Travesía a la libertad - guillermoschmidhuber.comguillermoschmidhuber.com/pdf/teatro/2e Travesía a...

28
Esta pieza celebra la democracia mexicana despúes de dos si- glos de las guerras de Independencia y pasado un siglo de la Revo- lución. La trama presenta un enlace ficticio entre dos hechos suce- didos en México: el asesinato de Enrique Camarena, en 1985, quien fue agente de la United States Drug Reinforcement Administration (DEA), y el escape del narcotraficante Joaquín «El Chapo» Guzmán del Centro de Alta Seguridad de Zapotlanejo, Jalisco, el 19 de enero de 2001. Primer tiempo Separos de la policía, en el espacio maldito de un torturador. El Reo está esposado y permanece sentado en una silla de barrotes. Una cadena lo sujeta a la silla. El Verdugo I deambula mientras habla y actúa con exceso de violencia. El Reo presenta sangre en el rostro y vendajes de otras sesiones de tortura. VERDUGO I.— Vamos a comenzar de nuevo, ¿cuántas veces estuviste en esa casa? REO.— Solamente una. VERDUGO I.— Solamente una, señor. ¿Crees que soy estúpido? REO.— No, señor, desconozco su coeficiente de inteligencia. Travesía a la libertad Guillermo Schmidhuber de la Mora Personajes: reo Verdugo I esPosa de reo Verdugo II Leonardo Verdugo III acto únIco en tres tIemPos [165] Travesía a la libertad www.guillermoschmidhuber.com

Transcript of Travesía a la libertad - guillermoschmidhuber.comguillermoschmidhuber.com/pdf/teatro/2e Travesía a...

Page 1: Travesía a la libertad - guillermoschmidhuber.comguillermoschmidhuber.com/pdf/teatro/2e Travesía a la libertad.pdfdel Centro de Alta Seguridad de Zapotlanejo, Jalisco, el 19 de enero

201

Esta pieza celebra la democracia mexicana despúes de dos si-glos de las guerras de Independencia y pasado un siglo de la Revo-lución. La trama presenta un enlace ficticio entre dos hechos suce-didos en México: el asesinato de Enrique Camarena, en 1985, quien fue agente de la United States Drug Reinforcement Administration (DEA), y el escape del narcotraficante Joaquín «El Chapo» Guzmán del Centro de Alta Seguridad de Zapotlanejo, Jalisco, el 19 de enero de 2001.

Primer tiempo

Separos de la policía, en el espacio maldito de un torturador. El Reo está esposado y permanece sentado en una silla de barrotes. Una cadena lo sujeta a la silla. El Verdugo I deambula mientras habla y actúa con exceso de violencia. El Reo presenta sangre en el rostro y vendajes de otras sesiones de tortura.

VERDUGO I.— Vamos a comenzar de nuevo, ¿cuántas veces

estuviste en esa casa? REO.— Solamente una. VERDUGO I.— Solamente una, señor. ¿Crees que soy estúpido? REO.— No, señor, desconozco su coeficiente de inteligencia.

Travesía a la libertad

Guillermo Schmidhuber de la Mora

Personajes:reo

Verdugo IesPosa de reo

Verdugo IILeonardo

Verdugo III

acto únIco en tres tIemPos

[165]

Travesía a la libertad

www.guillermoschmidhuber.com

Page 2: Travesía a la libertad - guillermoschmidhuber.comguillermoschmidhuber.com/pdf/teatro/2e Travesía a la libertad.pdfdel Centro de Alta Seguridad de Zapotlanejo, Jalisco, el 19 de enero

202

VERDUGO I.— Muy gracioso, cabroncito, te voy a quitar ese buen humor.

REO.— No lo creo. VERDUGO I.— ¿Por qué no? REO.— Porque hace muchos días que perdí el buen humor. VERDUGO I.— A ti te gusta jugar. (El Verdugo desencadena al

Reo.) REO.— Depende de a qué quiere jugar. VERDUGO I.— Ponte de pie, pinche hijo de puta. (Obedece el

Reo.) ¿Vas a cantar o no? REO.— (Con picardía.) Solamente me sé el Himno Nacional, de

lo demás no me acuerdo. VERDUGO I.— (Autocrático.) ¿Te quieres hacer el héroe? REO.— Yo no sé de héroes, señor. VERDUGO I.— ¿Quieres jugar a la historia, güey? REO.— No, señor. VERDUGO I.— (Se palmea las manos.) ¿Sabes el juego de las

manitas calientes? ¡Extiende las manos, cabrón! (El Reo ofrece las manos abiertas hacia arriba con temor.) ¡Pendejo, con las palmas hacia abajo! (Obedece.) Así está mejor. (El Verdugo acaricia con las-civia las palmas del Reo) ¿Quién hizo la independencia de México?

REO.— Hidalgo.Verdugo.— ¿Nadie más? REO.— Morelos. Verdugo.— No mames, pendejo, me respondes como si te estu-

viera preguntando las calles de México. (Sorpresivamente voltea sus palmas y golpea al reo en el reverso de sus manos. El Reo gime.) ¡Ves que torpe eres, güey! (Continúa con el juego.) Así... así... así... (Con rapidez palmea al Reo, quien gime al sentir el dolor.) ¡A ver, atrévete a pegarme!

REO.— (Suplicante.) No quiero. Verdugo I..— ¡Pégame… o pregúntame de historia! REO.— Yo no sé historia, señor. VERDUGO I.— ¡Te ordeno que me preguntes, putito! REO.— Nunca. VERDUGO I.— ¿Sabes quién fue Allende? REO.— No sé, señor.

Travesía a la libertad

Travesía a la libertad

www.guillermoschmidhuber.com

Page 3: Travesía a la libertad - guillermoschmidhuber.comguillermoschmidhuber.com/pdf/teatro/2e Travesía a la libertad.pdfdel Centro de Alta Seguridad de Zapotlanejo, Jalisco, el 19 de enero

203

Verdugo.— ¡Pero estuviste en la casa ubicada en la esquina de Morelos y Allende!

REO.— Solamente una vez, ya se lo dije, fui a jugar cartas. Verdugo.— ¿Sólo a eso… (Extiende las manos con las palmas

hacia abajo.) y a nada más? REO.— No, señor.VERDUGO I.— ¡Pégame! REO.— No puedo. VERDUGO I.— ¡Entonces pregúntame de historia, pinche hijo

de la chingada! (Las manos se mueven y se acarician sin que el Reo ataque.)

REO.— No sé.VERDUGO I.— ¿Qué héroe dijo «La patria es primero»? REO.— (Doloroso.) Le digo que no sé historia.VERDUGO I.— (Rompiendo las reglas del juego, el Verdugo pal-

mea las palmas abiertas del Reo dos veces seguidas diciendo las pa-labras.) ¡Vicente Guerrero! ¡Ves qué divertido es aprender historia!

REO.— ¡Ay!VERDUGO I.— (Ordena como lo haría un militar.) ¡No digas

«ay»! ¡Di gracias, señor! REO.— (Repite lastimero.) Gracias, señor.VERDUGO I.— Analfabeta, siéntate allí. (El Reo se sienta en

una silla de barrotes. El Verdugo encadena al reo a una silla con las manos hacia atrás.) ¿Ganaste al póquer aquella noche?

REO.— No apostamos. VERDUGO I.— ¿A qué le apuestas tú en la vida? REO.— Le apuesto a la verdad. VERDUGO I.—¡Aquí no hay más verdad que la mía! REO.— ¿Qué quiere que le diga? VERDUGO I.— Con una clase de historia y todos acaban can-

tando. REO.— Quiero mi libertad. VERDUGO I.— ¿Cuánto te pagaron para que mataras a Cama-

rena? REO.— (En un alarido de cansancio.) ¡Yo no conocí a ese señor

y yo no lo maté!

Guillermo Schmidhuber de la Mora

Travesía a la libertad

www.guillermoschmidhuber.com

Page 4: Travesía a la libertad - guillermoschmidhuber.comguillermoschmidhuber.com/pdf/teatro/2e Travesía a la libertad.pdfdel Centro de Alta Seguridad de Zapotlanejo, Jalisco, el 19 de enero

204

VERDUGO I.— ¡Cállese, puto, aquí hablan todos! El dolor les hace desembuchar la historia. A mí no me importa si asesinaste a Camarena, lo importante es que lo confieses aquí. ¿Sabes, pendeji-to, qué es esto? (Le muestra una picana.) Es un instrumento de gran utilidad: Una picana eléctrica. (Toca el cuerpo del Reo sin que haya toque eléctrico, luego se lo quiere introducir en la boca.) Es un gran invento para soltar historias.

La picana se transforma en un flash-light encendido y simultá-neamente la escena se oscurece. En una escena mental, imaginada por el Reo, vemos en un extremo de la escena, una mujer de treinta años, es la Esposa del Reo. Ella habla con su marido sin que perciba la violencia que flota en el ambiente. Sobre el monólogo de la Esposa hay intensos sonidos minimalistas producidos por la corriente eléc-trica. El Reo mira a donde está la Esposa, mientras el Verdugo perma-nece en otro espacio mental.

ESPOSA DE REO.— No me gusta que llegues tarde, algo te puede pasar, y yo sin ti, ni una sola noche.

La picana se apaga al retirarla del cuello del Reo y la luz anterior regresa. La mujer queda de espaldas al Reo.

VERDUGO I.— Ésta es una demostración del poquito aguante que tienes. (El Verdugo recorre el cuerpo del Reo con la picana) Aquí, la cuestión es saber cuándo vas a confesar que eres culpable, pronto y casi sin dolor... o esperar para morir como los héroes. ¿Si quieres libertad?, pues a contar la historia. ¡Tú decides, güey!

Sorpresivamente envía la descarga eléctrica y la luz se enciende. El sonido minimalista y la oscuridad regresan. El Reo se retuerce y grita, pero el alarido es silente. La Esposa se desplaza mientras dice su parlamento en tono cotidiano.

ESPOSA DE REO.— Volviste a beber, me habías prometido no hacerlo hasta la noche de Navidad.

Travesía a la libertad

Travesía a la libertad

www.guillermoschmidhuber.com

Page 5: Travesía a la libertad - guillermoschmidhuber.comguillermoschmidhuber.com/pdf/teatro/2e Travesía a la libertad.pdfdel Centro de Alta Seguridad de Zapotlanejo, Jalisco, el 19 de enero

205

La picana es desconectada y la luz regresa a la normalidad.

VERDUGO I.— No querrás que ésta sea tu última confesión. Si hubieran tenido esta picana los españoles, nunca hubiera habido independencia, ¡habría pura pendencia, ja, ja!

Por tercera vez utiliza la picana y el juego de linterna, sonido y oscuridad regresan. El Reo se agita con dolor.

ESPOSA DE REO.— Anoche te estuve esperando hasta que me quedé dormida.

La picana es desconectada y regresa a la normalidad la luz.

VERDUGO I.— ¡Cero y van cuatro! No mames, güey, tienes más aguante de lo que creía. Sigamos con la clase de historia, ¿Cómo mataron a…

REO.— ¡Le digo que no sé!VERDUGO I.— ¿…al padre Hidalgo, me refiero?

Una descarga eléctrica sobre los genitales del Reo hace que se es-tremezca. El reo mira la zona en que está su consorte.

ESPOSA DE REO.— Hace mucho que no hacemos el amor.

Ven, dame un beso de buenas noches.REO.— María, te extraño tanto.

El Verdugo tortura con una descarga más. Los ojos del Reo bus-can a su esposa.

ESPOSA DE REO.— ¡Me estás preocupando!REO.—¡No tengas miedo, nada me va a pasar porque nada hice!ESPOSA DE REO.— Yo no puedo vivir sin ti.REO.— Te prometo que sobreviviré.

La descarga eléctrica es detenida por el Verdugo I y la escena vuel-ve a la normalidad con la desaparición de la imagen de la Esposa.

Guillermo Schmidhuber de la Mora

Travesía a la libertad

www.guillermoschmidhuber.com

Page 6: Travesía a la libertad - guillermoschmidhuber.comguillermoschmidhuber.com/pdf/teatro/2e Travesía a la libertad.pdfdel Centro de Alta Seguridad de Zapotlanejo, Jalisco, el 19 de enero

206

VERDUGO I.— (Retira la picana.) Te pregunté, ¿que cómo ma-taron al padre Hidalgo?

REO.— No lo sé.VERDUGO I.— ¿Cómo no vas a saber cómo mataron al ini-

ciador de nuestra independencia, cabroncito? Todos lo sabemos, lo fusilaron junto a Allende, Aldama y Jiménez. Seguiremos con la clase de historia: ¿trabajaba Camarena para la DEA?

REO.— Yo no lo sabía hasta que aquí me lo dijeron.VERDUGO I.— Es igualito que la historia, no me importa cómo

te enteraste, lo importante es que lo sepas.REO.— ¡Yo nunca vi a Camarena!VERDUGO I.— ¿Lo asesinaste con los ojos cerrados?REO.— No sé nada de él, si era gringo o mexicano.VERDUGO I.— Él decía que nació en los Estados Unidos, en

Caléxico, al otro lado de Mexicali.REO.— (Interrumpiendo.) ¡No quiero saber más!VERDUGO I.— (Continúa impávido.) ¡No te gusta mi clase de

historia, cabrón? Te dije una mentira histórica, Camarena era mexi-cano por los cuatro costados, pero llegó a ser un héroe para los gringos. ¿Podrías tú llegar a ser héroe?

REO.— No lo creo.VERDUGO I.— (Ordena.) ¡No lo creo , señor!REO.— ¡Héroe no, señor! VERDUGO I.— ¿Y podrías ser agente de la DEA?REO.— ¡No podría ser de la DEA, señor!VERDUGO I.— Hablo hipotéticamente, pendejo. Está claro que

nunca llegarías a ser agente de la DEA. (Continúa ambicioso.) ¡Pero yo sí podría… y también podría ser héroe! ¿Y sabes por qué no soy agente de la DEA?

REO.— ¡No, señor!VERDUGO I.— Para no acabar asesinado por un estúpido

como tú y que pusieras mi cadáver en una cajuela y lo tiraras en Michoacán. ¡Ves, hijo de la chingada, que sabemos perfectamente lo que hiciste con Camarena! ¡Sólo nos falta que cantes la historia!

REO.— Soy inocente.VERDUGO I.— Todos somos culpable de algo. La diferencia

Travesía a la libertad

Travesía a la libertad

www.guillermoschmidhuber.com

Page 7: Travesía a la libertad - guillermoschmidhuber.comguillermoschmidhuber.com/pdf/teatro/2e Travesía a la libertad.pdfdel Centro de Alta Seguridad de Zapotlanejo, Jalisco, el 19 de enero

207

entre tú y yo es que a mi nadie me pregunta, y yo estoy aquí para que respondas, pendejito.

REO.— Puede matarme si quiere, pero nunca confesaré lo que no hice.

VERDUGO I.— (Burlesco.) ¿No que no tienes madera de héroe? Tú lo supiste antes de que mataran a Camarena. Estuviste en la escena del crimen y dejaste tus huellas en una cerveza. No mames diciendo que eres inocente.

REO.— Confieso que fui a esa casa a jugar cartas y que bebí cerveza, pero allí no estaba ese señor.

VERDUGO I.— ¿Quien te invitó?REO.— Ya se lo dije, mi primo, al que apresaron antes que a mí.

Él me llevó a esa casa y me presentó a sus amigos.VERDUGO I.— Dame nombres, cabroncito.REO.— A uno le decían Pancho y a otro Emiliano.VERDUGO I.— ¿Cómo que no te gusta la historia? Con que

Pancho Villa y Emiliano Zapata.REO.— ¡Nunca supe sus apellidos! (Sigue en tono normal.) Es-

tuvimos allí como dos horas y luego nos fuimos.VERDUGO I.— ¿Quién decidió irse? ¿Tú o tus amigos?REO.— Nadie decidió nada, simplemente nos fuimos.VERDUGO I.— Pero dejaste tus huellas en una botella, pendejo.REO.— En varias.VERDUGO I.— ¿Confiesas haber bebido varias botellas?REO.— Como cinco.VERDUGO I.— ¿Eres alcohólico?REO.— Mejor digo que sí, porque si lo niego, ¡no me lo va a

creer!VERDUGO I.— ¿Entonces confiesas que mataste a Camarena?REO.— ¡No dije eso!VERDUGO I.— ¿Sabes cómo debería llamarse este cuarto?REO.— No, señor.VERDUGO I.— Cátedra de historia, porque todos los reos aca-

ban contando su historia. REO.— ¡Yo no sé historia!VERDUGO I.— ¿Cómo? ¿Desconoces el legado de los héroes?

(Ríe.) Todo mundo conoce a Emiliano Zapata y a Pacho Villa.

Guillermo Schmidhuber de la Mora

Travesía a la libertad

www.guillermoschmidhuber.com

Page 8: Travesía a la libertad - guillermoschmidhuber.comguillermoschmidhuber.com/pdf/teatro/2e Travesía a la libertad.pdfdel Centro de Alta Seguridad de Zapotlanejo, Jalisco, el 19 de enero

208

REO.— ¡Yo no!VERDUGO I.— Si no sabes lo que hicieron por nosotros, mejor

reza el Yo pecador (El reo mira a donde estaba su Esposa.) REO.— ¡Dios me está viendo y sabe que soy inocente!VERDUGO I.— ¡Lástima que Dios sea un hombre callado! Sus

verdugos lo tuvieron que matar para sacarle siete palabras. (Ríe di-vertido.) No sé porqué pero hoy me siento tan ingenioso.

REO.— ¡Juro por Dios que soy inocente!VERDUGO I.— Inocente, lo que se llama inocente, creo que

ni los héroes… ¿Quien te pagó para matar a Enrique Camarena Salazar?

REO.— Si yo lo hubiera matado, lo hubiera hecho mejor.VERDUGO I.— ¿Cómo que mejor?REO.— No me hubieran agarrado.VERDUGO I.— No la chingues, aquí nadie logra huir de la jus-

ticia.REO.— La justicia es la que huye de mí. ¡Golpéenme! ¡Máten-

me, pero nunca confesaré lo que no hice!VERDUGO I.— No puedes confesar lo que no sabes, pero aquí

les enseñamos historia y la acaban repitiendo como si fuera propia. (Continúa en tono conciliatorio.) Deberías estar agradecido porque te hemos hecho un paro y no hemos molestado a tu familia.

REO.— (El Reo mira hacia donde estaba la imagen de su esposa.) ¡A mi esposa no la toquen!

VERDUGO I.— Ella sabe demasiado.REO.— ¡No se atrevan!VERDUGO I.— Ella podría hasta dar cátedra.REO.— ¡No la metan en esto!VERDUGO I.— Ella está metida hasta el pescuezo sólo por es-

tar casada contigo. ¿Cuánto les pagaron por matar a Camarena?REO.— Si me hubieran pagado, ya estaría cantando, ¿o no?VERDUGO I.— ¡Cállese, puto! Yo no confío en las confesiones

voluntarias. La tortura es el único camino de la verdad. (Le acari-cia el cuerpo con la picana apagada.) Con esto, yo te puedo hacer que des clases de historia y no solamente en español sino en chino, güey, y hasta los ojos se te pondrían rasgados.

Travesía a la libertad

Travesía a la libertad

www.guillermoschmidhuber.com

Page 9: Travesía a la libertad - guillermoschmidhuber.comguillermoschmidhuber.com/pdf/teatro/2e Travesía a la libertad.pdfdel Centro de Alta Seguridad de Zapotlanejo, Jalisco, el 19 de enero

209

REO.— Usted está loco.VERDUGO I.— No lo creas, pinche hijo de puta. Todo el stress

que acumulo, se me acaba aquí mismo. Ustedes son mi siquiatra, no necesito loquero. (Ríe como extraviado y luego mira su reloj.) ¡Una hora! ¡Fíjate, güey, como corre el tiempo cuando estamos en clase de historia! Te voy a dejar tranquilo un rato. No mames, ca-broncito, tienes más aguante de lo que creía… pero yo tengo mucha paciencia. (Ríe.) ¡Esperaré hasta mañana para darte otra clase de historia, pinche hijo de puta!

REO.— ¡Nunca se saldrá con la suya!VERDUGO I.— Tengo de mi lado al gobierno y a su ley. De tu

lado, no tienes a nadie. Además, tienes en tu contra al país más poderoso del mundo, a Estados Unidos, ellos jamás han permitido que sus agentes sean molestados. No mames, cabrón, con sólo ma-tar a Camarena pasaste a la historia. Te la pongo así, cabroncito, es tan grave lo que hiciste, que tú vas a ser el héroe que carga con toda la culpa. México no va a perder ni un poquito solamente porque eres un hijo de la chingada. ¡Te lo digo yo, cabrón, que me gusta la historia: México va primero y va a salir incólume! ¿Sabes qué quiere decir incólume, pendejo? (El Reo niega.) Quiere decir con una historia limpiecita... Mañana continuaremos con esta cátedra, ahora voy a chingarme a otros culpables. ¡No se te olvide lo que aprendiste de historia, hijo de la chingada!

El Verdugo I sale airoso como lo hace un profesional de una cáte-dra. El Reo queda esposado a la silla de barrotes y pierde conciencia.

Segundo tiempo

Han pasado diez años. El Reo está ahora en una cárcel estatal ca-lificada de Centro de Readaptación Social. Viste un atuendo color café deslavado que identifica a los reos. El Verdugo II es un nuevo director que ahora lleva a cabo una primera entrevista con el Reo. La escena sucede en una oficina. El director milita en un partido de derecha y gusta de la buena ropa. Al inicio de la escena, el Reo entra y el director hace la señal de sentarse y el reo lo hace.

Guillermo Schmidhuber de la Mora

Travesía a la libertad

www.guillermoschmidhuber.com

Page 10: Travesía a la libertad - guillermoschmidhuber.comguillermoschmidhuber.com/pdf/teatro/2e Travesía a la libertad.pdfdel Centro de Alta Seguridad de Zapotlanejo, Jalisco, el 19 de enero

210

VERDUGO II.— Pase, Sr. Parra, es un gusto conocerlo. (El Ver-dugo II ofrece su mano abierta en señal de saludo, pero al Reo no la toma. El saludador se enfada) ¡Queda claro que usted es el que no quiere comunicarse conmigo! ¡No yo!

REO.— No se sienta, a ninguno de mis verdugos les he dado la mano.

VERDUGO II.— Yo no soy su verdugo.REO.— Pero sabrá dejarme verdugones en el alma.VERDUGO II.— (Mira con astucia al reo.) En el alma, lo que se

deje, es bueno. Me dicen que este Centro ha cambiado mucho. De verdad me ha sorprendido la tranquilidad que hay. Mis antecesores deben haber trabajado mucho.

REO.— Ellos no hicieron nada, lo hizo el «pueblo».VERDUGO II.— ¡Qué ganas de calificar a cinco mil internos

como el «pueblo»! Pero en fin, el «pueblo», como usted dice, le tiene temor.

REO.— A mí no me temen los internos, ni los custodios. Aquí los únicos que me han temido han sido los directores.

VERDUGO II.— ¿Yo, por ejemplo?REO.— De usted no sé ni el nombre. Acaba de ser nombrado

director y aún no se ha presentado con el «pueblo». Yo nada le pido.VERDUGO II.— Creo que mis antecesores han sido demasiado

permisivos, si sabe lo que significa esa palabra.REO.— No lo sé, pero ellos supieron cosas que usted todavía

ignora.VERDUGO II.— Usted y sus colaboradores han acorralado a

todos los directivos anteriores. Este Centro está ordenado, pero no tiene control.

REO.— Cuando llegué hace diez años, había tiranía de los di-rectores y teníamos tres muertos por semana. Cada dormitorio te-nía una mafia según el lugar de origen, los de Sinaloa, los de Jalisco. Unos se defendían de los otros y todos se mataban... No había agua corriente porque los internos removían de las paredes los tubos para afilarlos y hacer armas punzantes. Hoy tenemos democracia porque…

VERDUGO II.— (Interrumpe.) No lo llamé para que me pre-suma de sus logros. No me interesan. Sólo quiero avisarle que es

Travesía a la libertad

Travesía a la libertad

www.guillermoschmidhuber.com

Page 11: Travesía a la libertad - guillermoschmidhuber.comguillermoschmidhuber.com/pdf/teatro/2e Travesía a la libertad.pdfdel Centro de Alta Seguridad de Zapotlanejo, Jalisco, el 19 de enero

211

un interno más y que se ha excedido. De ahora en adelante no será nadie, o mejor aún, usted es únicamente el Interno (lee el dato en algún papel) con número de expediente 283/85-B.

REO.— (Sin inmutarse continúa el parlamente anterior ahora con mayor volumen.) …Democracia porque entre varios internos limpiamos este Centro. Ya no se vende droga gracias a que el «pue-blo» amenazó con señalar a los custodios que la vendían. ¿Sabe las horas que algunos de los internos generosamente gastamos para que esta cárcel sea modelo?

VERDUGO II.— No serán más de las que yo generosamente en-trego para que este Centro no haga líos.

REO.— Usted hace lo que puede y nosotros hacemos lo que podemos, ¡pero nosotros podemos más!

VERDUGO II.— Para mí, usted es un estorbo.REO.— Usted ni nadie puede derrocarnos, porque no somos

nadie. Pero si usted estorba el buen funcionamiento del Centro, el «pueblo» puede orillarlo a que renuncie y se vaya con su predica a otro lado.

VERDUGO II.— (Iracundo.) ¡Usted se extralimita!REO.— No será si usted actúa como un director inteligente que

respeta el orden y no procura únicamente el control.VERDUGO II.— Tengo la impresión de que en este Centro hay

autogobierno.REO.— Ningún interno hace algo indebido y todos trabajan y

están es paz. ¿De qué se queja?VERDUGO II.— ¡Yo no me quejo de nada!REO.— Hace diez años tuvimos directores impreparados y su

estupidez nos orilló a apoyar un mitin. ¡Dos mil reos hambrientos y abandonados a su suerte! Murieron muchos internos baleados por los guardias. Ante tanto dolor, varios internos comprendimos que estábamos ante una revolución y que más allá no queríamos llegar. Mucho trabajamos para limpiar lo que la política había ensuciado. Después tuvimos a un director inteligente que comprendió la nece-sidad de un nuevo orden, al que él calificaba de democracia.

VERDUGO II.— (Sarcástico.) Un nuevo orden en donde usted fuera el rey.

REO.— Yo soy simplemente Parrita, así me conocen todos, y

Guillermo Schmidhuber de la Mora

Travesía a la libertad

www.guillermoschmidhuber.com

Page 12: Travesía a la libertad - guillermoschmidhuber.comguillermoschmidhuber.com/pdf/teatro/2e Travesía a la libertad.pdfdel Centro de Alta Seguridad de Zapotlanejo, Jalisco, el 19 de enero

212

lo único que trato es de ayudar. Después del mitin, yo representé al «pueblo» ante las autoridades.

VERDUGO II.— (Sigue irónico.) Y lo sigue representando.REO.— Por eso vengo a aclarar varios puntos y responder a

todas sus preguntas.VERDUGO II.— ¡Las preguntas las hago yo y también doy las

respuestas! En este Centro se vive como afuera: más que libertad, hay libertinaje.

REO.— Nuestro castigo consiste en perder la libertad, pero todo lo demás sigue siendo nuestro. Aquí no tenemos libertad de salir pero somos todos iguales y estamos aprendiendo a ser frater-nales. ¿Le han informado que hace años que no hay un asesinato entre los internos?

VERDUGO II.— La sociedad pide un castigo para los que rom-pen sus leyes y este Centro ya no está siendo un verdadero castigo.

REO.— Si es tan legalista, ¿por qué no pone una queja de que llevo más de diez años aquí y mi juicio todavía no termina. No sa-ben oficialmente si soy culpable o inocente.

VERDUGO II.— ¡Claro que es culpable!REO.— Mientras un juez no determine eso, se presume que soy

inocente.VERDUGO II.— Usted fue cómplice del asesinato de un agente

de la DEA.REO.— Desde ese asesinato muchas cosas han cambiado.

México llevó más de cien personas a un juicio sumario para en-contrar culpables a como diera lugar. Por su parte, Estados Unidos sospechó que ninguno de nosotros era el culpable, así que apresó a los tres, a los verdaderos asesinos, y hoy los tiene en la cárcel allá. Si ellos son los culpables, ¿qué hacemos nosotros aquí? (Interrumpe por un instante su avalancha de palabras.) ¡Por eso no acepto que usted venga ahora hablarme de justicia!

VERDUGO II.— ¡Está siendo insolente!REO.— Si algo no le gusta, mande, pero la falta de democracia

únicamente se arregla con más democracia. VERDUGO II.— ¡Usted no sabe lo que es democracia!REO.— Adentro hay trabajo para todos y hemos aprendido a

cómo disminuir la pobreza, afuera ustedes no han logrado ni eso.

Travesía a la libertad

Travesía a la libertad

www.guillermoschmidhuber.com

Page 13: Travesía a la libertad - guillermoschmidhuber.comguillermoschmidhuber.com/pdf/teatro/2e Travesía a la libertad.pdfdel Centro de Alta Seguridad de Zapotlanejo, Jalisco, el 19 de enero

213

VERDUGO II.— (Se incorpora y habla marcando las palabras, como si el Reo fuera un niño.) ¡Venga para acá! (Deambulan hasta una ventana.) En esta ventana paso muchas horas planeando cómo corregir este Centro. Yo voy a acabar con todo el desatino que traen por muchas razones, pero especialmente por una, porque yo escogí esta posición. Yo hubiera podido estar en el gabinete del Sr. Gober-nador, pero preferí dedicar unos años a trabajar con la base.

REO.— Cambio la cúpula por la base.El VERDUGO II.— (Pierde la paciencia y continúa dictatorial.)

El salmo 126 dice: «Si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles». Yo quiero corregir mi sociedad desde la base. Primero rectificar a los réprobos que habitan en las cárceles, después seguiré con los programas de barrio, y así hasta cubrir la sociedad en pleno. Reformar y conformar. Reformar y conformar. ¿Me comprende?

REO.— Usted está más interesado en acaparar el poder que en construir un país que sea hogar para todos..

VERDUGO II.— Lo que usted llama «su casa» y lo que yo llamo «mi casa», no son lo mismo.

REO.— ¿Que no vivimos todos en México?VERDUGO II.— Yo vivo en el México sano. REO.— ¡La revolución mexicana fue en beneficio de todos!VERDUGO II.— Ni las guerras de independencia ni la revolu-

ción fueron en beneficio de usted. Para mí hay tres clases de mexi-canos: los héroes, los buenos mexicanos y los mexicanos nefastos, como usted. (Señala el microcosmos que está al otro lado de la venta-na.) Yo visualizo un México como será este Centro, con una perfec-ción venida desde arriba.

REO.— ¿Y no ha pensado en lo que quiere el «pueblo»?VERDUGO II.— Usted cree tener respuestas para todo.REO.— Esta cárcel es tan buena como la mejor de las universi-

dades. Aquí llevo diez años leyendo historia y ya comprendí lo que los héroes hicieron por nosotros. Llegamos a ser libres gracias a las guerras de independencia, pero fuimos tan estúpidos que necesita-mos de una revolución para poder volver a ser libres. ¿No compren-do por qué celebrar el primer siglo de Independencia haciendo una

Guillermo Schmidhuber de la Mora

Travesía a la libertad

www.guillermoschmidhuber.com

Page 14: Travesía a la libertad - guillermoschmidhuber.comguillermoschmidhuber.com/pdf/teatro/2e Travesía a la libertad.pdfdel Centro de Alta Seguridad de Zapotlanejo, Jalisco, el 19 de enero

214

Revolución? Como este Centro, que tuvimos que sufrir un mitin doloroso para aprender a vivir en sociedad.

VERDUGO II.— Tengo una pregunta, ¿qué le gustaría cambiar en su vida pasada para no terminar en la cárcel?

REO.— Absolutamente nada.VERDUGO II.— Así que usted escogió el camino de su conde-

nación.REO.— Yo no escogí nada. Las cosas fueron así.VERDUGO II.— Usted no me entiende. Si hubiera tenido mejo-

res padres, o si se hubiera casado con otro tipo de mujer, no sé... si hubiese sido simplemente un buen cristiano.

REO.— Bueno, sí, me gustaría cambiar algo en mi vida para no toparme con usted aquí.

VERDUGO II.— Muy gracioso. (Utópico.) Pero yo seré el que construya «la ciudad de Dios» allá (señala la ventana.), con ésos usted califica de «pueblo».

REO.— Podemos construir los pabellones que quiera, pero esta cárcel nunca será «la ciudad de Dios», como tampoco es la ciudad del demonio.

VERDUGO II.— Se equivoca. ¿Sabe quién fue Iturbide? (El Reo asiente.) Iturbide dijo: «Ya saben el modo de ser libres, ahora a uste-des toca el ser felices». Usted no sabe ser feliz. Entró como asesino pero saldrá como ciudadano útil. Y así todos los que usted llama el «pueblo». ¡Va mi vida de por medio!

REO.— ¿Y cómo le va a hacer?VERDUGO II.— Por el camino de la disciplina. Se acabó la visi-

ta ampliada, sólo familiares directos. Para qué haya visita conyugal, deberá la pareja pasar por el matrimonio.

REO.— Si va a ser así, entonces la Revolución mexicana no fue para todos.

VERDUGO II.— ¡De verdad usted me sorprende por ser tan cor-to de entendederas! Con Revolución o sin Revolución, yo sé lo que le hace falta a la gente, ustedes no lo saben,. Mano dura es lo que falta.

REO.— (Pone la cara.) ¡Aquí está mi cara para que me pegue!VERDUGO II.— (Con risa sarcástica.) Prefiero dejarle verdugo-

nes en el alma. (Sigue dictatorial.) Lo llamé para informarle que he

Travesía a la libertad

Travesía a la libertad

www.guillermoschmidhuber.com

Page 15: Travesía a la libertad - guillermoschmidhuber.comguillermoschmidhuber.com/pdf/teatro/2e Travesía a la libertad.pdfdel Centro de Alta Seguridad de Zapotlanejo, Jalisco, el 19 de enero

215

pedido su traslado a otra cárcel, a una de alta seguridad. (El Reo no tiene reacción.) Allá sabrán hacerle justicia.

REO.— Así que me va a cambiar de cárcel.VERDUGO II.— Usted es peligroso, asesinó a un agente norte-

americano y puso en peligro la relación de México con los Estados Unidos. Debe estar en un Centro federal con guardia personal y con observación de circuito cerrado las 24 horas del día.

REO.— Qué suerte que en México no hay pena de muerte, si no, me enviaría al patíbulo.

VERDUGO II.— (Cínico.) Entre Camarena y usted, yo hubiera salvado a Camarena.

REO.— Afortunadamente Dios no pensó lo mismo.VERDUGO II.— ¡No mencione el nombre de Dios en vano!REO.— ¡Más vano me suena cuando usted menciona el nombre

de México!VERDUGO II.— ¡Usted no merece ser mexicano!REO.— (Doloroso.) No, no lo merezco, pero no puedo dejar de

serlo. Soy tan mexicano como Camarena y mejor que usted.VERDUGO II.— (Siente que perdió el argumento y cambia de

tono.) Él dio la vida por sus ideales y por eso está enterrado en el cementerio Arlington, en Washington, en donde Estados Unidos pone a sus héroes.

REO.— (Irónico.) Así que soy cómplice del asesinato de un hé-roe.

VERDUGO II.— El nombre de Camarena está en el Muro de Honor de la DEA. Para honrar su memoria, el pueblo norteame-ricano lleva los octubres un listón rojo llamado América Libre de Drogas.

REO.— (Sigue irónico.) ¿Y con eso dejaron los gringos de com-prar droga?

VERDUGO II.— En el sitio WEB de la DEA dice que su muerte ocasionó la investigación más completa que la oficina anti-drogas ha llevado a cabo en su historia, con el desenmascaramiento de muchos oficiales mexicanos involucrados y de capos como Félix Gallardo y Caro Quintero. La llamaron Operación Leyenda. Nunca antes la DEA había tocado a gobiernos latinoamericanos y después de la muerte de Camarena, hasta invadieron Panamá.

Guillermo Schmidhuber de la Mora

Travesía a la libertad

www.guillermoschmidhuber.com

Page 16: Travesía a la libertad - guillermoschmidhuber.comguillermoschmidhuber.com/pdf/teatro/2e Travesía a la libertad.pdfdel Centro de Alta Seguridad de Zapotlanejo, Jalisco, el 19 de enero

216

REO.— Y en México ¿no han hecho monumentos a Camarena?VERDUGO II.— Yo estaría dispuesto a hacerle uno, porque

después de su muerte, Estados Unidos logró una mayor efectividad en la lucha contra el narco.

REO.— (Cínico.) ¿Y es por eso que estoy en la cárcel? ¡Que gran honor convertir a un sinvergüenza en héroe!

VERDUGO II.— Camarena era el tipo de persona que me gusta. Si él estuviera en esa silla de director (señala la propia), este Centro sería diferente.

REO.— Afortunadamente lo mataron antes.VERDUGO II.— ¡Usted no tiene respeto ni para los muertos!REO.— Murió porque se infiltró entre los narcotraficantes para

descubrir sus redes, lo detectaron y ellos lo asesinaron. VERDUGO II.— Camarena dio la vida para ayudar a controlar

este caos.REO.— (Se pone de pie.) ¡Cristo también y todo sigue igual! (Ha-

bla con gran fuerza.) Trasládeme si eso le beneficia, yo acataré la orden porque no soy libre y tengo que reconocer que usted es la autoridad.

VERDUGO II.— Yo no reconozco más autoridad que la de Dios. Él es el Autor. De su nombre proviene la palabra autoridad.

REO.— ¿Y la ley?VERDUGO II.— La ley existe para los que la respetamos.REO.— ¿Y la ley lo respeta a usted?VERDUGO II.— (Con firmeza.) ¡Aquí dentro, yo soy la ley! ¡Ven-

ga y tome sus pertenencias porque en este instante va a ser trasla-dado! (El Verdugo II señala un ato de ropa en una sábana que está en el piso.)

REO.— (Estupefacto.) ¿Por qué tiene mis cosas aquí? (Desanu-da la tela y reconoce sus posesiones.)

Verdugo.— ¿No entiende que va a ser llevado a un Centro de alta seguridad?

REO.— (Busca el contenido, saca alguna ropa.) ¡Pero… faltan mis libros!

Verdugo.— Allá le prestarán algunos.REO.— ¡Y las fotos de mi familia!Verdugo.— ¡Sensiblerías!

Travesía a la libertad

Travesía a la libertad

www.guillermoschmidhuber.com

Page 17: Travesía a la libertad - guillermoschmidhuber.comguillermoschmidhuber.com/pdf/teatro/2e Travesía a la libertad.pdfdel Centro de Alta Seguridad de Zapotlanejo, Jalisco, el 19 de enero

217

REO.— ¿Y mis balones?Verdugo. — Usted pretendió convertir esta cárcel en un balnea-

rio. ¡Eso no es socialmente higiénico!REO.— ¡Pero me faltan muchas cosas!Verdugo.— Lleva lo indispensable para sobrevivir allá.REO.— ¡Este rosario y estas estampitas no son mías!Verdugo.— Es un pequeño regalo.REO.— (Logra serenarse.) Solicito despedirme del «pueblo».Verdugo.— Ellos ya no lo necesitan.REO.— Cámbieme de cárcel, pero ésta no volverá a caer en sus

redes, es mejor de lo que usted como director hubiera podido hacer.Verdugo.— Guarde sus pertenencias y confórmese.REO.— (Retante.) ¡Yo triunfaré sobre usted y sobre todos los de

su calaña! Han querido acorralarme en la prisión, pero triunfaré y saldré de aquí caminando o con los pies para delante, ¡pero saldré! ¿Se ha fijado que en las cárceles no hay panteones? Mi cuerpo no descasará dentro de esta muralla. ¡Algún día seré libre del todo!

VERDUGO II.— Usted desconoce lo que es una democracia, su concepto de libertad no es el mío.

REO.— Ni tampoco el de igualdad, ni menos el de fraternidad. Usted también vive en una cárcel porque tiene la mente esposada a sus ideas, y no se liberará de ellas ni en el juicio final. (Continúa con orgullo.) En ese gran día, yo estaré entre los elegidos y usted, no. ¿Qué prefiere? ¿Cárcel aquí o cárcel allá?

VERDUGO II.— Para ser un interno, tiene usted demasiadas palabras.

REO.— No tantas como para ser un verdugo.VERDUGO II.— ¡Usted raya en la insolencia! Piensa demasiado

y no sabe respetar. Eso es lo que quiero erradicar. Debe haber disci-plina y un nuevo engranaje social.

REO.— ¿Y por qué aquí en la cárcel no hay millonarios ni po-líticos?

VERDUGO II.— Le hablo para que comprenda que haremos de usted un ciudadano modelo, contando con su deseo o sin él, e incluso a pesar de su franca oposición. ¡Usted será trasladado por-que es un agitador! Las cárceles no son para los que están adentro,

Guillermo Schmidhuber de la Mora

Travesía a la libertad

www.guillermoschmidhuber.com

Page 18: Travesía a la libertad - guillermoschmidhuber.comguillermoschmidhuber.com/pdf/teatro/2e Travesía a la libertad.pdfdel Centro de Alta Seguridad de Zapotlanejo, Jalisco, el 19 de enero

218

sino para los que quedamos fuera. ¡Un escarmiento! Culpable o no, usted ayuda para que otros no entren.

REO.— ¡Mientras que sea para el bien de México! Yo seguiré con mi lucha. Adiós… (El Reo extiende su mano derecha antes nega-da al Director.)

VERDUGO II.— (Duda en agarrar la mano, luego la acepta hipó-critamente sin mirar al Reo.) Espere aquí, en un momento vendrán por usted.

El Verdugo sale de escena. El Reo hace un nudo al amarre de ropa y abraza el ato como si fuera un bebé. Penumbra en la escena. En donde el Reo vio a su esposa en el Primer Tiempo, aparece la silueta de la dama. Es notoria en su rostro y en su cuerpo la década que ha transcurrido. El Reo puede ver a su Esposa, pero ésta no lo percibe, y con vanos intentos pretende aproximarse a su dama, pero no lo logra, como si un viento huracanado se lo impidiese.

ESPOSA DE REO.— (Cotidiana.) Pronto cumplirás once años de estar lejos. En estos años los hijos pasaron de ser niños a ser adultos. Son buenos y nunca se avergonzaron de ti.

REO.— (Desde la distancia.) María, te amo tanto.ESPOSA DE REO.— Supimos sembrar en los hijos, serán gente

de provecho. Nada nos ha faltado en lo económico porque siempre viste por nosotros, pero a los hijos les has hecho falta tú.

REO.— (Incrementa la pasión.) Mi verdadera cárcel ha sido es-tar lejos de ustedes.

ESPOSA DE REO.— Yo vivo para ti. Nunca he comprendido la magnitud de tus errores. Nada hiciste. Sin embargo, la cárcel te ha purificado.

REO.— Al principio pensé que me iban a matar para poder echarme la culpa. Sufría con las torturas, pero más sufría cuando no me dejaban verte.

ESPOSA DE REO.— Pero ahora parece todo muy natural. Me-jor tenerte en la cárcel que en un hospital... o que en un panteón.

REO.— Mis años de cárcel fueron llevaderos sólo porque tú me visitabas.

Travesía a la libertad

Travesía a la libertad

www.guillermoschmidhuber.com

Page 19: Travesía a la libertad - guillermoschmidhuber.comguillermoschmidhuber.com/pdf/teatro/2e Travesía a la libertad.pdfdel Centro de Alta Seguridad de Zapotlanejo, Jalisco, el 19 de enero

219

ESPOSA DE REO.— Cuando te conocí eras un hombre cual-quiera, irresponsable y despreocupado. Ahora eres un hombre nue-vo. Yo me sorprendo cada vez que te veo.

REO.— Yo volví a enamorarme de ti.ESPOSA DE REO.— Has aprendido tanto de ti mismo. No eres

aquél con quien me casé, dentro de ti nació un hombre nuevo. REO.— Te has ido convirtiendo en toda una señora.ESPOSA DE REO.— Tú no mataste a nadie, pero te han cruci-

ficado y has logrado resucitar. REO.— Cuando quiero rezarle a la Virgen, tu imagen siempre

aparece en mi alma.ESPOSA DE REO.— Te mando un beso de buenas noches.REO.— (Clamado.) Cada noche, antes de dormirme, rezo por ti

y te mando un beso.

La escena pierde luminosidad y las dos figuras son comidas por la oscuridad. A ella se le ve plácida, mientras él fracasa en el esfuerzo de acercarse físicamente a su amada.

Tercer tiempo

Han pasado diez años desde el Tiempo Segundo. En la oficina del Director de una cárcel federal de alta seguridad. El Director ha citado a quien ahora todos llaman Parrita. El Verdugo III es un director profesional de cárceles. Su nombre concuerda con su pensamiento, se llama Leonardo. Un reloj señala más allá de media noche. El Reo entra a la oficina.

PARRITA.— ¿Me mandó llamar?VERDUGO III.— (Se le ve alterado.) Sí.PARRITA.— Para que me llame a esta hora de la noche, algo

grave pasó.VERDUGO III.— No… pero puede pasar.PARRITA.— Sospecho que es algo terrible.VERDUGO III.— Más de lo que puedes imaginar.PARRITA.— ¿Me sentenciaron culpable?

Guillermo Schmidhuber de la Mora

Travesía a la libertad

www.guillermoschmidhuber.com

Page 20: Travesía a la libertad - guillermoschmidhuber.comguillermoschmidhuber.com/pdf/teatro/2e Travesía a la libertad.pdfdel Centro de Alta Seguridad de Zapotlanejo, Jalisco, el 19 de enero

220

VERDUGO III.— No tiene que ver contigo.PARRITA.— No entiendo.VERDUGO III.— ¿Alguna vez sentiste que el mundo se te venía

encima?PARRITA.— Muchas veces.Verdugo.— ¿Cuál ha sido tu peor momento aquí?PARRITA.— (Es patente que no le gusta hablar de ese incidente.)

Cuando un director de derechas me trasfirió de una cárcel estatal a este Centro de alta seguridad.

VERDUGO III.— ¿Y por qué no luchaste por quedarte?PARRITA.— Ese director no duró mucho. Quiso controlar lo

que ya estaba organizado y fracasó, pero los oficios ya estaban fir-mados.

VERDUGO III.— ¿Qué hicieron los internos para que el direc-tor fracasara?

PARRITA.— Nada hicimos para que se fuera pero tampoco nada pada que se quedara. Él se fue de asesor del gobernador en turno. El «pueblo» pensó que si no podía organizar una cárcel, ¿cómo iba a organizar un gobierno?

VERDUGO III.— (Con una gran pena en el alma.) No sé cómo entrar al tema... La verdad, Parrita, es que quiero despedirme.

PARRITA.— ¿Lo llevan como director de otra cárcel?VERDUGO III.— (Sonríe con cinismo.) Exacto, iré a otra cárcel,

pero no como director.PARRITA.— (Entusiasmado.) ¿Lo ascendieron? (El director nie-

ga y señala con el dedo pulgar hacia abajo.) ¡Ya dígame para qué me llamó!

VERDUGO III.— Veo una oportunidad para ti.PARRITA.— ¿Para mí?VERDUGO III.— Nunca van a terminar con tu juicio. Si te de-

claran culpable, el poder judicial tendrá que explicar porqué tardó veinte años en hacerlo, cuando la ley exige que sea en un tiempo menor a seis meses. Y si te declaran inocente, sería una prueba fehaciente de la ineptitud del sistema judicial.

PARRITA.— Eso ya lo había pensado.VERDUGO III.— Tú has ayudado a organizar este Centro has-

Travesía a la libertad

Travesía a la libertad

www.guillermoschmidhuber.com

Page 21: Travesía a la libertad - guillermoschmidhuber.comguillermoschmidhuber.com/pdf/teatro/2e Travesía a la libertad.pdfdel Centro de Alta Seguridad de Zapotlanejo, Jalisco, el 19 de enero

221

ta llevarlo a ser el mejor del país, como sé que antes has ayudado a otros centros. Has hecho más por estas cárceles que todos los directores que han tenido. Y lo hiciste sin el poder que viene de arriba. Has sabido crear una verdadera democracia, mejor que la que tenemos afuera.

PARRITA.— ¿Para qué tanto discurso? Yo no puedo ser director de este Centro, como usted no puede ser reo como yo.

VERDUGO III.— Para eso precisamente te llamé.PARRITA.— (Riendo.) No me va a decir que me quiere convertir

en director de este Centro.VERDUGO III.— Quiero que seas testigo de mi transformación

de director de un centro penitenciario en reo.PARRITA.— (Bromista.) Se me hace que trae un juego entre

manos.VERDUGO III.— (Serio.) No yo, sino «ellos». (Con el índice se-

ñala hacia arriba.)PARRITA.— Entiendo menos.VERDUGO III.— En esta cárcel hemos llegado a la hora «cero».

En unos minutos más, empezará a no contar el tiempo. Los relojes se pararán y los ojos dejarán de ver y los oídos se volverán sordos. Las llaves de las puertas se abrirán solas y viviremos por una hora en un no tiempo y en un no espacio.

PARRITA.— Si no lo conociera bien, diría que fumó un cigarri-to de marihuana.

VERDUGO III.— (Ríe.) Ojala fuera mi imaginación, pero no lo es. «Ellos» (con el dedo índice apunta hacia arriba.) sin dar una or-den, lo han mandado. Han dispuesto construir un túnel que va des-de esta oficina hasta el mundo exterior. (Señala un camino abierto que va por entre público.) No es un túnel bajo la tierra, sino un tubo mágico que llevará a un interno hacia la libertad.

PARRITA.— Habla y habla, y con cada palabra entiendo menos.VERDUGO III.— Todo en lo que he creído, se está derrumban-

do… Después de esta hora cero, mi vida habrá terminado.PARRITA.— Pero usted es un hombre justo y sabio.VERDUGO III.— Parrita, mi buen amigo, los que imponen el

orden, ahora procuran el delito. Por ese tubo que hemos edificado con tanto afán, va a escaparse un interno.

Guillermo Schmidhuber de la Mora

Travesía a la libertad

www.guillermoschmidhuber.com

Page 22: Travesía a la libertad - guillermoschmidhuber.comguillermoschmidhuber.com/pdf/teatro/2e Travesía a la libertad.pdfdel Centro de Alta Seguridad de Zapotlanejo, Jalisco, el 19 de enero

222

PARRITA.— Si ya lo sabe, pues deténgalo.VERDUGO III.— Yo fui quien construí el tubo de escape para

«ellos» (Apunta de nuevo hacia arriba con el índice.).PARRITA.— No creo que lo haya hecho por dinero, usted no es

ambicioso.VERDUGO III.— A mí el dinero no me compra.PARRITA.— Entonces, ¿por qué lo hizo?VERDUGO III.— Quiero salvar a los míos, a quienes he preser-

vado en la inocencia.PARRITA.— ¿Lo amenazaron con hacerle daño a su familia?VERDUGO III.— No lo dijeron, pero lo intuyo.PARRITA.— ¿Los de afuera?VERDUGO III.— Y los de arriba.PARRITA.— (Estupefacto.) ¿El gobierno?VERDUGO III.— ¡Ellos!PARRITA.— ¿Y quién va a escapar?VERDUGO III.— El gran señor de la droga.PARRITA.— (Con azoro.) ¿El Chapo Guzmán?VERDUGO III.— Eres perspicaz.PARRITA.— No sé lo que significa esa palabra, pero si usted lo

afirma, seguro que lo soy.VERDUGO III.— Estados Unidos exige su extradición y México

no puede negarse… pero «ellos» (señala arriba.) no lo van a entregar.PARRITA.— (Comprende.) ¡Claro! Mejor construirle un tubo de

escape y ¡a volar palomas! (Mira por entre el público.) Si te apresan, perdiste, pero si llegas al otro lado, eres libre.

VERDUGO III.— Exacto.PARRITA.— Es como la ley fuga: corre que te disparo. Si no te

mato, pues ganaste tu pasaje a la libertad.VERDUGO III.— ¡Parrita, aprovecha el túnel! ¡Huye!PARRITA.— (Estupefacto mira de frente al Verdugo.) ¿Yo?VERDUGO III.— Para eso te llamé, es tu única oportunidad de

ser libre.PARRITA.— Yo soy libre.VERDUGO III.— ¡Libre afuera!PARRITA.— ¿Me está diciendo que después de veinte años de

estar encerrado, puedo salir?

Travesía a la libertad

Travesía a la libertad

www.guillermoschmidhuber.com

Page 23: Travesía a la libertad - guillermoschmidhuber.comguillermoschmidhuber.com/pdf/teatro/2e Travesía a la libertad.pdfdel Centro de Alta Seguridad de Zapotlanejo, Jalisco, el 19 de enero

223

VERDUGO III.— ¡Está abierto! Un kilómetro ciego y mudo, y del otro lado, ¡la libertad!

PARRITA.— ¿Y mi familia?VERDUGO III.— A tu familia, nada le harán. «Ellos» (apunta

hacia arriba) y «ellos» (apunta hacia afuera) saben que no mataste a Camarena. (Cambia a tono personal.) Parrita, en todos mis años de andar en cárceles, tú has sido el mejor de los encuentros, con gus-to cambio mi libertad por la tuya. Un inocente por otro inocente. ¡Vete! ¡Aprovecha esta encrucijada!

PARRITA.— ¿Y qué voy a decirles a los de afuera? ¿Y a los de arriba?

VERDUGO III.— A los de afuera, le dirás que ya viene el espe-rado y a las autoridades puedes alegarles que el Chapo Guzmán te tomó de rehén y te obligó a acompañarlo por el túnel de la libertad. Todos creerán que él sabía de tu inocencia y por eso quiso salvarte.

PARRITA.— (Animoso deambula hacia el público por el supues-to tubo.) ¡Ser libre!... ¡Caminar por una plaza!... (Se adelanta más.) ¡Comer donde tengas hambre!... ¡Orinar donde te plazca!...

VERDUGO III.— (Responde entusiasmado a cada paso que da el Reo.) ¡Eso! ¡Eso es! ¡Exacto!

PARRITA.— ¡Poder decir adiós a todo esto! (Acelera el paso, lue-go se detiene y vuelve la cabeza.) ¡Nadie había hecho tanto por mí! ¡Adiós, amigo! (Da unos pasos en inicio de carrera, se detiene nue-vamente y regresa con apresuramiento al escenario.) ¿Y usted?... Me temo que lo van a culpar de todo.

VERDUGO III.— Pero mi familia será salvada.PARRITA.— ¡Ahora comprendo! Los de arriba, se lo mandan,

pero luego se lo recriminarán. Y los de afuera, no lo piden, pero si no lo hace, se enfadarán.

VERDUGO III.— Así es.PARRITA.— Los de arriba van a culparlo de todo como si fuera

un director negligente.VERDUGO III.— Y corrupto.PARRITA.— ¡Pero usted es inocente!VERDUGO III.—¡Ya no! PARRITA.— Así que los de arriba lo mandan y los de afuera lo

demandan. ¡Bonita cosa! Este es un mundo al revés, los que deben

Guillermo Schmidhuber de la Mora

Travesía a la libertad

www.guillermoschmidhuber.com

Page 24: Travesía a la libertad - guillermoschmidhuber.comguillermoschmidhuber.com/pdf/teatro/2e Travesía a la libertad.pdfdel Centro de Alta Seguridad de Zapotlanejo, Jalisco, el 19 de enero

224

defender la justicia, lo obligan a cometer un crimen, y los que son criminales, son ahora los justicieros. ¡Vaya democracia!

VERDUGO III.— En este país se ha perdido el orden. Unos con-trolan una parte para su ventaja, pero nadie sabe orquestar el todo.

REO.— Y usted, ¿qué va a hacerVERDUGO III.— Tú no puedes salvarme, pero yo sí te voy a

salvar.PARRITA.— Nadie puede salvarme... porque no estoy en peli-

gro. Soy Parrita... ¡Mejor sálvese usted por ese túnel del tiempo! ¡Ándele!

VERDUGO III.— Yo no tengo escapatoria.PARRITA.— (Toma de la mano al Director y lo guía por el recorri-

do libertario antes deambulado por el Reo. El Director muestra resis-tencia.) ¡Sálvese usted, Señor Director! ¡Ándele! ¡Salga por la puerta de la alfombra silenciosa... por el tubo del no tiempo, como usted dice, al mundo de la libertad! (Llegan hasta el público.)

VERDUGO III.— ¿De verdad crees que tengo esta oportunidad?PARRITA.— (Impulsa al Verdugo III para que se adentre en el

túnel.) ¡Cámbiese de bando! ¡Pásese al mundo de los desarrapados exitosos!

VERDUGO III.— Yo ya decidí mi perdición. De los dos, sola-mente tú puedes ser libre.

PARRITA.— Yo siempre me he sentido libre.VERDUGO III.— ¡Querido Parrita, hoy eres el hombre más li-

bre del mundo!PARRITA.— (Lo impulsa con esfuerzo.) ¡Aproveche que el poder

(señala con el índice hacia arriba.) le abre también a usted una puer-ta, escápese junto con el narco-jerarca!

VERDUGO III.— Me pides un imposible.PARRITA.— ¿Cómo de que no? ¡Si de verdad cree que puedo

escaparme, pues también usted!VERDUGO III.— No es lo mismo. Tú eres inocente y yo ya soy

culpable.PARRITA.— (Con gran convencimiento lo tira hacia afuera.) ¡Por

eso! ¡Vámonos los dos! ¡Juntos compartiremos este viaje!VERDUGO III.— ¡Estás loco!

Travesía a la libertad

Travesía a la libertad

www.guillermoschmidhuber.com

Page 25: Travesía a la libertad - guillermoschmidhuber.comguillermoschmidhuber.com/pdf/teatro/2e Travesía a la libertad.pdfdel Centro de Alta Seguridad de Zapotlanejo, Jalisco, el 19 de enero

225

PARRITA.— Usted dice que vivimos en un mundo al revés, ¡pues corramos!

VERDUGO III.— Toda mi vida he sido director de cárceles, no podría ahora claudicar.

PARRITA.— ¿Por qué no?VERDUGO III.— Porque me llamo Leonardo, ¿me entiendes?PARRITA.— Yo me llamo Parrita y aquí voy.VERDUGO III.— Yo estoy acorralado y en cambio tú eres Parri-

ta, el amigo de todo. ¡Tú sí puedes huir!PARRITA.— (Desde el lado del público, el Reo hala con insisten-

cia al director.) ¡Sin usted, yo no me voy! ¡No, señor! ¡Unos pasos más y lo lograremos juntos!

VERDUGO III.— (Lucha para no ser físicamente arrastrado por el Reo.) ¡No! ¡No! ¡No puedo! (Con gran convencimiento y fuerza.) ¡Sí puedo, pero no lo deseo! (Dejan de luchar.) ¡Ya salvé a mi familia, déjame sentir que mi sacrificio vale aún más la pena! ¡Vete tú!

PARRITA.— Usted será condenado por esta máquina de menti-ras que va siendo México.

VERDUGO III.— ¡Escúchame, Parrita! Los minutos pasan y la oportunidad se pierde.

PARRITA.— (Con gran serenidad.) La verdad es que nunca vol-veré a verlo, los de arriba se vendrán contra usted y los de afuera, no lo defenderán. Y nosotros, los de abajo, no podremos ayudarle. Irá a una cárcel federal de alta seguridad y acabará siendo un reo como yo, mientras los verdaderamente culpables estarán afuera. ¿Que no hay justicia para nadie?

VERDUGO III.— ¿Lo ves, Parrita? Estamos en un México de farsa. Creemos que somos ricos por el petróleo y por las inversio-nes, pero escondemos que en mucho sobrevivimos gracias al narco-tráfico y a las remesas que envían del norte.

PARRITA.— Más hacemos los pobres por México que aquéllos que se autonombran poderosos.

VERDUGO III.— No hay democracia para el hombre común, ni menos para la mujer.

PARRITA.— (Con certidumbre.) La verdad es que yo también me quedo. No puedo arriesgar la libertad que aquí dentro he conse-

Guillermo Schmidhuber de la Mora

Travesía a la libertad

www.guillermoschmidhuber.com

Page 26: Travesía a la libertad - guillermoschmidhuber.comguillermoschmidhuber.com/pdf/teatro/2e Travesía a la libertad.pdfdel Centro de Alta Seguridad de Zapotlanejo, Jalisco, el 19 de enero

226

guido con tanto esfuerzo… Perdóneme, Leonardo, ¿le puedo llamar así ahora que va a ser un camarada reo?

VERDUGO III.— (Los dos hombres han regresado al escritorio del director. Leonardo se ve abatido.) ¡Claro Parrita! Desde hace años tú eres el único amigo que tengo.

PARRITA.— Ve, no me va a extrañar, deje de pensar en cosas feas… Ahora que somos reos, podríamos jugar en el mismo equipo de fútbol. ¡Juntos ganaremos el campeonato!

VERDUGO III.— ¡Parrita, necesitamos más mexicanos que sean como tú! Con tolerancia y compasión.

PARRITA.— La verdad es que ni usted ni yo podemos escapar. Un día saldremos, pero no hoy. Cuando se me carga mucho el en-cierro, me pongo a pensar que en vez de enterrar a los muertos, de-beríamos poner nuestras cenizas en un salero y amarrarlo al cuello de una paloma y ¡a volar!... ¡Lejos!... ¡Hasta el fin del mundo!... (El Reo ha deambulado unos pasos por el tubo de la libertad. Luego se de-tiene pensativo mirando al vacío.) ¡Por un momento me sentí como pájaro que volvía a su nido! ¡Pero hoy no será… tendré que seguir viviendo en esta pajarera un tiempo más!... (El Reo regresa. Cuando llega frente a su amigo dice:) Con su permiso, me voy a mi camarote cinco estrellas en esta travesía a la libertad que llamamos cárcel. Allá me esperan ocho internos para compartir un camarote de seis literas. Cada noche duermen dos en el piso y esta noche me toca a mí… (Mira nostálgico hacia el túnel de la libertad.) Cuando pase su amigo, dígale que le deseo un buen viaje… ¡Hasta pronto! (El Reo extiende la mano derecha en señal de despedida.) ¡Adiós, amigo!

VERDUGO III.— (Emocionado.) ¡Hasta pronto!

Ambos se dan un apretón de manos que pasa a un abrazo frater-nal. Luego el Reo fija su mirada en donde está el túnel de la libertad y suspira audiblemente. La imagen de los dos hombres queda congela-da en la mitad de un movimiento. Una penumbra invade lentamente la escena. Sólo se distinguen las siluetas del Reo y del Verdugo III. Pa-ralelamente aparece iluminada la Esposa, está sentada en medio del tubo de la libertad. Ahora tiene más de sesenta años. Habla en tono cotidiano. Los personajes no se miran.

Travesía a la libertad

Travesía a la libertad

www.guillermoschmidhuber.com

Page 27: Travesía a la libertad - guillermoschmidhuber.comguillermoschmidhuber.com/pdf/teatro/2e Travesía a la libertad.pdfdel Centro de Alta Seguridad de Zapotlanejo, Jalisco, el 19 de enero

227

ESPOSA DE REO.— El jueves tendremos visita íntima. Llegaré al Centro y me recibirás recién bañado y con el pelo tan relamido como el día de tu primera comunión. Antes habrás ido al cuarto del hotel de la visita íntima, a poner sábanas limpias y flores que tú mismo cultivaste. Me recibes zalamero y pasamos la noche juntos. Cuando salga en la mañana te sentiré satisfecho e irás conmigo hasta la última puerta que te es permitida, y si me vuelvo a mirarte, comprobaré que me sigues con los ojos húmedos. Muchas mujeres de mi edad me envidian que sepa en qué cama duerme mi marido. ¿Qué más puede desear una mujer de casi sesenta años?

Se incorpora y deambula hacia donde aún está el Verdugo III. Éste no reacciona ni puede ver al personaje.

Siempre he extrañado a un director que se llamaba Leonardo, fue bueno contigo, ambos se respetaban mucho. Ese hombre ya lleva varios años en la cárcel... él y las cincuenta y ocho personas que fueron condenadas injustamente por dejar escapar a un famo-so narcotraficante. Ahora hay un director que no me da confianza, no puedo pedirle como un día le dije al Sr. Leonardo: «Guíamelo por el buen camino, sea su angelito de la Guarda, cuídemelo hasta que un día me lo entregue vivo, no importa si declarado inocente o culpable, eso ya no me interesa». (Por un instante sopesa la in-justicia que ha sufrido.) ¡Porque tú no mataste a Camarena! Ahora dicen que el cadáver que encontraron era de otro, y que él está vivo porque lo vieron en Caléxico. Traicionó a los mexicanos primero, luego a los gringos y ahora hasta traicionó a su familia porque se cambió de cártel.

Desde la distancia mira de frente a la figura congelada de Parrita. Sus ojos se invaden de ternura. Se acerca a su esposo.

¡Necesito que me alcances acá afuera, pronto… para así enve-jecer juntos con dignidad! (Solloza.) ¡Una vez te perdí y ahora no me quiero morir sola! ¡Merezco irme primero! (Sonríe esperanzada imaginando el encuentro.) Allá arriba te estaré esperando con una visita íntima y Dios será el mejor de los carceleros.

Guillermo Schmidhuber de la Mora

Travesía a la libertad

www.guillermoschmidhuber.com

Page 28: Travesía a la libertad - guillermoschmidhuber.comguillermoschmidhuber.com/pdf/teatro/2e Travesía a la libertad.pdfdel Centro de Alta Seguridad de Zapotlanejo, Jalisco, el 19 de enero

228

Frente a la figura inmóvil de su esposo.

Me siento más libre que tú porque te volví a elegir, mientras que tú únicamente tuviste una oportunidad…Tu cárcel nos unió, afuera acaso nos hubiéramos divorciado, pero ya va siendo tiempo que regreses a casa. (Inicia mutis caminando hacia donde estuvo el túnel de la libertad.) Nuestros hijos dicen: «Papá no se cansa de ser el andariego, mientras que tú estás enclaustrada tejiendo y deste-jiendo cosas». ¡Tienen razón! Pero yo he sabido tejer el hilo que te guiará para salir de esa cárcel. Ese día te diré: «Bienvenido seas a la libertad, la de ayer... la de hoy... la de siempre». (Camina unos pasos más y luego vuelve la cabeza hacia el público y los mira.) ¡La verdad tarda en aparecer, pero siempre aparece!

En sus ojos brillan dos lágrimas de esperanza. La esposa sale de escena por entre el público. Las dos figuras masculinas quedan inmó-viles, mientras la luz desaparece. Fin.1

1 Actualmente José Luis Gallardo Parra (Parrita) permanece en el Centro de Readaptación Social Estatal de Puente Grande, en Guadalajara, Jalisco. Se le acusa injustamente de haber sido cómplice en el asesinato de Enrique Camarena, quien fue secuestrado el 7 de febrero de 1985 en Guadalajara, Jalisco, y encontrado muerto un mes después en Michoacán, México.Leonardo Beltrán Santana era el director del Centro Federal de Readaptación Social número Dos, «Puente Grande», en Guadalajara, Jalisco, cuando el Joaquín Guzmán Loera, El Chapo, se fugó por la puerta principal de este centro el 19 de enero del 2001. Recibió una condena de 18 años y cuatro meses; purgó 9 años en el Reclusorio Oriente de ciudad de México y logró su libertad el 24 de junio de 2011.

Travesía a la libertad

Travesía a la libertad

www.guillermoschmidhuber.com