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Programa URB-AL R10-A7-03 coordinado por el Consell Comarcal de l´Alt Empordà © Grupo de Estudios sobre Envejecimiento de la Facultad de Psicología de la Universidad de Málaga coordinado por las profesoras Ángela Muñoz Sánchez y Mª Luisa de la Morena Fernández. UD2, Tema 8, pág 1 TEMA 8: LOS CAMBIOS EN LA VIDA SOCIAL. RECURSOS PARA UN ENVEJECIMIENTO ACTIVO Y SALUDABLE Miguel Ángel García Martín ntes de abordar las actividades y recursos disponibles para las personas mayores no dependientes, resulta conveniente recuperar el término de “envejecimiento activo” como marco de las políticas sociales en la atención de este colectivo. Este concepto fue introducido por la Organización Mundial de la Salud a finales de la década de los noventa (Regalado, 2002). Con él se quiere ampliar el ya utilizado término de “envejecimiento saludable” para hacer referencia a los principios de las Naciones Unidas a favor de las personas de edad (independencia, participación, cuidados, autorrealización y dignidad), adoptados por la Asamblea General de este Organismo en diciembre de 1991 (Resolución 46/91). En esta línea de reconocimiento de derechos, el envejecimiento activo se entiende como el proceso de optimización de las oportunidades de salud, participación y seguridad con el fin de mejorar la calidad de vida a medida que las personas envejecen. Este matiz de actividad incorpora, dentro del amplio espectro que supone el concepto de calidad de vida, componentes de bienestar psicológico, independencia funcional o relaciones sociales, entre otros (O.M.S., 1998). El envejecimiento activo permite a la persona desarrollar sus potencialidades a través de su participación en las diferentes actividades sociales y culturales presentes en la comunidad en que la persona mayor desarrolla su vida. Supone una oportunidad única para acrecentar la percepción de A OBJETIVOS Autoevaluar las creencias que mantienen los participantes sobre los cambios sociales que se producen en la vejez. Tomar conciencia de las diversas formas de convivencia de los adultos mayores que tienen lugar en las sociedades actuales y manifestar sus preferencias sobre ellas. Facilitar a los participantes una información veraz y objetiva acerca de algunos condicionantes sociales que aparecen actualmente ligados al envejecimiento y la vejez. Reflexionar sobre las posibilidades, ventajas e inconvenientes, que brindan las diferentes alternativas de convivencia, en cuanto a preservar la independencia, la intimidad y la autonomía personal. Reflexionar sobre los recursos actuales disponibles por parte de los organismos sociales en cuanto a facilitar a los mayores dependientes que permanezcan en su propio domicilio. Discutir acerca de la disponibilidad de recursos comunitarios existentes, relacionados con la vida social y relacional en función del género de los adultos mayores. Plantear necesidades y posibles mejoras en este campo por parte de las administraciones públicas, y sobre la influencia real de las asociaciones de mayores en los órganos administrativos de la comunidad.

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TEMA 8: LOS CAMBIOS EN LA VIDA SOCIAL. RECURSOS PARA UN ENVEJECIMIENTO ACTIVO Y SALUDABLE

Miguel Ángel García Martín

ntes de abordar las actividades y recursos disponibles para las personas

mayores no dependientes, resulta conveniente recuperar el término de “envejecimiento activo” como marco de las políticas sociales en la atención de este colectivo. Este concepto fue introducido por la Organización Mundial de la Salud a finales de la década de los noventa (Regalado, 2002). Con él se quiere ampliar el ya utilizado término de “envejecimiento

saludable” para hacer referencia a los principios de las Naciones Unidas a favor de las personas de edad (independencia, participación, cuidados, autorrealización y dignidad), adoptados por la Asamblea General de este Organismo en diciembre de 1991 (Resolución 46/91).

En esta línea de reconocimiento de derechos, el envejecimiento activo se entiende como el proceso de optimización de las oportunidades de salud, participación y seguridad con el fin de mejorar la calidad de vida a medida que las personas envejecen.

Este matiz de actividad incorpora, dentro del amplio espectro que supone el concepto de calidad de vida, componentes de bienestar psicológico, independencia funcional o relaciones sociales, entre otros (O.M.S., 1998). El envejecimiento activo permite a la persona desarrollar sus potencialidades a través de su participación en las diferentes actividades sociales y culturales presentes en la comunidad en que la persona mayor desarrolla su vida. Supone una oportunidad única para acrecentar la percepción de

A

OBJETIVOS

− Autoevaluar las creencias que mantienen los participantes sobre los cambios sociales que se producen en la vejez. − Tomar conciencia de las diversas formas de convivencia de los adultos mayores que tienen lugar en las sociedades actuales y

manifestar sus preferencias sobre ellas. − Facilitar a los participantes una información veraz y objetiva acerca de algunos condicionantes sociales que aparecen actualmente

ligados al envejecimiento y la vejez. − Reflexionar sobre las posibilidades, ventajas e inconvenientes, que brindan las diferentes alternativas de convivencia, en cuanto a

preservar la independencia, la intimidad y la autonomía personal. − Reflexionar sobre los recursos actuales disponibles por parte de los organismos sociales en cuanto a facilitar a los mayores

dependientes que permanezcan en su propio domicilio. − Discutir acerca de la disponibilidad de recursos comunitarios existentes, relacionados con la vida social y relacional en función del

género de los adultos mayores. − Plantear necesidades y posibles mejoras en este campo por parte de las administraciones públicas, y sobre la influencia real de las

asociaciones de mayores en los órganos administrativos de la comunidad.

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pertenencia a dicha comunidad y su implicación afectiva con la misma.

El concepto de envejecimiento activo representa la base sobre la que asentar las distintas propuestas que se formulan a continuación. En ellas se abordará inicialmente el empleo de ocio a través de talleres, así mismo, se planteará el recurso del voluntariado como forma de aprovechamiento activo de ese mayor tiempo libre del que disfrutan nuestros mayores. En un tercer punto, atendiendo también a un envejecimiento saludable y mentalmente activo, nos acercaremos a la experiencias universitarias realizadas con mayores. Por último, daremos unas pinceladas de lo que ha supuesto el acercamiento de las personas mayores a Internet y se ofrecerán algunos recursos disponibles en la Red. Con ello no se pretende, por supuesto, agotar las propuestas de actividades y recursos dirigidos a personas mayores independientes, sino que se ofrecen como muestra de las múltiples posibilidades con las que cuenta este colectivo para utilizar los recursos disponibles en su entorno social más inmediato. El empleo activo del ocio y los talleres de actividades lúdicas para mayores.

La utilización del tiempo libre y las prácticas de ocio llevadas a cabo por las personas mayores cobran cada día más

importancia entre los objetivos de los programas de intervención psicosocial (Aguirre, 1992; Steinkamp y Kelly, 1987). Junto con las campañas de turismo para la tercera edad subvencionadas por el IMSERSO y los organismos autonómicos competentes, se han llevado a cabo esfuerzos para potenciar la asistencia diaria del mayor a actividades de ocio que le reporten satisfacción. Estas prácticas, por ejemplo, han supuesto la dinamización de los Centros de Día para personas mayores (García, 2001). Se ha comprobado que su participación en estas actividades tiene una importante repercusión tanto sobre su bienestar subjetivo como sobre la percepción de control y el apoyo social

recibido. Los contactos y las redes sociales generadas a partir de estas dinámicas se manifiestan en la salud física y psíquica del mayor. La práctica de actividades de ocio

supone un mantenimiento de roles activos, un medio de gratificación personal, y un aspecto positivo para la propia salud física. La satisfacción con las actividades de ocio que realiza un individuo es una variable mediadora básica en la relación entre el sujeto y su sensación de bienestar. El hecho mismo de tomar parte en actividades de ocio hace que la persona ya tenga una sensación más positiva de sí misma.

El ocio ha formado parte, generalmente, de otro tipo de programas más amplios ofrecidos en los centros asistenciales. Estas actividades se han encuadrado en la denominada animación sociocultural. Hablar de animación sociocultural es referirse a una metodología de trabajo y de intervención psicosocial. Su objetivo principal es influir en las relaciones humanas, generando redes de relación y consolidando un tejido grupal de interacción. Esto, por supuesto, incluye la participación comunitaria del mayor. Sería un error reducir la finalidad de estas dinámicas únicamente a la promoción de actividades lúdicas y a la ocupación del tiempo libre. La intervención en ocio debe incrementar las oportunidades para que la persona mayor ponga en práctica diversas actividades. Así, el ocio debe servir tanto para prevenir como ser en sí mismo un elemento que ayude a aumentar la autonomía y la competencia de las personas mayores en diferentes áreas: funcional, cognitiva, afectiva y social. Las actividades

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concretas que pueden integrar un programa de animación sociocultural para mayores son muy variadas: intelectuales –aulas de cultura, grupos de teatro, talleres de cuentos, etc.-; físico-deportivas; grupales –encuentros, convivencias, etc.-; manualidades; etc.

Los programas de relaciones intergeneracionales han supuesto otra iniciativa de intervención psicosocial. La Unión Europea declaró el año 1993 como Año Europeo de las Personas Mayores y la Solidaridad entre Generaciones. Los proyectos sociales financiados por la entidad financiera la “La Caixa” supusieron un impulso a esta iniciativa en España (Fundación la Caixa, 1994). Muchos de nuestros mayores coinciden en destacar sus problemas relacionales con los más jóvenes. Señalan la presencia de otros valores y actitudes entre sus nietos, y echan en falta el modelo familiar tradicional en el que desempeñaban un papel más relevante (Aragó, 1986). Como destaca Montraveta (1995), las relaciones intergeneracionales suponen el eje que conecta un sinfín de programas e iniciativas de intercambio sobre los más variados temas: asesoramiento a jóvenes, ayuda a personas con dificultades, transmisión de la historia, protección del patrimonio cultural, actividades de acompañamiento o compartir alojamientos, pueden ser algunas. Muchas de éstas se incluirán en el próximo apartado en el que se aborda el voluntariado en personas mayores.

Una vez que se ha conseguido añadir años a la vida, el nuevo reto desde la década de los noventa es mejorar la vida en esos años que los avances médicos y sociales nos están permitiendo alcanzar. Ese añadir vida a los años que está en clara oposición a apoltronarse y dejar que el tiempo transcurra sin más. Saber disfrutar del tiempo libre, saber elegir y decidir dentro de esa libertad de caminos que se abren ante la persona mayor representa un comportamiento decisivo para su bienestar personal y social. Estas sendas abiertas representan posibilidades de realización que permiten convertir el retiro laboral en un verdadero tiempo de júbilo.

Los beneficios psicosociales

aportados por las actividades de ocio son variados. Tinsley, Barrett y Kass (1977) establecieron inicialmente más de cuarenta necesidades satisfechas en mayor o menor medida través de estas actividades. Dichas necesidades se pueden agrupar alrededor de ocho grandes componentes: 1. Expresión del yo: término bajo el que

se incluye la necesidad que tenemos todas las personas de manifestarnos a través del empleo creativo de nuestras facultades.

2. Compañerismo: necesidad de tener relaciones de apoyo con otras personas a través de las cuales, la persona pueda

sentirse valorada y aceptada por el resto, contribuyendo esta congruencia y aceptación de su "yo-social" a incrementar su propia autoestima.

3. Poder: necesidad de experimentar control sobre el entorno y de percibirlo igualmente en las relaciones sociales que se mantienen con los demás.

4. Compensación: deseo de romper con la rutina habitual del día a día viviendo alguna vivencia o acontecimiento novedoso o poco frecuente.

5. Seguridad: necesidad que se tiene de experimentar en algún grado compromiso con una actividad que sabemos que no va a estar sometida a cambios imprevistos.

6. Servicio: necesidad de sentirse útil ayudando y prestando un servicio a otras personas.

7. Intelectual / Estética: necesidad de sentirse estimulado intelectualmente, así como de tomar parte en la celebración de actividades de carácter artístico.

8. Soledad deseada: sentimiento opuesto radicalmente al de aislamiento o a la sensación de estar sólo. Representa la necesidad que todos tenemos de tener nuestro propio espacio y tiempo separado del que compartimos con las demás personas que nos rodean. Es decir, de experimentar sentimientos positivos al encontrarse uno consigo mismo.

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NECESIDAD SATISFECHA

EJEMPLOS DE POSIBLES ACTIVIDADES

Expresión del yo Manualidades -dibujo, pintura, carpintería, cerámica, etc.-, talleres de teatro o baile, voluntariado social, colaboración profesional, etc.

Compañerismo Practicar juegos de grupo como petanca o bolos, asociacionismo, voluntariado, grupos de bailes regionales, etc.

Poder Practicar la horticultura, la jardinería, cocinar, participar en encuentros sociales y debates, practicar yoga o taichí, leer, tener un animal de compañía, coleccionismo, etc.

Compensación Participar en picnis o encuentros con amigos, hacer uso de las nuevas tecnologías e introducirse en Internet navegando por páginas de interés o chateando, practicar senderismo, visitar lugares novedosos como parques temáticos, balnearios, etc.

Seguridad Coleccionismo, manualidades, leer, bailar, ver la T.V., practicar la pesca, dar paseos, juegos de mesa, etc.

Servicio Tomar parte en asociaciones como voluntariado, ofrecer asesoramiento profesional, ayudar a familiares, etc.

Intelectual / Estética

Visitar museos, manualidades como, por ejemplo, pintura, cerámica, telares; leer, participar en cursos y actividades formativas.

Soledad deseada Leer, practicar la horticultura o cuidar plantas, pasear, practicar yoga o taichí, ver la T.V., coleccionismo, etc.

A continuación se ofrecen una serie de consejos prácticos sobre algunas actividades a llegar a cabo y los beneficios que reportan:

○ Tomar parte en una asociación o

participar como voluntario le permitirá disminuir el sentimiento de soledad a la vez que contribuirá a que se sienta útil ayudando a otras personas. Esto repercutirá de manera muy positiva sobre su autoestima y estado de ánimo, así como le ayudará a mantenerse integrado socialmente.

○ Si hay una actividad saludable tanto física como psíquicamente para todo el mundo, y especialmente para las personas mayores, esa es precisamente la práctica de ejercicio físico con regularidad. A los beneficiosos efectos que tiene sobre el organismo como son, entre otros: facilitar el equilibrio de los niveles de colesterol, fortalecer las articulaciones y el aparato osteo-muscular, mejorar la circulación sanguínea y reducir el riesgo de patologías cardíacas; se le unen sus importantes efectos sobre el bienestar psicológico (García, 2001). Estos efectos son entre otros incrementar la sensación de logro personal, reforzando los sentimientos de competencia y auto-eficacia, incrementando el apoyo social y disminuyendo la soledad -especialmente en los realizados en grupo-, mejorando el control percibido y la autoestima.

○ Si está en casa y no quiere salir, aproveche la ocasión para leer, hacer crucigramas o cualquier otra actividad que requiera concentración mental. Esto le ayudará enormemente a mantener e incrementar su vocabulario, evitar los fallos de memoria o mantener su agudeza mental.

○ Las visitas a museos, conferencias, salas de exposiciones, etc. constituyen actividades culturales y de formación que desarrollan la sensibilidad estética, las inquietudes intelectuales y la personalidad del mayor.

○ Las clases de baile son un método perfecto para favorecer la coordinación psicomotora, la atención y la memorización de movimientos y ritmos. La realización de estas actividades por parejas o grupos mejora las habilidades de comunicación, a la vez que mejora el estado de ánimo y la satisfacción vital

○ Escuchar música incrementa el estado de ánimo así como favorece el recuerdo de momentos vitales vinculados a la misma. Estos efectos se incrementan cuando somos nosotros los que la producimos: tocar un instrumento sirve para mejorar la concentración mental, la memoria, la atención, la expresión personal, la psicomotricidad y la autoestima.

○ El cuidado de un animal doméstico contribuye a disminuir la soledad y a incrementar el estado de ánimo y la percepción de competencia por parte del

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cuidador. Además, la necesidad de sacarlo a la calle previene del aislamiento social en el que puede llegar a caer el mayor que se apoltrona en casa.

○ Dar pequeños paseos por el campo o practicar senderismo además de permitirnos disfrutar de la belleza del paisaje permite relajarse y liberarse del estrés cotidiano. Al hacerlo en grupo favorecemos las relaciones con otras personas y el desarrollo de habilidades sociales.

○ Atrévase a dar el paso y a introducirse en las nuevas tecnologías. Internet es un espacio abierto, plural y variado. En él podrá encontrar muchos contenidos interesantes que podrán satisfacer su deseo de conocimiento y estimular su mente. Igualmente podrá conocer a otras personas y entrar en contacto con asociaciones y servicios desconocidos aún para usted. Ya sabe, dé el salto a la Red.

○ Actividades estáticas y reposadas como el ajedrez, las cartas o cualquier otro juego de mesa sirven para incrementar las relaciones sociales y mantener capacidades intelectuales como la memoria o la atención.

El voluntariado como forma activa de ocio.

Así como la abundancia económica

no suele estar muy vinculada en el imaginario social a la senectud, sin duda hay

un amplio consenso acerca de que el tiempo libre sí que es una de las grandes riquezas con las que cuentan las personas mayores tras su jubilación. Este ansiado tiempo libre, pasado un período, puede pasar de ser un regalo para el que lo disfruta a convertirse, si no se sabe ocupar, en un cotidiano suplicio. Así, en el estudio realizado por Sandalio Gómez y Carlos Martí (Gómez y Martí, 2003), se plantea, entre otros, los costes personales que supone la desvinculación de la persona de su contexto laboral. En este sentido, una vez concluida la fase inicial en que la persona estaba deseosa de tener más tiempo libre, sobreviene otra en la que el individuo necesita realizar actividades que le permitan no sólo ocupar su tiempo libre sino también sentirse útil. Esta fase inicial tiene una duración que oscila entre varios meses y un año.

El voluntariado representa una alternativa idónea para fomentar esa percepción de utilidad en el individuo. No hay que olvidar que la propia autoestima está estrechamente vinculada al sentimiento de sentirse útil. En ocasiones, la persona mayor cae en el pensamiento de que ya no puede experimentar nuevamente esa sensación que vivía cuando tenía un horario laboral y una ocupación vista socialmente como productiva. Se ha de tener en cuenta que en muchas ocasiones se asocia la jubilación no sólo con la retirada de la vida laboral sino también con el retiro social. Desde los años

sesenta, esta idea de retiro se vio favorecida por la Teoría de la Desvinculación (Cumming y Henry, 1961). Desde este planteamiento, se caracterizaba el envejecimiento como una mutua separación entre la sociedad y la persona mayor en la que ésta, voluntariamente, disminuía sus actividades y compromisos.

Tristemente, la sociedad actual tiende en ocasiones a transmitir una imagen de pasividad vinculada al envejecimiento. Si el mayor adopta ese rol pasivo y considera la disminución de la actividad como una consecuencia del declive propio asociado a su edad, tenderá a aplicar este esquema de ausencia de control a otras esferas de su vida (García y Hombrados, 2002), lo que repercutirá negativamente sobre su bienestar. Cuando la persona considera que este proceso de deterioro es inevitable, acompaña la percepción de incontrolabilidad con una disminución de la autoestima y satisfacción personales, lo que conlleva un descenso de la actividad en general. Por el contrario, cuando la persona se percibe a sí misma como agente activo que interpreta la vida como un resultado de sus propias decisiones, mantiene una postura más dinámica. La sensación de control que posee la persona acerca de los acontecimientos que tienen lugar en su vida juega un papel decisivo en su comportamiento, configurando en gran medida el contexto social y humano en que se va a desenvolver. Si bien esto es válido a

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cualquier edad, resulta aún más aplicable durante el envejecimiento. Afortunadamente, los estudios han mostrado que esta pasiva aceptación por parte del mayor de su nuevo rol social no representa la manera más idónea de afrontar el envejecimiento. Por el contrario, la implicación de la persona en actividades que le compensen la falta de ocupación laboral tiene importantes beneficios para la salud tanto física como psicológica. Así, en el metaanálisis de treinta y siete estudios realizado por Wheeler, Gorey y Greenblatt (1998) se mostraba una relación positiva entre la actividad como voluntario y la satisfacción vital experimentada por el mayor. A continuación se indican algunos de los resultados encontrados en estudios realizados con personas mayores que invertían parte de su tiempo como voluntarios:

• Mejora en la salud, así como la autoestima, vitalidad y longevidad (Graff, 2002).

• Incremento de la salud y satisfacción vital (VanWilligen, 2000).

• Mejora de la autoestima y del bienestar psicológico (Thosits y Hewitt, 2001).

• Aumento de la longevidad (Mutchlet, Burr y Caro, 2003).

En el ámbito gerontológico

anglosajón el conocido concepto de “use it or

lose it”, que podría traducirse como “si no lo usas lo pierdes”, representa una máxima a la hora de potenciar la implicación de la persona mayor en aquellas actividades que supongan la utilización de sus facultades. El voluntariado representa una buena forma de llevar esa filosofía a la realidad cotidiana del mayor.

Si bajamos a esta realidad cotidiana, nos encontramos con determinados tipos de actividades en las que la persona mayor desempeña una importante función, ya que pueden verse especialmente beneficiadas al contar con la participación de personas mayores, beneficios que difícilmente se obtendrían con voluntarios de edades más jóvenes. En este sentido, la Cruz Roja Española señala algunos de estos tipos de actividades:

- Campañas orientadas a la captación

de otras personas mayores, por ejemplo, promoviendo la participación de estas personas en las actividades desarrolladas en los centros de atención.

- Proyectos con personas del mismo colectivo. De esta forma se pueden organizar, por ejemplo, la cooperación entre personas mayores a través de la forma de intercambio de ayudas entre ellos (por ejemplo, visitas domiciliarias, acompañamientos, etc.).

- Enseñanza a colectivos infantiles y juveniles. Se ha visto cómo los proyectos de cooperación intergeneracional presentan unos excelentes resultados en la transmisión de las experiencias vitales entre estos colectivos. En este sentido, este tipo de voluntariado contribuye a la potenciación de los llamados bienes relacionales que ayudan a incrementar las redes de solidaridad (Aranguren, 1998).

- Programas dirigidos a la recuperación del abuelo como cuidador de las generaciones infantiles. De esta manera, se recupera un espacio relacional tradicional como es la vinculación abuelo-nieto.

- Participación en oficinas de información dirigidas a los propios mayores. De esta manera, siguiendo una estrategia coping, es decir la que utiliza un modelo similar al objeto de influencia que va mejorando poco a poco. Esta estrategia es mejor que la denominada mastering, es decir, aquella en la que el modelo es un experto que es percibido por el sujeto como en un nivel de conocimiento muy superior al suyo, por lo que no se identifica con el mismo y no facilita el cambio. En este sentido, la participación de

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personas mayores como informantes incrementa la probabilidad de uso por parte de aquellos de los recursos disponibles. Sin embargo, a pesar de todos los

beneficios tanto sociales como personales anteriormente descritos, la actividad como voluntario aún no está muy asentada entre los mayores. Esto puede deberse a múltiples factores: desconocimiento de las múltiples actividades en la que puede participar, percepción de la actividad voluntaria como un trabajo o pasividad ante el propio envejecimiento. Sin embargo, cuando se informa adecuadamente al adulto mayor y se eliminan esos “errores” o “prejuicios” que tiene hacia el voluntariado, su participación se incrementa. Así, el voluntariado ha de ofrecerse más como una alternativa útil y saludable de aprender y ocupar el tiempo libre que como una cuestión moral de sacrificio y entrega a los demás. Atendiendo a esta circunstancia, el II Plan Estatal de Voluntariado 2001-2004 incide en la necesidad de implicar a las persona mayores como objetivo prioritario de actuación. En el II Congreso Estatal de Personas Mayores, celebrado en junio de 2001 en Madrid, la Comisión sobre la contribución de los mayores a la sociedad, destacaba igualmente el voluntariado como compromiso y vínculo entre la sociedad y el mayor. En el portal de Iniciativa Social, un espacio en la red destinado al debate sobre el voluntariado y la

participación social, se ofrecen una serie de consejos útiles para facilitar precisamente la promoción del voluntariado entre las personas mayores:

- La experiencia demuestra que el

voluntariado debe ser presentado como una forma alternativa de ocupar el tiempo, aprender, estar al día y sentirse útil, no sólo como una forma de darse a los demás.

- Igualmente, ofrecerlo como un trabajo sustitutorio de la previa ocupación laboral puede resultar atractivo para muchos mayores.

- Un buen contexto en el que introducir la participación como voluntario es, sin duda, los cursos y actividades de preparación a la jubilación.

- No cabe duda de que la captación directa a través de otras personas mayores es la mejor de las opciones, sin embargo, dado que las personas mayores menos activas suelen escuchar más la radio y leer la prensa, éstos pueden ser unos buenos medios para iniciar las campañas de información, sensibilización y captación.

- Iniciar la captación entre las personas mayores que participan más activamente en las asociaciones de vecinos de los barrios, centros de día

para personas mayores, hogares y clubes para la tercera edad. Estos actuarán como “grupo motor” que ayuden a la captación de nuevos voluntarios.

- Diseñar actividades para que el

adulto mayor participe en el funcionamiento de la organización como uno más.

- Planificar de manera detallada las

tareas en las que han de participar, diseñando actividades muy estructuradas y definidas, pues esto favorecerá el que se sientan más cómodos.

- Ir procurando de manera progresiva

el funcionamiento autónomo de los mayores voluntarios, asumiendo más responsabilidades, lo que favorecerá el mantenimiento de su motivación.

- Comenzar la participación con

actividades que contengan un componente lúdico relevante para ir incorporando progresivamente tareas que incorporen un carácter más social. En cuanto a la tipología de

actividades en las que pueden participar como voluntarios las personas mayores, se

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puede decir que es tan variada como lo sea el deseo de colaborar. Así, se puede encontrar tanto un voluntariado sumamente técnico, en el que profesionales jubilados asesoran en múltiples disciplinas como derecho, economía o ingeniería a otros profesionales en activo (por ejemplo, S.E.C.O.T., Seniors Españoles para la Cooperación Técnica) como actividades de simple, y no por ello menos necesario, acompañamiento a personas enfermas. A continuación se exponen algunos ejemplos de diferentes tipos de actividades:

Voluntariado social de ayuda a

personas necesitadas: - Recogida de ropa, juguetes,

material escolar, medicamentos, gafas, etc.

- Colaboración con bancos de alimentos.

- Reparto de material. - Colaboración con comedores

sociales. - Colaboración con comercio

justo. - Colaborar con la puesta en

marcha de rastrillos benéficos. - Realización de manualidades para

obtener recursos. - Ayuda en catástrofes, por

ejemplo, colaboración en la

recogida de recursos (rifas, galas, etc.).

- Colaboración con asociaciones de afectados (por ejemplo, enfermos de cáncer, pacientes de Alzheimer, afectados de SIDA).

- Conseguir información o documentarse sobre un tema de interés social.

Compañía y ocio: - Acompañar a pasear. - Leerle textos a personas ciegas o

con dificultades visuales. - Visitas a personas con

necesidades o pacientes en hospitales.

- Tertulias semanales para integrar las personas mayores aisladas.

- Jugar a juegos de mesas con personas que tienen dificultades para salir de su domicilio.

- Visitas a familiares cuidadores. - Colaborar en talleres de

actividades (manualidades, música, encuadernación, bailes, etc.).

- Ayuda a la iniciación en internet. Ayuda en temas burocráticos y de

gestión: - Acompañamiento a enfermos y

trámite de recetas.

- Ayudar a usuarios a realizar gestiones.

- Realización de compras a personas ancianas o con minusvalías.

- Ayuda a asociaciones en la solicitud de ayudas y proyectos.

Voluntariado cultural: - Acompañar a las excursiones

para enseñarles la ciudad y su historia.

- Guías de museos populares. - Explicar su experiencia a los

jóvenes. - Cuentacuentos, participación en

talleres de refranes e historias populares en colegios e institutos.

- Participar en actuaciones de animación sociocultural en residencias y centros asistenciales.

- Participación en debates y tertulias.

- Recuperación de tradiciones orales.

Voluntariado ambiental: - Participar en la mejora del medio

ambiente.

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- Voluntariado en senderismo. - Colaboración en el reciclaje de

materiales. - Limpieza de residuos.

La universidad como recurso socioeducativo y nuevo punto de encuentro de las personas mayores.

Hoy, día nueve de febrero de 2005, puede leerse en la prensa la estupenda noticia de que en 2004 casi cinco mil andaluces (4.748) participaron en los Programas Universitarios para Mayores (Noticia aparecida en Júbilo.com). Desde que en 1973 se fundara la primera Universidad de la Tercera Edad en Toulouse, la experiencia ha ido traspasando fronteras y asentándose en muchos países bajo diversos nombres: Universidad para Mayores, Aulas para la Tercera Edad, Aulas Universitarias de Formación Abierta o Universidad de la Experiencia, entre otros. En España, comentaron a implantarse a finales de los ochenta, experimentando un rápido crecimiento a lo largo de los años noventa.

Aunque la inversión destinada a estos cursos aún resulta insuficiente, no cabe duda de que representa un recurso social importante a tener en cuenta. Muchas personas mayores que en su día no pudieron estudiar por dificultades económicas o por la

necesidad de incorporarse al mercado laboral a edades muy tempranas, encuentran ahora la oportunidad de satisfacer sus deseos de aprender en este contexto académico privilegiado. Para un gran número personas mayores que asisten a estos cursos representa un sueño hecho realidad verse en la universidad como alumnos. Muchas de estas personas no cuentan con los estudios mínimos para el acceso al nivel universitario en circunstancias ordinarias. La no obtención de titulo oficial no representa un óbice que frene sus deseos de ser alumnos universitarios. Esta nueva puerta de acceso adaptada a sus circunstancias ha despertado el interés de miles de personas en todas las comunidades autónomas. Son ya numerosas las universidades que han incorporado estos programas a su oferta de estudios desde hace aproximadamente una década. En Andalucía está actualmente implantado en todas las provincias, siendo la Universidad de Granada la que ha contado con un mayor número de alumnos en la pasada edición de 2004 (875).

Las políticas sociales han sido sensibles a esta necesidad y así la han recogido entre sus propuestas de acción. Un ejemplo de ello lo constituye la comunidad autónoma andaluza y su Ley de Atención y Protección a las Personas Mayores de 1999 (BOJA núm. 9592 de 29 de julio). Este texto recoge el compromiso de promocionar la educación en este colectivo a través de la

organización de las conocidas como “Aulas de Formación Abierta” en las distintas universidades. Con esta iniciativa se persigue desde 1994 que las personas mayores compartan sus experiencias y conocimientos, fomentando su capacidad de aprendizaje, creatividad y comunicación, así como propiciar el aprovechamiento de la riqueza cultural de los mayores para salvaguardar el

patrimonio y las tradiciones populares. Así mismo, a través de estas Aulas Abiertas se favorece su

participación activa en la sociedad y se impulsan las

relaciones intergeneracio

nales. Estas relaciones

intergeneracionales vinculadas al contexto universitario también se ven fortalecidas a través de otro recurso muy interesante como son los programas de alojamiento de universitarios con personas mayores, que viene funcionando desde 1991.

En cuanto a la estructuración de los contenidos ofrecidos en los programas universitarios para personas mayores, suelen componerse de varios cursos que se

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Programa URB-AL R10-A7-03 coordinado por el Consell Comarcal de l´Alt Empordà © Grupo de Estudios sobre Envejecimiento de la Facultad de Psicología de la Universidad de Málaga coordinado por las profesoras Ángela Muñoz Sánchez y Mª Luisa de la Morena Fernández. UD2, Tema 8, pág 10

extienden a lo largo de un período que va de dos a cinco años. Estos contenidos suelen incluir temáticas vinculadas a psicología, ciencias de la salud, humanidades, ciencias sociales, informática y nuevas tecnologías. En muchos de estos programas se ofrece igualmente la oportunidad de realizar actividades culturales (excursiones, visitas guiadas por la ciudad, conciertos, etc.), talleres de manualidades, relajación, pintura o cine, entre otros.

Ya para concluir este punto, y a modo de líneas de actuación en este recurso socioeducativo, se pueden destacar algunas de las conclusiones que se extraen de los Encuentros Nacionales de Programas Universitarios para Mayores que periódicamente vienen celebrándose y que ya cumplen su VIII edición:

• Fomentar los programas universitarios intergeneracionales para una mayor comprensión, por parte de los mayores, de los problemas que afectan a los jóvenes y viceversa.

• La integración de los mayores en la sociedad actual a través de esta formación, que les proporciona una mayor comprensión y tolerancia hacia las minorías sociales.

• Los alumnos mayores son conscientes de los que les aporta la formación recibida en la

Universidad; muchos de ellos se presentan posteriormente dispuestos a participar en acciones de proyección social, devolviendo lo que han recibido como un bien social.

• El contexto de las universidades para mayores representa un ambiente idóneo para aunar inquietudes y favorecer el asociacionismo en este colectivo.

• Para incrementar la adhesión a estas experiencias universitarias, se ha de favorecer que las personas mayores participen oficialmente en la decisión de los contenidos y materias a incluir en los programas formativos y de actividades.

Los recursos disponibles en la red: las personas mayores e Internet.

En un texto como es éste, dirigido a

ofrecer una panorámica general sobre los recursos disponibles para las personas mayores no dependientes, podríamos incluir otros muchos apartados junto con los ya expuestos. Así, por ejemplo, se podría hablar de viajes, de proyectos de relación intergeneracional, de asociacionismo, de actividades culturales dirigidas a las personas mayores y de otra serie de recursos disponibles. Sin embargo, considero que si queremos incluir a todos éstos, y a otros

muchos que se escaparían por la limitada extensión de este trabajo, tenemos que referirnos a la red de redes, sí hay que hacer referencia al conocido como ciberespacio.

Internet ha proporcionado a muchas

personas mayores, que se habían acercado un poco reticentes a las nuevas tecnologías, una herramienta de acceso a todo un nuevo mundo virtual lleno de posibilidades. Esto es especialmente destacable también en aquellos mayores con menos autonomía funcional y problemas de movilidad, para los que ha supuesto una forma muy lúdica de evitar el aburrimiento y la soledad. Además, Internet representa una ventana abierta a un espacio de aprendizaje continuo. Sin embargo, en la utilización que se hace de la red por parte de las personas mayores se manifiestan unas tendencias hacia

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determinados contenidos, como son la lectura on-line de periódicos, la información meteorológica o hacer determinadas compras por Internet, siendo otros escasamente consultados (envejecimiento saludable, literatura en la red o recursos educativos).

Actualmente se ha diseñado por

parte del Ministerio de Industria, Turismo y Comercio una campaña de sensibilización para animar a toda la población a aprovecharse de las ventajas de utilizar Internet en los hogares. Campaña que se plasma en la aparición en televisión de los miembros de la famosa familia Alcántara de la serie “Cuéntame”. Las personas mayores, junto con las amas de casa y las pequeñas y medianas empresas son los tres colectivos que se destacan como con mayor riesgo potencial de exclusión en la utilización de las nuevas tecnologías. A través de esta campaña también se ayuda a acceder a las nuevas tecnologías a las personas mayores. No obstante, ha sido la Fundación La Caixa, en colaboración con las comunidades autónomas, la que ha hecho mayores esfuerzos económicos y humanos para llevar a cabo experiencias formativas en las denominadas Aulas Informáticas para Mayores.

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ACTIVIDADES TEMA 8

MATERIALES: Cuestionario de conocimientos sobre el envejecimiento (Aspectos sociales) Vídeo “compañeros de piso”. Videoteca IMSERSO. Madrid. Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales.

Sugerencias para el desarrollo de las actividades

Actividad 1: Cuestionario de conocimientos sobre el envejecimiento (Aspectos

sociales)

CUESTIONARIO DE CONOCIMIENTOS SOBRE EL ENVEJECIMIENTO

(Aspectos sociales)

si no

1 La mayoría de las personas mayores viven en residencias 2 La mayoría de las personas mayores están aisladas socialmente 3 La participación en actividades sociales comunitarias (clubes,

asociaciones, voluntariado…) tiende a disminuir en la vejez

4 Las personas mayores actuales asumen más responsabilidades con sus hijos y nietos que en épocas anteriores

5 Las personas mayores tienden a ser más religiosas con el paso de los años

6 La mayoría de las personas mayores dicen que casi nunca se aburren

7 Las personas mayores son mucho más felices si se desentienden de los temas que afectan a su comunidad.

8 Hay un número similar de hombres y mujeres que quedan viudos 9 El alcoholismo y el abuso de alcohol es un problema menos

frecuente entre las personas mayores de 65 años que entre la población más joven

10 La mayoría de las personas mayores dicen que raramente están irritables o enfadadas

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Respuestas:

1. La mayoría de las personas mayores viven en residencias Falso: La mayor parte de esta población vive integrada en la comunidad. Solamente alrededor del 5% de las personas mayores viven en residencias. 2. La mayoría de las personas mayores están aisladas socialmente Falso: La soledad es uno de los grandes miedos que se asocia con la vejez. La mayor parte de las personas mayores de 65 años están viviendo con su pareja o su familia. Muchos otros tienen unas relaciones estrechas con familiares y vecinos. A menudo el miedo a la soledad están basado en el pensamiento de la pérdida de la pareja y de la consiguiente soledad. Sin embargo este miedo no se basa en la realidad de la mayor parte de las personas, puesto que muchos hombres vuelven a casarse después de la muerte de la esposa. En el caso de las mujeres, es fácil que tras la muerte del marido vuelvan a establecer nuevas relaciones sociales y de amistad. Por otra parte, las investigaciones demuestran que el sentimiento de soledad es más frecuente entre las personas que viven en ciudades que entre aquellas que lo hacen en poblaciones pequeñas. 3. La participación en actividades sociales comunitarias (clubes, asociaciones, voluntariado…) tiende a disminuir en la vejez. Falso: Progresivamente va en aumento el número de personas que, en la sociedad occidental, ocupan una gran parte de su tiempo en actividades de estas características. Especialmente se observa en los últimos años un interés por el voluntariado social. 4. Las personas mayores actuales asumen más responsabilidades con sus hijos y nietos que en épocas anteriores Verdad: No sólo las personas mayores no son más dependientes que los jóvenes, sino que muchos de ellos siguen asumiendo actualmente una serie de responsabilidades ocupándose de sus nietos, lo que facilitar a los hijos el desempeño de una actividad profesional 5. Las personas mayores tienden a ser más religiosas con el paso de los años Falso: Varios estudios han comprobado que no se sostiene con los hechos la idea, comúnmente admitida, de que las personas mayores son más religiosas que el resto de la población. Sin embargo, las personas que han sido religiosas en su juventud, lo más probable es que continúen siéndolo en esta etapa. 6. La mayoría de las personas mayores dicen que casi nunca se aburren Verdad: Aunque algunas personas mayores admiten que llevan una vida monótona, la mayor parte de ellas refieren que por lo general, no se aburren.

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7. Las personas mayores son mucho más felices si se desentienden de los temas que afectan a su comunidad. Falso: Numerosos estudios han demostrado que las personas mayores que permanecen firmemente ancladas en su comunidad, colaborando y participando en actividades variadas y de tipo asociativo, refieren más altos índices de satisfacción que aquellas que tienden a adoptar una actitud pasiva y sin compromiso con otras personas. Además, los resultados de algunas investigaciones sugieren que un alto grado de compromiso social se relaciona con la longevidad y un buen estado de salud percibida . 8. Hay un número similar de hombres y mujeres que quedan viudos. Falso:Existe una proporción muy superior de mujeres que están viudas que de hombres en la misma situación. Las causas son, por una parte, la mayor longevidad de las mujeres, y por otra, las convenciones sociales existentes en la mayor parte de las culturas, por las que las mujeres suelen ser unos años más jóvenes que el marido. 9. El alcoholismo y el abuso de alcohol es un problema menos frecuente entre las personas mayores de 65 años que entre la población más joven Verdad: Ni el alcoholismo ni el consumo abusivo de otras sustancias se asocia a la edad. Por el contrario, los resultados de algunos estudios concluyen que durante la vejez las personas fuman y beben menos que los grupos de población joven y de mediana edad. 10. La mayor parte de las personas mayores dicen que generalmente no están enfadados ni irritables. Verdad: Los adultos mayores son se enfadan más que los adultos jóvenes. Las personas mayores que están enfadadas e irritables la mayor parte del tiempo son probablemente sujetos que ya presentaban estas características cuando eran jóvenes.

Esta actividad se puede realizar de modo similar a que la que se ha explicado en

cuestionarios de sesiones anteriores. Así:

1.- Proporcionar a los participantes un ejemplar del cuestionario sobre los aspectos

sociales del envejecimiento, que debe ser cumplimentado individualmente.

2.- Cada participante intercambia su cuestionario con el de uno de sus compañeros/as y

se hace un debate, por parejas, acerca de la veracidad o falsedad de cada ítem,

comparando las respuestas que ha dado cada miembro de la pareja. Los participantes

hacen las correcciones que crean oportunas, previamente al debate grupal.

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3.- El coordinador/a del grupo proporciona las respuestas correctas a los ítems del

cuestionario

4.- Debate grupal acerca de las falsas creencias más frecuentes que tienen los

participantes sobre los cambios sociales asociados a la vejez.

Otros aspectos a considerar en el debate grupal:

1. Sugerencias e ideas de los participantes sobre la forma en que se podrían

modificar algunas de las creencias negativas que existen sobre la vejez en la

comunidad en la que viven.

2. Aportaciones acerca de cómo se podría conseguir una mayor implicación y

presencia de los adultos mayores en los organismos de su comunidad.

3. Medios personales y materiales que la comunidad en la que viven ofrece a los

adultos mayores necesitados de apoyo.

Actividad 2: Vídeo “compañeros de piso”. Videoteca IMSERSO. Madrid. Ministerio

de Trabajo y Asuntos Sociales.

El coordinador/a animará a los participantes a expresar su opinión acerca del

contenido del vídeo. Después de un pequeño debate sobre esta cuestión, propondrá a

los participantes que expresen sus preferencias y/o rechazo hacia formas alternativas de

convivencia a las que se pueden acoger las personas mayores. Por ejemplo, se puede

plantear y debatir algunas como las siguientes:

- Vivir en la casa propia y pasar temporadas en casa de los hijos

- Vivir en la casa propia y estancias temporales en residencias

- Vivir en la casa propia, alquilando parte de la misma

- Vivir en la casa propia compartiéndola con estudiantes

- Nueva vivienda compartida con amigos o amigas

- Residencia

- Venta de la casa con una pensión vitalicia

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- Vivir en casa de los hijos o hijas

- Vivir en el mismo lugar que los hijos/as, pero en viviendas independientes

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TEMA 9: ESTEREOTIPOS HACIA LA VEJEZ Y FORMAS DE DISCRIMINACIÓN DE LAS PERSONAS MAYORES (VIEJISMO) EN LA SOCIEDAD ACTUAL

Concepción Sánchez Palacios

La imagen de la vejez contenida en los estereotipos sociales

no de los retos a que se enfrentan las sociedades actuales es el de conseguir

que el gran número de personas que alcanza en ellas una edad muy avanzada, mantenga el mayor tiempo posible una buena calidad de vida. Con esto nos referimos, esencialmente, a que los individuos mayores sigan conservando su independencia y autonomía personal y la capacidad de disfrutar de la vida. En este sentido, las creencias negativas y los prejuicios sociales que existen hacia la vejez, son una fuente de sufrimiento añadido a las pérdidas reales que se experimentan en esta etapa. Tanto más, cuanto que dichas creencias negativas son, en gran medida,

asumidas por las propias personas mayores, al estar fuertemente arraigadas en cada cultura, y haber sido aprendidas desde los primeros años de la infancia. Este hecho facilita que, cuando los sujetos llegan ellos mismos a la vejez, los estereotipos que existen contra la misma puedan volverse en su contra, y propiciar que se espere de ellos determinadas conductas de pasividad y mental y física. Asimismo, que hábitos de vida poco saludables, sean considerados como “propios de la edad”, y con ello, inevitables.

Lo importante de este conjunto de rasgos negativos asociados a las personas de edad avanzada es que continúan teniendo vigencia en todos los grupos de la población. Por ejemplo se ha encontrado en algunos estudios que tanto las personas jóvenes

como las de mediana edad y los adultos mayores comparten la mayoría de los estereotipos sociales de la vejez.

Según la mayoría de los investigadores, estas imágenes sociales de la vejez pueden entrar en discrepancia, no solamente con la imagen que las personas tienen de sí mismas, sino también con lo que los otros esperan de ellas y con la idea que se hacen de los deseos y capacidades de las personas ancianas. De esta forma, los estereotipos pueden influir negativamente en las actitudes hacia los adultos mayores de forma generalizada, y facilitar el que acaben exhibiendo las características de profecías de autocumplimiento.

Se hace a continuación una breve revisión sobre las creencias más frecuentes sobre la vejez a partir de investigaciones

U

OBJETIVOS − Autoevaluar situaciones percibidas de viejismo por parte de los miembros del grupo. − Ofrecer información sobre los estereotipos hacia la vejez y sobre las manifestaciones más frecuentes de viejismo en nuestra

sociedad. − Reflexionar sobre el impacto que las diferentes formas de discriminación por edad tienen en los adultos mayores. − Discutir sobre las diferentes formas de discriminación por edad más frecuentes en el entorno de los miembros del grupo en función

del género. − Discutir posibles medidas que podrían adoptarse para intentar combatir las manifestaciones de viejismo desde los organismos

oficiales y desde las propias asociaciones de mayores

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actuales sobre estereotipos, en las facetas biológica, social y psicológica. a) Los mayores son percibidos como enfermos y con grandes dosis de discapacidad funcional

Este estereotipo ha sido reforzado por el uso del término de fragilidad, que se ha empleado con abundancia en la literatura gerontológica, y que entra en conflicto con la evidencia de la autonomía personal y del buen rango de salud que mantienen la mayoría de las personas mayores de 65 años. Así, Fernández-Ballesteros, Diez Nicolás y Ruiz Torres (1999) constatan que, a pesar de una elevada presencia de patologías crónicas, las tres cuartas partes de los adultos mayores de 65 años refieren que su estado de salud es bueno. Por otra parte, en un informe del IMSERSO (1995) se señala una tasa de independencia de hasta el 80% de los adultos mayores de 65 años, tomando como indicador la capacidad de realizar las tareas diarias sin ayuda. El tópico de la dependencia generalizada choca también con la realidad de que cada vez más ancianos eligen vivir solos en su propia casa, valorando así una forma de vida autónoma que les permite mantener su privacidad. Para los ancianos de edades muy avanzadas esta posibilidad se va limitando sin embargo, debido a la más alta incidencia de incapacidades.

b) Los mayores son percibidos como careciendo de recursos sociales, lo que les hace estar solos y deprimidos

Existe una imagen social de las personas de edad avanzada como marginados socialmente y faltos de amigos, lo que les hace estar aislados y encontrarse con un estado de ánimo desesperanzado. Esta imagen no parece coincidir con la situación real en la que se encuentra mayor parte de esta población, como señala Bazo (1990), quien halló que la mayoría de los

sujetos mayores entrevistados contaban con apoyos afectivos y sociales y no se encontraba en ellos una alta tasa de depresión. En España, diferentes estudios ponen también de manifiesto que la mayoría de los ancianos cuentan con el apoyo de sus hijos y cuando carecen de estos, con el de amigos y vecinos, y que solamente el 3% del total de personas de más de 65 años viven en un medio institucional. Sin embargo se suele

hacer una distinción entre las personas de edades muy avanzadas (más de 85 años) y las más jóvenes puesto que con el incremento de la edad también se produce un aumento de las discapacidades físicas y de la muerte de la pareja, con lo que existe más riesgo de soledad y desamparo. c) Los mayores son percibidos con deterioro cognitivo y trastornos mentales

Esta imagen encaja con la noción de la vejez asociada con la senilidad como inevitable. De nuevo la evidencia presenta un punto de vista contradictorio, pues aunque de forma clara las investigaciones constatan pérdida de memoria con el incremento de la edad, y porque los fallos de memoria son la queja subjetiva más frecuente en las personas de edad. Algunos autores sugieren que hay aspectos de la memoria que apenas se deterioran y que cuando esto ocurre, suele estar ligado dicho deterioro a otras patologías, como depresión, y demencias. Existe un acuerdo bastante generalizado en considerar que la mayoría de los problemas de memoria son ligeros y suelen estar relacionados con aspectos como la motivación, la atención, la velocidad y las estrategias de procesamiento.

En cuanto a la inteligencia, se ha constatado que la inteligencia fluida o habilidad para resolver nuevos problemas decae con la edad, mientras que la

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inteligencia cristalizada o habilidades del lenguaje y de aplicar conocimientos previos, permanece estable. Se ha demostrado que los ancianos desarrollan habilidades sustitutivas de algunas de las que declinan, y se resalta que la inteligencia práctica puede experimentar cambios positivos en la vejez, Baltes, (1997) señala que es un error confundir el deterioro patológico con el declive intelectual propio del envejecimiento del cerebro. Esta autora defiende la importancia de la existencia del potencial de aprendizaje, concepto psicológico similar al de plasticidad o reserva cognitiva. Así, se ha demostrado que las personas mayores cuentan con recursos suficientes en este aspecto, y que pueden experimentar una mejora en sus habilidades.

Por otra parte, se resaltan las enormes diferencias interindividuales, lo que hace sugerir que existen patrones individuales de envejecimiento en función de variables tales como la salud y la educación y los hábitos de vida entre otros. Por otra parte, Schaie (1996) señala que a los 60 años la mayor parte de las personas han experimentado algún declive en, al menos, una de sus habilidades, pero en ninguno de los sujetos de sus investigaciones apareció un declive en todas las dimensiones que se estudiaron, ni siquiera en los de más de 85 años. En cuanto a la incidencia de las demencias, se ha encontrado que existe una tasa de demencia de menos del 3% entre las

personas de 70 a 74 años, que va aumentando en las edades superiores. Estos datos apuntan a que, aunque se produce un aumento en las demencias superior al de la población más joven, tales patologías no son un hecho inevitable ni universal incluso en las edades que rozan el límite de la existencia humana. d) Los mayores aparecen como psicológicamente rígidos e incapaces de adaptarse a los cambios.

De nuevo, los datos apoyan la existencia de la flexibilidad en la última etapa de la vida y de adecuados recursos de afrontamiento. Los adultos mayores no parecen ser inherentemente menos flexibles en términos de actitudes o estilos de personalidad que las personas más jóvenes, sino que diferentes estudios han demostrado que tienen recursos de afrontamiento en abundancia, lo que les lleva a manejar el estrés en una variedad de situaciones de una forma efectiva. Además, en su mayoría presentan suficientes recursos adaptativos para hacer frente a las demandas derivadas de los mayores problemas de salud y del gradual estrechamiento de perspectivas de futuro. En algunos estudios de personalidad se ha encontrado asimismo una gran estabilidad en las principales dimensiones de la personalidad a lo largo de la edad adulta, con un ligero descenso en las puntuaciones

de extraversión y un aumento en estabilidad emocional. La influencia del género en la percepción de las personas

Un elemento que guarda relación con

la forma diferente en que se percibe a los adultos mayores es el género. En este aspecto, se ha demostrado que no es frecuente que la gente evalúe a miembros de un grupo social sin considerar al mismo tiempo si se trata de un varón o de una mujer. Esta cuestión ya había sido considerada por Kogan y Sheldon (1962), quienes diferenciaron entre las actitudes existentes hacia los hombres y mujeres de edad avanzada, por creer que el género influye sustancialmente en las actitudes hacia ellos. De igual forma, otros investigadores sugieren que existe un criterio diferente de evaluar a los adultos mayores en función del género, puesto que las mujeres suelen ser percibidas como formando parte de las categorías de mediana edad y de vejez, cinco años antes que el hombre por término medio. Por tanto, los estereotipos de la vejez aparecerían a menor edad en las mujeres que en los hombres. Existen evidencias de que este hecho guarda relación con los valores sociales dominantes de nuestra época, que están muy ligados a la juventud y a la belleza, y que son mucho más imperativos socialmente para las mujeres que para los

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varones, por lo que es fácil que se acentúe en ellas la fuerza de los estereotipos que devalúan la vejez. En este sentido, la escritora Susan Sontag había denunciado en 1979 la existencia de un doble standard de vejez en función del género, indicando que los cambios de apariencia física relacionados con la edad, contienen más percepciones negativas hacia las mujeres que hacia los hombres. Este doble rasero de medida en la consideración de la vejez según el sexo, ha sido demostrado repetidamente en estudios experimentales. Por ejemplo, se ha encontrado en algunos estudios que los hombres viejos son percibidos más atractivos que las mujeres de la misma edad. También se ha demostrado que la asociación de estereotipos negativos basados en la edad, es más evidente para las mujeres que para los hombres. Hummer et al. (1994) encontraron en un estudio en el que se pidió a los participantes que clasificaran fotos de hombres y mujeres de edad avanzada, que cuando se trataba de una mujer, era fácil que los participantes emplearan expresiones relacionadas con los rasgos faciales, y que esto no ocurría si se trataba de las fotos de hombres. Los autores sugieren de estos resultados, que las señales faciales pueden ser particularmente sobresalientes en la percepción de las mujeres mayores.

La influencia del género en la evaluación de las personas mayores también se ha encontrado que guarda relación con el

diferente rol social que se les presupone a hombres y mujeres. Desde esta perspectiva, se sugiere que las creencias de la gente sobre los otros derivan, al menos parcialmente, de las atribuciones que se hacen en base a roles sociales normativos. Por ejemplo, en nuestra sociedad es común aún asumir que si una persona no ha trabajado en una actividad productiva, es fácil que se piense que es una mujer, mientras que si ha desempeñado una actividad laboral retribuida, es probable que la mayoría de las personas consideren que se trata de un hombre.

Hay, sin embargo, algunos estudios en los que se ha encontrado que las mujeres mayores eran percibidas y evaluadas más favorablemente que los hombres, si bien ocurría en dimensiones específicas relacionadas con el acogimiento y el cuidado de otros. Esto parece indicar que los estereotipos positivos de las mujeres de edad avanzada podrían estar relacionados con los roles tradicionales del ámbito doméstico y del cuidado de otros. Así, se ha sugerido de estos resultados, que hay una expectativa social hacia las mujeres por las que son percibidas generalmente como dedicadas a otras personas, independientemente de sus propias necesidades. Este aspecto podría llevar implícito, en opinión de algunos investigadores, una desaprobación hacia las mujeres que expresan sus propios deseos y necesidades y los ponen en práctica. En cambio, los hombres, al ser percibidos en los

roles tradicionalmente masculinos asociados al poder y a la dominancia social, podrían enfocar sus vidas en sus propios intereses sin sufrir por ello la censura social.

Finalmente, hay que tener también en cuenta que las mujeres viven más años que los hombres por término medio, lo que hace que tanto el declive biológico y la dependencia debida a las enfermedades, como los condicionantes negativos sociales y afectivos, asociados a la viudedad, sean más evidentes en ellas que en los varones. La realidad es que la mayoría de los hombres, a la misma edad que las mujeres, permanecen casados y cuentan con sus esposas, para ser cuidados si enferman. En cambio, cuando son las mujeres ancianas quienes caen enfermas, es muy frecuente que ya sean viudas, con lo que suelen pasar a depender de sus hijos o de los servicios sociales. Todo esto hace que el nivel de dependencia de los varones mayores sea menos evidente que el de las mujeres, con la consiguiente repercusión en la percepción social de unos y otros. No obstante, aunque la mayoría de los estudios que han considerado el género en la percepción de la vejez han encontrado que las mujeres son más devaluadas que los varones no hay una coincidencia de todos los trabajos, puesto que Hummert et al, (1997) obtuvieron resultados que apuntan en la dirección opuesta, es decir, en su estudio los hombres fueron evaluados más negativamente que las mujeres. Se ha

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sugerido que, aunque parece existir un doble rasero de medida según el género, en las atribuciones que se hacen, hacia las personas mayores, es posible que una vez que las personas han alcanzado una edad determinada, a partir de ahí ambos sexos sean percibidos de forma similar, y que las mujeres no sean entonces más devaluadas que los hombres. La discriminación social de las personas mayores (viejismo)

Todos los autores que han estudiado este fenómeno parecen de acuerdo en que, en mayor o menor medida, los estereotipos y las imágenes sociales negativas sobre el proceso de envejecimiento y sobre las personas mayores pueden acarrear consecuencias dañinas para ellas. Incluso determinados términos muy difundidos, como el de clases pasivas o incluso el calificativo tercera edad, tienen unas connotaciones peyorativas implícitas. Como hace notar recientemente el escritor Vicente Verdú refiriéndose a la desvalorización social que se hace de la experiencia acumulada que podrían aportar los ancianos, que “la tercera edad hace pensar enseguida en una edad de tercera división y por ello el conocimiento se envilece”.

Palmore (1989), que ha estudiado durante décadas el fenómeno del viejismo en la sociedad de EEUU, hace una distinción

entre estereotipos y actitudes negativas hacia la vejez, matizando que mientras que los estereotipos son fundamentalmente cognitivos, las actitudes están más cargadas de afecto. Para este autor, está claro que unos y otras tienden a ir juntos, es decir, los estereotipos negativos generalmente dan lugar a actitudes negativas, mientras que estas tienen su base en los estereotipos negativos. Palmore (1989, pp.19), enumera nueve estereotipos que reflejan los principales prejuicios sociales que existen hacia las personas ancianas: “Enfermedad, impotencia, fealdad, deterioro cognitivo, enfermedad mental, inutilidad, soledad, pobreza y depresión”.

Butler (1969, pp 22) fue el primero que empleó la expresión ageism (viejismo), definiendo este término como un “proceso de estereotipos y de discriminación sistemática contra las personas por el hecho de ser viejas, de la misma forma que el racismo y el sexismo se originan por el color de la piel y el género”. Para este autor el viejismo “influye en la conducta de sus víctimas. Los viejos tienden a adoptar definiciones negativas sobre la vejez y a perpetuar así una variedad de estereotipos que se dirigen contra ellos mismos, reforzando las creencias sociales”. Si esto es así, implica que las creencias y estereotipos negativos podrían funcionar como un círculo vicioso. Es decir, las atribuciones de las personas viejas como improductivas, dependientes, menos inteligentes y

naturalmente faltos de salud, contribuirían activamente a racionalizar las prácticas discriminatorias hacia ellos en diferentes campos de la vida, lo que a su vez puede influir negativamente en la autoestima y en la salud, mental y física de las personas mayores.

El viejismo se ha estudiado en un amplio rango de fenómenos tanto en un nivel individual como institucional. Estos estudios van desde prácticas discriminatorias en las instituciones para ancianos, pasando por las actitudes y expectativas negativas por parte de los profesionales que atienden a ancianos, como médicos y psicólogos. De los resultados de estos estudios, estos investigadores sugieren que es un fenómeno que tiene características universales, es decir, que se encuentra presente en mayor o menor grado en todas las personas, produciéndose “automáticamente en los pensamientos y en los sentimientos, juicios y decisiones de la vida cotidiana”. Algunas manifestaciones sociales del fenómeno de viejismo

Como se ha dicho, el viejismo adopta formas paternalistas y aparentemente compasivas hacia las personas mayores. Este fenómeno afecta a una variedad de aspectos de la vida cotidiana de las personas mayores en nuestra sociedad, desde los laborales y de

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salud, pasando por la imagen que ellas se ofrece en los media. Finalmente, por las diferentes formas de infantilización que aparecen en los profesionales que se ocupan de la atención a los ancianos en las residencias. A continuación vamos a desarrollar algunos de estos aspectos a través de diferentes estudios con los que han sido investigados. Viejismo en los profesionales: psicólogos y médicos

La mayoría de los adultos mayores experimentan, antes o después, un considerable estrés debido a una serie de pérdidas (económicas, enfermedades crónicas, muerte de personas queridas, soledad, etc.). Esta situación puede, de prolongarse, generar trastornos psicológicos tales como depresión o ansiedad. Quinn (1987) afirma que si los profesionales de salud mental creen que estos problemas representan manifestaciones naturales de la vejez, o bien que a edades avanzadas resulta imposible la mejoría de estos trastornos, es fácil que no consideren soluciones o alternativas adecuadas para el tratamiento de estos problemas.

Algunos estudios sobre las actitudes de los profesionales de los servicios de salud mental hacia los viejos muestran que los terapeutas son reacios a realizar psicoterapia a las personas mayores. Tales sesgos en el

diagnóstico y tratamiento de las personas viejas, no se sostienen con los datos, ya que no hay evidencia empírica de que la psicoterapia sea menos efectiva, por ejemplo, en el cado de depresión, con las personas mayores que con otros grupos. Algunos estudios han demostrado que los profesionales de salud mental recomendaban más frecuentemente fármacos que psicoterapia, cuando se trataba de casos de pacientes ancianos con depresión, que en si eran personas más jóvenes. Asimismo, se ha encontrado que, comparados con los jóvenes, los pacientes viejos eran menos mencionados por los profesionales que atendían las consultas de salud mental, y que los pacientes ancianos se derivaban menos por los médicos a estos servicios.

Existen también estereotipos negativos sobre los ancianos por parte del personal de los hospitales. En este terreno es donde se producen los casos más notorios de discriminación y donde la edad aparece como un factor de riesgo para recibir un tratamiento inadecuado. Las formas de discriminación por edad se encuentran en un escaso interés por los enfermos mayores, especialmente si son muy ancianos y dependientes. Algunos autores sostienen que hay el peligro de que en estos casos, tengan una asistencia de inferior calidad, con menor esfuerzo diagnóstico y de aplicación de

tecnología, y un exceso de medicación, en comparación con pacientes más jóvenes.

En otros estudios se ha comprobado que los médicos tendían a emplear menos tiempo con sus pacientes viejos. Si se asume que el dedicar menos tiempo a los enfermos reduce la oportunidad para una comunicación buena entre paciente y médico, pudiera ser que los pacientes ancianos no reciban la misma atención médica que los pacientes más jóvenes, a pesar de que está demostrado que tienen mayores necesidades de salud que estos. Este aspecto lo recoge en España en un informe del Defensor del Pueblo (2000, pp.119). En dicho informe se explicitan las siguientes actitudes discriminatorias que podrían estar ocurriendo en la atención que se presta a los ancianos: “actitud paternalista por parte de los profesionales, e incluso protésica. Escaso interés por los enfermos mayores muy ancianos y dependientes. Determinadas modalidades de tratamientos muy especializados son denegados con mayor o menor frecuencia, tales como trasplantes, acceso a los servicios de rehabilitación, procedimientos diagnósticos sofisticados o novedosos...etc. Culpar a los ancianos de consumir un elevado nivel de recursos”. También se señala la existencia de formas de viejismo en el campo de la salud, las cuales están socialmente aceptadas. Se hace referencia a los trasplantes de órganos, a algunos tipos de intervenciones quirúrgicas,

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al acceso a los servicios de rehabilitación o al uso de ciertos procedimientos diagnósticos técnicamente sofisticados, de forma que “es habitual que pacientes con patologías subsidiarias de tratamiento de rehabilitación como son el accidente cerebrovascular o las fracturas de cadera ni siquiera se incluyan en las listas de pacientes candidatos a tratamiento por parte de fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales y logopedas, privándoseles del tratamiento de estos profesionales sin razones aparentes salvo la propia edad” (pp. 116).

De particular interés son los estudios que han encontrado que los médicos recogían una información mas detallada, se mostraban más respetuosos e interaccionaban mas con los pacientes jóvenes que con los ancianos, y que en las entrevistas prestaban menos atención a las cuestiones psicosociales cuando se trataba de personas de una edad muy avanzada. Estos resultados son de particular interés por cuando los factores psicosociales son un elemento fundamental a tener en cuenta en el diagnóstico y tratamiento, y no pueden obviarse estos componentes en los pacientes ancianos.

El viejismo en las residencias para mayores

Algunas investigaciones se han dirigido a identificar los efectos de infantilización que se a las personas de edad avanzada, como si volvieran a la infancia.

Este fenómeno ocurre preferentemente en las residencias y en los centros de día para mayores, e incluye el que se ofrezca a los residentes que participen en actividades parecidas a las de los niños. También el dirigirse a ellos empleando nombres infantilizados, así como gestos y palabras que recuerdan la interacción con los niños pequeños. Estas manifestaciones de infantilización han sido atribuidas a la falta de independencia percibida, lo que justificaría un tratamiento paternalista. Se ha sugerido que los efectos de infantilización se manifiestan en las personas ancianas con una disminución de la autoeficacia, pérdida de identidad, y con un sentimiento de humillación que puede dar lugar a respuestas agresivas. También se piensa que existe una tendencia a un menor sentido de responsabilidad en los mayores y a que adopten conductas semejantes a las de los niños, a modo de profecía de autocumplimiento.

También esta comprobada la existencia de un lenguaje específico de corte paternalista que se manifiesta fundamentalmente en los profesionales de los ambientes institucionales como una forma habitual de dirigirse a los residentes. Esta forma de lenguaje, cuya principal causa se encuentra, en opinión de algunos autores, en los estereotipos negativos de la vejez, es llamado también baby-talk secundario y se caracteriza por la presencia de estrategias de

simplificación (velocidad lenta, vocabulario sencillo), clarificación de estrategias (cuidadosa articulación y frases simples) una entonación emocional (paciente o demasiado familiar) y una baja cualificación del habla (conversaciones superficiales). Todos estos aspectos se emplean normalmente con los niños. Tal uso del lenguaje sugiere en las personas a la que está dirigido, senilidad o dependencia, y subraya el estatus infantilizado de ese adulto. Existe un cuerpo amplio de investigaciones sobre esta forma de habla infantilizante dirigida a los adultos mayores. Por ejemplo, en un estudio se ha encontrado que las personas mayores que estaban funcionando a menores niveles cognitivos y de independencia, eran los que respondían positivamente a los mensajes de baby-talk. Se sugiere que el empleo de esta forma de lenguaje por parte de los cuidadores, estaba relacionado unas bajas expectativas sobre la autonomía de los residentes. También se observa una relación significativa entre la aceptación del lenguaje infantilizante por parte de los adultos mayores y una baja autoestima.

Con expectativas como las que hemos hecho referencia en los estudios precedentes, es fácil que los mismos profesionales interioricen dicho comportamiento dependiente en los ancianos residentes, de forma que sin proponérselo, pueden estar fomentando los procesos de deterioro.

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ACTIVIDADES TEMA 9

MATERIAL: Cuestionario sobre viejismo percibido (Palmore, 2001)

Sugerencias para el desarrollo de la actividad: Después de la introducción de la parte

teórica y la explicación, por parte del coordinador/a del grupo del fenómeno del

viejismo, el coordinador/a proporciona a cada participante un ejemplar del cuestionario.

Este se cumplimentará de forma individual y anónima. A continuación el coordinador/a

recoge los cuestionarios y los vuelve a dar, al azar, a los miembros del grupo. Estos se

organizarán en grupos de 3 a 5 personas para debatir entre ellos los aspectos de las

respuestas a los cuestionarios que tienen en su poder y que les parecen más

sobresalientes. Esta parte de la actividad se puede llevar a cabo de la forma siguiente:

1) En primer lugar, cada pequeño grupo elige un secretario/a que va tomando

nota de las opiniones y aportaciones de los integrantes.

2) En segundo lugar, se organiza un debate de todo el grupo en el cual las

personas que han actuado como secretarias, refieren a todos los participantes los

aportaciones más sobresalientes que se han producido en su grupo sobre la

cuestión del viejismo así como los aspectos que más les hayan llamado la

atención de las respuestas a los cuestionarios, posibles coincidencias de

respuestas positivas o negativas a determinados ítems, etc.

3) Finalmente, se hará un recuento de los ítems del cuestionario en los que se ha

encontrado un mayor y un menor grado de acuerdo, respectivamente, por parte

de los miembros del grupo.

4) El coordinador/a animará a los participantes a generar ideas y sugerencias

sobre las formas en que las personas mayores pueden combatir algunos aspectos

de la discriminación social que se produce por motivos de edad.

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CUESTIONARIO SOBRE VIEJISMO PERCIBIDO (Palmore, 2001)

Por favor, lea las frases siguientes y anote en cada una de ellas la frecuencia con la

que ha experimentado las situaciones que contienen, dentro de las tres posibilidades

siguientes de respuesta:

- Nunca= 0

- Una vez= 1

- Más de una vez= 2

0 1 2

1 Me contaron una historia en la que se reían de una persona

vieja

2 Me enviaron una tarjeta de cumpleaños en la que se

burlaban de las personas viejas

3 Me llamaron con un nombre insultante relativo a mi edad

4 Se me ignoró o no se me tomó en serio a causa de mi edad

5 Me hablaron de una forma paternalista a causa de mi edad

6 Se me negó la posibilidad de alquilar una casa a causa de mi

edad

7 Tuve dificultad para …

8 Se me negó una posición de lider de…. a causa de mi edad

9 Fui rechazado como falto de atractivo

10 Se me trató con menos dignidad y respeto a causa de mi

edad

11 Un camarero me ignoró a causa de mi edad

12 Un médico o enfermera dio por supuesto que mis

dolencias estaban causadas por mi edad

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13 Se me negó tratamiento médico a causa de mi edad

14 Me negaron un empleo a causa de mi edad

15 Se me negó una promoción a causa de mi edad

16 Alguien dio por sentado que yo no oía bien a causa de mi

edad

17 Alguien dio por sentado que yo no comprendía

18 Alguien me dijo “eres demasiado viejo para eso”

19 Robaron en mi casa a causa de mi edad

20 Fui víctima de una atraco a causa de mi edad

Sobre el Cuestionario de Viejismo percibido (Palmore, 2001): Este instrumento se

propone averiguar la incidencia del viejismo en nuestra sociedad. De igual modo,

conocer los tipos de viejismo más habituales, y qué subgrupos de personas informan de

padecer de este fenómeno con más frecuencia. El cuestionario se utilizó con una

muestra de 80 personas mayores de 60 años. La mayor parte de ellos informaron que se

habían visto implicados en varias situaciones de viejismo y que, en algunos casos, estas

situaciones les habían ocurrido más de una vez. Las personas que presentaban actitudes

viejistas solían ser aquellas que mostraban una actitud de desprecio hacia las personas

mayores. También eran frecuentes las actitudes de viejismo en las que tenían

ampliamente asumido que la mayoría de adultos mayores están enfermos y

discapacitados.

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TEMA 10: LA JUBILACIÓN EN EL MODELO DEL ENVEJECIMIENTO ACTIVO Concepción Sánchez Palacios

l periodo de la jubilación, o cese de la vida laboral, se le ha llamado también tercera

edad. Así, la primera edad correspondería a la infancia, y al tiempo que los jóvenes tienen para formarse en el trabajo que van a desempeñar. La segunda edad sería la etapa de la actividad productiva y de las elecciones vitales esenciales de las personas, tales como la formación de una familia propia. Habría también una cuarta edad, la cual se correspondería con el periodo de dependencia y fragilidad de los individuos más ancianos.

En las sociedades pre-industriales los adultos mayores, a medida que envejecían, iban adaptando sus actividades a sus

capacidades físicas, de forma que continuaban realizando en la medida de lo posible, mismas tareas que a lo largo de su vida les habían proporcionado el sustento. De esta forma, las personas no dejaban de trabajar más que cuando las enfermedades se lo impedían. A partir de ahí quedaban desamparadas de la sociedad, a no ser que tuvieran hijos o familiares que les acogieran y se hicieran cargo de su necesidades de subsistencia, puesto que no existían sistemas públicos de protección y amparo que financiaran un sistema de pensiones para los ancianos imposibilitados. No obstante, en las comunidades de tipo rural, era frecuente un gran respeto por la experiencia y sabiduría que provenían de los miembros más ancianos de la misma, por lo que las

condiciones de vida de estos solían ser menos duras que las de los mayores que residían en las ciudades. Esta situación tuvo lugar porque, en los grandes núcleos urbanos, lo más corriente era que los trabajadores mayores continuaran trabajando mientras realizaban de forma satisfactoria el trabajo que se les había encomendado. Además, el trabajo en la ciudad era menos humano que el que se realizaba en el campo. Así, en las fábricas, los trabajadores mayores, cuando enfermaban, eran despedidos sin ningún tipo de compensación económica, con lo que muchos de ellos acababan en la miseria e incluso morían de hambre.

La jubilación es, pues, un producto de nuestra sociedad. Tanto es así que, en la

A

OBJETIVOS

− Reflexionar sobre la importancia de conservar la curiosidad y de estar abierto a la adquisición de nuevos aprendizajes. − Pensar en las posibilidades reales que se tienen los adultos mayores, después de la jubilación, de desarrollar actividades del propio interés,

con independencia de las presiones sociales − Discutir sobre la propia responsabilidad de poner activamente los medios encaminados a mantenerse activos y a preservar la autonomía e

independencia. − Reflexionar sobre la oportunidad de modificar algunas actividades o hábitos de vida que no aportan bienestar ni gratificación. − Debatir acerca de las aportaciones actuales que realizan los participantes a la sociedad. − Generar ideas y proyectos encaminados a implicar a los ayuntamientos y poderes fácticos en el reconocimiento de las tareas de apoyo y de

servicio a la comunidad que realizan los adultos mayores

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sociedad occidental, la secuencia vital que actualmente nos parece lógica e incuestionable, como son las etapas de escolaridad, trabajo y jubilación, solo en los últimos 40 años ha constituido una experiencia normal para la mayoría de los trabajadores.

No obstante, puede decirse que la mayor parte de las personas de 65 años que se han jubilado en las pasadas décadas, no estaban incapacitadas en modo alguno para trabajar, puesto que continuaban mentalmente alerta, tenían buena salud y desarrollaban bien su trabajo. Además, muchas de ellas se resentían psicológica y físicamente de este retiro obligatorio, para el que no se les había preparado en modo alguno. Por otra parte, todavía hay una fuerte asociación de jubilación con vejez, de forma que el quedar fuera del mercado productivo, tiende a ser percibido de forma negativa. Solo en los últimos años, se empieza a reconocer la importancia de que exista una fase intermedia para las personas que están trabajando, pero a las que les queda poco tiempo para la jubilación, de forma que se les ayuda a hacer frente y a prever estos problemas.

Asimismo, los cambios demográficos han producido también modificaciones en las concepciones de las políticas sociales de empleo. Desde hace tan solo 150 años, la

media de esperanza de vida se ha doblado. Sin embargo, no solamente las personas viven más tiempo, sino que existe también un movimiento que promueve la jubilación anticipada. De esta forma, aunque la jubilación o cese de la vida laboral se relaciona tradicionalmente con los 65 años de edad, en las últimos años se han producido importantes cambios sociales y económicos por los que se tiende a que los trabajadores mayores abandonen su puesto de trabajo a edades cada vez más tempranas. De esta forma, la proporción de trabajadores mayores en la sociedad occidental, ha pasado del 75% hace 100 años a solamente un 7% en 1980 (Mulley, 1995).

Este fenómeno se ha querido justificar por la necesidad de las empresas de disminuir costes. Hay que tener en cuenta que los avances acelerados que se han producido en los mercados de las nuevas tecnologías, unidos a los mayores beneficios que obtienen las empresas cuando emplean a trabajadores jóvenes, han favorecido que los trabajadores de mayor edad sean sustituidos por jóvenes que, en busca de su primer empleo, suponen una mano de obra barata y poco exigente para las empresas en sus condiciones laborales, por lo que el proceso tiende a alimentarse a sí mismo.

Problemas asociados a la jubilación

La jubilación, tal como se encuentra planteada en nuestra sociedad, produce en las personas afectadas cambios repentinos en su ritmo de vida, en el estatus social, en los ingresos que perciben y en el número de los contactos sociales que mantienen. Además, la jubilación no es una situación pasajera, sino que implica un proceso vital que perdura hasta la muerte del individuo.

Debido al continuo aumento de la

longevidad, las personas tienen más oportunidades de desarrollar su potencial durante una vida más larga. Sin embargo, si no tienen suficientes posibilidades de participar en todas las áreas de la sociedad, entre ellas la del empleo, es difícil que sus condiciones de vida alcancen un nivel potencial pleno. En los foros internacionales se tiende a poner de manifiesto, cada vez con más frecuencia, que para los trabajadores de más edad y para la economía en su conjunto, la presencia prolongada en el mercado de trabajo puede servir para aprovechar plenamente las ventajas de una mayor esperanza de vida. Así, se señala que la vinculación de las personas al mercado de trabajo, si se refleja en un trabajo de calidad, puede mejorar las condiciones de vida y reducir la marginación social. Además, no está en absoluto demostrado que los trabajadores de más edad no puedan

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participar en el crecimiento del empleo en los sectores en expansión.

Por otra parte, existen muchos

adultos mayores que se resisten a abandonar su puesto de trabajo, sobre todo porque el paso a la jubilación conlleva, en la mayor parte de los casos, una disminución de ingresos y una pérdida de estatus y de reconocimiento social. Del mismo modo, hay un número elevado de personas, sobre todo varones, para los que la salida del trabajo laboral lleva aparejada la pérdida de la mayor parte de sus relaciones sociales, las cuales estaban centradas en la actividad profesional. Todo ello puede provocar fácilmente una tasa de estrés elevado en estas personas si no tienen estrategias suficientes para ocupar su tiempo libre, o cuando no disponen de una amplia red de apoyo social, que les sirva como soporte para conseguir una adecuada adaptación a la jubilación.

En el caso de las mujeres, diferentes

estudios han mostrado que estas aparecen aún menos satisfechas con la jubilación que cuando se trata de los hombres. Se sugiere que esta tendencia puede estar relacionada con el menor nivel educativo de las mujeres, lo cual condiciona que, por lo general, ocupen niveles laborales bajos. Este hecho, unido a su mayor esperanza de vida, da lugar a que, cuando se jubilan, las mujeres perciban pensiones de escasa cuantía, lo que

les puede llevar a una situación de pobreza que es fácil que se prolongue durante décadas. Estrategias que preconiza el envejecimiento activo en las políticas de jubilación

Como se ha indicado en el punto anterior, la jubilación puede ser una fuente de aburrimiento, de soledad y de frustración para las personas que no disponen de actividades que suplan las que desempeñaban en el mundo laboral. Al mismo tiempo, los adultos mayores tienen a su disposición un grado de libertad y de tiempo que puede ser un elemento productivo en muchos aspectos fundamentales de la vida, por ejemplo, en la oportunidad de relacionarse más frecuentemente con su pareja, así como en la posibilidad de realizar una serie de actividades, recreativas, culturales y de ocio, que quizás no pudieron desarrollar en anteriores etapas de su existencia.

No obstante, como se ha dicho, actualmente se está intentando aumentar el empleo de los trabajadores de más edad y retrasar su salida del mercado de trabajo. Así en un documento reciente de la UE (2004, pp. 23-24), se afirma que el bajo nivel de empleo de los trabajadores de más edad en Europa es un despilfarro de oportunidades en la vida de las personas y de potencial social. Debido al continuo

aumento de la longevidad, las personas tienen más oportunidades para desarrollar su potencial durante una vida más larga. Para la economía en su conjunto, el aumento de la participación y de las tasas de empleo de las personas de más edad son cruciales para aprovechar plenamente la oferta de mano de obra a fin de apoyar el crecimiento económico.

Desde esta perspectiva, por tanto, se considera que estos cambios pueden beneficiar tanto a los empresarios como a los trabajadores. Asimismo, el modelo de envejecimiento activo aconseja una forma flexible de organización del trabajo. Por ejemplo, la jubilación a tiempo parcial es una opción que está en el punto de mira de posibles cambios en este sentido, puesto que un número importante de trabajadores manifiestan que preferirían retirarse de forma gradual. Además no se ha demostrado que los trabajadores de más edad sean

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menos o más productivos que los de otras categorías. El potencial de productividad de los trabajadores mayores no está afectado por su edad, sino porque sus conocimientos quedan obsoletos, pero este aspecto puede corregirse por medio de una adecuada formación. Finalmente, desde el envejecimiento activo se preconiza que la experiencia de los trabajadores de más edad es un aspecto importante, que puede hacerles especialmente valiosos a las empresas. De igual modo, en este mismo documento, se establecen prioridades claras para seguir actuando desde la perspectiva que se ha señalado en los párrafos anteriores, y se insta a los estados miembros y a los interlocutores sociales a definir una política global de envejecimiento activo centrada en los puntos siguientes: 1. Ofrecer incentivos para que los trabajadores se

jubilen más tarde y de manera gradual, y para que las empresas contraten y mantengan en activo a trabajadores de más edad.

2. Promover el acceso a la formación y a otras

medidas laborales activas para todos, independientemente de la edad, y desarrollar estrategias de aprendizaje permanente que incluyan la formación en el lugar de trabajo para los trabajadores de más edad.

3. Adoptar formas innovadores y flexibles de

trabajo a lo largo de toda la vida laboral que

incluyan posibles periodos de actividad a tiempo parcial o interrupciones de actividad.

4. Prestar especial atención a incrementar la tasa

de empleo de las mujeres entre 55 y 64 años y de mantenerlas durante más tiempo en el mercado de trabajo.

5. Eliminar los incentivos para aplicar regímenes

de jubilación anticipada, y desarrollar estrategias de salida gradual que valoren lo más posible el capital humano de los trabajadores con experiencia.

6. Aumentar la sensibilización de los empresarios

ante el envejecimiento, para luchar contra la discriminación de los trabajadores por motivos de edad.

7. Aumentar la formación continua de los

trabajadores de más edad, y particularmente de los menos calificados, a fin de desarrollar su potencial al máximo.

La aportación de las personas jubiladas a la sociedad

La escasa consideración que se les otorga a las personas mayores en nuestro entorno, deriva en gran parte de la importancia que en la sociedad actual tiene la productividad económica. Al estar apartados del mercado laboral, los adultos mayores pasan a formar parte de lo que se denomina

“clases pasivas”, expresión que contiene muy claramente la forma en que son percibidos por las instancias sociales y políticas. Sin embargo, el estar fuera de la vida laboral no significa que las personas mayores jubiladas no sean productivas. Su aportación a la sociedad se manifiesta claramente en los ámbitos familiar y social. Así, gracias a las personas mayores, muchos padres jóvenes pueden desempeñar una actividad profesional, puesto que, como ya hemos visto en una sesión anterior, una gran cantidad de abuelos se implican activamente en el cuidado diario de los nietos y en tareas como llevarles y traerles del colegio, sacarles a pasear o atenderles hasta que los padres acaban la jornada laboral. Por otra parte, muchos adultos mayores, sobre todo mujeres, tienen aún con vida a alguno de sus propios padres, más ancianos, con lo que existe actualmente una importante población de mayores que están doblemente implicados en el cuidado de diferentes generaciones. También hay que tener presentes a aquellas personas que están cuidando de su pareja, a veces durante años, debido a una enfermedad crónica o incapacitante.

Asimismo, los mayores representan una fuerza económica emergente debido a su mayor poder adquisitivo, que los convierte en una población de consumidores que empieza a ser tenida en cuenta. Muchos adultos mayores están ayudando

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económicamente a sus hijos adultos en la compra de una vivienda, o les permiten vivir en el domicilio familiar hasta que tienen capacidad económica suficientemente como para conseguir independizarse sin problemas. Asimismo, en los grupos de población más desfavorecidos, la pensión que mensualmente aportan los abuelos a la economía familiar supone el ingreso más importante, por su continuidad, de que disponen muchas familias. Finalmente, hay que tener en cuenta que las mujeres que han cuidado de su hogar y de su familia, nunca se jubilan, y que siguen desarrollando sus tareas cotidianas mientras tienen fuerzas para ello, unido a veces, como hemos dicho, a la tarea de cuidadoras principales de algún familiar discapacitado.

Además de todo lo anterior, las personas mayores aportan un caudal ético a la sociedad actual, puesto que un gran número ellas está realizando tareas de voluntariado en una diversidad de colectivos. Los resultados existentes derivados de algunas investigaciones muestran que, para los adultos mayores en particular, trabajar como voluntarios ofrece verdaderos beneficios personales, físicos y emocionales. Por ejemplo, se han encontrado relaciones entre el ejercicio de este tipo de actividades y un mayor nivel de autoestima, un ánimo positivo y un mejor estado de salud percibido, en relación con grupos de control, que no realizaban este tipo de tareas. En

cuanto a las actividades de voluntariado que realizan los adultos mayores, se pueden delimitar dos tipos principales: por una parte, la labor asistencial que llevan a cabo con diferentes grupos sociales desfavorecidos, y que los mayores suelen desempeñar a través de asociaciones, ayudando en tareas concretas. Por otra parte, desde hace pocos años se está generando un movimiento asociativo de personas jubiladas de alto nivel de formación. En estos grupos, los mayores ofrecen su experiencia profesional a diferentes colectivos de jóvenes con el fin de asesorarles en los inicios de su andadura profesional. Este tipo de iniciativas recientes, están teniendo eco en instituciones públicas. Por ejemplo, existen ya programas que se han empezado a desarrollar en ayuntamientos de algunas ciudades españolas, desde los cuales se anima a grupos de personas jubiladas a organizarse y a ofrecer servicios de estas características a toda la comunidad, proporcionándoles los recursos materiales necesarios para que puedan llevar a buen término este cometido, La importancia del asociacionismo y la participación

A la pregunta por cual debe ser el papel que debe desempeñar la gente mayor en la sociedad moderna, en el modelo del envejecimiento activo se considera que el

desafío es que consigan unas cotas efectivas de poder de decisión. Por ello, este modelo implica el promover la participación de los mayores en organizaciones sociales, así como nuevas estrategias de asociacionismo, tales como redes comunitarias que posibiliten la inclusión de más personas, respetando el desarrollo de la autonomía personal. De igual modo, que considera que deben incrementarse las cuotas de participación de las personas mayores en el desarrollo de los programas de salud y en los debates locales y nacionales. Así, dotarles de más poder en la toma de decisiones sobre la política social y de desarrollo y reconocer el trabajo intergeneracional que cumplen las personas mayores, tanto en el ámbito de la familia como en el social. Igualmente se debe promover la relación de las organizaciones de mayores con los medios de comunicación de masas. A través de tales relaciones, se debe procurar ofrecer a toda la sociedad una información objetiva sobre la realidad, diversa y plural de las personas mayores, de sus capacidades y necesidades, a fin de eliminar estereotipos entre las generaciones y de reducir las barreras para la participación. Por otra parte, se promueve que los mayores formen parte efectiva, como asesores, en los órganos de gestión de los ayuntamientos, promoviendo que las ciudades se planifiquen garantizando la accesibilidad de los mayores a todos los servicios públicos y a los transportes, y

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eliminando las barreras arquitectónicas. Finalmente, en cuanto a la venta y consumo de medicamentos, luchar por conseguir que los medicamentos recetados a personas mayores estén en condiciones óptimas, que las dosis sean adecuadas y que los efectos secundarios sean explicados con toda claridad. La importancia de la formación

El grado de instrucción está fuertemente relacionado con el empleo. Dicho grado de instrucción proporciona la base para que los trabajadores adquieran calificaciones a lo largo de su vida activa y lleguen a la madurez bien preparados. Se considera que, para las personas de edad, una vida más larga debería ser sinónimo de mayores oportunidades para seguir una formación constructiva y para adquirir más experiencia sobre la vida, lo cual significa más tiempo para alcanzar la autodeterminación.

Por ello, uno de los medios que se promociona es el de la educación de los mayores, proporcionándoles los conocimientos y el apoyo necesarios para promover en ellos un estilo de vida saludable que les permita seguir activos física y mentalmente. Hay que hacerles asimismo conscientes de la potencialidad que tiene el intelecto humano en cuanto a seguir adquiriendo conocimientos,

independientemente de los años que se tengan. La importancia de la formación como un continuo a lo largo de la vida se convierte, en la edad avanzada, en una importante herramienta para alcanzar una buena calidad de vida. Se preconiza que los promotores públicos y privados de las actividades de formación, desde la educación informal hasta la universidad, tienen que incorporar la perspectiva intergeneracional en las iniciativas de formación.

Asimismo desde esta perspectiva se procura que las nuevas tecnologías sean accesibles a las personas mayores de todas las edades y capacidades, posibilitando que continúen una vida independiente con capacidad de decisión. Este es uno de los medios que han de ayudar a la mejora de los servicios que precisan, contribuyendo con ello a su mayor calidad de vida. Así, en un informe elaborado por la Organización Internacional del Trabajo (2000, p. 14) se resalta que la inclusión de las personas mayores en la sociedad de la información, supone el mayor desafío. Si existe un riesgo que las personas mayores tienen posibilidades de correr, es el relativo al aislamiento y, por consiguiente, a la marginación. Finalmente, se promueve que la jubilación, además de ser un derecho universal, se pueda realizar voluntariamente de forma progresiva y flexible.

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ACTIVIDADES TEMA 10

MATERIAL:

1. Vídeo: X aniversario 1999. SECOT. Seniors españoles de asesoramiento empresarial. Videoteca IMSERSO. Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales. Referencia: 464. 2. Cuestionario de actividades e intereses

Sugerencias para el desarrollo de las actividades

Actividad 1. Vídeo “X aniversario 1999. SECOT. Seniors españoles de asesoramiento empresarial”.

El coordinador/a animará a los participantes a iniciar un debate acerca del contenido del

vídeo. Posibles cuestiones a plantear:

• Aspectos positivos y negativos que tiene la jubilación para los adultos mayores.

• La jubilación en función del género: ¿Las mujeres se jubilan alguna vez del trabajo

doméstico? ¿Qué ayudas tienen (económicas, personales) las mujeres mayores

dependientes para realizar las tareas domésticas? ¿Y los varones?

• ¿Conocen a alguna asociación de mayores que se dedique a actividades como las

que se presentan en el vídeo?

• ¿Qué recursos creen que podrían aportar ellos mismos a la comunidad en la que

viven?.

Actividad 2: Cuestionario de Actividades e Intereses.

1) El coordinador/a entregará a cada participante un cuestionario de actividades e

intereses para que lo cumplimenten.

2) A continuación los participantes se organizarán en grupos de 3 a 5 personas para

comentar entre ellos las actividades que han marcado en el cuestionario, tanto las que

realizan actualmente, como aquellas otras que les interesan. Cada grupo elige, de

entre las personas que lo componen, un secretario/a que toma nota del grado de

discrepancia que existe entre el número de actividades que realizan en la actualidad

los miembros del grupo y de aquellas que, aunque no realizan, les interesan.

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3) Se realiza un debate de todo el grupo en el que, en primer lugar, los participantes

que han actuado como secretarios, dan cuenta de las respuestas de su grupo al

cuestionario. A continuación el coordinador/a planteará cuestiones como las

siguientes:

1. Motivos por los cuales los participantes no realizan algunas de las actividades que

han señalado como que son de interés para ellos.

2. Posibilidades reales que tienen los participantes de desarrollar en su comunidad

alguna de las actividades que les interesan.

3. Recursos que existen en la comunidad en que viven y que a los que podrían

acceder para realizar actividades de su interés.

4. Deficiencias que existen en su comunidad en cuanto a recursos que podrían ser

importantes para muchos adultos mayores

5. Medios que los adultos mayores tienen a su alcance para inducir a los organismos

oficiales de su comunidad a que incluyan actividades que son de interés para buena

parte de los mayores.

6. Posibilidad de crear asociaciones independientes de mayores, gestionadas por ellos

mismos y dedicadas a atender a algunas necesidades de las personas de edad

avanzada.

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CUESTIONARIO DE ACTIVIDADES E INTERESES

Lea las actividades que se enumeran a continuación y señale con una cruz en la

columna correspondiente aquellas que ya hace actualmente, o bien las actividades que le

parecen interesantes y atractivas para realizar

Actividades actuales

Actividadesque le interesan

Bricolaje Decoración Cerámica Bordar o coser Restauración de objetos Otras manualidades Dibujo y pintura Juegos de cartas o de mesa Hacer rompecabezas Jugar al billar Videojuegos Informática Internet Filatelia Numismática Otros coleccionismos Jardinería Lectura de periódicos y revisas Lectura de libros Escribir Escuchar música Oír la radio Ir al cine Ir al teatro Asistir a conciertos Visitar museos y exposiciones Bailar

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Programa URB-AL R10-A7-03 coordinado por el Consell Comarcal de l´Alt Empordà © Grupo de Estudios sobre Envejecimiento de la Facultad de Psicología de la Universidad de Málaga coordinado por las profesoras Ángela Muñoz Sánchez y Mª Luisa de la Morena Fernández. UD2, Tema 10, pág 10

Actividades religiosas Voluntariado social Participar en asociaciones de vecinos Participar activamente en un partido político

Participar en el ayuntamiento de su comunidad

Participar en la organización o gestión de asociaciones de mayores

Cocinar Salir a comer fuera Viajar Pasear Excursiones Pescar Ir a balnearios Cazar Conducir Ir de compras Participar en cursos, conferencias o seminarios

Ver la televisión La natación Ir en bicicleta Hacer gimnasia La petanca y juegos de bolos Tomar copas Conversar con los amigos Asistir a espectáculos deportivos