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    esas dos cosas, la sangre y la justi-cia de Jesucristo. De esta maneraustedes mantendrn su paz.

    Y tambin caminen en santi-dad, evitando cualquier aparien-cia de mal. "No os conformis aeste siglo." Defiendan la verdad y

    la rectitud. No permitan que lasmximas de los hombres tenganinfluencia en el juicio de ustedes.Busquen al Espritu Santo paraque puedan vivir a semejanza deCristo, y vivir cerca de Cristo, y supaz no ser interrumpida.

    En cuanto a quienes no han te-nido nunca paz con Dios, slopuedo tener un sentimiento hacia

    ustedes, es decir, piedad. Pobresalmas! Pobres almas! Pobres al-mas!, que nunca conocieron lapaz que Jesucristo da a Su pue-blo. Y mi piedad es ms necesariaya que ustedes mismos no tienenpiedad por ustedes. Ah!, almas,viene el da cuando ese Dios conQuien ustedes estn enemistados,

    los mirar a la cara.

    Tendrn que verlo; y l es"fuego consumidor." Tendrn quever un horno ardiente, y hundir-se, y desesperar, y morir. Morir,dije? Peor que eso. Tienen que serlanzados al abismo de condena-

    cin, donde morir sera una ben-dicin que jams podr ser conce-dida. Oh!, que Dios les d pazpor medio de Su Hijo! Si ustedesestn ahora convencidos de peca-do, la exhortacin es: "Cree en elSeor Jesucristo." Tal como eres,se te ordena que pongas tu con-fianza en l, que ciertamente mu-ri sobre el madero; y si haces es-to, todos tus pecados te sern per-

    donados ahora, y t tendrs pazcon Dios; y, muy pronto, t losabrs en tu propia conciencia yte gozars. Oh!, busquen esta pazy persganla; y sobre todas las co-sas, busquen al Hacedor de paz,Cristo Jess, y sern salvos. Dioslos bendiga por Su Hijo Jesucris-to. Amn.

    Sermn predicado la maana del Domingo 19 de Febrero de 1860

    por Charles Haddon SpurgeonEn Exeter Hall, Strand, Londres.

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    Compartiendo la Palabra de Dios en todas lasdirecciones.

    Porque la palabra de Dios es viva y efi caz,y ms cortante que toda espada de dosfilos; y penetra hasta partir el alma y el

    espritu, las coyunturas y los tutanos, ydiscierne los pensamientos y las intencio-

    nes del corazn.Hebreos 4:12

    [email protected]

    Impreso en los talleres de:

    Sermones Evanglicos Clsicos

    Pastor del Tabernculo Bautista Metropolitano de Londres.

    www.spurgeon.com.mx

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    INTRODUCCIN: NuestroSeor estaba cerca de Su muerte,a punto de partir de este mundo,y de subir a Su Padre; por tanto,

    hizo Su testamento; y este es elbendito legado que deja a los fie-les: "La paz os dejo, mi paz osdoy."

    Podemos estar completamenteseguros de que este testamento denuestro Seor Jesucristo es vli-do. Ustedes tienen aqu Su propiafirma; ha sido firmado, sellado, yentregado en presencia de los on-

    ce apstoles, quienes son fieles yveraces testigos. Es verdad que untestamento no entra en vigormientras el testador viva, pero Je-sucristo ha muerto una vez portodos; y ahora nadie puede dispu-tar Su legado. El testamento esten vigor, puesto que el testadorha muerto. Sin embargo a vecespuede ocurrir que la voluntad deun testador en su testamento sea

    desatendida; y l, impotente ente-rrado bajo tierra, es incapaz de le-vantarse y exigir que se cumpla sultima voluntad.

    Pero nuestro Seor Jesucristoque muri, y que por tanto hizoSu testamento vlido, se levantde nuevo, y ahora vive para verque cada estipulacin contenidaen el testamento se cumpla; y estebendito codicilo (acto relacionado

    a un testamento) "La paz os dejo,mi paz os doy," es aplicable a toda

    la simiente comprada con sangre.La paz es de ellos, y debe ser deellos, porque l muri y puso eltestamento en vigor, y vive para

    supervisar que el testamento secumpla.

    La donacin, el bendito legadoque nuestro Seor ha dejado aqu,es Supaz. Esta puede considerar-se como una paz con todas lascriaturas. Dios ha hecho unaalianza de paz entre Su pueblo yel universo entero. "Pues aun conlas piedras del campo tendrs tupacto, y las fieras del campo es-tarn en paz contigo." "Y sabemosque a los que aman a Dios, todaslas cosas les ayudan a bien." LaProvidencia que una vez estabaapartada y pareca trabajar encontra de nuestro bienestar, estahora en paz con nosotros. Lasruedas giran en un orden feliz, ynos traen bendiciones cada vezque ruedan.

    Las palabras de nuestro Seortambin se refieren a la paz queexiste en medio del pueblo deDios, la paz de cada quien haciasu hermano. Hay una paz de Diosque reina en nuestros corazonespor medio de Jesucristo, por lacual estamos unidos con los lazosms estrechos de unidad y con-cordia con cada uno de los hijosde Dios, con quienes nos encon-

    tramos en nuestra peregrinacinaqu abajo. Sin embargo, dejando

    Paz Espiritual"La paz os dejo, mi paz os doy." -- Juan 14: 27.

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    go nos dolemos por ese pecado.Dios todava ama a Su hijo, auncuando peca; pero no permitirque el hijo lo sepa. El nombre deese hijo est en el registro fami-liar; pero el Padre toma ese libro,y no le permitir leerlo hasta que

    no se haya arrepentido plenamen-te de nuevo, y venga otra vez a Je-sucristo.

    Si ustedes pueden tener paz, ysin embargo vivir todava en peca-do, fjense bien, ustedes no han si-do regenerados. Si ustedes pue-den vivir en la iniquidad, y sinembargo tener paz en sus con-ciencias, esa conciencia est cau-terizada y muerta. Mas el cristia-

    no, cuando peca, comienza a do-lerse; si no en el mismo momentoen que cae, no pasa mucho tiempoantes que la vara de su Padre legolpee la espalda, y comience allorar.

    "Dnde est la bendicin queconoc,

    Cuando vi por primera vez alSeor?

    Dnde est la visin que re-fresca el alma

    De Jess y de Su Palabra?"

    De nuevo: nuestra paz puede serinterrumpida tambin por la in-credulidad. Ciertamente este es elcuchillo ms filoso de los cuatro, y

    cortar ms rpido el hilo doradode nuestros gozos.

    Y ahora, si ustedes quierenmantener una paz inquebranta-ble, reciban hoy el consejo del mi-nistro de Dios, aunque l sea jo-ven en aos. Reciban el consejoque l les garantiza que es bueno,pues es est basado en las Escritu-

    ras. Si quieren mantener una pazpermanente e inquebrantable, mi-ren siempre al sacrificio de Cristo;no permitan que su ojo se vuelva aninguna otra cosa que no sea Cris-to. Cuando te arrepientas, queridolector, todava mantn tu ojo en lacruz; cuando trabajes, trabaja conla fuerza del Crucificado. Todo loque hagas, ya sea un auto-examen, ayuno, meditacin, u

    oracin, hazlo todo bajo la sombrade la cruz de Jess; o de lo contra-rio, puedes vivir como quieras,pero tu paz no ser sino algo la-mentable; estars lleno de intran-quilidad y de problemas amargos.Vive cerca de la cruz y tu paz sercontinua.

    Djenme darles un consejo. Ca-minen humildemente con su Dios.La paz es una joya; Dios la poneen el dedo de ustedes; si se vuel-ven orgullosos de ella, l se lasquitar. La paz es un vestido no-ble; si presumen de su vestido,Dios los desvestir. Recuerden laboca del hoyo de donde fueron sa-cados, y la cantera de la naturale-za de donde fueron cortados; ycuando tengan la brillante coronade paz en su cabeza, recuerdensus pies negros; adems, auncuando esa corona est all,cbranla y tambin el rostro con

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    do sumo, y como Bunyan lo ex-presa: "Durante todo ese tiempono le vi ni una sola mirada pla-centera, hasta que percibi quehaba herido a Apolin con su es-pada de dos filos; entonces, enverdad, sonri, y mir hacia arri-

    ba; pero ese fue el combate msespantoso que yo haya vistojams."

    Fjense bien que no hay tal co-sa como un disturbio de la reali-dad de la paz entre Dios y el alma;pues Dios siempre est en paz conquienes han sido reconciliadoscon l por Cristo; pero hay undisturbio del gozo de esa paz, yeso sucede a menudo por los au-

    llidos de ese gran perro del infier-no. l viene en contra nuestra contodo su poder, con sus faucesabiertas listo para tragarnos rpi-damente, y si no fuera por la mi-sericordia divina lo hara. No esde sorprender que a veces nuestrapaz sea afectada cuando Satanses fiero en sus tentaciones.

    Otras veces una necesidad de

    paz puede surgir de la ignoran-cia. No me sorprende que unhombre que cree en la doctrinaarminiana, por ejemplo, tenga po-ca paz. No hay nada en esa doctri-na que le pueda dar paz. Es unhueso sin mdula; me parece quees una religin fra, sin savia, sinmdula, sin fruto; amarga y nodulce. No contiene nada sino elltigo de la ley; no hay grandes

    certezas; no hay hechos gloriososdel pacto de amor, de la graciaelectiva, de la fidelidad del Todo-

    poderoso, ni de los compromisosque dan la garanta.

    Nunca voy a altercar con elhombre que puede vivir sobre ta-les piedras y en medio de escor-piones como la eleccin condicio-nal, la redencin accidental, la

    perseverancia cuestionable, y laregeneracin ineficaz. Puede serque haya personas, yo supongo,que pueden vivir con ese alimentoseco. Si pueden vivir de eso, queles aproveche; pero yo creo quemuchas de nuestras dudas y te-mores surgen de la ignoranciadoctrinal. Tal vez ustedes no tie-nen una visin clara de ese pactollevado a cabo entre el Padre y Su

    Hijo glorioso, Jesucristo; ustedesno saben deletrear la palabra"Evangelio" sin mezclar la palabra"ley" en ella. Tal vez no hanaprendido plenamente a mirarfuera del yo, a Cristo, para todo.Ustedes no saben cmo distinguirentre santificacin, que vara, yjustificacin, que es permanente.Muchos creyentes no han llegadoa discernir entre la obra del Esp-ritu y la obra del Hijo; y cmopuede sorprendernos, si ustedesson ignorantes, que algunas vecesustedes no tengan paz? Aprendanms de ese precioso Libro, y supaz ser ms continua.

    Adems, esta paz es usualmen-te daada por el pecado. Dios es-conde Su rostro detrs de las nu-bes del polvo que es levantado

    por Su propio rebao conformeavanzan por el camino de estemundo. Nosotros pecamos, y lue-

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    por el momento estos dos tipos depaz, que yo creo que estn com-prendidos en el legado, proceda-mos a considerar otros dos tiposde paz, que conforme a nuestraexperiencia se resuelven en uno, yque ciertamente conforman la

    parte ms rica de esta bendicin.Nuestro Salvador se refiere

    aqu a la paz con Dios, y a la pazcon nuestra propia conciencia.Primero hay paz con Dios, pues l"nos reconcili consigo mismopor Cristo;" l ha derrumbado lapared que nos separaba de Je-hov, y ahora hay "en la tierrapaz, buena voluntad para con loshombres!" Cuando el pecado es

    quitado, Dios no tiene motivospara la guerra contra Sus criatu-ras: Cristo ha quitado nuestro pe-cado, y por tanto hay una paz sus-tancial virtual establecida entreDios y nuestras almas. Esta, sinembargo, puede existir sin quenosotros la entendamos clara-mente y sin que nos gocemos enella. Por tanto, Cristo nos ha deja-do paz en la conciencia.

    La paz con Dios es el tratado;la paz en la conciencia es su publi-cacin. La paz con Dios es la fuen-te, y la paz en la conciencia es elarroyo de cristal que nace de all.Hay una paz decretada en la cortede la justicia divina en el cielo; yde all se sigue una consecuencianecesaria: tan pronto se conoceesa noticia, hay paz en la corte in-

    ferior del juicio humano, donde laconciencia se sienta en el tronopara juzgarnos de conformidad a

    nuestras obras.

    Entonces, el legado de Cristo esuna paz doble: una paz de amis-tad, de acuerdo, de amor, deunin eterna entre el elegido yDios. Adems es una paz de dulcegozo, de quieto descanso del en-

    tendimiento y la conciencia.Cuando no hay vientos arriba, nohabr tempestad abajo. Cuando elcielo est sereno, la tierra estquieta. La conciencia refleja lacomplacencia de Dios.

    "Justificados, pues, por la fe,tenemos paz para con Dios pormedio de nuestro Seor Jesucris-to, por quien hemos recibido aho-

    ra la reconciliacin."Hoy me propongo hablar de es-

    ta paz, si Dios el Espritu Santome ayuda con Su gracia, de estamanera: primero, su fundamentosecreto; a continuacin su noblenaturaleza; en tercer lugar, susbenditos efectos; en cuarto lugar,sus interrupciones y medios demantenimiento; y luego voy aconcluir con algunas palabras de

    solemne advertencia para quie-nes nunca han gozado de paz conDios, y por consiguiente nuncahan tenido verdadera paz conellos mismos.

    I. En primer lugar, entonces,LA PAZ QUE GOZA EL VER-DADERO CRISTIANO CONDIOS Y CON SU CONCIEN-CIA TIENE UN SLIDO FUN-

    DAMENTO SOBRE EL CUALDESCANSAR. No est construi-da sobre una ficcin placentera de

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    su imaginacin, sobre un sueoengaoso de su ignorancia; sinoque est construida sobre hechos,sobre verdades positivas, sobrerealidades esenciales; est funda-da sobre una roca, y aunque cai-gan las lluvias no se derrumbar,

    porque su cimiento es seguro.Cuando un hombre tiene fe en

    la sangre de Cristo, no es sor-prendente que tenga paz, puesciertamente tiene garanta de go-zar de la ms profunda calma queun corazn mortal pueda conocer.Pues l razona consigo mismo deesta manera: Dios ha dicho: "Detodo aquello de que por la ley deMoiss no pudisteis ser justifica-

    dos, en l es justificado todo aquelque cree;" y, adems, que "El quecreyere y fuere bautizado, sersalvo." Ahora, mi fe est fija sin-ceramente en el grandioso sacrifi-cio sustitutivo de Cristo, por tantohe sido justificado de todo, y per-manezco acepto en Cristo comoun creyente.

    La consecuencia necesaria de

    eso es que l posee paz mental. SiDios ha castigado a Cristo por m,no me castigar de nuevo."Limpios una vez, no tendran yams conciencia de pecado." Bajola ley ceremonial juda, se hacamencin del pecado cada ao; elcordero de la expiacin deba sersacrificado mil veces, pero"Cristo, habiendo ofrecido unavez para siempre un solo sacrifi-

    cio por los pecados, se ha sentadoa la diestra de Dios." Cmo, pre-gunto yo, puede temblar quien

    crea que ha sido perdonado?Ciertamente sera muy extraoque su fe no le infundiera unasanta calma en su pecho.

    Adems, el hijo de Dios recibesu paz de otro conducto de oro,pues un sentido de perdn ha si-

    do derramado en abundancia ensu alma.No solamente cree en superdn por el testimonio de Dios,sino que siente el perdn.Alguien de ustedes sabe lo que esesto? Es algo ms que una creen-cia en Cristo; es la crema de la fe,el fruto maduro en plenitud de lafe, es un privilegio muy encum-brado y especial que Dios otorgadespus de la fe. Si no poseo ese

    sentido de perdn, todava estoyobligado a creer, y luego, al creer,avanzar muy pronto hasta vereso en lo que cre y esper. ElEspritu Santo algunas veces de-rrama abundantemente en el cre-yente una certeza de que ha sidoperdonado. Mediante una agenciamisteriosa, l llena el alma con laluz de la gloria. Si todos los testi-gos falsos que hay en la tierra sepusieran de pie y le dijeran a esehombre, en ese momento, queDios no est reconciliado con l, yque sus pecados permanecen sinperdn, l se reira hasta la burla;pues dice: "el Espritu Santo haderramado abundantemente enmi corazn el amor de Dios."

    l siente que est reconciliadocon Dios. Ha subido desde la fe

    hasta el gozo, y cada uno de lospoderes de su alma siente el rocodivino conforme es destilado des-

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    bre los agudos pedernales del do-lor, s, sobre vboras, y tambinsobre serpientes; nos da poder pa-ra caminar sobre las espinas deeste mundo, sin que nuestros piessufran cortaduras; caminamos so-bre los fuegos y no nos quema-

    mos. Este divino pie de la paz nospermite caminar sin cansancio, ynos permite correr sin desmayar.Yo puedo hacerlo todo cuando mialma est en paz con Dios.

    No hay ningn sufrimiento quemueva mi alma al dolor, no hayterrores que hagan palidecer mismejillas, no hay heridas que mefuercen a un temor ignominioso,cuando mi espritu est en paz

    con Dios. Convierte al hombre engigante; hace crecer a un enanohasta alcanzar el tamao de Go-liat. Se vuelve el ms poderoso delos poderosos; y mientras losdbiles se arrastran sobre esta pe-quea tierra, inclinados hasta elpropio suelo, l la recorre comoun Coloso. Dios lo ha hecho gran-de y poderoso, porque l ha llena-do su alma de paz y de gozo des-bordantes.

    Les podra decir otras cosasacerca de los benditos efectos deesta paz; pero me contentar, des-pus de haber indicado simple-mente que esta paz da intrepidezante el tronoy el propiciatorio delPadre. Sentimos que hemos sidoreconciliados, y por lo tanto ya noestamos a una distancia, sino que

    nos acercamos a l, inclusive has-ta Sus rodillas; desplegamos nues-tras necesidades ante l, suplica-

    mos por nuestra causa, y descan-samos confiando en el xito, por-que no hay enemistad en el co-razn de nuestro Padre hacia no-sotros, ni tampoco en nuestro co-razn hacia l. Somos uno conDios, y l es uno con nosotros,

    por medio de Jesucristo nuestroSeor.

    IV. Y ahora tengo que ocupar-me de un deber prctico, y con es-to voy a llegar a una conclusin,despus de decir unas palabras aquienes no conocen esta paz. Loscomentarios prcticos que debohacer son acerca del tema de lasINTERRUPCIONES DE LAPAZ.

    Todos los cristianos tienen underecho a la paz perfecta, pero notodos ellos la poseen. Hay mo-mentos en que prevalecen sombr-as dudas, y tememos decir queDios es nuestro. Perdemos unaconciencia de perdn, y andamosa tientas al medioda como si fue-se de noche. Cmo puede ser es-to? Yo pienso que estas interrup-

    ciones se pueden deber a una decuatro causas.

    A veces se deben a las ferocestentaciones de Satans.Hay per-odos en los que con crueldad inu-sitada Satans asalta a los hijos deDios. No es de esperarse que ellosmantengan una perfecta pazmientras sostienen un combatecon Apolin. Cuando Cristiano fueherido en su cabeza, y en sus ma-nos, y en sus pies, no es de sor-prender que haya gemido en gra-

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    su tribulacin por el pecado. Heorado y he exhortado a la fe, y hevisto ese destello de gozo, cuandoal fin la palabra llena de esperan-za ha sido expresada: "yo verda-deramente creo en el Seor Jesu-cristo con todo mi corazn." Oh!

    Esa mirada de gozo! Es como silas puertas del cielo se hubieranabierto por un instante, y algndestello de gloria hubiese brilladosobre el ojo y hubiera sido refleja-do por l.

    Yo recuerdo mi propio gozo,cuando por primera vez tuve pazcon Dios. Pens que podra bailardurante todo el camino de regresoa casa. Pude entender lo que de-

    ca John Bunyan, cuando declarque quera contarles todo a loscuervos posados sobre la tierraarada. Estaba demasiado llenopara callar, senta que debadecrselo a alguien. Oh! Habagozo en mi casa ese da, cuandotodos escucharon que el hijo ma-yor haba encontrado un Salvadory saba que haba sido perdonado.Todos los gozos de la tierra sonmenos que nada y vanidad, com-parados con esa bendicin.

    Como la moneda falsificada esmuy diferente a la moneda real,as son diferentes los gozos ras-treros de la tierra comparadoscon el gozo real que emana de lapaz con Dios. Joven amigo!Joven amiga! Ustedes pudierantener una bendicin como nunca

    antes la han conocido, ustedes de-ben ser reconciliados con Dios atravs de la sangre de Cristo; pues

    sin eso, ustedes nunca conocernel gozo real ni el placer duradero.

    Entonces, el primer efecto deesta paz es gozo. Luego sigueotro: amor. Aquel que est en pazcon Dios por medio de la sangrede Cristo es constreido a amar a

    Quien muri por l. "PreciosoJess!" clama, "aydame a ser-virte! Tmame como soy, y damecapacidad para algo. same en Tucausa; envame al lugar ms re-moto de la verde tierra, si Tquieres, para mostrarles a los pe-cadores el camino de salvacin;yo ir gozoso, pues mi paz aviva lallama del amor, para que todo loque soy y todo lo que tengo sea

    Tuyo, deba ser Tuyo."A continuacin viene un an-

    helo de santidad. Aquel que esten paz con Dios no tiene deseosde pecar; pues es muy cuidadosopara no perder esa paz. Es comouna mujer que ha escapado deuna casa en llamas; despus letiene miedo hasta una vela, paraevitar cualquier peligro parecido.

    Camina humildemente con suDios. Constreido por la gracia,este dulce fruto del Espritu, lapaz, lo gua a esforzarse paraguardar todos los mandamientosde Dios, y para servir a su Seorcon toda su fuerza.

    Adicionalmente, esta paz nosayudar a soportar la afliccin.Pablo la describe como un zapato.Pues l dice: "calzados los piescon el apresto del evangelio de lapaz." Nos capacita para andar so-

    Paz Espiritual 12

    de el cielo. El entendimiento losiente, ha sido iluminado; la vo-luntad lo siente, ha sido encendi-da con santo amor; la esperanzalo siente, pues espera el da cuan-do el hombre completo ser hechosemejante a la Cabeza de su pacto,

    Jesucristo.Cada una de las flores en el

    jardn de la humanidad siente eldulce viento del sur del Espritucuando sopla sobre ellas, y haceque las dulces especias lancen superfume. Cmo puede sorpren-der, entonces, que el hombre ten-ga paz con Dios cuando el EsprituSanto se convierte en un huspedreal del corazn, con toda su glo-

    riosa caravana de bendiciones?Ah!, pobre alma atribulada, qupaz y gozo indecible reinaran entu alma si simplemente creyerasen Cristo. "S," dices, "pero yoquiero que Dios me manifiesteque soy perdonado." Pobre alma,no har eso de inmediato; l teordena creer en Cristo primero, ydespus te manifestar el perdnde tu pecado. Somos salvos por fe,no por gozo; pero cuando le creo aCristo y le tomo Su palabra, auncuando mis sentimientos parez-can contradecir mi fe, entonces,como una recompensa gratuita, lhonrar mi fe, permitindomesentiraquello en lo que cre cuan-do no lo senta.

    El creyente tambin goza, enpocas de favor, de tal intimidad

    con el Seor Jesucristo, que nopuede sino estar en paz. Oh!, haydulces palabras que Cristo susurra

    al odo de Su pueblo, y hay visitasde amor que l hace, que un hom-bre difcilmente creera aunque sele dijera. Ustedes deben saber porustedes mismos en qu consistetener comunin con el Padre ycon Su Hijo Jesucristo. Cierta-

    mente Cristo se manifiesta a no-sotros de una manera que no lohace con el mundo. Todos lospensamientos sombros y espan-tosos son desterrados. "Yo soy demi amado, y mi amado es mo."Este es el sentimiento del esprituque lo absorbe todo. Y qu mara-villa es que el creyente tenga pazcuando Cristo habita as en su co-razn, y reina sin rival all, as que

    no conoce a ningn otro hombresino slo a Jesucristo. Sera unmilagro de milagros si no tuvira-mos paz; y la cosa ms extraa enla experiencia cristiana es quenuestra paz no contine ms, y lanica explicacin de nuestra mi-seria es que nuestra comunin seha roto, est echada a perder,pues de lo contrario nuestra pazsera como un ro, y nuestra justi-

    cia como las olas del mar.Ese venerable hombre de Dios,

    Joseph Irons, que hace muy pocotiempo ascendi a nuestro Padreen el cielo, dice: "Qu nos sor-prende que un hombre cristianotenga paz cuando trae consigo lasescrituras del cielo en su pecho!"Este es otro fundamento slidopara la confianza. Nosotros sabe-mos que el cielo es un lugar pre-parado para una gente preparada,y a veces el cristiano puede excla-

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    mar con los apstoles: "con gozodando gracias al Padre que noshizo aptos para participar de laherencia de los santos en luz."Sintiendo que Dios le ha dado laaptitud, l descubre que esta pre-paracin es una garanta para la

    esperanza de que entrar en el lu-gar de habitacin del glorificado.Puede levantar su mirada, y decir:"aquel mundo brillante es mo, miherencia asegurada; la vida meimpide recibirla, pero la muerteme llevar a ella; mis pecados nopueden destruir el contrato escri-to por el cielo; el cielo es mo; elpropio Satans no puede impedir-me entrar. Yo debo estar, yo es-

    tar donde est Jess, pues miespritu Lo anhela, y mi alma estenlazada con l." Oh, hermanos,no es una sorpresa, cuando todoes bendicin por dentro y todo escalma arriba, que los hombresjustificados posean "la paz deDios, que sobrepasa todo entendi-miento."

    Tal vez ustedes dirn, bien,pero el cristiano tiene problemas

    como otros hombres: prdidas enlos negocios, muertes en su fami-lia, y enfermedades en su cuerpo!S, pero l tiene otro fundamentopara su paz: una seguridad de lafidelidad y de la veracidad delpacto de su Dios y Padre. l creeque Dios es un Dios fiel; que Diosno echar fuera a quienes haamado. Para l todas las provi-dencias oscuras no son sino ben-diciones encubiertas. Cuando sucopa es amarga, l cree que fue

    preparada por amor, y todo ter-minar bien, pues Dios garantizael resultado final. Por tanto, yasea que haya mal tiempo o buentiempo, cualesquiera que sean lascondiciones, su alma se abriga ba-jo las alas gemelas de la fidelidad

    y del poder de su Dios del Pacto.El espritu santificado est tan

    resignado a la voluntad de su Pa-dre, que no rezonga. Para l, co-mo Madame Guyon sola decir:"Es igual si el amor ordena su vi-da o su muerte, o le seala felici-dad o afliccin." l est contentode tomar precisamente lo que elPadre le enva, sabiendo que suPadre lo entiende mucho mejor

    de lo que l se entiende a s mis-mo. l cede el timn de su barco ala mano de un Dios lleno de gra-cia; y l mismo recibe la capaci-dad de dormir tranquilamente enla cabina; l cree que su capitntiene poder sobre los vientos y lasolas; y cuando a veces siente subarco sacudido por la tormenta,exclama con Herbert:

    "Aunque los vientos y las olasasalten mi quilla,

    l la preserva; l la gobierna;

    Aun cuando la barca parecems tambaleante.

    Las tormentas son el triunfode Su arte;

    Ciertamente l puede escon-

    der Su rostro, pero no Su co-razn."

    Paz Espiritual 6

    escuchar su espantosa conversa-cin. Un da lleg la sentencia queambos deban morir. Los doshombres fueron sacados, y esta-ban a punto de ser llevados parasu ejecucin; pero no haban ter-minado de pasar por la puerta

    cuando se acerc un mensajero.La Reina haba enviado una sus-pensin de la ejecucin. Fueronenviados de regreso; en calma yllenos de quietud regresaron a suprisin; y al da siguiente fueronllevados a Newgate, cuando denuevo, sbitamente, vino un se-gundo mensajero para decir quedeban ser llevados a Tyburn paraser ejecutados. Ellos fueron ata-

    dos nuevamente a la carreta, su-bieron al cadalso; pusieron cuer-das alrededor de sus cuellos, y seles permiti ponerse en esa condi-cin frente a una multitud parahablarles, y dar testimonio a favorde la libertad de la iglesia de Cris-to, y del derecho de libertad dedecisin entre los hombres. Con-cluyeron su discurso, y por segun-da vez esa infeliz Reina envi una

    suspensin de la ejecucin, y ellosfueron llevados por segunda vez alcalabozo, y fueron confinados enNewgate, pero slo por unos dasms, y luego por tercera vez fue-ron sacados, y en esta intancia fi-nalmente fueron ahorcados. Sinembargo ellos iban al cadalso encada ocasin tan alegremente, co-mo van los hombres a su cama, yparecan tan gozosos, como si les

    fueran a poner una corona y nouna soga en el cuello.

    Todas las iglesias de Cristopueden mostrar casos similares.Doquiera que haya habido un ver-dadero cristiano, el mundo hahecho su mejor esfuerzo para qui-tarle su paz; pero es una paz queno puede ser apagada nunca: vi-

    vircontinuamente, sin importarqu cuerdas le pongan en el cue-llo, con las tenazas hirviendo des-trozndoles el cuerpo, con la espa-da entrando hasta los huesos; vi-vir hasta que, remontndose des-de el arbusto ardiente de la tierra,esta ave del paraso se ponga suplumaje reluciente en medio deljardn del paraso.

    III. Habindonos detenido

    ms de lo esperado en este punto,me apresuro al tercer punto, LOSEFECTOS DE ESTA DIVINAPAZ.

    Los benditos efectos de esta di-vina paz son, primero que nada,gozo. Ustedes advertirn que laspalabras "gozo," y "paz" son re-unidas con mucha frecuencia;pues el gozo sin paz sera un gozo

    infeliz y profano. Sera el crujir delas espinas bajo la olla, defectuo-so, simples llamas de gozo, masno los carbones encendidos al rojovivo de la bendicin. Ahora, la pazdivina da gozo al cristiano; y qugozo! Han visto alguna vez el pri-mer destello de gozo cuando haalcanzado el ojo del penitente? Hetenido la gran fortuna de orar conmuchos pecadores convictos, de

    presenciar la profunda agona deespritu, y de simpatizar profun-damente con la pobre criatura en

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    otro la llama "grandiosa paz.""Mucha paz tienen los que amantu ley, y no hay para ellos tropie-zo." El ao pasado (ahora les dirun secreto de mi propio corazn)encontr un texto que me volvaal recuerdo muchas veces al da.

    So con l cuando me dorm;cuando me despert sigui con-migo, y lo verifiqu, y me deleiten l: "Gozar l de bienestar." Esmi promesa ahora. Hay tal bien-estar, que no est en contradic-cin con el arduo trabajo, con laagona por las almas de los hom-bres, con un verdadero deseo demayores logros en la vida divina;hay tal bienestar (no se puede ga-

    nar mediante todos los aparatosdel lujo, ni por todas las exaltacio-nes de la riqueza) un bienestar enel que "ni una sola ola de turba-cin rueda sobre el pecho lleno depaz," sino que todo es calma, todoes claridad, y todo es gozo y amor.Que habitemos por siempre enesa atmsfera serena, y no solte-mos nunca esta paz.

    Y para que nadie se quede sin

    entender lo que he dicho, voy atratar de repetirlo brevementemediante un ejemplo. Ven a esehombre? l ha sido llevado a untribunal cruel; ha sido condenadoa muerte. La hora se acerca: esllevado a prisin, y colocado allcon dos soldados para que lo vigi-len, y cuatro grupos de cuatro sol-dados delante de la puerta. La no-che se avecina: l se acuesta,pero en qu posicin tan incmo-da! Encadenado en medio de dos

    soldados! l se acuesta y se duer-me. No se trata del sueo del cri-minal culpable, cuyo simple senti-do de terror hace pesados susprpados; sino un sueo calmodado por Dios, que finaliza en unavisin anglica mediante la cual l

    es liberado. Pedro duerme, a pe-sar de que la sentencia de muerteest sobre su cabeza, y la espadaest presta para penetrar en su al-ma.

    Ven aquel otro cuadro? Allestn Pablo y Silas: ellos han esta-do predicando, y sus pies sonarrojados en el cepo por eso. Ellosmorirn en la maana; pero amedianoche ellos cantan alaban-

    zas a Dios, y los prisioneros losescuchan. Uno hubiera credo queen ese calabozo tan asqueroso,ellos se habran quejado y gemidotoda la noche, o que al menoshubieran cado dormidos; perono, ellos entonaban himnos aDios, y los prisioneros los escu-chaban. He ah la paz; la calma, laquietud del heredero del cielo.

    Les podra presentar otro cua-dro: el de nuestros antiguos no-conformistas (disidentes de laIglesia anglicana), en los das delas terribles persecuciones de laReina Isabel. Ella arroj a prisin,entre muchos otros, a dos denuestros distinguidos anteceso-res, apellidados Greenwood y Ba-rrow. Ellos fueron confinados aese calabozo asqueroso y pestilen-

    te (la Prisin de Clink) encerradosen una gran celda con maniticos,criminales, y similares, forzados a

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    Entonces no sorprende que tengapaz, cuando puede sentir esto, sa-biendo que Quien ha comenzadola buena obra, tiene tanto la vo-luntad como el poder de perfec-cionarla, hasta el da de Cristo.

    II. Habiendo descorrido apre-suradamente el velo del funda-mento secreto de la paz del cris-tiano, debemos reflexionar duran-te unos pocos minutos acerca deSU NOBLE CARCTER.La paz de otros hombres es inno-ble y despreciable. Su paz nace enla guarida del pecado. Sus padresson la arrogancia y la ignorancia.El hombre no sabe quin es, y por

    tanto piensa que es algo, cuandono es nada. Dice: "yo soy rico yprspero en bienes," cuando estdesnudo, y es pobre y es misera-ble. El nacimiento de la paz delcristiano no es as.Esa pazes na-cida del espritu. Es una paz queDios el Padre da, pues l es elDios de toda paz; es una paz queJesucristo compr, pues l ha ob-tenido la paz con Su sangre, y l

    es nuestra paz; y es una paz que elEspritu Santo obra: l es su autory la deposita en el alma.

    Entonces nuestra paz es hija deDios, y su carcter es semejante aDios. Su Espritu es su progenitor,y es como su Padre. Es "mi paz,"dice Cristo! No es la paz de unhombre; sino la paz serena, calmay profunda del Eterno Hijo de

    Dios. Oh, si slo tuviera esta nicacosa dentro de su pecho, esta pazdivina, el cristiano sera cierta-

    mente algo glorioso; y aun los re-yes y los hombres poderosos deeste mundo son como nada cuan-do se les compara con el cristiano;pues lleva una joya en su pechoque ni todo el mundo podra com-prar, una joya elaborada desde la

    vieja eternidad y ordenada por lagracia soberana para que sea lagran bendicin, la herencia realjusta de los hijos elegidos de Dios.

    Entonces esta paz es divina ensu origen; y tambin es divina ensu alimento. Es una paz que elmundo no puede dar; y no puedecontribuir a su sustento. Los bo-cados ms exquisitos que algunavez haya degustado el sentido car-

    nal, seran amargos para la bocade esta dulce paz. Ustedes puedentraer su trigo fino, su dulce vino,su aceite desbordante; sus exqui-siteces no nos tientan, pues estapaz se alimenta con alimento dengeles, y no puede saborear nin-guna comida que salga de la tie-rra.

    Si le dieran a un cristiano diez

    veces ms las riquezas que posee,no se lograra que tuviera diez ve-ces ms paz; sino probablementediez veces ms angustia; puedenengrandecerlo en honor, o fortale-cerlo en salud; sin embargo, ni suhonor ni su salud contribuiran asu paz; pues esa paz fluye de unafuente divina; y no hay arroyostributarios de las colinas de la tie-rra que alimenten esa divina co-

    rriente; el arroyo fluye del tronode Dios, y es sustentado nica-mente por Dios.

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    Entonces es una paz nacida yalimentada divinamente. Y djen-me sealar de nuevo que es unapaz que vive por encima de lascircunstancias. El mundo ha tra-tado con empeo de poner un fina la paz del cristiano, pero nunca

    ha sido capaz de lograrlo. Yo re-cuerdo, en mi niez, haber odo aun anciano cuando oraba, y es-cuch algo que se grab en m:"Oh Seor, da a tus siervos esapaz que el mundo no puede ni darni quitar." Ah! Todo el poder denuestros enemigos no puedequitrnosla. La pobreza no la pue-de destruir; el cristiano en ropasharapientas puede tener paz con

    Dios. La enfermedad no la puedeestropear; acostado en su cama, elsanto est gozoso en medio de losfuegos. La persecucin no la pue-de arruinar, pues la persecucinno puede separar al creyente deCristo, y mientras l sea uno conCristo su alma est llena de paz.

    "Pon tu mano aqu," dijo elmrtir a su verdugo, cuando fuellevado a la hoguera, "pon tu ma-

    no aqu, y ahora pon tu mano entu propio corazn, y siente cullate ms fuertemente, y cul es elms turbado." Extraamente elverdugo fue sacudido de asom-bro, cuando descubri que el cris-tiano estaba tan calmado como sifuera a una fiesta de bodas, mien-tras que l mismo estaba posedode una tremenda agitacin por te-ner que desempear una obra tandesesperada.

    Oh, mundo! Te desafiamos a

    que intentes robar nuestra paz.No nos vino de ti, y t no puedesarrebatrnosla. Est puesta comoun sello sobre nuestro brazo; esfuerte como la muerte e invenci-ble como la tumba. Tu torrente,oh Jordn, no la puede ahogar,

    aunque tus profundidades seannegras y hondas; en medio de tustremendas ondas nuestra almaest confiada, y descansa quietasobre Quien nos am y se dio a Smismo por nosotros.

    Con frecuencia he tenido quecomentar que los cristianos colo-cados en las circunstancias msdesfavorables son, como regla ge-neral, mejores cristianos que

    quienes estn colocados en posi-ciones propicias. En medio deuna iglesia muy grande, formadapor personas de todas las categor-as sociales, y cuya condicin co-nozco tan profundamente como lapuede llegar a conocer un hom-bre, he observado que las mujeresque vienen de casas donde el ma-rido es impo, y con nios compli-cados; que los jvenes que vienen

    de talleres donde se encuentrancon oposicin y burla; que la gen-te que viene de las profundidadesde la pobreza, de las guaridas ytugurios de nuestra ciudad, sonlas joyas ms brillantes que estnengastadas en la corona de la igle-sia. Da la impresin como si Diosquiere derrotar a la naturaleza, noslo haciendo crecer el hisopo enla pared, sino haciendo crecer alcedro all tambin. l encuentrasus perlas ms brillantes en las

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    aguas ms oscuras, y levanta susjoyas ms preciosas de los basure-ros ms inmundos.

    "Maravillas de gracia pertene-cen a Dios,

    Repitan sus misericordias en

    sus himnos."Y tambin he descubierto esto,

    que a menudo, entre ms turbadoest un cristiano, su paz es mspura; mientras ms pesada sea laenvolvente marea de sus penas ydolores, ms tranquila, y calma, yprofunda es la paz que reina en sucorazn. Entonces, pues, es paznacida y alimentada divinamente,y est muy por encima de la in-

    fluencia del torbellino de estemundo.

    Adems, debo comentar breve-mente acerca de la naturaleza deesta paz, que es profunda y real."La paz de Dios," dice el apstol,"que sobrepasa todo entendimien-to." Esta paz no slo llena todoslos sentidos hasta el borde, hastaque cada potencia es saciada con

    delicia, pero el entendimiento quepuede comprender todo el mun-do, y entender muchas cosas queno estn dentro del campo de vi-sin, aun ese entendimiento nopuede comprender la longitud y laanchura de esta paz. Y no slo elentendimiento no podr enten-derla, sino todoentendimiento essuperado.

    Cuando nuestro juicio se ha

    ejercitado al mximo todava nopuede captar las alturas ni las

    profundidades de esta profundapaz. Alguna vez han imaginadocmo debe ser la quietud quehabita en las cavernas en la pro-fundidad de los mares, muchoskilmetros por debajo del pechode las corrientes, donde los hue-

    sos de los marineros yacen impa-sibles, donde nacen las perlas ylos corales que nunca ven la luz,donde el oro y la plata que perdie-ron los mercaderes hace muchotiempo yacen dispersos sobre elpiso arenoso; la quietud de abajo,en las cuevas de rocas, y en los pa-lacios silentes de tinieblas dondeno rompen las olas, y el pie intru-so del buzo nunca ha pisado? As

    de clara, as de calma es la paz deDios, el descanso plcido del cre-yente que posee seguridad.O vuelvan su mirada a las estre-llas. No han dormido nunca eldulce sueo de la quietud de esasrbitas silenciosas? Elevmonosms all del reino del ruido y delalboroto y caminemos la autopistasin ruido de las silenciosas rbi-tas. Los truenos quedan all aba-

    jo, el tumulto confuso de la multi-tud no mancha la santidad de estamaravillosa quietud. Miren cmolas estrellas duermen en sus dora-dos lechos, o cmo solamenteabren sus brillantes ojos para vigi-lar el mar sin tormentas del ter, yguardar las fronteras solemnes delreino de la paz.

    As son la paz y la calma quereinan en el pecho del cristiano."Dulce calma," la llama alguien;"paz perfecta," la define David;

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