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ANATOMÍA Y LETRAS Moby Dick, la temible ‘ballena blanca’ que protagoniza la obra cumbre de Herman Melville, es en realidad un cachalote blanco (Physeter macro- cephalus). Comparándolo con la ba- llena franca (Eubalaena australis), Melville desarrolla en su libro todo un tratado sobre su fisiología y anatomía. “En la cabeza del cachalote existe una cierta simetría matemática que falta en la de la franca. La cabeza del ca- chalote tiene más carácter”, apunta. “Así como, en su aspecto general, se puede comparar la magnífica cabeza del cachalote a un carro de guerra ro- mano (sobre todo mirándolo de fren- te, por donde aparece casi redondea- da), la de la ballena franca tiene a pri- mera vista el aspecto poco distingui- do de un gigantesco zapato de punta roma”. Habla de sus orejas “menores que las de una liebre” y de sus ojos sin pestañas, en posición lateral. Incluso de su posición cuando nada con “la parte delantera de la cabeza en posi- ción casi absolutamente vertical res- pecto del agua”. Acerca de otro mastodonte marino, el calamar gigante (Architeuthis dux), escribió hace más de un siglo el fran- cés Julio Verne en ‘Veinte mil leguas de viaje submarino’ (1870). Probable- mente, Verne había leído la obra ‘His- toire Naturelle Généra- le et Particulière des Mollusques’, una des- cripción enciclopédica de moluscos de Pierre Dénys de Montfort donde se hablaba del “pulpo Kraken”, descri- to por los marineros no- ruegos y balleneros. “Aristóteles comprobó las dimensiones de un calamar que medía tres metros diez. Nuestros pescadores ven con frecuencia piezas de una longitud superior a un metro ochenta. Los museos de Trieste y de Montpellier conservan esqueletos de pulpos que miden dos metros”, expli- caba Verne en boca del profesor Pie- rre Aronnax, que, unos párrafos más adelante describía al ‘Kraken’ como “un calamar de colosales dimensio- nes, de ocho metros de largo”. “Tenía unos enormes ojos fijos de tonos glau- cos. Sus ocho brazos, o por mejor de- cir sus ocho pies, implantados en la cabeza, lo que les ha valido a estos ani- males el nombre de ce- falópodos, tenían una longitud doble que la del cuerpo y se retor- cían como la cabellera de las furias. Se veían claramente las doscien- tas cincuenta ventosas dispuestas sobre la faz interna de los tentácu- los bajo forma de cáp- sulas semiesféricas (…). La boca del monstruo - un pico córneo como el de un loro- se abría y cerraba vertical- mente”, añadía. BIEN DOCUMENTADO Julio Verne es un autor que ofrece buenos ejemplos de divulgación de la biodiversidad. So- bre todo porque antes de empezar a escribir sus novelas dedicó toda una década a devorar libros de ciencia y enciclopedias en la Biblioteca Nacio- nal de París, además de acudir asidua- mente al Círculo de la Prensa Cientí- fica para escuchar los relatos de geó- grafos, naturalistas y exploradores. Después trasladó todo el conocimien- to adquirido a sus libros, convencido de que “merecía la pena que la gente conociera la empresa en la que esta- ba embarcada la humanidad”, según sus propias palabras. En la obra titulada ‘La esfinge de los hielos’, por ejemplo, Verne habló de osos polares y de la biodiversidad del archipiélago Kerguelen, donde “un solo árbol vegeta, una especie de ber- za de un gusto agrio”. Y por supues- to no se olvidó de los ‘pájaros bobos’, probablemente aludiendo a los pin- güinos de penacho anaranjado (Eud- yptes chrysolophus), “vestidos de amarillo y blanco, la cabeza hacia atrás y con sus alas que parecen las mangas de un traje, estos estúpidos volátiles parecen desde lejos una fila de monjes en procesión a lo largo de las playas”. TM MARTES 27.ABR.2010 HERALDO DE ARAGÓN 04 MILENIO EN PORTADA BIODIVERSIDAD DE BOLSILLO >ESPECIES LITERARIAS La diversidad biológica ha sido en muchas ocasiones la musa de novelistas y poetas. Especies como el cachalote blanco (Physeter macrocephalus) y el calamar gigante ( Architeuthis dux) inspiraron a Melville y a Verne temibles criaturas marinas que fueron lanzadas al estrellato en sus novelas. Y mientras a Cortázar le obsesionaban los extraños axolotl con aspecto azteca, Borges sentía auténtica debilidad por los tigres. TEXTO ELENA SANZ > JULIO VERNE DEVORABA LIBROS DE CIENCIA Y CONSULTABA ENCICLOPEDIAS ANTES DE EMPEZAR A ESCRIBIR CADA NOVELA Tigres y cucarachas del universo literario de Borges y Kafka campan a sus anchas por la exposición de la Bienal Borges-Kafka que se celebra en Buenos Aires. EFE

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ANATOMÍA Y LETRAS Moby Dick,la temible ‘ballena blanca’ queprotagoniza la obra cumbre de

Herman Melville, es en realidad uncachalote blanco (Physeter macro-cephalus). Comparándolo con la ba-llena franca (Eubalaena australis),Melville desarrolla en su libro todo untratado sobre su fisiología y anatomía.“En la cabeza del cachalote existe unacierta simetría matemática que faltaen la de la franca. La cabeza del ca-chalote tiene más carácter”, apunta.“Así como, en su aspecto general, sepuede comparar la magnífica cabezadel cachalote a un carro de guerra ro-mano (sobre todo mirándolo de fren-te, por donde aparece casi redondea-da), la de la ballena franca tiene a pri-mera vista el aspecto poco distingui-do de un gigantesco zapato de puntaroma”. Habla de sus orejas “menoresque las de una liebre” y de sus ojos sinpestañas, en posición lateral. Inclusode su posición cuando nada con “laparte delantera de la cabeza en posi-ción casi absolutamente vertical res-pecto del agua”.

Acerca de otro mastodonte marino,el calamar gigante (Architeuthis dux),escribió hace más de un siglo el fran-cés Julio Verne en ‘Veinte mil leguasde viaje submarino’ (1870). Probable-mente, Verne había leído la obra ‘His-toire Naturelle Généra-le et Particulière desMollusques’, una des-cripción enciclopédicade moluscos de PierreDénys de Montfortdonde se hablaba del“pulpo Kraken”, descri-to por los marineros no-ruegos y balleneros.“Aristóteles comprobólas dimensiones de uncalamar que medía tresmetros diez. Nuestrospescadores ven con frecuencia piezasde una longitud superior a un metroochenta. Los museos de Trieste y deMontpellier conservan esqueletos depulpos que miden dos metros”, expli-caba Verne en boca del profesor Pie-rre Aronnax, que, unos párrafos másadelante describía al ‘Kraken’ como

“un calamar de colosales dimensio-nes, de ocho metros de largo”. “Teníaunos enormes ojos fijos de tonos glau-cos. Sus ocho brazos, o por mejor de-cir sus ocho pies, implantados en lacabeza, lo que les ha valido a estos ani-

males el nombre de ce-falópodos, tenían unalongitud doble que ladel cuerpo y se retor-cían como la cabellerade las furias. Se veíanclaramente las doscien-tas cincuenta ventosasdispuestas sobre la fazinterna de los tentácu-los bajo forma de cáp-sulas semiesféricas (…).La boca del monstruo -un pico córneo como el

de un loro- se abría y cerraba vertical-mente”, añadía.

BIEN DOCUMENTADO Julio Verne es unautor que ofrece buenos ejemplos dedivulgación de la biodiversidad. So-bre todo porque antes de empezar aescribir sus novelas dedicó toda una

década a devorar libros de ciencia yenciclopedias en la Biblioteca Nacio-nal de París, además de acudir asidua-mente al Círculo de la Prensa Cientí-fica para escuchar los relatos de geó-grafos, naturalistas y exploradores.Después trasladó todo el conocimien-to adquirido a sus libros, convencidode que “merecía la pena que la genteconociera la empresa en la que esta-ba embarcada la humanidad”, segúnsus propias palabras.

En la obra titulada ‘La esfinge de loshielos’, por ejemplo, Verne habló deosos polares y de la biodiversidad delarchipiélago Kerguelen, donde “unsolo árbol vegeta, una especie de ber-za de un gusto agrio”. Y por supues-to no se olvidó de los ‘pájaros bobos’,probablemente aludiendo a los pin-güinos de penacho anaranjado (Eud-yptes chrysolophus), “vestidos deamarillo y blanco, la cabeza haciaatrás y con sus alas que parecen lasmangas de un traje, estos estúpidosvolátiles parecen desde lejos una filade monjes en procesión a lo largo delas playas”.

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DA BIODIVERSIDAD DE BOLSILLO

>ESPECIES LITERARIAS

La diversidad biológica ha sido en muchas ocasiones la musa de novelistas y poetas. Especies como el cachalote blanco (Physeter macrocephalus)y el calamar gigante (Architeuthis dux) inspiraron a Melville y a Verne temibles criaturas marinas que fueron lanzadas al estrellato en sus novelas. Ymientras a Cortázar le obsesionaban los extraños axolotl con aspecto azteca, Borges sentía auténtica debilidad por los tigres. TEXTO ELENA SANZ

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JULIO VERNEDEVORABA LIBROS

DE CIENCIAY CONSULTABAENCICLOPEDIAS

ANTES DE EMPEZARA ESCRIBIR CADA

NOVELA

Tigres y cucarachas del universo literario de Borges y Kafka campan a sus anchas por la exposición de la Bienal Borges-Kafka que se celebra en Buenos Aires. EFE

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RESUMENPARA LECTORESCON PRISA

05TM MARTES 27.ABR.2010 HERALDO DE ARAGÓN MILENIO

Orangután en laisla indonesiade Sumatra. Lasislas de Borneoy Sumatra sonlos últimoslugares delmundo dondequedanorangutanes enlibertad. EFE

■ La diversidad biológica habita también enla imaginación de algunos escritores ycrece en las páginas de sus libros.

■ Verne describía con detalle las especiesincluidas, con papeles más o menosestelares, en sus novelas.

■ Nabokov estudió Zoología e inclusoexiste un género de mariposas nombrado,en su honor, Nabokovia.

■ Borges confesaba su fascinación por lostigres, a los que dedicó poemas; tambiénlas culebras serpentean por sus obras.

SERPIENTES DE BIBLIOTECA

“Cuando yo tenía 6 años vi una vez en un libro sobre la SelvaVirgen, que se llamaba ‘Historias Vividas’, una preciosa estam-pa. La imagen representaba una serpiente boa que engullía unafiera. (…) El libro decía: ‘Las serpientes boas engullen su presaentera sin masticarla. Así duermen tranquilamente sin mover-se durante los seis meses que dura la digestión”. Con esta des-cripción de una Boa constrictor comienza un libro inolvidable,‘El principito’, de Antoine de Saint-Exupéry, cuyo protagonistaintenta sin mucho éxito dibujar a una de sus admiradas boasdevorando un elefante. Aunque lo cierto es que el bocado favo-rito de estos reptiles del Nuevo Mundo son los murciélagos.

Otra serpiente literaria, pariente de la Boa constrictor, es lapitón de la India (Python molurus) a la que da vida Kaa en ‘El li-bro de la selva’, obra del viajero y fecundo escritor Rudyard Ki-pling. “Contemplaba con admiración su propia piel, hermosa ybrillante, nueva. Le había costado diez días cambiarla. Lo habíahecho en el retiro más absoluto. Parecía una enorme joya, consu cabeza roma y su cuerpo de nueve metros enroscado enfantásticos anillos”, escribe Kipling. “Hay que tener cuidado.Cuando muda de piel se queda medio ciega. Ataca por puroinstinto a todo lo que se le ponga por delante”. Además, Kaa“era sorda, como lo son normalmente las pitones”.

En ‘El libro de los seres imaginarios’, Borges habla de un rep-til aún más extraño, la anfisbena, “que comúnmente se conoce

ENTOMOLOGÍA NOVELADAPASIÓN POR LOS INSECTOS Unade las fuentes científicas deVernefueelnaturalista Jean

Victor Audouin, creador de la So-ciedad Entomológica de Francia,quien tal vez inspiró al personajedel primo Benedicto que apareceen ‘Un capitán de quince años’, dequienVerneescribía: “Eramuytra-bajador y su única pasión la cons-tituía lahistorianatural,aunqueso-lo se interesaba por el estudio delos insectos (...). Esta era la ocupa-ción del primo Benedicto, a la quededicaba sin excepción todas lashoras, incluso lasdedicadasaldes-canso,pues invariablementesoña-ba con esta clase de animalejos”.

Entomólogo de profesión eratambién Paul Pilgram, el protago-nista de ‘Aureliana’, uno de los re-latos más conocidos del novelistaruso Vladimir Nabokov. “Era unentomólogo de primera clase -re-

lata el autor-. El doctor Rebel, deViena, había denominado a unaciertapolilla,deunavariedadmuyrara, Agrotis pilgrami; y el propioPilgram había publicado descrip-ciones de varios ejemplares”. Enesta obra cita a una especie espa-ñola, Daphnis nerii, conocida co-mo“lamariposaAdelfa,que ibadeflor en flor con un zumbido insis-tenteyacababadeteniéndoseenlacorola”.No es casual que Nabokovhablara de mariposas. Antes deempezar su brillante carrera comoescritor estudió Zoología y se es-pecializó en taxonomía de lepi-dópteros (mariposas y polillas).En la década de 1940 estuvo a car-go de la colección de mariposas dela Universidad de Harvard. Inclu-so existe un género, Nabokovia,nombrado en su honor. “No pue-dosepararelplacerestéticodeveruna mariposa y el placer científi-

co de saber qué es”, solía afirmar.Haciendo gala de sus conoci-mientos taxonómicos, Nabokovllegó a desarrollar una teoría so-bre el insecto en que se convertíael protagonista de ‘La Metamor-fosis’ de Kafka. “Los comentaris-tas dicen que es una cucaracha;pero esto, desde luego, no tienesentido. La cucaracha es un insec-to plano de grandes patas, y Gre-gorio es de todo menos plano (…)tiene un tremendo vientre conve-xo, dividido en dos segmentos,con una espalda dura y abomba-da que sugiere unos élitros. En losescarabajos, esos élitros ocultanunas finas alitas que pueden des-plegarse y transportar al escara-bajo millas y millas en torpe vue-lo. Aunque parezca extraño, el es-carabajo Gregorio no llega a des-cubrir que tiene alas bajo el capa-razón de su espalda”.

DEBILIDADES FAUNÍSTICAS Si la debi-lidad de Nabokov eran las mari-posas, al argentino Julio Cortázar,que siempre se interesó por la na-turaleza animal, le impactaron losaxolotl (Ambystoma mexica-num), unos anfibios que Alexan-der von Humboldt se llevó de Mé-xico (su lugar de origen) a Paríspara que el naturalista GeorgesCouvier los estudiara. Tras trope-zar con ellos en un acuario, Cor-tázar los inmortalizó en un relato.“Soslayé peces vulgares hasta darinesperadamente con los axolotl–escribe-. Me quedé una hora mi-rándolos, y salí incapaz de otra co-sa. En la biblioteca Saint-Gene-viève consulté un diccionario ysupe que los axolotl son formaslarvales, provistas de branquias,de una especie de batracios delgénero amblistoma. Que eran me-xicanos lo sabía ya por ellos mis-

mos, por sus pequeños rostros ro-sados aztecas y el cartel en lo al-to del acuario. Leí que se han en-contrado ejemplares en África ca-paces de vivir en tierra durantelos períodos de sequía, y que con-tinúan su vida en el agua al llegarla estación de las lluvias”.

A su paisano Jorge Luis Borges,sin embargo, le obsesionaban lostigres (Panthera tigris). “Siempreme atrajo el tigre. Sé que me de-moraba, de niño, ante cierta jau-la del zoológico; nada me impor-taban las otras. Juzgaba a las en-ciclopedias y a los libros de his-toria natural por los grabados delos tigres”, confesaba. A este feli-no dedicó poemas y prosa: “El ti-gre fatal, la aciaga joya/Que, bajoel sol o la diversa luna,/va cum-pliendo en Sumatra o en Benga-la/Su rutina de amor, de ocio y demuerte”.

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Mapa del viaje del Pequod, del libro ‘Moby Dick’, una ilustración de Everett Henry.

Calamar gigante recogido en Fuengirola (Málaga). EFE

Mariposa Adelfa y, a la derecha, axolotl. S. HANRAHAN, UNIV. DE TEXAS/ESTEBAN AQUAVIVA

Dos culebras de la especie Blanus cinereus. RICHARD AVERY (CC)

por doble andadora, por serpiente de dos cabezas y por madrede las hormigas”. En España podemos identificarla con la cule-brilla ciega (Blanus cinereus), una especie en la que a simplevista resulta fácil confundir la cabeza con la cola y que puededesplazarse tanto hacia delante como hacia atrás. Su dieta in-cluye invertebrados de pequeño tamaño, sobre todo hormigas.

LAS ESPECIES DEL PAÍSDE LAS MARAVILLAS

En las páginas de ‘Alicia en el País de lasMaravillas’, de Lewis Carroll, aparecennumerosas especies que conversan conla joven Alicia y protagonizan extrañassituaciones: el lirón (Eliomys quercinus),el flamenco (Phoenicopterus ruber), unerizo común (Erinaceus europaeus), unaguilucho (posiblemente Circus pygar-gus)... También aparece el pájaro dodo(Raphus cucullatus), un ave no voladoraextinta de la familia de las palomas, degran tamaño -aproximadamente un me-tro de altura-, que vivía en el Índico, enlas Islas Mauricio.

DELINCUENTES MUY MONOS

Los primates no han salido demasiadobien parados en la literatura. Edgar AllanPoe, por ejemplo, eligió a un orangutánde Borneo (Pongo pygmaeus) como ase-sino para ‘Los crímenes de la rue Morge’,destacando “la gigantesca estatura, lafuerza y agilidad prodigiosas, la feroci-dad salvaje y las facultades de imitaciónde estos mamíferos”. Y en ‘La aventura

del hombre reptante’, protagonizada porel detective Sherlock Holmes, aparece ellangur de cara negra (Presbytis ente-llus), natural de Asia, al que Arthur Co-nan Doyle describe como “el más grandey humano de los monos trepadores”, cu-yo suero se inocula el profesor Presburyen un intento de recuperar su “vitalidadjuvenil”, lo que resulta desastroso.