The Paris Review Es Una Fiesta (Nov. 2004)

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Noviembre 2004 Letras Libres : 97 CIUDAD Del procedimiento para bautizar grandes puentes E n días pasados me encontré con un anuncio del Gobierno del Dis- trito Federal intitulado “Razones para sentir orgullo por la capital”. Como soy chilango de hueso colorado (y garganta y ojos irritados), me dispuse a leerlo ipso facto, más rápido de lo que se tarda hoy en llegar de Las Águilas a Santa Fe. Ruego a ustedes que me acompañen por los puentes y distribuidores viales de la prosa orgullosa del GDF. El texto comienza así: “Los tres grandes puentes de la avenida de los poetas [o sea: la Avenida de los Poetas] en Santa Fe, inaugurados el pasado domingo 26 de septiembre, son una muestra de que cuando la iniciativa privada, el sector público y la sociedad unen sus fuerzas[,] se logran grandes obras.” Uno de inmediato se pregunta: ¿cuándo y cómo fue que La Sociedad como tal se unió para construir esos puentes gigantescos que son una de las primeras maravillas del siglo XXI? A mí, que amo mi ciudad como Pedro Infante a Chachita, me habría encantado unir- me y poner unos granitos de arena –o cucuruchos de cemento– para esta obra magna. ¿O tal vez sólo la sociedad domiciliada en Santa Fe y Las Águilas tuvo la oportunidad de unirse? El gallardo anuncio prosigue de esta manera: “La inversión de 900 millones de pesos, [coma] hizo posible la cons- trucción de los puentes ‘Octavio Paz’, ‘Carlos Pellicer’, con una altura de 70 metros, el más alto del Distrito Federal, y ‘Jaime Sabines’.” Si yo hubiera redac- tado estas líneas, habría puesto el nombre del ‘Carlos Pellicer’ y los datos de la altura al final de la oración, pero el GDF quizá piensa que este vate –por ser tabasqueño como nuestro jefe de gobierno– merecía ser el poeta más alto del ilustre trío, y en imaginario temple- te olímpico lo colocó en el lugar central y más elevado de los galardonados. Por lo demás, el comunicado triunfal continúa con estas palabras: “Estas obras benefician a un millón de habitantes de Cuajimalpa y Álvaro Obregón; reducen tiempo de traslado y emisión de contaminantes; permiten, además, la rehabilitación y preserva- ción de 210 mil metros cuadrados de la zona.” Estas noticias me llenan de alegría (y orgullo, faltaba más), y quizá sea un poquito quisquilloso de mi parte el querer preguntarle al GDF si esos 210 mil metros cuadrados son de bosques, de arroyos, de concreto o de oficinas y hogares, aunque desde luego me parece muy bien que los preserven. ¿Qué tal si se nos pierden? Enseguida, el texto dictamina, con nulo sequitur pero pingüe vigor: “En la Capital [con mayúscula], el Gobierno [con mayúscula] de Andrés Manuel López Obrador, [coma] cree en los em- presarios que trabajan y apuestan por México; porque [sí, porque] promover el desarrollo y fomentar la participación de la sociedad es un principio.” ¿Un principio a secas? Para andar inaugurando una tan larguísima como elevadísima Avenida de los Poetas, se antoja que falta aquí, si no una metá- fora, sí un calificativo; o hasta dos. Por ejemplo, si el señor López Obrador to- davía fuera priista, no cabría duda que a la hermosa palabra principio (yo tengo principios, tú tienes principios, ellos no tienen principios, etc.) debería agregar- se: “revolucionario y nacionalista”; y si el PRD todavía fuera de izquierda, me imagino que el principio de marras sería “nacionalista y revolucionario”. Pero como el PRD ya no es de izquierda y López Obrador ya no es del PRI, el principio quedó solamente en eso: principio. Qué le vamos a hacer: junto con los valores, también se pierden los adjetivos. Qué tiempos sin calificativos, los nuestros. Todo lo cual me lleva a tocar, al fi- nal, la cuestión más delicada, la que realmente importa: ¿deben nuestros más altos poetas difuntos prestar sus nombres no sólo a la prosa vanidosa y pringosa del GDF –que es lo de menos– {}

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The Paris Review Es Una Fiesta (Nov. 2004)

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  • No v i e m b r e 2 0 0 4 L e t ra s L i b r e s : 9 7

    CIUDAD

    Del procedimiento parabautizar grandes puentes

    En das pasados me encontr conun anuncio del Gobierno del Dis-trito Federal intitulado Razones

    para sentir orgullo por la capital. Como soy chilango de hueso colorado(y garganta y ojos irritados), me dispusea leerlo ipso facto, ms rpido de lo quese tarda hoy en llegar de Las guilas aSanta Fe.

    Ruego a ustedes que me acompaenpor los puentes y distribuidores vialesde la prosa orgullosa del GDF.

    El texto comienza as: Los tresgrandes puentes de la avenida de lospoetas [o sea: la Avenida de los Poetas]en Santa Fe, inaugurados el pasado domingo 26 de septiembre, son unamuestra de que cuando la iniciativa privada, el sector pblico y la sociedadunen sus fuerzas[,] se logran grandesobras. Uno de inmediato se pregunta:

    cundo y cmo fue que La Sociedadcomo tal se uni para construir esospuentes gigantescos que son una de lasprimeras maravillas del siglo XXI? A m,que amo mi ciudad como Pedro Infantea Chachita, me habra encantado unir-me y poner unos granitos de arena ocucuruchos de cemento para esta obramagna. O tal vez slo la sociedad domiciliada en Santa Fe y Las guilastuvo la oportunidad de unirse?

    El gallardo anuncio prosigue de estamanera: La inversin de 900 millonesde pesos, [coma] hizo posible la cons-truccin de los puentes Octavio Paz,Carlos Pellicer, con una altura de 70metros, el ms alto del Distrito Federal,y Jaime Sabines. Si yo hubiera redac-tado estas lneas, habra puesto el nombre del Carlos Pellicer y los datosde la altura al final de la oracin, peroel GDF quiz piensa que este vate porser tabasqueo como nuestro jefe de gobierno mereca ser el poeta ms altodel ilustre tro, y en imaginario temple-te olmpico lo coloc en el lugar central

    y ms elevado de los galardonados.Por lo dems, el comunicado triunfal

    contina con estas palabras: Estasobras benefician a un milln de habitantes de Cuajimalpa y lvaroObregn; reducen tiempo de traslado yemisin de contaminantes; permiten,adems, la rehabilitacin y preserva-cin de 210 mil metros cuadrados de lazona. Estas noticias me llenan de alegra (y orgullo, faltaba ms), y quizsea un poquito quisquilloso de mi parteel querer preguntarle al GDF si esos 210mil metros cuadrados son de bosques,de arroyos, de concreto o de oficinas yhogares, aunque desde luego me parecemuy bien que los preserven. Qu tal sise nos pierden?

    Enseguida, el texto dictamina, connulo sequitur pero pinge vigor: En laCapital [con mayscula], el Gobierno[con mayscula] de Andrs Manuel Lpez Obrador, [coma] cree en los em-presarios que trabajan y apuestan porMxico; porque [s, porque] promoverel desarrollo y fomentar la participacinde la sociedad es un principio.

    Un principio a secas? Para andarinaugurando una tan largusima comoelevadsima Avenida de los Poetas, se antoja que falta aqu, si no una met-fora, s un calificativo; o hasta dos. Porejemplo, si el seor Lpez Obrador to-dava fuera priista, no cabra duda que ala hermosa palabra principio (yo tengoprincipios, t tienes principios, ellos notienen principios, etc.) debera agregar-se: revolucionario y nacionalista; y siel PRD todava fuera de izquierda, meimagino que el principio de marras sera nacionalista y revolucionario.Pero como el PRD ya no es de izquierday Lpez Obrador ya no es del PRI, elprincipio qued solamente en eso:principio. Qu le vamos a hacer: juntocon los valores, tambin se pierden losadjetivos. Qu tiempos sin calificativos,los nuestros.

    Todo lo cual me lleva a tocar, al fi-nal, la cuestin ms delicada, la querealmente importa: deben nuestrosms altos poetas difuntos prestar susnombres no slo a la prosa vanidosa ypringosa del GDF que es lo de menos

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    sino a los ms altos puentes (sobre tie-rra, no sobre agua) de cualquier ciu-dad del planeta? Yo sinceramente creoque no. Opino ms bien que se tratade un gesto tan vago y vacuo comopuerilmente demaggico. Como si lamunicipalidad, al honrar a sus poetas,se honrara ante todo a s misma en tanto que ciudad ilustrada, cuando todos sabemos que es poqusimo el dinero que destina en su presupuesto ala cultura.

    Por favor, imaginen ustedes las noticias venideras. Cientos de turistasextranjeros atascan la Avenida de losPoetas y son asaltados podra ser una.Y luego las siguientes: Ebrio irrespon-sable cay a su muerte desde Carlos Pellicer, Paro de colectivos congestio-na Octavio Paz y la peor: Se baj delcoche y se quit la vida desde Jaime Sabines.

    Le podemos hacer esto a los poetas?

    Es por eso por lo que yo me permitoexhortar a todos los poetas mexicanos aque agreguen en sus testamentos, conletra prpura, una clusula que recems o menos as: Cuando las autorida-des, los empresarios que apuestan porMxico y la sociedad unida decidan adjudicar mi nombre a algn lugar dela ciudad, slo se le podr imponer a unparque agradable, a una plaza bonita, a una callecita encantadora o, de ser posible, al Zcalo de la ciudad.

    A los poetas, cuando estn en vida,se les encuentra sentados en los cafs ylas cantinas y las plazas, o acostados enlas recmaras y los parques. Y cuandoestn muertos y uno quiere encontrr-selos, uno ciertamente no los evoca o invoca en una serie de puentes gigan-tescos slo para vehculos, sino en algnpuente hermoso y lleno de recuerdospropios y ajenos donde a uno lo beso abandon un gran amor, o sucedi alguna otra cosa sin nombre.

    (Quiz el GDF debi bautizar estetro de utilsimos y admirables puentescon la palabra que ms repite el seorLpez Obrador: El Innombrable.Poticamente, habra sido precioso.) ~

    Hctor Manjarrez

    ANTOLOGAS

    The Paris Reviewes una fiesta

    No est nada mal cumplir cincuenta aos junto al descubri-miento del ADN y la galletita marcaOreo, sonri George Plimpton el aopasado durante los festejos por el mediosiglo de The Paris Review. El neoperio-dista, novelista, habitual cameo (aparecitanto en Lawrence de Arabia como en unepisodio de Los Simpson), alguna vez pitcher de beisbol, golfista curtido, bi-grafo oral de Edie Sedgwick y TrumanCapote e insuperable relaciones pbli-cas, Plimpton uno de los miembrosfundadores y bohemios en la CiudadLuz, junto a William Styron y PeterMatthiessen entre otros, de esta ya le-gendaria publicacin trimestral con untiraje de diez mil ejemplares, a menudoen problemas financieros y rescatadadel cierre por un hijo del Aga Kahnmuri poco despus. Muri mientrasdorma en el piso alto de la misma casadonde se edita la revista, con la tinta todava fresca en el sustancioso contratode su muy esperada autobiografa, perohabiendo dejado a punto un contun-dente volumen celebratorio donde sedestilan cinco dcadas de esta revistacon formato de libro que suele recibirveinte mil manuscritos originales al aocon ganas de salir del cajn de los inditos. Cuatro editoriales lucharon abrazo partido y cheque entero por elmonstruo de ms de setecientas pginasy finalmente se lo qued Picador. El libro sali a la venta el ao pasado conun ttulo tan largo como apropiado.Aqu viene, tomen aire, lean: The ParisReview Book of Heartbreak, Madness, Sex,Love, Betrayal, Outsiders, Intoxication, War,Whimsy, Horrors, God, Death, Dinner, Baseball, Travels, the Art of Writing, andEverything Else in the World Since 1953. Yaqu lo tengo, desde hace meses junto ami cama. Inagotable y perfecto paraconsumir en dosis homeopticas. Un li-bro que es lo ms parecido a la portadade Sgt. Peppers Lonely Hearts Club Band.Estn todos los que tienen que estar

    vivos y muertos e inmortales, repre-sentados en relatos, poemas y fragmen-tos cuasi aforsticos de entrevistas:Faulkner, Nabokov, Hemingway, Au-den, Borges, Cheever, Capote, Mailer,Mrquez, Munro, Roth, Irving, Paley,Pinter, Naipaul, Updike, Erdrich, Fran-zen, Levi, Sontag, Lethem, Moody,McEwan. Y claro que alguien extraara alguien. Pero sa es la funcin secretade las antologas: generar oscuros dobles fondos, luminosa antimateria,nuevas antologas fantasmas donde serenen los que faltaron a la cita y losque no fueron invitados.

    Pasar revistaY lo cierto es que la aparicin de la britnica Granta (cuyo frente y perfil ledebe ms de un rasgo a la criatura dePlimpton & Co.) y la sbita y revolucio-naria apertura de The New Yorker en losnoventa, o la pirotecnia formal y juvenilde la reciente McSweeneys, deben de ha-ber perjudicado y robado lectores a The Paris Review, que en cualquier casocontinu imperturbable con su perfilalternativo y al mismo tiempo conser-vador. Porque The Paris Review ya era diferente en los cincuenta, cuando inicilas profundas y reveladoras entrevistas a

    Plimpton, el coleccionista.

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    escritores, el primero de ellos E.M.Forster. Plimpton fue recogindolas enms de veinte volmenes de la serieWriters at Work: The Paris ReviewInterviews. Y por mucho que en msde una ocasin uno sospeche que lo queall se confa son, tambin, ficcionesestas respuestas a aquellas preguntasacaban configurando una suerte deGran Novela y mapa del universo quefunciona como manual de instruccionesa la vez que como modelo para desar-mar. El mismo Plimpton comprendiesto, volvi a todas ellas en 1999, selec-cion las mejores contestaciones de todas las entrevistas, las dividi en secciones temticas Por qu escribo,Sobre el sexo, Sobre los editores,Sobre los hbitos de trabajo, Sobrelos crticos, Sobre el dilogo, Sobreel bloqueo del escritor, Sobre el hu-mor, Sobre el cine y el teatro, Sobrelos colegas, Sobre los estimulantes artificiales, Sobre los premios, So-bre el futuro y muchos sobres ms yedit todo el asunto en la Modern Li-brary bajo otro ttulo exhaustivo y certe-ro: The Writers Chapbook: A Compendiumof Fact, Opinion, Wit, and Advice from theTwentieth Century Preeminent Writers Editedfrom The Paris Review Interviews and withan Introduction by George Plimpton.

    Como bien pudo haberle dicho Ricka Ilsa en Casablanca: Siempre tendre-mos The Paris Review.

    El tiempo ganadoEscribo para soportar el paso del tiem-po, dice Jorge Luis Borges en su entre-vista con The Paris Review. Y luego delxito de ventas de la ya mencionada antologa cincuentenaria, por la que anadie le import demasiado desembol-sar los treinta dlares del precio de por-tada y de la que muchos ms celebranpor estos das su encarnacin paperbackel prximo septiembre la fiesta conti-na. Para seguir honrando la memoriadel hroe fallecido llega ahora una secuela de The Paris Review Book of...Portadas blandas, ms econmica(quince dlares) pero igualmente im-prescindible y en memoria de Plimp-ton otro ttulo largo e ingenioso: The

    Paris Review Book for Planes, Trains, Eleva-tors, and Waiting Rooms. S: las 386 pgi-nas del material que compone el libroestn ordenadas siguiendo criterios eintensidades espaciotemporales quecomplaceran a Borges. Son poemas yrelatos cuya lectura se recomienda paraviajes por tierra y aire y para esos des-plazamientos casi sedentarios vertica-les y horizontales que son los ascenso-res y las salas de espera. Por supuestopor suerte repiten autores de la pri-mera antologa y resulta bienvenido elreencuentro con clsicos de la revistacomo El ladrn de palacio de EthanCanin (para la sala de espera), AsiloBeverly de Denis Johnson y Epsteinde Philip Roth (ambos para el avin),Por qu no bailas? de Raymond Car-ver (para el tren); pero tambin gratifi-can verdaderos descubrimientos comolos poemas Sobre cumplir diez aosde Billy Collins y Por qu llueve tantoen las pelculas de Lawrence Raab (losdos, claro, para volver trascendente labreve inocurrencia de un ascensor). Todo esto y mucho ms est potenciadopor, a falta de Plimpton, una inteligenteintroduccin de Richard Powers acasoel ms inteligente joven escritor esta-dounidense en actividad donde se reflexiona sobre la duracin de un de-terminado texto, sobre la distorsin queexperimentan minutos y horas cuandoentramos a un libro, y sobre ese tan raroy tan exquisito y tan evolucionado pla-cer que es la relectura. Powers concluye:La lectura es el ltimo comportamien-to ntimo y secreto que no es patolgicoo al que se pueda acusar de algn cri-men. Es, seguro, el ltimo refugio parahuir de la epidemia del tiempo real.Leemos para escapar no ms sea porun instante de la trampa del tiemporeal, y para regresar y reconocer noms sea por un instante, tambin lanaturaleza del tiempo en el que vivimosatrapados. Es durante ese instante queel tiempo ya no fluye sino que se limitaa ser. Alcanzas la ltima oracin y le-vantas la vista: Humbert Humbert estsentado frente a ti en tu mismo vagn.Charles Bovary sufre a tu lado en la salade espera de un hospital. La Belle Da-

    me Sans Merci te mira de reojo mien-tras se abren las puertas y t presionasel botn de tu piso en el ascensor.

    Y, de acuerdo, vivimos en una eradonde todo es antologable y donde pro-liferan los volmenes que renen conms o menos gracia: Haruki Murakamiarm, meses atrs, su cumpleaeraBirthday Stories textos dispersos con lascoartadas ms insospechadas. Los librosque se comentan aqu creados a partirde una revista con forma de libro secuentan entre los mejores.

    Una revista a la que, en toda su vida,George Plimpton slo vio una vez en elacto de ser comprada por alguien. Fueen Pars, en 1954, en el quiosco del Hotel Ritz, record Plimpton. El quecompraba The Paris Review era ErnestHemingway.

    Y Plimpton se acerc para pregun-tarle si poda entrevistarlo para esa revista.

    Y Hemingway tal vez masticandouna Oreo le respondi que s. ~

    Rodrigo Fresn

    LITERATURA

    Noventa aos de Adolfo Bioy CasaresI

    El siglo xx en acuerdo con su curso vehemente se fue dando aportazos. Recordemos, por ejem-plo, en el dominio de las letras, denuestras letras, las iberoamericanas,tanto en su vertiente peninsular comoen la continental, que los sobresaltos seencadenaron con nimo liquidador, deciclo que se clausura sin atenuantes. Ental secuencia derogadora, Adolfo BioyCasares, que justo ahora celebrara sunonagsimo aniversario, muri hacecuatro aos, y con l se march el lti-mo gran representante de un grupo, elque se constituy en torno a la revistaSur, que enalteci la literatura argentinay dej en ella una marca permanente.Uno a uno, Victoria Ocampo, JosBianco, Jorge Luis Borges, SilvinaOcampo, Alberto Girri, y el ms jovenEnrique Pezzoni, desaparecieron en el

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    tramo final de la centuria y provocaronun brusco vaco trabajoso de recompo-ner.

    Fundadores de un gusto, artesanosmayores del oficio literario, figuras voluntariamente situadas en el cruce deuna tradicin nacional y universal queestablece entre las partes un dilogo deiguales, sin complejos, personas huma-nas encantadoras, todos ellos, y cadauno a su manera, contribuyeron a forjar, en un pas de terca trayectoriaquebradiza, un clima intelectual insli-to, rarsimo en sus atributos y en sus entregas. Hijos de una Argentina que,en su desarrollo histrico, se mostraraalternativamente paternalista y despti-ca, avanzada y retrgrada, provincianay cosmopolita, siempre a caballo losiconos no perecen de la civilizacin yla barbarie, ese puado de escritoresprofes, en su fuero interior, una efecti-va emocin nacional, y en buena partede sus piezas se siente que toca, de stao de aquella forma, el corazn de unpas. Tuvieron la perspicacia y el valorsuficientes como para escenificar unapeculiaridad nativa recurrente: la de re-presentar el magma creador empinado,de alcances muy ambiciosos y de ironaincombustible, en un marco ideolgicoy poltico predispuesto a topar, puntual,con la ruina y la catstrofe.

    A veces, como en la etapa de conso-lidacin de su proyecto, la que se ex-tiende entre 1935 y 1940, se beneficiaronde un clima (econmico, poltico) pro-picio para desarrollar su tarea; a veces,como en la poca peronista, la de 1946 a1955, padecieron sinsabores y hasta no-torias represalias; y ms tarde, de 1956en adelante, atravesaron momentos es-peranzados y sombros, tan sombroscomo una dictadura militar que lleg aprovocar una guerra insensata. Lo nota-ble fue que el programa esttico de talgrupo rebull terco, aupado en el vuelode una enrgica teora del talento crea-dor y en el hbito feliz de todo decirlocon elegancia y denuedo. Y, a travs del, del programa, se teji el hilo de orode las letras argentinas. De Julio Cort-zar a Bioy Casares, pasando por los n-meros de Sur y las novelas y crnicas de

    Bianco, hasta el ingreso de Borges en lainmortalidad (borgesiano), se cons-truy un mundo fosforescente paraleloa un mundo prosaico, un mundo ricode resonancias fantsticas y de persua-siones sensibles que minuciosamentedinamitan el mundo real; un mundo enel que los pasos de la inteligencia revelan, porfiados y bienhechores, unsentimiento generoso; un mundo en elque la realidad la fantasmagora de larealidad se encuentra con la compe-tencia intuitiva y con la pasin. Ellosfueron, esos escritores, con sus indivi-dualidades vigorosas, ajenas (por hastoy tambin por desinters) a los vaive-nes de la vocacin poltica, quienes vislumbraron un subsuelo inquietante,de raz perversa, y de expresin moral ambigua, en el tejido de una Argentinaerrtica, cclica en sus desplazamientoshacia la condena o la resurreccin.Ellos tambin fueron (y con ellos gentecomo Enrique Molina y Olga Orozco,para nombrar a unos pocos ms) quienes dibujaron, en esos contextosadversos de crisis endmicas, un fondode conviccin afectiva y de sentimientode pertenencia a los que poder asirse.Tena razn Pound: los artistas son lasantenas de la tribu.

    IIMi ltima imagen de Bioy Casares es

    de unos meses antes de su muerte. Lofui a visitar, a mediados de 1998, a sudepartamento de la calle Posadas; merecibi en su cuarto, en el que pasaba,casi postrado, buena parte de sus horas.Desde que se cayera y se quebrara lacadera, tena dolores permanentes ynunca acab de recobrarse de su golpe.l, que supo ser un deportista curtido yque adoraba la calle, y que mucho go-zara de la sensualidad de la vida, estabaahora lastimosamente preso. On esttoujours puni par o lon a pch. Delgad-simo, reseco, el garabato de la cara cru-zado por los pliegues de la piel lechosa,impona como siempre, ms quesiempre por su donaire de caballerocarismtico, de suprstite de una bur-guesa de estilo liberal y terco retintngallardo. Era evidente que se apoyabaen las pocas fuerzas que le quedaban,empecinado y orgulloso, para todavamostrar arrestos de prestancia. Y, contrariamente a lo que suele ocurriren la vejez, que obliga a desdecirse decasi todo, l transmita una fidelidadplcida a una vida de acstica plena, enla que parecan haberse aunado acasomediante una congruencia de signo escptico persona y personaje, sujetoy mscara.

    Acababa de regresar de Punta delEste, el balneario uruguayo, en el quehaba pasado tres meses continuos despus de muchos aos de no hacerlo,despus asegur de que en 1992 vendiera una casa que tena all. Estabaencantado con esas vacaciones que pensaba repetir de ah en ms; de susmaanas tempranas en la playa, hechasde sosiego y curiosidad, de sus almuer-zos en un restaurante que daba al mar(los amigos comunes me haban conta-do, en Montevideo, que los mozos dellugar lo adoraban por su trato y por suspropinas), de sus paseos en automvilpor la zona vieja, la del faro y las caso-nas de madera, donde la pennsula seadentra en el ocano como una cua rigurosa. Ustedes, los uruguayos, y nosotros, los argentinos, somos igualesaclar. Pero ustedes son moralmentemejores. Argumento de circunstancia,dicho al resguardo de una intimidad

    Bioy Casares: donaire de caballero.

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    crecida a lo largo de los aos? Argu-mento de un testigo incompasivo delmodo de ser nacional, el mismo testigoque comparece de manera pstuma enDescanso de caminantes? Argumento, entodo caso, que repiti a menudo ennuestros encuentros entre 1985 y 1993,los aos de mi radicacin bonaerense, yque a m me dejaba embobado, sin otra capacidad refleja que la vanidadautosatisfecha.

    Ante un Bioy como el que tena delante en aquel da, un Bioy tan transparente y frgil, casi de cristal, demirada glauca penetrante, mi situacinno era propiamente incmoda: era deperplejidad pasiva, de nerviosa bsque-da de temas, de apelacin atropellada auna conversacin compensatoria.

    No te aflijs irrumpi, dueo yseor de sus palabras. Eso lo voy a postergar lo ms que pueda.

    Eso era, por supuesto, la muerte. ~

    Danubio Torres Fierro

    POLTICA

    Si todo fuera misoginia...

    Entre las varias historias ridculasde este sexenio ocupar un buenlugar la que ha corrido por cuentade la esposa del gobernador de Tlaxca-la, del gobernador de Tlaxcala y delPartido de la Revolucin Democrtica.Tal vez el asunto no pasara de ser unmero sainete provinciano (bajo respon-sabilidad exclusiva del matrimonio aludido y del partido del que se sirve) sino contara con el antecedente, tambingrotesco y lamentable, de las ambicio-nes de la esposa del presidente del pas,que puso en aprietos al presidente y alpartido del que se ha servido, y de pasoal pas mismo. Miles y miles de litros detinta se han gastado en el registro de esta ltima historia. La seora dice dis-ciplinarse, su partido tiene un respiro,el presidente prepara la vida en el rancho. Entonces cobra ms cuerpo yms fuerza la precandidatura de la esposa del gobernador de Tlaxcala. Na-die como ella para ganar. Qu importa

    que su partido haya descalificado las aspiraciones de la esposa del presidente.Vindolo bien, y sin prejuicios, de loque se perderan los inocentes tlaxcalte-cas. No es que la esposa del gobernadoraproveche todo el aparato del poder (se dice as) que ejerce su marido parafortalecer sus expectativas, sino quequin si no ella habr podido ver y viviry sentir los verdaderos anhelos y necesi-dades y lo que sigue de su poblacin. Elmatrimonio no ha servido para crearventajas ilegtimas sino para dar unaperspectiva mejor.

    Presurosa, la esposa del presidenteha expresado su apoyo a la ahora candidata del Partido de la RevolucinDemocrtica al gobierno de Tlaxcala.En su sonrisa de satisfaccin no serimposible ver un gesto oscuro que dira Ya ves: te lo dije. Por qu unadestacada integrante del Partido Accin Nacional manifiesta abierta-mente su entusiasmo y su apoyo a lacandidata de otro partido que de segu-ro se opondr a un candidato del suyo?Se necesitara ignorar totalmente la lgica para no saberlo: porque esa candidatura representa en s misma untriunfo de las mujeres ante la cerraznde los hombres. En el Partido de la Revolucin Democrtica, mientrastanto, vieron o supieron simular quevieron justamente el problema: el poder no ha de multiplicarse en la casade gobierno. Intentar la operacincontradice todo espritu democrtico.Pero termin cediendo. La cosa revela-ra al menos falta de lo que los polti-cos llaman cuadros de mnimo jaln.Al plegarse al empecinamiento de laesposa del gobernador, el Partido de laRevolucin Democrtica acude comopobretn a los recursos ms baratos delpragmatismo. La candidata tiene me-jores posibilidades que cualquier otro,luego es conveniente apoyarla aun encontra de las ideas que, con razn, seemplearon para censurar las tentativasde la esposa del presidente.

    Lo seguro es que la culpa no es delos tlaxcaltecas, ni de ningn mexica-no. A la escasez de ideas y el exceso deambiciones delante del ro revuelto

    de la tierna democracia mexicana seaade el discurso tramposn, que fingeser rebelde y quiere ser efectivamentesensiblero al situar en los titulares delos diarios un vocablo de rara circula-cin previa: misoginia. Por esta rendijase col la esposa del gobernador y porella quiere filtrarse, faltaba ms, la es-posa del gobernador de Nayarit, unempresario metido en cosas polticastrepado en la extraa alianza de Ac-cin Nacional y el Partido de la Revo-lucin Democrtica. Gane quien gane(y ser difcil perder desde el palaciode gobierno, como bien se sabe en elpas), lo cierto es que el triunfo decualquiera de estas polticas no serademocrtico y en tal sentido no benefi-ciara ms que a unas cuantas parejas.Y uno se queda con la impresin deque la misoginia, o como antes se deca: los modos del machismo, es suscrita poco o nada en este caso y deque lo que ocurre es que los polticos,de cualquier sexo, no cesan de generardesconfianza o un franco desdn.Quin creer a estas alturas que losintereses del gobernador de Tlaxcala(muy respetuoso, hay que poneraqu) y los de su esposa se concentranen el bien de los tlaxcaltecas y no en elmoroso y dilatado disfrute de las delicias del poder transexenal, transe-xual pero sin falta intransferible?

    O de veras alguna de estas polticaspensar que hay alguien que no lasquiere ver aposentadas en la silla porque no soporta ser gobernado pormujeres? Es curioso que el argumentoen favor de la igualdad se enderece enterito hacia la imposicin de la desigualdad. Nada distinto ha hecho elPartido Revolucionario Institucional,como sabemos y como sabe bien el go-bernador de Tlaxcala, ilustre militantesuyo en su momento.

    Y mientras se fortalecen alianzas detipos diversos, las conyugales entreellas, se abre la distancia entre los electores y los partidos y sus candida-tos. Crecen las sombras sobre el pas,unas voces se distorsionan, otras, lasms, se ocultan. ~

    Fernando Martn

  • SOCIEDAD

    Gloria Trevi: los elementos del mito

    Se llama Gloria de los ngeles Trevio. Estuvo cinco aos en unCereso de Chihuahua a la espera deser juzgada. Los mil setecientos das encarcelada no se le notan en el rostro(ahora ms bonito que antes) o en elcuerpo (a pesar de dos hijos y del des-gaste evidente que ha sufrido). Cadauno de esos das es evidente en su formade hablar, en su mirada y en la excesivadevocin que demuestra por un diosque tal vez hace tiempo la abandon.

    De nuestras figuras pop, entre las actuales, Gloria Trevi es la nica quetiene madera de leyenda. No slo suscanciones (ms all de La papa sin ctsup) tienen un no s qu de entra-able, interesante y profundo, sino quevibra en ella algo de verdadero talento.Eso, por supuesto, no es suficiente.Otros tambin lo tienen. Pero ah entran nuevos factores.

    Las soledades de Luis Miguel, losdesfiguros de Alejandra Guzmn, lassudorosas cadencias de Juan Gabriel carecen de los elementos que confor-man a los autnticos mitos. El goce y elsufrimiento extremo por los que debetransitar un hroe difcilmente se en-cuentran en ellos. Su historia personales menos interesante de lo que parece adistancia: s, fueron adoptados; s, sesienten tristes o se drogan... y luego?La de la Trevi, por el contrario, es a todas luces excesiva para un humanocomn.

    Gloria Trevi vivir siempre atada alos supuestos colectivos. No importaahora que, para la ley mexicana, seainocente de los delitos que se le imputaban. De la historia de intrigas, amores, sexo grupal, asesinato, viola-cin, estupro, drogas, abuso psicolgicoy fsico, manipulacin y violencia, algoqueda en ella, algo podemos adivinar.

    Naturalmente, Gloria ha negado siem-pre todos los cargos en su contra. Segnse argument en las noticias, su inocen-cia tuvo ms que ver con falta de pruebas

    que con falta de culpabilidad. Entodo caso, poco importa eso ahora,porque Gloria Trevi, Sergio Andra-de y todas las chicas implicadas eneste escndalo legal y meditico se-rn ingredientes indisolubles deuna fantasa propagada en horarioestelar.

    Es poco probable que una his-toria tan compleja, tan llena de torcidos recovecos y tan sabrosa engeneral, sea falsa. Tal vez ciertos detalles se hayan inventado conafn protagnico, pero no la histo-ria en s. Ninguna de las chicas tiene pinta de ser una consumadadramaturga. Tampoco parecenmuy satisfechas por estar nueva-mente en segundo plano, apenas en el coro. En realidad, no han ganado mucho ms que algunosminutos de dudosa fama.

    Aline, ex mujer de Andrade,destap con un librito (La Gloria por elInfierno) apenas la punta de un icebergque continuaron descubriendo Wendy,Karla, Karola y, especialmente, KarinaYapor. Tanto Aline como Karina sonmujeres muy articuladas y su discursoresulta de lo ms sensato. La Trevi diceque abusan de una fama que slo le corresponde a ella para hacer valer susopiniones. Probablemente tenga algode razn, pero es innegable que lo queellas dicen, sus argumentos y sus ejem-plos, son mucho ms convincentes quelos de Gloria. La narracin del dramaque estas dos jvenes han hecho antelos medios ha sido estructurada, sliday difcilmente rebatible, en especialporque demuestran sentir, ms queodio o coraje, dolor y piedad por s mismas y por Gloria Trevi.

    El que nunca sale bien parado en todo este cuento, ni siquiera con la mismsima Gloria, es Sergio Andrade.Ese hombre pequeo, casi contrahecho,ahora muy enfermo, es quien tiene lallave de la verdad. Todas sus chicas hablan de l con una extraa mezcla demiedo y respeto, parecida a la que sienten los perros fieles por sus amos. Escomo si tampoco l fuera humano, comosi hubiera bajado de un bizarro Olimpo.

    En entrevista con Adela Micha,transmitida en dos partes, Gloria Trevidej entrever una capacidad histrinicaque jams aprovech en sus pelculas.No slo no se dej embaucar por las n-fulas y pretensiones periodsticas de laconductora, sino que termin tomandolas riendas de la entrevista.

    Con un lenguaje muy simple, casiinfantil, la Trevi habl de sus propsi-tos (No voy a tener dueo. Dios es mi nico dueo), de su versin (Te lojuro: aunque los viera en la cama, nome imaginaba lo que estaba pasando),de la verdad (Si algo me call, fue parano hacer ms dao. Pero ojal se cono-ciera toda la verdad) y de la nica ra-zn por la que se mantiene en pie(Dios confi a [sic] que yo no me iba aquebrar). Incluso cant un pedazo deCon los ojos cerrados (Cuando medice que la luna es de queso / si me die-ra otro beso yo / le creo con los ojos ce-rrados...), y llor y dijo haberlo perdo-nado todo. La verdad es que pareca unpoco ensaada con quienes fueron suscompaeras, pareca no haber olvidadonada y perdonado muy poco, y resultmucho ms cabrona que bonita.

    Se llama Gloria de los ngeles Tre-vio y, para Adela Micha, ese nombre

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    La Trevi: carne de leyenda.

  • debera significar algo. Tal vez tenga razn. Tal vez no signifique que DiosPadre y su corte celeste se inclinen poresta mujer de 36 aos. Tal vez quieradecir que Gloria Trevi ha sido tocadapor el destino y concentra en su ser lamateria suficiente para trascenderse a smisma y convertirse en leyenda. ~

    Julieta Garca Gonzlez

    PAPELERA

    El lpiz bicolor

    Nunca logr entender, bien abien, para qu se usaban los lpices bicolores. Cuando de ni-a probaba a escribir algo con uno queviva en el escritorio de mi padre, siem-pre me desanimaba su trazo tan plidoque desdeca de aquel exterior tajante,rojo y azul. El lpiz bicolor era herma-no de las hermosas libretas de contabi-lidad con pasta dura, las que an anidan en las papeleras, y seguramenteen ellas gritaban los contadores cifrasserenas o ceros alarmistas. Esos lpicessiempre me recordaron a la bandera dehuelga por su radicalismo; me hacanpensar en una papelera comunista depanfletos a dos tintas en papeles amari-llentos, de ideales a gritos, de decisio-nes extremas: ests con nosotros o conel enemigo, eres rojo o azul (a lo mejorPedro Miret escribi Esta noche vienen rojos y azules con un lpiz bicolor). Comotodo lo comunista, este lpiz tena tam-bin su lado eclesistico, pues el rojodaba a pensar en tentaciones correcto-ras o bien pecaminosas, y el azul, claro,en el cielo. En suma, un lpiz esencial-mente moral. Yo guardo un bicolor muyviejo, que es como el gato de los lpicesbicolores a causa de su sofisticacin:gordo, a rayas, con ribetes dorados, loconsegu hace mucho en una papeleradel centro. Me gusta mirarlo cuandodebo decidir alguna cosa tajante, y nodeseo que me avasallen los matices,aquellas tonalidades infinitas y moder-nas como los plumones fosforescentes,que ya no dejan distinguir el bien del mal. ~

    Ana Garca Bergua

    ICONOS

    Supermn, el hroe que usaba los calzonesencima de las mallas

    Hace unas semanas la realidadaventaj de nuevo a la ficcin ehizo lo que ningn autor de cmics se haba atrevido a hacer: mat aSupermn.

    O bueno, a Christopher Reeve. O a Supermn?

    Christopher Reeve muri luego deestar nueve aos cuadrapljico.Supermn en silla de ruedas? Cmoseparar al actor del personaje?Hablemos del personaje.

    Supermn posee la bondad deJesucristo, tiene ms fuerza que la cam-peona olmpica Soraya Jimnez, cuentacon toda la humildad que no le toc aMara Flix y con la servicialidad conque Baden Powell fundador de los boyscouts mojaba sus sbanas, adems deostentar la escultural belleza fsica conla que soaba Vittorino.

    Supermn es el hroe dotado de lascapacidades hiperbolizadas del hombrecomn. Sus poderes son la realizacinde las limitaciones de nosotros los habi-tantes al otro lado del cmic. La rapi-dez, el poder de observacin a travs delos objetos, la percepcin auditiva

    sobrenatural, la construccin corporalindestructible, la inteligencia, la luchacontra el mal en todas sus representa-ciones, el desafo de la gravedad que lepermite volar, la respiracin fuera de laatmsfera terrestre son las virtudes que Supermn ofrece al servicio de lajusticia.

    Algo en su origen diferencia aSupermn del resto de los superhroes.En palabras de otro personaje, esta vezBill, de Quentin Tarantino: Supermnnaci siendo Supermn. Cuando sedespierta en la maana es Supermn.Su lter ego es Clark Kent. Su traje conla S roja es la ropa con la que loencuentran los Kent, sa es su ropa. Loque Kent usa, los lentes, el traje, se esel disfraz. Clark Kent es el modo enque Supermn nos mira. Y cules sonlas caractersticas de Clark Kent? Esdbil, inseguro, es un cobarde. ClarkKent es la crtica que hace Supermn dela humanidad.

    En su llegada a la tierra, no se tratade ninguna coincidencia que el vehcu-lo que lo transportaba desde el planetaKriptn se haya estrellado justamenteen Kansas; es decir, pudo haber cadoen Pachuca, o en Lima, sin embargo fueun viaje directo desde los confines deluniverso al centro de Estados Unidos.Tampoco es casualidad que haya nacidoen el periodo de entreguerras; recorde-mos las lneas que dan inicio a la pri-mera pelcula de Supermn, estrenadaen el 78: En la dcada de los aostreinta, hasta la gran ciudad deMetrpolis sufri los estragos de ladepresin mundial. En una poca demiedo y confusin, el trabajo de infor-mar al pblico era responsabilidad delDaily Planet, cuya reputacin por la cla-ridad y la veracidad se haba convertidoen un smbolo de esperanza paraMetrpolis. ste es el marco de ficcincon el que cuenta el espectador paraestablecer una relacin de verosimilitudcon las hazaas del hroe. No hay queolvidar que el papel que representa elperidico es protagnico, pues esdonde Supermn recibe su nombre ytambin la va por la que Lex Luthor, eladversario, conoce los puntos dbiles

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    Supermn: el hroe oo.

  • del hroe. La carga de una sociedadnecesitada de un salvador es el gnesisde Supermn. As como el infierno es elespacio en donde se representan losmales de la condicin humana, el biennecesita una pantalla donde se puedanproyectar las aspiraciones y los deseosde una comunidad particular.Supermn es uno de los protagonistasde la cultura popular, el punto dondeconvergen los anhelos de una poca.

    Y en Christopher Reeve se proyecta-ban otro tipo de anhelos: los del chicoguapo, famoso y millonario, y ademstan bueno como para dudar de su per-feccin.

    Existe toda una generacin que creci tarareando el tema de JohnWilliams al mismo tiempo que brinca-ba desde la cima del clset con esperan-zas de volar, o tratando de convencer asu madre de que le permitiera salir a laescuela con la pijama de Supermn, ojugando con los monos de plstico a lahora del recreo.

    Pues cmo no iba a tener tantosfans? Si estamos hablando del superh-roe que salvaba hasta al gato Frisky, trepado en la copa de un rbol; elmismo que giraba alrededor del mundoalterando el curso cronolgico de lacausalidad.

    Sin embargo, al paso del tiempo, esamisma generacin poco a poco fuehacindose preguntas que desmitifica-ban al hroe: Por qu Supermn eratan bueno, tan oo? Cmo era posibleque Darth Vader (o bueno, el actorDavid Prowse, pero en esas confusionesandamos) entrenara a Supermn(Christopher Reeve) en su propio gimnasio? Por qu nunca llev a LouisLane metafricamente a las nubes? Porqu si Supermn era tan inteligenteusaba los calzones encima de las mallas?

    An recuerdo el da que escuch lanota que anunciaba la cuadraplejia deReeve. Somos la misma generacin que vio volar a Supermn, la misma quelo vio morir. Ser que finalmente

    nos hemos hecho adultos?Se podra separar, como es evidente,

    al personaje de Supermn de entre lalabor actoral de Reeve, pero, lejos de losplanteamientos sobre la representacinque los dividen, hay quienes puedentoparse en un centro comercial con elantagonista de una serie televisiva yescupirle recriminndole su maldad. Eltraslape de la ficcin a la vida cotidianaes una de las licencias que uno tienecomo espectador.

    La muerte de nuestro Supermn hatrado consigo repercusiones en variosniveles: seguidores devastados, la ferozculpa del compositor del tema AdisSupermn, bye, bye, bye, bye, y unaincipiente angustia en George W. Bush,quien se neg a la experimentacin conclulas madre. Y sobre todo conclusio-nes acerca de la inutilidad de hacer elbien, pues Lex Luthor (Gene Hackman)est completamente sano y hasta acabade estrenar una pelcula. ~

    Brenda Lozano

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