Suma Cultural 16

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Revista del Instituto de Humanidades de la Fundación Universitaria Konrad Lorenz, número 16, diciembre de 2012.

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La guerra no es, pues, la madre de todas las cosas, como dijo el griego,pero sí podría decirse eso del conflicto...

Konrad Lorenz - 1966

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Suma Cultural

Presidente Consejo SuperiorJuan Alberto Aragón Bateman

RectoraSonia Fajardo Forero

Asesor RectoríaLuis Fernando Fajardo Forero

Vicerrector GeneralElvers William Medellín Lozano

DirectoraBárbara Skladowska

Comité EditorialJuan Sebastián Aragón

Hugo FazioGenoveva Iriarte

Luis Enrique OrozcoÓrinzon Alberto Perdomo

EditorJhonattan Joshua Moreno

CoeditoraMaria Esperanza Segura

Asistente EditorialMaría Luisa Ramírez

Daniel Bonilla

DistribuciónYefer Julián Díaz

Edición y PublicaciónInstituto de Humanidades

Fundación Universitaria Konrad Lorenz

Diseño y DiagramaciónEnrique González

FotografíasStock Exchange

Edición ElectrónicaHernando Rincón Medina

ImpresiónFundación Cultural Javeriana de Artes Gráficas

-JAVEGRAF-

ContactoCarrera 9 Bis No.62-43, Bogotá, Colombia

Tel. 347 23 11 Ext.140E-mail: [email protected]

ISSN 0124-1974

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CorreoQueremos invitar a todos nuestros lectores e interesados a participar en el décimosexto número de la revista con un trabajo original e inédito en las áreas de literatura, historia, filosofía, ciencia política, artes visuales, plásticas y escénicas, cine, música y culturas urbanas, entre otros. En esta ocasión el eje temático será LA CALLE.

Se reciben textos de acuerdo con las siguientes especificaciones:

• Artículos con una extensión máxima de 5.000 palabras.• Reseñas de música, cine y libros, con una extensión máxima

de 1000 palabras.• Reportajes fotográficos de entre dos y cuatro páginas

tamaño carta. Las imágenes deberán estar en formato JPG y tener una resolución mínima de 300dpi. Se publicarán en blanco y negro. Este trabajo deberá llevar título y una breve introducción o pie de fotos.

• Ilustraciones y propuestas de portada, acordes con el eje temático de cada número, en formato JPG y 300dpi.

• Trabajos de creación literaria (poesía o narrativa).• Cómic.

FECHA LÍMITE DE ENTREGA:22 de Marzo de 2013

Los textos deben ser enviados al correo electró[email protected] adjuntando nombre

completo, teléfonos, correo electrónico, profesión y ocupación. La Revista no devolverá originales ni mantendrá correspondencia

sobre los mismos.

Para mayor información favor comunicarseal teléfono 347 23 11 Ext.140 en Bogotá, D.C.

o escribir a [email protected]

Convocatoria No.17(Enero / Junio de 2013)

Suma Cultural es una publicación dedicada a la difusión y al debate de las nuevas significaciones culturales que intervienen en la configuración del mundo de hoy. La revista pretende ampliar horizontes de lectura de los diferentes campos del Arte y las Humanidades y ser un puente que aligere los tránsitos de ideas entre la escena universitaria y el campo público de la intervención cultural.Sus propósitos fundamentales son: acrecentar saberes, socializar experiencias e impulsar la creación literaria y periodística; pero sobre todo construir escenarios de contraste de las diferentes visiones de temas culturales prioritarios en la sociedad contemporánea para promover el debate y la reflexión crítica.Las opiniones expresadas en la revista son responsabilidad exclusiva de sus autores. Los artículos podrán ser reproducidos siempre y cuando se cite la fuente correspondiente.

• Invitamos a toda la comunidad konradista, estudiantes, profesores, administrativos, a que se unan al Club de Lectura LABERINTOS, un espacio para que los amantes del texto escrito compartan sus lecturas y experiencias. Informes: Instituto de Humanidades o al correo [email protected]

• El Instituto de Humanidades nos invita a escuchar su programa MUNDOS DIVERSOS en Konradio (www.konradio.co) los jueves a las 11 de la mañana con repetición el sábado a la 1 de la tarde. En este espacio se tratan interesantes temas relacionados con la cultura en general que sin duda son de interés para nuestros lectores.

• El Instituto de Humanidades y la Revista Suma Cultural quieren felicitar a nuestro colaborador Alejandro Cárdenas Avendaño autor en esta edición por haber ganado el concurso “Con la droga no solo mueres tú”, organizado por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, el Ministerio de Justicia y Derecho y la Embajada de los Estados Unidos en Colombia. El título del ensayo de Alejandro es: El potencial de la burbuja.

FE DE ERRATAS

En nuestra edición número 15 el texto: “Inmigración el problema del otro” apareció publicado por Daniel Felipe Pérez, lo cual es erróneo, dado que el autor de dicho texto es Felipe Pérez a quien presentamos excusas.

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La Konrad Lorenz ha celebrado recientemente 30 años de su presencia en el ámbito de la academia colombiana. La Institución, fundada en 1981 es hoy muy reconocida social y académicamente y por su obra, su misión, la calidad de sus programas, la belleza y la funcionalidad de sus sedes, los modernos laboratorios y el tesón investigativo, ocupa un lugar de vanguardia en el contexto de la Educación Superior.

La revista Suma Cultural, el Comité Editorial, los autores, amigos y lectores se congratulan con el aniversario y se unen a las celebraciones. Para todos los que hacemos parte de la gran comunidad konradista es una maravillosa experiencia constatar que estamos frente a una Institución que tiene la frescura de una empresa joven, siempre llena de entusiasmo y de proyectos. Una Alma Mater científica y por ende crítica donde no tienen cabida la agitación estéril de las ideas ni los objetivos diferentes a los de la academia. Un Alma Mater que al igual que hace 30 años es emprendedora, moderna y humana, grande y exitosa y cuyos principios y finalidades marcan el rumbo y definen espacios posibilitantes de cara al tercer milenio.

Detrás de las grandes empresas están siempre unas personas singulares; hombres y mujeres soñadores, de notables cualidades humanas y profesionales. La Konrad fue imaginada e instituida por dos visionarios y emprendedores: Juan Alberto Aragón Bateman y Sonia Fajardo Forero quienes han definido su ideario filosófico y la han propuesto como un Alma Mater “que rige sus acciones por los principios fundamentales de tolerancia y de libertad académica de investigación, de aprendizaje y de cátedra, dentro del respeto a la constitución, a la ley, a la ética y el rigor científico…”. Para nuestros Fundadores y todas las demás personas que de una u otra forma han participado y participan en este gran proyecto universitario va nuestra gratitud y admiración.

“…ustedes confiaron en nosotros y es para mí difícil describir la satisfacción que siento, porque hemos cumplido tanto con ustedes como con la sociedad”. Las intuitivas palabras de Juan Alberto Aragón, pronunciadas en 1987 durante la primera ceremonia de graduación siguen vigentes a los 30 años de historia de la Konrad. Son la reiteración del júbilo institucional por el deber cumplido y el orgullo por entregar a la sociedad a miles de profesionales que desde diferentes lugares y escenarios prolongan la vida intelectual y el compromiso académico y social de la Institución, sirviendo al hombre en diferentes extensiones de la geografía nacional e internacional.

¡Feliz cumpleaños Konrad Lorenz! Deseamos que siga su camino de verdadera universitas, que sólida académica y estructuralmente, autónoma e independiente, propicia espacios al pluralismo, a la diversidad, al debate y al respeto por las ideas, creencias y valores de todos.

Equipo Editorial

Apuesta porla Utopía

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Revista SUMA CULTURAL • Julio / Diciembre de 2012 • Número 16Instituto de Humanidades • Fundación Universitaria Konrad LorenzBogotá, D.C., Cra 9 Bis No.62-43 • Teléfono 347 23 11 Ext. [email protected]

Apuesta por la Utopía

Editorial

MiradasEl actuar no senescenteMilena Velásquez A. - Alejandro Cárdenas A.

Duty FreeFrancisco José Pieschacón

Barba Jacob: conflicto, muerte e intemporabilidadCésar Augusto Ballestas B.

ConflictoDong-Yi Wu

AnaquelConflicto y TransgresiónMiguel Angel Arteaga A.

Ruanda: Raza, poder y genocidioOscar David Andrade B.

El problema es no pensarel conflictoAdriana María Vera A.

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ReleerAntígonaSófocles

FotodiarioTransparenteDamián Angulo Chico

Letras libresLas estrellas han escapadoManuel Pedroza Ortíz

Patrias que ardenJuan Diego Hernández Ch.

La profecía del profetaLotus Salcedo

PoemasMartha RamírezRonald SalazarSebastián Rodríguez

Autores

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“Es más difícil, dice Montesquieu, sacar un pueblo de la servidumbre que subyugar uno libre”. Esta verdad está comprobada por los anales de todos los tiempos, que nos muestran las más de las naciones libres sometidas al yugo y muy pocas de las esclavas recobrar su libertad.

Simón Bolívar

Ese largo y angustioso escalofrío que parece mensajero de la muerte, el verdadero escalofrío del miedo (…)

Ramón del Valle Inclán

El miedo es para el espíritu tan saludable como el baño para el cuerpo.

Máximo Gorky

En primer lugar acabemos con Sócrates, porque ya estoy harto de este invento de que no saber nada es un signo de sabiduría.

Isaac Asimov

Nadie puede censurar o condenar a otro porque nadie conoce perfectamnte al otro.

Thomas Browne

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Editorial

Al realizar el proceso de edición de nuestro número anterior dedicado al OTRO, la idea central era llevar a la comunidad lectora de la Suma Cultural a preguntarse cómo esa percepción de ver el otro en tercera persona debía ser revisada y empezar a encontrar las respuestas en primera persona siempre con la firme intención de buscar escenarios

de interlocución y reconocimiento de esa otredad con la que cotidianamente cohabitamos.

Así que al culminar ese proceso, queda en el ambiente la idea de pensar si es siempre armónico este diálogo, pues precisamente la falta de reconocimiento del otro, de lo otro y de los otros radica en el desconocimiento y en la no interlocución.

Como resultado de la indagación por dicha ausencia emerge la categoría que inspira éste número de la revista: EL CONFLICTO, a modo de escenario propio para la contradicción y por ende para la discusión en una perspectiva creadora y propositiva, que permite evidenciar las fuertes discusiones que ha generado tanto como la necesidad de definir un deber ser del mundo en diversos paradigmas, hasta los más cotidianos como cuestionar el porqué o no de uno u otro color de prendas o de marcas para vestirnos.

Perspectiva que inevitablemente resultó compleja de realizar, dado que de nuevo la realidad ha recordado en esta ocasión que el mundo de las ideas no debe pasar por alto el contexto en el cual se desenvuelve y para el cual piensa, aún más tratándose de una publicación de corte cultural como es la nuestra, pues precisamente si hay algo que esté en constante re significación debido a sus múltiples conflictos es la cultura misma.

Así que fue inevitable que la mayoría de nuestros lectores al revisar la convocatoria asociaran el conflicto a una particularidad de éste: la relacionada con el ejercicio de la violencia física, situación que emerge propiamente de ese/este/nuestro contexto que con el paso de los años ha afianzado esta idea cómo la única significación posible. Lo cual llevó a reafirmar aún más la necesidad de buscar que este número, aunque no obviara dicha mirada la incluyera sólo como una más de las múltiples facetas que puede tener un CONFLICTO.

Con la firme creencia de haberlo logrado, les invito a disfrutar de las diversas interpretaciones que nuestros autores han decidido poner en juego para ustedes, esperando siempre que la lectura de la Suma Cultural, no sea el fin de la respuesta a un interrogante, sino el inicio de múltiples y enriquecedoras discusiones.

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Hay dos cosas infinitas: el Universo y la estupidez humana.

Y del Universo no estoy seguroAlbert Einstein

| Milena Velásquez Areiza • Alejandro Cárdenas-Avendaño |

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Tiempo inicial igual a cero, vacío absoluto, energía y densidad infinita. Ocurre un rompimiento de simetría y BOOOOOOOOM!... El universo empieza a existir, ha superado el umbral máximo y todas las fuerzas

de la naturaleza se encuentran juntas: gravedad, fuerza débil, electromagnetismo y fuerza fuerte.

El espacio-tiempo ha alcanzado una temperatura de 142.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000 grados Kelvin en tan solo 0.000000000000000000000000000000000000000001 segundos. Un nanosegundo después el universo empieza a expandirse de forma abrupta; en un milésimo de segundo ha pasado de un tamaño inferior como el de un microbio al tamaño de nuestra Galaxia. Tras otro nanosegundo tiene una temperatura de 10.000.000.000.000 Kelvin y es un caldo de energía, fotones, quarks y electrones. Unos 0.0000000001 segundos después del Big Bang ya no es posible la existencia de los quarks como partículas libres, así que se combinan para formar neutrones y protones. Los elementos primordiales, como el hidrógeno y el helio, son formados durante los primeros quince minutos dejando como remanente los ingredientes que formarán el universo conocido. Bastarán cerca de 500.000.000.000.000.000 segundos para que se comience a escribir este texto en un pequeño y pálido punto azul en algún lugar del Cosmos.

¿Es el Universo estable? sí y no, depende de la óptica que se use. A escala del orden del tamaño del Cosmos la respuesta puede ser un sí; la energía se conserva y la disponible disminuye, haciéndolo cada vez más frío. No obstante, a escalas pequeñas la respuesta tiende al no; por ejemplo, cambios abruptos en el interior de las estrellas, colisión de galaxias y, por lo menos, una sociedad en conflicto.

En los sistemas sociales las variaciones pueden ocurrir también drásticamente y en poco tiempo, debido a que la sociedad es muy sensible a los cambios, no está preparada para asumir adversidades y no aprende de su experiencia. ¿Qué se ha aprendido de la Historia?, ¿Qué se aprendió de acontecimientos nefastos como la Segunda Guerra Mundial, donde más de 60 millones de personas fueron asesinadas, o de los 110 minutos que bastaron para derrumbar las Torres Gemelas?, ¿Qué se necesita aprender y lograr para que cada 60 segundos en el mundo no sea asesinada una persona, o que cada 100 segundos muera una persona en un conflicto armado?, ¿No bastan más de dos milenios de experiencia?

La atroz capacidad destructiva del hombre ya comprobada, ha crecido sobremanera, no muestra signos de mejoría y los resultados pueden ser funestos en los conflictos armados de hoy en día; se estima la existencia de más de 19.000 armas nucleares1 y más de 20.000 “fuera de servicio”2, guardadas y desactivadas pero no destruidas, con una capacidad demoledora inimaginable ante el primer evento. Un gran novelista de nuestro tiempo concluyó sabiamente y sin exagerar, que la carrera de las armas va en sentido contrario a la inteligencia humana. El actuar humano no envejece, no crece, no madura, no florece, no progresa, no avanza, no prospera y no se renueva.

Los gastos por concepto de guerra y conflicto son tan altos, que no evitan que en el mundo cada minuto mueran de hambre aproximadamente 11 niños por causas relacionadas3. Las políticas actuales guían toda la inversión económica e intelectual hacia los síntomas, sin atacar el mal. El mundo tiene hambre y no solamente biológica sino hambre de sabiduría. Se necesita que la sociedad esté fundada en valores éticos, que haya más respeto por la historia, más tolerancia, más calma, más reflexión, más unión y amor.

Estamos inmersos en una exótica dinámica, los cambios suceden a toda escala y no solamente son causados por el hombre, hay problemas de origen completamente estocástico que también ocurren rápidamente, por ejemplo terremotos, erupciones volcánicas, tsunamis, huracanes e inundaciones. De ahí la importancia de blindar la sociedad para que no se deje derrumbar fácilmente ante los problemas naturales o generados por algunos individuos con crueles ideales. Se necesita saber responder y actuar a tiempo ante los hechos. Lo que genera un cambio bueno o malo, dura un breve instante, potenciarlo o detenerlo es la clave. Una sociedad en alerta permanente.

¿Qué habría evitado el Big Bang, la Segunda Guerra Mundial o una bomba en el Club El Nogal? Las soluciones a estas preguntas no son triviales y es ahí donde se debe demostrar sabiduría. En quince minutos, ya estaba todo lo necesario para que millones de años después se formara esta sociedad, pero en menos de quince minutos esta sociedad se puede destruir con su estupidez.

1 Federation of American Scientists. (2012). “Status of World Nuclear Forces”,[en línea]. Disponible en la Web: http://www.fas.org/programs/ssp/nukes/nuclearweapons/nukestatus.html

2 Webster, P. (2012). “Just like the old times”. Bulletin of the Atomic Scientists. Vol. 59 no. 4 30-353 Bread for the World. (2012). “Global Hunger”,[en línea].Washington Disponible en la Web: http://www.bread.org/hunger/global/

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| Francisco José Pieschacón |

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En los últimos días de marzo me encontraba en un avión viniendo de Santiago de Chile, en la ruta Lima-Bogotá después de una espera de más de tres horas. Debo aclarar que para mí siempre ha sido un placer volar

con esta aerolínea suramericana porque encuentro que su flota siempre ha sido muy buena. Como toda excepción hace la regla, este avión se parecía bastante a un bus cebollero de esos que están viejos y medio destartalados y que les suenan todos los vidrios cada vez que hay un desnivel en el suelo; era uno de esos aviones que la verdad no brindan confianza y en los que hasta el más ateo reza el padrenuestro rogando que no se caiga. No obstante estas características, el vuelo fue bastante apacible, gracias a Dios no hubo turbulencia, de lo contrario creo que habría habido más de uno con ataque cardiaco. Llevábamos un buen rato en el aire; yo había tenido tiempo de leer el periódico de Lima y reírme con un artículo bastante ácido de Bayly, cuando los parlantes anunciaron que las auxiliares de vuelo se encontraban próximas a pasar ofreciendo sus productos en el carrito de Duty Free el cual resultó muy útil para aquellos viajeros que aún llevaban dólares, para mí, por el contrario, fue un suplicio por tener que conformarme con ojear el catálogo y lamentarme de no haber guardado dinero. La azafata (con una de esas amplias sonrisas que seguramente han visto más de medio millón de pasajeros y con ese particular acento) se acercó a mí y me preguntó si deseaba ordenar algo; le dije que no, que era muy amable y fue ahí justamente, cuando por un instante vino a mi mente mi país y mi esencia y recordé uno de los martirios diarios que cualquier bogotano de a pie que debe soportar en bus, las maravillosas travesías de más de una hora de desplazamiento entre el norte y el centro. Pero por viejo que este avión fuera nunca se compararía con un bus de transporte público de mi ciudad y por estrechos que sus pasillos parecieran no serían nunca tan estrechos como los de un bus del transporte masivo donde se amontonan multitudes con la esperanza de llegar a casa luego de un largo día de trabajo. Me imaginé que lo más probable era que aquella cordial azafata tuviera una familia y que seguramente también tendría que enfrentar a diario la lucha de supervivencia a la que la mayoría de los mortales debemos dar la cara para ganarnos un sustento. Recordé que quien estaba frente a mi era un ser humano que más allá de su empleo era una persona común y silvestre con sueños e ilusiones.

Fue precisamente en ese momento que relacioné mentalmente a esa mujer con uno de los personajes más

recurrentes del transporte urbano capitalino, con un vendedor informal. Uno de esos tantos que por alguna razón se ven forzados a ganarse la vida de ese modo. Pensé que la gran diferencia es que ella seguramente tiene un contrato a termino indefinido y sus ingresos son muy pero muy superiores a los de un vendedor que trabaja en los buses en Colombia, pero por odiosa que sea la comparación para algunos, estas dos personas están haciendo lo mismo: ofrecen sus productos a una multitud usuaria de un transporte específico. No estoy con esto comparando el arduo y difícil trabajo de las auxiliares de vuelo que cumplen con muchas funciones adicionales a promocionar productos. Fue simplemente una asociación mental que en ese momento hice dadas las circunstancias y quizás considerando que había leído un artículo que mencionaba a Bogotá. Así que para los que creen que en Colombia no hay avance no es sino que se den cuenta que somos tan “avanzados” que en todos nuestros buses se manejan las mismas herramientas comerciales de las aerolíneas, porque siendo sinceros es lo mismo; los vendedores de los buses también nos ofrecen mercancía importada (o al menos así la promocionan) libre de impuestos; y es que es complicado por no decir irónico, no tener una fuente de ingresos fija mensual y vender artículos

en los buses pagando impuestos. Así es que al paso que vamos, con los altos índices de desempleo en nuestro país deberían inventar el Duty Free colombiano, generando así una forma

de empleo ya existente pero que contara con todas las garantías y prestaciones legales vigentes. De este modo veríamos en la mañana en cada uno de los buses una “Terramoza”: Dícese de la auxiliar de bus, buseta, colectivo, cebollero y demás clases de vehículos de transporte público de Bogotá, quien seguramente con una enorme sonrisa nos pasaría un catálogo y nos preguntaría con un particular acento “¿Se le ofrece algo?”

Y es que estimados amigos míos si tengo que responder esta pregunta a mí se me ofrece que reconozcamos nuestra identidad empezando por los puntos débiles, para que de este modo los colombianos tengamos un sentido de pertenencia por nuestro país, que vaya más allá de un simple patriotismo comercial que usa el tricolor patrio de una manera absurda, de mal gusto y acelerada fingiendo un falso amor por un país del que ni siquiera nos importa la situación de los compatriotas que diariamente guerrean para poder llevar un sustento a su hogar y que no están amparados por ninguna garantía legal. Lástima me da que eso no sea algo que yo pueda comprar en un carrito de Duty Free Colombiano.

TERRAMOZA: DÍCESE DE LA AUXILIAR DE BUS, BUSETA, COLECTIVO, CEBOLLERO

Y DEMÁS CLASES DE VEHÍCULOS DE TRANSPORTE PÚBLICO EN BOGOTÁ.

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| César Augusto Ballestas Barrios |

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La producción poética de Porfirio Barba Jacob es fiel reflejo de su vida y del momento histórico y literario que se vivía en aquel entonces. Hablar de Barba Jacob, es hablar de poesía escrita con arte, libre de

ataduras y convencionalismos, lejos de cualquier corriente estética en la que se pudiera encasillar.

Fue Barba Jacob un joven de personalidad solitaria y de formación autodidacta, nunca terminó sus estudios formales pero a cambio además de gran lector, era dueño de una mente tan aguda como brillante y es en esta etapa juvenil cuando su sensibilidad poética comienza a manifestarse. La convulsionada realidad que se vivía en Latinoamérica a comienzos del siglo 20, se hizo presente en Colombia con la guerra de los Mil Días en la cual participó haciendo parte del ejército conservador, del cual desertó para instalarse primero en Angostura y luego en Bogotá.

La experiencia bélica en este conflicto dio al autor una nueva visión de la muerte, la soledad, la política y la injusticia, aspectos constitutivos de la vivencia diaria en el campo de batalla, poniendo en práctica sus renovados conceptos y apreciaciones en el ejercicio del periodismo, actividad clave durante el resto de su vida, debido a que siempre estuvo vinculado a muchos periódicos ya fuera como fundador, director o como colaborador y fue a través del periodismo mas que de la poesía, donde mejor supo exponer sus ideas, posturas y pensamientos con respecto a la política y la cultura, lo que le implicó ser expulsado de países como México, Guatemala y Nicaragua.

El original e innovador estilo poético de Barba Jacob, parte de la búsqueda de crear un discurso literario propio del hombre latinoamericano del momento, a la vez que intenta reflejar los conflictos y contradicciones de la vivencia humana a través de una estética nueva, enfocada en un lenguaje trascendente y profundo. Aunque podemos encontrar en el Modernismo un referente de ubicación histórica, Barba Jacob trascendió sus fronteras y supo asimilar elementos de otras corrientes como el Romanticismo y el Simbolismo, que contribuyeron a dar sentido a su poesía y a diferenciarla de la de otros autores latinoamericanos de la época, tanto en su forma como en su contenido.

El poema “Canción de la vida profunda” es casi un manifiesto de las temáticas en las cuales se moldeó la obra de este autor, refleja la angustia ante un mundo que torna al hombre en un ser cambiante y efímero. Considero este poema una obra de arte literario pues no es estático sino que se mueve por el tiempo, por el ser, por la vida, evoca la niñez, la juventud, el dolor, el deseo e inevitablemente

el tema más constante en el trabajo de este autor que es la muerte.

Barba Jacob fue un hombre solitario y de una vida difícil en lo económico mas no por ello asocial, contaba con muchos amigos y con el respeto de los círculos intelectuales y literarios de Colombia y Latinoamérica conscientes de su poesía renovadora y en cierta medida vanguardista.

Sus muchos viajes y estadías en países como Cuba y México, fueron el medio para estar siempre al tanto de las nuevas tendencias y caminos de la poesía en el mundo, como también para entrar en contacto con varios de los grandes poetas latinoamericanos de la época. Es difícil enmarcar la poética de este autor enteramente ecléctica y con rasgos de muchas tendencias, pero sin duda podemos afirmar que su enfoque se centra en el Modernismo y su búsqueda llega hasta los movimientos vanguardistas y quizás los sobrepasa.

Considero que Barba Jacob es un ejemplo de intemporalidad, porque su obra está dotada de un lenguaje que trasciende cualquier época, su tema es el conflicto de la existencia con todas sus contradicciones y luchas internas, aspecto que también es el punto de partida para muchos poetas y escritores a lo largo del siglo XX hasta la actualidad. En Barba Jacob la idea de un lugar físico no existe, lo que existe es el espacio y el espacio solo tiene los limites que el poeta quiera darle, pero en la poesía de este autor no hay fronteras porque en él la profundidad no es un ideal sino una vivencia, por eso en su obra la muerte no es vista como algo tenebroso sino como la trascendencia, la liberación absoluta de todo aquello que no permite a los seres humanos encontrar la felicidad en la realidad en la que transcurre su vida.

La soledad, el deseo, el dolor, la nostalgia, el abandono, son quizás algunos de los temas en los cuales se constituye su poesía, en parte por una niñez y juventud marcadas por el conflicto de la guerra, el abandono, los fracasos amorosos, la muerte de su abuela, su personalidad solitaria, nómada y decididamente bohemia. Si comparamos brevemente el sentido de la poética de muchos poetas y escritores de la actualidad con la de Barba Jacob, encontramos que como él se centran en la existencia y en las distintas afectaciones que hacen que el ser humano siga siendo solitario, individualista e infeliz, tratando de buscar la trascendencia en una nueva moda o en una nueva droga pero siempre en algo exterior a él, ignorando que vivir es verse a si mismo con profundidad, sin más mediación que la experiencia misma de aceptarnos como somos, lejos de cualquier especulación y viendo la muerte como otro camino y no como un fin en si mismo.

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| Dong-Yi Wu |

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Apenas me bajé del bus, ruidosos gritos de vendedores y toda clase de marcas llenaron las calles, uno y otro rostro de color familiar se me acerca, la gente conversa en voz alta y con un

acento peculiar, alguien habla sobre lo desagradable de su trabajo, mientras que uno más le pregunta a la persona al otro lado del teléfono qué desea cenar. No es difícil encontrar cualquier tipo de almacén que uno necesite, aquí las calles tienen lo esencial para la vida: restaurantes, bancos, clínicas....Con todo esto no puedo evitar dudar si estoy en un país extranjero

Aquí es Flushing, Nueva York, EEUU.

Terminé un trabajo en Texas, me subí a un avión, llegué a Nueva York listo para dar una mirada más cercana a la capital del mundo moderno. No imagino que lo primero que me llame la atención no sea la gran diferencia de los neoyorquinos y texanos, sino el conflicto no vinculado en mi mente sobre la nación, raza y la cultura. Dentro de una sociedad bombardeada por los medios de comunicación para difundir la ideología, es demasiado fácil generar prejuicios sobre un grupo de gente, viendo los rostros de los orientales, es muy difícil unirlos a las costumbres occidentales y marcar el signo de =.

Esta nueva comunidad se formó después de arraigar su cultura china en los Estados Unidos tras la segunda mitad del siglo XIX (siguiendo el ejemplo del “Chinatown” en el centro de la Ciudad de Manhattan) y se volvió el punto de encuentro de los numerosos inmigrantes chinos en New York quienes por naturaleza tienen gran capacidad de adaptación en diferentes lugares, pero lo que me sorprendió es que pareciera que movieron toda la cultura hasta aquí, es simplemente una pequeña sociedad china en la ciudad. Pero apenas uno entra a la ciudad, inmediatamente genera un dramático conflicto con la diversidad cultural de Manhattan, apenas separados por un puente, como si abarcara dos mundos.

En realidad, el Flushing interno está lleno de problemas culturales. Desde mi punto de vista chino, los nativos chinos residentes aquí son “estadounidenses” con piel china, y son muy distintos comparados con los “Taiwaneses” o “Chinos” provenientes del otro lado de Pacifico. Aunque ellos trajeron la cultura china y normalmente hablan chino, en general los hábitos de vida y los valores ya son muy diferentes, lo mismo sucede con los chinos nacidos en Estados Unidos conocidos como ABC, ABT1, ya que su comportamiento y nuestra ideología “oriental” entran en contradicción.

Los conflictos culturales a menudo nos resultan paradójicos, sin embargo, tampoco debemos sentirnos demasiado sorprendidos o conmocionados con éstos, incluso en diferentes países, existe también una amplia gama de problemas internos. Por ejemplo yo, que acabo de partir de Texas para llegar por primera vez a Nueva York, inmediatamente me di cuenta que la diferencia entre estos dos estados, del sur y del norte, es como el cielo y la tierra. Los tejanos son grandes y extrovertidos, sin embargo en Nueva York, una ciudad modernizada, es absolutamente imposible encontrar personas así y por lo tanto no es posible mencionar los otros estados, o el punto de intercambio de naciones en esta sociedad pluralista. Después de todo, una aldea global con veloces cambios, está llena de conflictos que aún no conocemos.

Por estas diferencias culturales, no puedo evitar pensar ¿Cómo es un verdadero “estadounidense”? Pensé y pensé. Esta pregunta no tiene realmente una respuesta. ¡No nos dejemos atrapar y limitar por prejuicios! Sólo a través de las diferentes culturas, puede existir la creación de una variedad de conflictos culturales, y a través de éstos, se pueden generar los momentos brillantes sobre culturas entrelazadas y nos deja ver los valores diferenciales culturales. Ésto es el significado de “Conflicto”.

Texto original en chino por: 吳東益Un joven Taiwanés recién graduado de la Universidad.

Traducido por: 楊秀如

Editado por: 法瑀

1 American BornChinese (Chinos nacidos en Estados unidos) y American BornTaiwanese (Taiwanesesnacidos en Estados Unidos)

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| Miguel Ángel Arteaga Araníbar |

En el presente documento se

contrasta el abordaje

tradicional del conflicto con

la categoría de transgresión,

mostrando cómo su aplicación

nos abre nuevas perspectivas en la

manera de entender la democracia y la sociedad

contemporánea.

conflicto&transgresión

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Palabras claveConflicto, Transgresión, Democracia, Sociedad abierta

Planteamiento del problemaEl conflicto se aborda generalmente desde la óptica

tradicional de la dinámica social, lo cual vale decir a partir de su supuesto o real aporte al cambio, cambio, por lo demás, en un marco prestablecido; con el componente implícito de calificar al conflicto como un mal evitable y que mostraría una forma defectiva, en el mejor de los casos, del sistema político o social o de otros aspectos, de la sociedad en la que se presenta.

Esta aproximación al conflicto, por demás curiosa es, sin embargo, la predominante en los estudios sociológicos, psicológicos, antropológicos y científico políticos; independientemente que los mismos se apoyen en procesos deductivos numéricos o no. En suma, el conflicto se presenta como algo distorsionado o disonante con un supuesto orden –que no se define o que se considera implícito, tácita y universalmente aceptado- y, por tanto, como algo a resolver cuanto antes. Por consiguiente, los abordajes sobre el conflicto se caracterizan por su capacidad de explicar cómo podían haber sido evitados, o bien, en qué medida contribuyeron a mejorar una situación calificada como defectuosa con relación a parámetros normativos o de valores intangibles. Nunca, por tanto, se preguntan por la naturaleza del conflicto, más allá de los hechos o de los planteamientos de los actores sociales, o de los individuos involucrados.

¿Cómo entonces podemos acceder a una visión del conflicto más acorde con los postulados democráticos y que permita la discriminación entre tipos de conflicto no defectivos y que fortalezcan el tipo de sociedad, supuestamente abierta, en la que se pretende vivir?

Definición del conflicto Para abordar adecuadamente el conflicto, empezaremos por

definirlo. Conflicto es la manifestación pública de un desacuerdo explícito o implícito con una situación o planteamiento no tolerado por el o los actores de dicha manifestación. Dicha manifestación puede ser verbal, mediante actos, escrita o de cualquier forma que implique un mensaje de carácter público. Por tanto, cabe preguntarse ¿acaso no existe el conflicto entre partes? En efecto, existe, pero no se diferencia del mencionado ya que, en su origen o en sus efectos está dirigido a consolidarse como público; es decir como un mensaje a disposición de terceros. En esa medida, puede decirse que no hay conflicto que no sea público o cuyos resultados terminen siéndolo.

En esta definición comprensiva entran tanto los conflictos domésticos como los grandes conflictos sociales estatales o mundiales y también los que involucran el ámbito de la etología

animal y humana. Es, por tanto, una definición operativamente válida, ya que no elimina situaciones por su dimensión, alcance o la calidad o cantidad de sus actores.

Etimología y significado del términoEl Diccionario de la Real Academia1 establece que la voz

conflicto significa combate, lucha, pelea. En su segunda acepción indica que es sinónimo de enfrentamiento armado La tercera acepción es la de apuro, situación desgraciada y de difícil salida. En cuarto lugar relaciona la voz con los términos problema, cuestión, materia de discusión. Finalmente se señala que en psicología se usa como coexistencia de tendencias contradictorias en el individuo, capaces de generar angustia y trastornos neuróticos. Adjunto a estos significados el de momento en que la batalla es más dura y violenta calificándolo como caído en desuso. El Diccionario de Autoridades2 determina que es Lucha, combate, pelea o batalla. Hállese también usado con frecuencia en lo moral y que pertenece al ánimo y espíritu. Como segunda voz establece su significado a modo de Aprieto, estrecho, peligro, trabajo que sucede y angustia el ánimo. Debe destacarse, sin embargo, que dichas definiciones que privilegian las imágenes de choque de oponentes -sea en la acepción de pelea externa o conflicto interno-no permiten una comprensión cabal del término, tal como veremos al establecer su etimología.

Como señala el Diccionario de Autoridades, conflicto es tomado del latino Conflictus y significa lo mismo3. No obstante, debe remarcarse que si bien el vocablo latino Conflictus, procede en sus declinaciones de Confligo y esta voz significa Pelear, tal como indica el Calepino de Salas4, también se relaciona con el término latino Conflictio que significa Encuentro, concurrencia y que el Calepino aclara con la frase Contrarium et dissimilium et inter se pugnatium rerum, lo que vale decir que se usa como encuentro, cuando los elementos contrarios y disímiles pugnan entre si. Concepto que nos conduce al de hacer encontrarse y figurativamente al de confrontar5. Significado que nos permite ahondar en el alcance y componentes del vocablo conflicto.

¿Cómo se produjo una simplificación de sentido como la constatada etimológicamente?

El olvido de esa acepción, que puede compendiarse en encuentro de contrarios y que no solamente significa pelea, sino también concurrencia, en el sentido de encuentro, se produjo probablemente como una simplificación generada en la Romania; es decir en el período en el que el latín vulgar se transforma en lenguas romances (siglos III a IX) Sin embargo ¿Cuál fue el origen de ese alejamiento del sentido complejo a uno más simple? Se puede suponer que el vocablo actual se cristalizó unívocamente como pelea, mostrando una situación frecuente en el período de dislocación social y económica y disolución del mundo antiguo (siglos III al IX). Puede suponerse sin prueba evidente que este proceso condujo a la simplificación unívoca

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del término y significado de conflicto en pelea, pretiriéndose el de encuentro y concurrencia de contrarios.

Conflicto y sistema político, económico y social

El conflicto, en los términos y alcances arriba definidos, se aplica usualmente al ámbito político y al económico social, ya que si bien es utilizable en el de las relaciones inter-personales, éste último queda relegado al uso académico y profesional. Por tanto, en el mundo actual el término conflicto se usa y, en algunos casos se aplica como sinónimo de desorden, disturbios, ruptura del supuesto o real orden político, social y económico pre-existente al conflicto.

Un elemento destacable de ese uso y sinonimia mencionada, es la sedicente imagen de orden, sea cualquiera el sentido que se otorgue a este último término y que, a contrario, subyace en el uso coloquial y académico del término conflicto. El conflicto es, por tanto, la ruptura de un orden que se supone quebrantado y el cual es preciso restablecer. Ese mandato implícito en el uso del término nos conduce a una situación sicológica y social propia del presente momento histórico y paralela a la de la disolución del mundo antiguo. ¿Por qué paralela a la disolución del mundo antiguo? Porque, los vocablos se utilizan para manifestar no solamente pensamientos, sino estados anímicos y es este uso, el que conduce, generalmente, a la transformación del sentido tradicional de los términos. Cabe entonces preguntarse ¿en que medida el uso anímico del término conflicto marca un antes y un después al uso tradicional del mismo? Entendemos que el uso frecuente y con la connotación anímica arriba mencionada, ha ido incrementándose en los últimos siglos (XVIII al XXI) al

tenor de la disolución de la sociedad y la economía tradicional vigente en los siglos XIV al XVIII. La Ilustración y sus corolarios revolucionarios, así como la implantación de un cierto tipo de democracia, han contribuido a la extensión de la idea del cambio permanente, dentro de un marco prestablecido e intangible, aspecto que definiría a las sociedades actuales.

Por tanto, el uso y concepto del término conflicto en el ámbito político y económico- social se encuentra determinado no solamente por su componente etimológico de pelea, sino por su connotación anímica de orden quebrantado.

TransgresiónEn ese contexto ¿Dónde y para qué se introduce el concepto

de transgresión?

Para empezar, debemos señalar que el vocablo transgresión tiene un significado fundamentalmente defectivo, tanto en su definición española6, que está referida al 1) quebrantamiento, infracción, vulneración, inobservancia o violación de algún estatuto, ley o precepto y que, sin embargo, también se aplica a aspectos no defectivos como la 2) formación sedimentaria que avanza sobre las más antiguas cubriéndolas y solapando sus bordes o la 3) invasión de aguas marinas en un territorio hasta entonces emergido. No obstante las últimas acepciones, cuando hablamos de transgresión, tanto en su uso jurídico, como psicológico, así como en el político y en el socio económico, nos estamos refiriendo a un quebrantamiento del orden establecido. Es decir, a un acto u omisión defectiva, entendido este último concepto como a un actuar que solo cobra entidad con relación a o referida a una norma jurídica social, política, económica que ha sido quebrantada y a la luz de la cual la transgresión adquiere

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entidad, alcance y comprensión. Por tanto, la transgresión sería algo meramente negativo: un defecto. En modo alguno algo que pueda ser entendido por sí mismo, sino siempre con o en relación a algo que sí tiene entidad, vale decir la norma jurídica o social, el criterio de normalidad psicosocial, etc. quebrantado por el transgresor.

Si aplicamos esta acepción defectiva de transgresión al conflicto, nos encontraremos que este último podría tener dos significados, uno transgresivo, cuando la pelea implica un quebrantamiento del orden establecido y que solo se entiende con relación a la norma o situación quebrantada y otro no transgresivo, en el sentido de pelea por el cumplimiento de la legalidad; es decir el conflicto vendría a ser el medio que permitiría impedir o dificultar la transgresión; o en otros términos, el conflicto se entendería y llegaría a ser la afirmación de la misma legalidad, legitimidad, justicia, derechos, o lo que fuere. En este último sentido, estaríamos hablando vulgarmente de un conflicto constructivo, mientras que en la primera de las aplicaciones nos encontraríamos ante un conflicto destructivo. Estas distinciones, por lo demás simples y zafias, pero sin embargo presentes en el uso cotidiano y académico del término conflicto, nos acercan a un dilema ¿Es serio abordar el tema del conflicto y la transgresión en esos términos? ¿No es acaso, más provechoso continuar con la visión del conflicto como motor de la dinámica socio económica, política y aún ética, olvidándonos de entremezclar ambos términos?

La transgresión sustantivadaPara continuar con la ruta establecida, es

conveniente que sustantivemos la transgresión y no la veamos, como un no ser, un defecto o una limitación o deprivatio7 que solo se manifiesta en los listados de tipos penales y administrativos, o de infracción de la buena vida, cuanto como un accionar válido por si mismo. Para ello, se debe abandonar la práctica defectiva explícita en el diccionario y en el uso coloquial y académico del término transgresión. Por consiguiente ¿que entenderíamos sustantivamente por transgresión?

Para contestar a esta interrogante debemos acudir a la etimología, una vez más, ya que transgresión es la versión romanceada del vocablo latino transgressioo transgredior que significa pasar a, atravesar, cruzar y aún saltar o anteponerse. Por tanto en el vocablo transgredir nos encontramos con las figuras de la ruptura, del salto, del ir más allá. En ese sentido, la transgresión no defectiva podría ser definida como la ruptura que irrumpe como modificación.

Pero esa transgresión no solamente debe tener un componente objetivo, la ruptura, sino uno subjetivo la voluntad de transgredir; por tanto no toda ruptura transgresiva es una

transgresión, tal como cuando se presenta un hecho transgresivo –natural o provocado colectivamente por el hombre- sino cuando la misma se hace con la intención de transgredir.

En esa medida, podemos relacionar la transgresión con los grados de libertad existente en una sociedad dada y, por tanto, con la capacidad de esa sociedad de tolerar las rupturas que conducen a una modificación y quizá asumirlas como un nuevo paradigma.

Democracia y conflictoEl régimen político que pretende fundarse en el máximo

de libertad de los individuos es, por definición, la democracia; sin embargo, en la actualidad, nos encontramos con un modelo defectuoso de democracia, en el cual no se acepta como elemento diferenciador, en la totalidad de su expresión, el concepto de concurrencia; es decir el de contraposición u oposición de contrarios en la conformación de la voluntad política en todas las esferas y sin excepciones. Aquí, como vemos nos encontramos ya en el ámbito previamente definido del conflicto.

Apurando aún más la definición de democracia podríamos afirmar que la misma es la forma política en la que el conflicto, entendido este como conjunción de contrarios, choque y concurrencia, constituye la característica de su conformación y

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sustentamiento en el tiempo y que, por tanto, la distingue de otros regímenes políticos.

Este choque o concurrencia se concreta en el conflicto de ideas, conceptos, acciones y propuestas que acceden al mercado político periódicamente y con el objeto de ser votadas mayoritariamente y, por tanto, de modificar las condiciones existentes en una sociedad dada. En esa medida, podría afirmarse que la piedra de toque de la democracia sería la existencia de contraposición y, por tanto, de conflicto. Una democracia sin conflicto, sería un régimen político quizá estable, pero muerto, probablemente con un alto índice de gobernabilidad, pero con una capacidad de asumir rupturas y modificaciones, nula y, por tanto, con restricciones insalvables a la libertad de los individuos que, en sus más altas expresiones, son voluntades transgresoras y que acuden a la formación de la voluntad política.

Expresado de otra manera una democracia sería efectiva cuando los grados de libertad de los individuos sean tales que toleren la transgresión y esta, mediante el conflicto, permita el establecimiento de un nuevo paradigma normativo, social, económico o lo que fuere.

Conflicto y transgresiónEn ese marco conceptual, es evidente y fácilmente

constatable, que en las sociedades que se llaman democráticas actualmente, existen límites a la transgresión y al conflicto. Si bien se observa, las sociedades actuales en Europa y en América, autocalificadas de democracias, en los últimos ochenta años han establecido áreas en las que no se tolera el conflicto y menos la transgresión. ¿Cuáles son esas áreas? Los derechos humanos, el alcance y contenidos de la forma democrática, el medio ambiente, los bienes culturales, ciertas prácticas sociales y personales y aspectos culturales, de género y étnicos entendidos como formas de vida. Todos esos ámbitos supuestamente están excluidos del conflicto y de la transgresión y su quebrantamiento, también en los últimos ochenta años, se ha visto penalizado de forma creciente y agravada. Nos encontramos entonces con democracias por defecto esclerotizadas y en las cuales se tiene temor a la conducta de los propios individuos que generan el contrato democrático. ¿Esto es razonable y aún más sostenible en el tiempo? ¿No estaremos defendiendo un tipo defectivo de democracia por el temor al conflicto y a la transgresión?

Sociedad abiertaSi bien el concepto de sociedad abierta se ha utilizado

paradójicamente para justificar la intangibilidad de ciertos derechos, procedimientos y formas jurídicas y políticas, así como un largo etcétera de bienes, situaciones y aún tipologías de personas, parece importante, en este momento del desarrollo del concepto de conflicto, redefinir lo que democráticamente debe entenderse como una sociedad abierta. Entendemos que una

sociedad es abierta en la medida que todos los bienes y creencias, sin restricciones de ninguna índole, se encuentran sujetos a un régimen de competencia o concurrencia entre los individuos y en la que la posición más votada es la que impera, limitándose el Estado a garantizar la concurrencia no solamente entre los individuos, sino entre estos y las administraciones públicas en condiciones equiparables. Como es evidente, ninguna sociedad actual puede calificarse como una sociedad abierta en los términos descritos más arriba, sino como sociedades cerradas en diversos grados. Cerradas en cuanto hurtan o impiden que muchos o algunos bienes o creencias entren en concurrencia –recuérdese al respecto la intangibilidad de supuestos o reales derechos fundamentales, procedimientos, protección de conductas, grupos y de características de vida, bienes culturales y naturales, etc.- y con referencia a los cuales, el conflicto entendido como confrontación, choque o encuentro de contrarios no es aceptado o no es aceptable, en función de pre-conceptos no demostrables más que como circunstancias históricas de ciertas sociedades y que se consideran extra conflicto, extra transgresión y aun cuando parezca irreverente, extra mundo.

En ese contexto, el conceptuar el conflicto como planteamiento o resultado de un acto u omisión transgresora, parece óptimo, para evaluar el grado y las condiciones de efectividad de la democracia, la efectividad y grado de la libertad individual y si existen condiciones reales de construcción de una sociedad abierta. Este es un modelo que habrá que desarrollar en un futuro.

1 Vigésima segunda edición, Madrid, 2001 Primer Tomo Letras A a G Página 620

2 Diccionario de la lengua castellana en que se explica el verdadero sentido de las voces, su naturaleza y calidad, con las frases o modos de hablar, con los proverbios o refranes y otras cosas convenientes al uso de la lengua. Dedicado al Rey N.S. D. Felipe V (q. D. g.) a cuyas reales expensas se hace esta obra. Compuesto por la Real Academia Española Tomo Primero que contiene las letras A y B Con privilegio. En Madrid. En la imprenta de Francisco del Hierro, impresor de la Real Academia Española. Año de 1726. Página 503

3 Idem, et ibídem Nota ii4 Compendium Latino- Hispanumutriusque linguae veluti lumen Petri de Salas

accedunt verba sacra ex adversariisJoannisLudovici De la Cerda diligenter excerpta atqueetiam nomina hebraico- latina ac Hispano sermonireddita. Editio ómnium certecastigatissima, et a mendisplurimis, quae in precedentibusredundant, repurgata opera acstudio. Josephi a Carrasco PhilosophiaeacSacraeTehologiae in LullianaUniversitateMajoricensisInsulae, ex professoris. Superiorumpermissu. Matriti 1830 ex TypographiaIbarriana. Página 149y ejemplifica in armis, manu, acie pro salute eum, vel contra hostemconfligere, señalando usos tales como los de confliguntleges que debe entenderse como Darse antinomia y oposición en las leyes y otros más

5 Nuevo Diccionario Etimológico Latín- Español y de las voces derivadas. Santiago Segura Munguía. Universidad de Deusto, Bilbao 2003. Página 151.

6 Ver Diccionario de la Lengua española. Vigésima segunda edición 2001, Tomo segundo Letras H a Z Página 2211 y Martín Alonso, Enciclopedia del idioma, Tomo III, Aguilar, Madrid, 1958.

7 Esta visión proviene del concepto de mal y de pecado. Al respecto consultar a Tomás de Aquino en las Quaestiones De Malo, Cuestiones disputadas sobre el mal, traducción castellana de Ezequiel Téllez Maqueo. Ediciones Universidad de Navarra, S.A. Pamplona, 1997 y en la Quaestio LXIII De angelorummalitiaquoadculpamde la SummaTheologicatraducciónespañola de Raimundo Suárez O.P. en Suma Teológica de Santo Tomás de Aquino, Tomo III Tratado de los Ángeles, Biblioteca de Autores Cristianos. Madrid, 1950

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| Oscar David Andrade Becerra |

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Un antiguo mito ruandés cuenta que Imana, el todopoderoso y misericordioso dios creador y rector de la vida, protegía y otorgaba la inmortalidad a las personas al cazar a la Muerte, una bestia salvaje y

despiadada que merodeaba por la tierra. La única condición divina era que los seres humanos debían ocultarse durante la cacería, para así evitar que la Muerte se resguardara en ellos o les quitara la vida. Un día, sin embargo, una anciana rompió el juramento y salió al campo durante la montería divina; la Muerte aprovechó la oportunidad y se escondió en su cuerpo cegándole la vida un par de días después. Furioso por esa traición, Imana despojó a los hombres y las mujeres de la inmortalidad, desistió de seguir viviendo junto a ellos y abandonó la tierra. Desde ese momento, la Muerte vive con la humanidad y hace parte de su devenir natural.

En 1994, Ruanda sufrió la incursión de la bestia Muerte más funesta de su historia. Entre abril y julio de ese año, cerca de un millón de personas1 fueron brutalmente asesinadas en el marco de un genocidio impulsado y perpetrado por la etnia hutu contra la minoría tutsi. Usualmente el conflicto es explicado por la histórica opresión y discriminación de la mayoría hutu por par-te de los tutsi, cuyas élites se beneficiaron del control del Estado y el aparato pro-ductivo y sofocaron violen-tamente cualquier intento de reformar la estructura política o económica del país. En ese sentido, el genocidio de 1994, al igual que otros episodios de violencia racial acaecidos en el país, como la rebelión hutu de 1959, son explicados como un intento de reacción radical para transformar la distribución racial del poder y el resultado del deseo de venganza por los atropellos del pasado.

No obstante, es un hecho comprobado que muchos hutus moderados también fueron asesinados, lo cual deja entrever que en el trasfondo del conflicto hay otros factores en torno a los cuales la cuestión étnica fue manipulada. En ese orden de ideas, se ha expuesto cómo la distribución de la tierra, la escasez de recursos, la presión demográfica, la crisis económica, las fallidas reformas políticas y la inestabilidad del escenario regional contribuyeron a la distorsión de las divisiones étnicas y a su expresión violenta (Caicedo, 2010: 69-79). Aunque una lectura superficial simplemente culparía a los grupos de fanáticos y radicales -como la milicia Interahamwe o los medios de comunicación racistas- por avivar la violencia, lo cierto es

que el asunto es mucho más profundo y debe rastrearse hasta el proceso de colonización por parte de las potencias europeas.

La diferencia racial como invención colonial

A partir del siglo XVI, los europeos comenzaron un proceso de extensión territorial con el objetivo de expandir el dominio geopolítico de sus respectivos países y asegurar el control de las rutas, las materias primas y la mano de obra que dinamizarían el crecimiento comercial y la industrialización de los mismos. En principio a través de la fuerza militar, los europeos se apropiaron de extensos territorios en América, África, Asia y Oceanía, establecieron regímenes coloniales y expoliaron sus recursos naturales. Sin embargo, el simple control militar era insuficiente, a la vez que costoso y contraproducente, pues provocaba duras contestaciones por parte de las poblaciones subyugadas. Por ende, mantener la posición predominante de Europa en el naciente sistema mundo capitalista requería de

otros dispositivos de poder y control social.

Como argumentan Aníbal Quijano y Santiago Castro-Gómez, entre otros autores considerados den-tro de los estudios poscolo-niales, uno de esos disposi-tivos de dominación -proba-blemente el más efectivo- es la idea de raza. En síntesis,

esta noción plantea que las diferencias en las características fenotípicas de los seres humanos, especialmente el color de la piel, configuran diferentes razas (“indios”, “negros”, “blancos”, “mestizos”, “orientales”, etcétera) que necesariamente divergen en su capacidad física, mental y de desarrollo cultural. Aunque la categoría de “raza” solamente fue formulada y desarrollada con propiedad en el siglo XIX, la referencia a las diferencias fenotípi-cas entre conquistadores y conquistados, así como las supuestas estructuras biológicas diferenciales entre esos grupos, surgieron con el descubrimiento de América y se propagaron con la em-presa colonial a lo largo de los siguientes siglos (Quijano, 1993: 202-203)

A partir del surgimiento de la noción de “color” y posteriormente de “raza”, se constituye el mito fundacional de la modernidad, esto es, la idea de una escala de desarrollo histórico que va desde lo más próximo al “estado de naturaleza”, en el cual reinan la superstición, el primitivismo, el salvajismo, la barbarie, la anarquía, la guerra y la total ausencia de arte,

ENTRE ABRIL Y JULIO DE 1994, CERCA DE UN MILLÓN DE PERSONAS FUERON

BRUTALMENTE ASESINADAS EN EL MARCO DE UN GENOCIDIO IMPULSADO

Y PERPETRADO POR LA ETNIA HUTU CONTRA LA MINORÍA TUTSI

1 Los cálculos más conservadores registran 500.000 muertos y los más pesimistas superan el millón. Además, se estima que dos millones y medio de personas huyeron en búsqueda de refugio a los países vecinos de Ruanda: República Democrática del Congo (denominada Zaire hasta 1997), Tanzania, Burundi y Uganda.

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ciencia y escritura, y donde estarían situados los “negros” y los “indios”, hasta lo más cercano a la “civilización”, en la cual priman la civilidad, el Estado de Derecho y el cultivo de la ciencia y de las artes, y donde solamente estarían ubicadas las sociedades blancas europeas (Quijano, 1999; Castro-Gómez, 1993). La consecuencia lógica de este razonamiento desde la perspectiva eurocéntrica era el establecimiento de jerarquías sociales, políticas, culturales y económicas, dependiendo de la fase de la “evolución” de la especie en la que cada población se encontrase.

Así, al naturalizar las relaciones de superioridad/inferioridad entre europeos y no europeos, la noción de raza otorgó legitimidad a las relaciones de dominación/sometimiento impuestas por la colonia. En consecuencia, el criterio racial permitió clasificar a la población y asignar jerarquías, rangos, lugares y roles en la nueva estructura de poder dirigida a consolidar el sistema capitalista global. Básicamente se conformó un patrón de división mundial del trabajo en el cual solamente los “blancos”, con base en relaciones salariales, podían tener el privilegio de recibir los beneficios del comercio y la industria, controlar la administración política colonial y dedicarse a las labores intelectuales y artísticas, mientras que los “negros”, “indios” y “orientales”, en tanto razas inferiores e indignas, estaban naturalmente obligadas a trabajar para sus amos,

extrayendo materias primas y fabricando mercancías mediante formas de trabajo no asalariado (esclavitud, encomienda, servidumbre, etc.) (Quijano, 1993)

Entre el siglo XVI y la Segunda Guerra Mundial2, estas identidades tuvieron un correlato geográfico en el que Europa aparecía como el centro del sistema mundial, mientras que los demás continentes conformaban la periferia (Quijano, 1993: 208). Sin embargo, la categoría racial no solamente codificó nuevas identidades y estructuró los patrones de poder a nivel internacional, sino que también sirvió para asegurar el dominio político, económico y epistémico de sectores minoritarios, domésticos o extranjeros sobre las sociedades nacionales.

Efectivamente en el caso de Ruanda, cuando los colo-nizadores arribaron al país, encontraron una sociedad au-tóctona realmente poco diferenciada en lo que respecta a su lengua, religión, cultura y fisionomía. Pese a que los estamentos socio-productivos estaban relativamente defi-nidos –los tutsi se dedicaban a la ganadería, los hutu a la agricultura y los twa a la cacería- y los primeros, empero ser minoría, ocupaban una posición preponderante gracias a la primacía militar, la mayor productividad de sus actividades económicas y una organización política más estructurada -que en algunos casos permitió doblegar a los otros a una

Foto: The Dilly Lama

2 Como apuntan los trabajos de Raúl Prebisch e Immanuel Wallerstein, después de 1945 el nuevo patrón mundial de poder fue constituido a partir de Norteamérica. En sus orígenes, el capitalismo mundial fue colonial y eurocentrado (Quijano, 1993: 208).

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condición similar al vasallaje-, las relaciones entre los tres grupos étnicos eran simbióticas y coexistenciales.

Si querían asegurarse el dominio del país, los colonizado-res tenían que desajustar esa estructura social. Para lograr ese cometido, a lo largo del periodo colonial comprendido entre finales del siglo XIX y mediados del XX3, los europeos instaura-ron una rígida jerarquía social en la cual la minoría tutsi (cerca del 12% de la población) detentaba el poder y dominaba a los hutu (85%) y los twa (3%). Los colonizadores otorgaron a los tutsis el control del aparato estatal y de los medios de produc-ción –especialmente la tierra, cuya propiedad y explotación monopolizaron rápidamente-, además de permitirles acceder a los servicios educativos para garantizar la formación de inte-lectuales capaces de asumir la gestión del país y mantener el orden establecido. Así pues, la administración belga no sólo apuntaló las estructuras de poder existentes, sino que profun-dizó las desigualdades a través de prerrogativas concedidas a los tutsis: un informe de la Organización para la Unidad Afri-cana señala que, entre 1932 y 1957, el 95% de los funcionarios del Estado, 43 de 45 jefes tradicionales y 549 de 559 sub-jefes eran tutsis, así como el 75% de los estudiantes de secundaria (Arozarena, 2004).

Esa estructura social excluyente fue justificada por los colonizadores recurriendo a una supuesta superioridad racial de los tutsi, derivada de su ascendencia histórica y sus rasgos fenotípicos. Según la denominada hipótesis hamítica, los tutsi eran racialmente superiores porque eran herederos de los caracteres, las tradiciones y el progreso de las antiguas y gloriosas civilizaciones de Egipto y Abisinia y tenían un biotipo mucho más similar al de los colonizadores caucásicos: facciones más finas, cuerpo más delgado, mayor estatura y color de piel más claro (Magnarella, 2002: 11). Según los europeos, estos elementos legitimaban el ejercicio del gobierno a través de los monarcas y jefes tutsis y el predominio de ese grupo en el régimen colonial, al tiempo que justificaba la condición de inferioridad y el sometimiento de las demás poblaciones ruandesas que, en tanto eran percibidas como inferiores, debían ser subyugadas y civilizadas según el criterio occidental.

Un hecho fundamental en la institucionalización definitiva de esa estratificación social fue el censo realizado por las autoridades belgas entre 1933 y 1934, que condujo al establecimiento de tarjetas de identidad en las cuales se registraba la etnicidad de cada persona y la de sus padres –dado que la sociedad ruandesa es patrilineal, la etnicidad del padre era

3 Entre 1884 y 1918 Ruanda fue un protectorado alemán (junto con Burundi y la actual Tanzania) y posteriormente fue adjudicado a la autoridad de Bélgica hasta 1962, cuando le fue concedida la independencia siguiendo las recomendaciones de las Naciones Unidas.

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más importante porque determinaba la de sus descendientes-. Estas tarjetas otorgaban a los tutsi un rango social superior a los hutu y los twa y los avalaba para ocupar los mejores cargos en la administración pública colonial (Cuevas, 2007). Empero, la consecuencia más desafortunada fue que esta práctica, que se mantuvo hasta que el gobierno post genocidio la abolió, consolidó una identidad sub-nacional para todos los ruandeses, dividiéndolos rígidamente en categorías que portaban una historia negativa de dominación/subordinación, superioridad/inferioridad y explotación/sufrimiento (Magnarella, 2002: 26). A esto habría que agregar que las tarjetas facilitaron el genocidio, pues el registro de la etnia permitió a los victimarios identificar rápidamente a aquellos que debían ser exterminados.

La noción de raza, entonces, tuvo la función de romper la convivencia y enfrentar a las comunidades ruandesas, al natura-lizar el dominio que imponía el vínculo entre etnia, devenida en casta, y status social. El poder europeo tomó una distinción social y étnica ya existente y la racializó, de tal manera que el origen de la violencia en Ruanda está conectado con la forma como hutus y tutsis fueron construi-dos como identidades políticas por el Estado colonial: hutu como indígena y tutsi como alienígena. Los corola-rios de esta situación fueron la instituciona-lización y legitimación de la preponderancia tutsi en el jerárquico régimen colonial, la opresión y la exclusión de los hutus y la constitución de identidades antagónicas: los hutus empezaron a concebir a los tutsis como colonizadores y a auto percibirse como los verdaderos nativos que tenían la misión de liberar la patria de esa amenaza. En este contexto, resulta claro que la con-fluencia y pervivencia de estos factores explica en gran medida los episodios de violencia étnica que han estallado en Ruanda a lo largo de su historia (Mamdani, 2001: 28-34).

Ciencias sociales, Estado y raza

Uno de los axiomas de la Modernidad occidental es el poder que tiene la razón para acceder a los secretos y las leyes de la naturaleza con el fin de transformarla y controlarla según los designios del hombre, utilizando para ello las herramientas de la ciencia y la técnica. Ligada a la anterior, surge la idea de la perfectibilidad del hombre y de la posibilidad de progreso

ilimitado de la humanidad, bajo la cual, como se mencionó anteriormente, el desarrollo se concibe como un proceso lineal en el cual hay un tránsito progresivo desde fases pre-modernas hasta estadios superiores en los cuales se alcanza la civilización.

En ese contexto, la antropología, la paleontología, la arqueología, la historia, la geografía y demás ciencias sociales4 surgieron con el objetivo de estudiar el pasado y el presente de las civilizaciones, sus prácticas culturales, sus creencias, sus instituciones, sus formas de producción, etcétera, con la finalidad de diagnosticar y cualificar su estado en el proceso evolutivo. El problema es que el punto de comparación eran los países europeos occidentales, por lo que siempre se pasaba por encima de las características particulares y se concluía que las poblaciones de las colonias tenían lenguas y escrituras ininteligibles, un nivel tecnológico vetusto, cultos paganos y prácticas culturales bárbaras. En contraste, la ciencia construyó una idea ficticia sobre la homogeneidad originaria de Europa y de su devenir histórico progresivo, lineal, uniforme, independiente, aséptico y libre de conflictos (Pachón, 2007; Wallerstein, 2006;

Lander, 1993; Castro-Gómez, 1993; Blaut, 1993).

En consecuencia, el “Viejo Mundo” no sólo habría diseñado el trayecto que los “otros” debían recorrer, sino que era su misión con-ducirlos por el mismo,

aun cuando tuviera que utilizar la fuerza para eso. En última ins-tancia, el objetivo que buscaban las ciencias sociales al pro-veer marcos teóricos y empíricos que permitieran conocer y comprender la historia y las características de los diversos pue-blos del mundo, era generar una plataforma de observación científica sobre el mundo social que se quería gobernar. Para tal fin, el proyecto de la Modernidad erige al Estado como el único locus capaz de consensuar los intereses encontrados de la sociedad y de formular metas colectivas válidas para todos, para lo cual se requiere la aplicación estricta de “criterios ra-cionales” que permitan canalizar los deseos, los intereses y las emociones de los ciudadanos hacia las metas definidas por él mismo. Esto significa que el Estado moderno no sólo adquiere el monopolio de la violencia, sino que la utiliza para “dirigir” racionalmente las actividades de los ciudadanos, de acuerdo a criterios previamente establecidos científicamente (Castro-Gómez, 1993: 147).

LA NOCIÓN DE RAZA, ENTONCES, TUVO LA FUNCIÓN DE ROMPER LA CONVIVENCIA

Y ENFRENTAR A LAS COMUNIDADES RUANDESAS, AL NATURALIZAR EL DOMINIO

QUE IMPONÍA EL VÍNCULO ENTRE ETNIA, DEVENIDA EN CASTA, Y STATUS SOCIAL

4 Según Immanuel Wallerstein, la institucionalización de la diversificación disciplinaria de las ciencias sociales solamente se alcanzó en el periodo comprendido entre 1850 y 1914. Aunque desde el siglo XVI ya existían reflexiones acerca del funcionamiento de las instituciones políticas, las políticas macroeconómicas de los Estados, las reglas que gobiernan las relaciones interestatales, la descripción de sistemas sociales, etc., estas no eran elaboradas con el entramado teórico y metodológico de las ciencias sociales y sus autores (Maquiavelo, Bodin, Malthus, Ricardo, entre otros) no consideraban que operaban dentro del marco de disciplinas separadas. Según Wallerstein, la historia, la economía, la sociología, la ciencia política y la antropología fueron las primeras disciplinas que se institucionalizaron como tales, lo cual significa que definieron un campo de estudio específico y se establecieron oficialmente en las Universidades (Wallerstein, 2006).

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EN RUANDA, A TRAVÉS DE LA POESÍA, LA LITERATURA Y LAS ARTES Y DE LA ENSEÑANZA DE LAS CIENCIAS SOCIALES, LAS ÉLITES LOCALES Y LOS COLONIZADORES DIERON FORMA A UN RELATO SEGÚN EL CUAL EL DOMINIO TUTSI ERA EL RESULTADO DE UNA ESPECIE DE PROCESO EVOLUTIVO BAJO EL CUAL LA RAZA MÁS FUERTE, INTELIGENTE Y DESARROLLADA SE LOGRÓ IMPONER A LAS DEMÁS.

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Sin el concurso de las ciencias sociales, el Estado moderno no tendría la capacidad de ejercer control sobre la vida de las personas, definir metas colectivas, ni construir y asignar a los ciudadanos una identidad cultural. Así pues, desde el siglo XVIII las ciencias sociales se convirtieron en una pieza constitutiva del proyecto de organización y control de la vida humana encarnado en el Estado moderno; las taxonomías elaboradas por las ciencias sociales no se limitaban a la elaboración de un sistema abstracto de reglas, sino que tenían consecuencias prácticas en tanto eran capaces de legitimar las políticas regulativas estatales. En esencia, la matriz práctica que fundamentará las ciencias sociales es la necesidad de ajustar la vida de las personas al aparato de producción: se trataba de ligar a todos los ciudadanos al proceso de producción mediante el sometimiento de su tiempo y su cuerpo a una serie de normas que venían definidas y legitimadas por el conocimiento. Las ciencias sociales enseñan cuáles son las leyes que gobiernan la economía, la sociedad, la política y la historia; el Estado, por su parte, define sus políticas gubernamentales a partir de esta normatividad científicamente legitimada (Wallerstein, 1991).

En este sentido, las ciencias sociales funcionan estructural-mente como un aparato ideológico moderno/colonial que, hacia el interior, legitiman la exclusión y el disciplinamiento de aque-llas personas que no se ajustan a los perfiles de subjetividad que necesita el Estado para implementar sus políticas de moderniza-ción, mientras que hacia el exterior legitiman la división interna-cional del trabajo y la desigualdad de los términos de intercam-bio y comercio entre el centro y la periferia. Desde este punto de vista, las ciencias sociales no efectuaron jamás una ruptura epistemológica frente a la ideología, sino que el imaginario colo-nial impregnó desde sus orígenes a todo su sistema conceptual (Castro-Gómez, 1993: 153-154).

En síntesis, las ciencias sociales construyeron una visión de-formada de la historia mundial y nacional, a la par que respalda-ron con un arsenal teórico y metodológico multidisciplinario los postulados que promulgaban las diferencias raciales y justifican las asimetrías culturales, políticas y económicas basadas en ellas. Superando la simple coacción por parte del aparato colonial, la diferenciación racial fue instaurada a través de mecanismos de socialización como la educación y las expresiones culturales. En Ruanda, a través de la poesía, la literatura y las artes y de la enseñanza de las ciencias sociales, las élites locales y los coloni-zadores dieron forma a un relato según el cual el dominio tutsi era el resultado de una especie de proceso evolutivo bajo el cual la raza más fuerte, inteligente y desarrollada se logró imponer a las demás. Progresivamente, el grueso de la población ruandesa y los intelectuales extranjeros asumieron dichas diferencias y je-rarquías raciales como algo real y reprodujeron esa percepción, de tal forma que se enquistó definitivamente en su subjetividad y produjo una perspectiva bastante deformada de la historia y la estructura social del país (Human Rights Watch, 2004).

Esta narración, que por supuesto resultaba sumamente funcional para los intereses de las élites y validaba los supuestos y las pretensiones “científicas” y políticas de los europeos, se mantuvo prácticamente incuestionada hasta la década de 1960, cuando una nueva generación de intelectuales, tanto ruandeses como extranjeros, comenzaron a cuestionar esos planteamientos y a mostrar una versión de la historia que demostraba una participación más equilibrada de ambas etnias en la construcción del Estado. Sin embargo, la difusión de esas ideas fuera de los círculos académicos fue infructuosa y para la década de los noventa muchas personas seguían convencidas de la versión histórica construida desde principios del siglo XX (Human Rights Watch, 2004).

Empero, pese al velo de cientificidad y rigurosidad -propio del pensamiento de la Modernidad occidental- con el cual los colonizadores europeos pretendieron encubrir sus pretensiones, lo cierto es que en la práctica las pautas para clasificar a la población ruandesa estaban bastante alejadas de los criterios biológicos o históricos supuestamente fundamentados en la hipótesis hamítica. Por ejemplo, los belgas clasificaban a los nativos de acuerdo al número de vacas que poseían, de tal forma que si alguien tenía diez o más era considerado tutsi y si tenía una cantidad inferior era señalado como hutu, al tiempo que la clasificación de los twa era dejada de lado. Incluso cuando se adelantaban “mediciones” fenotípicas (como la estatura o el tamaño de la nariz) los resultados eran falaces, pues después de muchos años de matrimonios interétnicos era poco probable que las diferencias físicas entre hutus, tutsis y twa, si es que alguna vez existieron, siguieran siendo evidentes. Además, en muchas ocasiones la información censitaria para clasificar a la población provenía de los propios caudillos tutsi o la información oral provista por la Iglesia (Mamdani, 2001: 99).

Raza y violencia

En Ruanda, al igual que en el resto de territorios del mundo que fueron conquistados, los colonizadores europeos necesitaban toda una estructura material y mental, respaldada científicamente y no solo por la fuerza, que les permitiera consolidar una administración colonial eficiente. Un componente decisivo de esa estructura fue la invención de las diferencias raciales entre las comunidades que habitaban el país y, con base en ellas, el establecimiento de asimetrías de poder entre las mismas que facilitaran el dominio. Esta estrategia colonial, a su vez, se enmarca en un proceso mucho más grande asociado a la difusión del sistema capitalista a nivel mundial, la hegemonía del Estado-nación como forma preponderante de organización sociopolítica, la instauración de un sistema eurocéntrico de conocimiento y, en últimas, la difusión de los derroteros y cánones de la Modernidad.

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En ese escenario, la jerarquización racial al interior de las sociedades locales aseguraba que los grupos y las élites creadas por aquella contendieran y se controlaran entre sí, incluso por medios coercitivos, impidiendo la unidad nacional y el planteamiento de proyectos alternativos que impugnaran el régimen colonial, el sistema capitalista global eurocéntrico y el proyecto de la Modernidad occidental. Por más de un siglo en Ruanda las supuestas diferencias raciales fueron exacerbadas hasta el punto de volverlas absolutamente antagónicas e irreconciliables entre sí, provocando una percepción de ajenidad y amenaza entre hutus y tutsis que desembocó en varios episodios de violencia durante el siglo XX y, finalmente, en el trágico genocidio de 1994.

Antes del genocidio, uno de los sucesos violentos previos más importantes fue la rebelión hutu de 1959. El origen del levantamiento debe situarse en el marco de la liberalización del régimen colonial belga,

emprendida desde principios de la década del cincuenta debido a las exigencias de las Naciones Unidas, cuando surgió una élite hutu -formada principalmente en los círculos eclesiásticos- que comenzó a presionar por cambios en materia de igualdad, acceso al aparato estatal, educación, oportunidades laborales y distribución equitativa de la tierra. Paulatinamente se incrementaron las posibilidades para los hutu de participar en la esfera pública, siendo nombrados algunos de ellos en posiciones administrativas significativas y permitiéndose elecciones limitadas para los concejos, al tiempo que admitieron a algunos de ellos en las escuelas secundarias. Sin embargo, esta incipiente liberalización del régimen polarizó más la situación: el control del Estado se convirtió en el nuevo escenario de disputa entre hutus y tutsis, lo cual se manifestó en la creación de partidos políticos de base étnica como el Parmehutu (Partido del Movimiento de Emancipación del Pueblo Hutu) y la Unión Nacional Ruandesa (partido Tutsi realista).

La presión de los hutus –tanto política como violenta- finalmente dio resultado, pues en enero de 1961 fue instaurada la república y en septiembre del mismo año se realizaron elecciones en las cuales el Parmehutu obtuvo la mayoría de los escaños de la Asamblea Nacional, corporación que voto inmediatamente la abolición de la monarquía. El 1 de julio de 1962, siguiendo las recomendaciones del Consejo de Tutela de la ONU, Bélgica otorgó a Ruanda la independencia, siendo Grégoire Kayibanda (líder del Parmehutu) el primer presidente del país. El partido pasó a denominarse Movimiento Democrático Republicano (MDR) y ganó las elecciones de 1965 y 1969, que supusieron las relecciones de Kayibanda como jefe del Estado. Para los hutu radicales el escenario finalmente era propicio para ejecutar su venganza contra el dominio histórico de los tutsi.

La rebelión hutu no se propuso transformar realmente la situación de Ruanda y avanzar hacia una verdadera democratización del país que involucrara la igualdad entre los grupos étnicos y la convivencia pacífica, sino que desde un principio tuvo como objetivo acaparar el poder para revertir la tradicional jerarquía racial entre hutus y tutsis impuesta por el régimen colonial. Por demás, esta meta ya había quedado plasmada en el Manifiesto Bahutu de 1957, un documento político elaborado por intelectuales que hacía un llamado a la solidaridad étnica y política de los hutu y reclamaba la privación de derechos políticos del pueblo tutsi. Subrayando la necesidad de auto conservación

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de los hutu en medio de décadas de discriminación por parte de los tutsis, el documento denuncia la situación de privilegio concedida a la minoría tutsi bajo los regímenes coloniales de alemanes y belgas. Sin duda, el documento sirvió de pretexto político para la rebelión de 1959 y el genocidio de 1994 (Ryan, s/f).

Aunque el levantamiento de 1959 favoreció la instauración de un sistema de corte liberal-democrático en Ruanda, en realidad el régimen republicano solo existió a nivel formal y, además, se convirtió en un instrumento para agravar los graves conflictos étnicos. Así pues, durante la década del sesenta del siglo XX en Ruanda simplemente se remplazaron las élites en el poder y la dirección del racismo se invirtió (Organización para la Unidad Africana, 2000: 16). Buscando impugnar la autoridad tutsi y su pretendida superioridad racial, durante los siguientes años fueron asesinados y desterrados miles de tutsis; los exiliados, por supuesto, no se quedaron impávidos ante la

situación y desde principios de la rebelión hutu organizaron (en los países vecinos) guerrillas que atacaron en el territorio ruandés con la finalidad de desequilibrar la nueva república y restaurar el antiguo régimen.

En realidad, estas incursiones no fueron capaces de cumplir sus objetivos, pero sí tuvieron un efecto nefasto: aumentó la cohesión de los hutu, decididos a acabar de una

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vez por todas con los vestigios de la autoridad tutsi, y generó sangrientas represalias contra los tutsi del interior, considerados colaboradores de los atacantes. De esta forma, se comenzó a configurar una forma de violencia que ya no se dirigía solamente contra las élites tutsi, sino contra el grupo étnico en general; asimismo, la represión contra los tutsis, progresivamente involucró a la población hutu y no solamente a las instituciones oficiales, pues se construyó una mentalidad –respaldada por las masacres de hutus emprendidas por el gobierno tutsi en el vecino país de Burundi- según la cual los inyenzi (cucarachas) eran invasores y cualquier medida para eliminarlos era justificable. La Bestia Muerte nuevamente andaba suelta en Ruanda.

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El problemaes no pensarel conflicto

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La siguiente es una reflexión que se produce ante el tema que nos convoca, el conflicto, quizá en las próximas palabras confluyan diversos temas y categorías en función de plantear una explicación, por tanto es de advertir que

estos elementos varios pueden no ser detallados y perfilados del todo tras una reconocida y no menospreciada incapacidad ante el universo que se despliega con esta categoría tan rica, crítica e histórica como lo es el conflicto, lo interesante que puede surgir desde aquí es la posibilidad de cuestionamiento por lo que hizo falta mencionar, por los vacíos, o por los planteamientos frente a los cuales no siempre debemos guardar afinidad y podemos y estamos en todo el derecho de contrariar.

Partiré entonces de un elemento evidente y necesario desde mi punto de vista como es precisar la palabra conflicto en nuestro contexto social, la cual inmediatamente y sin duda alguna asociamos con la guerra interna por la que pasamos, debido a la cual nos desangramos, nos corroemos por el odio y nos atacamos unos a otros; el conflicto bien puede tomar la forma de causa y de efecto en la comprensión de nuestro presente, en el que “participan” unos pocos y se afecta la mayoría, o en el que participa la mayoría y “ganan” unos pocos y finalmente suele generalizarse la creencia de que es la raíz de nuestro ser y deber ser.

Pero bien, es importante delimitar las condiciones naturales del conflicto, pues aquel es multifacético y multimodal, y no siempre se reduce a la toma de las armas y el escenario sangriento de la guerra; definir esta categoría puede ser una tarea inacabada, sin embargo a una sociedad como la nuestra, le atañe ocuparse de estos debates y cuestionarse al respecto, ante todo debido a que nos movemos e interactuamos en medio de turbulencias tan fuertes desde lo político, económico, social e individual y diversos intereses subjetivos y colectivos.

Es relevante reconocer que el conflicto no es algo maligno, que por ejemplo, las relaciones humanas están definidas, modeladas y determinadas bajo este fenómeno, que toda sociedad actual que se proclame democrática está construida con elementos varios que confluyen de alguna forma en el conflicto debido a la diversidad de la que está compuesta, aunque se ha de distinguir, claro está, el tipo de conflicto o conflictos que sirven de matriz o base a la sociedad, dado que todos no poseen la misma naturaleza, origen, fines, medios, complejidad, permanencia en el tiempo, actores y capacidad de cambio o mutación.

Llega entonces un punto especial de nuestro caso, si cuestionamos el nivel de trascendencia en el estamento social colombiano, permanencia, y manifestaciones de lo que puede ser un conflicto, llegamos a nuestro principal interrogante, la capacidad que como sociedad tenemos para llevar a término o solucionar los conflictos, más cuando en la comprensión de

nuestra realidad denotamos que aún permanecen intactos y constantes aquellos planteados desde nuestros orígenes como república independiente y los vemos reeditados con el pasar del tiempo.

Desde luego aquí juega un importante papel la distinción entre conflicto por si solo y el cómo éste puede concluir en violencia, o, cómo para beneficio del conflicto éste hace uso de la fuerza física, una diferenciación en tanto el momento en que es introducida la violencia, y el cómo llegar a ésta trasforma el panorama y las condiciones mismas de la oposición inherente al conflicto y sus posibilidades de solución, pues si la deliberación y los consensos podrían formar parte de las alternativas para concluir los altercados y el conflicto como figura predominante, con el uso de la violencia y la exposición e intensificación del poder las salidas se reducen a la confrontación física impulsada por la ambición de dominar y vencer al otro.

Entonces la mirada se dirigirá hacia otro punto, otro campo no menos importante de reconocer, la violencia y ¿hacia dónde está siendo dirigida, hacia quiénes y bajo qué objetivos?, abriéndose una multiplicidad de caminos y como colombianos nos compete interpretar cómo nuestros conflictos van intermediados por el uso de la fuerza, ya sea desde el ámbito micro de las relaciones entre individuos al componente social, hasta conflictos macro entre la institucionalidad y agentes ilegales con intereses privados situados en el campo de lo político, y casualmente ¿qué dinamiza y complejiza estos conflictos en particular? el alentado uso de la fuerza, el ejercicio de la violencia, que se generaliza e incorpora en cada uno de los componentes sociales, plasmándose por un lado la masificación de la violencia social en manos de niños, jóvenes, adultos, hombres, mujeres, y por el otro la violencia política donde se disputa el ejercicio del poder, distinción que alimenta a la vez otra subdivisión como lo es la violencia en el entorno privado (hogar, escuela, trabajo ) y, desde luego, lo público.

Nos encontramos en un escenario en el que las acciones violentas son evento de todos los días y como la gran mayoría las vivimos a través de titulares en los medios recargados de una fuerte historia producto de la guerra a la que no le hemos definido el rostro, pues está en constante mutación y extensión, un ambiente conflictivo alimentado de frondosas ganancias y varios intereses intermedios, pues bien ha señalado Hannah Arendt “solo la violencia renta” (2006:25) ya sea desde toda una máquina productiva dedicada a la guerra (políticos, empresarios, entre otros), o desde los intereses geoestratégicos y de recursos con los que cuenta el territorio en donde se efectúa la disputa.

La hipótesis sobre la naturalidad y lo obvio que leemos en nuestro conflicto, se sustenta en la tolerancia manifiesta ante el ejercicio desmedido de la violencia y el poder, al cual le

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presentamos mínimo repudio facilitando un ambiente para la continuidad del aletargamiento que es justificado tras el mito garcíamarquiano de la repetición, una repetición cíclica e infinita de la violencia en nuestra definición de identidad nacional (Zambrano;122) e ineludible de nuestra historia.

Aunque, si el fin de la violencia es benévolo o justo, no debería existir el menor problema, ¿por qué hemos de limitar el “buen” uso de los medios violentos? La respuesta puede tomar el matiz de considerar el monopolio para el ejercicio de la violencia en manos de un actor responsable y capaz de su uso, el Estado, ante la realidad que cualquiera, con facilidad, puede hacer uso de la violencia con el riesgo latente de ver emerger diferentes banderas que proclaman este uso benévolo, y con un consiguiente planteamiento “preventivo” y perjudicial que tiende al crecimiento de los instrumentos para la aplicación de la fuerza en función de la defensa y el “deber de cuidar” un nosotros definido.

Pero el atribuir solamente al Estado el uso tranquilo de la fuerza en cualquier disposición, persona o tema que desee o considere pertinente, siempre y cuando la situación lo amerite, entregándosele tal responsabilidad sin límites es un escenario de riesgo, pues desde allí mismo también se debe sujetar, controlar el uso de la violencia, pues no siempre por legal que ésta sea debe ser desmedida y efectuada sin distinción alguna, por lo menos tal concepción encubierta en el desinterés ha obstruido la posibilidad de clarificar como sociedad en Colombia el porqué, cuándo y cómo debemos utilizar la fuerza, la violencia, la coerción, en función de qué fines, la proporcionalidad y relevancia de sus medios.

Nuestro reto deviene en dejar de pensar en la aplicación de la fuerza como la grata fuente de soluciones a los conflictos, allí esta el plano de la resistencia, que no siempre tiene que estar estigmatizada, el resistir es una categoría democrática que no tiene que designar en específico una ideología, es tan pertinente para cualquiera que entre en desacuerdo con un otro, aunque es ahí donde se genera tensión ante el no saber si una eventual resistencia puede recaer en la fuerza, lo cual no es una regla general inevitable, dado que la resistencia puede estar fundada en el debate y la deliberación y ser la fuente misma de los escenarios que den fruto al consenso, primando la razón humana sobre

las pasiones y la condición humana, la comprensión y la empatía hacia los otros que no piensan igual, pero con los que se puede dialogar y analizar argumentos en la diversidad.

Aunque luego de la anterior presentación queda la zozobra de ser ésta una narrativa idealista, que elude y reduce el amplio potencial de la violencia y su poder avasallador, que difícilmente es ajeno al humano que es pasional y levemente racional por más que la modernidad lo intenta sujetar en los hilos del buen juicio; una interpretación benévola que termina por verse contrariada por una tormenta de hechos cotidianos donde la palabra cambio no es reflejo de alcanzar una situación opuesta y totalmente diferente, sino que es sinónimo de afirmación y avance de una violencia que muta, definiéndonos como una sociedad de odio en un mundo pasional que nos ha absorbido desde hace mucho tiempo, sobreponiendo el egoísmo que ha limitado el acercamiento al otro.

El porqué de nuestra recurrente violencia, su uso constante y permanente presencia, puede explicarse sin dudas en la participación y papel que se le ha asignado al joven y al niño en la configuración del universo de enfrentamientos y agresión, trazando la fatalidad de nuestro destino al quebrantar el espíritu de quienes serán los posteriores reproductores del mundo social y lo harán con las únicas formas perversas que han conocido para interactuar y definir su ser, aunque también estos actores en específico representan nuestra aspiración y oportunidad de encontrar modalidades significativas con mayor sentido que se contrapongan al uso de la fuerza con la fortaleza de proponer y liderar la búsqueda de la reconciliación y la contención de los conflictos que tradicionalmente suelen terminar sumergidos en un efecto de bola de nieve, se constituye con el tiempo y el avance de las generaciones cada vez más un escenario esperanzador y valido para la vida misma, sugiriendo una respuesta totalmente opuesta a lo que en una época vivió la humanidad: “Con lo que nos enfrentamos es con una generación que no esta por ningún medio segura de poseer un futuro”(Arendt;2006:29)

Referencias:

ARENDT, Hannah. Sobre la violencia. Alianza Editorial. Madrid. 2006.BENJAMIN, Walter. Para una crítica de la violencia. Escuela de Filosofía Universidad ARCIS. Edición Electrónica. www.philosophia.cl

ZAMBRANO, Fabio. Identidad Nacional, Cultura y Violencia. En Material de lectura Sistema Político Colombiano. Universidad Nacional. Bogotá. 2000.

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Comentario

En la voz de Sófocles escuchamos un conflicto que, como todos los de la tragedia griega, es eterno: ley natural contra ley humana, el poder dogmático contra la sabiduría dialogante, la democracia contra la tiranía. Antígona, hija de Edipo, desafía las órdenes del gobernante y da sepultura a su hermano Polinices siguiendo los mandatos divinos para que el alma del difunto no vague eternamente sin poder acceder al reino de las sombras; esta desobediencia a la ley civil le acarrea la muerte; sin embargo ella no es una víctima sino una mujer que se hace cargo de su propio destino sin importar lo cruel que éste sea. Creonte, por su parte, representa la ley humana que necesita legitimarse frente a los ciudadanos y no escucha consejos sensatos de quienes como Hemón, su hijo, quieren hacerle ver que en la lucha de poderes sólo hay perdedores, que habituarse a pensar de una manera única, absoluta sólo lleva a la tragedia.

Invitamos a nuestros lectores a repasar las páginas de estos textos que no por antiguos pierden su vigencia y poder de reflexión.

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ISMENE […] Y ahora, que solas nosotras dos quedamos, piensa qué ignominioso fin tendremos si violamos lo prescrito y trasgredimos la voluntad o el poder de los que mandan. No, hay que aceptar los hechos: que somos dos mujeres, incapaces de luchar contra hombres; Y que tienen el poder, los que dan órdenes, y hay que obedecerlas -estas y todavía otras más dolorosas-. Yo, con todo, pido, si, a los que yacen bajo tierra su perdón, pues que obro forzada, pero pienso obedecer a las autoridades: esforzarse en no obrar como todos carece de sentido, totalmente.

ANTÍGONA Aunque ahora quisieras ayudarme, ya no lo pediría: tu ayuda no sería de mi agrado; en fin, reflexiona sobre tus convicciones: yo voy a enterrarle, y, en habiendo yo así obrado bien, que venga la muerte: amiga yaceré con él, con un amigo, convicta de un delito piadoso; por mas tiempo debe mi conducta agradar a los de abajo que a los de aquí, pues mi descanso entre ellos ha de durar siempre. En cuanto a ti, si es lo que crees, deshonra lo que los dioses honran.

ISMENE En cuanto a mi, yo no quiero hacer nada deshonroso, pero de natural me faltan fuerzas para desafiar a los ciudadanos.

ANTÍGONA Bien, tú te escudas en este pretexto, pero yo me voy a cubrir de tierra a mi hermano amadísimo hasta darle sepultura.

ISMENE ¡Ay, desgraciada, cómo terno por ti!

ANTÍGONA No, por mi no tiembles: tu destino, prueba a enderezarlo.

ISMENE Al menos, el proyecto que tienes, no se lo confíes a nadie de antemano; guárdalo en secreto que yo te ayudare en esto.

ANTÍGONA ¡Ay, no, no: grítalo! Mucho más te aborreceré si callas, si no lo pregonas a todo el mundo.

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[…]CREONTE. Y así, hijo mío, has de guardar esto en el pecho: en todo estar tras la opinión paterna; por eso es que los hombres piden engendrar hijos y tenerlos sumisos en su hogar: porque devuelvan al enemigo el mal que les causó y honren, igual que a su padre, a su amigo; el que, en cambio, siembra hijos inútiles, ¿qué otra cosa podrías decir de él, salvo que se engendró dolores, motivo además de gran escarnio para sus enemigos? No, hijo, no dejes que se te vaya el conocimiento tras el placer, a causa de una mujer; sabe que compartir el lecho con una mala mujer, tenerla en casa, esto son abrazos que hielan... Porque, ¿qué puede herir más que un mal hijo? No, despréciala como si se tratara de algo odioso, déjala; que se vaya al Hades a encontrar otro novio. Y pues que yo la hallé, sola a ella, de entre toda la ciudad, desobedeciendo, no voy a permitir que mis órdenes parezcan falsas a los ciudadanos; no, he de matarla. Y ella, que le vaya con himnos al Zeus que protege a los de la misma sangre. Porque si alimento el desorden entre los de mi sangre, esto constituye una pauta para los extraños. Se sabe quién se porta bien con su familia según se muestre justo a la ciudad. Yo confiadamente creo que el hombre que en su casa gobierna sin tacha quiere también verse bien gobernado, él, que es capaz en la inclemencia del combate de mantenerse en su sitio, modélico y noble compañero de los de su fila; en cambio, el que, soberbio, a las leyes hace violencia, o piensa en imponerse a los que manda, éste nunca puede ser que reciba mis elogios Aquel que la ciudad ha instituido como jefe- a éste hay que oírle, diga cosas baladíes, ejemplares o todo lo contrario. No hay desgracia mayor que la anarquía: ella destruye las ciudades, conmociona y revuelve las familias; en el combate, rompe las lanzas y promueve las derrotas. En el lado de los vencedores, es la disciplina lo que salva a muchos. Así pues, hemos de dar nuestro brazo a lo establecido con vistas al orden, y, en todo caso, nunca dejar que una mujer nos venza; preferible es —si ha de llegar el caso— caer ante un hombre: que no puedan enrostrarnos ser más débiles que mujeres.

CORIFEO Si la edad no nos sorbió el entendimiento, nosotros entendemos que hablas con prudencia lo que dices.

HEMÓN Padre, el más sublime don que de todas cuantas riquezas existen dan los dioses al hombre es la prudencia. Yo no podría ni sabría explicar por qué tus razones no son del todo rectas; sin embargo, podría una interpretación en otro sentido ser correcta. Tú no has podido constatar lo que por Tebas se dice; lo que se hace o se reprocha. Tu rostro impone respeto al hombre de la calle; sobre todo si ha

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de dirigírsete con palabras que no te daría gusto escuchar. A mí, en cambio, me es posible oírlas, en la sombra, y son: que la ciudad se lamenta por la suerte de esta joven que muere de mala muerte, como la más innoble de todas las mujeres, por obras que ha cumplido bien gloriosas. Ella, que no ha querido que su propio hermano, sangrante muerto, desapareciera sin sepultura ni que lo deshicieran ni perros ni aves voraces, ¿no se ha hecho así acreedora de dorados honores? Esta es la oscura petición que en silencio va propagándose. Padre, para mí no hay bien más preciado que tu felicidad y buena ventura: ¿qué puede ser mejor ornato que la fama creciente de su padre, para un hijo, y que, para un padre, con respecto a sus hijos? No te habitúes, pues; a pensar de una manera única, absoluta, que lo que tú dices —mas no otra cosa—, esto es lo cierto. Los que creen que ellos son los únicos que piensan o que tienen un modo de hablar o un espíritu como nadie, éstos aparecen vacíos de vanidad, al ser descubiertos. Para un hombre, al menos si es prudente, no es nada vergonzoso ni aprender mucho ni no mostrarse en exceso intransigente; mira, en invierno, a la orilla de los torrentes acrecentados por la lluvia invernal, cuántos árboles ceden, para salvar su ramaje; en cambio, el que se opone sin ceder, éste acaba descuajado. Y así, el que, seguro de sí mismo, la escota de su nave tensa, sin darle juego, hace el resto de su travesía con la bancada al revés, hacia abajo. Por tanto, no me extremes tu rigor y admite el cambio. Porque, si cuadra a mi juventud emitir un juicio, digo que en mucho estimo a un hombre que ha nacido lleno de ciencia innata, mas, con todo —como a la balanza no le agrada caer por ese lado-, que bueno es tomar consejo de los que bien lo dan.

CORIFEO. Lo que ha dicho a propósito, señor, conviene que lo aprendas. (A Hemón) Y tú igual de él; por ambas partes bien se ha hablado.

CREONTE Si, encima, los de mi edad vamos a tener que aprender a pensar según el natural de jóvenes de la edad de éste.

HEMÓN No, en lo que no sea justo. Pero, si es cierto que soy joven, también lo es que conviene más en las obras fijarse que en la edad.

CREONTE. ¡Valiente obra, honrar a los transgresores del orden!

HEMÓN En todo caso, nunca dije que se debiera honrar a los malvados.

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CREONTE. ¿Ah no? ¿Acaso no es de maldad que está ella enferma?

HEMÓN. No es eso lo que dicen sus compatriotas tebanos.

CREONTE. Pero, ¿es que me van a decir los ciudadanos lo que he de mandar?

HEMÓN. ¿No ves que hablas como un joven inexperto?

CREONTE. ¿He de gobernar esta tierra según otros o según mi parecer?

HEMÓN. No puede, una ciudad, ser solamente de un hombre.

CREONTE. La ciudad, pues, ¿no ha de ser de quien la manda?

HEMÓN A ti, lo que te iría bien es gobernar, tú solo, una tierra desierta.

CREONTE. (Al coro.) Está claro: se pone del lado de la mujer.

HEMÓN. Si, si tú eres mujer, pues por ti miro.

CREONTE. ¡Ay, miserable, y que oses procesar a tu padre!

HEMÓN. Porque no puedo dar por justos tus errores.

CREONTE. ¿Es, pues, un error que obre de acuerdo con mi mando?

HEMÓN. Sí, porque lo injurias, pisoteando el honor debido a los dioses.

CREONTE ¡Infame, y detrás de una mujer!

HEMÓN Quizá, pero no podrás decir que me cogiste cediendo a infamias.

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CREONTE. En todo caso, lo que dices, todo, es a favor de ella.

HEMÓN. También a tu favor, y al mío, y a favor de los dioses subterráneos.

CREONTE. Pues nunca te casarás con ella, al menos viva.

HEMÓN. Si, morirá, pero su muerte ha de ser la ruina de alguien.

CREONTE. ¿Con amenazas me vienes ahora, atrevido?

HEMÓN Razonar contra argumentos vacíos; en ello, ¿que amenaza puede haber?

CREONTE. Querer enjuiciarme ha de costarte lágrimas: tú, que tienes vacío el juicio.

HEMÓN. Si no fueras mi padre, diría que eres tú el que no tiene juicio.

CREONTE. No me fatigues más con tus palabras, tú, juguete de una mujer.

HEMÓN Hablar y hablar, y sin oír a nadie: ¿es esto lo que quieres?

CREONTE ¿Con que si, eh? Por este Olimpo, entérate de que no añadirás a tu alegría el insultarme, después de tus reproches. (A unos esclavos.) Traedme a aquella odiosa mujer para que aquí y al punto, ante sus ojos, presente su novio, muera.

HEMÓN. Eso sí que no: no en mi presencia; ni se te ocurra pensarlo, que ni ella morirá a mi lado ni tú podrás nunca más, con tus ojos, ver mi rostro ante ti. Quédese esto para aquellos de los tuyos que sean cómplices de tu locura.

Fragmento tomado de: SÓFOCLES; Antígona;Editorial Panamericana. 1995

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Recordaré Barbacoas como ese lugar único, exótico y recóndito sumergido en la selva nariñense; donde el sol estalla en colores, el agua se consume y el blanco y negro de la gente son el mayor contraste con la impresionante vida alegre que llevan. La fuerza no está en sus brazos, está en sus dientes y ojos.

De todo, prefiero los colores. De todo el mundo, me quedo con la gente y la vida; el agua y la felicidad son la misma cosa. Allá en Barbacoas, el transparente también es un color.

transparente| Damián Angulo Chico |

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| Manuel Pedroza Ortíz |

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Son las 11 de la noche y Jacobo duerme abrazando a

Bartolomé, un lánguido y descolorido peluche relleno con

retazos de tela y dos ojos formados por botones, que su

madre confeccionó y le dio como regalo por haber cumplido

sus primeros ocho años de vida. La noche parece desprenderse

alejándose de lo que en su momento fue un largo día; mientras tanto,

las nubes esconden una luna esquiva que no desea ser observada

y las estrellas están ausentes. Algo poco alentador para todo

aquel que se atreva a convertirse en caminante nocturno.

Jacobo, empezaba a soñar con montañas, ríos y con una carta

que escribiría a mano para su madre al día siguiente, cuando de

pronto, encerrado en su sueño llegó a sus oídos un revoltijo de

gritos, bullicio y lo que asemejaba a una descarga de gotas de

lluvia sobre un tejado metálico, provocando que el niño diera un

brinco quedando sentado en la cama.

Había escuchado historias -contadas por su madre-, de hombres

vestidos de negro, sombrero ancho y abrigo frondoso que iban noche

tras noche capturando con sus varitas mágicas las estrellas que

aparecían en el cielo, para disfrutar de su belleza eternamente

y de un niño valiente que los enfrentaba y derrotaba con su espada

luminosa. Hoy era una de esas noches.

Pero esta vez no había hombres vestidos de negro, sino seres

convertidos en oscuridad; no llevaban abrigo ni varitas mágicas,

sino artefactos cargados de injustas razones para hacer daño y no

existía espada alguna que contrarrestara la maldad encubierta

por sus ojos que apenas se distinguía ante la luz.

Jacobo veía cómo en cuestión de minutos su madre y su padre

empacaban todas sus pertenencias con gran premura; apenas un

pequeño momento tuvo para agarrar a Bartolomé de un brazo y salir

de su casa sin comprender lo que ocurría.

Para él todo era una gran confusión, cuando su madre mirándolo

a los ojos y brindándole una tímida sonrisa -a lo mejor muy dentro

de sí misma, generando un respiro de serenidad-, vio hacia el

cielo y le dijo: “No tengas miedo hijo; ¿ves que el firmamento

ahora está iluminado?, es porque las estrellas han escapado para

iluminarnos esta noche y los hombres vestidos de negro han salido

a buscarlas”…

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| Juan Diego Hernández Chávez |

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M i nombre es Sergio. Me cuesta trabajo recordar con exactitud pero debió ser hace casi 15 años. Mi tío trabajaba en una empresa chilena y por ello tuvo que mudarse a Santiago de Chile.

Después de unos años de trabajar allá, decidió invitarme a pasar unas vacaciones con él y su familia, yo acepté feliz, nunca antes había salido del país, apenas tenía 12 años.

Así que dejé emocionado Perú, mis papás me alistaron las maletas, dijeron que estaría tres semanas allá y me mandaron a Chile con una encargada. Ellos tenían que quedarse, mucho trabajo, siempre decían. Cuando pisé tierra chilena, mis ojos rasgados se abrieron bastante y corrí a los brazos de mi tío que me esperaba con una familia que se veía muy agradable: su esposa, una hija de 8 años y un hijo de 10. Todos sonrientes y algo cambiados, yo los miraba y no me parecían los mismos aunque sonreían interminablemente, no recuerdo haberlos visto cambiar su rostro en todo el camino a su casa. Me preguntaban sobre mi familia, mi estudio, mis planes, yo no daba respuestas muy inteligentes pero ellos tampoco se veían molestos por ello. Yo volteaba a mirar cada rincón de Chile, quería conocerlo, quería sentirme un extraño, una persona sin ataduras, allí me sentía diferente, eso pensaba.

Llegamos a su casa, era grandísima, me llevaron hasta mi cuarto, arreglé un poco lo que tenía en las maletas y salimos a comer. No me podía quejar, todo estaba perfecto, conocí lugares bonitos, recuerdo entre ellos un lugar llamado la Plaza de Armas, donde yo respiraba un aire puro y fresco, el sol resplandecía de una manera única y mis piernas nunca se cansaban.

Creo que hicimos un tour constante durante una semana y media, luego de ello, ya me estaba permitido salir solo a conocer los lugares cercanos a la casa de mi tío. Me arriesgué, fui a un parque que encontré una mañana

solitaria. En el parque, un niño jugaba fútbol pero se encontraba solo, luego de pensarlo un buen rato, decidí acercarme y ofrecerle mi compañía. Sonrió.

Me preguntó si sabía jugar fútbol. No podía entenderle mucho pues sentía que hablaba muy rápido y no decía las palabras completas. Respondí y me miró extrañado, me dijo - “tú no eres de acá, hablas raro”-, le dije que quien hablaba raro era él. No lo quiso aceptar, luego discutimos un momento pues cada uno mantenía que su acento era neutro y para no aburrirnos en discusiones, decidimos jugar fútbol.

Jugamos fútbol la tarde entera. No hablábamos demasia-do pues nos habíamos aburrido de tener que repetir las cosas una y otra vez para entendernos. Nos limitábamos a patear el balón, correr y comunicarnos por señas. No sabía con exac-titud porqué pero me sentía feliz de aquella tarde tan poco sorprendente, no importaban los kilómetros recorridos ni los paisajes vistos, aquellos pasos dentro de un parque cual-quiera con un niño ordinario me habían devuelto la sonrisa de conformidad y me habían quitado la boca abierta de la sorpresa, que ya me estaba cansando.

Camino a casa, nos divertimos contándonos las dife-rencias en los significados de las palabras y aprendí un par de cosas graciosas. Pateábamos piedritas por la calle y em-pujábamos también la pelota, yo sentía una tranquilidad inigualable y al llegar a casa, me despedí tranquilo porque acordamos vernos la tarde siguiente.

Aprovechamos entonces los días que nos quedaban, conocimos diferentes parques, nos aburrimos del fútbol y rescatamos un gato perdido. Aquello sí que fue bueno, pura casualidad. Recuerdo el último día que estuve en Chile por esas vacaciones porque lamentablemente los peores días son los más difíciles de borrar. Y ese no lo he borrado, es el

que se mantiene más vivo en mi memoria que intenta inútilmente olvidarlo.

La tarde en sí no me causaba confianza, se veía opaca y el silencio del parque era aterrador.

JUGAMOS FÚTBOL LA TARDE ENTERA. NO HABLÁBAMOS DEMASIADO PUES NOS HABÍAMOS ABURRIDO DE TENER QUE REPETIR LAS COSAS UNA Y OTRA VEZ PARA ENTENDERNOS

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De todas maneras, nos subimos a unos árboles e intentamos ver quién lanzaba más lejos las piedras. Por la puerta principal del parque, vimos una sombra que iba tomando forma a medida que se acercaba, era el padre del chileno. Un señor alto, con un bigote parejo, unos ojos saltones, los brazos anchísimos y vestido totalmente de negro. Le gritó: - David, baja rápido de allá, vamos a salir con tu mamá-, entonces ambos bajamos de los árboles y yo, bastante nervioso, me aproximé al padre de mi amigo David. Lo saludé, se detuvo por unos segundos, miró a mi amigo y comenzó a reclamarle, estaba muy alterado.

-¿No te había dicho? ¿cómo puedes andar con peruanos? ¿no sabes tú que odiamos a esos cholos asquerosos?

-Pero... papá, él es un amigo.-Tú no puedes tener amigos peruanos, ¿escuchaste

cómo habla?, no quiero que se te pegue, si llegas a la casa hablando así, te golpeo y te quedas una semana sin ver la televisión. Larguémonos de aquí, weón.

Yo no sabía qué hacer, tan solo bajé la cabeza, ni siquiera tuve el valor de ver a mi amigo marcharse con su padre, me quedé petrificado, parecía uno con los árboles y en el parque totalmente vacío, me quedé unas horas hasta que oscureció. Me fui a la casa de mi tío, sabía que esa noche tendría que alistar mi maleta y partir por la madrugada, dejar Chile con penas, sin glorias.

Al llegar a Perú, me esperaban mis padres. Los abracé y quise sentir su amor pero me di cuenta que estaba cansado, que solo creía haberlos extrañado mucho; en ese momento que los tenía a mi lado, sentía que me daba igual. Lo curioso es que me dolió no extrañarlos, un sentimiento de culpabilidad me invadió.

Llegamos a casa y descansé profundamente, solo quería recordar lo bueno del viaje. Volví al colegio y me encontré con varios amigos, nos pusimos a hablar. Otra vez, las miradas se tornaron extrañas y me sentí muy incómodo, les pregunté a mis amigos si algo pasaba y me preguntaron si yo me creía chileno, si acaso tenía algún complejo.

-No, claro que no-, les dije. Ellos respondieron con risas y me comentaron que debía dejar de hablar como chileno, que yo era peruano y que los peruanos no deben hablar como chilenos, que eso estaba mal porque los chilenos eran lo peor que le había podido pasar a la tierra, yo ni sabía qué hacer, solo me alejé.

Caminé confundido y al pasar los días, me fui dando cuenta que no perdía el acento chileno, era más notorio cada vez. Pero yo no quería hablar así, todos me miraban raro y ya ni siquiera en mi país era uno más que podía andar tranquilamente sin ser molestado, era el niño que habla como chileno.

Por las noches, practicaba frente al espejo pero siempre salía una voz ajena con palabras que no estaba acostumbrado a usar antes del viaje. Me grabé para así detectar mejor qué debía cambiar y al escucharme en la grabación, quedé perplejo. La voz que tanto fastidiaba a mis compañeros y que tenía dentro de mí no era en realidad mía, era del chileno, era exactamente la misma voz, las mismas frases, era como si tuviera una parte de su esencia dentro de mí, como si aquella tarde en el parque yo me hubiese quedado impregnado de su hablar para mantener su recuerdo vivo, lo que me atormentaba pues no quería pensar en la humillación que el padre de David me provocó.

Pasaron los meses y mis padres pensaron que tenía una enfermedad. Recuerdo que papá se acercó de manera agresiva a un doctor y le preguntó: -¿Usted está seguro que hablar como chileno no es una enfermedad?-, -¿no hay un tratamiento para eso?-, -¡ves! Yo te dije, cariño. No era bueno mandarlo donde los chilenos, algo malo le tenía que pasar. Ahora ¿qué hacemos con este muchacho?-, -me avergüenza salir por las calles de Lima y que la gente nos mire mal por su culpa, pensarán que somos chilenos-.

POR LAS NOCHES, PRACTICABA FRENTE AL ESPEJO PERO SIEMPRE SALÍA UNA VOZ

AJENA CON PALABRAS QUE NO ESTABA ACOSTUMBRADO A USAR ANTES DEL VIAJE

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Papá entonces cambió su rostro, sus brazos, le creció un bigote y estaba vestido de negro. Me quedé con la boca abierta, se veía igual que el papá del chileno, hacía lo mismo y decía cosas muy parecidas, solo que mi papá decía “chilenos” en las ocasiones que el padre de David diría “peruanos” pero los insultos eran básicamente iguales. Así terminé de hartarme de mi vida, me dolía ver a mi padre ser igual que ese monstruoso ser que alejó a mi amigo. Mamá siguió insistiendo en mandarme otras vacaciones donde mis tíos, accedí, necesitaba alejarme de Perú.

Esa vez mis papás viajaron conmigo. Mi papá se encargó de contarle a mi tío mi supuesta “enfermedad”, mi tío extrañamente no había perdido su acento peruano, que él consideraba neutral. Mi tío, no sé de dónde sacó una teoría según la cual, uno adoptaba otro acento porque consideraba superior a esa cultura. Yo siempre estaba mudo ante sus sugerencias pero toda mi familia se empeñó en devolverme mi acento, pasaron días que fueron una completa tortura. Todos en la casa de mi tío querían demostrarme que Perú era mejor que Chile para que yo volviera a hablar como peruano, así, me tenían sentado por horas escuchando datos completamente inútiles; -¿sabías que Perú tiene una de las mejores comidas del mundo?-, -¿Y el himno nacional?-, -¿Y los mejores bailes?-, -¡Sí, es que los peruanos sí sabemos cómo divertirnos¡-, -Y es que nuestras canciones son tan perfectas...-, -las tardecitas de Lima y el olor provocativo de unos anticuchos por el Jirón de la Unión-, etcétera. Además de las frases y discusiones sin sentido, mi familia ponía música peruana a todo volumen y repetía bien fuerte -Viva el Perú, carajo- cada vez que yo andaba cerca. Por último, se les ocurrió comprar una bandera peruana gigante por la que pagaron muchísima plata, la colgaron en la parte frontal de la casa; yo vivía

avergonzado de salir de ese hogar, tan patriótico que asfixiaba, tan focalizado que se perdía de lo que pasaba en el resto del mundo.

Yo, que disfrutaba del mundo, decidí alejarme y partir sin rumbo. Caminé por los parques con la pequeña esperanza de encontrarme a David. Todas las tardes caminaba entre las 3 y las 6 mirando a los muchachos que jugaban fútbol. Quizás por eso me demoré en encontrarlo, David ya no jugaba fútbol, lo vi subiendo unos árboles. Lo seguí y lo saludé cuando estábamos ya arriba.

Debo admitir que casi me caigo, tuve que sujetarme fuerte pues cuando escuché su saludo: estaba escuchando a mi yo pasado, estaba escuchando al Sergio peruano que llegó hace un año a Santiago de Chile. David tenía mi voz y yo tenía la de él. Había sido un intercambio o algo así.

El aspecto de David, sin embargo, no era igual, estaba cambiado. Ahora se veía mucho más alto que yo y en el rostro tenía marcas que lo hacían parecer poco amigable. Le pregunté por ellas y me contó su historia. Cuando el padre de David se dio cuenta que su hijo hablaba como peruano, se volvió loco. Todas las noches le gritaba e incluso lo llevó al hospital en busca de una cura para esa forma tan horrible de pronunciar las palabras. Un día, arrebatado, el padre de David no tuvo más remedio que intentar callar las palabras de su hijo con el cinturón de cuero más grueso que tenía. No lo hizo una vez, en realidad, lo hacía cada dos semanas o al menos, una vez al mes. David era odiado por su padre quien contagió a toda la familia de ese odio, por ello David estaba harto de su vida y había tenido que pelearse con primos, amigos y tíos.

La historia de David me dolía porque en parte era mi historia también. Yo sentía que le había hecho daño, que le había causado ese mal. Así que lanzábamos las piedras enfurecidos y comenzamos a practicar el arte de matar pájaros en el aire para desahogarnos. Dos días después de eso, David me lanzó un puño

CUANDO EL PADRE DE DAVID SE DIO CUENTA QUE SU HIJO HABLABA COMO PERUANO, SE VOLVIÓ LOCO. TODAS LAS NOCHES LE GRITABA E INCLUSO LO LLEVÓ AL HOSPITAL EN BUSCA DE UNA CURA PARA ESA FORMA TAN HORRIBLE DE PRONUNCIAR LAS PALABRAS

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directo al estómago, casi me deja tumbado en el suelo pero me levantó rápido, me dijo que los pájaros no tenían la culpa y que matarlos no resolvería nada. Su rostro estaba completamente rojo y pude suponer que era de ira. Lo dejé calmarse un poco y le dije que necesitábamos desahogarnos de verdad, de una manera que sí resolviera nuestros conflictos.

Primero pensé en golpear al padre de David pero al parecer, él todavía lo quería y no era capaz ni siquiera deatentar contra su salud. Después de tres tardes de mucho pensarlo, David sugirió una idea. Llevaba días pasando por mi casa así que ya había visto la bandera peruana, me contó que también en su casa tenían una bandera gigante, aunque chilena. Me dijo que deberíamos hurtar esas banderas y deshacernos para siempre de ellas, sabíamos que les dolería a nuestros padres pero nos libraríamos de esa imagen torturadora que era la obligación de adorar una tela pintada. Debíamos hacerlo rápido porque yo regresaba a Perú esa misma madrugada.

Decidimos robar la bandera peruana por la noche cuando toda mi familia descansaba antes de partir al aeropuerto y después, cuando fuera un poco más tarde, pasar a robar la chilena. Así lo hicimos, nos acercamos a la casa de mi tío, subí a mi cuarto y empujé la bandera por la ventana hasta que David pudo sostenerla, las franjas rojas que bordeaban el blanco central de la bandera desbordaron sobre los brazos del chileno quien la sostuvo como nunca antes un chileno había sostenido un pedazo de tela que represente a su enemigo más íntimo, Perú.

Luego pasamos por la casa de David, él se subió a su cuarto y de la misma manera, empujó hacia mí el paño chileno, yo tuve sobre mí la conocida “Estrella solitaria” que aplasté luego al doblar la pieza de tela con colores azul, rojo y blanco. Llevamos ambas banderas al parque de siempre para deshacernos de ellas. Me sentía un criminal intentando esconder el cuerpo recientemente asesinado pero también el precursor de una historia mucho más

grande. Nos metimos en el parque entre los árboles más sucios pero salimos felices pues nuestro plan ya estaba casi terminado.

Buscamos un lugar oscuro en medio del pequeño bosque para esconder nuestro crimen justificado. Yo extendí la bandera chilena entre los árboles, él extendió la bandera peruana entre los árboles y cada uno, con el odio que en nuestra alma reposaba, escupió las telas supuestamente sagradas desafiando la historia de nuestras naciones. David encendió una pequeña llama que a mí me asustó pero que, luego de recordar su historia, acepté como necesaria. Prendimos las banderas aparentemente intocables en la oscuridad de un parque cualquiera, vi arder a mi nación, a toda su gente, a sus prejuicios, a los míos, a los de David, a los de su nación, desde aquel entonces se quemaron las banderas, se quemaron las historias y las patrias porque las patrias ardían sin cesar, veía en el fuego los colores que nos querían caracterizar pero que no lo lograron nunca. Dejamos entonces en llamas las banderas para escapar de nuestro crimen y corrimos cada uno a su casa, nos lanzamos una despedida fugaz y en las últimas palabras que pronunciamos notamos que nuestro acento había cambiado pero tampoco era uno correspondiente a nuestro país, era acaso una mezcla rara, una mixtura de tonalidades.

Llegué a casa cuando ya todos estaban por salir al aeropuerto, tenían mi maleta lista, partimos sin mirar atrás. Luego me enteré que mi tío lloró desconsoladamente por la bandera extraviada. Una mañana, ya en Perú, mi papá leyó en el periódico que un parque cercano a la casa de mi tío había sido quemado completamente. Mi padre dijo “Esos chilenos nunca cuidan sus parques, que nunca serán tan hermosos como los de Perú”.

DECIDIMOS ROBAR LA BANDERA PERUANA POR LA NOCHE CUANDO TODA MI FAMILIA

DESCANSABA ANTES DE PARTIR AL AEROPUERTO Y DESPUÉS, CUANDO FUERA UN

POCO MÁS TARDE, PASAR A ROBAR LA CHILENA

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LA PROFECÍADEL POETA

| Lotus Salcedo |

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Terminé de leer algunas profecías que cierto loco había publicado hace un tiempo. Cerré el libro que me regaló ella unos meses atrás y lo puse debajo de mi cama como siempre. Por fin llegaba

el día del que tanto habíamos hablado.

El reloj señalaba las siete de la mañana y era seguro que mi madre no demoraría en llamar a la puerta como de costumbre. Yo bajaría las escaleras que dirigen a la sala, pasaría por el umbral que divide el salón del comedor y me sentaría a la mesa. Disfrutaría del olor de un desayuno bogotano improvisado, de pronto un chocolate aguado o unos huevos aún crudos. Pero como siempre, me lo comería con gusto; pues no disfrutaba en sí de los sabores místicos

de un desayuno deleitante, sino de la materialización

del esfuerzo mañanero de una madre apurada. Tomaría el morral lleno de libros que siempre dejaba el día anterior en la sala; más por costumbre que por necesidad,

pues en la universidad realmente no me servía de mucho llevar cuadernos para

no escribir nada. Mi madre me tomaría del brazo para darme la bendición y desearme feliz día, yo pensaría “qué cosa más absurda” y me agarraría de las barandas metálicas del primer bus que pasara infestado de gente con cara de zombi. Pero no, este día era diferente. Andaba despierto ya desde las cuatro de la mañana, si es que había dormido algo. No tenía apetito gracias a los nervios. No llevaba mi morral, ni pensaba en la universidad. Quizás para algunos no sería gran cosa lo que íbamos a hacer, pues todos ellos eran locos y extraordinarios. Pero para mí, un joven promedio, de un barrio promedio, de una ciudad promedio, de un país

promedio, participar en una

cosa de éstas era un acontecimiento memorable en mi vida; justo en medio del día en que mi padre se olvidó de usar condón y el día en que el sepulturero llegue a arropar de tierra a este cadáver que soy desde el instante en que me arrancaron del vientre de mi madre. Sería excitante tomar un periódico viejo y decirles a mis nietos: “vean, yo también fui un demente importante”.

Duré más de lo que me gusta en el baño; si el mundo iba a verme desnudo por lo menos debía estar presentable. Mientras me bañaba pensaba en Catalina, en cómo era que me había persuadido para acompañarla a cometer tantas

transgresiones a la moral y al tedio; en lo convencida que resultaba al repetir de memoria las frases de John Lenon, Alan Moore, del loco de las profecías y de cuanto genio malinterpretado se le venía a la cabeza. También me dedicaba a pensar en sus muslos, su ombligo y su cuello. Mientras mis ojos redescubrían mi cuerpo como si fuera una creación nueva y espontánea de la vida, pensaba en cuán decidida se escuchaba mi bella Catalina hablando de su nueva forma de ver la vida; que en realidad no era tan nueva, sino que ahora se había mejorado y simplificado según ella. Hablaba de la necesidad de compartirla con más gente, y por tanto de darse a conocer con actos como el que ocurriría en la Plaza de Bolívar. Estaba convencida de que los medios internacionales cubrirían el hecho, que con esto seríamos impermeables además de famosos y que esa era la forma de llegar a más personas. También me imaginaba su cabello, sus hombros frágiles y su familiar espalda. Me miré al espejo y dudé por unos segundos, pero afortunadamente mi madre casi tumba la puerta a gritos y me hizo perder el hilo. Ella pensaba que ese sábado iría a una entrevista de trabajo. Como si los sábados hubieran sido creados para eso y como si yo hubiera sido creado para el trabajo.

En todo caso, salí apurado de mi casa, no quería llegar tarde a la cita. Paré el bus, le pagué al conductor mil cuatrocientos pesos en monedas de doscientos y cien; el golpeó la ventana gritando agitado por los cincuenta pesos que faltaban; me di vuelta y observé si había algún puesto vacío, pero fracasé. Me sentí más observado que de costumbre, como si la mirada de los pasajeros me acusara

DURÉ MÁS DE LO QUE ME GUSTA EN EL BAÑO; SI EL MUNDO IBA A VERME DESNUDO POR LO MENOS IBA A ESTAR PRESENTABLE

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de algún crimen y yo resultara demasiado raro para ellos. Que sólo era mi imaginación diría Catalina, quizás mi cerebro me jugaba una mala pasada o tal vez ya me estaba volviendo loco como los amigos de ella; no lo sé. No me habría movido de donde estaba de no ser porque el conductor frenó bruscamente y casi quedo con el rostro en el suelo; las personas que iban sentadas me miraron aún más raro. Me agarré de las barandas con fuerza, cerré los ojos y sólo aguardé a que una señora me avisara cuando llegáramos a la carrera séptima.

Al llegar a la Plaza de Bolívar me di cuenta que era el primero en el lugar; las cosas estaban como de costumbre. La gente de las aceras caminando en todas direcciones, las palomas dueñas de la plaza, vendedores de maíz y arroz en bolsitas de plástico, palomas deformes y enfermas, viejos barbudos con sus viejas cámaras tomando fotos familiares, niños correteando más palomas, señoras vendiendo cigarros y chance. Así pasé varios minutos que parecieron horas y horas de palomas, ancianos y niños. Poco a poco vi cómo los amantes comenzaban a encontrarse, se besaban felices y saludaban a las otras parejas desde lejos. Yo no hacia más que buscarla a ella. Di varias vueltas alrededor de la plaza, caminé frente a la Corte Suprema de Justicia, el Capitolio Nacional y su aburrido Congreso, el Palacio de Liévano y me introduje en la Catedral en repetidas ocasiones. Creo que fueron tantas veces que por eso los policías comenzaron a alarmarse por mi presencia, entonces opté por sentarme en las escaleras y esperar a que apareciera alguien conocido. Después de un rato y al haber ya demasiadas parejas en los alrededores de la plaza, una chica trepó a la estatua de Bolívar y comenzó a hacer señas. De repente las parejas se replegaron y ahuyentaron palomas, vendedores y fotógrafos por igual, despejaron la plaza de manera eficiente para sorpresa mía. Parece que sería más fácil de lo que pensaba.

El lugar se tornó desierto y una van que me parecía haber visto ya varias veces el mismo día se parqueó justo frente a mi. Alguien se bajó del lado del copiloto y comenzó a bajar tablas de la camioneta, lo reconocí al instante, era Johan, el culpable de que hubiera conocido a Cata, el culpable de que estuviera allí. Sin pensarlo dos veces acompañé a otros dos muchachos que fueron a darle una mano a mi amigo, sacamos los materiales rápidamente del vehículo y ellos armaron frente al Capitolio una pequeña tarima, a la cual dotaron de un atril y un pequeño parlante

conectado a una batería. Le pregunté a Johan para qué era, él sonrió callado mientras conectaba unos cables, luego me miró diciendo que no estaríamos solos, que el poeta también nos acompañaría. Pero la verdad eso me tenía sin cuidado, así que le pregunté por la cuestión que de verdad me importaba, Catalina. Ahora sí no pudo contener la risa y me dijo que me calmara, que seguro llegaría, ella no se perdería esto por nada del mundo. Mientras me preguntaba

por mis estudios y mi madre, alguien gritó que ya había llegado el poeta, entendimos que era hora. Todos giramos las cabezas y vimos a un tipo vestido exageradamente elegante comparado con las livianas sudaderas que todos llevábamos encima. El de las profecías llevaba un impecable traje blanco hecho a la medida de su delgado cuerpo y su metro con ochenta de estatura, saludó a unos cuantos con la mirada, se subió a la tarima, sacó una batuta del traje, con ella le dio un par de golpes al atril y comenzó a moverla como si fuera un apasionado director de orquesta, e inmediatamente las parejas comenzaron a desnudarse. Afortunadamente en ese instante Catalina me sorprendió por la espalda con un abrazo y me pidió disculpas por la tardanza, yo sólo pude quedarme callado frente a sus profundos ojos negros. Como las demás parejas, hicimos lo propio y nos desprendimos de nuestra ropa. La gente y sobre todo los policías que estaban estupefactos y confundidos por lo que pasaba, abrieron los ojos y las bocas de sus pálidos rostros, comenzaron a hablar entre ellos mientras buscaban sus celulares y cámaras, unos para grabar lo insólito y otros para condenar lo natural. En ese momento lo sentí, había empezado.

EL PEQUEÑO PARLANTE EN LA TARIMA EMPEZÓ A COBRAR VIDA ENTRE TANTO SILENCIO Y

NUESTRAS PIELES SE TORNARON ELÉCTRICAS AL ESCUCHAR LA FAMOSÍSIMA RITT DER WALKÜREN

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El pequeño parlante en la tarima empezó a cobrar vida entre tanto silencio y nuestras pieles se tornaron eléctricas al escuchar la famosísima Ritt der Walküren, y al ritmo de la obra maestra de Richard Wagner los cuerpos se fueron encontrando de dos en dos como poderosos imanes de polos opuestos. No nos importó el frío que acosaba a la capital, ni la poca vergüenza que todavía nos quedaba, ni mucho menos la gente que teníamos en frente. Los congresistas, magistrados, curas y demás protectores de los valores y la moral se asomaron por ventanas, puertas y balcones para observar tan insólito y llamativo acontecimiento; las monjas se resignaron a rezar y los policías a gritar por sus radios. El público crecía como plaga y los medios de comunicación llegaron a su próximo sinsentido importante, su próxima mina de oro. Las cámaras televisivas aparecían en cantidades alarmantes, pero tímidas e impregnadas de censura enfocaron únicamente al poeta y su loca danza de manos y sonrisas. Sonaban las notas arrogantes de melodías poderosas y sobrepuestas a éstas, las palabras de ciertos héroes olvidados y sus manifiestos al cielo, la vida y al Homo Sapiens. Qué grotesco debió haber sido ver tan hermoso espectáculo desde fuera, pero qué fastuoso fue vivirlo desde dentro; se me olvidó que vivía, que me llamaba German García Alvarado, que era colombiano, que estudiaba artes plásticas y el resto de cosas que uno no es, pero con las cuales esta obligado a definirse constantemente. En ese instante simplemente existía. Pertenecía al mundo, a la carne, a la contemplación y a Catalina. No era la primera vez que la hacía mía o me entregaba a ella, pero sí era la primera vez que ninguno pertenecía a nadie, a nada. Observaba como vacío por dentro hacia el cielo, al Palacio de Justicia renovado por las llamas, y luego a la cara del Libertador que nos miraba con firmeza y envidia, pues nosotros a diferencia de él y su patria, ya éramos libres.

Sonaban gritos tanto de halago como de reprobación desde el público y de placer y dolor desde dentro. Sí, el dolor que es tan celoso con la existencia no dudó en llegar al encuentro, los primeros oficiales de la ley intervinieron nuestro performance. Intentaron jalar de las extremidades y cabellos a los amantes más cercanos al público, pero una parte enfurecida de los espectadores arremetió en contra de los uniformados alegando el respeto a la libre expresión, a lo que los policías contestaban con alardes de su autoridad.

La situación se tornaba cada vez más tensa, lo que no nos importaba a quienes ocupábamos la plaza. Para nosotros el mundo externo no existía en absoluto. Nuestra audiencia también se dividía en opiniones, insultos e incluso golpes. No fue extraño que los tanques negros aparecieran.

Entre la concurrencia se abrieron paso tanques con rejas y hombres con armadura negra. Sus pasos hacían competencia a nuestra música y nuestros poemas, sus escudos estaban impecables todavía y sus miradas impacientes. Era el escuadrón antidisturbios que aparecía para apoderarse del caos, como si eso pudiera hacerse. Para nosotros no era caos, para nosotros era el clímax. Los apaciguadores rodearon nuestro pequeño acto y de los tanques salió agua a presión como si fueran bomberos tratando de apagar algún incendio; y no se equivocaban en absoluto, nuestras almas ardían en el éxtasis más grande que jamás habían experimentado. Los chorros a propulsión salieron sincronizados de las mangueras de los policías y los orgasmos de los locos, nadie se movía de la plaza, nadie

renunciaba a su puesto en la danza de la libertad. Pero la ley es obstinada y no se detiene hasta imponerse, así sea contra la naturaleza de las cosas. Este grupo entrenado y compuesto de hombres fuertes y mujeres temperamentales se detuvo tras sus escudos que relucían en nombre

de la ley, buscaron en su equipo de combate y lanzaron hacia donde estaba Bolívar un par de cartuchos pícaros que rodearon todo de gases. No sé si era el exceso de adrenalina, pero cada vez me parecía más hermoso el momento y el paisaje. Los ojos de Catalina se ponían cada vez más rojos por los lacrimógenos y su rostro moreno cada vez más rojo de alegría; al igual que los otros nunca pensamos en detenernos. Levanté la mirada y vi cómo una estampida de escudos y bolillos se aproximaba ferozmente hacia nosotros, miré hacia mi izquierda buscando a Johan, pero él ya estaba galopando frenéticamente por la calle décima. Era hora de correr.

Ayudé a Catalina a levantarse, ella me dio un beso y emprendió la huida; yo quedé pasmado como de costumbre, había vuelto a ser el mismo. Las balas de goma espantaron a algunos y noquearon a otros, pero yo continuaba como en el bus: quieto, estático. Escaparon pocos y muchos fueron capturados; hombres, mujeres, y hasta el loco poeta quien

QUÉ GROTESCO DEBIÓ HABER SIDO VER TAN HERMOSO ESPECTÁCULO

DESDE FUERA, PERO QUÉ FASTUOSO FUE VIVIRLO DESDE DENTRO; SE ME OLVIDÓ QUE VIVÍA, QUE ME LLAMABA

GERMAN GARCÍA ALVARADO

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sonreía satisfecho. Los camarógrafos corrían de un lado a otro en busca de alguna toma jugosa que interesara a la gente a la hora del almuerzo. Las señoras de la multitud gritaban y gemían de terror absoluto, los hombres las apartaban y gritaban como salvajes. El conflicto imaginario de la gente y las autoridades, que no tenía nada que ver con nosotros, se había materializado. Reaccioné.

Me di media vuelta y corrí hacía la van que habían dejado sola y descuidada los amigos de Johan, pensé que sería buena idea. Sentía los vientos de guerra persiguiéndome y mi angustia volvía de nuevo, se apoderaba apetitosa de mi carne frágil y desprotegida. Dónde demonios estaba Catalina, era todo lo que pensaba; ¿por qué no la veía? ¿Habría podido escapar ya de las garras de la confusión? No quería imaginarme un mundo sin ella, ni pensar en que estaba herida y menos llorando descompuesta; eso me partía el alma. Creo que ésto era familiar para mí, ya lo había visto o leído en algún lado. El gas se disipó un poco y mis ojos se calmaron lo suficiente como para poderla ver. ¡Sí, era ella! Catalina. Pero no pude sacar ni una sonrisa, no era alegre nada de lo que veía, la mujer que tanto me estremecía tenía un torrente rojo bajando por su frente y estaba siendo cargada por dos oficiales; uno la llevaba de las piernas y el otro de los brazos. Desgraciados, la cargaban como si fuera un bulto despreciable. Sentí que la vida se me iba y mi corazón paraba. Inconscientemente me detuve al borde de las escaleras donde hace un rato me había sentado. Mi mundo había quedado suspendido en la nada, pero el mundo externo continuaba moviéndose, y con él la estampida de hombres que venían persiguiéndome. Un golpe seco en la espalda precipitó mi endeble organismo por las escaleras hacia las baldosas y el asfalto. No caí instantáneamente; levité una breve eternidad en mis pensamientos, deseos y recuerdos. Pensé qué sería de mi madre, de sus bendiciones, de mis desayunos, de mi carrera, de Catalina, de Johan, de mi vida. Recordé mi rutina, mis dudas, mi cuerpo, el de ella; y en el instante previo a la colisión de mi cuerpo con la tierra, evoqué para la eternidad la lectura que había hecho esa mañana; traje de nuevo a mi conciencia las palabras de ese loco poeta y en especial su profecía: El hombre burdo será condecorado por hacer la guerra; mientras el hombre que encuentre en el arte y el amor la razón de su vida, pagará con la muerte su descaro. Estas palabras fueron las que más recitaron Catalina, Johan y el poeta desde sus celdas luego de que mi sangre firmara mi muerte y entregara una medalla al guerrero que me empujó hacía el vacío de la inmortalidad.

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despecho

Estaba acostado en la cama como Dios lo desechó al mundo. Desnudo. Tiritaba de frío, y ella con otro invadía su mente para quedarse en su recuerdo por siempre.

Tengo muchas heridas escondidas que sólo te mostraré cuando sepa que no serás una herida más.

Extraño mi niñez,Los días soleadosEl helado de mentaMi abueloEl colegioEl veranoMis amigosY mi inocencia Extraño mi niñez en una ciudad de eternos veranos,atrapada en esto que llaman adultez.

Quisiera ser niña otra vez

| Martha Ramírez Rodríguez |

suicidio

Abrí el sobre que contenía la carta que me escribiste: una tediosa tormenta de odios y lamentos. Y envuelta en su interior reprimidos sentimientos. Empecé a leer y solo lloré. Manchas de sangre y esfero. Te quitaste la vida por un amor prohibido… el mío.

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angustia

Una noche alucinante y toledanamis ojos sentían un trágico destello,esperando en la sombra del desvelo,que la penumbra de la muerte me asaltara.

Una noche pestilente y apagadala muerte entre sus dedos mi cabello,con fineza y belleza do mi cuello,la hoz de la desgracia lo arrancara.

Una noche de suspiros y de miedo,el terror de su presencia me invadía;mientras con sonora carcajada se reía,yo le dije con angustia, hoy no puedo.

Aterrado e inerte los labios remordía,y en mi pecho posaba yo mis dedos;entre los vivos, muerte, yo me quedo, y de tal zarpazo de rojo me teñía.

| Ronald Salazar C.|

entiende queno te entiendo

No entiendo por qué de este mundo soy esclavo,no entiendo por qué ya no hay personas majas en mi cuaderno.No entiendo por qué de un dios debo ser hijo,no entiendo por qué de la carne de un animal debo saciar mi apetito.No entiendo por qué de la guerra que no es mía debo ser partícipe,no entiendo por qué la gente espera de los demás cuando tú eres tuyo,no entiendo por qué debo usar zapatos si se me dieron pies,no entiendo por qué de cemento debe ser mi hogar si en un campo verde de mi madre nací .No entiendo por qué debo a otros afectar para llamar a mi vivir «la supervivencia del más apto»,no entiendo por qué de la ciencia depende mi razón si antes que ésta el caminar se guiaba con la intuición,no entiendo por qué de guerra hablar si al nacer todos hablamos de paz,no entiendo por qué me llamo ser humano cuando la esencia del ser aún no se entiende.No entiendo por qué por medio de la política vivir si ésta no es una herramienta que la tierra nos da para sobrevivir,no entiendo por qué dudar de mi existir si al pisar me doy cuenta de lo que soy,no entiendo por qué de los prejuicios si la naturaleza nos dio sentidos para poder percibir,no entiendo por qué vivir si la muerte es el camino al cual obligatoriamente debemos ir.No entiendo el por qué debo preguntar el porqué si para mí lo importante es el para qué.

| Ama-Gi|

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Autores

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Alejandro Cárdenas-AvendañoEstudiante de Matemáticas de la Konrad Lorenz Fundación Universitaria. Estudiante de Física de la Universidad Nacional de Colombia. Director del Grupo Astro-K de la Konrad Lorenz Fundación Universitaria. Creador de Klenos y Filomena.

Milena Velásquez AreizaEstudiante de Psicología de la Konrad Lorenz Fundación Universitaria.

Francisco José Pieschacón P.Estudiante de Psicología de la Konrad Lorenz Fundación Universitaria.

César Augusto Ballestas Barrios.Músico. Universidad NacionalLicenciado en Humanidades y Lengua Castellana. Pontificia Universidad JaverianaEstudiante de la Maestría en Estudios Culturales. Pontificia Universidad Javeriana

東益Dong-Yi/nombre 吳Wu/apellido , Un joven taiwanés recién graduado de la Universidad. Texto original en chino por: 吳東益

Miguel Ángel Arteaga AraníbarDoctor en Derecho. Desempeño en análisis de sostenibilidad y riesgos de políticas públicas y privadas y en calificación y negociación de acreencias. Investigador y docente en Teoría de la Democracia y de la Constitución, Gerencia de Proyectos y en Derecho Administrativo y Procesal Civil. [email protected]

Oscar David Andrade BecerraPolitólogo de la Universidad Nacional de Colombia. Estudiante de la Maestría en Estudios Políticos del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales de la misma universidad. Investigador del Observatorio de Construcción de Paz de la Universidad Jorge Tadeo Lozano.

Damián Angulo ChicoRealizador de Cine y Televisión, Especialista en Fotografía. Universidad Nacional de Colombia. Docente y Director del Programa de Fotografía y Camarografía de CIDE.

Adriana VeraDocente Instituto de Humanidades, Konrad Lorenz Fundación Universitaria

Manuel Pedroza OrtizAdministrador de Empresas en formación. Actualmente Auditor Interno de Calidad y Procesos. Proyecto de Escritor. Su mayor gusto radica en la lectura.

Juan Diego Hernández ChávezEstudiante de Psicología en la Konrad Lorenz Fundación Universitaria cursando el quinto semestre, sus mayores gustos son leer y escribir.

Ronald Salazar C.Docente Instituto de Humanidades Konrad Lorenz Fundación Universitaria

Ama-GiSeudónimo utilizado por Sebastián Rodríguez; el que hace referencia a la libertad. Estudiante de pregrado en Psicología de la Konrad Lorenz Fundación Universitaria. Encuentra en el leer y escribir la ufanía de su vida.

Lotus Salcedo.Estudiante de Psicología de la Konrad Lorenz Fundación Universitaria.

Martha Ramírez RodríguezLicenciada en Humanidades, Español y Lenguas Extranjeras de la Universidad Pedagógica Nacional. Actualmente se desempeña como Asesora Académica en una empresa de educación y está realizando estudios de Maestría en Educación en la Universidad de los Andes.

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