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1 UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES CARRERA DE SOCIOLOGIA UNIDAD DE DOCENCIA E INVESTIGACION SOCIOHISTORICAS DE AMERICA LATINA (UDISHAL) Waldo Ansaldi (Compilador) La UDISHAL tiene como smbolo distintivo una de las escultura erigidas en el Memorial da AmØrica Latina, en So Paulo, Brasil, diseæada por Oscar Niemeyer. Ella es una mano de concreto armado, de siete metros de altura, con los dedos abiertos, en un gesto de desesperacin. En la palma, un mapa esquematizado de AmØrica Latina, de color rojo, representa la sangre y los sufrimientos de la regin y, segœn el propio Niemeyer, los negros tiempos que el Memorial registra con su mensaje de esperanza y solidaridad. La fotografa aqu reproducida fue tomada por Marisa Montrucchio, en agosto de 1999, y digitalizada en nuestra `rea de InformÆtica Aplicada a las Ciencias Sociales. Técnicas y procedimientos del trabajo científico Buenos Aires, 2000 Buenos Aires, 2000 Buenos Aires, 2000 Buenos Aires, 2000 Buenos Aires, 2000 Coleccin del Nuevo Siglo Coleccin del Nuevo Siglo Coleccin del Nuevo Siglo Coleccin del Nuevo Siglo Coleccin del Nuevo Siglo Serie Libros Digit Serie Libros Digit Serie Libros Digit Serie Libros Digit Serie Libros Digitales, V ales, V ales, V ales, V ales, Vol. 0 ol. 0 ol. 0 ol. 0 ol. 0

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UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRESFACULTAD DE CIENCIAS SOCIALESCARRERA DE SOCIOLOGIA

UNIDAD DE DOCENCIAE INVESTIGACION SOCIOHISTORICASDE AMERICA LATINA (UDISHAL)

Waldo Ansaldi

(Compilador)

La UDISHAL tiene como símbolo distintivo una de las escultura erigidas en el Memorial da América Latina, en Sâo Paulo, Brasil,diseñada por Oscar Niemeyer. Ella es una mano de concreto armado, de siete metros de altura, con los dedos abiertos, en ungesto de desesperación. En la palma, un mapa esquematizado de América Latina, de color rojo, representa la sangre y lossufrimientos de la región y, según el propio Niemeyer, los �negros tiempos que el Memorial registra con su mensaje de esperanzay solidaridad�.La fotografía aquí reproducida fue tomada por Marisa Montrucchio, en agosto de 1999, y digitalizada en nuestra Área de InformáticaAplicada a las Ciencias Sociales.

Técnicas yprocedimientos

del trabajocientífico

Buenos Aires, 2000Buenos Aires, 2000Buenos Aires, 2000Buenos Aires, 2000Buenos Aires, 2000

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UNIDAD DE DOCENCIA E INVESTIGACIONES SOCIOHISTÓRICAS DE

AMÉRICA LATINA (UDISHAL )

Instituto de Investigaciones Gino GermaniFacultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires

José E. Uriburu 950 piso 6º Of. N°17 - (CP.1114) - Buenos AiresTel.: 54-11-4508-3815 Fax: 54-11- 4508-3822 / E-MAIL: [email protected])

La Unidad de Docencia e Investigaciones Sociohistóricas de América Latina (UDISHAL) es un espacio dearticulación entre actividades de enseñanza y actividades de investigación, generación de conocimiento científico y dematerial de difusión sobre las sociedades latinoamericanas, espacio en el cual los resultados de éstas proveen de«materia» a aquéllas, al tiempo que el desarrollo de contenidos a través del ejercicio docente estimula la búsqueda denuevos conocimientos mediante la investigación. El objetivo principal de la Unidad es la formación de latinoamericanistas.La dirección del conjunto de actividades de ella está a cargo de Waldo Ansaldi. Institucionalmente, la UDISHAL es unaestructura informal que funciona dentro de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires.

La UDISHAL está constituida por:

el Equipo Docente de Historia Social Latinoamericana (EDHISLA),

el Seminario Permanente de Estudios de América Latina (SEPEAL),

el Taller de Investigación de Sociología Histórica de América Latina (TISHAL),

el Area de Informática Aplicada a las Ciencias Sociales,

el Area de Difusión.

El EDHISLA tiene a su cargo el desarrollo de la Historia Social Latinoamericana (HISLA), materia obligatoria delplan de estudios de la Carrera de Sociología. La dirección general del Equipo Docente es del Profesor Titular, WaldoAnsaldi; la coordinación interna está a cargo del Profesor Adjunto, Mario Petrone.

El SEPEAL es un ámbito de formación de recursos docentes y de capacitación continua de los miembros delEDHISLA. Además de éstos, lo integran estudiantes y graduados (sociología e historia, abierto también a los de antro-pología y ciencia política) interesados en el estudio de las sociedades latinoamericanas. La dirección general del Semi-nario es responsabilidad de Waldo Ansaldi y la coordinación interna es de la Profesora Asociada, Patricia Funes.

El TISHAL tiene como objetivos, entre otros, la formación teórico-práctica en sociología histórica, el entrenamientoen investigación y la generación de nuevos conocimientos, como parte esencial de la articulación entre actividades dedocencia y de investigación a la que se ha hecho referencia. El Taller se divide en Laboratorios de Análisis, conformelos temas objeto de investigación. Actualmente hay cuatro Laboratorios de Análisis: de Estructuras Agrarias, de Meca-nismos de Dominación Política, de Imaginarios Sociales, de Sistema Político y Sistema de Partidos. Coordina WaldoAnsaldi.

El Área de Informática Aplicada a las Ciencias Sociales es un campo de investigación y experimentación sobrelas posibilidades y las posibles aplicaciones de la informática a los procesos de investigación y enseñanza en cienciassociales, incluyendo la producción de textos en soporte electrónico (disquetes y discos compactos), páginas web yotras formas. Es coordinada por Rubén Galeano en los aspectos técnicos y por Waldo Ansaldi en los contenidosacadémicos.

El Área de Difusión , reproduce periódicamente, y a efectos de facilitar el trabajo académico en el interior de laUnidad, textos indispensables para el desarrollo de las actividades de formación, docencia e investigación de la UDISHAL.Se trata de series de artículos de revistas o capítulos de libros no disponibles o de difícil acceso en el mercado y/o lasbibliotecas locales, como también de trabajos de los docentes, investigadores y estudiantes avanzados de la Unidad.Estos materiales están fuera de comercio y se reproducen para su exclusivo uso en las áreas Equipo Docente, Semi-nario Permanente, Taller de Investigación, Pretaller de Investigación. Durante el segundo semestre de 1994 se produ-jeron 22 microprogramas radiales sobre la actualidad latinoamericana, difundidos por Radio Universidad de San Juan,experiencia luego interrumpida. A mediados de 1995 se inició la producción de textos electrónicos en combinación conel Programa UBA XXII, UBA.

La UDISHAL es miembro de la RED DE ESTUDIOS SOBRE AMÉRICA LATINA (RESAL)

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Indice

Waldo AnsaldiTécnicas y Procedimientos del Trabajo Científico ..................................................................... 5

Anthony GiddensTrabajando en Sociología: Métodos de Investigación ................................................................ 7

Ciro F. S. CardosoEtapas y procedimientos del método histórico ......................................................................... 27

Germán Carrera DamasAgregados de datos, filiación, explicación, generalización y conocimiento histórico .............. 53

Enrique MoradiellosIntroducción a las técnicas de trabajo universitario .................................................................. 69

Jerzy TopolskiLa naturaleza del conocimiento histórico ............................................................................... 107

Jerzy TopolskiPreguntas y respuestas. Una reconstrucción general de la investigación histórica ............... 137

Jerzy TopolskiEl proceso de explicación en la investigación histórica ......................................................... 153

Jerzy TopolskiConstrucción y síntesis ........................................................................................................... 183

Jerzy TopolskiLa naturaleza y los instrumentos de la narración histórica .................................................... 193

Jerzy TopolskiComponentes de las narraciones: afirmaciones y leyes históricas ........................................ 205

Jerzy TopolskiElementos de las narraciones históricas: evaluaciones ......................................................... 217

R. Sierra BravoLa investigación científica y el método científico ................................................................... 227

R. Sierra BravoLa redacción de la tesis o del trabajo ..................................................................................... 243

R. Sierra BravoLa tesis y su contenido ........................................................................................................... 263

R. Sierra BravoPresentación formal y defensa de la tesis .............................................................................. 279

Ejemplos ................................................................................................................................. 291

Profesor Alberto D. CimadamoreSugerencias para generar ideas y proyectos de investigación .............................................. 307

Lecturas adicionales ............................................................................................................... 309

Grageas .................................................................................................................................. 310

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Buenos Aires, marzo 2000

PPPPPublicaciones electrónicasublicaciones electrónicasublicaciones electrónicasublicaciones electrónicasublicaciones electrónicasQué es? ... Cuál es su utilidad?Qué es? ... Cuál es su utilidad?Qué es? ... Cuál es su utilidad?Qué es? ... Cuál es su utilidad?Qué es? ... Cuál es su utilidad?

Una publicación electrónica es un libro, título o artículo compilado para ser usado en cualquier Pc bajo entorno Windows 3.x osuperior. En el mismo se utilizan técnicas de hipertexto, que hacen posible la lectura en cada pantalla por página, pudiendo llevarloal portapapeles para ser trasladado a cualquier procesador de textos como también imprimirlo desde la publicación. En la mismase puede marcar un tema para luego tenerlo a la vista en forma inmediata; aunque lo más versátil es la facilidad de búsquedade temas puntuales, ofreciendo comodidad en la preparación de monografías, informes, trabajos de investigación y, a su vez,pueden utilizarse varias publicaciones y programas abiertos de manera simultánea.Los títulos electrónicos permiten, además, desarrollar técnicas novedosas de acceso directo a la información, ofreciendonumerosas opciones de búsqueda que junto a los índices temáticos y los listados de palabras claves, surge la posibilidad de ofrecerbúsquedas que rastreen la ocurrencia de una determinada palabra �aún un monosílabo� a lo largo de cientos de páginas del libro.Desde 1995, la Unidad e Investigación Sociohistóricas de América Latina - Area Informática, está publicando la Serie III de susDocumentos de Trabajo, serie que se edita en la doble modalidad de soporte papel y soporte informático. El primer título,Documento de Trabajo /1, Waldo Ansaldi y Patricia Funes, Patologías y rechazos. El racismo como factor constitutivo dela legitimidad política del orden oligárquico y la cultura política latinoamericana, fue editado con carácter experimental enaquel año, realizándose una segunda versión en 1996.En 1997 son editados los siguientes títulos: Documento de Trabajo /2, Tulia Falleti, Verónica Giordano y Gabriela Rodríguez(Comps.), Clientes y clientelismo en América Latina. Además, en 1998 se desarrolló el Documento de Trabajo /6, WaldoAnsaldi (comp.), Técnicas y Procedimientos del Trabajo Científico. En 1999 se hapreparado el Documento de Trabajo/4, dePatricia Funes y Waldo Ansaldi, Los años veinte y sesenta en el pensamiento latinoamericano: rupturas y continuidades.El Documento de Trabajo /5 de Waldo Ansaldi (comp.) Ciudadanía (s), se encuentra en preparación en CD room el cual se editaráen este año.Todos estos títulos se ofrecen en sus dos versiones (impresión estándar y electrónica) y puede adquirirse en la cátedra de HistoriaSocial Latinoamericana del Dr. Waldo Ansaldi.Para solicitar cualquier publicación o consultarnos, puede hacerlo por e-mail en: [email protected] su interés y esperamos desee tener los títulos que se publicarán próximamente.

Udishal -Area de Informática Aplicada a las Ciencias Sociales-

Ejemplar fuera de comercio, exclusivamente re-producido con fines académicos.

Visite nuestras páginas en Internet, donde encontrará información sobre sitios de Historia, Sociología ymaterial académico ofrecido en el link "Buscando América Latina" . Te esperamos en:

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Waldo Ansaldi

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Introducción

Este documento de trabajo ha sido preparado con el objetivo de facilitar el proceso de apredizajey entrenamiento de quienes aspiran a ser investigadores (esto es, creadores de conocimiento) o, másmodestamente, a realizar adecuadamente ejercicios que facilitan el proceso de aprendizaje y ense-ñanza. No pretende enseñar a investigar, toda vez que a investigar se aprende investigando. Noobstante, hay técnicas, procedimientos y reglas de observancia universal que es conveniente conocer,dominar y, sobre todo, aplicar bien siempre. Unas y otros son norma correiente -cuando no exigen-cias explicativas- en la presentación de ponencias, comunicaciones, artículos, libros, informe de in-vestigación, tésis...

Ser un profesional de las ciencias sociales es practicar un oficio que la mayoría de las veces serealiza individualmente, pero que admite varias formas asociadas o en equipo. La observancia dereglas, procedimientos y técnicas es parte del quehacer de la comunidad científica, permitiendo laconstitución de un locus en el cual es fácil reconocerse y evaluar el trabajo propio y ajeno. Lanecesidad de tal observancia no debe constituirse, en pero, en un culto o fetiche, a la postre esterilizante.Por el contrario, es buena y recomendable -a mi juicio y tal vez contrariando nociones firmementeestablecidas- una buena cuota de lo que Charles Wright Mills llamaba Artesanía Intelectual: huir detodo procedimiento rígido, desarrollar y usar la imaginación sociológica, evitar el fetichismo delmétodo y la técnicas, aunar teoría y método como parte del ejercicio de un oficio, emplear y exigir lasencillez del enunciado claro (evitando «el biszntino despropósito de la asociación de conceptos y lapalabrería amanerada»), mantener la autonomía moral y política.1

Lo que Mills llamaba imaginación sociológica va más allá de la disciplina sociología y puederecurrirse a ella en cualesquiera sea nuestra disciplina de origen y/o práctica. Según el propio Mills,«la imaginación sociológica consiste, básicamente, en una parte considerable, en la capacidad depasar de una perspectiva a otra y en el proceso de formar una opinión adecuada de una sociedadtotal y de sus componentes. Es esa imaginación, naturalmente, lo que separa al investigador delmero técnico».

1. Véase Charles Wright Mills. La imaginación sociológica. Fondo de Cultura Económica, México, DF., 1ra edición 1961 (hay numerosasreediciones) "Apéndice. Sobre artesanía intelectual".

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Los textos seleccionados pertenecen a las prácticas de sociólogos e investigadores, pero se tratade conceptos, técnicas, prácticas y procedimientos que, en términos generales, valen para todas o lamayoría de las ciencias sociales. Se recomienda, muy especialmente, hacer los diferentes ejerciciosque describen los artículos: presentación resumida, resúmen analítico, análisis crítico (GermánCarrera Damas), identificación y referencias bibliográficas, fichas bibliográficas y de lectura,comentario de textos, gráficos, documentos estadísticos y mapas, reseña de libros (Moradiellos).

Finalmente, es bueno saber dominar y aplicar las técnicas y los procedimientos característicos deltrabajo científico, sin fetichizarlos y siendo uno mismo su propio metodólogo. Es muy bueno em-plear la imaginación sociológica. Y sobre todo, generar una disciplina de trabajo (que no tiene queser enajenante) capaz de aunar capacidad de observación, recolección de información y reflexióncrítica, base de la articulación entre empiria y teoría.

Buena suerte!

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Anthony Giddens

Trabajando en Sociología:Trabajando en Sociología:Trabajando en Sociología:Trabajando en Sociología:Trabajando en Sociología:Métodos de InvestigaciónMétodos de InvestigaciónMétodos de InvestigaciónMétodos de InvestigaciónMétodos de Investigación

Sociología, Capítulo 21, Editorial Alianza, Madrid, 1991, pp. 695-725

Las cuestiones que preocupan a los sociólogos,tanto en su teorización como en sus investigaciones,son con frecuencia similares a las que preocupan aotras muchas personas. ¿Cómo es posible que existahambre a un nivel masivo en el mundo cuando es aho-ra mucho más rico que de lo que ha sido nunca? ¿Quéefectos tendrá el creciente uso de la tecnología de lainformación en nuestras vidas? La familia como ins-titución, ¿Está empezando a desintegrarse? ¿Incitanlas películas y la televisión a la delincuencia violen-ta?

Los sociólogos tratan de encontrar respuestas aestos y otros muchos problemas. Sus hallazgos noson en modo alguno necesariamente concluyentes. Noobstante, el objetivo de toda teorización e investiga-ción sociológica es siempre apartarse de los modosespeculativos o mal informados en los que cualquierpersona normalmente se plantea tales cuestiones. Elbuen trabajo sociológico trata de plantear las pregun-tas con la mayor precisión posible, y trata de encon-trar evidencia factual antes de extraer cualquier con-clusión. Para conseguir estos objetivos debemos em-plear elaborados procedimientos de investigación yser capaces de analizar el material de precisión. De-bemos conocer los métodos de investigación másútiles para un estudio concreto y el mejor modo deanalizar los resultados.

En una investigación sociológica están implica-dos diversos aspectos. El procedimiento o estrategiade investigación está relacionado con el planteamientode la investigación y con el modo en que ésta ha dellevarse a cabo. Esto implica el método de investiga-ción apropiado y pensar en su aplicación al área deestudio. La metodología de investigación empleadapara estudiar los resultados y de análisis de los da-tos. Los métodos de investigación empleados paraestudiar el mundo social (Blumer, 1984). Incluyen el

uso de cuestiones, entrevistas, «observación partici-pante» o trabajo de campo dentro de una comunidad,junto a la interpretación de las estadísticas y los do-cumentos históricos —además de otras técnicas me-nos utilizadas.

En este capítulo comenzamos esbozando las fa-ses por las que atraviesa una investigación socioló-gica y los principios fundamentales empleados en lainterpretación de los datos. A continuación haremosuna comparación entre los métodos de investigaciónmás frecuentes utilizados, considerando algunos pro-yectos e investigaciones actuales. A menudo existenprofundas diferencias entre cómo debería idealmentellevarse a cabo una investigación y los estudios en lavida real!

Estrategia de investigación

El problema de la investigación:

Toda investigación arranca de un problema deinvestigación. Este puede consistir en un área desco-nocida: podemos pretender simplemente mejorar nues-tro conocimiento de ciertas instituciones, procesossociales o culturales. El investigador tratará de res-ponder a preguntas como las siguientes: ¿qué pro-porción de la población tiene fuertes creencias reli-giosas? ¿Está la gente hoy realmente desinteresadapor el «gran gobierno»?, ¿cuál es el grado de desven-taja de la posición económica de la mujer con res-pecto a la del hombre? Las respuestas serán funda-mentalmente descriptivas. Sin embargo, la mejor in-vestigación sociológica arranca de problemas que sonen sí mismos un enigma. Un enigma no es sólo faltade información, sino un vacío en nuestro conocimien-

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Anthony Giddens

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to. Una gran parte de la habilidad para realizar unabuena investigación sociológica consiste en identifi-car correctamente los enigmas. La investigación des-criptiva se limita a responder a la siguiente pregunta:«¿Qué está pasando?». La investigación que resuel-ve los enigmas trata de contribuir a nuestra compren-sión de por qué los acontecimientos ocurren de unmodo determinado, más que limitarse a aceptarlos porlo que parecen a primera vista. Así, nos preguntare-mos, ¿por qué están cambiando los esquemas de lascreencias religiosas?. ¿A qué responde el auge de la«Nueva Derecha» en política en los últimos años?.¿Por qué están las mujeres tan pobremente represen-tadas en los altos puestos?.

Ninguna investigación basta por sí sola. Los pro-blemas de la investigación surgen en el mismo desa-rrollo del trabajo; un proyecto de investigación pue-de conducir fácilmente a otro, porque suscita cues-tiones que el investigador no había considerado pre-viamente. Los enigmas pueden surgir a raíz de la lec-tura del trabajo de otros investigadores en libros ypublicaciones profesionales o por la percepción dedeterminadas tendencias en la sociedad. Por ejemplo,como se dijo en el capítulo 5 («Conformidad y des-viación»), en los últimos años ha aumentado el nú-mero de programas para el tratamiento de los enfer-mos mentales en la comunidad en lugar de recluirlosen asilos. Los sociólogos se formularán las siguien-tes preguntas: ¿cuáles has sido los factores que hanprovocado este cambio en la actitud hacia los enfer-mos mentales?, ¿cuáles son las consecuencias másprobables tanto para los propios pacientes como parael resto de la comunidad?.

Revisando la evidencia

El primer paso que se da en el proceso de la in-vestigación es normalmente el de revisar la eviden-cia existente en la disciplina. Puede ocurrir que lasinvestigaciones previas hayan clarificado el proble-ma satisfactoriamente, en cuyo caso el investigadordeberá leer el trabajo de otros sociólogos sobre dichaárea. Si el problema no hubiera sido resuelto, el in-vestigador necesitará consultar todas las investiga-ciones existentes relacionadas con el tema y evaluarsu utilidad para los objetivos que se persiguen. ¿Sehan visto enfrentados los anteriores investigadores almismo enigma?. ¿De qué modo han intentado resol-verlo?. ¿Qué aspectos del problema han dejado sinanalizar?. Apoyarse en las ideas de otros ayuda alinvestigador a clarificar las cuestiones que pudieransurgir en un posible proyecto, así como los métodosmás adecuados para dicha investigación.

Precisando el problema de la investigación

El siguiente paso comprende la elaboración de unaformulación clara del problema de la investigación.Si existiese una literatura relevante, el investigadorregresaría de la biblioteca con una noción clara decómo se debe enfocar el problema de la investiga-ción. Las instituciones sobre la naturaleza del pro-blema pueden llegar a transformarse en hipótesisconcretas en esta fase. Una hipótesis es una conjetu-ra sobre la relación entre los fenómenos en los queestá interesado el investigador. Si la investigaciónpretende ser efectiva, se debe formular la hipótesisde tal modo que el material recopilado permita su com-probación.

Elaborando un diseño de la investigación

Ahora debemos decidir cómo vamos a recopilarel material (información) necesario. Existe un am-plio espectro de métodos de investigación diferentes,y la elección depende de los objetivos generales delestudio tanto como de los aspectos del comportamien-to que se vayan a analizar. Para determinados fines,una encuesta (para la que normalmente se emplea-rían cuestionarios) puede ser lo apropiado. En otrascircunstancias pueden resultar más apropiadas lasentrevistas, o tal vez un estudio observacional. Evi-dentemente, no se empleará ninguno de estos méto-dos si estamos estudiando un problema de sociologíahistórica. En ese caso emplearemos documentos dedicho período.

Realizando la investigación

En el momento de empezar realmente la investi-gación pueden surgir dificultades prácticas imprevis-tas. Puede resultar imposible contactar con algunosde los que han de responder al cuestionario o de losque el investigador esté interesado en entrevistar. Porejemplo, una sociedad financiera o una agencia gu-bernamental pueden mostrarse reacias a que el in-vestigador lleve a cabo la investigación planteada. Elacceso a la documentación puede resultar más difícilde lo previsto.

Interpretando los resultados

El material recogido tiene que ser analizado enfunción del problema que originó el estudio. Los obs-táculos para el investigador no han terminado; puedeser que no hayan hecho más que empezar!. En rarasocasiones resulta sencillo predecir las implicacionesde los datos recogidos y relacionarlos con el proble-ma inicial de la investigación. Aunque puede resultarposible encontrar una respuesta concreta para las

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preguntas que se planteaba el investigador, numero-sas investigaciones finalizan sin aspiración alguna aser concluyentes.

Informando de los hallazgos de la investigación

El informe de la investigación, publicado nor-malmente en forma de artículo de revista o de libro,constituye el relato de la naturaleza de la investiga-ción y trata de justificar cualesquiera que sean lasconclusiones que de ella se deriven. Esta es la «fasefinal» sólo en términos del proyecto de investigaciónindividual. La mayoría de los informes incluyen laspreguntas que permanecen sin respuesta y sugierenposibles investigaciones que pudieran resultar de re-levancia en el futuro. Todas las investigaciones indi-viduales son parte de un proceso continuo de investi-gación que tiene lugar dentro de la comunidad socio-lógica.

El proceso global

La secuencia anterior es una versión simplificadade lo que ocurre en los proyectos de investigacióncuando éstos se llevan a cabo. En la investigaciónsociológica real, estas fases en rara ocasión se dis-tinguen tan claramente, y lo más corriente es que sur-jan numerosos obstáculos en el proceso (Bell yNewby, 1977). La diferencia es similar a la que exis-te entre las instrucciones que vienen en un libro derecetas de cocina y el proceso real de preparación deun plato. Los cocineros con experiencia cocinan amenudo prescindiendo totalmente de las recetas, y sulabor resulta enormemente creativa. Seguir un mode-lo al pie de la letra puede ser muy restrictivo; la ma-yor parte de las investigaciones sociológicas no seajustan a la secuencia anterior (Orestein y Phillips,1984).

Metodología general

Uno de los principales problemas de la metodolo-gía de la investigación (el estudio de los problemaslógicos que conlleva toda investigación) es el análi-sis de las causas y los efectos. Una relación causalentre dos sucesos o situaciones es aquella en la queun suceso o situación desencadena otro suceso o si-tuación. Si suelto el freno de mano del coche cuestaabajo rodará en esa dirección, ganando velocidad en

la caída. El hecho de soltar el freno fue lo que causóel suceso, y las razones para ello pueden entendersepor referencia a los principios físicos implicados.Como en la ciencia física, la sociología depende delpresupuesto según el cual todos los sucesos tienenuna causa. La vida social no está constituida por unaserie de hechos azarosos que ocurren sin ritmo ni ra-zón. Una de las tareas de la investigación sociológi-ca —junto al pensamiento teórico— consiste en iden-tificar las causas y los efectos.

Figura 25. —fases del proceso de investigación.

Causalidad y correlación

La causalidad no puede ser inferida directamentede la correlación. Correlación significa la existencia

DEFINIR EL PROBLEMASeleccionar un tema de investigación

REVISAR LA LITERATURAFamiliarizarse con los trabajos existentes en el tema

FORMULAR UNA HIPÓTESIS¿Qué intenta demostrar? ¿Qué relación existe entre las

variables?

SELECCIONAR UN DISEÑO DE INVESTIGACIONElegir uno o más métodos de investigación: experimento,

encuesta, observación, uso de fuentes existentes

REALIZACION DE LA INVESTIGACIONRecogida de datos, recopilación de la información

INTERPRETACION DE LOS RESULTADOSAnálisis de las implicaciones de los datos recogidos

INFORME DE LOS RESULTADOS¿Cuál es su significado? ¿Qué relación tiene con los

anteriores hallazgos

Sus hallazgos se registran y discutenen la comunidad académica y tal vez

daránorigenanuevas investigaciones

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de una relación regular entre dos series de sucesos ovariables. Una variable es cualquier dimensión a lolargo de la cual los individuos y los grupos sufrencambios. La edad, las diferencias en los ingresos, lastasas de delincuencia y las diferencias de clase sonalgunas entre las múltiples variables que estudian lossociólogos. Podría parecer que cuando dos variablesse encuentran fuertemente correlacionadas una debe-ría ser la causa de la otra, pero no siempre ocurreesto. Existen numerosas correlaciones sin ningunarelación causal entre las variables. Por ejemplo, des-de la Segunda Guerra Mundial ha existido una fuertecorrelación entre el descenso de los fumadores de pipaen Gran Bretaña y un descenso en el número de per-sonas que acuden al cine. Obviamente, un cambio noha producido el otro, y nos será muy difícil descubrirsiquiera una remota conexión causal entre ellos.

Sin embargo, en muchos casos no resulta tan ob-vio el hecho de que una correlación observada noimplique una relación causal. Tales correlaciones sontrampas para los imprudentes y pueden dar lugar aconclusiones discutibles o falsas. En su estudio clá-sico El Suicidio, Emile Durkheim halló una correla-ción entre las tasas de suicidio y las estaciones delaño (Durkheim, 1952). En las sociedades que estu-diaba, los niveles de suicidio iban aumentando pro-gresivamente desde enero hasta junio o julio, paraempezar luego a disminuir hacia el final del año. Sepodría suponer que esto demostraba que la tempera-tura o los cambios climáticos tienen una relación cau-sal con la propensión de los individuos a suicidarse.¿Cabe la posibilidad de que a medida que aumenta latemperatura las personas se muestren más impulsivasy exaltadas?. No obstante, la relación causal aquíimplicada no tiene en absoluto que ver, al menos di-rectamente, con la temperatura o con el clima. Enprimavera y verano mucha gente tiene una vida so-cial más intensa que en invierno, y los individuos quese sienten aislados o infelices tienden a experimentaruna intensificación de estos sentimientos a medidaque el nivel de actividad de los demás aumenta. Porello son más propensos a desarrollar tendencias sui-cidas agudas en primavera y en verano que en otoñoe invierno, cuando el ritmo de actividad social decre-ce. Siempre hay que estar en guardia para saber si lacorrelación implica causalidad y para decidir en quédirección actúan las relaciones causales.

Mecanismos causales

Analizar las conexiones causales en las correla-ciones es a menudo un proceso lleno de dificultades.

Existe, por ejemplo, una fuerte correlación entre elnivel de éxito educativo y el nivel de éxito ocupacio-nal en las sociedades modernas. Cuando mejores seanlas calificaciones obtenidas en la escuela por un indi-viduo mayores son las posibilidades de encontrar untrabajo bien remunerado. ¿Qué explica esta correla-ción?. Las investigaciones tienden a mostrar que laexplicación no está únicamente en la experiencia es-colar; los niveles de éxito escolar están en gran medi-da influidos por el hogar del que proviene cada per-sona. Los niños que proceden de hogares adinerados,en los que los padres muestran gran interés en su ca-pacidad de aprendizaje y en los que abundan los li-bros tienen más probabilidades de mostrar una bue-na actuación tanto en la escuela como en el mundolaboral que aquellos niños que provienen de hogaresdesprovistos de éstos elementos. Los mecanismoscausales en este caso son las actitudes de los padreshacia sus hijos, junto a las facilidades para el apren-dizaje que ofrezca cada hogar. (Para una exposiciónmás amplia sobre el hogar y la escuela, ver capítulo13: «Educación, comunicación y medios de comuni-cación»).

En sociología, las conexiones causales no debe-rían enfocarse de un modo demasiado mecánico. Lasactitudes de las personas, así como sus razones sub-jetivas para actuar de un modo concreto, son facto-res causales en las relaciones entre las distintas va-riables de la vida social.

Controles

Al analizar la causa o las causas que explican unacorrelación, se deben distinguir las variables inde-pendientes de las variables dependientes. Una va-riable independiente es aquella que produce un efec-to sobre otra variable; la variable afectada es la de-pendiente. En el ejemplo utilizado, los logros acadé-micos son la variable independiente y los ingresosocupacionales la variable dependiente. La diferenciaradica en la dirección causal que estamos analizan-do. El mismo factor puede ser una variable indepen-diente en una investigación y una variable dependienteen otra, dependiendo del proceso causal que se estéanalizando. Si estuviésemos buscando los efectos delas diferencias que los ingresos ocupacionales tienenen el estilo de vida, los ingresos ocupacionales seríanla variable independiente, no la dependiente.

Para saber si una correlación entre variables esuna relación causal hay que emplear los controles,lo que significa mantener constantes ciertas varia-bles para poder conocer los efectos de las restantes.Con ello podremos distinguir las distintas explica-ciones de las correlaciones observadas, separando las

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relaciones causales de las no causales. Por ejemplo,ciertos investigadores que estudian el desarrollo in-fantil sostienen la idea de que existe una conexióncausal entre la separación de la madre durante la in-fancia y serios problemas de personalidad en la edadadulta. («La privación de la madre alude a una pro-longada separación del niño con respecto a su madre—varios meses o más— durante los primeros años

Términos estadísticos

La investigación en sociología hace uso frecuente de técnicas estadísticas en el análisis de los resultados. Algunas de estastécnicas son muy sofisticadas y complejas, pero las más comúnmente utilizadas son de fácil comprensión. Las más utilizadasson las medidas de tendencia central �instrumentos para el cálculo de promedios� y los coeficientes de correlación (medidasdel grado de relación consistente entre dos variables).

Existen tres métodos para calcular promedios, y cada uno tiene ciertas ventajas y ciertos inconvenientes. Tomemos comoejemplo la cifra de riqueza personal (incluidos todos los bienes, como casas, coches, cuentas bancarias y valores invertidos) queposeen trece individuos. Las cantidades poseídas por los trece son las siguientes:

1. 000 (cero) libra 8. 80.000 libras

2. 5.000 libras 9. 100.000 libras

3. 10.000 libras 10. 150.000 libras

4. 20.000 libras 11. 200.000 libras

5. 40.000 libras 12. 400.000 libras

6. 40.000 libras 13. 10.000.000 libras

7. 40.000 libras

La media corresponde al promedio como normalmente se entiende, y se obtiene sumando la riqueza personal de los trece ydividiendo el resultado entre el número de personas, es decir 13. El total es 11.085.000; dividiendo esta cifra por trece obtene-mos una media de 852.692. La media resulta útil porque se basa en la totalidad de los datos manejados. Sin embargo, puederesultar engañosa cuando existe uno o un pequeño número de casos muy distintos de la mayoría. En el ejemplo anterior, lamedia no es, de hecho, una medida de tendencia central muy apropiada, pues la existencia de una cifra muy grande, 10.000.000,supone su sesgo en la totalidad . Sacaríamos la conclusión de que casi todos poseen más de lo que en realidad tienen.

En tales casos se pueden emplear otras medidas. La moda es la cifra que aparece con más frecuencia en una serie dedatos. En nuestro ejemplo es 40.000. El problema con la moda es que no tiene en cuenta la distribución global de los datos, esdecir el número de cifras manejadas. El caso más frecuente dentro de una serie de datos no es necesariamente representativode su distribución global, y puede no ser un «promedio» muy útil. En este caso 40.000 no da una idea muy aproximada de latendencia central porque está demasiado próxima al límite inferior de las cifras.

La tercera medida es la mediana, que es la cifra que ocupa el lugar central de una serie de cifras. En el ejemplo utilizadosería la séptima cifra 40.000. Hemos utilizado un número impar de cifras en el ejemplo. Si hubiese sido un número par �porejemplo, doce en lugar de trece� la mediana se obtendría calculando la media de las dos cifras centrales, la seis y la siete. Aligual que la moda, la mediana no nos proporciona una idea de la distribución real de los datos que estamos midiendo.

En ocasiones los investigadores utilizan más de una medida de tendencia central, para así poder elaborar una imagenrepresentativa del promedio. Pero lo más frecuente es que se calcule la desviación típica de los datos. Es un modo de calcularel grado de dispersión, o la distribución, de una serie de cifras �que en nuestro caso iría desde cero hasta 10.000.000.

Los coeficientes de correlación constituyen un modo útil de expresar el grado de conexión entre dos (o más) variables.Cuando dos variables correlacionan completamente podemos hablar de una correlación positiva perfecta �expresada por elcoeficiente 1.0. Cuando no se encuentra relación alguna entre dos variables (simplemente no existe una conexión consistenteentre ellas) el coeficiente es cero. Una correlación negativa perfecta, que se expresa como �1.0, existe cuando existe entre dosvariables una correlación absolutamente inversa. Las correlaciones perfectas no existen en las ciencias sociales. Correlacionesdel orden de 0.6 o más, ya sea positiva o negativa, indican un fuerte grado de conexión entre variables que se están analizando.Las correlaciones positivas de este tipo, por ejemplo, suelen encontrarse entre la clase social y el comportamiento de voto.Cuanto más alto esté un británico en la escala socioeconómica mayores son las posibilidades de que vote a los conservadores yno a los laboristas.

de vida»). ¿Cómo sabemos si existe realmente unarelación causal entre la separación de la madre y fu-turos problemas de personalidad?. Lo que se debehacer es controlar, «mantener invariables», otras po-sibles influencias que pudieran explicar la correla-ción.

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Un caso de privación maternal es aquel en que elniño es internado en un hospital por un prolongadoperíodo de tiempo, durante el cual se ve separado desus padres, ¿es el apego a la madre lo realmente de-cisivo?. ¿Puede ocurrir que si un niño recibe amor yatención de otras personas durante su infancia él oella sean personas estables en el futuro?. Para poderinvestigar estas posibles conexiones causales, tendre-mos que comparar casos en los que los niños hansido privados de todo cariño con otros casos en losque los niños hayan sido separados de sus madrespero hayan recibido amor y cuidados de otras perso-na. Si el primer grupo desarrollara graves dificulta-des de personalidad pero el segundo no lo hiciera,podríamos sospechar que el cariño regular de alguiendurante la infancia es lo decisivo, independientemen-te de que tal cariño proceda de la madre. (De hecho,los niños parece que prosperan siempre que manten-gan una relación de cariño con la persona que lescuida que no tiene por qué ser obligatoriamente lamadre.)

Identificación de las causas

Se podrían invocar muchas causas posibles paraexplicar una correlación dada. ¿Cómo podemos es-tar seguros de abarcarlas todas?. Sencillamente, nopodemos. Nunca conseguiríamos llevar a cabo, ni in-terpretar los resultados de una investigación socioló-gica de modo satisfactorio si nos viéramos obligadosa comprobar la posible influencia de todos aquellosfactores causales que pudiéramos considerar poten-cialmente relevantes. La identificación de las relacio-nes causales está normalmente orientada por las in-vestigaciones previas realizadas en dicho campo. Sino tenemos de antemano una idea clara de los meca-nismos causales más probables implicados en unacorrelación tendremos serias dificultades a la horade encontrar las conexiones causales reales. No sa-bríamos para qué estamos realizando la comproba-ción.

Un buen ejemplo de los problemas que se plan-tean a la hora de analizar las relaciones causales exis-tentes en una correlación lo proporciona la larga lis-ta de estudios sobre el tabaco y el cáncer de pulmón.Las investigaciones han demostrado suficientementela existencia de una fuerte correlación entre ambos.Los fumadores tienen una mayor probabilidad de con-traer un cáncer de pulmón que los no fumadores, y lomismo ocurre con los que fuman mucho en compara-ción con los que fuman poco. La correlación tam-bién se puede expresar a la inversa. Una elevada pro-porción de aquellos que sufren cáncer de pulmón son

fumadores o han fumado durante una temporada lar-ga en algún momento de su vida. Son tantos los estu-dios que han confirmado estas correlaciones que hoyestá generalmente aceptada la existencia de un vín-culo causal. Sin embargo, los mecanismos causalesconcretos siguen sin conocerse.

Por muchos que sean los estudios de correlacio-nes que existan sobre un tema siempre queda la dudade que puedan existir relaciones causales; caben ade-más otras interpretaciones de la correlación. Se hapropuesto, por ejemplo, que aquellos que están pre-dispuestos a contraer un cáncer de pulmón están asi-mismo predispuestos a fumar. Desde esta perspecti-va no es el hecho de fumar lo que produce el cáncerde pulmón; tanto el fumar como el cáncer de pulmónsurgen de una disposición que ciertos individuos handesarrollado en su estructura biológica.

Métodos de investigación

Trabajo de campo

En sociología se emplean distintos métodos de in-vestigación. En lo que se refiere a la observaciónparticipante o trabajo de campo (ambos términosson intercambiables), el investigador vive con el gru-po o comunidad que es objeto de estudio y puede in-cluso tomar parte en alguna de sus actividades. Unejemplo de trabajo de campo es el famoso estudio deErving Goffman sobre el comportamiento en un ma-nicomio (Goffman, 1961). Goffman pasó varios me-ses en un manicomio trabajando como director ayu-dante de educación física. Uno o dos de los miem-bros del personal sabían que era un investigador so-cial, pero los enfermos no. Así consiguió Goffmanmezclarse con ellos sin dificultad y de un modo in-formal, y llegó incluso a contactar con los pacientesmás graves de las «salas del fondo». Así consiguióelaborar un retrato detallado de la vida de la organi-zación, así como de las actitudes e ideas de aquellosque vivían y trabajaban allí. El material de su inves-tigación consistía en notas descriptivas que fue to-mando sobre la vida de las salas y en transcripcionesde conversaciones o contactos con los pacientes y conel personal.

Observó, por ejemplo, que en las salas del fondo,donde muchos de los pacientes se resistían a la co-municación social ordinaria, los enfermos tenían unoo dos «enfermos empleados» de otras salas para ayu-darles en el trabajo. Los pacientes empleados reci-bían normalmente una serie de favores como recom-pensa por su ayuda. Esta práctica no estaba oficial-

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mente aprobada por las autoridades del hospital, peroresultaba esencial para el buen funcionamiento de laorganización. Un ejemplo proviene de las notas decampo tomadas por Goffman, en las cuales recogíacada una de las actividades diarias:

Almuerzo con un paciente amigo en una de las ampliascafeterías para los pacientes. El dice: «La comida aquí esbuena pero no me gusta el salmón de lata.» A continuaciónse excusa, vacía su plato en el cubo de basura y se va a lasección de comida de régimen del mostrador, y vuelve conun plato de huevos. Sonríe con un gesto burlón y conspirativoy dice: «Juego a las quinielas con el encargado de esto.»(Goffman, 1961, pp. 257-58).

Goffman enfocó el manicomio desde el punto devista de los pacientes y no en términos de las catego-rías médicas que les aplicaban a éstos los psiquia-tras. «Tengo la opinión —escribió— de que cualquiergrupo de personas, ya sean hombres primitivos, pilo-tos o pacientes, crean una vida propia que llega aresultar significativa, razonable y normal una vez queuno se encuentra próximo a ella...» (Goffman, 1961,p. 7). El trabajo de Goffman destaca que aquello queun observador externo considera propio de un «loco»no resulta tan irracional cuando se ve desde dentrodel contexto del hospital. Los manicomios poseenformas de disciplina, de vestir, de comportamientopropias que hacen que sea prácticamente imposibleque los pacientes desarrollen un comportamiento si-milar al de las personas del mundo exterior. Cuandofueron admitidos en el hospital, los pacientes se vie-ron desprendidos de la mayor parte de sus posesio-nes personales; se les desvistió, lavó, desinfectó, y seles proporcionaron ropas de la institución. Desde esemomento, prácticamente todo lo que hacían estababajo la mirada atenta del personal; disfrutaban de muypoca privacidad, y con frecuencia el personal tratabaa los pacientes como si fueran niños. Como conse-cuencia de ello, desarrollaron modelos de comporta-miento que resultan extraños para el observador ex-terno pero que constituyen intentos comprensibles deenfrentarse a las exigencias de su entorno.

Exigencias del trabajo de campo

El investigador que realiza un trabajo de campono puede limitarse a estar presente en una comuni-dad, sino que debe explicar y justificar su presenciaa los miembros de la misma. Ella o él debe ganarsela confianza y la cooperación de la comunidad o gru-po, y mantenerla durante un cierto período de tiemposi se quieren conseguir unos resultados óptimos. Estopuede conllevar el tener que vivir en condiciones de

difícil adaptación, especialmente cuando se estudianculturas muy diferentes de la propia.

Durante mucho tiempo era lo normal que las in-vestigaciones basadas en la observación participanteexcluyesen cualquier información sobre los riesgos ylos problemas a los que hay que hacer frente, perolas memorias y diarios de distintos investigadores decampo publicados recientemente han hecho impor-tantes revelaciones al respecto. Con frecuencia se venenfrentados a la soledad: no es fácil «encajar» en unacomunidad a la que no se pertenece. El investigadorpuede sentirse frustrado cuando los miembros delgrupo o comunidad no hablan con franqueza sobreellos mismos; las preguntas directas se aceptan sinproblema en determinados contextos culturales, peroen otros pueden encontrar como única respuesta elsilencio más absoluto. Ciertos tipos de trabajo de cam-po pueden resultar incluso peligrosos físicamente —por ejemplo, un investigador que estudie una bandade delincuentes puede ser visto como espía de la po-licía, o puede verse implicado en violentas peleas congrupos rivales.

Al igual que ocurre con la práctica totalidad de lainvestigación social, el trabajo de campo es normal-mente una tarea unilateral en lo que se refiere a aque-llos cuyos comportamientos está siendo estudiado. Laselección de un grupo para un estudio es generalmenteuna decisión exclusiva del investigador; rara vez seconsulta a los miembros previamente, y tampoco sue-len éstos tomar parte en el diseño del proyecto(Georges y Jones, 1980). No es extraño que los in-vestigadores de campo sean aceptados con recelo oincluso que en ocasiones se vean obligados a aban-donar desde un principio el proyecto de campo.

Uno de los primeros investigadores de campo,Frank Hamilton Cushing, quien estudió a los indioszuñi de Nuevo México en la década de 1870, escri-bió sobre los problemas que habían experimentado,así como de las recompensas que tuvo (Cushing,1967; publicado originalmente en 1882-83). A su lle-gada, Cushing recibió numerosos pequeños obsequiosy realizó varios intentos de integrarse en la comuni-dad. Los zuñi fueron relativamente amistosos con él,pero se negaron enérgicamente a que estudiara susceremoniales religiosos. Su jefe trató de obligarle aque se fuera, pero eventualmente le permitió quedar-se a condición de que adoptara algunas de las cos-tumbres indias —para que demostrara así que no ri-diculizaba sus creencias y prácticas. Se vio obligadoa vestir ropas zuñi, que le resultaron inapropiadas eincómodas; tenía que comer comida zuñi; su hamacaestaba descolgada, por lo que tuvo que dormir en elsuelo sobre pieles de oveja, como hacían los zuñi.

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Uno de los momentos más difíciles se le presentócuando se le comunicó que debía tener una esposa, yse le envió una mujer a vivir con él. En un principiotrató de ignorar sus atenciones, pero no tuvo éxito.En un momento dado la expulsó, aunque ello supu-siera un deshonor para ella a los ojos de los zuñi.

Desde entonces, los zuñi —como muchos otrosgrupos de indios americanos— se han acostumbradoa las visitas de los investigadores, pero su relacióncon ellos ha sido a menudo tensa. El arqueólogo F.W.Hodge despertó su enemistad en la década de 1920cuando comenzó sus excavaciones en uno de sus an-tiguos santuarios religiosos (Pandey, 1972, pp. 331-32); le obligaron a marcharse y destrozaron las cá-maras del fotógrafo de la expedición.

La célebre antropóloga Ruth Benedict fue mejorrecibida por los zuñi cuando llegó poco tiempo des-pués. Un intérprete zuñi le dijo más tarde que habíasido cortés y que había distribuido dinero generosa-mente, pero que las descripciones de la vida de loszuñi que había publicado estaban pobremente funda-das ya que no había tomado parte activa en muchosaspectos de la vida de los zuñi. Desde entonces y endiversas ocasiones otros investigadores de campo hansido expulsados de las comunidades zuñi. Reciente-mente, un hombre le preguntó a un investigador visi-tante: «¿Seguimos siendo tan primitivos como paraque ustedes los antropólogos tengan que venir a estu-diarnos todos los veranos?» (Pandey, 1985, p. 203).

Ventajas y limitaciones del trabajo de campo

El trabajo de campo —cuando concluye con éxi-to— proporciona una información sobre la vida mu-cho más rica que la mayoría de los restantes métodosde investigación. Una vez que sabemos cómo se venlas cosas «desde dentro» de un determinado grupo esmuy probable que alcancemos una comprensión másprofunda de por qué determinadas personas actúande una manera dada. El trabajo de campo es prácti-camente el único método de que disponemos cuandoun investigador estudia un grupo cuya cultura es am-pliamente desconocida para los que no pertenecen aella, y debe ser «aprendido» antes de que podamoscomprender en su totalidad las actividades que reali-zan los miembros de esa cultura. Por esta razón, esel principal método de investigación utilizado en an-tropología, la cual trata de documentar y compren-der las culturas no occidentales.

El trabajo de campo proporciona al investigadoruna mayor flexibilidad que otros métodos (como loscuestionarios). El investigador es capaz de adaptarsea circunstancias nuevas o inesperadas y de aprove-

char las oportunidades que pueden surgir en el pro-ceso de la investigación. En el trabajo de campo haymayores posibilidades de que se obtengan resultadosinesperados que en la mayoría de los restantes méto-dos de investigación, ya que el investigador puedeencontrarse con la sorpresa de que las ideas precon-cebidas que tenía sobre el grupo o la comunidad encuestión eran totalmente erróneas. El trabajo de cam-po también tiene sus limitaciones: solamente puedenestudiarse grupos o comunidades relativamente pe-queños, y casi todo depende de la habilidad del in-vestigador para ganarse la confianza de los indivi-duos que quiere estudiar. Sin esto, es muy improba-ble que la investigación pueda salir adelante.

Encuestas

La interpretación de los estudios de campo con-lleva normalmente problemas de generalización.¿Cómo podemos estar seguros de que lo que sucedeen un determinado contexto se aplica a otras situa-ciones?. Este suele ser un problema menor en las in-vestigaciones con encuestas aunque, sin duda, talesinvestigaciones tienen sus inconvenientes. En unaencuesta los cuestionarios o bien se envían por co-rreo o bien se pasan directamente en una entrevista aun grupo de personas seleccionado —a veces ascien-den hasta varios miles. El trabajo de campo es másapropiado para estudios en profundidad de la vidasocial; las encuestas aportan una información menosdetallada pero que se aplica, con un amplio margende confianza, a un área extensa.

Cuestionarios cerrados y abiertos

En las encuestas se emplean dos tipos de cuestio-narios. Unos constan de series de preguntas cerra-das, para las cuales existen un número fijo de res-puestas. Los que responden, y en ocasiones el propioinvestigador, son los que marcan ciertas categoríasde respuestas a las preguntas planteadas —por ejem-plo, «Si/No/No sabe-No contesta», o «Muy proba-ble/Probable/Poco probable/ Muy improbable». Lasencuestas con cuestionarios cerrados tienen la venta-ja de que las respuestas son fáciles de comparar y detabular, ya que existe un reducido número de catego-rías. Por otro lado, considerando el hecho de que nodan cabida a sutilezas de opinión o de expresión ver-bal, la información que proporcionan tiene un alcan-ce restringido. Otro tipo de cuestionarios son losabiertos, y ofrecen a aquellos que responden la opor-tunidad de expresar sus ideas con sus propias pala-bras: no se ven limitados a marcar respuestas cerra-das. Los cuestionarios abiertos son más flexibles yproporcionan mayor información que los cerrados.

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El investigador puede profundizar en las respuestaspara indagar en lo que piensa el escuestado. Por otrolado, la ausencia de respuestas cerradas conlleva unamayor dificultad a la hora de comparar.

Las preguntas de una encuesta deben estar cuida-dosamente planteadas para que los resultados seanfiables. Una pregunta del tipo «¿Qué piensa del go-bierno?» sería inservible por ser demasiado vaga. Enel supuesto de que fueran capaces de contestarla, losencuestados interpretarían aquello que el investiga-dor está tratando de obtener de maneras muy diferen-tes. Los investigadores que realizan encuestas tam-bién tienen que cuidarse de evitar preguntas sesgadas—preguntas planteadas de tal forma que inducen auna respuesta concreta. Una pregunta que empiezaasí: «¿Está de acuerdo en que...?» es sesgada, ya queinvita al acuerdo por parte del encuestado. Una pre-gunta más neutral comenzaría del siguiente modo:«¿Cuál es su opinión sobre...?». Existen otras mu-chas fuentes de distorsión o ambigüedad en el plan-teamiento de preguntas. Por ejemplo, una preguntapuede contener en sí misma una doble elección: «¿Susalud es mejor o peor ahora que hace un año?». Ladoble elección es entre «mejor-peor» y «ahora-enton-ces». Una formulación más clara sería la siguiente:«¿Su salud es mejor ahora que hace un año?» (Smith,1975, p. 175). Los encuestados pueden responder«sí»o «no» a ambas preguntas; en el caso anterior elinvestigador no podría hacer una interpretación. Laspreguntas deben ser lo más sencillas posibles paraevitar respuestas ambiguas.

Las preguntas de un cuestionario suelen elaborar-se de modo que un equipo de entrevistadores puedahacer las preguntas según un orden preestablecido yrecogerlas siguiendo un mismo criterio. Todas laspreguntas deben ser fácilmente comprensibles tantopara el entrevistador como para el entrevistado. Enlas grandes encuestas nacionales que las agencias delgobierno y los gabinetes de investigación realizan re-gularmente, las entrevistas se realizan más o menossimultáneamente en todo le país por numerosos in-vestigadores. Los que realizan las entrevistas, asícomo aquellos que analizan los resultados, no podríanrealizar su trabajo con eficiencia si tuvieran que es-tar constantemente contactando unos con otros paraevitar posibles ambigüedades en las preguntas o enlas respuestas.

Los cuestionarios deben estar cuidadosamente di-señados de acuerdo a las características de los entre-vistados. ¿Captarán el punto que el investigador tie-ne en mente al formular una pregunta concreta?. ¿Tie-nen suficiente información para que su respuesta seaválida?. ¿Responderán?. Los términos con los que

trabaja el investigador pueden resultarles poco fami-liares a los entrevistados: por ejemplo, la pregunta«¿Cuál es su status marital?». Sería más apropiadopreguntar «¿Es usted soltero, casado o divorciado?».La mayor parte de las encuestas van precedidas deestudios piloto con la intención de elucidar los pro-blemas no anticipados por el investigador. Un estu-dio piloto es un ensayo en el que un reducido númerode personas responden a un cuestionario. Las difi-cultades que surjan pueden así evitarse antes de co-menzar la encuesta real.

Muestreo

Los sociólogos se interesan con frecuencia por lascaracterísticas de grupos grandes de individuos —por ejemplo, las actitudes políticas del electorado bri-tánico. Sería imposible estudiar a todas esas perso-nas directamente, por lo que en dichas situaciones elinvestigador se concentra en una pequeña proporcióndel grupo total —una muestra del total. Por reglageneral se puede confiar en que los resultados que sederivan de la encuesta realizada a una maestra de unapoblación dada puedan generalizarse al total de lapoblación. Por ejemplo, los estudios de sólo dos otres mil votantes británicos pueden proporcionar unindicativo bastante preciso de las actitudes e inten-ción de voto del total de la población. Pero para lo-grar dicha precisión, una muestra debe ser represen-tativa. Un muestreo representativo significa que elgrupo de individuos estudiado debe ser un grupo tí-pico de la población en su totalidad. El muestreo esmás complejo de lo que pueda parecer, y los estadís-ticos han elaborado varias reglas para lograr el ta-maño y la naturaleza adecuados de las muestras.

Un procedimiento particularmente importante esel muestreo aleatorio, en el que se elige una muestraen la que cada miembro de la población en cuestióntenga las mismas posibilidades de estar incluido. Laforma más sofisticada de obtener una muestra al azares dar un número a cada miembro de la población yutilizar después un ordenador que genere númerosaleatorios, de los cuales saldrá la muestra —por ejem-plo, elegir al azar un número cada diez en una serie.

Ejemplo: «¿El pueblo elige?»

Uno de los más famosos ejemplos pioneros de lasencuestas fue «¿El pueblo elige?», un estudio reali-zado por Paul Lazarsfeld y una serie de colaborado-res hace alrededor de medio siglo (Lazarsfeld,Berenlson y Gaudet, 1948). El estudio fue pionero devarias de las principales técnicas de encuesta que se

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han empleado hasta hoy. Sin embargo, sus desventa-jas muestran claramente las limitaciones del métodode la encuesta. «¿El pueblo elige?» estaba basado enuna investigación sobre las intenciones de voto de losresidentes de Erie Country, Ohio, durante la campa-ña presidencial de los Estados Unidos en 1940 e in-fluyó en el diseño de otros muchos sondeos políticosposteriores, no sólo en aquellos llevados a cabo porinvestigadores académicos (Clemens, 1983). Con laintención de indagar con un mayor grado de profun-didad de lo que lo haría un simple cuestionario, losinvestigadores entrevistaron a cada miembro de unamuestra de votantes en siete ocasiones distintas. Elobjetivo era describir, y entender las razones de, loscambios en la intención del voto.

La investigación arrancó con una serie de hipóte-sis concretas en perspectiva. Una sostenía que lasrelaciones y los sucesos próximos a los votantes deuna comunidad influyen en la intención de voto enmayor grado que los asuntos internacionales lejanos,y los resultados globales lo confirmaron. Los investi-gadores elaboraron sofisticadas técnicas de mediciónpara el análisis de las actitudes políticas; su trabajotambién estaba fuertemente influenciado por ideasteóricas y supuso una contribución de enorme rele-vancia para el pensamiento teórico. Entre los con-ceptos que trataron de introducir estaban los de «lí-deres de opinión» y el «flujo bifástico de la comuni-cación». Ciertos individuos —los líderes de opinión—tienden a conformar las opiniones políticas de los queles rodean. Son los primeros a la hora de influir enlas reacciones ante los acontecimientos políticos, ha-ciendo una interpretación de los mismos para los queestán a su alrededor. Las ideas que tienen las perso-nas del sistema político no se construyen de modolineal, sino en un proceso «doble»: las ideas expresa-das por los líderes de opinión, filtradas por las rela-ciones personales, influyen en las respuestas de otrosindividuos ante los asuntos políticos del día.

El estudio despertó la admiración de muchos, perotambién ha sido ampliamente criticado. Lazarsfeld ysus colaboradores sostenían que estaban muy «inte-resados en todas aquellas condiciones que determi-nan el comportamiento político de las personas».Como señalaron sus críticos, su investigación, dehecho, sólo prestaba atención a determinados aspec-tos del comportamiento político. El estudio apenastrataba el tema de las instituciones del sistema políti-co y de su funcionamiento, concentrándose por elcontrario en las actitudes políticas. El empleo repeti-tivo de entrevistas —o lo que ha dado en llamarse unestudio de panel— pretendía demostrar que sus re-sultados eran menos superficiales que muchos tiposde sondeos. Pero por su propia naturaleza los son-

deos únicamente muestran lo que la gente dice sobresí misma —no lo que realmente piensan y hacen.

Valoración

Los sondeos continúan utilizándose ampliamenteen la investigación sociológica por diversas razones(C. Marsh, 1982; Miller, 1983). Las respuestas a loscuestionarios pueden cuantificarse y analizarse conmayor facilidad que el material generado por la ma-yoría de los restantes métodos de investigación, pue-den estudiarse grandes proporciones de personas y,con los medios suficientes, los investigadores puedenemplear un gabinete de investigación especializadoen sondeos para recoger el material que necesitan.

No obstante, muchos sociólogos critican lo queconsideran una excesiva confianza en el método dela encuesta. Los resultados de los sondeos son fácil-mente cuantificables y analizables estadísticamente;pero los críticos sostienen que dicha cuantificaciónda una apariencia de precisión a los resultados cuyaveracidad puede ser cuestionable, dada la naturalezarelativamente superficial de las respuestas de la ma-yor parte de los cuestionarios. Existen otros inconve-nientes. La cifra de cuestionarios sin responder es confrecuencia elevada, especialmente cuando éstos seenvían por correo. No es infrecuente que se publi-quen estudios basados en resultados obtenidos de pocomás de la mitad de los componentes de una muestra—aunque normalmente se realiza un esfuerzo por vol-ver a contactar con los que no responden o por susti-tuirlos por otros. Se sabe muy poco sobre aquellosque deciden no participar en un sondeo o que se nie-gan a ser entrevistados cuando un investigador llamaa su puerta, pero sí sabemos que muchos consideranque los cuestionarios son un engorro y una pérdidade tiempo (Converse y Shuman, 1974; Fitzgerald yFuller, 1982; Goyder, 1987).

Las condiciones bajo las cuales se administran loscuestionarios, así como el lenguaje generalmenteempleado para describir los resultados alejan a me-nudo a los sondeos de la complejidad de los indivi-duos de carne y hueso que responden a las pregun-tas. Cuando los cuestionarios se envían por correo,el investigador se encuentra tan alejado de los indivi-duos objeto de estudio que puede llegar a olvidarsedel hecho de que son seres vivos los que leen y de-vuelven el material que reciben en el buzón. Los cues-tionarios por teléfono —cada vez más utilizados paralas elecciones en las que se requieren análisis inme-diatos de las opiniones sobre un tema— son prácti-camente anónimos. El lenguaje que se emplea para

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Trabajando en Sociología: Métodos de investigación

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analizar los cuestionarios, referidos a «sujetos»,«respondentes» o «entrevistados», expresa un con-cepto abstracto e impersonal de los individuos. Elhecho de tratar a los seres humanos fundamentalmentecomo entes pasivos y reactivos es más que un simplemedio apropiado para analizar las respuestas de loscuestionarios —con mucha frecuencia expresa unaidea limitada y limitadora de los procesos mentaleshumanos.

Según la medición hecha por un cuestionario, dospersonas pueden, por ejemplo, compartir una actitudaparentemente similar, pero las razones que les lle-van a sostener esa idea pueden ser muy distintas. Así,a una pregunta sobre política exterior ambos respon-derán que creen «con total convencimiento» que GranBretaña debería reducir sus compromisos militaresen el exterior, y ambos contabilizarán como si com-partiesen la misma actitud. Pero las orientaciones rea-les de uno y otro pueden ser radicalmente diferentes.Uno puede creer en una «Gran Bretaña fortificada»en reducir los compromisos en el exterior desde unpunto de vista aislacionista, según el cual los demásdeben resolver sus propios problemas; el otro puedeapoyar el desarme global, y ser de la opinión de queGran Bretaña debería utilizar su influencia en el mun-do de un modo diferente al despliegue de fuerzas.

Cuando los entrevistadores tienen cierta flexibili-dad para buscar respuestas en profundidad puedentratar de resolver los problemas mencionados. Engeneral, cuando más intenso y directo sea el encuen-tro entre el investigador y los individuos estudiadostanto más informativas y fundamentales serán las con-clusiones que se deriven de él. Los resultados de lossondeos necesitan, siempre que sea posible, versecomplementados por material en profundidad del tipoque proporciona el trabajo de campo.

Investigación documental

La mayoría de los debates acerca de la investiga-ción en sociología ponen énfasis en el trabajo de cam-po, las encuestas o en una combinación de ambos.La investigación documental —el empleo sistemá-tico de material impreso o escrito en una investiga-ción— se contempla a menudo como algo llamado alfracaso. Pero apenas existen investigaciones de cam-po o encuestas que no conlleven un escrutinio dematerial documental. Por ejemplo, en «¿El puebloelige?» se empleó una gran cantidad de periódicos yotros materiales tanto en la preparación como en laredacción de la investigación. De un modo u otro, lainvestigación documental es uno de los métodos de

recogida de datos sociológicos más ampliamente uti-lizado.

Uno de los documentos que se consultan con másfrecuencia en las investigaciones sociológicas son losinformes públicos y privados (generalmente denomi-nados fuentes de archivo; un archivo es sencillamen-te un lugar en el que se depositan informes escritos);por ejemplo, documentos gubernamentales, informeseclesiásticos, cartas o informes jurídicos. Los docu-mentos empleados en las investigaciones prácticamen-te siempre incluyen información y trabajos previosrealizados por otros investigadores en el campo deestudio en cuestión. Numerosas investigaciones con-sisten tanto en la recopilación y el análisis de los tra-bajos de otros investigadores como en la obtenciónde nuevos datos.

Un ejemplo de la utilización de documentos his-tóricos es el estudio de Anthony Ashworth sobre so-ciología de las trincheras durante la Primera GuerraMundial (Ashworth, 1980). Ashworth estaba intere-sado en analizar cómo era la vida para aquellos hom-bres que tenían que soportar la exposición constantea los bombardeos, hacinados durante semanas y depie. Para estudiar las relaciones sociales creadas seapoyó en diversas fuentes documentales: relatos ofi-ciales de guerra, incluidos aquellos escritos por dife-rentes divisiones y batallones, material de archivo,las notas e informes redactados informalmente porsoldados, diarios de la experiencia bélica y otras me-morias.

Aunque estos materiales eran, obviamente, muydistintos entre sí en algunos aspectos, utilizando talvariedad de fuentes Ashworth consiguió hacer unarica y detallada descripción de la vida en las trinche-ras. Descubrió, por ejemplo, que algunos grupos desoldados crearon propias normas sobre la frecuenciacon la que entrarían en combate con el enemigo, amenudo ignorando las órdenes de los oficiales. Porejemplo, el día de Navidad los soldados de ambosbandos, los alemanes y los aliados, suspendieron lashostilidades, y en uno de los puestos improvisaronun partido de fútbol.

Uno de los principales subtipos de investigacióndocumental consiste en el reanálisis de bloques dedatos —resultados obtenidos— generados por otrosinvestigadores. Los gobiernos y otras organizacionespublican regularmente «estadísticas oficiales» sobremultitud de fenómenos sociales: población, delitos,matrimonios y divorcios, suicidio, tasas de desem-pleo, etc. Desde los inicios de la sociología éstos hansido utilizados como base de la investigación socio-lógica. Los investigadores pueden utilizar o reanalizarlos datos derivados de dichas estadísticas, aplicando

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el material a la resolución de algún problema de supropia investigación.

Los datos generados por los gobiernos son enor-memente abundantes, e incluyen distintos tipos defuentes. Los censos de población, por ejemplo, se rea-lizan periódicamente y proporcionan datos sobre nu-merosas cuestiones sociales y económicas. Conside-rando que es obligatorio estar en el censo, el materialproveniente de ellos es, como rara vez ocurre, glo-bal. Los gobiernos también realizan otras series deencuestas para obtener una información más regularque la generada por los censos periódicos (Carley,1981; Hakim, 1982).

Escollos en la investigación documental

Obviamente, las fuentes documentales varían am-pliamente en cuanto a precisión, y el investigador quehaga uso de ellas tiene que evaluar su autenticidad.Los artículos de periódicos, por ejemplo, son nota-blemente variables en sus estándares de autenticidad,particularmente en los periódicos y revistas más «po-pulares». Hace unos años se publicó una carta en elGuardián. El o la firmante, que se llamaba a sí mis-mo/a «Estudioso de la Prensa», había recogido lasversiones de ocho periódicos distintos sobre la bodaen Venecia de una joven de la alta sociedad, Ira deFurstenberg, a la que se había dado una enorme pu-blicidad. El redactor de la carta decía que la prensa«había puesto de manifiesto su cometido y su fuerteindividualidad. Se niega a someterse a cualquierestándar convenido incluso cuando se trata de hechossimples». El retraso de la novia en llegar a la cere-monia variaba desde 30 hasta 70 minutos. Alguienhabía caído al Gran Canal, pero existían cuatro ver-siones distintas sobre la identidad del accidentado.El número de fotógrafos que se dijo que asistieronvariaba desde 50 hasta 250, y los invitados desde 250hasta 600 (Mann, 1985, p. 75).

Las estadísticas oficiales publicadas son, sin duda,más fidedignas que las noticias periodísticas. Sinembargo, incluso ese tipo de estadísticas requierende una interpretación por parte del investigador, quiendebe ser consciente de las múltiples limitaciones quepueden contener. Por ejemplo, todos los países po-seen estadísticas oficiales de las tasas de los diferen-tes tipos de delitos, pero éstas proporcionan muy es-casa información sobre la distribución real del com-portamiento delictivo ya que los delitos registradosson únicamente aquellos que son denunciados a lapolicía. En el caso de un delito como el robo, los da-tos incluyen una pequeña proporción de las ofensas

que se producen realmente; muchos no llegan nuncasiquiera a oídos de la policía. Los grandes almace-nes, por ejemplo, denuncian a la policía únicamenteuna fracción de los casos de robo que se producencada semana —normalmente aquellos casos en losque el detective del establecimiento coge a alguiencon las manos en la masa. (Para una discusión másamplia sobre las estadísticas de delito, ver capítulo5: «Conformidad y desviación».)

Experimentos

En un aspecto concreto, los experimentos ofrecengrandes ventajas sobre otros procedimientos de in-vestigación. En una situación experimental, el inves-tigador controla directamente las variables relevan-tes. Un experimento puede ser definido como un in-tento, bajo condiciones artificiales creadas por el in-vestigador, de analizar la influencia de una o másvariables sobre otra. Los experimentos se empleanmucho en las ciencias naturales, pero el ámbito parala experimentación en sociología es reducido(Silverman, 1982). Sólo los grupos pequeños de in-dividuos son manejables en un laboratorio, y en talesexperimentos la gente sabe que está siendo estudiaday puede comportarse de modo diferente al normal.

No obstante, los métodos experimentales puedenresultar útiles en sociología en determinadas ocasio-nes. Un ejemplo es el ingenioso experimento llevadoa cabo por Philip Zimbardo (Zimbardo, 1972), quienmontó una cárcel simulada en la que introdujo a es-tudiantes voluntarios para desarrollar el papel de guar-dias y prisioneros. Su objetivo era observar los cam-bios de actitudes y comportamientos que podía origi-nar el hecho de desempeñar estos papeles. Los resul-tados sorprendieron a los investigadores, aunque encierta medida los habían previsto. Los que hacían deguardias asumieron rápidamente una actitud autori-taria, mostrando verdadera hostilidad hacia los «pri-sioneros». Comenzaron a implantar orden entre los«prisioneros», a abusar verbalmente de ellos y aintimidarles. Los otros, por el contrario, mostraronuna mezcla de apatía y rebeldía que en ocasiones seha observado entre los encarcelados en situacionesreales. Los efectos producidos fueron muy marcadosy el nivel de tensión tan alto que hubo que suprimir elexperimento en sus primeras fases. El investigadorconcluyó que el comportamiento en las cárceles estámás influido por la naturaleza de la situacióncarcelaria que por las características individuales delos implicados.

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A menudo nos encontramos con los libros de sociologíay de estadística. A veces parecen muy complejas, pero enrealidad casi siempre son fáciles de descifrar si se siguensus principios básicos; con la práctica llegarán a ser auto-máticos. No sucumban a la tentación de pasar de largo porlas tablas; contienen información concentrada que se «pro-cesa» con mayor rapidez que si dicho material viniese ex-presado con palabras. La adquisición de la habilidad paraleer tablas también ayuda a disentir si las conclusiones queun autor extrae del material en cuestión están o no justifica-das.

Los pasos a seguir para leer una tabla son los siguien-tes.

1. Leer el título con atención. A menudo las tablas tie-nen largos títulos que constituyen un intento por parte delinvestigador o estadista de expresar claramente la naturale-za de la información aportada. El título de la tabla que seincluye en este recuadro contiene, primero, el tema del ma-terial de la tabla, segundo, le hecho de que aporta materialpara su comparación y, tercero, que aporta material sobreun número limitado de países.

2. Comprobar si aparecen comentarios o notas explica-tivas sobre los datos. Una nota a pie de página referida a lacolumna de encabezamiento de la tabla que sirve de ejem-plo señala que los datos se refieren exclusivamente a loscoches con licencia. Es importante porque la proporción devehículos con licencia es menor en unos países que en otros.Las notas pueden aclarar el método empleado para la reco-pilación del material, o por qué se expone de un modo deter-minado. Si los datos de la tabla no han sido recopilados porel investigador pero están basados en unos resultados pu-blicados anteriormente deberá indicarse la fuente. La fuentepuede darnos una idea aproximada de la fiabilidad de la in-formación, así como indicarnos dónde podemos encontrarlos datos originales en los que se basa la tabla. En nuestratabla, la nota sobre la fuente indica que los datos provienende varias fuentes.

3. Leer los encabezamientos en la parte superior e iz-quierda de la tabla. (En ciertas ocasiones los «encabeza-mientos» van en la parte inferior en vez de en la superior.)Indican el tipo de información contenida en cada fila y co-lumna. Al leer la tabla, debemos recordar cada grupo de en-cabezamiento. En nuestro ejemplo encontramos a la izquier-da los países y en la parte superior los años en que se con-tabiliza el número de vehículos.

4. Identificar las unidades que se manejan �las cifrasen el cuerpo de la tabla pueden representar el número decasos, los porcentajes, los promedios u otras medidas. Aveces puede resultarnos útil pasar de unas unidades a otras;si, por ejemplo, no se dan los porcentajes puede ser útil cal-cularlos. En nuestro caso no se dan los porcentajes, perosu cálculo sería muy sencillo.

5. Considerar las conclusiones que puedan extraerse dela información que proporciona la tabla. Casi siempre el au-tor explica la tabla que ha elaborado, y debemos tener encuenta sus orientaciones al valorar el material tabulado.Debemos atender además a los posibles temas o preguntasque pueda sugerir la tabla.

Posesión de vehículos: comparaciones internacionales entre va-rios países seleccionados.

Número de vehículos por cada 1.000 individuos adultos*

1971 1981 1984

Alemania Oriental 247 385 412

Brasil 12 78 84

Chile 19 45 56

Estados Unidos 448 536 540

Francia 261 348 360

Grecia 30 94 116

Irlanda 141 202 226

Italia 210 322 359

Japón 100 209 227

Reino Unido 224 317 343

Suecia 291 348 445

Yugoslavia 43 114 125

*Incluye todos los vehículos con licencia.

Fuente: Boletín Anual de Estadísticas del Transporte delas Naciones Unidas, Federación Internacional de Carrete-ras, aparecido en Social Trends (Londres: HMSO, 1987), p.68.

En las cifras de nuestra tabla se pueden apreciar unaserie de interesantes tendencias. En primer lugar, el núme-ro de poseedores de vehículos varía considerablemente deunos países a otros: el número de poseedores de vehículospor cada 1.000 habitantes es casi diez veces mayor enEE.UU. que en Chile. Segundo, la tabla revela unas clarasconexiones entre la posesión de vehículos como un indica-dor aproximado de la prosperidad diferencial. Tercero, entodos los países representados el nivel de posesión de ve-hículos ha aumentado entre 1971 y 19984, pero en algunosde ellos la tasa de incremento es mayor que en otros �elloindica probablemente diferencias en el grado de éxito de losdistintos países para generar crecimiento económico.

Leer una tabla

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Otros métodos: entrevistas, historias de vida,diarios y análisis de la conversación.

Entrevistas

No existe una distinción clara entre encuesta yentrevista, ya que cuando se administra el cuestio-nario directamente el investigador entrevista de he-cho a los entrevistados. Una entrevista mediante cues-tionario se denomina en ocasiones «formal» o «con-trolada», para distinguirla de las entrevistas menosestructuradas en las que se permite que el entrevista-do hable libremente sobre distintos aspectos de untema. Algunos estudios realizados mediante entrevis-tas no utilizan el cuestionario en absoluto: las entre-vistas pueden llegar a ser muy extensas; allí donde elobjetivo es generar una información en profundidadpuede utilizarse un reducido número de entrevista-dos. Las entrevistas extensas proporcionan un mate-rial más rico que el que suelen obtenerse en las en-cuestas, pero los inconvenientes que tienen consistenen que la influencia del entrevistador puede ser ma-yor y afectar posiblemente a los resultados, y resultamás difícil comparar las respuestas de un modo rigu-roso (Brenner, 1978).

Historias de vida

Las historias de vida consisten en un materialbiográfico recogido sobre individuos concretos —normalmente relatado por ellos. Ningún otro métodode investigación puede proporcionarnos tantos deta-lles sobre la evolución de las creencias y actitudes deuna persona a lo largo del tiempo. Las historias devida son particularmente valiosas cuando lo que in-teresa al investigador son las conexiones entre el de-sarrollo psicológico y los procesos sociales. Sin em-bargo, tales estudios rara vez se basan únicamenteen los recuerdos de la persona. Normalmente se em-plean fuentes documentales —como cartas, informescontemporáneos o descripciones de periódicos— paraampliar y comprobar la validez de la informaciónobtenida. Hay distintas posturas ante el valor delmaterial que proporcionan las historias de vida. Al-gunos consideran que la información que proporcio-na este método no merece suficiente confianza; perootros creen que las historias de vida son una fuentede introspección que muy pocos métodos de investi-gación pueden igualar.

Las historias de vida se han empleado con éxitoen estudios de enorme importancia y se emplean ex-tensamente tanto en antropología como en sociología

(Bertaux, 1981). Un famoso estudio pionero que em-pleó básicamente este tipo de material fue The Polishin Europe and América, de W. Y. Thomas y FlorianZnaniecki, cuyos cinco primeros volúmenes fueronpublicados entre 1918 y 1920 (Thomas y Znaniecki,1966). Thomas y Znaniecki aportaron un relato mu-cho más sensible y sutil de la experiencia de la emi-gración de lo que hubiera sido posible de no haberdispuesto del material de las historias de vida querecogieron. Un trabajo más reciente, que se convirtióen un best-seller, fue el libro de Studs Terkel Working(Terkel, 1977). El subtítulo del libro era «La gentehabla de lo que hace a diario y de cómo se siente conlo que hace», y ofrecía un relato rico y conmovedorde las ideas de los americanos sobre sus rutinas dia-rias de trabajo.

Las historias de vida no cubren necesariamente latotalidad de la vida de una persona, ni tampoco todoslos aspectos principales de ella. Por ejemplo, EdwinH. Sutherland publicó un estudio basado en la histo-ria de vida de Chic Conwell, un ladrón profesional;el material presentado se restringía a las actividadesdelictivas de Conwell (Sutherland y Conwell, 1937).Las historias de vida podrían clasificarse dentro delo que de un modo más general se conoce como his-toria oral: relatos orales del pasado proporcionadospor aquellos que vivieron los sucesos.

Diarios

Cuando los sociólogos quieren conocer las actitu-des cotidianas de los individuos de un contexto so-cial determinado emplean a veces los diarios. El tra-bajo de campo y las encuestas no proporcionan sufi-ciente información sobre la esfera cotidiana de la vidade las personas, y si lo que se pretende es retratar loque la gente hace en distintas situaciones ordinariasy en distintos momentos del día o del mes resulta degran ayuda que sean ellos mimos los que tomen no-tas de ello. De nuevo, existen pocos estudios queempleen los diarios como única información; en lamayor parte de los casos se emplea junto al materialrecogido por otros métodos.

Análisis de la conversación

Cada día se utilizan más las grabadoras y los vi-deos en la investigación sociológica. Se emplean amenudo en el análisis de la conversación, el estudiode cómo se desarrollan las conversaciones en situa-ciones reales. Con una grabadora se pueden registrar

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Método deInvestigación

Ventajas Limitaciones

Cuadro de los principales métodos empleados en la investigación sociológica

Trabajo de campo 1. Suele generar una informa-ción más rica y "en profundi-dad" que otros métodos

1. Solo puede utilizarse en estudiosde grupo o comunidades pequeñas

2. Los resultados solo son aplicablesa los grupos o comunidades estudia-das; no resulta fácil generalizar sobrela base de un único trabajo de cam-po.

2. Permite flexibilidad alinvestigador para alterarestrategias y poder explotarnuevas tendencias quesurjan.

1. Posibilita una eficazrecogida de datos en gruposmuy numerosos.

Encuestas 1. El material puede ser superfi-cial; cuando se maneja un cuestio-nario altamente estandarizado sedesdibujan importantes diferen-cias entre los puntos de vista delos respondentes,

2. Permite una comparaciónprecisa entre las repuestasde los respondentes.

2. Las respuestas pueden expresar loque la gente cree que piensa y no loque realmente piensan.

InvestigaciónDocumental

1. Puede proporcionsarfuentes de material "enprofundidad" así como datossobre grandes poblaciones,según el tipo de documentoutilizado.

1. El investigador depende delas fuentes existentes, y éstaspueden ser parciales.

2. Resultan a menudoesenciales para losestudios puramentehistóricos o aquellosque presentan unadimensión histórica.

2. Las fuentes pueden serdifíciles de interpretar entérminos de hasta qué puntorepresentan tendencias reales,como en el caso de algunostipos de estadísticas oficiales.

Experimentos 1. La influencia de variablesespecíficas puede ser contro-lada por el investigador.

1. Numerosos aspectos de la vidasocial no pueden llevarse al laborato-rio.

2. Las respuestas de los individuospueden verse afectadas por lasituación experimental.

2. En posteriores investi-gaciones normalmenteresulta sencillo repetir unexperimento.

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todas las características audibles de una conversa-ción entre dos o más personas. Considerando quecuando hablamos utilizamos también expresiones fa-ciales y gestos con significado, el vídeo proporcionaun registro aún más completo del desarrollo de unintercambio conversacional. Aunque se pierda partede la riqueza del contexto original, con la ayuda deuna notación apropiada las conversaciones grabadaspueden transcribirse en papel impreso. (Para una ex-posición más amplia del tema, ver capítulo 4:«Interacción social y vida cotidiana.»

En los últimos años se han publicado numerososestudios de análisis de la conversación que suponenuna introspección en la naturaleza de la interacciónhumana. Un ejemplo es el estudio de Willeam B.Sanders sobre un tipo especial de conversación: losinterrogatorios policiales. El interrogatorio conllevaconversación, pero no «cualquier conversación»;como se dice en una de las frases favoritas de losmelodramas policíacos: «Soy yo quien hace las pre-guntas!» Sanders analizó el carácter particular de losinterrogatorios y puso de manifiesto una serie de ras-gos que de otro modo pasarían inadvertidos. Por ejem-plo, los interrogadores no suelen hablar mucho, peroestimulan a la víctima para que hable con gruñidos ypausas deliberadamente (Sanders, 1974).

El análisis de la conversación sólo se puede em-plear con pequeños grupos, y frecuentemente cubreaspectos de la vida cotidiana que pueden parecer tri-viales pero cuya importancia para la sociología esmayor de lo que se pueda pensar. La conversación yel habla son, después de todo, rasgos universales dela actividad social tanto en las situaciones deinteracción informales como en las más «estruc-turadas». (Véase capítulo 4: «Interacción social y vidacotidiana».)

Triangulación

Todo método de investigación tiene sus limitacio-nes. Por ello es normal que se combinen métodos enuna investigación empleando cada uno de ellos paracomprobar los restantes, proceso que se conoce conel nombre de triangulación. Para evaluar las venta-jas de combinar distintos métodos —y, de un modomás general, los problemas y los escollos de la inves-tigación sociológica real— nos vamos a centrar enun estudio concreto.

Un ejemplo: Wallis y la cienciología

Roy Wallis decidió investigar el movimiento co-nocido como cienciología. El fundador de lacienciología, L. Ron Hubbard, elaboró distintas doc-trinas religiosas que fueron la base de una iglesia.Para la cienciología todos somos seres espirituales—Thetanos— pero hemos descuidado la naturalezaespiritual. Podemos recuperar poderes sobrenatura-les olvidados mediante procesos de entrenamiento quenos hagan ser conscientes de nuestras capacidadesreales. Wallis admitió que lo que le llevó a interesar-se por la investigación fue la naturaleza «exótica» dela cienciología. ¿Cómo era posible que la gente cre-yese en unas ideas aparentemente tan estrafalarias?(Wallis, 1976). La cienciología despertó muchas con-troversias, pero había captado una gran masa de adep-tos. ¿Por qué este movimiento en particular, uno másde los numerosos grupos religiosos nuevos, había al-canzado tal relieve?.

Poner en marcha la investigación planteaba pro-blemas. Wallis sabía que era muy probable que loslíderes del movimiento se mostraran reacios a coope-rar en la investigación sociológica porque ya habíansido «investigados» por varias agencias gubernamen-tales. En sus lecturas sobre la historia del movimien-to le llamo la atención un libro de un antiguo miem-bro. Contactó con él y eventualmente lo hizo con unaserie de personas allegadas a éste que en su mayoríahabían roto sus vínculos con la cienciología. Prácti-camente todos accedieron a ser entrevistados, y algu-nos seguían manteniendo contacto con los creyentes.Estos primeros entrevistados le proporcionaron aWallis una serie de documentos y de bibliografía queposeían por el hecho de haber pertenecido al movi-miento y entre los cuales se encontraba una lista dela organización de la cienciología. Wallis elaboró uncuestionario y lo envió a una muestra de los nombresde la lista. Estaba tan anticuada que una gran pro-porción de los miembros de la muestra ya no vivía enla dirección que aparecía en la lista. Algunos esta-ban en la lista simplemente por haber comprado unlibro sobre cienciología y no tenían la mínima rela-ción con el movimiento.

La encuesta demostró ser de escaso valor comomuestra de la cienciología en general, aunque se ob-tuvieron algunas conclusiones. Lo que sí hizo fue pro-porcionarle a Wallis algunos contactos más. Algu-nos de los seleccionados para rellenar el cuestionarioaccedieron de buen grado a ser entrevistados. Wallisviajó por todos los Estados Unidos y gran Bretañarealizando entrevistas y recopilando más informacióndocumental. Comenzó con un número fijo de pregun-tas, pero pronto entendió que sería más productivo

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adoptar un estilo más relajado y flexible que permi-tiera a los entrevistados hablar largo y tendido sobrecuestiones que consideraban importantes. Algunos deellos aceptaron que les grabaran; otros se negaron.

Desde muy pronto Wallis se dio cuenta de que leresultaba imprescindible conocer mejor las doctrinasde la cienciología, y se inscribió a un cursointroductorio sobre «comunicaciones» organizado porun grupo perteneciente al movimiento. Comenzó asísu observación participante, pero no se identificócomo investigador. Durante su estancia en el aloja-miento perteneciente a la cienciología, Wallis tuvodificultades para seguir ocultando su papel de obser-vador participante. La conversación con otros miem-bros, así como los propios progresos en el curso, exi-gían una implicación con una serie de ideas que él nocompartía. El hecho de expresar su desacuerdo condichas ideas le procuró tantas dificultades que se hizoevidente que no podía continuar sin aceptar pública-mente algunos de los principios generales de lacienciología. Decidió no concluir el curso y se mar-chó sin decir nada.

Más tarde escribiría a los líderes del movimientodiciéndoles que era un sociólogo que estaba realizandouna investigación sobre la cienciología. Señalando elhecho de que el movimiento había sufrido constantesataques sugirió que su investigación podría propor-cionar una imagen más equilibrada. Posteriormentevisitó las dependencias de la secta en Gran Bretaña,donde habló con uno de los oficiales. A esta personale preocupaba que hubiera abandonado el curso decomunicaciones, y sabía que se habían enviado cues-tionarios a los miembros de la lista de cienciólogos.A pesar de ello permitió que Wallis entrevistara aalgunos miembros del personal y a varios estudian-tes, y le proporcionó varios contactos en EstadosUnidos. En un momento dado Wallis consideró queposeía suficiente material para publicar un libro so-bre los miembros de la cienciología (Wallis, 1976).

Wallis se enfrentó con una serie de dificultadesconcretas porque su investigación estudiaba una or-ganización celosa de su secretismo; en otros aspec-tos, los problemas con los que se encontró, junto conla necesidad de utilizar una combinación de métodosde investigación, son típicos de cualquier investiga-ción sociológica. Todo el material que recogió eraparcial, pero combinado los distintos métodos queempleó consiguió elaborar un estudio de gran interésque ha sido relevante e influyente.

Problemas éticos de la investigación: losinvestigados replican

Toda investigación sobre los seres humanos, nosólo la sociología, puede plantear dilemas éticos(Barnes, 1979). Los experimentos médicos se hacenrutinariamente con sujetos humanos, a veces enfer-mos y moribundos, y no es fácil decir si tales experi-mentos son éticamente justificables o no. Para quesean eficaces, los experimentos en medicina requie-ren que se engañe a determinados pacientes. Paraexperimentar con una droga nueva, a un cierto nú-mero de pacientes se les administra la droga; pero aotros se les dice que se les está administrando cuandoen realidad no es así. Creer que a uno le están dandouna droga curativa puede tener efectos positivos enla salud; esto únicamente puede controlarse adminis-trando la droga real a la mitad de los pacientes impli-cados en las pruebas experimentales. ¿Es esto ético?.Sin duda alguna roza los límites de lo justificable secabe la mínima posibilidad de que la droga real pue-da tener resultados beneficiosos o incluso salvar vi-das. Por otro lado, si no se sigue este procedimientosería difícil o incluso imposible descubrir lo eficazque pudiera llegar a ser la droga.

Problemas similares surgen en la investigaciónsociológica siempre que se somete a engaño a losimplicados. Un ejemplo de ello es la célebre, aunquemuy controvertida, serie de experimentos realizadospor Stanley Milgram pretendía saber lo dispuesta queestaba la gente a herir a otros si recibían órdenes dehacerlo de una fuente de autoridad (Milgram, 1973).Se instaló un aparato de electro-shock con el cual seexigía a los voluntarios en el experimento que admi-nistraran descargas a aquellos que no respondierancorrectamente a un test de memoria. Los experimen-tos engañaban sistemáticamente a los que se presen-taban voluntariamente para participar: no se les de-cía el verdadero propósito del estudio, sino que se leshacía creer que era una investigación de memoria.Aunque ellos creían que estaban administrando des-cargas reales a otros sujetos experimentales, estosúltimos eran en realidad cómplices del investigadorque fingían sus reacciones, pues la «máquina de des-carga» era de hecho una farsa.

¿Era ético el engaño, considerando particularmenteel hecho de que para los investigados la experienciaresultaba extremadamente perturbadora?. El consen-so general de los críticos dice que esta investigación«fue demasiado lejos», y que el engaño sufrido pudoresultar psicológicamente dañino para los volunta-rios. Pero no está absolutamente claro dónde se debetrazar la línea de demarcación entre engaños «excu-

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sables» e «inexcusables». La investigación mostrabaque muchas personas estás dispuestas a actuar bru-talmente contra otros si están «bajo órdenes» de ha-cerlo.

Wallis no fue sincero en absoluto con aquelloscuyo comportamiento estudiaba porque no declarósu identidad como sociólogo cuando se inscribió enel curso sobre cienciología. Más aún, aparentementedio su consentimiento por escrito a una serie de con-diciones que no tenía intención de observar, pues loúnico que quería era publicar su libro. Trató de evi-tar cualquier mentira directa, pero no expuso las ra-zones reales que le llevaron a participar; ¿se com-portó de un modo ético?. La respuesta no es ni mu-cho menos obvia (Dingwll, 1980). Si Wallis hubierasido franco en todo momento probablemente la in-vestigación no habría llegado tan lejos, y se podríaargumentar que intentar averiguar lo que ocurre den-tro de las organizaciones secretas va en interés de lasociedad. Desde esta perspectiva podríamos consi-derar su estrategia justificada.

Las cuestiones éticas también surgen con frecuen-cia en sociología en torno a las consecuencias poten-ciales de la publicación o la utilización de los resul-tados de las investigaciones. Los sujetos de un estu-dio concreto pueden considerar los resultados ofensi-vos, bien porque se presenta una imagen de ellos queconsideran poco atractiva o porque ciertas actitudeso comportamientos que preferirían mantener en pri-vado se hacen públicos. En la mayoría de las situa-ciones de la vida social las personas toman parte enprácticas que no desearían que fueran de conocimientopúblico. Por ejemplo, algunas personas que trabajanen fábricas y oficinas roban regularmente material;las enfermeras de los hospitales a veces amortajan aenfermos terminales antes de morir, y no les propor-cionan los cuidados necesarios; los guardias de cár-celes aceptan en ocasiones sobornos de los presos ynombran a ciertos presos «administradores», permi-tiéndoles que realicen tareas que les correspondenexclusivamente a ellos.

En la mayor parte de los casos, a pesar incluso delas posibles reacciones hostiles de los implicados, ode otros, es obligación del sociólogo hacer públicoslos resultados de sus investigaciones. De hecho, esuna de las principales contribuciones que la investi-gación sociológica puede hacer en favor de una so-ciedad libre y abierta. «Un buen estudio —se ha di-cho— irritará a más de uno» (Becker, 1976, p. 113).El sociólogo no tiene por qué temer, siempre que eltrabajo de investigación sea competente y las conclu-siones extraídas estén apoyadas en buenos argumen-tos. Pero los investigadores en sociología tienen que

considerar muy seriamente las posibles consecuen-cias de la publicación de sus resultados, así como laforma que éstos deben adoptar. El investigador pue-de querer discutir el tema directamente con los afec-tados antes de decidir la forma final de la publica-ción.

Problemas en la publicación: la experiencia deWallis

Antes de publicar su libro Wallis envió el manus-crito a las oficinas de la cienciología. Hizo algunoscambios a raíz de sus objeciones, y posteriormenteenvió unos comentarios detallados. Aunque luego hizootros cambios, los miembros de la cienciología en-viaron el manuscrito a un abogado experto en casosde calumnia. Atendiendo a su consejo se suprimieronalgunas cosas. Un sociólogo que era también miem-bro practicante de la cienciología escribió un comen-tario del libro profundamente crítico con los méto-dos de investigación y las conclusiones de Wallis, elcual se incorporó más tarde al trabajo como apéndi-ce. Los miembros de la cienciología también publi-caron un artículo en el que analizaban su investiga-ción en uno de sus propios periódicos. En él citabanel Panel sobre Privacidad e Investigación Comporta-mental elaborado por el Departamento de Ciencias ytecnología del Presidente de los Estados Unidos, enel cual se insistía en que los investigadores que reali-cen trabajos con sujetos humanos debían obtener«consentimiento avalado». Alegaban que no dispo-nía del consentimiento avalado, y añadieron que eltrabajo publicado por Wallis estaba basado en unainformación obtenida de un reducido círculo de per-sonas, la mayoría hostiles o la Iglesia de laCienciología.

Posteriormente Wallis se vio envuelto en otrosembrollos a raíz de su investigación. En 1984 fuellamado como testigo potencial en una gran batallalegal entre la Iglesia de la cienciología y la autora deotro libro sobre cienciología. Wallis había contactadocon la autora mientras realizaba su propio trabajo, yella le había proporcionado documentos e informa-ción sobre los miembros de la cienciología y de suspropios contactos con ellos. A raíz de una orden deltribunal de California sobre el caso, se le obligó apresentar parte del material —el cual él había recibi-do confidencialmente. Afortunadamente, la informa-ción en cuestión no era de gran relevancia para nin-guna de las partes implicadas, pero en el caso de quehubiera podido ser perjudicial, Wallis habría tenidoque tomar una difícil decisión: romper una confiden-cia o enfrentarse a la ley (Wallis, 1987).

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Trabajando en Sociología: Métodos de investigación

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Wallis estaba tratando con un grupo poderoso yarticulado capaz de persuadirle de que modificara lasprimeras versiones de los informes de su investiga-ción, pero muchos de los individuos o grupos estu-diados por los sociólogos y por otros científicos so-ciales no tienen la misma influencia. Si la tuvieran,las difíciles situaciones en las que se encontró Wallisserían mucho más comunes de lo que son.

Los investigadores deberían asegurarse el consen-timiento avalado en todos salvo en una minoría delos estudios de investigación. En determinadas cir-cunstancias este principio no se puede seguir al piede la letra. Si quisiéramos estudiar la brutalidad po-licial, habría muy pocas oportunidades de poder ha-cerlo si les comunicásemos abiertamente a las auto-ridades y a los funcionarios de la policía nuestras in-tenciones. El objetivo de la investigación tendría queamoldarse para conseguir alguna cooperación, aun-que ello estaría justificado dada la importancia po-tencial de los resultados para la comunidad.

La ineludible obligación del sociólogo, o de cual-quier otro científico social, es promover la discusiónlibre y abierta sobre cuestiones sociales. Ocasional-mente puede ocurrir que el engaño —paradójicamen-te— sea el medio de conseguirlo, sacando a la luzhechos que de otro modo permanecerían ocultos alpúblico.

La influencia de la sociología

La investigación sociológica no interesa únicamen-te a la comunidad intelectual de sociólogos. Algunaspersonas tienen acceso directo a los resultados y otraslos conocen por otros medios de difusión. Este hechotiene implicaciones de gran alcance. La sociología notrata solamente sobre el estudio de las sociedadesmodernas; en mayor o menor grado, se ha convertidoen un elemento de la incesante vida de esas socieda-des.

Tomemos el ejemplo utilizando en el capítulo 1(«Sociología: problemas y perspectivas»): la natura-leza de las transformaciones que está sufriendo elmatrimonio, el divorcio y la familia. Pocas personasque viven en una sociedad actual desconocen estoshechos, y ello es resultado de la «infiltración» porparte de la investigación. Nuestras ideas y nuestrocomportamiento están afectados por el conocimientosociológico de un modo complejo y sutil y éstos a suvez contribuyen a remodelar el propio campo de lainvestigación sociológica. Un modo de describir este

fenómeno consiste en decir que la sociología mantie-ne una relación reflexiva con los seres humanos cuyocomportamiento estudia. El término «reflexivo» des-cribe el intercambio entre la investigación sociológi-ca y el comportamiento humano. No debe sorpren-dernos el hecho de que, aunque a veces contradigannuestro sentido común, los hallazgos de la sociologíaa menudo mantienen una estrecha correlación con elsentido común. La razón de ello no es simplementeque la sociología proporcione una serie de conoci-mientos que ya conocíamos de antemano; se trata másbien del hecho de que la investigación sociológica in-fluye de un modo continuo en el conocimiento que,por sentido común, todos poseemos de la sociedad.

Resumen

1. Toda investigación parte de un problema quepreocupa o desconcierta al investigador, Los proble-mas pueden surgir de la existencia de un vacío en laliteratura existente, de los debates teóricos o de cier-tas cuestiones prácticas en el mundo social. Se pue-den distinguir varias fases en el desarrollo de las es-trategias de investigación —aunque éstas rara vez sesiguen al pie de la letra.

2. Toda investigación sociológica que aspire a serrelevante conlleva la utilización de un enfoque apro-piado para el análisis de un fenómeno social concre-to. Se pueden distinguir tres aspectos en el análisissociológico: la estrategia de investigación se refiereal diseño de una investigación; la metodología tratade los principios generales y de la lógica global de lainvestigación; los métodos de investigación se refie-ren al modo en que se lleva a cabo una investigación,como trabajo de campo, encuestas, etc.

3. En el análisis de las investigaciones que gene-ran datos cuantitativos se emplean varias técnicasestadísticas. Las más importantes son las medidasde la tendencia central y los coeficientes de corre-lación. Las medidas de tendencia central son modosde calcular los promedios de una serie de cifras; loscoeficientes de correlación miden el grado de rela-ción consistente entre dos variables.

4. En el trabajo de campo u observación partici-pante el investigador pasa largos períodos de tiempocon el grupo o comunidad que está estudiando. Unsegundo método, las encuestas, lo que hace es enviar

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o administrar cuestionarios a muestras extraídas depoblaciones más amplias. La investigación documen-tal implica el empleo de material impreso, de archi-vos u otras fuentes, como fuente de información. Otrosmétodos son los experimentos, las entrevistas en pro-fundidad, las historias de vida y los diarios y el aná-lisis de la conversación.

5. Todos los métodos de investigación tienen suslimitaciones. Por ello, los investigadores suelen com-binar dos o más métodos en su trabajo, cada uno delos cuales se utiliza como comprobación o como su-plemento del material obtenido en los restantes. Esteproceso se denomina triangulación.

6. La investigación sociológica presenta con fre-cuencia dilemas éticos al investigador. Estos puedensurgir del hecho de que los sujetos de la investiga-ción se vean engañados por el investigador, o cuandola publicación de los resultados de la investigaciónafecten negativamente a los sentimientos o las vidasde los investigados. No existe un modo enteramentesatisfactorio de tratar estas cuestiones, pero todo in-vestigador debe ser consciente de los dilemas que plan-tea.

Conceptos básicos

métodos de investigación

correlación

causalidad.

Términos importantes

hipótesis coeficiente de correlación

relación causal observación participante(trabajo de campo)

variables encuesta

variable independiente muestreo

variable dependiente investigación documental

control experimento

media entrevistas

moda historias de vida

mediana análisis de la conversación

desviación típica triangulación

Lecturas complementarias.

John A. Barnes, Who Should Know What? So-cial Science, Privacy and Ethics (Harmondworsth:Penguin, 1979). Una discusión sobre cuestiones éti-cas planteadas en la investigación en ciencias socia-les.

J. Irvine, Y. Miles y J. Evans (eds.), DemystifyingSocial Statistics (Londres: Pluto Press, 1979). Unintento deliberadamente provocativo de revelar losusos y abusos de los datos estadísticos.

Peter H. Mann, Methods of Social Investigation(Oxford: Basil Blackwell, 1985). Un interesante ysencillo compendio de los métodos de investigaciónutilizados en sociología.

Catherine Mars, Exploring Data (Cambridge,Polity Press, 1988). Una excelente introducción alanálisis de datos, concentrándose en el estudio de ca-sos reales para ilustrar las técnicas estadísticas.

Gerry Rose, Demystifying Social Eesearch (Lon-dres: Macmillan, 1981). Una discusión sobre losmétodos de investigación basados en el análisis críti-co de algunos de los estudios sociológicos más céle-bres.

Anthony Giddens

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Ciro F. S. Cardoso

Etapas y procedimientos delEtapas y procedimientos delEtapas y procedimientos delEtapas y procedimientos delEtapas y procedimientos delmétodo históricométodo históricométodo históricométodo históricométodo histórico

Introducción al trabajo de la investigación histórica, Capítulo 5,Editorial Crítica, Barcelona, 1982, pp. 135-194.

1. El Método Tradicional 1

Su desarrollo se debió en primer lugar al surgi-miento de disciplinas eruditas, al servicio del análi-sis, filológico y según otros criterios, aplicado a do-cumentos antiguos y medievales. La erudición fran-cesa tuvo en Dom Mabillon su nombre más conoci-do, pionero en el análisis de la autenticidad o false-dad de los documentos de la Edad Media (De re di-plomática, 1681). La sistematización de los procedi-mientos de crítica documental, elaborados poco a pocodesde el Renacimiento y sobre todo desde el sigloXVII, ocurrió en los siglos XVIII y sobre todo XIX:sistematización bastante relativa, pues se trataba deuna disciplina fundamentalmente empírica. En el si-glo pasado, los historiadores alemanes –en especialLeopold von Ranke– y posteriormente, los historia-dores positivistas franceses, estuvieron ligados a laformalización del método crítico aplicado a los do-cumentos históricos.

a) Los conocimientos previos. Tenemos aquí, enprimer lugar, la llamada heurística (búsqueda de lasfuentes); y enseguida las disciplinas auxiliares de lahistoria (a veces llamadas, impropiamente, “cienciasauxiliares”).

La función de la heurística consiste en buscar yreunir las fuentes necesarias a la investigación histó-rica. Previamente al tratamiento de un tema cualquiera

en historia, es preciso saber si hay documentos, cuan-tos son, y dónde están.

Durante muchos siglos, hubo muy pocas bibliote-cas abiertas al público; los archivos practicaban elsecreto respecto de su acervo documental; y la dis-persión era la regla en lo concerniente a las fuentes.Frente a tales dificultades, los primeros eruditos,filólogos e historiadores, sólo conseguían en generaluna documentación incompleta. Por otra parte, elacceso fácil a fuentes a veces despertaba la vocaciónde historiador en monjes, archivistas, bibliotecarios,etc. Los curiosos o intelectuales de recursos tratabande formar colecciones particulares de pergaminos,papiros, copias monásticas de documentos de la anti-güedad clásica, etc.

Posteriormente se luchó para obtener dos cosas:1) la transformación de las colecciones privadas delibros y manuscritos en bibliotecas y archivos públi-cos, o por lo menos abiertos al público; 2) la concen-tración del acervo bibliográfico y documental en de-pósitos no muy numerosos, evitando la dispersión queentorpece el trabajo de investigación. Las revolucio-nes tuvieron importante papel en el sentido de trans-formar en públicas muchas colecciones de reyes onobles, de instituciones religiosas, etc., a través de laconfiscación (eventualmente, también pudieron pro-vocar destrucciones considerables de fuentes). Sóloen las nuevas condiciones –que sin embargo ni tienenplena vigencia sino en los países más ricos yculturalmente desarrollados– pudo la heurística fun-cionar satisfactoriamente.

El trabajo de la heurística consiste principalmen-te en: elaborar listas o repertorios sistemáticos de fuen-tes; proceder a la clasificación racional de los depó-sitos de manuscritos y de las bibliotecas; establecer

1 Seguiremos principalmente al clásico: Charles–Victor Langlois y Char-les Seignobos, Introducäo aos estudos históricos, trad. de L. AlmeidaMorais, Editora Renascença, Sao Paulo, 1946 (existe en castellano; eloriginal francés es de 1897)

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inventarios descriptivos, índices remisivos, etc.étera,publicar documentos.

Forman parte de los conocimientos previos quedebe tener el historiador también las disciplinas auxi-liares, que resultaron del trabajo de muchas genera-ciones de eruditos. Se trata de disciplinas técnicas,que sirven principalmente de apoyo a las actividadesde la crítica externa de documentos. Su máximo pesose ejerce en los casos en que las posibilidades de du-das y problemas son mayores: la historia de la Anti-güedad y la Edad Media– He aquí algunas de estasdisciplinas2:

- Diplomática: estudia las actas (diplomas) sa-lidas de las cancillerías medievales;

- Numismática: estudio de las monedas que yano circulan y, por extensión, de las medallas;

- Filología: conocimiento e interpretación de lostestimonios escritos y en otro sentido, estudio de lasformas lingüísticas y su empleo;

- Sigilografía ; se dedica a los sellos, lacres yotras formas de autenticar documentos o manifestarla propiedad;

- Paleografía; estudio de las maneras de escri-bir y de su evolución (incluyendo los materiales enlos cuales y con los cuales se escribe),

- Criptografía: análisis y desciframiento de lostextos redactados en el código (alfabetos sustitutivos,etc.); por extensión desciframiento de escrituras an-tes imposibles de leer (los jeroglíficos, el cuneiforme,el línea B de Creta, etc.);

- Epigrafía; estudio de las inscripciones;

- Papirología; análisis de los textos escritos enpapiros (en especial textos egipcios faraónicos, y tex-tos griegos y bizantinos de Egipto);

- Genealogía: estudio de la filiación de los se-res humanos, de la sucesión de las generaciones (enespecial de las familias reales y nobles);

- Heráldica: estudia los símbolos hereditarios,en particular las armas y los blasones de familias rea-les y nobles;

- Cronología: se ocupa del tiempo y su medida,siendo sobre todo “el arte de verificar las fechas” y elestudio de los múltiples calendarios humanos.

En el conjunto, los especialistas, de períodos másantiguos tienen más que ver con estas disciplinas; perono es ésta una regla general. El estudioso del sigloXVI, o del XVII, deberá tener conocimientospaleográficos (sin los cuales no podrá leer los docu-mentos manuscritos del período que le interesa),filológicos, eventualmente numismáticos, etc. Loscalendarios distintos coexistentes hoy –el juliano, elgregoriano, el musulmán, el judaico–, o recientes (elde la Revolución francesa, el del fascismo italiano),prolonga hasta los tiempos modernos y contemporá-neos la vigencia de la disciplina cronológica. Por otraparte, cabría agregar otros tipos de conocimientostécnicos necesarios, relativos a nuevos medios de pro-ducir, almacenar y trasmitir testimonios de interéshistórico: películas de cine, microfilmes, microfichas,cintas de computadora, etc. La estadística es hoy, sinninguna duda, disciplina auxiliar de primera línea.Finalmente, viejas disciplinas auxiliares se renova-ron al asociarse con modernas tecnologías: la crono-logía es un ejemplo, al utilizar la datación por el car-bono 14, o procedimientos químicos que permitenevaluar la antigüedad de ciertos materiales.

En la medida en que la historia se abrió crecien-temente a las ciencias sociales en nuestro siglo, esrazonable considerar hoy día, entre los “conocimien-tos previos” que debe tener el historiador, una inicia-ción, por lo menos, a la problemática y a los modosde trabajar de la economía, la sociología, la antropo-logía, la arqueología (ayer técnica auxiliar al servi-cio de la historia y de la antropología, y hoy en víade constituirse como ciencia), la ciencia política ...Yalos historiadores positivistas, afirmaban a fines delsiglo pasado, la “dependencia recíproca” entre la his-toria y la ciencias sociales (vista entonces como unacomplementariedad pasado/presente), pero la reali-dad del contacto se hace sentir de manera incompa-rablemente mayor en la actualidad.

La Naturaleza del método histórico. Los histo-riadores tradicionales oponían la historia –cuyo co-nocimiento se basa en la observación indirecta delos hechos históricos (es decir, del objeto de su cien-cia como lo veían) a través de fuentes (principalmen-te documentos escritos)– a las ciencias de observa-ción directa: Física, química, biología, astronomía,ciencias sociales “del presente”. La distinción parecehoy un tanto dudosa si la miramos en detalle. La físi-ca; por ejemplo, incluye en sus teorías muchos ele-mentos cuya observación directa no es posible; lomismo les pasa a ciertos “objetos teóricos” de la as-trofísica (por ejemplo los “agujeros negros” deriva-dos de la deducción que parte de la teoría de larelatividad, y hasta la fecha no comprobados por laobservación); es difícil hablar de “observación direc-

2 Ver, al respecto, Charles Samaran, de, L´histoire et ses méthodes,Gallimard, París, 1961; Jean Glénisson, Iniciacao dos estudos históricos,DIFEL, Río de Janeiro Sao Paulo, 1977

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Etapas y procedimientos del método histórico

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ta” en relación a los estudios geológicos acerca delnúcleo terrestre, por ejemplo Pero no cabe duda deque en la mayoría de los casos (exceptuándose la his-toria estrictamente contemporánea, la historia oral –que plantea problemas de crítica semejantes a los queinteresan al trabajo con documentos escritos, de to-dos modos–, la utilización de fuentes que son objetosmateriales: vestigios arqueológicos monumentos,monedas, etc.) el acceso del historiador a los aconte-cimientos, personas y procesos del pasado “pasa”obligatoriamente por aquello que sobre ellos “dicen”las fuentes escritas.

¿Bastará esto para justificar la preocupación ob-sesiva de los historiadores positivistas con los docu-mentos escritos? “La historia se hace con documen-tos... Porque nada sustituye a los documentos: dondeno hay documentos no hay historia”3. Una vez corre-gida la deformación de sólo pensar de hecho en do-cumentos escritos, hay a la vez algo verdadero y algofalso en la afirmación. Lo falso proviene de que pen-saban en los documentos como condición necesaria ysuficiente –con tal de saber criticarlos externa e in-ternamente– para la historia como disciplina, para elejercicio de la profesión de historiador.

La pregunta que se podría plantear es, entonces:¿qué papel representan en la práctica del historiadorel conocimiento basado y el no basado en fuentes?En nuestra opinión, fue el historiador polaco JerzyTopolski quien supo sintetizar mejor la cuestión, si-guiéndola a través de los diversos pasos o etapas delproceso de investigación. Cuando elegimos el campoa estudiar o las hipótesis de trabajo, y más tarde cuan-do formulamos explicaciones causales o establece-mos leyes, nos apoyamos sobre todo en marcos teó-ricos, en el conocimiento de los códigos pertinentes alos mensajes que son las fuentes históricas, en el co-nocimiento de otros hechos y procesos, en la compa-ración . Por otra parte, en la etapa intermedia queconsiste en el establecimientos de los hechos y proce-sos históricos que interesan específicamente a la in-vestigación que se esté realizando –y que depende dela crítica externa e interna de los testimonios de todotipo–, aunque también intervienen conocimiento ex-ternos al examen de las fuentes, el papel de ésta sevuelve central. Ahora bien, toda la frase previa seestilaba a preparar tal etapa intermedia, aquella en laque surgen condiciones que permiten introducir co-nocimientos nuevos, resultantes de la investigaciónconcreta de que se trate, a través del procesamientodel material investigado. En cuanto a las construc-ciones teóricas de todo tipo. Carecen de valor si en

ningún momento se las somete a la prueba de la his-toria real. Así es como Topolski –cuyas concepcio-nes sobre el papel de los conocimientos basados y nobasados en fuentes son resumidas en el cuadro 3–,por más que reconozca que el nivel teórico tiene enor-me importancia en la investigación histórica, está muylejos de negar el papel fundamental del conocimientobasado en fuentes4

El papel importante desempeñado por el conocimientono basado en fuentes en el proceso de investigación del his-toriador... puede verse con todo relieve cuando reflexiona-mos en profundidad acerca de las varias etapas de ese pro-ceso y comparamos, a la vez, su papel con el del conoci-miento basado en fuentes. Por otra parte, se debe estable-cer una firme resistencia contra el uso de esta constatacióncomo un medio para minimizar el papel de las fuentes en lainvestigación histórica. Las fuentes serán siempre el mayortesoro del historiador; sin ellas, simplemente no podría serhistoriador. Se trata, aquí, de terminar con la tendencia atratar las fuentes y el conocimiento basado en ellas comofetiches, posición que es bastante común entre historiado-res... Lo esencial consiste en darse cuenta, sin dejar de ladola importancia fundamental (en cierto sentido) de las fuen-tes, de que no bastan ni las fuentes ni la erudición históricasola. Tenemos que percibir que la información extraída delas fuentes es más instructiva si hacemos preguntas másvariadas, cosa que exige un vasto conocimiento.

En otras palabras, la polémica de Topolski no escontra la investigación empírica, sino contra la con-fusión que el positivismo establece entre tal investi-gación y al totalidad del método histórico.

c) Las operaciones analíticas: 1) la crítica exter-na de los documentos (o crítica de erudicción).5 Setrata , fundamentalmente, de determinar si un docu-mento es auténtico o falso, en su totalidad o en parte,y de ubicarlo en el tiempo y el espacio, además derestablecer su texto en su forma primero. Compren-de tres operaciones: crítica de restitución, crítica deprocedencia y clasificación crítica de las fuentes.

La crítica de restitución es el control del textocon la finalidad de restablecerlo en su forma prime-ra, a través de la eliminación de los errores einterpolaciones . Muchos textos nos legaron sólo enhorma de copias, debido a la pérdida de los origina-les; con frecuencia, hay divergencia entre las distin-tas copias, y el crítico debe optar por una varianteentre otras. A veces jamás existió un original: así,por ejemplo, los poemas atribuidos a Homero sólofueron fijados por escrito después de varios siglos de

3 Langlois y Seignobos, op. cit, p. 15

4 Jerzi Topolski, Methodology of history , Polish Scientific Publishers,Varsovia, 1976, p. 418 (esp., 322)

5 Cf. Langlois y Seignobos, op. Cit,. Libro II, caps. 2 a 5; Robert Marichal,“La critique des textes”, en Samaran, de., op. cit,.pp. 1.247–1366

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elaboración gradual, transmisión y relativa fijaciónfinal , todo aquello en el contexto de la tradición oral.Los errores pueden ser detectados por la incorrec-ción gramatical(en función del uso del autor o de suépoca), lo absurdo, la contradicción, el hecho de atri-buirle al autor ideas o conocimientos que no podíatener, etc. Las interpolaciones, o sea, pasajes agre-gados, interpolados en el texto por sucesivos copista,se evidencias por el hecho de causar problemaslingüísticos o gramaticales, contradicciones y anacro-nismos. La genealogía de las copias disponibles cons-tituye el instrumento esencial de trabajo en el marcode la crítica de restitución.

La crítica de procedencia es el conjunto de pro-cedimientos empleados para determinar la fecha, el

lugar de origen y el autor de un documento. Muchosdocumentos jamás estuvieron fechados; en otros ca-sos, hay que solucionar problemas resultantes de cam-bios de calendario, de fechas incompletas o perdidas,etc. La escritura –cuya variación en el tiempo y elespacio conocen los paleógrafos– el examen del ma-terial mismo del documento (el material usado paraescribir es variable según las épocas), la estratigrafíasi se trata de un texto descubierto en una excavaciónarqueológica, la mención en su interior de hechos cuyafecha ha sido anteriormente establecida, son elemen-tos importantes en la búsqueda de la fecha. Aunquetambién puede servir en tal sentido el examen del con-texto cultural percibido a través del texto, no se tratade procedimientos de fácil manejo: es raro que sepa-mos –con relación a períodos no muy recientes– cuán-

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Etapas y procedimientos del método histórico

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do, exactamente, surgió por vez primera una técnicadeterminada, u objeto dado, etc.: ciertos textos, porlo demás, buscan voluntariamente el arcaísmo. Lautilización de este procedimiento se vuelve más fácilcuando las referencias al contexto cultural son abun-dantes.

Al hablar del lugar de origen de un documentoimporta tomar tal expresión en un sentido amplio,que comprenda no solamente la ubicación geográfi-ca, sino también el medio social que lo produjo. Di-cho medio puede determinarse a través de la búsque-da de los centros de interés que se manifiestan en eltexto. Entre los procedimientos que pueden servir paraubicar el lugar de origen, tenemos la consideraciónde las particularidades regionales de la lengua, cuan-do son conocidas para la época en cuestión; aunque,por supuesto, una persona nacida en cierta regiónpuede escribir en otra.

Aun en los libros impresos, con frecuencia se pier-den las indicaciones relativas al autor, ya que nor-malmente se encuentran en las primeras o en las últi-mas páginas (las partes más vulnerables de un volu-men). Por otra parte, tenemos problemas de otros ti-pos. Los reyes, ministros, altos funcionarios, etc.,.pueden firmar multitud de documentos no elabora-dos personalmente por ellos, incluso sin haberlos leí-do. Y existen los casos de los seudónimos, anónimos,apócrifos (falsas atribuciones), las atribuciones múl-tiples, y así sucesivamente. Claro está que en losmuchísimos casos resultará del todo imposible iden-tificar al autor del documento. A veces, el examen dela lengua (modo de escribir, gramática, estilo) y deelementos de identificación contenidos en el texto,permiten establecer a quién se debe el testimonio encuestión.

La finalidad de la clasificación crítica de los tex-tos es distinguir los testimonios directos de los indi-rectos. Los testigos oculares de un fenómeno o pro-ceso no lo ven, habitualmente, de la misma manera,o no lo describen con las mismas palabras: cuandoesto último ocurre, tenemos un caso de copia de unafuente anterior por otra más tardía. La comparacióny genealogía de los textos permiten hallar paralelis-mo entre ellos: las elecciones de hechos, los errorescomunes de fecha, etc. denuncian la copia.

Es evidente que no se puede trabajar con datosque no sepamos si son o no auténticos, o con docu-mentos que no estén firmemente asentados en el tiem-po, en el espacio y en cuanto a su autoría (o por lomenos su atribución a un grupo social determinado).Así, siempre que resulte necesario, es preciso seguiraplicando la crítica externa, enriquecida en nuestrosdías, como ya mencionamos, por la posibilidad de

asociar las disciplinas auxiliares de que depende aduna tecnología elaborada. Pero es cierto, por otraparte, que los historiadores de los tiempos modernosy contemporáneos no se ven, con tanta frecuenciacomo por ejemplo los medievalistas, enfrentados atextos que son copias de copias, con el peligro defalsificaciones, etc. Por otra parte, en el caso de fuen-tes estandarizadas, que se repiten según un patrón –series estadísticas; series de bautizos, matrimonios ydefunciones de los archivos parroquiales; actas nota-riales–, suponiendo que estemos satisfechos en cuan-to a la fecha y a la procedencia geográficas, ¿serárealmente importante conocer siempre al “autor”?

De hecho, la cuantificación histórica exige plan-tear en forma diferente de la tradicional las cuestio-nes de la crítica externa. En relación a fuentes usa-das para recolectar o construir series numéricas, porejemplo, la “clasificación” crítica de los textos” nopodrá consistir sólo en decidir si el autor fue o no unobservador directo. Tendrá que tratar de estableceren cuál de las tres categorías siguientes entra la fuen-te en cuestión:6

1) fuentes estructuralmente numéricas, reunidascomo tales, y utilizadas por el historiador para con-testar a preguntas directamente ligadas a su campooriginal de investigación;

2) fuentes estructuralmente numéricas, más utili-zadas por el historiador de manera sustitutiva, paraencontrar respuestas a cuestiones extrañas a su cam-po original;

3) fuentes no estructuralmente numéricas, peroque el historiador busca utilizar de manera cuantita-tiva, a través de un procedimiento doblemente susti-tutivo.

Las formas de trabajar con tales fuentes, las ope-raciones estadísticas posibles, y muchas otras cosas,dependerán de ello.

d) Las operaciones analíticas: 2) la críticainterna(o de veracidad) de los testimonios.7 Se tratade verificar la veracidad intrínseca de la fuentes, lue-go de apreciar su contenido y el sentido de su texto.La crítica interna comprende dos aspectos principa-les: la interpretación y la crítica de sinceridad y exac-titud.

6 Cf. Francois Furet, “la historia cuantitativa la construcción delhecho histórico”, en F. S. Cardoso y Hector Pérez B, eds. Historiaeconómica y cuantificación, Secretaría de Educación Pública, México,1976, pp. 157–182.

7 C.f. Langlois y Seignobos, op. cit, libro II, caps. 6 a 8; Marichal, op.Cit.

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Llamamos interpretación (o hermeneútica) a laapreciación del contenido exacto y del sentido de untexto, a partir de la consideración de la lengua y delas convenciones sociales de la época en que fue com-puesto. La lengua cambia según el tiempo, el lugar,el estilo, el grado de cultura, etc. Es necesario sabercon exactitud qué significaba cada término o expre-sión en el momento histórico correspondiente a la re-dacción del texto, pues existe el peligro de distorsio-nar el sentido de este último, de interpretarloanacrónicamente: por ejemplo, si consideramos lostérminos que contiene en sus acepciones actuales (tra-tándose de una lengua viva). Como las traduccionesconstituyen siempre, en alguna medida, interpretacio-nes y comentarios, el historiador debe trabajar conlos textos originales siempre que ello sea posible.Además de la lengua, hay que tomar en cuenta lasconvenciones sociales: los hábitos de pensamientos,las actitudes intelectuales, las maneras de sentir, lasideas socialmente transmitidas y los estereotipos de-penden de la psicología colectiva, que cambia segúne tiempo, el lugar, el grupo social y cultural, etc. Lasconvenciones sociales incluyen igualmente los esti-los y modelos juzgados dignos de ser copiados, lasmodas, etc. Solo es posible interpretar un texto co-rrectamente tomando en cuenta todo ello. En lengua-je actual, la interpretación es una operación de“decodificación “ o de “transcodificación” (paso deun código a otro).

La finalidad de la crítica de sinceridad y de exac-titud es el establecimiento de los hechos . En cuantoa este punto, el principio general es lo que podríamosllamar de “desconfianza sistemática”: nada que noesté positivamente probado debe aceptarse, sino quepermanecerá dudoso; no se debe creer en un autor oun texto sin que haya buenas razones como para ha-cerlo, etc. En cuanto a la sinceridad, los historiado-res positivistas creían posible establecerlas a travésde una serie de preguntas, tendientes a verificar si elautor tenía interés en mentir, o el grupo por él repre-sentado; si estaba en una posición que lo obligaba amentir; cuáles eran sus simpatías y antipatías, etc.Sobre la exactitud, había que evaluar el grado de co-nocimiento efectivo de los hechos que podía tener elautor del texto, verificando si la información que pro-porciona reposa directamente en una observacióncorrectamente realizada; en otras, se trata de sabercuál fue la posición del autor frente al hecho quemenciona. El procedimiento consiste en compararsistemáticamente todas las observaciones relativas aun mismo hecho: si hay concordancia, podemos con-siderarlo como científicamente establecido. Tambiénimportante es el criterio de coherencia: si al ajustaruna serie de hechos el cuadro formado por ellos re-

sulta coherente, esto confirma dicho cuadro. En lapráctica, la documentación disponible difícilmente estan completa como para poder aplicar las reglas men-cionadas. Un último punto: la distinción entre los tes-timonios voluntarios (las crónicas, las memorias, lasobras históricas, etc.) e involuntarios (textoslitúrgicos, correspondencia o libros de contabilidadde una empresa, etc.) Naturalmente, los testimoniosinvoluntarios son más fiables; pero un mismo docu-mento puede contener –y generalmente contiene–ambos tipos de testimonios a la vez.

Decididamente, la crítica interna en la concepciónpositivista “envejeció” bastante más que la externa:La “crítica de sinceridad y exactitud” trabaja supo-niendo (implícitamente) un “sujeto transparente”, in-dividual, con libre albedrío total, y sin una dimen-sión no consciente. Supone también la no pertinenciadel análisis del discurso, de la enunciación. Hoy díase vuelve necesario corregir este punto, con apoyo enalguna teoría de las clases y de la ideologías: el textono debe ser tomado exclusivamente en su contenido,tratado en forma cualitativa, sino también en sus con-diciones sociohistóricas de producción.8

Por otra parte, también aquí conviene notar elimpacto de la cuantificación sobre los procedimien-tos críticos:9

Los datos de la historia cuantitativa... no dependen deun impalpable corte externo del �hecho�, sino de criterios decoherencia interna... El documento, y el dato, ya no existenpor sí mismos, sino con relación a la serie que los precede ylos sigue; es por su valor relativo que se vuelven objetivos...Yde este modo, el viejo problema de la �crítica� del documen-to histórico se halla al mismo tiempo en una posición distin-ta. La crítica �externa� ya no se establece a partir de unacredibilidad basada en la comparación con textos contem-poráneos de otra naturaleza, sino a partir de la coherenciacon un texto de la misma naturaleza, situado de manera dis-tinta en la serie temporal, es decir antes o después. La críti-ca �interna� se encuentra tanto más simplificada cuanto quemuchas operaciones de limpieza de los datos puedan sercolocadas en la memoria de una computadora.

e) Las operaciones sintéticas.10 Las indicacionesde los historiadores positivistas respecto de la sínte-sis histórica son mucho menos precisas –y más sub-jetivas– que las que proporcionan respecto de lasoperaciones analíticas de la crítica documental.

8 Ver principalmente Régine Robin, Histoire et linguistique, ArmandColin, París, 1973; Julia Kristeva, Semeiotiké. Recherches pour unesémanalyse, Seuil, París, 1969.

9 Furet, op. Cit., pp 164–165.

10 Cf. Langlois y Seignobos, op. cit. Libro III, caps. 1 a 5; más reciente-mente ver G. R. Elton, The practique of history, Collins-Fontana,Londres, 1972, cap. 3; Robert F. Berkhofer, Jr., Abebavioral approch tohistorical analysis, The Free Press, Nueva York, 1971, caps. 12 y 13.

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De hecho denotan un cierto pesimismo en cuentoa las condiciones generales y a posibilidad misma dela construcción histórica sintética. Así, empiezanapuntando ciertas dificultades ligadas a las caracte-rísticas de lo que para ellos constituye la materia pri-ma de la historia , o sea los hechos históricos esta-blecidos al analizar críticamente los documentos: 1)los hechos históricos vienen mezclados en las fuen-tes, y no son fenómenos variadísimos en su naturale-za –lingüísticos, de costumbres, relativos a aconteci-mientos, e institucionales, etc.–: lo que tienen en co-mún es sólo que son hechos pasados y que fueronestablecidos por observación directa; 2) presentangrados muy diversos de generalidad en el espacio yel tiempo; 3) el carácter histórico que presentan tienecomo condición sine qua non su localización en eltiempo y el espacio, sin la cual pierden el carácter delos hechos históricos para referirse a la “ naturalezahumana en general” (es el caso, por ejemplo, de loshechos del folklore); 4) en muchos casos, la críticano logra proveer hechos seguros, sino establecidossólo con grados mayores o menores de probabilidad.

En otras palabras, la síntesis opera sobre una masaincoherente y heterogénea de hechos singulares. Ahorabien; el trabajo del historiador, siendo la historia unaciencia de observación indirecta, no concierne a co-sas concretas, sino a operaciones puramente intelec-tuales y abstractas, en las cuales lo que se manipulason simples imágenes do reflejos de hecho en las fuen-tes, que el estudioso trata de percibir. En estas condi-ciones, la impresión de conjunto será necesariamenteconfusa, difusa, marcada por la subjetividad de lostestigos. ¿Cómo trabajar entonces?.

Los historiadores positivistas invocaban estas ra-zones para rechazar la posibilidad de plantear hipó-tesis. Sabemos hoy que, de hecho –y como no puededejar de ser–, sí las planteaban implícitamente. Par-tían de la clasificación y agrupamiento de los hechosen categorías. Las más generales de estas categoríassurgirían al considerar que los documentos informansobre: 1) seres visos y objetos materiales; 2) accio-nes de los hombres, y sus palabras; 3) motivos y con-cepciones.

A partir de ahí, la posibilidad de la síntesis repo-saba en dos postulados básicos: 1) los fenómenos depercepción intelectual indirecta no son por ello irreales(o sea, se mantiene el realismo del objeto; los “he-chos históricos” existen y son externos al observa-dor; 2) la base –a menudo inconsciente o implícita–de la reconstrucción histórica es la semejanza de loshechos del pasado con los actuales (estos sí observa-bles directamente). Se ve que, en estos p untos cen-trales, la posición positivista es bastante más positi-

va, aceptable, que la de los historicistas idealistas(neokantianos o presentistas).

En resumen, las operaciones sintéticas procede-rían en cuatro pasos básicos:

1) Tratar de imaginar los hechos históricos esta-blecidos por la crítica según el modelo de hechos ac-tuales análogos, para la construcción de una imagenglobal del hecho pasado (puesto que lo que los docu-mentos proporcionan directamente son sólo fragmen-tos de hechos que es preciso organizar).

2) Agrupamiento de los hechos en cuadros, clasi-ficándolos en categorías según su naturaleza (Lagloisy Seignobos proponen las categorías siguientes: 1)condiciones materiales; 2) hábitos intelectuales; 3)costumbres materiales; 4) costumbres económicas; 5)instituciones públicas. Pero no es cierto que, en sumayoría, los historiadores de entonces se interesanpor todos estos tipos de “hechos”)

3) Constatación de lagunas debidas a la insufi-ciencia de la documentación, que se tratará se llenarpor medio de razonamientos que partan de los he-chos conocidos (evidentemente, lo así reconstituidono tiene la misma seguridad de los hechos estableci-dos a través de la documentación).

4) Condensación de los hechos en “fórmulas” enla base de sus relaciones: en esta etapa se establecela serie lineal de “causas” y “consecuencias”.

Pero todo esto es en el fondo muy precario. Todoinfluye sobre todo, decían: evidentemente esto era unproblema serio, puesto que los positivistas no teníanuna teoría explícita de lo social. Son “millones” loshechos necesarios para la síntesis. Así, ésta vendría–en un futuro indefinido– por la acumulación y lacombinación de los resultados de miles de trabajosde pormenor bien hechos.

Los historiadores positivistas admitían dos tiposde obras de historia: las monografías y los trabajosde carácter general. Dudaban, sin embargo, de estosúltimos, y a fin de cuentas sólo creían en monografíasmuy detalladas, para cuya elaboración estipulabanciertas reglas:11

Toda monografía, para ser útil, es decir , plenamenteutilizable, debe someterse a tres reglas: 1) ningún hecho his-tórico extraído de documentos debe ser presentado sin es-tar acompañado de la indicación de los documentos de queprovino, a sí como de un juicio sobre el valor de tales docu-mentos; 2) es indispensable seguir, tanto cuanto sea posi-ble, el orden cronológico, pues fue en él que los hechos seprodujeron y por el podemos establecer las causas y efec-

11 Langlois y Seignobos, op. Cit. pp. 213–214.

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tos; 3) es necesario que el título de la monografía haga co-nocer, con precisión, la naturaleza del tema tratado en ella...

No precisamos criticar en detalle esta visión –atodas luces superada– de la síntesis histórica. Ya dis-cutimos, en el capítulo 4, su vicio central: es imposi-ble sintetizar adecuadamente en historia, partiendode la premisa de que el objeto de ésta son hechos ri-gurosamente “singulares”, aislados los unos de losotros “únicos e irrepetibles”. Simplemente no pue-den existir hipótesis , teorías y leyes científicas cons-truidas sobre la base de hechos singulares tomadosexactamente en su singularidad, es decir , conside-rando a ésta como irreductible. Otro punto muy ne-gativo era la creencia de que el historiador trabajasin plantear hipótesis: esto conducía simplemente auna falta de control de los historiadores positivistassobre una multitud de hipótesis (derivadas de filoso-fías de la historia) que ellos, como no podría dejar deser de hecho planteaban implícitamente.

2. El método científico en historia: algunasconsideraciones 12

La noción de que el método histórico debe incluirel planteamiento de hipótesis está ya bastante difun-dida, aunque no lo suficiente. Sin embargo, si bienello implica lógicamente cuestiones como la genera-lización y la búsqueda de explicaciones, muchos his-toriadores siguen creyendo que éstas no son parte desu tarea. Empero, como dice Moses Finley, “todo his-toriador se ve sumido en explicaciones y generaliza-ciones a partir del momento en que trasciende el ám-bito del puro nombrar, como contar o fechar”13 Loque pasa es que en muchos casos la generalizacionesy explicaciones quedan implícitas. Así, por ejemplo,en el caso de los positivistas, que creían trabajar enel plano de los meros hechos singulares:14

...este tipo de historia aparece puntualizado a la vez �ycontradictoriamente� por el tiempo corto y una ideología fi-nalista; como el acontecimiento �irrupción súbita de lo úni-co y de lo nuevo en la cadena del tiempo� no puede sercomparado con ningún antecedente, la única manera de in-tegrarlo a la historia está en atribuirle un sentido teleológi-co: si él no tiene un pasado, tendrá un futuro. Y como lahistoria se ha desarrollado desde el siglo XX como un modode interiorización y conceptualización del sentimiento de pro-greso, el �acontecimiento� indica casi siempre la etapa de

un advenimiento político o filosófico: República, libertad,democracia, razón. Tal conciencia ideológica de la historiapuede asumir formas más refinadas; ...pero traduce en elfondo mismo mecanismo de compensación: para ser inteli-gible, el acontecimiento necesita una historia global definidafuera e independientemente de él.

El avance científico de la historia exige que hipó-tesis, explicaciones y generalizaciones se expliciten.Esta es la única manera de poder ejercer un control yuna verificación adecuados de ellas, de forma a ga-rantizar un conocimiento objetivo, que pueda aspirara la intersubjetividad.

Como cualquier disciplina, el método científicoen historia consiste básicamente en seguir ciertos pro-cedimientos para plantear problemas y verificar lassoluciones propuestas.

La historia utiliza las hipótesis de manera un tan-to distinta a las ciencias naturales. Más exactamente,las debe emplear en niveles más numerosos. Esto esasí porque, al ser indirecta –en el sentido planteadopor los historiadores positivistas– la observación delos acaecimientos y procesos históricos, es necesa-rio, antes de poder someter las hipótesis explicativasa la confrontación con los datos, controlar tales da-tos: y para ello es preciso plantear hipótesis relativasa la descodificación (hermenéutica) y al control deautenticidad y veracidad(críticas externa e interna)de las fuentes utilizadas. (Véase el cuadro 4: no nosparece, sin embargo, que resulte necesario distinguirlas “hipótesis de construcción” como categoría apar-te, puesto que su finalidad es –o debe ser– explicati-va.) Como ya tratamos, en la parte anterior de estecapítulo, las cuestiones atinentes a la crítica históri-ca, ahora nos interesarán sólo las hipótesis explica-tivas, aquellas que ofrecen una solución tentativa alproblema científico planteado –hipótesis heurísticaso de trabajo–, y que será sometidas a verificación.Después, si no fueron demostradas como falsas, pa-sarán a ser hipótesis comprobadas. Podrá variar elgrado de comprobación, según las virtualidades, eneste sentido, de la documentación disponible y otros

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12 Nuestra exposición debe mucho a J. Topolski, op.cit,. Caps, 14, 21 y22, pese a ciertas diferencias de opinión.

13 M.I Finley, Uso y abuso de la historia, trad. de A. Pérez–Ramos,Crítica , Barcelona, 1977, p. 104

14 Furet, op. Cit., p. 173.

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factores. Así es como el descubrimiento de fuentespertinentes antes desconocidas puede, eventualmen-te, hacer que una hipótesis comprobada vuelva a serde nuevo simplemente una hipótesis heurística porverificar.

El manejo de la hipótesis se hace en tres etapas:1) formulación; 2) substanciación, 3) verificación.Para la formulación adecuada, es útil el conocimien-to de por lo menos algunos rudimentos de lógica. Enel caso de la historia, la substanciación depende delos procedimiento de crítica documental. En cuanto ala verificación, se hace deduciendo de la hipótesisplanteada sus consecuencias lógicas, tratando des-pués de verificar –con los datos disponibles– si sedan tales consecuencias (o si son probables, por lomenos, y si son compatibles con el cuerpo de los co-nocimientos ya constituidos –aunque por supuestoéste puede ser cambiado si es necesario, en funciónde nuevos descubrimientos– .

Al formular hipótesis, se debe tener presente queen ciertos casos –relativamente raros en historia– lapregunta planteada puede tener un número infinitode respuestas posibles mutuamente excluyentes, se-gún un sistema binario de elección (o que se tornabinario, reduciéndose una serie de respuestas posi-bles a pares sucesivos). En otros casos, la elecciónde la respuesta tendrá que ejercerse entre un númeromuy grande o aún infinito de posibilidades, lo que nodeja de aumentar la dificultad de la explicación.

La construcción de la historia como ciencia de-pende sobre todo, en la actualidad, de la solución dedos problemas: 1) cómo enunciar y comprobar hipó-tesis que no sean proposiciones singulares; 2) cómogarantizar la construcción teórica adecuada, mediantegeneralizaciones controladas. Los instrumentos dis-ponibles más importantes para estas dos finalidades–que en el fondo se reducen a una sola: la superaciónde la tendencia de los historiadores a preocuparseexcesiva o exclusivamente con la singularidad de losprocesos, secuencias y estructuras que estudian– sonel método comparativo y la construcción de modelos(ver el cuadro 5).

Vimos en el capítulo 2 (§ 2) que una hipótesiscientífica no puede ser una proposición singular: debeser una proposición particular (en el sentido de apli-carse a cierto número de casos) o universal (aplica-ble a todos los casos), y verificable. El planteamien-to y comprobación de este tipo de hipótesis permite,en el nivel del establecimiento de generalizacioneshistóricas amplias –leyes, teorías–, la integraciónadecuada del conocimiento adquirido, que es instru-mento necesario para el planteamiento de nuevas hi-pótesis, cumpliendo así el ciclo habitual del método

científico: teoría –hipótesis– verificación –vuelta ala teoría para integración de las conclusiones– nue-vas hipótesis, etc. Mencionamos también (capítulo4, § 3) que el obstáculo específico más importante ala constitución de una historia cabalmente científicaes, en efecto, la preocupación persistente y a vecespredominante con lo particular –no ya a nivel de “he-chos singulares”, sino de los casos o procesos– queaún caracteriza a muchos historiadores, por más quesea cierto que se ocupan también –y crecientemente–de regularidades, recurrencias y generalizaciones ex-plicativas. ¿De qué manera contribuyen el métodocomparativo y la construcción del modelos a la supe-ración de esta problema?

El método comparativo fue propuesto como uninstrumento al servicio del planteamiento y controlde hipótesis y generalizaciones explicativas, con lafinalidad de conceptualizar la problemática históricaa través de la ruptura de los marcos nacionales ycronológicos habituales, a favor del estudio de temasbien definidos. En lugar de estudiar la historia me-dieval “de Francia”, “de España”, “de Italia”, “deInglaterra”, “del Japón”, cuando no de unidades to-davía menores (provincias, regiones, etc.), el enfo-que comparativo podrá proponer, por ejemplo, el temadel feudalismo en el conjunto de los países y regio-nes que aparentemente lo conocieron. En lugar deabordar separadamente la evolución de los imperioscoloniales “de España”, “de Portugal”, “de Francia”,“de Inglaterra” en América, la actitud comparativapodrá sugerir temas como la esclavitud o el sistemacolonial mercantilista, entre otros, visto en el con-junto colonial americano. Defino pro Marc Blochcomo la búsqueda, “para explicarlas” de “las simili-tudes y las diferencias que ofrecen dos series de na-turaleza análoga, tomadas de medios sociales distin-tos”15 el método comparativo conduce, por su mismanaturaleza, a la ruptura de la singularidad de los ca-sos y procesos. Permite también eventualmente, unavuelta al caso singular o específico, muy enriquecidapor la ampliación teórica resultante de la compara-ción. El método comparativo tiene, en historia, dosmodalidades principales: 1) la mayoría de los histo-riadores lo aplican hoy prudentemente, sólo a socie-dades que presenten suficiente parecido estructural(Bloch hablaba de “sociedades síncronas” –sociétéssynchrones–; un evolucionista hablaría de “socieda-des sistadiales”); 2) también es posible comparar en-tre sí secuencias o temáticas del mismo tipo en socie-dades estructuralmente muy diferentes pero se correentonces el peligro de interpretar como analogías pro-

15 Marc Bloch, “El método comparativo en historia”, en Ciro F. S.Cardoso y Hector Pérez B., Perspectivas de la historiografía contem-poránea, Secretaría de Educación Pública, México, 1976, pp. 26–27

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fundas (isomorfismos) lo que no pasa a semejanzasformales superficiales (epimorfías) que ocultan dife-rencias radicales de fondo, y de caer en grandes cons-trucciones “metahistóricas” como las de A. Toynbeeu O. Spengler. En otra ocasión nos referimos a lasdiversas ventajas y dificultades de la aplicación delmétodo comparativo en historia.16

La construcción de modelos –si se considera elmodelo como una representación simplificada de unaestructura o sistema real– favorece de diversos mo-dos la historia científica. Además de favorecer el de-sarrollo del razonamiento deductivo en los estudioshistóricos, exige una definición clara de los factores(o variables, si se trata de un modelo cuantificado)de diversos tipos: parámetros, factores internos al sis-tema del que se construye el modelo, factores exter-nos al mismo. Esto hace más fácil la verificación y laintersubjetividad. Por otra parte, es frecuente que elmodelo trascienda a realidades singulares por refe-rirse a categorías más generales, aplicables a diver-sos casos. Aún cuando se refieran a casos específi-

cos –como el modelo del feudalismo polaco construi-do por Witold Kula–, invitan a la generalización: enel caso mencionado, no se trata meramente de unmodelo “de Polonia”, sino del feudalismo polaco, loque de inmediato sugiere constrastaciones compara-tivas con otras estructuras económicas–sociales con-sideradas feudales, y para empezar, con los paísesque conocieron la llamada “segunda servidumbre”17

Tres tipos fundamentales de modelos han sidoaplicados a investigaciones históricas. Los más fre-cuentemente usados por historiadores profesionalesson los modelos isomórficos, es decir, los que pre-tenden ser una representación realista (aunque sim-plificada) del sistema estudiado. Estos modelos, se-gún el tipo de enfoque que presida a su construcción,serán: predominantemente estructurales, cuando pri-vilegian las interacciones y el funcionamiento carac-terístico de una totalidad (es el caso del modelo yamencionado de W. Kula); sobre todo genéticos, cuan-do el énfasis recae en secuencias cronológicas a lasque se asocian nexos causales, como por ejemplo las

16 Ciro F. S. Cardoso y Hector Pérez Brignoli, Los métodos de lahistoria Crítica , Barcelona., 1977 capítulo VIII.

17 Cf. Witold Kula, Théorie économique du systéme Féodal. Pour unmodéle de I’ économie polonaise 16–18 stécles, trad. Del polaco,Mouton, París– La Haya, 1970 (existe en castellano).

Instrumentos para la construcción de una historia científica

Finalidad Problemas a soculionar Instrumentos principales

Construcciónde la historiacomo ciencia

1) Formulacióny comproba-ción de hipóte-sis con ungrupo suficien-te de generali-dad.

2) Generaliza-ción, síntesis,leyes, construc-ción de teorías

1° Métodocomparativo

2° Construc-ción de mode-los

Comparación selectiva(criterio estructural)

Comparación generaliza-da (Criterio temático)

Isomórficos

arbitrarios

contrafactuales

estructurales

genéticos

dialécticos

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etapas del “crecimiento económico” de W.W.Rostow;18 dialécticos, cuando se trata de reunir a lasvisiones estructural y genética en una perspectivaunificada: en la actualidad caracterizan sólo, oproncipalmente, a ciertos estudios marxistas.

En segundo lugar tenemos los modelos arbitra-rios, o sea, construcciones instrumentales inten-cionalmente arbitrarias, partiendo de algún criteriode elección del investigador: es el caso de los “tiposideales” de Weber, o de los “modelos” de Lévi Strauss(de hecho la relación estructura /diagrama en esteautor está lejos de ser clara en la práctica). Los mo-delos de Weber son en muchos casos “probabilida-des típicas de acontecer”, las cuales puedan surgiren situaciones histórica muy diversas (citemos comoejemplo la “estructura patrimonial”). El historiadorles hace el mismo tipo de crítica que a ciertos mode-los usados por la historia cualitativa en su vertientede “econometría restrospectiva”: relación dudosa en-tre hechos dispares, falta de respeto por la especifici-dad estructural de las diferentes épocas y socieda-des, fuentes discutibles y no controladas.19

Finamente, la New Economics History norteame-ricana, ha puesto de moda (otra vez, pues se trata deprocedimiento antiguo) un tipo especial de modeloarbitrario, el contractual, que consiste en construirun curso hipotético alternativo de acontecimientospara poner a la prueba las generalizaciones explica-tivas o hipótesis causales, mediante la eliminaciónhipotética de los factores a que apuntan a tales hipó-tesis. Por ejemplo: si se afirma que el progreso tec-nológico y a marcha hacia el oeste fueron factoresimportantes en la historia agraria de los Estados Uni-dos en el siglo XIX, se tratará de imaginar dicha his-toria sin progreso tecnológico ni expansión para eloeste. Este es un método del que los historiadoresprofesionales desconfían mucho, y por excelentes ra-zones.20

El método comparativo, y la construcción de mo-delos pueden combinarse. En efecto, la comparaciónsupone un modelo por lo menos implícito (sin lo cualno se sabría qué elementos o variables seleccionar,para su comparación, en los diversos casos que for-man el universo de análisis), y en muchos procedi-

mientos de modelización está también implícita lacomparación.

Comparación histórica y modelos apuntan, ya lovimos, a intenciones explicativas. Conviene ahoraentrar en forma más sistemática a la cuestión de laexplicación histórica, base necesaria de la síntesis.

Cualquier intento de explicación en historia debe-ría esforzarse por cumplir con ciertos requisitos: 1)tomar en cuenta el carácter a la vez subjetivo y obje-tivo de los procesos históricos (que incluyen siempre“hechos de conciencia”); 2) basarse en una jerar-quización de los factores causales o explicativos se-gún alguna teoría de lo social (la historiografía tradi-cional hablaba de “causas principales” y “causassecundarias”, de “causas directas” e “indirectas”, de“causas lejanas” y “causas próximas”, etc., pero nodisponía de tal teoría).

J. Topolski distingue diversos tipos de explica-ción utilizados por los historiadores:21

1) explicación a través de una descripción; aunla crónica contiene elementos de explicación, contes-tando a preguntas del tipo: “¿qué?”, “¿quién?”,“¿cuándo?”, “¿cómo?”, ya que sin tales elementos nose podría organizar una narración coherente;

2) explicación genérica: busca revelar el origende un fenómeno o proceso por la presentación de susetapas sucesivas, privilegiando la secuencia genética(a la cual, implícita o explícitamente, se trata de vin-cular algún lazo causal);

3) explicación estructural o funcional: indica ellugar de un elemento en una estructura o sistema, paraasí dar cuenta de dicho elemento;

4) explicación mediante una definición; contestaa preguntas del tipo: “¿qué fue el movimiento de los“remensas”?, o “¿porqué a Benito Juárez se le consi-dera un liberal?”;

5) explicación causal; contesta la mayor parte delas preguntas del tipo: “¿por qué pasó tal cosa?”;

También R. Berkhofer Jr. Llama la atención so-bre la diversidad de las formas de explicación en his-toria: explicación causal, estadística (o proba-bilística), teleológica, funcional, genética, medianteleyes o teorías.22

Las explicaciones causales, quizá las más impor-tantes –por vincularse al establecimiento de regulari-dades y por tal camino, de leyes y teorías–, puedentambién ser de varios tipos. Según un primer criterio

18 F. W.W. Rostow, Las etapas del crecimiento económico, FCE,México, 1962.

19 CF. Max Weber, Economía y Sociedad, FCE, México, 1964, tomoI.pp. 16–18; T. Parsons, La estructura de la acción social,Guadamarrama, Madrid, 1968, tomo II, pp. 739–753.

20 Cf. C. F.S. Cardoso y Hector Pérez B. Los métodos..., cap. II de losmismos autores, Historia económica de América latina, Crítica, Barce-lona, 1979, vol. I, pp. 75–76

21 Topolski, op. cit, p. 288.

22 Berkhofer, Jr., op. Cit., p. 288.

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de clasificación, tendríamos las unicausales y lasmulticausales (siendo estas últimas las más frecuen-tes en historia). De acuerdo con otro criterio habría:causalidad ligada a la racionalidad de la acción hu-mana (dependiente de una teoría de la libertad de lossujetos históricos individuales o colectivos); casuali-dad vinculada a consecuencias no intencionales deacciones debidas a numerosas personas (procesos his-tóricos). Un tercer criterio nos daría lo siguiente: 1)explicación causal por referencia a factores intrínse-cos al mismo sistema estudiado: 2) explicación es-trictamente causal: hace intervenir uno o más facto-res externos al sistema. Finalmente, una última clasi-ficación de tipo lógico–formal nos daría: 1) explica-ción por referencia a leyes que indican las condicio-nes necesarias o suficientes (o ambas); 2) explica-ción que indica una de las condiciones suficientes al-ternativas (o sea, que en una circunstancia dada sevuelve necesaria); 3) explicación por referencia acircunstancias favorables.

En principio, las hipótesis comprobadas pasan aintegrar el cuerpo de teorías de una ciencia; las hipó-tesis explicativas, una vez verificadas suficientemente,se transforman en leyes científicas. Pero en historia,como en general en el conjunto de las ciencias delhombre, las teorías no responden a criterios riguro-sos y formalizados de construcción (como el métodoaxiomático, por ejemplo). Lo que en ciencias socia-les se llama “ley” es, con frecuencia, simplemente unenunciado general aplicable a un gran conjunto decasos, pero sin un carácter necesario. Por otra parte,es cierto también que las leyes de este tipo –probabilistícas, tendenciales– hoy día son bastanteutilizadas y valorizadas también en las ciencias na-turales.23 Los historiadores buscan actualmente vin-cular, en sus explicaciones, el enfoque estructural yel causal (o, en forma más amplia, las diversas for-mas de determinaciones)24. Esto quiere decir que lasdeterminaciones o vínculos causales se plantearánentre estructuras parciales que integran la estructurasocial global, y no entre elementos, factores o hechosaislados.

Ya vimos (capítulo 4, 3) que muchos historiado-res son escépticos en cuanto a la posibilidad de quela historia pueda venir a ser totalmente científica.Robert–Berkhofer Jr, mencionaba la discontinuidadque existe entre descripción y explicación en historiapodemos describir bastante más de lo que explica-

mos. En otras palabras, “la historia” (explicativa,contestando a los “¿por qué?”) no puede expulsar deltodo a la “crónica” (que contesta las preguntas deltipo: “¿qué?”, “¿quién?”, “¿cuándo?”, “¿dónde?”,“¿cómo?”); esto es así porque, al existir secuenciasrecurrentes o regulares que son compatibles con lacausalidad, y otras que sólo aceptan normas menosestrictas de explicación, no hay único modelo expli-cativo que comprenda a la historia en su totalidadtemporal. Este autor dice que el único marco globales el ordenamiento temporal de los datos, el cual in-troduce una estructura que exige a la vez “la cróni-ca” y la “historia”, aunque se puede admitir el avan-ce de la segunda en detrimento de la primera segúnvaya progresando la construcción teórica. En suma:25

Otras disciplinas pueden seleccionar sus datos sólo delas secuencias repetitivas, generalizadas, en el sentido defavorecer el desarrollo de explicaciones en el nivel de laspreguntas del tipo �¿por qué?� ; pero los presupuestos delos historiadores prohiben esta solución fácil para los pro-blemas de la explicación... el presupuesto holístico del tiemposignifica todavía que la estructura de los análisis está deter-minada por la descripción de su objeto temático.

Nos parece, sin embargo, que este autor –comode Certeau y Beyne (cap. 4 § 3)– está aún muy mar-cado por la concepción tradicional de la totalidadhistórico–social y cronológica. Hoy día hay muchosejemplos de historiadores que trabajan con tiemposmúltiples y no se someten ya a una perspectivacronológica necesariamente lineal y continua (ver elcap. 6). Por otra parte, la dificultad de recortar lamateria estudiada de manera a favorecer las explica-ciones causales viene, sobre todo, de una visión noteorizada de lo histórico–social; ello conduce a creerque la historia total consiste en decirlo todo sobretodas las cosas que pasaron (o las relevantes), loque naturalmente no se puede hacer, como lo señalócon razón Pierre Vilar:26 la “historia total”, no con-siste en la tarea imposible de “decirlo todo sobretodo”, sino “solamente en decir aquello de que el tododepende y aquello que depende del todo”; esto sí,cosa perfectamente factible, mas sólo si se admite ueen lo social global hay niveles más determinantes queotros: sin lo cual de hecho nos quedamos con unatotalidad imposible de manejar por su complejidadirreductible.

A menudo se acentúa, en discusiones meto-dológicas, el estado incipiente de la construcción dela historia como ciencia. Lo importante, sin embar-

23 Ver al respecto E.H. Carr, ¿Qué es la historia?, trad. De J. RomeroM. Seix Barral, Barcelona, 1976, pp, 78–83.

24 Ver Mario Bunge, Causalidad. El principio de la causalidad en laciencia moderna, EUDEBA, BsAs, 1965

25 Berkhofer, Jr, op. pp. 289–290

26 Pierre Vilar, “Historia marxista, historia en construcción. Ensayo dediálogo con Althuser”, en Cardoso y Pérez Brignoli, eds., Perspectivas..,p 157.

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go, es constatar, por una parte, los enormes pasos yadados en tal sentido; y por otra, que nada se opone aprogresos aún más decisivos en este campo. Que loshistoriadores en su mayoría se hayan esforzado rela-tivamente poco en este sentido tiene que ver, entreotras circunstancias, con una estructuración muyineficiente e inadecuada de su formación espiste-mológica, teórica y técnico–metodológica en las uni-versidades (en algunas de ellas tal formación está sim-plemente ausente). Las palabras muy sensatas dichaspor Carr en 1961 en la Universidad de Cambridge,no perdieron desdichadamente su actualidad unaveintena de años después: 27

Una solución que se me ocurre es la de mejorar la cali-dad de nuestra historia, la de hacerla �si me atrevo a decirloasí� más científica, la de endurecer nuestras exigenciashacia quienes quieren seguir esta carrera. La historia, comodisciplina académica en esta Universidad, reviste para algu-nos la apariencia de un colector hacia el que confluyen quie-nes encuentran demasiado difíciles los Clásicos y demasia-do serias las Ciencias. Una impresión que quisiera comuni-car con estas conferencias es que la historia es especiali-dad mucho más difícil que los Clásicos, y tan seria comocualquiera de las ciencias. Mas el remedio indicado implica-ría, en los propios historiadores, una mayor fe en lo que ha-cen.

3. Los pasos de una investigación histórica.

a) El planteamiento del problema: selección ydelimitación del tema. ¿Con qué criterios seleccio-nar un tema de investigación? ¿Cómo, en la práctica,llegar a hacerlo? Hablamos en primer lugar de loscriterios de selección, en orden decreciente de im-portancia.

1º. Criterios de relevancia. Tenemos aquí, antetodo, la relevancia social. Recordemos a LucienFebvre quien decía que los historiadores deben ver lahistoria que hacen como la forma en que “operaránsobre su época”, permitiendo a “ sus contemporá-neos, a sus conciudadanos, comprender mejor los dra-mas de que van a ser, de que ya son, todos juntos,actores y espectadores”.28

El criterio de relevancia apunta a la pregunta:¿para qué sirve la historia? A esta cuestión dos tiposde respuestas son posibles: 1) la historia tiene su pa-

labra que decir, sus elementos que contribuir a la com-prensión de las estructuras actuales de lo social, ypor lo tanto a la planeación de las futuras; 2) los pro-cesos históricos, pese a que son siempre “únicos”,iluminan en perspectiva –cuando son enfocados ade-cuadamente– las condiciones comunes a una serie deellos: en otras palabras, la búsqueda de las leyes di-námicas y estructurales de lo social –finalidad últi-ma de las ciencias del hombre– pasa necesariamentepor el conocimiento de la historia. La relevancia so-cial se cumplirá en la medida de la sensibilidad delinvestigador frente a los problemas de su época ysociedad.

Existe también un segundo aspecto, el de la rele-vancia científica. Ésta depende, en cada momento,de las posibilidades y prioridades de la disciplina his-tórica, que son cambiantes en el tiempo (y que dehecho pueden, eventualmente, sufrir a veces desvia-ciones lamentables debido a ciertas modas). Esto pue-de ser interpretado en el sentido de los “paradigmas”científicos (capítulo 3, § 2, b), con tal de que no setome tal categoría en un sentido de rígida determina-ción, sino de condicionante.

2º. Criterio de viabilidad. Además de saber si untema es relevante, también debemos averiguar si esposible llevar a buen término su investigación. Estotiene que ver fundamentalmente con: 1) los recursosdocumentales (en sentido amplio): existencia y dis-ponibilidad de fuentes –escritas y de otros tipos– encantidad suficiente, pertinentes a lo que se quiere in-vestigar; 2) los recursos humanos y materiales: elcarácter y la amplitud posibles de un tema dependende la dimensión del grupo de investigadores y de suformación teórica, metodológica y técnica adecuada(no es posible, por ejemplo, abordar la historia deprecios si no se sabe nada de economía y estadística;por otra parte no es lo mismo elegir a un tema detrabajo de equipo o para un historiador aislado), ytambién del financiamiento, de la posibilidad o no decontar con asistentes, con apoyo de secretaría, conreproducciones de materiales (fotocopias microfilmes,mimeógrafo, etc.), con acceso a computadora, etc.;3) el tiempo disponible para desarrollo del proyecto.

3º Criterio de originalidad. El descubrimiento deun problema a investigar cosiste, ya lo vimos (capí-tulo 2, § 4), en identificar ya sea una laguna en losconocimientos (la mayoría de los casos), ya sea unaincoherencia en el cuerpo del saber, una falla en elcuerpo teórica admitido. Cada proceso de investiga-ción debe contribuir con algo nuevo para la cons-trucción de la ciencia histórica. Sólo se debe reexa-minar un tema ya trabajado si se abren perspectivasdocumentales radicalmente nueva – lo que, como vi-

27 Carr, op. cti., 115.

28 Lucien Febvre, Combates por la historia, trad. De F. J. Fernández. B.y E. Argullol, Ariel, Barcelona, 1970, p. 71.

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mos en la parte anterior de este capítulo, puede trans-formar hipótesis ya comprobadas en meras hipótesisheurísticas a verificar–, o cuando se pretende desa-fiar las interpretaciones disponibles al respecto, pre-sentado un enfoque efectivamente nuevo.

4º Criterio del interés personal. Por más que lonieguen los pragmatistas radicales de izquierda o dederecha, la verdad es que la vocación de investigadorcontiene una buena dosis de curiosidad, de interés yaún de pasión. La mejor manera de canalizar las ener-gías generadas por tales impulsos personales es queel historiador trabaje en tema que realmente le intere-sen: su rendimiento será entonces mayor.

Esto en cuanto a los criterios de selección de lostemas de investigación. Hablemos ahora de los as-pectos prácticos.

La elección de un tema empieza, casi siempre, conel interés por un campo, una rama de estudios, unaproblemática más o menos amplia y mal definida,despertado por lecturas previas, o a veces tambiénpor experiencias personales. En esta etapa, el inves-tigador podrá decir cosas como: “me interesa la his-toria de movimiento obrero”; o: “ me gustaría estu-diar alguna cuestión relativa a precios, salarios y ni-veles de vida”; o aun: “creo que hay aspectos de laactuación del estado en el período x que están insufi-cientemente (o mal) estudiado”

Para pasar de este interés algo impreciso a la cons-tatación y posterior delimitación de un problema ainvestigar, el estudioso sentirá la necesidad de pro-fundizar sus lecturas, no sólo las que se refieren, decerca o de lejos, a la problemática o al período que lellama la atención, sino también eventualmente las detipo metodológico o teórico. Podrá, también, empe-zar a efectuar sondeos de la documentación en archi-vos y bibliotecas –orientado por la constatación delos tipos de fuentes usados en trabajos similares quetoma como ejemplos o modelos–, verificar las posi-bilidades de entrevistas (si se trata de un tema con-temporáneo o bastante reciente), pedir consejos a his-toriadores con experiencia en el campo específico deque e trate. De este modo, terminará identificandouna laguna, o un desacuerdo, que le permitirán final-mente formular un tema preciso de investigación,delimitado en el tiempo y en el espacio.

Al respecto, conviene recordar los criterios de de-limitación que recomienda Pierre Vilar;29

1) en el espacio: lo ideal sería un universo de aná-lisis dotado de personalidad geográfica, de homoge-neidad;

2) en el tiempo: es necesario un corte temporaladecuado, que englobe el proceso estudiado, pero tam-bién sus condiciones previas y sus consecuencias máspróximas;

3) en el marco institucional: la unidad de estudiopuede no estar definida sólo o principalmente por cri-terios políticos, pero la necesaria homogeneidad delas fuentes vuelve deseable un marco institucionalsólido (o varios, se trata de una investigación com-parativa).

El investigador principiante debe resistir a la ten-tación de abordar temas demasiado vastos y comple-jos, que escapan todavía a sus posibilidades reales, yque, a lo mejor, exigirían muchos años o décadas detrabajo para hacer algo aceptable, aun en la mejorescondiciones. Una tesis de licenciatura, por ejemplo,debe ser considerada como un ejercicio relativamen-te modesto de investigación, no como una ocasión deintentar solucionar los más graves dilemas teóricos ometodológicos de una disciplina. Es mucho más útiluna monografía bien hecho –abierta, desde luego, alo teórico, a lo social global: no estamos hablando dela monografía positivista construida con criterio es-trictamente cronológico y organizando a “hechos sin-gulares”–, acerca de un tema limitado, que un traba-jo vasto y mal construido, en el que fácilmente se per-cibirá el contraste entre la pretensión desmedida y larealización mediocre.

b) Construcción del marco teórico: invención yformulación de la hipótesis. Una vez definido el tema,el paso siguiente en el proceso de investigación con-siste en la construcción del modelo teórico, es decir,en la definición del marco teórico en función del cualse plantearán las hipótesis heurísticas o de trabajo aser comprobadas en etapa posterior.

Una de las razones que dificulta el planteamientode hipótesis al investigar por primera vez es el domi-nio insuficiente de las teorías de las que se quierepartir. Esto tiene que ser corregido, pues la formula-ción de hipótesis depende en primer término de laopción teórica. Ocurre que, en historia económica,estudiándose la misma temática general o período,las hipótesis serán profundamente diferentes si separte de la teoría marxista o de la neoclásica. La mis-ma dificultad en saber vincular las hipótesis acercadel tema a una teoría, puede ser el indicio de que elconocimiento de la misma era solamente formal, ex-terior a una práctica científica efectiva. Pero tambiénpuede tratarse, simplemente, de las consecuencias deuna enseñanza universitaria en numerosas ocasionesinadecuada en los cursos de graduación en historia.

29 . Pierre Vilar, Crecimiento y desarrollo, Ariel, Barcelona, 1976, pp.36–37

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En muchas instituciones de enseñanza superior,por lo menos en América Latina, la manera de ense-ñar de la escuela secundaria se prolonga en las aulasuniversitarias. Paralelamente a una formaciónmetodológica deficiente, a los estudiantes de trata de“trasmitir” sólo una masa de conocimientos, cada unode los cuales enunciado de tal modo, que apareceríaser una verdad adquirida para siempre, indiscutible(cuando, de hecho, son raros los elementos o discuti-dos en el cuerpo del saber histórico). Ahora bien, loscursos universitarios, mucho más que la pretensión(imposible) de agotar los conocimientos históricos poráreas cronológicas o espaciales –historia antigua,moderna, de América, nacional, etc.–, deberían orien-tarse a preguntas del tipo siguiente: “¿cómo se al-canzan los conocimientos en las investigaciones pri-marias llevadas a cabo en el campo en estudio?”;“¿qué implicaciones tienen las modalidades de fuen-tes y procedimientos ahí utilizados para el tipo y losgrados de seguridad de los conocimientos alcanza-dos?”; “¿qué controversias de enfoque teórico ymetodológico se constatan?”; “¿cómo, partiendo dequé, los especialistas del área examinada establecensus generalizaciones explicativas?”. Todo ello, desdeluego, acompañado de lectura y debate de la histo-riografía especializada pertinente. Pero esto raramentees así. Muchos profesores están más interesados en(o más preparados para) “exponer” conocimientos –o alguna versión de ellos– . En estas condiciones, nosirve de nada multiplicar a la vez cursos de “histo-riografía”, en los que tampoco se hará en escala con-siderable lo que no se hizo donde era debido: leer alos especialistas en el sentido de aprender no sólo loque afirman substantivamente, sino también cómotrabajan, qué teorías manejan, qué dificultades en-cuentran en su labor, etc. Si a un alumno que no tuvoderecho a esta enseñanza, interesada más en el “ta-ller del historiador”30 que en la acumulación de in-formaciones organizadas a partir de cortes cronoló-gicos (“historia medieval”, “historia contemporá-nea“), geográficos (“historia de América”, historiade Francia”), u otros, se les pide después que plantee–o sea, invente– hipótesis personales para orientarun proceso de investigación, ¿cómo se puede esperarque lo sepa hacer? Esta habilidad depende, entre otrascosas, de una cultura histórica efectiva, basada enaños de lectura razonada de modelos, o sea, de obrasvista no sólo ni principalmente como fuentes de da-tos, sino como ejemplos de cómo hacer... o cómo nohacer.

No se puede “enseñar” a formular hipótesis. Cuan-do mucho se pueden indicar algunos puntos acercade pasos preliminares y agregar ciertas recomenda-ciones.

Previamente al planteamiento de hipótesis, es pre-ciso ordenar los datos ya disponibles, y trata de iden-tificar qué factores (o variables, si se trata de unainvestigación cuantificada) deberán ser tomados encuenta. También es necesario haber sondeado la do-cumentación susceptible de ser utilizada posterior-mente en la substanciación y comprobación. Ademásde lo ya mencionado respecto del planteamiento dehipótesis en el capítulo 2, § 4, en que se debe subra-yar el carácter general de la hipótesis y la necesidadde que éstas sean proposiciones comprobables,verificables con los instrumentos metodológicos ydocumentales disponibles, recordemos lo siguiente:1) deben evitarse las hipótesis negativas : éstas sonindeterminadas y por lo tanto poco fecundas (sonconsideradas verdaderas si nada demuestra que sonfalsas), mientras que las proposiciones afirmativassugieren algún nexo o propiedad real que deberáinvestigarse, por lo cual son fructíferas; 2) las hipó-tesis no deben tomar la forma de enunciados de con-tenidos empírico sobre un factor o variable (comopor ejemplo: “la producción x aumentó durante elperíodo considerado”), sino acerca de nexos entrefactores o variables (por ejemplo: “la variación de laproducción x dependió de los factores a, b, c.. n”,especificándose las formas de ligazón entre x y talesfactores): por esto es útil, muchas veces, tratar deaproximarse a un enunciado de tipo legaliforme(“siempre que ... entonces...”; “si, y sólo si ...enton-ces...”, etc.); 3) formular las hipótesis como enun-ciados concisos: con frecuencia, una hipótesis muycomplicada puede subdividirse en una principal yvarias subsidiarias; 4) la historia es el estudio de ladinámica de las sociedades humanas en el tiempo: lashipótesis deberán reflejar esto, buscando definir loscambios cualitativos y/o cuantitativos constatablesen el lapso de tiempo considerado; aunque sin olvi-dar las persistencias y las resistencias al cambio; 5)las sociedades humanas no son un amasijo de ele-mentos, sino totalidades organizadas: ello debe serconsiderado al plantearse hipótesis acerca de algúnnivel de la realidad social.

Al formular sus hipótesis, el investigador está, antetodo, armándose de una herramienta indispensable.En la fase de recolección de datos, son las hipótesislo que le preparan a penetrar en la masa de fuentes ydatos, a veces considerable, disponiendo de criteriosde pertinencia (o sea, que le permiten decidir: “estome sirve”, “aquello no”). Por esto la hipótesis resul-tará útil aún cuando la afirmación que contiene esté30 . Este es el título de un libro muy interesante: L. P. Curtis, Jr., ed., El

taller del historiador, trad. De J.J. Utrilla, FCE, México, 1975.

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Figura 1Del planteamiento del problema a investigarna la recolección de datos

Fuente: Jorge Mario garcía L. y Jorge M. , Guía de técnicas de investigación, Serviprensa Centroamericana, Guatemala, 1972,p. 33

Selección de tema

Definición y delimitación

Fuentes de consulta

PeriódicosHojas sueltas

Bibliografía particular

Bosquejo

Fichero bibliográfico

EntrevistasDocumentosBibliografía general

Fichas de lectura

Sistemático LógicoHistórico Cronológico

Clasificación de acuerdo bosquejo

Hipótesis

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equivocada; con la condición, evidentemente, de sa-ber corregirla, de no pretender mantenerla contra todaevidencia de lo contrario.

El planteamiento de la hipótesis determina, enbuena parte, por su propia naturaleza y por las for-mas posibles de verificarlas, la elección de métodosy técnicas para la organización posterior de los datos(su análisis y procesamiento).

C) El proyecto de investigación. Con frecuencia,en este punto, o sea, inmediatamente antes de lanzar-se a la más larga de las etapas de labor histórica –larecolección de los datos–, el investigador debe redac-tar un proyecto formal que describa la investigaciónque se propone llevar a buen término. Esto pasa por-que buena parte de las investigaciones son propues-tas en el marco de universidades o institutos –quedeben aprobar o no lo que pretenden hacer en estenivel sus estudiantes avanzados, candidatos a la li-cenciatura y al doctorado, y sus profesores e investi-gadores–, o en el contexto de pedidos de becas ofinanciamiento a instituciones públicas o privadas delpaís o del exterior. El proyecto debe pues cumplircon su finalidad, que es convencer acerca de la rele-vancia y viabilidad de lo que se pretende hacer. Perodebe resultarle útil a su autor, como instrumento deorientación en el proceso de estudio que pretende rea-lizar.

Ciertas instituciones especifican en detalle el as-pecto formal del proyecto de investigación. Si no esasí, aconsejamos redactarlo según el plan siguiente:

1) el tema: planteamiento, delimitación (en el tiem-po, en el espacio y como universo de análisis) y justi-ficación;

2) objetivos del proyecto;

3) especificación del marco teórico;

4) formulación de las hipótesis;

5) tipología de las fuentes que serán utilizadas yelecciones técnico–metológicas;

6) cronograma,

7) bibliografía

De estas partes, las que exigen mayor actividadde redacción son la 1ª y la 4ª. Ocurre que la justifica-ción del tema exige alguna explicación, que implicaen muchos casos un análisis de la bibliografía ya exis-tente, con la finalidad de mostrar en qué es originalla investigación propuesta, y que es lo que se agregaa los conocimientos del campo en que está insertada.Del mismo modo, es preciso, al plantear las hipóte-sis, justificar su pertinencia e interés, echando manopara ello de los elementos de que ya se disponga acer-ca del tema.

En las partes relativas al marco teórico y a lametodología, se recomienda no divagar: se tratará deelecciones concretas y planteamientos precisos bienvinculados al tema, y se debe evitar irritar a los espe-cialistas que deben juzgar el proyecto, dándoles laimpresión de querer impartirles lecciones teórico–metodológicas (sobre todo si el autor del plan es uninvestigador principiante)... Los objetivos pueden serde tipos diversos –científicos, pedagógicos, ligados aalgún tipo de acción–; deberá ser enunciados

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sintéticamente, y de manera que sean claramentecomprensibles incluso para no especialistas. En cuen-to a las fuentes, los sondeos ya hechos permitirán enesta etapa identificar los tipos de documentos que sepiensa utilizar, justificando su pertinencia en relaciónal tema y a las hipótesis (o sea, no se trata todavía deuna lista exhaustiva). Lo mismo en cuento a la bi-bliografía en la que se separarán las fuentes prima-rias impresas, las obras teórico–metodológicas, loslibros y artículos de carácter general, y los más espe-cíficos respecto del tema del proyecto.

El cronograma puede tomar la forma de un cua-dro, por ejemplo colocándose en sentido vertical lasetapas del proceso de investigación, y en sentido ho-rizontal los meses correspondientes. (Ver el cuadro6)

La figura 1 resume las etapas de la investigaciónhasta la recolección de datos. El proyecto de investi-gación corresponde, en dicha figura, al “bosquejo”,Hasta ahí, las fuentes de consulta fueron sólo son-deadas, pero se debe entender que, después de contarcon el proyecto formal de investigación, se vuelve aellas, y es cuando se da el trabajo real de recolecciónde datos. En la práctica, el orden de las etapas quepresentamos es más lógico que cronológico: en loshechos, pueden en ciertos casos ser paralelas en eltiempo e influenciarse mutuamente.

c) La recolección de los datos (fas de documen-tación).En las ciencias factuales, una vez planteadaslas hipótesis y deducidas las consecuencias particu-lares comprobables de las mismas, el investigadorpasa a planear y ejecutar –mediante observaciones,experimentos– la prueba de las hipótesis, cuyas con-secuencias particulares deberán ser verificadas. Enesta fase, de una u otra manera, recogerá datos empí-ricos que serán criticados, evaluados, procesados einterpretados.

En la investigación histórica el modelo general esel mismo; pero como en la gran mayoría de los casosserá preciso inferir los hechos y procesos estudiadosa través de la documentación disponible, las fuentesasumen necesariamente un papel importante, ya quea ellas están vinculadas las posibilidades del análisisy procesamiento de los datos,31 y en general de laconstratación de la hipótesis, de modo que se garan-tice la objetividad y la intersubjetividad.

Siguiendo en parte a Topolski,32 podemos definirlas fuentes históricas como todos los tipos de infor-mación acerca del devenir social en el tiempo, inclu-yendo los canales de transmisión de dicha informa-ción, es decir las formas en que ha sido preservada ytransmitida. Así, serán fuentes históricas las redac-ciones que nos llegaron en papiros, tablillas de arci-lla, paredes de monumentos, pergaminos, papeles,etc.; objetos diversos: templos, tumbas, monedas,muebles, cuadros, etc.; restos de paisajes agrarios omonumentos desaparecidos perceptibles a través dela fotografía aérea, etc.

¿Cómo clasificar a las fuentes utilizadas por loshistoriadores? Sobre todo desde el siglo pasado, nu-merosas clasificaciones y tipologías han sido propues-tas. De ellas, tres parecen más importantes: 1) la quedistingue las fuentes primarias (o directas) de lassecundarias (o indirectas); 2) la que opone las fuen-tes escritas (ampliamente mayoritarias en casi todasla investigaciones históricas) a las no escritas (ar-queológicas, iconográficas, orales, etc.); 3) la quediferencia entre testimonios voluntarios e involun-tarios. De estas tres, la esencial es la primera. Lasfuentes primarias –que en caso de los documentosescritos pueden ser tanto manuscritos como impre-sas (publicadas en el mismo período estudiado o aveces mucho más tarde)– son aquellas que tienen vin-culación directa con el tema investigado, cosa que noocurre con las secundarias . Por ejemplo, si estamosestudiando históricamente un proceso dado de indus-trialización, los libros de contabilidad de las empre-sas industriales, la legislación gubernamental acercade la industria y las estadísticas industriales compi-ladas en el período en cuestión serán tratadas comofuentes primarias; mientras que artículos y libros so-bre tal proceso serán considerados fuentes secunda-rias. Cuando las fuentes primarias ya o existen, lasfuentes secundarias más próximas pasan a ser pri-marias: es el caso de las obras de Tucídides, Polibio,Tito Livio y otros historiadores antiguos, los cualesse basaron en fuentes primarias que se perdieron hacemucho. La distinción entre fuentes primarias y se-cundarias es de naturaleza epistemológica ymetodológica, e indica que las primeras son la baseprincipal de una verdadera investigación, que pretendaaportar conocimientos nuevos.

La fase de recolección de datos es la más largadel proceso de investigación, y la más peligrosa entérminos de posibles retrasos y aún de trabajos inúti-les. Aquí nos ocuparemos sólo de la circunstanciamayoritaria: la investigación apoyada en fuentes es-critas.31 . Así, diferentes tipos de datos cuantitativos implican posibilidades

también distintas de tratamiento estadístico: ver Roderick Floud, Anintroduction to quantitative mehods for historians, Methuen, Londres,1973, caps. 1y 2 (en cast: Alianza Editorial, Madrid). 32 . Topolski, op. Cit., p. 388.

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Los tres problemas fundamentales para el histo-riador son: 1) la localización de los acervos docu-mentales; 2) evitar la dispersión y la pérdida de tiem-po; 3) mantener un control permanente sobre los ma-teriales acumulados, a través de una organización dela recolección.

El primer punto tiene que ver con la “heurística”de los historiadores tradicionales. Sería deseable quelos cursos de graduación en historia proporcionaranun adecuado entrenamiento en el uso de bibliotecas yarchivos, pero ello no ocurre siempre. Al empezaruna investigación, conviene echar mano de todos losrecursos disponibles en el sentido de localizar la in-formación pertinente y disponible. Además de los másobvios – la lectura de las referencias y listas de fuen-tes y bibliografía de obras acerca de temas relacio-nados con el que se estudia; el uso de los ficheros dearchivos y bibliotecas; la consulta de los repertoriosy catálogos de manuscritos y publicaciones; la bús-queda en colecciones de fuentes impresas y revistasque publican documentos (los boletines de archivos,por ejemplo)– , es también muy importante recurrir acierta personas: los archivistas y bibliotecarios, aveces muy competentes y con gran experiencia; y loshistoriadores o “eruditos” que ya realizaron trabajosen los archivos y bibliotecas de que se trata. En Amé-rica Latina puede pasar a menudo que, previamentea su recolección de datos, el historiador deba hacertrabajo de archivista, ordenando materiales no clasi-ficados y hasta “salvando” documentos en peligro dedestrucción próxima: muchos investigadores tuvie-ron tal experiencia –que no deja de tener su encantoe interés propios– en archivos privados, eclesiásti-cos, notariales, etc.

Para evitar la dispersión y la pérdida de tiempo,una primera regla importante es no entrar de lleno enla recolección de datos antes de tener un tema biendelimitado, e hipótesis de trabajo claramente formu-ladas puesto que éstos son los criterios de pertinen-cia a través de los cuales se pueden seleccionar lasfuentes y datos efectivamente útiles para la investi-gación que se lleva a cabo. Es preciso, también, apren-der a refrenar el impulso de querer echar una ojeadaa toda la documentación a la vez. Esto es útil en lafase de sondeo de las fuentes y establecimiento deprioridades de consulta, pero después lo mejor esagotar ordenadamente cada tipo de serie de documen-tos. Otra cosa necesaria es restringir al máximo lacopia ipsis litteris de las fuentes, reservándola sola-mente a pasajes que eventualmente, por su alta perti-nencia, podrán ser reproducidas tal cual en el textoque resultará de la investigación; en la mayoría delos casos se debe resumir. Cuando se justifica el de-seo de poder contar con la totalidad de textos que

sean largos, lo mejor es microfilmarlos o utilizarxerocopias. Es el caso, por ejemplo, de las series es-tadísticas considerables: incluso porque, al copiar-las, no sólo se pierde mucho tiempo sino que se correel riesgo de equivocarse. Por otra parte, al trabajarcon fuentes que se repiten en forma estereotipada,según un patrón regular –son ejemplos de ello las actasde bautizos, casamientos, y defunciones de los archi-vos parroquiales; o las actas notariales: contratosmatrimoniales, testamentos, inventarios, etc.–, lomejor es diseñar hojas o fichas de recolección ade-cuadas, reproducirlas en imprenta o mimeógrafo, ydespués llenar, para cada documentos, las lagunasprevistas en ellas.33

Finalmente, tenemos la cuestión d el control quese debe ejercer en todo momento, sobre los materia-les que se van acumulando en la fase de recolecciónde datos, hasta el punto de formar a veces verdade-ras montañas de papel. Es evidente que no se puedeconfiar únicamente en la memoria para localizar unapieza determinada de información con rapidez, cuandose tienen algunos miles de hojas o fichas. La únicasolución es organizar eficientemente todo el materialrecolectado. Para esto, dos reglas básicas: 1) dispo-ner de un plan de clasificación; 2) elaborar los tipospertinentes de fichas y hojas de recolección.

¿Cómo establecer un plan de clasificación, si alempezar la fase de recolección todavía o se conoce afondo el tema investigado? Ante todo, puede ser unplan bastante burdo: lo más probable es que , en susimplicidad, resulte bastante diverso del que más tar-de orientará la redacción de los resultados de la in-vestigación. Su finalidad es, únicamente, permitir unaclasificación lógica –de preferencia sistemática y nosólo cronológica– de los datos. Ahora bien, aún enuna fase temprana del proceso de investigación ellono debe resultar muy difícil, a condición de tener unacierta cultura teórica e historiográfica. El tema quese estudia puede no haber sido investigado anterior-mente, pero lo más probable es que existan trabajosacerca de temas similares en otros países o regiones,lo que os dará indicaciones sobre posibles articula-ciones lógicas de la temática escogida. Por otra par-te, nada impide que se vaya perfeccionando poco apoco el plan de clasificación.

No es necesario ser un genio para darse cuenta deque si el tema estudiado es, por ejemplo, la produc-ción cafetalera en un país en un país y período da-dos, aparecerán cosas como: contexto histórico enque tal producción tiene lugar; tierra (como factornatural; formas de propiedad y su eventual concen-

33 . Ver ejemplos en Cardozo y Pérez B. Los métodos .., caps. VI y VII

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tración); fuerza de trabajo (cómo se consigue la manode obra; su cantidad; relaciones de producción); ca-pitales (de dónde vienen; cuánto se necesita; qué ga-nancias en promedio se obtienen, y si son reinverti-das) ; técnicas de producción (agrícolas y de benefi-cio); estadísticas de producción y rendimientos; trans-portes; mercados internos y externos; formascomercialización y sus resultados; legislación y ac-ción del estado acerca del café (impuestos o exencio-nes, fomento, etc.); impacto de la expansión cafeta-lera en varios niveles: económico, social, político(interno e internacional), cultural. De hecho, la iden-tificación, ordenamiento y jerarquización de factorespertinentes que se hayan llevado a cabo forzosamen-te como paso previo a la formulación de las hipóte-sis, y el marco teórico que haya orientado al plantea-miento de éstas, deberán ayudar bastante a estable-cer un plan de clasificación en la fase de recolecciónde datos.

Dejando de lado el caso especial de las hojas derecolección ya mencionadas, hablemos ahora del fi-chero documental y bibliográfico, y de las fichas delectora.

Se trata, en primer lugar, de elaborar, para cadadocumento de archivo, fuente primaria impresa o pie-za de bibliografía, una ficha documental o biblio-gráfica de identificación. Las funciones de la fichade identificación son las siguientes: 1) servir para laelaboración de las notas de referencia y de la lista defuentes y bibliografía del trabajo que presentará losresultados de la investigación; 2) permitir, si fueranecesaria nueva consulta, una localización rápida deldocumento o publicación. Estas fichas deben ser ela-boradas en tarjetas de cartón.

Tratándose de textos impresos, las fichas debencontener los datos básicos que identifican el libro oartículo: nombre del autor, título subrayado, lugarde edición, editorial, año de publicación, número depáginas, cuando son libros; siendo artículos, el nom-bre del autor, el título entre comillas, el nombre de larevista o periódico subrayado, el año (o tomo), elnúmero, la fecha y las páginas correspondientes alartículo. Por otra parte, si el libro o revista fue con-sultado en una biblioteca, la ficha deberá contener elnombre (o sigla) de la misma, y el número de clasifi-cación del volumen. De hecho, hay varios casos aconsiderar: libros de diversos autores (con o sin com-prador), obras o folletos anónimos, números espe-ciales de revistas con títulos temáticos, etc. Y la con-fección misma de la ficha puede seguir reglas varia-das –uso sólo de comas, como preferimos; de puntosy comas; de guiones, puntos y comas; el apellido delautor precediendo al nombre, y escrito o no en ma-yúsculas, etc.– ; lo importante es tratar de enterarse

de los diferentes sistemas aceptados y elegir conse-cuentemente uno de ellos.34 En la ficha documentalde identificación deben constar todos los datos queidentifican el documento y permiten encontrarlo ysolicitarlo: nombre del archivo, serie, número de cla-sificación, título o contenido de la fuente, autor, fe-cha y folios. Con frecuencia, en el caso de las fichasdocumentales, es más cómodo preparar una tarjetaimpresa o mimeografiada en la que sólo se llenan laslagunas. Las figuras 2 y 3 ejemplifican las fichasdocumental y bibliográfica de identificación.

En el fichero del investigador, las fichas biblio-gráficas de identificación podrán ser clasificadas te-máticamente, usándose en cada división el ordenalfabético de los apellidos de los autores. Las fichasdocumentales se clasificarán por archivos, y para cadaarchivo según los sistemas de clasificación de éste(colecciones, series, ramos, etc.)

El libro, artículo o documento manuscrito debeser tratado como unidad cuando se trata de evaluarloo criticarlo. Sin embargo, en cuanto a las informa-ciones que contiene, puede ser necesario, de un mis-mo texto, sacar diversas fichas de contenido (tam-bién llamadas fichas de lectura, analíticas o de in-vestigación). En otras palabras, la menor unidad deinformación en el proceso de investigación será la fi-cha temática de contenido. Aconsejamos elaborar lasfichas analíticas no en tarjetas de cartón, sino en ho-jas de carpeta movibles, lo que las mantiene fijas a lavez permite su fácil manipulación y eventuales cam-bios de su clasificación y distribución. Tal clasifica-ción se hará según las divisiones y subdivisiones delplan de clasificación de los de los materiales, del queya hablamos. Una ficha podrá ocupar más de unahoja (en tal caso se repiten en las hojas que siguen ala primera los datos de identificación de la ficha, nu-merando estas hojas). Las hojas deber ser utilizadasen uno solo de sus lados (ya que lo que se escribe enel dorso de una hoja corre el riesgo de olvidarse, alno quedar inmediatamente visible).

La ficha analítica consta, en primer lugar, de unaparte superior que, a la izquierda, trae una identifi-cación resumida (la completa se halla en la ficha deidentificación correspondiente), a la derecha la indi-cación de la parte y eventualmente también de la sub-división del plan de clasificación a la que pertenece,y su número en esta parte (como tales indicaciones

34 . Diversas guías de técnicas de investigación enseñan a elaborar lasfichas bibliográficas en sus numerosas modalidades. Por ejemplo: Arman-do F. Zubizarreta G, La aventura del trabajo intelectual, Fondo Educa-tivo Interamericano, Panamá, 1969; Jorge Mario García L. Y Jorge LujánM., Guía de técnicas de investigación, Serviprensa Centroamericana,Guatemala, 1972.

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pueden cambiar, es mejor hacerlas con lápiz), y en elcentro el título de esta ficha según su contenido talcomo lo ve el investigador. La parte inferior de laficha queda reservada a observaciones: correlacio-nes con otros libros y documentos, o con otra fichasde contenido, elementos de crítica interna o externa,y otras anotaciones que el historiador juzgue a pro-pósito de hacer. Por fin, el centro de la ficha –la ma-yor parte de su superficie– queda reservado al resu-men, paráfrasis o copia entre comillas (a veces secombinan todas estas modalidades en una sola fi-cha) del texto que se esté trabajando, o mejor de laparte del mismo que sea pertinente al tema de la fi-cha, según su título; a la izquierda se indican las pá-ginas o folios correspondiente.

La figura 4 representa dos fichas de contenidosacadas del documento de archivo a que se refiere laficha de identificación de la figura 2: de manera aná-loga, la figura 5 se refiere al libro cuya ficha de iden-tificación es la figura 3.

e) Análisis y procedimiento de los datos. Hoy día,con el desarrollo de la computación, es común quemuchas personas asocien a la expresión “análisis yprocesamiento de datos” una connotación exclusiva-mente cuantitativa. En este sentido estrecho, tal ope-ración está sin duda cada vez más presente en losestudios históricos, con el avance de la cuantificaciónsistemática en tales estudios. Así, especialmente enhistoria demográfica, económica y social (en el sen-tido de historia de la estructura social y de los con-flictos sociales), pero cada vez más también en histo-ria política y de las ideas, es frecuente hoy día quehistoriadores deban establecer, a partir de los datosbrutos que han recolectado, series, curvas y otras grá-ficas, cuadros, correlaciones estadísticas diversas,etc., Después de haber evaluado la fiabilidad, la con-sistencia de dichos datos; o que alienten una compu-tadora con información, según un programa, para lle-var a cabo los cruces entre variables exigidos por lashipótesis que quieran verificar.35

Figura 2

Ficha Documental de Identificación

Archivo: Biblioteca Nacional (Río de Janeiro), Secciónde manuscritos.

Ramo o serie: � Clasificación: I-3, 17,39

Título o contenido: Oficio del conde de linares, Ministrode Negocios extranjeros y de la Guerra, al príncipe RegenteD. Juan.

Lugar y fecha: Río de Janeiro, 03/09/1811

Autor: Domingos Teixeira de Andrade Barbosa, 1° Con-de de Linhares.

Figura 3

Ficha bibliográfica de identificación

GUISAN, Jean-Baptiste

Traité sur les terres noyées de la Guiane, appelléescommunément terres-basses, sur leur desséchement, leurdéfr ichement, leur cul ture et l ´explo i tat ion de leursproductions, avec des réflexions sur la régine des esclaveset autres objets, Cayena, Imprimerie du Roi, 1788, II + 350pp.

Bibliothéque Nationale (París) (n° de clasificación)

35 CF. Floud, op. Cit; Edward Shorter, The historian and the computer,Prentice–Hall Englewood (N.Jersey) 1971.

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Figura 4

Ficha documental de contenido

A)

B)

Figura 5

Ficha bibliográfica de contenido (fuente prima-ria impresa)

Por otra parte, el análisis y procesamiento de losdatos es, en historia, mucho más antiguo que lacuantificación sistemática, puesto que incluya losprocedimientos “hermenéuticos” de interpretación odescodificación de las fuentes, y la crítica externa einterna de éstas, en el sentido de lo que los historia-dores positivistas llamaban el “establecimiento de loshechos históricos”.

Aunque la fase de análisis y procesamiento de losdatos es lógicamente posterior a la de recolección delos mismos, con frecuencia se desarrolla –por lo me-nos en parte – paralelamente a ésta.

En términos de metodología general, pertenece ala etapa de la prueba de la hipótesis en que, realiza-das ya las operaciones planeadas de observación y/oexperimentación, los datos entonces recogidos soncriticados, evaluados, clasificados, analizados, pro-cesados e interpretados, en el sentido de hace posiblela introducción de las conclusiones de la prueba en lateoría.

f) Síntesis y redacción. La síntesis es la fase finaldel proceso de investigación. Este empezó a moversecon la localización y delimitación. Este empezó amoverse con la localización y delimitación de un pro-blema; en seguida, con apoyo teórico, fueron plan-teadas hipótesis, deducidas consecuencias de éstas, y

BN (RJ) 1-3, 17,39Linhares/ D. Juan03/09/1811

Acerca de la insurrecci n delas tropas portuguesas deocupaci n en CayenaPlan: III,3Ficha n 12

f 1-3 Con base en oficios y cartasdel intendente portugués deCayena, Linhares llama laatenci n del Pr ncipe regenteacerca de la recienteinsurrecci n de la tropa deCayena, cuyos des rdenesestán en parte remediados.

Observaciones: acerca de la insurrecci n, verBN (RJ) 11-36, 25,12:Intendente maciel da Costa,marzo-abril de 1811, Cayena.Cf. IV.2, ficha n 43.

BN (RJ) 1-3, 17,39Linhares/ D. Juan03/09/1811

Ataques de corsariosfranceses a la Guayanaocupada.Plan IV.2Ficha n 43

f 2 Basándose en oficios ycartas del intendente Macielde Costa, de Cayena,Linhares advierte al Pr ncipeRegente sobre "los malesproducidos por los corsariosfranceses, queprobablemente salen de lospuertos norteamericanos y enellos se recogen, y queexigen imperiosamente lasprovidencias que apunta elmismo intendente, y sobrecuya necesidad hace muchohe humildementerepresentado sin lograr serescuchado, pues no esposible olvidarse dearmamentos mar timos ymilitares cuando existe unenemigo como Bonaparte".

Observaciones: sobre los corsarios, vertambién: Cayena, Archives dela Préfecture, serie Diversos,paquete 26.Cf. III.3, ficha n 12.

Guisan1788

Actividadesaut nomas de losesclavos: ligaz ncon la relaci nse æor/esclavo

Plan II.3Ficha n 2

pp. 187-188 (nota)"En una plantaci n, los negros cr an aves para obtener algú n dinero. Si elamo quiere comprarlas todas habitualmente y, por consiguiente, prohibirlesvenderlas en otra parte sin permiso, dejarán de criarlas. S , segú n estaverdad y aconsejado por la bondad, el amo decide acostumbrarse a s s locomprar lo que los esclavos le vengan ofrecer, y ello ú nicamente paraayudar a alguno de ellos que tenga necesidad urgente de vender,permitiendo que dispongan libremente de su propiedad, entonces todos seapresurarán a criarlas y buscarán obtener todos los art culos que puedangarantizarles alguna ganancia".

Explicaci n de Guisan: 1) como no pueden discutir el precio con su amo,creen siempre que les paga menos que lo que vale su mercanc a2) no quieren que los amos conozcan sus negocios y peque æos ahorros.

Observaciones:Notar el término "propiedad" aplicado a los derechos de los esclavossobre lo que producen en sus parcelas.Cf. para una visi n muy diferente, B. de Préfontaine, Maison rustique deCayenne, 1763.

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se pasó a una fase de observación sistemática (re-unión de datos según ciertos criterios, control, análi-sis y procesamiento de estos datos). En otras pala-bras, se empieza con una visión totalizadora de unproblema dado, a la cual debe forzosamente suceder,para que se lo pueda tratar de solucionar, una etapaen la que de cierta forma predomina la reducciónanalítica. La síntesis es la fase final del proceso deinvestigación. Este empezó a moverse con la locali-zación y delimitación de un problema; en seguida,con apoyo teórico, fueron plateadas hipótesis, dedu-cidas consecuencias de éstas, y se pasó a una fase deobservación sistemática (reunión de datos según cier-tos criterios, control, análisis y procesamiento de es-tos datos). En otras palabras, se empieza con unavisión totalizadora de un problema dado, a la cualdebe forzosamente suceder, para que se lo pueda tra-tar de solucionar, una etapa en la que de cierta formapredomina la reducción analítica. La síntesis marcala vuelta a lo general, ahora con conocimiento plenode sus componentes y sus relaciones, de tal modo queresulta posible la comprobación de la hipótesis, suabandono, o su corrección.

Evidentemente, lo “general” que es el punto dereferencia de la síntesis depende del universo de aná-lisis elegido para la investigación: una ciudad, unaregión, un país, un grupo de países, una parroquia,una empresa, etc.; según el aso, tendremos una“macrosíntesis” o una “microsíntesis”.

La síntesis depende obligatoriamente de ambosniveles del proceso de investigación, el teórico y elempírico. En historia, puede presentar diversas mo-dalidades. Una de las clasificaciones posibles es lamisma que aplicamos, en la parte anterior de estecapítulo, a los “modelos isomórficos” (que son, bási-camente, instrumentos de sintetización): 1) síntesisestructurales o funcionales, dominadas por la expo-sición de la estructura de un sistema y sus funciona-miento; 2) síntesis genéticas, en las que se busca laexplicación del proceso estudiado en la secuenciacronológica, asociada a una determinada visión cau-sal; 3) síntesis dialécticas, que tratan de vincular enuna visión unificada los enfoques estructural ygenético.36

Si tratamos de buscar las bases de la construc-ción de la síntesis en historia, hallaremos probable-mente, entre sus elementos más importantes: 1) lacultura histórica del investigador, que le permite es-tablecer paralelos, precedentes, comparaciones en eltiempo y el espacio, analogías, de modo que sea ubi-cado el tema que actualmente investiga n el contexto

más vasto de la disciplina; 2) el marco teórico delque se parte y al que se vuelve (modificándolo enmayor o menor edad) al final de la investigación; 3)las concepciones acerca de la temporalidad concreta,por procesos y hechos localizados según sus fechas,es el elemento distintivo por excelencia de la síntesishistórica (lo que se aplica igualmente a la historianatural, o sea a la geología histórica, a la paleon-tología, etc.) 4) el manejo de la categoría “espacio”,sobre la cual los historiadores reflexionan muy pocoen conjunto, y corren así el riesgo de caer prisione-ros de construcciones espaciales inadecuadas, de unespacio que se presenta como un “hecho” o como algo“dado”, sin justificación suficiente muchas veces 5)los conceptos clasificatorios ordenadores del conoci-miento que conducen a tipologías, al asociar un con-cepto clasificatorio a un sistema de conceptos orde-nadores.37

Este último punto exige alguna explicación. Unconcepto clasificatorio es el que, asociando una pro-piedad a un conjunto de objetos, divide el universototal de los objetos en estudio en dos grandes grupos:los que presentan y los que no presentan dicha pro-piedad. Un concepto ordenador permite organizar ele-mentos en el interior de una categoría dada, estable-ciendo relaciones en el interior de una categoría dada,estableciendo relaciones de igualdad, procedencia,jerarquía, intensidad, etc., respecto de algún factor ovariable. En historia es muy frecuente el tipo de ra-zonamiento tipológico que depende de conceptos cla-sificatorios y ordenadores: por ejemplo cuando, enhistoria política reciente, se utiliza la clasificaciónde las posiciones políticas básicas hablando, por ejem-plo, de “derecha”, “centro” e “izquierda radical”, etc.Evidentemente, las tipologías –que participan de losprincipios de la construcción de modelos– valdrán loque valen los criterios y marcos teóricos que orien-tan su establecimiento.

El resultado de una investigación se presenta bajola forma de un texto. La historia utiliza básicamentelas lenguas naturales, y muy poco –aunque crecien-temente– los lenguajes artificiales (lógicos matemá-ticos). Esto comporta los peligros inherentes a lapolisemia –variedad de significados de un mismosignificante– y a la imprecisión en el uso de los tér-mino sujeto a controversia, y también de buscar pun-tos de referencias en otras disciplinas. Términos como“capital” o “inversión”, por ejemplo, pueden ser útil-

36 Ver Topolski, op. cit,. 590–593–

37 Abordamos algunas de estas cuestiones en: Cardozo y Pérez B., Losmétodos..., cap. IX de los mismos autores, Historia económica de AméricaLatina, cit,. I, capítulo 1. Ver también: Vilar, “Historia marxista” ;Topolski, op.cit., caps. 22 y 23; Gérard Mairet, Le discours et I`historique.Essai sur la représentation historienne du temps, Repéres–Mame, París,1974.

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mente aclarados mediante el conocimiento de los de-bates al respecto entre diferentes corrientes de eco-nomistas.

El primer problema, al trata de poner por escritolos resultados de una investigación, es la elaboracióndel plan de redacción. Cuando predomina la preocu-pación de síntesis estructural, el plan será lógico–sistemático, es decir, basado en la percepción de loselementos que componen una totalidad, de la articu-lación y la particularidades de los niveles de un siste-ma. En las síntesis predominantemente genéticas, elplan suele ser histórico–cronológico, o sea, funda-mentado en la percepción de la temporalidad fecha-da, y por lo tanto en la constatación de la simultanei-dad o sucesión de los fenómenos y procesos. Lo ideal,en historia, es lograr una combinación equilibradade ambos tipos polares de plan.

Formalmente, el texto que presenta a la investiga-ción realizada deberá constar de tres divisiones fun-damentales: 1) la introducción, que formula el pro-blema estudiado, lo delimita, lo justifica en funciónde los criterios de relevancia y originalidad, enuncialas hipótesis y las elecciones en cuanto a tipos de fuen-tes, métodos y técnicas; 2) el cuerpo del texto –suparte más vasta–, en el que se sentirá la repercusiónde la opción lógico–sistemática, histórico–crono-lógica o combinada, en el establecimiento de las par-tes y capítulos; 3) la conclusión, en la cual se pre-senta una visión razonada e integrada de conjunto yse evalúa el grado en que quedaron comprobadas lashipótesis (en historia ello depende, en gran parte, dela documentación disponible). En el fondo, esta re-dacción final viene a ser una versión fundamentada,uy ampliada y modificada, del proyecto original deinvestigación.

En una obra de historia que tenga la pretensión decientificidad, no basta con afirmar cosas: es necesa-rio comprobarlas, apoyarlas. Esta es la función delaparato de erudición, con sus tres elementos bási-cos: 1) la lista de fuentes y bibliografía; 2) las notasal calce; 3) los anexos y piezas justificativas.

La lista de fuentes y bibliografías se ubica, se-gún tradiciones académicas variables en diferentespaíses, al principio, a continuación de la introduc-ción o al final del volumen. Su organización más usuales la siguiente:

1) fuentes primarias manuscritas: su lista vieneorganizada por archivos, y depende de los sistemasde clasificación de cada uno de éstos; normalmentese utiliza un criterio decreciente de relevancia (o deabundancia) en relación al tema investigado, para ladistribución interna de esta parte;

2) fuente primarias impresas, separándose las quetienen forma de libros de los folletos, de los periódi-cos y de aquellas publicadas en revistas, y usándoseuna clasificación alfabética en cada subdivisión.

3) Bibliografía propiamente dicha, distinguiéndo-se: 1) instrumentos de trabajo (diccionarios, reperto-rios bibliográficos y documentales, etc.); 2) obras decarácter teórico–metodológico (o utilizadas como ta-les); 3)obras generales; 4)divisiones específicas porespecialización temática: en cada apartado, los artí-culos y libros serán ordenados alfabéticamente se-gún los apellidos de los autores.

Evidentemente, en ciertos casos habrá otras divi-siones, relativas a entrevistas, a la recolección de tra-dición oral, a fuentes arqueológicas e iconográficas,etc.

Cuando es posible, se valora mucho una lista defuentes y bibliografía al agregar comentarios (quepueden ser cortos) relativos a los contenidos, orien-taciones teórico–metodológicos, divergenciashistoriográficas, etc., y también a la pertinencia decada elemento documental o bibliográfico para la in-vestigación realizada.

El componente más importante del aparato de eru-dición son las notas. En cuanto a su forma de reali-zación, hay varia modalidades. En los paísesanglosajones es muy usual – especialmente entre losantropólogos, pero también en obras de historiado-res– un sistema de notas que es cómodo para el autory complicado para el lector. Las referencias –nor-malmente bibliográficas en este tipo de notas– vie-nen, entre paréntesis, en el cuerpo mismo del texto,constando el apellido del autor, cada año de publica-ción de la obra citada (si el autor publicó más de untexto en el año en cuestión, se distinguen con letras:1971 a, 1971b, etc.), y las páginas utilizadas: el lec-tor debe, entonces, a cada nota, referirse a la listabibliográfica.

Las notas al calce tienen como variantes las no-tas al final de cada capítulo, o reunidas todas al finaldel volumen, lo que no es aconsejable por dificultarsu consulta, al seguir al lector el orden del texto; poresto, son las notas al calce (o pie de página) las másaceptables, aún cuando dan más trabajo en la com-posición tipográfica del libro o artículo. Su principioes el de colocar un número en el texto cuando se quierefundamentar alguno de sus desarrollos o afirmacio-nes, y reproducir el mismo número en la parte de de-bajo de la misma página seguido de las referenciasbibliográficas y/o documentales pertinentes. En es-tas notas, la primera vez que aparece un documentomanuscrito o un texto publicado, se reproduce la to-

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talidad de sus datos de identificación (sacados de laficha documental o bibliográfica de identificacióncorrespondiente), además de las páginas o folios uti-lizados (para esto se usa la ficha de contenido quecontenga la parte del texto usada en ese momento); acontinuación, se utilizan abreviaciones usuales paraevitar pérdidas de tiempo y repeticiones superfluas(op.cit,. idem, ibidem, etc., es preciso aprender suempleo).

Independientemente de su forma de realización lasnotas pueden ser clasificadas en tres categoría : 1)notas de referencia, que son las más importantes, ysirven para apoyar afirmaciones del texto; 2) notasde referencia cruzada, también esenciales, que re-mienda otras partes del texto, o a otras obras, paraenviar repeticiones y para contrastaciones positivaso negativas (estas notas empiezan habitualmente conf. O expresiones como “véase”); 3) notas decomplementación al texto, que no son aconsejables,por interrumpir largamente la lectura del texto y difi-cultar mucho la composición gráfica de una obra. Silo que contienen es importante, debería estar en eltexto; si se trata de largos extractos documentales enapoyo de las afirmaciones del autor, es mucho mejorcomo anexo.38

Otra cuestión es la de saber en qué número hacerlas notas. Si son demasiado numerosas, interrumpena cada paso la lectura del texto. Si son muy pocas,reúnen en una única nota las referencias relativas aun desarrollo largo, y el lector no sabrá exactamentelo que cada elemento documental y bibliográfico ci-tado está apoyando. La experiencia enseña a alcan-zar un cierto equilibrio. En algunos casos la nota esobligatoria: por ejemplo, al citarse entre comillas unpasaje de una fuente manuscrita o de un libro, la re-ferencia debe constar de inmediato.

Los anexos y piezas justificativas evitan largascitas entre comillas incorporadas al texto o a las no-tas. En los trabajos donde se procede a la cuantifi-cación, es aconsejable publicar en anexo la totalidadde los datos brutos, en el sentido de permitir que otroshistoriadores puedan apreciar los procedimientos usa-dos para procesar los datos: esto es un elemento im-portante para garantizar la intersubjetividad, pero nose cumple siempre debido al costo.

Con frecuencia, un texto de historia viene acom-pañado de una parte gráfica compuesta de mapas,ilustraciones, curvas estadísticas, cuadros, etc. Sólose puede justificar su inserción si cumplen necesida-

des lógicas en la obra; en ningún caso es aceptableque sean meros “adornos”. Cuando son numerosos,surge problema de dónde ponerlos. Lo más frecuentees incluirlos en el cuerpo del texto, acerca de la pri-mera vez donde cada uno es mencionado; pero a ve-ces se reúnen al final del capítulo o del volumen, y enciertas tesis francesas vienen todos en un tomo apar-te llamado “atlas” –lo que facilita la consulta parale-la al texto, pero aumenta demasiado los costos deedición–.

Por fin, un trabajo considerable en su extensiónjustificará varios tipos de índice habitual de partes ycapítulos ; un índice onomástico (de personajes his-tóricos mencionados, y de autores; un índice geográ-fico; un índice temático: Sin índices suficientementeexplícitos, una obra larga puede ser de difícil utiliza-ción, sobre todo si quien la consulta busca sólo cier-tos aspectos bien definidos.

2. Conclusión

En su estudio de la servidumbre y de los sistemasseñoriales al este del Elba, J. Rutkowski formuló lasiguiente explicación:

1) Ley: Si sólo si la facilidad de vender la pro-ducción agrícola ocurre en coincidencia con una for-ma agravada de servidumbre, se desarrolla la econo-mía que asocia el régimen señorial y la servidumbre.

2) Condición inicial: En la Edad Moderna, lasregiones al este del Elba fueron marcadas por la faci-lidad de venta de productos agrícolas y por una for-ma agravada de servidumbre.

3) Efecto: La economía que asocia el sistema se-ñorial y la servidumbre se desarrolló durante la EdadModerna en las regiones del este del Elba.39

Esta explicación indica las condiciones necesariasy suficientes, e incluso cumple con los requisitos delesquema de la explicación científica del modelo deHempel y Popper, Independientemente de su valorespecífico, nos parece que los historiadores tenderánen el futuro próximo, por diferentes caminos, a unaformalización y explicitación crecientes de hipótesisy formulaciones legales, lo que constituye un elementode la mayor importancia si se pretende construir unahistoria científica.

Por otra parte, es preciso no ceder al desánimofrente a las imperfecciones del método científico ac-tualmente disponible y practicable en nuestra disci-

38 Acerca del la redacción histórica y su aparato erudito, Cf. AndréNouschi, Initiation aux sciences historiques, Fernand Nathan, París,1967, pp. 199–205. 39 Citado según Topolski , op. Cit., p 570

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Ciro F. S. Cardoso

plina. Con frecuencia los mejores historiadores y teó-ricos de la historia, aquellos mismos que más contri-buyen a su construcción como ciencia, capitulan fren-te a falsos problemas heredados de la historia tradi-cional. Así le pasa a J. Topolski cuando afirma:40

En la investigación histórica, sólo un acaecimiento pa-sado puede ser objeto de análisis científico, y por esto cuantomás un acontecimiento que se describe está todavía in statunascendi, más un historiador se parece a un cronista. Parael historiador, la perspectiva temporal es una condición ne-cesaria para aprehender el desarrollo de sistema dado, estoes, sus interconexiones que indican sus papeles respecti-vos en el proceso de la historia. No podemos en ningún modoanalizar científicamente un acaecimiento, no solamente an-tes que llegue a su término, sino también antes que tengaresultados.

Con lo que revertiríamos a la concepción tradi-cional que cierra la historia estrictamente contempo-ránea a los historiadores. Una cosa es admitir queresulta más fácil y seguro estudiar procesos conclui-dos y bien conocidos en todas sus ramificaciones. Otramuy diferente, creer que caemos en la crónica al es-tudiar por ejemplo la revolución industrial, procesohistórico empezado hace dos siglos y que está toda-vía muy lejos de terminar. El historiador de la histo-ria contemporánea puede perfectamente poner en pers-pectiva histórica de larga duración los eventos pre-sentes, y explicarlos en gran parte con arreglo a teo-rías (como la del capitalismo, del imperialismo, delfascismo, de las ideologías de clase, etc.) Suponer locontrario implica en efecto reafirmar la primacía delhecho aislado sobre las estructuras. Una historia es-tructural, comparativa, apoyada en modelos, no ten-drá dificultades en corregir los errores de previsión oexplicación resultantes de que la evolución y los re-sultados de las estructuras de hoy día dependerán delas luchas que se están todavía decidiendo en laspraxis social. Porque tales luchas tendrán mucho quever, de hecho, también con la imágenes históricas delneolítico, del feudalismo o de la Revolución france-sa.

40 Topolski, op.ct., p.611

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La necesidad de profesar historia de Venezuela esinmejorable terreno de pruebas para quien se ocupade investigarla animado por la inquietud de contri-buir a la depuración de su metodología. Además deconstituir esa necesidad un saludable y forzoso trán-sito desde la especializada investigación de un sectorrestringido del conocimiento histórico hacia planosde más vasta generalización, ofrece también la opor-tunidad de comprobar la validez de los materiales dis-ponibles para intentar esa generalización con un mí-nimo de seriedad científica en el procedimiento y enlos resultados.

De esta experiencia, lo más revelador es precisa-mente la comprobación de la dudosa resistencia demuchos de los materiales historiográficos de que dis-pone el docente. No son raros los aprietos ni las sor-presas que depara esa comprobación, tan pronto seabandona la tradicional exposición narrativa de lahistoria y se intenta la difícil tarea interpretativa. Pa-sada la sorpresa, la reflexión va descubriendo pro-gresivamente las causas del percance. Sin embargo,la comprensión de lo sucedido no es propio a tran-quilizar. Al contrario, es entonces cuando las pre-guntas se multiplican hasta llegar a convertirse enuna especie de requisitoria contra la que se ha desig-nado como historiografía tradicional.

Y es que palpar las tremendas carencias de esahistoriografía no sólo da base para alegatos más omenos encendidos, sino que autoriza al más serenojuicio a plantearse con fundamento esta cuestión bá-sica: ¿Qué nos ha proporcionado la historiografía tra-dicional? La pregunta no es nueva. Formulada perió-dicamente por historiadores y críticos, ella constitu-ye, quizá, la prueba más elocuente de que ha habidoreflexión sobre los fundamentos de la laborhistoriográfica y sobre la calidad de sus resultados.Mas en esta periódica reflexión crítica sobresalen su

carácter esporádico y su marcado interés por la críti-ca histórica más que por la metodológica, sin que ellosignifique ausencia de esta última ni que sus expre-siones carezcan de significación. La falta de una crí-tica metodológica constante en su aplicación y an-siosa del afinamiento de sus instrumentos, obedeceal poco cultivo de que ha sido objeto la metodologíade la historia entre nosotros, en tanto que una de lasramas específicas de los estudios históricos.

Mucho tiene que ver ese escaso desarrollo de losestudios metodológicos con las deficiencias estructu-rales que se observan en nuestros estudios históri-cos, y bien puede afirmarse que éstos sólo han senti-do el efecto correctivo de los primeros en momentosparticularmente críticos, representados por la implan-tación de los ecos de una nueva orientación generalde la historiografía universal. Pero aun en estos ca-sos, la reorientación ha sido obra de uno o de conta-dos historiadores, que poco o nada se preocuparonpor ofrecer un planteamiento sistemático, teórico, dela metodología que pretendían implantar. Era la obramisma la que constituía el alegato en favor de esanueva metodología –lo cual, por cierto, no dejaría deser visto por algunos críticos de la historia como lamejor crítica metodológica–, con la circunstanciadesfavorable de que lo propiamente metodológico seconfundía con la crítica histórica, y se dispersaba,hasta el punto de que hoy es necesario reconstituir elpensamiento de esos autores para mejor apreciar suestructura y su significado.

La ausencia de estudios metodológicos sistemáti-cos ha impedido a la historiografía venezolana el apro-vechamiento, en pro de su mejor desarrollo, de ener-gías que se pierden en estudios intrascendentes y de-leznables, y la persistencia de vicios cuyo efecto lle-ga a comprometer la validez del conjunto de la obrahistoriográfica.

Germán Carrera Damas

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La renovación de los estudios históricos. El caso venezuela,, EditorialSetentas, México, 1976, pp. 25-70.

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Al observador crítico ha de interesarle uno de losrasgos más significativos de la historiografía vene-zolana: consiste dicho rasgo en que, pese a los es-fuerzos muy considerables y frecuentemente merito-rios de muchos historiadores, el conocimiento histó-rico experimenta escaso progreso, y éste suele serrelativo, parcial o parecer desarticulado. Multiplícan-se los ensayos y las tesis y no por ello aumenta enforma considerable el fondo de conocimiento razo-nablemente puesto fuera de duda, con el resultado deque transcurridos tantos años de una actividadhistoriográfica muy estimada entre los venezolanos,los «nudos historiográficos» continúan poco menosque igual de ignorados. Todavía hoy quien intentecualquier síntesis, aunque ésta se refiera al muy es-tudiado proceso emancipador, debe enfrentarse a ladifícil tarea de esclarecer por sí mismo cuestiones res-pecto de las cuales cabría esperar conocimientos só-lidos de parte de la historiografía tradicional. De estasuerte, la síntesis se hace casi imposible, y ni siquie-ra queda el expediente de poder delinear con preci-sión los puntos de vista de diversos autores o escue-las sobre un tema controvertido, por cuanto ni siquieraen este aspecto rigen siempre criterios lógicos sus-ceptibles de clasificación.

¿Significa esto, acaso, que creamos inútiles tan-tos esfuerzos de historiadores y cronistas? Nada deeso, en cuanto toca a la verdad de que gracias a esosesfuerzos disponemos hoy no sólo de una medianaestructuración del conocimiento histórico, sino tam-bién de no pocas ideas e hipótesis de certera fecundi-dad. Sí quiere decir, en cambio, que graves y cons-tantes vicios metodológicos aún vigentes de maneraextensa, han impedido que los afanes de la investiga-ción se traduzcan consecuente y extensamente en au-téntico conocimiento histórico.

Los vicios mencionados podrían sintetizarse, ensu mayoría, en los términos siguientes: suelen con-fundirse los agregados de datos con el conocimientohistórico propiamente dicho, olvidándose que el or-denar y agrupar los datos no es, en rigor, hacer cono-cimiento, como tampoco es explicar un fenómeno ohecho histórico el establecer su filiación. Tanto losagregados de datos como la filiación de las cuestio-nes que ellos permiten establecer, constituyen fases omomentos del proceso de elaboración del conocimien-to histórico, el cual sólo se alcanza cuando se consi-guen explicar los hechos o fenómenos objeto de estu-dio. Tomar la etapa previa como sustituto del pro-ducto final es vicio que se concreta en la suplanta-ción del conocimiento por los elemento que permitenobtenerlo.

Intentaremos analizar someramente los diversosaspectos de tan arraigada desviación metodológica,nos preguntaremos acerca de sus posibles causas yresultados, y apuntaremos algunas técnicas y méto-dos que podrían contribuir a su corrección.

El presente estudio es el resultado de una reflexiónsobre la experiencia habida en las cátedras de meto-dología de la historia, de historia de Venezuela y dehistoria de la historiografía venezolana. Es un inten-to personal de poner en claro algunas de las compro-baciones que hemos podido hacer al cabo de un lap-so bastante prolongado. Esto explica el carácter to-davía provisional de las formulaciones, así como lanecesidad de más acabada elaboración de muchas deellas.

La ausencia de referencias bibliográficas se ex-plica porque se trata de un tema casi sin estudiarespecíficamente en relación con la historiografía ve-nezolana, y porque al ocuparnos de él lo que hemospretendido es darle cohesión metodológica a las acti-vidades del preseminario de técnica de la investiga-ción documental y metodología de la historia, sobreuna base que reúna las enseñanzas teóricas de lamateria con las derivaciones de su práctica en lascondiciones propias de nuestra Escuela de Historia.

Debemos llamar la atención acerca de la termino-logía. Las implicaciones filosóficas de la misma nodejarán de suscitar dudas en cuanto a la correcciónde su empleo. Hacemos observar que algunos de esostérminos poseen un sentido específico en metodolo-gía de la historia. En otros casos se trata, cabalmen-te, de intentos definidores que requerirán ajuste pos-terior, al paso de nuevas indagaciones.

Los agregados de datos

Equivalen a la redacción de los resultados parcia-les obtenidos en la fase del proceso de la investiga-ción documental que se designa como «agrupación yordenación de los datos». Consiste esta fase en agru-par y ordenar los datos recogidos en fichas, dispo-niéndolos según el esquema contenido en el plan ini-cial, en un proceso crítico de doble orientación: I)Permite agrupar los datos de acuerdo con las partescontempladas en el plan, a la vez que permite la críti-ca y el ajuste de ese mismo plan; 2) Comporta la or-denación de esos datos recogidos en fichas de acuer-do con criterios que pueden ser: cronoespacial, mate-rial (temático o estructural) e integracional. En suma,al cabo de la operación tendremos un conjunto de da-tos, recogidos en fichas, agrupados en un fichero quereproduce las partes y subpartes del plan de trabajo,

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ya ajustado, y los mismos datos ordenados en su sec-tor correspondiente del fichero, con arreglo a crite-rios.

Como fácilmente podemos colegir, trátase de unaoperación intermedia entre otras con las cuales guar-da estrecha relación de dependencia: recibe materia-les que dispone con miras a su empleo. Veamos bre-vemente, para mejor comprensión del conjunto, enqué consisten estas etapas precedente y siguiente.

La etapa precedente: la obtención del dato

Una vez hecho el arqueo de las fuentes disponi-bles para la investigación, atendiendo a la calidad ya la cantidad de ellas, se da comienzo al laboriosotrabajo de lectura crítica de las mismas, con el fin delocalizar los datos brutos que puedan interesar paralos fines del tratamiento del tema. Mas, localizadoséstos, es necesario todavía someterlos a un estudiocrítico riguroso tras el cual pasarán a la condición dedatos elaborados, que se recogen en fichas clasifica-das de acuerdo con el esquema –denominado plan ini-cial– estructurado con el fin de regular el desarrollode la investigación.

Es tal la importancia que tiene en este proceso lanecesidad de ceñirse a técnicas y pautas metodoló-gicas precisas, que de ellas suele depender la calidaddel resultado, y que no pocas veces radica en ese tra-tamiento metodológico y técnico el principal compo-nente de una investigación. En el primero de los ca-sos apuntados, no es raro ver cómo una porción dedatos de extraordinario interés pueden perder muchade su significación por el solo hecho de haber sidomal elaborados críticamente o defectuosamente con-signados. En el segundo caso, la cuidadosa reelabo-ración de datos conocidos permite hallar en ellos po-tenciales valores que no habían sido puestos de ma-nifiesto por quienes hicieron su hallazgo.

Cuando subrayamos la importancia del tratamien-to metodológico de los datos, no perdemos de vista lacrítica, frecuentemente infundada, casi siempre iró-nica, muy pocas veces informada, de que son objetolos metodólogos de la historia por parte de quienesven en sus afanes de rigor y objetividad una huecapedantería. Quienes por ello desdeñan toda posibili-dad de aplicación efectiva de la metodología históri-ca, se complacen en presentar ejemplos en los cualestodo el celo y toda la acuciosidad de los investigado-res resultaron burlados por un material que no siem-pre se presta, y casi nunca dócilmente, a un trata-miento racionalizador cuando a este último se le en-tiende de manera simplista. Pero, aun si concediéra-

mos gran parte de lo criticado en este terreno, la ob-servación que ahora hacemos acerca de la importan-cia del tratamiento metodológico conserva su vali-dez, pues no nos referimos a cuestiones intrincadasrelativas a las posibilidades de conocimiento históri-co, sino a otras más elementales que colindan con lamera técnica de la investigación documental. Y estoes así, porque, aunque resulte un tanto ingrato el se-ñalarlo, es en este último terreno donde se sitúan lamayoría y las más importantes fallas en los agrega-dos de datos.

Hechas estas consideraciones queda claro que elinterés y la significación de lo que hemos llamadoagregados de datos, dependen del cuidado puesto enla etapa previa de elaboración de los datos que unavez agrupados y ordenados, al presentárseles comoresultado de la investigación, constituyen esos agre-gados.

La etapa siguiente: la presentación de los datos oel discurso histórico

No habría exageraciones en decir que la presen-tación de los datos constituye el momento de pruebade la capacidad del historiador, si entendemos porpresentación algo más que el aspecto formal del dis-curso histórico. Ha existido la tendencia a conside-rar tan importante este aspecto formal es decirestilístico, que se ha llegado al extremoso juicio deque la buena prosa puede pesar determinantementeen la valoración de una obra. Sin desdeñar, de ningu-na manera, la preocupación por hallarle una formade expresión adecuada al discurso histórico, cabe se-ñalar que la presentación de los datos en ese mismodiscurso implica cuestiones de orden metodológicode la más alta significación, por cuanto atañen a lafinalidad misma del discurso y a su estructura.

El discurso histórico tiene por finalidad evidentela de presentar los resultados de la investigación, perorequiere para eso una estructura tal que de ella de-penden, en buena parte, el que se haga o no verdade-ro conocimiento histórico.

En este sentido, el peligro consiste en la posibleconfusión que puede surgir en el investigador al to-mar los datos agrupados y ordenados como la ins-tancia última en el proceso de elaboración metodoló-gica propiamente dicha.

Confusión que suele hacerle incurrir en el errorde creer que el discurso histórico consiste, a su vez,en la redacción de un texto que contenga dichos da-tos, cuando en realidad y visto metodológicamente,el discurso histórico es algo superior y diferente de lahilvanación de los datos ya agrupados y ordenados.

Agregados de datos, filiación, explicación, generalización y ...

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La estructura lógico–ideológica del discursohistórico

Decir que los datos dictan la estructura del dis-curso parecería redonda profesión de fe documentista,por cuanto sería postular la sujeción absoluta del his-toriador al contenido del material que emplea. Seríacomo pretender negarle toda posibilidad creadora,cuando se entiende por ésta la capacidad de elevarse,gracias a la reflexión y a la interpretación, a nivelesconceptuales cuyo alto grado de abstracción podríadificultar la apreciación de su nexo con los datos quele sirven de punto de partida. Sin embargo, la afir-mación de que los datos dictan la estructura del dis-curso es globalmente cierta, y lo es en la medida enque el documentismo puro –tanto como su contrario,la generalización absoluta–, son posturas extremas einalcanzables. En la base de todo documentismo, aundel más exigente, estará siempre una selección hechacon apego a criterios que pertenecen al historiador yque no nacen de los documentos seleccionados, aun-que un fenómeno de fetichismo del documento hagapensar lo contrario. Por su parte, la generalizaciónmás exacerbada habrá de partir de un bagaje de co-nocimientos que, tratándose de historiografía, es ne-cesariamente documental, y esto es válido incluso paralos temas de la historia contemporánea más actual.En este último caso, el prescindir del documento hacedel producto un testimonio, pura y simplemente; bue-no para futuro empleo historiográfico.

Pero, atribuir a los datos la facultad de dictar laestructura del discurso no pasa de ser, en el fondo,una figura retórica. En su espléndida mudez, de elo-cuencia contenida, los datos nada dictan ni dicen.Reservan su carga y sólo la liberan cuando se les in-terroga. Situado ante ellos, el historiador inquiere susignificado total, sin desdeñar matices. Pero esto hacerefiriéndolos a una capacidad interpretativa que estáintegrada por dos componentes mayores: la habili-dad analítico–sintética del investigador y su densi-dad cultural. Si por la primera es posible descompo-ner, y reintegrar después en una condición superior,los datos estudiados, será la confrontación con el se-gundo componente el estímulo que dará vía libre a suelocuencia. No es excesivo el concebir una mente en-trenada en el tratamiento analítico–sintéticode losdatos, pero escasamente armada en lo cultural y, porlo tanto, incapaz de excitar su elocuencia de manerasatisfactoria. Tampoco lo es el concebir el caso con-trario. Situado ante el conjunto de los datos elabora-dos, y agrupados y clasificados con arreglo al plande trabajo, el investigador ha de poner en funciona-miento su capacidad interpretativa, como el instru-mento encargado de hallar en ese conjunto las rela-ciones que constituyen los segmentos de la estructu-

ra lógico–ideológica del discurso. Pero no se trata deuna simple tarea de organización del discurso. Es mu-cho más que eso. Si los consideramos «segmentos dela estructura lógico–ideológica del discurso» es tansólo atendiendo a su presentación final. En realidad–y por ello decíamos unas líneas arriba que de esaestructura depende, en buena parte, el que se haga ono verdadero conocimiento histórico–, el hallazgo deesas relaciones entre datos es, propiamente, hacerconocimiento histórico, sólo que este hacer lo perci-bimos en su presentación en el discurso, pues trans-curre en el plano íntimo de lo reflexivo.

Sobra decir acerca de lo difícil de este proceso.La capacidad de realizarlo distingue la paciencia delinvestigador del talento interpretativo del mismo. Ydecimos talento a falta de mejor designación para unacapacidad indefinida pero real que se halla desigual-mente distribuida entre los investigadores, no sólo enel sentido de poseerla o de carecer de ella, sino tam-bién en el sentido de la existencia de grados o de pla-nos en su posesión. Y mucho importa observar estoúltimo para los fines del conocimiento histórico.

El investigador paciente acopia más que elaboradatos. Pero, aun cuando pueda someterlos a ciertaelaboración, acabará por tenerlos ante sí como uni-dades que no logra interrelacionar, o cuya más ele-mental relación, la cronológica, le será la única ase-quible. El resultado será una hilvanación cronológicade datos referidos a una materia. Por su parte, el in-vestigador dotado de talento interpretativo podrá des-cubrir en esos datos relaciones que traducen la tramadel acontecer histórico, visto dinámicamente, y esta-rá en condiciones de definir líneas generales del mo-vimiento histórico. Podrá, por lo tanto, captar el sen-tido general y profundo de momentos, períodos y pro-cesos. Hará, entonces, conocimiento histórico. Mas,esto representa tan sólo uno de los dos planos globalesdel ejercicio del talento interpretativo, el inferior. Elotro está reservado al ejercicio de ese talento en sumás alto grado, es decir, no sólo a la capacidad dehallar relaciones objetivas en el acontecer históricoexpresado en los datos, sino a la de elevar su inter-pretación hasta el nivel de la reflexión filosófica quele permite plantearse los llamados «problemas de pro-blemas», es decir, ver en el acontecer histórico las«dificultades» básicas, estructurales, que permiten laformulación de los criterios interpretativos más ge-nerales. En suma, abre la puerta a la filosofía de lahistoria, al formularse problemas cuya solución im-plica la de otros problemas aferentes.

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Filiación explicación y generalización.

La confusión que se advierte en la historiografíavenezolana entre agregados de datos y conocimientohistórico, está relacionada estrechamente con la quese advierte entre los conceptos de filiación y de ex-plicación histórica. Esta última confusión está pre-sente en el más numeroso contingente de nuestrahistoriograf‘a, en forma de la hilvanación cronológicade datos –a que nos hemos referido–, y más propia-mente en la narración de esos datos agrupados segúnun criterio crono–espacial o material, fungiendo todoesto de conocimiento histórico.

En rigor, cuando al cabo de una búsqueda, pa-ciente y acuciosa, en los fondos documentales, se le-vanta abundante cosecha de datos, se suele agrupar-los siguiendo uno de esos dos criterios. Si el crono–espacial, se obtendrá una secuencia cronológica dedatos referidos a una determinada región; si el mate-rial, la secuencia cronológica corresponderá a la vidahistórica del asunto estudiado.

Sabremos, de esta manera, de la presencia del temaestudiado en diversos momentos del tiempo históri-co. Ahora bien, supongamos que es posible compo-ner esa secuencia cronológica de manera continua, ocon muy contados vacíos, y admitamos que éstos seande tan escasa significación que poco influya su au-sencia en la validez del conjunto.

Logrado esto, habremos establecido la filiaciónhistórica del asunto estudiado. Mas ¿qué significa,en propiedad, este resultado? Significa, tan sólo, quehemos conseguido establecer lo que podría calificar-se de columna vertebral de un tema biográfico (refe-rido a la vida de un personaje) o morfológico (referi-do a la vida de una forma histórica). Pero nada más.Y ello no quiere decir que poco valga lo obtenido.Quiere decir, eso sí, que se habrá llegado a una espe-cie tal de resultado, que aparecerá siempre como pre-vio o introductorio a una operación final que está lla-mada a extraer de esa secuencia un sentido que nosea el de su solo devenir.

Es el momento de la explicación (si la vemos yaen su formulación) y de la interpretación o compren-sión (si la vemos en su gestación). En verdad, difíciles separar ambas fases sin hacerles violencia. Admi-timos, por ello, que el todo puede resumirse en el tér-mino explicación, considerando que en historiografíano cabe pensar en una interpretación que no se re-suelva en una explicación. La interpretación que per-manezca enclaustrada en la mente del historiador nointeresa desde el punto de vista metodológico más quecomo elemento de la capacidad interpretativa, la cualsólo podemos apreciar en los resultados de su ejerci-

cio, es decir, en la aplicación de lo interpretado, ensu comunicación .

¿En qué consiste esta explicación, como etapa si-guiente a la filiación? Consiste en responder al porqué de esa filiación, la cual nos revela el cómo delasunto estudiado. En este sentido, la filiación cum-pliría una función previa y necesaria respecto de laexplicación histórica, pues ésta, en atención al méto-do histórico mismo, no podría ser jamás una explica-ción de presente histórico, sino que para ella todopresente objeto de explicación aparecerá siemprecomo un momento, intermedio o final, de una filia-ción. Excluimos la posibilidad de un momento ini-cial salvo para los estudios protohistóricos, y esto demanera convencional, si acatamos la que parece seruna ley general del conocimiento histórico, o sea quetoda protohistoria, en razón de la indefinición de suslímites, tiende a convertirse en prehistoria y, pro-gresivamente, en historia, en función del desarrollodel mismo conocimiento histórico.

En suma, colocado ante la filiación de un asunto,el historiador tendrá todavía que realizar una opera-ción que consiste en «interrogarla» para extraer deella «su sentido más general», a partir del cual podráestablecer sus «sentidos secundarios o complementa-rios». No se trata, sin embargo, de pagar tributo a unmonismo explicativo, pues la naturaleza de ese «sen-tido general» no está vinculada necesaria o comple-tamente con las posibles «causas» del fenómeno es-tudiado. Atiende, más bien, a la que podría conside-rarse su característica más general y permanente, esdecir, aquella que sintetiza de manea más completalos aspectos esenciales del fenómeno estudiado. Asípodrá decirse, por ejemplo, que la esclavitud en Ve-nezuela, en el lapso 1811–1821, es una instituciónde crisis, desprendiéndose de esta constatación, tanobjetiva como el precio de un esclavo, aunque de na-turaleza diferente, todo un con junto de derivacionesque una vez desarrolladas configuran la crisis de ma-nera minuciosa.

Hemos dicho constatación y no deducción, aun-que en el fondo sea este último su sentido, por el de-seo de subrayar la subordinación en que se halla esaoperación con respecto al acontecer histórico real, yel cuidado que debe ponerse en preservarla, al máxi-mo –entiéndase bien, sólo al máximo–, de infil-traciones subjetivas. En otras palabras, con el pro-pósito de proscribir en lo posible cualquier arbitra-riedad interpretativa. Brota, en esta operación, unadificultad fundamental, que plantearíamos a partir deesta interrogante: ¿cómo localizar esa característicamás general y permanente?

Agregados de datos, filiación, explicación, generalización y ...

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Parecería que el sentido común sugiere hacerlo conbase en el despeje del conjunto de características yen la ponderación de las mismas. Sin embargo, esteque parece ser el procedimiento natural, se revela in-suficiente al examen de la crítica metodológica, por-que no es seguro, aunque sí posible, que nos conduz-ca a la localización de la característica más general ypermanente. Ello es así porque el conjunto de las ca-racterísticas –que son, en realidad, reflejo de los as-pectos componentes del momento–hecho histórico–,son de naturaleza semejante a la de este último encuanto concierne a su unidad. Es decir, que así comola unidad del momento–hecho histórico expresa laconfluencia de sus aspectos componentes y de algomás que no corresponde estrictamente a la suma deesos aspectos, aunque sí guarda relación, y estrecha,con esa suma, asimismo la característica más gene-ral y permanente de un fenómeno o de un procesohistórico puede no figurar en el conjunto de las ca-racterísticas despejadas y corresponder a una cate-goría similar a la unidad del momento–hecho históri-co, es decir, que sea algo más que la suma de lascaracterísticas y que, por lo tanto, haya necesidad deaprehenderla mediante un esfuerzo suplementario.

Ahora bien, la naturaleza de ese esfuerzo suple-mentario es de muy difícil definición, y objeto de con-troversias incesantes que se producen entre corrien-tes metodológicas que forman una gama que se ex-tiende desde la comprensión (tan vinculada a la in-terpretación) hasta la simpatía, siendo todas, segúnlos metodólogos de la historia, vías para la captaciónde esa característica general y permanente que sinte-tiza la entidad de un fenómeno histórico.

Este es el momento cuando el historiador quedaabandonado a sus propias fuerzas, y cuando ni el másaudaz metodólogo se atrevería a intentar enseñarlecómo salir del trance, ni siquiera con el recurso de lamayéutica, pues ni así parece posible inducir a al-guien a pensar cosas importantes e interesantes.

La filiación como presentación

Vista en sí misma, la filiación de una cuestión odificultad sólo puede culminar en su presentación. Asíal cabo de la secuencia cronológica estaremos en pre-sencia de los hitos de un fenómeno, y bastante habre-mos conseguido con ello a condición de resignarnosa la sola contemplación de la vida del fenómeno.

Este es el resultado preliminar contenido en mu-chas obras de nuestra historiografía. Pero debemosdecir de inmediato que si bien puede encontrársele enestado puro, por ejemplo, cuando bajo la denomina-

ción supuesta de la ganadería en Venezuela durantelos siglos XVII y XVIII, se consignan datoscronológicamente ordenados acerca de la fundaciónde hatos, la producción y la exportación de ganado,etc., suele encontrársele más bien como pasajes deobras, que en otros aspectos pretenden e incluso al-canzan niveles de interpretación y explicación. Mástodavía, parece posible afirmar que puede hallárseleen obras bien construidas, supliendo la interpretacióny la comprensión en los temas o cuestiones donde laescasez de datos o la heterogeneidad de los mismoslas hace imposibles o demasiado arriesgadas. Peropuede, también, ser buen testimonio de cortedad in-terpretativa y hasta de pereza mental.

Detengámonos un poco en el ejemplo que hemospropuesto. A este respecto, es posible componer lamás completa filiación de la actividad ganadera, sinque podamos respondernos a la pregunta clave de¿qué fue la ganadería en Venezuela durante los si-glos XVII y XVIII?, cuando esperamos algo diferen-te del ¿cómo fue? Es decir, cuando nos interesa cap-tar la característica más general y permanente del fe-nómeno y, consecuentemente, su estructura.

La práctica de la filiación

El establecimiento de la filiación de un hecho ofenómeno histórico guarda estrecha relación con eldesarrollo de la heurística: el conocimiento generalde las fuentes hace posible la orientación de la bús-queda documental y contribuye a que se satisfaga lomás posible la condición óptima de la filiación, o sea,el estudio exhaustivo de los fondos documentales. Sonbien sabidos los requisitos metodológicos impuestospor la heurística, pero lo son menos las particulari-dades de los mismos en cuanto corresponde a la his-toriografía venezolana. Es posible englobarlas en doscaracterísticas generales: desigual desarrollo de losfondos documentales y jerarquización de los testigosy, por ende, de los testimonios.

El desigual desarrollo de los fondos documenta-les no es, propiamente, una característica exclusivade la heurística venezolana. Lo es de todas lashistoriografías en proporción a su desarrollo, pues elinterés por los fondos documentales es función de lasnecesidades historiográficas. Lo que sí puede consi-derarse propio de la heurística venezolana es la acen-tuada desigualdad de ese desarrollo, visible en la si-tuación preeminente que se ha dado a la documenta-ción sobre la Emancipación, y dentro de ella a la di-recta o indirectamente bolivariana. Tocamos con estola segunda característica: la jerarquización de los tes-tigos. Esto es claramente perceptible en lo concer-

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niente a los testimonios sobre la Emancipación. Bo-lívar aparece como el testigo de referencia, lo cualsería, digámoslo de paso, una verdadera «aportación»de la historiografía venezolana a la universal. Estaúltima suele distinguir entre testigos presenciales yno presenciales, y entre testigos calificados y no cali-ficados. La noción de testigo de referencia sería elgrado absoluto del testigo calificado, pues significa-ría ni más ni menos que la verdad tomada como pun-to de contraste para la apreciación de los demás tes-timonios. Funciona de esta manera, pero también así:el tenor de verdad de un testimonio será función de lacercanía o de la fidelidad mostrada por el tstigo con-siderado respecto de Bolívar. Este papel de testigode referencia atribuido a Bolívar es el eje de una va-loración jerárquica de los testimonios un poco másamplia: testimonios realistas y testimonios patriotas.Los primeros muy pocas veces corresponden a la ver-dad; los segundos muy pocas veces no correspondena ella. La historiografía sobre la Colonia, en el cam-po de la heurística, añade una característica al con-junto: la de versar sobre un fondo documental limita-do, pero no agotado, que es traído y llevado incesan-temente. Exhibe, además, carencia de clasificación yuna metodología frecuentemente precaria; esto últi-mo sobre todo en el manejo crítico de la estadísticahistórica y en la valoración cronológica de los testi-monios.

La apreciación que acabamos de hacer acerca delas fuentes permite afirmar, como uno de los rasgosde la práctica de la filiación histórica en la historio-grafía venezolana, la del reducido número de datosempleados. Desentendiéndose de toda preocupaciónmetodológica, el historiador suele rebajar al mínimolas exigencias metodológicas críticas que deben ac-tuar en la elaboración del dato, de allí que, en gene-ral, sea posible afirmar que se producen los siguien-tes excesos: sobrevaloración del dato, exageración desu alcance en sentido espacial y disimulo de su aisla-miento.

Por sobrevaloración del dato habría que entender,más propiamente, la poca crítica apreciación del mis-

mo. Salvo excepcionales muestras de crítica históri-ca, el principio parece ser que todo dato es bueno,particularmente en cuanto se refiere a historia colo-nial, mientras que para la independiente rige el mis-mo principio pero normado a su vez por los criteriosque expusimos al comienzo de esta parte.1 Se exage-ra su alcance, en sentido espacial, cuando se tomanunos pocos datos (no raramente uno solo) como prue-ba de la existencia de un determinado fenómeno entoda una región histórica, hasta la más extensa, in-cluso cuando se admite generalmente el desarrollo suigeneris de algunas de las partes de esa región. Así, elsignificado de un dato referente a un hato situado enalgún lugar del Llano, para fines del siglo XVII, sehará extensivo a todo ese vasto territorio, etc. Ade-más, se disimula el aislamiento del dato en sentidoespacial también y en el cronológico. La exageracióndel alcance permite lo primero, mientras que la orde-nación cronológica de los datos, en rápida enuncia-ción, aspira a conseguir lo segundo.

No es infrecuente, también, que se reúnan datosde diferente procedencia en cuanto a la zona o aspec-to del fenómeno estudiado. Así, datos de estableci-miento de fundos; de exportación de cueros por uno,dos o tres puertos; número de cabezas recensadas oestimadas en alguna región –en total no son más deunas pocas decenas de datos– , bastarán para cons-truir un estudio sobre la ganadería venezolana du-rante los siglos XVII Y XVIII, para atenernos al ejem-plo citado. Entiéndase, hay confusión de los datos,pues no se procede mediante establecimiento de as-pectos para reunión posterior de los mismos en unapresentación general.

Filiación y generalización

Para la historiografía tradicional suelen ser lamisma cosa, a juzgar por la manera cómo se hacenextensivos a toda una región histórica, por ejemplo,los resultados de una filiación establecida según elprocedimiento que acabamos de estudiar. Esto es

1 No es raro que la sobrevaloración del dato conduzca al exceso de que en los agregados de datos construidos con base en la filiación de alguna cuestiónhistórica, se llegue a denotar la creencia de que todo dato es útil, tanto los que se contraen al tema como los que se salen de él, ejemplificándose así unconcepto excesivamente elástico de la pertinencia del dato incidental, que culmina en el empleo de lo accidental y en la interpolación de desarrollosdesvinculados de la secuencia temática propia del agregado de datos. De allí la dispersión y el abigarramiento temático en que suelen incurrir losagregados de datos. Esto es posible, pese a las guías proporcionadas por el orden cronológico y la filiación, en razón de que en estos casos son los datoslos que deciden de la marcha del discurso (entendido como redacción de un agregado de datos), que es redactado a medida que surgen los primeros,ocasionándose la abundante presencia de datos sueltos o escasamente relacionados con respecto a la que podría concebirse con largueza como líneaideológica del discurso, o sea su vago propósito demostrativo. Mas esta dispersión y este abigarramiento temático no es extraño que a la postre afectenprofundamente el conjunto del discurso: la ausencia de una estructuración analítica de los datos y en razón de que todos los datos son utilizados, puesel discurso es tan sólo una secuencia de ellos, conduce a que se vayan suscitando los diversos aspectos de la cuestión estudiada sin plan ni concierto,a medida que brotan del fichero. Mas no quiere esto decir que no haya en absoluto agrupación de los datos. La hay, pero sólo en un sentido macroscópico,en capítulos o partes que carecen de una estructura propia. Así es posible encadenar los datos sin sujetarlos a orden ideológico y el discurso se convierteen una simple narración abigarrada, elemental, incapaz de facilitar la comprensión de lo narrado, al cabo de cuya lectura siempre es posible interrogarse,con un mucho de desconcierto, sobre el sentido de lo leído.

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posible mediante la que hemos llamado, al habar delos datos, exageración de su alcance en sentido espa-cial. Con ello tocamos al sentido espacial de la filia-ción, al observar que ésta no sólo tiene un sentidocronológico sino además se halla relacionada con unespacio histórico determinado.

Cabe señalar, al respecto, que si bien puede disi-mularse la procedencia diversa de los datos (en cuantoa los aspectos del fenómeno a que se hallan referidosy a los lugares en que se manifestaron), mediante laacumulación de hitos cronológicos hasta producir unefecto de continuidad, no sucede lo mismo con el sen-tido espacial, pues basta examinar, críticamente laserie cronológica para advertir el significado de laslagunas presentes. Veamos: si bien la filiación obte-nida puede ser continua en el sentido cronológico, sucapacidad de representación del fenómeno a que serefiere depende del lugar histórico a que se hallancircunscritos esos datos. Es decir, cobra importanciael sentido espacial.

Existen dos «soluciones» tradicionales a esta di-ficultad metodológica: una consiste en relacionar da-tos referidos a diversos puntos del territorio estudia-do, contemporáneos algunos de ellos, y en tomar elresultado como válido para todo el territorio; la otraconsiste en establecer la filiación para algunos pun-tos o regiones considerados típicos o representativos,y en proyectar su resultado sobre la totalidad del te-rritorio. En ambos casos la filiación conducirá de in-mediato a la generalización. Vale la pena apuntar deseguidas que ambas «soluciones» guardan estrecharelación de dependencia con las fuentes disponibles.Estas pueden ser escasas, y mucho, para un lapsodeterminado y, en consecuencia, lo será también elnúmero de datos que proporcionen. En otras pala-bras, se origina una pregunta que es necesario plan-tearse críticamente: ¿Cuántos puntos de apoyo se re-quieren para fundar una generalización? Parece ob-vio que la solidez de una generalización es directa-mente proporcional al número de datos en que se fun-da. Pero no parece menos obvio que debe entendersepor este último el número de datos disponibles en unmomento dado de la investigación. De otro modo,habría que renunciar a todo intento de generalización,al menos mientras exista la posibilidad fundada deque aparezcan nuevos datos. Ahora bien, ésta es unaposibilidad siempre abierta, en razón de la naturale-za del proceso de desarrollo y sistematización de losfondos documentales. Propiamente, será siempreaventurado, si no imposible, declarar cerrada esaeventualidad.

Pero ¿significa esto que no existe posibilidad degeneralizar, o que debe tenerse presente, siempre, el

carácter provisional de toda generalización? Talesinterrogantes adquieren mayor significación, todavía,cuando aseveremos que toda generalización habrá defundarse, necesariamente, en un número limitado decasos, por cuanto está fuera de toda lógica el agota-miento absoluto de los mismos. Y esto último porqueen historia –aun para los períodos aparentemente másestudiados–, siempre cabe hallar nuevos datos, biensea porque surjan de nuevas fuentes, bien sea porquepueda elaborárseles a partir de los ya conocidos me-diante nueva interpretación de los mismos.

Bueno es señalar aquí que esta limitación de lageneralización no rige exclusivamente para la histo-ria. Ella es extensiva, cuando menos, a las cienciasbiológicas, e incluso a las químicas y físicas. No obs-tante los historiadores suelen admitir, sin discusión,la validez de las generalizaciones en esas ciencias, yreconocen –algunos hacen de ello fundamento de suconcepción de la historia–, la desventaja de su disci-plina a ese respecto, y no rehusan admitir el carácterespecial de sus generalizaciones.

En historia toda generalización depende de la can-tidad y la calidad de los datos. A su vez, tanto lacantidad como la calidad de los datos guardan entresí una relación de dependencia recíproca que no debeperderse de vista al apreciarlas en funci n de la gene-ralización. A la pregunta formulada: ¿Cuántos pun-tos de apoyo se requieren para fundar una generali-zación?, hay una respuesta que, como acabamos dever, puede descartarse: todos. Ahora bien, si el nú-mero ha de ser necesariamente limitado, pareceríaobvio que cuanto mayor sea, más cerca se estará dela situación óptima. Mas este razonamiento nos con-duce directamente a un simplismo: a mayor númerode datos, mayor grado de veracidad. ¿Será necesariodemostrar que el testimonio de todos los componen-tes de un batallón, e incluso de un regimiento o deuna división, acerca del desarrollo de una batalla dela segunda Guerra Mundial, en la cual tomaron par-te, es menos significativo que el emitido por el jefe deEstado Mayor del frente, situado a varios kilómetrosen la retaguardia? Pero no sería lo mismo si consi-guiésemos los testimonios de todos los oficiales co-mandantes, en los diversos escalones. Estos últimosnos permitirían construir una visión de la batalla le-gítimamente contrastable con la que podría propor-cionar el jefe de Estado Mayor. Es decir, la calidadde los testimonios condiciona la elocuencia de la can-tidad de los mismos. Igualmente, la cantidad condi-ciona la calidad, pues si bien el testimonio de un ofi-cial comandante difícilmente puede contraponerse alde jefe de Estado Mayor, sí lo puede el testimonio detodos o la mayoría de los oficiales comandantes.

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La práctica metodológica, al distinguir básicamen-te entre datos o testimonios seriados y datos o testi-monios representativos o típicos, impide ver con cla-ridad la interrelación existente entre la calidad y lacantidad de los datos necesarios para apoyar una ge-neralización. A su vez, en la práctica de la filiaciónpareciera no existir diferencia alguna entre la calidady la cantidad de los datos, pues éstos son integradosen series cronológicas en las cuales su valor queda-ría reducido al de testimonios probatorios de la con-tinuidad de la presencia del fenómeno estudiado, perode una continuidad zigzagueante, cuando se tomandatos referidos a diferentes regiones históricas; o ca-rente por igual razón, de toda proyección espacialque no sea la arbitraria a que nos referimos al co-mienzo de esta parte.

Mas, es en el momento de la exposición de losresultados cuando la interrelación existente entre lacalidad y la cantidad de los datos adquieren para elinvestigador una importancia definitiva: cualquieraque sea el método seguido para la comprensión o in-terpretación del hecho histórico, a la hora de comu-nicar sus resultados el historiador tendrá que some-terse a las exigencias de la inferencia que es el saberhistórico, es decir, tendrá que aducir pruebas en apo-yo de sus resultados.

Ahora bien, cualquiera que sea el criterio aplica-do en la investigación –datos seriados o datos repre-sentativos–, el historiador verá imperar ahora las exi-gencias propias del discurso histórico, cuyas parti-cularidades, subordinadas a la finalidad de transmi-sión de conocimiento, le obligarán a buscar una zonaintermedia entre el dato representativo excesivamen-te aislado y la fastidiosa inclusión de largas series dedatos. El dato aislado, por representativo o típico quesea, difícilmente logra abonar suficientemente la ge-neralización, aunque se le envuelva en los tradicio-nales expedientes retóricos, destinados a hacerlo apa-recer como parte de un nutrido conjunto de datos nocitados. En cuanto a las series, éstas encierran el pe-ligro de hacer demasiado difusa la demostración, ade-más de tediosa, lo cual es pequeño pecado en el dis-curso histórico.

Está demás decir, por otra parte, que tras tododato verídicamente representativo o típico, se extien-de la serie que permitió definir esa tipicidad. Asimis-mo, toda serie, para los fines de su comunicaciónmediante el discurso histórico, culmina en uno o másdatos representativos que abonan y sustentan la de-ducción hecha con base en ella. Es este, quizá, el as-pecto en que la filiación se distancia más de lagenerlización.2

Posibles instrumentos para coadyuvar en elpaso a la generalización

Hemos subrayado la importancia que presenta eltratamiento metodológico de los datos como la únicafuente de valor de los agregados de datos. Tambiénhemos señalado cómo es a partir de esos datosilegítimamente presentados a manera de resultado fi-nal de la investigación, cuando comienza la tarea deinterpretación y de comprensión que dé acceso a lageneralización. Por último, apuntamos la estrecharelación que existe entre esta operación generalizadoray el discurso histórico.

Recordemos, igualmente, lo dicho acerca de ladificultad –franca imposibilidad, inclusive–, de pro-poner normas metodológicas que enseñen a realizaresas etapas del proceso del conocimiento histórico.Conviene añadir a esto último, que la ya dudosa po-sibilidad de enseñanza en este terreno choca con losefectos de una enseñanza que exime al estudiante detodo esfuerzo de elaboración conceptual. El hábitode la memorización, celosamente cultivado por ella,conduce a la franca impotencia del estudiante y delinvestigador novel para hallar algún tipo de dificul-tad digna de investigarse en el conjunto de informa-ciones de que dispone. Más aún, colocados ante uncierto número de datos, les será en extremo difícilllegar al plano de la generalización conceptual.

Si bien no existen fórmulas metodológicas queresuelvan la situación, como hemos dicho, sí es posi-ble proponer una serie de ejercicios básicos y de pro-cedimientos cuyo dominio puede facilitar la tarea de

2 En los agregados de datos corrientemente presentados como «historia», se suelen ignorar los requisitos metodológicos relativos a la «tipicidad deldato». Prescindiéndose de toda consideración acerca de la relación entre esa tipicidad y el carácter seriado de los datos, se dan como típicos ocaracterísticos datos referidos a hechos aislados, o se presume su condición de típicos sin demostración apropiada. La mecánica del agregado de datoses en esto muy elemental: se halla un dato acerca de cuya condición de típico o característico nada se sabe, y se «razona» de esta manera: puesto queocurrió el caso a que tal dato se refiere, cabe pensar que no fuera único y que «a veces» se presentaban otros semejantes. Es posible entonces, «afirmar»que tales situaciones ocurrían. Al redactar, se enuncia primero la «generalización», precedida de un «a veces» o de un «frecuentemente» (los másprudentes dirán «en algunas ocasiones»), y como único apoyo se transcribe el único dato de que se dispone. El abuso de este juego llega a ser insultantepara la razón: todo un discurso compuesto de la suerte. Nunca insistiríamos demasiado en cuán alerta debe estar el historiador ante este peligro: los datos«solicitan» la generalización y no es difícil caer en la tentación de formularla, y no siempre el tener conciencia del peligro es suficiente para prevenirlo.Basta un gramo de autocrítica para admitirlo así.

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estudiantes e investigadores noveles. No hay contra-dicción en lo dicho, y quizá sólo porque la utilidad deesos ejercicios se halla en relación con la malforma-ción del estudiante a que nos hemos referido. De allíque, cuando el interesado los practica, de hecho seestá enfrentando a la prueba que le ayudará a tenerconciencia de si sus aptitudes le permiten o no el ejer-cicio de la investigación histórica.

Cabe distinguir dos niveles en estos ejercicios yprocedimientos: unos corresponden específicamentea la obtención y elaboración de los datos, y otros aldiscurso que habrá de integrarlos.

Los ejercicios que se sitúan al nivel de la obten-ción de los datos tienen por objeto rodear estos últi-mos de un mínimo de seguridades que los haga útilespara la interpretación. Son de sobra conocidos losrequisitos del tratamiento crítico de los datos, y esfácilmente perceptible el peso que en ese tratamientocrítico corresponde a la capacidad de interpretacióny de análisis. Por esta última razón, los ejerciciospropuestos no tienen otro sentido que el de propor-cionar instrumentos cuyo producto final depende pre-cisamente de tal capacidad, pero que como técnicasestán al alcance del estudiante en general. Sin des-cartar, tampoco, la posibilidad de que su prácticaconstante estimule el desarrollo de esa capacidad, fre-cuentemente ignorada por el propio estudiante en ra-zón de su deformación memorizadora.

Estos ejercicios, cuya finalidad es el aprender aobtener datos con un mínimo de fidelidad a la fuente,permiten igualmente conjugar los procedimientos fun-damentales de la crítica externa y de la crítica inter-na, en una sola operación que para fines pedagógi-cos disociamos en tres etapas: a) La presentación re-sumida de un texto; b) El resumen analítico de untexto, y c) El análisis crítico del mismo (véase el apén-dice A). En cuanto a los procedimientos que se si-túan al nivel del discurso histórico, éstos tienen unadoble meta: unos, tienden a proporcionarle al estu-diante puntos de referencia para la que podríamosdenominar identificación de su tema de estudio, aso-ciando esa identificación con ciertos esquemas meto-dológicos muy generales que pueden servirle comoguías para la búsqueda del esquema definitivo, el cual,como hemos visto, se halla supeditado a la capaci-dad de descubrir relaciones entre los datos. Para estefin hemos adaptado una clasificación de los temas dela investigación documental que los reúne en cuatrogrupos básicos: biográfico, morfológico, comparati-vo y cuadro, con la pretensión no demasiado exage-rada, de que casi todos los temas a investigar corres-ponden a uno de esos tipos o a una combinación deellos (véase apéndice B). Otros procedimientos se

refieren, ya específicamente, al tratamiento de los te-mas, en su estructuración planificada. Tienen porobjeto mostrar un poco la posible vía para pasar delresultado provisional de las etapas del estudio histó-rico que hemos denominado «de formación y acopiode datos» y «de agrupación y ordenación de datos»,a la generalización compatible con el conocimientohistórico, eludiendo la formación de simples agrega-dos de datos. Para ello ideamos un esquema que as-pira a mostrar gráficamente el proceso (apéndice C).No hay lugar para exagerar las virtudes de estos ejer-cicios y procedimientos. Restringiéndolos a la condi-ción de meros auxiliares, implican un discreto acata-miento de la que parece ser moraleja de toda metodo-logía: da buenos resultados cuando se la aplica bieny con capacidad creadora.

Conocimiento histórico

Superada la concepción de ese conocimiento comosimple acumulación de información acerca de hechosy procesos, no se le puede ver sino de acuerdo conlas características generales del conocimiento cientí-fico. Igualmente, la investigación histórica se asimi-lará en su sentido básico a la investigación científica.Trátese de comprender, de explicar o de interpretar;propóngase el investigador hallar leyes generales otendencias de determinados momentos históricos, esclaro que su objetivo será siempre superior a la acu-mulación de información y cercana, en mayor o me-nor grado, de los propósitos del conocimiento cientí-fico. Igualmente, al tener como finalidad la amplia-ción del conocimiento histórico así entendido, coin-cide con los fines de la investigación científica en susentido más vasto. De acuerdo con los criterios his-toriográficos, sólo faltaría el requisito de contempo-raneidad para que pueda calificarse de crónica el pro-ducto historiográfico que no supera el nivel de la acu-mulación de información relativa a un fenómeno his-tórico. Por eso se designa esta elaboración historio-gráfica como historia narrativa, en contraposición conotro tipo de historia, la interpretativa, cuyos funda-mentos metodológicos no han sido objeto todavía, enla historiografía venezolana, de una formulación or-gánica.

Existe la insatisfacción causada por la historio-grafía narrativa, y se siente la necesidad de la inter-pretativa, pero aún no se ha logrado realizar el cam-bio en la medida que sería deseable.

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Filiación, agregados de datos y conocimientohistórico

La insatisfacción a que nos hemos referido, se hatraducido en la búsqueda de remedios capaces detransformar los resultados de la historiografía tradi-cional, marcadamente narrativa. Han sido varios losremedios propuestos.

Históricamente, el primero de ellos fue la afirma-ción de una intención filosófica en el quehacerhistoriográfico, de acuerdo con modernas concepcio-nes de la historia, y desembocó en la determinaciónde la causalidad de los hechos históricos. Fue el mo-mento de auge de todos los determinismos imagina-bles. Siguió, aunque guardando cercano parentescocon ese remedio, uno imbuido de la obsesión de losorígenes, en forma de establecimiento de la filiaciónexhaustiva de los fenómenos estudiados, con el pro-pósito de marcar el carácter de proceso de los fenó-menos históricos, y con el resultado de que el temainvestigado solía verse abrumado por una larguísimaserie de antecedentes que, de tan remotos que llega-ban a ser, difícilmente guardaban alguna relación sig-nificativa con él.

En el fondo de estas preocupaciones ha estadopresente una inspiración documentista, produciéndosela creencia de que la búsqueda de documentos inédi-tos y su incorporación al discurso histórico significa,automáticamente, hacer conocimiento histórico, pueséste se vuelve sinónimo de información histórica. Elresultado ha sido la producción de obras que, posee-doras de un alto valor documental, no han logrado,sin embargo, transformar la historia narrativa en in-terpretativa, por cuanto el tratamiento de que sonobjeto dichos documentos no consigue superar elmolde tradicional de la narración. Es cierto que eldescubrimiento de ricos fondos documentales, y laobtención de muchos e interesantes datos mediante elestudio de los testimonios en ellos contenidos, handado origen a una mejor información histórica, porcuanto han permitido nutrir y extender la filiación delos fenómenos estudiados; pero es cierto, también,que no han conducido a la elaboración de conocimien-to histórico propiamente dicho, por cuanto la presen-tación de esas filiaciones laboriosamente estableci-das suele quedarse en agregados de datos, narradosmas no interpretados.

Este ha sido el saldo de los esfuerzos renovado-res, creemos, porque no se trata de un problema deerudición sino de metodología. Mientras no se resuel-van las dificultades del tránsito a la generalización –que ya hemos apuntado–, poco significará cualitati-vamente la exploración de los fondos documentales.

Filiación, agregados de datos y progresocientífico en historia

La acción conjunta de la práctica de la filiación yde la obsesión de los orígenes, ha producido entrenosotros una manera de historiar, generalmente se-guida, a la que bien conviene el mote de «historia detijera y goma», empleado en la historiografía univer-sal. Dicha mnera de historiar consiste en seleccionarun tema y buscar todos los datos sobre él. Veamossomeramente el procedimiento:

La selección del tema ya refleja las carencias dela historiografía tradicional, por cuanto rara vez nosaldrá del arsenal de temas clásicos tratados por esahistoriografía. Se repiten así, una y mil veces, losmismos estudios sobre los mismos temas.

La operación de «buscar todos los datos» sueleconsistir en la indagación bibliográfica de todo lo di-cho sobre la materia, concediendo la condición de datoa los juicios historiográficos. No es raro que la bús-queda se detenga allí, y dé como resultado una refun-dición historiográfica. Pero en ocasiones se incorpo-ran algunos documentos hasta entonces inéditos opoco conocidos.

Los resultados son obvios: una mera actualiza-ción o balance del estudio del tema. Pero, ello no im-pedirá que se considere obra histórica, e incluso me-ritoria, la reconstrucción y ensamblaje, por ejemplo,de todo lo dicho hasta el presente acerca del procesoy ejecución del general Manuel Piar, con el añadidode uno que otro parecer del autor, quien, incluso,puede llegar a tener la ingenua convicción de que está«investigando» un tema virgen, cuando en realidadlo que hace es exhibir su pobreza de recursos comohistoriador incapaz de ver «dificultades», de plantear-se y resolver problemas de verdadero interés. Ese tipode «historiador» seguirá «descubriendo» cada ciertotiempo los más trajinados temas, sin proponerse ja-más una hipótesis propia, temeroso de no verla res-paldada por alguna lectura de autoridad.

En nada cambiaría el resultado, desde este puntode vista, si el estudio estuviese fundado íntegramenteen documentación hasta entonces desconocida. En estecaso, se habrá ensanchado la información histórica,pero no habrá adelantado el conocimiento históricosi no se consigue superar el límite de los simples agre-gados de datos. Se hará conocimiento histórico en lamedida en que se consiga ensanchar la frontera delconocimiento científico de los hechos mediante sucomprensión e interpretación, y en la medida, tam-bién, en que se logre revelar la naturaleza de taleshechos al descubrir su estructura y su dinámica, ex-plicándolas con arreglo a conceptos que sólo pueden

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alcanzarse mediante la generalización hecha a partirde los datos obtenidos.

Así, ensamblar todo lo conocido acerca de un fe-nómeno histórico no es hacer conocimiento históri-co, aunque dicho ensamblaje pueda ser útil para esteúltimo fin. Es lo que explica por qué puede hacerseconocimiento histórico, entre nosotros, mediantereelaboración crítica y metódica del volumen de da-tos ya conocidos, sin que esto quiera decir, en modoalguno, que se deba detener la búsqueda de nuevosdatos ni que tal búsqueda tenga un interés secunda-rio.

Quiere decir, tan sólo, que los datos ya conoci-dos, por figurar mayormente en simples agregadosde datos, son susceptibles de interpretación y com-prensión, siempre y cuando se les haya obtenido conarreglo a las normas metodológicas básicas que yahemos mencionado. Conviene señalar de inmediatoque esta legítima reelaboración historiográfica difie-re mucho de la historia de «tijera y goma». Lareelaboración es posible precisamente por el vicio delos agregados de datos, y se legitima por su naturale-za crítica, metódica, interpretativa, bien diferente delos usuales ensamblajes bibliográficos que producela historia de «tijera y goma», estéril, farragosa y, aveces, fraudulenta.

Un posible obstáculo al adelanto científico enhistoria

Lejos de nosotros la pretensión de haber des-cubierto la razón de la dificultad que encuentranmuchos historiadores venezolanos para superar elnivel de los agregados de datos, suponiendo que fue-se una razón. Sin embargo, la experiencia docente yel estudio historiográfico hacen que nos inclinemos acreer que esa dificultad puede guardar relación condos de las que hemos definido como característicasde la historiografía venezolana: despreocupaciónmetodológica y escasa elaboración conceptual.3 Bas-tante nos hemos ocupado ya de lo tocante a la meto-dología. Importa, ahora, que nos ocupemos de la se-gunda característica y de sus manifestaciones.

Desde este último punto de vista, puede decirseque la historiografía venezolana presenta el aspectode un gran volumen de información desarticulada, encuanto intentemos apreciar en esa información otroorden que no sea el cronológico, tan útil para la na-rración. Es decir, contamos con un crecido númerode datos que, en gran parte, no hemos conseguidointegrar en estructuras que nos permitan conocer losmomentos–hechos históricos de otra manera que nosea la tradicional memorización o huera erudición.

Faltan, en suma, factores aglutinantes de esa multi-plicación de datos. Ahora bien, esos factoresaglutinantes, en el orden del conocimiento histórico,no pueden provenir sino de un esquema de categoríashistóricas, el cual, a su vez, sólo puede ser elaboradoa partir de los datos que deberá aglutinar.

Se trata, en apariencia –pero sólo en apariencia–,de un círculo vicioso. Y esta apariencia se acentúapor la manera como se ha pretendido romper el cír-culo, es decir, mediante la «importación» de esque-mas de categorías históricas. Tomados los moldes,se procede a llenarlos con los materiales acumuladosy se produce una historia con calificativo acorde conla concepción histórico–filosófica que profesa el his-toriador.

Fácilmente se aprecian dos de las principales fa-llas de este procedimiento: unas veces será necesariorecortar o extender los hechos para hacerlos encajaren el molde; otras no habrá en absoluto posibilidadde hacer tal cosa, en razón de la enorme distanciaexistente entre continente y contenido. En este últimocaso, el problema se relega al fondo de los grandestemas sin estudiar, o se le escamotea del todo me-diante denominaciones de escandalosa arbitrariedad:si el caudillismo es feudalismo, la hacienda es un feu-do, el hacendado un señor feudal y el peón un siervo,etc.

Pero, semejante procedimiento se funda en unamarcha que es inversa a la que debe seguir la investi-gación científica: va de la categoría aprendida al he-cho por conocer, pero, además, con el propósito deencuadrar el hecho nuevo dentro de la categoría, conrenuncia, ab origine, de toda posibilidad de definiruna categoría a partir de los hechos, en razón mismade su particularidad o novedad. Aparentemente, nadade censurable hay en esta marcha de lo conocido ha-cia lo desconocido. Pero sí lo hay cuando la incorpo-ración de lo desconocido significa despojarlo de susparticularidades para hacerle entrar forzosamente enlos esquemas categoriales conocidos. Al proceder así,se bloquea la perspectiva de desarrollo del conoci-miento, y el investigador podrá colocarse en la falsasituación de quien intenta intervenir un reloj con unallave inglesa, ignorando la elemental relación que debeexistir entre el objeto del conocimiento y los instru-mentos que este último emplea y más todavía, que esel objeto el que determina las características del ins-trumento.

3 Véase Germán Carrera Damas, «Sobre la historiografía venezolana»Historia de la historiografía venezolana (Textos para su estudio). Caracas,Ediciones de la Biblioteca de la Universidad Central, 1961, pp.XXXIII–XXXVII.

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En suma, no parecería errado pensar que la difi-cultad en superar el estadio de los agregados de da-tos pueda radicar en el temor a «crear» categoríasapropiadas al objeto de estudio, carciéndose con ellode los instrumentos necesarios a la generalización ya la elaboración de conocimiento histórico.

Conclusiones

1. Los agregados de datos constituyen la presen-tación de los resultados obtenidos en el curso de lainvestigación histórica, una vez que se han comple-tado las etapas de formación y acopio de datos, y deagrupación y ordenación de los mismos. Consiste, porlo tanto, en la presentación como resultado final dela investigación de lo que tan sólo es una etapa pre-via a la redacción del discurso histórico entendidocomo elaboración de conocimiento.

2. El mérito de los agregados de datos queda limi-tado a su utilidad para una posterior elaboración deconocimiento, una vez que se les someta a interpreta-ción. Esa utilidad depende, básicamente, del rigormetodológico que se haya puesto en la obtención yen el tratamiento de los datos.

3. La presentación de los agregados de datos comoconocimiento histórico se halla relacionada con laconfusión, presente en la historiografía venezolana,entre filiación y explicación.

4. El trazado de la línea evolutiva de un procesoo fenómeno histórico (filiación), es necesaria para suexplicación, pero no constituye, propiamente, esta úl-tima.

5. Tanto los agregados de datos como la explica-ción (entendida ésta como conocimiento histórico) soninstancias metodológicas características y relaciona-das entre sí, que exigen tratamiento apropiado.

6. No debe descartarse la posibilidad, en las con-diciones propias de los estudios históricos en Vene-zuela, de coadyuvar mediante ejercicios y procedi-mientos adecuados a la solución de las dificultadesplanteadas por la generalización.

7. Quizá deba buscarse la razón de esas dificulta-des, fundamentalmente, en una defectuosa marcha delconocimiento científico, y en el miedo a la definiciónde categorías.

Apéndice A

El tratamiento de los textos es la operación pri-maria de la investigación histórica. Si bien es ciertoque el concepto de fuentes históricas las admite noescritas, no lo es menos que predominan –y con mu-

cho–, las fuentes escritas, y que el historiador ha detrabajar sobre todo con éstas. Tal sucede, en todocaso, en la historiografía venezolana, la cual ha ex-plorado poco otro tipo de fuentes, con excepción delas iconográficas y numismáticas, que han tenido al-gún desarrollo en tiempos recientes.

Para el investigador, el tratamiento de un texto esbásicamente su utilización para los fines de una in-vestigación, dejando de lado los fines no menos im-portantes aunque diferentes de conservación y difu-sión del mismo. Es decir, el texto se presenta funda-mentalmente como una veta de datos potenciales, quese actualizan en función del interés del investigadory de su respaldo cultural general –en su másampliosentido– y específico referido a la materia queinvestiga.

Más la posibilidad de actualización de los datosdepende de una suerte de procedimientos neutro, apli-cable a todo documento escrito, que permite locali-zar los datos y formarlos con fidelidad y rigor, ha-ciéndolos buenos para posterior interpretación. Esteprocedimiento neutro podría denominarse lectura deun texto, y consiste en una operación de fases tanestrechamente interrelacionadas que sólo por interéspedagógico podría justificarse su descomposición.

Para el historiador la lectura de un texto consisteen una múltiple operación de referencia de lo leído aun interés determinado, pero no con un fin de apren-dizaje sino de construcción de una estructura en lacual lo leído ha de integrarse al proporcionar elemen-tos o materiales apropiados. Ahora bien, esos mate-riales suelen no ser directamente aprovechables: esnecesario afinarlos mediante un procedimiento críti-co que los despoja de adherencias inconvenientes yque determina su resistencia. La realización de estaspruebas a que se somete el material competen al con-junto de procedimientos conocidos como crítica ex-terna y crítica interna, que son eficaces auxiliares delcomplejo, decisivo en toda operación crítica, al cualdeben concurrir en toda su intensidad el sentido his-tórico, la capacidad crítica y la formación metodoló-gica e ideológica del historiador, siendo estos últi-mos factores los que condicionan la eficacia de losprocedimientos mencionados.

En otras palabras, el historiador no sólo ha de sercapaz de leer y comprender lo leído, sino que ha depoder captar lo fundamental, y ha de ser capaz dedesentrañar la estructura de la cual forma parte elelemento fundamental seleccionado por él, puesto quede la relación con la estructura y de la logicidad deésta puede colegirse gran parte de la solidez de loseleccionado.

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La experiencia docente demuestra que una altamayoría de egresados de la educación secundaria noestá en aptitud de realizar tales operaciones, y mu-cho menos de realizarlas por la simultaneidad, la pre-cisión y la rapidez exigida por la labor del historia-dor. Como un estímulo al desarrollo de esa aptitudhemos propuesto desde 1959 una serie de ejercicios,introductorios al estudio de la técnica de la investi-gación documental en la Escuela de Historia de laFacultad de Humanidades y Educación de la Univer-sidad Central de Venezuela. Dichos ejercicios estánestrechamente relacionados entre sí, como hemos di-cho, y, corresponden a operaciones que ya en la prác-tica profesional han de ser realizadas simultáneamen-te. Los denominamos tentativamente así: presentaciónresumida, resumen analítico y análisis crítico.

Ejercicios de presentación resumida

Consisten en dar testimonios de las ideas conteni-das en un texto, mediante un resumen que se ajuste asu estructura de tal manera que permita conocer eloriginal lo más completa, resumida y fielmente posi-ble. Tiende a corregir las viciosas formas de «lectu-ra» y de «asimilación» que, frecuentemente, no sonotra cosa que mala comprensión y tergiversación delo leído, desarrollando al mismo tiempo la primerade las aptitudes del historiador: poder dar testimo-nios, antes de intentar estudiarlos. Los ejercicios es-tán rodeados de ciertas normas, con el fin de impo-nerle al estudiante un esfuerzo de síntesis cuidadosa:

1) Deben ser breves. Su extensión se determinaproporcionalmente a la extensión y a la naturalezadel texto propuesto (extensión máxima: 10 a 15 porciento).

2) Empleo de un lenguaje personal, reduciendoal mínimo indispensable las transcripciones textua-les.

3) Empleo de la primera o la tercera personaverbal, al redactar la presentación resumida.

Se vigila particularmente la fidelidad de las ideasresumidas con respecto al original, la amplitud de lapresentación resumida en cuanto a la visión del ori-ginal que permite formarse, y la corrección del len-guaje.

Cabe anotar, como una prueba más de la defec-tuosa formación proporcionada por la enseñanza se-cundaria, que este tipo de ejercicio es consideradosumamente difícil por la mayoría de los estudiantes,quienes fallan sobre todo en la comprensión de lasideas y en su fiel expresión resumida.

Igualmente hallan dificultad en la recolección delas ideas fundamentales que deben incorporarse alresumen, mostrando tendencia a recoger ideas de es-casa significación o desarrollos francamente comple-mentarios.

Para estos ejercicios se escogen textos breves,densos y de lenguaje rico. Preparan para la elabora-ción de fichas de resumen y mixtas, en el proceso deformación y acopio de datos.

Ejercicios de resumen analítico

Este tipo de ejercicio está destinado a facilitar eldescubrimiento de la estructura ideológica de un tex-to, estableciendo su estructura ideológica real, quepuede coincidir o no con la que el autor creyó cons-truir. Así, el estudiante deberá responder a la pre-gunta: ¿qué se propuso decir o demostrar el autor?,componiendo con las ideas manejadas por dicho au-tor, fielmente recogidas, la estructura de su propiademostración. Esas ideas deberá disponerlas en for-ma de un plan de trabajo común, estableciendo la ideacentral o directriz, las ideas principales, las secunda-rias, etc. Para estos ejercicios deben escogerse textoscuya estructura ideológica no sea clara, que suscitenproblemas de interpretación. El estudiante deberá jus-tificar la suya mediante el rigor lógico de la estructu-ra que logre construir.

La dificultad principal de este tipo de ejercicio, yde allí su valor formativo, consiste en que frecuente-mente es necesario reducir las ideas, tanto la centralcomo las principales, y darles una formulación ade-cuada. Tiende, pues, a estimular la capacidad de re-ducir a concepto los desarrollos y ejemplos. En estesentido señalamos que el mayor escollo con que tro-piezan los alumnos, en la realización de este tipo deejercicio, consiste en el escaso desarrollo de su capa-cidad de abstracción. Tienden a razonar con imáge-nes y ejemplos, presentados de manera narrativa.

Ejercicios de análisis crítico

Tienen por objeto estimular el espíritu crítico delos alumnos y encauzar la expresión de su crítica conarreglo a ciertas normas mínimas que contraríen elhábito de emitir opiniones desordenadamente. Al mis-mo tiempo, se proponen inculcarles la noción de crí-tica estructural, con el fin de procurarle al ejerciciocrítico el mayor grado posible de objetividad.

El alumno deberá ocuparse, en primer lugar, deestablecer con todo cuidado la estructura ideológicadel texto tal como la erigió el autor. Logrado esto,

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procederá a estudiarla críticamente, apreciando el ri-gor lógico de la demostración, la propiedad de losejemplos, la correspondencia de las conclusiones, etc.Es decir, se esforzará por captar la dinámica de laestructura ideológica para valorar su funcionamien-to.

El ejercicio será presentado en forma de una seriede notas críticas ordenadas lógicamente en un plancompuesto según un criterio visible y justificado. Pre-para para la valoración crítica, interna, de los testi-monios. Un e ejercicio semejante puede hacerse apartir del resultado del resumen analítico.

Reiteramos que se trata de ejercicios eminentemen-te formativos. No se proponen enseñar una determi-nada manera de realizar las operaciones a que se re-fieren. Sirven como estímulo para despertar y desa-rrollar el sentido de objetividad, la capacidad de aná-lisis y de síntesis, y para fomentar el espíritu crítico.Para ello se combate la tendencia a la apreciaciónapresurada, a la defectuosa captación de lo leído y asu expresión desordenada, creando conciencia de es-tos defectos y proponiendo puntos de referencia paralos esfuerzos orientados a corregirlos. A la larga, elalumno formará su propio estilo de trabajo, pero ajus-tado a cierto rigor básico.

Apéndice B

Consecuente con su formación escolar, el alumnoemplea la narración para desarrollar cualquier tipode tema que se le proponga. Incapacitado para dis-tinguir las particularidades de los temas, encuentradificultades frecuentemente insuperables en formarun plan de trabajo acorde con esas particularidades.

Como una ayuda a la superación de esta falla,hemos adaptado la conocida clasificación de los te-mas generalmente aplicada por la escuela francesa,completándola con un conjunto de pautas que tienenpor objeto encauzar el esfuerzo de los estudiantes.Para ello proponemos la realización de series de ejer-cicios, de complejidad creciente, que imponen al alum-no la obligación de estructurar, en breve tiempo, elplan apropiado para el desarrollo de diversos temas.Todo el ejercicio consiste en construir el plan con arre-glo a normas establecidas al efecto, expresando encada una de sus partes y subpartes, de manera resu-mida, las ideas que habrían de desarrollarse en casode efectuarse la investigación.

La realización de este tipo de ejercicio impone alalumno un esfuerzo que consiste en: la captación delsentido del tema propuesto –cuya formulación se hacedeliberadamente vaga–; la justificación, en la intro-

ducción, de la interpretación que se le da; una explo-ración bibliográfica adecuada; la adquisición de lainformación necesaria; la formación de una idea cen-tral apropiada a la interpretación del tema, y la cons-trucción del plan correspondiente. En suma, se tratade efectuar un estudio histórico sin llegar a la redac-ción del discurso.

Se pone énfasis, particularmente, en el contenidoideológico del plan, en su rigor lógico y en su funcio-namiento. Los ejercicios versan sobre los siguientestipos de tema:

Tema biográfico

Trata de la elaboración del plan de una biografía.Para contrariar la tendencia narrativa, tan arraigadaen el alumno, se desecha la forma clásica del recuen-to cronológico y se exige una estructura ideológicaque permita formular una idea central, objeto de lademostración. Se respeta, sin embargo, la cronolo-gía imprescindible a la biografía, en el sentido de que,cualquiera que sea la estructura del plan propuesto,debe permitir la reconstrucción de la vida delbiografiado.

Tema morfológico

Tiene por objeto el estudio de la evolución histó-rica de una forma social, política, cultural, económi-ca, etc. Rigen para él criterios semejantes a los esta-blecidos para el tema biográfico, pero con mayor én-fasis en el análisis.

Tema comparativo

Consiste en comparar dos o más términos. Paraello se establece un método que tiende a combatir laforma tradicional y viciosa de la comparación, queconsiste, generalmente, en estudiar por separado cadauno de los factores de la comparación y en reservarel intento comparativo para una especie de conclu-sión.

El método propuesto consiste en establecer, porvía del análisis y de la síntesis, una línea de proble-mas o de situaciones comunes a los términos de lacomparación, y en confrontar, con respecto a cadauno de los puntos de esa línea, las respuestas ofreci-das por dichos términos, entendiéndose que éstas pue-den ser coincidentes o divergentes, y que incluso laausencia de respuesta explícita es ya una manera deresponder. El todo regido por una idea central que

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condensa el sentido más general o característico dela comparación.

Tema cuadro

Tiene por objeto la construcción del panoramageneral de un momento histórico, mas no se trata deuna simple descripción. Para ello se debe formularuna idea central contentiva de la característica fun-damental o más general del cuadro a construir, y cadauno de los aspectos estudiados debe quedar enmarcadoen esa idea central, o presentar con respecto a elladiferencias parciales que deben justificarse sin inva-lidar la idea central.

Este tipo de ejercicio conlleva la triple dificultadde seleccionar los componentes del cuadro histórico;de respetar la secuencia cronológica de los hechos, siel cuadro abarca un lapso más o menos extenso; y develar por el respeto de las características de la uni-dad del hecho histórico, que ya hemos apuntado. Enuna etapa superior, se propone la realización de te-mas que combinen los que hemos expuesto somera-mente; sobre todo las combinaciones de temas bio-gráfico y cuadro, morfológico y cuadro, biográfico ymorfológico, etc. En todo momento debe tenerse pre-sente el cuidado de combatir en el alumno la tenden-cia a la adopción de modelos, al uso de meros enun-ciados en vez de ideas resumidas y a la narración.

Apéndice C

No sin grandes vacilaciones nos atrevemos a pro-poner el siguiente diagrama del proceso general deelaboración de un plan de trabajo para la realizaciónde cualquiera de los temas mencionados en el apén-dice B. De allí que creamos necesario advertir de in-mediato que ese diagrama ha sido deducido del aná-lisis de los muchos planes de trabajo realizados encátedra y del examen de los procedimientos seguidospor sus autores.

El diagrama aspira a presentar la corresponden-cia que creemos existe entre las diversas fases de laindagación y los componentes del plan de trabajo. Sufuncionamiento es el siguiente:

Al iniciarse la operación, el investigador del temapropuesto dispone de un volumen de conocimientoscompuesto de conocimientos generales y de conoci-mientos específicos relativos al tema que indaga. Apartir de esta base se desarrolla la búsqueda de nue-va y más completa información sobre el tema, la cualconstituye un proceso para llegar a la idea central odirectriz, es decir, a la concepción general de la hi-

pótesis de trabajo obtenida mediante la asimilaciónde esa información y la reflexión crítica sobre ella.Al final de esta fase habrá llegado a un punto de con-densación que representa la idea central o directrizque regirá el proceso de demostración. Dicha ideacentral o directriz habrá de exponerse someramenteen la introducción del plan de trabajo. El proceso dela fundamentación consiste en desandar metódicamen-te el camino seguido un tanto caóticamente en la ope-ración de asimilación y reflexión, pues ahora el in-vestigador se enfrenta a la tarea de fundamentar laidea central o directriz, sometiendo a comprobaciónsu hipótesis de trabajo en una demostración a partirde pruebas que se dispone lógicamente en las partesdel plan de trabajo. Realizada esta tarea, se procedea una nueva condensación que tiene por objeto ofre-cer una síntesis de la fundamentación que ocupa enel plan de trabajo el lugar de las conclusiones parcia-les, las cuales a su vez culminan en una conclusióngeneral que se enlaza con la idea central o directriz,en una correspondencia que representa en realidad laculminación de todo el proceso demostrativo, el cuales enunciado en la introducción como un propósito,pero sólo después que ha tenido realización, ya quela introducción es la última fase del discurso, en lacual se enuncia lo que se pretende hacer cuando yaha sido hecho.4

4 Cuestiones de historiografía venezolana. Colección Avance, No. 7.Caracas, Ediciones de la Biblioteca de la Universidad Central, 1964.

Germán Carrera Damas

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Enrique Moradiellos

Introducción a las técnicas deIntroducción a las técnicas deIntroducción a las técnicas deIntroducción a las técnicas deIntroducción a las técnicas detrabajo universitariotrabajo universitariotrabajo universitariotrabajo universitariotrabajo universitario

El oficio de historiador, Capítulo 4, Siglo XXI de España Editorires,Septiembre de 1994, pp. 88-157.

En las páginas que siguen se ofrecen una serie deconsejos orientadores y recomendaciones sobre lasdistintas técnicas y métodos de trabajo habituales enla enseñanza y estudio universitario de la historia.Su intención no es otra que facilitar al estudiante laplena compresión de dichas técnicas y el progresivodominio en el ejercicio práctico de las mismas. Seconciben, por tanto, como elementos auxiliares paraayudar al estudiante en su labor de lectura y aprendi-zaje individual y en su realización de las tareas plan-teadas en los seminarios y clases prácticas. Tales téc-nicas y métodos de trabajo universitario son los rese-ñados a continuación:

I Técnicas de identificación y referencia bibliográficas.

II Elaboración de fichas bibliográficas y fichasde lectura.

III Pautas básicas de comentario de textos históricos.

IV Pautas básicas para el comentario de gráficoshistóricos y documentos estadísticos.

V Pautas básicas para el comentario de mapashistóricos.

VI Esquema básico para la reseña de libros de historia.

VII Esquema para la redacción de un trabajo decurso.

VIII VIII. Notas para iniciar la consulta archivística.

Dado que la intención de estas orientaciones esutilitaria, para hacer más fácil su seguimiento y com-presión las explicaciones teóricas sobre dichas técni-cas y métodos van acompañadas de ejemplos de apli-

cación práctica. La bibliografía recogida al final deeste apartado contiene un número suficiente de obrasque permitirían a quien lo deseara una mayorprofundización en los distintos asuntos aquí tratadosy abordados.

I. TÉCNICAS DE IDENTIFICACIÓN Y REFEREN-CIA BIBLIOGRÁFICAS

El conocimiento de las técnicas de identificacióny referencia bibliográficas resulta imprescindible paracualquier estudiante universitario. Gracias a ellas,contamos con un mecanismo reglado y universal parabuscar información sobre todo lo que haya podidoser publicado o esté disponible del tema de nuestrointerés en cualquier formato: libro, articulo de revis-ta, actas de conferencias o congresos, periódico o re-vista particular, etc. El dominio de esas técnicas cons-tituye una condición necesaria para el uso óptimo detodos los recursos y facilidades ofrecidos por las bi-bliotecas públicas y universitarias y por lashemerotecas (repositorios donde se custodian los dia-rios y publicaciones periódicas). Es también un re-quisito fundamental para entender y poder utilizar labibliografía adjunta al programa de cualquier asig-natura. No cabe, por tanto, concebir un estudianteuniversitario de Historia que desconozca esas reglasbásicas y los códigos de citación y localización bi-bliográfica.

La referencia de toda obra publicada siempre debeaparecer escrita de acuerdo con unas normas de ci-tación universales. Su funcionalidad es básicamentepragmática. Gracias a esas normas, todo lector po-tencial, incluso si es extranjero y desconoce la len-gua en la que está escrita la obra, tiene la posibilidadde entender la referencia y buscar la publicación a

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través de los catálogos de las bibliotecas. Estos catá-logos pueden ser de dos tipos: catálogo de autores ycatálogo de materias.

En el primer caso, las fichas que recogen los fon-dos disponibles en la biblioteca están ordenadasalfabéticamente, tomando como principio de ordena-ción el apellido de los autores. Es decir: un libro deManuel Tuñón de Lara habría que buscarlo en el apar-tado «T». En el segundo caso, las fichas están clasi-ficadas por materias temáticas, normalmente siguien-do el C.D.U.(Clasificación Decimal Universal). Estetipo de catálogo es útil para conocer lo que guarda labiblioteca sobre un tema determinado dentro de lamateria clasificada. Por ejemplo, lo que hay sobre«Historia de España: Edad Contemporánea» dentrodel campo de «Historia». En las hemerotecas, los ca-tálogos están organizados por orden alfabético (to-mando como criterio el título del diario o revista: asíel diario londinense The Times se encontraría en elapartado «T» y a veces también por procedencia geo-gráfica (tomando como criterio el lugar de publica-ción: The Times aparecería en la sección «Prensabritánica» o «Prensa londinense»).

La referencia bibliográfica se elabora de distintaforma según que la obra sea un libro, un artículo derevista, un artículo periodístico, etc. Así, a simplegolpe de vista, podemos apreciar el tipo de obra quees y cómo y dónde será posible localizarla. En todoslos casos, esa referencia debe proporcionar un míni-mo de información que permita diferenciar la obrade otras similares y conocer los datos básicos para laidentificación y búsqueda de dicha publicación. Ellopermite, por ejemplo, solicitar en una biblioteca unejemplar determinado de un libro objeto de variasediciones, pedir la fotocopia exacta de un artículo sinhaberlo visto previamente, o requerir un número derevista donde sabemos que está recogido el artículoque nos interesa. A continuación se ofrecen las nor-mas para la correcta referencia bibliográfica de li-bros y artículos.

1. En caso de un libro de autor individual, la re-ferencia bibliográfica básica debe escribirse así en inlistado bibliográfico: Apellido del autor (a veces, seescribe en letras mayúsculas para destacar losvisualmente), Nombre o inicial, Título de la obrasubrayado. Con el subtítulo incorporado, lugar deedición ( si no consta, se pondrá «s.l.»,sin lugar), edi-torial o institución editora, año de publicación (si noconsta, «s.a.», sin año). Una referencia más comple-ta añadiría las páginas (con su número seguido de p.O pp.) y el número de edición si no es la primera. Sifuera una traducción de una obra extranjera, añadi-ría la fecha de publicación original y el nombre deltraductor. Por ejemplo:

Eco, Umberto, Cómo se hace una tesis. Técnicas y procedi-mientos de investigación, estudio y escritura, Barcelona,Gedisa, 1982, 267 pp., 3ª ed. Edición original italiana, 1977.Traducción de Marta Rourich.

Preston, Paul, La destrucción de la democracia en España.Reacción, reforma y revolución en la Segunda República,Madrid, Turner, 1978, 343 pp. Traducción de Jerónimo Gon-zalo.

2. Si son varios los autores de un libro, sus nom-bres aparecen separados por punto y coma y el últi-mo precedido por una «y». Si fueran muchos los au-tores, también podría aparecer sólo el primer nom-bre seguido de «y otros» o de la locución latina aná-loga et al. (por et alii). Si fuera una obra colectivade multitud de autores o respondiera a las actas deun congreso, cabe introducir el título con la abrevia-tura VV AA (varios autores) o reseñar directamenteel título de la obra.

Tuñón de Lara, Manuel; Valdeón Baruque, Julio, y DomínguezOrtiz, Antonio, Historia de España, Barcelona, Labor, 1991.

Ubieto, Antonio y otros, Introducción a la historia de Espa-ña, Barcelona, Teide, 1970.

VV AA, Tendencias en la historia, Madrid, Consejo Superiorde Investigaciones Científicas, 1988.

Actas del I Congreso de Teoría y Metodología de la Ciencia,Oviedo, Pentalfa Ediciones, 1982.

3. Si el libro, a pesar de ser un trabajo colectivo,tiene un encargado de la edición o un director de lamisma, se señala esta circunstancia añadiendo entreparéntesis las abreviaturas «ed.» (por «editor») o«dir» (por «director»).

Burguiére, André (dir.), Diccionario de las ciencias históri-cas, Madrid, Akal, 1992.

Stern, Fritz (ed.), The Varieties of History. From Voltaire tothe Present, Londres, Macmillan, 1970.

4. Si la referencia muestra un artículo de un au-tor incluido en un libro que no es sólo suyo, se indi-cará el artículo entre comillas, seguido de la referen-cia bibliográfica normal, a la que se le antepondrá lapreposición «en» y se le añadirán al final las páginascorrespondientes al artículo.

Barrio Alonso, Ángeles. «A propósito de la historia social,del movimiento obrero y los sindicatos», en Germán Rueda(comp.), Doce estudios de historiografía contemporánea,Santander, Universidad de Cantabria, 1991, pp. 41-678.

5. Si se trata de un artículo de revista, se consig-nará el título entre comillas, seguido directamente porel nombre de la revista subrayado, por el lugar deedición paréntesis (excepto si es muy conocida y re-sulta prescindible el lugar), por el número o volumendel ejemplar, por el mes o año de publicación, y porlas páginas exactas del artículo. Si se tratara de un

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artículo periodístico, se mantendría el mismo mode-lo de cita pero añadiendo a la fecha el día de publica-ción.

Alted Vigil, Alicia. «El testimonio oral como fuente históri-ca», Perspectiva Contemporánea (Madrid), núm. 1, 1988, pp.155-162.

Tertsch, Hermann, «En la guerra todos cometencrímenes...»,El País (Madrid), 21 de septiembre de 1986,p.6.

Hay que subrayar que este modo de referencia delas publicaciones es el que tiene que aparecer en todolistado bibliográfico donde el criterio de presenta-ción sea alfabético. Por ejemplo: en el apartado finalde un libro o trabajo, donde se recogen todas las obrasy artículos utilizados o consultados en su elabora-ción; en los repertorios bibliográficos sobre una ma-teria dada; en las bibliografías de curso adjuntas alprograma, etc. Por eso se inicia la referencia por elapellido, autor y propicia mejor una ordenaciónalfabética variada (hay muchos menos «MartínezRodríguez» en el mundo que «Luises»).

Sin embargo, cuando la referencia bibliográficase ofrece en una nota a pie de página, o en un apar-tado colateral al texto principal, el orden de presen-tación varia: se pone el nombre, o la inicial del nom-bre, antes que el apellido y una obra citada, utilizadao consultada en particular para un punto del texto,sin tratar de integrarla en un listado bibliográfico másamplio organizado alfabéticamente. Por eso no esnecesario que anteceda el apellido al nombre y ni si-quiera que éste se desarrolle por completo, para eco-nomizar espacio. Véase el siguiente ejemplo de untexto que contiene una nota a pie de página. Procedede la introducción de Diego Catalán a la reedicióndel libro de Ramón Menéndez Pidal, Los españolesen la Historia, Madrid, Espasa Calpe, 1991, pp. 13-14. Nótese que la nota remite a la página exacta de laobra específica donde se encuentran las expresionestextuales de Menéndez Pidal que reproduce DiegoCatalán (para subrayar que son textuales y no unaparáfrasis, van enmarcadas por comillas):

En efecto, Menéndez Pidal, al comienzo de su exposiciónde los «caracteres permanentes» del pueblo hispano, su-braya que no debe tenérseles por inmutables, toda vez que«no se trata de ningún determinado somático o racial, sinode aptitudes y hábitos históricos que pueden y habrán devariar con el cambio de sus fundamentos, con las mudan-zas sobrevenidas en las ocupaciones y preocupaciones dela vida, en el tipo de educación, en las relaciones y en lasdemás circunstancias ambientales»3. Castro, por su parte,se defiende contra la posible confusión de su interés {...}

3 R. Menéndez Pidal, «Los españoles en la Historia. Cimasy depresiones en la curva de su vida política», en su Histo-ria de España, I, Madrid, Espasa Calpe, 1947, p. X.

II. ELABORACIÓN DE FICHAS BIBLIOGRÁFI-CAS Y FICHAS DE LECTURA

Trabajar como universitario con libros y artícu-los requiere leerlos con atención y reflexión. Esta ta-rea implica, por lo general, estar provisto de bolí-grafo y papel o fichas en blanco para tomar notas desu contenido, registrar datos, fechas e interpretacio-nes, hacer esquemas de su argumentación, extraercitas textuales de las partes más significativas, etc.De ese modo, se realiza una verdadera lectura pau-sada y meditada de la obra, mucho más profundaque una lectura superficial que no se detiene a pen-sar dos veces su contenido porque no tiene nada quesintetizar o escribir. Además, con éste tipo de lectu-ra se logra obtener un resumen sintético y manejablede la obra, que servirá para hacer consultas rápidasen el futuro y para recordar su contenido sin tenerque volver a leer por entero una obra que quizá yano sea accesible en el momento necesario. Las notastomadas, si lo han sido correctamente, harán el pa-pel del libro o artículo de un modo más práctico yoperativo. Y serán más fáciles de utilizar (con su-brayados, uso de colores para resaltar lo importante,etc.) a efectos de realización de trabajos de curso oen la preparación de exámenes.

Resulta conveniente que el estudiante universita-rio organice su propio fichero de libros y artículosutilizados y leídos a lo largo de toda la carrera. Ellopermite formar una colección de referencias biblio-gráficas abundante y muy útil para el estudio de to-das las asignaturas y para cualquier tarea profesio-nal futura (tanto si es docente como investigador).El fichero será así un instrumento y medio de trabajosiempre vivo, en proceso de crecimiento constante.En él se guardarán las referencias bibliográficas delas obras leídas, consultadas o meramente recogidas,que pueden tener valor y utilidad en cualquier oca-sión u oportunidad venidera. Con ese método de fi-chaje, se evitarán posteriormente los lamentos del tipo«me olvidé del autor y título que eran fundamentalespara este tema» o «ya no me acuerdo quién trató esteasunto que ahora debo analizar».

Tradicionalmente, la elaboración del fichero bi-bliográfico particular era una tarea manual. Consis-tía en rellenar una ficha pequeña de cartulina (de 7,5x 12,5 cm; por lo general, rayada o en blanco) conlos datos bibliográficos de la obra consultada o leíday colocarla en el archivador apropiado. Los archivosasí formados podían ser de autores, organizadosalfabéticamente, o de materias, clasificando la so-bras por su tema o asunto (por ejemplo,«Romanización», «Industrialización», etc.) Las fichaseran pequeñas porque la información que debían con-

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tener no era muy grande y así era más fácil su uso(por ejemplo, llevarlas en una carpetilla hasta unabiblioteca para localizar los títulos). Y eran de cartu-lina porque así no se doblaban y deterioraban con eluso frecuente y era factible manejarlas sin proble-mas dentro del fichero (se deslizan mejor entre losdedos que el papel fino). En la actualidad, el uso deordenadores personales permite elaborar archivosbibliográficos más fácilmente, gracias a los progra-mas de base de datos y a la posibilidad de imprimirsus contenidos cuando se desee. De todos modos, paraquien no disponga de tal instrumento, la ficha de car-tulina sigue siendo un auxiliar agradecido.

Dentro de la ficha, la referencia bibliográfica seescribe normalmente de un modo reglado y unifor-me, para facilitar su visión y comparación con otrasfichas. La ficha debe contener todos los elementosimprescindibles de la referencia. En el modelo de fi-cha que se ofrece a continuación, se añaden entreparéntesis los datos que pueden faltar en un listadobibliográfico final pero que no está de más incluir ennuestra ficha para ampliar información. Por ejem-plo, para saber si se trata de una obra extensa o corta(apreciando el número de páginas), si es antigua onueva (observando el número de edición y la fechade edición original), etcétera.

Apellidos y nombre del autor

Título y subtítulo de la obra

Lugar, editorial, año (edición, páginas, etc.).

Al margen de esos datos, propios de la referenciabibliográfica, podemos incluir en la ficha otras ano-taciones prácticas en el anverso o reverso de la mis-ma (quizá mejor en el reverso para no recargar laficha por un solo lado). Por ejemplo, en qué bibliote-ca se encuentra la obra referida, cuál es su signaturay número de catalogación en dicha biblioteca, la fe-cha en la que se consultó, la impresión que nos cau-só, sus partes más valiosas, etc. De ese modo, cuan-do meses o años después volvamos a utilizar esa fi-cha, sabremos exactamente a dónde dirigirnos paraconsultar la obra, cómo localizarla rápidamente y quépartes reexaminar directamente. Cabe señalar que laficha bibliográfica propuesta se diferencia de la fi-cha catalográfica empleada en los ficheros de las bi-bliotecas. Esta última es mucho más completa, in-cluyendo las dimensiones del libro, su número de re-gistro internacional (ISBN: International StandardBook Number), el depósito legal, la signatura propiadel libro en la biblioteca, etc.

Las fichas bibliográficas son uno de los tipos defichas que utiliza o puede utilizar el estudiante uni-versitario. Pero existen otros tipos de igual impor-tancia o mayor: las fichas de lectura, las fichas temá-ticas, las fichas de citas textuales, las fichas de ideasy conceptos, las fichas de documentos o fuentes ori-ginales, etc. Su tamaño es siempre mayor que las bi-bliográficas, para permitir anotar en ellas un textomás amplio y articulado. Normalmente, se usa la fi-cha de cartulina de 16 x 22 cm. Rayado o en blanco.Son preferibles al folio u otras hojas de papel por sumayor dureza y resistencia, que permite manejarlasen un fichero más fácilmente (sin doblarse ni pegar-se), sacarlas y situarlas donde convenga, comparar-las y cotejarlas con otras, etcétera.

La variedad de estos tipos de fichas no-bibliográ-ficas es muy amplia. El uso de uno o varios tiposdepende del interés y necesidades del estudiante y dela profundidad y alcance del trabajo propuesto. Des-de luego, la forma más común de estas fichas es la delectura o resumen.

La ficha de lectura es el instrumento esencial eindispensable para recoger toda la información per-tinente de un libro o artículo que hayamos leído oconsultado. Por lo general, en ella se recogen los da-tos bibliográficos de la obra en la parte superior, demodo abreviado (pues las referencias completas lastendremos en su ficha bibliográfica). A veces, bastacon situar en la parte superior izquierda el nombre yapellido del autor y parte del título de la obra. En elresto de la superficie y en las fichas subsiguientes(numeradas en la parte superior derecha), se regis-trará un resumen general del tema y contenido dellibro, citas textuales de los pasajes más importantes(indicando mediante comillas su naturaleza de citasy entre paréntesis su página en el libro), datos, nom-bres y conceptos que vayan apareciendo y se consi-deren importantes y todo tipo de información u opi-nión que estimemos de interés para nuestros estudiost trabajos en curso o futuros. También pueden in-cluirse nuestras valoraciones de la obra (como el in-terés intrínseco de ella, su similitud, armonía o con-tradicción con otras obras leídas, etc.).

Por supuesto, esa labor de recogida en la ficha delos contenidos del libro no puede hacerse después deuna primera lectura rápida del mismo. Para destilarlo que es importante y poder sintetizarlo y anotarlo,es preciso realizar la lectura meditada y reflexivaanteriormente aludida. Por ejemplo, sólo después dehaber leído atentamente , una o dos veces , el prólo-go y los capítulos de un libro, es posible ir haciendoel resumen sintético de su contenido, por partes oglobalmente. Si empezamos a tomar notas al compás

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de la primera lectura, tendremos paráfrasis largas deltexto, pero no resúmenes. Y rellenaremos montonesde fichas, limitando la eficacia y el valor de su fácilmanejo para el proceso posterior de estudio y redac-ción de trabajos con ayuda de las fichas.

También es cierto que no todas las obras requie-ren el mismo tipo y cantidad de lectura. Recoger laesencia de un artículo podría exigirnos tan sólo unacara de una ficha normal. Un libro clave y decisivopara nuestro tema podría requerir cinco o diez fichasexhaustivas y densas. Todo depende del tipo e inte-rés del libro y de su importancia para el asunto queestemos estudiando. Por ejemplo, es fácil que toda lainformación disponible en un diccionario o enciclo-pedia sobre el asunto pertinente pueda recogerse enuna sola ficha. También es probable que toda la in-formación contenida en un voluminoso manual detexto sobre dicho asunto particular quepa en unaspocas fichas. Pero, por lo general, la monografía es-pecializada nos deparará varias fichas sustanciosasy sin desperdicio. Hay que saber calibrar la impor-tancia e interés del libro para el tema y, en con se-cuencia, dedicar más o menos fichas y espacio a re-coger sus informaciones e interpretaciones.

Sea cual sea la cantidad de fichas de lectura, enellas siempre habrá que observar algunas reglas bá-sicas para su confección. Primero y ante todo, debe-rán distinguirse visualmente las partes que son pará-frasis hechas por nosotros del contenido del libro ylas partes que son citas textuales de lo que dice elpropio libro.

Nuestra paráfrasis se redactarán sin mayor com-plicación; bastará con ir indicando, entre paréntesis,las páginas o capítulos donde se exponen esas ideasy argumentos; si la idea o argumento ocupa más deuna página o está repartida por todo un capítulo, po-dría indicarse así: (p. 23 y s.s.), queriendo significar,página 23 y «siguientes»; o bien, passim, en el senti-do de «por todas partes».

Las citas textuales tienen que ser fieles y transcri-bir las palabras tal y como están escritas en la obraoriginal. Por eso se recogen entre comillas, para in-dicar visualmente su carácter de cita textual, y se pro-porciona al final de ellas, entre paréntesis, la páginaexacta donde se encuentra. Además, no se pueden eli-minar partes del texto que se cita sin señalar este he-cho. Esta señal de elipsis u omisión se manifiestamediante la introducción de tres puntos suspensivos(entre paréntesis o sin ellos) que corresponde a la parteomitida: Por último, no se debe interpolar el textocitado. Todos nuestros comentarios y especificacio-nes se harán entre paréntesis cuadrados o corchetes.De este modo, se evitará que cuando redactemos nues-

tro trabajo de curso con ayuda de las fichas, poda-mos confundir la paráfrasis y la cita, incurriendo enel plagio por incompetencia más que por mala fe.

Veamos a continuación varios ejemplos de fichasde lectura (y de fichas de otro tipo) sobre obras refe-ridas a un tema posible de estudio y trabajo: los mo-vimientos milenaristas medievales.

Comenzaremos por definir conceptualmente elasunto, recurriendo primeramente a los diccionariosy enciclopedias disponibles de historia general y me-dieval. O recurriendo al propio Diccionario de la len-gua española de la Real Academia. En él, se definenvocablos «milenario», «milenarismo», y «milenio» demodo muy sucinto pero útil para comenzar nuestroestudio. Haremos una ficha de lectura (véase en lapágina siguiente) que también resulta ser una fichade ideas o de conceptos y que tendría ese formatoaproximado. Podría ir encabezada con el título, enmayúsculas, de MILENARISMO, en la parte dere-cha superior.

Después de hacer esta ficha, procederemos a rea-lizar fichas análogas con las informaciones de otrosdiccionarios y manuales generales, hasta agotar elcampo de sinónimos y explicaciones de lo que es elmilenarismo. Por ejemplo, examinaremos su relacióncon vocablos como «mesianismo», «demonología»,«salvacionismo», «escatología», «soteriología», etc.,y redactaremos fichas de ideas para clarificar esosconceptos y tenerlos a mano para cualquier necesi-dad.

Una vez realizada esta tarea de clarificación con-ceptual y terminológica, pasaremos a realizar la lec-tura de obras monográficas bien

MILENARISMO

Real Academia de la Lengua Española. Diccionario, Madrid,RAE, 1984, 1984, vol. II

Milenario: Del latín millenarius. Tres acepciones básicas:1) Pertenece al número mil. 2)«Dícese de los que creían queJesucristo reinaría sobre la tierra con sus santos en unanueva Jerusalén por tiempo de mil años antes del día delJuicio» 3) «Dícese de los que creían que el Juicio Final y elfin del mundo acaecerían en el año 1000 de la era cristia-na.»

Milenarismo: «Doctrina o creencia de los milenarios, dichode los que creían que Jesucristo reinaría en la tierra 1000años antes del Juicio Final y de los que pensaban que el findel mundo acaecería en el año 1000»

Milenio: Período de mil años.

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provisto de un aparato conceptual e interpretativobásico. Por ejemplo, iniciaremos el examen de un es-tudio afamado del historiador británico Norman Cohnsobre el milenarismo medieval (cuya referencia ha-bremos encontrado en las bibliografías ofrecidas porlos diccionarios y enciclopedias o bien nos la habráproporcionado el profesor y director del trabajo). Laficha de lectura de la página siguiente es un meroejemplo de lo que podría ofrecer el análisis de estaobra.

Naturalmente , no es la única posible. Muy al con-trario, cabe considerarla como la primera, introduc-toria, de otras fichas en las que se fuera recogiendoel estudio e interpretación que Cohn hace de cada unode los movimientos milenaristas que analiza.

Las restantes fichas de lectura del libro de Cohnpodrían dedicarse a su aplicación concreta, en cadacaso de movimiento milenarista medieval (los cátaros,los husitas, etc.), de ese programa definitorio delmilenarismo. Como es natural, se realizaría un estu-dio similar con, al menos, otra monografía especiali-zada en el tema, para comparar definiciones y con-ceptos y cotejar interpretaciones y juicios. Por ejem-plo, la obra de María Isaura Pereira de Queiroz, his-toria y etnología de los movimientos mesiánicos,Madrid, Siglo XXI, 1969.

Una vez realizadas estas lecturas y elaboradas lascorrespondientes fichas, podría procederse a la con-sulta de documentos originales y fuentes primarias,recogidas en las antologías de textos. Ahora cabriarealizar fichas de documentos, donde se recogeríantextualmente

1.

Norman Cohn. En pos del mi lenio. Revolucionar iosmilenaristas y anarquistas de la Edad Media, Barral, 1972.

Historiador británico. Estudia en esta obra el milenarismocristiano, considerándolo parte de la escatología cristiana,como se recoge en el Libro del Apocalipsis, (capitulo xx,versículos 4-6). Según este texto bíblico, Cristo, despuésde su Segunda Venida, establecerá un reino mesiánico so-bre la tierra y reinará por mil años antes del Juicio Final.Sus ciudadanos serán los mártires cristianos, que resucita-rán para ello años antes de la resurrección de todos los de-más muertos (p. 11).

Cohn señala que, desde el principio del cristianismo. Hubouna interpretación liberal de esa profecía: los fieles sufrientesesperaban llegar a ver el milenio durante su propia vida.

En la actualidad, el término ha pasado a significar «un tipoparticular de salvacionismo». Para este tipo de movimientosmilenaristas, la salvación es : a) colectiva, en el sentido deque debe ser disfrutada por los fieles como colectividad; b)terrestre, en el sentido de que debe realizarse en la tierra y

no en un cielo fuera de este mundo; c) inminente, en el sen-tido de que ha de llegar pronto y de un modo repentino; d)total, en el sentido de que transformará toda la vida en latierra, de tal modo que la nueva dispensa no será una meramejoría del presente sino la perfección; e) milagrosa, en elsentido de que debe realizarse por o con la ayuda deintervencionismos sobrenaturales» (pp. 11-12).

Las primeras manifestaciones de ese salvacionismo se en-cuentran en textos judíos del Antiguo Testamento. Por ejem-plo, en la llamada visión o sueño de Daniel, que está en elLibro de Daniel, capitulo 7. En éste, según Cohn : «ya sepuede reconocer el paradigma de los que será la fantasíacentral de la escatología revolucionaria. El mundo está do-minado por un poder maligno y tiránico con una capacidadde destrucción ilimitada - un poder que no se imagina comohumano sino como diabólico. La tiranía de este poder sehará cada vez más insoportable, los sufrimientos de sus víc-timas cada vez más intolerables - hasta que, repentinamen-te, suene la hora en la que los santos de Dios puedan levan-tarse y destruirlo. Entonces, los mismos santos, los elegi-dos, el pueble santo que hasta aquel momento sufría bajo eltalón del opresor, heredarán a su vez el dominio sobre todala tierra. Aquí se dará la culminación de la historia; el reinode los santos sobrepasará en gloria a todos los reinos ante-riores : no tendrá sucesor» (p. 19).

Cohn señala que esta esperanza milenarista ejercía atrac-ción y fascinación sobre los descontentos y los frustradosde la sociedad. Esas capas sociales encontrarán su ideal yobjetivo en al realización, a veces muy violenta, de ese sue-ño redentor y salvífico. El núcleo de los movimientosmilenaristas es un conglomerado heterogéneo de margina-dos, una plebe multiforme de mendigos, parados, criados,jornaleros, artesanos sin trabajo, mercenarios ocasionales,bajo clero mísero... Una población, urbana muchas veces,que se encuentra en los márgenes de sociedades en proce-so de transición crítico. El Milenio es el sueño político y reli-gioso (en una época de cosmovisión religiosa) de esa plebemarginada y mal contenta.

las citas exactas de los mismos, para comprobarsi se ajustan a la interpretación de uno u otro autor, osi podemos apreciar alguna conexión no reflejada enla bibliografía utilizada. Por ejemplo, para seguir conel tema del milenarismo, podríamos acudir al capitu-lo del Libro del Apocalipsis del Nuevo Testamento.Véase a continuación la ficha de documento de estafuente original.

MILENARISMO

Sagrada Biblia, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos,1972, 13ª ed. Versión directa de las lenguas originales porE. Nácar Fuster y A. Colunga Cueto.

APOCALIPSIS de San Juan, capitulo xx, versículos 1-6:

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« Vi un ángel que descendía del cielo, trayendo la llave delabismo y una gran cadena en su mano. Tomó al dragón, laserpiente antigua, que es el diablo, Satanás, y le encadenópor mil años. Le arrojó al abismo y cerró, y encima de élpuso un sello para que no extraviase más a las nacioneshasta terminados los mil años, después de los cuales serásoltado por poco tiempo. Vi tronos, y sentáronse en ellos, yfueles dado el poder de juzgar, y vi las almas de los quehabían sido degollados por el testimonio de Jesús y por lapalabra de Dios, y cuantos no habían adorado a la bestia nia su imagen y no había recibido la marca sobre su frente ysobre su mano : y vivieron y reinaron con Cristo mil años.Los restantes muertos no vivieron hasta terminados los milaños. Ésta es la primera resurrección Bienaventurado y santoel que tiene parte en la primera resurrección; sobre ellos notendrá poder la segunda muerte, sino que serán sacerdotesde Dios y de Cristo y reinarán con Él por mil años».

El conjunto de las fichas elaboradas con las lec-turas diversas serán el material fundamental para rea-lizar posteriormente el estudio del tema y para ini-ciar la confección del trabajo de curso planteado. Porsupuesto, para sacar el mayor partido de las mismas,cabe utilizar rotuladores de colores para subrayar laspartes más importantes del texto, los conceptos, lasdefiniciones, etc. Se trata de hacer más útiles estosinstrumentos de trabajo y estudio, y para ello habráque volver más de una vez sobre el texto, singulari-zarlo y asimilarlo conceptualmente.

III. PAUTAS BÁSICAS DE COMENTARIO DETEXTOS HISTÓRICOS

El comercio de textos históricos es uno de los ins-trumentos indispensables para el análisis compren-sión de los fenómenos históricos. Bajo la orientacióndel profesor, puede ser también una de las vías esen-ciales de aprendizaje activo y participativo de losalumnos. No en vano, a través del comentario, esposible desarrollar el razonamiento crítico y reflexio-nar atentamente sobre las cuestiones suscitadas porcualquier texto histórico. Pero ello a condición deevitar dos riesgos que siempre pueden acechar en todatentativa de comentarios: hacer una paráfrasis deltexto o utilizarlo como mero pretexto. Un comenta-rio no es ni puede ser una repetición parafraseada delo que dice el texto. Tampoco puede derivar en unejercicio donde se usa el texto como pretexto paraexplicar un tema general que guarde alguna relacióndirecta o indirecta con el texto. Dentro de estos már-genes extremos, el comentario debe consistir en elintento de comprender el sentido histórico del texto yen el esfuerzo por establecer en forma narrativa surelación y vinculación con el contexto histórico en elque se generó, al que se refiere y sobre el que actuó.

En otras palabras: el comentario de un texto históri-co siempre remite y exige tratar del contexto históri-co donde se fraguó y donde adquiere su sentido y sig-nificado pertinente.

Precisamente, el enorme valor educativo de loscomentarios reside en su virtualidad hermenéutica,en la oportunidad que ofrecen para introducir al alum-no en las labores de interpretación inferencial, de exé-gesis razonada y documentada, que definen y carac-terizan en gran medida todo el trabajo de investiga-ción y narración historiográficas.

El modelo de comentario que se ofrece a conti-nuación es un método, unas pautas de procedimien-to, para ayudar a extraer del texto la mayor informa-ción posible que haga factible su contextualización,explicación y comprensión histórica. El carácter deguía tentativa y meramente referencial del mismo nonecesita subrayarse. Tampoco parece necesario in-sistir en un hecho evidente: ningún modelo de comen-tario es útil se faltan los conocimientos históricosmínimos y adecuados para comprender el asunto re-flejado en el texto escrito. Sin esos conocimientos,ningún método o pauta de lectura e interpretaciónpodría rendir frutos validos y carecería de todo senti-do su aplicación. Por supuesto, los sucesivos pasosque apuntamos en el modelo siguiente pueden ejerci-tarse de hecho en el comentario, pero ni es necesarioni conveniente que se anuncien y expliciten en la na-rración, a fin de combatir el aspecto formalista queresultaría de una aplicación mecánica e irreflexivadel modelo.

III. 1. Lectura atenta y comprensiva del texto

En realidad, resulta conveniente hacer dos lectu-ras del texto. La primera, rápida, para extraer unaidea global de la forma y contenido del texto y hacer-se una composición de lugar básica. La segunda, pau-sada y reflexiva, para entender y aclarar en todo sualcance el significado de las palabras e ideas presen-tes en el texto y el sentido de los razonamientos yargumentos contenidos en el mismo. Esta labor delectura podría exigir el uso de diccionarios o enciclo-pedias, el subrayado de expresiones y conceptos ci-tados en el texto e incluso la numeración de frases uoraciones.

III. 2. Encuadramiento y contextualización deltexto.

A fin de comprender el marco histórico donde sur-ge y adquiere su sentido preciso un texto escrito, pa-

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rece conveniente abordar en primer lugar tres aspec-tos esenciales:

a. Determinación de la naturaleza temática deltexto. Ante todo, debe saberse y señalarse qué es opodría ser el documento escrito que se va a comen-tar. Ello implica distinguir el tipo de texto presente,diferenciando entre los diversos contenidos que pu-dieran reflejarse: jurídicos (leyes, tratados, protoco-los...), políticos (discursos, proclamas, manifiestos...),testimoniales (cartas, diarios, memorias...), distinciónentre documentos atendiendo a su naturaleza privadao pública (según sus destinatarios), a su enfoqueinterpretativo (la mera noticia de prensa), etcétera.

b. Determinación del autor o autores del texto.Es decir: hay que saber y señalar quién o quiénesson o pueden ser responsables de los textos y pala-bras comentadas. Como es evidente, la autoría esmechas veces un elemento indispensable para com-prender el sentido e intencionalidad del texto y sumismo valor e importancia histórica. A tal fin, essiempre necesario conocer y enunciar la trayectoriabiográfica del autor de un texto, con el propósito deiluminar la comprensión del documento y apreciar elmodo y manera como se manifiesta en el mismo supersonalidad, ideología, intereses o experiencia vitaly profesional.

c. Localización cronológica y geográfica. Ellorequiere responder a las preguntas cuándo y dóndese genera el texto examinado: cuál es su tiempo ylugar de elaboración y operatividad. La determina-ción de ambas circunstancias temporales y espacia-les, junto con la autoría, es siempre decisiva para lacorrecta interpretación y comprensión de un docu-mento escrito. No en vano, esas coordenadasespaciotemporales conforman el contexto históricogeneral donde surge el documento y donde habrá quebuscar las referencias que dan sentido y significadoal texto. Como recordaba ya un aforismo clásico: «Lacronología y la geografía son los ojos de la historia».Cuando no se proporciona explícitamente la fecha yel lugar, la datación de un documento escrito no siem-pre puede ser precisa, pues depende de las noticiascontenidas en el mismo. Pero siempre será necesariodeducir de un modo razonado y argumentado su mar-co histórico aproximado.

III. 3. Análisis formal y temático del texto

Una vez determinados los aspectos citados pre-viamente, se puede proceder al análisis (es decir: des-composición, disección, desmembración) del docu-mento escrito. Esta operación consiste en separar y

señalar las unidades formales y temáticas que pue-dan estar presentes y operantes en el texto, y cabeejercitarla en un doble plano analítico:

a. Poner de relieve el formato estilístico y la ar-quitectura narrativa y lógica que sirve de soporte alos contenidos semánticos del discurso, dividiendo eltexto en sus partes constitutivas, examinando losmodos de razonamiento, la coherencia o incoheren-cia argumentativa, el uso de fórmulas expresivas(metáforas , comparaciones, hipérboles, prosopopeyaso personificaciones), etcétera.

b. Descubrir, identificar y entender sus ideas yconceptos fundamentales, expresados mediante el usode ciertos vocablos, palabras, oraciones o expresio-nes lingüísticas.

III. 4 Explicación del contenido y significado deltexto

Posterior a la fase de análisis, a veces también enparalelo y combinada con la misma, debe tener lugarel proceso de explicación de los contenidos y del sig-nificado del texto documental. «Explicar», en esteámbito, significa «dar cuenta y razón» de lo que diceel texto escrito: progresar desde unos datos empíri-cos (los que da el texto) hasta las configuracionesexternas, en este caso históricas, que los envuelven yen las cuales cristalizan y adquieren todo su sentidoliteral. Esta labor interpretativa es propiamente elcomentario del texto: reexponer y glosar el conteni-do o contenidos del texto comentado en virtud de susconexiones con, y referencias a, la situación históri-ca en la que se fraguó, de la que informa y en la quealcanza la plenitud de su significación precisa. Estadeterminación y glosa de las relaciones y vinculacio-nes que ligan texto (o partes del texto) y contexto (ocontextos) implica necesariamente referirse y aludira coyunturas, personajes, instituciones, procesos, tra-diciones o fenómenos históricos coetáneos al docu-mento y enlazados por razones esenciales con el mis-mo. Naturalmente, la capacidad del comentarista paraseñalar esas relaciones y vinculaciones entre texto ycontexto será directamente proporcional a su forma-ción y conocimientos sobre el asunto, a su grado depreparación y comprensión de la materia históricaexaminada.

III. 5. Conclusión

Al término de un comentario, puede ser conve-niente realizar un balance y reflexión global sobre elinterés e importancia del texto en sí. No se trata de

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una valoración subjetiva del tipo «a mí me parece» o«en mi opinión». Se trataría de efectuar una especiede síntesis final interpretativa del texto. En ella po-dría recogerse su sentido global, sus antecedentespróximos o remotos, sus consecuencias directas oindirectas, su grado de transcendencia histórica, y susimilitud con fenómenos, paralelos o semejantes quehubieran tenido lugar en la historia antes y después.Para ello, necesariamente, habría que remitirse a lasvaloraciones y evaluaciones hechas por la historio-grafía especializada dedicada al tema y a las inter-pretaciones disponibles en la literatura dedicada altema y a las interpretaciones disponibles en la litera-tura bibliográfica pertinente.

EJEMPLO DE COMENTARIO DE TEXTO HISTÓRICO

Declaración de derechos del hombre y del ciuda-dano (1789). (Los subrayados en el texto han sidohechos por nosotros durante la segunda lectura.)

Los representantes del pueblo francés, constituidos en Asam-blea Nacional, considerando que la ignorancia, el olvido o eldesprecio de los derechos del hombre son las únicas cau-sas de las desgracias públicas y de la corrupción de los go-biernos, han resuelto exponer, en una declaración solemne,los derechos naturales, inalienables y sagrados del hombre,para que esta declaración, constantemente presente a to-dos los miembros del cuerpo social, les recuerde sin cesarsus derechos y sus deberes; para que los actos del poderlegislativo y los del poder ejecutivo, pudiendo en cada ins-tante ser comparados con el objeto de toda institución polí-tica, sean más respetados; para que las reclamaciones delos ciudadanos, fundadas desde ahora sobre principios sim-ples e incontestables, redunden siempre en el mantenimien-to de la Constitución y en la felicidad de todos. En conse-cuencia, la Asamblea Nacional reconoce y declara, en pre-sencia y bajo los auspicios del Ser Supremo, los siguientesderechos del hombre y del ciudadano.

ARTICULO 1. Los hombres nacen y permanecen librese iguale en derechos. Las distinciones sociales no puedenfundarse más que sobre la utilidad común.

ARTICULO 2. El objeto de toda asociación política es laconservación de los derechos naturales e imprescriptiblesdel hombre. Estos derechos son la libertad, la propiedad, laseguridad y la resistencia a la opresión.

ARTICULO 3. El principio de toda soberanía reside esen-cialmente en la Nación. Ningún cuerpo ni individuo puedeejercer autoridad que no emane expresamente de ella (...).

ENCUADRAMIENTO. El texto que vamos acomentar recoger la parte inicial de un documentojurídico clave para la historia de la Revolución fran-cesa que comienza en 1789. Se trata de la Declara-

ción de Derechos del Hombre y del Ciudadano, apro-bada en Versalles por la Asamblea Nacional el 26 deagosto de ese mismo año. Estaba destinada a la di-vulgación pública entre la población francesa y pre-tendía dar a conocer la filosofía básica del nuevo sis-tema político y social que trataba de implantarse enFrancia como sustituto de la monarquía absoluta yde la sociedad estamental propias del Antiguo Régi-men.

ANÁLISIS. Dicho fragmento de la declaración dederechos consta de dos partes bien diferenciadas ensu aspecto formal: por un lado, contiene un preám-bulo introductorio y expositivo de las razones por lasque se elabora y aprueba solemnemente la declara-ción; tras éste, se recoge un apartado dispositivo, enforma de articulado, donde se codifican los derechosenunciados.

En el plano temático, el texto tiene como eje clavela afirmación de que todos los hombres gozan de unos«derechos naturales, inalienables» por el mero hechode nacer y existir. Entre ellos se citan y codifican elderecho a la igualdad jurídica, el derecho a la liber-tad, el derecho a la propiedad, y los derechos a laseguridad y a la resistencia a la opresión. De estepostulado primero sobre la existencia de un conjuntode derechos «sagrados» e «imprescriptibles» de to-dos los hombres, se extrae una consecuencia políticay jurídica crucial: los hombres, constituidos en na-ciones, son los únicos depositarios de toda «sobera-nía» y la fuente primaria del poder público legitimoencarnado en el Estado. Fundándose en ese principiogeneral, la Asamblea Nacional, formada por los «re-presentantes del pueblo francés», elabora esa decla-ración para que los derechos de los franceses no pue-dan ser vulnerados por sus gobernantes ni por el Es-tado. Éste queda configurado mediante dos poderesdivididos y equilibrados, a fin de evitar que ningunode ellos pueda imponerse al otro y conculcar los de-rechos cívicos o la soberanía nacional. Como se apun-ta en el preámbulo, la «Constitución» será el instru-mento jurídico que dará cuerpo a esa división de po-deres del Estado y que hará así viable y obligado elrespeto de las autoridades a la soberanía nacional y alos derechos ciudadanos.

EXPLICACIÓN. La declaración aprobada por laAsamblea Nacional refleja fielmente el programapolítico liberal que alentaba todo el proceso revolu-cionario francés iniciado en 1789. El origen inme-diato de este proceso radicaba en la honda crisis quepadecía el Antiguo Régimen en Francia. Esta crisisse manifestaba en el plano económico (con los pro-blemas de producción agraria y la bancarrota de lahacienda real), en el plano social(con las tensiones

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entre el estamento aristocrático y las burguesías y elcampesinado que componían el Tercer Estado), y enel plano político (con la lucha entre la Corona y elresto de los grupos sociales por la gobernación delEstado). Para solucionar la crisis, el rey Luis XVIpresidió la reunión en mayo de 1789 de los EstadosGenerales, donde estaban representados por separa-do los tres estamentos sociales del reino (el clero, lanobleza y el Tercer Estado). La parálisis de este or-ganismo a la hora de resolver la crisis abrió el cami-no propiamente a la Revolución.

El primer paso en el proceso revolucionario lo die-ron los representantes del Tercer Estado el 16 de ju-nio, al constituirse unilateralmente en Asamblea Na-cional Constituyente y declarar a ésta como únicadepositaria de la soberanía nacional. Así comenzabala primera fase de la Revolución francesa, caracteri-zada por la labor de destrucción de las estructurasdel Antiguo Régimen y por la implantación de lasbases institucionales de una nueva sociedad liberal yde clases, el acto legal revolucionario llevado a cabopor la Asamblea en Versalles fue respaldado por lamovilización popular urbana (Asalto a la Bastilla enParís el 14 de julio) y por la insurrección antiseñorialde los campesinos por toda Francia (el Gran Miedode principios de agosto). De este modo, la crisis dejunio de 1789 desembocó en una victoria de la alian-za antiaristocràtica que ligaba a las burguesías enenriquecidas durante la expansión económica del si-glo XVIII y a las masas de la ciudad y del campoempobrecidas durante la crisis socioeconómico recien-te.

En ese contexto, la declaración de derechos delhombre aprobada por la Asamblea Nacional se ma-nifiesta claramente como una medida revolucionariadestinada a reemplazar las estructuras legales, socia-les y políticas que conformaban el Antiguo Régimen.En primer lugar, el propio concepto de «derechosnaturales e inalienables» de los hombres suponía laanulación de las bases doctrinales vigentes hasta aquelmomento.

Por ejemplo, la igualdad jurídica de todos los hom-bres implicaba la destrucción de la organizaciónestamental de la sociedad, de la existencia de la no-bleza y del clero como órdenes separados y privile-giados dentro del reino. Esa igualdad, en consonan-cia con la ideología e intereses de las clases burgue-sas que dirigían la revolución, no se equiparaba conla igualdad social o política de todos los individuos.Por el contrario, se circunscribía a la igualdad antela ley y en el ejercicio de los derechos y deberes cívi-cos, dejando que las «distinciones sociales» sólo pu-dieran fundarse sobre la «utilidad común», el traba-

jo, los méritos, la competencia y el esfuerzo personalde cada individuo. En este sentido, la igualdad jurí-dica no implicaba la democracia. De hecho, la Cons-titución revolucionaria de 1789 implantó el sufragiocensitario, donde sólo los ciudadanos «activos» (quepagaban unos determinados impuestos) gozaban dederechos de voto político, en contraste con los ciuda-danos «pasivos», que sólo disfrutaban de sus dere-chos civiles.

Del mismo modo, la libertad recogida en la de-claración significaba ante todo la anulación del sis-tema político de la monarquía absoluta, donde el reyera la fuente de todo el poder por derecho divino y nodebía rendir cuentas de sus actos ante ninguna insti-tución ni ante sus súbditos o sus representantes. Tam-bién significaba libertad de trabajo y de contrataciónentre individuos, impugnando así la reglamentacióny control de los oficios y de los mercados por mediode los gremios y corporaciones del Antiguo Régimen.En definitiva, la libertad política (como libertad deexpresión, de prensa y de reunión) era consustancialcon el derecho a la seguridad y a la resistencia a laopresión, que conllevaba la legalidad de toda insu-rrección contra un poder usurpador y vulnerador deesos derechos. La correlativa libertad de mercado yde iniciativa empresarial eran asimismo pilares deldesarrollo capitalista y de la nueva sociedad de cla-ses que pretendía fomentar la revolución liderada porlas burguesías.

Por su parte, el derecho de propiedad se entendíasobre todo como derecho a la propiedad personal eindividual, libre y responsable. En consecuencia, seenfrentaba al tipo de propiedad amortizada y vincu-lada, protegida contra los avatares de la competenciay del mercado, que disfrutaban los estamentos privi-legiados del Antiguo Régimen. Por eso mismo, la Re-volución procedió muy pronto a desamortizar los bie-nes del clero y a abolir la propiedad señorial y vincu-lada. Así, destruía todas las disposiciones jurídicasque impedían la fragmentación de esas propiedadesy las excluían del mercado de bienes y mercancías delos efectos del libre juego de la oferta y la demanda.Este derecho a la propiedad personal y libre se con-vertía en la base del nuevo orden sociopolítico libe-ral y burgués, en la medida en que la condición depropietario será el parámetro positivo de la capaci-dad y mérito individual y el criterio para acceder a laparticipación política en los asuntos de Estado.

La idea de soberanía nacional formulada en ladeclaración también refutaba el concepto de sobera-nía del rey, basado en la doctrina tradicional que atri-buía un origen divino al poder monárquico absolutoy a la estructura estamental de la sociedad. La nueva

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idea, en consonancia con la igualdad natural de loshombres, sólo reconocía una fuente legítima para elejercicio de la autoridad pública: la soberanía popu-lar o nacional. De hecho, la nación será definida comoel conjunto de individuos que viven bajo una ley co-mún y están representados por una misma legislatu-ra. Por eso mismo, los miembros de la AsambleaNacional se proclaman «representantes del pueblofrancés» desde el primer momento de la revolución yapelan a ese carácter para imponer sus medidas re-volucionarias. También por eso, procederán a elabo-rar una Constitución que permita salvaguardar eseprincipio mediante la división de los poderes del Es-tado en legislativo y ejecutivo, a fin de equilibrar sufuerza respectiva y evitar toda recaída en el despotis-mo o la tiranía.

CONCLUSIÓN. En la definitiva, la declaraciónde derechos del hombre y del ciudadano aprobada el26 de agosto de 1789 fue un hecho transcendental enel curso de la Revolución francesa. Reflejaba y con-densaba todo un programa político elaborado por lasburguesías francesas para la eliminación del Anti-guo Régimen y la implantación de una nueva socie-dad liberal y de clases. En ella puede apreciarse lainfluencia de las tradiciones intelectuales que van pre-parando el asalto final de la estructura del AntiguoRégimen: la doctrina de John Locke sobre los dere-chos del hombre en su Tratado del gobierno civil(1690); la crítica del movimiento de la lustración a lasociedad estamental y a la superstición e intoleranciareligiosa; la teoría de la voluntad general y del con-trato social expuesta por Jean-Jacques Rousseau; latesis de la separación de poderes apuntaba por el ba-rón de Montesquieu; y la formulación revolucionariacontenida en la Declaración de la Independencia delos Estados Unidos de América (1776). Aparte de suimportancia en el curso de la propia Revolución fran-cesa, la declaración tiene una enorme transcendenciahistórica porque se convirtió en el ideario básico delpensamiento revolucionario liberal y, en esa calidad,influyo poderosamente en todos los movimientos li-berales que se extendieron por Europa y el mundooccidental durante el siglo XIX.

IV. PAUTAS BÁSICAS PARA EL COMENTARIODE GRAFICOS HISTÓRICOS Y DOCUMENTOSESTADÍSTICOS.

La incorporación a los estudios históricos de lastécnicas estadísticas ha posibilitado un avance nota-ble en el análisis y comprensión de aquel material

histórico susceptible de elaboración y cuantificaciónen forma de series de elementos continuos y homogé-neos. Debe tenerse en cuenta que dicho material estácompuesto por magnitudes y unidades contables yseriales que son el resultado de una elaboración apartir de las fuentes históricas disponibles, en lascuales se recogen las datos individuales para su pos-terior tratamiento conjunto y serializado. Esas mag-nitudes contables y seriales son muy variadas y seextraen de fuentes igualmente diversas: registros denacimientos , matrimonios y defunciones, censos depoblación, documentos fiscales, libros de contabili-dad, actas de resultados electorales, memorias de pro-ducción industrial, etc. Las técnicas estadísticas per-miten disponer de esos datos visualmente en formasy figuras gráficas que facilitan su análisis y compre-sión: el cuadro o tabla estadísticas, el diagrama debarras, el histograma, las pirámides de población, losgráficos lineales y semilogarítmicos, las representa-ciones en circulo o cuadrado, los cartogramas, etcé-tera.

El comentario de una gráfica o tabla estadísticasno difiere esencialmente del comentario de un textohistórico. En ambos casos, se trata de interpretar yglosar los datos presentados para comprender y ex-plicar el contexto histórico al que se refiere y del quenos informan. Sin embargo, en el caso de la docu-mentación estadística, hay que tener siempre en cuentalas particulares en la elaboración, presentación y na-turaleza de esos datos. Antes de poder comentar unagráfica o tabla estadística, hay que saber «leer» e in-terpretar correctamente esa forma y figura percibidavisualmente.

Por ejemplo. Consideremos un CUADRO O TA-BLA ESTADÍSTICA. Hay que recordar que dichocuadro o tabla está compuesto por varias columnas(unmínimo de dos) formadas por datos numéricos ho-mogéneos (dentro de cada columna) y entre las cua-les se establece una correlación horizontal ybiunívoca. La compresión e interpretación de tal cua-dro o tabla exige como principio el asumir que existeesa correlación biunívoca horizontal entre los datoscontenidos en la primera columna y los datos conte-nidos en la segunda. El título de la tabla o cuadroproporciona la clave de lectura para establecer yentender el tipo de correlación entre las series demagnitudes presentes.

El caso más normal de cuadro y tabla estadísticahistórica es el que pone en relación una columna dondese expresan los años y una columna donde se expre-sa una magnitud contable (habitantes en un país; to-neladas de hierro producido; salarios de obreros em-pleados, etc.). Así en la tabla siguiente se reflejan

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los millones de habitantes censados oficialmente quehabía en España en cada uno de los años expresados:

Población española, 1797 - 1910

Años Millones de habitantes

1797 10 541 221

1834 12 162 172

1860 15 673 481

1887 17 549 600

1900 18 549 000

1910 19 994 600

Fuente: J. Harrison, Historia económica de la España con-temporánea, Barcelona, Vicens Vives, 1980, p. 31.

También puede darse una tabla o cuadro de ma-yor complejidad, donde se conforman unos ejes decoordenadas (una dedicada a la presentación del tiem-po y la otra a la del espacio) que permitancorrelacionar ambas vertientes simultáneamente conuna misma magnitud contable y serial. Éste es el casode la siguiente tabla. En ella, las cifras de kilómetrosde líneas ferroviarias activas se colocan en cada unade las intersecciones formadas entre las columnas deaños y los planos horizontales correspondientes a cadapaís.

Líneas ferroviarias construidas y en operacio-nes (kilómetros)

1840 1880

Gran Bretaña 2.411 28.846

Alemania 469 33.838

Francia 410 23.089

Fuente: B. R. Mitchell, European Historical Statistics, 1750 -

1970, Londres, Macmillan, 1975, pp. 581 - 584.

El DIAGRAMA DE BARRAS el HISGRAMA y la GRÁFICA

LINEAL o semilogarítmica se construyen también so-bre dos ejes de coordenadas cartesianas. Si bien, enestos casos, el campo definido por ambos ejes (queforman un ángulo recto) no presenta datos numéri-cos sino barras o líneas que guardan una relación pro-porcionada con cada uno de los ejes. Este tipo de grá-ficos permite apreciar mucho mejor que las tablas de

columnas con datos numéricos todo el devenir evolu-tivo de las magnitudes, con sus fases, ritmos y ondu-laciones a lo largo del tiempo. Por convención, el ejede la abscisa (el horizontal) constituye el eje crono-lógico y se reserva para disponer los años consecuti-vamente desde el punto de intersección y hacia el ex-tremo derecho. De igual modo, el eje de la ordenada(el vertical) se aplica a la cuantificación de la magni-tud considerada. Véase el siguiente ejemplo, dondese muestra la línea de evolución numérica de la po-blación minera asturiana durante los años señalados.

Habida cuenta de las peculiaridades de conforma-ción de las tablas y gráficos históricos, el comentariode las mismas requiere una atención primera a sunaturaleza y composición. Hay que observar el tipode gráfico o tabla de que se trata; atender al título eindicaciones que encabezan el mismo porque son lasclaves de lectura; advertir si las series son continuaso tienen lagunas; si se refieren a uno o varios países;si reflejan un período temporal largo o uno corto; sievidencian una línea de evolución general o tenden-cia global; etcétera.

Una vez cumplidos estos requisitos de observa-ción previos, el comentario sobre sus datos y la in-formación que transmiten sigue los mismos procedi-mientos que el de textos históricos y tiene los mismosobjetivos. El primer paso en dicho comentario debeconsistir en una descripción precisa del contenido einformación presente en el gráfico. A continuación,el análisis formal consistiría en desmenuzar los da-tos reflejados para apreciar y comentar las fases, eta-pas y ritmos reflejados por las curvas y líneas de evo-lución. Por su parte, la explicación de contenidosconsistiría en situar las diferentes fases y ritmospercibidos en el momento histórico al que correspon-dieran, estableciendo una relación y vinculación en-tre esos fenómenos y el contexto espaciotemporal

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donde se sitúan y donde se hallan las causas y razo-nas de su origen y desarrollo.

EJEMPLO DE COMENTARIO DE CUADROESTADÍSTICO

Llegadas de cereales a Barcelona (en millones dekg.)

Años Por ferrocarril Por mar

1884 72,5 54,9

1885 54,4 76,5

1886 13,9 111,0

Fuente: Josep Fontana, Cambio económico y actitudes políti-

cas en la España del siglo XIX, Barcelona, Ariel, 1975, p. 186.

DESCRIPCIÓN. El cuadro refleja la distribucióndel cereal que abastecía el mercado de granos de Bar-celona según el medio utilizado para su transportehasta la ciudad durante tres años consecutivos: entre1884 y 1886. El volumen total de cereal (expresadoen millones de kilogramos)se distribuye así en doscolumnas que recogen el grano llegado por vía te-rrestre mediante el ferrocarril y el grano llegado porvía marítima en barco, respectivamente.

ANÁLISIS. La evolución de las cifras contenidasen el cuadro permite observar dos fenómenos parale-los. En primer lugar, el volumen global de cereal lle-gado a Barcelona en cada uno de esos años fue rela-tivamente constante: en 1884 alcanzó la cifra de 127,4millones de kilogramos; en 1885 subió levemente a130,9 millones; y en 1886 descendió ligeramente hasta124,9 millones. En segundo lugar, esa suma total in-variable experimentó grandes y súbitos cambios ensu composición relativa: en el plazo de dos años, elcereal transportado por ferrocarril fue casi totalmen-te desplazado por el que llegaba en barcos. Así, mien-tras que en 1884 el cereal transportado por vía férreasumaba el 57 % de todo el trigo llegado a Barcelona,en 1886 había descendido hasta el 11,1 % del total.A la par, el grano llegado por vía marítima, que re-presentaba en 1884 el 43 % del total, pasó a consti-tuir el 88,8 % dos años después.

EXPLICACIÓN. El rápido cambio en la compo-sición del cereal llegado a Barcelona es un síntomaelocuente de la grave crisis que afectó a la agricultu-ra española en las décadas finales del siglo XIX. Noen vano, el cereal transportado por ferrocarril hastala que era capital industrial de España procedía bási-camente de los campos castellanos y andaluces, entanto que el cereal llegado por mar consistía en im-

portaciones de grano extranjero. La sustitución deaquél por éste refleja, por tanto, la debilidad y atrasode la producción cerealícola española y su incapaci-dad para hacer frente a la competencia ofrecida porla producción de otros países de agricultura más com-petitiva y avanzada.

La crisis agraria de finales del siglo XIX se incu-bó en las grandes praderas norteamericanas, dondeun proceso de intensa mecanización había permitidoincrementar notablemente la producción de cereal yabaratar sensiblemente su precio de venta en el mer-cado. Simultáneamente, la revolución de los trans-portes (extensión del número y capacidad de cargade los barcos a vapor) permitió la llegada de ese gra-no norteamericano a los puestos europeos en condi-ciones de venta y precio muy competitivas. El resul-tado de ambos procesos fue el reflejado por el cuadroque comentamos: la aguda pérdida de secciones im-portantes del mercado nacional español por parte dela producción cerealícola castellana y andaluza. Endefinitiva, el trigo transportado a través del Atlánti-co hasta los puertos españoles era mucho más baratoque el transportado por ferrocarril desde el interiorde España hasta esos mismos puertos.

La agricultura española era incapaz de competircon la producción norteamericana porque se tratabade una agricultura extensiva y muy poco mecaniza-da, con escasos rendimientos productivos y altos cos-tes de explotación que encarecían el precio final desus productos. El origen de esa situación estaba enlas reformas agrarias liberales de la primera mitaddel siglo XIX (la desamortización de tierras eclesiás-ticas y comunales, y la desvinculación de tierrasnobiliarias). Estas reformas habían generado unaagricultura volcada hacia el mercado pero con gran-des debilidades internas: en el norte peninsular, pre-dominaba la pequeña explotación campesina fami-liar de escaso rendimiento; en el centro - sur, unaagricultura de latifundio extensiva, poco capitaliza-da y basada en el trabajo barato de una masa de cam-pesinos sin tierra y depauperados. La debilidad de latrama ferroviaria española, unida a sus altos costesde utilización, se combinaban con esa situación deatraso agrario para hacer más cara y menos competi-tiva la producción cerealícola española. De ese modo,cuando la revolución de los transportes creó un ver-dadero mercado mundial para los productos agrarios,el cereal español se vio barrido casi literalmente delos mercados de la periferia peninsular, sobre todocatalanes, por la competencia extranjera.

La magnitud de la catástrofe ceralícola, bien pa-tente en el súbito desplome de las cifras de grano lle-gado a Barcelona por ferrocarril entre 1884 y 1886,

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provocó una reacción enérgica de los grandes pro-ductores castellanos y andaluces. De inmediato, co-menzaron a presionar al gobierno para que impidierala entrada de cereal extranjero y adoptara medidaspara reservar el mercado nacional a la produccióninterna española. Su petición esencial fue el aumentode los aranceles de importación para el grano extran-jero, a fin de hacerlo menos barato y dificultar sucompetencia en el mercado interior. Esta demandaproteccionista de los grandes agricultores fue apoya-da por los industriales siderúrgicos vascos, los in-dustriales mineros asturianos y los industriales texti-les catalanes, todos ellos amenazados también por lacompetencia extranjera en sus respectivos campos.Así se formó un frente de presión proteccionista quelogró del gobierno la adopción de leyes cada vez másrestrictivas que logró del gobierno la adopción de le-yes cada vez más restrictivas para la importación deproductos extranjeros (arancel de 1891, ley generalarancelaria de 1906). El conjunto de esas medidaspalió provisionalmente la crisis agraria española ypermitió resistir el empuje extranjero, pero sin modi-ficar las estructuras internas que impedían la moder-nización de la agricultura española.

CONCLUSIÓN. Cabe concluir este comentariorecordando que la respuesta de los intereses agrariosespañoles no fue diferente de la que hubo en otrospaíses europeos ante el mismo fenómeno de la com-petencia extranjera. La crisis agraria finisecular afectótambién a la agricultura francesa, alemana, italiana,etc., y en todos esos países se adoptaron igualmentemedidas proteccionistas, agrarias e industriales , quetrataron de limitar el efecto de la crisis mediante lareserva del mercado nacional para los productoresnacionales. Pero fue en España donde las mismas tu-vieron mayor intensidad y vigencia temporal, comocorrespondía a la mayor debilidad de la agriculturaespañola, al mayor impacto de la crisis agrariafinisecular y al mayor poder e influencia de los gran-des intereses agrarios sobre las estructuras del poderpolítico y del Estado español.

EJEMPLO DE COMENTARIO DE GRÁFICOLINEAL

Algunos índices explicativos del ciclo industrial(1913 - 1921)

Fuente: S. Roldán: J.L. García delgado y J. Muñoz, La consoli-dación del capitalismo en España, 1914-1920, Madrid CECA, 1973,

vol. I, p.134.

DESCRIPCIÓN. El gráfico refleja la curva deevolución de tres variables de la economía españoladurante los nueve años comprendidos entre 1913 y1921. Esas tres variables reflejadas son: el númerototal de sociedades mercantiles constituidas cada año;el volumen anual de inversiones de capital privadoefectuadas; y la cuantía de los beneficios obtenidospor las empresas en cada uno de esos años.

El gráfico no refleja esas magnitudes en términosde su valor real; esto es: no proporciona el númerode empresas y la cantidad de dinero invertido y re-caudado como beneficio. Se refleja esa evolución pormedio de un número índice para cada una de esastres variables. Dicho número índice se obtiene susti-tuyendo el valor real de partida en el año 1913, añobase de cada serie, por el número 100 (es decir: elnúmero de empresas creadas ese año se equipara alvalor de índice 100). Los demás valores índice de cadaserie se expresan con respecto al índice - base con lamisma relación que hay entre el valor real de la basey cada uno de los valores reales de los años sucesi-vos de la serie (por ejemplo, sí las empresas creadasen el año base hubieran sido 300 y las del siguiente600, el número índice respectivo sería 100 y 200).

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ANÁLISIS. La evolución de los índices de las tresvariables reflejadas en el gráfico permite observar laexistencia de tras fases globales distintas en la eco-nomía española durante los nueve años considerados.Estas tres fases son compartidas, en términos gene-rales, por todas las variables expresadas sin grandesdisonancias entre ellas:

1. Durante la primera fase, que abarca hasta 1914,casi todas las variables experimentan un ajuste y des-censo relativo con respecto al año de partida de 1913.El descenso es ligeramente más acentuado en el casode los beneficios que en el de las sociedades. Las in-versiones, por el contrario, se mantienen en el mismonivel y no experimentan descenso sino estancamien-to.

2. La segunda fase arranca de 1914 y refleja unauge extraordinario en los valores de las tres varia-bles que llega por lo general hasta el año 1920. Lasubida es más acentuada en el caso de los beneficios,aunque éstos también alcanzan su cumbre antes, en1918, y comienzan un lento descenso en ese año. Elauge de las sociedades es más constante y regular,creciendo su número sin pausa ni oscilación hasta elaño tope de 1920. Las inversiones, después de un li-gero retroceso en 1915, experimentan un ascensonotable pero más espasmódico y titubeante (caen en-tre 1918 - 1919) hasta llegar a su máximo en 1920.

3. La tercera fase se inicia a partir de 1920, cuan-do las tres variables, en su conjunto, reflejan un fuer-te retroceso durante todo el año 1921. No obstante,cabe señalar que la caída es mucho más aguda en elcaso de las sociedades constituidas que en los casosde las inversiones y los beneficios efectuados.

EXPLICACIÓN. La evolución de las tres varia-bles reflejadas en el gráfico es un síntoma evidente yejemplar de las tres fases atravesadas por la econo-mía española en su conjunto entre 1913 y 1921. Elmotivo principal de esas fases consecutivas radicaen los cambios experimentados por la coyuntura in-ternacional entre esos años y en la adaptación de laeconomía española a los mismos. Desde julio de 1914hasta noviembre de 1918 tuvo lugar la primera gue-rra mundial, que enfrentó a las potencias aliadas (GranBretaña, Francia, Estados Unidos y Rusia, hasta lavictoria del bolchevismo) con los imperios centrales(Alemania y Austria - Hungría, con el apoyo del im-perio otomano). España se mantuvo al margen delconflicto, como país neutral.

El comienzo de la guerra mundial y la neutralidadespañola significo el inicio de una extraordinaria co-yuntura de expansión económica para la industria

nacional. Después de un corto período de desajustedurante 1914, bien reflejado en la gráfica que comen-tamos, la guerra y la neutralidad ofrecieron tres víasdiferentes para el desarrollo económico e industrialde España. En primer lugar, se produjo una caídaespectacular en las importaciones españolas de pro-ductos industriales, debido a las fuertes restriccionesque los países beligerantes tuvieron que implantarpara satisfacer su propio consumo interno y sus ne-cesidades bélicas. En segundo lugar, se experimentóuna fuerte expansión de las exportaciones españolaspara atender esas mismas necesidades crecientes delos beligerantes y para abastecer los mercados depaíses neutrales que hasta entonces habían sido pro-vistos por los países ahora en guerra. Por último, laeliminación de la competencia extranjera dejó total-mente en manos de la industria nacional el suminis-tro y abastecimiento del mercado interior español.

El efecto combinado de esos tres procesos fue es-timular notablemente la demanda nacional y exterior,a fin de sustituir el brusco cese de las importaciones,abastecer un mercado interior desasistido y hacer fren-te a las crecientes exportaciones al extranjero. Todoello generó en España un rápido proceso de «indus-trialización forzada», al amparo de un período deprosperidad económica generalizada en todos los sec-tores industriales. Las manifestaciones más visiblesde ese proceso quedan bien reflejadas en el gráficocomentado: la multiplicación de sociedades mercan-tiles que participan en esa industrializaciónsustitutoría; el aumento espectacular de los benefi-cios logrados por las mismas; y el fuerte incrementode las inversiones de capital privado en dichas acti-vidades industriales.

La dependencia de ese proceso de industrializa-ción forzada de la coyuntura internacional está de-mostrada por su propia duración: comienza con elestallido de la guerra mundial y termina después deque la victoria aliada ponga fin a esas circunstanciasexcepcionales del mercado mundial tan favorablespara la economía española. En 1920, cuando los paí-ses ex beligerantes ya han restablecido sus economíasy sus empresas vuelven a competir en el mercado in-ternacional, los indicadores económicos españoles re-flejan un fuerte retroceso en todos los órdenes. Laindustria española es incapaz de mantener las con-quistas logradas durante la excepcional coyunturabélica y se ve inmersa en una fuerte crisis y recesióneconómica, con su secuela de pérdida de beneficios,caída de la inversión y freno en la creación de em-presas y sociedades. Todos estos fenómenos quedanbien patentes en el gráfico. La salvación y el alivio sebuscará entonces en la intensificación de la políticade proteccionismo arancelario, renunciando la indus-

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tria española a la competencia por los mercados ex-teriores y conformándose con mantener su posiciónhegemónica en el mercado interior español.

CONCLUSIÓN. La evolución de los valores ex-presados en el gráfico lineal es, por consiguiente, unfiel reflejo de las vicisitudes de la economía españoladurante la primera guerra mundial y en la inmediataposguerra, con sus fases de ajuste, expansión verti-ginosa y honda recesión. Además, permite apreciarno sólo el perfil de esa evolución sino también suíntima dependencia de las circunstancias internacio-nales que posibilitan primero su auge y condicionandespués su crisis.

V. PAUTAS BÁSICAS PARA EL COMENTARIODE MAPAS HISTÓRICOS

Dado que la historia estudia los procesos evoluti-vos de las formas de sociedad humana, no cabe olvi-dar que el espacio, al lado del tiempo, es una de lasdimensiones constitutivas de la misma. Por ello, esinconcebible estudiar historia sin hacer uso reglar yconstante de los mapas y planos históricos, en losque se refleja la realidad espacial, geográfica, de losdistintos fenómenos históricos.

Al igual que los documentos estadísticos, los do-cumentos cartográficos o mapas son casi siempre unaelaboración hecha por un profesional, el cartógrafoo historiador cartógrafo, sobre los datos históricosprimarios. Tales documentos cartográficos constitu-yen el reflejo de una situación histórica en su ver-tiente espacial y geográfica.

Dichos mapas históricos en los que se refleja unasituación pretérita se elaboran siguiendo todas o al-gunas de las convenciones operativas de la cartogra-fía: escala, tipología cartográfica (topográfica,geológica, etc.), proyección utilizada, coordenadasgeográficas (longitud, latitud), curvas de nivel, co-tas, red hidrográfica, etc. Ahora bien, si es que apa-recen en el mapa histórico, esos elementos no sonimportantes ni pertinentes a la hora de realizar el co-mentario histórico sobre el mismo. Hemos de dar porsupuesta su correcta realización cartográfica.

El esquema de comentario de un documentocartográfico histórico necesariamente debe prescin-dir de muchos aspectos presentes en otro tipo de co-mentarios de textos. Por ejemplo, no resulta perti-nente interrogarse sobre el autor, el destinatario o laintencionalidad del documento (salvo que sea un mapa

original de propaganda política). Por otra parte, elmapa histórico es un instrumento educativo cuya in-terpretación, comprensión y comentario acertado pre-supone mucha más información y conocimientos pre-vios en el alumno que cualquier otro documento. Larazón es clara: en los mapas no se halla más infor-mación que la espacial (distribución geográfica deun fenómeno histórico) y la temporal (el momento detal distribución o, si en el mapa se refleja, los cam-bios o mutaciones producidas en varias fe chas).

Teniendo en cuenta las dificultades impuestas poresa sobriedad informativa, el comentario de un mapahistórico podría seguir las siguientes pautas:

V. 1. Observación y lectura atenta del mapa

Hay que proceder a examinar con atención el mapay leer detenidamente el título, las claves y los símbo-los que puedan ofrecerse en su encabezamiento y enle cuadro leyenda que a veces se adjunta, para poderinterpretar correctamente el contenido del mapa y susinformaciones. Esta lectura reflexiva equivale a unproceso de desciframiento del propio mapa: entenderlos limites geográficos presentes, apreciar las fronte-ras definidas, reconocer los nombres de ciudades, re-giones, ríos, montañas o accidentes naturales impre-sos, aislar las pistas cronológicas sembradas, com-prender los símbolos gráficos que indican fenómenosparticulares, etc.

V. 2. Determinación de la naturaleza tipológica delmapa

Los documentos cartográficos históricos puedenser de distinto tipo según reflejan diversos conteni-dos temáticos. A saber: 1. mapas políticos (mostran-do las fronteras entre Estados, su evolución, exten-sión de imperios, guerras, etc.) 2. mapas políticos -sociales (revelando la extensión de una revolución,las zonas de voto electoral a un partido, de implanta-ción de un sindicato, etc.). 3. mapas económicos (si-tuando el área de industrialización en un país, las víasde comunicación, las rutas comerciales...). 4. mapasdemográficos (donde se recogen los movimientosmigratorios, la densidad de población, etc.). 5. ma-pas culturales (traduciendo la distribución geográfi-ca de un movimiento artístico, la extensión de unalengua...). Hay que determinar claramente esta natu-raleza antes de proceder al análisis del documentocartográfico.

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V. 3. Análisis del mapa

Después de haber examinado con la debida aten-ción el mapa y haber entendido siquiera sumariamentela situación histórica que refleja espacialmente, pro-cede iniciar el análisis propiamente dicho. En princi-pio, cabe hacer una disección y descomposición quedistinga las zonas reflejadas en el plano, señalandolas áreas centrales y periféricas, los focos de activi-dad destacados, el contorno y, en su caso, evoluciónespacial de los fenómenos tratados, así como tam-bién las mutaciones y cambios experimentados en loslindes y limites. Se trataría de realizar una especie dereconocimiento cartográfico para apreciar sub-uni-dades y términos aislables que pudiera haber en elconjunto espacial reflejado.

V. 4. Explicación del mapa

seguidamente, tras haber asimilado toda la infor-mación reflejada en el mapa, debe emprenderse laexplicación de esos fenómenos registrados y apunta-dos; es decir: hay que dar cuenta de la situación his-tórica que traduce el mapa y de las razones para sucristalización y su transformación. Necesariamente,esta labor exigirá referirse a sucesos, personajes, pro-cesos e instituciones que no aparecen en el mapa peroque, sin embargo, fueron las fuerzas configuradorasde esa realidad espacial tal y como aparece en el mapa.Así pues, la información cartográfica exige desbor-dar y salir fuera de ella misma para realizar una in-terpretación y exposición de las condiciones históri-cas que le dan todo su sentido y significado. Por su-puesto, dicha exposición e interpretación debe ser sin-tética y ajustada, sin incurrir en una narración queutilice el documento cartográfico como mero pretex-to para desarrollar un tema relacionado sólo de al-gún modo indirecto con él.

Introducción a las técnicas de trabajo universitario

EJEMPLO DE COMENTARIO DE MAPA HISTÓRICO

Mapa del reparto colonial de África hasta 1914. Recogido en la obra de María Luisa Alonso y otros.Historia contemporánea. Orientaciones, textos, mapas y documentos, Madrid, Everest, 1986, p. 385.

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NATURALEZA. El mapa que vamos a comentares de naturaleza política y refleja la situación del con-tinente africano en 1914. En él se aprecia gráfica-mente la intensidad del proceso de reparto y coloni-zación de África llevado a cabo por las potenciasimperialistas de Europa en el período anterior a laprimera guerra mundial.

ANÁLISIS. El primer rasgo que destaca en elmapa es la práctica ausencia de estados y territoriosindependientes en el continentes. La casi totalidad deÁfrica está en poder y bajo el control de potenciascoloniales europeas. Sólo el pequeño Estado deLiberia, en el extremo occidental, y Abisinia, en eloriental, escapan a esa condición y se mantienen comoEstados libres e independientes. El resto del territo-rio se halla sometido y dominado por una u otra po-tencia europea, ya sea mediante una administracióncolonial directa o mediante la fórmula del protecto-rado (en la que se mantiene un gobierno indígena bajosupervisión de la metrópoli protectora).

Gran Bretaña y Francia son las dos potencias co-loniales que mayor presencia e importancia tienen enel escenario africano. Los dominios británicos se con-cretan básicamente en la parte oriental, donde casiforman una columna continua que cruza el continen-te de Norte a Sur; desde Egipto, que se convirtió enprotectorado británico en 1882, hasta la UniónSudafricana, que fue creada tras la victoria británicaen la guerra de 1899 - 1902 contra los boers (colo-nos holandeses). Por el contrario, las posesiones fran-cesas se concentran en el África occidental, dondeforman un núcleo bastante compacto que abarca desdelos territorios mediterráneos (Argelia, provincia des-de 1830; Túnez, protectorado desde 1881) hasta lasposesiones atlánticas y del golfo de Guinea (Senegaldesde 1857; Gabón desde 1886). Al margen de esaszonas preferentes, ambas potencias tienen coloniasen áreas más alejadas: Gran Bretaña posee Gambia,Sierra Leona, Costa de Oro y Nigeria en la costa oc-cidental atlántica, mientras que Francia dispone de laisla de Madagascar y la Somalia francesa en el flan-co oriental.

Las restantes potencias imperialistas europeaspresentes en África ocupan una extensión colonialmucho menor que la de Gran Bretaña y Francia, Ale-mania controla desde 1883 - 1885 cuatro áreas dis-persas e in conexas en la vertiente Centro - Sur: Togo,Camerún, y el territorio actual de Namibia yTanzania. Esta última tiene la particularidad de im-pedir que se materialice la columna de colonias bri-tánicas. Portugal mantiene su antigua presencia enAngola y Mozambique, que data de los inicios de la

época moderna. Bélgica domina el gran territorio entorno a la cuenta del río Congo. Italia se expande porEritrea y Somalia (desde 1889) y por Libia (desde1912). Y España tiene posesiones coloniales en elGolfo de Guinea (Río Muní, desde 1843) y en la cos-ta atlántica y mediterráneo (los protectorados de Ríode Oro y el norte de Marruecos, desde 1884 y 1912).

EXPLICACIÓN. El reparto de África consuma-do por las potencias europeas durante la segundamitad del siglo XIX y primeros años del siglo XX esuna de las manifestaciones más visibles del fenóme-no histórico denominado Nuevo Imperialismo. Envirtud del mismo, a partir de las décadas finales delsiglo, la presencia colonial de las potencias europeasse extendió rápidamente a un ritmo vertiginoso portodo el mundo no occidental (África, Asia y Oceanía).En el caso de África, que antes de 1884 era un conti-nente casi desconocido y donde la presencia europease ceñía a las zonas costeras, el fenómeno del NuevoImperialismo significó que en un plazo de treinta añoslos europeos pasaron a controlar y dominar el 90 %de la superficie continental.

Los motivos y medios del Nuevo Imperialismoestán relacionados con las transformaciones opera-das en algunos países europeos durante la segundamitad del siglo XIX. En particular, fue el resultadocombinado de la plena industrialización y desarrolloeconómico que experimentaron esos países, de losgrandes avances tecnológicos y científicos paralelos,y de la consolidación o formación de Estados nacio-nales poderosos y conscientes de sus posibilidades yambiciones. Así, por ejemplo, el fuerte crecimientocapitalista de mediados de siglo potenció la expan-sión imperial para lograr colonias que fueran centrossuministradores de materias primas, mercados reser-vados para la inversión de capital y la venta de bie-nes y mercancías nacionales, y zonas de emigraciónpara la creciente población metropolitana. Las ideo-logías nacionalistas y las rivalidades entre Estadosnacionales promovieron igualmente esa expansióncolonial como vehículo de una política de prestigio yautoafirmación o por motivos geoestratégicos y deseguridad militar. Por último, los avances tecnológi-cos e industriales dieron una superioridad indiscuti-ble a las potencias europeas y les permitieron em-prender sus planes de conquista colonial sin preocu-parse demasiado del coste de la oposición indígena.

La conquista y colonización de África revela to-dos esos motivos y medios de manera clara. Hasta lasegunda mitad del siglo XIX, África había sido uncontinente casi desconocido para los europeos, quesólo habían logrado asentarse en sus zonas costeras

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y no habían logrado penetrar u ocupar las tierras ig-notas e inexploradas del interior. Entre otras cosas,la resistencia de las tribus indígenas a la penetracióneuropea era considerable y efectiva, los medios detransporte disponible eran insuficientes y, sobre todo,la malaria, enfermedad endémica en todo el Conti-nente, diezmaba a los europeos que se aventurabanpor el interior y en la propia costa. Los avances tec-nológicos derivados de la Revolución industrial aca-baron con esos obstáculos: el barco de vapor permi-tió re remontar las corrientes de los ríos hacia el inte-rior; la industria química descubrió en la química elprofiláctico idóneo contra la malaria; y el rifle deretrocarga y la ametralladora hicieron inútil la resis-tencia del arco y la flecha indígenas.

Una vez que los medios estuvieron disponibles, laconquista y colonización pudo desarrollarse con enor-me rapidez e intensidad. Para imponer cierto ordenen el reparto, las potencias europeas se reunieron enla Conferencia de Berlín de 1884 - 1885, en la que sedecidió que sólo la ocupación efectiva del territorioafricano podía dar título de legitimidad a la coloni-zación por parte de un país. A partir de entonces, sedesarrollo una súbita carrera de las potenciasimperialistas para repartirse el Continente según lí-neas de expansión acordes con sus intereses.

Así por ejemplo, Gran Bretaña intentó dominarlas áreas próximas a las rutas marítimas que comu-nicaban la metrópoli con su gran colonia de la Indiay sus dominios de Australia y Nueva Zelanda. Poreso implantó su protectorado en Egipto, para domi-nar el vital Canal de Suez, e intentó constituir unacolumna continua de colonias que comunicase ElCairo con Ciudad del Cabo. La pretensión británicachocó con la intención francesa de constituir un cin-turón de colonias africanas desde el Atlántico hastael mar Rojo, poniendo en contacto terrestre Senegaly la Somalia francesa.

El conflicto alcanzó su punto álgido en 1898 du-rante la crisis de Fashoda (Sudán), que se saldó conla retirada francesa y el reconocimiento de la hege-monía británica en el Sudán. De todos modos, la pre-tensión británica de formar una columna continúa nopudo materializarse por la intervención de Alemaniaen la zona de los grandes lagos de Tanganica. Dehecho, Alemania, que llegaba tarde al reparto impe-rialista, no sólo pretendió conjurar los planes britá-nicos sino también crear un cinturón colonial queuniese su África oriental con África del sudoeste y elCamerún alemanes.

La negativa británica y francesa a ese proyectopermitió la instalación o supervivencia en la zona depotencias europeas menores: el Congo belga y las

colonias portuguesas de Angola y Mozambique. Deigual modo, la rivalidad anglo - francesa posibilitó laexpansión colonial de Italia y España, como Estadosamortiguadores y «colchón» de seguridad entre esasgrandes potencias: el Marruecos español evitó queFrancia tuviera acceso al otro lado del Estrecho deGibraltar dominado por los británicos , en tanto queLibia separaba el Túnez francés del Egipto británi-co.

En resolución , el mapa de África en 1914 reflejafielmente ese proceso de expansión imperialista eu-ropeo que se prolonga durante la segunda mitad delsiglo XIX y alcanza su máximo apogeo en vísperasde la primera guerra mundial. No cabe olvidar que larivalidad imperialista en África, sobre todo el con-tencioso franco - alemán en Marruecos en 1905 y1911, será uno de los catalizadores de la política dealianzas que conducirá finalmente al conflicto arma-do de 1914 - 1918.

VI. ESQUEMA BÁSICO PARA LA RESEÑA DELIBROS DE HISTORIA.

El estudio de historia en el nivel universitario re-quiere como complemento indispensable al uso demanuales generales la utilización de libros de histo-ria monográficos que sirvan para profundizar en elconocimiento sobre una etapa o fenómeno histórico.La realización de reseñas de libros recomendados esun recurso pedagógico esencial, puesto que obliga auna lectura atenta de los textos, ensancha los hori-zontes culturales del alumno, promueve sus hábitosde meditación y sistematización, y estimula su capa-cidad critica y sus facultades de redacción.

El modelo de esquema de reseña que figura a con-tinuación es meramente tentativo. Como bien apren-derá el estudiante en la práctica, el formato de todareseña es muy variable en función de varios facto-res, entre otros: la importancia intrínseca del libroreseñado; el autor o autores; la fecha de publicación;el tema abordado; el contexto histórico - cultural deaparición, etc. Cabe advertir, también, que una rese-ña constituye siempre un examen crítico breve, osci-lando entre las tres y las diez páginas de extensión,donde se sintetizan las ideas básicas del libro exami-nado sin recurrir a la paráfrasis abusiva e inarticulada.A modo de horizonte técnico regulativo, cuya fun-ción desaparecería en la propia ejecución práctica,se ofrece el siguiente esquema de pautas regladas parala realización de una reseña de libros sobre historia.

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VI.1 Lectura del libro

a) Información básica. Ante todo, es necesarioinformarse del autor o autores del libro, su grado deautoridad en la materia, su especialización, trayecto-ria profesional, etc. De igual modo, resulta conve-niente observar la fecha, lugar y editorial en la que sehaya publicado, a fin de apreciar el contexto eintencionalidad de la obra; esto es: si se trata de unmanual de divulgación o una monografía académicaespecializada, si está patrocinado por una escuelahistoriográfica determinada; si ha sido editado en cir-cunstancias coyunturales especiales y con propósi-tos polémicos; etc.

B) Reconocimiento general. Como regla habitual,primeramente debe leerse y observarse con atenciónel título y subtítulo, el índice general, las fuentes ybibliografía secundarias empleadas en su elaboración,y el prefacio de la obra. De ese modo, es posible for-mar una primera impresión del tema abordado y delos aspectos más importantes del estudio.

C) Lectura atenta y reflexiva. La posterior lectu-ra del prefacio y los capítulos debe hacerse de modopausado y reflexivo, siguiendo la estructura e hiloargumental empleado por el autor hasta llegar a lasconclusiones (si las hubiera). En esta tarea, resultaconveniente recoger en fichas o folios las anotacio-nes y sugerencias que pudiera suscitar la obra y, so-bre todo, copiar las citas textuales que merezcan es-pecial relevancia o sinteticen el razonamiento del au-tor.

VI. 2. Redacción de la reseña.

a) Ficha bibliográfica. Reseñar una obra (histó-rica u otra) consiste en examinar su contenido y darnoticia critica y escrita de la misma. por eso, la pri-mera obligación es proporcionar las datos bibliográ-ficos de la obra en una forma convencional, que per-mita a todo lector (incluso de otro idioma) buscar lamisma en ficheros, catálogos y repertorios bibliográ-ficos. Como ya hemos visto, esta ficha bibliográficadebe contener necesariamente los siguientes datos yen este orden: Apellido y Nombre del autor; Títulode la obra (con subtítulo), Lugar de edición; Edito-rial o entidad que lo publica; Fecha de publicación;Número de páginas. Si acaso, también su precio.

b) Presentación del autor. El segundo requisitode una reseña es presentar, aunque sea sumariamente,al autor o autores que son responsables de la obraexaminada. Ello significa conocer brevemente su bio-grafía intelectual, los rasgos más sobresalientes desu obra e investigaciones y su tendencia o inclinacio-

nes historiográficas. Bajo estas coordenadas, puedeestablecerse el papel, importancia e intencionalidadde la obra reseñada en el conjunto de esa trayectoriaprofesional y quizá en el seno de la historiografía so-bre el asunto.

c) Resumen temático global. Tras la presentacióndel autor, debe proporcionarse un resumen global delcontenido del libro, señalando el tema principal (otemas) que analiza y la tesis esencial (o conjunto detesis) que sostiene. Se trata meramente de informarde modo sintético y genérico sobre que versa el estu-dio y cuáles son sus líneas arguméntales básicas.

d) Examen crítico. Una vez introducido el tema yla perspectiva del autor, cabe proseguir el examen ycrítica pormenorizada de los contenidos del libro deun modo binario (sino más). Podría adoptarse el «mé-todo literal» y proceder a examinar las ideas, con-ceptos y razonamientos empleados a medida que sondesgranados en los sucesivos apartados y capítulosde la obra. También podría emplearse el «métodológico», que prescinde de dicha estructuración y tomacomo eje de su examen el análisis de las ideas motricesy lógica argumental que vertebran la totalidad del tra-bajo y sus conclusiones. En ambos casos, el uso delas citas textuales recogidas durante la lectura puedeser crucial, teniendo en cuenta que dichas citas siem-pre deben aparecer entre comillas (para indicar quese trata de las palabras empleadas en el texto y no deuna paráfrasis realizada por nosotros) y dando la re-ferencia exacta de la página donde se encuentran.

También en ambos casos, el examen de los conte-nidos de la obra puede ir acompañado de una compa-ración y cotejo entre sus tesis y las de otros autores,señalando su novedad y grado de contradicción ocomplementariedad con la literatura historiográficaexistente sobre el asunto. Esta labor podría llevarsea cabo igualmente en el paso siguiente y final.

e) Evaluación o conclusiones. Toda reseña, en lamedida en que constituye una noticia crítica para in-formar a terceros, debe incluir una ponderación ge-neral sobre el valor y entidad de la obra examinada yla conveniencia o no de su lectura. Ello exige cali-brar el interés cualitativo del estudio y sus aportacio-nes y novedades al conocimiento del tema abordado.Naturalmente, esta labor de ponderación exige cono-cer el estado de la cuestión y la literatura especiali-zada. Por ello mismo, la calidad de este apartado de-pende estrechamente de la formación del autor de lareseña y de su capacidad para apreciar la importan-cia de las tesis expuestas en la obra reseñada dentrodel contexto historiográfico pertinente.

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EJEMPLO DE RESEÑA DE LIBRO DE HISTORIA

FICHA BIBLIOGRÁFICA. Paul Preston, ThePolitics of Revenge: Fascism and the Military inTwentieth - Century Spain, Londres, Unwin Hyman,1990, 215 páginas.

PRESENTACIÓN DEL AUTOR. Desde la pu-blicación de su estudio sobre la dinámica política es-pañola entre 1931 y 1936, durante la II República(La destrucción de la democracia en España, 1978),Paul Preston se ha revelado como el más fecundo yoriginal de los hispanistas británicos contemporáneos.Siguiendo la brillante tradición por Gerald Brenan yRaymond Carr, la amplia obra de Preston ha abor-dado los temas más importantes de la historia espa-ñola de esta centuria: el papel crucial de las derechasy los militares en la quiebra de la República; la con-flictiva evolución del movimiento socialista desde ladictadura de Primo de Rivera hasta la transición; laguerra civil en su totalidad multifacética; el desarro-llo de la oposición antifranquista desde los duros añosde posguerra hasta la muerte del dictador; y, por noseguir enumerando, el análisis de la transición políti-ca hacia nuestra actual democracia parlamentaria.

La amplitud de ese repertorio refleja sobradamenteel rasgo que mejor define a la tradición hispanistabritánica de la que Preston es digno sucesor: su vo-luntad de establecer las grandes coordenadas de laevolución histórica contemporánea española y de es-tudiar en su seno asuntos importantes e influyentesdentro del conjunto. Basta recordar el contenido deEl laberinto español de Brenan (1943) o la España,1808 - 1939 de Carr (1966) para comprobar esa vo-luntad omnicomprensiva que combina la sutileza ana-lítica, una apoyatura documental y bibliográfica no-table y un estilo narrativo de mercado valor literario.En este sentido, son plenos exponentes de la escuelahistoriográfica británica tal y como se fraguó a par-tir de la obra de Thomas Babington Macaulay (1800- 1859). Probablemente, el contraste entre esa meto-dología y la estrecha e ilegible erudición de la histo-riografía española coetánea haya sido la clave parala extraordinaria recepción que tuvieron aquellos tra-bajos entre un público ávido de comprender «la sin-gularidad de España» en el contexto europeo de laposguerra mundial.

RESUMEN TEMÁTICO GLOBAL. El libro pu-blicado por Preston (La política de la venganza, ensu traducción castellana) se sitúa fielmente en la tra-dición mencionada. Se trata de un conjunto de traba-

jos muy recientes (artículos y conferencias) que abor-dan la compleja relación e interacción entre los mili-tares y el fascismo (como ideología y fuerza política)en la España del presente siglo. La obra se estructuraen cuatro apartados que constituyen otros tantos blo-ques temáticos. Sólo el primero tiene un carácter ge-neral y aborda globalmente el modo en que militaresy fascistas colaboraron, con mayor o menor suavi-dad, en la tarea de resistir toda tentativa de reformasocial y modernización política en la crítica coyun-tura de los años treinta y, posteriormente, toda modi-ficación del régimen instaurado tras su victoria co-mún en la guerra civil de 1936 - 1939. Los restantesapartados siguen un eje cronológico y estudian laevolución respectiva o conjunta de militares y fascis-tas en el período de la segunda guerra mundial (1939- 1945), durante el resto de la dictadura franquista(1945 - 1975) y, finalmente, durante la transiciónpolítica a la democracia (1975 - 1982).

En términos e novedad e importancia historio-grá-fica, los dos primeros apartados son los más intere-santes, tanto por sus tesis como por el soporte docu-mental y bibliográfico que presentan, en muchos ca-sos nunca utilizados con anterioridad. A la par, elúltimo bloque sobre el terrorismo de extrema dere-cha y las conjuras militares de la transición resulta elde menor atractivo para los historiadores (no así parael público general), dado que sus fuentes son básica-mente hemerográficas, bibliográficas y testimoniospersonales de protagonistas. Habrá que esperar a ñaapertura de los archivos policiales y militares (espa-ñoles y extranjeros) para que el tema pueda ser ana-lizado con mayor seguridad y puedan verificarse lasplausibles hipótesis apuntadas por Preston.

EXAMEN CRÍTICO. El interés del capítulo pri-mero del libro reside en su propuesta de analizar elfascismo español superando la mera consideraciónde Falange Española como la única fuerza fascistapresente en España. Preston sostiene que reducir alfascismo a Falange supone eliminar la importanciade dicho fenómeno en la crisis que conduce a la gue-rra civil de 1936 - 1939, dado que antes del conflictoFalange era un partido escuálido e impotente y, des-pués de la Unificación forzosa de falangistas, carlis-tas y monárquicos decretada por el general Francoen abril de 1937, la nueva Falange Española Tradi-cionalista y de las JONS casi se convirtió en un apén-dice formal y modernizante bajo férreo control mili-tar.

Como alternativa para determinar qué fue el fas-cismo español y quiénes fueron los fascistas, Prestonpropone comparar lo sucedido en España con lo ocu-

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rrido previamente en Italia y Alemania durante susrespectivas crisis de los años veinte y treinta. Enambos casos, el partido fascista o nazi, al principiomero integrante de una coalición contrarrevolu-cionaria que abarcaba a grupos derechistas tradicio-nales y contaba con la complicidad de las institucio-nes estatales, fue haciéndose con el control casi ab-soluto del aparato del Estado y del Ejército, hasta elpunto de convertirse en el único partido legal y elmayor poder político autónomo dentro del régimen.En Italia ese proceso de fascistización del Estado fuefrenado por la resistencia ofrecida por la monarquía,un amplio sector de las fuerzas armadas y la Iglesiacatólica. Por el contrario en Alemania, Adolf Hitlerfue capaz de doblegar a los sectores tradicionales, ya la altura de 1938 incluso los mandos del Ejércitohabían sucumbido ante el partido y el Estado totali-tario nacionalsocialista.

La evolución de la situación en España ofrece sor-prendentes similitudes con el caso italiano. Para em-pezar, la coalición contrarrevolucionaria que desatay libra la guerra civil contra el gobierno frente-popu-lista está formada por grupos en franco proceso defascistización: los monárquicos de Renovación Es-pañola y los católicos de la CEDA en absoluto esta-ban inmunes a la influencia fascista y parecen répli-cas de la Asociación Nacionalista Italiana y de losfascistas agrarios. La diferencia parece estar en elhecho de que el Ejército español combatiente en laguerra, al contrario del italiano, retuvo básicamentesu papel hegemónico y no quedó subordinado polí-ticamente a la Falange unificada. Y sin embargo,como demuestran las difíciles relaciones entre am-bos durante los años 1939 - 1942, la situación eramuy inestable y Falange estuvo en condiciones dediscutir esa hegemonía al amparo de un contexto in-ternacional (las victorias del Eje italo - germano enla segunda guerra mundial) que parecía alumbrar unorden fascista para toda Europa; un «orden nuevo»que Franco estaba dispuesto a aprovechar y encabe-zar ya no sólo como Generalísimo de los Ejércitossino también como Caudillo del Estado totalitario.En este sentido, que el proceso de fascistización deEspaña no alcanzase el estadio de Italia (aun menosde Alemania) parece deberse ante todo al cambio derumbo que experimentó la guerra mundial desde 1942y a la resistencia renovada que el alto mando militar,los monárquicos y los católicos pudieron entoncesofrecer a los avances del falangismo sobre sus res-pectivas áreas de control: la política militar, los mi-nisterios económicos, y los de Educación y de Justi-cia, respectivamente.

La propuesta esbozada por Preston de análisiscomparativo tiene la virtud de corregir la tendencia

actual de considerar el franquismo, en su totalidad,como un caso de régimen militar autoritario con plu-ralismo político limitado (siguiendo la célebre defi-nición de Juan José Linz, tan ajustada al franquismo«desarrollista» de los años sesenta). Tal interpreta-ción reduce la importancia del componente fascistahasta casi anularlo y hacerlo insignificante para ladefinición del régimen. Sin embargo, el análisis com-parativo, sobre todo en el período 1937 - -1945, per-mite descubrir la función crucial del fascismo en laconformación y desarrollo de la dictadura franquistay su creciente hegemonía (luego truncada) sobre otroscomponentes del régimen (carlistas, alfonsinos o ca-tólicos). Precisamente, cuando se habla metafórica-mente de una «fase azul» en el franquismo inicial seestá haciendo referencia a esa realidad bien aprecia-da por los contemporáneos. En este sentido, es inte-resante notar que la tesis de Preston coincide con eljuicio del propio Mussolini sobre el carácterfascistizante y las posibilidades de desarrollo plena-mente fascista que estaban abiertas en la España deaquel período.

El segundo apartado del libro aborda monográ-ficamente la lucha política dentro del régimen duran-te la segunda guerra mundial, cuando falangistas ymilitares pugnaban por orientar política exterior es-pañola en un sentido más o menos beligerante en fa-vor del Eje italo - germano y en contra de las poten-cias aliadas. Preston hace uso de un amplio abanicode fuentes documentales diplomáticas (esencialmen-te alemanas) y de un repertorio bibliográfico realmentevasto. El resultado es la confirmación de una tesis yaenunciada por varios autores, entre ellos, Javier Tuselly Antonio Marquina: Franco estuvo más que dispuestoa entrar en la guerra al lado de Alemania en el segun-do semestre de 1940 y sólo la negativa de Hitler apagar el precio pedido por Franco (previa ayuda mi-litar y alimenticia y cesión del imperio norteamerica-no francés) abortó la beligerancia española. En esen-cia, Hitler ni podía ni quería arriesgar las ventajasque estaba reportando la neutralidad benévola de laFrancia colaboracionista del mariscal Pétain en arasde la costosa y dudosa beligerancia de una Españade Franco hambrienta, inerme y semidestruida tras laguerra civil.

Lo interesante de este segundo apartado es notarque, en este período, Franco aparece actuar comoverdadero Caudillo falangista, obliterando los con-sejos de prudencia y cautela emitidos por la mayoríadel generalato y apoyando sin reservas la políticaexterior de su cuñado y consejero, Ramón SerranoSúñer. Ello mismo es una valiosa indicación de lavirtualidad de una evolución fascista en España bajoel liderazgo de un militar devenido en Duce por la

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fuerza de las circunstancias y su propia ambición.Los generales influyentes (Varela, Orgaz, Kindelán,Aranda, etc) a duras penas lograron contener «la ten-tación del Eje» que animaba a Francia y tuvieron querecurrir a presiones, advertencias y conjuras de muydiverso tipo para obligarle a permanecer «no - beli-gerante» en la contienda mundial. Como subrayaPreston, hay que recordar que se trataba de ungeneralato que había elegido a Franco comoGeneralísimo y Jefe del Estado y que le considerabaun mero primus inter pares, y no un homo missu aDeo (enviado por Dios), como gustaba de verse elCaudillo. A este respecto, una anécdota recogida porPreston es suficientemente expresiva. En aquellostiempos, el dicharachero general Queipo de Llanotodavía osaba referirse al susceptible Jefe del Estadoen términos nada respetuosos: «¨Paca la culona»(p.88).

Algunos años después, no habría ningún generalque pudiera tratar como un igual a Franco y, aúnmenos, ridiculizar su figura sin graves riesgos parasu carrera y su persona. El complejo proceso quecondujo a esa situación e hizo de Franco un dictadorarbitral intocable e inapelable es el tema del tercerapartado del libro.

CONCLUSIÓN. En resolución, la obra de PaulPreston está repleta de sugerencias interpretativas yriqueza informativa sobre un tema crucial para la his-toria contemporánea española. Además, tiene la vir-tud de ofrecer una perspectiva metodológica compa-rativa que contribuye a la mejor compresión de losfenómenos españoles dentro del marco europeo co-etáneo. Por eso mismo, cabe esperar y desear su pron-ta traducción al español, a fin de poner todo su con-tenido y argumentos a disposición de un público másamplio e interesado por el reciente pasado históricode España.

VII. ESQUEMA PARA LA REDACCIÓN DE UNTRABAJO DE CURSO

Los trabajos de curso sobre un tema histórico cons-tituyen un ejercicio educativo fundamental en el ám-bito universitario. Ante todo, porque posibilitan unaserie de actividades de gran valor formativo para losalumnos. Por ejemplo: adiestrarse en el manejo debibliografía histórica; desarrollar sus capacidades deanálisis, sistematización y exposición; ensayar prác-ticamente aspectos elementales del método de inves-

tigación historiográfica; y profundizar en el conoci-miento de un tema o problema histórico particular.

Generalmente, la elaboración de un trabajo aca-démico tiene como punto de partida una idea básicasobre el tema que se va a someter a examen (sea labiografía de Julio César, el origen de las Cruzadas,olas razones de la victoria aliada en la segunda gue-rra mundial). Es lo que podría denominarse el PLAN-TEAMIENTO BÁSICO INICIAL: la clarificación delconjunto de opiniones, juicios y saberes que tenemosya sobre el asunto, la idea general que necesariamen-te abrigamos, porque nadie parte de un «conjunto depremisas cero» ante ningún tema. Su manifestacióninmediata debe cobrar la forma de un título provisio-nal para el trabajo y de un esbozo o índice sumariode sus contenidos, de los aspectos que hay que trataren él, quizá divididos en aparatos y subapartados.Puede manifestarse también en una especie de esque-ma o cuadro geométrico donde se sitúen los asuntosque deben examinarse y abordarse en el trabajo.

Este planteamiento o idea puede ser previa («ca-zada al aire» mediante conversaciones, novelas o pe-lículas) o suscitada por las primeras lecturas realiza-das. Pero necesariamente se irá modificando a medi-da que se avanza en el trabajo.

Una vez determinado el asunto que se va tratar yestablecido claramente el planteamiento y la idea ini-cial, el primer paso sistemático en la elaboración deltrabajo es reunir una LISTA BIBLIOGRÁFICA per-tinente para profundizar en el conocimiento del tema.Esa bibliografía debe incluir, en términos generales,cuatro tipos diferentes de libros que deben ser revi-sados y estudiados en orden progresivo y ascendenteprimeramente, obras de referencia y ayuda generalque sirvan para una primera introducción formal altema (diccionarios históricos, enciclopedias temáti-cas, repertorios cronológicos y cartográficos, obrasde referencia bibliográfica, etc.); a continuación, unmínimo representativo (siempre superior a dos) demanuales generales donde se aborde y se contextualiceel tema; seguidamente, un conjunto coherente y sig-nificativo de monografías y artículos especializadosdedicados mayormente al asunto examinado (comomínimo, una monografía o artículo por corriente in-terpretativa que pueda haber sobre el tema); y, porúltimo, una serie de repertorios de documentos origi-nales y antologías de fuentes primarias donde se pue-dan hallar y examinarlas pruebas documentales refe-ridas en la bibliografía utilizada.

Las LECTURA Y EXAMEN de esa bibliografía(o, si es muy extensa, de partes sustanciales de lamisma) es ya una labor de investigación crítica y ana-

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lítica de gran importancia. Ante todo, porque suponela necesidad de ir recogiendo, cotejando, comparan-do, seleccionando y depurando los datos, ideas, ar-gumentos razonamientos e interpretaciones que es-tán presentes en la literatura y que pueden ser con-tradictorios, diferentes pero no en conflicto, o com-plementarios. Esta labor requiere tomar notas duran-te la lectura y confeccionar fichas de lectura de cadaobra. En estas fichas, como ya hemos visto, se debe-rá registrar y discriminar claramente lo que es infor-mación y datos objetivos y lo que es opinión o inter-pretación del autor. Hay que recordar que, en estalabor, la recogida de las opiniones exactas de un au-tor debe ir siempre entre comillas (lo que indica allector que es una cita textual y no una paráfrasis nues-tra sobre su opinión) y con la obra y página de pro-cedencia bien expresada.

Del mismo modo, un documento textual citado enuna obra o compilado en una antología documentaldebe recogerse siempre entre comillado para mostrarsu naturaleza de documento primario y redactado asíen su forma original. Por tanto, se reservará el usode las comillas para este tipo de fines, y no se utiliza-rá para enfatizar las opiniones o afirmaciones del re-dactor del trabajo. A este fin, podría emplearse, conmesura, el procedimiento del subrayado de términosy frases, siempre que su importancia lo requiriese ofuera necesario remarcar su significado.

Tras la finalización de la lectura de la bibliogra-fía y la sistematización de sus contenidos en formade fichas de contenidos y fichas de citas (ya hemosvisto que la tipología de las fichas puede ser muyamplia), procede iniciar la REDACCIÓN DE UNGUIÓN O ÍNDICE PROVISIONAL y tentativo parala elaboración del trabajo. A diferencia del plantea-miento inicial, y sobre la base de los conocimientosadquiridos en las lecturas, se trata ahora de formularun primer esbozo articulado y consistente de lo queva a ser el trabajo, con sus respectivas partes y divi-siones para organizar metódicamente la tarea de re-dactar el texto. Este guión sirve como marco y es-quema orientativo para iniciar la redacción. No de-bería exceder de una página y convendría que tuvie-ra enunciados ordenados con subdivisiones, para per-mitir que se «coloquen» en su lugar los distintos as-pectos temáticos que se van a abordar en el texto.Esos enunciados y subapartados funcionarían a modode «casillas» que habrían de rellenarse con la redac-ción del texto propiamente.

Por convención utilitaria, este tipo de guionessiempre tienen un título semidefinitivo y un apartadoinicial denominado «introducción», donde se deberesponder a la pregunta «¿De qué se trata el traba-

jo?». a estos dos elementos les siguen una serie deenunciados y subenunciados varios, según la com-plejidad arquitectónica del guión. Umberto Eco hapropuesto un esbozo de guión - índice de trabajo que,adaptado y simplificado a las necesidades del estu-diante universitario, puede ser muy útil y convenien-te como esquema orientativo:

1. Estado de la cuestión.

2. Las investigaciones precedentes.

3. Nuestras hipótesis.

4. Los datos que podemos ofrecer.

5. Análisis de los mismos.

6. Demostración de las hipótesis.

7. Conclusiones y orientaciones para el trabajoposterior.

Ese índice podría también tomar una forma máscompleja, donde estuvieran presentes varios aparta-dos subdivididos en capítulos y subcapítulos. Porejemplo:

I. PRIMERA PARTE DEL TRABAJO

1. Capítulo primero de la primera parte.

1.1. Primer subcapítulo.

1.2. Segundo subcapítulo.

2. Capítulo segundo de la primera parte.

2.1. Subcapítulo único.

II. SEGUNDA PARTE DEL TRABAJO

1. Capítulo primero de la segunda parte.

1.1. Primer subcapítulo.

1.2. Segundo subcapítulo.

1.3. Tercer subcapítulo.

2. Capítulo segundo sin subcapítulos.

III. CONCLUSIONES

NOTAS

BIBLIOGRAFÍA Y APÉNDICES

Enrique Moradiellos

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Teniendo como base el índice provisional, hay queproceder al DESARROLLO Y REDACCIÓN de lasideas y argumentos que componen nuestro trabajo.Esta redacción significa, sencillamente, dar formaescrita y narrativa a los conceptos, juicios y razona-mientos que nos ha suscitado la lectura y examen dela bibliografía, siguiendo los apartados temáticos fi-jados en el guión. Para ello, habrá que utilizar y ha-cer uso de los datos objetivos encontrados, de las in-terpretaciones de los historiadores analizados, del co-nocimiento acumulado en la literatura historiográficaconsultada, etc. Cabe solamente añadir que la redac-ción del texto debe ser clara y sencilla, sin párrafosdemasiado largos y siempre con un ordenamiento ló-gico y nunca confuso y contradictorio. En un trabajode esta naturaleza y función, es preferible el estilo ylenguaje llano al barroquismo estéril o incomprensi-ble. En términos literarios, es mejor ser siempre con-ceptista antes que culteranista: «¨Lo bueno, si breve,dos veces bueno».

Para descargar el texto, debe utilizarse cuando seaconveniente la nota a pie de página (señalada por unnúmero entre paréntesis en el texto, que remite a unnúmero al final de la página o al final del trabajo).En estas notas, se da la referencia bibliográfica exactade las obras y documentos citados, o también se ma-tizan algunas afirmaciones presentes en el texto. Parala confección de estas notas, puede ser convenientela utilización de algunas abreviaturas como las si-guientes:

anón.: Anónimo.

ap.: Apéndice

art.: Artículo de leyes (no de periódico).

c.: Circa. Hacia. Por ejemplo: c. 450 a. C. (Hacia elaño 450 antes de Cristo).

cap.: capítulo. Por ejemplo: Polibio, Historias, cap.3.

Cf. confero: confróntese o compárese. Por ejemplo:Sobre el tema, cf. P. Vilar, Historia de España, cap.7.

e.g.: en los textos ingleses, exempli gratia: por ejem-plo.

ibídem. En el mismo lugar. Cuando se remite a unautor, una obra y página de la misma que ya se habíacitado previamente. Por ejemplo: P. Vilar, ibídem.

n.: nota. Por Ejemplo: véase n. 3.

núm.: número. También nº.

ob. cit.: en la obra citada, pero no necesariamente enla misma página. Por ejemplo: P. Vilar, ob. Cit., cap.2.

p.: página. En plural se escribiría pp.

passim: por todas partes. Cuando una idea está de-sarrollada por todo un libro y artículo.

s.a.: sin año consignado.

s.l.: sin lugar de edición consignada.

sic: así. Escrito por el autor así en el original. Puedesubrayar un error o falta del texto original.

vol.: volumen. Plural, vols.

Como ya hemos visto en el apartado de elabora-ción de fichas bibliográficas, las citas que hagamosde un autor u obra en nuestro texto deben ser siem-pre fieles y recogidas entre comillas. No cabe hacerinterpolaciones en las mismas y toda alteración o su-brayado que no sea original debe ser advertido ennota. Si es necesario añadir una aclaración o comen-tario al texto, se hará utilizando corchetes o parénte-sis cuadrados, para diferenciarlo de los paréntesis quepueda haber en el propio original. Por la que respec-ta a la extensión de las citas, cabe adoptar dos crite-rios para su inclusión en el trabajo. Cuando una citano supere las dos o tres líneas, puede insertarse den-tro de un párrafo bien señalada por comillas. Cuan-do, por el contrario, la cita sea más larga, cabe reco-gerla de modo aislado, con un espaciadomecanográfico menor y con mayor margen a la iz-quierda que el texto normal, como hacemos a conti-nuación:

Así, de una manera visual muy directa, se aprecia el carác-ter de cita textual de estas palabras. En este caso, no sonnecesarias las comillas, pues el propio margen y el menorespaciado cumplen su función de avisarnos de que se tratade una cita textual.

Finalmente, las CONCLUSIONES del trabajo, sies que son pertinentes y necesarias, no deberían to-mar la forma de un resumen de todo el desarrollo ar-gumentado previo. Más bien tendrían que ser una se-rie de consideraciones generales que se deduzcan deltrabajo. Pudiera ser que volvieran a retomar el «esta-do de la cuestión» planteado inicialmente y lo resituaraa la luz de la investigación bibliográfica (o, en sucaso, documental) realizada.

Tras las conclusiones, cabe incluir las notas pre-sentes a lo largo del texto (si es que no van a pie depágina), la bibliografía consultada y los apéndicesdocumentados que puedan considerarse pertinentespara dar mayor apoyatura al trabajo.

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En el plano puramente pragmático de la edición,cabe recordar que un trabajo debe presentarse de for-ma esmerada. Ello requiere, entre otras cosas: unmecanografiado cuidado y legible, una primera pági-na en la que figure el título del trabajo y el nombredel autor o autores, que los folios estén escritos poruna sola cara a doble espacio, y que se deje ampliosmárgenes , sobre todo a la izquierda.

EJEMPLO DE TRABAJO DE CURSO

EL DESASTRE COLONIAL ESPAÑOL DE1898

ÍNDICE

Introducción

1. La historiografía sobre el Desastre

2. La crisis del sistema colonial español

3. Política española y guerras coloniales

4. Los intereses y gestiones de Estados Unidos

5. La guerra hispano - norteamericana

6. Epílogo

NOTAS

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA

Introducción

En el breve plazo de dos meses, entre mayo y ju-lio de 1898, España perdió la totalidad de sus vetus-tas posesiones coloniales en Las Antillas (Cuba yPuerto Rico) y el Pacífico (Filipinas e islas Marianas,Carolinas, Palaos y Guam) tras sufrir una fulminan-te y abrumadora derrota naval y militar frente a losEstados Unidos de América. Esta derrota espectacu-lar pasó a conocerse en la opinión pública contem-poránea y en la historiografía posterior como El De-sastre, con mayúsculas y escuetamente, quedandograbado a fuego en la conciencia histórica de los es-pañoles. Dicho descalabro militar y colonial provo-có una honda sacudida del cuerpo político y del uni-verso ideológico español, y abrió la vía al lento pro-ceso de desintegración del sistema de poderoligárquico que había sido inaugurado por la Res-tauración borbónica de 1875; un proceso espasmó-dico que se prolongaría en sus rasgos y caracteresesenciales hasta la implantación de una República de-mocrática en 1931.

1. La historiografía sobre el Desastre

La historiografía tradicional española, represen-tada a título de ejemplo por los estudios de GabrielMaura, Jerónimo Bécker, Melchor FernándezAlmagro y Pablo de Azcárate(1), ha contemplado elDesastre del 98 como un caso singular y específicode la historia finisecular de España; como una espe-cie de orgulloso «suicidio numantino» derivado delpeculiar carácter nacional e idiosincrasia de los es-pañoles.

A tenor de este discurso clásico sobre el 98, lostérminos del problema habrían sido los siguientes: unaEspaña marginada del concierto europeo por su polí-tica de aislamiento diplomático y comprometida enuna doble guerra colonial en Cuba y Filipinas, hubode enfrentarse sola a la intervención de Estados Uni-dos en el conflicto y fue empujada a la guerra hispa-no - norteamericana que culminó en la liquidación desu disminuido imperio ultramarino. Los gobernantesespañoles, con el pleno apoyo de su opinión pública,habrían decidido no claudicar y enfrentarse al colosonorteamericano en virtud de una combinación de lossiguientes motivos: su ceguera política y militar antela desproporción de fuerzas respectivas; su ilusoriaesperanza de lograr la victoria y preservar las colo-nias ; y su alto sentido del honor y deber nacional,que impedía y vedaba cualquier posibilidad de reti-rada o cesión frente a las iniciativas, presiones yamenazas norteamericanas.

Esa interpretación de la historiografía tradicionalsobre el origen y naturaleza del 98 hace tiempo queha sido severamente cuestionada en diversos aspec-tos por las investigaciones de autores como JesúsPabón, José María Jover Zamora, José Varela Orte-ga, Joaquín Romero Maura y Carlos Serrano(2). Ajuicio de esta creciente pléyade de historiadores«revisionistas», habría que contemplar el Desastreespañol de 1898 desde una perspectiva más amplia,desde una perspectiva de historia comparada. Y en-tonces , el 98 aparecería como el resultado de la con-fluencia e intersección de dos procesos diferentes yparalelos.

En primer lugar, habría sido el resultado del fra-caso político económico del colonialismo español. Enesencia, el anticuado sistema de dominación colonial,después de haber sofocado una primera insurreccióncubana entre 1868 y 1878 (la Guerra de los DíezAños), se había mostrado incapaz de modernizarse yestablecer un nuevo modelo de integración bajo so-beranía española aceptable para la población colo-nial y compatible con sus intereses políticos y econó-micos. Además, el fracaso de la metrópoli quedabareflejado en su incapacidad para evitar la progresiva

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gravitación de las colonias hacia el centro de poderregional emergente en el Caribe y el Pacífico: losEstados Unidos de América.

En segundo lugar, el 98 español también habríasido el resultado del proceso de redistribución colo-nial que se abrió en el mundo en la década de 1890.Y, en este sentido, el 98 español se presenta como uncaso más (si bien el más evidente) de la serie de «no-venta - y - ochos» que afectaron a un conjunto demedias potencias que vieron frustrados sus proyec-tos coloniales por la acción (u omisión) de otras po-tencias superiores decididas a imponer un nuevo re-parto imperialista. Así, por ejemplo, en 1890 Portu-gal hubo de renunciar a la unión territorial de Angolay Mozambique en virtud del ultimátum británico ensentido contrario; en 1896 Italia tuvo que abandonarla idea de establecer un imperio en Abisinia despuésser derrotada en Adua por tropas indígenas en mediodel aislamiento diplomático internacional; por últi-mo, en 1898, tras la crisis de Fashoda, Francia hubode retirarse del Sudán en beneficio del dominio britá-nico sobre ese territorio.

En definitiva, el 98 español fue el producto resul-tante de la intersección de esos dos procesos aludi-dos, por la sencilla razón de que el fracaso del colo-nialismo español quedó de manifiesto en dos áreas,Las Antillas y el Pacifico, que eran ya, desde tiempoatrás, el ámbito donde se proyectaba el naciente im-perialismo norteamericano, sin competencia u oposi-ción efectiva por parte de ninguna otra gran poten-cia.

2. La crisis del sistema colonial español.

El drama colonial español comenzó realmente enfebrero de 1895, cuando resurgió en Cuba una insu-rrección independentista de enorme extensión y gra-vedad (el llamado Grito de Baire). La misma ampli-tud y celeridad del nuevo brote insurreccional pusoen evidencia desde el principio el enajenamiento dela población cubana respecto a la autoridad españolay la incapacidad económica y militar de la metrópolipara restablecer su dominio indiscutido en la GranAntilla. Por supuesto, el amplísimo apoyo social quetuvo dicha insurrección sólo se explica si atendemosa los rasgos políticos y económicos que caracteriza-ban al sistema colonial español, auténticos responsa-bles de la hostilidad de la población cubana ante elpoder metropolitano(3).

En el plano político, Cuba, al igual que el resto delas colonias , estaba gobernada por un capitán gene-ral con poderes gubernativos omnímodos, apoyadopor una burocracia administrativa (civil y militar) mo-

nopolizada casi exclusivamente por españoles. Estaburocracia, junto con los comerciantes y hacendadosespañoles radicados en las ciudades, constituían elsoporte de la autoridad metropolitana y alentaba elpartido Unión Constitucional, favorable a la plenaasimilación de Cuba por España y opuesto a cual-quier tipo de reforma política que debilitase su capa-cidad de influencia.

Frente a ese grupo «españolista», el desarrollo dela economía cubana desde principios del siglo XIXhabía generado unas compactas burguesías criollas(criollos: colonos de origen español nacidos y cria-dos en Cuba) en torno a la producción y comerciali-zación de los tres grandes artículos cubanos: el azú-car (que llegó a representar un tercio de la produc-ción mundial), el tabaco y el café(4). Esta poblacióncriolla constituía la base social, cada vez más nume-rosa, de los partidos reformistas y autonomistas fa-vorable a un nuevo reparto de las funciones políticascoloniales en beneficio de su grupo. Tras el fracasode estas opciones, las burguesías criollas serían elsoporte activo o pasivo de las soluciones indepen-dentistas, reclutándose en su seno la dirección políti-ca e intelectual del movimiento de liberación nacio-nal.

El enfrentamiento entre criollos y españoles pe-ninsulares en el plano político estaba en marcado yagudizado hasta extremos de ruptura por el antago-nismo entre los intereses económicos respectivos. Enefecto, el sistema colonial español implicaba un in-tercambio económico entre la metrópoli y las colo-nias tremendamente favorable a la primera y perjudi-cial para las segundas, especialmente Cuba(5).

En virtud de la legislación proteccionista que cul-minó en la Ley arancelaria de 1882, las colonias sehabían convertido en un verdadero mercado reserva-do para la producción española, sobre todo la pro-ducción textil catalana y los trigos y harinas caste-llanos. De este modo, las colonias se veían obligadasa abastecerse de productos españoles, protegidos dela competencia internacional mediante elevados aran-celes que compensaban sobradamente el alto preciode los artículos españoles respecto a los extranjeros.Estas medidas habían permitido, por ejemplo, que el60 % del comercio catalán en la década de 1890 tu-viese como destino Cuba y las colonias. Y así se ha-bía generado un beneficio colonial que actuaba comofactor de compensación sobre el crónico déficit co-mercial de España en sus intercambios con el exte-rior.

Pero las leyes arancelarias tenían una faceta mu-cho más gravosa y discriminatoria para las colonias:no sólo hacían de las colonias un mercado reservado

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para los caros productos españoles, sino que tambiéncerraban el mercado español a los productos colo-niales que pudiesen hacer competencia a productoshispanos. Por ejemplo, el proteccionismo arancela-rio excluía el azúcar cubano en favor del azúcar deremolacha producido en España. Y al cerrar ese mer-cado metropolitano, se obligaba a esos productoscoloniales a buscar salida en mercados foráneos, so-bre todo en el cercano y enorme mercado de EstadosUnidos.

La distorsión provocada por esta peculiar diná-mica económica colonial impuesta por España pue-de apreciarse claramente en las siguientes cifras. En1894, último año de paz, Cuba obtuvo de España el43 % de sus importaciones totales, mientras que otro37 % se obtenía de Estados Unidos a pesar de losaltos aranceles. En ese mismo año, Cuba exportó aEstados Unidos el 88 % de su producción, enviandotan sólo a España el 9 % de la misma(6). Así pues,para entonces era patente que España, a pesar de supolítica proteccionista y debido a su atraso económi-co e industrial, era incapaz de abastecer las crecien-tes necesidades de una economía en expansión comola cubana y tampoco estaba en condiciones de absor-ber más que una mínima parte de su producción. Enambos campos, Estados Unidos aparecía como pu-jante cliente y proveedor, capaz de garantizar la con-tinuidad del crecimiento económico cubano median-te el gran volumen de intercambios en curso y lascrecientes inversiones de capital (concentradas sobretodo en la mecanización de los ingenios azucareros yla instalación de fábricas de tabaco).

Por consiguiente, no es de extrañar que las mis-mas burguesías criollas que demandaban reformaspara incrementar su poder político también exigiesenla anulación de las leyes proteccionistas que estabanpenalizando sus intereses económicos. Contra estasdemandas duales se alzaron el partido españolistainsular y los intereses de los productores catalanes ycastellanos, conscientes ambos de que su vigor y su-pervivencia dependían del mantenimiento del statuquo colonial. Cuando en 1895 las Cortes españolasrechazaron un tímido proyecto de reforma colonialpresentado por Antonio Maura, las burguesías crio-llas comprendieron que la vía autonomista estabacerrada ante el inmovilismo político de la metrópoli.Por eso se pasaron abiertamente a la causaindependentista y, a pesar del temor que les infundíala movilización de la población negra rural, acepta-ron patrocinar la insurrección capitaneada por JoséMartí en el plano político y por Máximo Gómez enel militar.

3. Política española y guerras coloniales.

El estallido de la guerra en Cuba en febrero de1895 provocó de inmediato la caída del gobierno li-beral de Sagasta, debido a un pequeño motín militaren Madrid contra dos periódicos que habían critica-do la falta de voluntarios entre la oficialidad paraservir en las colonias. El incidente representó el pri-mer conato de militarismo en la política restaura-cionista y anunció la importancia clave del Ejércitoen la formulación de la respuesta española ante lainsurrección(7). De acuerdo con la mecánica del «tur-no pacífico», el partido conservador formó nuevogobierno bajo la presidencia de Cánovas del Casti-llo. Y fue este gobernante y su gabinete el que tuvo laexclusiva responsabilidad para hacer frente a la cri-sis cubana, dada la minoría de edad del futuro reyAlfonso XII y la débil posición política de la reinaregente, María Cristina de Habsburgo.

La primera medida de Cánovas fue nombrar algeneral Martínez Campos como Capitán General deCuba. Martínez Campos había sido el vencedor de laguerra de los diez años y, por sus facultades de nego-ciador, parecía el hombre idóneo para poner en prác-tica la respuesta político - militar planeada porCánovas: reprimir la insurrección de un modo selec-tivo, dejando abierta la puerta a la negociación conlos sectores menos radicalizados.

Desde abril a diciembre de 1895, Martínez Cam-pos intentó infructuosamente llevar a cabo su come-tido y llegó a contar con casi 100.000 soldados paraenfrentarse a unos 40.000 insurrectos que practica-ban la guerra de guerrillas en el campo y la selva.Pero las circunstancias ya no eran propicios para lanegociación, entre otras cosas por el inmovilismopolítico de la metrópoli. El propio Martínez Camposinformó a Cánovas de su fracaso con estas revelado-res palabras:

Los pocos españoles que hay en la isla sólo se atreven aproclamarse como tales en las ciudades. El resto de los ha-bitantes odia a España [ ... ].La insurrección es hoy día másgrave, más potente que a principios del 76 [ ... ].Vencidosen el campo o sometidos los insurrectos, como el país noquiere pagar ni nos puede ver, con reformas o sin reformas,con perdón o con exterminio, mi opinión leal y sincera esque antes de doce años tenemos otra guerra, y si todavíanosotros no diéramos más que nuestra sangre, podrían ve-nir una y otra; pero ¿ puede España gastar lo que gasta?(8)

Ciertamente, como señalaba Martínez Campos, laguerra cubana estaba poniendo de manifiesto la in-capacidad militar y económica de España para resta-blecer su dominio indiscutido sobre la Gran Antilla.Y ello a pesar de que la opinión pública españolaapoyaba casi unánimemente el esfuerzo bélico reali-

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zado, incluyendo a las oposiciones al régimenrestauracionista: el carlismo, por la derecha, y la granmayoría del republicanismo, por la izquierda. Sóloel republicanismo federal y las corrientes obreras,socialistas y anarquistas, cuestionaban la guerra (so-bre todo el injusto sistema de reclutamiento), sin lle-gar al apoyo a los insurrectos cubanos o a la denun-cia del colonialismo como fórmula de explotación(9).

En el plano militar, el Ejército español adolecíade exceso de mandos, carecía de tropas colonialesprofesionales y estaba formado por reclutas inexper-tos y mal equipados, en virtud de una ley de recluta-miento que permitía la exención de los ricos del ser-vicio militar a cambio de dinero. Como resultado, setrataba de un Ejército de soldados baratos y bisoños,muy mal adaptados al tipo de guerrilla tropical em-pleada por los insurgentes cubanos. Baste recordarque de los 200.000 soldados enviados a Cuba duran-te toda la guerra, sólo un 20 % fue realmente opera-tivo en el combate y que las bajas por mortalidad seelevaron al 50 % de todos los movilizados (víctimastanto de los combates como de la fiebre amarilla y ladisentería)(10).

Así pues, la guerra era una sangría de hombres,sobre todo de los hijos de las clases populares que nohabían podido comprar su exención del servicio mi-litar. Pero, además, la guerra era una hemorragia eco-nómica para un país con una economía y finanzastan débiles como España. No sólo estaba destruyen-do la producción cubana y el beneficio colonial, sinoque el esfuerzo de sostener y equipar al Ejercito com-batiente estaba agravando el crónico déficit presu-puestario y diezmando los recursos humanos y mate-riales de la metrópoli. Cánovas había apreciado cla-ramente los peligros implícitos en esa situación alescribir en septiembre de 1895; «Si la guerra se dila-ta o no se acaba pronto, muy pronto, se nos puedenvenir encima conflictos inmensos»(11). Y los crecien-tes motines populares contra la escasez y carestía delpan sirvieron a los gobernantes españoles como ad-vertencia de los potenciales efectos sociales y políti-cos de un esfuerzo bélico ilimitado.

Para atajar la peligrosa contingencia de una gue-rra larga, Cánovas resolvió cesar a Martínez Cam-pos y sustituirle por el general Valeriano Weyler comoCapitán General. Desde enero de 1896 hasta octubrede 1897, Weyler puso en práctica la segunda respuestaespañola a la crisis cubana: una política de represiónmilitar indiscriminada, decidida a sofocar rápidamentela insurrección con métodos modernos de guerracontrainsurgente. Por ejemplo, y aparte de la políticade tierra quemada y liquidación física del enemigo,Weyler concentró a la población civil rural en cam-

pamentos militares, auténticos campos de concentra-ción . el resultado de la «política de reconcentración»fue el colapso de la vida económica cubana, la mise-ria y aguda mortandad de los civiles concentrados yel paso masivo de los cubanos al bando insurrecto. Yaun así, Weyler sólo pudo asegurar el dominio espa-ñol sobre las ciudades y fue incapaz de conseguir elcontrol permanente de los campos y la manigua, dondela insurrección campaba por sus fueros.

Para agravar más la crítica situación, desde elverano de 1896 Filipinas era escenario de una vio-lenta insurrección tagala (indígenas filipinos) que eli-minó la autoridad española de amplias zonas del ar-chipiélago. En esas circunstancias, a mediados de1897 parecía evidente que la respuesta militar repre-siva había fracasado en su intento de suprimir la cri-sis colonial. El asesinato de Cánovas por un anar-quista en agosto de 1897 sólo vino a subrayar esefracaso y abrió la vía al último español para resolverla crisis colonial.

Desde octubre de 1897 a abril de 1898, el nuevogobierno liberal de Sagasta puso en práctica una po-lítica de concesiones autonómicas en materia políti-ca y económica que trataba tan sólo de preservar lasoberanía general española sobre las colonias. Porsupuesto, Weyler fue cesado atendiendo a las criti-cas internacionales contra su enérgica actuación ysustituido por el más flexible general Blanco. Y aun-que se mantuvo la campaña militar, ésta fue combi-nada con ofertas de negociación, sobre la base de que«todos los esfuerzos del mundo no son bastantes paramantener la paz con el solo empleo de las bayone-tas»(12). Sin embargo, las iniciativas autonomistas li-berales llegaban tarde. La insurrección había progre-sado hasta un punto en que era imposible el retorno.Vista y comprobada la incapacidad española, los re-beldes cubanos no estaban dispuestos a obtener nadamenos que la independencia.

Por otra parte, el partido «españolista» en la islaera rotundamente hostil al proyecto autonomista, quetambién encontraba fuerte oposición en los círculosproductores catalanes y en los ámbitos militaresultranacionalistas, favorables a la prosecución de laestrategia de Weyler. De hecho, la introducción delas reformas en enero de 1898 provocó serios moti-nes de la oficialidad en Cuba bajo el grito: «¡MueraBlanco, viva Weyler! ¡Autonomía no!». Además, paraentonces, un nuevo elemento clave había entrado de-cididamente en el escenario de la crisis colonial es-pañola: Estados Unidos.

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4. Los intereses y gestiones de Estados Unidos.

El gobierno norteamericano había observado elconflicto con preocupación desde el principio, en vir-tud de sus grandes intereses económicos y geopolíticosen el Caribe y el Pacífico. No en vano, Cuba absor-bía una cuarta parte de la exportación estadouniden-se a América Latina, el capital invertido en la islasumaba casi 50 millones de dólares, y el área teníaun creciente interés estratégico debido a la construc-ción del canal de Panamá. Después de tres años deguerra, la patente incapacidad española para impo-ner la paz y salvaguardar los mermados intereses ame-ricanos habían ido escalonando la intervención di-plomática de Estados Unidos en el conflicto. En con-sonancia con las doctrinas del Destino Manifiestoimperantes en la prensa y los círculos oficiales nor-teamericanos, el propio presidente Cleveland habíaadvertido sin reservas desde el primer momento:«Cuando la impotencia de España sea evidente, losEstados Unidos sabrán cumplir con su deber». A lavez, todas las grandes potencias mundiales habíandejado claro su intención de no involucrase en el con-tencioso hispano - norteamericano que se iba fraguan-do(13).

En abril de 1896, el gobierno de Estados Unidoshabía ofrecido a España su mediación para poner finnegociado a las hostilidades. Cánovas rechazó la ofer-ta porque abrigaba la tenue esperanza de que la nue-va estrategia de Weyler fuera capaz de sofocar la re-belión. Pero, fundamentalmente, también la rechazópor temor a la reacción contraría de la opinión públi-ca y de los militares españoles, cuyo estado de exal-tación nacionalista les predisponía a escuchar lasdenuncias carlistas y republicanas contra un régimenque pareciese mínimamente proclive a ceder a laspresiones extranjeras y a abandonar la plena sobera-nía sobre las colonias. En septiembre de 1897, el nue-vo presidente Mackinley volvió a repetir la oferta demediación a la vez que sugería secretamente la ventade Cuba a cambio de una suma sustanciosa. Y estavez fue Sagasta quien tuvo que rechazar ambas ini-ciativas por los mismos motivos inconfesables enpúblico, a pesar de que personalmente era favorablea la venta o la mediación (al igual que la reina regen-te).

Desde finales de 1897, cuando se hizo evidenteque la oferta liberal de autonomía tampoco conse-guía la pacificación de Cuba, los gobernantes espa-ñoles comprendieron que se hallaban ante un dilemairresoluble cuyos términos eran los siguientes: poruna parte, la incapacidad económica y militar parasofocar la rebelión y para seguir librando indefinida-mente una guerra agotadora; por otra, la paralela

imposibilidad de ceder ante los rebeldes o EstadosUnidos sin grandes riesgos para la estabilidad y su-pervivencia del régimen de la Restauración, habidacuenta del sentir militar y de la presión republicana ycarlista. En otras palabras, los gobernantes españo-les se encontraban en un callejón sin salida: eran in-capaces de vencer en las colonias pero también lesera imposible ceder porque ello pondría en peligro ladinastía y el régimen en la metrópoli.

En esas condiciones dilemáticas, fue cobrandoforma una solución drástica que parecía un mal me-nor. A saber: entablar una guerra suicida contra Es-tados Unidos que acabara con el dilema de modo dig-no, honroso y, sobre todo, con pocos riesgos para lacontinuidad del régimen, que podría obtener el apo-yo de la nación para un acto quijotesco y sólo se ve-ría obligado a ceder ante una abrumadora demostra-ción de fuerza superior. Es decir: la pérdida de lascolonias sería más aceptable para la opinión públicay los militares y menos peligrosa para el régimenrestauracionista si era consecuencia de una derrotamilitar espectacular y fulminante.

Esta interpretación de que la guerra con EstadosUnidos fue una opción política meditada, una cons-ciente huida hacia adelante, aparece confirmada porlos testimonios contemporáneos. Desde luego, en losmedios oficiales hubo plena conciencia de la graveinferioridad militar y estratégica y no hubo falsas ilu-siones de victoria en los círculos dirigentes. El jefede la escuadra española ya había advertido en 1897,al examinar la escuadra norteamericana: «Un sólode esos barcos basta para deshacer toda la Marinamilitar española». Por su parte, el ministro de la Gue-rra declaraba poco antes de iniciarse el conflicto:

No soy de los que alardean de seguridades en el éxito, aca-so de romperse las hostilidades; pero soy de los que creenque, de dos males, éste es el mejor. El peor sería el conflic-to que surgiría en España si nuestro honor y nuestros dere-chos fuesen atropellados(14).

De un modo aún más revelador, el conde deRomanones, prohombre del partido liberal, confesa-ría posteriormente que, en vísperas de la guerra, loslíderes políticos y militares de la Restauración ha-bían concluido:

[...] que para salvar la paz interior y para satisfacer las exi-gencias del elemento militar había que rendirse a la inexora-ble fuerza de los acontecimientos y acudir a la guerra comoúnico medio honroso de que España pudiera perder lo queaún le restaba de su inmenso imperio colonial(15).

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5. La guerra hispano - norteamericana.

Así pues, la explosión del acorazado Maine en elpuerto de La Habana en febrero de 1898 (preparadapor los rebeldes cubanos para forzar la intervenciónestadounidense) sólo precipitó un desenlace previstodesde tiempo atrás. El 25 de abril Estados Unidosdeclaró la guerra a España y ordenó a su flota delPacífico y del Atlántico que atacasen de inmediato alas respectivas flotas españolas, que se estaban con-centrando en la bahía filipina de Cavite y en el puer-to de Santiago de Cuba.

El 1 de mayo la escuadra norteamericana, com-puesta por 7 acorazados con 134 cañones de largoalcance, se enfrentó en Cavite a la española, com-puesta por 6 cruceros de casco de madera y 60 caño-nes de corto y medio alcance. No hubo combate; fueuna cruenta inmolación. Los cañones norteamerica-nos destruyeron casi sin resistencia a los buques es-pañoles en unas breves horas, con un descanso en elintermedio para que la tripulación norteamericanapudiera almorzar. Al término del combate, el almi-rante Montojo formuló su famosa sentencia: «Másvale honra sin barcos que barcos sin honra»(16).

La flota española anclada en Santiago de Cubasufrió un destino similar, si bien aquí se reveló aúnmás la voluntad del gobierno español de ir a un de-sastre controlado y rápido, para poder llegar cuantoantes a la paz.

El almirante Cervera informó a Madrid a fines dejunio que, dada la superioridad de la escuadra nor-teamericana que le estaba bloqueando en la bahía deSantiago, «consideraba la escuadra perdida» y creíapreferible perderla resistiendo en el puerto antes desalir a combatir en alta mar. El gobierno le ordenósalir de la bahía y presentar batalla frontal. El 3 dejulio Cervera y sus oficiales acataron la orden no sinantes consignar por escrito lo siguiente:

[...] que en honor y conciencia tenían el conven-cimiento de que el gobierno de Madrid tenía el de-terminado propósito de que la escuadra fuera des-truida lo antes posible para hallar un medio de lle-gar rápidamente a la paz.(17).

Como Cervera había previsto, la salida significóel sacrificio de su escuadra. La flota del almiranteSampson hundió todos sus barcos en un combate demenos de cuatro horas. Los españoles sufrieron 350muertos, 160 heridos y 1600 prisioneros, incluyendoal propio almirante Cervera. Los norteamericanostuvieron un muerto y dos heridos. Cervera pudo en-tonces emular a Montojo y afirmar: «Todo se ha per-dido menos el honor».

La pérdida de ambas escuadras hizo imposible lacontinuación de la guerra en escenarios tan lejanosde la metrópoli y tan cercanos a territorio enemigo.Al mismo tiempo, el carácter fulminante y total de laderrota impuso la necesidad de pedir la paz en todoslos ámbitos militares y políticos. Aun así, Sagastatuvo que neutralizar a los militares más recalcitran-tes enfrentándolos con una alternativa draconiana: siquerían proseguir la guerra, que tomaran en sus ma-nos el gobierno(18). En esas condiciones, prácticamentenadie se opuso a que el gobierno liberal pidiese el 18de julio un armisticio al gobierno norteamericano y aque, el 10 de diciembre de 1898, firmase el Tratadode París por el que España renunciaba a la soberaníade todas sus ex colonias. Tampoco se opuso una opi-nión pública que recibió el final de la guerra con sor-presa y alivio, más que con amargura o voluntad re-volucionaria e insurreccional.

6. Epílogo

El pronóstico de los gobernantes de la Restaura-ción había resultado acertado: Cavite y Santiago deCuba no fueron para el régimen y la dinastía españo-la lo que había sido la derrota de Sedán en 1870para el segundo imperio Francés. El régimen no fuederribado por un golpe militar de su propio Ejércitoni por una revolución inspirada por sus enemigoscarlistas o republicanos. Ello no obstante, los efectosdel Desastre fueron sustanciales y de largo alcance.A partir de 1898 el régimen no pudo seguir funcio-nando como antaño y hubo de hacer frente a distin-tos y poderosos desafíos políticos, sociales e intelec-tuales que persistirían, y en realidad definirían, elproceso de desintegración del sistema de dominaciónrestauracionista.

NOTAS

1 G. Maura, Historia crítica del reinado de donAlfonso XIII, Barcelona, Montaner y Simón, 1919 -1925, 2 vols.; J. Bécker, Historia de las relacionesexteriores de España durante el siglo XIX, Madrid,Voluntad, 1924, vol. 3; M. Fernández Almagro, His-toria política de la España contemporánea, Madrid,Alianza, 1968, vols. 2 y 3; P. de Azcárate, La gue-rra del 98, , Madrid, Alianza, 1968.

2 J. Pabón, «El 98, acontecimiento internacio-nal» en Días de ayer, Barcelona, Alpha, 1963, pp.139 - 195; J. M. Jover Zamora, 1898. Teoría y prác-tica de la redistribución colonial, Madrid, Funda-ción Universitaria Española, 1979; J. Varela Ortega,Los amigos políticos. Partidos , elecciones y caci-

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quismo en la Revolución, Madrid, Alianza, 1977; J.Romero Maura, La rosa de fuego. Republicanos yanarquistas, Barcelona, Grijalbo, 1975; C. Serrano,Final del imperio, España, 1895 - 1898, Madrid,Siglo XXI, 1984.

3 véase una completa exposición de la historiacolonial de Cuba en la obra de Hugh Thomas, Cuba.La lucha por la libertad, Barcelona, Grijalbo, 1973.

4 Sobre el desarrollo económico de Cuba, resultaesencial la obra de Manuel Moreno Fraginals, Elingenio(complejo económico social cubano del azú-car). La Habana, Ciencia Social, 19778, 3 vols.

5 Jordi Maluquer de Motes, «El mercado colo-nial antillano en el siglo XIX» en J. Nadal y G.Tortella (comps.), Agricultura, comercio colonial ycrecimiento económico en la España contemporá-nea, Barcelona, Ariel, 1974, pp. 322 - 357.

6 J. Maluquer de Motes, ob. cit., p. 351

7 Sobre el papel militar en la crisis, véanse loscapítulos correspondientes en Rafael NúñezFlorencio, Militarismo y antimilitarismo en España,1888 - 1906, Madrid, CSIC, 1990; y Stanley Payne,Los militares y la política en la España contempo-ránea, París, Ibérico, 1968.

8 Carta confidencial de Martínez Campos aCánovas, 25 de julio de 1895. Recogida en M.Fernández Almagro, Historia política de la Españacontemporánea, vol. II, pp. 249 - 251 y 433.

9 Sobre la reacción popular ante la guerra, véaseel amplio repaso que dedica al tema Carlos Serrano,Final del imperio, cap. 5.

10 Nuria Sales, «Servicio militar y sociedad enla España del siglo XIX», en Sobre esclavos, reclu-tas y mercaderes de quintos, Barcelona, Ariel, 1974,pp. 207 - 277; S. Payne, ob. Cit., cap. 5.

11 Nota de Cánovas a su ministro de la Guerra,13 de septiembre de 1895. Recogida en M. FernándezAlmagro, ob., cit,. pp. 272 - 273.

12 Nota del nuevo gobierno liberal sobre Cuba.Recogida en C. Serrano , Final del imperio, p. 151 -153.

13 Las difíciles relaciones hispano - norteameri-canas durante la crisis colonial se analizan en las obrasde Philip S. Foner, La guerra hispano - norteameri-cana y el nacimiento del imperialismo norteameri-cano, Madrid, Akal, 1975, 2 vols.; y James Cortada,Two Nations over Time. Spain and the United States,1776 - 1977, Westport, Greenwood Press, 1978. Paraestudiar el progresivo aislamiento diplomático deEspaña es inexcusable el libro de Rosario de la To-

rre, Inglaterra y España en 1898, Madrid, Eudema,1988.

14 Declaración pública del general Correa, 6 deabril de 1898. El juicio previo del almirante Vega deSeoane se formuló en noviembre de 1897, tras revi-sar la flota americana en Nueva York. Ambas se re-cogen en M. Fernández Almagro, Historia políticade la España contemporánea, vol. III, pp., 75 - 76 y313.

15 Conde de Romanones, Las responsabilidadespolíticas del antiguo régimen, 1875 - 1923, Madrid,Renacimiento, s. a., p. 33

16 Sobre la catástrofe de Cavite, véase el vividorelato de M. Fernández Almagro, ob., cit., pp. 89 -102.

17 Recogido en M. Fernández Almagro, ob., cit.,p. 112.

18 El conflicto entre Sagasta y los militares con-trarios al armisticio se recoge en J. Romero Maura,La rosa de fuego, pp. 9 - 12, y J. Varela Ortega, Losamigos políticos, pp. 317 - 319.

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA

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Bécker, Jerónimo, Historia de las relaciones ex-teriores de España durante el siglo XIX, Madrid,Voluntad, 1924, vol. 3.

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Maluquer de Motes, Jordi, «El mercado colonialantillano en el siglo XIX», en J. Nadal y G. Tortella(comps.), Agricultura, comercio colonial y creci-miento económico en la España contemporánea,Barcelona, Ariel, 1974, pp. 322 - 357.

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Varela Ortega. José. Los amigos políticos. Parti-dos, elecciones y caciquismo en la Restauración.Madrid. Alianza. 1977.

VIII. NOTAS PARA INICIAR LA CONSULTAARCHIVISTICA

La formación de un estudiante universitario nopuede darse por concluida hasta que haya visitado ytrabajado, siquiera sumariamente, en un archivo his-tórico. No en vano los archivos son los auténticoslaboratorios y despachos en los que el historiadorentra en contacto y examina el material y documen-tación histórica disponible, que le sirven necesaria-mente cono soporte y apoyatura para la redaccióndel relato narrativo sobre el pasado histórico.

La palabra «archivo» procede del término griegoclásico aVcetou que denotaba el habitáculo donde seconservaban los diplomas y documentos públicos deinterés especial para las polis: las leyes, tratados, de-cretos, sentencias judiciales, etc., que regulaban lavida interna de la ciudad y sus relaciones con el exte-rior. Tenía, por tanto, una función administrativaesencial: la custodia y preservación de esa documen-tación de importancia especial para los Estados y lassociedades correspondientes. Las civilizaciones egip-cias y mesopotámicas también habían conocido laexistencia de «archivos» semejantes en los templos ypalacios, donde se conservaban los anales y diariosde las actividades administrativas, los documentos deasuntos de Estado, las memorias de campañas mili-tares, los censos de riqueza agraria, etc. En Roma,era el Tabularium el lugar donde se guardaban lastabulae, las leyes grabadas en tablas de bronce. Porsu parte, los Estados medievales y renacentistas acos-tumbraban a guardar la documentación importanteen las propias cancillerías donde se generaba y sehacían las copias necesarias de cada texto y docu-mento.

Muchos de los actuales archivos históricos tienensu origen en los repositorios documentales que se fue-ron creando en esa época tardomediaval y renacen-tista, a medida que se conformaban y consolidabanlos modernos Estados europeos y su burocracia ad-ministrativa. Por ejemplo, el Archivo de la Coronade Aragón (hoy radicado en Barcelona) parece tenersu base en las disposiciones del rey Jaime I hacia1260, ordenando concentrar y custodiar en un sololugar todos los documentos del reino. En 1543, elemperador Carlos I dispuso también que se concen-traran en el castillo y fortaleza de Simancas (Valla-dolid):

(...) ciertas escrituras concernientes a nuestra real corona yreal patrimonio y a otras cosas para que en ésta estén me-jor guardadas y puedan ser consultadas más fácilmente pornuestro fiscales y por las personas que hayan menester.(Recogido en Vicenta Cortés, Archivos de España y Améri-

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ca Mater ia les para un manual , Madr id, Univers idadComplutense, 1979, p 47).

Su hijo, Felipe II, confirmó al castillo de Simancasen esa función, por lo que sigue siendo todavía hoyel archivo esencial para trabajar sobre la historiamoderna de la Corona española.

Todos esos archivos eran instrumentos de la prác-tica administrativa de los Estados; centros donde secustodiaban y organizaban los fondos documentalescon una intención utilitaria y pragmática, al servicioexclusivo de las necesidades del funcionamiento dela administración estatal. En esa calidad, los archi-vos cumplían entonces y cumplen ahora una triplefuncionalidad: recogen la documentación generada,la conservan en forma segura y ordenada, y la sirvencuando es requerida por las necesidades de funciona-miento de la Administración.

La aparición del Archivo Histórico como nuevarealidad y concepto es un producto del siglo XIX y,como hemos visto en el capítulo sobre historiografía,fue un factor esencial en al conformación de la histo-ria científica.

A diferencia de los archivos previos, los históri-cos no tienen la finalidad pragmática y utilitaria in-mediata de atender las necesidades de la administra-ción estatal. Por el contrario, suelen recoger la docu-mentación considerada inservible desde un punto devista administrativo, ya sea porque sus fondos perte-necen a tiempos muy lejanos y no relevantes para lapráctica actual o porque ha caducado su utilidad fun-cional y vigencia administrativa. En ellos se recoge ycustodia aquella documentación que se considera unbien de importancia cultural o patrimonio históricodocumental de un país. En cualquier caso, los nue-vos archivos históricos pasaron a ser el repositorioesencial de la materia prima con la que iban a traba-jar los historiadores : el «almacén» especial donde secustodia y preserva la documentación generada en elpasado, que sirve como prueba principal para la ela-boración del relato historiográfico y es el criterio ygarante básico para determinar su veracidad. Así, en1838 quedó constituido en Inglaterra el Public Re-cord Office, con sede actualmente en el condado deSurrey, cerca de Londres. En España, el ArchivoHistórico Nacional fue establecido en Madrid en elaño 1866.

Utilizar los archivos en el trabajo de investiga-ción histórica exige, como primera medida, informarsede los fondos documentales custodiados en cada unode ellos. Para satisfacer este fin, los archivos dispo-nen de GUIAS, INVENTARIOS O CATALOGOSque proporcionan los datos más importantes sobre lanaturaleza y origen de la documentación disponible

en los mismos, su organización y clasificación inter-na, y los medios para su localización y consulta en lasala de investigadores. Desde luego, la lectura de es-tas guías, inventarios y catálogos es inexcusable paracomenzar seriamente una investigación histórica, deltipo y alcance que sea.

También resulta conveniente conocer ciertos da-tos mínimos de la técnica archivística de organiza-ción y clasificación de los fondos documentales, afin de entender con precisión la información propor-cionada por las guías, inventarios y catálogos.

Por ejemplo, debe saberse que todo archivo, en lamedida en que puede contar con materiales de natu-raleza muy diversa, tiende a clasificar la misma engrandes subunidades homogéneas denominadas SEC-CIONES. Estas secciones dentro del archivo tiendena ser grupos de documentación procedente de unamisma institución u organismo administrativo parti-cular.

Así, el Archivo Histórico Nacional español dis-pone de varias secciones donde se agrupan coleccio-nes documentales afines o generadas por el mismoorganismo : la sección I corresponde a «clero seculary regular», que comprende los archivos de los mo-nasterios incautados por el Estado durante la desamor-tización de bienes religiosos del siglo XIX, la sec-ción II engloba «Ordenes Militares», formada por losarchivos de las órdenes de Santiago, Calatrava,Alcántara y Montesa; la sección III corresponde a«Estados», que recoge el archivo de lo que fue la Se-cretaría del Despacho de Estado desde su fundaciónen tiempos de Felipe V y hasta la muerte de Fernan-do VII; etc. En el Public Record Office británico, lassecciones archivísticas se corresponden con los fon-dos de los distintos organismos de la administraciónestatal; la sección «Cabinet Office» recoge todo elmaterial archivístico de la Oficina del Consejo deMinistros; la sección «Foreign Office» engloba la do-cumentación del Ministerio británico de Asuntos Ex-teriores; la sección «Almiralty» comprende los fon-dos del Ministerio de la Marina; etc.

Dentro de esas categorías generales que son lassecciones, el material se agrupa a su vez en SERIESarchivísticas diversas. Esta clasificación en seriespermite acotar aún más la documentación pertene-ciente a la sección general y ofrecer al investigadoruna idea del tipo de fondos específicos que confor-man cada serie. Por ejemplo, en la sección de «clerosecular y regular» del Archivo Histórico Nacionalexisten tres series diferentes: 1. documentos en per-gamino; 2. Documentos en papel, y 3. Libros manus-critos. En el Public Record Office, la sección com-puesta por el archivo del Ministerio de Asuntos Ex-

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teriores (Records of the Foreign Office), se subdivi-de en varias series: serie de «Correspondencia Polí-tica General», serie de «Correspondencia Confiden-cial e Impresa», serie de «Correspondencia Consu-lar», serie de «Tratados», serie de «Relaciones Cul-turales», etc.

Por lo general, dentro de cada serie archivísticala documentación se agrupa en LEGAJOS O VO-LUMENES. Se trata esencialmente de carpetas, ca-jas o volúmenes encuadernados, donde se archivanconjuntamente varios documentos según algún tipode criterio de clasificación: cronológica, temática,autoría, procedencia geográfica, etc. Por último, cadalegajo o volumen puede contener en sí varios EXPE-DIENTES O DOCUMENTOS particulares : peque-ñas colecciones de cartas, de diplomas, de despachos,etc, agrupados en una misma carpetilla o ligados poralgún lazo. A veces estos expedientes contienen unpapel singular y concreto: la pieza simple, la PIEZADOCUMENTAL BÁSICA. En cualquier caso, esosexpedientes documentales son las unidades mínimasde clasificación archivística.

El archivo general del Ministerio de Asuntos Ex-teriores español puede servir como ejemplo del modode organización de un archivo administrativo quecuenta con fondos de interés histórico. Dispone deuna guía somera que describe su origen, sus fondos ysu clasificación: M.J. Lozano Rincón y L.E. RomeraIruela, Guía del archivo del Misterio de Asuntos Ex-teriores, Madrid, Misterio de Asuntos Exteriores,1981. En él, no existen secciones archivísticas, pues-to que se trata de un archivo único de un ministerio.Pero sí cuenta con dos series: el llamado archivo «his-tórico», que incluye toda la documentación generadahasta el año 1931, y el archivo «renovado», que com-prende la documentación generada desde el año 1931.Dentro de cada serie, los documentos se clasifican enlegajos que tienen un número consecutivo propio.Estos legajos, a su vez, se componen de expedientestambién numerados consecutivamente.

Para designar esas divisiones sucesivas, se utili-zan unas signaturas archivísticas que permiten des-cribir gráficamente y localizar los distintos documen-tos utilizados por un investigador. Por ejemplo (setrata de una referencia inventada), pongamos quehemos utilizado siguientes pieza documental singu-lar en nuestro trabajo de investigación: un telegramadel embajador español en Londres al ministro deAsuntos Exteriores en Madrid, fechado el 26 de mar-zo de 1946. Ese documento está custodiado y se pue-de consultar en el Archivo del Ministerio de AsuntosExteriores (radicado en Madrid), Serie «Renovado»,legajo 1037, expediente 5. De un modo abreviado,

podríamos escribir: Telegrama de embajador (Lon-dres) a ministro (Madrid), 26-III- 1946, AMAE R-1037/5. Ésa sería la referencia archivística que ten-dríamos que dar en una publicación, después de ha-ber presentado, al principio de la obra el desarrolloentero de la misma. Probablemente, ésa sería tam-bién la referencia que nos proporciona el inventarioo catálogo del propio archivo o sus ficheroscatalográficos.

Veamos otro ejemplo de signaturación archivís-tica. En el Public Record Office cada sección tieneun código de letras que la identifica. Así, el archivode la Oficina Central de Gobierno británico se identi-fica por las letras CAB (abreviatura de «CabinetOffice»), el del Ministerio de Exteriores por las le-tras FO («Foreign Office»), el de la Marina por ADM(«Admiralty»), etc. Dentro de cada sección, las se-ries archivísticas se distinguen por un número parti-cular. Así , dentro de la sección CAB, la serie querecoge las actas del consejo de ministros lleva el nú-mero 23, la serie que comprende los documentos ymemorandos que estudia el gabinete lleva el número24, la que recoge las actas del comité de defensa im-perial lleva el número 2, etc. a su vez, dentro de cadauna de esas series, la numeración de los legajos ovolúmenes es consecutiva (respetando el orden cro-nológico de archivo). De este modo, la signatura deun documento particular de estos fondos (como pu-diera ser el acta de una reunión del gabinete británi-co el 22 de julio de 1936) tendría esta forma de iden-tificación: CAB 23/85. Gracias a ella, podríamos lo-calizar de modo rápido ese acta en el Public RecordOffice buscando el volumen 85 de la serie « actas delgabinete» de la sección «Archivo del Cabinet Office».

La mayor parte de los archivos históricos siguenun procedimiento de organización de sus fondos muysimilar a los expuestos anteriormente, con mayor omenor complejidad. Para profundizar en este tema,contamos con tres obras muy accesibles: el manualya citado de Vicenta Cortés (Archivos de España yAmérica , Madrid, Univ. Complutense, 1979); el li-bro de Antonia Heredia Herrera (Manual de instru-mentos de descripción documental, Sevilla, Diputa-ción Provincial, 1982), y el trabajo más reciente deM. C. Pescador del Hoyo (El Archivo, Madrid, Nor-ma, 1986).

Los archivos públicos españoles cuentan con unaguía general en la que se proporciona una informa-ción básica sobre su dirección, horario de consulta,historia y fondos disponibles (hasta el grado de sec-ciones y series): Guía de los archivos estatales es-pañoles. Guía del investigador, Madrid, DirecciónGeneral del Patrimonio Artístico y Cultural, 1977.

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Para penetrar en el conocimiento de los fondos yfuncionamiento de los cinco grandes archivos histó-ricos españoles, contamos con otras tantas guías degran valor para el investigador. Bajo la dirección deCarmen Crespo Nogueira, se ha publicado la obraArchivo Histórico Nacional. Guía (Madrid, Minis-terio de Cultura, 1989), que reemplaza una guía pre-via publicada por Luis Sánchez Belda en 1958. Án-gel de la Plaza Bores es autor de la obra ArchivoGeneral de Simancas. Guía del investigador (Va-lladolid, Dirección General de Archivos y Bibliote-cas [DGAB], 1962. José M. Peña Cámara hizo lopropio para el gran archivo sobre la América Hispá-nica creado en 1785 por Carlos III en Sevilla: Archi-vo General de Indias. Guía del visitante (Valencia,DGAB, 1958). El Archivo de la Corona de Aragón,sito en Barcelona, cuenta con una Guía abreviada(Madrid, DGAB, 1958). Y, finalmente, el ArchivoGeneral de la Administración, creado en 1969 pararecoger la documentación de más de veinticinco añosgenerada en los distintos ministerios españoles, cuentacon una somera descripción debida a M. C. Pesca-dor del Hoyo y recogida en el Boletín de la Direc-ción General de Archivos y Bibliotecas, núm. 133 -134, publicado en 1973.

En todo caso, si de veras quisiéramos informar-nos sobre los fondos archivísticos disponibles en cadaarchivo, para saber si puede sernos útil en una inves-tigación determinada, lo mejor sería acudir al mismoen persona. In situ, podríamos examinar losinventarios y catálogos existentes sobre las distintasseries documentales y realizar consultas con el per-sonal especializado que allí trabaja: los archiveros ydocumentalistas profesionales. Habida cuenta de laexperiencia y conocimientos de estos profesionales,las consultas pueden ahorrar gran cantidad de pro-blemas y pérdidas de tiempo al investigador. Sin ol-vidar que la mayoría de estos técnicos son, en unagran proporción, licenciados universitarios en histo-ria que comprenden muy bien los métodos y dificul-tades de la investigación histórica.

Para terminar este apartado y este libro, permíta-senos un último consejo para los estudiantes que seaventuren por vez primera en un archivo histórico:hacedlo con la mente abierta y dispuesta a experi-mentar el goce del contacto con el material legadodel pasado. De este modo. Podréis disfrutar de la tre-menda emoción que supone descubrir testimoniospretéritos, desempolvar cartas y manuscritos ignora-dos, sacar a la luz de nuestro tiempo libros o mapasperdidos en el olvido de siglos... Así obraréis comoauténticos demiurgos que dan forma y sentido a unmaterial hasta entonces informe y presto para cobrarsignificado si tan sólo se le escucha. Recordando su

Enrique Moradiellos

primera visita al Archivo Nacional en París, JulesMichelet expresó con palabras inolvidables e insupe-rables este profundo goce que produce la investiga-ción archivística:

No tardé en darme cuenta de que en el silencio de esas ga-lerías había un movimiento, un murmullo que nada tenía quever con la muerte. Esos papeles, esos pergaminos acumu-lados allí durante tanto tiempo sólo deseaban revivir. Esospapeles no son papeles sino vidas de hombres, de provin-cias, de pueblos [...] Si se hubiera querido escucharlos atodos, ninguno habría estado muerto. Todos vivían y habla-ban, rodeaban al autor con un ejército de cien lenguas [...]

Y a medida que soplaba sobre su polvo, los veíalevantarse.

Sacaban del sepulcro, unos la mano, otros la ca-beza, como en el Juicio de Miguel Angel o en la dan-za de los muertos. La danza galvanizada que baila-ban a mi alrededor es lo que he tratado de reproduciren este libro.

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BIBLIOGRAFÍA ORIENTATIVA SOBRE TÉCNICAS DE ESTUDIO, REALIZACIÓN DE TRABA-JOS DE CURSO Y COMENTARIOS DE TEXTOS, MAPAS Y GRÁFICOS HISTÓRICOS.

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Introducción a las técnicas de trabajo universitario

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Jerzy Topolski

La naturaleza del conocimiento históricoLa naturaleza del conocimiento históricoLa naturaleza del conocimiento históricoLa naturaleza del conocimiento históricoLa naturaleza del conocimiento histórico

en Metodología de la historia, Capítulo XIII, EdicionesCátedra, Madrid, 1991, pp. 239-506.

1. Descripción general del proceso cognoscitivo

Las reflexiones sobre los fundamentos del conocimiento histórico, interpretado aquí como el conocimien-to de los sucesos pasados en la historia de la humanidad1 , debe comenzar con una descripción general delproceso cognoscitivo. Adquirir el conocimiento del pasado, cosa que ocurre a través de la imaginación histó-rica, es –al margen de las propiedades que se le puedan atribuir– parte del proceso cognoscitivo humano.

El conocimiento puede ser abordado desde dos puntos de vista: como el proceso en el que el sujeto delconocimiento (el sujeto conocedor) adquiere información del objeto de conocimiento, o como el resultado delproceso. En el último caso, el proceso cognoscitivo se convierte en conocimiento. El conocimiento del objetocognoscitivo es por tanto un resultado del proceso (acto) cognoscitivo, que, sin embargo, supone un sistemade memoria.

Entre el proceso cognoscitivo y el conocimiento hay una relación de realimentación: el conocimientodepende del proceso cognoscitivo, ya que sin ese proceso (es decir, la suma de actos aislados de conocimien-to) no hay ningún resultado; por otro lado, el propio proceso cognoscitivo tiene lugar sobre la base delconocimiento existente. Pero esta última relación no es aceptada unánime ni igualmente en epistemología.Por tanto, en este punto, entramos en el área de las controversias entre las diversas formas de abordar elconocimiento. En general, las diferencias entre las opiniones filosóficas sobre el problema del procesocognoscitivo se pueden reducir a las que existen en la interpretación del objeto de conocimiento, de la rela-ción entre proceso cognoscitivo y conocimiento, y del alcance de las posibilidades cognoscitivas del hombre.

El objeto cognoscitivo se considera, o bien como algo que existe independientemente del sujeto conocedory fuera de ese sujeto (es decir, como se dice a menudo, objetivamente existente), o bien como un producto dela mente del sujeto conocedor. La primera opinión es la que sostienen el materialismo (que acepta el mundomaterial como objeto cognoscitivo) y el idealismo objetivo (que acepta la naturaleza espiritual del objetocognoscitivo, pero acepta la existencia de este último independientemente del sujeto conocedor). La segundapostura la sostiene el idealismo subjetivo. La controversia se sitúa en la esfera de la ontología, y su sentidoforma como un puente entre la ontología y la epistemología.

La naturaleza de la relación entre el proceso cognoscitivo y el conocimiento pertenece estrictamente alárea de la epistemología. Son posibles dos situaciones básicas: 1) En primer lugar tenemos el conocimiento apriori , que es independiente de la experiencia, y una mente adecuadamente estructurada, y el procesocognoscitivo parte de esa base. Una vez que ha comenzado, empieza a operar la realimen-tación entre elproceso cognoscitivo y el conocimiento. 2) Es la experiencia la que sirve como punto de partida; nos da unconocimiento que a su vez se convierte en una condición más o menos indispensable del proceso cognoscitivoposterior. El primer caso es aceptado por el apriorismo (platonismo cartesiano, kantismo, convencionalis-

1 De ahora en adelante se llamará el conocimiento del pasado.

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mo), y el último, por el empirismo epistemológico (Bacon, Locke, Hume, Mill), que suele aparecer junto conel sensualismo (Condillac). El empirismo epistemológico tiene dos versiones: positivista (que considera alsujeto conocedor como un mero receptor pasivo) y dialéctica, que acepta un papel activo del sujeto conoce-dor en el proceso cognoscitivo y un conocimiento creciente del objeto cognoscitivo.

No nos ocuparemos aquí de lo que se llama conocimiento intuitivo, ya que en ese caso no aceptaríamosque tuviera lugar a través del sujeto conocedor ni un proceso cognoscitivo a priori ni uno a posteriori. Sedice que ese proceso cognoscitivo consiste en una visión directa intuitiva del objeto cognoscitivo, obtenidapor medio de una «penetración» en ese objeto.

La epistemología marxista, que afirma la existencia de un mundo material, objetivo, que es independientedel sujeto conocedor, adopta la postura del empirismo materialista (sensualista) en su versión dialéctica, esdecir, la versión que subraya la relación dialéctica entre el proceso cognoscitivo y el conocimiento y aceptaasí el papel esencial del conocimiento en el proceso cognoscitivo.

Las opiniones sobre el, alcance y la calidad del conocimiento que los seres humanos pueden tener varíantambién, según las posturas. El agnosticismo niega la posibilidad de cualquier conocimiento completo delobjeto cognoscitivo. Su versión kantiana afirma que sólo adquirimos el conocimiento de los fenómenos, sinaprehender «la esencia de las cosas» (noumena), mientras que el escepticismo radical filosófico subraya laimposibilidad de llegar a la verdad. El positivismo (o realismo ingenuo), que se opone al agnosticismo, noconsigue advertir la complejidad del proceso cognoscitivo y afirma que la percepción sensorial nos puede darun reflejo inmediato y fiel del objeto cognoscitivo, resolviendo así el problema de la cognoscibilidad delmundo. A. J. Ayer tiene razón al subrayar que la afirmación de que «los objetos físicos que percibimoscomúnmente son, por así explicarlo, “dados a nosotros”», significa en realidad un acercamiento intuitivo2.

Estas dos visiones extremas son rechazadas por el materialismo dialéctico, que alza contra el agnosticis-mo la afirmación de que el mundo es cognoscible, pero subraya que esto no debe implicar que ya está plena-mente conocido ni que su conocimiento se puede adquirir en un número finito de actos de conocimiento3 . Siadquirimos algún conocimiento del mundo y actuamos eficazmente sobre la base de ese conocimiento, estosignifica que el mundo es cognoscible, aunque el proceso cognoscitivo es complejo y difícil. Acusa al positi-vismo de negar el papel activo de la mente del sujeto conocedor y destaca que el mundo es cognoscible sólo sitenemos en cuenta ese factor. La mente humana permite a los hombres adquirir un conocimiento del mundoaportando formas de percepción de los hechos como resultado de la experiencia, y libera el contenido delconocimiento humano de deformaciones debidas a la imperfección de los sentidos humanos. Esta opiniónencuentra reflejo en la distinción hecha entre el nivel de la percepción sensorial y el pensamiento abstracto, enel cual el lenguaje se usa como instrumento del pensamiento4.

A pesar de las diferencias de opinión sobre el proceso cognoscitivo y sus resultados, hay una aceptacióncorriente de la postura de que el conocimiento depende del proceso cognoscitivo, lo cual significa que elconocimiento se adquiere en el proceso cognoscitivo.

2. Características del conocimiento científico

Respecto al proceso cognoscitivo científico (para el que vale las afirmaciones anteriores), deberíamospreguntarnos la diferencia entre conocimiento científico y el «ordinario». Especificando más, podríamospreguntar si la diferencia consiste en el proceso cognoscitivo o se hace manifiesta sólo en el área del conoci-miento adquirido a través del proceso cognoscitivo.

La respuesta resulta difícil, pero el punto de partida parece simple. Puesto que la diferencia principalentre el proceso cognoscitivo en general y el proceso cognoscitivo científico es que el objetivo del último noes adquirir conocimiento del mundo en general, sino un conocimiento científico de él, podríamos definir el

2 A. J. Ayer, The Problem of Knowledge, Baltimore, 1961, pag. 79.

3 Para los argumentos contra el agnosticismo, ver F. Engels, el prólogo a la edición inglesa de “Socialism: Utopian and Scientific”, Selected Works,volumen I, de. Págs. 92–94.

4 La distinción entre estos niveles ha sido hecha por V. Lenin

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proceso cognoscitivo científico como aquel cuyo objetivo es adquirir un conocimiento científico. Pero enton-ces surge un problema, qué es el conocimiento científico, y cuál es, o debería ser, el proceso para adquirirlo.

La ciencia, o el conocimiento científico, se ha definido de varias formas5. F. Bacon (en su Novun Organum)subrayó su aspecto pragmático al afirmar que la ciencia ayuda al hombre a controlar la Naturaleza y satisfa-ce su intento de conocerse a sí mismo. Desde ese punto de vista, el conocimiento científico se puede definirpor su objetivo. El mismo criterio se usa para distinguir el conocimiento científico si este último se definecomo el conocimiento verdadero (es decir, el conocimiento basado en «la verdad contra la falsedad» comoprincipio)6 . En el último caso el objetivo del proceso cognoscitivo científico consiste en adquirir conocimien-to verdadero. Se subraya que dicho conocimiento debe tener ciertas características, que, en conjunto, puedendescribirse como la exigencia de precisión. Una de las primeras definiciones que indicó la estructurametodológica del conocimiento científico fue la que dio W. S. Jevons en The Principles of Science. Escribióque el conocimiento científico es conocimiento generalizado, distinto del conocimiento sensorial de los he-chos, y dichas generalizaciones se hacen destacando la identidad y clasificando. «La ciencia (...) es la detec-ción de la identidad, y la clasificación es poner juntos, en el pensamiento o en la proximidad espacial real,aquellos objetos entre los que se ha detectado la identidad»7. Los autores contemporáneos subrayan tambiénla naturaleza general y abstracta del conocimiento científico8 .

El conocimiento de clasifica a veces como conocimiento científico e ideología. Pero la división no puededibujarse claramente. Esto no ocurre sólo porque la valoración (o sea, la clasificación según el criterio:bueno contra malo, y que según el criterio: verdadero contra falso) subyace bajo todas las decisiones, inclui-das las científicas, sino más bien porque lo que se considera normalmente como ciencia puede funcionar enalgunos casos como ideología, es decir, como conocimiento que sirve a los intereses de grupos específicos.

Por ejemplo, la teoría copernicana jugó durante mucho tiempo un papel ideológico, al mirar el sistemapredominante de valoración religiosa9. En vista de los fuertes lazos entre la ciencia y la ideología se subrayaa menudo que el conocimiento científico es (o debería ser) neutral en relación con los intereses de diversosgrupos sociales. Esto sólo es correcto en parte, y con la condición de que no se nieguen las relaciones entre laciencia y la ideología, y que se distinga entre las relaciones que facilitan el camino a la verdad y las que lodificultan.

Los intentos de definición del conocimiento científico hacen resaltar fuertemente el aspecto sociológico dela cuestión. Desde ese punto de vista, el conocimiento científico sería el que se adquiere por un grupo degente apropiadamente reclutado que se ocupan profesionalmente de la ciencia (hombres de ciencia, estudio-sos). Se guían por ciertas normas de conducta especializadas que están destinadas a obtener un conocimientoverdadero. Dichas normas pueden interpretarse como existentes o como postuladas. Se han hecho muchosintentos de formularlas, siendo el punto común el principio de la supervisión de la investigación por latotalidad de los científicos. El conocimiento científico sería así un conocimiento sujeto a la aprobación públi-ca de los especialistas, o sea, sujeto a una supervisión.

El proceso cognoscitivo científico, es decir, el proceso cognoscitivo que da lugar al conocimiento científi-co (descrito arriba), es una variante del proceso cognoscitivo en general. Como todo proceso cognoscitivo,tiene su origen en la experiencia sensorial, en la cual, como lo hemos dicho antes, adquirimos un conocimien-to del mundo externo no directamente, sino sólo como la causa de nuestra experiencia sensorial10, es decir,como una serie de datos sobre ese mundo. En el proceso cognoscitivo científico, un hombre de ciencia dispo-

5 Hay una diferencia evidente entre la ciencia y el conocimiento científico: la primera abarca los resultados acumulados de la investigación y los métodospara obtenerlos, y es, por tanto, un concepto dinámico, mientras que el segundo abarca solamente los resultados de la investigación, y es por tanto unconcepto estático.

6 Cfr. S. Ossowski sobre las exigencias de responsabilidad científica en su O osobliwossciach nauk spolecznych (Sobre la peculiaridades de las cienciassociales), Varsovia, 1962, págs. 283 y ss. Las observaciones hechas aquí se refieren a las disciplinas empíricas.

7 W. S. Jevons, The Principles of Science, vol. II, Nueva York, 1877, páginas 673–674.

8 Cfr. Q. Gibson, The Logic of Social Enquiry, Londres, 1960, pág. 3.

9 El término ideología tiene muchas interpretaciones diferentes. La más apropiada parece subrayar su naturaleza genética y funcional. Así, si unaafirmación tiene un claro origen de clase, que indica su relación con grupos sociales específicos (que tienen intereses comunes), y si también formulalos objetivos de esos grupos (o de la clase entera), entonces debe considerarse como una ideología.

10 Cfr. A. J. Ayer, The Problem of Knowledge, ed. cit. Vol. 3.

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ne de instrumentos especializados que le permiten descifrar la información normalmente inaccesible a lagente ordinaria. Algunos de estos instrumentos vencen las limitaciones de nuestros sentidos. Un ejemplo deun instrumento que permite descifrar información que es inaccesible a la gente ordinaria nos lo proporcionael microscopio; el conocimiento de la paleografía, que permite leer los textos antiguos reales, juega tambiénel papel de un instrumento así. Pero las principales características del proceso cognoscitivo científico no hayque buscarlas en el nivel del conocimiento sensorial: consisten en la naturaleza abstracta del procesocognoscitivo científico, manifiesta en gran medida incluso en el nivel del conocimiento especial para sercomprendidos. En ese nivel de conocimiento no podemos, como hemos dicho anteriormente, arreglárnoslassin el lenguaje. El lenguaje se convierte, por tanto, en un instrumento necesario del proceso cognoscitivocientífico y de la descripción del mundo11. Las reglas de investigación indican que le lenguaje científico debefacilitar la máximo el trasvase de información, dentro y fuera del medio científico. El proceso cognoscitivocientífico no es un acto aislado, sino que forma parte del proceso general de desarrollo de la ciencia y en esesentido es enormemente indirecto, ya que requiere que se tomen en cuenta los resultados obtenidos por otraspersonas, tanto dentro como fuera del medio científico.

Si queremos que el proceso cognoscitivo científico cumpla su tarea principal, que es proporcionar conoci-miento verdadero, entonces tiene que incluir el procedimiento de apoyar las afirmaciones por medio de com-probaciones. Sólo el conocimiento comprobado puede ser científico. Mientras que en el conocimiento coti-diano la cuestión de sustentar el conocimiento adquirido es claramente de importancia secundaria, en elconocimiento científico ese paso el proceso cognoscitivo está claramente marcado y se convierte en una delas partes principales de la metodología de las ciencias o epistemología interpretada de un modo amplio.

3. La controversia sobre la naturaleza del conocimiento histórico

Aunque aparentemente no provocaría protestas el asegurar que el conocimiento científico es una variedaddel conocimiento en general y que la investigación histórica supone una investigación científica, surgenserios problemas de interpretación cuando se hace referencia al conocimiento histórico. La razón pareceevidente: el conocimiento histórico tiene como objeto diversos sucesos pasados que, como se coincide univer-salmente, no podemos observar a causa de nuestra situación en el tiempo, es decir, en cierto sentido, nopodemos recuperarlos. Por el contrario, en relación con el conocimiento de los hechos presentes (observa-bles) sí que los vemos, o por los menos podemos hacerlo, porque nuestra posición en el tiempo es simultáneaa la aparición de los hechos.

Los problemas de interpretación implicados aquí se pueden agrupar en torno a diversas respuestas a lasdos preguntas básicas: 1) ¿Es posible hacer afirmaciones con significado sobre el pasado, o sea, afirmacionescon un valor lógico? 2) Incluso si asumimos que es posible (es decir, que nuestras afirmaciones sobre elpasado se refieran realmente al pasado), ¿es posible dar una descripción verdadera (objetiva) del pasado?

Respecto de la primera cuestión han surgido dos tipos de dudas12. Los positivistas lógicos, o al menos losdefensores del comprobacionismo (que asegura –cfr. Capítulo VIII– que una afirmación no analítica sólopuede tener significado si puede ser comprobada empíricamente), se vieron obligados a hacer la paradójicaaseveración de que las afirmaciones sobre el pasado están más allá de la línea divisoria que separa las cien-cias de la metafísica. Varias ideas, más o menos ingeniosas, han sido adelantadas para evitar esa conclusión.Una de ellas es que las afirmaciones históricas son en realidad afirmaciones sobre el futuro, porque predicencuáles serán los resultados de la investigación (comprobaciones); esas afirmaciones, por tanto, adquieren(tanto en su versión positivista como en la pragmática) significado por estar dirigidas hacia el futuro y nodirigidas hacia el pasado. Esto salva el criterio de comprobación (porque podemos comprobar en el futuro loque ocurrirá), pero, como puede verse fácilmente, el lazo de unión con el pasado como algo real se ha roto.En esa interpretación, las afirmaciones históricas no se refieren al pasado, sino a los fundamentos de nuestroconocimiento de ese pasado. Por eso, si un historiador afirma: «En 1865–71, Florencia fue la capital de

11 Cfr. K. Ajdukiewicz, Jezyk y poznanie (Lenguaje y conocimiento), 2 volúmenes, Varsovia, 1960–65. Ver también W. P. Alston, The Philosophyof Language, Nueva York, 1964 (con bibliografía básica).

12 Esos tipos de escepticismo son analizados por A. C. Danto, The Analitycal Philosophy of History, de. Cit., págs. 27–111. Yo no estoy de acuerdocon él en muchas cuestiones, pero coincido con muchos de sus análisis.

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Italia», no se refiere, según esa interpretación, al pasado, sino que solamente predice que las fuentes históri-cas (la investigación posterior) apoyarán esa hipótesis. La afirmación, por tanto, adquiere un sentido depredicción, y no adquiere el significado por su concordancia con el pasado. Como puede verse, el hecho de siFlorencia existió o si fue la capital de Italia en el periodo mencionado más arriba no necesita ser tenido enconsideración.

Esta solución, al ser tan paradójica, no satisface tampoco a los comprobacionistas. Otra idea ha sido la dereducir las afirmaciones sobre el pasado a afirmaciones sobre el presente, C. J. Lewis dice que cualquierhecho pasado puede ser analizado como extensible en el tiempo, de modo que sus consecuencias continúanhasta el presente, y éstas pueden comprobarse. A. C. Danto señaló lo absurdo de esa opinión. Si la batalla deHastings, que evidentemente no es su propia consecuencia, no es cognoscible porque no podemos compro-barla, entonces, ¿cómo podemos conocer las consecuencias de ella, de algo que no es cognoscible? Más aún,pregunta ¿en qué basamos nuestra de que un suceso anterior está unido a un suceso que es observado por elhistoriador y que forma un todo con otros sucesos anteriores (si retrocedemos hasta el suceso original), sitodas las partes anteriores de ese todo son no cognoscibles? Lewis trató de soslayar esta cuestión diciendoque las «marcas del pasado» que tienen los objetos existentes nos ayudan a encontrar el camino hacia laspartes anteriores, pero Danto señaló, correctamente, la insuficiencia de tal explicación13.

A. J. Ayer rechazó los intentos de reducir las afirmaciones sobre el pasado a afirmaciones sobre el futuroo a afirmaciones sobre el presente y asegura que los hechos pasados son comprobables «por principio». En elpresente también observamos sucesos que sólo tienen lugar cerca de nosotros, pero no los que ocurren en otrolugar. Pero nuestra situación en el espacio no convierte estos últimos sucesos en no comprobables. Estomuestra, como afirma Ayer explícitamente, que los sucesos no son pasados ni presentes; son sucesos, engeneral, privados de una dimensión temporal14, y por tanto, las afirmaciones sobre los sucesos se refieren aellos como tales y no como pasados, presentes o futuros. Sin embargo –y esto también fue aducido porDanto–, el valor lógico de las afirmaciones no es independiente del momento en el que se formulan. Conside-ramos el siguiente ejemplo15: las afirmaciones 1) César morirá; 2) César está muriendo; 3) César murió, son«factográficamente» sinónimas y, por tanto, son todas ciertas si una de ellas es cierta, o todas falsas si una deellas es falsa. Pero pierden esa propiedad cuando las analizamos según quién las hizo y cuándo. Si Brutohace la afirmación 2) y en ese momento César ya ha muerto, la afirmación será falsa. Por tanto, ese argumen-to tampoco vale como argumento en favor del compro-bacionismo (o fenomenalismo metodológico), queparece ser más vulnerable exactamente en lo que se refiere a las reflexiones metodológicas sobre la investiga-ción histórica (no limitada a lo que se acaba de decir).

El escepticismo sobre las posibilidades del conocimiento histórico ha encontrado también una formula-ción diferente, en concreto el segundo tipo de los escepticismos a los que nos hemos referido antes. Incluso siaceptamos que podemos hacer afirmaciones verdaderas sobre el pasado, surgen dudas (encabezadas por B.Russell) sobre si podemos estar seguros de que en realidad se refieren al pasado. Porque una afirmación quedescribe un estado do cosas ficticio (por ejemplo, «Estanislao Augusto Poniaotwski fue rey de Polonia»); nidifiere mucho de las afirmaciones que se refieren a sus fuentes. Esto, aparentemente, nos impide llegar aaquello sobre lo que trata la afirmación, es decir, alcanzar el pasado. Este tipo de escepticismo es criticadopor Danto. En sus análisis del lenguaje hace una distinción entre los términos y afirmaciones que se refierenal pasado, aquellos que son neutrales en relación con su referencia temporal, y aquellos que se refieren alfuturo. Por ejemplo, la afirmación «esto es una cicatriz» se refiere a una herida anterior y señala un determi-nado nexo causal. Nuestro lenguaje, como bien señala Danto, está lleno de predicados que se refieren alpasado16. Mencionemos, en este sentido, que su número es probablemente más grande de lo que afirma Danto,ya que, para él, la afirmación «éste es un hombre» es neutral respecto a su referencia temporal, mienta quepara este autor la afirmación en cuestión y el término «hombre» están condicionados temporalmente y serefieren al pasado. Por otro lado, el predicado «es rojo» parece ser temporalmente neutral. Pero la restriccióndel lenguaje sobre el tiempo no niega totalmente el escepticismo sobre si las afirmaciones que se refieren al

13 A. C. Danto, op. cit., págs. 43–44.

14 A. J. Ayer, The problem of Knwledge, Edimburgo, 1961.

15 Cfr. A. C. Danto, op. cit., págs. 54–56.

16 Ibidem, págs. 73 y ss.

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pasado hablan realmente sobre el pasado, ya que ese escepticismo puede abarcar el concepto de causalidad alreferirnos al principio de Hume de que post hoc non est proter hoc. Danto demuestra que, al contrario de loque asegura Russell, los predicados que se refieren al pasado no se pueden reducir totalmente a predicadosque sean neutrales respecto a su referencia temporal: lo que Russell llama conocimiento del pasado estáconstituido por afirmaciones que lógicamente independientes del pasado y pueden, por tanto, ser analizadasdesde el punto de vista presente como si el pasado nunca hubiera existido17.

Aparte de este tipo de crítica, Danto sugiere que se neutralice el escepticismo sobre si las afirmacioneshistóricas se refieren realmente al pasado, extendiendo el acercamiento instrumentalista18 hasta abarcar lasafirmaciones históricas. En su opinión, las afirmaciones que se refieren al pasado juegan –a la luz delinstrumentalismo en la investigación histórica– un papel similar al de las afirmaciones teóricas que ordenan(nuestro conocimiento de) los hechos. Por tanto, el término «Julio César» juega en una labor histórica unpapel que es similar al jugado por el término «electrón» en un documento sobre física o el término «complejode Edipo» en un estudio psicoanalítico19. Es simplemente un instrumento –mejor o peor– utilizado paraordenar los hechos, y no es esencial que se refiera a nada real, ya que las afirmaciones históricas no sonafirmaciones sobre hechos. Así, el problema de la verdad y falsedad de las afirmaciones históricas desapare-ce.

Se puede ver fácilmente que el instrumentalismo no proporciona una solución satisfactoria del problema.El instrumentalismo neutraliza la controversia sobre el valor lógico de las afirmaciones históricas por mediode la eliminación de su marco de referencia, es decir, el pasado que es su modelo; por tanto, elimina algo realque el historiador no puede perder. Por tanto, él rechaza el escepticismo en cuanto a la posibilidad de hacerafirmaciones sobre el pasado y acepta esa posibilidad, y considera paradójico reducir las afirmaciones sobreel pasado a afirmaciones sobre el presente o sobre el futuro, o neutralizar el valor temporal de dichas afirma-ciones, o abandonar la aseveración de que el pasado fue algo real.

4. Argumentos contra el escepticismo. Rasgos característicos del conocimiento histórico

Nos vamos a ocupar ahora del análisis de dos clases de escepticismo mencionados anteriormente: sobre laposibilidad de hacer afirmaciones sobre el pasado y sobre si el pasado es realmente el objeto de nuestrasreflexiones.

El argumento más radical contra el escepticismo sobre la posibilidad de hacer afirmaciones sobre el pasa-do consiste en demostrar que epistemológica-mente no hay diferencia entre el conocimiento actual y el histó-rico, puesto que si no existe dicha diferencia, las dudas surgidas sobre el conocimiento histórico abarcaríantodo el conocimiento en general. En nuestro caso, dicha conclusión es suficiente, porque nos interesa, sobretodo, demostrar que no existen características específicas del conocimiento histórico, lo cual es muy impor-tante para las reflexiones sobre la ciencia histórica.

Para apoyar la aseveración de que no hay diferencia entre el conocimiento actual y el conocimiento histó-rico tenemos que escrutar, en primer lugar, la naturaleza indirecta del conocimiento de los sucesos pasados,que se debe a la imposibilidad de hacer observaciones directas del pasado y que causa la inquietud de loscomprobacionista.

Surgen dos cuestiones: ¿Realmente estamos privados por completo de la posibilidad de una observacióndirecta del pasado? Y ¿Esta imposibilidad es una peculiaridad del conocimiento histórico solamente?

Antes de seguir adelante, es necesario hacer dos distinciones: el conocimiento histórico en el sentidoamplio del término frente al conocimiento histórico científico, y conocimiento histórico general (tanto cientí-fico como en el sentido amplio del término) frente al conocimiento del pasado que tiene un individuo (tanto

17 Esta opinión ha sido formulada por B. Russell en The Analisys of Mind, Londres, 1921. Lo citamos según A. C. Danto, k op. cit. págs. 77ss.

18 En la metodología de las ciencias, el instrumentalismo es la postura «según la cual las leyes científicas y las teorías no son afirmaciones verdaderaso falsas sobre los hechos, sino sólo instrumentos usados para ordenar y predecir hechos observados». (Cfr. J Giedymin, Problemy, zalozenia,rozstrzygniecia, edición citada, pág. 175.)

19 A. C. Danto, op. cit., pág. 79.

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historiador como no). El conocimiento histórico en sentido amplio puede ser interpretado como cualquierconocimiento del pasado, y por tanto, además del conocimiento científico, como todos los tipos de conoci-miento a los que recurrimos muchas veces en nuestra vida corriente cuando necesitamos un conocimiento delo que había sido. El conocimiento científico de los sucesos pasados pretende proporcionarnos un conoci-miento científico de esos sucesos, en el sentido explicado previamente. Podemos dar una característica másque distingue el conocimiento cotidiano del pasado del conocimiento histórico científico; esta característicahay que añadirla a las diferencias ya conocidas entre el conocimiento en general (menos el científico) y elcientífico. En lo que llamamos conocimiento cotidiano usamos casi exclusivamente la memoria, que en estecaso sirve como canal de información. Otras fuentes, como cartas y demás documentos personales, juegan unpapel meramente auxiliar. Respecto al conocimiento científico ocurre lo contrario: el uso de la propia memo-ria de los sucesos pasados tiene importancia secundaria. En el análisis que sigue nos ocuparemos del conoci-miento histórico científico.

La opinión de que la aproximación indirecta es un peculiaridad de la adquisición del conocimiento sobreel pasado está extendida entre los historiadores20. ¿Pero está tan roto el lazo entre el pasado y el presente queno tenemos posibilidad de hacer observaciones directas del pasado aunque las acciones de los seres humanosque se combinaron para formar el pasado hayan terminado? El lazo sólo estaría completamente roto si fueraposible hacer una distinción consistente entre la percepción de los objetos y los sucesos que son las causasdirectas de nuestras experiencias sensoriales y la observación de los hechos pasados (que se pueden obser-var). Pero esta distinción no se puede realizar totalmente, ya que el conocimiento del pasado incluye laobservación de los objetos físicos todavía existentes, incluyendo seres humanos, y no sólo en forma de restoshumanos, sino también sus acciones actuales. Un historiador puede observar a la gente viva, cuyas accionesincorporan, más o menos claramente, la experiencia del pasado transmitida de generación en generación. Sedice a menudo que un hombre vivo es un portador de la tradición o una imagen del pasado. La observacióndel comportamiento de las personas que viven en unas condiciones poco propicias a los cambios (comunida-des rurales, pueblos primitivos, etcétera) es especialmente instructiva en este aspecto. Esta observacionesson la principal fuente de muchos estudios realizados en antropología cultural. Esto abarca el estudio dellenguaje usado por los grupos bajo observación; el lenguaje se interpreta aquí no sólo como una formaespecífica de comportamiento (en concreto, comunicación), sino también como secuencias de frases emitidasy emisiones de significados concretos. Si dichas frases y emisiones se refieren al pasado, la memoria de lapersona emisora se convierte en una fuente (histórica). Pero puede ocurrir también que aprendamos algosobre el pasado a partir de frases que se refieran a situaciones actuales. En tal caso el hombre cuyo compor-tamiento está siendo observado actúa apoyado en la memoria habitual, que produce más bien, automáticamente,de la experiencia pasada.

La observación de las acciones humanas puede tener como objetivo sólo una información sobre el com-portamiento real de las personas en cuestión, sin ningún intento de descubrir en ese comportamiento restosdel pasado, y ser, por tanto, una fuente de conocimiento del pasado, o puede ser también un mejor conoci-miento del pasado. Los antropólogos culturales, durante mucho tiempo, se han limitado al primer tipo deobservaciones, y los historiadores, normalmente, no han querido incluir las observaciones de la conductahumana en la serie de fuentes que les permiten reconstruir el pasado. Sólo los avances en la integración de laciencia han acercado mutuamente estas dos aproximaciones a la observación de la conducta humana. Porahora, se ha extendido la comprensión del hecho de que estas dos aproximaciones pueden acercarse. Alhablar de observaciones de la conducta humana tenemos que recordar que las técnicas de grabación nospermiten oír la voz de un hombre muerto como oímos las de los que todavía viven; del mismo modo, laspelículas y las fotografías nos permiten hacer observaciones (más o menos exactas) sobre los hechos pasadosy sobre personas que ya no viven.

20 El hecho de que el conocimiento histórico es específicamente indirecto ha sido subrayado (además de los viejos manuales de Ch. V. Llanglois y Ch.Seignobos, M. Handelsman, y el más reciente de S. Koscialkowski) por A. Gieysztor, Zarys pomocniczych nauk historii, Varsovia, 1950; R. Lutman,«Podatawy metodologiczne historiografii» (los fundadores metodológicos de la historiografía). Actas del VIII Congreso de historiadores polacos, vol.Y, Varsovia, 1948, pág. 19; H. C. Hockett, The Critical Method in Historical Research and Writing, Nueva York, 1958, pág. 8; H. J. Marrou, De laconnaissance historique, París, 1956, pág. 143. Este último autor opina que, a causa de que el conocimiento histórico es indirecto, no podemos hablarde la historia como una ciencia en el sentido total del término, ya que nos encontramos aquí con el conocimiento basado en la fe (connaissance de foi).R. Lutman escribe también que en la historiografía «la actitud del investigador es básicamente fideísta» (op. Cit., pág. 24). Ver también C. Bobinska,Historyk. Fakt. Metoda (El historiador. El hecho. El método), pág. 112 y ss. Esta postura es criticada por W. Kula, en Rozwazania o historii (Reflexionessobre historia), edición citada, págs. 42–60, que señala el hecho de que el conocimiento respecto a los hechos contemporáneos también es indirecto, nosólo en lo referente a los del pasado.

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Dichas observaciones, que la mismo tiempo son observaciones de restos del pasado, van desde las obser-vaciones de gente viva hasta las observaciones, a las cuales recurren a menudo los historiadores, de objetosinanimados (especialmente los arqueólogos y los historiadores de la civilización material), de objetos físicosinanimados que son restos del pasado21. Entre ellos se puede incluir todo tipo de objetos materiales que sonproducto del trabajo humano (por ejemplo, un viejo arado guardado en un museo o todavía usado por loscampesinos) y todos los demás restos de la existencia del hombre en el globo. Esta última categoría abarcarestos de todas las actividades que nos son trabajo en el sentido económico de la palabra (por ejemplo, restosde juegos, entretenimientos, etcétera) y de restos humanos (por ejemplo, esqueletos en tumbas). Entre losobjetos físicos inanimados que pueden ser la materia de observación de los historiadores puede haber restosde sustancias orgánicas, y su conocimiento puede contribuir al conocimiento, por parte del historiador, de laactividad humana. Así, por ejemplo, un análisis del polen nos puede ayudar a reconstruir el entorno vegetaldel hombre, dentro del cual podemos distinguir las plantas que el hombre cultivaba. El conocimiento delmodo de crecer de los árboles nos da información sobre los cambios de clima, y los esqueletos de los animalesnos permiten reconstruir las ocupaciones del hombre (la relación entre caza y crianza de animales) y sualimentación. Los límites de la observación directa de los objetos físicos que puede hacer un historiador sondifíciles de definir. Basta mencionar, en este sentido, las enormes oportunidades proporcionada por la foto-grafía aérea, que revela trazos de objetos físicos (o regiones) que de otro modo permanecerían inadvertidos,y nos permite así reconstruir los viejos límites entre los campos y la situación de los poblados. Hay quemencionar también que la observación de las viejas fuentes del derecho (por ejemplo, actas de parlamentos),significa también conocimiento directo si tales fuentes se han conservado en la forma de documentos origina-les. En estos casos ninguna persona actúa como intermediario. Esto muestra que los historiadores del derechobasan su investigación, en gran medida, en el conocimiento directo.

Todas las formas de conocimiento histórico anotadas hasta ahora consisten en una observación directa delos objetos físicos y apuntan una posibilidad de observación directa del pasado. El único argumento contraeste razonamiento se ha encontrado en el libro de A. J. Ayer. No niega la existencia de restos del pasado (quetienen la etiqueta de pertenecientes al pasado), pero asegura que es imposible adquirir ningún conocimientode ellos como fuentes de información sobre el pasado, sin tener un concepto del pasado22. Sin embargo, éstano es la cuestión, pues se podría decir que no podemos adquirir ningún conocimiento de los sucesos presentessin tener un concepto del presente, es decir, sin tener algún conocimiento que nos permita clasificar adecua-damente los objetos que observamos. Pero sería erróneo negar la gran importancia del conocimiento históricoindirecto, aunque a menudo el conocimiento indirecto está claramente unido al directo.

Hay también, hasta cierto punto, una observación directa de objetos físicos, en el caso de las fuentes cuyovalor cognoscitivo consiste no tanto en el propio hecho de su existencia, como restos de sucesos pasados,como en los datos que contienen. Por ejemplo, un viejo arado es un objeto directo de conocimiento históricosólo como un objeto físico específico del pasado, pero un documento tiene interés para nosotros, sobre todo,como portador de un contenido determinado, y mucho menos como un hoja de papel concreta, o un pergami-no, cubierto con escrituras y con un sello fijado a él. Las características externas mencionadas, sin embargo,pueden ser muchas veces importantes para descifrar o interpretar el contenido del documento en cuestión.Pueden ser también la materia de una investigación especial que se ocupe de la producción del papel, organi-zación de la cancillerías, el modelo de escribas y los tipos de escritura. En estos casos, por supuesto, nosenfrentamos con la observación directa de un objeto físico. Todas las autopsias son observaciones directa deeste tipo. Pero, en cuanto a los sucesos pasados a los que se refiere el documento, la observación del historia-dor es indirecta. Lo mismo ocurre con otras fuentes que registran, semánticamente o no, las observacioneshechas por otras personas. En todos estos casos, el historiador no adquiere información sobre el propiohecho, sino sobre una información que le atañe. Estas pueden ser informaciones hechas intencionalmentepara reconstruir el pasado (una crónica) u observaciones registradas con algún propósito práctico (una cartaprivada, unas listas de Hacienda, etcétera). Hay que subrayar que, muchas veces, el historiador se encuentra

21 M. Bloch sostiene que, cuando nos encontramos con objetos físicos que son restos del pasado, el conocimiento es directo: «Quelque jegement qu´onporte sur elle, c´est endéniablement une induction du type le plus classique; elle se fonde sur la constatation d´un fait et la parole d´autroi n´y intervienten rien.» (Cfr. Apologie pour l´historie ou métier d´historien, pág. 20). Su opinión ha sido criticada una vez por el presente autor, pero no en cuantoa las formas de conocimiento histórico, sino sobre los métodos de establecer los hechos. Los datos directos se pueden usar para el establecimiento directoo indirecto de los hechos. El ejemplo dado por Bloch es un caso típico de establecimiento indirecto de los hechos (es decir, por deducción). Cfr. KwartalnikHistoryczny, número 2, 1961, pág. 458.

22 Cfr. A. J. Ayer, the problem of Knowledge, ed. cit., pág. 151.

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en una situación en la que tiene que confiar en informaciones hechas por otras personas. Algunos autores,por ejemplo M. Bloch, afirman que la existencia de intermediarios entre un hecho pasado y el historiador esel criterio de distinción entre el conocimiento directo e indirecto. Como veremos más tarde, esta distinciónparece útil. En el caso del conocimiento indirecto, basado en informaciones hechas por otros, podemos distin-guir varios grados. Cuanto más alejado esté el informante del hecho sobre el que se informa, mayor será elgrado de tortuosidad, Este tipo de conocimiento incluye el uso de las observaciones científicas hechas, direc-tamente o no, por otros historiadores. Ya que, como hemos dicho anteriormente, es normal examinar lafuentes sólo parcialmente, basando algunas afirmaciones en el conocimiento adquirido por otros.

El conocimiento basado en la memoria de otros es también de naturaleza indirecta. A menudo nos referi-mos a lo que recuerdan los otros, y solemos combinar eso con observaciones de la conducta de las personasvivientes23. La cuestión se hace más complicada cuando añadimos nuestra propia memoria, que, después detodo, es también una fuente de conocimiento histórico. Al contrario de A. J. Ayer, este autor sostiene que endicho caso podemos hablar de conocimiento directo. Esto es así porque nosotros somos la persona que haobservado un suceso concreto en un momento dado y simplemente lo recordamos en un momento adecuado.Estos recuerdos pueden estar distorsionados por nuestras experiencias posteriores al suceso en considera-ción, de modo que no sean tan directos, pero aun así, predomina lo directo sobre lo indirecto.

Por tanto, el conocimiento histórico es una combinación del conocimiento directo e indirecto. Cuando elconocimiento se basa en datos proporcionados (de varias formas) por otros, podemos hablar, como M. Bloch,de conocimiento indirecto. Como esto ocurre muy a menudo, y es típico en el caso de los historiadores quetrabajan principalmente sobre fuentes escritas, parece adecuado señalar lo indirecto del conocimiento históri-co como su propiedad principal.

Pero preguntemos de nuevo, ¿son los historiadores los únicos investigadores que en su trabajo confíanprincipalmente(o en gran medida) en las fuentes (interpretadas como datos de observaciones hechas porotros), y no en su propia observación directa? Cuando examinamos el problema más de cerca, la naturalezaindirecta del conocimiento histórico no es, en absoluto, exclusiva de los procedimientos de investigaciónusado por los historiadores. W. Kula ha mostrado que el estudio de los hechos sociales contemporáneos estambién indirecto, o sea, basado en el uso de las fuentes24. Podemos dar un paso más y decir que la situacio-nes en las cuales, junto a nuestra propia observación, utilizamos las que han hecho otros, son típicas de tosoconocimiento científico. Es indiscutible que los físicos y los químicos también basan su investigación enobservaciones hechas por otras personas. Por supuesto, la razón directo–indirecto puede variar de un tipo deinvestigación a otro, pero entonces el conocimiento histórico resulta ser sólo un poco más indirecto de lo queson otros tipos de conocimiento científico.

Aparte de lo que se ha dicho arriba, hay que apuntar que los argumentos utilizados hasta ahora se redu-cían a los objetos y sucesos que se podían observar. Pero es bien sabido que no todos los sucesos presentes sepueden observar directamente (al menos en el estado actual de los instrumentos y métodos de investigación).Por tanto, son observados a través de indicadores ilativos (para usar la terminología sugerida por S. Nowak).Así, un cirujano dental deduce del comportamiento de su paciente si éste sufre dolor; un químico puedededucir que están teniendo lugar ciertas reacciones por medio del estudio de ciertas características externasde las sustancias que están investigando; un físico deduce ciertos procesos intra–atómicos mirando una foto-grafía hecha en condiciones específicas, etc. Para los historiadores, también, por lo menos algunas fuentes enlas que se basan sus investigaciones sirven de indicadores ilativos sui generis de los que sacan conclusionessobre determinados sucesos. Un contrato de arriendo que ha escapado a la destrucción es un indicador de latransacción que se hizo; restos de casas son un indicador de que en cierta época el territorio estuvo habitado;las monedas romanas encontradas en el territorio actual de Polonia testifican que en el pasado hubo actividadmercantil, etc. En estos casos, el modo de razonar es el mismo, aunque en el primer grupo de ejemplossacamos deducciones sobre hechos presentes, y en el último grupo, sobre hechos pasados. Pero todos elloscomparten un rasgo común: la naturaleza indirecta de su conocimiento. Esto se puede deber a la circunstan-cia de que unos hechos no se pueden observar por su naturaleza, otros por dificultades técnicas y otros, enprincipio, se pueden observar, pero después no, por el lapso de tiempo transcurrido. Este último grupo de

23 Las memorias una vez escritas, no se consideran como una fuente del tipo «memoria», sino como un relato de una tercera persona sobre ciertos hechos.

24 W. Kula. Rozwazania o historii, ed. cit. págs. 42 y ss.

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hechos es estudiado no sólo por los historiadores, ya que el suceso que ocurrió en un momento t0 deja de ser

observable para un físico o un químico en el momento t1 aunque su naturaleza no excluye la capacidad de ser

observado en general. Cuando el suceso ha terminado puede haber dejado nada más un resto (el rastro de unelectrón es registrado por una fotografía).

Por tanto, el conocimiento indirecto, aunque es frecuente en la investigación histórica, no es específico deella. Varios autores que lo notaron señalaron otros aspectos del conocimiento histórico, que ellos sostienenque son específicos de él. Se refieren a la incapacidad del historiador para crear las fuentes, es decir, elcarácter limitado de sus fuentes de conocimiento, lo cual queda en parte compensado por su conocimiento delos efectos y consecuencias consiguientes, cosa que un estudioso del presente no tiene.

La afirmación de que los historiadores no pueden crear fuentes, porque, como G. M. Trevelyan observócorrectamente, el pasado es implacable en su silencio, sería tan lejana a la verdad si se formulara de un modoradical que nadie adelanta esa formulación. W. Kula la relaciona con la historia anterior sobre la cual pode-mos, como mucho, encontrar nuevas fuentes o interpretar de un modo nuevo las ya existentes25. La historiaanterior comenzaría en el momento en el que ya no hay testigos de los sucesos de los que nos ocupamos. Sinembargo, puesto que, en general, siempre hay algunos testigos de algunos hechos, el proceso de fabricaciónde las fuentes es una de las tareas más importante de los historiadores que estudian un pasado bastantereciente. De aquí se deduce que la incapacidad para crear las fuentes es sólo una limitación parcial, y seríaerróneo, por tanto, verla como una característica específica de todo el conocimiento histórico. Por otro lado,es un rasgo característico del estudio histórico de periodos remotos, pero incluso en ese caso pueden surgirciertas dudas si intentamos definir el concepto de «fabricación de fuentes» con mayor precisión. Después detodo, una entrevista con una persona viva muestra simplemente un conocimiento que ha sido acumuladoanteriormente y no registrado todavía, pero no crea de ningún modo un conocimiento nuevo de hechos con-cretos. Sea como sea, la cuestión permanece abierta.

La aseveración de que el conocimiento de los efectos (consecuencias) de los hechos es específico delconocimiento histórico, especialmente en oposición al estudio de la época presente, requiere también unaexplicación. A causa del lapso de tiempo transcurrido, el historiador (cfr. capítulo XXIII) tiene un conoci-miento de las consecuencias de determinados sucesos que le permite adquirir un conocimiento más completode los hechos, al poder proveerse de una perspectiva temporal. Es cierto que los procedimientos de investiga-ción en el estudio de la historia suelen ser post–gnósticos: la cuestión es averiguar las causas de ciertoshechos que nosotros consideramos como efectos. Por el contrario, un conocimiento prognóstico intenta ave-riguar las relaciones de las que podemos, con un alto grado de probabilidad, predecir los efectos de un hechoque nosotros afirmamos que es la causa. Este procedimiento se encuentra en las disciplinas teóricas quetienen como objetivo la formulación de leyes científicas. Sin embargo, ni la historia puede permanecer indife-rente al procedimiento de formular leyes (cfr. capítulo VI), ni otras disciplinas pueden ser indiferentes alprocedimiento postgnóstico. La averiguación de las causas de los hechos, apoyándonos en otros hechos quellamamos efectos, es bastante común en la ciencia. El historiador no puede asegurar que un conocimientoordinario de las consecuencias (efectos) de los sucesos anteriores es específico de su disciplina. El esquemainferior señala los problemas metodológicos específicos de la postgnósis y de la prognosis. La cantidad deinformación requerida para la postgnosis no tiene por qué ser menor que en el caso de la prognosis, y másaún, para explicar un hecho (es decir, para indicar su causa o causas) tenemos que referirnos a una afirma-ción prognóstica (ley científica).

(postgnosis)

(prognosis)

En el procedimiento prognóstico podemos hablar de conocimiento de los hechos sólo en la medida queconocemos las causas, porque el concepto de efecto adquiere significado sólo cuando es un elemento del par

25 Ibidem, págs. 52–55.

1234567890123123456789012312345678901231234567890123

123456789012123456789012123456789012123456789012123456789012

Causa

CausaEfecto

Efecto

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ordenado: causa–efecto. Pero solamente buscamos las causas, y raramente podemos saber con seguridad si elsuceso que examinamos y consideramos como efecto de alguna cosa o causas a sido enlazado correctamentepor nosotros con otro(s) suceso(s), y si, por tanto, podemos decir que el conocimiento de los efectos es unaprerrogativa especial del conocimiento histórico. Podríamos hacerlo, pero sólo con una consideración explí-cita del factor tiempo (confrontar capítulo XXIII.

El siguiente esquema nos muestra una descripción general del conocimiento histórico:

Como todo conocimiento científico, el conocimiento histórico científico sólo puede comenzar con unacantidad adecuada de conocimiento acumulado, y no se puede imaginar un progreso en el proceso cognoscitivosi ese conocimiento no es, en parte, científico, como mínimo. Esto significa que el proceso cognoscitivocientífico es, en cierto sentido, un proceso a priori, puesto que su punto de partida es siempre conocimientoacumulado previamente, que en este caso es una categoría necesaria del proceso cognoscitivo (que, en últimoanálisis, tiene su origen en la inducción). El proceso cognoscitivo histórico, el papel del conocimiento (quehemos denominado no basado en fuentes) adopta varias formas, según los orígenes de ese conocimiento. Siusamos nuestra propia memoria, el proceso cognoscitivo consiste en nuestra reconstrucción de un fragmentodado de nuestro conocimiento, adquirido en una época anterior, o sea, nuestras propias observaciones direc-tas; esta reconstrucción, sin embargo, tiene lugar con la participación del conocimiento que hemos adquiridodespués. Ese conocimiento, por un lado, facilita el recuerdo porque facilita la formulación de preguntas,pero, por otra parte, al estar permanentemente presente en el proceso cognoscitivo, puede hacernos difícildistinguir el fragmento deseado de conocimiento de forma que esté lo más conforme posible con nuestrasprimeras observaciones (o sea, que no esté distorsionado por la experiencias subsiguientes).

Sólo en el caso de la observación de los objetos físicos procedentes del pasado nos encontramos con unconocimiento totalmente directo, aunque defiera del conocimiento directo cotidiano por el hecho de que tene-mos que recurrir a una gran cantidad de conocimiento cumulado previamente. Sin un conocimiento adecuadosomos totalmente incapaces de clasificar un objeto concreto o, aunque reconozcamos en él algo como unarado, somos incapaces de extraer de él ninguna información sobre el pasado. El conocimiento históricoindirecto, es decir, el que se basa o en la memoria de otras personas o en observaciones hechas por otros yregistradas en las fuentes, exige también una gran cantidad de conocimiento no basado en fuentes. La memo-ria de otras personas sólo puede «revivir» por nuestras preguntas, y estas no pueden (cfr. capítulo XIV)formularse sin algún conocimiento previo. Lo mismo ocurre con otras fuentes de conocimiento histórico, quesólo pueden dar información si somos capaces de interpretarlas y extraer de ellas los datos que nos interesan.

Llegamos así a la conclusión de que todos los problemas del conocimiento histórico son al mismo tiempoproblemas de todo el conocimiento en general. El historiador no carece totalmente de la posibilidad de obser-var directamente el pasado, porque, como hemos visto, hay muchas categorías de fuentes para el conocimien-to histórico que son parte del pasado y a la vez se prestan a ser directamente observadas. Por otro lado, elconocimiento del presente implica en gran medida una observación indirecta (podemos usar las observacio-nes de otras personas o deducir sobre la base de indicadores ilativos). Por tanto, la naturaleza indirecta del

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conocimiento, que a menudo se atribuye al conocimiento histórico, resulta no ser ninguna peculiaridad deeste último.

Todo conocimiento es a la vez histórico y relacionado con el presente. Hay que anotar también que todoslos sistemas que observamos están en constante movimiento, de modo que una afirmación sobre un sucesocontemporáneo que tuvo lugar en un momento t no puede comprobarse por observación de ningún modo, yaque tal observación sólo podría darse en un momento t + k, es decir, de cualquier modo, después de t.Comprobaríamos así una afirmación sobre un sistema A

1 , confrontándolo con otro sistema A

1 + k. Así la

comprobación por medio de la experiencia directa es imposible en el caso de todas las afirmaciones sobrehechos, al margen que se refieran a sucesos pasados o contemporáneos (en relación con el investigador). Poreso, en ambos casos tenemos que recurrir a diversas formas de comprobación indirecta, que trataremos mástarde.

Pero surge otra cuestión, en relación con los argumentos usados contra el escepticismo sobre si lasafirmaciones sobre el pasado se refieren realmente a lo que ocurrió, es decir, si hay un nexo lógico entre esasafirmaciones y los hechos pasados. Como hemos mencionado antes, ningún historiador que se ocupe de lapráctica investigadora duda que tuvieron lugar en el pasado los hechos de que se ocupa, y considera paradó-jicas todas las afirmaciones que señalan la falta de nexo lógico entre las afirmaciones sobre el pasado y susubstrato real. Esta opinión de sentido común, que rechaza las ideas excesivamente sofisticadas, parecetotalmente apoyada.

El concepto de lenguaje temporal, desarrollado en detalle por A. C. Danto, es un argumento importante afavor de la imposibilidad de romper el nexo entre los hechos pasados y las afirmaciones sobre ellos. «Por untérmino relacionado con el pasado me referiré a un término cuya aplicación correcta a un objeto o sucesopresente implica lógicamente (cursiva, A. C. D.) una referencia a algún objeto o suceso anterior que puedeno estar causalmente relacionado con el objeto al que se aplica el término»26. A. C. Danto ser interesasolamente por los objetos y sucesos que están causalmente unidos a objetos y sucesos a los que se aplican lostérminos relacionados con el pasado. Si nosotros decimos «destruidos durante la guerra», o simplemente«destruidos», es evidente que esos predicados son ciertos sólo si afirmamos que el pasado fue algo real. Ennuestro lenguaje cotidiano, que describe los objetos y sucesos contemporáneos, siempre asumimos tácitamen-te la existencia de ciertos hechos y sucesos en el pasado.

Como he dicho, el argumento basado en el lenguaje temporal pierde su importancia si adoptamos laopinión de Hume de que le concepto de efecto no tiene nexo lógico con el de causa. Para no enredarnos aquíen especulaciones filosóficas sobren el concepto de causa (más tarde será tratado en cuanto afecta a lainvestigación histórica), mencionemos que para el historiador el concepto de causa está estrechamente unidoal de pasado. Normalmente no considera las causas y efectos como una secuencia ordinaria de hechos, sinoque ve en ellos un nexo más estrecho (material o espiritual) que consiste en un intercambio sui generis deenergía: La sugerencia de A. C. Danto de que las afirmaciones históricas sean consideradas como teorías yno como reflejos de la realidad, sólo porque no tenemos acceso epistemológico al pasado, está tan lejos de laincesante lucha del historiador para corregir su imagen del pasado (por medio de la confrontación de variasobservaciones directas e indirectas y del conocimiento no basado en fuentes), que no puede ser una propuestainteresante. Es cierto que el proceso de corrección es siempre algo abierto, lo cual significa que las afirmacio-nes específicas nunca pueden tomarse como totalmente confrontadas con los hechos, pero hay diferencia ensus grados de sustentación. Si todas ellas fueran consideradas como instrumentos que ordenan el procesocognoscitivo sin relacionarse con el eje verdad–falsedad, las diferencias mencionadas no tendrían lugar.

Para defender su punto de vista de que las afirmaciones históricas se refieren totalmente a hechos ysucesos pasados pero reales, el historiador puede anotar el argumento general sobre la eficacia de nuestrasacciones emprendidas con el apoyo de la experiencia adquirida en el proceso cognoscitivo y en la actividadpráctica. La práctica nos dice que para conseguir un efecto determinado tenemos que realizar una acciónespecífica (condición suficiente) o que la falta de ciertas acciones excluye la aparición de ciertos efectos(acción como condición necesaria). Esto se puede interpretar como algo que ocurre sin excepción (si existe aexiste siempre b; b sólo existe si a ha existido) o estadísticamente (si existe a, b tiene una probabilidadespecífica de existir; b no tiene una probabilidad específica de existir si a no ha existido). Todo esto indicalos lazos reales entre los hechos. La práctica justifica así la opinión de que hay un lazo entre le concepto de

26 A. C. Danto, The Analytical Philosophy of History, ed. cit., págs. 63–87.

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pasado y el de causalidad; ya que si queremos pasar del efecto a la causa, procedimiento típico de la investi-gación histórica, como hemos destacado, y si afirmamos que entre la causa y el efecto hay algo más que unasimple secuencia de sucesos, entonces tenemos que afirmar que aunque hablemos del presente nos estamosocupando también del pasado considerado como hechos. De otro modo, tendríamos que rechazar la afirma-ción de que cuando reflexionamos sobre los sucesos presentes nos ocupamos de hechos presentes. Si unapersona dice «un automóvil está pasando ahora», acepta también un pasado porque el automóvil debe haberpartido de algún lugar, debe haber sido fabricado antes de partir, etcétera (siendo las posibilidades de regre-sión prácticamente ilimitadas). Por tanto, si aceptamos que tal afirmación sobre un coche que pasa se refierea algo real, y si al mismo tiempo rechazamos el escepticismo de Hume sobre la causalidad, tenemos queaceptar lógicamente que las afirmaciones se refieren a los pasos anteriores del suceso mencionado en laafirmación se refieren también a algo real. Si no tuviéramos en cuenta el criterio práctico, nos condenaríamosal instrumentalismo.

5. El relativismo epistemológico y el problema de la objetividad en el conocimiento histórico

Como hemos dicho, los historiadores no son escépticos sobre si pueden hacer afirmaciones con significa-do sobre el pasado y, al mismo tiempo, afirmaciones que tengan como materia el pasado; sin embargo mu-chos de ellos se inclinan hacia el relativismo. Esa postura también es popular entre el gran público, en suforma más vulgarizada. En el último caso adopta la forma de un conflicto entre la propia visión del pasado,basado en el conocimiento y la experiencia propios, y el cuadro ofrecido por la ciencia histórica. Si estas dosdifieren, la gente suele hacer comentarios escépticos sobre la falta de veracidad en las narraciones hechas porlos historiadores, lo cual, curiosamente, no les impide creer, a la vez que son escépticos sobre la posibilidadescognoscitivas de los historiadores, que su propia visión de una parte del pasado, aunque está basada en unaexperiencia muy limitada, es cierta. Esto ocurre la mayoría de las veces con la historia contemporánea, sobrela que los comentarios los hacen aquellos que todavía viven y que de algún modo participaron en los hechos.

Un relativista, mientras que no se plantea la posibilidad de hacer afirmaciones con significado (verdaderoo falso) sobre los hechos pasados y al mismo tiempo afirmaciones que tengan como materia el pasado, esescéptico sobre si estamos en situación de llegar a un grado importante de veracidad en dichas afirmacioneso sus secuencias (narraciones históricas). En otras palabras, un relativista no niega que los historiadoreshacen afirmaciones sobre los sucesos objetivos pasados (es decir, sucesos que fueron o son independientes delos historiadores), pero tiene en poca estima la objetividad (es decir, acuerdo con los hechos) de esas afirma-ciones, y acusa a las narraciones históricas de falta de objetividad (o sea, de subjetividad). Esa subjetividadde que se acusa a la literatura histórica y que no se refiere a los hechos pasados sino a las afirmaciones sobreellos, debe interpretarse de dos maneras: a) como un grado de falsedad, introducido por el historiador quepinta su imagen del pasado, en sus afirmaciones sobre él, o mas bien, falsedad del cuadro pintado por él en lanarración histórica, y b) como la imposibilidad de comprobar tales afirmaciones o sus secuencias de unamanera intersubjetiva satisfactoria27. Podríamos decir que nos encontramos aquí, por un lado, con unsubjetivismo epistemológico (y un objetivismo), en concreto el problema de la verdad, y por otro, con unsubjetivismo (y objetivismo) metodológico, en concreto el problema de la sustentación y comprobación. Esevidente que el último deriva del primero; a los ojos de los relativistas la atribución de la subjetividad a lainvestigación histórica se debe al hecho de que los efectos del proceso cognoscitivo histórico dependen engran medida del sujeto conocedor. Este punto débil del conocimiento, atribuido al conocimiento histórico, yque no se puede eliminar, es el responsable de que la investigación histórica produzca un conocimiento noobjetivo; ésta, aseguran los relativistas, es la razón de que los resultados de la investigación histórica nopuedan ser objetivos. El elemento subjetivo que aporta el historiador al proceso cognoscitivo es lo suficiente-mente fuerte como para dar lugar a una diferencia considerable entre los hechos y sus descripciones conteni-das en las narraciones históricas.

Normalmente se enumeran cuatro factores que son la razón de la dependencia de los resultados del proce-so cognoscitivo histórico respecto del sujeto conocedor: la posición social del conocedor, que determina su

27 Adviértase que el modificar objetivo se usa aquí en dos sentidos diferentes: cuando decimos que los hechos son de naturaleza objetiva, se refiere alos hechos (y aparece en expresiones de lenguaje objeto); en el segundo sentido, se refiere a la afirmación sobre los hechos (y aparece en expresionesmetalingüísticas).

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perspectiva de investigación; la referencia a los valores; el conocimiento general o teórico que tiene el inves-tigador al comenzar su investigación; la personalidad del historiador. Estos factores, estrechamente ligadosentre si, se suelen examinar separadamente. Por lo que concierne a todo el conocimiento científico, sonestudiados por la sociología del conocimiento (ejercida de varios modos), la teoría y filosofía de los valores,y la metodología y psicología. La sociología del conocimiento, que continúa la idea marxista del conocimien-to social de la conciencia humana, puede verse, tanto en interpretaciones anteriores (por ejemplo, K.Mannheim)28 como en otras más recientes (por ejemplo, W. Stark)29 como la ciencia que investiga elcondicionamiento social del conocimiento humano. Pero mientras que Marx no pensaba que estecondicionamiento fuera un factor que impedía a los seres humanos llegar a una descripción verdadera de loshechos Mannheim es pesimista a ese respecto, es decir, relativista en el sentido definido previamente, ya queasegura que la subjetividad es inherente a las ciencia sociales, mientras que la naturales esán libres de ella, almenos en su aspecto cuantitativo30.

Los lazos entre el conocimiento histórico y el problema de los valores, es decir, la influencia de las opinio-nes mantenidas por el sujeto conocedor sobre los resultados de su investigación, sobre lo que en su opinióndebería ser (lo qu es bueno o malo, útil o un esotorbo, progresivo o regresivo, etcétera), es decir, los lazosentre el conocimiento y la ideología (en uno de los sentidos del término) se subrayan muy a menudo. Algunosautores piensan que éste es un mal necesario sui generis, específico, en gran medida, de las ciencias sociales,y piden una investigación «pura», «objetiva», que –en el caso de la historia– debería guiarse, en lo posible,sólo por las fuentes realmente usadas. Otros no se alrman porque sostienen que en las ciencias naturalestampoco hay investigación pura; por tanto, al plantear cualquier exigencia, no sugieren que se elimine lavaloración, ya que eso es imposible, sino que se use conscientemente. La aceptación de la influencia de lavaloración sobre los resultados de la investigación histórica, en el sentido de que dichos resultados no puedenser objetivos porque se interpretan a la luz del sistema de valores que tiene un investigador concreto, significaun relativismo epistemológico.

Para resumir lo que se ha dicho sobre la sociología del conocimiento, podemos encontrarnos con unrelativismo que tiene en cuenta o la posición social del sujeto conocedor o su sistema de valores como factorde deforma el conocimiento.

Respecto al conocimiento en general que el historiador tiene al comenzar su investigación y que ta,mbiénafecta a su narración, los autores que subrayan ese factor no siempre llegan a conclusiones relativistas. Sesuele decir que la selección de los hechops depende de las categorías generales de pensamiento y de lascategorías específicas de pensamiento histórico (confróntese A. Stern), de la teoría que oresente el historia-dor (cfr. R. Aron), de la visión del mundo o del pasado que tenga. Más o menos, ocurre lo mismo con elénfasis puesto sobre la influencia de la personalidad del historiador sobre el cuadro del pasado que reconstru-ye, o, según algunos autores, construye (cfr. H. I. Marrou, Paul Valéry).

28 Es el autor de la expresión sobre la «perspectiva de investigación» definida por una situación social dada. Cfr. K. Mannheim, Ideology and Utopia,An Introduction to the Sociology of Knowledge, Nueva York, 1936, págs. 240 y ss. También merece atención el prólogo de L. Wirth a esa obra.

29 W. Stark, The Sociology of Knowledge, An Essay in Aid of Deeper Understanding of the History of Ideas, Londres, 1958.

30 K. Mannheim, op. cit., pág. 261.

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A la vista de lo dicho, surgen dos problemas estrechamente relacionados;

1) El hecho de que el conocimiento histórico dependa de la posición social del historiador, de un sistemade valores, de los principios teóricos que guíen su proceso cognoscitivo, y de su personalidad, ¿da lugarinevitablemente a un relativismo epistemológico que niega la posibilidad de llegar a la verdad en la historia?

2) Esta situación, que es característica del conocimiento histórico, ¿es una peculiaridad de ese tipo deconocimiento, o es simplemente una variedad de un situación epistemológica general?

La dependencia del conocimiento histórico respecto de la posición (clase) social del historiador, de susistema de valores, de los principios teóricos que guían su proceso cognoscitivo, y de su personalidad, estáfuera de duda, y los relativistas tienen razón cuando aseguran eso. Pero en este sentido hay que tener tresreservas. Primero, la relación entre los factores mencionados y los resultados de la investigación asumida porlos relativistas es a menuda más compleja de lo que parece a primera vista. Segundo, la relación no es unapeculiaridad del conocimiento histórico (o sociológico) nada más, y tercero, no tiene por qué dar lugar a unanegación de la objetividad de ese tipo de conocimiento, suponiendo de que no nos refiramos a una objetividadabsoluta. Un análisis de estas tres cuestiones nos dará argumentos contra el escepticismo sobre la posibilidadde alcanzar la verdad en un cuadro del pasado, y así contestará las preguntas planteadas más arriba.

La posición social del sujeto conocedor, su sistema de valores, los principios teóricos que le guían en suproceso cognoscitivo, y su personalidad, forman una complicada red que hay que mostrar con algún detallepara revelar el papel de estos cuatro factores.

Esto es mostrado por el siguiente esquema; las flechas muestran la dirección de las influencias.

Se pueden advertir fácilmente numerosas realimen-taciones e influencias indirectas. La posición social delsujeto conocedor afecta a los resultados de la investigación (conocimiento) a través de un sistema de valoresconformado por esa posición social, el conocimiento de que dispone y su personalidad. Así, no es ningúnfactor independiente que pueda analizarse sin tener en cuenta el conocimiento adquirido hasta el momentopor el historiador y sus características mentales. En este sentido, se puede decir brevemente que, si por elmomento no tenemos en cuenta el objeto de conocimiento y la influencia directa de la personalidad sobre elresultado del proceso cognoscitivo, el resultado de la investigación histórica (proceso cognoscitivo) depen-den del cuerpo general de conocimiento del historiador y de sus sistema de valores; evidentemente tenemosque recordar que ese sistema de valores está en función de la posición social del historiador y de su conoci-miento general, ya que su posición social, antes de afecta r su sistema de valores, debe encontrar un reflejo enel cuerpo general de conocimiento del historiador. Se puede asegurar por tanto que los resultados del procesocognoscitivo dependen del conocimiento que tiene el historiador al comenzar su investigación. Es obvio quedicho conocimiento debe interpretarse de una forma muy amplia, de modo que abarque su sistema de valores,es decir, sobre todo, su sistema de normas axiológicas (o modelos). Cada acto cognoscitivo, añadido a suconocimiento, afecta a su sistema de valores y al sistema de valoraciones consiguiente. El proceso cognoscitivoresulta ser así un proceso continuo de interacciones de varios factores. Se puede ver claramente que la in-fluencia del sujeto conocedor sobre los resultados del proceso cognoscitivo es considerable, lo cual da unaimagen del proceso cognoscitivo muy distinta de la creencia positivista de que el sujeto conocedor reflejapasivamente el mundo exterior.

Pero esto no ocurre solamente con el conocimiento histórico. El defecto básico de la opinión positivista(cfr. Ch. Beard) no era tanto una exageración al subrayar el papel del sujeto conocedor en el caso del cono-cimiento histórico, como la opinión errónea sobre la situación epistemológica y metodológica de las cienciasexactas: en la interpretación relativista, el conocimiento histórico era considerado separadamente del procesodel conocimiento humano en general.

Pero todo el conocimiento humano, como hemos subrayado repetidamente, está guiado, hasta cierto pun-to, por el cuerpo general de conocimientos del sujeto conocedor, lo cual, evidentemente, incluye las valora-ciones. No adquirimos ningún conocimiento de lo que nos está excluido por nuestro cuerpo general de cono-cimiento, demasiado limitado a un área pequeña. Todo lo demás se adquiere por medio de ese conocimientogeneral que, al darnos las reglas de selección en el proceso cognoscitivo, nos muestra el mundo, pero comoun mundo algunas de cuyas partes están más destacadas y otras menos. Así, el cuadro que obtenemos no semuestra ni detallado ni uniformemente: es un cuadro interpretado por nuestro conocimiento previo, y portanto lleno de trozos oscuros e iluminados. Esto no ocurre sólo porque es muy difícil adquirir un conocimien-

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to adecuado del mundo y porque nuestro cuerpo de conocimientos está lleno de lagunas, sino también porqueno todo lo que nos rodea en el mundo parece ser igualmente importante –y por tanto valioso–, y es biensabido que aquellas cosas que por alguna razón consideramos de menor importancia no atraen mucho nues-tra atención. En este sentido, no hay diferencia entre el estudio del pasado y del presente: nuestro cuerpo deconocimientos previos interviene en ambos casos. Para un hombre que carezca de un conocimiento adecuado,un cuadro de Giotto, a pesar de su papel en la historia de la pintura europea, será simplemente un pedazo delienzo cubierto de pintura. Del mismo modo, un ciclotrón será para él sólo un instrumento no descrito. Estotiene consecuencias en la esfera de las valoraciones, aunque ésta es una función de todo el cuerpo de conoci-mientos que tiene el sujeto conocedor, y no sólo de la parte de ese cuerpo general de conocimientos que se usaactivamente en el estudio de un objeto determinado. Por ejemplo, a causa de una laguna que tenga en suconocimiento, una persona puede pensar que el ciclotrón que tiene oportunidad de mirar tiene muy pocaimportancia para los seres humanos; pero le puede atribuir un inmenso papel si su conocimiento anterior lehace dar una importancia grande, o incluso excesiva, a los objetos desconocidos y «misteriosos». Del mismomodo, en el conocimiento histórico, el cuerpo de conocimientos de una persona, especialmente su conoci-miento histórico, le hace dar mayor o menor importancia a los objetos, individuos, grupos o sucesos concre-tos. Un historiador cuyo conocimiento comparativo es más bien pequeño, y que por tanto tiene un sistema devaloración «distorsionado», se inclina a dar demasiada importancia al pasado de la región, país, individuo osuceso que investiga.

Hay que destacar que, en cuanto a la investigación histórica, la opinión relativista no basa su escepticis-mo en la aseveración de que el proceso cognoscitivo es «relativo» (subjetivo, condicionado) porque dependede laguna manera de ese cuerpo general de conocimientos, sino, sobre todo, en la aseveración de que dichoconocimiento no es objetivo, porque es interpretado por el sistema de valores que tenga el sujeto conocedor.Se puede decir que la opinión relativista, mientras que subraya –en el conocimiento histórico y en cualquierotro– el papel del conocimiento entendido como una serie de afirmaciones sobre los hechos (que tienen cadauna un valor lógico dado, es decir, están situadas en el eje verdad–falsedad), afirma que el proceso cognoscitivohistórico (como específicamente distinto del proceso cognos-citivo de las ciencias exactas) se guía ademáspor un sistema de valores, es decir, por reglas situadas en el eje bueno–malo (útil–estorbo, progresista–reaccionario, etcétera), lo cual da al conocimiento histórico un tinte de predisposición. El hecho de que estosdos ejes, como si dijéramos, se crucen en el proceso cognoscitivo (lo cual, se asegura, es específico de estetipo de conocimiento) es un obstáculo, según los relativistas, para nuestra llegada a un conocimiento, en lainvestigación histórica, que podamos llamar verdadero. Puesto que el conocimiento de los hechos es, comohemos dicho, dependiente en gran medida de la posición del sujeto conocedor en la vida social, y constituyeasí la base para la formación de su sistema de valores, los relativistas hablan a menudo de una deformacióndel proceso cognoscitivo causada por las condiciones de vida, o, de un modo más abstracto, de una distorsióndel pasado causada por el presente, lo cual, como hemos visto, les lleva a afirmar que toda la historia eshistoria presente (B. Croce).

Esta postura fue el resultado de la opinión anti–positivista sobre la naturaleza específica de la investiga-ción histórica, en contraposición a la investigación en el área de las ciencias exactas. En realidad, losrelativistas, al subrayar (con razón, pero demasiado radicalmente) la dependencia del proceso cognoscitivohistórico respecto del sistema de valores mantenido por el sujeto conocedor, llegaron a afirmar que un proble-ma que es común a todas las disciplinas era específico de la investigación histórica. La opinión (defendida,entre otros, por H. Rickert) de que algunas ciencias son dependientes de los valores mientras que otras estánlibres de ellos, que es un ejemplo de esa postura, fue muy corriente en una época, y se puede encontrartodavía ahora.

Sin embargo, la valoración está en los fundamentos de la ciencia, de toda, la natural y la social31, y estono puede ser de otro modo, porque la ciencia es un producto de un hombre que vive en la sociedad. En primer

31 Hay que mencionar aquí las importantes observaciones de M. Weber sobre el valor de la ciencia. Como es sabido, él defendía esta estricta distinciónentre las afirmaciones que tienen un valor lógico, y las normas, que no son ni ciertas ni falsas. Cfr. M. Weber, Gesammelte Aufsätze zurWissenschaftslehre, Tubinga, 1922, que incluye «Der Sinn der Wertfreiheit der soziologischen und ökonomischen Wissenschsften». Ver también V.Kraft, Di Grundlagen ciner Wissenschaftlichen Wertlehre, Viena 1937. La literatura sobre el problema de los valores de la ciencia es muy abundante.Mencionamos aquí dos publicaciones que, en cierto modo, resumen la cuestión; en concreto, G. Myrdal, Value in Social Theory, Nueva York 1958(sobre las ciencias sociales en general), y A. Stern, Philolosophy of History and the Problem of Values, La Haya 1962 (sobre la historia). Myrdal aseguraque la valoración es parte de la ciencia, y que no podemos imaginar ningún conocimiento social «desinteresado», lo cual, subraya, no está en contradiccióncon la búsqueda de racionalidad en el pensamiento. La opinión de Stern sobre la historia es muy parecida; también se opone al olvido radical de lasdiferencias entre las ciencias sociales y las naturales. Sin embargo, tenemos que subrayar que la valoración aparece en ambas clases de disciplinas.

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lugar, el hombre debe haber llegado a la conclusión de que merece la pena buscar la verdad, y esa conclusión(es decir, una valoración específica) se convierte en el punto de partida para emprender la investigacióncientífica. Así, todos los intentos de dibujar una línea de división estricta entre el mundo de la ciencia (sea ladisciplina que sea) y el mundo de los valores, o de contrastar uno y otro, cae por su propio peso. Algunosmetodologistas subrayan este hecho con mucha fuerza. Por ejemplo. K. Kaufmann dice que la actividadcientífica se puede interpretar como la lucha por ciertos objetivos que no se pueden «definir exclusivamenteen términos de un (...) procedimiento científico». Este objetivo debe ser para un científico mejorar los nivelesde vida y la felicidad de la humanidad, asegurar los beneficios materiales y prestigio social para sí mismo, oconseguir una satisfacción de la investigación32. Todas la decisiones en la investigación científica, inclusoaquellas que parecen estar completamente libre de valoraciones, pueden, en último análisis, reducirse a unobjetivo general como ése, debido al cual se emprende la investigación, sea cual sea la descripción de eseobjetivo. Incluso una persona que está haciendo un experimento químico y decide provocar una reacciónpara obtener el resultado deseado, si se le pregunta por la base de sus decisión, tiene que remontarse a ladecisión básica que le hizo emprender una investigación de un tipo concreto33.

Este punto de partida común no significa que no haya diferencias entre las diversas disciplinas en surelación con los valores; sin embargo, esas diferencias no consiste en el hecho de que algunas están libres delos valores y otras (por ejemplo, la historia) dependen de ellos, sino simplemente en el grado en el que esavaloración se hace visible.

Para analizar mejor el problema tenemos que señalar en primer lugar que la toma de una decisión en lainvestigación (que, en la práctica, se reduce sobre todo a los problemas de selección) se ve influida simultá-neamente por varios sistemas de valores, que se diferencian entre sí por el grado de generalización. Son elsistema de valores universales, el de valores de grupo (entre los que se destacan los valores de clase), y el delos valores individuales34. Los valores universales (que no hay que identificar con los valores absolutos, ypor tanto ahistóricos, propuestos, como hemos mencionado, por H. Rickert en su campaña contra el historicismoalemán) en general son aceptados por todos, lo cual, evidentemente, no significa que todos acepten todos losvalores en todas las épocas; es decir, simplemente, que los acepta en general, al margen de su grupo o statusde clase. Una persona puede aceptar que la lucha por un mejor nivel de vida es un objetivo más importanteque la lucha por satisfacerse con el propio trabajo; otra persona puede sostener el principio de que proteger lapropia salud es más importante que luchar por un mejor nivel de vida, lo cual no nos impide incluir todasestas normas de conducta en el sistema de valores universales. Los objetivos de la investigación enumeradosantes están también dentro de este sistema. En el caso de los valores universales en los que se basan tanto lasdecisiones en las ciencias sociales (y por tanto en la historia), como en las ciencias naturales, las valoracionesconvergen, y esta es la causa de que no aparezcan a simple vista como valoraciones35.

Si se quieren materializar los valores universales hay que emprender acciones específicas. Puesto que enuna sociedad dividida en clases y niveles las diferentes situaciones de estas clases y niveles inducen a susmiembros a emprender acciones que a menudo son diferentes aunque quizá orientadas a un mismo objetivogeneral, entonces surgen ciertos valores que pueden ser aceptados por un grupo (o sea, por la mayoría de susmiembros), pero que son distintos de los aceptados por otro grupo. Si consideramos el siguiente valor univer-sal (es decir, un objetivo general determinado): «cada uno debe mejorar su propio nivel de vida, y por lomenos no empeorarlo», entonces un capitalista acepta el valor de grupo que le hace defender el sistemacapitalista, mientras que un empleado acepta el valor de grupo que le hace atacar ese sistema. Los valores degrupo (e incluso de clase)no tiene porque estar en conflicto entre sí: la implantación del valor universal«protege tu salud» hace que la gente emprenda distintas acciones muy parecidas (cultivo de hábitos persona-

32 F. Kaufmann, The Methodology of the Social Sciences, 2ª ed., Nueva York, 1958, pág. 67.

33 El término Basenentscheidungen se encuentra en H. Albert, «Probleme der Wissenschaftslehre in der Sozialforschung», Handbuch derempirischen Sozialforschung, pág. 48. Ver también R. Rudner, «Value Judgements in the Acceptance of Theories», en The Validation of ScientificTheoriesk, Nueva York, 1952.

34 Una clasificación semejante se encuentra en A. Stern, op. Cit., págs. 132–133 (valores universales, valores colectivos, valores individuales). Lasdiversas obras sobre el problema de los valores, empezando por la Etica de Nicómaco y la Política, hacen divisiones en varias clases de valores. Porel momento, nos interesan sólo las clasificaciones basadas en el alcance de la aceptación social. H. D. Lewis hace la distinción entre «la predilecciónpersonal» y los «presupuestos generales» (cfr. Freedom and History, Londres, 1962, págs. 202–206).

35 El problema de la convergencia y la divergencia en la valoración es tratado por J. Banka, Ideologia i nauki humanistyczne, publicaciones de laUniversidad Adam Mickiewicz, Serie filosófica, psicológica y pedagógica, núm. 9, Poznan, 1966.

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les adecuados, etcétera), al margen de la pertenencia a un grupo. Así, entre los valores de grupo podemosdistinguir aquellos que indican una simple aceptación, por parte de un grupo determinado, de los valoresuniversales (valores de grupo

1) y aquellos que son transformaciones de valores universales, necesarias si un

grupo concreto quiere implantar en sus situación particular los valores universales en cuestión (valores degrupo

2). En conjunto, los valores de grupo

1 y los valores de grupo

2 forman un sistema de valores de grupo

que es la base de las valoraciones hechas por los miembros del grupo. Un científico que sea objetiva y

subjetivamente un miembro de un determinado grupo social suele aceptar el sistema de valores de ese grupo.Cuando los científicos que son miembros de varios grupos sociales implantan los valores de grupo

1, nos

encontramos con valoraciones convergentes, como en el caso de las valoraciones universales.

Por otro lado, la lucha por implantar los valores de grupo2 puede combinarse con valoraciones distintas de

los mismos hechos por científicos que son miembros de varios grupos sociales, lo cual puede influir de algúnmodo (más o menos advertido por el investigador, y a veces pretendido deliberadamente por él) en los resul-tados de la investigación36. Si un científico cree que el sistema capitalista debe ser conservado (porque lovalora positivamente), mientras que otro cree que ese sistema debe ser abolido (porque lo valora negativa-mente), entonces estas distintas valoraciones de grupo (en este caso, de clase) tienen muchas posibilidades deafectar a su trabajo de investigación, incluso en la elección de los problemas. Pero en el intento de implantarlos valores de grupo, no todos los hechos se valoran de forma distinta. Las valoraciones suelen converger encuanto a los fenómenos naturales (por ejemplo, las inundaciones, que empeoran las condiciones de vida de lagente, son valoradas negativamente por varias clases, lo que les hace ocuparse todos en medidas preventi-vas), y suelen ser divergentes en cuanto a los hechos sociales (por ejemplo, un oponente y un defensor delsistema capitalista tendrán distintas apreciaciones de una huelga). Pero también hay fenómenos naturales queson valorados de forma distinta por las diversas clases. Por ejemplo, las cosechas abundantes que hacenbajar los precios. También hay hechos sociales que son valorados de forma convergente (por ejemplo, enmuchos casos, un alza en la renta nacional per capita, o una victoria en una guerra sostenida en defensa delpropio país). La creencia de que los sucesos del mundo de la Naturaleza son valorados de forma convergenteha dado lugar a la opinión de la posición diferente respecto a los valores de la ciencia natural, por un lado, yla ciencia social (a la que la historia tiene el orgullo de pertenecer) por el otro. Esta opinión esta muy justifi-cada, como vemos. Más aún, puesto que los valores del grupo

2 (y los valores de clase en particular) se suelen

referir a hechos sociales, la identidad de la materia de investigación proporciona mejores oportunidades paraque influyan sobre la investigación en las ciencias sociales que en las naturales. Pero, en general, no se puededibujar una línea divisoria, basada en la valoración, entre estos dos grupos de disciplinas. Ambos grupostienen la influencia de las valoraciones de grupo convergentes y divergentes.

El sistema de valores individuales es todavía más complejo y complicado que el de los valores de grupo.Incluye los valores universales aceptados por un individuo concreto (a través de los valores de grupo

1), los

valores de grupo 2, y aquellos valores individuales específicos de la persona en cuestión. Esos valores indivi-

duales están relacionados con al experiencia y la mentalidad de esa persona. Suelen derivar de los valoresuniversales y de los valores de grupo

2, pero a veces difieren de estos últimos. Por ejemplo, una apreciación

negativa del hecho de fumar tabaco se clasificará como un valor individual relacionado con la experiencia deuna persona (lógicamente, no tiene por qué ser su propia experiencia fumadora), mientras que una aprecia-ción positiva de empresas arriesgadas es un valor individual relacionado con su mentalidad. Los valoresindividuales tienen el mismo efecto sobre la investigación de la ciencia natural y en lo social. Por ejemplo, laapreciación negativa del hecho de fumar tabaco por un experto en medicina puede afectara su interpretaciónde los datos sobre la incidencia del cáncer de pulmón, y la valoración positiva (o condenación) del riegopuede afectar la valoración de un historiador sobre una personalidad que vivió en el pasado. En últimoanálisis, todos los valores universales y de grupos, y los propios valores individuales, se combinan paraformar un sistema de valores individuales.

Al resumir la discusión, sobre la dependencia del proceso cognoscitivo histórico respecto de los valores,tenemos que llegar a la conclusión de que dicha dependencia no es ninguna peculiaridad de la investigaciónhistórica, ya que es característica de todo conocimiento científico. La ciencia natural no difiere a ese respectode la ciencia social, esencialmente. En el caso de la primera, el hecho de estar libres de valoraciones ocurre

36 Las manifestaciones de la actitud valorativa en la investigación histórica serán tratadas más adelante, al hablar de las valoraciones de la historia.Los criterios de valoración (valoración absoluta, valoración radicalmente relativista y valoración moderadamente relativista) serán tratados en el mismolugar.

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con sólo una parte de los valores de grupo, en concreto los valores de grupo2 divergentes, mientras que los

valores universales, los valores de grupo1, los valores convergentes y los propios valores individuales son

típicos de todas las disciplinas. Tenemos que añadir que en una sociedad dividida en clases toda ciencia,tanto la social como la natural, juega un papel de clase, ya que cada disciplina es un instrumento de clases ogrupos específicos. En este caso, la ciencia funciona como una ideología, y en este sentido no hay diferenciasentre las diversas disciplinas. Por ejemplo, en nuestra época somos testigos del enorme papel ideológico deldesarrollo de las ciencias tecnológicas.

Nuestras conclusiones, dirigidas contra el relativismo epitemológico atribuido sólo a las ciencias sociales(y en particular a la investigación histórica) no pretenden, como hemos dicho anteriormente, hacer que elrelativismo abarque todo el proceso cognoscitivo científico, y eliminar así el problema por medio de la nega-ción de la naturaleza objetiva de ese proceso. Los argumentos contra el relativismo, enumerados más arriba,se refieren en todo momento a lo que podríamos llamar relativismo absoluto. Según esta interpretación, lahistoria siempre resulta ser «un producto» del historiador que construye el pasado, su «confesión de fe»;supone siempre una historia presente, etcétera, y no puede alcanzar la verdad. No se puede admitir la sustitu-ción del relativismo absoluto por el positivismo, porque, como hemos visto, este último simplifica demasiadoel proceso cognoscitivo. Pero, a la luz de lo que hemos dicho, podemos esbozar una opinión que podríamosllamar moderada, o relativismo dialéctico. Este tipo de relativismo, admitiendo una relación entre el procesocognoscitivo científico y el mundo de los valores (y el cuerpo general de conocimientos que tiene un sujetoconocedor concreto), no es tan pesimista como el relativismo absoluto respecto al hecho de que la relaciónmencionada distorsiona irreversiblemente los resultados del proceso cognoscitivo, es decir, respecto a laposibilidad de una investigación histórica objetiva que daría lugar a narraciones que serían a la vez verdade-ras y comprobables intersubjetivamente37. Esto no niega el hecho de que, en la práctica, encontramos dichoscasos de literatura histórica que siguen el modelo atribuido por los relativista absolutos a la historiografía engeneral.

Podemos aducir tres argumentos para apoyar las aseveraciones del relativismo moderado; todas ellasseñalan el hecho de que la «fluidez» de los factores variables del conocimiento tiene sus límites. Son:

1) la no uniformidad de la influencia de la posición social del investigador sobre los resultados de lainvestigación;

2) los valores de grupo específicos de los científicos;

3) la expansión y la uniformidad creciente del conocimiento no basado en fuentes de los historiadores.

Mientras que el relativismo absoluto asegura que la posición social del investigador deforma siempre losresultados de su investigación, los relativistas dialécticos que en efecto puede ser positivo o negativo, segúnsu posición social. Las clase que promueven el progreso social cambian en los diversos niveles de desarrollohistórico. El cambiar las condiciones existentes va en beneficio de esas clases ascendentes, y esto les lleva ainvestigar los hechos más exhaustivamente posible. Por eso no basta decir que la posición social de unaafecta los resultados de su investigación: tenemos que averiguar si el investigador (como miembro de unaclase concreta) esta interesado en descubrir la verdad o en ocultarla. «Cuanto más insensible e imparcial seala ciencia, más cumplirá las aspiraciones e intereses de los trabajadores.» Karl Marx fue el primero enformular esta idea38.

Las valoraciones divergentes basadas en las clases mencionadas anteriormente pueden suavizarse, engran medida, respecto a la investigación: los estudiosos y científicos forman un grupo social específico quetienen sus propios valores de grupo específicos. Ciertas valoraciones generales dentro de ese grupo dan lugara sistemas específicos de valores de grupo que son típicos de los investigadores que trabajan en las diversasdisciplinas, y por tanto, también, de los historiadores. La respublica docta, aunque todavía desperdigadaentre las clases, produce un número gradualmente mayor de normas que son comunes a todos sus miembros

37 Entre los libros sobre el objetivismo en la investigación histórica, véanse M Mandelbaum, The Problem of Historical Knoledge, ed. Cit.; F.Kaufmann, The Methodology of the Social Sciences, Nueva York, 1958; I. Berlín, Historical Inevitability, ed. cit.; Ch. Blake, «Can History beObjective?», en Theories of History, ed. cit., págs. 329–413; la opinión de Blake es tratada por D. H. Lewis, Freedom and History, Londres 1962, págs.201 y ss. Sobre el mismo problema, ver también J. A. Passmore, «Can the Social Sciencies Be Value–Free?», en Readings in the Philosophy of Science,H. Feigl y M. Brodbeck (eds.), Nueva York, 1953; W. Kula, Rozwazania o histori, Varsovia, 1958.

38 K. Marx, Das Capital, vol. I, Stuttgart–Berlin, 1922, pág. 7.

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y que no pueden ser dejadas de lado si un investigador no quiere arriesgar su reputación. Estas normas serefieren a la honestidad de la investigación, basando todos los casos de deducción en bases comprobables porotros, claridad y precisión de formulaciones, competencia en el área de la propia investigación, aproxima-ción crítica a los datos, etcétera. Aunque no eliminan las diferencias en la selección de los problemas quedeben ser estudiados, marcan bastante bien el límite más allá del cual nos encontramos con distorsionesintencionadas de los hechos. Por supuesto, esto no excluye la posibilidad de que la producción cuasi–cientí-fica más allá de este límite parezca, a primera vista, genuinamente científica, pero de ello no se puede echarla culpa a los historiadores de mente objetiva.

Mientras que el primer argumento se dirigía contra la interpretación fatalista de la posición de clase, y lasegunda señalaba ciertas circunstancias técnicas que suavizan las divergencias de los valores de grupo, eltercero tiene un ámbito de aplicación más amplio. Se ha dicho que los resultados del proceso cognoscitivohistórico (por el momento no nos preocupamos de la calidad de las fuentes) depende de un cuerpo de conoci-mientos ampliamente concebidos (incluyendo un sistema de valores) que tiene el historiador cuando empiezauna investigación; lo hemos llamado, de un modo convencional, conocimiento no basado en fuentes. Estecuerpo de conocimientos se puede expender casi hasta el infinito, y puede convertirse en algo cada vez másuniforme para personas diferentes, proceso que asegurará una convergencia creciente de los resultados de lainvestigación. Cuando los historiadores se apoyan en los logros de otras disciplinas y los añaden a la serie deconceptos conque comienzan la investigación, desarrollan así ciertas estructuras teóricas comunes a todos,que impedirán excesivas divergencias en los resultados de la investigación. En algunas ciencias naturales(por ejemplo, la física) ya se ha desarrollado una serie de conceptos teóricos comúnmente aceptados. Esto nosignifica que su nivel de desarrollo sea superior: simplemente atestigua el hecho de que la materia de investi-gación en las ciencias sociales es mucho más compleja y exige diferentes procedimientos de investigación ytiene una forma de desarrollo propia.

Por tanto, en opinión de este autor, el conocimiento no basado en fuentes es el apoyo principal de laobjetividad en la investigación histórica. Como veremos más tarde, al analizar el concepto de veracidad en lahistoria (o sea, el objetivo de la historiografía objetiva) y el del conocimiento no basado en fuentes, no hayobstáculos irremontables que nos puedan impedir hacer una literatura histórica objetiva. Su objetividad nun-ca será absoluta, ya que sería absurdo afirmar que el conocimiento no basado en fuentes de todos los historia-dores es uniforme. Las gafas a través de las cuales miran los historiadores los colores y las formas del mundosiempre permanecerán diferenciadas, aunque sólo sea por las diferencias en la experiencia individual. Estosignifica que la descripción de un hecho o de un sistema hecha por A será diferente, al margen de su conoci-miento no basado en fuentes básicamente común, de la descripción correspondiente hecha por el historiadorB. Desde un cierto punto en el desarrollo de la ciencia histórica, este hecho será considerado como bueno, ycontribuirá gradualmente a un cuadro objetivo (verdadero) del pasado. Siempre tendremos que escribir lahistoria de un nuevo modo, pero no porque la historia sea «un producto subjetivo del historiador» que esincapaz de descubrir la verdad; lo haremos porque el conocimiento no basado en fuentes, el individual y elque es común a todos los historiadores y que nos acerca a la verdad, se acumulará con el paso del tiempo.Como escribió A. Gramsci: «Objetivo significa siempre “humanamente objetivo”, lo cual corresponde estric-tamente a “históricamente subjetivo”, de forma que “objetivo” quiere decir lo mismo que “universalmentesubjetivo”»39.

6. La verdad en la historia

Surge una cuestión, qué es la verdad en la interpretación del relativismo dialéctico y cuál es la relaciónentre el concepto de verdad y el de probabilidad, que a menudo se usa en relación con la investigaciónhistórica. Los relativistas moderados afirman que el historiador, en su investigación, llega a una verdadrelativa (verdades parciales), que es un estadio en su camino hacia el acuerdo absoluto de sus afirmacionescon los hechos (isoformismo perfecto), es decir, hacia la verdad absoluta. La verdad absoluta es una especiede concepto límite, de idealización. Teniendo en cuenta la infinita complejidad del mundo en constante cam-bio, sólo podemos intentar la verdad relativa. El acuerdo con los hechos es también el criterio para medir laverdad relativa, pero adelantamos que ese acuerdo, en todas las formas de conocimiento, es solamente relati-vo, y no absoluto, porque vale tanto para las irregularidades y causas principales como para las manifesta-

39 A. Gramsci, Pisma wybrane, vol. I, Varsovia, 1961 págs. 132–133.

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ciones superficiales. El concepto metodológico de verdad (no modificado por ningún adjetivo) abarca así elconcepto de verdad absoluta y el de verdad relativa. Se necesita en metodología como formulación del obje-tivo del proceso cognoscitivo científico.

Uno de los principios metodológicos y lógicos básicos, que dice que el concepto de verdad se aplicasolamente a las afirmaciones (es decir, sólo las afirmaciones pueden ser verdaderas o falsas, de acuerdo o nocon los hechos), exige una cierta modificación en la historiografía. En lo que respecta a la literatura histórica,en el caso de las consideraciones metodo-lógicas penetrantes, es necesario no sólo tratar la verdad o falsedadde las afirmaciones aisladas, sino también la verdad o falsedad de las narraciones históricas, o sea, secuen-cias de afirmaciones que en conjunto forman cuadros del pasado (cfr. capítulo XXIII). Ahora nos interesa nosólo la verdad de afirmaciones aisladas como «La Bastilla fue tomada el 14 de julio de 1789», «La Constitu-ción de 1791 marcó una victoria de las ideas revolucionarias», etcétera, sino también la verdad (acuerdo conlos hechos) de todo el cuadro de la Revolución Francesa (o un fragmento) mostrado en la obra de un historia-dor concreto. Sabemos perfectamente que en una narración histórica la suma de una serie de afirmacionesverdaderas no necesariamente da un cuadro general verdadero de los sucesos. Por otro lado, puede ocurrirtambién que afirmaciones aisladas falsas, coexistiendo en una narración con otras verdaderas, no invalidennecesariamente la verdad de esa narración como un todo. Esto crea el problema del concepto de valor lógicode las narraciones, que hay que usar en los análisis metodológicos junto al del valor lógico de las afirmacio-nes40. La literatura histórica objetiva intenta no sólo la verdad de las afirmaciones, sino, sobre todo, la verdadde las narraciones: la cuestión es que la estructura de los hechos y de los procesos históricos sea reconstruidade acuerdo con lo que ocurrió. Evidentemente, no todos se dan cuenta de la importancia de esta tarea, y éstaes la razón de que muchas revisiones de estudios históricos se ocupen a menudo solamente del valor lógico delas afirmaciones aisladas, y no de la narración como un todo, lo cual hace imposible una apreciación correctade importantes contribuciones41. Está claro que en cada caso habría que comprobar la verdad de las afirma-ciones aisladas y de la narración, ya que sólo esto nos permite apreciar la contribución de un estudiosodeterminado a la investigación histórica.

Pero entonces surge la pregunta básica: ¿Qué es una narración verdadera? Si mantenemos la definiciónclásica de verdad, la respuesta sería –como en el caso de las afirmaciones– que una narración debe estar deacuerdo con los hechos. Pero ¿qué significa esto en el caso de una narración histórica? El problema noplantea dudas en relación con las afirmaciones aisladas, pero en lo referente a las narraciones da lugar aproblemas enormemente complicados. Podemos dar, por lo menos, tres explicaciones posibles (y abreviadas)del concepto de «narración de acuerdo con los hechos históricos». Sería una narración que:

1) Ofrece una descripción fiel de los hechos (es decir, una que es detallada y que está formada por afirmacionesverdaderas).

2) No ofrece una descripción completamente detallada, pero no incluye afirmaciones que difieran de loshechos.

3) No ofrece una descripción detallada, pero no sólo no incluye afirmaciones que difieran de los hechos, sinoque ofrece una interpretación integral de los hechos que muestra la estructura y el movimiento de un sistemaconcreto en total o en parte (cfr, Capítulo XIV).

La primera explicación debe ser rechazada, no sólo por la imposibilidad física (al margen de la falta defuentes) de dar una descripción totalmente detallada de los hechos, sino también porque la historiografía(como ciencia) no es de escribir crónicas (cfr. Capítulo XXIII). Las exigencias formuladas en la segundaexplicación son demasiado limitadas; pueden ser consideradas suficientes por los que apoyan la investiga-ción de tipo erudito, que subraya la formulación del mayor número posible de afirmaciones rigurosamenteestablecidas como ciertas. La tercera explicación ha sido redactada en términos necesariamente muy genera-les. Como se puede ver fácilmente, incluye la exigencia de que la historiografía preste atención a la estructuray al movimiento de los sistemas, es decir, explique el desarrollo (y cumpla. Por tanto, el modelo dialéctico,ver capítulo IX). Una narración que se ocupe de los sistemas (que pueden ser de distintos tamaño) y de suselementos tiene que tener en cuenta las fuerzas que ponen en movimiento el sistema y la posición de losdiversos elementos de ese sistema. Esta exigencia, para ser satisfecha, necesita un conocimiento no basado en

40 Esto es sólo una sugerencia, que tiene que ser elaborada aparte.

41 El problema merece una investigación detallada; en realidad debe considerarse dentro de un contexto más amplio, el de los métodos de argumentación.

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fuentes, más amplio y unos niveles más altos de dicho conocimiento, ya que sólo así pueden surgir cuadrosverdaderos a partir de afirmaciones verdaderas. Esto conduce a una conclusión de algún modo paradójica: esposible que a medida que mejora el proceso cognoscitivo histórico, afirmaciones que se solían aceptar comoverdaderas lleguen a ser rechazadas por falsas; del mismo modo, las descripciones históricas que se solíanclasificar como verdaderas pueden –siguiendo el desarrollo de la ciencia histórica, que significa, sobre todo,el desarrollo del conocimiento no basado en fuentes– mostrarse como falsas en virtud del cambio de perspec-tiva temporal. También es posible admitir la veracidad simultánea de una serie de descripciones (narracio-nes) del mismo fragmento del pasado, suponiendo que dichas descripciones (narraciones) sean compatiblesentre sí. En tal caso, todas esas descripciones, en conjunto, indican un paso hacia el alcance de la verdad, sisatisfacen las condición de un acercamiento integral.Esto ocurre también con otras disciplinas.

En resumen, podemos decir que el concepto de «estar de acuerdo con los hechos», aplicado a una narra-ción histórica, no significa simplemente la etiqueta «como fue realmente» (lo cual es posible en el caso deafirmaciones aisladas), sino también una explicación de cómo deben interpretarse esos «hechos». En estepunto vemos una relación entre las reflexiones en el campo de la metodología pragmática de la historia y ladel campo de la metodología objetiva. La explicación de cómo hay que entender los «hechos» (en un estadioconcreto de desarrollo de la ciencia) está en la esfera de la metodología objetiva. (Ver tercera parte.)

Pero entonces, ¿cómo sabemos que una afirmación histórica concreta es verdadera o falsa o, en unaterminología un poco diferente, que tiene significado? Nos ocupamos todavía del estudio del pasado, demodo que ¿cómo podemos demostrar –en el curso del estudio– que una afirmación dada está de acuerdo conlos hechos (exigencia de la definición clásica de verdad) si todavía no conocemos los hechos? Por otro lado,si conociéramos esos hechos, no tendríamos que estudiarlos.

Las reglas para averiguar directa o indirectamente el valor lógico de las afirmaciones se llaman tambiéncriterios, es decir, métodos para distinguir las afirmaciones verdaderas de las falsas, se han desarrollado en elcurso de la investigación científica y son totalmente aplicables a la investigación histórica, también. De ellasno nos interesan aquí las reglas semánticas (como las tablas de verdad) que muestran cómo el valor verdad delas afirmaciones compuestas depende del valor verdad de las afirmaciones simples que las componen.

Fuera de las reglas que nos interesan aquí, la mayor importancia se debe atribuir al criterio de la práctica,ya que éste es el único criterio que nos permite averiguar cuál es la relación entre una afirmación sobre unhecho y el propio hecho. Podemos llamarlo, por tanto, criterio semántico. Todos los demás criterios son osintácticos o pragmáticos; los primeros se refieren a las mismas afirmaciones o a las relaciones entre ellas,mientras que los últimos describen la relación entre las afirmaciones y los que las hacen, y en última instanciadeben ser confirmadas por el criterio de la práctica.

El criterio de la práctica, que es la única prueba directa de la verdad, ya que llaga más allá de las afirma-ciones y establece un «contacto» directo con los hechos, puede entenderse como general, que con el conoci-miento de la eficacia de las acciones humanas nos permite averiguar la verdad de las afirmaciones sobre loshechos, y como algo técnico, para ser usado en la práctica investigadora cotidiana.

El criterio general de práctica es el fundamental en todas las disciplinas. El hombre va transformandogradualmente el mundo, utilizando igualmente los logros de las disciplinas sociales y los de las naturales, ysu éxito en la transformación del mundo significa que confía en un conocimiento que es básicamente verdade-ro y que ha sido adquirido en el curso del proceso cognoscitivo (tanto en el área de la ciencia natural como dela ciencia social). No podemos imaginar el violento desarrollo de la tecnología de hoy en día sin la existenciade una sociedad organizada que base sus acciones en el conocimiento de los hechos sociales y que recuerdesus acciones en el pasado. El papel de la historia en dichas transformaciones es excepcionalmente grande:coopera con otras disciplinas sociales en el proceso de adquirir el conocimiento de la sociedad y de averiguarlas regularidades, y más aún, sirve de memoria social. Imaginemos por un momento que el mundo, tal comolo conocemos, ha existido desde sólo hace cinco minutos, de modo que ni tiene historia propia ni los historia-dores nos pueden contar nada sobre el pasado. Las mentes humanas se volverían huecas. Todos los conceptosformados a través de los tiempos perderían su significado; no habría bases para ninguna acción excepto lasactividades diarias vitales para la existencia humana., etcétera. Si lo analizamos más veríamos el cuadroapocalíptico de un mundo estancado. Por tanto, el hecho de que el mundo no sea como esa visión es uncriterio, entre otros, a favor de la verdad del conocimiento histórico.

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Pero nos encontramos con un criterio muy general que no puede considerarse absoluto. Hay que recordarque Lenín escribió: «(...) el criterio práctico no puede nunca confirmar ni rechazar ninguna idea humana,completamente, en la naturaleza de las cosas. Este criterio es lo suficientemente “indefinido como para nopermitir que el conocimiento humano sea “absoluto”»42.

En las actividades investigadoras cotidianas (esto ocurre con la historia y con otras disciplinas) usamos elcriterio no profesional de la práctica de forma casi universal; nos permite averiguar (aunque no absoluta ydefinitivamente) si una afirmación dada es verdadera o falsa. Ese criterio se identifica con la llamada capaci-dad empírica, o de observación, de las afirmaciones, para recibir decisiones, aunque tenemos que advertirque el criterio en cuestión es relativo. En ese sentido podemos anotar lo que escribió Engels, que «desde elmomento en que dirigimos estos objetos para nuestro propio uso, según las cualidades que percibimos enellos, ponemos a prueba, una práctica infalible, la corrección o no de nuestra percepción sensorial»43. Elcriterio técnico es, por supuesto, el más ampliamente usado en las disciplinas experimentales, pero resultaque también se encuentra a menudo en otras ciencias, incluida la historia. El historiador los usa (la mayoríade las veces, junto con otros criterios) cuando hay una posibilidad de conocimiento directo o, en otras pala-bras, de decidir empíricamente sobre las afirmaciones que se refieren a él. Dicho objeto, incluso, con uncambio en la extensión del concepto de observable (por ejemplo, un cambio así tuvo lugar con la llegada delmicroscopio electrónico), puede mostrar posibilidades, hasta el momento ocultas, de decidir el acuerdo entrelas afirmaciones y los hechos.

Así, por ejemplo, la afirmación «este documento fue hecho en 1624» puede estar sujeta al criterio profe-sional de práctica (criterio de decisión empírica) si examinamos el documento y comprobamos la fecha, elpapel sobre el que está manuscrito o impreso, el tipo de escritura o de imprenta, etcétera. Del mismo modo, laafirmación « la Constitución Polaca de 1791 sólo incluye un artículo sobre los campesinos» puede confir-marse como cierta si leemos le texto de esa Constitución. Una vista a un museo nos permite determinar elvalor verdad de muchas afirmaciones sobre la civilización material.

Como sabemos los defensores del empirismo lógico (llamado también comprobacionismo) se limitan a esecriterio y por tanto, consideran falta de significado todas las afirmaciones que no están sujetas a una compro-bación empírica positiva, o cual, se ha demostrado, ha resultado fatal para el desarrollo de la ciencia. Haresultado que si hay que resolver problemas difíciles, la ciencia no puede entrar en la camisa de fuerza de laobservación y de la comprobación empírica en cada caso. Es especialmente importante subrayar este puntoen la investigación histórica, para la cual supuso un grave peligro la opinión empirista.

Los métodos indirecto de averiguar la verdad (o falsedad) de las afirmaciones, métodos que juegan unpapel fundamental, se pueden definir de un modo general como una sustentación de las afirmaciones a basede confrontarlas mutuamente; en otras palabras, las afirmaciones formuladas recientemente se confrontancon el cuerpo de conocimientos (la serie de afirmaciones ya aceptadas) de que disponemos con anterioridad.Las afirmaciones formuladas recientemente pueden deducirse de las ya aceptadas o pueden ser reconocidasen vista de otras afirmaciones aceptadas, en conformidad con un procedimiento científico. De este modo, lasafirmaciones apoyadas así pueden ser aceptadas al principio por un sólo científico y más tarde por un grupoo la totalidad de los estudiosos. En la investigación histórica se ha desarrollado un procedimiento bastantecomplicado de apoyar las afirmaciones (un procedimiento estrechamente unido al de formular afirmaciones),que discutiremos en detalle más adelante. Incluye el examen de la autenticidad y la fiabilidad de las fuente,una gama de métodos directos e indirectos de encontrar hechos y una explicación causal, acompañada cons-tantemente por el conocimiento no basado en fuentes. Por el momento, limitémonos a averiguar qué etiquetashay que poner a aquellas afirmaciones que en la investigación histórica demuestran ser ciertas solo de modoindirecto. Para hacerlo, tenemos que analizar el concepto de probabilidad tal como se ha interpretado lahistoria.

42 V. Lenin, Materialismo y empiriocriticismo, Moscú, 1947, pág. 142.

43 F. Engels, prefacio de la edición inglesa de «Socialism : Utopian and Scientific», ed. cit.

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7. El concepto de probabilidad en la investigación histórica

El término probabilidad, que es materia de vivas discusiones, tiene varios significados, cada uno de ellosinterpretado de diferentes maneras44. La clarificación fundamental es la que se distingue entre posibilidadaplicada a las afirmaciones y la probabilidad aplicada a los sucesos. En el primer caso nos encontramos conla probabilidad lógica (en la terminología de R. Carnap: probabilidad), que establece (en la interpretaciónque adoptamos aquí) con qué grado de certeza (o sea, certeza racional, en la terminología de J. M. Keynes, ocerteza epistemológica, en la terminología de B. Russell) puede aceptar una persona la afirmación A si haaceptado la B; o nos encontramos con la probabilidad psicológica, que indica el grado de certeza con el queuna persona acepta realmente una afirmación dada (posiblemente, sin relacionarla con el cuerpo de conoci-mientos que tiene).

La probabilidad lógica puede coincidir con la psicológica, pero la mayoría de las veces las afirmacionesprobables (no sólo las que hacen los historiadores) muestran un refuerzo de la primera probabilidad por lasegunda. La probabilidad de un suceso de una clase determinada de suceso es igual al cociente del número desucesos favorables por el número de todos los hechos de esa clase posibles. Si n representa el numero dehechos favorables de tipo A (por ejemplo, sacar un as de un montón de cartas) y N el número de hechosposibles (por ejemplo, el número de cartas que se pueden sacar del montón), entonces la probabilidad de A esrepresentada por la fórmula:

n

P(A) =–––––

N

La medida de la probabilidad dada por esta fórmula esta en el intervalo cerrado 0,1 (el modificador«cerrado» significa aquí que la medida puede tener también cualquiera de los valores límites 0 y 1), lo cualsignifica que el valor 1 de A indica certeza (es decir, la certeza de que A tendrá lugar). La probabilidad desacar un as de un montón de 52 cartas, por tanto, sería:

4

P(A) =––––

52

Esta es la llamada definición clásica de probabilidad. Sin embargo hay otra definición de probabilidad delos sucesos que se llama definición estadística o de frecuencia de probabilidad. En este último caso no sehace referencia al concepto de suceso favorable y suceso posible, ya que no son conocidos en principio. Ental vaso, la probabilidad de un suceso A sólo se puede fijar experimentalmente (por ejemplo, por pruebasmúltiples). La probabilidad de frecuencia, por tanto, es base de la frecuencia relativa de la aparición de unsuceso W entre un número grande de otros sucesos. Puesto que, según la opinión predominante entre losexpertos, la probabilidad de frecuencia se refiere solamente a los sucesos que aparecen a gran escala, o sea,que pueden estar sujetos a operaciones estadísticas, algunos expertos (por ejemplo, R. Von Mises) –en con-creto, los que aseguran que la investigación histórica se ocupa sólo de los hechos aislados– restringen laprobabilidad de frecuencia a la ciencia natural (y la matemáticas). Esto revela una asimetría claramentemarcada en la clasificación de los tipos de probabilidad: la probabilidad lógica y psicológica son aplicables a

44 Hasta ahora, el concepto de probabilidad en la investigación histórica ha sido tratado muy ampliamente por J. Giedymin, Problemy logiczne analezyhistorycznej, págs. 26–38. Entre las obras generales (excepto las matemáticas), las más importantes son : J. M. Keynes, A. Treatise an Probability,Londres 1948; R. Carnap, The Two Concepts of Probability, Readings in Philosophical Analysis, Nueva York , 1949, y Logical Foundations ofProbability, Londres, 1951; H. Reichenbach, Theory of Probability, Berkeley, 1949; R. Von Mises, Probability, Statisties and Truth, 2ª ed., Londres,1956; E. Borel, Probabilité et certitude, París, 1961; M. R. Cohen, Reason and Nature, Londres 1964, págs. 125–135. Entre las obras de autorespolacos están K. Ajdukiewicz, Lógica Pragmática, ed. cit., págs. 120–130, y J. Los, «Semantvczne reprezentacje prawdopobienstwa wvrazen wteoriach sformarizowanych» (Representaciones semánticas de la probabilidad de las fórmulas en la teorías formalizadas), Rozprawy logiczne, págs.91–102. Los hace una distinción entre la probabilidad de la ocurrencia de un nuevo causal y la probabilidad de existencia de ese nexo. Esta última noes –cuando se trata de la posesión de una determina propiedad, por ejemplo, que A es una causa de B– una probabilidad en el estricto sentido del término(lo cual permitiría las nuestras). El problema de la probabilidad es predominante, como es sabio, en H. Reichenbach, The Rise of Scientific Philosophy,Berkeley, 1951.

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las afirmaciones sobre todos los sucesos y, por tanto, indirectamente, a todos los sucesos, mientras que laprobabilidad estadística (empírica) sólo es aplicable a los sucesos que aparecen a gran escala. El comporta-miento lingüístico característico de los historiadores, que en este caso se ajusta al uso cotidiano, muestra lalaguna que consiste en la falta de un concepto de probabilidad que se pueda aplicar a los hechos aislados.Pero, como se verá después, ese concepto de probabilidad que se aplica a afirmaciones singulares y que estan común a la investigación histórica está también sujeto a la interpretación de frecuencia.

Los historiadores han venido usando todos los conceptos de probabilidad mencionados más arriba; todosesos conceptos, además, parecen revalidarse en la investigación histórica. Pero ahora, al analizar los méto-dos de averiguar los valores lógicos de las afirmaciones, nos ocuparemos principalmente de la probabilidadlógica en relación con las afirmaciones y no con los hechos. También se intentará demostrar que la probabi-lidad lógica está estrechamente relacionada con la probabilidad empírica.

En la ciencia hay dos interpretaciones diferentes de la probabilidad lógica. Una de estas (usada, porejemplo, por H. Richenbach) afirma que la probabilidad lógica es una categoría semántica (concepto semántico),como la verdad y, por tanto, que es la medida (grado) de verdad de las afirmaciones, es decir, la medida de suaproximación a los hechos. En este sentido, los conceptos falsedad–probabilidad–verdad forman una solasecuencia. Por eso, la certeza de la validez de una afirmación A la luz de otras afirmaciones, es decir, uncuerpo de conocimientos concreto, o sea, la certeza de su veracidad, se identifica con la verdad.

Esta confusión de conceptos se evita en la otra interpretación (J. M. Keynes, B. Russell, R. Carnap, J.Nicod, K. Ajdukiewicz), que considera la probabilidad lógica no como un grado de verdad (de una afirma-ción), sino como un grado de la certeza racional de la verdad (sustentación inductiva) de una afirmacióndada. En esta interpretación, el eje falsedad–verdad es distinto del eje de los varios grados de probabilidad.Por tanto, la aceptación de una afirmación como cierta no tiene porqué dar lugar automáticamente a laetiquetación como verdadera. Como se deduce de la definición de probabilidad lógica, dada en el primerpárrafo de esta parte, este autor considera la segunda interpretación más ajustada. La cuestión será tratadamás tarde.

Las dos interpretaciones dicen que un grado definido de la probabilidad de una afirmación dependen delgrado de su sustentación, con la condición de que en el caso de la primera interpretación inmediatamentevamos a demostrar el grado correspondiente de verdad de esa afirmación, mientras que en el último caso sólollegamos al grado correspondiente de certeza de su veracidad. De cualquier modo, se puede decir que, almargen de su interpretación, el concepto de probabilidad lógica está relacionado con la demostración indirec-ta de la verdad de las afirmaciones y es, así, una medida del éxito de esa demostración.

Pero si aceptamos la segunda interpretación, ¿estamos entonces condenados a llamar siempre sólo ciertasa afirmaciones sustentadas hasta algún grado, el mismo grado para su veracidad, y aguardar la etiqueta deverdad sólo para las afirmaciones que han sido directamente confrontadas con los hechos? En otras palabras,¿no hay posibilidad de pasar del nivel puramente pragmático (y sintáctico) al semántico, que considera lasrelaciones entre las afirmaciones y los hechos? En opinión de este autor, esa posibilidad existe, y su conside-ración nos permite evitar los intentos de hacer a la ciencia en general, y a la historia en particular, más«exacta» por medio de la eliminación del concepto de verdad en favor del de probabilidad, cosa que hansugerido algunos defensores de la primera interpretación. La segunda interpretación no advierte esa posibili-dad, y subraya la naturaleza analítica de las afirmaciones probables (lo cual significa que dichas afirmacio-nes, se suponen, no se refieren a los hechos).

Hay dos argumentos para no hacer distinciones, por parte de los historiadores, entre las afirmacionescuya verdad está demostrada directamente y aquellas cuya verdad está demostrada indirectamente, es decir,para llamar verdaderas a aquellas afirmaciones que son ciertas respecto a su verdad.

El primero de estos dos argumentos señala la estrecha relación entre los comentarios probabilistas sobrelas afirmaciones, por un lado, y los hechos a los que se refieren las afirmaciones, por otro; es decir, larelación entre la probabilidad lógica y la probabilidad empírica. Consideremos las siguientes afirmaciones,que hasta el momento no hemos conseguido apoyar con datos sacados de fuentes: «Zyndram de Maszkowiceno era el jefe polaco de la Batalla de Grunwald» (la batalla, en 1410, en la que los polacos vencieron a losCaballeros Teutónicos; también llamada Batalla de Tanenberg). Esta afirmación tiene su grado de certeza deser verdadera, es decir, su probabilidad lógica. Su aceptación se basa en su confrontación con otras afirma-ciones, tales como: «En la Edad Media, la gente de baja condición y pequeña fortuna no solía ejercer el

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mando de sus superiores sociales», «Zyndram de Maszkowicw era de condición relativamente baja», «Nofue recompensado después de la batalla», «los jefes solían ser recompensados después de las batallas victo-riosas», etcétera. La hipótesis mencionada más arriba sobre Zyndram de Maszkowice se deduce de estasafirmaciones con alguna probabilidad (el ejemplo que consideramos será analizado de nuevo con más detalle,pero en otro contexto).

Pero el teorema sobre la probabilidad lógica de una afirmación no se basa sólo en una confrontación talde afirmaciones, una probabilidad p. Esta confrontación no sería posible sin ciertos hechos que hacen impro-bable que un hombre de baja condición fuera, en la Edad Media, un jefe de sus superiores sociales. Estaestructura de hechos es la base de nuestra posibilidad de encontrar argumentos a su favor: los hechos propor-cionan argumentos en favor de sí mismos. La afirmación «La Batalla de Crézy fue ganada por gnomos» notiene un testimonio aceptable de su veracidad, simplemente porque es incompatible con (la estructura de) loshechos. A veces formulamos una hipótesis sin ningún apoyo especial (posible de algún otro modo, pero sinfuertes argumentos en su favor sacados de las fuentes) y la consideramos aceptable; más aún, no provocamosprotestas de otros investigadores. A simple vista, la estructura comúnmente conocida de los hechos relacio-nados hace que esa hipótesis sea bastante probable. Por tanto, estamos convencidos de que hay un gran gradode probabilidad de que sea verdadera, es decir, formulamos una afirmación con una probabilidad psicológicacorrespondiente. La discrepancia entre la probabilidad lógica y la psicológica se debe en este caso a la faltade una serie adecuada de afirmaciones necesarias para una confrontación con la hipótesis.

Se puede decir en general que toda afirmación que tiene su probabilidad lógica (o psicológica) puede tenersu equivalente (modelo) en una probabilidad empírica, lo cual, evidentemente, no significa que en cada casonuestra averiguación de la probabilidad lógica corresponda a la probabilidad desconocida de los sucesos. Enotras palabras, la probabilidad se puede expresar en lenguaje objeto y en metalenguaje. La afirmación: «Losargumentos aducidos por el autor apoyan, con una gran probabilidad, la formación de que Zyndram deMaszkowice no fue el jefe en la Batalla de Grunwald», se refiere a la probabilidad (grado de certeza de laverdad) de una afirmación dada, y no a los hechos. Por tanto, es una meta–afirmación. Su equivalente enlenguaje objeto es: «Es altamente probable que Zindram de Maszkowice no fuera el jefe en la Batalla deGunwald», o «No es probable (es improbable) que Zindram de Maszkowice fuera el jefe en la Batalla deGrunwald». También se puede decir que su equivalente empírico es «Zindram de Maszokowice fue el jefe dela Batalla de Grunwald con una probabilidad p», ya que sólo hay dos posibilidades: o fue el jefe (p=1) o no lofue (p=0); pero esto confirma la diferencia entre el grado real de probabilidad, que no conocemos, y el gradode probabilidad que atribuimos a la afirmación en cuestión. Esta diferencia es la medida de nuestra ignoran-cia. La relación entre la probabilidad que se refiere a las afirmaciones y la que se refiere a los hechos se puedever claramente en la definición de probabilidad estadística, transformada por K. Ajdukiewicz para relacio-narla con la probabilidad de las afirmaciones: «La probabilidad de una afirmación que dice que un objeto esA, en relación con una afirmación que dice que ese objeto es B, equivale a la frecuencia relativa de objetos Aentre objetos B »45.

En muchos casos, esa afirmación permitiría computar la probabilidad de las afirmaciones.

El concepto de probabilidad lógica, que se refiere a varios hechos históricos (y la mismo tiempo a lasafirmaciones sobre los hechos), se puede interpretar en términos de frecuencia, lo cual, por supuesto, nosignifica que la frecuencia relativa de la aparición de los objetos (o las afirmaciones) A en la clase de objetos(o afirmaciones) B puede establecerse en cada caso. Los historiadores siguen esta interpretación intuitivausando a menudo formulaciones como «improbable», y «muy probable», «casi cierto», etcétera, que J. Giedyminllama cuasi–métricas. Podríamos exigir una mayor precisión en estas formula-ciones, a alguna de las cualesse podría dar una interpretación numérica. Nuestra aseveración de que la probabilidad de los sucesos aisla-dos se puede interpretar en términos de frecuencia se basa en el hecho de que, como J. Giedymin apuntócorrectamente, un historiador está en situación de establecer la probabilidad de un suceso sólo si se puedereferir a una afirmación general sobre una clase de sucesos, en la que se incluiría el suceso en cuestión.Hemos dicho que era imposible que Zyndram de Maszkowice fuera el jefe en la Batalla de Grunwald porquesi hubiera ejercido el mando esto diferiría de nuestro conocimiento sobre la Edad Media. Esta confrontaciónes, como podemos ver fácilmente, algo basado en las consideraciones de frecuencia: no nos referimos másque a la frecuencia relativa de que lo jefes de las grandes batallas de la Edad Media fueran gente de baja

45 K. Ajdukiewicz, Lógica Pragmática, ed. cit. Pág. 124.

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condición y pequeña fortuna, frecuencia que es pequeña, ya que la frecuencia relativa de los jefes recompen-sados en la clase de los jefes de las batallas victoriosas es grande. Etcétera.

La interpretación de la veracidad de una afirmación sobre un hechos (en nuestro caso sobre Zyndram deMaszkowice) en términos de frecuencia se basa en la interpretación de la frecuencia de los sucesos mencio-nada más arriba. Es esta última la que, como si dijéramos, cede su grado de probabilidad a la primera. Unaafirmación sobre un hecho sólo es probable en la medida en que lo sea el hecho al que se refiere. Las afirma-ciones bien sustentadas sólo se pueden referir a hechos que ocurrieron o no. El hecho improbable de que unjefe medieval en una batalla importante fuera un hombre de baja condición y pequeña fortuna mandó a sussuperiores sociales en una importante batalla medieval. Por tanto, la deducción, a partir del hecho de que unapersona era de baja condición, de que él no fue el jefe en una batalla importante, produciría unas conclusio-nes con bastante probabilidad de ser verdaderas.

La posibilidad de sustentación de una afirmación determinada por los hechos no significa sustentaciónreal. El grado de una sustentación real (o sea, de la probabilidad de una afirmación) depende de nuestroconocimiento, con el que confrontamos ese hecho. Esto se puede referir a lo que sabemos sobre el informante(su fiabilidad), sobre la fuente implicada (su autenticidad), y al conocimiento general histórico, psicológico,sociológico, etcétera. Podemos imaginar así una afirmación verdadera cuyo grado apoyo (certeza de susveracidad) es muy pequeño. A medida que nuestro conocimiento amplía esa afirmación, puede cambiar, enciertas circunstancias, y estar mejor sustentada. La referencia a nuestro conocimiento consiste en buscar elapoyo determinado de los hechos; esta referencia, como hemos dicho, está basada en la frecuencia. Pero unareferencia a una fuente o a un informante se puede interpretar en términos de frecuencia, también. En estecaso, nos interesa la frecuencia con la que procede información verdadera de una fuente concreta (o de untipo concreto de fuentes) o de un informante concreto, en relación con el total de unidades de informaciónimplicadas.

El segundo argumento que justifica la práctica de aceptar que afirmaciones que son ciertas sean verdade-ras consiste en la referencia al criterio no profesional de la práctica. Como hemos señalado antes, este criterionos demuestra que adquirimos el conocimiento verdadero de forma gradual; esto da valor al criterio profesio-nal de práctica y a nuestras formas de demostrar indirectamente la verdad de las afirmaciones. Garantiza quesi aceptamos una afirmación que es (racionalmente) cierta como verdadera no cometemos ningún error prác-ticamente importante. Como hemos dicho, esto concuerda con la práctica observado por los historiadores.

¿Qué afirmaciones, entonces, son las que los historiadores aceptan como probables, si la que son ciertaslas aceptan como verdaderas? Aquí nos interesan las formulaciones positivas (y no las comparativas) en lasque aparece el concepto de probabilidad, y por tanto, no las afirmaciones como: una afirmación A es másprobable que una afirmación B; sino afirmaciones del tipo: es probable una afirmación A (según nuestroconocimiento basado y no basado en fuentes). Podemos incluir en la clase de afirmaciones probables aquellasque dudamos sin llamar ciertas o verdaderas, pero que de ningún modo podemos aceptar como suficiente-mente sustentadas (ésta también es práctica seguida por los historiadores).

Esto se refiere a las afirmaciones sobre el pasado que están basadas en datos indirectos exhaustivos y máso menos numerosos, afirmaciones que se ocupan del establecimiento de los hechos, y afirmaciones hipotéti-cas sobre el pasado, que se ocupan de las leyes y relaciones causales, peor no a las afirmaciones sobre elpasado que están bien establecidas y basadas en datos directos sobre los hechos a los que se refieren. Así, porejemplo, ningún historiador dirá que es simplemente probable la afirmación de que la Bastilla fue destruida el14 de julio de 1789, o de que la Segunda Guerra Mundial comenzó el 1 de setiembre de 1939, o que LaEneida fue escrita por Virgilio, o que Guillermo el Conquistador ganó la Batalla de Hastings. En esos casoslos hechos a los que se refieren las afirmaciones han sido establecidos basándose en datos de fuentes suficien-tes y directas, es decir, datos que trasmiten información directa sobre esos hechos. El historiador, entonces,acepta esas afirmaciones como ciertas, y las incluye en el cuerpo de las (relativamente) verdaderas. Este es elestado de la enorme mayoría de las afirmaciones históricas, o sea, las que forman una base inductiva,observacional o empírica sui generis de las consideraciones históricas en general. Por el contrario, como nohay pruebas directas de que Martin Bormann muriera en Berlín en 1945, el historiador llega a la conclusiónde que ésa u otra hipótesis sobre el asunto puede ser, como mucho, probable. Sin embargo, no hay queolvidar que si basamos las afirmaciones sobre el pasado en datos directos, tenemos que establecer la autenti-cidad de la fuente en cuestión y la fiabilidad de la información, antes de preceder a extraer de esa fuente los

La naturaleza del conocimiento histórico

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datos directos sobre los hechos que nos interesan. Si dicha autenticidad o fiabilidad se puede establecer sólocon una probabilidad menor de 1, la etiqueta de probabilidad vale también para la afirmación basada en losdatos contenidos en esta fuente cuya autenticidad o fiabilidad no es bastante cierta. Puesto que la fiabilidadde los datos basados en fuentes se establece, a menudo, por la inferencia de probabilidad (cfr. capítulo XIX),algunas afirmaciones, a pesar de estar basadas en datos directos, pueden tener un margen de incertidumbre.En la práctica, sin embargo, si un historiador acepta determinados datos directos de acuerdo con las reglasdel procedimiento científico en la investigación histórica (o sea, de acuerdo con las reglas adecuadas de lacrítica de fuentes), el conocimiento que obtenga de ese modo estará lo suficientemente apoyado como para serconsiderado como cierto.

Por otro lado, el concepto de probabilidad es totalmente aplicable a las afirmaciones basadas en datosindirectos derivados de las fuentes y a los datos no basados en fuentes que se refieren tanto al establecimientode los hechos como a las explicaciones causales. Solemos llegar a dichas afirmaciones a través de la inferen-cia de probabilidad, que no es fiable; esto significa que las conclusiones pueden no ser consideradas comociertas. Los historiadores llaman a esas conclusiones de varias maneras; muchas veces no dudan en llamarlasciertas, más que ciertas, indudables, irrefutables, correctas, verdaderas, etcétera. Es bien sabido que unaspartes en disputa, exitadas por la controversia, definen construcciones muy frágiles como ciertas. Hay queanotar además que incluso la mayor certeza es sólo relativa, ya que se basa en nuestro conocimiento, quepuede cambiar con el paso del tiempo.

El concepto de probabilidad lógica (interpretado como el grado de certeza de veracidad) se puede aplicara las afirmaciones aisladas y a las narraciones históricas más largas. Si decimos que la descripción de laBatalla de Grunwald hecha por historiador N es probable, queremos decir que su descripción está debida-mente sustentada, a la luz del conocimiento que tenemos, o, en otras palabras, que el equivalente objetivo deesa afirmación probable, formulada en metalenguaje («Es probable que la Batalla de Grunwald siguiera elcurso ofrecido por el historiador N») no difiere mucho de esa afirmación, o más bien que la afirmación nodifiere mucho de su equivalente objetivo (modelo). La probabilidad de una narración histórica se puedeinterpretar como la suma de las de los sucesos individuales que se combinan para formar aparte del sucesocompuesto abarcado por la narración. Sin embargo, el problema es más complejo, teniendo en cuenta lascuestiones que hemos tratado en relación con la verdad de la narración, y sería más seguro considerarlo unacuestión abierta.

Como se deduce de esto, el concepto de probabilidad lógica es muy útil para caracterizar los efectos delproceso cognoscitivo en la investigación histórica (y una investigación en general). Permite caracterizar lasafirmaciones que consideramos verdaderas con un grado específico de certeza (que establece la confronta-ción de esas afirmaciones con el conocimiento que tenemos). En otras palabras, la probabilidad lógica nosinforma sobre el grado de sustentación de unas afirmaciones concretas, y sirve de base para su aceptación orechazo. Nos permite también hacer una distinción entre las afirmaciones (relativamente) verdaderas (esdecir, las confrontadas con los hechos) y aquellas sobre las que tenemos una certeza racional (es decir, lasconfrontaciones con nuestro cuerpo de conocimientos). Pero, como hemos mencionado más arriba, la proba-bilidad lógica puede, en cierto modo, traducirse a probabilidad empírica, y al mismo tiempo, al combinarsecon la probabilidad de los hechos aislados (por lo menos en un gran número de casos que son importantes enla investigación histórica), pueden interpretarse en términos de probabilidad de frecuencia.

Como también hemos dicho, nos interesa mucho más el concepto de probabilidad empírica. En su versiónestadística no es usado explícitamente por los historiadores muy a menudo, excepto en aquellos casos en queles interesa la estadística histórica (especialmente la demográfica). Y tiene que considerar la probabilidad deque una persona alcanzara una cierta edad en una época determinada. Pero parece que, aunque la investiga-ción histórica consiste sobre todo en postnogsis, y no en prognosis, más estudios sobre la probabilidad deaparición de ciertos sucesos en el pasado podrían ampliar de forma interesante el campo de la descripción yde la explicación histórica46. Por otro lado, los historiadores usan con bastante frecuencia el concepto deprobabilidad empírica en relación con los sucesos aislados, especialmente cuando adelantan sugerenciassobre la existencia de ciertos sucesos en el pasado. En tales casos, si el lenguaje no se distingue del metalenguaje,

46 M. Bloch los expresa así: «L´historien qui s’interroge sur la probabilité d?un événement écoulé, que tente–t–il, en effet, sinon de se transporter parun mouvement hardi de l’espirit, avant cet événement même pou en jeger les chances, telles qu’elles se présentaient à la veille de son accomplissement?La probabilité reste donc bien dans l’avenir». (Apologie pour l’histoire ou métier d’historien, edición citada, pág. 60.)

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dichas sugerencias significan también afirmaciones sobre la probabilidad lógica. En las obras históricaspodemos encontrar muchas veces afirmaciones como: «Es probable que Julio César visitara Bretaña», «Esimprobable que Mieszko I (primer gobernante de Polonia) quedara satisfecho con sus conquistas y se retirarasin ocupar el área del estuario del Oder es muy pequeña». «No hay una probabilidad importante en la afirma-ción de que las cosechas de cereales en Polonia en la primera mitad del siglo XVII fueran tan pobres». Estoseñala una vez más, el hecho de que el concepto de probabilidad lógica y el de probabilidad de los hechosindividuales son muy usados en la historia, y señala por tanto la necesidad de un análisis posterior de estasinterpretaciones de las probabilidades, tan usadas en las humanidades.

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Preguntas y respuestas. Una reconstrucciónPreguntas y respuestas. Una reconstrucciónPreguntas y respuestas. Una reconstrucciónPreguntas y respuestas. Una reconstrucciónPreguntas y respuestas. Una reconstruccióngeneral de la investigación históricageneral de la investigación históricageneral de la investigación históricageneral de la investigación históricageneral de la investigación histórica

en Metodología de la historia, Capítulo XIV, Ediciones Cátedra, Ma-drid, 1991, pp. 239-506.

1. El problema de las decisiones

Hasta ahora nos hemos ocupado sobre todo del proceso cognoscitivo histórico, y ahora nos concentrare-mos cada vez más sobre el concepto de investigación histórica, lo cual no quiere decir que esta última seoponga al primero. La cuestión es que cuando hablamos de proceso cognoscitivo histórico tratamos proble-mas más generales, que, por su misma naturaleza, sirven para cualquier tipo de conocimiento humano, mien-tras que el examen de la investigación histórica nos acerca a los problemas prácticos, o incluso puramentetécnicos, a los que se tiene que enfrentar un historiador cuando se dispone a contestar una pregunta que haplanteado él mismo o que le han planteado otros. Esta pregunta se podría llamar una pregunta de investiga-ción, no sólo porque debe distinguirse de las preguntas de diagnóstico (entre las que se incluyen, por ejemplo,las preguntas de examen), sino, principalmente, porque exige una respuesta que debe ir precedida de unainvestigación conducida según unas reglas obligatorias en el mundo de los historiadores. Esto exige, sobretodo, una reconstrucción general del proceso que podría simbolizarse de este modo: «pregunta respuesta»,y por tanto, una explicación de los conceptos de pregunta y respuesta.

Una decisión hecha en condiciones específicas es el punto de partida de toda acción humana. Lomismo ocurre con los procedimientos usados en la ciencia, quizás teniendo en cuenta que en los procedimien-tos científicos nos solemos dar mucha más cuenta de que hacemos constantemente decisiones que en la vidadiaria, en la que normalmente no advertimos que en cada paso elegimos uno de los muchos caminos de acciónposibles. La metodología de las ciencias puede conformarse —y lo hace, en su versión puramente descripti-va— con una simple descripción de las operaciones de investigación ejecutadas por las científicos, sin consi-derar la eficacia de las decisiones que hacen, o, para usar el lenguaje de la teoría del juego, la eficacia de lasestrategias que eligen1. Pero también puede ir más allá, y eso hace en su versión normativa: al aceptar que lainvestigación científica es una variedad de la acción racional en general (es decir, una acción orientada haciaun objetivo), puede intentar averiguar las reglas latentes por las que se rigen los científicos en su lucha porlograr sus objetivos epistemológicos, y, ocasionalmente, definir una estrategia óptima para una acción con-creta. Se podría decir que en el primer caso el metodologista se queda en el nivel descriptivo, y es como sifuera un ideógrafo de la metodología científica. En el último, utiliza los resultados de las descripciones,pretendiendo explicar los procesos cognoscitivos en la ciencia, es decir, contestar a la pregunta ¿por qué uninvestigador (por ejemplo, un historiador) toma unas decisiones y no otras? Al incluir el problema de ladecisión en las consideraciones metodológicas pasa del nivel de la descripción al de la explicación y laapreciación. Haciendo esto, acerca el análisis metodológico al problema de las valoraciones. Si se toma unadecisión para realizar una acción en relación con cierto objetivo (suponiendo una acción racional, o sea,orientada hacia un objetivo, lo cual abarca la actividad científica), se deduce que hay una decisión latentebásica, relacionada con el sistema de valores del investigador (los axiones sobre los problemas filosóficos,sociales, políticos, etcétera, fundamentales, corrientes en esa época), que define ese objetivo. Así, la elección

1 Para los conceptos correspondientes, ver R. D. Luce y H. Raiffa, Games and Decisions, Nueva York, 1957

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del terreno de investigación, enormemente condicionado por el sistema de valores del investigador, es elpunto de partida de toda investigación.

La decisión sobre la elección del terreno de investigación es el primer paso en el proceso de plantea-miento de las preguntas (formulación de frases interrogativas), siendo esta última la acción esencial en lainvestigación histórica2, una acción que podría denominarse el conductor. Por tanto, la investigación científi-ca se podría reconstruir como el proceso de planteamiento de las preguntas y de búsqueda de respuestas paraellas.

2. Conceptos básicos en la teoría de las preguntas y respuestas históricas

En la investigación histórica, todas las preguntas que se plantea un historiador se pueden reducir a estostres tipos fundamentales:

1) ¿Qué ocurrió? (preguntas factográficas);

2) ¿Por qué ocurrió? (preguntas explicativas);

3) ¿Qué leyes científicas se deducen del estudio del pasado? (preguntas teóricas).

Al contestar las preguntas del primer grupo, un historiador hace una descripción (narración), y al contes-tar las del segundo grupo ofrece una explicación. Sin embargo, el resultado de esta explicación tambiénadopta la forma de una descripción. Desde el punto de vista formal, estos dos grupos de preguntas (distingui-dos según las diversas tareas a las que hace frente un historiador) son preguntas abiertas, a las que, alcontrario que en las preguntas cerradas, «ni podemos dar una lista exhaustiva (finita) de respuestas acepta-bles, ni podemos ofrecer un esquema o un método eficaz para construir dichas respuestas aceptables»3. En elcaso de una pregunta cerrada, estamos en posición de dar una lista exhaustiva de respuestas o un esquema derespuestas, o incluso un método eficaz para construir respuestas a esa pregunta4.

Un historiador que sigue el ideografismo (sea metodológico, objetivo, o ambos) se limita a estos dosgrupos de preguntas (factografícas y explicativas), interpretando el segundo grupo de un modo específico5.Las preguntas del tercer grupo, estrechamente relacionadas con las del segundo grupo, también son abiertas.Pero, mientras que las respuestas a las de los dos primeros grupos adoptan la forma de narraciones históricas(es decir, referidas al tiempo y al espacio), en el caso del tercer grupo esperamos respuestas en forma deafirmaciones generales, es decir, de naturaleza teórica. Mientras que estas narraciones históricas se puedencomponer de muchos modos, teóricamente, de infinitos modos, las formulaciones de las leyes (o sea, lasrespuestas a las preguntas teóricas), se espera que sean lo más precisas posibles.

Sólo son abiertos los modelos más generales de preguntas (¿qué fue?, ¿por qué fue así?, ¿qué leyes sededucen de los resultados de la investigación?), para las que no se puede dar ni una lista completa de respues-tas directas ni un esquema de respuestas directa. Dentro de este grupo, muchas veces, formulamos preguntascerradas) que proporcionan un esquema de respuestas). Por ejemplo, al formular la pregunta abierta, 1)«¿Por qué se alzó Hitler con el poder en Alemania?», preguntemos, entre otras cosas: 1) «¿Qué grupos

2 El análisis de las preguntas y respuestas en los procedimientos de investigación es una de las ramas de la metodología más ampliamente tratada. Unode sus pioneros fue K. Ajdukiewicz (Zdania pytajne [ Frases interrogativas], Varsovia, 1934, reeditada en Jezyk i poznamie, Varsovia, 1960), a partirdel cual surgieron una serie de términos. Estudios especiales sobre el problema han sido elaborados por J. Giedymin (Problemy, zalozenie, rozstrzygniecia, Poznan, 1964), cuyos resultados estamos utilizando en este libro. Lo mismo ocurre con J. Giedymin y J. Kmita, Wyklady z logiki formalnej, teoriikomunikacji i metodologiinauk, Poznan, 1966, cap. IV. Ver también Z. Cackowski, Problemy i pseudo-preblemy, Varsovia, 1964, que es másfilosófica que metodológica. Entre las obras en lengua inglesa, hay que hacer mención especial de D. Harrah, Communication: a Logical Model,Cambridge (Massachussetts), 1963.

3 J. Giedymin, Problemy (...), ed, cit., págs. 15-16.

4 Ibídem.

5 Esta cuestión será tratada más adelante.

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sociales apoyaron al NSDAP en 1933?». Las preguntas factográficas a las que contestamos por medio deuna narración (por ejemplo, ¿cómo llegó a eso? ¿Cómo ocurrió?), las preguntas explicativas (¿por quéocurrió?) y las preguntas sobre leyes son preguntas abiertas, y las preguntas factográficas que requieren unarespuesta de una sola frase son cerradas.

Junto a las preguntas abiertas y cerradas, la teoría de las preguntas distingue la segunda clasificaciónfundamental, o sea, entre preguntas de decisión y preguntas de complementación. En el primer caso, se tomauna decisión entre dos respuestas (o entre un número finito de respuestas), que son mutuamente excluyentes,de modo que sólo una de ellas es cierta (preguntas con «hacer»). Las preguntas de múltiple decisión sepueden dividir (por el procedimiento binario) en series de binarias. Las preguntas de decisión se planteancuando adelantamos una hipótesis (es decir, una suposición sobre la respuesta aceptable). Al contestar adicha pregunta, elegimos entre (dos o más) respuestas rivales, una de las cuales es siempre una negación de laotra. He aquí un ejemplo de pregunta de decisión en la investigación histórica: 2) ¿Las granjas señoriales sedesarrollan siempre que hay un buen mercado para los productos agrícolas y un sistema de estricta servidum-bre de los campesinos? En esta caso, se formula una hipótesis; preguntamos si tiene un buen apoyo, y si sedemuestra que es así, obtenemos una respuesta rápida para nuestra pregunta. Las preguntas de decisión conuna estructura más compleja son de estos tipos: «¿Cuál de las afirmaciones z

1, ..., z

n es la única verdadera?»

(«¿ es z 1 , o z

2, o ..., o z

n?»); «¿ Cuál —por lo menos una— de las afirmaciones z

1, ..., z

n es cierta?»; «¿

cuáles de las afirmaciones z 1, ..., z

n son exactamente todas las verdaderas ?» (A partir de ahora utilizaremos,

respectivamente, los símbolos ?Du, ?Da, ?De).

Así, podemos preguntar:

3) ¿Fue Suecia, o Rusia, o Polonia, la victoria en la Batalla de Poltava? (hay que indicar la única afirma-ción cierta);

4)¿Tomaron parte en la Guerra de los Treinta Años Polonia, Suecia, Alemania, Rusia? (hay que indicarpor lo menos una afirmación cierta);

5) ¿En el siglo XVII, los campesinos polacos trabajaban como siervos, o pagaban rentas, o pagaban untributo en especies, o estaban libres de obligaciones hacia su señor feudal ? (hay que indicar todas las afirma-ciones que sean ciertas).

Las preguntas complementarias (o preguntas con «quién»/ «qué»/ «cuál»), o «¿por / para qué...?», seplantean cuando no tenemos hipótesis sobre la respuesta; son esenciales cuando buscamos soluciones (sellaman también preguntas de búsqueda). La respuesta a tal pregunta consiste en hacer una elección de entreuna serie de muchos (o infinitos) elementos. En la investigación histórica, esta categoría se puede representarpor preguntas como: 6) «¿Cuáles fueron las causas de la Guerra de los Treinta Años?»; 7) «¿Quién fue el jefede las tropas polacas en la Batalla de Grunwald?»; 8) «¿Cuándo terminó la superioridad comercial de Holan-da sobre Inglaterra?»; 9) «¿Cuál era la estructura de la sociedad polaca antes del levantamiento de 1863?»;10)«¿Cuál es la importancia del Manifiesto del Comité Polaco de Liberación Nacional ?»; 11) «¿Por qué eratan numerosa la clase media polaca?»; etcétera.

Al buscar respuestas a las preguntas complementarias, podemos formular preguntas de decisión con lacondición necesaria de que la serie de respuestas posibles sea finita y conocida. Por ejemplo, al contestar a lapregunta 7) podemos formular una serie de preguntas de decisión: 7)«¿Fue Zyndram de Maszkowice el jefepolaco en la Batalla de Grunwald?»; 7

b)«¿Fue el rey Jagello el jefe polaco en la Batalla de Grunwald?»;

etcétera. En el caso de la pregunta 9) podemos preguntar: 9ª) «¿Existía en esa época una “inteligencia”?»; 9

b)

«¿Eran más numerosos los campesinos arrendatarios que los siervos?»; etcétera. Por tanto, dividimos laspreguntas de complementación en preguntas de decisión. Los tipos de preguntas complementarias son lossiguientes: «¿qué afirmación, en una serie concreta de afirmaciones, es la única verdadera?»; «¿ qué afirma-ción —por lo menos una—, en una serie concreta, es cierta?»: «¿cuáles son todas las afirmaciones ciertas enuna serie concreta?». Las preguntas de complemen-tación tienen parte de las preguntas factográficas , pre-guntas explicativas (preguntas de «por qué») y preguntas sobre las leyes.

En la investigación histórica, son las preguntas abiertas y las preguntas de complementación las quejuegan el papel fundamental (estas últimas suelen dividirse, en el proceso de investigación, en preguntas decomplementación cerradas y preguntas de decisión; éstas son preguntas cerradas por su propia naturaleza,

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mientras que las preguntas de complementa-ción pueden ser abiertas [cfr. preguntas 1), 6), 9), 10)], o cerra-das [cfr. preguntas 7), 8)], a pesar de que no siempre se puede dibujar una línea de demarcación clara.

Las respuestas a las preguntas de complemen-tación y decisión —analizadas a la luz de la teoría de lacomunicación— se clasifican como directas e indirectas , y, desde otro punto de vista, como completas yparciales (formulación de J. Giedymin). Una respuesta directa a una pregunta de decisión viene implícita, encierto modo, por la pregunta de «hacer». Si la pregunta está aislada, la respuesta es una aseveración afirma-tiva o negativa: por ejemplo, la respuesta directa a la pregunta 2) es «siempre ocurre que las granjas señoria-les se desarrollan ...», o «no siempre ocurre que las granjas señoriales se desarrollan...». Si es una preguntamúltiple , la respuesta a una pregunta ?Du es el conjunto de las negaciones de todas las afirmaciones exceptouna, mientras la respuesta a los dos restantes tipos de preguntas de decisión (preguntas ?Da, ?De) es,respectivamente, una afirmación implícita en una parte de la pregunta múltiple o un conjunto de estas afirma-ciones. Esto ocurre porque en el primer caso tenemos que indicar la única afirmación cierta en una serieconcreta de afirmaciones; en el segundo caso, al menos una afirmación verdadera, y en el tercero, todas lasafirmaciones verdaderas.

Mientras que en el caso de las preguntas de decisión señalamos una respuesta directa específica, en elcaso de las preguntas de complementación sólo podemos dar un esquema de la respuesta (datum quoestionis),que incluirá lo desconocido de la pregunta (una variable). El esquema de la respuesta a la pregunta 1) es; «En1933, el NSDAP obtuvo el apoyo de los partidos x

1, ..., x

n». Al buscar una respuesta para una pregunta de

complementación, intentamos definir el alcance de lo desconocido, y después lo reducimos gradualmente.

Una respuesta indirecta es una respuesta indirecta completa o una respuesta parcial.

Si la pregunta es: «¿Quién mató al Presidente Kennedy?», entonces, una respuesta indirecta completapuede ser: «El Presidente Kennedy fue muerto por una persona que era un tirador». Como puede verse, estonos acerca a una respuesta directa. Una respuesta parcial es la que se deduce lógicamente (quizás en unión deuna afirmación aceptada) de una respuesta directa. Reduce, por tanto, el campó de lo desconocido de larespuesta. Por ejemplo, la afirmación: «El documento se realizó en el 1127 d. C.», es una respuesta directa ala pregunta sobre la fecha de cierto documento; pero si no conocemos la fecha exacta, construimos unarespuesta parcial)que señala un período de tiempo del post quem y ante quem): «El documento se realizóentre el 1124d:C. y el 1130 d. C.», y buscamos, en lo posible, una respuesta directa. Se puede advertirfácilmente que la respuesta parcial en consideración es una consecuencia de una respuesta directa (que, ennuestro caso, requiere una estimación de cuestión).

La distinción entre las respuestas directas e indirectas es importante para la metodología de la historia, yaque está relacionada con el problema del establecimiento de hechos directo e indirecto (cfr. capítulo XIX). Sitenemos información directa sobre los hechos que nos ocupan tendremos más posibilidades de dar una res-puesta directa desde el principio, pero si nuestros datos (unidades de información) son sólo indirectos, enton-ces intentamos encontrar una respuesta directa (hipotética) a base de formular series de respuestas parciales,indirectas i intermedias. El caso de la datación de un documento (cfr. el ejemplo del párrafo anterior) serefiere a una situación en la que no se puede conseguir una información directa (fiable) sobre los datos delproblema. Como la explicación causal suele tener lugar también a través de un procedimiento de comproba-ción, una respuesta a una pregunta explicativa se suele construir por medio de respuestas indirectas. Porejemplo, al plantear la pregunta: «¿Por qué adelantó Inglaterra a Holanda en el desarrollo económico de lossiglos XVII y XVIII?», primero damos respuestas parciales, tales como: «Porque Inglaterra desarrolló suindustria que estaba en competición con la holandesa»; «porque Inglaterra no abandonó ni su comercio ni suagricultura»; «porque Inglaterra hacía más inversiones», etc., para llegar, en último lugar, a una respuestadirecta general, como:«Inglaterra adelantó a Holanda en el desarrollo económico porque su economía sedesarrolló de modo más equilibrado». Muchas veces, por supuesto, nos basta con respuestas parciales.

Las hipótesis, que hay que tratar con más espacio, son una categoría especial de respuestas directas eindirectas. Cuando se usan en la investigación histórica, las hipótesis se pueden llamar, de modo muy gene-ral, intentos de respuesta a las preguntas de la investigación. Estas respuestas tentativas acaban siendo acep-tadas en la ciencia o eliminadas de ella.

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3. El concepto de hipótesis en la investigación histórica

El planteamiento y la comprobación de las hipótesis es un procedimiento que acompaña al historiador através de todo su trabajo, porque es la verdadera esencia de la búsqueda de respuestas a las preguntas plan-teadas por él al pasado. Incluso el estadio de lectura de la información en la fuente (lectura en el ampliosentido de la palabra) ofrece oportunidades para hacer hipótesis. Incluso la misma lectura de una fuente,especialmente cuando nos encontramos con claves que hay que descifrar, es una hipótesis sui generis. Pero,aunque una unidad de información concreta se haya leído y estemos convencidos del resultado de esa lectura,esa información no se acepta como base para pasos posteriores en el proceso de investigación hasta quesometemos la fuente en cuestión a la crítica externa e interna, es decir, hasta que resolvemos los problemas desu autenticidad y de la fiabilidad de la información que nos proporciona. Esto no lo podemos hacer sinformular hipótesis. Más tarde, las hipótesis se hacen a medida que establecemos los hechos y procedemos aexplicarlos. En todo esto sólo aceptamos como elementos para la posterior investigación las hipótesis quehan sido sujetas a comprobación. Por tanto, el procedimiento investigador usado por el historiador, quehemos reconstruido en otra ocasión como el proceso de formular preguntas y buscar respuestas a ellas, puedeinterpretarse —desde un punto de vista diferente— como la formulación, comprobación y apoyo de lashipótesis. Las hipótesis se consideran como intentos de respuesta (antes de comprobarlas) y como respuestas(después de comprobarlas) a la pregunta planteada. Olvidemos aquí la cuestión de que una pregunta eshipotética en sí misma; esto lo trataremos más adelante.

En los escritos sobre metodología, el concepto de hipótesis solía construirse, sobre todo, en relación conla experiencia adquirida en la ciencia natural. La aproximación complementaria fue aportada por J. Giedymin,que estudió los problemas de la formulación y comprobación de las hipótesis en la ciencia social y en parti-cular en historia6. Tenemos que coincidir con él en que el concepto de hipótesis en la investigación históricava mucho más allá del acercamiento de la ciencia natural, en la que una hipótesis se interpreta como unarazón no aceptada de una afirmación que confirma el hacho que hay que explicar, lo cual significaba que elconcepto de hipótesis se limitaba al procedimiento de explicación. En la investigación histórica formulamoshipótesis no sólo cuando buscamos respuestas a las preguntas explicativas (preguntas de « por qué »), sinotambién cuando contestamos a las preguntas factográficas (preguntas de « qué fue »), y este último procesoabarca también la lectura de la información de la fuente y el examen de la autenticidad y fiabilidad de lasfuentes. Se puede decir que, en la investigación histórica, cualquier afirmación sobre el pasado es una hipó-tesis si todavía no se ha sometido a un proceso de comprobación, y también después de someterse a él, si nose ha obtenido un grado suficiente de apoyo7. Por ejemplo, formulamos una hipótesis sobre el lugar de origendel autor de la Crónica de Galus (la crónica polaca más antigua, escrita en latín por un autor desconocido, yque abarca hechos hasta el 1118 d. C.), o sobre el significado de la palabra Shinesghe en Dagome Iudex (undocumento de últimos del siglo X que se ocupa de la historia política antigua de Polonia), y por más quetratemos de apoyarlas, siguen siendo hipótesis, porque, en ambos casos, es difícil aceptar como suficiente elgrado de comprobación.

Hay que hacer, por tanto, una distinción entre hipótesis heurísticas (hipótesis antes de la comprobación) ehipótesis más o menos apoyadas. Por supuesto, las hipótesis comprobadas se pueden considerar, en ciertascondiciones (por ejemplo, tras el descubrimiento de nuevas fuentes), como el punto de partida de una com-probación posterior, y pueden jugar el papel de hipótesis heurísticas. Las hipótesis comprobadas no suelenllevar la etiqueta de hipotética, ya que son afirmaciones sobre hechos que se aceptan como ciertos, suponien-do que, de acuerdo, con el principio de que nuestro conocimiento del mundo se adquiere gradualmente, todaslas afirmaciones sobre los hechos manifiestan siempre un cierto grado de hipótesis.

Junto a la clasificación más general en hipótesis heurísticas y comprobadas podemos señalar, al menos,otras dos clasificaciones de las hipótesis históricas. Una clasificación adopta como criterio el tipo de proce-

6 Ver, en particular, las siguientes obras de J. Giedymin: «Hipotezy w analizie i krytyce zródel» (Hipótesis sobre el análisis y crítica de fuentes), enZ problemów logicznych analizy historycznej (Algunos problemas lógicos en el análisis histórico); Problemy logiczne analizy historycznej, págs. 24y ss.; « Uogólnienie postulatu rozstrzygalnosci hipotez» (Generalización del postulado de decidibilidad de las hipótesis), Studia Filozoficzne, núm 5,1959. La primera de las dos obras fue criticada por J. Dutkiewicz (ver Kwartalnik Historyczny, núm. 4, 1959), a lo que replicó J. Giedymin enKwartalnik Historyczny, número 4, 1962.

7 J. Giedymin da la siguiente definición analítica de la hipótesis en las ciencias sociales y las humanidades: « Una hipótesis es una afirmación que noestá suficientemente fundada en una disciplina concreta, y que se considera como una respuesta a una pregunta concreta planteada dentro del área deesa disciplina», (Problemy logiezne (...), ed. cit., pág. 30).

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dimiento investigador usado por el historiador; en este caso, la formulación y sustentación de las hipótesis serefiere, respectivamente, a: desciframiento de la información de las fuentes, crítica externa e interna de unafuente concreta que, en su sentido más amplio, abarca el desciframiento, establecimiento de los hechos yexplicación (junto con la formulación de las leyes) y construcción de los hechos históricos. Nos encontramosaquí, respectivamente, con hipótesis sobre la lectura de la información de la fuente, sobre la crítica de lafuente, sobre el establecimiento delos hechos, sobre la explicación causal y la formulación de las leyes, ehipótesis que sugieren la integración de todas las unidades de información obtenidas sobre el pasado encuestión, es decir, una narración específica (una imagen del pasado). Las tres primeras son hipótesisfactográficas, las dos siguientes son hipótesis explicativas y la última es una hipótesis de construcción. Estose resume en el siguiente esquema:

Por supuesto, la clasificación en hipótesis factográficas y explicativas no significa que al leer las fuentes,ocuparse de la crítica de fuentes y establecer los hechos no se recurre a procedimientos típicos de la explica-ción causal8.

La clasificación anterior se usa para destacar la tarea de un procedimiento concreto. En el primer caso nosocuparemos de establecer los hechos, y en el segundo, de las explicaciones causales.

La segunda clasificación de las hipótesis históricas adopta como criterio los tipos de pregunta a los queintenta contestar una hipótesis dada9. En esta clasificación, las hipótesis más frecuentes son:

- Hipótesis «quién / qué ».

- Hipótesis «dónde ».

- Hipótesis «cuándo ».

- Hipótesis «cómo »

- Hipótesis «por qué »

(Cada grupo incluye también sus derivados).

Hay que advertir, además, que los historiadores constantemente formulan y comprueban hipótesis en elcurso de la investigación, pero sólo usan explícitamente el término hipótesis o sus análogos en ciertos casos.Lo hacen, sobre todo, cuando se ocupan de establecer (menos frecuentemente, de explicar) hechos que son

~ Hipótesis formuladas en la lectura de la información

de la fuente

~ Hipótesis formuladas en el curso de la crítica externa e

interna de la fuente.

~ Hipótesis formuladas en el establecimiento de los hechos

(simples o incluidas en secuencias genéticas)

~ Hipótesis que explican los hechos

~ Hipótesis que formulan leyes.

~ Hipótesis que integran los datos sobre el pasado

(periodización y clasificación de los datos)

Hipótesis explicativas

Hipótesis de construcción

Hipótesis factográficas

8 J. Giedymin prestó atención a este hecho en su réplica a J. Dutkiewicz (ver nota 6 in fine).

9 Esta clasificación fue introducida por J. Giedymin en relación con los análisis históricos (Problemy logiezne (...), ed. cit., pág. 32).

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más importantes, en el proceso histórico, para un estudio dado, pero sobre lo que no hay suficientes datos enfuentes. De este modo, numerosas afirmaciones sobre la autoría de diversos textos, cartas, etc., han sidoincluidas en la ciencia histórica con la etiqueta de hipótesis; en otros casos, esto se refiere a hipótesis queatribuyen ciertas acciones a ciertas personas, establecen la naturaleza de ciertos grupos sociales, sugierendescripciones de sucesos sobre los que faltan datos, etc.

A veces se llama aseveraciones a tales afirmaciones, débilmente sustentadas, o puntos de vista, opiniones,suposiciones, etc., usando estos términos de modo alternativo. Normalmente, una afirmación que se ha clasi-ficado como hipótesis, es decir, muy sustentada, sigue siéndolo durante mucho tiempo, aunque aumente elgrado de sustentación. El descubrimiento de fuentes que den información nueva y esencial ofrece la mayoroportunidad para que tal afirmación se libere de la etiqueta de hipótesis.

Si esto no ocurre, permanecemos en la esfera de hipótesis nuevas cada vez, que tienen varios argumentosen su favor, pero que siguen siendo hipótesis.

Este es el caso, por ejemplo, de las hipótesis que intentan explicar el significado del término narocznik,encontrado en algunos registros medievales polacos, o de las que intentan establecer cuál era la población deParís antes de la Guerra de los Cien Años.

El término, frecuentemente usado, hipótesis de trabajo, es una variedad especifica del término hipótesis,usada cuando un investigador desea subrayar su carácter heurístico, es decir, cuando no la considera (o nopretende considerarla) como una hipótesis fundada.

4. La estructura de las teorías históricas y los modelos metodológicos

Los historiadores usan el término teoría muy a menudo. Por ejemplo, se refieren a tal o cual teoría de laformación de las ciudades, la aparición de la tierra desocupada en los pueblos medievales europeos o elnacimiento de la economía señorial y de servidumbre. Mientras que las hipótesis se formulan, muchas veces,sin ser llamadas de ese modo, al lado de afirmaciones menos numerosas que son llamadas hipótesis de modoexplícito, en el caso de las teorías sólo nos ocuparemos de las series de afirmaciones que los historiadoresllaman teorías. Por tanto, sólo nos interesan aquí las teorías que los historiadores clasifican como tales.Podrían llamarse simplemente teorías históricas. El problema de las teorías de la investigación histórica y elpapel de las teorías dentro de ella se discutirá en otro lugar (cfr. capítulo XXVI).

En general, pero con una reserva que analizaremos más tarde, las teorías históricas son una subclase delas hipótesis. Es cierto que los historiadores no suelen llamar hipótesis a las teorías, pero la estructura formalde las teorías históricas y de las hipótesis es la misma. Por tanto, todos los comentarios sobre las hipótesisvalen para las teorías. ¿Qué distingue entonces a las teorías de otras hipótesis históricas? A partir de undetallado análisis de un número bastante grande de teorías extraídas de los estudios históricos de diversasclases, tenemos que llegar a la conclusión de que no es posible, señalar unas propiedades de las teorías quepermitan distinguirlas de otras hipótesis con precisión adecuada.

Sólo podemos señalar los tres rasgos que suelen caracterizar las teorías históricas. El primero de ellos serefiere al contenido de las afirmaciones; el segundo, a su estructura, y el tercero, al nivel de la investigaciónhistórica que representan. En primer lugar, las teorías se refieren a ciertos sucesos que son más importantesdesde el punto de vista del proceso histórico.

Su grado de sustentación, en comparación con las hipótesis (incluso en comparación con las que se lla-man así de modo explícito), no es mucho mayor, y en muchos casos resulta ser muy pequeño, incluso menorque en el caso de las hipótesis fundadas que se llaman así explícitamente. El segundo rasgo se refiere a unaestructura de las teorías ligeramente diferente, que trataremos más tarde. El tercero es que suelen ser hipóte-sis que ofrecen explicaciones causales o genéticas (es decir, señalan causas o describen secuencias de suce-sos desconocidas), aunque algunas se refieren a un simple establecimiento de los hechos. Por tanto, lasteorías suelen ser respuestas a las preguntas de « por qué » o « cómo », y a veces, también, a preguntas de «quién / qué », « dónde », « desde dónde », etcétera, preguntas que conciernen a problemas importantes en elproceso histórico.

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Esto sugiere una clasificación de las teorías históricas como factográficas, genéticas y causales, es decir,una clasificación que se acerca a la aplicada a las hipótesis. Todos estos tipos de teorías ofrecen una descrip-ción hipotética de lo que ocurrió en un lugar l en el tiempo t

1, ..., t

n, quizás con un objeto o, si nadie vio o

pudo ver los sucesos o si no existen los informes fiables que se podrían haber hecho sobre las observaciones.La formulación « qué ocurrió » significa, en este caso, o la descripción de un sistema concreto en el periodot

1, ..., t

n, solamente, o la definición de la(s) causa (s) de la diferencia entre el estado del sistema en el

momento t 1 y en el momento t

n.

También puede incluir tanto una descripción de la transformación del sistema como una definición de lascausas de esa transformación.

Las opiniones sobre el lugar de origen de los pueblos indoeuropeos pueden servir como ejemplo de unateoría factográfica. La teoría asiática, que aseguraba que el lugar de origen había estado en Asia, predominóhasta mediados del siglo XIX. Fue seguida por otra teoría, en la que la opción Asia - Europa se sustituyó porla opción zona de bosques - zona de estepas; en este último caso podía ser Europa, o Asia, o las dos10. En elcaso de la segunda teoría, nos encontramos con un establecimiento indirecto (ya que no existen datos directosdel lugar de origen de los indoeuropeos) de un hecho histórico específico . La cuestión no es contestar lapregunta de por qué se establecieron los indoeuropeos en la región esteparia de Europa o de Asia, sinoaveriguar dónde había estado su lugar de origen.

Los intentos de explicación de la formación de las ciudades en Polonia (y en otros muchos países) sepueden señalar como ejemplos de una teoría genética, es decir, una que sugiere una descripción hipotética delos estadios sucesivos de un suceso, o sólo de su primer estadio. El desarrollo de los estudios de gran alcance,especialmente los arqueológicos, de la formación de las ciudades, había sido precedido por el predominio dela teoría colonial (Kolonialtheorie) del origen de las ciudades, fomentada por los historiadores alemanes. Esateoría relacionaba el origen de las ciudades polacas con los asentamientos basados en la ley alemana (esdecir, la ley de Europa occidental, que llegó a Polonia a través de Alemania), lo cual significaba que unaciudad se originaba en los derechos concedidos a los colonos (locatio civitatis) y en una afluencia de pobla-ción alemana. Esta teoría comenzó a ponerse en duda cuando se averiguaron hechos que eran incompatiblescon ella: se demostró que las ciudades habían existido en Polonia mucho antes del asentamiento de alemanes,y que la difusión de la ley municipal alemana no se podía identificar con el proceso, mucho más restringido,de la afluencia de colonos alemanes. Esto significaba que la teoría colonial no describía apropiadamente losestadios de desarrollo en la historia de las ciudades polacas, en especial los estadios de su formación. Portanto, la teoría colonial comenzó a ser sustituida por diversas variantes de la teoría del origen nativo de lasciudades, de las que se pueden aplicar a Polonia la teoría de los lugares de mercado (que señala las feriascomo primer estadio en el desarrollo de las ciudades) y la teoría de las plazas fuertes (que señala comonúcleos de las ciudades a los asentamientos alrededor de las plazas fuertes).

Estas no son teorías rivales, sino complementarias.

En la investigación histórica nos solemos encontrar, la mayoría de las veces, con teorías causales queformulan las razones hipotéticas de ciertos sucesos históricamente importantes. Nos proporcionan ejemploslos intentos de explicación de la revolución de los precios en una Europa del siglo XVI, originados en 1568por la famosa polémica entre J. Bodin y M. Malestroit,

Algunos están en favor de la teoría metálica, que relaciona la revolución de los precios, sobre todo, con elflujo de metales preciosos de América a Europa, mientras que otros se inclinan a subrayar el papel del augeeconómico de Europa como causa principal del alza general de los precios11.

Otro ejemplo de teorías causales se puede ver en las explicaciones del nacimientos de la economía señorialy de servidumbre en Europa central y del este. La discusión ha durado unos cien años12, y las causas de laeconomía señorial y de siervos se han visto en un cambio de naturaleza de los ejércitos, que, supuestamente,forzó a la clase media a dedicarse a la agricultura (teoría militar); en la caída del valor de las rentas de los

10 El ejemplo ha sido sacado de H. Lownianski, Poczatki Polski, 2° edición, volumen I, Varsovia, 1964, págs. 39 y ss. Su autor está a favor de la teoríade las estepas (en su versión eurasiática)(cfr. pág. 49).

11 El problema es ampliamente tratado por W. Kula, Problemy i metody historii gospodarczej, ed. cit., págs. 529 y ss.

12 Para los detalles, ver J. Topolski, Narodziny kapitalizmu w Europie, Varsovia, 1965,págs. 135 - 136.

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terrenos en la Edad Media, que redujo los ingresos de la clase media (teoría de las rentas); en la existencia dezonas desocupadas en los pueblos, que tenían que, o podían, cultivarse (teoría de las zonas desiertas); en lasbuenas condiciones naturales para la producción agrícola (teoría de las condiciones naturales); en la situa-ción del mercado, que era favorable a la exposición de cosechas de cereales (teoría del mercado), y conjunta-mente, en la naturaleza de la servidumbre y la situación del mercado (teoría de Rutkowski). Se puede decirque bastantes de esas explicaciones causales que se refieren a sucesos importantes sobre loe que falta infor-mación precisa, son llamadas teorías.

La estructura de algunas teorías históricas se desvía de lo que se conoce como teorías en el sentido de lametodología general. En esta última, una teoría se entiende como: 1) un sistema deductivo (como la teoría dela serie); 2) una serie coherente de teoremas, en la que todas, o al menos una hipótesis es una afirmaciónestrictamente general (es una ley o tiene forma de ley).

En este sentido, las teorías históricas son una variedad de las teorías empíricas, pero esto se refiere sólo alas teorías históricas que se pueden incluir en el último grupo. Ese grupo, por tanto, sólo puede incluir lasteorías históricas que están formadas estrictamente por afirmaciones generales (cfr. capítulo XXV), pero enla investigación histórica encontramos también teorías (es decir, afirmaciones denominadas así por los histo-riadores) que son conjuntos de afirmaciones de observación (histórica), y no incluyen afirmaciones estricta-mente generales (cfr. capítulo XXV). De los tres grupos de teorías mencionadas anteriormente, las teoríasfactográficas y genéticas (o sea, las que formulan sugerencias sobre el establecimiento de ciertos hechos)pueden estar formadas por afirmaciones históricas solamente, mientras que las teorías causales deben incluir—aunque sólo sea como supuestos latentes— afirmaciones que sean leyes (esto no se refiere a la explicacióncausal que no denomina teoría, de acuerdo con las necesidades de las explicaciones causales; cfr. capítuloXXV). Sin embargo, Las leyes pueden incluirse también dentro de las teorías factográficas y genéticas. Portanto, las teorías históricas tienen un carácter variado: van desde series de afirmaciones históricas solas,hasta conjuntos de afirmaciones históricas con otras estrictamente generales, sin que, sin embargo, se con-viertan en series de, solamente, afirmaciones generales estrictas. Esto se puede ilustrar con el siguiente esque-ma, que muestra la extensión de las teorías empíricas en el sentido de la metodología general, por un lado, ylas teorías históricas, por otro.

Teorías históricas

Teorías empíricas en el sentido de la

metodología general

Afirmaciones de Afirmaciones

observación estrictamente

(históricas) generales

Dentro de una teoría histórica podemos distinguir una hipótesis (que sugiere el establecimiento de loshechos en el caso de las teorías factográficas y genéticas, o un nexo causal específico en el caso de las teoríascausales) y los argumentos en su favor (que son las premisas de los correspondientes casos de inferencia).Esto significa que la estructura de la teoría difiere aquí, de algún modo, del concepto de hipótesis, que nosuele abarcar los argumentos en su favor, a no ser que usemos el término « hipótesis» en el sentido de unateoría histórica. Este es el otro rasgo general (mencionado previamente) de las teorías, que las distingue delas hipótesis históricas. Sin embargo, no niega la afirmación de que los modos de su formulación, sustentacióny comprobación, son comunes a las teorías históricas y a las hipótesis históricas.

Junto al concepto de teoría, que los historiadores han usado durante largo tiempo, están recurriendo,cada vez más al concepto de modelo. Sin embargo, no quieren decir un modelo semántico, es decir, el concep-to de terreno en el que las afirmaciones formuladas por un historiador serían ciertas (cfr. capítulo I), sino un

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modelo que hemos llamado metodológico (confróntese capítulo II). En este sentido, hablamos del método enlas diversas disciplinas históricas, y sobre todo en la historia económica, que utiliza las teorías económicas(cfr. capítulo XX). En general, en la investigaciones histórica, un modelo tiene la misma estructura que unateoría; aunque las afirmaciones estrictamente generales que tienen la naturaleza de leyes (es decir, las afirma-ciones sobre las regularidades) son los elementos básicos de las teorías y de los modelos, los historiadores, alcontrario que, por ejemplo, los economistas teóricos, aceptan las teorías (y los modelos) que consisten sola-mente en afirmaciones estrictamente históricas. Esto ocurre porque esas afirmaciones, al construir un todoestructural (llamado narración, cfr. Capítulo XXIII), pueden formar —si esa narración es aproximadamentecierta (cfr. capítulo XVI)— un reflejo más o menos isomorfo de la estructura de los hechos, aunque no serefieran directamente a afirmaciones generales estrictas.

El isomorfismo de una narración y de los hechos históricos puede variar de grado: puede concernir alas regularidades más fundamentales (profundas), o a las relaciones y los hechos descritos en términos que seacercan a los fenómenos superficiales, o a la propia superficie. Mientras que las teorías históricas nos permi-ten reconstruir diversos fragmentos del pasado, al margen de su lugar y su papel en la estructura entera delpasado, el modelo se ocupa del descubrimiento de las relaciones (y hechos) que son esenciales desde el puntode vista de un fragmento concreto del pasado.

El procedimiento, por tanto, consiste en la reconstrucción de una estructura de muchos niveles (jerárqui-ca) del mundo, en la que hemos distinguido las clases de hechos históricos que sirven para explicar el procesohistórico como regularidades, causas primarias y causas secundarias (cfr. Capítulos X y XII). Esto se consi-gue por medio de una selección específica (que K. Marx llamó abstracción, y para la que L. Nowak hapopularizado el término idealización), que se rige por el sistema de valores del investigador y por su conoci-miento general (cfr. Capítulo XVII); en el cuerpo de esa selección dejamos de lado la labor de las causassecundarias (e incluso de algunas causas primarias), es decir, adoptamos una serie de presupuestosidealizadores. Esto produce una serie de afirmaciones sobre un fragmento del pasado (un hecho histórico)que se ve privada de algunas de sus características. Este hecho se llama a menudo un tipo ideal, y la serie deafirmaciones (teoremas) sobre él es un modelo. En notación simbólica, se podría registrar así:

(x) [ T1 (x)—> a1

(x), ..., a n (x)]

donde T1 representa una descripción de un fragmento del pasado después de dejar de lado sus caracterís-ticas secundarias (un tipo ideal) y a

1, ..., a

n representan los diversos tipos de comportamiento de ese tipo

ideal.

Sin embargo, hay que notar que estamos hablando aquí de modelos realistas, es decir, modelos que —en la intención del investigador— deben ser isomorfos respecto a los hechos. Esta es la naturaleza del métodode K. Marx de la abstracción, tan explotado por él en su Capital. Pero también encontramos modelos que sondenominados instrumentales, y que sirven sólo para ordenar los hechos. En su caso, el reflejo isomorfo de laestructura del mundo cambiante no es importante. Estos modelos pueden construirse intencionalmente; estovale para los tipos ideales de M. Weber (confróntese capítulo VII) y las «estructuras» de Lévi-Strauss (cfr.Capítulo VII), que clasifican los hechos según ciertos criterios convencionales. Pero también pueden derivarde la falta de una teoría que se adecué a los hechos; esto vale, por ejemplo, para los intentos que hizo J.Marczewski (cfr. capítulo XX) de comprimir la economía del siglo XVIII en el marco de un modelo querefleja las condiciones predominantes en el capitalismo actual.

En la investigación histórica, nos encontramos también, cada vez más, con los llamados modeloscontrafacturales (cfr. Capítulo XXIII). Los sugieren, principalmente, historiadores económicos americanosque representan la Nueva Historia Económica (R. W. Fogel, S. L. Engerman, P. Temin, A. Fishlow, y otros).En su caso, las afirmaciones hechas sobre las regularidades continúan siendo realistas; sólo suponen queciertos hechos (por ejemplo, la existencia de ferrocarriles en Norteamérica en el siglo XIX) no tuvieron lugar,e investigan cuál habría sido el proceso histórico sin esos hechos. Estos les permite destacar mejor el papel deesos factores en el pasado. Los historiadores que son miembros del grupo llamado Nueva Historia Económi-ca no se limitan, por supuesto, a utilizar modelos contrafacturales. Sus obras ofrecen una amplia variedad de

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modelos de diversos tipos, inspirados por la teoría económica. De este modo, contribuyen también al desa-rrollo actual de los métodos cuantitativos (cfr. capítulo XX)13

5. Esquemas de procedimientos hipotéticos en la investigación histórica

Una hipótesis, al ser planteada, adquiere el status de afirmación científica, es decir, comienza a incluirseen el cuerpo de conocimiento científico aceptado, sólo como resultado de un proceso de sustentación. Losproblemas de la crítica, comprobación, decisión, confirmación, y sustentación (también llamada fundamen-tación) de las hipótesis están entre los más cruciales de la metodología científica general, y han sido muytratados últimamente14

En la investigación histórica, ese procedimiento se identifica con la crítica histórica o el método crítico.Los problemas detallados de la sustentación de las hipótesis pertenecen, por supuesto, a las técnicas de lacrítica de fuentes, los métodos de establecimiento de los hechos y la explicación causal, y serán tratados enlos capítulos correspondientes del libro.

Junto a los estadios en el manejo de las hipótesis tenemos que distinguir los métodos y esquemas parasu manejo. Los métodos, de modo muy amplio, incluyen: adquisición de datos nuevos (el principio de amplia-ción del conocimiento propio) e inferencia, es decir, aceptación de ciertas afirmaciones (conclusiones), basa-da en la aceptación de otras (premisas) (el principio de inferencia). En los diversos estadios se usan losmétodos adecuados, que forman la estructura general de los esquemas.

En el manejo de las hipótesis (no sólo en la investigación histórica)tenemos que distinguir tres niveles:la formulación de una hipótesis, su sustentación, y su comprobación. El término «sustentación» se puedeentender de modo más amplio, de modo que incluya el proceso de comprobación.

Los esquemas de manejo de las hipótesis en la investigación histórica difieren entre sí, por un lado, segúnbusquemos una respuesta a una pregunta de decisión o de complementación, y por otro, según nos encontre-mos con un establecimiento de los hechos directo o indirecto (cfr. capítulo XIX).

Como las fuentes no se refieren directamente a las causas de los hechos, y, si proporcionan esos datos,suelen tener una importancia secundaria para el historiador, las explicaciones causales están incluidas, juntocon el establecimiento indirecto de los hechos, entre los procedimientos indirectos de construcción de narra-ciones históricas.

En el caso de las preguntas de decisión (sean simples o múltiples), el esquema de manejo de las hipótesis)que no supone, por supuesto, el orden de los pasos) es como sigue:

1) Formulamos una pregunta que atañe a un terreno dado.

2) Establecemos el tipo de pregunta (?Du, ?Da, ?De).

13 Cfr. L. Nowak, U podstaw marsowskie metodologii nauk, (Los fundamentos de la metodología de las ciencias marxistas), Varsovia, 1971, págs.17- 109; L. Nowak, Model ekonomiezny (Modelo económico), un estudio sobre la metodología de la economía política, Varsovia, 1972; J. Topolski,«Marx et la méthode des modéles», Méthodologie de l´histoire et des sciences humaines, Mélanges en I´honneur de Fernand Braudel, Toulouse, 1972,págs. 435-442; Topolski «The Model Method in Economic History» The Journal of European Economic History, volumen Y, núm. 3, 1972, págs.713-726; H. Van Der Wee (con la colaboración de H.Drems y E. Cauwenberghe), Méthodes et techniques nouvelles en histoire économique quantitative,en Méthodologie de l´histoire et des sciences humaines, Mélanges en l´honneur de Fernand Braudel, págs.443-452; R.W. Fogel, S.L. Engermann (eds.),The Reinterpretation of American History, Nueva York, Evanston, San Francisco, Londres, 1971. La literatura de la materia se ha hecho actualmentemuy amplia, y las publicaciones enumeradas sólo sirven de ejemplo. Para las discusiones sobre la Nueva Historia Económica, ver R.L. Andreano (ed.),The New Economic History: Recent Papers on Methodology, Nueva York, Londres, Sydney, Toronto, 1970. Sobre las nuevas tendenciasmetodológicas en las disciplinas históricas, aparte de la historia económica, ver R.P. Swierenga (ed.), Quantification in American History, Theory andResearch, Nueva York, 1970. Las opiniones de historiadores de varios países sobre el estado actual de la metodología de la investigación histórica estánrecogidas en F. Gilbert, S.R. Grabaud (editores), Historical Studies Today, Nueva York, 1972.

14 Esto se ve en el Coloquio Internacional sobre Metodología Científica, celebrado en Varsovia del 18 al 23 de Septiembre de 1961. Las ponenciasleídas allí fueron publicados en El fundamento de las afirmaciones y las decisiones, Varsovia, 1965. La cuestión general fue presentada por K.Ajdukiewiez, en su artículo «El problema del fundamento», págs.1-11.

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3) Comprobamos, a la luz del cuerpo de conocimientos que tenemos (con respecto a ?Da y ?De), si es ciertapor lo menos una respuesta directa (es decir, si queda satisfecha la aseveración positiva de la pregunta) y sies falsa por lo menos una respuesta directa (es decir, si queda satisfecha la aseveración negativa de la pre-gunta), y con respecto a ?Du, si podemos esperar que sólo sea cierta una respuesta directa (la aseveración dela unicidad). Esto significa que comprobamos si la pregunta ha sido planteada correctamente; tal comproba-ción puede ser de naturaleza hipotética. Puede ser que la respuesta obtenida anule la aseveración positiva dela pregunta (cuando no satisface esa aseveración); puede anular también la pregunta.

4) Elegimos la respuesta (basándonos en datos directos o indirectos).

5) Sustentamos y comprobamos la hipótesis averiguando si sus consecuencias son aceptables a la luz delcuerpo de conocimientos que tenemos.

Los puntos 1), 2) y 3) corresponden al estadio de la formulación de las hipótesis en cuestión, y los puntos4) y 5) a su sustentación y comprobación.

En el caso de las preguntas de complementación, los puntos 1), 2) y 3) son los mismos. Pero entonces noelegimos una pregunta de entre las muchas posibles, sino que 4) averiguamos lo desconocido de la pregunta(si obtenemos información directa completa sobre ello) o intentamos acercarnos a eso desconocido (si nopodemos adquirir esa información directa). Este «acercamiento» se basa en los datos que señalan qué valorespuede adoptar lo desconocido de la pregunta. Estos datos pueden reducir el campo de lo desconocido, y sonrespuestas parciales a la pregunta planteada. Si sólo podemos conseguir datos indirectos, las respuestasparciales son hipótesis.

Las respuestas a ellas no significan la certeza de que el problema se ha resuelto correctamente. Pero talhipótesis, distinta de la que se formuló en un primer momento de nuestro proceso, podría denominarse unahipótesis sustentada.

En la investigación histórica, las preguntas de decisión y de complementación se plantean alternativa-mente, a medida que se está resolviendo un problema. El grado de certeza de la respuesta a la que llegamos yla modificación de los esquemas generales de manejo de las hipótesis dependen, sobre todo, de si las fuentesproporcionan datos directos, o sólo indirectos, sobre el (los) hecho (os) que nos interesan. La naturaleza detales determina también, en gran medida, los esquemas de inferencia (fiable o infiable) que usamos en lasustentación.

Si establecemos hechos que están sustentados y comprobados principalmente por referencia a los da-tos directos contenidos en las fuentes, tenemos que examinar la autenticidad de las fuentes, y la fiabilidad delos datos que proporcionan (cfr. capítulo XVIII). Como esto suele tener lugar antes de formular la hipótesis,se puede incluir el examen de la autenticidad y fiabilidad (de las fuentes y de los datos, respectivamente) en elnivel de la formación de la hipótesis (esto es lo que se inclina a hacer J. Giedymin). Este autor se inclina másbien a considerar el examen de la autenticidad y de la fiabilidad como elementos del proceso de sustentación.Si estamos convencidos d que la fuente que contiene datos pertinentes se remonta realmente al período delpasado que corresponde, y por tanto puede contener los datos mencionados, y si esos datos son relativamenteciertos, entonces aceptamos que los hechos a los que se refieren son igualmente ciertos. Tenemos que reunirlas siguientes afirmaciones, que se reconstruirán totalmente porque la inferencia implicada es de naturalezaentimemática (es decir, incluye premisas que se asumen tácticamente):

Premisas:

1) Si la fuente es auténtica y contiene datos fiables, podemos (o, en una versión más débil, solemos poder)aceptar que los hechos sobre los que informa ocurrieron (la premisa tácita)

2) La fuente x es auténtica y contiene datos fiables (y los datos que atañen específicamente al hecho A sonfiables).

Conclusión:

1) El hecho A, al que se refiere la fuente x, ocurrió (o: ocurrió con una probabilidad adecuadamente alta,de modo que la afirmación sobre ello está adecuadamente sustentada).

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Como puede verse fácilmente, esto es inferencia deductiva (también puede aparecer la llamada deduccióndebilitada)15. Las premisas son, obviamente, conclusiones sacadas de una serie de casos de inferencia más omenos complejos. El examen de la autenticidad de la fuente y de la fiabilidad de los datos es un procedimientomás complicado, que se tratará de modo separado (cfr. capítulo XVIII). Por el momento, mencionemos quelos procesos mentales envueltos son similares a los implicados en el establecimiento indirecto de los hechos yen la explicación causal. Si el examen de la autenticidad de la fuente o de la fiabilidad de los datos produce unresultado negativo, el hecho que nos ocupa debe ser establecido de modo indirecto.

En el caso de un establecimiento indirecto de los hechos y de las explicaciones causales, las hipótesis sesustentan y se comprueban en dos pasos. El primero atañe al examen de la autenticidad de las fuentes y lafiabilidad de los datos que proporcionan, y es, por tanto, idéntico al analizado anteriormente, suponiendo quelos hechos sustentados en ese paso se refieren sólo indirectamente al hecho que nos ocupa, es decir, son —como hemos decidido llamarlos— sus síntomas.

El segundo paso del examen de la autenticidad y fiabilidad consiste en averiguar las consecuencias de laadopción de una hipótesis dada16 (si fuera como afirma la hipótesis H, entonces tendríamos que aceptar quea, ..., n) y en asegurar que esas consecuencias tuvieron lugar realmente o al menos con un gran grado deprobabilidad. Si ocurrieron, y si no están en contradicción con otros datos basados en fuentes y el conoci-miento que aceptamos (la serie de afirmaciones que aceptamos como verdaderas), entonces la hipótesis sesuele aceptar. Esta última condición no es absoluta: los investigadores audaces no dudan, muchas veces, enaceptar hipótesis que les obligan a modificar las partes correspondientes de su conocimiento no basado enfuentes (actuando así contra el llamado principio del conservadurismo); dichas hipótesis, normalmente, esti-mulan el desarrollo de la ciencia histórica.

En el caso del examen de las consecuencias de las hipótesis el razonamiento suele adoptar la forma deinferencia reductiva, o el esquema del modus tollendo tollens en la inferencia deductiva17. He aquí un esque-ma de inferencia reductiva aplicada al manejo de una hipótesis histórica.

Premisas:

1) Si suponemos que un hecho A ocurrió en un lugar l y en un tiempo t (o que fue la causa de un suceso),tenemos que suponer que los hechos a, ..., n, también ocurrieron.

2) Los hechos a, ..., n, ocurrieron (o es muy posible que ocurrieran).

Conclusión:

3) Es bastante probable que haya ocurrido el hecho A.

15 La inferencia deductiva, entre otras cosas, puede adoptar la forma del modus ponendo ponens y del modus tollendo tolens.

modus ponendo ponens: modus tollendo tollens:

si p, entonces q si p entonces q

p no q

—————————— —————————

por tanto q por tanto no p

La deducción será tratada más adelante (ver capítulo XIX).

16 Algunos ejemplos de fundamentación de las hipótesis históricas por la deducción de sus consecuencias nos los presenta J. Giedymin en Z problemówlogicznych analizy historycznej (Algunos problemas de los análisis históricos), edición citada, págs. 40-43.

17 El esquema de la inferencia reductiva es el siguiente:

si p, entonces q

q

—————————————

por tanto (presumiblemente) p

Es un modo de inferencia no fiable, llamado también subjetivamente incierto (ver K. Ajdukiewicz, Lógica pragmática, ed. cit., págs. 130 - 137).

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Si no se satisface la premisa 2), no podemos sacar la conclusión de que ocurrió el hecho A, lo cualsignifica que la hipótesis es contrarrestada.

He aquí un ejemplo de la aplicación del esquema del modus tollendo tollens en la sustentación de lahipótesis que dice que Zyndram de Maszkowice era el jefe polaco en la batalla de Grunwald.

Premisas:

1.)Si suponemos que Zyndram de Maszkowice era el jefe polaco en la batalla de Grunwald, tenemos quesuponer también que, en la Edad Media, una persona de baja condición y pequeña fortuna, que no teníaninguna hoja de servicios militar importante, que no fue premiado después de la batalla y que no era unmiembro del consejo de guerra, podía ser un jefe en una gran batalla.

2.)En la Edad Media, una persona así no tenía muchas posibilidades de haber sido el jefe de una granbatalla.

Conclusión:

3.)Zyndram de Maszkowice no fue (o: lo más probable es que no fuera) el jefe polaco en la batalla deGrunwald18.

Como vemos, la hipótesis ha sido rechazada, como resultado del proceso de comprobación, por la incom-patibilidad de sus consecuencias con el cuerpo de conocimientos que tenemos.

Los estudios medievales proporcionan ejemplos de sustentación y comprobación de hipótesis, que sonmuy interesantes y a veces muy complejos. En la mayoría de los casos, la comprobación (para reforzarse) seune al intento de rechazo de las hipótesis contrarias. La falsedad de las consecuencias de dichas hipótesis sedemuestra para señalar la probabilidad mayor de las consecuencias de las hipótesis en cuestión. Al analizarla descripción del área étnica polaca que encontramos en Germanía, de Tácito, H. Lowmianski escribió queel hecho de que los antiguos conocían muy poco el río Oder, que tenía muy pocos atractivos a lo largo de sucurso, y la falta de mención de los burgundios, que en esa época vivían junto al río Oder, excluye la posibi-lidad de que la descripción de Tácito siga el curso del río Oder; del mismo modo, no es probable que siga elcurso del Elba, ya que no encontraríamos a los Buros y a los Cotinos, y, por el contrario, oiríamos hablar delos Semnonios y los Longobardos, que, sin embargo, Tácito describe en otra ocasión. Parece por tanto que laruta del ámbar, que va desde la Puerta de Moravia (o el Paso de Klodzko) a lo largo del bajo Vístula es elúnico curso posible de la descripción de Tácito19. Esta última hipótesis, por supuesto, está apoyada de modomucho más exhaustivo por H. Lowmianski.

Como se puede advertir fácilmente, la adopción de la hipótesis de la ruta del ámbar no implica la acepta-ción de ninguna consecuencia incompatible con hechos conocidos de otro modo. Esto no ocurre en el caso delas otras hipótesis:

La hipótesis del Oder: tendríamos que suponer que, a) el Oder era bien conocido por los antiguos; b) queofrecía atractivos a lo largo de su curso, y c) que Tácito tendría que haber mencionado a los burgundios, quevivían en ese río (ya que menciona otras tribus). El conocimiento no basado en fuentes muestra que lasconsecuencias a) y b) son inaceptables, mientras que el conocimiento basado en fuentes muestra que c)Tácito no menciona a los burgundios.

La hipótesis del Elba: tendríamos que esperar que Tácito mencionara a los semnonios y a los longo-bardos, mientras que él menciona a los buros y a los cotinos.

La hipótesis de la ruta del ámbar: no acepta las consecuencias que se deducen de las hipótesis anteriores,y está de acuerdo con la descripción de Tácito sobre las diversas tribus (es decir, está de acuerdo con nuestrocuerpo de conocimiento).

18 El ejemplo ha sido extraído de S. Kucznski, Wielka wojna z Zakonem Krzyackim w latach 1409 - 1411 (La gran guerra con la Orden Teutónica,1409 - 1411). Varsovia, 1955, pág. 147.

19 H. Lownianski, Poczatki Polski (Historia primitiva de Polonia), vol. I, edición cit. pág. 232.

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Los ejemplos de tal comprobación indirecta de las hipótesis históricas no deben buscarse exclusivamenteen los estudios que se ocupan de la historia antigua. Basta recordar el asesinato del presidente Kennedy y lacontroversia subsiguiente sobre la persona del asesinato.

La sustentación y la comprobación de las hipótesis históricas tiene lugar en dos niveles, por lo menos. Elprimer nivel (cuya terminación se puede indicar y definir) consiste en la sustentación y la comprobaciónrealizadas por un investigador concreto. La precisión y perfección de esa sustentación y esa comprobacióndependen de su conocimiento y su ética de estudioso. De cualquier modo, un investigador debe presentar losresultados de su labor, de modo que puedan someterse a inspección, sobre todo por parte de la comunidad deestudiosos.

Una vez que los resultados de la investigación se han hecho públicos, comienza el segundo nivel de lacomprobación de la hipótesis, y, teóricamente, no termina nunca. Mientras que incluso el más consciente delos historiadores se ocupa más de acumular argumentos en favor de su hipótesis que de buscar sus posiblesconsecuencias falsas, y centra sus esfuerzos en la sustentación de sus aseveraciones teóricas, en el segundonivel la atención de los críticos se dirige a la búsqueda de posibles consecuencias falsas de la hipótesis encuestión, es decir, al rechazo de esa hipótesis.

Tanto la formulación de una pregunta coma la formulación de una respuesta a ella necesitan datos. Lainformación se puede definir de varios modos. Para las necesidades de la investigación histórica es muy útilinterpretar el concepto de información del modo más amplio posible, para que abarque la información se-mántica y la no semántica (no lingüística), interpretación que es característica también de la teoría de lainformación. Un ejemplo típico de información semántica nos lo ofrecen las formulaciones que encontramosen las fuentes escritas, y uno de información no semántica, los objetivos obtenidos en las excavacionesarqueológicas20.

La información «se anima» sólo después de plantear una pregunta. Se puede decir que la cantidad deunidades «inanimadas» de información es enorme; el problema suele ser la falta de preguntas adecuadas. Enla ciencia en general, y en la investigación histórica en particular, las preguntas se formulan según códigostradicionales, y es obvio, por tanto, que mientras no cambie el código utilizado, es difícil esperar cambiosvisibles en las unidades de información. lo cual bloquea el progreso en la investigación. Es evidente que unapregunta es una unidad de información en sí misma, pero esto es lo que podríamos llamar una informaciónpauta, que consiste en la formulación de una tarea de investigación específica.

Por tanto, en términos muy generales, el proceso investigador del historiador consiste en formular pre-guntas en un campo concreto y en buscar las respuestas adecuadas para ellas. Como ninguna de estasoperaciones es posible sin unidades de información (es decir, datos), es tarea esencial, cuando reconstruimosel procedimiento investigador del historiador, establecer la fuente de sus datos, el lugar de los datos en suproceso investigador, y la naturaleza de dichos datos. En su investigación (0 sea, en el planteamiento depreguntas y en la búsqueda de respuestas a ellas), los historiadores usan dos tipos de datos, que podríamosllamar, respectivamente, basados y no basados en fuentes. Tenemos que reflexionar, por tanto, sobre losconceptos de fuente histórica, conocimiento basado en fuentes, datos basados en fuentes, conocimiento nobasado en fuentes y datos no basados en fuentes.

20 Cfr. J. Giedymin, Problemy logiezne (...). ed. cit., pág. 20.

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El proceso de explicación en laEl proceso de explicación en laEl proceso de explicación en laEl proceso de explicación en laEl proceso de explicación en lainvestigación históricainvestigación históricainvestigación históricainvestigación históricainvestigación histórica

en Metodología de la historia, Capítulo XXI, Ediciones Cátedra, Ma-drid, 1991, pp. 239-506.

1. Las diversas interpretaciones de la explicación histórica

Hemos dicho que a una pregunta factográfica (¿qué fue?) contestamos estableciendo los hechos, y unapregunta explicativa (¿por qué fue así?), ofreciendo una explicación causal. Aunque los procedimientos deinvestigación del historiador se puede reducir a respuestas a estos dos tipos de preguntas (si dejamos de lado,por el momento, las preguntas sobre leyes), las diversas interpretaciones intuitivas relacionadas con el térmi-no “explicación” necesitan algunas observaciones.

El análisis de muchos estudios históricos muestra que la tarea de la explicación histórica se puede inter-pretar, al menos, de las siguientes maneras:

1) Explicación por descripción (descriptiva);

2) Explicación por indicación del origen de un fenómeno concreto (genética);

3) Explicación por indicación del lugar de un fenómeno de una estructura dada (estructura);

4) Explicación por definición de un fenómeno (definitoria);

5) Explicación por indicación de una causa (causal).

El concepto de explicación descriptiva es el más amplio de todos, ya que puede abarcar todos los restantestipos de explicación. Esto ocurre porque, si una persona dice: por favor, explícame las Cruzadas o el sistemapolítico Inglés en la segunda mitad del siglo XVII o la política americana de Francia después de la SegundaGuerra Mundial, pude esperar una simple descripción de los hechos implicados, o información sobre losniveles de desarrollo (origen) de esos hechos, o la formulación de sus definiciones, o la indicación de suscausas. Estos diversos tipos posibles de explicación pueden incluir también una simple descripción, sin nin-gún intento de señalar las causas, una descripción en la que sería difícil encontrar una indicación metódica delorigen del hecho en cuestión o su lugar en una estructura. Este es el caso al que nos referimos cuando diferen-ciamos la explicación descriptiva. Adviértase, que, en última instancia, todas las formas de explicación sue-len adoptar la forma de una descripción histórica (narración histórica).

La explicación genética (que trataremos más ampliamente después) consiste en señalar los sucesivos esta-dios de desarrollo de un hecho histórico concreto. Al hacer una explicación genética respondemos a la pre-gunta ¿cómo ocurrió? Adviértase que ésta es una pregunta distinta de ¿por qué ocurrió?, a pesar de que alcontestar ambas preguntas podemos tener en cuenta los mismos hechos. Por ejemplo cuando, preguntamos:

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¿cómo estalló la Primera Guerra Mundial? Y ¿por qué estalló la Primera Guerra Mundial? (o ¿cuáles fueronlas causas de la Primera Guerra Mundial?) podemos prestar atención a los mismos problemas, pero cuandoplanteamos una pregunta genética deseamos, sobre todo, tener una descripción de los hechos sucesivos quecondujeron al estallido de la Primera Guerra Mundial. Así, respondemos a una pregunta sobre una explica-ción genética al enumerar una secuencia genética de los hechos implicados. Algunos autores, que aseguranque la investigación histórica se ocupa de “lo único” y, por tanto, no ofrece ninguna explicación causal (alrevés que en las ciencias naturales), mantienen que, al contestar con una descripción de lo que ocurrió,ofrecemos, al mismo tiempo, una explicación del “por qué” (Collingwood).

Sucede a menudo que la persona que pregunta sobre el origen de un suceso no se da cuenta, claramente,de sí quiere saber los estadios sucesivos (especialmente los primeros) del desarrollo de un hecho concreto, olas causas de su existencia (sus características, los cambios en su estructura, etcétera). Cuando se nos pre-gunta, por ejemplo, sobre el origen del ejército polaco después de la Segunda Guerra Mundial, es evidenteque la pregunta se refiere a los pasos del desarrollo que dio lugar a la situación predominante en un períododado. Pero si una persona pregunta, por ejemplo, acerca del origen de la política exterior de Beck, quieresaber, indudablemente, algo sobre los factores que explican sus movimientos (es decir, quiere saber algunacosa sobre las causas), incluso, quizás, algunas características mentales de ese político. Esto muestra queuna pregunta que tiene forma genética puede ser, a veces, una pregunta sobre las causas. Una explicacióngenética pura es una respuesta a una pregunta “cómo”.

Una explicación estructural (o funcional) señala las funciones de un elemento específico de un modoconcreto. Si una persona pregunta: por favor, explícame el papel de la Dieta en Polonia, entonces, con todaprobabilidad, quiere que le contemos de qué modo funciona esa institución dentro de la estructura entera delas autoridades estatales polacas. En tales casos, una explicación responde a una pregunta “cómo”. Una delas principales tareas del historiador es señalar el papel de denominados hechos dentro de estructuras másamplias. Por ejemplo, al describir la importancia cada vez menor de Polonia en el ruedo internacional acomienzos del siglo XVIII, ofrecemos una explicación típicamente estructural. También nos encontramoscon dichas explicaciones cuando situamos ciertos procesos dentro de una serie mayor (por ejemplo, cuandointerpretamos las huelgas en Rusia en 1905-1906 como componentes de la revolución de 1905-1909).

Una explicación definitoria es, en cierto modo, complicada. De cualquier modo, nos encontramos con dosclases de dicha explicación:

1) Respuesta a preguntas “¿qué (quién) es eso?”;

2) Respuesta a preguntas “¿por qué?”.

En primer caso, la persona que plantea una pregunta quiere que le expliquemos, por ejemplo, ¿qué era laInquisición que mandó a Giordano Bruno a la hoguera?, ¿qué era el Gran Parlamento?, ¿qué fue la Guerra deCrimea?, ¿quiénes fueron los Gracos (o Giuseppe Mazzini, o lumumba)?, ¿quiénes eran los plebeyos roma-nos (o los moriscos, o los budistas)?, ¿qué es el crimen del genocidio?, ¿qué era el feudalismo?, ¿qué era eluniversalismo papal?, etcétera. Al contestar a tales preguntas, recurrimos a ciertas descripciones qué adop-tan la forma de definiciones nominales (si explicamos el significado de un término concreto refiriéndonos alos significado de los términos que esa persona conoce ya) o definiciones reales (si intentamos caracterizar unobjeto concreto de un modo no ambiguo). Así, cuando digo que las leyes fundamentales en la Polonia de lossiglos XVII y XVIII eran “las disposiciones de la ley que sentaron los principios fundamentales del sistemapolítico polaco y eran superiores a otras leyes”1. Ofrezco una explicación definitoria que es a la vez unadefinición nominal y real. Lo mismo ocurre con la formulación: “la campaña de Libia consistió en las opera-ciones realizadas en Libia durante la Segunda Guerra Mundial, específicamente en los años 1940-1943, porel ejército británico y las tropas del Eje, y que condujeron a las tropas del Eje a Tunicia”2.

1 Cfr. Wielka Encyklopedia Powszechna PWN (Enciclopedia universal ), Editores científicos polacos, vol. 6, pág. 496.

2 Ibídem, vol. 5, pág. 467.

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En este último caso, una explicación definitoria es una respuesta a la pregunta ¿por qué? Nos referimosaquí a preguntas del tipo: ¿por qué se llamó a Adam Mickiewikz (poeta romántico polaco), en cierto períodode su vida, Towianskiano? Las preguntas de este tipo se contestan por medio de la formulación de unadefinición adecuada o de algunas consecuencias directas de tal definición. Así, por ejemplo, decimos queMickiewikz fue llamado Towianskiano porque estuvo bajo la influencia de Towianski y su secta mesiánica.En este caso, nuestro punto de partida es una definición del concepto “Towianskiano”, es decir, “un hombreque acepta las opiniones de Towianski”, o, más estrictamente, “un miembro de la secta de Towianski”. Alcontestar a la pregunta mencionada sobre Mickiewicz, ofrecemos como explicación una definición del con-cepto de “Towianskiano”.

Nos encontramos aquí con el siguiente caso de inferencia:

Premisas:

1) Un Towianskiano es una persona que acepta las opiniones de Towianski;

1) Mickiewicz aceptaba las opiniones de Towianski,

Conclusión:

3) Se puede llamar Towianskiano a Mickiewicz.

Otro ejemplo. La definición que establece que el concepto de pariente abarca a un hijo del hermano de mipadre me lleva a deducir que Juan es pariente mío, ya que su padre es hermano de mi padre.

Sólo la explicación causal se puede considerar explicación en el sentido estricto del término. La propuestade explicaciones causales es el procedimiento fundamental que adopta el historiador, por encima de las sim-ples descripciones de los hechos, y que une su investigación con el estudio de las leyes científicas y teorías.De ahora en adelante, nos ocuparemos sobre todo de las explicaciones causales, y, hasta cierto punto, de lasexplicaciones genéticas, que se relacionan con las anteriores. Pero, en primer lugar, debemos hacer algunasobservaciones sobre el problema de la compresión en la investigación histórica, para poder definir la relaciónentre comprensión y explicación.

2. Comprensión y explicación

La formulación, aparentemente simple, de que, para explicar algo, primero hay que “comprender” esealgo, nos introduce en el meollo de las vivísimas discusiones sobre los rasgos específicos de la investigaciónhistórica, y pone de relieve, uno de los puntos de encuentro más importantes entre las ciencias sociales ynaturales. ¿puede sustituir plenamente el concepto de historiografía “explicativa”, que acaba con los princi-pios introspectivos de la intuición, al principio de historiografía “comprensiva”, que señala la necesidad de“comprender” los hechos pasados (es decir, a la gente que actuó en el pasado; cfr. capitulo VII), principiopropuesto por los historiadores intuicionistas (como R. G. Collingwood, W. Dilthey, H. J. Marrou, H.Butterfield, P. Ricoeur, H. G. Gadamer y otros)? ¿La comprensión de los hechos pasados significa su expli-cación? La respuesta depende del significado que nos inclinemos a dar a los términos “comprensión” y“explicación”. Para los intuicionistas, “empatía” significa “explicación”. Por tanto, interpretan la explica-ción en un sentido muy estricto, como un acto de empatía y un informe de sus resultados. En su opinión (ensu versión radical) no es posible otro tipo de explicación, sea en la investigación histórica o en cualquier otrolado donde nos enfrentemos a seres humanos cuyas acciones hay que “entender”. Los representantes delacercamiento empírico niegan al método de la empatía cualquier valor cognoscitivo; en su interpretación, elconcepto de comprensión pierde su sentido psicológico y se identifican con la explicación (por la descripcióno por la explicación sensu stricto) hecho por el historiador sin ninguna referencia a su propia experienciainterior, que los otros no pueden observar.

Estos dos acercamientos dieron lugar a una gran discusión, y si la incluimos en la crítica por parte de lospositivistas lógicos sobre la metafísica “intuitiva”, tenemos que decir que esa discusión es una de las másactivas en la historia de la ciencia. Aquí nos interesa menos esa crítica, ya que, de acuerdo con los principiosde acuerdo con los principios de toda metodología científica, no aceptamos plenamente el punto de vistaintuicionista (aunque no negamos su importancia como opositor del positivismo). Sin embargo, es una cues-tión abierta, que requiere más análisis, el hecho de si no estaría justificado aceptar, contrariadamente a los

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empiristas radicales, una determinada importancia del método de la empatía (lo cual, después de todo, signi-ficaría sólo una descripción parcial de lo que realmente tiene lugar en los procesos de investigación).

Esta formulación implicaría una cierta ampliación del significado empirista de la comprensión, ya queiría más allá de una mera descripción o explicación de los hechos. Después de todo, el término “explicación”podría conservarse, pero entonces tendría que abarcar ciertos elementos de la experiencia interna 3. La expli-cación formaría una combinación de procesos extrospectivos e introspectivos.

La aceptación y apreciación de la validez del método de la empatía en el estudio de los seres humanos (nonos ocupamos aquí de las controversias entre los psicólogos), como hemos dicho, ha hecho surgir muchasdiscusiones en el área de la metodología científica (y por tanto anti-intuicionista). Las posturas adoptadaspor las partes en disputa reflejan, hasta cierto punto, sus opiniones sobre el nivel metodológico de las cienciassociales y las humanidades, incluida la historia. Los naturalistas más radicales se inclinan a disminuir yrestringir el papel de la introspección en los procesos científicos; otros reconocen la naturaleza específica delas ciencias sociales y las humanidades, o de la historia sola, y están dispuestos a hacer mayores concesionesen favor del método de la empatía; en cambio, otros preferirían conseguir una conciliación entre estas dosposturas, interpretando el concepto de comprensión de modo que fuera aceptable para un gran número derepresentantes de ambas posiciones. Pero entonces ¿cuál es el concepto de comprensión en cuestión? ¿El delos intuicionistas? Por que, presumiblemente, no es el de los empiristas radicales, que lo identifican sólo conla extrospección. Al analizar las actitudes de los sociólogos, algunos de ellos de formación humanista y otrosde formación empírica, S. Nowak intentó algún comentario sobre los diversos significados de la palabra“comprensión” y señaló un significado que pudiera ser aceptado en los intentos de dar validez al métodointrospectivo en la metodología de las ciencias sociales4. Mientras que excluye de sus consideraciones lostipos no psicológicos de comprensión, subrayó que lo podríamos considerar como sacar conclusiones, apartir del comportamiento humano, sobre los estados mentales subyacentes; al hacer esto, sólo se ocupabadel comportamiento humano que es consciente y se dirige a un fin (instrumental), con la exclusión de lo quese podría llamar comportamiento sintomático. En tales casos, el comportamiento instrumental humano juegael papel de índice de inferencia, que nos permite determinar la experiencia interna de una persona concreta.Pero ¿cómo vamos a pasar de dichos índices de inferencia, proporcionados por las fuentes, a determinar losestados mentales de los individuos implicados? En este punto, S. Nowak se refería a la distinción de Reichenbachentre “abstracta” e “illata”, de los que el primero se refiere a los fenómenos observables, y el segundo, a losno observables, pero de los que se supone la existencia. También se apoyaba en la concepción de Carnap (ellenguaje de las observaciones contra el lenguaje de la teoría) e introducía el concepto de construcción hipoté-tica introspectiva (psicológica) como instrumento para traspasar los resultados de la propia introspección aotros 5.

Este programa –suponiendo, claro está, que la mentalidad del investigador es “pura”, ya que, de otromodo, su propia experiencia interior enfermiza podría distorsionar grandemente los resultados de su investi-gación—puede proporcionar más resultados al estudio de los fenómenos contemporáneos, pero, en la inves-tigación histórica, la confianza en la introspección al buscar los motivos de las acciones emprendidas por losindividuos (y a fortiori las emprendidas por grupos) sería demasiado arriesgada. Por supuesto sería muytentadora para dar validez a lo que hace normalmente el historiador, pero que suele ocultar para no serculpado de subjetividad o “acercamiento psicológico”. Pero utilizar las experiencias propias para “traducir”los actos de comportamiento de personas anteriores a sus motivaciones daría lugar a anacronismos. Mientrasla investigación histórica permanezca tan lejos de psicología como lo está actualmente, es decir, mientras nohaya una psicología histórica sui generis6 que ofrezca a los historiadores modificadores que les permitanproyectar sus propias experiencias sobre gente que vivió en épocas anteriores, el programa de una investiga-ción histórica comprensiva (modelada según la sociología comprensiva) significaría el regreso al concepto de

4 S. Nowak, Studia zmetodologii nauk spolecznych, ed. cit; págs. 183 y siguientes (capítulo sobre “la observación del comportamiento humano y losproblemas de la construcción de una teoría” ).

5 En la terminología de este autor, la comprensión extra-psicológica abarca; 1) La comprensión estructural (comprensión del papel de un elemento enun sistema concreto); 2) comprensión reductiva (reducción de una serie determinada de soluciones a las soluciones básicas); 3) comprensión en cuantoa la información (comprensión del código del informador, es decir, el lenguaje de una fuente concreta); 4) comprensión causal; 5) comprensión genética(comprensión de la secuencia de sucesos).

6 La necesidad de dichas investigaciones fue subrayada por W. Kula en su Rozwazania o historii ed. cit., págs. 91 y ss.

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la naturaleza humana inmutable. Al menos el presente, cuando reconstruimos el substrato mental que explicalas acciones humanas por medio de los motivos humanos, debemos fiarnos más de los datos del comporta-miento, (que los historiadores deberían estudiar más exhaustivamente), que en el método de la empatía. Sinembargo, no es la intención de este autor rechazar totalmente ese método, ni siquiera en el nivel actual deintegración de la investigación histórica y la psicología.

El uso de la introspección en la investigación histórica se fundamenta en la simple afirmación de que elconocimiento que de sí mismo tiene un historiador es un elemento de su conocimiento no basado en fuentes.Si utilizamos nuestro conocimiento no basado en fuentes respecto al mundo exterior, no hay razón por la queno haya que usar los resultados del conocimiento interno. Pero la cuestión es que –como se ha dicho –esenormemente difícil hacer un uso adecuado del propio conocimiento al describir y explicar las acciones delos que vivieron anteriormente (excepto las reacciones mentales básicas, comunes a todas las personas, lla-madas motivaciones primitivas, tales como la necesidad de acallar el hambre, etc.).

Este autor, por tanto, no está de acuerdo con S. Ossowski, que, al referirse a una discusión entre losmetodologistas de la historia, no se puso de parte de C. G. Hempel.7, restringiendo la aplicación de la empatíaal papel heurístico de un instrumento de sugerencia de hipótesis psicológicas, sino que suscribió la opinión deW. Dray,8 que aseguraba que el historiador debe recurrir a la empatía siempre que quiera descubrir losmotivos que rigen las acciones humanas destinadas a un objetivo. Ossowski fue incluso más allá que Dray,ya que pensaba que la introspección también puede ayudarnos a descubrir las causas de las acciones irreflexivasdictadas por motivos subconscientes.9

Ossowski aseguraba que en las ciencias sociales y en las humanidades la experiencia interna realiza, almenos, cuatro funciones: 1) heurística, cuando la intuición psicológica nos ayuda a formular hipótesis; 2)interpretativa, cuando las expresiones humanas y otras respuestas externas se consideran como índices deciertos estados mentales; 3) explicativa, cuando explica las relaciones en el comportamiento humano, averi-guando las motivaciones por las que se guían las personas en ciertas cuestiones; 4) sustentadoras, cuandoapoya afirmaciones generales en situaciones donde los datos de observación no bastan para hacer comproba-ciones que respondan a las exigencias científicas.10 En cuanto a la investigación histórica, al menos, con elnivel actual de enlace con la psicología, este autor se inclina a adoptar una postura claramente, aunque noradicalmente, empiristica, es decir, a aceptar como legítima, únicamente, la función heurística de la empatía(o sea, a subrayar la importancia de lo que se llama intuición en la investigación) en cualquier nivel de lainvestigación, es decir, en la averiguación de hechos, explicación causal, y construcción de conceptos sinté-ticos; por otro lado, se inclina a rechazar la utilidad de la empatía en el proceso de explicación y síntesis, osea, en el proceso de sustentación y comprobación de la hipótesis.

Esto significa que la comprensión de las acciones humanas –ya que son ellas las únicas implicadas en elproblema de la comprensión –supone su explicación, en la cual admitimos la empatía como factor heurístico.Junto a la comprensión considerada como explicación, podemos interpretar la comprensión en la investiga-ción histórica como una especie de justificación de las acciones humanas, relacionándolas con el sistema devalores obligatorio en un grupo social concreto o una cultura dada.

3. Tipos de explicación causal en la investigación histórica

Hemos llegado así a la conclusión de que, en la investigación histórica, el proceso de la comprensión sepuede identificar con el de la explicación. Sin embargo, su extensión es, en cierto modo, más limitada, ya queel término sólo se refiere a las acciones humanas o, de un modo más preciso, al comportamiento humanodestinado a fin. Pero ¿no prestaron atención los historiadores intuicionistas (para quienes no existía el pro-blema de la explicación de consecuencias impensadas de acciones emprendidas por mucha gente) a un pro-

7 C. G. Hempel, “The function of General Laws in History”, en Theories of History, ed. cit., págs. 352-353.

8 W. Dray, Laws and Explanation in History, cap. V: “The rationale of Action”, ed. cit., págs. 118 y ss; 137-142.

9 S. Ossowski, op. cit., págs. 232-251, en particular, págs. 236-237.

10 Ibídem.

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blema esencial, el de la naturaleza específica de la explicación de las acciones humanas destinadas a un fin,aunque, evidentemente, no usaban una terminología de este tipo? Tenemos que responder afirmativamente aesta pregunta y, por consiguiente, distinguir entre:

1) La explicación de las acciones humanas destinadas a un fin que supone acciones raciona-les;

2) La explicación de las consecuencias impensadas de acciones emprendidas por muchagente, es decir, de los procesos.

Junto a la clasificación anterior, podemos señalar otras clasificaciones de la explicación causal, basadasen criterios distintos. Distinguiremos entonces:

1) Explicación con referencia a las disposiciones;

2) Explicación estrictamente causal.

En el primer caso, nos referimos a una indicación de la disposición del sistema, cuyos cambios examina-mos, para experimentarlos; aquí no nos referimos a ningún factor externo al sistema en cuestión. En estainterpretación, la causa es, como si dijéramos, inherente al sistema. En el caso de una explicación estricta-mente causal, señalamos factores externos al sistema. Algunos autores no hacen distinciones entre la explica-ción de las acciones humanas destinadas a un fin y la explicación por referencia a las disposiciones.

La siguiente clasificación de la explicación causal en la investigación causal es la que se refiere a lanaturaleza lógica de la fundamentación. Como suponemos que el modelo deductivo, construidos por C. G.Hempel, es un modelo ideal sui generis de la explicación causal en la investigación histórica, intentaremosaveriguar hasta qué punto se acercan a ese modelo los diversos tipos de explicaciones que hallamos en losestudios históricos.

Distinguiremos, por tanto:

1) Explicación con referencia a las leyes que dictan la condición suficiente o necesaria (oambas);

2) Explicación que dicta una de las condiciones suficientes alternativas (una condición que, endeterminadas circunstancias, es necesaria);

3) Explicación con referencia a las condiciones favorables.

Esta clasificación vale también para las enumeradas anteriormente (y, por tanto, también las explicacio-nes de las acciones humanas destinadas a un fin y las explicaciones con referencia a las disposiciones). Desdeotro punto de vista, nos podemos referir, por un lado, a las leyes sin excepción, y, por otro, a las de naturale-za estadística (es decir, las que indican un grado de probabilidad), como base de las explicaciones causalesen la investigación histórica.

Otra clasificación de las leyes es la que las divide en más y menos abstractas; la primera categoría seaplica a los tipos ideales (como el capitalismo o el feudalismo), en los que el historiador sólo toma los rasgosesenciales de los conceptos en cuestión, construidos sobre la base de aceptación de una serie de presupuestosidealizados.

Otra clasificación presta atención a la explicación por indicación de las causas directas e indirectas; serelaciona con la clasificación en explicaciones mono-causales y multi-causales (esta última es típica de lainvestigación histórica).

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A continuación trataremos la explicación de las acciones humanas destinadas a un fin y la explicación porreferencia a las disposiciones. No vamos a diferenciar como tema aparte la explicación de las consecuenciasimpensadas de acciones emprendidas por muchas personas ni la explicación estrictamente causal, ya que semencionarán en los capítulos sobre la explicación desde el punto de vista de su sustentación lógica.

4. Explicación de las acciones humanas destinadas a un fin (interpretación humanista)

Nos interesan aquí las acciones humanas que tienen un objetivo, llamadas también racionales. Este tipode explicación, que los intuicionistas querían obtener por actos espesificos de empatía, se puede describir entérminos de la reconstrucción de la actividad racional del hombre. La empatía intuitiva se puede explicartotalmente con conceptos metodológicos que no dan lugar a objeciones sobre su naturaleza científica. Paraello, podemos recurrir a los conceptos generales usados en la teoría del juego, a lo que se denomina la lógicade la situación, que se relaciona con los problemas de la explicación histórica, y a los logros de la teoría de laconducta. Este acercamiento abarca las acciones destinadas a un fin, emprendidas tanto por los individuoscomo por los grupos sociales, pero, como hemos dicho, no sirve para la explicación de las consecuencias delas acciones emprendidas por muchas personas.11 Esto se debe a que estas personas no pretendían talesconsecuencias, y, por tanto, no se pueden explicar por medio de los conceptos usados en la teoría del juego yde la decisión. Los procesos históricos que son resultados se tales acciones se parecen a los procesos quetienen lugar en la naturaleza. Respecto a ellos, igual que respecto a la mayoría de las consecuencias deacciones emprendidas por grandes grupos de personas, no necesitamos suponer un comportamiento racional.Esto no quiere decir, por supuesto, que en el futuro el hombre no será capaz de guiar acciones de masasemprendidas por los seres humanos en mayor medida de lo que es capaz actualmente, y conseguir los objeti-vos pretendidos. Sin embargo, es dudoso que tales predicciones pudieran abarcar un futuro remoto.

En cuanto a la explicación de las acciones humanas, al margen de que nos refiramos a acciones emprendi-das por individuos o por grupos, la tarea del historiador es bastante más difícil que en el caso de la explica-ción de las consecuencias impensadas de acciones emprendidas por grandes grupos de seres humanos, yaque, en el primer caso, tiene que reconstruir también las actitudes mentales del (de los) agente (s). Estosignifica que, además de reconstruir la serie de factores externos que, en un caso determinado, influyen en elcomportamiento humano, tiene que reconstruir también los procesos internos de los seres humanos. Ya quees evidente que sólo la integración de los estímulos externos con los internos, es decir, la infiltración de losestímulos externos en sistemas mentales humanos concretos da lugar a un determinado comportamiento hu-mano, en este caso, una acción orientada hacia un objetivo dado.

11 El problema ha sido exhaustivamente tratado por J. Kmita en su problemy metodologiczne interpretacgi humanistycznej, que muestra con detalleen qué consisten las explicaciones de las acciones humanas destinadas a un fin; para ello, utiliza el concepto de interpretación humanista, que se refiereal objetivo del agente, su cuerpo de conocimiento, y las normas por las que se rige.

hechos o condicio-nes especiales estado mental

experiencia previa

estímulos externos

formulación delobjetivo de la acción

acción destinada aun fin

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El esquema anterior puede ser una muestra del condicionamiento del comportamiento humano.

Este esquema muestra cómo una situación específica, al producir ciertos estímulos para las accionesadecuadas (por ejemplo, la opresión social como un estímulo para la resistencia contra ella) y al confrontarsecon la experiencia previa de un individuo o una serie de individuos, causa –para un estado mental o unaactitud concretos—la formulación de un objetivo de la acción, y, por consiguiente, esa acción (por ejemplo,el abandono de la resistencia, por que la experiencia nos habla de crueles represiones).

Al explicar las acciones humanas, los historiadores no siempre han estado igualmente interesados por lacadena de relaciones mostrada anteriormente. Durante largo tiempo, se limitaron a explicar las accionesemprendidas por los individuos (y, generalmente, sólo los individuos destacados), teniendo en cuenta su vidainterna (normalmente reconstruida por medio de la introspección), es decir, el proceso interno de los estímu-los externos, a la luz de la experiencia anterior, proceso que, en última instancia, daría lugar a una determi-nada clase de comportamiento.

El progreso en la explicación de las acciones humanas en el pasado consistió en un tratamiento másequilibrado de la función explicativa de la experiencia previa y de los estímulos externos, y también en elexamen del sustrato de dichos estímulos. Esto ponía una explicación de las acciones humanas relacionándo-las con un sistema adecuadamente considerado dentro del cual tenía lugar esa acción.

En la literatura histórica y metodológica de la materia encontramos numerosas referencias al hecho de queexplicar las acciones humanas consiste en descubrir los motivos de esas acciones (aquí, los motivos se pue-den interpretar como objetivos)12. La llamaremos la estructura motivacional de una acción destinada a un fin.El concepto de motivación puede interpretarse de modo que implique un análisis del sustrato de los estímulosexternos que ayude a configurar los objetivos de las acciones humanas.

Si, para limpiar la investigación histórica de un acercamiento igenuamente psicológico, limitamos el pa-pel de la introspección a sugerir ciertas hipótesis que puedan ayudar a reconstruir dichas motivaciones (obje-tivos) nos encontramos con el problema de cómo va a relacionar un historiador las acciones humanas con susestructuras motivacionales subyacentes. En algunos casos, tiene a disposición, como es sabido, los informesdel individuo que le interesa, sobre los motivos que han guiado a ese individuo en sus acciones. Sin embargo,tales afirmaciones deben ser consideradas por el historiador con cuidado extremo, teniendo en cuenta que lagente, muchas veces, no se da cuenta de los motivos de sus propias acciones13; por tanto, estas afirmacionesdeben considerarse como un determinado tipo de conducta que todavía hay que explicar.

El esquema más general de la interpretación de las acciones humanas como un juego sui generis destinadoa conseguir un objetivo concreto, es decir, resultados útiles para el agente, lo proporciona la teoría del juegoy la decisión. Esta teoría puede decir al historiador cuáles son los principios de los diversos tipos de juegos ycómo se toman las decisiones, con certeza e incertidumbre (conocimiento incompleto)por parte de los indivi-duos y los grupos, etcétera. Los presupuestos básicos del juego y la toma de decisiones los formulan R. D.Luce y H. Raiffa, como tres postulados que hay que mencionar:

1) Cada jugador tiene un modelo de preferencia, en la serie de resultados, que satisface los axiomasde la teoría utilidad;

2) Cada jugador conoce plenamente las reglas del juego y las funciones de utilidad de cada uno de losjugadores;

12 Sobre la motivación en la psicología social, ver Assessment of Human Motives, G. Lindey (ed.), Grove Press, 1960. E. Nagel (The Structure ofScience, páginas 551 y ss.) dice que, para explicar el comportamiento humano, tenemos que encontrar las razones por las que un individuo concreto secomportó de un modo particular en circunstancias específicas, y trata las clases de esas razones.

13 A. Malewski (O zastosowaniach teorii zachowania [Sobre las aplicaciones de la teoría de la conducta], Varsovia, 1964, págs. 175-176),da unejemplo interesante. “Cuando un historiador quiere valorar los datos contenidos en las memorias, debe tener en cuenta si las memorias estaban destinadasa publicarse, y en ese caso, si debían ser publicadas en vida de su autor o sólo después de su muerte. Estas consideraciones se basaban en el supuestode que las memorias destinadas a la publicación pueden caracterizarse por más omisiones deliberadas y más tergiversaciones que las que encontraríamosen las memorias escritas por un autor para sí mismo. Este supuesto puede fundarse teóricamente en términos de la teoría de la conducta. En el caso delas memorias destinadas al público, las omisiones o distorsiones por parte del autor de lo que podría desacreditarse le permiten evitar la pena que consisteen su propia desaprobación de su conducta y la pena que consiste en la desaprobación de su conducta por parte de otros. En el caso de las memoriassecretas, este comportamiento le permite, sobre todo, evitar su propia desaprobación.”

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3) Un jugador intentará aumentar al máximo la utilidad esperada14.

En otras palabras, al actuar orientada hacia un objetivo, una persona intenta conseguir al máximo susobjetivos esperados, y su éxito depende de su conocimiento de las reglas del juego y de los objetivos de losotros jugadores; es evidente que los hechos o las situaciones se pueden interpretar como uno de los jugadores.No hace falta subrayar que la gente se decide participar en el juego (es decir, a actuar, o sea, a comportarsede una manera específica) por sus objetivos, que reflejan sus escalas de valores respectivas.

La teoría del juego, que se da en una interpretación matemática, se podría considerar como una formalizacióndel concepto de lógica de la situación15, que se acerca más a lo que hace un historiador en su práctica inves-tigadora. Los términos fundamentales de esa lógica son:

1) Una persona;

2) Su ambiente;

3) Una serie de elecciones alternativas de medios;

4) Una serie de resultados posibles;

5) Preferencia por resultados específicos;

6) El conocimiento de las relaciones (probabilísticas o deterministas) entre los medios y los resulta-dos.

Por tanto, para explicar una acción humana destinada a un fin, es decir, para responder a la pregunta depor qué actuó de tal forma una persona concreta, tenemos que conocer todos los elementos antes enumeradas.Cuanto mejor los conozcamos, más satisfactoria será nuestra explicación. Por consiguiente, no necesitamosrecurrir a la empatía, aunque la empatía, en muchos casos, puede parecer más fácil que la auténtica investi-gación. Los seis elementos enumerados anteriormente se pueden traducir al lenguaje de la investigaciónhistórica de este modo: para explicar las acciones humanas destinadas a un fin debemos conocer:

1) Las características mentales del (de los) agentes (s);

2) Las acciones en las que él (ellos) actuó (actuaron) (certeza, riesgo, insertidumbre);

3) Los medios que tuvo (tuvieron) a su disposición;

4) El que pretendía (n) (junto con la escala de valores del (de los) agentes[s] );

5) El conocimiento que tenía (n) a su disposición (especialmente sobre 2 y 3.

El agente, que quiere conseguir un objetivo determinado (en condiciones específicas, usando los mediosde los que dispone y apoyándose en su conocimiento de las acciones existentes y la eficacia de los medios)emprende acciones destinadas a hacerle conseguir ese objetivo. Deberíamos poder, por tanto, reconstruir eseobjetivo, los medios usados en el cuerpo de conocimiento del agente.

Supongamos que preguntamos por qué mandó un comandante a su ejército que se retirara del campo debatalla, y que nos inclinamos a censurarle por ello. Para llegar a una explicación, debemos reconstruir, enprimer lugar, el objetivo que debía conseguir como resultado de su acción. Su objetivo podría no ser ganar labatalla, sino reservar a sus tropas para poder derrotar espectacularmente a su enemigo en otras condiciones.Luego tenemos que analizar las condiciones en las que el comandante tuvo que actuar. Entre ellas puedenincluirse el terreno, las provisiones, la fuerza relativa de las tropas, el objetivo final de la guerra, su depen-dencia de otros, etcétera. También es importante conocer los medios que el comandante tenia a su disposiciónpara conseguir su objetivo. Podrían existir opciones alternativas (por ejemplo, un armisticio). Finalmente, esmuy importante averiguar cuál era el conocimiento. ¿Conocía la supuesta eficacia de sus medios? ¿Conocíatodos los medios que podría haber usado? ¿Estaba informado de las condiciones en las que tenía que actuar?Por ejemplo, podía haber decidido la retirada porque no sabía que estaban llegando refuerzos inesperados.

14 R. D. Luce Y H. Raiffa, Games and Decisions, ed. cit., págs. 47-51.

15 Las explicaciones en términos de la lógica de la situación han sido muy usadas por P. Gardiner (The Nature of Historical Explanation, Londres,1952), que distingue la explicación de acuerdo con el modelo de Hempel (en términos de efectos causales) y la explicación racional (en términos de lalógica de la situación). La distinción merece atención, aunque el presente autor no está de acuerdo con Gardiner cuando este último opone un tipo deexplicación al otro y dice que en las explicaciones en términos de la lógica de la situación nos las arreglamos sin hacer referencia a las leyes.

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El historiador, a menudo, tiene unas posibilidades muy reducidas de adquirir suficiente información sobretodos los elementos de la lógica de la situación. Este conocimiento completo se puede considerar como unestado ideal determinado (idealización) por el que lucha en el curso de su proceso explicativo.

Adviértase que la explicación por medio de una reconstrucción de los elementos de la lógica de la situa-ción está por dos partes:

1) Indicación del objetivo (motivo) de la acción;

2) Valoración de si la acción fue racional desde el punto de vista de ese objetivo.

Si preguntamos: “¿Por qué ordenó el comandante X a su ejército que se retirara?”, podemos contestar:“Porque quería reservar a sus tropas para un ataque posterior y más importantes” y aceptar esta explicacióncomo suficiente. Pero podemos ir más allá e intentar averiguar si la retirada era razonable. Esa razonabilidadpuede valorarse, a su vez, desde el punto de vista del conocimiento (incompleto y quizás erróneo) del coman-dante o desde el punto de vista de nuestro conocimiento (el del investigador) de las condiciones en las quetuvo que actuar, los medios que tenía a su disposición y la eficacia de esos medios.

Algunos estudiosos (P. Gardiner, W. Dray, y otros) sostienen que, al explicar el pasado con referencia ala lógica de la situación, el historiador no se refiere a las leyes. Otros (Hempel y sus seguidores, E. Nagel)aseguran que no es posible explicar las acciones de los individuos sin considerar afirmaciones generales devarios tipos. La postura de este autor es que es indispensable referirse a las leyes, que son siempre afirmacio-nes sobre una acción racional (es decir, sobre la ejecución de actos específicos en condiciones concretas).

Consideremos dos situaciones: 1) cuando el objetivo de la acción está indicado en una fuente fiable; 2)cuando tenemos que reconstruir ese objetivo nosotros. En el primer caso, si seguimos las fuentes y afirmamosque la retirada estuvo motivada por la intención de reservar las tropas, nos referimos tácticamente a unaafirmación general del tipo: muchas veces, es mejor reservar las tropas que ganar en una victoria pírrica. Unanálisis de los diversos elementos de la lógica de la situación confirmaría nuestra creencia de que ése fue elcaso en la batalla en cuestión. El comandante debe haber sabido que no podía reservar las tropas sin parar lasoperaciones. Como quería reservar las tropas, actuó consecuentemente.

Si reconstruimos el objetivo de la acción (motivo), podemos necesitar, incluso más, una referencia a unaafirmación general adecuada. Así, a partir del hecho de que el comandante mandó que su tropa se retirara, apesar de que tenia alguna oportunidad de ganar la batalla, hacemos deducciones sobre los motivos de sudecisión y buscamos la confirmación en una reconstrucción de los elementos de la lógica de la situación. Ladeducción sigue este modelo:

Premisa:

1) Cuando un comandante quiere reservar sus tropas suele ordenar que el ejército se retire, detenien-do así las operaciones.

2) El comandante X ordenó a su ejército que detuviera las operaciones.

Conclusión:

3) X, probablemente, quería reservar sus tropas.

Este es un caso de reducción debilitada con una premisa, la 1) que es una afirmación general. La afirma-ción 1) se puede deducir de una afirmación todavía más general del tipo: las tropas sólo se reservan si existenlas condiciones para que los sondados no pierdan sus vidas.

No analizaremos aquí la reconstrucción de todos los elementos de la lógica de la situación con mayordetalle. Sobre la mayoría de ellos nos referimos a una afirmación general. Por ejemplo, si queremos enumerarlos medios que tiene a su disposición una persona concreta, debemos referirnos, en cada caso, a nuestroconocimiento de que un objeto o situación concretos, etcétera, se puede considerar como un medio, en unaacción concreta.

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La teoría de la conducta (que surge de los estudios precursores de I. Pavlov y E. Thorndike) puede ser,para un historiador, una gran reserva de afirmaciones generales sobre los mecanismos de la conducta instru-mental (los mecanismos de las respuestas a los estímulos según las consecuencias de tales respuestas) y sobrelas regularidades del conocimiento clásico (las respuestas, no sólo a los estímulos, sino también a las seña-les). Nos permite subrayar acciones humanas específicas en ciertas leyes que han sido comprobadas empíri-camente en grado suficiente, y evitar la referencia a las varias generalizaciones corrientes que sólo se com-prueban en la propia experiencia interna16. Adviértase además que la teoría de la conducta explica cómo seforman tanto los modelos de conducta normales como los neuróticos17.

Podemos usar, por tanto, la teoría de la conducta para reconstruir las actitudes mentales de personas queactúan en circunstancias específicas, con la condición evidente de reconstruir tales circunstancias adecuada-mente y acumular la mayor cantidad de datos posibles sobre las explicaciones previas de las personas cuyaconducta investigamos. En otras palabras, éste es un método para descubrir las motivaciones de las accioneshumanas. En nuestro esquema, las motivaciones significan los estímulos que inducen a la gente a actuar (o aabstenerse de actuar). Es evidente que la teoría de la conducta sólo nos ofrece esquemas de explicaciónsumamente abstractos: afirma que ciertos tipos de estímulos provocan ciertos tipos de conducta, según queuna persona concreta (apoyándose en su experiencia) sepa que una clase de comportamiento determinadaproduce algo bueno para él (es decir, una recompensa o la evitación o reducción de un castigo, para usar laterminología de la teoría de la conducta). La tarea del historiador es describir esos estímulos y ese sistema derecompensas y castigos, cada vez, en términos concretos, para mostrar cómo se convierte un estímulo, prove-niente de una situación externa a la persona, en su acción, por medio de su respuesta (actitud) mental. Lateoría del materialismo histórico señala que, respecto a las acciones emprendidas por las clases sociales, elinterés de clase es el principal estímulo (motivación)18. El concepto de interés de clase, que tiene una natura-leza muy general, debe recibir siempre su sentido adecuado, ya que, como correctamente nos advierte W.Kula, puede llevar fácilmente a grandes deformaciones de los análisis históricos. Cuando se usa como cons-trucción teórica explicativa, su uso debe ir acompañado –en opinión de este autor— por el conocimiento queel historiador tenga de las recompensas y los castigos que siguen a determinadas acciones. Así, tal acciónestá de acuerdo con los intereses de una clase determinada si es posible que acarree muchas recompensas ypocos castigos para la clase como un todo (es decir, para la mayoría de sus miembros). La valoración dedichas recompensas y dichos castigos debe provenir de la experiencia anterior de una clase concreta, y no delpunto de vista de los objetivos que el historiador quiera atribuir a esa clase ex post facto.

Sin embargo, hay que tener en cuenta que la teoría de las recompensas y los castigos, que se basa en lapsicología conductista, no tiene en consideración las acciones orientales hacia un objetivo a largo plazo.

5. Explicación por referencia a las disposiciones

La discusión sobre la naturaleza de las explicaciones causales, iniciada principalmente por C. G. Hempel(crf. Capítulo VIII) y que ha durado casi treinta años, ha quedado desfigurada por la confusión del problemade reconstruir el modelo de explicación en la investigación histórica con la práctica real de los historiadores,que, muchas veces, se desvían de la situación modélica. Muchos autores que rechazaban el modelo de Hempel,por no ser típico de la investigación histórica, intentaron oponerle otros métodos de explicación causal, que,según ellos, sí eran típicos. Así, entre los modelos considerados como típicos de la explicación en la investi-gación histórica, comenzaron a incluirse la explicación por referencia a las disposiciones (limitada a laexplicación de una acción emprendida por individuos) y la explicación genética (limitada a la explicación desucesos aislados).

Un análisis más exhaustivo de la discusión nos permite acercar entre sí las diversas posturas, aunque sólosea considerando separadamente los análisis del modelo y los procedimientos estrictamente empíricos, e

16 Crf. A. Malewski, O zastosowaniach teorii zachowania, ed cit.

17 Ibídem, págs. 14-15.

18 El problema es analizado en detalle por W. Kuka en su Rozwazania o historii, ed. cit., págs. 74 y ss.

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incluso refiriéndonos a las afirmaciones hechas por los propios historiadores, cosa que hasta el momento nose ha hecho, y refiriéndonos también a los hechos que describe.

Los hechos muestran que tanto el modelo basado en la referencia a las disposiciones, que no se puedeconsiderar como una cuasi-explicación, como el modelo que señala una relación incondicional o estadísticaentre A y B, es decir, causa y efecto, son igualmente válidos.

Si observamos los cambios que tienen lugar en un sistema, nos puede interesar principalmente un sistemaen el cual las interacciones constantes entre sus elementos hagan pasar al sistema continuamente de un estadoa otro. Al hacer esto, permanecemos, como si dijéramos, dentro del sistema, que puede ser un país (porejemplo, Polonia) y un individuo. Al investigar dicho sistema llegamos a la conclusión de que tiene susdisposiciones específicas, y por tanto, en otras palabras, es susceptible de un cierto tipo de cambios o com-portamiento. Explicamos así los cambios en el sistema por sus disposiciones específicas, o sea, por su estruc-tura. Los historiadores, a menudo, actúan de este modo, no sólo, como se suele creer, respecto a las disposi-ciones mentales (estructura mental) de los individuos, sino también respecto a muchos oros sistemas (aun-que, obviamente, no todos). En este tipo de explicación sería difícil recurrir a la fórmula de que un hecho Acausa un hecho B, porque la aparición de B se considera aquí como una transformación de un estado anteriorde ese B. Se puede ver fácilmente que esta explicación se adapta perfectamente al estudio de los sistemas quecambian de manera continuada. Más adelante daremos ejemplos.

El investigar un sistema podemos, por el contrario, no estar interesados por su estructura interna, sino porla influencia de factores externos a ese sistema o de elementos de otros sistemas, es decir, nos interesa esta-blecer relaciones entre los hechos. En otras palabras, en este caso nos ocupamos de señalar las relacionesentre diferentes sistemas o entre elementos de diferentes sistemas. Para mostrar la diferencia entre la explica-ción por referencia a las disposiciones y la explicación estrictamente causal, veamos los siguientes ejemplos.A la pregunta de por qué fue destruido por el fuego cierto pueblo, podemos contestar que porque estabahecho de edificios de madera, o porque un pirómano había comenzado el incendio. Del mismo modo, alcontestar a la pregunta de por qué oprimió Iván el Terrible a los boyardos, podemos contestar que lo hacíaporque era cruel, o porque su terror iba a traer un fenómeno diferente, el refor-zamiento de su estado.

Ejemplos parecidos nos los dan las discusiones sobre las causas de las particiones de Polonia, donde laspartes en disputas señalan causas internas (interpretadas de diversos modos), por un lado, o factores exter-nos, por otro.

El análisis de la estructura del proceso histórico muestra que podemos preguntar las causas de ciertosprocesos (o cambios continuos), es decir, estados y procesos (cfr. capítulo XI) teniendo en cuenta diferentesproblemas. Nos puede interesar la estructura de un sistema (interpretando esa estructura, según el caso,como mental, económica, etcétera) con la intención de señalas su susceptibilidad (o no susceptibilidad) aciertos cambios, o nos pude interesar aquellos hechos (dentro o fuera del sistema) que, según ciertas regula-ridades generales, hacen que las disposiciones de ese sistema hacia ciertos cambios hagan efectivos dichoscambios. En otras palabras, si nos referimos a la distinción hecha en el capítulo XII en relación con el estudiode la estructura del proceso histórico, nos pueden interesar los condicionamientos de un nexo causal a lasverdaderas causas (directas o indirectas) de un hecho conocido (o sus características) considerado como elefecto. Adviértase, en este sentido, el ejemplo dado por M. Bloch sobre el alza de precios en Francia entiempos de la Ley, en el que Bloch distinguía entre causas y condiciones:

Grado considerable de uniformidad económicade Francia, que facilitó la circulación(condicionamiento)

inflación de la ley(causa)

Alza de precios

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Señalar el 1), el condicionamiento, significa una explicación por referencia a las disposiciones; el 2), lascausas, es una explicación estrictamente causal.

Hay que advertir también que, al proponer explicaciones por referencia a las disposiciones, nos puedeinteresar la estructura del sistema sobre el que se supone que ha actuado una causa concreta. En otraspalabras, preguntamos si un sistema determinado, con probabilidad, desarrolló ciertos cambios en otro siste-ma. Por ejemplo, si hablamos de la agresividad de los vecinos de Polonia como causa de las particiones dePolonia, esto quiere decir lo mismo que si habláramos de la debilidad de Polonia. En ambos casos explicamoslos hechos por referencia a las disposiciones, señalando las condiciones, y no proponemos ninguna explica-ción estrictamente causal, que señale las causas.

Aunque el análisis de la estructura de los hechos da validez a la explicación por referencia a las disposi-ciones, ya que indica su papel específico en nuestra adquisición de un conocimiento de los hechos, sin embar-go, como puede verse por los ejemplos anteriormente aducidos, sólo forma parte del procedimiento de expli-cación, una parte que, respecto a la búsqueda de las causas en el sentido estricto del término, puede ser útil,o incluso, en algunos casos, indispensable. Los historiadores, muchas veces se limitan en sus explicaciones alas referencias a las disposiciones, especialmente cuando las indican como causas del comportamiento de losindividuos. En el modelo psicológico de explicación, que predominó en la investigación histórica durantemucho tiempo y que todavía tiene algunos seguidores entre los historiadores que se guían por el “sentidocomún” más que por el conocimiento científico, las referencias a las disposiciones, y, por tanto, la indicaciónde características como la ambición, la exigencia, la perversión, etcétera, bastaba para explicar el comporta-miento de un individuo concreto. Sin embargo, hay que subrayar que, en una explicación plena de las accio-nes de un individuo, sus disposiciones mentales (formadas según su experiencia anterior) deben ser tenidas encuenta, a pesar de que la indicación de las disposiciones no significa un descubrimiento de las causas19.

En la literatura metodológica la explicación por referencia a las disposiciones (llamada racional por W.Dray) se considera como un tipo no causal, aparte, de explicación histórica, que se basa en el supuesto de quelos estados mentales de los individuos no se interpretan como hechos o procesos, como causas, por tanto (P.Gardiner, G. Ryle), o como una variedad de explicación causal que no sigue el modelo clásico de Hempel (esdecir, la referencia a las leyes, cfr. W. Dray)20, o como una variedad que se puede reducir a ese modelo (C. G.Hempel, W. H. Walsh).

La postura de este autor es la siguiente: las explicaciones por referencia a las disposiciones se considerancomo un tipo especial de explicaciones, que no es característico de la investigación histórica solamente, y queentra dentro del procedimiento de explicación causal; es una parte, y no una variedad, de este último. Esteautor sostiene que la opinión de que la explicación por referencia a las disposiciones se puede reducir almodelo general de explicación, corresponde más bien a lo que se hace realmente en la investigación histórica,lo cual no significa que la explicación por referencia a las disposiciones sea satisfactoria. En vista de loanterior se asegura que, en las explicaciones por referencia a las disposiciones, nos referimos también aciertas leyes que afirman que determinadas disposiciones (no sólo las mentales, ya que no nos ocupamos sólode las acciones humanas), en circunstancias específicas, producen (siempre o normalmente) ciertos estadosen clases de objetos concretas (no sólo los seres humanos).

W. Dray, al analizar el ejemplo de Ryle sobre el cristal roto, dice que la afirmación:

1) “El cristal se rompió cuando lo golpeó la piedra” se puede reducir al modelo de Hempel “por quesiempre que una piedra golpea un cristal, éste se rompe”;

Pero la afirmación:

2) “El cristal se rompió cuando lo golpeó la piedra por que es frágil” no se puede interpretar del mismomodo, por que la explicación por referencia al hecho de que el cristal sea frágil no significa ninguna referen-

19 Este autor, sin embargo, no comparte la opinión de G. Ryle, que asegura (en The Concept of Mind, ed. cit., pág. 113) que los estados mentales (motivos)no se pueden considerar como hechos o procesos, ni por tanto como causas de otros hechos determinados. En este sentido, ver W. Dray, Laws andExplanation in History , ed. cit., págs. 141-145 y passim. Ryle fue criticado, entre otros, por W. W. Bartley en su “Achilles, the Tortoise and Explanationin Science and History”, The British Journal for the Philosophy of Science, vol. XIII, número 49. 1962, pág. 22.

20 Afirma que las disposiciones son condiciones necesarias de las acciones humanas (cfr. Laws and Explanation in History, págs. 151-152). Sobre lascondiciones necesarias, ver las secciones posteriores en este capítulo.

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cia a una ley. Dray añade, sin embargo, que nos encontramos aquí con una referencia a una generalizaciónexplicativa que es como una ley21.

En opinión de este autor no hay una diferencia esencial entre la referencia a las leyes en el primer caso yen el segundo: en la explicación por referencia a la fragilidad del cristal suponemos tácitamente que “losobjetos frágiles se rompen cuando los golpea una piedra”. La operación consiste en incluir el cristal dentro dela clase de los objetos frágiles (es decir, los objetos que son fácilmente rompibles). Se puede ver fácilmente,sin embargo, que en el caso 2), es decir, en la explicación por referencia a las disposiciones, el golpe de lapiedra en el cristal debe ser tenido en cuenta, dentro del razonamiento, como un todo. Si dijéramos sólo que elcristal se rompió porque era frágil, tendríamos que clasificar esa afirmación como inaceptable, incompleta,que con poco que ver con la explicación. Esto muestra claramente que la explicación por referencia a lasdisposiciones, aunque sigue el modelo general de Hempel, que refleja las regularidades dominantes en elmundo, no abarca el nexo fundamental entre causa y efecto.

Dray, que, en general, acepta que la explicación por referencia a las disposiciones se puede comparar conel modelo de Hempel, no extiende su afirmación, sin embargo, hasta el punto de abarcar los procedimientosusados por los historiadores que, después de todo, se ocupan de las disposiciones humanas. Dice que, si unhistoriador explica el comportamiento de una persona en el pasado por su ambición (por que era ambicioso),está prestando atención a una característica posible de un individuo, mientras que la fragilidad es una propie-dad general del cristal. Si crítica no viene al caso, por que podemos averiguar, como hacen también lospsicólogos, que respuestas están relacionadas normalmente con determinadas disposiciones de los seres hu-manos. Es cierto que no todos los hombres son ambiciosos, pero la relación entre la ambición y ciertos tiposde conducta, como han averiguado los psicólogos, es de naturaleza general. Después de todo, no todos loscristales son frágiles, ya que existen muchas clases de cristal reforzado. En cuanto a la ambición comodisposición humana, tenemos que establecer, en primer lugar, si una persona concreta fue ambiciosa, si esque queremos sacar conclusiones adecuadas del hecho. Del mismo modo, cuando nos encontramos con uncristal roto, debemos averiguar, primero, si es una clase de cristal fácilmente rompible. Si resulta que elcristal no era de un tipo frágil, y a pesar de todo, fue roto, no podemos decir que su fragilidad fue la causa deque se rompiera. En tal caso, no bastaría, seguramente, que hubiera sido golpeado por una piedra. Por tanto,respecto a los objetos inanimados y a los seres humanos nos encontramos con varias diferencias de grado:puede ser que un ser humano tenga más disposiciones individuales (es decir, disposiciones que no son carac-terísticas de todo ser humano) que un objeto inanimado. Pero podemos decir que, en nuestras explicaciones,nos referimos a la clase de las personas ambiciosas del mismo modo que nos referimos a la clase de losobjetos hecho de cristal rompible. Esto no cambia el hecho de que, desde algún otro punto de vista (porejemplo, la resistencia al calor), los objetos de cristal pueden constituir una sola clase (lo que significaría quetodos los objetos de cristal son resistentes al calor, es decir, sólo hay una clase de cristal por lo que respectaa la resistencia al calor).

En nuestra interpretación, la explicación por referencia a las disposiciones no equivale a su concepto talcomo lo encontramos en la literatura de la materia, por ejemplo, en P. Gardiner. En nuestro caso, no se limitaa una explicación de los motivos de las acciones humanas, y afirmamos que es una clase dentro de unprocedimiento general en el análisis de las causas, que puede incluirse en el modelo de Hempel. Adviértaseademás que la explicación por referencia a las disposiciones (en el sentido de estados mentales) no agotatodos los tipos de explicación de las acciones humanas. Junto a las explicaciones por referencia a los estadosmentales (cuyo alcance es muy limitado para el historiados actual, ya que sólo indican una relación, quepuede resultar tener muy poco interés),ya que las acciones emprendidas por los individuos se pueden expli-car, como se ha mencionado anteriormente, por la reconstrucción de la lógica de la situación, y, en particu-lar, la reconstrucción de los objetivos (humanos). Si decimos que Disraeli atacó a Peel en el parlamento en1846 porque (Disraeli) era ambicioso, no agotamos así las posibilidades de explicar la acción de Disraeli.Podemos intentar, como deben hacer los historiadores, reconstruir el objetivo de ese ataque. En esta explica-ción más completa el factor ambición jugará un papel secundario.

21 W. Dray, op. cit., pág. 145.

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En las explicaciones por referencia a las disposiciones, la inferencia sigue este modelo:

Premisas:

1) La ambición suele hacer que una persona sea agresiva.

2) Disraeli era ambicioso.

Conclusión:

3) La actitud agresiva de Disraeli (y, por tanto, su ataque a Peel) estuvo causada (probablemente) por suambición.

No nos importa aquí si la ley establecida en 1) se ajusta a los hallazgos de los psicólogos; lo que nosinteresa es el esquema de inferencia que, como podemos ver, es de deducción debilitada, que se refiere a unaley de naturaleza estadística.

6. El procedimiento general de explicación causal. Modelo de Hempel

Con relación al modelo de Hempel (que hemos tratado más ampliamente en el capítulo VIII), podemosdistinguir estas posturas:

1) Aceptamos que su modelo sólo se puede aplicar a la ciencia natural (donde no se analizan lasacciones humanas; en la investigación histórica no hay ninguna explicación causal);

2) Aceptamos que hay una unidad fundamental del método de explicación en las diversasciencias, lo cual implica una posibilidad de interpretar las explicaciones causales en la investiga-ción histórica de acuerdo con el modelo de Hempel;

3) Aceptamos que es posible hablar sobre el modelo de Hempel en relación con la investigaciónhistórica, pero su modelo debe ser modificado (en general, o sólo en el caso de las explicacioneshistóricas);

4) Aceptamos que los historiadores proponen explicaciones causales, por que no lo hacen deacuerdo con ningún modelo que se refiera a las leyes (o no lo hacen casi nunca), es decir, no lohacen según el modelo de Hempel.

La postura 1) sólo la defenderían los intuicionistas, quienes, en cuanto a la explicación de las accioneshumanas, son promotores del método de la comprensión por empatía, y no por una reconstrucción de losobjetivos. Quienes discutieron sobre el modelo de Hempel se alejaban, en la mayoría de los casos, de ese tipode metafísica.

La postura 2), defendida, entre otros, por Popper y Hempel, supone que el modelo es una idealización suigeneris de la práctica real de explicación. Por ejemplo, como dice Hempel, los historiadores no se refierenexplícitamente a las leyes, pero las aceptan entimemáticamente. Por eso, las explicaciones en la investigaciónhistórica, aunque pueden interpretarse como procedimientos que siguen el modelo deductivo, deberían deno-minarse más bien esbozos de explicación. Hempel menciona también los esbozos casi-explicativos, que nisiquiera ofrecen una indicación sobre dónde hay que buscar las leyes implicadas.

La postura 3), representada, entre otros, por M. Scriven, tiene más en cuenta la práctica real. En primerlugar, presta atención a la naturaleza de las leyes a las que se refieren los historiadores (y no sólo los historia-dores) en el proceso de explicación. No son (o no sólo son) leyes incondicionales (leyes basadas en unacondición suficiente), sino también leyes estadísticas (que llevan a conclusiones que son sólo probables, y noseguras, como en el caso de la deducción). Además, los historiadores se refieren muchas veces a ciertasafirmaciones generales, pero que no tienen la categoría de leyes científicas; son verdades incontestables en

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forma de afirmaciones sobre las relaciones (“frases normativas”, según las llama M. Scriven)22 o “generali-zaciones restringidas” (N. Rescher, O. Helmer, y otros), y otros nombres por el estilo. A. Danto supone quelos historiadores se refieren a leyes, pero que esas leyes son de naturaleza bastante específica 23.

G. Ryle introdujo la modificación (que también aprueban otros) de que los historiadores no deducen lacausa a partir de la conjunción del efecto y las leyes, sino que deducen el efecto apoyándose en ciertas reglaslógicas de acuerdo con las leyes24. Su opinión puede criticarse por la oscuridad del concepto de “acuerdo conlas leyes”. En última instancia, la interpretación de Ryle es, en cualquier caso, digna de incluirse en elesquema de inferencia, es decir, el modelo de Hempel.

La postura 4) se puede interpretar de modo menos o más radical. En el primer caso se hace una distinciónentre la explicación causal en la historia, basada en las referencias a las leyes, la explicación sin referencia alas leyes. Esta opinión es mantenida, como sabemos, por P. Gardinen, que distingue entre explicación por lalógica de la situación y explicación causal. La postura radical niega cualquier relación entre el procedimientode explicación en la historia y las leyes, de modo que un historiador trabaja completamente sin leyes25.

Este autor rechaza las dos posturas extremas, es decir, 1), ya que no se puede poner de acuerdo con unainterpretación científica de la explicación, y la versión extrema de 4), que difiere de lo que hacen realmentelos historiadores. Acepto por tanto el esquema de Hempel como modelo de explicación en la investigaciónhistórica. Hay que admitir que, en la práctica, nos encontramos más bien con esbozos de explicación, conreferencia latentes a las leyes, aunque también se pueden encontrar casos de explicación clásica. Hay quehacer dos observaciones sobre la naturaleza de las leyes a las que se refieren los historiadores (explícita oentimemáticamente). En primer lugar, si consideramos la cuestión desde el punto de vista de la metodologíanormativa, podríamos expresar el deseo de que, a medida que el conocimiento no basado en fuentes de unhistoriador amplía sus explicaciones, se refiere a afirmaciones generales a las que se pueda otorgar la catego-ría de auténticas leyes científicas. Si interpretamos de este modo el problema, podemos aceptar el modelo deHempel como algo que corresponde plenamente a la estructura de la investigación histórica. En segundolugar, se deduce de la práctica real de la explicación en la investigación histórica que las leyes auténti-camente científicas no suelen subyacer en las explicaciones históricas. En el caso de una gran parte de lasexplicaciones no sería necesario, después de todo, referirse a tales leyes auténticamente científicas, ya quepodemos extraer fundamentos de un conocimiento corriente.

Por tanto, tenemos que estar de acuerdo con los que señalan el hecho de que los historiadores hacen un uso“descuidados de las leyes a las que se refieren, lo cual, sin embargo, no describe como tal toda la investiga-ción histórica, sino que, como mucho, arroga luz sobre su estado actual, por lo que respecta a algunas tareasde investigación.

Nuestras observaciones, basadas en análisis de estudios hechos por historiadores polacos y extranjeros,nos hacen llegar a la conclusión de que, al recurrir a las explicaciones causales, los historiadores, en lamayoría de los casos (aunque no lo hagan explícitamente) se refieren a:

1) Relaciones que son condiciones suficientes;

2) Relaciones que son condiciones necesarias;

3) Relaciones que son a la vez condiciones suficientes y necesarias;

4) Relaciones que indican un elemento de una condición suficiente (una condición que es necesaria en unasituación concreta).

22 La explicación de K. Popper sobre la primera partición de Polonia puede servir como un buen ejemplo. Escribió que “si explicamos, por ejemplo,la primera división de Polonia en 1772 señalando que era imposible resistir la potencia combinada de Rusia, Prusia y Austria, entonces estamos usandotácitamente una ley universal trivial, como “Si, de dos ejércitos que están igualmente bien armados y dirigidos, uno tiene una tremenda superioridaden hombres, el otro nunca gana”. (The Open Sosiety and Its Enemies, Princeton, 1950, pág. 448 y ss.).

23 A. Danto, Analytical Philosiphy of History, ed. cit., pág. 254. Su ley tiene la forma (x) ([fxt1 Gxt2] =) Hx), que muestra que el elemento tiempose tiene aquí en cuenta.

24 G. Ryle, “If, So, and Because”, Philosophical Anayisis, Ithaca, 1950.

25 Crf. W. Dray, Laws and Explanation in History, ed. cit., pág. 57.

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El conocimiento de esas relaciones puede adoptar la forma de leyes científicas; de afirmaciones que sólocumplen formalmente las exigencias planteadas a las leyes, pero que no se infieren de los resultados de lainvestigación (afirmaciones que aspiran a ser leyes, afirmaciones parecidas a leyes); y de afirmaciones gene-rales con naturaleza de frases normativas (M. Scriven), es tarea de la metodología confirmar esa variedad deformas.

Antes de proceder a hacer, este autor querría ampliar el modelo deductivo de hempel en un punto de vista.Es importante para los historiadores que ese modelo abarque también las referencias a las leyes estadísticas.

Ya que, frecuentemente, al explicar alguna cosa, no llegamos a una conclusión segura, sino sólo unaprobable. El mismo hempel (en sus otras obras) distinguía la explicación inductiva del tipo:

Premisas:

Casi todos los F son G,

X es un F.

Conclusión: casi con toda seguridad (con gran probabilidad)

X es un G.

Este es el razonamiento (la inferencia) que hemos llamado deducción debilitada26.

Procedamos ahora a tratar el modelo y sus supuestos.

En general, un historiador tiene muy poca oportunidad de averiguar las relaciones causales reales, perodebemos prevenir a los lectores de que ni siquiera ese método le protege contra la posibilidad de llegar aconclusiones que sólo aparentemente sean ciertas. Para usar una metáfora, una causa no puede ser “cogida infraganti”. Ni siquiera en las situaciones más simples y que, aparentemente, pueden observarse por completo,podemos tener la certeza de un nexo causal presumidamente indudable. Todos recordamos situaciones, des-critas en las narraciones de crímenes, en las que resultaba que una persona no había muerto por un golpe enel cráneo (aunque esto fue contemplado por un testigo ocular que estaba dispuesto a jurar que la muerte habíasido causada por el golpe), sino que moría de un ataque cardiaco que había procedido en algunos segundos algolpe.

En la mayoría de los casos, nos aprovechamos de esa pequeña oportunidad, y podemos, de todos modos,llegar a resultados interesantes. El procedimiento usado se puede reconstruir en términos muy generales desiguiente modo:

1) Nos referimos a la ley del condicionamiento general como base de la afirmación de que los hechos serigen por regularidades (confróntese capítulo XI), para llegar a la conclusión de que determinadas regulari-dades gobiernan la secuencia de los sucesos. Son la razón de que los sucesos del tipo A sean siempre (onormalmente, si se trata de una regularidad estadística) seguidos por sucesos del tipo B.

2) Se deduce, por tanto, que, para explicar causalmente un hecho histórico (simple o complejo), es decir,para enlazar ese hecho con otro, que se interpreta como causa del primero, tenemos que referirnos (tácita oexplícitamente) a una regularidad, o una serie de regularidades, que se establezcan que los tipos de hechosimplicados están condicionados mutuamente. Como, según sabemos, las afirmaciones sobre las regularida-des se llaman leyes, tenemos que referirnos a leyes que establecen ciertas regularidades.

Así es como Hempel se acerca al problema. Escribe que “la explicación de que ocurra un suceso de unaclase específica E en un lugar concreto y en un tiempo concreto consiste, como se suele expresar, en indicarlas causas o los factores determinantes de E. La afirmación de que una serie de sucesos –digamos, de lasclases C1, C2, ..., Cn—han causado el suceso que hay que explicar significa afirmar que, según ciertas leyesgenerales, una serie de sucesos de las clases mencionadas, que suele ir acompañadas del suceso en cuestión,está formada por:

1) Una serie de afirmaciones sobre la aparición de ciertos sucesos C1, ..., Cn, en ciertos lugares y mo-mentos;

26 Una transformación de un modelo inductivo es un deductivo se encuentra en M. Brodbeck, Minnesota Studia in the Philosophy of Science, vol. III.

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2) Una serie de hipótesis universales, de modo que

a) las afirmaciones de ambos grupos son razonables confirmadas por la evidencia empírica;

b) de los dos grupos de afirmaciones se puede deducir lógicamente la frase que afirma la existencia de unsuceso E.

“En una explicación física, el grupo 1) describiría las condiciones iniciales y límites para la existencia delsuceso final; generalmente, diremos que el grupo 1) establece las condiciones determinantes (bastardilla deHempel) para el suceso que hay que explicar, mientras que el grupo 2) contiene las leyes generales en las quese basa la explicación; implican la afirmación de que, cuando aparecen sucesos del tipo descrita en el primergrupo, tendrá lugar un suceso del tipo que se va a explicar”27. Esto significa que la afirmación sobre el sucesoque hay que explicar se deduce lógicamente de la conjunción de afirmaciones sobre todos los sucesos inter-pretados como causas y todas las leyes. En una notación simbólica, el modelo se puede presentar así:

L1, L2,..., Ln

c1, c2,..., cm

______________

e

donde e es una afirmación sobre el explicando (efecto), L1, L2,..., Ln son leyes (parte de la explicación),c1, c2,..., cm son afirmaciones sobre las causas (es decir, sobre las condiciones iniciales; en otras palabras,la segunda parte de la explicación). La secuencia L1, L2,..., Ln debe tener por lo menos un término.

El historiador, al comenzar su investigación, sólo conoce e por sus fuentes (es decir, una afirmación sobreel efecto), y plantea una pregunta sobre c1,..., cm (es decir, afirmaciones sobre las causas). Como muestranlos procedimientos seguidos en la práctica, puede tomar dos rumbos.

1) Relaciona e (la afirmación sobre el efecto) con c1,.... cm (las afirmaciones sobre las causas)porque sabe, a partir de su conocimiento no basado en fuentes, que e está dentro de una clase E (en símbolos:e (? E) y que la clase de afirmaciones E se puede relacionar siempre con la clase de afirmaciones L (L=L1,...,Ln); es decir, que L es una condición suficiente de E (L—E) o que L es una condición necesaria de E (—L—E).

2) Aveces no se puede referir a ninguna ley general o a ninguna que sea suficientemente precisa. Entoncesdebe buscar por si mismo esas relaciones generales. Esto se hace por medio del método comparativo:

a) se formula una hipótesis de trabajo sobre la relación

c1,..., cm—e

b) se pone a prueba, comparándola con otros datos (quizás de otros territorios) para asegurar que tam-bién en otros casos e se puede inferir de c1,..., cm.

En este procedimiento, la explicación causal consiste, simultáneamente, en afirmar la relación de valormás general (quizá una ley en el sentido estricto del término). Este procedimiento fue usado, por ejemplo, porJ. Rutkowski, cuando investigó las causas del desarrollo de la economía señorial y de servidumbre. Analiza-remos este ejemplo más tarde. Es evidente que, en última instancia, ambos procedimientos significan unaexplicación de acuerdo con el modelo de Hempel. Pero en la práctica, la situación señalada por el modelo no

27 C. G. Hempel, The Function of general laws in History, ed. cit., páginas. 345-346.

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tiene lugar siempre, porque la explicación nos lleva pocas veces a la conclusión de que a es una condiciónsuficiente de b.

Un análisis de los procedimientos de investigación realmente usados muestra que los historiadores esta-blecen relaciones condicionales o incondicionales entre los hechos. Por tanto, para averiguar lo que quierendecir al usar el término “causa” (“factor”, etcétera), tenemos que ver, si una afirmación dada es lo suficien-temente clara28, que clase de relación causal relaciona los hechos que, según ellos, son tales que uno de ellosdepende del otro.

Explicaremos, en primer lugar, algunos conceptos fundamentales.

1) A es condición suficiente de B quiere decir que siempre que aparece A, B aparece también. En inter-pretación estadística: la probabilidad relativa de B respecto a A es igual a la unidad (P[B / A] = 1).

2) A es una condición necesaria de B significa que B aparece sólo si A también aparece; en otras pala-bras, B nunca aparece si A no aparece. Estadísticamente: P (B / —A) = 0.

3) A es condición suficiente y necesaria de B significa que B aparece si y sólo si aparece A.Estadísticamente: P (B / A) = 1 y P (B /— A)= 0.

4) A no es condición ni necesaria ni suficiente de B, pero es un componente necesario de una condiciónsuficiente. En otras palabras, es una condición necesaria en una situación dada. Las formulas estadísticasson combinaciones de las que hemos mencionado, teniendo en cuenta otras condiciones u otro componente dela condición en cuestión. Así, A, es una situación concreta, es condición necesaria de B si los otros compo-nentes de esa situación (sin A) no bastan para que ocurra B. De modo más preciso, A, es una situación X, esuna condición necesaria de B, o un componente necesario de una condición suficiente de B si: a) B aparecesiempre que A y X aparecen juntos; b) ni X sin A ni A sin X bastan para que aparezca B.

5) A es condición favorable a B (P[B / A] –P [B / —A]) si A no es condición suficiente ni necesaria de Bni es necesaria es una situación dada, sino que sólo es un componente (no necesario) de una situación X queestá envuelta en una condición que es necesaria en una situación concreta.

Hay que advertir, respecto a 1), que si A es una condición suficiente, pero no necesaria, de B, esto signi-fica que hay otras condiciones (alternativas) que son suficientes para que B aparezca. Si decimos que siempreque llueve se moja la carretera, esto no excluye afirmaciones del tipo:

Siempre que trabaja un camión de riesgo, se moja la carretera, etcétera. Del mismo modo, la afirmaciónde que, normalmente, si suben los impuestos, la gente está descontenta, no excluye la afirmación de que,normalmente, si los precios suben, la gente esta descontenta, etcétera.

En cuanto a 2) –A es una condición necesaria pero no suficiente de B—hay que advertir que hay, por lomenos, una categoría de sucesos que, junto con A, constituye una condición suficiente de B, de modo que unsuceso de esa categoría es un elemento necesario de B. S. Nowak la llama la categoría de los sucesos comple-mentarios29. Por ejemplo, temer armas adecuadas es una condición necesaria para la victoria en una batalla,pero no basta para lograr el objetivo. La condición de tener armas adecuadas se puede complementar concondiciones como un número apropiado de soldados, la gran calidad del mando, la buena moral de las tropas,provisiones adecuadas, etcétera. Podemos intentar averiguar cuáles de éstas y otras condiciones complemen-tan a la condición necesaria mencionada hasta crear una condición suficiente para ganar una batalla. Pregun-tamos si una batalla se gana siempre que un ejército tiene armas adecuadas y un número de soldados apropia-do. La respuesta es negativa, ya que sabemos que no siempre es así. Añadimos entonces la condición de unbuen mando, añadimos otras condiciones, y quizá quitamos algunas de ellas, y así nos acercamos gradual-mente a la afirmación del tipo: una batalla se gana siempre que se satisfacen las condiciones a1,..., an.

Puede verse fácilmente que de este modo hemos llegado a una afirmación que formula una condición a lavez necesaria y suficiente. Esto significa que una batalla se gana si y sólo si se satisfacen las condicionesa1,..., an. Así hemos llegado a una explicación mejor de 3).

28 La defectuosidad de muchas explicaciones causales queda demostrada en A. Malewski y J. Topolski, op. cit., págs. 133-149.

29 Crf. S. Nowak, Studia z metodologii nauk spolecznych , ed. cit., págs. 55-103.

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2) también requiere algunas explicaciones. Es más complejo que los conceptos 1), 2) y 3), que, alternati-vamente, valen para la explicación por referencia a las disposiciones o para la explicación causal. El concep-to de condición que es necesaria en una situación dada, que tanto se acerca a las explicaciones históricas,abarca simultáneamente los dos tipos de explicación mencionados antes. Una condición que es necesaria enuna situación dada señala tanto la estructura de un sistema (situación dada) como un factor que es, en ciertomodo, externo a ese sistema. Esto ocurre, por ejemplo, con la afirmación de que en la situación de Polonia enel siglo XVIII (es decir, la de un estado que era débil política y económicamente y estaba rodeado por estadoscuya fuerza estaba creciendo), las tendencias agresivas de los estados vecinos fueron la causa de las particio-nes. Es de conocimiento general que un estado no cae siempre que, ni sólo si, sus vecinos son agresivos.Polonia cayó, cuando se convirtió en objeto de la violencia de los estados vecinos, porque como estado eradébil.

Para describir mejor la condición favorable 5) volvamos al ejemplo de las condiciones para ganar unabatalla. Al analizar las condiciones antes mencionadas en ese sentido, encontramos algunas que no clasifica-ríamos como suficientes ni necesarias. Tener armas adecuadas puede considerarse como una condición nece-saria (un ejército sólo puede ganar una batalla si está adecuadamente equipado, lo cual no quiere decir que, siestá adecuadamente equipado, siempre ganará); lo mismo se puede decir sobre un número apropiado desoldados. Pero podemos tener dudas sobre si una alta calidad del mando (evidentemente, mejor que la media,o satisfactoria), buenas provisiones, etcétera, son condiciones necesarias para ganar una batalla. Es sabidoque las batallas no sólo se han ganado cuando el mando del bando vencedor era particularmente bueno, lamoral de las tropas muy alta, o a las provisiones buenas. La influencia de esos factores (si se establece suaparición), en la victoria de una batalla está fuera de duda, aunque podemos estar convencidos de que algu-nas batallas se habría ganado sin ellos, de todos modos, a pesar de que la victoria adoptará una forma algodiferente. Como puede verse, las condiciones favorables son componentes de X que no son necesarios paraque ocurra B. En una situación X, dichas condiciones pueden no existir, y aun así ocurre B, aunque de unaforma un poco distinta a la que habría tenido si se hubieran dado esas condiciones. Así, aunque no sonnecesarias para la aparición de un suceso concreto como tal, sin ellas ese suceso sería algo diferente. En estesentido, las condiciones favorables también son necesarias. Por tanto las condiciones favorables, igual quelas que son necesarias en una situación dada, están relacionadas con esa situación. En una situación diferen-te, podrían trabajar de modo muy distinto (por ejemplo, la diversa influencias de las malas cosechas en losingresos de un capitalista y en los de un productor feudal).

Adviértase también que todo suceso tiene sus condiciones suficientes y necesarias. Esto significa que lossucesos (hechos) se consideran, en esta interpretación, sólo como elementos de ciertas clases. Si aceptamosque los hechos históricos son absolutamente únicos, no tendríamos posibilidad de relacionarlos con ningunacondición necesaria o suficiente. Las leyes formuladas en términos estadísticos indican que no conocemosplenamente esas condiciones, o que somos incapaces de formularlas de otro modo, a causa de la estructura delos hechos.

Por último, surge una cuestión, en qué condiciones podemos hablar de una explicación (relativamente)completa de un hecho histórico, o una regularidad histórica. Se deduce de lo que hemos dicho anteriormenteen este libro que una explicación así debería satisfacer al menos dos condiciones, que hay que tener encuenta:

1) La naturaleza subjetiva y objetiva del proceso histórico;

2) La estructura jerárquica de los hechos.

En el primer caso, lo importante es que una explicación debe abarcar las acciones humanas (guiadas porobjetivos subjetivamente fijados y el conocimiento del mundo por parte de los agentes, conocimiento basadoen el principio de razonabilidad) y los resultados, en gran medida impensados, de dichas acciones (el procesohistórico). Así, por ejemplo, si preguntamos por qué el sistema señorial y de servidumbre se desarrolló enPolonia en una época determinada, necesitamos una explicación en términos de procesos históricos. Talexplicación no nos dice, sin embargo, por qué el pueblo (la clase media polaca, en el caso mencionado) actuócomo lo hizo, lo cual dio lugar al nacimiento del sistema económico relatado. Sólo la relación entre ambos

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tipos de explicación nos puede dar un conocimiento suficientemente amplio de la cuestión. Pero en la prácticalos investigadores se suelen conformar con un intento de explicación de uno u otro tipo, sin pretender relacio-nar los dos tipos.

Respecto a la segunda condición, la cuestión es que las explicaciones del proceso histórico y de las accio-nes humanas deberían tener en cuenta, del modo más pleno posible, la secuencia de regularidades, causasprimarias, y hechos que son condiciones iniciales (causas directas), es decir, las relaciones y los hechosunidos, como ha mostrado L. Nowak, por la relación de concreción. En dicha cadena de concreciones, loslazos más cercanos al hecho que se está explicando atañen a las estructuras más externas de los hechos,mientras que los más lejanos del hecho atañen a las estructuras más profundas. Esto lo muestra L. Nowak 30

en una notación simbólica:

TK TK.1 ...T1 T0 P E,

Donde P representa las condiciones iniciales del teorema T°, E, la afirmación que hay que explicar (expli-cando), Tk.1 a T1, las concreciones sucesivas de la ley idealizadora Tk, —, la relación de concreción, L, laconjunción de calculo de frases, y ®L, la consecuencia lógica.

El hecho al que se refiere el explicando puede considerarse –como bien subraya L. Nowak—como expli-cado sólo cuando los factores secundarios y primarios que causan su aparición están establecidos. Se puedever fácilmente que el modelo anterior de explicación es una ampliación sui generis del modelo de Hempel.,consiste el especificar una secuencia de leyes del modelo de Hempel (L1, L2, ...,Ln) como una secuencia deleyes unida por la relación de concreción. Esto, por supuesto, se relaciona con una interpretación concretadel mudo real.

7. Explicación por indicación de las condiciones que son a la vez suficientes y necesarias

Las explicaciones completas por medio de la indicación de las condiciones que son a la vez suficientes ynecesarias son poco frecuentes en la historio-grafía31. Una de ellas, ofrecidas por J. Rutkowski (historiadoreconómico polaco[1886-1949] mencionado en ocasiones anteriores), merece ser mencionada como ejemplo.Al buscar las causas del desarrollo de la economía de señorío y servidumbre en la época moderna en la regiónal este del Elba, Rutkowski analizó las circunstancias que bastan para el desarrollo de las granjas señorialescon mano de obra formada por siervos. Rechazó como posible causa la facilidad de venta del cereal, porque“la facilidad de vender cereales no basta para que se desarrollen las granjas señoriales basadas en el trabajoservil”32. Por las mismas razones desechó las exportaciones de cereal a países lejanos, “porque en EuropaOccidental habían existido áreas bastante grandes que exportaban cereal a centros urbanos remotos, comoBretaña y la región de Orleans en Francia, Sicilia, Apulla y las Marcas en Italia, en las que no se desarrollóla servidumbre”. Finalmente, también desechó la conversión de la antigua milicia feudal en tropas mercena-rias, lo cual podía facilitar que la clase media reorganizara sus propiedades, porque “las granjas señorialesbasadas en el trabajo servil no se desarrollaron en Europa Occidental, donde tubo lugar ese cambio en laorganización del ejército33. Como puede verse, ninguna de las circunstancias mencionadas anteriormente erasuficiente, por si sola, para que se desarrollara la economía señorial y de servidumbre, ya que conocemossituaciones en las que las mismas circunstancias existían, pero en las que no se desarrolló dicho tipo de

30 L. Nowak, Zasady marksistowskiej filozofii nauki (principios de filosofía marxista de la ciencia), Varsovia 1974, pág. 54.

31 Aquí se utilizan ejemplos y conclusiones extraídos de A. Malewski y J. Topolski op. cit., págs. 115 y ss. Esto significa la adopción de muchas ideaspropuestas por A. Malewski.

32 J. Rotkowski, Historia gospodarcza Polski, vol. I, ed. cit., pág. 125.

33 Ibídem, págs. 126-127.

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sistema agrario. Como resultado de sus estudios comparativos, Rutkowski llegó a la conclusión de que sólola concurrencia de un buen mercado para en cereal y un agravamiento de las condiciones de servidumbre(glebae adscriptio, restricción de los derechos del campesino sobre la tierra, y mayores prerrogativas juris-diccionales de los propietarios de las tierras) bastó para el surgimiento de las granjas señoriales basadas en eltrabajo servil, ya que, siempre que se daban esas circunstancias, se desarrollaba este tipo de agricultura.

En el análisis de su caso, Rutkowski escribió que, mientras que la facilidad de vender el cereal más laservidumbre bastaban para que se desarrollara la economía y de, cada uno de estos factores es necesario parael desarrollo de tal economía. “La facilidad de vender los productos agrícolas”, escribió, “es decir una condi-ción necesaria para el nacimiento de granjas grandes”, y añadió que “para que se desarrolle una granjaseñorial basada en el trabajo servil es necesario que exista la otra de las dos condiciones mencionadas antes,es decir, un agravamiento de las condiciones de servidumbre”34. Esto significa que si, es fácil vender grandescantidades de cereal, y si existe la servidumbre, se desarrolla un sistema agrario basado en granjas señorialesque emplean mano de obra servil. En la explicación anterior, J. Rutkowski especificó las circunstancias, o lascondiciones necesarias, para que ocurriera el suceso en cuestión, es decir, el desarrollo de la economía seño-rial y de servidumbre. También formuló la condición suficiente del suceso.

Su explicación seguía el modelo:

1) Ley: si, y sólo si, la facilidad de vender los productos agrícolas concurre con un agravamiento de laservidumbre, se desarrolla la economía señorial y de servidumbre.

2) Condición inicial: en la época moderna, las regiones al este del Elba se caracterizaron por su facilidadpara vender productos agrícolas y por una forma agravada de servidumbre.

3) Efecto: la economía señorial y de servidumbre se desarrolló en la época moderna en las regiones al estedel Elba.

En este caso, J. Rutkowski formuló una ley por su cuenta y llevó a cabo un procedimiento que satisfaceexplícitamente el modelo de Hempel. Un historiador ha demostrado ser un creador de leyes, y no sólo unusuario, cosa de la que se les acusa a menudo. La objeción, estadísticamente, es correcta, pero no tiene basepara considerarla de modo general. El caso recién analizado es una prueba excelente de que los historiadorespueden dedicarse a formular leyes y teorías, y de que lo hacen.

8. Explicación por indicación de las condiciones suficientes

En el caso antes tratado, J. Rutkowski usó de modo explícito el término “condición suficiente”, de modoque no hubiera duda de qué tipo de relación le interesaba. Los historiadores, a veces, no usan este término,pero podemos imaginar que se refieren a ese tipo de relación. Se puede suponer una condición así, porejemplo, cuando nos encontramos con la formulación, hecha por Rutkowski, de que, para los propietariosque atendían personalmente sus granjas, loa ingresos obtenidos por una granja señorial basada en un trabajoservil debían ser, por lo general, mayores que los que habrían obtenido obligando a los siervos a pagar unarenta, en lugar de prestarse como mano de obra servil, y por eso (en opinión de Rutkowski), la reforma, enPolonia en el siglo XVIII, que proponía la sustitución del trabajo servil por un arrendamiento pagado por losex-siervo, no alcanzó, en general, las granjas de tamaño medio. Parece, en realidad, que, cuando un grupo deterratenientes puede sufrir pérdidas como resultado de una reforma en sus propiedades, la mayoría de susmiembros no realiza esa reforma por propia voluntad.

Las interpretaciones de las causas como condiciones suficientes se hallan a menudo en los análisis quecritican explicaciones propuestas por otros. Así, por ejemplo, F. Bujak escribió que la servidumbre de loscampesinos no fue una causa de la caída de Polonia a finales del siglo XVIII, por que la servidumbre existíaen otros países, y si “en esos países la opresión del campesino no fue un obstáculo para su supervivencia

34 Ibídem, Págs. 125-126.

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política, entonces (...) no podía serlo tampoco en el caso de Polonia”35. En otras palabras, en opinión de F.Bujak, la servidumbre de los campesinos no podía ser la causa de la caída política de Polonia, porque pode-mos señalar otros países en los que existía la servidumbre y que sobrevivieron políticamente. La crítica deBujak sólo es convincente teniendo en cuenta que interpreta la causa como una condición suficiente.

Una interpretación parecida de causa la encontramos en J. Tazbir, que escribe que la capacidad y el altonivel intelectual de los jesuitas no fueron la razón de las reconversiones masivas de la clase media polaca alcatolicismo, porque los hermanos polacos (un grupo protestante vigente en Polonia en los siglos XVI y XVII)también tenían dirigentes capaces y excelentes escritores, y, sin embargo, sólo les seguía un pequeño grupode gente. Por tanto, concluye Tazbir, las cualidades personales de los dirigentes católicos no fueron la causadel triunfo de la Iglesia de Roma y la derrota de la Reforma en la Polonia del siglo XVII36. Otra vez aquí,como en muchos otros casos, la conclusión sólo es correcta aceptando que se interprete la causa como condi-ción suficiente. Para otra interpretación del término “causa”, el mismo razonamiento no sería correcto.

La explicación por medio de la indicación de las causas interpretadas como condiciones suficientes de lossucesos en cuestión se encuentra pocas veces en los estudios históricos. Sin embargo, se puede hallar enaquellos casos en los que se explican procesos de masas, tales como la espontánea realización de reformaseconómicas por parte de un gran número de propietarios de terrenos, o la amplia difusión de una ideología.

En general, se puede decir que la explicación por indicación de las condiciones suficientes, si no vaacompañada del conocimiento sobre las condiciones necesarias, es poco convincente, ya que no señala otrascondiciones suficientes y alternativas 37.

9. Explicación por indicación de las condiciones necesarias

En el ejemplo de Rutkowski sobre las causas del desarrollo de las granjas señoriales basadas en el trabajoservil nos encontramos también con una explicación por referencia a las condiciones necesarias. En general,sin embargo, la determinación del papel explicativo de tales condiciones implica dificultades considerables.Mientras que una condición suficiente, al señalar una relación positiva, proporciona siempre mucha informa-ción sobre las relaciones en cuestión, el conocimiento de algunas de las condiciones necesarias sólo es intere-sante para el investigador, al que proporciona información importante. Esto ocurre porque todo suceso re-quiere un número infinito de condiciones necesarias, mientras que el número de condiciones suficientes de talsuceso o es limitado. Así, el historiador deja de lado a limine grandes de condiciones necesarias, y sólo seocupa de las que están “más cercanas” al efecto que estudia. De este modo, al buscar las condiciones necesa-rias, se acerca al descubrimiento de las condiciones suficientes. Esta situación se podía observar, en su formaclásica, en el ejemplo de Rutkowski analizado antes. La búsqueda de las condiciones necesarias del nacimien-to de la economía señorial y de servidumbre dio lugar al descubrimiento de la condición suficiente, queresultó ser la conjunción de las dos condiciones necesarias (facilidad de venta del cereal y agravamiento delas condiciones de servidumbre).

Normalmente, sin embargo, el historiador no se acerca tanto a las condiciones suficientes. En general, lascondiciones necesarias que menciona esbozan el área de rechazo de las condiciones que tienen poco, o nin-gún, interés para su estudio. Por ejemplo, si aseguramos que el desarrollo de las ciudades fue una condiciónnecesaria para el nacimiento del capitalismo, no queremos decir que es una condición suficiente (ya quesabemos que el desarrollo de las ciudades no siempre iba seguido de la aparición del capitalismo), sino que

35 F. Bujak, Przyczyny upadku Polski (causas de la caída de Polonia), páginas. 107, 110, mencionado en M. Bobrzynski, Dzieje Polski (Historia dePolonia), volumen II, 3. Ed. cit., pág. 280.

36 J. Tazbir, Swit i zmiersch Polskiej reformacji (el amanecer y crepúsculo de la Reforma en Polonia), Varsivia, 1956, pág. 145.

37 Ver las interesantes observaciones de A. Montefiore, “Profesoor Gallie on Necessary and Sufficient Conditions”, Mind, 1956, en particular, pág. 538.Ver también L. Gottschalk, Understanding History, Nueva York, 1950, págs. 210-211.

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sólo reducimos, a la condición necesaria que es el desarrollo de las ciudades, condiciones tales como laexistencia de una división social del trabajo, la existencia de un exceso de producción, etcétera, hasta laexistencia de vida en nuestro planeta, que, después de todo, es también una condición necesaria del nacimien-to del capitalismo. Esto queda patente en este esquema:

En esta cadena, cada eslabón es una condición necesaria del que le sigue. El historiador que analiza estascadenas causales corta cada una de ellas lo más cerca posible del suceso en cuestión. Esto muestra que laexplicación por referencia a las condiciones necesarias recuerda a la explicación genética.

Como ilustración, ofrecemos un ejemplo sacado de un estudio de E. Rostworowski, al escribir sobre lareforma emprendida por Pawel Brzostowski en la segunda mitad del siglo XVIII, dice que “una condiciónobjetiva que permite que los siervos se conviertan en arrendatarios es que los campesinos debían de tener algoque vender y debían de tener un mercado donde vender”, y que, por tanto, “los campesinos debían de tenerparcelas de terrenos más grandes de lo que necesita la manutención de una familia campesina en régimen deservidumbre, y que sus granjas debían de estar bien provistas de herramientas y útiles”; los campesinos“debían de tener una cantidad adecuada de mano de obra” y “estar en contacto con un mercado”38.

Al leer el texto de Rostworowski podemos suponer que, en su opinión los siervos sólo podían convertirseen arrendatarios si los campesinos tenían algo que vender y un mercado donde venderlo, y que, por tanto, laproducción comercializable en las granjas campesinas era una condición necesaria para que los siervos seconvirtieran en campesinos. Para decirlo con más cuidado, una condición necesaria de la permanencia de lasreformas que convirtieron a los siervos en arrendatarios que los colonos pudieran pagar la renta, y para ellodebían producir una cantidad adecuada de mercancía comercializable, y tener una oportunidad de venderla.Hemos tratado así, brevemente, la explicación por referencia a las condiciones necesarias y a las condicionessuficientes para los sucesos en cuestión. Estas distinciones, sin embargo, no nos permiten abarcar el signifi-cado de muchas explicaciones causales que aparecen en la investigación histórica.

existencia de vida ennuestro planeta

existencia de productossobrantes

existencia de la divisióndel trabajo

desarrollo de las ciudades

nacimiento del capitalismo

38 E. Rostworowski, “Reforma pawlowska Pawla Ksawerwgo Brzostowskiego”, Przeglad Historyczny, núms. 1-2, 1953, pág. 105.

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10. Explicación por referencia a las condiciones necesarias en una situación dada

En la historiografía nos encontramos, con una frecuencia mucho mayor, con explicaciones que no seocupan ni de señalar una condición suficiente ni de señalar una condición necesaria; consiste en señalar lascircunstancias que son necesarias para la existencia de un suceso concreto, no en cualquier situación, comoen el caso de la condición necesaria, sino sólo en una situación histórica específica. Nos encontramos aquícon una causa que se interpreta como condición necesaria en una situación dada; se llama también compo-nente necesario de una de las condiciones suficientes alternativas. La diferencia entre este tipo de condición yla condición necesaria es muy importante, aunque no siempre se ve. Lo mostraremos mejor con un ejemplo.

Al explicar el proceso de reunificación política de Polonia en el siglo XIII, J. Baszkiewicz39 escribió queel desarrollo económico del país, que produjo la superación del aislamiento económico de los diversos duca-dos y una ampliación del comercio entre ellos, era una condición necesaria de esa unificación. A primeravista, podría parecer que se refería a lo que aquí llamamos la condición necesaria (ordinaria), y afirmaba portanto que la unificación política sólo tiene lugar cuando un país concreto se desarrolla económicamente. PeroBaszkiewiez se daba perfectamente cuenta de que, aveces, los estados unificados se desarrollaban mientrassus distintas regiones permanecían económicamente aisladas, de modo que un estado unificado puede surgirno sólo si el desarrollo económico acaba con el aislamiento económico de las diversas provincias. En lo queél pensaba realmente no era la afirmación de que el surgimiento de condiciones comerciales favorables esindispensable, en cada caso, para la unificación política de un país, sino sólo que, en las condiciones quepredominaban en la Polonia del siglo XIII, el desarrollo económico era necesario para la reunificación políti-ca del país, de modo que, si no hubiera existido ese desarrollo económico, el país no se hubiera unido. Noexiste contradicción entre afirmar que, en una situación dada, un hecho específico es una condición necesariapara que ocurra cierto suceso, y, al mismo tiempo, comprender que (en otras ocasiones) un suceso del mismotipo puede ocurrir, no sólo si va acompañado o precedido por dicho hecho específico. Esta relación fueindicada por J. Rutkowski, que, al escribir sobre los violentos levantamientos campesinos en Polonia (comoel motín de 1768), sacaba al conclusión de que “la principal causa de la intensidad de esas rebeliones debíaverse en el hecho de que los antagonismos de clase inherentes al sistema agrario polaco fueron utilizados poruna potencia vecina para debilitar a Polonia y facilitar así las particiones”40. Por supuesto, es bien sabido quelos movimientos campesinos antifeudales no se desarrollan sólo por inspiración extranjera, pero, en opiniónde Rutkowski, si no hubiera existido una inspiración extranjera, en la situación dominante en la zona sudorientalde Polonia, en el siglo XVIII, estos movimientos no habrían adquirido una dimensión tan grande. Nos encon-tramos aquí, por tanto, con la indicación de la condición que es necesaria en una situación específica.

Y he aquí otros ejemplos, que no dejan tampoco duda sobre las intenciones de sus autores respectivos. S.Zachorowski expuso su opinión de que el desarrollo de un sentido de solidaridad nacional era, en la situaciónpolaca del siglo XIII, una condición necesaria para la defensa del país contra sus enemigos, ya que, como élescribió, “sin un sentido de solidaridad nacional Polonia no había podido surgir intacta, por no decir victorio-sa, de todos los desastres a los que iba a hacer frente en las décadas siguientes”41

Por último, es lógico pensar que, cuando S. Arnold escribió que en Europa Occidental “la formación deun mercado nacional (...) fue la base para los cambios en la superestructura política y para el nacimiento delos estados centralizados”42, debía referirse a que, aunque los estados centralizados solían surgir sin un mer-cado nacional, en las condiciones dominantes en Europa Occidental estos estados no habrían surgido sin unmercado nacional, de modo que, en la situación existente en Europa Occidental, la formación de mercadosnacionales fue una condición necesaria para el nacimiento de los estados centralizados.

39 J. Baszkiewicz, Powstanie zjednoczonego panstwa polskiego na przelomie XIII i XIV Wieku (El surgimiento de Polonia como estado reunificadoen el paso del siglo XIII al XIV), Varsovia, 1954.

40 J. Rutkowski, Historia Gospodarcza Polski, ed. cit., pág. 264.

41 R. Grodecki y S. Zachorowski, Dzieje Polski sredniowiecznej (Historia de la Polonia medieval), vol. I, Cracovia, 1926, pág. 325.

42 S. Arnold, “Podloze gospodarczo- spoleczne polskiego Odrodzenia”, en Odrodzenie w Polsce (El Renacimiento en Polonia), vol. I, Varsovia, 1955,página. 119.

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Aquí dejamos de lado, por supuesto, la veracidad y el grado de fundamentación de las afirmacioneshechas en los ejemplos anteriormente aducidos. En muchos casos, parasen muy discutibles, pero el tipo derelación implícitas en esas afirmaciones no suele entrañar ninguna dificultad de interpretación.

Al analizar algunas explicaciones causales no tenemos la más ligera duda de que sus autores, a veces,intentaban descubrir la condición suficiente, a veces, la condición necesaria, y a veces, la condición que eranecesaria en una situación dada. La terminología usada en tales explicaciones varía, pero en muchos casosno hay duda sobre como interpretar la relación en cuestión. Podemos enredarnos en controversias sobrecuántas veces buscan la condición suficiente los historiadores que proponen explicaciones causales, o cuán-tas veces buscan la condición necesaria, o la condición que es necesaria en una situación dada, pero el hechode que plantean dichas preguntas parece indudable.

11. Explicación por referencia a las condiciones favorables

Las explicaciones que encontramos en la historiografía indican, muchas veces, como causas, las circuns-tancias que se pueden interpretar como condiciones favorables (término sugerido por J. Pelc y A. Malewski)en el sentido mencionado antes. Esto está muy claro en aquellos casos en los que los historiadores describenun proceso determinado e indican muchos factores que deben explicarlo. Así, por ejemplo, S. Kieniewicz, alexplicar por qué en el período entre las particiones de Polonia (a finales del siglo XVIII) y la concesión de latierra a los campesinos en la parte ocupada por Rusia (1864) se intensificó la lucha campesina, escribe que“las acciones efectuadas por los campesinos se hacían cada vez más numerosas y de alcance cada vez másamplio, definiendo cada vez mejor sus métodos de actuación, cada vez más variado, y sus objetivos”, y añadeque “este cambio cualitativo se explica por muchas causas”. Entre estas causas enumera, por ejemplo, unamayor explotación de los campesinos y el nacimiento de nuevos métodos de explotación, junto a los viejos,mayores contactos de los campesinos con los mercados, con los beneficios subsiguientes para los campesi-nos, el colapso de los mecanismos del estado a finales del siglo XVIII, el surgimiento de grupos sociales deorientación antifeudal fuera de las áreas rurales, etcétera43. Parece que la intención de Kieniewicz no eraasegurar que, siempre que ocurría algunas de estas circunstancias, se intensifica la lucha de los campesinoscontra sus señores; tampoco afirmaba que la lucha de los campesinos sólo se intensificaba si existía algunade estas circunstancias; tampoco decía, por último, que si alguna de estas circunstancias no se habría inten-sificado la lucha de los campesinos, en la situación dominante en la Polonia del siglo XIX. Parece que larelación entre algunas de estas circunstancias (considera como causas) y el efectos debe interpretarse de unmodo más libre. El aumento de la explotación, el colapso del mecanismo estatal, la intensificación de lasactividades mercantiles, la mayor fuerza de los posibles aliados, todo esto pudo animar a los campesinos aalzarse contra sus señores, pero es bien sabido que tales situaciones provocan reacciones diferentes. Portanto, una de las interpretaciones posibles de la relación que investigamos sería suponer que nos encontramosante condiciones que eran favorables a la aparición de un suceso concreto.

Dichas explicaciones, que se pueden considerar como la enumeración de las muchas circunstancias que,en opinión de un investigador concreto, pudieron influir en la existencia de un suceso específico, se encuen-tran muy a menudo. Así, Baszkiewicz, al explicar por qué algunos señores feudales polacos apoyaron lareunificación política a fines del siglo XIII, indica muchos factores que pudieron favorecer la unificación ymuchos que pudieron funcionar como obstáculos para la unificación. Entre los primeros menciona los lazosde muchos señores seculares con el príncipe que tomó las riendas de la reunificación, la dispersión de laspropiedades de muchos señores feudales por los diversos ducados, lo cual dificultaba su gobierno, los peli-gros externos y un determinado factor psicológico: el de la esperanza de que en un estado unificado losseñores feudales encontrarían más facilidades para explotar a los campesinos. Aquí, de nuevo, parece queBaszkiewicz no quiere decir que una de estas circunstancias fuera suficiente, ni siquiera necesaria, en lasituación concreta, para que los señores feudales apoyaran la reunificación. Podemos suponer que quiere

43 S. Kieniewicz, “Problem Rewolucji agrarnej w Polsce okresie ksztaltowania cie ukladu Kapitalistycznego” (El problema de la revolución agrariaen Polonia en la época de formación del sistema capitalista), en Z epoki Mickiewicza (La época de Adam Mickiewicz), Wroclaw, 1956, págs. 3-4.

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enumerar las circunstancias que, en cierto modo, pudieron influir en el efecto en cuestión, es decir, enumerarlas condiciones que podemos llamar favorables.

12. Búsqueda de factores perturbadoras

Al revisar el trabajo de A. Malewski y J. Topolski, J. Giedimin prestó atención, correctamente, al hechode que valdría la pena diferenciar las explicaciones en las que los historiadores intentan descubrir por qué noocurrió un suceso B, aunque había ocurrido un suceso A, que suele ir seguido de B44. En estos casos, unhistoriador se ocupa de la causa de que B no ocurriera, es decir, quiere indicar los factores que, en terminolo-gía metodológica, se llamadas perturbadoras (ver capítulo XI). Giedimin sostenía la opinión de que, enmuchos casos, el procedimiento recuerda al del descubrimiento de las condiciones favorables. Podemos estarde acuerdo con ello y aceptar que una condición favorable es un contrario sui generis de un factor perturba-dor. Es evidente que cada una de estas condiciones favorables o perturbadoras tiene su fundamento en unaley general que refleja una regularidad concreta. Si decimos que a favorecía la aparición de b, lo hacemossólo por que sabemos, por otro lado, que los sucesos del tipo A (entre ellos a) favorecían (siempre o normal-mente) la aparición de sucesos del tipo B (entre ellos b).

Si un suceso A no ocurrió, a pesar de que debería haber ocurrido, según las regularidades que conocemos,esto significa que la influencia de alguna otra regularidad debe de haber sido más fuerte. Esto no quiere decirque las regularidades que debían haber causado A dejarán de funcionar; simplemente, no se manifestaron enel caso en cuestión.

He aquí un ejemplo de la referencia a los factores perturbadores. “se puede destacar que, de acuerdo conlos principios de la economía política, deductiva, la derogación de las Leyes de cereal debe de haber tendidoa producir una constante caída del precio del trigo en Inglaterra. Pero esa caída no ocurrió inmediatamente.La explicación de la aparente discrepancia se debe encontrar en la interferencia de circunstancias tales comoel fracaso de la cosecha de patatas, la guerra de Crimea y, especialmente, la depreciación del oro, que contri-buyó a mantener los precios hasta 1862, a pesar del comercio libre”45.

13. Explicación por referencia a las causas más directas y menos directas

Al buscar las causas de un suceso los historiadores no siempre señalan las circunstancias que están direc-tamente relacionadas con él. Muchas veces mencionan circunstancias cuya relación con el suceso en cuestiónes sólo indirecta. Esto se puede ver mejor en el siguiente esquema:

A

B Y

E X

C Z

F

D

44 Studia Zrodloznawcze, vol. VII, 1962, págs. 145-146.

45 Citado de J. Keynes, The scope and Method of Political Economi, en O. Lange, Political Economi, vol. I, pág. 127.

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Como ejemplo, trataremos algunas explicaciones del desarrollo de la economía señorial y de servidumbreen el este del Elba en el siglo XVI.

Como hemos mencionado anteriormente, J. Rutkowski escribió que la concurrencia de la facilidad devender cereales y de la servidumbre era, al mismo tiempo, condiciones suficientes y necesarias para que sedesarrollara el sistema de señores y siervos46.

W. Rusinski escribió que “aunque no subestimamos en absoluto la influencia de otros factores en elnacimiento de las granjas señoriales basadas en el trabajo servil, tenemos que afirmar que dos factores fuerondecisivos para el nacimiento de tales granjas. Uno de ellos fue el buen mercado para los productos agrícolasen Europa occidental, y el segundo fue la decisiva influencia en la política y la libertad en el trato con loscampesinos que la clase media había obtenido en Europa oriental”.

B. Zientara escribió recientemente que, “la principal causa del nacimiento del sistema señorial y de servi-dumbre en el este del Elba hay que verlo en el equilibrio de fuerzas de clase existente. Los mercados extran-jeros, que ofrecían condiciones favorables a la clase media, y la consiguiente expansión del capital de EuropaOccidental, sólo ayudaron a convertir en realidad para la clase media la oportunidad de someter a los campe-sinos”. Al hablar del equilibrio de las fuerzas de clase, Zientara se refería a la situación caracterizada, sobretodo, por la debilidad de las ciudades.

Estas explicaciones se pueden ver en el siguiente esquema:

Se puede ver fácilmente que el primero de los autores antes mencionado explica el nacimiento del sistemaseñorial y de servidumbre por las circunstancias llamadas A y B en este esquema; el segundo mencionado B yC como factores decisivos, mientras que el tercero se refiere a D como la causa principal.

14. Explicación genética y descripción genética

Uno de los tipos de explicación en la investigación histórica, mencionados anteriormente, es la explica-ción genética, en cuyo caso nos ocupamos de una respuesta a una pregunta “cómo” y no a una pregunta “porqué”. Algunos autores, que se oponen a la opinión de que el modelo hipotético –deductivo de explicación esmuy usado en la historiografía, aseguran que la explicación genética es el tipo fundamental (W. B. Gallie) ouno de los tipos (W. Dray)47 de la explicación histórica, especialmente en lo que respecta a hechos simples, ypor tanto, también a las acciones emprendidas por los individuos. Afirman que, para explicar tales hechos,basta con dar una secuencia ininterrumpida de sucesos, reconstruida a partir de las fuentes, cosa que—aseguran –los historiadores suelen hacer. Estas opiniones van a proporcionar también uno de los fundamen-

)D oirbiliuqEsaled

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dadilicaFarap

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saledotneimicaNselairoñessajnargojabartlenesadasablivres

46 J. Rutkowski op. cit., pág. 127.

47W. Dray, op. cit., págs. 156 y ss.

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tos teóricos para la explicación de las acciones emprendidas por individuos por medio del método de laempatía: una secuencia de interacciones y reacciones, conocidas de nosotros por nuestra experiencia interna,se compara con la secuencia observada en las fuentes (por supuesto, con algunos enlace perdidos) y relacio-nada con otra persona; llenamos entonces esos enlaces perdidos, sin ninguna referencia, supuestamente, alas leyes48.

W. Dray (y también A. Donagan y otros) incluso piensa que este es el modo adecuado de explicar lossucesos, ya que ofrece una explicación completa49.

El mecanismo de explicación genética se suele interpretar de modo que cada hecho en la descripción de laserie de hechos que se siguen cronológicamente uno tras otro es una condición necesaria de la existencia delsiguiente hecho en la serie (W. Gallie, E. Nagel). W. Dray es el único autor que excluye la explicación entérminos de condiciones necesarias; asegura que contestamos a la pregunta “¿cómo ocurrió?” indicando (porreferencia a la secuencia de sucesos) que no podía haber sido de otro modo50.

Parece que deberíamos distinguir dos tipos de la llamada explicación genética en historiografía. El pri-mer tipo consistiría en explicar un hecho (un suceso), indicando como llego a ocurrir ese hecho, es decir,enumerando sus estadios de desarrollo sucesivos. Esto da lugar a una secuencia del tipo F1®2®3(F4®..®n(donde Fn representa el hecho que hay que explicar genéticamente).

En esta secuencia, cada hecho sucesivo se considera una condición necesaria del siguiente; se supone, portanto, que un hecho posterior no habría ocurrido sin la existencia del precedente.

He aquí un fragmento de un libro de W. Tokarz que explica como tomaron Varsovia los rebeldes en abrilde 1794.

“(...) tras la retirada de Igelstrom, los rusos se defendieron en las calles Miodowa hasta las cinco de latarde. Su resistencia, larga y extremadamente tenaz, incluso desvió la atención de los polacos del hecho deque grupos desperdigados de rusos estaban retirándose del Palacio Nacional, e hicieron la tarea más fácilpara estos últimos. La resistencia rusa se centró en dos focos: en el Palacio Zaluski, que fue tomado alrede-dor de las cinco de la tarde, y en el monasterio de los capuchinos, que fue asaltado una o dos horas antes”.

De mismo modo, cuando los estadios sucesivos de una ciudad o de una batalla, contestaremos a laspreguntas “¿cómo ocurrió el desarrollo de la ciudad X?”, “¿cómo fue que el ejército A venció y el ejército Bfue derrotado?”, etcétera. Estas preguntas son importantes, pero no pueden sustituir a las preguntas “¿ porqué se desarrolló la ciudad X?”, “¿por qué ganó el ejército A?”, esto se debe a que las primeras son preguntasfactográficas, que se pueden ajustar al modelo “¿qué fue?”, y no preguntas explicativas: “¿por qué fue así?”.En otras palabras, este tipo de explicación genética debe incluirse en el proceso de descripción (estableci-miento) de los hechos, reservándole la categoría de descripción genética, es decir, una descripción de loshechos unidos por una relación de condición necesaria. Proporcionar estas descripciones en una de las prin-cipales tareas de la sintetización en historiografía (cfr. capítulo XXII), y da como resultado un caso concretode narración histórica.

En segundo tipo de explicación genética tal como lo hemos diferenciado antes, consiste en que un histo-riador que ha establecido una secuencia de sucesos intenta llenar las lagunas existentes en ella:

F1( F2(... ®n ®Fn+ ®.. ( Fn(x

Este es prácticamente, in fragmento del primer tipo, pero en aquél, el historiador se interesaba por elúltimo hecho de la secuencia, el hecho al que subordinaba la descripción, mientras que aquí la cuestiónpuede ser la misma, pero el historiador no tiene que responder antes a preguntas del tipo: “¿qué pudo ocurrir

48Sobre esta cuestión, ver mi reseña de “Studia z metodologii nauk spolekznych”, de S. Nowak, que apareció en Studia Filozoficzne, núm. 6, 1965.

49Cfr. W. Dray op. cit., págs. 66 y ss. Su ejemplo, presentado en las páginas 70-71, no corrobora en absoluto su opinión.

50W. Dray, The Philosiphy of History, Nueva York, 1964, págs. 18-19. Ver también su “Explanatory Narrative in History” Philosophical Quarterly,vol. IV, número 14, enero de 1954, págs. 15-27. Cfr. su Laws and Explanation in History, páginas 66 y ss., y 158 y ss.

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tras el enésimo hecho?” o “¿qué hecho pudo preceder al enésimo?”. Así, en la secuencia anterior el historia-dor tiene que establecer los siguientes hechos: F3 hasta Fn-1, y inclusive Fn+ hasta Fn+-1, inclusive.

Llenar las lagunas consiste en:

1) Referirse a una ley que afirme que un hecho de un tipo Fn va seguido, siempre o normalmente, deun hecho del tipo Fn+, o que un hecho del tipo Fn es necesario para la ocurrencia de un hecho del tipoFn-(en el caso de prognosis);

2) Referirse a una ley que afirme que para que ocurra un hecho del tipo Fn es necesario que primeroocurra un hecho del tipo Fn-1, o referirse a la condición necesaria que establece que, normalmente,Fn no ocurre sin Fn -;

3) Comparar los enlaces conocidos más cercanos en la serie, y referirse a la ley que afirme que elcamino de Fn a Fn+x conduce, siempre o normalmente, a través de Fn++x(1). Se puede ver fácilmen-te que esto lleva a contestar la pregunta factográfica “¿qué fue?”. Al revés que en el primer tipo deexplicación genética, además de la indicación de la secuencia de los hechos destinados a mostrarcomo llegó a ocurrir el último suceso de la secuencia, aquí también es importante establecer hechossobre los que no hay datos en las fuentes, es decir, establecer los hechos de modo indirecto. Esterellenar algunas es útil para el historiador, especialmente, respecto a la construcción de un cuadrototal de un trozo determinado del pasado.

Una confusión fundamental es llamar a la explicación genética la forma fundamental, o una de las formasfundamentales de explicación en la investigación histórica, ya que esto confunde el hecho de que las narra-ciones históricas se construyen, en gran medida, para describir adecuadamente secuencias ordenadas dehechos, lo cual origina la naturaleza genética de esa narración, con la explicación causal como tal. Como sededuce de los numerosos ejemplos mencionados, los historiadores suelen darse cuenta de la diferencia entreexplicación causal y narración genética. Los resultados de la explicación causal se incluyen, muchas veces,en las narraciones históricas: por ejemplo, un historiador, en primer lugar, establece las causas del nacimien-to de las granjas señoriales basadas en trabajo servil, y después procede a describir el desarrollo de ese tipode agricultura en Polonia, en forma de narración genética. Así indica primero la facilidad de vender (expor-tar) cereales y la situación en el terreno de la mano de obra, y después trata las secuencias de esos hechos.Sólo la ignorancia de los problemas reales en la investigación histórica puede explicar la aceptación de unadescripción genética como equivalente de una explicación causal. La explicación causal, aunque no se mani-fieste de otros modos, está, implícitamente, en las descripciones de las secuencias genéticas propuestas porlos historiadores.

Por tanto, el problema de la explicación genética no existe como cuestión aparte de la explicación causalen la investigación histórica. Podemos hablar sólo de descripciones genéticas o explicaciones genéticas, sinañadir que está implicada la explicación causal. Aquí no incluimos los casos, anteriormente analizados en losque una persona que pregunta el origen de algunos sucesos quiere recibir una explicación causal. La descrip-ción genética está relacionada con la formulación de síntesis en la historiografía.

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Construcción y síntesisConstrucción y síntesisConstrucción y síntesisConstrucción y síntesisConstrucción y síntesis

en Metodología de la historia, Capítulo XXII, Ediciones Cátedra,Madrid, 1991, pp. 239-506.

1 Pregunta de investigación básicas y secundarias

Hay que distinguir el establecimiento de los hechos y la explicación causal de la construcción del texto, esdecir la formulación de respuestas a las preguntas básicas de la investigación, en este último proceso, lasexplicaciones y las afirmaciones sobre los hechos establecidos se usan como elementos estructurales comolos que se construye el edificio que es la respuesta a una pregunta concreta de investigación. La preguntabásica de investigación, diferente de las secundarias o derivadas, es aquella a la que están en cierto modo,subordinadas todas las otras preguntas planteadas durante una determinada labor investigadora. En un casoconcreto, puede haber más de una pregunta básica, la principal entre ellas es la pregunta incluida en laformación del titulo (final o de trabajo) del estudio. No es necesario, y es raro que dicho titulo vaya segundode un signo de interrogación, en la mayoría de los casos el titulo es sólo E Age de Lonis XIV (Voltaire). DerActuzelante Bruinaire des Lottis Bonaparte (Marx) o la Cité Antique (Foustel de Coulanges), etcétera, porque cada uno de esos títulos se puede convertir en una eración interrogativa (factográfica o explicativa).

Respecto a la formulación de una respuesta a la pregunta básica, el primer paso consiste en dividir esapregunta en otras derivadas, de modo que las respuestas a estas ultimas, al reunirse, proporcionen una res-puesta a la primera. Esta división de la pregunta básica en derivadas no es más que hacer el plan de investi-gación. En un principio, este plan es muy general y de naturaleza muy hipotética. Sólo se transforma en elcurso de la investigación, de modo que se puedan modificar no sólo las preguntas derivadas, sino incluso labásica. El siguiente esquema muestra de manera simplificada el proceso:

Preguntabásica

División de lapreguntabásica = plande trabajo

Resoluciónde datos

Transforma-ción del plan

Respuesta

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la construcción del texto comienza en el momento en que se emprende la labor de investigación, es decir,en el momento de la formulación de las preguntas que forman un sistema más o menos coherente destinado aproporcionar una respuesta a la pregunta básica . El proceso de establecimiento de los hechos y propuesta deexplicaciones causales no se puede separar, en la práctica, de la construcción del texto. Todas las solucionesseparadas son simplificaciones necesarias de un análisis metodológico.

2. Construcciones simples y sintéticas

La división de la pregunta básica en sistemas de preguntas derivadas, y, por tanto, la formulación derespuestas parciales a la pregunta básica, destinadas a conseguir una respuesta amplia, se puede realizar devarias formas. De cualquier modo, podemos hacer una distinción entre construcciones simples y sintéticas.

En el caso de las construcciones simples, el agrupamiento de respuestas parciales (y por tanto, general-mente, el agrupamiento de las preguntas parciales) se determina, de forma satisfactoria, según de las pregun-tas cronológico, territorial y objetivo, que se usan en diferentes construcciones y en grado variable. En algu-nas obras, es el criterio cronológico el que juega el papel fundamental; en otras, es el territorial o el objetivo.Según el criterio adoptado como principal, los restantes juegan un papal auxiliar. En la mayoría de los casos,de acuerdo con una característica esenciales de la investigación histórica, el criterio cronológico se consideracomo principal, y las divisiones basadas en el criterio territorial y objetivo se realizan dentro del marcocronológico. Este es el caso de la Historia Polski (Historia de Polonia), patrocinada por el Instituto de Histo-ria de la Academia Polaca de las Ciencia. El criterio territorial se encuentra muchas veces en los estudios quese limitan a un marco cronológico estrecho; lo mismo ocurre con el criterio objetivo, que además es muyusado en los estudios sobre la historia de la cultura material.

Respecto a las construcciones simples, esos criterios se interpretan formalmente. Esto significa que lasdivisiones cronológicas se basan en un principio formal; lo mismo ocurre con las unidades territoriales, ytambién, aunque de forma más complicada, con los elementos objetivos. Por ejemplo, las respuestas se for-mulan de modo que los datos se agrupan por siglos, por unidades territoriales formales (por ejemplo, distritosadministrativos) y por clasificaciones subjetivas aceptadas.

Es evidente que, en la practica, no encontramos construcciones puras de este tipo. Cada una incluyeelementos de un acercamiento sintético, ya que el conocimiento basado en fuentes no se puede separar total-mente del no basado en fuentes1.

Las construcciones sintéticas, por tanto, son características de la investigación histórica. Pero, siempreque la construcción del texto se determina por los criterios mencionados, interpretados, formalmente (lo cualpuede ser también una manifestación de un programa de investigación objetiva, es decir, investigación en laque el punto de vista del autor no se rige por ningún sistema de valores), tenemos que hablar más bien deconstrucciones simples, y reservar el término ̈ construcciones sintéticas¨ para los resultados de las investiga-ciones conscientemente guiadas por un sistema de opinión específico.

Una construcción sintética por tanto es un modo de formular una respuesta a la pregunta básica de inves-tigación, una respuesta en la que se usan los criterios cronológico, territorial y objetivo, pero de modo quedepende de una visión concreta del pasado, que, como sabemos, es el componente más importante del cono-cimiento no basado en fuentes de un historiador. El valor de una construcción sintética determinada dependedel valor de ese conocimiento; de aquí que no podamos decir de antemano que toda construcción sintética esmás valiosa que una simple, ya que ésta, es el peor de los casos, proporciona una cantidad determinada dedatos, mientras que una construcción sintética errónea puede ofrecer una respuesta completamente deforma-

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1. Esta es una manifestación del principio general, subravado por Karl Marx, de que ‘no hay historia sin teoría’. La comprensión de esto se ha hechouniversal, y el principio es subrayado por todos los teóricos y todos los historiadores que se ocupan de cuestiones teóricas. Cfr. R. Aron, “Las teoríasy los hechos están unidos de tal modo que sería vano el intento de separarnos rigurosamente”, en Evidence and Inference in History, D. Lerner ( ed.), Glencoe, 1959, pagina 19 ; W. H. Costes, “Relativism and the Use of Hypoteses in History”, The Journal of Modern History, vol. XXI ,núm. 1, 1949,pág, 26; J. Adamus, O. Kierunkach Polskiej. Mysli historycznej, Lódz, 1964, págs 42-43. El problema fue tratado de modo más amplio en relacióncon el análisis del conocimiento no basado en fuentes.

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da a la pregunta básica de investigación. No queremos referirnos con esto a las construcciones que pasandeliberadamente en silencio sobre los hechos inconvenientes o incluso deforman los datos, ni nos referimos alpobre periodismo histórico y a los libros populares leídos de buena gana por el gran público, y que seaprovechan de la falta de conocimiento del lector y de la corriente de sentido común (en el peor sentido deltérmino) que, como mucho, sirve para condensar los mitos y estereotipos populares sobre el pasado.

El problema de las construcciones sintéticas nos lleva al vasto terreno de las discusiones sobre la síntesisde la historia de la nación de cada uno, que se encuentran, probablemente, en la historiografía de todos lospaíses, y también a las viejas discusiones sobre los diversos acercamientos que intentan sintetizar la historiauniversal. Esto abarca también las discusiones sobre los criterios de síntesis en las distintas disciplinas histó-ricas.

3. El problema de la síntesis de la investigación histórica

Las síntesis históricas pueden ser muy distintas de naturaleza, y así nos proporcionan respuestas de reca-pitulación muy variadas a las respectivas preguntas de investigación. Es normal que las respuestas a laspreguntas detalladas (derivadas) se parezcan en síntesis diferentes, pero las respuestas de recapitulacióndifieren entre sí. Esto se debe a que casi nadie pone en cuestión hechos fundamentales, sino que combinanesos hechos en series genéticas de varios modos, y los ve unidos por varias relaciones causales. Como se hadicho, en última instancia esto se relaciona con el sistema de valores que representa un historiador concreto.La cuestión volverá a ser tratada más tarde.

De las muchas síntesis distintas de la historia de las diversas naciones, señalamos, por ejemplo, las histo-rias conservadoras o laboristas de Inglaterra, las diversas interpretaciones sintetizadoras de la revoluciónFrancesa, las síntesis de historia polaca presentadas por Lelewel y Szujski, respectivamente, y las síntesisbasadas en la teoría del materialismo histórico, o las que, en mayor o menor grado, se oponen a esta corrien-te. Incluso aunque los historiadores compartan el mismo sistema de valores, las diferencias en sus conoci-mientos no basados en fuentes hacen que sus construcciones sintéticas no coincidan plenamente. Pero eso esun fenómeno normal, que acerca entre sí a las diversas posturas. Y no es una peculiaridad de la investigaciónhistórica, o de las humanidades, o de las ciencias sociales en general; hasta en la ciencia natural encontramosque la visión sintética de hechos específicos difiere, a menudo, señaladamente, de un investigador a otro.

La historia de la síntesis de la historia universal es muy interesante2. La historiografía *filosófica* en laépoca de la ilustración aportó opiniones enteramente nuevas, en comparación con las síntesis anteriores, y nosólo las que seguían el ejemplo de Bossuet. El famoso dicho de Voltaire de que las compuertas de un canalque une dos mares, una pintura de Poussin, una tragedia maravillosamente escrita, o una verdad recientemen-te descubierta, son muchos más valiosas que los informes de la corte y las historias de batallas, señaló uncorte entre las síntesis unilaterales basadas en la historia política o inspiradas en la biblia.

En cuanto a las disciplinas históricas especializadas, las propuestas de J. Rutkowski sobre las síntesis enla historia económicas han alcanzado gran renombre3. Rutkowki sugirió que la división de los ingresos seconsidera como la cuestión básica en la historia económica, lo cual podía producir un acercamiento sintéticoa toda la historia socio-económica. W. Kula sustituiría la división de los ingresos por el problema de losniveles de vida, que permitiría a los historiadores relacionar mejor las diversas cuestiones en la historiasocio-económica. Este autor es de la opinión de que podemos realizar síntesis más coherentes si analizamos,en cada época, la relación entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción, es decir, sí aceptamosel papel dinámico de las contradicciones en la historia. Estos problemas, como el problema general de los

Construcción y síntesis

2. Cfr. M. H. Seresjski, Koncepcja History Powszechnej Joachima Lelewela, Varsovia, 1958.

3. Hizo varias afirmaciones sobre el asunto ( a partir de 1925 ); cfr. su Historia gospodareza Polski, vol. I Poznan, 1946, págs. 15-20 Su idea fue criticadapor W. Kula en Problemy i metody historii gospodarczej, pags. 195 y ss. Ver también J. Topolski, “O zagadnieniu sintezy W historii gospodarczej”( El problema de la síntesis en la historia económica ), Roczniki Dziejow Spolecznych i Gospodarczych, Vol. XXVI, Poznan, 1965, págs. 260-265.

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supuestos que yacen bajo los diversos tipos de síntesis, son muy discutibles. Además, caen fuera del terrenode este libro.

Desde el punto de vista de nuestras necesidades, tenemos que distinguir tres tipos fundamentales de sínte-sis; son:

1) Síntesis estructurales;

2) Síntesis genéticas;

3) Síntesis dialécticas;

Las síntesis estructurales se caracterizan por el dominio de la estructura de un sistema dado, es decir, lasrelaciones especificas entre sus elementos. Los autores de esta síntesis se interesan, sobre todo, por la repro-ducción de ciertos modos estructurales en su forma intacta, y, por tanto, formulan con ese espíritu sus res-puestas a las preguntas de investigación básicas. Como ejemplo de síntesis estructural podemos mencionar laconocida obra de F. Braudel sobre Felipe II y la cuenca del mediterráneo (1946).

Muchos estudios sobre la historia de la cultura material resultan ser síntesis estructurales. El entornogeográfico es también el factor que funciona muchas veces como lazo estructural. Las síntesis estructurales,en su forma pura, son características de la sociología, más que de la investigación histórica.

Si una síntesis está dominada por el intento del autor de perturbar lo menos posible las secuenciascronológicas (causales), nos encontramos con una síntesis genética. Este tipo de síntesis, que es la principalmanifestación del método genético en la investigación histórica, dominó durante mucho tiempo. En dichassíntesis, el acento no se pone sólo en la secuencia simple de sucesos –lo cual era típico de los anteriores pasosde esa corriente de la historia–, sino, sobre todo, en la indicación de los lazos causales. El hecho de que estassíntesis eran incompletas, durante mucho tiempo, fue notado sólo en la literatura polaca de la materia por J.Rutkowski, que escribió; en relación con la historia económica: “ Los intentos de acercamiento sintético a lahistoria económica pueden ir en varias direcciones. A primera vista, el acercamiento causal es el método mássimple y más apropiado: mientras que los estudios analíticos darían lugar a las simples afirmaciones de queciertos sucesos tuvieron lugar en un territorio concreto y en un momento concreto, los estudios sintéticosbuscarían explicaciones causales del origen de esos hechos” Aseguraba que, en los estudios monográficos,dedicado cada uno a un solo problema, podemos llegar, quizá, de este modo, a construcciones homogéneas;sin embargo, ese método no es el caso de interpretaciones de “todos más amplios” (es decir, sistemas). Siqueremos llegar a construcciones homogéneas en tales casos, tenemos, como él escribió “que establecer laexistencia de un solo factor que condiciona totalmente todos los elementos”4.

El camino indicado por Rutkowski puede referirse a la síntesis estructurales o a las dialécticas. El propioRutkowski se inclinaba hacia este último tipo. Pensaba que las teorías que atribuyen la mayor importancia alentorno geográfico o a la raza no pueden aceptarse como soluciones correctas. Aunque no dijo que esasteorías indicaban factores que están, como si dijéramos, fuera de la actitud humana (factores naturales ); y,por tanto, no mostraban cómo se mueve un sistema dado y cómo tiene lugar el desarrollo (a pesar de que, encierto, pudieran suponer un movimiento de los sistemas), su postura nos lleva a esta conclusión.

Las síntesis dialécticas son las que unen el aspecto de secuencias genéticas con el de estructura, es decir,las que muestran las secuencias genéticas sin romper las estructuras. Los tres tipos de estructuras podríanverse en esta metáfora: supongamos que el sistema que investigamos es una telaraña. Podemos mostrar,enrollándola en un ovillo, cómo se hiló, es decir, cómo se alargó cada vez más el hilo. Esto muestra elprocedimiento usado en la formulación de una síntesis genética. Al hacer una síntesis estructural, tendríamosque indicar la forma de la telaraña, dibujándola o fotografiándola en un paso determinado de su formación.Si consiguiéramos demostrar, por ejemplo, filmando el proceso de hilado, cómo cambia la tela araña, de serun solo hilo a un objeto cada vez más complejo esto mostraría que busca la síntesis dialéctica.

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4. J. Rutkowski, op. Cit., págs. 15-16.

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En la historiografía actual el tipo más importante de síntesis dialéctica es el que se basa en la teoría delmaterialismo histórico. Esto ha sido admitido por J. Rutkowski, que escribió que dicha teoría puede ser labase para un acercamiento sintético a toda la historia humana, aunque la historia económica y los fenómenosincluidos en la base económica deberían ser descritos, en su opinión, por algún método especial de construc-ción sintética, como hemos mencionado anteriormente.

H. I. Marrou señaló la necesidad de ir más allá de las síntesis estructurales corrientes; hacía una distin-ción entre las estructuras estáticas y las dinámicas, pero, en su interpretación, estas últimas eran más biensíntesis estructurales mejoradas, y no síntesis dialécticas, que explican el proceso de desarrollo.

Al hablar de los problemas de las síntesis hay que subrayar las consideraciones de S. Ossowski sobre elconcepto en las ciencias sociales. Señaló el hecho de que la imagen del mundo, tal como la fabrica el investi-gador, está condicionada por las características de su objeto de estudio y sus propias disposiciones. Estasúltimas “recuerdan las diferencias entre los diversos prismas, a través de los cuales miramos los objetos yvemos sus colores y formas y no recuerdan a la retina, que es una condición indispensable de toda percepciónde colores y formas”.5 Aquí llegamos otra vez al concepto no basado en fuentes, ya que los instrumentosópticos a través de los cuales vemos los hechos configuran esa imagen del mundo que tenemos en nuestrasmentes y que modificamos gradualmente.

4. La periodización en la historia

En todas las construcciones históricas, excepto en las que se ocupan de sistemas estáticos, o de cortosperiodos de tiempo, o de sistemas que cambian poco en el curso del tiempo, el problema de una divisióncronológica de la pregunta básica de investigación , es decir, el problema de la periodización, se convierte enalgo crucial.

No es una coincidencia que la división del pasado en periodos haya sido materia de tantas controversias:el criterio cronológico adoptado por un historiador está determinado por la totalidad de sus opiniones sobre elpasado, es decir, su conocimiento no basado en fuentes, que le guía en su construcción de la síntesis.

El acercamiento del historiador a la división de un fragmento concreto del pasado en períodos más cortosdepende de si intenta encontrar construcciones simples o sintéticas. En el primer caso, puede conformarsecon una periodización formal, que W. Kula llama convencional6, mientras que en el segundo caso intentadescubrir los periodos cuya diferenciación se basa en el proceso histórico. A estas periodizaciones, W. Kulalas llama objetivas.

Es difícil decidir de antemano qué periodización es mejor. Una periodización objetiva basada en unaimagen errónea del pasado puede dificultar la reconstrucción del proceso histórico mucho más que una con-vencional.

A. Kula tiene razón al afirmar que los manuales tradicionales sobre metodología de la historia se ocupa-ban muy poco de los problemas de la periodización. Esto era una muestra del acercamiento idiográfíco de losautores o una manifestación del evolucionismo genético, es decir, un acercamiento que impide que la gentevea que los sistemas sufren constantes transformaciones y se convierte en sistemas nuevos, y por tanto encualidades nuevas (en este sentido, ver, por ejemplo, E. Bernheim). Si nos damos cuenta de que una buenaperidización nos puede ayudar a comprender los cambios esenciales en los sistemas que estudiamos, estopone de relieve la importancia del problema de la periodización.

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5. S. Ossowski, O osobliwosciach nauk spolecznych, ed. Cit., cap. III, pág. 117.

6. W. Kula, op. Cit., pág. 173.

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Las frecuentes discusiones sobre la periodización7 son, en realidad, las discusiones básicas sobre losmétodos de reconstrucción del proceso histórico. El progreso en el acercamiento a la periodización reflejabael progreso en el acercamiento a la periodización reflejaba el progreso en la investigación histórica. No nosocuparemos aquí de las periodizaciones convencionales, que, después de todo, pueden ser muchas vecesútiles si se consideran como auxiliares, pero no presentan problemas interesantes; señalaremos ciertos tiposde periodizaciones objetivas. Estos tipos dependen de la visión del pasado que represente un autor concreto.En general, podemos distinguir los siguientes tipos de periodizaciones objetivas:

1) Periodizaciones cíclicas;

2) Periodizaciones direccionales;

3) Periodizaciones irregulares.

Las periodizaciones cíclicas suelen referirse a largos períodos y a la historia de unidades territorialesgrandes. Sin embargo, se pueden aplicar a períodos bastante cortos, si hay fluctoaciones cíclicas ( de precios,producción, etcétera ) que sirvan como base para la división en períodos. En estos casos estas periodizacionespueden reflejar el curso real de ciertos sucesos o procesos. Pero en un aspecto más amplio, las periodizacionescíclicas se suelen relacionar con ideas que encontramos difíciles de aceptar.

Un ejemplo de periodización cíclica lo ofrece, por ejemplo, la obra de E. Huntington, que veía cómo laevolución de la humanidad seguía una sinusoide8. En la literatura polaca de la materia podemos señalar unlibro de S. Kurowski, que aseguraba que el crecimiento en el curso de un milenio seguía ciclos logísticossucesivos (cfr.los anteriores comentarios en esta obra sobre la curva logística)9 . “Las ideas sostenidas porIbn. Khaldun, G. B. Vico, O. Spengler, P. Lacombe ( procesos dicotómicos, movimiento pendular) y la ideadel eterno retorno, conocida desde la antigüedad, pertenecen a este grupo10. El acercamiento cíclico al proce-so histórico se suele combinar con el direccional, dando lugar, así a una visión espiral del pasado (cfr. Saimt-Simon, K. Kelles-Kraus ).

Las periodizaciones direccionales son típicas de las opiniones que ven un límite (como el juicio finalcristiano) al que se acerca la historia humana, nos guste o no. Este grupo incluye también las visiones sobreun progreso constante en la historia, que tiene lugar independientemente de la causa de los hechos históricosconcretos. Estos últimos fueron, en particular, los acercamientos iniciados por los historiadores en la épocade la ilustración, que se oponían a los modelos teológicos anteriores. Un ejemplo es CH. Ellwood, quepensaba que el desarrollo de la humanidad seguía una parábola: desde el nivel de la vida animal hasta elpleno triunfo de la razón11. Entre las periodizaciones más antiguas de este tipo hay que mencionar la divisiónen periodos realizada por San Agustín, que mencionaba cinco épocas anteriores a la venida de Cristo, y lasexta, que comenzaba en ese momento, e iba a terminar, como se interpretó más tarde, con el juicio final. Laauténtica historia de la humanidad, por tanto se veía como algo inmutable y homogéneo.

Las periodizaciones direccionales están bastante caducas hoy en día. El tipo actualmente dominante es elde las periodizaciones irregulares, que no imponen ningún esquema geométrico. Las periodizaciones irregu-lares se pueden aceptar para periodos más cortos por parte de aquellos que están a favor de las cíclicas o lasdireccionales en relación con la totalidad de la historia humana.

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7. Sobre la edad media, ver T. Manteuffel, Sredniowiecze powszechne, Varsovia, 1961, Introducción. Ver también H. Sée, “la división de l’histoireen périodes”, de Revue de la Synthese Historique, vol. XLVI, serie XVI, París, 1926, páginas 61-67; cita a E. Troeltsch ( Der Historismus und seineProbleme, Tubinga, 1922 ), que sostiene que la periodización refleja la filosofía de valores de un historiador concreto. Sée piensa que la periodizacióncontribuye a explicar los hechos. Así, la opinión de que la periodización juega un papel en las interpretaciones históricas ha ido ganando terreno en lasdiversas escuelas de historiografía. Se encuentran muchas observaciones sobre la periodización en E.Callot, Ambiguites et antinomies de l’histoire,París, 1962, págs. 109-116.

8. E. Huntington, The Pulse of Progress, Nueva York, l926.

9. S. Kurowski, Historyczny prces wzrostu gospodarczego (El progreso histórico del crecimiento económico), Varsovia, l963, pág. 373.

10. Cfr. M. Eliade, Le Mythe de l’ éternel retour, París, l949. Las mismas cuestiones, aunque en un contexto ligeramente diferente, son tratadas por S.Ossowski, “Prawa” “historyezne” W socjologii (Leyes “históricas” en sociología), Przeglad Filozoficzny, Vol. XXXVIII, l935, Págs. 3-32.

11. Esta idea es analizada por S. Ossowski, op. cit., págs. 3-12.

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Las periodizaciones irregulares se caracterizan por una estrecha unión de los periodos que se distinguencon los hechos históricos específicos . Estos hechos son complejos y suelen seguir curvas poco regulares, queesas periodizaciones intentan mostrar (por supuestos, con aproximación). Estas prriodizaciones pueden va-riar grandemente según el factor que determina una división concreta en períodos. En las síntesis históricasanteriores, solía ser el factor político (la historia política de un estado) la que salía a relucir. La atenciónprestada por los fundadores del marxismo al factor económico lo integraba plenamente como un elemento delprocedimiento de periodización. Los historiadores marxistas han llegado a considerarlo como el factor fun-damental de periodización, pero que sólo sirve para la división de la historia humana en sus etapas básicas;respecto a períodos más cortos, se usan en la misma medida otros factores, especialmente el político.

La división en los pasos fundamentales del desarrollo de la humanidad procede de las leyes básicas deldesarrollo social, y da lugar a la tipología de formaciones socioeconómicas analizada en el capitulo XIII12.En este sentido, las formaciones socioeco-nómicas forman el esbozo principal de las periodiza-ciones delproceso histórico. Las divisiones dentro de las formaciones (o sea, las divisiones en períodos en el sentidomás estricto del término) se suelen relacionar con los pasos generales del desarrollo interno de una formaciónconcreta en el territorio en cuestión.

En general, los criterios de periodización son uno de los principales índices de las construcciones sintéti-cas, configurándose estas últimas, como sabemos, también, por un uso adecuado de los criterios territorialesy objetivos.

5. Alcance territorial y objetivos y clasificación de los tipos de investigación

La división en unidades territoriales concretas abarcadas por la investigación puede ser también conven-cional u objetiva: por ejemplo, puede tener en cuenta los distintos administrativos o algunas otras regiones,diferenciadas de algún modo. En la practica, las divisiones convencionales aplicadas al territorio son muchomenos criticadas que las aplicadas al tiempo. La unidad básica territorial que se suele estudiar es un estado ouna nación en su alcance territorial. Esto produce diversas historias de naciones, que pueden ser más o menosintegrales si abarcan toda la historia, es decir, quizás, todos sus aspectos, o especializadas, cuando abarcanun solo aspecto de la vida de una comunidad nacional dada en el pasado (por ejemplo, la historia económicade Polonia). Si la aproximación trasciende las fronteras de un estado o los límites de un territorio habitadopor una nación, adquiere un carácter universal. Es un área mayor, por ejemplo, un continente o todo elmundo, lo que se convierte en la unidad geográfica abarcada por el estudio. Si sólo se estudia una parte de uncontinente o un estado, nos encontramos ante la historia regional. Los criterios para distinguir una regiónconcreta pueden ser de varios tipos, según las exigencias de la investigación. Pero adviértase que una delimi-tación errónea de una región puede tener efectos negativos en los resultados del estudio. La historia regionalincluye, por ejemplo, el estudio de los territorios relacionados con el mar báltico, la zona de la cuenca delmediterráneo, los balcanes, etcétera. Los estudios relacionados con la historia de la gran Polonia, la picardia,Cataluña o Bietorrusia Oriental también se incluyen en la categoría de los estudios regionales.

Las monografías regionales se pueden caracterizar por un acercamiento integral o especializado. En elcaso de la historia económica regional los historiadores deben servirse, más que en otros estudios, de losresultados de los estudios de los geógrafos económicos que se ocupan de las regiones.

El historiador debe tener en cuenta que no puede separar la historia universal, nacional y regional. Altrabajar en un estudio de historia nacional o regional debe darse cuenta de que es parte de un estudio dehistoria universal. El acercamiento comparativo debería ser una condición sine quanon en la investigaciónhistórica. Al mismo tiempo, al trabajar en la historia universal o nacional, debe tener una opinión bienfundada sobre la regionalización del territorio cuya historia está estudiando. En este sentido, los historiadores

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12. Podemos hablar de una teoría de la formación socio-económica sólo si nos referimos a un mecanismo de transición de una formación a la siguiente.Si sólo nos encontramos con una enumeración y descripción de las diversas formaciones (quizás en el orden en el que se suelen suceder), sólo podemoshablar de su tipología.

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deberían mejorar su conocimiento no basado en fuentes, ya que tienen mucho que completar en esta cuestión(especialmente en el área de la historia económica).

Las aproximaciones efectuadas hasta ahora pecan de un tratamiento demasiado general de los territorios.Ocurre, muy a menudo, que las ideas basadas en la región mejor conocida dominan un estudio sintético. Lassecuencias genéticas y las diversas generalizaciones se caracterizan, muchas veces, por un acercamientounilateral, que es típico, en particular, de los estudios de grandes sistemas a lo largo de grandes períodos.

La fragmentación objetiva de los datos también está muy relacionada con el concepto de síntesis de unhistoriador concreto, con su modo de unir los hechos en todos más amplios y con importancia que atribuye adiversos hechos. Sin extendernos en los problemas de la división geográfica y objetiva de los datos, señalare-mos los principales tipos de síntesis, basando la clasificación a la vez en el criterio geográfico y objetivo. Nosencontramos con dos tipos:

1) Aproximaciones microsintéticas

2) Aproximaciones macrosintéticas

Una microsíntesis es el resultado final de los estudios microanalíticos. Por otro lado, sin embargo, losestudios microanalíticos, como el estudio de los presupuestos familiares, puede servir de base para unamacrosíntesis, como una descripción de todo un grupo social.

El acercamiento microsintético es una respuesta a una pregunta básica de investigación sobre un elementoaislado que no se puede descomponer o sobre pequeños sistemas sociales. En el primer caso, un estudio sepuede centrar en un solo objeto material (pero visible en el asentamiento de un determinado sistema social, yaque, de otro modo, no nos encontraríamos ante un estudio histórico) o en un individuo como miembro de lasociedad. Como ejemplos de estudios sobre un solo objeto, podemos mencionar numerosos estudios sobre lahistoria del arte que analizan una obra concreta (por ejemplo, el altar de Wit. Stwosz en Cracovia o la puertade la catedral de Gniezno), sobre arqueología, sobre la historia de la cultura material. Esto también vale paralos estudios que se refieren a una serie de objetos similares, pero en los que el centro de gravedad no está enel análisis de los propios objetos, sino en el estudio de su papel en un determinado sistema social más amplio.Estos estudios se pueden ocupar no sólo de objetos materiales, sino también de elementos de la culturaespiritual ( por ejemplo, el estudio del canto gregoriano en la Polonia medieval).

Las monografias sobre personas son ejemplos de estudios centrados en individuos como miembros de lasociedad. Estos estudios microsintéticos pueden ser de naturaleza muy distinta, según la atención dedicadapor el investigador a la persona en cuestión y a los sistemas (grandes o pequeños) en los que vivía esapersona. Si se limita solo a la persona, escribe una biografía, que se puede considerar de varias formas. Unbuen ejemplo de este acercamiento son las entradas incluidas en los diccionarios biográficos [por ejemplo,Polski Slownik biograficzny (diccionario biográfico polaco)], y malos ejemplos, los artículos conmemorati-vos13, etc. Las biografías modernas prestan cada vez más atención a los sistemas en los que actuaba unindividuo, para mostrar la influencia que un sistema concreto tuvo sobre ese individuo y también la influen-cia que ese individuo tuvo sobre el sistema.

En todos estos casos, el individuo se considera como un elemento del sistema14. No está claramente esbo-zado el concepto de sistema social pequeño, que es, junto a los objetos e individuos aislados, la segundamateria de los acercamientos microsintéticos. No hay duda de que una familia, el taller de un artesano, eincluso un pueblo, son sistemas sociales pequeños; ¿pero entra en esta categoría , especialmente una grande?Para definir, por lo menos aproximadamente, el alcance del concepto de sistema social pequeño, tenemos quediferenciarlo del de grupo social, concepto muy corriente en sociología. Solo se llamarán sistemas sociales

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13. El método biográfico en sociología fue tratado por J. Szezepancki; erf. “Diebiographische Methode”, en Handbuch der empirischen Sozialforschung,edición cita, págs. 551-569, donde se encuentran también las principales obras sobre la materia.

14. En la historiografía polaca tenemos un ejemplo de monografía moderna en el libro de A. Kersten sobre Stefan Czarniecki (Varsovia, l963). Su obradio lugar a una interesante discusión sobre las monografías de individuos.

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aquellos grupos que son todos funcionales y en los que el funcionamiento de los diversos elementos estárelacionado, de modo que esos elementos no pueden existir aisladamente. Un sistema puede ser pequeño ogrande de acuerdo con el punto de referencia. Un pueblo es un sistema grande en comparación con una solagranja, pero es pequeño en comparación con la sociedad entera.

Por tanto, si una persona quiere averiguar con qué sistema social se encuentra, debe buscar la respuesta aesta pregunta15. Las monografías sobre plantas industriales, pueblos, instituciones sociales (por ejemplo,organismos de caridad), instituciones políticas (por ejemplo, el Parlamento), instituciones educativas (porejemplo, una escuela concreta), instituciones culturales (un determinado teatro), etcétera, son ejemplos deresultados de los estudios, sobre sistemas sociales pequeños. Como en el caso del estudio sobre individuos,los análisis de pequeños sistemas sociales se pueden relacionar, en diversos grados, con el estudio de sistemasmás amplios, de los que son elementos los más pequeños16.

El acercamiento macrosintético se ocupa de sistemas sociales grandes. Esto incluye estudios integrales dedichos sistemas (por ejemplo, monografías sobre ciudades grandes, estados o grupos de estados), estudios deciertos elementos en sistemas concretos (por ejemplo, el estudio del comercio como una rama de la actividadeconómica; la cuestión campesina en el levantamiento de 1863 en Polonia; la idea universalista en la Europamedieval; la participación de las tropas polacas en la segunda guerra mundial, etcétera), y análisis de lainfluencia que determinados factores externos tuvieron en un sistema concreto (por ejemplo, las influenciasorientales en el arte europeo del siglo XVIII ).

Los mejores ejemplos de acercamiento macro-sintéticos son los estudios sobre toda la historia de unestado concreto durante un período extenso [por ejemplo, Dzieje Niemiec do poezatku ery nowozytnej (histo-ria de Alemania hasta el comienzo de la Edad Moderna), de K. Tymieniecki, Poznan, 1948], o sobre unaserie de estados [ por ejemplo, Sredniowiecze powszechne (historiador medieval universal), de T. Manteuffel,Varsovia, 1961, que presenta una síntesis de historia europea; Historia Powsezechna 1789-1870), de M.Zywezynski, Varsovia, 1964 ], o los amplios estudios sobre la historia universal publicados en muchospaíses.

15. Sobre los sistemas sociales pequeños, ver R. Redfield, The little Community, Chicago, l955, y también J. Topolski, “Problemy metodologicznemonografieznych badan wsi” (Problemas metodológicos de los estudios monográficos sobre pueblos), Kwartalnik Historii Kultury materialnej, núm.2, l966.

16. Para un tratamiento amplio de la materia, ver B. Lesnodorski, Jacobini polscy (Los jacobinos polacos), Varsovia, l963. El grupo que estudia,obviamente, formaba un sistema social pequeño, pero Lesnodorski lo muestra en el contexto de muchos sistemas mayores. En tal caso, un acercamientoaparentemente microsintético se hace macrosintético.

Construcción y síntesis

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La naturaleza y los instrumentos de laLa naturaleza y los instrumentos de laLa naturaleza y los instrumentos de laLa naturaleza y los instrumentos de laLa naturaleza y los instrumentos de lanarración históricanarración históricanarración históricanarración históricanarración histórica

en Metodología de la historia, CapítuloXXIII, Ediciones Cátedra,Madrid, 1991, pp. 239-506.

1. El problema de la narración en la metodología de las ciencias

El problema de la narración surge cuando pasamos de las consideraciones sobre la metodología pragmá-tica, centradas en los procedimientos de investigación, a la reflexión sobre los resultados de la investigación(es decir, reflexiones apragmáticas). En muchas ciencias, una respuesta a una pregunta concreta de investi-gación adopta la forma de una estructura verbal coherente y completa. Esa estructura verbal podría llamarsenarración, aunque el término puede resultar chocante aplicado a ciertas disciplinas. A pesar de las diferen-cias en las estructuras de las narraciones en las diversas ciencias, toda narración es un informe sobre losresultados de la investigación, es decir, una secuencia coherente de afirmaciones sobre hechos específicos.

Desde ese punto de vista no hay diferencia entre la historia y la geología, pero tampoco entre la historia yla física o la musicología. Un físico, un musicólogo y un historiador deben informar igualmente sobre losresultados de su investigación, conducida por distintos métodos, en un cierto orden que se acepta en susrespectivas disciplinas. Esto significa que deben componer ciertos fragmentos para formar un todo legible(que se puede mostrar como legible sólo para aquellos que conocen el lenguaje específico de una disciplinaconcreta), en el que los resultados de la propia investigación, el propio conocimiento y algunos resultados delas investigaciones conducidas por otros se mezclan en un informe estructurado de la mejor forma posible.

Lo que en la metodología pragmática se puede interpretar como establecimiento y explicación de loshechos y como síntesis del trabajo, en la metodología apragmática adopta la forma de narración (comoformulación de narraciones). La narración ofrece numerosos problemas. Se puede decir que, analizando lasnarraciones, es decir, los sistemas de afirmaciones que forman respuestas a las preguntas planteadas en lainvestigación, conseguimos definir el lugar de una disciplina concreta en el sistema de las ciencias. Por tanto,el problema de la narración es una cuestión crucial en la metodología apragmática de las ciencias y, delmismo modo, en la metodología apragmática de la historia.

Al analizar las narraciones tenemos que tener en cuenta los tres grupos siguientes de problemas:

1) Tipos de narraciones (en una disciplina concreta);

2) Instrumento de la narración;

3) Elementos de la narración

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Se tratarán en relación con la narración en la investigación histórica y los relatos históricos (como pro-ductores de la narración), comenzando por las características generales de las narraciones históricas.

2. Narraciones históricas frente a narraciones en general

Algunos autores se inclinan a ver la tendencia a describir el curso de los acontecimientos como la caracte-rística que diferencia las narraciones históricas de las narraciones en otras muchas disciplinas, donde laposible descripción de los hechos está subordinada a la tarea de formular o rechazar teorías. Esta postura,aunque refleja las prácticas reales de la mayoría de los historiadores, no es correcta, por que entre las muchasclases de narraciones históricas podemos distinguir narraciones que se subordinan a ciertas tareas teóricas.Por ejemplo, la rebelión campesina dirigida por Wat Tyler se puede analizar no por pura curiosidad histórica(¿qué ocurrió?), sino en relación con un estudio de la teoría de las rebeliones campesinas o de la lucha declases en general. En estas narraciones, la descripción sólo es un componente de un todo. Pero hay queadmitir que las afirmaciones teóricas claramente formuladas no son un elemento necesario de una narraciónhistórica. Tampoco son un elemento necesario de una narración en el área de ninguna disciplina empírica:hay estudios de física que sólo describen ciertos hechos; del mismo modo, un químico puede producir undocumento en el que se limite a describir una reacción química o un astrónomo, un documento en el quedescriba los movimientos de un planeta. Por supuesto, nos referimos aquí a narraciones hechas por investiga-dores individuales y no a narraciones en general, ya que, en este ultimo caso, las referencias a la teoría sonindispensables en la física, la química y la astronomía. Pero incluso la investigación histórica, especialmentela que nos gustaría tener en un futuro próximo, debe buscar narraciones que incluyan componentes teóricos.Una narración interpretada como las series de respuestas a una pregunta concreta de investigación en unadisciplina dada es inconcebible sin relacionarse con una teoría1.

Puesto que tanto la descripción como un componente teórico (o la referencia a una teoría dentro de lamisma disciplina) son condiciones necesarias de cualquier narración científica (considerada de modo gene-ral, y no desde el punto de vista de un investigador concreto), esto significa que dichas condiciones no bastanpara caracterizar las narraciones históricas de un modo más preciso. Son condiciones necesarias pero insufi-cientes. Entonces, ¿qué elemento juega el papel de la condición que basta para considerar una narracióndeterminada como histórica si, como hemos visto, una descripción y una referencia a la teoría no bastan porsi solas para dar a una narración la naturaleza histórica?.

Ese elemento debe hallarse en el tiempo (para usar una formulación muy general), que también es unacondición necesaria de una narración histórica. Por tanto, podemos sugerir las siguientes característicasbásicas de las narraciones históricas:

1) Condiciones necesarias: descripción de hechos; referencia a una teoría; referencia al tiempo;

2) Condición suficientes: referencia al tiempo;

3) Condición necesaria y suficiente: referencia al tiempo.

No hay historia son el elemento tiempo ( y esto no sólo ocurre con la historia humana, sino también con lahistoria natural). El tiempo es el factor que da a la historia su sentido de existencia y su fuerza vital. Eltiempo en la investigación histórica fue tratado más ampliamente al reflexionar sobre el concepto histórico(capítulo X). Pero entonces se puso más énfasis en la naturaleza relativa del tiempo en la historia y en ladirección de su curso, y aquí nos interesa más el aspecto del tiempo que difiere del tratamiento que se le da enlas ciencias no históricas.

El tiempo al que se refieren los historiadores no es el tiempo en general, que se podría llamar tiempo puro2

(que puede definirse suficientemente por los conceptos de duración momentánea y sucesión ), sino el tiempo

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1. Sobre las narraciones históricas con importancia teórica, ver A. Danto, The Analytical Philosophy of History, págs. 133-134.

2. Esto no quiere decir que el tiempo se considera como algo que existe aparte de una realidad intemporal. Ver J.Topolski, “Czas w narracji historycznej”(El tiempo en la narración histórica), Studia metodologiczne, núm. 10, 1973, páginas 3-23.

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fechado, en cuyo caso tenemos que indicar algún lugar en la escala cronológica. En ese tiempo fechado el queda a las narraciones históricas su rasgo único: sitúa cada una en su espacio de tiempo adecuado, dentro de laescala temporal, y le imprime la dirección que se ajusta al curso del tiempo3. Aunque no necesitemos, pordiversas razones, seguir la dirección del curso del tiempo al construir una narración (esto es lo que ocurre enel caso del método regresivo) en última instancia, la dirección del curso del tiempo da una orientación a esanarración, como recordando que es inseparable de la historia. A pesar de los éxitos que se esperaban de lainvestigación histórica teórica, centrada en la formulación de teoremas, la propia historia desaparecería si seseparara del concepto del tiempo.

En comparación con muchas otras ciencias, las disciplinas históricas están muchísimo más saturadas deltiempo fechado. Aunque el tiempo fechado se puede encontrar en otras disciplinas, no es, ciertamente, ningu-na peculiaridad suya. Cuando un físico dice que la luz viaja a unos 300.000 kilómetros por segundo, norelaciona ese proceso con la escala temporal, y cuando hace un experimento que implica la medición deltiempo, dice que un proceso determinado comenzó en un momento t0 y terminó en un momento t1, y, portanto, utiliza el tiempo fechado, pero inmediatamente, como si dijéramos, lo olvida, y sólo permanece intere-sado por el espacio entre t0 y t1. Por tanto, en última instancia, usa el tiempo en general y no un tiempofechado. Se puede ver fácilmente que, un historiador dice que “la primera partición de Polonia tuvo lugar en1772” o que “la Segunda Guerra Mundial duró desde el 1 de septiembre de 1939 hasta el 9 de mayo de1945”, se interesa por el tiempo de un modo distinto al del físico: especifica la fecha de la primera particiónde Polonia y la fecha del comienzo y el final de la Segunda Guerra Mundial. A veces, no sólo los historiado-res utilizan el tiempo fechado, sino también los paleontólogos, geólogos, paleo-zoólogos, botánicos que seinteresan por los cambios en el reino vegetal, etc. Como resultado de sus investigaciones, todos ellos fabricannarraciones históricas. Mientras que un representante de las ciencias no históricas puede usar tiempo fecha-do, los historiadores, a veces, usan el concepto de tiempo en general. Esto ocurre, por ejemplo, cuando unhistoriador dice que en el siglo XVIII los campesinos polacos estaban obligados a aportar trabajo servil tresdías por semana. Se puede advertir inmediatamente que el tiempo histórico “en general” se refiere aquí a unespacio de tiempo marcado en la escala cronológica. Por tanto, la generalidad del tiempo tiene una naturalezarelativa. El tiempo en general sólo aparece, en las narraciones, en afirmaciones estrictamente generales,explícitas o implícitas.

3. Tipos de narraciones históricas científicas. Literales de crónicas frente a historiografía

La referencia al tiempo, que basta para distinguir las narraciones históricas entre todas las narraciones,no basta para caracterizar las narraciones históricas científicas. No toda secuencia fechada (explícita o im-plícitamente) de afirmaciones sobre el pasado podría clasificarse como producto del proceso investigador deun historiador, ni incluirse, por tanto, en la categoría de conocimiento histórico científico. Pero ¿dónde debe-mos trazar la línea de división entre las narraciones científicas y las que no cumplen la anterior condición?.Parece que podemos comenzar nuestra búsqueda de respuestas a esta pregunta en la distinción entre literatu-ra, crónicas e historiografía, o, en otras palabras, entre las narraciones de los cronistas y narraciones históri-cas, distinción que se encuentra en algunos estudios de filosofía de la historia.

Las narraciones históricas, excepto las narraciones históricas corrientes, que no son productos de la in-vestigación estudiosa y que no nos interesan aquí, puede identificarse, a su vez, con las narraciones históricascientíficas.

La conocida distinción de B. Croce entre la literatura de crónicas y la historiografía4 no es lo suficiente-mente precisa como para permitirnos describir su postura con claridad. En cualquier caso, en su opinión, lahistoriografía es informar sobre los hechos que nos interesan (de modo que toda la historia es historia actual),

La naturaleza y los instrumentos de la narración histórica

3. Cfr. N. Rotenstreich, “Hisorical Time”, en Between Post and Present, New Haven, 1958, págs. 5l-134. Las observaciones del presente autor difierenen cierto modo de la opinión de Rotenstreich, que explica el curso del tiempo en términos causales. Ver también G. Simmel, Problem der HistorischenZeit, Berlín, 1916. Rotenstreich, que considera el tiempo histórico como una concreción del tiempo en general, no está de acuerdo con Simmel, quesostiene que el tiempo en la historia es una determinada relación entre los hechos, mientras que la historia como un todo es temporal.

4. Cfr. Theories of History, pág. 78 (que incluye una sección de Teoría e práctica della storiografía). Ver también A. Danto, op. cit., pág. 116.

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mientras que una crónica, aunque esté escrita de modo contemporáneo, es “historia muerta”, que informasobre hechos históricos, sin relacionarlos con nuestros intereses.

Esto puede interpretarse de modo que B. Croce ve la diferencia entre la literatura de crónicas y lahistoriografía en el problema de la selección.

W. H. Walsh5 distingue las narraciones simples de las significativas, y cree que la investigación históricase puede concebir de dos maneras.

A.Danto6 tiene razón al señalar que una narración (interpretada como resultado de la investigación de unhistoriador) puede ser sólo significativa, de lo que se deduce que las narraciones simples de Walsh debenconsiderarse como crónicas. Es cierto que Walsh cree que era precisamente el programa de una narraciónsimple lo que Ranke incluyó en su famosa formulación que exige “una descripción exacta de lo que ocurrió”(y así es como define Walsh las narraciones simples), pero se puede demostrar fácilmente que minusvaloró elprograma el programa de Ranke al atribuirle el rechazo de las narraciones significativas. Si especificamoslos siguientes significados posibles (aunque no son todos) de las narraciones históricas: pragmático, teórico,genético y explicativo7, sería correcto decir que Ranke sólo se oponía a las narraciones pragmáticas (aunque,como hemos dicho, en la práctica no las evitaba) y no se interesaba por las narraciones teóricas, peroprestaba atención especial a la reconstrucción de las secuencias genéticas, es decir, agrupaba los hechos porsu importancia en esas secuencias y, por tanto, no quería romper con la narración significativa, que, despuésde todo, da sentido a la labor de un historiador.

Pero ni la selección de los hechos ni el rebasar la exacta definición de Walsh (dos características que estánestrechamente relacionadas) abarcan la diferencia entre una crónica y una narración histórica científica.Evidentemente, podríamos elaborar el concepto de Cronista Ideal (C. I.)8 y atribuirle una serie de caracterís-ticas además de la básica; en concreto, la búsqueda de una información verdadera de los sucesos, es decir, unregistro indiscriminado de los sucesos observados, que da lugar a una narración que no tiene significaciónmás que como una descripción de los hechos tal y como ocurrieron. El producto de esa operación estaría muylejos de lo que realmente sucede. No podemos ni imaginar un C. I. como ése, porque todo acto cognoscitivoimplica una selección. Incluso el registro del suceso más simple (y un C.I. no puede registrarlos todos) en unacto selectivo. No podemos, por tanto, privar a un C. I. de la facultad de seleccionar, de donde se deduce queno podemos imaginar una crónica escrita por un C. I. que no vaya más allá de una simple descripción. Hastael registro de un suceso en algunos anales va más allá de la sola descripción: un anal sólo transmite informa-ción sobre algunos sucesos, es decir, sobre los sucesos que un cronista creyó suficientemente importantes(“significativos”). Ni siquiera la elaboración de un C. I., si no queremos que sea totalmente artificial, puedesuponer que un C. I. fabrica una descripción exacta, y sólo una descripción exacta. Y sin embargo, pareceque la línea fronteriza entre la literatura de crónicas y la historiografía, si un C. I. está dotado de la facultadde seleccionar, hay que buscarla en alguna otra parte, lo cual significa que la selección no basta, por si sola,para dar a una narración histórica la categoría de científica. En lugar de elaborar un C. I., elaboramos elconcepto de Cronista Real (C. R.) e intentaremos enumerar las características que puede tener y las que,necesariamente, puede tener. Podemos imaginar que un C. R. no sólo busca la verdad y elabora un informeselectivo, sino que además intenta (en lo posible) explicar los sucesos que describe, ordenarlos en secuenciasgenéticas (por supuesto, no más largas que el período de sus observaciones) e incluso puede interesarse porsus aspectos teóricos, como demuestran las obras de Ibn Khaldun9. Un C. R., evidentemente, describe sólo loque tiene lugar durante su vida y lo que puede registrar por si mismo, aunque sea indirectamente basándoseen los relatos de sus contemporáneos. Limitar a un C. R. a sus propias observaciones sería solamente unaficción muy lejana de los hechos.

Se puede ver que incluso un C. R. muy inteligente y perfectamente cultivado tiene, necesariamente, uncampo de visión muy reducido, teniendo en cuenta que registra los hechos corrientes (que, después de todo,es el significado de la palabra cronista). Como esta limitación no vale para un historiador, sólo este último

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5. W. H. Walsh, Introduction to the Philosophy of History, Londres, 1951, página 31.

6. A. Danto, op. cit., págs. 116 y ss.

7. Esta distinción es hecha por A. Danto, op. cit., págs. 123 y ss.

8. En A. Danto (pág. 149), el concepto de Cronista Ideal tiene un sentido diferente.

9. Pero si tenemos en cuenta toda su producción lo llamaríamos más bien un historiador.

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tiene oportunidad de fabricar narraciones históricas científicas. La limitación del campo de visión de un C.R., que es la línea diferenciadora entre la literatura de crónicas y la historiografía, resulta del hecho de que unC. R., una vez que ha registrado un suceso no sabe lo que sucede a continuación, y no sabe sus consecuen-cias. Por supuesto, un C. R. puede describir hechos pasados (es decir, pasados respecto a su situación en eltiempo), cuyos efectos, hasta cierto punto, puede valorar, pero entonces deja de actuar como un cronista ycomienza a actuar como un historiador. Por tanto, un C. R. no había podido escribir en 1454 que la Guerrade los Trece Años acababa de comenzar (una guerra entre Polonia y la Orden Teutónica), o registrar, el 22 deabril de 1870, que ese día había nacido Vladimir Lenin, dirigente de la Revolución de Octubre.

Un historiador, por el contrario, al escribir la historia de la Guerra de los Trece Años o una biografía deLenin, utiliza su conocimiento de ese hecho total desde el principio de su narración. Escribe, por tanto, comosi dijéramos, bajo la carga de ese conocimiento o, en otras palabras, desde la perspectiva de un sucesopasado. Sabemos perfectamente que el concepto de “hecho vital” (un sistema) es relativo, ya que los sistemasmás pequeños son elementos de otro más amplios, que, a su vez, son elementos de macrosistemas, etcétera(ver capítulo X), pero, ex post facto, se suele saber dónde trazar el límite de un hecho, aunque estos son losproblemas más discutidos entre los historiadores. En la investigación histórica, sólo un hecho pasado puedeser materia de análisis científico; por tanto, cuanto más in statu nascendi esté todavía un suceso descrito,más se parecerá un historiador a un cronista. Para un historiador, la perspectiva temporal es una condiciónnecesaria para abarcar el desarrollo de sistemas concretos, es decir, sus relaciones que indican sus papelesrespectivos en el proceso histórico. No podemos analizar científicamente un suceso, no sólo antes de quetermine, ni siquiera antes de que produzca resultados.

Para el C. R. el futuro es algo desconocido; como mucho, puede prever de algún modo el curso de losacontecimientos, lo cual puede añadir un tinte especial a su crónica, pero su predicción no puede sustituir alconocimiento de lo que ocurrió más tarde. Ese conocimiento, que es patrimonio del historiador, constituye laprincipal diferencia entre un C. I. y un C. R., por un lado, y un historiador, por otro, y por tanto, también,entre la literatura de crónicas y la historiografía. Una crónica está necesariamente escrita desde la perspecti-va de un topo, mientras que la historia debe escribirse desde el punto de vista de un águila. Esta metáfora, porsupuesto, no pretende minusvalorar la importancia de las crónicas o exagerar el papel de la historiografía:sólo quiere mostrar las condiciones reales. En este sentido, hay que mencionar a algunos historiadores que seaprovechan de las oportunidades que les ofrece su perspectiva temporal en muy pequeño grado, y construyensus narraciones como si no conocieran el curso posterior de los acontecimientos; con ello actúan más comocronistas que como historiadores; se interesan más por los hechos que por su significado histórico.

Así, un historiador que va a construir una narración histórica está dotado, además de las característicasque podemos atribuir a un C. R., de la posibilidad de utilizar la dimensión temporal, mientras que un C. R.ve, como si dijéramos, todo al mismo nivel.

En este punto es indispensable referirnos a nuestro concepto de conocimiento no basado en fuentes. Es eseconocimiento el que permite, principalmente, que un historiador utilice la dimensión temporal. Cuanto mejory más completo sea su conocimiento no basado en fuentes, mejor cumplirá sus tareas en una narraciónhistórica científica. Los análisis metodológicos más antiguos, que no usaban el concepto de conocimiento nobasado en fuentes, no estaban en posición de definir más estrictamente la diferencia entre literatura de cróni-cas e historiografía. Evidentemente, el conocimiento basado en fuentes (relativo en sentido efectivo), queilumina un hecho concreto, participa también, plenamente, en la utilización, por parte del historiador, de superspectiva temporal.

He aquí un ejemplo de utilización de la perspectiva temporal sobre la base de un conocimiento históricono basado en fuentes y amplio: “En comparación con las corrientes que había en Italia o Alemania, o en losPaíses bajos, la vida inglesa estaba económicamente atrasada. Pero incluso sus lagunas estacadas fueronrevueltas por los remolinos y torres del torbellino continental. Cuando Enrique VII llegó al trono, la organi-zación económica del país difería poco en la época de Wycliff. Cuando murió Enrique VIII, lleno de años yde pecados, se podía distinguir ya algunas de las principales características que iban a diferenciarlos hasta lallegada del vapor y de las máquinas aunque todavía débilmente. La puerta que seguía cerrada era la de laexpansión colonial, y cuarenta años más tarde comenzaron los primeros experimentos de la expansión colo-nial”10. R.H. Tawney describe así la situación económica en Inglaterra en el momento de la ascensión de

La naturaleza y los instrumentos de la narración histórica

10. R. H. Tawney, Religión and The Rise of Capitalisn, págs. 70-71

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Enrique VII (1458-1509) al trono, y valora su lugar en el desarrollo económico de Inglaterra; para ello,utiliza explícitamente su conocimiento sobre los tiempos que vinieron más tarde. Es evidente que estas refe-rencias no siempre son explícitas; basta con que la narración, globalmente, esté escrita de una perspectivatemporal específicas. Más aún, el mismo hecho de que los historiadores emprendan ciertos estudios muestraque están convencidos de la necesidad de tales estudios, y eso, a su vez, es un resultado de la valoración de laimportancia de determinados hechos en el proceso histórico.

Consideremos ahora un texto que se ocupa de hechos con un alcance temporal menor que los tratados porTawney en el pasaje mencionado anteriormente. H. Madurowicz, al investigar los precios de los cereales enla parte occidental de la Polonia Menor en la segunda mitad del siglo XVIII, escribió: “En 1785 comenzó unarápida alza. (...) Los precios que subieron más fueron los del trigo, centeno y cebada; se doblaron en loscuatro años siguientes. (...) Ya en 1789 se observó una caída de los precios (...), pero los precios no bajaronhasta el nivel de 1780-1785, y su caída no duró mucho. Los precios en 1792, cuando eran más bajos, eran un50 por 100 más altos que en una baja similar durante 1780-1785”11. Aunque ciertos hechos del mismo tipo seregistran aquí año por año, por orden cronológico, se puede advertir que un cronista que hubiera estadohaciendo sus informes en 1785 no habría podido escribir en ese momento que había comenzado una rápidaalza, que los precios se habían elevado al máximo durante los cuatro años siguientes y que en 1792 habíavisto la mayor caída de precios, etcétera. Aquí, también, la narración se construye desde la perspectiva de unconocimiento bastante completo de los hechos en cuestión.

La perspectiva temporal es el criterio más general que diferencia las narraciones históricas de las cróni-cas. Otros criterios, secundarios, definen los tipos de narración. Adviértase que estos tipos han sido amplia-mente tratados en la segunda parte de este libro, donde se distinguieron la narración pragmática, crítica,erudita-genética, estructural y dialéctica.

4. Imaginación histórica

La elaboración de narraciones históricas, es decir, narraciones con una perspectiva temporal, requiere devarios instrumentos, que son componentes o funciones del conocimiento no basado en fuentes. Entre estosinstrumentos están, en primer lugar:

1) Imaginación histórica;

2) Lenguaje;

3) Clasificación y ordenación de conceptos;

4) Deducción contra-objetiva.

La imaginación histórica, que interviene es la construcción de síntesis y en la narración, es decir, en laconstrucción de narraciones como manifestación externa de los resultados de la investigación histórica, tieneque estudiarse aún en detalle. De cualquier forma, es sabido que una serie de hechos establecidos y de expli-caciones propuestas no bastan para la construcción de una narración coherente. Si se quiere convertir todoeso en un todo y verlo desde una perspectiva temporal, el historiador debe ser capaz de hacer un uso pleno delconocimiento que ha acumulado; ese conocimiento acumulado supone una cierta saturación de su memoria,que aumenta con su experiencia de estudioso y su erudición creciente (incluida la erudición en problemasteóricos). Esta capacidad consiste en relacionar el conocimiento basado y no basado en fuentes, lo cual dalugar a una visión integral más o menos clara de las estructuras. En este punto es donde se pueden manifestarla personalidad de un historiador y sus propias contribuciones al procesamiento de los datos que ha recogido.Cuando en el pasado la gente discutía si la historiografía es un arte o una ciencia, lo que veían elementos dearte en la labor de un historiador los atribuían a su imaginación y a sus contribuciones individuales al traba-jo. Esta capacidad de los estudios que eran famosos por sus amplios conocimientos se llamaba, muchas

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11. H. Madurowiez-Urbanska, Ceny zboza w zachodniej Malopolsce w drugiej polowie XVIII wieku (Precios de los cereales en la parte occidental dePolonia Menor en la segunda mitad del siglo XVIII), Varsovia, l963, pág. 60.

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veces, intuición. Este autor la llamaba más bien imaginación histórica, y la interpretaría como una funcióndel conocimiento no basado en fuentes de un historiador. Ese conocimiento no basado en fuentes, que saturasu memoria, le permite formar un cuadro más o menos apropiado de los hechos pasados que le interesan. Esecuadro, a su vez, le permite pensar constantemente, mientras elabora una narración, en el todo reconstruidoque es un reflejo de ese cuadro.

5. El lenguaje de las narraciones

El lenguaje es el instrumento fundamental de la narración. Un lenguaje incluye un vocabulario (es decir,la serie de palabras de las que están formadas las oraciones), una gramática (que establece las reglas paraconstruir las oraciones a partir de las palabras) y las funciones semánticas de las palabras, funciones queatribuyen significados específicos a las palabras y a las oraciones. Para usar un lenguaje concreto correcta-mente hay que conocer no sólo el vocabulario y la gramática, sino también sus reglas semánticas (es decir,comprender los significados de las palabras y las oraciones). En la metodología de las ciencias se hacen unadistinción entre los lenguajes naturales (étnicos) y los artificiales. La historia es una de las disciplinas queusan los lenguajes naturales. Evidentemente, esto implica grandes peligros, ya que los significados de lapalabra en los lenguajes naturales son vagos y las reglas gramaticales no evitan las ambiguedades, pero en elnivel actual del desarrollo de la ciencia sería difícil imaginar que pudiera ser de otro modo.

Esto sugiere la exigencia de que el lenguaje usado en la investigación histórica y en la historiografíadebería facilitar al máximo la comunicación entre los investigadores, por un lado, y entre los investigadoresy el público, por otro; esto también vale para las populares12. Aquí surgen dos cuestiones: el uso de palabraslo menos vagas posible, desde luego, hasta donde lo permita la materia de una narración concreta113, y el usode diversos conceptos con los significados que han sido elaborados en las disciplinas donde se usanprofesionalmente. Así por ejemplo, si un historiador usa conceptos como “grupo social” o “inversiones” debedarse cuenta de que son la materia de interés teórico de la sociología y la economía, respectivamente, y que,por tanto, puede obtener la información más precisa sobre ellos de sociólogos y economistas. La observanciade esto es una condición sine qua non de toda actividad integradora en las ciencias sociales y en las humani-dades (y no sólo en ellas, aunque en los dos grupos mencionados de disciplina la cuestión es particularmentecrucial). Por el momento, hay demasiada regligencia en estos asuntos, debido a un conocimiento no basadoen fuentes insuficientes. Por ejemplo, si un historiador confunde la propiedad con la posesión, esto muestraque carece de una educación legal fundamental. Por tanto, las exigencias planteadas al historiador son gran-des.

Un historiador no puede excusarse por no consultar a sociólogos, psicólogos, economistas, e inclusocientíficos naturales, en lo que puedan ser necesarios. La vida humana es compleja, y la aproximación delhistoriador a ella debe ser, en lo posible multilateral. La investigación histórica es un proceso integral por supropia definición, y todas sus divisiones internas son simples manifestaciones de hecho de que los investiga-dores se especializan en diversos campos, lo cual no les excluye el deber de hacer un acercamiento integral atodos los problemas.

El lenguaje de cualquier narración histórica no es sólo uno de los lenguajes naturales, sino que además esde naturaleza empírica: se descifra sobre la base de nuestro conocimiento de un código semántico-objetivoconcreto que se apoya en un sistema dedo de conocimientos empíricos14. El conocimiento del vocabulario ylas reglas de ese lenguaje y de la orientación en este sistema de conocimiento empírico es suficiente y necesa-rio para la comprensión del lenguaje de la investigación histórica.

La naturaleza y los instrumentos de la narración histórica

12. El lenguaje de las obras divulgativas es un problema importante pero aparte, que no trataremos aquí. Cfr. V. Lesnodorski, “Historia i spoleczenstwo.Problemy informacji i porozumienia” (Historia y sociedad. Problemas de información y comunicación), Kwartalnik Historyczny, núm. 3. 1965, págs.539-563. Une la divulgación del conocimiento histórico con la difusión del modo del pensamiento científico, y tanbién señala el hecho de que el problemavaría en cada país.

13. Cfr. M. Bloch, Apologie pour phistoire ou métier d’ historien, págs. 79-97.

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En las narraciones históricas, junto al lenguaje empírico, encontramos muchas veces metáforas15. Puedenser términos aislados, tales como las sinécdoques (por ejemplo, “El duque de hierro”, por Wellington) operífrasis (por ejemplo, “el autor de El Capital”, por Karl Marx) o pueden ser oraciones completas. Entre lasoraciones metafóricas (no empíricas), que se descifran según un código semántico-ficticio y las semántico-objetivo, hay que distinguir entre las afirmaciones contra-objetivas y ficticias. Las primeras discrepan de unsistema concreto de conocimientos empíricos (si se toman literalmente), pero de todas formas, cuando sedescifran, afirman algo. Consideremos, como ejemplo, este pasaje, lleno de metáforas, que entendemos bas-tante bien, e incluso mejor que si no las tuviera. “El poder económico, que en Italia había estado en casadurante mucho tiempo, estaba filtrándose por mil agujeros y bocas a Europa Occidental desde hacía un siglo;con el auge de los grandes descubrimientos, la marea llegó hasta el pecho. Cualquiera que sea su certezacomo juicio sobre la política del siglo XV, el veredicto convencional sobre su futilidad hace escasa justicia asu importancia económica. Fue en una época de anarquía política cuando las fuerzas destinadas a dominar elfuturo pusieron a prueba sus alas. La época de Colón y de Vasco de Gama fue preparada por la pacientelabor de los cartógrafos italianos y los marinos portugueses, así como la época de Crompton y Watt lo fuepor los oscuros experimentos de precursores anónimos. Lo que planteó el problema que iban a resolver loshéroes de la época fue la necesidad material”16. Lo mismo se puede decir de las siguientes afirmaciones. “Ellazo que mantenía unidas a las organizaciones laboristas y conservadoras, respectivamente (...) no eran lateoría o los principios (...), sino las permanentes hendiduras religiosas y sociales a las que los dos partidosdaban expresión política”17, y “Durante los ocho años siguientes, no sólo la rígida estructura anti-jacobina delos tiempos anteriores, sino incluso la Constitución británica, comenzaron a romperse y someterse en lugaresinesperados”18. Las anécdotas, muchas veces, funcionan como metáforas19. Sin embargo, ambas pueden sersólo añadidos que iluminen las narraciones, añadidas que sólo son legítimos cuando se han formulado lasideas básicas en el lenguaje empírico, y sin anécdotas.

Las afirmaciones sobre los héroes de las novelas de Walter Scott son ejemplos de afirmaciones ficticias,que no tienen sitio en las narraciones históricas.

Se ha preguntado muchísimas veces si la literatura histórica bebería incluir (o incluye) elementos de arte.En vista de la falta de afirmaciones ficticas, en los estudios históricos no se incluyen obras literales en elsentido total del término, pero hay muchos ejemplos de historiadores que eran magníficos estilistas, y quemuestran que la precisión científica puede ir de la mano de la belleza en el lenguaje. Pero no nos referimosaquí al estilo de muchos autores, especialmente del siglo XIX, que era pomposo y cuasi-literario, sino alestilo claro que tiene la transparencia y la simplicidad del cristal.

6. Clasificación y ordenación de conceptos

Varios conceptos sobre clasificación y ordenación son corrientes en las narraciones20. Se usan para resu-mir y ordenar nuestro conocimiento. Un concepto (término) clasificador es cualquier predicado de un argu-mento (es un hombre, es un noble, es rojo). Un predicado, por tanto, indica la propiedad atribuida es unobjeto x. Señala la serie de todos los objetos que satisfacen la función P (x) se interpreta como “x participó en

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14. J. Giedymin y J. Kmita, Wyklady z logiki formalnej teorii Kcomunicacji i metodologii nauk, ed. cit., págs. 73 y ss.

15. Cfr. J. Pelc, “Semiotic Funtions as Applied to The Analvcis of the Concept of Metaphor”, en Studies in Functional Logical Semiotics of NaturalLanguage, La Haya, 1971, págs. 142-194.

16. R. H. Tawney, Religión and the Rise of Capitalism, ed. cit., pág. 67.

17. G. M. Trevelyan, History of England, Londres-Nueva York, 1947, pág. 465.

18. Ididem, pág. 624.

19. Sobre el papel de las anécdotas, ver el interesante comentario de Soboul, op. cit., pág. 277.

20. Sobre esta cuestión, ver J. Giedymin Kmita, op. cit., págs. 210 y ss. T. Pawlowski, “Pogecia typologiczne w naukach historyeznych” (Conceptostipológicos en las disciplinas históricas), Studia Metodologiczne, núm. 3, 1967; Y. Lazari-Pawlowska, “O pojeciu typologicznym w humanisty”(Conceptos tipológicos en las humanidades), Studia Filozoficzne, núm. 4, 1958, págs. 30-53. La obra clásica (además de las M. Weber) es la de C. G.Hempel y P. Oppenheim, Der Tipusbegriff im Lichte der neuen Logik, Leiden, 1936. El concepto de tipos ideales (abstracciones) en las obras de Marxes analizado por L. Nowak en su excelente estudio U. podstaw marksowskiej metodologii nauk, Varsovia, 1971.

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la Revolución de octubre”, el contenido de P es la propiedad de participar en la Revolución de octubre.Cualquier concepto clasificador divide la serie de todos los objetos en dos subseries: la de los objetos quetienen una propiedad P concreta, y la de los que no tienen esa propiedad. El criterio de clasificación es unarelación de equivalencia definida en una serie concreta. Los predicados “tienen la misma posición legal que(...)”, “tiene los mismos ingresos que (...)”, etcétera, son ejemplos de este tipo de relaciones. Una relación deequivalencia nos permite, para volver al ejemplo anteriormente mencionado, agrupar todos los objetos en lasdos subseries: la de los participantes y la de los no participantes en la Revolución de octubre. Para ser unaclasificación debemos conocer bien la estructura de un objeto concreto, para averiguar sí se caracterizarealmente por el término clasificador implicado. Como los términos de clasificación se desarrollan gradual-mente en el curso de la investigación, lo cual significa que muchos términos que se encuentran en las fuentesdeben sustituirse por términos de clasificación modernos, la tarea de clasificar un objeto determinado comoelemento de una serie dada encuentra, muchas veces, grandes dificultades. Por ejemplo, podemos tener queconsiderar si un partido político determinado debe clasificarse como progresista o conservador, si una unidadde producción concreta es ya una fábrica o todavía el taller de un artesano, si una localidad que en una fuenteconcreta es dominada ciudad debe clasificarse como ciudad o como un establecimiento agrícola, etcétera.Esto muestra claramente que en cada caso debemos usar, mentalmente, ciertas definiciones o términos expli-cativos (los del partido político progresista, ciudad, fábrica, etcétera). Al clasificar ciertos objetos formula-mos a estas definiciones y términos explicativos nosotros mismos, o usamos unos que ya existen.

Los conceptos (términos) que ordenan una serie concreta son predicados de dos argumentos cada uno,tales como “es más alto que (...)”, “es más avanzado que (...)”, “es menos moderno (...)”, “es anterior a (...)”,etcétera. Son, por tanto, ciertos todos formados por dos partes una que es una formulación del criterio deprecedencia (en un cierto orden), y otra, el criterio de igualdad en algún aspecto. Los conceptos de ordena-ción no nos permiten dividir una serie en dos subseries, pero nos permiten ordenar sus elementos según laintensidad de una determinada propiedad. Cada uno de estos conceptos se puede describir lógicamente porlas dos funciones oracionales siguientes:

A) xPy (x precede a y en algún aspecto);

B) xIy (x es igual que y en algún aspecto).

Los términos de ordenación deben usarse muchas veces en las narraciones históricas. Si los usamos, nosinteresa principalmente si los objetos en cuestión se pueden distinguir o no respecto a una relación determina-da, por ejemplo, si a o b tienen los mismos ingresos, es decir, si se pueden incluir en la misma subserie,diferenciada por referencia a los ingresos, etcétera.

Los conceptos de clasificación y ordenación nos acercan a los conceptos tipológicos, que han sido tandiscutidos en la metodología científica.

Son conceptos (predicados) sin los que difícilmente podríamos imaginar las narraciones históricas, ni,prácticamente, todas las narraciones de las humanidades y las ciencias sociales.

T. Pawlowski, al analizar los conceptos tipológicos en la investigación histórica, dice que cada uno deestos conceptos está formado por

1) un concepto de clasificación;

2) un sistema de ordenación de conceptos relacionados con el primero.

Seria difícil, muchas veces, marcar el límite entre los conceptos de clasificación y los tipológicos. Losconceptos tipológicos (tipos) nos permiten describir el mundo, comparando ciertos fenómenos con esos tipos.Podemos distinguir dos clases de tipos ideales (y también afirmaciones que incluyen conceptos de tipo ideal).En Max Weber esos conceptos no se refieren a hechos empíricos; su papel es sólo heurístico y clasificador,ya que sirven como medidas sui generis. Por el contrario (ver capítulo XXI), en K. Marx son de naturalezarealistas (empírica): nos informan sobre el mundo empírico y pretenden ayudarnos a explicar los hechos. Seforman dejando de lado las propiedades del objeto ideal construido que, en nuestra opinión, son secundarias;llegamos así a conceptos como la democracia en general, un capitalista que actúa siempre racionalmente,

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etcétera. No hay duda de que los tipos ideales realistas pueden desempeñar más funciones en la ciencia(especialmente en la investigación histórica) que los tipos ideales instrumentales. El historiador tiene comoprincipio que, a pesar de las simplificaciones que no puede evitar, de todos modos, debe informar siempresobre el curso real de los acontecimientos.

Con lo que se ha dicho anteriormente, podemos ver bastante claro el problema de los llamados concep-tos propios de la investigación histórica21. La afirmación de que la investigación histórica, necesariamente,debe formular sus propios conceptos, parece errónea desde el punto de vista del desarrollo de la ciencia. Esmucho más adecuado exigir que los historiadores se beneficien de los logros de otras disciplinas. Esto vale,sobre todo, para los términos que podrían llamar ahistóricos: grupo social, producción, inversiones, dinero,cultura, revolución, máquina, clima, conducta, auto-regulación social, sistema, etcétera. Otra cosa es lo quesucede con los términos que se llaman históricos. Estos conceptos suelen elaborarse por parte de los propioshistoriadores, que promocionan así datos para los estudios de los conceptos ahistóricos. Los conceptos histó-ricos (es decir, los conceptos propios de la ciencia histórica) incluirán así términos como feudalismo, Rena-cimiento, luchas de liberación nacional, izquierda social, jacobinos, etcétera. Muchos de ellos, desarrolladosprimero en la investigación histórica, se han convertido en materia de análisis teóricos en otras disciplinas,para volver más tarde, de forma “procesada”, al área de la investigación histórica. Se puede esperar, porejemplo, que “feudalismo”, que es todavía un concepto histórico, se pueda convertir en materia de análisiseconómico, como ocurrió con “capitalismo”, y así pierda su categoría de algo propio de la ciencia histórica.Se puede decir que no hay una serie constante de conceptos que sean propios de la historia: hay un intercam-bio incesante de avances entre las divisiones disciplinas, que se manifiesta también en la tarea unida de darprecisión a varios conceptos. Los historiadores deberían participar en esa colaboración en mayor medida delo que lo han hecho hasta ahora, ya que ello aumentaría la precisión de las narraciones históricas.

7. El papel de la deducción contra-objetiva

Parece que E. Nagel22 y J. Giedymin23 tienen razón al señalar la importancia cognoscitiva de la inferenciacontra-objetiva en la ciencia. J.Giedymin dice que “una condición necesaria de una valoración positiva de lafunción cognoscitiva de la inferencia contra-objetiva es que una disciplina concreta tenga un amplio cuerpode conocimientos nomológicos que sea más o menos universalmente aceptado por sus representantes, quie-nes, además, deberían profesar una filosofía de la ciencia que suponga que todas las afirmaciones científicas(en las disciplinas empíricas) tienen naturaleza hipotética, y que las tareas de la ciencia no se limitan aregistrar los resultados de las observaciones”24. Por tanto, los representantes de la concepción positivista dela ciencia (fenomenalistas, induccionistas, idiografistas) se opondrán a la inferencia contra-objetiva, porque,para ellos, las afirmaciones de observación son los componentes finales de la ciencia y los criterios finales deveracidad, lo cual no admite la consideración de afirmaciones que contradigan la observación. E. Nagelseñala también el papel considerable de la inferencia contra-objetiva en la investigación histórica.

Hay que hacer una distinción entre las preguntas contra-objetivas (preguntas de decisión y decomplementación) y los condicionales contra-objetivos. La pregunta:

1) ¿Si no hubiera existido la confederación de Bar, habría ocurrido de todos modos la primera particiónde Polonia?

Es un ejemplo de pregunta contra-objetiva de decisión.

Estas preguntas son un elemento (normalmente implícito) de las explicaciones históricas. Ya que si acep-tamos que la confederación de Bar (una acción armada de la clase media, organizada en 1768, que complicó

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21. Cfr. J. Dutkiewicz, “Pojecia wlasne nauki historycznij”, Rocznik Lodzki, volumen V, 1962, págs. 25-32.

22. E. Nagel, The Structure of Science, ed. cit., págs. 588 y ss.

23. J. Giedymin “Charakterystyka pvtan i wnioskowan kontrafaktycznych” Studia metodologiczne, núm. 1, págs. 23-45.

24. Ibidem, págs. 35-36.

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enormemente la posición política de Polonia) fue una de las causas de la primera partición de Polonia,preguntamos de este modo si la partición habría ocurrido sin la confederación de Bar (y en este caso, contes-tamos negativamente a la pregunta). Al mismo tiempo, planteando una pregunta contra-objetiva de decisión,intentamos averiguar la importancia histórica del hecho cuya existencia pasada negamos en un experimentomental (en este caso, la existencia de la Confederación de Bar). Esto muestra el doble papel de la preguntacontra-objetiva: por un lado, apoya una hipótesis determinada sobre un nexo causal entre dos hechos, y porotro (suponiendo que se niega un hacho histórico que realmente sí ocurrió), subraya la importancia histórica(es decir, el papel en el desarrollo de un sistema concreto) del hecho que se niega en el experimento mental.

Más o menos, ocurre lo mismo con las preguntas contra-objetivas de complementación, tales como:

2) ¿Qué habría ocurrido en Europa si Hitler hubiera vencido?

Al analizar nuestra respuesta a esta pregunta queremos subrayar aún más el terror y la naturaleza inhu-mana de la política nazi. En este caso, esta pregunta no está relacionada con ninguna explicación histórica.Pero, por ejemplo, la pregunta:

3) ¿Cuál habría sido el destino de Europa si las potencias occidentales no hubieran firmado los acuerdosde Munich?

Se puede relacionar con las explicaciones. Por ejemplo, podemos creer que el pacto de Munich fue una delas causas de la Segunda Guerra Mundial, y reflexionar, en relación con ello, sobre lo que habría ocurrido(por ejemplo, que hubiera estallado la Segunda Guerra Mundial) si el pacto de Munich no se hubiera firma-do. Al mismo tiempo, al utilizar la pregunta 3) aumentamos o disminuimos la importancia histórica queatribuimos al pacto de Munich.

Los condicionales contra-objetivos difieren de los condicionales ordinarios (implicaciones) del tipo “si p,entonces q”, porque tienen el antecedente formulado gramaticalmente, de tal modo que se niega p. Si p es unelemento aceptado de nuestro cuerpo de conocimientos, su negación es un supuesto hecho contra los hechos(de aquí el término “contra-objetivo”).

He aquí ejemplos:

4) Si España no se hubiera envuelto en la expansión colonial, habría evitado la regresión económica;

5) Si no hubiera sido por las leyes de Napoleón, la descomposición del sistema feudal en algunos paíseshabría sido aún más lenta.

En estos casos, también, la inferencia contra-objetiva nos ayuda a subrayar la importancia histórica de unhecho, persona u objeto concretos.

Mientras que las preguntas contra-objetivas suelen aparecer en las narraciones históricas de forma laten-te, los condicionales contra-objetivos son a menudo explícitos: incluyen algunas formulaciones que comien-zan con “supongamos que (...)”, “ (si aceptamos que (...)”, etcétera, aunque el caso de este grupo nos encon-tramos también con condicionales ordinarios.

Los elementos de la inferencia contraobjetiva se encuentran muchas veces en la sustentación de la hipóte-sis, aunque aquí el aspecto del problema es algo diferente del de loas casos típicos de inferencia contraobjetiva.En el caso de las hipótesis no sabemos aún si una hipótesis concreta niega algún conocimiento aceptado, porque estamos aún en el proceso de ampliar nuestro conocimiento. Supongamos que consideramos la hipótesisa y no a, y que incluimos en nuestro cuerpo de conocimiento, como comprobada, la hipótesis a. En este casola inferencia del tipo “si aceptamos que no a (...)”, usada en el proceso de comprobación, demuestra ex postfacto ser contra-objetiva, por que su antecedente niega una afirmación aceptada.

Cuando más amplio sea nuestro conocimiento general de las relaciones entre los hechos, mayor será laimportancia práctica de la inferencia contraobjetiva en el proceso investigador. Ya que, al modificar unaafirmación aceptada que es un elemento de nuestro conocimiento, solemos usar nuestro conocimiento inmu-table de las relaciones generales. Por tanto, 4) sólo tiene sentido el proceso investigador si conocemos lasrelaciones entre el crecimiento económico de un país y determinadas actividades, o sea, si conocemos las

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regularidades del crecimiento económico en el período de la expansión colonial. Igualmente, con 5), debemosconocer las relaciones entre la legislación y otros hechos. También necesitamos un conocimiento adecuado dela configuración real del proceso histórico con referencia a las partes de ese proceso que estudiamos.

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Componentes de las narraciones:Componentes de las narraciones:Componentes de las narraciones:Componentes de las narraciones:Componentes de las narraciones:afirmaciones y leyes históricasafirmaciones y leyes históricasafirmaciones y leyes históricasafirmaciones y leyes históricasafirmaciones y leyes históricas

en Metodología de la historia, Capítulo XXIV, Ediciones Cátedra,Madrid, 1991, pp. 239-506.

1. Categorías de afirmaciones históricas

Una afirmación histórica es el componente básico de las narraciones históricas. Se suele definir con laindicación de que contiene un determinante espacio-temporal, es decir, que se refiere a un lugar y un tiempoespecíficos. Sin embargo, en la historiografía, una afirmación estrictamente histórica, si va a formar parte deuna narración, debe afrontar una condición adicional, es decir, se debe referir a un (unos) hecho(s) histórico(s).Esta condición no se refiere a las regularidades históricas formuladas como afirmaciones estrictamente gene-rales. Una afirmación histórica es, por tanto, el resultado final (en el caso de un historiador concreto) delproceso de establecimiento de los hechos, o, en otras palabras, el último enlace de la cadena:

La condición de que una afirmación histórica debe referirse a un hecho histórico excluye las afirmacionessobre sucesos que en realidad no ocurrieron (principalmente afirmaciones que encontramos en las novelashistóricas), que llamaremos cuasi-históricas, y las afirmaciones que tienen determinantes espacio-temporal,pero que se refieren a sucesos futuros. Así, no incluiremos en las narraciones históricas varias afirmacionesficticias sobre el pasado, tales como: 1). Después de su victoria en Waterllo Napoleón devolvió a Polonia suindependencia política; o 2) En el año 2000 la cosecha de cacao será doce veces mayor que en 1960 (unaafirmación sobre un hecho futuro). Esto daría lugar a que definiéramos una afirmación histórica como unaafirmación cierta que se refiere a hechos que pertenecen a clases ontoló-gicamente cerradas.

Pero la segunda categoría de afirmaciones implica algunas dificultades, ya que, entre las afirmacionessobre los sucesos futuros, podemos distinguir al menos estos tres grupos:

a) Afirmaciones con determinantes espacio-temporales, de modo que cada afirmación se refiere a la vezal pasado y al futuro, y la parte de la afirmación que se refiere al futuro se puede deducir del conocimientoque aceptamos (obviamente, no nos referimos a afirmaciones complejas, que consideramos como agrupacio-nes de afirmaciones simples);

hechohistórico

informaciónbasada enfuentessobre unhecho

hecho histo-riográfico

afirmaciónestrictamen-te histórica

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b) Afirmaciones con determinantes espacio-temporales que se refieren a sucesos futuros, pero que no sepueden deducir del conocimiento que aceptamos;

c) Afirmaciones con determinantes espacio-temporales que se refieren a sucesos futuros y pueden (conuna probabilidad específica) deducirse del conocimiento que aceptamos (este grupo coincide en cierta medidacon el grupo a)).

He aquí un ejemplo de afirmación de tipo a): “La tasa de crecimiento de los países en vías de desarrollo,que se ha observado durante los últimos años, aumentará señaladamente durante la próxima década”. Ejem-plo de afirmaciones del tipo b): la afirmación 2) dada anteriormente, que no se basa en nuestro conocimientoactual. Ejemplo de afirmación del tipo c): “En 1980, el número de estudiantes en las facultades polacas seráalrededor de 150.000.” Se parece a 2), pero se diferencia en que se refiere nuestro conocimiento actualaceptado (el número de estudiantes en 1980 debe ser realista en comparación con las condiciones de 1970).

De estas categorías de afirmaciones que se refieren a hechos futuros, las afirmaciones del tipo a) pueden(aunque raramente) encontrarse en las narraciones históricas.

En vista de lo anterior, podríamos clasificar las afirmaciones históricas, es decir, las afirmaciones condeterminantes espacio-temporales, así:

1) Afirmaciones cuasi-históricas (sobre hechos pasados);

2) Afirmaciones históricas sensu largo;

3) Afirmaciones estrictamente históricas.

Esta última categoría, que aparece en las narraciones históricas, abarcaría por tanto las afirmacioneshistóricas con la exclusión de las cuasi-históricas y las afirmaciones de los tipos b) y c), que se refieren ahechos futuros, y las regularidades históricas. Si aceptamos esta interpretación, suponemos que las afirma-ciones estrictamente históricas, que en principio se refiere al pasado, se pueden referir también a hechos quepertenecen a clases ontológicamente abiertas. Esto vale, en la práctica, para ciertos procesos sobre el cursoposterior acerca del cual los historiadores expresan alguna opinión.

2. Determinantes espacio-temporales

Los determinantes espacio-temporales suelen aparecer unidos, pero incluso la indicación de un determi-nante (el del tiempo o el del espacio) implica alguna información sobre el otro si embargo, frecuentemente,dicha información no basta para relatar adecuadamente un hecho concreto en el pasado. Por ejemplo, sidecimos que “Polonia fue gobernada por la clase media”, nuestro conocimiento sobre el periodo en el queexistió la clase media como clase nos acerca a un determinante temporal. Pero si decimos que “la situación delos campesinos en Polonia era mala”, el marco cronológico de esta afirmación es tan amplio que la afirma-ción pierde su valor informativo. Obviamente, el determinante espacial “Polonia” incluye un determinantetemporal (“no antes de que Polonia surgiera como país especifico o estado”), pero esto no basta para laformulación de una afirmación histórica correcta. La indicación de un determinante temporal implica por sisola un determinante espacial que a menudo abarca todo el mundo. Por ejemplo si decimos que “la vidahumana cambió en el siglo XVIII”, sólo podemos relacionarlo con el mundo entero.

Los determinantes espacio-temporales pueden estar contenidos en las afirmaciones explícitas o implícita-mente. En el primer caso nos podemos encontrar con afirmaciones como “1789 vio el comienzo de unarevolución en Francia”, “la Alemania nazi fue derrotada en 1945”, “las epidemias eran frecuentes en laEuropa medieval”. En el segundo caso podemos tener, por ejemplo, “la toma de la bastilla empezó la revolu-ción francesa”, “Kosciuszko inicio la época de las reformas agrarias en Polonia al publicar la declaración dePolaniec”, “Tamerlán fundó un estado poderoso con capital en Samarcanda”, etc. En el caso del últimogrupo, otros hechos conocidos nos ayudan a definir los determinantes implicados. La aparición de un nombrepropio en una afirmación indica su marco espacio-temporal. Por otro lado, cada determinante se puede redu-cir a un nombre propio. Como el tiempo se cuenta a partir de un hecho relacionado con una persona especí-

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fica (no influye en el proceso el hecho de que se dudela existencia de dicha persona): a partir de la huidade Mahoma de la Meca a Medina, a partir del naci-miento de Jesús, etcétera, o se cuenta a partir de unsuceso específico (por ejemplo, desde el periodo gla-cial normalmente tenemos que reducirlo a algún otrosistema de datación.

Una afirmación histórica puede desempeñar va-rias tareas en las formulaciones de los resultados dela investigación histórica. Puede ser un elemento deuna descripción simple, de una descripción genética(esto sucede con las afirmaciones factográficas), yde las explicaciones causales (esto sucede con las afir-maciones causales). Por ejemplo si decimos que “lacaida del Imperio Romano fue motivada por el desa-rrollo interno de las provincias”, hacemos una afir-mación histórica causal, que se refiere a un tiempo yun lugar especifico. Anteriormente hemos presenta-do ejemplos de afirmaciones históricas factográficas.

3. La controversia sobre las generacioneshistóricas

Las dificultades para atribuir a las generacioneshistóricas su sitio exacto entre las afirmaciones his-tóricas, por un lado, y para distinguirlas de las afir-maciones estrictamente generales y de las leyes cien-tíficas, por otro, han dado lugar a muchas controver-sias sobre ese concepto. Sin embargo, estas discusio-nes suelen referirse al último punto, mientras que elprimero es decir, en qué condiciones se conviertenlas afirmaciones históricas en generalizaciones, hansido poco estudiado hasta ahora. Ambos problemasmerecen atención.

En primer lugar, recordemos (con ligeras modi-ficaciones) la clasificación de las afirmaciones quepertenecen a una disciplina concreta, sugerida por A.Malewski y J. Topolski1. Todas las afirmacionescientíficas (no sólo en la investigación histórica) sepueden clasificar según el siguiente esquema, usandocomo criterio su grado de generalidad.

El esquema muestra que las generalizaciones his-tóricas son , a la vez, una subclase de las afirmacio-nes históricas (como las afirmaciones singulares) yuna subclase de las afirmaciones generales (como lasleyes científicas). Esto hace ver las dificultades queencierra el describirlas de modo no ambiguo2.

Componentes de las narraciones: afirmaciones y leyes históricas

1. A. Malewski y J. Topolski, op. cit., págs. 15 y ss.

2. Sobre los esquemas oracionales, ver. K. Ajdukiewicz, lógica pragmá-tica.

afirmacionescientíficas

afirmacionessingulares

afirmacionesgenerales

afirmacioneshistóricas

generalizacio-nes históricas

afirmacioneshistóricassingulares

afirmacionesestricta y

universalmen-te generales

leyes de laciencia

afirmacionesparecidas a

una ley

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No es fácil responder a la pregunta de cuando se convierte en generalización una afirmación histórica. Escomúnmente sabido que una afirmación así puede variar mucho en cuanto a su generalidad. Cuando serefiere a un hecho aislado (por un “amplio” que sea), es una afirmación histórica singular, o una afirmaciónsobre un hecho singular, tal como “la primera partición de Polonia lugar en 1772”, “en la batalla de Grunwald,Polonia venció a la orden teutónica”, o “el rey Casimiro el grande murió en 1370”. Cuando una afirmaciónhistórica se refiere a una serie de hechos que se parecen en algún aspecto, y resalta sus características comu-nes (que nos interesan por alguna razón para la investigación), se convierte en una generalización histórica.

El problema de la línea fronteriza entre las generalizaciones históricas y las leyes científicas, que es laexplicación del concepto de generalización histórica, está estrechamente relacionado con las opiniones sobrela estructura de las leyes científicas. Como este problema se tratará más adelante, esos comentarios subsi-guientes (ver 5, más abajo) se deben considerar como una continuación de lo que digamos ahora. Se distin-guen en la metodología de las ciencias, estas propiedades principales de las generalizaciones históricas (nor-malmente, en oposición de las afirmaciones estrictamente generales):

1) Generalidad numérica (o limitada), distinta de la generalidad estricta (o específica) de las leyes cientí-ficas (K. Popper, H. Mehlberg, A. Malewski);

2) La aparición, en ellas, de determinantes espacio-temporales o de nombres propios o términos que nopueden definirse sin referencia a nombres propios (K. Popper, J. Giedymin, A. Malewski, S. Nowak);

3) Abarcar una clase cerrada de designados, al revés que las afirmaciones estrictamente generales, quesiempre se refieren a clases abiertas de sucesos, es decir, a las que se pueden añadir nuevos elementos (J.Pelc, A. Malewski);

4) Ser igual, en cada caso, que una secuencia finita de afirmaciones históricas singulares, lo cual noocurre con una ley (K. Ajdukiewicz, I. Lazari-Pawlowska);

5) El hecho de las generalizaciones, al revés de las leyes, no proporciona información que permita laspredicciones (J. S. Mill, K. Popper, J. Pelc, J. Giedymin, A. Malewski);

6) Referencia, en cada caso, a una serie de hechos históricos (secuencias genéticas) determinada por lainfluencia de un suceso (sucesos, persona), es decir, a un sistema relativamente aislado (S. Ossowski.

Sin meternos en análisis detallados, advertimos que los criterios 1), 2), 3), y 4), en principio coinciden y sepueden reducir a 2), de modo que definen la misma propiedad. La aparición en una generalización de deter-minantes espacio-temporales (criterio 2), es decir, la indicación del alcance de la validez de esa generaliza-ción (respuestas a las preguntas ¿cuándo? y ¿dónde?), implica que una generalización, en la practica, abarcaun número finito de hechos (criterio 1), lo cual significa que abarca una clase cerrada de designados (criterio3), de modo que, formalmente, equivale a una secuencia finita de afirmaciones históricas singulares (criterio4).

El hecho de que una generalización no permita las predicciones (criterio 5) es independiente del criterio 2,ya que, como veremos más tarde, hay leyes que tienen determinantes espacio-temporales y sin embargopermiten las predicciones. Por otro lado, no podemos dejar de ver las relaciones entre generalizaciones yprediccciones: las generalizaciones proporcionan el material para formular las leyes y, por tanto, también,las predicciones.

La categoría de generalizaciones históricas, introducida por Ossowski3, se acerca a las afirmaciones es-trictamente generales. Sólo cuando podemos decidir que un sistema relativamente aislado concreto esta ce-rrado (es decir, que la secuencia de hechos comenzada por un suceso está prácticamente terminada), sóloentonces, la generalización de Ossowski que se refiere a ese sistema, aunque no tenga determinantes espacio-temporales, corresponden a los criterios 1, 3) y 4). Si dicha secuencia no esta cerrada (cfr. la secuencia desucesos relacionados con la Revolución de octubre), y se extiende, por tanto, hacia el futuro, no se satisfacenlos criterios 1), 2), 3), 4) y 5). La idea de Ossowski puede tener aplicaciones en el estudio de la historia de lasculturas y las ideologías (cfr. el sistema relativamente aislado determinado por el Islam o el Renacimiento).

Jerzy Topolski

3. S. Ossowski, “Dwie Koncepje historycznych uogólnien”, Studia Socjologiczne, núm. 2, 1963, págs 53-61.

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En conclusión, se puede decir que una generalización histórica es una afirmación general que:

I) Se refieren a hechos pasados;

II) Contiene determinantes espaci-temporales o nombres propios o términos que se pueden definir porreferencia a nombres propios;

III)No proporciona información que baste para ser predicciones.

Estas características sólo indican las condiciones necesarias a las que tienen que hacer frente una genera-lización histórica: I) distingue una generalización histórica de una afirmación singular, mientras que II) y III)la distinguen de una afirmación estrictamente general. Esta distinción no es muy precisa, porque, comoveremos, podemos hablar de leyes que tienen las propiedades I y II. Sin embargo, toda ley carece necesaria-mente de la propiedad III, es decir, debe servir de base posible de predicciones. De aquí se deduce que, de lascondiciones enumeradas, la propiedad III tiene el mayor valor diagnóstico. Por tanto, una generalizaciónhistórica es una afirmación general que se refiere a una serie de hechos pasados y contiene determinantesespacio-temporales, pero no proporciona la información necesaria para ser predicciones. Igual que las afir-maciones históricas, las generalizaciones estrictamente históricas (es decir, las propias de la investigaciónhistórica) no se refieren a hechos futuros, a no ser que se refieran, a la vez, al pasado y al futuro (el tipo a) deafirmaciones históricas mencionadas más arriba).

4. Tipos de generalizaciones históricas

Se pueden distinguir muchos tipos de generalizaciones históricas. M. J. Finley menciona las generaliza-ciones de clasificación (por ejemplo, comercio, campesino), las relativas a la periodización (clásico, helenístico),y referentes a las relaciones entre los hechos4. Si mantenemos que las generalizaciones son afirmaciones y notérminos, sus dos primeros tipos no pueden considerarse como generalizaciones. Parece lógico no confundirlos términos de clasificación con las generalizaciones.

S. Nowak clasifica las generalizaciones (tomando como criterio el riesgo de error) así: las que informan(en cuyo caso la validez de una afirmación concreta no va más allá del alcance de los datos estudiados) y lashistóricas (en cuyo caso la validez de una afirmación concreta se extiende más allá de los datos estudiados;pueden ser datos de los que sea posible valorar hasta qué punto son representativos o de los que no seaposible esta valorización).5 La clasificación es importante, con la condición de que las generalizaciones queinforman, que se encuentran frecuentemente en las narraciones históricas (tales como 1), “todos los levanta-mientos polacos del siglo XIX terminaron en derrotas”), quedan fuera del alcance de las generalizacioneshistóricas.

Se pueden distinguir los siguientes tipos de generalizaciones, de acuerdo con los criterios de clasifica-ción adoptados en un caso concreto:

a) Generalizaciones que varían por su grado de generalidad, según el alcance del conocimientogeneralizado de hechos específicos;

b) Generalización factográficas (que indican hechos establecidos);

c) Generalizaciones causales que formulan los resultados de las explicaciones causales;

d) Generalizaciones sin excepción;

e) Generalizaciones que informan;

f) Generalizaciones hipotéticas;

g) Generalizaciones estadísticas.

Componentes de las narraciones: afirmaciones y leyes históricas

4. En generalization in the Writing of History, L. Gottschalk (ed.), Chicago, 1963, págs.19 y ss.

5. S. Nowak, Stedia z metodologii nauk spolecznych, ed. cit., págs. 24-26.

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En cuanto al grado de generalidad, las diferencias entre las generalizaciones pueden ser enormes. Tanto2), “En ese pueblo, todos los campesinos tenían una granja mayor de 0,5 lanei”, como 3), “la conquista porRoma trajo al machacado mundo mediterráneo la paz, pero, al principio, no la prosperidad” (V. GordonChilde), son generalizaciones. Las generalizaciones factográficas establecen hechos, por ejemplo, 4), “en elsiglo XVII las ciudades polacas decayeron”, mientras que las generalizaciones causales proponen explicacio-nes causales, por ejemplo, 5), “Las participaciones de Polonia se debieron a su debilidad interna y a unasituación internacional desfavorable”. La afirmación 3) también es una generalización causal.

Entre las generalizaciones sin excepciones suelen incluirse (explícita o implícitamente) formulacionescomo “todos”, “cada”, etc., de modo que, para decirlo formalmente, son afirmaciones con cuantificadoresuniversales (“para todo x”). La afirmación 1) es un ejemplo de esta generalización.

En la división de las generalizaciones entre informadores e hipotéticas, el criterio de clasificación se basaen el grado de riesgo de error. Las generalizaciones informadoras se refieren sólo a hechos establecidos (y,por tanto, son una clase de generalizaciones factográficas), y son simplemente conjuntos de afirmacionessobre hechos establecidos aislados. Un ejemplo es 6), “De los cuarenta y ocho pueblos estudiados, sólo endos casos el trabajo servil suponía menos de cuatro días por semana y laneus”, que se obtiene de la unión delas afirmaciones “En el pueblo a 1, el trabajo servil sumaba x 1 días”, etcétera, hasta “En el pueblo a 48 eltrabajo servil sumaba x 48 días”.

Las generalizaciones hipotéticas siguen siendo hipotéticas. Son el elemento más creativo de toda la inves-tigación científica, ya que muestran el camino para la investigación posterior. S. Nowak tiene razón al asegu-rar que la estructura de la ciencia no se puede comparar a la de una pirámide, en la que el primer piso depiedras es necesario para poder poner el más alto. En las ciencias, muchas veces, construimos los pisossuperiores proponiendo hipótesis generales fecundas y comprobándolas más tarde, poniendo bases duraderasque están formadas por afirmaciones menos generales6.

Las generalizaciones hipotéticas se pueden referir al establecimiento de hechos o a las explicaciones causales.En el primer caso, son un tipo de hipótesis factográficas, y en el segundo, un tipo de hipótesis explicativas(cfr. capitulo XIV). Muchas veces, para subrayar la naturaleza hipotética de una generalización y el alcancede su validez, los historiadores usan fórmulas como “indudablemente”, “probablemente”, “según parece”,“se puede suponer que”, etcétera. El valor restrictivo de estas fórmulas no se ha definido con precisión hastaahora. El problema parece interesante como materia de reflexiones futuras más detalladas.

He aquí ejemplos de generalizaciones hipotéticas:

7) “Estos tres factores, es decir, la distribución de los colonos, la organización de las ventas y el factorracial tuvieron, indudablemente, una fuerte influencia en la formación de las granjas señoriales; pero si nosredujéramos a estos factores, no podríamos explicar todo el proceso del nacimiento y desarrollo de las gran-jas señoriales en Polonia, ya que también otros factores actuaron”7. (Generalización explicativa.)

Las generalizaciones estadísticas pueden ser de naturaleza informadora o probabilista. Un ejemplo de laprimera es 6), y de la segunda, 8), “El cambio del trabajo servil a los arrendamientos sólo favoreció,globalmente, al campesino”. En estos casos los historiadores no usan fórmulas métricas (a no ser que haganlos cálculos apropiados), sino que los suelen sustituir por expresiones como “en principio”, hasta ciertopunto”, “en cierto grado”, “normalmente”, “el general”, “frecuentemente”, “con pocas frecuencias”, “par-cialmente”, “casi”, “globalmente”, etcétera. He aquí otro ejemplo: “Los protestantes, no menos que los cató-licos, subrayaban la idea de una civilización celestial, en la que todos los aspectos de la vida, el estado y lasociedad, la educación y la ciencia, la ley, el comercio y la industria, serían regulado de acuerdo con la leyDivina”8.

En resumen, podemos decir que las generalizaciones d) pueden adoptar la forma de d), c), f) y g); lasgeneralizaciones e), la forma de b), c) y g); las generalizaciones f), la forma de b), c) y e), y las generalizacio-nes g), la forma de b), d), e) y f), y que todas ellas pueden variar en cuanto al grado de generalidad.

Jerzy Topolski

6. Ibidem, págs. 49.

7. J. Rutkowski, Studia z dziejów wsi polskiej (Estudios de historia de las zonas rurales de Polonia), Varsovia, 1958, pás. 186.

8. R. H. Tawney, Religion and the Rise of Capitalism, pás. 91.

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5. La controversia sobre las leyes de la ciencia

Antes de responder a la pregunta sobre si las leyes de la ciencia también son, junto a las afirmacionessingulares y las generalizaciones históricas, elementos de las narraciones históricas, debemos definir nuestraposición en el problema, muy debatido, de qué condiciones (suficientes y necesarias) deben cumplir lasafirmaciones para ser aceptadas como leyes científicas.

La opinión más corriente es que todas y sólo aquellas afirmaciones estrictamente generales que están bienfundadas y pertenecen a una disciplina concreta son leyes científicas9. Esta definición, el imponer a una leycientífica las exigencias de que esté bien fundamentada y pertenezca a alguna disciplina (y sea, por tanto,aceptada por los científicos), y de que esa sea además una afirmación estrictamente general, deja fuera de eseconcepto, explícitamente, las afirmaciones que no cumplen la condición de ser estrictamente generales (y portanto, afirmaciones históricas) y las que son, formalmente (sintácticamente), generales, pero que todavía nohan sido fundadas o son demasiado triviales para ser incluidas en una disciplina concreta (afirmacionesparecidas a una ley).

Mientras que existe un acuerdo sobre el hecho de que las leyes científicas deben distinguirse de las leyespuramente sintácticas (que se llaman simplemente leyes), cada vez más estudiosos (por ejemplo, E. Nagel ylos metodologistas marxistas anterior a él) subrayan que la exigencia de generalidad estricta va demasiadolejos, ya que priva de la categoría de ley a muchas afirmaciones que suelen llamar leyes científicas. Puede seroportuno recordar que una afirmación estrictamente general es la que tiene cuantificador universal prefijado(“para todo x”) y no contiene ningún nombre ni determinante espacio-temporal. Por tanto, una afirmaciónestrictamente general se refiere a una clase abierta de sucesos, y no equivale (al contrario que una generaliza-ción histórica) a un conjunto de afirmaciones históricas singulares. Ejemplos: 1), “Todos los cuervos sonnegros”; 2), “El hombre es mortal”; 3), “El hierro es un buen conductor de electricidad”; 4), “El dinero malodeja al bueno fuera de circulación”; 5), “Un ejército fuerte suele derrotar otro más débil”, etcétera. Es eviden-te que todos los fenómenos a los que se refieren estas afirmaciones están situados el un espacio y un tiempo,pero esa situación no está indicada.

Se puede advertir fácilmente que la condición básica para ser una afirmación estrictamente general –queno aparezca en ella ningún nombre propio– no es cumplida por afirmaciones como la siguiente ley de Kepler:6), “Todo planeta sigue una órbita elíptica, en uno de cuyos focos está situado el Sol”, porque (como todaslas leyes sobre heliocentrismo y geocentrismo)contiene nombres propios (en este caso, “el Sol”).

La afirmación 6) no es estrictamente general, pero es universalmente general (general sin restricciones).Para una afirmación universalmente general basta que la aparición de los objetos a los que se refiere (y quepueden estar indicados por nombres propios) no se limite a una cierta región o período. La universalidad,aquí, significa apertura.

Parece que, una vez que se ha suavizado la exigencia de generalidad estricta con referencia a las leyescientíficas (lo cual no cambia el hecho de que en las ciencias sociales las leyes suelen ser afirmacionesestrictamente generales), y, por tanto, una vez que se ha rechazado la condición de que no aparezcan (deforma directa o indirecta) nombres propios (y manteniendo la condición de apertura), podemos indicar unacaracterística determinada de las leyes científicas que comparten las afirmaciones estricta y universalmentegenerales, en concreto su valor predictivo. Ese valor, es decir, la capacidad de proporcionar datos para hacerpredicciones científicas, se considerará como la principal característica para diagnosticar las leyes científi-cas. Está directamente relacionada con su apertura, en contraste con el hecho de que las afirmaciones histó-ricas son cerradas y no pueden servir, por tanto, como base para predicciones. Apoyándonos en la afirmación1), podemos predecir que todos los cuervos que encontremos en cualquier momento y en cualquier sitioresultarán ser negros; basándonos en 2), que todos los hombres morirán alguna vez, etcétera, y basándonosen 6), que todos los planetas (mientras exista el sistema solar) seguirán una órbita elíptica y tendrán al Sol enuno de los focos de esa elipse.

La capacidad de servir como base de predicciones, el sentido real de la ciencia y el instrumento para suinfluencia en la sociedad, tiene una importancia tan enorme que se puede utilizar como criterio para distin-guir las leyes científicas de las afirmaciones históricas. Las afirmaciones que nos permitan decir que el

Componentes de las narraciones: afirmaciones y leyes históricas

9. Cfr. A. Malewski y J. Topolski, op cit., pág. 18 (la formulación se debe a, A. Malewki).

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cumplimiento de ciertas condiciones (ser un cuervo, ser un ser humano, ser hierro, poner en circulaciónmoneda falsa, mandar un ejército más débil o más fuerte que el enemigo, etcétera) provoca ciertos efectos(tener plumas negras, ser mortal, buena conducción de la electricidad, dejar a la moneda buena fuera decirculación, derrota o victoria probable, etcétera), merecen diferenciarse del resto, aunque sólo sea porqueproporciona los datos necesarios para cambiar el mundo que nos rodea. “Esta es la razón –escribió A.Malewski– de que los que quieren que la ciencia no sólo describa el mundo si no que proporcione además elconocimiento intencionadamente, no puedan limitarse a fundamentar cualquier afirmación general, sino queintenten fundamentar las afirmaciones estrictamente generales (universalmente generales, en la terminologíaque hemos adoptado aquí), y establecer leyes, por tanto”10.

Debe advertirse, por que es muy importante para los historiadores que en la metodología científica lapredicción se suele interpretar de modo amplio, como prognosis, y postgnosis,y que una misma ley no tienepor qué desempeñar ambas funciones11. Nos encontramos con la postgnosis cuando usamos las leyes en lasexplicaciones causales. Cuando hacemos la explicación, conocemos el efecto (el consecuente de un condicio-nal), y no conocemos la causa (el antecedente de ese condicional), y cuando hacemos una predicción a partirde un antecedente conocido, afirmamos algo sobre el consecuente. La diferencia sólo estriba en la direccióndel procedimiento usado.

En resumen, decimos que las condiciones suficientes y necesarias para que una afirmación sea una leycientífica son:

1) Su valor predictivo (que se deduce de la generalidad universal de una afirmación que es ley);

2) Su fundamentación suficiente (su aceptación por, al menos, una gran mayoría de investigadores).

Una ley científica se puede formular como una afirmación (ejemplo 1, 2, 3, 6) o como un condicional.Pero hay que advertir que toda afirmación que en la lógica tradicional se formulaba como “Todo S es P” (esdecir, como las afirmaciones mencionadas en los ejemplos), en la lógica actual se ha transformado en: “paratodo x: si x es S, entonces x es P”, que, en notación simbólica, se escribe así:

11[S (x) – P (x)].

Una ley formulada como condicional puede representar una condición suficiente o necesaria. En el primercaso, se presenta en la forma: “Para todo x: si x es S en un momento m1, entonces x es P en un momento m2”,y en el segundo, “para todo x: si x es S en un momento m1, entonces x no es P en un momento m2”.

En todos estos casos obtenemos algún conocimiento que permite las predicciones.

Dejamos de lado aquí el problema de si sólo las afirmaciones sobre regularidades “profundas” se puedendenominar leyes, o si ese término debe abarcar las afirmaciones objetivas sobre la concurrencia constante deciertos fenómenos, o sólo las que se refieren a las relaciones reales entre los hechos. Desde el punto de vistalógico, la afirmación que dice que todas las piedras caen cuando se dejan caer y la ley de la gravedad se debenconsiderar como leyes que explican el hecho de que una determinada piedra cayó cuando se la dejó caer.

Jerzy Topolski

10. Ibídem, pág. 19.

11. Cfr. K. Popper, The Logic of Scientific Discovery, Nueva York, 1969, página 60.

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6. Las leyes en las narraciones históricas

La falta de estudios sobre las narraciones históricas y la opinión de que el mundo histórico es una colec-ción

de hechos aislados y únicos dictó a muchos autores la idea de que los historiadores no establecen leyes.Pero la convicción, cada vez mayor, de que el proceso histórico es regular, así como en los avances en losestudios metodológicos sobre la investigación histórica, han cambiado señaladamente las opiniones sobre lasrelaciones entre la investigación histórica y el problema de las leyes científicas. Estas opiniones se acercanahora mucho más a lo que aseguraban Marx y Engels ya en siglo XIX. Ha resultado que no puede haber unanálisis con éxito de las explicaciones causales si aceptar que el mundo se rige por regularidades y, por tanto,sin referencia a las leyes, que son simplemente afirmaciones sobre tales regularidades. Esto ha indicado elhecho de que los historiadores no pueden dejar de interesarse por las leyes, aunque su interés debe ser el deconsumidores y no el de productores.

Pero un análisis más estricto de las narraciones históricas muestra que los historiadores formulan por símismo, muchas veces, leyes. A veces lo hacen casualmente, como si dijéramos, haciendo una observacióngeneral sin fundamentarla; con más frecuencia, formulan leyes (a menudo muy bien fundadas) para sus finesexplicativos. Sólo en algunos casos se puede aceptar esas afirmaciones como leyes científicas, pero el mismohecho de que en las narraciones históricas se incluyan afirmaciones universales generales (muy pocas, hastaahora) muestra que la investigación histórica contiene también en su estructura ciertos elementos nomológicos(trataremos la cuestión más adelante). Esto puede servir de punto de partida para los intentos de reconstruirla investigación histórica, de modo que muestre sus tareas teóricas es mayor medida. Un lazo de uniónestrecho entre la investigación histórica y las leyes es una consecuencia necesaria del hecho de que el mundoque estudian los historiadores se rige por regularidades. Si ese mundo muestra las regularidades, es decir,tiene una estructura propia concreta, seria la muerte de la investigación histórica que se limitara al estudiodel material del que está hecha la estructura y rechazara la configuración de esa estructura y los factores quela motivaron, y más aún en cuanto que ninguna otra disciplina tiene tantas oportunidades para estudiar esasestructuras (sistemas) durante periodos largos de tiempo.

He aquí ejemplos de leyes, sacados de los estudios históricos, que han sido sujetas a una fundamentaciónsistemática (y que, por consiguiente,se pueden llamar leyes científicas):

1) “Cuando la semejanza de condiciones naturales va acompañada, en las diversas regiones, por diferen-cia de cultura, los factores que causan esas diferencias deben buscase en sustratos étnicos diferentes” (H.Lowmianski)12.

2) La concurrencia de buenos mercados para los productos agrícolas con la servidumbre de los campesi-nos es una condición necesaria y suficiente para el nacimiento de las granjas señoriales basadas en el trabajoservil (J. Rutkowski)13.

3) “El mercado interior surge cuando se desarrolla la economía de mercado; el mercado comienza aexistir por la economía comercial y grado de división social del trabajo determina su desarrollo; el mercadose amplía a medida que la economía comercial se extiende de las mercancías a la mano de obra, y sólocuando esta última se convierte en mercancía el capitalismo abarca toda la producción en un país concreto,desarrollándose, sobre todo, en la esfera de la producción de medios de producción, cuya importancia en lasociedad capitalista aumenta cada vez más” (V. Lenin)14.

Componentes de las narraciones: afirmaciones y leyes históricas

12. H. Lowmianski, Poczatki Polski, vol. I, ed. cit., págs. 10-11.

13. J. Rutkowski, Historia gospodarcza Polski, vol. Ed. cit., pág. 127. El texto en 2) no es una cita literal del libro de Ruthkowski.

14. V. Lenin, Razvite kapitalizma y Rosii (El desarrollo del capitulo en Rusia), 1947; pág. 43.

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Con más frecuencia, podemos encontrarnos con leyes que están formuladas de modo marginal o metafóri-co. He aquí algunos ejemplos:

4) “La humanidad, parece, no odia nada tanto como su propia prosperidad. Amenazada por un aumentode las riquezas que aliviarían sus penas, hace que el odio redoble su trabajo y aleje el peligro de quitarveracidad a la queja de que ese pobre” (R. H. Tawney)15.

5) “Una de las formas más comunes que asume la tragedia de la violencia y las ruinas es la intoxicacióncon la victoria, al margen de sí la lucha en la que se ganó el premio de conjurar la muerte era un conflictoarmado de fuerzas espirituales” (A. Toynbee)16.

6) “Sólo una coordinación de los esfuerzos individuales por medio de una política socio-económica quetenlga en cuenta los intereses generales puede salvar a una nación de las diversas calamidades secundariasque, durante un período indeterminado, pueden intensificar las consecuencias de una derrota militar” (J.Rutkowski)17.

La generalidad universal (o estricta) de las leyes no está en contradicción con el hecho de que el alcance delas leyes pueden variar grandemente. Las leyes se aplican a los períodos y a las regiones en los que sesatisfacen las condiciones formuladas en dichas leyes. Por ejemplo, la ley 2), que afirma que la facilidad paravender productos agrícolas y la existencia de trabajo servil van seguidas del nacimiento del sistema de gran-jas señoriales basadas en el trabajo servil, para aquellos períodos y regiones en las que fue una realidad unaconcurrencia de las dos exigencias. Del mismo modo, la afirmación de que un alza en los precios da lugar auna baja de la demanda sólo es aplicable al período en el que, por lo menos, predomina la economía demercancía y dinero. Parece que el término “leyes estrictamente históricas” sirve para aquellas leyes que,como la afirmación 2), se refieren a las condiciones que se han satisfecho en un momento del pasado en elfuturo es improbable.

En cuanto al establecimiento de otras leyes, los historiadores deben compartir la tarea con los represen-tantes de otras disciplinas, tales como la sociología, la economía y la psicología.

Tomando como criterio de clasificación su alcance, podemos dividir las leyes en:

a) Leyes universales (que describen las regularidades y son válidas en todas las formaciones socio- eco-nómicas);

b) Leyes históricas generales (que son válidas en una sola formación socio – económica, o en más de unaformación, o dentro de una sola época, o sólo para ciertas condiciones que prevalecen en, al menos, dosformaciones, por ejemplo, sólo bajo el feudalismo o capitalismo, o sólo bajo el sistema de economía demercado);

c) Leyes históricas derivadas (que sólo son válidas en algunos períodos de una formación concreta oépoca histórica).

Las leyes de desarrollo, sincrónicas y diacrónicas fundamentales, tratadas en la tercera parte de este libro,son ejemplos de a). Las afirmaciones 1) y 3) anteriores son ejemplos de b), mientras que la afirmación 2) esun ejemplo de c). Las leyes a) y b) son estudiadas por los historiadores en colaboración de otras cienciassociales, mientras que las leyes c) son formuladas por los propios historiadores, lo cual no excluye su deseosacolaboración con economistas, sociólogos, etcétera. Como en el coso de otras ciencias sociales, los historia-dores –como se dijo al comienzo de este libro—deben tener conciencia de su actividad nomotética, que es elprincipal lazo de unión entre la investigación histórica y otras ciencias sociales. Para que todas estas

ciencias realicen sus tareas de investigación, deben considerarse el factor empiríco y el teórico como unosólo. Las posibles diferencias entre las diversas disciplinas sólo pueden provenir de una división justificadadel trabajo en el estudio de una misma materia de investigación que es la sociedad, pero la conciencia de lastareas nomotéticas debe acompañar a toda investigación en la misma medida.

Jerzy Topolski

15. R. H. Tawney, op. cit., pág. 76.

16. A. Toynbee, Krieg und Kultur, Hamburgo, 1958, pág. 105.

17. J. Rutkowski, Przebudowa wsi w Polsce po wojnach z polowy XVII wieku (La reestructuración de las áreas rurales en Polonia tras las guerras demediados del siglo XVII), en Dziejewsi Polskiej, Varsovia, 1956, págs. 106-107.

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7. El concepto de regularidades en algunos estudios históricos

El término regularidad a sido muy usado por los historiadores. Como en nuestros análisis (cfr. capítuloXII) ese término representa el equivalente objetivo de una ley (leyes que son afirmaciones sobre las regulari-dades), parece útil averiguar como se ha usado el término en las narraciones históricas18.

Uno de los significados más corrientes de esa palabra, normalmente relacionada con el concepto antinómico“características específicas”, es que un fenómeno concreto es común en un período determinado (o en unaregión determinada en un período concreto). Podemos encontrar así formulaciones de que en los siglos XVI yXVII el sistema de granjas señoriales basadas en trabajo servil era una regularidad en los países situados aleste del Elba19; que a finales de siglo XVI los pueblos pertenecientes a la ciudad de Poznan mostraban ciertas“regularidades nacionales, es decir, fenómenos que marcaron el nacimiento de las granjas señoriales en todaPolonia” y “ciertas características específicamente distintas”, condicionadas por factores locales20; que eldesarrollo de Gdansk muestra ciertas “características especificas” en comparación con otras ciudades pola-cas21.

Como puede verse, las regularidades se interpretan aquí en un sentido algo distinto de los equivalentesobjetivos de las leyes, ya que no se refieren a ninguna relación constante entre los hechos, sino que sóloindican ciertos sucesos o procesos observados en varias regiones de un área concreta. El concepto de regula-ridad se encuentra muchas veces junto a afirmaciones sobre que el desarrollo de una región determinadapueda regular, o que un período concreto (por ejemplo, la desintegración política de Polonia en el siglo XII)fue un “período regular y normal de desarrollo”. En este caso, el concepto de regularidad parece implicar nosólo que una región concreta se desarrollaba según lo “normal”, sino también que ese desarrollo cumplíaalguna regularidad ontológica. Esta regularidad no se describe ni se formula como una ley; sólo se afirmaque una parte del proceso histórico siguió un curso de acuerdo con una regularidad determinada que debemosconocer, en cierto modo, “de antemano”. Al hablar de regularidades y características específicas los historia-dores pensaban muchas veces en modelos. En ese sentido, los fenómenos regulares corresponderían a objetosideales, mientras que las características específicas corresponderían a concreciones territoriales, cronológicaso reales de estos objetos ideales.

18. Para un análisis del problema, ver A. Malewski y J. Topolski, op. cit., páginas 31-34; las formulaciones se deben a, A. Malewski.

19. B. Grekov. “Prawidlowosci w dziejach chlopow w Europie” (Regularidades en la historia de los campesinos en Europa), versión polaca, KwartalnikHistoryczny, núms. 3-4, 1948. 20. J. Majewski, Gospodarstwo folwaarczne we wsiach miasta Poznania w latach 1582-1644 (Granjas señoriales en lasaldeas de la ciudad de Poznan, 1582-1644), Poznan, 1957, pág. 265.

21. M. Bogucka, Gdanskie rzemioslo tekstylne od XVI do polowy XVII wieku (Los talleres textiles en Danzig desde el siglo XVI a mediados del XVII),Wroclaw, 1956.

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Jerzy Topolski

Elementos de las narraciones históricas:Elementos de las narraciones históricas:Elementos de las narraciones históricas:Elementos de las narraciones históricas:Elementos de las narraciones históricas:evaluacionesevaluacionesevaluacionesevaluacionesevaluaciones

en Metodología de la historia, Capítulo XXV, Ediciones Cátedra,Madrid, 1991, pp. 239-506.

1. M. Ossowska. Podstawy nauki o moralnosci (Los fundamentos de la ciencia moral). Varsovia. 1947, págs. 125-126 Ver también B. Mayo, Ethicsand the Moral Nueva york, 1958; A. Montefiore, A modern introduction to Moral Philosophy, ficzne, núm. 1, 1964, págs. 119- 137; M. Fritzhand“Zagadnienie prawdy w etyce”, Studia Filozoficzne, núm. 2, 1966, págs. 11-34; J. Vetualani, “Wartocs logiezna rdan wartosciujacych”, StudiaFilozoficzne, núm. 2, 1966, págs. 75-86.

2. Esto se refiere, evidentemente, a las valoraciones verdaderas y no a las aparentes, que serán tratadas pronto.

1. Valoración frente a evaluaciones. El valor lógico de las evaluaciones

Las afirmaciones que expresan una valorativa del hamblante o el escritor se suelen denominar afirmacio-nes valorativas, juicios morales, o evaluaciones. Son uno de los elementos de las narraciones históricas. Hahabido una continua controversia sobre la cuestión de si las evaluaciones, distintas de las afirmaciones des-criptivas, pueden tener un valor lógico (verdad o falsedad). La mayoría de los especialistas rechazan firme-mente esa posibilidad, y subrayan que las evaluaciones son lógicamente neutrales; algunos intentan defenderque el concepto tradicional de verdad se puede aplicar a los juicios de valor; y otros incluso sugieren unainterpretación específica del concepto de verdad en relación con los juicios de valor, o como M. Ossowska,aseguran que “aun suponiendo que las normas no pueden ser verdaderas ni falsas en el sentido tradicional, esdecir, en el sentido, de que estén de acuerdo o en desacuerdo con los hechos, esto no es razón para negarlestodo valor lógico”1.

La opinión de este autor sobre el problema es la siguiente. En la mayoría de las valoraciones2 que encon-tramos en las obras eruditas, especialmente las que se ocupan de la historia, podemos encontrar dos tipos deinformación sobre los hechos: a) información sobre los hechos que están siendo valorados; b) informaciónsobre el sistema de valores del autor (si es un historiador, esto quiere decir información sobre un aspecto delconocimiento no basado en fuentes), que también pertenece al mundo de los hechos. Consideremos las si-guientes afirmaciones: 1) “Las reformas agrarias revolucionarias fueron una forma más progresista de cam-bios históricos que una lenta reestructuración del sistema agrario iniciada por las autoridades”, y 2) “Lalibertad es el supremo bien”. De 1) podemos aprender que las reformas agrarias revolucionarias fueronmotivo de algunos cambios históricos, y también que esos cambios influyeron en el curso de los aconteci-mientos de modo diferente que una reestructuración de un sistema agrario iniciada por las autoridades (en

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general o en el caso en cuestión,). Después, 2) nos informa de que la libertad, tal como la entiende el autor dela afirmación, tiene propiedades que, según el, son buenas. No se puede negar que tal información es muyvaga, pero, como veremos, el valor informativo de las evaluaciones no se reduce a éste. Si nos remitimos a 1)y a 2) y también a una cierta cantidad de conocimiento adicional, podemos reconstruir, en mayor o menormedida, los sistemas de valores de los autores respectivos. Se deduce de 1) que su autor está en favor de unaabolición rápida y consistente de las desigualdades sociales y de la exploración de unos grupos de personaspor otro grupos, y se deduce de 2) que su autor, de los diversos valores, de la prioridad a la libertad, de modoque, en su sistema de valores, todo lo que ayuda a la libertad y la defiende y la apoya es bueno. Una vez quelos sistemas de valores de los autores respectivos están reconstruidos (lo cual suele requerir, además de algúnconocimiento adicional, también el conocimiento de otras afirmaciones hechas por los mismos autores), po-demos volver a la pregunta sobre la información de tipo a), es decir, la información sobre los hechos. Ahorabien, 1) no sólo nos dice que las reformas agrarias revolucionarias motivaron algunos cambios que afectaronde modo diferente el curso de los acontecimientos que una reestructuración de los sistemas agrarios iniciadapor las autoridades, sino también que las reformas agrarias revolucionarias contribuyeron con mayor rapideza la igualdad social y mitigaron la exploración más que la reestructuración de los sistemas agrarios iniciadapor las autoridades. Y, del mismo modo, 2) no sólo nos dice que la libertad es buena, sino también (junto conalgún conocimiento adicional) que tiene ciertas propiedades, comprobables intersubjetivamente, que el autoren cuestión considera que son buenas.

Por tanto, una afirmación valorativa (excepto las puramente emocionales, que sólo expresan aprobacióno desaprobación) tiene, en comparación con una descriptiva, una doble referencia a los hechos, o, en otraspalabras, un modelo doble (una de cuyas partes está superpuesta sobre la otra). La primera referencia sedirige a algunos hechos que ocurrieron, por así decirlo, fuera del autor de una afirmación valorativa, y la otrase dirige a su sistema de valores. En el caso de cada una de las dos referencias podemos decir sí concuerdacon (o es coherente con) el modelo, porque ambas son referencias a hechos. La dificultad consiste en lanecesidad de separar un sistema de referencias del otro al analizar los valores lógicos de las evaluaciones.Sobre 1), podemos preguntar si las reformas agrarias revolucionarias trajeron realmente la igualdad y miti-garon la exploración con mayor rapidez que las reformas iniciadas por las autoridades, y si averiguamos quefue realmente así, podemos decir que la afirmación 1) es cierta en su parte descriptiva. A continuación,podemos preguntar si la valoración que contiene (la declaración del autor en favor de los cambios rápidosque contribuyen a la igualdad social y la eliminación de la explotación) concuerda con todo el sistema devalores del autor; si averiguamos que es así, podemos decir que 1) es adecuada en su parte moral (o emocio-nal). En la práctica, una afirmación puede ser cierta en su parte descriptiva e inadecuada en su parte emocio-nal, o viceversa: o puede concordar con los hechos y con el sistema de valores del autor; o puede diferir deambos. Sin embargo, hay una diferencia abismal entre las dos clases de concordancia. La verdad (o falsedad)de la parte descriptiva es independiente del autor de la afirmación, porque la relacionamos con los hechos;por el contrario, la adecuación de la parte emocional la relacionamos con el autor de una afirmación concre-ta. Esta es la razón de que, en el primer caso, una afirmación concreta se valore como verdadera o falsa (enun punto concreto de la investigación, porque nuestro conocimiento de los hechos puede variar), y en elsegundo caso, puede ser adecuada e inadecuada, según la personalidad de su autor. Si un defensor constantede la música concreta, que la ha alabado insistentemente y ha señalado sus números méritos, dice una vez quela música concreta es mala, podemos decir (suponiendo que no ha cambiado su sistema de valores repentina-mente) que la afirmación en cuestión es falsa (en un sentido específico de la palabra) en su propio lenguaje.Si la misma afirmación la hace un defensor de la música tradicional, podemos decir que su valoración escierta (en un sentido específico de la palabra). En la práctica, raramente hacemos esas afirmaciones sobreafirmaciones valorativas, y por eso nos extraña algo que se atribuya a estas últimas veracidad o falsedad.Esto se debe a que no solemos comparar las evaluaciones hechas por otros con los hechos o con los sistemasde valores de los autores de esas afirmaciones, sino sólo con nuestro propio sistema de valores, que no es unsistema de referencia para hacer afirmaciones sobre la verdad (o adecuación) de las afirmaciones valorativashechas por otros. Podemos estar dispuestos a decir sobre 1) o 2): “¡sí, es cierto!”, pero no recordamos casinunca, en esos casos, que al decirlo sólo expresamos nuestras propias valoraciones. Esta actitud, evidente-mente no basta para un análisis de las evaluaciones en ciencia.

La naturaleza relativa del valor lógico del nivel emocional de las afirmaciones valorativas justifica que selas considere de modo diferente, dentro de la metodología científica, y al mismo tiempo nos lleva a formularla siguiente exigencia general. Como parece fuera de toda duda que, en última instancia, sólo las afirmacio-

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nes sobre las que podemos decidir si son ciertas o falsas pueden ser elementos de la ciencia, es enormementeimportante que las afirmaciones vayan acompañadas (directa o indirectamente) por información sobre lossistemas de valores de sus autores respectivos. Como hemos visto, el conocimiento de ese sistema nos permi-te subrayar adecuadamente la parte descriptiva de una afirmación valorativa (de modo que estamos en posi-ción de averiguar si esa parte descriptiva es verdadera o falsa),y también nos permite averiguar si la parteemocional de ella es adecuada o no. De este modo, sin oponernos a las evaluaciones en las afirmacionescientíficas, que resultaría probablemente una tarea inútil y un requerimiento innecesario, podemos defenderla precisión y claridad del lenguaje científico en general, y del lenguaje de la investigación histórica enparticular.

Aunque una actitud valorativa subyace bajo todas las decisiones en la ciencia, su grado de manifestaciónen los informes sobre los resultados obtenidos varían enormemente de una disciplina a otra, y de un investi-gador a otro. Si buscamos, desde este punto de vista, las diferencias entre las ciencias naturales y las socia-les, vamos que no se van a encontrar en el hecho de que las primeras están libres de valoraciones y lassegundas no, sino en el hecho de que –en vista de los modelos normales de valoración—las afirmacionesvalorativas, es decir, las manifestaciones linguísticas de una actitud valorativa, no suelen aparecer en lasnarraciones que se ocupan de las ciencias naturales, mientras que, en las que se ocupan de las cienciassociales, y en las narraciones históricas, en particular, las afirmaciones valorativas constituyen uno de suselementos. La diferencia, por tanto, es más externa que esencial, ya que se refieren a las formas de manifes-tación de las valoraciones.

2. Las diversas formas de la actitud valorativa de los historiadores

De lo dicho anteriormente se deduce que las afirmaciones valorativas son sólo una de las manifestacionesde la actitud valorativa de un historiador. Esas formas se han mencionado anteriormente, especialmente enlos capítulos XVI y XVII. Ahora intentaremos enumerarlas para mostrar el lugar de las evaluaciones entreesas manifestaciones de una actitud valorativa. Diferenciamos seis formas3, en dos grandes grupos: nolinguísticas y linguísticas.

La primera de las manifestaciones no linguísticas de la actitud valorativa de un historiador hacia el pasa-do en la misma elección de la materia (o el campo)de investigación. Una persona decide estudiar un determi-nado problema porque piensa que lo merece, por alguna razón. Así, el papel patriótico de los obispos yarzobispos polacos fue gustosamente considerado por los historiadores relacionados con el catolicismo, mientrasque aquellos hechos que mostraban que los obispos traicionaban a su país, oprimían a los campesinos yvivían con grandes lujos fueron gustosamente tomados por los historiadores que sostenían que el catolicismofue perjudicial para Polonia.

La segunda manifestación puede consistir en guardar silencio o disminuir hechos que son inconvenientespara un autor concreto, aunque debiera tratarlos una vez que ha elegido una materia dada. Así, por ejemplo,algunos historiadores polacos, relacionados con la clase media, al escribir una historia de los campesinospolacos, subrayan, sobre todo, las reformas emprendidas en el pasado por los propietarios de grandes terre-nos, y las describían como manifestaciones de magnanimidad, asegurado que “al contrario que en otrospaíses, los campesinos polacos nunca recurrían a las rebeliones”.

La tercera forma de manifestación de una actitud valorativa en la historigrafía consiste en el modo deexplicación. Al analizar los factores que un historiador considera importantes para explicar un hecho concre-to, podemos sacar mucho sobre el sistema de valores por el que se rige. Sus criterios están a veces explícita-mente relacionados con sus ideas políticas. Ejemplos de diferencias en las explicaciones nos los ofrecen losanálisis de los estudios históricos relacionados con las diversas tradiciones metodológicas y con distintos

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3. Cfr. A. Malewski y J. Topolski, “Metoda materializmu historycznego w pracach historykow polskiech”, Studia Filozoficzne, núm. 6, 1959. Algunasfórmulas y algunos ejemplos usados aquí proceden de ese artículo.

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grupos políticos. Los historiadores marxistas adoptan la teoría materialista del desarrollo social (materialis-mo histórico) como el principio por el que se rige en sus explicaciones.

En cuarto lugar, la actitud personal hacia los hechos que se estudian se puede manifestar en el diferentegrado de importancia que los diversos historiadores atribuyen a los mismos hechos, o en la indicación dealgunos hechos, solamente (los que encajan con la propia interpretación) y el olvido o la minusvaloraciónotros. En una discusión entre los historiadores polacos sobre la importancia política y militar de la afortuna-da defensa del monasterio paulino cerca de Czestochowa durante la invasión sueca un Polonia, a mediadosdel siglo XVII, un historiador desidia la defensa “había jugado un papel importante en el curso de las opera-ciones militares”4, mientras que otro autor, famoso por su apreciación critica de ciertas interpretaciones de lahistoria polaca, subrayaba “la importancia puramente militar y local” de la defensa del monasterio5.

Las formas lingüística de manifestación de una actitud valorativa incluyen I) el vocabulario, con un tinteaprobatorio y derogatorio, y II) las afirmaciones valorativas. En el caso del vocabulario, que rara vez escompletamente neutral, la valoración está escondida en la descripción misma.

También en las afirmaciones valorativas las evaluaciones son rara vez explícitas. Adviértase que la na-rración en general, por poco emocional que sea, da también alguna impresión de la actitud valorativa delautor.

He aquí ejemplos extremos de un vocabulario aprobador y derogatorio (subrayados de J. T).

3) W. Konopczynski, que desaprobaba la lucha de los campesinos contra los señores feudales, al describirla situación de la víspera de la batalla de Beresteczko escribió que “cientos de agentes instigaban a loscampesinos a que se unieran a las hordas cosacas y mataran a los terratenientes”, pero todo esto sólo dioresultado en la región de los Cárpatos, donde “un tal Kostka (...), acompañado por una banda de montañesas,capturó la fortaleza de Czorsztyn”6.

4) A. M. Skalalkowski, manifestado una actitud desaprobatoria similar escribió sobre el ejército deKosciuszko que “se arrastraba con sus manadas de campesinos sin ninguna utilidad, que sólo estaban dejan-do el campo desnudo (...)”7.

El vocabulario no es siempre tan explícito, y, además, las valoraciones pueden ser positivas.

5) “la acción emprendida por el pueblo fue de gran importancia, tanto política, al probar que las masasapoyaban la lucha de liberación nacional, como militar (...)”8; o

6) “Y sin embargo, en la misma Polonia había existido durante décadas una magnifica labor en el campode las ideas políticas, una labor que fue un logro original polaco y un resumen de la experiencia constitucio-nal polaca, en concreto, “sobre los debates públicos eficaces”, de Stanislaw Konarski”9.

3. Clases de evaluaciones en las narraciones históricas

En la ciencia podemos distinguir dos clases de evaluaciones: las propiamente dichas y las utilitarias10.Una clasificación parecida se puede aplicar a las que aparecen en las narraciones históricas. Simplificando,podemos decir que las evaluaciones utilitarias son afirmaciones valorativas aplicadas a objetos que se pue-den observar y relacionadas con otras evaluaciones más primitivas (aquí, el término, primitivas no está usadoen sentido peyorativo, sino, como en lógica, en el sentido de fundamental). Indican que algo es bueno en

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4. T. Nowak, “Spór o role dziejowa obrony Jasnej Góri w 1655”, Przeglad Historyczny, núm. 1, 1958, pág. 164.

5. O. Górka, Legenda a rzeczvwistosc obrony Czestochwy w roku 1655 “Leyenda y hechos sobre la defensa de Czestochowa en 1655), Varsovia, 1957,pág. 11.

6. W. Konopczynski, Dzieje Polski nowozytnej, vol. II, 1936, pág. 11.

7. A. M. Skalkowski, z dziejów insurekcji 1792, Varsovia. 1926, pág. 24.

8. Historia Polski, vol, II, parte 2, Varsovia, 1959, pág. 426. 9. Ibídem, parte I, pág. 369.

10. Cfr. M. Ossowska, “O dwóch rodzajach ocen”, Kwartalnik Filozoficzny, volumen XVI, núms. 2-4, Cracovia, 1946, págs. 279-292.

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relación con otra cosa, o es necesario para otra cosa, o es mejor que otra cosa. Estas comparaciones se hacensegún un modelo general que hemos aceptado como bueno, o según otro elemento de la misma clase (lo cual,en última instancia, es también una comparación con un patrón o modelo)11. Si decimos que un libro dehistoria no debería ser aburrido, lo comparamos con un modelo que hemos aprobado y al que deben corres-ponder los libros de historia. Y si decimos que el médico A, es mejor que el médico B, hacemos nuestracomparación dentro de una clase determinada, pero debemos tener alguna idea de lo que, en nuestra opinión,es un “buen” médico. En esta interpretación, las evaluaciones utilitarias se llamarán comparativas. Las eva-luaciones propiamente dichas, a las que se pueden reducir, en última instancia, las evaluaciones comparati-vas, son más primitivas (es decir, fundamentales). Sin embargo, no es más que una diferencia de grado, demodo que no se debe atribuir una gran importancia práctica a la distinción entre las dos clases de evaluacio-nes. Aquí presentamos algunos ejemplos característicos de ambos tipos. Primero he aquí algunas evaluacio-nes comparativas (subrayados de J. T.).

1) “La tendencia favorable al campesino se intensificó, tras la aprobación de la Constitución de 1791,bajo la influencia de los sucesos de Francia, y como resultado del hecho de que la Constitución no conseguíacolmar las esperanzas”12. El autor de este pasaje compara esa “tendencia” de las actividades sobre los campe-sinos con un cierto modelo de “favorabilidad” hacia los campesinos en aquel tiempo. Esta evaluación, portanto, se refiere a un patrón (de favorabilidad hacia los campesinos).

2) “El propio Alejandro era un discípulo de Aristóteles. Su ejército estaba acompañado de peritos yobservadores para hacer mapas del país y anotar sus recursos. Su flota fue mandada expresamente a explo-rar el Mar de Arabia. Estas tradiciones fueron dignamente mantenidas por sus sucesos en Egipto y Asia(...)”13.Estas, evaluación se refiere también a un modelo (de digna continuación).

En estos dos casos, las evaluaciones se pueden reducir fácilmente a otras. Así, en 7) podemos llegar a lapregunta de por qué un comportamiento concreto es “favorable” a los campesinos, y entonces podemosaveriguar gradualmente los criterios fundamentales de las evaluaciones hechas. Del mismo modo, en 8) llega-mos a la pregunta de por qué la conducta de Alejandro era digna de continuación y aprobación.

Algunas afirmaciones parecen encerrar evaluaciones comparativas, pero, en un examen más estricto,resultan ser simplemente descriptivas.

He aquí algunos ejemplos:

9) “Hasta donde podemos remontarnos, es decir, hasta el siglo XII, podemos ver concesiones en granescala de terrenos, por parte de los gobernantes, a los caballeros. Incluso hicieron concesiones de asentamientosfortificados enteros, por ejemplo, Lekno, Wyszogrod, Skrzyno, y no hay duda de que, si no fuera por laescasez de fuentes, podríamos anotar más ejemplos. Más tarde, en los siglos XIII y XIV, las concesionesfueron menores, porque ni los gobernantes de los ducados (en los que se dividió Polonia en aquella época), niincluso los dos últimos reyes de la dinastía Piast, Ladislao el Corto y Casimiro, podían permitirse el hacergrandes concesiones, pero éstas, de todos modos, continuaron: a éste o ese caballero se le concedían uno omás pueblos por los servicios prestados al gobernante”14.

En este caso, no se hace referencia a evaluaciones, pero el tamaño de las concesiones hechas en losdiversos períodos si se compara. Lo mismo ocurre con fórmulas como: en un país X, la renta per cápita esmayor que en un país Y. Pero la afirmación “en un país X la gente vive mejor (peor, etcétera) que en un paísY” es una evaluación comparativa, ya que las condiciones de vida en X e Y se comparan con nuestrospatrones “buenas” condiciones de vida.

He aquí otro ejemplo:

1) “(En Alemania), comparado con Francia (thierry y Michelet), el concepto de nación llegó a relacionar-se muy poco con el de pueblo, el de las amplias masas, e incluso Ranke lo interpretaba en el sentido de los

Elementos de las narraciones históricas: evaluaciones

11. Cfr. el artículo de J. Kmita mencionado en la nota 1.

12. A. Grynwasser, “Kwestia agrarna i ruch wloscian w Krolestwie Polskim w pierwszej polowie XIX wieku”, en Pisma, vol. II, Wroclaw, 1951, págs.34-35.

13. V. G. Childe, What Happened in History, 1960, págs. 243-244.

14. K. Potkanski, “Studia nad XIV wiekiem”, en Lechici, Polanie, Polska, Varsovia, 1965, pág. 630.

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estratos superiores, educados”15. En este caso, la intensidad de un mismo fenómeno en distintos países es loque se compara, pero no implica una evaluación: nos encontramos sólo con una descripción de los hechos.

En las obras históricas las evaluaciones propiamente dichas se formulan pocas veces expressis verbis.Normalmente, están más o menos profundamente ocultas en afirmaciones aparentemente descriptivas, demodo que la separación de nivel descriptivo y el emocional no se indica sin un análisis apropiado del texto.

He aquí ejemplos de evaluaciones propiamente dichas están ocultas profundamente:

11) “(...) en 1921, la primera tarea de los trabajadores en Polonia fue conseguir reformas sociales”16.Esta afirmación, que puede parecer descriptiva, es una evaluación. En su parte descriptiva dice que lostrabajadores polacos, en esa época,, vivían en unas condiciones que no necesitaban mejorarse.

En su parte emocional, muestra las valoraciones del autor: sostiene que la lucha por las reformas quemejoraran las condiciones de vida de los trabajadores era un buen proyecto, que merecía apoyo y, porconsiguiente, asegura que el pueblo tenia que luchar por esas reformas, porque una mejora en las condicionesde vida de los trabajadores es algo, bueno (progresista).

1) “El levantamiento de 1863 en Polonia fue un hito en los movimientos sociales, porque los intentos delos campesinos polacos comenzaron a relacionarse con las acciones, más amplias, de los campesinos enRusia”17.

He aquí un ejemplo de evolución propiamente dicha, formulada de forma más expresa:

2) “El levantamiento polaco de 1830 tuvo una gran importancia internacional. Su papel objetivo eraprogresista, sin ninguna duda. El levantamiento, que fue una de las manifestaciones de los movimientosburgueses democráticos y de liberación nacional, cada vez más intensos, en Europa, protegió a los países deEuropa Occidental de una intervención armada del régimen zarista”18.

Se puede ver fácilmente que la opinión de un investigador concreto sobre el proceso histórico yace sobretoda evolución, sea formulada explícitamente o no; su conocimiento no basado en fuentes se manifiesta deeste modo en su función de sistema de valores.

4. El criterio de progreso como elemento principal de las evoluciones propiamente dichas en histo-riografía

El criterio de progreso se usará aquí para referirse al criterio por el que un historiador valora los hechosque describe. El término progresó, tal como lo usamos aquí, está, evidentemente, libre de toda implicaciónque lo una con la afirmación de que es inevitable, es decir, que tiene lugar al margen de las acciones huma-nas. En el sentido usado aquí, todo lo que aprueba un historiador (todo lo que considera bueno, adecuado,justo, merecedor de apoyo, etcétera) es progresista, y todo lo que desaprueba (todo lo que considera malo,injusto, contestable, etcétera) es reaccionario. Por tanto, este criterio es primitivo, ya que corresponde a loscalificativos (usados como predicados en el sentido lógico de término) “bueno” y “malo”, a los que se puedenreducir para las evaluaciones19. Se puede ver qué criterios de progreso subyacen en las evaluaciones propia-mente dichas mencionadas anteriormente.

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15. M. H. Serejski, Koncepta historii powszechnej Joachima Lelewela, Varsovia, 1958, pág. 108.

16. A. Próchnik, Pierwsze pietnastolecie Polski niepodleglej (Los quince primeros años de Polonia independiente), Varsovia, 1957, pág. 111.

17. Historia Polski, vol. II, parte III, Varsovia, 1959, pág. 524.

18. Ibídem, pág. 488.

19. Cfr. M.Ossowska, Podstawy nahuki o moralnosci, ed. cit., págs. 40-41. Para un análisis detallado de los adjetivos bueno y malo, ver págs. 44-53.

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En 11), su autor piensa que el aumento de la igualdad en las relaciones sociales significa progreso. En12), según vemos, los factores que combatieron el feudalismo y facilitaron así la llegada de una nueva forma-ción socio—económica se consideran progresistas. La afirmación 13) expresa una aprobación de la luchacontra el sistema feudal y los políticos reaccionarios, y por tanto considera como progresista todo lo queayuda a la liberación del hombre. La afirmación 7) y 8) se pueden reducir a evoluciones fundamentalessimilares.

Los estudios, muchas veces, no conseguían darse cuenta de que las diferencias en sus discusiones no sereferían a los hechos, sino a las evaluaciones, es decir, a los criterios de progreso, que eran distintos para losdiversos participantes en esas discusiones. Recordemos la controversia sobre las granjas señoriales basadasen trabajo servil.

3) S. Hoszowski escribió que, en su primer estadio, la naturaleza progresista de las granjas señoriales sedebía a varios factores tales como “un área mayor de tierra cultivada, continuidad de cultivo, mejor organi-zación de grandes granjas, una organización competente de la venta de productos agrícolas, un mejor aprove-chamiento de los bosques, praderas, viveros, cría de animales, un mayor número de gente empleada en laagricultura, una mayor complejidad de la división del trabajo, un mayor porcentaje de productos comercia-les, un crecimiento de las industrias agrícolas (molinos, cervecerías) y otros tipos de industrias relacionadascon las fincas, satisfacción de las necesidades de los consumidores en las grandes ciudades, un crecimiento delas exportaciones e importaciones, y, sobre, una intensificación de la economía monetaria, como resultado deuna balanza ventajosa del comercio, y una entrada de dinero desde el extranjero”20.

15) Las formulaciones de J. Bardach eran similares. ”Personalmente, me pondría del de quienes advier-ten el papel moderadamente progresista de las granjas señoriales en el primer periodo de su existencia, sobretodo, porque hubo un aumento del cereal comerciable”21.

En ambos casos, vemos que se adoptan como criterios de progreso el desarrollo económico y elaumento de producción.

16) Un criterio de progreso distinto sirve para la afirmación hecha por S. Szczotka. En su opinión lanaturaleza progresista de las granjas señoriales se debió al hecho de que “contribuyeron a una intensificación

y exacerbación de la lucha de clase”22. Según este criterio, son progresistas aquellos fenómenos que ace-leran la caída que una formación concreta y la llegada de la siguiente.

También se ha usado otro criterio en la controversia sobre las granjas señoriales. Por ejemplo, S. Arnoldconsiderada las granjas señoriales como reaccionarias desde un mismo nacimiento. Escribió 17) que el papelde las granjas señoriales era reaccionario “porque empujó a los campesinos, socialmente, hasta el nivel deesclavos que tenían que vivir en completa pobreza”23. En este caso, el criterio de progreso se relaciona con lascondiciones de vida de los trabajadores. Del mismo modo, S. Inglot aseguró que 18) “la llegada de las granjasseñoriales, vista en cuanto a las relaciones de producción, no se puede considerar como un fenómeno progre-sista”24.

Como puede verse, en la controversia sobre las granjas señoriales se usaron al menos tres criterios (creci-miento económico, aceleración de la llegada de la nueva formación, condiciones de las masas). Evidentemen-te, estos criterios no son siempre contradictorios. Puede ocurrir así cuando un autor sostiene que toda activi-dad que conduzca al crecimiento económico de un país debe ser aprobada mientras que otro autor piensa que,antes de todo, hay que prestar atención a las condiciones de vida de las masas. Además podemos encontrar-nos con una contradicción sólo si examinamos la cuestión durante un corto período de tiempo, ya que, en unperíodo largo, estos criterios pueden coincidir. Por ejemplo, el crecimiento económico, a largo plazo, puderesultar un medio más eficaz para mejorar las condiciones de vida de la población. Por eso los criterios deprogreso suelen necesitar un análisis muy preciso.

Elementos de las narraciones históricas: evaluaciones

20. S.Hoszowski, Rola folwarku pans-zczyznianego, Actas de la Primera Conferencia sobre Metodología de los Historiadores Polacos, vol. I,Varsovia, 1953, páginas 489-490.

21. Ibídem, pág. 432.

22. Ibídem, pág. 491.

23. S. Arnold, Podloze gopodarczo—spoleczne polskiego Odrodzenia, Varsovia 1957, pág. 289.

24. S. Inglot, Introducción a la obra de K. Kluk, O rolnictwie (Sobre la agricultura), Varsovia, 1954, pág. XLII.

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En los ejemplos anteriores los hechos valorados no se describían como acciones humanas, y sólo sediscutía la naturaleza progresista o reaccionaria de esos hechos.

Pero puede suceder que también se valoren las acciones y aspiraciones humanas en el pasado. Talesplanes no se podrían haber llevado nunca a cabo, aunque sólo fuera por el hecho de que no se podían materia-lizar en las condiciones históricas en las que se hicieron. En el caso de las acciones planeadas, puestas enfuncionamiento o no; los historiadores la valoran de dos modos: las comparan con otros programas diversosde acción vigentes en el mismo periodo (criterio histórico, o de pasado) o con diversos programas contempo-ráneos (criterio de presente). De este modo, un programa de acción que pude valorar como muy progresistasegún un criterio, puede considerarse muy pobre según el otro. En primer caso, la evaluación es comparativa,y en segundo, una evaluación propiamente dicha.

He aquí un ejemplo de evaluación de un programa según el criterio histórico:

19) “la ideología de los Hermanos Polacos, y especialmente su corriente plebeya, era, desde el punto devista social, la más progresista –a pesar de la Utopía—en la época del Renacimiento en Polonia”25.

Y he aquí un caso de evaluación basada en el criterio de presente:

20) “las opiniones sociales y políticas de Kamienski eran anti-feudales, y unían la lucha por la indepen-dencia

de Polonia con una condición incondicional de la tierra a los campesinos que trabajaban. El programa fueexpuesto en Prawdy Zywotne (Verdades vitales), pero era cuestión de táctica política: dejaba intocadas lasgranjas señoriales y a los obreros agrícolas sin tierra. En sus formulaciones básicas, estaba de acuerdo con elprograma de la Sociedad Democrática Polaca (fundada por los emigrados polacos en Francia a mediados delsiglo XIX), y era, en las condiciones políticas de la época, ciertamente progresista aunque no exigía unarevolución agraria”26.

Las evaluaciones basadas en el criterio de presente (aceptado por un autor concreto) pueden convertirse aveces en caricaturas. Por eso W. Kula escribió sobre ellas al analizar las obras de historiadores anteriores.“La de criterio de presente. Provenía de la lucha de un historiador a favor de algo que defendía, y de suactitud hacia la sociedad. Un historiador anti-alemán que viviera durante la Tercera República en Franciaacusaría a los políticos anteriores que hubiera hecho alianzas con Alemania y exoneraría a los que hubierandirigido contra Alemania. Un radical francés elevaría estatuas de Danton y escondería (e inclusodestruiría)documentos que mostraban que Danton había recibido dinero de agentes británicos. Un socialistafrancés disfrutaría acusando a Danton y defendiendo al “ incorruptible”. En este país, Korzon, Askenazy ySkalkowski consideraban a Kosciuszko, el príncipe Jósof Poniatowski y Dabrowski, respectivamente, de unmodo similar”27.

5. Los historiadores frente a las evaluaciones

Hay que reflexionar sobre cuál debe ser la actitud de un historiador hacia la evaluación en general, y lasevaluaciones en las narraciones en particular. Podemos encontrar dos acercamientos extremos. Uno es queun historiador no puede separarse de las evaluaciones, y el otro apoya la ilusión de que la investigaciónhistórica libre de valoraciones sería plenamente objetiva y neutral. A. Próchnik expresó su opinión, cercanaa laprimera postura, cuando escribió que “al expresar sus opiniones, elegir los hechos, valorar los sucesos,un historiador no se puede separar de la plataforma en la que se apoya. Es incapaz de olvidar suWeltanschauung, aunque pretenda que sí lo olvida”28. Una postura similar ha sido formulada por W. Kula,

Jerzy Topolski

25. Historia Polski, vol. I, parte 1, Varsovia, 1957, pág. 289.

26. Ibídem, vol. II, parte III, pág. 130.

27. W. Kula, Rozwazania o historii, ed. cit., pág. 139.

28. A. Próchnik, op, cit., págs. 4-5.

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que sostiene que la necesidad de liberar a la historia de valoraciones es impracticable, e incluso perjudicialpara la investigación histórica29.

Aunque sostenemos que la valoración es inseparable de toda actividad científica, podemos considerar, detodas formas, qué formas de manifestación de una actitud valorativa son comparables con la conducta de unhistoriador, y cuáles son incomparables con ella, y, por tanto, deben rechazarse.

La manifestación de la actitud de un historiador en la elección de la materia de investigación es legítima einevitable. Según los diversos factores implicados, algunos investigadores plantean ciertas preguntas, mien-tras que otros investigadores plantean otras preguntas, y en esto no reside ningún peligro para la ciencia.Algunos efectos incómodos posibles se pueden mitigar, en parte, por la práctica, cada vez mayor, de coordi-nar y plantificar el trabajo investigador.

Pero es distinto lo que ocurre con las restantes formas de selección. Tenemos que criticar cualquier acti-tud valorativa que se manifiesta en dejar de lado los hechos inconvenientes aunque tengan que tratarse enrelación con la materia estudiada. Del mismo modo, tenemos que desaprobar toda selección unilateral de laconsecuencia de los hechos abarcados por la investigación. Esta selección incorrecta se debe, sólo a unapreparación inadecuada de un historiador concreto para su labor. En tal caso, las solucione es simple: tieneque aumentar su conocimiento no basado en fuentes.

¿y las evaluaciones? Aquí se podrían formular dos exigencias:

1) Eliminación de ciertas formas de evaluaciones;

2) Modificación de las restantes formas.

En el caso 1) nos referimos a que el vocabulario usado en historiografía debería elegirse para que sea máspreciso y no ambiguo posible; en la ciencia, y no sobre todo, los hechos estudiados, y no sobre las emocionesdel investigador. Las exigencias radicales mencionadas anteriormente serían impracticables, y por eso, esteautor sugiere moderación.

En el caso de 2) nos referimos a las evaluaciones formuladas como afirmaciones valorativas. Tenemosque ver que las evaluaciones sean claras, y eso sólo se puede asegurar si los sistemas de valores usados en laevaluación se muestran tan plenamente como sea posible. Si se cumple esa condición, cuando un historiadordiga que un fenómeno es progresista podemos averiguar si tiene razón, es decir, podemos averiguar si suevaluación es verdadera en su parte descriptiva. Este autor no recomienda que se eliminen las evaluaciones.Por lo contrario, cree que, gracias a las evaluaciones, la historiografía contribuye a las transformaciones delmundo que nos rodea. Pero la tarea de valoración no debe estar en absoluto en contradicción con las tareasestrictamente científicas, es decir, no debe dar lugar a formas indeseables de valoración, tal como se hamencionado anteriormente.

¿Pero qué criterio de valoración, es decir, del progreso histórico, hay que adoptar? A través de los tiem-pos, los historiadores manifestaron sus posturas en lo que hicieron como historiadores en lo que declararon.De cualquier forma, probablemente en cualquier período en la historia de la investigación histórica y lahistoriografía ha existido una división entre los activistas, que siempre querían apoyar los fines de un gruposocial determinado, y los escépticos, que se mostraban críticos ante los diversos modelos. W. Kula ha deno-minado a los primeros “acólitos” (ya que “ayudan a misa en las iglesias de su época”), y a los segundos,“iconoclastas” (ya “el rey no tiene vestidos”)30.

Cuando predominaba el modelo pragmático en la investigación histórica, la principal tarea de los historia-dores era promover ciertos patrones de conducta. Los principios axiomáticos para la construcción de dichospatrones los proporcionaban la mitología, el estado y la religión. Cuando el racionalismo comenzó a sustituira la religión en la investigación histórica, o al menos a tener una posición equivalente, la naturaleza humanainmutable con sus necesidades inmutables se convirtió en el sistema de referencia para las evaluaciones.

En la interpretación cartesiana, el conocimiento del hombre, como la geometría, debía deducirse de unaserie de axiomas. Esto significaba reforzar el estudio del hombre desde el punto de vista de las especies

Elementos de las narraciones históricas: evaluaciones

29. W. Kula, op. cit., pág. 144.

30. Ibídem, pág. 219.

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humanas (aunque la historiografía seguía dedicando su atención al héroe y la personalidad), con la perdidatotal de los elementos de la consideración individual del ser humano que se pueden encontrar hasta en losautores antiguos.

La oposición a los sistemas absolutos de referencia en el área de la valoración, sistemas promovidos porla religión y por la idea de la naturaleza humana inmutable, dio lugar a un relativismo histórico total, princi-palmente en la historiografía alemana. Privó a los historiadores de todo criterio de valoración, al proclamarel principio virtus filia temporis, lo que significa que, al rechazar todos los valores absolutos a los que sepodían referir las evaluaciones, llego a defender un relativismo extremado en ese aspecto.

La síntesis dialéctica de las posturas extremas, es decir, una síntesis que nos lleva a la aceptación deciertos criterios de valoración mientras que subraya que tienen una naturaleza histórica, evita los dos extre-mos.

Las propuestas mejor fundadas sobre esta síntesis se encuentran en los autores marxistas, especialmenteen Marx y Engels, y más tarde, por ejemplo, en Gramsci y Lukács. Sus ideas deben interpretarse de estemodo: al evaluar el proceso histórico, tenemos que hacer una distinción entre

1) Evaluaciones de sucesos que no se interpretan como acciones humanas;

2) Evaluaciones de acciones humanas (acciones emprendidas por individuos, grupos e instituciones. Estadistinción, que es esencial para el problema en cuestión, no fue adecuadamente observada, lo cual produjomuchos malentendidos. El historiador que quiere valorar el nacimiento del capitalismo en los siglos que vandel XVI al XVIII, y el que quiere valorar la conducta de los pioneros de la industrialización capitalista queexplotaban sin piedad a sus trabajadores, se enfrentan a dos problemas diferentes.

En el primer caso, el historiador, probablemente, dirá que el nacimiento del capitalismo fue un hechoprogresista, mientras que el segundo, mostrará seguramente simpatía por los sufrimientos humanos. ¿Signi-fica esto una dualidad de evaluaciones?

¿Cómo podemos evitar esta dualidad? De cualquier modo, parece incorrecto subordinar las evaluacionesde las acciones humanas a las evaluaciones de los procesos, es decir, absolver a los individuos, grupos einstituciones, de ciertas acciones, sólo por que esas acciones originaron o contribuyeron a ciertos procesosque evolucionaron positivamente. Pero también seria incorrecto caer en el otro extremo, es decir, olvidar, alevaluar las acciones humanas, el proceso histórico y sus consecuencias para la vida humana. Un historiadordebe encontrar cada vez un camino medio entre estos dos extremos. La teoría marxista propaga el acerca-miento antropocéntrico, según el cual, el hombre debe considerarse como valor último y supremo. Este acer-camiento, además, tiene la mejor oportunidad de convertirse en criterio básico para las valoraciones históri-cas, y de ayudar a los historiadores a encontrar modos de valoración. Mientras que en el proceso de estable-cimiento de leyes, es decir, relaciones generales, un historiador debe separarse del hombre como individuo, enel proceso de evaluación debe, según lo que recomienda el principio de antropocentrismo, tener siempre encuenta el individuo y sus necesidades. Adviértase que el antropocentrismo, tal como lo interpreta la teoríamarxista, no considera al hombre unilateralmente, en la esfera de su existencia; no separa su existenciaindividual de la esfera social, y a fortiori no opone ambas, como hacen algunas filosofías existencialistas ypersonalistas. Un individuo no se toma en aislamiento, ni sólo como producto social, sino como un factorcreativo en el proceso histórico. No vamos a detenernos más en este problema, ya que es marginal respecto alas cuestiones que tratamos en este libro.

El acercamiento antropocéntrico formulado anteriormente supone el punto medio entre el concepto abs-tracto de naturaleza humana inmutable y el relativismo que defendía el historicismo. Se deduce de ello quetenemos que admitir la existencia de un fundamento común de la naturaleza humana por lo que respecta adiferentes épocas y diferentes territorios. Lo que queremos decir aquí no es sólo el nivel biológico (aunque enese aspecto parece estar más claro el fundamento común), sino también el nivel psicológico. Todo historiadorestá convencido de que ciertos rasgos de la naturaleza humana y ciertas necesidades humanas son contrastes,y basa muchas de sus afirmaciones en esa convicción.

Jerzy Topolski

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en Tesis Doctorales y Trabajos de Investigación Científica. MetodologíaGeneral de su elaboración y documentación, Capítulo 1. Editorial Paraninfo,Cuarta edición. 1996, pp. 23-41.

R. Sierra Bravo

LA INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA YLA INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA YLA INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA YLA INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA YLA INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA YEL METODO CIENTIFICOEL METODO CIENTIFICOEL METODO CIENTIFICOEL METODO CIENTIFICOEL METODO CIENTIFICO

1.1. LA TESIS DOCTORAL Y LA INVESTIGACION CIENTIFICA

Una de las misiones básicas de la Universidad es la formación de sus alumnos en la investigación cientí-fica. Esta misión debe alcanzar su máxima expresión en los estudios de doctorado, en cuanto su realizaciónacredita académicamente la plena capacidad investigadora. Precisamente por ello, la tesis doctoral debeconstituir un trabajo de investigación científica o, como se dice en la Ley de Reforma Universitaria española,un «trabajo original de investigación».

Según su naturaleza sustantiva, la tesis doctoral no ha de ser otra cosa, pues, que una investigacióncientífica. Es más, si no en el fondo, es decir, en la importancia de los descubrimientos, en todo lo demás se lapuede considerar como el prototipo de los trabajos de investigación. En cuanto tiene que sufrir el examen deun Tribunal, parece obligado que reúna en todo caso del modo más perfecto posible los requisitos formalesexigidos por la investigación científica.

De la identidad de naturaleza entre la tesis doctoral y la investigación científica, se derivan dos conse-cuencias de interés para nuestro propósito. Según la primera, de carácter terminológico, lo que se diga de lainvestigación científica es extensible a la tesis doctoral y viceversa, dejando a salvo a los aspectos académi-cos peculiares de la tesis. Por ello, con dicha salvedad, ambos términos se utilizarán aquí como sinónimos.

De acuerdo con la segunda, los conceptos básicos en que se apoya la investigación científica, la ciencia yel método científico, también serán válidos como tales en el caso de la tesis doctoral. Esta circunstancia haceaconsejable realizar a continuación una exposición sucinta de la noción aquí adoptada de estos conceptosbásicos, junto al de la misma investigación científica, como presupuesto y fundamento de la materia a trataren esta obra.

1.2. LA CIENCIA

El hombre tiene la capacidad de aprehender el mundo en que está inmerso mediante la razón. Ejercitandoesta facultad, obtiene ideas o representaciones conceptuales del mundo en que vive. Estas ideas, en fin, alinformarle sobre la realidad que le rodea, son la base de su actuación y, por tanto, de su vida en el mundo.

Pero el conocimiento, formado por el conjunto de ideas obtenidas que proporcionan al hombre informa-ción para que pueda actuar, no es único, sino que presenta diversas clases; por ejemplo, el conocimientovulgar, el filosófico y el científico. Entre todas estas clases, el conocimiento científico o ciencia es, en sucampo, el de la realidad observable, el que tiene la primacía por ser el más preciso, exacto, elaborado y

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cualificado. Por ello, es también el que proporciona, para actuar en el mundo, una información más detalla-da, completa y eficaz.

La ciencia se puede definir, en sentido estricto, como un conjunto sistemático de conocimientos sobre larealidad observable, obtenidos mediante el método de investigación científico. Según esta definición, son treslos elementos que configuran su naturaleza: un contenido, un campo de actuación y un procedimiento oforma de actuar.

La ciencia, en cuanto a su contenido, está constituida exclusivamente por un conjunto de conocimientossobre la realidad, en forma de conceptos y de enunciados. Las ideas de este conjunto se hallan interrelacionadasentre sí o sistematizadas y forman lo que se llama la teoría.

El campo de actuación propio y único de la ciencia es la realidad observable, la realidad de este mundoen que vivimos. Lo no empírico, digamos lo trascendente, cae fuera del campo de la ciencia en sentidoestricto.

Por último, la ciencia utiliza el método de investigación científico, que es lo que la tipifica como proce-dimiento o forma de actuación en la formación de conocimientos que la integran.

La ciencia, en cuanto cuerpo de conocimientos teóricos, no es otra cosa que el resultado de la investiga-ción científica realizada de acuerdo con el método de investigación científico. En este sentido, es claro que lainvestigación científica es la fuente de la ciencia. Según escribe Mario Bunge (1972, 189), “el conocimientocientífico es, por definición, el resultado de la investigación realizada con el método y el objetivo de laciencia.” En cuanto fuente de la ciencia, la investigación científica es también el fundamento más firme yseguro de la actuación del hombre para el conocimiento, utilización y dominio del mundo que nos rodea.

Ningún hombre de temperamento científico afirma que lo que ahora es creído enciencia sea EXACTAMENTE verdad; afirma que es una etapa en el camino hacia laverdad...

BERTRAND RUSSELL

1.3. OBJETIVOS Y FINES DE LA CIENCIA

Los objetivos fundamentales de la ciencia, en relación con su campo de actuación (la realidad de estemundo), son cuatro: analizar, explicar, prever o predecir y actuar. El primer objetivo de la ciencia es sabercómo es la realidad, qué elementos la forman y cuáles son sus rasgos. Después de conocer cómo es larealidad, su segundo objetivo es explicarla, llegar a establecer cómo se relacionan sus distintas partes y porqué es como es la realidad.

Estos son los objetivos básicos principales de la ciencia. Su consecución la capacita para alcanzar losotros dos objetivos indicados, que por ello son derivados o aplicados: la predicción y la actuación. Por unaparte, si la ciencia logra saber cómo es un sector de la realidad y los factores que lo explican, entonces estaráen condiciones de prever los acontecimientos que tendrán lugar en dicho sector de la realidad. Por otra parte,el mismo conocimiento del cómo y porqué de un sector de la realidad, faculta también para actuar, da poderpara transformar esa realidad e influir en ella en mayor o menor grado.

La ciencia, de hecho, en nuestros días, ha concedido un poder inmenso al hombre. Este poder es peligroso,ya que puede ser utilizado para el bien o para el mal. De aquí que B. Russell diga (1969, 219) que “para que

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la civilización científica sea una buena civilización es necesario que el aumento de conocimiento vaya acom-pañado de sabiduría. Entiendo por sabiduría, dice, una concepción justa de los fines de la vida. Esto es algoque la ciencia por sí misma no proporciona”, y en lo que, sin duda, nuestra civilización es defectuosa.

Respecto al fin, se ha de señalar, en primer lugar, su importancia en la ciencia, ya que, como señala JuanPablo II (Discurso, 28.10.1986), “la ciencia no puede descuidar las cuestiones fundamentales sobre su papely su finalidad”.

El fin próximo que persigue inmediatamente la ciencia es conocer la realidad lo más exactamente posible,es decir, descubrir su verdad. “La investigación de la verdad, afirma Juan Pablo II (Discurso 10.11.1979), estarea fundamental de la ciencia”. A conocer la verdad de la realidad se dirigen los objetivos de la cienciaindicados de analizar y explicar.

Pero los hombres no sólo buscan con la ciencia el puro conocimiento de lo que las cosas son, de surealidad, sino que también, juntamente con ello y como su consecuencia, pretenden dominar esa realidad yhacer que sea útil para el servicio del hombre. Aquí, sin duda está su fin intermedio. Juan Pablo II (Disc.10.11.1979) dice también que la ciencia es necesaria “a la Humanidad para satisfacer las exigencias justasde la vida y vencer los diferentes males que la amenazan”. Al cumplimiento de este fin intermedio se orientanlos otros dos objetivos de la ciencia antes señalados: predecir y actuar.

En cuanto a su fin último, la ciencia no se debe quedar en la verdad de las cosas, sino que debe tender ala sabiduría y todo lo que ésta representa de justicia y servicio al hombre completo, es decir, teniendo encuenta su destino sobrenatural, y de modo especial a Dios mismo. Decía Juan Pablo II (Disc. 8.5.1983): “Enuna palabra, vuestra ciencia debe expandirse en sabiduría, es decir, convertirse en crecimiento del hombre ydel hombre entero; abrid ampliamente vuestras mentes y vuestros corazones a los imperativos del mundo dehoy, que aspira a la justicia y a la dignidad fundadas sobre la verdad. Y vosotros mismos estad disponiblespara la búsqueda de todo lo verdadero, convencidos de que las realidades del espíritu forman parte de lo realy de la verdad integral.

Hombres y mujeres de ciencia, nuestros coetáneos se dirigen cada vez más a voso-tros. Esperan de vosotros y de vuestras investigaciones una mayor protección delhombre y de la naturaleza, la transformación de las propias condiciones de vida, elmejoramiento de la sociedad, la construcción y salvaguarda de la paz.

JUAN PABLO II

1.4 CIENCIA, FILOSOFIA Y TEOLOGIA

Esta noción estricta de ciencia plantea la cuestión de si la filosofía y la teología quedan fuera totalmentedel campo científico.

Esta duda se funda, respecto a la filosofía, porque sí bien ésta se ocupa de problemas últimos referentes alas realidades de este mundo (de su esencia, causas, origen y fin último), se trata de temas tan abstractos quetrasciende lo real y no so susceptibles del contraste empírico propio de la ciencia estricta.

Respecto a la teología, la cuestión es distinta según se la considere como doctrina revelada o más propia-mente como comprensión racional de la fe.

Es obvio que la revelación, en cuanto conocimiento de las cosas divinas revelado por Dios, cae fuera delcampo de la ciencia por su origen divino y no humano y por su justificación, que es el mismo Dios que, pordefinición, todo lo sabe y no puede engañarse ni engañamos.

La investigación científica y el método científico

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En cambio, la teología, como inteligencia o comprensión racional de la fe, se ocupa de una materia quecon la revelación ha adquirido una cierta realidad “física”, respecto a cuyo alcance e interpretación se puedenplantear problemas y tratar de solucionarlos racional y críticamente, aunque persista la irrefutabilidad empí-rica última del contenido de la revelación.

Por todo ello es indudable que existe una distinción entre las ciencias empíricas y la filosofía y la teolo-gía, basada en que las teorías e hipótesis de dichas ciencias son contrastables y refutables empíricamente,pero no las de la filosofía y la teología.

Sin embargo, del mismo modo que no se discute hoy el carácter científico de las ciencias formales: lalógica y las matemáticas, a pesar de que se ocupan no de realidades físicas observables sino de realidadesideales: los números y los conceptos, juicios y razonamientos y de que tampoco tiene vigencia en ellas laprueba empírica de las ciencias reales, sino que esta prueba la encuentran en sí mismas, en la correcciónformal de sus operaciones, es decir, en la consistencia de las mismas con las reglas matemáticas y lógicas,tampoco se debe discutir el de la filosofía y la teología positiva.

Ambas se ocupan de problemas que tienen una manifestación empírica según se ha indicado y aunqueestos problemas no sean contrastables ni refutables empíricamente en último término, sin embargo, comosubraya K. R. Popper (1983, p. 245) “si consideramos una teoría como una solución propuesta a un conjuntode problemas, entonces la teoría se presta inmediatamente a la discusión crítica, aunque no sea empírica nirefutable. Pues en tal caso podemos plantear cuestiones tales como: ¿resuelve el problema?, ¿lo resuelvemejor que otras teorías?, ¿ha desplazado simplemente el problema?, ¿es simple la solución?, ¿es fecunda?,¿contradice a otras teorías filosóficas que son necesarias para resolver otros problemas?”.

Por ejemplo, tanto la misma existencia de Dios como su inexistencia no son contrastables ni refutablesempíricamente; sin embargo sí se pueden discutir racionalmente ambos supuestos y discernir cuál de ellos esmás razonable. A este respecto, H. Küng en su obra La existencia de Dios (Ed. Guadarrama) demuestra queel mundo y el hombre encuentran su explicación última en la existencia de Dios, sin la cual su única justifica-ción es la no explicación o el absurdo.

En conclusión, la ciencia y la filosofía, y también la teología positiva, no son “compartimentos imper-meables” (Bunge). La primera, si se prolonga el análisis científico, desemboca en la filosofía, y ésta, por otraparte, se encuentra incluso en los cimientos del edificio científico. Inversamente, no hay nada en la filosofía yen la teología positiva que se oponga a la aplicación en ellas, en cuanto sea posible, del método científico. Enla actualidad, cada vez son más frecuentes las incursiones de los científicos en la filosofía, conscientes oinconscientes. A este respecto I. Prigugine e I. Stengers (1983, 276) abogan porque el carácter sustancialmenteabierto de la ciencia sea reconocido y porque la fecundidad de las comunicaciones entre interrogacionescientíficas y filosóficas, deje de verse frustrada por separaciones, o destruida por enfrentamientos.

La filosofía es la ciencia de las ciencias.

SAMUEL TAYLOR COLERIDGE

1.5. LA INVESTIGACION CIENTIFICA

Investigación se deriva etimológicamente de los términos latinos in (en, hacia) y vestigium (huella, pista).De ahí que su significación original es “hacia la pista” o “seguir la pista”; buscar o averiguar siguiendo algúnrastro.

De acuerdo con esta noción etimológica, investigar es, genéricamente, toda actividad humana orientada adescubrir algo desconocido. Tiene su origen, en la curiosidad innata del hombre, que le impulsa a averiguarcómo es y porqué es así el mundo que le rodea; así como en la indigencia natural de sus instintos en com-paración con los animales, que le obliga a investigar para obtener información, resolviendo de este modo susnecesidades.

R. Sierra Bravo

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Según esto, toda investigación, incluso la científica, es averiguación de algo no conocido o búsqueda desolución a algún problema. Los distintos tipos de investigación no se pueden distinguir, pues, por la razónde ser de la actividad investigadora, la solución de problemas, sino que su diferenciación tiene que hallarse ensu objeto y el procedimiento o forma de actuación.

Tal procedimiento es, en el caso de la investigación científica, un método, el científico, muy complejo,dilatado, planificado y técnico, como se verá después.

La investigación científica, que consiste en la puesta en práctica de este método o en la actuación basán-dose en él, se distingue, por tanto, de las demás formas de investigación por el carácter muy cualificado yelaborado de su método.

Al igual que existe una íntima unidad entre la ciencia y la investigación científica, así también la existeentre la investigación científica y el método de investigación científico. La investigación científica es se-gún se ha indicado, la actividad que produce la ciencia y como tal, su fuente. El método de investigacióncientífico es el procedimiento o forma de actuación empleado o seguido en la investigación científica.

Dado que la ciencia y sus aplicaciones técnicas ocupan en el mundo actual una posición cada vez másabsorbente como fuente de información y base de la actuación del hombre, puede deducirse fácilmente laimportancia excepcional de la investigación científica para la humanidad en su conjunto y, en particular,para todos aquellos países que no quieren quedarse rezagados en la marcha de la civilización. Vivimos en unmundo dominado crecientemente por la ciencia y la técnica. La investigación científica es el motor quesostiene e impulsa a ambas. Es discutible que este mundo sea el mejor de los posibles, así como que suevolución se oriente en la práctica de modo que se eviten siempre grandes inconvenientes humanos y ambien-tales.

“Conocimiento es poder”. Sí, esto es lo que es el conocimiento. Es poder y nadamás. Poder como la salud, el talento o cualquier otro poder, esto es, carente de todoelemento moral. El problema moral emerge cuando al referirnos al hombre quetiene poder nos preguntamos: ¿ Qué hará con él?

WILLIAM GRAHAM SUMNER

1.6. EL METODO DE INVESTIGACION CIENTIFICO

Pero, ¿qué es el método utilizado en las ciencias? En primer lugar, es un método y por tanto, como tal, unaforma de realizar una actividad; el camino o proceso que la actividad en cuestión ha de seguir para alcanzarsu objetivo.

En segundo lugar, se trata de un método específico y determinado, que recibe el nombre de científico,porque tuvo su origen, aplicación y desarrollo, ante todo, en las ciencias consideradas típicas, las físicas ynaturales. Dentro de los distintos tipos de métodos es, sin duda – en lugar de un método de pensamientosimplemente- un método de investigación en cuanto supone una forma de actuación que se orienta a ampliarel conocimiento de la realidad que nos rodea. Aún más, por la perfección y eficacia que ha logrado, cons-tituye sin duda el método de investigación por excelencia. Por eso creo debe ser llamado método de inves-tigación científico y no método científico sin más. Se puede hablar del método peculiar de cada una de lasciencias: de la Física, de la Biología, de la Psicología, etc., formado por las distintas formas de combinacióny aplicación en ellas de los métodos sustantivos de pensamiento, analizados en el capítulo 3, y de investiga-ción, pero no existe un método científico peculiar de aplicación general en todas las ciencias, sino es elmétodo de investigación científico.

En el método de investigación científico, como en todo método, se pueden distinguir su contenido ométodo propiamente dicho, formado fundamentalmente por la serie de etapas sucesivas a seguir para alcan-zar el resultado pretendido y su base racional, constituida por el conjunto de ideas que sirven de fundamento

La investigación científica y el método científico

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Cuerpo deconocimiento

disponible

Problema

Hipótesis

Consecuenciascontrastables

Técnicas decontrastación Evidencias

Estimación dehipótesis

Nuevo cuerpo deconocimiento

Nuevo problema

Cuadro 2.-Ciclo del trabajo científico

y de orientación al método propiamente dicho, por ejemplo: la existencia de la realidad y la posibilidad de suconocimiento, a que se hace referencia al tratar de las técnicas de trabajo de investigación.

El método, como procedimiento, está constituido por las etapas generales de actuación que forman sucontenido y por las técnicas o procedimientos concretos, operativos, para realizar en un caso determinado lasfases generales de actuación en cuestión.

Estas técnicas, específicas de cada ciencia, pueden ser muy diversas, porque cada objeto de investigaciónreclama sus técnicas propias, que no son objeto de estudio en esta obra.

El método de investigación científico, como procedimiento general de actuación seguido en el conoci-miento científico, se concreta, pues, en un conjunto de trámites, fases o etapas. Por ello, parece que la mejormanera de expresar en qué consiste, es describir las actuaciones que comprende.

Enfocado de este modo, consiste en formularse interrogantes sobre la realidad del mundo y de los hom-bres, basándose en la observación y en las teorías ya existentes; en anticipar soluciones a estas cuestiones yen contrastar, con la misma realidad, dichas soluciones previas o hipótesis, mediante la observación de loshechos, su clasificación y su análisis.

De modo más desarrollado, y de acuerdo con Mario Bunge (1972, 35-6) en el método de investigacióncientífico se puede distinguir la siguiente serie ordenada de operaciones:

1. Enunciar preguntas bien formuladas y verosímilmente fecundas.

2. Arbitrar conjeturas fundadas y contrastables con la experiencia, para contestar a las preguntas.

3. Derivar consecuencias lógicas de las conjeturas.

4. Arbitrar técnicas para someter las conjeturas a contrastación.

5. Someter a su vez a contrastación estas técnicas para comprobar su relevancia y la fe que merecen.

6. Llevar a cabo la contrastación e interpretar sus resultados.

7. Estimar la pretensión de verdad de las conjeturas y la fidelidad de las técnicas.

8. Determinar los dominios en los cuales valen las conjeturas y las técnicas, y formular los nuevosproblemas originados por la investigación.

Este ciclo se representa esquemáticamente en la siguiente figura:

R. Sierra Bravo

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1.6.1. Rasgos del método científico

En esta descripción del método de investigación científico no sólo se comprenden sus distintas fases, sinoque de ella se deriva su carácter complejo, especificado por los siguientes rasgos.

a) El método de investigación científico, en el estado actual de las ciencias, es un método de investigaciónteórico en su origen y en su fin. Con ello se quiere decir que su punto de partida es, en general, una teoríaprevia o un conjunto racional y sistemático de ideas sobre la realidad de que se trate. Esta teoría debe sernormalmente la fuente de los problemas que formula el método científico.

Es también su fin, porque los resultados de la puesta en práctica del método científico se deben concretaren los nuevos principios que reformen, completen o confirmen las teorías iniciales. Además, también esnecesaria la teoría para observar la realidad. Los hechos de por sí son mudos y nada dicen si no se sabeinterpretarlos y se va a ellos con ideas y enfoques previos.

b) basado en la duda científica, según la cual no hay en la ciencia ningún conocimiento, ninguna ley,ninguna teoría, ningún descubrimiento de la misma, de los que no se pueda dudar, que no puedan ser someti-dos siempre a nuevas revisiones y comprobaciones y que no puedan ser sustituidos por otros más exactos yverdaderos.

c) problemático—hipotético, en cuanto se basa en la formulación de problemas sobre la realidad y enadelantar conjeturas o soluciones probables a dichas cuestiones.

Según lo anterior, al cuestionarlo todo, la duda científica sistemática debe, consecuentemente, desembo-car siempre en nuevos problemas, debe problematizarlo todo, problemas que, a su vez, exigen respuestasprobables o hipótesis.

d) empírico, en el sentido de que su fuente de información y, de respuesta a los problemas que se plantea,es la experiencia. Que la fuente de información y de respuesta última de este método es la experiencia, quieredecir que la ciencia, a efectos de la prueba en que consiste, toma sus datos y funda sus conclusiones en laobservación ordenada y, sistemática de la realidad. En esto se diferencia de otras formas de conocimiento quebasan también sus pruebas en la autoridad, la tradición la revelación.

e) a la vez, inductivo y deductivo. Es inductivo en cuanto procede mediante la clasificación sistemáticade los datos obtenidos durante la observación, con el fin de determinar las regularidades que presentan.

La ciencia, aunque se base en la inducción sistemática en mayor medida que otros tipos de conocimiento,utiliza, asimismo, necesariamente la deducción.

Esta, como se sabe, consiste en la derivación de conceptos y enunciados, no de la observación de larealidad, como la inducción, sino de otros conceptos o enunciados establecidos anteriormente.

La inducción y la deducción en la ciencia no se oponen entre sí, sino que la deducción está íntimamenteunida en ella a la inducción.

La inducción sólo da lugar inmediatamente a datos sobre la realidad. Pero el relacionar estos datos,establecer conceptos y enunciados con base en ellos, y sacar conclusiones de todo género es en gran parteobra deductiva.

f) autocrítico. Con ello se quiere decir que se auto corrige a sí mismo y, por tanto:

1. Que debe someter constantemente a crítica o examen y juicio, todas las fases, operaciones y resultadoso, lo que es lo mismo, a contraste y verificación.

2. Que en ningún caso los logros del método científico son definitivos y que siempre están sujetos a larevisión, que se puede derivar de nuevos descubrimientos y puntos de vista científicos.

El científico, escribe E. B. Wilson (1958, 21) “rechaza la autoridad como el fundamento último de laverdad. Aunque se ve obligado por necesidad práctica a usar hechos y proposiciones establecidas por otrosinvestigadores, se reserva la decisión sobre si ellos merecen confianza, si sus métodos son buenos y si, en uncaso particular, los hechos alegados son creíbles. El, además, considera un privilegio y a veces un deber,repetir y comprobar el trabajo de otros siempre que estime que esto es deseable”.

La investigación científica y el método científico

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g) circular: Es así porque, como señala el profesor Salustiano del Campo (1969, p. 267) en él “losprincipios se prueban mediante datos empíricos y éstos se analizan o interpretan sobre la base de aquellos”.

Existe, pues, una interacción continua en el método científico entre la experiencia y la teoría: con base enla experiencia se establece, completa y reforma la teoría, y con base en la teoría se capta y explica la realidad.

El modelo del método científico y, por tanto, de la ciencia, no es simplemente lineal del tipo siguiente:

Observación empírica Teoría

sino que se ajusta al siguiente esquema circular:

Teoría Observación empírica

h) analítico–sintético. Es decir, estudia la realidad distinguiendo y separando unos de otros sus elementosmás simples, pero no se queda aquí, sino que procura luego unir y recomponer los elementos separados,obteniendo una visión global del conjunto y de las relaciones estructurales entre sus elementos.

i) selectivo en un triple sentido. Primero, entre la multiplicidad de aspectos de los fenómenos, debe con-centrar su observación en los más relevantes; segundo, entre la masa de datos recogidos debe detectar en elanálisis los más significativos, por tener un influjo predominante; tercero, no se detiene en las meras aparien-cias, sino que procura trascenderlas y, explicar la realidad lo más profundamente posible.

j) debe atenerse normalmente a las reglas rnetodológicas formales, pero, al mismo tiempo, debe fomentarla intuición y la imaginación aún en el caso de que con ello no se atenga estrictamente a dichas reglas, eincluso a las teorías admitidas, como señala P. K. Feyerabend en su obra “Contra el método”, Ed. Ariel, y

k) preciso, en cuanto pretende en todo caso obtener conocimientos y medidas de la realidad lo más exac-tos que sea posible. La ciencia tiene vocación de exactitud, de tal modo que se ha podido decir que cuantomás exacta es una ciencia, más ciencia es.

Según M. Cohen es rasgo esencial del método científico la tendencia a reemplazar los términos vagos,tales como grande y pequeño, lejos o cerca, caliente o frío, por otros más definidos precisados en la medición.

En resumen, los caracteres del método científico son, según lo anterior: teórico, basado en la duda cientí-fica, problemático–hipotético, empírico, inductivo, deductivo, crítico, circular, analítico–sintético, selectivo,abierto a la imaginación y preciso.

La maestría en los métodos es tan trascendental que, sin temor equivocación, sepuede afirmar que los grandes descubrimientos corren cargo de los técnicos másprimorosos: de aquellos sabios que han profundizado, a favor de perseverantes en-sayos, todos los secretos de uno o varios recursos analíticos.

RAMON Y CAJAL

R. Sierra Bravo

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235

1.7. FASES DEL PROCESO DE INVESTIGACION CIENTIFICA

Según se deriva de lo expuesto hasta aquí, la investigación científica es en sí, y esencialmente, una activi-dad, pero no una actividad única y simple, sino compleja o proceso, constituida como tal por un conjunto deactuaciones sucesivas interrelacionadas.

En general, se puede afirmar que el proceso de investigación científica pretende, partiendo de los conoci-mientos científicos precedentes, conceptualizar la realidad, con el fin de obtener y formular, mediante laobservación y la sistematización metódicas, representaciones intelectuales que sean expresión lo más exactaposible de la realidad y contribuyan a engrosar el acervo teórico de las ciencias.

Según se deriva de esta definición, el proceso de investigación científica comprende las tres fases biendiferenciadas siguientes: documentación, investigación empírica y exposición.

En primer lugar, dado que la investigación científica y la tesis han de tener como punto de partida losconocimientos precedentes sobre el tema investigado, exige una labor previa de documentación para buscarprimero las fuentes donde se encuentran dichos conocimientos precedentes y conocer después su contenidomediante la lectura.

Cuadro 3: Frases del proceso de investigación

Esta fase se debe materializar en fichas bibliográficas donde se describan dichas fuentes y en fichas detrabajo o de lectura, en las que se recojan las partes del contenido de las fuentes de información utilizadas quese crean de interés en nuestra investigación, así como las ideas propias que se nos ocurran con ocasión deesta tarea.

En realidad, esta fase constituye una investigación secundaria, en cuanto en ella no se toma contactodirecto con la realidad investigada, sino indirecto, a través de las fuentes de información consultadas.

Seguidamente, en la fase de investigación primaria, se trata de la observación directa de la realidadestudiada y de obtener de ella los datos pertinentes. Esta fase se debe concretar en el diseño o plan de lainvestigación y en la obtención y tratamiento efectivos de los datos.

Por último, la tercera fase consiste en la elaboración de los materiales recogidos en la investigación y laexposición de sus resultados, con el fin de comunicarlos a la comunidad científica y al público en general yposibilitar, de este modo, no sólo su conocimiento, sino la crítica y revisión de los mismos.

Hasta ahora no ha sido reconocido explícitamente el proceso expositivo como un elemento esencial de lainvestigación científica, salvo casos aislados, como el de Eli de Gortari (1983, 46) que lo considera una de

La investigación científica y el método científico

Búsqueda documentalLecturaFichas de trabajo

DiseñoObtención y tratamiento de datos

Sistematización del material recogidoRedacciónPresentación formal

DOCUMENTACIÓN

INVESTIGACIÓN PRIMARIA

ELABORACIÓN

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las fases del proceso de conocimiento científico. Sin embargo, el proceso de exposición no es algo accesorioy superfluo en la investigación científica, sino esencial y necesario en cuanto elabora y da forma a losmateriales recogidos y a los resultados obtenidos en la investigación, que, en otro caso, no pasarían deconstituir una masa informe de datos, tablas e interpretaciones.

Los discursos científicos tienen una importancia primordial dentro de la actividadcientífica, porqur constituye el medio de expresión y de comunicación de los conoci-mientos adquiridos y, a la vez ponen de manifiesto las orientaciones y tendenciasque se destacan en la investigación. La redacción de su texto es la parte final y, encierto modo, culminante del trabajo de investigación científica.

ELI DE GORTARI

La disposición de esta obra se ajusta a las fases acabadas de indicar del proceso de investigación cientí-fica. En efecto, el libro ésta dividido en cuatro partes, las cuales, exceptuada la primera dedicada a losfundamentos, corresponden a las tres fases distinguidas en el proceso de investigación: documentación (2ªparte); investigación primaria (3ª parte); y elaboración (4ª parte).

De todas ellas, es obvio que no es posible tratar aquí específicamente de las técnicas de investigaciónprimaria aplicadas en las distintas ciencias, sino de las ideas generales aplicables en todas ellas referentes aldiseño de investigación y al trabajo de campo.

No ocurre lo mismo en el caso de la documentación, de ahí la importancia dedicada a la misma.

1.8 ASPECTOS DEL PROCESO DE INVESTIGACION

En el proceso de investigación en general se pueden distinguir dos aspectos: metodológico y lógico. Elprimero de ellos enfoca la investigación desde el punto de vista de los pasos a seguir en la búsqueda desolución o respuesta al problema; y el segundo, de los elementos conceptuales o lógicos que intervienen en lainvestigación científica.

De ellos se presenta a continuación una síntesis expositiva.

R. Sierra Bravo

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La investigación científica y el método científico

1. Descubrimiento del problema de la investigación

2. Documentación y definición del problema

3. Imaginar una respuesta probable al mismo.

4. deducir o imaginar consecuencias de la hipótesis o sub-hipótesis empíricas.

8. Extender las conclusiones y generalizar los resultados.

7. Establecimiento de las conclusiones resultado de la investigación.

6. Puesta a prueba o contraste con la realidad de la hipótesis a través de sus consecuenciaso sub-hipótesis empíricas.

5. Diseño de la verificación de la hipótesis o del procedimiento concreto a seguir en suprueba.

Cuadro 4: Etapasdel métodocientífico

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1.8.1 Aspecto metodológico

Las etapas del proceso metodológico de investigación científica, que se puede considerar típicas, teniendo encuenta las operaciones del método científico antes indicadas, son las siguientes:

El problema es el origen concreto de la investigación y consiste en una pregunta o un interrogante sobre larealidad. Constituye también su objetivo o fin próximo, en cuanto que lo que se pretende lograr con la investigaciónen su solución.

El problema descubierto será normalmente, en su inicio, vago y abstracto y no convenientemente precisado, porlo que es necesario determinar, con toda claridad, en las operaciones siguientes, la cuestión cuya solución constituyeel objeto de la investigación.

Para realizar debidamente y con conocimiento de causa esta precisión, se requiere una labor de documentacióny de estudio a fondo del tema de que se trate, para informarse de las teorías o conocimientos científicos sobre él y delas investigaciones antes realizadas con relación al mismo. Esta información teórica se debe completar con otraempírica sobre la realidad o campo a que se va a referir nuestra investigación, para obtener un conocimiento genéri-co de ella.

Respecto a la etapa siguiente, la investigación científica reclama, por una parte, que en la búsqueda de la solu-ción al problema de investigación elegido, en lugar de proceder a la ventura, se trabaje ordenada e inteligentemente,imaginando las soluciones al problema más probables o hipótesis, a fin de proceder primero a su verificación. Estashipótesis especifican el objeto de la verificación y la guían y orientan en todas sus fases.

Por otra parte, el contraste de las hipótesis generales de la investigación, frecuentemente de carácter abstracto, serealiza normalmente, no de modo directo sino mediante la imaginación y deducción de consecuencias empíricasmuy concretas, casi inmediatamente, verificables a la que se puede llamar sub–hipótesis.

En toda investigación es importante y, por tanto, también en toda tesis, trabajar con hipótesis y utilizar para suprueba consecuencias empíricas de ellas muy concretas, que se puedan contrastar con la realidad fácilmente, y estoincluso cuando su carácter sea principalmente documental y cualitativo.

Formuladas las hipótesis y sus consecuencias que especifican a aquéllas, es preciso proceder seguidamente a suprueba con los hechos. No obstante, la actuación siempre ordenada e inteligente, que presupone el método científico,exige planificar previamente dicha prueba. A este fin se orienta el diseño de la investigación, que determina laforma concreta de realizar la verificación en un caso concreto. Establece la pauta a seguir en la recogida y tratamien-to de los datos, determinando cuáles son necesarios, el procedimiento de su obtención y la forma de su tratamiento oanálisis posterior, así como las técnicas adecuadas para la recogida de los datos, que, como señala Bunge (1972, 26),deben ser objeto de prueba para contrastar su validez y seguridad.

La prueba de las hipótesis relacionan éstas o, el mundo de las ideas, con el mundo de la realidad y comprende laobservación o recogida de datos, la clasificación de los datos recogidos y su análisis.

Efectuadas estas operaciones centrales, en la verificación cuando se establezcan las conclusiones, se tratará dedeterminar la significación y el alcance teóricos del análisis realizado, de inferir las consecuencias pertinentes, y decompararlas con las hipótesis de partida y la teoría inicial, a fin de proceder a su integración en ésta, mediante losreajustes necesarios.

Por último, la extensión de las conclusiones o generalización de los resultados, va encaminada a determinar yprever la validez y el alcance efectivos de dichas conclusiones, en el tiempo, en el espacio y respecto a otros campos.

Una visión gráfica general del proceso metodológico –que creo útil incluir en este trabajo– se puede encontrar enel cuadro 5, adaptado del expuesto por José Luis Zacagnini (1981, 10l).

Para llegar a establecer una ley, científica existen tres etapas principales: la prime-ra consiste en observar los hechos significativos; la segunda, en sentar hipótesisque si son verdaderas expliquen aquellos hechos; la tercera, en deducir de estashipótesis consecuencias que puedan ser puestas a prueba por la observación.

BERTRAND RUSSELL

R. Sierra Bravo

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1.8.2. El aspecto lógico. Noción y elementos

El aspecto lógico del proceso de investigación científica se refiere, según se expuso antes, a los elementosconceptuales que intervienen en dicho proceso, así como a la forma de su conexión dinámica.

Estos elementos conceptuales son la teoría, los modelos, las hipótesis, las unidades de observación y lasvariables en cuanto representan conceptualmente los hechos o la realidad, los datos y las leyes científicas.

Respecto a la forma de su conexión dinámica, se puede decir que ésta da lugar a los procesos subordina-dos o subprocesos de verificación y teorización.

En el primero, en síntesis, la investigación parte de la teoría y, a través de la formación de modelos ehipótesis, desciende a la realidad. En el segundo, inversamente, parte de la realidad y, mediante la obtenciónde datos y leyes, asciende a la teoría.

El esquema del proceso de verificación podría ser el siguiente:

TEORIA MODELOS IDEAS SUPUESTAS HECHOS

VERIFICACION

IDEAS CIENTIFICAS

Las observaciones y los experimentos repetidos funcionan en la ciencia como testde nuestras conjeturas o hipótesis, es decir, como intentos de refutación.

KARL R. POPPER

Teoría

Según lo anterior, el primer elemento del proceso de verificación y el último del proceso de teorización, esla teoría. En ella empieza y acaba la investigación.

Las teorías se pueden definir de acuerdo con el Diccionario de Ciencias Sociales (1979, v.2), como unconjunto de proposiciones conectadas lógica y ordenadamente que intenta explicar una zona de la realidadmediante la formulación de las leyes que la rigen.

Todas las teorías existentes, referentes al campo que abarca una ciencia, forman objetivamente esta cien-cia. La ciencia, pues, está formada esencialmente por teorías. No es por tanto otra cosa que el conjunto deteorías referentes al ámbito que abarca. Todas las teoría de una ciencia constituyen el cuerpo de conocimien-tos que se suponen válidos, existentes en una época determinada sobre el sector de la realidad propio de laciencia de que se trate.

Las teorías están, según la definición propuesta, formadas por enunciados, es decir, por expresiones (afir-maciones o negaciones) referentes al sector de la realidad objeto de la ciencia.

La teoría es un elemento importante de la investigación científica. En cierto modo, se puede decir que essu origen, su marco y su fin. Su origen porque es fuente de nuevos problemas e hipótesis. Su marco, porque

La investigación científica y el método científico

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proporciona el sistema conceptual que se aplica a la observación, clasificación y sistematización de los datosde la realidad. Su fin, porque la investigación debe desembocar en teorías cada vez más perfectas.

Todo ello explica que como destaca M. Bunge (1972, p. 413) en su obra “La investigación científica” sea“una peculiaridad de la ciencia contemporánea el que la actividad científica más importante, la más profunday la más fecunda se centre en torno a teorías y no en torno a la recolección de datos, las clasificaciones de losmismos o hipótesis sueltas”.

Las teorías nos abandonan, los hechos nos defienden.

SANTIAGO RAMON Y CAJAL

R. Sierra Bravo

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Técnicas del trabajo de investigación

Elección del tema de la tesis

Su concreción y definición de objetos

Planteamiento de la investigación

Técnicas del trabajo intelectualMétodo científico

Documentación

Fuentes de documentación

Fichero bibliográfico

Fuentes de información

Lectura

Fichas de trabajo y lectura

Centros de documentación

Fuentes empíricas

Formulación de una hipótesis

Observación de fuentes empíricas

Observación de datos primarios

Tratamiento de datos primarios

Material para la elaboración de la tesis

Elaboración formal

Postredación

Revisión del texto escrito

Presentación formal

Aspectos ortograficos

Aspectos mecanográficos

Elementoscomplementarios

Títulos

Bibliografía

Indices

Apéndices

Elocución

Introducción

Cuerpo

Conclusiones

Citas y notas

Disposición

Guiones

Inversión

Esquemas

Redacción

Revisión formal

Encuadernación

Ejemplar de la tesis acabado Defensa Edición

La investigación científica y el método científico

Cuadro 1. Cuadro gene-ral de la elaboración ydocumentación de la te-sis o trabajo de investi-gación.

Fundamentos

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Pasos a dar Requisitos que sehan de tomar

Medios y fuentes queayudan a cumplir lo

anterior

Establecer primero el tipo de inves-tigación que se desea efectuar

Hay que elegir un problema que searelevante y que sea posible investi-gar con los medios de que se dispo-neHa de ser definido operativamente,de manera que sea resoluble, formu-lándolo en forma de pregunta

Hay que revisar toda la informaciónque exista sobre el problema

Que sea muy precisa y susceptiblesde verificación

Que esté en relación con las hipóte-sis y objetivo de la investigación

Aplicar estrictamente lo indicado enel diseño

Aplicar las técnicas adecuadas

Comparar los resultados con laHipótesis de Trabajo, y ver si sepueden generalizar

Comparar los resultados con laTeoría y extraer las consecuencias

—Fuentes directas: Las Teo-rías. La vida diaria.—Fuentes indirectas: Los tra-bajos anteriores

—Leer, escuchar y trabajarcríticamente. Atender a lo anó-malo e incongruente

—Formular el problema conprecisión y específicamente

—Se cuenta con los medios yfuentes de documentación einformación

—El conocimiento de la reali-dad investigada, el dominio dela teoría y la cultura científicageneral

—Tener en cuenta los diversosdiseños que existen

—Planificación—experimento piloto

—Los tipos de análisis estadís-ticos, lingüisticos, documenta-les, etc., existentes

—Los conceptos de HipótesisNula e Hipótesis Alternativa

—Las Teorías de partida y losresultados de otros investiga-dores (Documentación)

Deseo de obtenernuevos conoci-

mientos

Determinacióndel problema

Creación dela tesis

Comproba-ción de lahipotesis

Análisis deresultados

Fuentes deproblemas

Elección delproblema

La definicióndel problema

la docu-mentación

Creación dela hipótesisdel trabajo

Diseño

La realiza-ción

El análisis

Discusión

Conclusiones

Nuevos conocimientos

Redacción delinforme final

Publicación

Cuadro 5. -Proceso metodológico de la investi-gación científica.

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en Tesis Doctorales y trabajos de Investigación Científica.Metodología Generalde su elaboración y Documentación. Capítulo 14. Editorial Paraninfo, Cuarta Edición,1996, pp. 379�407.

R. Sierra Bravo

La redacción de la tesis o del trabajoLa redacción de la tesis o del trabajoLa redacción de la tesis o del trabajoLa redacción de la tesis o del trabajoLa redacción de la tesis o del trabajo

14.1. LAS TECNICAS DE ELABORACION DE INFORMACION

En la investigación científica concreta hay que distinguir entre la investigación científica en sí misma,que consiste en llevar a efecto el proceso de investigación científica respecto a una materia o problemadefinidos, y la tesis o trabajo de investigación en sentido estricto, que es el texto escrito en el que se expone lainvestigación realizada y sus resultados. Mientras que la investigación científica en el primer sentido tienecomo objeto obtener de las fuentes primarias y secundarias datos e informaciones, su objetivo, en el segundosentido, es la presentación de los resultados finales de una forma sistemáticamente elaborada.

Sin embargo, la investigación científica en el primer sentido ha de ser el punto de partida y la base de lasegunda. Dada la distinción expuesta precedentemente entre la investigación empírica y la secundaria, estepunto de partida es doble y está constituido:

a) Por los resultados del análisis de los datos obtenidos mediante la observación de la realidad o investiga-ción primaria, y

b) Por el cúmulo de informaciones recogidas en fichas con motivo del trabajo de documentación realizadoo investigación secundaria.

El proceso de investigación científica concreto debe ser llevado a cabo conforme a las técnicas específicaspropias de la ciencia a la que por su materia corresponda y sólo proporciona como tal, de modo inmediato,una masa informe de informaciones, datos, tablas, análisis..., a la que es necesario sistematizar y dar unaforma ordenada mediante la elaboración de la tesis o informe final de la investigación. Esta tarea final ha deser realizada de alguna forma y por tanto según técnicas determinadas y es obligada en toda investigacióncientífica. Por eso es claro que se trata de técnicas generales aplicables en todas las ciencias.

Estas técnicas generales tienen como fin la producción de un documento o texto escrito en el que seexponga la investigación realizada y sus resultados. Por ello deben comprender propiamente la redacción dela tesis o del informe así como las operaciones preparatorias de tal redacción, y las técnicas referentes alcontenido y disposición de la tesis y su presentación formal.

De ahí que las técnicas Finales, que precisamente son las atañen de manera más próxima e inmediata a lapreparación de la tesis o trabajo científico, sean:

– Técnicas referentes a su elaboración y redacción, y

– Técnicas referentes a su contenido y, presentación formal.

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14.2. LA ELABORACION DE LA TESIS: SUS SENTIDOS AMPLIO Y ESTRICTO

Elaboración, según el Diccionario de la Real Academia española, es la acción de elaborar o de “prepararun producto por medio de un trabajo adecuado”. De acuerdo con esta definición, este término, que conformea dicho Diccionario se dice especialmente de las actividades intelectuales, conviene particularmente tambiénen el caso de la tesis. En efecto, la tesis, como resultado final de una investigación científica, es un productoque exige para su obtención un trabajo adecuado.

Con relación a la tesis, el término elaboración se puede tomar en dos sentidos: uno amplio y otro estricto.Según el primero, la elaboración, en sentido general, de la tesis abarca todas las operaciones que exige dichaelaboración desde el principio al fin. Comprende, por tanto, también la obtención de información inclusomediante la aplicación de técnicas empíricas de observación.

Tomada en sentido estricto, la elaboración de la tesis comprende únicamente las operaciones referentes ala exposición de la información obtenida y no las relativas a la obtención de información. Mediante aquéllasse trata ahora de efectuar la redacción final que constituye la meta pretendida y el broche final de todas lastareas.

Esta redacción, por otra parte, constituye el objetivo inmediato y directo de todas las operaciones que,según veremos, se pueden distinguir en el proceso de elaboración de la información obtenida.

14.3. LA ELABORACION DE LA INFORMACION COMO PROCESO DE COMUNICACION

Ya vimos en el capítulo 6 cómo la obtención de información o documentación científica implica un proce-so de comunicación en el que se pueden distinguir los elementos de éste:

Ö un emisor, el autor del documento;

Ö un medio de transmisión, el documento mismo;

Ö un canal de transmisión, la red de distribución del documento y de su puesta a disposición del investi-gador;

Ö un receptor y destinatario, el investigador que capta la información contenida en los documentos, ladecodifica y la almacena en la memoria o mediante fichas u otros artificios.

Pero no es éste el único proceso de comunicación que implica la tesis o el trabajo de investigación, sinoque ésta comporta un doble proceso. Además del anterior, la elaboración de la información obtenida en eltrabajo de documentación da lugar a otro proceso de comunicación, que enlaza y es continuación del ante-rior. En el mismo el investigador que decodifica y recibe la información del primer proceso se convierte a suvez, en codificador o redactor y emisor de la información elaborada por él con base en la recibida. Esta nuevainformación se concreta en un medio de comunicación que es la tesis o el informe del trabajo de investiga-ción. Existe después también, más o menos elemental, un canal de transmisión o red de distribución y unreceptor y destinatario que en la tesis es, en primer lugar, el tribunal que ha de juzgarla.

La tarea principal del investigador en ambos procesos de comunicación es la decodificación en el prime-ro, que realiza mediante la lectura, y la codificación en el segundo, que tiene lugar por medio de la redacción.Una y otra ocupan una posición central en dichos procesos, si bien la redacción tiene un carácter más com-pleto y activo que la segunda, que sólo consiste en descifrar un texto previamente codificado aplicando laclave conocida de la lengua de que se trate. Existe, pues, un cierto paralelismo entre lectura y redacción, quese manifiesta también en la posibilidad seguida aquí, de aplicar en el análisis de la redacción un esquemasimilar al reseñado e el capítulo 11 para la exposición de la lectura.

R. Sierra Bravo

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14.4. LA REDACCION: SUS NOCIONES, IMPORTANCIA Y ELEMENTOS

Según el Diccionario de la Real Academia Española la palabra redactar se deriva etimológicamente delverbo latino redigere, compilar, poner en orden, y significa “poner por escrito cosas sucedidas, acordadas opensadas con anterioridad”.

Estas dos acepciones, etimológica y usual, se pueden hacer corresponder con dos sentidos de la redac-ción, estudiada aquí, de la tesis o trabajo de investigación. Según el primero, correlativo a la segunda acep-ción, redactar la tesis, en sentido estricto, es el acto concreto de dar forma escrita a las ideas que han deconstituir el contenido intelectual de la tesis. Pero la redacción de la tesis en sentido pleno, no sólo comprendeesta expresión escrita de las ideas, sitio que también abarca la determinación inmediata de las ideas a expo-ner, así como el orden en que deben ser expuestas, lo que quiere decir que abarca todo el proceso de elabora-ción de la información obtenida.

La redacción en sentido pleno, pues, comprende también las operaciones que tienen como objeto compi-lar y ordenar el conjunto de datos e ideas, recogidos en la etapa de obtención de información y documenta-ción, así como la formulación del, plan general de la tesis y de cada parte o capítulo de la misma. Estas tareasdeben hacer posible la redacción, en sentido estricto o desarrollo mediante el lenguaje escrito, del plan deideas de cada capítulo. No obstante, se ha de señalar que la compilación y ordenación no son ajenas tampocoa la redacción en sentido estricto, pues ésta implica la ordenación de los elementos de la lengua usada:palabras, oraciones, períodos y párrafos.

Parece innecesario insistir en la importancia de la redacción en ambos sentidos. Hacia ella convergentodas las demás operaciones de la tesis, que encuentran en la redacción su sentido y fin. Por otra parte, sucometido no es otro que dar forma definitiva o producir el resultado final de la investigación: la tesis oinforme de la investigación y proporcionarles su forma definitiva.

En la redacción en general de la tesis se pueden distinguir los siguientes elementos básicos:

- El sujeto redactor y su circunstancia.

- El instrumento esencial de la redacción: el lenguaje.

- El proceso de redacción en sentido amplio y estricto; y

- El resultado final de la redacción o tesis propiamente dicha.

Los elementos tercero y cuarto requieren una consideración especial que tendrá lugar mediante la dedica-ción de apartados especiales al proceso de redacción; y de un capítulo propio al cuarto.

El idioma español es el capital “intangible” Más valioso que tenemos los españo-les. Lo podemos perder o por lo menos lo podemos malversar. La condición funda-mental es que los que pedantemente nos tenemos por comunicadores públicos apren-damos a escribir y, sepamos dónde estamos.

AMANDO DE MIGUEL

14.5. EL SUJETO REDACTOR

En cuanto al primer elemento, el sujeto y su circunstancia, es indudable que existe en todas las operacio-nes de la redacción y que no es otro que el propio investigador. Pero con relación a la lectura, se puedeadvertir la diferencia básica de que no se trata de un acto preciso y definido y relativamente simple, sino deuna serie de actos diversos y complejos. Este hecho implica, sin duda, que las obras sobre la redacción no seocupen generalmente de este punto, a diferencia de lo que ocurre en las obras que versan sobre la lectura. Sinembargo, dado el paralelismo señalado antes entre la lectura y la redacción, lo expuesto sobre esta cuestión

La redacción de la tesis o del trabajo

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en el capítulo de la lectura (en cuanto a condiciones físicas y psíquicas, órgano de la vista, lugar de trabajo eiluminación), puede ser también válido y aplicable, mutatis mutandis el caso de la redacción.

Respecto a la preparación inmediata física y psíquica de la redacción, F. Gauquelin (1972, 158) reco-mienda la siguiente técnica: “Antes de comenzar a escribir, no está mal prepararse para este esfuerzo, rela-jándose durante algunos minutos. Intente hacer el vacío en Ud. mismo, no pensando en nada. Luego, concalma, reposadamente, dirija su mente al tema que quiere tratar. Haga preferentemente una o dos lecturasreferentes a él para obtener una concentración suficiente y una buena fluidez mental. Sólo entonces puedeUd. ponerse a trabajar. Esta corta preparación acelerará la puesta en marcha, que es muchas veces larga ypenosa; no salen sin esfuerzo las primeras palabras que van a expresar sobre un papel, todavía virgen, lasucesión de las ideas”.

Hay que subrayar, finalmente, que la redacción de la tesis, y en general todo su proceso de elaboración,reclama una gran paciencia en el sujeto. A primera vista, puede parecer que la obra científica es el resultadofácil de la inspiración, el ingenio, las ideas brillantes, pero la realidad es que exige también, y ante todo, untrabajo duro y continuado. La tesis, y en general el trabajo científico, nunca es el resultado de un momento debrillante inspiración, sino de una larga y paciente tarea de meses y años.

En cuanto a la redacción en concreto, es comparable a una obra de albañilería, no sólo porque requierebuscar palabras como el albañil ladrillos, y colocarlos adecuadamente, sino porque, del mismo modo que elalbañil levanta un día cinco metros de pared y al día siguiente otros cinco, y así sucesivamente, el doctorandoha de redactar un día cinco páginas, al siguiente otras cinco y así sucesivamente ha de avanzar, paso a paso,página a página, sin cansarse, revisando y corrigiendo constantemente lo hecho hasta que la obra esté perfec-tamente acabada.

14.6. EL LENGUAJE

Mientras que la lectura reclama principalmente el conocimiento de los signos escritos, la redacción exigeel dominio del lenguaje para hallar las palabras más adecuadas y ordenarlas de modo que expresen mejor lasideas.

Por tanto, si el lenguaje es el instrumento esencial con el que se forma, expresa o construye la redacción,nada será en ésta tan necesario como el conocimiento lo más completo posible del mismo y de su manejocorrecto. Es preciso, pues, en la tesis, dar al lenguaje la importancia fundamental que tiene como instru-mento que proporciona su forma última a los resultados de la investigación.

Pero al mismo tiempo, hay que evitar que, como frecuentemente ocurre con todo instrumento esencial quedesempeña una función mediadora, dar al lenguaje más importancia de la debida de modo que usurpe supuesto principal a las ideas.

Lo que realiza el lenguaje es dar forma lingüística a las ideas, en el caso de la redacción escrita. De ahíque se haya podido definir como la facultad de asociar contenidos de pensamiento a expresiones habladas oescritas, es decir, a signos verbales o gráficos.

La asociación entre ellos sólo puede tener su origen en la inteligencia y no en el mismo lenguaje en cuantosignos verbales o escritos. Es indudable, pues, que en el acto del lenguaje lo primero ha de ser la idea y losegundo su expresión, utilizando los signos lingüísticos como instrumento.

De acuerdo con esta íntima unión del conocimiento y el lenguaje, se puede afirmar que la primera funcióndel lenguaje es hacer posible la actividad cognoscitiva, es decir, la formación de conceptos, juicios y razona-mientos. El lenguaje es, por tanto, el instrumento de que nos servimos para expresar los conceptos, formarlos juicios y pensar o razonar, y el que, como tal instrumento, nos sirve para dar forma a aquéllos.

R. Sierra Bravo

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Con la lingüística moderna de Saussure, se puede afirmar que la estructura del lenguaje viene determina-da, en general, por dos ejes o campos: el eje de las sustituciones o campo paradigmático y el eje de losencadenamientos o campo sintagmático, y se representa gráficamente por el siguiente modelo:

El primero es el eje de las palabras distintas pero que tienen alguna asociación entre sí por su origen, susignificado y su función y, en consecuencia, son susceptibles en un cierto grado de un empleo alternativo. Elsegundo es el eje que representa las diversas formas como las palabras y sus elementos, se pueden enlazarentre sí para que el mensaje que se quiere transmitir mediante ellas tenga sentido y sea comprensible.

Como destaca Ortuño (1980, 31) “el hablante, cuando tiene que producir un mensaje, selecciona a base desustituciones y pruebas los términos paradigmáticos que convienen a la experiencia vital, a la idea, a lasituación que se desea expresar; pero a la vez combina unos términos con otros, prueba y vuelve a probar,hasta que esas combinaciones producen como resultado mensajes comprensibles y dotados de sentido”.

El lenguaje es el sello de todas las admirables invenciones humanas.

GALILEO

14.7. PROCESO DE REDACCION O DE ELABORACION DE LA INFORMACION OBTENIDA

En esta elaboración o redacción en sentido amplio es preciso recapitular las informaciones recogidas y lasideas descubiertas sobre el tema investigado; establecer los planes de los puntos e ideas que se piensanexponer y, en fin, dar forma escrita a las ideas. Por todo ello, es un acto complejo y sucesivo o proceso y noun acto simple.

Este proceso suele recibir el nombre de composición literaria, en las obras que tratan de la redacción engeneral. Según Martín Vivaldi (19ª ed. Ed. Paraninfo, 1986, 249), “en casi todos los tratados de redacción sededica un capítulo a la “composición literaria”. Y está justificado. La razón de ello es que un escrito cual-quiera (informativo, descriptivo o narrativo), análogamente a un cuadro, tiene que someterse a ciertas reglaso principios de composición para evitar la anarquía, es decir, para que el cuadro o escrito sea un todoarmónico”. Este autor define la composición como el arte de desarrollar un tema y menciona sus tres fases: lainvención o búsqueda de ideas; la disposición o forma de su ordenación; y la elocución o manera, según elDiccionario de la Real Academia española, de hacer uso de la palabra para expresar los conceptos.

Estas tres fases siguen siendo válidas en la redacción científica o proceso de elaboración de la informa-ción obtenida en el trabajo de investigación. La diferencia se halla en que en la redacción literaria ha de tenermucha mayor importancia la invención imaginativa, mientras que en la tesis se trata, ante todo, de dar formalingüística a la información recogida y a las conclusiones que derivamos de ella.

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P

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De acuerdo con lo anterior, en la tesis es necesario que haya invención en el sentido de búsqueda denuevas ideas que expresen los aspectos descubiertos en la realidad investigada; pero esta invención no puedeser principalmente imaginativa, como en la redacción literaria, sino que ha de basarse en el cúmulo de datose informaciones recogidos.

En conclusión, en la redacción de la tesis o proceso de elaboración de la información obtenida en lainvestigación, también se pueden distinguir las tres fases indicadas de la composición literaria: la invención,la disposición y la elocución. Las dos primeras se diferencian de la tercera porque tienen por objeto la prepa-ración de la información obtenida en la investigación a efectos de su utilización en la elocución.

14.8. PROCEDIMIENTO PARA LA PREPARACION DE LA INFORMACION OBTENIDA

En mi opinión, no existe un procedimiento que sea válido para todos. Cada uno tiene su forma personal detrabajar y debe encontrar y establecer su propio procedimiento que de forma más eficaz se adapte a aquélla.

No obstante, parece obvio que en la elaboración de la tesis ha de tenerse en cuenta y se debe aprovechar elmaterial recogido a lo largo de todo el proceso de obtención de información o documentación. De otra mane-ra, sería casi inútil esta pesada operación. Ello lleva consigo la formación previa de esquemas de ideascontenidas en la documentación. Por otra parte, con el fin de que la invención y la disposición o plan sepuedan realizar, partiendo efectivamente de la documentación obtenida, el resultado final de la elaboración,la redacción, no debe realizarse al azar, sin orden alguno, según lo que se nos ocurra en cada momento, sinode manera sistemática, de acuerdo con una de las características principales de la ciencia. Esto exige tambiénla formación de planes previos que sirvan de guiones.

Todo ello nos lleva a tratar de los esquemas y planes, como elementos o aspectos del procedimiento aseguir en la invención y disposición o en la elaboración de la información obtenida.

Esquemas. Mediante los esquemas se trata de esquematizar o reducir a síntesis sistemáticas de ideas elcontenido conceptual de todas las fichas en las que se debe concretar finalmente la tarea de la documentación.Su formación proporciona visiones globales de toda la información recogida y permite hacer manejable dichainformación desperdigada, a veces, en miles de fichas; facilita también su utilización en la reflexión y si-guiente elaboración, especialmente de los planes de la tesis. Por supuesto que la formación de los esquemasrequiere la lectura detenida, crítica y selectiva, de las fichas.

En estos esquemas se pueden distinguir dos modalidades: generales, que son los que se realizan en primerlugar con el fin de esquematizar todas las ideas contenidas en las fichas recogidas; y específicos, más detalla-dos a ser posible que los anteriores, o relativos a los puntos o capítulos de la tesis que se van a redactarconcretamente. En ellos se debe hacer referencia al número de las fichas de donde se han tomado las ideasesquematizadas.

La reflexión sobre estos esquemas debe dar lugar respectivamente a la invención de puntos e ideas quehan de constituir el plan general, primero, y los planes de redacción concreta de cada capítulo o parte de latesis, después.

Esta reflexión debe ser profunda, concentrada y prolongada, y persistir todo el tiempo necesario hastadescubrir enfoques originales y adecuados al tema de la tesis.

Planes. Los planes, en el sentido utilizado aquí, no son otra cosa sino el programa o disposición conjuntay sistemática de las partes, capítulos, etc. debatidos en la tesis, que se podría llamar plan general, o bien elprograma o disposición conjunta y sistemática de las ideas que se desarrollarán en cada capítulo o parte de latesis objeto de redacción, o planes específicos, que podrían ser llamados también guiones.

El plan general se debe derivar del estudio y reflexión sobre el esquema general. Su función es determinarlos temas de debate en la tesis y su orden sistemático. Los planes específicos, que pueden determinar lamodificación del plan general, deben igualmente resultar del estudio y reflexión sobre los esquemas específi-cos. Su función es la de servir de guión o pauta para la primera redacción de cada capítulo.

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14.9. LA TERCERA FASE DEL PROCESO DE REDACCION: LA ELOCUCION O REDACCION ENSENTIDO ESTRICTO

Como se acaba de ver, el procedimiento de preparación de la información obtenida, aún siendo personal,debe partir de esquemas, en los que se clasifique sistemáticamente dicha información obtenida, y debe condu-cir a la formación de planes generales de temas de debate, y materializarse en planes específicos o guiones deideas para su desarrollo. En la elocución o redacción en sentido estricto, en cambio, se trata simplemente dedar forma escrita a los temas o ideas contenidos en los planes y guiones.

Mientras que las dos primeras fases del proceso de redacción estudiadas se orientan al hallazgo de ideasoriginales y a disponerlas según un orden sistemático, de ahí los nombres de invención y disposición, latercera pretende encontrar las palabras adecuadas a los conceptos, y presentarlas en una forma lingüísticacorrecta. En consecuencia, así como en las dos primeras fases, invención y disposición, deben predominar laimaginación y la capacidad de sistematización, lo que caracteriza a la elocución es la habilidad en el manejode la herramienta que constituye la lengua utilizada, y en este sentido presenta ante todo la condición de arte.

La elocución o redacción en sentido estricto ofrece dos aspectos fundamentales, expresados en la defini-ción citada del Diccionario de la Real Academia española: modo de elegir y distribuir la palabra y los pensa-mientos en el discurso. Estos dos aspectos son la elección de las palabras adecuadas a las cosas, cualidades,cambios y relaciones que se quieren expresar y su distribución o disposición correcta en el discurso o en laserie de palabras que se empleen para expresar lo que se piensa. Estos dos aspectos corresponden, por unaparte, con los dos ejes indicados antes, que determinan la estructura del lenguaje, el eje de las sustituciones ode las palabras distintas susceptibles de un empleo alternativo y el eje de los encadenamientos o formas deenlace entre las palabras; y, por otra, a las dos partes fundamentales de la Gramática: la Morfología, que seocupa de las palabras, y la Sintaxis, que trata de su unión y orden.

De acuerdo con la distinción de los dos aspectos de la elocución indicados, así como de los dos ejes dellenguaje, los de las sustituciones y de los encadenamientos, y las dos partes de la Gramática, Morfología ySintaxis, a continuación se trata separadamente, primero, de la redacción de las palabras, que consiste enelegir la palabra justa en cada caso y que, por tanto, pertenece al primero de todos los aspectos indicados; ydespués, de la redacción del ámbito y del párrafo, en la que se trata fundamentalmente de ordenar las pala-bras en las oraciones y de las oraciones en los períodos y párrafos y, en consecuencia, pertenece al segundoaspecto.

En todas las cosas, es preciso comenzar. “El comienzo es más que la mitad deltodo”, ha dicho Aristóteles.

A.D.SERTILLANGES

14.9.1. La redacción de las palabras

El título redacción de las palabras acaso resulte un poco extraño, porque a primera vista parece que nadatiene que ver el acto de redactar con la consideración de las palabras aisladamente. Sin embargo, si se reparaque en la definición de elocución de la Real Academia española aparece como primer contenido de estetérmino, elegir las palabras, entonces se ve que esta elección constituye precisamente uno de los aspectos, elprimero, que aquél comprende.

De acuerdo con este punto de vista, se puede afirmar que la redacción consiste, en primer lugar, en buscary encontrar en cada caso la palabra justa que corresponda exactamente con el concepto que se quiere expre-sar y sólo después en enlazar correctamente

Si la primera tarea de la redacción es hallar las palabras exactas, entonces su primera cualidad debe ser laprecisión, término que se deriva etimológicamente del verbo latino praecido, que significa separar cortando,

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cercenar, suprimir, quitar, y que, según el Diccionario de la Real Academia española, significa respecto allenguaje, “concisión –expresar atinadamente conceptos con las menos palabras posibles y exactitud riguro-sa.

Con relación a esta precisión exigida por la redacción, las palabras se pueden clasificar en tres grandesgrupos: palabras llenas, palabras “papilla” y palabras vacías. Las primeras son las que tienen un sentidoconcreto y, consiguientemente, una aplicación muy definida. Las segundas son abstractas en su significacióny muy indefinidas en su aplicación. Tienen un sentido tan amplio que, de hecho, no indican nada concreto.Las palabras, en fin, se convierten en vacías cuando se emplean de tal forma que no aportan ninguna nuevainformación al discurso y, por tanto, resultan inútiles y superfluas.

Respecto a estos tres grandes grupos de palabras, la regla de su uso debe ser que se busquen las palabrasllenas, que designan de modo específico lo que queremos expresar; que se eviten las palabras «papilla»porque son ambiguas, indefinidas, y que se eliminen sin piedad las palabras vacías.

Palabras llenas. La búsqueda de palabras concretas, plenas de significado específico, exige, genérica-mente, la preocupación constante por ampliar y perfeccionar nuestro vocabulario, a que ya hice referencia altratar de la lectura de las palabras. Nuestra lengua es bastante rica, aunque no del todo, pues no siempre seencuentra en el diccionario la palabra adecuada. Es mucho más pobre nuestro lenguaje, pues sólo conocemosy utilizamos una mínima parte de las palabras de que disponemos.

Específicamente, dicha búsqueda reclama que no demos por definitiva una palabra utilizada en la redac-ción hasta que no estemos seguros de que no disponemos de otra más precisa en nuestra lengua.

Palabras “papillas”. Son todas las palabras abstractas, genéricas, sin una forma, como la papilla, osentido lingüístico definido, cuando se emplean respecto a realidades para designar las cuales existen otraspalabras más concretas. Ejemplos destacados son las palabras “cosa”, “algo”, “esto”, “eso”, “ser”, “estar”,“tener”, “encontrarse”, “haber”, “hacer”, “poner”, “decir”. Martín Vivaldi las estudia en su recomendable“Curso de Redacción”(1986, Ed. Paraninfo, 129 y ss.) y expone la forma de su sustitución, como en losejemplos siguientes:

“La humanidad es una cosa muy rara” se puede sustituir por “la humanidad es una virtud muy rara”;“hacer un largo trayecto”, por “recorrer un largo trayecto”; “tener el último puesto”, por “ocupar el últimopuesto”; “tu amas a tus padres. Esto te honra”, por “tú amas a tus padres”. Este sentimiento te honra”.

“Palabras vacías”. En cuanto a las palabras vacías, creo que es general la tendencia que tenemos aacumular en la redacción palabras innecesarias y a complicar con rodeos y aclaraciones superfluas, la expre-sión de ideas que deberían exponerse llanamente sin retorcimiento. Una de las raíces del primer defecto es,sin duda, la poca reflexión en la elección de las palabras que nos lleva a aplicarlas a voleo, tópicamente,según nos salen espontáneamente y sin detenernos a pensar si son o no adecuadas al caso. En cuanto alsegundo, se puede señalar la escasa claridad de pensamiento que padecemos que nos hace involucrar y com-plicar lo que debería ser simple.

Toda palabra vacía no sólo es superflua e inútil, sino también nociva porque oscurece el sentido, dificultala comprensión y obliga a un esfuerzo físico e inútil innecesario en los lectores.

Una manifestación destacada, por lo corriente, de la acumulación de palabras innecesarias es el vicio, tancorriente, que tenemos de duplicar los adjetivos de significación similar; adjetivos duplicados como notorioy manifiesto, ilustre y preclaro, y otros muchos, no son sino tópicos o palabras que se usan mecánicamentepor costumbre social, que los vacía de sentido. El hábito está tan arraigado en mi opinión –por lo menos a míme pasa– que al escribir un adjetivo nos parece que no es suficiente y siempre intentamos buscar otro que loacompañe.

Pero no es sólo éste el caso de palabras inútiles. También tiene lugar cuando recargamos el escrito condetalles insignificantes, con exceso de incisos y pronombres relativos y con aclaraciones innecesarias. “Enesta pequeña guerra contra las palabras vacías de sentido, se lee en F. Gauquelin (1972, 168), persigamosprimero las expresiones de forma indefinida, que disimulan el sujeto de la frase. En lugar de escribir: “Haráfalta mucha habilidad al que emprenda el negocio”, escribamos más bien “El que emprenda el negocio nece-sitará mucha habilidad. Eliminemos las acumulaciones inútiles de palabras cuando bastaría una sola. Enlugar de escribir: “el éxito de la eficacia de nuestras obras”, escribamos: “El éxito de nuestras obras”; en

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lugar de “este texto arduo y embrollado”, escribamos: “este texto difícil”. Evitemos la sucesión de negacio-nes que hacen que perdamos de vista la afirmación que expresan. Reemplacemos: “sin estar de acuerdo consu propuesta, no es mi intención negar que...” “ por “Pese a algunas reservas, admito que...” Desterremos losadverbios y demostrativos inútiles. En lugar de “Estas palabras han perdido totalmente su sentido original,contentémonos con escribir: “Estas palabras han perdido su sentido original”.

La solución, pues, respecto a estas palabras vacías es aprender a tacharlas sin contemplaciones, o acercenarlas, según el significado etimológico de precisión.

Neologismos. Un punto referente a la redacción de las palabras que presenta especial interés en la tesis,son los neologismos o palabras nuevas que se introducen en una lengua. Es evidente que en la investigacióncientífica, donde con frecuencia se descubren fenómenos nuevos, antes no conocidos, es preciso encontrarpara ellos nombres apropiados. La facultad de dar nombres es un atributo humano. Mediante los nombresatribuimos a cada cosa la etiqueta de una palabra, que representa el fenómeno en su conjunto aunque sea muycomplicado y, por tanto, nos evita estar describiéndolo continuamente. Es claro que la formación de neolo-gismos se deberá ajustar a las reglas que rigen la formación de las palabras en nuestra lengua. Otro caso aúnmás frecuente de neologismos, es la introducción en el idioma español de palabras científicas y técnicasprocedentes de lenguas extranjeras. A este respecto, la Academia Española el 5 de noviembre de 1964formuló las reglas que se transcriben a continuación:

Normas para las propuestas de neologismos científicos y técnicos. “No basta con dar la traducciónespañola de vocablos, modismos o locuciones, técnicas extranjeras, sino que debe acompañarla una defini-ción que pueda ser entendida no sólo por los especialistas, sino por todo el que posea los conocimientosbásicos de la ciencia respectiva.

Las definiciones traducidas de un idioma extranjero deberán ir acompañadas de la definición original o,cuando menos, de un párrafo en el idioma extranjero que permita deducir su significado: Evítense en lasdefiniciones palabras que tengan acepciones variadas e imprecisas.

No deberá darse a las palabras corrientes un sentido diferente de aquél que les atribuye el Diccionario dela Real Academia Española. Por ejemplo, no se dirá circuito cuando lo correcto sea decir red. No se llamarálenguaje a cualquier colección de símbolos. Es inadecuado decir planta piloto por instalación de ensayo yllamar pilotos a las luces indicadores que se colocan en ciertos aparatos. Aunque no haya razón para excluirde la literatura científica las metáforas, están totalmente fuera de lugar en las definiciones.

Antes de proponerse un neologismo, conviene consultar las publicaciones pertinentes, tanto españolascomo hispanoamericanas, para ver si hay en ellas vocablos equivalentes al propuesto y exponer el pro y elcontra de cada uno. Así se podrá decidir, por ejemplo, entre quantum y cuanto, cuantificar y cauntizar,autofunción y función propia, fisión y escisión, fusión y síntesis nuclear o bien establecer si el lay out inglésdebe traducirse por plan de disposición.

En los neologismos internacionales, como radar, inaser, laser, sonar, transistor, etc. deberá indicarse laacentuación española, para que se sepa si son palabras graves o agudas.

Conviene empezar por los neologismos que, además de ser imprescindibles, ofrezcan garantías dedurabilidad, sobre todo cuando hay peligro de que se difunda un barbarismo inaceptable. Todo físico y todoelectrotécnico siente, por ejemplo, la necesidad de un vocablo español que sustituya al shunt.

Urge una depuración del Diccionario de la Real Academia Española para poner al día muchas definicio-nes científico –técnicas que han quedado anticuadas. La Academia dedica especial atención a esta tarea ysolicita la cooperación de los especialistas.

Queda por fijar el criterio que convenga adoptar respecto de los tecnicismos inadmisibles que se hallan enuso. Hay quien opina que deben mantenerse porque es tarde para poner remedio. Esto, que es válido para ellenguaje del vulgo, no es aplicable al idioma de las personas cultas. Para que el léxico científico–técnico seperfeccione basta que quienes escriben en libros y revistas abandonen lo que vaya en contra de la pureza yunidad del idioma.

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14.9.2. Redacción del ámbito

Los elementos del lenguaje, en correspondencia respectivamente con las tres manifestaciones de la activi-dad del pensamiento: conceptos, juicios y razonamientos, son las palabras, las oraciones y los párrafos.Acabada de analizar la redacción de las palabras, correspondería ahora examinar la redacción de las oracio-nes. Pero el ámbito, que M. Linares (1979, 41) define como el trozo de escrito comprendido entre dos puntosortográficos, engloba, por este mismo hecho, todas las formas de oración.

Por otra parte, y precisamente por su carácter envolvente indicado, se puede afirmar con M. Linares(1979, 51) que “el problema de la redacción nace, se desarrolla y se resuelve dentro del ámbito. Una vez quese ha colocado un punto –seguido o aparte– ha quedado resuelto el problema de redactar lo que se ha escrito:vuelve a nacer, a desarrollarse y a resolverse en el ámbito siguiente. De ahí que muchos casos de redaccionesdefectuosas por embrolladas se pueden remediar utilizando nuevos puntos y seguido.

El conocimiento debe seguir a la realidad que intenta captar o comprender, y el lenguaje al pensamiento alque pretende dar expresión. Consecuentemente, del mismo modo que los seres de la realidad y las ideas quelos representan están relacionados y se enlazan entre sí constituyendo sistemas cada vez más amplios, igual-mente ocurre en el lenguaje: las palabras se unen entre sí constituyendo oraciones; las oraciones, párrafos;los párrafos, capítulos, y así sucesivamente. Esta necesidad de unión de las palabras, para que reflejen elenlace de los seres en la realidad y de las ideas en el pensamiento, constituye precisamente el segundo yúltimo aspecto indicado de la elocución o redacción en sentido estricto. Si el hallazgo de las palabras justases el origen o principio de la redacción, lo último, que constituye su fin, es la disposición y enlace entre sí delas palabras, lo cual tiene lugar ante todo en la redacción del ámbito.

Cuatro son los aspectos que hay que tener en cuenta en la redacción del ámbito, para lograr el orden yenlace debidos de las palabras dentro de él: la concordancia, el régimen, la construcción y la puntuación.

Concordancia y régimen. Gili y Gaya (1973, 27) define la concordancia como la igualdad de género ynúmero entre sustantivo y adjetivo y la igualdad de número y persona entre un verbo y un sujeto”. La concor-dancia exige, por tanto, que el enlace entre un sustantivo y un adjetivo, y entre un verbo y su sujeto, se realicede tal forma que concuerden entre sí en la forma indicada.

El régimen, según el Diccionario de la Real Academia Española, “es genéricamente la dependencia queentre sí tienen las palabras en la oración”, y, de modo más concreto, la “preposición que pide cada verbo, o elcaso que pide cada preposición: el régimen del verbo aspirar es la preposición a, y el de esta preposición, elcaso dativo, el acusativo y el ablativo”.

En la actualidad, como señalan R. y M. Seco (1968, 138), en lugar de considerar a unas palabras comoregentes o dominantes, y a otras como regidas o dominadas, se estima “que las palabras van determinándosey completándose mutuamente para formar un conjunto comprensible; y en este sentido, la unas son comple-mento de las otras”.

En concreto, lo que el régimen reclama en la redacción es, ante todo, que, dada la diversidad de preposi-ciones, cuya función precisamente es expresar las relaciones existentes entre los conceptos y las cosas, seprocure emplear en cada caso la preposición adecuada y de modo gramaticalmente correcto.

Tanto respecto a este punto como al de la concordancia, la casuística es muy numerosa, lo que haceimposible ocuparse de ella aquí. Por tanto, sólo puede recomendar que en caso de duda se consulte el “Dic-cionario de Dudas de la lengua española” de Manuel Seco (Ed. Espasa–Calpe) o el Diccionario de incorrec-ciones, particularidades y curiosidades del lenguaje” de Santamaria, Cuartas, Mangada y Martinez de Sousa(5ª ed., 1989, Ed. Paraninfo).

Construcción. La construcción es el aspecto principal de la redacción del ámbito, en cuanto le correspon-de dar a éste su forma básica, mediante la adecuada disposición y enlace de sus diversos elementos.

De acuerdo con el Diccionario de la Real Academia española, la construcción consiste en el ordenamientoy disposición de las palabras ya relacionadas por la concordancia y el régimen para expresar con ellas todolinaje de conceptos.

R. Sierra Bravo

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Se puede afirmar que la construcción del ámbito debe estar regida por los cuatro principios siguientes:

1. Del orden gramatical.

2. Del orden lógico.

3. De la claridad.

4. De la armonía.

Según el primer principio, el orden normal de construcción de la oración en la lengua española, que sedebe seguir siempre, en caso de duda, es el siguiente: primero, el sujeto; después, el verbo; luego, el predica-do, y, finalmente, los complementos por este orden: directo, indirecto y circunstancial.

Sin embargo, la lengua española se caracteriza, como vimos, por la gran libertad que concede para alterareste orden gramatical. De ahí que, en la práctica, el orden de las palabras en la oración se gobierna, comoseñala Martín Vivaldi (1982, 88) más por el interés psicológico (orden lógico) que por la estructura grama-tical y que obedezca, según él, al principio lógico.

Este principio de la construcción autoriza a invertir el orden gramatical, colocando en primer lugar aaquellas partes o complementos de la oración, es decir, a los elementos del mensaje que revistan una mayorimportancia lógica y psicológica para la comprensión del mismo.

Con el fin de evitar la confusión, el principio de claridad exige que los llamados modificativos (o sea,palabras o complementos que modifican, determinándolo o calificándolo, el sentido de otras palabras, espe-cialmente adverbios, frases adverbiales, incisos y relativos) se coloquen junto a los verbos que modifican y,en general, los complementos lo más cerca posible del elemento de la oración al que complementan, y lospronombres relativos, de su antecedente.

Respecto a este principio, es importante también que en las oraciones compuestas y períodos, como reco-mienda Martín Vivaldi (1982, 105) se liguen bien las frases entre sí para evitar confusiones, lo que se lograrásí todos los sujetos que componen las oraciones del período resultan en todas ellas fácilmente identificables.

Por último, el principio de construcción armónica de la oración exige que exista proporción y equilibrioentre los elementos de la oración: sujeto, verbo y complementos. Por ejemplo, pide que entre dos complemen-tos se ponga en primer lugar el complemento más corto. Así se debe escribir (Martín Vivaldi, 1982, 213)“Isabel I de Castilla dio a los españoles ejemplo de gran entereza de ánimo”, en lugar de “Isabel I de Castilladio ejemplo de gran entereza de ánimo a los españoles”.

Se distinguen (vid. V. Rodríguez Jiménez, 1991, 83) dos formas de construcción: la asindética y lapolisindética. La primera, para la hilación de las ideas, se sirve principalmente de los signos de puntuación yno de las conjunciones. Se trata de una construcción más simple, cortada y ligera que la polisindética. Esta,en cambio, no se retrae de utilizar las conjunciones: que, porque, para que, ya que, y, etc. para enlazar unasideas con otras. Da lugar a un estilo más complejo e integrado. Se debe procurar no abusar de él, para no caeren la pesadez.

Puntuación. Si según se ha indicado en el punto anterior, ¡a construcción da a la redacción del ámbito suforma básica, sede afirmar que su forma definitiva se deriva de la puntuación.

Las funciones principales que cumple la puntuación en la redacción son dos: separar las oraciones y suspartes e indicar el grado de proximidad lógica que existe entre ellas. También puede cumplir las funcionesaccesorias de indicar la elipsis de elementos de la oración, que se dan por sobreentendidos, de evitar laconfusión y de dividir las frases demasiado largas.

La puntuación es un elemento esencial en la redacción, hasta tal punto que un texto sin puntuaciónalguna resulta prácticamente ininteligible, y otro puede cambiar totalmente de sentido por el simple hecho dela variación en su puntuación.

De acuerdo con las funciones señaladas de la puntuación, estos signos son los instrumentos que tiene a sudisposición el escritor para distinguir unas de otras las ideas y para marcar el grado de su relación lógica.

Los signos de puntuación básicos en la redacción son la coma, el punto y coma, los dos puntos y el punto.Todos ellos presentan diversas modalidades a las que se hace referencia seguidamente, utilizando para estefin la terminología empleada por M. Linares en su notable obra (1979, 61 y ss.).

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La coma separa elementos análogos del ámbito: palabras, frases, oraciones, e indica entre ellas una rela-ción lógica de semejanza. Sus modalidades son tres: C1, C2, C3. La C1 sirve para separar palabras, frases yoraciones distintas pero análogas en su significado. Como cuando decimos: “bueno, bonito y barato”. La C2sirve para separar las aclaraciones o incisos que se introducen dentro, al principio o al final de una oración.La C3 se pone en lugar de la elipsis o palabras omitidas y puede servir también para facilitar una pausa y larespiración y descanso consiguientes en las frases demasiado largas sin signos de puntuación. La norma aeste respecto es que cuando estemos ante una serie de más de 10 palabras seguidas, sin coma alguna, seintercale alguna en un lugar oportuno, que haga posible la respiración y el descanso de los ojos en la lectura.

El punto y coma sirve para separar oraciones no análogas pero sí con una proximidad de sentido entreellas. Presenta también tres clases: PCI, PC2 y PC3. El PC1, punto y coma 1, separa en relación a unpensamiento, el comentario o la observación sobre él. El PC2 separa series de ideas con la misma construc-ción. El PC3, por último, se utiliza para evitar la confusión; por ejemplo, un ámbito lleva muchas comasseguidas, entonces se puede situar en un lugar adecuado un punto y coma que evite la confusión a que puedendar lugar tantas comas.

Según M. Linares, la pausa acentuada y característica que imponen los dos puntos se utiliza para pararmaterialmente al lector: lo que va a continuación es una explicación, un silencio deferente o una cita tex-tual”.

En los dos puntos se pueden distinguir los DP1, DP2 y DP3 El grupo DP1 separa ideas próximas lógica-mente, de las cuales la última, precedida por los dos puntos, constituye una explicación, aclaración, conse-cuencia o resumen de las precedentes. DP2 se emplea después de los tratamientos y DP3 antes de una citatextual.

En cuanto al punto, existen tres clases: el punto y seguido, el punto y aparte y el punto final. El punto yseguido presenta tres tipos. El PS1 sirve para separar temas distintos que, sin ser próximos, no son tampocolejanos. El PS2 se emplea para enfocar desde otro punto de vista un tema que se ha tratado en el ámbitoanterior y el PS3 para fraccionar, por su excesiva longitud o ante una dificultad de redacción, un mismopunto de vista.

El punto y aparte, PA, separa ideas que guardan una relación lógica lejana; y el punto final separa ideasremotas entre sí, más lejanas, como ocurre entre los temas de distintos capítulos.

Para finalizar sólo queda por último llamar la atención sobre los valiosos recursos que proporciona lapuntuación al escrito. En síntesis, como señala M. Linares (1979, 106) “se puede cortar y empalmar laexposición en cualquier momento que lo precise (PS3); puede igualmente elevar el tono de exposición encualquier momento (PC2); puede seguir “llaneando” con las ideas análogas (separadas por comas, conjun-ciones o nada) o introducir ideas próximas artificialmente introduciendo un hipérbaton –o inversión delorden normal de las palabras– que justifique un PC1 o un DP1”.

14.9.3. Redacción del párrafo

El párrafo, que, como el ámbito, tiene una definición delimitada físicamente, es, simplemente, el trozo deescrito comprendido entre dos puntos y aparte consecutivos o entre un encabezamiento del escrito y el primerpunto y aparte.

Aunque normalmente el párrafo debe comprender más de un ámbito, puede a veces estar formado por unosólo. Esta circunstancia depende, en parte, del tipo de estilo. Así como hay un estilo basado en oracionessimples y cortas, así también puede existir otro en el que predominen los párrafos simples con un ámbitosolo. Pero, del mismo modo que se recomienda alternar las oraciones cortas con las largas para que laredacción resulte más variada y armoniosa, igualmente por las mismas razones es aconsejable combinarsabiamente los párrafos simples y compuestos.

Desde un punto de vista lógico, el párrafo normal, no simple, se caracteriza por contener no una solaidea, sino el desarrollo completo de nuestro pensamiento respecto a dicha idea. La razón de ser del párrafo se

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encuentra, precisamente, en que una sola idea y oración no suelen ser suficientes para expresar aquélla de unmodo completo.

Sin embargo, el párrafo obedece no sólo a la necesidad lógica acabada de indicar, sino también a exigen-cias del proceso de comunicación que implica siempre el lenguaje hablado y escrito. Al tratar de este proceso,en el capítulo 6 aludí al concepto de redundancia. Así como un mensaje, para que pueda ser captado adecua-damente por el receptor, debe contener un cierto grado de redundancia o una cierta proporción de palabrasque no transmiten información nueva pero que facilitan la comprensión del mensaje; del mismo modo, untexto denso, amazacotado, plagado de ideas fundamentales, puede resultar totalmente indigesto y necesitar deuna cierta proporción de ideas redundantes, que sin añadir pensamientos nuevos, adornen y repitan de dis-tinta forma la idea principal del párrafo. La repetición en este sentido, el practicar por ejemplo aquello de “sedice que se va a decir”, “se dice”, “se dice que se ha dicho” tiene, sobre todo, un valor pedagógico indudable.

En el supuesto del párrafo normal, ya vimos al tratar de su lectura en el capítulo 11, que en él se podíadistinguir la oración principal de las oraciones secundarias, y que la disposición de estas dos clases de ora-ciones es lo que determinaba la estructura del párrafo, en función de que la frase principal estuviera situadaal principio, en medio o al final respecto de las oraciones secundarias.

Precisamente, el dominio de la redacción del párrafo consiste fundamentalmente, sin duda, en la habilidadpara darle la estructura adecuada en cada circunstancia. Así, se puede empezar afirmando de entrada la ideaprincipal y dedicar las oraciones secundarias siguientes a desarrollarla y a explicar sus consecuencias; obien, por el contrario, se puede iniciar el párrafo exponiendo los diversos aspectos de una cuestión, sus prosy contras, y acabar el párrafo con la idea principal que, en este caso, será la conclusión que recapitule todo loanterior; o bien, por último, se puede seguir la fórmula mixta de combinar ambos procedimientos.

Para acabar, otro punto importante en la redacción del párrafo es la necesidad de procurar la debidacohesión entre las oraciones que comprende, ligando adecuadamente unas con otras mediante las conjuncio-nes oportunas que, como se indicó en el capítulo 11 al tratar de la lectura del párrafo, sirven para indicar losavances: y, también, además, asimismo; las pausas: porque, supuesto que, con tal que; y los retroceso:pero, sin embargo, no obstante.

14.9.4. Redacción del capítulo y de la obra en general

Así como el capítulo resulta del conjunto de párrafos referentes a un mismo aspecto del tema de la tesis, latesis se deriva del conjunto de capítulos que tratan de los diversos aspectos distinguidos del tema. Ambos sepueden ver como razonamientos y explicaciones más amplios que el párrafo, en el caso del capítulo, y queéste en el caso de la tesis total.

Por ello, aunque su redacción se tenga que basar en el plan general de la tesis adoptado y en los planes yguiones específicos de cada capítulo, como tales razonamientos más amplios puede ser aplicable a ellos,hasta cierto punto, lo acabado de decir respecto a la redacción del párrafo. Por otra parte, es recomendableuna cierta uniformidad en la extensión de los capítulos, que no sean unos muy largos y otros muy cortos.

Importancia especial, como subraya Simone Dreyfuss (1971, 266 y ss.) tienen en la redacción de loscapítulos y de las tesis en general, las transiciones, es decir, los párrafos que enlazan las diversas partes deldiscurso y cumplen la función de facilitar el paso de un razonamiento, cuestión, capítulo, etc. a otro y depreparar o anunciar los desarrollos posteriores.

Las transiciones son importantes porque dan claridad y cohesión a la tesis y facilitan su lectura. Cumplentambién una función similar a la que tiene la introducción general en la tesis.

En eso creo yo que está la perfección del estilo, en decir ni más ni menos lo que sequiere decir, y en decirlo con exactitud.

AZORIN

La redacción de la tesis o del trabajo

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14.10. CUALIDADES DE LA REDACCION CIENTIFICA

Son ocho las cualidades de la redacción que, en mi opinión, merecen destacarse:

–Claridad

–Sencillez

–Precisión

–Sinceridad

–Originalidad

–Viveza

–Rigor y

–Sistematización.

Las seis primeras ofrecen un carácter más general, mientras que las dos últimas se refieren de un modomás específico a la tesis o trabajo científico.

Claridad y sencillez. La redacción ha de ser, ante todo, clara. La finalidad esencial del lenguaje habladoy escrito es la comunicación. Para que se cumpla esta finalidad, es imprescindible que el mensaje, el discursooral o escrito, sea claro o perfectamente comprensible por sus destinatarios.

En el orden intelectual, la claridad exige en el escritor, de antemano, la perfecta comprensión por su partedel tema que va a exponer: que haya calado hondo en él y que lo domine. Si el autor no ha entendido bien loque escribe, difícilmente podrá hacerlo comprensible a los demás.

En el orden expositivo, la claridad de un escrito se deriva: de su corrección morfológica y sintáctica; deutilizar en cada caso la palabra justa; de no emplear palabras inútiles y vacías; de dar a los ámbitos, alpárrafo y a los capítulos el orden lógico y gramatical adecuado.

Asimismo, en este orden, la claridad está ligada a la sencillez. Un texto no será sencillo ni claro si emplea,sin necesidad, palabras rebuscadas y artificiosas o términos técnicos no conocidos sin definirlos. La claridady sencillez exigen, como se ha dicho, que, de dos explicaciones, se elija la más asequible; de dos formas, lamás elemental; de dos palabras, la más breve.

Ante tantas obras científicas o pseudocientíficas oscuras y confusas, parecen especialmente necesarias eneste campo la claridad, en los dos órdenes indicados: intelectual y expositivo, y la sencillez.

Precisión. La precisión está vinculada estrechamente con la claridad y la sencillez.

La precisión, a la que se ha hecho mención antes en 14.8.1. se deriva de que en cada momento se utilicenlas palabras justas y las expresiones que correspondan exactamente a la idea que se quiere expresar.

Consecuencia de la precisión es la concisión, es decir, la ausencia de palabras superfluas de modo que enlos ámbitos no falte ni sobre término alguno.

La precisión es particularmente necesaria en la redacción científica porque ésta exige la mayor exactitudterminológica posible y porque su fin es exponer, de modo concreto y sin rodeos, los resultados de la investi-gación.

Hace hablar como en testamento; que a menos palabras, menos pleitos.

BALTASAR GRACIAN

Sinceridad y originalidad. La sinceridad en la redacción se puede afirmar que consiste, principalmente,en dos cosas. Primera, escribir conforme a nuestra propia manera y según nuestro estilo peculiar y no

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fingidamente, de forma artificiosa y amanerada, aparentando maneras y estilos de otros. Segunda, que enningún caso se pretenda con las palabras disfrazar la verdad ni engañar.

La sinceridad se halla en estrecha relación con la originalidad. Lo que es sincero, lo que responde anuestra manera de ser intelectual, lo que hemos meditado y que por surgir de lo más íntimo de nosotros esprofundo, ha de ser también, por eso mismo, original.

Por el contrario, no somos sinceros ni originales si no hacemos más que expresar ideas de otros sinconvertirlas en algo propio, asimilándolas profundamente e integrándolas en nuestro pensamiento; si nosquedamos en la superficie de las cuestiones y nos contentamos con lo manido, con el tópico, con lo común-mente admitido, que, como tal, nos permite salir del paso fácilmente; si, en fin, partimos de una filosofía o deuna ideología aceptada acríticamente.

Viveza. Esta cualidad debe proporcionar, por lo menos, un mínimo interés y aliciente al texto. Negativa-mente, pide evitar el estilo monótono, plano, amorfo, inerte y pesado. Positivamente, reclama que se pongaalgo de colorido e incluso un poco de pasión en el escrito; que se sepa destacar la importancia de lo que seescribe, su actualidad y vigencia y su utilidad y aplicaciones; que se dé un cierto relieve a las ideas expresa-das mediante la comparación, la contraposición y la antítesis y con la expresión de sus detalles significativos.

Rigor y sistema. Ambas constituyen, sin duda, dos cualidades importantes a tener en cuenta en la redac-ción de la tesis y, en general, de todo trabajo científico.

Se puede decir que, a este respecto, el rigor consiste en la propiedad y exactitud del contenido, en general,de la tesis. En este contenido se pueden distinguir tres dimensiones: extensión, profundidad y seriedad cientí-ficas.

Una tesis será rigurosa en la extensión si abarca todos los aspectos del tema y no deja ninguno en el aire;y, asimismo, si, consciente o inconscientemente, no olvida ni desdeña –en las cuestiones filosóficas y doctrinalesprincipalmente– el estudio de ninguna corriente o posición por no coincidir, por ejemplo, con las suyas.

La tesis tendrá rigor en profundidad si se buscan los fundamentos últimos de las cuestiones y se llega,respecto a ellas, hasta el límite intelectual posible, no quedándose nunca voluntariamente a medio camino.

Por último, el rigor en la seriedad científica del contenido de una tesis, se deriva del cuidado en demostrarnuestras tomas de posición y la precisión en presentar las pruebas que justifican nuestras aportaciones ydescubrimientos así como las técnicas utilizadas y, en general, los procedimientos seguidos en el hallazgo deaquéllos; de la nobleza en poner de manifiesto las limitaciones de nuestras investigaciones, las dudas aún noaclaradas y las cuestiones dejadas sin resolver; y, por último, de la exactitud en los datos que contenga latesis, y en su referencias y citas, y, en general, en el cumplimiento de todas las prescripciones metodológicasy expositivas que garantizan la solidez y la seriedad en la exposición de una investigación científica.

El rigor, en fin, exige también la sistematización. La ciencia es esencialmente sistemática y las teoríascientíficas, para ser tales, han de constituir sistemas racionales. Por tanto, la tesis en su redacción debe sersistemática de modo que presente integrados en su totalidad orgánica todos los aspectos del tema estudiadodesarrollados en ella.

No pensar que el lector “sabe” ,sino situar bien el problema, describir los mecanis-mos, precisar el sentido de los términos, explicar la evolución de las instituciones,hacer los acercamientos y contrastes que sugiera un conocimiento profundo del temay que facilite su comprensión.

SIMONE DREYFUSS

14.11. VICIOS DE REDACCION

En la redacción no sólo interesa conocer las cualidades que debe reunir, para fomentarlas, sino tambiénlos vicios que la pueden afectar, para evitarlos.

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Son cuatro los vicios de construcción que se enumeran usualmente:

– El solecismo

– la anfibología,

– la monotonía, y

– la cacofonía.

A ellos hay que añadir un quinto, el barbarismo, que afecta no a la construcción, sino a la expresión delas palabras.

La casuística en este punto, como en otros muchos de la Gramática, es muy numerosa, por lo que repitien-do de nuevo la necesidad del uso constante del Diccionario de la Real Academia o del de Incorrecciones, sólopodemos hacer referencia en este lugar como ejemplo a algunos casos destacados de cada uno de estos vicios.

El solecismo. Según el Diccionario de la Real Academia Española, esta palabra se deriva etimológicamentede Soli, ciudad de Cilicia, en donde se hablaba mal el griego, e indica “falta de sintaxis. Error cometidocontra la exactitud o pureza del idioma”.

Teniendo en cuenta a Martín Alonso y a Martín Vivaldi (1992), son ejemplos de solecismo:

– Usar una preposición distinta de la que exige un verbo o complemento; v. g.: “El doctor se ocupa devisitar a sus enfermos” (por en visitar). Un caso muy actual y relevante de esta modalidad de solecismo, es eldequeismo o uso innecesario de la preposición de antes del relativo que; v. g.: “Se le indicó de que secallase”.

– El leísmo, laísmo y loísmo o confusión indebida entre sí de estos pronombres. Para su uso correcto,hay que tener en cuenta que lo y la son acusativos y que le es dativo. Por tanto, cuando este pronombre hagaoficio de dativo es preciso escribir le y no la y lo. Por ejemplo, no se puede decir “cuando la veo ese peinado”,sino “cuando le (dativo, a ella) veo ese peinado”.

Anfibología. Según Martín Alonso (1959, 140), la anfibología proviene de la ambigüedad de la frase porprestarse a más de una interpretación, o por la confusión del sujeto y el objeto directo. Por su interés,transcribimos seguidamente los casos siguientes de anfibología que expone Martín Alonso en dicha obra:

a) En la colocación de complementos. Ejemplos: Cicerón recomienda a Urón a Curio (sólo sabiendo queTirón era un siervo del célebre orador se entiende el sentido). Pidió las llaves a la sobrina de la casa (Pidiólas llaves de la casa a la sobrina).

b) Uso del pronombre relativo: Aquí tienes el retrato de la reina Cristina, cuya historia ya conoces. (¿Dequién es la historia: del retrato o de la reina?).

c) Uso ambiguo del posesivo su, suyo, etc. Ejemplo: Francisco fue a la finca de Antonio en su coche.(¿El coche es de Francisco o de Antonio?).

d) Empleo confuso de los pronombres personales de tercera persona. Ejemplo:

El comerciante reclamó, a instancias del apoderado, la cantidad que le adeudaba el banquero.

e) Omisión indebida del sujeto. Ejemplo: Los hijos vivían con sus padres en las afueras de la ciudad,-tenían una pequeña finca (tenían éstos o aquéllos ...)

f) Uso indebido y omisión de la preposición a con el complemento. Ejemplo: Fue necesario dejar alenemigo en rehenes al jefe (¿quién es el que queda en rehenes?). Triunfad: El mundo entero subyugue elfervor que os alienta. (Triunfad: al mundo entero subyugue ... ).

h) Doble sentido del complemento con la preposición de. Ejemplo: Amor de Dios. (Con sentido subjetivo:El amor que Dios nos tiene; con sentido objetivo: El amor que sentimos hacia Dios).

g) Colocación indebida del adverbio. Ejemplo: Prometió enterarse ayer. (Ayer prometió enterarse).

i) Colocación indebida del gerundio. Ejemplo: Vi a tu padre paseando (¿Quién paseaba: ¿tu padre oyo? Corríjase: Paseando, vi a tu padre).

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Se ha de advertir, finalmente, que en general habrá que tener un cuidado especial en el uso del gerundio,procurando utilizarlo parcamente. En caso de duda sobre si su empleo en una frase dada es o no correcto, laregla, válida también para toda otra palabra o giro, es abstenerse de su empleo y sustituirla por otra expre-sión.

Monotonía y cacofonía. La primera se comete cuando se repiten mucho las mismas palabras. Revelapobreza del lenguaje. Casos de monotonía son el empleo constante de palabras tales como cosa, mismo,hacer, tener y, en general, las palabras “papilla” aludidas al tratar de la redacción de las palabras.

En cuanto a la cacofonía es, según el Diccionario de la Real Academia Española, la disonancia queresulta de la inarmónica combinación de los elementos acústicos de las palabras”. También da lugar a unaacústica desagradable el empleo, repetido en la misma frase, de la misma terminación en las palabras: aso-nancia, v. g.: “El rigor abrasador del calor”.

Barbarismo. Barbarismo es, también según el Diccionario de la Real Academia, “vicio del lenguaje, queconsiste en escribir o pronunciar mal las palabras, o en emplear vocablos impropios”.

En la redacción, las faltas de ortografía y la utilización indebida de vocablos y giros extranjeros constitu-yen formas de barbarismos.

Respecto a la ortografía, sólo cabe aquí señalar que es elemental y de educación básica su dominio; quepor ello es totalmente imprescindible cuidar que la tesis no contenga faltas sobre este tipo, pues posiblementeello daría lugar a su rechazo. Para evitarlas, se requiere el uso constante de los diccionarios indicados.

En cuanto a la utilización de vocablos extranjeros, me remito a lo expuesto al tratar en la redacción delas palabras sobre los neologismos y a las normas allí transcritas de la Real Academia Española. Por lodemás, no se deben usar sí existe una palabra española equivalente y por otra parte es recomendable caste-llanizarlos.

Oscuridad y falta de claridad en la expresión es siempre y en todas partes un sínto-ma muy nulo, pues en el 99% de las veces procede de falta de claridad del pensa-miento, la cual, a su vez, proviene casi siempre de una originaria desproporción, deuna inconsistencia, es decir, de la incorrección del mismo.

A. HOWE

14.12. REGLAS PRACTICAS SOBRE LA REDACCION DE LA TESIS O TRABAJO DE INVESTIGA-CION

A modo de síntesis y concreción de la teoría expuesta, se exponen a continuación un conjunto de reglas deredacción orientativas sistematizadas de acuerdo con los, puntos acabados de tratar.

14.12.1. Invención y disposición de ideas

Ideas básicas y aportaciones originales. Cuide que las ideas básicas de la tesis y las aportaciones origi-nales aparezcan debidamente resaltadas, argumentadas, ilustradas y fundadas empírica, histórica y teórica-mente.

Claridad. Aclare todo lo que sea necesario para la exacta comprensión de sus ideas, pero sin desviarse deltema y evitando rodeos innecesarios o aclaraciones inútiles.

Coherencia. Procure la coherencia y continuidad en sus ideas a lo largo de las distintas partes de la tesis,y que las secundarias giren en torno a las principales.

Generalización. No haga generalizaciones sin una base empírica seria, salvo hipotéticamente.

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Inferencias. No infiera de los hallazgos de la tesis, deducciones o conclusiones firmes precipitadas enapoyo de sus hipótesis de partida. Si las hace sea muy cauto y crítico en admitir su validez y en la amplitudque reconoce a su alcance.

Dogmatismo. No haga afirmaciones dogmáticas. Sea modesto en sus juicios o nunca les dé carácterabsoluto. Piense que toda idea científica tiene algo de provisional y que todo punto de vista es limitado.

Cuestiones doctrinales. En las cuestiones doctrinales, contraste y compare las distintas posiciones, sim-patice o no con ellas, y analícelas objetivamente según sus circunstancias y motivaciones y su concordanciacon la realidad.

Objetividad. Esfuércese en la objetividad, procurando liberarse de sus prejuicios ideológicos y de sussentimientos de antipatía. Trate de ponerse en lugar de todos los autores y de comprender las razones de lasdiversas tendencias y posiciones.

Distinción. Desmenuce las cuestiones, distinguiendo entre sus diversos aspectos y matizando el alcancede los mismos.

Hechos y opiniones. Diferencie netamente los datos y las interpretaciones de los mismos, los hechoscomprobados y las opiniones particulares sobre ellos.

Humildad científica. No desprecie ninguna escuela, obra que trate de los interrogantes que te preocupano autor que tenga alguna relación con las cuestiones que investiga, aunque le parezca que no tienen ningúnvalor; muchas veces, donde menos se piensa, se pueden encontrar ideas o puntos de vista valiosos.

Reflexión y prontitud en comenzar a escribir. Piense detenida y profundamente cada punto a desarro-llar, pero a continuación emplee sin demora la redacción, aunque estime que ésta no sea muy acertada. Yatendrá tiempo de corregir y perfilar después. Tenga en cuenta que en la primera redacción del borrador de latesis se puede y debe escribir todo lo que nos venga a la mente, a reserva de pulirlo y ordenarlo después.Tampoco es obligado empezar por el primer capítulo.

Sistematización. Persiga la sistematización dentro y entre las distintas partes de la tesis, porque la integray da estructura a sus distintos elementos, facilitando su comprensión, y procure su trabazón uniéndolas conlos oportunos párrafos de transición.

Esquemas, planes y guiones. No omita la formación de esquemas o síntesis esquemáticas de todo elmaterial para la elaboración de la tesis que haya recogido y medite profunda y prolongadamente sobre elloshasta que “vea” los enfoques y puntos de vista originales que han de constituir el plan o programa general dela tesis y los guiones de las ideas de cada capítulo.

Desarrollo de las ideas. No amontone ideas distintas unas de otras. Antes bien, desarrolle y desplieguecada una de estas ideas, si son importantes, desmenuzando sus aspectos básicos, haciendo distinciones yprecisando su alcance y contenido.

Cansancio. Descanse con reposo de la mente y sensaciones conscientes cuando se sienta cansado intelec-tualmente. No pretenda forzar nunca el trabajo de su inteligencia.

14.12.2. Lenguaje y estilo

Vocabulario. Prefiera un vocabulario de tipo sencillo, conocido y directo. Si es indispensable, empleetérminos nuevos definiéndolos cuidadosamente.

Lenguaje técnico y convencional. Haga uso del lenguaje técnico de su disciplina siempre que sea necesa-rio y, en todo caso, del lenguaje comúnmente admitido, huyendo de toda pedantería.

Pobreza de lenguaje. Procure ante todo no caer en la pobreza del lenguaje, evitando las repeticionesseguidas de las mismas palabras, mediante el uso de un diccionario ideológico o de sinónimos, ni en elempleo de palabras vagas y amorfas, tales como cosa, algo, esto, eso, haber, poner, hacer, tener, buscando enel diccionario la palabra precisa que conviene en cada caso.

R. Sierra Bravo

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Estilo unipersonal y viveza. Se suele aconsejar en la tesis el uso de un estilo preferentemente impersonalcon “se”, por ejemplo y no en primera persona, pero sin embargo, los detalles prácticos, ejemplos y experien-cias personales, siempre que vengan a cuento, pueden dar viveza e interés a la tesis.

Lentitud. Huya de la lentitud o pesadez del estilo. Trate de dar vida y movimiento a sus ideas.

Enfasis. Sea parco en todo lo que suponga una manifestación enfática: exageraciones, uso de superlati-vos, signos de admiración, letras mayúsculas, subrayados, empleo de las palabras todo, ninguno, nunca,siempre, que, sin matizaciones, carecen generalmente de fundamento científico.

Tachar. Cultive el arte de tachar las aclaraciones, incisos y adjetivos superfluos o reiterativos.

Sustitución. No olvide que siempre todo término o expresión dudosos o poco recomendables se puedensustituir por otros.

14.12.3. Morfología y sintaxis

Preposiciones. Asegúrese del empleo de las preposiciones apropiadas en cada caso.

Adjetivos y adverbios. Emplee matizadamente los adjetivos y adverbios adecuados. Huya de su duplica-ción o acumulación, salvo que sea imprescindible, y utilice muy parcamente los adverbios terminados enmente, sobre todo los que muchas veces no son otra cosa que tópicos, como obviamente, naturalmente,generalmente.

Partículas y gerundios. Asegúrese del uso correcto de las partículas le, lo, la, de, su; de los pronombresrelativos: que, cual, cuyo; de modo especial del funesto de qué y de los gerundios; procure no abusar de estosúltimos.

Abusos. No abuse de las expresiones: por tanto, por consiguiente, a fin de que ni de la voz pasiva y lospronombres relativos que hacen pesada la lectura.

Ambitos. Tenga en cuenta que los ámbitos –espacios de escrito entre dos puntos y seguido– no demasiadolargos hacen más asequible el texto. Si un ámbito en su redacción inicial resulta demasiado largo y oscuro, unmedio de aclararlo es dividirlo en dos o más.

Modificativos. Coloque los adverbios y complementos modificativos lo más cerca posible del verbo alque se refieren y los adjetivos con sus sustantivos.

Orden. Preste mucha atención al orden debido de las palabras y elementos de las oraciones gramaticales,a su armonía, poniendo en primer lugar el complemento más corto, y a que en ellas aparezca con todaclaridad el sujeto al que se refieren.

Términos monstruos y sesquipedalismo. Haga todo lo posible por evitar los “términos monstruos”,formados por largas cadenas de palabras técnicas, unidas por la preposición de, así como el llamado“sesquipedalismo”, o formación de las palabras largas por derivación de otras, v. g. de posición, posicionar,posicionamiento, posicionamentizar...

BIBLIOGRAFIA

(Ver también bibliografía de los capítulos 6, para cita de Gauquelin, y 13, para las de Eco y Dreyfuss).

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en Tesis Doctorales y trabajos de Investigación Científica.

Metodología General de su elaboración y documentación. Capitulo

15. Editorial Paraninfo, Cuarta edición, 1996, pp. 409–429.

R. Sierra Bravo

La tesis y su contenidoLa tesis y su contenidoLa tesis y su contenidoLa tesis y su contenidoLa tesis y su contenido

15.1. LA TESIS: SU NOCION, RASGOS Y RAZON DE SER

Noción. En los escritos o trabajos referentes a investigaciones científicas realizadas se pueden distinguirdos modalidades principales: el informe y la tesis.

En el primero, los que han llevado a cabo una investigación científica presentan por escrito a la comuni-dad científica y al público en general las características de aquélla y sus resultados.

La tesis ha de ser también, por su contenido, un informe sobre una investigación científica realizada porel doctorando, pero con la particularidad de que su finalidad primera es su presentación en una Facultaduniversitaria para, previa su defensa ante un Tribunal, obtener el grado académico de doctor.

Dado que en esta obra se trata de modo particular de la preparación de la tesis, es ella la que se estudiaespecíficamente a continuación, si bien lo que se diga será también sustancialmente válido para el informe.

La tesis de doctorado se puede definir como el trabajo escrito en el que el doctorando describe y explica elcontenido y los resultados de una investigación científica original efectuada con la orientación de un director,sobre una materia relacionada con el programa de Doctorado cursado por el doctorando, para, previa supresentación y defensa en una Universidad, obtener el grado de doctor.

Rasgos. Según esta definición, cinco son los rasgos principales de la tesis doctoral:

– Que se presente en forma escrita.

– Que su contenido se refiera a una investigación científica realizada por el aspirante.

– Que sea original.

– Que verse sobre una materia relacionada con el campo científico, técnico o artístico propio del progra-ma del Doctorado cursado por el doctorando.

– Que la investigación se realice bajo el patrocinio y orientación de un director, y

– Que se presente y defienda en una Universidad.

Respecto al primer rasgo, nada hay que comentar y en cuanto al segundo, toda esta obra se refiere almismo y de modo especial la parte tercera, que trata de la “investigación empírica”.

Original se dice de lo que es primitivo, nuevo, de lo que no se deriva de algo anterior. En el ordenhumano, nada es original de modo absoluto y total, sino relativo y parcial. Lo mismo sucede en la investiga-ción científica, en la que siempre es parte de unos conocimientos previos.

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La originalidad en la tesis, por tanto, no puede consistir en una total novedad, sino en que sea el resultadodel esfuerzo propio y no, total o parcialmente, copia o plagio de una investigación anterior; y en que, partien-do del acervo científico precedente, se realicen aportaciones nuevas, aunque sean modestas, que signifiquenun cierto adelanto en la ciencia y en sus métodos o un avance en el conocimiento de la realidad que constituyasu campo propio.

Supuesto lo anterior, las modalidades específicas de las nuevas aportaciones científicas pueden ser múl-tiples e incluso referirse a una nueva interpretación de un autor, a nuevas síntesis y clasificaciones, todasellas fundadas, o al hallazgo de nuevas fuentes o documentos. Por ello, no son susceptibles de una enumera-ción pormenorizada y su apreciación, en último término, depende del Tribunal que juzgue la tesis.

El cuarto rasgo, la materia de la tesis, ha sido establecido por el artículo 7–2 del Real Decreto 185/1985de 23 de enero (v. en apéndice), de acuerdo con el artículo 2º que asigna como fin a los estudios del Doctora-do, bajo la supervisión y dirección de un Departamento, la especialización en un campo científico, técnico oartístico determinado y su formación en las técnicas de investigación.

La exigencia de director de la tesis se funda en el supuesto normal de que el doctorando se inicia con ellaen la investigación. Su función es de asistencia, vigilancia y orientación, más que de dirección propiamentedicha. El responsable de la investigación y de la tesis es, en todo caso, el graduando y, si bien debe procurarseguir sus indicaciones y realizarla en estrecho contacto con el director, a él corresponde, en caso de discre-pancia, la decisión última, pudiendo incluso pedir el cambio de director.

Respecto a las funciones del director, el doctorando, aunque tenga la iniciativa de consultarle siempre quelo estime oportuno y de tenerle al corriente de las tareas que realice, ocupa una posición pasiva. Al directorcorresponde fijar la manera de ejercer su cometido y es el que debe comunicarla al aspirante a doctor.

La presentación y defensa de la tesis se debe ajustar a las normas vigentes en cada país, las cuales, encuanto a España, se incluyen en el apéndice jurídico, y a las normas especiales que puedan existir en laUniversidad y Facultad donde se presente. El Decreto sobre el Doctorado 185/1985, que se inserta en elapéndice, exige en su artículo 8–1 que el director de la tesis autorice la presentación de esta a lectura, conratificación del tutor departamental, cuando aquél no pertenezca al Departamento que ha debido dirigir losestudios del doctorando.

Por último, cabe hacer referencia aquí a la extensión de la tesis. Umberto Eco (1982, 18) escribe que latesis es “un trabajo mecanografiado de una extensión media que varía entre las cien y las cuatrocientaspáginas, en el cual el estudiante trata un problema referente a los estudios en que quiere doctorarse”. En lapráctica, las reglamentaciones del Doctorado no suelen especificar este punto, que depende mucho del tipo detesis y disciplina. Sin embargo, aunque puedan ser viables, e incluso importantes, tesis con sólo 100 paginas,normalmente, por lo menos en España, una tesis de dicho tamaño resultará demasiado pequeña, por lo queacaso sea más realista, salvo casos excepcionales, situar el límite mínimo de su extensión en 200 paginas.

Razón de ser y función. La razón de ser de la tesis en cuanto trabajo académico es, simplemente, lanecesidad de que el aspirante al máximo grado académico universitario y científico, demuestre que es capazde realizar una investigación científica original; y su función la obtención del título pretendido.

En cuanto al informe de la investigación científica realizada, responde a una doble necesidad.

La primera es sin duda la más fundamental. Consiste en la exigencia científica de dar a conocer loshallazgos y descubrimientos de la investigación de alcance o interés científico.

A diferencia de muchas artes y conocimientos antiguos, que eran secretos, condición esencial de la cienciamoderna es su carácter manifiesto y público.

La segunda necesidad es exponer y declarar los procedimientos y técnicas utilizados en la investigación,para que pueda ser reproducida, contrastada y verificada por otros científicos, o por lo menos para que sepueda juzgar la validez y fiabilidad de las nuevas aportaciones científicas que se proponen.

Entiendo por investigador científico a aquél que realiza un trabajo con el nivelmínimo que exige entre nosotros la tesis doctoral.

DESANTES GUANTER

R. Sierra Bravo

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15.2. EL CONTENIDO DE LA TESIS

No hay nada en lo acabado de exponer, de lo que se derive que exista o se pueda imponer, con relación alcontenido de la tesis, un esquema fijo al que obligadamente se deban ajustar todas las tesis o informes, decualquier tipo que sean. Sin embargo, si se pueden señalar algunos puntos básicos, de acuerdo con su razónde ser y sus funciones indicadas, que merecen ser tenidos en cuenta a este respecto.

El contenido de la tesis se puede dividir en partes principales y secundarias. Entre ella se pueden destacar,respectivamente, las siguientes:

Partes principales

– Introducción.

– Descripción de la metodología de la investigación.

– Exposición, análisis y discusión de los resultados.

– Conclusiones.

Partes complementarias

– Títulos.

– Apéndices.

– Bibliografía.

– Indices.

– Divisiones y subdivisiones.

– Figuras.

Además, hay que mencionar de modo especial las citas y notas, en cuanto deben ser objeto de una consi-deración particular.

A continuación se trata separadamente de cada una de estas partes distinguidas, no sin indicar previamen-te que, en las partes principales, se ha realizado la exposición referida principalmente a la tesis de carácterempírico. Como pueden existir también tesis con un carácter teórico más acusado, como, por ejemplo, lasque tengan por objeto el estudio de un autor o de una teoría determinada, en este caso será preciso adaptar loque se dice a este caso especial y al hecho de que en él el objeto empírico de la investigación han de serfuentes documentales.

15.2.1. Partes principales

Introducción. Según S. Dreyfuss (1971, 222) “la introducción se distingue del texto, en cuanto al fondo,en que no sirve más que para presentar o situar a grandes trazos el problema sin resolverlo de ningún modo:da al lector algunas indicaciones generales que son necesarias para permitirle seguidamente abordar másfácilmente la materia y comprender la concepción del tema y la manera de tratarlo”.

La finalidad de esta parte de la tesis, en el caso indicado de investigaciones empíricas, es describir lasoperaciones preliminares en que se basa la investigación y aquellos aspectos que se pueden considerar comopunto de partida de la misma.

En la introducción se pueden hacer constar:

a) El proceso de formación del doctorando y su preparación para la investigación.

b) La génesis, motivación y objeto de la tesis o trabajo elegido.

c) La importancia científica de la investigación realizada y las razones que justifican su estudio.

d) El enunciado del problema investigado y de sus antecedentes históricos, teóricos y empíricos, conreferencia concreta a las fuentes utilizadas y a los estudios teóricos e investigaciones empíricas precedentessobre el mismo. Es lo que se suele llamar status quaestionis y lo que constituye el marco teórico de la tesis.

La tesis y su contenido

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e) La especificación del problema investigado mediante la exposición de los objetivos de la investiga-ción, es decir, de los aspectos concretos del problema a los que se ha pretendido dar respuesta con ella, y delas hipótesis formuladas.

f) La descripción del objeto, realidad o población investigados y el marco o contexto más amplio en quese inserta y la determinación de los límites cronológicos y geográficos del estudio.

g) Agradecimientos, o mención expresa de la gratitud sincera y comedida del doctorando a las personas eincluso instituciones que de alguna forma le han ayudado en la elaboración de la tesis. Se trata de un detalleque nunca falta en las publicaciones científicas anglosajonas, y que hasta ahora no suele ser tan frecuente ennuestro país, lo que, en cierto modo, es explicable porque generalmente se investiga entre nosotros másaislada e individualmente. En todo caso, si las ha habido, y en la tesis siempre será así, pues por lo menos seencuentra en este caso el director, es una atención obligada. También es frecuente que se hagan constar enuna pagina especial destinada exclusivamente al efecto.

Descripción de la metodología de la investigación. La finalidad de esta parte del informe responde al finya indicado de éste: dar cuenta de las técnicas de observación utilizadas y de los procedimientos de análisisempleados para que sea posible a otros investigadores no sólo repetirla, sino también verificar la adecuaciónde dichas técnicas y procedimientos al objeto de la investigación y su correcta aplicación en el caso encuestión.

“Importa, asimismo, escribe Ramón y Cajal (1944, 155), puntualizar, bien al principio, bien al final de lamonografía, el método o métodos de investigación seguidos por el autor, sin imitar a esos sabios que, atítulos de mejorarla ulteriormente, se reservan el monopolio de la técnica empleada, restaurando la casiperdida costumbre de los químicos y matemáticos de las pasadas centurias, los cuales, inspirados en la puerilvanidad de asombrar a las gentes con el poder de su penetración, se reservaban los detalles de los procedi-mientos que les habían conducido a la verdad”.

Por tanto, esta parte deberá contener una exposición, lo más clara y completa posible, de la metodologíaseguida en las operaciones básicas de la investigación, mediante la enumeración de las variables generales yempíricas estudiadas y de sus definiciones operativas adoptadas, y de las técnicas empleadas en la observa-ción y clasificación y análisis, así como, en su caso, en la selección de la muestra. Respecto a ésta nodeberán faltar:

1. La mención de la base de muestra utilizada.

2. De su tamaño.

3. La determinación del error muestral que supone éste, según el nivel de confianza elegido; y

4. La descripción del sistema de selección de la muestra utilizado.

Respecto a la observación, se deberán dar todas las explicaciones que sean pertinentes sobre los elemen-tos: reactivos, animales, etc. usados. Si son aparatos usuales, se darán los datos que los caracterizan: nom-bre, marca, tipo, etc., sin describirlos en detalle. Igualmente se hará respecto a las pruebas de laboratorio yotros procedimientos de observación conocidos, sin que falte la indicación de la validez y seguridad quemerecen. Sin embargo, cuando se trata de pruebas poco conocidas y de instrumentos de investigación prepa-rados específicamente para la investigación, como, por ejemplo, experimentos originales, cuestionarios oescalas de actitudes o tests, deben ser descritos detalladamente, con inclusión en apéndice, en su caso, de unmodelo del mismo. Se debe explicar, asimismo, el procedimiento seguido para su elaboración y los resultadosde las pruebas previas realizadas con ellos.

En todo caso, se deberá dar cuenta de los procedimientos seguidos en la investigación para la aplicaciónde cualquier instrumento de investigación y reseñar las experiencias dignas de mención, las dificultadesespeciales encontradas y el modo de resolverlas.

Asimismo, con relación al análisis, cabe destacar que no debe faltar la indicación de los tipos y modalida-des de análisis utilizados: coeficientes de asociación, test de hipótesis empleados para comprobar la signifi-cación respecto a la población de los resultados y otros tipos de análisis matemático, con especial mención delas particularidades que presentan en la investigación de que se trate.

R. Sierra Bravo

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Exposición y análisis de los resultados. El objetivo de esta tercera parte del informe, responde a su fin,también indicado, de dar a conocer y divulgar los resultados de la investigación.

Por tanto, en ella se deben exponer, en primer lugar, dichos resultados, de manera ordenada, clara, deta-llada y global y no individual en el caso de estudio de poblaciones, y con indicación de sus fuentes y funda-mentos concretos dentro del conjunto de las operaciones de la investigación.

En segundo lugar, se deberá enjuiciar críticamente la validez y fiabilidad de los resultados en cuestión,a la vez que se les compara con los resultados obtenidos con otras fuentes, teniendo el valor de renunciar acualquier hipótesis inicial no satisfactoria.

En tercer lugar, se realizará su análisis del modo más detenido posible y se discutirá:

a) El alcance y sentido científico de los mismos.

b) Su significación respecto a la teoría científica precedente.

c) Sus limitaciones; y

d) Las cuestiones relevantes descubiertas en el estudio y aún sin resolver.

De acuerdo con Selltiz y sus colaboradores en la obra “Métodos de investigación en las relaciones socia-les” (Rialp, 1965, p. 497), la regla cardinal en el informe científico es “proporcionar toda evidencia significa-tiva para la cuestión de investigación tratada, sean o no acordes los resultados con las opiniones del investi-gador”.

La conclusión. Si se tiene en cuenta que, como se ha indicado, la tesis debe representar alguna aporta-ción, aunque sea modesta, que signifique un cierto adelanto en la ciencia o en su método o un avance en elconocimiento de la realidad que constituye su campo propio, creo que la conclusión es la parte de la tesis enla que el doctorando debe poner de relieve con los argumentos adecuados, sintética y sistemáticamente, lo quela tesis suponga de novedad y las aportaciones teóricas y prácticas que a su juicio implica.

Entendida de este modo la conclusión, su noción se enlaza con el significado tradicional de tesis comoposición teórica o práctica a la que se ha llegado, y la cual se mantiene exponiendo las razones que la avalany refutando las objeciones que se pueden oponer a ella.

Según esto, parece que la conclusión más que un elenco de proposiciones finales debe ser una “reflexiónfinal” (Alcina, 1994, 207) fundamentada sobre el alcance científico de la investigación realizada.

En opinión de Lasso de la Vega (1977, 160), “el trabajo científico o la tesis deben disponer de un capítulofinal consagrado a la conclusión. Es necesario sintetizar en unas páginas, con precisión y claridad, los resul-tados obtenidos, las ideas esenciales que se desprenden del trabajo. Sin un capítulo conclusión, la tesisparecerá no estar terminada”.

Cabe recordar aquí que según el Decreto 185/1985 de 23 de enero sobre la obtención del grado de doctor,la defensa de la tesis doctoral consistirá en la exposición por el doctorando de la labor preparatoria realizada,contenido de la tesis y conclusiones, haciendo especial mención de sus aportaciones originales”.

15.2.2 Partes complementarias

Los títulos. Título, según el Diccionario de la Real Academia es “la palabra o frase con que se da aconocer el asunto o materia de una obra científica o literaria, de cualquier papel manuscrito o impreso, o decada una de las partes o divisiones de un escrito”. Los títulos hacen las veces de nombre de la obra o escritoen general o de sus partes, y por eso deben elegirse de tal forma que reflejen su contenido del modo másexacto posible, sin inducir a engaño ni por exceso ni por defecto.

El título general de la tesis o trabajo científico es obligado y no se puede prescindir de él, en ningún casoy en ninguna obra escrita. En cuanto al título de las partes o divisiones del escrito, si bien algunas obras sepublican sin ellos, el doctorando no debe permitirse ese lujo, aunque no sea exigible legalmente más que eltítulo general de la tesis. Estos títulos de las partes de la tesis facilitan la lectura del trabajo, su utilización yrevisión. Parece, pues, que el doctorando está obligado a tener esta atención con el tribunal de la tesis y con

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sus posibles lectores. Teniendo en cuenta la exposición que hace de este punto S. Dreyfuss (1971, 180 y ss.)se pueden formular las siguientes reglas sobre dicho punto:

– Son preferibles los títulos cortos.

– Deben ser simples, claros, comprensibles y coordinados entre sí con cuidado y, sobre todo, específicosy precisos

– Evitar las oraciones completas.

– Evitar igualmente los títulos formados por la simple yuxtaposición de dos ideas que a continuación sontratadas sucesivamente.

– Su fin debe ser introducir la materia y resumir su contenido.

– Sin mengua de este fin es recomendable esforzarse por utilizar fórmulas expresivas, que choquen ollamen la atención y procurar los contrastes siempre que sea posible, En este sentido, la titulación es tambiénun arte.

– Redactarlos de forma análoga todos: por ejemplo, con artículos iniciales o sin ellos.

Apéndices. En los apéndices se debe comprender todo lo que no se considera conveniente incluir en elcuerpo de la tesis, pero que sin embargo constituye un fundamento, complemento o ilustración de su conteni-do.

En concreto, es corriente, en su caso, incluir en las tesis como apéndices:

a) Una copia de los instrumentos de investigación empleados.

b) Los cuadros o tablas en los que aparezcan cuantificados los resultados de la investigación.

c) Las notas y citas excesivamente largas.

d) Los documentos que sean fuente de la investigación, objeto de análisis o de estudio en ella.

e) El desarrollo de alguna cuestión marginal a la tesis o que, sin ser marginal, se ha elaborado después deconcluir la tesis.

f) Terminología, tablas cronológicas, gráficos y mapas.

La bibliografía. Según el Diccionario de la Real Academia, bibliografía, en segunda acepción, significa“relación o catálogo de libros o escritos referentes a una materia determinada”. Respecto a la tesis, unarelación de este tipo debe figurar entre sus elementos complementarios. Como escribe S. Dreyfuss (1977,303), “ningún trabajo de investigación, ya sea limitado o muy extenso, ya constituya un trabajo escolar o unestudio muy profundo y de alto nivel, ya sea impreso, mecanografiado o manuscrito, es completo bibliogra-fía”.

La bibliografía, en el caso de la tesis, debe comprender:

a) En primer lugar, separadamente, y cuando se refiera a una obra o un autor determinados, las fuentes, esdecir, los manuscritos, en su caso, y las ediciones de dicha obra o de las distintas obras del autor, que se hanutilizado en la tesis.

b) Los repertorios bibliográficos o publicaciones que sólo contienen referencias bibliográficas, que exis-tan y se refieran al tema tratado en la tesis.

c) La referencia a las obras no fuentes citadas en el texto.

d) La referencia de las obras consultadas para la elaboración de la tesis, aunque no se hayan citadoexpresamente, y

e) También se pueden incluir, indicándolo así, las obras que se refieran al tema de la tesis y que porcualquier motivo no se han podido consultar.

En todo caso, las referencias, tanto de las fuentes como de las demás obras, se deben consignar deacuerdo con las reglas expuestas en el capítulo sobre la documentación en la tesis al tratar de las referenciasbibliográficas, 10.7.

R. Sierra Bravo

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La disposición de la bibliografía, con la condición de que se guarde siempre en ella el orden alfabético,puede ser diversa. Por ejemplo, se puede presentar

– dividida en libros por una parte y artículos por otra;

– clasificada en alguna forma, v. g., por materias;

– de modo general para toda la obra, o particularizada para cada capítulo o parte de la tesis;

– con algún breve comentario.

Descuidos y abandonos en la bibliografía, por desgracia tan frecuentes, con erroresen las fechas o en los nombres de los autores, títulos de trabajos deficientementetranscritos y datos de las revistas o libros mal recogidos, no hacen más que demos-trar la falta de categoría del autor y un avance de los problemas que tendrá queafrontar más delante cuando, al escribir trabajos científicos, aspire a su publica-ción en las revistas de algún prestigio, que por esa razón son exigentes y no admitendescuidos ni imperfecciones de ninguna clase y, menos, errores.

JULIO R. VILLANUEVA

Indices. Existen varias clases de índices, entre los que cabe destacar los siguientes:

– de contenido sistemático,

– de tablas y gráficos,

– de materias, y

– de autores citados.

De todos ellos, los que se deben considerar obligados en la tesis son los dos primeros. Ambos debenrecoger literalmente los títulos que encabezan, las divisiones y subdivisiones de la obra en el de contenido, ylas tablas o gráficos, en el segundo. Como los títulos, según se ha indicado, deben reflejar los temas básicostratados en cada punto, estos índices sintetizan el contenido de la tesis y la significación de las tablas ográficos.

En cuanto al de contenido, algunos autores resaltan la conveniencia de redactar dos índices. El primero,sumario, con los títulos de los capítulos, se sitúa al inicio de la tesis; el segundo, detallado, con los títulos detodas las subdivisiones de la obra, al final..

El de autores citados, consiste en una lista alfabética de aquellos por sus primeros apellidos, con expre-sión de las páginas de las tesis donde son citados.

Además de permitir encontrar fácilmente estas citas, proporciona una síntesis muy útil de la riqueza defuentes de información que se han utilizado en la elaboración de la tesis.

En el de materias, los términos conceptuales de los puntos y temas tratados se ordenan tambiénalfabéticamente. Su función es ayudar a localizar rápidamente estos cuando deban ser consultados particu-larmente.

Los índices de autores citados y de materias se deben colocar siempre al final de la tesis o trabajo. Encuanto al índice de contenido sistemático y al de tablas, que se puede considerar como un apéndice delprimero, existen dos tradiciones. En los países anglosajones, Inglaterra y Estados Unidos, estos índices sesitúan siempre al principio de la obra, mientras que en los países latinos, España, Italia y Francia, van alfinal, si bien hay que señalar que en estos países se está imponiendo la costumbre de colocarlos también alprincipio, opción esta última que parece más práctica.

La tesis y su contenido

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Divisiones y subdivisiones. El índice debe recoger también no sólo los títulos de las partes de la tesis, loscuales en el cuerpo de la exposición se deben diferenciar, según su importancia, con letras mayúsculas yminúsculas y subrayados, sino también los nombres asignados a dichas partes o divisiones y subdivisiones.

A este respecto, existen dos procedimientos principales: el clásico y el moderno. En el primero, dichasdivisiones y subdivisiones se consignan con sus nombres específicos: partes, títulos, secciones, capítulos,parágrafos, subparágrafos, etc. y se numeran correlativamente. Si la obra sólo comprende divisiones de unaclase, suelen recibir el nombre de capítulos. El procedimiento moderno esta normalizado. A continuación setranscribe la normalización española de esta cuestión establecida en la tercera revisión de la norma UNE1002.

1. Objetivo y campo de aplicación. La presente norma describe un sistema de numeración de las divisio-nes y subdivisiones en los documentos escritos. Se aplica a todos los documentos escritos, tales como manus-critos, trabajos en imprenta, libros, artículos de revistas y normas.

La numeración de las diferentes divisiones y subdivisiones de un documento escrito es aconsejable cuan-do:

– Pone en evidencia la sucesión y la importancia de las diferentes divisiones y subdivisiones así como susrelaciones.

– Simplifica la búsqueda de determinadas partes del texto, y permite su cita.

– Facilita las citas o referencias dentro del propio escrito.

2. Numeración de las divisiones y subdivisiones.

2.1. La numeración debe realizarse mediante la utilización de cifras arábigas.

2.2. Las divisiones principales (en el primer nivel) de un escrito deben numerase correlativamente a partirde 1.

2.3. Cada división principal puede subdividirse (en el segundo nivel) en un número cualquiera desubdivisiones numeradas correlativamente a partir de 1. Esta forma de división y numeración puede conti-nuar hasta cualquier nivel (tercer nivel y sucesivos).

No obstante, es conveniente limitar el número de niveles a fin de que los números de las distintas partessean fáciles de buscar, leer o citar.

2.4. La separación de las diversas subdivisiones que forman parte de una misma división principal serealiza intercalando un punto entre las cifras representativas de las mismas. Es facultativa la utilización deun punto a continuación del número que designa el último nivel.

Ejemplo:

2.5 Puede atribuirse la cifra 0 a la primera división de cada nivel, cuando constituye una introducción, unprefacio, un prólogo, un preámbulo o cualquier otra parte de tipo similar.

3. Citación de los números de las divisiones y de las subdivisiones dentro del propio texto. Cuandose cita un número de división o de subdivisión dentro del propio texto se omite el punto final.

Ejemplos:

. . . . . . . . En el capítulo 4 . . . . . . . .

. . . . . . . . Véase 9.2 . . . . . . . .

. . . . . . . . 3ª línea de 1. 1.2.2 . . . . . . .

R. Sierra Bravo

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4. Enunciación. Para la enunciación de un número de división o de subdivisión no se tiene en cuenta lospuntos.

Ejemplos:

2. “dos”

2.1.1 “dos uno uno”

2.11 “dos once”

2.27 “dos veintisiete”

Figuras. Con este término genérico me refiero a los diagramas, gráficos, diseños, dibujos, croquis, boce-tos, planos, mapas, fotografías, grabados, ilustraciones, láminas, pinturas, etc. que pueden formar parte,junto con el texto escrito, de la tesis o trabajo de investigación.

En campos tales como la Ingeniería, Arquitectura y Bellas Artes, o en ciertos tipos de tesis, los planos,dibujos, pinturas, etc. suelen constituir un elemento esencial de las tesis o trabajos de investigación, pero enmuchos otros casos cumplen un papel accesorio de complemento y aclaración de su texto escrito

En este último caso, no cabe duda que, aun sin perder su carácter accesorio, las ilustraciones oportunas ycorrectamente realizadas, pueden, en general, dar realce al contenido de la tesis, facilitar su comprensión ycumplir, específicamente, alguna de las funciones siguientes:

a) Hacer más visibles los datos, sistemas y procesos.

b) Poner de manifiesto sus variaciones y su evolución en el tiempo o en el espacio.

c) Evidenciar las relaciones entre los diversos elementos de un sistema o de un proceso y representar lacorrelación entre dos o más variables.

d) Sistematizar, sintetizar y visualizar los elementos de conjuntos numéricos o teóricos complejos.

e) Aclarar y complementar las tablas de datos y las exposiciones teóricas o cuantitativas.

f) Servir para sugerir hipótesis nuevas, mediante el estudio de su disposición y de las relaciones quemuestran.

g) Constituir la expresión obligada del resultado de ciertos análisis.

No sólo son múltiples las clases de ilustraciones, sino también las modalidades que cada una de ellaspueden adoptar. Por ejemplo, los diagramas pueden ser de puntos; lineales; de superficies rectangulares,circulares, etc.; estereométricos; cartográficos; formados por dibujos o pictogramas; constituidos por blo-ques relacionados entré sí mediante líneas o flechas, como el inserto en el capítulo 8.1 de este obra; de flujos,que representan los procesos en los que hay que tomar decisiones, mediante rectángulos y rombos que indicanrespectivamente las etapas del proceso y las decisiones que hay que adoptar y flechas que señalan la direc-ción de las decisiones y el avance del proceso. Todo esto, incluida la posibilidad de la aplicación con este finde los ordenadores, hace inviable aquí el intento de una consideración particular de los mismos, que siempresería incompleta e imperfecta. Por ello, me parece oportuno remitir al lector interesado a las publicacionesespecíficas existentes, entre las que se encuentran las siguientes:

BERTIN, J .–Les graphiques et le traitement graphique de l‘information. París: Flammarion, 1977.

BERTIN, J .–Sémiology of graphics: diagramis, networks, maps. Madison: Wiscosin, 1983.

CAUDE, R.– Iniciación a los gráficos. Barcelona: Sagitario, 1969

AMBERS,J – et alli.–Graphical methods belmon tfor data anlysis. Wadsworth Inter. Group,1983.

DONY, R.– Grafismo científico con microordenador. Barcelona: Masson, 1986.

FARINA, M. V .–Diagrama de flujos. 6ª reimp. México: Diana, 1979.

GARCIA MENENDEZ, A .–Diagramación. México: Limusa, 1983.

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HALL, A. S.– Construcción de gráficos y diagramas. Zaragoza: Acribia, 1963.

LE WELL, J. A .–Aplicaciones gráficas del ordenador. Madrid: H. Blume, 1986.

MONKHOUSE, F . L.–Mapas y diagramas. Barcelona: Ed. Oikos– Tau, 1968.

PEPE, P.–Presentación de estadísticas. Madrid: Ed. Rialp.

PUIG, J. J.–Imágenes y grafIsmos informáticos. Barcelona: Mitre, 1985.

SCHMID, C. F.–Statistical graphics. Design principles & practices. N. York: J. Wiley, 1983.

Entre las normas sobre la presentación de las ilustraciones y gráficos que se suelen ofrecer, se puedendestacar las siguientes:

1. Título. El título debe ser claro y completo y expresar en síntesis la naturaleza y el contenido de lailustración.

2. Sencillez. Se debe procurar en ellas la mayor simplicidad, claridad y legibilidad.

3. Número. El exceso de figuras puede distraer más que aclarar.

4. Disposición. En su disposición general, el diagrama debe avanzar de izquierda a derecha.

5. Preferencia. En los diagramas se debe preferir las líneas a las superficies y volúmenes, por ser estosúltimos más difíciles de interpretar.

6. Línea cero. En los diagramas no debe faltar la línea cero, aunque sea preciso quebrarla para que nosuceda así, y esta línea y toda otra línea base deben quedar resaltadas.

7. Trama. La trama o líneas de fondo deber ser menos perceptibles que las de la figura misma y únicamen-te las necesarias.

8. Datos y fórmulas. A veces conviene incluir en el diagrama los datos numéricos o fórmulas representa-das.

9. Tablas. En todo caso, los datos numéricos en que se basan deben figurar en tablas adjuntas, completasy exactas.

10. Espacio. Las ilustraciones que ocupen más de media página deben ir solas en la pagina, sin insertar enella otros textos escritos.

11. Colocación. Las figuras y gráficos deben aparecer a continuación del texto al que se refieren.

12. Numeración. Deben ser numeradas con cifras arábigas colocadas al pie.

15.3. CIFRAS Y NOTAS

Noción. Es preciso distinguir las citas de las notas, ya que, aunque estén relacionadas y a veces las citasadopten la forma de notas, no son lo mismo.

Las notas, según la definición muy clara y completa del Diccionario de la Real Academia de la Lenguason las “advertencias, explicación, comentario o noticia de cualquier clase que en los impresos y manuscritosvan fuera del texto, ya sea al margen de los folios, ya al fin de la obra o de cada una de sus divisiones, conoportuna llamada en el lugar del texto a que corresponda”.

En cambio, la citas se pueden definir con Cazares Hernández (1980, 81) como la presentación, ya textual,ya resumida, de ideas de otros autores que sirven de apoyo al investigador, se contraponen a lo que dice oproporcionan mayor información.

– Funciones. Se puede decir que las citas cumplen, entre otras, las siguientes funciones principales:

– Demuestran que se conocen y se han tenido en cuenta las aportaciones teóricas y empíricas, realizadasanteriormente por otros investigadores sobre el tema investigado.

R. Sierra Bravo

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– Exponen los textos de las fuentes primarias que son objeto de estudio, análisis o interpretación en latesis.

– Expresan las ideas de otros autores, que sirven de ilustración, apoyo o punto de partida de las nuestraso que hacemos objeto de nuestra discusión o crítica.

– Evitan, por último, el plagio, es decir, que presentemos como nuestras, sin hacer mención de sus auto-res, ideas que en realidad hemos tomado de o leído en las obras de aquéllos y son originales de ellos, lo que noocurre cuando leemos en un autor ideas conocidas por todos los versados y que, por tanto, se pueden conside-rar de dominio común en la ciencia de que se trate. Se debe tener también cuidado de poner siempre comillascuando se cita a un autor textualmente o empleando las mismas palabras de su obra.

En cuanto a las notas, se pueden destacar sus funciones siguientes:

– Origen de las citas. Las notas constituyen uno de los procedimientos para indicar el origen de la citas,o las referencias bibliográficas de las obras de donde las hemos tomado, y para incluso transcribir la cita,cuando en el texto no encajaría bien.

– Remisiones. Sirven para hacer referencia a lo dicho en otros lugares de la tesis, para remitir a lugares deobras de otros autores o para proporcionar referencias bibliográficas adicionales sobre algún punto. En estoscasos, es frecuente utilizar en las notas las abreviaturas vid., del latín videre, ver o véase, tal ... y cfr, del latínconfers, o más modernamente, simplemente v.

– Ideas adicionales. Las notas sirven también para proporcionar ideas adicionales a las expuestas en eltexto o para aclarar, completar y desarrollar las ideas e informaciones expresadas en el cuerpo del escrito, asícomo para poner de relieve su posible relación con otros temas.

Empleadas las notas según esta función, proporcionan, sin duda, a la tesis un empaque académico yerudito y prueban la capacidad intelectual de su autor, en cuando sabe descubrir y poner de manifiesto lasimplicaciones y relaciones conexas, teóricas o prácticas, que conllevan las cuestiones tratadas en la tesis.

– Traducciones. Sirven igualmente para ofrecer la traducción de una cita hecha en el texto en lenguaextranjera, o al revés, para exponer la versión en lengua original de una cita del texto hecha en traducción.

– Agradecimientos. Por último, las notas sirven para pagar deudas, como dice Eco, es decir, para expre-sar nuestra gratitud a las personas que nos han proporcionado una idea o sugerencia no publicada antes y queutilizamos en el texto.

Tipos. Se pueden realizar diversas clasificaciones, por ejemplo, según sus funciones, pero aquí sólo creode interés referirme a los siguientes tipos de citas:

– ideológicas o resumidas, y

– textuales.

Las citas textuales tienen lugar cuando se recogen no sólo las ideas de otros autores, sino también yexactamente las mismas palabras que ellos han empleado para expresarlas.

En cambio, en las citas ideológicas, se recogen las ideas pero no las palabras exactas.

Es indudable que las citas de fuentes, que son objeto de estudio, análisis o interpretación en la tesis,deben ser citadas textualmente y nunca resumidas. En cuanto a las citas de obras que no sean fuente prima-ria, a pesar de que S. Dreyfuss (1971,45) opina que en el caso de las obras que llama doctrinales las citas enresumen deben ser la regla, y el texto in extenso la excepción, en mi opinión, las citas resumidas parecen másapropiadas de ensayos o cuando son empleadas por autores no noveles, pero no en el caso de la tesis, quenormalmente es el primer estudio serio realizado por sus autores.

Disposición. Las notas se pueden colocar:

– a pie de página, o incluso en sus márgenes,

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– al final del capítulo al que se refieren, o

– al final del trabajo.

El procedimiento más correcto es, sin duda, el primero, porque evita la molestia de tener que ir a buscar lanota al final indicado si al leer el texto queremos o necesitamos consultarla; por ello, es preferible en la tesis.La única ventaja de los otros dos sistemas es que hacen más fácil su mecanografiado o impresión.

En cuanto a las citas textuales y hechas en el cuerpo de la tesis se pueden disponer, como señala S.Dreyfuss (1971, 233):

a) incorporadas al texto, bien después de “:”, o asimiladas totalmente al contexto y distinguiéndose de elsólo mediante las comillas, y

b) situadas aparte, es decir, separadas espacialmente del texto del autor. Este último procedimiento esoportuno y aconsejable en el caso de citas largas, pero menos recomendable si son cortas.

También con relación a las citas, y en cuanto a la forma de consignar las referencias bibliográficas de lasobras de donde están tomadas, existen dos sistemas:

1. de cita–nota, y

2. de autor–fecha.

En el de cita–nota, la referencia bibliográfica se da como nota al pie de página o al final del capítulo o dela obra. En el texto, sólo se sitúa en el lugar correspondiente el número que corresponda a la nota. Estenúmero debe ser correlativo a partir del 1 y la numeración resultante puede ser general para todo el libro, opor capítulos, o bien distinta para cada pagina.

Con el sistema de autor–fecha, empleado en los Estados Unidos, para las obras científicas modernas, noantiguas, que se esta extendiendo también en Europa, se elimina la cita nota y en su lugar se consigna en eltexto, después de la cita y entre paréntesis, el nombre del autor, la fecha de la obra citada después de unacoma y luego, separada por “:” su página. Esta mención sirve para que cuando se quiera revisar la referenciabibliográfica completa se pueda hacer consultando la bibliografía final. Este sistema tiene la ventaja de quepuede evitar bastante trabajo y numerosas repeticiones de notas–citas de las mismas obras, y aunque tiene elinconveniente indicado de las notas colocadas al final de la obra, frecuentemente la indicación de la ha puedebastar a especialistas para identificar la obra citada.

Ejemplo de cita autor–fecha:

(Ramon y Cajal, 1981: 49)

Consultando la bibliografía final se encontraría la referencia completa de esta dispuesta como todas lasdemás del modo siguiente:

RAMON Y CAJAL, Santiago (198l).– Los tónicos de la voluntad: Reglas y consejos de investigacióncientífica. 10ª edición. Madrid: Espasa Calpe, 201 p. El año se sitúa seguidamente al nombre sólo para quese pueda localizar más fácilmente la obra citada.

Si existen dos o más obras o trabajos del mismo año y autor se distinguen añadiendo al año correlativa-mente las letras del alfabeto: 1981; 1981 b; 1981 c; etc.

Reglas sobre las citas. Las citas, dado su carácter conceptual y las funciones indicadas que cumplen,constituyen un elemento importante de la tesis. Todo ello exige que su empleo se ajuste a normas enunciadaspor los autores que aseguren su correcta utilización, como, por ejemplo, las siguientes:

1. Literatura crítica. Los texto de literatura crítica se citan solo cuando con su autoridad corroboran unaafirmación nuestra, lo que implica en primer lugar que estas citas no deben superar la media página, comomáximo; en segundo lugar, que deben aportar algo nuevo, no ideas obvias, o bien confirmar con autoridad loque ya se ha dicho.

2. Significación. La cita supone que se comparte la idea citada, a menos que ésta sea objeto, inmediata-mente antes o después, de crítica.

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3. Fuentes primarias. Las citas de las fuentes primarias se deben hacer normalmente del original o por laedición crítica, si existe o, en su defecto, por la edición más acreditada.

4. Autores extranjeros. Cuando la tesis verse sobre un autor extranjero, las citas de sus obras analizadasdeben ir en la lengua de su versión original. En este caso, como se ha indicado, se puede ofrecer la traducciónmediante nota. En otro caso, las citas de autores extranjeros se pueden hacer por una buena traducciónespañola o mediante la traducción que nosotros efectuemos.

5. Exactas y completas. Las citas tienen que ser exactas y completas. Para asegurarse de su exactitud,deben ser objeto de cotejo una vez transcritas. Completas de modo que no falte nada de lo que compone eltexto que se cita, incluso los subrayados que pueda tener. Si por nuestra cuenta subrayamos alguna palabrade la cita, se debe hacer constar así, entre paréntesis. Se pueden eliminar partes de la cita, cuando es demasia-do larga y dichas partes no interesan a nuestro propósito ni afectan al sentido de la cita, pero entonces hayque indicarlo en la cita poniendo puntos suspensivos,..., en el lugar del texto eliminado. Se debe tener encuenta y prevenir en lo posible el peligro de tergiversación en estos cortes.

6. Selectas. Las citas deben ser selectas. Es decir, deben ser elegidas de modo que cumplan oportunamen-te las funciones señaladas de las citas. No se debe citar ni recargar la tesis de citas, sobre todo en el texto. Lascitas deben cumplir siempre una función subsidiaria respecto a nuestro pensamiento, de apoyo e ilustracióndel mismo, salvo que se trate de fuentes primarias.

7. Citas de segunda mano. Se deben evitar las citas de segunda mano, o tomadas de un autor que a su vezla ha tomado del autor original. Si se hacen y se quiere resaltar que el autor segundo asume la cita que hacedel original, entonces se citará en primer lugar al segundo autor y después el original entre paréntesis yprecedido de envía a... Cuando, por el contrario, se quiere destacar al autor original, se citará a éste enprimer lugar y a continuación, también entre paréntesis, la cita del segundo autor y la obra de donde se hatomado la cita, precedida de citado por... o apud ...

8. Referencias bibliográficas. Hay que cuidar escrupulosamente que las referencias bibliográficas de lascitas sean totalmente precisas, con todos los datos de tipo de edición, critica o no crítica, número de laedición, año de la edición original y de la utilizada, etc.

En la tesis, el cumplimiento de estas reglas, y en general de todas las reglas formales, es muy importante.Es uno de los aspectos que proporcionan rigor y seriedad al trabajo científico. Demostrar que se sabe inves-tigar con rigor y seriedad es una de las condiciones principales que el doctorando debe probar con la tesis.

9. Transliteración. Cuando hay que realizar citas de obras escritas en lenguas con alfabetos distintos dellatino, por ejemplo, el griego antiguo o ruso, está permitida la transliteración, que consiste en sustituir letrapor letra y signo por signo las letras y los signos del texto extranjero por las correspondientes de nuestroalfabeto, cuidando de que se mantenga siempre la exacta correspondencia entre ambos alfabetos.

La trabazón de los materiales reunidos, la intercalación de textos y opiniones deotros autores que los autoricen debe hacerse con pulcritud y sumo cuidado. Obra desoldador y de costura, ha de ser fina y repasada para «que no se vea el fichero”,para que el lector no padezca la sensación de que tiene frente a él materiales sinelaborar.

LASSO DE LA VEGA

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en Tesis Doctorales y Trabajos de Investigación Científica. Metodología Generalde su elaboración y documentación. Capítulo 16. Editorial Paraninfo. Cuarta edición,1996, pp.431�471.

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Presentación formal y defensa de la tesisPresentación formal y defensa de la tesisPresentación formal y defensa de la tesisPresentación formal y defensa de la tesisPresentación formal y defensa de la tesis

16.1. LA POSTREDACCION

La elaboración de la tesis no acaba inmediatamente después de terminar la redacción de las conclusioneso del último capitulo. A continuación, aun queda por realizar lo que se puede llamar genéricamente lapostredacción, es decir, todas las operaciones posteriores destinadas a perfilar, completar y dar forma defini-tiva a la tesis. Entre ellas se pueden destacar la revisión y dar a la tesis su presentación mecanográfica yortográfica últimas. Una vez hecho así, es necesario defenderla ante el tribunal llamado a juzgarla, quedando,por último, su publicación, en el caso de ser aprobada.

Respecto a la revisión, el texto redactado se debe someter, en primer lugar, a los exámenes rigurosos quesean necesarios sobre su corrección científica, lógica, lingüística, de redacción y formal, y mejor, sin duda, sise procura un cierto distanciamiento. Se pueden tener en cuenta para ello, las reglas expuestas a lo largo detoda esta obra y se cuidará de modo especial de la ausencia de contradicciones entre las distintas partes de latesis, el adecuado orden y equilibrio entre ellas y su debida ligazón, mediante los oportunos textos de unión ode transición de unas a otras, así como que la redacción sea en todo caso correcta.

En segundo lugar, es obligado, como se ha indicado, que el doctorando someta el texto de la tesis a laaprobación del director que haya elegido.

En tercer lugar, es muy aconsejable en todo trabajo de investigación darlo a leer a especialistas amigos;seguramente no dejarán de hacemos sugerencias interesantes y nos pueden poner de manifiesto errores odeficiencias que nosotros no hemos visto.

16.2. LA PRESENTACION MECANOGRAFICA Y ORTOGRAFICA

Aunque se trata de una cuestión instrumental y secundaria, no deja de tener su importancia en cuanto queprecisamente la forma es lo que da realce al contenido.

“El tesinando, doctorando o investigador –escribe el técnico en esta materia Quesada Herrera (1983,135)– debe ser consciente del importante” papel que desempeña presentar inmejorablemente su trabajo. Re-cuerde a tal fin, que una acertada confección mecanográfica y una buena encuadernación son los ropajes delpensamiento. Estos son los detalles que predisponen al examinador esquiva o favorablemente hacia noso-tros”.

En mi opinión, existen tres advertencias principales a tener en cuenta respecto a esta cuestión:

1 . Que si la presentación no puede ser artística y suntuosa sea por lo menos correcta y limpia.

2. Que se ajuste a las normas dictadas, en su caso, por la Universidad y Facultad en la que se vaya apresentar la tesis.

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3. Que se mantenga estrictamente y en todo caso la uniformidad formal previamente establecida.

Esta regla implica que se piense, con el detenimiento necesario y para después cumplirlo siempre y entodos los casos escrupulosamente, el sistema a seguir en la forma de presentación, respecto a cuestionestales como las siguientes:

– Tamaño, color y calidad del papel. Se suele recomendar el uso del papel DIN A– 4 normalizado.

– Márgenes uniformes en blanco que se han de dejar a derecha e izquierda, arriba y abajo.

– “Sangrías” o número de espacios en blanco antes de empezar los capítulos y párrafos.

– Espacios de separación entre líneas, párrafos y títulos.

– Disposición de los títulos de capítulo y parágrafos.

– Pautas a seguir respecto a los subrayados de palabras o frases y escritura de números, mayúsculas,abreviaturas y siglas.

Aunque el doctorando no efectúe por si mismo el mecanografiado de la tesis, no debe descuidar estosdetalles ni dejarlos totalmente al arbitrio del técnico. Antes bien, puede y debe dar a aquél de modo precisolas instrucciones pertinentes referentes a las decisiones que haya tomado sobre los puntos mencionados o porlo menos ponerse de acuerdo con el mecanógrafo respecto de las mismas. Son recomendables en cuanto a laescritura de números, mayúsculas, etc., la obra de J. Martínez de Sousa: “Dudas y errores del lenguaje”(1992) y con referencia a los restantes, el libro antes citado de Quesada Herrera: “Redacción y presentacióndel trabajo intelectual” (1987).

A continuación se expone una serie de consideraciones sobre estos aspectos, divididos en ortográficos ymecanográficos.

16.2.1. Aspectos ortográficos

Mayúsculas. Las letras mayúsculas, en cuanto destacan sobre las minúsculas, sirven para diferenciar ohacer resaltar ciertas letras o palabras. En su empleo hay que distinguir la escritura en mayúscula de laprimera letra de una palabra o bien de una o más palabras completas.

A este respecto, como en otras muchas cuestiones, hay gran diversidad de opiniones, si bien algunosautores han señalado la tendencia actual a usar parcamente las mayúsculas en ambos casos y escribir conminúsculas en caso de duda.

Este principio concuerda con la norma, valida para la tesis en general, de ser muy mesurados en todo loque pueda suponer una manifestación enfática, tal como, por ejemplo, los signos de admiración, interroga-ción, puntos suspensivos, etc.

En cuanto al uso de palabras completas en mayúsculas, se trata de una forma de subrayado, a la que sehará referencia después.

Números y fechas. La regla en este caso es también la moderación en el uso de números escritos en eltexto con cifras, salvo, claro es, cuando se describan cálculos y resultados de observaciones o mediciones.Una norma admitida al respecto, es escribir en letra los adjetivos numerales del cero al veinte en todo caso ylas cifras redondas. También se escriben con letras las cifras aproximadas: “había unas doscientas cincuentapersonas”.

Las cifras de fechas se escriben en el texto con números y es válido y más simple y, por tanto, preferible,no poner genitivos: 12 octubre 1492, en lugar de 12 de octubre de 1492.

Abreviaturas y siglas. Se distinguen en que la abreviatura es la escritura de una palabra abreviada o conmenos letras de las que tiene. Las siglas, en cambio, son palabras formadas con las iniciales de varias pala-bras. Por ello, se suele estimar que mientras las primeras siempre llevan punto al final, para indicar laabreviación, las segundas no deben llevarlo y todas sus letras se escriben con mayúsculas.

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La norma generalmente aceptada es que en las tesis y trabajos científicos no deben utilizarse abreviatu-ras, con la excepción de las bibliográficas. En cuanto a las siglas tampoco, salvo que se vayan a emplearrepetidamente en el texto. En este caso, se debe escribir la primera mención con las palabras completas,seguidas de la sigla correspondiente entre paréntesis y después utilizar solo la sigla. Cuando las siglas sonmuchas, se suele ofrecer también un índice de siglas.

Uso de comillas, paréntesis y corchetes. Se distinguen tres tipos de comillas: corrientes, sencillas yespañolas. Las corrientes “ ” se emplean en las citas textuales de frases o términos de otros autores y paradiferenciar los términos comunes o técnicos, entendidos de manera especial distinta de la admitida común-mente.

Las comillas simples se utilizan para entrecomillar textos insertos dentro de otros más amplios que vantambién entre comillas. Las comillas españolas « se pueden emplear para diferenciar textos por alguna razónespecial, por ejemplo, para distinguir el significado en lingüística de una palabra.

En cuanto a los paréntesis y corchetes ( ), [ sirven, los primeros para separar, dentro de ámbitos másamplios, oraciones, frases o palabras de sentido aclaratorio o secundario. Los segundos se utilizan paradistinguir los paréntesis dentro de paréntesis más extensos, las palabras que en un texto citado se suplenconjeturalmente por el doctorando o las aclaraciones que éste haga dentro de dicho texto.

En cuanto al uso de guiones (–) y barras (/) se suele estimar que es preferible escribir socioeconómico yno socio–económico y que es muy poco recomendable utilizar barras en los textos escritos para separarpalabras, como en y/o; edad/renta.

16.22. Aspectos mecanográficos

Márgenes. Márgenes son los espacios en blanco a cada Uno de los lados de una página. Son, por tanto,cuatro, que reciben el nombre de lomo, el de la izquierda; corte, el de la derecha; cabeza, el de arriba; y pie,el de abajo.

Los márgenes enmarcan la escritura. Se considera que esta queda bien enmarcada si la medida de losmárgenes del lomo y corte es de unos tres centímetros. El margen superior se cuenta a partir de la paginacióno numeración de la página, que se recomienda escribirla centrada en la página y a tres líneas del bordesuperior. Esta misma distancia se puede dejar también en el margen inferior. Para facilitar el logro de launiformidad en los márgenes de todas las paginas es conveniente utilizar debajo del papel una plantilla en laque estén señalados todos los márgenes con líneas gruesas. Cuando se comienzan nuevos capítulos el margende cabeza debe ser superior y de unas doce líneas.

Espacios. Reciben específicamente este nombre en mecanografía las distancias entre letras, palabras olíneas de un escrito.

En el caso de palabras, la costumbre dominante es no comenzar la primera palabra de un párrafo pegadaal límite del margen, sino “sangrar” la escritura, dejando de tres a cinco espacios de letra en blanco.

En cuanto a los espacios entre líneas, se considera obligado en la tesis dejar por lo menos dos espacios demáquina entre ellas y aun mejor tres porque así las páginas se rehacen y se leen mejor y la tesis parece másvoluminosa.

En el caso de puntos y aparte o de nuevos párrafos, es aconsejable dejar entre líneas un espacio más delnormal y otro aún más cuando haya que escribir los títulos que encabecen los párrafos.

Subrayados. Los subrayados o colocación de líneas continuas debajo de un texto escrito a máquina o amano, sirven para destacar palabras o frases. La escritura de palabras o frases completamente con mayúscu-las es, como se dijo, también una especie de subrayado.

En cuanto el subrayado supone un cierto énfasis, rige igualmente en él la regla antes indicada de su usocon mesura.

Según Eco (1982, 225), en una tesis se subrayan:

– Las palabras extranjeras de uso no común o no castellanizadas.

– Los nombres científicos de animales, plantas, etc.

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– Los términos técnicos que se quieran destacar.

– El enunciado de tesis o demostraciones finale

– Los títulos de libros, poemas, diarios, revistas, películas, canciones y óperas.

16.2.3 Revisión formal del texto definitivo, admisión a lectura de la tesis y publicación

Revisión formal. Mecanografiado el texto definitivo de la tesis, es necesario releerlo detenidamente paracorregir los errores de copia que pueda contener y para verificar el cumplimiento de las normas ortográficasy mecanográficas adoptadas.

En especial se verificará también la numeración correlativa de las páginas y notas de la tesis y la corres-pondencia de estas y sus llamadas. Asimismo, se cotejará la exactitud de las referencias internas y de las citasy su entrecomillado. Por último, respecto a la bibliografía, si se ha guardado siempre en ella el orden acorda-do y si son completas y exactas las referencias, sobre todo si se trata de libros en otros idiomas.

Admisión de la tesis a lectura. De acuerdo con los artículos 8 y 10 del Decreto citado 185/1985, lalectura o defensa de la tesis exige previamente los requisitos de que se obtengan los tres vistos buenos si-guientes:

– Que el director de la tesis autorice su presentación a lectura.

– Que la Comisión de Doctorado de la Universidad admita la tesis a dicho trámite de lectura y no decidaque se retire.

– Que el Tribunal nombrado por la Comisión de Doctorado para juzgarla acuerde que procede la defensade la tesis. En caso contrario, interrumpirá su tramitación y remitirá al doctorando las observaciones queestime pertinentes.

Publicación. Defendida la tesis, punto tratado a continuación, y aprobada, sólo resta su posible publica-ción. El Decreto repetido sobre el Doctorado no establece nada al respecto, pero el Doctor debe procurar,pues es el medio para que sus aportaciones puedan tener una mayor difusión y utilidad científica, su impre-sión y publicación completa en alguna editorial o resumida en revistas, boletines, folletos y otros procedi-mientos similares.

Como escribe Robert A. Day (1979, IV), “un experimento científico no es completo hasta que se publica.De hecho, la piedra de toque de la filosofía de la ciencia se basa en la asunción fundamental de que lainvestigación original debe ser publicada: sólo así pueden autentificarse los nuevos conocimientos científicosy entonces añadidos al conjunto de conocimientos existentes que llamamos ciencia. De este modo, el científi-co debe no sólo “hacer” ciencia, debe “escribir ciencia”.

La edición plantea dos cuestiones fundamentales: la búsqueda de editor y la realización de la edición en símisma.

Salvo que el doctorando edite la tesis por su cuenta, lo que normalmente no le será viable económicamentey plantea, además, el problema de la distribución, se verá obligado a buscar una institución o editorial que seencargue de la impresión y la distribución. Esta búsqueda requiere a veces soportar frecuentes negativas yuna larga espera hasta encontrar la entidad a la que le interese la obra y esté dispuesta a editarla.

En cuanto a la edición en sí misma, se trata de una cuestión técnica que entra dentro de las funcionespropias de la editorial, lo que no obsta a que el autor pueda también expresar y hacer valer, en su caso, suspreferencias al respecto. En cuanto a puntos tales como papel, tipos de letra, características tipográficas,etc., se pueden consultar las obras siguientes, insertas en la bibliografía de este capítulo: “A manual style..”,Mannheimer, Turabian, Lasso de la Vega, p. 797 a 853 y el “Diccionario de Tipografía y el Libro” deMartínez de Sousa (Ed. Paraninfo, 1992, 31 ed.).

Trabaja, termina, publica

Michael Faraday

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16.3. LAS TECNICAS ORATORIAS Y LA DEFENSA DE LA TESIS

En el capítulo anterior he subrayado el paralelismo existente entre la redacción y la lectura. Igualmente,existe un paralelismo pero aún más acusado, entre la redacción y la expresión oral.

En la redacción, como en la expresión oral, se trata de comunicar información a los demás, utilizando elmismo instrumento del lenguaje, con una única diferencia respecto a éste: en la redacción nos servimos designos gráficos y en la expresión oral, de signos orales.

Por ello, no es de extrañar que se pueda aplicar para definir la expresión oral la misma definición de laredacción expuesta, dada por la Real Academia española.

Así se puede decir que el habla o la oratoria no es otra cosa sino la expresión oral de cosas sucedidas,acordadas o pensadas con anterioridad.

Por otra parte, de igual modo que he distinguido la redacción en sentido amplio y en sentido estricto, asítambién se puede distinguir ambos sentidos en la expresión oral.

La expresión oral en sentido amplio o pleno comprende también aquí la compilación del conjunto dedatos e ideas que expresar oralmente y su clasificación, así como la formulación de un plan ordenado o guiónpara su exposición.

La expresión oral en sentido estricto es la misma elocución tratada en la redacción, pues este términovale indistintamente para el lenguaje hablado y el escrito.

Por último, son también cuatro los elementos que, como en la redacción, se pueden distinguir en la expre-sión oral:

– El sujeto orador y su circunstancia.

– El instrumento de expresión oral: la voz o lenguaje oral.

– El proceso de expresión oral; y

– El resultado o discurso.

Dada esta similitud, conserva su validez en la expresión oral, lo dicho sobre la redacción, relativamentesólo, es decir, siempre que se tengan en cuenta las modificaciones exigidas por el diferente medio de comuni-cación oral o escrito empleado en cada caso.

16.3.1. El sujeto y su circunstancia

En la expresión oral, a diferencia de la redacción y la lectura, no sólo es importante, como en éstas, lograrlas mejores condiciones físicas y psíquicas del sujeto y del ambiente en que actúe, sino que se puede afirmarque el sujeto orador como tal forma parte de la misma expresión oral, junto con su voz, mediante sus gestosy, en general, la expresión corporal.

Además, la redacción supone una relación social distanciada con el receptor de la información, mientrasque la expresión oral implica una relación con aquél directa e inmediata, cara a cara, en la que el orador esuno de los interlocutores.

Por todo ello, el sujeto hablante ocupa en la comunicación oral un primer plano, más destacado en compa-ración con la escrita.

De acuerdo con lo anterior, son tres los puntos a los que el orador debe prestar especial atención:

– La respiración.

– La relación social o el contacto con el público; y

– Los gestos y la expresión corporal en general.

Presentación formal y defensa de la tesis

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Respecto a la respiración, se recomienda que sea:

a) Diafragmática, baja, ventral, profunda.

b) Con aspiraciones rápidas y frecuentes, evitando quedarse sin aire, y utilizando para realizarlas laspausas marcadas por los signos de puntuación, en el caso de que se lea oralmente.

c) La espiración, por el contrario, ha de ser lo más lenta y sostenida que sea posible, sin dejar escapar deuna vez todo el aire de modo que no nos quedemos al momento de aspirar sin fuelle en los pulmones.

En cuanto a la relación social o contacto con los interlocutores, el hablante, como escribe Belanger(1970, 76) “debe mantener el contacto con todo el público y durante todo el tiempo”, y abstenerse de mirar altecho o al suelo o a unos mismos rostros de los oyentes. “Lo acertado es, según Belanger, justamente mirar aun oyente que esté situado a la derecha de la tercera fila, después a otro de la sexta, al centro, a la izquierdadel primero, seguidamente a otro de la segunda fila... y a cualquiera de ellos unos segundos, sin dejar dehablar. Diríamos que nadie debe ser olvidado. La mirada debe ser franca y expresará el interés que experi-mentáis tanto por el tema como por los asistentes”.

De modo particular se debe procurar que el auditorio vaya entendiendo según vaya percibiendo los soni-dos, utilizando para ello períodos simples construidos ordenadamente y con palabras fácilmente comprensiblesque no obligue a los oyentes a esfuerzos suplementarios para desentrañar la significación del discurso.

Por último, el sujeto debe cuidar su porte y expresión corporal general, pues según la impresión que lamisma produzca en los oyentes, consciente o inconscientemente, éstos adoptaran su primera actitud hacia el.

Por su parte, los gestos constituyen un medio de expresión junto con la voz. Con ellos se puede describiro dar idea de realidades, por ejemplo peso, distancia, lejanía; sugerir sentimientos de rechazo, admiración,alegría, y subrayar en general lo que se dice de palabra. Deben ser:

– Sinceros o acordes con los sentimientos.

– Sincronizados con las palabras a las que apoyan.

– Hechos a tiempo.

– No siempre los mismos, sino diversos; y

– Sencillos o no afectados, ni demasiado estudiados.

16.3.2. El instrumento de la expresión oral: la voz

El instrumento específico de la expresión oral es la voz o lenguaje oral. El hombre es capaz de emitirsonidos diversos que se han hecho corresponder con las letras y que unidos de modos distintos forman laspalabras. La voz es producida por la expulsión o espiración de] aire de los pulmones que, al pasar por lagarganta, hace vibrar las cuerdas vocales y da lugar a sonidos diversos según la forma en que intervienen lagarganta, las fosas nasales, la cavidad bucal, la lengua y los labios.

La voz en la expresión oral exige, pues, el buen estado y el perfecto funcionamiento de estos órganoshumanos. Pide, en primer lugar, que se evite la tensión de los mismos, especialmente de la garganta. Comoseñala Dale Carnegie (1968, 112) “la tensión de los músculos de la garganta produce aspereza de voz, fatiga,ronquera y un dolor de garganta... Una persona puede conversar en la taberna todo el día, mes tras mes, sintener dolor de garganta. ¿Por qué, entonces, tiene que contraer esta afección cuando se trata de hablar enpúblico con cierta extensión? La respuesta es una sola palabra: tensión. No emplea adecuadamente sus órga-nos de vocalización”.

Para emplear adecuadamente estos órganos y evitar su tensión, el mismo Carnegie recomienda en la obracitada los siguientes procedimientos:

– Procurar un estado de relajación general y de modo especial de la garganta y la mandíbula, abriendo laboca todo lo más posible como para bostezar y pronunciar las vocales al mismo tiempo.

R. Sierra Bravo

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– Desarrollar la fuerza y actividad de la lengua, mediante la pronunciación de sílabas acabadas en rprolongada, tales como marrrrr..., parrrrr..., zarrrrr...

– Lograr una mayor flexibilidad de los labios, pronunciando frases que les obliguen a la máxima contrac-ción posible, v. g. sopa boba yo bebo, etc.

– Tratar de aumentar la resonancia de la cavidad bucal y de las fosas nasales, tarareando cancioncillas ypronunciando sílabas acabadas en ng, como por ejemplo, ding, dong, ping, pong, song.

– En general, ejercitarse de intento en la perfecta articulación o pronunciación de todas las letras, v. g.exagerando al máximo la unión de los labios a las letras p, b, m: cammma, ppppaso, bbbbellllo; o el contactode la lengua con los dientes en las labiodentales: dddéddalo, tttazón, belldaddd.

Los aspectos o elementos que conforman la voz o los sonidos son cuatro: la intensidad, el tono, el timbrey la duración.

La intensidad se deriva de la amplitud de las vibraciones de las cuerdas vocales. Proporciona volumen ala voz, pero exige esfuerzo. Es una consecuencia de la mayor o menor fuerza o energía con la que se espira elaire de los pulmones.

El tono depende, por el contrario, no de la amplitud de las vibraciones, sino de su frecuencia. Es lacualidad que hace que la voz sea baja, grave, aguda, etc. Es muy importante porque de él se deriva laentonación y la modulación de la voz.

El timbre es el modo particular de vibrar que posee cada instrumento sonoro. Cada persona tiene untimbre de voz distinto. Es el elemento personal de la voz.

La duración consiste, simplemente, en la mayor o menor prolongación de los sonidos emitidos, es decir,de la mayor o menor rapidez de su pronunciación

16.3.3. La técnica básica de la expresión oral

La expresión oral correcta resulta de la adecuada utilización y combinación en cada caso de los cuatroelementos indicados de la voz. Por ello, la técnica básica será la que establezca las normas fundamentales deutilización y combinación de dichos elementos, de acuerdo con su función antes indicada.

La intensidad es la que da fuerza y volumen a la pronunciación. La oratoria de las palabras consisteprincipalmente en ella. Del mismo modo que dentro de cada palabra pronunciamos con más fuerza las sílabasacentuadas que las átonas, igualmente en el discurso una de las reglas de la oratoria es subrayar, pronuncián-dolas más intensamente en su justa medida, las palabras importantes que merezcan ser destacadas en relacióncon las demás.

En cuanto al tono, la oratoria nunca debe ser monótona, sino modulada. De ahí que sea fundamentalconferir al discurso no sólo la entonación debida, sino también la modulación debida, bajando y subiendo eltono de la voz cuando corresponda, recorriendo toda la escala de las notas musicales.

Respecto a la entonación, Navarro Tomás en su importante obra (1970, l5ª ed. 212) reduce a dos formasfundamentales la entonación de lo que llama grupos fónicos, o conjunto de palabras que constituyen unaunidad a efectos de su entonación. El esquema de estas formas es el siguiente:

En la primera A, la entonación empieza con una nota grave o baja, se eleva después gradualmente hastaalcanzar un tono medio, elevándose de nuevo al filial de la pronunciación del grupo fónico. La segunda formaB es igual, como se ve, a la primera, con la única diferencia de que al final el tono desciende en lugar de subir.

La combinación de estas dos formas básicas permite muchas modalidades según los ejemplos que sepresenta a continuación, en los que los grupos fónicos se separan con una diagonal o barra.

Presentación formal y defensa de la tesis

A B

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286

Afirmación con un solo grupo fónico

“Cantaban los pájaros”

Con dos grupos fónicos:

“Las campanas de la alta y recia torre/

dejan caer sobre el poblado muerto sus vibraciones”

Con tres grupos fónicos:

“Cogió la moza un manojo de llaves/

y allá nos fuimos los dos escaleras arriba/

después de haber atravesado un tenebroso zaguán”.

Con paréntesis o incisos:

“Desde aquel día/ (dijo el joven)/

está mi alma llena de tristeza”

Enumeración:

“Era una señora alta/,

con ojos grises muy pequeños,/ nariz larga/ y cabellos casi blancos”.

R. Sierra Bravo

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287

Si falta la conjunción y, se tiene:

“El piso desciende en un declive suave,/

resbaladizo/ bombeado”.

Enumeración no final de la oración:

“ Ya una luz clara/ limpia/ diáfana/

llena la inmensa llanura amarillenta”.

Enumeración distributiva:

“Uno hace el rufián,/ otro el embustero/ éste el mercader/ aquél el soldado/

otro del discreto/ otro el enamorado simple”.

Interrogación absoluta (se desconoce totalmente la respuesta):

“¿Estuvo Ud. anoche en el teatro?”

Relativa (si se espera una cierta contestación):

“Ha venido tu padre

Por último, respecto al tiempo, a la duración, es preciso adquirir el arte de variar la velocidad del discursosegún la mayor o menor importancia de lo que se dice, así como saber hacer pausas antes de las palabras a sudebido tiempo para respirar, separar los conceptos y dar relieve a ideas importantes

De acuerdo con Fernández de la Torriente (1982, 48) las pausas sirven para puntuar los pensamientos,pues facilitan las inflexiones de la voz, el cambio del tono y del ritmo y contribuyen, si se hace buen uso deellas, a mantener viva la atención.

La adecuada combinación del tono y la duración da el ritmo al discurso y en ella se puede decir queconsiste fundamentalmente la oratoria de las oraciones y los párrafos.

Presentación formal y defensa de la tesis

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288

16.3.4. La expresión oral en la defensa de la tesis

La defensa de la tesis ha de hacerse oralmente ante el tribunal o jurado que ha de juzgarla. Reclama, portanto, que se conozcan por lo menos las técnicas de exposición oral que básicamente se acaban de exponer yque se cumplan.

Respecto a las exposiciones orales de este tipo, existen tres modalidades para su realización:

– Sin guión alguno.

– Con guión de las ideas principales a exponer; y

– Mediante la lectura en alta voz de un texto previamente escrito en su totalidad.

La más frecuente es, sin duda, esta última modalidad. Si se emplea, no por eso han de dejarse de cumplirlas reglas expuestas sobre la acentuación de sílabas y palabras, entonación y modulación de las oraciones,variación de la velocidad del discurso, marcar bien las cesuras indicadas por los signos de puntuación y laspausas señaladas antes de las ideas importantes. Es igualmente esencial leer de forma que parezca que se estápensando lo que se lee. Ante todo, es muy recomendable en la lectura pronunciar muy bien los finales detodas las palabras. La lectura obliga a mantener la vista en el escrito la mayor parte del tiempo, pero esto nodebe impedir que se procure levantarla frecuente y oportunamente por respeto y consideración al tribunal, ypara mantener la relación social exigida, también señalada, con sus miembros como oyentes.

De acuerdo con el artículo 10–5 del Real Decreto 185/1985 de 23 de enero, la defensa de la tesis ante elTribunal que ha de juzgarla “consistirá en la exposición por el doctorando de la labor preparatoria realizada(aquí se ha de entender entran el programa de Doctorado seguido, investigaciones realizadas con ocasión delmismo y proceso de elaboración de la tesis), contenido de la tesis y conclusiones, haciendo especial menciónde sus aportaciones originales”.

Se debe procurar dar al texto leído una forma lo más amena, atrayente y viva posible, a la vez quecoherente. En ella se deberá prestar especial atención a todo lo que la tesis suponga de novedad en el campo.científico, utilizando un estilo claro, conciso y preciso.

Tres son también los fines principales que se asignan a las exposiciones orales: informar, convencer,persuadir.

Todos ellos son válidos en la defensa de la tesis. En primer lugar, debe proporcionar al tribunal unainformación sintética pero lo más exacta posible de la razón de ser del tema de la tesis, método y técnicasempleados en la investigación científica realizada, contenido, y resultados o conclusiones a que se ha llegado.En segundo lugar, deberá convencer al tribunal del rigor de la investigación realizada y de la importanciacientífica de los resultados obtenidos. Por último, todo ello deberá ser suficiente para persuadir al tribunal dela justicia de premiarla con una brillante clasificación.

S. Dreyfuss (1971, 337) considera de interés tratar en la exposición de la defensa de la tesis, de lossiguientes puntos:

– Por qué y cómo se ha elegido el tema de la tesis, lo que esperaba de él y lo que se ha conseguido.

– Explicar la orientación adoptada en la investigación del tema y su justificación.

– Indicar, en su caso, otros posibles enfoques y las razones de haber preferido el elegido.

– Dificultades encontradas y enseñanzas sacadas de ellas.

– Lagunas e insuficiencias para explicar sus razones y prevenir objeciones.

En una tesis lo que cuenta más es la creatividad y el rigor del estudio y la integridady objetividad del investigador.

JAMES E. MAUCH y JACK W. BIRCH

R. Sierra Bravo

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R. Sierra Bravo

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EJEMPLOSEJEMPLOSEJEMPLOSEJEMPLOSEJEMPLOS

1. EXPLICACION

1.1. RAZON DE SER

Durante los ejercicios académicos 1984/5 a 1987/8 impartí en la Facultad de Ciencias Políticas y Socio-logía de la Universidad Complutense un curso de doctorado sobre «Metodología general de la elaboración ydocumentación de la tesis doctoral». Entre los trabajos de curso propuestos figuraban la presentación de:

a) Un proyecto de tesis o de trabajo de investigación.

b) La formación de una bibliografía para tesis o trabajo de investigación; y

c) La evaluación de una tesis o de un trabajo de investigación.

Pienso que acaso pueda ser de alguna utilidad a los lectores la publicación en esta obra de los siguientesdos ejemplos, uno empírico y otro teórico, de dichos trabajos de curso aunque no constituyan corno tales, nipretendan serio, proyectos definitivos de tesis o investigaciones, sino una primera ilustración de estos posi-bles proyectos definitivos posteriores.

1.2. ESQUEMA ORIENTATIVO PROPUESTO PARA LA FORMACION DE LA BIBLIOGRAFIA

1 . Identificar lo que ya se conoce y lo que se desea conocer sobre el tema: hechos relevantes, nombres deinvestigadores y organizaciones relacionadas con aquél, y toda otra información que pueda tener.

2. Buscar y determinar las bases de datos, bibliotecas y centros de documentación generales importan-tes y los especializados, sirviéndose de los directorios de aquellos que existan.

3. Establecer una lista de palabras clave y descriptores sobre el tema, sirviéndose, en su caso, de voca-bularios, diccionarios, tesauros...

4. Para formar la bibliografía retrospectiva, consultar las guías de fuentes documentales generales (Seehi,Waldford, Malclés) y las específicas existentes, así como las bibliografías disponibles que guarden relacióncon el tema, y las fuentes de revisiones. Investigar, tanto para formar esta bibliografía como la siguiente, enlos ficheros y catálogos por materias de las bibliotecas seleccionadas y de modo especial en las bases dedatos.

5. Para la bibliografía más actual servirse de los índices de referencias, de sumarios de citas y de resú-menes o abstracts referentes al campo científico de que se trate, así como de las fuentes de la literatura gris.

6. Precisar las revistas especializadas que guarden relación con el tema de la tesis y exarninar su conte-nido por lo menos en cuanto a los años de mayor interés.

7. Si después de todo esto, aun quedan lagunas, procurar ponerse en contacto con expertos y centros deinvestigación especializados en el tema.

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1.3. PUNTOS PROPUESTOS DEL PROYECTO DE TESIS 0 TRABAJO DE INVESTIGACION

1.3.1. De la definición de la tesis o investigación

- Enunciado del tema de la tesis o investigación, con exposición de los motivos de su elección y delproceso seguido en ésta.

- Enumeración de los aspectos que presenta el tema elegido, con especificación de aquéllos en loscuales se va a centrar la investigación.

- Fijación de los objetivos científicos que se pretenden lograr con la tesis o investigación elegida.

- Enunciado concreto de los interrogantes que plantea el problema de investigación elegido, con for-mulación de las hipótesis o respuestas a los mismos que se crean más probables

1.3.2. Del diseño de la tesis o investigación

1.3.2. 1. De la disposición de la prueba que implica el diseño:

- Especificar las variables y sus relaciones, con definición operativa de las mismas que describa laforma concreta cómo se van a observar o medir las variables en cuestión.

- Determinar qué otras variables no objeto de investigación y, por tanto, extrañas a la misma, puedaninfluir en los resultados.

- Prever los procedimientos adecuados para controlar estas variables de modo que se asegure su noinfluencia en los resultados.

- Elegir el tipo de diseño que se crea más pertinente.

1.3.2.2. Del plan a seguir en la prueba sobre dónde obtenerlos datos necesarios, cómo recogerlos ymodo de tratarlos:

– Dónde. Delimitar en el espacio y en el tiempo el campo de investigación y las unidades que se debenconsiderar comprendidas en la población o conjunto investigado.

– Decidir si se va a observar la población investigada completa o sólo una parte de ella o muestrarepresentativa.

– Cómo. Elección de las técnicas de recogida de datos adecuados y del instrumento de observaciónpertinente.

– Modo. Tratamiento a que se va a someter los datos primarios obtenidos, las tablas que se piensaformar con ellos y las técnicas apropiadas que se piensa utilizar para su análisis.

2. Ejemplo primero: La práctica del deporte en el medio rural (D. Plaza Chozas)

2.1. FORMACION DE LA BIBLIOGRAFIA

2.1.1. Enumeración de las bibliotecas y centros de documentación en los que se ha trabajado

Biblioteca Nacional. Biblioteca de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología. Biblioteca de la Funda-ción Marqués de Valdecilla. Instituto de Información y Documentación en Ciencias Sociales y Humanidades.

R. Sierra Bravo

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Federación Española de Municipios y Provincias. Puntos de Información Cultura¡. Ministerio de Cultura.Instituto Municipal de Deportes. Instituto de Ciencias de la Educación Física y el Deporte. Librería GYMNOS,dedicada exclusivamente a temas relacionados con el deporte. Centro de Cálculo de la Universidad Complutense.Servicio de Publicaciones del Consejo Superior de Deportes. Departamento de Teoría de la Educación Físicay del Deporte (Teoría, Historia y Sociología del Deporte) del INEM.

2.1.2. Palabras clave utilizadas en el vaciado de los ficheros de las entidades públicas citadas anterior-mente:

Deporte, comunidad rural, población rural, vida rural, juventud rural, sociedad rural, sociedad tradicio-nal, sociología del deporte, sociología del ocio, ocio, juego, simposios, congresos, asambleas, jornadas.

2.1.3. Guías de fuentes documentales, bibliografías de bibliografías, enciclopedias, tratados, manuales,etc.:

- DIEZ NICOLAS, J.-Cincuenta años de sociología en España. Ed. Secretariado de Publicaciones dela Universidad de Málaga, 1984.

- GONZALEZ OLLA, F.-Manual bibliográfico de estudios españoles. Ediciones Universidad de Nava-rra. Pamplona, 1976.

2.1.4. Indice de artículos, de sumarlos y abstracts examinados:

– Sociological Abstract.

– Bulletin Signaletique.

– Indice Espafiol de Clenclas Sociales y Humanidades.

2.1.5. Revistas científicas relacionadas con el campo investigado que se han consultado:

International review of Sport Sociology. Arensa Review. Journal of Sports and social issues. Sports etSciences. Trabaux et recherches en education physique et sport. Revista de información y documentaciónsobre las ciencias de la educación física y el deporte. Revista española de educación física y deportes. Selec-ción de artículos aparecidos en revistas extranjeras y traducidos por el servicio de información y documenta-ción del Instituto Nacional de Educación Física.

2.2. BIBLIOGRAFIA FORMADA

2.2.1. Monografías

Autores varios. -Manual de política deportiva municipal. Ed. Federación Española de Municipios yProvincias. Madrid, 1985.

BILO FLOREZ, M. A.-El deporte: organización y legislación. Ed. Centro de Docunientación Deporti-va. Madrid, 1976.

BOUET, M.-Signification du Sport. Ed. Universitaire. París, 1968.

CAGIGAL GUTIERREZ, J. M.-El deporte en la sociedad actual. Madrid: ed. Prensa Española, 1975.

CAZORLA PRIETO, J. L.~Deporte), Estado. F.d. Labor, Barcelona, 1979.

EJEMPLOS

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294

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GARCIA PRIETO, J. L.-Dimensión social del deporte. Ed. C.O.E. Madrid, 1966.

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MESTRE SANCHO, J. A.-Deporte popular, deporte de élite: elementos para una reflexión. Ed. Ayun-tamiento de Valencia. Valencia, 1984.

SZPUNBERG, A.~Deporte, cultura y represión. Ed. Gustavo Gil¡. Barcelona, 1978.

2.2.2. Artículos de revistas, actas de Congresos, Seminarios

BOURDIEN, P. «Sport and social class». Inforination sur les Sciencies Sociales nro. 6, 1978. pp.819-840.

CARRASCO BELINCHON, J. "Dirnensión psico-sociológica del deportista en el contexto de la vidamunicipal". Revista de Estudios de la vida local nº 199, julio- septiembre de 1978.

CARRASCO BELINCHON, J.-"El deporte en la política municipal española". Revista de Estudios de lavida local nº 194, abril junio de 1977.

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2.2.3 Jornadas, Congresos, Seminarios, etc.

- Jornadas Técnico Deportivas Municipales.

Edita: Federación Española de Municipios y Provincias. Año: 1985, Madrid.

- Congreso Regional del Deporte en Castilla-La Mancha.

Albacete, Noviembre de 1983. Edita: Consejería de Turismo, Juventud y Deporte. Año: 1984.

Primer Seminario Europeo sobre Municipio y Deporte.

Edita: Consejo Superior de Deportes. Año: 1979, Madrid.

- Seminario Aragonés sobre Actividades Físico-Deportivas y Municipio.

Edita: Instituto de Ciencias de la Educación. Año: 1983, Zaragoza.

2.2.4. Encuestas e Informes

- Encuesta sobre el comportamiento cultural de los españoles.

Ministerio de Cultura, Madrid, 1985.

- Encuesta sobre el deporte en España.

R. Sierra Bravo

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Delegación Nacional de Educación Física y Deportes. Madrid, 1972.

- Estudio-encuesta sobre la actitud del estudiante de COU ante el deporte.

Delegación Nacional de Educación Física y Deportes. Universidad de Valencia, 1972.

El español y el deporte: datos de una encuesta. Delegación Nacional de Educación Física y Deportes.Madrid, 1975.

- Deporte y Sociedad: las bases sociales del deporte en España. Resultados de una encuesta realizadapor Manuel García Ferrando.

Consejería de Cultura y Deportes. M’ de Cultura. Madrid, 1985.

2.2.5. Tesis o tesinas

– Autor: Montero Alonso, Andrés J. Título: Estudio de la actitud y comportamiento ante el deporte enel medio rural de Navarra. (Estella) Presentado en el I.N.E.F. en Abril de 1978.

– Autor: Loidi, Agustín. Título: Algunos aspectos sociológicos del deporte vasco. Presentada en elI.N.E.F. en Mayo de 1974.

2.3. PROYECTO DE LA INVESTIGACION

2.3.1. Enunciado del tema y exposición de los motivos de su elección

El tema objeto de este proyecto se centra en el estudio del comportamiento y hábitos deportivos en elmedio rural. Caso de un municipio castellano de unos 5.000 habitantes.

Su elección denota una clara inclinación por mi parte hacia la sociología del deporte y no menos tambiénhacia el medio rural, marco en el que se ha desarrollado la mayor parte de mi vida y marco también en el quehe desarrollado una variada actividad deportiva desde hace 15 años.

El presente proyecto de tesis pretende ser una pequena aportación a una tradición de estudio sociológicodel deporte español, que se inicia en 1975 con una encuesta sobre el Deporte en España del Instituto ICSA~GALLUP, que se sigue en 1980 con otra realizada por el C.I.S y que culmina con otro estudio de 1986patrocinado por el Instituto de Ciencias de la Educación Física y del Deporte.

En comparación con estos estudios de ámbito nacional ya realizados, podremos observar las particulari-dades del comportamiento deportivo en el medio rural; y el grado de similitud que existe entre los hábitosdeportivos a nivel nacional y los que se mantienen en los pueblos.

2.3.2. Aspectos que plantea el tema elegido especificando en cuales se va a centrar la investiga-ción

La definición actual de lo que la población entiende por deporte es tan amplia, que algunos españoles seconsideran deportistas por el solo hecho de leer prensa deportiva y ver programas deportivos.

Este problema tiene en el medio rural una relevancia especial dado el carácter eminentemente físico deltrabajo rural, lo que podría llevar a confundir la práctica deportiva con el trabajo en el campo, por ejemplo.Esta es una idea generalizada en los pueblos donde los no practicantes justifican su postura afirmando que nopractican ningún deporte porque ya hacen bastante deporte trabajando.

Al margen de esas consideraciones ficticias de lo que es práctica deportiva, el interés de nuestro estudio secentra en conocer:

1. El grado de interés por el deporte que manifiesta nuestra población rural concreta.

2. Su nivel real de práctica deportiva y los deportes más practicados.

EJEMPLOS

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296

3. Las actividades y motivaciones que subyacen en la práctica deportiva o en el alejamiento del deporte.

4. Los motivos por los que no hace deporte un grupo todavía demasiado elevado de población rural.

5.Las necesidades y aspiraciones de todos en materia de educación física y deportes.

2.3.3. Objetivos que se pretenden lograr con la tesis

Con los resultados que se obtengan de la tesis se pretende:

1. Contribuir al conocirniento del alcance social del deporte en la sociedad española.

2. Ofrecer un instrumento de trabajo que ayude a los políticos, planificadores y profesionales del deportemunicipales a tomar decisiones más racionales con respecto a la política y trabajos deportivos, merced almayor y mejor conocimiento que de la realidad deportiva ofrecerán los resultados.

2.3.4. Interrogantes que plantea el problema e hipótesis o respuestas a los mismo que se creenmás oportunas

El principal interrogante que plantea el problerna objeto de investigación es el de llegar a conocer cuálesson los factores más determinantes de la práctica deportiva. El grado de interés, el nivel de práctica deporti-va, las actitudes y motivaciones que subyacen en la práctica o alejamiento del deporte, los motivos por losque se hace o no, las necesidades y aspiraciones de la gente en materia de deporte, ¿de qué dependen funda-mentalmente?

Siguiendo la teoría de las oportunidades, reformulada por Rudrnan actualmente (1984), podemos formu-lar como respuesta a los interrogantes anteriores, cuatro hipótesisis:

1. Cuanto mayor sea la proximidad y frecuencia de relación social con personas que practican deportemayor será la posibilidad de que un individuo haga deporte.

2. Cuanto más favorable sea la apreciación de los aspectos positivos del deporte, mayor será la probabi-lidad de que un individuo haga deporte.

3. Cuanto mayor sea la dotación en estructura deportiva del entorno, mayor será la probabilidad de queun individuo haga deporte.

4. Cuanto mayor sea el nivel socioeconómico de un individuo, mayor será la probabilidad de que hagadeporte.

De estas cuatro hipótesis se puede deducir un hipótesis de alcance más amplio que sintetice el contenidoparticular de cada una de ellas.

2.4. DEL DISEÑO DE LA TESIS 0 TRABAJO DE INVESTIGACION

Por el número de grupos, es un diseño de un solo grupo; por el número de observaciones, de una solaobservación; por su naturaleza, empírica; por su carácter y número de sus variables, no experimental seccionalbasada en muestra.

2.4.1. Especificar las variables que componen las hipótesis y la definición operativa de lasmismas

- Variable dependiente: práctica deportiva.

- Variables independienes:

R. Sierra Bravo

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1. Valoración del deporte.

2. Entorno social favorable al deporte.

3. Proximidad de instalaciones.

4. Niyel socioeconómico.

En cuanto a la definición operativa que se hace de las mismas, es la siguiente:

- Práctica deportiva: cualquier actividad física sometida a reglas, con carácter competitivo y que re-quiera un esfuerzo físico.

- Valoración del deporte: puesto que se concede a las actividades deportivas en una pregunta de laencuesta en la que se pida disponer por orden de preferencia una serie de actividades vitales y recreativas.

- Proximidad de instalaciones: distancia de las mismas respecto al domicilio de cada encuestado.

- Nivel socioeconómico: derivado del nivel de estudios, la ocupación propia y de los padres, los ingre-sos, etc.

2.5. DETERMINAR LAS VARIABLES EXTRAÑAS A LA INVESTIGACION QUE PUEDEN INFLUIR ENLA MISMA

Respecto al investigador, las derivadas de los defectos de planificación, en cuanto a la elección de hipóte-sis, operativización de variables, elección sesgada de la muestra en su caso. Influencia en su caso de losentrevistadores en las respuestas a las preguntas del cuestionario.

En cuanto a los observados, pueden actuar en este caso todas las variables de escenario: deseabilidad orespeto social, aprensión evaluativa, características de la demanda, expectativas del investigador, así comolas ligadas a la memoria: recuerdos incompletos, o falsos.

El control de todas estas variables extrañas exige una actuación cuidadosa y objetiva de los investigado-res y una redacción de las preguntas del cuestionario que tengan en cuenta los sesgos posibles de «escenario»y los ligados a la memoria.

2.6. DELIMITACION ESPACIAL, TEMPORAL Y DEMOGRAFICA DE LA INVESTIGACION

Se trata de una localidad rural de unos cinco mil habitantes. No se incluyen las aldeas del entorno anejasa su municipio.

Temporalmente, se trata de una investigación actual, referida al momento en que se recojan los datos.

Demográficamente, no se incluyen las personas de menos de 15 años ni las mayores de 60, pero sí lasmujeres. Tampoco se incluyen a los que no sean residentes con un año o más de antigüedad.

Se trabajará con muestra elegida al azar, tomando como base el censo de la población.

Con un error muestra¡ del 5% y un nivel de confianza de dos sigmas, aplicando la fórmula, el tamaño dela muestra deberá ser de:

4 (4.000) (50) (50)

= 400

52 (4.999) + (50) (50)

EJEMPLOS

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2.7. COMO SE VAN A RECOGER LOS DATOS Y CUAL VA A SER EL MODO DE TRATAMIENTO

La técnica más recomendable en este tipo de investigación es la encuesta y el instrumento lógicamente hade ser el cuestionario. Los trabajos anteriores sobre estos temas, al igual que la opinión de especialistasconsultados, aconsejan que la elaboracíón de los cuestionarios vaya precedida por una serie de reuniones degrupo y entrevistas en profundidad en las que las dimensiones del problema sean acotadas por los propiosindividuos.

2.7.1. Tratamiento de los datos

Se formarán tablas de doble entrada, cruzando las variables básicas: edad, sexo, profesión, ingresos, contodas las demás variables sobre opiniones y comportarnientos.

Después el análisis de los datos se realizará calculando los coeficientes de correlación adecuados, segúnlas variables de cada tabla.

3. Ejemplo segundo: Diderot en el contexto de la sociedad francesa del sigloXVIII y del movimiento de la llustración (M a Ramos Bellot)

3.1. FORMACION DE LA BIBLIOGRAFIA

3.1.1. Archivos y bibliotecas

- Biblioteca Nacional, París.

- Biblioteca Nacional, Madrid.

- Biblioteca de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología, Madrid.

- Biblioteca de la Facultad de Filosofía y Letras, Madrid.

3.1.2. Centros de Documentación y bases de datos

- Instituto de Información y Documentación en Ciencias Sociales y Humanidades (ISOC), Madrid,

- Centre National de la Recherche Scientifique (CNRS). Centre de Documentation en Sciencies Humaines,Parfs.

- Ministerio de Cultura. Puntos de Información Cultural (PIC), Madrid.

- Telesystemes Questel, París.

- Informationscienceí: Pascal (CNRS), París.

3.1.3. Guías de fuentes documentales y bibliográficas

– DE GEORGE, R. T.A guide to philosophical bibliography and research. N. York: Appleton- CenturyCrofts: Meredith Co., 197 1.

– HOOLER, F. L.- The information sources of Political Science. Santa Bdrbara, California: ABC-Clio, 1971.

– MACLES, S. L.-Les sources du travail bibliographique. Ginebra: Droz, 1950- 8.

R. Sierra Bravo

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– MASON, J. W- Research Resources; Annotated Guides to the Social Sciences. Santa Bdrbara,California: ABC- Clio, 1968.

– WALFORD, A. L-Guide to reference material. Londres: Library Association, 1980.

– WHITE, C. M.-Sources of Information in the Social Sciences. Totowa, N. Jersey: Bedmister Press,1964.

3.1.4 Bibliografías y bibliografías de bibliografías

– ABC Guide to Recent Publications in the Social and Behavioral Sciences. N. York: AmericanBehavioral Scientist, 1965.

– BESTERMAN, T.- A World Bibliography of Bibliographies. N. York, 1938. Revista trimestral.

– Bibliographic index. A cumulative Bibliography, of Bibliographies. N. York: H. W. Wilson, 1938.

– Bulletin Signaletique: Bulletin Anal),tique de Documentation Politique, Economique et SocialContemporaine. Parfs: Presses U. F., 1946.

– International bibliography of historical sciences. Paris, 1930. International bibliography, of politicalscience. Paris, Unesco, 1954. International bibliography of sociology. Paris, Unesco, 195 1.

– London Bibliography of the social sciences. Londres: London School of Economics, 1931-A970. 21vols.

– Bibliographie de la Philosophie. Paris: Vrin. Trimestral.

3.1.5. Catálogos, índices y resúmenes

– Bibliographie Annuelle de l’Historie de France. Paris: CNRS, 1953.

– Biography Index, a cumulative index to biographical material in book and magazine. N. York: Wilson.

– Book review index. Detroit: Gale Research, 1965.

– Cumulative book review index. Princeton: National Library Service, 1975. 6 vols.

– Historical Abstracts. Santa BArbara, California; American Bibliographical Center, 1955. Trimestral.

– Humanities Index. N. York: The H. W. Wilson Co., 1974.

– Index to book reviews in the sciences. Philadelphia: Inst. for Scientific Information, 1980. Indiceespañol de Ciencias Sociales. ISOC. Madrid.

– índice español de Humanidades. ISOC. Madrid.

– International Political Science Abstracts. Paris: Unesco, 1956.

– RANCOEUR, R.- Bibliographie de la Littérature Francaise Moderne (XVIe- XXe siècles). Paris:Librairie Armand Colin, 1962.

– Social Sciences and Humanities Index. N. York: The H. W. Wilson Co., 1974. Trirnestral.

– Sociological Abstracts. N. York, 1952.

3.1.6. Publicaciones periódicas: revistas relacionadas con el campo estudiado

A. Sobre Diderot Y su siglo:

EJEMPLOS

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– Diderot Studies, 1949. Anual, editados en Syracuse U. P. los vols. 1 y 11; en Ginebra, Droz, los vols.111 y siguientes Dix- Huitième siècle. Anual. Editada por la Société Française du XV111ù siècle. Parfs:Garnier, 1969.

– Eighieenth Century Studies. Triniestral. Editado por la Société Arnéricaine du XV111è siècle, 1967.

– Studies on Voltaire and the eighteenth Centurv. Iniciada por Th. Basterinann en Ginebra, 1955, con-tinuada por The Voltaire Foundation, Banbury.

– Revue d’Histoire Littéraire de la France. Parfs, 1969. (RHLF).

B. Otras publicaciones periódicas:

– American Historical Review

– American Political Scicence Review

– The British Journal for the Philosophy of Sciences

– Civitas, Milano

– Sprit

– Historische Zeitschrift

– History of Political Thought

– History and Theory

– International Review of Social History

– Revista de Estudios Políticos, Instituto de Estudios Políticos, Madrid, 1958.

3.1.7. Claves y descriptores utilizados en las bases de datos

– DIDEROT: Autor, materia, título.

– ILUSTRACION: Título, materia.

– SIGLO XVIII: Materia.

– FRANCIA, SIGLO XVIII: Política, Filosofía, Literatura.

– ENCICLOPEDIA.

– REVOLUCION FRANCESA.

– DEISMO.

– NATURALISMO.

– EMPIRISMO.

(Sigue la reseña dela bibliografía formulada que se omite por su extensión de unos cuatrocientos títulos).

3.2. DEFINICION DEL PROYECTO DE INVESTIGACION

3.2.1. Enunciado

El trabajo de investigación tiene como finalidad el estudio del pensamiento filosófico de Denis Diderot, enel contexto de la sociedad francesa del siglo XVIII, en concreto en el llamado movimiento filosófico de laIlustración».

R. Sierra Bravo

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Dada la amplitud de la obra realizada por Diderot, el trabajo se centra, fundamentalmente, en su calidadde filósofo, faceta que, no obstante, marca e impregna toda su vida y producción. Abarca la vida del autor(1713-1784) y su obra, así como la influencia teórica que recibió, fundamentalmente procedente de la filoso-fía francesa, inglesa y alemana de los siglos XVII y XVIII.

Se trata de una investigación de tipo histórico, de naturaleza teórico-crítica y de carácter descriptivo.

3.2.2. Motivos que aconsejan la investigación elegida

Los motivos que han impulsado la investigación se deben a que, a pesar de la importancia que tiene laobra de Diderot para comprender plenamente la filosofía de la Ilustración en Francia, podemos decir queDiderot resulta ser, aún en nuestros días, un gran desconocido. Diderot constituyó en su tiempo un eje centralde la filosofía ilustrada por su fundamental carácter de «philosophe»; hacia él se dirigían todas las miradas,algunos elogios y, sobre todo, la mayor parte de las críticas realizadas al movimiento ideológico ilustrado.

En el transcurso de los años su figura y obra se han visto oscurecidas e ignoradas. En la mentalidadcolectiva resaltan con norribre propio, al considerar el siglo XVIII francés, las personalidades de Montesquieu,Rousseau y Voltaire. En el ámbito académico se añaden a los anteriores nombres Helvétius, d’Holbach yCondillac. La mayor parte de los estudios realizados, tanto desde la perspectiva de la historia de la filosofíaen general como en concreto de la historia del pensamiento político, se refieren a los autores mencionados.

Son escasos, en comparación, los trabajos de investigación centrados en la obra de Diderot. En Españalos estudios sobre el siglo XVIII francés son poco nurnerosos, aunque algunos de ellos sean notablementesignificativos, pero carecemos aún de un estudio en profundidad sobre Diderot.

El presente trabajo, por tanto, pretende contribuir a las crecientes investigaciones que en estos últimosaños se vienen realizando sobre el fondo histórico del siglo XVII, en concreto sobre la filosofía de la Ilustra-ción. Interés del presente que no es ajeno a las posibles comparaciones que se presta la época actual con lamencionada, resaltando no obstante las obvias diferencias, pero con el convencimiento, como ya ha señaladoPaul Hazard, de que «somos herederos directos de la Uustración».

Por otra parte, como ya se ha señalado, es fundamental sacar a la luz la obra de un filósofo como Diderot,figura central de la filosofía ilustrada. Labor que no ha podido realizarse hasta el momento, puesto que, comose verá en el transcurso de la investigación, la mayor parte de su obra ha permanecido inédita, oculta ycensurada hasta el presente siglo.

Por tanto, la elección del pensamiento filosófico de Diderot, como tema de investigación, reúne los trestipos de interés que todo trabajo de estas características debe comprender:

a) Interés psicológico, puesto que es gratificante el estudio de una personalidad tan compleja como la deDiderot y de una obra que abarca tantos aspectos delsaber.

b) Interés profesional, puesto que se enmarca en los estudios que sobre el siglo XVIII realiza el doctoran-do.

c) Interés social, puesto que esta investigación pretende ser una aportación más al mejor conocimiento dela Ilustración, época que está siendo objeto de revisión y creciente interés actuales, concretada en una de susprincipales personalidades.

Por lo que se refiere a los fondos documentales, éstos están constituidos fundamentalmente por dos colec-ciones de manuscritos de Diderot: una de ellas se encuentra en la Biblioteca Nacional de Francia, en París; laotra colección se halla en Rusia y la compone la biblioteca que Diderot vendió, en vida, a Catalina 11. A losdocumentos anteriores ha de sumarse la colección conocida por ‘Tonds Vandeul», repertorio de la obramanuscrita y correspondencia que el filósofo dejó a su hija, Madame Vandeul, y que pertenece a sus herede-ros. Estos fondos documentales son de difícil acceso; sin embargo, podemos contar con fiables edicionescríticas de la obra de Diderot.

EJEMPLOS

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3.2.3. Objetivos de¡ trabajo de investigación

a) Contribuir a un mejor conocimiento de] movimiento filosófico de la Ilustración en Francia.

b) Ofrecer un estudio crítico de uno de los principales artífices e impulsores del movimiento ilustradofrancés.

c) Anal Izar la obra filosófica de Diderot, estableciendo las relaciones directas que mantiene su pensa-miento filosófico con el manifestado en el resto de su obra.

d) Establecer los vínculos de la obra filosófica de Diderot con el inovirniento ilustrado francés en el quese desarrolla.

3.2.4. Interrogantes que plantea la investigación y medios de establecer posibles hipótesis sobrelos mismos

– Cuáles son los rasgos que caracterizan al contenido de la obra filosófica de Diderot.

– Cuál es la vinculación del pensamiento filosófico de Diderot con el grupo ilustrado francés.

– Cuáles son las influencias que recibe Diderot del pensamiento filosófico que le antecede y del coetá-neo, tanto francés como el proveniente de Inglaterra y Alemania.

– Cuál es la posición del pensamiento filosófico de Diderot respecto a las otras corrientes no ilustradas,enel ámbito de la Francia del siglo XVIII.

– Cuáles son las conexiones del pensamiento filosófico de Diderot con el resto de su producción.

3.2.5. Hipótesis (de partida que deben ser perfiladas y desarrolladas y especificadas a lo largode la investigación

– Los rasgos que caracterizan a la obra filosófica de Diderot son el racionalismo, el empirismo, elnaturalismo y el escepticismo.

– La vinculación del pensamiento filosófico de Diderot con el grupo ilustrado francés es estrecha yamistosa.

– El pensamiento filosófico de Diderot se inspira y encuentra su fundamento en el pensamiento filosófi-co ilustrado que le precede y en el coetáneo, tanto francés como inglés y alemán.

– La posición del pensamiento filosófico de Diderot es antagónica y combativa respecto a otras corrien-tes francesas no ilustradas de su siglo.

– El pensamiento filosófico de Diderot informa y sirve de fundamento al resto de su producción intelec-tual.

3.3. DISEÑO

Se trata de un diseño por la naturaleza de la investigación claramente bibliográfico o teórico, porqueversa sobre la producción intelectual y las teorías filosóficas de Diderot y, además, referente a un solo sujeto,no experimenta¡ y longitudinal o histórico-comparativo.

3.3.1. Variables dependientes e independientes

La variable estudiada, dependiente, es el pensamiento filosófico de Diderot.

Respecto a ella se pueden considerar como variables independientes, en cuanto se pretende estudiar suinfluencia y relaciones con dicho pensamiento, la Ilustración francesa, el pensamiento filosófico inglés yalemán precedente y las corrientes francesas no ilustradas de su tiempo.

R. Sierra Bravo

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303

3.3.2. Definición operativa

La Ilustración francesa se puede inicialmente hacerla representar por Voltaire, Rousseau, Condorcet,WAlambert, Lametrie, Montesquieu, Helvetius y el barón D’Holbach.

Igualmente, el pensamiento filosófico inglés y alemán precedente y coetáneo: por Locke, Hobbes, Berkeley,Hume, Conde de Shaftesbury, Kant, Leibnitz, Wolff ...

El rnovimiento no ilustrado francés del tiempo de Diderot se puede concretar en el escolasticismo, eltradicionalismo, el regalismo, el absolutismo ...

3.3.3. Determinación de variables extrañas

Variables extrañas relativas al investigador pueden ser en este caso las derivadas de los defectos de plani-ficación: tales como desenfoques en la determinación de los aspectos de la investigación y la fijación deobjetivos, hipótesis inadecuadas y, sobre todo, la ideología profesada beligeranternente por el investigador,su visión parcial y sesgada de autores o teorías, la emisión de¡ estudio de escritos y opiniones procedentes deescuelas e ideologías diferentes a las propias. El control de todas estas variables exige el esfuerzo por evitarestos sesgos y ser lo más objetivos posible, así como el esmero en realizar una planificación cuidadosa y en elcontraste y revisión de la marcha de la investigación por personas neutrales distintas del investigador.

En cuanto a lo observado, variables extrañas pueden ser en este caso los defectos y lagunas en las fuentesde las obras de Diderot empleadas. Su control exige la realización de una crítica interna y externa rigurosa dedichas fuentes.

3.3.4. Recogida de los datos y su tratamiento

Arribos, en esta investigación, se tienen que derivar del estudio, análisis incluso lingüístico e interpreta-ción de las fuentes del pensarniento de Diderot y de la bibliografía sobre él consultada, recogiendo los re-sultados de este estudio e interpretación en fichas de trabajo y de las ideas para la preparación con lasmismas de los esquemas y guiones que sean pertinentes.

4. Evaluación de una tesis o de un trabajo de investigación

Es recomendable a los doctorandos realizar la revisión crítica de alguna tesis doctoral ya aprobada. Deeste modo entrarán en contacto con lo que es en realidad una tesis y podrán comprobar de visu su contenidoy requisitos formales.

A continuación se ofrece un esquema de puntos orientativos para esta tarea.

4.1. EVALUACION DE LA INVESTIGACION PRIMARIA

En cuanto a la investigación que supone la tesis y de acuerdo con el esquema de las operaciones básicasdel método científico, puntos claves en los que se puede centrar la evaluación son los siguientes:

Determinación del problema de investigación. Con relación a esta determinación, la evaluación deberáestablecer qué clase de problema es y su significatividad teórica y científica y juzgar si está formuladocorrectamente, así como si es preciso en sus términos, si sus objetivos se hallan claramente definidos y sireúne las condiciones exigibles.

Hipótesis. En primer lugar se debe averiguar si existen hipótesis explícitas y cuáles son y si poseen lascondiciones debidas. Si no es así se verá si las hipótesis se derivan del título de la investigación o de laexposición de la razón de ser y de los fines de la investigación.

EJEMPLOS

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304

Variables. Halladas las hipótesis, el análisis de las variables que comprenden nos servirá para precisarlas variables generales de la investigación y si el tipo de relación que une dichas variables es casual o no. Acontinuación, es preciso identificar los indicadores o variables empíricas observadas concretamente en repre-sentación de las variables generales, así como buscar y examinar su definición operativa, datos que frecuen-temente se pueden encontrar en la parte del informe referente al método empleado.

De modo especial se examinará si los indicadores y sus definiciones operativas representan adecuadamen-te a las variables generales objeto de investigación. En el caso de que no sea así, porque representen tambiénen parte a otras variables extrañas a la investigación, se ofreceran explicaciones alternaúvas basadas endichas variables extrañas.

Diseño de la investigación. Aquí se trata de determinar el tipo de diseño empleado para la práctica de laprueba implicada por la investigación, de su representación gráfica y de discutir su adecuación a la prueba deque se trate y las ventajas e inconvenientes que represente en relación con la misma.

Definición del campo de la investigación. Se examinará críticanlente respecto a este punto, los límitesespaciales y temporales de la investigación, así como la definición de la población investigada y de modoespecial si coinciden el universo real que se quiere investigar y el universo de trabajo efectivamente investiga-do.

Muestra. Se identificarán, en su caso, la muestra utilizada, su representatividad y adecuación respecto ala población de la que se ha obtenido y los posibles sesgos derivados del procedimiento de elección empleadoy del error derivado de su tamaño.

Si se detecta algún tipo de error sistemático en la elección de la muestra, que pueda viciar la representatividadde los resultados respecto a la población, se deberán imaginar las explicaciones alternativas consiguientes.

Instrumento de observación. Se trata de examinar su corrección formal y de contenido, sobre todo en elcaso de que haya sido construido específicamente para la investigación, y las garantías de validez y seguri-dad que ofrece.

Técnica de observación. Con relación a este punto se examinará la técnica de recogida de datos emipleada,y sus características en este caso concreto y se juzgará su adecuación al problenia investigado, así conio lasposibles incidencias que hayan tenido lugar en su aplicación y cómo se han seleccionado.

Control de variables extrañas. Se entiende por variables extrañas, los factores que, aunque no sonobjeto de investigación, sin embargo, pueden influir en las variables dependientes investigadas y, por tanto,en sus resultados.

Se examinará respecto a ellas de modo especial, si se han tenido en cuenta las que hayan podido mezclarsus efectos con los de las variables independientes objeto de la investigación y qué medidas se han adoptadopara su neutralización.

Análisis. Aquí se trata de evaluar la pertinencia de los análisis estadísticos efectuados, la correcta ejecu-ción de los mismos y la significatividad de los test estadísticos aplicados en su caso.

Variables extrañas no controladas y explicaciones alternativas. Es posible que en una investigacióncientífica no se hayan tenido en cuenta ni por tanto controlado variables extrañas que como tales puedenhaber influido en los resultados de la investigación. Por tanto, en este momento se deberá identificar suexistencia y basándose en cada una de ellas dar una explicación alternativa a los resultados obtenidos.

Evaluación de las conclusiones. A este respecto, la evaluación se debe centrar ante todo en los siguientespuntos:

1 . Examinar si existen errores de interpretación y defectos lógicos en las consecuencias teóricas deduci-das de los resultados obtenidos.

2. Juzgar si la posible generalizacion que supongan las conclusiones a otras situaciones o poblaciones noinvestigadas, tiene o no justificación suficiente en los datos y resultados obtenidos en la investigacion o si losextienden, sin fundamento empírico suficiente, a otras situaciones o poblaciones no investigadas.

La evaluación puede terminar con un juicio general final que sintetice y resuma la evaluación efectuada.

R. Sierra Bravo

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4.2. EVALUACION DE LA TESIS EN SI MISMA

Respecto a la tesis en sí misma o al informe de la investigación realizada, aspectos que se pueden conside-rar son los siguientes:

– La armonía entre sus diversas partes, que no haya exageradas diferencias de extensión entre los dis-tintos capítulos.

– La corrección gramatical y sintáctica de su redacción.

– Si la introducción es clara y completa y acorde con el tema y el contenido de la tesis y, especialmente,si describe con precision los antecedentes doctrinales que constituyen el marco teórico del problema investi-gado.

– Si la exposición y análisis de los resultados es ordenada y detallada con indicación de sus fuentes yfundamentos concretos dentro del conjunto de las operaciones de la investigación.

– Si en las conclusiones se pone de relieve lo que la tesis aporta de novedad y las aportaciones teóricasy prácticas que supone.

– Finalmente, el juicio se extenderá al examen de la corrección formal y oportunidad del contenido delas partes complementarias de la tesis: títulos, bibliografía, apéndices, índices, divisiones y subdivisiones,figuras, citas y notas.

EJEMPLOS

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R. Sierra Bravo

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Profesor Alberto D. Cimadamore

Sugerencias para generar ideas ySugerencias para generar ideas ySugerencias para generar ideas ySugerencias para generar ideas ySugerencias para generar ideas yproyectos de investigaciónproyectos de investigaciónproyectos de investigaciónproyectos de investigaciónproyectos de investigación1

Una parte importante del trabajo en las ciencias sociales podría describirse como una racionalización delo aparente. Las notas que siguen podrían ser consideradas un modesto paso a tal dirección, con la convic-ción que el rol fundamental de la metodología en ciencias sociales es proveer a los estudiantes de elementosde defensa frente a la crítica real o potencial de los escépticos.

Los pasos que se describen a continuación deben ser considerados como condición necesaria, aunque nosuficiente, para generar una buena idea que pueda transformarse en un trabajo “defendible”.

1. Lea algunas de las publicaciones más relevantes en el tema de su interés. Un buen lugar para comenzara identificar la bibliografía es en los programas de cursos ofrecidos por especialistas;

2. Lea críticamente y escriba sus comentarios a medida que avanza;

3. Trate de identificar los problemas empíricos que la literatura aborda y los que, a su parecer, deja delado. Piense cómo se podrían abordar otros problemas (especialmente aquéllos que podrían interesarle a Ud.)desde una posición teórica o analítica similar.

4. Identifique aquel trabajo que Ud. considera más sólido desde el punto de vista metodológico y trate deimitar su estructura, adaptándolo al tema de su interés. Por ejemplo, use las mismas preguntas–guía o hipó-tesis de trabajo y trate de aplicarlas a otros países, períodos históricos o áreas temáticas. Este es un caminorelativamente fácil para comenzar una buena monografía.

5. Tome una teoría o un argumento que Ud. considera válido en principio y pregúntese: ¿Cuáles seríanlas condiciones que invalidarían el argumento o la teoría?; ¿Cuáles serían las circunstancias políticas, econó-micas o sociales en las cuales aparecerían anomalías o conductas diferentes a las predecidas por la teoría? Apartir de aquí, se podría diseñar un caso de estudio (deviant case study) con un enorme potencial de falsificaruna teoría o demostrar las particulares condiciones en las cuales la teoría no se podría aplicar. De estamanera, Ud. estará realizando un gran aporte a la disciplina.

6. Tome algún argumento o teoría que Ud. crea que atenta contra el sentido común y diseñe un proyectopara probar que, efectivamente, el trabajo en cuestión no tiene sentido. Cuanto más difusión haya tenido elargumento a atacar, más interesantes pueden ser los resultados que se ofrecen. Este tipo de trabajo puedellegar a ser muy divertido, aunque riesgoso. Su solidez argumental y metodológica serán sus mejores armasante un eventual contra–ataque de su “víctima”

7. Cuando ya esté inmerso en la temática de su interés, puede resultar atractivo tomar (a veces al azar)algún libro de un asunto diferente. Léalo mientras deja que su cerebro actúe libremente. Muchas veces nues-

1 La idea de escribir estas notas fue sugerida por el Profesor John S. Odell (Harvard & USC)

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tros cerebros nos sorprende con sus ocurrencias! Juegue con ellas, trate de relacionarlas con el tema deinterés y escriba los resultados a medida que van apareciendo. Luego, clasifíquelos según el orden de impor-tancia que Ud. les asigne y archívelas. Tenga en cuenta que muchas veces la “idea perfecta” simplemente noaparece, así que tendrá que optar entre las alternativas disponibles en su archivo.

8. Cuando tenga “su idea” para el trabajo de investigación, expóngala ante otras personas y tenga enconsideración todas las críticas que le hacen. Mientras más críticas tenga en cuenta, más sólido será elproducto final. En muchos casos, brillantes ideas no pueden ser desarrolladas en un tiempo razonable y conrecursos humanos y financieros limitados. Por ello, antes de invertir tiempo y dinero (recursos escasos porexcelencia), evalúe cuidadosamente cada una de las observaciones que reciba.

9. El perfeccionamiento de una idea es un trabajo sin fin (causa mayor de frustraciones intelectuales ehipertensión arterial!!!). En algún momento tendrá que decidirse y empezar a darle forma a un primer borra-dor de proyecto para ordenar los pasos que ha dado anteriormente. Escriba la hipótesis / pregunta / problema/ fenómeno que Ud. desea comprobar / contestar / analizar de forma clara y simple. En caso de ser posible,exprese cual es la conclusión más probable que Ud. espera obtener al final del túnel. Y exprese las razonespor las cuales un lector debería o desearía leer su trabajo.

10.Identifique los pasos que Ud. ha diseñado (método) para probar su hipótesis o contestar su pregunta.Su trabajo será metodológicamente sólido en la medida que pueda defender y mantener su diseño ante losataques de sus críticos más feroces. Clarifique los conceptos centrales y operacionalícelos. Exprese qué tipode estudio es el que utilizará (p.e., caso de estudio, estudios comparados, etc.) qué indicadores usará y porqué razón, qué tipo de evidencia es la que comprobaría o refutaría su trabajo, y en cuánto tiempo esperacompletar su proyecto.

¡ Buena suerte!

Alberto D. Cimadamore

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LECTURAS ADICIONALES

La bibliografía sobre métodos, técnicas y procedimientos utilizados en la investigación científica es ex-tensa en demasía, no siendo fácil hacer una selección más o menos representativa, en cantidad y calidad, de lamisma. Empero, a los efectos de favorecer el trabajo de nuestros estudiantes, aquí se sugieren algunos pocostítulos que les ayudarán a un mejor conocimiento y manejo de tales técnicas y procedimientos, los cuales, engeneral, valen tanto para tesis doctorales y/o de maestría, informes de investigación, etc.

Eco, Umberto: Cómo se hace una tesis. Técnicas y procedimientos de estudio, investigación y escritura,Gedisa, Barcelona-Buenos Aires, 1ª edición, 1982. Hay varias reediciones. [A mi juicio, el más recomenda-ble de los manuales. Su única desventaja es que carece de actualizaciones en el capítulo VI, “La redaccióndefinitiva”, en tanto el mismo está escrito pensando en el antiguo empleo de máquinas de escribir, sin darcuenta de la mayor versatilidad que ofrece el uso de las computadoras, los procesadores de textos, planillasde cálculo y uso de imágenes].

Fragnière, Jean-Pierre: Así se escribe una monografía, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 1ªedición, 1996. [Pequeño pero excelente auxiliar. Ofrece respuestas sencillas y concretas a los problemasbásicos de la escritura].

Francia, Álvaro: La investigación científica. Guía para confeccionar y redactar trabajos de investiga-ción, Biblioteca Mosaico, Buenos Aires, 1995.

Rojas Soriano, Raúl: Métodos para la investigación social. Una proposición dialéctica, P y V, Plaza yValés, México, DF, varias ediciones; las más recientes, 1992, 1995.

Serafini, Mª Teresa: Cómo se escribe, Paidós, Barcelona-Buenos Aires-México, 1ª edición, 1994. [Setrata de un recomendable manual sobre la escritura de un buen texto. Incluye técnicas básicas para generar,reunir y organizar las ideas; preparar un esquema; desarrollar los distintos párrafos: empleo correcto de lapuntuación, los vocablos y el estilo; revisión de lo escrito y presentación en forma definitiva y eficaz. Incluyeejercicios con autocorreción y control de las posibles soluciones al final de cada capítulo].

Sierra Bravo, R[estituto]: Tesis doctorales y trabajos de investigación científica. Metodología generalde su elaboración y documentación, Editorial Paraninfo, Madrid, 4ª edición, 1996.

Wainerman, Catalina y Sautu, Ruth, compiladoras: La trastienda de la investigación, Editorial de Belgrano,Buenos Aires, 1997.

Adicional: Pese al tiempo transcurrido y las animadversiones de algunos, me sigue pareciendo recomen-dable, por fresca, estimulante y desmitificadora, la lectura del “Apéndice Sobre artesanía intelectual”, enCharles Wright Mills, La imaginación sociológica, Fondo de Cultura Económica, México, 1ª edición, 1961,con numerosas reediciones.

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La buena resolución de una investigación tiene como punto de partida la adecuada formulación del pro-blema, es decir, de la pregunta. Un problema bien formulado resuelve la mayor parte del trabajo. Si no puedeelaborarlo bien, haga todos los esfuerzos posibles para acertar con la pregunta.

Waldo Ansaldi

...el planteamiento inicial de un problema siempre es más difícil que el núcleo del mismo.

Michael Burt, El caso de las trompetas celestiales

La manera más económica de plantear un problema es hacerlo de modo que permita resolver la mayorparte posible de él por el razonamiento solo. Por el razonamiento tratamos de a) aislar cada cuestión de hechoque aún queda; y b) resolver esas cuestiones de hecho de tal manera que las soluciones prometan ayudarnosa resolver nuevos problemas con nuevos razonamientos.

Charles Wright Mills, La imaginación sociológica

Las tareas de investigar son: tomar conocimiento de problemas que otros pueden haber pasado por alto;insertarlos en un cuerpo de conocimientos e intentar resolverlos, con el máximo rigor... Según esto, el inves-tigador es un problematizador par excellence, no un traficante en misterios.

Mario Bunge

Se pueden aprender muchos procedimientos para investigar, pero eso sirve de poco si no se ha aprendidoa pensar.

Ezequiel Ander-Egg

Una investigación es científica cuando cumple los siguientes requisitos: 1) La investigación versa sobreun objeto reconocible y definido de tal modo que también sea reconocible por los demás. (...) 2) La inves-tigación tiene que decir sobre este objeto cosas que todavía no han sido dichas o bien revisar con ópticadiferente las cosas que ya han sido dichas. (...) 3) La investigación tiene que ser útil a los demás. (...) 4) Lainvestigación debe suministrar elemetos para la verificación y la refutación de las hipótesis que presenta, ypor tanto tiene que suministrar los elementos necesarios para su seguimiento público.

Umberto Eco, Cómo se hace una tesis

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La regla de oro del trabajo intelectual puede traducirse así: no toleres ni medio trabajo ni medio descanso,Entrégate por completo o bien relájate por completo.

Jean Guitton

Hay individuos monocrónicos e individuos policrónicos. Los monocrónicos solamente trabajan biencuando empiezan y acaban una sola cosa cada vez. (...) Los policrónicos son todo lo contrario. Solamentetrabajan bien cuando llevan varios intereses a la vez, y si se dedican a una sola cosa se agostan, oprimidospor el aburrimiento. Los monocrónicos son más metódicos, pero frecuentemente tienen poca fantasía. Lospolicrónicos parecen más creativos pero frecuentemente son más liosos y volubles. Pero si acudís a consultarla biografía de los grandes, veréis que los hubo tanto policrónicos como monocrónicos.

Umberto Eco, Cómo se hace una tesis

Todo el mundo quiere enseñar a hacer las cosas bien y nadie quiere aprenderlo.

Jean-Jacques Rousseau

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WALDO ANSALDI

Profesor titular regular de la asignatura Historia Social Lationoamericana en la Fa-ultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires, desde 1984. Es Doctorn Historia (Universidad Nacional de Córdoba). Su formación sociológica incluyena extensa experiencia en investigación bajo sendas direcciones de Francisco Joséelich, Miguel Murmis, Silvia Sigal y Alain Touraine. Investigador del CONICET enl Instituto de Investigaciones Sociales Gino Germani. Trabaja en sociología históri-a, un área de hibridación disciplinaria, particularmente mecanismos de dominaciónolítico-social y sistemas de partidos. Fue Secretario Ejecutivo Adjunto del Consejoatinoamericano de Ciencias Sociales (1977-1988). Ha sido y es profesor de grado/o posgrado en varias universidades del país y del exterior. Profesor visitante en laniversidade de Sâo Paulo (1989) e investigador visitante en la Universitat de Bar-elona (1998). Ha participado en más de sesenta congreso académicos nacionales internacionales. Desde 1996 dirige la Maestría en Estudios Sociales para Américaatina (Universidad Nacional de Santiago del Estero). Es autor de numerosos artí-ulos publicados en el país y en el exterior. Entre los últimos: “Fragmentados, ex-luidos, famélicos y, como si eso fuese poco, violentos y corruptos” (Revista Para-uaya de Sociología, n° 98, 1997), “Disculpe el señor, se nos llenó de pobres elecibidor” (Estudios Sociales, n° 14, 1998), “El arte de navegar contra el viento. Ale-ato en favor de una ciudadanía incluyente y universal” (Escenarios Alternativos,°4, 1998) y, en autoría con Patricia Funes, “Viviendo una hora latinoamericana.cerca de rupturas y continuidades en el pensamiento en los años veinte y sesenta”

Cuadernos del CISH, n° 4, 1998). Es director del proyecto de investigación Nación ciudadanía en América Latina.

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