las ventanas abiertas al cie­lo y el gran cuerpo de Maiakovski paseándose por lashabitaciones.

Fue una noche de ese verano en el campo cerca deMoscú, cuando yo «escuché» por primera vez los ver­sos de Maiakovski, recitados solamente por él. íbamosandando el uno al lado del otro en la oscuridad, poruna ancha avenida no iluminada, calle campesina, en­tre dos filas de casas ordenadas detrás de sus verjas.

Maiakovski, absorto y vago, comenzó a recitar brus­camente en voz alta sus versos...

Yo me detuve asombrada: acababa de darme cuen­ta de que Maiakovski escribía aquellos versos y que yolos amaba apasionadamente ...

-Ah - dijo Maiakovski con un aire de triunfo des­deñoso -, ¿con que esto te gusta?

Tarde, en la noche, delante de la empalizada de unacasa cualquiera, Maiakovski me había confiado susversos... Yo estaba loca de emoción porque había des­cubierto algo que estaba a mi lado desde hacía muchotiempo y que yo ignoraba totalmente. Y quise más,más ... No sé por qué aparte de los versos de La Nubeen Pantalones, que Maiakovski estaba escribiendo porentonces y que me habían dejado descubrir que eraun poeta, yo recuerdo un poema que empezaba así:

¡Escuchad!¿Si las estrellas se encienden,quiere decir que a alguien les hace falta,

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quiere decir que alguien quiere que existan,quiere decir que alguien escupe esas perlas?

puede que sea porque la noche aquella era negra y es­trellada...

A mí me gustaba la poesía. En la edad que una selleva a la cama la muñeca, yo me llevaba dos gruesosvolúmenes: Lermontov y Puchkin. Esos libros estabanllenos de recursos: se podía leerlos o colorear las imá·genes. y como los niños que gustan sobre todo de lashistorias que ya conocen, yo no me cansaba nunca deleer y releer las páginas de estos dos volúmenes.

Más tarde pasé desdeñosa y despreocupándome so­bre los poetas llamados «decadentes» para llegar sindaño a los simbolistas: Briusov, Balmont, Blok... Te­nía la sensación que esto resbalaba agradablemente,sin engancharse, como una especie de patinaje. Parami generación, los simbolistas era algo adquirido y nosoñábamos en ningún momento en batirnos por ellos,siendo como eran poetas admitidos y con un lugar re­servado. Necesitábamos un nuevo temblor de tierra yese terremoto era Maiakovski. Pero los de mi genera·ción que sintieron la garra de la poesía de Maiakovskifueron pioneros, con toda la pasión, el empeño y laresolución de vencer, propia de los pioneros.

Yo hablaba de la poesía de Maiakovski cada vezque se presentaba la ocasión y discutía y la defendíahasta quedarme afónica, al igual que hacen los candi­datos en la campaña electoral. Yo quería probar, de­mostrar con toda la exaltación de una menor de die­cisiete años, que cree que la poesía es el gran trabajode la vida, lo luminoso que para mí era su genio. Yo,que no he podido retener jamás un solo verso, podía

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recitar de memoria páginas enteras de Maiakovski,porque se me grababan solas en la memoria.

-No se entiende nada - decían los intelectuales,los «estetas», con verdadera ira, porque comprendíandemasiado bien que iba dirigida contra ellos -. Espropaganda, como esa blusa amarilla... Pour épaterles bourgeois... Por otra parte Maiakovski es un gra­nuja y un grosero, cínico e insolente... ¡ Está tocadode megalomanía! ¡Ah! ¿han leído ustedes este título:Yo y Napoleón? ¿Y que el sol le sirve de monocle?Lleva su cinismo hasta confesar que él no es más queun vulgar rufián y que hace trampas cuando juega alas cartas..•

¡Vosotros!Vosotros que sólo vivís atormentados por una idea:-«¿Bailaré bien?»,mirad cómo me divierto,rufidn callejero y tahúr.

Me alejaré de vosotros,reblandecidos por el amor,vertiendo ldgrimas desde hace siglos.Me alejarécon el sol como monóculocolocado en el ojo entrabierto.

(La Nube en Pantalones, 1915)

-Por otra parte - continuaba la gente -, se puedeser ateo, hasta lo somos nosotros mismos, pero en fin¡todo tiene un límite! Es innoble decir como él diceque ¡Jesucristo respira los miosatis de su alma l. ..

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Yo, que canto la mdquina,la libertad

y el corazón,tal vez sea sencillamenteen el mds común de los evangeliosel decimotercer apóstol.y cuando mi vozbrama atrevida,hora tras hora y durante todo el día,tal vez Jesucristo aspireel aroma eternode los nomeolvides del alma.

(La Nube en Pantalones, 1915)

Pero el gran argumento era el que postulaba la os­curidad total de la poesía de Maiakovski. Este argu:mento ha continuado repitiéndose durante años yMaiakovski vuelve sobre esto en sus artículos y, espe­cialmente, en uno titulado Los obreros y los camve­sinos no os comprenden (1928):

... Todavía no he oído a nadie que diga para ala­barse:

-Qué inteligente soy - no comprendo la aritméti­ca, no comprendo el francés, no comprendo la gramd­tica.

Pero sí el alegre grito:-¡No comprendo a los futuristas! - trompeteado

desde hace quince años, cayendo y alzdndose de nue­vo, excitado y feliz.

Gracias a este grito, las gentes hacían carrera, lle­naban las salas, se convertían en los jefes de verdade­ros movimientos.

• • •

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Un simple «nosotros no os comprendemos», no esun veredicto.

Un veredicto sería: «Hemos comprendido que esono es más que un galimatías», y esto acompañado pordecenas de ejemplos sonoros, recitados de memoria ycon voz armoniosa.

Esto no se produjo.Se practica demasiada demagogia y especulación

sobre la incomprensión.Los medios de los que se sirve esta demagogia con

un falso acento de seriedad son muchos.He aquí algunos:-El arte para algunos, el libro para algunos es inú­

til. ¿Es verdad o no es verdad?Es verdad y no es verdad.

• •• •

... Son las semillas y los caparazones del arte paralas masas.

Ejemplo: los versos de Khlebnikov. En principiocomprensibles solamente para siete camaradas futu­rislas cuando, sin embargo, han electrizado duranteuna decena de años a numerosos poetas y la Academiaquiere ahora enterrarlos editándolos como un ejemplode versos clásicos.

-El verdadero arte soviético, proletario, debe sercomprensible para las grandes masas. ¿Es verdad ono es verdad?

Es verdad, pero con una corrección que añadió eltiempo y la propaganda. El arte no es un arte de ma­sas desde su nacimiento, se vuelve arte de masas comoresultado de una suma de esfuerzos: el análisis críticode 6U validez y de su utilidad, la difusión organizada

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por el aparato del partido y el poder en caso de queesta utilidad sea reconocida, elegir el momento justopara hacer penetrar en las masas el libro, hacer coin­cidir el problema de un libro con el grado de madurezde estos problemas en las masas. Cuanto más alta es lacalidad del libro, más se adelanta a los acontecimien­tos.

La comprensión de las masas es el resultado denuestra lucha y no la camisa en la cual nacen los li­bros afortunados de cualquier genio literario.

Hace falta saber organizar la comprensión de unlibro.

-Los clásicos, Puchkin, Tolstoi, son comprensiblespara las masas. ¿Es verdad o no es verdad?

Es verdad y no es verdad.Puchkin no ha sido enteramente comprendido más

que por su clase, por la sociedad de la cual tomabael lenguaje, los conceptos y los sentimientos sobre loscuales trabajaba.

... No sabemos si Puchkin fue comprendido por lamasa campesina de su tiempo, por la sencilla razón deque ésta no sabía leer.

Yo he recitado versos a los campesinos, en el pala­cio de Livadia. He recitado versos este último mes enlos dokers de Bakú, en el club obrero de Tiflis, he reci­tado versos subido a la torre de una metalurgia duran­te la hora del almuerzo, acompañado del ruido expi­rante de las máquinas.

He citado una de las numerosas resoluciones del ca­mite de fábrica.

«... Al fin de su lectura, Maiakovski se dirigió a los

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obreros rogándoles que dijeran sus impresiones y elgrado de comprensión, proponiéndose una votaciónque demostró que habían comprendido todos, pues elvoto fue unánime a excepción de uno que declaró queescuchando al autor había entendido mejor las poesíasque leyéndolas solo.

»Estaban presentes ochocientas personas.»Esta voz era la del contable.

Cito estas líneas, escritas en 1927, para mostrarhasta qué punto la leyenda de la incomprensión eratenaz y cuán grande era el deseo de Maiakovski de pro­bar que los que tal propagaban no eran ni los obrerosni los campesinos sino los pequeñoburgueses y cier­tos intelectuales que veían en Maiakovski, y más alláde su muerte, un enemigo encarnizado.

Estos poemas que hoy son comprensibles paratodo el mundo, tanto como las palabras de la lenguamaterna, no 10 eran aún en la época de que yo estoyhablando.

Por otra parte, los primeros poemas de Maiakovski,los de 1912, son los poemas más oscuros. Su laconis­mo, sus abreviaturas, la innovación en la construcciónde las frases, la invención de palabras nuevas, eran de­masiadas cosas a la vez, sobre todo para aquellos queno querían tomarse demasiado trabajo.

También influía el aspecto inhabitual que sus poe­mas tomaban al imprimirse: Maiakovski sustituía lainsuficiencia de la puntuación cortando las líneas, 10que le permitía dar entonaciones, acentos necesariosa sus versos de orador. Al mismo tiempo evitaba launión desaforada de dos o tres palabras que se siguenen un verso. Maiakovski da en un folleto Cómo se ha-

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cen los versos, ejemplos que corresponderían en fran­cés al ejemplo clásico:

«y cien veces en su seno la plancha»,

que según el sistema de Maiakovski debía de escri­birse:

«Y cien vecesen su seno

laplancha.

En la poesía francesa, los poetas como Apollinaire,evitan los estrechos límites de la expresión que da lapuntuación, suprimiéndola totalmente. Aquí, la incer­tidumbre da a las palabras un balanceo, un acerca­miento y acentos inesperados.

Pero Maiakovski ha dado al mismo tiempo la clavede la poesía: ¡La voz! Es él quien ha llevado a través dela URSS, en centenares y centenares de veladas, suspoemas y la manera de decirlos, imitada luego por to­dos los que le escucharon, que por su parte han pro­pagado y propagan aún en voz alta sus poemas y lamanera de comprenderlos. La poesía de Maiakovski haganado la URSS como el fuego al bosque.

¡La voz! Esto era también un argumento contra supoesía que venía de aquellos que piden una poesía paraleer a la luz de la lamparilla de noche. Sin embargonadie les impedía manifestarse, ni siquiera Maiakovski.

No, escribió, la revolución no es una ruptura conla tradición.

La revolución no anula ninguna de sus conquistas.Refuerza sus conquistas gracias a la fuerza material y

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técnica. El libro no destruird la tribuna. El libro ha­bía, en su tiempo, destruido el manuscrito. El manus­crito no es mds que el principio del libro. La tribuna,el estrado, serd agrandado ampliado, por la radio. Laradio, he aquí el camino (uno de los caminos) de lapalabra, de la palabra de orden, de la poesía. La poe·sía ha dejado de ser lo que solamente ven los ojos. Larevolución ha dado la palabra que se oye, la poesíaque se escucha. La suerte de algunos de haber podidoescuchar a Puchkin, podría tenerla hoy el mundo en·tero.

(Ampliación de la base de la palabra, 1927)

Maiakovski quería, por encima de todo, ser com­prendido por el mayor número posible de oyentes.Hasta en la época del futurismo, cuando el problemade ampliar la comprensión de sus poemas no se le ha­bía planteado, no usó nunca el «Zum» (de la lengua«transmental») como lo hizo con tanto genio Khlebni­kov por ejemplo. Y como lo hacen hoy poetas cuyo ta­lento puede ser muy discutible... Gorki decía, alrede­dor de 1923, después de haber escuchado un poema«transmental», que cuando se ha oído la lectura enpresencia de una tercera persona y luego se la encuen­tra, uno siente el desasosiego que podría ocasionar elestar frente al tipo con el que se hubiera ido al bur­del: no se está muy tranquilo, se ríe tontamente y sedan palmaditas en la panza...

El mismo Maiakovski, en la última conferencia quedio, dijo que sus poemas de 1912 eran los más confu­sos y que fueron ellos los que habían provocado el pro­blema de la incomprensión.

Por esto, dice, en mis escritos siguientes, la cues­tión de la incomprensión se me planteó de modo que

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me dispuse a escribir de forma que pudieran compren­derme el mayor número posible de oyentes. (Confe­rencia del 25 de marzo de 1930.)

Maiakovski dice, desde 1920, que ya no se conside­ra un futurista. Sin embargo, en 1923 precisa que legusta el término «futurista» porque para mucha gentees una bandera. Más tarde, subraya el parentesco delfuturismo con el LEF (Frente de izquierda). El LEFestaba representado por la revista del mismo nombre,editada por Maiakovski y sus amigos, que sufrió a suvez las transformaciones y dejó de existir en 1927. En1928, en un discurso a propósito de la política del Par­tido en el dominio de la literatura, se ve a Maiakovskiacercarse al VAPP (Asociación de Escritores Proleta­rios de la Unión Soviética), yeso a pesar de que laAsociación no consideraba a Maiakovski como verda­dero «compañero de viaje» de los poetas proletarios.

Dije hace tres días, en la velada de la Casa de laPrensa: Yo me considero a mí mismo, como un poetaproletario, y son los poetas proletarios del VAPP, losque son - ellos -, mis compañeros de viaje. No lodigo porque quiera atacar desde el campo del LEF aotros campos que aspiran a hacerse en el dominio po­lltico un pequeño capital, y me permito afirmar al mis­mo tiempo que los viejos oropeles del LEF debencambiarse.

En febrero de 1930, en una conferencia de la Aso­ciación de Escritores proletarios de Moscú, dijo ata­cando a los «constructivistas»:

Han olvidado que aparte de la revolución hay unaclase que dirige esa revolución. Se sirven de una esfe­ra de imágenes ya utilizadas y repiten el error de losfu turistas : la admiración pura y simple por la técnicala vuelven a tomar en el campo de la poesía. Esto no

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puede admitirse en la poesía proletaria, pues no esmds que un intento de rizar los cabellos d¿ la cabezacalva de la vieja poesía.

Al mismo tiempo, es decir en 1930, dos meses antesde su muerte, dio su adhesión a la VAPP (Asociación deEscritores Proletarios), la VAPP que más tarde dege­neró en una especie de secta abominable.

Agarrarse a una invención que fue válida en ciertomomento, es a lo que se llama envejecer. Así el surrea­lismo, esa etapa ya sobrepasada del romanticismo, noes más que una vieja coqueta que no es capaz de enve­jecer decentemente. Maiakovski me hace pensar en losversos De esto:

Cuatro veces viejocuatro veces rejuveneceré

antes de llegar a la tumba.

Sus extraordinarios resortes vitales le permitían noinstalarse en un «movimiento» y cuando el «movimien­to» se volvía un pataleo sabía comprenderlo y mar·charse a otra parte.

Pero vuelvo a esa época 1912-1913, a las primerasveladas poéticas contradictorias con Maiakovski, Bur·liuk, Khlebnikov y Krutchionikh. Yo no los he conoci·do, pero sé que se batían, a través del público de sim­bolistas y de estetas. Hubo un manifiesto: La bofeta­da al gusto del público (1913) firmado por ellos. Y ve·ladas donde Maiakovski con su blusa amarilla lefa susversos. De esto tengo el recuerdo personal de algo asícomo un match de boxeo. El auditorio aullaba, se reíay silbaba. Y Maiakovski les hacía frente, grandioso,atronador, chillando al mundo...

Hubo la velada donde se eligió al «rey de los poe-

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tas» (1918). Tomaban parte una serie de poetas, no sébien cuáles. Creo que entre ellos estaba Balmont ycierto Igor Severianin, puesto que él fue elegido. Maia­kovski deliraba, casi había perdido la voz a fuerzade cubrir los aullidos del público, pues no podía ad­mitir el no ser él el rey de los poetas. ¿Quién piensahoy en Severianin, a quien la sala aplaudía hasta rom­perse las manos, siendo el gran éxito del momentocomo lo eran las cancioncillas de Vertinski, lleno detalento sin embargo? Severianin que estaba allí, in­conmovible como siempre, pálido el color, negro detraje, una rosa roja en la mano, sostenida como unavela.

Entre el humo de los cigarrosy vapores de licorse alzó el rostro bebido y gastado de Severianin.-¿Cómo se atreve usted a llamarse poetay acto seguido chillar como una perdiz?¡Hoy hay que arrancar con fórcepsel cráneo del mundo,

que está por nacer!

(La Nube en Pantalones, 1915)

Esto sucedía en la misma sala del Museo Politécni·co que vivió luego tantos triunfos de Maiakovski. todoel fulgor de su gloria, y creo que ésa fue la única vezque perdió su sangre fría ante la multitud. Hasta enla época en que le silbaban en las salas, no le vi nuncamás que gozar del poco éxito, del pugilato, como deuna victoria. Le gustaba la cábala. No se detenía antenada para irritar al dragón que estaba ante él... Yosólo he visto a un hombre, sólo a Maiakovski «poseer»

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una sala, jugar con ella, fastidiarla, molestarla comoun toro y hacerla pasar siempre por donde él quería,dejando en la arena algunos espectadores que le con­tradecían y a los que él dejaba en knock-out con unainsolencia, una desenvoltura y un humor humillantes.Hasta el fin de sus días, en sus giras a través de laURSS, durante centenares de noches -lecturas depoemas, conferencias terminadas casi siempr~ con pre­guntas de los espectadores, escritas en billetes lanza­dos a la escena - se producía el fenómeno de la resis­tencia rabiosa de algunos, que se hundía en las carca­jadas locas de la sala, porque ya no era resistenciasino odio.

En 1928, en su autobiografía Yo mismo escribía:He recibido cerca de veinte mil tarjetas. Sueño en

un libro: Respuesta Universal (a los expedidores detarjetas). Yo sé lo que piensa la masa de gente que lee.

Pero jamás la resistencia de la sala llegaba a con­moverle. Si algo trastornaba sus nervios era la lecturaen sí, tuviese o no delante la masa de manchas rosade lós rostros... Esa masa sacudida por el lIrismo pa­tético de sus versos de orador, de predicador, resonan­tes con la fuerza y la plenitud del órgano de una ca­tedral.

En 1913-14, la prensa no se ocupaba de Maiakovskisino para injuriarlo. En 1915 comenzó a colabor.ar re­gularmente en el periódico humorístico Satlrikon. Elmismo año leyó trozos de La Nube en Pantalones aGorki. Gorki lloró de emoción y de alegría ante el ge­nio descubierto ... Cuando en 1916 hizo aparecer la re­vista Letopiss, Maiakovski fue contratado como cola­borador fijo.

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II

1915-1916-1917. Yo había perdido a mi padre y vi­vía sola con mi madre en otra casa, en otro barrio. Te­nía otras amigas y otras pasiones. Después del Institu­to entré en la Escuela de Arquitectura, soñaba sola­mente con la pintura y las matemáticas. Maiakovskimientras tanto se había convertido en el «tío Volodia»y yo, cuando pensaba en él, le consagraba una amistadsin límites. Cuando pensaba.

Él vivía en Petrogrado. Yo lo veía cuando pasabaalgunos días en Moscú o cuando yo iba a Petrogrado,a casa de mi hermana Lilí. Así fue como Maiakovskial venir a verme conoció a Lilí.

Yo iba con frecuencia durante las fiestas. Hubo encasa de Lilí una fiesta de Navidad con un árbol futu­rista. Los muros del apartamento se cubrieron de col­chas y el árbol fue colgado del techo, la cabeza haciaabajo. Cuando se encendieron las velas parecía unalámpara de cristales verdes, reluciente como cabellosde ángeles, de vidrios. Las dos habitaciones estabaniluminadas por velas distribuidas por todas partes ylas de la mesa del comedor, pegadas en redondeles demadera, comprados en una tienda de juguetes. La granidea era el no hacer las cosas como diariamente se ha-

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Recuerdos sobre Maiakovski

cían, llegando los invitados vestidos con disfraz y muymaquillados para no tener la cara de todos los días.Sin embargo me parece que Burliuk apareció <<llor­mal» con su redingote y su monocle. Y también estabaKhlebnikov, encorvado, tímido, con su aire «de pájaroenfermo», como decía Chklovski. y Chklovski con losbucles de marinero que llevaba entonces. Y estaba elpoeta futurista Vassili Kamenski, compañero de Maia­kovski desde las primeras batallas futuristas, un mu­chacho muy rubio con los ojos azules de capitán debarco y una boca blanda de mentiroso. Tenía cejas deun azul magnífico, del mismo azul que los dibujos delrostro, con un pajarito sobre la mejilla. En el ojal lle­vaba una cuchara. Era mi vecino de mesa.

El comedor era tan pequeño que una vez que todosestuvimos sentados, unos treinta más o menos, to­dos teníamos la espalda contra el muro y el pecho con­tra la mesa. Las fuentes entraban por la puerta y noslas pasábamos como podíamos.

Al final de la fiesta, mi vecino, Vassia Kamenski,me pidió en matrimonio. La verdad es que esa peticiónmatrimonial se le ocurría con frecuencia y ya se habíacasado tantas veces como le permitía la ley. Como yose lo conté inmediatamente a todo el mundo, ya no mellamaron más que «la novia». Maiakovski le quería mu­cho, pero una cosa era considerarlo compañero dejuergas y otra el verlo casarse conmigo. Esta idea nose le había ocurrido jamás.

De vuelta a Moscú, pronto volví a encontrarme conVassia Kamenski. Contaba a mi madre maravillas desu propiedad en el Ura!, la casa, los bosques, los osos,la biblioteca. Hacia las dos de la madrugada mi ma·dre y yo estábamos ya extenuadas con tan extraordina­rias improvisaciones. También Maiakovski estaba en

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Moscú y miraba con malos ojos las maniobras de Vas­sia, repitiendo en todos los tonos a mi madre: «Créa­me señora, todo lo que posee en el Ural es una flor,una flor pequeñita». Y levantaba un dedo para mayorclaridad. Claro que tampoco Vassia esperaba que se lecreyese. Tenía el talento cantarín del folklore y de loscuentos de hada futuristas.

Maiakovski me escribía. Yo también le contaba mishistorias en las cartas... Un lazo más entre nosotrosera un solo amigo que Maiakovski tenía en aquellaépoca, fuera de sus compañeros futuristas.

S ... era un chico diferente a todos, un hijo de bue­na familia, había viajado mucho por el extranjero, ibabien vestido, los cabellos ralos a pesar de su juventud.Vagamente polaco, hablaba con un pequeño acento demanifiesto origen occidental. Fruncía el ceño, era snoby conocía este pudor de los sentimientos, este horrorde las complicaciones que más tarde aprendí a cono­cer en el Oeste. Maiakovski estaba impresionado conél, como le sucedía con los objetos bien hechos, racio­nales, que llegaban del extranjero. Su grada de espí­ritu, su sentido particular del humor le impresiona­ban. Este amigo, ingeniero o en vías de serlo, se acer­caba al futurismo y estaba tan dispuesto al escándalocomo el mismo Maiakovski. Más tarde llegó a ser di­rector de una gran fábrica de Leningrado.

S... no quería tomar en serio los dramas de Maia­kovski. Su postura era la de no tomar nada en serio,el ser seco y racional. Y cuando yo le hablaba de la an­gustia del suicidio que yo sentía rondar en tOrno aMaiakovski, se reía de mí y de mi obsesión. Probable­mente le chocaba la exhibición de la idea del suicidio.Era de esos que dicen: «Cuando se habla, no se hace».Sin embargo, cuántos suicidios han seguido a las pa-

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3 • MAIAXOVSXI

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Recuerdos sobre Maiakovski

labras y hasta a suicidios voluntariamente fallados...Una exhibición de este género no es una garantía deque todo quedará en eso. Pero la dignidad occidentalofendida no quería admitirlo.

La idea del suicidio, del más allá, de un más allámagnífico y grotesco y una afirmación de la vida, dela necesidad de vivir y sobre todo de hacer la vida ad­mirable se entrecruzan en los poemas de Maiakovski.En su poema: A Serguei Esénin, recuerda los versosde adiós de Esénin que se ahorcó en 1925:

En esta vida lo de morir no es nuevo,pero en verdad no es más nuevo lo de vivir.

y él escribe:

En esta vidamorir es cosa fácil.

Hacer la vidaes mucho más difícil.

Pero en La flauta de vértebras, en 1916, escribía:

Pienso muy a menudoque tal vez sería mejorponer a mi vida el punto final de un balazo.

y escribía en 1917, en El Hombre:

y el corazón salta hacia la balay la garganta sueña con la navaja.

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Recuerdos sobre Maiakovski

Siete años más tarde, en De esto (1923), Maia­kovski volverá al tema del suicidio en El Hombre,pero este poema, que aprovechando un poema de amorataca la pequeña vida diaria «pequeñoburguesa» (co­mo el rayo que cayera del cielo, para aplastar unapulga), este poema es ya la defensa de la vida.

En fin, fue en el año 1927 cuando Maiakovski es~

cribió IKhorocho! cuya última parte con el refrán:i Khorocho! (¡ Va bien!) es un himno al optimismo ya la alegría. Pareciera como si de 1916 a 1927 la vidase hubiese puesto poco a poco a florecer.

Cuando recibí de Maiakovski una carta pidiéndo­me que fuera «porque ya los nervios no le sosteníansobre sus piernas... », no dudé ni un segundo y aquellamisma noche partí para Petrogrado. Previne a S... porteléfono, quien me dijo que yo estaba loca y que Maia­kovski simplemente no tenía a nadie con quien ir alcine.

En Petrogrado, Maiakovski alquilaba una habita­ción en casa de una familia. Tengo un vago recuerdode un lugar siniestro y mal iluminado, desnudo. Maia­kovski, sentado ante una mesa y delante de él un vasoy una botella. Sus mejillas terrosas aún más hundidas,los pómulos salientes. Se adivinaba su esqueleto, lajuntura de sus hombros bajo la chaqueta flotando. Sepasaba días bebiendo, con la puerta cerrada con llave.

Me recibió distraído. Largos silencios, monosíla­bos... ¿Para qué vine? La tensión era intolerable. Sepaseaba de arriba abajo, fumaba sin parar, con el ciga­rrillo pegado al labio, bebía, no decía nada. Despuésde algunas horas me sentía a punto de aullar. ¿Paraqué me había pedido que viniera?

Pero cuando por la noche me quise ir él me lo pro­hibió. Yo le dije que me estaban esperando abajo, de-

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lante de la puerta. Se enfadó. Yo también. Se pusorabioso como un demente. Yo hubiera preferido mo­rirme a no marcharme. Sólo pudo decirme en elmomento que yo cerraba bruscamente la puerta: «Irosal diablo, tú y tu hermana... » con una voz ronca de ira.

Me alcanzó unos segundos después en la escalera,se quitó el sombrero al cruzarme: « Perdón, señora... »

Maiakovski conocía al pintor Vladimir Kolinskique me esperaba ante la puerta, en un trineo. En eltiempo que tardé en bajar ya había combinado quepasásemos la noche juntos. I Ah, yo que había queri­do librarme de él! Pues ahora íbamos a ver. Nos ins­talamos los tres en un trineo apenas para dos y fueuna noche de pesadilla. Maiakovski se vengaba a cos­ta de Kolinski y yo estaba desgarrada entre mis car­cajadas y mi desesperación.

Por otra parte, Maiakovski continuó por algúntiempo molestando a Vladimir Kolinski. El día de SanVladimir la cosa se puso tan grave que mi hermanatuvo que intervenir para que Maiakovski me estrecha­ra la mano, porque yo había salido con otro Vladimirel día de su santo. LUí se puso de mi parte y amenazócon no ver más a Maiakovski si no me estrechaba lamano inmediatamente. y Maiakovski ante Lilí cedíasiempre.

Los amigos de LUí, el entorno de 10sBrik tenía mu­chos prejuicios contra la poesía de Maiakovski, claroque sin conocerla. Allí, como en todas partes, yo ha­bía luchado mucho, había gritado y explicado antes deque le permitieran recitar sus versos. Luego la adhe­sión a su poesía fue unánime. Recuerdo la primeralectura de La guerra y el Universo, hecha en el depar­tamento de Lilí, en Petrogrado, en 1916. Víctor Chlovs-

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ki sollozaba con la cabeza apoyada sobre el piano, ya todos nos embargaba una especie de estremecimien­to colectivo, el que provoca el tambor en la tropa quemarcha hacia el frente, ese silencio acompasado por elritmo, la desesperación, el corazón que ya no es másque una piltrafa...

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III

En su autobiografía Yo mismo (1928) Maiakovskidice:

26 de febrero (1917)

He ido con los autos a la Duma. Me he colado enel gabinete de Rodzianki. He observado a Miliukov.Calla. Y sin embargo tengo la impresión de que bos­teza. Me he hartado de todo esto al cabo de una hora.

Octubre

¿Hace falta adherir o no? Esta pregunta no se plan­teaba ni para mí ni para los otros futuristas moscovi­tas. Era mi revolución. Fui a Smolni. Trabajé en todolo que se me presentaba.

Con los acontecimientos y mis historias personales,yo no pensaba sino raramente en Maiakovskj Por otraparte todo lo que yo le decía iba a repetírselo a Lilí,pues él ya era como de la familia.

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Recuerdos sobre Maiakovski

Terminados mis estudios, me casé con un francés.En la Novaia Basmanna'ia, justo al lado de mi Escuelade Arquitectura, cerca de la Puerta Roja, en el edificiodel Instituto para Jóvenes Nobles, me dieron un pasa­porte para el extranjero. Al entregármelo me dijo elcamarada: «¿Es que no hay bastantes hombres en elpaís para que tenga usted que tomar un extranjero?»Eso era lo que pensaban todos mis amigos. Cansadade luchar, mi madre decidió acompañarme.

Debíamos embarcarnos en Petrogrado. Yo lleguécon el corazón destrozado por la despedida de Moscúy los gritos de mi niñera en los oídos, pues se puso agritar en medio de la calle como si viera la muerte,cuando nos vio subir el coche con nuestro poquísimoequipaje.

Era el mes de julio de 1918. Hacía calor. Petrogra­do moría de hambre y de cólera. La gente agonizaba amontones diariamente, cayendo en la calle, ~n los tran­VÍas. Había montones de fruta podrida, comerla eraagarrar el cólera.

Lilí y Maiakovski estaban en el campo, en los alre­dedores de Petrogrado y allí fui a despedirme.

Sólo Lilí vino al barco que nos llevaría a mi madrey a mí a Estocolmo. Durante largo tiempo me quedéobsesionada por Lilí, tal como la había visto sobre elmuelle: (nos tendía un paquete de sandwichs de car­ne, estábamos en el puente), un gran lujo en esa épo­ca; la cabeza rojiza echada hacia atrás, mostrando losdientes espléndidos y fuertes de su gran boca pinta­da, sus redondos ojos castaños, relucientes, en un ros­tro con esa expresión, casi indecente de intensidad,que hace que joven o vieja, con su cutis milagroso olleno de arrugas, los transeúntes vuelvan a su paso lacabeza. Para alcanzarnos, se ponía de puntillas sobre

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sus piececitos infantiles, cerca de un montón de excre­mentos, tal vez portadores del cólera...

Llegada a Estocolmo, una ciudad que no ha cono­cido la guerra, instalada en el confort, en la buena co­mida... La vista de los pasteles me daba ganas de vo­mitar. Y volvía a ver siempre, siempre los piececitosde Lilí cerca del charco inmundo...

A bordo del barco Angermanland que nos condu­jo, hubo algunos casos de cólera. Nos detuvieron va­rios días en Estocolmo pues teníamos que presentar­nos todos los días al médico...

No volví a ver a Maiakovski hasta 1922 o 23, enBerlín, donde me había citado con Lilí.

Yo había alquilado dos habitaciones en un barrioperiférico de Berlín. En una de ellas había un búhodisecado, un diván metido entre estantes y una colec­ción de armas en el muro. En la otra, el dormitorio,con una cama enorme de dos plazas, también con unaconstrucción de estantes encima.

En esa época yo había encontrado en Berlín mu­chos amigos rusos, esa familia que no depende de losvínculos de sangre y que se va adquiriendo a lo largode la vida... y que se pierde poco a poco.

En cuanto a Maiakovski, apenas si se hablaba. O seenfadaban conmigo haciendo necesaria la intervenciónde Lilí, como otras veces en Petrogrado, para aplacarla riña.

Yo me volví a París donde no me esperaba nadie.Maiakovski vino alguna vez a verme e hicimos tácita­mente la paz. ¡Cómo me gustaba ir a buscarle a la es­tación! ¡Qué grande me parecía cuando bajaba deltren! Verdaderamente no se ve el físico de nadie másque después de una ausencia, aunque sea corta. Y la

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voz, qué rara es la voz de alguien a quien conocemosíntimamente después de una ausencia.

Avanzaba monumental por el andén y ya los tran­seúntes se volvían para mirarlo. Se detenía para ver­me mejor: «¡Déjame verte un poco! En Moscú hemosgritado lo bonita que eres y tengo que darme cuentade que esos cuentos no son mentira... »

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IV

Regresé a Moscú en 1925. Era el Moscú de la NEP,aún dolorido después de los años duros que acababade sobrevivir. Los jóvenes de hoy nada saben de estaépoca; para ellos es natural el tener un Moscú asfal·tado, limpio, atento a ruidos de autobuses y de autosnuevos como monedas. Obedecer a las reglas de lacirculación y a los milicianos perfectos, de guantesblancos que comen dulces y compran flores ...

En 1925, Moscú apenas si empezaba a comer algúnpastel, y sonreía... Pero las casas, las casitas de Mos­cú, pintadas de cal y coloreadas como santos de pro­vincia de amarillo o de rosa estaban agrietadas, des­cascarilladas, sosteniéndose la una a la otra para nocaer, los vidrios rotos, los techos herrumbrados. Las lo­sas de las calles levantadas, los coches con el forro delos asientos hecho girones, los rarísimos autos atadoscon cuerdas, las aletas hundidas, sin barniz y los tran­vías sobrecargados, balanceándose peligrosamente...

Moscú lleno, superpoblado, estallaba por todas lascosturas. Mi hermana resolvió el grave problema deldepartamento yéndose a vivir fuera, a Sokolniki, ungran bosque a las afueras de la ciudad.

Vivía en una datcha, un chalet hecho de troncos de

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Recuerdos sobre Maiakovski

árbol, como todas las casitas de los alrededores deMoscú. En la pieza principal había un billar. Yo nosé cómo aquel billar llegó allí, no estaba hecho parauna habitación de dimensiones corrientes, donde yahabía un piano de cola, un gran diván, etc. En veranose comía en la terraza y había un jardín. Los jugado­res podían girar alrededor de la mesa sin gran daño,pero en invierno, el domingo, cuando llegaba una ver­dadera muchedumbre de amigos, no había estricta­mente lugar entre la sopera y un jugador curvado endos, cuando este jugador era Maiakovski. El gato, queya no sabía dónde ponerse, presidía sobre el piano.Hacia la tarde aparecía el perro guardián, Charik, alque se soltaba por la noche y venía a anunciarla. Dabala vuelta a la casa como una tromba, vientre a tierra,y apenas si teníamos tiempo para darnos cuenta de loque" era esa borrasca roja cuando ya había desapareci­do. Todos los animales de la casa ocupaban puestos dehonor en la casa de Lilí y Maiakovski. También en lapoesía de Maiakovski largos poemas les fueron consa­grados.

Hubo una serie de perros en la casa y Maiakovskino los olvidó en sus versos. La última aflicción de lacasa se debió a una perra, un bulldog francés, a la quellamaban Bulka. Era un ser perfectamente humano,con manías de solterona y a la que cuidaban como auna tía a la que hay que heredar.

y yo no me perdonaría si aquí no hablase de loslibros que Maiakovski hizo para los niños. El éxito al­canzado fue tan grande (para no citar más que unacifra que leo por casualidad) que uno solo de esos poe­mas, en 1939, tuvo un tiraje de un millón de ejem­plares.

En verano, Sokolniki estaba bastante animado, la

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gente se paseaba y permanecía en los jardines hastabien entrada la noche. No sucedía lo mismo en in·viemo.

A la vuelta a Moscú, por la noche, el tranvía pasa·ba por un gran bosque cargado de nieve, de blancura,de silencio, con avenidas desiertas, anchas como losCampos Elíseos, de un blanco perfecto al que ningunahuella había violado, las datchas al fondo de sus jar­dines, puede que con un resplandor en una ventana...Los copos de nieve caían de un cielo estrellado, coposde nieve en forma de estrellas, lo que desde mi infan­cia me hizo pensar que eran las estrellas mismas lasque caían. Y por ello de noche la nieve no era más queun resplandor de estrellas.

Aparte de algún robo, en la datcha nunca ocurriónada desagradable. Hubiera podido sucedemos algopeor, porque nada ajustaba bien, ni las puertas ni lasventanas. Por la noche atábamos cuerdas a las mani­jas de las puertas y las pasábamos por algún sillón oun mueble pesado. Así si alguien hubiera intentado ti­rar la puerta arrastraría el mueble, despertándonos atodos. Yo creo que estas «cerraduras psicológicas»,como las llamábamos, eran bastante peligrosas, por­que si alguien hubiera entrado en la datcha, más noshabría valido estar durmiendo.

También había pistolas un poco por todas partes.Otro peligro, porque al despertarse uno sobresaltadopasan por la cabeza ciertas ideas ...

Por otra parte, un amigo que por precaución habíasacado su revólver entre el trayecto del tranvía a ladatcha, disparó sin querer y la bala le atravesó undedo. Tuvieron que volverlo a Moscú y qué conflictoencontrar en esa época un medio de transporte. Cuan­do después de dos horas de telefonear conseguimos

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mandarlo a Moscú y ya estábamos todos en la cama,llamó la autoridad a la puerta. Empuñando nuestrosrevólveres abrimos. Eran dos milicianos que veníana informarse sobre la explosión y a darnos una manosi la necesitábamos.

Pero Maiakovski tenía una casa en la ciudad, queera su oficina y la sede del LEF. Allí trabajaba y reci­bía a la gente y a veces pasaba la noche. La siguió con­servando cuando la datcha de Sokolniki fue abando­nada por un minúsculo departamento en Moscú, quehoy forma parte del Museo Maiakovski. En la épocaen que yo llegué a Moscú, en 1925, Maiakovski aún es­taba en el extranjero y, cuando llegó el invierno, meinstalé en su cuarto.

Ese cuarto está en el pasaje Lubianski, cerca de laplaza Lubianskaia, en el centro activo de Moscú, enel tercer piso de un gran caserón de espesos murosy sólidos cimientos. Tiene numerosos accesos por to­dos los lados del patio asfaltado y profundo. En Fran­cia hubieran llamado a este inmueble la «fortaleza».La sala del Museo Politécnico, aquella donde antes sehacía la elección del «rey de los poetas», está casifrente a esta casa.

Yo he pensado siempre, escribe Maiakovski, queacabarían llamando al pasaje Lubianski - donde seencuentra la sede de Nuevo Le! y donde yo vivo - pa­saje Maiakovski.

Esperándolo no se dirla.El otro día recibí una carta, una invitación de una

organización artística, con esta dirección lamentable:«Redacción del Nuevo Less (Less quiere decir

bosque, E.T.). Para Vladimirovicht Maiakovski Lu­bianski.»

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Es cierto, un pasaje es más largo que un escritor,sobre todo en líneas cortas.

(Carnet de bolsillo, 1927)

Por la noche la puerta cochera de la «fortaleza» es­taba cerrada. Los vecinos pasaban ante el ojo adorme­cido del sereno. Majestuosamente se movía envueltoen su gran abrigo forrado de cordero que se arrastra­ba por detrás y barría la nieve. El reloj de la plaza Lu­bianskaia marcaba las horas de la noche y la nievechirriaba bajo los pasos de las botas de fieltro del vi­gilante nocturno.

La habitación estaba en un departamento donde vi­vía toda clase de gente, pero que era independiente,pues daba sobre el sombrío ingreso, cerca d~ la puertade la escalera. No era muy clara: una sola ventana so­bre el patio, el papel de la pared oscuro, una granmesa perpendicular con la ventana, la luz a mano iz­quierda y un catre estrecho, cubierto con una tela en­cerada negra, resbaladiza. Era caliente, severa y olíaun poco a tienda de ultramarinos. El diván negro ser­vía de lecho, el frío de la tela encerada atravesaba lassábanas deslizándose por debajo. En esa cama es don­de Maiakovski debió agarrar su reumatismo, pues nose le ocurrió siquiera la idea de poner una manta en­tre las sábanas y la tela encerada.

Gastaba el dinero sin contarlo, lo sembraba, lo per­día en el juego, pero le importaba poco el confort yel lujo. Le gustaban sin embargo los objetos bien he­chos, inteligentes y útiles, una buena estilográfica, unamáquina de escribir, un pullover caliente. Esto lo en­tendía y cuando tenía dinero iba al mejor sastre y sevestía con el gusto seguro de alguien que toda la vida

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lo hubiera hecho. Pero en realidad, no tenía necesidadmás que de un baño plegable, que llevaba en sus via­jes, pocas cosas y un gran frasco de agua de colonia.

Yoni un céntimo

mis versos me han puesto a la izquierda.Nunca me amuebló

el ebanista.y salvo una camisa siempre frescasinceramente

no necesito nada.(A Plena Voz, 1930)

Fue en este cuarto del pasaje Lubianski dondeMaiakovski murió.

Yo no vi la ascensión de Maiakovski hacia la glo­ria. Cuando volví a Moscú en 1925, todo estaba hecho.Lo reconocían los transeúntes y los cocheros. Se mur­muraba: «Ahí va Maiakovski... Es Maiakovski... ».

El cargador de Odessa - escribe en Las capitalesrecién nacidas (1927) - habiendo descargado sobre elbarco las maletas de alguien, me dijo buenos días sindecir ningún nombre y en lugar de un «Cómo estd us­ted» insistió: «Di a los de Gossizdat (Ediciones del Es­tado, E.T.) que editen tu Lenin a precios abordables»(Vladimir Illich Lenin, poema de Maiakovski apareci­do en el primer aniversario de la muerte de Lenin, en1925, E.T.).

Un soldado rojo de una patrulla certificó en unacalle de Tiflis mi persona poética.

Los autógrafos, la adulación... La juventud sovié­tica está con él y por él.

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Colabora en un número considerable de periódicosy revistas. Pero la lucha en el frente literario sigue conla misma acritud. Maiakovski no cede, defiende sus po­siciones, su poesía:

Los estetas me chillan: «Escribías versos tan bue·nos, La Nube en Pantalones y, bruscamente, te ponesa hacer ¡esas cosas!» Yo siempre he escrito que hayuna poesía de ingenieros, equipada técnicamente, peroque hay una poesía de masas equipada de otra mane·ra, con el equipo de la clase obrera. Yo nunca he tra­bajado de cualquier modo, pero tampoco he rehusadoescribir un poema sobre un tema de actualidad, fuesesobre el kulak, sobre la escuela o sobre las pielecitasde conejos de Gostorg. (Comercio de Estado, E.T.)(Estenograma del último discurso de Maiakovski, el25 de marzo de 1930.)

En efecto, desde 1919 hasta 1922, al mismo tiempoque escribía sus grandes poemas como 150.000.000 oYo amo y otras obras líricas, trabajó en lo que se lla­maba Escaparates Satíricos de Rosta (Agencia telegrá­fica de la Unión).

En 1923, escribió De esto, poema de amor, unode los mejores por la maestría y perfección de su foroma. Trabajaba al mismo tiempo en los anuncios indus­triales del Estado, encargados por las organizacionessindicales y administrativas.

En 1925, para el primer aniversario de la muerte deLenin, apareció su gran poema: Vladimir Illich Lenin,dedicado al Partido Comunista ruso, ejemplo de unapoética que humaniza cada uno de sus versos, sea elque sea el tema del poema. Vladimir Illich Lenin esun ejemplo de la síntesis del lirismo social y humano,propio de Maiakovski.

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Recuerdos sobre Maiakovski

Numerosos eran los enemigos de Maiakovski en losmedios literarios durante todas las épocas de su vida.Había escuelas y movimientos que se oponían al futu­rismo, al LEF, y había aquellos que querían que sola­mente se escribiese como Puchkin o Tolstoi y los queúnicamente admitían los escritores proletarios y losque reprochaban a Maiakovski que se escribiera poe­mas de agitación, poemas políticos y sociales preten­diendo que éste no creía ni la primera palabra de loque escribía. Y también aquellos que le reprochabansus poemas líricos, sus poemas de amor, que, segúnellos, no servían al proletariado. Los que le echabanen cara su devoción total por el Partido y los que lereprochaban el no adherirse al Partido. Había aquellosque decían que estaba terminado, vacío, que no teníaya ni sombra de talento ... (Qué espléndida respuestales dio Maiakovski con el último poema: A plena vozy con los poemas póstumos que alcanzan una perfec­ción sobrenatural). Y había los reaccionarios, los sec­tarios y simplemente los envidiosos.

Esta ira, Maiakovski no la apaciguaba ciertamentecon su arrogancia, su desprecio, sus «palabras» en ver­so y en prosa, que algunos arrastran aún. Y detrás deestas querellas, detrás del odio que había contra elhombre que los aplastaba con su genio, ninguno de losque no estaban a su altura se había fijado en lo queMaiakovski era para su país, para la juventud... Hastaen su entierro, que fue como una enorme y caótica pe­regrinación, los organizadores no habían previsto lasmiles de gentes que vendrían a acompañar sus despo­jos. i Qué podían saber estos funcionarios de la litera­tura, ahogados en sus pequeñas historias, del amor deun pueblo hacia su poeta... ! No se habían ni enterado.

Maiakovski no se hacía ilusiones. En la última con-

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4 - MAIAKOVSD

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Recuerdos sobre Maiakovski

ferencia antes de su muerte, leyó por vez primeraA plena voz, cuyas últimas líneas son:

Antela e.e.e. (1)

de los años clarosdel futuro.

sobrelos atrevidos

y los bribones poéticos,yo levantaré

como un carnet del Partido,todos

mis libros bolcheviques.

y lo persiguieron hasta su muerte. Sus obras apa·recían en tiradas pequeñas, le quitaban sus retratosy sus libros de las bibliotecas... Uno de esos peque­ños funcionarios me dijo un día, en el Congreso deEscritores, en Moscú, en 1934, cuando yo le reprocha­ba por haber quitado el nombre de Maiakovski de unartículo, como si ese hombre fuese un deshonor: «Exis·te un culto Maiakovski y luchamos contra ese culto».¿Quién? ¿Nosotros?

Pero Lenin había dicho en uno de sus discursos alos metalúrgicos en 1922:

«Ayer, por casualidad, he leído en lzvestia un poe­ma de Maiakovski sobre un tema político... Hacíatiempo que yo no sentía un placer igual desde el pun­to administrativo y político. En su poema se ríe delas reuniones y ridiculiza a los comunistas porque noparan de hacer reunión tras reunión. Yo no sé en cuan·

(1) Comisión Central de Control del Partido comunista.

so

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Recuerdos sobre Maiakovski

to a la poesía, pero por lo que atañe a la política, ga·rantizo que lo que dice es justo.»

Stalin, que también supo lo que era el genio deMaiakovski, escribió:

«Maiakovski es sin duda el mejor, el más gran poe­ta de nuestra época soviética», y añade: «La indife­rencia a su memoria es un crimen» (2).

y poco a poco, han caído como las ramas muer·tas, los juicios, las historias ridículas, 16s odios perso­nales, para dejar que crezca el árbol de la gloria deMaiakovski recto y muy alto.

(2) La expresión «culto a Maiakovski,. ya era rara en 1939,cuando yo escribí estos recuerdos. Hoyes amargamente iró­nica.

Es un hecho que la frase de Stalin, conocida inmediata­mente y repetida miles de veces por todos los que tenían unculto que no era el de Maiakovski, ha jugado un papel deci­sivo para detener la campaña contra el poeta muerto y pero.mitir la edición de sus obras.

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v

Nunca trabajaba en una mesa con la pluma en lamano. Trabajaba por todas partes, desde la mañanaa la noche; en la calle, caminando horas enteras, ha­blando con la gente o haciendo la corte a las mujeres.Hiciera lo que hiciera, paralelamente, seguía su tra­bajo en su cabeza. Esto sobre todo era lo que le vol­vía sombrío, preocupado y taciturno, lo que hacía quelas relaciones con él y la conversación fuesen difíciles.

Al comienzo de su trabajo poético escribía, si pue­'de decirse, todos los poemas de memoria, en su ca­beza. Un verso que luego transformaba una docena oun centenar de veces sufría todas esas transformacio­nes en su cerebro. Tachaba, cambiaba, reescribía men­talmente un poema de mil quinientas líneas y recor­daba perfectamente cada versión. Y lo que al fin plas­maba en el papel era el último borrador, después deuna serie de borradores, sobre los que había traba­jado durante meses. Más tarde anotaba palabras, fra­ses, versos, lo que él llamaba sus «reservas» poéticasen un precioso cuadernillo. Su memoria era prodigio­sa. Recordaba no solamente su obra (varios volúme­nes al final de su vida), sino también la poesía antiguay contemporánea.

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Recuerdos sobre Maiakovski

En un folleto: Cómo se hacen los versos (1926),Maiakovski habla con gran precisión del lado técnicode su trabajo poético.

y cuando habla de la existencia en la sociedad deun problema cuya solución no es imaginable sino poruna obra poética, es una alta idea de la poesía la queexpresa... Ni un lujo, ni una distracción, ni un juegopara los dioses sino un oficio de los más difíciles, ne­cesario y útil.

La técnica de Maiakovski no puede servir a los jó­venes poetas franceses que siguen el camino propiode la poesía francesa, pero no impide que el oficio deMaiakovski, su oficio de poeta difícil e indispensable,regido por algo más que la sola inspiración, el enor­me trabajo que para él representaba escribir un poe­ma, la ausencia del poco más o menos, la maestríaadquirida en años y años de ejercicios, de vocaliza­ciones, de entrenamiento, abren horizontes inesperadospara muchos artesanos del verso.

Hubo tiempo en que creíque los libros se hacían así:llega el poeta,entreabre levemente los labios,y tomando inspiración, de inmediato canta.Pero, en cambio,antes de empezar a cantar,deambulan rumiando su levadura,hasta criar juanetes,y luego agitan poco a poco, en la malla de su corazón,el reseco arenque de la fantasía.

(La Nube en Pantalones, 1915)

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Cómo se hacen los versos explica, entre otras co­sas, por qué la traducción de los versos de Maiakovs­ki es especialmente difícil y hasta parece a veces im­posible. Primero: la rima. Rimas que no han exis­tido antes de él, ingeniosamente suyas y cuyos finesson múltiples: lo de - habla en su folleto - ligarlos versos para mantener las palabras, formulandoun pensamiento: el de descargar el énfasis, lograndoel acercamiento inesperado y humorístico de dos pa­labras, acercamiento conseguido por la rima subra­yando la palabra «principal» de un verso, revelándo­lo con la rima: dorar la píldora y hacer tragar cier­tas cosas a los lectores, etc.

¿Cómo encontrar esas rimas en la traducción? Ha­bría que recorrer de nuevo en otra lengua todo el ca­mino recorrido por Maiakovski mismo. Harían faltaaños y años y genio.

Encontrar las rimas manteniendo el ritmo, ese rit­mo misterioso del cual habla en su libro y que nadatiene que ver con las medidas poéticas conocidas, manoteniendo siempre las abreviaturas propias de Maia­kovski, y también de la lengua rusa que posee unacento tónico, que no tiene más que tres tiempos, esdecir, sin verbos auxiliares y que es un idioma de de­clinaciones, es decir, sin necesidad casi de preposi­ciones.

y hasta inventando, como Maiakovski, palabrasnuevas, creando como él expresiones inéditas...

Aun revolucionando la poesía.He aquí lo que el mismo Maiakovski dice en el pró­

logo de una antología de sus poemas en polaco (1917):

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Al lector polaco

Traducir poemas es asunto difícil, especialmentemis poemas. El poco conocimiento que el escritoreuropeo tiene de la poesía soviética se explica por esto.

Es tanto más triste en cuanto que la literatura re­volucionaria ha debutado con el verso.

Otra razón de la dificultad al traducir mis versosviene de que yo introduje en ellos la lengua cotidiana.hablada...

Tales versos son comprensibles y no tienen graciamás que si se oye el sistema general de una lengua yson casi intraducibles como si fueran juegos de pa­labras.

Su manera de trabajar molestaba a la gente. Lamoral exige, yo no sé por qué, que para trabajar hayque levantarse temprano, instalarse siempre en el mis­mo lugar y no dejarse distraer por nada. Durante suestancia en París, la gente, los «artistas», que sin em­bargo deberían de saber que hay trabajos y trabajos,decían: «Este poeta soviético que se levanta al me­diodía, va de café en café y de cabaret en cabaret.¿Cómo dicen ustedes? El que no trabaja no come,¿no es eso? i Pues no hay más que verlo... !,.

Maiakovski había traído de sus viajes a París yde su viaje a México y Estados Unidos, donde segu­ramente había ido también «de café en café y de ca­baret en cabaret» ciclos de poemas, algunos de loscuales están entre los mejores y un reportaje en pr(}4sa: Mi descubrimiento de América.

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Los anales de Maiakovski, de V. Katanian, amigode Maiakovski y uno de los guardianes de su obracompleta, autor de una obra de teatro - Ellos cono­cieron a Maiakovski -, da año tras año, desde sunacimiento hasta su muerte, todos los datos biográfi­cos y bibliográficos de la vida y la obra de Maiakovs­ki, en la medida en que es posible precisarlos. Alláse ve la extraordinaria actividad cotidiana de Maia­kovski.

Pero está también la reputación que las gentes ha·cen de nosotros.

... La de Maiakovski estaba bien establecida: lo ha­bían atrapado en el momento de la blusa amarilla yesa imagen no le abandonaría jamás. Diez años, quin­ce años más tarde aún no le habían perdonado ¡lablusa! Las gentes seguían sintiéndose molestas, insul·tadas por él. Tenía que ser un golfo, no se le podíatomar en serio, mejor ser escépticos... Yo misma heoído a una muchacha decirle en París, en 1925, des­pués de una lectura que había hecho ante un peque­ño grupo: «Dentro de dos o tres años, cuando se hayacalmado, no escribirá usted maL .. », Tenía lo más vein­te años y era muy bonita. Maiakovski la miró son·riendo con dulzura y le propuso pasar juntos la no­che. Con los hombres era menos indulgente. Con todatranquilidad decía a un gran señor: «Váyame a com­prar cigarrillos». Y habitualmente el caballero iba.

La gente... las gentes que os mordisquean, que pe­llizcan vuestra vida con sus juicios, sus suposiciones,sus cuentos, su difamación...

De pocos hombres se habrán dicho tantas falseda­des, calumnias, mentiras, difamaciones como se handicho de Maiakovski y siempre con una especie deasombro profundo. Levantaba los hombros y preten-

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día burlarse: esto le hacía un daño horrible. Yo ja­más le he oído un chisme, jamás comentaba la vidao los asuntos de otro. Los cuentos, la maldicenciaeran cosas que le irritaban.

Fue en París donde escribió este poema construi­do con las frases oídas en el café y que termina así:

Escuchad, lectores,cuando leáis

que con ChurchillMaiakovskies amigo como un cerdo

o que me he casadocon la tía de Coolidge,

tener la bondadde no creerlo.

(El Café, París, 1925)

y están las trágicas palabras que dijo en la confe­rencia pronunciada dos semanas antes de su muerte:

... He organizado esta exposición (se trataba de laExposición Maiakovski «Veinte años de Trabajo», E.T.)porque dado mi carácter alborotado me atribuyen tan­tas fechorías, me acusan de tantos pecados verdade­ros o falsos, que a veces me gustaría marcharme acualquier parte, dos años o más, para no oír tales co­mentarios y ¡tantas injurias! Pero al día siguientevuelvo a ser el de antes, abandono mi pesimismo, meremango las mangas y me pongo a luchar, reivindi­cando mi derecho a existir como escritor de la revo­lución y por la revolución sin quedarme al margen.El sentido de esta explicación es demostrar que el es-

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eTilor revolucionario no es algo al margen cuyas co­plillas andan impresas en un libro que queda en losestantes, cubriéndose de polvo. El escritor revolucio­nario es un hombre que toma parte en la ~'ida diariay en la construcción del socialismo. (Estenograma dela conferencia del 25 de marzo de 1930.)

y están las primeras líneas de la carta que dejóantes de morir:

No se culpe a nadie de mi muerte, y por favor, sincomentarios,

al difunto le molestaban enormemente.

y como la mitad de las conversaciones no son másque «habladurías», a Maiakovski le horrorizaban lasconversaciones. Ni charlas ni disertaciones profundassobre los estados diferentes del alma. Llegaba a decirque si las gentes no hablasen todo el tiempo, las re­laciones humanas serían más fáciles y no habría tan­tos desgraciados. Más que ocuparse de la gente, legustaba jugar con ella. Primero a la baraja, despuésal billar, a cualquier cosa o juego inventado. Prefe­rentemente por dinero, pero también por cualquierapuesta fantástica. He visto a un señor gordo pasarbajo la mesa de billar arrastrándose sobre el vientreporque había perdido la partida... Una noche, en unacalle desierta de Montmartre, Maiakovski y algunosamigos comenzaron, por juego, a tirar el bastón deMaiakovski a través de una corona mortuoria dora­da, que servía de enseña a una casa de pompas fúne­bres, colgada perpendicularmente. Las reglas del jue­go fueron elaboradas allí mismo y Maiakovski ganótodas las veces que quiso, porque tenía buen ojo y

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un brazo de gran precisión y porque, además, su bra­zo quedaba casi a i la altura de la corona!

Maiakovski jugaba muy bien a todos los juegos, alas cartas y al billar. Puede ser que le gustase el jue­go porque era un descanso, algo que le obligaba apensar en algo diferente al trabajo obsesionante. Legustaba el riesgo. En el juego y en la vida.

También estaban las mujeres. En primer lugar lamujer, su mujer, aquella a la que dedicó todos suslibros, cuya obsesión llenó sus poemas de amor y losotros, a la que encontramos a cada paso de su poesía,la que encontraremos en su carta de adiós:

Lilí, ámame.

Estos poemas dedicados no eran simplemente esospoemas sobre los cuales, una vez concluidos, se poneel nombre de alguien por cortesía o porque fueronescritos para alguien. Sus poemas estaban verdadera­mente dedicados en cada una de sus palabras, escri­tos verdaderamente para aquella a quien lo'> dedicaba.

Después seguían las demás mujeres. De preferen­cia las muy jóvenes y muy bonitas. Con las mujeresera de una gentileza sorprendente en un coloso. Loera sobre todo cuando la mujer había tenido bonda­des con él. Entonces sentía miedo de faltada al respe­to, de ofenderla. Nunca dejaba caer a una mujer, ladepositaba con delicadeza. Y se volvía elocuente. Lasatenciones de Maiakovski por una mujer, la preocu­pación por facilitarle la vida, sobre todo si era unamujer que trabajaba, los regalos, las flores... Si lasmujeres ensayaban resistirle, él las perseguía con latenacidad de una locomotora y la tenacidad de unalocomotora enérgica. Esto no impedía que las muje-

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res, que generalmente no se resistían, prefiriesen asus maridos o a sus amantes de siempre. Respirabanmal en la altitud Maiakovski, le tenía miedo. No tuvojunto a las mujeres el éxito de un tenor, le faltabatotalmente ese don escabroso, desflorante, de insinua­ción y dobles intenciones que tanto gusta a las mu­jeres.

Hay que decir que tenaz no lo era solamente cuan­do quería conquistar una mujer. Vivía con una obs­tinación, con un coraje, una voluntad que no son po­sibles sino cuando se está muy seguro de tener la ra­zón, cuando se está muy seguro de la necesidad dever triunfar cierta verdad que se sabe lo que vale...y cuando se tiene la paciencia nerviosa de Maiakovs­ki, ese hombre que no era más que nervios, poseíaesa verdad en el grado más alto. No voy a contar austedes la larga lucha que sostuvo, por ejemplo, paramontar en escena su espectáculo Misterio-Bufo (1918),acogido con gran entusiasmo a la primera lectura porMeyerhold, por Lunatcharski y su chófer, rechazadoluego de teatro en teatro, saboteado por «las gentesde arte» hasta en los detalles más pequeños (desapa­rición de actores y de clavos) y, a pesar de las repre­sentaciones triunfales, trasladado a un circo, para serexpulsado de allí... y cuando por fin se instala el es­pectáculo en el teatro Meyerhold y alcanza el triunfomerecido, Maiakovski tuvo que luchar i para que lepagaran! Le contestaban simplemente: «No pagar poruna indecencia como ésa merece alabanzas». El asun·to terminó ante el tribunal, quien dio la razón a Maia­kovski.

Nunca se daba por vencido, una derrota no erapara él más que una etapa en el camino de la victo­ria. Y sin embargo...

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Recuerdos sobre Maiakovski

Con frecuencia estaba sombrío, preocupado, silen­cioso. Cuando encontraba gentes cuya cara no le gus­taba, demostraba su aburrimiento, se callaba con tan­ta intensidad que las gentes no tenían casi nunca quepreguntar nada. Si esto era insuficiente, pasaba sobreellos como una apisonadora...

No quería más que a los «suyos». Necesitaba sentirlos codos apoyados en los suyos, en su país. Fuera deMoscú era mortalmente desgraciado. Los viajes fueronpara él un verdadero cansancio que se imponía porquelos juzgaba indispensables para su trabajo. París le eramenos hostil porque encontraba allí un «trozo» de su«familia», es decir, a alguien que ama y detesta lasmismas cosas y las mismas gentes, que hace suyasvuestras querellas y vuestras amistades. Necesitaba te­ner confianza. Le gustaba la fidelidad y la exigía delos otros y la daba él mismo, a vida o muerte. Poreso, los que estaban acostumbrados a contar con él:su país, sus amigos cercanos, sintieron una impresiónhorrible de traición con su muerte.

Hacia sus amigos era desconfiado, celoso, cerrado,violento y, en general j intolerable! Sabía ser siniestrocuando se lo proponía y las cosas más pequeñas po­dían con él volverse dramáticas. Era un amigo exigen­te, todo podía ser para él una prueba de negligencia,de indiferencia hacia él... En uno de sus viajes a Pa­rís, la historia de un jabón nos ha costado tres días desilencio profundo e insinuaciones penosas. Maiakovskiera un maniático de la limpieza y tenía un miedo en­fermizo a los contagios. Se lavaba las manos un núme­ro extraordinario de veces y cuando no estaba en sucasa llevaba en el bolsillo un jabón. Al pasar por Ber­lín había comprado un jaboncito, metido en una caji­ta, uno de esos trucos «muy prácticos» que los alema·

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Recuerdos sobre Maíakovskí

nes adoran. Quiso tener otro, éste de París. Yo, eviden·temente, tenía que comprárselo puesto que él no ha­blaba francés. Pero los franceses no son muy «prácti­cos» y no encontré en ninguna parte el jaboncillo nila cajita para llevarlo. Había jaboncitos y cajitas, peroninguno estaba hecho la una para el otro.

«Lo haces queriendo, me decía Maiakovski. Tú noquieres hacer nada por mÍ. .. Evidentemente es pedir­te demasiado...

»¿Todavía no hay jabón? ¡No puedes comprar unjabón para mí! Es increíble... Como guste, señora, iréa buscarlo por las calles... »

y al final de tres días de enfado:«Adiós, ya me arreglaré sin ti...»Lloré de rabia. Maiakovski se fue solo y volvió con

una hermosa cajita redonda de aluminio. Me costóocultar mi triunfo al dejarle lavarse las manos condentrífico ¡Gibss! Seguramente hacía mucho tiempoque había visto este jabón en un escaparate, pero enlugar de comprarlo se había servido de él para com­probar mi amistad...

Una de las grandes pruebas de amistad que me dio,fue la de soportar la lectura de todo un manuscritomío: ¡prosa, escuchar prosa! Creo que no lo hizo ja­más por nadie. A partir de ese momento, me decía confrecuencia sobre la técnica literaria, sobre sus diferen·das, cosas que en parte encontré luego en su ensayo:Cómo se hacen los versos. Llegaba incluso a tirarmede la manga si yo contaba a la gente una historia cual­quiera, susurrándome: «Quieres callarte, eso te servi·rá... » También cuando contaba pequeñas cosas, comoesto que recuerdo por casualidad: contaba yo que enLondres, antes, en ciertos cines, la separación de losasientos era de dos en dos plazas y que antes de que

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se encendiera la luz ya las acomodadoras que vendíanchocolatines, gritaban con fuerza: ¡Chocolates / i Cho­colates/

Maiakovski quería enseñarme a tener quieta la len­gua, a economizar mis «reservas», a convertirme en unescritor profesional: «Has escrito hasta ahora sobretus reservas. En 10 sucesivo, si quieres escribir, las tie­nes que renovar. No las desperdicies».

Pienso, también, en 10 que me decía sobre los epí­tetos, sobre las palabras que inevitablemente arrastranlas unas a las otras. Como por ejemplo: el puerto realde Mahoris ... «del que desgraciadamente yo hablo enmi libro A Tahití (1), ya aparecido en esa época». «En­tonces, si tú dices puerto, ¿hace falta que digas real?Yo veo entonces un rey con una gran barba y la sopade coles corriéndole por ella... » Comprendí todo loque quería decirme.

(1) Mi primer libro escrito en roso, narración de una temoporada pasada en Tahití, aparecido en Moscú, en 1923. El ma­nuscrito de que hablo más arriba, es el de mi primera novela,Fresas del bosque, escrito también en ruso y aparecido en Mos­cú, en 1926.

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VI

Fue en 1922 cuando Maiakovski llegó por primeravez a París, mientras yo estaba en Berlín. Escribió enlzvestia del día 6 de febrero de 1923:

La aparición de un soviético vivo causa por todaspartes admiración e interés con innegables matices deasombro (en la prefectura de policía el efecto de sen­sación es el mismo, pero sin los matices). Lo que do­mina es el interés. Delante de mi persona se manifestóhasta con tendencia a hacer cola. Durante varias horasme hacían preguntas, empezando por el aspecto físi­co de Lenin y terminando por la leyenda, muy exten­dida, de la «nacionalización de las mujeres de Sa­ratov.. .»

Cuando Maiakovski venía a París y si estaba yo, seinstalaba en un hotel pequeño donde yo vivía. Comono hablaba más que el ruso (y el georgiano) no meabandonaba un momento, persuadido como estaba deque sin mí estaba i perdido, vendido, traicionado! Con­vertirse así en sordomudo y no hablar más que el trio­let como él decía, le sacaba de quicio. No poder pro­bar que la URSS era el único país habitable, no com­prender lo que hablaban y pensaban los franceses, nodominar con la palabra a los que le rodeaban, comoera su costumbre, le parecía horrible:

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Yo supongo que los extranjeros me estiman, peropudiera ser también que me consideren un imbécil- no hablo de los rusos en este momento -. Póngan­se ustedes en el lugar de los americanos, por ejemplo,han invitado a un poeta, les han dicho: «Es un genio».Un genio es aún más que una celebridad. Yo llego, yde sopetón:

--Give me please some tea.De acuerdo. Me lo dan. Espero un momento y re-

pito:--Give me please ...Me lo vuelven a dar.Entonces vuelvo una y otra vez en todos los tonos

y con toda clase de modulaciones:-Gime me y regive me y reregive me... - Me ex­

plico ¿verdad? Y la encantadora velada continúa...Los viejecillos me escuchan respetuosamente y

piensan ellos: «Esto son los rusos, ni una palabra demás. Un pens/ldar. Tolstoi. El Norte ...»~

El americano piensa cuando trabaja. Jamás le ven­drá- a un americano la idea de pensar después de lasseis de la tarde.

No se le ocurrirá la idea de pensar que yo no co­nozco ni una palabra de inglés y que mi lengua sal~

la y se enreda como un sacacorchos, de tanto deseocomo tengo de hablar algo, y que, levantando la len­gua como un bastón en un juego de equilibrio, enfilocuidadosamente toda clase de O y de V inútiles por­que no son más que piezas sueltas. No se le ocurriráa un americano la idea de que yo me ponga a' parir pe­nosamente frases salvajes, suringlesas.

-yes white please five double arm strong...Tengo la impresión de que encantados por mi acen­

to, arrastrados por mi espíritu, conquistados por la

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5 • MAIAKOVSKI

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Recuerdos sobre Maiakovski

profundidad de mi pensamiento, las mujeres de pier­nas kilométricas se han quedado sencillamente medu·seadas por mí y los hombres se han puesto a adelgazara ojos vista y se han vuelto pesimistas, pues les es im­posible rivalizar conmigo.

Pero las Ladies retroceden, habiendo oído por cen­tésima vez la letanía del té, dicha con una encanta­dora voz de bajo mientras los gentlemen se salvan porlos rincones.

«¡Quieres traducirles tú, le dijo gritando a Burliuk,que si supiesen el ruso yo hubiera podido, sin estropearsus corbatas, clavarles con mi lengua a la cruz de suspropios tirantes, que hubiera podido hacer gIrar sobreel hierro del asador de mi lengua a toda esta colecciónde insectos! JI)

Y Burliuk, concienzudamente, tradujo:«Mi glorioso amigo, Vladimir Vladimirovitch, pide

a ustedes otra taza de té.»

(Cómo les hizo reír, 1926)

El viejo amigo de Maiakovski, Burliuk, a quien ha·bían echado de Bellas Artes al mismo tiempo que a ély que fue el primero en proclamarle poeta de genio,exigiéndole que lo fuera para no pasar él por mentiro­so, Burliuk vivía desde hacía años en América: Chica·go o Nueva York... Cuando llegaba Maiakovski le te­lefoneaba:

-Aquí, Maiakovski.-Buenos días, Volodia. ¿Cómo estás? - respondió

la voz de Burliuk.-Te doy las gracias. Durante estos últimos años he

tenido un catarro muy fuerte.

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Recuerdos sobre Maiakovski

(Esto era al menos lo que Maiakovski me contó desu encuentro con los fundadores del futurismo ruso.)

Sin embargo Maiakovski conseguía arreglarse consu mímica y sus gestos excesivos. En casa del sastre,hacía muy seriamente dibujos pequeños indicando losdefectos de su cuerpo y, con puntos, la manera de co­rregir el traje. Por donde fuéramos nos acompañabauna especie de asombro. Este gigante jugaba con lasgentes como un perro grande con los niños: las em·pujaba delicadamente y las mordisqueaba sin hacerlesdaño ...

Pero sucedió que algunos días después de su llega·da Maiakovski recibió de la prefectura la orden de saolir de París. Estaba muy tranquilo y hacía lo que to­dos los extranjeros hacen cuando vienen a París, ibaal Louvre y a los cabarets y se compraba camisas ycorbatas, y de pronto le dicen: ¡que tiene que mar·charse 1¿Por qué? Creo que habían confundido a Maia­kovski con Esénin, al ser los dos poetas y porqueEsénin había dejado malos recuerdos a la policía deParíS"por razones que nada tienen que ver con la polí.tica sino más bien con la bebida. Pero Maiakovski saobía beber. Entonces ¿qué le querían?

Henos aquí los dos en la prefectura. Me veo erran­do con él por los largos corredores oliendo a pis, en­viados de oficina en oficina, yo delante, Maiakovskidetrás, haciendo mucho ruido con el acero de los ta­cones y del bastón, que llevaba arrastrando y se le en­ganchaba al pasar en los muros, las puertas y las si­llas. Al fin llegamos a una oficina de alguien importan·te. Era un señor muy irritado el que se levantó detrásde la mesa para decirnos con voz fuerte y furiosa queel señor Maiakovski debía dejar París en veinticuatrohoras. Yo balbuceé algo poco convincente mientras

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Maiakovski, insoportable, me interrumpía constante­mente con sus: «¿Qué es lo que le dices? .. ¿Qué es loque él te dice? .. » «Yo le digo que no eres peligrosoporque no hablas ni una palabra de francés ... »

La cara de Maiakovski se iluminó, miró confiado alfurioso señor y le dijo con su voz gruesa e inocente:

-Jambon...El señor cesó de gritar, miró a Maiakovski, sonrió

y le dijo:-¿Por cuánto tiempo quiere usted el permiso?En la ventanilla de una gran sala fue donde Maia­

kovski tendió al fin su pasaporte y le pusieron los se­llos indispensables. El empleado miró el pasaporte yle dijo en ruso: «¿Usted es del pueblo de Bagdadi, pro­vincia de Kutais? Yo he vivido allí varios años. Era vi­ticultor... » Estaban los dos encantados. Fue una prue­ba más de la pequeñez del mundo, nos vamos pisandolos pies ...

Con tantas emociones, Maiakovski se fijó demasia­do tarde de que no tenía su bastón: ise lo habían ro­bado en plena Prefectura!

Tratándose de robos, Maiakovski no había tenidosuerte en París. Se le veía demasiado, era demasiadoevidentemente un extranjero y un extranjero rico, paraque no repararan en él los que buscan una víctima.

Esto ocurrió en otro de sus viajes a París. Partíapara un viaje alrededor del mundo, había economiza­do y llevaba veinticinco mil francos. Un día, no sé porqué razón, los retiró del banco. La catástrofe se pro­dujo al día siguiente. Yo había venido temprano asu cuarto a buscarle. Estaba en mangas de camisa,tomando el desayuno, su «jambon». En el momentode salir echó su chaqueta sobre una butaca, con ungesto maquinal para verificar si todo estaba en los bol~

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Recuerdos sobre Maiakovski

sillos. De pronto lo vi palidecer. No había visto a na­die volverse ante mis ojos color de ceniza: le habíanrobado todo su dinero, sus veinticinco mil francos ...

Estaba en la primera etapa de su viaje alrededordel mundo que debía durar un año... y ni un céntimoen el bolsillo.

Otro hubiera ensayado encontrar el dinero para pa­gar un billete de regreso a Moscú y se hubiera vueltocon su vergüenza y su ictericia. No Maiakovski. Su aba­timiento duró sólo una hora. Ya camino del comisa­riado, olvidando de ajustar sus pasos a los míos, medecía: «Sobre todo no cambiemos nada en nuestro gé­nero de vida. Almorzaremos en la Grande Chaumierey después iré a hacer unas compras » Estaba decidi-do a no dejarse dominar por la vida .

El que robó a Maiakovski debió de seguirle desdeel momento en que retiró el dinero del banco. En todocaso era el hombre que la víspera había alquilado ·lapieza enfrente a la suya, seguramente, sabiéndolo todo.Aprovechándose de que Maiakovski salió para ir albaño, dejando la puerta abierta, cogió el dinero y de­sapareció del hotel. Sus señales, dadas por la camare­ra y el dueño del hotel, eran perfectamente conocidasen el comisariado como las de un ladrón profesional.De comisariado en comisariado fuimos... sin encon­trar nunca ni el ladrón ni el dinero.

Por otra parte, sin esperar más, Maiakovski se pusoa procurarse dinero para recuperar la suma robada.de las Ediciones de Moscú consiguió Lilí una cantidadrespetable, que dos años después devolvió. Lo demáslo iba encontrando donde podía. i Iba pidiéndolo atodo el mundo! Y se fue volviendo un juego: «¿Cuán­to me dará éste? ¿Qué crees tú? ¿Doscientos? Yo digociento cincuenta. La diferencia para ti. ¿Y éste? ¿Nada?

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Recuerdos sobre Maiakovski

Yo digo... ¡mili Si me da algo te doy veinte francos».Era en 1925, durante la Exposición de Arte Decorati·vo y había en París muchos rusos soviéticos. Juzgába­mos a la gente según y cómo daba el dinero o si nodaba nada. Los compañeros que tenían dinero y selo rehusaban dejaban de existir para Maiakovski. «Pe­rros», decía expresando su disgusto con gestos de laespalda y del rostro... Y se ponía a perseguirlos, ha­ciendo de ellos la irrisión general durante toda su es­tancia en París. Había otros que encontraban raro quetal historia le hubiese sucedido: «Es demasiado vivopara dejarse coger... », repetían desde lo alto de su taolento entre anchas sonrisas.

Si por el contrario alguno daba a Maiakovski másde lo que había previsto de sus posibilidades y de sugenerosidad éste se volvía un ser adorable. Así fue conI1ya Ehremburg, que hasta ese momento le había sidoindiferente y consiguió conquistarle con cincuentafrancos belgas. Ehremburg venía de Bélgica y teníapoco dinero. Estos cincuenta francos fueron un temaconstante de ternura para Maiakovski. «i Belgas - de·cía -, fíjense bien que son belgas!» Y se moría derisa. Y se puso a llamar a Ehremburg por su nombre,encontrándolo estupendo.

Pero si Maiakovski había recibido autorización paraestar en Francia, esto no quería decir que la policíase durmiese. Por dondequiera que íbamos había dosseñores que se encarnizaban por hacer lo mismo quenosotros hacíamos. Hemos debido costarles mucho di·nero en taxis, fiestas y comidas.

Fue en ese mismo restaurante de la Gran Chaumie­re, donde íbamos a comer todos los días (porque encuanto iba tres días al mismo sitio Maiakovski toma­ba la costumbre), mientras comíamos con unos ami-

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Recuerdos sobre Maiakovski

gos, cuando vinieron a sentarse en la mesa de al ladodos hombres a los que ya habíamos visto. Uno joveny otro viejo y todo lo más correcto y más francesesposibles. Maiakovski se puso a contar cuentos y noso­tros a reírnos hasta las lágrimas, mientras nos mira­ban impasibles los vecinos, el joven y el viejo. Perocuando Maiakovski empezó a contar cierta partida debillar, entonces nuestros vecinos empezaron a reírsecon esas carcajadas que no se pueden contener, aun­que dependa de ellas vuestra carrera o vuestra vida.

En 1929 vi a Maiakovski por última vez y siempreen París.

Recuerdo cómo sentado en el suelo con un bloc depapel apoyado sobre la cama, escribía cartas a Mos­cú. ¿Se han fijado ustedes que los niños eligen siemprela postura más incómoda para leer o para escribir?Durante horas permanecen en una posición que pare·ce han degido por un solo instante... Maiakovski ha­cía como ellos ...

Después, la noticia llegó por teléfono a las ocho dela mañana: Maiakovski se ha matado ayer, 12 de abrilde 1930, de un tiro de revólver en el corazón. Muerteinstantánea.

Reproduzco aquí el principio de la carta que enconotraron cerca de él.

No se culpe a nadie de mi muerte, y por favor, sin co­mentarios,

al difunto le molestaban enormente.Madre, hermanas, camaradas, perdonadme - no es un

método, no se lo aconsejo a nadie-pero no tengo otra salida.Lila, dmame.

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Recuerdos sobre Maiakovski

Camarada Gobierno: mi familia se compone de LillBrick,

Madre, mis hermanas y Verónica Vitóldovna Polóns­kaia.

Si les haces la vida soportable, gracias.Enviad los versos inacabados a los Brick. Ellos sabrán

descifrarlos.Como suele decirse,

el «incidente ha concluido»,«la barca del amor

se estrelló contra la vida cotidiana».Estoy a mal con la vida

y es inútil recordardolores,

desgraciasy ofensas mutuas.

Sed felices.

Vladimir Maiakovski, 12-4-1930.

El texto de estos Recuerdos ha sido publicado por primeravez en la Nouvelle Revue Fran9aise, abril de 1939, y en mi vo­lumen, junio de 1939, en Editions Sociales Internationales. Ensetiembre del mismo año la policía lo retiraba con ciento vein­te títulos más de esa casa editora, entre ellos el Till Enlenspie­gel, presentado por Romain Rolland, las obras de Engels, deLenin, etc.

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UNA SELECCIÓN DE POEMAS

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NOTA SOBRE LA EDICIÓN

La presente versión de los poemas de Maiakovskise ha realizado teniendo presentes, sobre todo, las tra­ducciones castellanas de Lila Guerrero, editadas pri­mero en Editorial Platina en cuatro volúmenes (Bue­nos Aires, 1957) y más tarde, extractadas, en un tomode la Biblioteca Clásica y Contemporánea de la Edito­rial Losada (Buenos Aires, 1970). La razón de esta pre­ferencia se debe al hecho, evidente para nosotros, deque se trata de la mejor versión efectuada en lenguacastellana de la poesía de Maiakovski de cuantas co­nocemos.

Hemos tenido presentes, asimismo, las traduccio­nes de José Fernández Sánchez, editadas en dos volú­menes en la colección Visor (Madrid, 1972 y 1973), asícomo, naturalmente, las traducciones al francés deEIsa Triolet, editadas junto con los «Recuerdos», en elvolumen titulado Maiakovski, Vers et Proses (París,1957).

Queremos agradecer al poeta Carlos Sahagún su re­visión de las versiones, las cuales ha contrastado, apar­te de con los textos originales en ruso, con diversasversiones italianas de los mismos.

J. B.

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¡ESCUCHAD!

¡Escuchad!¿Si las estrellas se encienden,quiere decir que a alguien les hace falta,quiere decir que alguien quiere que existan,quiere decir que alguien escupe esas perlas?

Alguien, esforzándoseentre nubes de polvo cotidiano,temiendo llegar tarde,corre hasta llegar a Dios,y llora,le besa la mano nudosa,implora,exige una estrella,jura,que no soportará un cielo sin estrellas,luego anda inquieto,aunque tranquilo en apariencia,le dice a alguien:«¿Ahora estás mejor, verdad?¿Dime, tienes miedo?»¡Escuchad!¿Si las estrellas se encienden,

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Recuerdos sobre Maiakovski

quiere decir que a alguien les hace falta,quiere decir que son necesarias,quiere decir que es indispensableque todas las noches,sobre cada techo,se encienda aunque no sea más que una estrella?

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LA NUBE EN PANTALONES

Prólogo

Vuestros pensamientos,soñados por cerebros reblandecidos,engordados como lacayos,acostumbrados a divanes grasientos,voy a irritar,con mi corazón hecho girones sangrientos,hasta hartarme de burla, mordaz y atrevido.

Yo no tengo en el alma ni un solo pelo canoso,ni tengo ternura senil a mis años.Atronando al mundo con el poder de mi voz,gallardo camino,con mis veintidós años.

Vosotros, los delicados, acostáis el amor sobre tiernosviolines,

mientras los groseros lo tienden sobre cimbales.Vosotros no podéis hacer lo que yo,daros la vuelta,y ser todo labios.

¡Venid!¡Aprended I

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Recuerdos sobre Maiakovski

Mujeres que hojean los libros mojando los labios,como cocineras repasando un libro culinario.Dejad vuestras salas, sedas, batistas,y la decente decencia de vuestras ligas angelicales.

Si eso es lo que queréis,enloqueceré con la carne,y como el cielo cambiaré de matiz.Si eso es lo que queréisseré intachablemente delicado.No seré un hombre,sinouna nube en pantalones.

No creo que exista la floreciente Niza.De nuevoglorificoa hombres cansados como un hospital,y a mujeres gastadas como un refrán.

1

¿Usted cree que esto es un delirio de paludismo?Esto ocurrió

en Odesa.«-Vendré a las seis», dijo María.Ocho.Nueve.Diez.

y la tardese fue de la ventana,

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Una selección de poemas

huyendo hacia el horror nocturno,sombrío,

de Enero.Tras mi espalda vencida,riendo, chisporroteaban los candeleros.

Ahora nadie podría reconocerme.Esta mole musculosa,enorme,gime,

se contrae.¿Qué puede querer esta mole?i Pero la mole es mucho lo que quiere!

Para uno no tiene demasiada importanciael que sea de bronceo que su corazón esté frío.De noche quiere esconder su sonido,en algo blando, femenino.

y he aquíque enorme me inclinofundiendo el vidrio con mi frente,ante la ventana que arde.-¿Vendrá el amor? - me pregunto.-¿Será grande o pequeño?¿De dónde puede ser grande?iSi a su cuerpo tan diminutosólo le falta un amorcito obediente!Ella se. asusta de las bocinas,le gustan los timbres, las campanillas.

Más y más,me asomo a la lluvia,

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6 • MAIAKOVSICI

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Recuerdos sobre Maiakovski

con mi rostro pecoso y espero,estremecido por el trueno del oleaje callejero.La medianoche, con su cuchillo en la mano,me alcanza,me hiere.¡Allí está!y cayeron las doce,como la cabeza destroncada de un condenado

En los vidriosse juntaban gotas grisesdeformando mis facciones con sus músicas sonoras,como si aullaran las quimerasde las catedrales de «Notre Dame» de varios Parises.

¡Maldita!j Es lo único que faltaba!Pronto mi boca se desgarrará en un grito.Atiendo,

y nada.Como un enfermo en el lecho,saltó un nervio,y luego otro.Pocos primero;después. precisos,los otros,todossaltando en un loco danzar.De pronto cayó un desronchón en el piso de abajo.y a los nervios

grandes opequeños,

se les aflojan las piernas,

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Una selección de poemas

y la noche se distiende en mi cuartohasta que no puede más, frente a mi delirante mirada.

Rechinaron las puertas,como si al hotelle castañearan los dientes.

¡Entraste!Brusca como un desafío.Atormentando los guantes de gamuza, dijiste:«-¿Sabe usted?Me caso.»-y bien - contesté -,cásese.No importa.Me repondré.¿No ve que sigo estando tr3'1.quilocon mi pulso de moribundo?¿Recuerda?Usted dijo:-«Jack London,dinero,

pasión.amor».

Yo tan sólo veíaque usted es la Giocondaa la que hay que raptary a la que raptaron al fin.De nuevo entraré en el juego enamorado,iluminando el arco de mis cejas.¿Qué pasa?En la casa devastadatambién viven a veces vagabundos sin techo.

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Recuerdos sobre Maiakovski

-¿Se burla de mí?-« ¡Usted tiene menos esmeraldas de locuraque céntimos un mendigo 1»

-¡No olvideque Pompeya pereciócuando irritó al Vesubio!

¡Ehl¡Señores!Amantes de espectáculos,sacrilegios y crímenes.Habéis visto lo más terrible,mi rostrocuando estoyabsolutamente tranquilo.y sientoque eso es pocopara mí,y algo se empeña en surgirlocamente de mi interior.

-¡Oiga!¿Quién habla?-¿Madre?Madre,su hijo está espléndidamente enfermo.-Madre,su corazón está ardiendo.Dígale a mis hermanas, Ludmila y OIga,que ya no me queda donde ir.Que cada palabra,hasta la más mínima broma,que expulsa por su boca ardientesalta como una puta en cueros

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Una selección de poemas

desde un burdel envuelto en llamas.La gente olfatea,huele a chamusquina.Llamaron a alguien .Brillan los cascos .¡No se puede entrar con botas!Decid a esos bomberosque al corazón ardientese negaron un par o tres de caricias.Yo tan sólosacaré de mis ojos toneles de lágrimas.Permitid que me apoye.-¡Y saldré! ¡Saldré! ¡ Saldré!Me hundieron.j No lograrás escapar a tu propio corazón!

En el rostro abrasado,en los agrietados labios,crece un beso, enorme,erguido.¡Madre!No puedo cantar:en la capilla de mi corazón ardió el coro.

Las palabras innumerablessalen de mi cabeza como ardientes figuras,como niños de una casa en llamas,con idéntico terroral de las manos alzadas al cielo,al de los brazos ardiendo del «Lusitania» (1).Frente a la gente, temblando,

(1) Buque de pasaje inglés, torpedeado y hundido por losalemanes en 1915.

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Recuerdos sobre Maiakovski

en el silencio doméstico,bajo el resplandor de más de cien miradas,rompo mis amarras con el puerto.

l Lanzad vuestro último grito!Contad gimiendo, por los siglos,aunque sólo seaque yoestoy ardiendo.

2

¡Glorificadme!Para los grandes,yo no soy nada.Pero sobre todo lo creadocoloco la palabra «nihil».

Nunca me gustó leer.-¿Los libros?¿Para qué sirven?Hubo tiempo en que creíque los libros se hacían así:llega el poeta,entreabre levemente los labios,y tomando inspiración, de inmediato canta.Pero, en cambio,antes de empezar a cantar,deambulan rumiando su levadura,hasta criar juanetes,y luego agitan poco a poco, en la malla de su corazón,el reseco arenque de la fantasía.

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Una selección de poemas

Mientras, cuecen y tallan las rimade amor a ruiseñores u otra gelatina.La calle se encoge sin lengua:no tiene con qué conversar,no tiene con qué gritar...y alzamos ciudades,torres de Babel y orgullo,y Diosmezcla las palabrasde los campos y las ciudades.

La calle empuja su dolor en silencio,con su grito erguido en la garganta,con su grito sublevado,con su grito hendido por hinchados taxisy esqueléticos tranvías.Transitaron pisoteando mi pecho,más crueles que la tisis.La ciudad cerró sus caminos con sombras,y cuando,no obstante,la calleescupió su gentío a las plazashaciendo a un lado capillas y púlpitos,mientras coreaban los arcángelesy el Dios asaltado comparecía al Juicio Final,la calle se sentó agotada y gritó:-¡Vamos a jamar!

Acicalando las ciudades,los Krupps amenazan con el ceño fruncido,con la boca repleta de palabras yertas,descompuestas como muertos.Sólo dos palabras sobreviven y medran:

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Recuerdos sobre Maiakovski

«cabrón» es una;la otra creo que es«potaje»,

Los poetas,reblandecidos por el hipo y el llanto,se alejan por la calle con la melena al viento,no pensando más que en cantar a las señoritas,al amor, al rocío y a la flor.Pero tras los poetas,laten millares en las calles:estudiantes,putas,capataces.i Alto, señores!Ustedes no son mendigos.Cuidado con pedir limosna.Nosotros,los poderosos,los sanos,con zancadas de gigante,ni siquiera les oímos.Debemos aplastar a quienesse agarran, cual suplemento gratuito,a cada cama de dos plazas de fama.Tal vez les pidamos humildemente:« ¡Ayudadnos!»O les imploremos un himnopara nuestra oratoria.Solamente nosotros somos creadores de himnos aro

dientesen el fragor de fábricas y laboratorios.

¡Qué me importa a mí Faustodeslizándose con Mefistófeles entre luces feéricas

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Una selección de poemas

por un cielo de parquet encerado IYo sé que un clavode mis zapatoses peor que toda la parentela de Goethe.

Yo,el de los labios de oro,el que con cada palabrarenueva el almay agasaja el cuerpo,os digo:la más insignificante partícula de vidavale más que cuanto hicey cuanto pueda hacer.¡Escuchad!Hay quien hoy predicaalzando enloquecido al retorcido Zaratustra.Nosotros,con el rostro lleno de arrugas,cual sábana usada,con los labios ansiosos;nosotrossomos más limpios que toda la claridad venecianade vuestros ventanales lavados por mares y soles.Qué me importaque ni Homero ni Ovidiotengan hombres como nosotros,cubiertos de pecas y hollín.Yo séque el sol se apagaría al verlas resplandecientes minas de oro de nuestras almas.Las arterias y el músculoson más seguros que las plegarias.¿Seremos nosotros acaso

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Recuerdos sobre Maiakovski

quienes pediremos perdón al tiempo?Nosotros,cada uno de nosotros,tenemos en nuestras manoslas riendas de todos los mundos.Esto que digollevó al Gólgota al públicode Petrogrado, Moscú, Kiev y Odesa (2).y no habrá nadieque no grite de nuevo:¡Crucificadlo! ¡Crucificadlo!Aunque, para mí,

la gente,incluso quienes me ofendieron,para mí son lo más cercano,lo que más amo.-¿Habéis vistocomo lame el perro la mano de quien le castiga?

Yo,encarnecido por las tribus de hoy,como una larga y obscena anécdota.veo allí, donde nadie ve,allí donde la vista cesa,veo marchar por encima de la cumbre del tiempo,a la cabeza de hordas hambrientas,al año dieciséis coronado por las espinas de la revolu­

ción.

Yo soy para vosotros el profeta,y estoy donde está el dolor,

(2) Se refiere a su gira por distintas ciudades en 1913-1914.

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Una selección de poemas

en todas partes.En cada gota de lágrima derramada,estoy clavado en la cruz.Ya nada puede perdonarse.He consumido mi alma,allí donde crecía la ternura.Esto es más difícilque tomar mil millar de Bastillas.

Cuando anuncien la llegada de la insurreccióny salgan al encuentro del año salvador,yo arrancaré para vosotros mi alma,la desgarraré para que sea más grande,y ensangrentada os la entregaré como una bandera.

3

¡Ay!¿Para qué todo esto?¿De dónde?¿Para qué alzar en esta alegre claridadlos puños cerrados y sucios?

Llegaste,y cubrí de cortinas la cabeza desesperada,ganado por la idea de una casa de locos.

Y como en el naufragio de un barcocon espasmos de ahogado,se arrojan de los camarotes abiertos,así, a través de su único ojo,desgarrado y abierto,

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Recuerdos sobre Maiakovski

saltó enloquecido Burliuk (3),con el párpado casi sangrando y lloroso,de pie se acercó y dijo,con ternura inesperada para un hombre grueso:-« Está bien.»¡Muy bien!Si sabes ocultar el alma de las miradasdetrás de una blusa amarilla.¡Muy bien!Si alguien grita,«¡Bebed cacao Van Guten!» (4)echado bajo la cuchilla de la guillotina.

Este segundo de luz de Bengala,enorme,no lo cambiaría por nada,ni por...

Entre el humo de los cigarrosy vapores de licorse alzó el rostro bebido y gastado de Severianin (S).-¿Cómo se atreve usted a llamarse poetay acto seguido chillar como una perdiz?¡Hoy hay que arrancar con fórcepsel cráneo del mundo,

que está por nacer!

(3) Descubridor de Maiakovski, poeta y pintor, padre delfuturismo ruso.

(4) Maiakovski hace referencia a un caso sensacional, to­mado de la prensa de la época. La firma «Cacao van Guten»prometió pagar una pensión a la familia de un condenado amuerte si antes de la ejecución éste gritaba: «¡Bebed Cacaovan Guten!»

(5) Poeta futurista de fama notoria durante las años 1913­1917.

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Una selección de poemas

¡Vosotros!Vosotros que sólo vivís atormentados por una idea.--«¿Bailaré bien?»mirad cómo me divierto,rufián callejero y tahúr.Me alejaré de vosotros,reblandecidos por el amor,vertiendo lágrimas desde hace siglos.Me alejarécon el sol como monóculocolocado en el ojo entreabierto.

Me iré por la tierraataviado de forma extravagantepara gustar hasta consumirme,y por delante, atado a una cadena,llevaré a Napoleón como a un perro faldero.

La tierra entera se tenderá cual mujerdeseando entregarse, sus carnes palpitantes.Cobrarán animación los objetosy Jos labios de las cosas dirán a mi paso:--« ¡Bello, bello, bello!»

De súbito,nubes y nieblaslevantarán una marejada en el cielocomo si se alzaran todos los obreros del mundo,declarándole al cielo una furiosa huelga.Un feroz trueno saldrá de las nubeslimpiándose travieso sus descomunales narices.El rostro del cielo torció el gestocon una mueca más severa que la del férreo Bismarcky alguien perdido en las nubes

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Recuerdos sobre Maíakovski

extendió sus manos hacia el caféy parecía delicado y femenino,pero también el estruendoera como el estampido de un cañón.

-¿Cree usted que se trata del solque acaricia delicadamente las sonrosadas mejillas?-¿Cree usted

que alguienestá moliendo café?

¡No! De nuevo llegó el General Galifée (6),fusilando a los nuevos rebeldes.¡Sacad, transeúntes,las manos de vuestros bolsillos,tomad una piedra,

una bomba,un cuchillo,

y el que no tenga manosque venga y pelee dando golpes con la cabeza!Venid, hambrientos,harapientos,

humildes,obedientes!

¡Sucios y apestosos piojosos!¡Acudid!Los lunes y los marteslos pintaremos de rojo.¡Que la tierra no olvidea quien quiso profanar!Sobre la tierra.gorda como una amante de Rotschild,

(6) Uno de los generales versallescos que con más furiaparticipó en la represión de la Comuna de París.

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Una selección de poemas

flamead banderas en un ardiente tiroteo,y como en toda fiesta decente,levantad más alto los postes-farolescon los cuerpos colgados de los mercaderes san­

grientos.Injuriaba, suplicaba, cortaba,perseguía a alguien,

le hincaba el diente.En el cielo rojo como la «Marsellesa»,se estremecía helándose el ocaso.

Es la locura.

No pasará nada.Vendrá la noche,y morderá, tragándoselo todo.¿No lo veis?De nuevo el cielo nos traiciona,con la mano de Judas llena de monedas-estrellas.Llegará nuestra hora,mientras ellos festejansentados con sus descomunales traserossobre la ciudad grave y solemne.Esta noche será vencida por nuestra mirada,noche negra, como el alma de Azev (7).Erizado, me acurruco,arrojado a los más tristes rincones de las tabernas,echando vino en el mantel y en el alma,y veoen un rincón unos ojos redondosentrando en mi corazón,

(7) Agente provocador de la policía política del. zar Ni­colás n.

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Recuerdos sobre Maiakovski

con la ternura de los ojo.s de la Virgen.¿Para qué regalar esa aureola pintada y vulgara este griterío de borrachos de fonda?¿No lo veis?Prefieren otra veza Barrabásantes que al escarnecido del Gólgota.Adrede, esta vez,aparezco yo en esta envoltura humanacon un rostro igual al de los demás.

Yo, que sin duda soyel más hermoso de todos sus hijos.Deja que a ellos,mohosos por la tranquilidad,les llegue la rápida muerte del tiempo.Que sus hijos -los que deban crecer­los varones - sean alguna vez padres,y las chicas queden embarazadas.Recién nacidos,creced con la canosa sabiduría de brujos.Ya vendrán ellos, ya vendrán bautizando a los hijoscon las palabras de mis versos.Yo, que canto la máquina,

la libertady el corazón

tal vez sea sencillamenteen el más común de los evangeliosel decimotercer apóstol.Y cuando mi vozbrama atrevida,hora tras hora y durante todo el día,tal vez Jesucristo aspire

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Una selección de poemas

el aroma eternode los nomeolvides del alma.

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¡María, María, María!¡Abre, María!Yo no puedo estar por las calles.-¿No quieres?¿Aguardas aque mis mejillas se hundan,gastadas por todas,y vuelva yo luegodesabrido y triste,diciendo sin dientes:-«Yo soyasombrosamente honrado,

te lo juro»?María,¿no ves

que ya me estoy encorvando?Pasa la gentepor las calles, sacudiendosus hábitos de cinco pliegues.Asoman sus ojos,gastados por el uso de cuarenta años,y ríenporque de nuevo llevo entre los dienteslos restos de las caricias de la víspera,como migas de pan colgando.La llu,via azota las calles,rebosa los charcos,castiga el empedrado de adoquines

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7 • MAIAKOVSKI

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Recuerdos s.obre Maial(ovski

como cadáveres.La lluvia encoge a los hombres,y de las pestañas canosasde hielo y escarchacaen lágrimas blancas.¡Sí!Lágrimas de todas las cañerías,chupando el rostro de peatones y casas,mientras, detrás de un carruaje,

corre un atleta.Revienta la gente comiendo.

Rezuman de grasa por todos sus poros.Corren con los ríos y carruajes,la grasa y el pan despreciado,y el resto de albóndigasde días pasados.

¡María!¿Cómo meterlesen la oreja grasientauna palabra verdadera,tranquila y desnuda?

El ave se alimenta de cancionesy canta,

hambrienta y sonora.Pero yo soy simplemente un hombre,María,yo soy un hombreescupido en una noche tísicaen las manos sucias del barrio de Présnaia (8).

(8) Calle de Moscú en la que vivió Maiakovski

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Una selección de poemas

¿María, me quieres así?¡Déjame entrar, María!Con los dedos crispadosapretaré la garganta del timbre.

¡María!

La calle se subleva como una bestia.Los dedos aprietan el cuelloabriendo la herida.

¡Abre!¡Me duele!

¿No ves que mis ojos están llenos de alfileres,hirientes como los de las mujeres?

¡Abriste!-¡Pequeña !,

no temasa que -en mi cuello de torohayan subido mujeres húmedas de vientre sudoroso.Es que a través de la vidayo arrastro millares de enormes y puros amores,y miles de millaresde amorcitos pequeños y sucios.No temasque de nuevo en la infidelidad desgraciadame acerque a miles de caras bonitas,«las amantes de Maiakovskb.Son la dinastíadel corazón de un loco,amado por zarinas advenedizas.-María, acércate

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Recuerdos sobre Maiakovski

desnuda,sin pudor,

sin temor,dame tus espléndidos labiosque jamás perderán su belleza,que para mí nunca llegarán a florecer.Mi corazón jamás ha llegado a mayo,y en la vida vividasólo he contado cien abriles (9).

-¡María!El poeta cantó en sonetos a Tatiana (10),pero yosoy todo de carne,todo humano,y pido tu cuerpo,como pide el cristianoel pan nuestro de cada día.

-¡Dámelo!

-¡María, dámelo!-¡María!Temo olvidar tu nombrecomo teme olvidar el poetala palabra nacida de tormentos e insomnios,comparable tan sólo a Diospor su sublime grandeza.

Cuidaré y amarétu cuerpo

(9) En Rusia la primavera comienza en mayo.(10) Personaje de la obra de Pushkin Eugenio Onegin.

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Una selección de poemas

como cuida el soldado su única piernadespués de la guerra,inútil ya para todos.

-¡Maríal¿No quieres?¡No quieres!

¡Bah!Quiere decir que de nuevo,cabizbajo y sombrío,tomaré el corazón salpicado de lágrimasy lo llevarécomo lleva el perro a su casillasu pata aplastada por un tranvía.Con la sangre de mi corazón marcaré el caminocual flores de fuego arrojadas al polvo.Mil vecesbailará el sol de nuevo en torno a la tierra,como Salomé ante la cabeza del Bautista.y cuando hasta el finbaile mis años,quedará cubierto el camino con millones de gotas de

sangre,hasta la morada del Padre.

Entonces saldrésucio de tanto dormir por las zanjas,y me acercaré a su lado,me inclinaré y le susurraré al oído:

-¡Escúchame, Señor!¿Cómo no se aburreen medio de esa gelatina de nubes,

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Recuerdos sobre Maiakovski

echando agua todos los días de sus ojos blandos?¿Sabe, qué?Montemos mejor un columpioen el árbol de la sabiduría, del bien y del mal.Todopoderoso,pondremos vino en todas las mesas,y para tentar al taciturno apóstol Pedrollevaremos de nuevo al Paraíso muchas Evitas.Ordena,y hoy mismo, esta noche,te recogeré por todos los bulevaresa las más hermosas muchachas.-¿Quieres?¿No quieres?No muevas de ese modo tu enorme cabeza, barbudo.¿Por qué frunces tus canosas cejas?¿Tú creesque ese que está tras de ti,alado,sabe algo del amor?Yo también soy un ángel.Antes parecía un corderodulce y blanco como el azúcar.Pero ahora ya no quieroregalarle a las yeguasen ánforas de Sevresmis delirios y angustias.Todopoderoso,tú has inventado las manos,has hecho que cada cual tenga su cabeza.¿Por qué no has inventadoel que se pueda besar, besarsin tormentos,besar y besar... ?

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Una selección de poemas

Yo creía que eras todo un Dios Todopoderosoy eres un aprendiz, un Dios pequeñito.¿No ves,ya me inclinoy alcanzo un puñal de mi botay ...-¡Alados fulleros!¡Plegad vuestras alas, estremecidos por el susto!i Encogeos en el Paraíso!¡A ti que hueles a inciensote partirédesde aquí hasta Alaska!¡Dejadme!j No podréis detenerme!Mientoo tal vez no,pero no puedo seguir tan tranquilamente.¡Mirad!De nuevo decapitaron al cielo de estrellas,ensangrentando la tierra con nuevas matanzas.-¡Eh!¡Cielo!¡Quítate el sombrero!¡Soy yo quien está pasando!

¡Silencio!

Duerme el universocolocando sobre su zarpala enorme orejallena de garrapatas de estrellas.

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LA FLAUTA VERTEBRAL

Prólogo

Por todos vosotros,que me gustasteis o me gustáis,que guardo cual icono en la gruta del alma,levanto mi cráneo repleto de versos,cual una copa de vino, a la hora del brindis.

Pienso muy a menudoque tal vez sería mejorponer a mi vida el punto final de un balazo.En todo caso, hoy,yodoy un concierto de despedida.

¡Memoria!¡Reúne en mi cerebroel nombre de mis innumerables bien amadas!¡Echa risa en los ojos!¡Derrama alegría en el cuerpo!¡ Que nadie olvide esta noche!Hoy,yo,tocaré en la flautade mi propia columna vertebral.

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Una selección de poemas

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Camino y recorro calles y avenidas.¿Qué hacer con este infiernoque en mi interior habita?¿Qué Hoffman celestialte ha inventado, maldita?i Para mi tempestad de alegrías,son tan estrechas las calles!Pero la fiesta engalanada seguía y seguía.Piensolas ideas, coágulos de sangre,salen de mi cráneo enfermas, ardiendo.

y yo,mago de todas las fiestas,yo mismo no tengo con quién ir a la fiesta.Soy capaz, ahora mismo, de tirarme de cabezasobre el empedrado de la avenida Nevski.He blasfemado,dije que Dios no existe,y Dios, sacándola de infinitas profundidas ardientes,- ante ella hasta las montañas se inquietan y tiem-

blan­ordenó:

¡ámala!

Dios está contento.Debajo del cielo,en un remolino perdido,un hombre atormentado y salvaje,

muere.Dios se frota las manos.

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Recuerdos sobre Maiakovski

Dios piensa:- ¡Ahora verás, Vladimir 1Es a él, a él,para que no adivine quién eres,que se le ocurrió darte un verdadero marido,y poner sobre el piano música humana.Si de pronto asomara a la puerta del dormitorio.y levantara vuestra colcha repujada,yo sé,sentiría olor a lana quemada,y entre el humo ardería la carne del diablo.

Yo, en vez de eso,hasta la madrugada,de horror,porque te llevaron para quererte,anduve como el viento,y mis gritos en verso tallaba,ya medio loco.¡A jugar a las cartas!¡A ahogar en el vinola garganta del corazón reseco!

¡ No me haces falta!¡No quiero!Es lo mismo.Ya séque en cualquier momento puedo estirar la pata.

Si es verdad que existes,¡Dios!¡Dios mío!Si es verdad que has tachonado el cielo de estrellas,si este dolor,

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Una selección de poemas

cada día multiplicado,por ti fue enviado, Señor,ponme la cadena del condenado,y espera mi visita.Yo soy puntual,no me retrasaré ni un solo día.¡Oye,

tú,supremo inquisidor!

Apretaré los labios hasta sangrados,y no saldrá ni un solo gritode mis labios mordidos.¡ Atame a un cometa como a la cola de un caballoy estréllame,desgárrame contra la punta de las estrellas!O sino hazme esto:cuando mi alma esté· deshauciadaven al juicio con el ceño fruncidolanzando la Vía Láctea como una horca,y tómame y cuélgame,a mí,como a un criminal.Haz le que quieras;si gustas, descuartízame.Yo mismo te lavaré las manos.Pero...

oye:¡Aparta a la maldita,a la que me diste por amada!

Camino y recorro calles y avenidas.¿Dónde vaya ocultareste infierno?

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Recuerdos sobre Maiakovski

¡Qué Hoffman celestialte ha inventado, maldita!

2

y el cielo,entre humos, se ha olvidado de que era celeste,y pasó con desgarradas nubes fugitivas.Yo acudo a mi último amor ardiente,como rubor de tísico.

Cubriré de alegrías mi llanto,olvidando la comodidad de la casa.¡Gente I,Oídl,Salid de las trincheras,dejad la guerra para más tardel

Aún si de sangre,tambaleándose cual Baco,Dios fuera borracho,aún entonces,no serían viejas las palabras de amor.

Alemanes queridos,yu séque en vuestros labiosvive la Margarita de Goethe.

El francés muere sonriendosobre la bayoneta.El aviador estrellándose sonríe

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Una selección de poemas

si recuerda en su bocatu beso, Traviata.

Pero yo no estoy para tales blanduras rosadasque desde hace siglos nos hacen tragar las antologías.Hoy, ¡a nuevos pies echaos!A ti te canto,

pintada,bronceada.

Tal vez, de estos días terribles,como punta de lanza,cuando los siglos blanqueen las barbasnos quedemos solos,tú

y yo,yo siguiéndote de ciudad en ciudad.

Aunque te lleven al maro te escondas en el agujero de la noche,yo besaré a través de la niebla de Londrestus labios de fuego.

Si a través del ardiente desiertoen caravana te extiendes,allí donde los leones están alertate encontraré bajo la arena, en el viento hecho jirones,y te apretaré el Sahara de mi ardiente mejilla.

y si la sonrisa arquea tus labiosy dices mirando al torero:-« ¡Qué hermoso!»Yo, de pronto,saltaré celoso a tu palcocon el ojo moribundo de un toro.

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Recuerdos sobre Maiakovski

Si sales al puente con paso distraído,y piensas, mirando las aguas:-¡Qué bien se está abajo!Seré yo,quien bajo el puente correré echado.Yo soy el Sena que corre y te llama,mostrando mis dientes afilados.

Si a otro le enciendes el fuego-jinete,en Striélka o Sokólniki (11),seré yo quien, subido a lo alto,con la luna languidezco,esperando desnudo.

Fuerte,tal vez les hago falta.Si me ordenan ir a matarme en la guerra,tu nombre será el últimoque pronunciarámi labio desgarrado,coagulado de sangre.

Acabaré con una corona,o tal vez en Santa Elena,dominadas las tormentas de la vida.Lo mismo soy candidatoal trono del universoque a un par de grilletes.

Si fuera elegido Zar,mandaría grabar tu rostrosobre el sol dorado de mis monedas.

(11 ) Lugares de recreo en las afueras de Petrogrado y Mos­CÚ, respectivamente.

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Una selección de poemas

¡O bien allá,en la selva brumosa del mundo,donde el viento del norte hiela las aguas,grabaría en mi cadena de condenado el nombre de

Lilí,y besaría la cadena en mi triste destierro!

¡Oíd!Los que olvidasteis que el cielo es celeste,erizados cual fieras,tal vez sea ésteel último amor del mundo,asomando en su crepúsculocon rubor de tísico.

3

Olvidaré el año, el día o la fecha,encerrado en el papel de escribir.¡Crea, magia inhumana,palabras iluminadas por el dolor!

Hoy mismo fui a veros;apenas entré,sentí que algo había cambiado en la casa.Tú ocultabas algo en el vestido de seda.Un perfume a incienso invadía el aire.-¿Contenta?y un frío:-«Mucho.»De angustia se quebró el dique de mi raz6n.

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Recuerdos sobre Maiakovski

Desesperado,resisto,

ardiente.afiebrado.

Oye,no lograrás ocultar el cadáver.La terrible palabra aúlla en mi cabeza.Cada músculo tuyogritacomo un altavoz.¡He muerto, he muerto, he muerto!¡No mientas!-«Cómo puedo irme así.»

Tus ojos son tumbasy se hundieron en tu rostro.Los sepulcros se volvieron más profundos,y ya no tienen fondo,y me parece que caigo en ellosdesde el cadalso de mis días.Tendida mi alma como un cable sobre el abismo,hice acrobacias de palabras, tambaleándome.

Yo séque su amor te ha gastado.¡Adivino el aburrimiento en tantos síntomas!¡Remózate en mi alma!Entrega la fiesta de tu cuerpoa mi gran corazón.

Yo séque todos pagan por la mujer.No te importesi por el momento

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Una selección de poemas

en lugar de vestirte con el lujo parisinolo hago solamente con el humo de mi tabaco.

Mi amor, como los apóstoles primeros,llevaré por miles y miles de caminos.Los siglos te han preparado una coronay en la corona están mis palabras,están como el iris del vértigo.Como un juego de mil elefantes,festejando las victorias de Pirro.yo,con paso de genio aplastaría tu cerebro.i En vano!¡No puedo arrancarte!

Alégrate í

alégrate,has vencido ahora.i Qué angustia!iSólo quiero llegar al canaly hundir mi cabeza en el agua!Me diste los labios.Qué arisca eres con ellos.Los toqué y quedé frío,como si besara con labios herejeslos muros fríos y torneados de un convento.

Llamaron a la puerta.Entró él,refrescado por la alegría de la calle.Yolancé un gemido y quedé partido en dos.Le grité:-«¡Bienl

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8 - MAIAKOVSKI

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Recuerdos sobre Maiakovski

Me iré.¡Bien!Será tuya,cósele traposhasta que las alas de seda se le cubran de grasa.Cuida de que no se te escape.Cuélgale al cuello

piedras,perlas,

collares.»¡Oh! ¡Esa noche!La desesperación ajustaba su nudo,y al ver mi llanto y mi risa,el rostro de mi cuarto se torció de horror.

Como un espectro se levantaba tu imagen, tu rostro,como si tú lo hubieses bordado en la alfombra,como si un nuevo Biálik (12) te hubiera soñado.

¡ Nueva zarina de Sión, deslumbrante hebrealTorturado,entregué de rodillas mi corona.El rey Alberto (13),que rindió tantas ciudades,comparado conmigo es un niño mimado.

¡Doraos bajo el sol, flores y pastos!¡Haced que la vida sea siempre primavera,elementos de la naturaleza!Yo sólo quiero un veneno,emborracharme de versos.

(12) Famoso poeta hebreo.(13) Rey de Bélgica durante la Primera Guerra Mundial.

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Una selección de poemas

Robado el corazón,despojado de todo,atormentada mi alma delirante,acepta mi regalo, querida.Tal vez,no pueda inventar una sola palabra más.

i Pintad de fiesta la fecha de hoy!¡Creadpalabrascrucificadas de magia!Mirad,con palabras como clavos,clavado estoy en el papel.

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150.000.000

150.000.000 son los autores de este poema.La bala

es su ritmo.La rima,

el fuego rodando de edificio en edificio.150.000.000 hablan por mis labios.Este libro se acaba de imprimirpor millones de pasosen la rotativa adoquinada de las plazas.¿Quién le preguntárá a la luna?¿Quién le exigirá al sol

su explicación?¿Por qué

remiendan los días y las noches?¿Quién le dirá a la tierra el nombre del autor genial?y bien,nadie

esel autor

de este poema mío.Sólo tiene una intención,

brillar en un mañana autén­[tico.

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Una selección de poemas

En ese mismo añoen este mismo día y hora

bajo la tierrasobre ella

en el cieloy aún más alto

aparecieron estos carteles, volantes y afiches:¡A TODOS!

¡A TODOS!¡A TODOS!

¡A todoslos que no pueden soportar más!

¡Salidjuntos

y marchad!Firman:

La venganza -Maestro de Ceremonias.El Hambre -Director.La Bayoneta.La Pistola.La Bomba.

(Que son los Tres Secretarios.)

¡Vamos!¡Vamos!

¡Vamos!¡Oh-oh!¡OH-oh-oh!

¡Oh-oh!¡Iván!

i Esconde tus rublos en la bota!¡Iván!

¿Acaso iremos descalzos al mitin?

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Recuerdos sobre Maiakovski

¡Mi Rusia está perdida!¡A la pobre la han hundido!¡Encontraremos una Rusia nueva,una Rusia universal!¡Va-a-a-a-mos!¡Iván!:el está sentado,

todo dorado,tomando té

con tostadas.Yo vendré a verlo

con el cólera.Yo vendré a verlo

con el tifus.Pero yo le diré:-¡Eh!

¡Wilson,Woodrow!

¿Quieres un balde con mi sangre?Ya verás.Llegaremos pronto hasta el propio Lloyd George y le

diremos:-« ¡Oye, Jorgito ... !»Llegaremos hasta él,a través del océano.¡Vamos!No es nada,

llegaremos a pie.

¡Vamos,vamos!

La llamada despertaba los bosques somnolientos.La llamada despertaba las fuerzasde las grandes y las pequeñas bestias.

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Una selección de poemas

Chillaban los cerdos,aplastados por los elefantes.

Los perros formaban filascon los perros.

El grito humano era insoportable.Pero las fieras,

con su alarido,retorcían el alma,

como el nudo de una cuerda.(Yo les traduzco el rugido de las fieras,por si ustedes no conocen el idioma de las bestias.)

«Oye,Wilson,

bola de grasa.La culpa no es de la gente.Castígalos a ellos.¿Por qué a nosotros?Nosotros no firmamos el pacto de Versalles.¿Por qué nosotros,

las fieras,tenemos que sufrir el hambre?iÉchales a ellos

nuestro dolor bestial!Y comeremos

aunque no sea más que una vezhasta har­

[tarnos.¡Vamos!¡Vamos a los prados americanos!j A los fértiles pastos de las nuevas Indias!

¡Oh-oh!i Nos oprime la jaula del bloqueo!

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Recuerdos sobre Maiakovski

¡Adelante,automóviles!

¡Al mitin,motocicletas!

¡Los menoresa la derecha!

¡Abran pasoa los caminos!

¡Caminos!¡Marchad en orden,

formando fila!¡Oíd lo que gritan los caminos!

¿Qué gritan?

«Nosotroslos caminos

nos ahogamos en el polvo, sin aire.Estamos cansadosde caminar forzadosmillares de millas sin empedrar.Queremos correr

cubiertos de asfalto,cruzados con rapidez.¡Arriba!

j Basta de dormiracunados por el polvo caballar de los caminos!i Va-a-a-a-mos!»

j U-u-u-u-uh !iU-u-u-u-uh!

A las cuencas mineras.¡A las m-i-n-a-s

v-a-a-a-mos !¡A por el pan por nosotros sembrado!

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Una selección de poemas

Sin leña no iremos.¡Al mitin, locomotoras!

¡Locomotoras!¡Al mitin!

¡ U-u-u-u-uh!¡U-U-u-u-uh!

¡Rápido!¡Rápido-o-o !¡Eh!

¡Regiones,levad anclas!

¡Tula,Tver,

Riazán!Los que desde Adán permanecen inmóvilesse movieron por fin,y empujan a los demás,atronando la ciudad.Adelante, alcanzando la sombra,tropezando con la frente contra los árboles,iban al mitin legiones de fuego,marchando con los postes y los faroles encendidos.

y por encima,¡ oh, prodigio!

conciliando el fuego con el[agua,

iban los marescargados de náufragos.

¡Abran paso a las olas juguetonas del Caspio!¡No será posible acostarse de nuevoen el cauce de Rusia!

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Recuerdos sobre Maiakovski

j Olas,dejemos las pobres orillas del Caspioy dancemos de júbiloen las playas mediterráneas de Nizal

y por último,saliendo del trueno,

corriendo a todo es­[cape,

y llenando ampliamente los pulmones,avanzaron sacudidos por los vientos tempestuosos de

Rusia,haciendo girones las nubes.¡Vamos Ii Va-a-a-a-mos I

y todo esto,150.000.000 de gentes,

billones de peces,trillones de insectos,

fieras y animales domésticos,centenares de regiones,y todo lo que han construido

y en ellos vive,todo ]0 que puede moverse,y todo lo que antes no se movía

o apenas se mueve,todo avanzaba.

se arrastraba,flotaba,

en esta lava.

y todo rugía,allí, donde estaba Rusia antes.

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Una selección de poemas

Tocando a rebato las campanaspara los grandes corazones.A Rusia alzaremos

hasta el Paraíso,por el arco iris del ocaso.¡Oh, oh!

¡Oh-oh-oh-oh!¡Oh-oh!

¡Vamos,vamos,

a través de la guardia blanca de las nieves!¿Por qué avanza esa mole de comarcascon sus límites marcados desde hace siglos?¿Por qué arden los cielos?¿Quién ilumina el horizonte?

Hoy, hacia nosotros,convergen las miradas de todo el mundo,y están los oídos alertapara pescar lo más mínimo,para poder ver esto,para poder oír estas palabras.Esto

es la voluntad de la revoluciónllevada hasta su último extremo.

Estoes el mitin de las moles y las máquinasmezclados con animales y gentes.

Estoson manos,

patas,garras,

palancas,hasta llegar donde el aire se enrarece,

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Recuerdos sobre Maiakovski

unidos en un juramento unánime:Poetas

que buscáis cielos ignotos,olvidad todo esto,

y escuchad estas palabras:Nosotros

venimos cruzando ciudades,pasando a través de la selva,marchando por el barro y los charcos.

Venimos millones,millones de obreros,millones de trabajadores y empleados.

Venimos de las casas,huyendo de los talleres,

de los sótanos,escapando por pasajes iluminados por los incendios.Venimos millones,

millones de objetos,deformados,

destrozados,arruinados.

Bajamos de las montañas,y de los bosques.

Venimos millones,millones de bestias,

enloquecidas.torpes,

miopes,y hambrientas.

Venimos millones de ateos,paganos,

panteístas.Golpeando la frente

contra el hierro oxidado.

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Una selección de poemas

Desde los campos,todos rezando

el padrenuestro.Dios.j Aparece por fin,

mas no del marco de estrellas,mas no del delicado tronco!

¡Dios de fuego,Dios de hierro!

Mas no Marte,mas no Neptuno.

¡Dios de carne,Dios-Hombre!

Dios terrenal.¡Aparece ante nosotros!

¡Sal!Mas no aquel

«que está en los cielos».Solos,

ante las miradas de todos,hoy,

nosotros mismosharemos milagros.

En tu nombrevale la pena luchar,

entre los truenosy el humo

nos ponemos en pie.Vamos hacia la gloria

cien veces más difícilque la creación de Dios,

que llenó de cosas la nada.Nosotrosno sólo debemos construir de nuevo,

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Recuerdos sobre Maíakovski

imaginar,inventar,

sino también dinamitar lo viejo,millones

multiplicados por cien.

¡Por las callesy los techos!

¡Detrás del soly en todos los mundos,

sonad, palabras acróbatas de pies sonoros!y he aquí

que Rusiano es un mendigo harapiento.

No es un montón de escombros,no es un edificio en ruinas.

Rusia,toda,

es un único Iván.Su brazo es el Neva,y sus pies las estepas del Caspio.

¡Vamos!¡Vamos, vamos!¡No vamos, volamos!¡No volamos, relampagueamos!Limpias las almas como el céfiro.¡Contra el señor,

la doñay el don!

i Golpea, tambor!¡Plán,

rataplán,rataplán!

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Una selección de poemas

¡Hubo esclavosy ya no los hay!¡Plán,

rataplán,rataplán!

¡Eh,pechos de acero!

¡Fuertes, golpead!¡Plán,

rataplán,rataplán!

Sero no ser.

Vencero morir.

¡Contra el patrón!j Golpearemos,

golpea,golpeamos!

¡Plán,rataplán,

rataplán!A vosotros,

anticuados,hambrientos de todos estos años,

prolongadores del pasado,encantados en el paraíso del hoy.

A vosotros,los que lleváis a cuestas millones de años del pasado,que coméis,

bebéisy cantáis.

A vosotras,mujeres

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Recuerdos sobre Maíakovskí

nacidas bajo las mantas de armiño,o a las que lleváis el cuerpo envuelto en harapos,o a las que caéis muertas en las colas,esperando el pan.A vosotros,

legiones de niños fofos,multitudes de adolescentes deformados por el hambre,o a los que llegaron a ser algo,o a los que no han logrado nada.A vosotras,

fieras,que olvidasteis el pasto que come la

[gente,los que trabajan,

llevando algo a alguien,hasta que caen los más débiles.A vosotros,

fusilados ep las barricadas del alma,para que estos días fueran cantados,cazador.es del futuro

en vuestro oído incan­[sable,

pintores,cantores,

poetas.A vosotrosque habéis trabajado, sin embargo,entre· el humo y la pólvora,con la vida pendiente de un hilo,rechinando con el hierro oxidado de vuestros cinco

dedos.A vosotros, que no habéis callado la gloria de la pa·

labra,

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Una selección de poemas

y florecisteis todos los años sin marchitaos por los si-glos,

a vosotros que, por nosotros, fuisteis torturados.¡Glorificados seáis,millones de seres vivos,como ladrillos,vosotros,

los Ivanes!El desfile mundial se disolvía en orden.El dolor antiguo ya no enloquece el alma.Con los años,

la tristeza,orquestada en paz,

con canciones se elevará hasta el cielo.Aun se escucha el rumor del eco de innumerables

voces,sobre la muerte de alguien,

sobre su eterno reposo.y el hombre

coloreado por el resplandor multicallejero,hace rodar los minutos iluminados de júbilo.Pues bien,

anda,rueda entre canciones sin fin.

¡Florecetierra

en la cosecha y la siembra!j l!sta es

la revolución,la más sangrienta de las IHadas!

j y los años de hambre de su Odisea!

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9 • MAIAKOVSKI

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A SERGUEI ES~NIN

Usted se fue,como suele decirse,

al otro mundo.¡Qué vaCÍo... !

Vuela ustedhasta incrustarse en las es­

[trellas.Ya no le ayuda

ni el dineroni las tabernas.

¡Sobriedad pura !No, Esénin,

no me burlo.En la garganta,

el dolor ajusta un nudo,y no es la risa...

Yo veosus brazos colgando

y su mano cortada,balanceando la propia bolsa de sus huesos.¡Qué hace!

¡Quieto!¿Está usted en su sano juicio?

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Una selección de poemas

Dejar que las mejillasse cubran de tiza mortaL ••

Sí, usted sabía cantarcomo nadie en el mundo.¿Por qué?

¿Para qué?Me pilló de sorpresa.

Los críticos farfullan:-Es el vino,

es esto, es aquelloo lo de más allá.

Y, como resultado,mucho vino, mucha éerveza.

Cambiandola bohemia por la «clase»,

la clase tendría influencia sobre usted,y ya no habría por

[qué pelear.¿Acaso la «clase»calma la sed sólo con limonada?La etase no es idiota

y también sabe empinar el codo.Es decir,

si contase con el apoyode algunos de los de «En Guardia» (14),usted tendría otra orientacióny escribiría todos los días

cien estrofas fatigosas y ex­[tensas

como las de ese tal Dorónin.

(14) La revista «En Guardia» era el órgano de la Asocia·ción de Escritores Proletarios, disuelta en 1932, y que se carac·terizó por su dogmatismo.

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Recuerdos sobre Maiakovski

En mi opinión,si se hubiera realizado semejante pesa­

[dilla,usted se hubiera colgado mucho antes.

Es mejor morir de vodkaque de aburrimiento.No revelarán

la causa de esta pérdida,ni la cuerda

ni el puñal suicida.Tal vez,

si hubiese tinta en el hotel «Inglaterra» (15),no tendría razones

para cortarse usted las venas.Los imitadores se alegraron:

-¡Bis! - aplaudieron.Contra usted,

casi un pelotón entero,parecía haber realizado

[un atentado.¿Para qué aumentar

el número de suicidas?Mejor aumentar

la calidad de la tinta.Ahora

se han cerrado sus labiospara siempre.

Inoportunoy penoso

es hablar de estos misterios.

(15) Nombre del hotel de Leningrado en que se suicidóEsénin.

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Una selección de poemas

Al Pueblo,al creador del Idioma,

se le ha muertoun sonoro

cantor,vicemaestro.

y llevan los viejos versos al velatorio,sacados de otros entierros,

casi sin rehacerni afilar las

[rimas.¿Acaso es éste

el homenaje que merece este poeta?A usted

todavíano le han erigido un monumento.

¿Dónde estánel bronce sonoro

o las aristas de granito?Pero al pie del recuerdo ya han dejadohomenajes y dedicatorias.Su nombre

lo bordan ya con mocos todos los pañue­[litos.

Babeandoentona su versos Sóbinov (16),

surgiendo detrás de un abedul del decorado:«Oh, amigo mío,

ni palabras ni suspiros».¡Eh!¡Yo hablaría de otro modo

(16) Viejo tenor de la Opera de Moscú, que se hizo famosopor su interpretación de Lohengrin.

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Recuerdos sobre Maiakovski

con ese tal Leónidas Lohengrinoide!Me levantaría aquí mismo,

estridentemente escandaloso.-j No permito babear

ni ajar el versalLos dejaría sordos

con un silbido de locomotora,y les mentaría a su buena madre, a su buen Dios y a su

abuela.Hasta hacer trizas al bigotudo Kógan,clavado con lanzas más agudas que sus bigotes retor­

cidos.La basura,

por desgracia,es lo que más abunda.

Asuntos hay muchos,sólo nos falta el tiempo.

Primero,hay que transformar la vida;

una vez transformada,podremos cantarla.

Nuestro tiempoes difícil para la pluma.

Pero, decidme,vosotros,

mutilados y lisiados,¿dónde

cuándo,cómo y cuál de los grandes

eligió el caminomás gastado y fácil?

Verbo,comandante en jefe

de la fuerza humana.

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Page 129: Triolet, Elsa - Recuerdo Sobre Maiakovski

Una selección de poemas

¡Adelante... !Que el tiempo se nos quede atrás hecho jirones,

y únicamente el vientodespeine los mechones de pelo alborotado.Para la alegría,

nuestro planetaestá escasamente prepa­

(rado.Debemos arrancar la alegría

de los días venideros.

En esta vidamorir es cosa fácil.

Hacer la vidaes mucho más difícil.

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MENSAJE A LOS POETAS PROLETARIOS

¡Camaradas!Permitidme

- sin posey sin máscara-,

como camarada mayory nada tonto,

conversar un rato con vosotros,camarada Biezimiénski,

camarada Svetlov,camarada Utkin.

Discutimos a menudohasta que nuestras gargantas pi­

[den agua,y también nos mareamos

con tantos éxitos en el esce­[nario.

Pero yo tengo para vosotrosuna proposición concreta:

Organicemos una alegre comida.Extenderemos los elogios alfombrados,y si alguien tiene algo contra alguien,

le quitaremos ese[algo.

136

Page 131: Triolet, Elsa - Recuerdo Sobre Maiakovski

Una selección de poemas

Las coronas de laurelrepartidas por Lunacharski

arrojaremos a la sopa común.y decidiremos que todos,

a su manera,tienen razón.

Cada cualcantará de acuerdo con su voz.

Cortaremos la gallina común de la gloria,y a cada cual

le entregaremos un bocado igual.Dejemos de jodernos mutuamente,y cuando a mí me otorguen la palabradiré:

-Yo les parezco a ustedes un académicode grandes vuelos,

como si yo fuerael único tragón

de la poesía inaccesible.

En realidad,lo único que quieroes que haya más poetas

buenosy diferentes.

Muchos aprovechanel ruido de los de «En Guardia» (17)

para colocarse mejor.

«-Nosotros somos los únicosdicen,

nosotros somos los proletarios... »

(17) Véase la nota 14.

Page 132: Triolet, Elsa - Recuerdo Sobre Maiakovski

Recuerdos sobre Maiakovski

y yo,a vuestro juicio,

¿qué soy?¿Un vendido?

Yoen realidad

soy un maestro, hermanos,y no me gusta esa filosofía gastada.¿Arremangarse?

¿A trabajar?¿A pelear?

¡Con mucho gusto!¿Quién es el primero?

¡A ver!Tenemos por delante

un trabajo inmenso.A cada hombre

le hace falta la poesía.Pues bien, trabajemos

hasta el último aliento,para aumentar la cantidad,

para elevar la calidad.Yo mido la clase de mis versos

por la medida de la Ca­[muna.

Mi almade la Comuna

está enamorada.Porque la Comuna

a mi juicioes una altura inmensa.

Porque la Comunaa mi juicio

es una hondura inmensa.

138

Page 133: Triolet, Elsa - Recuerdo Sobre Maiakovski

Una selección de poemas

y en la poesíade nada sirven los amigos

ni los parientes.Por protección que tengas

ni por recomendaciónbesarás el rostro de la rima.

Abandonemosla distribución de condecoraciones

y grados...Dejemos,

camaradas,eso de pegarle etiquetas a cada cual.

No quiero vanagloriarmecon pensamientos nuevos,

pero, según mi opinión- lo afirmo sin orgullo de autor-

la Comunaes un lugar

donde desaparecerán los funcio­rnarios

y donde habrá muchos versos y cantos.Apenas salen al mundo con un par de rimasy ya les decimos

«genio»,A uno le llaman

el «Byron rojo»,al otro,

el propio «Heine rojo».Tengo miedo por vosotros

y por mí mismo.No sea que se hielen nuestras almas,que elevemos la chatura de las coplas antirreligiosas,y gansadas similares al jardín comunista.

139

Page 134: Triolet, Elsa - Recuerdo Sobre Maiakovski

Recuerdos sobre Maiakovski

De espíritusomos iguales,

eso lo comprendéis bastante bien.No hay divisiones

en la línea del corazón.¿Si vosotros no estáis con nosotrosy nosotros no estamos con vosotros,qué diablos nos queda entonces por hacer?Si alguna vez

yo os insulto,y contra vosotros

alzo mi manoy mi pluma,

yo,cómo diría,

estolo obtuve con mi propia sangre.

yohe rimado más que· vosotros.

Camaradas,dejemos tales tonterías.

Ésta es mi poesía,ésta es mi casa.

Todo cuanto hicees vuestro,

las rimas,el tema,

la voz.¿Hay algo más caprichoso

que la gloria?¿Me la llevaré, acaso,

a la tumbacuando muera?

Me río, camaradas,

140

Page 135: Triolet, Elsa - Recuerdo Sobre Maiakovski

Una selección de poemas

del dinero y de la famay otras bagatelas.

En vez de repartir el poder poétíco,acumulemos mejor

la ternura de las palabrasy la fuerza de las palabras.

y sin rivalidady sin celos

y sin apellidoscoloquemos en el edificio de la Comuna

las palabras-ladrillos.¡Marchemos,

camaradas,unidos!

No necesitamos la peluca canosade los académicos,

y si queremos pelearhay muchos enemigos

al otro lado de las barricadas rojas.

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Page 136: Triolet, Elsa - Recuerdo Sobre Maiakovski

VERSOS AL PASAPORTE SOVIÉTICO

Como un lobodevoraría a la burocracia.

No les tengo respetoa las credenciales.

Todos pueden irseal diablo...

cualquier papel, el que sea,pero éste...

Por el largo frentede cupés y camarotes,

un funcionariose mueve saludando.

Todos entregan sus pasaportes,y yo entrego

mi librito escarlata.Ante algunos pasaportes,

una sonrisita en los labios.Ante otros,

un desprecio unánime.Con respeto,

por ejemplo,toman el pasaporte inglés,

con un león grande de cama de matrimonio.

142

Page 137: Triolet, Elsa - Recuerdo Sobre Maiakovski

Una selección de poemas

Sacando los ojos fuera de las órbitas,sin dejar de inclinarse,toman,

como si tomaran una propina,el pasaporte norteamericano.Al polaco

le mirancomo un chivo mira un cartel.

Al polacole miran

con ojos asombrados,parapetados en la casaca policial,como quien dice:-¿De dónde

y qué esesa novedad geográfica?

y sin dar vuelta a la cabeza,sin manifestar asombro alguno,toman sin pestañear

el pasaporte danésasí como el sueco...y

de prontocomo si se quemara

tuerce la boca el señor.Es que

el señor tomami pasaporte escarlata.Lo toma

como una bomba.lo toma

como a un erizo,como si tomara una navaja afio

[lada,

143

Page 138: Triolet, Elsa - Recuerdo Sobre Maiakovski

Recuerdos sobre Maiakovski

lo tomacomo a una serpiente de cascabel de veinte

[aguijones.

Le hace un gesto significativo al mozopara que lleve gratis las cosas.El gendarme mira interrogante

al aduanero,el aduanero

mira interrogante al[gendarme.

Con qué placeresta casta de gendarmes

me azotaríao me haría crucificar

por tener en las manosel pasaporte soviético,

el de la hoz y el martillo.Yo,

como un lobo,mordería a la burocracia,

a las credenciales,no les tengo respeto.

¡Que se vayantodos

al diablo!Cualquier papel,

pero éste...

Yo sacodel bolsillo

de mis enormes pantalones

un duplicado del pasaporte- carga tan ligera...

144

Page 139: Triolet, Elsa - Recuerdo Sobre Maiakovski

Una selección de poemas

¡Leed.envidiadme!

Yo soyciudadano

de la Unión Soviética.

14510· MAtAK.ovsb

Page 140: Triolet, Elsa - Recuerdo Sobre Maiakovski

DESPEDIDA

En el auto ya,después de cambiar el último franco,

pregunto:-¿A qué hora partimos hacia Marsella?París

corredespidiéndome

con toda su extraordinaria belleza.Sube a mis ojos

la humedad de esta separación.Mi corazón

sentimentalse ablanda.

iYo quisiera viviry morir

en París,si no existiera

esa tierraque se llama Moscú!

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Page 141: Triolet, Elsa - Recuerdo Sobre Maiakovski

MI MEJOR VERSO

El auditorioarroja sus hirientes preguntas,insiste en un desafío de etiquetas.-« Camarada Maiakovski,lea usted su mejor verso.lIlMientras pienso,asido a la mesa,quizá leerles éste,o tal vez aquél.Mientras revivomi viejo arsenal poético,y muda, en silencio,la sala espera,el secretario del «Obrero del Norte lll,

susurrando,me dice al oído...

y yo grité, saliéndome del tono poético,más fuerte que las trompetas de Jericó:« i Camaradas!¡Los obreros

y las tropas de Cantónhan tomado Shangai! III

Como si al aplauso

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Page 142: Triolet, Elsa - Recuerdo Sobre Maiakovski

Recuerdos sobre Maiakovski

lo amasaran con las palmas de las manos,crecía la ovación,

crecía su fuerza.Cinco,

diez,quince minutos

aplaudía el salón.Parecía que la tormentacubría leguas y leguasen respuesta a todas las notas «Chamberlénicas lt,

y rodaba hasta llegar a China,alejando a los torpederos de Shangai.No comparo la mejor inspiración poéticacon la sencilla noticia periodísticasi a esta noticiaasí la aplaude nuestro auditorio.¿Acaso hay fuerza mayorque la solidaridadde la oolmena obrera?¡Aplaude

obrero textila los desconocidos

y queridoscooUes de la China!

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Page 143: Triolet, Elsa - Recuerdo Sobre Maiakovski

VLADIMIR ILLICH LENIN

Es horade comenzar la historia de Lenin.Pero noporque el dolor ya no exista.Es horaporque de una angustia cortanteha devenido un dolor claro y consciente.i Hora esde echar de nuevo al vientolas consignas de Lenin!¿Acaso seremos nosotroslos que llenaremos los charcos de llanto?Lenin

hoyestá más vivo

que todos los vivos que andan por la tierra.Es nuestro saber,nuestra fuerza y nuestra arma.El hombre es una barcaaunque esté en dique seco.Vivirás tu breve tiempoy muchos y variados caracoles suciosse pegarán a tus costados.

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Page 144: Triolet, Elsa - Recuerdo Sobre Maiakovski

Recuerdos sobre Maiakovski

Luego,atravesando la tormenta enfurecida,

te detendrás cerca del sol,quitando las algas,

baba verdosa,y la baba rosada de las medusas.Yome limpio con la luz de Lenin.para seguir adelante con la revolución.Le tengo miedo a estas mil estrofascomo un chiquillo

teme la falsedad.Temo que las aureolas ocultenla auténtica,

sabia,humana,

enorme frente de Lenin.Temo que las procesiones,

el mausoleoy los homenajes,

reemplacen la sencillez de Lenin.Tiemblo por élcomo por mis propias pupilas,temiendo que profanen su bellezacon cromos de colorines.Hoy vota mi corazón:yo debo escribirpor mandato del deber.

Moscú enteraes tierra helada,

tierra estremecida.Sobre las hogueras encendidas

está la noche escarchada.

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Page 145: Triolet, Elsa - Recuerdo Sobre Maiakovski

Una selección de poemas

¿Qué ha hecho?¿Quién es?

¿Y de dónde viene?¿Por qué le prodigan tanto honor?Palabra tras palabratrato de arrancar de la memoria.j Qué pobre es el taller de las palabras!¿Dónde encontraré la que merezca

un lugar en este poema?Todos

tenemos siete días a la semanay veinticuatro horas al día.No podemos

alargar nuestra existencia.La muerte

no sabe perdonar.Si nuestro reloj

anda mal,si el calendario

no alcanza a medir una vida,nosotros decimos

«época»,nosotros decimos

«era».

Nosotrosdormimos de noche

y de día realizamos nuestros actos.Si nos place beber agua,el agua es nuestra,

y nuestra copa.

Mas si él pudopor todos nosotros

dirigir la corriente de los sucesos,

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Page 146: Triolet, Elsa - Recuerdo Sobre Maiakovski

Recuerdos sobre Maiakovski

nosotrosle llamamos «profeta»,

nosotros le llamamos«genio».

Nosotros no tenemos pretensiones.

Si no nos llaman,no nos metemos.

Gustamos a nuestra mujeryeso basta

para tenernos contentos.Si el hombre está hecho de buena maderale decimos

«qué bien plantado»,o asombrados,

«qué don de Dios».Así diremos,aunque no sea ni tonto ni inteligente el decirlo.Las palabras surgen o se esfuman

como el humo.

Poco queda por hacer por ellas.¿Pero acasoa Lenin se le puede medir

con este rasero común?

Con los ojos,todos

y cada uno veíaque él era

la nueva «era»,y la «era» cruzaba la puerta,sin alcanzar el dintel.Es posibleque de Lenin también se diga:«Fue jefe por la gracia de Dios».

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Page 147: Triolet, Elsa - Recuerdo Sobre Maiakovski

Una selección de poemas

Si Lenin fuese como un rey,o como un Dios,

de ira,sin poder contenerme,

me enfrentaría a la procesiónante la multitud en homenaje.Pero son firmeslos pasos de Dserzhinski

llevando el ataúd.Hoy no hace falta que la CHECApermanezca en su puesto.De millones de ojos,

y también de los dos míos,caen mejillas abajo lágrimas heladas.¡No!Hoy se hiela nuestro corazón de legítimo dolor.Hoy

enterramosal más terrenal

de todos los hombresque pasaron por la tierra.

Terrenal,pero no de aquellos

que miran sólo por su macuto.

Él abrazó toda la tierra,él vio lo que el tiempo encierra,él es como usted

y como yo,exactamente lo mismo.

Únicamenteque junto a los ojos

el mucho pensarha hecho más pliegues en su piel,

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Page 148: Triolet, Elsa - Recuerdo Sobre Maiakovski

Recuerdos sobre Maiakovski

y tal vezsean más burlones y más firmes sus finos la­

[bios.No llegó

con la dureza de los sátrapasmontado en una carroza triunfal,aplastándolo todo a su paso de vencedor.1:.1 fue indulgente con el camarada,

con ternura humana.Ante el enemigo,

se volvía duro como el acero.No le eran ajenas

las debilidades humanas.Y, como nosotros,

sufrió enfermedades.A mí,

el billar,me afirma la mirada.

A él,el ajedrez,

le era de mayor utilidad.Y pasando del ajedrez

al enemigo vivo,promoviendo a primera fila

los peones de ayer,afirmaba la dictadura obrera

y humanacontra la carcelera torre del capital.

Yo daría mi vidatransido de admiración

por un solo suspiro de su pecho.¡Y no sólo yo!

¿Acaso yo

154

Page 149: Triolet, Elsa - Recuerdo Sobre Maiakovski

Una selección de poemas

valgo más que vosotros?¿Quién de nosotros,

del campoo la ciudad,

no daría el pasohacia adelante,

sin ser llamados,apenas mediante un gesto,

para entregar por él nuestra vida?Es lógico que

aunque haya bebido una copa de másinstintivamente

me cuide del paso de los tranvías.Pero

ahora¿quién lloraría mi muerte pequeñita

entre el luto de esta muerte inmensa?Flameando banderas, parece

que Rusianómada de nuevo

[se haya vuelto.La Sala de las Columnas (18)

se estremece atravesada.¿Por qué?

¿Para qué?¿Qué ocurre?

El telégrafo ya está roncode tanto grito enlutado.

Lágrimas de nievecaen de los ojos enrojecidos.

(18) La Sala Blanca de las Columnas, escenario de las gran­des fiestas de la nobleza zarista, y posteriormente Sala deActos de los sindicatos soviéticos.

155

Page 150: Triolet, Elsa - Recuerdo Sobre Maiakovski

Recuerdos sobre Maiakovski

¿Qué ha hecho?¿Quién es

éste,el más humano

de los hombres?

La breve vidade Uliánov

la conocemoshasta en los más mínimos detalles.Pero la larga vida

del camarada Lenindebemos escribirla

y describirla nuevamente.Hace tiempo,

hace unos doscientos años,comienzan las primeras noticias de Lenin.¿Oís vosotros

atravesando los siglosla voz férrea,

]a voz del abuelo,del primer fogonero,

Brom]ey y Goujon?Su excelencia

el capital,aún sin coronar,

declaraba sometidala fuerza campesina.

Pero ellos no escucharon como hablaba Leniny 10 sabían todo.Yo escuché

el relatode un campesino siberiano:

156

Page 151: Triolet, Elsa - Recuerdo Sobre Maiakovski

Una selección de poemas

ellos repartieronla tierra y las aldeasy la defendieron con fusiles.

Ellos no leyeronni escucharon a Lenin,

pero eran leninistas.Yo he visto las sierras,

en ellas no crecía ni la hierba.Sólo las nubes,

sobre la montaña,caían por la tarde.

Yen el pechodel único serrano,

entre sus harapos,brillaba la escarapela leninista.Dirán que es cosa de adorno.Las señoritas

también se ponen adornos en el ojal.Pero este prendedor-escarapela,prendido en la ropa, hasta quemar la tela,brillaba sobre su corazón,

lleno de amor a Lenin.Esto no podrá explicarlo

la iglesia eslava.No fue Dios

quien le ordenó:«Tú eres el elegido».

Con paso humano,con manos obreras,

con su propia cabezaatravesó este camino.

y los relojes

157

Page 152: Triolet, Elsa - Recuerdo Sobre Maiakovski

Recuerdos sobre Maiakovski

recuerdan las ciudades y las cárceles.Yo les recordaré de nuevo

el camino pasadoa vuelo de pájaro.¿Quién de ustedes

no ha arañadoo no ha mordido las rejas de la cárcel?Era como para romperse la frentecontra los muros de piedra.Cuando salía un presolimpiaban la celda.« Ha sido breve tu caminopero es grande el honor de servirpara el bien de tu tierra amada» (19).A Lenin le gustó

estando en el destierrola fuerza de esta canción fúnebre.Decían que el mujikirá por su camino.Construirá un socialismo

simple y verdadero.

No,Rusia se ha vuelto severa.

De tanta chimeneaa la ciudad le creció una barba de humo;No pedirán por favor

entrar en el paraíso.Por encima del cadáver de la burguesíadarán un paso adelante hacia el comunismo.El proletariado es el conductor

(19) Fragmento de una canción revolucionaria por la quesentía especial preferencia Lenin.

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Page 153: Triolet, Elsa - Recuerdo Sobre Maiakovski

Una selección de poemas

de cien millones de campesinos,y Lenin es el líder

de los proletariados unidos.Los liberales prometen

y los social revolucionarios están[impacientes,

deseosos de castigar al obrero.Lenin

los deja al desnudopara ver

la hilacha que llevan,los de la nobleza

se visten con frases de izquierda.No es tiempo

para conversaciones fatuassobre la libertad

yeso de que todos somos hermanos.Ya estamos armados

con el arsenal marxistade este Partido Bolchevique,

único en el mundo.Él acaba de cruzar Europa

en un tren expreso,se acerca

y ante los ojos crece.Ponen P. C. R. (20)

Y entre paréntesis una pequeña « b» (21).Ahora buscan hasta en Martelos del observatorio de Púlkovo (22),

(20) Siglas del Partido Comunista Ruso.(21) Bolchevique.(22) El observatorio de Púlkovo era el más grande de Ru­

sia en la época.

159

Page 154: Triolet, Elsa - Recuerdo Sobre Maiakovski

Recuerdos sobre Maiakovski

revisandolas reservas siderales.

Pero para el mundoes cien veces más roja

esa letragrandiosa,

luminosa,que la estrella Marte.Entre nosotros las palabras,

hasta las más importantes,de tanto uso,

cuelgan gastadascomo los trajes.

Quiero obligar a que brille de nuevola solemne palabra

Partido.El individuo por sí solo

¿a quién le hace falta?La voz del individuo

es más fina que un chillido.¿Quién la oirá?

Tal vez su esposa.y no siempre;

es preciso que esté cerca y no en el mer­[cado.

El Partidoes un huracán

de vocesfinas y gruesas,

estrechamente unidas.Ellas pueden hacerquebrar la fortaleza enemiga,como estallan los tímpanospor una descarga del cañón enemigo.

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Page 155: Triolet, Elsa - Recuerdo Sobre Maiakovski

Una selección de poemas

Es malo que el hombreesté solo.

Desdichado esy cuando está solo no es combatiente.

Cualquiera se atreve a mandarle.y aún siendo dos.Pero si está en el Partido,

aun siendo pequeño,a él deberá entregarse el enemigo.El Partido

es una mano millonaria,cerrada en un enorme puño.El individuo

soloes un cero.

El individuosolo

es un mito.El individuo

solo,aun siendo fundamental,

no podría levantarni siquiera una viga de cinco metros.

y menos una casa de cinco pisos.El Partido

son millones de hombres estrechamente uni·[dos.

El Partidolevantará la vida hasta el cielo,

elevando a todosya cada uno.

El Partidoes la espina dorsal de la clase obrera.

161

11 • MAIAKovsKf

Page 156: Triolet, Elsa - Recuerdo Sobre Maiakovski

Recuerdos sobre Maíakovski

El Partidoes la inmortalidad de nuestra causa.

El Partidoes ló único que jamás me traicionará.

De la clase,el cerebro.

De la clase,la fuerza.

De la clase,la gloria.

Esto es el Partido.El Partido y Lenin

son hermanos gemelos.¿A quién prefiere la historia?Cuando decimos

Leninentendemos

Partido.Cuando decimos

Partidoentendemos

Lenin.Todavía se amontonan

cientos de cabezas coronadasy los burgueses revoloteannegros como los cuervos en invierno.Pero el ardor

de la lava obrerasube de la tierra

por los cráteres del Partido.El9 de enero

fue el fin

162

Page 157: Triolet, Elsa - Recuerdo Sobre Maiakovski

Una selección de poemas

de los fieles al cura Gapón (23).Caímos barridos

por el plomo del zar,y la esperanza en su limosnaterminó con la matanza de Mukdén (24)

y la derrota de Tsju­[sima (25).

¡Ya basta!No creemos en las

peticiones ajenas.Solos,

se levantaronlos del barrio de Présnaia (26).

Parecía que muy prontoterminarían con el trono;

parecíaque el sillón de la burguesía

estallaría también pronto.Illich Lenin está en su puesto

día tras día,organiza a los obreros

en el año 1905.. . . . . . . . . . .A la República de los Soviets

(23) Pope de la Iglesia ortodoxa rusa, consejero del zar,que predicaba la conciliación y con cuya ayuda se llevó a tér­mino la matanza del 9 de enero.

(24) Batalla de la guerra ruso-japonesa de 1903-1905, en laque fue derrotada Rusia.

(25) Otra de las batallas de la misma guerra perdida porRusia.

(26) El barrio moscovita de Présnaia fue el primero enalzarse durante la fracasada revolución de 1905.

163

Page 158: Triolet, Elsa - Recuerdo Sobre Maiakovski

Recuerdos sobre Maiakovski

no le asustaningún gran esfuerzo;

avanzamoscon la locomotora del tiempo

y del trabajo.Pero de pronto

una noticia del peso de una tonelada:Anuncian la muerte de Lenin:

Vladimir Illich Ulianov.Si expusieran en un museo

a un bolchevique llorandotodo el día irían a verlo numerosos papanatas.y no es para menos.Eso no se verá en los siglos.Cuando en nuestras espaldas

los coroneles blancosmarcaban a fuego

en nuestra piella estrella de cinco

[puntas,cuando nos enterraban vivos

hasta la cabezalos bandidos de Mámontov,

cuando en las locomotorasnos echaban los japoneses

en vez de leña,y nos llenaban la boca de plomo y acero,y nos gritaban

«entregaos»,de nuestras gargantas ardientes

sólo salían tres palabras:«¡Viva el Comunismo!»

y estas filas de acero,estos hombres de hierro,

164

Page 159: Triolet, Elsa - Recuerdo Sobre Maiakovski

Una selección. de poemas

eran los que marchabanel 22 de enero

hacia el edificio enlutadodel Congreso de los Soviets.

Se colocaban,sonreían levemente,

discutían los problemas del día.

Ya es hora.¿Por qué no empiezan?

¿Por quéestá casi vacía la presidencia?

¿Por quétodos los ojos

están más rojos que los palcos?¿Por qué Kalinin

apenas se tiene en pie?¿Acaso ha sucedido una desgracia?

¿Cuál?¡No puede ser!

¿Qué le ha ocurrido a él?¡No!

¿Será posible?El techo parecía bajar como las alas de un cuervo.Bajamos las cabezas,

y luego las bajamos más aún.De pronto temblaron todas las bujías del gran teatro,y nos quedamos casi a oscuras.Sonó la campanilla,

ya innecesaria,de la presidencia.

Kalinin,dominándose,

se puso en pie.

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Page 160: Triolet, Elsa - Recuerdo Sobre Maiakovski

Recuerdos sobre Maiakovski

No podía contener las lágrimas.Lo delataban,

brillaban en sus bigotes,en su barbilla.

Los pensamientos se confundíany la sangre golpeaba en las sienes,

golpeaba en las venas.« ¡Ayer, a las seis horas cincuenta minutos,murió el camarada Lenin.»

Ese año violo que no han visto cien.

Ese díaentrará en los siglos

como recuerdo de las angustias del pasado.El horror hasta parecía arrancar del propio hierro un

gemido.Corrió el llanto por entre las filas bolcheviques.j Qué horrible pena 1Algunos se marcharon, sostenidos por los camaradas.Otros apenas podían caminar cargados con tanta pena.Todos querían saber,

¿cuándo y cómo,por qué ha sido

[así?En las callejuelas, en las avenidasflotaba el catafalco

sobre un mar de cabezasen dirección al Gran Tea­

[tro (27).

(27) La muerte de Lenin fue anunciada durante el XI Con­greso de los Soviets, que tuvo lugar en el Gran Teatro.

166

Page 161: Triolet, Elsa - Recuerdo Sobre Maiakovski

Una selección de poemas

Bnla vidala alegría avanza

lentamente, como un caracol.El dolor

corre velozmente,locamente.

Hasta el soly la nieve,

todo,hasta el rocío parecía estar de luto.

Para el hombre del taller,la noticia fue

como un disparo,como un impacto en el

[cerebro.Vasos de lágrimas

parecían derramaren los bancos del trabajo.y los mujiks,

quienes tanto vieron en su larga vida,y más de una vez

miraron cara a cara a la muerte,escondían su rostro entre las manos,

ocultándolo de[sus mujeres,

pero los denunciabael puño sucio de tierra y lágrimas.

Hay gente de piedra,y hasta ellos

se mordieron los labios hasta sangrar.Los niños

se ponían serios como viejos,y como niños

lloraban los ancianos canosos.

167

Page 162: Triolet, Elsa - Recuerdo Sobre Maiakovski

Recuerdos sobre Maiakovski

El viento de toda la tierraaullaba de insomnio.

y no podían terminar de comprenderque en este ataúd,

en la helada sala de Moscú,estaba el hijo

y el padrede la revolución.

Ha llegado el finel fin

el fin.Ya no hay nada que hacer,

pues bajo el cristalestá él...

Es a éla quien llevan

desde la Paveleski (28),

por la ciudadque él

tomó a los señores.

La callecomo una herida

sufre,gime.

Aquícada piedra

conocía a Lenin.

(28) Lenin muri6 en Gorki, donde residía, en las afueras deMoscú. Desde allí fue llevado hasta la estaci6n Paveleski, ydesde ésta, a través de la ciudad, hasta la Sala de las Comunasde los Sindicatos.

168

Page 163: Triolet, Elsa - Recuerdo Sobre Maiakovski

Una selección de poemas

Por aquítranscurrieron

los primeros combates de Oc·[tubre.

Aquí,todo,

lo que cada bandera levanta,ha sido pensado por él,

y por él ordenado.Aquí

cada torreescuch6 a Lenin,

y todas irían por élal fuego y al humo.

Aquícada obrero

conoce a Lenin,y con ramas de pino

le cubri6 el camino.~l

los condujo al combatey profetiz6 la victoria,

y por fin,por primera vez,

el proletario es el dueño de[todo.

Aquícada campesino

grab6 en su coraz6nel nombre de

[Lenin,con mayor amor que el de los santos.~l orden6

que se llamase a la tierra «nuestra»,

169

Page 164: Triolet, Elsa - Recuerdo Sobre Maiakovski

Recuerdos sobre Maiakovski

la tierra donde vivieron nuestros abuelos,donde soñaron,

por la que lucharon,y en la que des­

[cansan.Los Comuneros,

bajo la Plaza Roja,parecían murmurar:

«-¡Amado,querido!

No queremos otro destinomejor

que dar por ticien veces nuestra vida.»

Ahora es cuando hace falta alguien que haga milagros,y pregunte:

¿Quién quiere morirpara que él se levante?

El dique de la calleabriría sus compuertas

de par en par,y con canciones

se arrojaría la gentea la muerte.

Pero no hay milagrosy no hay por qué soñar con ellos.

Está Lenin en el ataúdy nuestros hombres encogidos.

m era un hombrehumano hasta el fin.

y sufríacon angustia humana.

Nunca en los siglosmares y océanos

170

Page 165: Triolet, Elsa - Recuerdo Sobre Maiakovski

Una selección de poemas

llevaron una carga tan livianacorno su rojo ataúd,

que va flotandosobre las espaldas del llanto y la música,

marchando a la Casa Central de los Sindicatos.Estaba

en la guardia de honorla vieja severa guardia

de temple leninista.La gente

continúa la marchapor caminos y calles,

a lo largo de la avenida Tverskáia,caracoleando por la calle Dimítrovka.En el año diecisiete,

a veces,las muchachas

no querían hacer plantónen las colas del pan:

-Comeremos mañana.Pero en esa noche

fría y terribleformaban fila

niños y enfermos.Aldeas enteras

iban junto a las ciudades.Sonaba el dolor varonil

junto al llanto infantil.El mundo del trabajo

pasó en desfile por la tierra,resumen vivo

de la vida múltiple de Lenin.Un sol amarillo

oblicuo y acharolado,

171

Page 166: Triolet, Elsa - Recuerdo Sobre Maiakovski

Recuerdos sobre Maíakovski

sale y arrojaa los pies sus rayos.

y como si fuera llorandopor una esperanza perdida,

inclinados de dolorpasan los chinos.

Subían las nochessobre las espaldas del día,

confundiendo horas,confundiendo fechas,

como si no fuera de nochey en la noche no hubiera

[estrellas,como si lloraran por Lenin

todos los negros de Norte­[américa.

Una escarcha inauditaquemaba las suelas.

Nadie se atrevíaa hacer ruido,

a golpearse con las manos[para quitarse el frío.

La helada mordíapara probar el temple

de los que amaban.El frío se metía

y marchabacon nosotros en las columnas.

Las plantas de los pies,frías,

se endurecían, crecían,como si fuesen arrecifes de coral.

172

Page 167: Triolet, Elsa - Recuerdo Sobre Maiakovski

Una selección de poemas

Pero de pronto,se detienen las canciones y hasta la

[respiración.Es terrible avanzar,

dar un paso más,y parecen un abismo,

un abismo sin fondo,los cuatro escalones

para bajar a la sala mortuoria.Un abismo

pasadodesde la esclavitud de cien genera­

[ciones,que sólo conoce

la única razón aplastantedel oro sonoro.

Un abismo y su bordeel ataúd de Lenin,

y a lo lejosla Comuna en todo su horizonte.

¿Qué vemos?Sólo su frente

y a Nadiezda Constantínova (29)envuelta en la niebla.

Tal vezcon los ojos sin llanto

podría ver mejor.Pero así estaban mis ojos,

y los ojos de todos.Banderas de seda

se inclinanflotando,

(29) Esposa de Lenin, viceministro de Instrucción Pública.

173

Page 168: Triolet, Elsa - Recuerdo Sobre Maiakovski

Recuerdos sobre Maiakovski

rindiéndole su último homenaje.«Adiós, camarada,

honradamente has terminadotu audaz camino,

noble y glorioso» (30).Miedo,

cierra los ojos,y no mires

como si caminarassobre un alambre tendido en el aire.

y parececomo si, minuto tras minuto,

te hayas quedado solo,con una verdad enorme.

Me siento felizal sentir

que bajo una marcha sonoraflota mi cuerpo

sin peso,como por el agua.

Yo sé,desde ahora,

que este mismo instantequedará grabado en mí

para siempre.Me siento feliz

de serun átomo de esta fuerza,

y sé que hasta las lágrimas de mis ojospertenecen a este dolor común.

(30) Estrofa de la marcha fúnebre de los revolucionariosrusos, preferida por Lenin.

174

Page 169: Triolet, Elsa - Recuerdo Sobre Maiakovski

Una selección de poemas

Es imposibleconfesarse

con más pureza y fuerza,ante este gran sentimiento

en nombre de la clase obrera.Las banderas

de nuevoinclinan sus alas

para levantarse nuevamentemañana

en los futuros[combates.

~<Nosotros mismos, querido,hemos cerrado tus ojos de águila» (31).Con tal de no caer,

apretamos hombro con hombro.Enlutadas de negro las banderas

y enrojecidos los[párpados,

íbamos acortando el pasopara despedirnos de Vladi­

[mir Illich,aproximándonos al ataúd.La ceremonia seguía su curso,

se decían discursos,hablaban

y bueno...Pero el dolor tiene un plazo corto en minutos,¿acaso se puede abarcar

10 inabarcable?Pasan

y miran con miedo

(31) Otro fragmento de la marcha citada anteriormente.

175

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Recuerdos sobre Maiakovski

el círculo negro,cubierto de nieve.

¡Cómo saltanlocamente

las agujasdel reloj de la torre del Krernlin 1

De prontosaltó y se detuvo

el último cuarto de hora.¡Morid un instante

ante este sucesol¡Deteneos,

movimiento y vida!¡Los que levantasteis el martillopermaneced así por un instante! (32)¡Detente,

tierra,acuéstate y quédate quieta!

¡Silencio!Su gran camino ha terminado.

Disparaban los cañones,tal vez eran millones,

y sin embargolas salvas de artillería eran más débiles

que monedas sonandoen el bolsillo de un mendigo.

Abro los ojos,dolorido

hasta la saciedad.

(32) Con motivo del entierro de Lenin se suspendieron to­das las actividades en la República Soviética.

176

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Una selección de poemas

Estoy de pie,helado,

inmóvil,casi sin respirar.

y veoante mí,

por encima del mundo,su ataúd, inmóvil y mudo,envuelto en banderas,en medio de la tierra oscura.y ante su ataúd, nosotros,

representantes del género hu­[mano,

sabemosque multiplicaremos en tempestades de revoluciones,en gr.andes obras y poemas,

lo que hoy presenciamos.Pero de pronto,

a lo lejos,desde el fondo purpúreo de

[banderas,desde el silencio de la guardia de turno,sonó una voz

en la noche helada:«-¡De frente, marchen... !»No era necesaria

esa orden.Respirando

más hondo.moviendo con esfuerzo nuestros cuerpos,con paso más vivo,

aband0namos la plaza.Nuevamente

flamean las banderas

177

12 • MAlAKOVSKI

Page 172: Triolet, Elsa - Recuerdo Sobre Maiakovski

Recuerdos sobre Maiakovski

alzadas por manos firmessobre nuestras cabezas.

Marcando el paso del diluvio,ampliando el horizonte.

se propagasu idea por el mundo.

Un pensamiento comúnunifica a todos vibrando,

a obreros,campesinos,

soldados,marinos:

-Todo será más difícilpara la República

sin Lenin.Hay que reemplazarlo.

Pero ¿con quién?¿Y cómo?

Bastade andar echado

sobre colchones de pluma.«-Camarada secretario:

aquí tienes la lista.Queremos anotarnos

en la célula del Partido,todos juntos,

toda la fábrica.»Miran los burgueses

con ojillos espantadosal enterarse de esa marcha

[colectiva.

Y tiemblan.

178

Page 173: Triolet, Elsa - Recuerdo Sobre Maiakovski

Una selección de poemas

Cuatrocientos mil obrerosde las fábricas

formaronla primera corona partidaria

del homenaje a Lenin«-Camarada secretario,

toma el lapicero...Queremos reemplazarle...

debemos, queremos•••Yo estoy viejo,

dijo uno,apuntad a mi nieto,

trabaja firme,entrará en la Juventud Comunista.•

y la escuadra levanta sus anclas,ya es tiempo de surcar los mares.« Por el mar,

por el mar,hoy aquí,

mañana allá» (33).¡ Sol. más alto!

Serán testigode como pronto se borranlas arrugas del luto.Junto a los adultos,

dan un paso adelante los niños:t Tra-ta-ta-tá!

¡Tra-ta-ta-tá I«Uno

dostres

(33) Estrofa de la canción de las marinos revolucionarios.

179

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Recuerdos sobre Maíakovski

somos los pioneros,a los fascistas no tememos,

iremos a luchar» (34).En vano Europa nos amenaza con su puño.Los cubrimos con nuestra tormenta.

¡Atrás!¡No se atre­

[van!

Hasta la propia muerte de Lenindevino una fuerza poderosa,

organizada,comunista.

Por encima de las torresun bosque fragoroso

de millones de brazosse alza como banderas clamorosas

en la Plaza Roja.De cada pliegue,

de cada banaera,salen de nuevo clamando

las palabras de Lenin:-¡Proletarios,

preparaos para la lucha final!¡Esclavos,

enderezad vuestras rodillas y espaldas!¡Ejércitos del trabajo,

en pie!¡Viva la revolución

alegre y cercana!

(34) Estrofa de la canción de los pioneros.

180

Page 175: Triolet, Elsa - Recuerdo Sobre Maiakovski

Una selecci6n de poemas

¡Estaes la única

gran guerrade todas

las que conoció la[historia!

181

Page 176: Triolet, Elsa - Recuerdo Sobre Maiakovski

A TOnOS

No se culpe a nadie de mi muerte, y por favor, sin co­mentarios,

al difunto le molestaban enormemente.Madre, hermanas, camaradas, perdonadme - no es un

método, no se lo aconsejo a nadie­pero no tengo otra salida.Lilí, ámame.Camarada Gobierno: mi familia se compone de Lilí

Brick,madre, mis hermanas y Verónica Vitóldovna Polóns­

kaia (35).Si les haces la vida soportable, gracias.Enviad los versos inacabados a los Brick. Ellos sabrán

descifrarlos.Como suele decirse,

el «incidente ha concluido»,«la barca del amor

se estrelló contra la vida cotidiana».

(35) Actriz casada que vivió con el poeta durante el últimoaño de su vida, aunque nunca abandonó del todo a su marido.

182

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Una selección de poemas

Estoy a mal con la viday es inútil recordar

dolores,desgracias

y ofensas mutuas.Sed felices.

Vladimir Maiakovski, 12-4-1930

183

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REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

«i ESCUCHAD!» fue publicado por primera vez en La re­vista de los futunstas en 1913, sin título.

«LA NUBE EN PANTALONES», dedicado a Lilí Brick, fueescrito en 1915 y editado ese mismo año con considerablescortes por mor de la censura. El propio poeta explica asíel título del poema: «En el año 1913, al regresar a Moscúdesde Sarátov, viajaba conmigo una amiga a quien quisedemostrar mi buena voluntad y le dije: No soy un hom·bre, soy una nube en pantalones».

«LA FLAUTA VERTEBRAL» fue escrito en 1915. Se publicópor primera vez en la revista El tambor futurista, bajo eltítulo de «Versos para ella» y dedicado a Lilí Brick. Laprimera edición fue de 600 ejemplares.

«150.000.000» se publicó, con el titulo de "Iván», en co­pias mimeografiadas, dadas las dificultades puestas a sucirculación normal, que no se produjo hasta 1921. Fue es­crito en 1919, mientras el poeta trabajaba en la agenciatelegráfica ROSTA. Publicamos un fragmento del poema,que consta de 1.700 versos.

«A SERGUEI EséNIN» fue escrito a raíz de la muerte delpoeta de este nombre. Nacido en 1895, se suicidó en 1925,dejando una carta escrita con sangre. Se cortó primero lasvenas y luego se ahorcó con una cuerda colgada de lascañerías de su habitación. Fue un poeta lírico de vida tur­bulenta que estuvo casado con la bailarina IsadoraDuncan.

«VERSOS SOBRE EL PASAPORTE SOVIéTICO» fue escrito en1929.

«DESPEDIDA» fue escrito en 1925, como último poemade una serie dedicada a un viaje por el extranjero.

185

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Recuerdos sobre Maíakovski

«MI MEJOR VERSO» fue escrito en 1925.«VLADIMIR ILLICH LENIN», escrito en 1924, a raíz de la

muerte del dirigente soviético, es seguramente el poemade mayor aliento y fuerza escrito en su honor. Damos frag­mentos del mismo. El original íntegro consta de 3.000versos.

«A rODOS» fue escrito por Vladimir Maiakovski el 12 deabril de 1930, dos días antes de su muerte. Lleva los si­guientes postcriptum: «Camaradas de la VAPP (Asocia­ción de Escritores Proletarios, en la que ingresó Maiakovs­ki un año antes de su muerte, y con la cual se había pe­leado continuamente por su sectarismo y falsa posicióncultural), no me consideréis falto de espíritu. En serio,no hay nada que hacer. Saludos. Decidle a Ermilov (en­sayistas de la VAPP) que lamento no haber terminadonuestra discusión». «En mi mesa hay 2.000 rublos, enviad­los al erario público. Lo demás, cobradlo de las Edicio­nes del Estado.»

186

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RECUERDOS SOBRE MAIAKOVSKI •

1 .

11

111

IV

V

VI

UNA SELECCION DE POEMAS .

Nota del traductor .

¡Escuchad! .

La Nube en Pantalones

La flauta vertebral.

150.000.000 . . .

A Serguei Esénin

Mensaje a los poetas proletarios .

Versos al pasaporte soviético.

Despedida .....

Mi mejor verso . . .

Vladimir Illich Lenin

A todos .....

Referencias bibliográficas

INDICE

1

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Existe un mito • Maiakovski» que ha generado imágenes detodo tipo: Maiakovski futurista, Malakovskl poeta de la revolu­ción, Maiakovski profeta del progreso, Maiakovskl poeta del pro­letariado, Malakovski enfant terrible recortado en una camisaamarillo limón. Resulta al fin superfluo pretender socializar loInédito, lo singular y múltiple, lo disperso y lo caótico; no cabela exclusiva de ningún Maiakovskl.

Los recuerdos que esboza - con ternura y con nostalgia-,Eisa Triolet, amiga desde la infancia del poeta ruso, dejan tras­lucir una vida que fue ante todo la experiencia real de la revo­lución: el gusto por el riesgo, la denuncia de un arte seducido,ensimismado, por sus propios encantos; el coraje de un hombreque se encara con la utopía suspendida en el vacío. Nadie hasido menos (ni más) futurista que Maiakovski; nadie tan políticoni, a la vez, tan literalmente poético.

La selección de poemas que acompaña a los recuerdos dela Triolet refleja hasta qué punto la revolución, cuando es origi­naria, traspasa los límites de una ·persona y de un lenguaje;hasta qué punto empuja al hombre hacia su más inaccesible yreal comunidad. Los poemas son la revelación del Impresionanteforcejeo de un poeta con la vida. Y con la muerte.

editorial~rós barcelona