SOBRE LA FORMACION POLÍTICA DE ROMULO BETANCOURT: …

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SOBRE LA FORMACION POLÍTICA DE ROMULO BETANCOURT: 1928- 1945. Rubén Peñalver (UCAB) Resumen. Rómulo Betancourt es una figura polémica en la historia venezolana, ampliamente estudiada en sus múltiples facetas de hombre publico, activista, organizador y dirigente de partidos políticos. Este ensayo, avance de investigación de una pesquisa de mayor aliento, se centra en algunos aspectos trascendentales de su formación inicial como hombre de pensamiento y acción, civil y civilista. Palabras clave: Relaciones civiles y militares venezolanas, Rómulo Betancourt, militares y políticos en Venezuela. Abstract. Betancourt is a polemic figure in Venezuelan history, his life and times have been analyzed in its different connotations as a public figure, an activist, an organizer and leader of political parties. The focus of this essay, partial expression of a more elaborated research effort on this topic, will be centered in some key elements of his formation as a man of action and thought, as a civil and civilian leader. Keywords: Venezuelan civil-military relations, Romulo Betacourt, military and politicians in Venezuela. EL “APRENDIZ DE BRUJO”, DEL 28 AL PLAN DE BARRANQUILLA. Con los eventos de la “Semana de Estudiante” de 1928 Betancourt y su generación se estrenarán en la palestra política. Los jóvenes estudiantes de la Universidad Central se erigirán como un novedosos movimiento de oposición al régimen gomecista. A partir de allí, esta generación se encargará de ofrecer una alternativa, distinta, moderna de oposición, a diferencia de la tradicional conspiración caudillista. Los muchachos del 28, y en especial Rómulo Betancourt, definirán, una vez muerto el general Gómez, el escenario político de la segunda mitad del siglo XX. Al principio la mayoría de ellos carece de una formación ideológica definida. Son aprendices de brujo que intentan darle un sustento ideológico a la lucha que acaban de emprender contra Juan Vicente Gómez. Fundamente va a ser influenciados por el marxismo en boga y en ese sentido se darán cuenta que el problema venezolano no es Gómez, sino la estructura económica-social que hace posible el dominio andino. Del seno de la generación universitaria que toma parte en las manifestaciones populares que celebran el triunfo aliado en la Primera Guerra Mundial y que, meses más tarde, participa en la fracasada conspiración cívico- militar de 1919, saldrán los primeros dirigentes políticos que, bajo la influencia de las tesis marxistas, van a enfrentarse a los grupos tradicionales de la oposición a la dictadura de Gómez. Por primera vez, se hablaba de la lucha de 1

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SOBRE LA FORMACION POLÍTICA DE ROMULO BETANCOURT: 1928-1945.

Rubén Peñalver (UCAB) Resumen. Rómulo Betancourt es una figura polémica en la historia venezolana, ampliamente estudiada en sus múltiples facetas de hombre publico, activista, organizador y dirigente de partidos políticos. Este ensayo, avance de investigación de una pesquisa de mayor aliento, se centra en algunos aspectos trascendentales de su formación inicial como hombre de pensamiento y acción, civil y civilista. Palabras clave: Relaciones civiles y militares venezolanas, Rómulo Betancourt, militares y políticos en Venezuela. Abstract. Betancourt is a polemic figure in Venezuelan history, his life and times have been analyzed in its different connotations as a public figure, an activist, an organizer and leader of political parties. The focus of this essay, partial expression of a more elaborated research effort on this topic, will be centered in some key elements of his formation as a man of action and thought, as a civil and civilian leader. Keywords: Venezuelan civil-military relations, Romulo Betacourt, military and politicians in Venezuela. EL “APRENDIZ DE BRUJO”, DEL 28 AL PLAN DE BARRANQUILLA.

Con los eventos de la “Semana de Estudiante” de 1928 Betancourt y su generación se estrenarán en la palestra política. Los jóvenes estudiantes de la Universidad Central se erigirán como un novedosos movimiento de oposición al régimen gomecista. A partir de allí, esta generación se encargará de ofrecer una alternativa, distinta, moderna de oposición, a diferencia de la tradicional conspiración caudillista. Los muchachos del 28, y en especial Rómulo Betancourt, definirán, una vez muerto el general Gómez, el escenario político de la segunda mitad del siglo XX. Al principio la mayoría de ellos carece de una formación ideológica definida. Son aprendices de brujo que intentan darle un sustento ideológico a la lucha que acaban de emprender contra Juan Vicente Gómez. Fundamente va a ser influenciados por el marxismo en boga y en ese sentido se darán cuenta que el problema venezolano no es Gómez, sino la estructura económica-social que hace posible el dominio andino.

Del seno de la generación universitaria que toma parte en las

manifestaciones populares que celebran el triunfo aliado en la Primera Guerra Mundial y que, meses más tarde, participa en la fracasada conspiración cívico-militar de 1919, saldrán los primeros dirigentes políticos que, bajo la influencia de las tesis marxistas, van a enfrentarse a los grupos tradicionales de la oposición a la dictadura de Gómez. Por primera vez, se hablaba de la lucha de

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clases y se explicaba el poder de Gómez como el del representante de una clase económica que prosperaba bajo su tiranía.1

Como la mayoría de la generación del 28, Betancourt experimentará en carne propia la tiranía gomecista, primero sufrirá una breve pasantía de dos meses en prisión, luego vendrá el otro castigo: el exilio. Esta última experiencia será determinante en su proceso de formación política. Betancourt “llega a Curazao para iniciar el recorrido de un camino que lo llevará a convertirse en la figura representativa de su generación y en una de las personalidades fundamentales de nuestro siglo XX”2

...Rómulo Betancourt siempre recordaba sus días de Curazao, como el

tiempo en que se propuso iniciar el estudio de las doctrinas políticas, así como de los grandes acontecimientos históricos ocurridos durante el siglo. La revolución soviética, la revolución mexicana, la historia de los movimientos obreros internacionales, eran ahora materias de su interés...3

Aunque durante los primeros años de este primer exilio no hay una claridad

ideológica, Betancourt va a mantener, aunque por muy breve tiempo, una afinidad con el Partido Revolucionario Venezolano. Las divergencias se dejan ver pronto y en la respuesta que le da a Salvador de la Plaza a raíz del editorial que éste publica en el periódico del P.R.V., Libertad, Betancourt deja establecidas tres cuestiones fundamentales: que no tiene compromisos con los caudillos ni militares, ni civiles; que siempre han reconocido la valiosa participación del obrerismo caraqueño en los sucesos de la Semana del estudiante; y el carácter exclusivamente antidictatorial del movimiento estudiantil.4 Esta respuesta la da en el propio año 28, en una carta a Carlos León, allí se destaca la defensa que hace ante la acusación sobre su participación con el caudillismo tradicional, lo que nos llevar a pensar que aunque no había una clara definición ideológica, ya estaba presente una postura civilista ante la alternativa caudillista como mecanismo de oposición a Gómez.

Y la acusación es falsa, absolutamente falsa. No tenemos compromisos con caudillos, ni militares, ni civiles; no acatamos órdenes de ninguno de los sargentos de París o de Nueva York; en nuestro archivo no hay una sola correspondencia de ellos.5

Más adelante, en la misma carta reconoce la carencia de una plataforma ideológica que guiara al movimiento estudiantil:

Nunca pensamos en cuál forma de gobierno debía adoptarse, ni en cuál de las fuentes doctrinarias de la política iríamos a buscar un sedante para las

1 Velásquez, Ramón J. En: Betancourt, Rómulo; Archivo de Rómulo Betancourt. Tomo 1 1917-29. Editorial Fundación Rómulo Betancourt, Caracas, 1988. En la Introducción, P. XXIV. 2 Ibid, P.XXVIII. 3 Ibid P.XXIX. 4 Cfr. Anibal Romero, Elizabeth Tinoco y María Teresa Romero, Estudio Preliminar, En: Rómulo Betancourt Antología Política Volumen Primero 1928-1935, Editorial Rómulo Betancourt, Caracas 1990. P. 13. 5 Carta de Rómulo Betancourt a Carlos León. 1º de Diciembre de 1928. P. 25, En: Betancourt, Rómulo; Archivo de Rómulo Betancourt. Tomo 1 1917-29. Editorial Fundación Rómulo Betancourt, Caracas, 1988.

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llagas de la patria. Reconozco que ese es un error; pero error de fácil explicación para quien conozca cuál ha sido la vida del estudiante venezolano de estos tiempos, cómo la barbarie alerta ha cercado al grupo, lo ha incomunicado del mundo, le ha negado la ayuda orientadora del periódico, ha matado en brote todo esfuerzo cultural propio. Frente a otras juventudes del continente, tan nutridas de savia nueva, de savia de ideas, la juventud venezolana está con las manos vacías.6

Sin embargo la posibilidad de embarcarse en una aventura armada que acabe violentamente con la dictadura gomecista, está presente, tan presente que se anota en la fracasada expedición del “FALKE”, corriendo más bien con suerte al escapar, por cosas del destino, ileso del episodio. Este fracaso marcará el distanciamiento definitivo con las opciones caudillistas y para Venezuela la perpetuación en el poder de Gómez a través de la eliminación definitiva de cualquier peligro armado.

Ahora existe la Junta de Liberación Nacional de Venezuela y es inminente la presencia de un barco en aguas del Caribe que trae a bordo la representación más extensa de la Venezuela antigomecista, en la que se mezclan los Generales de la Revolución Libertadora de 1902 con los estudiantes rebeldes de 1928. Con el fracaso de la expedición del “Falke” termina en Venezuela el ciclo de las empresas revolucionarias invasoras que se habían iniciado en el muy lejano año de 1806.7

Con el fracaso del FALKE, comienza una etapa importantísima desde el punto de vista de los preparativos para la organización del nuevo país político. Y en esta etapa Rómulo Betancourt va a desempeñar un papel de esencial importancia histórica. En la ciudad de Barranquilla se reúne con viejos amigos del 28 y allí redacta el famoso Plan e Barranquilla que se constituirá en el primer intento claro de estructurar una oposición política coherente distanciada de cualquier provocación caudillista.

Tras el fracaso del “Falke” y durante su primera permanencia en Costa Rica, Betancourt quien todavía sigue considerando la vía armada para derrotar a Gómez, se propone hacer un proyecto propio de invasión. Proyecto que se distancie tanto del caudillismo tradicional como de los demás opositores como los revolucionarios del P.R.V. Sin embargo las dificultades que se presentan para llevar a cabo su proyecto de invasión, obliga a Betancourt a “definir su actividad política en el exilio, dedican un poco más de tiempo a la tarea intelectual en función de la causa antigomecista. Así, intensifica su actividad de desprestigio sistemático contra el gobierno gomecista”8 Antes, inspirado por los escritos de Pocaterra, en las Huellas de la Pezuña, panfleto que escribe junto con Miguel Otero Silva en 1929, Betancourt hace un recuento del movimiento estudiantil destacando cuatro etapas principales: los sucesos de la Semana del Estudiante, las prisiones en las cárceles del gomecismo, el Cuartelazo de abril, y la Octubrada. Además, en este panfleto, Betancourt y Otero Silva ponen énfasis en el sentido nacional del movimiento y hacen esfuerzos por deshacerse de la acusación de “comunistas” que les había adjudicado el gobierno de Gómez para desprestigiarlos.

6 Ibidem. 7 Velásquez, Op.cit. p. XXX. 8 Anibal Romero, Elizabeth Tinoco y María Teresa Romero, Estudio Preliminar, En: Rómulo Betancourt Antología Política Volumen Primero 1928-1935, Editorial Rómulo Betancourt, Caracas 1990. P. 14.

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Este interés por la actividad intelectual, por comprender al país y darse una base ideológica más sólida, lo llevan a darle más relevancia a su formación político-idelógica y a distanciarse de la postura netamente “garibaldiana”. Para muchos el año de 1930 marca esa encrucijada en el pensamiento de Betancourt. A partir de entonces las preocupaciones que definen su pensamiento van a girar entorno a sus concepciones sobre la Venezuela gomecista; sus ideas acerca de la organización y praxis política de su grupo; y su visión sobre la realidad latinoamericana.9 De esta manera comienza a perfilar una propuesta eminentemente civilista. Llama poderosamente la atención como ya para 1930, en una conferencia que dicta en Colombia sobre la personalidad del general Sucre, Betancourt se esmera por resaltar el aspecto civil del Gran Mariscal de Ayacucho. Primero aclara porqué se ha referido tampoco a la destacada empresa militar de Sucre:

Someramente he hablado de las acciones de armas libradas por el gallardo capitán cumanés. Dentro de mi ideología de raigambre civil no cabe el elogio exaltado para la empresa guerrera. Dejo ese encargo de poner a repicar las campanas de la elocuencia militarizante a esos vejetes infelices, a lo Leopoldo Lugones, que andan por ahí -¡a esta hora!- emborrachando a públicos cándidos con retumbos de atembores y alaridos de clarines afónicos.10

Luego destaca el valor civilista del Mariscal.

Lo que en Sucre reclama fervor de recuerdo y propósito de imitación es el firme valor civil, ciudadano, que fisonomiza su personalidad, de grande hombre. Valor civil, el único valor, en concepto de Unamuno, porque aun el valor guerrero, cuando deja de cumplir esa condición, ya nos es valor, sino barbarie. Desde sus primeros años de servicio bajo las banderas de emancipación, ya esta virtud es su guía.11

Aprovecha esta mención al civilismo de Sucre y compra lo que han sido los gobernantes laitonoamericanos, en especial los venezolanos supuestos herederos de la propuesta civilista del Gran mariscal de Ayacucho:

Contrasta a través de sus documentos públicos, de su correspondencia privada, el reposado y terco concepto de ciudadanía, la arraigada noción de sus derechos y deberes como miembro de una comunidad de hombres civilizados, con el lenguaje insolente, cuartelario, rezumante de barbaries, que hablaban casi todos los hombres de la época, saltados de la selva, sin control del ideal, a la conquista de la ciudad. Estos hombres –los Páez, y los Monagas, y los Farfán- son los antecesores sicológicos, éticos y políticos de los gómez y de los Machados, de los Ibañez y de los Leguías, de los Calles y de los Siles, de la sargentonada estulta, depredadora y criminal que detenta el poder público en casi todas las patrias del continente.

9 Cfr. Ibidem. 10 Conferencia inicial en la Alianza Unionista de la Gran Colombia, publicada en La Nación de Barranquilla, Colombia, el 29 de mayo de 1930. En: Rómulo Betancourt Antología Política Volumen Primero 1928-1935, Editorial Rómulo Betancourt, Caracas 1990. P. 185. 11 Ibidem.

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Así, a Sucre, el filósofo armado, que dijo alguien, el hombre civil a quien sólo la necesidad de liberar pueblos le puso un sable en las manos, nos lo presentan como un militar más de los que formaron filas de un ejército, que si fue vivero de heroísmo en los momentos de la lucha fue también mala siembra de personalismo, de insolencia cuartelaria, de desprecio a la cultura y al derecho cuando plantaron su tienda de campaña, finalizada la guerra, al arrimo de los parlamentos republicanos.12

En esa misma conferencia Betancourt busca identificar su lucha con el mensaje

civilista del prócer. Para él la propuesta civilista sigue en pie, lo que hace falta es adecuarla a los nuevos tiempos, las ideas del Sucre siguen vigentes “esperando la generación que interpretara su mensaje e hiciera de su obra carne de realidad. La generación ya llegó. Por eso, nos estamos acercando a Sucre y a su obra”13. En esta misma onda, también durante su estadía en Colombia y con motivo de celebrarse la clausura de la Fiesta de Venezuela en Barranquilla, Betancourt vuelve a criticar el fracaso civilista en nuestra historia:

Los hombres civiles de 1810, los legisladores de Caracas, el grupo

civilizado, capaz de hacer patria de aquel “cuartel” que era Venezuela, según el mismo Libertador, había sido aniquilado en las largas campañas, por enfermedades y privaciones, o alanceados en batallas campales, como aquel Miguel José Sanz caído en Urica, hombre de alto voltaje mental[...]La casta militar ensoberbecida por sus triunfos guerreros, jactanciosa de sus cicatrices y de sus diez o más años sobre un corcel de batalla, se creyó capacitada también para manejar con sus burdas manos de caporales, hechas sólo para la “tarana” del machete, el complicado y sutil mecanismo del Estado.14

Para él el problema del predominio caudillista en nuestra historia ha sido la falta

de hombres civiles que pudieran gestionar la República, sin embargo como una suerte de destino manifiesto, la generación que él trata de liderar, es la llamada a cumplir por una vez por todas, esa “misión histórica” de imponer el gobierno civil. No es de extrañarse pues, que la propuesta de Barraquilla sea ante todo una propuesta civilista.

De Páez a Juan Vicente Gómez, aparte fugaces momentos de gestión

civil, ha gobernado a Venezuela el sable bárbaro. La causa de ese predominio de fuerzas cavernarias tiene sus raíces teológicas en la despoblación de hombres civiles que significó para mi país su quijotismo emancipador. La generación que hubiera podido estabilizar la República desapareció íntegra aplastada debajo de los cascos de las caballerías realistas; y ha sido necesario un siglo de sacrificios, de pruebas de gestación dolorosa en la matriz castigada de la raza, para que cuaje y salga afuera, a la superficie de la realidad social, armada de una conciencia de su misión histórica, la otra generación, la de hoy, la que tiene 20 años de vida y una fe inconmovible en sus propias capacidades y en las capacidades virtuales del pueblo.15

12 Ibid. Pp.185-186. 13 Ibid 188. 14 Discurso de clausura de la Fiesta de Venezuela. Pronunciado en la conmemoración del 5 de julio de 1811, celebrada por la Alianza Unionista de la Gran Colombia, en el Teatro Municipal de Barranquilla, el 6 de julio de 1930. En Rómulo Betancourt, Op. cit. P. 193. 15 Ibid.p.194.

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Aunque su contradición ideológica sigue siendo una constante, es en esta época

que Bentacourt, influenciado por el aprismo peruano, asume posiciones más distanciadas del comunismo ortodoxo y del liberalismo. Tomando las ideas propias del aprismo criticará la actitud entreguista de Gómez al imperialismo y la violación de la soberanía nacional. También es aquí cuando comienza a replantearse la necesidad de la conquista del poder utilizando otras vías, tácticas y alianzas. Sin embargo la acción armada sigue siendo una opción que no descarta. Lo que sí descarta de antemano es la asociación con los caudillos tradicionales o con los comunistas del P.R.V. en una eventual aventura armada. Esta maduración intelectual lo lleva a centrarse durante estos años en tres grandes problemas a tratar: la realidad venezolana; la necesidad de una organización política y el nuevo marco internacional con la amenaza fascista de fondo. Estos años son de formación pero también de “un tiempo de acción práctica y de elaboración de un proyecto político, que, ya en 1931 y 1932, adquiere rasgos más concretos y un perfil mucho más nítido.”16 De esta manera ya para marzo de 1931, esboza el Plan de Barranquilla, donde intenta hacer “un proyecto político sobre un análisis de conjunto, aunque relativamente breve de la realidad venezolana.” 17

Betancourt comprendía cabalmente que debía sentar un ejemplo de superación personal. Para ello tendría que ejemplificar en materia de determinación revolucionaria, dando pruebas de una visión de largo plazo en lo concerniente a su preparación “para después de las barricadas”, forjándose una ética de revolucionario integral y templado.18

Quebrado el encantamiento o disipada la fascinación que alguno de estos

caudillos podrían ejercer en los jóvenes que se inician en la lucha política, era necesario que la actitud ante el caudillo tradicional de la oposición, militar o civil, sea determinante.19 Al respecto el propio Betancourt señala:

Dejémoslo con sus comparsas de logreros, de simuladores del patriotismo, de venezolanos menguado que, a costa de servilismo presente quieren conquistarse posiciones futuras. Y procuremos nosotros hacer obra autónoma, labor de gente nueva, sin cuentas por cancelar con la justicia histórica, sin turbios antecedentes.20

Lo primero que se aprecia en el plan es la creencia, quizá optimista o inocente,

de que bastaría un civil, a lo Madero, que aglutinase el descontento, lo articulara y se presentara contra Juan Vicente Gómez, para que el ejército le diera la espalda y produjera su caída.

La historia de América, en sus cien años de lucha contra el absolutismo personalista, tiene constatado el hecho de que ninguno de los gobiernos de fuerza se bastaron con el solo aparato militar para sostenerse indefinidamente cuando ya el determinismo de la evolución había señalado su caída. Como

16 Anibal Romero, Elizabeth Tinoco y María Teresa Romero, Estudio Preliminar, En: Rómulo Betancourt Antología Política Volumen Primero 1928-1935, Editorial Rómulo Betancourt, Caracas 1990. P. 14. 17 Ibid.p 24. 18 Carrera Damas, Germán; Emergencia de un Líder, Rómulo Betancourt y el Plan de Barranquilla, Colección Tiempo Vigente, Editorial Fundación Rómulo Betancourt, Caracas 1994.p. 14. 19 Cfr. Ibid. P.19. 20 Carta de R.B. a Germán Herrera Umérez. San José, 29 de julio de 1931, Nº441; p.122 en: Ibidem.

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Porfirio Díaz y como Juan Manuel Rosas, Gómez será arrollado por el primer imitador de Madero o Urquiza que transporte a Venezuela, en ésta o aquella forma, rifles y cartuchos.21

Betancourt, a través del plan, identifica caudillismo con latifundio como los “dos términos de la ecuación política y social” que han imposibilitado el progreso del país. Entiende que “para caudillos y latifundistas la situación semihambrienta de las masas y su ignorancia son condiciones indispensables para asegurarse impunidad en la explotación de ellas”.22 Por eso desde el Plan de Barraquilla, Betancourt va insistir en que su revolución debe ser “social y no meramente política”. La idea es “liquidar a Gómez y con él al gomecismo”, es decir a la estructura latifundista-caudillista. Por lo cual hay que proteger y mejorar al proletario urbano, a los campesinos, educarlos y luchar “contra los vicios que minan la contextura moral y física de nuestros hombres”. Si no se logra esto la “revolución será una de las ‘clásicas danzas de espadas’ venezolanas, sin repercusiones en el organismo nacional”. Hay pues una preocupación evidente por desligarse de la asonada tradicional. Lo de Betancourt y sus amigos de Barranquilla es distinto “el logro de estas conquistas significa el desplazamiento del poder de todo hombre o partido de raíces militaristas y latifundistas”. Estamos ante una propuesta, aunque no muy elaborada ni clara ideológicamente hablando, es civilista, que denuncia abiertamente del fracaso de los ideales democráticos, precisamente a los terratenientes y generales quienes “son enemigos históricos de la cultura y mejoramiento de las masas”.23

De hecho el primer punto del programa de Barranquilla rezaba así: “Hombres civiles al manejo de la cosa pública. Exclusión de todo elemento militar del mecanismo administrativo durante el período preconstitucional. Lucha contra el caudillismo tradicional”.24

Diferenciarse de la “oposición” y de los caudillos tradicionales significa

comprender cabalmente la necesidad y la urgencia de adelantar la lucha en tres frentes interrelacionados: denunciar la insiceridad de una “oposición” que adversa al general Juan Vicente Gómez, pero no al “gomecismo” como fórmula de conducción de la sociedad; desacreditar a los caudillos tradicionales política, militar y éticamente y, por último, quitarles el pretendido monopolio de la violencia.25

La experiecia de Rafael Simón Urbina en Curazao y Coro es para Betancourt concluyente:

Un fracaso de toda una teoría y de toda una causa: la caudillista. Ya en Venezuela la guerra a la antigua usanza –un general, cuatro espalderos, un viva la revolución, la inevitable proclama demagógica- no tiene sentido. Se desconfía

21 Plan de Barranquilla. Escrito en la ciudad colombiana de Barranquilla y firmado por Rómulo Betancourt, Pedro Juliac, P.J. Rodríguez Berroeta, Mario Plaza Ponte, Valmore Rodríguez, Simón Betancourt, Raúl Leoni, Ricardo Montilla, Juan José Palacios, Carlos Peña Uslar, César Camejo y Rafael Angel Castillo. 22 de Marzo de 1931.En: Rómulo Betancourt Antología Política Volumen Primero 1928-1935, Editorial Rómulo Betancourt, Caracas 1990. P. 235. 22 Ibid. 238. 23 Ibid. P. 239. 24 Ibid. P. 241. 25 Carrera Damas, Germán; Op.cit. p. 20.

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de las charreteras. Se ve con prevención el machete, por más “redentor” que sea. Hay en la conciencia nacional, si no en forma definida cuando menos intuitivamente, un ansia de nuevas orientaciones, de nuevos procedimientos, de nuevos actores (...) Cada vez que los veo de más cerca, que los escucho y los diseco, me afirmo en mi viejo optimismo, en mi fe en que estos “valientes”, a pesar de las cuatro docenas de espalderos fanatizados que los rodean, no podrán impedir nuestra tarea de enrumbar la vida venezolana por caminos distintos de los recorridos hasta ahora.26

Para Betancourt quedaba claro que no podían “formarle comparsa a ninguno de

nuestros generales, en ningún caso ni momento”.27 Sólo faltaba quitarles a los caudillos tradicionales su pretendido monopolio de la violencia. Uno de los objetivos centrales del Plan es definirse abiertamente anticaudillista. Esta posición debe quedar clara. El grupo de Barranquilla es ante todo un grupo “dispuesto a no permitir que nuevos logreros y mercachifles se apoderen de la gestión de los negocios públicos en Venezuela”.28 Para Betancourt, en estos años de formación, militarismo era igual a pretorianismo y a caudillismo, sin reparar en que estos fenómenos son distintos para algunos estudiosos:

Lo cierto es que caudillo militar no es otra cosa que una quimera conceptual. El caudillo es por definición un civil guerrero, personalista, que actuaba con violencia en la arena política, no un miembro de la institución castrense, ésta como tal no existía realmente. Para que los caudillos fuesen los actores políticos dominantes, la institución militar tenía que ser tan de papel como las Constituciones del siglo XIX venezolano. El caudillismo es la perversión de la civilidad por una elite propietaria civil en su origen y naturaleza, la cual degenera vía la violencia y el personalismo, favoreciendo una realidad política que impide el desarrollo de auténticas políticas económicas liberales de mercado y una efectiva república liberal.29

Sin embargo, aunque por su nonata formación política no podía distinguir estas sutilezas académicas, lo que sí estaba claro era su repudio a la intervención militar en los asuntos de gobierno. Estaba consciente de que existían otras vías para lograr las soluciones esperadas, el rechazo a la aventura caudillista no era por falta de valor sino por convicción ideológica.

Hombres de ideología civil, como somos, estamos en el perfecto derecho de no creer en las aparentes soluciones a nuestros problemas venezolanos que vengan por vías pretorianas. Y es lamentable puerilidad pensar que pueda ser cobardía ante el plomo la determinante de esta posición[...] nuestra generación no es de patiquines enfermizos y debiluchos, buenos sólo para la retórica

26 Carta de R.B. a “Negro” (Pedro Juliac). San José, 22 de octubre de 1931. En: Ibid. P. 21. 27 Carta de R.B. a “Hermanistos” (Raúl Leoni y Ricardo Montilla). San José, 26 de noviembre de 1931. En: Ibidem. 28 Carta de R.B. a César Camejo. San José, 14 de mayo de 1931. En: Ibid. P.27. 29 Irwin, Domingo; Usos y Abusos del Militarismo y el Pretorianismo en la Historia y la Política: Unos Comentarios Generales sobre su Uso en la Literatura Política Venezolana de la Segunda Mitad del Siglo XX Venezolano. P. 252. En : Castillo Hernán, Donís Ríos, Manuel e Irwin, Domingo; Militares y Civiles, Balance y perspectivas de las relaciones civiles-militares venezolanas en la segunda mitad del siglo XX. USB, UCAB y UPEL; Caracas, 2001.

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discurseadora, sino de hombres capaces de afrontar a la barbarie en sus propios reductos, como lo hicimos la madrugada del 7 de abril de 1928. Estamos convencidos de que la política no es retórica vacía, ni sólo palabrería hinchada de viento como las vejigas, sino ciencia, método, capacitación...30

En un famoso ensayo que escribe en 1932 para marcar diferencias ideológicas con el movimiento comunista, titulado “Con quién estamos y contra quién estamos”, Betancourt sugiere que al carecer de un orden institucional estable, desde los inicios de la segunda República, los hombres civiles y urbanos cometieron “el mismo grave error táctico señalado por Sarmiento en Dorrego y su grupo, en la Argentina: aliarse al caudillaje militar, con la aspiración inconfesada de gobernar a través de ellos.” 31 En el mismo ensayo denuncia la presencia militar en la política a lo largo de nuestra historia, al respecto acota:

De entonces a acá, aparte fugaces paréntesis de gestión civil, nuestra escena política ha sido siempre uniforme: en el proscenio, con el machete chorreando sangre y los bigotes erizados de cóleras esquilianas, un bruto con la banda presidencial, un “sátrapa de entorchados” justificando para Venezuela la frase que en el Perú dijo González Prada: “La Presidencia de la República ha sido el último grado de la carrera militar”; detrás, un coro de “guapos” de segunda categoría y de “plumarios” y “diplomados”...32

Y sobre el caudillismo agrega:

El caudillaje, gobernado por sí y en representación de nuestra

“aristocracia” capitalista de latifundistas y de pulperos enriquecidos, ha sido una supervivencia feudal dentro de la República. El rol que ha cumplido es de rémora y barbarización.33

Para Betancourt existen dos enemigos a vencer: “(a) la burguesía imperialista

internacional, mediatizadora de nuestra economía, y su aliada nativa, la clase nacional de latifundistas y de grandes señores del comercio y de la industria y (b) el caudillaje militar”.34

Estas nuevas reflexiones son producto de la nueva visión, que desde

Barranquilla, se va a tener sobre la militancia política y la realidad nacional. El Plan de Barranquilla marca un punto de partida en el pensamiento civilista betancourtriano. Sobre el particular en Padre Arturo Sosa nos comenta:

El Plan de Barranquilla expresa un cambio de rumbo en la vida y

concepción política de Rómulo Betancourt. Es la primera formulación ordenada de su decisión de hacer política y no sólo seguir los impulsos generacionales que llevaron a los estudiantes venezolanos a oponerse a un régimen personalista y despótico, pero sobre todo atrasado y freno de la ansiada modernización del país.

30 Carta a Emilio Arévalo Cedeño, desde San José de Costa Rica, del 15 de marzo de 1932. En : Rómulo Betancourt; Op.cit. p. 351. 31 Betancourt, Rómulo; “Con quien estamos y contra quien estamos”. Ensayo editado en el Nº3 de Venezuela Futura, mayo de 1932. En: Ibid. P.379. 32 Ibidem. 33 Ibid. P. 381. 34 Ibid. P. 398.

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Juan Vicente Gómez es la expresión actual de unas relaciones estructurales mucho más complejas, cuyas causas trascienden su persona, la de sus antecesores y posibles sucesores. Por consiguiente, no se trata de una simple sustitución de personas, ni siquiera de “generación”, sino de la transformación de la base fundamental de las relaciones sociales, políticas y económicas que han caracterizado la trayectoria histórica del país.35

No obstante la maduración política que ha experimentado, Betancourt sigue siendo un joven entusiasta que apuesta al cambio democrático y civil que transforme a la nación y la lleve por el sendero del progreso.

No cabe duda, pues, de que Betancourt es un “muchacho”, consciente de la “barbarie” y, por consiguiente, dispuesto a apoyar con todo su entusiasmo juvenil el surgimiento de la democracia, decente y civil, signo del progreso de los pueblos. A diferencia de los positivistas, Betancourt no justifica al gomecismo como el “orden” necesario para dar los pasos hacia la civilización, sino como la permanencia del dominio de los bárbaros por la fuerza, contra las corrientes del progreso.36

El Plan de Barranquilla va a significar ante todo una propuesta civilista que sin

fundamento ideológico claro intenta diferenciarse, por un lado, de los caudillos tradicionales y por el otro del fanatismo marxista.

El Plan de Barranquilla no es tanto un producto ideológico como una búsqueda de diferenciación de Rómulo y su grupo frente a los caudillos tradicionales y frente a la nueva posición, acérrimamente marxista, dogmáticamente marxista.37

En esa búsqueda del propio Betancourt de un parámetro ideológico, encontramos

numerosas corrientes de pensamiento que van desde el marxismo, el leninismo, algo de trotskismo, aprismo hasta, inclusive, un poco de positivismo y “muchísimo de costumbrismo”.38 Aunque intenta desmarcarse del caudilismo tradicional, de la intentona golpista, del garibaldismo y del militarismo, no descarta de pleno que la vía militar sea una alternativa. Para ese entonces se creía que al tirano Gómez se le podría sacar por la fuerza.39 Es así como el año 31 marca un hito dentro del pensamiento político de Betancourt. Ante todo se perfila como un líder civil que percibe en la organización y participación política una vía para el cambio. Estos años de formación nos permite presenciar “el lanzamiento de una aspiración de liderazgo revolucionario, en el pleno sentido del término, puesto que conjuga la formación intelectual, la definición doctrinaria y el desarrollo de una personalidad de luchador revolucionario.”40

En estos años Betancourt asume una posición propia que lo convierte en el líder de una “izquierda nacionalista”. Además de deslindarse definitivamente de los caudillos 35 Sosa Arturo, Rómulo Betancourt: La Formación de un Liderazgo de Izquierda nacionalista (1928-1935). En: Carrera Damas, Germán; Op. Cit. P. 56. 36 Ibid. P. 60. 37 Salamanca, Luis M. El Plan de Barranquilla y la Creación de un Instrumento Político. En: Carrera Damas, Germán; Op. Cit. P. 74. 38 Cfr. Ibidem. 39 Cfr. Ibid. P.p.75-77. 40 Carera Damas, Germán; Op.cit. p. 53.

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tradicionales, también critica la línea de la III Internacional, como la “auténtica interpretación marxista y frontera con el aprismo” defendida por los comunistas venezolanos.41 De esta manera del Plan de Barranquilla se pasa a ARDI, ensayo que deja una herencia irrenunciable: asumir la realidad venezolana a base de conocerla, estudiarla, comprender sus raíces históricas.42 Luego llegará ORVE y más tarde el PDN.

El líder que Betancourt quiere ser no tiene nada que ver con el “jefe de montoneras” o el “caudillo” cuyo atractivo proviene de la explotación de elementos emotivos y patrioteros. El líder es un creador de conciencia y de organización de unas masas que pasan a formar parte de un nuevo sujeto político en el que los dirigentes por él motorizados ocupan un papel clave.43

ANTE EL POSTGOMECISMO Y LA INSTITUCIONALIZACIÓN DEL EJERCITO.

Hasta 1936 Betancourt no regresará a Venezuela. Tendrá que esperar la muerte del dictador para poder volver. Mientras, inspirados en el Plan de Barranquilla se han desprendido ARDI y luego con la llegada de López Contreras, ORVE. En estos años posteriores a Barranquilla seguirán siendo de formación política, además de las corrientes socialistas en boga, la experiencia norteamericana del New Deal influirá enormemente en Betancourt.

Para Rómulo Betancourt en sus años de formación política, la figura de

Roosevelt y el New Deal se convirtieron en un irresistible polo de atracción y en una gran ayuda en el aprendizaje de arte político de inspirar, impulsar, negociar, conseguir apoyos de los indiferentes y neutralizar las resistencias de los opositores. Un proyecto de tan enorme envergadura, dirigido a corregir el “capitalismo salvaje” de los Estados Unidos, era una inestimable lección de claves esenciales en la construcción de un estilo democrático.44

A partir de estas experiencias e influencias, Betancourt estará convencido de

organizar un proyecto político que implique la organización de un partido capaz45:

...de aglutinar a todos los sectores sociales “sin más distinción que la decisión de participar, con todas sus consecuencias, en ese gran esfuerzo colectivo. Un partido impulsor de sindicatos y organizaciones civiles capaz de concitar un apoyo electoral masivo y que pudiera acceder al control de un Estado

41 Cfr. Sosa Arturo, Rómulo Betancourt: La Formación de un Liderazgo de Izquierda nacionalista (1928-1935). En: Carrera Damas, Germán; Op.cit. P. 66. 42 Cfr. Ibid. P. 70. 43 Ibid. P. 64. 44 Sosa Abascal, Arturo. Rómulo Betancourt y el Partido del Pueblo (1937-1941). UCAB; Caracas, 2001.p. 47. 45 Todo este proceso por el que atraviesa Rómulo Betancourt puede ser revisado en las siguientes obras: Betancourt, Rómulo, La Segunda Independencia de Venezuela, Tomos I,II y III. Caracas: Edit. Fundación Rómulo Betancourt, 1992; Sosa, Arturo. El Programa Nacionalista: Izquierda y modernización (1937-1939). Colección Tiempo Vigente. Caracas: Fundación Rómulo Betancourt, 1994; Sosa Abascal, Arturo. Rómulo Betancourt y el Partido del Pueblo (1937-1941). UCAB; Caracas, 2001.

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poderoso en recursos propios e “interventor” a favor de las clases sociales más débiles.46

Con la llegada de López Contreras en 1936, se inicia en el país una etapa clave

caracterizada por la aparición de los partidos políticos modernos, la institucionalización del ejército y la formulación de proyectos que buscan la modernización de la nación.

...en el año de 1936 señala el inicio de un nuevo período en nuestra historia política con la fundación de los modernos partidos, dominados de manera determinante por el pensamiento socialista. La aparición en el escenario nacional de estas organizaciones, que al transcurrir de una década van a marcar nuestro definitivo rumbo institucional, era el resultante de cambios trascendentales en la estructura económica, social y política que se vinieron gestando a lo largo de la década de los años veinte.47 Betancourt sueña con estructurar una organización política policlasista,

democrática pero de inspiración socialista, distanciada del marxismo tradicional y capaz de optar por el poder, capaz de convertirse en una opción real para llegar a las riendas del estado. A partir del 36 esa será su preocupación fundamental, de allí nacerá ORVE y luego el PDN, para después fundar su principal obra: Acción Democrática.48

En 1936 regresa Rómulo Betancourt para promover la fundación de una

organización política que pudiera reunir obreros, campesinos, la clase media y aquellos sectores de la burguesía que fueran capaces de entender la necesidad de democratizar la política y modernizar la economía. El programa de claro tinte socialista, era el resumen de los debates en el destierro y la aplicación de su tesis sobre la necesidad de realizar una convocatoria policlasista para enfrentarse a la vieja alianza que prosperaba bajo la sombra de Juan Vicente Gómez. Era ARDI transformado ahora en ORVE y, meses más tarde en el PDN y que al andar de pocos años vendría a convertirse en el más poderoso de los partidos políticos de nuestro siglo veinte, sometido a lo largo del tiempo a la prueba de sucesivas crisis y de grandes altibajos, que al lograr superarlos, iba a demostrar la autenticidad de su fortaleza.49

Mientras Betancourt se encarga de diseñar una organización política moderna, en el país algunas instituciones se fortalecen, en especial la institución armada. El Ejército que había sido la única institución en la que Gómez confiaba al final de sus días, será la institución en la cual se apoyará López Contreras. La organización militar se moderniza, se institucionaliza:

López fue uno de los artífices del Ejército como institución característica de un Estado Nacional centralizado, capaz de marchar a la cabeza de un proceso

46 Sosa, Arturo,; op.cit. P.48. 47 Velásquez, Ramón J.; Op.cit. p. XXIV. 48 Según comenta Ramón J. Velásquez, Betancourt concedía primordial importancia al hecho de haber sido el fundador de un partido político, antes que a la circunstancia de haber desempeñado en dos oportunidades, la jefatura del Estado venezolano. Era la manera de calificar la importancia que le otorgaba a los procesos políticos iniciados en su primer destierro, en la década de los años treinta, que al ponerse en marcha determinaron grandes cambios en la vida venezolana. Cfr. Velásquez, Ramón J. Op. Cit. P. XXXII 49 Ibidem.

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modernizador de la envergadura del que se pretendía en Venezuela y que comenzaba a ser posible gracias a la combinación entre renta petrolera, consenso político entre las elites de todos los signos. /López Contreras profundizó el proceso de profesionalización del Ejército Nacional. Bajo su presidencia, perdió completamente su carácter personalista para orientarse a tener como único objetivo institucional la defensa de la soberanía nacional, es decir un ejército capaz de preservar el territorio de la República, garantizar la Constitución Nacional, preservar el Orden Público de ser necesario, siempre por las vías institucionales y no respondiendo a ambiciones personalistas o de algún grupo o sector de la sociedad. /El gobierno de López Contreras estableció una política de fortalecimiento de la Institución Castrense, de renovación de los equipos militares y de preparación de los jóvenes oficiales para su manejo. La creación de la Guardia Nacional (Fuerzas Armadas de Cooperación), como servicio al Ejército en 1937, y la aprobación de la Ley de Servicio Nacional (1937) y de la Ley Orgánica del Ejército en 1938 son hitos importantes en este proceso. López tomó la iniciativa de enviar a oficiales venezolanos a hacer estudios militares en el exterior: Italia, Perú (Chorrillos), Chile, Panamá y Estados Unidos.50

Durante los años treinta comienzan a circula entre los ejércitos latinoamericanos

las ideas sobre la relación entre desarrollo económico, industrialización y defensa nacional. Asimismo el fascismo y el nazismo triunfante en Europa ejercieron una atractiva influencia. La formación militar “prusiana” de origen chileno del Ejército venezolano, pudo producir cierta sintonía e identificación afectivas con la maquinaria militar nazi-fascista entre muchos oficiales que anhelaban a un Ejército moderno, tecnificado, eficiente, capaz, nacionalista.51 El Ejército venezolano era una institución en pleno proceso de crecimiento institucional. La propia oposición de izquierda reconocía las transformaciones que estaba experimentando, por ejemplo Valmore Rodríguez compañero de Betancourt y con quien compartía durante estos años un copioso intercambio epistolar donde además se notaban claramente afinidades ideológicas, expresaba lo siguiente:

La profesionalización del ejército de Venezuela se adelantaba

visiblemente bajo el régimen del general López Contreras en forma encomiable. Cada día aumenta en eficiencia tècnica, en moral, en disciplina y se gana el acriño de los venezolanos. Cuando se habla de conspiraciones gomecistas, de inminentes cataclismos regresivos, todas las miradas se vuelven al ejército como serena confianza. [...] Al gobierno civil se pretendió darle carácter de gobierno militar de donde surgía la irritante anomalía –irritante para los verdaderos militares, en primer término- de que el simple nombramiento de un patán cualquiera para un cargo de Jefe Civil acarreara automáticamente la autorización de usar el grado de Coronel, correspondiendo el de General a los Presidentes de Estados, Ministros, Administradores de Aduana y demás cargos superiores. / Hoy se mira con profundo desprecio a los Generales y Coroneles de Semana Santa que el vendaval democrático arrojó lejos de la vida pública. Y con admiración y respeto a los que lleven el uniforme y monten guardia sobre nuestras instituciones sin mezclarse en la contienda civil. El Presidente de la República, auténtico militar de carrera, ha restituido a la profesión su preeminencia indiscutida, y se esfuerza por que la jerarquía comporte una

50 Sosa, Arturo; op.cit. p. 67. 51 Ibid. P.68.

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responsabilidad que no pueda confundirse en ningún momento con los azares de la calle.52

Durante la primera mitad del siglo XX, uno de los rasgos más característicos del

proceso social y político venezolano es el casi total consenso que se produce alrededor de la “modernización” como horizonte al que debe avanzar la sociedad. En él convergen desde los pensadores positivistas hasta la izquierda comunista, de manera que la lucha política durante el inmediato postgomecismo no es propiamente entre “proyectos nacionales” irreconciliables, sino entre “sujetos políticos” que discuten quién debe llevar las riendas de es proceso y cómo es la estrategia más adecuada para llegar a una Venezuela moderna.53 Así surgen dos corrientes fundamentalmente: la “corriente elitista” y la “corriente democrático-nacionalista”. El instrumento fundamental en ambas es el Estado. La elite cívico-militar que conforman los gobiernos del General López Contreras y del General Isaías Medina Angarita representan a la “corriente elitista”. Para esta corriente los derechos políticos y el ejercicio de la democracia son consecuencia de la modernización, anticipar esto podía entorpecer el proceso. La democracia se convierte en meta final y no en el medio para lograr los objetivos de modernización planteados.54 Dentro de este debate irrumpe otro sujeto político modernizador. Este comienza a notarse hacia finales de los años veinte y principios de los treinta. Se trata de las Fuerzas Armadas Nacionales, que durante el período 1936-1958 asumirán un rol fundamental en el escenario político postgomecista. Esta se percibía “como una institución moderna, capaz de conducir al resto de la sociedad por la vía de la modernización”55. Betancourt y el “Partido del Pueblo” son quienes mejor representan la corriente “democrático-nacionalista”. Para ellos el sujeto y objeto de la modernización es el pueblo, las masa mayoritaria que debe organizarse para constituir la democracia y con ella la modernización. Es sobre esa discusión acerca del proyecto modernizador más adecuado, donde se gesta el PDN, organización que marcará las líneas ideológicas de Acción Democrática. Los pedenistas esgrimirán una propuesta democrática que significaba también una propuesta civilista, como nos los explica Sosa:

La democracia significaba, también, civilizar la lucha política, es decir, abandonar el uso de la fuerza para dirimir los conflictos y pasar a tomar decisiones basadas en el convencimiento de su conveniencia al interés nacional. En lugar de combatir en los campos de batalla utilizando al pueblo como carne de cañón, se trataba de esgrimir argumentos que convencieran y consultar al pueblo su opinión a través del voto y la representación.56

La organización de la sociedad en partidos políticos constituía la alternativa más

viable y verdadera para eliminar el personalismo y la arbitrariedad ya que neutralizaban al caudillo en armas. Una sociedad en la que existieran partidos políticos, dentro de un régimen democrático, tendría enormes ventajas en relación con las gobernadas por regímenes personalistas, así fuesen tiranos honestos, dictadores benévolos, o

52 LUCERNA; Juan (Valmore Rodríguez) “Coroneles y generales”, columna “Escolios”, Panorama, 20 de febrero de 1940, en: Ibid. P. 69. 53 Ibid. P. 67. 54 Cfr. Soteldo Rojas, Patricia. Estudio Preliminar 1941-1945 En: Rómulo Betancourt, Antología Política Volumen Tercero 1941-1945. Editorial Fundación Rómulo Betancourt, Caracas 1999. Pp. 55 Ibid. P. 26. 56 Sosa, Arturo; op.cit. P. 244.

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monarquías paternales.57 Para la interpretación marxista del pasado histórico venezolano que pretendía aplicar el PDN, el ejército nacional había sin duda contribuido al proceso de integración nacional, el cual había culminado con la llegada de los andinos al poder. Sin embargo esta integración no había destruido la economía latifundista, situación que ahora apoyada por el “capital imperialista”, frenaban las aspiraciones democráticas de las mayorías nacionales.58 Por lo cual a través del PDN primero y luego con Acción Democrática, la idea era establecer una organización masiva y coherente que superara las bandas armadas comandadas por caudillos; que asumiera el camino democrático para llegar al poder y con un nacionalismo profundamente enraizado en la tradición histórica de la lucha por la independencia de los viejos lastres coloniales y de las nuevas ataduras neocoloniales.59 La “educación civil” era necesaria para hacer posible, en la realidad histórica, los principios democráticos ya existentes en la constitución venezolana. Betancourt confiaba en que el partido era el mejor agente para lograr inicialmente este cometido. El nacionalismo que abiertamente manifiesta la propuesta betancurista expresada en el programa del PDN, supone una concepción del rol que debe ejercer el ejército. Para los pedenistas, por lo tanto para Betancourt, el nacionalismo era entre otras cosas, “creación y defensa de la industria nacional”, “organización de todas las fuerzas sociales para la defensa de nuestra independencia nacional ante la amenaza imperialista”, por lo que el Ejército era “el garante más decidido de la libertad del sufragio, de la constitución y e la integridad nacional”.60 Para lograr todo esto era necesario, como nos los explica el Padre Sosa:

... que tuviera un alto nivel moral, pero también condiciones materiales

dignas, por lo que se propuso el mejoramiento de las condiciones de los militares y el respeto al escalafón de méritos como único criterio de ascensos en la carrera. Tanto oficiales como soldados debían, además, recibir una educación democrática. La abolición de la infame recluta, como forma de obligar a los campesinos pobres a servir en el Ejército, era una condición para dignificar la vida militar. El servicio militar obligatorio debía convertirse en una escuela de solidaridad ciudadana en la defensa nacional y dejar de ser otra forma de discriminación social.61

Aunque el ejército experimentaba cambios significativos orientados hacia su

institucionalización, todavía en el imaginario colectivo de la sociedad venezolana, el sector militar era entendido como el brazo ejecutor del gobierno.

Representaban ser los oficiales castrenses, los más celosos guardianes del orden establecido, portaestandartes de un respeto logrado teniendo como fundamento la intimidación y el temor ante la autoridad gubernamental todopoderosa. Desde sus inicios el efectivo ejército nacional era entendido por la ciudadanía pensante como un elemento represivo y de poder. Al morir en cama el dictador, eran el ejército y la burocracia gubernamental las únicas instituciones efectivas, con la milagrosa excepción de la Iglesia Católica,

57 Cfr. Ibid. P. 247. 58 Cfr. Ibid. P. 328. 59 Cfr. Ibid p. 248. 60 PDN Tesis y programa. ARB T. V-C, 1, p.36. en: Ibid. P. 371. 61 Ibid, p. 371.

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existentes en le país. No es casual que los militares ministros de Guerra y marina, fueran luego los presidentes venezolanos desde 1936 hasta 1945.62

Es así como para el 41 se espera que el sucesor de López Contreras sea su

Ministro de Guerra y Marina, General Isaías Medina Angarita. Esto sin duda chocaba con las aspiraciones civilistas y democráticas de Betancourt y el PDN. La elección de Medina significaba el continuismo gomecista y la vigencia del pretorianismo actuante del ejército. Por ello Betancourt en carta dirigida al CEN del PDN, sugiere una serie de estrategias a seguir para contrarrestar la influencia militar en las elecciones que se aproximaban.

Me refiero al repudio del continuismo y de una candidatura militarista. Entiéndanme bien, compañeros. No se trata de romper la política de “conviventista”, a la cual he adherido sin reservas, dentro y fuera del país. El modos operandi de esa campaña –legal e ilegal, insisto- tiene que ajustarse a la línea tan consecuentemente seguida por nosotros. El propósito continuista no se achacaría a LC –cuyas palabras oficiales al respecto se reproducirían textual y profusamente- sino a sus enemigos políticos disfrazados de amigos, y, en el caso concreto, a los candidatos de las “bolivarianas”. En cuanto a la consigna del Presidente civil para el 41 sería un impacto recio disparado contra la candidatura medinista, en forma camuflada en la prensa legal y francamente en la literatura clandestina.

Luego en la misma carta aclaraba cuál debía ser el comportamiento de las

institución militar:

Concreto, compañeros, mi pensamiento así: El Partido debe hacer suya, audazmente, estas dos consignas: No reelección y Presidente civil para el 41, concretándolas en los dinamos políticos de la acción electoral en las filas democráticas. Insisto y recalco: presentando el reeleccionismo –o la treta de los 7 años en su hipócrita cobertura- como maniobra antilopecista; y recalcando enfáticamente que no implica animosidad antimilitar la otra consigna, sino la intención de que el Ejército cumpla fielmente su cometido constitucional de organismo apolítico y garantizador de las instituciones republicanas.63

La Segunda Guerra Mundial despertó un entusiasmo desmedido entre los

jóvenes políticos acerca del tema militar y la seguridad nacional. Betancourt desde su tribuna se encargará de definir la política exterior de su proyecto político a través de la postura que asume el PDN primero, y luego Acción Democrática en relación a la posición venezolana ante la guerra.

Por ejemplo, iniciada la 2da. Guerra Mundial y dada la importancia de

Venezuela dentro del escenario de la guerra como fuente de hidrocarburos, el nacionalismo pedenista se oponía a que los Estados Unidos tuviera bases militares en

62 Irwin, Domingo; Pretorianismo y Control Civil en la Evolución Histórica del Siglo XX Venezolano: Un comentario Bibliográfico y Educativo. Manuscrito presentado como parte del Seminario Sobre el Control Civil y la Democracia en Venezuela, del Doctorado en historia de la UCAB, Caracas, 2002. P. 6. 63 Carta de R.B. al CEN. 25 de abril de 1940. ARB T. VI, 116. En: Sosa, Arturo; op.cit. P.382-388. (subrayado nuestro).

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puntos estratégicos del territorio latinoamericano. Proponían como alternativa a ese riesgo:

...el mejoramiento de los sistemas de defensa de cada uno de los países,

de manera que se contara con la capacidad armada necesaria para participar en una defensa coordinada del continente. Más aún, se proponía cambiar el concepto de tenencia de armas. Los gobiernos latinoamericanos estaban armados para reprimir cualquier brote de insurgencia interna, cualquier levantamiento popular, pero su armamento “no sirve para repeler en un momento dado no siquiera un raid de ensayo de media docena de aviones nazis”.64

Sobre lo anterior, el propio Bentacourt argumentaba:

Al pensar así, no estamos poniendo una pica en Flandes. Desde México hasta Argentina, toda la gente de izquierda ha botado por la borda aquel “pacifismo” fabiano” a lo Norman Angel. Sólo los comunistas, al mismo tiempo que se frotan las manos con el despliegue bélico de Rusia, repiten el retornelo: “ni un centavo para las armas”. Aun estos, en determinados países, no han opuesto objeción alguna al mejoramiento del material bélico. La diputación comunista chilena votó favorablemente el proyecto de ley destinando mil millones de pesos nacionales a aumentar las reservas bélicas y a mejorar las defensas militares del país. Es más razonaron su voto favorable a ese proyecto.65

Según el padre Sosa estas medidas no respondían tan sólo a las necesidades

inmediatas derivadas de la guerra, en el fondo se buscaba también la democratización de las Fuerzas Armadas:

El entrenamiento militar de la población a través del servicio militar

obligatorio era otra de las medidas que urgentemente debían tomar los gobiernos latinoamericanos y en la que insistían los pedenistas. La razón inmediata se derivaba de la situación bélica y la amenaza al territorio latinoamericano, pero, aunque no se dijera, la razón era romper el monopolio del manejo de las armas por parte de los militares de cada país y “democratizar” también este aspecto de la vida política.66 En un mensaje enviado al CEN del PDN el 22 de julio de 1940, Betancourt

resume la posición pedenista ante la guerra europea y las medidas que a su parecer deben tomar los países latinoamericanos:

1. Unidad nacional al grito de “La Patria en peligro” y sobre la base de

una amplia plataforma democrática, en los países de América Latina. 2. Servicio militar obligatorio, mejoramiento del material bélico y de las defensas militares, preparación material y psicológica de nuestros pueblos para el rechazo de quienes pretendan violar su territorio, atentar contra su soberanía y sus riquezas, pisotear su concepto de la vida política y social. 3. Alianza

64 Sosa, Arturo, Ibid. P. 428. La última frase es de Betancourt, Cfr. Documento que aparece de R.B. de julio de 1940. ERB T. VI, 160. 65 Documento que aparece de R.B. de julio de 1940. ERB T. VI, 160. En: Ibid. P. 428. 66 Ibid. P. 428. Subrayado nuestro.

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orgánica de América Latina, en un pacto anfictiónico multilateral y siguiendo la huella clarividente, de Simón Bolívar. 4. Entente defensiva, de una América Latina unitariamente compactada, con Estados Unidos, para coordinar la defensa militar del continente ante posibles agresiones armadas del eje totalitario. Taxativamente debe excluirse de tal acuerdo Interamericano la participación activa de nuestra América en la guerra, siendo tan firme como es su decisión de neutralidad, y la cesión de costas o zonas interiores de nuestros territorios a ningún Estado Extranjero.67

La caída de Francia y el avance feroz del ejército nazi, le demostraron a

Betancourt que para detener al totalitarismo no bastaba la técnica militar, ni las reservas económicas. Era evidente que a los países latinoamericanos les faltaba mucho en materia de defensa. Esto llevó a Betancourt a proponer en una serie de artículos que escribió en el diario Ahora, la necesidad de establecer un entendimiento con los Estados Unidos para la defensa militar.

Sintetizando diría que la defensa continental no será efectiva de no

asentarse sobre un trípode: unificación nacional, alrededor de una plataforma de democracia, sin mixtificaciones ni mentiras, en cada una de las 20 naciones de América Latina; alianza orgánica –política, económica y militar- de los países latinoamericanos; y coordinación anti-fascista de ese respetable bloque de Naciones con el Gobierno y pueblo de Estados unidos, para cerrarle el paso, en esta parte del mundo, a la avalancha totalitaria.68 En el nacionalismo pedenista se nota claramente la dimensión latinoamericanista

de Betancourt. La guerra europea permitió diseñar una posición internacional caracterizada por la defensa a ultranza de la amenaza nazi-fascista. Esta defensa se basaba ante todo en la constitución de un bloque de naciones latinoamericano que negociara conjuntamente con Roosevelt la defensa del continente. López a pesar de los cambios sigue representando al pasado. El proyecto político de Betacourt expresado en el PDN no logra legalizarse, por el contrario los principales líderes de izquierda son expulsados del país y el PDN pasa a la clandestinidad. De allí surge una confrontación más abierta al régimen de López Contreras se pasa a una visión más compleja del gobierno lopecista y de la institución que lo sostiene: el Ejército.

López es el “líder” de un Ejército sin cuyo apoyo el gobierno carece de fundamento. En ese Ejército conviven las reminiscencias de los militares tradicionales, con las relaciones personales del gomecismo y las jóvenes generaciones profesionales comprometidas con la modernización de la institución. La figura de López Contreras es aceptada y acatada por todas las corrientes militares y su política de acelerar la profesionalización de la institución armada es evidente. Sin embargo, tiene clara conciencia del poder de los altos oficiales tradicionales, como se demostró en su decisión de designar al General Medina como candidato a la Presidencia, retrasando la proposición de un candidato civil como podría haber sido Diógenes Escalente. Por otra parte, en

67 Carta de R.B. al CEN del 22 de junio de 1940. ARB T. VI, 173, en: Ibid. P. 429. 68 “El álgido problema de la defensa continental”. Contribución de Rómulo Betancourt, Ahora, 12 de junio de 1941. En: p. Ibid. 433. En otro artículo de la misma serie publicado en Ahora el 16 de junio de 1941 y titulado “¿Es necesario un acuerdo latinoamericano con Estados Unidos?”, Betancourt vuelve a insistir en la necesidad de un entendimiento con los Estados Unidos.

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los gabinetes ejecutivos de López Contreras alternan figuras conservadoras, vinculadas incluso a la tradición gomera...69

De esta manera llega Medina Angarita a la Presidencia de la República, por un

lado se ganará simpatías de la gente al abrir el compás democrático: se legalizan los partidos políticos, cesan las persecuciones, el ejército sigue modernizándose y aparentemente se desprende de la herencia gomecista. Sin embargo gobernará con su gente; seguirá apoyándose, como López, en el ejército; rechazará la propuesta electoral universal y directa de la oposición; y los rostros de su administración no se diferenciaran mucho de las gestiones pasadas.

La elección de Medina Angarita para el período presidencial 1941-1946,

significa un punto de triunfo para la elite cívico-militar, una manera de afianzarse en el poder. Se instala imponiendo a su gente, retrasando la confrontación electoral y conservando el dominio sobre el aparato estatal. No obstante ese control de la situación existía una distancia objetiva de Medina respecto al gomecismo, quien se presenta con una imagen diferente, más “abierta” y “moderna” de gobierno, lo cual ayudará a esta corriente a afianzarse en el poder.70

Coindide con el mandato de Medina el desarrollo y fin de la Segunda Guerra

Mundial, y es precisamente con la entrada en la guerra de los Estados Unidos a raíz del bombardeo a Pearl Harbor, el 7 de diciembre de 1941, que Venezuela como muchos países latinoamericanos rompen relaciones con las potencias del eje, lo que provoca una “ebullición civil y democrática” y la emergencia de una nueva generación militar en América Latina. Las organizaciones políticas, especialmente el PDN y luego AD, desde el cominezo de la contienda se han pronunciado acerca de los riesgos de la guerra y las amenzas de eje. El 15 de febrero de 1942 submarinos alemanes hunden al tanquero “Monagas”, el día siguiente se realizan bombardeos en la zona del Caribe como el realizado contra las instalaciones de la Standar Oil en Aruba, el 19 de abril cañonean a Curazao. A raíz de estos acontecimientos Betancourt, quien ya venía alertando, desde el inicio de la guerra, en varios artículos publicados en Ahora, como parte de la posición internacional del PDN, el riesgo que para Venezuela implicaba la amenaza nazi-fascista, ahora reafirma su tesis inter-americana de defensa militar y económica.71

Para 1942 Venezuela se situaba como el primer país exportador de petróleo, la

producción de treinta cinco millones anuales de toneladas métricas de petróleo crudo movilizaba el aparato bélico de Gran Bretaña y suplía de combustible al ejército estadounidense.

Venezuela debe adoptar, de inmediato, medidas audaces de defensa militar. Adiestrar a toda la población civil en el manejo de las armas modernas extendiendo a todas las clases sociales el cumplimiento del servicio militar obligatorio y eliminando esa irritante cacería de hombres, por campos y ciudades, que tiene en nuestro país un nombre tradicionalmente odiado por el

69 Sosa, Arturo; op.cit. . P.451. 70 Soteldo Rojas, Patricia; op.cit. p. 28. 71Cfr. Ibid. P. 52.

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pueblo: la recluta. Centenares de hombres deben ser entrenados para el pilotaje de aviones. Aumentando y mejorado debe ser el material de guerra del país.72 Como se aprecia, Betancourt mostraba una gran preocupación por los posibles

efectos de la guerra, en particular sobre un país que no estaba preparado para hacer frente a las potenciales consecuencias que le deparaban dada su importancia geopolítica. De allí que dedique buena parte de los artículos que escribe durante 1939 y 1945 al problema de la guerra. Esto lo lleva a replantarse, de una manera más compleja, la situación de nuestras Fuerzas Armadas y la política de defensa nacional que sostenía el régimen medinista. Para él la defensa nacional era algo más complicado que iba más allá de sólo aspecto militar.

Esa defensa del hemisferio occidental no pude ser enfocada desde el solo

ángulo de la técnica militar y de la coordinación económica. La experiencia de Francia revela que no basta con la posesión de ejércitos poderosos, de sapientes estados mayores y de próvidas reservas de oro en las cajas de los bancos de Estado, para hacerle frente a la avasallante mística ofensiva de los totalitarios. La defensa continental, para ser eficiente y segura, necesita planificarse rápidamente, y sobre bases complejas. La unificación nacional necesita realizarse, para que sea duradera e irrompible, alrededor de una mística antitética de la fascista: la mística democrática. Y esta mística, por razones obvias, no puede existir sino en naciones donde las mayorías populares se sientan compenetradas con un régimen que haga de su mejoramiento y defensa el objetivo central de toda gestión política y administrativa. 73

Para lograr la defensa nacional necesitábamos irremediablemente de los Estados Unidos, pero esta necesidad era recíproca en varios aspectos, ellos también necesitaban de nosotros, tanto en lo económico como en lo militar.

En lo económico, porque el bloqueo ejercido por la escuadra inglesa ha determinado una especie de autarquía de hecho entre las Américas. En lo militar, porque las zonas más vulnerables para la seguridad de Estados Unidos están fuera de su territorio y son territorios de naciones latinoamericanas, siendo así de común interés continental la defensa de aquellas frente a posibles agresiones armadas del Eje totalitario.74

Betancourt siempre admiró la política exterior mexicana, y durante el conflicto

armado públicamente alegó para que se imitara la postura azteca, para él “el gobierno de México ha acoplado su acción para crear una economía de guerra, para entrenar militarmente a casi toda la población civil, para fijarse en política internacional una línea de conducta autónoma y clarividente.”75

72 “EL Partido del Pueblo ante la Agresión Nazi”. AD, 21 de febrero de 1942. En: Rómulo Betancourt, Antología Política Volumen Tercero 1941-1945. Editorial Fundación Rómulo Betancourt, Caracas 1999. P. 212. 73 “El Álgido Problema de la Defensa Continental”. Artículo publicado en Ahora, Caracas, 12 de junio de 1941. En: Rómulo Betancourt Antología Política, Volumen Tercero 1941-1945.Editorial Fundación Rómulo Betancourt; Caracas, 1999. P. 180 74 Ibid. P. 182. 75 “Unificación Nacional, Sí Pero, ¿Cómo? ¿A la Brasilera o a la Mexicana?. Artículo publicado en Ahora, Caracas, 13 de junio de 1941. En: Rómulo Betancourt Antología Política, Volumen Tercero 1941-1945. P. 185.

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Asimismo, llama la atención cómo Betancourt, carente de experiencia militar –

su formación intelectual la hizo siempre desde la esfera civil- aprecia desde una perspectiva global la importancia del desarrollo tecnológico en el ámbito de la defensa estratégica.

No toman en cuenta quienes así hablan que el avión ha demostrado ser,

en el curso de esta guerra, el arma ofensiva y defensiva más poderosa, Los bombardeos nazis -como lo reconocía en su reciente discurso el Presidente Roosevelt– han destruído hasta ahora barcos ingleses en una proporción tal, que supera la capacidad productora de los astilleros coordinados de Gran Bretaña y Estados Unidos. / Además, se olvida lo relativamente fácil que resulta un raid aéreo desde Dakar, en Africa –posesión francesa amenazada de caer en manos de Alemania- hasta la costa norte de América del Sur. De esa base aérea hay apenas ocho horas de vuelo, de un bombardero de tipo moderno, a los campos petroleros de Caripito, en Venezuela. Es decir, los campos petroleros de una nación que está suministrándole a Inglaterra más del 50 por ciento del petróleo consumido por su aparato motorizado de guerra.76

Ante la posibilidad de que América Latina se convirtiera en una zona de guerra,

Betancourt sugiere que quedan tan sólo dos caminos: “el de los pacifistas vegetarianos” o “la actitud varonil y vigilante de los que amamos la paz, pero nos resistimos a pagar por ella el ominoso precio del saqueo de nuestra nacionalidad y de la pérdida de nuestra independencia”. 77 En este artículo insiste de nuevo en el necesario entendimiento con los Estados Unidos en el terreno de la defensa militar del continente. Para ello, desde el plano de la defensa militar, hace una análisis sobre la posibilidad defensiva de América del Sur:

Las 10 repúblicas sudamericanas estarían en capacidad de movilizar, en

caso de agresión de un Estado totalitario a alguna de entre ellas, solamente 5 acorazados, 3 cruceros modernos, 24 destroyers y 14 submarinos, para defender costas situadas en los tres océanos y cubriendo una extensión de litoral de 13.000 millas. / Hay datos todavía más elocuentes. Las 10 repúblicas sudamericanas tienen una población total de 88.000.000 de habitantes y una extensión territorial de 7.000.000 de millas cuadradas. Y para defender ese enorme ámbito geográfico –emporio de materias primas, el más rico del mundo- y la densa población civil que está asentada sobre aquél, dispone de un ejército regular, suma de los ejércitos particulares de los 10 países, de 290.000 hombres, y de una reserva aproximada de 1.000.000 de hombres.

Es bien conocido el papel fundamental que juega el avión en la guerra moderna. La antigua lucha de posiciones, realizada “a la napoleónica” por la masa de infantería, tiende a ser sustituida por los fulminantes ataques aéreos, dirigidos no sólo contra objetivos militares, para destruirlos, sino también sobre la retaguardia civil, para diezmarla y desmoralizarla. Pues bien, toda la

76 ¿Es Necesario un Acuerdo Latinoamericano con Estados Unidos?. Artículo publicado en Ahora, Caracas, 16 de junio de 1941. En: Rómulo Betancourt Antología Política, Volumen Tercero 1941-1945. Caracas, 1999. P. 192. 77 Ibid. P. 193. Cabe destacar que Betancourt criticaba arduamente a la posición pacifista que habían asumido algunos países europeos que no se creían cubiertos de la “catástrofe porque sólo se dedicaban a fabricar excelentes quesos, como Holanda, o a entrenar ‘skiadores’ como Finlandia”. Ibid. P. 193.

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América del Sur, sumando las flotillas aéreas de combate de los 10 países que la forman, no dispone en la actualidad sino de 500 a 600 aviones.78 194. En otro artículo de la misma serie titulado “La Defensa Militar del Continente”.

Plantea nuevamente la necesidad de crear una “entente entre las dos Américas, para impedir que los agresores fascista pongan su planta conquistadora en el continente”. Asimismo, tomando el ejemplo de la postura mexicana ante la guerra y los Estados Unidos, sostiene que la no cesión de bases territoriales a los Estados Unidos no invalida la defensa nacional. Para Betancourt el planteamiento del presidente mexicano Avila Camacho “concilia las necesidades de la defensa militar del continente con la responsabilidad de poner a salvo algo, tan sagrado, que no puede ser objeto de transacción o pacto: nuestra soberanía”.79 En 1942 como vocero y líder máximo de Acción Democrática, publica un artículo titulado “El Partido del Pueblo ante la Agresión Nazi” ( ya citado en este trabajo), donde además de alertar sobre la amenaza totalitaria dada la situación estratégica de Venezuela, Betancourt denuncia abiertamente la posición “pusilánime” de algunos personeros del gobierno ante la agresión nazi-fascita producida en las costas venezolanas. Para él el gobierno debe coordinar un plan económico y militar en función de la defensa nacional. En relación al plano económico Betancourt sostiene que es inaplazable establecer una política fiscal de emergencia que permita la ejecución de estos planes. De esta manera hace un llamado urgente para que en materia petrolera se cumpla con los establecido en la legislación actual:

HOY, COMO EN NINGUN MOMENTO, ES MAS URGENTE LA NECESIDAD QUE SE APLIQUE A LAS COMPAÑIAS PRODUCTORAS DE PETROLEO EL ARTICULO 21 DE LA LEY DE ARANCEL DE ADUANAS, EL CUAL ESTABLECE UN IMPUESTO DE EXPORTACION DEL 10 POR CIENTO SOBRE EL VALOR COMERCIAL DEL PRODUCTO EXPORTADO. LOS 80 MILLONES ANUALES DE BOLIVARES ASI PRODUCIDOS SERVIRAN PARA PAGAR LOS COMPROMISOS QUE CONTRAIGA LA NACION EN EL CUMPLIMIENTO DE UNA VIGOROSA POLITICA DE DEFENSA MILITAR Y ECONOMICA.80

En el mismo documento, Betancourt advierte que esto no será suficiente si no se complementa “con una leal cooperación entre gobierno y pueblo”. Con esto quería decir que era necesaria una apertura democrática mayor que permitiera una acción conjunta de defensa nacional. Esto implicaba también la exclusión de los “funcionarios sospechosos de simpatías con el Eje”, “la radical eliminación de la quinta columna”

78 Ibid. P. 194. 79Cfr. “La Defensa Militar del Continente”. Artículo publicado en Ahora, Caracas, 22 de junio de 1941. En: Rómulo Betancourt Antología Política, Volumen Tercero 1941-1945. Pp. 203-205. El presidente Avila Camachoa a raíz de un manifiesto de la Confederación Mexicana del Trabajo, lanzado el 18 de marzo de 1941, donde se alerta sobre el peligro nazi-fascista, emite una serie de planteamientos donde aclara la postura mexicana ante la guerra mundial: la participación de México en la defensa colectiva continental si alguna nación agrede a cualquier república de América; la no existencia de tratados secretos con Estados Unidos; la no cesión temporal de su territorio para establecer bases navales o aeródromos ; la no sujeción a ningún acuerdo que obligue a México a participar en la guerra fuera de América. Cfr. Ibidem. 80 “EL Partido del Pueblo ante la Agresión Nazi”. AD, 21 de febrero de 1942. En: Rómulo Betancourt, Antología Política Volumen Tercero 1941-1945. Editorial Fundación Rómulo Betancourt, Caracas 1999. P. 213. Mayúsculas del autor.

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ante la cual el gobierno se le ve “vacilar tanto”. El “hermetismo” y “falta de contacto con el pueblo” debe eliminarse también. Es evidente que Betancourt aprovechaba la coyuntura mundial para plantear las demandas democráticas que representaba Acción Democrática.

En concepto de que es con mentalidad de clan como debe dirigirse los destinos del país, desoyéndose por sistema la voz independiente y el criterio que no esté mediatizado al cargo público, debe abolirse, en una hora como ésta, la más peligrosa para su destino de nación independiente que ha vivido Venezuela.81

En su interés por desarrollar una política de defensa nacional coherente,

Betancourt persiste en el tema petrolero. Según él son los hidrocarburos los recursos que nos pueden permitir desarrollar una verdadera estrategia militar y económica que haga frente a la amenazas internacionales.

...empobrecidos, como estamos nacionalmente, y como pronto lo estará también ese arrogante Creso del país: el Estado, ¿de cuáles recursos echaremos mano para afrontar este conflicto? Armarnos, militar y económicamente, implica grandes gastos, erogaciones cuantiosas. Y la gente se pregunta, con angustia, si estará el país en capacidad de hacer desembolsos.82

Es claro para Betancourt que un Estado con recursos suficientes es necesario

para fortalecer y llevar a cabo la defensa del país. Por eso insiste, en lo que será una preocupación constante de su pensamiento económico, en la reformas fiscales y una nueva actitud, más nacionalista y responsable, ante las compañías petroleras extranjeras. La idea es que si bien por las riquezas petroleras el país se expone al riesgo eminente de ser atacado por las potencias de Eje, son estas riquezas que precisamente deben ayudarnos a defendernos de tal amenaza. En relación a esto propone:

Impónese, en consecuencia, la adopción de una audaz política fiscal frente a las empresas aceiteras. Ayudémoslas, resueltamente, en la tarea de asegurar las entregas del petróleo venezolano a las potencias que se presenten al Eje, por cuanto ello coincide con la justa posición internacional del Estado venezolano. Y exijámosle al propio tiempo, que una parte de sus ganancias de guerra se transformen en fusiles y ametralladoras para nuestro Ejército, en aviones para proteger nuestras costas, en créditos baratos y liberalmente extendidos para el agricultor, el criador y el industrial nacional, en posibilidades de trabajo bien remunerado para cuantos sufren en Venezuela el implacable rigor del paro forzoso.

O dicho en otra frase sintetizadora: Si del petróleo nos viene el riesgo, que el petróleo lo pague.83

81 Ibidem. 82 “Si del Petróleo Nos Viene El Riesgo, Que El Petróleo lo Pague”. Artículo publicado en Acción Democrática, Caracas, 7 de marzo de 1942. En: Rómulo Betancourt Antología Política, Volumen Tercero 1941-1945. P. 216. 83 Ibid. P.217. Subrayado del autor.

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Betancourt no pierde tiempo en criticar la “inercia administrativa” del gobierno medinista. Le alarma que la guerra submarina que efectúa el Eje aísle a Venezuela de los centros exportadores del exterior “donde comprábamos lo indispensable para comer, vestirnos y curarnos”, por lo cual es necesario que el gobierno se percate de ello. Sin embargo, “se ignora qué planes concretos ha elaborado el Estado para asegurar un mínimum de subsistencia de la población”.84 Después de las maniobras agresivas de la armada alemana en el Caribe, Betancourt clama por la compactación nacional y por una política de defensa nacional más agresiva que incluya a la población civil y no se limite a los cuarteles.

El adiestramiento de la población civil en el manejo de las armas modernas no puede retardarse por más tiempo, y esta desprevenida y confiada Venezuela de hoy debe convertirse en una Nación donde cada venezolano sepa cuál es la magnitud del peligro que nos amenaza y esté capacitado para cumplir con su deber, la hora llegada. Un clima de solidaridad nacional, de confianza y fe nacionales, debe extenderse de un extremo a otro de la República, como aquél que soldó voluntades y esfuerzos en los días de 1810.85

Asimismo en un discurso pronunciado en un mitin de Acción Democrática, Betancourt insistía en la modernización y democratización del ejército para poder hacer frente a las amenazas nazi-fascistas:

El Servicio militar obligatorio debe ser una realidad, reclamándose a

todos los venezolanos, sea cual fuere su situación económica o su extracción social, que sirvan a la patria en la filas del Ejército y se adiestren en el manejo de las armas modernas, sobre todo ahora que la gravitación de los acontecimientos mundiales y nuestra adhesión profunda a la causa democrática puede conducirnos a una posible actitud de guerra contra el Eje.86

Mientras la guerra tomaba su curso en Venezuela dentro del sector militar

cobraba fuerza entre los oficiales de menor graduación la idea de modificar la estructura “pretoriana” presente en la institución, para convertirla en una fuerza moderna, constituida sobre principios orientados a la defensa de la soberanía, el establecimiento del orden, favoreciendo la integridad y acatamiento de la Constitución Nacional.87

Durante la década del cuarenta nuestros militares jóvenes serán voceros de una concepción del Ejército que tiene eco en toda América Latina. (...) las Fuerzas Armadas latinoamericanas estaban convencidas de la necesidad de convertir al Ejército en una institución moderna, de donde deriva la posibilidad de intervenir en la política. En otras palabras, ésta no sólo poseía los

84 Cfr. “Inercia Administrativa”. Artículo publicado en Acción Democrática, Caracas, 7 de marzo de 1942. En: Rómulo Betancourt Antología Política, Volumen Tercero 1941-1945.p. 219. 85 “Agresión Extranjera y Compactación Nacional”. Artículo publicado en Acción Democrática, Caracas, 25 de abril de 1942. En: Rómulo Betancourt Antología Política, Volumen Tercero 1941-1945.p. 226. 86 “Discurso de Rómulo Betancourt” Pronunciado en el mitin de Acción Democrática, celebrado en el Teatro Olímpia, el 1° de junio de 1942. Artículo publicado en Ahora, Caracas, 3 de junio de 1942.p. 335. 87 Cfr. Soteldo Rojas, Patricia; op.cit. p. 138.

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conocimientos, la capacidad y la profesionalización, sino que además incluía los principios jerárquicos garantes del orden y la coherencia.88

Estas ideas contribuyen a redimensionar la visón que el militar tenía de sí mismo y de su rol en la dinámica política latinoamericana. Gana terreno la idea de intervenir en los asuntos del Estado en términos políticos. Se desarrolla pués una tendencia pretoriana que hasta los gobiernos de López Contreras y Medina Angarita se limitaba a entender al ejército como arbitro potencial de la contienda política y que ahora pretende ser actuante ya no como una institución que sostiene a un gobernate determinado sino como una organización que es capaz de asumir las riendas del Estado corporativamente.89 Inspirados en las experiencias de Getulio Vargas en Brasil y Perón en la Argentina, los jóvenes oficiales venezolanos abrazarán la idea de la planificación industrial como vía que garantice la seguridad y defensa nacional. Se perciben como los sujetos más adecuados para llevar a cabo el proceso modernizador. Y este proyecto implica una transformación económica donde desde el Estado se planifique el desarrollo industrial.

A partir de la década del cuarenta los militares se convierten en voceros del planeamiento de la industrialización como una forma de defensa nacional, no sólo desde el punto de vista estratégico (creación de siderurgias, industria petroquímica, de armamentos, etc.), rama a la que le dedican mucha atención, sino además como necesidad de construir una infraestructura industrial propia, nacional, capaz de garantizar el autosostenimiento de la nación. 90

Basados en estas ideas surgen en el ejército, la Unión Patriótica Militar, logia

castrense inspiradas en su homologas argentinas y peruanas que se estructura en 1942. En su el acta constitutiva se expresa entre otras cosas, la “necesidad en que se encuentra el país de renovar sus instituciones y métodos de gobierno”; la necesidad que un “verdadero patriotismo y decencia política hagan efectivo el progreso de la nación”; “acabar para siempre con la incompetencia, el peculado y la mala fe que presiden los actos de nuestros gobiernos”; propiciar ”la formación de un gobierno que tenga por base el voto universal y directo de la ciudadanía venezolana” y “apoyar todas aquellas medidas políticas y administrativas que redunden en progreso de nuestra patria”. 91 Aunque no hay un planteamiento abierto acerca de la toma del poder político, sí se muestra la disposición de participar activamente en el proceso. Es la visión liberal que se va fomentando dentro de la institución militar lo que permite la convergencia entre militarismo de los jóvenes turcos y la dirección de AD para desarrollar las acciones de 1945. Los jóvenes militares y civiles convergen en una alianza inusual. Ellos se entendieron en torno a objetivos y programas generales, de tipo progresista y democrático para el país.92

...las Fuerzas Armadas ciertamente se venían preparando como factor de poder, lo cual coincidió con la orientación de RB, desde el punto de vista

88 Ibid. P. 140. 89 Sobre el particular Véase, Irwin, Domingo, op.cit. 90 Soteldo Rojas, Patricia; op.cit. p. 141. 91 Cfr. Ibid. P.143. 92 Cfr. Ibid. P.174.

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político, organizando a un partido y definiendo a su alrededor un proyecto, con el objetivo de erigir sus organización en factor de poder para luego intervenir.93

La fuerza organizativa adquirida por AD antes del 18 de octubre, a través de la consigna “ni un solo distrito, ni un solo municipio sin su organismo partidista”, hizo posible que una vez el gobierno el Partido del Pueblo asumiera el control casi total del mismo. Para los militares, en las primeras de cambio, se trataba de un partido organizado a nivel nacional, el partido que además encabezaba la oposición al gobierno medinista, siendo Betancourt el jefe de esa oposición, cualidades que posibilitaron el acercamiento de los “jóvenes turcos” a Acción Democrática”. Pero precisamente el predominio de AD sobre el aparato gubernamental se convertirá en una amenaza para los militares, en especial para los estrictamente pretorianos, quienes no tardarán en reaccionar.94 UNOS COMENTARIOS FINALES DE LA FASE FORMATIVA: El 45 y El ATAJO MILITAR Desde la creación de Acción Democrática, Betancourt siempre intentó demostrar que esta organización era ante todo una alternativa diferente de hacer oposición. De hecho no fue mezquino en reconocer los aciertos del régimen medinista y en ningún momento trató de personificar la lucha política, todo lo contrario, para él se trataba de estructurar una opción moderna, verdaderamente democrática.

Creo sinceramente, que en nuestro corto lapso de vida hemos demostrado la diferencia que existe entre la clásica “oposición” venezolana –la de los caudillos resentidos con el gobernante de turno por estar marginados al disfrute sensual del Poder- y la oposición doctrinaria, impersonal y animada de intención creadora.95

Sin embargo para 1945 las circunstancias harán que Betancourt y parte de la oficialidad joven tomen el atajo militar. La resistencia de Medina ante la confrontación electoral que se demanda; el fracaso de lograr un candidato civil de consenso entre la oposición y los partidarios del gobierno, una vez que se diera la inhabilitación de Escalante; el descontento militar; pero sobre todo el nuevo rol de fuerza pretoriana actuante que quieren ejercer un gran sector de oficiales medios, provocan la caída del régimen y con ella el ascenso de Betancourt y los militares al poder. Ya desde inicios de 1945, Betancourt al percibir el desenlace pronto de la guerra, se percata de los nuevos tiempos por venir, sobre todo, en relación a los gobiernos autoritarios y al nuevo rol de la institución armada. Para él una nueva oleada civilista se ha despertado. La dramática experiencia totalitaria ha provocado una reconsideración del papel que deben jugar las Fuerzas Armadas dentro del ámbito político. En ese sentido hace un análisis acerca de las enseñanzas de la guerra y los posibles escenarios que se desarrollarán en el mundo y el país. Advierte sobre el peligro de las actitudes que se perfilan: “el optimismo en mangas de camisa, irreflexivo y desorientador” y la “actitud negadoramente cínica”, “derrotista”. Considera que la derrota del nazi-fascismo ofrece una lección perdurable

93 Ibid. P.175. 94 Cfr. Ibid. P. 176. 95 Rómulo Betancourt Habla Sobre el 1er Año del Partido “Acción Democrática”. Declaraciones publicadas en El Universal, Caracas, 13 de septiembre de 1942. En: Rómulo Betancourt Antología Política, Volumen Tercero 1941-1945. P. 233.

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ya que en lo sucesivo, “los aspirantes a déspotas (...) vacilarán antes de lanzarse a la aventura dictatorial...”96

Para Betancourt el triunfo de los aliados ha impulsado la corriente democrática, ha llegado la hora del predominio democrático que se traduce en elecciones y gobiernos civiles. Pone de ejemplo el triunfo electoral de la izquierda en Francia; las aspiraciones italianas a una República democrática y socialista; la victoria del partido laborista en Inglaterra; los gobiernos de izquierda, nacidos de consultas electorales en la mayoría de los dominios británicos; y por supuesto la ola civilista que se expande por América Latina con el Dr. Juan José Arévalo en Guatemala, “un hombre civil y civilizado, venido del aula y no de la montonera, forjado en las disciplinas severas de la cátedra universitaria”; en Cuba con el gobierno del Dr. Ramón Grau Martín, “con su poderoso Partido Izquierdista Revolucionario Auténtico”; en Puerto Rico, “el partido popular de Moñoz Marín tiene el control absoluto de los organismos parlamentarios isleños”; en Ecuador “una coalición de partidos, en alianza con elementos democráticos del Ejército”, hizo sacar a Arroyo del Río y ahora gobierna el profesor Velazco Ibarra; en Perú donde habrá elecciones, las organizaciones populares enfrenta “una candidatura civil, la del Dr. Bustamante, a la castrense del general Urea”. Asimismo, critica la “precaria estabilidad del régimen que jefaturan Farrell y Perón” en la Argentina; el Brasil de Getulio Vargas; las dictaduras serviles de Centro América como la de Carías en Honduras, Guardia en Panamá, Castane4da Castro en El Salvador, Somoza en Nicaragua; y al “verdugo de Santo Domingo” Leonidas Trujillo.97 Para Betancourt ha llegado la hora de los gobiernos civiles, ha llegado la hora de acabar por todas con todo rezago gomecista. La corrupción administrativa presente en el los regímenes posteriores a 1936 se fundamentaba, según él, en la debilidad del cuerpo civil que acompaña al gobernante militar de turno quien impone sus mando con el apoyo castrense.

Y la inteligencia venezolana, los doctores y escritores venezolanos, fueron los más comprometidos en es irse a pique del decoro civil frente al gobernante de charreteras, armado de los atributos del mando y de los recursos fiscales fabulosos producidos por el oro negro.98

Como se aprecia el predominio militar se debía también a lo que el Dr. Irwin

califica como “pervertidas fuerzas civiles” que se manifiestan a lo largo del siglo XIX y parte del XX hasta que otras fuerzas, las “pervertidas fuerzas pretorianas” entran en escena, primero de una manera potencial con un alto grado de influencia, luego como árbitros actuantes como se verá a partir de octubre de 1945.99 Sin embargo Betancourt no descartaba del todo el apoyo militar para alcanzar las transformaciones requeridas. Veía con buenos ojos la alianza cívico-militar que en algunos países de América Latina se había llevado a cabo. Ahora se trataba no de un mesías de charreteras, de un “hombre providencial”, sino de una institución “profesional” y “democrática” que junto con el pueblo barría con el autoritarismo y tomaba las riendas del estado. 96 “Venezuela y el Mundo de la Postguerra”. En un Discurso pronunciado en el mitin de Acción Democrática, celebrado el 6 de mayo de 1945, en el Teatro Olimpia de Caracas. Publicado en El País, Caracas, 10 de mayo de 1945. En: Rómulo Betancourt Antología Política, Volumen Tercero 1941-1945. N° 37. P. 306. 97 Ibid. Pp. 307-309. 98 “Cuatro Años” Artículo publicado en El País, Caracas, 13 de septiembre de 1945. En: Rómulo Betancourt Antología Política, Volumen Tercero 1941-1945.p. 314. 99 Cfr. Irwin, Domingo; op.cit.

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Hasta los escasos comunistas ecuatorianos colaboraron en el movimiento civil-militar que instaló en la casa de gobierno quiteña al Dr. José María Velazco Ibarra. En Guatemala, ha sido con respaldo unánime de la población que la unión de pueblo y sectores democráticos del ejército echó por tierra al pelele ubiquista, General Federico Ponce; y en El Salvador fueron juventud, pueblo y parte del ejército, unidos, los que barrieron a Hernández Martínez y ahora pugnan por hundir en el basurero de los detritus históricos al régimen de facto que preside el siniestro General Osmín Aguirre. / Esta esquemática revisión de movimientos insurgentes habidos en América, en países donde Hitlers tropicales habían cerrado a las fuerzas democráticas toda posibilidad de actuación, revela como es de mentecata la tesis que conceptúa necesariamente reaccionario y fascista todo movimiento insurreccional americano.100 Sin embargo en el mismo artículo aclara que en Venezuela “están abiertas las vías legales para luchar cívicamente contra las deformaciones y falsificaciones de nuestra democracia enclenque”.101 Como obstinado defensor de la civilidad va a ver en el problema de la sucesión presidencial de 1946, además del predominio andino, la continuidad de la injerencia pretoriana del ejército. Por eso trata de dejar claro que aunque López y Medina llegaron a la presidencia por la influencia pretoriana, sus actuaciones se enmarcaron dentro de la civilidad y no gobernaron como jerarcas militares.

... cabe decir que un Presidente de la República, por más que ocupe

rango de general dentro de nuestras instituciones armadas, deja automáticamente de ser un militar en estricto sentido del concepto cuando desempeña la Jefatura del Estado: Venezuela, como Nación, no es un cuartel, aun cuando se atribuya ese concepto al Libertador, explicable en días en que la nacionalidad era un hervidero de ambiciones militaristas. Y por ello, todo el país vio como lo más lógico el que el General López Contreras primero, y el General Medina después, renunciaran a sus arreos militares y vistieran el traje civil. Han ejercido ambos magistrados el derecho al sufragio, no obstante que la Constitución Nacional define al Ejército como cuerpo no deliberante, cuyo miembros no concurren por eso a las urnas comiciales; y así han procedido los Generales López y Medina, sin que nadie haya osado reprochárselo, es porque en la Jefatura del Estado no se actúa como militar subordinado a la disciplina castrense, sino como simple ciudadano investido por la Nación del mandato de presidir el Poder Ejecutivo.102

Sin embargo, no se llama a engaño, tiene muy presente que la sucesión presidencial de 1946 representa una tentación difícil de evadir para los sectores pretorianos del ejército. Es por eso que ya para mayo de 1945, en un mitin de Acción Democrática, luego de ofrecer sus impresiones acerca del peligro que significaría que el general López Contreras sustituyera a el general Medina Angarita como resultados de los comicios de 1946, Betancourt alertaba sobre el papel que debería jugar las Fuerzas Armadas ante esas elecciones del 46: 100 “El Mirador Próspero”, columna que Rómulo Betancourt firmaba con el seudónimo de “Próspero”. Publicada en El País. Caracas, 22 de noviembre de 1944. En: Rómulo Betancourt Antología Política, Volumen Tercero 1941-1945.p. 523. 101 Ibidem. 102 “La Sucesión Presidencial de 1946”. Artículo publicado en El País. Caracas, 17 de enero de 1945. En: Rómulo Betancourt Antología Política, Volumen Tercero 1941-1945.p. 529.

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... en Venezuela es el tema del Ejército un tema tabú, sin razón alguna

que avalen y justifiquen ese proceder frente a una de las más importantes instituciones de la República./ Se dice por ahí, a la sordina, como quien transmite una consigna pavorizada, que el Ejército no admitiría en el 46 sino a un gobernante salido de sus filas, a un General-Presidente. Quienes así hablan le están infringiendo una ofensa tan grave como gratuita a las fuerzas armadas de la República, al presentarlas no como salvaguarda del orden público y garantía de ejecución de la Ley, sino como casta antinacional, que se sintiera actuando en tierra conquistada y dispuesta a toda hora a imponerle al país su soberana e inapelable voluntad, (aplausos prolongados). Están errados quienes así hablan de la actitud de nuestras instituciones armadas porque olvidan que el Ejército no es patrimonio privado de ningún prestigio personal, sino el Ejército de la Nación. / El proceso de democratización de la conciencia nacional no se ha detenido, como ante muralla china, en las puertas de los cuarteles. Y por la mente y el corazón de la oficialidad, de los cabos y de los soldados de la aviación, la infantería y la marina circula ese mismo anhelo de dignificación política y de superación democrática del país presente en el pensamiento de los núcleos civiles de la población nacional, (aplausos)./Portar uniforme militar no puede considerarse causal de inhabilitación para ejercer la primera magistratura. Pero tampoco es herejía pensar en un posible candidato civil para la Presidencia de la República en 1946. No olvidemos que entre los primeros Jefes de Estado de Venezuela se cuenta a José María Vargas, quien disputó la Prsidencia a generales que tenían el pecho tatuado por los lanzazos de Boves y la solapa de la guerra prestigiada por el Sol de los Libertadores. (Grandes aplausos).103

Con la inhabilitación de Diógenes Escalante, quien se había convertido en el

candidato de consenso que permitiría la transición hacia una verdadera democracia civilista, el panorama se complica. Aunque el régimen elige a un civil para el 46, el Dr. Angel Biaggini, éste no cuenta con el apoyo de la oposición que considera esta elección como más de lo mismo. De igual forma, en los cuarteles tampoco ven bien la selección de Biaggini ya que por primera vez el ejército no es tomado en cuenta para decidir sobre el futuro presidente. Sobre la postulación del Dr. Biaggini, Betancourt considera que éste en la Jefatura del Estado, regiría un gobierno tambaleante, “sostenido sólo por la fuerza, política o de otro orden, que pudiera aportarle personalmente el General Medina Angarita”; “reeditaria en el 46 el mismo espectáculo de Andrade sostenido por el influjo de Crespo”; y atentaría contra la aspiración de un verdadero gobierno civil no tutelado por la fuerza militar:

Destruida la posibilidad de gobierno civil decente después de la dramática desaparición de José María Vargas del solio presidencial, Venezuela ha venido acendrando, a través de las generaciones, el anhelo de civilidad. Hoy no sólo aspiración popular: la comparten núcleos importantes de nuestras instituciones armadas. El país todo quiere re-ensayar la experiencia que la

103 Venezuela, La Sucesión Presidencial y el Ejército. Continuación del discurso pronunciado en el mitin de Acción Democrática, celebrado el 6 de mayo de 1945, en el Teatro Olimpia de Caracas. Publicado en El País, Caracas, 11 de mayo de 1945. En: Rómulo Betancourt Antología Política, Volumen Tercero 1941-1945. N° 118.pp. 563-564.

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alevosía de Pedro Carujo truncó con un machetazo. Y esa experiencia, en el caso que nos ocupa, sería lamentable. Con el balance tremendo para el país de que su fe ingenua y honda en las ventajas de un gobierno civil quedaría profundamente lesionada.104

Como se infiere Betancourt consideraba que una de las misiones más importantes de su movimiento político era la de redimirnos de la tragedia de Vargas. De una manera u otra la aspiración civilista la enfocaba como una suerte de destino histórico, de teología que se materializaba en la generación que él lideraba. En este sentido publica en El País, el 14 de septiembre de 1945, un artículo titulado “El Ideal Civilista y la Sucesión Presidencial”. En ente ensayo manifiesta abiertamente su preocupación por la suerte que correría la república si se truncara la aspiración civilista que demanda el país. Explica también cómo es propio de los estados modernos la presencia de gobernantes civiles, quienes son los realmente capacitados para dirigir los asuntos políticos. De esta manera Betancourt nos plantea:

Es de una evidencia incontrastable que Venezuela anhela ver en Miraflores a un gobernante civil. Y como apuntábamos ayer, y como siempre lo hemos creído, este anhelo es compartido por los cuadros técnicos y por la oficialidad de escuela, de nuestras instituciones armadas. / Esa honda aspiración colectiva tiene su razón de ser histórica. El gobernante de extracción castrense tiende a aplicar a la rectoría de la cosa pública el estilo de disciplina que adquirió en el cuartel. Puede flexibilizar ese concepto de disciplina, pero resulta imposible que se deshaga de él porque constituye nervio de conducta, basamente intransferible de su personalidad. De allí que el gobernante militar resulte orgánicamente incapacitado para entender la política y administración de un país como diálogo con los gobernados. Transigir ante los reclamos de la opinión, admitir expresa o tácitamente que se ha errado, torcer el rumbo cuando ewl que se trajina desagrada a la mayoría de la colectividad, son principios del arte de gobernar difícilmente compatibles con la mentalidad forjada en el mando de tropa. / Además de esta razón, otra refuerza la tesis contraria a los gobernantes militares. La administración pública, en los Estados modernos, constituye una compleja red de problemas intrincados. La sociedad contemporánea es un vivero de encontrados intereses. Y si no puede concebirse que un solo hombre pueda dominar técnicamente todas las ciencias conexas con la administración pública, se requiere en un buen gobernante la posesión de un cúmulo de ideas generales sobre economía, derecho público, política nacional e internacional. Ahora bien, el militar, por lo mismo que su cultura necesita ser altamente especializada en la técnica bélica, resulta casi siempre un hombre sin ese lastre de generalizados conocimientos requeridos por el moderno gobernante.

Sobre esto último pone el ejemplo de Charles De Gaulle en Francia, cuya

impericia política, según Betancourt, lo llevará “al fracaso inevitablemente”. También, y de una manera quizá romántica o panfletaria, considera que el anhelo civilista es sentimiento que siempre ha albergado el pueblo venezolano: 104 “Nuestra Actitud Ante las Candidaturas Presidenciales”. Artículo publicado en El País, Caracas, 13 de septiembre de 1945. En: Rómulo Betancourt Antología Política, Volumen Tercero 1941-1945. N° 123, p. 583.

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... de acuerdo con el seguro guía de su instinto, el pueblo venezolano ha

anhelado siempre ver hombres civiles en la primera magistratura de la Nación./ En ese anhelo está la explicación de que José María Vargas pudiera contar con respaldo denso de la opinión, cuando su candidatura civil era enfrentada a la de generales heroicos de nuestra gesta inmortal, caudillos guerreros con las frentes ceñidas por los frescos laureles de las épicas victorias de la Independencia. Y por eso mismo, con Rojas Paúl estuvo la mayoría de los venezolanos, cuando reaccionó contra el guzmancismo. Esa misma simpatía no rodeó a Andueza Palacio, porque era hombre de indecorosa conducta, irrespetuoso de la dignidad de que debe revestirse quien ostenta el más alto honor que conferir pueda la Nación a uno de sus hijos: el de terciar sobre su pecho la banda tricolor de los Presidentes de Venezuela./ Contemporáneamente, este anhelo civilista ha ganado en emoción comunicativa en la conciencia colectiva. El régimen gomecista, con sus métodos de crueldad inauditos, los seudo-democráticos gobiernos posteriores a 1935, han contribuido a que esa consigna tácita, transmitida como sagrada fórmula de oído a oído, se posesiones del corazón y de la conciencia de la inmensa mayoría de la Nación. Y podría decirse por eso, sin exageración, que de cada cien venezolanos, noventa y cinco cuando menos son fervorosos convencidos de la necesidad de que retornemos a la senda de los gobiernos presididos por ciudadanos civiles.105

Refiriéndose a Biaggini, explica que si resultase electo, a pesar de su condición

de civil, “abogado distinguido” y “universitario”, éste no tendría la suficiente capacidad para enfrentar los problemas de la nación y mucho menos para liderizar las transformaciones que demanda el país. Esta “debilidad intrínseca, por ausencia de magnetismo aglutinante” conduciría irremediablemente a “reclamar la tutoría y el apoyo de un militar con ascendiente dentro de los institutos armados”. Por lo que el “fracaso de un gobierno civil autónomo, respetuoso del Ejército pero sin tener al Ejército como único asidero” vendría a resultar la misma cosa.106 Es significativo que la noche anterior al 18 de octubre de 1945, en un mitin de Acción Democrática, Betancourt dedique buena parte de su discurso a advertir los males que se desprenderían del eventual triunfo del Dr. Biaggini. Creemos que la misma bandera del civilismo, aunque parezca paradójico, la esgrimió Betancourt para justificar el golpe militar que en la madrugada siguiente lo pondría en Miraflores.

Electo el doctor Biaggini nos encontraríamos en una situación muy

semejante a la que vivió Venezuela en los últimos días de Ignacio Andrade, quien tenía como único asidero, como único punto de apoyo y sustentación la espada caudillesca del General Joaquín Crespo.[...] el fracaso como gobernante del doctor Biaggini significaría algo más que el descrédito político de un hombre y de un partido: significaría que se iría a pique una idea entrañablemente querida, apasionadamente sentida, acendrada a través de muchas generaciones por el pueblo de Venezuela: la idea del gobierno civil./ Es indudable que ya este país no quiere ver más, respetando y estimando

105 “El Ideal Civilista y la Sucesión Presidencial”. Artículo publicado en El País, Caracas, 14 de septiembre de 1945. En: Rómulo Betancourt Antología Política, Volumen Tercero 1941-1945. N° 125.pp.586-587. 106 Ibid. P. 587.

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profundamente al Ejército, a generales en jefe o generales de brigada en la Presidencia de la República. La Venezuela que estudia lo sabe, y la otra Venezuela lo intuye, porque “aunque no sabe leer le escriben” que el arte de gobernar es flexibilidad, espíritu de compromiso, diálogo esclarecido entre el Magistrado y el pueblo; condiciones estas de político militante, que no se concilian con la función del Ejército de mantenerse al margen de la ardorosa contienda partidista, cumpliendo su misión fundamental de defensa armada de los fueros de la soberanía. Por eso el pueblo de Venezuela ansía que la tradición civilista que se inició con José María Vargas, que tuvo sus manifestaciones transitorias con Pedro Gual y con Rojas Paúl, continúe. Pero si ese hombre civil fuera el doctor Biaggini, fracasaría no solamente él sino también la idea del gobierno civil y ganaría entonces prosélitos la tesis, la tesis de los retóricos y de los doctrinarios del despotismo, según la cual este es un país de salvajes que no pueden ser regidos y gobernado sino por los métodos más drásticos.107

Como sabemos Biaggini no pudo comprobar los vaticinios de Betancourt. El 18 de octubre de 1945, junto con otros líderes de Acción Democrática, acompaña a varios jóvenes militares en la aventura militar que derroca a Medina. La justificaciones son varias, fundamentalmente por un lado el descontento militar108 y por el otro las reticencias del medinismo ante los cambios electorales y políticos que se demandaban, es decir la frustración del anhelo civilista. La confluencia entre los militares y civiles del 45 se debe más a una coincidencia circunstancial e ideológica que a otra cosa. Ambos sectores confluyen en la necesidad de modernizar al país a través de la instauración de una verdadera República liberal y civilista, y es precisamente esta visión liberal la que “resultó un punto de convergencia para la acción octubrista entre el militarismo de los jóvenes turcos y la dirección del partido del pueblo”109. Sobre lo anterior Betancourt lo justificaba de esta manera:

El esquema clásico del pronunciamiento latinoamericano nos venía del cuartelazo español: el hombre de presillas que asaltaba el poder, descuadraba la constitución y establecía un gobierno dictatorial y castrense. Ese esquema, en Guatemala como en Venezuela, ha sido rectificado por la juventud militar. Esos jóvenes fueron a la revolución; se jugaron gallardamente sus vidas, no para sustituir un autócrata que hablaba a nombre del ejército, por una autocracia militar, sino para abrirle al pueblo el cauce limpio que lo conduzca hacia el sufragio libre. / Y es bueno decir que si la juventud militar se acercó a nosotros muchos meses antes del golpe de octubre, fue porque teníamos una trayectoria

107 “Esta Noche Hemos Iniciado Una Gran Jornada Política”. Discurso de clausura en el mitin efectuado la noche del 17 de octubre de 1945, en el Nuevo Circo de Caracas. Publicado en El País, Caracas, 11 de enero de 1946. En: Rómulo Betancourt Antología Política, Volumen Tercero 1941-1945. N° 130.pp. 605-606. 108 Este se evidenciaba en el enfrentamiento entre dos generaciones: los restos del ejército del general o de los generales propios del caudillismo y los jóvenes oficiales imbuidos de “Kemalismo”, los jóvenes turcos; el atraso de la administración militar; la contraposición acerca de las ideas de educación militar entre las generaciones enfrentadas; y la presión sobre el presupuesto de defensa y su relación con el equipamiento militar. Cfr. Leiva, Castro; El Dilema Octubrista 1945-1987. Cuadernos Lagoven, Serie Cuatro Repúbicas; Editorial Arte, Caracas, 1988. Pp. 21-22. 109 Castro Leiva, Luis; op.cit. p. 23.

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limpia, de lucha sin desmayos. (los aplausos ahogan la voz del orador)... de lucha sin desmayo contra la corrupción política y el desbarajuste administrativo (ovación). Pero todas esas maniobras han fracasado, y hoy se ve el espectáculo estupendo de que nos presentamos más unidos que nunca los civiles y militares sobre cuyos hombros pesa la responsabilidad de mantener esta situación. Antes nos acercó el vínculo ideológico; ahora nos ha unido la fraternidad nacida de un mismo desvelo compartido, de una mima lucha sin descanso durante estos doce meses dramáticos.110

Asimismo, en la primera alocución que hace al país como Presidente de la Junta Revolucionaria de Gobierno el 30 de octubre de 1945, Betancourt esboza las razones de la “Revolución”:

... unidos Nación y el Ejército con lazo firme de solidaridad, para hacer surgir del desbarajuste político y administrativo a que el personalismo autocrático condujo a Venezuela [...] la valerosa y fervorosa Unión Patriótica Militar y la dirección del Partido del Pueblo, Acción Democrática, acordadas e identificadas en sus finalidades revolucionarias desde hacía varios meses, prefirieron la fórmula evolutiva. El país sabe cuántas fueron las proposiciones conciliatorias que formularon al gobierno de Medina Angarita, depuesto por Ejército y Pueblo unidos el 18 de octubre, para que realizara una consulta electoral idónea a la ciudadanía. Esta revolución ha sido hecha para devolver al pueblo su soberanía[...] Con relación al Ejército, vale la pena apuntar que fue también víctima de la despreocupación del régimen hacia los servidores de la Nación. Sorprendidos sabrán muchos que un oficial con grado de subteniente devengaba un emolumento de catorce bolívares diarios, menor que el de cualquier obrero calificado.111

Posteriormente, ya derrocado Gallegos, Betancourt tratará de dejar en claro que la conspiración que llevó al 18 de octubre no fue inspiración suya, que el no fue su verdadero promotor, más bien desde un primer momento desconfió de la propuesta militar como lo había hecho en anteriores oportunidades.112 De hecho, cuando a través de Edmundo Fernández se entera de los planes de la UPM, el primer sorprendido y desconfiado fue Betancourt, como nos lo narra el propio Fernández:

Rómulo se extraño de momento ante el deseo manifestado por los

militares, pues no tenía ningún contacto con las Fuerzas Armadas. Se mostraba escéptico y desconfiado y mis argumentos no parecía convencerlo. Pensaba de buena fe que en el fondo de toda intentona militar se ocultaba alguna intención

110 Ibid. P. 24. 111 Motivos y Objetivos de la Revolución. Alocución al país del Presidente de la Junta Revolucionaria de Gobierno, Rómulo Betancourt, 30 de octubre de 1945. En: Betancourt, Rómulo; El 18 de Octubre de 1945. Génesis y realizaciones de una revolución democrática. Editorial Seix Barral. Barcelona, España, 1979.pp. 159-165. 112 Betancourt siempre dejó claro porqué había rechazado la propuesta conspirativa del sargento primero Alexis Camejo Perdomo, que además implicaba el asesinato del Presidente Medina Angarita, en 1944. De acuerdo a él los miembros de Acción Democrática “Teníamos arraigadas convicciones civilistas y ninguna clase de contacto con hombres en uniforme. Conceptuábamos que las Fuerzas Armadas debían cumplir su función profesional y mantenerse al margen de la controversia política”. Cfr. Betancourt, Rómulo; El 18 de Octubre de 1945. Génesis y realizaciones de una revolución democrática. Editorial Seix Barral. Barcelona, España, 1979. P. 305.

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fascista y que su Partido, que siempre se había conservado fiel al pueblo, podía ser tomado para ocultar antidemocráticas ideas, como podían ser las de un gobierno manejado por bayonetas.113

Al respecto Rafael Caldera también nos aclara:

...debe dejarse presente que Rómulo no fue un promotor; y esto lo digo

porque la imputación que se le hace muchas veces de haber jugado a la violencia sin respetar la evolución que llevaba el proceso democrático, encuentra explicación porque un grupo de militares jóvenes, decididos a romper la normalidad por una serie de circunstancias que planteaban, llamaron a dirigentes de Acción Democrática, ya que no deseaban en ese momento correr el riesgo de que se entendiera su movimiento como un movimiento de signo totalitario, sino que querían poner en manos de un partido popular la dirección de los asuntos de Venezuela.114

Derrotado el Eje todo lo que oliera a nazi-fascismo era temido. Las aspiraciones de los jóvenes turcos debían encontrar un barniz civil con el cual maquillar la fachada de un movimiento más pretoriano que democrático.115 Es significativo que para el 25 de octubre de 1945, la embajada británica enviara a la Foreign Office, a través de su embajador en Caracas Sir. G. Oglive-Forbes, un nota cablegráfica donde exponía, que las razones que provocaron los sucesos del 18 de octubre perseguían entre otras cosas “asegurar elecciones libres y separar al ejército de la política”. 116 Betancourt revela que en la primera entrevista que tuvo con los cabecillas de la conspiración de octubre, Pérez Juménez además de criticar los manejos administrativos del régimen y su negativa a realizar elecciones, “puso énfasis en señalar la situación interna de las Fuerzas Armadas, a la cual calificó de pésima”. Asimismo aclaró “que los militares jóvenes comprometidos dentro de la conspiración no aspiraban a gobernar ellos mismos, sino a que se organizara un gobierno provisional, presidido por un civil, mientras el pueblo escogiera al nuevo Presidente de la República, en elecciones generales”117. Sobre la situación del Ejército el propio Betancourt explicaba:

Detrás de los cuarteles se mantenía, inmodificada en lo fundamental, la estructura gomecista. El paramento –o lechada- que recibió en la fachada de la administración civil, se había detenido a la puerta de los cuarteles. La

113 Edmundo Fernández a Ana Mercedes Pérez en La Verdad Inédita (Historia de la Revolución de Octubre revelada por sus dirigentes militares), Editorial Artes Gráficas, Caracas 1947, p. 126. Citado en: Betancourt, Rómulo; El 18 de Octubre de 1945. Génesis y realizaciones de una revolución democrática. Editorial Seix Barral. Barcelona, España, 1979.p. 305. 114 Rafael Caldera, Presentanción, en: Romero, Anibal (Copilador, varios autores), Rómulo Betancourt: Historia y Contemporaneidad. Editorial Fundación Rómulo Betancourt. Caracas, 1989.p. 18. 115 Según el periodista Rafael Poleo, en una entrevista que le realizó a Marcos Pérez Jiménez en 1997, emitida por Televen y transcrita en la revista Zeta, le escuchó decir a Pérez Jiménez que “a Acción democrática se le invitó a participar del gobierno porque la corriente de opinión internacional, anti-fascista y civilista, generada en la Segunda Guerra Mundial, inhibía a los jóvenes oficiales deseosos de asumir el poder total. Cfr. Poleo, Rafael, El Nuevo Rol de la Institución Armada; en: Castillo Hernán, Donís Ríos, Manule e Irwin, Domingo; Militares y Civiles, Balance y perspectivas de las relaciones civiles-militares venezolanas en la segunda mitad del siglo XX. USB, UCAB y UPEL; Caracas, 2001. P. 188. 116 Betancourt, Rómulo; op.cit. p. 306. 117 Ibid. P. 302.

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mayoría de los generales y de oficiales de alto rango eran militares chopo de piedra, quienes nunca habían pasado por aulas castrenses; algunos eran analfabetos. El capricho del Presidente de la República y de su Ministro de Defensa determinaban quiénes debían ascender de grado, o no. La ley vigente sobre el Ejército y la Armada estaba archivada. La falta de moderno material bélico era notoria. Los sueldos de la oficialidad tan bajos, que un subteniente ganaba menos al mes que un chofer de autobús. La ración para las tropas y su dotación para la alimentación, uniformes y medicinas, eran increíblemente reducidas. Detrás de los muros de las instalaciones militares existía un estado de rebelión próximo al estallido, similar al que se apreciaba en la calle.118

Más adelante y siguiendo esta tónica, Betancourt va exponer ampliamente como

uno de los logros de la Junta Revolucionaria de Gobierno la atención presupuestaria que le dedicaban a las Fuerzas Armadas, así en un discurso en el Nuevo Circo, el 29 de agosto de 1947, casi a dos años del ascenso al poder, Betancourt le explicaba a la audiencia lo siguiente:

Estas erogaciones han sido necesarias porque encontramos el Ejército, cuando llegamos al poder, en una situación deplorable. Fue necesario destinar Bs. 9.442.675,75 al mejoramiento de los cuarteles; aumentar en tres millones de bolívares el patrimonio de la caja de Previsión Social de las Fuerzas Armadas; Bs. 6.022.279, 96 hubo de gastarse en el servicio de Intendencia del Ejército, porque no se encontraban allí el 18 de octubre ni camas, ni frazadas, ni uniformes; y se destinaron Bs. 200.000,00 en adquirir camas, para que desaparecieran definitivamente de nuestros cuarteles el bochorno de que una inmensa mayoría de los soldados y clases de nuestro ejército durmiera en el suelo... Con respecto a las Fuerzas Aéreas, en un 100 por ciento fue aumentado de su equipo de entrenamiento y de combate. Hoy por primera vez en nuestro país, defienden las fronteras de la patria flotillas de aviones modernos de caza bombardeo.119

Se creía que la modernización del ejército implicaba tan sólo mejoras en el

aspecto técnico y material de la institución, se confiaba en que esto bastaba para lograr una Fuerzas Armadas enteramente profesionales y leales al proyecto democrático civilista que intentaban instaurar Rómulo Bentancourt y sus seguidores. El mismo Betancourt, a pesar de las conspiraciones que tuvo que enfrentar durante el trienio, creía que había logrado al fín limitar a los cuarteles a la ambición pretoriana de algunos sectores del ejército. Es siginificativo lo que apunta en el mensaje que ofrece con motivo de celebrarse 40 meses de gobierno de la Junta:

Particular referencia debo hacer a la posición y conducta de las Fuerzas Armadas de la Nación durante estos años de Gobierno. Terminado el hecho de armas, la acción violenta del 18 de octubre, el Ejército regresó a sus cuarteles. Desde allí y desde las dependencias del Ministerio de Defensa, se ha dedicado la oficialidad venezolana a entrenar y organizar una Institución Armada al servicio de Venezuela, de su soberanía, de sus leyes democráticas. Nos complace consignarlo así ante el país y ratificar aquí cómo es un motivo más de orgullo nacionalista para nosotros que haya sido un Gobierno con mayoría de

118 Ibid. P.307. Subrayado nuestro. 119 Betancourt, Rómulo; en: Castro Leiva, Luis; op. Cit. Pp.22-23.

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hombres civiles en sus cuadros el iniciador de un acelerado proceso de transformación modernizadora en las Fuerzas Armadas de tierra, mar, aire, y en las Fuerzas Armadas de Cooperación.120

Desde entonces Betancourt siempre insistirá en hacer ver que es posible que el gobierno civil se encargue, sin traumas, de la institucionalización de las Fuerzas Armadas. Es decir el predominio de lo civil sobre lo militar, destacar la capacidad que tienen los hombres civiles de estado para manejar el asunto militar, o en otras palabras para imponer el control civil a través de la misma consolidación de la institución armada como una organización profesional. De hecho, sobre el decreto de la Junta Revolucionaria de Gobierno que le otorgaba la supervisión del acto electoral que eligió a la Asamblea Nacional Constituyente, a las Fuerzas Armadas, Betancourt alegaba que esto “era una práctica establecida en Chile, país de tradiciones democráticas; y al acogerla en Venezuela, se quería subrayar el carácter de las Fuerzas Armadas como organismo apolítico y colocado al margen de la discordia interpartidaria”.121

Lamentablemente las ambiciones de los sectores pretorianos de la institución militar seguían latentes. De hecho una vez iniciado el gobierno “revolucionario” se van a dar una serie de conspiraciones de distintos matices. Según Betancourt, las conspiraciones que se produjeron durante el trienio 1945-1948, y que comenzaron ya en enero de 1946, tuvieron varias motivaciones: la presión que desde la calle ejercían los desplazados del poder; las rivalidades internas en las Fuerzas Armadas; el apoyo a la “emigración contrarrevolucionaria” de las dictaduras de Trujillo en Santo Domingo y de Somoza en Nicaragua; y la composición regionalista, “andina-tachirense”, “de la mayoría de los estamentos de oficiales y tropas de las distintas armas”.122 Sobre este último punto sobre el predominio andino en las Fuerzas Armadas, Betancourt aclaraba:

La tendencia hacia la nacionalización del sector civil del Poder se

acentuó bajo los gobiernos de López Contreras y Medina Angarita. Mas la fisonomía andinista se mantuvo dentro de la institución castrense, desde la cúspide jerárquica hasta del personal de tropas.123

Podemos inferir que para Betancourt el predominio andino en el Ejército

atentaba contra el control civil que se pretendía imponer sobre las Fuerzas Armadas. De hecho la primera asonada contra el gobierno de la Junta Revolucionaria, viene del seno del Ejército precisamente porque se trataba de un presidente civil y además, no andino.

Ya en enero de 1946 sonó el primer campanazo en los medios castrenses

del descontento en los cuarteles porque estuviera en Miraflores un civil, y por añadidura nacido en Guatire y no en una ciudad o aldea tachirense.124

El mismo Betancourt narra que la segunda conspiración, la ocurrida el 16 de

septiembre de 1946, era otro “motín de confesa fisonomía regionalista en el Regimiento de Caballería Plaza n° 1, en Caracas.” También en ese mismo año se fraguó la conspiración del llamado “Grupo Uribante”, formado por intelectuales y

120 Betancourt, Rómulo; op.cit. p. 296. Subrayado nuestro. 121 Ibid. P. 367. 122 Cfr. Ibid. Pp.324-325. 123 Ibid. P. 325. 124 Ibidem.

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“seudoentelectuales tachirenses”; este grupo “trabajó activamente en los cuarteles, enarbolando una bandera: la de que el presidente de la Corte Suprema de Justicia, el tachirense doctor Antonio Pulido Villafañe, era el sucesor en la Presidencia, con apego a la Constitución de 1944”.125

Era claro que la aspiración de que continuara un andino en el poder implicaba

también un rol pretoriano de la institución armada. Se creía en algunos sectores de la oficialidad, que sólo un andino, aunque fuera civil, podría garantizar un papel activo de las Fuerzas Armadas en las decisiones políticas del país. Otra sublevación estalló el 11 de diciembre de 1946. Se rebelaron las guarniciones de La Victoria, Valencia y parte de la de Maracay y totalmente la Aviación. Gracias a la actuación firme de la guarnición de Caracas se pudo derrotar a la intentona más peligrosa ocurrida hasta ese momento.126 Estos eventos ya anunciaban lo que ocurriría el 24 de noviembre de 1948. Los mismos oficiales que lo invitaron al poder y lo habían defendido de las intentonas golpistas que se habían suscitado durante su mandato, atentarán contra su sucesor, contra el legado civilista que Betancourt creía haber dejado: la presidencia de Rómulo Gallegos. Betancourt siempre evadió responder sobre las causas que provocaron la caída de Rómulo Gallegos. Negaba que hubiera una conexión evidente entre el 18 de octubre de 1945 y el 24 de noviembre de 1948. Ver el origen del 24 de noviembre en los sucesos del 18 de octubre era para él como “si se inculpara a quienes hicieron la Revolución Francesa de la sustitución de la República por el Imperio napoleónico. O a los libertadores venezolanos de 1810 de las prolongadas autocracias de Páez, los Monagas y Guzmán Blanco”.127

La historia de Venezuela, entre 1945 y 1948, es, en parte, la historia de la

progresiva coincidencia de la insatisfacción de las Fuerzas Armadas y el descontento popular, hasta culminar en el 24 de noviembre del 48, cuando el golpe militar derroca al gobierno de Rómulo Gallego y eclipsa en el país las libertades públicas hasta el 23 de enero de 1958. Es también, el drama conmovedor de Betancourt: el de un hombre que ve cómo, de pronto, sus más caros sueños caen hechos pedazos y perdidos sus esfuerzos. Es la tragedia del campesino que, por falta de experiencia, no se dio cuenta de que había sembrado apresuradamente, sin tomar en cuenta las condiciones de la tierra y el régimen de las lluvias. Pero, de todos modos, algunas semillas habían de quedar, de manera que Venezuela nunca volvería a ser como antes del 18 de octubre y, en ese sentido, sí hubo un cambio que merece ser señalado como una nueva etapa que comenzó en esa fecha.128

125 Ibid. 327. 126 Cfr. Ibid. 327-330. 127 Ibid. P. 363. En esta misma obra Betancourt declaraba que “No satisfaré aún la expectativa surgida dentro y fuera del país acerca de mi apreciación sobre ese dramático suceso. Sí lo haré en mis Memorias, que me he propuesto enviar a mis editores para su publicación, en los meses finales de 1979” 128 Pedro Berroeta; Rómulo Betancourt, Los años de Aprendizaje, 1908-1948. P. 228

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