Terrassa en 1962
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La llegada de la ayuda desde toda España y desde el extranjero, en forma de alimentos, mantas y medicinas.
Mi padre volvía de Barcelona en el tren anterior y se salvó de la riada por los pelos. Muchas historias parecidas se oyeron en los días siguientes por parte de personas que se habían salvado de la fuerza de las aguas por muy poco.
Los inmigrantes que habían llegado en los últimos años no encontraron ninguna provisión para alojarlos y se vieron obligados a construir sus chabolas en los peores terrenos de la ciudad, al lado de las rieras.
Los problemas de conciencia de los periodistas, conscientes de que quizá han cargado demasiado las tintas y han caído en la morbosidad.
Los años 60 también fueron años de crímenes espantosos que traían lo peor de la España Negra a Cataluña, en forma de inmigrantes andaluces, murcianos o de otras regiones de bajo nivel cultural que llevaban siglos matándose entre ellos por tierras, aguas, lindes, herencias y todo tipo de motivos bestiales y que al ser trasplantados a Cataluña seguían manteniendo sus instintos más bajos.
Por supuesto la mayoría de los inmigrantes no era así, pero cuando aparecía un criminal entre ellos, los periódicos “ de sucesos” de la época, como “El Caso” ,hacían su agosto vendiendo miles de ejemplares que eran leídos por el mismo tipo de gente ,
demostrando lo cerca que se estaba del crimen en la vida diaria y por cualquier motivo en esa España degradada por la dictadura militar y el bajo nivel cultural.
Los años 60 estaban dominados por la moral ultracatólica, como vemos en estas páginas de un libro sobre la “buena educación” de los que se vendían en las librerías en esos años.
Mostramos las páginas de publicidad de “Gaceta ilustrada” para que todos nos demos cuenta de que nada ha cambiado: las empresas se siguen anunciando igual que hace 50 años.
Pocos meses después cayó una nevada histórica también sobre la ciudad. Fue un año de extremos meteorológicos.
Los que nacimos en esos años no nos enteramos de nada de lo que pasó. Como si fuéramos la nueva vida y la renovación que llegaba a la ciudad después de la tragedia y la muerte, nos trataban como a príncipes ynos regalaban todo tipo de juguetes de moda en la época.
Las ferias , los tiovivos y la visita al parque de Sant Jordi eran las distracciones más baratas y populares.
Otra distracción popular y barata en los domingos era la excursión al campo a hacer una “costellada”.
Las comidas en familia o con los amigos eran tradicionales y también una manera de pasar los domingos.
El estilo tradicional de derechas y católico impregnaba todos los asuntos sociales, desde los trajes hasta los casamientos.
Por supuesto había también gente que pasaba de todo esto ( mayormente los comunistas y los catalanistas) pero eran minoritarios , en la clandestinidad y muy ahogados por la mayoría franquista de entonces.
Las tiendas se inauguraban con un cura que las bendecía (¿para que no se las llevara otra vez una inundación ?), como aquí la tienda Dalmau en la Rambla.
En la calle Torrella no nos enteramos de la gran inundación porque quedaba un poco elevada respecto a la Rambla ( que se ve al fondo).
La mayoría de la gente de la ciudad era de clase obrera. Los ciudadanos ganaban sueldos bajos y trabajaban muchas horas a las órdenes de los típicos jefes que mandaban en los talleres y las fábricas con el estilo militar franquista de moda.
Sus preocupaciones eran las mismas que las de la gente actual: ahorrar para comprarse una casa modesta, vivir de realquilados en otra casa los primeros años, conservar el empleo.
Puede decirse que nada ha cambiado en los 50 años que han pasado.
La gente actual tiene los mismos problemas y España es la misma de siempre, aunque el decorado exterior ahora sea el de una democracia y entonces fuera el de una dictadura.
Otro plan de los gobiernos franquistas que
nunca tuvo éxito: el “contamos contigo” y
“mantente en forma”.
La mayoría de los españoles no conocía su
cuerpo ni le importaba.
La España de los años 60 también fue una
España higienista que continuaba la labor
de los higienistas españoles de finales del
siglo XIX
pero que debía enfrentarse diariamente al
bajo nivel cultural de los españoles de
entonces, que no sabían ni que existían
los microbios.
Otro concepto falangista utópico, el del
trabajo en equipo y solidario, que tampoco
se realizaba en la España real donde cada
uno iba a la suya.
La España mediterránea tiene un cielo
demasiado claro y luminoso y por eso las
casas se pintan con cal blanca.
La evolución de la Historia es el
progresivo dominio de la Naturaleza,
una idea ampliamente compartida por la
gente de los años 60.
Una educación dura impuesta con mano
dura porque el niño no sabe “lo que le
conviene”
y sino , crece maleducado.
La inevitable lista de los reyes godos, que
siempre estaban peleados entre ellos y
tenían distintas leyes y costumbres
respecto a los españoles.
El patriotismo clásico español siempre
referido al Siglo de Oro , cuando todo lo
español era superior a todo lo demás en el
Mundo.
Un empeño que la derecha española
sueña para volver a conseguir la
superioridad mundial porque parece que
siempre necesita que lo español siempre
sea superior a todo lo demás en el mundo.
La dictadura de Franco era simplemente
“el gobierno de una persona militar que
asume todos los poderes”.
Los sueños utópicos de los falangistas
aliados con los tecnócratas ,
de un futuro de paz y felicidad por el
progreso humano.
Los deberes de cada ciudadano para
contribuir, no solamente al bien de la
patria ( como sería su obligación en una
dictadura militar) ,
sino para contribuir además al progreso
de la Humanidad.
El concepto falangista del trabajo y del
servicio al país,
un concepto al que la mayoría de la gente
de esos años hacía nulo caso.
Las cooperativas que se mencionan aquí
son del tipo falangista
( las de los nuevos pueblos y los nuevos
colonos ).
El país quería ser “moderno” como los
otros países europeos avanzados
pero lo cierto es que la mayoría de las
leyes franquistas respecto a los derechos
del trabajador, la prevención de los
accidentes laborales y una buena vida de
calidad no se cumplían.
Más ejemplos de la ideología que estaba
de moda en esos años en el país
y que nosotros conocíamos a través de
los libros de primaria , como éste de la
Editorial Teide.
Esta ideología era una mezcla de
conceptos falangistas y de conceptos
tecnócratas.
En esos años la vida consistía en leer
cuentos tradicionales ,
ir a clase de parvulario (donde nos
enseñaban el abecedario , a sumar y a
restar )
y entretenernos con un lápiz , una goma y
una página en blanco .
En 1975 , toda esta ideología entra en
crisis por la muerte del dictador,
el aumento de la presencia de los
antifranquistas en la calle
y la crisis económica (“del petróleo”) de
finales de los años 70.
Entonces los franquistas, que son mayoría
en el país y controlan gran parte de su
aparato estatal, empresarial y
universitario,
empiezan a avisar de que si el país deja de
ser una dictadura militar de ultraderecha,
se va a convertir en una democracia
“degenerada” como la de los otros países
europeos y norteamericanos,
entrando la droga a saco en el país,
la pornografía, la delincuencia, los
casinos, la inmigración masiva, el
individualismo y el egoísmo
característicos de esas democracias
“vulgares”,
el partidismo de los partidos políticos que
solamente cuidan de sus intereses y de los
puestos de sus militantes,
el bipartidismo en que se convertirá la
vida política española como en los años de
Alfonso XII y Alfonso XIII,
el aumento del poder de las grandes
empresas privadas , de los bancos,
los franquistas avisan que los políticos
solamente van a buscar el colocarse en un
puesto y en afanar todo lo que puedan
mediante comisiones y sobornos ,
que los españoles liberados del yugo
militar y llenos ahora de libertad y de
derechos individuales , van a caer en
todos los vicios y defectos,
como los de la especulación viciosa con
los inmuebles
o la ambición sin freno
o el querer vivir sin trabajar
o trabajando lo mínimo posible pero
cobrando lo máximo del Estado ,
los franquistas decían que si el país se
dividía en autonomías, cada una iría a lo
suyo con total egoísmo sin importarle lo
que le pasara al conjunto del país
( como vemos que ocurre con los
catalanes que no quieren pagar impuestos
para que puedan vivir los extremeños)
en definitiva , los franquistas decían que
todo lo malo del resto del mundo iba a
entrar en España si se convertía en una
democracia
puesto que iban a desaparecer los
controles que habían mantenido desde
1939 en paz a España,
aislada respecto a todo lo malo del mundo
y con un estilo de vida tranquilo:
por “controles” se referían al ejército
franquista temido por todos, españoles y
extranjeros;
a la policía franquista que todos los
españoles temían también;
a la censura;
a un ambiente ultracatólico en el país que
“controlaba” el egoísmo y los vicios de los
españoles por el miedo al “qué dirán” y a
la mala fama pública
y a un estilo de vida conservador de
costumbres muy rígidas con muchos
obstáculos para acceder a cualquier
posición profesional o social.
Efectivamente, los franquistas decían que
el pueblo español era malo y que
solamente se le podía sujetar mediante la
mano dura , la disciplina y la fuerza ,como
solamente podía hacerlo una dictadura
militar.
Tenemos que reconocer, después de visto
lo que ha pasado en España desde 1975
hasta hoy en el 2013,
que los franquistas tenían razón,
puesto que lo que ha ocurrido es
exactamente lo que ellos habían predicho,
para nuestra desgracia.
¿Y ahora qué hacemos?
Conocemos muy bien ahora los defectos
de nuestra democracia después de 35
años de caer en todas las trampas en las
que caen todas las democracias jóvenes.
Ahora podemos reformarla con todo lo que
sabemos ahora
y todo lo que hemos aprendido
o podemos dejar que siga todo igual por
años y años,
sin que se nos deje reformarla,
por pura desidia.
En todo caso, repasar cómo era Terrassa
en 1962 nos ha hecho recordar cómo se
vivía en esos años, cómo era la mentalidad
de los españoles y cuáles eran las ideas
de moda en los años 60 en España :
una mezcla de conceptos utópicos e
ingenuos de los falangistas
y de conceptos tecnócratas.
En ese ambiente nos criamos . Ese
ambiente de trabajar y callar, de
desarrollismo tecnócrata, de una vida de
estudiar en el colegio y nada más, de poco
dinero en el país , de sueldos bajos y
pluriempleo , nos influyó mucho.
Lo suficiente para no creernos que ese
franquismo fuera tan malo como han dicho
los antifranquistas en los últimos 35 años
ni que la actual democracia sea tan buena
como dicen sus defensores
( la mayoría de sus defensores son ya
ancianos provenientes de la generación
que hizo la Transición y ya ha pasado su
época).
La actual democracia ha traído lo peor de
las democracias de allá fuera mientras ha
destruido lo mejor que había conseguido
el franquismo
( muchas veces sin que los franquistas se
lo propusieran expresamente , puesto
que se logró por casualidad, por el
aislamiento de España) .
Gracias a ese aislamiento durante el
franquismo, nos salvamos de mucha
mierda que había en esas democracias
“avanzadas” .
Nosotros los que nos criamos en los años
60 , lo sabemos porque podemos comparar
las dos épocas: la franquista y la
“demócrata”.
Los que son ahora jóvenes y no han vivido
los años 60 en España, no pueden
comparar y están obligados a creerse las
mentiras de la propaganda oficial que
siempre presenta a la Transición y a la
actual democracia española como “una
maravilla”.
En realidad lo que ha pasado en España
desde 1975 ha sido un desastre:
se ha eliminado lo bueno que se había
conseguido durante el franquismo
y se ha importado todo lo malo de las
democracias “avanzadas”.
LA TERRASSA CLÁSICA
Terrassa es actualmente una ciudad de
más de 200.000 habitantes y el
ayuntamiento socialista que gobierna
desde 1979 ha promovido a la gente de los
barrios ,
dejando a un lado a los “aristócratas” de
la ciudad
que en otras décadas anteriores habían
dado personalidad a esta parte del mundo,
especialmente en el centro de la ciudad.
Pero los que vivimos esas décadas
anteriores a la hegemonía socialista en
Terrassa
sabemos que se dieron muchos tipos
humanos únicos en esta ciudad,
que a veces encarnaban los valores
franquistas
y otras veces encarnando los valores de
la derecha salista ,
del catalanismo católico
o del empresariado textil señorial .
Estos tipos humanos daban personalidad a
esta ciudad ,
eran muy conocidos por la gente
y fácilmente visibles por las calles
egarenses .
Muchos de ellos promovieron la
construcción de edificios característicos
de la ciudad ,
así como de parques y fábricas con
arquitectura “especial”
y muchas actividades artísticas ,
deportivas y filantrópicas.
Por todo ello se puede decir que en el
siglo XX existió una “Terrassa clásica”
que,
por encima de dictaduras, guerras y
cambios políticos,
hizo su vida
dejando en la ciudad muchos recuerdos de
esas “belles epoques” que se vivieron en
Terrassa ,
especialmente en el centro de la ciudad,
unas “belles epoques” que se pudieron
dar gracias a la prosperidad y al nivel de
vida que la industria textil proporcionó a
Terrassa .
El edificio modernista Torrella, que fue
derribado en 1969 por los desarrollistas
franquistas de la ciudad , a los que los
edificios modernistas siempre les habían
puesto nerviosos.
Un error enorme de esos años que ha
privado a la ciudad de otro de sus edificios
modernistas de interés artístico.
El Portal de Sant Roc en 1962, con su gran
café Polar.
Allí estaba también en los años 70 la
tienda de juguetes Felisa, la librería Moya
( donde comprábamos los tebeos de
Spiderman) y la librería de la estación de
los Catalanes con su Sr. Serra de
camarero en el bar y la máquina del
millón.
Había otro “salón” de máquinas del millón
en la calle de al lado, la Viñals, por donde
pasábamos cada día para ir al colegio Can
Colapi.
Sigue siendo una riera cubierta y sigue
llena de microbios, como todas las rieras,
y se está muy mal, sobre todo en verano.
La estación de los Catalanes en 1962, con
su famoso bar. Allí nos pasábamos las
horas jugando con la máquina del millón ,
en 1975. También había una librería en la
que a veces te dejaban ojear los tebeos y
otras veces no.
Tecnócratas terrassenses de los años 60.
Las fábricas textiles y AEG funcionaban al
estilo típico tecnócrata de los años 60 y
contagiaban ese estilo a todo lo que se
Otra muestra de despacho “neoclásico
franquista” de moda en esos años.
Este tipo de despachos los podías ver en
el Ayuntamiento, en los bancos, en las
empresas…
Por su parte , en la clandestinidad , más o
menos tolerada por el régimen , los
catalanistas mantenían vivo el catalán con
cursos y publicaciones.
De niño me conocía una ruta de las
librerías : la Moya en el Portal de Sant Roc,
Freixas en la calle Arquímedes, Riera
delante de mi casa, Grau y Atenea en la
calle Gavatxons, en la calle Fontvella
había dos y la de la estación dels
Catalans , siempre mirando los tebeos que
tenían.
En las empresas textiles se celebraban
comidas anuales de todos los empleados.
Los grandes cafés
como el Pompeya en la esquina de la
Rambla y la calle Torrella
continuaban con la tradición de los
casinos del siglo XIX
donde la gente pasaba la tarde jugando al
dominó
y hablando mal de los políticos.
Una fiesta para los hijos de los empleados
de la fábrica.
Un concurso de cantantes entre los
empleados de la fábrica textil. Como en
otras colonias textiles de Cataluña, casi
todos los empleados se conocían y hacían
vida en común .
Técnicos textiles de los años 40 y 50, de ese
tipo de gente que había vivido los horrores de la
Guerra Civil y no quería saber nada de política :
solamente quería trabajar y ahorrar.
La mayoría de gente de Terrassa de esa
época no quería saber nada de lo que
había pasado en la Guerra Civil y
solamente atendía a trabajar , salir
adelante y callar ,
obligando al resto de la gente a vivir
según el estilo de vida ultracatólico de
moda en el franquismo.
La Plaça Vella en los años 60, antes de ser
destrozada por los arquitectos
posmodernos del ayuntamiento socialista,
empeñados en borrar todo lo que habían
hecho los franquistas en la ciudad en las
décadas anteriores.
Ancianas de la ciudad, que siempre
representan el inmovilismo y el odio a los
jóvenes a los que no dejan vivir ni
prosperar ni hacer nada.
Los viejos de Terrassa encajan
totalmente en los tópicos del anciano
amargado , lleno de enfermedades y
achaques,
que se pasa el día recordando su época
dorada ,
pretérita desde hace décadas,
hablando mal de la época actual y de los
jóvenes actuales ,
boicoteando cualquier cosa que éstos
pudieran hacer
y sin dejar que nada se mueva ni avance.
Como ya se ha estudiado y descrito en
muchos libros de sociología , los colegios
en el franquismo eran severos y con gran
disciplina,
estaba prohibido interrumpir al profesor o
dirigirle la palabra,
los días pasaban entre ejercicios de
caligrafía , de sumar y restar ,
de redacciones y ortografía.
Se ponía nota a la “buena conducta” en
clase.
Teníamos mucho miedo a los adultos,
entre los que se contaban nuestros
maestros.
La Fundación Busquets era un centro de
acogida para necesitados, dirigido por
monjas y financiado por filántropos
locales. A pesar de estar en el centro de
Terrassa, contaba con una vaquería y una
granja de cerdos.
Yo pasaba cada día por delante para ir a
Can Colapi, que casi como una burla se
levantaba majestuoso al lado de la
Fundación Busquets para los niños pobres
( Can Colapi era el colegio de la gente
bien de la ciudad) .
Los niños pobres iban a la Fundación
Busquets a que les dieran algunas clases y
los niños ricos íbamos a Can Colapi que
estaba justo al lado.
También había ido alguna vez a la
Fundación Busquets a comprar gusanos de
seda y hojas de morera que nos vendían
las monjas por una peseta.
Mostraba el deseo y el gusto de los
poderosos de la ciudad en aquellas
décadas , por vivir en una ciudad ordenada
según conceptos conservadores con un
estilo neoclásico como el más
conveniente.
Incluso los conventos de estilo modernista
fueron asimilados a los gustos dominantes
en la Terrassa franquista , aunque siempre
resultaran un tanto extraños por sus
formas en medio de la arquitectura
neoclásica franquista dominante. Así
pasaba en el Conservatorio de Música,
con un ambiente muy franquista pero en
un edificio “extraño “ ( la casa Freixa).
A veces los franquistas de la ciudad se
cargaban un edificio modernista entero,
como la Escuela Torrella en 1969,
seguramente porque los ponía nerviosos.
La entrada al Hogar de la Ancianidad, de
ordenación claramente neoclásica en sus
jardines y edificios.
El Hogar de la Ancianidad, otra muestra
del gusto por una vida ordenada que tenía
la gente de Terrassa en esos años, una
vida que debía ser ordenada también en la
vejez.
Una muestra de “damas de alta sociedad”
de Terrassa en la última época del
franquismo.
Este tipo de gente es la que estaba detrás
del estilo neoclásico franquista en la
ciudad durante varias décadas.
Una muestra de mujeres de clase media y
baja cuyos padres, muy machistas, les
habían prohibido estudiar carreras y
obligado a ser amas de casa,
dependientas o obreras textiles
y debían conformarse con aprender
oficios como costura y labores en las
escuelas de la ciudad.
Como en cada generación,
los jóvenes desprecian a las generaciones
anteriores
y se apuntan a la moda del momento,
sea en lucha política,
sea en grupo musical
o en ropa.
Terrassa cambia cada década
y los que vivieron bien en su juventud
en la Terrassa de otros tiempos,
siempre echan en falta
lo que ya no está en la ciudad ahora.
Cada década llega a Terrassa el político
de moda de Barcelona o de Madrid
prometiendo el paraíso a los terrassenses.
Si hay algo que la gente de Terrassa
valora por encima de todo es su salud
y no puede aguantar el dolor.
Por eso cuando algo va mal en una
operación o en un tratamiento,
los terrassenses lo cuentan a todo el
mundo , para que sepan quién es el
médico que los está tratando
o qué es lo que le han hecho mal en el
hospital.
Los terrassenses adultos y ancianos ,
todos tienen algún problema de salud que,
con frecuencia, no se resuelve bien con
algún tratamiento , volviendo a sus
sufridores unos seres amargados
y siempre quejosos : en este estado han
vivido y siguen viviendo muchos
terrassenses adultos y ancianos.
El cine del Socialet donde pudimos ver
muchas películas de “arte y ensayo” y
otros cines de la ciudad, como el Regina
( dedicado a películas de Walt Disney), el
Principal ( dedicado a las clásicas como
“Lo que el viento se llevó”), Rambla
( dedicado a películas de aventuras) ,
Recreo ( igual) , Cataluña ( igual) y algún
cine de barrio como el Imperial ( que
pasaba las mismas películas que el
Rambla pero unas semanas después).
Teatro durante la Transición,
cuando se ponían en escena obras mucho
más atrevidas y polémicas que las
actuales .
La siempre discutida Mutua de Terrassa,
de la que algunos pacientes hablan muy
bien y otros muy mal, según cómo les haya
ido su tratamiento, su operación, el
compañero de la cama de al lado, la
infección hospitalaria o de quirófano que
hayan pillado o no hayan pillado y según el
médico que les haya tocado.
La calle Mayor llena de bancos en los años
70, con la FIAC en un primer piso y delante
una pastelería y una tienda de mantas. Y
los fotógrafos Francino y Bros.
Iluminación por farolas que daban una luz
melancólica y floja por la noche.
Mucha gente se iba los fines de semana a
caminar
y buscar setas por la montaña.
El Gran Casino, el edificio para actos
públicos de más categoría en la ciudad.
Un poco como salido de una película de
Sissí.
Y en medio de tanta gente de derechas,
sin saber cómo
aparecía también gente que mantenía viva
la ideología de antes de la Guerra Civil ,
respecto a la cual los que habíamos
nacido en los años 60 no sabíamos nada.
a mi padre y siempre me daba largas
cuando iba con la factura a su despacho
para cobrar.
Plá y Boada, compañeros del colegio y
campeones de ping-pong.
Terrassa, ciudad de manifestaciones, cada
año con su tema: en 1982 era contra el
servicio militar.
Profesor Simó.
Los tuberculosos del Hospital del Tórax:
algunos se curaban, otros se suicidaban y
todos ellos sufrían la marginación por
parte de la gente “ sana”
( mi madre me prohibía jugar por los
alrededores del hospital en los años 60
porque decía que habían muchos
microbios).
Los cursillos de natación en el Club
Natació Terrassa;
te ponían un salvavidas de corcho
y te echaban al agua
y … ¡ a nadar! .
En una ciudad industrial , las tiendas de
arte eran algo “ extraño” ,
así como las exposiciones de pintura en
els Amics de les Arts
y algunas casas habitadas por pintores
“modernos” incomprendidos por la
mayoría franquista de la ciudad.
Las bibliotecas, como la de la Fontvella y
la del Major de Sant Pere,
estaban ubicadas en edificios antiguos
pero con mucho sabor de otras épocas
con más clase.
La estatua neoclásica que había en la
Plaça Vella y otras repartidas por la
ciudad, como en el Parc de Sant Jordi :
La señora Bartomeus,
que con su esposo el impresor
y sus hijas ( de apariencia tan germánica
como su madre)
Desde luego, el Monumento a los Caídos
era lo más surrealista que había en
Terrassa en esos años,
con estatuas de soldados con cascos
nazis,
esculpidas con el mismo estilo en que se
esculpían las estatuas en la Alemania
nazi.
Comerciante de muebles y de arte,
desarrollador en los años 60 de la
urbanización Les Pedritxes ,
el Sr. Lloberas.
Una típica parada de la Plaça donde
empezaron a trabajar muchas chicas de la
ciudad como dependientas
( por ejemplo, mi madre)
en una época en que no habían
supermercados
y la gente de la ciudad tenía que ir a
comprar si ó sí a la Plaça.
En esos años no existían los
supermercados y la gente debía pasar por
la Plaça para comprar comida .
Los que trabajaban en la Plaça como
tenderos o como “peixateras” tenían
bastante mala fama de chismosos.
La fábrica AEG donde trabajaron muchos
terrassenses, como explica José Luís
Salillas en sus documentados libros sobre
la AEG.
Disponía de su propio generador de
electricidad porque no se fiaba de las
compañías de electricidad del país.
abandonados a la buena de Dios,
durante el franquismo
cuando el Ayuntamiento solamente se
preocupaba de tener bien administrado el
centro.
Una de las tiendas de ropa de los años 70,
de estilo tecnocrático como todas las
tiendas de esos años.
Los científicos, acorralados en sus
templos, como la Escuela Industrial y la
Facultad de Ingeniería,
mientras la gente de la ciudad adolecía de
bajo nivel cultural.
Bajar por la Fontvella viniendo desde la
Avenida Jacquard donde estaban las
escuela textiles y vivían los ingenieros,
era como bajar a los infiernos,
saliendo del barrio donde estaba la gente
con más cultura y cualificación de la
ciudad
para entrar en el inframundo que
descendía hacia la Rambla y sus barrios
como Can Aurell , poblados por gente
vulgar y sin cultura, mayormente
inmigrantes aragoneses.
La calle Cisterna,
con Can Colapi a un lado y el asilo
Busquets al otro
y donde jugábamos al salir de clase.
Durante la Transición, la ciudad se llenó
de “chorizos”, drogadictos y delincuentes,
seguramente debido a las malas
condiciones de vida en las barriadas
durante el franquismo.
Los genios que aparecen en la ciudad no
se acostumbran a quedar en ella,
emigrando a otros países o haciendo
carrera en Barcelona y residiendo en
Matadepera.
Edi, representante del humor de Terrassa:
provinciano, riéndose de todo como si no
le afectara a él y viendo las cosas del
mundo desde lejos.
Los médicos “ de toda la vida” del centro
de la ciudad, a los que tenemos que
agradecer las vacunas que nos pusieron y
sus atenciones cuando teníamos “anginas”
en los años 60 .
En gran parte los que nacimos entonces
somos un producto de la medicina que
practicaban estos médicos y de sus
conceptos sobre cómo debería ser una
“buena vida”.
Ferran Canyameres “El gran sapastre” ,
sobre la perdida de la amistad entre dos
amigos por razones políticas,
algo muy frecuente en la ciudad,
así como la pérdida de la amistad entre
antiguos amigos del colegio,
por los cambios que se dan en la vida,
por mejorar unos su situación económica,
por estudiar carreras que los otros no
pudieron estudiar,
por problemas de salud que dejan atrás a
los que no pueden seguir a los antiguos
amigos .
En cada década, músicos de la ciudad han
adaptado al gusto provinciano de aquí
a los grandes figuras de fuera,
como Duke Ellington por parte de la Hot
Club,
los genios del jazz por parte de la colla
del Jazz Cava
o los grupos pop y rock ingleses de moda,
por parte de muchos grupos de la ciudad.
Los aficionados al cine como cineastas
“amateur”, luego profesionalizados
que finalmente crearán la Escuela de Cine
y los estudios de cine en el antiguo
Hospital del Tórax.
El padre de Miquel Farre, inventor al estilo
de la ciudad,
adaptando inventos extranjeros,
con muchos proyectos fantasiosos
y algún ocasional éxito original .
Las “collas” de amigos, jugando al dominó
o al futbolín, como un medio para iniciarse
en la vida adulta,
“collas” tradicionales en la ciudad,
aunque esos amigos de juventud luego se
pierdan
cuando sean adultos con familia
y una mejor situación social y profesional.
La poliomielitis, la enfermedad más
temida en los años 60, cuando veíamos a
niños en el colegio con hierros
torturadores en sus piernas
y no sabíamos por qué unos tenían
“ polio “ y otros niños no.
La Plaça del Progrés, urbanizada según el
gusto franquista, donde jugábamos y
leíamos tebeos los chicos de las calles
adyacentes y bebíamos agua de su fuente.
Ha sido destrozada recientemente por una
famosa arquitecta posmoderna a la que ,
por lo visto, la ponía enferma la
ordenación neoclásica franquista de esa
plaza.
Miguel Tapias, constructor de los karts
“Arisco”.
“Egarkart “ y “Hispakart” eran otros
fabricantes de Terrassa, donde no existía
un circuito de karts de nivel internacional,
a pesar de contar con varios fabricantes.
El Hospital del Tórax fue construido en los
años 40 como un establecimiento
modélico, en plena naturaleza
para la recuperación de los tuberculosos.
y propio de los mejores alumnos del
colegio.
Los oficios manuales daban trabajo a
mucha gente de la ciudad, a pesar de su
dureza . Hoy en día nadie quiere hacer
esos oficios.
En la clase, larga y aburrida, con los
mejores alumnos siempre haciendo lo que
decía el maestro
y los peores alumnos siempre haciendo el
tonto en clase.
creando en sus propietarios una típica
personalidad de
“botiguers catalans “ . Parece que desde
la llegada al poder de Jordi Pujol, se ha
intentado acabar con ellos por razones
políticas ( “els botiguers” no eran
especialmente independentistas sino más
bien amantes de una vida tranquila ,
modesta y sin problemas ) mediante la
promoción de las grandes superficies
contra las que no podían competir los
pequeños comercios.
En los barrios “buenos” de Terrassa (desde la PlaÇa Vella
hasta Vallparadís) no se enteraron de la riada.
En estos barrios buenos, un poco más elevados que el resto de los
barrios (que estaban al mismo nivel que las rieras), se vivía mejor y
eran los barrios escogidos por la burguesía acomodada de la ciudad
para residir.
Esta burguesía terrassense se había acostumbrado desde el siglo XIX a
vivir con una buena calidad de vida, como muestran estos dibujos
sobre el estilo de vida cotidiano de este tipo de gente.
La riada se sufrió más en las partes bajas inundables de la
ciudad, como puede verse en estas fotos aéreas de las
fábricas numeradas , mezcladas con las viviendas de los
obreros en terrenos que habían sido anteriormente campos
de viñas y de olivos.
Un empresario circula por una carretera cuando pincha un
neumático.
Pide a un vagabundo que toca la guitarra bajo un puente
que le ayude a cambiar la rueda.
El empresario se da cuenta de lo bien que vive el
vagabundo bajo el puente y en el campo y decide
proponerle que cambien sus vidas:
el vagabundo será ahora el empresario y éste se quedará
a vivir bajo el puente.
El empresario, cansado de su vida en la ciudad,
decide cambiar su posición con el vagabundo:
le ofrece todo su dinero y su empresa a cambio de
poder quedarse él bajo el puente y en el campo.
El empresario, convertido ahora en nuevo
vagabundo ,es feliz corriendo por el campo y
comiendo comida sana.
El antiguo vagabundo se da la gran vida y derrocha su
dinero en manjares y fulanas.
Pero el antiguo vagabundo y ahora empresario no
puede dormir por las noches en la ciudad debido a
los ruidos de la gran urbe moderna.
El empresario por su parte, convertido ahora en un
vagabundo que vive bajo un puente y que disfruta del aire
libre y del campo,
no puede dormir por las noches debido al frío y a los
ruidos del bosque.
El antiguo vagabundo , ahora empresario, duerme
confortablemente en la ciudad pero por las noches tiene
pesadillas en las que se le aparece un fantasma:
es un inspector de Hacienda.
Las letras, los pagarés, la plantilla de los trabajadores, las
deudas, las hipotecas, los cobros y los impagados no le
dejan dormir tranquilo.
El vagabundo siente que las deudas y los pagos le
asfixian. Decide volver a su anterior vida bajo el puente,
donde era más feliz.
El vagabundo vuelve a su vida bajo el puente.
El empresario deja la vida en el campo y bajo el
puente, sube a su coche con la rueda ya cambiada
y se vuelve a la ciudad y a su vida de empresario.
FIN.
“El espantajo” (1963) de Pere Font Marcet.
Un día, el vagabundo muere en su barraca de
piedras.
Mucho tiempo después, unos niños encuentran la
ropa del vagabundo en la barraca abandonada.
Se les ocurre usar la ropa del vagabundo para hacer
un espantapájaros.
Pero los pájaros reconocen la ropa del vagabundo
En la escena final de la película, los pájaros ven el rostro
del vagabundo , su benefactor , en la silueta del
espantapájaros y se posan sobre él agradecidos.
FIN
(Estas películas pueden verse en la Biblioteca
Central de Terrassa
y en la web “Internet archive” con el título de
“The scarecrow”).
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