Tolkien J R R - Los Hijos de Hurin

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J.R Tolkien Los hijos de Húrin Los hijos de Húrin Corregido por Ariadne 1

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Los hijos de Hrin

J.R Tolkien Los hijos de Hrin

Los hijos de Hrin

LA HISTORIA DE LOS HIJOS DE HRIN (NARN I HN HRIN)La infancia de Turn

Hador Cabeza Dorada era seor de los Edain y amado de los Eldar. Vivi mientras duraron sus das al servicio del seoro de Fingolfin, que le concedi vastas tierras en la regin de Hithlum llamada Dor-lmin. Su hija Glredhel se cas con Haldir, hijo de Halmir, seor de los Hombres de Brethil; y en la misma fiesta su hijo Galdor el de Alta Talla se cas con Hareth, hija de Halmir.Galdor y Hareth tuvieron dos hijos: Hrin y Huor. Hrin era tres aos mayor, pero de menor talla que otros hombres de su estirpe; en esto sali al pueblo de su madre, pero en todo lo dems era como Hador, su abuelo, claro de cara y de cabellos dorados, fuerte de cuerpo y de nimo orgulloso. Pero el fuego de l arda sin pausa, y era firme de voluntad. De todos los Hombres del Norte, nadie conoca como l los designios de los Noldor. Huor, su hermano, era alto, el ms alto de todos los Edain, salvo su propio hijo Tuor, y muy veloz en la carrera; pero si la carrera era dura y prolongada, Hrin era quien primero llegaba a la meta, porque tanto se esforzaba al final como al principio. Haba un gran amor entre los dos hermanos y rara vez se separaron en su juventud.Hrin se caso con Morwen, la hija de Baragund, hijo de Bregolas, de La Casa de Bor; y era por tanto pariente Cercana de Beren el Manco. Morwen, alta, de cabellos oscuros, tena tanta luz en la mirada y un rostro tan hermoso que los Hombres la llamaban Eledhwen, la de lfica belleza; pero era de temple algo severo y orgulloso. Los pesares de la Casa de Bor le entristecieron el corazn; porque fue como exiliada a Dor-lmin desde Dorthonion despus del desastre de la Bragollach.Trin fue el nombre del hijo mayor de Hrin y Morwen, y naci en el ao en que Beren lleg a Doriath y encontr a Lthien Tinviel, hija de Thingol. Morwen le dio a Hrin tambin una hija, y la llam Urwen; pero todos los que la conocieron en los pocos anos que vivi le dieron el nombre de Lalaith, que significa Risa.Huor se cas con Ran, la prima de Morwen; era la hija de Belegund, hijo de Bregolas. El duro destino hizo que naciera en esos das de afliccin, porque era gentil de nimo y no le gustaba la caza ni la guerra. Amaba en cambio los rboles y las flores del desierto, y era cantante y hacedora de cantos. Haba estado casada con Huor, slo dos meses cuando l parti con su hermano a la Nirnaeth Arnoediad, y ella nunca ms lo vio.En los aos que siguieron a la Dagor Bragollach y la cada de Fingolfin, la sombra del miedo de Morgoth se hizo ms larga. Pero en el ao cuatrocientos noventa y seis despus del retorno de los Noldor a la Tierra Media hubo una nueva esperanza entre los Elfos y los Hombres; porque corri el rumor entre ellos de las hazaas de Beren y Lthien y de la vergenza sufrida por Morgoth, instalado todava en el trono de Angband, y algunos decan que Beren y Lthien vivan an, o que haban regresado de entre los Muertos. En aquel mismo ao los grandes designios de Maedhros estaban casi acabados, y con la renovacin de la fuerza de los Eldar y los Edain, el avance de Morgoth se detuvo, y los Orcos fueron expulsados de Beleriand. Entonces algunos empezaron a hablar de las victorias por venir y de una revancha inminente de la batalla de Bragollach cuando Maedhros condujera las huestes unidas, y expulsara a Morgoth bajo tierra, y sellara las Puertas de Angband.Pero los ms juiciosos estaban an intranquilos temiendo que Maedhros no revelara sus fuerzascrecientes demasiado pronto y que se le diera tiempo a Morgoth de armarse contra l.

Siempre se habr de incubar algn nuevo mal en Angband ms all de las sospechas de los Elfos y de los Hombres decan. Y en el otoo de ese ao, como para corroborar estas palabras, vino un viento maligno desde el norte bajo cielos cargados. El Mal Aliento se lo llam, porque era pestilente; y muchos enfermaron y murieron en el otoo del ao en las tierras septentrionales que bordeaban la Anfauglith, y eran en su mayora los nios o los jvenes que crecan en las casas de los Hombres.En ese ao Trin, hijo de Hrin, tena tan slo cinco aos, y Urwen, su hermana, tena tres aos al empezar la primavera. Cuando corra por los campos, sus cabellos eran como los lirios amarillos en la hierba, y su risa era como el canto dichoso del arroyo que bajaba de las colinas y pasaba junto a la casa de su padre. Nen Lalaith se llamaba, y por l toda la gente de los alrededores llam Lalaith a la nia, que les alegr los corazones mientras estuvo entre ellos.Pero a Trin no lo amaban tanto. Era de cabellos oscuros, como la madre, y prometa tener la misma disposicin de nimo; porque no era alegre y hablaba poco, aunque haba aprendido a hablar muy temprano, y pareci siempre ser mayor de lo que era. Tardaba Trin en olvidar la injusticia o la burla; pero tambin arda en l el fuego de su padre, y poda ser brusco y violento. No obstante era compasivo, y el dolor o la tristeza de las criaturas vivientes lo movan a las lgrimas; y tambin en esto era como su padre, porque Morwen era severa con los dems tanto como consigo misma. Amaba a su madre porque ella le hablaba de un modo directo y sencillo; pero a su padre lo vea poco, pues Hrin pasaba a menudo largas temporadas fuera de su hogar, con el ejrcito de Fingon que guardaba las fronteras orientales de Hithlum, y cuando volva, sus abruptos parlamentos, salpicados de bromas y de palabras extraas y de doble sentido, lo desconcertaban y lo inquietaban. En ese tiempo todo el calor de su corazn lo volcaba en Lalaith, su hermana; pero rara vez jugaba con ella y prefera observarla sin que ella se diera cuenta, y vigilarla mientras la nia corra por la hierba o bajo los rboles, y cantaba las canciones que los nios de los Edain inventaran mucho tiempo atrs cuando todava la lengua de los Elfos era nueva en sus labios. Lalaith es bella como una nia Elfo deca Hrin a Morwen; pero ms efmera hay! Y por ello ms bella, quiz, o ms cara. Y Trin, al escuchar esas palabras, meditaba en ellas, pero no las entenda. Porque no haba visto nunca a un nio Elfo. Ninguno de los Eldar viva en ese tiempo en las tierras de su padre, y slo en una ocasin los haba visto, cuando el Rey Fingon y muchos de sus seores haban cabalgado por Dor-lmin y haban cruzado el puente de NenLalaith, resplandecientes en blanco y plata.Pero antes que transcurriera el ao, se revel la verdad de las palabras de su padre; porque el Mal Aliento lleg a Dor-lmin, y Trin enferm, y yaci largo tiempo afiebrado y perseguido por un sueo tenebroso. Y cuando cur, porque tal era su destino y la fuerza de vida que haba en l, pregunt por Lalaith. Pero el aya le respondi:

No hables ya de Lalaith, hijo de Hrin; pero de tu hermana Urwen debes pedir nuevas a tu madre.Y cuando Morwen vino a verlo, Trin le dijo:Ya no estoy enfermo y deseo ver a Urwen; pero por qu no debo decir nunca ms Lalaith?Porque Urwen est muerta y no hay risa en esta casa respondi ella. Pero t vives, hijo de Morwen; y tambin el Enemigo que nos ha hecho esto.No intent darle ms consuelo que el que ella misma se daba; porque guardaba el dolor en el silencio y la frialdad de su corazn. Pero Hrin se lament abiertamente, y tom el arpa y habra querido componer una endecha; pero no pudo y quebr el arpa, y saliendo fuera extendi las manos hacia el Norte, gritando:

Oh, t, que desfiguras la Tierra Media, querra toparme cara a cara contigo y desfigurarte como lo hizo mi seor Fingolfin!Y Trin llor amargamente solo por la noche aunque nunca ms pronunci ante Morwen el nombre de su hermana. A un solo amigo se volvi por entonces, y a l le habl de su dolor y del vaco de la casa.Este amigo se llamaba Sador, un criado al servicio de Hrin; era tullido y se lo tena en poco. Haba sido leador y por mala suerte o torpeza el hacha le haba rebanado el pie derecho y la pierna sin pie se le haba marchitado; y Trin lo llamaba Lavadla, que significa Paticojo, aunque el nombre no disgustaba a Sador, pues le era atribuido por piedad y no por desprecio. Sador trabajaba en las casas anexas, construyendo o componiendo cosas de escaso valor que se precisaban en la casa central, porque tena cierta habilidad para trabajar la madera; y Trin le buscaba lo que le haca falta, para ahorrarle esfuerzos a su pierna; y a veces se llevaba en secreto alguna herramienta o trozo de madera que encontraba abandonada, si pensaba que podra serle de utilidad a su amigo. Entonces Sador sonrea y le peda que devolviera los regalos.

Da con prodigalidad, pero da slo lo tuyo deca. Recompensaba en la medida de sus fuerzas la bondad del nio, y tallaba para l figuras de hombres y de animales; pero Turn se deleitaba sobre todo con las historias de Sador, que haba sido joven en los das de la Bragollach y gustaba de rememorar los breves das en que haba sido un hombre entero, antes de convertirse en un estropeado.Esa fue una gran batalla, segn dicen, hijo de Hrin. Fui convocado en el apremio de aquel ao y abandon mis tareas en el bosque; pero no estuve en la Bragollach; o hubiese podido ganarme mi herida con ms honor. Porque llegamos demasiado tarde, salvo para cargar de regreso el catafalco del viejo seor Hador, que cay entre los de la guardia del Rey Fingolfin. Fui soldado despus, y estuve en Eithel Sirion, el gran fuerte de los reyes lficos, durante muchos aos; o as parece ahora, pues los opacos aos transcurridos desde entonces poco tienen que los destaque. En Eithel Sirion estaba yo cuando el Rey Negro lo atac, y Galdor, el padre de tu padre, era all el capitn en sustitucin del Rey. Fue muerto en ese ataque; y v a tu padre tomar para s el seoro y el mando, aunque apenas haba alcanzado la edad viril. Haba un fuego en l que le calentaba la espada en la mano, segn dicen. Tras l revolcamos a los Orcos en la arena; y desde entonces nunca se han atrevido a ponerse al alcance de la vista de los muros. Pero, ay!, mi amor por la guerra se haba saciado, pues haba visto bastantes heridas y sangre derramada; y obtuve permiso para volver a los bosques que tanto echaba de menos. Y all recib mi herida; porque un hombre que huye de lo que teme a menudo comprueba que slo ha tomado un atajo para salirle al encuentro.De este modo le hablaba Sador a Trin a medida que ste iba creciendo; y Trin empez a hacer muchas preguntas que a Sador le era difci1 responder, pensando que otros ms afines podan instruirlo.Y un da Trin le pregunt: Se asemejaba Lalaith en verdad a una nia Elfo como mi padre deca? Y a qu se refera cuando afirm que era ms efmera? Es muy probable dijo Sador, porque en su primera juventud los hijos de los Hombres y los de los Elfos se parecen mucho. Pero los hijos de los Hombres crecen ms de prisa, y su juventud pasa pronto; tal es nuestro destino.Entonces Trin le pregunt: Qu es el destino?En cuanto al destino de los Hombres dijo Sador tienes que preguntar a los que son ms sabios que Labadal. Pero como todos pueden ver, nos cansamos pronto, y morimos; y por desgracia muchos encuentran la muerte todava ms pronto. Pero los Elfos no se fatigan, y no mueren, salvo a causa de una gran herida. De lastimaduras y penas que mataran a los hombres, ellos suelen curar; y aun cuando pierdan alguna parte del cuerpo, llegan a recobrarse, dicen algunos. No sucede lo mismo con nosotros.Entonces Lalaith no ha de retornar? pregunt Trin. A dnde ha ido?No ha de retornar dijo Sador. Pero a dnde ha ido, ningn hombre lo sabe; o yo no lo s.Ha sido siempre as? O somos vctimas del Rey malvado, quiz, como el Mal Aliento?No lo s. Una oscuridad hay por detrs de nosotros, y de ella nos han llegado muy pocos Cuentos. Puede que los padres de nuestros padres hayan tenido cosas que decir, pero no dijeron nada. Aun sus nombres estn olvidados. Las Montaas se interponen entre nosotros y la vida de donde vinieron, huyendo nadie sabe de qu.Tenan miedo?Puede ser dijo Sador. Puede ser que hayamos huido del temor de la Oscuridad slo para hallarla delante de nosotros, y no tengamos otro sitio a dnde huir, salvo el Mar.Nosotros ya no tenemos miedo dijo Trin, no todos. Mi padre no tiene miedo y yo tampoco lo tendr; o, cuan do menos, como mi madre, tendr miedo, pero no dejar que se note.Le pareci entonces a Sador que los ojos de Turn no eran los ojos de un nio y pens: El dolor es una piedra de afilar para un temple duro. Pero en voz alta, dijo: Hijo de Hrin y de Morwen, qu ser de tu corazn, Lavadla no puede adivinarlo; pero rara vez y a muy pocos mostrars lo que hay en l.Entonces Trin dijo: Quiz sea mejor no decir lo que se desea, si no se lo puede obtener. Pero yo deseo, Lavadla, ser uno de 1os Eldar. Entonces Lalaith podra regresar y yo estara aqu todava aunque ella hubiera recorrido un largo camino. Marchar como soldado del rey Elfo tan pronto como pueda, al igual que t, Lavadla.Puedes aprender mucho de ellos dijo Sador, y suspir. Son un pueblo bello y maravilloso, y tienen poder sobre el corazn de los Hombres. Y sin embargo a veces me parece que habra sido mejor que nunca nos hubiramos topado con ellos, y que hubiramos transitado caminos ms humildes. Porque tienen un conocimiento que se remonta a tiempos muy antiguos; y son orgullosos y resistentes. A la Luz de los Elfos parecemos gente apagada, o ardemos con una llama demasiado viva que se consume con rapidez, y el peso de nuestro destino nos abruma todava mas.Pero mi padre les ama dijo Trin y no es feliz sin ellos. Dice que hemos aprendido de ellos casi todo cuanto sabemos, y que as nos hemos convertido en un pueblo ms noble; y dice que los Hombres que han cruzado ltimamente las Montaas apenas son mejores que los Orcos.Eso es verdad respondi Sador; verdad, al menos de algunos de nosotros. Pero el ascenso es penoso, y de la cima es fcil caer a lo ms bajo.Por este tiempo Trin tena casi ocho aos, en el mes de Gwaeron segn cmputo de los Edain, en el ao que no puede olvidarse. Haba ya rumores entre los mayores y se hablaba de una concentracin de armas y reclutamientos de fuerzas, de los que nada supo Trin; y Hrin, que conoca el coraje y la lengua prudente de Morwen, le hablaba a menudo de los designios de los reyes lficos y de lo que podra acaecer, para bien o para mal. Tena esperanza en el corazn, y poco tema los resultados de la batalla; porque no le pareca que fuerza alguna de La Tierra Media pudiese superar el poder y el esplendor de los Eldar.Han visto La Luz Cielo Oeste deca y al final la oscuridad ha de desaparecer de sus rostros.Morwen no lo contradeca; porque en compaa de Hrin el fruto de la esperanza siempre pareca lo ms probable. Pero tambin en su estirpe haba gentes que conocan la tradicin lfica, y a s misma se deca: Y sin embargo, no han abandonado la Luz acaso? No han sido apartados de la Luz? Quiz Los Seores del Oeste no piensan ms en ellos, y si es as, cmo los Primeros Nacidos podran vencer a uno de los Poderes?Ni la sombra de una duda semejante pareca perturbar a Hrin Thalion; no obstante una maana de la primavera de ese ao despert como de un sueo agitado y una nube apagaba el brillo del da; y al anochecer dijo de pronto: Cuando sea convocado, Morwen Eledhwen, dejar a tu cuidado al heredero de la Casa de Hador. La vida de Los Hombres es corta, y en ella suele haber mltiples infortunios, aun en tiempos de paz.Eso ha sido as siempre respondi ella. Pero qu hay en tus palabras?Prudencia, no duda dijo Hrin; no obstante, pareca perturbado. Pero quien mira adelante, ha de ver esto: que las cosas no han de permanecer siempre as. Ser sta una gran conmocin, y una de las partes caer muy bajo, ms de lo que est ahora. Si son los reyes de Los Elfos los que caen, no ha de irles bien a los Edain; y nosotros somos los que vivimos ms cerca del Enemigo. Pero si van mal las cosas, no te dir: No tengas miedo! Porque t temes lo que ha de ser temido, y slo eso; y el miedo no arredra. Pero te digo:No esperes! Yo volver a ti como pueda, pero no esperes! Ve al sur tan de prisa como te sea posible; yo ir detrs y te encontrar aunque tenga que registrar toda Beleriand.Beleriand es grande y no hay hogar en ella para los exiliados dijo Morwen. A dnde he de huir con pocos o con muchos?Entonces Hrin medit un rato en silencio.En Brethil estn los parientes de mi madre dijo. Eso est a unas treinta leguas a vuelo de guila.Si ese infortunado momento llega en verdad, qu ayuda podra esperarse de los Hombres? dijo Morwen. La Casa de Bor ha cado. Si cae la gran Casa de Hador, a qu agujeros se arrastrar el pequeo pueblo de Haleth?Son pocos y sin muchas luces, pero no dudo de su valor dijo Hrin. En qu, si no, tener esperanzas?No hablas de Gondolin dijo Morwen.No, porque ese nombre nunca ha pasado por mis labios dijo Hrin. No obstante es cierto lo que has odo: he estado all. Pero te digo ahora con verdad lo que nunca le dije a nadie ni le dir a nadie en el futuro: no s dnde se encuentra.Pero lo supones y lo que supones no est lejos de la verdad, segn creo dijo Morwen.Puede que as sea dijo Hrin. Pero a menos que el mismo Turgon me libre de mi juramento, no puedo decir lo que supongo, ni siquiera a ti; y por tanto tu bsqueda resultara intil. Pero si hablara para mi vergenza, en el mejor de los casos slo llegaras ante una puerta cerrada; porque a no ser que Turgon salga a la guerra (y de eso nada se ha odo hasta ahora, ni hay esperanzas de que as ocurra), nadie podr entrar.Entonces, si no hay esperanzas en tus parientes y tus amigos te niegan dijo Morwen, he de concebir mis propios designios; y a m me viene la idea de Doriath. De todas las defensas, el Cinturn de Melian ha de ser la ltima en romperse, segn creo; y la Casa de Bor no ha de ser despreciada en Doriath. No soy ahora pariente del rey? Porque Beren, hijo de Barahir, era nieto de Bregor, como lo era tambin mi padre.Mi corazn no se inclina a Thingol dijo Hrin. Ninguna ayuda ha de tener de l el Rey Fingon; y no s qu sombra me oscurece el espritu cuando se nombra a Doriath.al nombre de Brethil tambin mi corazn se oscurece dijo Morwen. Entonces de sbito Hrin se ech a rer, y dijo:Aqu nos estamos sentados discutiendo cosas que estn fuera de nuestro alcance, y sombras alimentadas en sueos. No irn tan mal las cosas; pero si as ocurre en verdad, a tu coraje y tu juicio todo queda encomendado. Haz entonces lo que tu corazn te indique; pero hazlo pronto. Y si alcanzamos nuestra meta, los reyes de los Elfos estn decididos a devolver todos los feudos de la casa de Bor a sus herederos; y nuestro hijo recibir una gran herencia.Esa noche Trin despert a medias, y le pareci que su padre y su madre estaban junto a l y lo miraban a la luz de las candelas que llevaban consigo; pero no pudo verles la cara.La maana del da del cumpleaos de Trin, Hrin le dio a su hijo un regalo, un cuchillo labrado por los Elfos, y la empuadura y la vaina eran negras y de plata; y le dijo: Heredero de la Casa de Hador, he aqu un regalo por tu da. Pero ten cuidado! Es una hoja amarga y el acero sirve slo a quienes pueden esgrimirlo. Es tan capaz de cortarte la mano como otra cosa cualquiera. Y poniendo a Trin sobre una mesa, bes a su hijo y dijo: Ya me sobrepasas, hijo de Morwen; pronto sers igualmente alto sobre tus propios pies. Ese da muchos sern los que teman tu hoja.Entonces Trin sali corriendo de la estancia y se fue solo, y en su corazn haba un calor como el del sol sobre la tierra fra, que pone en movimiento todo lo que crece. Se repiti a s mismo las palabras de su padre, Heredero de la Casa de Hador; pero otras palabras le vinieron tambin a la mente: Da con prodigalidad, pero da slo lo tuyo. Y fue al encuentro de Sador, y exclam: Lavadla, es mi cumpleaos, el cumpleaos del heredero de La Casa de Hador! Y te he trado un regalo para sealar el da. He aqu un cuchillo como el que t necesitas; cortar lo que quieras, tan delgado como un cabello.Entonces Sador se sinti turbado, porque saba muy bien que Trin haba recibido l mismo el cuchillo ese da. Le habl gravemente: Vienes de una estirpe generosa, Trin, hijo de Hrin. No he hecho nada para merecer tu cuchillo, ni espero hacerlo en los das que me restan; pero lo que pueda hacer, lo har.Y cuando Sador sac el cuchillo de la vaina, dijo:Es ste un regalo, en verdad: una hoja de acero lfico. Mucho tiempo he echado en falta tocarla.Hrin no tard en notar que Trin no llevaba el cuchillo, y le pregunt si su advertencia lo haba asustado. Entonces Trin contest: No, le di el cuchillo a Sador el carpintero.Desprecias pues el regalo de tu padre? pregunt Morwen; entonces respondi Turn:

No; pero amo a Sador y siento piedad por l.Entonces Hrin dijo:Tres regalos tenas para dar, Trin: amor, piedad, y el cuchillo, de todos el menos valioso.Empero, dudo que Sador los merezca dijo Morwen. Se ha mutilado a s mismo por torpeza y es lento en el trabajo, porque gasta gran parte del tiempo en bagatelas innecesarias.Concdele piedad, sin embargo dijo Hrin. Una mano honesta y un corazn sincero pueden equivocarse; y el dao recibido puede ser ms duro de sobrellevar que la obra de un enemigo.Pero ahora tendrs que esperar un tiempo, antes de tener una nueva hoja dijo Morwen. De ese modo el regalo ser un verdadero regalo y a tus propias expensas.No obstante, Trin vio que Sador fue tratado con ms benevolencia desde entonces, y se le encomend la hechura de una gran silla para que el seor se sentara en ella en la sala.Lleg una brillante maana del mes de Lothron en que Trin fue despertado por sbitas trompetas; y corriendo a las puertas, vio en el patio a muchos hombres de a pie o a caballo, y todos plenamente armados como si fueran a partir a la guerra. All tambin estaba Hrin, y les hablaba a los hombres y les daba rdenes; y Trin se enter de que ese da partan para Barad Eithel. stos eran los guardias y los hombres de la casa de Hrin; pero todos los hombres de sus tierras haban sido convocados. Algunos haban partido ya con Huor, hermano de su padre; y muchos otros se uniran al Seor de Dor-lmin en el camino e iran tras su estandarte a la gran congregacin del Rey.Entonces Morwen se despidi de Hrin sin derramar Lgrimas; y dijo: Guardar lo que me dejas en custodia, tanto lo que es, como lo que ser.Y Hrin le respondi: Adis, Seora de Dor-lmin; cabalgamos ahora con ms esperanzas que hayamos conocido nunca antes. Pensemos que en medio del invierno la fiesta ser ms alegre que todas cuantas hayamos gozado en todos nuestros aos de vida, a la que seguir una primavera libre de temores! Luego puso a Trin sobre sus hombros y grit a sus gentes: Que el heredero de la Casa de Hador vea la luz de vuestras espadas! Y el sol resplandeci sobre cincuenta hojas, y en el patio reson el grito de guerra de los Edain del Norte:Lacho calad! Drego morn!

Llamee el Da! Huya la Noche!

Entonces por fin Hrin mont de un salto, y el estandarte dorado se despleg en el aire, y las trompetas cantaron nuevamente en la maana; y as parti Hrin Thalion a la carrera hacia la Nirnaeth Arnoediad.Pero Morwen y Trin se quedaron inmviles ante las puertas hasta que a lo lejos oyeron la dbil llamada de un nico cuerno en el viento: Hrin estaba ms all de la cima de la colina, desde donde ya no era posible ver la casa.Las palabras de Hrin y de MorgothMuchos cantos cantan los Elfos, y muchas historias cuentan de la Nirnaeth Arnoediad, la Batalla de las Lgrimas Innumerables, en la que cay Fingon, y se marchit la flor de los Eldar. Si todo se contara, la vida de un hombre no bastara para escucharlo; pero ahora ha de contarse solamente lo que le acaeci a Hrin, hijo de Galdor, Seor de Dor-lmin, cuando junto al arroyo de Rivil fue por ltimo atrapado vivo por orden de Morgoth, y conducido a Angband.Hrin fue llevado ante Morgoth, porque Morgoth saba, por sus artes y sus espas, que Hrin tena amistad con el Rey de Gondolin; e intent intimidarlo con su mirada. Pero no era posible todava intimidar a Hrin, y desafi a Morgoth. Por tanto Morgoth lo hizo encadenar y le dio lento tormento; pero al cabo de un tiempo le ofreci la posibilidad de optar entre la libertad de ir donde le placiera o recibir poder y rango como el mayor de los capitanes de Morgoth, con que slo quisiera revelarle dnde tena Turgon su fortaleza y todo lo que supiese sobre los designios del Rey. Pero Hrin el Firme se mof de el diciendo: Eres ciego Morgoth Bauglir, y ciego sers siempre, pues ves tan slo la oscuridad. No conoces lo que rige el corazn de los Hombres, y silo conocieras, no podras darlo. Pero necio es quien acepta lo que ofrece Morgoth. Primero te quedaras con el precio y luego faltaras a tu promesa; y yo slo recibira La muerte si te dijera lo que pides.Entonces Morgoth ri y dijo: Todava puede que anheles la muerte como una merced. Entonces llev a Hrin a la Haudhen-Nirnaeth, que por entonces estaba recin construida, y en la que se respiraba el hedor de la muerte; y Morgoth lo puso en lo ms alto de la torre y le orden que mirara al Oeste, hacia Hithlum, y que pensara en su esposa y en su hijo y en el resto de los suyos. Porque moran ahora en mi reino dijo Morgoth, y estn a mi merced.No lo estn respondi Hrin. Y no llegars por ellos a Turgon; porque ellos no conocen sus secretos.La clera domino a Morgoth, y dijo: Todava he de tenerte a ti y a los de tu maldita casa; y te quebrantar mi voluntad aunque estuvieras hecho de acero. Y alz una larga espada que all haba y la quebr ante los ojos de Hrin, y un fragmento le hiri la cara; pero Hrin no cej. Entonces Morgoth, extendiendo sus largos brazos hacia Dor-lmin maldijo a Hrin y a Morwen y a su prole diciendo:Mira! La sombra de mi pensamiento estar dondequiera que vayan, y mi odio los perseguir hasta los confines del mundo.Pero Hrin dijo: Hablas en vano. Porque no puedes verlos ni gobernarlos desde lejos: no mientras conserves estas formas y desees aun ser un Rey visible en la tierra.Entonces Morgoth se volvi a Hrin y dijo: Necio, pequeo entre los Hombres, que son lo nfimo entre todos cuantos hablan! Has visto a los Valar o medido el poder de Manw y Varda? Conoces el alcance de lo que piensan? O crees, quiz, que su pensamiento puede llegar a ti y que han de escudarte desde lejos?No lo s dijo Hrin. Pero bien pudiera ser as, si ellos lo quisieran. Porque el Rey Mayor no ha de ser destronado mientras Arda perdure.T lo has dicho dijo Morgoth. Yo soy el Rey Mayor: Melkor, el primero y ms poderoso de los Valar, que fue antes que el mundo, y que hizo el mundo. La sombra de mi propsito se extiende sobre Arda, y todo lo que hay en ella cede lenta e inflexiblemente a mi voluntad. Pero sobre todos los que t ames mi pensamiento pesar como una nube fatdica, y los envolver en oscuridad y desesperanza. Dondequiera que vayan, se levantar el mal. Toda vez que hablen, sus palabras tendrn designios torcidos. Todo lo que hagan se volver contra ellos. Morirn sin esperanza, maldiciendo a la vez la vida y la muerte.Pero Hrin respondi: Olvidas con quin hablas? Las mismas cosas dijiste hace mucho a nuestros padres; pero escapamos de tu sombra. Y ahora tenemos conocimiento de ti, porque hemos contemplado las caras de los que han visto la Luz, y hemos escuchado las voces de los que han hablado con Manw. Antes que Arda fuiste, pero otros tambin; y t no hiciste Arda. Ni tampoco eres el ms poderoso; porque has malgastado tu fuerza en ti mismo y la has prodigado en tu propio vaco. No eres ms que un esclavo de Valar, un esclavo fugitivo, y las cadenas todava te esperan.Te has aprendido las lecciones de tus amos de memoria dijo Morgoth. Pero de nada te servir un conocimiento tan infantil ahora que todos han huido.Esto ltimo te dir entonces, esclavo Morgoth dijo Hrin, y no proviene de la ciencia de los Eldar, sino que me aparece en el corazn en esta hora. No eres el Seor de los Hombres y no lo sers, aunque toda Arda y el Menel caigan bajo tu dominio. No perseguirs a los que te rechazan ms all de los Crculos del Mundo.Ms all de los Crculos del Mundo no los perseguir dijo Morgoth porque nada hay all. Pero dentro de ellos no se me escaparn en tanto no entren en la Nada.Mientes dijo Hrin.Ya lo vers, y confesars que no miento dijo Morgoth. Y llevando a Hrin de nuevo a Angband, lo sent en una silla de piedra sobre un sitio elevado de Thangorodrim, desde donde poda ver a lo lejos la tierra de Hithlum al oeste y las tierras de Beleriand al sur. All qued sujeto por el poder de Morgoth; y Morgoth, de pie al lado de l, lo maldijo otra vez y le impuso su poder de manera que Hrin no poda ni moverse ni morir, en tanto Morgoth no lo liberara.Ahora qudate ah sentado dijo Morgoth, y contempla las tierras donde aquellos que me has entregado conocern el mal y la desesperacin. Porque has osado burlarte de m y has cuestionado el poder de Melkor, Amo de los destinos de Arda. Por tanto, con mis ojos vers y con mis odos oirs, y nada te ser ocultado.La partida de TurnTres hombres solamente encontraron por fin el camino de regreso a Brethil, a travs de Taurnu-Fuin, una ruta peligrosa; y cuando Glredhel, hija de Hador, supo de la cada de Haldir, se apen y muri.A Dor-lmin no llegaban nuevas. Ran, esposa de Huor, huy perturbada a las tierras salvajes; pero recibi la ayuda de los Elfos Grises de las colinas de Mithrim, y cuando Tuor naci, ellos lo criaron. Pero Ran fue al Haudh-en-Nirnaeth, y all se tendi en el suelo y muri.Morwen Eledhwen permaneci en Hithlum, silenciosa y entristecida. Su hijo Trin slo haba alcanzado el noveno ao de vida, y ella estaba de nuevo encinta. Eran los suyos das de pesadumbre. Los Hombres del Este haban invadido la tierra en crecido nmero, y trataron cruelmente al pueblo de Hador, y les quitaron todo cuanto tenan, y los sometieron a esclavitud. Se llevaron consigo a toda la gente de la tierra patria de Hrin que poda trabajar o servir a algn propsito, aun a las nias y los nios, y a los viejos los mataron o los abandonaron para que murieran de hambre. Pero no se atrevieron a poner manos sobre la Seora de Dor-lmin o a arrojarla de la casa; porque la voz corra entre ellos de que era peligrosa, y una bruja que tena trato con los demonios blancos: porque as llamaban ellos a los Elfos, a quienes odiaban, pero a quienes todava ms teman. Por esta razn tambin teman y evitaban las montaas, en las que muchos de los Eldar se haban refugiado, especialmente al sur de la tierra; y despus de saquear y expoliar, los Hombres del Este se retiraron al norte. Porque la casa de Hrin se levantaba en el sureste de Dor-lmin y las montaas estaban cerca de ella; Nen Lalaith en verdad descenda de una fuente bajo la sombra de Amon Darthir, que estaba recorrida por un desfiladero de escarpadas paredes. Por este desfiladero los osados podan cruzar Ered Wethrin, y descender por la vertiente del Glithul a Beleriand. Pero esto no lo saban los Hombres del Este, ni tampoco Morgoth; porque todo ese pas, mientras durLa Casa de Fingolfin, estaba a salvo de Morgoth, y nunca ninguno de sus sirvientes iba all. Pensaba que Ered Wethrin era un muro inexpugnable, tanto para los que pretendieran escapar desde el norte como para quienes quisieran atacar desde el sur; y no haba en verdad otro pasaje para los que no tuvieran alas entre Serech y el lejano oeste donde Dor-lmin Limitaba con Nevrast.As sucedi que despus de las primeras correras, Morwen fue dejada en paz, aunque haba hombres que acechaban en los bosques, y era peligroso arriesgarse muy lejos. Todava estaban bajo la proteccin de Morwen, Sador el carpintero y unos pocos viejos y viejas, y Trin, a quien no dejaba salir del patio enclaustrado. Pero la casa de Hrin no tard en empezar a deteriorarse, y aunque Morwen trabajaba duro, estaba reducida a la pobreza y habra pasado hambre si no hubiera sido por la ayuda que le enviaba en secreto Aerin, pariente de Hrin; porque un tal Brodda, uno de los Hombres del Este, la haba convertido en su esposa por la fuerza. La limosna le era amarga a Morwen, pero aceptaba esta ayuda por Trin y el vstago no nacido an, y porque, como deca ella, le vena de lo que le perteneca. Porque era este tal Brodda quien se haba apoderado de la gente, los bienes y el ganado de la tierra de Hrin, y se los haba llevado a sus propias posesiones. Era un hombre audaz, pero poco considerado entre los suyos antes de llegar a Hithlum; y as, vido de riqueza, estaba dispuesto a hacerse de tierras que otros de su especie no codiciaban. A Morwen la haba visto una vez cuando en una correra haba cabalgado hasta la casa de ella; pero un gran temor lo haba dominado. le pareci que haba visto los ojos de un demonio blanco; tuvo miedo de que un gran mal le ocurriera, y no saque la casa ni descubri a Trin; de no haber sido as, corta habra sido la vida del heredero del legtimo seor.Brodda convirti en esclavos a los Cabezas de Paja, como llamaba al pueblo de Hador, e hizo que le construyeran un palacio de madera en las tierras que se extendan al norte de la casa de Hrin; y guardaba los esclavos detrs de una empalizada, pero mal protegida. Entre ellos haba algunos que aun no se haban acobardado, y estaban dispuestos a ayudar a La Seora de Dor-Lmin incluso hasta arriesgar la vida, y de ellos llegaban en secreto nuevas de la tierra a Morwen, aunque haba pocas esperanzas en esas noticias. Pero Brodda tom a Aerin como esposa y no como esclava, porque haba pocas mujeres entre los de su propia comitiva, y ninguna que pudiera compararse con las hijas de los Edain; y tena esperanzas de convertirse en un seor de esa tierra y tener un heredero que le sucediera.De lo que haba acaecido o lo que podra acaecer en los das por venir, Morwen le deba poco a Trin; y l tema importunarla con preguntas. Cuando los Hombres del Este llegaron por primera vez a Dor-lmin, le haba preguntado: Cundo volver mi padre a arrojar de aqu a estos feos ladrones? Por qu no vuelve?Y Morwen le haba respondido: No lo s. Puede que lo hayan matado, o que lo tengan cautivo; o tambin puede que haya sido arrastrado lejos, y que no pueda abrirse paso hasta nosotros, entre los enemigos que nos rodean. Entonces creo que est muerto dijo Trin, y ante su madre contuvo las lgrimas; porque nadie podra impedirle que volviera a ayudarnos, si estuviera vivo.No creo que ninguna de esas dos cosas sea cierta, hijo mo dijo Morwen.Con el paso del tiempo el temor por su hijo Trin, heredero de Dor-Lmin oscureca el corazn de Morwen; porque no vea otra esperanza para l que la de que se convirtiera en esclavo de los Hombresdel Este. Por tanto, record las palabras intercambiadas con Hrin y su pensamiento se volvi otra vez hacia Doriath; y resolvi por fin enviar a Trin all en secreto, si le era posible, y rogarle al Rey Thingol que le diera albergue. Y mientras se estaba sentada y cavilaba cmo hacerlo, oy claramente en su pensamiento la voz de Hrin que le deca:Ve de prisa! No me esperes!Pero ya el parto se avecinaba, y el camino sera duro y peligroso; cuantos mas fueran, menores seran las posibilidades de escapar. Y el corazn la engaaba todava con esperanzas inconfesadas; y dentro de ella una voz le deca que Hrin no estaba muerto, y aguardaba el sonido de sus pasos en la insomne vela de la noche, o despertaba creyendo que haba odo en el patio el relincho de Arroch, el caballo de Hrin. Adems, aunque estaba dispuesta a que su hijo se criara en recintos ajenos, segn la costumbre de la poca, era una humillacin para su orgullo vivir de la limosna aunque fuera la de un rey. Por tanto, la voz de Hrin, o el recuerdo de su voz, no fue escuchada, y as se teji la primera hebra del destino de Trin.Ya terminaba el otoo del Ao de la Lamentacin antes que Morwen se resolviera, y entonces tuvo prisa; porque el tiempo en que era posible viajar era breve, pero tema que Trin fuera atrapado si esperaba a que el invierno acabara. Los Hombres del Este merodeaban en derredor del patio enclaustrado y espiaban la casa. Por tanto, le dijo repentinamente a Trin: Tu padre no viene. De modo que has de partir, y de prisa. As lo habra deseado l.Partir? exclam Trin. A dnde partiremos? Por sobre las montaas?S dijo Morwen, por sobre las montaas, hacia el sur. El sur... quiz haya all alguna esperanza. Pero no habl de nosotros, hijo mo. T has de partir; yo me quedar.No puedo partir solo! dijo Trin. No te dejar. Por qu no podemos irnos juntos?Yo no puedo ir dijo Morwen. Pero no partirs solo. Enviar a Gethron contigo, y tambin a Grithnir quiz.No enviars a Lavadla? pregunt Trin.No, pues Sador es cojo dijo Morwen, y el camino ser duro. Y como eras mi hijo y stos son das sombros, hablar sin rodeos: puede que mueras en el camino. El ao ya est avanzado. Pero si te quedas, tu fin ser peor todava: te convertirs en esclavo. Si deseas ser un hombre, ahora que ests cerca de serlo, hars lo que te digo con valor.Pero te dejar sola con Sador y Ragnir el ciego y las viejas? dijo Trin. No dijo mi padre que era yo el heredero de Hador? El heredero ha de quedarse en La Casa de Hador, y defenderla. Ojal tuviera ahora mi cuchillo!El heredero tendra que quedarse, pero no puede hacerlo dijo Morwen. Pero puede retornar un da. Ahora nimo! Yo te seguir si las cosas empeoran; si puedo.Pero cmo me encontrars, perdido en el desierto? dijo Trin; y de pronto el corazn le flaque y se ech a llorar abiertamente.Cuanto ms lloriquees, ms pronto te encontrarn dijo Morwen. Pero yo s a dnde vas, y si llegas all y all te quedas, te encontrar, si puedo. Porque te envo al Rey Thingol de Doriath. No prefieres ser husped de un rey antes que un esclavo?No lo s respondi Trin. No s qu es un esclavo.Te envo lejos para que no tengas que aprenderlo respondi Morwen. Entonces puso a Turn delante de ella y le mir los ojos como si estuviera tratando de leer en ellos un acertijo. Es duro, Trin, hijo mo dijo por fin. No para ti solamente. Me es difcil en das tan sombros decidir lo que ms conviene. Pero hago lo que me parece bien; pues por qu he de separarme de lo ms caro de cuanto me queda?Ya no hablaron ms de esto, y Trin estaba afligido y desconcertado. A la maana fue en busca de Sador, que haba estado cortando maderos para el fuego, pues no se atrevan a errar por los bosques, y tenan poca lea. Estaba ahora inclinado sobre la muleta y miraba la gran silla de Hrin, que haba sido arrojada a un rincn, sin terminar. Tendr que destruirla dijo, pues en estos das slo pueden atenderse las ms extremas necesidades.No la rompas todava dijo Trin. Quiz vuelva a casa y le gustar ver lo que hiciste para l en su ausencia.Las falsas esperanzas son ms peligrosas que el miedo dijo Sador, y no nos mantendrnabrigados en los das invernales. Acarici las molduras de la madera y suspir. He perdido tiempo dijo, aunque las horas transcurrieron placenteras. Pero estas cosas tienen corta vida; y la alegra de hacerlas es su nico fin verdadero, supongo. Y ahora dara igual que te devolviera tu regalo.Trin extendi la mano, pero la retir de prisa.Los hombres no recuperan lo que regalan dijo.Pero si es mo, no puedo darlo a quien yo quiera? dijo Sador.S dijo Trin, salvo a m. Pero por qu querras darlo?No tengo esperanzas de utilizarlo en tareas dignas le dijo Sador. No hay otro trabajo para Lavadla, en los das por venir, que el trabajo de esclavo.Qu es un esclavo? pregunt Trin.Un hombre que fue un hombre, pero que es tratado como una bestia respondi Sador. Que es alimentado slo para que se mantenga vivo, que es mantenido vivo slo para trabajar, que trabaja slo por miedo al dolor o a la muerte. Y de estos bandidos puede recibir el dolor y la muerte slo por diversin. He odo que escogen a algunos de los mas ligeros de pies y les dan caza con perros. Han aprendido ms de prisa de los Orcos que nosotros de la Hermosa Gente.Ahora entiendo mejor las cosas dijo Trin.Es una lstima que tengas que entenderlas tan temprano dijo Sador; luego, viendo la extraa mirada de Trin: Qu es lo que entiendes ahora?Por qu quiere alejarme mi madre dijo Trin con los ojos llenos de lgrimas.Ah! exclam Sador, y musit para s: Por qu con tanto retraso? Luego, volvindose hacia Trin, dijo: No me parece sa una noticia para derramar lgrimas. Pero no has de hablar en alta voz de los designios de tu madre con Lavadla ni con nadie. Todas las paredes y los cercados tienen orejas en este tiempo, orejas que no crecen en nobles cabezas.Pero yo tengo que hablar con alguien! dijo Trin. siempre te he contado cosas. No quiero dejarte, Lavadla. No quiero dejar esta casa ni a mi madre.Pero si no lo haces dijo Sador, pronto La Casa de Hador habr llegado a su fin para siempre, como tienes que entenderlo ahora. Lavadla no quiere que te vayas; pero Sador, servidor de Hrin, se sentir ms feliz cuando el hijo de Hrin est fuera del alcance de los Hombres del Este. Bien, bien, es imposible evitarlo: tenemos que decirnos adis. No quieres tomar mi cuchillo como regalo de despedida?No! dijo Trin . Voy con los Elfos, con el Rey de Doriath, dice mi madre. All tendr cosas como esa. Pero no podr enviarte regalos, Lavadla. Estar lejos y completamente solo. Entonces Turn llor; pero Sador le dijo: Vaya, pues! Dnde est el hijo de Hrin? Porque no hace mucho le o decir: Ir de soldado con un rey de los Elfos no bien pueda.Entonces Trin contuvo las lgrimas y dijo:Muy bien, si sas fueron las palabras del hijo de Hrin he de ser fiel a ellas y me ir. Pero cada vez que digo que har esto o lo otro, resulta muy diferente llegado el momento. Ahora me voy de mala gana. He de tener cuidado y no decir esas cosas.Sera mejor, en verdad dijo Sador. As la mayora de los hombres lo ensean y pocos lo aprenden. Djense en paz los das que an no se ven. El de hoy es ms que suficiente.Ahora bien, Trin se apront para el viaje y se despidi de su madre y parti en secreto con sus dos compaeros. Pero cuando stos le dijeron que se volviera a contemplar la casa paterna, la angustia de la separacin lo hiri como una espada, y grit:Morwen, Morwen! Cundo te volver a ver?Pero Morwen, de pie en el umbral, oy el eco de ese grito en las colinas boscosas y se aferr al pilar de la puerta hasta que los dedos se le desgarraron. ste fue el primero de los dolores de Trin.A principios del ao que sigui a la partida de Trin, Morwen dio a luz a una nia y la llam Nienor, que significa Luto; pero Trin estaba ya Lejos cuando ella naci. Largo y penoso fue el camino de Trin, porque el poder de Morgoth se haba acrecentado; pero tena como guas a Gethron y Grithnir, que haban sido jvenes en los das de Hador, y aunque ahora eran viejos, eran valientes y conocan bien las tierras, porque haban viajado a menudo por Beleriand en otros tiempos. As, ayudados por el destino y su propio coraje, cruzaron las Montaas Sombras, y llegados al Valle del Sirion, penetraron en el Bosque de Brethil; y por fin, cansados y macilentos, llegaron a los confines de Doriath. Pero all se desconcertaron, y se enredaron en los Laberintos de la Reina, y erraron perdidos entre los rboles sin senderos hasta que ya no tuvieron nada para comer. All ri estuvieron lejos de la muerte, porque elinvierno descenda fro desde el Norte; pero no era tan leve el destino de Trin. Mientras yacan sumidos en la desesperacin, oyeron el sonido de un cuerno. Beleg Arco Firme cazaba en esa regin, porque viva cerca de la frontera de Doriath, y era quien mejor conoca los bosques en aquel tiempo. Oy sus gritos y acudi a ellos, y cuando les hubo dado de comer y de beber, se enter de sus nombres y de dnde venan, y se llen de asombro y de piedad. Y contempl con agrado a Trin, porque tena la belleza de su madre y los ojos de su padre, y era lozano y fuerte.Qu don querras del Rey Thingol? Le pregunt Beleg al muchacho.Ser uno de sus caballeros para cabalgar contra Morgoth y vengar a mi padre dijo Trin.Eso bien puede ser cuando los aos te hayan fortificado dijo Beleg. Porque aunque eres todava pequeo, tienes la actitud de un hombre valiente, digno hijo de Hrin el Inmutable, si ello fuera posible.Porque el nombre de Hrin era honrado en toda la tierra de los Elfos. Por tanto, de buen grado Beleg sirvi de gua a los viajeros, y los llev a la morada que comparta por entonces con otros cazadores, y all recibieron albergue mientras un mensajero se encaminaba a Menegroth. Y cuando lleg la noticia de que Thingol y Melian recibiran al hijo de Hrin y a sus custodios, Beleg los condujo por caminos secretos al Reino Escondido.As lleg Trin al gran puente que cruzaba el Esgalduin, y pas por los portales de las estancias de Thingol; y, nio an, contempl las maravillas de Menegroth que ningn Hombre mortal haba visto antes, salvo Beren solamente. Entonces Gethron comunic el mensaje de Morwen a Thingol y Melian; y Thingol los recibi con bondad y puso a Trin sobre su rodilla en honor a Hrin, el ms poderoso de entre los Hombres, y de Beren, su pariente. Y todos los que estaban presentes se maravillaron, porque era signo de que Thingol aceptaba a Trin como hijo adoptivo; y eso no era cosa que hicieran los reyes por aquel entonces, ni lo hizo nunca otra vez un seor Elfo con Hombre alguno. Entonces Thingol le dijo:Aqu, hijo de Hrin, estar tu hogar; y toda mi vida te tendr por hijo, aunque seas Hombre. Se te impartir una sabidura mucho mayor que la de los Hombres mortales, y las armas de los Elfos estarn en tus manos. Quiz llegue el tiempo que reconquistes las tierras de tu padre en Hithlum; pero reside ahora aqu en el amor de todos nosotros.As empez la estada de Trin en Doriath. Durante un tiempo se quedaron con l Gethron y Grithnir, sus custodios, aunque anhelaban volver otra vez con su seora en Dor-lmin. Entonces la vejez y la enfermedad ganaron a Grithnir, y se qued junto Trin hasta que muri; pero Gethron parti, y Thingol envi con l a una escolta que lo guiara y protegiera, y llevaban unas palabras de Thingol para Morwen. Llegaron por fin a la casa de Hrin, y cuando Morwen supo que Trin haba sido recibido con honor en las estancias de Thingol, tuvo menos pena; y los Elfos llevaban tambin ricos regalos de Melian, y un mensaje por el que se la invitaba a volver con el pueblo de Thingol a Doriath. Porque Melian era sabia y previsora, y esperaba de ese modo evitar el mal que se preparaba en el pensamiento de Morgoth. Pero Morwen no quiso abandonar su casa, porque su corazn no haba cambiado, y conservaba todo su orgullo; adems Nienor era una nia de pecho. Por tanto, despidi a los Elfos de Doriath conagradecimiento, y les dio como regalo las ltimas pequeas cosas de oro que an conservaba, ocultando la pobreza que la afliga; y les pidi que le llevaran a Thingol el Yelmo de Hador. Pero Trin esperaba ansioso el regreso de los mensajeros de Thingol; y cuando stos volvieron solos, huy a los bosques y llor, porque conoca la invitacin de Melian, y haba tenido grandes esperanzas deque Morwen viniera. ste fue el segundo dolor de Trin.Cuando los mensajeros le comunicaron la respuesta de Morwen, Melian comprendi y se apiad de ella; y vio que no era fcil evitar el hado que ella presenta.El Yelmo de Hador fue puesto en manos de Thingol. Ese yelmo estaba hecho de acero gris y adornado de oro, y en l haban grabado las runas de la victoria. Tena un poder que protega a quien lo llevara de heridas y de muerte, porque la espada que en l diera se quebrara, y el dardo que le golpeara caera a un lado. Haba sido hecho por Telchar, el renombrado herrero de Nogrod. Tena una visera (como las que los Enanos usan en sus fraguas para cuidarse los ojos), y la cara de quien 1o llevase metera miedo en el corazn de cuantos la vieran, pero en cambio estara protegida del dardo y del fuego. En la cresta tena montada la imagen dorada y desafiante de la cabeza de Glaurung el dragn; porque el yelmo haba sido hecho poco despus de que Glaurung saliera por primera vez de las puertas de Morgoth. A menudo Hador, y Galdor despus de 1, lo haban llevado en la guerra; y los corazones de las huestes de Hithlum se enardecan cuando lo vean sobresalir en medio de la batalla, y gritaban: De ms valor es el Dragn de Dor-lmin que el gusano dorado de Angband!Pero en verdad este yelmo no haba sido hecho para Hombres, sino para Azaghal, Seor de Belegost, que fue muerto por Glaurung en el Ao de la Lamentacin. Azaghal se lo dio a Maedhros como galardn por haberle salvado la vida y por el tesoro que haba guardado cuando los Orcos lo atacaron en el Camino de los Enanos en Beleriand Oriental. Maedhros lo envi luego como regalo a Fingon, con quien intercambiaba a menudo seales de amistad, al recordar cmo Fingon haba hecho que Glaurung volviera rechazado a Angband. Pero en toda Hithlum no haba cabeza ni hombros bastante robustos como para soportar l yelmo de los Enanos, salvo los de Hador y su hijo Galdor. Fingon, por tanto, se lo dio a Hador cuando ste recibi el seoro de Dor-lmin. Por mala suerte Galdor no lo llevaba cuando defenda Eithel Sirion, porque el ataque fue repentino y acudi con la cabeza descubierta a los muros y una flecha disparada por los Orcos le atraves un ojo. Pero Hrin no poda soportar el yelmo con facilidad, y de cualquier modo desdeaba llevarlo, pues deca: Prefiero mirar a mis enemigos con mi propio rostro. No obstante, consideraba el yelmo entre las mayores heredades de su casa.Ahora bien, Thingol tena en Menegroth inmensas armeras, repletas de una gran riqueza en armas: mallas labradas en metal como escamas de peces, y brillantes como el agua a la luz de la luna; espadas y hachas, escudos y yelmos forjados por el mismo Telchar o por su maestro Gamil Zirak el viejo, o por herreros Elfos todava ms hbiles. Porque algunas cosas las haba recibido como regalos trados de Valinor, y eran obra de Fanor, el maestro herrero, cuyo arte nunca ha sido igualado desde que el mundo es mundo. No obstante, Thingol sostuvo el Yelmo de Hador como si sus propios tesoros fueran escasos, y habl con palabras corteses diciendo: Orgullosa era la cabeza que soport este yelmo, que los mayores de Hrin soportaron.Entonces se le ocurri una idea, y llam a Trin y le dijo que Morwen le haba enviado a su hijo una cosa de gran poder, la heredad de sus padres. Recibe ahora La Cabeza del Dragn del Norte dijo, y cuando llegue el da, llvala para bien. Pero Trin era demasiado pequeo todava para levantar el yelmo, y no hizo caso de l por la pena que tena en el corazn.Trin en DoriathEn sus aos de infancia pasados en Doriath, Trin era vigilado por Melian, aunque rara vez la vea. Pero haba una doncella llamada Nellas que viva en los bosques; y a pedido de Melian, segua los pasos de Trin por si se extraviaba en el bosque, y a menudo lo encontraba all como si fuera por casualidad. De Nellas, Trin aprendi mucho sobre las costumbres y las criaturas silvestres de Doriath, y ella le ense a hablar la lengua Sindarin segn la manera del viejo reino, ms antigua, ms corts y ms rica en hermosas palabras. As, por un breve tiempo, se le aliger el nimo, hasta que la sombra lo oprimi otra vez, y esa amistad se desvaneci como una maana de primavera. Porque Nellas no iba a Menegroth, y no estaba nunca dispuesta a andar bajo techos de piedra; de modo que cuando la niez de Trin qued atrs, y dedic sus pensamientos a los asuntos de los hombres, la vio cada vez con menor frecuencia, y por ltimo dej de buscarla. Pero ella lo vigilaba todava, aunque ahora se mantena ocu1ta.Nueve aos vivi Trin en las estancia de Menegroth. Tena el corazn y los pensamientos puestos siempre en los suyos, y de vez en cuando le traan alguna noticia, que lo consolaba. Porque Thingol enviaba mensajeros a Morwen con tanta frecuencia como le era posible, y ella enviaba palabras para su hijo; as supo Trin que su hermana Nienor creca en Belleza, una f1or en el gris del Norte, y la pesadumbre de Morwen se aliviaba. Y Trin creci en estatura hasta que fue alto entre los Hombres, y su fuerza y temeridad alcanzaron renombre en el reino de Thingol. En esos aos aprendi mucha ciencia, y escuchaba con ansia las historias de los das antiguos; y se volvi pensativo y parco en palabras. A menudo Beleg Arco Firme iba a Menegroth en su busca, y lo conduca lejos por el campo ensendole los caminos del bosque y el manejo del arco y (lo que a l ms le gustaba) la esgrima de la espada; pero en las artesanas de la fabricacin no era tan hbil, pues no meda bien sus propias fuerzas, y con frecuencia estropeaba lo que haca con algn golpe sbito. En otros asuntos tampoco la fortuna le era propicia, de modo que lo que se propona a menudo no llegaba a buen trmino, y no obtena lo que deseaba; tampoco se haca de amigos fcilmente, pues no era alegre y rara vez rea, y una sombra envolva su juventud. No obstante, era amado y estimado por quienes lo conocan bien, y reciba todos los honores de hijo adoptivo del Rey.Empero, haba uno que le envidiaba este honor, cada vez ms a medida que Trin se haca hombre: Saeros, hijo de Ithilbor, lo llamaban. Era uno de los Noldor que se haban refugiado en Doriath despus de la cada del seor Denethor en Amon Ereb, en la primera batalla de Beleriand. Estos Elfos vivan casi todos en Arthrien, entre Aros y Celon, en el este de Doriath, errando a veces ms all del Celon por las tierras desiertas; y no eran amigos de los Edain desde que stos atravesaron Ossiriand y se establecieron en Estolad. Pero Saeros moraba sobre todo en Menegroth, y se gan la estima del rey; y era orgulloso, y trataba con altivez a los que consideraba de menor condicin y valor que l. Se hizo amigo de Dieron el trovador, porque tambin l era hbil para el canto; y no senta amor alguno por los Hombres, y menos todava por cualquiera que fuese pariente de Beren Erchamion.No es extrao deca que esta tierra acoja a otro miembro de esa desdichada raza? No hizo el otro ya bastante dao a Doriath? Por tanto, miraba de travs a Trin, criticando lo que haca cada vez que se presentaba la ocasin. Si se encontraba con Trin a solas, le hablaba con altivez y le mostraba claramente su desprecio; y Trin estaba cansndose de l, aunque por mucho tiempo contest con el silencio a sus torcidas palabras, porque Saeros era grande entre los del pueblo de Doriath y consejero del Rey. Pero el silencio de Trin displaca a Saeros tanto como lo que deca.En el ao que Trin cumpli los diez y siete aos, se le reaviv la pena; porque en ese tiempo dej de recibir noticias de su hogar. Ao a ao haba crecido el poder de Morgoth, y toda Hithlum estaba ahora bajo su sombra. Sin duda saba mucho de lo que haca la parentela de Hrin, y no los molest por un tiempo, a la espera de la consumacin de sus designios; pero ahora, haba apostado una estrecha vigilancia en todos los pasos de las Montaas Sombras, para que nadie pudiera salir de Hithlum ni entrar en ella, salvo con gran peligro, y los Orcos pululaban alrededor de las fuentes del Narog y del Teiglin, y por el curso superior de las aguas del Sirion. As, lleg un momento en que los mensajeros de Thingol ya no volvieron, y l no estuvo dispuesto a enviar a ningn otro. Siempre le haba disgustado que alguien se alejara ms all de las fronteras protegidas, y en nada haba demostrado mejor voluntad a Hrin y a su parentela que en el hecho de haber enviado a gentes de su pueblo por los peligrosos caminos que conducan a Morwen en Dor-Lmin.Pues bien, el corazn de Trin se llen de pesadumbre al no saber qu nuevo mal acechaba, y temiendo que un hado desdichado se cerniera sobre Morwen y Nienor; y por muchos das permaneci sentado en silencio, pensando en la cada de la Casa de Hador y de los Hombres del Norte. Luego se puso en pie y fue al encuentro de Thingol; y lo encontr sentado junto con Melian bajo Hrilorn, la gran haya de Menegroth.Thingol mir a Trin asombrado al ver de pronto frente a l, en lugar de su nio adoptivo, a un Hombre y a un extrao, alto, de oscuros cabellos, que lo miraba con ojos profundos en una cara blanca. Entonces Trin le pidi a Thingol cota de malla, espada y escudo, y reclam el Yelmo del Dragn de Dor-lmin; y el rey le concedi lo que peda diciendo: Te asignar un lugar entre mis caballeros de la espada; porque la espada ser siempre tu arma. Con ellos puedes aprender a guerrear en las fronteras, si tal es tu deseo.Pero Trin dijo: Mi corazn me insta a ir mas all de las fronteras de Doriath; antes prefiero atacar las fuerzas del Enemigo, que defender los confines de la tierra.Entonces has de partir solo dijo Thingol. El papel que desempee mi pueblo en la guerra con Angband, lo dicto segn mi mejor parecer, Trin, hijo de Hrin. No he de enviar ahora fuerzas de armas de Doriath; ni en tiempo alguno que pueda prever todava.Pero eres libre de ir donde te plazca, hijo de Morwen dijo Melian. El Cinturn de Melian no estorba la partida de los que entraron en l con nuestro permiso.A no ser que un buen consejo te retenga Le dijo Thingol.Cu1 es vuestro consejo, seor? pregunt Trin.En estatura pareces un Hombre respondi Thingol, pero sin embargo no has alcanzado todava la plenitud de la edad. Cuando ese momento llegue, entonces quiz puedas recordar a los tuyos; pero hay poca esperanza de que un Hombre solo pueda hacer ms contra el Seor Oscuro que ayudar a la defensa de los seores Elfos, en tanto ella pueda durar. Entonces Trin dijo: Beren, mi pariente, hizo mas.Beren y Lthien dijo Melian. Pero eres en exceso audaz al hablarle as al padre de Lthien. No es tan alto tu destino, segn creo, Trin, hijo de Morwen, aunque tu hado est entretejido con el del pueblo de los Elfos, para bien o para mal. Ten cuidado de que no sea para mal. Luego, al cabo de un silencio, habl otra vez diciendo: Vete ahora, hijo adoptivo; y escucha el consejo del rey. No obstante, no creo que permanezcas mucho con nosotros en Doriath despus de que seas un verdadero hombre. En das por venir, recuerda las palabras de Melian, ser para tu bien: teme a la vez el calor y la frialdad de tu corazn.Entonces Trin hizo una reverencia y se despidi. Y poco despus se puso el Yelmo del Dragn, y se arm, y se dirigi a las fronteras septentrionales a unirse con los guerreros Elfos, trenzados en guerra incesante con los Orcos y todos los sirvientes y las criaturas de Morgoth. As, an apenas salido de la niez, su fuerza y su coraje fueron puestos a prueba; y recordando los males sufridos por los suyos, era siempre el primero en hechos de atrevimiento, y recibi muchas heridas de lanza y de flecha y de las retorcidas espadas de los Orcos. Pero su hado lo libr de la muerte; y la nueva corri entre los bosques y se oy ms all de Doriath: el Yelmo del Dragn de Dor-lmin haba vuelto a verse. Entonces muchos se asombraron diciendo: Es posible que el espritu de Hador o de Galdor el de Alta Talla haya vuelto de entre los muertos? O en verdad Hrin de Hithlum ha escapado de los fosos de Angband?En ese tiempo slo uno era ms poderoso que Trin entre los guardianes de la frontera de Thingol, y se era Beleg Cthalion; y Beleg y Trin eran compaeros en todos los peligros; y juntos se alejaban internndose a lo largo y a lo ancho de los vastos bosques.As transcurrieron tres aos, y en ese tiempo Trin iba rara vez a las estancias de Thingol; y ya nocuidaba la apariencia ni las vestiduras, y llevaba los cabellos desgreados, y la cota de malla cubierta de una capa gris y desgastada por la intemperie. Pero sucedi en el tercer verano, cuando Trin tena veinte aos, que deseando descansar y necesitado de ciertos trabajos de herrera para la reparacin de sus armas, lleg inesperadamente a Menegroth al caer la tarde; y entr en la sala. Thingol no se encontraba all, porque haba salido a la floresta en compaa de Melian, como le gustaba hacerlo a veces en pleno verano. Trin se dirigi a un asiento inadvertidamente, porque estaba fatigado por el viaje y ensimismado en sus pensamientos; y por mala suerte se acerc a una mesa entre los mayores del reino y se sent precisamente en el sitio que acostumbraba ocupar Saeros. Saeros, que lleg tarde, se enfad creyendo que Trin lo haba hecho por orgullo y con intencin de ofenderlo; y no disminuy su enfado el hecho de que los que haba all sentados no rechazaran a Trin, sino que le dieran la bienvenida.Por un rato Saeros fingi un igual talante y ocup otro asiento a la mesa frente al de Trin. Rara vez el guardin de la frontera nos favorece con su compaa dijo, y de buen grado le cedo mi asiento de costumbre, por la oportunidad de conversar con l. Y muchas otras cosas le dijo a Trin, pidindole nuevas sobre la frontera, y que le contara sus hazaas en el descampado; pero aunque sus palabras parecan amables, el tono de burla era evidente. Entonces Trin se cans y mir alrededor y conoci la amargura del exilio; y a pesar de la luz y las risas de las estancias lficas, sus pensamientos se volvieron a Beleg y a la vida que con el llevaba en los bosques, y de all, ms lejos todava, a Morwen en Dor-lmin en casa de su padre; y frunci el entrecejo, tan negros eran entonces sus pensamientos, y nada contest a Saeros. Y ste, creyendo que el mal gesto le estaba dirigido, ya no reprimi su enfado; y tom un peine de oro y lo arroj delante de Trin diciendo: Sin duda, Hombre de Hithlum, viniste de prisa a esta mesa y es posible disculpar el mal estado de tu capa; pero no es necesario que dejes tus cabellos desatendidos como un matorral de malezas. Y quiz, si tuvieras los odos destapados, oiras mejor lo que se te dice.Trin no dijo nada, pero volvi los ojos a Saeros y haba una chispa en su negrura. Pero Saeros no hizo caso de la advertencia y devolvi la mirada con desprecio, diciendo de modo que todos pudieran orlo:Si los Hombres de Hithlum son tan salvajes y fieros, cmo sern las mujeres de esa tierra? Corren como los ciervos vestidas slo con sus cabellos?Entonces Trin alz una copa y la arroj a la cara de Saeros, que cay hacia atrs con gran dao; y Trin desenvain la espada y lo habra atacado si Mablung el Cazador, que estaba junto a l, no lo hubiese retenido. Entonces Saeros, ponindose en pie, escupi sangre sobre la mesa, y habl desde una boca quebrada: Cunto tiempo daremos albergue a este hombre salvaje de los bosques? Quin tiene mando aqu esta noche? La ley del Rey es dura para quien hiere a sus sbditos en las salas del palacio; y para quienes desnudan la espada la proscripcin es la menor condena. Fuera de la sala podra responderte, hombre salvaje de los bosques!Pero cuando Trin vio la sangre sobre la mesa, el nimo se le enfri; y librndose de Mablung, abandon la sala sin decir una palabra.Entonces Mablung dijo a Saeros: Qu mosca te ha picado esta noche? Por este mal te hago responsable; y puede que la ley del Rey juzgue que una boca quebrada es una justa retribucin por tus provocaciones.Si el cachorro ha recibido ofensa, que la exponga al juicio del Rey contest Saeros. Pero aqu es inexcusable desenvainar espadas. Fuera de la sala, si el salvaje me desafa, lo matar.Eso me parece menos probable replic Mablug, pero ser una mala cosa que alguien muera, ms propia de Angband que de Doriath, y mayor ser el mal que de ella se engendre. En verdad creo que parte de la sombra del Norte nos ha alcanzado hoy. Ten cuidado, Saeros, hijo de Ithilbor, no sea que la voluntad de Morgoth obre en tu orgullo, y recuerda que perteneces a los Eldar.No lo olvido dijo Saeros; pero no se apaciguo, y a medida que pasaba la noche, su rencor creca, alimentando deseos de venganza.Por la maana, cuando Trin se dispona a abandonar Menegroth para volver a las fronteras septentrionales, Saeros lo abord corriendo tras l, esgrimiendo una espada y con un escudo en el brazo. Pero Trin, alerta, entrenado en la vida de las tierras salvajes, lo vio con el rabillo del ojo, y saltando a un lado, desenvain con prontitud y se volvi hacia su enemigo.Morwen grit, quien se haya burlado de ti pagar su escarnio! Y hendi el escudo de Saeros y entonces lucharon juntos con rpidas espadas. Pero Trin haba pasado largo tiempo en dura escuela, y se haba vuelto tan gil como cualquier Elfo, pero ms fuerte. Pronto domin el lance, e hiriendo el brazo con que Saeros sostena la espada, lo tuvo a su merced. Entonces puso el pie sobre la espada que Saeros haba dejado caer. Saeros dijo, tienes una larga carrera por delante, y tus ropas sern un estorbo; el pelo te bastar. Y arrojndolo por tierra, lo desnud, y Saeros sinti la gran fuerza de Trin, y tuvo miedo. Pero Trin dej que se pusiera en pie: Corre! le grit Corre! Y a no ser que seas tan veloz como el ciervo, te ensartar por detrs. Y Saeros corri internndose en el bosque, pidiendo frenticamente socorro; pero Trin lo persegua como un sabueso, y como quiera que Saeros corriera o girara, tena siempre la espada detrs de l, urgindolo a seguir adelante.Los gritos de Saeros atrajeron a muchos otros a la cacera, pero slo los ms rpidos de entre ellos podan mantenerse a la par de los corredores. Mablung era quien iba adelante, y tena la mente turbada, porque aunque la provocacin le haba parecido mal, malicia que despierta a la maana, es regocijo para Morgoth antes que caiga la tarde; y se tena adems por ofensa avergonzar a nadie del pueblo de los Elfos sin que el asunto fuera sometido a juicio. Nadie saba todava entonces que Saeros haba sido el primero en atacar a Trin y que lo habra matado de haberle sido posible.Detente, detente, Trin! grit. sta es accin de Orcos en los bosques! Pero Trin le contest: Accin de Orcos en los bosques por palabras de Orcos en la sala! Y corri otra vez en pos de Saeros; y ste, desesperando de recibir ayuda y creyendo que la muerte lo segua de cerca por detrs, continu corriendo hasta que lleg de pronto a la orilla donde una corriente que alimentaba al Esgalduin flua a travs de unas rocas afiladas por una hendidura demasiado ancha para atravesarla de un salto. All Saeros, empujado por un gran temor, intent saltar; pero el pie le resbal en la orilla opuesta y cay lanzando un grito penetrante, y se estrell contra una gran piedra que haba en el agua. As termin su vida en Doriath; y Mandos lo retendra durante mucho tiempo.Trin mir el cuerpo que yaca en la corriente y pens: Desdichado necio! Desde aqu lo habra dejado volver andando a Menegroth. Ha puesto ahora sobre m una culpa inmerecida. Y se volvi y mir sombro a Mablung y sus compaeros que ahora llegaban y se detenan junto a l en la orilla.Luego, al cabo de un silencio, Mablung dijo: Ay! Pero vuelve ahora con nosotros, Trin, que el Rey ha de juzgar estos hechos.Pero Trin dijo: Si el Rey fuera justo, me juzgara inocente. Pero, no era ste uno de sus consejeros? Por qu un rey justo habra de tener por amigo un corazn malicioso? Abjuro de su Ley y de su juicio.Tus palabras son insensatas dijo Mablung, aunque en su corazn senta piedad por Trin. No querrs ocultarte en los bosques. Te ruego que nos acompaes de regreso, como amigo. Y habr otros testimonios. Cuando el Rey sepa la verdad, puedes esperar su perdn.Pero Trin estaba cansado de las estancias de los Elfos y tema ser retenido en cautiverio; y le dijo a Mablung: Me niego a lo que me pides. No he de buscar el perdn de Thingol por nada; e ir ahora donde su justicia no pueda alcanzarme. No tienes sino dos opciones: dejarme ir en libertad o matarme, si eso conviene a tu ley. Porque sois muy pocos para atraparme vivo.Vieron en sus ojos que lo que deca era verdad, y lo dejaron partir; y Mablung dijo: Una muerte ya es bastante.Yo no la quise, pero no guardo duelo por ella dijo Trin. Que Mandos le haga justicia; y si alguna vez vuelve a las tierras de los vivos, ojal tenga ms tino. Adis!Vete en libertad dijo Mablung, pues tal es tu deseo. Pero no tengo esperanzas de nada bueno si te vas de este modo. Tienes una sombra en el corazn. Que no se haya oscurecido todava ms cuando volvamos a vernos.No contest Trin a eso, sino que los dej y se fue de prisa nadie supo a dnde.Se dice que cuando Trin no regres a las fronteras septentrionales de Doriath, y no se tena de l noticia alguna, Beleg Arco Firme fue l mismo a Menegroth a buscarlo; y con pesadumbre en el corazn escuch la historia de la huida de Trin. Poco despus Thingol y Melian volvieron a sus estancias, porque ya menguaba el verano; y cuando el Rey se enter de lo que haba sucedido, se sent en su gran trono en la sala de Menegroth y a su alrededor estaban todos los seores y los consejeros de Doriath.Entonces todo se investig y se dijo, hasta las palabras de despedida de Trin; y por ltimo Thingol suspir y dijo: Ay! Cmo se ha infiltrado esta sombra en mi reino? Tena a Saeros por fiel y prudente; pero si viviera conocera mi clera, pues fue maligna su provocacin, y lo culpo de todo lo que sucedi en la sala. En esto tiene Trin mi perdn. Pero haber avergonzado a Saeros y haberlo perseguido hasta su muerte son males mayores que la ofensa, y estos hechos no puedo pasarlos por alto. Son seal de un corazn duro y orgulloso. Entonces Thingol guard silencio, pero por fin volvi a hablar con tristeza. No hay gratitud en ste, mi hijo adoptivo, y es Hombre en exceso orgulloso para su condicin .Cmo he de albergar a alguien que me desprecia y desprecia a mi ley, o perdonar a quien no se arrepiente? Por tanto, he de desterrar a Trin, hijo de Hrin, del reino de Doriath. Si intenta volver, me ser trado para que lo juzgue; y hasta que no pida perdn a mis pies, no ser ya hijo mo. Si alguien considera esto injusto, que hable.Hubo silencio en la sala, y Thingol levant la mano para pronunciar su sentencia. Pero en ese momento Beleg entr de prisa y grit: Seor! Puedo hablar?Llegas tarde dijo Thingol. No fuiste invitado con los dems?Es cierto, seor respondi Beleg, pero me retras; buscaba a alguien que conoca. Traigo ahora por fin un testigo que debe ser escuchado antes que dictis vuestra sentencia.Todos los que tenan algo que decir fueron convocados dijo el Rey. Qu puede decir l ahora que tenga ms peso?Vos juzgaris cuando lo hayis odo dijo Beleg. Concededme esto, si he merecido alguna vez vuestra gracia.Te est concedido dijo Thingol.Entonces Beleg sali, y trajo de la mano a la doncella Nellas, que viva en los bosques y jams iba a Menegroth; y ella tena miedo, tanto de la gran sala con columnas como del techo de piedra, y tambin de los muchos ojos que la miraban. Y cuando Thingol le pidi que hablase, dijo: Seor, estaba yo sentada en un rbol pero luego vacil en respetuoso temor ante el Rey, y no le fue posible decir nada ms.Se sonri el Rey entonces y dijo: Otros han hecho lo mismo, pero no sintieron necesidad de venir a decrmelo.Otros lo han hecho en verdad dijo ella, animada por la sonrisa. Aun Lthien! En ella estaba pensando esa maana, y en Beren, el Hombre.A eso Thingol no contest y no sigui sonriendo, sino que esper a que Nellas continuara hablando.Porque Trin me record a Beren dijo por fin. Son parientes, segn se nadie ha dicho, y algunos pueden ver este parentesco: los que miran de cerca.Entonces Thingol se impacient. Es posible que as sea dijo. Pero Trin, hijo de Hrin, se ha ido menospreciando el respeto que me debe, y ya no lo vers para leer en l el parentesco. Porque ahora pronunciar mi sentencia.Seor Rey! exclam ella entonces. Tened paciencia conmigo y dejadme hablar primero. Estaba sentada en un rbol para ver partir a Trin; y v a Saeros salir del bosque con espada y escudo y saltar sobre Trin que estaba desprevenido.Hubo entonces un murmullo en la sala; y el Rey levant la mano diciendo: Traes a mis odos nuevas ms graves que lo que pareca probable. Presta atencin ahora a todo lo que dices; porque sta es una corte de justicia.As me lo ha dicho Beleg respondi ella, y slo por eso me he atrevido a venir aqu, para queTrin no fuera juzgado mal. Es valiente, pero tambin piadoso. Lucharon, seor, esos dos, hasta que Trin despoj a Saeros de espada y escudo; pero no lo mat. Por tanto, no creo que quisiera finalmente su muerte. Si Saeros fue sometido a la vergenza, era una vergenza que se haba ganado.A m me corresponde juzgar dijo Thingol. Pero lo que has dicho gobernar mi juicio.Entonces interrog a Nellas con detalle; y por fin se volvi a Mablung diciendo: Me extraa que Trin no te haya dicho nada de esto.Pues no lo hizo dijo Mablung. Y si hubiera hablado de ello, otras habran sido mis palabras de despedida.Y otra ser mi sentencia ahora dijo Thingol. Escuchadme! La falta que pudo haber en Trin la perdono, pues ha sido ofendido y provocado. Y dado que fue en verdad, como l lo dijo, uno de los miembros de mi consejo el que lo maltrat, no ha de buscar l este perdn, sino que yo se lo enviar dondequiera pueda encontrrselo; y lo traer de nuevo con honores a mis estancias.Pero cuando esta sentencia fue pronunciada, Nellas de pronto se ech a llorar. Dnde podr encontrrselo? dijo. Ha abandonado nuestra tierra y el mundo es vasto.Ser buscado dijo Thingol. Entonces se puso en pie, y Beleg se llev a Nellas de Menegroth; y le dijo: No llores; porque si Trin vive todava y anda por las tierras salvajes, lo encontrar aunque fracasen todos los dems.Al da siguiente Beleg fue ante Thingol y Melian y el Rey le dijo: Aconsjame, Beleg; porque estoy apenado. Recib al hijo de Hrin como hijo propio, y as ha de seguir siendo, a no ser que el mismo Hrin vuelva de las sombras a reclamar lo suyo. No quiero que nadie diga que Trin fuera echado con injusticia al desierto y de buen grado lo recibira de nuevo; porque lo quise bien.Y Beleg respondi: Buscar a Trin hasta que lo encuentre, y lo traer de nuevo si puedo; porque tambin yo lo quiero. Luego parti y a travs de Beleriand busc en vano noticias de Trin con desdn de mltiples peligros; y pas ese invierno y tambin la primavera que lo sigui.Trin Entre los ProscritosAqu contina la historia de Trin. ste, creyndose un proscrito perseguido por el rey, no volvi con Beleg a las fronteras septentrionales de Doriath, sino que parti hacia el oeste, y abandonando en secreto el Reino Guardado, se dirigi a los bosques al sur del Teiglin. All, antes de la Nirnaeth, muchos Hombres haban morado en viviendas aisladas; eran en su mayora del pueblo de Haleth, pero no tenan seor alguno y vivan de la caza y tambin de la agricultura, criando cerdos con bellotas y despejando terrenos en los bosques, que luego cercaban contra la flora silvestre. Pero la mayor parte haba sido por entonces aniquilada o haba huido a Brethil, y toda esa regin viva en el temor de los Orcos y los proscritos. Porque en ese tiempo de ruina Hombres sin casa y desesperados, despojos de batallas y derrotas en tierras devastadas, extraviaron la buena senda, y algunos eran Hombres que haban huido al descampado, perseguidos por sus malas acciones. Cazaban y recolectaban los alimentos que podan; pero en invierno, cuando los acosaba el hambre, eran tan temibles como los Lobos, y Gaurwaith, los licntropos, los llamaban aquellos que todava defendan sus casas. Unos cincuenta de esos Hombres se haban unido en una banda, y erraban en los bosques ms all de las fronteras occidentales de Doriath; y apenas eran menos odiados que los Orcos, porque haba entre ellos gente descastada, dura de corazn, que guardaban rencor contra los de su propia especie. El ms torvo entre ellos era uno llamado Andrg, que haba sido perseguido en Dor-Lmin por haber dado muerte a una mujer; y otros tambin provenan de esa tierra: el viejo Algund, el de ms edad de la banda, que haba huido de la Nirnaeth, y Forweg, como se llamada a s mismo, el capitn de la banda, un hombre de cabellos rubios y ojos brillantes demirada huidiza, corpulento y audaz, pero muy apartado de las leyes de los Edain y del pueblo de Hador.Se haban vuelto muy cautelosos y ponan exploradores o guardianes a su alrededor, avanzaran o se mantuvieran quietos en un sitio; y de ese modo no tardaron en conocer que Trin se encontraba en aquellos parajes. Le siguieron el rastro y lo rodearon; y de pronto, al salir a un claro junto a un arroyo, Trin se encontr dentro de un crculo de hombres con arcos tensos y espadas desenvainadas.Entonces Trin se detuvo, pero no mostr ningn temor. Quines sois? pregunt. Cre que slo los Orcos asaltaban a los Hombres; pero veo que estaba equivocado.Quiz tengas que lamentar el error le dijo Forweg, porque sta es nuestra guarida, y nopermitimos que otros Hombres entren en ella. Les cobramos la vida como prenda, a no ser que lleguen a pagar un rescate.Entonces Trin ri. No obtendris un rescate de m dijo, descastado y proscrito. Podris registrarme cuando est muerto, pero os costar caro comprobar la verdad de mis palabras.No obstante, su muerte pareca cercana, porque muchas flechas se apoyaban en las cuerdas a la espera de la orden del capitn; y ninguno de sus enemigos estaba al alcance de un salto con la espada esgrimida. Pero Trin, que vio unas piedras a sus pies junto a la orilla del arroyo, se inclin repentinamente; y en ese instante uno de los hombres, enfadado por sus palabras, le dispar un venablo. Pero ste pas volando sobre Trin, que irguindose como un resorte, arroj una piedra con gran fuerza y puntera, y el arquero cay con el crneo roto.Vivo podra seros de mayor utilidad en lugar de ese desdichado dijo Trin; y volvindose a Forweg, dijo: Si eres el capitn, tus hombres no deberan disparar sin que se les d la orden.No lo permito dijo Forweg; pero la reprimenda no se ha hecho esperar. Te aceptar en su lugar si haces ms caso de mis palabras.Entonces dos de los proscritos clamaron contra Trin, y uno era un amigo del hombre cado. Ulrad se llamaba. Extrao modo de ingresar en un grupo de compaeros dijo, matando a uno de sus mejores hombres.No sin desafo le dijo Trin. Pero venid, pues! Os har frente a los dos juntos, con armas o la sola fuerza; y entonces veris si no soy apto para reemplazar uno de vuestros mejores hombres.Entonces avanz hacia ellos; pero Hurlad se retir y no quiso pelear. El otro arroj su arco y miro a Trin de arriba abajo; y este hombre era Andrg de Dor-lmin. No puedo rivalizar contigo dijo por fin sacudiendo la cabeza. No creo que haya nadie aqu que pueda. Por mi parte, puedes unirte a nosotros. Pero hay algo de extrao en tu apariencia; eres un hombre peligroso. Cmo te llamas?Me llamo Neithan el Ofendido dijo Trin, y Neithan lo llamaron en adelante los proscritos; pero aunque les dijo que haba sufrido una injusticia (y a cualquiera que declarara lo mismo, prestaban un odo demasiado atento), no revel nada ms acerca de su vida y su patria. No obstante, ellos advirtieron que haba cado de una situacin elevada, y que aunque no tena otra cosa que sus armas, stas eran de hechura lf1ca. Pronto se gan el aprecio de todos, porque era fuerte y valiente, y tena ms conocimiento que ellos de los bosques, y confiaban en l, porque no era codicioso y pensaba poco en s mismo; pero le tenan miedo por causa de sus sbitas cleras, que rara vez entendan. A Doriath, Turn no poda volver, o su orgullo no se lo permita; nadie era admitido en Nargothrond desde la cada de Felagund. Al pueblo menor de Haleth en Brethil, no se dignaba ir; y a Dor-lmin no se atreva, pues estaba estrechamente vigilado, y un hombre solo en aquel tiempo, pensaba, no poda atravesar los pasos de las Montaas de la Sombra. Por tanto, Trin se qued con los proscritos, pues la compaa de cualquier hombre haca ms soportables las asperezas de las tierras salvajes y como deseaba vivir y no poda estar luchando siempre con ellos, no se empe demasiado en impedirles sus malas acciones. No obstante a veces la piedad y la vergenza despertaban en l, y estallaba entonces en una clera peligrosa.As vivi hasta el final de ese ao y soport las privaciones y el hambre del invierno, hasta que la animacin lleg, y despus una hermosa primavera.Ahora bien, en los bosques del sur del Teiglin, como se dijo, vivan todava algunos hombres, resistentes y cautelosos, aunque en nmero escaso. A pesar de que no queran a los Gaurwaith, y no sentan por ellos ninguna piedad, en el crudo invierno ponan los alimentos que les sobraban donde los Gaurwaith pudieran encontrarlos; y as esperaban evitar el ataque de la banda de hambrientos. Pero obtenan menos gratitud de los proscritos que de las bestias y las aves, y eran sobre todo los perros y las cercas los que los defendan. Porque cada vivienda tena grandes setos alrededor de terrenos despejados, y en torno de las casas haba una zanja y un vallado; y haba senderos de vivienda a vivienda, y los hombres podan pedir ayuda en momentos de necesidad haciendo sonar un cuerno.Pero cuando llegaba la primavera, era peligroso para los Gaurwaith demorarse cerca de las casas de los Hombres del Bosque, que solan reunirse para perseguirlos; y por tanto a Trin le extraaba que Forweg no diera orden de alejarse. Haba ms caza y alimento y menos peligro en el Sur, donde ya no quedaban Hombres. Entonces un da Trin ech en falta a Forweg y tambin a Andrg, su amigo; y pregunt dnde estaban, pero sus compaeros se rieron.Se ocupan de sus propios asuntos, supongo dijo Ulrad. Volvern pronto, y entonces nos pondremos en marcha. De prisa, quiz; porque seremos afortunados si no traen tras ellos las abejas de las colmenas.El sol brillaba y las jvenes hojas verdeaban; y Trin se cans del srdido campamento de los proscritos, y se alej a solas por el bosque. A pesar de s mismo recordaba el Reino Escondido, y le pareca or el nombre de las flores de Doriath como ecos de una vieja lengua casi olvidada. Pero de pronto oy gritos, y de una espesura de avellanos sali corriendo una joven; tena la ropa desgarrada por los espinos, y estaba muy asustada, y tropez y cay al suelo jadeando. Entonces Trin salt hacia la espesura con la espada desenvainada, y derrib a un hombre que sala de ella a la carrera; y slo en el momento mismo de asestar el golpe, vio que era Forweg.Pero mientras miraba asombrado la sangre sobre la hierba, apareci Andrg y se detuvo tambin, atnito. Una mala obra, Neithan! exclam y desenvain la espada; pero el nimo de Trin se haba enfriado, y dijo a Andrg: Dnde estn pues los Orcos? Los habis dejado atrs para socorrerla? Orcos? le dijo Andrg. Necio! Y te llamas un proscrito. Los proscritos no conocen otra ley que la de la necesidad. Cudate de las tuyas, Neithan, y deja que nosotros cuidemos de las nuestras.As lo har dijo Trin. Pero hoy nuestros caminos se han cruzado. Me dejars a m esta mujer, o te unirs a Forweg.Andrg ri. Si as est la cosa, haz como quieras dijo. No pretendo medirme a solas contigo, pero puede que nuestros compaeros tomen a mal esta muerte.Entonces la mujer se puso en pie y puso una mano sobre el brazo de Trin. Mir la sangre y mir a Trin, y haba alegra en sus ojos.Matadlo, seor! Matadlo tambin a l! Y luego venid conmigo. Si trais sus cabezas, Larnach, mi padre, no se sentir disgustado. Por dos cabezas de lobo ha recompensado bien a los hombres.Pero Trin le pregunt a Andrg: Queda lejos su casa?A una milla, poco ms o menos respondi, en una casa cercada en aquella direccin. Ella se estaba paseando fuera.Vuelve, pues, de prisa dijo Trin volvindose a la mujer. Dile a tu padre que te guarde mejor. Pero no cortar las cabezas de mis compaeros para comprar su favor ni el de nadie.Entonces envain la espada. Ven! le dijo a Andrg. Volveremos. Pero si quieres dar sepultura a tu capitn, tendrs que hacerlo solo. Date prisa, pues puede cundir la alarma. Trae sus armas!Entonces Trin sigui su camino si decir ya nada ms, y Andrg lo mir partir, y frunci el entrecejo como quien trata de resolver un acertijo.Cuando Trin volvi al campamento de los proscritos, los encontr inquietos e incmodos; porque haban permanecido ya mucho tiempo en un mismo sitio, cerca de casas bien guardadas, y murmuraban en contra de Forweg. Corre riesgos a nuestras expensas decan; y otros pueden tener que pagar por sus placeres.Entonces escoged un nuevo capitn dijo Trin irguindose delante de ellos. Forweg ya no puede conduciros porque est muerto.Cmo lo sabes? pregunt Ulrad. Buscaste miel en la misma colmena? Lo picaron las abejas?No dijo Trin. Una picadura bast. Yo lo mat. Pero perdon a Andrg y pronto volver.Entonces cont todo lo acaecido, reprochando a los que cometan tales acciones; y mientras todava estaba hablando, volvi Andrg cargando las armas de Forweg. Mira, Neithan! exclam. No ha cundido la alarma. Quiz ella tiene esperanzas de volver a encontrarte.Si me haces bromas dijo Trin, lamentar haberle escatimado tu cabeza. Cuenta ahora tu historia, y s breve.Entonces Andrg cont sin faltar demasiado a la verdad todo cuanto haba sucedido. Me pregunto qu tendra que hacer Neithan all dijo. No lo que nosotros, parece. Porque cuando yo aparec ya haba matado a Forweg. A la mujer eso la alegr, y le ofreci ir con l pidindole nuestras cabezas como precio nupcial. Pero 1 no la quiso y la despidi; de modo que no s adivinar qu tendra en contra del capitn. Me dej la cabeza sobre los hombros, lo cual le agradezco, aunque me intriga.Niego entonces tu pretensin de pertenecer al Pueblo de Hador dijo Trin. A Uldor el Maldito perteneces ms bien, y tendras que prestar servicios en Angband. Pero escuchadme ahora! exclam dirigindose a todos. Os doy dos opciones. Me escogeris como capitn en lugar de Forweg, o de lo contrario tendris que dejarme partir. Yo gobernar ahora esta comunidad, o la abandonar. Pero si deseis matarme, intentadlo! Luchar con todos vosotros hasta que est muerto... o estis muertos vosotros.Entonces muchos hombres cogieron sus armas, pero Andrg grit: No! La cabeza que l no reban no carece de juicio. Si luchamos, ms de uno morir innecesariamente antes de que matemos al mejor hombre que hay entre nosotros. Entonces se ech a rer. Como sucedi cuando se nos uni, sucede ahora otra vez; y puede conducirnos a una mejor fortuna que el mero merodear por estercoleros ajenos.Y el viejo Algund dijo: El mejor de entre nosotros. Tiempo hubo que habramos hecho lo mismo si nos hubiramos atrevido; pero hemos olvidado mucho. Quiz al final nos conduzca a casa.Se le ocurri entonces a Trin que a partir de esa pequea banda, podra conquistar un libre seoro propio. Pero mir a Algund y Andrg y dijo: A casa, dices? Altas y fras se interponen las Montaas de la Sombra. Detrs de ellas est el pueblo de Uldor, y en derredor las legiones de Angband. Si tales cosas no os amilanan, siete veces siete hombres, puede que entonces os conduzca a casa. Pero, hasta dnde, antes de morir?Todos guardaron silencio. Entonces Trin habl otra vez. Me escogis como vuestro capitn? Entonces os conducir primero a las tierras salvajes, lejos de las casas de los Hombres. Quiz all encontremos mejor fortuna, quiz no; pero al menos no nos ganaremos el odio de los de nuestra propia especie.Entonces todos los que pertenecan al Pueblo de Hador lo rodearon y lo escogieron como capitn; y los dems, no de tan buen grado, los imitaron. E inmediatamente se los llev lejos de ese pas.Muchos mensajeros haba enviado Thingol en busca de Trin dentro de Doriath y en las tierras cercanas a las fronteras; pero en el ao que sigui a su huida lo buscaron en vano, porque nadie saba ni poda adivinar que estuviera con los proscritos y los enemigos de los Hombres. Cuando lleg el invierno, volvieron ante el rey, todos excepto Beleg. Pues cuando todos los dems hubieron partido, continu buscando, solo.Pero en Dimbar, y a lo largo de las fronteras septentrionales de Doriath, nada marchaba bien. El Yelmo del Dragn ya no se vea en la batalla, y tambin se echaba en falta a Arco Firme; y los sirvientes de Morgoth se envalentonaron, y crecan de continuo en nmero y atrevimiento. El invierno lleg y pas, y con la primavera se renovaron los ataques: Dimbar fue invadida y los Hombres de Brethil tenan miedo, porque el mal rondaba ahora en todas las fronteras, salvo en la del sur.Haba transcurrido ya casi un ao desde la huida de Trin, y todava Beleg lo buscaba, con esperanzas cada vez ms escasas. Fue hacia el norte en el curso de sus viajes, a los Cruces del Teiglin, y all, al or malas nuevas de una nueva incursin de Orcos venidos de Taur-nu-Fuin, se volvi y lleg por casualidad a las casas de los Hombres de los Bosques poco despus que Trin abandonara esa regin. All escuch una extraa historia que circulaba entre ellos. Un hombre alto y de noble porte, o un guerrero Elfo segn algunos, haba aparecido en los bosques y haba matado a uno de los Gaurwaith y rescatado a la hija de Larnach, a quien perseguan.Era un hombre orgulloso dijo la hija de Larnach a Beleg, con ojos muy brillantes que apenas se dignaron mirarme. No obstante llamaba a los Hombres Lobo sus compaeros, y no dio muerte a otro que all se encontraba, y ste lo conoca por su nombre. Leithan, lo llam.Puedes descifrar este acertijo? pregunt Larnach al Elfo.S, puedo, desdichadamente dijo Beleg. El Hombre de quien me hablis es uno que yo busco. Nada ms les dijo de Trin, pero les advirti del mal que creca en el Norte. Pronto los Orcos asolarn esta regin con fuerzas demasiado grandes como para que podis resistiros dijo. Ha llegado el ao en que tendris que sacrificar vuestra libertad o vuestras vidas. Id a Brethil mientras todava hay tiempo!Entonces Beleg sigui de prisa su camino, y busc la guarida de los proscritos y los signos que pudieran indicarle a dnde iban. No tard en encontrar estos signos; pero Trin llevaba varios das de ventaja y marchaba muy rpido temiendo la persecucin de los Hombres de los Bosques, y utilizaba todas las artes de que dispona para derrotar o desorientar a cualquiera que intentase seguirlos. Rara vez permanecan dos noches en el mismo campamento, y dejaban pocas huellas. As fue que aun Beleg los busc en vano. Guiado por signos que poda leer, o por lo que le decan las criaturas silvestres con las que poda hablar, se acercaba a menudo a ellos, pero cuando llegaba la guarida estaba siempre desierta; porque mantenan una guardia alrededor, de da y de noche, y al menor rumor de que alguien se aproximaba levantaban campamento de prisa y se iban.Ay! exclam Demasiado bien ense a este hijo de Hombres las artes de los bosques y los campos! Casi podra pensarse que es sta una banda de Elfos. Pero ellos saban que un infatigable perseguidor al que no podan ver les segua la pista, y no podan esquivarlo, y se inquietaron.No mucho despus, como Beleg haba temido, los Orcos atravesaron el Brithiach, y resistidos con todas las fuerzas de que pudo disponer Handir de Brethil, se encaminaron hacia el sur por los Cruces del Teiglin en busca de botn. Muchos de los Hombres de los Bosques haban seguido el consejo de Beleg y haban enviado a sus mujeres y a sus hijos a pedir refugio en Brethil. stos y sus escoltas escaparon atravesando a tiempo los Cruces; pero los hombres armados que iban detrs fueron alcanzados por los Orcos y cayeron derrotados. Unos pocos se abrieron camino luchando, y llegaron a Brethil, pero muchos fueron muertos o hechos prisioneros; y los Orcos asaltaron las casas y las saquearon y las incendiaron. Despus se volvieron hacia el oeste en busca del Camino, porque deseaban ahora regresar al Norte tan pronto com