Stone, Irving - La Agonía y El Éxtasis (Vida de Miguel Ángel 2)

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Michelangelo, biografía segunda parte

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La agona y el xtasis narra la vidade un nio de trece aos que entra comoaprendiz en el taller de Ghirlandaioy se convertir en uno de los mayores artistasde todos los tiempos: Miguel AngelBuonarroti (nacido el 6 de marzo de 1475y muerto el 18 de febrero de 1564), creadordel David, pintor de la Capilla Sixtina,arquitecto de la Baslica de San Pedro.El genio destacar en el esplendor y la pasinde la turbulenta Italia del Renacimiento,entre los Insidiosos y magnficosMedici, prncipes envenenadoresy papas guerreros.Irving Stone es autor de numerosasbiografas noveladas entre las que se cuentanlas de figuras como Miguel Angel, Freud,Schllemann, Darwin o Pissarro. Sus obras,de las cuales ha vendido ms de treintamillones de ejemplares, han sido traducidasa ms de sesenta idiomas. La llavede la maestra del autor en la recreacinhistrica del pasado reside en su poderde fascinacin respaldado por el rigory la concienzuda documentacin.La agona y el xtasisVida de Miguel AngelSegunda parteIrving StoneSALVATDiseo de cubierta: Ferran Cartes/Montse PlassTraduccin: M.C.Traduccin cedida por Emec Editores, S.A.Ttulo original: The Agony and the Ecsasy 1995 Salvat Editores, S.A. (Para la presente edicin> 1961 by Doubleday & Company, Inc. Emec Editores, Barcelona 1993ISBN: 84-345-9042-5 (Obra completa)ISBN: 84-345-9094-8 (Volumen 51)Depsito Legal: B-21976-1995Publicado por Salvat Editores, 5. ~ BarcelonaImpreso por CAYFOSA. Julio 1995Printed in Spain - Impreso en EspaaLIBRO SEXTOEl GiganteEl clido sol florentino de junio le ba el rostro al asomarse a la ventana. Alregresar de Roma sin encargo alguno ni fondos, se vio obligado a enviar a susirviente y aprendiz a la granja de sus padres de Ferrara, mientras l se alojabaen la casa de los Buonarroti. No obstante, ocupaba la mejor de las habitacionesdel cmodo edificio en el que resida ahora la familia, pues Ludovico haba in-vertido con suerte una parte de los envos de dinero que Miguel ngel le hicieradesde Roma. Haba adquirido una pequea casa en San Pietro Maggiore, y conel alquiler de la misma desgrav el ttulo de la propiedad de los Buonarroti enSanta Croce, que haba estado en disputa. Luego elev la posicin social de lafamilia al alquilar aquel piso situado en la calle ms elegante, la de San Prculo.a pocos metros de distancia del palacio de los Pazzi.La muerte de Lucrezia haba envejecido a Ludovico. Tena el rostro msdelgado y las mejillas hundidas. Su cabellera, descuidada, le caa hasta loshombros. Como ya pronosticara Jacopo Galli, no haba resultado nada del ne-gocio que Miguel Angel esperaba instalar para Buonarroto y Giovansimone.Buonarroto se haba colocado por fin en un almacn de lanas cerca de la PortaRossa; Giovansimone era un joven aptico, que aceptaba trabajos espordicospara luego desaparecer durante semanas enteras. Sigismondo, que apenas sabialeer y escribir, ganaba unos cuantos escudos como soldado a sueldo de Floren-cia, en su guerra contra Pisa. t.eonardo haba desaparecido sin que nadie supie-se en qu monasterio estaba.Miguel ngel y Granacci se haban abrazado alegremente, felices de ver-se juntos otra vez. Durante los ltimos aos, Granacci haba recibido la prime-ra mitad de su fortuna y, segn le haba informado Jacopo riendo, el de la botte-ga Ghirlandaio, tena una amante en una villa de las colinas de Bellosguardo,sobre la Porta Romana. Granacci mantena an su taller en el de Ghirlandaio yayudaba a David, despus de que el hermano de ste, Benedetto, falleciera, acambio de utilizar el taller para sus trabajos particulares.Granacci hoje los dibujos que se hallaban sobre la mesa de trabajo deMiguel ngel.-Veo que ests listo para trabajar.-Si.-Clientes?281~1 1L1~-Por ahora, ninguno. Voy a unirme a Soggi...Salieron rumbo a una hostera, doblaron a la izquierda, hacia la Via delProconsolo, entraron al Borgo dei Greci, donde se alzaba el palacio Serriston,diseado por Baccio D'Agnolo, y pasaron a la Via dei Benci, donde estaban elpalacio Ghibelline Bardelli y el primero de los palacios Alberti, con su patiorodeado de columnas originales de Giuliano da Sangallo.Las piedras le hablaban. Senta ntidamente su carcter, la variedad de susestructuras, la fuerza de sus capas. 1Qu maravilloso era estar nuevamente don-de lapietra serena era el material principal de la arquitectura! Porque l estabaenamorado de la piedra.La hostera estaba instalada en un jardn al que daban sombra unas cuan-tas higueras. El propietario, que era a la vez el cocinero, baj al ro y volvi conuna cesta en la que haba una botella de vino Trebbiano. La sec con su delantaly la abri en la mesa. Bebieron por el regreso de Miguel ngel.Despus del almuerzo, Miguel Angel subi por las colinas hasta la casa delos Topolino, donde se enter de que Bruno y Enrico se haban casado. Cadauno haba construido una amplia habitacin de piedra para si en uno de los ex-tremos de la casa familiar. Ya haba cinco nietos, y ambas esposas estaban otravez embarazadas.-Los Topolino -coment- van a acaparar todos los trabajos en pietraserena de Florencia, como sigan a este paso.-Y pensamos seguir -dijo Bruno.La madre agreg:-Tu amiga Contessina de Medici tambin ha tenido otro hijo despus deque muri su hijita.Miguel ngel estaba enterado ya de que Contessina haba sido desterradade Florencia y viva con su esposo e hijo en una casa de campo en la ladera nor-te de Fiesole. Su hogar y sus posesiones estaban confiscados desde que su sue-gro, Niccolo Ridolfi, fuera ahorcado por intervenir en una conspiracin paraderrocar la repblica y llevar nuevamente a Piero como rey de Florencia. Su ca-rio hacia Contessina no haba cambiado, a pesar de los aos transcurridos sinverla. Nunca se haba sentido visita grata en el palacio de los Ridolfi, por lo quesiempre se mantuvo alejado de l. Cmo poda ir a verla ahora, despus de suregreso de Roma, sabiendo que ella viva en la mayor pobreza y en desgracia?No se interpretada su visita como inspirada por la lstima?La ciudad misma haba experimentado numerosos cambios, que se perci-ban sin esfuerzo. Al caminar a travs de la Piazza della Signona, la gente bajabala cabeza con verguenza al pasar por el lugar donde Savonarola haba sido que-mado en la pira. Al mismo tiempo, el pueblo trataba de acallar su conciencia conun verdadero torbellino de actividad, esforzndose por reemplazar cuanto Sayo-narola haba destruido. Se gastaban enormes sumas de dinero en las casas de losplateros y orfebres, lapidarios, sastres, modistas, bordadoras, diseadores de te-rracotas y mosaicos de madera, fabricantes de instrumentos musicales, ilumina-dores de manuscritos... Piero Soderini, a quien Lorenzo de Medici haba prepa-rado como al ms inteligente de los polticos jvenes, estaba ahora a la cabezade la Repblica Florentina como gonfaloniere o alcalde-gobernador de la ciu-dad-estado de Florencia, y haba logrado un cierto grado de armona entre lasfacciones florentinas por vez primera desde la mortal batalla entre Lorenzo y Sa-vonarola.Los artistas florentinos huidos de la ciudad intuyeron el resurgimiento dela actividad y regresaron de Miln, Venecia, Portugal, Pars: Piero Di Cosimo,Filippino Lippi, Andrea Sansovino, Benedetto da Rovezzano, Leonardo daVinci, Benedetto Buglioni. Aqullos cuyas obras haban sido suspendidas porla influencia y el poder de Savonarola producan ahora nuevamente: Botticelli,Lorenzo di Credi, Baccio da Montelupo... Entre todos haban creado la Com-paa del Crisol, a la que, aunque restringida a doce miembros, cada uno deellos poda llevar cuatro invitados a la cena mensual que se realizaba en elenorme taller de escultura de Rustici. Granacci perteneca a dicha organiza-cin, e inmediatamente invit a Miguel ngel a que lo acompaase. MiguelAngel se neg porque prefera esperar a tener algn encargo.Los meses transcurridos desde su regreso le haban trado muy pocas ale-gras o satisfacciones reales. Su partida a Roma haba sido una aventura denio. Ahora regresaba ya hombre, listo para esculpir montaas de mrmol;pero Florencia no estaba enterada de que l hubiese realizado trabajo alguno deimportancia.Jacopo Galli segua trabajando en Roma para l ; los hermanos Mousron,de Brujas, que importaban telas inglesas a Roma, haban visto su Piedad y es-taban interesados en una Madonna y Nio. Galli crea que podra conseguir unexcelente contrato, cuando los hermanos visitaran Roma nuevamente. Ademsconsigui interesar al cardenal Piccolomini para que encargase a Miguel ngellas figuras necesarias para completar el altar de su familia, con el que honrabana su to el papa Pio II, en la catedral de Siena.Inmediatamente despus de su regreso a Florencia, haba ido al taller delDuomo para estudiar atentamente el famoso bloque Duccio de mrmol. Queraexplorar en su interior, en busca de ideas, y probarlo nuevamente en busca defallas.Por las noches, a la luz de una vela, lea a Dante y el Antiguo Testamentoen busca de un estado de nimo y un motivo heroico.Se enter de que lOs miembros del Gremio de Laneros y la Junta de Obrasde la catedral no estaban decididos todava a que el bloque fuese esculpido.Aquello casi era mejor, pens Miguel Angel, pues acababa de enterarse de quealgunos miembros de ambos grupos apoyaban la idea de otorgar el encargo aLeonardo da Vinci. que acababa de volver a Florencia, debido a la magnficareputacin de su gigantesca estatua ecuestre del conde Sforza y su pintura deLa ltima Cena, que se encontraba en el refectorio de Santa Maria delle Gra-zie, en Miln.Miguel ngel no conoca a Leonardo, pues ste llevaba unos dieciochoaos alejado de Florencia, pero todos los artistas florentinos decan que era elms grande de los dibujantes de Italia. A la vez picado y curioso, Miguel ngelfue a la Santissima Annunziata, donde se hallaba expuesto el dibujo de Leonardo283282para su obra Virgen, nio y Santa Ana. Se detuvo ante la obra. El corazn le latacomo a golpes de martillo.Jams haba visto semejante fuerza y autenticidad de dibujo, tanta impo-nente verdad en la figura, salvo, naturalmente, en sus propios dibujos. En unacarpeta que haba sobre un banco, encontr un bosquejo de un desnudo masculi-no visto de espaldas, con los brazos y las piernas extendidos. Nadie haba produ-cido una figura as, tan furiosamente viva, tan convincente. Leonardo, estabaseguro, tambin haba practicado la diseccin! Sali de la iglesia anonadado. Sila Junta y el Gremio otorgaban el encargo.a Leonardo, quin podra discutir taldecisin? Podra l, con slo su Baco y su Piedad apenas conocidos en el norte,sostener como injusta tal decisin?Pero Leonardo rechaz el encargo, basndose en que despreciaba la es-cultura en mrmol por considerarla un arte inferior, digno nicamente de arte-sanos. Miguel ngel se enter de la noticia completamente confundido. Sealegraba de que el bloque Duccio quedase libre para cualquiera, de queLeonardo quedara voluntariamente fuera de concurso, pero senta un pro-fundo resentimiento contra el hombre que acababa de formular semejante de-claracin contra la escultura, sobre todo porque la ciudad la repeta ahora conconviccin.Un da se levant antes del amanecer, se visti apresuradamente y corripor la vaca Via del Proconsolo al taller del Duomo, detenindose ante la co-lumna. Los primeros rayos diagonales del sol atravesaron el mrmol, proyec-tando la sombra de Miguel ngel hacia arriba, en los casi siete metros de alturadel bloque, convirtindolo as en un gigante. De pronto, pens en David, talcomo lo conoca a travs de su historia en la Biblia. As tiene que haberse sen-tido David, se dijo, en aquella maana cuando sali para hacer frente a Go-liat. Un gigante para el smbolo de Florencia!Regres a su casa y volvi a leer el captulo de David con una mayor per-cepcin. Durante das dibuj de memoria numerosas figuras virilmente mas-culinas en busca de un David digno de la leyenda bblica. Someti cadadibujo, a medida que lo terminaba, al juicio de su antiguo amigo del PalacioMedici, el gonfaloniere Soderini, al Gremio de Laneros, a la Junta de Obrasde la Catedral. Pero no ocurri nada. Estaba paralizado, y en todo su ser ardala fiebre del mrmol!IISu padre lo esperaba sentado en una silla de asiento de cuero, en la sala del pri-mer piso. En sus rodillas haba un sobre que acababa de llegar en el correo deRoma. Miguel ngel lo abri. La carta constaba de varias hojas de apretada ca-ligrafa y era de Jacopo Galli, quien le informaba de que estaba a punto de con-seguir la firma del cardenal Piccolomini al pie de un contrato. Sin embargo,284debo advertirle, agregaba, que no es en modo alguno el trabajo que usted de-sea o merece.Miguel ngel se desanim al enterarse de que tendra que esculpir no me-nos de quince figuras pequeas, todas ellas totalmente vestidas, para ser colo-cadas en los angostos nichos de un altar original de Andrea Bregno. Los dibu-jos preliminares tendran que ser aprobados por el cardenal, y las esculturasfinales, ejecutadas de nuevo si Piccolomini no se mostraba satisfecho con ellas.La pagaran quinientos ducados, y Miguel Angel no podra aceptar otro contra-to por espacio de tres aos, al final de los cuales tendra que estar terminada yaprobada la ltima de las esculturas.-Quinientos ducados por tres aos de trabajo? En Roma has ganadoms, pero esa suma, unida a nuestras rentas, nos permitira llevar una vida dig-na -dijo Ludovico.-No, padre. Tengo que pagar el mrmol y si el cardenal no las aprueba,debo modificar las figuras o esculpir otras nuevas.-Y desde cundo no eres capaz de satisfacer a un cardenal? Si Galli,que es un astuto banquero, est dispuesto a garantizar que t esculpes las mejo-res estatuas de Italia, por qu tenemos que ser tan tontos que nos preocupemospor eso? Cunto te pagarn como adelanto?-Nada.-