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Terceryúltimo librode la trilogíacompuestapor:LaheroínadeFortHenry(1903),Elespíritudelafrontera(1906)yLaúltimasenda(1909).

Aunque lapresentenovelaesun relatodeacción íntegroe independiente,aparecenenellapersonajesque fueron figurascentralesenLaheroínadeFort Henry. La Última Senda es el episodio final de la accidentadacolonización de un territorio, la última jornada de un policía de fe fronteraque, siguiendo a una joven del desierto, se alejó de los postreros indios.ZaneGrey,profundoconocedordelosambientesquedescribe, lograhacerrevivir, con todo su dramatismo y su calor humano, los días heroicos delOeste americano, la gesta de aquellos hombres rudos y leales quenecesitabanvastoshorizontesparadesarrollarsusaventuras.

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ZaneGrey

LaúltimasendaBettyZane-3

ePubr1.0BigBang21.01.15

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Títulooriginal:TheLastTrailZaneGrey,1909Traducción:EditorialJuventudRetoquedecubierta:pepotem2

Editordigital:BigBangPrimereditor:pepotem2(r1.0)ePubbaser1.2

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I

El crepúsculo de oferto día de verano, hace de esomuchos años, cubría de suavessombraseldesiertovalledelOhio,causandointensaansiedadaunviajeroqueseguíaelsolitariocaminoa lo largodel río.Habíaesperado llegaraquellanochealFuerteHenry con sus compañeros, terminando de estamanera su largo, duro y peligrosoviaje por las comarcas desiertas; pero el crepúsculo, que rápidamente se extendíasobre la tierra, impuso la necesidad de interrumpir lamarcha. El estrecho camino,flanqueadoporelbosque,yadifícildeseguirenplenodía,llevabaaparentementeaunos oscuros pasos sin salida. Su guía habíale abandonado aquellamañana, con laexcusadequesusserviciosyanoerannecesarios;sucarreraeranuevaenlafrontera,yenconjuntolasituaciónleproducíavivasinquietudes.

—Nadame importaría pasar otra noche al aire libre si el guía no nos hubieseabandonado—dijoenvozbajaalcarrero.

Estedignoindividuomeneóladespeinadacabezaydioungruñido,entantoquedesenganchabaloscaballos.

—Tío—dijo un joven que salió del interior del carro—, sin duda debemos dehallarnosamuypocasmillasdelFuerteHenry.

—¿Cómo sabes que estamos cerca del Fuerte?—preguntó el carrero—. ¿Y nisiquieraqueestamosseguros?Yodesconozcoestacomarca.

—ElguíaaseguróquepodríamosllegarfácilmentealFuerteHenryalapuestadelsol.

—¿Elguía?Ledigoausted,señorSheppard…—Nohabletanalto.Novayaaalarmaramihija—replicóelllamadoSheppard.—¿Noobservóustedalgoraroeneseguía?—preguntóelcarrerobajandolavoz

—.¿Nosefijóustedensuinquietuddeanoche?Y¿nolellamólaatenciónlaprisacon que nos dejó, y su excitación, a pesar de su deseo de mostrarse tranquilo eindiferente?

—Sí, se portó de unmodo raro, o, por lomenos, así me lo pareció—replicóSheppard—.¿Quéopinastú,Will?

—Ahora que pienso en ello, creo que, en efecto, su conducta fue extraña. Susactosypalabras eranpropiosdeunhombreque espera a alguienoque temealgo.Peromefiguréqueéseseríaelcarácterespecialdeunhombredelosbosques.

—Pues yo creo —gruñó el carrero en voz baja— que tenía mucha prisa pormarcharseyqueporestarazónnoquisohacercasodenadie.Esprecisorecordarqueel tratanteenpielesdeFuertePittnodiomuchosinformesdeeseguía,Jenks.Dijoque no era muy conocido en torno del Fuerte, y que solamente se sabía de él suhabilidadconelcuchillo.

—¿Cuál es su opinión?—preguntó Sheppard al notar que el carrero hacía unapausa.

—Pues que el valle que se halla al pie del Fuerte Pitt está lleno de renegados,

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malagente,proscritosyladronesdecaballos.Lospielesrojasnosontanmaloscomoantes,pero,encambio,esosblancossonpeoresquenunca.Yeseguía,Jenks,podríamuy bien pertenecer a esa gentuza. Nadamás. Es posible queme equivoque y lodeseo.Peronomegustaestemododeabandonarnos.

—Enfin,nohayqueapurarse.Sihemosllegadohastaaquísinhabervistoaunpielrojaoaunbandido,esdecir,sinincidentealguno,esperoquepodremosterminarelviajesinsucesosdesagradables.—Entoncesel señorSheppard levantó lavoz—:Vamos,Elena,perezosa,saldelcarro.Queremoscenar.Tú,Will,veacogerunpocodeleñayasíenbrevepodremosdaraestetristelugarunaspectomásalegre.

CuandoelseñorSheppardsevolvíahaciaelcarrocubiertoporuntoldodelona,unajovensaltóligeramentealsuelo,asulado.Eracasitanaltacomoélmismo.

—¿EsoesFuerteHenry?—preguntóalegrementeempezandoadanzaren tornodeél—.¿Dóndeestálaposada?Tengomuchahambre.¡Cuántomealegrodehabersalido del carro! Me gustaría echar a correr. ¿No te parece muy lindo este lugarsolitario?

Poco después, entre chasquidos y silbidos, surgió la llama de la hoguera delcampamento y el ambiente se perfumó con el aroma de leña quemada. La ollahumeante y unos sabrosos bistecs de venado alegraron a los hambrientos viajeros,haciéndoles olvidar por un momento la deserción de su guía y la posibilidad dehaberse extraviado. El último resplandor del sol desapareció por completo haciaoccidentey lanocheenvolvióelbosque,demaneraqueaquelpeñascoclaroeraelúnicopuntobrillante.

LavacilanteluzdelahogueradejóverqueelseñorShepparderaunancianobienconservado, de cabello gris y rostro rojizo y bondadoso. El sobrino tenía unaexpresión franca y juvenil. En cuanto a la joven, era un espléndido ejemplar defemineidad;susgrandesyrisueñosojoserantanoscuroscomolassombrasquehabíaalpiedelosárboles.

De pronto un repentino sobresalto de Elena interrumpió el alegre curso de laconversación.Sepusoenpievolviendoligeramenteelrostro.

—¿Quéeseso,primita?—seapresuróapreguntarWill.Elenapermanecióinmóvil.—Queridaniña…—dijosecamenteelseñorSheppard.—Heoídopasos—murmuróellaseñalandocontemblorosodedomásalládela

hoguera,hacialaimpenetrableoscuridad.Todospudieronoír,efectivamente,rocessuavessobrelahojarasca.Luego,unos

pasosalteraronelsilencio.Elfatigadocarrerolevantósuhirsutacabezaytemerosomiróasualrededor.El

señor Sheppard yWill dirigieron insegurasmiradas hacia el follaje, peroElena nocambiódeposición.Losviajerosparecíanaterradosporelsilencioy lasoledaddellugar. El débil zumbido de los insectos y los suaves gemidos del viento nocturnoparecíanacentuarsegraciasaaquellatranquilidadcasipenosa.

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—Probablemente será una pantera —sugirió Sheppard en voz que quería seralentadora—.Hoymismoviunaquesedeslizabaporelcamino.

—Mejorhabríasidosacarlaescopetadelcarro—dijoWill.—¡Qué oscuro y temeroso parece este lugar! —exclamó Elena con acento

nervioso—.Deverasmeasusté.Talvezfueunailusión…Ahí…Seoyeotravez…Dosaltasfigurassurgierondelaoscuridadapareciendoenelcírculodeluzycon

pasos rápidos y ligeros penetraron en el campamento antes de que los viajerostuviesen tiempo demoverse. Eran indios y, como blandían sus tomahawaks[1], eraevidentequeteníanintencioneshostiles.

—¡Uf! —gruñó el salvaje de mayor estatura mientras contemplaba al grupoasustadoeindefenso.

Lasamenazadorasfigurasde los indioseranalumbradasporel resplandorde lallama, y en tanto quemiraban con furtivos ojos al grupo, ofrecían un espectáculopavoroso.Las feroces facciones, que aún lo parecíanmás a causa de los trazos depinturaqueseadvertíanensus rostros; lashorriblesyafeitadascabezas,adornadassolamente por un mechón de cabellos en los que se prendía una sola pluma; demúsculos sarmentosos y de color de cobre, indicadores de ser a la vez rápidos yresistentes, y su aspecto general de indomable ferocidad, asustaron de veras a losviajeros,quesentíanhelárseleslasangreenlasvenas.

Congruñidosysonrisitasmanifestaronlasatisfacciónquelescausóelcaercomolangostassobrelosrestosdelacena.Éstadesaparecióconasombrosarapidez,puescomíancontalvoracidadquemásparecíanlobosquesereshumanos.

Elena miró tímidamente a su alrededor, cual si esperase ver surgir unossalvadores, y los indios la contemplaban conmal humor.Un solomovimiento porpartedecualquieradelosdelgrupoeracausadequeaquellasmanosmusculosassedirigiesenhaciaeltomahawk.

De pronto, el salvaje más alto oprimió la rodilla de su compañero. Luego,levantandosuhacha,laagitósignificativamenteanteelrostrodeSheppard,entantoque llevabaundedode laotramanoa los labiospara recomendarsilencio.Ambosindios se quedaron tan inmóviles como estatuas. Se acurrucaron luego, como paraescuchar,conlascabezasinclinadas,lasnaricesdilatadasyabiertaslasbocas.

Transcurrieron unos momentos. Parecía ininterrumpido el silencio de la selva,perounosoídostanagudoscomolosdelosgamoshabíansorprendidoalgúnruido.Elsalvajemáscorpulentosedejócaersinruidoalsueloyallísetendióconunoídopegadoa la tierra.Elotropermaneció inmóvil; solamentesusbrillantesojosdabanseñalesdevidaalregistrarlotodo.

Finalmente, el salvajeque se tendieraenel suelo se levantóen silencio, señalóhacialaoscurasendaysaliódelcírculodeluz,seguidodecercaporsucompañero.Ambos desaparecieron en la oscuridad cual espectros y con tanto silencio como alllegar.

—¡GraciasaDios!—dijoElenasuspirando.

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—¡Hemostenidosuerte!—exclamóWill.—¿Quéleparecetanextrañaconducta?—preguntóSheppardalcarrero.—Sospechoque alguien les habrá dado el soplo; probablemente ese guía, y no

dudodequevolverán.Ysino lohacenseráporqueobservenalgoohuelanalgunacosa.

Apenashabíacesadodehablarcuandodenuevoelcírculodeluzdelahogueravióseinvadidopordosdesconocidos.

—¡Loquemetemía!Yavuelvenesosmalditospiojosos—murmuróelcarrero.Pero se equivocaba, porque una voz profunda y tranquila pronunció una sola

palabra:—¡Amigos!Seacercaron losdoshombresvestidoscon trajesdecolorpardo,propiosde los

que frecuentan los bosques. Uno avanzó hacia los viajeros, en tanto que sucompañeropermanecíadetrás,apoyadoenunlargoynegrorifle.

Asíexpuestoalresplandordelallama,eldesconocidoofrecíaunafigurasingular.Sutrajeeradepieldeante,ribeteadoypropiodelafrontera.Erahombredeseispiesdeestatura,demiembrosesbeltosypoderosos,ysufiguragigantescateníaalgodelasalvajegraciadelosindios.

Observóalosmaravilladosviajerosconsusojososcurosygraves.—¿Leshanmolestadolosindios?—preguntó.—Nonoshanhechoningúndaño—contestóSheppard—.Sehancomidonuestra

cenayluegosehanmarchadosintocarnossiquiera.Peroverdaderamente,señor, leaseguroquenosalegramosdeverle.

Will hizo coro a estas palabras y los grandes ojos de Elena se fijaron en elextranjeroconexpresióndeextrañezaydecordialidad.

—Divisamosenlapenumbraelresplandordesuhoguerayllegamosatiempodevercómosealejabanlosindios.

—¿Ynocreeustedque soncapacesdehaberse escondidoentre lasmatasparadispararcontranosotros?—preguntóWill,queenelFuertePitthabíaoídonumerosashistorias de la frontera—.Seguramente y gracias a la luz de la hoguera ofrecemosunosblancosexcelentes.

Relajóselaexpresióndegravedaddeldesconocido.—¿Losperseguiránustedes?—preguntóElena.—Hace ya bastante tiempo que se han hundido en la oscuridad del bosque—

contestóelinterpelado—.¿Quiénerasuguía?—Locontraté enFuertePitt, peronos abandonó impensadamente estamañana.

Era un hombre corpulento, de negra barba y cejas muy pobladas. Le faltaba elextremosuperiordeunaoreja,comoarrancadadeunbalazo—contestóSheppard.

—SeráJenks,unodelosdelacuadrilladebandidosdeBingLegget,quetrabajanenlafrontera.

—Ésees,enefecto,sunombre.Y¿quiéneseseBingLegget?

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—Unbandido.Jenkssehaesforzadoenhacerlescaeraustedesenunatrampa.Esmuyposiblequesefigurasequeesosindiossemostraranunoodosdíasantes.Peroprobablementeseestropeóelplan.Talvezesperabalallegadadecincoshawneesyesmuyposiblequeatresdeellosnolosvuelvaaver.

Elsignificadodeestasúltimaspalabrasnopasóinadvertidoparalosviajeros.—¿AquédistancianoshallamosdeFuerteHenry?—preguntóSheppard.—A dieciocho millas a vuelo de pájaro, pero a mayor distancia siguiendo el

camino.—Hemos sido víctimas de una traición—exclamó el anciano—. Esta mañana

estábamosaesamismadistancia.Esuna suertequeustedesnoshayanencontrado.SupongoqueprocedenustedesdeFuerteHenryyqueno tendrán inconvenienteenguiamoshastaallí.SoyamigodelcoronelZane,quienagradecerácualquierfavorquenoshagausted.Aunquesindudayalosabe.

—YosoyJonathanZane.Shepparddiósecuenta,depronto,dequesehallabaanteelmásfamosopolicíade

lafrontera.EntiemposdelaRevolución,lafamadeZanehabíaseextendidoinclusohastalascoloniasdelAtlántico.

—¿Ysucompañero?—preguntóSheppardconelmayorinterés.Adivinaba ya la respuesta.Las leyendas de la frontera relacionaban a Jonathan

Zane con un hombre extraño y terrible, una Némesis de la frontera, un individuomisterioso,fugitivocomounasombra,aquienpocoshabíanvisto,peroalquetodosconocían.

—Wetzel—contestóZane.Decomúnacuerdo,losviajerosmiraroncuriosamentealsilenciosocompañerode

Zane. En la penumbra divisaron a un hombre gigantesco, moreno, inmóvil y, sinembargo,parecidoaunserintangible.

Repentinamentepareciódesvanecerseen lapenumbra, cual si en realidad fueseunfantasma.Unsiseodeavisosurgióentrelasmatas.

Conelpie,Zaneseapresuróadesparramarlasbrasasdelahoguera.Losviajerosesperaron,respirandoapenas.Nopodíanoírnadamásqueloslatidos

desuspropioscorazonesynisiquieraseveíanunoaotro.—Valemásqueseacuestenustedes—dijolatranquilavozdeZane.¡Quéalivio

sintierontodos!—Nosotros haremos la guardia —continuó Zane— y en cuanto amanezca les

guiaremoshastaFuerteHenry.

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II

ElcoronelZane,exploradorrudoyfornido,derostroatezadoyvigoroso,escuchabala dramática historia de su antiguo amigo. Y en cuanto terminó el relato, sushermososojosnegrosadquirieronsonrienteybondadosaexpresión.

—No,dudo,Sheppard,dequeesodebióde serunaaventuraemocionanteparausted —dijo—. Y tal vez habría sido bastante más interesante s: yo no hubieseenviadaaWetzelyaJonathanenbuscadeustedes.

—¿De veras? ¿Y cómo supo usted que yo me hallaba en la frontera?Precisamenteconfiabaendarleaustedunasorpresa.

—Mis correos indios salen de Fuerte Pitt antes que los demás viajeros y a sullegadamedandetalles.

—Ahora recuerdo a un indio muy ágil, que parecía interesado en informarseacerca de nosotros cuando llegamos a Fuerte Pitt. Y siento no haber seguido elconsejodeltratanteenpielesconrespectoalguía.Peroteníamuchaprisaporllegar.Misobrinotraíabastanteoroyyotodocuantoposeoenlatierra.

—Bien está lo que acaba bien—replicó alegremente el coronel Zane—. Perohemos de dar las gracias a la Providencia de que Jonathan y Wetzel llegasenoportunamente.

—Es verdad. No es fácil que olvide aquellos feroces salvajes. ¡Cómodesaparecieronenlaoscuridad!¿LosperseguiríaWetzel?Anochedesaparecióynolevolvimosaver.Enrealidadapenaspudimosexaminarlebien,detalmaneraquenosésiahoraloreconocería,anoserporsuelevadaestatura.

—PrecedíaaJonathanenelcamino.AsíobrasiempreWetzel.Enmomentosdepeligronoselevenunca,auncuandosehallaacortadistancia.Perovamosaecharuna mirada por ahí. Estoy construyendo una cabaña de troncos que, sin duda,resultarámuyconvenienteparausted.

Salieron para internarse en la sombra de los pinos y de los arces. Un senderoserpenteabaporunasuavependiente.Enlaladeradelacolinaybajolasextendidasramasdeunárbol,ungrupodebarbadosexploradores,vestidoscontrajesderozadoydesgastadoanteycubiertoscongorrosdepieldemapachebordeadosdeblanco,seocupabanenconstruirunacabañadetroncos.

—Lavidaen la fronteraesdura,activa,vigorizadora—dijoelcoronelZane—.Le aseguro, Jorge Sheppard, que a pesar de su cabello gris y de su linda hija, havenidoustedalOesteporquedeseavivirentrehombresquehacencosas.

—Nonegaré, coronel, que todavía tengo sangre caliente—replicóSheppard—,pero he venido a Fuerte Henry para adquirir tierras. Mi antigua morada deWilliamsburg ha caído convertida en ruinas juntamente con todo cuanto poseíamifamilia.Yhetraídoconmigoamihijayamisobrino,porquequieroqueechenraícesenestanuevatierra.

—Bueno, Jorge, nos alegramosmucho de tenerle entre nosotros. ¿Dónde están

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sushijos?Los recuerdomuybien, apesardequehanpasadodieciséis largosañosdesdequesalídeWilliamsburg.

—Hanmuerto. La Revoluciónme quitó amis hijos. Elena es la última demifamilia.

—Realmente esto es doloroso. La independencia les ha costado a ustedes loscolonizadores un precio tan alto como la libertad en la frontera a nosotros losexploradores.En fin, amigo,olvide lopasado.Aquí empiezaparaustedunanuevavidayestoysegurodequeserágenerosaparausted.Mire,ahíseestáconstruyendounacabaña,queenbreveserásucasa.

—¡Iza!—gritóuncurtidoymusculosocapataz.Unadocenadefuerteshombrossedoblabanbajoelpesodeunaenormevigaya

escuadrada.—¡Iza!—gritódenuevoelcapataz.—Mirecómoavanzalaobra—exclamóelcoronel—.Mañanaporlamañanaya

selespodráabrigardelalluvia.Avanzaronporun senderoarenoso, limitadopor laderechaporunanchurosoy

verdeclaroyporlaizquierdaporunafiladecastañosyarces,queeranlasavanzadasdelespesobosqueinmediato.

—Su vivienda está muy bien situada —observó Sheppard mientras fijaba lamiradaenelcuidadocampoqueseextendíacolinaarribayenunarroyoquehacíasaltar sus aguas y que formaba luego un diminuto lago rodeado de hierba, desdedonde el agua pasaba por una conducción formada pormedios troncos de árbolesahuecadoshastairapararalafuente.

—Asílocreo.Peroéstaeslacuartavezquemehevistoobligadoaconstruirunacabañaenestatierra—replicóelcoronel.

—¿Cómoeseso?—Lospielesrojassonhábilesenincendiarlotodo.Sheppardseechóareírantelarespuestadelexplorador.—Noesdifícil,coronelZane,elcomprendercómoelFuerteHenryharesistido

todosestosaños,teniéndoleaustedporjefe.Peronohaydudadequesucabañasehallaenelmejorsitiodelestablecimiento.¡Quéhermosavista!Enloaltodeunarocaquedominabaelmajestuoso, lentoyondulosoOhio, lacabañadelcoronelocupabauna posición dominante, desde la cual se podía contemplar perfectamente elpintorescovalle.LosojosdeShepparddescubrieronantetodoelperfildelenormeyatrevidoFuerte,ennegrecidoporeltiempoceñudo,queparecíaprotegerlascabañasde troncos que lo rodeaban; luego vio el anchuroso río, con sus verdes islas, lasdoradasbarrasdearena,lasorillascubiertasdesauces,ymásalláondulantespradosde pasto, que más lejos se transformaban en verdes bosques, los cuales ibanascendiendopaulatinamentehastaperderse en las sombras amoratadasydébilesdelasdistantesmontañas.

—Hacedieciséisañoslleguéaquí,saliendodelaespesuraquehayjuntoaaquella

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roca,yporvezprimeracontempléestevalle.Meimpresionóenextremosubelleza,peromuchomástodavíasusmaravillosaspromesas.

—¿Ibaustedsolo?—Conmiperro.Pocoshombresblancosmehabíanprecedidoalrío;peroyofui

elprimeroenpercatarmede lomaravillosodeestevalledesde lo altodeesa roca.Ahora,Jorge,voyaconcederleausteduncentenardeacresdetierrabiendesbrozada.La tierra es tan rica, que podrá hacer dos cosechas por estación. Con un poco deganadoybuenasmanos,muyprontoestaráustedenextremoatareado.

—Noesperabaobtenertantatierra;y,enrealidad,notengomediosparapagarla.—Ya hablaremos del pago cuando la granja empiece a dar beneficios. ¿Es su

sobrinounmuchachofuerteyactivo?—Sí,y,además,tienelosuficienteparacomprarunabuenagranja.—Hagausteddemaneraqueseguardesudineroparaemplearloenconstruiruna

casa cómodapara su futura esposa.Aquí casamosmuypronto a los jóvenes.Y suhija,Jorge,¿estarábiendispuestaparaestaduravidadelafrontera?

—NotengaustedningúncuidadoporElena.—Recuerde usted que lo más pesado del trabajo del explorador recae en las

mujeres. ¡Dios las bendiga, por lo heroicas que se hanmostrado! La vida es aquíbastanterudaparaunhombrey,porlotanto,másparaunamujer.Peroestaexistenciaes apropiada para los hombres. Necesitamos muchachas… jóvenes, capaces dedarnos hijos robustos. Sin embargo, siempreme causa tristeza ver llegar a una deellasaestafrontera.

—YosiempresupeloquehacíaaltraeraElena,yella,porsuparte,noseasustó—contestóSheppardalgosorprendidoporeltonodelcoronel.

—Nadiesabeloqueesestohastaquehavividoenlafrontera.Perotodoloqueacabo de decirle no sirve más que para desalentarle a usted. ¡Ah! Ahí viene laseñoritaElenaconmihermana.

Elvirilyhermosorostrodelcoronelperdiósuexpresiónseverayseiluminóconunasonrisa.

—Esperoquehabráusteddescansadobiendespuésdesulargoviaje.—Pocas veces estoy fatigada y, por otra parte,me han proporcionado aquí las

mayorescomodidades.Debodarlasgraciasaustedyasuhermana—replicólajovenofreciendosumanoalcoronelZaneeincluyendoaambosensumiradadegratitud.

La hermana del coronel era una mujer joven, esbelta y hermosa, cuya bellezamorenaresaltabaventajosamentealladodesucompañera,queteníaelcutisblancoysonrosado,elcabellodoradoylosojosazules.

Apesardelabellezaque,sinduda,poseíaElenaSheppard,eransusojosloquemás seducíaal coronel.Eranextraordinariamentegrandes,de tonoazuloscuroquecambiabaavecesyqueexpresabanperfectamentetodossuspensamientos.

—Vamosadarunpaseo—dijodeprontoelcoronelZane.Y en compañía del señor Sheppard, siguió a las jóvenes descendiendo por un

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sendero. Escoltó a sus compañeros hasta el Fuerte, en donde lesmostró una largasala,queteníapequeñasaberturascuadradasenlasparedesdetroncos,otrosagujeroscausados por los balazos, maderas ennegrecidas por el fuego y algunas manchasoscuras que sugerían de unmodo terrible las penalidades y el heroísmo que habíacostadoladefensadeaquellarudaestructura.

Obedeciendo a las reiteradas súplicas de Elena, el coronel Zane cedió a sudebilidaddereferirhistorias,yrecitóladelúltimositiosufridoporFuerteHenry;dequemaneraelrenegadoGirtyatacóelestablecimientoconcentenaresdeindiosydesoldados ingleses; como, durante tres días, no hubo allímás que silbidos de balas,flechasincendiaras,demoniosaulladores,fuego,humoyunataquetrasotro,entantoquelosvalientesdefensorespermanecíanensuspuestos,decididosamorirantesquerendirse.

—¡Esoesgrandioso!—exclamóElenaconlosojoscentelleantes—.Sindudafueentonces cuandoBetty Zane acudió al Fuerte con la pólvora que había recobrado.¡Oh!Yaheoídoreferirlahistoria.

—Quelecuenteesomihermana—dijoelcoronelsonriendo.—¡Usted!¿Fueusted?Y los ojos de Elena brillaron más todavía, con la luz gloriosa de la juventud

cuandooyehablardegrandeshazañas.—Desdeentoncesmihermanahasidocasadayviuda—dijoelcoronel,entanto

queElenaexaminabaelrostrotristeytranquilodeIsabelZane,extrañadatalvezdequeaquellamujerapaciblepudieraserlavalerosayrenombradaIsabelZane.

Conunmovimiento impulsivo, lamanodeElenaestrechó fuertemente ladesucompañera. Y de aquel acto juvenil y cordial nació inmediatamente una profundaamistad.

—Yamehagocargodequeeneste lugarhande sucedercosas—dijoel señorSheppard,deseosodeseguiroyendoaventurasdelabiosdelcoronel.

Éstesonriótristemente.—Cadaverano,durantequinceaños,hasidosangrientoenlafrontera.Lossitios

deFuerteHenry,laderrotadeCrawford,losdoshechosmásimportantesquesehanconocido aquí, son asuntos ya históricos, de manera que sin duda los conocenustedes.Perolasinnumerablesexpedicionesyloscontinuadosataquesdelosindios,lasmujeresquelosrenegadoshansometidoalcautiverio,losgranjerasasesinados,esdecir,laguerraincesante,nodirigidacontraunlugardeterminado,sinoalolargodelcursoenterodelrío,todoesosoncosassobradamenteconocidasporlosexploradores.AcincomillasdeFuerteHenrypuedomostraraustedesloslaurelesdetrespiesdealturasobrelascenizasdedosestablecimientos,asícomomuchosclarosdondealgúndesgraciadoexplorador se estableciódespuésde reivindicar lapropiedadde algunatierrainmediatayedificóunacabañadetroncossolamenteparamorirendefensadesumujerydesushijos.EntreestelugaryFuertePitthaytansólounestablecimiento,Yellow Creek, y muchos de sus habitantes son supervivientes de pueblos

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abandonados a cierta distancia río arriba. El verano pasado tuvimos la MatanzaMorvin, el hecho más inhumano y más negro que se ha cometido jamás. DesdeentoncesSimónGirtyysussanguinariospielesrojasnohandadonuevasseñalesdevida.

—Sindudatendránustedesunafuerzanumerosa—dijoSheppard.—Siempre hemos procurado ser lo bastante fuertes, aunque nunca hay aquí

muchoshombres.DuranteelúltimositioyonoteníamásquecuarentadefensoresenelFuerte,incluyendoenellosalasmujeresyalosniños.Perotantolosexploradorescomolasmujeressabíanmanejarunrifletanbiencomolospolicíasdelafrontera.

—¿Hace usted alguna distinción entre los exploradores y los policías de lafrontera?—preguntóSheppard.

—Claroquesí.Yosoyunexplorador;unpolicíadelafronteraesuncazadordeindiosoescucha.DurantevariosañosmiscabañasalbergaronaAndrésZane,aSamyaJohnMcColloch,aBillMetzarya JohnyMartínWetzel, todos loscualeshanmuerto. Ni uno solo consiguió salvar su pericráneo. Fuerte Henry está creciendo;tienebatidores,hombresdelrío,perosolamentedospolicíasdelasfronteras.WetzelyJonathansonlosdosúnicosquehanquedadodeaquellosgrandeshombres.

—Sin duda serán ya bastante viejos —preguntó Elena con una miradaensoñadora.

—No en años, señorita Elena, como usted quiere decir. En cambio, sí enexperiencia; pocos exploradores y ningún policía de la frontera alcanza una edadavanzada.WetzeltendráunoscuarentaañosymihermanoJonathanestodavíajoven;encambio,ambossonviejosenconocimientosdelafrontera.

Con la mayor vehemencia, como hombre que ama el asunto de que habla, elcoronelZanerefirióasusoyentesalgunascosasdeaquellosdosnotablespolicíasdelafrontera.Dieciséisañosantes,cuandoporsuedaderan todavíaunosmuchachos,unieronsussuertesaladelcoronelyviajaronporlasmontañasdeVirginia;Wetzeldispuestoadedicarlavidaalatareavengadoraquehabíaescogido,yJonathanparadar rienda suelta a su espíritu aventurero y a su amor por la soledad. Por unacasualidadmaravillosa,graciasasuastucia,habilidadoatrevimiento,amboshombressobrevivieron a los largos años de guerra en la frontera, que había de terminar lasexistenciasdetodossuscontemporáneos.

Durante largos años, Wetzel prefirió la soledad a la compañía; recorrió lascomarcas semidesiertas en persecución de los indios, sus enemigos de por vida, ypocas veces aparecía por el establecimiento más que para dar aviso de algunaproyectada expediciónde los indios. Jonathan tambiénpasómucho tiempo solo enlos bosques o explorando las orillas del río. Pero en los últimos años se habíadesarrollado una amistad intensa entre los dos policías de la frontera. El interésmutuolosllevóaseguirjuntoslapistadeunfamosorenegado,ycuando,despuésdemuchosylargosdíasdepacientevigilanciayconstantepersecución,elbandidopagóunamerecidapenaporsuscriminalesactos,aquellossolitariosysilenciososhombres

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eranamigos.De constitución poderosa, rápido como un gamo, desconocedor del miedo e

incansable,lasagacidaddesabuesodeWetzel,suferocidadycarácterimplacable,seequilibróconlafinainteligenciadeJonathanysubuenjuicio,demaneraquelosdosseconvirtieronenelazotedelospielesrojasydelosrenegados.Sufamaaumentabacada verano, hasta que, por fin, los habitantes del establecimiento llegaron aconsiderarcomolacosamásnaturaldeestemundolasmayoreshazañasdefuerza,devalorydeastucia,aunquetodoelmundocelebrabalahabilidadylasagacidaddequeambosestabandotados.

De común acuerdo, los exploradores atribuían aWetzel y a Jonathan todos loshechosmisteriosos,desdeelhallazgodeungordopavoenlapuertadeunacabaña,aldescubrimientodeun salvajedesprovistode supericráneoy sacadoa rastrasde suescondrijo inmediato a la fuente de algún colono. Y más se confirmaban en estacreencia por el hecho de que ambos héroes no hablaban jamás de sus hazañas. Avecesunexploradorquevivieseenlasafuerasdelestablecimientosedespertabaporlamañanaaloíruntiroderifle;ycuandoseasomabaalaventanaparamirar,fuera,veíaaunindiomuertoytendidocasidelantedelapuertadesucabaña,entantoquemáslejos,confundidaconlanieblagris,sedivisabaunaaltafiguraquedesaparecía.Enotrasocasiones,alanochecerdeundíadeverano,cuandoelcolonoacariciabaasushijosofumabatranquilamentesupipadespuésdeundíadepesadalaborenloscampos,veía laoscurafiguradeJonathanZaneque,sinruido,salíade laespesura,paraavisarledequemarchasecuantoantesconsufamiliahaciaelFuerteenbuscadeseguridad.Ycuandouncolonoeraasesinadoysushijosraptadosporlosindios,entanto que la esposa era entregada a la brutalidad de algún renegado, tragedias pordesgraciamuyfrecuentesenlafrontera,WetzelyJonathanpartíansolossiguiendolapista.Muchasmujeresblancasregresaronvivasyennumerosasocasionessinhabersufrido elmenor daño;más de una joven fue capturada, rescatada y devuelta a sunovio;peroencambioerancasiincontablesloshuesosdelosbrutaleshombresrojosqueyacíanabandonadosenlosprofundosyoscurosbosquesoseblanqueabanenlasllanuras, como silenciosos y terribles testimonios de la severa justicia que lesinfligieronaquellosdoshéroes.

—Talessonmisdospolicíasdelafrontera,señoritaSheppard—acabódiciendoelcoronel—.ElFuerteytodasesascabañasnoseríanmásquemontonesdecenizasnegrasdenoexistirellos,yencuantoanosotros,nuestrasesposasynuestroshijos…¡Dioslosabe!

—¿Notienenellostambiénesposasehijos?—preguntóElena.—No—contestóelcoronelconsuamablesonrisa—.Talesalegríasnosonpara

lospolicíasdelafrontera.—¿Por qué no?Unos hombresmagníficos como ellosmerecen la felicidad—

declaróElena.—Es necesario que sea así—dijo sencillamente el coronel—, pues no podrían

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dedicarseasucometidodenosertanlibrescomoelviento.WetzelyJonathannohantenidonuncanovias.CreoqueWetzelamóunavezaunamuchacha;peroéleraunmatadordeindios,cuyasmanosestabanteñidasensangre.Porconsiguiente,impusosilencioasucorazónycontinuólavidasolitariaquehabíaescogido.Jonathanparecenohabersedadocuentadequeexistenlasmujeresparaencantar,agradar,seramadasytomadascomoesposas.Enciertaocasiónledirigimosalgunasburlasacercadequesushermanoscumplíanconsusdeberescercadelafronterayélexclamó:«MividaeslafronterayminovialaEstrellaPolar».

Elenaobservabaconensoñadoresojoslasdiminutasondulacionesdelaguaquesedeshacían contra las piedras de la orilla del río. Sin darse cuenta de la fuerteimpresión que el relato del coronel le había producido, sentía, sin embargo, lagrandezadelavidadeaquellospolicíasdelafronteraylogloriosoqueseríaparaellacompartirelorgullodeaquellavidadeprotección.

—Oiga,Sheppard—dijoelcoronelZanealregresarasucabaña—.Suhijatieneunos ojos magníficos. No puedo olvidar su centelleo. Y no tengo duda de quecausaránmásestragosenlaguarniciónqueunabandadepielesrojas.

—¿Eso cree usted? ¿En esta región casi desierta? —preguntó Sheppard,incrédulo.

—Comoselodigo.—¡Dios mío! ¡Lo que he sufrido a causa de esta muchacha! En donde antes

vivíamoshabía,especialmente,unhombrequenoshizodesgraciados.Eraricoybiennacido;peroElenanoqueríanioírhablardeél.Yyo,tontodemí,nosupeevitarquemeengañase.Prácticamenteseapoderódecuantonosquedaba,yloperdióaljuegocuandoElenaafirmóqueantespreferíamorirsequesersuya.Enparte,porestacausame llevéamihija.Luego teníacontinuamenteunaseriedepretendientes,yellaesuna muchacha pletórica de juventud. Yo esperaba poder casarla aquí con algúngranjeroyterminarmisdíasenpaz.

—¿Enpaz?¿Conunosojoscomolossuyos?Noloespereustedenestemundo—exclamóZaneriéndoseydandounapalmadaenelhombroasuamigo—.Peronosepreocupe, Jorge. Usted no puede impedir dejar que su hija tenga esos ojosmaravillosos,comono leesposibledejardeestarorgullosodeellos.Amímehanconquistado ya, por más que sea un hombre medio salvaje. Pero ya le ayudaré aconteneraesainquietaseñorita.Tengoalgunaexperiencia,Sheppard,nodebeustedolvidarlo.Antetodomihermana,queesunaverdaderaZanedecuerpoentero,locuales decir bastante.Es unamuchacha tan dulce y orgullosa comouna princesa indiacalzadaconmocasinesadornadosconcuentas,y,además,unamuchachahermosaeimpulsiva. Y como yo gozo de autoridad, creo natural que todo el trabajo, desdemantenerdispuestaalaguarnicióncontraunataquehastaarreglarasuntosamorosos,pese sobre mí. Por consiguiente le libraré a usted de este cuidado… ¡Hola! Hayforasterosenlapuerta.Algohabráocurrido.

Enefecto,mediadocenade individuosdeaspecto rudohabíandadovueltaa la

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esquinadelacabañaysedetuvieronantelapuerta.—BillElsingyalgunosdesushombresdeYellowCreek—dijoelcoronelZane

mientrasseacercabaalgrupo.—Hola,coronel—dijoelqueparecíaeljefedelosdemás—.Hemosperdidoseis

caballosyandamosbuscándolos.—¡Malditos seáis! ¿Sabéis que estos robos de caballos empiezan a ser

interesantes?Y¿aquéhabéisvenido?—PuesporqueencontramosaJonathanenlamontaña,alsalirelsol,ynoshizo

desistir. Dijo que tenía ya acorralados a dos caballos y que tal vezWetzel podríaencontrarlosdemás.

—Esextraño—replicóelcoronelZanemuypensativo.—MeparecequeJackyWetzelestánsiguiendolapistadealgunospielesrojasy

no quieren que les molestemos. Tal vez no había bastantes cabelleras para todos.Pero,sealoquefuere,aquíestamosypasaremostodoeldía.

—Vamosaver,Bill,¿quiénsededicaarobarcaballos?—Quemematen si lo sé. Pero es preciso confesar que los ladrones son gente

hábil. A veces he llegado a sospechar que será algún blanco apoyado por variosindios.

Elenaobservó, cuandodenuevo semetióen la casa,que la esposadel coronelZane parecía estar preocupada. Había desaparecido su apacible expresión. Conindiferencia inusitada en ella hizo cesar las bromas que le dirigían sus dos alegreshijos y volvió el rostro a su marido con ansiosa interrogación, cual si quisierapreguntarlesilosreciénllegadostraíannoticiasdelosindios.Encuantoélleaseguróque no se trataba de eso, pareció quedarmuy tranquilizada y explicó a Elena quehabía visto tantas veces la llegada de unos hombres armados, para consultar alcoronel acerca demisiones y expediciones peligrosas, que la sola presencia de unforasterolecausabaunmiedoinsuperable.

—Estoyacostumbradaalpeligro,pero, sinembargo,nuncapuedocontenermistemorespormimaridoypormishijos—dijolaseñoraZane—.Cuantomásviejamehago,más cobardeme vuelvo. ¡Oh, esta vida de la frontera esmuy triste para lasmujeres!Hacemuypocotiempo,mihermanoSamuelMcCollochfuemuertodeuntiroylearrancaronelpericráneoenlaorillaopuestadelrío.Dirigíaseelpobrealafuenteparatomaruncubodeagua.Perdíaotrohermanocasidelamismamanera.Todoslosdías,duranteelverano,casiconabsolutaregularidad,unmaridoounpadrecae víctima de algún indio asesino.Mimarido tendrá algún día el mismo fin. Lafronterareclamalasvidasdetodosellos.

—Mira,Isabel,procuranocomunicartustemoresanuestranuevaamiga.Porotraparte, señorita Elena, no crea en la cobardía que quiere fingir—dijo sonriendo lahermanadelcoronel.

—Betty tiene razón, Isabel.No la asustes—dijo el coronelZane—.Temo quehoyhemoshabladoyademasiado.Laculpalahatenidousted,señoritaElena,porque

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estabataninteresadayestanbuenaoyente,quenopudecontenerme.Y,deunavezpara siempre,permítamedecirleque, con toda seguridad, encontraráustedbastanteagitada lavida enestos lugares;peromuypocospeligros la amenazanausted.Detodosmodos,estoypersuadidodequetendráalgunosdisgustos,peronoconindiosniconproscritos.

Guiñóelojoasuhermanayasuesposa,DemomentoElenanocomprendióestaspalabras,peroluegoseruborizósuhermosorostro.

Poco tiempo después de esta escena, mientras desempaquetaba sus efectos, lajovenoyópisadasdecaballoenelpedregosocaminoacompañadasdefuertesvoces.Corrióalaventanayvioaungrupodehombresantelapuerta.

—¿Quiere usted salir, señorita Sheppard? —preguntó la hermana del coronelZanedesdelapuerta—.MihermanoJonathanharegresado.

ElenasereunióconBettyenlapuertaymiróporencimadesuhombro.—Bueno, Jack, por lo menos has cogido dos —dijo una voz que hablaba

lentamente,enlaquereconocióaElsing.Unhombreágilyesbeltopusopiea tierraaldesmontardeunodeloscaballos;

entrególabridaaElsingy,pronunciandoalmismotiempounasolapalabra,sevolvióyentróporlapuerta.ElcoronelZanelerecibióallí.

—Hola,Jonathan.¿Quéocurre?—Algomuydesagradable—respondióconvozclarayfuerteelreciénllegado.ElcoronelZaneposólamanoenelhombrodesuhermanoyasípermanecieron

unmomento,mostrando su extraordinario parecido, aunque el enérgico exploradorera,enciertomodo,muydistintodelmorenopolicíadelafrontera.

—Ajuzgarporelaspectodeturostro,yamefiguréqueocurrealgodesagradable—dijo tranquilamenteelcoronel—.Esperoqueno traerásmuymalasnoticiaspara,serelprimerdíaenquevesanuestrosantiguosamigosdeVirginia.

—¡Jonathan!—exclamóBettyenvistadequeélnocontestabaalcoronel.Aloírsuvoz,élsevolvióamediasysusojososcuros,firmesyvigilantescomo

losdeungamotemeroso,buscaronelrostrodesuhermana.—Betty, el viejo Jake Lane fue asesinado ayer por los ladrones de caballos y

MabelLanehadesaparecido.—¡Oh!—exclamóBetty.Peronotuvofuerzasparamás.ElcoronelZanelanzóunamaldiciónenvozbaja.—Yasabes,Ebenezer,queyomeesforcéenlograrqueLanevivieseaquí,enel

establecimiento, teniendo —en cuenta la seguridad de Mabel. Pero él deseabaexplotaraquellagranja.Temomuchoqueelobjetodeesteatentadonohaya,sidoelrobo de los caballos, sino, más bien apoderarse de la muchacha. Las mujereshermosasnosonmuyconvenientesen la fronteraoenotro lugarcualquiera,segúncreo.Wetzelestásiguiendolapista,yyohevenidoporquetengogravessospechas…Yatelasexplicaréasolas.

ElpolicíadelafronterahizounagravereverenciaaElena,aunqueconunagracia

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nadaafectada,apesardelocualaquelmovimientocortésparecíaimpropiodeél.Lajoven, ligeramente sonrojadayalgoconfusaporaquelencuentroconelhombreentornodelcualsurománticaimaginaciónhabíatejidoyaunahistoria,permanecióenla puerta después de dirigirle una rápida mirada y de ofrecerle la visión másencantadora,hermosaydulce,debellezafemeninaqueel jovenhabíacontempladoensuvidaentera.

Los dos hombres penetraron en la casa, pero sus, voces se oían claramente atravésdelapuerta.

—Mira, Ebenezer; si Bing Legget o Girty llegan a conocer siquiera a esamuchacha de los ojos enormes, querrán apoderarse de ella aunque para eso tenganque incendiar Fuerte Henry y, en caso de que la rapten,Wetzel y yo seguiremosnuestraúltimapista.

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III

Después de cenar, el coronel Zane llevó a sus huéspedes a un soportal lateral, endondeselesreunieronmuyprontolaseñoraZaneyBetty.Losdoshijosdelanfitrión,NoéySamuel,queleshabíanprecedido,estabansentadosahorcajadasenlabarandadel soportal y, a juzgar por susmovimientos, parecía quemontaban unos salvajesmustangs[2]indios.

—Hacebastantefresco—dijoelcoronelZane—,perodeseoqueveanustedeslapuestadelsolenelvalle.Además,unabuenapartedesus futurosvecinosvendránestanocheparadarleslabienvenida.Eslacostumbredelafrontera.

DisponíanseasentarsealladodelseñorSheppard,sobreunbancorústico,cuandoaparecióenelmarcodelapuertaunadoncellanegra,llevandoaunaniñitasonrienteydenegrosojos.ElcoronelZanetomóalaniñay,levantándolaenalto,exclamóconpaternalorgullo:

—Ésta es Rebeca Zane, la primera niña de los Zane y destinada a ser la máshermosadelafrontera.

—¿Me permite usted tomarla?—preguntó Elena con voz suave, tendiendo losbrazos.

Tomó a la niña, la sentó sobre su rodilla y, hecho esto, abandonó su miradasolemneparaexpresarunaalegríapuramenteinfantil.

—AhívienenNellyyJim—dijolaseñoraZaneseñalandohaciaelFuerte.—Sí.YtambiénvienenmihermanoSilasysuesposa—añadióelcoronelZane

—. La primera pareja la forman Jaime Downs, nuestro joven pastor, y Nelly, suesposa. Llegaron aquí hace cosa de un año. Jaime tenía un hermano, Joe, elmuchachomásestupendoquejamássevio,acometidoporlafiebredelafrontera.Lomató uno de los Girty. Fue una historia maravillosa y algún día se la contarán austedeselpárrocoysumujer.

—¿Quéeslafiebredelafrontera?—preguntóelseñorSheppard.—Elimpulsoqueleshatraídoaustedesaquí—replicóelcoronelZaneriéndose

cordialmente.Elenamiróconelmayorinterésalaparejaquealasazónentrabaenelpatio,yen

cuanto llegaron al soportal vio que él era un hombre alto y corpulento, de portefrancoyvaronil,en tantoquesuesposaeraunamujercitaesbelta,decabello rubiocomoeloroyderostrodulceysonriente.YsaludaronaElenayasupadrecon lamayorcordialidad.

Llegó después Silas Zane, típico explorador bronceado y bien barbado, con suregordeta esposa. Luego se sumaron al grupo algunos de los habitantes de lapoblación. Eran hombres rudos, que vestían trajes de piel de gamomuy usados, ymujeres de expresión seria, que llevaban unos trajes muy sencillos de lino gris.Dieronlabienvenidaalosreciénllegadosconpalabrasvulgares,sencillasycorteses.

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Aparecieronentoncesseismuchachos,despuésdedoblarlaesquinadelacabaña,yseacercaron con cierta vacilación. A Elena le parecieron todos iguales: altos,desmañados, de rostros morenos y manos enormes. Cuando el coronel Zane losinterpeló alegremente, avanzaron con evidente embarazo y, por turno, magullaronmaterialmente lamano de Elena con sus callosasmanazas. Luego se apoyaron decodosenlabarandaynocesarondedirigirlemiradasfurtivas.

Poco después se congregaron en el soportal o en el patio un gran número dealdeanos.DespuésdesaludaraElenayasupadre,tomaronparteenlaconversacióngeneral.Dos o tresmuchachas, las últimas en llegar, viéronse rodeadas pormediadocenadejóvenes,ysuscarcajadasdominabanelzumbidodelasconversaciones.

Elenaexaminabaaquellareuniónconencontradossentimientosdesatisfacciónyplacer.Leimportababastantemáscontemplaralosmuchachosconquienessepodríarelacionar en adelante, que lospeligrosdequeotros le habíanhablado.Sabíamuybienqueenlafronteranoexistenlasdistincionesderango.Aunqueellaprocedíadeuna antigua familia, y durante su infancia vióse rodeada de toda suerte derefinamientos y hasta de lujo, aceptó animosa los reveses de la fortuna y estabadispuesta a olvidar su orgullo anterior. Necesitaba poder contar con amigos. Sucorazóncálido,impulsivoyafectuosoteníanecesidaddeverserodeadodepersonasen quienes pudiera confiar. Por consiguiente, oyó con el mayor placer cuáninfundadoseransustemores,ycomprendiótambiénquesinoencontrabaallíbuenosyverdaderosamigos,ellasolatendríalaculpa.Deunamiradadiósecuentadequelaviuda hermana del coronel era su igual y tal vez su superior en educación y ennacimiento, y queNellyDowns era la señoramejor educada ymás simpática quehabía conocido en su vida. Las demás jóvenes también eran encantadoras y semostrabanfrancas,amablesycariñosas.

Encuantoalosmuchachos,delosquehabríacosadeunadocena,Elenanopudollegaraunaconclusión.Leagradabalarudezadeaquelloshombresylasseñalesdehonrado trabajoqueseadvertíaensuspersonas.Apesardesu juventud,Elena fuemuysolicitadaacausadesusatractivospersonalesydeestemodotenía,ademásdela natural intuición femenina, una experiencia nada despreciable. Las miradas dealgunosdeaquelloshombres,especialmenteelatrevimientoconquelacontemplabaunollamadoRogerBrandt,aquienlepresentóelcoronelZane,lashabíavistoyaenotrasocasionesy,desdeluego,ladisgustaban.Enconjunto,sinembargo,estabamuysatisfechaconlaesperanzadetenernuevosamigosyfuturaprosperidad,y tambiénsentíagranplacerenlacertidumbredequesupadrecompartíasussentimientos.

Depronto sediocuentadequehabíacesado la conversación.Levantó losojosparacontemplarlaaltayesbeltapersonadeJonathanZane,mientrasavanzabaporelsoportal.La jovenpudoobservarqueen la reuniónparecíahabercaídoun jarrodeagua fría.Erael reconocimiento involuntariode lapresenciadeaquelpolicíade lafronteraqueentodosejercíaunfuerteysutilmagnetismo.

—Hola, Jonathan. ¿Has venido a contemplar la puesta del sol? Esta tarde es

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bellísima—dijoelcoronelZane.Elpolicíadelafronterasaludóconlacabeza,casidé un modo imperceptible, a todos los reunidos, se sentó junto a la baranda delsoportaly,apoyándoseenella,dirigiósusmiradashaciaelOeste…

Elena se hallaba a tan corta distancia de él, que casi podría haberlo tocado.Percibíalamismaextrañasensacióndedominiodeaquelhombrequeyaexperimentóalverleporvezprimera.Peronosolamentesintióeso,sinotambiéngrandeinterés.Aquel hombre era, para ella, un personaje nuevo y extraordinario. La divirtió lanoticia de que aquel muchacho se mostraba absolutamente indiferente hacia losencantosdelsexocontrarioy,aunquelecostabacomprendertalcosa,secreyócapazdevencersuindiferencia.Allevantarlospárpadoshízoloconeldescuidopropiodela mujer convencida de que la observan. A juzgar por la poca atención que leconcedía Jonathan, podría creerse que no había notado siquiera su presencia. Así,pues,yaque se leofrecíaunabuenaoportunidadpara contemplar a aquelhombre,quehabíallevadoacabotantosactoslegendarios,Elenalomiroconelmayorinterés.

Vestía de pies a cabeza un traje de piel de gamo, suave, que se ajustabaperfectamente a su poderoso cuerpo. Llevaba unosmocasines con cuentas, bandasque le llegaban hasta más arriba de la rodilla y, en general, ofrecía un aspectoexcelente, hijodeunbuencuidado.No llevabaarmaalguna.El cabellonegro caíaabundantesobreloshombros;teníaunperfilregular,lanarizlargayrecta,labarbillaenérgicaylosojosnegroscomolanoche.Enaquelmomentoestabanfijosenelvalleysurostro,enconjunto,dabaunaimpresióndeseveridadydecalma.

Elena se preguntó si aquel rostro inmutable, triste, tranquilo y casi severo,cambiaría; cuando la niñita empezó a charlotear y tendió sus gruesos bracitos. Lasonrisa de Jonathan, que apareció rápidamente, acompañada por un, resplandorcariñosoenlosojos,libróaElenadelaextraordinariarepugnanciaqueempezabaasentir hacia el policía de la frontera.Tal sonrisa, rápida como el rayo, demostró labondaddeaquelhombre,dandoaentenderquenoeraunserquesehubiesealejadoporsupropiavoluntaddelavidahumanaydelamor.

AltomaralapequeñaRebeca,unadesusmanosrozóaElena.Siélsehubieseimpresionadoporelcontacto,comolehabríaocurridoaunhombrecorriente,talvezellanohicieracasodelincidente,perocomo,alparecer,nosediocuentadequesupropiamanohabíarodeadocasiladelajoven,éstanopudodejardesentirotravezsupersonalidadsingular.Comprendióqueaquelhombrenopensabaabsolutamentenadaen ella. Por unmomento eso no despertó su resentimiento, ya que, a pesar de suorgullo y de su carácter fogoso, la joven no conocía la vanidad, pero, en cambio,experimentóungrandísimorespetoinvoluntarioporaquelhombrejoven.

LapequeñaRebecamanifestóentonces la infidelidadpropiadesusexo,porqueencuantosevioenlarodilladeJonathan,empezóa llorar,deseosadevolvera losbrazosdeElena.

—Lasniñas soncriaturasmuy raras—dijo élmientras susojos sonreíandeunmodograve.

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Devolvió a la niña y nuevamente se absorbió en la contemplación del solponiente.

Elena miró hacia el valle y pudo contemplar el espectáculo más hermoso decuantos viera en su vida. Entre las montañas y a gran distancia, hacia el Oeste,llameaba el cielo con resplandores rojos y dorados. El sol manteníase suspendidosobreelríoylasbrillantesaguasseconfundíanconelrojizohorizonte.Largosrayosdefuegocarmesícruzabanlastranquilasaguas.Algunasnubespurpúreasquehabíaenloaltodelcielorecogíanelfulgory,auxiliadasporlostonosrosadosyazulesquehabíamásallá,parecíanotrostantosbuquesnavegandoenunmarquereflejabatodoslos colores del prisma. Cada segundo veía una espléndida transformación.Lentamente el sol se sumergió en la dorada corriente.Una a una, las nubes, antescarmesíes, adquirieron tonos dorados y luego de color de rosa, para quedar, al fin,teñidas de gris. Lentamente se desvanecieron todos los colores y cuando el sol seocultabaenelhorizonte,elespacioquedó invadidoporun fulgorsuavedematicescálidosque,asuvez,fueadquiriendogrisestonalidades.

Elenaseretirópocodespuésasuhabitación,máspensativaquedeordinario,ysesentójuntoalaventana.Pasórevistaalosacontecimientosdeaquelprimerdíadesunueva vida en la frontera. Sus impresiones habían sido tantas y tan variadas, quedeseabaclasificarlas.Enprimer lugarsesintióalegreypenetradadedulceycálidoagradecimiento por el hecho de que su padre pareciera sermuy feliz y estarmuyanimosoporlaesperanza.Elrompimientodelosantiguoslazosfue,segúnaellaleconstaba,algomuyserioparaél.Tambiéncomprendíalajovenquesupadreobródeestemodoúnicayexclusivamenteporquevanolequedabanadaqueofrecerasuhijaenelantiguohogar,entantoqueenelqueacababandeestablecersehabíaesperanzasy posibilidades. Además, ella veíase libre de las atenciones de un hombre cuyaexistencia le resultómuymolesta.Ydespuésdepensarensupadreyen laantiguavida, fijó la mente en sus nuevos amigos de la actualidad. Sentía muchoagradecimientoporsusbondadesyestabadecididaahacercuantodependiesedeellaparaconquistaryconservarsuestimación.

Le sorprendió bastante observar que reservaba para Jonathan Zane el último yprincipal lugar en sus meditaciones. De pronto se atrevió a preguntarse en quéconcepto teníaaaquelhombrebatallador.Recordóelentusiasmoquehabíasentidopor aquel héroe que le describiera el coronel Zane; luego, al verlo, sintió gransorpresa y admiración por aquel joven y esbelto gigante; después la incredulidad,ciertaironíaygranrespetosesucedieronrápidamenteensucerebroy,porfin,sintióunainexplicablefrialdad,quecasieraresentimiento.Vióseobligadaaconfesarsequenosabíacómoconceptuaraaquelhombre,perocontodaseguridaderadignodetalnombre y también parecía evidente que tomaba la vidamuy en serio, sin tiempo,oportunidadnigustoparapensarenelsexocontrario.Estaúltimaideahizosonrojarsusmejillas,puesrecordabahaberesperado,sinoconadmiración,porlomenosqueaquel héroe de la frontera se fijase siquiera en ella, aunque fuese de un modo

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pasajero.Tomóunespejitodeunamesasituadaalalcancedesumanoy,sosteniéndolode

modoque recogiera la luzquedesaparecía rápidamente, sededicóacontemplar surostroconlamayoratención.

—ElenaSheppard—sedijo—,creoque,aprovechandolaocasióndetullegadaaun nuevo país, convendrá hablar con franqueza. Hasta ahora y posiblemente porhabértelodadoaentenderunoscuantosharaganesdelascoloniasytalveztambiénacausadetupropiafantasía,tecreístebastantebonitaparaseradmirada.Perosiempreesagradablesalirdeunengaño.

Pronunció estas palabras con cierto desdén, pues estaba enojada a causa delinterés que sentía por un hombre y también por haber permitido que se traslucierainfantilmenteaquelinterés,deseosacomoestabadequeéllatratasecomolosdemáshombres. El espejo, aun a la escasa luz reinante, fuemás sincero que ella, porquereflejó losdorados tonosdesumagníficocabello, lasmilsombrashermosasdesusgrandes y azules ojos, la blancura de su rostro, bello como una estrella, y la líneacurvaysuavedesucuelloydesushombros.

Animadaporunmomentodecólera,arrojóelespejoalsuelo,endondeserompióenmilpedazos.

—¡Quétontasoy!¡Quémalcaráctertengo!—exclamóarrepentida—.Porsuerteaúnmequedaotroespejo.¿AcasoesposibleinteresaralseñorJonathanZane,policíade la frontera, cazador de indios, héroe de cien batallas, que no ha tenido nuncanovia?Seguramentenoesposible.Nomellegóamirarunasolavez.Probablementeyo no lo esperaba. Estoy segura de no haberlo deseado. Sin embargo, él podríahaber…Pero¿quétonteríasestoypensandoacercadeundesconocido?

Antes de que Elena se sumiese en el sueño de aquella noche memorable, seprometióhacercasoomisodelpolicíadelafrontera;sedioasímismalacertidumbrede que no deseaba verlo otra vez. Y luego, con la mayor inconsecuencia, se jurócurarledesuindiferencia.

En cuanto los huéspedes del coronel Zane se hubieron retirado y los aldeanosestuvieron de regreso en sus casas, aquél vióse ya en libertad de consultar conJonathan.

—Bueno,Jack—dijo—.Estoydispuestoaescucharlahistoriadelosladronesdecaballos.

—Wetzel asegura que el hombre que dirige esos robos habita aquí, en FuerteHenry—contestóeljoven.

Elcoronelhabíavividolobastanteenlafronteraparademostrarsorpresa;tarareóunacanción,entantoquelaalegreexpresióndesurostrodesaparecíalentamente.

—EnelúltimocensohabíaenelFuertecientodiezhombres—contestópensativo—. Conozco muy bien a un centenar, que me inspiran confianza. Hay algunos

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individuosnuevos,quevanporelríoensusbalsas,yademásalgunosforasterosquerondanentornodelaposadadeMetzar.

—AWetzelyamínosparecequeeseindividuodebedesermuylistoyquellevaaquíeltiemposuficienteparaconocernuestroscaballosysaberdóndeseguardan.

—Esposible.ComoMiller,quenosengañóatodos,inclusoaBetty,cuandonosrobólapólvorayluegonosvendióaGirty—replicómalhumoradoelcoronelZane.

—Exactamente.PeroconladiferenciadequeeseindividuoesmásladinotodavíaymásresueltoqueMiller.

—Tienesrazón,Jack,porqueelhombrequegozadenuestraconfianzaynoshacetraición,hadeserdecaráctermuyresuelto.¿Acasonoseimaginaloqueserádeélsiledescubrimosobiensefiguraquenosomoscapacesdeescarmentarle?

—Losabemuybienyencuantohacenohaymásqueundueloentresuastuciaylanuestra.

—Dimeahora loquehabéisaveriguado túyWetzel.Elpolicía ruralempezóelrelatode los acontecimientosdurante el recienteviajequehizo conWetzelpor losbosques.Alregresardeunacaceríaycuandopasabanporunmarjalsituadoamuchasmillasmásalláde lamontaña, caminodeFuerteHenry, encontraron lashuellasdetres indios. Las siguieron hasta el anochecer. Entonces ambos se entregaron aldescansoenesperade laaurora,porser lahoramáspropiciaparasorprendera lossalvajes.Alcontinuarlapersecuciónobservaronqueotrosindiosse,habíanreunidoconelgrupoqueseguían.Paralospolicíasruralesestoindicabasobradamentequesetramaba algo contra el establecimiento. Pero, incapaces de averiguar algo definidopormediodelashuellasdelosmocasines,siguieronapresuradamenteaquellapista,paraobservar,alfin,quelosindiossehabíandetenido.

WetzelyJonathanvieron,desdesuescondrijo,quelossalvajesteníanunamujerblancaprisionera.Lomásextrañofuequelosindiospermanecierontodoeldíaenelmismositio,noencendieronningunahoguerayvigilaronconlamayoratención.

Los dos observadores blancos se acercaron cuanto les fue posible y siguieronvigilandoduranteaqueldíaylanochesiguiente.

Por la mañana, muy temprano, en cuanto empezaron a apuntar los primerosresplandores de la aurora, se interrumpió el silencio a causa de algunas ramas quecrujieronydeciertosordorumorcomodelejanaspisadas.Lospolicíasdelafronteratuvieron la impresión de que se acercaba otro grupo de indios; pero muy prontopudieronverqueeraunsolohombreblanco,quellevabadelabridavarioscaballos.Semarchóantesdequefuesededía.WetzelyJonathannopudieronverleclaramenteacausade lapoca luz,perooyeron suvozymás tardehallaron lashuellasde susmocasines.Porotraparte,pudieronreconocerlosseiscaballoscomopertenecientesaloscolonosdeYellowCreek.

EntantoqueJonathanyWetzelconsultabanentresíacercadeloqueconvenía;elgrupodeindiossedividióycuatroindividuospartieronhaciaelOeste,entantoquelosrestantessedirigíanalNorte.Wetzelsiguióinmediatamenteelcaminodelgrupo

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másnumeroso,quellevadaalaprisioneraycuatrocaballos.Jonathanpudocogerados animalesque los indioshabíandejado sueltosy los ató a un árbol del bosque.Hechoesto,siguióalostresindiosquesedirigíanhaciaelNorte.

—¿Quémás?—preguntóimpacienteelcoronelZane,alobservarqueJonathanseinterrumpíacomosiestuvieseindeciso.

—Unodeellospudoseguirsucamino—dijodemalagana—.Disparécontraélmientras corría comoungamopor entre lasmatasy creoque loherí degravedad.Luegotoméloscaballosymedediquéaseguirlapistadelhombreblanco.

—¿Dóndeterminaba?—Enelsenderodetierraduraquehaycercadelaherrería.Ademáseseindividuo

pasacontantaligerezacomolosindios.—En tal caso no hay ninguna duda de que ese hombre vive aquí. Todavía no

hemosperdidoningúncaballo,perolasemanapasadaelviejoSamoyóunruidoenlacuadrayaliralláencontrófueraalayeguadeBetty.

—Sin duda alguien que conoce el terreno se había propuesto robarla—sugirióJonathan.

—Seguramente.Yesprecisodescubriralladrónantesdequeperdamosnuestrosmejores caballos. ¿Adónde irán a parar esos animales? Los indios se llevaríancualquier caballo, sin hacer distinciones, pero ese ladrón solamente se lleva losmejores.

—IréareunirmeenbreveconWetzelenlamontañay,entoncesconoceremosesedetalle,porqueélsehaencargadodeaveriguaradóndehanllevadoaesamuchachablanca.Elpadreasesinado,lacabañaincendiada…Elmismocrimendesiempre.

—Asíes.¡PobreMabel!Y¿creesquehabrátenidoqueverensuraptoeseladrónblanco?

—No.WetzelaseguraqueesoesobradeBingLegget.Losshawneespertenecíanasucuadrilla.

—Bueno,Jack,¿quédebohaceryo?—Nadaenabsoluto,másqueesperar—contestóelpolicíadelafrontera.El coronelZane, antiguo explorador y aventurero como era, no pudo evitar un

estremecimientocuandosedirigíaasuhabitación.Lamiradasombríadesurostroysuextrañosilencioeranmuysignificativos.

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IV

LaspocaspersonasquellegaronaveraJonathanZaneenelpueblopudieroncreerque el joven tenía su humor acostumbrado, apacible y ensoñador. Todos estabanhabituadosasusilencioyhacíayamuchotiempoquesehabíanpersuadidodequenodedicabaaltratosociallosescasosdíasquepasabaenelpueblo.PorlamañanasolíairencompañíadelperrodelcoronelZaneatendersealpiedeunolmo,alladodeunafuente,yporlastardesacostumbrabapasearsinobjetoalolargodelriscoinmediatoal ríoopor la laderade lamontaña.Por lasnochessesentabaenelsoportaldesuhermano, fumando una pipa india. A partir de aquel día, desde el cual habíatranscurrido ya una semana, en que regresó con los caballos robados, susmovimientos y costumbres fueron exactamente los mismos que pudieran haberseesperadoporpartedeunpolicíadelafronteraquenosintieseningunainquietud.

Pero,en realidad, Jonathannoera loqueparecía.Estabamuybienenteradodecuantosucedíaenelestablecimiento,hastaelpuntodequecondificultadunpájarohubiesepodidoentrarenelclarosinserobservadoporél.

Porlanoche,cuandolosaldeanossehabíanacostadoya,salíacautelosohacialaestacada,acallandoconalgunaspalabrascariñosasalosfuriososperrosdeguardayluegoibadeunaaotragranja,paraterminarsufurtivorecorridoenelcorraldondeelcoronelZaneguardabasuscaballosderaza.

Pero tales exploraciones nocturnas resultaron inútiles. No ocurrió nadaextraordinarionioyóelladridodeunsoloperroniunrocecualquieraenlaespesuraoelsilbidodeunavederapiña.

Envanoelpolicíadelafronteraprestabaatentooídoparapercibiralgunaseñalnocturna dada por los indios al traidor blanco que moraba en el establecimiento.Durante el día aún sucedían menos cosas dignas de ser observadas por él. Lasperezosasembarcacionesdelrío,quemásmerecíanelnombredebalsas,hechascontroncosaserrados,seguíanporelOhio,corrienteabajo,ensuprimeroyúltimoviaje;descargaban el grano, los licores o las mercancías que llevaban y luego erandesarmadasparautilizarlamadera.SustripulantesregresabanportierraaFuertePitt,conobjetodetripularotrabalsa.LaguarnicióndelFuertedesempeñabasusdebereshabituales, losagricultores labrabanloscampos,elherrerohacíadespedirchispasaloshierroscandentes,elconstructordecarrostrabajabaactivamenteensubancoylasamasdecasaatendíana susmuchosquehaceres.Ningún forastero llegabaaFuerteHenryylavidaapacibledelpueblonoseveíainterrumpida.

Casi a lapuestadel soldeun largodía, Jonathan tomóel caminodescendente,arenoso ymuy transitado, que conducía a la posada deMetzar.Él no bebía y, porconsiguiente,muy pocas veces entraba en el primitivo, oscuro ymaloliente bar; ycuandolascircunstanciasexigíansupresenciaenaquellugar,eraevidentequenoselerecibíaconagrado.Elprimitivodueño,soldadoyexplorador,yhombremuyrudo,llegó a Fuerte Henry cuando el coronel Zane fundó el establecimiento y murió a

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consecuencia del último ataque de Girty. Su sucesor, otro Metzar, era, según lacreenciade Jonathan, tanmalocomoelwhisky que servía.Másdeun asesinato sehabía cometido en la posada. Incontables luchas a cuchillo o con el tomahawkmancharonde sangreelduro suelodearcilla.Ymásdeunbandido fueacorraladoallí.Enunaocasión, el coronelZane envió aWetzel paraque invitase a un ladrónproscritoaabandonarelestablecimiento,perodeelloresultóalgonoabsolutamenteinesperado,esdecir,quefuenecesariosacarenbrazoselcuerpodelladrón.

Jonathanrecordólamalafamadeaquellugarentodalacomarcafronterizaysepreguntó siMetzar sería capaz de decirle algo acerca de los ladrones de caballos.Cuandoelpolicíadelafronterainclinósualtocuerpoparafranquearlapuertabajayclaveteadadelaposada,creyóverunaoscurafiguraquedesaparecíaenunaestanciainmediata al bar.Y en elmismo instante un individuo barbado y vestido con ropamuygruesayordinariaseapresuróavolverse.

—¡Hola!—dijoconacentohosco.—¿Cómoestá usted,Metzar?He entrado conobjetodever si nosponemosde

acuerdo acerca de la venta de su yegua alazana—replicó Jonathan, persuadido deantemanodequeelposaderonoquerríavenderelanimal.Poreso,precisamente,diotalexcusa.

—Noharemosnada.Desdeluegopuedoasegurarlequenovenderéesayegua—replicóMetzar.

Ycuandosevolvíaparamarcharse,losojosdeJonathanregistraronlasalaentera.Sumiradafuecorrespondidaporotrashostilesyfurtivasdevariosforasteros.

—Ésos no son capaces de robar una calabaza —murmuró Jonathan para símientras salía de la posada.Luego añadió receloso—:Metzar estaba hablando conunoymeparecióverle intranquilo.Esehombrenomehagustadonunca,demodoqueconvendrávigilarlo.

Elpolicíadelafronteravolvióatomarelsendero,reflexionandoacercadecuantohabía oído decir contra Metzar. El coronel aseguró que aquel hombre gozaba deexcesivaprosperidadparaserunposaderoquetomabapieles,granoocarneenpagode las copas de ron. Los chismes del pueblo le presentaban como hombredesagradableporsersolteroytaciturnoynodesearlacompañíadenadie.Jonathanrecordó también el hechodeque los indios solían concurrir a la posada, lo cual lehacíamássospechoso.BienesverdadqueelcoronelZanerecibíavisitasdealgunospielesrojas,perosiempreexistíanbuenasrazonesquelojustificaban.Jonathanpudover durante la revolución más de un hombre en quien se tenía confianza, que seconvertía en traidor; estaba persuadido de que en cuanto hiciera algunasaveriguacionessecretassedemostraríaqueaquelposaderoauxiliabaalosladronesdecaballossinoestabaconfabuladoconellos.

—Buenasnoches,JonathanZane.Estesaludodeunavozclaray femeninadistrajoa Jonathandesus reflexiones.

LevantólamiradayvioaElenaSheppard,queestabaenpieenlapuertadelacabaña

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desupadre.—Buenas noches, señorita—dijo inclinando la cabeza y dispuesto a pasar de

largo.—Espere—dijo ella dando un paso para acercarse. Jonathan esperó junto a la

puertadelcercado,enunaactitudquedemostrabacuánnuevaeraparaélsemejantellamada.

Elena,resentidadeaquelsaludotanseco,lerogóqueesperasesinsabersiquieralo que le diría. En cuanto empezó a andar por el sendero se sintió nuevamentesubyugadaporaquelhombre.Yallamentarsuimpulso,perdiólaconfianza.

Unavezhubollegadoalapuertadelcercado,levantólosojos,deseosadehablar,pero fue incapazdehacerlo en cuantoobservó la frialdady la grave expresióndelrostro de él y la mirada escrutadora de sus ojos. Se sonrojó ligeramente y luego,dándosecuentadeunaturbaciónnuevayextraña,seruborizóintensamentemientrashacíaunaobservación,queellamismajuzgóestúpida,acercadelapuestadelsol.Yal notar que él tomaba en serio tales palabras se sintió culpable de su falta desinceridad. Cualesquiera que fuesen las faltas de Elena, y no escaseaban, era unamuchachasincera,ycomonosehabíaasomadoa lapuertaparaobservar lapuestadelsolsinoaesperarleaél,paraquepudiesecontemplarlacomolohacíanotros,suinocenteardidlepareciódespreciable.

Entonces,conlarápidaintuiciónfemenina,comprendióquelascoqueteríaseraninútiles con aquel hombre, y, sonriendo, dominó su encogimientoy suhumillaciónparadecirlaverdad.

—Deseabapedirleaustedunfavoryestoyalgoasustada—hablabacontimidezjuvenilquetodavíaaumentócuandoéllamiró—.¿Porqué…porquémemirausteddeesemodo?

—Aciertadistanciadeaquíhayunlagoendonde,segúnaseguranlosshawnees,se aparece muchas veces el fantasma de una mujer a quien ellos asesinaron —contestó Jonathan—. Ahora se parecía usted bastante a su espíritu, porque la luzplateadadelalunaaumentatodavíasublancuraysubelleza.

—¿Demodoquemitrajeblancomehaceparecerunfantasma?—contestóella,aunque sorprendida y gozosa de haber recibido tan inesperada respuesta. Aquelhombreestaballenodesorpresas—.Nosabeustedlasmolestiasquetuvequesufrirparatraeraquímistrajes.Nosécuándopodréponérmelos.Ésteeselmássencillo.

—Pues resulta muy nuevo y elegantísimo para la frontera —dijo él con ojossonrientes.

—Cuandohayaterminadolosquetengo,yanopodréproporcionarmeotrosquenoseandelino—dijoellaconacentoalegre,aunqueensusojosseadvertíaelrecelodeloquepudiesentraerlelosañosvenideros.

—¿Seráustedfelizaquí?—Lo soy. Siempre he deseado ser útil en elmundo.Le aseguro a usted, señor

Zane,quenosoylamariposaqueparezco.Hetrabajadomuchotodoeldía,esdecir,

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hasta que llegó su hermanaBetty.Todas las jóvenesme han ayudado a arreglar lacabañahastaelpuntodequehaquedadomuchomáscómodadecuantoyohubiesepodido imaginar en un lugar como el de esta frontera.Mi padre se encuentra aquímuybienyesomehacefeliz.Nohetenidotiempoparasentirtemores.Losjóvenesde Fuerte Henry han sido… En fin, se han mostrado muy atentos. Y hasta podréañadirquesehanpasadoaquíeldía.

Serióunpocoalhacerestaúltimaobservaciónyluegolemirómodestamente.—Esunacostumbredelafrontera—dijoél.—¿De veras? ¿De modo que todos los jóvenes hacen frecuentes visitas, y

permanecenenlascasashastaunahoraavanzada?—Asíes.—Puesustedno lohizo—replicóella—.Esustedelúnicoquenohavenidoa

verme.—Yonotratoalasjóvenes—contestóélcongravesonrisa.—¿No? ¿Acaso espera que ellas vengan a solicitar su trato? —preguntó

sintiéndosemásagusto,puestoquehabíaobligadoahablaraaquelhombretaciturno.—Soyunpolicíadelafrontera—replicóJonathan.Habíaciertadignidadotristezaensurespuesta,querecordóaElenaelretratoque

lehicieraelcoronelZanedelavidadeunpolicíadelafrontera.Esolaimpresionómucho.Allí estaba aquel joven gigante, erguido y bello ante ella y tan rudo comocualquieradelosfresnosdesuamadobosque.¿Quiénseríacapazdefijarelmomentoenqueaquellavidafuerteyvigorosapodríaterminarbajo,elhachadeunindio?

—¿Demodoque,parausted,laamistadnoexiste?—preguntóella.—Enlafrontera,loshombressonmuyserios.EstaspalabrasrecordaronaElenalaconversaciónsostenidaconBettyacercade

lasatencionesdequelosjóveneslaharíanobjetoyelanunciodequelaseguiríanylucharíanporella,sindejarlaenpaz,hastaqueuno,elmásfavorecido,selallevaseasucabañaencalidaddeesposa.

No podía conversar del modo habitual y convencional con aquel policía de lafronterayporesopermaneciósilenciosaunosmomentos.Comprendíamásquenuncala diferencia existente entre aquel hombre y los demás y lo miró con la mayoratenciónmientrasélfijabasuvistamásalládelrío.Talvezalgodeloqueelladijolerecordó los numerosos placeres y alegrías que había perdido. Mas ella no podíaadivinarsuspensamientos.Noestabaacostumbradaa losrostros impasiblesya losojosfríos,encuyofondonoobservabaningúnresplandor.Eraprobablequeeljovenpensara entonces en asuntos propios de su vida salvaje y libre, en su compañeroWetzel,quesehallaríaporentreaquellasmontañasabruptas.Entoncesella recordóqueelcoronel lehabíahabladodelamordesuhermanoporlaNaturalezaentodassus formas; de cómo observaba las sombras del atardecer o se sumía en lacontemplación del último reflejo cobrizo del cielo occidental o contemplaba labrillantezdelasestrellas.Eraposiblequehubieseolvidadoinclusolapresenciadela

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joven.Laoscuridadseextendíarápidamentesobreellosyaquelatardecertranquiloygrislosenvolvíaensumisterio.ÉleraunapartedelaNaturalezaquelesrodeabayElenanopodíatenerlaesperanzadecomprenderle;mas,sinembargo,diósecuentadequesehallabaanteunapersonalidadquenoeravulgar.Quisohablarparaexpresarla fuerte simpatía que sentía, pero no supo cómo decírselo a aquel policía de lafrontera.

—Sí; cuanto me ha dicho su hermana acerca de la frontera es cierto, .prontonecesitaréunamigo—dijodespuésdepensarbiensuspalabras.

Lecontemplabaconmodestiaperosintimidez,mirándolealosojos.Yenvistadequeélnocontestaba,hablódenuevo.

—QuierodecirunamigocomoustedocomoWetzel.—Puedeustedcontarconambos—replicóél.—Muchas gracias —dijo ella con acento suave, dándole la mano—. No lo

olvidaré. Deseo decirle otra cosa. ¿Querrá usted faltar, en mi obsequio, a unacostumbredelospolicíasdelafrontera?

—¿Cómo?—Puesviniendoavermecuandoseencuentreenelestablecimiento.Elena pronunció estas palabras en voz baja y casi con acento sollozante, pero

miró con franqueza a su interlocutor. Resplandecían los enormes ojos de lamuchacha, que estaban suplicantes, aunque también orgullosos, con la honestapetición de unamujer que pide una correspondencia correcta. También en ellos seexpresaba,paraelcasodequeeljovenhubiesepodidocomprenderla,lapromesademaravillosasposibilidades.

—No—contestóélconacentocariñoso.Elenanoestabapreparadaparasemejantenegativa.Estabainteresadaporélyno

seavergonzabadedarloaentender.Únicamente temíaqueél lacomprendiesemal;peroque rechazara suoferta amistosa lepareció inesperado.Tal respuesta la juzgódescortés,mientrassesonrojabaintensamente,peroluegosurostrosepusotanpálidocomo la luna. Mas a pesar de su resentimiento, experimentó una emoción nueva,fuerteydulce.Él rechazabasuamistadporquenoseatrevíaaaceptarla,porquesuvidanolepertenecía,porqueeraunpolicíadelafrontera.

Mientras permanecían así, Jonathan parecía estar muy turbado y perplejo.Comprendióquelahabíaofendido,ycuandonosabíaquédeciryvioqueElenalomirabaafablementeconsusojosmaravillosos,depronto,deentre laoscuridadquelosrodeaba,surgiólacorpulentafiguradeunhombre.

—¡Ah,señoritaElena!Buenasnoches—dijo.—¿Esusted,señorBrandt?—preguntóElena—.Desde luegoconoceráustedal

señorZane.Brandt correspondió al saludo de Jonathan con una reserva que, sin duda, no

existióaldirigirseaElena.Yhastainclusosesobresaltóligeramentecuandolajovenpronuncióelnombredelpolicía.

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Siguióunabrevepausa.—Buenasnoches—dijoJonathan.Inmediatamentesealejó,dejándolossolos.HabíaobservadoelmovimientodesorpresaporpartedeBrandt,pormásquefue

muy leve, y pensaba acerca de ellomientras se alejaba.Tal vezBrandt se hubieseasombradodeencontraralpolicíadelafronterahablandoconunajoven,yaqueestehecho, por lomenos con respecto a Jonathan, no tenía precedentes.Mas, por otraparte,eraposiblequeBrandttuviesediferentesrazones,yJonathanqueríaaveriguarcuálespodríanser.

EnsusreflexionesapenassefijóenElena.Noseleocurriósiquieralaposibilidaddeque ella lo encontrasemuy agradable.Recordó lo que le dijeraBetty acerca deElenaydesusadmiradores,yparticularmentedeRogerBrandt;peronoleimportabagrancosaniteníacuriosidaddesaberalgomásdeella.AdmirabaaElenaporqueerahermosa, pero su sentimiento separecíamucho al quepodríahaber experimentadoporungamogracioso,unárbolllenodehojasounapiedracubiertademusgoenunarroyo murmurador. El rostro y la figura de la joven, a pesar de ser perfectos yatractivos,nohabíanlogradosacarlodesuindiferencia.

Al llegara lacasadesuhermano,encontróalcoronelyaBettysentadosenelsoportal.

—Ebenezer,dimequiénesBrandt—rogó.—¿RogerBrandt? Es un franco—canadiense.Vino aquí hace cosa de un año,

procedentedeDetroit.¿Porquélopreguntas?—Porquequierosaberalgomásacercadeél.El coronel Zane reflexionó un momento, primero acerca de aquella petición

extraordinaria por parte de Jonathan, y luego, al darse cuenta de que apenas sabíaquiéneraRogerBrandt.

—Pues,mira,Jack,nopuedodecirtegrancosa;apenassabemosalgunosdetalles.Dicequehasidoexplorador,cazador,viajero,soldado,comerciante…enfin,quehahechodetodo.AlllegaralFuertenecesitábamoshombres.EsofuedespuésdelsitiodeGirtyytodaslascabañashabíansidoincendiadas.Brandtparecíahonradoybuenmuchacho. Además tenía oro. Empezó el negocio de las almadías procedentes deFuerte Pitt. Ha prestado buenos servicios al establecimiento y, desde luego, haprosperado.Yonohehabladounadocenadevecesconélynuncalargamente.Parecequelegustalagentejoven,cosa,enresumidascuentas,muynatural.Esoescuantosé.Bettypodríaañadiralgomás,porqueélprocurómostrarsemuyatentoconella.

—¿Deveras,Betty?—preguntóJonathan.—Sí.Me siguió hasta que le di a entender quenomegustaba su compañía—

contestóBetty.—Y¿quéclasedehombrees?—Nada sé contra él, aunque no me ha gustado. Está mejor educado que la

mayoríadeloshabitantesdelafrontera.Tienebuencarácter.Esagradableyresulta

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simpáticoatodoelmundo.—Y,¿porquénopiensastúcomolosdemás?Betty pareció sorprenderse de aquella pregunta atrevida, pero luego contestó,

riéndose:—Nuncahetratadodeaveriguarelporqué,peroyaquelohedichoañadiréque

midesagradofueinstintivo.EncuantoBettysehuboretiradoasuhabitación, losdoshermanoscontinuaron

fumandoenelsoportal.—Betty es una muchacha muy perspicaz, Jack. No he visto jamás que se

equivoquealjuzgaraunhombre.Mas¿porquéteinteresatantoeseRogerBrandt?Jonathanchupóensilenciosupipa.—Oye, Jack—dijo de pronto el coronel Zane—. ¿Acaso relacionas de algún

modoaBrandtconestosrobosdecaballos?—Nomásqueaalgunosymenosqueaotros—replicósecamenteeljoven.Duranteunratonocruzaronunapalabra.Amboshermanosconsiderabanaquella

hora, inmediatamente después del crepúsculo, como sumamente grata y apacible.Reinóel silenciodesde laúltima fasedelcrepúsculohastaquecerró lanoche.Losinsectosnocturnosempezaronachirriar,produciendounzumbidosuaveeincesante.Desdelaoscuridadllegabaasusoídoselcroardelasranas.

Deprontoelpolicíade lafronteraseenderezóy,quitándose lapipade laboca,volvió el oído hacia la suave brisa,mientras, almismo tiempo, una de susmanosoprimíalarodilladelcoronel,paradarleunmudoaviso.

ElcoronelZanesabíamuybien loquesignificabaaquellapresión.Algúnruidodébil,demasiadotenueparalamayorpartedelosoídos,llegóhastalosdelpolicía.Elcoronelescuchó,masnopudooírcosaalguna,apartede losruidosfamiliaresdelanoche.

—¿Quéoyes,Jonathan?—preguntóenvozmuybaja.—Algo ocurre detrás del henil —replicó Jonathan alejándose sin ruido, en

direcciónalosescalones.Luegosetendióenelsueloyacercóeloídoalatierra.—¿Dóndeestáelperro?—preguntó.—SelohabrállevadoSam.Elviejonegrosalemuchasvecesaestahoraparaira

verasuhija.Jonathan permaneció unos momentos tendido sobre la hierba; luego,

repentinamente, se levantó del mismo modo que lo hace un arbolito que ha sidoinclinadohaciaelsuelo.

—Oigopasos.Preparalosrifles—dijoenvozbajayenérgica.—¿Hayalguienenelhenil?—No.Estánfuera.Aprisa,perosinruido.ApenaselcoronelZanesehabíapuestoenpie,cuandosuesposallegóalapuerta

y lo llamó por su nombre. Instantáneamente, desde algún punto sumido en laoscuridadquehabíamásalládelcamino,surgióunlevesilbidodeaviso.

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—Unaseñal—exclamóelcoronelZane.—¡Aprisa, Ebenezer! Fíjate en la luz de la casa de Metzar. Una, dos, tres

sombras…¡Indios!—¡Por Dios! Ya se han marchado. Pero es imposible confundir esas cabezas

redondasylasplumasquellevan.—Shawnees—dijoelpolicíadelafronteramientrassusdientessecerrabancual

sifuesenunatrampadeacero.—Quierenrobarloscaballos,Jack,yalgunodeellosestabaalacecho.¡Diosmío,

yesoantenuestrasnarices!—¡Aprisa!—exclamó Jonathan, empujando a su hermano para que saliera del

soportal.El coronel Zane siguió al joven para atravesar el patio, el camino y la plaza

cubiertadehierba.—Talvezencontremosalquediolaseñal—dijoelcoronel—.Estabamuycerca

ynopuedehabersealejado.ElcoronelZaneestabaenlocierto,porquequienhabíasilbadonoteníamásque

doscaminosparahuir:obienelqueseleofrecíaenlapartedelanteraosaltarlaaltacercadeestacasdelFuerte.

—Porahíva—murmuróJonathan.—¿Dónde?Noveonada.—Atraviesalaplaza,dalavueltaalFuerteytómaleladelanteraporelcamino.

Nointentesdetenerleporqueesposiblequevayaarmado.Limítateaaveriguarquiénes.

DuranteunosinstantesJonathanpudoseguircontemplandolaformaqueviosalirde laoscuridad junto a la estacaday luegoalejarse rápidamentepor el camino.Lasiguió en silencio y sin perder momento. Luego una luz proyectaba algunosresplandores a través del camino. Figuróse que se acercaba a un patio, en dondehabríafuego.LasllamasresultaronserunahogueradepiñasqueardíaenelpatiodeElenaSheppard.Entoncesrecordóqueéstadabaunafiestaalaquehabíainvitadoalagentejoven.

Lafiguraqueperseguíanopasómásalládelresplandordelfuego.Jonathantuvolacertezadequedesaparecióantesdellegaraaquellugaryestabademasiadosegurode sus ojos para no confiar en ellos absolutamente. Se acercó al patio y ovó elmurmullodevocesquesosteníanalegreconversación,ymuyprontoviounasfigurasqueibandeunladoaotro,pordebajodelosárboles.

SinningunadudadíjosequeelhombrequehabíadadolaseñalparaavisaralosindioseraunodelosinvitadosdeElenaSheppard.

Jonathanhabíaatravesado lacalley luegosiguiósenderoabajo,antesdeveralcoronel procedente de la dirección opuesta y, deteniéndose bajo un arce, esperó lallegadadesuhermano.

—Noheencontradoanadie. ¿Lohasperdidodevista?—murmuró jadeante el

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coronel.—No.Estáahídentro.—ÉstaeslacasadeSheppard.¿Quieresdecirqueseocultaahí?—No.ElcoronelZanemaldijocomodecostumbrecuandoestabaexasperado.Buenoy

generosocomoera, le costabamuchocreer en la culpabilidadde cualquierade losjóvenesquelehabíaninspiradoconfianza.PeroJonathanacababadedecirqueentreelloshabíauntraidor,yelcoronelnointentósiquieracontradecirle,porqueconocíaasuhermano.Duranteañosllenosdelucha,deguerrasydesangre,habíavividoconaquel hombre silencioso, que apenaspronunciabaunaspalabras, pero siempre eranverdaderas.Porconsiguiente,elcoronelseentregóalacólera.

—Bueno.Esonomesorprendedemasiado.Y¿quéhacemosahora?—Averiguarquéhombresestánahídentro.—Esoesfácil.IréaveraJorgeyprontoconoceremoslaverdad.—Nada de eso—dijo el policía,muy decidido—.Vuelve al henil a echar una

ojeadaaloscaballos.En cuanto el coronel Zane se alejó para obedecer, Jonathan se dejó caer en el

sueloagatasy, rápidamente, con losmovimientos ágilesypropiosdeun indio, seacercó a un rincón del patio de Sheppard. Acurrucóse a la sombra de un enormeciruelo y luego, aprovechando una oportunidad favorable, franqueó la cerca ydesapareció bajo unas lilas. La velada no fue más aburrida para el policía de lafronteraqueparaaquellos jóvenesquemurmurabantiernasodivertidaspalabrasenlosoídosdesusparejas.EltiempoylapacienciaeranlomismoparaJonathanZane.Mantúvose oculto bajo las aromáticas lilas, acostumbrado, desde largos años, apermanecerenlaoscuridad,sinperderningúnmovimientodelosinvitados.Porfinresultó evidente que la reunión había llegado a su término. Una pareja tomo lainiciativaydiolasbuenasnochesaladueñadelacasa.

—Espero,TomBennet,quenoseastú—murmuróelpolicíaparasí,alreconoceraljoven.

SiguióunmovimientogeneralhastaqueelalegregruposehuboreunidoentornodeElenaycercadelapuertaexterior.

—Apostaría, Jim Morrison, a que tampoco eres tú —añadió Jonathan—. Esesoldado Williams es dudoso; Hart y Johnson, que son extranjeros, resultan carasdesconocidasenestelugar.PeroquedaBrandt.

Todossemarcharon,aexcepcióndeBrandt,quesequedóhablandoconElenaenvozbajayvehemente.Jonathanpermaneciómuyquietoeindecisoacercadeloqueharíaacontinuaciónparaaclararelmisterio.Hizomuypococasodelajovenpareja,peronopudodejardeenterarsedesuconversación.

—Realmente,señorBrandt,ustedes,loshabitantesdeestasregionesfronterizas,notienennadadetímidos—decíaElenaconsuvozclara—.Mesorprendeelhechodequemeameustedcuandoapenasmeconoce,ylosientotambiénporquetodavía

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nosésirealmenteesustedunapersonasimpática.—La amo. Los hombres de la frontera obramos siempre con gran rapidez—

replicóélconlamayorvehemencia.—Asíparece—dijoellariéndose.—¿Nopodráustedquererme?—suplicóél.—Loúnicoquepuedoasegurarleesquenosé,ni remotamente, loqueharé—

contestóElena.—Todosesosmuchachosestánenamoradosdeusted.Nopuedenevitarlo,como

tampoco me es posible a mí. Es usted una muchacha hermosísima. Deme, por lomenos,algunaesperanza.

—¡Suéltemelamano,señorBrandt!Nomegustanloshombrestanimpulsivos.—Noseaustedtanseveraypermítamequeleestrechelamano.—Deningunamanera.—Puesloharé,ysivuelveustedamirarmeasínolasoltaré—amenazóél.—¿Habrásevistoatrevido?—replicó la jovensinmostrarsealarmada,perocon

vozmásseria.—Ledaréunbeso—exclamóél.—Noseatreverá.—¿Queno?Nonosconoceustedtodavía.Tengaencuentaqueunamuchachatan

hermosacomousted,quenossonríeynosmiraconesosojos,noshaceenloquecer.Yesmuyrazonableque,asuvez,paguelapenitenciaporelmalquehace.

Jonathanescuchaba,muyaburrido,aquellaconversaciónamorosa,hastaqueporfinempezóasentirseinteresado.BrandtledabalaespaldayElenaestabasituadadetalmodoquelaluzdelahogueraalumbrabasurostro.Brillabansusojos,masapartedeestedetalle,parecíamuydueñadesímisma.Brandtleestrechabalamano,apesarde los esfuerzos que ella hacía por libertarla, pero no luchó por conseguirlo nitampocogritó.

DeprontoBrandtlecogiólaotramanoyatrajoalajovenhaciasí.—Todos esosmuchachos la besarán a usted, pero yo quiero ser el primero—

declaróconpasión.Elenaquiso retroceder,ya alarmadapor el aspectodeaquelhombre.Lahabían

avisadoanteriormentecontraelatrevimientode los jóvenesdeaquella región,perohastaentoncessesintióseguraensuorgulloydignidad.Lehervíalasangrealpensarque se vería obligada a usar de la fuerza para evitar un insulto. Y cuando Brandtinclinólacabeza,ellaluchóconlamayorviolencia.Muertademiedo,decidiógritarpara pedir auxilio, cuando sintió una sacudida que casi la derribó. En el mismoinstante quedaron sus manos libres; oyó un grito de cólera, un golpe y luego elchoque de un cuerpo al caer a tierra.Recobrando el equilibrio, vio a su lado a unhombremuyaltoyaotroqueselevantabadelsuelo.

—¿Usted?—murmuróElenaalreconoceraJonathan.Elpolicíadelafronteranocontestó.Diounpasoadelante,deslizandolamanoenel interiordesuchaquetade

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caza.Brandtsepusoligeramenteenpie,conelrostroqueaunalaescasaluzreinanteaparecía agitado por el furor; luego se inclinó hacia delante para mirar al reciénllegado.Tambiénélteníalamanoocultaenelinteriordelachaqueta,cualsiquisieraempuñarunarma,peronolasacó.

—Oigausted,Zane.Habría sidomás fácilolvidarungolpeno tan fuerte comoése —dijo con voz clara e incisiva. Luego se volvió a la joven, exclamando—:SeñoritaElena,herecibidoelcastigoquemerecía.Leruegaquemeperdoneyquieracomprender a un hombre que en otro tiempo fue caballero. Y si ya no lo soy, lafronteratienelaculpa.Estuvelocoaltratarlacomolohice.

Dichoesto,hizounareverenciaconlagraciapropiadeunhombreacostumbradoaltratodelasseñorasyatravesólapuerta.

—¿Dedóndehasalidousted?—preguntóElenaaJonathan.Élseñalólaslilas.—¿Estabaustedahí?—preguntóella,extrañada—.¿Looyótodo?—Nohepodidoevitarlo.—Hetenidomuchasuerte.Pero¿porqué…porquéestabaustedahí?Elenadiounpasoparaacercarseaélylemirócongrancuriosidad.Susgrandes

ojosparecíannegrosafuerzadeexcitación.Elpolicíaguardabasilencio.Cambióinstantáneamenteelhumor,hastaaquelmomentoafable,deElena.Enel

rostrofríodesuinterlocutornohabíanadaquedemostraseunsentimientosimilaraldesusadmiradores.

—¿Me ha espiado usted? —preguntó rápidamente, después de reflexionar uninstante.

—No—replicóJonathanconacentotranquilo.Elenamirómuyperpleja a aquel hombre extraño.No sabía cómo explicárselo;

estabairritada,mashizocuantopudopordisimularlo.Élnosentíaningúninterésporellay,sinembargo,sehabíaocultadobajolaslilasdesupatio.Estabaagradecidadeque le hubiese evitado un acto desagradable, pero no podía imaginarse siquiera larazóndesupresencia.

—¿Havenidoustedparaverme?—preguntóolvidandosuenojo.—No.—¿Paraqué,pues?—Noquierodecírselo—contestóconacentoapacibleyfirmealavez.Elena,exasperada,golpeóenelsueloconelpie.—Tenga usted cuidado de que no atribuya su extraño acto a un motivo

desagradable—dijofríamente—.Sitieneustedrazonesparahabervenido,esprecisoqueconfíeenmí.Ysisolamente…

—¡Chitón!—dijo él cogiéndole la muñeca y sosteniéndola con firmeza en sumanopoderosa.

La actitud de aquel hombre se había alterado rápida y sutilmente. Su aspecto

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descuidado e indiferente no se observabava, y su esbelto cuerpo se puso rígido alinclinarsehaciadelante,acercandolacabezaalsueloyvolviéndoseligeramente,cosaqueindicabalaatenciónconqueestabaescuchando.

Elenaseechóa temblar, sintiendoqueelpoderosocuerpodesu interlocutor seestremecía.Cualquieraquefueselacausaquelehabíacambiadodetalmodo,elloleofreció un nuevo aspecto de su compleja personalidad. Parecíale increíble que conuna exclamación en voz baja, aquel hombre pudiera transformarse desde la fríaindiferenciahastaunfuegoyunafuerzatales,queladominabanporcompleto.

Élpermanecióinmóvilcomounaestatuayescuchando;masnooyóningúnruido,aunque sentía la emocióncausadapor el contactode sumanocona elbrazode lajoven.

Agrandealturaenlamontañaululabatristementeunbúho,yuninstantedespués,lejanaydébil,seoyólarespuesta,tanbajaqueapenaspodíadistinguirse.

Elpolicíadelafronteraseirguióysoltóasucompañera.—Eselchillidodeunbúhoynadamás—dijoellatranquilizada.Losojosdeélresplandecieronextraordinariamente.—EsWetzel,yconesaseñalmeindicalapresenciadealgunosindios.Dichoestodesaparecióenlaoscuridad.

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V

En la brumosa penumbra de lamañana, el coronelZane armado de pies a cabeza,paseabapordelantedesucabañahaciendolaguardia.Habíavigiladodurantetodalanoche.NoconsideronecesariomandarasufamiliaalFuerte,enelquemuchasvecessevieronobligadosarefugiarse.Enlanocheanterior,Jonathanvolviópresurosoalacabañaypronunciósolamentedospalabras.Luegotomósusarmasysedesvanecióen la negra noche. Sus palabras fueron: «Indios, Wetzel». Pero eran las mássignificativas,talvez,decuantaspudiesenoírloshabitantesdelafrontera.ElcoronelcreíaqueWetzelhabíahechoalgunaseñalaJonathan.

Hacia el Oeste, una profunda garganta de taludes cortados a pico separaba elestablecimientodeunmontículoelevadoycubiertodebosque.Wetzelsolíaregresarde sus viajes por aquel difícil camino.Con toda seguridad vio huellas de indios ycomunicóelhechoaJonathan,graciasasuclaveconsistenteendeterminadonúmerodechillidosdealgunaavenocturna.LaproximidaddelpoderosocazadortranquilizóalcoronelZane.

Cuando el coronel regresó de su persecución en la noche anterior, fuesedirectamente al establo, endondevioque los indioshabíanle robado su caballodepura sangre y elponey deBetty. Ello le puso furioso, no a causa del valor de loscaballos,sinoporqueBesserasubayofavoritoyBettyamabaextraordinariamenteasuponeyMadcap.Era realmentemuyduroque lehubiesen robadode aquelmododespuésdehabervistoyoídoalosladrones.Habíallegadoyalaocasióndeacabardeuna vez con los cuatreros. Ningún indio, con toda seguridad, planeó talesexpedicionesdemerodeo.Alfrentedelabandahabíaunhombreblancointeligente,aquienseríaprecisohacerpagarsutraición.

Sinembargo, la irritacióndelcoronelcesómuy,pronto.Despuésde reflexionaracerca del particular, comprendió que podía darse por satisfecho de que el asuntohubieseterminadosinderramamientodesangre.Seguramentelosladronesteníanlaintencióndellevarsetodosloscaballosyquizátambiénlosdelvecino,peroelplansefrustró gracias a la sagacidad de Jonathan. Aquellos shawnees, estuviesen o nodirigidosporunhombreblanco,novolveríanacorrersemejantesriesgos.

—Es muy propio de esos traidores shawnees —murmuró el coronel Zane—deslizarse aprovechando la escasa luz del crepúsculo, cuando nadie más que uncazador de indios sería capaz de descubrirlos. Yo no esperaba que ocurriese cosaalguna,especialmentedespuésdetranscurridotanpocotiempodesdequedimosunalección a Girty, a sus ingleses y a los pieles rojas. Hemos tenido suerte de queJonathansehallaseenelpueblo.Convendráempleardenuevoelantiguosistemadeestacionarexploradoresenlospuntosextremos,hastaqueempieceanevar.

EntantoqueelcoronelZanesehablabadeestemodoyrecorríaelsenderoqueeligióparavigilar,aclaró lablancanieblayuntonorosadosiguióalaumentodelaluz por el Este. Los pájaros cesaron de piar para emprender alegres cánticos, y el

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gallo del corral profirió su claro y sonoro saludo a la aurora. El tono rosado deOrienteseconvirtióenintensorojoyluegoelsolasomóporencimadelascumbresdelasmontañasdelEste,parainundarelvalleconalegreydoradaluz.

Unaazuladacolumnadehumo,queseenroscabaenelairealsalirdelachimeneadepiedradesucabaña,demostróalcoronelqueSamhabíaencendidoelfuegodelacocina, y un poco después un aroma intenso y perfumado le dio la agradableevidenciadequesuesposaseocupabaenhacereldesayuno.

—¿No has vuelto a ver a Jack?—preguntó una voz desde la abierta puerta almismotiempoqueaparecíaBetty.

—No.—¿Yalosindios?—No. Pero he de decirte, Betty, que te han dejado un recuerdo como

demostracióndelaprecioqueportisienten.Almismo tiempoelcoronelZanesonreía,en tantoquequitabade loaltode la

cercaunramalroto.—¡MehanrobadoMadcap!—exclamóBetty.—Sí.YtambiénsehanllevadoaBess.—¡Malditossean!¡Pobreponey!—exclamóBetty,indignada—.Mira,Ebenezer,

voyarogaraWetzelquebusqueytraigaalponey,aunqueparaellotengaquemataratodoslosshawneesquehayenelvalle.

—Esoeshablar,Betty—replicó el coronelZane—.Y si consiguesqueWetzelhagaeso,tunombreserábendecidodesdeunoaotroextremodelafrontera.

Echóaandarcaminoarribayluegoretrocedió,observandoatentamenteentodasdireccionesydeunmodosingularhacialaladeradelamontañaquehabíaenelladoopuesto de la garganta, pero no pudo hallar ninguna señal de los policías de lafrontera.Comoalasazóneravadíaclaro,convenciósedelainutilidaddecontinuarlaguardiay,porconsiguiente,semetióenlacasaparadesayunarse.Alsalirdenuevovioquetodosloshabitantesdelpueblosehabíandespertadoya.Lossecosysonoroshachazos resonaban en el claro aire de la mañana, y también oyó los armoniososdadossobreelyunquedeltaller(le]herrero.ElcoronelZaneencontróasuhermanoSilasyaJaimeDownscercadelapuertaexterior.

—Buenosdías,muchachos—dijoconacentoalegre.—¿HasvistoaJackoaWetzel?—preguntóSilas.—No.Masesperoaunodelosdosdeunmomentoaotro.—Y¿qué hay de los indios?—preguntóDowns—.Silasmedespertó la noche

pasada,perotansóloparadecirmeunasolapalabra:«Indios».—NosémuchomásqueSilas.Viaalgunosdelosdiablosrojosquerobaronlos

caballos, pero cuántos son, adónde han ido o qué debemos esperar, lo ignoro porcompleto. No tenemos más remedio que aguardar a Jack o a Wetzel. Tú, Silas,encárgatedetenerpreparadaalaguarnicióndelFuerteynopermitasanadie,soldadoogranjero,abandonarelclarohastanuevaorden.Esposiblequesetratesolamentede

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dos o tres shawnees y también puede ser que el bosque esté lleno de ellos.Probablementeocurrealgoraro,porque,delocontrario,JackyWetzelestaríanyadevuelta.

—AhívieneSheppardconsuhija—dijoSilas señalandohacia laparte inferiordelcamino—.ParecequeJorgeestáalgoexcitado.

LomismoopinóelcoronelZanealveraSheppardyasuhija.Elviejo llegabapresuroso, lo cual era suficienteparadar a entender su ansiedado su alarma, y encuantoaElena,estabapálida.

—Oiga,Ebenezer,¿quéesesoquemehandichoacercadelosindios?—preguntóSheppard,excitado—.¿EsciertalahistoriadeElena,dequeelFuerteestásitiadoaydequesuhermanohaidoadespertaralagentehonrada?Apenashepodidodormirentodalanoche.¿Quépasa?¿Dóndeestánlospielesrojas?

—Tranquilícese,Jorge—dijoentonoapacibleelcoronelZane—.Yusted,Elena,nodebeasustarse.Nohaypeligro.Estanochepasadahemosrecibidolavisitadelosindios.Nohanhechodañoanadieysolamentesellevarondoscaballos.

—Ya es bastante desagradable, querida amiga —exclamó Betty, mientrascentelleabansusnegrosojos—.HadesaparecidomiponeyMadcap.

—CoronelZane,vengaustedcuantoantes—exclamóDowns,queestabacercadelapuerta.

De un salto el coronel se acercó a ella y, siguiendo con los ojos la direcciónindicadapor el temblorosodedodeDowns,vio ados altos individuos, vestidosdecolorpardo,quedescendíanporelcamino.Unollevabadosriflesyelotroungranbultocubiertoconunamanta.

—Son Jack y Wetzel —dijo en voz baja el coronel Zane a Jaime—. Hanrecobrado a la muchacha y, por Dios, a juzgar por el aspecto de ese fardo, temomuchoqueestémuerta.¡Hola!—añadióhablandoenvozalta—.Meteosenlacasa,mujeres.

LaseñoraZane,BettyyElenasequedaronmirando.—¡Adentrohedicho!—gritóelcoronelconvozautoritaria.Lastresmujeresobedecieronsinprotestar.EnaquelmomentoNellyDownsllegóatravesandoelpatio.Samacudiódesdeel

patioposteriorySheppardabandonósuasientosobrelosescalones;ambosfueronareunirseconelcoronelZane,SilasyJimantelapuerta.

Yameextrañabavuestratardanza—dijoelcoronelZaneaJonathancuandoésteysucompañerollegaronhastadondeestabaél—.HabéisrescatadoaMabel,perolapobrecilla…

Aquel hombre excelente no pudo seguir hablando. Aunque pudiese vivir cienaños en la frontera y entre salvajes asesinos, siempre seguiría teniendoun corazóncompasivo.EnaquelmomentoestabapersuadidodequeelgigantescopolicíadelafronteraqueacompañabaaJonathansosteníaelcadáverdelajoven,aquien,cuandoeraniña,élmismohicierabailarsobresusrodillas.

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—Mabelviveaún—replicóJonathan.—¡PorDios!¡Nosabéiscuántomealegro!—exclamóelcoronelZane—.Dámela

cuantoantes,Wetzel.Éstedepositósucargaentrelosbrazosdelcoronel.—¿Habéisobservadoalgunaseñalamenazadoradelosindios?—preguntóeljefe

cuandosevolvíaparaentrarenlacasa.Elpolicíadelafronteramoviólacabeza.—Esperadme—añadióelcoronel.Llevóalajovenalahabitacióndelacabañaqueservíadesalayladepositósobre

un diván. Con el mayor cuidado separó los pliegues de la manta dejando aldescubiertoaunamuchachadeaspectofrágilyderostromuypálido.

—¡Bess,aprisa!¡Enseguida!—gritóasumujer.Ycuandoéstaacudiócorriendo,seguida,connomenosapresuramiento,porBetty,ElenayNelly,continuó—:AquítenemosalapobreMabelLane,todavíaviva,peromuynecesitadadeauxilio.Antetodo,examinadsitienealgunaherida.Ysiesprecisoextraeralgunabalaocoserunacuchillada,másvalequeestédesmayada.Betty,veenbuscadelosinstrumentosdeIsabelytraetambiénunpocodeaguardienteyagua.¡Aprisa!

Dichoesto,sedesahogóprofiriendounamaldiciónysaliódelaestancia.Elena, con el corazón palpitante, se acercó a la señora Zane, que estaba

arrodilladaanteeldiván.Vioaunamuchachadeaspectodelicado,quenocontaríamás de dieciocho años, y cuyo rostro hubiera sidomuy hermoso si no tuviese loslabioscontraídos,losojoscerradosyunaexpresióndeintensodolor.

—¡Diosmío!—exclamóElena.—Nelly, deme usted las tijeras—dijo la señora Zane y ayúdeme a quitarle la

ropa.¡Diosmío,estámojada…mas,porsuerte,nodesangre!¡Demasiadoconozcosu contacto viscoso!Muy bien. Betty, dame una cucharada de aguardiente. Ahoracalientaunamantaytraeunabatadelinoparaestapobremuchacha.

Elena observaba a la señora Zane cual si estuviese fascinada. La esposa delcoronelcontinuóhablando,mientras,conhábilesdedos,introducíaalgunasgotasdeaguardienteentreloscerradosdientesdelajoven.Luego,conlapericiadeunbuencirujano,leexaminóelcuerpo.Elenahabíaoídohablaryadeladestrezadeaquellamujerencurarfracturasyheridas,yalmirarsurostroserenoysusmanosfirmesnotuvoyaningunadudaacercadecuantolehabíancontado.

—Por suerte no tiene ninguna herida de bala o de arma blanca, y tampococontusiones o huesos rotos—dijo la señora Zane—. Solamente sufre a causa delmiedo,delhambreydeunsustoterrible.

FrotólasmanosdeMabelmientrascontemplabasupálidorostro.Luegolaobligóa tragarmás aguardiente, que introdujo por entre sus contraídos y cerrados labios.Vióse recompensada enbrevepor un leve color que tiño las blancasmejillas de laenferma, quien agitó un poco sus párpados.Luego abrió los ojos, grandes, suaves,negrosydeasustadaexpresión.

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Elenanopudosoportaraquellamirada.Vioenellalasombradelamuerteydealgotodavíapeor.Desviósusojosymientrastantoensucorazónsurgíaunaccesodefuror apasionado contra las bestias que habían arrebatado la felicidad de aquellamuchacha.

Lahabitaciónestaba,alasazón,llenademujeres,dematronasderostrosseriosysolemnes,ydejóvenesdemiradagrave;yentodasseobservabalamismaexpresión,no solamente de cólera, de miedo o de lástima, sino de todos estos sentimientosconfundidos.

Instintivamente Elena comprendió que aquélla era una de las pruebas que erapreciso soportar en la vida de la frontera y, a juzgar por los rostros severos de lasmujeresmaduras,pudonotarquetaleshechoseran,pordesgracia,vulgares.Yapesardecuantolehabíandicho,elsustoyeldolorerandemasiadograndes,demodoquetuvoquesalirdelaestancia,vencidaporlossollozos.YcasifueacaersobreelanchopechodeJonathanZane,queestabasentadoenlosescalones.AsuladosehallabaelcoronelZane,enpie,hablandoconunhombredealtaestaturayvestidodepieldegamoalgorozada.

—Creo, niña, que no debiera usted haberse quedado ahí —le dijobondadosamente.

—¡Oh!Ha sido un dolormuy grande paramí—contestó Elena poniéndose lamanosobreelcorazón.

—Ya lo sé, ya lo sé.Esnatural—replicó tomándole lamano—pero seaustedvalerosa,Elena.Reanímese.¡Oh!Estafronteraesunlugarmuyrudo.Peronopiensemáseneso,pobremuchacha.VengaylepresentaréaWetzel,elamigoycompañerodeJonathan.

Elenalevantólosojosyofreciósumano.Vioaunhombremuyalto,dehombrosanchísimos, cabello abundante y negro y rostromuy pálido. Él dio un paso haciadelante,tomólamanecitaqueleofrecíanensumanoenormeycallosa,laoprimióyretrocedió sin hablar.El coronelZane le dirigía palabras alentadoras conobjetodetranquilizarla,perolajovennopudocomprenderloqueledecía.AquelWetzel,aquelcazadordeindios,aquienhabíaoídollamarel«VientoMortaldelaFrontera»,aquelcompañero, guía y maestro de Jonathan Zane, aquel policía de la frontera, demaravillosashazañas,sehallabaanteellacomounespírituvengador.

Elena vio un rostro frío, de mortal expresión en su extraordinaria palidez,alumbrado por unos ojos negrísimos, pero que tenían reflejos de acero. Y pornotablesquefuesensusfacciones,noeranfascinadorascomolasextrañashuellasquesemostrabanensupieldescoloridaytirante.Alprincipioaquellascicatricesrepelían,pero luego atrajeron a la joven con maravillosa fuerza. En aquel rostro estabanpintados el sufrimiento, el fuego, el hielo y el hierro, pero todo ello quedabadominado,ydeunmodoquecausabamiedo,porelobjetoterribledelatrágicavidadeaquelhombre.

—¡Usted la ha vengado! ¡Oh! ¡Ya sé que lo ha hecho!—exclamóElena, cuyo

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corazónseasomóasuscentelleantesojos.Portodarespuestarecibióunasonrisa,pero¡quésonrisa!Suexpresiónbondadosa

alteróelrostroseveroylepermitióobservarqueaquelhombreteníaaúnelcorazóncálidobajosuexpresiónfríayacerada.Ytambiénenelfondohabíaalgoimplacableyamenazador.

Sinembargo,Elenatuvolacerteza,aunqueelpolicíadelafronteranoselodijo,dequeporentrelashierbasdeaquellaanchallanuraysobreelmusgodealgunadelasmontañasselvosasyacíanmuertoslosautoresdeaquelultraje,cuyosrostros,yainmóviles,llevabanelselloespantosoqueenellosmarcó«VientoMortal»…

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VI

Despuésdesuprimeraexperienciadolorosa,Elenapudogozardedíasbastantemásfelices de lo que había esperado. Mabel Lane no murió. Elena y Betty cuidarontiernamentealapobremuchachayllorarondealegríaencuantoobservaronalgunasseñales demejoría. La enferma permaneció silenciosa durante varios días, siempreconaquellamiradadetemorensusojos,yluego,gradualmente,seefectuóuncambioen ella. Los tiernos cuidados de que era objeto ejercieron su efecto acostumbradoparahacerdesaparecerlanegrasombraqueoscurecíalosdíasdeladesdichada.Unamañana, después de un largo sueño, se despertó sonriendo y a partir de aquelmomentosumejoríafuemuyrápida.

Elena deseaba que Mabel fuese a vivir en su casa. La situación de la pobremuchachaeradignadecompasión.Habíaperdidosuhogaryasupadre;noteníaunsoloparienteenlafronteray,sinembargo,semostrabatanvalerosaypaciente,quedespertólamayorsimpatíaenelpechodeElena.Loschismesdelaaldeadecían,ensustancia,queMabelhabíadadosuamoraunhabitantedelacomarca,llamadoAlexBennet,que también laquería, segúnseaseguraba,peroque,apesardeeso,nosehabía resuelto a elegir entre ella y otras muchachas del establecimiento. Elena nopodíaadivinarquéefectoejerceríaenaquel tibioenamorado la terribleaventuradeMabel;peronoteníagrandesesperanzasconrespectoalporvenir.ElcoronelZaneyBettyaprobaronelplandeElenadepersuadiraMabeldequefueseavivirconellayacallaronlasdébilesprotestasdeladesdichadajovenasegurándolequeseríamuyútilparaelbuengobiernode lacasa,demaneraqueesteasuntoquedó favorablementeresuelto.

PorfinllegóeldíaenqueMabelestuvodispuestaairseavivirconElena.Bettylediounagenerosaprovisiónderopa,porquetodossusefectosquedarondestruidosen: el incendio de la cabaña.Ymientras Elena le rodeaba la cintura con su brazojuvenilyfuerte,MabeldemostrósugratitudaBettyya laseñoraZane,y luegoseencaminóhacialamoradadelosSheppard.

Desdelaplazacubiertadeverde,dondeelterrenoeramáselevado,divisábaseunampliopanoramadelvalle;Mabelmiróhaciael ríoyendirecciónalpuntoenqueantesestuvosuvivienda.Eraunlugarmásoscuroquelosdemás.Lossuavesojosdelajovensellenarondelágrimas,peronopronuncióunasolapalabra.

—Esvalerosayporestarazónnohamuerto—sedijoelcoronelZanemientrasreflexionabaacercadelavalentíaydelbuenánimodelasmujeresdelafrontera.Yasu heroísmo, más que a otra cosa cualquiera, atribuía el establecimiento denumerososhogaresenaquellasoledad.

Enlosdíassiguientes,cuandoMabelibarecobrandofuerzas, lasdosjóvenessecobraron grande afecto. Elena habríase considerado feliz en cualquier tiempo consemejantecompañera,peroentonces,yacausadelapenaqueéstasufría,sealegrabamucho más. Durante varios días y hasta que Mabel estuvo fuera de peligro, los

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pensamientos de Elena se concentraron en un asunto que le resultaba bastantemolesto.Empezabaasospecharquehabíaalentadoademasiadosadmiradoresquenoleimportabannadaenabsoluto,y,encambio,pensabaconexcesoenunhombrequeno le correspondía. Por esta razón sentíase alegre y triste alternativamente. En lashorasdemalhumorsecensuraba,yenlasalegresburlábasedelaideadequealgunavezpudiesesentirelmenorinterésporunhombrequesemostrabaindiferente.Perouna vez admitida tal idea, la recordaba varias veces durante el día, y así volvía asumirseenlatristeza.

Unamañanasoleada,mientraslasfloresdemayosonreíanenlossetos,cuandoelrocío resplandecíaen lashorasy las floresdelcurbarilmostrabansus tonosblancoamarillentos entre el color verde suave del follaje, las dos jóvenes se dedicaron acuidardelasfloresdesujardín.Elenaeraaficionadísimaalasplantasyhabíallevadoconsigo,desdesuantiguohogar,numerosassemillasdesusfavoritas.

—Plantaremoslosdondiegosdedía,demodoqueseencaramenporelsoportal;lasdalias,enestafila,ylascapuchinasenestearriateredondo—dijoElena.

—Veo que tienes algunas gayubas—añadióMabel— y convendrá que plantestambiénmadreselvasyjazmines,porquetodassonfloresmuylindas.

—Estasgayubassonmagníficas—dijoElenadoblandohaciaunladounamatadelilas con objeto de contemplar las pálidas flores trepadoras—. Nunca vi cosa tanhermosa.Cadavezestoymáscontentaconminuevacasayconmisamigosrecientes.Tengounjardíndeliciosoynuncamecansodecontemplarestepanorama.

Elena dirigió placentera y orgullosa los ojos en torno del jardín, en el queabundaban las lilasy los árboles llenosde floresblancas, en tantoque las cabañasestabancubiertasdeparras.Elhumoazuladosalíaapacibleyenroscándoseporelairedesdelaschimeneasdepiedra.Másallá,laenormemasadelFuerteparecíaguardarel río, cuyas orillas estaban cubiertas de sauces, y, a mayor distancia, cerca delsinuosocursodelacorriente,lasoscurasmontañasseerguíanretadorasyguardabancelosamentesussecretos.

—SinofueseporeseFuerteamenazador,unapodríaimaginarsequelaaldeaquesecobijaalpiedelmontículoestantranquilayseguracomohermosa—dijoElena—.Peroestavalladeestacaschamuscadasporelfuego, losbastionessemiquemadosylasaspilleras,siempremedevuelvenalarealidad.

—NoeratodoesomuyapaciblecuandollegóGirty—replicópensativaMabel.—¿EstabasentoncesenelFuerte?—preguntóElena,muyemocionada.—¡Oh,sí!Yomededicabaaenfriarlasarmas,paraqueloshombrescontinuasen

tirando.—Cuéntamelo.YElenaescuchódenuevolahistoriaqueyalehabíanreferidovariasveces.Pero,

alsercontadapornuevoslabios,siempreganabaenvívidointerés.Nuncasefatigabade oír cómo el famoso renegadoGirty daba la vuelta al Fuerte, cabalgando en sucaballoblancoydandoalosdefensoresunahoradetiempopararendirse.Denuevo

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escuchólahistoriadelataque,cuandolossoldadosinglesespermanecíansilenciososenunacolinainmediataentantoquelosindiosgritabanentusiasmadosyavanzabancorriendoconjúbilocruel;cuandoWetzelempezóelcombate,disparandocontraunjefeindioquesehabíapuestoatirodesuriflefatal.Ycuandoempezaronareferirlelosactosheroicosdeaquelsitiomemorable,Elenanopudocontenersuentusiasmo.DerramólágrimasporlamuertedelpequeñoHarryBennet,enelbastióndelSur,endonde, aunque había recibido numerosos balazos, continuó en su sitió hasta elmomento enque lo relevaron.Volvió a oír la carreraquedioClarkepor el tejado,para apagar una flecha incendiaria, y aplaudió aquella hazaña con el mayorentusiasmo. Sus grandes ojos centelleaban, pero guardó silencio al oír queWetzelcorriósoloaunabrechadelaempalizada.Allí,conunhacha,elterriblecazadordeindioscontuvoalaturbadelospielesrojasenfurecidos,hastaquelabrechapudosernuevamente obstruida. Por fin, la hazaña inolvidable de Betty Zane, que pudo,corriendoysintemercosaalguna,llevarlapólvoraalFuerte,conobjetodemejorarla situación de los sitiados. Gracias a eso se salvó el Fuerte y esta hazaña eraindudablementedignadenoserolvidadajamás.

—Por esa pendiente que parte de la cabaña del coronel Zane es F donde pasóBettycorriendoalllevarlapólvoraalFuerte—dijoMabelseñalandoellugar.

—¿Lavistetú?—preguntóElena.—Sí. Yo miraba por una aspillera. Los indios, en su deseo de matar a Betty,

dejarondedispararcontraelFuerte.¡Oh!¡Quéhorribleeraelestampidodelasarmasde fuego y el rugido de aquellos salvajes! ¡Mas, a pesar de la granizada de balas,Bettyconsiguiósuobjeto!

—CasidesearíaqueGirtyvolviese—dijoElena.—Nolodesees.Quizápodríaocurriresonuevamente.—¿CuántotiempohacequemurióelseñorClarke,oseaelmaridodeBetty?—

preguntóElena.—Nomeacuerdoconexactitud.Viviópoco,despuésdelsitio.Sedicequerespiró

demasiado rato el humo, mientras combatía el incendio en el interior de laempalizada.

—¡Quépena!—Sí.Esmuytriste.EsadesgraciacasimatóaBetty,peronosotras,lasmujeresde

la frontera, somos muy resistentes. No debemos desalentarnos —replicó Mabelmostrandosuvalerosoánimoatravésdelatristezadesusojos.

Alegres voces las interrumpieron y, al volverse, vieron a Betty y a Nelly queatravesabanlapuertaexterior.Graciasalaalegrecharladelaúltimayalingeniodelaprimera,laconversaciónadquiriógranvivacidadyenellatratarondechismes,detrajesy,porfin,deaqueltema,tanviejoytannuevoalavez,comoeselamor.

Pocodespuéselcoronelatravesólapuertaconpasosvivosyalegresonrisa.—¡Vayaunareunióndecuatrochicasguapas!—dijoentonodeadmiración.—Mira, Ebenezer, creo que si fueras soltero, cualquiera de nosotras podría

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figurarsequelacortejas—dijoBetty.—Es posible. Y en mis tiempos, te aseguro que no hice mal papel como

conquistador —replicó el coronel Zane irguiendo su bien formado cuerpo. Enrealidaderaunhombreguapo,vigoroso,bronceadoydeaspectosumamenteviril.

—Bessmelohadichoenalgunasocasiones,perotambiénaseguraqueencuantolavisteyanopensasteennadiemás—dijoBettyconacentomalicioso.

—Bueno,esverdad—replicóelcoronel,algoalicaído—,peroyaessabidoquetodoslosperroshantenidosusbuenostiempos.Luego,avanzandohaciaelsoportal,miróaMabeldeunmodoalgomásserioylepreguntó:

—¿Cómoestáshoy?—Estoyrecobrandolasfuerzas,coronelZane.Muchasgraciasporsucuidado.—Mirahaciaelvalle.Observaquehayunabalsaquedesciendeporlacorriente

—dijoenvozbaja.AgrandistanciayporelanchoOhioveíaseundiminutocuadradodecoloroscuro

queresaltabasobreelaguaverdosa.El coronel notó queMabel se sobresaltaba y que su pálido rostro se teñía de

rubor. Por unmomento ella lemiró con expresión de súplica y casi demiedo. Élconocíalacausa.AlexBennettripulabaaquellabalsa.

—Hevenidoapreguntartesipodréserteútil.—Dígaselo—replicóellalacónicamente.—Oye,Betty—exclamóelcoronelZane—,quisierasabersielprimodeElenaha

vueltoadirigirtemiradasamorosas.—¿Quétonteríasestásdiciendo,Ebenezer?—exclamóBetty,muysonrojada.—Pues,mira,sinotemirabaconojosdecarnerodegollado,confesaréquesoyun

estúpido.—Puesloeresy,además,muyantipático—contestóBettyderramandolágrimas

decólera.ElcoronelZanesealejósilbandosuavemente.Entróeneltallerdelconstructorde

carrosparadarsecuentade lamarchadealgunasreparacionesquehabíaencargadoparaunodesupropiedad,yluego,paseando,sedirigióalrío.Enelprimitivomuellevio sentados a dos indios en compañía de algunos traficantes del río y de unoshabitantesdeaquellaregiónfronteriza, todosellosesperandola llegadadelabalsa.Conversó con los indios, que eran chippewas amigos, hasta que la balsa quedóamarrada.Laprimerapersonaensaltaratierrafueunmuchachojovenyrobusto,decabelloamarillentoyrojizocutis.

—¡Hola,Alex!¿Hastenidobuenviaje?—lepreguntóelcoronelZane.—¿Cómoestáusted,coronel?Sí.Elviajehasidoexcelente—contestóBennet—.

Y,ahoraquerecuerdo,quierodecirleunacosa.Acompáñeme—añadió.Y, llevándose aparte al coronel, para no ser oído por los demás, continuó

diciendo:—Meheenteradodeelloporcasualidad,aunquehedeconfesarqueprocurétener

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los oídos abiertos, porque la cosa me interesaba; sin embargo, fue casual que laoyese.Enunapalabra,enFuertePitthayunhombre,sindudainglés,aquienoídecirque había venido a la frontera tras una joven llamada Sheppard. Y como antes,gracias a uno de los hombres de Brandt, que llegó a Pitt antes de que yo memarchase,meenterédequetieneustedaquíaunosamigos,reciénllegados,deesenombre,lacosameinteresó,comoesnatural.Aquelindividuoeshombreagradable,detiponadaordinario,sinoseñoril,aunque,alparecer,estropeadoporlosvicios,ydecaráctertanatrevidocomoelmismodiablo.Viajaconéluncriado,marinero,ajuzgarporsutraje,queeselindividuomásdesagradablequeheconocidoenlavida.EnPitthiriódegravedadaotrosujeto.Ambosllegaránenelpróximobote,oseadentrodeuno o dos días, según sea el estado del río o del tiempo. Y por eso me parecióconvenienteanunciárseloausted.

—Bien, bien—dijo el coronel Zane, pensativo, pues recordó que Sheppard lehabíahabladodeun inglés—.Hashechobienendecírmelo,Alex.¿Sabessiestababorrachoesehombrecuandodijoqueveníaenbuscadeunamujer?

—¡Oh, sí!—replicó Alex—. Pero no lo estaba cuando pronunció su nombré.Comoustedcomprenderá,meentraronsospechasehicealgunasindagacionesacercadeél.Lacosafueasí:JakeWenz,eltraficante,medijoqueeseindividuolepreguntóporlosSheppardencuantobajódelcarroenquehabíallegado.CuandoyoleviporvezprimeraestababorrachoyoídeciraJeffLynnquelafronteraeraunlugarmuymaloparallegaraélpersiguiendoaunamujer.Esomellamólaatención.Entonceselingléslereplicó:«¿Deveras?».«Puesyoseríacapazdeiralmismoinfiernoenbuscadeunamujerquemeinteresara».Ydeboañadir,coronel,quemepareceunhombremuydecidido.

Zaneestabamuypensativo.Alexhizo,mientrastanto,unfardoypasóelmangodelhachapordebajodelcordel,ycuandoyaemprendíaelcaminoparaalejarse,elcoronelrecordó,depronto,elobjetoquelollevóalmuelle.

—Escucha,Alex,vuelve—dijo,preguntándosealmismotiemposielmuchachoseríadebuenamadera.Eljoventeníaunrostrovulgar,peronodemalignaexpresión,yelexamenminuciosoquehizoelcoronelleimpresionófavorablemente.

—Hededarteunamalanoticia,Alex—dijo.Sinrodeosyentantoquesuagudamiradaestabafijaenelrostrodelmuchacho,

lerefirióelasesinatodelviejoLane,elraptodeMabelyelrescatedequefueobjetoporpartedeWetzel.

Alexempezóamaldeciryajurarquesevengaría.—Déjatedepensareneso—dijoelcoronelconsecoacento—.Wetzelsiguióa

cuatro indiosque teníanensupoderaMabelycuatrocaballos robados.Lospielesrojas se pelearon por la muchacha y dos de ellos se quedaron con los caballos,dejando a Mabel con los demás. Wetzel siguió a estos últimos, los mató con sutomahawkysetrajoconsigoaMabel.Lapobrecillaestabamuyenferma,peroyacasiseharepuestodelaimpresión.

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—Bueno,y¿quéharíamosaquísinWetzel?—preguntóAlexconvozronca,sinfijarse en las lágrimas que manaban de sus ojos y resbalaban por sus bronceadasmejillas—.¡PobreyviejoJake!¡PobreMabel!Pero,Diosmemate,porquetodoesoesculpamía.Dehaberobradobien,mehabríacasadoconella,comodebíayquería,yasílapobrenohabríatenidoquesufrirtanto.Pero,sinembargo,mecasaréconellaen caso de queme quiera, y si no lo hice antes fue por no tener ninguna granja,ningúnganado.Solamenteposeounacabaña.

—Mira,Alex,yameconoces—dijoelcoronelZaneentonobondadoso—.Fíjateen laparte inferiordelclaroyacosademediamilladedistancia.¿Vesesa fajadetierraverde situadaa lo largodel río,que tieneungrancastañaenel centroyunacabaña más allá? Es una de las mejores tierras que existen en la frontera. Mideochentaacresypuederegarsebien.Eldíaenque tecasesconMabel te regaloesahacienda.

Alexenrojeció,tartamudeóyenvanoseesforzóenexpresarsugratitud.—Bueno,vamos,y,cuantoantesselodigasaMabel,mejor—exclamóelcoronel

conelrostroinundadodealegría.Erauncasamenteroincorregible.Ygozabamásejerciendosucaridadenfavorde

unapersonaquelomereciese,queenalmacenarlascosechasdeunaestación.Al llegar a la casa de Sheppard, vieron que las jóvenes se hallaban aún en el

soportal.Mabel sepusoenpie aldescubrir aAlexy sequedó inmóvilypálidaenextremo.Elpobremuchachosentíaseembarazadoporlapresenciadelosdemás,quelemirabanconlamayorfijeza.

ElcoronelZanediounempujónaAlexparaqueseacercasealsoportalyluegodijoenvozbaja:

—Mabel,tengounacosaquetúleregalarásaAlex.Esunaexcelentegranja,consutierradelaborcorrespondiente,queconstituirávuestroregalodeboda.

Mabel miró asombradísima el rostro alegre del coronel Zane, luego a suscompañerasy,porfin,lasfaccionesteñidasdecarmínyenormementealegresdesuprometido. Tan sólo entonces comprendió lo que acababa de oír y, profiriendo ungritoextraño,sellevólasmanosalpechoysetambaleó.

Peronocayó,porqueAlex,rápidamente,diounpasohaciadelanteylacogióensusbrazos.

Aquellatarde,ElenasenegóarecibiralseñorBrandtyaotrosvisitantes.Encambiosesentóyacompañóasupadreenelsoportal,mientraselancianofumabasupipa.

—¿DóndeestáWill?—preguntó.—Fueacazaragachadizas,segúndijo—replicósupadre.—¿Agachadizas? ¡Qué raro!Nopuedo imaginarme aWill entregado a la caza.

SindudatendráunataquedelafiebredequenoshablóelcoronelZane.—Esposible.

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Hubo un momento de silencio. El señor Sheppard, acostumbrado al carácteralegredeElena,observósusilencioyseextrañó.

—¿Porquéestástancallada?—Talvezsientounpocodeañoranza—dijoElenademalagana.—Puesteaseguroquehacesmal—ledijosupadre—.Ésteesunpaísmagnífico,

aunqueyacomprendoqueatinotegustarátanto,porquelasmuchachassólopiensanenmúsica, alegría y jolgorio.Muchas veces he temido que no fueses feliz aquí, yentoncesechodemenosnuestroantiguohogar;locualmerecuerdaatumadre.

—Olvidaloqueacabodedecir,queridopapá—exclamóElenaconvehemencia—. Lo cierto es que estoy malhumorada. Y es posible que no sienta ningunaañoranza.

—Hastaahorasiempremeparecióqueerasfeliz.—Ylosoy,padre.Solamente…¡Bah!Soncosasdelasmuchachas.—Tengoquedecirteunacosa,Elena.Algoquemepreocupadesdequemehabló

deelloelcoronelZane,estamismatarde.MordauntestáapuntodellegaraFuerteHenry.

—¿Mordaunt?Esimposible.¿Quiéntehaenterado?¿Cómolohassabido?—Temomuchoqueseacierto,queridahija.ElcoronelZanemehacomunicado

que,segúnlehandicho,uninglésquesehallaenFuertePittpreguntabapornosotros.Porotraparte,ese individuocorrespondeenun todoa ladescripcióndeMordaunt.Temomuchoqueseaélyquevienebuscándote.

—Y aunque sea así, ¿qué importa? No le debemos nada. No puede hacernosningúndaño.

—Perorecuerda,Elena,queesunhombredecidido.¿Nolotemes?—Nadaenabsoluto—exclamóElenariéndosecondesdén—.Másvaldríaqueél

semostraseprudente.Enestepaísnopodráhacerloquelevengaengana.Yoyaledijequenoqueríaverlesiquierayestaspalabrasterminaronelasunto.

—Me alegro de oírte hablar así. Yo no quería decírtelo, pero me parecióinevitable.Enfin,hijamía,buenasnoches;voyaacostarme.

MuchodespuésdehaberseretiradoelseñorSheppard,Elenacontinuabasentadaypensativa.Porsumentecruzabanlosrecuerdosdelpasado,deaquelpretendientedesagradable.Podíaverledenuevoconsupálidoyhermosorostroysudistinguidoporte. Habíale gustado, coma también otros hombres, hasta que se asoció con supadreyfuecausadesuruina,haciendo,almismotiempo,quelaexistenciaresultasealfindesagradableparalajoven.Luego,yencuantolafortunalevolviólaespalda,se entregó a la disipación, convirtiéndose en borracho y jugador. Sin embargo, nodesistió de su temerario cortejo.A partir de entonces se convirtió en la sombra deElena y la vida hízose insoportable para ésta, de modo que, por último, su padredecidióemigrarhaciaelOeste,decisiónqueellaacogióconelmayorjúbilo.YahoraMordaunt había seguido su pista y se proponía encontrarla en su nuevo hogar.Sentíase asqueada. Su espíritu, siempre valeroso y a la sazón más libre, a

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consecuenciadelavidapropiadelafrontera,laanimódenuevoyborródesumentetodossusrecuerdosdeaquelhombreydelapasiónquesentía.

La antigua vida estaba yamuerta y enterrada. Sería feliz donde se encontrabaahora.Porelmomentoyaerabastantepensarenquelapequeñaaldeadelafronteraeraellugarenquehabíadevivir;recordóasusamagas,alsilenciosopolicíaydíjose,además,queelcrepúsculoresultabahermosoapesardesussombras.

Agrandealturaydominandoelmontículoselvosoque,ceñudo,parecíaprotegerla aldea, vio brillar entre los árboles un resplandor plateado. Observó cómo seelevabalentamentedesdeelladoopuestodelosárboles,ocultándosepormomentosyapareciendoenotrasocasionesatravésdelfollaje,hastaqueasomólalunahermosaymagníficasobreelnegrohorizonte.Lasdensassombrasdelanochedesaparecieroncomo por arte de magia, cual si fuesen un manto oscuro levantado por invisiblesmanos.Perolassombrasqueestabanfueradelalcancedelosrayoslunaresperfilabanlos árboles sobre el suelo ymientras tanto un pálido vapor blanquecino se hallabasuspendidojuntoalacimadeaquelrisco.

Yasícomolanochefuemisteriosaantesdequelaoscuridadsedesvanecieseantelosrayoslunares,aquellaluzpálidayblancaqueinundabaeltranquilovalleresultabatodavíamássuaveymásextraña.ParaunapersonadeltemperamentodeElenanoeranecesariopensar,puestoquelebastabaver.Noobstante,sumentesemostrabaactiva.Sentíaperfectamente labellezaque teníadelante.Y transportándosecon la fantasíahasta aquellas nubes de bordes plateados, y poblando las cabañas y los oscurosrinconesquehabíaalpiede lasmontañasconespíritusyhadas,noblesdoncellasyvalientes caballeros, le pareció que el día era un sueñomuy distante. Las grandesestrellas,queteníanelaspectodeserotrostantosvigilantesdelmundo,sedebilitabany desaparecían ante los rayos de la luna, a la sazón única y soberana señora de lanoche. La inmensidad del mundo, con sus ríos resplandecientes, los melancólicosvalles, losprofundosyoscurosbosques,eranreveladospor lagloriadeaquella luzradiante.

Absortaenestacontemplación,Elenapermaneciólargoratomirando,sumidaenunéxtasisdeensueñoanteelvalleinundadoporlaluna,hastaqueunleveescalofríola distrajo de sus agradables ideas. Comprendió que no estaba sola. Temblando sepuso en pie para ver, perfectamente reconocible a la luz de la luna, la alta figuravestidadepiel,deJonathanZane.

—¿Quédeseausted?—preguntósecamenteyconvozalgotemblorosa.Elpolicíade lafronteraavanzóysequedóanteella.Parecíaalgocambiado.El

largo y negro rifle y el apagado brillo de las armas obligaron a la joven aestremecersedemiedo.EnaquelmomentoJonathanparecíamásindomableysalvajeque nunca. Mostrábase como rodeado del silencio del bosque; y el aroma de lashermosasllanurassedesprendíadesutrajedepieldegamo.

—Buenasnoches,señorita—dijoconsufrialdadylentitudhabituales.—¿Cómo ha entrado usted aquí? —preguntó Elena en vista de que no hacía

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ningúnesfuerzoparaexplicarsupresenciaahoratanavanzada.—Pues,sencillamente,andando.Elena observó muy enojada queMaese Zane se disponía a dar pruebas de su

humorismo como añadidura de sumisteriosa aparición. Se ruborizó para palidecerinmediatamente. Aquel policía de la frontera tenía, sin duda alguna, el poder deirritarla,ydemalaganaseconfesó,además,quetambiénexcitabasustemores.Quisocontestarle con palabras duras, pero se contuvo, convencida como estaba de queaquelsingularpersonajesiempreteníamuybuenasrazonesparaexplicarsusextrañosactos.

—Me parece—dijo escogiendo sus palabras— que podría usted explicarme larazóndesuinesperadapresencia,comosihubiesesurgidodelatierra.

—¿Estáustedsola?—Sí.Mi padre se ha acostado;Mabel también;Will no ha vuelto a casa. ¿Por

qué?—¿Nohavenidonadiemás?—VinoelseñorBrandtyotros;perocomoyodeseabaestarsola,nolosrecibí—

contestóElena,algoperpleja.—¿HavistoustedaBrandtdesdeentonces?—¿Desdecuándo?—Desdelanocheenqueyoestabavigilandodesdedetrásdelasmatasdelilas.—Sí.Variasveces—replicóElena,avergonzadaporeltonoenqueélhablaba—.

Cuandohavenido avisitarme, no siemprehepodidonegarmeodejar de recibirle.¿Acasoseextrañadequeleadmitadespuésdeloquehizolaotranoche?

—Sí.Elenaseavergonzómástodavía.—¿Loamausted?—preguntóél.La joven se sorprendió tanto, que no pudo por menos de fijar sus ojos en el

oscurorostrodesuinterlocutor.Luegomiróhaciaelsuelo,dominadaporlamiradaescrutadoradeJonathan.Peroalreflexionaracercadesupregunta,dominóunavagasensacióndeplacerensupechoycontestófríamente:

—No.Noloamo.Y,anoserporelservicioquemeprestóusted, jamáshabríacontestadoaesapregunta.

—Mealegro.Yesperoqueleseatanindiferentecomolosotroscincoindividuosqueestabanaquílaotranoche.

—Meparece,señorZane,queseinteresausteddemasiadoenlosasuntos,deunajovenalaquenuncavisitamásquecomoacabadehacerloestanoche.

Éllamiróconsusagudosojos.—Espióustedamisinvitados—dijoellasinintimidarse,puesestabaenojada—.

¿Tantoleimportabausted?—¿Quesimeimportaba?—preguntóéllentamente.—Sí.Ustedqueríaaveriguarcuántosadmiradoresmíoshabíaaquí,quédecíany

quéhacían.Einclusosepermitióinsinuaralgodesagradableparaellos.

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—Sí. Es verdad. Quería saber una cosa —replicó—; pero no hice ningunainsinuacióncontranadie.

—Yapesardeeseinterés,noquisoustedvisitarmecuandoleinvitéahacerlo—dijoElenaconmaldisimuladosarcasmo.

Eso era lo que la tenía enojada; no le era posible olvidar que había invitado aaquelhombreaquefueseaverlayqueélsenegó.

—Creoquemejuzgaustedmal—dijoélconlamayorcalma.—¿Paraquévinousted?¿Paraquévigilaamisamigos?Esyalasegundavezque

lohaceyDiossabrácuántasveceshaestadoustedaquí.Dígamelo.Elpolicíadelafronteraguardósilencio.—Contésteme—ordenóElenaconlosojoscentelleantesygolpeandoelsuelocon

elpie—.Policíaono,nadaledaderechoainmiscuirseenmisasuntos.Ysiesusteduncaballero,dígameaquéhavenidoaquí.

LamiradaqueJonathandirigióaElenacalmóelenojoqueéstasentía.—He venido a averiguar cuál de sus admiradores es el traidor que organizó el

raptodeMabelLaneyel ladrónquerobónuestroscaballos.Encuantoencuentreaesebandido,estoypersuadidodequeWetzelyyolocolgaremosdeunárbol.

Lavozdelpolicíadelafronteraerafríaydura,ycuandocesódehablar,ellasesentósobreunodelosescalones,asustada,incapazdehablar,ylemiróconlosojosmuyabiertos.

—Nomemireustedasí,señorita.Noseasuste—dijoconvozafableybondadosacomo antes fue dura. Tiene usted unas palabras que hieren, y cuando yo hablabaestabapensandoenél.Losiento.

—Un cuatrero y algo peor que un asesino entremis amigos—murmuróElenaestremeciéndose,aunquesindudarporunmomentodelaspalabrasdelpolicía.

—Leseguíhastaaquíeldíaenquedioustedlareunión.—¿Sabeustedquiénera?—No.Jonathanseguíaestrechandolamanodelajoven,inconscientemente,peroElena

sepercatabamuybien.Lacálidapresiónlaconsolóylecomunicóciertovigor.Yeraindudable que necesitaría aquella mano poderosa en los días desdichados queparecíanoscurecerelhorizonte.

—¿Quépuedohaceryo?—murmuró.—Guardaresesecreto,demodoquenadiemásqueustedyyolosepamos.—¿Cómo?—Es preciso—contestó él en voz baja y profunda—. Si se lo dice usted a su

padre,oaotrapersonacualquiera,yopodríaperderlaoportunidaddeencontraraesehombre,porquedebeusted saberquees astutoamásnopoder.Así élquedaría enlibertadderobaraotrosytalvezcontribuiríaaatropellaraotraspobreseinocentesmuchachas.Guardeustedmisecreto,señorita.

—Peroélmismopodríaintentarmirapto—dijoElena,perplejayasustadaaun

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tiempo.—Es muy probable—replicó el policía de la frontera, con la sonrisa que tan

pocasvecesaparecíaensusemblante.—¡Oh! Sabiendo lo que ahora sé, ¿cómo podré recibir nuevamente a esos

hombres?Yomismameharíatraición.—No.Esustedbastantevalerosa.Siesosucediera,esusted laúnicaquepuede

ayudamosamíyaWetzela librar lacomarcadeesosbandidos;yestoysegurodeque no será usted débil. Conozco perfectamente a una mujer valiente cuando laencuentro.

—¿Demodoqueyo…podréserlesútilaustedyaWetzel?—Esoes.—¡Diosmío!—exclamóElenariéndoseyllorandoalavez—.¿Seráesoposible,

pobredemí,cuando,sinduda,alllegarlapróximaalmadía,tendréquepensarenmispropiosapuros?

—Yamecontóelcoronelqueseesperalallegadadeeseinglés.Perotalvezleresultemalelmolestarlaausted.

Elenaseestremecióagradablementealobservarelprofundosignificadodelavozdesuinterlocutor.ElDestino,sindudaalguna,estabacreandounlazoentreellayelpolicíadelafrontera.Locomprendióenlamiradafirmeyescrutadoradeélyenelcursoprecipitadodesupropiasangre.

Entonces, y como quiera que su natural valor hizo desaparecer sus temoresinfantiles,miróaJonathan,pálidayresuelta,conojosqueafrontabanlafirmezadelosdeél.

—Harátodoloquepueda—dijo.

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VII

HaciaeloestedelFuerteHenryyaciertaalturadelvoraginoso río, JonathanZanesubíadespaciounaestrechasendadelamontaña,limitadaporlosavellanos.Devezencuandosedeteníaenalgúnclarodeaquellaespesurayrespirabaprofundamenteelfresco y aromático aire de la montaña, en tanto que su agudamirada vigilaba lasvecinas cañadas, por entre las selvosas laderas de lasmontañas y las copas de losárbolesdelosbosquesqueinundabanlallanura.

Aquellamañanade junioera,en laselva,sumamentealegreyplacentera.Unosálamosdeanchashojas, roblesdedenso follaje,arcescubiertosdevidessilvestres,daban sombra a las frescas bancadas cubiertas de musgo en tanto que entre losárboles penetraba el sol proyectando doradas y luminosasmanchas sobre la tierra.Losrayosdeluzbrillabancomolaplataendeterminadashojasyconreflejosdoradosenlasdelosnogalesblancos.Lasgotasderocíoresplandecíanenloshelechos;enlosarroyos,elaguacristalinabrillabaalformardiminutasondas;lastelarañasrefulgíancontodoslostonosdelarcoiris,ylaflordelbosqueporexcelencia,lapálidaylindamargarita,sedestacabasobrelashojasverdescomosifueseunablancaestrella.

Los pájaros de plumaje amarillo revoloteaban por entre lasmatas de avellano,cantandoalegremente, en loque les imitaban los tordos.Lospetirrojosemitían susvocessuaves,losgrajosazuleschillabanentrelosrobles,lospicamaderosgolpeabanlas cortezas de los árboles, y graznaban los cuervos volando a cierta altura.Charloteabanpordoquierlasardillas,ylosguacosderizadasplumasemprendíanelvuelo con gran ruido o se desplomaban por entre el follaje cono enormes coposparduscos.Ydesdegrandealturasepercibíaelagudogritodeungavilánseguidoporelchillido,másamenazador,deunáguila.

Aquella música natural resultaba armoniosa para los oídos del policía de lafrontera.Lecomunicabaelalegreespíritudesussalvajesamagos,queeranfelicesalaluzdelsoloenlasfrescasprofundidadesqueexistíanpordebajodelasrumorosashojas;yenaquelloslugaressolitarios;todoslosseresvivíanlibres,satisfechosysinsentiralarmaalguna.

Aquel serpenteante sendero era para Jonathan casi tan familiar como el queconducía a su propia casa. En la altura superior había un lugar muy seguro paracelebrarentrevistas,elcualfrecuentabanélyWetzel.Cadapiedracubiertadeliquen,cadabancadademusgo,todoslosruidososarroyosylosroblesgigantesdelcamino,podríanhaberreferido,encasodeestardotadosdelapalabra,innumerableshistoriasrelativas a lospolicíasde la frontera.Los frágileshelechosy los esbeltos tallosdehierbaqueseasomabanporentrelosmusgosdetonalidadesgrisesyambarinas,asícomo las floresquependíande lascuarteadaspiedras,habríanpodidocontarcosasmuycuriosas.Bajoaquellosárbolesvivíaunpolicíay,porconsiguiente,amabatodaslasoscilantesramasdellaurelydelsasafrás,lasverdosaspendientesylosmontículosderocas,losmajestuososfresnos,losregiosroblesylososcurosymísticospinos,así

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comotodoslosseresquevivíanentreellos,aexcepcióndesusenemigosdepielroja.No había conocido jamás otro afecto tan verdadero e intenso como aquél. YatendiendosiempreconelcorazónsencilloalasenseñanzasdelaNaturaleza,llegóaaprendersussecretos.Asípodíadarseporciertoquelasnumerosashorasquepasabaen los bosques, sin dedicarse a sus persecuciones de salvajes, eran felices yfructíferas.

Lentamente prosiguió la ascensión y al fin llegó a un claro que había en unapequeñamesetarodeadadeenormesrocasdesgastadasporlaintemperie.Enelladoorientalhabíaunpromontoriorocoso,ycercadelbordedeaquelacantilado,queteníauna altura de caenmetros, con su talud casi cortado a pico, se erguía un retorcidocastañomaltratadoporelvientoylalluvia.Allíelpolicíadelafronteradejósurifleysumochilay,reclinandolaespaldaeneltroncodelárbol,sedispusoaesperaryadescansar.

Aquellaelevadaprominenciaeracasiunaespeciedeatalayaparalaságuilas.Allí,enlacumbremásalta,enmuchasmillasalaredonda,secelebrabanlosencuentrosdelos dos policías de la frontera, puesto que desde aquel lugar se divisaba una granpartedelacomarca.

Másabajo, losgrisesydesigualesacantiladosseelevabanenhiestosporencimade las inquietascopasde losárbolesde la llanuray luegoempezabaaondularse latierraparaformarunacolina trasotra,yunasucesióndevertientesquesealejabanhasta llegar, al fin, al río de color verdoso. Divisábanse fajas cubiertas de hierba,diminutasyalegresislasenaquelocéanodefollaje,queresplandecíanenlasladerasde lasmontañas. Las cimas redondeadas corrían en línea recta, curva o serpeante,perotodasconformabansusgraciososperfilesparadescenderyformar,porúltimo,elvalle. En la dilatada extensión cubierta de follaje se descubrían algunas pequeñasdepresiones más sombrías o de tono amoratado, y señalaban profundas zanjas ogargantas entre una y otra cima de las colinas o montañas, o el curso de frescascorrientesque, saltandoporentre laspiedras, ibanal encuentrodel río.Másabajo,donde ya la tierra era nivelada, en los espacios abiertos, las anchas pistas queamarilleaban a la luzdel sol yproseguían su curso sinuoso, conformándose con eltrazadode lacorriente.Enunpradopantanosoyde tonoazulado,muydistante, seapacentabaunrebañodebúfalos.MásalládelríoyaciertaalturasobrelaislaverdeseerguíapacíficoysolitarioelFuerteHenry,comoúnicamuestradelasobrasdeloshombresenaqueldilatadopanorama.

JonathanZaneestabatansolocomosientreélyelestablecimientohubieseunadistancia,noyadecincomillas, sinodeunmillar.Lasoledaderasupasión.Otroshombresamabanelhogar,elresplandordeunosojosfemeninos,elruidodelosdadososentíanlapasióndelaavaricia;masparaél,aquelsalvajeyremotopromontorio,con su panorama ilimitado, que se extendía a lo lejos hasta confundirse con elhorizontecubiertodeneblina,resultabapreferibleatodaslasdolorosasalegríasdelacivilización.Lashorasque allí pasaba, o lasque empleaba en el umbrosovalle, le

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recompensaban por la pérdida de las comodidades humanas, el suave contacto deunasmanosfemeninas,elbesodeloslabiosdeunniñoytambiénporcuantosufríaen sus despiadadas tareas, lamala alimentación y la necesidad de utilizar el acerohomicida o de derramar sangre, cual correspondía a la vida de un policía de lafrontera.

Muyprontobrillóelsolsobresucabeza,acortandolasombradelcastañosobrelaroca.

En aquellos largos ratos era raro que en la mente del policía de la fronteraapareciese un solo pensamiento provisto de ilación. Sus oscuros ojos, a la sazónextrañamente luminosos,examinabanconelmayorcariñoaquellasondulacionesdetonospurpúreos.Suintensavigilancianoteníaelmenorobjetoytampocolaatenciónconqueprestabaoídoa todos los ruidos.Noespiabacosaalguna;sencillamenteselimitabaapercibirelsilencio.Sindudaenaquelestadocasiextáticosusfacultadesdebían de hallarse singularmente despiertas, pero sin pensar en ellas, del mismomodoquelohacíanlossalvajesdelvalleinferioroeláguilaquevolabamajestuosaporelaltocielo.

Sinembargo,estabantanbieneducadossussentidosyaquellaspercepciones,quecualquiersonidopoconaturaloundetalleinsólitocualquieraeramásquesuficienteparahacerleobrarconprudenciayarrancarlodesuensoñación.

Elligerochasquidodeunaramitaenlaespesuralehizoerguirsesobresuasientoyextenderlamanoparatomarelrifle.Mientrastanto,susojosregistrabanlasoscurassendas de la espesura. Unosmomentos después, una alta figura se abrió paso porentreunosarbustos.Jonathandejócaerelrifleasuladoy,denuevo,volvióasentarseconlaespaldaapoyadaenelárbol.Wetzelfranqueóalgunasrocasparaacercarseaél.

—¿Vienes del PantanoAzul?—preguntó Jonathan en cuanto el recién llegadohubotomadoasientoasulado.

Wetzelafirmóconunmovimientodecabeza,entantoquedejabacuidadosamenteenelsuelosupropioylargorifle.

—¿Hasvisto algún indio?—continuó Jonathanempujandohacia sucompañerosupropiamochiladeprovisionesquetrajeradelestablecimiento.

—No he visto ninguna huella de shawnees por la parte occidental de estacordillera—contestóWetzelmientrastomabaunaporcióndepanyotradequeso.

—Puesconvendráirhaciael ladooriental,pordondesehallaBingLegget,conobjetodeversipodemosencontrarlaperdidapistadeloscaballosrobados.

—Meparecequeserácosalargaypesada.—¿QuiénestáahoraenlacuadrilladeLegget,apartedeCaballoViejo,el indio

chippewa,ysucompañeroshawnee,FuegoDestructor?YonoconozcoaBing;perohevistoaalgunosdesusindios,quienesdebenderecordarme.

—YotansólohevistoaLeggetunavez—replicóWetzel—yenaquellaocasióncasi le quité media cara de un balazo. Me han dicho los que le han visto desdeentonces, que tiene una horrible cicatriz en la mejilla y en la sien. Es un grande

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hombre y conoce los bosques. Ni yo ni nadie sabe quiénes forman parte de sucuadrilla.Trabajaenlasombray,consuastucia,halogradoquevivanapaciblementeen losbosquesalgunosotros renegadosaquienesconocemos.Nuncahemos tenidoque habémoslas con una cuadrilla peor que la suya. Todos ellos son gente muyexperta en los bosques, antiguos combatientes y decididos a todo, puesto que sonproscritos tanto con respecto a los blancos como a los indios.Nome sorprenderíanadaqueélysucuadrillafuesenlosquellevanacaboesosrobosdecaballos.Peroenfin,seanmalosono,tenemoslaobligacióndeperseguirlos.

Jonathandiocuentadesuspropiosmovimientosdesdequevieraporúltimavezasucompañero.

—Esamuchacha,Elena,vaaayudarnos—dijoWetzel,muy interesado—.Creoque en eso has estado acertado. Las mujeres son astutas. Por ejemplo, Betty merevelólatraicióndeMillermuchoantesdequeyolahubiesenotado.Bienesverdadquelasmujerestienenoportunidadesquenosenospresentanjamásaloshombres.

—Es verdad, y esa Elena es como Betty, es decir, lista como el diablo. Estoyseguro de que descubrirá al ladrón de caballos del Fuerte Henry; sin embargo,Wetzel,encuantolohayamosdescubiertonohabremosganadograncosa.¿Adóndellevan los caballos? ¿Quién se encarga, en beneficio del ladrón, de hacerlosdesaparecer?

—¿DedóndeprocedeBrandt?—preguntóWetzel.—DeDetroit.Esunfranco-canadiense.Wetzeldiomediavuelta rápidaparamirar a su compañeroy susojosbrillaban

comocarbonesencendidos.—Pues también Bing Legget es franco-canadiense, y de Detroit; yMetzar era

muyamigosuyoenFuertePitt,antesdequeelprimeroasesinaraaunhombreyseconvirtieraenbandido.Estamossiguiendounabuenapista,Jack.

—¿DemodoquesuponesqueBrandtyMetzar,apoyadosporLegget,robanloscaballosylosllevanportierraaDetroit?

—Meparecequehasdadoenelclavo.—Y¿quéharemos?—preguntóJonathan.—Esperar.Esoeslomejor.Nohayningunanecesidaddeapresurarse.Conviene

saber la verdad antes de hacer ningún movimiento. Por ahora solamente tenemossospechas.Esamuchachadescubrirámásenunasemanaquenosotrosenunaño.Sinembargo,Jack,tencuidadodequenocaigaenningunatrampa,porqueBrandtnomeparecehombredefiaryyasabesquelosrenegadossonverdaderosdiablosparaconlasmujeres.Bastantelopruebanlascicatricesquellevasenelcuerpo.Esamuchachaes lindísimaybuena.Nuncahevisto otra que se le pareciese.Aún recuerdo cómocentelleabansusojoscuandomedijoqueestabaseguradequeyohabíavengadoaMabel.Tieneunosojosmaravillosos,Jack;yesamuchacha,tanhermosa,teaseguroque está dotada de una energía formidable. ¿No la persiguen los muchachos delFuerte?

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—Están como locos, hasta el punto de que te reirías si los vieses —replicóJonathancontranquiloacento.

—Puesentonceshabráalgunaspeleasantesdequeellasedecidaporunoyquizátambién después. Ahora, que te aconsejo que tengas cuidado y procures que esamuchachanoteatrape.

—¡Bah!Notengasmiedo.Nocorromáspeligroquetúmismo.—¡Hombre!Amíyamecogieronunavez—replicóWetzel.JonathanZanemiróasucompañeroyvioqueteníalacabezainclinada;también

observóqueenelrostrodesuamigonosepintaba,ciertamente,ningunaexpresiónmaliciosaoalegre.

—Bromeas,Wetzel.—Deningúnmodo.Algúndía,cuandotehayancogidoyyotengaqueseguirsolo

laspistas,comohiceantesdequefuésemosamigos,talvezentonces,cuandoseaelúltimopolicíadelafrontera,telocontarétodo.

—Pues,mira,Wetzel, a juzgar por la abundancia de colonosquevan llegando,creoquedentrodepocosañosyanohabránecesidaddequeexistanpolicíasde lafrontera.Encuantonohayaindios,¿quéharemosnosotros?

—Noesmuyprobablequetúoyoveamosesostiempos—dijoWetzel—y,porotra parte, no lo deseo. Bueno, Jack, me marcho y ya volveremos a vernos aquímismoendíasalternos.

Wetzel se cargó al hombro su largo rifle y pronto se perdió de vista montañaabajo.

Jonathansepusoenpie,sesacudiócomopudierahaberlohechounperrodegrantamañoy,asuvez,emprendióeldescenso.Sólounavezsedetuvoalbajar,acausadel crujido de una ramita, que le avisó de la presencia inmediata de algún sercorpulento. En silencio se escondió en las matas que había a uno y otro lado delsendero,yhechoestoescuchóatentamenteconeloídopegadoalsuelo.Oyóentoncesun ruido especial, como si dos substancias duras se golpeasen mutuamente, ycontinuó sumarcha por haberse convencido de que ello se debía al contacto de lapezuñadeungamocontra la roca.Másabajoobservóadosdeestosanimalesqueestabanpaciendo.Elmachoseapresuróaesconderseenlaespesura,perolahembralemirabaconlamayorcuriosidad.

Menosdemediahoraderápidamarchalecondujoalrío.Allíseescondióenunaespesura de sauces y volvió a salir en una faja arenosa de la orilla.Con elmayorcuidadoescudriñóel ríoy luego sacóunpequeñobotede cortezade abedul,hastaentonces oculto entre el follaje. Botó al agua la frágil embarcación, remó paraatravesarelríoylaocultóbajounoscañaveralesqueseinclinabanhacialacorriente.

Ladistanciadesdeaquelpunto,enlínearecta,hastasudestinoeradeunamillatansólo,perounaeminenciarocosayunagargantaquehallóalpasoleobligaronadescribir una amplia curva.Mientras saltaba ligeramente para franquear un arroyo,susagudosojossefijaronenunahuellaimpresaenlaarena.Inmediatamentesedejó

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caerderodillas.Lahuelladeaquellospieserapequeña,sindudapertenecienteaunamujer, y lo más raro era que, en vez de mostrar la impresión de unos mocasinesplanosyredondos,eranpuntiagudosyseñalabanuntacóncuadrado.Lasmuchachasdelafronteranousabanaquellaclasedecalzado.SindudalotemanBettyyNelly,perojamássalíanalbosquesincalzarmocasines.

Laexperimentadamiradade Jonathanobservóqueaquellashuellashabíansidoimpresas menos de una hora antes. Levantó los ojos para mirar al cielo. El díaempezabaadeclinar.Enlascañadasreinabayalasombra,demaneraquenotendríaluzsuficienteparaseguirelrastro.Sinembargo,lohizo,presuroso,conlaesperanzade encontrar a aquella persona antesdeoscurecer.Yen cuantohubodado algunospasos averiguó que la desconocida se había extraviado. La incertidumbre de susapresuradospasoseratanevidenteparalosojosdel jovencomosiestuvieseescritaen la arena.Su camino sedirigía a lo largodel arroyo, evitando losdesnivelesdelsuelo,yconducíaalosclarosquepodíahallar;peronoseacercaban,encambio,alestablecimiento. Después de seguir rápidamente la pista atravesó una ligeraeminencia para adelantarse a aquella mujer extraviada, y saliendo por entre unaespesuradesasafrás,viósefrenteafrentedeElenaSheppard.

—¡Oh!—exclamóellaalarmada,aunqueinmediatamentesuterrorsetransformóen contento y alegría—. ¡Oh, gracias a Dios! ¡Me ha encontrado usted! Me heextraviado.

—Yaloveo—contestóJonathanásperamente—.Elestablecimientosehallatansóloaquinientosmetrosyalotroladodeesacolina.

—Yo seguía un camino equivocado. ¡Oh! ¡Si no hubiese usted llegado…!—exclamóElena,sentándoseenuntroncocaídoymirandoaljovenconojosalegresyafectuosos.

—Y,¿cómoperdióustedsucamino?—preguntósinadvertirelafectoylaalegríaenlosojosdelajoven.

—Subí por la colina en busca de flores, aunque sin perder de vista el Fuerte.Luego vi unas hermosas violetas al pie de un pequeño montículo y creí poderaventurarmehastaallá.Yhallétantaabundanciadevioletas,queyanomeacordédenadamásymedesorienté.Alvolvermepararegresar,nopudeencontrarmicaminoylohebuscadoenvanodurantelargorato.Casimeparecíahaberidoerrantedurantevariashoras.¡Oh,cuántomealegrodequemehayaustedencontrado!

—Y ¿no le han recomendado nunca permanecer en el establecimiento y noabandonarelclaro?—preguntóJonathan.

—Sí—contestóElenaconlacabezalevantada.—¿Yporquénolohahechousted?—Porquenoquisetenerencuentaesarecomendación.—Deberíahaberseportadoconmayorprudencia.—Creoqueno—dijoElenaapaciblemente,aunquesusojosdesmentíansuvoz

reposada.

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—Esustedunaniñatestaruda—dijoJonathanconsecoacento.—¡SeñorZane!—exclamóElenapalideciendo.—Supongoquehastaahorahahechosiempreloquelehavenidoengana;pero

aquí,enlafrontera,debepensarunpocoenlosdemásynoensímisma.Elenaguardóunorgullososilencio.—Podíaustedhabercaídoenpoderdelosshawneesmerodeadores.—Taldesastrenolehabríacausadoaustedmuchodisgusto—replicóella.—Aunque no lo crea,me habría disgustado. Tenga en cuenta que seguramente

hubiese perdido mi cabellera al intentar rescatar a usted —dijo Jonathan, queempezaba a titubear, porque, en realidad, no sabía qué pensar de aquella notablejoven.

—Sí, ya comprendo que habría sido una lástima perder su hermoso cabello—replicóellaconciertodesdén.

Jonathanse ruborizó,quizáporvezprimeraensuvida.Ysi en realidadestabaorgullosodealgo,indudablementeeradesulargoysedosocabello.

—Comprendo,señoritaElena,quenomeexpresobien—dijoconrostropálidoygrave—ycuantoledijetendíasolamenteasupropiobeneficio.

—Esustedmuybondadoso,peronohaynecesidaddequesepreocupe.—Bueno—dijoJonathandespuésdevacilaryalgomolestoantelaexpresiónde

aquelhermosoyenojadorostro.Perose leocurrióunaideafeliz—.Bueno.Nomepreocuparé.Vuelvaustedacasatomandoelcaminoquemejorleplazca.

Diomediavueltaysealejólentamente.Desdeluegonoteníalamenorintencióndedejarlaabandonada,perolepareciómuyconvenientequeellalocreyeseasí.Silajovennolellamaba,procuraríaestarsiemprealalcancedesuvoz,yencuantodiesemuestrasdeansiedadodetemor,volveríaapresentarseaella.

Elenadecidiómorirenelbosqueyseresignóasercapturadaporlosshawnees,antes que llamar al policía. Pero se quedó observándole. Lentamente su alta yvigorosa figura sealejócongraciososyelásticospasos,demodoqueunmomentodespués se habría perdido de vista y la joven se quedaría sola. ¡Cómo oscureciórepentinamente todo loque la rodeaba!El crepúsculo empezaba a tender sumantosobreelbosqueyenmuchospuntossombríosreinabayalanoche.Enelbosquesepercibíaun intenso silencio.Elena sedijo, temblando,que estabamuy sola.Ycontodaseguridadhabríaanochecidoyaantesdepoderencontrarelcaminoderegreso.¿Cuáleralacolinaqueleocultabasumorada?Nolosabía,nitampocopudorecordarcuáldeellasseñalóeljoven.Deprontoseechóatemblar.¡Tuvotantaalegríacuandoéllaencontróysintió,talalivioalverle!Yahorasealejaba.

—¡SeñorZane!—gritóhaciendounesfuerzo—.Vuelvausted.Jonathansiguióandando,sinhacerlecaso.—¡Vuelva,Jonathan!¡Hágameelfavor!Entonceselpolicíavolviósobresuspasos.—Haga el favor de llevarme a casa —dijo mostrándole su hermoso rostro

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sonrojado, humedecido por las lágrimas y con todas las señales de una intensaagitacióninterior—.Hesidounatontaalvenirsolaalosbosquesymealegromuchodehaberleencontrado.Peroustedmehabló…comonadielohizoantes.Estoyseguradehaberlomerecido.Hagaelfavordellevarmeacasa.Papáestaráyaalarmado.

JamásunhombreseviosuplicadoporunosojosyunavozmásafablequelosdeElena.

—Venga—dijoélconacentocariñoso:Y tomándola por la mano, emprendió el ascenso de la colina. De este modo

atravesaronelbosque,queoscurecíapormomentos,dándoselamano,cualsifuesenél un piel roja y ella su prometida.La ayudó a franquear las piedras y los troncoscaídos.Peroaúnseguíacogiéndolelamanocuandoyanohabíanecesidaddehacerlo.Ella levantaba lavistaparamirarlemientras andaba tranquiloy serio a su lado, entanto que sus ojos escudriñaban por entre los árboles. La joven sintió profundoremordimiento al pensar en lo quehabía dicho.Era evidente que él no sentía cosaalgunaenaquelpaseobajoeloscurodoseldelfollaje.Sindudasedabacuentadesuresponsabilidad; cualquier árbol podía ocultar a un enemigo traidor. Ymientras lajovenandabaalladodesucompañero,seprometióofrecerlesusexcusas;ysupechojadeaba con la dulce e innegable emoción que hacía palpitar con violencia sucorazón.

Pronto salieron de la espesura y se hallaron en el polvoriento sendero. PocosminutosderápidamarchalosllevaronalavistadelasparpadeanteslucesdelpuebloyunmomentodespuésviéronseenelcaminoqueconducíaalacasadeElena.Ellaentonceslibertósumano,contuvoasucompañeroconunligerocontactoyledijo:

—HágameelfavordenodecirnadadeloocurridoapapáoalcoronelZane.—Deberíahacerlo,niña.Esprecisoquealguienseacapazderetenerlaausteden

sucasa.—Nomemoverédeella.Hágameelfavordenodecirlo.Esodisgustaríamuchoa

papá.Jonathan Zane contempló los grandes, claros y maravillosos ojos de su

compañera, experimentando una sensación inexplicable. En realidad no habíaentendido las palabras que ella acababa de pronunciar. El aspecto de aquel rostrojuvenillevantadohaciaélletrajoelrecuerdodeunaflor,rarayperfecta,quecrecíaenlejanosamontonamientosrocosos.Lasensaciónqueexperimentabaeraintangible,nomuchomáspositivaqueunaromallevadoenalasdelvientodelOesteyque,conleveintensidad,letraíanoticiasdealgúncampollenodebelleza.

—Prométamequenolodirá.—Bueno, niña. Se hará lo que usted quiera —replicó Jonathan, extrañado y

maravilladoalavezdequeaquéllaeralaprimeraocasiónenqueunamujerlepedíaalgo.

—Muchasgracias.Ahoraustedyyotenemosdossecretos,¿noesverdad?—dijoriéndoseyconlosojostanresplandecientescomolasestrellas.

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—Bueno. Váyase cuanto antes a casa. Y en adelante, sea más precavida. Meinspira usted muchos temores a causa de su carácter y de su espíritu animoso. Ypreferiría que los shawnees me quitaran la cabellera a que Bing Legget tuvieseocasióndefijarlavistaenusted.

—¿Deveras?¿Porqué?—preguntóellaenvozbajaymusical.—¿Porqué?—replicóél—.Porqueesoseríaalgoparecidoaunbuharroquese

dispusieraacaersobreunapaloma.—Buenasnoches—dijoElenaconlamayorseriedad.Ydandomediavuelta,sealejóporelcamino.

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VIII

—Jack—dijoelcoronelZaneasuhermanoalasiguientemañana—.Hoyessábadoy todos loshombres sehabráncongregadoenelpueblo.AyernochehubobastanteruidoencasadeMetzaryesperoquehoyreinaráallímayoragitacióntodavía.LosdosindividuosdequienesmehablóAlexBennetllegaronenelbotedeanteayer.Contoda certeza uno de ellos es un señor inglés, y en cuanto al otro, es el tío máspendencieroquehevistoentodamivida.Asíquellegóhubocamorra.Elinglés,quesellamaMordaunt,hallegadoenbuscadelosSheppard,y,ajuzgarporloqueresultade la historia de Jorge, Elena le dio a entender muy claramente sus intenciones.MordauntyCase,puesasísellamasucriado,esdecir,elperdonavidasdequetehehablado,seemborracharonyarmaronunescándaloenlaposadadeMetzar,dondesealojan.BrandtyWilliamsbebieronmuchotambién,aunqueesonoescorrienteconrespectoalprimerodelosdos.Inmediatamentesehicieronamigosdelinglés,que,alparecer, tienemuchooroyesaficionadoa jugar.EseMordauntesuncaballero,deesonohayduda.Losientomuchoporél.Pareceunhombremoralmentearruinado.Siduramásdeunasemanaaquí,tendréunagransorpresa.Caseeshombretemibley,alparecer,andasiemprebuscandolaocasióndetenerpendencias.Deseoquevigilesaesaparejaconelmayorcuidado.Esposiblequenoocurranadadeparticularen latabernayque,enresumen,solamentesecojaallíalgunaqueotraborrachera,sinquese produzca ningún hecho lamentable,mas, por otra parte, también es posible quetengamosundisgusto.

Los preparativos de Jonathan fueron los característicos de un policía de lafrontera.Dejóaunladosurifley,quitándosesucortachaqueta,púsoseunsegundocinturónqueconteníauntomahawkyuncuchillomásrespetablesquelosqueusabanormalmente. Luego se puso su chaqueta o camisa de caza, que llevaba sin ceñir,puesto que los cinturones le rodeaban el cuerpo por debajo de aquella prenda. Yaquellachaquetasueltayholgadaledabalaaparienciadeunhombredesarmadoysincuidadoalguno.

JonathanZanenoeratantemerariocomoparabuscarelpeligro,ni,comomuchosaventureros de la frontera, gustaba de luchar por capricho. El coronel Zane eracomandantedelFuerteyenunacomarcaendondenoexistíaleyescritaseesforzabaen mantener algo parecido a ella. Durante algunos años consiguió alejar de supequeñoestablecimientoalosladrones,renegadosyproscritos,obrandoconellosdeacuerdoconlosprincipiosdelajusticiamásestrictaysevera.Supalabraeraleyysuspolicías de la frontera obligaban a todos a cumplirla. Por consiguiente, Jonathan yWetzel consideraban su deber la cuidadosa observación de todo cuanto sucedía.Tenían informadoalcoronelynunca interveníanencasoalgunosinhaber recibidoórdenesparaello.

Lamañanapasótranquilamente.Jonathanibadeunladoaotro,seentreteníaenvariossitios,peronovioaningunade laspersonasquedeseabavigilar.Creyóque

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estaríandurmiendolosefectosdelaorgíadelanocheanterior.Despuésdecomersefumóunapipa.PasaronBettyyElenayestaúltimalesonrió.Ocurrióselepensarquenunca había observado que le mirase de aquella manera. Había un profundosignificado en el radiante y cálido centelleo de sus ojos. Experimentó un pequeñodisgusto, cuyo origen no pudo comprender, contra aquella joven, pero, al mismotiempo,recordósublancorostroysusgrandesyazulesojos,quelanocheanteriorsefijaron ansiosos en su propio semblante. Y, por vez primera en su vida, deseó sercapazdecomprendermejoralasmujeres.

—¿Todotranquilo?—preguntóelcoronelZanemientrasbajabalosescalonesdelaentrada.

—Porcompleto—contestóJonathan.—Sospecho que aparecerán más tarde. Yo voy a pasar un rato en casa de los

Sheppard,yluegomedejarécaerporlaposadadeMetzar.Levoyadarunrepaso.Nomegustaloquemehandichoacercadequevendenronalosjóvenes.Quisieratenertecercacuandolehable.

El policía de la frontera emprendió el descenso desde lo alto del montículo ysiguió el camino que corría paralelo al río, aunque a mayor altura. Le disgustabaMetzarmuchomásde loquesospechabasuhermano,yellopor razonesdemayorpesoquelasdevenderrona losmenoresdeedad.PorfinJonathanse tendióenelsueloyseentregóasusreflexionessobreaquelasunto:

«Nunca hemos tenido paz en este establecimiento, ni la tendremos jamás ennuestros días. Ebenezer tiene muchas esperanzas y siempre mira las cosas por suaspectoagradable,esperandosincesarquelasituaciónserádistintaaldíasiguiente.¿Qué han sido los dieciséis últimos años? Una lucha larga y sangrienta. Pero losdieciséis próximos no seránmejores.Yme parece que en breve tendremos jarana.MetzaryBrandt,consusaliados,quienesquieraquesean,intervendránenella.YsiBingLeggetformapartedelacuadrilla,puederesultarunembrolloquenosobligue,segúndiceWetzel,aseguirnuestraúltimapista.Ytambién,comohaprofetizadomicompañero, es casi seguro que tendremos algún disgusto con respecto a ésamuchachadelosgrandesojos.Lasmujeressiempresoncausadeconflictos,ycuandoson animosas y lindas todavía más. Pero si son hermosas y enérgicas y les gustaseguirsucapricho,comoleocurreaesamuchacha,nielmismoinfiernoescapazdeaguantarlas.Yahoraquelatenemosentrenosotros,yanohayningunanecesidaddequevenganlosshawnees,Girtyyloscuatrerosparasuscitarluchas.Y,sinembargo,elmástontopodríadarsecuentadequeesamuchachaestandulce,buenaylealcomoelmismooro».

Amediatarde,JonathantomóelcaminodelaposadadeMetzar.Hallábaseéstafrente aunmontículoy suspuertasprincipalesdabanal camino.Unaconstrucciónlarga, de una sola planta y con dos puertas, servía de bar. La posada propiamentedicha era un edificio algo más ostentoso, unido al otro menor por su extremooccidental. Había varios caballos arrendados en el exterior, y dos grandes bueyes,

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uncidosaunaenormecarretallenadebarro,esperabanpacientemente.Jonathaninclinósualtacabezaalentrarenelruidosobar.Aquellugarapestabaa

humo de tabaco y a emanaciones de licor de mala calidad. Estaba lleno deparroquianos.El desorden de la época y del lugar eran evidentes. Por aquel suelo,cubierto de aserrín de madera, andaban unos individuos flacos, de enrojecidosrostros, característicos de algunos habitantes de aquella región fronteriza. Veíansecazadoresymercaderesdepieles,batelerosygranjerosquecontribuíanaaumentarelnúmero de los clientes; muchachos jóvenes con cara de buenas personas, perocongestionadosporlabebida;descubríasetambiénungrupodeindiosquesehabíansentado en un rincón, y cuyos rostros abatidos y de miradas propias de reptilllamaban la atención.Mientras tanto, el propietariodel establecimiento, hombredebarbanegra,servíaronsinparar.

Desdemásalládelasaladelbaryatravésdeunapuertaquedabaalsoportaldela parte posterior llegaba el ruido de los dados al ser arrojados sobre la mesa.Jonathancruzólasaladelbar,alparecersindarsecuentadelaagudamiradaqueledirigióMetzar,yseencaminóalsoportal.Allíhabíatambiénnumerosaconcurrencia,peroel lugarresultabamásespaciosoporsermayor.Aunamesasehabíansentadoalgunos exploradores, que bebían y reían.A otra vio a tres hombres jugando a losdados. El coronelZane, Silas y Sheppard figuraban entre los que contemplaban lapartida.Jonathansereunióconellose,imitándoles,sededicóamiraralosjugadores.

Conocía muy bien a Brandt. Ya antes había tenido ocasión de ver aquellaexpresiónduraypropiadeunloboenelrostrodelcomerciantefluvial.Observó,sinembargo, que a la sazón tenía las mejillas enrojecidas y las manos temblorosas,segura indicacióndequehabíabebidomucho.El jugadorque estaba a su lado eraWilliams,unodelosqueformabanpartedelaguarnición,individuobondadoso,peromuy charlatán ymalintencionado cuando estaba bebido.El último jugador era, sindudaalguna,elinglésMordaunt,hombreguapo,depielfinaybigotelargo,rubioysedoso.Algunasprofundasarrugasylassombrasamoratadasqueaparecíandebajodesus ojos eran claras indicaciones de su vida disipada; y a pesar de su aspectolamentableyvicioso,senotabaalgoagradableensuportegeneral.Talvezfueselafrialdad o la indiferencia con que sacaba una tras otra las monedas de oro delmontoncitoqueteníadelanteyquedisminuíaconlamayorrapidez.Suchaquetadeterciopeloysu jubóndeseda,que fueronelegantesensuépoca,parecíanentoncessumamenteimpropiosparalavidarudadeaquellafrontera.

Traslasilladelinglés,Jonathanvioaunindividuodecortaestaturaycuyorostroteníagranparecidoconeldeunchacal.Labarbahirsutaygris,labocaprominenteyde maligna expresión, la nariz ancha y aplanada y los ojos hundidos y brillantesproducíanunadesagradableimpresiónaquienloviese.Jonathansefiguróqueaquelhombre sería el criadoCase, tan aficionadoa empuñar el cuchillo.El policíade lafronterasedijoquesiaquel individuogustabadeandarapuñaladasno le faltaríanocasionesdededicarseasupasatiempofavoritoenlacomarca.

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ElcoronelZanellamóenaquelinstantelaatencióndeJonathan.LosexploradoreshabíanabandonadolamesavecinaySilasySheppard laocuparon.Elcoronelhizoseñasasuhermanoparaquesereunieseconellos.

—Hola,Johnny.Tráetealgoquebeber—dijoalmuchachoqueservía—.DileaMetzarparaquiénes.—Luego,volviéndoseaSheppard,añadió—:Tieneunwhiskymuybueno,peropocasveceslovenesospobresdiablos.

Y,almismotiempo,oprimióconsupieeldeJonathan.Elpolicíadelafronteracomprendió,poraquella señal,quedebía llamar laatencióndeBrandt.Esteúltimohabíase inclinado hacia delante cuando pasó Jonathan junto a él para ocupar unasientoalladodesuhermano,ydijoalgoenvozbajaaMordauntyaCase.Jonathancomprendió,porlarápidamiradaqueledirigieronelinglésysucriado,queélmismohabíasidoelobjetodeaquellaobservación.

DeprontoWilliamssepusoenpiedeunsaltoy,despuéseproferirunablasfemia,exclamó:

—Mehandejadoustedessinuncuarto.—¿Quiereustedquesigamosjugandosolos?—preguntóBrandtaMordaunt.—Comoguste—replicóelinglés,enuntonoquedemostrabasuindiferenciapor

seguirjugandoono.—Yo tengo algo que hacer. Tomaremos, pues, algunas copas y aplazaremos el

juegoparaotraocasión—dijoBrandt.Lessirvieronunascopasybebieron.Brandtembolsóelmontoncitodemonedas

de oro inglesas y españolas que tenía delante y se puso en pie.Andaba con ciertainseguridad,peronoestababorracho.

—¿Quierenustedeshacermelamerced,caballeros,detomarunacopaconmigo?—preguntóMordauntalgrupodelcoronelZane.

—Muchasgracias.Enotromomentoaceptaremoscongusto.Ahorayanoshanservido,comoustedve—contestócortésmenteelcoronelZane.

Mientras tanto, Brandt estuvo hablando en voz baja al oído de Case. Elhombrecilloseriódealgoqueledijoel traficante.Luegoabandonólamesa.Teníacortaestatura,perosucuerpofornidoycompactodabalaimpresióndesermuyágilyfuerte.

—¿Qué vas a hacer ahora? —preguntó Mordaunt levantándose a su vez ymirandocondurezaaCase.

—Iréasacudirmeunpoco,capitán.Esoenelsupuestodequenotengamásganasdebeber—replicóelmarinero.

—Yahasbebidobastante.Acompáñamearriba—dijoMordaunt.—Despacito,capitán—dijoCasesonriendo—.Ahoraquierobeberunacopacon

ese matador de indios. Hasta ahora he bebido en compañía de bucaneros y dehombresmalosentodoelmundoynoquieroperderestaoportunidad.

—Ven,porquetevasameterenunlío.Notienesningúnderechoparamolestaraesoscaballeros—dijoMordaunt.

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—Mibuquesellama«Bronca»yesunbuenvelero—replicóaquelindividuo.Su voz sonora terminó la conversación. Algunos hombres empezaron a entrar

desde la sala del bar, yMetzar en persona acudió a averiguar la causa de aquellaexcitación.

Elhombrecillosequitólagorra,profirióungritoyluegosedirigióaJonathan.—Vamos a ver,matador de indios de la frontera, ¿quiere usted beber una copa

conunalegremarineroinglés?Sehizounrepentinosilencio,comoelqueavecesseproduceenlasprofundidadesdeunbosque.Losqueconocíanalpolicíadelafronteraytambiénlospocosquenolohabíantratadocreyeronqueaquellainvitaciónera,nimásnimenos,queuninsulto.Peroellosnoadvirtieron,comocomprendióélmismo,que aquellas palabras formaban parte de un plan establecido de antemano paraprovocarunalucha.

—¿Quiereustedbeber,cazadordepielesrojas?—gritóelmarinero.—No—contestóJonathanconlamayorapacibilidad.—¿DeboentenderquesunegativavacontralaviejaInglaterra?—preguntóCase

conacentoferoz.Elpolicíadelafronteralemirófijamenteyconojosinescrutablesencuantoasus

sentimientosopropósitos,ysequedósilencioso.—Siesustedhombre,salga,yconmayorrapidezdelaqueempleoenbeberme

una copa veré de qué color tiene las tripas —dijo con voz silbante el marinero,mientrasfijabaenJonathanlamalignamiradadesurostroenrojecido,horriblementedescompuesto.

Yalmismotiemposeñalabaconunlargocuchillo,quenadieleviosacar,haciaelespaciocubiertodeverdequehabíamásalládelsoportal.

El policía de la frontera no pronunció una palabra ni relajó uno solo de susmúsculos.

—¡Ja!,¡ja!,¡ja!Yaveoqueesustedunvalerosopiratadelasllanuras—exclamóCase burlonamente, escupiendo estas palabras al rostro de Jonathan y de suscompañeros.

Dio la casualidad de que Sheppard se sentaba junto a él y recibió de lleno elaliento cálido e impregnado de ron delmarino. El colono se levantó en tanto quepalidecíasusemblante.

—Nopuedosoportaresto,coronel—dijoconapresuramiento—.Alejémonosdeesterufiánborracho.

—¿Quiéneselrufiánborracho?—gritóCase,másairadoquenunca—.Noestoyborracho,perovoyaemborracharmeyahacerpicadilloaalgunodeesoscobardesqueporaquíabundan.¡Eh,tú,viejogaviero,bébeteesoamisalud,asíDiostemate!

ElrufiántomóunvasodelicordelamesaylotendióaSheppard,entantoqueblandíasulargocuchillo.Blancocomolanieve,Sheppardretrocedióhastatropezarconlapared,peronotomóelvaso.

Elmarineroeradueñodelterrenoynopronuncióunasolapalabra.Suactohabía

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sidotanrápido,queapenashubotiempodequealguienseopusiera.ElcoronelZaney Silas permanecían tan inmóviles y con el cuerpo tenso como el policía de lafrontera.

—¡Bebe!—gritóelmarineroconvoz roncaacercandosucuchilloalcuerpodeSheppard.

Cuandolapuntadelarmasepusoencontactoconelcuerpodelanciano,vióseunobjetobrillantequesalíavolandoporelairefueagolpearlamuñecadeCase,lehizocaer el cuchillo de lamano y, después de golpear la pared, cayó al suelo. Era untomahawk.

Elpolicíadelafronterasaltóporencimadelamesa,cualsifueseunenormegatomontés,yconunmovimientoigualmenterápidoempujócongranruidoaCasehastahacerlochocarconlapared.Selanzócontraélantesdequepudiesemoverunamano,loagarróyloarrojó,cualsifueseunsacodeharina,másalládelpeñasco.

Seaflojó la tensióngeneralyalgunosde loscircunstantes seecharona reír, entantoqueotrossedirigíanhacialacortadura,paraverquéhabíasidodeCase.Otrosobservaronquesaliódelestablecimientoenmuchomejorestadodeloqueesperaban.

Elpolicíadelafronterapermaneciósilencioso.Seapoyóenunposteentantoquesu ancho pecho se agitaba con suavidad, pero sus ojos centelleaban mientrasobservabanaBrandt,Williams,MordauntyMetzar.Elinglésfueelúnicoquetomólapalabra.

—¡Buengolpe!—dijoconacentofríoysuave—.Leaseguro,caballero,quetieneustedunamanodehierro.Leofrezcomisexcusasporesedesagradableincidente.Micriadoesalgopendencierocuandohabebido.

—Metzar,oigaustedunapalabra—dijoelcoronel.—Vamosadentro,coronel—dijoelposaderoconevidentedisgusto.—No.Óigameaquí.Voyahablarleclaramente.Esprecisoqueabandoneustedsu

taberna.Nohaynecesidaddequeseesfuerceenresistir,porqueestoha terminado.¿Comprende? Usted conoce tan bien como yo, y quizá mejor, el carácter de sullamadaposada.Pero,enfin,voyadarleunanuevaoportunidad.

—¡Caramba,coronel!Ésteesunpaíslibre—gruñóMetzar—.Yonopuedoevitarque vengan esosmuchachos a armar camorra. Éste es un establecimiento decente,perolosclientesquierenbeberyjugar.¿Quéleyeshayaquícontraeso?¿Quépuedeustedhacerparaevitarlo?

—Yameconoceusted,Metzar—dijoenojadoelcoronelZane—.Nosoyamigodemalgastar palabras.Acuérdese usted de que al primer borracho que vea aquí, ocuandosepaquesecelebraalgúntratoilegaloquesejuega,leexpulsaréausteddeunavezparasiempre.

Metzarinclinósudespeinadacabezayabandonóelsoportal.Brandtysusamigos,conlosrostrosmuyserios,seretiraronalasaladelbar.

El policía de la frontera dio la vuelta a la esquina de la posada y subió por elsendero.Elcoronel,SilasySheppard leseguíanmásdespacio.Yaloírungritose

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volvieronparaveraunindividuollenodepolvoymanchadodesangre,coneltrajedestrozado,quesetambaleabaenloaltodelrisco.

—Ahíestá esemalditomarinero—dijoSheppard—.Esdurocomounapiedra.¡Diosmío,vayacoscorrónelqueledioJonathanenlacabeza!Yahoraquemefijo,aqueltomahawkllegóenelprecisomomentoparasalvarmelavida.

—Yoestabafurioso,peronoalarmado—dijoelcoronelZane.—Yameextrañabasuinmovilidad.—Esqueaguardaba.Jonathannoobra,nuncahastallegadoelmomentooportuno,

yentonces…enfin,yalehavistousted.Esehombrecillocriminalmerecíalamuertey, por mi parte, le habría pegado un tiro con el mayor placer. Pero fíjese usted,Sheppard,enqueJonathanaborrececontodasualmaelderramamientodesangre.Esmuysingular.Nomataríaaunhombreblancomásqueenúltimoextremo.

—Esoesmuydignodeél.¿YWetzel,piensaigual?—No.Esdistinto—replicóelcoronelZaneestremeciéndose—.Siyoleordenase

tomarunhachaydestruirlaposadadeMetzar,nodejaríanadaenpie.Talvezllegarálaocasióndequeselodiga,yentoncesveráustedalgoquenoolvidarájamás.

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IX

Eldomingoporlamañanaybajoelsolcálidoybrillante,laaldeadeFuerteHenryreposabaapaciblemente,comosinuncahubiesesufridolosefectosdeunatempestad,su tranquilidad no se viera amenazada y los alaridos de los indios no hubiesenresonadodeunmodohorribleenaquellaatmósferatranquila.

—Esunamañanamagnífica—dijoelcoronelZanereuniéndoseconsuhermanaen el soportal—. ¡Qué guapa estás! Y te veo vestida de blanco por primera vezdesde…Enfin,estásencantadora.Supongoqueirásalaiglesia.

—Sí.HeinvitadoaElenayasuprimoparairallá.Lahepersuadidodequeseencargue de dar mi clase dominical y yo tomaré otra para los niños mayores—replicóBetty.

—Muybien.Lospequeñuelosnotienenaquímuchasoportunidadesdeaprender.Peroyahemosdadoungranpaso.Laiglesiayelpredicadorsignificanmuchoparalosjóvenes.Ahorahemosdepensarenlaescueladelpueblo.

—Elenayyopodríamosdarclasesunaodoshorascadatarde.—Seríamagnífico. Esmuy desagradable que esos chiquillos crezcan sin saber

leer ni escribir. Convendrá pensar en eso; peroDios sabe que ya he hecho cuantopodía.Bastanteheconseguidoconquenohayanmuertoyaasesinados.

—Elenaaconsejóquehubieseescuelatodoslosdías.Seinteresamuchoportodoypor todos.Suenergíaesmuynotable.Tieneabsolutanecesidaddemoverseydehacer algo, porque rebosa de bondad y de simpatía. Ayer lloró de alegría cuandoMabelledijoqueAlexestabadeseosodecasarseconellacuantoantes.Teaseguro,Ebenezer,queElenaesunamuchachaestupenda.

—Sí,tanbuenacomobonita,locualesdecirbastante—musitóelcoronel—.Megustaríasaberquiénseráelhombrefelizquelaconquiste.

—Esfáciladivinarlo,pero,desdeluego,noseráeseinglés.Ellaloodia.Jonathanpodrálograrlo.Megustaríaquevieseslamiradadeellacuandoalguienhabladeél.

—¿Estássegura,Betty?—seapresuróapreguntarsuhermano.—Porcompleto—replicóella,afirmandoalmismotiempoconunmovimientode

cabeza—.Nomeengañoacercadeesascosas.ElenaestácompletamentefascinadaporJack.Lamuchachasemereveladetalmodoquenodebedetenermuchomásdedieciséisaños.

—Mira,Betty,semehaocurridounplanmagnífico.—Nomeextraña,porquesiempretienesideasfelices.—Podríamosrealizarloentretúyyo,Betty—dijoacariciándoleelbrazo.—Yaveoquesiguestancasamenterocomosiempre—replicóBettyriéndose—,

perotenencuentaqueparacelebrarunmatrimonioesprecisoelconsentimientodelosdos.NohayqueolvidaraJack.

—¡Bah! —exclamó el coronel, haciendo castañetear sus dedos—. No haynecesidaddetomarloenconsideración,puesnoexisteningúnhombrejovencapazde

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resistiraesahermosísimamuchacha.—Quizáno.Pormipartenopodríasiyofuesehombre.PeroJacknoescomolos

demás. Estoy segura de que aún no se ha dado cuenta de que ella está interesada.Ademásélespolicíadelafrontera.

—Ya lo sé.Y ése es el único obstáculo serio con que habremos de luchar Sinembargo,auncuandoestuviesecasado,podríaseguirvigilandoen tornodelFuerte.Esos largos, solitarios y terribles viajes que emprenden él y Wetzel no sonabsolutamentenecesarios.Unadulceesposaselodaríaaentenderenbreve.Dentrode pocos años la frontera estará civilizada y por esta causa más valdría queabandonase la persecución de los indios. Me gustaría verle casado y establecido,comotodosnosotros,inclusoIsaac.BiensabesqueJackeselúltimodelosZane,esdecir, de los viejos Zane. Y las dificultades debidas a su carácter modesto yvergonzosopodríanvencersefácilmente.

—¿Ycómo,maravillosohermanomío?—Esoescoserycantar.DileaJackqueElenasemueredeamorporélyaellale

hacessaberqueJacklaamacomounloco…—Hasdetenerencuenta,miqueridoEbenezer,queestoúltimonoesverdad—

replicóBetty.—Pues loes.O losería tratándosedecualquierhombrequenoestuvieseciego

como un topo. Le diremos a ella que Jack la quiere, pero como es policía de lafronteray tieneunas ideasmuy severas acercadeldeber, y, además, esunhombretímidoyvergonzoso,noseatreveacomunicárselo.Yestosolobastaráparaqueellalobusqueylehagasoltarlalengua.

—Voy viendo, Ebenezer, que eres el mismo demonio—dijo Betty con alegreacento.Luegoañadiómásseria—:Yatecomprendo,Ebenezer.TemueveenesotucariñoporJack,locualmeparecemuybien.Cuantasvecesleveoalejarsedellugar,temoque sea laúltima, lomismoque sucedióhacemucho tiempo, cuandonuestrohermanoAndrésnossaludóalegremente,agitandolagorra,yno levolvimosaver.Jack es elmejor hombre delmundo, y, pormi parte, quisiera verle feliz, con unaesposayunoscuantoshijitos,ydedicadoaalgunaocupaciónsedentaria.Meparecequepodremosurdirunalindanovela.¿Estásdecididoaintentarlo?

—¿A intentarlo? ¡Nada de eso! Llevaremos a cabo nuestro propósito. Ahora,Betty, tú te encargarás de explicárselo a los dos. Puedes hacerlo con mucha máshabilidad que yo. Pero ten en cuenta que de lo que les digas depende el éxito denuestroplan.Yointervendrémástardeparaayudarte.NotardaráensalirJacky,porlotanto,aprovechalaocasióninmediatamente.

Jonathan,queignorabaenabsolutolaconspiracióndesushermanosparahacerlefeliz, salió enbreve al soportal, estiró sus largosbrazosy aspiróprofundamente elairefrescodelamañana.

—¡Hola,Jack!¿Adóndevas?—preguntóBetty,rodeandoconsubrazounadelaspoderosasrodillasdesuhermano,envueltaenelpantalóndepieldegamo.

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—Meparecequevoya la fuente—replicóél, acariciando labrillantey sedosacabezadesuhermana.

—Oye, Jack. Quiero decirte algo muy serio—exclamó ella, ruborizándose unpocopor lamentira,pero resueltaadesempeñaraconcienciaelpapelque lehabíacorrespondido.

—¿Quéeseso,hermanita?—preguntóélobservandosuvacilación.—¿TegustaElena?—Haymuchoquedeciracercadeeso—replicóJonathan,despuésdereflexionar

uninstante.—Noimporta.Cuéntameloquequieras—insistióella.Élnocontestó.—Puesmira,Jack.Ella…estálocamenteenamoradadeti.El policía de la frontera se quedó inmóvil unos momentos. Luego, con largos

pasos,sedirigióalpradoysevolvióparamirarasuhermana.—¿Quéhasdicho?Betty se echó a temblar. Su hermano hablaba con voz tan seca y sus ojos la

mirabancon taldurezayvigor,quecasi seasustó.Pero recordandoque, segúnsusimpresiones,acababadedecirlapuraverdad,levantólosojosyrepitió:

—Elenaestálocamenteenamoradadeti.—No creo, Betty, que quieras bromear acerca de eso, y tampoco quemientas.

Estoysegurodequenoerescapaz.—No,queridoJack.Ellaviocómo temblabasucuerpopoderoso,delmismomodoque,másdeuna

vez,viotemblarelcuerpodeunhombreduranteelsitio,alrecibirunbalazo.Sin hablar, Jonathan empezó a descender rápidamente por el sendero, en

direcciónalafuente.El coronel Zane salió de su escondrijo, detrás del soportal, y con rostro

resplandecientesonrióasuhermana.—¿Qué teparece?Hasalidoconunpaso tanmajestuosocomosi fueseun jefe

indio—dijoconlamayorsatisfacción—.PorDios,Betty,acabasdehacerunacosaadmirable.NuncaenmividaviaJackconeseaspecto.

ElcoronelZanesesentóal ladodeBetty,riéndoseensilencioperocontodasualma.

—Yacazaremosaesesolitario.Nolequedalamásligeraoportunidaddeescapar;yesperaaqueseleveadespuésdeoírtuhistoria…Pero¡Diosmío,estásllorando!

En efecto, al volverse el coronel, pudo ver que su hermana tenía la cabezainclinadayocultabaelrostroconlamano.

—¿Teapena,acaso,queridaBetty,esteinocenteengaño?—ledijotomándolelamanoyacariciándolatiernamente.

—No,Ebenezer.Noeseso.Nohetenidoningúnreparoendecírseloaél,peroelcentelleodesusojosmerecordó…aAlfredo.

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—Esclaro.¿Porquéno?Pocassonlascosasquenoevocaneltiernorecuerdodealgunadelaspersonasaquieneshemosamadoyperdido.Peronollores,Betty.

Lajovenhizounesfuerzoparasonreíry,levantandoelrostro,mostrósusmejillassonrosadasyhúmedasdelagrimas.

—Soyunatonta,peronopuedoremediarlo.Casitodoslosdíaslloroporlomenosunavez.

—Cobra ánimo.AhívienenElenayWill.No lesdesmotivopara sospechar tutristeza. ¡Diosmío,Elenavestida tambiéndeblanco!EsoesunaconspiraciónparaacabarconlapazdeloshombresdeFuerteHenry.

Betty se adelantó para recibir a sus amigos, en tanto que el coronel Zanecontinuabahablando,pero,alasazón,parasímismo.

—Tieneunabellezafatal—sedijo.SusojosexaminaronaElenaconelplacerpropiodeunartista.Elcolorsonrosado

desupiel,suslabiosperfectos,elcabelloonduladoybrillante,eltonoazuloscuroymaravilloso de sus ojos de cambiante expresión, su figura esbelta, pero fuerte yarmoniosamenteredondeadaconlagraciadelafemineidad,constituíanunconjuntoenqueélsedeleitaba,felizporestarcercadeella.Lamuchachanoposeíaparaélelmagnetismocomúnmentesentidopor lamayorpartedesusadmiradores;masél sedaba cuenta de cuán sutilmente estaba llena de cualidades que, a falta de mejortérminoquelasdescribiese,podíaadoptarselacaracterísticaexpresióndeWetzeldequeera«arrebatadora».

Díjose también que aun cuando él teníamuchosmás años que ella, si bien lajoven se mostraba siempre amable y graciosa, nunca parecía inclinada a emplearcoquetería atormentadora propia de lasmujeresmuyhermosas.El coronelZane seenorgullecía de su propio discernimiento, y había observado ya que Elena teníadistintoscaracteres,segúnlapersonaconquientratase.ParaBetty,Mabel,Nellyylosniños era franca, infantil, deseosa de divertirse y siempre amable; para con losmayores era apacible, solícita y deseosa de agradar; para los jóvenes, fría peroburlonamenteprometedora,locualsuavizabaaquellafrialdad,y,aveces,tambiénsemostrabadulceyagradable,caprichosaymudablecomolosvientosdeabril.Porfinel coronel se dijo que, como otras animosasmuchachas, necesitaba la dominadorainfluencia del hombre a quien amase, un hogar de que cuidar y unos niños: quesuavizaranytemplaransuánimo.

—Bueno,jóvenesamigos.Veoquesiguenustedesobservandoeldomingo—dijoalegremente—.Pormiparte,Will,nollegoacomprendercómopodráJaimeDownspredicarestamañana,anteesecapullodelaurelyesarosaadamascada.

—¡Quépoético!Y¿aquiéndirigesesoscumplidos?—preguntóBetty.—¡Adulador!—dijoElenariéndoseyamenazándoleconundedo.—Yademásesunhombrecasado—continuóBetty.—¡Caramba!Elmatrimonio noha agotadomis sentimientos poéticos nimeha

perjudicadolavista.

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—Pero, en cambio, te ha estropeado tu antigua propensión a enamorar a lasmuchachas. Si te atrevieses, seguirías haciéndolo —replicó Betty con acentomalicioso.

—¿Qué le parece a usted eso, Will? ¿No cree usted que son oficiosidadesfraternales?Pero,venga,eiremosavermiscaballosderaza—dijoelcoronelZane.

—¿Dónde está Jonathan? —preguntó Elena—. Ayer ocurrió algo en casa deMetzar.Ycomopapánohaqueridodecírmelo,deseopreguntárseloaJonathan.

—Jack se ha ido a la fuente. Pasa allí largos ratos. Hay sombra y frescura. Yademássegozadelmurmullodelaguaalsaltarsobrelaspiedras.

—Estámuysolo—observóElena.Bettyvolvióaocuparsuprimitivasituaciónenlosescalones,peronolevantólos

ojosmientrascontinuabahablando:—Sí. Últimamente es más aficionado que antes a la soledad y también habla

menos. Apenas dirige la palabra a nadie. Debe de tener alguna preocupaciónmásimportantequeladepensarenlosladronesdecaballos.

—¿Quéserá?—preguntórápidamenteElena.—Másvaldráquenoselodiga…austed.HubounlargosilencioantesdequeElenahablase.—Leruegoquemelodiga—suplicó.—Puesbien,Elena:EbenezeryyosospechamosqueJacksehaenamoradopor

vezprimeraensuvidayqueestálocoporusted,adorablecriatura.PeroJackesunhombreacostumbradoalavidallenadeluchasdelafrontera,susprincipiossonmuyseverosyestápersuadidodequesumisiónsehallaconcentradaexclusivamenteenlavidadelafrontera,apartedequesabequesusmanossehanteñidomuchasvecesconlasangredehombresblancosyrojos.Moriríaantesquedeclararsuamor,porquenocomprende que eso pudiera traer algún bien, aun en el caso de que ustedcorrespondieseasupasión,cosa,desdeluego,disparatada.

—¡Meama!—murmurósuavementeElena.SentósealladodeBettyydesvióelrostro.Sosteníaaúnlamanodelajovenyla

oprimiócontalfuerza,queBettyhizounamuecadedolor.EstaúltimamiróluegoaElenayvioquesusmejillasseteñíanderuboryquesudesarrolladopechojadeaba.

Elenasevolvióentoncessindarmuestrasdeemociónalguna,aexcepcióndeunbrillo singular en sus ojos. Y tardó tanto en hablar, que el coronel Zane y Willregresarondelcorralantesdequehubieserecuperadolavoz.

—Coronel Zane, hágame el favor de contarme lo que ocurrió anoche. Cuandopapállegóacasaestabapálidoymuynervioso.Comprendíquehabíasucedidoalgo,pero él no quiso explicármelo, lo cual aumentó mi inquietud. ¿No querrá ustedreferírmelo?

ElcoronelZanevolvióacontemplarlaysediocuentadelosucedido.Apesardesudominiosobresímisma,suselocuentesojosrevelabanelsecreto.Cambiabandeunmodoincesanteydespedían,aveces,destellosdealegría,demodoqueaquellas

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órbitas eran, realmente, las ventanas de su alma. Resplandecía en ellos toda laemoción del corazón femenino, el temor, la belleza, la maravilla del milagroamoroso,latemblorosaalegríaylatímidaesperanza.

—¿Quiereque se lo cuente?No tengo inconveniente—replicóel coronelZaneablandadoyalgoarrepentidobajolamiradadeaquellosojosmaravillosos.

A nadie le gustabamás contar una historia que al coronel Zane. De unmodobreveygráficorefiriólascircunstanciasdelasunto,quefuecausadelataquecontraelpadredeElenay,amedidaqueprogresabalanarración,seexcitóhablandoconrostroanimadoyenérgicosgestos.

—Precisamentecuandolapuntadelcuchillotocabaasupadre,unobjetobrillanteatravesóvolandolasalaehizocaerelarmaalsuelo.EraeltomahawkdeJonathan.

Yloquesiguiófuetanrápido,queapenaspudeverlo.Como un rayo, y flexible como el acero, Jonathan franqueó de un salto el

obstáculodelamesa,arrojóaCasecontralaparedyluego,agarrándoloconlasdosmanos, lo despidió hacia el precipicio. Le aseguro, Elena, que fue una hazañaadmirable,pero,desdeluego,nadapropiaparaunosojosfemeninos.Yesoestodo.Supadrenosufrióelmenordaño.

—¡Salvólavidadepapá!—murmuróElena,inmóvilcomounaestatua.Luego, repentinamente, giró sobre símisma, con el aladomovimiento que era

propiodeella,yconlamayorrapidezechóacorrercaminoabajo,endirecciónalafuente.

PorsoñadorquefueseJonathanZane,nuncasesumióenunensueñotanextrañoyhermosocomoelqueseapoderódeélenaquellamañanadominguera.

Las palabras de Betty habían llegado a lo más hondo de su corazón, perosolamentesentía lamaravillay ladulzuradeaquellosvocablos.Lagloriosabellezadelajovenhabíaempezado,desdemuchosdíasatrás,aejercersuinflujoenél.Yyaarrastrado de un modo irresistible, su alma moraba en un castillo fantástico depintadasventanasydoradosmuros.

Porvezprimeraensuvidadelafronterahabíaentradoenlapequeñaciénagasinfijarseenelaguacristalinaquecorríaporentrelosguijarrosylasmusgosaspiedras,o en la faja de tierra cubierta de hierba, rodeada por los altos y oscuros árboles ysombreadaporundoselmatizadodefrescosverdesyclarosazules.Tampocooíalamúsicadelaguacorriente,elpiardelospájarosyelsuspirodelabrisaqueagitabalashojas.

AqueldíahabíaperdidoporcompletoladulcecompañíadelaNaturaleza.Aquelespírituindefinibleeindescriptiblequeparecíaemanarapaciblementedesusamadosbosques;aquelloquelograbaalgomásqueafectarsussentidos,queexistíaparaélenlos riscos pedregosos y latía lleno de vida en las solitarias naves del bosque, todohabíahuidoparaélanteeldominantepoderdelamorydelabellezadeunamujer.

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Pasó un rato muy largo, que a él le pareció un solo instante, con la espaldaapoyadaenunapiedray,depronto,percibióunligeropasoporelsendero.

Unavisiónblancapenetróen laciénaga,dosmanecitasestrecharon las suyasydosazulesojos,dehúmedabelleza,proyectaronsuluzsobreél.

—¡Jonathan!Hevenidoadarlelasgracias.Dulceytrémula,lavozdelajovenparecíaresonaralargadistancia.—¿Adarmelasgracias?¿Porqué?—Salvóustedlavidadepapá.¡Oh!¿Cómopodréagradecérselobastante?Élnopudocontestar.—Notengonadaquedarlemásqueesto.Unrostro,bellocomounaflor,seacercóaél;unasmanossuavesyligerascomo

losvilanostocaronsushombros;unosojosdecolorazuloscuroresplandecíansobreélconlamayorternura…

—¿Puedodarlelasgracias…así?Unos labios suaves se pusieron en contacto con los suyos, sin gran prisa por

alejarse.Luegosoplóelviento,revoloteóalgoblancoyJonathanpercibióelruidodeunos

piesvelocesquesealejaban.Estabasolojuntoalafuente.

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X

Pasójunio.JulioempezóconmuchocaloryFuerteHenrynorecibióvisitaalgunadelos indios ni de los cuatreros, ni tampoco experimentó ningún inconveniente, aexcepcióndelsoldemasiadocálidofueelestíomáscalurosoquesehabíaconocidoenmuchosaños,yaquellaelevadatemperatura,positivamentelimitóelcrecimientodel trigo que cultivaban los colonos.Casi todas las fuentes se habían secado y losagricultoresveíanseamenazadosporunasequíaduradera.

EltiempodioaElenaunaexcusaquenotardóenaprovechar.Supálidorostroysuaspectolánguidopreocupabanyteníanmuyextrañadosasupadreyasusamigos.Ellalesexplicóqueelcalorlaafectabadeunmododesagradable.

Habían pasado largos días desde aquella mañana dominguera en que besó alpolicía de la frontera. ¡Qué transportes de dulce esperanza y, almismo tiempo, detemor sufrió entonces! Y ¡cómo llegó la vergüenza a destruir su felicidad! Sinembargo, aún se gloriaba de su acto. Gracias a aquel beso, ella misma habíadespertadoalaconcienciaplenadesuamor.Coninsidiosopasoydominiocrecientepormomentos,aquelsentimientoalcanzósugradomáximo,y,rompiendoporfinsusligaduras,lainundóconirresistiblefuerza.

Durantelosprimerosdíasdespuésdelamanecerdesupasiónhabíavividosumidaenaquelladulzurayescuchadotansólounosmelodiosossonidosqueseproducíanensualma:Lashorassiguientesaaqueldomingofueroncomolargossueños.Perotodaslas cosas alcanzan sumadurezpara desaparecer luego, demodoque aquel períodoinfantilpasótambién,dejándolaconvertidaenunamujerserenayjuiciosa.Empezóarecogeryaagruparloshilosdesuvida,endondeelamorloshabíaroto,paraplanearnotablemente,esperaryaguardar.

Sinembargo,transcurrieronvariassemanasysuamadonosepresentó.BettyledijoqueJonathanhacíaalgunasexcursionesalapuntareldía,conobjetodecelebrarconsejo con el coronel Zane. Que él y Wetzel seguían la pista de los shawneesladronesdecaballosyqueambospolicíasdelafronterasehallabanentoncesenunodelosperíodosmásterriblesdesucóleravengativaeimplacable.Enaquellosdías,Elena pasó por varias fases del sentimiento. La pena hizo palidecer su rostro,enflaqueciósusmejillasyañadióotrasombra,aunqueéstadetristeexpresión,asusgrandes ojos. El esfuerzo que constantemente llevaba a cabo para contener suemoción,laviolenciaquehabíadehacerseconobjetodeapareceralegre,cuandosesentía dolorida, amenazaron, incluso, su magnífica salud. Por medio de evasivascontestaba a la solicitud de sus amigos y también se valía de aquellas inocentesmentirasmediantelascualesunalmasensibleocultasussecretos.Suvergüenzaeramuy natural, porque, puesto que el policía de la frontera no se presentaba ni leenviabaunasolapalabra,elorgullomurmurabaaoídosdelajovenqueellallegóacortejarloolvidandosupropiopudor.

Pero el orgullo, la cólera, la vergüenza y la desesperación acabaron por

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emprender la fuga ante el amor. Ella amaba a aquel rudo policía de la frontera yestaba persuadida de ser correspondida, aun quizás ignorándolo él mismo. Lasimplicidad y la falta de experiencia con las mujeres, la vida llena de peligros yentregada por completo al severo cumplimiento del deber, explicaban la actitud deaquel hombre y, al mismo tiempo, solicitaban el amor de la joven. Ésta se habíaresueltoanovivirdesgraciadaysola,siempreycuandosesintieraamada,aunqueenla situación hubiese una buena parte de incomprensión por parte de él. E inclusohabría dadomil vecesmás de lo que había sacrificado ya. Él regresaría al puebloalgún día, en cuanto hubiese vencido a los cuatreros y a los indios, y volvería amostrarseapacible,cariñosoyserio.Entoncesellaleconquistaría,leharíarenunciarasuvotodeseguirllevandoaquellavidaespantosa,llenadepeligros,enlafrontera,yleharíafelizconsuamor.

MientrasElenaatravesabaunade lashoguerasde lavidaparasalirdeellamáspuraymásdulce,aunquetalvezmáspensativaytriste,eltiempo,quenoesperaalamor,a lavidaoa lamuerte,corríasiemprecon igualvelocidad,y,muyenbreve,viéronse almacenadas las doradas cosechas de los campos. Y llegó septiembre,cumpliendoampliamentesufructíferapromesa.

Elena volvió a intervenir de nuevo en la apacible vida social del pequeñoestablecimiento; dio su clase los domingos, se dedicó a sus quehaceres y aún lequedaba tiempo para llevar un rayo de sol amás de un enfermito que yacía en lacama.Sinembargo,noolvidósupromesaaJonathanydedicótodasuinteligenciaafin de ver si podría hallar algún indicio útil para capturar al cuatrero. Pero hastaentoncesseguíaandandoatientas.Noobstante,nopodíaolvidarlaconviccióndequeel traidor era Brandt. Se censuraba por ello, ya que no tenía ninguna razón bienfundada para sospechar; mas, a pesar de todo, estaba convencida de un modointuitivo. Desde luego, el hecho de que un hombre tuviese los ojos de color grisacerado,agudoscomolosdeungatoycapacesdeigualcontracciónydilatación,noera suficiente para creer que fuese un criminal. Éste, según se confesaba Elenasonriendo,eraelúnicoargumentoquetenía.BienesverdadqueBrandtpareciócapazdecualquiercosalanocheenqueJonathanlederribóalsuelo;estabapersuadidadequehabíaincitadoaCaseparaarmarunadisputaenlaposadadeMetzar.Ytambiénnotó que parecía muy preocupado a partir de aquella tarde. Desde entonces noabandonó el establecimiento para realizar cortos viajes, como tenía por costumbreantes del suceso del bar, y también era cierto que, a partir de aquel día, nodesaparecióningúncaballodeFuerteHenry.

Brandt nohabía cesado en sus atenciones con respecto a ella, y si semostrabamenosardientedebióseaqueElenaledioaentender,conlamayorclaridad,quesólopodíasersuamiga,yaunnolehabríaconsentidoesosiquieradenoexistireldeseode Jonathande averiguar algo acercade aquel hombre.Figuróse capazde adivinarbajo la cortesía de Brandt su verdadera individualidad, sutil y amenazadora.Despojadodesubondadydesufingidavirtud,serevelóelhombredehierro,frío,

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calculadorycruel.No vio aMordauntmás que una sola vez, y entonces se hallaba en un estado

repulsivoydignodelástima,puesestababorrachoperdido,tendidoenlahierbayalladodelcamino,demodoquesurostrohermoso,pálidoyfatigado,seveíaexpuestoaloscruelesrayosdelsol.Lajovenllegóasucasallorandodelástimaporaquellaruinaque,enotrotiempo,fueuncaballero.¡Ah,lamaldicióndelron!Élaprendióahablar de unmodo refinado y cortés en el hogar distinguido, en donde unamadreorgullosaleadorabaysuscariñosashermanasleamabancontodasualma.Yahora,lejosde susparientes,habíasedeshonradoyyacía juntoal caminocual si fueseuntronco caído. ¡Cuántodañohizo aquel espectáculo a la joven!Entonces casi deseóhaberle amado, pues tal vez así hubiese podido redimirlo, y a partir de aquelmomentosemostrómásbondadosaconsusadmiradores,mástoleranteparaBrandtyaunsesentíacapazdeperdonaral inglés,acausade las torturasamorosasqueellamismasufrióyquesuavizaronsussentimientos.

Duranteaquellargoperíodo,lacrecienteamistaddesuprimoconBettyfueparaElenauna fuentede infinitoplacer.Esperabaycreíaqueenbrevenaceríaun idilioentrelajovenviudayWill,ehizocuantoestuvoensupoder,astutamenteauxiliadaporelcasamenterocoronel,parauniraaquellosdosseres.

Unatardedecieloclaroyazulintenso,propiodelosbuenosdíasdeotoño,ElenasedirigióacasadeBettyconelpropósitoderecordaralajovensupromesadeiracogerclemátidesyotrasflorespropiasdelaestación.

AmediocaminoencontróaBrandt,quesepresentóaelladandolavueltaaunaesquina, con sus pasos rápidos y firmes. Hacía ya varios días que no le veía y lepareciónotarenélunaspectoqueno teníaantes.Ensurostrohabíaunaexpresiónvehemente,comoladequienesperaalgoextraordinario. Inclusohabíacambiadoelportedeaquelhombre.

—Estoy de suerte. Precisamente me disponía ahora a ir a su casa—dijo conalegreacento—.¿Quiereustedveniradarunpaseoconmigo?

—Acompáñeme,siquiere,hastacasadeBetty—contestóElena.—No.Noeseso.Vamosa la laderade lacolina.Cogeremosalgunasflores.De

pasocharlaremos.Esposiblequemevaya…esdecir,estoyplaneandounviajecorto—añadiópresuroso—.Tengalabondaddeacompañarme.

—HeprometidoiracasadeBetty.—¿Noquiereustedvenirconmigo?—preguntóconvoztemblorosa,enlaquese

advertíadesalientoyrencor.—No—contestóElenaconligerasorpresa.—Bienhasalidoustedconotrosmuchachos.¿Porquénoconmigo?En aquel momento estaba muy pálido y, con toda evidencia, se esforzaba en

contenerunsentimientopoderoso,quizásoriginadoporalgúnplanoalgunaideaquesebasabaenlaaceptacióndesuinvitación.

—Porquenomedalagana—replicófríamenteElena,mirándolecaraacara.

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ElrostroyelcuellodeBrandtsetiñeronderojo,susojosgrisesresplandecieronde un modo siniestro, salvajemente trágico. Al mismo tiempo se contrajeron susdientes.Suspirabaruidosamenteytemblabadecólera.Luego,haciendounesfuerzopoderoso,sedominó.Surostroperdióelaspectoamenazadoryseapaciguóaquellatempestad de cólera. Mucho debía de importarle el reprimir rápidamente susemociones como lo hizo. Miró largamente a la joven, con sus ojos siniestros ysignificativos, y luego, profiriendo una carcajada, que tanto podía expresar eldesprecioquesentíaporel fracasodesupretensióncomounmundode:amenazas,dejóalajovensindirigirlesiquieraunapalabradesaludo.

Elenasequedómuyextrañadaanteaquelcambiosúbitoy,sintiógrandealivioalverqueyaestabalibreenadelantedefingirleamistad.Brandthabíademostradoserloqueellasefigurabadeunmodoinstintivo.SeapresuróallegaracasadeBettyconla esperanza de encontrar allá al coronel Zane y también a Jonathan, porque laindicacióndeBrandtdequesedisponíaasalirdeFuerteHenryyelevidentepesarque lecausóaquellaconversacióndespertaron lassospechasde la joven.LaseñoraZane la informó de que el coronel había ido a presenciar la construcción de unacabaña de troncos; de que Jonathan hacía varios días que estaba ausente y de queBettyhabíasalidoconWill.

—¿Yadóndehanido?—preguntóElena.—Noestoysegura.Creoquealafuente.Elenasiguióelsenderofamiliar,quepasabaporentreunbosquecilloderobles,

parairapararalaciénaga.Aquellugarestabadesiertoporcompletoy,sentándoseenlapiedraenqueseapoyaraJonathaneldíaenqueellalebesó,entregóseasusgratosrecuerdos.Deprontovióseinterrumpidaporelruidoderápidospasosy,allevantarsusojos,vioelcuerpofornidodeMetzar,elposadero,quedescendíaporelcamino.Llevabauncubo,sindudaconobjetodellenarlodeagua.Elena,quenodeseabaservista y figurándose que aquel hombre permanecería allí unosmomentos, se ocultóentreunossaucesjóvenesquehabíamásalládelaroca.Atravésdelfollajepodíaverclaramente.Metzarpenetróenelpequeñoclaro,miróasualrededor,comohombrequeesperaencontrar a alguien,y luego, trashaber llenadoel cuboen la fuente, sesentóenlapiedra.

No había transcurrido un minuto, cuando se oyeron a lo lejos algunos pasosrápidos y suaves. Entreabriéronse los arbustos para dejar al descubierto el rostrocontraídoypálidoylosojosgrisesdeRogerBrandt.YconunligerosaltofranqueóelarroyoyseacercóaMetzar.

Antesdehablarmiróasualrededorconlaexpresióndesconfiadadelfugitivoquerecela incluso de los árboles. Luego, satisfecho de su escrutinio, desabrochó suchaquetadecazaysacódeellaunobjetolargo,quearrojóalladodeMetzar.

Eraunasaetaindia.LaturbiamiradadeMetzarsedirigiódesdelaflechahastaelsemblanteominoso

deBrandt.

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—Miraesaflecha.Hasidodisparadaporelmejordelosindiosdelafronteraalaventanademicuarto.Apenashacíaunminutoquemealejédeellacuandollególaflechadesdelaisla.¡Diosmío,fueuntiroestupendo!

—¡Demonio!—exclamóMetzar,entantoqueseensombrecíasurostro.—Sí.Esalgodesagradable—replicóBrandtconelrostrocadavezmásairadoy

pálido.—¿De modo que se ha descubierto nuestro juego? —preguntó Metzar con el

rostrodesencajado.—¿Descubierto? ¡Vamos,hombre!¿Nosabesqueni siquieradisponemosdeun

díaparaabandonarFuerteHenry?—¿Quésignificaeso?—preguntóMetzar,quesemostrabaelmásserenodelos

dos.—Esunaseñal.Losshawnees,queestabanescondidosconloscaballoshaciael

marjaldeBlueberry,hansidodescubiertosporesospolicíasdelafrontera.Algunosdeelloshanhuido;porlomenosuno,porquenadiemásqueArcodeFresnopodríahaberdisparadoesaflechaatravésdelrío.

—¿Ysinohubiesellegado?—murmuróMetzarconvozronca.Brandt le contestó con una mirada torva y siniestra. Oyóse el crujido de una

ramita en la espesura. Y como zorras al oír la trampa que se cierra, aquellos doshombresdieronmediavueltaparamirarconelmayortemor.

—¡Uf!—pronuncióunavozbajayguturaldesdelosarbustos.Y un indio de magníficas proporciones, de aspecto sombrío y de facciones

morenas,penetróenelclaro.

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XI

Era evidente que aquel salvaje acababa de salir del río, porque su cuerpo, bienformado y de color de cobre, así como la escasa ropa que tenía puesta estabanchorreandoagua.Llevabaunlargoarcoyuncarcajdeflechas.

BrandtemitióunaexclamacióndesorpresayMetzarunamaldiciónencuantoelágilindiosaltóelarroyo.Noerajovenysumorenorostroestaballenodearrugasycicatrices,conunaexpresiónimpávidayterrible.

—Hermanorostropálidorecibidoflecha—dijoensumalinglés,entantoquesusojossefijabanenBrandt—,jefequeríaestarseguro.

Elhombreblancoseinclinóhaciadelante,cogióelbrazodelindioylehablóensu idioma. Su interrogatorio se refería, sin duda alguna, a la señal recibida, alparaderodelosrestantespielesrojasqueformabanelgrupoytambiénalarazóndequeseaventurasetantocomoparaacercarsedetalmodoalpueblo.Elindiocontestócondospalabrasinglesas:

—VientoMortal.Brandt retrocedió con el rostro contraído y pálido, mientras su respiración era

sibilante.—Yalosabía,Metz.¡Wetzel!—exclamóconvozronca.La sangre se retiró lentamente del rostro malvado y desagradable de Metzar,

dejándolodesencajado.—VientoMortal enpistade jefe,hastaRocadelÁguila—continuóel indio—.

VientoMortalpocotiempoengañado,jefeesperahermanorostropálidoenDosIslas.Elindiohundiósuspiesenelarroyo,separólasramasdelossaucesysealejóen

silencio,comohabíavenido.—Yasabemosloquesepuedeesperar—dijoBrandtentonoalgomástranquilo

encuantorecobróelaplomo—.Fíjateeneseindio.Huyó,dioesquinazoalosqueleseguíanlapista,cualsifueseunviejozorro,yvinoaquíaofrecernoslaoportunidaddehuir.AhorasabráslarazóndequenopuedencogeraBingLegget.

—Vamoscuantoantes—replicóMetzar,quenohabíarecobradoelánimocomosucompañero.

Brandt empezó a pasear de un lado a otro, con las cejas fruncidas y, sin duda,sumidoenprofundasreflexiones.DeprontosevolvióparamiraraMetzarconojosdurosyresueltos.

—¡Por Dios vivo, lo haré! Escucha. Wetzel ha llegado hasta la cima de laMontañadelÁguila,endondeteníaunacitaconZane.Y,desdeluego,nosospechalaastuciadeeseindio;pero,enfin,aunencasocontrario,noreanudarálapersecución,siguiéndole la pista, hastamañana al amanecer. Tengo, pues, veinticuatro horas, ymásaúnparaapoderarmedeesamuchacha,cosaqueestoyresueltoahacer.

—Meparecemuymal que te vayas cargado con ese estorbo, cuando necesitashuirrápidamente—dijoMetzar.

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—¡Bah!Lacosaesfácil.Encuantoati,sigueadelanteyemprendelamarchaasíquenosotroshayamossalido.Todolequetepidoesquepermanezcasamiladohastaelmomentodehuir.

—Nopiensoentretenermeahora—gruñóMetzar—.Meparecequevoyaperdermásquetú.

—Nada perderás si consigues regresar a Detroit sin que te hayan quitado lacabellera. Te pagaré en caballos y en oro En cuanto hayamos llegado al retiro deLegget,podremosdarnosporseguros.

—Y¿quéplantienesparaapoderartedelamuchacha?—preguntóMetzar.Brandtseacercóasucompinchey lehablóconlamayorvehemenciayenvoz

baja.—¿Demodoquetelallevarásacaballo?—preguntóMetzaralgomásanimado

—.Esomeparecemuybien.Y¿puedesconfiarenelotrogrupo?—Estoysegurodeello—replicóBrandt.—Seráungolpeestupendo,magnífico,y,además,dadoenplenodía.BingLegget

nopodríaimaginarunplanmejor—dijoMetzarfrotándoselasmanos.—DuranteunañohemosengañadoaesosZaneyasusgranjeros,demodoque

hemosterminadoyanuestramisión—murmuróBrandt—.Sidiésemosunsologolpemás podríamos considerarnos perdidos. En cuanto estemos con Legget noshallaremos en plena seguridad, y entonces, sin darnos prisa, planearemos nuestroregreso aDetroit.Perovámonos ahorade aquí, porquepodría llegar alguiendeunmomentoaotro.

Separáronse losdosconspiradores;Brandtsedirigióhacia laalamedayMetzaremprendióeldescensoporelmismocaminoquesiguieraalllegar.

Elena,temblandodehorrorporloquehabíaoído,seincorporócautelosaentrelossaucesquelaocultaranyobservólafiguradelposaderoquesealejabaatodaprisa.Encuantohubodesaparecido,elladiounsuspirodealivio.Yaenlibertaddecorrerhacíasucasaydeplanearallíloquedeberíahacer,dominósumiedoysudebilidadycontinuósucamino.Porsuertey,ajuzgarporloquepudoobservar,nadiefuetestigodesuregreso.Yresolviómostrarsefría,astutaydignadelaconfianzadelpolicíadelafrontera.

AntetodoseesforzóendeterminarelalcancedeaquellaentrevistaentreBrandtyMetzar. Recordó cuanto se había dicho y suplió todo lo que se indicó solamente.BrandtyMetzarerancuatreros,auxiliaresdeBingLegget,yhabíanidoalaciénagapara confabularse. La llegada del indio fue una sorpresa para ellos. Wetzel logródispersaralosshawneesyentonces,sinduda,estabasiguiendolapistadesujefe.ElindiolesavisódequeabandonarancuantoantesFuerteHenryysereunieranconélen un lugar llamadoDos Islas. El plan deBrandt debió demodificarse un tanto acausadelallegadadelpielroja.Elprimerproyectoconsistía,contodaseguridad,enrobarcaballos,raptaraunamuchachaenplenodíay,antesdelapuestadelsoldeldíasiguiente,emprenderlafugaparareunirseconelbandidoLegget.

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—Yo soy esamuchacha—murmuróElena estremeciéndose, en elmomento enquevolvíaacaerensustemoresinfantiles.Perocasiinmediatamentepudodominarseyolvidósussentimientosegoístas.

Ensegundolugar,asícomoerasencillodeterminarloqueseproponíanaquellosbandidos, resultaba difícil concebir que sería mejor hacer. Ella había prometidoayudaralpolicíadelafronteraynohablarmásqueconéldecuantoaveriguase.Sipedíaconsejoaalguien,yanoguardaríaasunuevoamigoladebidafidelidad.Esoera evidente. Continuaría, pues, en el establecimiento, en espera de que Jonathanregresaraa tiempoparafrustrarelcriminalproyectodeBrandtobien iríaenbuscadel policía de la frontera. De pronto recordó la alusión de Metzar acerca de unasegundapersona,enquienBrandtpodíaconfiarcontodacerteza.EsosignificabalaexistenciadeotrotraidorenFuerteHenry,otrobandidodeseosodeatentarcontralasindefensasmujeres.

Elenasereanimóalpensarqueposeíaelsecretodeaquellosbandidosyquepodíaserlacausadesuruina.EncontraríaaJonathan.

WetzelseguíalapistaenRocadelÁguila.¿Paraqué?¿Seguiríaaunindioquesehallabaentoncesa cincomillasdeaquella roca?Wetzel era incapazdecometer talerror.Sinduda seguía aquel caminoparaencontrarse con Jonathan.Deotromodo,conlospielesrojascercadelrío,habríaseencontradoamenosdistanciadeellos.YElenasedijoqueencontraríaallíaJonathanalponerseelsoldeaquelmismodía.

Paseóporlahabitación,esforzándoseentranquilizarsupalpitantecorazónysustemblorosasmanos.

—Debo estar tranquila—díjose con gran firmeza. El tiempo es precioso y notengounsolomomentoqueperder.Leencontraré.Muchasvecesheobservadoesamontañaysoycapazdehallarelcaminoentrelasrocas.Corromáspeligroaquíqueenelbosque.YpuestoqueWetzelyJonathansehallanenlaladeradelamontaña,losindioshanhuidodeella.Pero¿quépensardelsalvajequeavisóaBrandt?Valelapenadereflexionaracercadeello.Evitaráelrío,describiráunsemicírculoalsurdelestablecimiento y, por consiguiente, no me vera cruzar. Por suerte he atravesadomuchasveceselríoenunacanoaymanejandolosremos.YahoramealegrotambiéndehabersolicitadodelcoronelZaneladescripcióndelcaminomontañaarriba.

Tomadayaestaresolución,Elenasequitó la falda,paraponerseotradepieldegamo,cubrióse laspiernasconbandasycalzóunosmocasines tambiéndepiel.Selleno los bolsillos de una chaqueta impermeable con bizcochos y, equipada así,emprendió la aventura con un entusiasmo que no podía contener. Solamente temíaunacosa:queBrandtoMetzarlaviesenatravesandoelrío.Botóalagualacanoayavanzóa remosiguiendo lacorriente,hastahallarseacubiertodel riscoyen lugaropuesto al extremo de la isla. Entonces atravesó la corriente con gran cautela,procurandoque la isla la ocultase del establecimiento.Al llegar a la orilla opuestaparólacanoaentrelossaucesysubiólaempinadacuesta.Unbosquecillodesaucesyde alisos entorpeció bastante su ascensión por la empinada orilla, pero una vez se

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hallóensuextremosuperior,pudoveruna largaextensióndepradonivelado.Unamillamáslejosempezabalaleveyverdeondulacióndelafaldadelamontañaqueseproponíaescalar.

ElalmadeElenaestabadedicadaporenteroalaaventuraquehabíaemprendidoysentíaquesusjóvenesyfuertesmúsculosestabandeacuerdoconsucorazón.

—Yanosveremoslascaras,señorBrandt,cuatreroyraptordedoncellas—dijoentonodespectivo—.Ysiahoranopuedoderrotarte,demostrarénoserdignaamigadeBettyZanenimerecedoradelaconfianzadeunpolicíadelafrontera.

Atravesóporenteroaquelprado,bajoelamparodeladesigualorilla,yasíganóelbosque.Unavezallítitubeóanteelaspectosalvajedeaquellugaryelsilencioqueenélreinaba.Nola invitabaningúncaminodecididoy,sinembargo, todosestabanabiertos. Por doquier había árboles ymás árboles, oscuros, inmóviles, hostiles. Eltemblor violento de las hojas de los álamos, en tanto que los demás árbolespermanecíaninmóviles,laimpresionódeunmodoraro,llenándoladepavorelmortalsilencioqueallí reinaba.Y,dandounprofundosuspiro,emprendióelascensode lasuavependiente.

Mientras avanzaba, el bosque tomaba gradualmente un aspecto más salvaje ytenebroso.Losárboleseranmayoresycrecíanmásespesos.Sinembargo,ellaseguíaandandoabuenpasosindesviarsedelcaminoquehabíaescogido,enelquehabíaunagargantaacadaladoyquellegabacasialacimadelamontaña.Allílamezclaera escasa, los árboles caídos habíanse deslizado por la pendiente y las rocas noabundaban,todolocuallediomotivosparamostrarsesatisfechadesímisma.

AlproseguirElenasucamino,olvidóeltiempoyelpeligro,entantoquesesentíallena de admiración por aquella comarca cubierta de bosque. Los pájaros y lasardillashuíananteella,ylossilbidosylosbufidosdealarma,asícomotambiénlosfuertes crujidos de las ramitas, le indicaban la existencia de algunos animalescorpulentos a los que había asustado. Un apagado y débil rugido, semejante a unvientolejano,leindicólaexistenciadeaguasquesedespeñaban.Unahayasolitaria,quebrillabacomosifueseblancaentrelosrestantesárbolesoscuros,parecíailuminaraquel sombrío bosque. Algunas fajas de luz solar alegraban la densa sombra. Loshelechosgigantes,queenaquelmomento tomaban los tonospropiosde laestaciónotoñal, balanceaban sus extremidades superiores, mostrando una perfecciónescultórica.Perolomásmaravillosodetodoeranlashojasrojizasquesedesprendíanhaciaelsuelo,produciendounsuaveytristerumor.

Elena comprendió, de pronto, lo atrevido de su empresa, gracias al rugido delaguaquepercibióderepente,almismotiempoqueobservabalaterminacióndelriscoenunaprofundagarganta.Agarrándose a un troncode árbol, se inclinóparamirarhaciaabajo.Sindudaalgunahabíaallíunabismodetreintametrosdeprofundidad,con paredes infranqueables teñidas de verde y saturadas de humedad; en el fondocorríaunruidosotorrente.Aquellagarganta,quetendríaunaanchuradeseismetros,oponíaunainfranqueablebarreraalavanceenaquelladirección.

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Pero Elena la consideró tan sólo como una dificultad que era preciso vencer.Estudió lasituaciónydecidiódirigirsehacia la izquierda,porqueporaquel ladoseelevaba el terreno. Abandonando la cresta siguió adelante, alejándose lo menosposibledelagarganta,hastaquellegó,alfin,juntoauntroncodeárbolcaídoyqueconstituía un a modo de puente sobre el abismo. Sin pensarlo dos veces, porquecomprendió que ello podría serle fatal, asentó con firmeza el pie sobre el árbol yatravesó la garganta, sinmirar otra cosa que el tronco que pisaba, en tanto que seesforzabaenimaginarsequecruzabaunacompuertadesucasadeVirginia.

Sintropiezoalgunopudofranquearaquelpasodifícil.Unavezestuvodenuevoentierrafirme,sintióqueletemblabanlasrodillasyunacosamuyrarasemejanteaun leve mareo. Díjose, decidida, que no se dejaría desanimar por los obstáculossemejantesalqueacababadehallar,ydenuevosiguiósubiendo.

Laesperabaunaempresapeligrosayquizátemeraria.Elterrenoerasumamentesinuoso,llenodematojosy,alparecer,habíaunbosqueimpenetrableapocadistanciadel lugar en que se hallaba. Pero no sentía la menor fatiga y siguió subiendo,avanzandoinclusoagatasyagarrándosea todocuantopodíafacilitarsuascensión.Franqueóunafajarocosaparaverseanteunacrestamuchomásalta,cubiertaderocasdesmenuzadasydesiguales,ydeárbolescaídosdurantemuchas tormentas.Enunaocasión resbaló y se cayó, distendiéndose una muñeca. Por fin aquella penosaascensiónempezóafatigarla,y,alrespirar,sentíataldolorenuncostado,quesevioobligadaadescansar.

El crepúsculo empezaba a envolver el bosque. Sorprendióse al observar que elperfilde losárbolesse leaparecíaconfuso,porque lassombrashabían invadidoyalosmatorralesyseacentuabalaoscuridadapocospasosdedistancia,demaneraquecasinopodíadistinguirlasdesigualdadesdelcamino.

Luchóparaavanzarporaquellapendientedesigual,sintiendo,almismotiempo,unaopresiónenelcorazón,quenosedebíatansoloalafatiga.Porvezprimeradudódesímisma,peroyaerademasiadotarde.Nopodíavolverseatrás.Deprontoobservóquepisabaunterrenomuchamásfácilynivelado.Elnotropezarconlaspiedrasolasraícesleparecióalgoextraordinario.Talvezsetratabadeunsenderohechoporlosgamosaldirigirseabeberaunafuente.Ensumenteturbadanacióenbrevelaalegreideadequehabíaencontradounapista.

Bajosuspieshallabaunahierbasuaveyflexible,quecrecíaenlatierrahúmeda.Aunladodelsenderocorríaunarroyueloyacáyaculláencontrabaalgunaspiedrascubiertasdeblandomusgo.Acada ladocrecíanhasta laalturadesupechoarcesynogales. Y en cuanto al camino, iba serpenteando bajo la densa sombra de losmonarcasdelaselva.

Ascendiendorápidamenteporaquelcaminollegóaunlugardesdeelcualpodíaveraciertadistanciaalfrente.Lacuestaeraapenasperceptible.Luego,cuandodiovueltaaunrecododelsendero,laluzadquiriómayorbrillantezhastaelpuntodequetodoseleaparecióclaroy,perceptible.Anteellaviounespacioovalado,cubiertode

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piedras, entre los cuales había un enorme ymarchito castaño.Más allá, la lejaníaconfundíaseenunabrumaamoratada.Enelcenit,elcieloazulypálido, levementeteñido de rosa, indicaba la puesta del sol. Lejos y hacia la izquierda, los escasosárboles que había en la cumbre de una colina estaban teñidos de tonos rojizos yanaranjados.Habíaalcanzadoyalacumbre.

Aquella pequeña meseta estaba desolada y solitaria. Elena se sintió a enormedistanciadesucasa.Sinembargo,yenvueltosporbrumaazulada,pudoveragrandistancia el brillante río, el oscuro Fuerte y el grupo de cabañas que indicaban lasituacióndeFuerteHenry.Sentándoseenunadelasraícesdelenormecastaño,miróasualrededor.Apocadistanciadescubriólosindiciosdeunpequeñocampamento.Másallá,unaoquedaddebajodeunarocaenlaqueestabaresguardadounlechodehojassecas.Alguienhabíaestadoallíytuvocasilacertezadequefueelpolicíadelafrontera.

Estabatanfatigadayledolíatantolamuñeca,mientrasapoyabalaespaldaeneltroncodelárbol,quecerrólosojosyreposó.Seapoderarondeellaelcansancioylaapatíapropiosdequienhahechounesfuerzosuperiorasusposibilidades.Deseócontodasualmaquelospolicíasdelafronterallegasenantesdeversedominadaporelsueño.

Conojossemicerradoshundíaseenlainconsciencia,cuandoladespertóunleveylargoruido.¡Quéoscuridadtandensalohabíacubiertotodo!Deprontoviounaluzrápidaypálidaqueatravesabaeiluminabaelcielodelanoche.

—Una tormenta—exclamóElena—.Sola en la cimade estamontañay en lasproximidadesdeuna, tormenta.¿Estoyasustada?Nolocreo.Porlomenos,estoyasalvodeesebandidoBrandt.¡Oh,sillegaseprontomipolicíadelafrontera!

Elenaabandonóellugarenquesehallaba,sentadaenlasraícesdelcastaño,parair a refugiarseen laoquedadde la roca.Aquelespacioera lobastanteamplioparapoderpermanecersentadaenélyleofrecíaunrefugiosegurocontralatempestad.Ellechodehojaserablandoycómodoysesentóallí,tratandodeescrutarlaoscuridadreinante.

Desdeellugarenquesehallabaaúnpodíapercibir,porelSuryporelOeste,unaleve claridad de tono gris. El establecimiento se había borrado ya ante sus ojos, ytambién desaparecía el curso del río. La luz rojiza del Este sucumbía ante loscontinuadosataquesde lasnubes.Pormomentoscrecía laoscuridady,por fin, tansólo algunos vapores acuosos reflejaron el último rayo carmesí, que rodó pormontañasyvalles,dominandoelrío,hastaqueparecióunacorrientedefuego.Luegodisminuyó la luz y se desvaneció el resplandor, dominando ya la oscuridad de lanoche.

Del negro Oeste surgió entonces otro resplandor pálido e intermitente, cual siprocediese de una monstruosa bujía, que fue seguido por un largo y retumbantetrueno.

Elena,enaquellosintervalosdeenormesilencio,creyóquenopodríaabstenerse

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degritar.EltruenoeraentoncesunamigoparaellayrogóaDiosqueestallasecuantoanteslatempestad.Conlamayorfortalezahabíaresistidoelpeligroylafatiga,peronosesentíaconánimoparasoportaraquelhorribleyamenazadorsilencio.

Algunosrayoshicieronvisibleslasturbulentasnubesy,pocoapoco,lostruenosempezaronaresonaramenordistancia.

Un gemido largo, triste y apagado, que aumentaba en intensidad, dejábase oírhaciaelOeste.Eraelviento,el furibundoavisode la tempestad.Las leveschispaseléctricasseconfundíanyaconloslargosrayos,ylostruenoseraninterrumpidosporotrasdetonacionesrápidasymuchomásfuertes.

Luego un período de intensa negrura, más largo que de costumbre, sucedió alresplandorcontinuadodelosrayos.UnadébilbrisaagitólashojasdelaespesurayfueaacariciarlaardientemejilladeElena.Elgemidodelvientosehizomásclaro,crecióenintensidadyunmomentodespuésparecióellejanorugidodeunturbulentorío.LatempestadhabíallegadoyayElenaseacurrucómásenlaoquedaddelaroca,tratandodeenvolversemejorenlachaquetaquerodeabasutemblorosocuerpo.

La envolvió un repentino resplandor que deslumbró sus ojos. El promontoriorocoso,aquelfantásticoygigantescocastaño,lamesetadespejadaymásalláelcielotempestuosoquedaronalumbradosporlaluzcárdenadelrelámpago.Lajoventuvolaimpresióndequeeraposiblequevieraaunafiguradealtaestaturasalirdelamaleza.Ymientras el trueno rodaba por el firmamento, ella esforzó sus ojos, tratando deatravesarlaoscuridadenesperadelasiguienteexhalación.

Surgió con esplendor extraordinario, que cegaba al mismo tiempo. La mesetaenteraylosárbolesquelarodeabanquedaroniluminadoscualsifuesededía.Juntoalarocadondela jovensehabíarefugiadovioarastras laaltayoscurafiguradeunindioqueseleacercaba.Conojosdesorbitadosnotósutrajeadornadoconfranjas,elcabello largo y suelto y el cuerpo esbelto y ágil propio de los salvajes. Iba haciaella…

AElenaselehelólasangreenlasvenas;elterrorladejósinvozysediocuentadeque,lentamente,sucuerposehundíaenlashojas.

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XII

ElsolhabíaempezadoaproyectarlargassombrasdurantelatardeenqueElenasalióen busca de Jonathan, cuando éste, acompañado por Wetzel, llevó una recua decaballosalolargodelabasedelamismamontañaquelajovenhabíaescalado.

—Eltrabajodeayernochefuemuybueno,sindisputaalguna,perosemeescapóelpielrojaqueperseguía—dijoWetzel,malhumorado.

—Ahoraestátansegurocomounaardillaensuagujero.Levipasarporentrelosárboles luciendo sus plumas blancas de águila, que parecían el blanco rabo de ungamo—replicóJonathan—.Ysabecorrer.Siyohubiese tenidomi riflecargado…Peronoestoysegurodequefueseaquelshawneetanbuentiradordeflechas.

—Eraél.Visuarco.Habríamosdebidotomaralgúntiempomásparareconocerle—replicoWetzelmeneandolacabeza.Aunquetalvezhubiesesidoinútil.Creoqueseocultaba.Sindudatemeporsupielroja.Hacediezañosquelepersigosinhaberconseguidocogerlenunca.YnohaydudadequehubiésemoshechomuchocontraBingLeggetysucuadrillaencasodehaberdadomuerteaeseshawnee.

—Dejóunapistamuyclara.—Esunadesusastucias.Sabeandarsindejarhuellas,mejorqueningunodesus

semejantes, con la sola excepción, tal vez, del viejo Wingenund, el hurón. Eseshawneenoshabríahechorecorrervariasmillasenvanoencasodequehubiésemosseguido su pista. Le conozco demasiado. Es tan listo como un zorro viejo; si esprecisocorremásqueuncervatoysabeocultarsealaperfección.Yocreoquecuandohaya llegadoa lo altode lamontañahabrá seguido ladireccióndelEste.Nosotroscontinuaremosconloscaballosyluegoiremosacampotraviesaenbuscadesupista.

—Me parece, Wetzel, que nos ha costado demasiado hacer una demostracióncontraesoscuatreros—dijoJonathan.

—Yonodigotanto,perocreoquetalveztengasrazón—replicóWetzel.—Durantetodoelveranonohemoshechonada.Ymásalasuertequeaotracosa

debemoselhaberencontradoaesos indioscon loscaballos.Tansóloconseguimoscogeratresyelcuarto,oseaelmejor,nosdioesquinazo.Estamosyaenplenootoño,llegará en breve el invierno y aún no sabemos quién es el traidor que vive en elestablecimiento.

—Creoqueseráunapistamuylargaytalvezlaúltimaquesigamos.—¿Porqué?—Porque esos individuos, blancos o rojos, están de acuerdo con una cuadrilla

escogida de los mejores y más inteligentes bandidos que han vivido jamás en lafrontera.Pero,enfin,descubriremosalladróndeFuerteHenryyesolodeberemosalamuchachadelosojosmaravillosos.

—No la he visto recientemente, pero supongo que si ella hubiese descubiertoalgo,melohubiesecomunicado.

—Talvezpornohaberlavistonohasaveriguadoalgointeresante.

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Siguieron andando en silencio y, al llegar al extremodel prado, se disponían amontardosdeloscaballos,cuandoWetzelexclamó:

—¡Mira!Yseñalabaunapequeñahuellademocasinesqueaparecíaenlatierranegruzcade

laorilladeunarroyuelo.—TansegurocomohayDios,eslahuelladeunamujer—exclamóJonathan.Wetzelsearrodillóyexaminóaquellaimpresiónconelmayorcuidado,diciendo

luego:—Sí.Perteneceaunamujerynoaunindio.—¿Cómo?—exclamóJonathanarrodillándoseasuvezparaexaminarlahuella.—Nodatan de doce horas—añadióWetzel—.Y cerca de ella no hay ninguna

otraseñaldemocasinesindios.¿Quéteparece?—Unamuchachablanca,quevasola—replicóJonathanmientrasseguíalapista

alolargodelarroyo—.Fíjate,sedisponeasubirlamontaña,Wetzel;esashuellasnome parecen ser de mi hermana y tan sólo hay otra muchacha del establecimientocuyospiespudiesencompararseconlosdeella.PoraquíhapasadoElenaSheppard,quesedirigemontañaarribaconlaesperanzadeencontrarnosamíoati.

—Creoquetienesrazón.—Contodacertezahabrádescubiertoalgo:indios,cuatreros,eltraidordeFuerte

Henry o,más probablemente, alguna conspiración.Yobligada pormí a guardar elsecreto,nohacomunicadonadaamihermano.Sindudaelasuntoesurgente.Sabequefrecuentamos lacimade lamontañay,segúnmedijo,Ebenezer leexplicóquécaminoseguimosparallegarallí.

—Meparecequetusdeduccionessonexactas.—¿Quéharíastúenestecaso?¿Meseguiríasparairasuencuentro?—preguntó

Jonathan.—Yomeencargaréde loscaballosydentrodeunahoraestaréenelFuerte.Si

Elena se ha marchado le diré a su padre que tú sigues su pista de cerca. Ahoraescuchaprontoserádenocheyseacercalatempestad.Nopierdastiempoenseguirla.Dirígetecuantoantesalacumbre,porquelaencontrarásallí,yaquelaconsideromuycapaz de llegar. En caso contrario, vuelve por la mañana, busca su pista y laencuentras.Creo,Jack,que,segúnveremosluego,elshawneehatenidoalgoqueverenesto.Y,sucedaloquesucedadespuésqueyohayallegadoalFuerte,teruegoquemesigaslapista.

Jonathan franqueóelarroyodeunsaltoycon fácilespasosempezóelascenso.Prontollegóaunsenderoserpenteante,quesiguióporespaciodeuncuartodehorahastaquesehizodemasiadoempinadopararecorrerloconrapidez.Elbosqueestabayaoscuroyelleverumordelashojassecas,queaplastabaconsuspies,eraelúnicosonidoquepercibía,exceptuandoeldistante retumbardel trueno,que llegabaasusoídosalargosintervalos.

LameraposibilidaddequeElenaestuviesesolaenaquellamontaña,buscándole,

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fue bastante para que el corazón de Jonathan latiese como nunca. Durante variassemanas lahabía evitadoy casiolvidado.Logródominar aquella extrañadebilidadque se apoderó de él, después de aquel memorable domingo, y una vez más lasciénagassombreadasysilenciosas,elmisteriodelosbosquesyelalientodeaquellavidasalvajeylibresehabíanapoderadodeél;peroentonces,aldarsecuentadeaquelactodevalorydeatrevimientoporpartedelajoven,recordólaconfesióndeBettyysintióundolorcasifísicoqueledesgarrabaelcorazón.¡Cuánterribleseríaqueellallegaseamorirpor su causa!Se imaginó los enormesy seductoresojos, los labiosperfectos,elrostroencantador,fríosyaporlamuerte.Yseestremeció.

Laespesapenumbradelosbosquessetransformómuyprontoentinieblas.Laluzdelosrayosquemomentáneamenteatravesabaelfollajeoseextendíaporelcieloencárdenasfajas,ayudaronaJonathanaseguirlapista.

Alcanzó la meseta precisamente en el momento en que un gran relámpago lailuminabayconlamayorclaridadviolaoscuraoquedaddondeserefugiaraenmásde una tempestad y en donde esperaba encontrar a la joven. Escogiendocuidadosamente el camino entre las agudas y desperdigadas rocas, logró, por fin,poner la mano sobre aquel saliente que formaba la cavidad. Y otra centellablancoazuladaydeslumbradorainundólaescena.

Bajolarocavioacurrucadaunaformaoscura,unrostrotanblancocomolanieveyunosojosdilatadosyllenosdehorror.

—¡Señorita!—dijoencuantohubocesadoelretumbardeltrueno.Norecibióningunarespuestayvolvióallamar.Arrodillándoseentoncesseacercó

hastatocareltrajedeElena.Lehablódenuevo,peroellanocontestó.Jonathan avanzó a gatas al lado de la inmóvil figura. Le tocó las manos, que

estabanmuyfrías.Inclinándosesobreella,sintióunaalegríamuygrandealnotarqueelcorazónseguíalatiendo.Pronunciósunombre,perolajovennocontestótampoco.Entoncesélfueahumedecerlamanoenunarroyueloquecorríajuntoalarocaylemojó el rostro. Pronto ella se agitó inquieta, dio un gemido y, al fin, se irguió alsentarse.

—SoyJonathan—seapresuróadecirél—.Noseasuste.Otrorelámpagovinoailuminarlaescena.

—¡Oh,graciasaDios!—exclamóElena—.Creíqueeraustedunindio.Einclinósucuerpotemblorosoparaapoyarlosobreeldelpolicíadelafrontera,

que la rodeó con sus largos brazos. El consuelo y la gratitud de la joven eran tangrandes,quenisiquierapudohablar.Susmanosconvulsasseagarraronalosfuertesdedosdeélyempezóaderramarlágrimas.

La tempestad estalló con furia terrible. Una verdadera manga de agua y degranizo era impulsada con gran fuerza por el viento. Numerosísimos relámpagoscruzaban el cielo en todas direcciones y algunas chispas serpenteantes de coloraceradocaíanalsuelocongranviolencia.Elcontinuadoretumbardeltruenoquedabainterrumpido a veces por grandes estampidos, y la luz lívida de las exhalaciones

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eléctricasdejabaverlascolumnasdeaguaque,comocascadas,eranimpulsadasporelvientoirresistible.

La grandeza de aquella tempestad pasmó y apaciguó a un tiempo a Elena.Observabalacaídadelosrayos,escuchabalosestampidosdelostruenosysentíaunavivaemociónantelomaravillosodeaquellasituación.

Gradualmente cesaron los truenos, se hicieron más raros los relámpagos;disminuyó el aullido del viento, y la tempestad, al alejarse, perdió su fiereza. Elvientoylalluviacesaronenlacumbredelamontañacasiconlamismarapidezconque habían empezado, y los ruidos de la tormenta fueron debilitándose en ladistancia.Muy lejosyhaciaelEste, los rayos iluminabangrandesmasasdenubes,revelando la existencia de numerosas montañas cubiertas de bosque y profundosvalles.

—¿Cómolaencuentroaustedaquí,señorita?—preguntóJonathanconvozgrave.Haciendomuchaspausasyconfrasesentrecortadas,Elenarefiriólahistoriadelo

quevierayoyeraenlafuente.—Y¿porquénofueustedacontárselotodoamihermano?—preguntóJonathan

—.Nisiquieraahoraesposiblequesedécuentadeloquehahecho.—Penséentodo,peroqueríairyoalencuentrodeusted.Ademásestabacasitan

seguraenestamontañacomoenelpueblo.—Talveztengaustedrazón—replicóJonathanmuypensativo—.¿Demodoque

Brandtseproponíaraptarlaaustedmañanaporlamañana?—Sí.Yencuantomeenterédeellodecidíalejarmedelpoblado.—Hahechoustedunacosamuynotable,señorita.EseBrandtesunhombremalo

ydurodepelar.PerosiahoranohaconseguidohacersedueñodeFuerteHenry,esposiblequeterminerepentinamentesucarreraysupistaseainterrumpidaenlafaldadelamontaña,entrelastumbas,porqueEbenezersiempreotorgaunentierrodecentealosproscritosoalosindios.

—Y¿quépensaránquehasidodemíelcoronelylosdemás?—Wetzel ya lo sabe, señorita, porque encontró sus huellas en la base de la

montaña.—¿Demodoquediráapapáqueustedhavenidoabuscarme?¡Oh,pobrepapá!

Meolvidédeél.¿Permaneceremosaquíhastaelamanecer?—Nada ganaríamos con salir ahora. Los arroyos están llenos y a través de la

oscuridadavanzaríamosmuypoco.Aquíestáustedsecaycómoda,peroloprincipalesquesehallasegura.

—Mesientoperfectamenteseguraconusted—dijoElenaconsuaveacento.—¿Estáustedcansada?—Muertadefatiga.Tengo lospiesheridosymagullados,mehedistendidouna

muñecaymedueletodoelcuerpo.Peroesonoimporta,Jonathan.Nosabeustedlocontentaqueestoydequemiatrevidaaventurahayaalcanzadoeléxito.

—Bueno,ahoratiéndaseustedaquíyduermamientrasyohagocentinela.

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Jonathan hizo unmovimiento para retirar su brazo, que estaba entre llena y larocayhabíadescendidohastalacinturadelajoven.

—Estoymuy cómoda. Permaneceré sentada al lado de usted en espera de queamanezca.¡Diosmío,quéoscuroestátodo!Nisiquieraveolamanopuestaantemisojos.

Elenaapoyólaespaldaen lapareddepiedrayse inclinópara, reposarsobreelhombrodeél,esforzándoseenreflexionar,mientrastanto,acercadesuaventura.Perosumentenegóseafijarseenotrasideasquenofuesenlasdelmomento.Confundidacon la soñolienta laxitud que aumentaba por momentos, experimentaba ciertafelicidad en su situación. Estaba sola en una montaña aislada, en plena noche,acompañadaporaquelhombreaquienamaba.Aquellasituacióneraelresultadodelacasualidad y de su propio atrevimiento. Pero, sin embargo, tuvo la fortuna de quetendiesea serútilparaalguien, apartedehaber logrado supropia felicidad.Estabadispuestaasufrirlasconsecuenciasdesupeligrosaascensión,asoportareldolordesushuesosyquizásuna fuerte reprensióndesupadre.Pero loquepodíaganareramuchomásdeloquesehabríaatrevidoaesperar.Ladestruccióndeaquellacuadrilladecuatrerosseríaunafortunaparaelestablecimiento.¡ConcuántoorgullosonreiríaelcoronelZane!Elnombredeellasedifundiríaportodalacomarcafronteriza,paraserhonradoyreverenciadoporsuheroísmo.PerotodoestonoeraunamilésimapartetanagradablecomoelverseasolasconJonathan.

Dandounsuspiroqueexpresabaalavezsufatigaysu,satisfacción,ElenaapoyólacabezaenelhombrodeJonathanysequedódormida.

El joven se echó a temblar. El contacto de su cabeza con su cuerpo, la ligeracaricia de su aromático cabello sobre sumejilla, hicieron revivir una emoción casivencidayolvidada.Tuvounasensación inexplicablequerecorriósucuerpoentero.Ningúnenemigoemboscado,ningúnsenderopeligroso,ningunaempresaaventurada,ningún encuentro sangriento le hicieron sentir jamás tantomiedo como el beso deaquella muchacha. Con la mayor severidad impuso silencio a unas voces débiles,nada familiares, pero tiernas, que murmuraban junto a su corazón. Pero en aquelmomentohabíandesaparecidotodoslosefectosdesudisciplina,porquetemblabaalpercibir el contacto de la joven. Sin embargo, no trató de alejarse. Sabía que ellahabíasucumbidoasufatigayqueestabacompletamentedormida.Consuavidad,ysin despertarla, podría haber hecho descansar su cabeza en la almohada de hojassecas. Incluso pensó en hacerlo, pero no realizó ningún esfuerzo con este fin. Lacabezadeunamujer,suavementeapoyadaensuhombro,eraalgoextraño,nuevoymaravillosoparaél.Y,a juzgarpor la fuerzaqueposeíaentonces, cadaunode losmechones de cabello rizado de la joven habría podido parecer una cadena que losujetasealamontaña.

Alrecordarsusantiguosdeseos,susaspiracionesnosatisfechasyeldesasosiegoyeldolorquelecausaroneldespertardesuternura,llegóaladeterminacióndemirarlascosascaraacara,pensarconjusticiadeaquellajoveninocenteeimpulsivay,al

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mismotiempo,serhonradoconsigomismo.El deber le ordenaba resistir todo encantoquenoperteneciese a suvida en los

bosques.Muchos años atrás acepté el destinopropio de los policías de la frontera,satisfecho de verse recompensado con una libertad ilimitada e ilimitable. Versesiemprebajolosárbolesquetantoamaba;prestarsuastuciaysuconocimientodelosbosquesa la causade los colonos, frecuentar los salvajes senderosyvivir, día trasdía,comoamenazacontralosenemigosdelacivilización.Taleralavidaquehabíaescogidoylaúnicaaquepodíaaspirar.

Envistadeeso,lajusticiamáselementalleexigíaimpedireldesarrollodetodaamistadentreélyaquellajoven.SiElenaestabarealmenteinteresadaporél,debíadetratarse,sinduda,deunsentimientoromántico,que,alnoseralentado,moriríaporsímismo. ¿Quién era él para conquistar el amor de ninguna joven?Un policía de lafrontera,sin instrucciónalguna,quesóloconocía losbosques,cuyavidaeraduraycruel; y sus manos habíanse manchado con sangre india, sin contar con que suvenganza no perdonó tampoco a los hombres de su propia raza. Incluso llegaba adudarqueellaleamaseenrealidad.Ydejándosellevarporelcarácterimpulsivoquea veces muestran las jóvenes, llegó a darle un beso. Mas lo hizo movida por lagratitud y por un generoso sentimiento, así como para recompensarle de haberseerigidoendefensordesupadre.Peronohabíadudadequedespuésdepasar largotiemposinverle,cosaqueseprometíaparaencuantolahubiesedevueltoasucasa,ellaleolvidaríaporcompleto.

Luegosepreguntabasinceramentecuáleseransuspropios sentimientos.Con lamayorseveridad,cualsijuzgaseauntraidor,tratabadebuscarensímismolaverdad.Aquellamuchachadeojosenormes,dotadade inexplicableencanto, seríacapazdeembrujarinclusoaunpolicíadelafrontera,anoserqueéllaevitase.Nuncahabíaseconfesado tanto. Jamás creyó que el amor fuese algo posible para él. Al quedarsedormida,elladeslizólamanodesdeelbrazodeélhastasusdedosyentoncesestabaapoyadasobreelloscon lamismasuavidadquesi fuese lahojadeunárbol.Aquelcontactoeradelicioso.Lasuavebrisanocturnaimpulsabaunmechóndesuscabelloshacia los labiosdeél,que temblabadepiesacabeza.El redondeadohombrode lajoven se oprimía contra el suyo propio, hasta el punto de que podía percibir larespiración lentayprofundadesucompañera.Yélcasiconteníasupropioaliento,paranointerrumpirsudescanso.

No, ya no era indiferente. Con la misma seguridad con que las estrellascentelleaban en el cielo, él comprendía el encanto de la presencia de una mujer.Aquelloleimpulsabaaestudiarlaemoción,comosolíahacerlocontodaslascosas,segúnlacostumbredesuvidasolitariaenlosbosques.¿Procederíadelconocimientode labellezadeaquellamujer, tan incomparablecomoladel laurelde lamontaña?Recordó la brillante mirada de sus ojos retadores, la alta y esbelta figura, lamaravilladaexcitaciónyelmagnetismodesupresencia.Sindudalabellezaeraalgogrande,peronotodo.Labellezapertenecíaasucompañera,peroaunsinellahabría

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sidounamujerirresistible.¿Nosedeberíaprecisamenteasucondiciónfemenina?Sinduda aquél debía de ser el secreto. Era una mujer que poseía todo el encantofemeninoparaembrujaraloshombres,paratreparentornodelafuerzavirilcomolahiedra rodea el tronco del roble; y además poseía toda la debilidad femenina paradespertar lacompasiónyeldeseodeprotección; todoelamorardientede lamujerconelmisterioqueleespropio.

Porlomenoscomprendíayatodoaquellodelavida.Losbandidoscometíansuspeores crímenes porque, aun en su vida desprovista de los goces del hogar, nopodríanexistir sin la compañía, cuandonoel amor,de lamujer.Laspenalidadesytrabajosdeloscolonosnoteníanotroobjetoquelamujeryelgocedeamarlaydevivirparaella.Elbravoindio,cuandonoseguíaelsenderodelaguerra,ibacogidodelamanodeunamorenadoncelladedulcesojosypara ella cantaba, hablándoledelagos iluminados por la luna y de los vientos del Oeste. Incluso los pájaros y loscuadrúpedos salvajes se unían. Los petirrojos regresaban a su antiguo nido. Laságuilas seapareabanunavezyeranconstantesen lavidayen lamuerte.Elgamoseguíaasuhembraatravésdelbosque.TodalaNaturalezacantaba,proclamandoqueelamoreraalgoquedabasentidoalavida.Elamor,pues,loeratodo.

Elpolicíadelafronterasepasólanocheobservandolasestrellasyesforzándoseen decidir que el amor no era para él. SiWetzel había encerrado un secreto en supechoydurante todos aquellos añosno lo comunicóa su compañero, era evidentequepodíavivirmuybien sinel amor.Laocupación severa, justicierayduradebíaborrar toda la ternurade suvida,porque,de locontrario, la existencia le resultaríainsoportable. La alegría de vivir y el goce de una libertad absoluta, los habíaconocidosiempre.Siunrostrohermosoyunosojosazulesyllorososhabíandesurgirensumemoriaentodoslossenderossolitarios,entalcasoseríamuchomejorqueunindiocualquieradiesefinasuexistencia.

Transcurriólahoramásoscuraantesdelamanecer,asícomolademásprofundasdudasydeseosde lavidade Jonathan.Unanieblaplomizaoscurecía laspálidasyparpadeantes estrellas. Se iluminaba lentamente el lado oriental del cielo, seintensificólaluzy,porfin,nacióeldíafrescoybrumoso.

Elpolicíade la frontera sepusoenpieparaestirar susentumecidosmiembros.Luego se volvió hacia la pequeña caverna y observó que los ojos de la joven sehabíanabiertoya.Todalaoscuridad,lasombra,labellezayelrecuerdodelapasadanocheseexpresabanensusazulesprofundidades.Miróalolejosyatravésdelvalleendondeelcieloenrojecíayunapálidacrestadeoroteñíalascimasdelasmontañas.

—¡Diosmío,cuántohedormido!—exclamóElenariéndosesuavemente.—Esperoquehabrádescansadousted—dijoJonathandesviandolamirada,pues

noseatrevíaafijarenellasusojos.—¡Oh, sí! Me siento dispuesta a emprender inmediatamente el camino. ¡Qué

hermosaesestamañanallenadebruma!¿Tardaremosmuchoenllegar?Esperoquepapáyasehabráenterado.

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Ensilencio,elpolicíadelafronterainicióelcaminoatravésdelamesetarocosay luego tomó el estrecho y serpenteante sendero. Su rostro pálido, ligeramentedesencajado y severo, no invitaba a la conversación y, por consiguiente, Elena leseguía en silencio. El camino era muy pendiente y a veces él se veía obligado aayudarla.Lajovenapoyabasumanoenladeélysaltabacontantaligerezacomoungamo.Masdepronto,unruidosoarroyodesbordadoseopusoasuavance.

—Seráprecisoquelalleveaustedenbrazos—dijoJonathan.—Pesomucho—replicóElenaconojossonrientes.Sesonrojócuandoelpolicíadelafronterapasólamanoderechaentornodesu

cintura.Luego, con la fuerzadeunmuellede acero, rodeó su cuerpo; ella sintióselevantadafácilmenteenelaireydeestemodoatravesóelfangosoarroyo.

Cuandoyaestabanamenoralturaenlamontaña,aquelmolestoarroyovolvióainterponerseensucamino,peroalasazóneramuchomásanchoyformidable.Elenamiróalgoapuradael rostrode sucompañeroyvioque seguía siendoelmismodesiempre,severoycasifrío.

—Quizávaldrámásqueyosolavadeelacorriente.—¿Porqué?Elaguaesprofundayfría.Espreferiblequenosemoje.Elena se sonrojó de nuevo, pero no contestó. Con los ojos dirigidos al suelo

permitióquelatransportaseotravezatravésdelacorriente.Resultódifícilvadearla.Elaguaseenroscabayespumabafuriosaentornodelas

rodillas de Jonathan. Una vez éste resbaló sobre una piedra y estuvo a punto deperderelequilibrio.Profiriendounlevegrito,Elenaseagarróaélcontodasufuerzayconelbrazolerodeóelcuello.Maslopeorfuequecuandoélladejóenelsuelo,yaen la orilla, ambos observaron que el cabello de Elena se había enredado en lasespinasdepuercoespínqueadornabanlachaquetadecazadeJonathan.

Elenapermanecióenpie juntoasusalvador,en tantoqueél,con torpesdedos,trataba de desenredar las brillantes hebras; pero en vano. Por fin ella tuvo quededicarseadeshacerelnudoquehabíaformadosurizadocabello.Entonceslajovensemostrómuyatractiva;surostroexpresabagransuavidad,sonreíaseyensusojoshabíauncálidoresplandor.

El policía de la frontera sintió que de la graciosa belleza de la joven parecíaemanarunatractivosutilypoderoso.Radiabaalegríavital,deextraordinariadulzura.Peroél,sindaraentendersusentimiento,sedispusoareanudareldescensoatravésdelosbosques.

Desde aquel lugar se ensanchaba el sendero y se hacía menos pino. Jonathanalargaba el paso hasta el punto de que Elena vióse obligada casi a correr para noquedarse atrás. Era necesario el regreso inmediato y, para lograrlo, ella no habríavaciladoenagotarsusfuerzas.Alllegaralfinaldeaquelsendero,dondeelbosqueseaclarabaparadesembocarenlaverdellanura,elsolhabíadispersadoyalasnubesquecubríanlascimasorientalesyalumbrabagloriosamenteelvalle.

Elena, con un sentimiento muy natural, miró hacia atrás para ver otra vez la

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cumbredelamontaña.Elmuroderugosasrocasquemásdeunavezadmiródesdelaventanadesucasayqueenadelantetendría,parasiempremás,untiernorecuerdoensu corazón, surgía entre una espesa capa de niebla de color gris azulado. La largavertienteestabaalumbradaporelsol,quehacíaresplandecerelfollaje;ymásarribalaneblina,queocultabaamediaslacumbre,dejábaleobservarunhermosocuadrodelesplendorotoñal.Unosaltospinosaquíyaculláseerguíanaisladosysusgraciosascopasserecortabanintensamentesobrelascrestasdoradasyamarillentasquehabíamásallá.Losarces,entreloscualeshabíaunagranvariedaddetonalidades,desdeelrosadoclarohastaunmatizprofundamente rojizo, contribuíanadara laescenauntono más caliente, y los castaños con sus frutos de color blanco y parduzcoproporcionabanunamayorbellezaalaondulosavertiente.

Elcaminorestantehastaelestablecimientoerayamuycorto.JonathanhablóunasolavezaElenayluegolainterrogóacercadellugarenquedejarasucanoa.

Atravesaron el prado, encontraron el bote en la espesura de sauces y pronto sevieronbajoelceñudoriscodeFuerteHenry.Ascendiendoporelempinadosendero,siguieronandandohastallegaralacabañadelcoronelZane.

Una multitud de muchachos, hombres y mujeres, que parecían estarcontemplando algo, llamaron la atención de Elena. Asombrada por aquel hechoinsólito,sepreguntócuálseríalacausadetalinactividadentrelosatareadoscolonos.Formaban pequeños grupos.Algunos hacían gestos vehementes, otros conversabanconlamayoranimaciónylosmásestabansilenciosos.AlveraJonathan,algunosseecharonagritar,señalandohacialaposada.ElpolicíadelafronterahizoqueElenaapresuraseelpaso,sinhacerningúncasodelasindicacionesdelamultitud.

Mas la jovenhabíasedadocuentade la causade aquella excitación.Aprimeravista le pareció que la posada deMetzar había sido incendiada, pero un segundodespuésdiósecuentadequeelhumosalíadeunmontóndeescombrosquehabíaenel camino. La posada, sin embargo, estaba destruida. Las ventanasmiraban con laexpresivavacuidaddelascasasdeshabitadas.Laspuertasteníanlosgoznesrotos.Unmontóndemuebles,mesasrústicas,camasyotrosutensiliosestabanamontonadosallado de los escombros humeantes. Y, desperdigados en todas direcciones, veíansebarrilesdevariasmedidas,conlosfondosabiertosolasduelasdestrozadas.Elsecopolvohabíaabsorbidolasmanchasdellicorderramadosobreelcamino.

Juntoaladestrozadapuertadelacuevayacíaunafigurahumanacubiertaconunpedazodealfombravieja.Cuando losojosdeElenase fijaronenaquellovolvió lacabezahorrorizada.AquelcuerpoinmóvilpodíasereldeBrandt.Elremordimientoyla simpatía femenina se apoderaron de ella, porque, por malo que fuese aquelhombre,lahabíaamado.

Siguió al policía de la frontera, tratandode serenarse.Al estarmás cerca de lacabaña del coronel Zane, vio a su padre, aWill, al coronel, a Betty, aNelly, a laseñoraZane,aSilasyaotrosquenopudoreconocer.Todoslamiraban.Elenasintióunnudoenlagargantaysusojossellenarondelágrimasencuantoestuvobastante

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cerca para contemplar el desencajado rostro de su padre. Los otros estaban muyseriosysepreguntó,temerosa,siellateníalaculpa.

Unmomentodespuésvióseentreellos.Empezóaderramar lágrimascuandosupadreletendiólastemblorosasmanosparaabrazarla,yencuantopudoocultarensupechoelencendidorostro,aquélexclamó:

—¡Hijamía!¡Queridahija!LuegoBettylediounfuerteabrazoyNellyrevoloteabaasualrededorcomoun

pajarillo feliz. El semblante del coronel Zane estaba pálido y tenía expresióntormentosaysevera.Ellalesonriótímidamenteatravésdesuslágrimas.

—Bueno,bueno—murmuróelcoronelmientrassesuavizabasumirada.Nadamás dijo, pero le tomó lamano y la sostuvo entre las suyasmientras se

volvíaaJonathan.Éste se apoyó en su largo rifle, mirando a su hermano con expresión

interrogadora.—Te has perdido estamañana la ocasión de asistir a una escena algomovida.

Wetzelllegóalapuntareldía.Latormentayloscaballosleobligaronaquedarseenlaorillaopuestadelríohastaqueamaneció.Mediocuentadetussospechasyañadióqueacababadeencontrarunashuellasrecientesdeindios,enlaisla,yprecisamenteenfrente de la posada. Fuimos allá aunque sin la esperanza de encontrar a nadiedespierto;peroMetzarestabaocupadoenempaquetarapresuradamentevariascosas.Leacompañabanmediadocenadehombresque,sinduda,estuvieronconéltodalanoche.Aquelmalbichoingléseraunodeellos,yotro,untíomuyfeo,desconocidoparanosotros,peroevidentementehombrede losbosques…Lascosaspresentabanmalaspecto.Wetzelyyosalimosparadeliberaryporfindecidídarlelaordendeque:dejasedespejadoellugar.

ElcoronelZanehizounapausaparasonreírdeunmodosignificativo.—Bueno.Yahabrásvistoqueha llevadoacabounaverdadera limpieza.Aquel

feoextranjerosepusolococomounaserpientedecascabelysacóunlargocuchillo.Sam está enganchando ahora el tiro para recoger lo que ha quedado de él en lavertientede lacolina.Metzarseresistióadejarseprenderyhaquedadomalherido.Estáenelcuerpodeguardia.Case,queestuvoborrachodurantetodalasemana,seinterpusoenelcaminodeWetzelydeunpuntapiésequedódormidohastalasemanapróxima.Durantelaúltimahorahaestadoescupiendosangre,peromeparecequenoestámuymalherido.Ensuhabitación,Wetzelencontróescondidoesto.

ElcoronelZanetomóunalargayemplumadaflechaqueestabasobreunbancoylatendióaJonathan.

—¡Laseñalshawnee!Wetzelteníarazón—murmuróelpolicíadelafrontera.—Exactamente.WetzellaencontróalpiedelapareddelahabitacióndeBrandt,

adonde fue disparada. La arrojaron desde la isla, en el punto exacto dondeWetzeldescubrióeltérminodelapistadelindio,quien,sinduda,sealejóporelrío.

—Eseshawneesenosescapó.

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—AsílodijoWetzel.Enfin,ahoraestálejos.LomismodebodecirtedeBrandt.Noshemoslibradodelacuadrillay¡ojalá,novolvamosaoírhablardeella!

Elpolicíadelafronterameneólacabeza.Duranteelrelatodelcoronelsurostrohabía cambiado. Sus oscuros ojos adquirieron siniestra expresión. Las fuertesmandíbulasestabancerradasytensoslosmúsculosdelrostro,yensuaspectogeneralseadvertíaunaexpresiónamenazadora.

—WetzelcreequeBrandtestádeacuerdoconBingLegget.¡Malditoseasunegrocorazóndetraidor!Esunjefeexcelentedelacuadrillamásfuerteypeorquejamáshuboenlafrontera.

Jonathanguardabasilencio,perosusmiradasinquietas,furtivasyvigilantesqueobservabanelrío,lamontañayelvalle,eranmáselocuentesquelaspalabras.

—Convendráqueinmediatamentesigasesapista—añadióelcoronelZane—.Heordenado a Betty que te prepare un poco de pan, carne y trigo tostado. Con todaseguridadtendrásquehacerunviajelargoyduro.¡Buenasuerte!

El policía de la frontera penetró en la cabaña, para salir pocodespués conunamochiladepieldegamocolgadaenelhombro.

Y tomó el camino del Este con largos y elásticos pasos. Las mujeres habíanllevado aElena al interior de la casa, donde, sin duda, podrían discutir conmayorlibertadlossucesosdeldíaanterior.

—Sheppard—dijo el coronel Zane volviéndose con ojos centelleantes—. ContodacertezaBrandtperseguíaaElena,yestambiénseguroqueJonathanyWetzelledejaránfríoeinmóvilenlosbosques.Conozcobienamisdoscolaboradoresypuedoasegurarle que nunca vi aWetzel tan implacable ni a Jonathan tan frío como hoy,excepciónhechadecuandoMiller,otrotraidor,muysemejanteaBrandt,quisoraptaraBetty.LehabríaheladoaustedlasangrevercómosalióaquellamañanaWetzelenseguimiento de aquel imbécil. ¿Por qué quiso, el muy tonto, empuñar su cuchillocontraelpolicíadelafrontera?,fueunespectáculodesagradable.Enfin,esascosassonjustificables.Hemosdeprotegernosanosotrosmismosy,sobretodo,anuestrasmujeres. Con frecuencia hemos tenido hombresmalos en el establecimiento, y unhombremaloaquíesalgoquenopuedeustedapreciartodavía,porqueenlafronteranuncaesposibleasegurarquiénesunhombrehastaqueélsedaaconocer.Hahabidonumerosos criminales desperdigados por la frontera y otros hombres, mejores queellos, como Simón Girty, que se vieron obligados a llevar la vida de bandoleros.SimónnodebeserconfundidoconJimGirty,porqueesteúltimoera,sindudaalguna,elbandidomáscruelquehaexistido.YeratantoloquelosindiostemíanaJim,queaundespuésdesumuertepermaneciósuesqueletoenpie,sinsertocadopornadie,enlamismaciénagaenquemurió.Ahoratodoslosindiosynopocoscazadoresblancoscreenqueaquellugarestámaldito.Ytengoentendidoqueaúnsiguenallísushuesosenpie.

—¿Enpie?—preguntóSheppardsumamenteinteresado.—Sí.DebendeestarenlamismaposiciónenquesehallabaGirtycuandomurió,

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apoyadoenunárbolyclavadoaélporunlargocuchillo.—¡Diosmío!¿Quiénhizoeso?—exclamóSheppard,horrorizado.—¿Quién?PuesWetzel.Persiguióa JimGirtydurantecincoaños.Ycuando lo

cogió…¡Diosmío!Ya se locontaréenotraocasión. JonathanvioaWetzel lucharconJimyconsucompañeroDeeringcomosiambosfuesendoschiquillos.Enfin,comoyahedicho,lafronterahatenidoyaúntienesushombresmalos.SimónGirtyse llevóaMcKeeyElliot, los inglesesdeFuertePitt, cuandodesertó,y tambiénadiezhombresmás.Todosellos,exceptuandoalosquehanmuerto,sonbandidosdelpeortipo.Encuantoalosotroshombresmalosquehanvenidoapararacá,Diossabededóndeproceden.Sehandiseminadopor lacomarca.SimónGirty,apartirdesumayorcrimen,lamatanzadelosindioscristianos,viveoculto.BingLeggeteselqueahoragozadesupremacía.Esunhuesomuyduroderoer,unmaravillosoconocedordelosbosquesyunjefecapaz,queserodeatansólodelosrenegadosydelosindiosmásdecididos.BrandtesunagentedeLeggetyapuestocualquiercosaaquetodavíaoiremoshablardeél.

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XIII

Jonathan se encaminó en línea recta hacia el Este. La pista que dejó WetzelpersiguiendoaBrandteradeliberadamentemuyclara.Elpolicíadelafronterahabíarotovariasramitasdearcesjóvenes.Pordoquierhabíaseñalesevidentesdesupaso.Y en espacios despejados o a través de losmarjales, habíase esforzado en dejar elmedio de facilitar el avance de su camarada. A lo largo de su camino dejó caerpedacitosdezumaqueyalgunasramasllenasdehojassecasyrojizasparamarcarsupista.Tambiénavecestendióenelsueloalgunoshelechos.

AdiezmillasalestedeFuerteHenry,enunlugarendondehabíadosislas,unafrenteaotra,Wetzelcruzóelrío.Jonathansedesnudó,haciendounfardoconsuropaysumochila,pasóporelprimeroelcañóndesufusilylosostuvotodoporencimadel aguamientras atravesaba a nado los tres estrechos canales. Volvió a seguir lapista,queencontrófácilmenteenellugarenqueBrandthabíasereunidoconeljefeshawnee que le esperaba. Y el policía de la frontera siguió avanzando conmayorrapidezhaciaelEste.

Amedia tarde encontró señales indicadoras de queWetzel y su perseguido noestaban muy lejos. Las huellas eran más recientes en la hierba; algunos tallosaplastados,elmusgo,unasramitasrotascuyashojasaúnestabantiernasyjugosas,yhastaalgunostallosdehierbaquelentamentevolvíanasuprimitivaposición,despuésdehabersidoaplastados,todoesodemostrabaalojoprácticodeJonathanelhechodequesehallabayaapocadistanciadeWetzel.

Poco después llegó a una alameda de amarillos abedules. El suelo estaba casilimpiodematasybellamentealfombradodefloresydehelechos;yaexcepcióndelospuntosenquelosárbolescaídosobstruíanelcamino,elterrenoeravisiblehaciadelanteporespaciodevarioscentenaresdemetros.

Al penetrar en el bosque se hicieron más claras todavía las señales quedeliberadamente dejara Wetzel. Luego pareció como si se mostrasen con algunaindecisión y, por fin, desaparecieron. Jonathan titubeó un momento y acabó pordecirsequeelcaminoeratanabiertoyclaro,sinotracosaquelahierbayelmusgopara señalar la pista, queWetzel habría creído innecesario dejar más señales a lolargodeaquellaalameda.

Perodespuésdedarunadocenadepasos, Jonathanseconvenciódequeestabaequivocado. La pista deWetzel, que tan bien conocía, hasta el punto de no poderconfundirla con otra, terminaba de pronto hacia la izquierda y, después de variosmetros,ladistanciaentreunoyotropasoseensanchabadeunmodomuyperceptible.Porfin,enunpuntodeterminado,estuvieronyatandistantesunosdeotros,quesóloeraposibleexplicarlossuponiendoqueWetzelhabíadadolargossaltos.

Inmediatamente el policía de la frontera comprendió que algún peligro,imprevisto o una causa urgente obligó aWetzel a emprender la fuga, y por eso seinclinó con escrutadores ojos paramirar a su alrededor.Volviendo sobre sus pasos

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hastadondeseinterrumpíalapista,siguióunratolashuellasdeWetzel.AmenosdecienpasosmásalládellugarenqueWetzelabandonólapersecución,sedescubríanlosrestosdeunahoguera,cuyostizonesardíanaún,ylaimpresióndelosmocasinesdeunpequeñogrupodeindios.LapistadeBrandtydesuguíashawneeencontrabaalasdemáscasienángulosrectos.

El indio,yaporaccidenteodeliberadamente,había llevadoaBrandta reunirsecon una banda de sus compañeros y de este modo casi metió a Wetzel en unaemboscada.

Sin embargo, no era evidente que los indios hubiesen descubierto a su astutoperseguidor,quecasihabíallegadojuntoaellos.

Mientras estudiaba el bosque, la mente de Jonathan se fijaba en todas lasprobabilidades. ¿Estaría Wetzel muy cerca? ¿Continuaría huyendo? ¿Habríansospechado los salvajes su persecución o bien estaría desarrollando alguna de sushábilesastucias?Elpolicíadelafronteranoteníaotromediodeaveriguarloqueeldeseguir la pista. Y, aventurándose a sabiendas, porque no consentían otra cosa lascircunstancias,avanzóatrevidamenteenseguimientodelashuellasdesucamarada.

Juntoalsotodeabedules,elbosqueeraespesoyoscuro.Abundabanlosárbolesjóvenes,demaderasduras,yentreelloscrecíanalgunosarcesyfresnosque,consuescaso follaje, formaban una especie de laberinto de color verde y amarillo,semejanteaunencajedelicadísimoqueestuviesecolgadodelosroblesmásaltosymásoscuros.Jonathansesintiómuchomásseguroenaquelbosqueprofundo.Podíaexaminarel terrenoaciertadistancia,yal seguir lapista sealegró,viendoque lossaltosdeWetzel seacortabanpormomentos,hastaquevolvierona tomar la formapropiadeunpasolargo.AdemáselpolicíadelafronteradescribíaunacurvahaciaelNoroeste.Estoprobabaquenohabíasidoperseguido,sinoquetratabadesituarseenun punto avanzado con respecto al enemigo. Quinientos metros más allá, la pistadescribíaunánguloagudohaciaelsotodeabedules,quequedabanatrás.

La pista era reciente, de modo que quizá Wetzel estuviese al alcance de sullamada y con toda seguridad se hallaba dentro del radio en que podía percibir undisparode rifle,peroaúneramás interesante lacertezadequeBrandtysus indiosestabandentrodelcírculodescritoporWetzel.

Denuevo,yenvistadequeelbosquevolvíaaaclararse,Jonathanavanzóagatas,pegadoaloshelechos,hastaquesehallóenelextremoorientaldelaalameda.Pasóunos minutos escuchando. Un silencio amenazador, como el que precede a unatormenta, reinaba en aquella soledad.Se asomódesde su escondrijo; pero como sehallabaenunaligeradepresión,nopudoexploraragrandistancia.Luegoseacercóarastrasalárbolinmediatoy,conlamayorcautela,sepusoenpie.

Nada extraordinario llamó su atención. Repetidamente y gracias a su agudamiradayasuconocimientodequelosárboles,helechosymatojospodíanocultaraunenemigo,registrólaalamedaconlosojos;perolosabedulesdecrespacorteza,lasmasas de coloreados helechos y los montones de ramas secas derribadas por la

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tempestadguardabansussecretos.MasparaJonathanhabíacambiadonotablementeelaspectogeneraldelaalameda

de abedules. En el bosque reinaba profunda calma. Una brisa suave y apenasperceptiblehacíaestremecerlashojas,queproducíanunrocesuavecomolaseda.Elsoñoliento tamborileo de un guaco interrumpía aquella enorme tranquilidad. Elsilencio de los pájaros parecía muy significativo. Aquel aliento misterioso, lahermosavidadelosbosques,guardabasilencio,cualsiestuvieseexpectante.Agrandistancia, y entre los sombríos árboles donde se acentuaban las sombras hasta serimpenetrables,sehallabaunaamenazainvisibleeindefinible.

Sobre el policía de la frontera parecía pasar una racha de aire, un escalofríoterribleypotente.Largaexperiencialehabíadadolaintuicióndelpeligro.

Mientras semovía ligeramente, conojosde lince fijos en la alamedaque teníadelante, una voz de pájaro, aguda, clara y perfecta, interrumpió el amenazadorsilencio. Era semejante al grito melancólico de una oropéndola, corto, profundo eindicadordelasoledaddelosbosques.Graciasaunaligeravariacióndeaquellacortallamada, Jonathan la reconociócomounaseñaldeWetzel.Elpolicíade la fronterasonrióalcomprenderque,graciasalafinuradesussentidos,Wetzellehabíaoídoolevioentrardenuevoenlaalameda.Yaquellaseñaleraunavisopararetrocederoparacontinuarinmóvil.

Jonathancontrajolosojosparafijarlosenellugardedondeprocedíalaseñal.Acosadedoscientosmetrosdedistanciaviovariosárbolescorpulentosqueformabanungrupo.Conunaexcepción,todosteníaneltroncorecto.Elquesediferenciabadelos demás tenía un aspecto irregular y lleno de desigualdades o bien ocultaba amedias el cuerpo de Wetzel. Aquella irregularidad era, por otra parte, tan poconotable,queelobservadornopudocerciorarsedesusospecha.

Y más allá, aunque algo desviado del árbol que, según sospechaba, servía deescondrijoasucompañero,veíaseunenormemontónderamassecas,suficienteparaocultaraunacuadrilladesalvajesquesehubiesenemboscado.

Mientrasmirabasalióunfogonazodeaquelescondrijo.Oyóeldisparoinmediatamentedespuésy,porfin,elsilbidodeunabalaquepasó

rozandosucabeza.—Esetiroesindio—murmuróJonathan.Pordesgracia,elárbolquehabíaelegidonoleocultababastante.Erantananchos

sushombros,queunoyotroquedabaexpuesto,proporcionandounexcelenteblancoparaunbuentirador.

Una rápida mirada le indicó que se había producido un ligero cambio en elnudoso tronco del árbol; aquellas prominencias habíanse convertido ya en la bienconocidafiguradeWetzel.

Jonathansehizoaunlado,enelmomentoenqueunobjetopasabarápidamenteantesusojos.

Deprontooyótresconocidosydistintossonidos,queleobligaronacontraersu

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cuerpo,buscandoabrigoenelárbol.Unaflechaemplumada temblaba,yaclavadaen lacortezayamenosde treinta

centímetrosdesucabeza.—¡Buentiro!¡Malditoseaesearqueroshawnee!—murmuróJonathan—.Ynose

hallaenesemontóndeleña.Susojosbuscaronhacialaizquierdaelorigendeaquelnuevopeligro.Otro fogonazo y otro estampido delmontón de leña. Silbó una bala, que pasó

sobresucabezay,desviándosealdarenunarama,fueaperderse,inofensiva,enelbosque.

—Todo esto está rodeado de indios. Tal vez habría obradomejor avanzando acubierto—sedijoJonathan,tratandodeaveriguarsiWetzelcontinuabaresguardado.

Viosuelevadafiguraenelmomentodeenderezarse.Unriflelargoynegrotomóla dirección horizontal y se quedó rígido. Salió un fogonazo, seguido por unanubecilladehumo,ysonóeldisparo.

Elgritohorribleymortaldeunindiodesgarróelsilencio.Luegopercibióuncorodeaullidosquejumbrosos, seguidoporgritosdecólera.

Unos salvajes desnudos y pintados salieron del abrigo del montón de leña, endireccióndelárbolquehabíacobijadoaWetzel.

Rápidocomoelpensamiento,Jonathanapuntóalindioqueibaenvanguardia,yencuantodisparóelfusilvioalpielrojacómo,dejandocaersuarma,interrumpíasulocacarrerayluego,tambaleándose,acababaporcaer.Inmediatamenteelpolicíadelafronteramiróparasaberquéhabíasidodesualiado.

EldisparodeunrifleindioleindicóqueWetzelfuevistoporsusenemigos.Conrapidezcasiincreíble,unafiguradecolorpardoydelargocabellosalióde

entrelosárboles,atravesólaciénagabañadaporelsolysedesvanecióenlasoscurasprofundidadesdelbosque.

Jonathansevolvióparahuirasuvez,cuandooyódenuevolanotaprofundadeunarcoindioenelmomentodeaflojarselacuerda.Notóunaleveráfagadevientoenla mejilla, le cegó un golpe y sintió un dolor horrible en el pecho. Una flechaemplumada le había clavado el hombro al tronco del árbol. Levantó lamano paraarrancarla, pero no pudo por lo cubierta que estaba el arma de sangre viscosa.Haciendo un violento esfuerzo, la arrancó al fin con ambas manos. La punta depedernallacerabasucarneyalrozarcontralaclavículasintióundolorespantoso.

Éste desapareció para ser substituido por extraña torpeza. Trató de correr, perouna niebla oscura veló sus ojos y, tambaleándose, acabó por caerse. Después leparecióhundirseenunagranoscuridadyyanosupoloqueeradeél.

Alrecobrarelsentidovioqueeradenoche.Estabatendidodeespaldasyporeldolordesusentumecidaspiernascomprendióqueestabaatadovioelresplandordelfuego,peronolefueposiblelevantarlacabeza.Elsusurrodelashojasagitadasporelvientoleindicóquesehallabaenelbosqueyeldistanterumordeunacascadaleparecióconocido.Sentíasesoñoliento,laheridaledolíaunpoco,peronosufríagran

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cosa.Entoncessedurmió.Alabrirotravezlosojosvioqueeradíaclaro.Elcieloazul

sehallabadirectamentesobresucabezayanteélviounafajadeterrenocubiertadepinosenanos.Volviólacabezaypudodarsecuentadequeestabaenunaespeciedeanfiteatro,dedosacresdeextensión,másomenos,yrodeadodemontículosdepocaelevación.Una abertura en la pared de roca daba salida a un ruidoso arroyoy, sindudaalguna,servíatambiéndeentradaaaquellugar.DentrodelrecintohabíavariastoscascabañasdetroncosydeelloJonathandedujoquehabíasidollevadoalretirodeBingLegget.Unasvocesllamaronsuatencióny,alvolverlacabezaalotrolado,vio a un indio muy corpulento que paseaba a corta distancia, y más allá a sietesalvajesyatreshombresblancosquedescansabanenlasombra.

EnelsalvajefornidoymorenoqueestabamáscercareconocióinmediatamenteaArco de Fresno, jefe shawnee y conocido emisario de Bing Legget. Los restantesindios,treserandelawaresycuatroshawnees,todosveteranos,derostrosmorenosysombríos y cabezas brillantes, en las que los cabellos de la coronilla estabandispuestosamododecopete.Suscuerposdesnudosymusculososestabanpintadospara seguir el sendero de la guerra, con extraños emblemas demuerte.Un trío dehombres blancos, casi tan bronceados como sus camaradas salvajes, completaba elgrupo.Aunode ellos, de aspecto en extremomaligno, Jonathanno lo conocía.ElgigantedebarbarubiaquehabíaenelcentroeraLegget.Susojos,decoloraceradoeinhumano, tenían el aspecto propio de un animal perseguido. Sus mandíbulasbestiales le daban una expresión inconfundible. Y el último individuo, de rostrodesencajado,eraBrandt.

—Te repito, Brandt, que no puedo contrariar a ese indio—decía Legget,muydecidido—.Eselpielrojamejordelafronteraymehasalvadonumerosasveces.EseZane le pertenece, y aunque, pormi gusto, lo pasaría a cuchillo ahoramismo, noquierooponermealosplanesdelshawnee.

—Y, ¿para qué quiere el piel roja llevárselo a su poblado?—gruñó Brandt—.Todoslosindiossonvanidososyestándotadosderidículoorgullo.

—Ésaessucostumbreynadapodemoshacerparacambiarla.—Pero tú aquí eres el amo. Podrías ordenarle que matara cuanto antes a ese

policía.—Terepitoquenoquierointervenir.Sinembargo,Brandt,puedestenerlacerteza

dequeeseindionodejarávivirmuchoalexplorador,encuantolohayallevadoasutribu.Losindiossoncenoson.ParaélesungranhonorhaberseapoderadodeZaneyquierequesuscompatriotastomenparteensumuerte.Meparecemuynatural.

—Ya lo comprendo, pero es algo aventurado para nosotros y también muypeligrosoparaArcodeFresno.¿Porqué,porlomenos,noconservaaZaneaquíhastaque túpuedasdarlemásde tres indiosque leacompañen?Es imposibleconteneraestospolicíasde la frontera.Túno losconoces,porqueviveshacepoco tiempoenestacomarca.

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—Hevivido en ella tanto tiempocomo túy conozco eso—replicóLegget conacentoamable.

—Peronohassidoperseguidorecientementeporellosypocosabesacercadesushazañas,másqueporbocadelosindios.¿Quénoticiaspuedesadquirirdeesospielesrojas silenciosos?Te aseguro que es un error fatal permitir que ese individuo vivamásdeunahora.Haydosdíasdecaminohastaelpobladoshawnee.¿TefigurasqueWetzeltendrámiedoacuatrosalvajes?¿Nohasvistocómoseatrevióaacercarseaochodenosotroscuandoestábamosemboscadosesperándole?Matóaunoyluegosealejórápidocomoelrayo.YtansóloalasuertedebemoselhabernosapoderadodeZane.

—TengorazonesparaconoceraeseWetzel,aeseVientoMortal,comolellamanlosdelawares.Nolohevistonunca,peroestoysegurodequepodréconélsialgúndíanosvemoscaraacara.

—Estás loco—exclamóBrandt—. Te despedazará antes que tengas tiempo deempuñarunrevólver.Seríacapazdedarteun tomahawkyquitárteloparaabrirte lacabeza. Te lo digo porque lo sé. ¿Te acuerdas de JakeDeering? También creía lomismo que tú. Pero Wetzel luchó contra Deering y Jim Girty a la vez y les diomuerte.YasabescómodejóaGirty.

—Notengodudadequesabeluchar,peronomeasusta.—Nosetratadeeso.Tedigocosasllenasdesentidocomún.Ahorasetepresenta

laoportunidaddeacabarconunodeesospolicíasdelafrontera.Hazlocuantoantes.Ésteesmiconsejo.

Tanta era la vehemencia de Brandt, que impresionó a Legget. Se acarició laamarilla barba y, pensativo, chupó la pipa. Luego se dirigió al jefe shawnee en sulenguanativa.

—¿QuiereArcodeFresnotomarcincocaballosporsuprisionero?Eljefemeneólacabeza.—¿Cuántosquieres?El jefe reanudó con la mayor dignidad su paseo ante su cautivo. Su rostro

impasible no indicaba sus pensamientos, pero su porte altanero y su firme pasorevelabanclaramentesuenormeorgullo.Luegohablóconvozprofunda.

—Elshawneeconocelosbosques,desdelosGrandesLagos,dondeseponeelsol,alasMontañasAzules,dondeselevanta.Haencontradoalosgrandescazadoresderostropálido.TansoloporVientoMortalcambiaráArcodeFresnosucautivo.

—¿Loves?Esinútil—dijoLeggetextendiendolasmanos—.Quesevayacuandoquiera.Esmáscapazquecualquierpielrojadeburlaralpolicíadelafrontera.Cuantoantes semarche, antesvolveráypodremosdedicamosa trabajar.Túdeberíasdarteporsatisfechoconobteneraesamuchacha.

—Cállate—interrumpióBrandt,enojado.—Meparece,Brandt,queelamor tehaestropeado losnervios.Anteserasmás

decididoyahorateasustasdeunhombreatadodepiesymanos,quehadevivirmuy

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poco.—Anadietemo—contestóBrandtconmiradasiniestra—.Peroconozcoloquetú

no tienes bastante sentido común para comprender. Si ese Zane se escapa, cosaprobable,élyWetzelacabaráncontucuadrilla.

—¡Ja!,¡ja!,¡ja!—Leggetseechóareír,golpeándoselasrodillasalmismotiempo—.Entoncestendríaspocasesperanzasdeapoderartedelachica.

—Bueno.No tengo nadamás que decir—replicóBrandt, poniéndose en pie ydandomediavuelta.YalpasaralladodeJonathansedetuvo.

—Sipudiese,Zane, le contestaría ahoraalpuñetazoquemedioustedunavez.Peroyanosveremosenelpobladoindio,cuandomedirijaalOeste…

—Conlamuchacha—interpusoLegget.—Dondeesperoverlacabelleradelpolicíadelafronterasecándosealapuertade

lacabañadeljefe.El aludido lomiró fijamente, pero en silencio. Las palabras no habrían podido

expresar,comolohizosumirada,eldesdénylaamenaza.Brandtsealejómaldiciendo.Noeracobardeynadieleviojamástitubear.Perosu

inteligencia estaba contra él. Mientras viviesen aquellos policías de la frontera,ningún bandido podría dormir, y él era un hombre ya marcado y sentenciado. Elcentelleomortalyfríoqueseadvertíaenlosojosdelprisioneroeraunademostracióndeloquelafronterapensabaysentíaconrespectoalosbandidos.

Mientras Jonathan reflexionaba acerca de lo que había oído, penetraron en elrecintootros tresshawneesyArcodeFresno los llevóaparteparaconferenciar.Alterminarelconciliábulo,eljefeseacercóaJonathan,lecortólacuerdaqueleatabalospiesylehizoseñasdequeselevantara.Elprisioneroobedeció,sintiéndosedébilydolorido,perocapazdeandar.Dedujodeelloquesuherida,aunquedolorosa,noeragraveyquelellevaríaninmediatamentehaciaelpobladoshawnee.

Noseequivocaba,porqueeljefe,seguidoporlosotrostresshawnees,locondujoa la salida de aquel recinto. Los agudos ojos de Jonathan se fijaron en todos losdetalles de la guarida de Legget. En un corral inmediato a la entrada vio ciertonúmero de caballos excelentes y entre ellos el poney de su hermana. En toda lacomarca no se habría podido encontrar otro retiro natural más inaccesible que elrefugiodeLegget.Laentradaconsistíaenunaestrechaaberturadelaparedrocosa,ymediadocenadehombreshabríanpodidodefenderlacontraunejércitodesitiadores.Ademásaquelpasoibaadaralavertientedeunacolinaárida,desdelacualsepodíaobservarmuybienlasllanurasylosbosquescircundantes.

Mientras Jonathan seguía a sus aprehensores, montaña abajo, sus esperanzas,hastaentoncesalgoabatidas,cobraronnuevobrío.Ellargoviajealpobladoshawneese realizaría a través de una comarca desconocida. Los poblados delawares sehallabanalNorteyagrandistancia.Loswyandots,haciaelOeste.Noeraprobableelencuentro de una banda de indios cazadores, porque aquella región pedregosa yestéril eramuy seca y apenas tenía pastos para los gamoso los bisontes.Desde el

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punto de vista del prisionero, la empresa de Arco de Fresno era imprudente ytemeraria.Apesardelaastuciadeljefe,seequivocóenunpuntoyfueencederasudebilidaddeguerreroyaldeseodevanagloriarsedesuhazaña.Enelcarácterdelosindios, el deseo de alcanzar la fama era tan fuerte como el amor a la vida. Losvalientes se atrevían a todo para conquistar las plumas de águila y el guerrero yaexperimentado hallaba la muerte para no mancillar la gloria de las plumasconquistadas.

Wetzelestabaen losbosques,ágilcomoungamoy ferozy temerariocomounleón. Por aquellas ciénagas debía de avanzar cautelosamente, con los oídos de ungamoy los ojos de un gavilán, para sorprender algún sonido o la aparición de losaprehensoresdesucompañero.Ycuandoencontrasesupistalaseguiríaconlamismatenacidadconqueunlobosiguealgamoquevadesangrándose.Suliberaciónnoseintentaríasiquierahastaelmomentooportuno,aunquepudieseponersepreviamenteatiro del campamento shawnee. Maravillosa como sus demás cualidades era lapacienciadelhombredelafrontera.

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XIV

—Buenos días, coronel Zane—dijo Elena con alegre acento al entrar en el patiodondetrabajabaaquél—.¿HavenidoWillporaquí?

—Me parece que si encuentra a Betty no le será difícil dar con él —replicósecamenteelcoronelZane.

—Ahoraquepiensoenello,veoquetieneustedrazón—dijoElenariéndose—.YasospechabayolaescapatoriadeWill.

—ÉlyBettyhanidoacogernueces.—EsomeparecemuymalporpartedeWill—dijoElenaconciertapetulancia—.

Yotambiénqueríairacogernueces,ytantoélcomoBettymeprometieronllevarme.—Oiga,Elena,voyadecirleunacosa—añadióelcoronel,apoyándoseenlapala

ymirándola con cierta ironía—.Les he dicho que no ha habido bastante escarchaparamadurar las nueces y las castañas, pero, sin embargo, ellos salieron.Willmeencargódecirle austed,por si sepresentaba,que le traería lashojas coloradasqueusteddesea.

—¡Quéamable!Intencionesmedandeirabuscarlos.—Meparece,Elena,queharíaustedmuybienabsteniéndose—replicóelcoronel

haciéndoleunguiñoymirándoladeunmodomuysignificativo.—¡Ah,yacomprendo!¡Quétontahesido!—Pues sí. Eso es lo que hay. A nosotros nos contenta mucho que un buen

muchachocomoWillseintereseporBetty.DiossabelamalatemporadaquepasamosconelladespuésdelamuertedeAlfred.Lapobrecillaempiezaarecobrarelánimo,yademás,Elena, es preciso que la gente se case joven.No, hijamía, no debe ustedreírse,porque,como lasdemás,severáen lanecesidaddebuscarmarido.Aquínoocurre como en el Oeste, en donde una muchacha puede divertirse durante sujuventud y tomar el tiempo que quiera para elegir marido. Aquí, una muchachasolteraesunaamenaza.Nohacemuchosañosviadosmuchachosexcelentes,llenosdefuegoydevalor,matarseunoaotroporunamuchachaquenoseresolvíaaelegirentreambos.Si lohubierahecho, los treshabríansidobuenosamigos,porqueaquítodosconstituimosunaenormefamilia.Acuérdesedeesto,Elena,yencuantoaBettyy a Will, siga usted nuestro ejemplo. Déjeles que se arreglen. Ninguna otra cosapuedeencendercontantarapidezelfuegoamorosoentredosjóvenes.

—¡Betty y Will! ¡Cuánto me gustaría que se quisieran! —Luego, con ojosbrillantes de alegría fijos en el coronel, continuó—: ¿Puedo preguntarle, coronelZane,aquiénhaelegidoustedparamí?

—Ahoraquelohadicho,medoycuentadelamagnituddelproblema.Hepasadorevista a todos los hombres solteros del establecimiento, con excepción de Jack.Desdeluegonopuedeustedquererle,porqueesunpolicíadelafrontera,unluchador,etc.Perosinopuedoencontrarlemarido,habrédedejarelasuntoacargodeusted.

—Y,¿nocreeusted,coronelZane,queunmuchachocomoJonathanesdignode

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quelomireunamujer?—preguntóElenaconacentodemodestia.—¡Yalocreoquesí,hijamía!—replicócordialmenteelcoronelZane—.Aquíla

gente no es como en elEste.Unhombre educado, refinadoy todo lo demás, peroincapazderealizaruntrabajorudooaquienlerepugnesudaroensuciarselasmanosde tierra o de sangre, no nos sería de ninguna utilidad para conquistar el Oeste.SencillocomoesJonathanyconsufaltadeinstrucción,esmuysuperioralamayoríade jóvenes de la frontera. Pero instruido o no, es el hombremás noble que se hapuestomocasinesuotrocalzadocualquiera.

—Entonces,¿porquémehadichousted…loquemedijo?—Pues,veráusted—replicóelcoronelZanedirigiendounafurtivamiradaasu

semblanteabatidoypensativo—.A todas lasmuchachas lesgustaque lascortejen.Casi todas las que he conocido habrían deseado que su elegido aventajase a susrestantes admiradores y luego se muriese de amor por ellas en cuanto hubieseobtenidoel«sí».Ahorabien,Jack,queesunpolicíadelafronterayquenotieneotraocupaciónqueladevigilar,nuncamiraráaunamuchachaymenosleharáelamor.Imagino,queridamía,quelecostaríabastanteconquistaraElenaSheppard.Porotraparte, si alguna muchacha linda y animosa, como por ejemplo Elena Sheppard,hiciesedemodoqueJackseolvidasedelosindiosydelalucha,obtendríaelmejormaridodelmundo.Esimposiblehallarunhombremássencillo,bondadosoynoble.

—Locreo,coronelZane.Pero¿dóndeestálamuchachacapazdeinteresarle?—preguntó Elena con alguna vehemencia—. Esos policías de la frontera soninabordables.ImagíneseustedquémuchachapodríainteresaraeseWetzel,tanfríoytan severo como es. Todas sus lisonjas y coqueterías, capaces de atraer a otroshombres,apenasseríanobservadasporéloporJonathan.

—Concedo que la cosa no es fácil, pero lamujer fue creada para subyugar alhombreyesoloconseguiráenlahermosatierraporlossiglosdelossiglos.

—¿Cree usted que Jonathan y Wetzel cogerán a Brandt? —preguntó Elenacambiandorepentinamentedeasunto.

—Apostaría cualquier cosa a que las hojas secas de este otoño caerán sobre latumbadeBrandt.

LafrialdadindiferentedelcoronelZanehizoestremeceralajoven.—¡Perosi lashojashanempezadoacaerya!PapámedijoqueBrandthaidoa

reunirseconlacuadrilladelbandidomáspeligrosodelafrontera.¿Cómopodránesosdos hombres solos vencer a los salvajes, según me han contado algunas veces, ydestruirunacuadrilladebandidoscomoladeLegget?

—EsamismapreguntamelahizoDanielBooneacercadeWetzel.Boone,aunquenoesunpolicíadelafrontera,fueungranluchadorcontralosindios.Heoídousarlasmismaspalabrasaviejoshabitantesdelafrontera,queencanecieronenella.Hepasadoveinteañosconesehombreynopuedocontestar.DesdeluegoJonathanestansólounasombradeél;Wetzelpertenecealtipodeloshombresquehanconservadolafrontera para nosotros fue el primer policía y con toda seguridad también será el

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último.—Y,¿quécualidadestienenJonathanyWetzeldistintasdelosdemáshombres?—Alavezposeenunmaravillosoconocimientodelosbosquesyunasaptitudes

físicas extraordinarias. Imagínese usted a un hombre que tenga un sentido, casi uninstinto animal, que lepermita saber loqueocurre en elbosque.Supongamos,porejemplo, la rapidez de la marcha. Es uno de los más grandes factores. Resultaabsolutamente necesario correr cuando el sostenerse en un sitio equivaldría a lamuerte.Yaensucasaoenlosbosques,lospolicíasdelafronteraseejercitantodoslosdías.Usted,talvez,nosefiguraríaqueseentreguenaesasprácticas.Puesbien,nopodríanhacerloquehacenencasocontrario.Jonathanmehadichomuchasvecesqueseejercitaparaconservarsuligerezadepies.Wetzelandaocorresinelmenoresfuerzo.Pienseustedenlasmagníficascondicionesenquesehallanesoshombres.Cuandoesprecisocorrer,paraeludir lavenganzade los indios,handehacerlo tanrápidamentecomolosgamos.TodoslosZanehansidobuenoscorredores.Yomismotengociertasfacultades;Bettycorretambiénmuyaprisa,delocualserátestigoesteFuertehastaquesecaigadeviejo. IsaaceramuyrápidoyJonathannosaventajaatodos.PeroaúnleganaWetzel.

—¡Diosmío,Elena!—exclamólaregordetaesposadelcoronel,desdelaventana—.¿NosecansausteddeoíraEbenezercuandohabladeWetzel,deJackydelosindios?Vengaconmigo.Meatrevoaesperarquemicharla legustarámásqueesashistorias.

ElenaentróenlacasaparahablarconlaseñoraZane,aquiensiempreleagradabaescuchar, porque su conversación era muy agradable, bondadosa y alentadora. Ydurantesuentrevista,queversódesdeeltrabajodetejerlino,ocupaciónactualdelaseñoraZane,alascarassedasysatenesdeotrostiemposyluegoaasuntosdeinterésactual,ElenahablódelaindicacióndelcoronelZaneconrespectoaWillyaBetty.

—EseEbenezeresinaguantable.Eselcasamenteromáspertinazquesehavisto—declarólabuenaseñora.

—Nohayningúnmaleneso.—Claro que no.Es una cosa conveniente, pero amíme hace reír y aBetty la

enfurece.—Elcoroneldijoquehabíaformadoyaalgunosproyectosconrespectoamí.—¡Claro está que sí!Nopuede usted figurarse cuánto le gustaría verla a usted

felizmentecasada.Tieneelcorazóntangrandecomoesamontaña.Yhadedicadosuvidaenteraaesteestablecimiento.

—Locreo.Muestramuchointerésyextraordinarioceloportodos.HaceunosdíasmehablabadelseñorMordaunt,diciéndomequelamentabamucholasituacióndeeseinglés y que le gustaría ayudarle. Le parece una lástima que un hombre comoMordauntsedegradedeesamanera.

—Sí. Es muy lamentable. Y el mundo está lleno de esos desgraciados. A mísiempremehagustadoelaspectodeesehombre.Nolehehablado,comoesnatural,

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perolehevistoconfrecuenciayhayalgoenélquemeagrada.Nocreoqueseasuguaporostro,aunqueyaséquealasmujeresnosimpresionaeso.

—Tambiénamímegustócomoamigo—dijoElena—.Enfin,mealegrodequesehayamarchado.

—¿Quésehamarchado?—Sí.Ayer.Vinoadespedirsedemíy,aexcepcióndesupalidezydesusmanos

temblorosas, se portó como solía hacerlo en Virginia. Díjome que se proponíaregresar a Inglaterra y, además,memanifestó su arrepentimiento…por lo que noshizo sufrir a papá y amí. La bebida le había destrozado, según dijo, y, en efecto,parecíaunhombrearruinado,físicaymoralmente.Yoledilamanoyluegomefuiamicuartoymeechéallorar.

—¡Pobrehombre!—suspirólaseñoraZane.—Papá dijo que se hamarchado de Fuerte Henry con uno de los hombres de

Metzarencalidaddeguía.—¿Demodoquenosehallevadoaaquelbichomalo,comoEbenezerllamaasu

criadoCase?—No,y,sirecuerdobien,papádijoqueCasenoquisoacompañarle.—¡Ojalálohubiesehecho!Noesningúnsujetoagradableenelpueblo.En aquel momento les llamaron la atención unas voces que resonaban en el

exterior.LaseñoraZanemiróporlaventanaydijo:—AhívienenBettyyWill.ElenasalióalsoportalparaverasuprimoyaBetty,queentrabanenelpatio,yel

coronelZanevolvióaapoyarseensupala.—¿Hanrecogidoustedesnuecesdelashayasodeotrosárbolescualesquiera?—

preguntóesteúltimo.—No—replicóalegrementeWill—.Losfrutosnosehanabiertotodavía.—Esuna lástimaque la escarcha se retrase tanto—dijo riéndose el coronel—.

Peroyaveoqueesonoimportagrancosa.—¿Dónde estánmis hojas?—preguntóElena sonriendoy haciendouna seña a

Betty.—¿Quéhojas?—preguntóeljoven,muyextrañado.—Pues las hojas de otoñoqueWillmeprometió ir a coger conmigo, pero que

luego,alcambiardeidea,dijoquemetraería.—Meheolvidado—replicóWill,algoapurado.El coronel Zane tosió y luego, sorprendiendo una mirada de Betty, que había

empezadoasonrojarse,sededicóamanejarlapala.El rostro de Betty se ruborizó intensamente al oír la primera pregunta de su

hermano,peroserepusountantoaladvertirquenoqueríabromearconellacomodecostumbre.Depronto,sinembargo,almiraraciertadistancia,palideció,poniéndoseblancacomolanieve.

—Ebenezer,miraalcamino—exclamó.

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Doshombresdealtaestaturaseaproximabanconpenosospasos.Unososteníaasucompañero.

—¡Wetzel!¡Jack!¡YJackestáherido!—gritoBetty.—Tranquilízate,queridamía—dijoelcoronelZaneconeltonoserenoqueleera

propioenmomentosdeexcitación.El agua se escurría por la vestidura de Wetzel; su aspecto, con el cabello en

desorden,dabamiedo.El rostrode Jonathanestabablancoydesencajado.Tenía lachaqueta de pielmanchada de sangre, y lamano que apretaba con fuerza sobre latetillaizquierdamostrabatambiénoscurasmanchasrojas.

Elenaseestremeció.Casidesmayada,demasiadoasustadaparagritar,seapoyóenlajambadelapuerta;sucorazónsecontraíaysentíaunescalofríorecorrertodosucuerpo.

—¡Jack!¡Jack!—gritóBettyconvozmoribunda.—Noesnada,Betty—dijoWetzel.—Vamos a ver, Betty, no te asustes de un poco de sangre —dijo Jonathan

sonriendodébilmente.—Traigan agua, tijeras y unos paños limpios—añadióWetzel al ver salir a la

señoraZane.—Entren—replicólaesposadelcoronel,quedesaparecióinmediatamenteenel

interiordelacasa.—No—replicóelpolicíadelafrontera.Quitándoselachaquetaconayudadesuhermano,desabrochólacamisaydejóal

descubiertosuhombroherido.Debajodelaclavículaaparecióungranagujerodefeoaspecto.

Aunqueaterrada,cuandoElenavioaquelbronceadoymacizohombro,ellargoypoderoso brazo con sus cuerdasmusculares que se dibujaban debajo de lamorenapiel,sintióintensaadmiración.

—Ha estado a punto de rozar el pulmón —dijo la señora Zane—. Además,Ebenezer,nuncaunbalazohizotalagujero.

Wetzellavolaherida,quemanabasangre,yaplicósobreellaunascuantashojasquesacodelbolsillo.Hechoesto,vendóestrechamenteelhombro.

—¿Cómolehicieronestaherida?Wetzel tomoelcarcajdeflechasqueJonathandejaraenelsoportaly,eligiendo

unadeellas,laentregóalcoronel.Lapuntadepedernalyunapartedelastaestabanteñidasdesangre.

—¡Elshawnee!—exclamoelcoronelZane.LuegollevóaunladoaWetzelyempezóaconversarconélenvozbaja,entanto

queJonathan,mientrasBettylesosteníaelbrazo,subiólosescalonesypenetroenlavivienda.

Elena corrió a su casa y, una vez en su habitación, dio rienda suelta a susemociones.Lloródesusto,acausadelaexcitaciónnerviosa,deagradecimientoyde

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alegría.Luegosehumedecióelrostro,frotosusmejillasparadarlesalgúncolorysedispusoapreparar lacomida,aunquecasi sin saber loquehacía.Nopodíaolvidaraquelanchohombroconlaespantosaherida.¡QuéhombredebíadeserJonathanpararecibirtalheridayseguirviviendo!Yapesardequellegóasucasaexhaustoysinfuerzas,eradeadmirarlacalmaylafrialdaddesuporte.¿QuénohabríadadoellaparaquelehubiesecorrespondidoladébilsonrisaquebrillóenlosojosdeJonathandirigidaaBetty?

La tarde fue larga para Elena. Por fin, después de cenar, se cambio de traje y,rogando aWill que la acompañase, echo a andar camino abajo en dirección a lacabañadelcoronelZane.Atalhoraéstesesentabainvariablementeenlosescalonesde laentradadesucasa, fumandouna largapipa india,ycontemplabaelvalleconensoñadoresojos.

—¡Caramba!¡Québonitaestáusted!—dijoaElena.Luego,haciéndoleunguiñoañadió—:¡Hola,Will!EncontraráusteddentroaIsabelconJack.

—¿Cómoestáél?—seapresuróapreguntarElena,entantoqueWill,riéndose,sedisponíaasubirlosescalones.

—Muy bien. Ha dormido todo el día. No creo que su herida tenga grandeimportancia,esdecir,quecarecedeellatratándosedeunhombrecomomíhermano.LomismosucederíaconrespectoaWetzel.Esaheridahabríabastadoparamataraunhombrecorriente.Isabeldicequesinosepresentancomplicaciones,unainfecciónoalgocapazdeproducirfiebre,securarárápidamente.Wetzel,porsuparte,estásegurodequeambospodránreanudarsuspesquisasdentrodeunasemana.

—¿EncontraronaBrandt?—preguntóElenaenvozbaja.—Sí.Lepersiguieronhastasuguarida,yésta,comopodíaesperarse,noesotra

queelcampamentodeBingLegget.LosindiosllevaronallíaJonathan.—¿DemodoqueJackfuecapturado?ElcoronelZanerelatólosacontecimientosdelostresdíasanterioresqueconel

mayorlaconismolehabíacomunicadoWetzel.—ElindioquevienlafuentellevabaelarcoquehatraídoconsigoJonathan.Él

debiódedispararaquellaflecha.Eraunsalvajemagnífico.—Era,realmente,unindionotableymuymalo,unodelosmásastutosespíasque

calzaronmocasines. Pero ahora yace su cadáver sobre elmusgo y las hojas secas.Bing Legget no tendrá nunca otro correo semejante a ese shawnee. Pero vamosadentro.

LlevóaElenaalaespaciosasala,dondeJonathanestabatendidosobreundiván,rodeadoporBettyyWill.Tambiénestabanpresenteslaesposayloshijosdelcoronel,SilasZaneyvariosvecinos.

—Mira,Jack.Aquíhayunaseñoritaquepreguntaportusalud.Esomerecuerda,Isabel,eldíaenqueIsaacvinoacasaherido,despuésdefugarsedeentreloshurones.Ysupongoqueélysuesposaindianotardaránmuchoenllegardevisita.

Elena olvidó a todo elmundo, excepción hecha del hombre tendido, inmóvil y

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pálido, sobre el diván. Y le miró con ojos extrañamente dilatados, oscuros ybrillantes.

—¿Cómoestáusted?—preguntóconvozsuave.—Muybien.Gracias, señorita—contestó Jonathan.Con lamayor habilidad, el

coronelZanelogróqueBetty,Will,Silas,Isabelylosdemásseinteresaranenalgunasnoticiasmuy curiosas que acababa de oír o de inventar, y así dejó a Jonathan y aElenarelativamentesolosenaquellosmomentos.

Elinteligentecoronelcreyó,talvez,queaquéllaseríalaocasiónoportunavioelrostrodeElenacuandoseinclinabahaciaJonathanyesofuebastanteparaél.Yporestarazónhabríaapeladoatodosuingenioparaalejaralosdemásdeaquellapareja.

—Hetenidounsustohorrible—murmuróElena.—¿Porqué?—preguntóJonathan.—¡Oh! ¡Parecía tanta la gravedad de su estado…! Además la sangre y esa

horribleherida…—Esonoesnada,señorita.Elenalesonrió,ytantosilaheridateníaonoimportancia,ajuiciodeJonathan,

ella,fijándoseensudebilidadyensurostrodesencajado,comprendióqueelregresoacasahabíasidohorrible.Lososcurosojosdeélcarecíanenaquelmomentode lafrialdadydelbrillometálicoqueleseranatural.Estabanfatigadosycasi tristes.Elpobremuchachoyacíainofensivo,ysupoderosocuerpoteníalainmovilidadpropiadeunniñoqueduerme.Hastaentoncesaquelhombreexpresóunantagonismocasiindefinible, pero ahora su aspecto era en extremo afable, como el de un hombredemasiadofatigadoparaseguirluchando.ElcorazóndeElenasellenódecompasión,deternuraydeamor.LadebilidaddeJonathanlaafectabamuchomásdeloquepudohacerlosufuerzaysuvigor.Y,coninvoluntariogestodesimpatía,apoyósuavementesumanoenunadelassuyas.

Jonathanlamiróconojosqueyanoestabanciegos.Eldolorloshabíasuavizado.Porelmomentosintiósefueradesímismoyviolascosasdeunmodomuydistinto.Lasuaveternuraylamiradadeella,laafectuosidadresplandecientedesurostro,sumismabellezalesubyugaronmientrasunaimpelentealegríaseapoderabadetodosuser.Seestremeciócuandolosdedosdeellaseapoyabantímidamenteenlossuyos,yabriósuanchamanoparaoprimircariñosamenteladeElena.

—¡Señorita!—murmuróconvoz roncae insegura,queennadaseparecióasuacentonormal.

Elena inclinó la cabeza para aproximarse más a él; vio temblar sus labios ydilatarse lasaletasdesunariz;perouna tristeza inexpresableveló laalegríadesusojos.

—¡Laamo!Estaspalabras,pronunciadasenvozmuybaja, llegaronaoídosdeElena,quien

experimentó la sensacióndeque,ensueños, seelevaba flotando,endirecciónaunmundo muy hermoso, en tanto que en sus oídos sonaba la música de aquellas

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palabras. Volvió a mirarle. ¿Había soñado acaso? No. Los oscuros ojos de él sefijaronenlossuyosconunaexpresiónamorosainnegable.Unaimpresiónexquisita,aguda, dulce y fuerte al mismo tiempo, pero terrible por el dolor que le causaba,palpitóentodosuser.

La revelación había sido demasiado repentina. Era aquello maravillosamentedistintodecuantosehabíaatrevidoaesperar.Y,temblorosa,inclinólacabeza.

Unmomento después sintió lamano del coronel en su silla y le oyó decir enalegrevoz:

—Bueno,bueno,hijamía.Nodebeustedhacerhablarmuchoa Jack.Fíjeseenqueestámuypálidoyfatigado.

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XV

Cuarentayochohorasdespués,JonathanZaneselevantóyempezóairdeunladoaotro de la cabaña, como si nunca hubiese sido herido; al tercer día salió a dar unpaseo hacia la fuente, y una semanamás tarde esperaba ya aWetzel, dispuesto aemprenderlaexcursión.

Aloctavodíadesu forzada inactividadycuandoestabasentadoconBettyyelcoronelenelpatio,aparecióWetzelenunacrestamontañosa,haciaelestedelFuerte.Enbrevediolavueltaalaestacadaqueservíadevallayseencaminóhaciaellosenlínearecta.ParaelcoronelZaneyBetty, laexpresióndeWetzelera terrible.Habíadesaparecidodesurostrolaseverabondad,lacalmaylafríagravedaddesuaspectoordinario.Sinembargo,nomostrabaningunahuelladesuextrañapasióndeperseguirydematar.Nohabíadudadequeaquel instintoterribleestabaalrojoblanco.Perollevabaunamáscarafoscaeimpenetrable,quehacíasemejarsurostroaunaestatuadepiedra.

Wetzelhablóbrevemente.DespuésderecomendaraJonathanquesereunieseconélalapuestadelsoldelsiguientedía,enunpuntosituadoacincomillasríoarriba,dio cuenta al coronel de queLegget y su bandahabían abandonado su retiro, paradirigirse al Sur, aparentemente en una expedición de merodeo. Luego, estrechó lamanodelcoronelysevolvióaBetty.

—Adiós,Betty—dijoconvozsonorayprofunda.—Adiós,Wetzel—contestó la joven lentamente, como sorprendida—. ¡Dios le

proteja!—añadió.Él se puso el rifle al hombro y empezó a descender por el camino, aunque se

detuvoantesdepenetrarenlaespesuraquerodeabaelclaro,conobjetodemirarotravez hacia el establecimiento. Un momento después, su oscura figura habíadesaparecidoentrelasmatas.

—Mira,Betty.HevistomarcharaWetzelcentenaresdeveces,aunquenuncamedio lamanoantesdepartir.Por esomeextraña su actitudde ahora. ¿No teparecerara?

Betty no contestó hasta que Jonathan, que se disponía a entrar en la casa, nopudieraoírla.

—Wetzel teníaelmismoaspectoyhaobradode igualmodoque lamañanaenquesalióparabuscar lapistadeMiller—replicóBettyenvozbaja—.Creoque,apesar de su indiferencia por el peligro, comprende que las circunstancias le sonadversas, como en el momento en que emprendió la persecución de Miller, puesestabasegurodequeiríaapararalcampamentodeGirty.Ademásestoypersuadidade queWetzel nos quiere, aunque no lo demuestra del modo acostumbrado. DiosquieraqueélyJackvuelvansanosysalvos.

—Realmentevanaemprenderunaexpediciónmuyaventurada.Quizálapeordetoda su vida —dijo el coronel con acento lúgubre—. ¿Te has fijado en cómo se

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oscurecióelrostrodeJackalverasucamarada?UnabuenapartedelavidaquellevanuestrohermanosedebealainfluenciadeWetzel.

—Mira,Ebenezer,voyadecirteunacosa—replicóBetty,animadaporsuantiguoespíritu—.ÉstaeslaúltimapistadeJack.

—¿Porquécreeseso?—Sinovuelvehabráseguidolasuertedetodoslospolicíasdelafrontera;perosi

regresaunavezmás,yano,sesepararádeElena.—¡Uf!—exclamóZane,expresandosuplacerconlainterjeccióncaracterísticade

losindios.—LanochesiguientealadelallegadadeJack,cuandovinoherido—continuó

Betty—,levi,mientrasestabatendidoeneldiván,miraraElena.¡Quémirada!Estoysegura,Ebenezer,dequeellahatriunfado.

—Asíloespero,aunquetodavíatemoalgo—replicósuhermanocontristeacento—.Sivuelve…Esoesloimportante.Mira,Betty,procuraqueveaaElenaantesdemarcharse.

—Meesforzaré.Aquíviene—dijoBetty.—¡Hola, Jack!—exclamó el coronel al ver a su hermano, que salió con algún

apresuramiento—.¿Quétepasa?¡Caramba!Y¿paraquéllevaslamalditaflechaquetedisparóelshawnee?¿Adóndevasconella?¿Quédemonios…?Oye,Betty…

Éstalehabíadadounligeropuntapié.Elpolicíadelafronteraparecíaestarmuyapurado.Titubeabaysesonrojó.Con

todaevidencia, lehabríagustadoeludir lapreguntadesuhermano,peroéstenoseanduvoconambages,demodoqueeraimposibledisimularconél.

—Elenadeseaestaflechayporestarazónmedisponíaallevársela—dijoalfin.Ysemarchó.

—Ebenezer,eresuntonto—exclamóBetty.—¡Maldito sea yo! ¿Quién habría podido figurarse que iba a darle esamaldita

flecha?

CuandoElenaintrodujoaJonathanporvezprimeraensulindasalita,elcorazóndelamuchachaempezóalatirtanfuertequepodíaoírlo.

No le había visto desde la noche en que murmuró aquellas palabras que lahicieron tan feliz. Había permanecido en su casa inexpresablemente agradecida alconocersurápidorestablecimiento,viviendoenladulzuradesualegríaesperándole.Yahorasepresentaba,tansombrío,tangrave,tandiferenteaunhombreenamorado,quesintióunescalofríoalolargodesucuerpo.

—Mealegromuchodequehayatraídoustedlaflecha—tartamudeó—,porque,desdeluego,elhechodehabervenidoindicaqueestáustedrepuesto.

—Melapidióustedylahetraído.Mañanavuelvoasalirparaunaexpedicióndelaqueesposiblequenoregrese—contestósencillamente,convozalparecerfría.

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Eracomosi entre amboshubiese,denuevo,unadistancia inconmensurable, demaneraquelafelicidaddeElenamuriólentamente.

—Seloagradezcomucho—dijoconvozquetemblabaapesardesusesfuerzos.—Noesunrecuerdomuyagradable.—Noselahepedidocomorecuerdo,sinoque…porquelaquería.Nadanecesito

paraconservarvivosmisrecuerdos.Algunaspalabrasqueoíenvozbaja,hacemuypocosdías,bastaránpararecordar…enelcasodequenolashayasoñado.

Un desencanto amarguísimo impedía a Elena seguir hablando.Aquél no era elhombrecariñosoydevozsuavequeleconfesósuamor.Eraelindiferentepolicía.Denuevovolvíaaserlapersonificacióndesusextrañosymisteriososbosques.UnavezmáseraelcompañerodelfríoeinescrutableWetzel.

—No,señorita.Contodaseguridadnosoñóusted—contestó.Elenapasó,de laamargura intensaydeunasensaciónsofocantededolor, a su

antiguoestadodedulceytumultuosaalegríaquehacíapalpitarsucorazón.—Dígame usted que no soñé —exclamó con voz suave y con el rostro

nuevamenteanimado.Seacercóaélylomirócontodosucorazón,fijandoenélsusgrandesojos,mientraselamorlehacíatemblarsusrojoslabios.

Elpolicíadelafronteraperdiótodasuserenidaddespuésderecibirlamiradadeella. Empezó a pasear por la estancia retorciéndose las manos en tanto quecentelleabansusojos.

—Señorita,nosoymásqueunhombre—exclamóconvozroncavolviéndoseaella.

Solouninstantepermanecióenpieantelajoven;sinembargo,fuesuficienteparaquelavieseretrocederunpocoenelinstanteenquelaalegríadesusojosdesaparecíaantelaincertidumbreylaexpresióndeesperanzafugitiva.Luegoélvolvióapasearporlaestanciayahablardeunmodoincoherente.Amedidaquefluíanlaspalabrasdesuboca,secalmóy,conalgodesudignidadnatural,hablóconmayorilación:

—Ledijequelaamabaaustedyescierto,peronoqueríarevelárselo.Nodebierahaberlodicho.Perolaocasiónmeinclinóaello,aunquepuedoasegurarlequeanteshabríapreferidomoriradarleaentendermissentimientos.Durantemesesenterosheluchadoconesteamor.Esverdadquealprincipiomepermitíladebilidaddepensaren usted y en eso obré mal. Emprendía mis excursiones recordando sus ojosmagníficosy,antesdequeyomediesecuenta,sehabíaustedmetidoenmicorazón.Ademásmividayanofueladeantesapartirdelmomento…deaquelbeso.Bettymedijoqueustedmequeríayesocontribuyóaempeorarmiestado,aunquenuncalleguéacreerlo.Yhoyhevenidoadespedirmedeusted,sibienconlaesperanzadepodercontenerme,perounasoladesusmiradashabastadoparaacabarconmivalor.Yahorasepausted,señorita,quedeesonopuederesultarmásquedolor.Aunenelcasodequeustedmequisiera,yyonomeatrevoacreerlo,nadapuederesultardeestasituación.Yotengomipropiavidayafijadaydecidida,yenellanopuedehaberningunanovia.Talvez,comodiceWetzel,hayunaenelcielo.¡Oh,niñamía!Estoha

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sidomuyduroparamí.Laveosiempreenmisexcursionessolitarias.Contemplosusojosgloriososenloscampossoleadosenquemejorbrillanlasestrellas.Susojosmeatormentan.¡Ah!Esustedlamásdulcemujerquenuncasubyugóaunhombreylaamo,laamo…

Volviósehacialaventanayoyóunaexclamaciónsuave,convozquebrantada,yel roce de una falda. Creyó que le rodeaba una ráfaga de aire. Luego, dos brazossuaves y redondeados se enroscaron en torno de su cuello y una dorada cabeza seapoyóensupecho.

—¡Jonathan mío! ¡Mi héroe! ¡Mi amor! Jonathan estrechó a la hermosa ytemblorosaniñasobresucorazón.

—Elena,porelamordeDios,nodigaustedquemeama—rogóestremeciéndosealsentirelcontactodesuscálidosbrazos.

—¡Ah!—suspiróellalevantandolacabeza.Sus ojos radiantes, maravillosamente azules e inundados de amor inefable,

parecíanabrasaraljoven.Ésteacercabayasuslabioshacialabocarojaydulcedelajoven,taninmediata,

cuandoseretirósobresaltadoyenderezoelcuerpo.—¿Soyunhombreouncobarde?—murmuró—.Déjemepensar,Elena,nome

juzguemal.Nomecreaduroofrío,yaquéúnicamentedeseohacerloquedeba.Seapoyódecodosenelantepechodelaventana,entantoqueElenapermanecía

asuladoconunamanosobresutemblorosohombro.Cuando,alfin,sevolvió,teníaelrostropálidoyfríocomoelmármol,ysuexpresióneratriste,firmeysevera.

—Esonodebeser,Elena.Destrozaríasuvida.—Másmeladestrozarásimeabandona.—No.No,Elena.—Nopuedovivirsinusted.—Espreciso.Nosoydueñodemivida,paradarlaanadie.—Peroustedmeama.—Soyunpolicíadelafrontera.—Yonovivirésinusted.—Cállese,cállese,porDios.—Leamo.Jonathandiounfuertesuspiroyunavezmáseltemblorseapoderódeél,deaquel

hombrequeresultabatandignodecompasión.Teníaelrostropálidoenextremo.—¡Leamo!—repitióellaconvozindescriptiblementeprofundayllena.Yabriósusbrazos,quedándoseanteélconelpechopalpitante,consusgrandes

ojosllenosdetristeza,deapasionadaspromesas,perfectaensubellezaygloriosaensuabandono.

Elpolicíadelafronteraseinclinó,doblándosecomounacañarota.—Óigame —murmuró ella acercándose—. Váyase si es preciso que me

abandone,peroqueseaéstasuúltimapista.Vuelvaamilado,Jack,vuelvaamilado.

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Ya ha llevado bastante tiempo esa vida horrible y ha conquistado un nombre quenuncaseolvidará.Hacumplidoustedconsusdeberesconrespectoalafrontera.Losindios y los bandidos desaparecerán en breve.Acepte la hacienda que su hermanoquieredarleyvivaparamí.Seremos felices.Yoaprenderéa cuidar suhogar: ¡Oh,amormío!Lerecompensaréporcuantopuedaperderalabandonarlaspersecucionesy las luchas. Permítame persuadirle, en bien de usted y mío, porque es usted micorazón,mialmaymivida.Vayaustedaseguirsuúltimapista,Jack,yvuelvaamilado.

—¿YdejaréabandonadoalpobreWetzel?—Élesdistinto.Vive tansólopara lavenganza.¿Qué le importanaustedesos

pobressalvajes?Seleofreceunavidamuchomejorymásnoble.—Nopuedoabandonarmisocupaciones,niña.—No hay necesidad. Pero abandone, en cambio, ese inútil afán de aventuras.

Como usted ya sabe, éste es el que preferentemente impulsa a los policías de lafrontera.Abandónelo,Jack,sinoporusted,pormí.

—No.No…nunca…Nopuedo…Noquieroseruncobarde.Despuésdetantosañosnoabandonaréamicompañero.No…no…

—Nolodigamás—rogóella,acercándosetodavía,hastaapoyarsedenuevoensupecho.Ylerodeóelcuelloconlosbrazos,puesalasazónellaluchabaporelamoryporalgomásquelavida—.Adiós,amormío.—Lebesóconunalargapresióndesus redondeados labios—. ¡Queridomío!Hágamecaso.Querido Jack, vuelva amilado,porqueleamo.

Alfinsesoltóy,llorando,saliódelaestancia.Con pasos inseguros como los de un ciego, él buscó a tientas la puerta, la

encontróysefue.

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XVI

EldíamáslargodelavidadeJonathanZane,elmásextraño,terribleycomplejodeemociones ininteligibles, fueaquélenqueseconvenciódeque la soledadyano lebastaba.Anduvopor los bosques comoun hombre extraviado que no sabía lo quebuscaba.Recorriendolasumbríaspistas,andabaenbuscadesuhumorapacibleynopodíaencontrarlo.Sehundióenlasprofundidadesdelosprecipicios,enlaespesurade losbosques,donde losárbolesocultaban la luzdeldía.Buscó las laderasde lasmontañas cubiertas de hierba y atravesó los prados y las llanuras. Pero algo se leescapabasiempre.Lainvisibleyhermosavidadetodaslascosasinanimadasyanocantabaensucorazón.Elmuellemusgo,lahojatemblorosa,laelocuentecortezadelosárboles,loslímpidos,húmedosyvoraginososestanquesbajolasverdesorillas,lasmiríadas de objetos naturales de los que tanto aprendiera, y las innumerables yalegresvidasquelerodeaban,yanolehablabanconlafidelidadquesatisfacíaasualma.Elambientedesusdíasinfantiles,desujuventudydesuvirilidadnoresultabatandulcecomoenotrostiempos.

Su inteligencia, aguzada por el dolor de una experiencia nueva, le dijo que envanoesperó,porelhechodeserunpolicíadelafrontera,escaparaldestinouniversalde lavidahumana.Confusamentesentía supropiodespertaraunavidamásplena,peronoacogíacongustoaquellanuevaluz.Comprendióqueloshombressiempresevolvieron,enalgunaépocadesusvidas,hacialasmujeres,delamismamaneraqueelciprésseinclinahaciaelsol.Aquelladebilitacióndesucarácterduroyresistente,aquelablandamientodesucorazónyenespeciallainquietudylafaltadealegríayarmoníadesusantiguasexpedicionesporlossenderosdelbosque,lemaravillabanyle turbaban a la vez. Millares de veces había sido cruzada la pista que él mismosiguiera,mas,paradolorsuyo,nuncahastaentonceslacruzóunamujer.

Con el corazón dolorido, herido su orgullo, enojado, triste y lleno deremordimientos,sintiendoeldespertardelapasiónyexperimentandosucesivamenteestos sentimientos, vagaba por los bosques visitando inconscientemente losescenariosdondeenotrotiempohallósosiego.

Detúvoseenmuchasumbrosasciénagas,ennumerosasyapaciblesalamedasyalpiedelosriscosdecolorgrisojuntoalasvertientescubiertasdemusgo,buscandocontristesojoselespírituquehuíadeél.

En losbosquesverdesydoradosseelevabaanteélunaenormeyabrupta roca,manchadaconelmusgoyresplandecienteacausadelaguaqueporellasedeslizaba.Loshelechosvestidosconsutrajerojizodeotoñomostrábanseenlabasedeunarocade color gris verdoso, o rodeaban un profundo y oscuro estanque salpicado deamarillas hojas. A medio camino de la vertiente, el ascenso perpendicular seinterrumpía por una roca saliente, sobre la cual se inclinaban, al recibir el viento,algunas plantas de anchas hojas y unos helechos de color de oxido. Ymás arribamostrábaseelacantiladoabiertoporvariasfigurasyrajasensusuperficiemaltratada

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porlaintemperie.El bosque crecía hasta la orilla del precipicio. Un roble lleno de follaje y un

espléndido arce, el primero aún fresco con sus hojas de color verde oscuro y elsegundoformandovisiblecontrastegraciasasufollajeamarillorojizoyanaranjadoqueseasomabahaciaelabismo.Unpoderosocastañoseagarrabaconsuscorroídasraícesaaquelsuelorocoso.Enlamismaorillaveíanselindospenachosformadosporplantasdetonosdorados,bayasrojas,musgodecolorambarinoyvidesverdesqueseasomaban, arrastrándose, para contemplar la profundidad, y todos los rincones yanfractuosidadessosteníanfrágileshelechosypálidosásteres.Otroriscomásaltoqueelprimeroycubiertodeunbosquemásdensosemostrabadominanteydesdeélcaíaunatransparentepelículadeagua,delgadacomohumoeiridiscentealrecibirlaluzdelsol.Agrandealtura,dondelapequeñacorrientedeaguaacariciabaelriscollenodemusgo,brillandocomoorosobrelasoscurasramasprovistasdehojasverdes,rojasyamoratadas,sedivisabaelclaroazuldelcielo.

Con el corazón más humilde, Jonathan se acercó a la corriente. Su cascadafavoritanolefuefiel.Eloroqueallíbrillóeraelcabellodesuamada.Elrojoeransus labios; el oscuro remanso en sus luces y sus sombras y sumisterio insondableeransusojos.

Alfinllegóaotroescenariodeaspectomássuave.Unaciénagaabiertadondeelarroyo saltaríny llenodeondulacionescorríabajounososcurospinabetesydondeunashojasdezumaquedecolorrojodesangreyotrasdehayasemejantesamanchasde luz solar se destacaban sobre el tono verde. Bajo un abedul algo inclinadoencontróunafajadeásterespurpúreos,yapocadistanciadeellos,juntóaunapiedrallenademusgo,unasolitariagenciana.Sucolorintensolerecordólosojosazulesqueleobsesionabany,denuevo, comoposeídoporunmalespíritu, empezóa irdeunladoaotroalolargodelaalegrecorriente.

Finalmenteeldolorylaintranquilidadsealejarondeél.Encuantoserindióasuamor, recobró lapaz.Aunque en su corazón sedecíaqueElenano erapara él, nosentía lanecesidadde torturarse resistiendocontraaquella fuerza irresistible.Podíaamar sin ser cobarde.Comenzaría a vivir donde se había operado el cambio de suvida,llevandoparasiempreacuestasaquellacargadulceyamarga.

Lamemoria,cuandoyasehabíaconfesadovencido, leconvertíaenun juguete,recordándole a cada paso la dulzura de aquel cabello aromático, de aquellos ojoselocuentes,delosacariciadoresbrazosydeloshúmedoslabios.YmuchomásdifícilqueeldolorresultabacontenerlaideaseductoradequenoteníamásquehacersinovolveralladodeElenaparasentirdenuevoelencantodesupresencia,gozarconlagraciadesupersona,oírlamúsicadesuvozysentirotravezsuslabiosenlossuyos.

Entonces supo Jonathan que aquel tormento no había hechomás que empezar.Queeldoloryelsufrimientodesuorgullovencidoydesuespírituconquistadonoeran nada.Y, en cambio, que lo era todo vigorizar su corazón contra la alegría, ladulzurayeldeseodelamor.

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Había, pues, un tumulto en su corazón. La amargura y la tristeza ya no lemolestabancomoantes,peroardíaensuinteriorundeseoapasionado,nacidodelosrecuerdosytaninextinguiblecomoelfuegodelsol.

LaréplicadeElenaasuslevesexcusas,asudeberyasuvida,fueladequeleamaba. Talmaravilla le debilitaba. ¿No era ya suficiente su respuesta? «Le amo».Dos palabras solamente. Pero eran bastantes para cambiar el mundo. Una mujerhermosaleamaba,lehabíabesadoysuvidayanopodíavolveraserlamisma.Ellaletendiólosbrazosyél,encambio,mostrándosefrío,indiferenteeinsensible,dejóqueellasesintieraagobiadadevergüenzayquelucharaporsupropiafelicidadyporlaalegría,queeseldivinoderechodelamujer.Habíaestadociego.Nocomprendióel significadodesugenerosaacción,y tampoco,hastaque fuedemasiado tarde, sediocuentadeloquedebiócostarleydelavergüenzaquesunegativalehizosentir.Sialgunavezellavolvíaamirarleconternura,oseinclinabahaciaélconloshermososbrazosabiertos,prometíasecaerasuspies,arrojara lo lejossudebery jurarlequetambiénlaamabacontodasualmayqueleentregabasuvidaparasiempre.

Asíatormentabaelamorelcorazóndelpolicíadelafrontera.Lentamentemoríaelmelancólicodíadelveranilloindio,mientrasJonathansalía

delosbosquesparallegaraunallanuraquehabíamásallá,donde,alapuestadelsol,secitaraconWetzel.Unaneblinasemejanteaunanubedecoloramoratadohabíasesuspendidosobrelahierbaquecabeceabadébilmente.Podíadivisarmuybienaquellaextensióndeprado, aunque le constabaque su anchura eraunamilla.Tan sólo lossaltamontes alteraban la serena apacibilidad de aquella tarde otoñal y toda laNaturaleza parecía estar en armonía con la estación. Jonathan permaneció un ratoinmóvilmientrasseserenabansuspensamientosgraciasalsilencioyalasoledaddeaquelprado.

Encuantolassombrasdelosárbolesempezaronaalargarseyaproyectarsesobrelaamarillentahierba,comprendióquehabíallegadolahorayavanzóhacialallanura.Lacruzóypor fin fuea sentarse sobreunaenormepiedra,unodecuyosextremossobresalíasobreelrío.

A lo lejos y al Oeste, el sol dorado y rojizo, demasiado ardiente todavía paramirarlo,empezabaadeclinartraslascopasdelosárbolesdelamontaña.Lentamentesudiscorojosehundióparaocultarseenelhorizonte,ycuandohubodesaparecidoenél, Jonathan dio media vuelta para registrar con la mirada el bosque y la llanura.Wetzelacudiríaa lapuestadelsol.Peroaldirigir laprimeramiradaasualrededorresonóunligeroruidodepasosasuespalda.Jonathannosemovió,porquelohabíareconocido,yunmomentodespuésestabaasuladolaaltafiguradeWetzel.

—Meheretrasadotantocomoteanticipastetú—dijoéste—.Pasaremosaquílanocheysaldremostempranoporlamañana.

Bajo el abrigo de aquella roca, uno de cuyos extremos formaba un amodo detejado,yalasombradelaespesura,elpolicíadelafronteraencendióunapequeñahoguerayasóunas lonjasdecarnedegamo.Luego, fumandosus largaspipas, los

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dos compañeros permanecieron largo rato sentados en silencio, mientras elcrepúsculoparecíatenderunmantogrissobreelríoylallanura.

—LaexcursióndeLegget,ríoarriba,fueunaañagaza,comosospechaba—dijoalfinWetzel—.Estáenlosbosques,apocadistanciadeaquí,yalpareceresperaalgooa alguien. Le acompañan Brandt y siete pieles rojas. Tendríamos una buenaoportunidad de cogerlos por lamañana.Ahora se hallan ya a gran distancia de sucampamentoy,porlotanto,esperaremosparaverquédiabluraseproponenllevaracabo.

—Talvezesperanaunacuadrilladeindios—sugirióJonathan.—En el valle y a corta distancia de él hay pieles rojas pero a mi juicio anda

equivocado.—¿Ysinosotrosfuésemosacaersobreesosindios?—No habrá más remedio que apechugar con lo que venga —replicó Wetzel

tendiéndoseenunlechodehojarasca.Cuando la oscuridad rodeó aquel lugar, Wetzel se había sumido en profundo

sueño, en tanto que Jonathan seguía sentado, con la espalda apoyada en la roca yvigilandolasúltimaschispasdelahoguera.

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XVII

Elena yWill regresaban presurosos por el camino del río. Seducidos por la suavebellezadeaquellamañanaotoñal,seaventuraronamayordistanciadelFuertedelaqueacostumbraban,cuandodeprontolessobresaltóuncrujidoentrelasmatas.Enelacto losdos jóvenespensaronenososyenpanteras,pues, según leshabíandicho,frecuentabanlaespesuraentornodelestablecimiento.

—¡Oh,Will!Hevistounaformaoscuraque ibadeunárbolaotro, tratandodeesconderse—exclamóElenaenvozbajaysobresaltada.

—También yo. Era un indio, si no me engaño. Anda más aprisa. En cuantohayamos llegado a la curvadel camino, estaremos a la vista delFuerte y entoncesecharemosacorrer—replicóWill,muypálidoperosereno.

Aumentaronlarapidezdesupasoysehallaroncasienlacurvadelcamino,lugarenqueabundabanlasmatasaunoyotrolado,cuandolasramasdeaquellaespesurase abrieron violentamente y apareció un hombrecillo robusto y armado de unmosquete.

—¡Alto!¡Quietos!—ordenóenvozbajayferoz,apuntandosuarma—.Sidaisunsologritoosabraso.

—¿Qué quiere usted?No llevamos nada de valor—dijoWill hablando en vozbaja.

Elenasequedómirandoaaquelhombrecillo,mudadeterror.Inmediatamente,alreconocerelrostromalvadoyrojizodelmarinero,seleocurrióqueseríaelcómpliceenquienBrandtdijoaMetzarquepodíaconfiar.

—¡Silencio! No te necesito a ti ni las cosas de valor que lleves, sino a esamuchacha—gruñóCase.

HablandoasíempujóaWillconlabocadesumosquete,actoquehizopalideceraúnmásal joven,obligándolea retroceder llenodemiedo.Elgatillodelmosqueteestabalevantadoypodíacaerencualquiermomento.

—¡PorDios,Will!Hazloquetedice—gritóElena,queenlosojosdeCasehabíaadvertidosusintencioneshomicidas.Lacapturauotracosacualquieraerapreferiblealsacrificiodeunavida.

—¡Marcha! —ordenó Case empujando la espalda de Will con la boca de sumosquete.

El joven echó a andar apresuradamente, empujando a Elena, que le habíaprecedido.Veíase obligado a ir aprisa, porque, de vez en cuando,Case oprimía suarmasobresucostadoosuespalda.

Sinañadirotrapalabra,elmarineroleshizoandarrápidamenteporelcamino,queallíseestrechabahastaconvertirseensenda.Suintención,sinduda,eraladeponertodaladistanciaposibleentreélyelFuerte.Yapenashabíanrecorridoasíunamillacuandoaparecierondosindios.

—¡Diosmío!¡Diosmío!—exclamóWillalverquelossalvajesatabanenprimer

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lugar los brazos de Elena a su espalda y que luego procedían con él de lamismamanera.Despuéscontinuóelviajeensilencio.Lospresos ibandelante, lesseguíanlosindiosyCaseocupabalaretaguardia.

Estaba Elena tan asustada que por largo tiempo no pudo pensar de un modocoherente. Parecíale haber recorrido muchas millas, aunque no sentía ningúncansancio. El estrecho camino seguía serpenteando, siempre a la izquierda del río,queaintervalossemostrabaatravésdelaespesura.Alavanzar,elgrupoobligabaaveces a los pájaros a levantar el vuelo. Aquellos animales no parecían ser nadahurañosyproferíannotasquejumbrosas,cualsiquisieranexpresarsusimpatía.

Almediodía, el sendero parecía inclinarse hacia el río.Uno de los salvajes, seencaminó a un grupo de sauces y poco después reapareció llevando consigo unacanoadecortezadeabedul.CaseordenóaElenayaWillembarcarseenelbote,lohizoluegoasuvezy,situándoselossalvajesaproayapopa,empezaronaremar.Alprincipioavanzaronalabrigodeunaisla,dieronlavueltaaunapuntarocosayluegoatravesaronlacorrienteendirecciónaotraisla.Másallállegaronalaorilladelríoydejaronensecolacanoa.

—¡Eh,capitán!—gritóCaseempujandoaElenaanteél.La joven, al levantar los ojos, se quedó asombradísima viendo a Mordaunt

apoyadoenunárbol.—¿Esustedelquehaordenadoesterapto?—gritójadeando.—Sí.Yosoyelresponsable—contestóelinglés.—Y¿quésepropone?Élnolamirónirespondiósiquiera,perosevolvióparadirigiralgunaspalabrasen

vozbajaaunhombreblancosentadoenuntroncodeárbol.Elenacreyóhabervistoantesaaquelindividuoynodudódequeseríaalgunode

loshombresdeMetzar.Viountoscocolgadizodecortezadeárbol,losrestosdeunahoguerayun fardoenvueltoenmantas.EraevidentequeMordaunty sushombreshabíanpasadoallíunashoras,enesperadeacontecimientos.

—¡Perroindecente!—exclamóWill,locodefuror,aldarsecuentadelasituación.Yapesardeestaratado,diounsaltoyquisoacometeraMordaunt.PeroCasele

golpeólacabezaconelmangodesucuchilloyWillcayóderramandosangredeuncorteenlasien.

AquelactocobardedespertóelvalorylaindignacióndeElena.Sevolvióhaciaelinglésconlosojosencendidosdecólera.

—Porfinhademostradoustedquiénes.¡Bandido!Mátemeenseguida.Preferiríamorirantesquerespirarelmismoairedeuncobardecomousted.

—Juré hacerla mía, si no a las buenas, a las malas —contestó él con acentoamenazadorydesencajadasfacciones.

—¿Quévaustedahacerconmigoahoraqueestoyatada?—preguntóellaconelmayordesprecio.

—Puesretenerlaprisioneraenelbosquehastaqueconsientaencasarseconmigo.

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Elenaseriódeunmodoinsultante.Apesardelodesesperadodesusituación,suvalornaturalsedespertóalsertestigodelgolpequerecibiósuprimoycontemplóalinglésconojoscentelleantesyanimadosporlamayorresolución.Observóqueaquelhombre titubeaba y que tenía la tos y la respiración irregular propia de algunoshombres cuando están bajo la influencia del alcohol. Entonces fijó su atención enWill.Yacíaenelmismolugarquecayera,entantoquelasangremanchabasupálidorostroysurubiocabello.Ymientrasellalemiraba,CaseempuñósulargocuchilloymiróaMordaunt.

—Creo, capitán, que valdríamás ensartar a ése—dijo brutalmente—.No serámásqueunamolestiaparanosotros.

YdirigiólabrillantepuntadelarmaalpechodeWill.—¡Oh!—exclamóElena,horrorizada.Tratódecerrarlosojos,peroestabadetalmodofascinada,quenopudo.—Tú,quieto.Noquieroasesinatos—ordenóMordaunt—.Déjaledondeestá.—No tiene ninguna herida grave—dijo el individuo sentado en el tronco del

árbol—.Recobraráinmediatamenteelsentido,regresaráalFuerteydarálaalarma.—¿Yamíqué?—preguntósecamenteMordaunt—.Yaestaremosenseguridad.

Y no quiero llevármelo porque un indio u otro cualquiera lomataría.Y no quieroasesinaranadie.

—¡Uf! —gruñó uno de los salvajes, señalando con la mano hacia el Este—.Aprisa.Largocaminohacer—dijoenmalinglés.

Y,precedidosporlosindios,losqueformabanelgrupoabandonaronelríoparahundirseenelbosque.

Elena miró hacia atrás y en la arenosa ciénaga vio a Will tendido donde lodejaron, sin sentido, con las manos atadas a la espalda y la cabeza manchada desangre. Y aunque la apenaba abandonarle de aquel modo, no pudo menos deconsolarse. Se convenció de que no estaba malherido, de que recobraría elconocimiento dentro de poco tiempo y de que, aun atado, podría regresar alestablecimiento.

Supropiasituación,ahoraqueconocíaelhechodequeMordaunthabíainstigadoel rapto, no le parecía desesperada. Aunque temía en extremo a Brandt, no sentíaningúnmiedopor el inglés.Sinduda estaba locopara llevársela de aquelmodo aldesierto,peroencambionolaobligaríaacosaalguna.Eraincapazderetenerlapresa,entantoqueJonathanZaneyWetzelgozasendelibertadparaseguirsupista.¿Cuálesserían sus intenciones? ¿Adónde la llevaba? Tales preguntas turbaban bastante aElena: Entonces se fijó en los indios, que abrían la marcha con pasos ligeros yfurtivos.¿CómopudoMordauntasociarseconaquellossalvajes?Mas,depronto,seleocurriólaideadequetambiénBrandtpodíahaberintervenidoenelplandelrapto.Rechazó la idea, mas ésta volvió a obsesionarla. Tal ver Mordaunt fuese sólo uninstrumento; tal vez le habían engañado. Elena palideció ante aquella idea. Nuncaolvidó laextraña, ilegibleyamenazadoraexpresióndeBrandteldíaenqueella se

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negóapasearensucompañía.Mientras tanto, el grupo hizo rápidos progresos a través del bosque. No se

pronuncióunapalabra, ni tampoco seguía suspasos elmenor ruidodehojas secasaplastadas o de ramitas rotas. Los salvajes que iban a la vanguardia buscaban lospasos más fáciles y abiertos. Aprovechaban los páramos, los lugares cubiertos demusgo y las fajas rocosas.Tales precauciones tendían, sin duda, a evitar ruido y adificultar la posible persecución.Unavez aquellos salvajes se detuvieronyunodeellosescuchóatentamente.

Elena pudo contemplar a su sabor a aquel hombre, mientras permanecía sinmover un solo músculo. Su figura atlética y esbelta parecía, en su situaciónsemivestida, una estatua de bronce. Su enérgico rostro se mostraba inmóvil einvariable, cual si fuese de hierro. Sus ojos oscuros parecían examinar todos lospuntosdelbosqueinmediato.

Fue un enigma para todos,menos para el compañero del piel roja, la causa deaquella detención. El silencio del bosque parecíase al de un desierto.Ninguna avepiabaocantaba,enlascopasdelosárbolesnoentonabasuscancioneslabrisayhastalos álamos guardaban la mayor inmovilidad. Unas hojas de color amarillo pálidoplaneabanlentamentehasta llegaralsuelocualsino tuviesenprisaporhaceraquelrecorrido.

Pero algún sonido débil, algo extraordinario debió de impresionar el oídosupersensibledelguía,porque,haciendounsignificativomovimientodecabezaalosqueleseguían,continuólamarchaenunadirecciónperpendicularconrespectoalaquehabíanseguidohastaentonces.

Aquella precaución y la evidente desconfianza del bosque que tenían delante,fueron causa de que Elena recordase a Jonathan y aWetzel. Quizás estuviesen yasiguiendolapistadesusraptores.Talidealaemocionó.Luegosediocuenta,despuésdeotralargaysilenciosamarchaatravésdelasespesurasdelbosque,lasciénagas,las alamedas, cruzando gargantas de rocas cubiertas demusgo, de que sus fuerzasempezabanadecaer.

—Nopuedocontinuarconlosbrazosatadosdeestemodo—dijodeteniéndosedepronto.

—¡Uf! —exclamó el salvaje que la precedía, volviéndose repentinamente. Yblandíauntomahawkantesusojos.

Mordaunt se apresuró a desatarle las muñecas. Su rostro pálido se sonrojóintensamentealnotarquelajovenretrocedíaanteél,cualsifueseunavíbora.

Despuésdehaberrecorridovariasmillas,segúnleparecióaElena,seatenuóuntantolavigilanciadelosguías.

A orillas de una corriente cubierta de sauces, el guía indio ordenó detenerse ydesaparecióélsoloenlaverdeespesura.Prontovolviódesuexploraciónyleshizoseñas para que reanudaran la marcha. Los condujo sobre unos senderos lisos yarenosos,entrelaespesuradelossauces;lesobligóapasaralolargodeunaespesa

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masadealisosydeortigas,parasalir,alfin,aunapaciblepradoherbosorodeadodearbustosverdesyamarillentos.Sobrelacorrientequeatravesabaunextremodeaquelclaroseelevabaunriscocubiertodebosqueyenormesrocasseproyectabanentodasdirecciones.

Veíanse varias cabañas de corteza de abedul; luego, dos hombres rudos ybarbudos,tendidossobrelahierba,ymásallá,ungrupodepintadosindios.

Un alarido agudo, salvaje y feroz rompió el silencio, helando la sangre en lasvenas de Elena. Un hombre, a quien hasta entonces no había visto, aparecióatravesandolossaucesporelladodelrisco.Franqueólacorrientedeunsaltoconelimpulso propio de un caballo salvaje. Era enorme y fornido, tenía el cabellodespeinado,elsemblanteduro,defaccionesprominentesylosojosgrisesdemiradasalvaje.

Elenanopudoseguircontemplándoloysintióunmareo;algocomosisucorazónhubiese cesado de latir, para convertirse en unamasa de plomo. En aquel hombrereconocióalquemástemía,esdecir,aBrandt.

Él le dirigió unamirada, amenazadora, fría ymaligna, que tan bien recordabaElena, y luego empezó una larga conversación en voz baja con el indio que habíaguiadoalgrupohastaaquellugar.

Elenasedejócaeralpiedeunárbolyapoyóenéllaespalda.Apesardesufatigahabíaconservadoelánimo,peroloqueacababadeveragotósuvalor.¿Quésituaciónpodíaserpeorquelasuya?MordauntlallevóallíporalgunarazónincomprensibleylaentregóaBrandt,dejándolaenpoderdeLeggetydesusbandidos.

PeronoeraElenaunamuchachacapazdepermanecermuchoratodesalentadaodesesperanzada.Amedida que se complicaba la situación y los infortunios llovíansobreella,cuandoyaestabaapuntodeentregarsealdesaliento,seacordabade lospolicías de la frontera. Y de nuevo se presentaban a su memoria los relatos delcoronelZaneacercade la implacablepersecuciónqueaquellosdoshombressabíanemprendercuandosetratabaderescataraunaprisionera.Recobró,pues,elánimoysedijoquemientrastuviesevidaconservaríalaesperanza.

LallegadadelgrupoconsuprisioneraparecióreanimaralacuadrilladeLegget.Unindividuogigantesco,debarbarubia,guapo,perodemanerasrudasyordinarias,enquienElenaadivinó instintivamenteaLegget,diounapalmadaenelhombrodeBrandt.

—Te aseguro, Roger, que esamuchacha es una preciosidad.Nunca vi otra tanbonitaentodamivida.BrandthablóapresuradamenteyLeggetseechóareír.

Mientrastanto,Casehabíaestadosentadosobrelahierba,sindecirunapalabra,peroconlosojosmuyatentos.Mordauntsehallabaasulado,conlacabezainclinadayelrostrosombrío.

—Oigausted,capitán.Nomegustaeso—dijoCaseasuamo—.Esatripulaciónnoesparanosotros.Conozcoaloshombres,porqueherecorridotodoslosmares,yestoypersuadidodequevanaengañarleausted.

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Mordauntpareciódespertardesudolorosoensimismamiento.MiróaBrandtyaLegget,quecelebrabanconsejo,yluegosusojosfueronafijarseenElena,quienlehizoseñaparaqueseacercase.

—¿Paraquémehatraídoustedaquí?—preguntó.—Brandtseenteródemicasoyplaneóelrapto.Semostrómuybuenamigomío

ydijoqueunavezlasacaraausteddelestablecimiento,meprotegeríahastaqueyocruzaralafronteradelCanadá.Allípodríamoscasarnos—explicóMordauntconvozinsegura.

—¿Demodoqueestaríausteddispuestoacasarseconmigosiyoconsintiera?—Desdeluego.Todavíanosoytanvilparaobrardeotromodo—replicóconel

rostroinclinadoyllenodevergüenza.—¿Tieneustedideadeloquehahecho?—¿Deloquehehecho?Nocomprendo.—Se ha deshonrado usted, ha perdido usted su dignidad, convirtiéndose en un

bandidoyenunfugitivo,ysehadegradadohastaserlopeordelafrontera,esdecir,unraptordemujeres.Ytodoesoparanada.

—No.Latengoausted.Paramíesustedlomáspreciosodelmundo.—Pero¿acasonotieneustedojosenlacara?¿Novequémehatraídoaquípara

Brandt?—¡Dios mío! —exclamó Mordaunt. Púsose lentamente en pie y miró a su

alrededorcomohombrequederepentedesiertadeunsueño—.Ahoraloveoclaro.¡Malditoyestúpidoborrachoquesoy!

Elenavioquesurostrocambiabayseiluminaba,cualsisehubiesealejadodeélunamasadenubes.Comprendióquelaaficiónalabebidalehizoconsentirenaquelplan.Brandtseaprovechóastutamentedesudebilidad,lepropusoungolpeatrevidoyllenósuturbiamentedeesperanzasque,enunmomentodeclaravisiónmental,élmismo hubiese considerado vanas e imposibles. Y Elena comprendió también queaquella repentina sorpresa, el dolor y quizá la cólera habían serenado aMordauntposiblementeporvezprimeraenmuchassemanas.

El rostro del inglés se puso en extremopálido. Sentóse en una piedra cerca deCase,inclinólacabezaysequedóinmóvilysilencioso.

LaconferenciaentreBrandtyLeggetduróalgúntiempo.Alterminar,elprimerosedirigióhacialainmóvilfigurasentadaenlaroca.

—¡Mordaunt!UstedyCasedeberánseguircuantoantesaeseindio,paravolveralrío,desdedondepodrántomarelcaminodeFuertePitt—dijoBrandt.

Hablabaentonoarroganteyautoritario,ysurostroduro,susaceradosojosysuprominentequijadadabanaentenderlavoluntaddehierrodeaquelhombre.

Mordauntselevantóconfríadignidad.Siantessedejóengañar,yanoeraésteelcaso, como se advertía muy bien en su semblante tranquilo y pálido. Habíasedesvanecido su antigua indiferencia y la inseguridad de su porte. Sin embargo,mostrábasesereno,perosusojosresplandecíancomobolasdepulimentadoacero.

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—Parece,señorBrandt,queyoleheprestadoaustedunservicioyqueyanosoynecesario—dijoentonomuycortés.

Brandtcontemplóaaquelhombre,peroseequivocóaljuzgarlo.Elbandidonoteníacostumbrealgunadetratarauncaballeroinglés.—Juréqueesamuchachaseríamía—dijoconvozsibilante.—Los condenados no pueden elegir—exclamó Elena, que le había oído. Sus

oscurosojosardíandeodioydesprecio.Todoelgrupooyóaquellaapasionadaexclamación.Caseselevantóconfingida

indiferenciayendoasituarseal ladodesuamo.Leggety losotrosdosbandidosseacercaronylosindiosvolvieronsusmorenosrostros.

—¿Quéteparece?—gritóLegget.BrandtsequedómirandoaElenay,alcomprenderelsignificadodesuspalabras,

seechóareír.Peropalidecióy,deunmodoinvoluntario,dirigióunafurtivamiradaalasrocasyalosárbolesdelapartesuperiordelacrestamontañosa.

—¿Demodoquemehaengañadousteddesdeelprimerdía?—replicóMordauntconapacibleacento.

—Sí—replicóBrandt.—¿Yno estuvo nunca dispuesto a cumplir su promesa de ayudarme a pasar la

frontera?—No.—¿Proponíaseusteddejarmeabandonadoparaquemearreglasecomopudieraen

estasoledad?—Eso.Esdecir,encuantoeseindiolehubiesedejadoenelcaminoparaleloalrío

—dijoBrandtindicandoconeldedoalsalvajemáspróximo.—Demaneraque,comodicenenestacomarca,mehandadoustedesesquinazo.—Precisamente—replicóBrandtriéndosealmismotiempo.Leggethizocoroasucarcajadaysiguióunacortapausa.—Y¿quéharáconesamuchacha?—Esoesloquemereservo.—¿Secasaráconella?—preguntóMordauntenvozquedayapacible.—No—replicó Brandt—. Se burló de mi amor y me desdeñó. Vio como ese

policíadelafronteramederribódeungolpey,porDios,quierovengarmedeeso.LaconservaréenlosbosqueshastaquemecansedeellaycuandoempieceaperdersubellezaselaregalaréaLegget.

Apenastalespalabrashabíansalidodesusvileslabios;cuandoMordauntdiounsaltoconagilidadfelinay,agarrandoelcuchilloqueenelcinto llevabaunode losindios,gritó:

—¡Muere!Brandtempuñósutomahawk.En elmismo instante, el individuo que había actuado como guía deMordaunt

agarróaésteporlaespalda.Brandtasestóungolpeineficazasucontrario.

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—¡Juego limpio! —rugió Case arrojándose contra el segundo enemigo deMordaunt. Su largo cuchillo fue a hundirse hasta el mango en el pecho de aquelhombre,quecayósinproferirungemido.

—¡Despejadlacubierta!—gritóCasegirandorápidamenteconelcuchilloenlamanoyhaciendoretrocederatodosanteaquellaarmaformidable.

Algunos de los indios se dispusieron a ir en busca de sus escopetas, pero unaseveraordendeLeggetlesobligóadesistir.

El inglés y el bandido empeñaron un terrible encuentro. El segundo, práctico,endurecido y hábil en elmanejo de las armas, había encontrado un digno rival enaquelhombreesbeltoydepálidorostro.Suhabilidadenelmanejodelhachaera,enparte, anulada por la terrible rabia de Mordaunt. Brandt giraba en todas lasdireccionesyasestabaterriblesgolpesasucontrario.Elinglés,conlamanoizquierdatratabadeprotegerse lacabezaycon laderechablandíaelcuchillo.Girandodeunladoaotro,ambosrecorrierontodoelclaroy,porfin,seinternaronentrelossauces.Duranteunosmomentosseoyeronramasrotas.Luegoungolpeapagado,horrible,yseguidoporunlargogemido.Despuésreinóabsolutosilencio.

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XVIII

Elenatuvolasensacióndequesusfatigadospárpadosacababandequitarleunpesohorrible. Brillaba el sol y el dorado bosque la rodeaba. El arroyo murmurabaalegremente,pero¿dóndeestabanaquelloshombresjadeantesqueluchabancontantoencarnizamiento? En cuanto su visión fue más clara, observó que la escena eracompletamente distinta de cuando cerró los ojos en el claro del bosque de sauces.Luegocomprendióquesehabíadesmayadoyque,aprovechandosuinmovilidad,latransportaronaotrolugar.

Estabatendidaenunapequeñaprominenciacubiertademusgoyaunoscuantospiesdealtura sobreel rápidoarroyo.Unmagníficocastañoextendía sus frondosashojas sobre ella. Enfrente, y a unos treintametros de distancia, divisó un peñascogris,rugosoymanchadoporelmusgo.

Observóparticularmenteaquellapeña,porqueeldensobosquelarodeabacasiporenteroyeltonodecolordelarocaleparecíamaravillosoyexcitósuadmiración.Porlodemás,lastonalidadesdeoroapagadoyderojoabundabanentreelfollaje.

Cerca de ella vio a dos indios silenciosos e inmóviles. No pudo descubrir aningúnotrodeloscomponentesdelabandadeLegget.Elenasefijóentoncesenloshombres rojos.Eran guerrerosmusculosos y sarmentosos, de cuerpos parcialmentepintadosydecabellolargoyliso,negrocomolamaderaquemadayentrelazadoconhuesecillosblancos;ademásestabatrenzadoentornodeunasplumasdeáguilaquesebalanceaban.

Aprimeravistasusoscurosrostrosysusnegrosojosexpresabanastucia,crueldadyvalor,todoellopropiodelossalvajes.

Sinembargo,porviolentosquepudieranpareceraquelloshombres,Elenanolostemía tanto como a los bandidos. Cuando Brandt y Legget la miraban, sus ojosemitían una llama que la llenaba de terror. En cambio, cuantas veces los salvajesencontraban sus ojos, cosa no muy frecuente, ella se imaginaba advertir ciertainteligenciayhastacompasiónensusnegraspupilas.DetodosmodoseraseguroqueaquelloshombresnoleinspirabantantomiedocomoBrandt.

De pronto y con sensación de alivio y de alegría recordó el terrible ataque deMordaunt contra Brandt. Aunque no podía recordar el término de aquella furiosalucha, vino a sumemoria el grito demortal agonía deBrandt y lamuerte del otroenemigoamanosdeCase.Ellosignificabaque,tantosiBrandthabíamuertocomosino, la fuerza de resistencia de sus aprehensores había disminuido. Y con tantaseguridad como el sol salió aquella mañana, Elena creía que Jonathan y Wetzelestabansiguiendoyalapistadelosbandidos.EntoncesrogóaDiosquelepermitieseconservarsuvalor,suesperanzaysuresistencia.

—¡Uf!—exclamóunodelossalvajesseñalandoalespacioabierto.Una ligera oscilación de lasmatas indicó a la joven que un ser vivo semovía

entre ellas y un instante después apareció la figura corpulenta del jefe. El otro

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bandidoyCaseloseguíandecerca.Amayordistanciayenellímitedelaespesuraaparecieronlosindiosyéstosnoprodujeronelmáspequeñoruidonialteraciónenlasramitasdelasmatas.

UnasolamiradabastóaElenaparacomprenderqueCaseestabamuyexcitado.Su faz repulsiva resplandecía de satisfacción. Llevaba un fardo, que según vio lajoven con elmayor horror, estaba compuesto por la ropa deMordaunt.Así, pues,Brandtlogrómataralinglés.Leggetllevabatambiénunpaquetedebajodelbrazoyloarrojó al suelo al llegar junto al castaño.Luego sacódel bolsillo un largo cintodecuero, como el que suelen usar los viajeros para llevar cosas de valor. Con todaevidencia pesaba bastante y el ruido musical que acompañó al movimiento dio aentenderqueconteníaoro.

Brandtaparecióenúltimolugar.Estabapálidoyapoyabaunamanoenelpecho.Ensuchaquetadecazasedescubríanvariasmanchasdesangre,y sequitóaquellaprenda,dejandoaldescubiertosucamisa,tambiénteñidaderojo.

—Supongoquenoestarásheridodegravedad—observósolícitamenteLegget.—No.Peropierdomuchasangre—contestóBrandtconfríoacento.Luegollamóaunindioyconélsedirigióalossaucesquebordeabanlacorriente.—¿Demodoqueahorapertenezcoaesta tripulaciónde la frontera?—preguntó

CasemirandoaLegget.—Desde luego—contestó el corpulento bandido—. Tú, Case, eres un hombre

muyhábilyencuantotehayaenseñadoyoalgunascosasacercadelascostumbresdelafronteratehallarasaquícomoentupropiacasa.Valemásquetequedesconmigo.CuandoEbenezerZane,suhermanoJackyWetzelseenterendeloquehasucedidohoy aquí, el infierno será un lugar agradabilísimo comparado con la escena queresulte. Conmigo estarás seguro y éste es el único lugar de la frontera, segúnmeconsta,enqueunhombrepuededecirquelepertenecesupropiavida.

—Bueno,soysupiloto,capitán.Henavegadoconsoldados,piratasymarineros,ymeparecequetambiénsabrédirigirlanaveenestatierra.Vamosaver,¿secomeaquí?Creoqueesunbuenlugar.

—¡Hombre!Te diré.No soymuy exigente, pero la verdad es que nomegustacomerencompañíadelosbuharros—dijoLeggetsonriendo—.Poresarazónvamosaalejamosunpoco.

—Y¿quésonbuharros?—¡Ja,ja,ja!Talvezalgúndíalostengasmáscercadeloquetefiguras,aunque

no te enterarás. Los buharros son unas aves muy bonitas, aunque algo exigentes,porquetansólolesgustalacarne,tantosiesdeindioscomodeblancos.

—Pues yo, capitán, he visto aves que ni siquiera esperan que un hombre estémuertoparadevorarlo—dijoCase.

—Nomevengasconcuentosdemarinero.Enfin,ahorayatenemoselorodeeseinglés.Ymásvaldríaquetúoyonosquedásemoscontodo.

—Tieneusted razón, capitán.Podemos jugarloa losdados, a losnaipes,oa lo

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quequiera,contalqueyoconozcaeljuego.—Oye,Jenks,tráetelosdadosyunapiedraplana—dijoLeggetsentándosesobre

elmusgoyvaciandoenelsueloelcontenidodelcinto.—Novalelapenadeguardarlachaqueta—dijomostrándola.Laprendaestabadesgarradaenvariossitiosybajolamangaizquierdahabíaun

agujeritosuciodesangre,adondefueadarunodelosgolpesdeBrandt.—¡Hola! ¿Qué es esto?—dijo elmarinero palpando uno de los bolsillos de la

chaqueta—.¡Vayasuerte!¡Hurra!Sacóunfrascoaplanadollenodewhiskyycon tapóndeplata.Lodesenroscóy

llevólabotellaasuboca.—Yotambiénquisierabeberunpoco—indicóLegget.—Bueno, capitán, un trago y no más—replicó Case, sosteniendo el frasco y

acercándoloaloslabiosdeLegget.ElbandidollamadoJenksregresóentoncesconunapiedraplana,quesituóentre

los dos hombres. Los indios se congregaron a su alrededor. Con ávidos ojosinclinaronlascabezashacialosjugadoresyobservarontodossusmovimientosconelmayorinterés.Ycadavezqueresonabanlosdadosounamonedadeoro,proferíanlevesexclamaciones.

—Noestáusteddesuerte,capitán—dijoCaseagitandohábilmenteloscubosdemarfil.

—¡Bienloveo!—gruñóelbandido.Rápidamentedisminuíaelmontóndeoroqueteníadelantey,almismotiempo,se

oscurecíasurostro.—Yotengomuchasuerteconlosdados,capitán—dijoCasevolviendoabeberun

trago dewhisky del frasco. Su rostro, naturalmente rojizo, se puso lívido, la pielsudorosaylosojosmuyexcitados.

—¡Caray!SiesosdadosnofuesenlosdeJenksyyonohubiesejugadoconellosmuchasveces,juraríaqueestabancargadosdeplomo.

—Supongoquenoiráustedasospechardemí—observóCaseconvozsuaveysosteniendo los dados en lamano,mientras susmalignosojosmiraban fijamente aLegget.

—No.Juegasbien—exclamóeljefe.ContinuólapartidaconmuypocasjugadasenventajadeLegget,hastaque,por

fin,todosuoropasóapoderdelmarinero.—Mehaslimpiado—exclamómuydisgustadoLegget.—¿Notieneustednadamás?—preguntóCase.Losatrevidosojosdelbandidomiraronenvariasdireccionesyalcabosefijaron

enlaprisionera.—Tejuegoaesachicacontraelmontóndemonedasdeoro—gruñó—.Ganaráel

queobtengaventajadosvecesentresjugadas.EnrealidadesachicaestanmíacomodeBrandt.

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—Mejuegosolamentelamitaddemioro.—No. Apuéstalo todo o, por lomenos, devuélveme lo queme has ganado—

replicóLeggetconmalhumor.—No hay duda de que es una balandra muy bonita —dijo Case examinando

atentamenteaElena,Enfin,deacuerdo,capitán.Megustajugaryapuestotodomioro.Ustedtiraprimero.

Legget ganó la primera jugada y Case la segunda. Con el mayor cuidado elbandidoagitólosdadosensuenormemanoyporfinlosdejócaersobrelapiedra.

—¡Ah!—exclamó entusiasmado. Había obtenido una de las puntuacionesmásaltas posibles. Case, descuidadamente, arrojó a su vez los dados. Los indios seacercarontodavíamás,consusoscurosojosextremadamentebrillantes.

Legget profirió una terrible blasfemia, que repitió el eco, al advertir que elmarinerolehabíaganado.Elbandidosepusoenpie,asestóunacozalapiedrayalosdados,quefueronapararalarroyo,ysealejódelgrupo.Luegoempezóapasearjuntoalpiedeunárbol.Dioconvozrudaunaordenalosindiosyalgunasdeellosempezaron a encender una hoguera. Luego llamó a Jenks, que estaba ocupado enpescar losdadosdel arroyo,y empezóa conversar animadamente con él, haciendoferocesgestosydirigiendomalignasmiradasalmarinero.

Caseestabademasiadoborrachoparadarsecuentadequesehabíagranjeadolaenemistaddeljefedelosbandidos.Apuróelwhiskydelabotellayarrojóestaúltimaaunindio,querecibióelregaloconlamayorsatisfacción.

EntoncesCase,conloslentoseinsegurosmovimientosdeunhombrequetienelamente turbada,empezóacontarsuoro,masapenasrecogíaalgunasmonedas,se leescapaban de lasmanos para ir a rodar sobre elmusgo. Con lamayor seriedad yasiduidad continuaba la operación con la testarudez propia de los borrachos. Alparecerhabíaolvidadoalosdemás.Ycomonoconsiguieradarsecuentadelasumaque tenía delante, sumando el valor de las monedas, las dispuso en variosmontoncitosycalculósuvalorporpartes.

Mientras tantoElena,quenohabíadejadode fijarseen todos losdetallesde loque ocurría, dióse cuenta de que se estaba fraguando un complot en perjuicio delmarinero.AdemásoyóaLeggetyaJenkshablarquedamente.

—Podríameterleunabalaentrelosdosojos—dijoJenksenvozbajaydandounapalmadasobresurifle.

—Bueno.Ve,aunquemásmegustaríaque lacosasehiciesesin tanto ruido—contestó Legget—.Aún estamos amucha distancia demi campamento, a cosa detreintamillas,ynuncasesabequiénhayenlosbosques,perohemosdelibramosdeesemarineroynohaymediomásseguro.

Con lamayorcautelapreparó su rifley luegoJenks loapuntócuidadosamente.Unodeloscentinelasindios,queestabacerca,diounsaltohaciadelanteygolpeóelarma,desviándola.DijounasolapalabraaLegget,señalóalosbosquesporencimadelriscoyluegorecobrósuactitudysuinmovilidaddeestatua.

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—Yatehedicho,Jenks,queesonopodíaser.Elpielrojahuelealgoenelbosqueynunca he visto que ese hombre se engañe.Hemos de evitar todo ruido.Toma tucuchilloy tu tomahawk, arrástrate al amparode la orilla de la corrientey luego teacercasaélpordetrás.Acambiodeellotedarélamitaddeloro.

Jenks estrecho su cinturón, dirigió una amenazadora mirada al marinero y sedeslizoalarroyo,paraquedarocultoporlaorilla.Elcaucedelacorrientesehallabaaalgomásdeunmetroymediopordebajodelniveldelterreno.Estodioalbandidouna oportunidad para situarse más allá de Case sin ser observado. Transcurrieronalgunosmomentos.Jenksdesapareció,siguiendounacurvadelacorriente,yluegosucabeza entrecana se asomó por la orilla. Inmediatamente se hallo a espaldas delmarinero, pero a unos diez metros de distancia. Era preciso franquearla rápida ysilenciosamente. El bandido empezó a arrastrarse. En la mano derecha llevaba untomahawkyentrelosdientesunlargocuchillo.Parecíaunenormeosoamarillento.

Los salvajes, con excepción del centinela, que parecía absorto en lacontemplacióndelaespesuraquecubríaelpeñasco,estabansentadosconlasrodillasentresusmanosyvigilandoeldesarrollodelainmediatatragedia.

Nada más que la casualidad o una intervención extraordinaria habría podidoevitar la muerte de Case. Estaba deleitándose en la contemplación de su oro. Elbandido que se arrastraba no hacía más ruido que una serpiente. Acercábase pormomentos. Su sudoroso rostro brillaba al sol y sus ojos, de expresión felina,contemplaban el espacio que su cuerpo había de atravesar en silencio. Por fin, sesituóaunmetroymediodelmarinero.Susnudosasmanossehabíanclavadoenelcésped,alreunirenergíasparadarunsaltorepentino.

EnaquelinstanteCaseselevanto,empuñandoelcuchillo,ysevolvió.El bandido, descubierto en el acto de saltar, no tuvootra alternativa y atravesó

aquelespacioconlaagilidaddeunapantera.Elmarineroseladeoconextraordinariarapidezycuandoelcuerpoamarillodesu

contrariopasabaporsulado,hizoresplandecerelcuchilloalaluzdelsol.Jenkscayóaalgunadistancia,hundiendoelcuchilloenlahierbaysosteniendoel

tomahawkconlaotramano.—Han querido quitarme de enmedio para quedarse conmi oro—exclamó el

marinero,envainandodenuevosuarma.Nose tomo lamolestiadeaveriguar si lacuchilladaquediotuvoonoefectosfatales—.Estoscochinosbandidosnotienenencuentaqueunhombrequehanavegadoportodoslosmaressabemanejarelcuchillo.

Y,conlamayorcalma,continuoreuniendosuoro,indiferenteantelaposibilidaddeunnuevoataque.

ElenavioqueLeggetapuntabasupropiorifle,perotambiénelindioselodesviócomohicieraconJenks.AquellavezelsalvajehablocongranvehemenciaaLegget,quienllamoalosdemásindiosasualrededor.Lavozbajayguturaldelcentinelaseconfundía con el suave murmullo de la corriente. Apenas había cesado de hablarcuandoelefectodesuspalabrasdemostrócuánseriosfueronlosinformes,avisoso

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consejos. Los indios dirigían furtivas miradas hacia los bosques. Dos de ellos sefundieroncomosombrasenlaespesurarojizaydorada.Otro,conlamayorligereza,iba de uno a otro árbol para ocultarse, hasta que llego a un espacio descubierto.Entoncessedejocaerentrelahierbayyanoselevolvióaverhastaquesucuerpooscuroseenderezoalpiedelpeñasco.Continuoandandoalolargodelaparedteñidadeverde, se encaramoporun rincón llenodedesigualdadesydesapareció entre elfollaje.

Elena sintió que se hallabamás allá del discernimientoodel pensamiento.Lossucesos del día se desarrollaban uno tras otro con tal celeridad y de unmodo tanterrible, que, a pesar de su esperanza y de su ánimo, vióse sumida en el temor.Comprendióquelossalvajesolfateabanelpeligroo,delmodomisteriosoquelesespropio,observabantalessíntomasalarmantesquelesobligaronamostrarseprudentesyojoavizor.

—Vamossinhacerruido—dijoLeggetaCase—.Tráetelachicayprocuraqueandeensilencio.

—Muybien,capitán—replicóelmarinero—.¿DóndeestáBrandt?—Yanosseguiráencuantocesedesangrarsuherida.Creoquetodavíaestámuy

débil.Caserecogiósusefectosyponiéndoselosbajoelbrazo,agarroconlaotramanola

deElena.Éstaseapoyabaenelárboly,cuandoéllacogió,libertóseviolentamenteyse levanto con alguna dificultad. El contacto desagradable y el rostro repulsivo deaquelhombreexcitaronsusensibilidad.

—Podríasempezarllevandoesto—dijoCaseponiendoelfardoenlosbrazosdeElena.

Ellalodejocaersinmoversiquieraunamano.—Debessaberqueyomandoenestebuque.Meperteneces—dijoCaseconvoz

sibilante.Yluegolagolpeóenlacabeza.Elena dio un grito de dolor y tuvo que apoyarse en el árbol para no caer. El

marinerorecogióelfardo,yaquellavezellolotomó,aunquetemblandodehorror.—Así me gusta. Ahora da un beso al capitán —ordenó él burlonamente,

acercándosealajoven.Ellaloempujóconviolencia.Susojosasustadossuplicaronalosindios,quienesestabanocupadosenatarsuspropiosfardos.Leggetcontemplabalaescenasonriendoconindiferencia.

—¡Oh!¡Oh!—exclamóElenaalverqueCaselacogíadenuevo.Quiso gritar otra vez, pero no pudo emitir un sonido. Los ojos malignos y el

rostrobestialdeaquelhombreladejaronanonadada.Caselagolpeódosvecesyluego,congrandureza,laacercóasí.Casi desmayada e incapaz de moverse, Elena contemplaba el rostro

congestionadodeaquelhombrequeseacercabaalsuyo.Cuando sus viles labios se hallaban a pocas pulgadas de los de la joven, algo

cálidosilbóantelafrentedeésta,einmediatamentesepercibióconlamayorclaridad

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elsecodisparodeunrifle.Cambió en el acto la expresión del rostro de Case. Desapareció la congestión,

nublósesuaspectoparatomareldeextrañaindiferencia;moviólosojosyluegolosmantuvo fijos con una mirada de sorpresa. Permaneció en pie un instante, luegooscilócomorobleantesdecaeryporfinsedesplomóalsuelo.Sucaradesencajadaylívidatomólahorribleserenidaddelamuerte.

Unagujeritodebordesdecolorrojoazuladosemostróenelcentrodesusien.Legget, despavorido, contemplaba al marinero muerto. Luego se dio prisa en

apoderarsedesusaquitodeoro.—Mehanevitadoesamolestia—murmuródandounpuntapiéaCase.Los indios contemplaron su cuerpo diminuto y luego se volvieron hacia las

rojizas espesuras. Cada uno de los salvajes se amparó con increíble rapidez en eltroncodeunárbol.Leggetlovioy,agarrandoaElena,lallevóalpiedeuncastaño.

Brandtaparecióconsucompañeroindioyambos,deunsalto,buscaronabrigoenun grupo de abedules, cerca de donde se hallaba Legget. Los ojos de gavilán deBrandt se fijaron en los cadáveres de Jenks y de Case. Sin preguntar cosa algunacomprendiólasituaciónyacercándoseaElenalaagarróporelbrazo.

—¿QuiénhamatadoaCase?—preguntóenvozbaja,contemplandoelagujeritodelasiendelmarinero.

Nadiecontestó.Los dos indios que se habían refugiado en el bosque, hacia la derecha de la

corriente,regresaronentonces.Apenassehabíanreunidoconsuscompañerosdebajode los árboles, cuando el salvaje que se alejó solo surgió de entre la hierba a laizquierdadelarroyoy,deunsaltomuylargo,fueapararalgrupodesusamigos.Eraelcentinelaquedesviólasarmasdefuego,salvandodosveceslavidadeCase.Aquelhombreesbeltoyágilnoerajoven.Surostrograve,defaccionesmuymarcadasydeférrea expresión, mostraba huellas de los años y de la experiencia. Y todos locontemplabancualsireconociesensusuperioridad.

—CaballoViejo—dijoBrandteninglés—,¿hasvistoalgunavezbalazoscomoése?

ElchippewaseinclinóhaciaCaseyluego,lentamente,seenderezó.—VientoMortal—replicóenellenguajedelblanco.Sus compañeros indios profirieron algunos murmullos quejumbrosos, que

indicabanmásrespetoquemiedo.Brandtsepusomáspálidoquelacortezadeabedulqueteníaallado.Elresplandorgrisdesusojosindicabaelterrorquesentíaenaquelmomento.

—Nohaynecesidaddequetemolestesenocultar lapista,Legget—dijoenuntonoquedabaaentenderelamargoplacerconquepronunciabatalespalabras.

Entonces el chippewa se deslizó por entre las matas que bordeaban el arroyo.Legget lesiguió,en tantoqueBrandtconducíaaElena.Losrestantes indios ibanaretaguardia y, de vez en cuando, dirigían recelosas y salvajes miradas al bosque

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circundante.

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XIX

Unaniebla densa y blanca se elevabadesde el río, oscureciendo todos los objetos,cuandoelpolicíadelafronteraabandonósucómodolechodehojarasca.Elaireerafrescoyvigorizador,débilmentearomadoporlashojassecasylahumedadpropiadela estación, que lo invadía todo. Wetzel sacó del abrigo protector de la roca quesobresalíasobreelríounabrazadadecortezayderamitas,quehabíapuestoallíparaque se mantuvieran secas, y encendió la hoguera, en tanto que Jonathanconfeccionabaunvasoahuecandounfrutoverdeparecidoaunacalabazaylollenabaluegoenlainmediatafuente.

—Estamañana,Wetzel,hayunpocodeescarchaenelagua—dijoJonathan.—Yalosé.Estamosyaenplenootoño.Cualquiernochedeéstasvendráungolpe

devientoaarrebatartodaslashojasdelosárboles,dejándolosdesnudos—contestóWetzelmientrasquitabalacenizadelpedazodecarnequeacababadeasar—.Tomaunaramitayayúdameaasarelrestodelacarne.Elsoltardaráunahoraendisiparlaniebla y no podemos salir hasta entonces. Y es posible que no tengamos muchasoportunidadesdevolveraencenderfuego.

Los policías de la frontera consideraban ocupación muy seria en sus vidassolitarias ladeencenderel fuegoy también ladeperseguiraunpiel roja.Ningunacanción alegre brotaba de sus labios y el contento nomoraba en su campamento.Desde luego los cazadores tienen momentos de entusiasmo. Los policías de lafronteraconocíanlapazylasatisfaccióndevivirendespoblado,perolastareasdesuoficio desgastaban sus nervios y su corazón. Wetzel tenía momentos de frenéticaalegría, pero desaparecían con el eco de su alarido de venganza. La felicidad deJonathan,hastaentonces,habíaconsistidoenirerranteporlosbosques.Esto,desdeluego, antesque losojosdeunamujer lehubiesenhechocambiarde sentimientos.Hastaentoncesaquellolebastóyleservíadeampliacompensaciónporloslúgubresyensangrentadosfantasmasqueavecesleobsesionaban.

Una vez los policías de la frontera hubieron tomado su frugal desayuno, séguardaronenlosespaciososbolsilloslacarnequesobró,yadispuestosaemprenderlamarcha.Durantelargoratopermanecieronsentadosyensilencio,esperandoqueselevantaselaniebla.Ocurrióasíenalgunospuntos,rodóluegoenenormesmasas,selevantósemejanteaunablancanubey,denuevo,volvióaquedarsuspendidaconlamayortenacidadsobreelríoylallanura.Alolejosyaloeste,algunasfajasdecieloazuladoresplandecíanatravésdelaniebla,yporelladoorientallasmasasdevaportomabantintesrojizosalrecibirlosrayosdelsolnaciente.Deprontoypordebajodelplateadobordedelasnubessurgióeldiscodoradodelsolparaasomarsealtortuosovallequeatravesabaelrío.

—Iremoscorrientearriba,enbuscadeDosIslas,ycruzaremosallásiespreciso—habíadichoWetzel.

Atravésdelascañadasllenasderocío,evitandolosarbustosylahierbahúmedos,

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alolargodelasoscurasyhúmedasciénagas,deamarillasalfombras,bajolosarcosde follaje que formaban los árboles y descendiendo las suaves pendientes de lascrestas espléndidas con su vestidura demusgo verde, los policías de la frontera sedeslizaban como sombras grises. El bosque estaba dormido aún. Una ardilla seencaramó por un roble y chilló retadora ante aquellos extraños y silenciosostranseúntes.Uncuervograznóporencimadesuscabezas.Aquéllosfueronlosúnicossonidosquealteraronlaapacibilidaddelaprimerahoradelamañana.

Amedidaqueavanzabanlospolicíasalumbrábanselosbosques,despertandoalaalegría y a la vida. Cantaban los pájaros, trinaban, chillaban o silbaban susquejumbrosas canciones propias del otoño y en armonía con la gloria de la tierra.Algunospájaros,queenunaestaciónanteriorhubiesenchilladoocombatidoentresí,ahora cantaban y revoloteaban uno junto a otro, formando fraternales filas paraemprenderlalentaperegrinaciónhaciaellejanoSur.

—Mal tiempo para nosotros, cuando los pájaros son tanmansos y vivarachos.Ahoranopodemosconfiarenellos—dijoWetzel—.Noparecesinoquejamáshayansidohuraños.Exceptuandoestaestación,puedoadivinarporlaexpresióndesucantoyporsuconductasihayalgúnindioporlaspistasdelbosque.

Gran parte de la mañana transcurrió del mismo modo mientras los policíasatravesabanrápidamenteelbosque.Avecespasabanporentreungrupodeárbolesdetristeaspecto,estropeadosporelfuegoymaltratadosporlaedad,dondehabíamásdeun destronado monarca de otros tiempos, que se corroía y descomponía bajo loshelechos,entantoqueotrosseñoresdelbosque,oscurosycuarteados,permanecíantodavíaenpie,aunqueyadecolorgris,calvosydispuestosaocuparsulugarentreloscompañerosqueenotrotiempovivieron;yenotrasocasionescruzabanunafajadebosquepobladodenumerososarbolillos,dondecadaarce, fresno,nogaly robleañadíaalgúntononuevoyhermosoalaorgíadecolores.

—Acabo de divisar la isla inferior, al pasar por un claro de la espesura—dijoJonathan.

—Noestamoslejos.Los dos compañeros disminuyeron la velocidad de su marcha, pues convenía

avanzarconmayoresprecauciones.Y,devezencuando,sedeteníanparaescuchar.—¿CreesqueLeggetsehallaalotroladodelrío?—preguntóJonathan.—Estabahacedosdíasyleacompañabasucuadrilla.Sindudapreparabaalguna

tareamalvada,aunquenopuedoadivinarcuál.Sinembargo,deboañadirquenuncaencontrésupistaatanpocadistanciadeFuerteHenry.

Alfinpenetraronenunbosquemásclaroquebordeabaelrío.En un punto situado a cierta distancia, peromuy visible, surgían del agua dos

islotes.—¡Caramba!¿Quéeseso?—murmuróWetzelrozandoconsumanoelbrazode

Jonathan.Acosadecienmetrosmásalláyacíauna figura largayoscurabajounode los

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árbolesycercadelaorilla.—Pareceunhombre—dijoJonathan.—Lohasadivinado.Ahoramirabienatualrededor,Jack,porquenosacercamos

alapistaqueandamosbuscando.Pasaronalgunosminutosmientraslospacientespolicíasregistrabanelbosquecon

lamirada,observandotodoslosárbolesqueestabanaladistanciadeuntirodefusil,examinando los puntos nivelados del suelo las hondonadas, clavando los incisivosojosenlosgruposdehelechos.

—Sihayalgúnpiel rojaporahí,noesbastantegrandeparamanejarel fusil—dijo Wetzel avanzando de nuevo con pasos cautelosos y sin abandonar lasprecauciones.

Por fin pudieron contemplar a su sabor el objeto que llamara la atención deWetzel.

—¡WillSheppard!—exclamóJonathan—.¿Estámuerto?¿Quésignificaeso?Wetzelseinclinósobreelinanimadomuchachoyluegovolvióseasucompañero.—Traeagua.Tomasugorra.No.Noestáheridodegravedad,anoserquetenga

algunalesiónquenopuedoverahora.JonathanvolvióconelaguayWetzelbañóelensangrentadorostro.Encuantola

herida queWill tema en la frente estuvo limpia, explicó muchas cosas a los dospolicías.

—Estegolpefuedadohacemenosdeunahora.—Ya recobra el sentido —dijo Jonathan al notar que Will rebullía y gemía

dolorido. Luego el joven abrió los ojos y se sentó. Por unmomento pareciómuyextrañado y se tocó la cabeza,mientrasmiraba con gravedad a sus salvadores.Deprontoexclamó:

—¡Yameacuerdo!Noscapturaron,nostrajeronaquíyesebandidodeCasemehirió.

—Y¿quiénibaconusted?—preguntóJonathan.—¡Elena!Vinimos en busca de flores y hojas. Estábamos a la vista del Fuerte

cuandodescubrí a un indio.Nos apresuramos a emprender el regreso—añadió.Y,convozentrecortadayjadeante,continuórefiriendolahistoria.

JonathanZane se puso en pie de un salto con el rostromortalmente pálido, entantoquesusojosazulesestabanardientesdecólera.

—Mira,Jack.Estudialapistamientrasyollevoaestemuchachoalotroladodelríoyluegoasucasa—dijoWetzel.

PreguntóaWillsipodríanadar.—Sí. Pero encontrarán ustedes una canoa por entre esos sauces—contestó el

herido.—Venga,joven,porquenohaytiempoqueperder—añadióWetzeldescendiendo

porel ríoypenetrandoenel saucedal.Volvióasalir inmediatamentecon lacanoa,quebotóalagua.

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Will se volvió con objeto de suplicar a Jonathan que salvara a Elena, pero nopudohablar,porqueleasustólaexpresióndelrostrodelpolicíadelafrontera.

Inmóvil y erguido, con los brazos cruzados y el rostro pálido y severo,descompuesto por la agonía del remordimiento, del miedo y de la angustia, setransformómuyenbreve,mientraslomirabaWill,paratomarunaexpresiónhorrible,mortíferayamenazadora.

Wetzelempujólacanoayempezóaremarconpoderosobrazo.DejóaWillenlaorillaopuestayregresótanrápidamentecomolefueposible.

Los dos policías se miraron mutuamente, sin necesidad de hablar. Los anchoshombrosdeWetzelseinclinaronunpocoysusojosregistraronlahierba;unasombraoscura y funesta pareció cubrir sus facciones. Así se convirtió de policía de lafronteraenVientoMortal.Yelalientodelairequeagitabalasramascasidesnudaspodría haber avisado a los indios y a los bandidos el hecho de queVientoMortalestabasobresupista.

—Brandthaintervenidoenestoyelinglésesunimbécil—dijoWetzel.—Nos preceden cosa de una hora. ¿Llegaremos a alcanzarlos antes de que se

reúnanBrandtyLegget?—Lo intentaremos, pero nos exponemos a fracasar. La cuadrilla de Legget se

componeahoradetrecehombres.Yalohabíadicho.Algomeadvirtióqueestapistaseríamuyduradeseguir,largayposiblementelaúltima.

—Estamos a cosa de treintamillas del campamentodeLegget.Conocemos losbosques,todaslascorrientesytodoslosescondrijos—indicóJonathanZane.

Sinañadircosaalguna,Wetzelechóacorrer, siguiendo lapista,porqueera tanevidentequeno tuvonecesidaddedisminuir la rapidezdesucarreramásqueparaescuchar a intervalos regulares. Jonathan le seguía con ágiles pasos. Atravesaroncorriendo e incansables los bosques y los prados, las colinas y los valles. En unmomentodeterminadoyconinstintoinfalibleabandonaronlaanchapistaytomaronunatajoa travésdeun riscoabrupto,paravolveraencontrar lashuellasdelgrupoenemigo. Luego, en un espacio abierto, redujeron su marcha para tomar el paso.Frenteaellosyenunestrechovallesurgíaunbosquecillodesaucesqueamarilleabanalrecibirelsolynopermitíanseratravesadosporlamiradahumana.Comoenormesserpientes, los dos compañeros se acercaron a rastras a aquel bosque, pasando porencimadelaarenaypordebajodelasramasbajas,sinabandonarlapista.Porfin,enun pequeño claro, donde el sol podía penetrar a través de una red de ramitas y deamarillentashojas,lamanodeWetzelseapoyóenelhombrodeJonathan.

—Escucha.Fíjate—murmuró.Jonathan oyó unos aleteos y unos leves silbidos, muy semejantes a los de un

ánade.—¡Buharros! —dijo con funesta sonrisa—. Tal vez Brandt ha principiado ya

nuestrotrabajo.Vamos.Enelclarosiguieronarrastrándoseparaasustaraunabandadadeenormesaves

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negras,decuellospeladosygrises,picosenformadeganchoygarrasamarillentas.Sobrelaverdehierbayacíaunhombresemidesnudo,cubiertodesangreyenposiciónqueindicabaclaramentesumuerte.

—Mordaunt.JonathanZanedirigiósutorvamiradaalosaceradosojossinvistadeltraidor.La

horrible serenidad de lamuerte había puesto su sello en aquel rostro. Pero allí serepresentabatodalavidadeaquelhombre,cuyamejorparteresplandecíaaunentrelas crueles sombras. Tenía el cuerpo mutilado de un modo espantoso. Cortes,puñaladasygrandesheridasreferíanlahistoriadeunlargoencuentro,queterminóungolpedefinitivo.

—Ven,Wetzel.Yaotrasveceshasvistohombresdespedazados.Peromiraaesemuertoinglés—dijoZane.

Mordauntyacíaenuncharcodesangre.Y,porextrañoqueparezca, sucaranohabíarecibidoningunaherida.Tansólounanegracontusiónasomabapordebajodesurubiocabello.Unalevesonrisahabíainmovilizadoloslabiosy,aunqueaquelloeraapenas perceptible, demostraba que por fin murió como un hombre. Su hombroizquierdo,elcostadoyelbrazocorrespondientesmostrabanelladoenquerecibióelataquedeBrandt.

—¿Paraquéhabráluchadodeestemodo?—sepreguntóJonathan.—Nosepuedeadivinar—replicóWetzel.Jonathan fue en busca de grandes piedras planas del arroyo y las puso sobre

Mordaunt.Luego, cautelosamente, abandonó aquella ciénaga, siguiendo la pista deWetzel.

Aquinientosmetros,éstedejódeseguirlapistadelbandidoparacruzarelarroyoy subirse a una cresta.Adoptaba su astucia favorita de describir un amplio rodeo.Jonathan siguió adelante, comprendiendo que no tenía que temer que le viesen.Prontodistinguiólaaltaypardafiguradesuamigodeslizándosedeunoaotroárbol,deunaaotramata.

—Fíjate en esos arces y castaños —dijo Wetzel cuando se le hubo reunidoJonathan y señalando a una abertura entre el follaje—. Se han detenido aquí poralgunarazón.

Los policías de la frontera continuaron atravesando el bosque, sin hacer ruido.Avanzabancercadelacrestayalolargodeella,porserloquemejorprotecciónlesdaba, y rápidamente recorrieron aquel semicírculo. Cuando, de nuevo, se dirigíanhacia la abierta alameda del valle, vieron un peñasco largo e irregular, cubierto dedenso bosque. Torcieron un poco a un lado y se encaminaron a aquel excelenterefugio.

A gatas atravesaron los últimos cienmetros, sinmover un helecho, una hoja oromper una ramita.Al llegar al borde del precipicio vieron el prado herboso en elfondo, los desperdigados árboles, el arroyoy el grupode indios que rodeaba a losblancos.

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—¿Vesesapuntaderoca?Esunrefugiomuchomejor—murmuróWetzel.Pacientemente,perosinprisaniexcitación,emprendieronconlentitudsudifícil

avance entre las rocas y helechos, hasta alcanzar el ventajoso punto indicado. Lesagradabamuchoocuparposicionessemejantesaaquélla,porquepodíanvera todossusenemigosalfrente,yporlaespaldasesentíanprotegidosporelbosque.

—¿Qué hacen?—preguntó Jonathanmientras él yWetzel se habían agachadojunto a una vid silvestre, que con lamayor tenacidad conservaba aún sus grandeshojas.

—Jueganalosdados—contestóWetzel—.Losveomuybiencuandolosarrojan.Porlomenostansóloeljuegoescapazdeobligaralospielesrojasaobrarcomolohacen.

—¿Yquiénjuega?¿DóndeestáBrandt?—Puedo divisar a Legget. Fíjate en su despeinada cabeza. El otro debe de ser

Case.Brandtnoestáalavista.Talvezsecureunaherida.¡Ah,mira!Observadebajodeaquelenormeárbolyverásaun individuoquepermanece inmóvil.Esun indio.Estádemasiadoquietoyatentoparaquemeguste.Habráquevigilarlo.

—SindudasejueganeldinerodeMordaunt.—Esmuyposible,porqueesosrufianesnotienenotrodineroqueelqueroban.—¡Ah!Yase levantan.Mira,Leggetsealejameneandosuenormecabeza.Está

loco. Pero es posible que dentro de unos instantes lo esté más todavía —gruñóJonathan.

—Case sehaquedadosolo.Estácontandosusganancias.Meparece, Jack,quevanafacilitarnuestratarea.

—¡PorDios!Miraaaquelindio.Acabadeevitarquedisparenunrifle.—Yatehedichoqueeseindiotienesospechas.Noshavistopasarporesterisco.

Elena está sentada detrás de aquel árbol grande.El centinela indio nos la ocultabaantesdemoverse.

—Ahívaelotrobandido—murmuróWetzel,comosisucompañeronopudieseverle—.Mepareceque todoha terminadoparaCase.Fíjateenesebandidoqueseocultaenlaorilladelarroyo.Esunmalsistema.Mejorharíaacercándosecaraacarayconnaturalidad,envezdeesforzarseenatravesarcondisimulotodaesaextensión.Caseleoiráoleverá.Ahoraseacercaarastras.Avanzacondemasiadalentitud.¡Ah,ya lo sabía…! Case da media vuelta. Mira cómo salta el bandido. ¿Has visto lapuñaladaquelehadadoelmarinero?Unomenosquematarparanosotros.

—Estáncelebrandoconsejo—dijoJonathan.—Veoados indiosquese internandisimuladamenteenelbosque.Ahívieneel

centinela.Esunpielrojamuylisto,Jack,porquelociertoesquenosocultamosmuybienalpasar.Talvezconvengaimpedirlequesigavigilando.

—¡Wetzel!EsemalditoCaseestámaltratandoaElena—exclamóJonathan.—¡Chitón!—murmuróWetzel.—¡Mira!¡Lahaobligadoaponerseenpie!¡Oh,ledaungolpe!¡Oh!

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Jonathanapuntóelfusil,disponiéndoseatirar,peroseloimpidiólafuertepresióndesucompañeroenlamuñeca.

—¿Has perdido el juicio? Estamos a más de doscientos pasos. Es decir,demasiadolejos—dijoWetzelenvozbaja—.Esinútilempezarelfuegodesdeaquí.

—¡Déjameturifle!¡Déjamelo!Ensilencioleentregóelnegroylargorifle.Jonathanloempuñó,perotemblabatanto,queelcañónoscilabacomounahojaa

impulsosdelabrisa.—¡Tómalo!No puedo apuntar—gimió Jonathan—.Eso es nuevo paramí.No

soyyo. ¡Diosmío! ¡Wetzel, esebandidohavueltoapegaraElena! ¡Lehapegadootravez,yahoraquierebesarla!¡Wetzel,sieresamigomío,mátale!

—Valdríamás,Jack,esperary…—¡Laamo!—exclamóJonathan.Ellargoynegrocañónapuntóhaciaalláyunmomentodespuésunanubecillade

humo surgió entre las hojas verdes, en tanto que la detonación retumbaba por elbosque.

—¡Ah! Se ha quedado inmóvil —exclamó Jonathan—. Ahora se tambalea…cae…¡Muere,bestiademarinero!

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XX

LospolicíasdelafronteraobservaronaLeggetyasucuadrillamientrasdesaparecíanen la espesura inmediata a la alameda. En cuanto la última figura negra y esbeltadesaparecióantesusojos,Jonathansaltódesde loaltodelpeñasco,y,apenashabíallegadoalsuelo,cuandoyaWetzelseencaminabaalherbosoprado.

De nuevo siguieron la pista del bandido, aunque con semblantesmás hoscos yamenazadores que nunca. Sostenían con fuerza sus rifles ya amartillados y endisposicióndedisparar,ysusligerospiesapenasrozabanlashojas.

Wetzelsedetuvo,despuésderecorreraquellugardeunladoaotro,yconagudamiradaexaminóelterreno.

—Undíauotronosencontraremosconesepiel rojaquenoshadescubierto—murmuró—.Ymegustaríaacabarconélantesdequeseconviertaenunobstáculo.

Pocosindiosleaventajanenastucia.Hasidounasuertequepudiésemosquitardeenmedioaaquelbuenarqueroshawnee,porque,delocontrario,quizánoshubiesesido imposible luchar contra esos dos. Y te aseguro que no estoy muy tranquiloacercadenuestroavance.

—¿Temesunaemboscada?—preguntóJonathan.—Sí. Legget ha hecho retroceder a ese indio, quizás acompañado de algunos

otros.Mira, Jack, ¿ves esas huellas de pies diminutos? Son deElena. Fíjate cómoanda.Debedeestarmuyfatigada.HoyLeggetnopodrárecorrermuchasmillas.Sedetendráporahíyestarádispuestoaperderatodossuspielesrojasantesdeentregaralamuchacha.

—Puesyonoquieropasarlanochepróximadejándolaenpoderdeesacuadrilla.Lasalvaréoestarámuertaantesdequelasestrellaspalidezcanalasalidadelaluna.

—Me parece que, en realidad, está cerca la muerte para alguno de nosotros.Saldrá la luna una hora después de anochecer y ahora estamos a media tarde.Tenemos tiempo bastante para hacer lo que convenga. Ahora, Jack, no debemosseguir pacientemente su pista, sino que valdrá más dar un rodeo y tomarles ladelantera.¿Veseserobleseco,decolorblanquecino,quehayallá?

Jonathanmiróporentrelasabiertasramasdeunhaya,yagrandistancia,enunpradocubiertodehierbasyde juncos,enelque resplandecíanalgunosestanquesycorrientes,violacopadeunárbolsecoydesnudo.

—Vete hacia la derecha de ese prado y yo tomaré el camino de la izquierda.Avanzadespacioyconlosojosmuyabiertos.Nosencontraremosalpiedeeseárbolmuerto. Supongo que lo podremos ver desde todas partes.Abandonaremos aquí lapista de los bandidos y ya la seguiremosmás adelante.Ahora Legget se dirige enlínearectahaciasucampamento.Nosedesviaránienunasolapulgada.Quierellegarcuantoantesasuagujerorocoso.

Wetzelabandonólapista,seinternóenelbosqueydesapareció.Jonathansevolvióhacia laderecha,atravesó lacrestay luegodescendiópor la

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pendiente. Después de cruzar una corriente muy lenta, que formaba numerososremansos,llegóalextremodelbosqueporaquelladodelmarjal.

Demarcaban el límitede la selvauna faja de rosales silvestresyotros arbustosespinososofreciéndoleunexcelenteobservatorio.Aladerecha,elterrenoseelevabadeunmodoconsiderable.Observóquedesdeunospasosmásallápodríaexaminartodo el marjal, así como también la cresta del lado opuesto, en la que se hallabaWetzely,probablemente,elbandidoysucuadrilla.

Recordando la recomendación de su amigo, Jonathan contuvo su impacienciainusitadayavanzódespacio.Elvientohacíaoscilarlascopasdelosárbolesyagitabalas hojas secas que cubrían el suelo. Los pájaros cantaban cual si creyesen que eltiempoagradabledelveranohabíavueltootravez.Lasardillassededicabanarompernuecessobrelasramasdelosárbolesyalgunaslescaíanalsuelo;entoncessaltabanarecogerlas y removían las hojas secas, profiriendo, al mismo tiempo, su gritoespecial.Loscuervosgraznabanruidosamente,persiguiendoaungavilánquehuyóvolandopordebajodelasramasdelosárboles,paraescapardesusacometidas.Losgamossubíanaprisaporlavertientedelacolina,yunalcemajestuososepusoenpieyfueaocultarseenlaespesuradespuésderevolcarseenelmarjal.

En cuanto Jonathan estuvomás allá del centro de aquella llanura ovalada, quetendríaunamilladelargoylacuartapartedeancho,subióalacolinaparaexaminarelpanorama.Lahierbaondulabasustallospardosydoradosalaluzdelsol,silbabaelvientoporellayparecíaformaroleadasqueibanamoriralpiedelrisco.Lacolinanoestabacubiertadeunbosquedenso.Enmuchoslugareselfollajedecolorpardopresentabamanchasirregulares,algunasdeellasnegras,cualsisehubiesequemado,yotrasmostrabanlostonosamarillosypurpúreosdelosespesosmatorralesodelasgrisesypeladasrocas.

De pronto Jonathan vio algo que oscurecía uno de aquellos lugares iluminadospor el sol. Tal vez fuese un gamo. Estudió las redondas y ondulosas copas de losárboles, las estrechas fajas que aparecían entre los negros troncos y los lugaresdespejados que resplandecían alumbrados por el sol. Figuróse haber divisado unpequeñoanimalopájaroquecruzóelespaciosobreel fondodelcielo,cuandovio,con la mayor claridad, unas figuras de color pardo, que, con la mayor cautela,pasaban por delante de una roca verde gris y se ocultaban inmediatamente bajo elfollaje. Luego ymás abajo reaparecieron para atravesar un lugar despejado dondehabía unos helechos amarillos. Jonathan los contó. Dos eran de color amarillento,como la piel de gamo, y otro de estatura menor, comparada con los primeros, yvestidodegris.Luegoseisfigurasnegrasyesbeltascruzaronaquelespacio.Jonathanlosperdiódevistayyanopudovolveraobservarlos.Sinembargo,estabapersuadidodequeeranLeggetysucuadrilla.LafiguramenoscorpulentadebíadeserElena.

Jonathanechóacorrer,completóelcírculoentornodelmarjalyavanzóluegoalpaso,paraacercarsealárbolsecodondesehabíacitadoconWetzel.

Másalládelatierrabajallegóaunbosquederoblesblancos,gigantescosymuy

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viejos,entreloscualescrecíanmuypocosarbolillos.Aunquenopodíaverelpuntoalquesedirigía, suexactosentidode ladistancia leadvirtióquesehallabacerca.Alentrarenelbosqueloexaminódeunamiradayatravesócorriendounadistanciadeveintepasos,paradetenersedetrásdeunárbol.Leconstabaqueunobjetomovedizoeramásdifícildedescubrirenelbosquequeotroinmóvil.Denuevovolvióacorrercon lamayor ligereza para resguardarse en otro árbol.De estamanera atravesó elbosque.AlotroladoencontróelroblesecodequelehablaraWetzel.

SutroncoestabahuecoyJonathanseintrodujoenaquelespacioennegrecido,demodoquesucabezaocupabaunasituaciónfavorabletrasunnudosaliente,puesasípodíaverloqueocurrieseacortadistancia.Esperóunrato,quelepareciómuylargo,sinoírnivercosaalguna.Deprontooyóun tiro seguidoporungritodesgarrador.Apenas había cesado el eco, cuando percibió otros tres disparos apagados, muydistintosdelprimeroyprocedentesdelmismositio.Enrápidasucesióncontinuaronlosgritos,precediendoynosiguiendoalasdetonaciones.

Jonathanabandonóel escondrijo, amartillóel rifley fijó suagudamiradaenelrisco del cual parecían venir aquellos gritos. El primer tiro, muy distinto por sudetonaciónsecade los restantes,pertenecía,sinduda,aWetzel.Zane lohabíaoídomuchas veces, seguido por el grito de agonía de un salvaje. Los otros disparos sedebíanalosriflesindiosylosgritoseranlasexclamacionesdeentusiasmopropiasdelospielesrojasquehanemprendidounapersecución.

Agrandistancia,dondeelbosqueabiertoseponíaencontactoconlasombradelasespesuras,unafiguradecolorpardoempezóacorrerporlaamarillentatierra.Deunoaotraárbol,ya travésde losespaciosdespejados,semovíacon tantarapidez,queJonathannopudoyadudardequesetratabadeWetzel.Unmomentodespuésuncorodeaullidosresonódesdeelfollajeytressalvajessurgierondelaespesura,casien ángulos rectos con el fugitivo, tratando de interceptar su carrera. Wetzel noabandonó la línea recta que había de conducirle al árbol seco y corría con aquellamaravillosarapidezquetantasveceslehabíasalvado.

En aquel momento Jonathan pensó en la aventurada conducta que acababa deadoptarsucompañero.Suardideraevidente.Wetzel,contodaprobabilidad,matódeun tiro al peligroso explorador y luego pasó a todo correr junto a los demás,confiandoensupropiavelocidadyenlamalapunteríadelosotros,paraescaparconvida.

Cuandosehallóacosadecienmetrosdel roble,Wetzelperdió,aparentemente,las fuerzas. Dejó de avanzar con velocidad y empezó a cojear. Los salvajesprofirieron un alarido y siguieron corriendo, como manada de lobos hambrientos.Habían descargado ya sus rifles contra el fugitivo y, figurándose que sus tiroslograronherirle,redoblaronsusesfuerzos,haciendoresonarsusalaridosenelbosque.Unindioflaco,moreno,quecorríaconlamayorvelocidad,sedistanciófácilmentedesus compañerosy, seguro, sinduda,de apoderarsede la cabelleradelpolicíade lafrontera, recorrió en pocos instantes el espacio que le separaba del fugitivo. Y al

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mismotiempoblandíasutomahawk,profiriendoelgritodeguerra.El rifle de Jonathan había apuntado varias veces al moreno rostro de aquel

salvaje,perocuandosedisponíaaoprimirelgatillo,seinterponíaWetzel,demodoqueresultabamuypeligrosodisparar.

Envistadeello,Jonathansaliódesuescondrijolanzandotanpoderosogritoquedominólosdelossalvajes.Wetzel,derepente,sedejócaeralsuelo.

EnelactoseoyóeldisparodeJonathanyelindiocorpulentocayódebruces.Sus compañeros, que se hallaban amenos de cincuentametros de distancia, se

detuvieronasustadosalverel findesucompatriotaybuscabanyaelabrigode losárboles,cuando,profiriendosugritoterrible,Wetzelsepusoenpiedeunsaltoyseprecipitó contra ellos. Dejó el fusil en el mismo lugar en que cayera, pero en sudiestra brillaba el tomahawk mientras avanzaba. Su cojera fue un engaño, porquecorríacontantaligerezaquesuantiguacarreraresultabalentaencomparación.

Aunquelosindioseranguerrerosexperimentados,solamentelomiraronunavezymurmurandoelnombredeVientoMortalseapresuraronaemprenderlafuga.

Unodeellos,menosrápidoquesucompañero,fuealcanzadoporWetzel,quelederribódeunsimplegolpe.ElotroaprovechóesteataquedeWetzelparaganarunabuena delantera y, espoleado por el gritomortal de su compañero, pudo ocultarseentrelosárbolesydesaparecer.Wetzelquitóelpericráneoalosdossalvajesmuertosy,despuésderecobrarsurifle,sereunióconJonathanalpiedelrobleseco.

—Nuncasesabeloquehadesuceder,Jack—dijo—.Esepielrojadequientemíaquenosdiesemotivosdepreocupación,consiguióengañarmedetalmanera,quenotuve más remedio que pegarle un tiro. Y, comprendiendo que era el momento deecharacorrer,lohiceendirecciónaesteroble,exponiéndomealfuegodelosotrospieles rojas, persuadido de que empezarían a perseguirme sin perder unmomento.Esperabaquetúestaríasyaaquí,aunquenoestuvesegurohastaelmomentodeverturifle.Yentoncessemeocurriólaideadehacermeelcojoparalograrqueesosbestiasseacercasenmás.

—Yatenemostresmenos—dijoJonathanZane—.¿Yahoraqué?—Hemos asustado aLegget y le obligaremos a apartarse de su camino.Ahora

estábuscandounlugarseguroparaacamparestanoche.—Nohayningunoenestosbosques.—La verdad es que no nos habíamos propuesto situarnos entre él y el

campamento,peronopodríamoshacernadamejor.Aunamillamásalládeesacrestahay un lugar propio para acampar, con una fuente y, además, abundantes árboles.Leggetsedirigeallá.Ydespuésdehabersituadoaunpardeindiosqueguardenellugar, se creerá seguro. Pero yo conozco muy bien aquel sitio y soy capaz deacercarmearastrasenlanochemásoscura,sinquecrujaunasolarama.

A la luz gris del crepúsculo, Jonathan Zane estaba solo y sentado. Un búhochillaba tristemente en los oscuros bosques, más allá de la espesura en donde elpolicíadelafronteraestabaaguardandoaWetzel.Suatentooídodescubrióunleve

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rumor semejante al deun topoque anduvierapordebajode lashojas.Temblóunarama, que volvió a ocupar su primitiva posición, se oyó un paso suave y aparecióWetzel.

—¿Quéhay?—preguntóimpacienteJonathanmientrassucompañerosesentabaapoyandoelriflesobrelasrodillas.

—Calma,Jack.Hemosdeesperarunahora.—Bastantelargomehaparecidoloquehemosesperadoya.—Estánahí—dijoWetzel.—¿Aquédistancia?—Acosademediahora,avanzandoarastras.—Entoncessehallanmuycerca.—Demasiadoparaqueteexcites.—Puesvamos.Hayahoratantaluzcomoenelcrepúsculomatutino.—Porlamañanaserámejor.Losindiosduermenmásprofundamentecuandose

acerca el día. Siempre me ha parecido esa hora la mejor. Pero, de todos modos,estaremosdesuertesiconseguimoscogerdormidosaesospielesrojas.

—Puesyonopuedoesperar toda lanoche,Wetzel.Noquieroque lapobrecillapasemástiempoencompañíadeesebandido.Olalibertoolamato.

—Lomásprobableseráloúltimo—replicósencillamenteWetzel.—Noimporta—dijoJonathaninclinandolacabeza.—NodebespreocuparteporElena.Apenashacemediahoraquelavi.Estámuy

fatigada,peroanimosa.NotéestoúltimocuandoBrandtseacercóaella.Leggetestábastanteocupadoconlospielesrojas,puesleresultadifícilobligarlesaquesiganeselentocamino.Nodiréqueesténasustados,perosímuyinquietos.

—¿Estásdispuestoaintentarlaaventura?—Nohaynecesidaddequelopreguntes.—Descríbemeelterreno.—Puesbien,sillegamosalarocadequetehablé,nosencontraremossobreellos.

La peña tiene tres metros de altura y podremos dejarnos caer entre los enemigosProbablemente dos o tres de ellos guardarán la entrada, que está un poco hacia laderecha.Hayallíunárbolcorpulento,elúnicocercadelafuente.Elenaestábajosusramas,sentadayreclinadaenlasraíces.Cuandolaviporvezprimerateníalasmanoslibres,peroBrandtleatólospies.Paraesotuvoqueauxiliarleunindio,porqueellalediovariospuntapiésconlamayorfuria.Haymusgodebajodelárbolyallíesdondesetiendenlosindiosparadormir.

—Yaloentiendo.Ahoracomunícametuplan.—Me parece que éste es el mejor. Dentro de una hora saldrá la luna.

Avanzaremosarastrascomonuncalohicimosantes,porquelavidadeElenadependede que no hagamos ningún ruido. Si nos oyen antes de estar dispuestos a tirar,mataránalajovendeunhachazo,sinvacilarunmomento.Sinosospechannuestrallegada,encuantollegueelinstanteoportunomatasaBrandt,luegogritascontodatu

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alma,saltassobreellosyderribasalprimerindioqueseinterpongaentucaminoparadirigirsecontraElena.Teapoderasdeellayhuyesparaocultarteenelbosque.

—Y¿quémás?—preguntóJonathanencuantoWetzelhuboterminado.—Nadamás—replicóelotroconsecoacento.—¿YtedejarésoloparalucharconLeggetylosdemás?—¡Claro!—Puesnopienseseneso.—Nohayotroremedio.—Hadehaberlo.Déjamepensar.Peronopuedo,meparecequenosoyelmismo

desiempre.—Nohayotrorecurso—repitióWetzel.La anchamano de Jonathan oprimió el hombro deWetzel y le hizo darmedia

vuelta.—¿Tehedejadosoloalgunavez?—Estoesdistinto—contestóWetzelvolviéndose.Suvozerafríaydura.—¿Porquéesdiferente?Yasabesquesiemprehemosobradojuntos.—PeronuncahemostenidoquehabérnoslasconunacuadrillacomoladeLegget.

Ellosnosesperanya,ylaempresaserámuydifícil.—Ésanoesningunarazón.—Tampoco nunca tuvimos que salvar a una muchacha a quien amase uno de

nosotros.Jonathanguardósilencio.—Yadijequeéstaseríamiúltimapista—contestóWetzel—.Estoypersuadidoy

lomismocreorespectoati.—¿Porqué?—Si consigues llevarte a lamuchacha sanay salva, ella te retendrá en casa, lo

cualmeparecemuybien.Ysinoloconsigues,morirásenlaempresa,demodoquetambiénserátuúltimapista.

LavozfríayserenadeWetzelexpresabaunaabsolutaverdad.—Mira,Wetzel, no puedo marcharme dejándote solo, empeñado en una lucha

contraesosdemonios,despuésdetantosañoscomohemospasadojuntos.Nopuedo.—Nohayningúnotroremedio,siqueremossalvaresajoven.Tembló. Jonathan, agitado por la emoción. Sus negros ojos centelleaban y sus

manossecerrabancualsiquisieranagarrarelaire.Unavezmásveíaseentreelamoryeldeber.Denuevovolvióasuantigualucha,

peroaquellavezquedódebilitado.—Túamasaesamuchachadegrandesojos,¿noesverdad?—preguntóWetzel

volviéndoseaélconrostroyvozmássuaves.—Mehevuelto loco—replicóJonathan, torturadopor lasimplepreguntadesu

amigo.Aquellosenormes,bellosymaravillososojosquetantoamaba,parecíanmirarle

desdelaoscuridaddelaespesura.Yelconocidoysuavecentelleodeaquellasórbitas

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ysutiernaluzestabanallíylesuplicabanmásquenunca.Jonathaninclinólacabeza,avergonzadodequesuamigovieselaslágrimasque

llevabansusojos.—Jack, juntoshemosseguidolaspistasdurantemuchosaños.Siemprehassido

fiely leal.Éstaes laúltimavezque trabajamos juntos;pero, suceda loquequiera,estanochedestruiremos lacuadrilladeLeggety talvez la fronteraseverá libredecriminalesparasiempre.Élhaterminadosucarrera.Conténtateconeso.Nuestrahorahabía de llegar antes o después. ¿Por qué no ha de ser ahora? Ya comprendo tussentimientos;quisierasestaramilado,peroesamuchachateatrae;locomprendoyquieroquelasalves.Talveznuncalosoñaste,peroséperfectamenteloquesientes.Todostustemblores,elamor,ladeliciayladulzuraquesientesporesamuchachanosonningúnmisterioparaWetzel.

—¿Hasestadoenamoradoalgunavez?Wetzelinclinólacabeza,cosaquetalveznohizoentodasuvida.—SiemprehequeridoaBetty…—contestóconvozsuave.—¡Mihermana!—exclamóJonathan.Luego su mano se cerró con fuerza sobre la de su camarada, en tanto que su

menterecordabamuchascosasextrañasypasadas,queahoraresultabanenextremoclaras.

Wetzelhabíareveladosusecreto.—Siemprefuemivida,desdequenoeramásaltaquemirodilla.Hubountiempo

enqueyomefigurépoderllegaraserparatialgomásdeloquesoyahora.Peroyoestaba loco,me animaba el odio a los indios y por eso nunca le dije nada, porquecuandoquisehacerloyaeratarde.Enfin,nohablemosmásdemí.Solamentetelohedichoentubeneficio.

Jonathanguardósilencio.—Y ahora, volviendo a lo que tratábamos —añadió Wetzel—, esperemos

alcanzar el éxito en la lucha que se avecina. Es verdad que te comuniqué miimpresióndequeéstaseríamiúltimapista,peroesposiblequemeengañe.Nuncasesabeloquehadeocurrir.Yhastallegoacreerqueesagentenopuedeserpeligrosaparanosotros.Nunca,enmivida,dije,niatinianadie,loquemepropongohacer.Peroahoratelocomunicaré.Sillegosanoysalvoentreellos,losmataréatodos.

Elgigantescopolicíahablabaenvozbaja,perosingularmenteenérgica.Susojosresplandecíanconfuegoextraordinarioysurostroerafríoeimpasible.Extendiósusmorenos brazos, apretó los enormes puños y contrajo losmúsculos de sus anchoshombros.

—Nopuedoresignarmeaesaidea,Wetzel.Nopuedo.¿Nohabráotroremedio?—Nolohay.—Loharé,Wetzel, porque obraría lomismo en tu beneficio; lo haré porque la

amo,pero¡oh,Dios,cuántomeduele!—Así me gusta —contestó Wetzel suavizando su voz profunda, que adquirió

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insospechados matices—. Me alegro de que me digas eso ante la necesidad dedejarme solo. Pero si ambos salimos con vida, iré con frecuencia a veros, a ti y aElena. Si tú vives y yo no, recuérdame algunas veces y piensa en las pistas querecorrimos juntos.Y cuando llegue el otoño con sus brisas suaves y frías, con susmañanasbrumosasysusnochesestrelladas,cuandoelvientoaúlletristementeentrelasdesnudasramasyhagacaerlashojassecasalsuelo,recuerdaqueiránacubrirmitumba.

El crepúsculo había aumentado la oscuridad; el tono rojizo del Oeste setransformóen luzopalina; a travésde los árbolesypor encimadeunoscuro riscoresplandecíaunafajaplateada.

Habíasalidolalunay,portanto,erallegadalahora.Losdoscompañerosestrecharonsuscinturones,ataronconcuidadosuspolainas

y sus chaquetas de caza, dejaron las hachas sueltas y en disposición de serempuñadas,revisaronlacargadesusriflesyquedarondispuestosparaemprenderlamarcha.

Wetzelrecorrióveintepasosyregresóluego.Surostroestabamuypálidoalaluzde la luna. Sus oscuros ojos se suavizaron con expresión cariñosa cuando estrechóconlasuyalamanotendidadesuamigo.

Luego se dejó caer al suelo, cuidando de que su rifle no rozara con nada, yempezóaarrastrarse.Jonathanlesiguiócasitocándole.

Lenta y continuamente siguieron avanzandounminuto tras otro.Los avellanosjuntoaloscualespasabanaúnnohabíanperdidosushojas;elsueloestabalimpioyduro,yelcaminoenmagníficascondicionesparasumortíferopropósito.

Elleverocedesustrajesdepieldegamoparecíaelrumorqueproducenlashojasalseragitadasporlabrisa.

SeasomólalunaporencimadelosárbolesyWetzelseguíaavanzandodespacio,continuayseguramente.

Elbúho,solitariocentineladeaquelbosque,chillabatristemente.Nisiquierasusojosnictálopes,que lepermitíanverdurante lanochecon lamismaclaridadquesifuese de día, consiguieron descubrir a aquellas figuras que avanzaban pegadas alsuelo. Incluso él, seguro guardián de aquellas soledades, dejó de avisar a lossalvajes…

Jonathan sintió que andaba sobre el musgo suave. Hallábase entonces en elbosqueydebajodelosárbolesHabíandejadoatráslaespesura.

UnodelosmocasinesdeWetzeloprimiósuavementelacabezadeJonathan.Eralaprimeraseñal.

Éstesiguióavanzandoyseincorporóunpoco.Vioqueestabasobreunaroca.Losárboles inmediatos eran espesos, lóbregos;más abajo, aquella pequeña concavidadestabaalumbradapor lospálidos rayosde la luna.Algunas figurasdecoloroscuroestabantendidasformandocasiungrupo.Dossalvajesandabansinruidodeunladoaotroyunaesbeltaformaenvueltaenunamantadescansabaapoyadaenunárbol.

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LentamenteadelantóelrifleyseincorporóalmismotiempoqueWetzel,comosilosmismosmúsculosguiasenalosdos.

Sobresucabezacrujióunaramita,porqueenaquellaoscuridadnodescubrierontalobstáculo.

Loscentinelasindiosseinmovilizaronderepentecualsifuesenestatuas.Habíanoídoalgoraro,perodemasiadotarde,porquecuandoresonabaelestampidodeambosrifles,losdoscayerondesplomadosalsuelo.

Casicuandoaúnbrillabaelfogonazodelasdosarmasyflotabaenelambientelanubecilladehumo,JonathansaltóenseguimientodeWetzelparacaeralfondo.Losgritosdeaquélseconfundieronconelalaridodevenganzadeéstey,comosombrassaltadoras,ambospolicíasdelafronteracayeronsobresusenemigos.

Un indiosepusoenpie,empuñóunarmaycayóal recibirungolpesalvajedeJonathan, para no levantarse más. El vencedor saltó sobre su cuerpo y, en aquelmismo instante, una figura oscura y ligera se arrojó contra la cautiva.Blandióunahojametálicaquebrillabaalaluzdelalunacualsifuesedeplata,ysuagudogritodeguerraydemuerteseoyóalmismotiempoquelaexclamacióndepánicodeElena.Ycuando su enemigo la obligaba a inclinar la cabeza hacia atrás, después de haberagarradosu largocabello,disponiéndoseadejarcaersubrazoarmado,Jonathansearrojócontraélyamboscayeronrodandosobreelmusgo.Huboentoncesunaluchaterrible.Vióseunahojametálicaquebrillabaentodasdireccionesyalfinseoyóunchoqueapagado,quehizoguardar silencioal indio.Elpolicíade la frontera fueelúnicoquepudoponerseenpie.

SeapoderódeElenaconlamismafacilidadque8ifueseunaniña,saltóelarroyoy se hundió en el bosque.El ruidode la lucha espantosa que dejó atrás crecía pormomentosyllenabadehorrorlanoche.DominandolosagudosgritosdelosindiosylosalaridosdeLegget,oíanselosespantososaullidosdeWetzel,casipropiosdeunloco.Noseoyóningunadetonación,sinotansólochoquesapagadosdeacerocontraacero, así como el rumor de hombres que luchan. Todo ello revelaba la contiendamortalqueallísedesarrollaba.

Jonathanllegóalbosque,atravesócorriendolosclaros iluminadospor la lunaycontinuócorriendobajolaluzolasombra.

Losagudosgritoscesaron;tansólosepercibíanlosalaridosroncosyelrugidodeaquelloco.Gradualmentemurierontambiényelbosquequedóensilencio.

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XXI

A lamañana siguiente, cuando empezaba a levantarse la bruma, revolviéndose engrandes masas bajo los cálidos rayos del sol, Jonathan Zane varó su canoa en laempinadaorillainmediataaFuerteHenry.Unexplorador,atraídoporlallamadadelpolicía de la frontera, corrió hacia el peñasco y dio la voz de alarma con agudosgritos.YentrelaspersonaspresurosasyvestidasdecolorpardoquelecontestaronsehallabaelcoronelZane.

—EsJack,coronel,ylatrae—exclamóuno.Elvalerosocoronelsedirigióalacimadelriscoparaverasuhermanomientras

subíalacuestadelaorilla,llevandoenbrazosaunamuchachaderostromuypálido.—¿Quéhay?—preguntómirandoconmuchagravedadaJonathan.En aquelmomento no se advertía en él ninguna amabilidad ni bondad. Por el

contrario,suaspectoeraseveroyduro,cosaquedemostrabaelhechodequeporsusvenascorríalamismasangrequeladelpolicíadelafrontera.

—Ayúdame—dijoJonathan—.Aparentementenoestáherida.Llevaron a Elena hacia la cabaña del coronel Zane. Muchas mujeres del

establecimientolesvieronalpasarysemirabanmutuamenteconlamayorgravedad,aunque sin pronunciar palabra. El regreso de una muchacha raptada no era,ciertamente,nadaextraordinario.

—¡QuevayaunoaavisaraSheppard!—ordenóelcoronelZanealentrarensucasa.

Betty,queestabaenlasala,selevantódeunsaltoexclamando:—¡Oh,Ebenezer!Nomedigasque…—No;no,Betty.Estábien.¿Dóndeestámimujer?¡Ah,Isabel,ahítienestrabajo!El coronel dejó a Elena en las tiernas y hábiles manos de su esposa y de su

hermanaysiguióaJonathanalacocina.—Medisponía a desayunarme cuando oí un grito—dijo—.Ven, Jack, y come

algo.Lo hicieron en silencio. Desde la sala llegaban a sus oídos unos murmullos

excitados.UngritodealegríadeBettyyunadébilvoz.Luegofuertesypresurosospasos,seguidosporlavozdeSheppard,queexpresabasuagradecimiento.

—¿DóndeestáWetzel?—empezópreguntandoelcoronelZane.Elpolicíadelafronterameneólúgubrementelacabeza.—¿Dóndelodejaste?—AnochecaímosentrelacuadrilladeLegget,unahoradespuésdesalirlaluna.

EsodebiódeocurriracosadequincemillashaciaelNoroeste.Yyomemarchéconesamuchacha.

—¡Ah! ¿Ydejaste aWetzel luchando con los demás?El policía contestó a esapreguntainclinandolacabeza.

—Túhassalidobienlibrado.Alparecernotienesningunaheridayestuvistede

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suertesalvandoaElena.Bueno,Jack,y¿quépiensashacerconrespectoaWetzel?—Vuelvoallá—replicóJonathan.—No,no.Abrióse una puerta para dar paso a la señora Zane. Su aspecto era alegre y

animoso.—Hola, Jack. Me alegro mucho de que estés en casa. Elena está muy bien;

solamente un poco débil a causa del hambre y de la fatiga.Voy a llevarle algo decomer.Peroveoquenohabéisdejadograncosa.

ElcoronelZanesedirigióalasala.Sheppardestabasentadoalacabeceradelacamaenquesehabíatendidosuhija,pálidaydesencajada.BettyyNellylamirabanconloscorazonesasomadosalosojos.SilasZaneestabatambiénallíconsumujeryvariasvecinas.

—Betty,veabuscaraJacky tráelo—dijoelcoronelaoídosdesuhermana—.Tráeloarrastrandosiespreciso—añadióenérgicamente.

La joven salió de la habitación y poco después volvió con su hermano, queentrabademuymalagana.

Encuantosurostroseveroaparecióporlapuerta,nacióenlosojosdeElenaunahermosasonrisa.

—Mealegromuchodequeempiecea reponerse—dijo Jonathan.Perohablabaconacentotriste,porquesumenteestabafijaenotrascosas.

—Estáalgodesencajada,perounanochedesueñolacurará—dijolaseñoraZanedesdelacocina.

—¿Quélepareceausted?—interrumpióelcoronel—.JacknoestásatisfechoconhabertraídoaElenasanaysalva,regresandoélmismosindañoalguno,porqueahorasedisponeamarchardenuevo.

—¡No,Jack,no!—exclamóBetty.—¿Quéoigo?—exclamó la señoraZanealentrar—.¿QueJacksemarchaotra

vez?Siesasílediréqueestálocoderemate.—Oye,Jonathan—ledijoSilasmuyserio—.¿Nopodríasquedarteencasa?—Escucha, Jack —murmuró Betty acercándose a él—. Ninguno de nosotros

esperabayaveros,niatiniaElena.Yapuedescomprendercuánfelicessomos.Notemarchesotravez.Eresunhombreynosabesnipuedescomprenderloquesienteunamujer.Nosotroshemosdequedamosencasaesperando,aguardandoyrezandoporelfeliz regresodeunmarido,deunhermanoodeunnovio. ¡Oh,cuán largosson losdías!¡Cuánlargaslasnochessinsueño,mientrasseoyenlosgemidosdelvientoenlascopasdelospinosyelruidodelalluviaeneltejado!Esenloquecedor.¡Nonosdejes!¡Nomedejes!¡NoabandonesaElena!Diquenoloharás,Jack.

Jonathanpermanecíamudoantetalesruegos.Seapoyabaensurifleysufiguraelevadaysucaratristeyseveraeranimponentes.

—Elena,ruégalequesequede—imploróBetty.ElcoronelZanetomólamanodelajovenylaacarició,diciéndole:

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—Sí,pídaselo,hijamía.Estoysegurodequepodráustedpersuadirledequesequede.

Elenalevantólacabezayconvozdébilpreguntó:—¿HamuertoBrandt?Elpolicíadelafronteratampococontestó,perosusilencionoeraunaafirmación.—¡Medijoustedquemeamaba!—exclamóalocadalajoven—.¡Measeguróque

mequeríay,sinembargo,nohamatadoaesemonstruo!Elpolicíadelafrontera,conlarapidezpropiadeunindiosobresaltado,buscóla

puertaydesapareció.Una vez más Jonathan Zane penetró en las tenebrosas y apacibles sendas del

bosque,consupasosuaveeincansable,queapenasagitabalashojasalpasar.AhoraavanzadadelatardedejóasuespaldaDosIslasyllegóalaescenadela

muertedeMordaunt.Satisfechodeladistanciaquehabíarecorrido,sedirigióaunaespesuraconobjetodedescansar.

Eldíalehallódenuevosiguiendolapista.Tomóunatajoatravésdeunosriscosy,cuandolanieblaselevantósobreelvalle,hallábaseapocadistanciadelaciénaga.Se aproximó a ella con su cautela acostumbrada, deteniéndose tras la enorme rocadesdelacualsaltaronélyWetzel.Enelbosquereinabaunasolemnetranquilidad.Noseoíapiaraunsolopájaroylaúnicaseñaldevidadeaquellugareraunflacolobo,que se ocultó entre el follaje. Bajo el árbol corpulento, el salvaje que fuemuertocuandosedisponíaaasesinaraElenaestabaconvertidoenunamasaconfusa.Dosindios, también cadáveres, se hallaban en el centro de aquel claro, y en el ladoopuesto Jonathan descubrió a otros tres cuerpos inmóviles y ensangrentados.EntreellosnovioaWetzel,aLeggetoaBrandt.

—Ya me lo figuraba —murmuró al observar la escena. La hierba estabapisoteada,losárbolesdesprovistosdecortezaylasmatasinclinadasaunlado.

Jonathansealejódelaciénagay,rodeándola,empezóabuscarlapistadeWetzel.La encontró y cerca de ella vio también las grandes huellas del bandido.Completando su examen descubrió el hecho de que Brandt debió de alejarsesiguiendoalosdemás.

SeguroyadequeWetzelhabíadadomuerteatresindiosydeque,deunmodomaravilloso y característico en él, puso en fuga a los bandidos que estaba ahorapersiguiendo, la emoción de Jonathan se convirtió en ardor. El afecto hacia sucamarada y el odio profundo que sentía por los bandidos, así como una sedinextinguibledesusangre,seagitabanensucorazón.

Comolincequeolfateasupresa,elpolicíadelafronteraempezóaseguirlapista,incansable y sin desviarse un solo centímetro de su camino. Las huellas eranmuyvisibles para él, de modo que no tuvo necesidad de detenerse. Legget y Brandt,deseosos de escapar a aquella implacable Némesis, corrían a toda velocidad, sinfijarseenlashuellasvisiblesquedejabanasuespalda.Sabíanmuybiencuándifícilles sería alejar a aquel lobo que les perseguía. Comprendían que si trataban de

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prepararunaemboscadahabríande lucharconunaastuciamuchomayorque ladecualquierindio.Yasí,huyendodesesperados,esperabanalcanzarelretirorocosoendonde,comozorrosensusmadrigueras,talvezsepodríanresguardar.

En cuanto el sol empezó a descender hacia el Oeste, alargando la sombra deJonathan,ésteacortóelpaso.Entrabaentoncesenunacomarcarocosayabrupta,queseñalaba laaproximaciónde losdistantesMontesAlleghenry.Desde loaltodeunalomaexaminóel terrenoy sedio cuentadeque sehallaba amuypocasmillasdelescondrijodeLegget.

Sedetuvoalpiedeaquellaprominencia,dondeunarroyocorríasuavemente.Enaquel lugar,algunoscaballosvadearonlacorriente.Todosestabanherrados, locualindicaba de unmodo seguro que se trataba de caballos robados y en poder de losindios.

LuegoJonathanobservóque lapistade loscaballos seconfundíacon lade losbandidos.SospechóquelosindiosyLeggethabíancelebradounacortaconferencia.Yal avanzarelpolicíade la frontera,pudoencontraruna levísima impresiónde lapistadeWetzel.LeggetyBrandtnodejaronseñalesdesupaso,sindudaporqueibanacaballo.

A Jonathan le importaba averiguar si Wetzel continuaba la persecución.Rápidamenteatravesóunacolina,unbosquedeabedules,dondelapistasemostrabaporentreuna líneade rotoshelechosy luegosubíaauna loma,cubiertadealgunahierba.Allínovioningunaindicacióndelapistadesuamigo.Sólopudodivisarlashuellas de los caballos. Jonathan se detuvo al abrigo del matorral más inmediato.Aquel movimiento repentino por parte de Wetzel indicaba que, sospechando unaemboscada,diounrodeoquizáshaciaelsotodeabedules.

Mientrastanto,susojosregistrabanlaextensióndeterrenodesnudoqueteníaalfrente.Nopudoverningunaespesura,unárbolcaídooungrupoderocas,comolosindios solían aprovechar para preparar una emboscada. Los salvajes siemprebuscaban los matorrales espesos, troncos caídos o un grupo de rocas, dondeesperaban a su perseguidor. Y precisamente una de las habilidades del hombreacostumbradoalbosqueconsistíaenreconocertaleslugares.

Másalládeunmontículo arenoso, Jonathan llegóa lavertiente selvosadeunacolina,enlaquehabíadiseminadasvariasrocasdegrantamaño,algunascubiertasdemusgoydeliquen,yunadeellas,deproporcionesgigantescas,teníaunacoronadehelechos y laureles que adornaban su llana superficie. Era un lugar ideal paraprepararunaemboscada.Sinembargo,estuvosegurodeque,dehaberseocultadoallíalgún indio,Wetzel lodescubriría.Unavezenel ladoopuestode la roca,Jonathanvio un helecho roto colgado sobre su borde. Y lamanifiesta pista de los caballoscorríaapocadistancia.

Graciasasucostumbredeinvestigarafondo,locualhabíahechodeélloqueera,Jonathansaltó sobre la roca.Allí, tendidoentre loshelechos,vioaun indiode fazsombríaysumidayaenlamuerte.Enelcostadotemaunbalazo.

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Jonathanexaminóelrifledelmuerto.Habíasidodescargado.Laroca,elhelechoroto,elindiocadáveryelrifledescargadoreferíanlahistoriadeaquellatragediadelbosque.

Wetzeldescubrióatiempolaemboscada.Abandonólapista,procuróqueelindiodisparase contra él y luego, aprovechando unmomento en que pudo ver el cuerporojodelsalvaje,apuntócontraélylomató.

Jonathan avanzó tomando mayores precauciones. A poca distancia de la rocaencontró la pista deWetzel. Caía la tarde. No podía ya alejarse mucho, pero, sinembargo,siguióandando,coneldeseodealcanzarasuamigoantesdeanochecer.Devezencuandosilbaba,peronorecibíarespuesta.

Cuando lashuellasde loscaballos fueronya invisibles, a causade lapoca luz,Jonathan decidió hacer alto por aquella noche.Volvió a silbar conmayor fuerza yclaridad que antes y con extraordinaria atención esperó el resultado. Reinabaprofundo silencio en aquella soledad, pero de pronto fue interrumpido por la vozlejana y melancólica del tordo ermitaño. Era la respuesta que esperaba oír de suamigo.

Poco después oyó otra llamada nomuy fuerte y ya cercana, a la que contestóJonathan. Abriéronse sin ruido los arbustos a su izquierda y en silencio aparecióWetzel.Ambosseestrecharonlasmanos,sinhablar.

—¿Tienes carne? —preguntó Wetzel. Y mientras Jonathan le entregaba sumochila,continuó—:Yateesperaba.¿Llegastesinnovedadconlamuchacha?

—Ladejésanaysalva.Elgigantescopolicíagruñósatisfecho.—¿CómoseescaparonLeggetyBrandt?—preguntóJonathan.—Comogamosasustados.Nopudeponermanosobreningunodelosdos.—¿Acuántosindiosencontraronmásabajo?—Asiete.PeroahorasolamentesonseislosqueacompañanaLeggetensuretiro.—Meparecequeestamoscercadeél.—Nomuylejos.Lanocheseextendiósobrelatierraylosdospolicíasseentregaronalsueño,cual

sinotuviesentemiblesenemigosapocadistancia.Lasuavebrisanocturnasuspirabatristementeentrelosdesnudosárboles.Algunasestrellasbrillantesparpadeabanenelcielo.Yenlaoscuridaddelbosque,losdospolicíasdelafronterasesentíancomoensupropiacasa.

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XXII

EnlatoscacabañadetroncosdeLeggethabíaunahogueracasiconsumidaya,peroque aún alumbraba las figuras de los dos bandidos, dejando ver en la penumbra aunoscuantosindiossentadoseinmóvilesenelsuelo.Susnegrosojosdespedíanuncentelleo triste, cual si fuese el reflejo de sus almas salvajes sorprendidas por elfuego.Leggetteníaaspectoferozyabatidoauntiempo;elrostrodeBrandteraduroyestabadesencajado;suslabiosestabancerradosysusojosgrisesdespedíanfuego.

—¿Seguros?—exclamó—.¿Seguros,dices?Estamosahoracomolaotranoche,cuando esos tigres de la frontera saltaron sobre nosotros y nos hicieron huir comocobardes.Yoallíhabríaluchadosinomelohubiesesimpedido.

—TedigoqueeseWetzelestálocodeatar—dijoLegget—.Heprobadomuchasvecesmivalorparasaberquenosoycobarde.Peroesehombreestáloco.Searreglódemodoquelosindiosempezaranalucharentresí,comounamanadadelobosentomodeungamo.

—Tan loco está como tú o yo—declaróBrandt—.Lo conozcomuy bien. Susaullidosysusalaridosenelbosquenosonmásqueuna treta.Conocemuybien lanaturaleza de los indios y se vale de su superstición para luchar.Ya te dije lo quehabríaconvenidohacer.¿NoteaconsejémataraZanecuandopodíamos?Wetzelnosehabríaatrevidonuncaaperseguirnosélsolo.Yahoramehaquitadolamuchachaycontodaseguridadvanasitiamos.

—Pero¿creesacasoquenosatacaránaquí?—preguntóLegget.—Son demasiado listos para hacer ninguna tontería, pero algo harán que no

esperamos. Zane estuvo prisionero aquí; reconoció el lugar y puedes apostarcualquiercosaaqueseacuerda.

—ZapesehabrávueltoaFuerteHenryconlamuchacha.—Tenlaseguridaddequevolverá.—Bueno.Peronosotrospodremossostenernosaquícontratodosloshombresque

mandeEbenezerZane.—Nomandaráanadie—replicóBrandtenojado—.Acuérdate,Legget,dequeno

hemos de luchar contra soldados, colonos o cazadores, sino contra policías de lafrontera.¿Teenteras?Esdecir,contrahombresquehancrecidoaquí,enestafronteraensangrentada,ynoenotrolugardelatierra.Noconocenelmiedo.Ambossontanligeroscomogamosynoesfácilverlesniseguirsupista.Soncapacesdeapagarunabujía de un balazo y a oscuras. Eso se lo he visto hacer tres veces a Zane, a ladistanciadecienmetros.¿YWetzel?Ésenogastalapólvoraensalvas.Nohaynadiecapazde cogerlos enuna emboscadani de apartarlosde lapistaque sigan.Tienentantoolfatocomolosbuharros,yojosdeáguila.

—Tal vez pudiésemos marcharnos de aquí al amparo de la noche —sugirióLegget.

—¿Yqué?Precisamenteesloqueellosquieren.Alapuestadelsolnosatacarían

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denuevo.No.Hemosdequedarnosaquíyluchar.Nossostendremoscuantonosseaposible. Pero ellos nos harán salir de un modo u otro. Puedes estar seguro. Y sialgunosacalanarizalsol,lepegaránuntiro.

—Yaveoqueestásenojadoyquehasperdidoel ánimo—dijoLeggetconvozruda—.Estásirritadocontramíporquepusebuenacaraalamuchacha.¡Ja,ja!

BrandtdirigióaLeggetunamiradaquenoanunciabanadabueno.Susrobustasmanossecerrarondemostrandolarabiaquehabíaensucorazón.Luegosequitóconcuidado su chaqueta de caza, para examinarse la herida.Ató de nuevo el vendaje,murmurandotristemente:

—Noesraroquehayaperdidoelánimo,porqueestoymuydébil.Ysiestaheridasevuelveaabrirnoséquéserádemí.

Loshabitantesdelacabañaguardaronsilencio.Elgigantescobandidoinclinóladespeinadacabezayluegofueatenderseenunmontóndeagujasdepino.Brandtnotardómuchoenacostarseasuvez.Ambossedurmieroninmediatamente.Dosdelossalvajes salieron conpasos felinos, dejando la puerta abierta.Las llamas se habíanapagado; quedaba tan sólo unmontón de brasas. Fuera, en la oscuridad, se oía elrumordeunapequeñacascada.

Llegada lahorademayoroscuridad, transcurriósin incidentealgunoy luegoelcielo se tiñó de gris. Los pájaros empezaron a piar. La luz del día penetró por lapuertadelacabaña.Losdoscentinelasindiosencendíanunahogueraenelhogardepiedra.Uno a uno entraron los demás salvajes, desperezándose y bostezando, y sededicaron a sus tareas, preparando el desayuno.Aparentemente, cada uno lo hacíaparasí.

Legget se puso en pie, sacudiéndose como un perro de lanas, y se dirigía a lapuertacuandounode loscentinelas lodetuvo.Brandt,queestabayadespierto,vioaquelmovimientoysonrió.

Poco después, dos indios y los bandidos se desayunaban con unas lonjas devenadoasadasyharina tostadaque servíadepan.Formabanungruposilenciosoysombrío.

Deprontolessobresaltóelagudorelinchodeuncaballo.Inmediatamenteseoyóun secodisparode rifle, quepareció cortar el airematutino.Casi simultáneamentellegóasusoídosellargoyquejumbrosogritodeagoníadeunindio.

—¡Hola!—exclamóBrandt.Leggetpermanecióinconmovible.Unodelossalvajesmiróporunaaspilleraque

habíaenlaparteposteriordelacabaña,ylosotroscontinuaronsucomida.—Silbadorvendráahoraadecirnosquiénhadisparado—observóLegget—.Es

unindiomuylisto.—Yanoeslisto—replicóBrandtconamargacertidumbre—.Es,comodicenlos

colonos,unbuenindio,oseamuerto.Leggetseburlódesuteniente.—De buena has escapado —dijo fríamente Brandt—. Esa bala procede

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directamentedeloaltodelacantilado.JackZaneestáahí.Wetzelsehallamásabajovigilandolasalida.Estamoscogidos.

—¿Cogidos? —gritó Legget con ira y enojo a la vez—. Podemos vivir aquímucho más tiempo que los policías de la frontera. Tenemos carne a mano y unabuenafuenteaespaldasdelacabaña.¿Cómopuedesdecirqueestamoscogidos?

—Noviviremosveinticuatrohoras—exclamóBrandt.—¿Porqué?—Porque nos harán salir. Ya encontrarán el medio de lograrlo y, una vez al

descubierto, no tendremos más facilidades para luchar de las que tuvimos la otranochecuandofueronenbuscadelachica.Dehoyenadelantenohabrásueñoparanosotros,nitiempoparacomer,ysentiremoselhorriblemiedodetenerunenemigoinvisible,contraelquenopodemoslucharyalquenoconseguiremoshacerdesistirde su empeño; y habremos demarchar de noche, ocultándonos ymuriéndonos dehambreduranteeldía,hasta…TeaseguroquepreferiríavermedenuevoenFuerteHenryyamerceddelcoronelZane.

LeggetvolviósurostrodesencajadohaciaBrandt.—Meparecequecasiteagradadecirtodasesascosas.Opinoquehadisminuido

tu valor o que la pérdida de un poco de sangre te ha convertido en un ser flojo ydesalentado. Tenemos algunos indios que nos acompañan y me parece que entretodosbienpodremoslucharcontra:doshombres.

Brandtlemiróconburlonasonrisa.—Podríamossalirapelearconesosindividuos—continuóLegget—.Inclusonos

seríaposibleadoptarsupropiatáctica,osealadeocultarnosyavanzararastrasporentrelosbosques.

—Nosveríamos obligados a hacer eso nosotros dos solos. Si aún tuvieses a tulado a tu cuadrilla de indios experimentados y disciplinados, ése sería el recursoapropiado en la actualidad. Pero Arco de Fresno y el chippewa han muerto y lomismopuededecirsedelosdemás.Esabandadepielesrojasquetienesahoraservirápararobarunoscaballos,perononosserándeningunautilidadcontraWetzelyZane.Además no tardarán en fugarse, porque están asustados y recelosos. Mira al jefe.Pregúntale.

ElsalvajeindicadoporBrandteraunindioenorme,queacababadeentrarenlavirilidad.Sumorenorostroconservabaaúnbuenapartedelafranquezaysencillezdelajuventud.

—Jefe —dijo Legget, en lenguaje indio—. El gran cazador de rostro pálido,VientoMortal,estáocultoenlosbosques.

—Anoche el shawnee oyó el viento de la muerte que se: lamentaba entre losárboles—contestóeljefecontristeacento.

—¿Eh, qué te parece?—exclamó Brandt—. Es un tonto supersticioso. Capazsería de entonar su canto fúnebre sin haber luchado antes.Nopodemos fiar en lospielesrojas.¿Quéharemos?

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ElbandidosetendióensulechodepinochayBrandtsesentóconelriflesobrelas rodillas.Los indios conservaban su estoica compostura.Y así losmomentos seconvirtieronenhoras.

—¡Uf!—exclamódeprontoelindioqueestabaenunextremodelacabaña.Leggetseacercóaély,obedeciendoaungestodelindio,miróporunaaspillera.Elsolestabaalto.Viocuatrocaballosquepacíanjuntoalarroyo.Luegoexaminó

atentamente desde el salto de agua y a lo largo del risco teñido de verde hacia eloscuropasoabiertoenlaroca.Eralaúnicasalidapracticable.Peronopudodescubrirnadaextraordinario.Elindiodiootrogruñidoyseñalóhaciaarriba.

—¿Humo?Hayhumosobrelosárboles—exclamóLegget—.Venaquí,Brandt.¿Quéeseso?

Ésteacudió,miróasuvezysepusopálido.Adelantólamandíbulainferior,quetemblóuninstante,yluegolacerróconfuerza.

Hechoestosealejóy,apoyandounpiesobreunbanco,seatólaspolainas.—¿Quéhaces?—preguntóLegget.—Esto ha terminado. Prepárate para correr y exponerte a recibir un tiro —

exclamóBrandt,muyenojado.Mientrashablabaseestremecióeltejadodelacabañaalrecibirunfuertegolpe.

—¿Quéeseso?Nadie contestó. Legget dejó de mirar el rostro frío y decidido de Brandt para

fijarseenlossalvajes.Estabaninquietosyempuñabansusarmas.Eljefeatravesólacabañaconcautelosospasos.

Seoyóenaquel instanteotrogolpe sobreel tejado,quehizodarun saltoa losindios,yencuantoalbandido,profirióunaferozblasfemia.

—Ya te lo había avisado, Legget —dijo Brandt mirándole intensamente—.Disparan desde lo alto del desfiladero flechas incendiarias sobre el tejado de lacabaña.

Zane es el autor. Sabe construir un arco y es hábil en disparar flechas. Van aincendiamos.Yahora,¡malditoseas!,resígnateconlasconsecuenciasdetutorpeza.Bien te recomendé que lo mataras cuando pudiste hacerlo. Si me hubieses hechocaso, no nos veríamos en esto. Nos van a hacer salir, ahumados como ratas. ¿Teenteras?

—¡Fuego! —exclamó Legget sentándose al mismo tiempo, como si el vigorhubieseabandonadosuspiernas.Losindiosdabanvueltasporlaestanciacomotigresenjaulados.

—¡Uf!Eljefe,depronto,seempinósobresuspiesytocóeltejadodecortezadeabedul.

Su acto fue causa de que todos se diesen cuenta de los estallidos de la maderainflamada.

—Elfuegohaprendido—exclamóBrandtconvozquecortóelairecualsifueseundisparo.

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—Pormipartenoquieroqueesosastutospolicíasdelafronterameahúmencualsifueseunjamón—añadióLegget.

Empuñóel cuchilloy empezó a cortar las fuertesbisagrasde cuerode la toscapuerta. Cuando la hoja quedó libre, envainó el cuchillo, empuñó el rifle con laderechaysuspendiólahojadelapuertadesubrazoizquierdo.Auncuandopesabamucho, lasostenía fácilmente.Aquellasplanchasdemadera toscamente labradas leservíandeexcelenteescudoyprotecciónparasucuerpo,excepciónhechadelospiesylaparteinferiordelaspiernas.Saliódelacabañaamparadoporlahojademaderayordenó a los indios que le siguiesen. Todos se congregaron tras él, jadeando yempuñandolasarmas,locosdeexcitación.

Brandt, poco deseoso de cometer la imprudencia de abandonar la cabaña, seacercóalaaspilleraparaobservarelexterior.Leggetyloscincopielesrojascorríanhacia la estrecha garganta, con objeto de salir del anfiteatro. Los torpes y fútilesesfuerzos de los indios para ampararse tras aquel escudo improvisado eranciertamente risibles.Se empujabanparaocuparunaposición favorable, aunquepormuchoque hiciesen, uno o dos quedaban siempre expuestos a los tiros.De prontouno,quesehabíaquedadoaretaguardia,sedetuvoenelmomentoenqueresonóunestampido,levantólasmanosycayó.Otrotirodistintodelprimerosedejóoírenelacto.Un segundo salvaje se tambaleó, llevándose lamano a un costado, y cayó alarroyo.

Con toda evidencia, Legget quiso aprovechar aquella magnífica oportunidad,porque tiró a un lado el pesado escudo y echó a correr, seguido de cerca por susaliados rojos. Inmediatamente después de llegar junto al acantilado, en donde elsenderose internabayaen lagarganta,seestremecieronconviolencia loshelechossecosdelapartesuperior,cualsi losrozasealgúnsercorpulento.Luegounafiguraamarillentayenorme,pocodistintadeungatomontésaldarunsalto,sedesplomódesdearribaconunrugidotanterriblequecasierainhumano.Legget,losindiosyelreciénllegadorodaronentoncesporlapendientehaciaelarroyo,formandounamasaconfusa.

Dosdelossalvajespudieronlibertarseysepusieronenpieconlaligerezapropiade un gato, pero Legget y el otro piel roja habían empeñado un terrible combate.Rodabantodoscontalvelocidadsobresímismos,tanferozmente,quelosgolpesquese asestaban eran ya ineficaces. Las hojas revoloteaban a su alrededor comoimpulsadasporunhuracán.LafuriadeLeggetdebíadeserterribleajuzgarporsusalaridosylosdelindioexpresabanunmiedoextraordinario.

Lossalvajescorríanalocadosentornodeloscombatientes,avecesapuntandounrifleyotrasdeseososdedarungolpeconeltomahawk.Peroylosmovimientosdeltríoempeñadoenmortalcombateerandemasiadorápidos.

Dominando el ruido de aquella lucha se percibía un alarido extraño eimpresionante.

—¡Wetzel! —murmuró Brandt sintiendo un escalofrío mientras contemplaba

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fascinadoaquellalucha.Enaquelmomentoseoyóotrodisparoprocedentede loaltodelacantiladoyel

salvajequeempuñabaelriflecayóhaciaatrás,girandoluegosobresímismosindarsiquiera un grito. Su compañero, en cambio, profiriendo uno espantoso, huyó deaquellugar.

Laluchaparecíademasiadoviolentayterribleparaquepudiesedurar.Elindioyelbandidollevabanlapeorparte.Nopodíangolpear libremente.Aquellacontiendaera,pormomentos,másespantosa.Duranteunsegundo,laenormeypardafiguradeLegget,semejanteaunoso,aparecíaencimadelosotrosdos.Luegoocupabaaquellugarelsalvajesemidesnudo,decuerpooscuroymanchadocomoeldeunahiena,y,porfin,elágilypoderosopolicíadelafrontera.

Llegó un momento en que Legget pudo desprenderse de los otros doscombatientes, en el mismo instante en que el indio, ensangrentado, se alejaba deWetzelrodandosobresímismoyconelcuerposacudidoporfuertesconvulsiones.Elbandido emprendió con rapidez desesperada el camino para subir por la senda. Suadversario,encambio,volvióaencaramarsealacantilado, saltandoparaelloaunarocasaliente,desdedondeseagarróauna ramayasí fueelevándose.SeperdiódevistacasicontantarapidezcomoLegget.

—Vaabuscarsurifle—murmuróBrandtparasí.Luegoseleocurriólaideadeque había estado observando la lucha sin pensar un solo instante en ayudar a sucompañero.Seconsolódiciéndosequehabríasidoinútil.Desdeelmomentoenqueelpolicía de la frontera saltó sobre Legget hasta que escaló el acantilado, susmovimientos tuvieron una ligereza increíble, de modo que no habría sido posibleapuntarleconunrifle,apartedequeelbandidoestabapersuadidodelaconvenienciadeconservaraquellacargadesuarma.

—¡PorDios, que eseWetzel es unamaravilla!—exclamó luego sintiendo unaadmiraciónincontenible.AhoraperseguiráaLeggetyalpielroja,entantoqueZanesequedaaquíparaapoderarsedemí.Esmuyfácilquealcanceeléxito,peroyonomerendiré.¿Quéesesto?

Sintióalgoviscosoycálidosobresumano.Erasangre,quecorríaalolargoyporelinteriordelamanga.Experimentóunligerodolorenelcostadoy,alexaminarlacausa, vio, con gran desaliento, que se había vuelto a abrir la herida. Profirió unamaldicióny,arrancandounachaquetadelinodeuncolgador,laconvirtióentirasyvendólaheridaconlamayorfuerzaposible.

Luegoagarróelrifleyconojoscentelleantesobservóelacantiladoylacañada.Deprontosintióciertadificultadalrespirar;sugargantaestabasecayleescocíanlosojos.Elolordelamaderaquemadaledioaentenderquelacabañaestabaardiendo.Notóquelaestanciasehabíallenadodehumoazuladoy,presadeldesaliento,sedejócaerenunrincón,comoloboacorralado.

Pocosmomentos después observó que no podía resistir el calor en aumento yaquellaatmósferairrespirable.Deltechocaíanyapedazosdecortezaincendiados,y

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loqueantesfuerancrujidoshabíaseconvertidoenunrugido.—Tendréqueecharacorrer—jadeó.Lamuerte le esperaba fuera, pero ello eramás aceptable quemorir allí dentro

sofocado.Sinembargo,elafrontarelmomentofinal,cuandodeseabalavidacontodasu alma, requería un valor casi sobrehumano. Sudando y jadeando miró a sualrededor.

—¡Diosmío!¿Nohayotrorecurso?—gritóconacentodeagonía.En aquel momento vio un hacha en el suelo y, apoderándose de ella, atacó la

pareddelacabaña.Alotroladodeaquelcompartimientohabíaunpequeñocobertizoque se usaba como cuadra. Media docena de hachazos practicaron un agujerobastantegrandeparadarlepaso.Y,provistodesurifleydeunpedazodevenadoqueestaba colgado a poca distancia, cayó literalmente a través de aquel agujero,quedándoseenelsuelo,casisofocadoyapuntodeperderelsentido.Pocodespuéssearrastró en dirección a la puerta, que daba a un bosquecillo de laureles, entre loscualesseocultó.

Por momentos aumentaban los estallidos y el rugido del fuego. Pudo ver lacolumnadehumonegroyamarillo.Luegolas llamasconsumieronrápidamente lostroncosdepinocargadosdesavia,demaneraqueunahoramástardelascabañasdeLeggeterantansólounosmontonesdeceniza.

PasólatardeyBrandtestabavigilante,recobrandolentamentesuvigor.Sentíaseseguro bajo aquellos arbustos y deseaba que llegase la noche.Cuando las sombrasempezabanaalargarseyadescenderporlosladosdelasrocas,sellenódeesperanza.Sipodíasalirdeaquellugarbiencerradalanoche,tendríagrandesprobabilidadesdeburlaralpolicíadelafrontera.Ensudeseoapasionadodeescaparhabíaolvidadoyalas fatalistas palabras que dirigiera a Legget. Díjose que no podría ser perseguidohastaque llegaraeldía;que la largamarchanocturna le llevaríaagrandistanciayquehabíatambiénlaposibilidaddequeZanesehubiesemarchadoconWetzel.

Encuanto terminóeldíay laoscuridadfuegeneral,saliódesuescondrijoparaemprendersuviaje,quehabíadedarlelavida.Apocospasosdedistanciaencontróelarroyo.Lebastaríaseguirsucursoparaencontrarlasalidadelacañada.Ademáselmurmullodelaguayelruidoquehacíaalsaltarsobrelaspiedrasapagaríancualquierligerorocequeélpudiesecausar.

Lentaypacientementesearrastró,deteniéndoseacadamomentoparaescuchar.Pasó largo rato antes de llegar a las piedras cubiertas de musgo sobre las cualessaltabaelagua.Perolasalcanzóalfin.EracasiseguroquesiZaneesperaba,loharíaenaquellugar.

Conlosdientescerradoscongranfuerzaysintiendociertaangustiaenelpecho,porque a cada momento temía ver el fogonazo que había de darle la muerte, sedeslizó con lamayor cautela sobre las piedras llenas demusgo.Por fin susmanostocaronlahierbacubiertaderocíoyunarachadefrescovientovinoaacariciarsuscálidas mejillas. Había logrado salir al espacio despejado. Siguió arrastrándose

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duranteunosminutosy luegosequedó inmóvilparaprestaroído.Nadaalteraba lasolemnetranquilidaddelanoche.Levantándosedespacio,miróasualrededor.Haciaatrás veíase la alegre colina con su estrecho paso, apenas distinguible. Y luego,volviéndosehacialaestrellaPolar,seinternóensilencioporlaoscuridad.

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XXIII

Al llegar el día, Jonathan Zane abandonó su agradable lecho de hojas secas,preparadoalolargodeuntroncocaído,yconayudadeunpedazodeacero,pedernalyyesca,quesiemprellevabaconsigo,encendióunahoguera.Susactosnomostrabanningunaprecipitación.Movíaseconlentitud,cosaqueparecíamuyraraenunhombreaquienesperabaunatareaterrible.Despuésdeencenderelfuego,calentóunaslonjasde carne, ya cocida, y así satisfizo el hambre. Apagó cuidadosamente el fuego y,examinandolacargadesurifle,quedódispuestoparaemprenderlamarcha.

Situóse junto al borde del acantilado, desde donde podía observarmuy bien lacañada.Lasnegrasyhumeantesruinasdelascabañasincendiadasdescomponíanlapintorescaescena.

«Con toda seguridad que Brandt habrá huido la noche pasada, porque, de locontrario,yopodríaverleahoraocultoenesoslaureles.Sehamarchadoyesoesloqueyoandababuscando»,pensóJonathan.

Lentamente rodeó el borde de aquella hondonada y luego en el extremo de lagargantadescendió,aprovechandolasanfractuosidadesdelaroca.Unasendaanchaybienapisonadaseextendíahastaelbosquesituadomásabajo.Elpolicíadelafronteraapenas dirigió unamirada a aquel sendero, pero, en cambio, fijó sus ojos hacia elNorteyconelmayorcuidadoexaminólaspiedrasmusgosasalolargodelarroyo.Enunadiminutabarradearena,quesealejabadelarroyo,encontrólaleveimpresióndeunamano.

—Lanocheeramuynegra.Habrátenidoqueviajarguiándoseporlasestrellas,ylaPolareralaúnicaquepodíadarleunabuenadirección—murmuróelpolicía.

Enlaorilla,situadaamayoraltura,hallóunasseñalesoblongassobrelahierba,apenas perceptibles, pero a causa de la situación peculiar de los tallos resultabanfácilesdeseguir.

—Antesdemeterseabandidodeberíahaberaprendidoaandarconlaligerezadelosindios—díjoseconacentodesdeñoso.

Luegovolvióalagargantaypenetróenelrecinto.Alpiedelapequeñaelevacióndel terreno, en el lugar dondeWetzel saltó sobre su presa, vio a uno de los indiosmuertos.Otroestabaenpartesumergidoenelaguafangosa.Jonathanllevólasarmasde los salvajes a un lugar seco, bajo una piedra saliente del acantilado. Luegodescendióhacialacañadaysedetuvounmomentoanteellugardondeestuvieronlascabañas.Noquedabaunsolotroncointacto.Loscaballos,exceptuandotresdeellos,estaban arrendados en el bosquecillo de laureles. Reconoció dos pura sangré delcoronelZaneyelponeydeBetty.Soltóaquellosanimales,persuadidodequenosealejaríanmuchoydequeenotraocasiónseríafácilcapturarlos.

Con largos y elásticos pasos emprendió la persecución de Brandt. Para él, lavictoriaenaquelempeñoera,sencillamente,unacuestióndetiempo.Ycomoestabaconvencido de tener más resistencia, velocidad y habilidad, no dudaba acerca del

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resultado.Además tenía razón y éste era un factormuy poderoso para alcanzar lavictoria. Tales sentimientos semostraban claramente en el rostro del policía de lafronteracuando,intrépidamente,emprendióelcaminohaciaelNorte.

Era un triste día de noviembre. El cielo estaba cubierto de nubes grises yaceradas, que se movían con lentitud. Mugía el viento a través de los desnudosárboles,arrancandolasúltimashojassecasylanzándolasalsuelo.

Elpolicíadelafronteraavanzabaconunpasoqueconasombrosarapidezdejabaatráslosbosques,loscampos,lasciénagasylascañadas.HabíavistoyaqueBrandtseguía,engeneral,elcaminodelastierrasbajas.Estonolepareciósingularhastaqueporterceravezencontrólapistadelbandido,quesedirigíahacialavertientedeunaprominencia,paradescenderluegobuscandoelnivelinferior.Estedescubrimientoledio a entender que cada vez eramás lenta lamarcha deBrandt. Salió con el pasopropiodeuncazador,peropocoapocolofueacortando.Elbandidorodeólascolinasy hasta se desvió de su dirección norte. ¿Por qué?Aquel hombre se debilitaba sindudaalguna.Nopodíatreparyquizásesosedebieseaunaherida.

LomásgraveparaelbandidoeraquedejóunapistamuyvisiblealaventurarseenlastierrasbajasysilvestressituadasalnortedelOhio.Inclusolosindiospenetrabanmuy pocas veces en aquella faja intrincada cubierta de laureles y de plantasespinosas.Acausadelaestaciónseca,losmarjalesconteníanpocaagua,locualeraotro factorcontraBrandt.Sindudaesperóocultarsupistavadeando,pero lociertoeraquesushuellasaparecíantanevidentescomolasdeunbisoño.

Jonathancontinuóavanzando,persuadidodequecuantomáspenetraseBrandtenaquellasoledad;peorseríaparaél.Elbandidonoseatrevíaaacercarsealrío;sóloloharíadespuésdehaberpasadopordelantedeFuerteHenry,quesehallabaamuchasmillasdedistancia.Lapistaeracadavezmásconfusaamedidaqueavanzabalatardey, en cuanto el crepúsculo le impidió seguir adelante, el policía de la fronteraencendiófuegoenunlugarabrigado,cenóysedurmió.

Clareabalagrismañanacuandodespertó,figurándosehaberoídountirodistante.Conelmayorcuidadoasóunaslonjasdevenadoquecomióconelapetitopropiodeuncazador,aunquesinexcederse,comocorrespondíaaunhombrequeconocíamuybienelmediodeconservarlafuerzacuandorealizabaunalargaexcursión.

Apenas había recorrido una milla, cuando observó que las huellas de Brandtcubrían otras. Nada sorprendía a Jonathan, pero aquello le resultó inesperado. UnexamenpresurosoleconvenciódequeLeggetysualiadoindiohabíanhuidotambiénporallí,perseguidosporWetzel.

Lamañanatranscurriólentamente.Elpolicíadelafronteraseguíalapistacomopudiera hacerlo un mastín. Pasó la tarde y, por espacios arenosos abundantes ensaucesyatravésdemarjaleslargos,secosycubiertosdematasespinosas,elpolicíadelafronteracontinuabafielasupropósito.Suspiernasparecíannohaberperdidolaelasticidad, aunque supechoempezabaa jadeary sucabeza inclinadamostrabaunrostro cubierto de sudor.Al oscurecer se sintió cansado.Buscó una espesura seca,

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cenóparcamenteysequedódormido.Aldespertarhabíaamanecidootrodíagris.Éllesintiómojadoyconfrío.Denuevoencendiófuegoysesentójuntoaélmientrasguisabaeldesayuno.

Deprontosepusoenpiedeunsaltoaloíreldisparodeunrifle;otrotirolesiguiócon pocos intervalos. Aunque aquellos disparos sonaron débilmente y a grandistancia, hacia elOeste, Jonathan pudo reconocer el primero como procedente deWetzely,razonablemente,presumióqueelotroprocederíadeLeggetoBrandt.

Pero,decualquiermodo,eraevidentequeWetzelhabíaalcanzadoalosfugitivos,yenvistadeellocontinuósucamino.

Fue aquél otro día triste ymuy apropiado para el cumplimiento de una severasentencia de la justicia de la frontera.Desde elNoroeste caía la lluvia fría y fina.Jonathanenvolvióelgatillodesuarmaconunatiradetelaenceradayafrontóelmaltiempo,masmuyenbreveestuvocaladohasta loshuesos.Siguióadelante,perosumarcha eramás lenta, porque incluso en susmúsculos de hierro ejercía su influjoaquellatierrafangosa;pegadiza.

Transcurriólamañana,peronocesólatormenta.Elaireeracadavezmásfríoyleluzmenosintensa.Lacortatardeleproporcionómuypocotiempoy,sobretodo,nopudoavanzarmucho,porqueelaguaylosarroyuelosqueformababorrabanlapista.

En el centro de un denso bosque de gigantes álamos y sicómoros llegó a unpequeño estanque oculto entre lasmatas y de aspecto lúgubre. Jonathan reconocióaquellugar.Allíestuvoduranteel invierno,cazandoosos,cuandotodoelmarjalsehabíacubiertodehielo.

Buscó un poco por las orillas y luego volvió hacia la pista que seguía con lamayor paciencia. El rodeo del pantano lo llevó al lado de una roca de grandesdimensiones.Vioaunindioapoyadoenellaysedisponíaaencararleelriflecuandolaposiciónextrañaeinmóvildeaquelsalvajelerefiriólatragedia.Teníaunaheridadesdeelhombroalacintura.AcortadistanciayenelsueloyacíaLegget.Tambiénestaba muerto. Su cuerpo gigantesco se bañaba en sangre. Tenía separados losenormespies,asícomolasmanos,ydelcentrodesuhechosurgíaelmangodeuncuchillo.

La pequeña llanura que rodeaba los cadáveres conservaba señales de la luchaviolentaydesesperadaquesedesarrollóenaquellugar.Viounarbustoaplastadoporpesados cuerpos. En el suelo había sangre y también en las piedras y en las hojassecas.LahojadeaceroqueempuñabaLeggettodavíaestabaroja,yenlamuñecadeaquelhombredivisóunafajamáspálida,pruebaevidentedehabersufridolapresiónde los acerados dedos deWetzel. La chaqueta de piel de gamo del cadáver estabahechatiras.Enelanchorostro,unaexpresióndiabólicasehizorígidamenteeternayelterroranimaldelamuertequedabaexpresadoporsusdesorbitadosycruelesojos.Eljefedebandidosmuriócomohabíavivido,esdecir,desesperado.

Jonathanencontró lapistadeWetzel,quesedirigíael río.Yprontovioquesucompañeroperseguía aBrandt, era evidentequeWetzel sorprendió a los fatigados,

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hambrientos y soñolientos fugitivos al amanecer de aquel día gris y húmedo. Sinduda, el indioestabadecentinelay sedurmióen supuestoparanodespertarmás.Legget y Brandt debieron de descargar sin eficacia sus armas de Zane no podíacomprenderporquésucamaradatiróheriraBrandtapocosmetrosdedistancia.Talvez lo consiguió, pero era seguro que pudo escaparse,mientrasWetzel se arrojabacontraLeggetparaempeñarlaluchamásterribledetodasuvida.

Entantoqueexaminabadistintasteoríasacercadeaquelataque,Jonathanseguíala pista de Brandt que, como la deWetzel, se dirigía al río. Este ultimo continuócorriente abajo y a lo largo de la arenosa orilla, pero el bandido permanecía en elaguaparaocultarsupista.

En un punto determinado, Wetzel se dirigía al Sur. Tal movimiento extrañómuchoaJonathanytambiénsesorprendióalobservarlasrarashuellasquedejarasuamigo.AquelloeratantomásextraordinarioporcuantonolejosdeaquellugarZanepudodescubrirqueelfugitivohabíadejadoelaguaparatomartierrasobreunaroca.

SupistaseacercabaaFuerteHenry.Jonathancontinuóríoabajo,hastallegarantelaislaqueestabafrentealestablecimiento.Y,sinembargo,nohallóningunaseñaldeWetzel.Alllegarallí,ZaneperdióporcompletolapistadeBrandt.Vadeóelprimercanal,queeraestrechoynadaprofundo,yatravesólaisla.Dirigiéndoseaunafajadearena,hizolaseñalconsubienconocidogritoindioycasiinmediatamenteobtuvolarespuesta.

Mientras esperabamiró a la arena y allí, y en dirección al Fuerte, encontró lainciertapistadeBrandt.

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XXIV

El coronel Zane paseaba por el soportal. No había recobrado su alegre sonrisa yestabagraveysombrío.AcababandecomunicarlequeJonathanhabíallamadodesdelaislayqueunodeloscolonossalióenbotepararecogerle.

LlegóBettyacompañadaporlaseñoraZane.—¿Esverdadloquemehandicho?—preguntólaprimeradirigiendounaansiosa

miradaalrío—.¿HaregresadoJack?—Sí—contestóelcoronelseñalandoungrupodehombresenlaorilladelrío.—Ahora vendrán las dificultades—dijo,muy nerviosa, la señoraZane—.Con

todaelalmaquisieraqueBrandtnosehubieseentregado.—Lomismopienso—declaróelcoronel.—¿Quéharemos?—preguntóella—.Mira,aquíestáJack.Silaslosostieneporel

brazo.—Vacojo.Estaráherido—replicóelcoronel.Unapequeñaprocesióndehombresymuchachosseguíaalpolicíadelafrontera

desde el río, y de las cabañas empezaron a salir los colonos con sus esposas.Peronadieestabaexcitado,anoserloschiquillos.Ylamultitudllenóelpatiodelcoronel,siguiendoaJonathanyaSilas.

El coronelZane dio en silencio la bienvenida a su hermano con un apretón demanosmáselocuentequelaspalabras.

No era raro ver al policía de la fronteramojado, desharrapado, ensangrentado,fatigadoporlalargamarcha,ojerosoylúgubre,peronuncasehabíapresentadocomoentoncesenFuerteHenry.Bettyacudiócorriendo,ydespuésdeagarrarelbrazodesuhermanoretrocedió,porquesuaspectolediomiedo.

—¿YWetzel?—preguntóJonathan.Elcoronellevantólasmanosconlaspalmasabiertasydevolvióasuhermanouna

miradaaguda.Luegohablódiciendo:—Nohallegadohastaaquí.PersiguióaBrandtylehizoatravesarelrío.Estoes

todoloquesé.—¿EstáaquíBrandt?—preguntóJonathan.Elcoronelafirmóinclinandolacabeza.—¿Dónde?—EnlasalalargadelFuerte.Loencerréallí.—Y¿aquéhavenido?—Nolocomprendo—contestóelcoronelencogiéndosedehombros—.Dijoque

prefería quedar enmi poder que verse perseguido porWetzel o por ti. Y no vinosuplicando, debo decirlo en su honor, sino que, simplemente, dijo. «Soy suprisionero».Sehallaenmalestado.Tieneunadesolladuraenlasien,cojeadeunpie,recibióunaheridabajoelbrazoy,además,estáhambrientoyderrengado.

—Llevadme a su lado—dijo el policía de la frontera dejando el rifle sobre un

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banco.—Muybien.Vamos—dijoelcoronel.Luegomiróceñudoalosqueleseguíany

ordenó—:¡Fueramujeres!Peroellasnoleobedecieron.Aquelgrupodehombresseriosatravesólapuertadelaestacaday,penetrandoen

elFuerte,subiólatoscaescalera.ElcoronelZanequitóunapesadatrancaquecerrabalapuertayabrióestaúltimadeunpuntapié.Ellargocuerpodeguardiabrillantementeiluminadoporlaluzdelsol,queatravesabalasaspilleras,noteníaotroocupantequeunhombreconlaropadestrozadaytendidoenunbanco.

Ledespertóelruido.Sentóseyluegoquisoponerseenpie.EraelmismoBrandt,atrevidoeinsolente,aunquemásferozyconelrostrodesencajado.Llevabauntrapoensangrentado en torno de la cabeza. Al ver al policía de la frontera retrocedióinstintivamentehacialapared,aunquesindemostrarmiedo.

EnlafoscamiradaqueJonathandirigióaBrandtseadvertíaundesignioduroeimplacable. No era desdén, odio ni cólera, sino algo que, de no ser tan terrible,pudieraparecerjusticia.

—Creo que Wetzel resultó herido en la lucha con Legget —dijo Jonathan—.Cuéntemeloquesepa.

—Creoquesí—seapresuróacontestarBrandt—.Yoestabadormidocuandonosatacó y me despertó el grito del indio. Sin duda Wetzel me disparó un tiro aquemarropa,cuandoyomelevantaba,locualexplicaquenomematase.Caí,peronoperdí el sentido.Oí la lucha deWetzel y Legget y, por fin, pude ponerme en pie.Aunque estaba aturdido y pasmado, me creí capaz de disparar, pero no di en elblanco.Duranteunrato,quemepareciómuylargo,presenciéaquellaterribleluchayluegoechéacorrerypudealcanzarelrío,dondemerepuseuntanto.

—¿VolvióustedaveraWetzel?—Sólo una vez y a un cuarto demilla de distancia tras demí. Se tambaleaba

siguiendomipista.En aquel momento se observó cierta agitación entre los colonos agrupados a

espaldas de Jonathan y del coronel, y apareció Elena Sheppard, pálida y con susgrandesojosdilatadosdeunmodoextraño.

—¡Oh! —exclamó sin aliento y agarrando con ambas manos un brazo deJonathan—.¿Nohellegadotarde?Supongoquenovasa…

—Éstenoes lugarparausted,Elena—dijo severamente el coronelZane—.Setratadeunasuntopropiodehombres.Nodebeustedintervenir.

Elena lemiró, contempló luegoaBrandtypor fin fijó losojos en elpolicía, aquiennohabíasoltadodelbrazo.

—Afueramedijeronqueibasamatarledeuntira.¿Esverdad?Jonathanrehuyólamiradadeaquellosojosbrillantesyexcitadosynocontestó.CuandoElenaretrocediósehizounsilencioenelgrupo.Losmurmullos,lastoses

nerviosasyelrocedelospiescesaronenabsoluto.

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Elena pudo advertir en todos los que la rodeaban que estaban animados por elespíritudelafrontera.ElcoronelZaneySilasmirabandeunmododuro,fríoycasibrutal.Lasmujeresteníanunaspectograve.EldulcerostrodeNellyDownsparecíatransformado; había en él compasióny sufrimiento, pero noperdón. InclusoBetty,siempre tan alegre, bondadosa y vivaracha, parecía sumida en la duda y en algoterriblequeoscurecíasumorenabelleza.PeroloquemásimpresionabaaElenaeranlosbrillantesojosdelpolicíadelafrontera.

Luchócontraunatemblorosadebilidadqueamenazabaapoderarsedeella.—¿DequiénesprisioneroBrandt?—preguntóalcoronel.—Se ha entregado a mí, como es natural, puesto que aquí soy la máxima

autoridad—replicó éste—.Pero eso nada significa. Lomenos que puedo hacer esatenermealasentenciadeJonathan,que,enúltimocaso,esladelafrontera.

—¿Yes…?—Lamuerteparalosbandidosylosrenegados.—¿Nopodráustedperdonarle?—imploróElena—.Séqueeshombremalo,pero

quizápudierareformarse.Esomehaceelefectodeunasesinato.Nocomprendoquepuedan matarle a sangre fría, herido y dolorido como está, cuando suplica suclemencia. ¡Oh, es espantoso! El coronel, que usualmente era hombre de buencorazónyqueparecíadeceraenmanosdeunajoven,mostrábaseentoncesmásduroyfríoqueelpedernal.

—Esinútil—replicósecamente—.Losientoporusted.Todoscomprendemossussentimientos,aunquenoseparecena losprincipiosde la frontera.Sihubieseustedvividoaquílargotiempo,sabríaloquenoshanhechoesosbandidosyrenegados.Esehombreesuncriminalendurecido,unladrónyunasesino.

—ÉlnoasesinóaMordaunt—seapresuróa replicarElena—.YovicomoésteeraelprimeroenatacaraBrandt.

—No importa. Cállese, Elena. No hable más de eso—exclamó impaciente elcoronel.

—Noquiero—contestóellaconvozagudaycentelleantesojos.Volvióseasusamigas,rogándolesqueintercediesenporelbandido,perotansólo

Nellyparecíapesarosa,porquelamismaBettyrespondióasumiradasuplicanteconuncentelleodesusojosmuyparecidoaldesuhermano.

—Entalcasotesuplicaréati—dijoElenavolviéndoseaJonathan.Era imposible equivocarse acerca del concepto en que le tenía, porque de su

hermosorostroemanabaelrespeto,elhonoryelamorporaquelhombre.—Y¿porquéquieressu libertad?—preguntóJonathan—.Túmismamedijiste

quelomatara.—Yalosé.Peroentoncesnoestabaenmijuicio.Escúchame,porfavor.Quizás

enotro tiempoesehombre fuemuydistinto.Esposibleque tuvierahermanas.Porellas dale otra oportunidad. Sé que podría ser bueno. Yo le temía, le odiaba y ledespreciaba como si fuese una serpiente, pero, sin embargo, me salvó de aquel

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monstruodeLegget.—Porpropioegoísmo.—Esverdad.Peropodríahabermedeshonradoynolohizo.Porlomenosquería

casarse conmigo. Y me prometió que si yo accedía a ser su mujer, atravesaría lafronterayseríaunhombrehonrado.

—¿Notienesotrasrazones?—Sí.—SedilatóelpechodeElenaybrillaronsusgloriososojos—.Laotrarazón

esmipropiafelicidad.Fueevidenteparatodos,sinoporsuspalabras,porlomenosalverelresplandor

desusojos,quenopodríaamaraunhombreaquienconsideraseinjusto.Elpálidorostrodelpolicíasepusoencendido.Eradifícilnegaraaquellahermosa

muchacha un sacrificio que pidiese en favor del amor que con tanta franquezaconfesaba.

Dulceycompasiva,sevolvióhaciaBrandtpreguntándole:—¿Noquerráustedayudarme?—Señorita,simepidieseustedlavidaporsucausa,lejuraríasersuyosiemprey

convertirmeenunhombrehonrado—replicóconamargura—,peroniparasalvarmialmalepediríanadaaél.

Ensusojosgrisesseadvertíanelodioyloscelos.—Siyolespersuadodequeledejenenlibertad,¿consentiráustedenmarcharsey

novolver?—Prometeréeso,señorita,ylocumpliréhonradamente—replicó.EllasevolvióaJonathanconlasmejillasencendidas.—¡Jack!¿Teacuerdasdecuandonosdespedimosencasa,alirteparaemprender

esta terrible excursión, ya terminada aDios gracias? ¿Recuerdas qué tormento fueparamí?¿Deberésufrirlootravez?

Estabaentoncesencantadora,dulceyseductora,ysucoqueteríajuvenilquedabacasidominadaporelpoderíomásprofundoyextraño,propiodelamujer.

El policía aspiró profundamente y abrazó a la joven. Ella, al comprender quehabía alcanzado la victoria, se echó a llorar sobre su pecho. Por un momentoJonathaninclinósurostrosobreellay,allevantarlodenuevo,habíadesaparecidoyasuterriblemirada.

—Ebenezer, suéltale inmediatamente —ordenó Jonathan—. Dale un rifle, unpocodecarneyunacanoa,porquenopuedeirapie.Perodateprisa,porquesillegaWetzel,niDiosmismopodríasalvarle.

Brandtdirigióunamiradaindescriptiblealllorosorostrodelajovenquelesalvólavida.Pero,sinpronunciarpalabra,saliódelaestanciaenposdelcoronel.

Lentamenteelgrupodecuriososdescendiólaescalera.BettyyNellyibandetrás,con losojos llenosde lágrimasdefelicidad.Jonathan,hastaentonces tanfrío,dabamuestrasdequeenbreveseríauntanrendidoenamoradocomoloestuvoantesdesumisión. Por lo menos Elena tuvo que esforzarse para desasirse de su prolongado

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abrazo,yasíqueestuvolibremostróasusamigosunsemblantesonrojadoybañadoenlágrimas.

Cuandollegaronalapuertadelaestacada,elcoronelsedirigíapresurosoalrío,conunsacoenunamanoyunrifleyunremoenlaotra.Brandtleseguíacojeandoyambosdesaparecieronhacialaribera.

Betty,Nellyylosnoviossedirigieronalbordedelrisco.VieronalcoronelZaneelegirunacanoaentrelasqueestabanenlaorilla.Labotóalagua,dejóelsacoenelfondoyentregóelrifleyelremoaBrandt.Hechoestodiomediavuelta.

El bandido se embarcó y lentamente impulsó el bote hasta el centro de lacorriente.Cuandosehallabaaunoscincuentametrosdelaorilla,dirigióunarápidamiradaasualrededorydejóderemar.Teníaelrostromuypálidoysusojosbrillabancomofragmentosdeaceroalaluzdelsol.

Deprontoagarróelrifley,apuntándoloconlarapidezdelpensamiento,disparócontraJonathan.

Éstevioelactodesdeelprimermomentoysindudapudoadivinarlasintencionesdel bandido, porque cuando disparó el arma, se dejó caer al suelo. La bala pasósilbandoinofensivasobreélyfueaclavarseenlaestanciaconruidoseco.

Lasmuchachassequedarontanhorrorizadas,quenisiquierapudierongritar.ElcoronelZaneprofirióunablasfemiayluegodijo:

—¿Dóndeestámirifle?¡Quemedenunarma!¡Oh!,¿quélesdecíayoaustedes?—¡Mirad!—exclamóJonathanalponerseenpie.Enelbancodearenadelaorillaopuestadivisaronaunaaltayconocidafigura.—¡Dios mío! ¡Es Wetzel! —exclamó el coronel Zane. Vieron al gigantesco

policíaapuntarunnegroylargorifle,queoscilabadeunladoaotro.Deprontosaliódeélunanubecilladehumo,acompañadaporunsecodisparo.

Brandtsoltóelremo,quedenuevohabíaempuñadodespuésdesutraición.Elrostropálidodelbandidosevolvióalaorillaantesdecaerhaciadelante,sobre

laregaladelacanoa,dondesucuerposequedóinmóvil,cualsibuscaraeldescanso.Sumanoderechaquedófueradelboteyhundidaenelagua.Laembarcaciónsiguióavanzandoenlacorriente.

—Yave,Elena,queteníaquemorir—dijoelcoronelZaneconamableacento—.¡Quécriminal!Hasidountiromuylargo,Jack.CasimeparececomosielDestinohubieseapuntadoelrifledeWetzel.

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XXV

Pasóunaño;denuevoelveranilloindiovelóloscamposdoradosylosbosquesconunaneblinatenueygris.OtravezenelcielonocturnodeotoñobrillabanlasgrandesestrellasylaNaturalezaparecíaestarenvueltaenunsilenciomelancólico.

El3denoviembreeraelaniversariodeunsucesomemorable:elcasamientodelmásjovenpolicíadelafrontera.

El coronelZane le dio el nombre de «Día de la Independencia» y dispuso unafiestayunbaile,enlosquehabíandeparticipartodosloscolonosenalegreaccióndegraciasporelprimerañodelibertaddelafrontera.

ConladestruccióndelacriminalcuadrilladeLeggetdesaparecieronparasiemprelos bandidos en aquella comarca. Simón Girty emigró al Canadá, viviendo encompañía de los indios que continuaron siéndole fieles. Sus confederados[3] sehundieronenelolvido.Latribushawnee,derrotada,seretirohaciaelOeste,agrandistancia, en el interior deOhio; losdelawares enterraron el hacha de la guerra yfumaronlapipade lapazquehastaentoncesrehusaran.Paraelloshabíacesadodesoplarelgemebundo,misteriosoyfatalvientoalolargodelaspistasoatravésdelosárbolesdeloscampamentosindios.

ElhermosovalleOhioquedabayalimpiodesalvajesydeaquellosparásitosque,durantemuchosaños,vivieronacostadelospielesrojas.

Aquel día era el más feliz de toda la vida del coronel Zane. La tarea queemprendierayquenoesperóver terminadahabía llegadoa su fin.ElOesteestabaconquistado.LoqueBoonelogróenKentucky,éllohabíarealizadoenOhioyeneloestedeVirginia.

La fiesta se celebró en el patio de la casa del coronel. Allí estaban todos loshombres,mujeresyniñosdelestablecimiento.IsaacZane,consuesposaindiaysuhija,habíanllegadodelalejanapoblaciónhurón.AcudierontambiénloscolonosdeYellow Creek y del este de Fuerte Pitt. Y la alegría se manifestó como nunca enFuerteHenry.Aquellagranfiestaestabaalaalturadelosacontecimientos.Escogidastajadasdebueyydevenado,viandassabrosas,maravillosospanesdetrigo,grandespastelesdeciruelas,cidrasdulcesyvinoañejodeleitaronalaalegrecompañía.

—Queridos amigos y vecinos—dijo el coronel—.Mi corazón está demasiadoemocionado para poder hablar. Esta ocasión, que conmemora el día de nuestralibertad en la frontera, es el principio de la recompensa por nuestro duro trabajo,nuestraspenalidadesynuestros corazones animosos, durante largosy crueles años.Nocreívivirparaverlo.Lasemillaquehemossembradohaechadoraíces.Enañosvenideros, tal vez, un gran pueblo prosperará en estas haciendas que llamamosnuestras casas. Y del mismo modo que esperamos que quienes nos sucedan seacuerdendenosotros, hemosdedetenernosunmomentopara pensar en los héroesquemurieronantes.Muchosdeellosnoveránsusnombresenelpedestaldelafama

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y lahistoria ignorarádóndeestán sus tumbas.Peronosotros,quehemos trabajado,luchando y derramando nuestra sangre a su lado, que les vimosmorir por los quehabían de sucederles, les haremos justicia y les tributaremos todo honor y nuestroamor.Aelloslesdebemoslavictoria.Fueronfielesyleales.Noslegaronlafelicidadylaprosperidadqueconquistaronacambiodesusvidas,ynosotros,deigualmodo,hemos de conservar sumemoria, siendo fieles con nosotrosmismos ymediante elauxiliodeDios.

Nofueelmenordelossucesosagradablesdeldíaelhechodequetresparejassepresentaron, ruborizándose, ante el coronel, para confiarle sus repentinasconclusiones con respecto a aquel momento propiciatorio. El feliz coronel echó acorrerenbuscadeJaimeDowns,elministro,yallí,entrelaalegremultitud,entrególasnoviasasusfuturos,siendoelprimeroenbesarlas.

Ahoraavanzadadelatarde,cuandolosaldeanoshubieronregresadoasuscasasrespectivas,dejandoalcoronelenelcírculodesusfamiliaresyamigos,esteúltimo,con el rostro oscuro, enérgico y sonriente, se situó en lo alto de los escalones delsoportal.

—¿Dónde están los pequeños Zane? —preguntó—. ¡Ah!, ¿aquí? ¿Ha vistoalguienaunosniñosquepuedancompararseconéstos?Cuatropreciosidades.Mira,mamá,aquíestátuDaniel.PodíashaberlellamadoEbenezer.Ven,Silas,venabuscaraSilaspequeñín,queesmuytravieso.Tú,Isaac,tomatuprincesaindia,lapequeñaMyeerah,demorenorostro.¡Desgraciadodequiencontemplesusojoscuandotengamásaños!Jack,aquíestáelpequeñoJonathan,elúltimodelospolicíasdelafrontera.Él también tiene hermosos y grandes ojos, como sumadre. Creo que ya no tengonadapordesear.Esdecir…Todavía…

—¿Todavíaqué?—preguntóBettyconsumásdulcesonrisa.—Talvez…—dijomirándola.LassonrosadasmejillasdeBettyestabanencontactoconlasdelcoronelcuando

lajovenmurmuróasuoído:—¡QueridoEbenezer!Lodemássolamentepudooírloelcoronel.—¡Caramba!¡Esoesmagnífico!—exclamó.Y trató de apoderarse de su hermana, pero ella, con el rostro lleno de rubor,

emprendiólafuga.

—¡Cómocaen las hojas, querido Jack!—exclamóElena—.Míralas flotando en elaire y girando como locas. Esome recuerda el día en que estaba prisionera en laciénagadelbosque,rezandoyesperándote.

Elpolicíadelafronteraguardósilencio.Siguiendoelarenososendero,pasaronpordebajodelosarces,endirecciónauna

nuevacasaquehabíaenlaladeradelamontaña.

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—En este día soy perfectamente feliz —continuó diciendo Elena—. Todosparecenmuycontentos,menos tú.Porvezprimera,durantevarias semanas,veo turostrosombríoyunaextrañamiradaentusojos.¿Echas,acaso,demenostuantiguavida,Jack?

—Nadadeeso,amormío.Deningúnmodo—contestósonriendoasuesposa.Losojosdeésta,aunqueresplandecíancomoenotrotiempo,habíansehechomás

reflexivos y poseían mayor belleza. Su espíritu travieso y juguetón había sidosuavizadoporelamor.

Laamarillaespesuradelavertienteseabrióparadarpasoaunhombremoreno,queseacercórápidamente.

—¡EsWetzel,Jack!—dijoElena.Losdoscamaradasnopronunciaronunasolapalabra,mientrasseestrechabanla

mano.—Déjeme usted ver al chico —rogó Wetzel a Elena—. El pequeño Jonathan

pestañeóanteelrostrodelseriopolicíadelafronterayluegolemirócongrandesyredondosojos,entantoquesusdeditosgordezuelosagarrabanelbordedelachaquetadepieldegamo.

—Cuandoseashombre,lossenderosdelbosquesehabránconvertidoencamposdetrigo—murmuróWetzel.

Losdospolicíasdelafronteracontinuaronjuntoslaascensióndelapardaladeray luego continuaronhasta el peñascodel río.El aire era fresco; en el oeste, la luzrojiza se oscurecía detrás de las elevadas montañas; una niebla azulada, queempezabaacubrirelvalle,adquirió tonalidadesgrisesamedidaqueseacentuabanlassombrasdelcrepúsculo.

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ZANEGREY(Zanesville,Ohio,31deenerode1872-Altadena,California,23deoctubrede1939)fueunescritorestadounidensequeconvirtiólasnovelasdelOesteenungéneromuypopular.

Su nombre auténtico era Pearl ZaneGray.Más adelante prescindiría de su primernombre, y su familia cambiaría el apellido de «Gray» a «Grey». Se educó en sulocalidadnatal,Zanesville,unaciudadfundadaporsuantepasadomaternoEbenezerZane.Enlainfanciaseinteresóporelbéisbol,lapescaylaescritura.EstudióenlaUniversidaddePensilvania,graciasaunabecadebéisbol.Segraduóenodontologíaen1896.LlegóajugarenunaligamenordebéisbolenVirginaOccidental.

Mientrasejercíacomodentista,conoció,enunadesusexcursionesaLackawaxen,enPensilvania,dondeacudíaconfrecuenciaparapescarenelríoDelaware,asufuturaesposa, Lina Roth, más conocida como «Dolly». Con su ayuda, y los recursoseconómicos que le proporcionaba la herencia familiar, empezó a dedicarseplenamente a la escritura. Publicó su primer relato en 1902. En 1905 contrajomatrimoniocon«Dolly»,ylajovenparejaestableciósuresidenciaenunagranjadeLackawaxen. En tanto que su esposa permanecía en el hogar, encargándose de lacarrera literaria del autor y educando a sus hijos, Grey pasaba a menudo largastemporadasfueradecasa,pescando,escribiendoypasandoeltiempoconnumerosasamantes.Aunque«Dolly»llegóaconocersusaventuras,mostróunaactitudtolerante.

En 1918 los Grey se mudaron a Altadena, en California, un lugar que habíanconocidodurantesulunademiel.Alañosiguiente,elautoradquirióenMillionaire’s

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Row(MariposaStreet)unagranmansiónquehabíasidoconstruidaparaelmillonarioArthurWoodward. La casa destacaba por ser la primera en Altadena construida apruebade fuego,yaqueWoodward,quehabíaperdidoaamigosy familiaresenelincendiodelteatroIroquoisdeChicago,ordenóquefueraconstruidaconcemento.Elamor deGrey porAltadena se resume en una frase que es citada amenudo en laciudad:«EnAltadena,heencontradoaquellascualidadesquehacenquelavidavalgalapena».

ElinterésdeZaneGreyporelLejanoOesteseinicióen1907,cuandollevóacaboconunamigounaexpediciónparacazarpumasenArizona.

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Notas

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[1]tomahawaks:hachasdeguerraindias.<<

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[2]Potrosmesteños.<<

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[3] confederados (confederates en el original) puede significar: aliados, amigos,asociados.<<

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