trastornos disociales

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1 Ubieto,J.R. (2002) " Los trastornos disociales en la Infancia y Adolescencia: nuevas patologías o nuevas respuestas?”. Full Informatiu COPC.Núm. Diciembre. Barcelona Los trastornos disociales en la Infancia y Adolescencia: nuevas patologías o nuevas respuestas?* Vivimos una época caracterizada por el culto a lo nuevo, novedad que se impone como exigencia para hacer deseables los objetos de consumo, los proyectos políticos y muchos otros aspectos de la vida cotidiana. Si nos referimos a las personas esa novedad toma el adjetivo de lo joven como rasgo a alcanzar, ideal que sostiene el imaginario de diversas generaciones. No es de extrañar, por tanto, que cuando revisamos nuestra nosología aparezcan también estos adjetivos para resaltar eso que no funciona en nuestra cultura, indicando así la característica del síntoma como lo que muestra la diferencia entre la promesa del Bienestar, promesa central de nuestra civilización, y sus realizaciones prácticas. ¿Es acaso una novedad que los niños y sobre todo los adolescentes, presenten objeciones a un escenario de presente y futuro donde la discordancia entre los ideales sociales y las instituciones existentes es bien patente? ¿Cómo pensar, en términos de destino subjetivo y social, los itinerarios escolares, familiares, sociales, personales, de muchos jóvenes marcados al inicio por alguna exclusión? ¿Cómo obedecer, si obedecer supone creer, en ese Otro social que descree de sí mismo y que muestra los callejones sin salida del fundamentalismo nostálgico o el cinismo postmoderno del todo vale? Estas pinceladas sobre la situación actual nos deben hacer reflexionar sobre la diferencia entre lo estructural como constante del psiquismo y las condiciones históricas donde se despliegan los fenómenos. Es imposible pensar lo nuevo sin lo viejo ya que lo nuevo está siempre en tensión con la repetición de lo mismo. En ese sentido se puede cuestionar si se trata, hoy, de nuevos síntomas o de nuevas formas de respuesta al malestar psíquico y al conflicto social, que tienen un carácter estructural. Junto a los cambios hay también lo atemporal, lo transhistórico del inconsciente que Freud señaló. Los trastornos de conducta, hoy Partimos de un consenso entre los profesionales de las diferentes redes de atención (salud, educación, atención social) : los llamados trastornos de conducta (TC) o comportamientos disociales representan uno de los fenómenos más presentes actualmente en la psicopatologia infanto juvenil. Y además se trata de cuadros emergentes en la adolescencia con mayor ímpetu y con una serie de efectos y consecuencias colaterales que van más allá de sus

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• Ubieto,J.R. (2002) " Los trastornos disociales en la Infancia y Adolescencia: nuevas patologías o nuevas respuestas?”. Full Informatiu COPC.Núm. Diciembre. Barcelona

Los trastornos disociales en la Infancia y Adolescencia: nuevas patologías o nuevas respuestas?*

Vivimos una época caracterizada por el culto a lo nuevo, novedad que se impone como

exigencia para hacer deseables los objetos de consumo, los proyectos políticos y muchos otros

aspectos de la vida cotidiana. Si nos referimos a las personas esa novedad toma el adjetivo de

lo joven como rasgo a alcanzar, ideal que sostiene el imaginario de diversas generaciones.

No es de extrañar, por tanto, que cuando revisamos nuestra nosología aparezcan también

estos adjetivos para resaltar eso que no funciona en nuestra cultura, indicando así la

característica del síntoma como lo que muestra la diferencia entre la promesa del Bienestar,

promesa central de nuestra civilización, y sus realizaciones prácticas.

¿Es acaso una novedad que los niños y sobre todo los adolescentes, presenten objeciones a

un escenario de presente y futuro donde la discordancia entre los ideales sociales y las

instituciones existentes es bien patente? ¿Cómo pensar, en términos de destino subjetivo y

social, los itinerarios escolares, familiares, sociales, personales, de muchos jóvenes marcados

al inicio por alguna exclusión? ¿Cómo obedecer, si obedecer supone creer, en ese Otro social

que descree de sí mismo y que muestra los callejones sin salida del fundamentalismo

nostálgico o el cinismo postmoderno del todo vale?

Estas pinceladas sobre la situación actual nos deben hacer reflexionar sobre la diferencia entre

lo estructural como constante del psiquismo y las condiciones históricas donde se despliegan

los fenómenos. Es imposible pensar lo nuevo sin lo viejo ya que lo nuevo está siempre en

tensión con la repetición de lo mismo. En ese sentido se puede cuestionar si se trata, hoy, de

nuevos síntomas o de nuevas formas de respuesta al malestar psíquico y al conflicto social,

que tienen un carácter estructural. Junto a los cambios hay también lo atemporal, lo

transhistórico del inconsciente que Freud señaló.

Los trastornos de conducta, hoy Partimos de un consenso entre los profesionales de las diferentes redes de atención (salud,

educación, atención social) : los llamados trastornos de conducta (TC) o comportamientos

disociales representan uno de los fenómenos más presentes actualmente en la psicopatologia

infanto juvenil. Y además se trata de cuadros emergentes en la adolescencia con mayor

ímpetu y con una serie de efectos y consecuencias colaterales que van más allá de sus

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implicaciones clínicas y alcanzan el amplio campo de lo social. En este sentido los TC tienen

una evidente función sintomática en nuestra civilización como índice de un malestar creciente.

A pesar de ello continúa siendo difícil para los clínicos ponerse de acuerdo en su delimitación

diagnóstica y por supuesto la variabilidad en el pronóstico y en las estrategias terapéuticas y de

intervención es también notable.

En el ámbito específico de la psicopatología adolescente incluso se plantea el estatuto ambiguo

de los signos: suponen una patología o son indicadores de cambios sociales y familiares? : de

allí la duda sobre una especifídad del enfoque psiquiátrico.

I. La cuestión del diagnóstico

La primera cuestión: ¿qué valor de uso dar a este diagnostico genérico de trastornos del

comportamiento. Es un hecho que todo síntoma tiene su historia y las clasificaciones

psicopatológicas muestran esa variabilidad tanto en las ausencias que comportan como en las

nuevas denominaciones que incorporan. Los trastornos del comportamiento, las alteraciones

conductuales y de la personalidad no han sido ajenos a estos cambios.

Desde la psiquiatría clásica, francesa y alemana, donde recibían el nombre de psicopatías y su

característica fundamental era la resolución de las descargas de sus tensiones psíquicas vía el

acto agresivo, hasta el actual DSM-IV hay todo un recorrido.

En 1930 se introduce el término de Sociopatia (Partridge) que se transforma en 1952 en el

DSM-I (APA) en Trastorno de personalidad sociopática. En 1967 Freedman y Kaplan de

añaden: "...reacción antisocial y asocial". Antes, en 1944, Jenkins y Hewitt ya habían hablado

de "reacción infrasocializada Agresiva" para describir los trastornos de conducta en los niños.

Posteriormente Kernberg hablará de estados fronterizos donde la patología yoica domina el

cuadro: la personalidad límite.

Podemos, pues, extraer dos conclusiones de este recorrido histórico respecto al diagnóstico de

los trastornos de comportamiento:

1. Se trata de una etiqueta diagnóstica de identidad "débil" (cambios) e imprecisa: se ve en

todo este recorrido una voluntad de "integración" de este diagnóstico fenoménico que hace que

incluya cuadros diversos, algunos ya descritos por la psiquiatría tradicional como los maníacos

sin delirio de Pinel o los perversos instintivos de Dupré que habla de una etiología

constitucionalista-actualizada hoy en la Disfunción cerebral Mínima.

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2. Por otro lado el factor común, presente en el origen histórico del término, es la asociación de

estos cuadros con fenómenos asociales: delincuencia, criminalidad y con cierta des-

subjetivación (falta de escrúpulos y remordimientos) por parte de los sujetos. No se trata de

cómo se ve de “enfermedades privadas” (neurosis clásicas) sino de trastornos que interrogan a

lo que no funciona en lo social1..

El propio DSM-IV habla de “patrones permanentes de experiencias subjetiva y de

comportamiento que se aparta de las expectativas de la cultura del sujeto…”

La actualidad del diagnóstico viene marcada por las clasificaciones dominantes (DSM-CIE) que

en su continua variación confirma la historicidad de este diagnóstico.

Nosotros vamos a adoptar una clasificación minimalista al solo objeto de deslindar algunas

categorías que luego interrogaremos. Acordamos, pues, que los trastornos de la conducta

pueden agruparse fenómenicamente como:

� reactivos o de ajuste

� secundarios a otros trastornos mentales

� respuestas actuadas que evitan la elaboración mental de las tensiones psíquicas en la

constitución de la personalidad

Quizás es en esta última categoría donde clasificaríamos la mayoría de situaciones que son

objeto de intervención y preocupación más frecuente en nuestros servicios asistenciales. Se

trata de un cuadro que suele debutar en el inicio de la segunda infancia de manera

inespecífica, que se muestra persistente en el tiempo y con muchas formas evolutivas.

En cualquier caso esta solución ,que si bien apunta ya algo de la causalidad, continúa sin

darnos respuesta a la lógica del problema del que nos ocupamos: los trastornos del

comportamiento.

Clínica del vínculo social

Más allá, entonces, de esta clasificación ad mínimum cual sería el hilo conductor de ese

conjunto de respuestas y como orientarse en esa heterogeneidad fenómenica?

Los apuntes históricos ya nos dan una pista junto al calificativo de “actuadas”: se trata de unas

patologías que se caracterizan precisamente como patologías del acto y cuyo escenario

principal es el entorno escolar, social y familiar. Se trata de respuestas haloplásticas, esto es,

dirigidas al exterior haciendo así del paso al acto el paradigma conductual. Respuestas que se

sintomatizan en las fallas que introducen o destacan en el vínculo social.

1 El curso impartido por Foucault (1975) en el College de France sobre "Los anormales" es un

excelente trabajo para verificar esta conexión y los discursos que la han sostenido desde Morel

4

Situémonos, pues, en la perspectiva de una clínica del vínculo social que nos permita ver más

allá de los fenómenos para tratar de entender su lógica. Para eso propongo introducir un

concepto psicoanalítico elaborado por Jacques Lacan2 a partir de la obra freudiana: el discurso.

No es un concepto exclusivo del psicoanálisis, si bien su formulación si le es específica.

Este concepto tiene su historia también que empieza en 1921 con la publicación del texto de

Freud sobre “Psicología de las masas y análisis del yo”. Allí Freud se pregunta por los vínculos

sociales (de la pareja a la multitud). ¿qué hace que dos o más sujetos se junten? Su respuesta

contraviene las teorías de la psicología social de la época: no se trata del mero interés, aunque

no lo niega como factor, sino de algo más primario: el amor, la libido como motor del vínculo.

Pero ese amor ¿cómo se hace operativo?. Aquí disecciona, con su peculiar estilo analítico, la

lógica colectiva homologa a la individual y esto le lleva a destacar como elemento fundamental

de esas lógicas la función del ideal, sea encarnada en un líder o en una idea rectora. Lo que de

verdad tiene poder para el sujeto, lo que le sugestiona son las palabras. Esta eficacia de lo

simbólico es posible porque el sujeto es un ser de lenguaje. Su dependencia (alienación)

primordial de esas palabras que le vienen del otro es lo que justifica su respuesta en términos

de identificación. En el principio era el verbo…

Plantea así la génesis del vínculo como una dialéctica del Sujeto al Otro que se desarrolla entre

dos extremos opuestos: por un lado, el sujeto del inconsciente que nace falto de una identidad 3

Esta falta-de-ser le lleva a identificarse como una forma de subsanar esa carencia, pero hasta

cierto punto esa falta nunca se puede colmar del todo. Freud dice que si el sujeto se asocia lo

hace para ser reconocido por el Otro, para que de esta manera cuente para ese Otro. De ahí

que sus identificaciones vayan evolucionando en paralelo a los cambios que experimentan las

figuras de ese Otro (madre, hermanos, profesores, mujer,..), modulan sus respuestas

progresivas a la pregunta del millón: ¿qué soy yo para el (deseo del) Otro?.

Por otro lado y junto a esta identidad variable4, la identidad más permanente de un sujeto está

relacionada con lo que podemos llamar su síntoma principal, que introduce una constancia en

su vida bajo la forma de mecanismos de repetición muy tenaces, basados en algunas de las

identificaciones más fundamentales que se han ido produciendo en la vida, desde la primera

(teoría de la degeneración) hasta la actualidad 2 El desarrollo de este concepto en Lacan se puede rastrear especialmente en su Seminario titulado “El reverso del psicoanálisis” 3 Para el psicoanálisis no hay un innatismo del sujeto. Este se produce a partir de la interacción con el Otro. Esta idea esta ya presente en Freud y puede también observarse a partir de los trabajos de Spitz sobre el síndrome de hospitalismo 4 Identidad hoy más variable que nunca a partir del sujeto multifrénico postmoderno que basa su identificación en las conexiones más que en los atributos esencialistas racionales tal como plantean autores contemporáneos como K. Gergen (Gergen,K. (1992). El yo saturado. Dilemas de identidad en el mundo contemporáneo. Barcelona:Paidós)

5

infancia. Identificaciones que condicionan, por su fijeza y determinación, las posibilidades de

cambio identitario que a veces se plantean como ilimitadas5.

Es decir que la "solución" al problema de la identidad (ser) que cada sujeto encuentra debería

entenderse como una forma de estabilización entre estos dos extremos inconciliables (la falta

de ser y un ser sintomático) que introducen una tensión en la vida de la persona.

Lacan profundiza en esta idea y define el concepto de discurso como el vínculo social, esto es

como “una manera particular de ordenar los elementos en juego (sociales, políticos, culturales,

individuales,..) que permite así fundar la realidad (construcción social de la realidad) y otorgar

un lugar al sujeto/individuo en esa realidad creada”. Los TC como otros aspectos de la realidad

cotidiana (la Infancia, los Inmigrantes, la Mujer,..) no existen fuera del discurso que sobre ellos

se construyen y los hacen así existir.

El discurso es pues un marco regulador que le permite a un sujeto insertarse en una realidad,

es su vínculo. Su operatividad se basa en 3 efectos ya anticipados por Freud:

� Efecto de identificación al que nombra como S1. Son esas identificaciones primordiales

a las que Freud se refería y que a la vez que representan al sujeto (trabajador,

homosexual, paria-desecho, Patriota, Pureza étnica) lo someten a su dominio-amo.

Contra mas inconscientes mas eficaces. En cualquier caso proporciona al sujeto una

identidad.

� Efecto de significación al que designa con S2, es el conjunto de creencias y relatos que

producimos a partir de los significantes fundamentales y que tienen un valor explicativo,

ideológico que justifica nuestras actitudes y conductas6

� Efecto de goce que implica una satisfacción placentera o molesta. La adicción al

trabajo implica una satisfacción pulsional contraria al placer pero tiene algo de

inevitable. Toda identidad se liga al goce (vascos-comida, arabes-sexo, victima-

sufrimiento) e insisto que goce debemos tomarlo como aquello que se caracteriza por

el empuje hacia la infinitud, lo que no se detiene porque requiere un circuito de

satisfacción permanente .

El cuarto elemento que es el $ mismo aparece como un sujeto inconsciente: no es requisito

imprescindible saber a que discurso esta uno sometido para que este opere. Dios es

inconsciente, no esta muerto. A diferencia de las investigaciones sobre el genoma humano y de

las posibilidades que la ciencia proyecta en la obtención fácil de un mapa genético de cada uno

5 En este sentido el psicoanálisis discreparía de algunos autores modernos que plantean –como es el caso de Giddens- una capacidad de cambio implícita en su concepto de Reflexividad casi ilimitada. 6 ES interesante consultar el trabajo de Concepción Fdez. Villanueva sobre los jóvenes racistas (Fdez. Villanueva, C. (1998) Jóvenes violentos. Barcelona: Icaria)

6

de nosotros, el mapa significante de un sujeto requiere de un trabajo propio en el marco de una

experiencia analítica.

Una vez introducido este concepto tratemos de usarlo para nuestro tema: ¿qué clase de

discurso podemos pensar como vigente en relación a los TC, teniendo en cuenta la perspectiva

de la clínica del vínculo social?

Y para ello quiero introducir una viñeta clínica de un muchacho de 12 años que podemos incluir

en esta categorización de los trastornos de conducta o del comportamiento.

X. nació en la cárcel donde su madre, extranjera, ingresó al ser detenida con un alijo de droga

que pretendía introducir en nuestro país. X.. permaneció con ella sus dos primeros meses

hasta que fue acogido por una familia colaboradora de la cárcel, sin que el proceso de este

acogimiento fuera el que técnicamente consideramos adecuado actualmente. Esta familia tenía

un bebe de la misma edad que X. con el que este creció y compartió la vida familiar.

Cuando tenía 7 años fue devuelto a la Dirección General de Atención al Menor por esta familia

ya que según explicaron "no podían con él". Tiempo más tarde se hizo patente el rechazo

inicial y persistente del acogedor ante esta iniciativa de su esposa. X. fue pues internado en un

Centro Residencial de Acción Educativa donde todavía reside y durante estos años hubo otro

intento, también fallido, de acogimiento familiar. En este caso no llego a concluir el proceso de

acoplamiento ya que el acogedor, un hombre solo, esperaba un niño "deficitario" y no un niño

inteligente y demasiado avispado. X. ha mantenido contactos regulares con su primera

acogedora y con su madre que lo visita irregularmente. Esta mujer salió de prisión y paso a

ejercer la prostitución haciendo partícipe a X., como espectador, de algunas de sus relaciones

sexuales.

X. tiene una teoría/creencia sobre su ser: "yo -dice- soy una mierda porque he nacido por el

culo de mi madre". Esta idea de resto, objeto de desecho, aparece también en uno de los

síntomas más intolerables para su primera familia acogedora: X. solía cagarse en el jardín de la

casa.

• Vemos ya aquí como en el principio de la conducta de estos chicos hay un sentimiento de

inhumanidad, una dificultad que precariza su sentimiento de la vida: ¿qué son ellos para el

otro? ¿cómo responder a eso con una metáfora del amor y no como invita el espíritu de la

época: un resto, la escoria?. A esa pregunta no suceden respuestas sintomáticas como el

neurótico sino una certeza de destino .Tenemos ya de entrada un efecto de identificación

en negativo (excluidos) aunque en la fenomenologia encontremos semblantes maníacos de

omnipotencia que las velen. Efectos que inducen a estos chicos a encarnar, dar cuerpo, a

esos significantes amos.

Sigamos con la viñeta. X. ha ido progresivamente aumentando sus pasos al acto que incluyen

desde robos, mentiras, quema de papeles y otros objetos encerrado en el WC, conductas que

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le aseguran el rechazo generalizado, tanto de sus compañeros como de los adultos que están

con él.

• Aquí podemos detenernos para comentar esta evolución que se observa una vez que en la

adolescencia aparece la ruptura con lo infantil y sus objetos de dependencia aparece la

imposibilidad de rectificar esa creencia de destino y se repite en lo real –sin elaboración

posible- el fracaso de una creación (metáfora) que terapéutica el goce de la falla. Es decir

que ese saber articulado, esa subjetivacion que podría modular la relación a ese Otro

mortífero o abandónico brilla por su ausencia, faltan las palabras, los efectos de

significación. Eso se ve bien en los intervalos de la manía (desvitalizacion, fragmentación,

melancolía) y en la inhibición al saber que presentan estos chicos, a pesar que muchos de

ellos tienen un buen nivel intelectual.

X. a pesar de un CI alto no consigue obtener el rendimiento escolar que se esperaría de él.

provoca continuos conflictos en las escuelas que lo convierten así en un fracasado escolar.

Por otro lado sus problemas de comunicación son notables: habla poco y casi nunca es capaz

de añadir alguna reflexión personal a lo que le sucede dejando los actos sin signicación

subjetiva, como si viera pasar su vida por delante y él permaneciese fuera de la escena.

Finalmente destacamos algo de sus condiciones de goce. Hay una fijación preferente en lo

relativo a la oralidad que como sabemos es la primera erogeneización de un bebe, a partir de la

alimentación que recibe del otro. X. presenta una gran voracidad en las comidas debiendo ser

frenado constantemente por sus educadores. Ha habido incluso algún episodio esporádico -por

el momento- de contactos sexuales con otros compañeros donde el recurso a lo oral ha estado

presente como vector de su satisfacción. Uno de los recuerdos que él tiene de los dichos de su

madre y que explica a sus educadores es que ella le contaba el hambre que había llegado a

pasar en su país antes de venir a España.

• Vemos aquí y en general en estos chicos, como el goce, su satisfacción pulsional, aparece

con un rasgo de exceso, relacionado a su significación de desecho y la imposibilidad que

tienen para articular un relato razonable a su alrededor. Aparece entonces como velo la

efusión narcisista de victoria sobre el destino, reforzada por la violencia y el tóxico.

Conductas que tienen como finalidad huir -motrizmente- de sentimientos intensos de

angustia producida por fenómenos psíquicos diversos. La satisfacción pulsional aparece

así ligada al sadismo de la agresión, al hacerse ver ante la mirada del otro, a la

mortificación que comporta el tóxico o las conductas de riesgo. Se trata de conductas que

no tienen otro sentido que el goce que comportan y que ante esta inercia des-regulada

(inoperancia de la castración familiar) muchas veces sólo la muerte (autólisis, accidentes)

hace de freno de esa errancia.

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Podemos pues plantear la hipótesis de que estos TC tienen algo de suplencia fallida al

problema del ser. Su presentación como problemas conscientes (TC) aporta una "solución" al

conflicto inconsciente (función de desconocimiento y protección). El sujeto se afirma –como

falso ser- en el “yo no pienso” que le permite ignorar lo que él es para el Otro (resto). En la

adolescencia tenemos además la particularidad del efecto grupal: la máscara del grupo 7hace

al sujeto, le aporta (ritual, indumentaria) una versión sobre el deseo y el goce, se ofrece como

referente identitario y vehículo de transito entre lo privado familiar y lo público social .

Esta salida por la identificación grupal en la perspectiva de fundar algo así como una

comunidad imaginada tiene sus límites. Cuando ese hacerse representar falla (impase de la

ficción) se produce el paso al acto , muchas veces violento ya que la propia dinámica de estos

grupos (intensidad del vínculo e ideología justificativa) refuerzan la identidad mediante el uso

de la violencia como forma de vínculo habitual, violencia que golpea esa tesis justificativa

según la cual, los otros (inmigrantes, otros grupos rivales) tienen lo que yo no tengo (mujeres,

dinero, trabajo).

El paso al acto aparece así como su forma princeps de dirigirse al Otro.

Hay algo aquí sintónico con la época: la cultura anestésica, evitadora de los duelos, que trata

de borrar (vía fármacos, consumo, psicologizacion) los signos de perdida resuelve esa falta de

elaboración de la perdida en el paso al acto. De allí que podamos pensar estas patologías y su

prevalencia actual como un signo de época, al menos en sus manifestaciones, en esas formas

de goce sin Otro (derecho al goce como máxima) . Por eso analizar el contexto actual de la

subjetividad moderna parece esencial para entender algo de este asunto.

II. ¿Cómo orientarse, pues, a partir de esta defini ción del problema y de las

implicaciones, más allá de los aspectos clínicos y subjetivos?. ¿Cómo evitar o paliar los

efectos de segregación ya presentes en la etiqueta de intratables que se les aplica a

menudo?.

Quizás hay un punto de acuerdo, a lo mejor forzado por la necesidad tras una larga etapa de

desconocimiento interdisciplinar: son fenómenos que requieren siempre una estrategia

colectiva en su abordaje ya que las soluciones unilaterales (sean educativas, clínicas o

sociales) se ven siempre abocadas al fracaso.

Objetivos:

7 Como señala Maffesoli la ética aparece como el resultado de un hábito común (en Maffesoli, M. (1990) El tiempo de las tribus. Barcelona:Icaria )

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Un primer objetivo de la intervención es sin duda prevenir que el curso de los procesos

mentales de estos chicos, en su interacción con el entorno, puedan conducir a una mayor

desestructuración. No es desdeñable este esfuerzo de prevención secundaria

Por otro lado se trata de transformar las conductas actuadoras en otras conductas que les

permitan un desarrollo del pensamiento: hacer de esos actos algo sintomático que les plantee

una mínima interrogación. Colaborar a dar una significación distinta a esa creencia de destino

que detenga la errancia del sujeto. Un efecto de significación que vaya parejo de una

identificación más razonable que les permita articular las significaciones personales que

presiden su mundo con las demandas del mundo externo (convivencia). Otro límite que no sea

el paso al acto metonímico. De allí la importancia del trabajo clínico (no equivalente a la

intervención directa siempre)

En relación a los profesionales, el desafío es promover entre ellos una mejor comprensión de

las respuestas conductuales de estos chicos, del malestar subjetivo que las determina y de su

forma de actuar buscando conjuntamente ayudas y estrategias para la evaluación, prevención

y tratamiento ya que el examen clínico tradicional es vivido por ellos como una relación de

poder inaceptable

Por lo que hace a los padres y en relación a las dos salidas (rechazo/complicidad) habituales

como respuesta a la herida narcisista que implica la consulta por los hijos y condicionadas por

sus limitaciones y su vínculo (patológico) con los hijos: significar en el contexto familiar las

conductas del niño/adolescente. Construir otra idea del hijo y de su malestar. Que cada uno de

los padres encuentren su lugar, la posición subjetiva desde donde puedan hacerse cargo de lo

que piensan y dicen.

Estrategias

Las estrategias que pueden permitir alcanzar estos objetivos son variadas e incluyen desde las

modalidades clínicas y/o educativas tradicionales hasta los dispositivos mixtos de atención de

los que luego nos hablaran los colegas aquí presentes.

Yo me referiré para terminar a un modelo operativo en el que pueden integrarse las diferentes

modalidades de intervención individuales, grupales o institucionales: el trabajo en red.

Un modelo que parte de 3 supuestos básicos:

• Epistémico: el saber es una producción colectiva que parte de una axioma simple: en el

principio de la intervención hay un no saber, un vacío alrededor del cual podemos

conversar teniendo presente el saber propio de los implicados. No partimos del saber de

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los profesionales8 sino que ponemos en primer plano y en el centro de la conversación el

síntoma, aquello que no va y nos interroga a todos.

• Metodológico: la articulación de saberes de las diferentes disciplinas bajo ese supuesto

epistémico permite construir una representación compartida sobre la problemática del niño

y su familia, así como de los criterios de intervención redistribuyendo funciones y

responsabilidades. Esta exigencia hace caducos paradigmas más cercanos a una suerte

de multiculturalismo profesional donde se trata de sumar actuaciones sin dar cuentas al

otro. Por ello apostamos por un trabajo transversal que va más allá de la simple

coordinación.

• Etico: la participación de todos como principio axiomático. El principio de autoridad surge

de la aceptación de lo que hace límite para cada uno, así como de las oportunidades que

se crean bajo la forma de invenciones sintomáticas (subjetivas y profesionales).

Este modelo hoy ya no es una utopía porque empezamos a tener una cierta experiencia de su

implementación. Me referiré brevemente a la experiencia que desarrollamos en el dto. de

Horta-Guinardo desde hace mas de dos años. Se trata de un proyecto al que nombramos como

Interxarxes y en el que participan la practica totalidad de servicios públicos y algunos privados

dirigidos a la infancia y adolescencia, desde la red sanitaria, educativa y de atención social.

Es un proyecto que trata de fomentar entre los profesionales una practica de red en situaciones

de problemáticas diversas, muchas de las cuales se incluirían en la temática hoy tratada.

Sin entrar en el detalle del proyecto quiero destacar algunas cuestiones, a modo de primera

conclusiones y enseñanzas que hemos obtenido:

1. la consideración del marco institucional, por tanto del papel de sus responsables

institucionales como un elemento estratégico clave para la viabilidad del proyecto. Sólo así

se puede incidir en la gestión del tiempo y de los recursos.9

2. la promoción de espacios amplios de debate e información mutua entre servicios como

claves para garantizar la corresponsabilidad en la intervención10

8 Lo que autores como Giddens o Beck denominan el saber de los “sistemas expertos” 9 En este sentido el proyecto Interxarxes contempla la existencia de un Consell Assessor presidido por la regidora del distrito y en el que figuran representantes de todos los departamentos implicados, tanto de la Generalitat de Catalunya (Justicia, Benestar Social, Sanitat i Ensenyament) como del propio Ajuntament de Barcelona (distrito de Horta-Guinardó y Sector de Serveis Personals) 10 Anualmente se realiza una Jornada a la que son invitados los profesionales de las diferentes redes de atención asistiendo cerca de unos 140 (maestros, médicos, enfermeras, trabajadores sociales, psicólogos, psicopedagogos, educadores sociales,..) y durante el año 2002 se viene realizando un Seminario de Actualización de Servicios en el que se analiza, uno por uno, cada uno de los servicios participantes

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3. la centralidad del caso y de sus limites como punto de encuentro de los saberes y de la

reflexión compartida.11

4. sostener la idea de proceso, de flexibilidad en el método y la lógica temporal (continuidad)

que implica, sobre todo en un momento de productivismo asistencial

5. mantener, aunque de momento como horizonte a medio plazo, la articulación de esta red

profesional con las redes cívicas en base a proyectos de investigación/acción como una

exigencia de compromiso profesional y cívico.

*Quiero agradecer a la Fundación Nou Barris su invitación a la V Jornada de Debat sobre “Els

trastorns del comportament” celebrada en Barcelona, octubre 2002, fuente de estas

reflexiones.

José Ramón Ubieto

Psicólogo. Miembro de la Secció de Psicología Clin ica i de la Salut i de la Secció de

Psicología de la Intervenció Social

11 Las sesiones conjuntas de análisis de casos son un espacio privilegiado del proyecto.