Trilogía sucia de la Habana y el retorno del hombre fuerte.doc

10
Píldoras azules o píldoras rojas: La Trilogía sucia de la Habana y el retorno del hombre fuerte Francisco Carrillo Universidad de Pensilvania En una de las escenas medulares de The Matrix (Larry y Andy Wachowski, 1999), el cariacontecido Morfeus, jefe de la resistencia contra el imperio de las máquinas, le ofrece dos píldoras al héroe de la saga, de nombre “Neo”. La píldora azul hará que olvide su contacto con la resistencia y le devolverá a su mundo de seguridades. La píldora roja, sin embargo, le arrojará a una vida de lucha, sufrimiento y revolución contra el poder opresor de las máquinas. La situación de este hipotético futuro es la siguiente: las máquinas dominan el mundo y tienen recluidos a los hombres en extensos y sórdidos campos de cultivo donde, conectados a generadores, son utilizados como baterías de energía. Para lograr la absoluta enajenación de los seres humanos las maquinas crearon el programa de realidad virtual Matrix, donde cada uno de los hombres vive una vida virtual perfectamente ordenada. Neo, cómo no, se traga la pastilla roja. La célebre escena de las píldoras apela también al espectador, que no se puede sentir ajeno al dilema de Neo, con la única diferencia de que en nuestro mundo estas opciones se dividen entre la analgesia del “capitalismo de ficción”, un estado lisérgico donde la propia identidad se ha convertido en una mercancía de uso (Vicente Verdú 1 ), o la confrontación con una 1 Yo, tu, objetos de lujo . Barcelona, Anagrama, 2006. 1

Transcript of Trilogía sucia de la Habana y el retorno del hombre fuerte.doc

Page 1: Trilogía sucia de la Habana y el retorno del hombre fuerte.doc

Píldoras azules o píldoras rojas: La Trilogía sucia de la Habana y el retorno del hombre fuerteFrancisco CarrilloUniversidad de Pensilvania

En una de las escenas medulares de The Matrix (Larry y Andy Wachowski,

1999), el cariacontecido Morfeus, jefe de la resistencia contra el imperio de las

máquinas, le ofrece dos píldoras al héroe de la saga, de nombre “Neo”. La píldora

azul hará que olvide su contacto con la resistencia y le devolverá a su mundo de

seguridades. La píldora roja, sin embargo, le arrojará a una vida de lucha, sufrimiento

y revolución contra el poder opresor de las máquinas. La situación de este hipotético

futuro es la siguiente: las máquinas dominan el mundo y tienen recluidos a los

hombres en extensos y sórdidos campos de cultivo donde, conectados a generadores,

son utilizados como baterías de energía. Para lograr la absoluta enajenación de los

seres humanos las maquinas crearon el programa de realidad virtual Matrix, donde

cada uno de los hombres vive una vida virtual perfectamente ordenada. Neo, cómo no,

se traga la pastilla roja.

La célebre escena de las píldoras apela también al espectador, que no se puede

sentir ajeno al dilema de Neo, con la única diferencia de que en nuestro mundo estas

opciones se dividen entre la analgesia del “capitalismo de ficción”, un estado lisérgico

donde la propia identidad se ha convertido en una mercancía de uso (Vicente Verdú1),

o la confrontación con una “autenticidad” que se advierte cada vez más alejada de las

sociedades tecnológico-informativas del occidente desarrollado, sin que aún se sepa

cifrar su localización.

En principio, el contexto de esta fábula postmoderna y el que nos presenta

Pedro Juan Gutiérrez en la Trilogía sucia de La Habana no pueden ser más opuestos.

Ese futuro ordenado, aséptico, tecnificado y preciso de Matrix resulta antagónico,

aparentemente, al Centro Habana de Pedro Juan, donde la suciedad de su título

impregna todos los motivos de la obra. En medio de un paisaje urbano maloliente y

degradado, la porquería de la Trilogía se enseñorea de las casas y las calles,

extendiéndose a las relaciones personales, igualmente corruptas.

Sin embargo, ambas producciones responden, de maneras diversas, a un

estímulo similar que es el que me interesa destacar en este trabajo, una sensación de

crisis cultural y espiritual que se eleva como lo más característico de las

1 Yo, tu, objetos de lujo. Barcelona, Anagrama, 2006.

1

Page 2: Trilogía sucia de la Habana y el retorno del hombre fuerte.doc

preocupaciones y propuestas artísticas contemporáneas. Un despertar traumático al

nuevo siglo impregna lo que antes se llamaba el “espíritu de época”. En este sentido,

La Trilogía recoge y reelabora, “a lo cubano”, algunas de las tendencias

predominantes de la reflexión estética y social en occidente, enredada en el dilema de

la resignación o la llamada al cambio. Y de nuevo, y como le sucede a Neo en The

Matrix, Pedro Juan persiste en la vía revolucionaria y elige la píldora roja

(metafóricamente). Quizás por ello la polémica haya rodeado al libro desde su

lanzamiento. En Cuba nunca se ha publicado y, fuera de la isla, muchos críticos lo

acusaron de componer el retrato más conveniente del “periodo especial”: la versión

que las editoriales españolas querían leer. En cualquier caso, hablamos de la novela

cubana que más ha impactado en el panorama literario de los últimos años, la más

traducida, vendida y distribuida (a 17 países) desde su primera publicación por

Anagrama, en 1998.

Una de las razones de la actualidad de la obra se debe, sin duda, a que la Cuba

del periodo especial se adelanta a otros momentos de ruptura dramática con los

modelos previos y reconfiguración de los mapas sociales, una ruptura que en el

contexto internacional está marcada por la profunda crisis que atraviesan los modelos

sociales impuestos por el neoliberalismo, con puntos de inflexión como el

hundimiento de las economías latinoamericanas en los años 90, el cuestionamiento del

estado del bienestar en Europa, los conflictos internacionales desatados por la

administración Bush, el crecimiento del fundamentalismo islámico o el problema del

calentamiento global. Todo ello ha causado una íntima conciencia del agotamiento

cultural y espiritual de occidente, una suerte de decadencia por hipertrofia.

Es aquí, en esta crisis de los esquemas sociales, donde el retrato que realiza

Pedro Juan Gutiérrez de La Habana bajo el periodo especial adquiere una dimensión

universal y se abraza con otros escenarios en descomposición. La suciedad y la

escatología de Pedro Juan como expresión de la degradación del hombre y la

deshumanización de sus relaciones sociales por exceso de promiscuidad, se

transforma, en las muestras del último arte occidental, en una asepsia deshumanizante,

un distopía tecnológica que niega las relaciones personales, sustituidas por las redes

cibernéticas. La tecnología aparece así como una amenaza para los vínculos de

inclusión comunitaria, provocando una suerte de estado alucinógeno en el que las

2

Page 3: Trilogía sucia de la Habana y el retorno del hombre fuerte.doc

gratificaciones inmediatas e individuales del mundo virtual encubren carencias

sociales profundas.

En su última obra, “Ecce Comu”, Gianni Vattimo viene a reforzar el consenso

que existe entre ciertas tendencias del pensamiento de izquierdas actual sobre los

efectos analgésicos de la tecnología. El filósofo italiano retoma la idea de Francis

Fukuyama sobre el fin de la historia (que éste atribuía a la victoria del bloque

capitalista sobre el campo socialista), en relación a la hegemonía social, cada vez más

atosigante, del mundo cibernético y de las nuevas tecnologías de la información. En

sus palabras:

La desaparición de las divisiones entre derecha e izquierda implica

también la tesis de que la transformación del mundo en una sociedad

única de hombres libres, ricos y democráticos es pura cuestión de

difusión de la información: conectar a todos los hombres a Internet es la

solución de los conflictos, la apertura de una nueva era finalmente libre

de la alienación…

Si hay un sentido en el que la idea de que la historia ha llegado a su fin,

es precisamente cuando se produce una condición de casi total carácter

previsible de cualquier evento, al menos dentro de la pompa “racional” e

informativo-informática de los países ricos (44)

Para reforzar la idea de Vattimo, Slavoj Zizek (en su artículo:

“Multiculturalismo o la lógica cultural del capitalismo multinacional”) señala la

creación de un colchón tecnológico donde las fricciones del capitalismo se amortiguan

en un entorno inmaterial, de supuesto libre intercambio y a salvo de los desajustes del

sistema, lo que denomina, valiéndose del término que acuñó Bill Gates, “capitalismo

libre de fricción”. De nuevo nos topamos con un Matrix. Sin embargo, frente a esta

imagen falsamente liberadora del ciberespacio, Zizek propone descubrir la

materialidad de los “antagonismos sociales traumáticos”, de “las relacionas de poder”

que el mundo virtual oculta:

En sus manuscritos Grundrisse, Marx señaló que la disposición material

de un emplazamiento industrial del siglo XIX materializa directamente

la relación de dominación capitalista –el trabajador aparece como un

mero apéndice subordinado a la máquina que posee el capitalista-;

mutatis mutandis, lo mismo ocurre con el ciberespacio. En las

3

Page 4: Trilogía sucia de la Habana y el retorno del hombre fuerte.doc

condiciones sociales del capitalismo tardío, la materialidad misma del

ciberespacio genera automáticamente la ilusión de un espacio abstracto,

con un intercambio “libre de fricción” en el cual se borra la

particularidad de la posición social de los participantes. (155)

El concepto de “identidad de clase”, en este caso amenazado de disolución, es

el subyace a la apreciación de Zizek cuando se refiere a la “posición social de los

participantes”, desdibujada en las actuales condiciones del nuevo espacio de

representación social en el que se han convertido las redes de la información. Tanto

Zizek como Vattimo denuncian la enajenación que causa este entorno virtual, a la vez

que plantean la necesidad de generar un pensamiento subversivo que lo desestabilice:

reclaman las pastillas rojas que se tomó Neo. En este punto, sin embargo, cabe

hacernos dos preguntas: ¿existen pastillas rojas, existe la posibilidad de un cambio

real, o el reclamo de Zizek y de Vattimo constata un vacío en la capacidad

trasformadora? Y una segunda, ¿el ciudadano moderno quiere pastillas rojas, quiere

despertar del sueño? ¿No se encontrarán las sociedades occidentales frente la ciega

celebración del placebo?

El último film de uno de los realizadores más atentos a estas dinámicas puede

responder a nuestras dudas. En Una historia de violencia (2005), de David

Cronenberg, la dialéctica entre la píldora roja y la píldora azul parece superada. En

ella, la identidad de clase a la que apelaba Zizek, es decir, la identidad “real” o física,

queda sustituida por las nuevas identidades de ficción, virtuales. El protagonista,

interpretado por Vigo Mortensen, se debate ante el conflicto de sus dos identidades en

lucha, la de un padre de familia en una tranquila comunidad rural y la del asesino

metódico, que se desvela como su “verdadera” identidad. Lo más sorprendente es que

sea esta segunda caracterización, cultivada por la ficción cinematográfica, la que se

advierta, con en paso de la película, como la más verosímil de las dos. La tensión

narrativa que se establece entre estas dos dimensiones, realidad y ficción, marca el

sentido profundo del film, como gran parte de la obra previa de Cronenberg

(Videodrome, Existenz, La mosca…).

La frontera, cada vez más difusa, entre realidad y ficción, se sitúa también en

el centro de la operación de Pedro Juan Gutiérrez. Lo que ocurre es que en su caso

esta operación es de derribo. Por contraste a la resignación o a la irónica aceptación de

la virtualidad creciente, Pedro Juan propone una vuelta del pensamiento fuerte, del

4

Page 5: Trilogía sucia de la Habana y el retorno del hombre fuerte.doc

hombre fuerte que se rebela, en su caso, por medio de un encuentro con aquello que

pretendemos ocultar, contra la limpieza, la buena educación, los modales o el

refinamiento. Contra los aparatos de mediación, la norma y lo establecido, Pedro Juan

eleva una protesta que resulta una celebración de la porquería, del instinto humano

antes de las represiones que introduce la norma social: “Sólo un arte irritado,

indecente, violento, grosero, puede mostrarnos la otra cara del mundo, lo que nunca

vemos o nunca queremos ver para evitarle molestias a nuestra conciencia (TSH,

105)”.

Una violencia y una irritación que comparte con otro de los ilustres ejemplos

del momento, el cineasta alemán Michael Haneke, quien compone uno de los relatos

más impactantes, por su hondo hiperrealismo, de la sorda resignación occidental.

Películas como El séptimo continente (1989), Funny games (1997) o 71 fragmentos

de una cronología del azar (1994), repuesta hace unas semanas en las salas de cine de

la Habana, ejemplifican esta estética del desconsuelo y profundizan en la pérdida de

un sentido humano de la existencia. Rescataré una de las secuencias de ésta última,

donde en una larga toma con cámara fija, aparece un anciano solitario sorbiendo su

sopa, en absoluto silencio y abstraído delante de un televisor que emite imágenes de la

Patagonia mientras imparte consejos sobre cómo caminar sobre sus glaciares. Quizás

esta imagen componga la síntesis más lograda, y más pesimista, de una vida

traspasada al entorno de la “pantalla total”.

El mero hecho de mostrar las realidades en su absoluta desnudez hace que de

la estética de Haneke surja una acusación que conecta con la propuesta de Pedro Juan

Gutiérrez y su intento por eliminar los eufemismos, por prescindir de las represiones

que dominan el lenguaje. Si en Pedro Juan, el método para escapar al ahogo

existencial y material se basa en la negación de cualquier aparato preceptivo, en

Haneke es el retrato descarnado de estos aparatos lo que causa su denuncia.

En La Trilogía, sin embargo, se advierte una vitalidad a través del esperpento,

lo grotesco, la ironía o el exceso, que termina por celebrar al individuo en su

sensorialidad, sobre todo a partir del sexo. La crisis de la Trilogía se advierte como un

movimiento constructivo, de píldoras rojas, frente a la sensación de incapacidad de

cambio que permea la propuesta de Haneke, que nos introduce en un laberinto sin

puertas. La idea del retorno del pensamiento fuerte, que con diversos enfoques han

retomado pensadores como Antonio Negri y Michael Hard (Imperio), Paolo Virno

5

Page 6: Trilogía sucia de la Habana y el retorno del hombre fuerte.doc

(Gramática de la multitud)2 Peter Sloterdijk o Luís Fernández Galiano y los

mencionados Gianni Vattimo o Slavoj Zizek, apostando por la recomposición de un

sentido comunitario, la denuncia de las anomias a las que ha conducido el

pensamiento postmoderno o la vuelta a un comunismo libertario, inicia un corriente

postcrítica, de intentos de superación del trauma, que encuentra en Pedro Juan

Gutiérrez una de sus mejores muestras.

Bibliografía:

Cronenberg, David: A History of Violence.

Gutiérrez, Pedro Juan: Trilogía sucia de La Habana. Barcelona: Anagrama,

1998.

Haneke, Michael: 71 fragmentos de una cronología del azar.

Vattimo, Gianni. Ecce Comu. La Habana: Editorial de las ciencias sociales,

2006.

Wachowski, Larry y Andy Wachowski: The Matrix, 1999

Zizek, Slavoj: “Multiculturalismo, o la lógica cultural del capitalismo

multinacional”. Estudios culturales, reflexiones sobre el multiculturalismo. Ed.

Jameson, Fredric y Zizek, Slavoj: Buenos Aires: Paidós, 1998.

2 Para una nómina de la obra contemporánea que intenta recuperar el comunismo desde una nueva teorización que revise sus fundamentos liberadores, consultar la ponencia de Juan Dúchense Winter “Por un comunismo literario”, (Latin American Studies Association, 2007 Congress. 5-7 sept. 2007).

6