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Tiempos de revoluci ó n: Protagonismo y polarizaci ó n medi á ticas en Venezuela Times of Revolution: The Media s Key Role and Polarization in Venezuela Andrés Cañizález Venezolano. Comunicador Social (Universidad Católica Andrés Bello) con una maestría en Ciencia Política (Universidad Simón Bolívar). Investigador del Centro de Investigación de la Comunicación de la UCAB (CIC-UCAB) y coordinador académico del Programa de Estudios Avanzados en Libertad de Expresión y Derecho a la Información, en esa casa de estudios. Investigador nivel II del Programa de Promoción del Investigador en Venezuela. E-mail: [email protected] Resumen El presente texto repasa algunas tendencias y hechos venezolanos de los últimos años, teniendo como contexto general una etapa de transformaciones político-institucionales significativas en el país, y un gobierno, el de Hugo Chávez, que le presta una notable importancia a su dimensión mediática, llegando a producir lo que ya autores como Marcelino Bisbal (2006) denominaron el Estado-comunicador. Los medios, con una evidente intervención política, han sido un actor protagónico de la escena pública en la Venezuela gobernada por Hugo Chávez, quien asumió el poder en febrero de 1999, y sobre cuyo proyecto político, “la revolución bolivariana”, la sociedad venezolana ha estado bastante dividida. Palabras clave: medios de comunicación, democracia, política Resumo O presente texto revisa algumas tendências e fatos venezuelanos dos ultimos anos, tendo como contexto geral uma etapa de transformações político-institucionais significativas no pais, e um governo, o de Hugo Chávez, que lhe presta uma notável importância à sua dimenssão mediática, chegando a produzir o que já autores como Marcelino Bisbal (2006) denominaram o Estado-comunicador. Os meios, com uma evidente intervenção política, tem sido um ator protagônico da cena pública na Venezuela governada por Hugo Chávez, quem assumiu o poder em fevereiro de 1999, e sobre cujo projeto politico, “a revolução bolivariana”, a sociedade venezuelana tem estado bastante dividida. Palavras chave: meios de comunicação, democracia, politica Abstract This article reviews some Venezuelan tendencies and events from the past few years, within a general context of a stage of significant political and institutional transformations in the country, and a government, that of Hugo Chávez, who gives a notable importance to its media dimension, therefore producing what authors such as Marcelino Bisbal (2006) have called the communicator-State. The media, with an evident political intervention, have played a key role in the public scene in the Venezuela governed by Hugo Chávez who took office in February 1999, and on whose political project, “The Bolivarian Revolution”, the Venezuelan society has been quite divided. Keywords: media, democracy, politics 43 AÑO 14, N º 19, 2 do SEMESTRE 2009 ISSN 1815-0276

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Tiempos de revolución: Protagonismo ypolarización mediáticas en Venezuela

Times of Revolution:The Media ’s Key Role and Polarization in Venezuela

Andrés Cañizález

Venezolano. Comunicador Social (Universidad Católica Andrés Bello) con una maestría en Ciencia Política (Universidad Simón Bolívar). Investigadordel Centro de Investigación de la Comunicación de la UCAB (CIC-UCAB) y coordinador académico del Programa de Estudios Avanzados en Libertad

de Expresión y Derecho a la Información, en esa casa de estudios. Investigador nivel II del Programa de Promoción del Investigador en Venezuela.

E-mail: [email protected]

ResumenEl presente texto repasa algunas tendencias y hechos venezolanos de los últimos años, teniendo como contextogeneral una etapa de transformaciones político-institucionales significativas en el país, y un gobierno, el de HugoChávez, que le presta una notable importancia a su dimensión mediática, llegando a producir lo que ya autorescomo Marcelino Bisbal (2006) denominaron el Estado-comunicador. Los medios, con una evidente intervenciónpolítica, han sido un actor protagónico de la escena pública en la Venezuela gobernada por Hugo Chávez, quienasumió el poder en febrero de 1999, y sobre cuyo proyecto político, “la revolución bolivariana”, la sociedadvenezolana ha estado bastante dividida.

Palabras clave: medios de comunicación, democracia, política

ResumoO presente texto revisa algumas tendências e fatos venezuelanos dos ultimos anos, tendo como contexto geraluma etapa de transformações político-institucionais significativas no pais, e um governo, o de Hugo Chávez, quelhe presta uma notável importância à sua dimenssão mediática, chegando a produzir o que já autores comoMarcelino Bisbal (2006) denominaram o Estado-comunicador. Os meios, com uma evidente intervenção política,tem sido um ator protagônico da cena pública na Venezuela governada por Hugo Chávez, quem assumiu o poderem fevereiro de 1999, e sobre cujo projeto politico, “a revolução bolivariana”, a sociedade venezuelana tem estadobastante dividida.

Palavras chave: meios de comunicação, democracia, politica

Abstract

This article reviews some Venezuelan tendencies and events from the past few years, within a general context ofa stage of significant political and institutional transformations in the country, and a government, that of HugoChávez, who gives a notable importance to its media dimension, therefore producing what authors such asMarcelino Bisbal (2006) have called the communicator-State. The media, with an evident political intervention,have played a key role in the public scene in the Venezuela governed by Hugo Chávez who took office in February1999, and on whose political project, “The Bolivarian Revolution”, the Venezuelan society has been quite divided.

Keywords: media, democracy, politics

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Punto de partida

Es un lugar común enjuiciar el rol político de losmedios. Como ocurre con otras tantas instanciascontemporáneas de mediación social, los medioscumplen algunos papeles políticos evidentes:modelan las agendas de discusión, construyenagendas informativas y son la nueva plaza públicapara la acción de los líderes políticos; no cabe duda:los medios son esencialmente actores políticos (Cf.CANELÓN 1996). Como lo hemos señalado en otrostextos (Cf. CAÑIZÁLEZ 2006) si bien no parece estaren discusión tal papel, si es necesario puntualizar queese rol tiene una doble función, pues además de seractores, los medios simultáneamente narran, son elespacio donde se construye el relato sobre el resto delos actores políticos de una sociedad (Cf.HERNÁNDEZ 2002).

1. Venezuela: medios y poder político

Hemos vivido, en Venezuela, en una suerte devorágine en los últimos años. Gobernado el país porun mismo hombre por una década, asistimos ametamorfosis de diverso calibre, con cambios (oanuncios de transformaciones) casi a diario. Lacarrera parece no tener fin, como tampoco losrecursos económicos de esta época, en la cual elprecio del barril de petróleo rompe todos los récords.El país es otro, y tal vez el mundo mediático –junto aotras ramas empresariales sensibles para la lógicagubernamental- resienta especialmente dichastransformaciones. Esa suerte de refundación, en laque se insiste desde el discurso público, parecereducir toda la vida nacional a lo hecho (o deshecho)desde el 2 de febrero de 1999, cuando el presidenteHugo Chávez asumió el poder. Hay, desde el espacioreflexivo, especialmente académico, una ciertanecesidad de recapitulación. Se trata de una historianecesaria para poder tener el retrato de cómo losmedios y el poder político se entretejieron durantedécadas, cuando aún no se había iniciado el tiempode la revolución bolivariana.

Nos parece necesaria una mirada sobre el períododemocrático que antecedió a Chávez, tomaremoscomo referencia dos textos, uno de Alejandro Botía yotro de Teodoro Petkoff. La historia que reconstruye elprimero arranca en 1958 con el avenimientodemocrático, tras la caída del dictador Marcos PérezJiménez, y culmina con el paroxismo mediático quevivimos durante el paro petrolero de diciembre 2002 yenero 2003. El texto entrecruza historia política conhistoria del periodismo, y así aparecen juntos,

revueltos o por separado los nombresde las figuras que hicieron la vidapública nacional, a través de laspáginas impresas durante 45 años.Se dice rápido, pero la propiareconstrucción que refleja el libro esun hito importante, pues pareceexistir una ruptura entre lo que fue elperíodo 1958-98, que ahora nosacostumbramos a llamar IVRepública (y ello evidencia el poderdel discurso chavista, pues taletiqueta la colocó el jefe de Estado),y el que se inicia con el período deChávez.

El texto de Botía si bien ayuda aentender el surgimiento yconsolidación de los mediosimpresos en Venezuela, no es ensentido estricto un libro sobre historiade la prensa en democracia, sino quetraza, entrecruza y, especialmentereconstruye, lo que de político hay enel universo mediático venezolano yviceversa. Se trata de demostrarcómo la historia empresarial operiodística está estrechamenteligada a contextos sociopolíticosespecíficos, a seres humanosclaramente identificados que tomarondecisiones en uno u otro sentido. Es,por ello, un libro clave para mirar lasinterrelaciones que se tejen en unsistema político, pero no una vista enabstracto, con el poder creciente quetoman los medios para el propiodesarrollo de la acción política. Asívemos, por ejemplo, como 1968deberá ser recordado pues marcó unhito: se tejió una alianza entre elabanderado presidencial RafaelCaldera y la Cadena Capriles, la cualdemostraría una de las distorsionesmás agudas de aquellos años, puesse canjearon seis puestos dediputados y uno de senador, acambio del apoyo editorial a lacampaña (BOTÍA 2007: 63). Aquelmatrimonio, por conveniencia, entreel editor Miguel Ángel Capriles yCaldera se disolverá antes de quetermine el primer mandato de éste.Sin embargo, esa nociva práctica serepetirá a lo largo de los años 70 y al

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menos hasta mitad de los 80, einvolucrará a casi todos los mediosimpresos de importancia del país.Sobre esto también hace una fuertecrítica Petkoff.

Un capítulo del libro de TeodoroPetkoff (Cf. 2005) parece tener plenavigencia en el debate actual. Elpolítico y ex líder guerrillero,devenido en editor del diario Tal Cual,puntualiza algunos aspectoscentrales en la relación medios ypolítica, lo cual es poco común ennuestro medio político e intelectual.Su planteamiento es igualmenteinusual por otra razón de peso: da uncontexto histórico en la relaciónmedios-política enVenezuela. En la ingenteproducción editorial porparte del gobiernobolivariano se encuentranalgunas lecturas, perocargadas de un ciertofanatismo que impide vercon claridad lo que espropio de Venezuela, ensincronía con lo que hapasado a formar partecentral del debated e m o c r á t i c ocontemporáneo: cuál esel papel de los medios enel sistema político.

Los partidos y actorespolíticos tradicionalespusieron bastante de su parte para ircamino al suicidio, según Petkoff,pero sin duda alguna los medios –yespecialmente la televisión-contribuyeron a cimentar las basesde la antipolítica, metiendo a todos enel mismo saco de la descalificación.Cuando se ven en retrospectivaaquellos años, puede coincidirse conel autor (Cf. PETKOFF 2005) en queHugo Chávez contó a favor, entreotras causas, con una campañamediática que durante década ymedia apostó por la demolición de lospartidos tradicionales y lademonización de la política y de lospolíticos. Eso, junto a los propios

errores partidistas, abrió las puertas del poder a unoutsider.

Cuando se refiere al periodo que va de 1958 a 1998,Petkoff sintetiza en pocas líneas el modo deoperación de aquellos años. Rigió una especie depacto no escrito entre los dos partidos mayoritariosAcción Democrática (AD, afiliado a la InternacionalSocialista) y COPEI (de tendencia socialcristiana) ylos medios, principalmente las televisoras del país.Los primeros dejaron hacer a los segundos, facilitaronun terreno sin normas en los que rigió exclusivamenteel afán de lucro, y en contraparte, la pantalla chicanacional reprodujo en su seno una suerte de equilibriopolítico-institucional, del cual resultaban excluidas lasnuevas opciones o expresiones que fuesen encontracorriente del sistema imperante. Como bien losabe Teodoro Petkoff, de sus años como dirigente y

candidato presidencial del Movimiento alSocialismo (MAS)1, los espaciosinformativos y de opinión reproducían “laguanábana” en el poder2.

Finalmente, en 1992 se vivió el capítuloque cerró la posibilidad de una salida a lacrisis en el marco institucional vigente, conlo cual se allanó el camino a la revoluciónbolivariana. Se debatía una reformaconstitucional, que Petkoff define comoacto de contrición, poco después del fallidogolpe de Estado de febrero de aquel año.La inclusión en el articulado constitucionalde los conceptos de “información veraz” y“derecho a réplica” echó al traste alconjunto de la reforma (Cf. DAHDAH2003). Los legisladores, ya acorraladospor sus propios errores políticos yamenazados también por el universo

mediático, se echaron para atrás. El fracaso de esareforma terminó siendo trampolín político, que junto aotros, facilitó la llegada de Chávez al poder.

Los años recientes, en Venezuela, colocaron deforma más que evidente, llamativa sin duda, lapresencia de los medios de comunicación como partedel conflicto político nacional. Han sido parte tansustancial de dicha crisis que a la hora en quemediadores internacionales convocaron una mesa denegociación y diálogo, fueron llamados a ésta losrepresentantes de las principales empresas privadasy estatales del mundo comunicacional. Desde nuestraperspectiva, tal posicionamiento político del universomediático privado, que tiene su contracara en latambién parcialización de los medios administradospor el Estado, no es nuevo ni necesariamenteexclusivo de Venezuela, asunto que desarrollaremos

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Los medios están en laescena política de nuestrosdías, son un actor más, con

responsabilidadesespecíficas por sunaturaleza, pero es

impensable que en uncontexto de polarización, enel cual también las entidades

públicas se alinearon conuna causa partidista,

ofrezcan una mirada asépticasobre lo qué pasa en el país

del cual son parte...

en la parte final del texto. Los medios están en laescena política de nuestros días, son un actor más,con responsabilidades específicas por su naturaleza,pero es impensable que en un contexto depolarización, en el cual también las entidadespúblicas se alinearon con una causa partidista,ofrezcan una mirada aséptica sobre lo qué pasa en elpaís del cual son parte.

A mitad de la década pasada, en el completo trabajoque recoge la historia contemporánea de los mediosimpresos venezolanos, Eleazar Díaz Rangel (Cf.1994) constató que la prensa había sido colocada enel centro de la arena pública. Los dueños a los queentrevistó Díaz Rangel, hace largos años, ya eranconscientes de que estaban siendo empujados adimensiones esencialmente políticas en su quehacer.Esto se veía alimentado con el debilitamientoinstitucional, junto a una notable desazón ciudadanacon los partidos tradicionales.

Un panorama de agotamiento político del modeloimplantado en 1958 se agudizó con el Caracazo de1989 y los dos golpes de Estado frustrados de 1992.El clímax de tal descontento tuvo lugar en 1999cuando Hugo Chávez fue electo como presidente,apoyado en una propuesta de cambio radical delsistema y sin antecedentes políticos que lo vincularana las organizaciones tradicionales.

2. Polarización de vieja data

No pocas veces, en los últimos tiempos, muchosvenezolanos se han interrogado sobre el por quétanta polarización en el seno de la sociedad (Cf.ÁLVAREZ 2002). No tiene por finalidad este textoabundar en dicho tema, pero sí nos resultaparadigmático revisar otros momentos deconflictividad en el país y ver qué papel habían tenidolos medios. De nuevo apelamos a Díaz Rangel (1998:109), quien ha sido un acucioso observador del sigloXX venezolano:

Casi todos los periódicos estuvieron divididos entregobierno y oposición. Apenas hubo espacio para eltérmino medio. No podían, por esas razones, informarcon equilibrio sobre lo que ocurría en el país; nopodían ser un espejo de la realidad. En verdad, laimagen que reflejaban era una imagen empañada,distorsionada, bastante incompleta.

No está hablando el autor de los medios en el año2002, su mirada es al período que va desde 1936 a1948, un momento crucial de la vida democrática

nacional. En aquel contexto lapolarización mediática era más queevidente, y le cito nuevamente:

Sólo a título de ejemplo, quierorecordar que en una ocasióninvestigaba sobre las primeras yúltimas elecciones uninominaleshabidas en Venezuela, en 1937 y en1944, respectivamente, y paraconocer las listas de candidatos eraobligante consultar en cada ocasióndos diarios distintos. Por ejemplo, ElPaís no informó de las planchas ni dela campaña del PDV ni de UniónPopular (PCV), y El Nacional nadadijo de la campaña de AD. Algoparecido se repitió durante laselecciones de 1946 a la AsambleaConstituyente, y en las del 48 en quese elegían Presidente y diputados alCongreso (DÍAZ RANGEL 1998:110).

No se busca aquí justificar accionesrecientes, porque en el pasadoacontecieran experiencias similares,pero es necesario no perder de vistahechos que merecen una lectura y seconectan con lo se ha estadoviviendo en Venezuela en los últimosaños.

No hay evidencias de que, como loseñala el gobierno de Hugo Chávez,los medios de comunicación privadoshayan fraguado el golpe de Estadode abril de 2002. Sin embargo, ellono les exime de lo que podemosentender un pecado original: unoposicionismo beligerante (Cf.VILLAMEDIANA 2002), que les llevóa condenar por dictatorial diversasdecisiones del presidente Chávez,pero guardaron un largo e incómodosilencio para criticar una acciónnotablemente autoritaria: laautoproclamación de Pedro Carmonay su decreto que abolía lainstitucionalidad y el estado dederecho3.

Los medios venezolanos aún ledeben explicaciones convincentes ala sociedad sobre aquellos hechos. El

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estudio sobre la credibilidad en lasinstituciones, que por largos añosviene realizando la firma Datanálisis,recogió con claridad la desazónciudadana con el papel periodístico ymediático, expresado en una pérdidaabrupta de credibilidad entre marzo ymayo de 2002. No menoscontroversial resultó ser el rol jugadodurante el paro de diciembre 2002 yenero 2003. Por un lado tuvimos dosmundos paralelos en materiainformativa, aspecto que tambiénrecogimos a través de un ejercicioacadémico con estudiantes de laUniversidad Central de Venezuela.Globovisión y Venezolana deTelevisión, por colocar dos extremosde aquel momento,ofrecían programacionesinformativas (de hechodurante dos mesesliteralmente desaparecióel resto de laprogramación) sin ningúnpunto de conexión: elparo avanzaba o era untotal fracaso, según laestación sintonizada. Setrató de un período en elcual el periodismovenezolano no contribuyóa entender la complejidaddel mundo, como rezanlos manuales, sino quemostró sólo parcialidadesguiado por interesesparticulares. Tampoco lasinstituciones salieron ilesas. Unartículo de Pablo Antillano (Cf. 2002)resulta esclarecedor sobre cómo sedesvirtuó el papel periodístico,cuando justamente era másnecesario, pues el sistemademocrático afrontaba una dura crisisy era indispensable contar conmediadores.

“Estamos en una guerra”. Así lodefinió, sin vacilaciones, el directivode un medio privado decomunicación, al ser invitado a dar unprimer paso en aras de despolarizarla cobertura periodística deVenezuela. “Aquí no estamos para

defender a periodistas sin ética”, replicó unafuncionaria de la Fiscalía General al ser instada aactuar ante los hechos de violencia que de formalamentable se multiplicaron a lo largo de 2002, 2003 y2004, contra medios y comunicadores. Ambas frases,dichas sin estar relacionadas espacialmente aunquesí simbólicamente, reflejan uno de los nudos centralesdel conflicto venezolano, la no voluntad de dar unpaso que pueda “beneficiar” al contrario, y dejaban–ya entonces- poco margen para la negociaciónpolítica.

Un aspecto representativo del lapso 2002-2004 fue lallamada mesa de negociación y diálogo que tuvo lugargracias a los buenos oficios de la Organización deEstados Americanos (OEA), el Centro Carter y elPrograma de Naciones Unidas para el Desarrollo(PNUD). Como es conocido, producto de dichas

conversaciones se alcanzó un acuerdomínimo: las condiciones para realizar unreferéndum revocatorio del mandato delpresidente Hugo Chávez. Dicha consultase efectuó finalmente el 15 de agosto de2004. ¿Por qué traer este aspecto acolación? Básicamente no debe obviarseun elemento significativo, los medios selegitimaron como actores políticos enVenezuela, y en tal condición fueronconvocados a dicha mesa de negociación;y, lo más importante, este rol fue aceptadotanto por el gobierno como por laoposición. La tendencia que habíarecogido Díaz Rangel, década y mediaatrás de este hecho, parece haberseacelerado con la llegada de la revoluciónbolivariana.

En ese lapso 2002-2004, la polarización seinstaló de forma evidente también en el mundomassmediático venezolano. Polarización no exclusivade los días que corren, sino expresión misma de unmodelo político con raíces históricas.

3. Centralidad mediática

Diversidad de autores coinciden en reconocer el rolpolítico que juegan los medios de comunicación, yespecialmente en contextos como de los paíseslatinoamericanos que parecen ser de una recurrentecrisis política. La debilidad que tienen los partidos,sindicatos y otras instancias del tejido social abre lapuerta para que estos actores entiendan que suposibilidad de intervención en la vida pública estáíntimamente atada a su relación con el universo

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mediático. Ciertos asuntos de interés público puedenser catalizadores para la constitución de alianzastácticas entre políticos y activistas sociales, por unlado, y medios de comunicación y periodistas por elotro. Esto ocurre cotidianamente en diversoscontextos, sin que sea motivo de escándalo, puesjustamente en esta dimensión se entiende el rolpolítico de los medios: determinar quién puede hablarsobre cuál tema (Cf. ÁLVAREZ 1995).

Esta tendencia se ve acrecentada en la medida enque la dirigencia política tiene menos de mitin en laplaza, o en la calle, y mucho más de aparición enespacios mediáticos (Cf. MARTÍN BARBERO 2001).La pantalla de televisión, especialmente, pasa a ser lanueva plaza pública desde donde se define la agendapolítica del país. En el caso venezolano, por ejemplo,son aproximadamente unas 80 personas las que conmayor frecuencia se rotan como entrevistados entrelos diferentes espacios matutinos de opinión de loscanales de televisión. Estos llamados líderes deopinión, por su número en sí reducido, no puedenrepresentar la diversidad y pluralidad de puntos devista que existen en Venezuela.

Sin embargo, un asunto es la representatividad, temade necesario debate en la configuración de la agendamediática, y otro tema que va aparejado a lo anteriortiene que ver con la consolidación de un nuevomodelo en el que se entrecruzan poder de los medios,actuación dependiente de los políticos hacia eluniverso massmediático, y demandas ciudadanasque encuentran en el universo simbólico unresarcimiento momentáneo.

Para Marcelino Bisbal, estamos ante un cambiosustancial no sólo en nuestra relación con lo político,mediado por la pantalla, sino en nuestra propiamanera de convivir socialmente:

Esa intromisión de la cultura massmediática en lapolítica y en las distintas esferas de la vida pública yprivada, más bien nos está hablando de otra cosa: noes la disolución de la política y la democracia, nisiquiera de la vida como se pudiera pensar entonces,sino más bien de una reconversión de la política y endefinitiva de las esferas de lo público. En estostiempos los medios se convierten en el espaciopúblico privilegiado por la gente; los medios estánalterando la vida y hasta las propias formas que hoydía adquiere la socialidad (BISBAL 2005: 50).

La relación entre medios y política es de larga data,sin embargo en las últimas dos décadas es que se havivido un cambio sustantivo:

El paradigma político latinoamericanoera tan poderoso que condicionaba alos medios de comunicaciónimponiéndole sus ritmos y muchas desus reglas de juego, en unacentralidad política de lacomunicación. Sin embargo, a finalesde los años ochenta y durante losnoventa, se observa que la relaciónse ha invertido y son los medios decomunicación quienes imponen susritmos y sus reglas de juego a laactividad política. El exponencialcrecimiento del poder de los mediosen nuestros países ha convertido alparadigma mediático en el paradigmadominante. La actual es la AméricaLatina de la centralidadcomunicacional de la política(CORREDOR 2005: 59).

4. Democracia y medios desdeAmérica Latina

Tradicionalmente se habla de losmedios en términos de cuarto poder.Ha sido esa aseveración motivo deinnumerables debates sobre el poderreal de los medios. El completoinforme del Programa de NacionesUnidas para el Desarrollo, Lademocracia en América Latina (Cf.PNUD, 2004), colocó el asuntonuevamente en la palestra. Trasentrevistar a 231 de los llamadoslíderes de opinión y hacer encuestasa más de 18.000 ciudadanos de apie, en 18 países de la región, una delas conclusiones del estudio ha sidocolocar a los medios, junto aempresarios privados, multilateralescomo el Fondo MonetarioInternacional (FMI), sindicatos eIglesia, en la categoría de “poderesfácticos”. Vale decir que existe unapercepción –en estos tiempos– deque Iglesia y sindicatos han venidoperdiendo influencia en las últimasdécadas, y en un sentido inverso losempresarios privados, el sectorfinanciero y los medios decomunicación, han pasado a coparespacios de decisión y atribucionesen las determinaciones que emanande los poderes tradicionales.

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La primera lectura arroja ya unaconclusión novedosa, el informe creala categoría de instancias de poder,diríamos que real, para referirse aestos actores. Una mirada al asuntodebe partir también de analizar la otraacera: dicha constitución de losmedios en un poder decisivo en lassociedades latinoamericanas no seprodujo, exclusivamente, por factorespropios de los medios. Lasaproximaciones recientes alfenómeno de la mediatización, talescomo las producidas por JesúsMartín Barbero, van en la direcciónde que el papel mediático sin duda esimportante, pero no único en laconformación de opiniones y valores.Sin embargo, tal poder seacrecienta, en tierraslatinoamericanas, puesse evidencia por un ladoun descrédito importantede los otros poderes, a lapar de una fragilidadinstitucional, y así losmedios pasan a coparespacios en respuestatambién a demandasciudadanas insatisfechas.Todo lo anterior secombina con laelaboración de unaagenda propia, por partede los medios, paraintervenir en unasituación que parece ser,recurrentemente, de crisispolítica.

Como indicamos en párrafosanteriores, en el contexto venezolanode los años 90 se ve claramente laconsolidación de estos elementos.Los estudios de opinión de aquellosaños revelan la desconfianza queinspiraban partidos políticos ypoderes públicos, a la par que seconsolidaba una imagen decredibilidad a favor de los medios4.

Entre los consultados en el informedel PNUD se destaca la cuestión dela definición de la agenda política, enla conformación del debate público.

En este aspecto es indudable que los medios jueganrol protagónico. Esta tendencia se ve acrecentada enla medida en que la dirigencia política tiene menos demitin en la plaza, o en la calle, y mucho más deaparición en espacios mediáticos. La pantalla detelevisión, especialmente, pasa a ser la nueva plazapública desde donde se define la agenda política delpaís. Los medios no sólo pueden colocar u omitirtemas, sino que delinean el quién habla de qué cosa.

Durante el paro llevado a cabo por la oposiciónvenezolana entre diciembre de 2002 y enero de 2003,en Venezuela, quedaron en evidencia algunosaspectos centrales de esta percepción que lleva acolocar a los medios en esa categoría de poderesfácticos. En conversaciones que hemos sostenido contres dirigentes opositores –uno de ellos formó partedel comando táctico que estuvo al frente del paro–,

estos confirmaron que esta acción se iba alevantar después de 48 horas yexclusivamente se usaría como presiónmomentánea para luego continuar con lasnegociaciones que estaban en marcha conel gobierno, bajo la mediación de laOrganización de Estados Americanos y elCentro Carter. Gracias al punto de vista delos empresarios mediáticos se descartóesta estrategia y lanzó a la oposición en lasenda del paro “por tiempo indefinido”, conlos costos políticos y económicos quetodos conocemos hoy. Otros dos líderesde partidos políticos, cuyas opiniones noeran de apoyo unánime a esta acción,fueron silenciados por los medios (Cf.CAÑIZÁLEZ 2006).

Pero, sin duda alguna, el elemento másllamativo lo constituyó en ese mismo

contexto el siguiente hecho: la CoordinadoraDemocrática –que aglutinó entonces a partidospolíticos y organizaciones de la sociedad civilopositores– en muchas ocasiones conoció elcontenido de mensajes publicitarios una vez queestos estaban al aire, sin que participaran en suconcepción. El poder mediático pasó a ser–literalmente– el espacio desde donde se constituía laestrategia política, y eso representa un cambiosustancial en las de por sí complejas relaciones entrepoder político y medios de comunicación.

5. Medios sin perro guardián

La vigilancia que han cumplido los medios en relacióncon otros poderes, por ejemplo al denunciar la

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La pantalla detelevisión [...] pasa a

ser la nueva plazapública desde dondese define la agenda

política del país. Losmedios no sólo

pueden colocar uomitir temas, sino que

delinean el quiénhabla de qué cosa...

corrupción en el mundo político o judicial, es bienrecibida por los ciudadanos, de acuerdo con elInforme del Programa de Naciones Unidas para laDemocracia (Cf. PNUD, 2004). Los poderestradicionales constituyen círculos cerrados en loscuales malentendidas solidaridades automáticas, enmuchos casos, han venido limitando la posibilidad delpúblico de conocer cómo se utilizan los recursos delEstado y los malos manejos que de éstos se hacen.De forma tradicional se le ha otorgado al sectormediático un rol fiscalizador sobre los poderestradicionales, sin embargo en la medida que se hahecho más patente esa condición de poder fáctico,surgen interrogantes sobre la condición de “un controlsin control” que parecen tener los medios en nuestrassociedades, tal como lo refleja el informe del PNUD.

Repensando la democracia latinoamericana, a partirde algunas de las acertadas conclusiones de estedocumento, un asunto crucial tiene que verjustamente con imaginar de qué forma los ciudadanospueden participar para revertir tal situación. EnMéxico, Perú y Brasil, aun de forma incipiente, vanteniendo lugar experiencias de vigilancia o veeduríasocial de los medios, entendiendo que un sistemademocrático existen diversas maneras de hacerlo sinque ello signifique una intervención estatal.

En el contexto venezolano, durante 2004 se aprobó laLey de Responsabilidad Social de la Radio y laTelevisión. Tal instrumento fue concebido, al menosasí se desprende de las declaraciones oficiales que leprecedieron, como un mecanismo para castigar aunos medios privados que se han desviado porasumir abiertamente una parcialidad política (Cf.CAÑIZÁLEZ 2005). Esto desvirtúa por completo elobjetivo de un instrumento legislativo, que en unabúsqueda democrática debería abrir la posibilidad deconformar experiencias genuinas de veeduría yobservación ciudadana, para que este podermediático tenga algún punto de control. Dado que lacabeza del Estado es, a fin de cuentas, un actorpolítico, no resultarían convenientes mecanismos enlos cuales el peso determinante esté en manos delejecutivo, ya que de facto se convertiría en juez yparte.

Un caso emblemático lo constituye la decisión de norenovar la concesión del canal RCTV, el cual salió dela televisión abierta venezolana el 27 de mayo de2007. Se trató de un castigo por una línea editorialcrítica, bajo el argumento de que el medio había sidogolpista. Tal acusación nunca se llevó ante la justicia,y de forma paralela se renovó, en la misma fecha, elpermiso de transmisión de Venevisión, un medio que

siendo tan crítico como RCTV en losprimeros años del gobierno deChávez, luego varió de formasustantiva su línea editorial (Cf.CAÑIZÁLEZ 2007).

Los medios operan como límite paralos otros poderes, especialmente elgubernamental. Ese rol decontrapoder termina siendo unaspecto resaltado como positivo en lamirada que hizo el PNUD, que tuvocomo contexto la crisis por la queatraviesa la democracia en la región.El paulatino debilitamiento de lainstitucionalidad, junto a la desviaciónque vivieron partidos políticos y otrosentes de mediación como lossindicatos, terminó dejando a unciudadano huérfano de instancias enlas cuales podía hacer valer susderechos. Los medios terminaronsiendo cajas de resonancia para esasdemandas ciudadanas insatisfechas.Las denuncias en el espaciomediático representan un necesariodesahogo, pero a la par entrañan –sino van acompañadas de otros pasosante las respectivas instituciones–otra vuelta de tuerca en eldebilitamiento institucional de un paíscomo Venezuela, pues se quedanexclusivamente en el universo de larepresentación simbólica.

Por otra parte, en un estudio queadelantó el Instituto Prensa ySociedad en varios paíseslatinoamericanos sobre el periodismode investigación se encontró unatendencia regional de la últimadécada: la prensa ha jugado un rol deprimer orden para poner aldescubierto los casos másimportantes relacionados concorrupción y violaciones a losderechos humanos (Cf. IPYS 2004).En ambas dimensiones, cuyaresponsabilidad recae enfuncionarios del Estado, el poderpolítico justamente colocó trabaspara impedir que trascendiera lainformación a los ciudadanos, y losmedios haciendo gala de ese papelde “perro guardián” –que algunos

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estudiosos estadounidenses le dan–,resultaron determinantes para que lasociedad se informara.

Parece pertinente retomar unaspalabras de Tulio Hernández,escritas al calor de la crisisvenezolana del año 2002. Puedenarrojar luces sobre la dobledimensión mediática en nuestrotiempo; un aspecto que abordamos alinicio. Le cito:

Los medios, hay que decirlo, son unactor político en la medida en queintervienen de manera decisiva yabierta en la toma de decisionespolíticas de la sociedad. Pero losmedios tienen una condición muypeculiar, pues además de ser unactor político, por demáslegítimamente, son los narradores delo que los demás actores políticoshacen, realizan o confrontan entre sí(HERNÁNDEZ 2002: 56).

Para cumplir a cabalidad con talmisión, en la que se juegan sucredibilidad, y ésta –según nosrecuerda el autor- no es solamenteun factor de mercado sino una

función fundamental de soporte de la democracia, esnecesario que el ejercicio de esa función –sernarrador de las contradicciones entre el resto deactores– se cumpla con un mínimo de calidad,transparencia y respeto a los derechos de lasaudiencias. Para lograrlo, y para preservar sunaturaleza independiente, los medios en su agendapolítica deben marcar distancia tanto de los interesesde los grupos políticos como los del gobierno. Dichaagenda debe tener como prioridad la defensa de losprincipios de la democracia y de los derechosciudadanos.

¿Punto de llegada?

Aún para un sistema democrático en crisis, como elvenezolano, sería difícil imaginar una democraciacontemporánea sin medios de comunicación. A la par,un fortalecimiento del sistema político (absolutamentenecesario para la satisfacción de las demandas de laciudadanía) visto especialmente desde el contextovenezolano, pasa por establecer reglas de juego paraque este poder mediático sea ejercido con una mayortransparencia por parte de empresarios y periodistas,a la par de decisiones de Estado que sin matiz deintervención estatista, permita abrir cauces a unaacción ciudadana que tenga como norte laconstrucción de una sociedad incluyente y tolerante,tanto en lo social como en la dimensióncomunicacional.

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Notas

1. El MAS nació como una escisión del Partido Comunista de Venezuela (PCV) y desde la década de los 70 se reivindicó el socialismo democrático. Teodoro Petkoffabandonó el partido en 1998 cuando la dirección de entonces decidió apoyar la candidatura presidencial de Hugo Chávez.

2. Popularmente se le conoció como la guanábana al reparto de cuotas y arregló político entre los partidos AD y COPEI, el primero se identificó con el color blanco y elsegundo con el verde.

3. En un intento por recapitular todo lo sucedido en abril de 2002, en materia del derecho a la libertad de expresión e información, pudimos realizar el informe “Entre elestruendo y el silencio” con el apoyo del Centro de Derechos Humanos de la UCAB y de la Fundación Konrad Adenauer, éste puede leerse en línea en:http://www.ucab.edu.ve/ucabnuevo/cic/recursos/estruendo_silencio.pdf

4. Entre propietarios de medios impresos existía –entonces- la percepción de que estaban siendo colocados en un rol que no les era propio, por esa ruptura político-institucional que vivía el país, pero al mismo tiempo se entendían como canal confiable para las demandas ciudadanas insatisfechas. Del mismo modo, dirigentespolíticos han confirmado que la reforma constitucional de 1992 se paralizó por las presiones de los medios, pues el proyecto incluía el derecho a rectificación y réplica,con lo cual se reflejaba la conformación de una agenda común por parte del sector mediático para incidir de forma directa en las decisiones de un poder público, eneste caso en el legislativo, y actuando claramente en contra de un mecanismo que favorecía a la ciudadanía.

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Recepción: 1/10/2009Aprobación: 17/12/2009

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