Suplemento Universitario Septiembre 2014

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Guatemala, 30 de septiembre de 2014, Suplemento Especial de Diario La Hora ¿Nos sentimos plenamente libres en Guatemala?

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Suplemento Universitario Septiembre 2014

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Guatemala, 30 de septiembre de 2014, Suplemento Especial de Diario La Hora

¿Nos sentimos plenamente libres en Guatemala?

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Regina SolísUniversidad del Valle de Guatemala. [email protected]

Alejandra OsorioUniversidad del Valle de Guatemala. [email protected]

Kevin Paúl Villatoro A.Universidad Rafael Landí[email protected]

María José Mejía H.Universidad Rafael Landí[email protected]

Astrid Yohanna Del ÁguilaUniversidad de San Carlos de [email protected]

Ivonne María Hernández V. Universidad del Istmo. [email protected]

José Rodrigo Juárez BrennerUniversidad del [email protected]

Mariana ZamoraUniversidad del [email protected]

Gladys Olmstead.Universidad del Istmo. [email protected]

Terminando el mes en que se conmemora la independencia patria, es oportuno analizar de qué libertad es de la que ha-blamos a partir de una emancipación que, originalmente, fue para que los propietarios de los bienes dejaran de pagar el tributo a la Corona española que les había fijado a las propie-dades con las que obtuvieron su estatus.

Pero resulta que entre el pedido de ser independientes y libres, nos olvidamos de algo que es fundamental: La respon-sabilidad. Porque la libertad no puede ser el medio, sino que es el fin que se logra siendo responsable. En cualquier país del mundo en que el imperio de la ley y las más mínimas nor-mas sociales hacen funcionar la convivencia, se entiende que quien no paga impuestos, a la cárcel; quien maneja bajo el efecto del licor, a la cárcel; quien difame o injurie, a la cárcel; sin que discutamos quién mate o se robe los miles de millones del Estado que ha hecho por décadas de décadas a millona-rios, formado imperios industriales y justificado la impunidad en la que vivimos el resto de guatemaltecos.

Entonces sentirse libre no equivale a pedir que nos dejen en paz y que no se metan con nosotros cuando discutimos sobre ejecuciones extrajudiciales, si pedimos que se prorrogue el mandato de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala o cuando denunciamos que por no haber controles eficientes, el “mercado” termina siendo muy bueno para muy pocos y terriblemente malo para el resto.

La independencia y la libertad deberían ser consecuencia de la responsabilidad como forma de vida. Ser responsables de no permitir que el ladrón se goce la vida aun cuando todos sabemos cómo hizo su plata; no dejar que el asesino camine en paz habiendo dejado sembrado el dolor en tantas familias o dejar de ambicionar ser como el empresario que tiene tanto por evadir al fisco, pactar los contratos anómalos, etc.

Así es que los responsables de no ser libres e independien-tes, somos nosotros como sociedad porque no hemos tenido el valor de asumir la responsabilidad de enfrentar los retos que tiene el país. Es bonito cantar el Himno, llevar la antorcha o ponerse la camisa cuando juega la selección. Pero no es váli-do que sigamos en ese papel tan limitado de creer que porque cumplimos con eso, estamos haciendo patria. Guatemala nos necesita muy, pero muy, responsables porque quiere ser libre e independiente. Ojalá, con el esfuerzo de todos, lo logremos un día.

El sentimiento de Libertad

Página 2/Diario La Hora/Guatemala, 30 de septiembre de 2014

Editorial

LISTADO DE PARTICIPANTES DEL 12º SUPLEMENTO UNIVERSITARIO DEL DIARIO LA HORA

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Regina SolísUniversidad del Valle de Guatemala. [email protected]

Alejandra OsorioUniversidad del Valle de Guatemala. [email protected]

Kevin Paúl Villatoro A.Universidad Rafael Landí[email protected]

María José Mejía H.Universidad Rafael Landí[email protected]

Astrid Yohanna Del ÁguilaUniversidad de San Carlos de [email protected]

Ivonne María Hernández V. Universidad del Istmo. [email protected]

José Rodrigo Juárez BrennerUniversidad del [email protected]

Mariana ZamoraUniversidad del [email protected]

Gladys Olmstead.Universidad del Istmo. [email protected]

La Hora / Suplemento Universitario / Guatemala, 30 de septiembre de 2014 Página 3

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Durante el mes de septiembre en Guatemala es acostumbrado escuchar a niños, jóvenes y adultos gritar el nombre del país y exclamar victorio-sos que gozamos de libertad. Desde carteles en las aulas de los colegios hasta en la misma publicidad de los canales televisivos. Esta palabra pare-ciera ser un común denominador del mes patrio. La razón es más que clara, en septiembre conmemoramos la in-dependencia de Guatemala. Esa libe-ración de sus ataduras históricas con un pasado colonial. Pero, esa mención consecutiva de ese acto nos puede lle-var a una interrogante. ¿Acaso somos realmente libres en nuestro país?

Sabemos que Guatemala es un país soberano e independiente. Pero los ciudadanos que habitamos en este territorio pareciera que no fuéra-mos totalmente libres. Nos hallamos ante una libertad entendida como una facultad natural de obrar de una manera u otra, como también de no obrar. Entendiéndolo de esta manera el enunciado anterior pareciera no ser tan descabellado. Legalmente el gua-temalteco tiene la posibilidad de ac-

tuar de acuerdo a su deseo dentro de la sociedad, y según leyes o acuerdos. Pero ya en la realidad esto no parecie-ra del todo cierto.

Podemos afirmar realmente que todos los guatemaltecos son libres, si día a día se ven muchos casos don-de se coarta esa opción de actuar de acuerdo a su deseo. Un vendedor que busca distribuir sus productos honestamente para brindar susten-to a su familia, pero debe pagar una alta suma de extorsión. Un joven que desea conseguir un trabajo, pero no puede debido a que no tuvo acceso a una educación superior. Incluso un médico que quiere ejercer y atender a sus pacientes de la mejor mane-ra, pero no cuenta con los recursos necesarios. Un maestro que quiere enseñar nuevos conocimientos a sus estudiantes, pero se ve sin ninguna herramienta pedagógica. Son muchos los casos de distintas personas que ven coartados sus deseos o anhelos. Que ven encadenada esa libertad que tanto se exclama y aplaude en el mes de septiembre.

Pero el panorama que se está pin-

tando sobre nuestro país no debe ser una escala de grises. Se puede hacer algo, podemos ge-nerar una verdadera libertad. Es que el trabajar para mejorar la educación, la salud y la economía del país, es tam-bién una forma de buscar esa libertad que es un derecho en nuestra calidad de humanos. Somos nosotros, siendo ciudadanos guatemaltecos, los que tenemos la opción de buscar el vivir en una verdadera libertad. No es una faena que pueda serle entregada a cualquiera, somos nosotros los que debemos reconocer nuestra labor en el trabajo por la libertad y la paz misma. Si realmente queremos asegurar la existencia de una verdadera libertad para cada ciudadano, debemos traba-jar para que ésta misma se logre. Qué mejor manera para conmemorar la independencia del país que compro-metiéndonos para hacer del mismo un lugar mejor, una nación en donde la libertad realmente se viva.

Guatemala celebró su Independencia el 15 de septiembre de 1821 con un acta que en su primer apartado explicita que las consecuencias serían temibles en el caso de que la proclamase [la in-dependencia] de hecho el mismo pueblo. Una Independencia desde arriba que pocos cambios gestó para los de abajo, esos tantos. Y alrededor de este hecho se construye patria, nos mueve para “unirnos” y salir a las calles a correr con antorchas y re-cibir alguna refacción por parte del gobierno de turno. Pan y circo necesita el pueblo. Y así se nos construye la ilusión de la libertad, con el estómago lleno de comida patrocinada y los ojos ilumi-nados por el fuego.

Pero para ser libres, necesitamos conocer nuestras condiciones, ser conscientes. Por esto la importancia de las comunicaciones. Lamenta-blemente, en Guatemala los medios más difundidos reproducen un dis-curso que busca mantener la estructura social con tintes coloniales que venimos arrastrando desde hace tantos años. Se requiere de información objetiva, libre de cooptaciones e intereses vendidos. Eso, en un país como Guatemala, es complicado cuando es evidente la represión constante en contra de periodistas.

Según el Informe Anual de la Comisión Interamericana de los Dere-chos Humanos (2013), el 11 de abril de ese año periodistas de Emisoras Unidas y Prensa Libre habrían sido agredidos por parte de agentes de la Secretaría de Asuntos Administrativos y de Seguridad de la Presidencia (SAAS). Ante esta situación, Otto Pérez Molina afirmó que había emitido órdenes explícitas para que un incidente de esta naturaleza no volviera a suceder. Basta con recordar los hechos recientes de agresión en contra de periodistas de elPeriódico (una vez más por miembros de la SAAS la mañana del 18 de septiembre de 2014) para comprender el compromiso que tiene el gobierno para garantizar la práctica libre de la comunica-ción. El informe presentado por la PDH en abril de 2013, muestra que en el año 2012 se incrementó el número de solicitudes de información recibidas por las instituciones estatales. Esto se puede interpretar como una demanda por parte de la ciudadanía para conocer la situación nacio-nal. Sin embargo, en dicho informe se constata que pocas instituciones otorgan la información requerida. La PDH contabilizó que para el 2011 se entregaron 409 informes, mientras que para el 2012 únicamente 342. El estudio, además, realizó un monitoreo de 200 páginas web para verificar que cumplieran con la Ley de Acceso a la Información Pública, 164 de esas plataformas en línea obtuvieron un resultado deficiente. Se necesita la información para poder difundirla de una manera clara al resto de la población.

UNICEF (2013) señala que el gasto en educación como porcentaje del Producto Interno Bruto de Guatemala es de aproximadamente 2,4%, en comparación con 4,4% del promedio en América Latina. Un obstáculo más para el desarrollo de capacidades que permitan entender mi alre-dedor y actuar. Saberme libre implica conocer mi contexto, la realidad y su historia para poder analizar mis condiciones y decidir con plena cons-ciencia sobre las mismas.

Entonces, Guatemala como un país con serias deficiencias en materia de libertad de expresión y educación ahoga el desarrollo de las mentes limitándoles a una sola forma de ver la vida. Forma que favorece a unos pocos. La libertad debe entenderse más allá de mis condiciones materia-les y físicas. Lleva consigo un elemento de conciencia sobre lo que soy, cómo se ha construido y las herramientas que tengo para transformarla. Por eso es tan juzgada la condición del ser humano libre, porque camina y cuestiona. Esos pasos que hacen temblar estructuras e ideas que laceran, de a poco, el torso del monstruo indiferente a la realidad.

El 15 de septiembre celebramos un aniversario más de la independencia de nuestro país; sin embargo, puedo afirmar que muchos de sus ciudadanos no se encuentran satisfechos con el respeto a sus derechos más sagrados, en especial a su dignidad humana, que les impide alcanzar las condiciones apropiadas para su desarrollo pleno.

Hace ya 66 años surgió a la vida la Declaración Universal de los Derechos Humanos resaltando en su Preámbu-lo la “dignidad intrínseca… de todos los miembros de la familia humana y afirma a continuación en el artículo 1º: “Todos los seres humanos nacen li-bres e iguales en dignidad y derechos”. Un año después, en 1949 el pueblo de Alemania, impactado por la tragedia inconmensurable del régimen nazi, redactó en la Constitución el artículo 1º: “La dignidad humana es intangi-ble. Los poderes públicos tienen el deber de respetarla y protegerla”. En la actualidad muchas constituciones de la segunda mitad del siglo XX (acor-de a la evolución del derecho Consti-tucional de la mayoría de los países) se refieren al respeto de la Dignidad

Humana como fundamento y finalidad esencial del Estado de Derecho.

El derecho al ejercicio de la liber-tad está unido en forma íntima a la dignidad de la persona humana. Este derecho debemos reconocerlo y prote-gerlo conforme a los límites del bien común y al ordenamiento jurídico. En ese orden de ideas todo ser humano debe brindar a cada quien el respeto al que éste tiene derecho. ¿Cómo se prac-tica la libertad?, ésta se ejercita en las relaciones entre los seres humanos. Una de las oportunidades más valiosas para fomentar la libertad se presenta en las aulas del país, en la interacción alumno – maestro. Es un reto para las autoridades educativas transformar la educación de Guatemala. Deberían enfocarse en seleccionar maestros con vocación de preparar niños y jóvenes ejercitados en la práctica de la liber-tad. No del libertinaje. Maestros que cultiven la inteligencia y el cuidado de la voluntad del niño y del adoles-cente. Profesores que profesan educar en cada acto de su vida, dispuestos a extraer lo mejor de las personas con-fiadas a su cuidado. Docentes conven-

cidos de la n e c e s i d a d de cambiar las reglas del juego en el proceso de enseñanza – aprendizaje, interesados en fomentar la participación activa de sus muchachos, en donde las estrellas del proceso son los alumnos. Motiva-dos a promover el crecimiento y desa-rrollo de los jóvenes en los aspectos intelectual, espiritual, moral, físico y psicológico.

Desde hace muchos años Guate-mala ha descuidado a sus niños y a sus jóvenes al no brindarles ambientes apropiados y seguros para un desa-rrollo satisfactorio, los criterios técni-cos para la construcción de edificios escolares y modernos, brillan por su ausencia. Sindicatos de trabajado-res de la educación que velen por la educación y superación del país hacen mucha falta. Existen sindicatos plega-dos a las autoridades y en esas condi-ciones no hay maestros que prediquen con el ejemplo, en cuanto a libertad y dignidad humana.

Universidad del Valle de Guatemala

ALejAndrA OSOriO

reGinA SOLíS

Universidad del Valle de Guatemala

Sin conocimiento, no hay emancipación

Un proyecto para trabajar en equipo: libertad

Guatemala no construye la libertad

Página 4/Diario La Hora/Guatemala, 30 de septiembre de 2014

Kevin PAúL viLLAtOriO

Universidad Rafael Landívar

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La Hora / Suplemento Universitario / Guatemala, 30 de septiembre de 2014, Página 5

94 años de vivirla, por Guatemala

Responsabilidad

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Cada 15 de Septiembre los guatemaltecos celebramos un año más de ser independien-tes. En este día se lleva a cabo el desfile en la Plaza de la Constitución, muchos jóvenes marchan orgullosamente para celebrar a la patria, otros muchos corren con antorchas alrededor del país. Por lo que, al considerar que este año cumplimos 193 años de haber sido proclamados como una nación libre y soberana, me pregunto, ¿seremos realmente libres?

Muchos dirán que somos libres porque cada uno, como ser hu-mano individual, es capaz de tomar decisiones y hacer “lo que le plazca”. Pero, en mi opinión, esto no es libertad. El concepto va más allá. La Real Academia Española la define como “la facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, y de no obrar, por lo que es responsable de sus actos”. El ser li-bres como individuos viene dado por nuestra naturaleza humana. Sin embargo, al hablar de libertad debemos pensar más allá del individuo y tomar en cuenta que su ejercicio no se puede dar sin el de la responsabilidad. En otras palabras, cada una de nuestras acciones debe llevar una reflexión sobre el efecto que causará en los otros, sobre todo si es dañino. Libre es aquel que decide pasarse un semáforo en rojo. Esa persona tuvo la opción de hacerlo pero no fue responsable porque pudo causar un accidente o pudo recibir una multa por cometer un hecho que va en contra de la ley. En este caso, el ciudadano no consideró las consecuencias de sus actos, algo que la verdadera libertad no puede obviar.

“Guatemala libre” una etiqueta establecida y firmada, en 1821, en el pergamino del Acta de Independencia, un concepto que ve-mos constantemente en el escudo de nuestra bandera nacional y que parece que de ahí no sale. Guatemala vive, hoy en día, una situación en la que son pocos los ciudadanos que ejercen su liber-tad, en cuanto a la posibilidad de hacer lo que verdaderamente quieren; pero tampoco la ejercen en términos de ser responsables de sus actos. ¿Somos libres entonces? Me atrevo a decir que esa no es una facultad que se les pueda atribuir a los guatemaltecos. Los chapines día a día debemos enfrentar situaciones que nos limitan en muchos aspectos. Cosas tan cotidianas como no poder bajar los vidrios del carro por miedo a que nos asalten, el abstenerse de uti-lizar el transporte público porque es demasiado peligroso o tener que utilizarlo a pesar del miedo a ser víctimas de la violencia, son hechos que demuestran que nuestro derecho no es respetado. Tris-temente, Guatemala es libre en papel, pero en realidad seguimos siendo esclavos de la inseguridad, la violencia, la corrupción, la po-breza, la desnutrición, la discriminación, el analfabetismo, entre muchos otros problemas que aquejan a nuestra sociedad.

¿Qué hacemos para ser libres y sentirnos libres? Podemos empezar cambiando cada uno de nosotros; reflexionando antes de actuar, tomando decisiones acertadas, buscando no sólo el beneficio propio, sino el de los otros también. Seremos libres en la medida en la que consideremos las consecuencias de nuestros actos, haciéndonos responsables de los mismos; también cuando pongamos a trabajar a nuestra conciencia y nos demos el lujo de escucharla. Los invito a dejar el egoísmo, a luchar por un país dife-rente, y a buscar el bien en todo lo que hagamos; porque al final, te queremos, Guate, te queremos ver un día verdaderamente libre, soberana e independiente.

¿La Patria de la oligarquía, de la bur-guesía rezagada, del pueblo o de Guate-mala? Desde el siglo XIX se ha idealizado la Patria como símbolo de libertad y felicidad en la población del territorio guatemal-teco, sin embargo, esta desde sus inicios generaba cierta exclusión social dentro del concepto mismo y mucho más en la práctica. Surgió la dicotomía de la Patria grande/Patria chica, la primera hacía refe-rencia a una integración de naciones y la segunda a la cohesión en la población de un país específicamente.

Pasaron los años planteando nuevos debates e ideales en la necesidad de una identidad y surgimiento de la Patria, esto dio como resultado intentos fallidos; pa-saron las décadas y se establecieron dicta-duras que favorecían a la oligarquía y bur-guesía de la época, estas últimas eran (y algunas son actualmente) descendencia y consecuencia de la colonia. Con el tiempo se establecieron legislaciones que gene-raron desigualdad jurídica y estructural, esto a causa de la manipulación del poder estatal, dependiendo el contexto histórico nacional, regional y mundial.

La historia del país ha permitido el in-greso a nuevos actores en el territorio, el desarrollo de muchos otros asentados con los años y que han derramado su linaje con mucho cuidado y sutileza entre sus relaciones económicas y consanguíneas,

esto para no mezclarse con quien perjudi-cara el desarrollo de su árbol genealógico, y así, poder acrecentar más capital y man-tener poder político. Pocos se jactan de su amor al país a través de las riquezas que este les genera, del estatus legal del cual se benefician, pero dudo que existan lazos de identidad por los cuales amen Guate-mala.

¡Qué linda es Guatemala! ¡Qué bella geografía! ¡Qué pueblo tan colorido! ¡Qué linda la tierra del Quetzal! Tan linda su gente que pasó del Reino Español al oc-cidental… Sí, que linda es para el turista y quien pueda disfrutarla sin ser asueto nacional.

Esos trajes “típicos” aún son el pan diario de discriminación y exclusión de muchas personas, los diferentes tipos de violencia nos acechan, no existe libertad más que en el pensamiento, aunque este se encuentra limitado por el alto índice de analfabetismo, la desigualdad económica genera una brecha entre las relaciones sociales, se ignora el conocimiento de las diferentes culturas asentadas en el terri-torio, las leyes siguen siendo discriminato-rias y manipuladas, el retraso es cada vez más obvio para lograr la consolidación de una Patria que buscaba libertad y felicidad en la población.

No existe cohesión ni desarrollo, la integridad de las personas fue y sigue

siendo ultrajada. Se soñó con una Patria grande y una Patria chica, han pasado 193 años y a pesar de ello ninguna de las dos se ha acercado al objetivo.

La creación de una Patria ideal es labor de los diferentes sectores que conforman la sociedad y del individuo, se deben eli-minar las condiciones hostiles que gene-ran el retraso del desarrollo íntegro de las personas, se deben generar espacios de identidad entre la población, dejar de ignorar al vecino y aprender a desarro-llar relaciones de cooperación y diálogos constructivos, conocer la historia, tener la necesidad inherente de saber qué pasa con el pueblo, dejar atrás los intereses in-dividualistas de los gobiernos, los grupos económicos y sectores políticos, crear le-yes sin manipulación sectorial y respetar-las, conocer y aprender de los diferentes grupos que son parte del territorio, es-cuchar sus necesidades y comprender su desarrollo, y con ello empezar a generar propuestas integrales con objetivos rea-les y concretos, y quizá así, poder fijarse un compromiso con el país con el cual celebran “la Patria” que ni siquiera se ha asomado.

Hace poco tiempo leí una frase de Goethe que decía: “nadie es más es-clavo que el que se tiene por libre sin serlo”. Eso me hizo reflexionar y pen-sar ¿Somos realmente libres o simple-mente creemos serlo?

Cuenta la historia que un 15 de septiembre de 1821 Gabino Gaínza convocó, en el Palacio Nacional a la famosa Sesión Histórica, en la cual los Próceres firmarían el acta que nos nombraba como nación independien-te. Un par de minutos después, María Dolores Bedoya salió a las calles a gri-tar INDEPENDENCIA. A partir de aquel día se afirmó que Guatemala era un país independiente, mas no libre.

Muchos tienden a confundir la palabra libertad con independencia, pero no son lo mismo. La independen-cia es aquella situación en la cual un país no es sometido a la autoridad de otro. La libertad por el otro lado es “la capacidad de la conciencia del hom-bre a obrar según su voluntad”. Ahora pensemos, ¿somos realmente libres entonces?

Si libertad es obrar según mis de-seos, mis sueños, mis anhelos y mis

objetivos teniendo como base mi conciencia, entonces creo señores que no somos libres del todo. ¿A cuántos guatemaltecos vemos todos los días trabajando en lugares donde los ex-plotan por el simple hecho que tienen necesidad de trabajar? ¿Cuántas veces no nos hemos muerto de calor en el carro por miedo de bajar las ventanas? O donde dejamos a los niños y jóvenes que soñaban con ser doctores o inge-nieros, que abandonan sus sueños y los cambian por un par de pelotas, un traje de payaso y un semáforo. ¿Dón-de está la libertad? ¿Somos esclavos entonces de la situación de nuestra sociedad corrompida?

Actualmente estamos viviendo en la época del relativismo. De seguro que si preguntamos a las personas en el país si se sienten libres, proba-blemente digan que son libres para algunas cosas, son medio libres para otras y poco libres para otras cuantas. La libertad en nuestro país está limi-tada por las condiciones que impone la sociedad en la que vivimos.

Ahora, no solo la sociedad con-diciona nuestra libertad personal.

¿No somos también es-clavos de los vicios, de las riquezas, de los temores y de nuestros miedos? Si queremos ser libres, empecemos por nosotros mismos. Despojémonos de todas esas cosas que ciegan nuestros ojos y atan nuestras manos y pies y nos convierten en esclavos. Solo así lograremos ser un país libre.

Dejemos de gritar LIBERTAD por las calles y mejor gritemos seguridad, educación, salud… ¿Si tenemos un país con las condiciones adecuadas, seremos ciudadanos libres? O acaso ¿Siendo nosotros libres podremos formar un país con las condiciones adecuadas?, solo de esta manera tendremos la oportunidad de elegir, de soñar y de lograr nuestras metas. El hombre llega a ser feliz de manera plena, solamente hasta que alcance su libertad personal, hasta que todas las decisiones que tome lo hagan fe-liz porque le traen el bien de manera integral.

ivOnne MAríA Hernández v.

Universidad del Istmo

Guatemala, te queremos soberana, libre e independiente

Mes de “la Patria”, ¿Patria de quién?

Libertad, la realidad de un sueño

AStrid YOHAnnA deL áGUiLA

Universidad de San Carlos de GuatemalaMAríA jOSé MejíA H

Universidad Rafael Landívar

Página 6/Diario La Hora/Guatemala, 30 de septiembre de 2014

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rOdriGO jUárez Brenner

Universidad del Istmo

MAriAnA zAMOrA

Universidad del Istmo

“Las cadenas de la esclavitud sola-mente atan las manos: es la mente lo que hace al hombre libre o esclavo.” Franz Grillparzer  (1791-1872). Drama-turgo austriaco.

Libertad. Es una palabra curiosa, que sin embargo se usa para muchas cosas: nombrar puentes, calles, personas… Pero su significado original, ¿cuál es? Recuerdo que en mi último año en el colegio, en la clase de filosofía tuve que aprenderme de memoria el significado de casi 200 palabras. No recuerdo to-dos, claro está, pero el de libertad sí. Se conoce como libertad a la “autodeterminación al bien”.

Es una definición corta pero compleja, si la analizamos por partes es más sencillo comprenderla. Al decir que algo es “auto-determinado”, significa que está definido por sí mismo. En su naturaleza ya está especificada una postura, es algo que viene dentro de nosotros. Por su parte, “al bien” es lo que con-vierte la libertad en algo más que sólo decidir.

La toma de decisiones es algo relativamente fácil, elijo lo que quiero. Sin embargo, lo hago en uso de mi libertad. Una facultad propia del ser humano, que por naturaleza busca el bien. Cuando nosotros elegimos no hacer las cosas bien, o cuando deliberadamente no terminamos algo que nos acer-caba al bien, dejamos de ser libres. Así como también, si no buscamos perfeccionarnos, no estamos siendo completamen-te libres.

Lo que me lleva a la pregunta, ¿qué tan libres somos si nuestro actuar no pertenece a nuestro interior? He escuchado muchas veces a las personas utilizar la frase “puedo porque soy libre”. Esta frase no está mal, es verdad que la libertad no limita el “poder” que la física nos da. Sin embargo, no porque puedo… debo. Poder y deber no son equivalentes, y es en el deber donde se encuentra el fin bueno que buscamos. Y es por esta simple razón que las adicciones no nos hacen libres, consumir drogas o alcohol, destruir y arruinar, no representan libertad porque no nos perfeccionan ni nos acercan al bien.

Con esto dicho, puede cada uno preguntarse: “¿Soy real-mente libre?” Y en honor a los 193 años, que cumple Guate-mala de “libertad”… ¿Somos los guatemaltecos libres? ¿Ac-tuamos con libertad? Y es aquí donde podemos empezar a reflexionar… Nosotros, somos y hacemos Guatemala. Si no tenemos libertad, porque no sabes elegir el bien, ¿no forma-mos un país libre? Vivir con miedo no es libertad, matar por dinero no es libertad ni tampoco lo es robar en cada semáforo.

Si nosotros no somos libres, ni tomamos decisiones cons-cientes, que nos perfeccionen y que mejoren a Guatemala, los 193 años, transcurridos desde 1821 hasta este 2014, no signi-fican nada. Porque no vivimos con libertad, no somos libres… A pesar de que podemos movernos a donde queramos. Las cadenas no representan esclavitud, en cambio, si en nuestra mente o en nuestra capacidad de elegir el bien hay obstácu-los, la libertad queda tan reducida, hasta casi llegar a cero.

Es importante mantener en mente, que cada acción cuen-ta… Y que todo lo que hacemos nos define a nosotros y al país. Es nuestra oportunidad, ¡hagamos de Guatemala un país libre!

El pasado lunes 15 de septiembre hemos celebrado el aniversario de la proclamación de Independencia, día en el cual hemos sido testigos de diferen-tes manifestaciones de patriotismo que han ido desde la simple colocación de una pequeña bandera en las portezue-las de los carros hasta la participación ciudadana en las ceremonias realizadas en la Plaza Mayor de la capital o en las actividades de la Feria de Independen-cia de Quetzaltenango. Pero a pesar de dichas manifestaciones cívicas, ¿realmente vivimos en un país libre y soberano? ¿Es cierta la inscripción que contiene el pergamino de nuestro escu-do nacional?

El 15 de septiembre de 1821 fue firmada el Acta de Independencia, con la cual la Capitanía General de Guatemala, dependiente de la Corona Española, declaró su independencia de forma pacífica y estableció una re-pública que comprendía las provincias de Chiapas, Guatemala, San Salvador, Comayagua (actual Honduras), Nica-ragua y Costa Rica. Cuatro meses duró la época independiente ya que la joven nación fue anexada al Imperio Mexica-no. Dicha unión duró tan sólo un año y medio, hasta la disolución del Imperio de Iturbide; entonces las provincias centroamericanas decidieron separarse de México, salvo Chiapas que prefirió permanecer anexada. El 1 de julio de 1823 se firmó la Declaración de Inde-

pendencia absoluta de Centroamérica, que proclamaba una verdadera inde-pendencia de España, de México y de cualquier otra nación extranjera. La República Federal de Centro América estuvo vigente por poco menos de dos décadas por los conflictos existentes entre conservadores y liberales que de-rivaron en sangrientas guerras civiles que desintegraron la Federación. Bajo el mando del conservador Rafael Carre-ra, la Provincia de Guatemala se separó de la Federación Centroamericana y se constituyó como república el 21 de marzo de 1847. Hasta esta fecha puede considerarse a Guatemala como una república realmente independiente y autónoma.

Por tres décadas, el gobierno con-servador prácticamente mantuvo el sistema colonial anterior a la Indepen-dencia, en el que sólo la aristocracia criolla se vio realmente beneficiada de la emancipación del país. En 1871 fue depuesto el gobierno conservador y fue instaurado uno de pensamiento li-beral, que supuso un cambio completo en la economía y la política, las cuales se ajustaron a los intereses de la élite liberal. El gobierno liberal expropió tie-rras a la Iglesia y a los indígenas para concederlas a los militares y extranje-ros, entre los que resaltó la United Fruit Company que llegó a ser a principios del siglo XX la principal fuerza econó-mica del país. Las dictaduras liberales

re p r i m i e ro n la oposición política, res-t r i n g i e r o n la libertad de prensa, decreta-ron leyes de trabajo forzado a los indígenas y otorgaron en concesión las principales instituciones públicas.

El 20 de octubre de 1944 estalló una revolución popular que depuso a las dictaduras liberales e instituyó un gobierno democrático, cuyo in-terés principal fue la búsqueda del bienestar de todos los guatemaltecos. Durante la Revolución, Guatemala dis-frutó de una época de verdadera liber-tad y desarrollo en todos los niveles; sin embargo, la primavera sólo duró diez años. En 1954 la CIA ejecutó un plan que culminó con el derrocamien-to de Jacobo Árbenz y la implantación de un gobierno contrarrevolucionario de tendencia anticomunista. El golpe de Estado ocasionó divisiones en el Gobierno y el Ejército, que años más tarde desencadenó un conflicto arma-do que duró 36 años y condujo al país a una época de represión y violencia. En 1996 se firmaron los Acuerdos de Paz e inició un período de democrati-zación; pero las secuelas de la guerra siguieron vigentes y han resultado en la corrupción, violencia y subdesarro-llo que actualmente vivimos.

Nos gusta pensar y sentir que somos libres. Detestamos que alguien nos domine, nos diga qué hacer, o decida sobre nuestro futuro. En algunos casos pedimos consejo, pero la decisión final es siempre solo nuestra. No hablo de un deseo de libertad adolescente, esa época de la vida en la que odiamos a nuestros papás porque no nos dejan sa-lir de fiesta cuatro días a la semana… No, me refiero a esos deseos sinceros que todos tenemos de libertad.

Experimentamos la libertad cada vez que estamos “indecisos”. “No sé si ir o no a clase hoy, ¿tomo este curso o me-jor otro?, no sé si salir por la noche o mejor quedarme durmiendo”. El simple hecho de que a veces no sabemos qué hacer, decir o pensar pone en evidencia la toma de decisiones que hacemos día a día.

También experimento mi libertad cuando veo que puedo mantener o no mis promesas y compromisos. Soy tan libre que puedo comprometer mi fu-turo. Puedo involucrarme con un pro-

yecto que exija dedicación de tiempo y energías o decidirme a estudiar una carrera y acabarla.

Cuando tomamos una decisión, por fuerza estamos renunciando a otras opciones. En otras palabras: entrega-mos nuestra libertad. Por ejemplo, si decido viajar en las vacaciones a El Salvador, renuncio a miles de destinos en Europa y el resto del mundo. Pero a nadie se le ocurre decir que por eso no soy libre. Yo tomé libremente la deci-sión de visitar ese país y en mi decisión también iba el conocimiento de otros países a donde no viajaría.

Por eso, paradójicamente, la libertad se experimenta con la donación, con la toma de decisiones y no con la inde-pendencia de quien no tiene la madu-rez para decidir sobre su propio futuro.

Libertad es poseerme, decidir sobre mí. Solo si me poseo tendré la capaci-dad de darme, de comprometerme, de exigirme, de buscar lo bueno, de tener valores. El que no ejercita su libertad se deja llevar como las veletas, según

la dirección en la que sople el viento.

La madurez integra opuestos: dolor y felicidad; privación y ganancia, obli-gación y voluntariedad, libertad y compromiso. Soy libre cuando no ten-go miedo de amar y de sufrir por amor, cuando me ato libremente a un ideal, cuando cumplo mis compromisos cues-te lo que cueste. Quien no quiere entre-gar su libertad vive atado para siempre a sus propios caprichos.

Entendiendo así la libertad, qué claras y ciertas resultan las palabras del poeta español, en las que une dos opuestos o mejor aún, aparentes opuestos, libertad y compromiso:

¡Sí, cada vez más vivo –más pro-fundo y más alto–, más enredadas las raíces y más sueltas las alas! ¡Li-bertad de lo bien arraigado! ¡Segu-ridad del infinito vuelo!

Juan Ramón Jiménez

Libertad más allá del límite

¿Libertad, 15 de Septiembre de 1821?

“Más enredadas las raíces y más sueltas las alas”

Diario La Hora/Guatemala, 30 de septiembre de 2014 /Página 7

GLAdYS OLMSteAd

Universidad del Istmo

Page 8: Suplemento Universitario Septiembre 2014

Página 8 / La Hora / Suplemento Universitario / Guatemala, 30 de septiembre de 2014