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Surfeando las Olas del Aprendizaje

Nancy Diana

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Surfeando las Olas del AprendizajeFormación Profesional de Coaching

“Sufrimos desde el pensamiento.

Hacemos ciertos supuestos sobre el mundo, y nos quedamos

apegados a estos supuestos.

Hemos trabajado muy duro para elaborar nuestras ideas,

como para soltarlas cuando se vuelven inútiles.

Para sobrevivir hemos de aplicar lo que hemos aprendido de

la experiencia, pero para vivir y crecer, tenemos que superar

constantemente lo que hemos aprendido en el pasado.”

Brad Blanton, Radical Honesty




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Surfeando las Olas de Aprendizaje Por Nancy Diana

Los Supuestos Fundamentales Aspectos Críticos Principios centrales Qué constituye el aprender Conocer versus Observar El observador en el proceso de aprendizaje El observador automático Borges y yo Olas de aprendizaje Resumen Conclusión Bibliografía

En este capítulo te propongo examinar cómo se constituye el aprender, y cómo la relación que el proceso de aprendizaje tiene para nuestro objetivo último de ser coaches, es una enorme posibilidad a mi juicio de establecer nuevos fundamentos para el Coaching y su práctica. Para ello desde la perpectiva Omnicuadrante de Ken Wilber, interpretaremos los supuestos en los que se basa el aprender de hoy y los quiebres que estos están generando. El siguiente gráfico muestra el recorrido que haremos, para comprender qué es lo que se requiere para articular una nueva interpretación de lo que es aprender y cómo surfear las olas del aprendizaje.




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Partamos mirando algunas cuestiones

Si estamos de acuerdo en que el coaching tiene su “centro” en el proceso de “aprender” podemos decir que la responsabilidad que tendrá un coach será acompañar en el proceso de aprendizaje a su coachee. Por lo tanto, podemos decir también que un coach será, por sobre todo, un maestro en el “estar aprendiendo”. Existe un discurso actual vigente, predominante y reduccionista acerca de lo que significa aprender. Y no podemos soslayarlo centrándonos únicamente en la educación vivencial. Privilegiar un tipo de educación e ignorar el otro no haría más que dejarnos cojos en nuestro desarrollo hacia el ser integral. Durante nuestra edad escolar, nuestro aprendizaje tuvo naturalmente el énfasis en la asimilación de material de lectura, principios técnicos, científicos, clases de teorías y prácticas, períodos históricos etc. Nuestros padres invirtieron dinero y tiempo para que asistiéramos a aprender a instituciones y al hacernos adolescentes continuamos en la secundaria y luego ya adultos tal vez hasta completamos nuestra educación en alguna carrera de grado.




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Hoy, el aprendizaje continuo comienza a reconocerse como tarea de por vida en tanto constituye una verdadera necesidad para mantenerse vigente en esta época en que la “tecnología de la vida” avanza a pasos agigantados. Aún así para la gran mayoría de las personas el período más largo e intenso de aprendizaje continuo de sus vidas sigue siendo, el de sus años escolares. Analicemos entonces, los supuestos subyacentes al aprendizaje propio de nuestra escolaridad formal y cómo tienden a permear también a los otros tipos de aprendizaje, menos formales.

Supuestos fundamentales Vamos a aproximarnos a comprender el poder que tiene el actual discurso acerca de lo que es aprender, para luego poder identificar sus carencias y limitaciones, y finalmente formular los aspectos que habría que considerar para construir un discurso alternativo al actual. Examinaremos aquí brevemente los supuestos en que dicho discurso se basa y los quiebres que pareciera estar generando. Más allá de la diversidad de ideas y principios que, explícita o implícitamente, conforman la tradición occidental acerca de lo que es aprender y lo que es la educación, podemos distinguir los siguientes tres supuestos fundamentales. A) Aprender es una tarea individual, no una tarea grupal o comunitaria. Si bien el aprendizaje escolar típicamente ocurre en el seno de una comunidad escolar, la información y el conocimiento que allí se imparten se entregan de una persona a otra, de manera individual. O sea, típicamente lo que se aprende en la escuela son materias -cosas -que pueden ser usadas por cada aprendiz independientemente del grupo o comunidad en que las aprendieron. Lo opuesto sería el caso de la adquisición de habilidades o destrezas que dicen relación con el comportamiento y la interacción grupal -por ejemplo, la manera de relacionarse a nivel emocional -las que están íntimamente ligadas al grupo o comunidad en que se adquieren. En consonancia con esa modalidad de impartir enseñanza, el objetivo final de la mayor parte de nuestra educación es entregar el conocimiento, las destrezas y las habilidades que nos permitan alcanzar el éxito en la vida, específicamente en el campo laboral y profesional. B). La verdad objetivamente existe. En la enorme mayoría de los casos el conocimiento se enseña y se aprende desde una perspectiva epistemológica tácita, según la cual, aquello que se aprende se supone corresponde a la realidad, y como tal pertenece al ámbito de “las cosas tal como son”; por lo tanto, aquello que se aprende sería representativo de la verdad objetiva. Consecuentemente, la atención se centra en aquello que aprendemos y no en cómo aprendemos.




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C). El aprender es básicamente un proceso lingüístico y científico/racional. De hecho la totalidad de nuestro aprendizaje escolar es un proceso cerebral, lo que implica que es un proceso lingüístico. Tanto los libros de texto que se utilizan, así como el ejercicio del oficio de maestro, se concentran en trasmitir información y conocimiento (sobre los que se puede actuar) bajo la forma de ideas, conceptos, teorías, hechos, descripciones, procedimientos y prácticas que se trasmiten y comunican, tanto a través del lenguaje, como a través de diagramas y otros elementos visuales que no son, sino soportes del mensaje lingüístico. (Por contraste, cuan diferentes son las habilidades, fundamentalmente kinestésicas, que se requieren para aprender a tocar un instrumento musical, o las necesarias para el manejo emocional que utiliza el oyente empático. En ambos casos se requieren modalidades de aprendizaje muy diferente a las consideradas como normales y habituales dentro del sistema educacional). Por otra parte, asumimos que la mayoría de lo que aprendemos tiene una estructura susceptible de ser comprendida analíticamente. No es de extrañar, entonces, que el enfoque principal que utilizamos para enseñar sea el científico/racional, en el que el todo se supone equivalente a la suma de sus partes. Ciertamente no es casual que sean estos los supuestos que actualmente rigen nuestro modelo educacional y e aprendizaje. Y como era de esperar, los orígenes de dichos supuestos pueden trazarse inequívocamente hacia los tres meta-discursos propios de la cultura occidental el individualismo, la epistemología sujeto/objeto y el racionalismo, bajo la modalidad del sentido común científico/racional.

Aspectos críticos Es innegable que, al menos hasta cierto punto, nuestro actual modelo de aprendizaje funciona, tanto a nivel teórico como en la práctica. Y lo hace bastante bien, en cuanto proporciona a los individuos con los datos básicos para conocer la historia y la cultura de la sociedad en que se desarrollan; en tanto entrega -al menos a los estudiantes aventajados -las herramientas analíticas suficientes como para que puedan acceder a la Educación Superior y/o para que puedan optar a una carrera profesional. Considerando el tema desde una perspectiva amplia, podemos admitir que ha sido este modelo de aprendizaje el motor responsable del progreso en las Artes y en las Ciencias en el Mundo Occidental, durante algunos cientos de años, así como el directamente responsable de gran parte del extraordinario crecimiento económico y de las proezas científico/tecnológicas que caracterizan a la sociedad moderna. Sin embargo, a la vez, es también el responsable de ciertos aspectos críticos de nuestra actual sociedad y que son de la mayor trascendencia. El más evidente es la actitud negativa que muchos niños y jóvenes tienen respecto de su propia educación. Para una gran mayoría, la escuela es un lugar aburrido. Se ha logrado eliminar cualquier clase de gozo o interés que nuestro sistema formal de aprendizaje pudiera haber tenido, por lo que para muchos, el asistir a la escuela, se ha constituido en una pérdida de tiempo. Esa postura respecto a la Educación ciertamente que en algo tiene que influir en la




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ola de comportamiento negativo autodestructivo antisocial (drogas, alcohol, actos de violencia física criminal), que en los últimos años se ha extendido a escuelas e institutos. Otras crisis sociales generadas por la tríada de meta discursos dominantes en el mundo moderno occidental, también requieren un espacio de aprendizaje en el pueda restaurarse la paz la gratitud y la alegría. Las crisis que proliferan hoy son la soledad, el sinsentido, la falta de equilibrio y un profundo sentido de desconexión. Necesitamos un nuevo discurso acerca de lo que es aprender y el proceso o experiencia de aprendizaje en su conjunto. Como coach, he visto que las personas de diferentes culturas, argentinos mexicanos chilenos ingleses, norteamericanos españoles perciben el actual discurso de lo que es aprender como una experiencia limitada y por ende inadecuada -y se muestran entusiasmadas de participar en una experiencia más amplia y profundo de lo que significa el hecho de aprender. Pensamos que una nueva perspectiva respecto de lo que es aprender, es necesaria para así poder enfrentar atravesar y disolver aquellos quiebres personales que no han podido resolverse y que impiden llevar vidas plenas y más satisfactorias. Requerimos un discurso capaz de abordar la totalidad del espectro de la experiencia humana, en vez de privilegiar sólo un segmento limitado de ella. El fenómeno Ser Humano, precisa de maneras de danzar en el proceso de aprendizaje, que incluyan nuestra experiencia estética, intuitiva, espiritual y mística. Es fundamental que esto constituya parte conjunta del fenómeno de aprender con nuestra experiencia lógica/analítica o material que es la que más se ha privilegiado hasta hoy en día en la educación. Así, el proceso de aprendizaje abrazaría nuestro cuerpo, nuestra alma, emociones y nuestro espíritu. En una experiencia de “quadrinidad integrada”. Lograría un equilibrio entre lo conceptual/lingüístico, por una parte, y lo emocional, físico y arquetípico por la otra; así podría comenzar a revelar la coherencia intrínseca existente entre los diversos niveles de nuestra experiencia. Nuestra actual y tradicional manera de entender la educación y el proceso de aprendizaje en general, constituye hoy en día un obstáculo. Creo que lo que nos abriría inmensas posibilidades sería empezar a hacernos preguntas que nos empujen a una reformulación de las metas del aprendizaje -reformulación tanto de sus objetivos como de lo que constituye el hecho de aprender. Construir no solo un nuevo discurso de lo que es aprender sino una nueva experiencia que incluya al Ser Humano con sus emociones estados de ánimo corporalidad espiritualidad, en definitiva completud.




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Tres principios centrales El individualismo, la separación entre sujeto y objeto y el sentido común científico/racional Estos tres principios rigen nuestra perspectiva sobre nosotros mismos como seres humanos. La falta de voluntad para mirar y para ver, examinar los supuestos explícitos y tácitos que subyacen a nuestra perspectiva acerca de lo que es aprender, así como la falta de voluntad para considerar la idea de que pudiesen existir otras alternativas posibles, tiene un alto costo dado que no cuestionamos las ventajas y desventajas inherentes a una perspectiva sobre el aprendizaje. Asumimos (cómodamente) que el abanico posible de formas de conocer y aprender, la cuestión acerca de cómo es que llegamos a conocer, y la interrogante acerca de aquello que debemos conocer y aprender fuesen todos asuntos obvios y por lo tanto transparentes. En tanto transparentes no podemos hacernos cargo de los quiebres que de ahí se desprendan. Entonces nos sumimos en un estado de ánimo de resignación. No hay esperanzas de poder enfrentar y comenzar a resolver las múltiples crisis (“breakdowns”) que hoy nos aquejan requerimos estar dispuestos a adoptar una perspectiva mucho más amplia, que nos permita revisar los supuestos fundamentales involucrados. La principal debilidad de nuestra actual manera de entender lo que constituye aprender, radica en su estrechez y superficialidad. Me refiero a que La educación moderna básicamente se centra en entregarles a los estudiantes la información, el conocimiento y las destrezas necesarias para permitirles enfrentar exitosamente su futuro en términos de trabajo y desempeño profesional, con un barniz mínimamente aceptable de aprendizaje de temas culturales como contrapeso. En otras palabras, el objetivo primario de la educación, es la adquisición de ciertas formas de conocimiento que nos permitan desempeñarnos de forma satisfactoria en el proceso de búsqueda y logro de metas en el campo laboral. El nuevo discurso acerca de lo que significa aprender que requerimos crear es uno cuya meta sea generar sabiduría, bienestar con uno mismo, solidaridad y capacidad de vivir en armonía con los demás y con el planeta. Miremos para eso tres disciplinas centrales de la filosofía: La ontología, como una manera de ser y estar en el mundo, la epistemología como la forma de saber cómo sabemos y la ética como el dominio de pertenecer a una comunidad en armonía. A medida que exploremos el tema desde cada una de estas diferentes perspectivas, debemos mantener en mente que nuestro objetivo es básicamente, lograr una mayor claridad acerca de nuestra actual manera de pensar Estas tres perspectivas están, íntimamente relacionadas unas con otras, y también, son simplemente diferentes maneras de visualizar la unicidad fenomenológica del hecho de aprender, como un aspecto fundamental de la




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condición humana.

¿Qué es aprender?

Examinemos brevemente qué es lo que constituye el aprender. a) Desde la perspectiva de nuestro comportamiento y basándonos en el criterio mas bien externo centrado en la acción, aprender es incurrir en prácticas tales que nos permitan hacer algo, realizar una acción que no éramos capaces de ejecutar con anterioridad. 1 b) Desde una perspectiva social, tomando como base el criterio colectivo externo a la acción, aprender es involucrarse en prácticas que nos permitirán interactuar bajo modalidades que antes no nos eran posibles. c) Aprender es modificar al observador que hasta ese momento he sido. Es la creación de una nueva relación con el mundo o bien una nueva forma de ser parte del mundo. d) Desde una perspectiva cultural, aprender es desarrollar un nuevo observador colectivo, un nuevo conjunto de interpretaciones compartidas. Para construir un nuevo discurso acerca de lo que constituye el aprender Hemos de incluir la educación formal e informal, y todas las formas mediante las cuales conocemos y aprendemos, muchas de las cuales no nos son enseñadas de manera explícita, ni tampoco nos las apropiamos de manera consciente. Lo que delimita las fronteras de lo aprendido en términos de la conducta que nos permita acciones efectivas las hemos aprendido en la escolaridad y hoy nuestra meta es poder trascender los términos restrictivos y utilitarios con los que se conceptualiza el proceso de aprender, en función de la acción efectiva. Es a través de nuestras acciones, que construimos nuestro futuro en la vida. Por lo tanto, nuestra definición de lo que constituye el aprender busca trascender la acción efectiva realzando la idea de que el aprender, es algo en que nos involucramos con el objetivo de hacernos cargo de nuestro futuro. Para poder vivir vidas plenas, ricas y satisfactorias. Desde la perspectiva ontología intentamos poner en evidencia la manera en que el conocimiento y el aprendizaje humano son elementos constituyentes del tipo de seres que somos. Es relevante señalar que no se trata sólo de emprender una tarea descriptiva. Estamos interesados en develar, a objeto de poder reflexionar y diseñar, las áreas fundamentales en las que aprendemos, independientemente del hecho que nuestras actuales instituciones educacionales las contemplen o no adecuadamente hoy en día. En la era actual de educación masiva, el grueso de lo que aprendemos, tanto formalmente a través del sistema educacional como informalmente en nuestras




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familias, con nuestros amigos, se da durante la niñez y los primeros años de nuestra vida adulta. Dedicamos largos años de nuestra juventud a prepararnos, con la esperanza de adquirir el conocimiento habilidades necesarias para lograr el éxito en los desafíos que se nos presentan en la vida. En sí mismo, esto no tiene nada de malo. Sin embargo, esta forma de entender lo que constituye el aprendizaje humano ignora totalmente ciertas dimensiones de nuestro ser, y en consecuencia fracasa en prepararnos adecuadamente para el futuro que nos aguarda, lograr el éxito en los desafíos que se nos presentan en la vida. Somos seres humanos, seres lingüísticos que habitamos en el lenguaje, lo utilizamos para comunicarnos y coordinar acciones con otros y crear el tejido conversacional en el que nos movemos. Somos individuos, y también seres sociales pertenecientes a una amplia gama de grupos y comunidades sociales, buscando encontrar significado y satisfacción en servir, en vivir armoniosamente y en unirnos amorosamente con otros. Somos criaturas dotadas de razón, emociones viviendo vidas enriquecidas por una tonalidad de sentimientos y estados de ánimos, así como también somos seres físicos, nuestros cuerpos son profundamente coherentes con todo el resto de nuestras dimensiones. No podemos soslayar que, en nuestra dimensión más profunda, somos seres atraídos por la trascendencia, por la búsqueda de estar conectados y dar sentido a nuestras vidas con algo más allá de nosotros mismos, más grande que nosotros. A través de distintas prácticas buscamos sentido de unicidad y totalidad con la Tierra y el cosmos mismo. El imperante discurso moderno acerca de lo que constituye el aprendizaje, ese divorcio entre sujeto y objeto y ese sentido común científico/racional, es irremediablemente inadecuado para dar cuenta de las dimensiones humanas a las que nos referimos. ¿Cómo desenvolvernos de manera eficaz en los contextos lingüísticos, sociales, emocionales, corporales y transcendentales en que se basa nuestra existencia diaria? El discurso ontológico toma en cuenta todas estas dimensiones del ser humano. En cualquier discurso desde la perspectiva epistemológica, acerca de lo que constituye aprender, hay un aspecto fundamental que abordar: discernir cómo es que llegamos a conocer aquello que conocemos. En nuestra sociedad occidental se da por supuesto el discurso científico/tecnológico y la simplicidad de la tarea de aprender según el actual modelo de aprendizaje, en el cual el éxito se logra vía la memorización de conceptos y hechos (conocimiento basado en el lenguaje) La total reformulación, tanto de lo que significa conocer como del proceso mediante el que obtenemos nuestro conocimiento requiere que reformulemos nuestra perspectiva acerca de lo que es aprender.




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Conocer versus observar ¿Cómo conocemos lo que conocemos? Kant esencialmente demostró que no podemos conocer los objetos de manera directa, en sí mismos, tal como ellos son. Solamente podemos conocer como observamos los objetos. Por ejemplo Tomemos el hecho de la degustación de un chef. Probablemente alguna vez hemos visto algo como lo siguiente: Un chef toma una cuchara la mete en un plato copioso de una comida y la huele, come una pequeña porción y luego dice fondo de almendras perfumado con madera de oriente y especias de Asia”. Tú miras el plato y por ninguna parte encuentras esa información, tu solo ves lentejas! Pero el asunto no termina allí. El chef toma una segunda porción y dice, “Cultivadas en tierras italianas”. A estas alturas piensas que el chef está bromeando. ¿Dónde está eso? Entonces tu haces la prueba, comes una porción, y todo lo que puedes decir es si las hizo o no tu madre! Desde un punto de vista fisiológico considerando tu sistema neurológico, tus papilas gustativas, etc. -tanto tú, como el chef probablemente son básicamente similares. La diferencia está en que el chef fue capaz de hacer distinciones que para ti no eran accesibles. Si tú aprendieras esas distinciones, entonces también podrías experimentar lo que él experimentó y por lo tanto podrías llegar a hacer las mismas valoraciones y juicios. Otro ejemplo de esto podríamos observarlo en lo siguiente: Al contemplar el cielo en una noche estrellada, ¿qué es lo que vemos? Probablemente una infinita cantidad de lucecitas brillantes y quizás también la luna y alguna nube iluminada por ella. Pero imaginemos que en cierta noche te acompaña un astrónomo. Ahora todo es “distinto” El astrónomo te invita a distinguir los planetas de las estrellas, Venus del rojizo Marte y los planetas que se ubican en un determinado plano, que el astrónomo te señala por su nombre. Y te muestra algunas constelaciones y de pronto también tú estás distinguiendo la Osa mayor, de otras de las constelaciones visibles. Estos dos ejemplos son instancias simples y cotidianas de cognición y apuntan a una profunda interpretación acerca de la forma en que conocemos el mundo. Distintos observadores, al operar con un conjunto diferente de distinciones, ven realidades diferentes. Es importante señalar que no estamos diciendo que una realidad sea verdadera y la otra falsa (como nuestro sentido común racionalista quisiera que dijésemos). En cada caso, el observador ve lo que ve, y eso es lo que para él es real. Si bien uno de estos observadores puede que tenga un conjunto más minucioso y sofisticado de distinciones que el otro, eso no hace que él esté en lo correcto y la otra persona esté equivocada. Simplemente, los motivan propósitos diferentes y




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utilizan conjuntos de distinciones diferentes, provenientes de distintos sistemas de pensamiento. Como resultado de ello, ven mundos diferentes.

El Observador en el proceso de aprendizaje Las distinciones que utilizamos, que son parte constitutiva del observador que somos son generativas: o sea, crean para nosotros la realidad que conocemos y así determinan lo que para nosotros constituye conocimiento. Lo que conocemos depende de las distinciones que tenemos, o sea depende del tipo de observador que somos. Como observadores estamos inmersos en la cultura y el lenguaje que también constituyen enormes fuentes de distinciones automáticas, distinciones que utilizamos en su mayor parte en transparencia, es decir, sin darnos cuenta de ello. Por ejemplo en la cultura se nos proporcionan múltiples conjuntos de distinciones que de manera automática y transparente para nosotros configuran lo que llegamos a conocer acerca del mundo en que vivimos. Nacemos dentro de una comunidad, y esa comunidad habita en un conjunto de distinciones que son básicamente invisibles para nosotros como miembros de esa comunidad. Por eso decimos, por ejemplo, que el mundo es de tal o cual manera y no “veo este mundo dado las distinciones que hago”.Por lo tanto, esas distinciones, para quienes habitan en ellas, son transparentes. Percibimos a un observador diferente solamente cuando nos topamos con alguien que utiliza un conjunto completamente diferente de distinciones que las nuestras. Por ejemplo, un médico oriental cuyo entrenamiento proviene de la tradición china, nos dará cuenta de nuestro cuerpo escuchando señales muy distintas de las que escucharía un médico occidental. Porque este está operando desde un conjunto diferente de distinciones y por lo tanto es un observador muy diferente. Así, su manera de intervenir en una situación será una manera completamente diferente. La cultura nos proporciona conjuntos de distinciones: Los textos históricos y sociales relevantes en nuestra cultura, los libros que utilizamos en nuestra educación, las costumbres, las prácticas, las leyes, las creencias las tradiciones históricas y sociales, a las que nos referiremos como “discursos”. Estas distinciones determinadas culturalmente configuran nuestros pensamientos, acciones y comportamiento de una multiplicidad de maneras y en su conjunto nos constituyen en el observador que somos. Es muy importante que tengamos claro que el observador automático que la cultura en que habitamos configura, no es meramente una distinción de tipo




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lingüística. Aquí también están involucrados las emociones y estados de ánimo, que por lo general tendemos a pensar que son profundamente personales, parte intrínseca de nuestra identidad individual. Sin embargo, es cierto que las diferentes culturas generan distintos estados de ánimo, los que a su vez establecen el espacio en que se dan tipos de emociones muy diferentes. Un ejemplo para ilustrar esto puede ser el de la Alemania nazi en 1933. Sus enormes mítines, incluyendo todo la parafernalia de símbolos, colores, arquetipos, ritos, etc., fueron magistralmente diseñados para generar un efecto colectivo y gatillar estados de ánimo de dominación y de superioridad racial. Esos estados de ánimos, en los cuales una gran parte de la población se vio envuelta, a su vez permitían que surgieran emociones, como el odio, la violencia, el miedo, el resentimiento, y la venganza. También podemos comparar la era de Franco con la de Felipe González y ver que en ambas el estado de ánimo fue muy diferente. Las ciudades mismas puede decirse que engendran ciertos estados de ánimo: tomemos por ejemplo las diferencias entre San Francisco a mediados de la década del 60 cuna del “Summer of Love” y la Nueva York actual, anegada en el frenesí del hacer dinero. Ante este fenómeno, que podríamos entender y describir como el de la generación social e histórica de campos emocionales, nuestro observador automático está completamente ciego. Por cierto experimentamos esos sentimientos a nivel individual. Ahora si ampliamos el contexto, entonces comenzamos a ver que nuestros estados de ánimo -y por ende el aspecto emocional del observador que somos -se relacionan con algo más grande que nuestro propio estado físico y psíquico en un determinado momento. Igualmente, el observador cultural/social que somos, se constituye en y a través de nuestros cuerpos. Nos hacemos cargo de nuestro cuerpo -incluyendo la manera de respirar y nuestra postura -de manera muy diferente de una cultura a otra. Esto podemos contemplarlo fácilmente en los aeropuertos o cuando viajas al extranjero Si observas a los nativos del sur de Italia, verás que mueven las manos de una manera particular. Los nativos del Brasil, mueven la cabeza y en general se hacen cargo de su cuerpo de una manera totalmente ajena a alguien proveniente de Gran Bretaña. De manera similar, si caminas entre los Araucanos de Sudamérica y observas la forma en que se ven, verás que su mirada casi siempre parece perdida, ausente; y eso te hace pensar en el estado de ánimo en que ellos históricamente han vivido, al habérseles negado toda validez como pueblo por los últimos 500 años. Tales fenómenos corporales son la incorporación física de los estados de ánimo, por lo tanto son profundamente consistentes con la dimensión emocional del observador automático.




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Lo que estamos diciendo hasta ahora es que lo que conocemos está determinado por el observador que somos y no por la realidad objetiva. Este observador se constituye en tal, (en una parte importante) de manera automática, sin que nosotros tengamos conciencia de ello, a nivel social mas que individual. Se constituye a través de las distinciones que heredamos a través de nuestro lenguaje y de nuestros discursos culturales, así como también a través de tejidos emocionales y patrones de movimiento corporal generados culturalmente. Este observador automático, construido en la particular mixtura de colores sociales, históricos y culturales en los que nos encontramos involuntariamente inmersos y matizados, juega un papel determinante en la forma en que llegamos a conocer la realidad. A través de el comenzamos temprano en la vida a moldear nuestros pensamientos, creencias, juicios, comportamiento, decisiones y acciones. Esto constituye el contexto inconsciente de gran parte de nuestras vidas en tanto individuos; es la fuente desde la cual otorgamos significado a las cosas. Sin embargo, como estamos inmersos en el discurso de sentido común racional/científico, estamos ciegos para reconocer este fenómeno y continuamos asumiendo que la realidad existe allí afuera, que es cognoscible y significativa independientemente de cualquier filtro cognitivo, emocional o físico del que podamos ser parte. Dicho de otra forma, continuamos pensando que “así es como son las cosas” y no “así es como se genera para mí la realidad dado el observador automático que soy. La declaración acerca del observador que estamos manifestando, (si la tomamos en serio y cómo podríamos no hacerlo, dado la tremenda cantidad de evidencia que para ello hay), tiene bases fundamentales para crear un discurso conveniente acerca de lo que es aprender. Básicamente, implica que el sujeto que conoce forma parte, intrínsecamente, de aquello que conoce; el observador y lo observado es una unidad. Por favor, esta afirmación no debe reducirnos a un solipsismo superficial o a un relativismo, en el que quedamos atrapados para siempre dentro de nuestras mentes y nuestras percepciones. El mundo existe, de manera independiente de nosotros, y también es cierto que podemos observarlo y conocerlo de múltlipes maneras., existe una cierta alteridad,(del latín alter: el "otro" de entre dos términos, considerado desde la posición del "uno", es decir, del yo) es el principio filosófico de "alternar" o cambiar la propia perspectiva por la del "otro", considerando y teniendo en cuenta el punto de vista, la concepción del mundo, los intereses, la ideología del otro; y no dando por supuesto que la "de uno" es la única posible ) lo otro (“otherness”) con la que continuamente nos encontramos y con la que interactuamos, de la cual tratamos de hacer sentido de complementarnos En nuestros encuentros, danzamos con lo otro y hacemos realidad el mundo en cuanto el observador que somos.

http://es.wikipedia.org/wiki/Lat%C3%ADn

http://es.wikipedia.org/wiki/Yo

http://es.wikipedia.org/wiki/Filos%C3%B3fico

http://es.wikipedia.org/wiki/Otro

http://es.wikipedia.org/wiki/Uno




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El observador y lo observado son uno, pero esto no significa que sean uno con lo otro -la alteridad -. En la medida en que nos convertimos en observadores de nuestra danza con la alteridad, en cierto sentido nos separamos de ella, somos esencialmente “uno con el universo” que quiere conocerse a sí mismo a través nuestro. Esta manera de conocer ocurre a través de nuestra observación, y debemos precisar que la observación no es la única forma de conocimiento que nos es accesible. También podemos accedeer a “conocer” por la ruta del fundirse con lo otro, tal como ocurre en la meditación y en las experiencias místicas. En cierto sentido este fundirse con es una experiencia opuesta a la experiencia de observar, la que implicaría u cierto tipo de separación. Al interior de este tema que nos introduce en la filosofía del ser y que escapa a una comprensión total por nuestra parte, podemos aproximarnos a valiosísimas interpretaciones en las voces de autores literarios y filosóficos que se han interesado por este asunto, Borges, Cortázar, Octavio Paz, Ken Wilber, Heidegger por citar algunos entre otros, aquí les dejo un poema de Borges que ilustra lo que estamos diciendo.

BORGES Y YO Al otro, a Borges, es a quien le ocurren las cosas. Yo camino por Buenos Aires y me demoro, acaso ya mecánicamente, para mirar el arco de un zaguán y la puerta cancel; de Borges tengo noticias por el correo y veo su nombre en una terna de profesores o en un diccionario biográfico. Me gustan los relojes de arena, los mapas, la tipografía del siglo xviii, las etimologías, el sabor del café y la prosa de Stevenson; el otro comparte esas preferencias, pero de un modo vanidoso que las convierte en atributos de un actor. Sería exagerado afirmar que nuestra relación es hostil; yo vivo, yo me dejo vivir, para que Borges pueda tramar su literatura y esa literatura me justifica. Nada me cuesta confesar que ha logrado ciertas páginas válidas, .pero esas páginas no me pueden salvar, quizá porque lo bueno ya no es de nadie, ni siquiera del otro, sino del lenguaje o la tradición. Por lo demás, yo estoy destinado a perderme, definitivamente, y sólo algún instante de mí podrá sobrevivir en el otro. Poco a poco voy cediéndole todo, aunque me consta su perversa costumbre de falsear y magnificar. Spinoza entendió que todas las cosas quieren perseverar en su ser; la piedra eternamente quiere ser piedra y el tigre un tigre. Yo he de quedar en Borges, no en mi (si es que alguien soy), pero me reconozco menos en sus libros que en muchos otros o que en el laborioso rasgueo de una guitarra. Hace años yo traté de librarme de él y pasé de las mitologías del arrabal a los juegos con el tiempo y con lo infinito, pero esos juegos son de Borges ahora y tendré que idear otras cosas. Así mi vida es una fuga y todo lo pierdo y todo es del olvido, o del otro. No sé cuál de los dos escribe esta página. (J.L.Borges El Hacedor) Comulgamos con que aprender, es un fenómeno que ocurre solamente cuando el observador que somos se modifica (y por ende modifica lo que aprendemos), así “modificados” podemos acceder a nuevas oportunidades de acción.




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Vamos construyendo nuestro futuro a través de las acciones que son posibles para el observador que somos. Este observador se constituye como tal, por las distinciones y discursos en los que se encuentra inmerso. Por lo tanto, la posibilidad de transformación tiene su eje en que nos convirtamos en observadores sagaces del observador que somos y, así en consecuencia podamos reconocer la ceguera que es parte intrínseca de este “ser un cierto tipo de observador”.

Olas de aprendizaje ¿Cuáles son los dominios constitutivos del conocer y del aprender? ¿Cómo es que llegamos a conocer aquello que conocemos? ¿Qué es lo que debemos conocer y aprender? En un contexto tradicional la ética se ha centrado principalmente en definir los códigos morales para la conducta individual, es la responsable de establecer los fundamentos por los cuales las verdades morales deben determinar el comportamiento individual. Aquí nos referiremos a la ética como el dominio que se ocupa de la cuestión básica de cómo en tanto seres humanos podemos llevar vidas plenas, satisfactorias y efectivas, y a la vez vivir en paz y armonía con el resto incluyendo a los animales y la Tierra misma. Para lograr ese objetivo, y lo que necesitamos aprender para poder progresar hacia esa meta centrémonos en los dominios relevantes para ello.

Ola Lingüística Ocupamos buena parte de nuestra infancia, juventud y aún de nuestra vida adulta aprendiendo. Nos hemos dedicado a adquirir conocimientos y habilidades que tienen una base lingüística, conceptos abstractos e información acerca de hechos, y también habilidades elementales involucradas en los procesos de razonamiento y de comunicación. Todo esto fue y es de algún modo, necesario para que pudiéramos definir nuestro rumbo en este mundo. Desde esa perspectiva dos habilidades fundamentales que constituyen este dominio quedan fuera: la capacidad para adquirir distinciones que nos permitan conocer y hacer sentido del mundo, y la capacidad para coordinar acciones mediante los actos del habla y las conversaciones. La función cognitiva de las distinciones lingüísticas El discurso del racionalismo nos dice que el mundo existe objetivamente como tal y que es posible conocerlo de manera independiente a través de los conceptos y capacidades analíticas propias de la razón universal.




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El lenguaje, entendido así va dándole nombre a las cosas que la mente previamente ha distinguido. Dentro de la ontología de la mente, son nuestros hábitos lingüísticos socialmente compartidos los que permiten que el mundo nos sea revelado. El lenguaje, por lo tanto, juega un rol vital, al posibilitarnos la cognición mediante la diferenciación de fenómenos, proporcionando las distinciones que se encuentran codificadas en las palabras. El reconocimiento del origen social de gran parte de nuestro cúmulo de distinciones cognitivas (“conceptos”), tiene evidentemente implicancias éticas de gran importancia para nuestro discurso acerca de lo que es aprender. 2 En primer término, apunta a la necesidad de que abordemos el tema de nuestra ceguera cognitiva. Las distinciones revelan, pero a la vez ocultan. Las distinciones que un médico occidental utiliza respecto al cuerpo no le permiten a él o ella ver lo que un médico chino vería y viceversa. Seremos capaces de ampliar nuestro conocimiento en aras del desarrollo y la transformación personal y social sólo si, como dijéramos con anterioridad, nos volvemos sagaces observadores del observador que somos. Sólo cuando en verdad y con la mayor precisión posible podamos reconocer el lugar desde el que estamos observando, podremos reconocer como movernos hacia un lugar de observación diferente. A pesar del discurso racionalista disponemos de la habilidad para reconocer y reubicar el observador que somos, consecuentemente con el hecho de que este discurso postula un único observador universal de la “verdad”. En segundo término, establece las bases de una regla ética clave, el respeto, la aceptación del otro como un otro legítimo (criterio desarrollado desde la biología del conocimiento por H. Maturana). Esto también se aprende, el aprender a respetar a otros observadores, que ven el mundo de manera diferente a la nuestra, nos proporcionará paz y será una fuente inagotable de amor. Nadie, no importa cuán inteligente ni hábil sea en su capacidad de razonamiento, puede proclamarse como poseedor de la verdad universal y como tal habilitado para poseer el poder coercitivo que tradicionalmente se asocia a ella. Es para vivir juntos en paz, que queremos aprender a demostrar la debida consideración por los valores, formas de vida y formas de conocimiento, diferentes a los nuestros. Es desde ahí como hemos de encontrar soluciones que sean mutuamente aceptables y satisfactorias cuando surja el conflicto Coordinando la acción vía los actos del habla La perspectiva racionalista, postula que nos comunicamos, tanto al hablar como al escribir, básicamente para compartir información. Visualizar el lenguaje únicamente así nos limita en posibilidad de verlo como poder tal como lo dijera el filósofo J. L Austin, “hacer cosas con palabras” El lenguaje es acción e interacción (al igual que la escritura). Como lo formulara John Searle, En su obra Austin, apunta que comunicarse es generar un




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determinado compromiso con el oyente o lector; compromiso que es uno de los varios posibles dentro de lo que podemos denominar actos del habla. 3 Cuando comunicamos información, eso constituye un acto de afirmar algo y al hacerlo está implícito un cierto compromiso, que es el de proporcionar la evidencia necesaria, si así fuera requerido. En cuanto a su capacidad para representar en toda su vastedad lo que conocemos y aprendemos, nuestra actual concepción de lo que es el lenguaje es ciertamente muy limitada. Es razonable suponer que, como muchas otras de nuestras destrezas lingüísticas, nuestra capacidad para realizar actos del habla son innatas (y por ende constituye un atributo humano universal) y no aprendida. Lo que sí podemos aprender es a aumentar nuestra habilidad para utilizar los actos del habla, con el objeto de coordinar nuestras acciones con las de otros. Si queremos aumentar nuestra capacidad para lograrlo efectivamente, requerimos convertirnos en experimentados observadores del conjunto del dominio de los actos del habla. Nuestro compromiso ha de estar en aprender a diferenciar los compromisos comprendidos en las peticiones de los compromisos implícitos en las promesas, de los implícitos en los juicios y las declaraciones, y hemos de convertirnos en expertos en establecer y negociar condiciones de satisfacción. El racionalismo, como ya lo hemos dicho considera que las palabras representan y describen objetos y conceptos que existen y se pueden conocer de manera independiente del lenguaje, entonces el lenguaje en sí mismo no tiene mayor valor intrínseco. Si por el contrario, el lenguaje en sí mismo es generativo, si es a través de las palabras que utilizamos que el mundo se nos revela, entonces necesitamos centrar nuestra atención en el medio mediante en el cual nuestro mundo se genera. Te invito a reflexionar detenidamente acerca de cómo es que nuestro uso recurrente del lenguaje nos constituye en el observador que somos. Entonces, si la coordinación de acciones es dependiente (en parte) de la habilidad que nosotros vayamos adquiriendo para integrar los actos del habla pues, una vez más se hace evidente que requerimos hacer del lenguaje un objeto de estudio, de exploración y de aprendizaje. Hace falta una voluntad consciente para dirigir nuestra mirada hacia el medio utilizado para expresar nuestro pensamiento y nuestras conversaciones. Este es un proceso para aumentar las habilidades y el poder que tenemos somos seres lingüísticos.

Ola Social Con frecuencia olvidamos la dimensión social de nuestro ser. Por ejemplo, creemos que nuestros pensamientos, creencias, opiniones y los valores que expresamos, así como las acciones que de ellos fluyen, son nuestros. Somos totalmente incapaces de reconocer que en buena medida lo que pensamos, decimos y hacemos es nuestra historia y cultura hablando y actuando a través nuestro. Como el pez en el agua no percibe el agua, nosotros a menudo




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ignoramos el contexto que, de manera invisible, nos proporciona todo un marco de referencia de supuestos tácitos y convenciones para nuestros pensamientos, puntos de vista y acciones. Por ejemplo, podemos declararnos adheridos a la creencia que el actual abuso de drogas y tendencias violentas en los colegios se origina en la falta de leyes que restrinjan severamente la posesión y uso de drogas y armas. Al pensar de esta manera, lo que no vemos es que nuestra tendencia a pensar en esos términos se basa en la predisposición de nuestra a atribuirle causas físicas y técnicas a nuestros males sociales. No se nos ocurre que lo que consideramos nuestra propia convicción personal ha sido moldeada -al estar nosotros inmersos en el positivismo de nuestro sentido común racional/científico -de manera automática a pensar de esa determinada manera. Menos aún somos capaces de ver que la fuerza invisible, ese discurso nos hace ciegos a la posibilidad de considerar que otros factores, menos tangibles, puedan estar actuando en esta situación. No esta a la mano considerar la idea que, como postula John Naisbitt, intoxicados por la tecnología hemos llegado a aceptar la violencia como normal; o bien que las balaceras indiscriminadas en los colegios pudieran ser una manifestación de la mayor sensibilización que demuestra la juventud respecto del sinsentido endémico de nuestra cultura, que sistemáticamente destruye o impide establecer conexiones emocionalmente significativas entre los individuos. Comenzar a articular un nuevo discurso acerca de lo que es aprender , requiere poner término a la actual neurosis que manifestamos respecto de los fundamentos de nuestras interpretaciones y centrarse en desarrollar la capacidad para reconocer que los discursos sociales, culturales e históricos moldean nuestro pensamiento, por ende nuestra acción y nuestras formas de interpretación. Aprender a tomar en serio nuestra profunda añoranza por encontrarle sentido a las cosas y poder conectarnos con algo mayor que nosotros mismos puede ser una puerta que valga la pena atravesar para construir la comunidad que queremos. Uno de los resultados más evidentes del reduccionismo que caracteriza los hábitos de aprendizaje típicos de nuestras escuelas y universidades es que, se ha olvidado o no se tiene para nada en cuenta el enorme poder educacional de la comunidad. La comunidad en sí misma es un campo emocional que posee enormes posibilidades desde el punto de vista del aprendizaje. Como miembros de una comunidad podemos aprender ciertas emociones sociales que son decisivas y fundamentales, para el desarrollo de nuestro ser y estar en el mundo tales como el sentido de pertenencia, de solidaridad y de lealtad, la gratitud, el respeto y confianza mutua, y el sentido de trascendencia y de plenitud que se logra como resultado de todas ellas. Es en comunidad también como podemos aprender a nivel emocional lo que podríamos denominar “la saludable insuficiencia de uno mismo”. Porque en una comunidad podemos llegar a darnos cuenta que la tarea, cualquiera que sea, no podrá realizarse sin la ayuda y el apoyo de todos los que pertenecemos a esa comunidad.




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Ola Emocional y corporalidad en el aprendizaje Dados sus orígenes en el racionalismo de Platón y de Descartes, nuestro actual discurso acerca del aprender pareciera con toda naturalidad tender a ignorar la dimensión emocional de nuestro ser. Para un racionalista, el estar libres de toda emoción en cualquier acto cognitivo es un ideal al que todos deberíamos aspirar. Desde mi punto de vista, tal concepción se basa en un profundo error. 9 La emoción puede definirse como una predisposición, tanto corporal como lingüística, hacia la acción el lenguaje también tiene una predisposición a la acción, como hemos visto es en sí una forma de acción. Por lo tanto, aún cuando estemos ocupados en hablar o pensar, siempre estamos inmersos en algún estado de ánimo o emoción. Al privilegiar el pensamiento conceptual olvidamos que cada concepto, cada parte de conocimiento, toda comprensión conceptual, también esta inmersa en un estado de ánimo en particular; y que si cambiamos de estado de ánimo para formular lo que conocemos, entonces también estamos reformulando lo que conocemos. El discurso del individualismo ha jugado el rol de limitar nuestra comprensión del aprendizaje emocional. Desde una perspectiva macro, hemos tendido a considerar la vida emocional desde el punto de vista de los estados psicológicos individuales más que desde una perspectiva social. Lo que hace falta reconocer es que los estados de ánimo y las emociones, se generan dentro de un contexto grupal. En algunos casos, este grupo es la familia. No aprendemos emociones de la misma manera que aprendemos ideas, conceptos, destrezas, etc., esto es, como individuos. No tiene mayor importancia que en una clase de matemáticas haya dos o veinte personas; ni tampoco el carácter social de los participantes en ella tiene mayor relevancia. Cada individuo en ese grupo, si él o ella se aplica, puede lograr el conocimiento allí enseñado. Pero en el caso de las emociones y los estados de ánimo, nuestro aprendizaje depende de manera crítica de la naturaleza del grupo en el que estamos (e incluso a veces del tamaño de dicho grupo). Requerimos exponernos a la emoción tal como ella se crea dentro del grupo mismo. Y este no es el caso de los conceptos y otras habilidades originadas en el aprendizaje donde el contexto grupal es en gran medida irrelevante. Hace falta, la recurrencia, el estar inmerso en los lugares y contextos socio- históricos, y por lo tanto expuestos sistemáticamente y continuamente a los discursos, formas de ser, prácticas, narrativas históricas, convenciones culturales, etc. El aprendizaje emocional requiere de tiempo, permisos, y paciencia (algo escaso en esta era tecnológica). Juzgo que sería muy difícil introducir el aspecto emocional al ámbito educativo, dado el discurso racional vigente en el estamos transparentemente inmersos. Sin embargo creo que podemos comenzar la tarea de crear un campo de




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posibilidades en este sentido cuando atendemos los quiebres que tenemos y comenzamos a trabajar grupalmente en la resolución de ellos. En el trabajo grupal se crea ese campo, cuando las personas que han adquirido un compromiso de aprender se juntan para ello y realizan ciertos rituales al respecto. “Los ritos son necesarios”, decía Saint Exupéry (cap.XXI El principito) Los orígenes de los ritos pueden trazarse hacia las ceremonias de iniciación de remotas sociedades primitivas, dueñas de una gran sabiduría, incluyen -por ejemplo -reservar un lugar especial para esa actividad y la invitación a comprometerse con el proceso de aprendizaje pequeños rituales y evocaciones Desde un punto de vista evolutivo, por ejemplo, la emoción es anterior al lenguaje y por ende, está más profundamente anclada en nuestro ser como seres humanos. Tenemos la asombrosa capacidad de acumular y asimilar enormes cantidades de información y de conocimiento, pero eso no puede proporcionarnos sentido por sí mismo .No hay en sí un significado, sin embargo cuando ví a mi hijo Leo dar sus primeros pasos desprendido ya de la mano de su abuelo experimenté una sensación de sentido y de interconexión que sencillamente no puede explicarse de ninguna otra manera. Pienso, que uno de los mayores desafíos que hoy en día enfrentamos en nuestra cultura, es como abordar la sensación de vacío y de falta de sentido que genera la práctica de un aprendizaje conceptual carente de todo sentido de propósito o de interconexión. Daniel Goleman a través de su obra nos ha introducido en la importancia de esta área por tanto tiempo soslayada aunque la propuesta de Goleman es solo el inicio de un camino del que hemos de apropiarnos para escuchar, lo nuevo, que las emociones tienen para contarnos. Este campo tan primitivo y desconocido por arcaico nos llama hoy desde las entrañas mismas de la Tierra que clama por ser atendida cuidada respetada, no solo conceptualizada y explicada. La naturaleza en comunión con nuestras emociones configuran un vasto campo de creación de sentido, del que nos hemos alejado hasta el punto de olvidar que del polvo hemos venido. Y es el poder de conectarse, de experimentar a nivel emocional la comunión con algo más grande que nosotros lo que permite este aprendizaje. Nuestro discurso occidental moderno no sólo ha ignorado nuestro ser emocional, sino que también ha hecho lo mismo respecto al dominio del cuerpo. Hemos olvidado cómo escuchar a nuestro cuerpo para mantenernos sanos y alcanzar un estado de bienestar. Hemos perdido la habilidad para comprender la estrecha conexión existente entre nuestro cuerpo y nuestros estados emocionales; ámbitos que la investigación científica ha demostrado que son altamente coherentes entre sí. En general carecemos de habilidades que nos permitan distinguir efectivamente entre estados de ánimo y emociones, identificar los discursos sociales que influyen sobre ellos y comprender e incluso diseñar campos emocionales, gestionar sabiamente nuestra corporalidad. A menos que nos comprometamos seriamente con el aprender en este campo de manera integrada,




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lo más probable es que continuemos por una senda en que se incrementará el sinsentido y la falta de propósito en la vida perturbada respecto de una parte significativa de lo que significa Ser Humano en plenitud. Para realizar la actividad del coaching es desde mi punto de vista muy importante estar sintonizados con la continua búsqueda de la coherencia que se da entre nuestras emociones, nuestro cuerpo y la parte lingüística de nuestro ser. El aprendizaje que realice el coachee en el proceso de coaching por lo general es un ajuste en la coherencia que todos tenemos, lo que incluye la necesidad de una intervención a nivel físico. El cuerpo aprende a responder y podemos guiarlo para restablecer eficazmente su salud, vigor y bienestar espiritual. Si continuamos avanzando por este camino de aprendizaje integral creo que tenemos una oportunidad para recuperar el primario estado de armonía y equilibrio entre nuestro cuerpo, nuestra mente, nuestras emociones y la naturaleza, tal como los griegos fueron capaces de lograrlo. Hemos de elevar nuestra voz declarando que no podemos continuar por el camino de la destrucción de nuestro bienestar físico por mucho más tiempo (nuestro cuerpo y la tierra misma) Tenemos que hacer un giro epistemológico, sustituyendo el reduccionismo occidental, por técnicas holísticas que integren también el dominio espiritual, (la meditación, el centramiento, la visualización y la contemplación y también el coaching) a nuestros procesos de educación y aprendizaje.

Ola de la Trascendencia El arte, el teatro, la poesía y la literatura, la música. Esto nos habla de que somos seres dotados de una necesidad de trascendencia. La belleza es una invitación exultante a trascender, a fusionarnos misteriosamente en armonía con el cosmos. Encontrar sentido en el Arte y sentirnos conectados a una realidad superior a través de la experiencia estética es una invitación insoslayable. La belleza merece un escrito a parte que no abordaremos hoy, sin embargo no quiero dejar de mencionar la importancia en el sentido de la vida que tiene la observación la contemplación la apreciación y el regocijarse en la belleza. Todo esto nos conecta con la trascendencia, la Sagrada Familia inacabada, La Piedad apedreada, la Gala de Dalí, El Cinema Paradiso de Tornattore…. Buscamos trascender a través de la espiritualidad. Las religiones occidentales convencionales continúan su proceso de entropía mientras que muchas personas encuentran caminos espirituales alternativos y satisfactorios. Buscamos la posibilidad de liberarnos de la pesada carga del ego, a través de prácticas que proponen la conexión e incluso la fusión con planos más elevados de la realidad. Estamos comenzando a vislumbrar que somos parte de un todo. Fugazmente captamos algunas de las fuerzas arquetípicas que dan forma al alma humana, a la psique de la humanidad, del inconsciente colectivo, y a percibir tímidamente




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primero, que el camino de la sabiduría se encuentra en abrirnos a estas fuerzas para finalmente comprenderlas. Ken Wilber, nos dice que la perspectiva científica no es de ninguna manera incompatible con el adherir plenamente a un camino espiritual, siempre que la ciencia reconozca lo absurdo que es su insistencia en el materialismo y el reduccionismo en un dominio inherentemente no materialista y de orientación holístico, como lo es el espiritual.

Olas de Aprendizaje Aumentando niveles de conciencia Ser Coach, significa desarrollar un observador holístico que no perciba al ser humano como una isla, sino que lo abrace acompañándolo en un proceso de aprendizaje Integral. Comprender que la manera histórica en la que los seres humanos hemos percibido e interpretado el mundo, puede reinterpretarse, puede rematrizarse articulando nuevas explicaciones. Descubrir desde dónde construimos nuestras explicaciones nos permite saber dónde intervenir. La siguiente figura muestra una aproximación al Modelo Omnicuadrante de Ken Wilber para explicar el desarrollo de la conciencia en los distintos estadíos de la existencia y cómo se ven representados en la vida. Para la comprensión profunda de la propuesta de Wilber, te sugiero la obra de Clare Graves, proseguida y perfeccionada por Don Beck y Christopher Cowan en un enfoque al que denominan Spiral Dynamics.' Lejos de ser meros analistas de diván, Beck y Cowan participaron en los diálogos que contribuyeron a acabar con el appartheid de Sudáfrica. Los principios de la Spiral Dynamics se han visto provechosamente aplicados al campo de la reestructuración empresarial, la activi-dad municipal, la reorganización de los sistemas educativos y la eliminación de las tensiones de los barrios pobres. Tal vez convenga señalar que esta investigación constituye una especie de correlato

psicológico del proyecto del genoma humano (el proyecto que se ocupa de cartografiar

científicamente todos los genes del ADN humano) a la que bien podríamos denominar

proyecto de la conciencia humana. Su objetivo, pues, consiste en llevar a cabo un

proceso de cartografiado intercultural de todos los estados, estructuras, memes, tipos,

niveles, estadios y olas de la conciencia humana' (que, como luego veremos, constituye

el componente psicológico de una posible TOE) que complemente estos hallazgos con

los resultados obtenidos en las dimensiones físicas, biológicas, culturales y espirituales.

Y, como también veremos, este mapa psicológico nos ayudará a advertir algunos de los

muchos obstáculos que nos impiden alcanzar una visión más integral de nuestras

propias posibilidades.( K.Wilber, Una teoría de Todo




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Resumen de Las Miradas o perspectivas

De lo que suponemos que deberíamos aprender en el nuevo Discurso Ontológica A tomar en cuenta todas y cada una de las cuatro dimensiones de nuestro ser. A cambiar el objetivo de nuestro aprendizaje, desde el actual propósito de lograr un accionar eficiente hacia el objetivo de lograr vivir satisfactoriamente; donde en vez que el aprender tenga como objetivo el conocimiento, su meta sea la búsqueda de la sabiduría. La expansión de mis conversaciones intrapersonales, la disolución del egocentrismo. Epistemológica A reconocer cómo es que el observador se constituye a sí mismo de manera automática en el lenguaje, las emociones y el cuerpo, principalmente por inmersión en los discursos y derivas sociales, históricos y culturales. A reconstruir al observador que nosotros y los demás somos. A reconocer que al resituar al observador también modificamos los dominios de acción posible. A tomar en cuenta la coherencia intrínseca existente entre las diversas dimensiones de nuestro ser.




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A aceptar la existencia de distintas modalidades de aprender, incluyendo la generación social de campos emocionales y de patrones corporales. Ética A establecer y adherir a que la meta de nuestro aprendizaje es vivir bien y sabiamente, así como en armonía con los demás y la Tierra misma. A ampliar el espectro de nuestro modelo de aprendizaje de manera que comprenda y abarque todas cada una de las cuatro dimensiones de nuestro ser. A recuperar la construcción de conexión y sentido. Las cuatro dimensiones del ser Lenguaje. A reconocer el papel generativo que tiene el lenguaje. A captar como el observador se constituye a sí mismo mediante las distinciones lingüísticas. A usar eficazmente los actos del habla mediante nuestra comprensión del papel del compromiso en la coordinación de la acción. Sociedad A reconocer los discursos sociales, culturales e históricos en los que habitamos, así como el papel que estos juegan en la fundamentación de nuestras interpretaciones. A familiarizarnos con aquellos discursos que se manifiestan recurrentemente como las principales narrativas sociales, tanto respecto del comportamiento social como individual. A recuperar la habilidad para construir comunidad. Emociones/Corporalidad - A reconocer la distinción entre estados de ánimo y emociones, y cómo es que ellos moldean al observador que somos. A distinguir los tipos recurrentes de estados de ánimo y de emociones, incluyendo los que son generados socialmente. A reconocer como la atribución de significado y la conexión son generados a nivel emocional. A ponerse en sintonía con la conexión entre el cuerpo y la naturaleza. A reconocer la coherencia intrínseca entre el cuerpo y las demás dimensiones del ser. A centrar el cuerpo.




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Trascendencia A tomar en serio nuestro impulso hacia la trascendencia, hacia el conectarnos con algo mayor que nosotros mismos. A percibir como las fuerzas arquetípicas modelan nuestro ser. A aceptar el papel que juega la estética en producir armonía y trascendencia hacia la conexión. Cultural Desarrollar un nuevo observador colectivo, capaz de integrar las distintas miradas y derivas que se manifiestan en los seres humanos, siendo capaces de practicar la integralidad de sí mismos, su comunidad, y las diversidad planetaria, asumiendo la responsabilidad de la autocreación desde una perspectiva generativa.

Conclusión

El aprender es un emerger, un nacimiento, un ver la luz. El gran desafío que enfrentamos en esta era es la tarea de elaborar un nuevo discurso acerca del aprender, fundado y multidimensional para adquirir un nuevo nivel de conciencia. Saquemos nuestro discurso acerca del aprendizaje del espacio meramente reflexivo y hagámoslo accesible a todos. Debemos despojarlo de su seriedad y gravedad, y mostrar como el aprender puede abordarse y realizarse con gozo, profundidad y espíritu alegre.

Fuentes bibliográficas

Ludwig Wittgenstein ( Como hiciera notar el filósofo, yo sé que he aprendido algo cuando puedo decir “Ahora sé cómo proceder”) (“Philosophical Investigatios, Oxford, 1953 Noam Chomsky J. L. Austin, “How to Do things With Words” John Searle, “Speech Acts”. John Naisbitt, “High Tech, High Touch”. “La paradoja Global” Daniel Goleman, La Inteligencia Emocional. J.L.Borges (El hacedor. Buenos Aires: Emecé, 1960) Ken Wilber ( Una Teoría del todo) R.Echeverría (La empresa Emergente)

Nancy Diana

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