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    SOBRE LA DOCTRINA

    CRISTIANASan Agustn de Hipona

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    Traduccin: Balbino Martn Prez, OSA

    Edicin digital: Claudio Filippi Peredo

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    San Agustn de Hipona

    SOBRE LA DOCTRINA CRISTIANA

    PRLOGO

    DE NINGUNA MANERA SE DAN REGLAS EN VANO PARA ESTUDIAR

    LA ESCRITURA

    1.Existen ciertas normas para manejar las Escrituras. Creo que talesnormas pueden entregarse sin dificultad a los que se dedican a suestudio, a fin de que no slo se aprovechen ellos mismos leyendo alos que descifraron los secretos de las divinas Escrituras, sino que,explicndolas, aprovechen a otros. Me propuse entregar estasnormas a los que desean y son capaces de aprenderlas, si el SeorDios nuestro, que suele sugerir estas cosas cuando sobre ellas se

    piensa, no me niega al escribirlas su gracia. Antes de empezar meparece que habr de responder a los que han de censurar ocensuraran mi esfuerzo y trabajo si antes no les aplaco. Si estarespuesta no basta para que algunos continen censurando, a lomenos no removern ni alejarn del estudio til a otros paraconducirlos al ocio de la impericia, como pudieran arrastrarlos si nose encontrasen prevenidos y abroquelados.

    2.Algunos pretendern refutar este mi trabajo por no haberentendido lo enseado. Otros queriendo usar de los conocimientos

    adquiridos, y pretendiendo exponer las divinas Escrituras conformea estas normas, y no pudiendo desentraar ni explicar lo quepercibieron, pensarn que trabaj en vano, y, al no servirles a elloseste trabajo, juzgarn que no puede ayudar a nadie. La tercera clasede censores ser la de aquellos que exponen bien o creen queexponen magnficamente las divinas Escrituras; y como no han ledonorma alguna de esta clase, que ahora determin ofrecer, y ven o

    juzgan que han conseguido la propiedad de exponer los librossantos, piensan que a nadie son necesarias estas normas; es ms,vociferarn que todo lo que sobre los pasajes oscuros de las divinasletras se aclara con verdadera alabanza, puede hacerse mediante un

    don divino.

    3.A todos responder con brevedad. A los que no entienden lo queescribo, les dir que no deben censurar porque ellos no entiendan;al modo que no deben irritarse contra m, sino contra ellos mismos,si quisieran ver la luna ltima o la nueva o alguna estrella poco claraque yo pretendo sealarles con el dedo, y la perspicacia de su vista

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    no fuese suficiente ni aun para ver mi dedo. A los que, conociendo yteniendo por base estos preceptos estn imposibilitados paracontemplar los pasajes oscuros que se hallan en las divinasEscrituras, les dir que piensen que sin duda pueden ver mi dedo,mas los astros que con l se les procura sealar no pueden verlos.

    Por lo tanto, unos y otros dejen de reprocharme y pidan a Dios queles d luz a los ojos. Pues yo, si puedo mover mi miembro parasealarles algo, no puedo iluminarles los ojos con los quecontemplen o mi propia demostracin o lo que pretendodemostrarles.

    4.Los que se precien de tener un don divino y se gloran deentender y exponer los libros santos sin las normas que ahoradetermin entregar y, por lo tanto, juzgan que yo quise escribircosas superfluas, calmen su emocin, pues aunque se alegren con

    justicia del gran don de Dios, recuerden, no obstante, queaprendieron las letras con ayuda de los hombres. Sin embargo, nopor esto juzguen que se burla de ellos el santo y perfecto varnAntonio, monje egipcio, porque sin tener conocimiento alguno delas primeras letras, se cuenta que oyendo aprendi de memoria lasdivinas Escrituras; y meditando, las entendi sabiamente; o el siervode Dios, Brbaro, de quien hace poco tuvimos noticias por varonesgraves y dignos de crdito, el que igualmente, sin ensearle nadielas letras, orando para que se le manifestara el conocimiento deellas, despus de tres das de splicas, tom en sus manos el cdiceque le entregaron y, con admiracin de todos los que se hallaban

    presentes, ley de corrida.

    5.Si alguno juzga que estas cosas son falsas, yo no porfo. Como elasunto es con los cristianos, que se alegran de conocer sinpedagogo el sentido de las santas Escrituras, lo cual si es as, nogozan de un bien pequeo; concedan que a cada uno de nosotros,desde el comienzo de la puericia, fue necesario aprender la propialengua a fuerza de orla; y que lo mismo llegamos al conocimientode otra cualquiera, por ejemplo de la griega o de la hebrea, ya seaoyendo o por un preceptor. Si os place, amonestemos a todos loshermanos que no enseen a sus nios estas cosas, puesto que losapstoles, en un momento, con la venida del Espritu Santo, llenosde l, hablaron las lenguas de todas las gentes; o que a quien nohaya acaecido lo mismo juzgue que no es cristiano, o dude querecibi el Espritu Santo. Por el contrario, amonestemos para que seaprenda sin soberbia lo que debe ser aprendido mediante elpreceptor, y el que por otro fue enseado, ofrezca sin soberbia yenvidia lo que recibi. No queramos tentar a Dios en quien hemos

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    credo, no sea que, engaados por la perversidad y tales astucias delenemigo, no queramos ir a la iglesia a or y aprender el santoevangelio; o desechemos la lectura de la ley, o nos neguemos a oral que lee y predica; y esperemos ser arrebatados al tercer cielo, seaen cuerpo o sin cuerpo, como dice el Apstol, para or las palabras

    inefables que no es dado hablar al hombre1

    , o ver all a nuestroSeor Jesucristo y or, ms bien de sus labios que de los hombres, elevangelio.

    6. Evitemos tales experimentos engredos y peligrosos y ms bienpensemos que el mismo apstol San Pablo, a pesar de haber sidohumillado e instruido por la voz celeste, fue enviado a un hombrepara recibir de sus manos los sacramentos y ser incorporado a laIglesia2. Asimismo, un ngel anunci al centurin Cornelio quehaban sido odas por Dios sus plegarias y aceptadas sus limosnas, yno obstante es confiado a Pedro para adoctrinarle, de quien no slorecibi los sacramentos, sino que tambin oy lo que haba deamar, creer y esperar3. Todas estas cosas pudieron haber sidohechas por medio del ngel, pero entonces la condicin humanaquedara rebajada, al parecer que Dios no quera administrar supalabra a los hombres por medio de los hombres. Y cmo seraverdad lo que se dijo:El templo de Dios que sois vosotros essanto4,si Dios no diese testimonio por este templo humano, y todolo que debe ser aprendido desease comunicarlo a los hombres,enviado desde el cielo y proclamado por los ngeles? En fin, lamisma caridad que estrecha mutuamente a los hombres con el

    nudo de la unidad, no tendra entrada en las almas para fundirlas ycomo mezclarlas entre s, si los hombres nada aprendieran pormedio de los hombres.

    7.As observamos que al eunuco aquel que no entenda leyendo alprofeta Isaas, el Apstol no le envo a un ngel, ni se le explic porel ngel lo que no entenda, ni se le revel a su mente sin ministerioalguno del hombre, sino ms bien, Felipe, que conoca el contenidode la profeca de Isaas, fue enviado a l por indicacin divina y conl se sent y le declar con lengua y palabras humanas lo que sehallaba encubierto en aquellos escritos5. Dios hablaba con Moiss y,sin embargo, ste recibi sin soberbia y prudentsimamente, de susuegro, siendo un hombre y adems extranjero, el consejo de regir ygobernar a pueblo tan grande6. Conoca aquel varn que decualquiera persona que procediese el sabio consejo, no era propiode ella, sino de aquel que es la Verdad, es decir. Dios inmutable.

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    8.Por fin, cualquiera que se precie en entender por gracia divina,sin instruccin de reglas humanas, las cosas oscuras que se hallanen la divina Escritura, rectamente cree y es cierto que esta facultadno es propia de l como si emanase de s mismo, sino dada por Dios.Juzgando as, no busca su gloria, sino la de Dios. Cuando lee y

    entiende sin explicacin alguna humana, por qu procura lexponrselo a otros, y no ms bien los remite a Dios para queasimismo ellos entiendan ensendoles Dios interiormente y no elhombre? Sin duda hace esto porque teme or al Seor que lediga:Siervo malo, debiste dar mi dinero a los banqueros 7.Luego ascomo stos que entienden todas estas cosas las dan a conocer a losdems hablando o escribiendo, igualmente yo no debo, sin duda,ser criticado porque no slo exponga las cosas que deben entender,sino tambin los preceptos que han de observar para entender. Sinembargo, nadie considere cosa alguna como suya propia, a no ser lamentira. Todo lo que tiene alguna verdadera realidad procede delque dice: Yo soy la Verdad8. Qu tenemos que no hayamosrecibido? Y si lo hemos recibido, de qu nos vanagloriamos como sino lo hubiramos recibido?9

    9.El que lee a los que le escuchan, sin duda que divulga letras queconoce; el que las ensea hace que otros aprendan a leer; ambosdan a conocer lo que recibieron. Igualmente el que expone a losoyentes las cosas que entendi en la Escritura es como el lector deoficio, que recita las letras que conoce. El que advierte cmo se hande entender es semejante al que ensea las letras, es decir, al que

    prescribe cmo se ha de leer. As como el que sabe leer, cuando haencontrado un libro, no necesita de otro lector del que oiga lo queall est escrito, igualmente el que recibiese las normas queintentamos entregarle, cuando hubiere encontrado algo oscuro enlos libros divinos, teniendo ciertas reglas que le sirven de intrprete,no buscar a otro que le descubra lo que se halla oculto, sino que,indagando por ciertos vestigios, l mismo llegar sin error adescubrir el sentido; o a lo menos, no caer en el absurdo de unasentencia perversa. Por lo tanto, aunque en el mismo trabajopudiere suficientemente verse que no se opone nadie con razn a

    este nuestro legtimo empeo de ayudar, sin embargo, si con esteprlogo aparece que se ha respondido convenientemente acualquier opositor, quiero ya entrar en la empresa de este librodespus de estampar este proemio que se me ocurri.

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    NOTAS

    1 2Co 12, 2-42 Hch 9, 3-73 Hch 10, 1-64 1Co 3, 175 Hch 8, 27-35

    6 Ex 18, 14-267 Mt 25, 26-278 Jn 14,69 1Co 4,7

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    son de tal modo cosas que, al mismo tiempo, son signos de otrascosas. Existen otras clases de signos cuyo uso solamente se empleapara denotar alguna significacin, como son las palabras. Nadie usade las palabras si no es para significar algo con ellas. De aqu sededuce a qu llamosignos, es decir, a todo lo que se emplea para

    dar a conocer alguna cosa. Por lo tanto, todo signo es al mismotiempo alguna cosa, pues lo que no es cosa alguna no es nada, perono toda cosa es signo. En esta divisin decosasysignos,cuandohablamos de las cosas, de tal modo hablamos que, a pesar de quealgunas pueden ser empleadas para ser signos de otra cosa, noembarace su dualidad el fin que nos propusimos de hablar primerode las cosas y despus de los signos. Retengamos en la memoriaque ahora se ha de considerar en las cosas lo que son, no lo que,aparte de s mismas, puedan significar.

    CAPTULO III

    Divisin de las cosas

    3.Unas cosas sirven para gozar de ellas, otras para usarlas y algunaspara gozarlas y usarlas. Aquellas con las que nos gozamos nos hacenfelices; las que usamos nos ayudan a tender hacia labienaventuranza y nos sirven como de apoyo para poder conseguiry unirnos a las que nos hacen felices. Nosotros, que gozamos yusamos, nos hallamos situados entre ambas; pero, si queremosgozar de las que debemos usar, trastornamos nuestro tenor de viday algunas veces tambin lo torcemos de tal modo que, atados por elamor de las cosas inferiores, nosretrasamos o nos alejamosde laposesin de aquellas que debamos gozar una vez obtenidas.

    CAPTULO IV

    Qu cosa sea gozar y usar

    4.Gozar es adherirse a una cosa por el amor de ella misma. Usar esemplear lo que est en uso para conseguir lo que se ama, si es quedebe ser amado. El uso ilcito ms bien debe llamarse abuso ocorruptela. Supongamos que somos peregrinos, que no podemosvivir sino en la patria, y que anhelamos, siendo miserables en laperegrinacin, terminar el infortunio y volver a la patria; para estosera necesario un vehculo terrestre o martimo, usando del cualpudiramos llegar a la patria, en la que nos habramos de gozar;mas si la amenidad del camino y el paseo en el carro nos deleitasetanto que nos entregsemos a gozar de las cosas que slo debimosutilizar, se vera que no querramos terminar pronto el viaje;

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    engolfados en una perversa molicie, enajenaramos la patria, cuyadulzura nos hara felices. De igual modo, siendo peregrinos que nosdirigimos a Dios en esta vida mortal6,si queremos volver a la patriadonde podemos ser bienaventurados, hemos de usar de estemundo, mas no gozarnos de l, a fin de que, por medio de las cosas

    creadas, contemplemos las invisibles de Dios7

    , es decir, para que,por medio de las cosas temporales, consigamos las espirituales yeternas.

    CAPTULO V

    DIOS ES LA TRINIDAD,OBJETO DEL QUE DEBEMOS GOZAR

    5.La cosa que se ha de gozar es el Padre, el Hijo y el Espritu Santo,es decir, la misma Trinidad. La nica y suprema cosa agradable atodos, si es que puede llamarse cosa, y no ms bien el principio de

    todas las cosas, si tambin puede llamarse principio. Porque no esfcil encontrar un nombre que pueda convenir a tanta grandeza porel que se denomine de manera adecuada a esta Trinidad, sinodiciendo que es un solo Dios de quien, por quien y en quien sontodas las cosas8. As el Padre, el Hijo y el Espritu Santo son, cadauno de ellos, Dios; y los tres, un solo Dios: asimismo, cada uno deellos es una esencia completa, y los tres juntos, una sola esencia. ElPadre no es Hijo ni Espritu Santo; el Hijo no es Padre ni EsprituSanto; el Espritu Santo no es Padre ni Hijo. El Padre es slo Padre, elHijo nicamente Hijo, y el Espritu Santo solamente Espritu Santo.

    Los tres tienen la misma eternidad, la misma inmutabilidad, lamisma majestad, el mismo poder. El Padre es la unidad, el Hijo laigualdad, el Espritu Santo la armona de la unidad y la igualdad;estas tres cosas son todas una por el Padre, iguales por el Hijo yarmnicas por el Espritu Santo.

    CAPTULO VI

    DE QU MODO ES DIOS INEFABLE

    6.Hemos hablado y pronunciado algo digno de Dios? Ciertamente

    conozco que no he dicho nada de lo que hubiera querido decir. Si lodije, esto no es lo que quise decir. Por qu medio conozco esto?Porque Dios es inefable; y si fuese inefable lo que fue dicho por m,no hubiera sido dicho por m. Tampoco debe denominarse a Diosinefable, pues, cuando esto se dice, algo se dice. No s qu lucha depalabras existe, porque si es inefable lo que no puede serexpresado, no ser inefable lo que puede llamarse inefable. Esta

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    los que piensan sobre esta misma vida de Dios. Y as cualquiera quesea la forma de cuerpo con que se le venga a su pensamiento, laconsideran que vive o no vive, y la que vive la anteponen a la que novive. Y respecto a esta misma forma viviente del cuerpo, por muchaque sea la luz con que brille, por grande que sea la magnitud con

    que sobresalga, por bella que sea la hermosura de que se adorne, laprefieren por su incomparable excelencia a la mole, la cual esvigorizada y animada por sta, pues una cosa es la mole y otra lavida con la cual comprenden se vigoriza. Luego continanexaminando la misma vida, y si la encuentran vegetando sin sentido,como es la del rbol, la posponen a la que siente, cual es la de lasbestias, y a sta anteponen la que entiende, cual es la del hombre.Pero, al verla mudable, se mueven a posponerla a la vidainmudable, la que no es una vez ignorante y otra sabia, sino que esla misma sabidura. La mente sabia, es decir, la que alcanz laSabidura, no era sabia antes de conseguirla; sin embargo, la mismaSabidura nunca fue necia y jams podr serlo. Si los hombres noalcanzasen a divisarla en modo alguno antepondran, con absolutaconfianza, la vida inmudablemente sabia a la vida del alma. Y es quea esta norma de verdad, de la que se sirven para proclamar a todoslos vientos que ella es la mejor, la ven inmudable, y no la ven enparte alguna, sino por encima de su naturaleza, puesto que ellos seven mudables,

    CAPTULO IX

    TODOS CONOCEN QUE LA SABIDURA INMUTABLE DEBE SER PREFERIDA A LAMUDABLE

    9.Nadie hay tan descarado y petulante que diga: De dndeconoces que la vida inmutable y sabia debe ser preferida a lamudable? Porque esto mismo que l interroga, de dnde lo s yo?Ordinaria e inmudablemente, es notorio a todos para sercontemplado. Y quien no vea esto es como un ciego ante el sol, aquien el fulgor de tan clara y presente luz, enviado a la cuenca desus ojos, de nada le sirve. El que ve y no obstante se ofusca, es quetiene enferma la mirada de la mente por la costumbre de lassombras carnales. Los hombres de perversas costumbres sonrechazados de la patria por vientos contrarios, al seguir unos bienesque son ms bajos y abyectos respecto de aquel que confiesan sermejor y ms excelente.

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    CAPTULO X

    PARA VER A DIOS DEBE SER PURIFICADA EL ALMA

    10.Por lo tanto, debiendo gozar de aquella verdad, que vive

    inmudablemente y por la cual el Dios Trinidad, autor y creador delmundo, cuida de las cosas que cre, debe ser purificada el alma, afin de que pueda contemplar aquella luz y adherirse a ella despusde contemplada. A esta purificacin la podemos considerar comocierto andar y navegar hacia la patria, pues no nos acercamos al queest presente en todos los sitios por movimientos corporales, sinopor la buena voluntad y las buenas costumbres.

    CAPTULO XI

    LA SABIDURA ENCARNADA,EJEMPLO DE LA PURIFICACIN DEL ALMA

    11.Esto no lo conseguiramos si la misma Sabidura no se hubieradignado adaptarse a nuestra no pequea flaqueza carnal, paradarnos ejemplo de vida, precisamente hacindose hombre, porquenosotros tambin somos hombres. Como obramos sabiamentenosotros cuando nos acercamos a ella, cuando ella viene a nosotros,los hombres soberbios creen que lo hizo por necesidad. Mas porqueconvalecemos cuando nosotros nos acercamos a ella, cuando ella seacerca a nosotros, la juzgamos como debilidad. Pero lo necio deDios es ms sabio que los hombres, y lo flaco de Dios es ms fuerte

    que los hombres9

    . Luego siendo ella la patria, se hizo tambin elcamino para llevarnos a la patria.

    CAPTULO XII

    DE QU MODO LA SABIDURA DE DIOS VIENE A NOSOTROS

    Estando presente en todas las partes al ojo interior puro y sano, sedign aparecer a los ojos carnales de aquellos que tienen su vistainterior impura y enferma. Como el mundo, por medio de susabidura, no poda conocer a Dios en la Sabidura de Dios, agrad al

    Seor por la locura de la predicacin salvar a los creyentes10.

    12.Cuando se dice que vino a nosotros la Sabidura de Dios, se da aentender que no vino recorriendo espacios locales, sinoaparecindose a los hombres en carne mortal. Vino all dondeestaba, porque estaba en el mundo que fue hecho por ella. Mascomo los hombres, formados a imagen del mundo, y, por tanto,

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    llamados convenientemente con el nombre de mundo, seentregaron, arrastrados por la concupiscencia, al gozo de la criaturaposponiendo al Creador, no la conocieron. Por eso dijo elevangelistay el mundo no le conoci11.En conclusin, el mundo, enla Sabidura de Dios, no poda conocer a Dios por la humana

    sabidura. Luego por qu vino si ya estaba aqu? Slo porqueagrad a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicacin.

    CAPTULO XIII

    EL VERBO SE HIZO CARNE

    Cmo vino? Hacindose el Verbo carne y habitando entrenosotros12.As como al hablar el sonido se hace palabra de lo quellevamos en el corazn, a fin de que lo que llevamos en el almapenetre en el odo del que oye, lo que llamamos lenguaje, sin que

    nuestro pensamiento se convierta en este sonido, sino quepermaneciendo ntegro en s, toma, sin menoscabo de algn cambiopropio, la forma de voz, mediante la cual penetra en los odos.Igualmente la palabra de Dios sin mudanza se hizo carne y habitentre nosotros.

    CAPTULO XIV

    DE CMO SANA AL HOMBRE LA SABIDURA DE DIOS

    13.Como la cura es el medio para sanar, as este remedio, es decir,la Sabidura de Dios, tom a los pecadores para sanarlos yrestablecerlos. Y como el mdico cuando venda la herida no lo hacedesaliadamente, sino con todo cuidado para que a la utilidad delvendaje acompae tambin cierta hermosura, igualmente lamedicina de la sabidura se acomoda a nuestras heridas por la tomadel hombre, curando algunas veces por medio de cosas opuestas yotras por semejantes. As como el que cura las heridas del cuerpounas veces aplica remedios opuestos, lo fro a lo clido, a lo seco lo

    hmedo, y as de este modo; y otras se vale de los remedios que sonsemejantes y, por lo tanto, usa un paito redondo para una heridaredonda, o un retazo alargado para una herida alargada, y aun noemplea la misma ligadura para todos los miembros, sino que adaptala semejante a los semejantes, as la Sabidura de Dios, para curar alhombre, se present ella misma con el fin de sanarlo; ella es elmdico y la medicina. Y como el hombre cay por la soberbia,

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    cuerpo mortal, sino en cuanto que es superior a las bestias por laexcelencia del alma racional. Aqu se suscita la gran cuestin, si elhombre debe gozar de s mismo, o usar; o si gozar y usar. Se nos hadado un precepto de amarnos unos a otros. Pero se pregunta: Sedebe amar al hombre por causa del hombre o por otra cosa

    distinta? Si se le ama por l, es gozar; si se le ama por otro motivo,es usar de l. A m me parece que debe ser amado por otro motivo,pues lo que debe amarse por s mismo constituye en s mismo lavida bienaventurada, la cual, aunque todava no la poseemos, sinembargo, su esperanza nos consuela en esta vida.Maldito,dice laEscritura, el que pone la esperanza en el hombre18.

    21.Es ms, si bien se considera, ni aun de s mismo debe gozar elhombre, porque nadie debe amarse a s mismo por s mismo, sinopor aquel de quien debe gozar. Entonces es el hombre perfecto,cuando dirige toda su vida hacia la vida inmudable, unindose a ellacon todo su afecto. Si se ama a s mismo por s mismo, no seencamina hacia Dios, pues dirigido a s propio, se aleja de loinmudable. Y, por tanto, ya goza de s con algn defecto, pues mejores el hombre cuando enteramente se une y se abraza con el bieninmudable, que cuando se aleja de l para volverse a s mismo.Luego si a ti mismo no te debes amar por ti mismo, sino por aquelque es el rectsimo fin de tu amor, no arda en clera ningn otrohombre porque tambin le amas a l, no por l, sino por Dios. Diosha establecido esta regla de amor:Amarsdijo a tu prjimocomo a ti mismo; pero a Dios, con todo tu corazn, con toda tu

    alma, con todo tu entendimiento19

    , a fin de que dirijas todos tuspensamientos, toda tu vida, toda tu mente hacia aquel de quienrecibiste las mismas cosas que le consagras. Cuando dice: Con tucorazn, con toda tu alma, con todo el entendimiento, ningunaparte de nuestra vida omite que deba eximirse de cumplir estedeber para entregarse al gozo de otra distinta, sino que manda quetodo lo que fuera de Dios se presente al alma para ser amado, seacomo arrastrado hacia el bien adonde se dirige todo el mpetu delamor. Cualquiera que ama rectamente a su prjimo ha de procurarque tambin ste ame a Dios con todo el corazn, con toda el alma

    y con toda la mente; de este modo, amndole como a s mismo,todo su amor y el del prjimo lo encamina al amor de Dios, cuyoamor no permite que nazca de l algn arroyuelo que disminuya elcaudal por tal filtracin.

    CAPTULO XXIII

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    EL HOMBRE NO NECESITA PRECEPTO PARA AMARSE A S MISMO Y A SU CUERPO .PERVERSO AMOR DE S MISMO

    22.No todas las cosas de las que hemos de usar deben amarse, sinonicamente aquellas que, o se encaminan a Dios como son el

    hombre y el ngel, o se relacionan con nosotros y necesitan denuestro apoyo para conseguir el beneficio de Dios, como es nuestrocuerpo. Porque ciertamente los mrtires no amaron el crimen desus perseguidores, pero usaron de l para conseguir el gozo conDios. Cuatro son los gneros de cosas que han de amarse: uno, elque est sobre nosotros; otro, nosotros; el tercero, lo que se halla

    junto a nosotros; y el cuarto, lo que es inferior a nosotros. Sobre elsegundo y cuarto no era necesario se diesen preceptos. Pues, pormucho que el hombre se aparte de la verdad, siempre le queda elamor de s mismo y el de su cuerpo; porque el alma que huye de laluz inmutable que reina sobre todos los seres, lo hace para imperaren s misma y en su cuerpo y, por lo tanto, no puede menos deamarse a s misma y a su mismo cuerpo.

    23.Juzga el hombre que ha conseguido un gran triunfo si logradominar a sus compaeros, es decir, a otros hombres; porque esinnato al alma viciosa apetecer de extraordinaria manera y exigircomo cosa debida, lo que propiamente se debe al nico Dios. Talamor de s mismo mejor se llama odio. Es inicuo querer que lesirvan las cosas que son inferiores al hombre, no queriendo l servira lo que le es superior; por esto se dijo:El que ama la iniquidad,

    odia su alma20

    ;y de aqu proviene que el alma se debilita y enferma,y es atormentada por el cuerpo mortal, porque es necesario que leame y sufra las consecuencias de su corrupcin. La inmortalidad y laincorruptibilidad del cuerpo se originan de la sanidad del alma, massta consiste en unirse firmsimamente al bien ms perfecto, esdecir, a Dios inmudable. Cuando el hombre intenta dominar a losque son por naturaleza iguales a l, es decir, a los hombres, estoconstituye una soberbia absolutamente intolerable.

    CAPTULO XXIV

    NADIE ABORRECE A SU CARNE,NI LOS QUE LA MORTIFICAN

    24.Nadie se aborrece a s mismo. Jams se suscit esta cuestin consecta alguna. Nadie odia a su cuerpo porque es cierto lo que dice elApstol: Ninguno tuvo jams odio a su carne21.Lo que no pocosdicen que quisieran carecer enteramente de cuerpo, por completose engaan, pues lo que odian no es su cuerpo, sino su peso y su

    http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_1_note.htm#_ftn20http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_1_note.htm#_ftn20http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_1_note.htm#_ftn20http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_1_note.htm#_ftn21http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_1_note.htm#_ftn21http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_1_note.htm#_ftn21http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_1_note.htm#_ftn20
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    corrupcin. Desean carecer no de cuerpo, sino tenerle incorrupto yligero, pero juzgan que no sera cuerpo si fuese tal, porque esto esel alma. Los que parece que aborrecen sus cuerpos por afligirlos conciertos trabajos y ayunos, al ejecutarlo con rectitud, no lo hacenpara desprenderse de l, sino para tenerle sujeto y preparado para

    las obras necesarias. Pretenden, pues, por esta milicia trabajosa delcuerpo, apagar las concupiscencias, de las cuales abusa su cuerpo,es decir, las inclinaciones y malas costumbres del alma, que lainclinan a gozar las cosas abyectas. Por tanto, no se pretendequitarle la vida, sino cuidar de su salud.

    25.Los que ejecutan esto con perversidad declaran guerra a sucuerpo como si fuese un natural enemigo, engandose en lo queleen:La carne apetece contra el espritu y el espritu contra la carne,estos dos seres son mutuamente contrarios22. Se dice esto por laindmita costumbre carnal contra la cual lucha el espritu, no paradestruir el cuerpo sino para que, dominada la concupiscencia de l,es decir, la perversa costumbre, quede sometido al espritu, como lopide el orden de la naturaleza. Despus de la resurreccin tendrlugar esto, de suerte que gozar el cuerpo de un vigor absoluto y deuna paz suma, estando sometido inmortalmente al espritu; por lotanto, se ha de procurar que esto tambin tenga lugar en la vidapresente, para que la inclinacin de la carne se mude en mejor y asno se oponga al espritu con movimientos desordenados. Hastatanto no se logre esto, la carne apetece contra el espritu. El esprituno se opone a la carne por el aborrecimiento que a ella le tenga,

    sino por el dominio, porque cuanto ms la ama tanto ms la quieretener sometida a l, que es mejor que ella. Tampoco la carne seenfrenta al espritu por aborrecimiento, sino por la inclinacininveterada de la mala costumbre, heredada de nuestros primerospadres, que se ha arraigado en ella como ley de la naturaleza. Luegolo que hace el espritu domando la carne es romper los lazos de lamala costumbre y establecer la paz de una buena amistad. Contodo, ni los que detestan sus cuerpos, engaados con una falsaopinin, estaran prontos a perder un ojo, aun sin sentir dolor, yaunque les quedase en el otro tanta perspicacia cuanta tenan con

    ambos; a no ser que a ello les obligue otra cosa que debiera serantepuesta. Con este ejemplo y otros parecidos, se demuestra a losque buscan la verdad sin pertinacia, lo cierta que es la sentenciaapostlica que dice: Nadie aborreci jams a su carne, a la queaade:Sino que la alimenta y abriga como Jesucristo a su Iglesia23.

    CAPTULO XXV

    http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_1_note.htm#_ftn22http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_1_note.htm#_ftn22http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_1_note.htm#_ftn22http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_1_note.htm#_ftn23http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_1_note.htm#_ftn23http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_1_note.htm#_ftn23http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_1_note.htm#_ftn23http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_1_note.htm#_ftn22
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    escribirseamars al prjimo como a ti mismono deja de intimarseal mismo tiempo el amor que cada uno debe tenerse a s mismo.

    CAPTULO XXVII

    ORDEN DEL AMOR

    28. Vive justa y santamente el que estime en su valor todas lascosas. ste ser el que tenga el amor ordenado de suerte que niame lo que no deba amarse, ni deje de amar lo que debe seramado, ni ame ms lo que se debe amar menos, ni ame conigualdad lo que exige ms o menos amor, ni ame, por fin, menos oms lo que por igual debe amarse. Ningn pecador debe ser amadoen cuanto es pecador. A todo hombre, en cuanto hombre, se ledebe amar por Dios y a Dios por s mismo. Y como Dios debe seramado ms que todos los hombres, cada uno debe amar a Dios ms

    que a s mismo. Tambin se debe amar a otro hombre ms que anuestro cuerpo; porque todas las cosas se han de amar por Dios y elhombre extrao a nosotros puede gozar de Dios con nosotros, loque no es capaz nuestro cuerpo que vive del alma con la quegozaremos de Dios.

    CAPTULO XXVIII

    AQUIN SE DEBE SOCORRER CUANDO NO SE PUEDE A TODOS,NI A DOS

    29.Todos deben ser amados igualmente, pero cuando no se puedesocorrer a todos, ante todo se ha de mirar por el bien de aquellosque, conforme a las circunstancias de lugares y tiempos de cadacosa, se hallan ms unidos a ti como por una especie de suerte. Ascomo abundando t en algo que debieras repartir entre los que notienen nada, y acercndose dos de los cuales ni uno ni otro, o por laindigencia o por la necesidad, se hallasen en distinto nivel demiseria, sin poder socorrer a los dos, no haras en esta ocasin cosams justa que echar a suertes, para dar a uno lo que no puedes dara los dos; as tambin, cuando no puedas favorecer a todos loshombres, se ha de considerar como suerte la mayor o menor

    conexin que tuviesen contigo.

    CAPTULO XXIX

    DEBEMOS DESEAR Y PROCURAR QUE TODOS AMEN A DIOS

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    30.De todos los que pueden gozar de Dios con nosotros, amamos aunos a quienes favorecemos; amamos a otros que nos favorecen;amamos a algunos de quienes necesitamos auxilio y al mismotiempo atendemos a su indigencia; amamos, por fin, a otros aquienes no somos de ninguna utilidad, ni tampoco la esperamos de

    ellos. Pero debemos querer que todos amen a Dios con nosotros, yordenar a este nico fin todo el bien que les hacemos o que ellosnos hacen. Si en los escenarios de la maldad, el que ama a un grancmico se llena de tan inmenso gozo por la destreza de l, que amatambin a todos los que con l le admiran, y los ama no por ellos,sino por el cmico a quien juntos aman; y cuanto es ms ferviente elamor que le tiene, tanto ms procura por distintas maneras que seaamado de muchos y tanto ms desea darle a conocer a cuantospudiere; y al que ve indiferente, intenta cuanto puede excitarle alamor con alabanzas al cmico; pero, si halla que alguno le espositivamente contrario, aborrece en l el aborrecimiento que tienea su apasionado y procura e intenta por todos los medios arrancarleesta aversin. Qu no debemos ejecutar nosotros en la comunidaddel amor a Dios, en cuyo gozo consiste la bienaventuranza y dequien todos los que le aman han recibido el ser y el mismo amorque le tienen; de quien no tememos que, conocido, puedadesagradar a ninguno; y que si quiere ser amado no es para que sele d algo, sino para dar a los que le aman el premio eterno, esdecir, la posesin y gozo del mismo Dios? De aqu se deduce quehemos de amar aun a nuestros enemigos, porque no tememos quepuedan quitarnos el bien que amamos; antes bien, nos

    compadecemos de ellos porque, cuanto ms nos odian, tanto msse alejan del bien que amamos. Si volvieren a l, le amaran como abien que da la bienaventuranza, y necesariamente nos amarancomo compaeros participantes con ellos del bien infinito.

    CAPTULO XXX

    TODOS LOS HOMBRES Y LOS NGELES SON NUESTROS PRJIMOS

    31.Se presenta aqu no pequea cuestin sobre los ngeles. Ellosson bienaventurados gozando ya de aquel bien que nosotrosanhelamos gozar. Y lo poquito que en esta vida gozamos nosotroscomo por espejo o enigma26, nos hace soportar con mayortolerancia esta nuestra peregrinacin hacia l, y ms ardientementedeseamos acabarla. No se pregunta sin fundamento si aquellos dospreceptos del amor alcanzan tambin a los ngeles. Porque el quemand a los hombres amar al prjimo, no excluy a ninguno de loshombres de esta ley, como el mismo Seor lo demostr en el

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    evangelio y tambin el apstol San Pablo. Pues como aquel a quienpropuso el Seor dichos preceptos, aadiendo que en ellos seencerraba toda la ley y los profetas, interrogase al Seordiciendoquin es mi prjimo,le propuso la parbola de un hombreque, bajando de Jerusaln a Jeric, cay en manos de unos

    ladrones, que habindole robado y herido gravemente le dejaronall medio muerto. El Seor le ense que el prjimo era aquel quese par ante el herido y us de misericordia con l, reanimndole ycurndole; lo que tambin confes el que haba preguntado. A stedijo el Seor: Anda y haz t lo mismo27,para que entendiramosque nuestro prjimo es aquel con quien hemos de ejercitar lamisericordia, si la necesita, o con quien debiramos ejercitarla si lanecesitara. De donde se infiere, que tambin es nuestro prjimoaquel que recprocamente debe ejecutar esto con nosotros. Elnombre de prjimo indica relacin y nadie puede ser prjimo sinode su prjimo. Quin no ve que a ninguno se excluye del preceptoy a nadie se niega el deber que exige la misericordia, cuando elmandato se extiende hasta los enemigos, segn lo dijo elSeor:Amad a vuestros enemigos y haced bien a los que osaborrecen?28

    32.Esto mismo ensea el apstol San Pablo cuando dice: Noadulterars, no cometers homicidio, no hurtars, no codiciars, y,si existe otro mandato, se encierra en esta sentencia: Amars a tu

    prjimo como a ti mismo. Pues el amor del prjimo no ejecuta malalguno29.Luego cualquiera que piense que el Apstol no dio aqu el

    precepto para todos los hombres, se ver obligado a confesar loms absurdo y abominable que existe, que San Pablo no reput porpecado que alguno adulterase con la mujer de uno que no fuesecristiano o de un enemigo; o que le matase o codiciase sus bienes; ysi esto es una locura, es evidente que a todo hombre se le ha decontar como prjimo, puesto que no se ha de inferir mal a nadie.

    33. Si con razn se llama prjimo a quien debemos prestar o dequien debemos recibir el ministerio de la misericordia, es claro queen este precepto por el que se nos ordena que amemos al prjimoestn incluidos los santos ngeles, de quienes recibimos tantosfavores, como es fcil advertir en infinitos pasajes de la divinaEscritura. De ah que tambin el mismo Seor y Dios nuestro quisollamarse nuestro prjimo, pues Jesucristo nuestro Seor sesimboliz en el que socorri al hombre tendido en el camino,herido, semivivo y abandonado por los ladrones. Asimismo elprofeta dice en su oracincomo prjimo y hermano nuestro as mecomplaca30. Pero como la naturaleza divina es infinitamente

    http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_1_note.htm#_ftn27http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_1_note.htm#_ftn27http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_1_note.htm#_ftn28http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_1_note.htm#_ftn28http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_1_note.htm#_ftn28http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_1_note.htm#_ftn29http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_1_note.htm#_ftn29http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_1_note.htm#_ftn30http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_1_note.htm#_ftn30http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_1_note.htm#_ftn30http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_1_note.htm#_ftn29http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_1_note.htm#_ftn28http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_1_note.htm#_ftn27
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    superior a la nuestra, por eso el precepto del amor a Dios es dist intodel amor al prjimo. l nos ofrece su misericordia por sola subondad; nosotros nos ayudamos mutuamente puesta la mirada enl; es decir, Dios se apiada de nosotros para que le gocemos,nosotros nos apiadamos mutuamente para gozarle.

    CAPTULO XXXI

    DIOS USA,NO GOZA DE NOSOTROS

    34. An no es claro el decir que gozamos de una cosa cuando laamamos por s misma, y que solamente debemos gozar de ellacuando nos hace bienaventurados; y que de las otras usamos.Porque Dios nos ama, sin duda; y este amor de l para con nosotrosnos lo recomienda no pocas veces la divina Escritura. Luego, dequ modo nos ama? Para usar o para gozar de nosotros? Si para

    gozar de nosotros, entonces necesita de nuestra bondad, lo quenadie dir que est en su sano juicio. Todo bien nuestro o es l, oprocede de l. Quin puede dudar, o a quien le est oculto que laluz no necesita del esplendor de las cosas que ella ilumina? Esto lodeclara el profeta con toda evidencia: Yo dije al Seor, t eres miDios, porque no necesitas mis bienes31.Dios, pues, no goza, sino usade nosotros. Si Dios no goza ni usa de nosotros, no encuentro dequ modo nos ama.

    CAPTULO XXXII

    DE QU MODO USA DIOS DEL HOMBRE

    35.Dios no usa de nosotros como usamos nosotros de las criaturas.El uso que hacemos nosotros lo referimos a gozar de la bondad deDios; pero el que hace Dios de nosotros lo refiere a su mismabondad. Nosotros existimos porque Dios es bueno, y en cuantoexistimos, somos buenos. An ms, por ser justo l, no somos malosimpunemente, y en cuanto somos malos, en tanto menos sertenemos. Slo tiene el ser sumo y primero el que es totalmenteinmudable y que con toda verdad pudo decir:Yo soy el que soy. Les

    dirs: El que es me ha enviado a vosotros32.Por lo tanto, todas lascosas que existen, no podran existir a no ser por l; y en tanto sonbuenas en cuanto que recibieron el ser. Luego aquel uso que se dicehace Dios de nosotros no se ordena a su utilidad, sino a la nuestra, ysu fin es su bondad. Cuando usamos de misericordia nosotrosmirando por el bien de alguno, lo hacemos para su utilidad y a staatendemos en tal circunstancia: pero, no s cmo, tambin se sigue

    http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_1_note.htm#_ftn31http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_1_note.htm#_ftn31http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_1_note.htm#_ftn31http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_1_note.htm#_ftn32http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_1_note.htm#_ftn32http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_1_note.htm#_ftn32http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_1_note.htm#_ftn32http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_1_note.htm#_ftn31
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    la nuestra, puesto que Dios no deja sin recompensa la misericordiaque consagramos al indigente. Esta gratificacin es la mayor, puesconsiste en que gocemos de l, y todos los que gocemos de lgozaremos en el mismo Dios unos de otros.

    CAPTULO XXXIII

    DE QU MODO SE HA DE GOZAR DE LOS HOMBRES

    36.Si el gozo mutuo descansara en nosotros colocando la esperanzade la felicidad en el hombre o en el ngel, nos quedaramosatascados en el camino. Y esto es lo que el hombre y el ngelsoberbios quieren adjudicarse, alegrndose cuando alguno pone suesperanza en ellos. El hombre santo y el santo ngel, cuando nosven fatigados y deseosos de reposar y detenernos en ellos, ms biennos confortan o con el caudal que han recibido para emplearlo en

    nosotros, o con el que tienen para s, pero tambin recibido. Y a losconfortados as, los obligan a continuar el camino hacia el bien, adonde, llegando, seremos felices gozando con ellos. Por eso dice elApstol: Acaso fue Pablo crucificado por vosotros, o habis sidobautizados en nombre de Pablo?33Ni el que planta es algo, ni el queriega, sino slo Dios que da el crecimiento34. Tambin el ngel aquien adoraba un hombre, dice: No me adores a m, adora ms biena Dios, porque yo tambin estoy debajo de l, y ambos somos sussiervos35.

    37.Cuando gozas del hombre en Dios, ms bien gozas de Dios quedel hombre, porque gozas del bien por el que llegars a ser feliz; yte alegrars de haber llegado a l, porque es el objeto en quienpusiste la esperanza para venir. Por eso san Pablo dice aFilemn:Hermano, yo gozo de ti en el Seor36.Si no hubieseaadido en el Seor, sino que slo hubiese dicho,gozo de ti,en lhubiera puesto la esperanza de su felicidad. Aunque tambin demodo parecido se dice gozar, en el sentido de usar con delectacin.Porque, cuando se halla presente lo que se ama, es preciso quetraiga consigo la delectacin, pero si pasando por alto no te fijas enella y la encaminas a donde ha de permanecer para siempre,entonces usas de ella, y slo diras abusiva, no propiamente quegozas de ella. Si te juntas y permaneces en ella poniendo ah el finde tu alegra, entonces con propiedad se dir que gozas de ella, locual no debe hacerse, sino con la Trinidad, es decir, con el sumo einmudable Bien.

    CAPTULO XXXIV

    http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_1_note.htm#_ftn33http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_1_note.htm#_ftn33http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_1_note.htm#_ftn33http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_1_note.htm#_ftn34http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_1_note.htm#_ftn34http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_1_note.htm#_ftn35http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_1_note.htm#_ftn35http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_1_note.htm#_ftn35http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_1_note.htm#_ftn36http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_1_note.htm#_ftn36http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_1_note.htm#_ftn36http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_1_note.htm#_ftn36http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_1_note.htm#_ftn35http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_1_note.htm#_ftn34http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_1_note.htm#_ftn33
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    EL CAMINO POR EXCELENCIA PARA IR A DIOS ES CRISTO

    38.Observa cmo habindose humanado para habitar entrenosotros37la misma verdad y verbo divino, por quien fueron hechastodas las cosas, no obstante dice el Apstol: Si conocimos a Cristo

    segn la carne, ahora ya no le conocemos as38

    .En efecto, el mismoque no slo quiso darse en herencia de los que llegan a l, sinotambin ser el camino para los que emprenden las sendas queconducen a Dios, ese mismo quiso tomar nuestra carne; a lo cualalude aquella sentencia:El Seor me cre en el principio de suscaminos39, dando a entender que los que quisieran llegar a Dioshabran de comenzar por Cristo. Pero aunque el Apstol an sehallaba en camino hacia la patria, y llamado por Dios segua hacia elpremio de la felicidad eterna, sin embargo, olvidando las cosas quequedan atrs y puesta su consideracin en las que estabandelante40,haba pasado el principio de aquellos caminos, es decir,ya no necesitaba de aquel conocimiento por donde han decomenzar y emprender el camino todos los que desean allegarse ala verdad y permanecer en la vida eterna. Porque dijo el Seor:Yosoy el camino, la verdad y la vida41;es decir, yo soy por donde se va,a donde se llega y en donde se permanece. Cuando se llega a l,tambin se llega al Padre; pues por el igual se conoce al igual,enlazndonos y unindonos el Espritu Santo de modo que podamospermanecer en el sumo e inmutable Bien. De donde se infiere, queninguna cosa nos debe detener en el camino, ya que el mismoSeor, en cuanto se dign ser nuestro camino, no quiso detenernos,

    sino que passemos por l hacia adelante, para que no nosapegsemos sin solidez an a las cosas temporales que l hizo y uspara nuestra salud, sino que ms bien pasemos gozosos corriendopor ellas, para que merezcamos ser transportados y conducidos enhombros hasta aquel que libert a nuestra naturaleza de las cosascorporales y la coloc a la diestra del Padre,

    CAPTULO XXXV

    EL AMOR DE DIOS Y DEL PRJIMO ES LA ESENCIA Y EL FIN DE LA ESCRITURA

    39. El compendio de todo lo expuesto desde que comenzamos atratar de los objetos o cosas, es entender que la esencia y el fin detoda la divina Escritura es el amor42de la cosaque hemos de gozar yde lacosa que con nosotros puede gozar de ella, pues, para quecada uno se ame a s mismo, no hubo necesidad de precepto. Paraque conocisemos esto y lo ejecutsemos, se hizo por la divinaprovidencia, para nuestra salud eterna, toda la dispensacin

    http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_1_note.htm#_ftn37http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_1_note.htm#_ftn37http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_1_note.htm#_ftn37http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_1_note.htm#_ftn38http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_1_note.htm#_ftn38http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_1_note.htm#_ftn38http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_1_note.htm#_ftn39http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_1_note.htm#_ftn39http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_1_note.htm#_ftn39http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_1_note.htm#_ftn40http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_1_note.htm#_ftn40http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_1_note.htm#_ftn40http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_1_note.htm#_ftn41http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_1_note.htm#_ftn41http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_1_note.htm#_ftn42http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_1_note.htm#_ftn42http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_1_note.htm#_ftn42http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_1_note.htm#_ftn42http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_1_note.htm#_ftn41http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_1_note.htm#_ftn40http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_1_note.htm#_ftn39http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_1_note.htm#_ftn38http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_1_note.htm#_ftn37
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    temporal de la cual debemos usar, no con cierto gozo y amorpermanente y final en ella, sino ms bien pasajero, es decir, que laamemos como amamos la va, el vehculo u otra clase de medios, sipuede expresarse con palabras ms propias; de modo que amemoslas cosas que nos llevan al ltimo fin por aquel ltimo fin a donde

    nos llevan.

    CAPTULO XXXVI

    LA INTERPRETACIN IMPERFECTA DE LA ESCRITURA NO ES FALSA NIPERNICIOSAMENTE ENGAOSA, SI ES TIL PARA EDIFICAR LA CARIDAD. SINEMBARGO,DEBE CORREGIRSE AL INTRPRETE QUE DE ESTE MODO SE ENGAA

    40.El que juzga haber entendido las divinas escrituras o algunaparte de ellas, y con esta inteligencia no edifica este doble amor deDios y del prjimo, an no las entendi. Pero quien hubiera

    deducido de ellas una sentencia til para edificar la doble caridad,aunque no diga lo que se demuestra haber sentido en aquel pasajeel que la escribi, ni se engaa con perjuicio ni miente. En el quemiente, hay una voluntad de decir lo que es falso; por esoencontramos a muchos que quieren mentir, pero que quiera serengaado, a ninguno. Y como el mentir lo hace el hombre asabiendas, y el ser engaado lo sufre ignorndolo, se ve a la leguaque en una y misma cosa es mejor el que es engaado que el queengaa, pues siempre es mejor padecer una injusticia que hacerla; ytodo el que miente comete una injusticia. Si a alguno le parece que

    alguna vez es til la mentira, podr tambin parecerle que es tilalguna vez la injusticia. Todo el que miente, en eso mismo es infielal que miente, pero desea que, a quien minti, le tenga fe, noobstante que l, mintiendo, no se la guarda; por eso, todo violadorde la fe es injusto. Luego o la injusticia es alguna vez til, lo cual esimposible, o la mentira no es til jams.

    41.Todo el que entiende en las Escrituras otra cosa distinta a la queentendi el escritor, se engaa sin mentir ellas. Mas, como dije alprincipio, si se engaa en su parecer, pero no obstante en aquellasentencia edifica la caridad, la cual es el fin del mandato, se engaacomo el caminante que abandon por equivocacin el camino ymarcha a campo traviesa viniendo a parar a donde tambin leconduca el camino. Sin embargo, se le debe corregir y demostrarcuan til es no abandonar el camino, no sea que, por la costumbrede desviarse, se vea obligado a seguir otro rumbo alejado u opuestoa la verdad.

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    CAPTULO XXXVII

    DEL GRAN PELIGRO QUE HAY EN ESTA VICIOSA INTERPRETACIN

    Si alguno afirma temerariamente lo que no dice el autor a quien lee,

    incurrir muchas veces en distinta sentencia que no podrconcordar con la del autor; y si concede que es verdadera y cierta ladivina Escritura, no podr ser verdadero lo que l afirmaba; y no scmo vendr a suceder que, amando su propia sentencia, comiencea ser ofensor de la divina Escritura antes que reprensor de s mismo.Si a ese mal se le permite insinuarse en el alma, llegar a pervertirla.Por la fe caminamos a Dios, no por la visin de la verdad 43. Setambalear la fe si comienza a vacilar la autoridad de la divinaEscritura, y, si se tambalea la fe, la caridad languidece. Todo el quese aparta de la fe se aleja de la caridad; porque no puede amar loque no cree que existe. Pero, si cree y ama obrando bien ysometindose a los preceptos de las buenas costumbres, llega atener esperanza de conseguir lo que ama. Tres cosas, la fe, laesperanza y la caridad, son las que encierra toda ciencia y profeca.

    CAPTULO XXXVIII

    LA CARIDAD SIEMPRE PERMANECE

    42.A la fe, suceder la visin que contemplaremos en la vida futura;a la esperanza, suceder la posesin de la misma felicidad a la que

    llegaremos; la caridad, aunque cesen all la fe y la esperanza, msbien aumentar. Si creyendo amamos lo que an no vemos, cuntoms lo amaremos cuando lo comencemos a ver! Y, si esperandoamamos lo que an no hemos llegado a alcanzar, cunto ms loamaremos cuando lo poseamos! Entre lo temporal y lo eterno hayesta diferencia: Que todo lo temporal se ama ms antes deposeerse, y despus de posedo se desprecia, pues no sacia el alma,para la que lo eterno es el verdadero y seguro descanso. Lo eternose ama con ms intensidad cuando es posedo que cuando se desea,porque a nadie que lo desea se le concede apreciar en ms lodeseado, que lo que ello es en s mismo; de suerte que puedadespreciarlo por encontrarlo inferior; antes bien, por mucho quealguno imagine sea lo eterno, hallar que es mucho ms cuando loalcanc.

    CAPTULO XXXIX

    http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_1_note.htm#_ftn43http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_1_note.htm#_ftn43http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_1_note.htm#_ftn43
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    NOTAS

    1 Mt 13,12

    2 Mt 14,17-21; 15,34-38

    3 Ex 15,23

    4 Gn 28,11

    5 Gn 22,13

    6 2Co 5,6

    7 Rm 1,20

    8 Rm 11,36

    9 1Co 1,25

    10 1Co 1,21

    11 Jn 1,10

    12 Jn 1,14

    13 Ef 1,23

    14 Rm 12,4

    15 Ef 5,23-32

    16 Mt 16,19

    17 1Co 15,50.53

    18 Jr 17,5

    19 Lv 19,18

    20 Sal 10,6

    21 Ef 5,29

    22 Ga 5,17

    23 Ef 5,29

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    24 Mt 22,37-40

    25 1Tm 1,5

    26 1Co 13,12

    27 Lc 10, 27.37

    28 Mt 5,44

    29 Rm 13,9-10

    30 Sal 37,14

    31 Sal 15,2

    32 Ex 3,14

    33 1Co 1,13

    34 1Co 3,7

    35 Ap 19,10

    36 Flm 20

    37 Jn 3,3.14

    38 2Co 5.16

    39 Pr 8,22

    40 Flp 3,12-14

    41 Jn 14,6

    42 Rm 13,19 y 1Tm 1,5

    43 2Co 5,7

    44 1Co 13,8

    45 1 Co 13,10

    46 1Co 13,8.13

    47 1 Tm 1,5

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    LIBRO II

    CAPTULO I

    QU ES Y DE CUNTAS MANERAS ES EL SIGNO

    1.Al escribir el libro anterior sobre las cosas, procur prevenir queno se atendiese en ellas sino lo que son, prescindiendo de que,

    adems, puedan significar alguna otra cosa distinta de ellas. Ahora,al tratar de lossignos,advierto que nadie atienda a lo que en s son,sino nicamente a que son signos, es decir, a lo que simbolizan. Elsigno es toda cosa que, adems de la fisonoma que en s tiene ypresenta a nuestros sentidos, hace que nos venga al pensamientootra cosa distinta. As, cuando vemos una huella, pensamos quepas un animal que la imprimi; al ver el humo, conocemos quedebajo hay fuego; al or la voz de un animal, nos damos cuenta de laafeccin de su nimo; cuando suena la corneta, saben los soldadossi deben avanzar o retirarse o hacer otro movimiento que exige la

    batalla.

    2.Lossignos,unos son naturales, y otros instituidos por loshombres. Los naturales son aquellos que, sin eleccin ni deseoalguno, hacen que se conozca mediante ellos otra cosa fuera de loque en s son. El humo es seal de fuego, sin que l quierasignificarlo; nosotros, con la observacin y la experiencia de lascosas comprobadas, reconocemos que en tal lugar hay fuego,aunque all nicamente aparezca el humo. A este gnero de signospertenece la huella impresa del animal que pasa; lo mismo que elrostro airado o triste demuestra la afeccin del alma, aunque no

    quisiera significarlo el que se halla airado o triste; como tambincualquier otro movimiento del alma que, saliendo fuera, semanifiesta en la cara, aunque no hagamos nosotros para que semanifieste. No es mi idea tratar ahora de este gnerodesignos;como pertenecen a la divisin que hemos hecho, ni pudeen absoluto pasarlos por alto, pero es suficiente lo que hasta aqu sedijo de ellos.

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    principales para dar a conocer todos los pensamientos del alma,siempre que cada uno quiera manifestarlos. El Seor dio un signodel olfato con el olor del ungento derramado en sus pies 1. Alsentido del gusto tambin le dio un signo con el sacramento de sucuerpo y sangre comido por l de antemano, con el cual signific lo

    que quiso hicieran sus discpulos2

    . Tambin al sentido del tacto ledio un signo, cuando la mujer, tocando la orla de su vestidura,recibi la salud3.Pero la innumerable multitud de signos con que loshombres declaran sus pensamientos se funda en las palabras, puestoda esta clase de signos que por encima he sealado los pude dar aconocer con palabras, pero de ningn modo podra dar a entenderlas palabras con aquellos signos.

    CAPTULO IV

    ORIGEN DE LAS LETRAS

    5.Como las palabras pasan herido el aire y no duran ms tiempo delque estn sonando, se inventaron letras, que son signos de laspalabras. De este modo, las voces se manifiestan a los ojos, no por smismas, sino por estos sus signos propios. Estos signos no pudieronser comunes a todos los pueblos a causa de aquel pecado desoberbia que motiv la disensin entre los hombres queriendo cadauno de ellos usurpar para s el dominio. De esta soberbia es signoaquella torre que edificaban con nimo de que llegase al cielo, en lacual merecieron aquellos hombres impos no slo tener voluntades

    opuestas, sino tambin diferentes palabras4

    .

    CAPTULO V

    LA DIVERSIDAD DE LENGUAS

    6.De aqu provino que tambin la divina escritura, la cual socorretantas enfermedades de las humanas voluntades, habiendo sidoescrita en una sola lengua en la cual oportunamente hubiera podidoextenderse por la redondez de la tierra, se conociera para salud delas naciones divulgada por todas partes debido a las diversas

    lenguas de los intrpretes. Los que la leen no apetecen encontrar enella ms que el pensamiento y voluntad de los que la escribieron, yde este modo llegar a conocer la voluntad de Dios, segn la cualcreemos que hablaron aquellos hombres.

    CAPTULO VI

    http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_2_note.htm#_ftn1http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_2_note.htm#_ftn1http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_2_note.htm#_ftn2http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_2_note.htm#_ftn2http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_2_note.htm#_ftn2http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_2_note.htm#_ftn3http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_2_note.htm#_ftn3http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_2_note.htm#_ftn4http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_2_note.htm#_ftn4http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_2_note.htm#_ftn4http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_2_note.htm#_ftn4http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_2_note.htm#_ftn3http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_2_note.htm#_ftn2http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_2_note.htm#_ftn1
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    CMO ES TIL LA OBSCURIDAD QUE TIENE LA ESCRITURA A CAUSA DE LAS FIGURASY TROPOS

    7.Los que leen inconsideradamente se engaan en muchos ypolifacticos pasajes obscuros y ambiguos, sintiendo una cosa por

    otra, y en algunos lugares no encuentran una interpretacin, aunsospechando que sea ella incierta; as es de oscura la espesa nieblacon que estn rodeados ciertos pasajes. No dudo que todo esto hasido dispuesto por la Providencia divina para quebrantar la soberbiacon el trabajo, y para apartar el desdn del entendimiento, el cualno pocas veces estima en muy poco las cosas que entiende confacilidad. Y si no, en que consiste, pregunto, que si alguno dijeseque hay hombres santos y perfectos con cuya vida y costumbres laIglesia de Cristo rompe con sus dientes y separa de cualquiera clasede supersticiones a los que vienen a ella; y, por lo tanto, con estaimitacin de los buenos, en cierto modo, los incorpora a su seno; loscuales, hechos ya buenos fieles y verdaderos siervos de Dios, porhaber depuesto las cargas del siglo, vienen a la sagrada fuente depurificacin bautismal, de donde suben fecundizados por la graciadel Espritu Santo y engendran el fruto de la doble caridad, es decir,de Dios y del prjimo? En qu consiste, repito, que si alguno dijereesto que acabo de escribir, agrade menos al que lo oye, que si alhablar de lo mismo le presentara el pasaje del Cantar de losCantares donde se dijo a la Iglesia, como si se alabara a unahermosa mujer: Tus dientes son como un rebao de ovejasesquiladas que sube del lavadero; las cuales cran todas gemelos, y

    no hay entre ella estril?5

    Pero acaso el hombre aprende algunaotra cosa con el auxilio de esta semejanza, que la que oy conpalabras sencillas y llanas? Sin embargo, no s por qu contemplocon ms atractivo a los santos cuando me los figuro como dientesde la Iglesia que desgajan de los errores a los hombres, y ablandadasu dureza y como triturados y masticados, los introducen en elcuerpo de la Iglesia. Tambin me agrada mucho cuando contemplolas esquiladas ovejas, que habiendo dejado sus vellones como cargade este mundo, suben del lavadero, es decir, del bautismo y cran yatodas mellizos, esto es, los dos preceptos del amor, y que ninguna

    de ellas es estril de este santo fruto.

    8. Pero en qu consiste que lo perciba con ms placer de estemodo que si no se propusiera bajo una tal semejanza sacada de losdivinos libros, siendo as que el asunto es el mismo y elconocimiento igual? Difcil es de explicar y distinta cuestin de loque tratamos ahora. Basta, pues, con decir que nadie duda que seconoce cualquiera cosa con ms gusto por semejanzas; y que las

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    cosas que se buscan con trabajo se encuentran con mucho msagrado. Los que de ningn modo encuentran lo que buscan sientenhambre; y los que no buscan porque lo tienen a la mano, muchasveces por el hasto desfallecen. En uno y otro caso se ha de evitar lainaccin. Por eso el Espritu Santo magnfica y saludablemente

    orden de tal modo las santas Escrituras, que, por los lugares claros,satisfizo nuestra hambre, y por los oscuros, nos desvaneci elfastidio. En verdad, casi nada sale a la luz de aquellos pasajesoscuros que no se halle ya dicho clarsimamente en otro lugar.

    CAPTULO VII

    LOS GRADOS PARA LLEGAR A LA SABIDURA SON: EL PRIMERO, EL TEMOR; LOSSEGUNDOS,POR ORDEN, LA PIEDAD,LA CIENCIA,LA FORTALEZA,EL CONSEJO, LAPUREZA DE CORAZN;Y EL LTIMO,LA SABIDURA

    9.Ante todo, es preciso que el temor de Dios nos lleve a conocer suvoluntad y as sepamos qu nos manda apetecer y de qu huir. Esnecesario que este temor infunda en el alma el pensamiento denuestra mortalidad y el de la futura muerte, y que, como habiendoclavado las carnes, incruste en el madero de la cruz todos losmovimientos de soberbia. Luego, es menester amansarse con el donde la piedad para no contradecir a la divina Escritura cuando,entendindola, reprende algn vicio nuestro, o cuando, noentendindola, creemos que nosotros podemos saber ms ymandar mejor que ella. Antes bien, debemos pensar que es mucho

    mejor y ms cierto lo que all est escrito, aunque aparezca oculto,que cuanto podamos saber por nosotros mismos.

    10.Despus de estos dos grados, del temor y la piedad, se sube altercero, que es el de la ciencia, del cual he determinado hablarahora. Porque en ste se ejercita todo el estudioso de las divinasEscrituras, no encontrando en ellas otra cosa ms que se ha de amara Dios por Dios y al prjimo por Dios: A ste, con todo el corazn,con toda el alma y con toda la mente; al prjimo como a nosotrosmismos6,es decir, que todo amor al prjimo como a nosotros ha dereferirse a Dios. De estos dos preceptos hemos tratado en el libroanterior al hablar de lascosas. Es, pues, necesario que ante todocada uno vea, estudiando las divinas Escrituras, que si se hallaenredado en el amor del mundo, es decir, en el de las cosastemporales, est tanto ms alejado del amor de Dios y del prjimocuanto lo prescribe la misma Escritura. Luego entonces, aquel temorque hace pensar en el juicio de Dios, y la piedad por la que no puedemenos de creer y someterse a la autoridad de los libros santos, le

    http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_2_note.htm#_ftn6http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_2_note.htm#_ftn6http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_2_note.htm#_ftn6http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_2_note.htm#_ftn6
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    obligan a llorarse a s mismo. Porque esta ciencia de til esperanzano hace al hombre jactarse, sino lamentarse de s mismo; con cuyoafecto obtiene, mediante diligentes splicas, la consolacin deldivino auxilio, para que no caiga en la desesperacin, y de estemodo, comienza a estar en el cuarto grado, es decir, en la fortaleza,

    por el cual se tiene hambre y sed de justicia. Este afecto arranca alhombre de toda mortfera alegra de las cosas temporales, y,apartndose de ellas, se dirige al amor de las eternas, es decir, a lainmudable unidad y Trinidad.

    11. Tan pronto como el hombre, en cuanto le es posible, llega adivisar de lejos el fulgor de esta Trinidad y reconoce que no puedesoportar la flaqueza de su vista aquella luz, asciende al quintogrado, es decir, al consejo de la misericordia, donde purifica su almaalborotada y como desasosegada por los gritos de la conciencia, delas inmundicias contradas debidas al apetito de las cosas inferiores.Aqu se ejercita denodadamente en el amor del prjimo y seperfecciona en l, y, lleno de esperanza e ntegro en sus fuerzas,llega hasta el amor del enemigo; y de aqu sube al sexto grado,donde purifica el ojo mismo con que puede ver a Dios, comopueden verle aquellos que, en cuanto pueden, mueren a estemundo. Porque, ciertamente, en tanto le ven en cuanto mueren aeste siglo, y no le ven mientras viven para el mundo. Y por esto,aunque la luz divina comience a mostrarse no slo ms cierta ytolerable, sino ms agradable, sin embargo, an se dice que todavase la ve en enigma y por espejo7,porque mientras peregrinamos en

    esta vida, ms bien caminamos por la fe que por realidad8

    ,aunquenuestra conversacin sea celestial9. En este sexto grado, de talforma purifica el hombre el ojo de su alma, que ni prefiere nicompara al prjimo con la verdad; luego ni a s mismo, puesto queni prefiere ni compara al que am como a s mismo. Este justotendr un corazn tan puro y tan sencillo que no se apartar de laverdad, ni por inters de agradar a los hombres ni por miras deevitar alguna molestia propia que se oponga a esta vida deperfeccin. Un tal hijo de Dios sube a la sabidura, que es el sptimoy ltimo grado, de la cual gozar tranquilo en paz. El comienzo de la

    sabidura es el temor de Dios

    10

    .Desde l, hasta llegar a la sabidura,se camina por estos grados.

    CAPTULO VIII

    CULES SON LOS LIBROS CANNICOS

    http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_2_note.htm#_ftn7http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_2_note.htm#_ftn7http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_2_note.htm#_ftn8http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_2_note.htm#_ftn8http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_2_note.htm#_ftn9http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_2_note.htm#_ftn9http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_2_note.htm#_ftn9http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_2_note.htm#_ftn10http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_2_note.htm#_ftn10http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_2_note.htm#_ftn10http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_2_note.htm#_ftn9http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_2_note.htm#_ftn8http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/dottrina_cristiana_2_note.htm#_ftn7
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    12.Volvamos, pues, la consideracin al tercer grado del cualpropuse tratar y exponer lo que el Seor me sugiriese. El msdiligente investigador de las Sagradas Escrituras ser, en primerlugar, el que las hubiere ledo ntegramente y las tenga presentes, sino en la memoria, a lo menos con la constante lectura, sobre todo

    aquellas que se llaman cannicas. Porque las dems las leer conms seguridad una vez instruido en la fe de la verdad, y as no seaduearn de su dbil nimo, ni perjudicarn en algo contra la sanainteligencia burlndose de l con peligrosas mentiras y falsasalucinaciones. En cuanto a las Escrituras cannicas, siga la autoridadde la mayora de las Iglesias catlicas, entre las cuales sin duda secuentan las que merecieron tener sillas apostlicas y recibir cartasde los apstoles. El mtodo que ha de observarse en eldiscernimiento de las Escrituras cannicas es el siguiente: Aquellasque se admiten por todas las Iglesias catlicas, se antepongan a lasque no se acepten en algunas; entre las que algunas Iglesias noadmiten, se prefieren las que son aceptadas por las ms y msgraves Iglesias, a las que nicamente lo son por las menos y demenor autoridad. Si se hallare que unas son recibidas por muchasIglesias y otras por las ms autorizadas, aunque esto es difcil, opinoque ambas se tengan por de igual autoridad.

    13.El canon completo de las Sagradas Escrituras, sobre el que ha deversar nuestra consideracin, se contiene en los libros siguientes:Los cinco de Moiss, a saber: el Gnesis, el xodo, el Levtico, losNmeros, y el Deuteronomio; un libro de Jess hijo de Nave; uno de

    los Jueces; un librito que se titula de Ruth, el cual parece ms bienque es el principio de los Reyes; siguen los cuatro de los Reyes y dosde Paralipmenos que no siguen desligados a los de los Reyes, sinoque, como compaeros, marchan juntos. Estos libros son la historiaque contiene los tiempos enlazados entre s y los sucesos,ordenados, acaecidos en tales tiempos. Hay otras historias dedistinta clase que no tienen conexin con el orden de sucesosanteriores; ni se relacionan entre s, como son los libros de Job, deTobas, de Ester y de Judit y los dos libros de los Macabeos, y los dosde Esdras, los cuales parece que siguen ms bien el orden de

    aquella historia que termina con los libros de los Reyes yParalipmenos. Siguen los profetas, entre los cuales se encuentraun libro de Salmos de David; tres de Salomn: los Proverbios, elCantar de los cantares y el Eclesiasts; los otros dos libros, de loscuales uno es la Sabidura y el otro el Eclesistico, se dicen deSalomn por cierta semejanza, pero comnmente se asegura quelos escribi Jess hijo de Sirach, y como merecieron ser recibidos enla autoridad cannica, deben contarse entre los profticos. Los

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    ACONTECE NO ENTENDER LA ESCRITURA POR USAR SIGNOS DESCONOCIDOS OAMBIGUOS

    15.Por dos causas no se entiende lo que est escrito: Por laambigedad o por el desconocimiento de los signos que velan el

    sentido. Los signos son o propios o metafricos. Se llaman propioscuando se emplean a fin de denotar las cosas para que fueroninstituidos; por ejemplo, decimos bovem, buey, y entendemos elanimal que todos los hombres conocedores con nosotros de lalengua latina designan con este nombre. Los signos son metafricoso trasladados cuando las mismas cosas que denominamos con suspropios nombres se toman para significar alguna otra cosa; como sidecimosbovem,buey, y por estas dos slabas entendemos el animalque suele llamarse con este nombre; pero adems, por aquel animalentendemos al predicador del Evangelio, conforme lo dio aentender la Escritura segn la interpretacin del Apstol quedice:No pongas bozal al buey que trilla11.

    CAPTULO XI

    PARA QUE DESAPAREZCA LA IGNORANCIA DE LOS SIGNOS EN LA ESCRITURA, ESNECESARIO EL CONOCIMIENTO DE LAS LENGUAS,PRINCIPALMENTE LA GRIEGA Y LAHEBREA

    16.El mejor remedio contra la ignorancia de los signos propios es elconocimiento de las lenguas. Los que saben la lengua latina, a

    quienes intentamos instruir ahora, necesitan para conocer lasdivinas Escrituras las lenguas hebrea y griega. De este modo podrnrecurrir a los originales cuando la infinita variedad de lostraductores latinos ofrezcan alguna duda. Es cierto queencontramos muchas veces en los Libros santos palabras hebreasno traducidas, comoamn, aleluya, roca, hosanna,etc. Algunas,aunque hubieran podido traducirse, conservaron su forma antigua,como acontece con amn y aleluya, por la mayor reverencia de suautoridad; de otras se dice que no pudieron ser traducidas a otralengua, como ocurre con las dos ltimas. Existen palabras de ciertaslenguas que no pueden trasladarse con significacin adecuada aotro idioma. Esto sucede principalmente con las interjecciones,puesto que ms bien tales palabras significan un afecto del alma,que declaran parte alguna de nuestros conceptos. Tales muestranser las dos que adujimos, pues dicen que rocaes voz de indignacinyhosanna de alegra. Mas no por estas pocas, que son fciles denotar y preguntar, sino por las discrepancias de los traductores, esnecesario, segn se dijo, el conocimiento de las mencionadas

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    lenguas. Los que tradujeron las Sagradas Escrituras de la lenguahebrea a la griega pueden contarse, pero de ningn modo puedenserlo los traductores latinos. Porque, en los primeros tiempos de lafe, quien crea poseer cierto conocimiento de una y otra lengua seatreva a traducir el cdice griego que caa en sus manos.

    CAPTULO XII

    ES TIL LA DIVERSIDAD DE VERSIONES. EL ERROR DE LOS TRADUCTORES TIENELUGAR POR LA AMBIGEDAD DE LAS PALABRAS

    17.La variedad de versiones ayud, ms que impidi, alconocimiento del texto original, siempre que los lectores no fueronnegligentes. Porque el cotejo de los diferentes cdices ha aclaradomuchos pasajes obscuros; como aquel de Isaas que un intrpretediceno desprecies a los domsticos de tu linajey otro diceno

    desprecies tu carne12;por lo que cada uno mutuamente seatestiguan, pues la traduccin del uno aclara la del otro. Porquelacarnepuede tomarse en sentido propio de modo que cada cual

    juzgue que se le amonesta no despreciar su cuerpo; ylosdomsticos de tu linajepudiera entenderse de los cristianos ensentido metafrico; ya que nacieron espiritualmente de la mismasemilla de la palabra que nosotros. Pero, cotejando el sentido de losdos traductores, se descubre como sentencia ms probable que elprecepto es propiamente, no despreciar a los consanguneos,porque al relacionarlos domsticos de tu linajecon lacarne,los

    primeros que se presentan al pensamiento son los parientes. A estojuzgo que alude aquello del Apstol:Si de algn modo puedoarrastrar a emulacin a mi carne para salvar alguno de ellos13,esdecir, que, imitando a los que creyeron, crean ellos tambin. Llama,pues, carne suya a los judos, por la consanguinidad. Igualmentesucede con aquel otro pasaje del mismo Isaas: Si no creyeseis noentenderis,pues otro tradujo:Si no creyeseis no

    permaneceris14.Quin de los dos sigui la letra?; no lo sabemos,si no leemos los ejemplares de la lengua original. Sin embargo, deentrambas versiones se insina algo grande a los que saben leer.Porque es muy difcil que los traductores discrepen de tal forma queno convengan entre s de algn modo. Luego como el entender, deque habla una versin, consiste en la mirada sempiterna, y la fe,mientras estamos envueltos en paales en la cuna de las cosastemporales, nos alimenta con leche como a nios, y ahoracaminamos por la fe no por la visin15; y como, asimismo, si nocaminsemos por medio de la fe no podramos llegar a la visin queeternamente permanecer cuando, purificado el entendimiento,

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    nos unamos a la verdad, por eso dijo el uno: Si no creyereis nopermaneceris,y el otro:Si no creyereis no entenderis.

    18.Muchas veces el intrprete se engaa por la ambigedad de lalengua original, pues, no calando bien en el pasaje, traduce dando

    una significacin que est muy lejos de la del autor. As algunoscdices traducenagudos sus pies para derramar la sangre. Y engriego oxyssignifica agudo y veloz.Por lo tanto, comprendi elsentido el que tradujo veloces son sus pies para derramar lasangre16,y el otro err, al ser llevado al otro significado de aquelsigno. Tales traducciones no son obscuras sino falsas, y con ellas seha de observar otra actitud, es decir, no se ha de mandar que talescdices sean aclarados, sino enmendados. Por lo mismo queacabamos de decir, ciertos intrpretes, sabiendo que elgriego,mosjos, significa novillo tradujeron, mosjeumata, porrebao de terneros, no entendiendo que significa plantos.Esteerror se ha extendido por tantos cdices que apenas se hallatraducido de otro modo, a pesar de que el sentido es clarsimo y loevidencian las palabras que a continuacin se ponen, pues el textodice: Las plantis adulterinas, no echarn hondas races17, lo queest mejor dicho que novilladas que andan con sus pies sobre latierra pero no echan races. Esta traduccin la confirman en aquelsitio todas las palabras del contexto.

    CAPTULO XIII

    CMO PUEDE CORREGIRSE UN ERROR DE TRADUCCIN

    19.Acontece que no se ve cul sea el verdadero sentido de unmismo pasaje cuando muchos autores intentan darlo a conocer,segn la capacidad y el discernimiento de cada uno, si no se cotejacon el original la sentencia traducida por ellos; y muchas veces, si eltraductor no es doctsimo, se aparta del sentido del autor; por esto,para conocer el sentido, es preciso recurrir a las lenguas de dondese tradujo al latn; o consultar las versiones de aquellos que secieron ms a la letra, no porque basten stas, sino porquemediante ellas se descubrir la verdad o el error de los otros, que altraducir prefirieron seguir el sentido que verter las palabras. Porquemuchas veces, no slo se traducen las palabras, sino tambin losmodismos que no pueden en modo alguno trasladarse al pie de laletra al latn, si se quiere guardar la costumbre de los antiguosoradores latinos. Estos giros algunas veces no hacen cambiar elsentido, pero ofenden a los que se deleitan ms en las cosas cuandose guarda cierta propia integridad en los signos de ellas. Lo que se

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    llama solecismo no es ms que enlazar las palabras sin aquellanorma con que las acoplaron los que, anteriores a nosotros, no sinautoridad, hablaron la lengua. As, por ejemplo, nada le interesa alque intenta el conocimiento de las cosas el que se diga interhomineso inter hominibus, entre los hombres. Y qu cosa es el

    barbarismo sino el escribir una palabra con distintas letras opronunciarla con distinto sonido con que la escribieron opronunciaron los que antes de nosotros hablaron latn? El que pideperdn de sus pecados a Dios poco se preocupa de cualquier modoque suene la palabraignoscere, perdonar, ya se pronuncie larga obreve la tercera slaba. Luego en qu consiste la pureza en elhablar, sino en la observancia de la costumbre ajena, confirmadapor la autoridad de los antiguos que hablaron la lengua?

    20.Sin embargo, tanto ms se ofenden los hombres por estosdefectos cuanto son de menores alcances, y tanto son mspedantes, cuanto quieren aparentar ms instruidos, no en la cienciade las cosas que nos edifican, sino en el conocimiento de los signos,que es en absoluto difcil que no nos hinche, ya que la misma cienciade las cosas no pocas veces levantar nuestra cerviz, a no ser que elyugo del Seor la doblegue. Pues qu estorbo encuentra elentendedor, porque halle escrito:Quae est terra in qua isti insiduntsuper eam si bona est an nequam; et quae sunt civitates in quibusipsi inhabitant in ipsis?18; qu tal es la tierra en la cual stos seasientanen ella,si es buena o mala; y qu tales son las ciudades enlas que se habitanen ellas?19Este modo de hablar juzgo ms bien

    que es propio de la lengua extranjera, que encierra algn otrosentido ms elevado. Lo mismo digo de aquello que ya no podemosquitar de la boca del pueblo que canta super ipsumautemflorietsanctificatio mea20: sobre l florecer misantificacin; ciertamente que nada empaa el sentido, pero eloyente instruido desear corregir esta sentencia de modo que no sediga floriet, sino florebit; y nada impide el corregirla a no ser lacostumbre de los que cantan. Estos defectos, que no quitan elverdadero sentido, fcilmente pueden ser pasados por alto, sialguno se empea en dejarlos. No sucede esto con aquel pasaje del

    Apstol: Quod stultum est Dei, sapientius est hominibus, et quodinfirmum est Dei, fortius est hominibus, lo que es necio en Dios, esms sabio que los hombres; y lo que es flaco en Dios es ms f