Terapia Neural Cristales de Procaina

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CRISTALES DE PROCAINA, BIOLOGIA MOLECULAR Y FISICA CUANTICA NEURALTERAPIA Y CRISTALES DE CLORHIDRATO DE PROCAINA A LA LUZ DE LOS NUEVOS AVANCES DE LA BIOLOGIA MOLECULAR Y LA FISICA CUANTICA Dr. Fernando Rivera Rojas Introducción La configuración del lenguaje médico aplicado a la comprensión de los nuevos descubrimientos en el campo de la Biología Molecular y la Física Cuántica es imprescindible si se desea abarcar el amplísimo campo diseñado por las nuevas tecnologías que han horadado, hasta hace poco, el inalcanzable mundo del macro y microcosmos, haciendo honor a la grandeza y sabiduría de Hermes Trimegisto/Thot quien hace milenios plasmó para la posteridad su máxima Como es Arriba es Abajo, que en términos modernos se traduce Como es en el macrocosmos es en el microcosmos. Tras siglos de enclaustramiento forzoso en el oscuro limbo de la ignorancia, finalmente la Humanidad vislumbra el renacimiento de una nueva Ciencia con Conciencia en la que científicos de diversas disciplinas plasman su inspiración en obras plenas de un sentimiento universal. El naciente siglo XXI contempla el amanecer de una Medicina Universal integrada a una omni abarcante Red de Redes en la que interactúan vigorosamente elementos y entidades antaño consideradas fruto de la ignorancia y de la superchería. Con los cada vez más potentes telescopios y microscopios los modernos alquimistas corroboran las anatemizadas teorías de los antiguos alquimistas,

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CRISTALES DE PROCAINA, BIOLOGIA MOLECULAR Y FISICA CUANTICA

NEURALTERAPIA Y CRISTALES DE CLORHIDRATO DE PROCAINA A LA LUZ DE LOS NUEVOS AVANCES

DE LA BIOLOGIA MOLECULAR Y LA FISICA CUANTICA

Dr. Fernando Rivera Rojas

Introducción

La configuración del lenguaje médico aplicado a la comprensión de los nuevos descubrimientos en el campo de la Biología Molecular y la Física Cuántica es imprescindible si se desea abarcar el amplísimo campo diseñado por las nuevas tecnologías que han horadado, hasta hace poco, el inalcanzable mundo del macro y microcosmos, haciendo honor a la grandeza y sabiduría de Hermes Trimegisto/Thot quien hace milenios plasmó para la posteridad su máxima Como es Arriba es Abajo, que en términos modernos se traduce

Como es en el macrocosmos es en el microcosmos.

Tras siglos de enclaustramiento forzoso en el oscuro limbo de la ignorancia, finalmente la Humanidad vislumbra el renacimiento de una nueva Ciencia con Conciencia en la que científicos de diversas disciplinas plasman su inspiración en obras plenas de un sentimiento universal.

El naciente siglo XXI contempla el amanecer de una Medicina Universal integrada a una omni abarcante Red de Redes en la que interactúan vigorosamente elementos y entidades antaño consideradas fruto de la ignorancia y de la superchería.

Con los cada vez más potentes telescopios y microscopios los modernos alquimistas corroboran las anatemizadas teorías de los antiguos alquimistas, entregados en cuerpo y alma a la Gran Obra en la que tienen cabida, no sólo los pensamientos, emociones y sentimientos a la hora de modificar los patrones de miedo seculares incrustados a sangre y fuego a modo de imprimatur indeleble en el código genético, sino también la influencia vital de las radiaciones que emanan del Núcleo Central de la Tierra, de el Sol, de la magnética Luna, de los planetas y de las diversas constelaciones consideradas también, hasta hace muy poco, simples destellos y objetos de curiosidad intelectual para los astrónomos mecanicistas.

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Siendo la Red de Redes la denominación asignada a nuestro actual medio de comunicación más universal, es sólo un pálido reflejo de la inconmensurable macro y microcósmica Internet que nos mantiene interconectados e intercomunicados con el denostado AEther, glosado en la Tradición Antigua como el ETERNO o Pater Omnipotens ahora bautizado con el aséptico nombre científico de Campo Punto Cero, para mantener a la Ciencia lo suficientemente alejada de la sospechosa Metafísica, madre/raíz de la Física Cuántica. ¡Qué paradoja!

La Macro y Micro malla o Red de Redes se asemeja a un flexible teclado multicolor en el que cada tecla emite un sonido que recrea desde el Campo Punto Cero/AEther los sólidos platónicos (cymática) actualmente utilizadas en la nueva ciencia conocida como nanotecnología (la ciencia de lo más pequeño).

Al teclado multicolor y polifónico se le conoce en la Ciencia como el Espectro Electromagnético.

"Somos un maravilloso arco iridiscente en eterna búsqueda de la coherente sinfonía".

Fernando Rivera Rojas, médico investigador de los métodos y técnicas de las Terapias Alternativas, pretende llamar la atención a través del presente trabajo, y a la luz de la Biología Molecular y la Física Cuántica, la improrrogable necesidad de actualizar los dogmáticos y reduccionistas conceptos con que aun se define el funcionamiento de nuestros organismos, a pesar de la integral colaboración de disciplinas científicas que antaño permanecían indiferentes unas de las otras.

La Física Cuántica será nuestro hilo conductor para hilvanar un relato coherente requerido en el diseño de una Medicina Universal integrada al Todo, que sirve, además, como marco de referencia al trabajo científico de Rivera Rojas narrado en un lenguaje asequible a profanos en Física Cuántica.

FISICA CUANTICA

“Debo estudiar Física Cuántica”Comentario de un médico en un blog

Uno de los aspectos más misteriosos y fascinantes de la Física Cuántica ha sido la denominada Interpretación de Copenhague a través de Niels Bohr. En sus experimentos, Bohr y Werner Heisenberg pudieron darse cuenta de que un electrón no es una entidad definida sino que existe como un potencial, una superposición o suma de todas las probabilidades hasta que lo observamos o medimos, momento en el que se colapsa en un estado particular. Cuando dejamos de mirarlo o medirlo, el electrón vuelve a disolverse en el Eter /Campo Punto Cero que alberga todas las posibilidades.

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Su interpretación se basa, en parte, en el famoso Principio de Incertidumbre o más sencillo: si se tiene cierta información sobre un aspecto del electrón- por ejemplo, dónde está- no se puede determinar con exactitud hacia donde va o a qué velocidad.

La Interpretación de Copenhague sugiere que la aleatoriedad es un rasgo básico de la Naturaleza y lo que parece poner fin a la aleatoriedad es el observador viviente. Una de las leyes fundamentales de la Física Cuántica expresa que un suceso del mundo subatómico existe en todos los estados posibles hasta que el acto de observarlo o medirlo lo “congela” en un único estado.

A este proceso se le conoce técnicamente como el colapso de la función onda donde función onda significa el estado abierto a todas las posibilidades.

Desde Bohr y Heisenberg ha transcurrido un largo trayecto pleno de experiencias enfocadas en la mente y su plasticidad en desarrollar infinitas posibilidades, sugiriendo que el Ser Humano posee más capacidades de las que se le ha atribuido hasta ahora.

Mientras conservemos el fosilizado modo de ver y entender el mundo, de nuestra particular y aislada forma de “leer” nuestro mundo, podríamos permanecer ad infinitum atados a la bidimensional forma de percibir su mundo una lombriz. Para ello hemos sido entrenados a través de una educación y cultura centradas en el ego individual, manteniéndonos separados del ego comunal, del bien común.

El actual modelo de la Biología está basado en la clásica división newtoniana de materia y energía, de cuerpos sólidos aislados. En semejante modelo no cabe la complejidad del mundo de la Conciencia. Los neurólogos reduccionistas enclaustraron la Conciencia en el estrecho cortex cerebral, reduciéndola a una simple combinación de compuestos químicos reaccionando en el interior de las neuronas.

Los avances en la investigación de la Física Cuántica dejan patente que a nivel subatómico la clásica visión newtoniana queda reducida a una teoría desfasada. Las

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partículas subatómicas dejaron de ser meros objetos sólidos como bolas de billar para ser percibidos como paquetes de energía vibrante difícil de ser cuantificados con exactitud. En ocasiones se comportan como partículas –un elemento fijo confinado en un pequeño espacio- y en otras se comportan como ondas, una entidad vibrante y difusa que se extiende sobre una amplia región del Espacio y del Tiempo. En otras ocasiones como ondas y partículas simultáneamente.

Los físicos cuánticos descubrieron una extraña propiedad del mundo subatómico conocida como no-localidad que significa la capacidad de una entidad cuántica, un electrón, por ejemplo, de influir instantáneamente en cualquier otra partícula cuántica a cualquier distancia, a pesar de que no se produzca ningún intercambio de fuerza o energía. Lo que significa que las partículas cuánticas una vez que han estado en contacto retienen la conexión aunque se separen, de forma que las acciones de una siempre influirán en la otra por muy separadas que estén. El propio Einstein se quedó corto ya que descalificó esta “tenebrosa acción a distancia”.La no-localidad hizo añicos los cimientos mismos de la física clásica. La materia ya no podía considerarse separada. El axioma fundamental de Einstein no era correcto. A cierto nivel de la materia los electrones podían viajar más deprisa que la velocidad de la luz. Y vuelve a surgir el ingrediente más esencial de un universo interconectado: la conciencia viviente que lo observa. La física clásica consideraba al experimentador como una entidad separada, un silencioso observador, tratando de comprender un universo que seguiría adelante tanto si él lo observaba como si nó.

Poco a poco los físicos cuánticos desenredaban, de forma metódica, el galimatías de las partículas subatómicas incorporando a la ecuación al observador con lo que se postulaba la existencia de una relación participativa entre el observador y lo observado. Hasta el instante mismo en que las partículas son “perturbadas” éstas sólo tienen cierta “probabilidad” de existir y el acto de observarlas y medirlas las obliga a adoptar un estado determinado. Un acto similar a solidificar la GELatinaLa visión newtoniana mantuvo nuestra “realidad” de mecano congelado hasta hace muy poco cuando el Ser Humano, quien ha ido adquiriendo mayor conciencia, cae en la cuenta de que está inmerso en una gran matriz, que interconecta la parte con el Todo desprendiéndose de las limitaciones impuestas a una Ciencia centrada en la deformación de sus educandos con la consiguiente separación, aislamiento de los individuos, impidiéndoles incorporarse al Todo siempre inherente de una Naturaleza demonizada y estigmatizada por las religiones oficiales que, a sangre y fuego, redujeron a la Humanidad a un patético despojo incapaz de poder manifestar su Esencia Primordial.

A pesar del férreo control de las fuentes de conocimiento universitarios por parte de las ortodoxas élites científicas y religiosas, han ido surgiendo investigadores deseosos de explorar mas allá del mundo considerado como ortodoxo, exploradores dispuestos a rasgar el velo de la terra ignota, aunque ser un revolucionario en la ciencia actual es sinónimo de suicidio profesional.

En los medios siempre se anuncia y pregona la “libertad” de investigación, aunque la gran jerarquización de la ciencia, junto al sistema de becas altamente competitivo y a los rígidos protocolos de supervisión de las publicaciones, deja muy poco margen de expresión a mentes abiertas y brillantes.

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MACROCOSMOS

CAMPO PUNTO CERO Aether Omnipotens

La programada gran crisis del petróleo de los años 70 removió las entrañas y neuronas de numerosos científicos deseosos de escapar de la dependencia de los hidrocarburos como única fuente de combustible, iniciándose una carrera frenética en busca de alternativas no sólo al combustible fósil sino también a la energía nuclear. Ha desfilado una gama amplia de posibilidades, desde los sistemas fotovoltaicos, baterías de hidrógeno, la capacidad energética del viento, productos de desecho (metano). Sin embargo, lo que motivaba a otros científicos igualmente emprendedores era el descubrimiento de una fuente de energía barata y lo más chocante para muchos, inagotable.

Aparentemente olvidado, se yergue la majestuosa figura de Nicola Tesla, el científico mas prolijo que ha tenido la Humanidad y a quien se impidió por motivos mezquinos aplicar su inventiva a favor de los demás y en concreto la utilización del “difamado” éter como fuente universal e inagotable de energía.En nuestra época, para alejarse del metafísico ETER, se acordó en los medios académicos la denominación de Campo Punto Cero. El tan pregonado Vacio ha sido permutado por la más consistente denominación de Campo.

Un Campo, entonces es una matriz o medio que conecta dos o más puntos del espacio, generalmente por medio de una fuerza como la gravedad o el electromagnetismo.

La fuerza suele estar representada por ondas o por olas del campo. Un campo electromagnético es un campo eléctrico y un campo magnético que interceptan y envían ondas de energía hacia afuera a la velocidad de la luz.

Fue James Clark Maxwell quien propuso por primera vez que el Espacio era un éter de luz electromagnética, teoría que prevaleció hasta 1881 cuando surgió Albert Michelson quien junto a Edward Morley, profesor de química “demostró”, falseando su experimento con la luz, que supuestamente no existía materia en una masa de éter. El mismo Einstein apoyó este experimento, constituyéndose en otro dogma del Vaticano Científico hasta que sus propias teorías tuvieron que vérselas con el denostado Éter o de

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lo contrario no tendríamos en el panteón de los dioses al mayor plagiador de la Historia.

Hubo que esperar hasta 1911 para que, gracias a Max Planck,, los físicos comprendieran que el espacio es un plenum, como ya había dejado sentado Aristóteles, una subestructura de fondo plena de cosas.

Ya Michael Faraday, a mediados del siglo XIX, había introducido el concepto de campo con relación a la electricidad y al magnetismo, proponiendo que el aspecto más importante de la energía no era su fuente sino el espacio que la rodea y la influencia de la energía en el espacio a través de algún tipo de fuerza (Mar de Luz).

Werner Heisenberg, con el principio de incertidumbre, implica que ninguna partícula está en completo reposo, sino en un estado de constante movimiento debido a un campo de energía básico que interactúa constantemente con la materia subatómica.

Las partículas subatómicas interactúan unas con otras, intercambiando energía a través de otras partículas cuánticas que aparecen de la “nada”, combinándose y aniquilándose mutuamente en menos de un instante, “partículas virtuales” que a diferencia de las “partículas reales” ´solo existen durante ese intercambio (que define el principio de incertidumbre).

Es el resultado de esta “danza” subatómica del universo el que da lugar a una inconmensurable energía contenida en nuestro mundo material. Intentar asir conceptualmente el “vacío”, tras el tupido velo impuesto por una época oscura del intelecto humano, requiere de un gran esfuerzo mental para colocar en su sitio al demonizado Éter/Vacio, hoy elevado a los altares de la nueva religión científica.El Vacío o Campo Punto Cero recibió el nombre de “cero” porque sus fluctuaciones siguen siendo detectables en temperaturas de cero absoluto, el estado energético mas bajo posible donde toda la energía se ha retirado y supuestamente no queda nada que realice movimiento alguno.

La energía punto cero es la energía presente en el estado mas vacío del espacio al nivel energético mas bajo posible del que no se puede retirar más energía. Las partículas no pueden ser separadas del “espacio vacio” que las rodea.

En el Campo Punto Cero están contenidos todos los campos: un campo de campos. La comprobación de su existencia implica que toda la materia del universo está interconectada por ondas/cuerdas que se extienden por el espacio y el tiempo.

Las fluctuaciones de las ondas Campo Punto Cero impulsan el movimiento de las partículas subatómicas generando a su vez el Campo Punto Cero, una especie de retroalimentación (feedback), autogenerado que se extiende por la totalidad del Cosmos, un gran estado básico auto generador del universo, lo que puede significar que todos nosotros y toda la materia del universo estamos conectados a los mas distantes confines del cosmos a través de ondas del Campo Punto Cero de enormes dimensiones.

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“Oh Dios mío, creo que acabo de derivar la ecuación F = m a”.

Era el mensaje dejado en el contestador telefónico de Bernie Haisch por parte del colombiano Alfonso Rueda, destacado físico y matemático de la Universidad de Long Beach, California

Bernie Haisch, astrofísico de la compañía Lockheed Martin, estaba inmerso en una investigación para la industria aeroespacial y conocía los trabajos de Hal Puthoff interesado en el Campo Punto Cero como fuente de energía para grandes viajes espaciales.

Haisch conoció a Alfonso Rueda en una conferencia y desde entonces lo alentó como matemático de alto nivel para llevar a cabo los cálculos en el análisis del Campo Punto Cero.

Figura/ Fuerza de LorenzLa prestigiosa revista Physical Review publicó el trabajo de Rueda, Puthoff y Haisch en febrero de 1994, que demostraba que la propiedad de inercia poseída por todos los objetos del universo físico es simple resistencia a ser acelerados a través del Campo Punto Cero. Inercia en Física es lo que se denomina una Fuerza de Lorenz, es decir una fuerza que ralentiza las partículas que se mueven a través de un campo magnético.

Su descubrimiento traería serias consecuencia a la ecuación de Einstein E = mc2 que siempre ha implicado que la energía se convierte en masa.

Llegaron a la conclusión de que la relación de la masa con la energía es en realidad una descripción de la energía de los quarks o partones y de los electrones que aún se denomina materia causada por la interacción con las fluctuaciones del Campo Punto Cero, por lo que la ecuación de Einstein es sencillamente una receta que expresa la cantidad necesaria de energía para crear la apariencia de masa.

La materia por tanto no es equivalente a energía. La materia es energía "congelada".

El famoso escritor, especializado en temas científicos, Arthur C. Clark predijo que el trabajo de Haisch – Rueda –Puthoff seria algún día considerado un hito, rindiéndoles homenaje en “3001 The Final Odyssey” creando una nave espacial impulsada por un dispositivo cancelador de la inercia llamado SHARP (acrónimo de Sakharov, Haish, Rueda y Puthoff)

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Poco después, Haisch, Rueda y Daniel Cole de IBM publicaron otro trabajo en el que planteaban que el Universo debe su estructura al Campo Punto Cero. De acuerdo a esta hipótesis, el vacío permite que las partículas se aceleren y a su vez que se aglutinen en una energía concentrada a la que denominamos materia.

Este equipo de investigadores logró lo que el propio Einstein no pudo conseguir. Había probado una de las leyes más fundamentales del universo y había encontrado una explicación para uno de sus mayores misterios.

De acuerdo a estas hipótesis se puede llegar a colegir que en el Campo Punto Cero está inmerso todo lo ocurrido desde el principio de los principios, como siempre han pregonado las principales fuentes de la Antigua Tradición de Conocimiento y Sabiduría del Planeta.

El Campo Punto Cero posee impreso todo lo ocurrido en el mundo mediante códigos de interferencias de ondas con lo que también podría haber una escala ascendente de estructuras de información, en forma de campos coherentes alrededor de los organismos que actúan como un banco infinito de memoria universal. Si todos permanecemos conectados a través del campo sería posible conectar con este vasto depósito de información energética y extraer información de él.

MICROCOSMOSBIOFOTONES

FRITZ ALBERT POPP

Abandonando momentáneamente el macromundo, reduzcamos nuestra visión para instalarnos en el micromundo celular de manos de uno de los físicos más originales que ha surgido de la clásica hornada de científicos ortodoxos a que nos tiene acostumbrados la nueva religión científica.

Es hora de que legos y no legos conozcan las fabulosas, sí, fabulosas cualidades como

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persona y como científico ya que a pesar de sus notables compañeros de fatigas, quienes le introducían trabas en su rueda intelectual, logró destacar admirablemente por encima de sus consagrados y mezquinos colegas que intentaron arrojarlo del Paraíso científico.

Fritz Albert Popp se doctoró como Biofísico Teórico en la Universidad de Marburg en un tiempo record, y también realizó el postgrado en menos de tres años cuando la mayoría tardan cinco. Recibió el premio Roentgen por su trabajo de fin de carrera que consistió en la construcción de un pequeño acelerador de partículas.

Otra hazaña de F. Popp poco valorada por una ciencia de marketing pero de excepcional importancia para la medicina fue el descubrimiento sobre el comportamiento de un hidrocarburo policíclico, el benzopireno-a, un letal carcinógeno.Popp trataba de determinar qué efecto se conseguiría excitando este compuesto mortífero con luz ultravioleta (UV). El benzopireno absorbió la luz pero la remitía a una frecuencia completamente diferente.

Popp realizó la misma prueba sobre el benzopireno-e, otro hidrocarburo policíclico prácticamente igual al benzopireno-a, excepto por una pequeña alteración en su estructura molecular.

Esta pequeña diferencia en uno de los anillos compuestos era crítica ya que hacía que el benzopireno-e fuera nuevo para los seres humanos. En ese producto la luz atravesaba la sustancia sin alteración.

Realizó pruebas sobre otros treinta y siete productos, algunos cancerígenos y otros no. En todos los casos, los carcinógenos tomaban la luz ultravioleta, la absorbían y cambiaban su frecuencia.

También poseían otra curiosa propiedad. Cada carcinógeno reaccionaba sólo a la luz de una longitud de onda específica 380 nanómetros. La pregunta en la cabeza de Popp: por qué la sustancia cancerígena alteraría la frecuencia luminosa hasta toparse con el fenómeno conocido como “foto-reparación”.

“Si puedes bombardear una célula con luz ultravioleta de manera que el 99% de la célula, incluyendo su ADN, sea destruido, podrá reparar el daño casi completamente en un solo día simplemente iluminando la célula con luz de la misma longitud de onda pero de una intensidad muy débil.”

Popp se sorprendió al averiguar que la foto-reparación opera con la máxima eficacia a 380 nanómetros: la misma longitud de onda ante la que reaccionan los compuestos cancerígenos. Ahora bien, si los carcinógenos sólo reaccionan a esta longitud de onda, debe de estar conectada de algún modo con la foto-reparación. Lo que significa que debe de existir alguna luz en el cuerpo responsable de la foto-reparación

Cuando publicó el artículo, Popp tenía 33 años y en un comienzo no

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fue aclamado. El Centro Alemán para la Investigación del Cáncer de Heidelberg le invitó a hablar ante quince de los mayores especialistas en cáncer del mundo, durante una reunión de ocho días sobre todos los aspectos de la enfermedad.

La fortaleza del trabajo de Popp se consideraba inexpugnable, excepto por un detalle: la luz ultra-débil de 380 nanómetros, suficiente para que los “sabios” del cáncer continuasen tranquilos en sus poltronas dogmáticas.

Y como sucede, con quien tiene en mente un firme propósito, Popp se topó con Bernhard Ruth quien le pidió que supervisara su tesis doctoral a lo que le respondió Popp afirmativamente siempre y cuando demostrara la existencia de luz en el cuerpo. Ruth se mostró perplejo: “¡Claro que no hay luz en el cuerpo! De acuerdo, respondió Popp- entonces demuéstrame que no hay luz y supervisaré tu tesis doctoral.

Ruth, un excelente físico, se dispuso a construir el equipo que demostraría de una vez por todas, que el cuerpo no emanaba luz. En dos años Ruth construyó una máquina similar a un gran detector de rayos X EMI 9558 QA, un fotomultiplicador que permitía contar la luz fotón por fotón.

Figura/ FotomultiplicadorPopp, se dio cuenta de que era imposible que el efecto tuviera que ver con la fotosíntesis. Estaba observando el nivel más alto de orden cuántico, o coherencia cuántica posible en un sistema viviente.

Generalmente, esta coherencia –Condensación Bose-Einstein- sólo se observa en sustancias materiales como superfluidas* o superconductores* estudiados en laboratorios a temperaturas muy bajas, sólo unos grados por encima del cero absoluto y no en el entorno cálido y complejo de un ser vivo.

Popp inicia una profunda reflexión sobre la luz natural. Cuando comemos verduras debemos tomar los fotones y almacenarlos, cuando digerimos por ejemplo, un brócoli es metabolizado en dióxido de carbono (CO2) y agua (H2O), además de la luz solar almacenada y presente en la fotosíntesis. Extraemos el CO2 y eliminamos el agua, pero la luz, una onda electromagnética, debe de quedar almacenada.

Cuando es asimilada por el cuerpo la energía de estos fotones se disipa, de tal forma que finalmente se distribuye igualmente por todo el espectro de frecuencias electromagnéticas, de la más baja a la más alta. Esta energía se convierte en la fuerza que impulsa todas las moléculas del cuerpo.

Estas “emisiones de fotones” podían proporcionar el sistema de comunicación perfecto

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para transferir información a las células del organismo. Surgía de nuevo la pregunta : ¿De donde proviene la emisión de fotones? Continuaba sin respuesta.Gracias a un alumno de Popp quien sugirió añadir bromuro de etidio a una muestra de ADN que se instala en los pares básicos de la doble hélice haciendo que se desplieguen y luego medir la luz que emitía la muestra tras aplicar el producto, Popp descubrió que cuanto mas aumentaba la concentración del producto, más se desplegaba el ADN y mayor era la intensidad de la luz. Cuanto menos se aplicaba el producto menor era la emisión de luz.

La experiencia también le permitió a Popp descubrir que el ADN era capaz de emitir un amplio rango de frecuencias pudiendo llegar a la conclusión que el ADN es una de las fuentes esenciales de emisión de biofotones y a continuación surge el otro gran misterio de la vida, aún insoluble para la comunidad científica: ¿Quién es el director del proceso genético para orquestar el proceso celular y decidir que ciertas células crezcan como una mano?

RUPERT SHELDRAKE

Aparece en escena un joven biólogo británico, Rupert Sheldrake ante el teatro de variedades fijadas por la ortodoxia de una ciencia acomodada en el último paradigma para dar respuesta a una interrogante que oscilaba sobre sus cabezas coronadas.

Sheldrake siempre había planteado que la activación genética y las proteínas no explican el desarrollo de las formas del mismo modo que el transporte de los materiales de construcción de una obra no da respuesta sobre la estructura del edificio que se va a construir. La teoría genética actual tampoco explica cómo un sistema en desarrollo puede auto-regularse o crecer normalmente si se añade o retira una parte del sistema y tampoco explica cómo se regenera un organismo y reemplaza las estructuras ausentes o dañadas.Sheldrake estando en un ashram en la India experimentó una epifanía tras años de hacerse no solo la pregunta qué fue primero, el huevo o la gallina, sino también de donde surgen las cosas que conocemos pero no comprendemos porqué se organizan, cómo se organizan.

En su hipótesis plantea la causación formativa que afirma que las formas de los seres vivos auto-organizados –desde moléculas, organismos, sociedades, hasta galaxias- son conformadas por los campos mórficos. Dichos campos poseen una resonancia mórfica o memoria acumulativa –de sistemas similares a lo largo de las edades de modo que las especies animales y vegetales “recuerdan” no solo qué aspecto han de tener sino también cómo actuar.

Rupert Sheldrake conformó alrededor de su hipótesis un nuevo lenguaje cuyo vocabulario describe propiedades auto-organizativas de los sistemas biológicos.

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La “resonancia mórfica” es algo así como la influencia de lo parecido en lo parecido, a través del espacio y el tiempo. Estos campos reverberan a lo largo de las generaciones con una memoria inherente de la forma y el contorno correctos.

Hasta aquí la exposición de la teoría de Sheldrake no sólo es de una elegancia intelectual notable sino que estremece los cimientos de una ciencia anclada en lo que se ve, se toca, propio de la visión bidimensional de la lombriz. Apartarse de éste nivel equivale al suicidio científico y Sheldrake, valientemente, les lanzó un guante con una carga de efectos nunca sospechados en el acontecer del conocimiento humano. Y también, como él mismo admite no halla explicación sobre cómo los campos mórficos son factibles a nivel de la física, ni el cómo almacenan la información.

Popp podía tener la respuesta a la hipótesis de Sheldrake en la cuestión de la morfogénesis y de la coordinación y comunicación celular, que sólo pueden darse en un sistema holístico con un director central.

Las débiles emisiones de luz eran suficientes para organizar el cuerpo. Popp escudriñó en los trabajos de quienes también pasaron desapercibidos para el grueso de la tropa científica y que sugerían la existencia de un campo de radiación que dirija el crecimiento celular.

Alexander Gurtwitsch, fue quien descubrió la “radiación mitogenética” en las raíces de la cebolla en los años 20. Gurtwitsch planteó que la formación estructural del cuerpo es más probable que se deba a un campo que a los compuestos químicos/hormonas por sí mismos.

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En la década de los 40, un norteamericano Harold S. Burr, profesor de Neuroanatomía de la Universidad de Yale, estudió y midió los campos eléctricos que rodean a los seres vivos y en especial de las salamandras.

Burr descubrió que la salamandra poseía un campo eléctrico con la forma de una salamandra adulta y esta impronta también la halló en el óvulo no fertilizado. En los brotes o germinados que surgen de las semillas descubrió campos eléctricos que se parecían a la planta adulta.

También en los años 20, Elmer Lund, investigador de la Universidad de Texas experimentó con hidras, un minúsculo ser acuático que posee hasta doce cabezas y con capacidad de regenerarlas.

Utilizando una corriente eléctrica lo suficientemente fuerte cómo para superar la del organismo, Lund logró la regeneración de una cabeza donde debería estar la cola.Popp continuaba transitando la solitaria senda propia de los pioneros con su teoría de la radiación del ADN a cuestas y gracias a su terquedad teutona continuaba experimentando y aprendiendo con la esquiva y supuesta propiedad lumínica de los seres vivos.

Había logrado comprobar que el número de fotones emitidos parecía estar vinculado con el nivel del organismo en su escala evolutiva: cuanto más complejo era el organismo menos fotones emitía. Animales y plantas rudimentarias tendían a emitir cien fotones por centímetro cuadrado/segundo con una longitud de onda entre 200 y 800 nanómetros, que corresponde a una onda electromagnética de muy alta frecuencia dentro del rango de luz visible, mientras que los seres humanos sólo emitimos 10 fotones en la misma superficie, tiempo y frecuencia.

Las emisiones también parecían seguir otros ritmos biológicos como ciertos patrones según fuera de día o de noche, también semanas o meses como si el cuerpo siguiera los biorritmos del medio ambiente además de los propios.

En una serie de experimentos con los biofotones, introdujo a uno de los sujetos en un cuarto oscuro y midió cada día durante 9 meses las emisiones fotónicas de una pequeña zona de una de las manos y también de su frente. Al analizar los datos descubrió que las emisiones de luz seguían ciertos patrones: ritmos biológicos de 7 – 14 – 32 – 80 y 270 días, en que las emisiones eran idénticas, incluso después de un año.Los estudios llevados a cabo por Popp habían sido realizados en individuos sanos, encontrando una absoluta coherencia cuántica. ¿Qué tipo de luz emitiría una persona enferma? Con un grupo de enfermos de cáncer los examinó con su fotomultiplicador. Las emisiones de los pacientes de cáncer habían perdido los ritmos periódicos naturales y su coherencia.

Todos estos fenómenos le permitieron a Popp reflexionar sobre la emisión de biofotones como

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una especie de corrección que los organismos vivos hacen de las fluctuaciones del Campo Punto Cero. El modelo de Popp ofrecía una explicación mejor que la vigente teoría neo-darwinista de la evolución de los seres vivos.

Si el ADN utiliza frecuencias de todo tipo como herramienta de información, esto significa la existencia de un sistema de retroalimentación (biofeedback) con una comunicación perfecta a través de las ondas que codifican y transfieren la información.Popp en un experimento comparó la luz emitida por huevos de gallinas criadas al aire libre con otros producidos en granjas. Los fotones emitidos por los huevos de gallinas que vivían al aire libre eran mucho más coherentes que los de las gallinas encerradas.

Al hacer públicas sus investigaciones también se inicia el clásico malestar de los sumos sacerdotes del Sanedrín quienes deciden lo que es o no correcto y de ello la denominación de ciencia ortodoxa (orto: correcto) y la campaña de acoso y derribo de un ser coherente en pensamiento, palabra y obra, la trinidad a la que tanto temen los detractores de la verdad.

En 1980 al expirar su contrato como profesor adjunto, la Universidad aprovechó para darle el finiquito. Dos días antes del final del trimestre, empleados de la Universidad entraron en su laboratorio para que les hiciera entrega de todos sus equipos. Afortunadamente tuvo un aviso que le permitió dos días antes del allanamiento de su laboratorio ocultar su fotomultiplicador en el sótano de la casa de un alumno.La Universidad de Marburg trató a Popp como un criminal. Teniendo derecho a una compensación económica por sus años de servicio la Universidad se negó a reconocerle sus derechos viéndose obligado a demandar a la universidad para que le abonaran los 40.000 marcos que le adeudaba. Ganó la demanda pero su carrera profesional había quedada segada, sin contemplaciones. Trabajó dos años en la industria privada con los laboratorios homeopáticos Roedler.

Walter Nagl, profesor de la Universidad de Kaiserlautern le pidió que trabajara con él. De nuevo, y como siempre, surgió el veneno corrosivo de la envidia entre el profesorado de la Universidad que argumentaba que el trabajo de Popp minaba la reputación de la Universidad. Logró conseguir un trabajo en el Centro de Tecnología de Kaiserlautern y más tarde se creó el Instituto Internacional de Biofísica, integrado por quince grupos de científicos procedente de centros de todo el mundo.Popp encontró unas instalaciones adecuadas para éste Instituto en Neuss, cerca de Düsseldorf. Se habían reunido el hermano del premio Nobel, el nieto de Alexander Gurwitsch, un físico nuclear de la Universidad de Boston y del Laboratorio de Investigación Nuclear CERN en Ginebra, dos biofísicos chinos. La honesta y siempre actitud coherente de Popp dio sus frutos. Empezó a recibir ofertas y contratos de trabajo de reconocidas Universidades de todo el mundo.

Popp y sus nuevos colegas siguieron estudiando las emisiones de luz de diversos organismos de la misma especie en particular con un tipo de pulga de agua llamada Daphnia. El fotomultiplicador comprobó que las pulgas de agua absorbían la luz

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emitida por otras pulgas. Popp repitió el mismo experimento con pequeños peces y descubrió el mismo fenómeno. Intuyó que estas emisiones tenían un propósito externo al cuerpo.

Este intercambio podría desvelar el secreto de algunos de los enigmas del comportamiento en el desplazamiento de los animales. Su capacidad para orientarse hacia el lugar de donde provienen o donde han nacido. Si podemos absorber los fotones de otros seres vivos, también podremos utilizar la información contenida en ellos para corregir nuestra propia luz cuando abandona la coherencia, por lo que Popp inició una serie de experimentos: Si algunos tóxicos cancerígenos pueden alterar las emisiones corporales de biofotones podría suceder que a su vez otras sustancias recondujeran una comunicación coherente.Eligió una serie de sustancias no tóxicas a las que se atribuía ciertas propiedades benéficas en el tratamiento del cáncer. Observó en todos los casos, excepto uno, las sustancias solo incrementaron los fotones de las células cancerígenas potenciando su capacidad letal.

El único producto que funcionó con éxito fue el viscum álbum (muérdago) cuyo comportamiento fue el de reordenar la emisión de fotones que emitían incoherentemente las células cancerígenas, restaurándoles la coherencia. Aplicó el extracto de muérdago a unas muestras de tejido neoplasico de una mujer con cáncer de mama y cuello uterino, descubriendo que el extracto devolvía la coherencia en el tejido.

La paciente fue tratada con extracto de muérdago y transcurrido un año las pruebas de laboratorio dieron unos resultados favorables. Una enferma considerada terminal había recuperado la frecuencia de luz adecuada con una sustancia vegetal.

MEMBRANA CELULAR

Dr. BRUCE LIPTON

El terremoto provocado por la deserción del coro académico de un peso pesado de la investigación norteamericana motivó que el conocimiento humano experimentara un notable salto cualitativo, gracias a una serie de eventos en la vida personal y profesional de Bruce H. Lipton, prestigioso biólogo molecular de la Universidad de Stanford.

“Ese momento crucial de cambio tuvo lugar mientras revisaba la investigación sobre los mecanismos que controlan la fisiología y el comportamiento celular. De pronto me di cuenta de que la vida de una célula está regida por el entorno físico y energético, y

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no por sus genes. Es la “percepción” del entorno de la célula individual, y no sus genes, lo que pone en marcha el mecanismo de la vida.

Esa nueva visión de la naturaleza de la vida fue toda una conmoción, ya que durante aproximadamente dos décadas había estado inculcando el dogma central de la biología - la creencia de que la vida está controlada por los genes - en las mentes de mis alumnos de medicina.

Dieciocho años trabajando en una investigación subvencionada por el gobierno sobre la clonación de células madre me había suscitado bastantes dudas sobre la certeza del dogma central de la biología.

El hecho de reconocer por fin la importancia del medio ambiente me proporcionó una base para la ciencia y la filosofía de las medicinas alternativas, para la sabiduría espiritual de las creencias (modernas y antiguas) y para la medicina alopática. Es obvio que los seres humanos poseen una gran capacidad para aferrarse a las falsas creencias con fanatismo y tenacidad, y los científicos racionalistas no son ninguna excepción.Han pasado veinte años desde aquella mágica noche caribeña en la que mi vida sufrió un cambio radical. Durante esos años, las investigaciones biológicas han corroborado una y otra vez lo que yo comprendí aquella madrugada en el Caribe. Estamos viviendo una época apasionante, ya que la ciencia está a punto de desintegrar los viejos mitos y de reescribir una creencia básica de la civilización humana. La creencia de que no somos más que frágiles máquinas bioquímicas controladas por genes está dando paso a la comprensión de que somos artífices de nuestras propias vidas y del mundo en el que vivimos.

BRUCE H. LIPTON, “La biología de la creencia”Afortunadamente en el interior de la comunidad científica no todos sus individuos se comportan y reaccionan como un coro. Siempre en la historia de la sociedad humana surgen disidentes, herejes, que ponen en juego no solo su carrera profesional sino su vida antes que formar parte del sumiso rebaño.

En los últimos veinte años se ha podido observar la aparición paulatina, al comienzo y luego de forma exponencial, de un gran número de investigaciones científicas casi todas enfocadas en temas antes considerados tabúes por el Sanedrín de la Ciencia.

La densa oscuridad tejida alrededor de la luz-información presenta amplias grietas gracias a la presión firme y sostenida de una pléyade de seres deseosos de desgarrar el viejo odre rebosante de paradigmas obsoletos.

En 1985, Bruce Lipton se encontraba en la caribeña isla de Granada como docente de su facultad de medicina. Una noche repasaba las notas de años de estudio e investigación de biología, química y física de la membrana celular, revisaba sus mecanismos con el objeto de comprender su función como sistema de procesamiento de la información.“A esa hora temprana me encontré redefiniendo lo que sabía de la organización estructural de la membrana. Observando la forma de chupa-chups, o caramelos con palito, de las moléculas de fosfolípidos caí en la cuenta de que estas moléculas están dispuestas en la membrana como un regimiento de soldados desfilando en perfecta

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formación.

Por definición una estructura cuyas moléculas se disponen siguiendo un patrón regular y repetido se considera un cristal. Como sucede con los diamantes, rubíes, e incluso la sal. Existen los cristales “fluidos” o líquidos como están conformadas las pantallas de los relojes digitales y de los ordenadores portátiles.

Para comprender mejor la naturaleza de un cristal líquido observemos a nuestros soldados desfilando. Cuando doblan una esquina conservan su alineamiento de regimiento. Los fosfolípidos de la membrana se comportan de un modo similar. Su organización de cristal líquido permite a la membrana alterar su forma de manera dinámica sin perder su integridad.

Llegado a este punto Lipton concluyó:“La membrana es un cristal líquido”

Esta cualidad de la membrana se añade a la conferida por MIPs –proteínas receptoras y efectoras que proporcionan a la célula los medios necesarios para permitir el paso al interior de nutrientes y la salida de los materiales de deshecho-:

“La membrana es un semiconductor”.

Bruce H. Lipton en su noche de epifanía, continuó visualizando las similitudes biocibernéticas de la estructura molecular de la membrana celular. Su perplejidad no daba a vasto a medida que se sucedían las causalidades en las que se encontraba inmerso en su deseo de ampliar la comprensión del proceso de información de la membrana celular.

Volvió a redefinir las proteínas receptoras como Entrada (gate) y a las proteínas efectoras como Canal (channel) completando su definición de la membrana así:

“La membrana es un cristal liquido semiconductor con entradas y canales”.

Habiendo tomado una guía de bolsillo sobre las instrucciones de funcionamiento de su portátil recién adquirido encontró la definición de chip : “cristal semiconductor con entradas y canales”.

¡La membrana celular era sin duda el equivalente estructural y funcional de un chip de sílice!Doce años después un centro de investigación australiano dirigido por B. A. Cornell publicó un artículo en Nature confirmando la hipótesis de Lipton:

La membrana es el homólogo de un chip de ordenador. (Cornell et al., 1997).

Los investigadores aislaron una membrana celular colocando una lámina de oro en su cara interna. Luego rellenaron el espacio existente entre la lámina de oro y la membrana con una solución especial de electrolitos. Al estimular los receptores de membrana con una señal adicional, los canales se abrieron permitiendo el paso de la solución electrolítica a través de los canales de la membrana.

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La lámina de oro fue utilizada como transductor, un dispositivo eléctrico que convirtió la actividad eléctrica del canal en una lectura digital sobre una pantalla.

Cornell y sus colaboradores habían convertido una membrana celular biológica en un chip computarizado con pantalla digital.

De lo anterior, Lipton dedujo que las funciones de la membrana celular deberían compararse con las de un ordenador portátil. La primera idea fundamental que se deduce es que los ordenadores y las células son “programables”. La segunda es que el programador se encuentra fuera del ordenador y fuera también de la célula.

Lipton continuaba ajustando las piezas del rompecabezas que representaba su nueva visión de la estructura y función de la membrana celular. En la mente de Lipton surgió la imagen respecto al verdadero papel del núcleo de la célula, una unidad de memoria o disco duro de la doble hélice que contiene un indefinido número de programas especializados. Una vez descargado un programa a la memoria activa se puede retirar el disco del ordenador sin alterar el funcionamiento del programa.Lipton pertenecía a la comunidad de científicos encorsetados por el reduccionismo dogmático que aún impera en el Alma Mater de las universidades. Le enseñaron una biología cuyo centro es el núcleo del mismo modo que a Copérnico le enseñaron una astronomía cuyo centro era la Tierra. Para Lipton fue impactante descubrir que el núcleo, que contiene los genes, no programa la célula. Los datos penetran en la célula/ordenador a través de los receptores de membrana que representan el “teclado celular”.

Los receptores activan las proteínas efectoras de la membrana que actúan como la Unidad de Procesamiento Central (UPC) de la célula/ordenador. Las proteínas efectoras (UPC) convierten la información del entorno en el lenguaje conductual de la biología.El tan ansiado ¡eureka! para cualquier investigador se convirtió para Lipton en una irrefrenable necesidad de salir corriendo y encontrar a quien fuese para comunicarle, en aquella noche caribeña de la isla de Granada, su increíble descubrimiento.

Lipton recuerda con humor aquella noche cuando se topó con uno de sus alumnos y a pleno pulmón le gritaba “¡tienes que escuchar esto! ¡es alucinante!”

Al final de la descarga de adrenalina acumulada y de la jerigonza de terminología celular el alumno estaba estupefacto observándolo con ojos desorbitados “¿se encuentra bien, doctor Lipton?”.

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Recuperando la flema anglosajona se percató: “mi alumno, del primer semestre de carrera, no poseía los conocimientos científicos suficientes ni el vocabulario necesario para extraer algo en claro de mi aparente delirio.”

La epifanía experimentada por Lipton se puede resumir con sus propias palabras: “Ese momento en el Caribe no sólo me transformó en un biólogo centrado en la membrana. También me transformó de un científico agnóstico en un místico convencido de la existencia en la vida eterna mas allá de la muerte física”.

Ahora es mas fácil comprender el porqué los médicos alternativos o nó prefieren permanecer en la senda trillada antes que aventurarse en la terra ignota que conforman las nuevas disciplinas, incluidas las del nanomundo y sus misterioso lenguaje que poco o nada dice a quienes poco o nada quieren aprender.

Lipton tras su conversión al Campo de Energía o Campo Punto Cero reconoce la actitud petulante y arrogante de los científicos. “Tanto a mis colegas como a mi nos habían enseñado a desdeñar las curaciones atribuidas a la acupuntura, a la homeopatía, a la quiropraxis. Considerábamos esas prácticas charlatanería barata, ya que estábamos apegados a nuestra fe en la anticuada física de Newton”.

A finales del siglo XIX (1893) el jefe del Departamento de Física de la Universidad de Harvard sentó cátedra y levantó un monumento a la necedad humana al advertir a sus alumnos que no se requerían mas licenciados en Física. Alardeaba que la ciencia había establecido que el Universo es una “máquina material” constituida por átomos físicos e individuales que siguen exactamente la mecánica de las leyes newtonianas.

Actualmente miles de estudiantes de medicina, en todo el mundo, reciben formación universitaria sobre biología molecular pero prevaleciendo, desafortunadamente, el modelo reduccionista que continúa siendo apoyado y reforzado por el cartel de las corporaciones farmacéuticas, que financian las Universidades, muy poco interesadas, en que sus educandos relacionen la parte con el todo y mucho menos que incorporen a su bagaje intelectual y profesional el papel que representa la Energía (Campo Punto Cero) en la recuperación de la coherencia cuántica o restauración de la salud

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perdida.Aún será necesario que discurra cierto tiempo para que las nuevas promociones de biólogos moleculares y médicos se desmarquen del reduccionismo mecanicista al insistir en aislar las células del todo al que pertenecen e investigar una sustancia química que desencadena una reacción seguida de otra en un simplista flujo lineal de información que va de A a B y luego a C, a D y a E.

Para ilustrar a nuestros lectores no versados en el modelo reduccionista, éste sugiere que si existe un problema en el sistema -enfermedad/disfunción- el origen del problema es achacado a una alteración en alguno de los pasos de la cadena de montaje químico.

Sobre esta falacia se ha construido el gran Moloc de la industria farmacéutica que estableció la razón de ser de su existencia: Tras tocar la perfección del orden implícito de los organismos vivos mediante el recambio de un elemento supuestamente defectuoso en la supuesta cadena de montaje química en la que convirtieron la vida: campos de energía interdependientes inmersos en una complicada red de interacciones.

Llegados a este nivel podemos afirmar que la visión reduccionista del flujo lineal de información es una característica del universo newtoniano, a diferencia del flujo de información en el universo cuántico que es holístico, omniabarcante y en perpetua retroalimentación (feedback).

Ahora bien, ¿qué grandes y maravillosos avances en las ciencias sanitarias podemos atribuir a la revolución cuántica? ¡Ninguno.!V. Pophristic y L. Goodman publicaron en el 2000 un artículo en la revista Nature en el que quedó reflejado que eran las leyes de la física cuántica y no las de la newtoniana, las que controlaban los movimientos moleculares que posibilitan la vida. Al revisar este revolucionario estudio de Nature, el biofísico F. Weinhold concluyó: “¿Cuándo serán los textos de química una ayuda en lugar de un estorbo para esta enriquecedora visión de la mecánica cuántica sobre los movimientos moleculares proteicos? ¿Cuáles son las fuerzas que controlan el giro y el plegamiento de las moléculas que adoptan formas complejas? No busques las respuestas en tu libro de química orgánica. (Weinhold, 2001).

No obstante, la química orgánica es la que proporciona las bases mecánicas de las ciencias médicas y, como señala Weinhold, esa rama de la ciencia es tan obsoleta que en sus libros de texto aún no se menciona la física cuántica. Los investigadores médicos tradicionales todavía no han comprendido los mecanismos moleculares que posibilitan la vida. Los últimos cuarenta años han generado centenares de estudios científicos que aportan pruebas consistentes de que las “fuerzas invisibles” del espectro electromagnético afectan profundamente a todas y cada una de las facetas de la bioregulación.Hace treinta años una investigación realizada por C. W. F. McClare, biofísico de la Universidad de Oxford: “La resonancia en bioenergética” en el que se establecía un estudio comparativo de la eficacia de la información transferida mediante señales de energía y señales químicas en los sistemas biológicos.

“La resonancia en bioenergética” publicado en Annals of the New York Academy of Science revelaba que los mecanismos de las señales energéticas tales como las frecuencias electromagnéticas son miles de veces mas eficaces a la hora de transmitir la

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información del entorno, que las señales físicas como las hormonas, los neurotransmisores, factores de crecimiento (McClare, 1974).

La velocidad de las señales electromagnéticas es de unos 300.000 Km/seg., mientras que la velocidad de difusión de una sustancia química se reduce a menos de 1 cm/seg.

LENGUAJE DE LA ENERGÍA

Aunque la medicina académica aun no ha aceptado el papel que juega la energía como medio de “información” en los sistemas biológicos, sí que ha admitido, por irónico que parezca, las técnicas exploratorias no invasivas que interpretan este tipo de campos de energía. Ni las mentes mas calenturientas de los médicos podría imaginar el paso gigantesco que se ha producido en la investigación del espectro de las frecuencias o espectro electromagnético y su aplicación en los mas diversos campos del conocimiento humano, específicamente en lo que concierne al cerebro y su extraordinaria capacidad de danzar en el vasto océano del espectro.

Mientras Bruce Lipton estudiaba la mecánica del cerebro celular, Candace Pert estudiaba el cerebro humano descubriendo los mecanismos del cerebro celular. Pert dejó muy bien reflejado este estudio en su libro Las moléculas de la emoción, que revela cómo su estudio sobre los receptores que procesan la información en las membranas de las células nerviosas le llevó a descubrir que los mismos receptores “neurales” se hallaban presentes en la casi totalidad de las células del cuerpo estableciendo que la “mente” no estaba localizada en la cabeza sino distribuida a lo largo y ancho del cuerpo en forma de molécula-señal.Durante décadas los científicos han centrado su atención en nuestro voluminoso cerebro para hallar los fundamentos de nuestra capacidad de aprender comportamientos complejos. Afortunadamente el camino evolutivo de la especie humana está sembrado de oportunidades que germinan a la luz de mentes brillantes e intuitivas que lo despejan de paradigmas que ralentizan su creatividad inherente.

La teoría del Big Brain suscitó en su momento un gran entusiasmo en la comunidad científica que consideraba el tamaño del cerebro como el factor mas importante para determinar la inteligencia humana. En 1980 apareció en la revista Science un artículo del neurólogo británico John Lorber, titulado ¿De verdad es necesario tu cerebro? Lorber estudió muchos pacientes con hidrocefalia llegando a la conclusión de que a pesar de la ausencia de la mayor parte de la corteza cerebral los pacientes eran capaces de llevar una vida normal.

En Science citaba Roger Lewin el caso de un joven estudiante de la Universidad de Sheffield con un coeficiente intelectual de 126, con matricula de honor en matemáticas

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y con una vida social completamente normal. Hasta aquí todo es normal, salvo que… el chico no tiene cerebro.

En un scanner cerebral se apreció una capa muy fina de manto que apenas si alcanzaba el milímetro de espesor a diferencia de los 4,5 centímetros de grosor de tejido cerebral entre los ventrículos y la superficie de la corteza. La mayor parte de su bóveda craneal estaba llena de líquido cefalorraquídeo.

Los impactantes descubrimientos de Lorber sugieren que es necesario reconsiderar nuestras viejas creencias sobre el funcionamiento del cerebro y la base física de la inteligencia.

La historia de la ciencia siempre se ha visto salpicada por el impacto creado por mentes libres y valientes que rompen las anquilosadas ataduras de los paradigmas vigentes, con el riesgo de sufrir los iracundos arrebatosdel sacrosanto colegio de científicos, cuyas testas coronadas de soberbia pontifican sobre lo que es o no ortodoxo en la expresión intelectual de sus colegiados.

Bruce H. Lipton se considera un privilegiado desde el mismo instante en que experimentó lo que él acertadamente describió como “la epifanía científica que hizo añicos mis creencias acerca de la naturaleza de la vida. Ese momento crucial de cambio tuvo lugar mientras revisaba la investigación sobre los mecanismos que controlan la fisiología y el comportamiento celular. De pronto me dí cuenta que la vida de una célula está regida por el entorno físico y energético y no por sus genes.

Los genes solo son “planos” moleculares utilizados para la construcción de células, tejidos y órganos. Es el entorno el que actúa como el “contratista” que lee e interpreta esos planos genéticos y, en definitiva, como el responsable último del carácter de la vida de una célula. Es la “percepción” del entorno de la célula individual y no sus genes lo que pone en marcha el mecanismo de la vida.

Había consagrado mi vida profesional a estudiar seriamente las células individuales. Sabía que si las células individuales se regulan en función de su percepción del entorno, lo mismo ocurriría con los seres humanos, conformados por billones de células. Al igual que en las células aisladas el carácter de nuestra existencia se ve determinado no por nuestros genes, sino por nuestra respuesta a las señales ambientales que impulsan la vida.

Por un lado, esa nueva visión de la naturaleza de la vida fue toda una conmoción, ya que durante dos décadas había estado inculcando el dogma central de la biología- la creencia de que la vida está controlada por los genes-en las mentes de mis alumnos de medicina. Por otro lado, tenía la sensación de que ese nuevo concepto no me resultaba del todo nuevo. Siempre había albergado molesta dudas sobre el determinismo genético. Algunas de esas dudas provenían de los dieciocho años que había trabajado en una investigación subvencionada por el gobierno sobre la clonación de células madre.

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Mi nueva visión de la naturaleza de la vida no sólo corroboraba el resultado de la investigación sino que también refutaba otra de las creencias de la ciencia tradicional que las había estado enseñando a mis alumnos: la creencia de que la medicina alopática era la única clase de medicina que merece consideración en una facultad de medicina.

El hecho de reconocer por fin la importancia del entorno energético me proporcionó una base para la ciencia y la filosofía de las medicinas alternativas, para la sabiduría espiritual de las creencias-tanto antiguas como modernas- y para la medicina alopática

Es obvio que los seres humanos poseen una gran capacidad para aferrarse a las falsas creencias con fanatismo y tenacidad y los científicos racionalistas no son ninguna excepción. Me sentí rebosante de alegría al darme cuenta de que podía cambiar el curso de mi vida mediante el simple hecho de cambiar mis creencias.

Han pasado veinte años desde aquella mágica noche caribeña en la que mi vida sufrió un cambio radical. Durante estos años, las investigaciones biológicas han corroborado una y otra vez lo que yo comprendí aquella madrugada en el Caribe. La creencia de que no somos más que frágiles máquinas bioquímicas controladas por genes está dando paso a la comprensión de que somos poderosos artífices de nuestras propias vidas y del mundo en el que vivimos”La conmoción que tuvo lugar en la vida de Lipton le motivó lo suficiente para desafiar las creencias sagradas y básicas de la biología, incluso a criticar abiertamente a Charles Darwin cuya teoría abocó a la sociedad humana a creer que el único propósito de la existencia es la inevitable lucha por la sobrevivencia con lo que se inculcó en la memoria colectiva la ley de la jungla. La ley del más fuerte.

Lipton recuerda con humor los sarcásticos comentarios de sus colegas respecto a su comportamiento comparable al de un monje que irrumpe en el Vaticano para afirmar que el Papa es un fraude.

“Mi abierto desafío al dogma central hizo que consideraran aun más un hereje de la ciencia. No sólo era aspirante a la excomunión ¡sino que era candidato a ser quemado en la hoguera!

Durante una conferencia que ofrecí mientras estaba en Stanford, acusé a los facultativos allí reunidos, muchos de ellos genetistas de prestigio internacional, de no ser mejores que los fundamentalistas religiosos por aferrarse al dogma central a pesar de las evidencias que demostraban que era errónea. Tras mis sacrílegos comentarios la sala de conferencia se convirtió en un hervidero de gritos de indignación que creí daría al traste con mi posibilidad de conseguir empleo.

Con el apoyo de ciertas eminencias científicas de Stanford me alentaron a profundizar en mis ideas y a aplicarlas a las investigaciones sobre células humanas clonadas. Para sorpresa de todos los que me rodeaban, los experimentos apoyaron por completo la visión alternativa de la biología que yo postulaba. Publiqué dos artículos basados en esa investigación y abandoné el mundo académico, en esta ocasión, para siempre. Lipton et al., 1991-1992)

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LA MEMORIA

BIOFISICA CUANTICA DE LA MENTE

Han sido numerosos los intentos fallidos por parte de los científicos de hallar el lugar específico del cerebro en el que se almacenan nuestros recuerdos. Desde comienzos del siglo XX neurólogos y anatomistas diseccionaron el cerebro de millares de conejillos de indias, salamandras en busca del lugar exacto del cerebro donde se almacena la memoria.

En los años veinte, Wilder Penfield acuñó el nombre de engrama a dicho lugar que en un comienzo creyó haber encontrado. Su investigación se centró en pacientes epilépticos a los que anestesiaba el cerebro y mientras permanecían conscientes al estimular ciertas partes del cerebro con electrodos, ellos podían evocar escenas específicas de su pasado en vivos colores y con todo detalle. Cuando estimulaba el mismo punto del cerebro suscitaba el mismo recuerdo y el mismo nivel de detalle.

Karl Pribram, neurocirujano, formó parte del personal docente de la Universidad de Yale, en la que estudió las funciones del cortex frontal de los primates para comprender los efectos de las lobotomías frontales que se realizaban a miles de pacientes.

Desde entonces Pribram ha consagrado su vida a investigar qué hace cada parte del cerebro en cuanto a la percepción, procesos cognitivos, las emociones, la conciencia.

En 1958 Pribram ingresó al Centro de Estudios Avanzados de la Universidad de Stanford. Pudo comprobar que las antiguas ideas sobre la formación de una “imagen” eléctrica en el cerebro –la supuesta correspondencia entre las imágenes del mundo y la activación eléctrico-cerebral- eran falsas.

Un trabajo del fisiólogo australiano Sir John Eccles en el que postulaba que la imaginación podría tener algo que ver con las microondas cerebrales, junto a otro artículo escrito por Emmet Leith, ingeniero de la Universidad de Michigan sobre rayos laser divididos y holografía óptica.

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El concepto de los frentes de ondas y la holografía parecía tener la respuesta a cuestiones que Pribram se había estado planteando durante veinte años. Las ideas de Eccles parecían resolver éste problema.

Pribram entonces deducía que el cerebro “leía” la información transformando las imágenes ordinarias en patrones de interferencia de ondas volviendo a transformarlas otra vez en imágenes virtuales del modo como lo hace un holograma laser.

En cuanto a la memoria, mas que estar localizada con exactitud en alguna región del cerebro, ésta se distribuiría por todas las partes de tal forma que en cada parte estuviese contenida la totalidad.

Pribram conoció a Dennis Gabor, ingeniero, ganador de Premio Nobel en los años 40 por su descubrimiento de la holografía. Gabor había trabajado sobre las matemáticas de los rayos de luz y las longitudes de onda. Para sus cálculos matemáticos utilizó una serie de ecuaciones de cálculo llamadas transformaciones de Fourier, matemático francés que las desarrolló a comienzos del siglo XIX.

Gabor descubrió que el método de Fourier era capaz de dividir y describir con precisión patrones de cualquier complejidad en un lenguaje matemático que captaba las relaciones entre las ondas cuánticas. Cualquier imagen óptica podía ser convertida en su equivalente matemático de patrones de interferencia, la información resultante cuando las ondas se superponen unas sobre otras. Mediante ésta técnica transfieres algo que existe en tiempo y espacio al “dominio espectral”: Una especie de código in-espacial e intemporal de las relaciones entre ondas medidas como energía.

La óptica del ojo toma ciertos patrones de interferencia y los convierte en imágenes tridimensionales. Esta breve descripción nos retrotrae a la Antigua Tradición con su definición del mundo que conocemos como real es simplemente una ilusión (maya): Si estamos proyectando imágenes en el espacio constantemente, nuestra imagen del mundo es, en realidad, una creación virtual.Almacenar recuerdos en patrones de interferencia de ondas es notablemente eficiente explicando así la vastedad de la memoria humana. Las ondas pueden contener cantidades inimaginables de datos, mas de 280 quintillones (280.000.000.000.000.000.000) de bits de información que presuntamente constituyen la memoria humana acumulada a lo largo de una vida.

Las teorías de Pribram sobre la distribución de la memoria por todo el cerebro se toparon con mucho escepticismo en los años 60. Pribram en su búsqueda del lugar donde se produce la codificación y transformación de los patrones de interferencia de ondas intuyó que no eran ninguna célula en particular sino el espacio existente entre las neuronas conocido como sinapsis en la que convergen sustancias químicas/hormonales a través de las dendritas, pequeños filamentos de terminaciones nerviosas que fluctúan como espigas de trigo al viento, manifestándose como descargas

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eléctricas.En éstos vórtices de comunicaciones electromagnéticas entre sinapsis y dendritas se entrelazan éstas ondas formando miles de patrones de interferencia.

Como sucede con los pioneros cuando desbrozan nuevos caminos y sufren la soledad del corredor de fondo, Karl Pribram tuvo que soportar durante varias décadas la soledad del científico adelantado a su época y a sus colegas. Durante algunos años parecía que su teoría se desvanecía ante la ausencia de mentes como la de Pribram.

Afortunadamente para su teoría surgió otra mente brillante, la del alemán Walter Schempp, profesor de matemáticas de la Universidad de Siegen, especializándose en matemáticas del análisis armónico -frecuencia y fase de las ondas sonoras- y como le sucede a todos aquellos que van en busca de su propio Grial, estando sentado en el jardín de su casa, mientras cuidaba a su hijo enfermo en ese momento– se le ocurrió la posibilidad de extraer imágenes tridimensionales de las ondas sonoras.

Desconociendo los trabajos del premio Nobel, Gabor, elaboró su propia teoría holográfica construyendo una teoría matemática. Tras examinar lo que se había hecho en teoría óptica, se topó con los trabajos de Gabor.En 1986, Schempp publicó un libro que probaba matemáticamente cómo se podía conseguir un holograma con los ecos de ondas de radio captadas por un radar. También empezó a reflexionar que los mismos principios de la holografía de ondas podrían aplicarse a las imágenes de resonancia magnética (MRI) un dispositivo médico que aún estaba en pañales y era utilizado para visualizar los tejidos corporales blandos.

Schempp descubrió que quienes habían desarrollado las máquinas no tenían demasiado conocimiento sobre cómo funcionaba el MRI. Los pacientes debían permanecer inmóviles durante cuatro o más horas mientras las imágenes se captaban lentamente para lograr que el dispositivo MRI trabajara más satisfactoriamente, tuvo que estudiar Medicina, Biología y Radiología. Ingresó en la afamada Universidad Johns Hopkins Medical School, cuyo hospital tenía el mejor departamento de radiología de los Estados Unidos. Después se formó en el Massachusetts General Hospital. Luego obtuvo una beca para estudiar Radiología en Zurich, Suiza.Tomar imágenes del cerebro y de los tejidos blandos con el MRI es cuestión de llegar hasta el agua depositada en diversas hendiduras y ángulos que forman las células entre sí. La aplicación de un campo magnético sobre los tejidos produce que los protones de las moléculas del agua giren con mas rapidez lo que facilitan la localización por la máquina MRI permitiendo formar una imagen de los tejidos blandos del cerebro.

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A medida que las moléculas se ralentizan, emiten radiación. Walter Schempp descubrió que esta radiación contiene información sobre el cuerpo codificada en ondas que la máquina puede captar y utilizar para reconstruir una imagen tridimensional. La información que extrae es un holograma codificado de una sección del cerebro o del cuerpo que es desencriptado o decodificado en una imagen óptica.

El trabajo de Schempp sobre radiología de las imágenes por resonancia magnética recortó drásticamente el tiempo que debía permanecer el paciente inmovilizado de cuatro horas ¡veinte minutos!.

Holografía Cuántica es el nombre que Schempp le asignó a su teoría. Había descubierto que las fluctuaciones cuánticas del Campo Punto Cero transportan todo tipo de información respecto a los objetos, incluyendo su forma tridimensional pudiendo esta información ser recuperada y ensamblada en una imagen tridimensional. Schempp descubrió que el Campo Punto Cero es una gigantesca base de datos o memoria.

Mediante las transformaciones de Fourier, las máquinas MRI podían tomar información codificada en el Campo Punto Cero y transformarla en imágenes. Schempp quería ir aún mas allá de una imagen más precisa en MRI. En su propósito de aplicar sus teorías a algo más grande, Walter Schempp dio con los trabajos de Peter Marcer, físico británico alumno y colega de Dennis Gabor habiendo trabajado en el CERN Suiza.

Marcer también había realizado un trabajo sobre la teoría de ondas aplicada al sonido. Había formulado una teoría que podría aplicarse al cerebro humano. Su problema a resolver era la necesidad de conferir a su teoría una formulación matemática para concretarla. A comienzos de los 90 Marcer recibió el salvavidas que necesitaba: Schempp, quien aportó la requerida formulación matemática.

Según Marcer, el dispositivo de Walter Schempp funciona sobre el mismo principio que Karl Pribram había elaborado para el cerebro humano, transcribiendo las radiaciones y emisiones naturales del Campo Punto Cero. Schempp había creado un mapa matemático de cómo podía funcionar el procesamiento de información en el cerebro.

Entre Marcer, Schempp y Pribram llegaron a la conclusión de que la percepción se produce a un nivel mucho más fundamental de la materia, el mundo básico de las partículas cuánticas. No vemos los objetos por sí mismos, observamos sólo su información cuántica y a partir de ella construimos nuestra imagen del mundo.

Percibir el mundo es sintonizar con el Campo Punto Cero.

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MACROCOSMOS Y MICROCOSMOSCONCIENCIA Y

MICROTUBULOS

Teseo, hijo de Poseidón, no sólo demostró valentía, al introducirse en el Laberinto de Creta y matar a puñetazos al temible Minotauro, sino también astucia y sagacidad al seguir el sabio consejo de Ariadna quien le sugirió utilizar un ovillo como hilo conductor para lograr salir del laberinto tras su magna gesta.

De igual forma quienes han llegado hasta este nivel demuestran no sólo valor, para adentrarse en los meandros de un conocimiento arduo de digerir por mentes simples que pregonan a gritos ¡Esas uvas están verdes!” ante su inercia intelectual, sino también tenacidad y pundonor para lograr el salto cualitativo a un nivel superior de conciencia.

Describir y desglosar tanto el significado como la función de uno de los organelos intracelulares que más fascinación ha provocado en los científicos en los últimos años, significa tanto como resolver el enigma de la Esfinge.

La actual Conciencia Colectiva de la Humanidad ha alcanzado la necesaria masa crítica que le permite ir más allá de los estrechos lindes levantados por una Ciencia sin Conciencia

ROGER PENROSE / STUART HAMEROFF

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Stuart Hameroff, profesor de la Universidad de Arizona y anestesiólogo se interesó en los fenómenos de los gases anestésicos producidos sobre la conciencia, centrándose en el papel que juegan los microtúbulos en la división celular (centriolos) y en la posibilidad de recrearlos en el mundo de la computación.

Hameroff intuía que los anestésicos podían interferir en la actividad eléctrica/plasmática del interior de los microtúbulos y a la inversa, la actividad eléctrica de los microtúbulos que conforman el interior de las dendritas y neuronas del cerebro, tendría que ver con el núcleo de la conciencia.

La lectura del libro “La Nueva Mente del Emperador” del físico y matemático británico, Roger Penrose le sirvió a Hameroff para sugerirle los microtúbulos como buenos candidatos de mecanismos cuánticos en el cerebro. A partir de 1992 inician una mutua colaboración.

Penrose se interesó por las matemáticas características del entramado en malla que forman los microtúbulos. La idea de que los microtúbulos podrían ser el lugar ideal para que se produjera un auto-colapso de la función de onda (una reducción objetiva) fue considerada por primera vez en el libro “Las sombras de la mente” que Penrose escribió tras iniciarse la colaboración con Hameroff, en el que además se supone que la reducción objetiva (OR) es “guiada” y “sintonizada” (“orquestada”, término que eligió Penrose) por conexiones con las proteínas asociadas a los microtúbulos.

El modelo Penrose-Hameroff supone que la información física del medio queda registrada cuánticamente en las tubulinas.

El entrelazamiento cuántico entre las tubulinas del microtúbulo permite la formación de estados macroscópicos de coherencia cuántica. Al procesar la información cada microtúbulo incrementa su nivel de coherencia, suficientemente protegido de las perturbaciones del entorno, hasta que media la transición cuántico-clásica descrita por el proceso de reducción objetiva.La pieza clave de este complejo entramado de física, matemáticas y biología es una estructura citoplasmática tubular de 25 nanómetros de diámetro y una longitud que alcanza el milímetro, presente en todas las células eucariotas (células provistas de núcleo). Se agrupan formando haces unidas mediante puentes. Cada microtúbulo es una proteína polimérica constituida por subunidades llamadas tubulinas, que son dímeros, constituidos, cada

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uno, por unos 450 aminoácidos.

Los microtúbulos se asocian en estructuras más complejas denominadas centriolos, formadas por un conjunto de nueve tripletes microtubulares. A su vez, los centriolos se agrupan por pares en estructuras de cruz. Los centriolos desempeñan un papel fundamental en los procesos de división celular, así como en la coordinación de otros procesos celulares como el movimiento de la propia célula por medio de la acción de cilios y flagelos. Estos son especialmente importantes en seres unicelulares pues, simultáneamente, contactan sensitivamente con el medio y coordinan el citoesqueleto para sobrevivir en él.Mientras Hameroff describía su teoría, Kunio Yasue, físico cuántico japonés, desarrollaba las correspondientes matemáticas que hicieran comprensibles los micro-procesos neuronales, demostrando que éstos ocurren a nivel cuántico y que las redes dendríticas cerebrales funcionan como un equipo gracias a la coherencia cuántica.

El concepto de coherencia implica oscilaciones de igual longitud de onda y coincidentes en fase, es decir con superposición de picos y valles de la onda. Las ondas de un campo coherente se comportan de la misma manera pudiendo unir en un todo, células, tejidos y órganos. Dichos estados se presentan en los fenómenos de superconductividad y superfluidez. Por lo tanto, este tipo de fenómeno podría explicar la unidad de las funciones biológicas de una célula viva y de la conciencia como fenómeno unitario.Yasue junto a su colega Mari Jibu del Departamento de Anestesiología de la Universidad de Okayama plantean que los mensajes cuánticos deben de transmitirse a través del cerebro mediante campos vibracionales en los microtúbulos de las células.

Ezio Insinna, físico italiano de la Biolectronics Research Association descubrió que los microtúbulos poseen un mecanismo de emisión de señales asociado con la transferencia de electrones

Karl Pribram, Yasue, Hameroff y Scott Hagan del Departamento de Fisica de la Universidad McGill decidieron colaborar ensamblando una teoría global sobre la naturaleza de la conciencia humana y el papel central de los microtúbulos como la micro-red de redes o “internet” corporal en la que cada neurona puede conectarse al mismo tiempo e intercomunicarse con todas las demás simultáneamente.

Los microtúbulos, entre sus variadas operaciones, tienen a su cargo el control de la energía discordante, incoherente, de los fotones “dislocados” que “chapotean” en el ambiente acuoso del bioplasma contenido en el interior o “luz” de los microtúbulos.

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Alcanzada la coherencia se produce el fenómeno conocido como “transparencia auto-inducida”. Los fotones viajan a lo largo del cilindro como si fueran transparentes.A través de este mecanismo, la coherencia se extiende de células individuales a grupos de células y de grupos de neuronas a otros, facilitando así la explicación a las instantáneas operaciones cerebrales que tienen lugar entre una y diezmilésimas de segundo con lo que la información es transmitida a una velocidad entre 100 y 1000 metros por segundo, muy superior a las capacidades entre los axones y las dendritas de las neuronas.

Superposición Cuántica

Se denomina así al estado potencial de un electrón, o suma de todas las probabilidades, hasta que lo observamos o medimos momento en el que se colapsa en un estado particular. A este proceso se le llama técnicamente colapso de la función onda o estado abierto a todas las posibilidades.

Penrose sugiere en su hipótesis de que el auto-colapso orquestado (Orch OR) está producido por la gravedad cuántica asociada a los desplazamientos de materia-energía ocasionados por los cambios de conformación de los microtúbulos.

Llega a estimar en mil millones el número de tubulinas desplazadas en superposición cuántica coherente para que se produzca un auto-colapso en 500 milisegundos. Como la Orch OR es instantánea, no computable e irreversible, puede proporcionar el sentido del “ahora” y la direccionalidad temporal. Cascadas secuenciales de eventos Orch OR podrían constituir la familiar “corriente de conciencia”

Así, bastaría un ciento de neuronas con sus tubulinas coherentes durante 500 milisegundos para producir una Orch OR. Si sólo el 1% de las tubulinas dentro de un sistema dado de neuronas fueran coherentes durante 500 milisegundos se requerirían 10.000 neuronas para producir una Orch OR.

La tubulina puede experimentar cambios en su conformación. Por ejemplo, uno de los monómeros del dímero puede desviarse de 27a 30 grados del eje vertical del dímero.

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Se han sugerido varios modelos de tratamiento de señales e información dentro de los microtúbulos, incluyendo la propagación de los cambios de conformación de la tubulina, la fosforilación/desfosforilación secuencial, el comportamiento como “autómata celular” debido al acoplamiento electrostático de dipolos entre los bordes del retículo de la tubulina.

Los cambios de conformación se propagan casi un millón de veces más rápidamente que las señales neuronales. Como por cada neurona hay unos diez millones de unidades de tubulinas, el conjunto constituye un supercomputador cuántico con 10 elevado a 70 qubits, en el que cada qubit es un dímero de tubulina.

Lo curioso es que las tubulinas se disponen en grupos de 3, 5, 8 y 13 unidades y la transmisión de resonancias eléctricas responde a la secuencia de Fibonacci, de la cual se obtiene la razón áurea que se observa en muchas formas naturales.

MATRIZ VIVIENTE

Para introducirnos en lo que actualmente se conoce como matrix viviente es justo reconocer la aportación de las terapias alternativas alemanas, mejor conocida como Medicina Biológica en la forma de comprender verdaderamente cómo funciona el organismo y las vías de abordaje para llevarlo o mantenerlo en el estado conocido como Salud.

La medicina anglosajona apenas si ha recurrido a las aportaciones de los investigadores europeos, principalmente alemanes y austriacos, en la comprensión de sus mecanismos de biorregulación como es el caso de James L. Oschmann quien desconoce, o ignora, los valiosos trabajos de Pischinger, al igual que sucede con Hameroff quien parece desconocer o también ignorar la fenomenología de la Neuralterapia desencadenada por la acción de los cristales del clorhidrato de procaína como ha podido constatar el investigador F. Rivera Rojas.

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Oschman define como matriz viviente “una red molecular permanentemente interconectada conformada por los tejidos conectivos (matriz extracelular), los citoesqueletos (matriz intracelular) los núcleos celulares, (matriz nuclear) de todo el organismo y toda ella, en su conjunto, constituye una Web, una red de redes, que entrega y recibe información, a la velocidad de la luz.

Mediante esta matriz todas las células del organismo comparten la información de forma simultánea: a nivel extracelular, intracelular e intranuclear.

Para comprender como se produce la transferencia de información a través de las diversas estructuras del organismo hay que situar en lugar preferente al tejido conectivo, que desde hace varias décadas ha sido considerado por la Medicina Biológica como el mayor “órgano” del cuerpo, ya que no sólo forma parte de todas las estructuras del cuerpo sino que facilita un “instantáneo flujo” de información coherente gracias a su ubicuidad.

Además hay que añadir que las células del tejido conectivo se ordenan de acuerdo a

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un patrón sumamente regular propio de los cristales, tanto si se encuentra en forma líquida o sólida.

¿Y qué propiedad es la que destaca en una estructura cristalina?

La de comportarse como un semiconductor que puede conducir no sólo electricidad sino también información. Además posee otras propiedades propias de un “moderno” microchip:

• Almacenando energía• Amplificando señales• Filtrando y procesando informaciónRivera Rojas, considera la propiedad piezoeléctrica del tejido conectivo la piedra angular de la gran mayoría de los métodos de sanación y a la piel el teclado omnipresente mediante el que se puede acceder al bioplasma “desordenado” de los microtúbulos cuyo estado incoherente produce y mantiene la alteración “enfermante” que en Neuralterapia se conoce como campo interferente. Este puede tratarse de una cicatriz lejana a la dolencia como la que afectaba a la paciente del Dr. Ferdinad Huneke quien sufría de una dolorosa artritis escapulohumeral. La aplicación de los cristales de procaina a lo largo de la cicatriz, dejada por una escabrosa osteomielitis del peroné, desencadenó de forma instantánea lo que luego se ha conocido como fenómeno en segundos.

El fenómeno en segundos partió en dos la historia de la medicina no sólo en cuanto a la concepción que se tenía sobre la enfermedad sino en el modo de recuperar la salud, dando lugar así al nacimiento de la Medicina de las Regulaciones Biocibernéticas.

Figura/ Estructura molecular de un material piezoeléctrico“… las señales generadas por el efecto piezoeléctrico constituyen comunicaciones biológicas esenciales que informan a las células y a los tejidos vecinos a una velocidad mucho mayor que la que tiene lugar a nivel neuronal.”

James Oschman

“Las señales químicas del sistema nervioso se comunican a una velocidad que oscila entre 10 y 100 metros por segundo. Las frecuencias electromagnéticas son miles de veces más eficaces que las señales químicas de las hormonas y los neurotransmisores en el momento de retransmitir información dentro de los sistemas biológicos”

C.W.F McClare, biofísico de la Universidad de Oxford

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Esto no debería de sorprendernos si tenemos en cuenta que muchas de las sustancias químicas reguladoras del organismo se desplazan a una velocidad de menos de un centímetro por segundo, mientras que la onda electromagnética puede haber recorrido tres cuartas partes de la distancia entre la Tierra y la Luna en ese mismo tiempo.

Nuestro organismo dispone de un sistema de señales mecánico-químicas, basado en el movimiento de iones cargados a través de las membranas de las células y un sistema electromagnético de señales.

La medicina mecanicista basada en el farmako (veneno) se centra casi exclusivamente en el primer sistema ignorando por completo el sistema de señales electromagnéticas.

Los últimos hallazgos de la Física Cuántica han dado lugar al surgimiento de un nuevo paradigma con la comunicación energética del organismo a nivel atómico y cuántico, compatible con los incontables fenómenos observados que no se pueden explicar dentro del marco del viejo modelo químico/molecular ya que son excesivamente instantáneos como para ser consecuentes con el modelo llave/cerradura de comunicación y con las Leyes de la Termodinámica que actúan en el intercambio calórico. Sin embargo, son comprensibles dentro del marco de la Física Cuántica y de un sistema de señalización energética o electromagnética interna y externa.En determinados umbrales de energía las moléculas empiezan a vibrar al unísono hasta alcanzar un alto nivel de coherencia adquiriendo entonces ciertas cualidades de la mecánica cuántica, incluida la de no localidad, pudiendo operar conjuntamente.

Cuando la coherencia alcanza cierto nivel crítico el organismo se comporta como un único cristal, alcanzando un umbral en el que todos los átomos oscilan a la vez, en fase, lanzando un haz de luz gigantesco, un millón de veces más potente que el emitido por los átomos a nivel individual.

El tejido conectivo y el entramado intracelular constituido por los microtubulos conforman un continuum estructural, funcional y energético.

El carácter resonante de la matriz viviente sugiere que el sistema conectivo se comporte como un resonador cuántico que conduce señales desde el campo cuántico del universo hasta el interior del cuerpo y desde el cuerpo al campo.“Debido a la piezoelectricidad cualquier movimiento del cuerpo, cualquier presión y cualquier tensión en cualquier localización genera diversas señales oscilatorias o microcorrientes. Si las diferentes partes del organismo desempeñan su función de manera cooperativa y coordinada y todas las células saben lo que están haciendo las demás células, se debe a las propiedades de continuidad y de señalización del tejido conectivo”

James OschmanTanto Oschman como Lipton en sus obras han trazado un elegante diseño de la tridimensionalidad en la que se debate la vida surgiendo un nuevo paradigma con la consiguiente expansión de conciencia del colectivo humano

Definitivamente las investigaciones de estos dos científicos dejaría para el baúl de los recuerdos el gigantesco y laberintico entramado tejido alrededor de la medicina química por parte del Cartel Farmacéutico, el mayor emporio de la historia dedicado, en

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exclusiva, a mantener las Unidades Bioeléctrónicas, o Seres Humanos, en continua incoherencia cuántica biológica (enfermedad) ya que su leiv motiv es acallar sólo los síntomas mientras que la Medicina Biológica, las Terapias Alternativas, las medicinas aborígenes, todas ellas, siempre han actuado a nivel holístico, a nivel holográfico: toman la parte (el paciente fractal)) teniendo en cuenta que está integrado a un Todo compuesto por la Tierra (Gaia) y su interactuación perpetua con los seres vivos, por el Sol (campos de plasma solar), por la Luna (campos de fuerza magnética), por los planetas del sistema solar y sus respectivos masas magnéticas, por la Galaxia en la que estamos sumergidos y su Gran Agujero Negro.Todas las medidas holísticas e integradoras recuperan la perdida coherencia cuántica biológica de la unidad de la vida, la célula. En términos más sencillos, significa que se ha recuperado la información distorsionada producida por multitud de factores estresantes para las vías informáticas primarias y básicas como son la membrana celular, el citoesqueleto y según Rivera Rojas los microtubulos cual dispositivos de ingeniería bioinformática prestos a recuperar la coherencia cuántica perdida del bioplasma intramicrotubular, cuyos fotones se encuentran en un estado “desorganizado” impidiendo el coherente e instantáneo tráfico multidireccional de la información.Estados Gel/Sol del Citoplasma

Para comprender la acción del altísimo microvoltaje que manejan los cristales de clorhidrato de procaína sobre el bioplasma de los microtúbulos es imprescindible enfocar nuestra atención en los estados Sol/Gel que experimenta el “agua” (bioplasma) intracelular.

El agua intracelular fluctúa entre las fases de:

Líquido desordenado (solución = Sol)

Sólido ordenado (Gel= gelatinoso) determinado por la polimerización del filamento actina

Los ciclos de transformación Sol/Gel son importantes en el proceso fundamental de las células (movimiento, crecimiento, mitosis, formación de sinapsas)

El estado Gel despolimeriza a la fase Sol (líquida) por medio de iones de calcio que activan la proteína gelsolin.

La actina repolimeriza a Gel cuando disminuye la concentración de iones de calcio.

Se debe tener en cuenta que los ciclos de transformación Sol/Gel en las células vivas corresponden a los ciclos de dispersión (Sol) y concentración (Gel) de la coherencia cuántica de los microtúbulos y del citoplasma.

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MICROTUBULOS

Los estados de conformación de las tubulinas dipolares de la estructura del microtubulo presentan estados dipolares que permite la cooperación de interactuar con los vecinos confiriéndoles propiedades piezoeléctricas, común en elementos ferroeléctricos, muy importantes en el comportamiento de la señalización, comunicación, ensamblaje y desacoplamiento de los microtubulos.

El autoensamblaje y el desacoplamiento depende de la temperatura y la concentración de iones de calcio.En un sistema coherente cuántico que permanezca aislado de su medio ambiente sus componentes espacialmente distribuidos pueden coexistir en una superposición de múltiples estados..

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Waterson J.G. (1981) observó que en el aspecto convencional de la fase de Gel, polímeros de cadenas largas constituyen una malla o red. En el Gel citoplasmático el agua no fluye aunque el Gel está conformado por un 75% de agua.

Waterson argumenta que:

Cada proteína (subunidades básicas de actina) estabiliza el agua dentro de un volumen específico.Los water clusters (agrupaciones de moléculas de agua) forman un entramado tridimensional estable. El volumen (pixels) de cada water clusters es aproximadamente de 40 nanómetros cúbicos. La correspondiente escala de longitud de 3 a 4 nanómetros está próxima al límite del llamado efecto de tunelización cuántica.

Kaivarainen considera estos elementos como cuantos estructurados que pueden fundirse para producir estados cuánticos a un mayor nivel macroscópico.Figura/ Tunelización Cuántica

SUPER RADIANCIA

El sistema dinámico cuántico de moléculas de agua y el campo electromagnético cuantizado y confinado en el interior de los microtubulos manifiestan una dinámica colectiva específica denominada super radiancia mediante la que el microtúbulo puede transformar cualquier energía incoherente (térmica, molecular, electromagnética, atómica) en fotones coherentes.

Los japoneses Jibu y Yasue observaron que los fotones creados por la super radiancia penetran a lo largo del interior del microtubulo como si el medio óptico se volviera transparente por la propagación misma de fotones “ordenados”, coherentes.

Stuart Hameroff y Watt,(1982). Hameroff, (1987) han sugerido que estas dos conformaciones tienen un comportamiento “activo” e “inactivo” correspondientes a los bits “1” y “0”; esto ofrecería una propagación de señales complejas a lo largo de los microtúbulos, análogo a un autómata celular.

Se posibilita así una capacidad de computación con una potencia virtual enormemente mayor que la considerada en las redes neuronales, en que se establece la neurona como unidad computacional. Los cambios de conformación de las tubulinas se propagan cerca de un millón de veces más rápido que las señales neuronales.

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Para valorar el alcance de este hecho es conveniente saber que existen por neurona unos diez millones de unidades de tubulina, y se calcula que existen cien mil millones de neuronas en el cerebro, por lo que el campo interactivo de tubulinas debe de generar múltiples espacios topológicos, auto semejanzas fractales y holográficas.

El resultado es un supercomputador cuántico (Deutsch, 1997) cuyas unidades ya no son bits sino qubits o bits cuánticos con muchos estados posibles. Cada qubit es un dímero de tubulina.

Las tubulinas se ponen en interconexión entre ellas transmitiéndose información electrónica y fotónica, entre tubulinas dispuestas curiosamente de tres a cinco, ocho y trece unidades. Aunque este detalle parezca que no diga nada, la disposición de trasmisión de resonancias eléctricas, por ejemplo, responde ni más ni menos a la secuencia de Fibonacci.

Es decir, la disposición en secuencia de Fibonacci de la transmisión de información resonante, para comenzar, es trascendental porque de las series de Fibonacci se obtiene la proporción áurea de los pitagóricos.

La razón áurea o el número áureo que crea las espirales de las galaxias, las espirales logarítmicas de los nautilos y de los caracoles; es el primer fractal descrito por Nicómaco de Gerasa en el siglo I (D’Arcy Thomsom, 1961).Es sobretodo una disposición de transducción de máxima eficacia que permite un fenómeno insólito: un fenómeno cuántico macroscópico de transmisión de información o, como lo describe Penrose, una reducción objetiva orquestada de la función de onda, gracias a un fenómeno de coherencia cuántica que actúa como superconductor. Dicho fenómeno se da en el tejido nervioso, pues los microtúbulos se extienden por el interior de los axones y las dentritas de las neuronas prolongándose hasta la cercanía de las sinapsis, donde se da la conexión interneuronal.

El estado de cada tubulina está influido por los estados de polarización de cada uno de sus seis vecinos, debido a interacciones de Van der Wals entre ellos, resultando determinadas reglas específicas que gobiernan la conformación de cada dímero en función de sus vecinos. Esto permitiría que cada mensaje fuese propagado y procesado a lo largo de cada microtúbulo.Estas señales que se propagan son relevantes para el modo en que los microtúbulos transportan determinadas moléculas a través de ellos, y las múltiples interconexiones entre microtúbulos vecinos. Dichas proteínas conectivas de tipo puente son las conocidas como proteínas asociadas a los microtúbulos o MAP’s.

Koruga 1974) defiende una efectividad especial en el caso de una estructura relacionada con los números de Fibonacci del tipo que realmente se observa para los microtúbulos.

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Los cilindros están llenos de plasma de baja densidad. Sería posible así que la multiplicidad de formas de los filamentos estuviera relacionada con la comunicación fotónica junto al centriolo, con su forma tubular y la obturación en un extremo, igual que un telescopio de reflexión. Las otras estructuras tubulares y filiformes pueden ser traducidas como elementos conductores huecos, semejante a la fibra óptica de vidrio. Sería de esperar que los intersticios entre las fibrillas poseyeran la propiedad de conducir impulsos ópticos.

El hecho de que las distancias entre las células adyacentes sean normalmente las mismas indica la presencia de fuerzas de cohesión donde haya contacto entre células. Por eso en los desmosomas o mácula adherens (áreas de contacto simétricas intercelulares) también se ha descubierto su actuación como acopladores ópticos donde las señales fotónicas pueden transmitirse de forma bidireccional.

Figura/ DesmosomaHameroff sugirió dos conceptos importantes en la comprensión de la actividad citoesquelética cerebral desde el punto de vista de la física cuántica:

los microtúbulos actúan como guías de ondas para fotones y como procesadores de información holográficos.

La holografía es un fenómeno óptico relacionado con la interferencia de ondas electromagnéticas coherentes o fotones. Los microtúbulos podrían verse como conductores de ondas para los fotones, y la teoría de Fröhlich haría pensar en las excitaciones coherentes en los microtúbulos.

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CRISTALOGRAFÍA

La cristalografía confiere a las estructuras de cristales agrupados en octaedros propiedades de piro electricidad y piezoelectricidad.

La gran mayoría de las sales y entre ellas las de clorhidrato de procaína se agrupan en forma de octaedros.

Los cristales de procaína con su pH en extremo ácido y plasmado en su alto microvoltaje -290 mV - generan potentes campos de tensión sobre el bioplasma - agua ordenada- del interior de los microtúbulos, especialmente en la fase ferroeléctrica cuya característica relevante es la piezoelectricidad que se manifiesta sobre el status electromagnético de los dipolos (tubulina: subunidades del microtúbulo) recuperando así la super radiancia. Este fenómeno, en el caso de los cristales de procaína se desarrolla principalmente hacia el rango ultravioleta.