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¿Por qué Eguiguren no puede estar callado?

El reto, la respuesta de la sociedad frente a ETA tiene que ser sinfónica. Eso significa que necesariamente tiene que haber un director de orquesta –en este caso el Gobierno- y el resto de la sociedad tiene que seguir sus instrucciones para lograr la armonía necesaria para la victoria. El concertino es el solista de la sección de violines primeros. Él se encarga de transmitir algunas consignas del director y de dar el tono para que toda la orquesta, con sus respectivos instrumentos, lo sincronicen. El resultado tiene que ser armónico. Y lo fundamental, aunque no lo único, es que ningún músico desafine. Cada instrumento tiene que entrar en el conjunto de la interpretación a la indicación del director.

Sin duda Alfredo Pérez Rubalcaba es el concertino de la lucha contra ETA; tiene la capacidad y la autorización del director de la orquesta para actuar como solista y vigila la tonalidad del conjunto para que el resultado armónico sea sinfónico y acorde.

Hasta el día de ayer nadie en la sociedad democrática había desentonado y todo el mundo –incluso el Partido Popular, seguramente con la boca pequeña- había aplaudido la interpretación de la partitura de la obra presentada en sociedad por ETA realizada por el Gobierno. Y el concertino sentenció que el grado de falta de armonía y afinación del comunicado de ETA lo hacía irrepresentable. Ni una sola voz, incluyendo a las minorías parlamentarias, se salió del guión y hubo un consenso básico e inamovible que la unidad de criterios era la exigencia mínima para que el resultado fuera satisfactorio.

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Y en esto ocurrió que Jesús Eguiguren, presidente no ejecutivo del PSE (Partido Socialista de Euskadi), decidió prescindir de las instrucciones del director de orquesta y del concertino y se salió de la partitura. Eguiguren, incluso después de constatar que ETA sigue pretendiendo una negociación política parecida a la que él protagonizo representando al PSE y al Gobierno, la última vez que se produjo una tregua de ETA, ha considerado que el comunicado de ETA era suficiente para legalizar a Batasuna. Para empezar es partidario –o al menos eso se desprende de la entrevista concedida al periódico El Correo- de que esa legalización se lleve a cabo sin que ETA anuncie su disolución y sin que la organización civil de ETA condene la violencia terrorista y exija a la banda su desaparición del escenario.

¿Por qué actúa así Jesús Eguiguren? Es un misterio. Este político vasco, en vez de estar atormentado por la deficiente información que facilitó al Gobierno durante el último proceso negociador, sigue dominado por un ímpetu a medio camino de una suerte de síndrome de Estocolmo con Batasuna y de comprensión con los etarras. El ridículo que hizo el presidente del Gobierno en vísperas del atentado de la T4 tiene que ver con la información que le transmitió Jesús Eguiguren de que las cosas iban rodadas. Pero su persistencia empieza a ser preocupantemente patológica.

Él cree que la democracia será más perfecta con Batasuna en las instituciones, aunque no le sea exigida la literalidad de lo que se aprobó en la ley de partidos y fue ratificado por el Tribunal de Estrasburgo. Y no se conforma con proclamar sus convicciones en los órganos ejecutivos del partido: su afición a salir en los papeles es proporcional al grado de desafinación con la que siempre toca su propio instrumento.

Abrir brechas, aunque sean pequeñas, en la opinión de la sociedad es el objetivo máximo de ETA con su comunicado. Quiere que los mediadores internacionales se pronuncien a favor de que lo proclamado por ETA es suficiente para legalizar a Batasuna y para comenzar un proceso de diálogo para lo que ellos se empeñar en llamar “resolución del conflicto”. No me puedo imaginar que ETA supiera de antemano que el primer animador de sus tesis iba a ser el presidente de los socialistas vascos. Y no acabo de entender que sea posible sostener públicamente opiniones tan enfrentadas como tiene en este momento Jesús Eguiguren, que insiste en ir por libre, con el director de esta orquesta sinfónica y el concertino, máximas garantías de que la unidad de todos es la premisa fundamental contra ETA. El Lehendakari López, a la ves secretario general del PSE, lo ha desautorizado otras veces, pero todo es inútil con el ínclito Eguiguren. No hay orquesta que se le resista para actuar de solista.

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