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Suplemento Científico de La Jornada Veracruz i La Jornada Veracruz i La Jornada Veracruz Domingo 7 de mayo de 2017 i Año 7 i Número 74 i Coordinador: Manuel Martínez Morales

Castillos sobre arenas movedizas:divulgar las ciencias humanísticas

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Director: Tulio Moreno Alvarado / Subdirector: Leopoldo Gavito Nanson / Coordinador: Manuel Martínez Morales / Edición: Mayra Licona Aguilar / Corrección: José Armando Preciado Vargas

Correspondencia y colaboraciones: [email protected] / Facebook.com/ElJarochoCuantico / Twitter: @jarochocuantico

Comité Editorial: Carlos Vargas Madrazo, Valentina Martínez Valdés, Lorenzo M. Bozada Robles, Hipólito Rodríguez y Lilia América Albert

2 El Jarocho cuántico 7 dE mayo dE 2017

Las ciencias humanísticas hoy en día se encuentran en una situación muy favorable en lo que a la reflexión y la discusión se refiere. Pero el lugar

que en nuestros días ocupan no fue algo fácil. Tuvieron que pasar años de dificultad para ser consideradas parte de la innovación epistemológica a la par de las ciencias “duras” o “fácticas”. Si analizamos el panorama general de su estatuto en el campo teórico y prác-tico, podremos ver numerosos avances significativos. Gran parte de las contri-buciones a la tecnología tienen que ver con recursos que parten del campo de lo humanístico.

Desde este punto de vista, en este número de “El Jarocho Cuántico” se pre-senta una serie de textos que el Círculo Analítico de Xalapa (CAX) tiene a bien mostrar en materia de divulgación de la Ciencia. Cada uno de ellos es el resultado de las sesiones de discusión en torno al tema. El CAX, como una organización independiente que tiene como punto de inicio y final el análisis de temas sociales, científicos y culturales en general, considera que las ciencias humanísticas merecen un sitio en la co-municación científica.

En este sentido, el artículo titulado “Hacer castillos de arenas sobre arenas movedizas”, de Óscar Escárcega, dis-tingue la clasificación de las ciencias, entre formales, empíricas y humanísticas, para abordar el problema del objeto de estudio de estas últimas. En el segundo texto, “México, una política endeble en materia de Ciencia y Tecnología”, la autora y filósofa analítica Vanessa González Serna comparte su crítica a las actividades de producción y calidad en la institución dedicada a la ciencia. Nos muestra el problema actual en materia de políticas aplicadas a la investigación.

El tercer texto, “Lógica computacio-nal”, de Eduardo Vázquez Reyes, pre-senta un panorama de los avances en la relación entre lógica e informática. Nos muestra un artículo que describe el aná-lisis de datos, patrones de razonamiento y de programación explicativas. En el siguiente trabajo, “Multiculturalidad”, Rogelio León González describe los pro-cesos históricos e ideológicos que impli-caron los cambios en la concepción de costumbres en Occidente.

Christian López Domínguez Analiza en su escrito “La ética de lo políticamente correcto” desde la significación de las

palabras que se utilizan para la creación de eufemismos. En ese contexto sostiene el autor que: “No hay que ‘amabilizar’ el lenguaje mediante eufemismos que úni-camente modifican la palabra, pero no su significado; lo que hay que modificar es la significación, ahí radica un cambio ético que repercuta en las acciones”.

En el último artículo de este suple-mento, el colaborador del CAX, Christian Leobardo Martínez Aguilera nos com-parte el texto “Estar en diálogo”, mismo en el que explica la idea del filósofo Georg Gadamer sobre la Hermenéutica (rama filosófica que se encarga de la interpretación). Las redes sociales son el objeto de meditación a lo largo de su abordaje en este suplemento.

Esperamos sinceramente que cada uno de estos textos invite a la reflexión atenta y cuidadosa de los temas que hoy en día preocupan a quienes pre-tendemos hacer ver que las ciencias en general y las ciencias humanísticas en particular son un elemento primordial para mejorar las condiciones sociales en las que nos encontramos i

w Círculo Analítico de Xalapa (CAX)

Divulgando las ciencias humanísticas

Cuando pensamos en la palabra cienciainmediatamente vienen a nosotros, por un lado, términos de carácter teórico como: objetividad, universalidad, formalidad,

y por el otro, de contenido metodológico, tal es el caso de esclarecimiento de términos, delimitación de objetos y campos de estudio. Ahora bien, al referirnos a las ciencias humanísticas resulta poco claro si estas pueden tener los atributos ya mencionados. Cabe aclarar que esto se debe a lo indeterminado que resulta su objeto de estudio.

Las humanidades y su campo de estudio

Ha pasado más de un siglo (134 años para ser más exacto) desde que Dilthey proclamaba el estatuto científi co de las humanidades bajo el nombre de “ciencias del espíritu” (CE). Con este término se abrió la posibilidad de pasar de la refl exión de lo humano a la realización de científi ca del mismo. Sin embargo, hoy día ya no se utiliza esta denominación para las diferentes disciplinas humanísticas, las cuales ahora son “ciencias sociales” (CS), pero ¿a qué se debe este cambio?, ¿acaso el objeto de estudio es diferente para las humanidades? o, en otras palabras, ¿existe una radical diferencia entre estudiar ciencias humanas y ciencias sociales?

A primera vista, resulta risible tal cuestión, pero de fondo tiene un carácter importante para entender el cambio de paradigma en el terreno de las humanidades, tanto a nivel teórico como, también, en aplicaciones metodológicas. Asimismo, evidencia la difi cultad de esclarecer y determinar un claro estatuto científi co.

Las CE consideraban lo humano (la ética, la política, la fi losofía, etcétera.) como un producto derivado de una naturaleza específi ca, es decir, que todo conocimiento se encontraba regido por un precepto ontológico, el cual debía ser interpretado desde las condiciones de una ciencia comprensiva y no explicativa. Por su parte, las CS estudian el medio en el cual se desarrolla lo humano, a saber, las estructuras culturales (ideológicas) y sociales (instituciones y sistemas que mantienen determinadas ideas y posicionamientos).

Cabe observar lo interesante que resulta el cómo es que los estudios humanísticos pasaron de una búsqueda de lo general y totalidad de lo humano hacia lo particular, al delimitar campos y objetos de estudio específi cos; por ejemplo: la antropología, al dejar de preguntarse qué es el hombre y el lugar

de éste en el mundo fi jó sus esfuerzos por investigar qué es la cultura.

Como ya se pudo hacer notar la problemática aquí no radica en si es posible hacer desde las humanidades ciencia o no (problema de las CE), o bien, si ésta puede o no usar metodologías cuantitativas o cualitativas (problema de las CS); sobre todo porque ambas disputas están medianamente solventadas, sino más bien sobre el objeto de estudio de las ciencias humanísticas hoy día y la pertinencia que éstas tienen.

Habría que preguntarnos, antes que nada, si después de la desmitifi cación de un esencialismo es posible encontrar repuestas a partir del estudio de la diversidad y alteridad sociocultural. Asimismo, cuestionar cómo sería posible una integración de un terreno tan riesgoso, sobre todo cuando hoy más que nunca los límites de lo que se cree y se quiere no resultan tan claros; especialmente para no caer en escepticismos o relativismos que no conducen a ningún lugar.

El fenómeno llamado posmodernidad es un arma de doble fi lo donde se hacen patentes dos cosas. En primer lugar la emancipación de un único estatuto de lo humano resulta benefi ciosa siempre y cuanto no se busque la verdad y se prefi eran las verdades, y en segundo lugar, pareciera poner de lleno un ánimo de intolerancia si no se respetan esas verdades.

Las ciencias humanas y sociales: problemáticas hoy díaEn términos generales son dos los problemas que aquejan a las ciencias en las humanidades. El primero es de carácter externo y el segundo radica en la conceptualización de términos en las diferentes disciplinas que la conforman.

El siglo XXI ha traído a las humanidades muchos más retos y problemáticas que soluciones, al grado tal de poner en tela de juicio la pertinencia del hacer investigaciones de este tipo (al menos esto es así para quienes no pertenecen al gremio de las humanidades o ramas afi nes). Más aún, cuando parece ser inoperante la aplicabilidad de los conocimientos que las diferentes disciplinas sociales puedan ofrecer.

Resulta paradójico que, a través de las ciencias formales (CF) se generen avances en lo social, mediante la aplicación tecnológica en el terreno de la comunicación, la medicina e ingeniería, etc. Es decir, los diferentes modelos o teoremas que puedan tener las CF son aplicables a través de la tecnología, y ésta, a su vez, crea nuevas formas de estar en sociedad. Cabe aclarar que esto no es del todo

bueno si se tiene presente la noción de enajenación tecnológica que vivimos hoy, sin embargo la tecnología en sí misma no provoca este problema.

Fuera de los esfuerzos de los estudios de reivindicación que tratan de ser la voz de grupos menospreciados o bien la revisión del impacto tecnológico en la sociabilización (especialmente en comunicación), es poco o nulo el trabajo que intenta generar nuevo conocimiento o aplicar técnicas y herramientas efi caces que tengan un impacto en algún sector social o incluso académico.

Con respecto al problema interno, éste refi ere a una revisión conceptual de las diferentes disciplinas humanísticas; en la falta de claridad y compromiso al realizar una investigación. Un ejemplo que muestra la poca clarifi cación de términos que existen en las ciencias humanas fue realizado por el físico estadounidense Alan Sokal.

En 1996 se suscitó un caso muy interesante en cuanto a divulgación científi ca en el campo de lo humanístico. La revista social text publicó un artículo titulado “Transgressing the Boundaries: Toward a Transformative Hermeneutics of Quantum Gravity”(“transgredir las fronteras: hacia una hermenéutica transformadora de la gravedad cuántica”), en él se exponían los abusos conceptuales que las ciencias sociales hacen al trasladar términos de la CF. Sin embargo, el artículo fue tomado como una defensa al posmodernismo y a los muchos sinsentidos que en éste se hallan. Posteriormente, el autor reveló que su intención era hacer una parodia, obviamente esto no fue bien tomado en los círculos de las humanidades.

Desde luego, no se puede generalizar que toda investigación humanística es carente de sentido, pero sí se puede evidenciar que en algunas ocasiones existe una falta de seriedad debido al nulo esclarecimiento de términos, especialmente cuando las ciencias o disciplinas suelen prestarse terminología y que muchas veces no es justifi cada o comprensible i

*Antropólogo lingüista y miembro del Círculo Analítico de Xalapa (CAX)

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w Oscar Escárcega Grajales* __    

Bibliografía • Alan Sokal & Jean Bricmont (1999). Imposturas intelectua-

les. Barcelona: Editorial Paidós.• J.M. Mardones & N. Ursúa (1982). Filosofía de las cien-

cias humanas y sociales. Barcelona Editorial Fontamara.

Hacer castillos de arena sobre arenas movedizas

7 dE mayo dE 2017 El Jarocho cuántico

Fungir como “investigador en ciencias” en México tiene diferentes aristas. Roberto Stack Murphy Arteaga, quien se erige como director de Investigación del Instituto Nacional de As-

trofísica, Óptica y Electrónica (INAOE) ha señalado la necesidad nacional urgente de conformar dos millones de investigadores en ciencias para lograr una soberanía nacional con su respectiva indepen-dencia tecnológica. Realiza para ello la confronta-ción de cifras en las cuales de un aproximado de 100 millones de mexicanos, solo 40 mil trabajan como investigadores y 20 mil de ellos se encuentran inscritos en el Sistema Nacional de Investigadore (SNI). Enfatizó, no obstante, la cifra que resulta de contraste debido a que en 1940 el porcentaje de investigadores fue mayor.

Las preguntas o cuestionamientos tendrían, en referencia a la necesidad de incrementar la cifra de investigadores, que dirigirse a CONACYT, quien específicamente señala como meta: consolidar un Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología que res-ponda a las demandas prioritarias del país. Porque además dentro de sus lineamientos señala: “Dar solución a problemas y necesidades específicas, y que se contribuya a elevar el nivel de vida y bienes-tar de la población”. Las preguntas que se generen en este artículo soslayarían que entonces para este Organismo, ¿no es prioritario elevar el número de investigadores?, o podría decantarse por la segun-da afirmación, que resulta de mayor valor: ¿acaso no es necesario para el Gobierno Federal lograr una soberanía nacional en materia de Ciencia y una Independencia Tecnológica?

Se consideraría interesante un comunicado al respecto de las autoridades correspondientes, que puedan enunciar específicamente la razón o el con-junto de ellas que puedan responder a los cuestio-namientos señalados. Algo que inquieta y confiere mayor temor es la inestabilidad económica que pu-lula en cada sexenio,

Para abordar la Política de Estado en materia de Ciencia y Tecnología es relevante referir la Ley de Ciencia y Tecnología, en específico el artículo 6 en su primer fracción, la cual sugiere, que el Consejo General de Ciencia y Tecnología tendrá como facul-tades: establecer en el Programa Especial –las polí-ticas nacionales para el avance de la Investigación Científica, el desarrollo Tecnológico y la innovación que apoyen el desarrollo nacional. Dentro del mis-mo artículo en su fracción IV se inscribe que este Consejo llevará a efecto: definir los lineamientos programáticos y presupuestales que deberán tomar en cuenta las dependencias y entidades de la Admi-nistración Pública Federal para realizar actividades y apoyar la Investigación científica, el desarrollo tecnológico y la Innovación.

En correspondencia con lo descrito, podría su-ponerse que CONACYT no está respondiendo ni a sus metas ni finalidades. Podría, no obstante, advertirse que el problema responde más a crite-rios de “productividad cuantitativa” que a un traba-jo minucioso, inscrito en una lógica que posibilite nuevas perspectivas en el terreno científico de las diferentes áreas. Derivado de este déficit científico, muchos académicos abonan y preparan el terreno fértil para una carrera investigativa acotada, poco cooperativa, pero bien remunerada.

CONACYT, quien es un Organismo descentrali-zado de la Administración Pública Federal, requie-re emitir nuevos pronunciamientos al respecto que permitan entender el por qué se han derogado las Leyes en materia de Ciencia y Tecnología y no se ha explicitado a la Sociedad la razón de la omisión. Si la alternativa para CONACYT implica considerar llevar a cabo una revisión y/o reformulación a la Ley de Ciencia y Tecnología en materia de presu-puestos, posibilitando que desde la iniciativa priva-da se generen subsidios, tal cambio podría resarcir algunos daños.

La principal meta del CONACYT consiste en elevar al 2% la inversión en Ciencia, Tecnología e Investigación para el año 2025, no obstante en 2014 se registró el .35 %, lo que conduce a conta-bilizar que durante los próximos 8 años, el aumen-to mínimo en 1.65 % del aumento al presupuesto. Lo que inquieta de sobremanera, son las cifras que restan presupuesto en esta materia, debido a como se mencionó con antelación, la economía endeble y la transición sexenal que sin especular traerá co-lapsos o retardos financieros. No se podría plan-tear como alternativa que el subsidio pudiera emi-tirse desde los gobiernos estatales, debido a que se encuentran en severa crisis tras los saqueos y corruptelas de sus gobernantes y secretarías. Si el área de salud y vivienda ha mermado sus presu-puestos, no podría esperarse que el sector educati-vo tuviera algún repunte.

Es una consigna popular la demanda al Estado de mayor seguridad, la erradicación de la violen-cia, no obstante, pocas son las asociaciones civiles, la iniciativa privada y las Universidades públicas, quienes refieren la necesidad de emitir las iniciati-vas de ley, para cambiar y reformular aquellos ar-tículos que no permiten el incremento presupuestal.

Una alternativa para ello podría consistir en pregun-tar a quienes se encuentran en campaña política para incorporarse en el Senado, sus propuestas al respecto. Algunas propuestas también podrían emi-tirse desde aquellos que contienden por las rectorías universitarias y otra vía podría generarse al interior del CONACYT, podrían emitir convocatorias a universidades, centros e institutos de investigación desde las diferentes áreas disciplinares a efectuar propuestas que conduzcan a mejorar las leyes de la materia en cuestión.

Sería preciso concluir, que además del aumento al presupuesto, será necesario vigilar que dichos fondos puedan cumplir con su finalidad, la cual consiste en generar el trabajo científico y su apli-cación tecnológica. Debido a que persiste, desde los estudiantes, un punto divergente en relación con que diversos centros de investigación, institutos y universidades emiten abuso de autoridad, tráfico de influencias, poca libertad y equidad para decidir cómo se aplican los fondos que se reciben.

Ofrecer formación en especialidades, maestrías y doctorados no es suficiente para generar gran al-cance de cobertura en materia de Ciencia, Tecnolo-gía e Investigación, debido a que al término de ella es necesario la generación de un campo laboral donde pueda ejercerse y aplicarse lo aprendido, lo cual en mínima proporción se efectúa. En conse-cuencia, sociedad de investigadores, académicos, universidades, centros de investigación, asociacio-nes civiles, tendrán en sus manos la conducción a la mejora del mayor organismo de Ciencia y Tecnolo-gía en este país i

*Licenciada en Filosofía por la Universidad Vera-cruzana, miembro del Círculo Analítico de Xalapa

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w Vanessa González Serna*

El Jarocho cuántico 7 dE mayo dE 2017

una política endeble en materia de Ciencia y Tecnología

México,

Comúnmente dentro de la Academia se define a la ló-gica como el estudio siste-mático de los razonamientos.

Desde una visión clásica, la iniciada en los primeros años del siglo XX, esta ciencia se encarga de analizar los argumentos desde el punto de vista de su estructura. Pero la idea central y la motivación para el quehacer del lógico es, sin duda alguna, el in-tento de representar en un formalismo (sistema abstracto de símbolos con reglas definidas) un tipo específico de razonamiento. En concreto, tenemos en nuestra vida cotidiana diferentes formas de inferir, de llegar a conclusio-nes, de razonar, por eso contamos con diversos sistemas de lógica.

Razonamos de diferente forma de-pendiendo del tema que nos interese en un contexto determinado. Podemos ubicarnos, por ejemplo, en el discurso jurídico y para ello usamos en nuestro proceso inferencial (llegar a conclusio-nes) términos relativos a las normas o al deber. Si nos encontramos en el terreno de la ingeniería, nuestro marco conceptual será otro muy distinto. Lo mismo sucede si hablamos desde lineamientos de la física cuántica, la minería de datos, la psicología cognitiva, etcétera. Es aquí donde la lógica tiene su aplicación real: dar cuenta de las maneras de razonar del ser humano en los distintos campos de conocimiento. Ésa es su razón de ser.

Ahora bien, las herramientas que proporciona la lógica tienen cabida tanto en las ciencias humanísticas como en las exactas y empíricas. Las habili-dades que ella ofrece han adquirido un relevante ingreso en las reciente-mente creadas aportaciones al conoci-miento humano y artificial, como bien lo han destacado especialistas como Atocha Aliseda Llera y Gladys Palau. Programación lógica en Informática, asimilación del conocimiento y sistemas de diagnóstico en Inteligencia Artificial y Medicina, los roles y acciones de individuos en dinámica social son de los más destacados cuando de aplica-ciones lógicas se trata.

El análisis lógico: de las ciencias humanísticas

a las computacionalesPor mucho tiempo, el paradigma de las lógicas clásicas mantuvo un mono-polio en las aplicaciones a otros cam-pos, más allá del humanístico. Si bien es cierto que en áreas como las men-cionadas arriba el abordaje formal cobró una relevancia considerable, hoy este rescate lo vemos claramente en las ciencias de la computación o in-formáticas. Pero vamos paso por paso.

Como aseguran especialista en la materia, - Raymundo Morado Estrada, lógico de la UNAM es uno de ellos- disciplinas humanísticas tales como la Historia, la Pedagogía, la Sociología, la Psicología, entre otras, han utilizado aportaciones creadas en la teoría lógica. En alguna parte de sus pro-puestas teóricas, dichas ciencias se han servido del análisis lógico para tratar temas concretos y urgentes en su quehacer epistemológico (de co-nocimiento). Por otra parte, la lógica misma- tanto clásica como no clásica- ha colaborado para las propuestas

en dinámica social y, en ese sentido, tenemos hoy trabajos como los de Kenneth Arrow ubicados en el campo de la elección social.

Fue el recurso formal binario (dos valores de verdad) el que contribuyó en gran medida a todos estos logros, pero se topó con ciertas limitaciones que fueron, en su tiempo, un com-promiso intelectual para los lógicos. Debido a esta eventualidad comenza-ron a elaborarse otros sistemas que permitieron llegar hasta donde el for-malismo clásico no permitía hacerlo. Así, resulta que ahora podemos hablar de sistemas lógicos que trabajan con las contradicciones, con las exigencias de la biología, la medicina y las cien-cias cognitivas.

Las ciencias humanísticas hoy por hoy están integradas por concepcio-nes que se desprenden de la lógica y que con ello han robustecido sus propias disciplinas. Derecho, Filosofía, Antropología, Historia, Sociología mantienen debates y métodos que surgieron de ella.

Pero no sólo es en las ciencias hu-manísticas donde la lógica mantiene una relación fuerte. Va más allá de eso. Hay una línea de trabajo en el que la aplicación formal tiene mucho que aportar: la informática. En este aspecto a la aplicación de los recur-sos lógicos se le conoce como lógica computacional. Dentro de esta área es posible localizar apartados para el análisis: programación lógica, asi-

milación del conocimiento, sistemas expertos, procesamiento del lenguaje, principalmente.

Desde que los primeros ordenado-res fueron creados ya se pensaba en su funcionamiento a partir de estructu-ras lógicas. La lógica clásica binaria fue el lenguaje formal con el que se aplicó la relación entre computadoras y formalismos. Con George Boole y sus propuesta simbólica que denominó “el algebra de la lógica” y con el trabajo de Alan Turing, padre de la in-teligencia artificial, se puso en macha este proyecto. A partir de esa época se ha avanzado mucho en fortalecer el vínculo. Ya con el lenguaje proposicio-nal (de oraciones declarativas unidas con palabras como “y”, “o”, si sólo si”) la programación dio un gran paso en esta actividad.

Pero además de las aportaciones de Boole, de Turing y otros lógicos, actualmente nos queda una pregunta que resulta de amplia necesidad si lo que se quiere es tener un futuro en el mundo digital e informático mediante el uso de patrones lógicos: ¿qué apor-tación significativa y prácticas puede ofrecer el estudio de la lógica a las ciencias de la computación en la ac-tualidad?

La respuesta abarca dos planos: el teórico y el aplicado. Por parte del primero, el análisis a partir de estos recursos se centran en los conceptos importantes de la programación, entre los cuales destacan: información, base

de datos, archivos, codificación infor-macional, circuitos, entre otros tantos, mismos que se justifican con el análisis conceptual.

El segundo aspecto tiene que ver con el diseño de algoritmos con los que se intentan resolver algún pro-blema de programación: el lenguaje prolog ha sido el objeto de estudio del lógico. En la creación de sistemas expertos ya no basta trabajar con lineamientos limitados. El papel y la responsabilidad de los sistemas lógi-cos que están surgiendo se basan en proponer mecanismos que den cuenta de los diferentes contextos problemá-ticos de razonamiento. Si lo que se intenta es elaborar un aparato que produzca explicaciones (en el caso de la vigilancia) debemos conducirnos a las lógicas que están hechas para tales fines. O también, si el objetivo es explicar el procesamiento de la infor-mación en las bases de datos, tendre-mos que proceder con herramientas que trabajen en contextos informativos incompletos.

Esta breve explicación de los inte-reses actuales para el estudio lógico está motivada por las implicaciones políticas, tecnológicas, científicas y sociales que conlleva: el implemento militar y policiaco, de vigilancia re-saltan ante la vista o el movimiento informático “Criptopunk” iniciado por el periodista Julian Assange entraría a escena dentro de las aplicaciones de la lógica computacional. Al final de cuentas esta relación es un tema que debe ser tratado con minucia i

*Licenciado en Filosofía por la Universidad Veracruzana (UV), egre-sado de la Maestría en Filosofía UV, comunicador de la Ciencia, codirector de la revista Cronopios y Divergencias y miembro funda-dor del Círculo Analítico de Xalapa (CAX).

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w Eduardo Vázquez Reyes

Bibliografía• Aliseda, A., (2014). La Lógica como herramienta de la razón: razonamiento am-

pliativo en la Creación, la cognición y la inferencia: UNAM.• Gladys P., (2004). Lógicas condicionales y razonamiento de sentido común.

Universidad de Buenos Aires: Gedisa editorial.• Morado, R., (2004). “Problemas filosóficos de la lógica no monotónica”, en

Filosofía de la lógica. Madrid: Trota.

7 dE mayo dE 2017 El Jarocho cuántico

El enfoque de la lógica computacional

“Hay un límite donde la tolerancia deja de ser virtud.”

Edmund Burke

Desde hace algunos años el tema de corrección política adquirió notoriedad dentro del hacer democrático. Es por ello

que escribir de lo políticamente correc-to conlleva sus riesgos, pues difícilmen-te se aceptará algún tipo de crítica ha-cia ésta. Nace en el campo de acción del discurso político, con la finalidad de mostrar una mayor apertura hacia los usos y costumbres de las minorías que son, por lo general, dejadas de lado de lo que se denomina la esfera pública. Así, tiene que ver directamen-te con el modo en que se relaciona la sociedad, primero como en cómo se dice y, después, en qué se hace con aquello que se dijo.

Por sentido común, nos hacemos una idea más o menos clara de lo que significa, precisamente por eso es me-nester esbozar una definición, porque a pesar de lo que pensemos requiere un esfuerzo que vaya más allá y alcan-ce una clara descripción para someter-la a un análisis que permita posicionar-se y afirmar, o no, que lo políticamente correcto es ético.

Desde un criterio ético, es un deber ser, es decir, un comportamiento regu-lador que busca evitar la transgresión de valores, determinados por un nivel altamente elevado de tolerancia; se le denomina “político”, porque el deber ser es utilizado dentro del discurso pú-

blico con una finalidad de promover un ambiente de inclusión. Surge del lenguaje con la idea de generar una acción, en ese sentido, al flexibilizar el lenguaje lo harán, también, nuestras acciones.

En nuestro entorno nos vemos inmer-sos ante estas situaciones, tolerar la diferencia (ya sea de género, étnica, económica, etcétera.), para evitar caer en equívocos que generen interpreta-ciones negativas.

Con lo dicho podríamos pensar que lo políticamente correcto se encuentra justificado éticamente al promover un ambiente propicio para el pleno desa-rrollo de la individualidad (ejercer su libertad con el fin desarrollar algo que lo haga distinguirse de los demás). Si es así, por qué cuestionar este concep-to casi sinónimo de la democratización social.

Pues bien, en primer lugar, este con-cepto entra en conflicto con otro fun-damentalmente importante dentro de las democracias, a saber, la libertad de expresión, ya que ahora manifes-tar una crítica razonada fácilmente ta-chada como violencia simbólica o que inhibe la igualdad entre minorías y mayorías (suponiendo que eso exista).

En segundo lugar, surge la cuestión de si este tipo de discurso está orienta-do a promover una acción o su interés sólo radica a nivel discursivo, posible-mente sólo sea este último, debido a que surgen como respuesta a las accio-nes, es decir, se da a la inversa. Enton-ces no se puede afirmar que con estos

juicios se logre un cambio sustancial, ya que sólo apartan la vista y cuando no se puede evitar, echan mano del lenguaje eufemístico que denota una sensibilización.

Siendo más precisos, este discurso promueve una convivencia con la di-versidad, pero no logra impactar nues-tros sistemas de creencias, por eso mismo, en el fondo no suscita un acto en todo el sentido de la palabra, pues simplemente son normas de conducta. En otras palabras, logra una cierta im-posición para una convivencia siempre forzada, tensa y, sobre todo, aparente.

Con los puntos anteriores se puede observar que se trata de generar un discurso único que constituya un único modo de expresión válido y aceptado sin la necesidad de confrontar posturas opuestas. Por consiguiente, tiende a un relativismo cínico en el que todo vale y cada opinión vertida en la vida pú-blica es propia. Se crea un argumen-to único y totalizante, después, se lo enaltece a nivel de dogma, que indica que todo aquel que se ciña a él será igualmente válido sin importar que las afirmaciones sean contradictorias.

Lo anterior implica serias considera-ciones, pues de un discurso totalizante se desprenden afirmaciones del tipo: “Si no piensas como yo o te atreves a cuestionarme estás violando mi es-pacio”; la dicotomía de lo malo y lo bueno entra en escena. Un ejemplo paradigmático es el movimiento femi-nista que, entre otras cosas, promueve enfáticamente la modificación del len-

guaje, tan popular hoy en día, en pos de una mejor representación.

Hasta cierto punto, hay que acep-tarlo, tienen razón, pero aplicarlo con cada palabra es una exageración que nos lleva a pensar que hay una con-fusión entre el género (de la palabra) y el sexo, como menciona Manuel Ba-llester, lo cual ya encierra una contra-dicción, reduciendo uno a otro. Pero al no hacer tal corrección, la de cambiar-le de género a las palabras, ya encie-rra un tipo de discriminación.

Desde esta perspectiva maniqueísta, no se trata de volver un fetiche o victi-mizar la diferencia y convertirla en un arma con la cual escudarnos y atacar a discreción; porque ni las minorías son buenas ni las mayorías malas. En ambas se encuentran matices que si se reconocen pueden contribuir a un prolí-fico diálogo, en el cual se evita el sesgo de vencido y vencedor para atender lo verdaderamente relevante: la diferen-cia, y así lograr resultados positivos.

Por último, analizar lo políticamente correcto es relevante por lo antes men-cionado, aunque también muestra que la sociedad ya no tiene la suficiente el interés de dialogar y prefiere no poner en cuestión el discurso; ocasionando que no se llegue a una mejor armonía ante las versiones contrapuestas acer-ca de diversos temas, y se pierda el interés. De este modo se evita profun-dizar y queda meramente en lo superfi-cial que al sentido común le sienta bien y le da una apariencia moralidad

Sin la intención de ser pesimistas, esto nos llevará hacia escenarios en que podamos imaginarnos una tra-gicomedia de la dictadura de lo po-líticamente correcto en la que bajo el estandarte de la igualdad y tolerancia se omita poner sobre la mesa a los an-tagonistas a ponerse de acuerdo obte-nido resultados benéficos entre ambos que no necesariamente sean de correc-ción política pero sí morales.

En nombre de la libertad se fomenta el diálogo y el respeto, no la omisión en el escenario público sólo por agra-dar y mostrar poco interés por el tema bajo la apariencia de la paciencia, tenemos que aprenden a defender las ideas propias de aquellos que no comul-gan con nosotros, no convencer y ganar adeptos.

No hay que amabilizar el lenguaje mediante eufemismos que únicamente modifican la palabra, pero no su sig-nificado; lo que hay que modificar es la significación, ahí radica un cambio ético que repercuta en las acciones. De esta forma evitaremos soluciones a medias y pasaremos a los hechos. Nuestro lenguaje es performativo, así que si traspasamos el sentido común y profundizamos en lo que verdade-ramente es la corrección política, en este caso, y se corrigen los vicios antes mencionados, hacemos cosas con pa-labras como dijera Austin i

* Licenciado en Filosofía por la Universidad Veracruzana (UV), estu-diante de Maestría en Filosofía UV y miembro del Circulo Analítico de Xalapa (CAX)

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w Christian López Domínguez*

El Jarocho cuántico 7 dE mayo dE 2017

La ética de lo políticamente correcto

Los seres humanos hemos tenidos tantas cultu-ras como estrellas en el firmamento, lo cual no implica un proceso de coexistencia pacífica. Incluso en nuestros días, las diferencias entre

los grupos culturales han llevado a situaciones trá-gicas, como los genocidios en Ruanda y en los Bal-canes durante la guerra civil en la ex Yugoslavia.

Por situaciones de este tipo, las ciencias humanís-ticas han buscado lidiar con la asimilación de los procesos de la multiculturalidad, en especial aqué-llos que se llevan a cabo dentro de una misma na-ción, con el fin de buscar una forma de convivencia que permita el respeto de la pluralidad.

Se debe reconocer que, inicialmente el camino no fue el más luminoso, pues durante buena parte de los siglos XIX y XX se valió de una propuesta homogeneizadora que buscaba desprender a los sujetos pertenecientes de las culturas no dominantes de sus tradiciones y valores, con el fin de insertar a los sujetos en la cultura dominante, tomando como base el llamado que en ese tiempo, sentía, occiden-te para llevar la civilización y la cultura al resto del mundo.

Los internados para los nativos americanos que se establecieron a fines del siglo XIX y a principios del XX, sea, quizás, el ejemplo más sobresaliente. Estas instituciones perseguían, en su momento, la inserción de los niños de las tribus americanas a la cultura occidental por medio de la enseñanza.

Empero, dicho proyecto establecía que, para ser efectiva la occidentalización de los nativos ameri-canos, éstos debían de someterse a cambios como cortes de cabello, prohibición de hablar en su len-gua nativa y tener que cambiar su nombre origina-rio por uno aceptado por la cultura norteamericana.

Este ejemplo muestra las carencias del primer intento de asimilación a través de las ciencias hu-manísticas de la multiculturalidad. En primer lugar, la homogeneización resulta un método mediante el cual se logra un genocidio cultural. Pues, el objetivo de esta forma de integración es preservar a los su-jetos que forman parte de la diversidad, a cambio de erradicar su cultura.

Aunado a lo anterior, es importante resaltar que el proceso de homogeneización tiende a pasar por alto los valores tradicionales de aquéllos a los que pretende insertar en la nueva cultura. En su lugar, considero, los toma como individuos carentes de un contenido previo y los somete a situaciones de estrés al obligarlos a acatar la nueva estructura.

Lo anterior se ejemplifica en el caso de los inter-nados con los cortes de cabello a los que sometían a los niños de la tribu Sioux y a las vestimentas a fin de hacer diferencias de roles de género, algo que en su tradición no era tan marcado, provocando abundantes situaciones de conflicto.

Con lo dicho, se observa que este tipo de medi-das más que buscar integrar la diversidad cultural en la sociedad, buscó establecer una sola cultura; lo que refleja que la homogeneización respondía más a la naturaleza de la disciplina, a través del cual el poder buscaba homologar dentro de lo que consideraban “normal” a los sujetos que pertene-cían a lo “anormal”, para ello debían de renunciar a su identidad propia como pueblo y volverse un su-jeto carente de identidad, de historia y de nombre.

Ahora bien, con el pasar del tiempo surgieron otras formas de abordar dicha problemática, en-focándose en los grupos minoritarios que durante mucho tiempo fueron silenciados por los que deten-tan el poder.

Una de las formas de buscar la multiculturalidad es a partir del reconocimiento de las culturas margi-nadas, fue el paradigma radical o socio-crítico, el cual buscó revalorizar a las minorías agredidas por los procesos de dominación y de sometimiento ins-titucional, mediante la historia. Esta forma de aten-der la problemática de la diversidad cultural tiene su origen en los conflictos por los derechos civiles de los afrodescendientes en los Estados Unidos de Norteamérica.

No se puede negar que existe una diferencia económica entre personas que son parte de mino-rías culturales y étnicas en comparación con los que

forman la mayoría de cada sociedad, es cierto que el hecho de quedar anclado en ese posicionamien-to dificulta el proceso de inclusión social.

Desde mi punto de vista, esta forma de pensa-miento genera una estructura dicotómica donde existe el dominado y el dominador (el agresor y el agredido). El problema radica en que no permite una tercera postura, pues discurso radical sólo tie-ne sentido mientras existan posturas encontradas, lo que genera posiciones rígidas que impiden la movilidad suficiente para desarrollar una mejor in-teracción entre las culturas.

Este proceso dicotómico genera sentimientos de encono hacia el otro que ha ejercido una situación de dominación y puede producir un sentimiento de ira que más que llevar a un proceso de revaloriza-ción de la cultura minoritaria lleva a un proceso de malestar por las dificultades sociales que encuen-tran ahora a un depositario de aquel odio. Este re-sultado genera movimientos más tendientes a los procesos aislacionistas, donde lo que se busca es la reparación social para una minoría que ha sido afectada.

La problemática de este tipo de posicionamiento es que al partir el mundo de una forma tan drástica, los procesos de integración se vuelven complejos, en tanto que se sitúa en una narración donde dico-tómica puede dificultar la forma de sanar.

Otras alternativas han surgido para buscar hacer frente a la problemática de la multiculturalidad, sin embargo una que merece atención es la desarro-llada por André Jacob, quien plantea el paradig-ma interaccioncita. Este posicionamiento surge en Canadá, plantea, en primera instancia, valorar la diversidad cultural como una entidad positiva para el desarrollo de cualquier nación y a partir de ahí moverse hacia espacios de conciliación.

Se busca también generar dinámicas de par-

ticipación migratoria y de inserción dinámica y participación social, así como la realización de movimientos sociales que busquen la desaparición de los ghettos urbanos en los cuales se dividen las diferentes culturas que conviven dentro de una mis-ma comunidad.

Finalmente, la apuesta de André Jacob es inte-resante, porque permite vislumbrar una forma de construir la multiculturalidad desde una nueva pers-pectiva, la cual más que centrarse en someter a los sujetos o en las carencias que éstos viven, tiene por foco de atención generar una sociedad donde las voces sean escuchadas. ¡Un mundo donde quepan todos los mundos, dirían los zapatistas! i

*Miembro del Círculo Analítico de Xalapa (CAX) y del Colectivo Psicoanalítico de Xalapa

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w Rogelio León González*

7 dE mayo dE 2017 El Jarocho cuántico

la integración de lo imposible

multiculturalidad:

Bibliografía consultada• Laaroussi Michèle Vatz. Pratiques sociales dans

la diversité culturelle : Et la formation ? CERSE - Université de Caen. Vol. 40. 2007.

• Revel Judith. Le vocaboulaire de Foucault. Paris, Editorial Elipses. 2002, pp.20-22

• Taté Walker. The Horrifying Legacy of Indian Boarding Schools Hasn’t Ended – Here’s What You Need to Know. Recuperado de http://everydayfeminism.com/2015/10/indian-boar-ding-school-legacy/. Consultado el 15 de marzo de 2016.

“Es necesario e intencionado que uno sienta cierta repugnancia ante crueldades, para superarlas mediante la comprensión”.

(Hans George Gadamer)

Pasar de lo incomprensible a lo comprensible es tarea que atra-viesa toda praxis hermenéutica. La experiencia hermenéutica es

la que acontece cuando sucede la com-prensión. La comprensión es la puesta de acuerdo con el otro sobre un asun-to o fenómeno, y sucede a través del lenguaje. Todo esto lo decimos siguien-do el pensamiento del filósofo alemán Hans George Gadamer, quien en su corpus hermenéutico conocido como hermenéutica ontológica, establece la prioridad de atender la dinámica dia-lógica (que encierra una lógica de pre-gunta y respuesta) que conlleva todo fenómeno de comprensión.

Esta dimensión dialógica de la herme-néutica gadameriana abre - aunque nunca lo haya afirmado como tal Ga-damer – un horizonte con matices éti-cos, puesto que se puede interpretar, en parte, como un atender al otro en lo que verdaderamente quiere decir. Atender al otro, para cualquier filoso-fía, presupone una actitud ética. Noso-tros aquí conjeturamos que Gadamer

nunca afirmó este matiz ético como tal de su hermenéutica, dado que, al posi-cionarse fuera del modelo sujeto-objeto del que parten las ciencias metódicas, buscaba no repetir que el discurso y conocimiento de naturaleza hermenéu-tica dependiera o se redujera a la con-ciencia subjetiva que produce dicho modelo metódico.

En la hermenéutica gadameriana la verdad no es del método, sino de algo que acontece, sí, en parte porque hay quien lo interpreta, pero acontece en el medio del lenguaje, medio que, no es algo que el ser humano comprenda y posea, sino que al contrario, lo posee a él y lo abarca y es aquél quien le da su propia existencia.

Querer comprender es muestra de “buena voluntad”, dice Gadamer en el contexto del debate que sostuvo con Derrida en 1981 en el Instituto Goethe de París. El filósofo alemán sostenía en el contexto de dicho debate, la siem-pre posibilidad (ontológica) de estar abiertos al diálogos y la eventualidad del consenso, mientras que el pensa-dor de la deconstrucción sostenía que la diferencia y el desacuerdo son inevi-tables. Uno es apologético del diálogo y el otro del disenso.

Nosotros, por nuestra parte sostene-mos, siguiendo el espíritu hermenéuti-co propio que consiste en optar por la posibilidad cabal de la comprensión, la relevancia ética del diálogo herme-néutico en la actualidad, porque el problema no es tanto, como a veces sucede en los mundos y en las vidas, el estar con los otros, sino el cómo esta-mos con los otros. No aseveramos aquí posibles soluciones, sólo indicamos en el estado de nuevas cosas emergentes, la responsabilidad que conlleva pen-sarlas. Al igual que los médicos en de-fensa de la vida con su juramento hipo-crático, el hermeneuta debería llevar a cabo un juramento hermenéutico, y así, defender el diálogo y el consen-so. Que hay la posibilidad de anularlo sí, que hay la posibilidad de negarlo, también; sin embargo, el defender con el pensamiento la generación y cons-trucción del diálogo es una acción que habla del modo como hemos decidido vivir en y la filosofía.

En un espíritu tal, que prioriza y op-timiza el diálogo, pensamos hoy en día sobre el estado en que las redes sociales han puesto a las relaciones humanas en general, esto es: un esta-do de virtualidad. Dicha virtualidad es parecida, y ya con antecedentes, si es que así nos lo conceden, al fenómeno de la lectura de textos. Donde el otro, el interlocutor, no está del todo presen-te y sólo tenemos como asunto de inter-pretación aquello que dijo y está fijado en las palabras que conforman su texto y por lo cual, requiere un esfuerzo her-menéutico para su comprensión.

Pero a diferencia de lo que acontece con la lectura de un texto, en las in-teracciones de comunicación de hoy día, sucede que el interlocutor está de algún modo siendo participe de nues-tra actualidad, esto es, sabemos que detrás del monitor o de la pantalla o ventana de conversación entablamos charlas con alguien que nos atiende en el momento.

Al hacerse dependientes de aparatos

electrónicos que borran o anulan (vir-tualmente) la distancia espacial y que reducen el tiempo o hacen inmediata cualquier información de manera glo-bal, es necesario pensar el modo en que estamos en contacto con los de-más, para poder así, prepararnos res-pecto a las eventuales consecuencias a las que estos modos de relacionar-nos en la actualidad pudieran llevar-nos, sean estas negativas o positivas.

¿Qué exigen como ejercicio herme-néutico estas emergentes interacciones humanas? Suponemos que la pregun-ta que exige generalmente a la her-menéutica es la siguiente: ¿Cómo es posible la comprensión en las nuevas relaciones e interacciones humanas llevadas a cabo a través o dependien-tes de aparatos electrónicos? Es una pregunta que, dicho fenomenológica-mente, como mundo de sentido impli-ca ciertas cosas: políticas, tecnologías, técnicas, tiempos, economías, guerras, educaciones, éticas, tradiciones, len-guajes, lenguas, geografías, institu-ciones, globalizaciones, todo, así, en plural. Aunque también implica otras preguntas: ¿qué se gana o qué se pier-de o qué nuevo modo de comunicación e interacción se abre con la entrada a escena de los aparatos electrónicos que nos mantienen a todos interconec-tados? ¿Estar interconectados median-te aparatos electrónicos y el internet es un verdadero estar en relación con los otros que puede llevarnos a la cabal comprensión?

Habrá – y los hay, lo juro, los he vis-to- quien nos tache de necios e inclu-so ridículos al, por ejemplo, salir a la calle y darle a la primera persona que encontremos, como si fuera una buena nueva, como si fuera un hecho sin precedentes, la noticia de que com-partimos un mundo y nos encontramos – adulterando a Sartre- condenamos al diálogo. Nos tacharían de ridículos y redundantes porque nadie duda del estar con los otros en el mundo, de nuestro estar acompañados, como a veces le llaman, en el viaje de la vida.

Pero sucede en esta vida – y también ha sucedido, dicen, en otras- que no estamos verdaderamente en diálogo siquiera con quien tenemos próximos y presentes en nuestra cotidianidad, por ello, no es tan ridículo el experimento filosófico que ya ha usado Sócrates en su tiempo, del preguntar por lo más grave de cuánto nos pasa a los más próximos que tenemos y que viven de cierta forma sin pensarlo. Yendo más allá de la obviedad, para que no nos tachen de ridículos podemos también preguntar socráticamente a la prime-ra persona que nos encontremos en línea. ¿Estamos verdaderamente en diálogo a través de las redes sociales? Y así, no satanizando ni condenando los nuevos modos de relaciones huma-nas, sino sólo pensándolas, se abrirán los nuevos horizontes sobre los que se deben pensar también la amistad, la lealtad, la privacidad y por qué no, incluso el amor. Pero no lo olviden, ca-balmente lo prioritario es pensar sobre ¿cómo es posible comprender al otro en la actualidad? i

*Licenciado en Filosofía por la Uni-versidad Veracruzana, egresado de la Maestría en Filosofía UV y codi-rector de la revista Cronopios y Di-vergencias.

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Estar en diálogow Christian Leobardo Martínez Aguilera__

El Jarocho cuántico 7 dE mayo dE 2017