Texto Las Palabras Magicas

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Alfredo Gómez Cerdá Las palabras mágicas ~1~

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  • AAllffrreeddoo GGmmeezz CCeerrdd LLaass ppaallaabbrraass mmggiiccaass

    ~1~

  • AAllffrreeddoo GGmmeezz CCeerrdd LLaass ppaallaabbrraass mmggiiccaass

    ~2~

    AALLFFRREEDDOO GGMMEEZZ CCEERRDD

    LLAASS PPAALLAABBRRAASS MMGGIICCAASS

  • AAllffrreeddoo GGmmeezz CCeerrdd LLaass ppaallaabbrraass mmggiiccaass

    ~3~

    ndice

    Argumento: ............................................................................ 4

    Cpitulo 1

    A qu podemos jugar esta tarde? ...................................... 5

    Cpitulo 2

    A m no me duele nada! .................................................... 11

    Cpitulo 3

    Al Prez, el pirata ............................................................... 17

    Cpitulo 4

    Una idea extraordinaria ..................................................... 23

    Cpitulo 5

    No puedes volverte atrs ................................................... 31

    Cpitulo 6

    Qu aburrimiento! ............................................................. 37

    Cpitulo 7

    Un globo? ............................................................................ 41

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    AArrgguummeennttoo::

    Ramn es un nio con una imaginacin

    desbordante y todos recurren a l a la hora de jugar.

    Vive con tanta intensidad sus fantasas que se olvida

    de todo, hasta de que tiene ganas de hacer pis. Eso le

    va a ocasionar algn disgusto, sobre todo con su

    intransigente madre. Este libro es la primera

    incursin del autor en la literatura infantil.

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    CCaappiittuulloo 11

    AA qquu ppooddeemmooss jjuuggaarr eessttaa ttaarrddee??

    LA CIUDAD donde Ramn viva era, ms o menos, como todas. Ya sabis: mucha

    gente, muchos automviles, muchas chimeneas, mucho ruido... Era una de esas

    ciudades que tienen mucho de todo y que, sin embargo, carecen de cosas tan

    elementales como unos poquitos rboles, una cigea anidando en lo alto de una

    torre, un ro limpio... S, era una ciudad normal y corriente. De todas formas, da lo

    mismo cmo fuese su ciudad y, si me apuris, ni siquiera es importante que se trate

    de una ciudad.

    La casa donde Ramn viva tambin era normal y corriente, como casi todas, tal

    vez como la tuya y la ma. Era una de esas casas grandotas, con muchsimos vecinos;

    y Ramn estaba encantado de tener tantos vecinos, sobre todo porque entre ellos

    estaban el Cipri y Rper, sus dos mejores amigos.

    Ramn era un nio alto y grande, muy crecido para su edad; de ojos grandes, a

    veces incisivos, a veces distantes; un largo flequillo castao le llegaba hasta las cejas

    y... y... No se me ocurre nada ms. Ah, s! Resulta que era malsimo, rematadamente

    malo. Bueno... no exactamente. Cmo podra explicroslo? Lo que quiero decir es

    que Margarita, su madre, deca eso a todo el mundo:

    Tengo el peor hijo de todos los hijos sola comentar con cualquiera. Me va a

    matar a disgustos.

    Mujer, es slo un muchacho sola disculparle el interlocutor de turno.

    Es travieso, desobediente, mentiroso, respondn, holgazn... Es, es, es... Acabar

    con mi paciencia y con mis nervios. Es bruto, sucio, vago... y men.

    Men?

    Enuresis infantil, dice el doctor. Pamplinas, digo yo! Lo que me faltaba. S, a

    pesar de lo grande que le ves. Ramn, djate la nariz! Cochino!

    Margarita era una de esas madres que hablan tanto, tanto, que a menudo se

    olvidan de escuchar.

    Pero... cmo era Ramn? Pues, la verdad, yo creo que era un nio como t o

    como yo, o como el Cipri, o como Rper, o como cualquiera de los muchos amigos

    del barrio y el colegio que por las tardes llenaban de polvo y estrpito el pequeo

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    jardn de la plaza del rbol Solitario. Era... alegre, juguetn, carioso, simptico,

    listejo -slo haba sacado un insuficiente en la primera evaluacin- y devorador de

    cuentos y televisin. Sobre todo, era un nio con una imaginacin... Buf! Qu

    imaginacin! Fabulosa! Su mente estaba siempre preparando algo verdaderamente

    extraordinario. Y eso, digo yo, no puede ser malo.

    Fijaos si era grande su imaginacin, que todos los amigos le buscaban siempre que

    queran divertirse de verdad. Y es que los juegos que inventaba Ramn eran

    fenomenales.

    Eh, Ramn! le gritaba el Cipri. A qu podemos jugar esta tarde?

    Pues... pues... arrugaba la nariz para pensar mejor. Qu os parece si

    jugamos a los piratas?

    Ser divertido? preguntaba el escptico Rper.

    Tiene que serlo. Acabo de leer un libro de piratas y me lo he pasado bomba.

    Pero, crees que en esta plaza podremos...?

    Por supuesto! Juntaremos dos bancos para hacer un galen, y nos dividiremos

    en dos grupos.

    Para qu? era la tpica pregunta de Amparito la dientes.

    Los buenos y los malos.

    Pues yo quiero ser una princesa buena.

    Ya lo tengo! Ramn, en unos segundos, haba imaginado toda la historia.

    Escuchadme! Por un lado estarn los piratas, yo ser su jefe.

    Eso no vale!

    Para eso he inventado el juego, no te digo!

    Bueno.

    Por otro lado habr una princesa muy fea que vivir en una isla en medio del

    ocano.

    Y por qu tiene que ser fea? se extraaba Juana.

    Dejadme terminar! Era una princesa muy fea, muy fea, con un ojo a la virul y

    una verruga en la punta de la nariz, con los dientes amarillos y torcidos...

    Como Amparito.

    Idiota, idiota! As sers t!

    Cuando el rey, su padre, la vio por primera vez, se dio un gran susto y se cay

    patas arriba por las escaleras de su palacio.

    Tan fea era?

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    Horrible! Era paticoja, jorobada y con un brazo ms largo que otro. Tan fea que

    asustaba a los perros y a los gatos, desbocaba a los caballos y espantaba a todos los

    prncipes la imaginacin de Ramn no se detena.

    Y por qu tiene que vivir en una isla en medio del ocano?

    Su padre la quiso casar con un prncipe que trajese parabienes y prosperidad a

    su reino y, para ello, escribi cartas a los reyes vecinos: Querido colega les deca

    : tengo una hija casadera, Robustiana...

    Y por qu se llamaba Robustiana?

    Porque s!

    Es un nombre muy feo; podra llamarse Lindaflor, como la princesa de un

    cuento que me compraron el da de mi cumple.

    Cmo va a llamarse Lindaflor, con lo fea que era? El cura que la bautiz se

    neg a llamarla Lindaflor. Y dejadme terminar! El rey escriba: ...me gustara que

    alguno de tus hijos viniese a mi palacio y conociese a Robustiana.

    Ese era Ramn. Cuando se senta rodeado por todos los amigos, que escuchaban

    atentamente sus divertidas ocurrencias, se olvidaba de todo. Amparito la dientes se

    converta ante sus ojos en la horrible Robustiana, la princesa ms desdichada del

    mundo porque no encontraba novio que la llevase a un palacio con jardines

    encantados y surtidores de agua; y el Cipri era Petronilo, su padre, rey de

    Petronilandia, fiero guerrero en su juventud y sabio monarca en su madurez, cuya

    mayor desgracia era la fealdad de su nica hija, a la que no haba conseguido casar ni

    con el horrible Feo-Chi-T, el prncipe chino ms espantoso de toda la China, y a la

    que haba desterrado, harto de tanto fracaso diplomtico, a una isla solitaria en

    medio del ocano; l mismo se converta en un pirata en toda regla.

    Yo ser el rey de los piratas.

    Cmo te llamars?

    No lo s. Pero me faltar una pierna, que se trag de un bocado un tiburn una

    vez que fui arrojado al mar por un pirata enemigo, envidioso de mis hazaas.

    Andars a la pata coja.

    No; me atar el palo de una escoba.

    Y cuando camine, meter mucho ruido: plaf, plaf, plaf... Me faltar un ojo, que me

    arranc de cuajo un guila con sus garras.

    Qu asco!

    Llevar un parche negro atado al cogote. Tambin me faltar la mano izquierda.

    Se la comi el tiburn?

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    No; me la cortaron de un tajo, con una espada, un da que abordamos a un

    velero holands para saquearlo. Llevar un mun con un garfio de acero.

    Y entonces su mente volaba libre como el viento, y se escapaba de la plaza, del

    barrio, de la ciudad... Y llegaba al ocano. Y en su cerebro resonaba el fragor de las

    olas rompiendo contra el casco del navo, y sus ojos slo vean el flamear de la

    bandera negra, con dos huesos cruzados debajo de una calavera, en lo alto del palo

    mayor. Y... y..., bueno, no s cmo decirlo. Entonces..., siempre ocurra lo mismo, se

    le olvidaba que tena ganas de hacer pip y... y... Bueno, ya os lo imaginis: sus

    pantalones comenzaban a mojarse de repente y la mancha le llegaba casi hasta las

    rodillas.

    Ser el pirata ms temido de todo el mar.

    Eres fenmeno, Ramn!

    Mi guarida estar en el fondo de una gruta, en una escarpada isla del Caribe.

    All guardar mis tesoros, robados a los barcos ms poderosos de Europa.

    Yo tambin quiero ser pirata, ser tu ayudante Rper era siempre el primero

    en entusiasmarse con las historias de Ramn.

    Te nombro capitn desde este momento. Te encargars de otear constantemente

    la lnea del horizonte con este catalejo.

    Con cul?

    Con ste.

    Para Ramn, los dedos doblados de sus manos se haban convertido ya en un

    autntico catalejo.

    El juego haba quedado dispuesto. Al da siguiente empezaran la gran aventura

    de los piratas y la princesa Robustiana; pero hoy se haba hecho tarde y haba que

    regresar a casa antes de que se impacientasen los padres respectivos.

    Subiendo las escaleras, sin darse cuenta, Ramn se haba atado el pauelo a la

    frente, tapndose un ojo, y cojeaba visiblemente, fingiendo una pierna de madera:

    plaf, plaf, plaf, plaf, plaf...

    Cuando Margarita, su madre, abri la puerta, estuvo a punto de desmayarse. Dio

    un grito que hizo que el nio, de golpe, cayese en el mundo de la realidad, de su

    realidad concreta de cada da, de la que tan fcilmente se alejaba.

    Me vas a matar de un susto! gritaba Margarita al borde de la histeria. No

    puedo ms! Por qu te has puesto ese pauelo en el ojo? Por qu venas cojeando?

    Es que..., mam, lo que ocurre... Yo era un pirata muy valiente y...

    Un pirata! Lo que me faltaba por or!

    S, un pirata cojo que...

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    Djame de piratas y qutate ese pauelo de la cabeza inmediatamente!

    Y Ramn bajaba la mirada, obedeca a su madre y entraba en casa en silencio.

    Todo se desvaneca en su cerebro y entonces no era capaz de articular una sola

    palabra ms, a pesar del interrogatorio constante a que le someta la impaciencia de

    Margarita.

    Cundo vas a dejar de pensar en esas tonteras? Ms vale que te preocupes de

    hacer pip cuando debes, mira cmo traes los pantalones. Cundo dejars de

    hacrtelo encima? Qu trabaj te cuesta...? Por qu no pones un poco ms de

    inters?

    Pero Ramn no poda contestar, era como si de repente se hubiese quedado mudo,

    como si tambin un pirata enemigo le hubiese cortado la lengua y se la hubiese

    arrojado a los tiburones. De nada servan los zarandeos de Margarita.

    No prestas atencin a nada! Por eso te han suspendido una evaluacin, y no me

    explico cmo no te suspenden ms, con lo distrado que eres. Y todo te pasa por no

    comer!

    Y ahora llegamos a otro de los grandes suplicios de Ramn: la comida. Pero

    dejaremos que siga hablando Margarita.

    No puedes mantenerte con lo poco que comes. Te quedars enclenque y los

    nios se reirn de ti. Adems, si te lo haces encima, es por no comer. Te lo digo yo!

    No tienes fuerzas ni para aguantarte lo necesario, como hace todo el mundo. Pero

    esto no va a quedar as, maana sin falta te llevar al mdico.

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    CCaappiittuulloo 22

    AA mm nnoo mmee dduueellee nnaaddaa!!

    AL DA siguiente, por la tarde, despus del colegio, cuando los nios del barrio se

    reunan en la plaza del rbol Solitario, Ramn no estaba. Andaban un poco

    desconcertados, pues no saban cmo continuar el juego de los piratas que haban

    iniciado la tarde anterior. Todo eran miradas al portal de Ramn, y a las ventanas de

    su piso, con la esperanza de descubrir el motivo de la ausencia.

    Por fin, lleg; pero haba algo raro en su aspecto: era su ropa, demasiado limpia; y

    su pelo, demasiado peinado; y sus zapatos, demasiado brillantes. Todos corrieron

    hacia l.

    Estbamos esperndote para jugar a los piratas le dijo el Cipri.

    Hoy no puedo jugar.

    Por qu? Qu te ocurre?

    Nada, que mi madre me quiere llevar al mdico.

    Ests enfermo?

    A m no me duele nada.

    Y por qu quiere llevarte al mdico? pregunt Amparito, que no entenda

    nada de nada.

    Ella dice que estoy en Babia, que las cosas me entran por un odo y me salen por

    el otro.

    Buf! Eso debe de ser muy grave.

    Pues a m no me duele nada.

    Margarita, tambin ms arreglada que de costumbre, sala ya del portal. Ramn

    fue hacia ella, pero antes se volvi al grupo de amigos y les grit:

    Ya s cmo voy a llamarme!

    Cmo?

    Al Prez, el pirata!

    Suena raro.

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    Ser un pirata viejo, cansado de luchar con todo el mundo!

    Margarita le cogi de la mano y, de un tirn, le hizo echar a andar.

    Al Prez, qu tontera! coment entre dientes.

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    ~13~

    Caminaron un buen rato en silencio y, slo cuando estaban cerca del ambulatorio,

    Ramn se atrevi a protestar levemente.

    Dnde vamos, mam?

    Dnde vamos a ir! Parece mentira que lo preguntes: al mdico.

    No quiero ir al mdico! No estoy malo!

    Cllate, respondn. Irs donde yo te diga. Esto no puede continuar as.

    El qu?

    Pues... esto... Acabars conmigo, mi paciencia tiene un lmite.

    A pesar de que a Ramn no le dola nada, aquella tarde fueron al mdico y, claro,

    el doctor le examin, le auscult, le mir la garganta con una tablita y le hizo sacar la

    lengua diciendo aaaaa.

    Tiene usted un hijo sano y fuerte concluy el doctor.

    Pues no lo entiendo, con lo malo que es. No se lo puede imaginar usted.

    Es normal en un nio de su edad.

    Adems, no come nada. Nada de nada. Siempre est desganado, no entiendo

    cmo le puede encontrar sano y fuerte. Si supiese las fatigas que tengo que pasar

    para que coma un poco!

    El mdico, en vano, trataba de demostrar a Margarita que su hijo estaba sano y

    que los problemas que le planteaba eran naturales y lgicos. Pero, al final, se la tuvo

    que quitar de encima recetndole unas vitaminas que por lo visto abran el apetito.

    Margarita no qued satisfecha. Estaba segura de que a su hijo le pasaba algo y ella

    tena que saberlo. Durante el camino de vuelta anduvo dndole vueltas a su cabeza y

    en seguida encontr una solucin.

    AL DA SIGUIENTE, por la tarde, tampoco llegaba Ramn a la plaza. Y los amigos

    estaban contrariados, pues el juego de los piratas tendra que aplazarse otra vez.

    Cuando vieron salir a Ramn del portal de su casa, ya iba de la mano de su madre

    y, como el da anterior, muy arreglado y peinado.

    Qu fastidio! coment Rper. Otra vez que le lleva al mdico.

    A lo mejor est malo de verdad.

    Pero l dice que no le duele nada.

    Ramn los mir y no pudo evitar guiar un ojo y caminar con una pierna tiesa,

    como imaginaba a Al Prez el pirata. Margarita dio un respingo y tir con fuerza de

    su hijo.

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    Deja de hacer el tonto! Vamos a llegar tarde.

    A m no me duele nada.

    No vamos al mdico, vamos al colegio.

    No habr nadie, ya estar cerrado.

    Sin embargo, haba alguien esperndolos. Margarita haba concertado una cita con

    don Anastasio, el psiclogo, para ver si l poda corregir los males de su hijo, que la

    inepcia del mdico no haba sabido remediar.

    Don Anastasio tambin examin a Ramn, aunque de otra manera. Le hizo tests y

    muchas preguntas.

    Qu tal, don Anastasio? preguntaba la impaciente Margarita.

    Bien, bien responda el psiclogo. Ahora voy a hacer que pinte un poco.

    Que pinte?

    S, que haga dibujos y los asocie entre s. A ver, a ver...

    Con inters observaba las reacciones del nio e iba anotando todas sus

    conclusiones en un bloc. Al final se dirigi a Margarita.

    Su hijo est perfectamente.

    Eh?

    Es un nio despierto y reflexivo. Su imaginacin es grande y su inteligencia

    normal. Le noto slo cierta inseguridad, tal vez algn conflicto familiar no resuelto a

    tiempo, falta de comprensin, en fin... Tendra que seguir durante algunas sesiones

    ms.

    Margarita sali hecha una furia del gabinete de don Anastasio. Qu desfachatez!

    Sugerirle a ella que no comprenda a su hijo! Aquella visita sirvi para confirmar su

    teora de que los psiclogos no servan para nada.

    A LA TARDE siguiente, en la plaza, los nios estaban sentados en corro frente al

    portal de Ramn.

    Vosotros creis que hoy bajar a jugar? preguntaba Juana.

    Yo creo que s deca el Cipri. Sera demasiado que hoy tambin le llevase al

    mdico.

    Eso creo yo ratific Amparito.

    Pero sus esperanzas pronto se desvanecieron. Margarita otra vez volva a la carga,

    con su hijo bien arreglado y bien peinado de la mano. El nio caminaba cabizbajo y,

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    ~15~

    al pasar junto al corro de amigos, los mir de reojo. De repente, algo se encendi en

    su cerebro y comenz a gritarles:

    Princesa Robustiana! No te apures por tus desdichas! Pronto ir a sacarte de

    esa isla! Confa siempre en Al Prez el pirata!

    Margarita tuvo que darle un pescozn para que se callase.

    Que te calles! Que he dicho que te calles! Qu vergenza! Todo el mundo nos

    est mirando!

    Son mis amigos.

    Que te calles!

    No quiero volver con don Anastasio.

    Hoy no vamos a ver a ese psiclogo.

    Era el maestro quien los estaba esperando, el muy paciente don Vctor, a quien

    Margarita abrum con los problemas de su hijo.

    No estudia nunca le deca.

    Pues yo le tengo por un buen alumno aseguraba don Vctor.

    Pero si le suspendi en una evaluacin.

    S, en la primera; pero desde entonces se ha aplicado mucho y estoy seguro de

    que aprobar el curso sin dificultad.

    Usted cree?

    Naturalmente.

    Margarita sinti de nuevo que era ella la incomprendida, no su hijo, y no dio su

    brazo a torcer. Pensaba antes que todos estaban equivocados y que, al fin y al cabo,

    ella era la madre de Ramn y le conoca mejor que nadie.

    Las tres intentonas de enderezar a su hijo, como ella deca, slo sirvieron para que

    se volviese ms intransigente, ms segura de s misma, ms autoritaria y ms

    vociferante. Ramn tuvo que pagar las consecuencias. Las reprimendas a veces

    adquiran tonos dramticos.

    Me matars a disgustos! No me crees? Ya lo vers, desvergonzado! Estoy

    enfermando poco a poco. Y es que no paro contigo. Si por lo menos no te orinases...

    El mdico dijo...

    Ya s lo que dijo el mdico! No hace falta que me lo repitas. Ese mdico no sabe

    nada de ti. Yo soy quien te conoce. Yo, yo y yo! Yo tengo que aguantarte y lavar tus

    pantalones, el pijama y las sbanas. A tu edad! Ningn nio de tu edad se lo hace

    encima.

    S...

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    ~16~

    No me contradigas! Y si se lo hacen, peor para ellos. Por qu no me haces caso

    y sigues mis consejos? Lo que te digo es por tu bien. Pero t... como si oyeses llover.

    Lo nico que te preocupa es leer cuentos por la noche, en la cama, en vez de dormir.

    Por eso ests tan dbil, por eso te pasa lo que te pasa.

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    ~17~

    CCaappiittuulloo 33

    AAll PPrreezz,, eell ppiirraattaa

    AL CUARTO DA, Ramn baj a refugiarse a la plaza del rbol Solitario. Se sent

    en un banco y permaneci en silencio, cabizbajo, hasta que le vieron el Cipri y los

    dems.

    Eh, Ramn! le gritaron. Estamos aqu. Creamos que tampoco bajaras hoy.

    Pero Ramn no los oy. Continuaba pensativo, creyndose el ser ms culpable del

    mundo. Se martirizaba repitindose constantemente una terrible pregunta: Por qu

    ser yo tan malo?

    Qu te pasa? le pregunt Juana, que ya se haba acercado hasta l.

    Por qu ser yo tan malo? pens otra vez en voz alta, sin darse cuenta de que

    toda la panda estaba ya rodendole.

    Eh? Qu dices? Juana no esperaba una respuesta semejante.

    Se ha quedado dormido dijo Rper. Estar soando.

    No estoy dormido! reaccion por fin, enfadado.

    Oye! intervino el Cipri. De verdad piensas que eres tan malo?

    Pues... creo que s.

    Y por qu motivo?

    Todo lo que hago le parece mal a mi madre, y todo lo que digo, y yo creo que

    hasta todo lo que pienso. Y es que... debo de ser malsimo.

    Quedaron unos momentos en silencio y por la mente de cada uno pas una

    imagen terrible de Margarita, con un dedo tieso, acusatorio, sealando a su hijo, sin

    dejar de amenazarle un solo instante.

    Y qu pasa con los piratas? pregunt Amparito la dientes, al cabo de unos

    instantes y para romper el silencio que se haba apoderado del grupo.

    Es verdad! se entusiasm Rper. Hoy podemos seguir jugando.

    A Ramn le cost algo ms de trabajo que el acostumbrado entusiasmarse con la

    idea del juego. Si normalmente se entusiasmaba en unos segundos, en esta ocasin

    tard por lo menos minuto y medio.

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    ~18~

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    ~19~

    Lo primero es saber quin ser cada uno.

    Yo soy tu capitn le record Rper, temeroso de que algn oportunista de

    ltima hora tratase de quitarle el puesto.

    T, Cipri, sers Petronilo.

    El Cipri rezong un poco, ya que intua que detrs de ese nombre tan feo no

    encontrara las aventuras apasionantes que esperaba vivir.

    Yo no quiero ser Petronilo!

    Si empezamos as, me marcho. No se puede jugar con vosotros.

    Es que Petronilo es un nombre muy feo.

    Qu va! Petronilo era el rey.

    El rey! exclam el Cipri sorprendido.

    Pues claro, el rey de Petronilandia.

    Haberlo dicho antes! el Cipri estaba encantado de ser el rey. Habis odo?

    Ser el rey!

    Y por qu el rey no se llama Fernando, o Alfonso, como todos los reyes?

    pregunt la candida Amparito, que tena la virtud de complicarlo todo a ltima hora.

    O Juan Carlos? remat Juana.

    Porque s! estall Ramn. Y como sigis protestando, no juego.

    No te enfades, hombre.

    Si es que sois unos pesados.

    Anda, contina. Si Petronilo es un nombre muy bonito. Cuando era ms

    pequeo, tena una gata que se llamaba Petronila dijo el Cipri para contentarle.

    Adems, como era rey de Petronilandia Juana tambin haba dado marcha

    atrs, pues le queda muy bien.

    De acuerdo, continuar una vez ms, Ramn se haba dejado convencer:

    Amparito, t sers la princesa.

    Qu princesa?

    Robustiana.

    Yo no quiero ser sa! Dijiste que era tan fea que espantaba a todos los prncipes

    azules. Y que tena una verruga en la nariz y un ojo a la virul.

    Y los dientes grandes y retorcidos, como t Rper se llevaba a matar con

    Amparito y aprovechaba cualquier ocasin para meterse con ella.

    Idiota, idiota, idiota!

    Ya no juego! sentenci Ramn, molesto por tantos inconvenientes.

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    ~20~

    Sus palabras fueron como un mazazo. Todos se quedaron callados, mirndose,

    arrepintindose interiormente de haber protestado las decisiones de Ramn, que, al

    fin y al cabo, tena derecho a decidir quin debera ser cada uno, que para algo ha de

    servir inventar juegos. O no? La misma Amparito estaba ya dispuesta, y resignada,

    a asumir su papel de princesa, aunque sta fuese la mismsima Robustiana, la miss

    universo de las princesas por la otra punta, con la nica condicin de que dejasen sus

    dientes tranquilos.

    En esta ocasin, tardaron por lo menos cinco minutos en convencerle de nuevo.

    Ramn, aunque lo estaba deseando, se hizo de rogar: pero como en realidad era

    quien ms deseaba jugar, acab por olvidarse de su enfado y cedi a los deseos de la

    panda, que eran los suyos. Si se hizo de rogar durante cinco minutos, fue porque se

    encontraba muy importante as. Quin no ha sido alguna vez un poquito vanidoso?

    Petronilo! el Cipri ya haba dejado de ser el Cipri.

    Qu?

    Ese montn de arena ser tu palacio.

    Tan pequeo?

    Es suficiente. All cabris los dos. Robustiana, ve con tu padre.

    Voy volando.

    El terreno de alrededor ser tu reino.

    Y qu har en mi reino?

    Reinar, te parece poco?

    Pero si no tengo vasallos.

    Pues te los imaginas. Tus vasallos pueden ser doa Fina, la frutera, y Juan, el del

    estanco. Y toda la gente que pasa por la plaza.

    No van a querer jugar protest el Cipri en voz baja, mientras se diriga a su

    montn de arena, digo, a su palacio.

    Los dems, venid conmigo! Seremos los piratas. Juntaremos dos bancos a esa

    farola.

    A la orden!

    T, qutate la camisa y tala en lo alto del palo mayor, ser nuestra bandera.

    Qu palo mayor?

    La farola! Cul va a ser?

    Es que si se mancha, mi madre...

    Es una orden!

    Est bien.

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    ~21~

    El Cipri y Amparito se vieron de repente abandonados por todos.

    Eh! Y nosotros qu hacemos? gritaron.

    Ramn se volvi en plena carrera:

    Destierra a tu hija a una isla en medio del ocano. Esa boca de riego ser la isla.

    El Cipri entonces se volvi a Amparito, se aclar la garganta, frunci el ceo, puso

    cara de rey y dijo:

    Robustiana, qu accin horrible habr cometido para merecer una hija tan fea

    como t?

    No es para tanto, pap Petronilo. Mrame de perfil, vers cmo mejoro.

    Mejorar, dices, con esa nariz que parece la mejor berenjena del huerto de

    palacio?

    Al fin y al cabo, mi cara no es ms fea que tu nombre, Petronilo.

    Descarada! Fuera de mi casa, digo, de mi palacio! Te destierro a una isla

    abandonada en medio del ocano.

    Ramn estaba entusiasmado. Mientras Robustiana parta con lgrimas en los ojos

    hacia su destierro, l libraba una feroz batalla contra Wifredo el Tarta-ta-ta-mu-do, el

    corsario teutn ms bruto que se conoca. La batalla era tremenda, los dos barcos se

    haban embestido, los dos palos mayores se haban tronchado a causa de los

    caonazos previos y las velas flotaban sin sujecin alguna sobre sus cabezas.

    Esa va de agua! Taponad esa va de agua! gritaba a sus hombres.

    No se puede, es demasiado grande.

    Entonces... todos a la lucha! Nos quedaremos sin barco, pero demostraremos a

    Wifredo el Tarta-ta-ta-mudo que no hay pirata en el mundo capaz de igualarse con

    Al Prez, que soy yo.

    FUE UNA batalla tremenda. Qu digo tremenda! Fue peor, mucho peor, por lo

    menos tremendsima. Los dos barcos se hundieron juntos, con sus palos mayores

    tronchados y sus velas entrelazadas, como una gran tela de araa. Slo hubo un

    superviviente: Al Prez, el viejo lobo de mar, que, a pesar de que le faltaba una

    pierna, un brazo y un ojo, consigui asirse a un madero que flotaba a la deriva.

    Estuvo nadando ni se sabe cunto, pero por lo menos una semana y dos das. La

    humedad le llegaba hasta los huesos. De repente, una maana, bajo la luz rojiza del

    amanecer, su nico ojo divis una isla.

    Tierra! grit, y comenz a nadar hacia ella.

    Y qu casualidad! Precisamente en aquella isla estaba... Pero...

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    ~22~

    Es tardsimo! grit Amparito la dientes.

    Es verdad! ratific Rper, tras una ojeada a su nuevo reloj digital, que hasta

    tena luz incorporada para verlo por la noche.

    Maana seguiremos, es un juego estupendo. Qu viene despus, Ramn?

    Pues, no lo s bien. Como os dije, Al Prez era un pirata algo viejo y muy

    cansado de luchar...

    Y por qu se llamaba Al Prez? pregunt Amparito. Qu nombre tan

    raro!

    Es que era mitad moro y mitad espaol.

    Se separaron y corrieron hacia sus casas respectivas; todos iban con el temor de

    una ms que probable reprimenda a causa del retraso. Bueno, todos, no. En la cabeza

    de Ramn an resonaba el fragor de las espadas chocando, el plaf-plaf-plaf-plaf-plaf

    de su pata de palo sobre la cubierta de madera, incluso poda sentir sobre su cuerpo

    la humedad terrible del ocano.

    Cuando Margarita le abri la puerta, se qued mirndole de arriba a abajo. Fue

    una de esas miradas que a cualquiera le hacen sentir un escalofro de pies a cabeza.

    Bueno, a cualquiera menos a Ramn. El segua nadando a brazo partido, con la

    esperanza de alcanzar la isla.

    Has visto cmo traes los pantalones? le dijo su madre. Estn mojados otra

    vez!

    Claro, mam, es que se hundieron los barcos y nos tuvimos que arrojar al agua.

    Qu tontera es sa?

    Los dems, creo que se ahogaron; slo yo pude agarrarme a un madero. Llevo

    nueve das y nueve noches nadando.

    Te has vuelto a orinar, cochino! estall Margarita. Qu voy a hacer

    contigo? Qu voy a hacer?

    Ramn baj poco a poco la mirada y descubri el rodal en sus pantalones. A

    medida que regresaba a la realidad, su cuerpo se iba encogiendo y no deseaba ms

    que convertirse en tortuga y esconder la cabeza, las manos y las piernas dentro del

    caparazn. En su cerebro se dilua como el humo el mismsimo Al Prez, y su barco,

    y la isla, y la princesa Robustiana...

    Qu voy a hacer contigo?

    Y la pregunta terrible volva a tomar cuerpo, forma y sentido: Por qu ser yo

    tan malo?

    Qutate esa ropa y ponte el pijama!

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    ~23~

    CCaappiittuulloo 44

    UUnnaa iiddeeaa eexxttrraaoorrddiinnaarriiaa

    AQUELLA NOCHE so con las cataratas del Nigara. Qu fastidio! No lo pudo

    evitar. Antes de acostarse se le haba ocurrido ojear un libro de geografa y... all

    estaban las dichosas cataratas! Qu cantidad de agua cayendo sin cesar! Los

    hombres que pasaban por un puente colgante de madera parecan hormiguitas.

    Cunto le gustara ver esas cataratas! Pero verlas de verdad, no en fotografa.

    Aunque..., pensndolo bien, no estaba muy seguro. Podra soar todos los das con

    ellas y... No, no, decididamente no quera visitar las cataratas del Nigara.

    Por la maana, trat de disculparse ante una Margarita ms irritada que de

    costumbre.

    Es que... he soado con las cataratas del Nigara y...

    Por la tarde, y por primera vez en muchos das, Ramn no tena ganas de jugar, ni

    siquiera a los piratas. Como los amigos ya conocan sus problemas y los

    comprendan, se sentan solidarios.

    Eso le puede pasar a cualquiera le consolaban.

    Se sentaron alrededor y le animaron como mejor saban. Ninguno se atrevi a

    mencionar el juego de los piratas.

    Yo tengo un primo de quince aos que se mea en la cama coment Juana. El

    mdico le ha dicho que tiene la columna vertebral partida en dos.

    Hala! Cmo va a tener la columna vertebral partida! Rper no poda

    crerselo.

    Se lo dijo el mdico, listo!

    Si tuviese la columna vertebral partida, se morira. Nunca se podra poner

    derecho.

    Ramn saba perfectamente a qu se refera Juana; sin embargo, no tena ganas ni

    de aclararles sus dudas. A l tambin le haban hecho radiografas de la columna

    vertebral y anlisis de todo tipo y, para su desgracia, estaba completamente sano. No

    exista causa fsica para que se orinase encima, y sin embargo...

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    ~24~

    El Cipri llevaba unos minutos sin hablar, lo cual era sntoma inequvoco de que

    alguna idea estaba rondando su cabeza. Es que -se me haba olvidado decirlo- el

    Cipri era el de las grandes ideas. El siempre encontraba solucin a todo. Y qu

    soluciones! Fenomenales! De repente, dio un grito que sobresalt a todos:

    Ya est!

    Qu idea se te ha ocurrido? Rper, que le haba estado observando, no dud

    un instante que el Cipri haba hallado la solucin definitiva.

    Escuchadme!

    Todos le rodearon con ansiedad para que les contase con detalle su extraordinaria

    idea. Yo no os dir de qu se trataba, porque fcilmente lo podris deducir si

    continuis leyendo. Slo os advertir una cosa: era una idea arriesgada y hasta un

    poco peligrosa.

    No s, no s... Ramn no lo vea muy claro.

    Te digo que resultar! insisti el Cipri.

    Finalmente, animado por todo el grupo, Ramn acept llevar a cabo aquella idea

    tan magnfica.

    POR LA NOCHE, cuando Margarita se dispona a colocar la mesa para cenar,

    Ramn se acerc a ella y se ofreci a ayudarle con los cubiertos.

    Qu mosca te habr picado! le dijo Margarita, no acostumbrada a la

    colaboracin espontnea de su hijo.

    Ninguna. Quiero ayudarte a poner la mesa.

    Qu estars tramando? Margarita no confiaba en las buenas intenciones de

    su hijo. Algo malo, seguro.

    No, mam. He tomado la determinacin de volverme bueno. A partir de ahora

    ser obediente, har todo lo que me digas. Todo, todo, todo...

    Ya veremos.

    Te lo aseguro, mam. Todo, todo, todo, todo, todo... Ramn insista tanto

    porque eso formaba parte del plan.

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    ~25~

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    ~26~

    Margarita se limit a mirarle de soslayo y a encogerse de hombros, sin duda

    pensando que la buena disposicin de su hijo durara poco, como ya haba ocurrido

    en otras ocasiones, y no le dio mayor importancia.

    Y result que, al cabo de unos minutos, sali por la televisin el mismsimo

    presidente del gobierno, que informaba al pas sobre cosas muy importantes.

    Margarita, como buena ciudadana, corri al televisor y escuch atentamente; pero

    Ramn, que no entenda bien lo que un seor muy serio y con corbata quera decir,

    se dio media vuelta y se puso a cantar el himno de los piratas, una cancin que se

    haba inventado l solo.

    Margarita, a la que el himno de los piratas impeda or con claridad el discurso del

    presidente del gobierno, iba a reprender a su hijo; pero lo pens dos veces, cont

    hasta cinco y se contuvo. Se levant de la silla y subi un poco el volumen del

    televisor.

    Ramn, que se vea ya encaramado en el puente de mando de su bajel, rodeado

    por todo su ejrcito pirata, dirigiendo con su reluciente garfio de acero un extrao y

    abigarrado orfen, inconscientemente, tambin elev el volumen de su voz.

    Esta vez Margarita no lo pens dos veces ni cont hasta cinco.

    Cllate! le dijo.

    Pero como estaba tan entusiasmado y como el volumen del televisor era ya ms

    que considerable, Ramn no la oy. Sigui arremetiendo con su himno de los piratas,

    y procuraba poner la voz lo ms ronca posible, ya que se imaginaba que todos los

    piratas deban tener la voz muy cascada, a causa de las botellas de ron que beban a

    todas horas:

    Al Prez el pirata.

    Chin-pon-pn!

    Al Prez el terror

    de los mares y los barcos,

    de princesas y tesoros.

    Chin-pon-pn!

    Al Prez, que soy yo.

    As es como vas a obedecer? Margarita estaba hecha una furia. No te da

    vergenza! Prometes cosas que no vas a cumplir.

    Pero es que... balbuce el nio.

    Silencio! Cllate de una vez! No quiero volver a orte!

    Y aqu es donde deba comenzar el plan del Cipri. Ramn, no obstante, lo pens

    unos momentos; pero finalmente se decidi. Y entonces, se call; pero se call por

    completo, es decir, se call definitivamente.

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    ~27~

    El disgusto de Margarita fue enorme. Imaginaos, pens que su hijo se haba

    quedado mudo. Llor desconsolada largas horas y, en vano, Prudencio -el padre de

    Ramn, del que todava no he hablado porque tena pluriempleo y nunca estaba en

    casa- trat de consolarla, asegurndole que sera un mal pasajero.

    A Ramn le conmovieron mucho las lgrimas de su madre; a punto estuvo de

    romper el plan del Cipri y contarle toda la verdad; pero no lo hizo. Y ni l mismo se

    explicaba el porqu. Tal vez su experiencia le deca que los planes del Cipri nunca

    fallaban, o al menos nunca haban fallado hasta la fecha.

    Al da siguiente, y en vista de que Ramn segua sin hablar, Margarita le puso la

    ropa de los domingos, le lav las orejas y le pein con colonia.

    Te llevar inmediatamente al mdico le dijo.

    Como Ramn tena que fingirse mudo, no pudo protestar y se resign con

    paciencia.

    El doctor le examin concienzudamente, notaba algo extrao e insista una y otra

    vez en sus exploraciones.

    El nio est bien... coment.

    Cmo puede decir eso, doctor? intervino Margarita.

    Quiero decir que no observo lesin alguna que le impida hablar. Ms bien me

    inclino a pensar que existen otras causas, algo psicolgico.

    Psicolgico?

    S, tal vez su estado emocional..., algn conflicto...

    Aquellas palabras sirvieron para que Margarita volviese a pensar que aquel

    mdico no saba nada. Abandon el ambulatorio furiosa, hablando en voz alta por

    los pasillos, asegurando que se quejara a quien tuviese que quejarse, que las cosas no

    iban a quedarse as, que tendran que orla a ella...

    Por la tarde, llev al nio al gabinete de don Anastasio, el psiclogo. El Cipri y los

    dems los vieron cruzar la calle desde la plaza. Cuchichearon algo en voz baja

    cuando Ramn los mir de reojo.

    Don Anastasio, despus de or a Margarita, frunci el ceo:

    Lo que me tema! dijo.

    Cmo?

    Sin duda se trata de un problema de afectividad.

    Margarita, que intua hacia donde quera llegar don Anastasio, no quiso or ms.

    Agarr a su hijo por un brazo y le sac del gabinete sin contemplaciones.

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    ~28~

    Ramn estaba deseando volver a casa; pero, como se tema, no iban a regresar sin

    hacer una visita al muy paciente don Vctor. El maestro escuch angustiado el relato

    de Margarita y lament sinceramente lo ocurrido:

    Mi consejo dijo es que el nio procure seguir haciendo una vida normal.

    Que no falte al colegio. Pondr todo mi empeo en l y, entre todos, estoy seguro de

    que podremos conseguir buenos resultados.

    Como Margarita esperaba ms cosas de las que don Vctor poda ofrecerle,

    tambin abandon el colegio con muy malos modales. Desconsolada, y al borde de

    un ataque de histeria, regres a su casa.

    Lo que me faltaba: un hijo mudo! Me voy a volver loca! A m s que nadie me

    comprende!

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    ~29~

    Prudencio, ms resignado, trataba de calmarla durante los pocos momentos que

    pasaba en casa.

    Y EL CASO fue que Ramn permaneci mudo ante todo el mundo, excepto ante el

    Cipri y los dems, naturalmente.

    Qu tal? le preguntaban por la tarde en la plaza del rbol Solitario.

    Parece que bien responda Ramn. Hoy no me ha regaado ni una sola vez.

    Lo ves! deca el Cipri, orgulloso. Ya os dije que mi plan dara resultado.

    Bueno, bueno cort Rper. Cundo seguimos jugando a los piratas?

    No podemos asegur Ramn. Alguien podra verme hablando y...

    Pues no hables.

    Es que es preciso que hable. Al Prez tiene que llegar a la isla donde ha sido

    desterrada la princesa Robustiana y tiene que declararse a ella.

    Pues qu fastidio!

    Yo tambin lo siento.

    Jo! pero es que este juego nunca vamos a poder terminarlo.

    Si queris los consol Ramn os puedo ir contando lo que pasar. Adems,

    os puedo ensear tambin el himno de los piratas, que me invent el otro da.

    Y cmo es?

    Escuchad:

    Quince hombres van en el cofre del muerto.

    Yo-ho-ho! Y una botella de ron!

    La bebida y el diablo se llevaron el resto.

    Yo-ho-ho! Y una botella de ron!

    No vale! protest Rper airadamente.

    Por qu? Amparito la dientes no haba adivinado el fraude.

    Porque sa es la cancin de los piratas de La isla del tesoro. Lo le durante las

    vacaciones, es un libro lleno de aventuras.

    Ramn baj la cabeza. Le haban descubierto. Por lo visto no era el nico lector de

    La isla del tesoro. Pero si l, efectivamente, se haba inventado un himno de

    piratas, por qu a ltima hora lo haba cambiado por la cancin favorita del

    borracho Bill, el viejo pirata del bal y la cicatriz en la mejilla, que un da tom

    asiento en la posada del Almirante Ben-bow? Por qu? Ramn era as, un poco

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    ~30~

    inseguro de s mismo. Aunque le gustaba su himno, pens que la cancin de La isla

    del tesoro tendra mayor aceptacin.

    Eres un tramposo.

    Os aseguro que me he inventado de verdad un himno de los piratas. Os lo

    aseguro!

    Y por qu no lo cantas?

    Ahora mismo. Ya veris.

    Procur enronquecer la voz, haciendo esfuerzos con su garganta y emitiendo

    extraos gruidos. Pero cuando iba a arrancarse, Juana dio la voz de alarma.

    Cuidado! Que viene!

    Margarita ya cruzaba la calle en busca de su hijo, y es que ltimamente se

    preocupaba ms de l, e incluso iba a buscarle todas las tardes hasta la plaza. Tuvo

    palabras dulces para los nios y, de la mano, se le llev a casa.

    En el grupo, an quedaba la duda de si Ramn se habra inventado de verdad un

    himno de los piratas.

    Yo creo que es una mentira aseguraba Ruper.

    Pues yo creo que es verdad replicaba Amparito.

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    ~31~

    CCaappiittuulloo 55

    NNoo ppuueeddeess vvoollvveerrttee aattrrss

    PASARON algunos das. El trato de Margarita volvi a endurecerse un poco.

    Como nunca recapacitaba sobre ello, pues ni se daba cuenta.

    Ramn, no saltes!

    Y Ramn dejaba de saltar.

    Ramn, no te hurgues la nariz!

    Y Ramn se sacaba el dedo de la nariz.

    Ramn, come!

    Y Ramn procuraba comrselo todo, aunque su madre le llenaba el plato hasta

    arriba, aunque las lentejas nunca le haban gustado.

    Te he dicho que comas! Por eso te has quedado mudo: por no comer. Te tendr

    que llevar de nuevo al mdico para que te recete ms vitaminas.

    Como Ramn no poda hablar, se aburra bastante. Y si antes lea mucho, ahora lo

    haca an ms. Siempre llevaba algn libro consigo. Una noche, ya en la cama, abri

    uno que haba sacado de la biblioteca del barrio esa misma tarde; se titulaba: Las

    aventuras de Huckleberry Finn. Qu libro! Era fantstico! Y qu tipo Huck Finn!

    Y qu ro el Mississippi! Qued absorto entre sus pginas. Tanto le gustaba, que se

    olvid por completo del sueo que tena y permaneci con la luz encendida leyendo

    con avidez y sin respiro.

    Margarita, cuando iba a acostarse, observ que la luz de la habitacin de su hijo

    permaneca encendida. Se acerc sigilosamente, mir por la rendija de la puerta

    entreabierta y, al ver a Ramn despierto, entr de golpe.

    Eso es! le reproch. Dedcate a leer cuentos en vez de dormir!

    Si hubiese podido hablar le habra explicado que Huck Finn era un chico increble,

    amigo del mismsimo Tom Sawyer y del negro Jim..., y que el ro Mississippi... Pero

    no poda decir nada, porque deba continuar fingindose mudo.

    Cuntas veces he de repetrtelo? Las camas sirven para dormir, no para leer

    cuentos y orinarse en ellas. No quiero volver a verte leyendo!

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    ~32~

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    ~33~

    Antes de dormirse, dud si continuara con el plan del Cipri a la maana

    siguiente; pero lo hizo. Y el plan consista, ni ms ni menos, que en dejar de leer

    cuentos o, ms bien, en dejar de ver, es decir, fingirse ciego.

    Al da siguiente, todo eran lamentaciones de Margarita:

    Qu he hecho yo para merecer este castigo? Nadie sabe lo que sufro con este

    hijo que, encima de mudo, se me ha quedado ciego.

    Entre sollozos y suspiros, arregl a su hijo, le lav las orejas y le pein con colonia.

    Te llevar al mdico.

    Ramn baj la cabeza, resignado.

    Desde la plaza, el Cipri y la pandilla los vieron pasar y a todos llam la atencin el

    rostro desencajado de Margarita.

    No crees que nos estamos pasando? pregunt Rper al Cipri.

    Pues... yo creo que..., la verdad... no s si... el Cipri se rascaba la cabeza

    tratando de clarificar sus muchas dudas.

    El mdico volvi a reconocer a Ramn. Puso todo su empeo y sabidura, adems

    de su mejor voluntad; pero result intil.

    Pues no lo entiendo, seora deca el mdico. Es un caso de lo ms raro.

    No ir a decirme que no sabe lo que le pasa.

    No se nota nada en los ojos de su hijo. No tiene ningn mal y, sin embargo, est

    ciego.

    Eso ya lo s!

    En fin, la ciencia a veces no llega a comprender ciertos fenmenos.

    Margarita no le dej terminar. Le llam inepto repetidas veces y asegur que

    hablara con el ministro de Sanidad, si era preciso, para que le echasen de all.

    Intilmente, el doctor trat de justificarse y de calmarla un poco; pero ella tir de su

    hijo y casi a rastras le sac del ambulatorio.

    Te llevar al psiclogo.

    Y el psiclogo tambin volvi a examinarle. Lo hizo con delicadeza, amabilidad y

    paciencia ilimitadas. Consult libros, ficheros, grficos, escalas...

    Lo siento, pero he de reiterarle lo que le dije la vez anterior.

    No he venido para que vuelva a repetirme las mismas tonteras! Quiero que

    cure a mi hijo!

    Lamento que piense as. Yo no puedo hacer otra cosa sino orientarle un poco.

    Usted tambin tendra que colaborar conmigo.

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    ~34~

    Qu insina? Que estoy trastornada? Lo que me faltaba por or! Esto no se

    puede tolerar. Hablar con el director para que le despidan, y con la Junta de Padres,

    y con todo el mundo.

    Como siempre, Margarita hablaba y hablaba, sin escuchar lo que los dems

    trataban de explicarle.

    Aquella misma tarde visit al maestro. Don Vctor, a pesar de su ofrecimiento

    desinteresado para dar clases extraordinarias al nio a travs del sistema Braille,

    tampoco qued bien parado. Margarita le insult y amenaz como a los dems.

    PASARON dos semanas.

    Ramn, con muchos esfuerzos, sigui fingindose mudo y ciego. Dej de ir al

    colegio y apenas si sala alguna tarde de casa. Margarita le llevaba hasta la plaza y le

    dejaba unos momentos en compaa de su pandilla.

    Por favor rogaba a los nios, tened cuidado de l.

    No se preocupe, seora el Cipri procuraba poner cara de nio bueno.

    Que no vaya a salirse a la calle, hay muchos coches.

    Descuide.

    Que no vaya a tropezar y a caerse. Podra abrirse una brecha en la cabeza.

    No nos separaremos de l.

    Margarita tena miedo de que a su hijo pudiese ocurrirle alguna otra desgracia,

    por eso slo algunos das le bajaba a la plaza. Y Ramn deseaba ms que nada que

    llegase este momento.

    Ya no aguanto ms! se quejaba cuando su madre ya se haba marchado. No

    s qu es peor. Estoy harto. No puedo salir a la calle, no puedo leer cuentos, tengo

    que estar siempre callado... Me aburro!

    Ahora no puedes volverte atrs le deca el Cipri. Sigue rindote tu

    madre?

    Pues eso es lo malo. Los primeros das me trata bien, pero en cuanto se

    acostumbra...

    Entonces tienes que seguir hasta el final, no hay otra solucin.

    Ests seguro?

    Completamente.

    Qu fastidio! coment Amparito. No s cundo vamos a terminar el juego

    de los piratas.

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    ~35~

    Oye! a Rper no se le haba olvidado lo del himno de los piratas. Es

    verdad que te has inventado un himno?

    Ya os dije que s.

    Yo no me lo creo.

    Yo, s! Yo, s! Amparito estaba segura de que Ramn se lo haba inventado.

    Os lo demostrar ahora mismo. Escuchad:

    Al Prez el pirata.

    Chin-pon-pon!

    Al Prez el terror

    de los mares y los barcos,

    de princesas y tesoros.

    Chin-pon-pon!

    Al Prez, que soy yo.

    Ramn haba puesto la voz ronca y procurado guiar un ojo, lo cual le resultaba

    sumamente difcil, pues jams haba aprendido a guiar un ojo.

    Es estupendo! dijo Rper al final, reconociendo que Ramn era capaz de

    componer himnos de piratas. Me gusta ms que el de La isla del tesoro.

    No exageres.

    De verdad.

    Y cundo podremos cantarlo todos juntos? era Amparito y sus eternas

    preguntas.

    Pues... cuando pueda volver a hablar y a ver.

    Dijiste el otro da que cuando Al Prez el pirata llega a la isla se declara a la

    princesa Robustiana Amparito estaba muy interesada en conocer el desenlace de la

    historia.

    S, claro.

    A pesar de lo fea que era?

    Es que Al Prez descubri en la playa un pergamino en el que se deca que

    Robustiana era una princesa, hija del mismsimo Petronilo de Petronilandia.

    Ya entiendo intervino Rper. Al Prez se casa con Robustiana para heredar

    el reino de Petronilandia, y luego, desesperado por la fealdad de su esposa, la tira a

    un pozo.

    De eso nada! protest Amparito. No quiero que me tiris a un pozo.

    Te ataremos una cuerda a la cintura y te sacaremos en seguida. No dar tiempo

    a que te ahogues.

  • AAllffrreeddoo GGmmeezz CCeerrdd LLaass ppaallaabbrraass mmggiiccaass

    ~36~

    No juego, no juego y no juego!

    No te tiraremos a un pozo puntualiz Ramn. No le hagas caso a ste.

    Si me tiris a un pozo, no juego. No volver a jugar con vosotros nunca jams.

    Nunca jams!

    Que no te tiraremos! Que as no es el juego!

    Lo ves! Amparito ms tranquila, sac la lengua a Rper.

    Dientes!

    Idiota! Idiota!

    Amparito y Rper iniciaban una nueva trifulca. Y es que hay que ver lo mal que se

    llevaban. Bueno, no mucho. En realidad, no saban estar el uno sin el otro, y

    viceversa. Son cosas raras que pasan muy a menudo. No dejaron de discutir hasta

    que vieron a Margarita salir del portal de su casa y acercarse al grupo en busca de su

    hijo.

    Antes de marcharse, el Cipri le dijo a Ramn algo por lo bajo:

    Contina, ya no puedes volverte atrs.

  • AAllffrreeddoo GGmmeezz CCeerrdd LLaass ppaallaabbrraass mmggiiccaass

    ~37~

    CCaappiittuulloo 66

    QQuu aabbuurrrriimmiieennttoo!!

    COMO RAMN no poda hablar, tampoco poda divertirse cantando el himno de

    los piratas; como no poda ver, tampoco poda terminar Las aventuras de

    Huckleberry Finn, que haba dejado a medias, o cualquier otro libro. Para no

    aburrirse demasiado, se apropi del pequeo transistor de bolsillo de su padre y se

    pasaba el da con l pegado a la oreja. Era su nico entretenimiento.

    Pero, fijaos qu fatalidad: Margarita odiaba el sonido constante del transistor. Se

    reprimi cuanto pudo, ya que vea que era el nico entretenimiento del nio; pero

    una tarde, a pesar de sus buenos propsitos, estall:

    Qu horrible zumbido! No puedes desconectar un momento ese chisme? Me

    descompone orlo! Me crispa los nervios! Me da dolor de cabeza, nuseas...! De

    todo! No quiero que vuelvas a orlo!

    Y Ramn, despus de pensrselo mucho, pero que mucho, decidi continuar con

    el plan del Cipri y, por tanto, se fingi sordo, completamente sordo, como una tapia.

    A Margarita le dio un colapso y se cay patas arriba sobre el tresillo, donde

    permaneci hasta que Prudencio la reanim mojndole la frente con un pauelo

    humedecido. Se lament de su mala suerte y de la cadena de desdichas que se cebaba

    en ella.

    Ramn se volvi de espaldas para no ver a su madre en aquel estado; de lo

    contrario estaba seguro de que rompera el plan de Cipri y le confesara toda la

    verdad. Por primera vez, como una sombra fugaz, pas por su cabeza la idea de que

    lo que haca no estaba bien. Qu hacer? Tendra que volver a hablar con el Cipri y

    los dems, no estaba dispuesto a que su madre volviese a sufrir otro colapso por su

    culpa.

    Pero Margarita se repuso en seguida. Lav a su hijo, le pein, le perfum... De

    sobra saba Ramn que otra vez volvera a llevarle al mdico, al psiclogo y al

    maestro.

    El mdico los recibi con frialdad y distanciamiento. Se limit a mirar al nio a

    travs de un aparato y a entregar un informe escrito a la madre en el que se

    certificaba la prdida de audicin del muchacho. Antes de que Margarita

  • AAllffrreeddoo GGmmeezz CCeerrdd LLaass ppaallaabbrraass mmggiiccaass

    ~38~

    reaccionase, dos enfermeras la haban sacado de la consulta, de manera que en esta

    ocasin no tuvo posibilidades de armar otro escndalo, como acostumbraba.

    Con el enfado consiguiente, se dirigi al gabinete del psiclogo y, en vano, llam a

    la puerta varias veces. Don Anastasio se neg a recibirla, no estaba dispuesto a

    tolerar por ms tiempo sus impertinencias.

    Sigui insistiendo y fue en busca del maestro, a quien encontr con su buen

    humor y su santa paciencia habituales. La recibi y trat de explicarle cmo l, como

    maestro, nada poda hacer.

    Su hijo necesita un colegio especial, una enseanza especial y un maestro

    especial. Adems, usted deber aprender a hablar con l a travs del lenguaje de las

    manos.

    Lo que me faltaba a m!, pens Margarita, aunque esta vez no se atrevi a

    decirlo en voz alta.

    Deber tener mucha paciencia y mostrar a su hijo todo el cario posible.

    Es usted un intil! le dijo al maestro a modo de despedida.

    Seora...

    Ni seora ni gaitas. Es tan intil como ese psiclogo engredo y como el mdico.

    Ustedes son los que tienen la culpa de todo lo que le ha pasado a mi hijo. Los voy a

    denunciar a la polica para que los metan en la crcel, se lo tienen ms que merecido.

    MARGARITA no volvi a sacar a su hijo a la calle, ni siquiera a la plaza un ratito

    por las tardes. El Cipri y los dems estaban por ello muy contrariados, pues no haba

    forma de tener noticias de Ramn y de si el plan estaba dando resultado.

    Pobre Ramn se lamentaba Juana. Lo que se tiene que aburrir encerrado

    todo el da en su casa.

    Tendr tiempo de sobra para inventarse el final del juego de los piratas.

    Ya lo creo.

    Pero si seguimos as, nunca vamos a poder terminarlo.

    Y por qu no jugamos nosotros solos? era una pregunta inoportuna de

    Rper, quien, en el fondo, deseaba apoderarse del personaje central.

    De eso nada. Ramn es quien ha inventado el juego.

    Adems, l es Al Prez el pirata. Y sin l, no hay historia que valga.

    Todos estaban de acuerdo en esperar a Ramn el tiempo que fuese necesario para

    proseguir el juego, incluso la misma Amparito, que ya se haba convencido de que no

    sera arrojada a un pozo.

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    ~39~

    De repente, el Cipri dio un respingo tremendo. Todos le miraron con ansiedad,

    algo se le haba ocurrido.

    Ya lo tengo! dijo. Seremos nosotros quienes vayamos a su casa. Le haremos

    una visita.

    Claro dijo Rper para s. Es lo ms lgico. Por qu no se me habr ocurrido

    a m?

    Subieron las escaleras procurando no hacer mucho ruido, y sortearon quin

    llamara al timbre de la puerta. Margarita les abri y se emocion algo al verlos, se le

    notaba en los ojos y en la voz.

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    ~40~

    Pasad, pasad. Sois muy amables.

    Nos gustara ver un rato a Ramn dijo el Cipri. Como ahora no baja a la

    plaza...

    Pero l no puede veros, ni oros, ni hablaros.

    No importa, nos conformaremos con hacerle compaa durante un rato.

    Qu buenos sois!

    Margarita los acompa hasta la habitacin de Ramn y all los dej un rato. De

    esta forma pudieron hablar con l, muy bajito, para que nadie pudiese escucharles.

    Qu tal?

    Fatal Ramn estaba desesperado. Esto es insoportable.

    Y tu madre... qu?

    Ya no me regaa. Claro, que a lo mejor lo hace porque piensa que no puedo

    entenderla. Slo se enfada a la hora de la comida.

    Por qu?

    Se empea en que coma ms de lo que cabe en mi estmago. Adems, siempre

    me hace tortilla a la francesa y a m lo que me gusta es el huevo frito.

    Entonces... hay que continuar.

    T crees?

    Es necesario.

    Me parece que hemos ido demasiado lejos. Adems, no s si podr soportarlo.

    Todos, inducidos por el Cipri, animaron a Ramn, y ste, finalmente, acept con la

    condicin de que, pasase lo que pasase, sera la ltima vez.

    Has pensado ya lo que le suceder a la princesa Robustiana? Amparito

    estaba algo intranquila por su suerte.

    Ya os lo dije. Al Prez, el pirata, se casar con ella.

    Qu estupendo! Qu estupendo! Amparito no poda crerselo. Me casar

    con Al Prez.

    Bah! Rper puso un gesto despectivo. Vaya boda! Un pirata cojo, manco,

    tuerto y viejo con una princesa horrorosa.

    Envidia que te da!

    Los pasos de Margarita en el pasillo interrumpieron la animada charla. Al

    despedirlos, volvi a agradecerles el detalle de la visita y les dijo que podran volver

    siempre que quisiesen, lo cual llen de gozo a todos.

  • AAllffrreeddoo GGmmeezz CCeerrdd LLaass ppaallaabbrraass mmggiiccaass

    ~41~

    CCaappiittuulloo 77

    UUnn gglloobboo??

    RAMN estaba resuelto. Seguira una vez ms el plan del Cipri, pero slo una.

    La ltima vez! -repiti mentalmente varias veces-. La ltima vez! La ltima vez!

    Aquella noche, a la hora de cenar, se sent a la mesa decidido. Esper a que le

    sirviesen y, en un abrir y cerrar de ojos, se comi todo. Se haba quedado harto, pero

    golpe con la cuchara sobre el plato, lo cual significaba que deseaba comer ms.

    Margarita qued gratamente sorprendida: era la primera vez que su hijo le peda

    ms comida. Le volvi a llenar el plato hasta el borde y observ atnita cmo Ramn

    llevaba una y otra vez hasta su boca la cuchara repleta de comida. Cuando acab el

    segundo plato, volvi a golpear con la cuchara y Margarita le sirvi un tercero, y

    luego un cuarto... hasta que se acab toda la cena. Ramn se haba comido su racin,

    la de su madre y la de su padre. Y no satisfecho, se levant de la silla y a tientas

    anduvo hasta la cocina, abri el frigorfico y comenz a comerse todo lo que

    encontraba.

    Margarita, sorprendida an ms, no le puso tasa; al contrario, pens que aqul era

    un buen sntoma. A la maana siguiente, hizo una compra gigantesca en el mercado

    con el fin de que su hijo pudiese comer a gusto. Y ya lo creo que comi! No dej ni

    rastro y, a pesar de que estaba completamente lleno, pidi ms, y ms, y ms...

    Por lo menos pas una semana comiendo sin cesar, durante la cual engord

    considerablemente: sus carrillos se hincharon y enrojecieron, su cara se redonde

    como una hogaza y su vientre se dilat, formando michelines en las caderas. Sus

    brazos y piernas parecan rollos de carne.

    Margarita comenz a preocuparse, pero no se atrevi a quitarle la comida por si

    aquel apetito desenfrenado serva para que se fuese recuperando de sus males.

    El Cipri y los dems suban puntualmente todas las tardes a ver a Ramn.

    Buenas tardes, doa Margarita le decan.

    Pasad, pasad. Ramn est en su cuarto.

    Sigue comiendo tanto?

    Cada da ms. Engorda sin cesar.

  • AAllffrreeddoo GGmmeezz CCeerrdd LLaass ppaallaabbrraass mmggiiccaass

    ~42~

    Tenga cuidado, no vaya a hincharse tanto como un globo.

    Un globo?

    Una vez le un cuento en el que un nio se inflaba como un globo y echaba a

    volar.

    Qu horror!

    Era slo un cuento.

    Todas las tardes, el Cipri y Margarita mantenan la misma conversacin. En

    seguida comprenderis por qu.

    COMO RAMN estaba ya desesperado y aseguraba que no soportara ms

    tiempo continuar fingindose mudo, sordo y ciego, y tenindose que comer por

    aadidura enormes cantidades de alimentos, tuvieron que adelantar el final.

    Sera mejor esperar unos das comentaba el Cipri.

    No, no y no! Ramn no concedera ms treguas.

    Bueno, est bien, como quieras. Lo haremos maana.

    Y por qu no hoy?

    Necesitaremos ayuda de Nicols.

    Nicols era el mejor dibujante de la clase. Don Vctor deca que sus cuadernos

    estaban llenos de garabatos; pero, qu va! Eran dibujos estupendos: caballos

    saltando, barcos de vela y de los otros, aviones haciendo piruetas, castillos

    medievales con guerreros acorazados, paisajes... Es que daba gusto verle dibujar. A

    los profesores les haca caricaturas y se las pasaba a los compaeros por debajo del

    pupitre. Algn da haba castigado don Vctor a la clase entera por culpa de las

    caricaturas de Nicols; pero a nadie le import quedarse hasta las seis haciendo

    problemas de matemticas.

    As es que, al da siguiente, Nicols acompa al Cipri y los dems.

    Buenas tardes, doa Margarita.

    Pasad, nios, pasad.

    Y Ramn... sigue comiendo tanto?

    S, cada da ms.

    Habr que tener cuidado, no vaya a ser que se convierta en globo y...

    En globo?

    Yo tengo un cuento en que ocurre as.

    Qu barbaridad!

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    ~43~

    Un nio se convierte en globo y echa a volar.

    Qu barbaridad! Qu barbaridad!

    Entraron en la habitacin de Ramn, quien estaba a punto de perder la paciencia.

    Es que, como habris visto, el plan del Cipri se las traa. Claro, que l mismo

    reconoci al final que se haba pasao un peln, eso dijo.

    Cre que no llegarais nunca exclam al verlos.

    Rpido, manos a la obra dijo el Cipri. No hay tiempo que perder.

    Juana se qued junto a la puerta, vigilando. Amparito abri la ventana de par en

    par. Rper sac de un bolsillo de su pantaln un globo y comenz a hincharlo, hasta

    que se qued sin aire y se lo pas al Cipri. Era un globo grandsimo, el ms grande

    que haban encontrado en las tiendas de globos del barrio.

    Creo que es suficiente dijo el Cipri, que tambin se haba quedado sin aire.

    Era un globo tremendo: Rper le calcul un metro y pico de dimetro. Nicols

    sac su caja de acuarelas y comenz a pintar sobre l. Y cmo pintaba! En cinco

    minutos pint la cara de Ramn, y luego su cuerpo, sus brazos, sus manos, sus

    piernas, sus pies... No faltaba detalle. Aunque le pint una oreja ms grande que la

    otra y la nariz un poco torcida, todos alabaron el retrato y coincidieron en el gran

    parecido que haba logrado.

    Mtete debajo de la cama le dijo el Cipri a Ramn.

    Prefiero encerrarme en el armario, hay ms sitio all.

    Y Ramn se escondi en el armario.

    Rper cogi el globo y lo ech por la ventana; el viento lo balanceaba de un lado

    para otro. El Cipri avis a Margarita.

    Seora! Doa Margarita!

    Qu ocurre?

    Por la ventana!

    Margarita se acerc a la ventana y lanz un grito.

    Hijo mo! Hijo mo! y alargaba los brazos hacia la calle, desesperada.

    El viento fue aumentando y el globo se elev mucho, remont los ms altos

    tejados de la ciudad y se perdi finalmente entre las nubes.

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    ~44~

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    ~45~

    Todos los nios observaban a Margarita, quien, de repente, se qued en silencio y

    se tap los ojos con las manos abiertas. As permaneci durante unos instantes.

    Era una reaccin un poco extraa, al menos ninguno de los nios la esperaba, ni

    siquiera el Cipri. Qu haba sucedido? Algo muy sencillo. Margarita, en ese instante

    preciso, haba comprendido un montn de cosas a la vez, as, de golpe y porrazo.

    Pasa algunas veces, lo aseguro. Fue como si en su cerebro se encendiese una luz

    brillante. Entonces, y entre el desconcierto de los nios, se volvi hacia el armario y

    dijo:

    Qu torpes somos a veces los mayores, qu torpe he sido contigo! Nunca te he

    querido escuchar, pens que eras demasiado pequeo. Perdname, Ramn.

    Perdname, hijo mo.

    Eran las palabras mgicas.

    Se abrieron las puertas del armario y Ramn sali. Estaba muy serio, las lgrimas a

    punto de saltarle de los ojos y la cabeza agachada. Se acerc a su madre y le dijo:

    Me he portado mal contigo, s que te he hecho sufrir; pero no quera hacerlo.

    Perdname, mam.

    Eran las palabras mgicas.

    Lo que sucedi despus cualquiera se lo puede imaginar. Fue un final feliz, sobre

    todo, porque desde aquel da los dos aprendieron a pronunciar las palabras mgicas.

    Ah! Al da siguiente pudieron continuar el apasionante juego de los piratas.

    DE VERDAD vas a casarte con Robustiana? Rper no poda crerselo.

    S.

    Pero... lo has pensado bien?

    Claro. Cuando Al Prez descubre el pergamino va en busca de Robustiana y...

    ... cuando la encuentra, vaya chasco!

    De pronto, Ramn ya se haba convertido en Al Prez el pirata. Poda verse cmo

    cojeaba, y cmo uno de sus brazos terminaba en un mun, y cmo uno de sus ojos

    se haba cerrado de forma extraa. Por supuesto, Amparito tambin haba dejado de

    ser Amparito.

    Quin eres t?

    Al Prez, el terror de los mares. Y t?

    Soy la pobre Robustiana.

    La princesa?

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    ~46~

    S.

    Vlgame el cielo! Jams he visto una princesa tan fea.

    Pues anda que t! Se ve que no te has visto ltimamente en el espejo.

    Los piratas no utilizamos esas cosas.

    Qu adefesio!

    No ser para tanto.

    Qu piltrafa!

    Ms respeto, princesa. Ten en cuenta que llevo nueve das con sus noches

    nadando sin cesar.

    Qu birria!

    Basta de insultos! Te quieres casar conmigo?

    S.

    AI Prez y Robustiana se casaron, pero no creis que llevaron una vida tranquila

    y reposada. Qu va! Si yo os contase...

    Fin WWW.CHILECOMPARTE.CL

    DARTH MAGNUS