Sobre el debate de la lengua vulgar en el Renacimiento

30
Sobre el debate de la lengua vulgar en el Renacimiento Pedro RUIZ PÉREZ (Uhiversidad de Córdoba) Cuando el Renacimiento se define en términos cíe retorno o recuperación del mundo clásico, no deja de resultar paradójico que sea, al mismo tiempo, la época de la consolidación definitiva de las lenguas vulgares y de su consagración como vehículos lite- rarios, culminando la tendencia titubeantemente iniciada en la Edad Media. Sin embargo, tan contradictorio fenómeno tenía su raíz en la naturaleza misma del Renacimiento. No en balde fueron los propios humanistas, artífices y protagonistas del giro cultu- ral que dio origen a la gran transformación renacentista, los que se empeñaron en la doble labor de restitución de la pura latini- dad y de dignificación de las lenguas vulgares, como una bifur- cación de su proceso crítico de nueva lectura de la realidad, que convertía el propio universo mundo —macrocosmos y microcosmos— en un texto y, por tanto, demandaba el dominio de los más diver- sos códigos para su desentrañamiento. Ya que cada lenguaje viene impuesto por una realidad, a la que, recíprocamente, sustenta y condiciona, la oposición a la lengua vulgar, y al romance caste- llano en nuestro caso, es una manifestación de la resistencia al cambio mental que demandaba el Renacimiento. Como suele ocurrir, RUIZ FEREZ, Pedro. Sobre el debate de la lengua vulgar en el Renacimiento. En Criticón (Toulouse), 38, 198?, pp. 15-H.

Transcript of Sobre el debate de la lengua vulgar en el Renacimiento

Page 1: Sobre el debate de la lengua vulgar en el Renacimiento

Sobre el debate de la lengua vulgar

en el Renacimiento

Pedro RUIZ PÉREZ(Uhiversidad de Córdoba)

Cuando el Renacimiento se define en términos cíe retorno orecuperación del mundo clásico, no deja de resultar paradójicoque sea, al mismo tiempo, la época de la consolidación definitivade las lenguas vulgares y de su consagración como vehículos lite-rarios, culminando la tendencia titubeantemente iniciada en laEdad Media. Sin embargo, tan contradictorio fenómeno tenía suraíz en la naturaleza misma del Renacimiento. No en balde fueronlos propios humanistas, artífices y protagonistas del giro cultu-ral que dio origen a la gran transformación renacentista, los quese empeñaron en la doble labor de restitución de la pura latini-dad y de dignificación de las lenguas vulgares, como una bifur-cación de su proceso crítico de nueva lectura de la realidad, queconvertía el propio universo mundo —macrocosmos y microcosmos—en un texto y, por tanto, demandaba el dominio de los más diver-sos códigos para su desentrañamiento. Ya que cada lenguaje vieneimpuesto por una realidad, a la que, recíprocamente, sustenta ycondiciona, la oposición a la lengua vulgar, y al romance caste-llano en nuestro caso, es una manifestación de la resistencia alcambio mental que demandaba el Renacimiento. Como suele ocurrir,

RUIZ FEREZ, Pedro. Sobre el debate de la lengua vulgar en el Renacimiento. En Criticón (Toulouse),38, 198?, pp. 15-H.

Page 2: Sobre el debate de la lengua vulgar en el Renacimiento

16 Pedro RUIZ PÉREZ Criticón, 38, 1987

esta resistencia se planteó en los niveles de una élite culturalque no se resignaba a perder definitivamente su primacía y quemarchaba a remolque de una realidad social, en la que el cambiolingüístico se había producido ya de una manera irreversible.

Et ca&teXtano en et ptxíodo precedente

La polémica en torno a la lengua castellana como lengualiteraria, cuyas ramificaciones habían de penetrar incluso hastael siglo XVII, marcó con especial impronta el siglo XVI, convul-sionado por el Renacimiento y enmarcado entre justificacionesteóricas y realizaciones prácticas del ideal lingüístico. Losdistintos sesgos que este ideal adquirió proporcionaron tonos depolémica y debate, que encontraron precedentes en cierta trayec-toria anterior, más o menos larvada, pero condicionante de lagran complejidad heredada por la centuria de Garcilaso.

Desde que el rey de Castilla Fernando III convirtiera elromance en lengua oficial de la Cancillería, y su hijo Alfonso Xconfirmara su uso como lengua política y prosa literaria — e luso del gallego para la lírica obedece más a un problema de su-premacía de una tradición poética que a cuestiones puramentelingüísticas—, el castellano se desarrolló adquiriendo una fuer-za progresiva, abarcando un abanico mayor de materias y obtenien-do un reconocimiento más amplio y profundo de su dignidad litera-ria, que llega a su extremo en el llamado Prerrenacimiento delsiglo XV. En esta centuria la voluntad de elevar el castellanoa la misma altura que la lengua de Virgilio y Ovidio llevó a lainvasión del romance literario por toda suerte de latinisimosléxicos y sintácticos. Evidentemente, se trataba de un caminoequivocado, y así lo demostró la marcha posterior de las letrascastellanas a partir del Renacimiento pleno, del que este sigloapenas constituye una etapa de tanteo y preparación.

Al mismo tiempo que tenían lugar los ensayos cultistas deJuan de Mena, la vía de las traducciones se convertía en afirma-ción implícita de la dignidad del castellano, aceptado como unaforma capaz de admitir los mismos contenidos que la lengua lati-na. Como consecuencia, la lengua romance, en franco ascenso, seveía enriquecer en posibilidades expresivas, preparando el caminode la prosa moderna, desarrollada en la siguiente centuria. ParaRomera-Navarro, el castellano ha desplazado casi por completo ala lengua culta del período altomedieval :

<¡Jt 4,-Lgto XIII hoAta. loa alboiu dut Xl/I, ti latin ¡tunda.paAa <¿l tiatamienio do.. matiJiiai e-icoíáattcai y juJvciiLcab .

Aarc loi buznoi latini&tai doX iiglo M, como don Alonéo di CanXagtna,piz^i-íAín poK la común la t&ngua vulgai. La adición a loi clá&icobg>u.e.go4 y Catino* /izdunda &n phovzcho dit idioma de. Ca&tLtla, pu&ó

Page 3: Sobre el debate de la lengua vulgar en el Renacimiento

LA LENGUA VULGAR EN EL RENACIMIENTO 17

ijeAcitàndoie en fiaduccionzi, loi latiniitai iruiiquicen z iluifianla lengua nacional. !))

La aparición y multiplicación de las traducciones al ro-mance de las obras clásicas a lo largo del siglo XV fueron inter-pretadas, tanto por su frecuencia como por la importancia de lostextos vertidos, como una manifestación de la categoría alcanzadapor el castellano como lengua l i teraria, y en ese sentido se pro-nuncia, por ejemplo, el conde de la Vinaza, quien describe, entreuna admirativa enumeración de autores traducidos, lo que conside-ra un síntoma inequívoco de la pujanza de la lengua vulgar :

En vVrfud dzl intuiiaómo que. detpeAtaba el amoi a ¿a lengua ctu-ti&Lana. vzíanií apa/izciA en España, palia. zn/iiqaicimítnto de. 4a lingua,tai obkai de. b/iüstótelu y di Cicerón, de Tito Uvio, de Ptauto y deTelendo, de Luciano Smoiate.no, de Plutarco y de. Jenofonte, di Céiaty Saliutio, de Hoiacio y de Ovidio, de Lucano y de. VÍAgíZio, vtnXída&a nauüio idioma, con tanta ixcilzncia. algunai de, ella*, que. no &alta-lon aúticoi que a^íAmatan que. a hablaba mejoi en calteZlano que. enlatin. (Z)

Por el contrario, podemos encontrar testimonios que ofrecen laotra cara de la situación, con lo que la lectura del papel y elsignificado de las traducciones ha de matizarse considerablemen-te. Valga citar la reflexión sobre esa práctica en la que Alonsode Palencia convierte el "Prólogo a la traducción" de su propiaobra Batalla campal de loi peAAOi y loi loboi, según su t í t u l o c a s t e l l a -no :

due.0, no ajino de tía coitumbiu atudioiai y honutai,muy amado Alborno di HwieJua, que volviai a la lengua vulgan. lo qu&en latín yo compuie, i oble la gueA.na y batalla campal qui loi peAAOi,confia loi loboi kobiejion. Eí coma quiojia qui mucho a mi {¡aga giaviet Komanzan. cabiendo tai ^alXai que aií en il ion de. la¿ cláwiulaAcomo en la veAdadeAa iigni^icación di mxchoi vocabtoi de ne.cua>iioviintn en loi Viamlacionti di una lengua a otKa, mayominti en loque di latín a nuutAO coito pablan a convioxti.., (31

(1) M. Romera-Navarro, La defensa de Xa lengua española en él siglo XVI, enBulletin Hispanique, 31, 1929, p . 208.

(2) Conde de la Vinaza, Introducción acerca de la opinión que tuvieron acercade la excelencia de la lengua castellana algunos escritores españoles, en Bi-blioteca histórica de la filología castellana, Madrid, Manuel Tello, 1893,t . I, p. XII.

(3) A. de Palencia, Batalla campal de los perros y los lobos, en Ana M. Aran-cón (éd. ) , Antología de humanistas españoles, Madrid, Editora Nacional, 1980,p . 115.

Page 4: Sobre el debate de la lengua vulgar en el Renacimiento

Id Pedro RUIZ PÉREZ Criticón, 38, 1987

Otras n o t i c i a s de la misma na tura leza nos l a s ofrece P. E. Russell

Gonzalo García de Santa Haría, el hiitoriador zaragozano, <se que-jaba de habeA pzndido tre¿ añoi de iu vida haciendo Viadu.ccU.onu dellatín ala. lengua veAnácula en provecho de loó ignorantzi . Loi çuehabían de. traducir del latín a dicha lengua ahora mái que nunca aquejaban de ta dificultad de. iu. labal pon. la iru.uiicie.ncia de, éita[...). Varecidai que.jai ie repiten constantemente pon. parte dz loitn.aducton.ii, tanto catalane* como coitellanoi y aragoneiU, duAantetodo el Oj.atH.ocie.ntoi español. [4)

Todos estos testimonios ponen de manifiesto que, al ladode los factores que favorecían el uso y desarrollo de la lenguacomún y el optimismo sobre sus posibilidades derivado de estehecho, persistía un claro sentimiento de inferioridad con respec-to al latín. De una parte actuaba la conciencia de la distanciacultural y de la falta de tradición respecto al latín, frente alo que el castellano sólo podía ofrecer la posibilidad de llevarlas obras al "conoscimiento de todos", como señala Alonso de Fa-lencia en la continuación del texto citado. Pero, de la otra par-te, pesaba la sentida limitación del "corto fablar" romance antela riqueza expresiva del latín, lo que contrarrestaba de una ma-nera importante la superior extensión del vulgar frente a la queaún continuaba siendo la lengua de la cultura.

Uno de los ejemplos más significativos de esta situaciónde borrosos perfiles en los confines del siglo XV es el que reve-la Francisco Rico en su continuada revisión del papel de Nebrijaen la introducción del Renacimiento en España. El aspecto estu-diado en Un prólogo al Rmacimiento español es precisamente el de larecepción e interpretación de las nuevas corrientes, y por unpersonaje tan destacado como la reina Isabel de Castil la. La re-gia impulsora de los estudios latinos pide al maestro andaluz elromanceamiento de sus Introductionzi latinae. (1481), solicitando asíla accesibilidad de las mismas, no sólo para las monjas de clau-sura, sino en general para un público más amplio. Sin embargo,cuando Nebrija le presenta una "muestra" de la Gramática de la l&nguaCZit&llana, la regia dama no entiende el sentido ni la finalidadde la misma, preguntando que "para qué se podía aprovechar". Laambivalencia queda patente. El castellano se impone al serviciode la comunicación y la extensión de los conocimientos —y el dela lengua latina sigue siendo de máxima importancia—, pero no

(t) P. E. Russeli, Las armas contra las letras : para una definición del huma-nismo español del siglo XV, en Temas y formas de "La Celestina" y otros estu-dios, Barcelona, Ariel, 1978, pp. 225-226.

Page 5: Sobre el debate de la lengua vulgar en el Renacimiento

LA LENGUA VULGAR EN EL RENACIMIENTO 19

se reconoce su dignidad para constituir él mismo un objeto deconocimiento, sujeto a las reglas del arte, al dominio de la gra-mática (5 ) .

El episodio isabelino es una de las muestras de la posturade incomprensión, cuando no de rechazo, del desarrollo de la len-gua romance. Frente a los síntomas que apuntan al apogeo del cas-tellano, también se multiplican las manifestaciones de una situa-ción opuesta, que Erasmo Buceta recoge y sitúa en la perspectivaexacta de los intentos cuatrocentistas de forjar una lengua lite-raria por medio de una imitación fiel del modelo latino :

El iiglo Xl/ ÜWJL o. lo. títe/iatuM. española un amia viva, y mateadapo'i mold&aA la tangua. cMtullana, ¿e.gán loi cánones de la latina. Ca¿itodoi loi auXoKU <hJL ptuiíodo pu.Zjd.in oite.ceA.noi, tutintoníoi de, utacandida latinización, violenta y abiunda [...]. Bata te.nde.nda ¿e. hace.palmaAia mai tatde. en et cambio de. apellido de. Siticzo. (6)

La latinización del apellido de Juan Martínez Guijarroestaba en la línea de la llevada a cabo por Antonio de Lebrixa,que convirtió su nombre en Elio Antonio de Nebrija. Pero estoscasos, por espectaculares y llamativos que sean, no son más quemuestras de un proceso de latinización marcado por una ciertaingenuidad, que se inicia en el siglo XV a partir de la concien-cia de la inferioridad de la lengua romance. Baste recordar lastentativas de Mena para forjar un lenguaje l i t e ra r io de cuño la-tino, o las citas sobre la pobreza del español en relación conel latín que encontramos en el propio autor del Laberinto di Fortuna,en Villena, Nebrija, Jiménez de Prejano y otros (7), frente a lapreponderancia del fenómeno de signo contrario en la siguientecenturia .

(5) Véase Francisco Rico, Un prólogo al Renacimiento español. La dedicatoriade Nebrija en las "Introductiones latinae" (1488), en Pedro M. Pinero Ramírezy Rogelio Reyes Cano (éd.) , Seis lecciones sobre la España de los Siglos deOro. Homenaje a Marcel Bataillon, Universidad de Sevilla, 1981, pp. 59-94.

(6) Erasmo Buceta, La tendencia a identificar el español con el latín. Un epi-sodio cuatrocentista, en Homenaje ofrecido a Menéndez Pi-dal , Madrid, Hernando,1925, t . I, p. 85.

(7) Las referencias a estas c i tas y a su paralelismo con hechos semejantes enotras lenguas europeas se encuentran en Erasmo Buceta, De algunas composicioneshispano-latinas en el siglo XVII, en Revista de Filología Española, 19, 1932,pp. 390-391, n . 1.

Page 6: Sobre el debate de la lengua vulgar en el Renacimiento

20 Pedro RUIZ PÉREZ Criticón, 38, 1987

opautab

Las notas di ferencia les entre los siglos XV y XVI no pue-den concebirse, a pesar de las divisiones esquemáticas, como in-sertas en una secuencia temporal de ní t idas separaciones en mo-mentos de perf i les bien es tablecidos. Por el contrar io , en unoy otro s iglo podemos encontrar manifestaciones de fenómenos opues-tos, e incluso un mismo autor puede darnos pruebas de la comple-jidad del proceso (8 ) . Cuando no se t r a t a de acti tudes y juiciosclaramente contradic tor ios , queda reflejada una realidad que nocarece de i r isaciones y matices, desmintiendo el panorama traza-do por Buceta, en el que e l debate queda simplificado en la linea-lidad de su secuencia cronológica :

ai-í como zn un principio loi autoizi, con a/idimíe.nto de. nz^4e ph.oiteJi.nan ante. ¿I latín n,Q.pwdíando pon. LúrúXado et Komance., y ttz-Kian ge.nzA.aZu la.mintacu.oneA pon. la pobtzza, pon la {¡alta de. ^texíhiLidad, pon ta ¿ncapacÁjiad de la lengua aodeJina pata ieAvin. de. medio deexpiiAlán a pzniamizntoó pio¿undoi, pata cMitalizan. loi luulXadoide altai zipe.culacA.onZi, cuando et RznadmLznto^ ie. gnana en nuzittapatnia, ie. dibuja, iob/ie. zitz £ondo de. adon.acU.on de. ío atáiico, un{ exaltado poi et lomancz. (9)

Mas extremado en su a p r e c i a c i ó n r e s u l t a Domingo Ynduráin, paraquien l a a p a r i c i ó n de Nebr i ja parece suponer un g i r o copernicanode carácter absoluto, que invierte la situación lingüística cas-tellana, hasta conformar un uniforme panorama de tintes claramentefavorables al romance :

En cuanta al latín, ya dudi la época de. HíbnÁ.ja, ie Iz n.ueA.vaun papet anciXan., at ieAuído de. &iz caitzltano vwtgan. qui, con o iinisnpznio, *e impone como le.ngaa común zn todo tipo dz ticUXoi, zipe.-dalmíntz en loi liteAaAioi. Aó-t, it da el caso de que muchoi de. loi

upoñotzi, pon. Zjzmplo, iz zxptzian en vuZgan., quedando

(8) Como pone de relieve Eugenio Asensio, Gonzalo García de Santa María habíadefendido en el prólogo a su obra Cas vidas de los sanctos religiosos (Zarago-za, s. a., 1486-1491) la traducción al romance y, más concretamente, al cas-tellano, "porque la fabla comúnmente, más que otras cosas, sigue al imperio",en claro precedente de la fórmula de Nebrija (Véase E. Asensio, La lengua com-pañera del imperio. Historia de una idea de Nebrija en España y Portugal, enRevista de Filología Española, 43 , 1960, p . 403) , y en o p o s i c i ó n a l a a c t i t u dd e l mismo a u t o r r e s eñada por R u s s e l l (véase nota 4 ) .

(9) E. Buceta, La tendencia a identificar el español con el latín, ed . c i t . ,p . 85.

Page 7: Sobre el debate de la lengua vulgar en el Renacimiento

LA LENGUA VULGAR EN EL RENACIMIENTO 21

g eZ ¿aten pana t&mai muy upzcÁ&¿coi, pana UAO6na£<u,. ( 10)

El intento de síntesis en la figura-eje de Nebrija queeste crítico pretende realizar a partir de las tesis contrariasde Rico y Avalle-Arce, conduce de nuevo a una reducción del pa-norama, en este caso el del siglo XVI, pues no introduce en sujuicio la pervivencia a lo largo de toda esta centuria de lasposiciones latinizantes, que llegan incluso a penetrar, en aspec-tos precisos de la creación literaria y del pensamiento, hastael siglo XVII. Buena prueba de ello es la aparición hasta esasfechas de abundantes justificaciones y defensas del empleo delromance castellano como lengua literaria o de transmisión de co-nocimientos, lo que revela la existencia, más o menos latente,de las opiniones contrarias, resistentes a la extensión del cas-tellano, aun cuando éste había alcanzado una de sus más altascotas de perfección literaria. Pero, si se prefieren pruebas decarácter más positivo, las páginas de la HÁAtoiÁM. oxitica. de. ta tití-imtuAA Zipafiota. de José Amador de los Ríos recogen algunos signifi-cativos testimonios, como el de Nebrija, en los que se reflejala crisis producida por el Renacimiento en su aproximación a lacultura clásica y la en un principio inevitable contraposicióncon los cauces lingüísticos del vulgar (11). Como este autor se-ñala, penetraron hasta la época imperial, ya en pleno siglo XVI,las reticencias y menosprecios ante la inferioridad de la lenguacastellana. Solo el distanciamiento histórico respecto a todoslos elementos de la cultura clásica, impuesto por el rigor de ladisciplina filológica, permitió el cambio de actitud de los es-critores castellanos para con su propia lengua, cambio íntimamen-te relacionado con la superación de las ideas estéticas del sigloXV. Cuando se deja atrás el estadio de la mera apropiación de lamateria clásica para verterla en los moldes formales de corteromance ; cuando se descubre la esencia de la forma y se trasladaa la lengua vulgar, no como una servil imitación de la fórmulalatina, sino con la misma dignidad que el modelo clásico ; cuandose alcanza este grado de evolución propio del arte moderno, esta-mos ya en pleno Renacimiento y ante una nueva concepción lingüís-tica y una valoración más positiva de la lengua romance (12!.

(10) Domingo Ynduráin, La invención de una lengua clásica (Literatura vulgary Renacimiento en España), en Edad de Oro, 1, 1982, p. 15.

(11) José Amador de los Ríos, Historia crítica de Xa literatura española, Ma-drid, Imprenta de Joaquín Muñoz, 1865 (ed. facsímil, Madrid, Gredos, 1969),t. VII, pp. 215-216.

(12) Véase D. Ynduráin, ob. cit., p. 1H.

Page 8: Sobre el debate de la lengua vulgar en el Renacimiento

22 Pedro RUIZ PÉREZ Criticón, 38, 1987

A partir de este momento, y sin olvidar la pervivencia deactitudes medievalizantes y juegos eruditos, podemos hablar deun predominio de la lengua vulgar, sólo limitado por la reacciónescolástica contrarreformista, opuesta a la exposición en lenguavulgar de temas tocantes al dogma católico. Sin embargo, y aunqueestos mismos textos manifiestan la existencia de posturas opues-tas y denotan el mantenimiento de la polémica, en el siglo XVIse multiplican los testimonios de defensa de la lengua castellana,implicando con progresiva intensidad un aparato teórico cada vezmás complejo y de fronteras más dilatadas (13).

E£ ca&ieMana, tengua na&Lonat

Las particulares condiciones con que Castilla enfrentó latransición desde los esquemas medievales al mundo moderno añadie-ron unos rasgos característicos al proceso de dignificación desu romance, que alcanza su apogeo en el siglo XVI. De estas cir-cunstancias una de las más notables es el estrecho paralelismoque se establece, ya en la propia conciencia de los contemporáneosy protagonistas directos del hecho, entre la suerte de la lenguay la del estado nacional, fenómeno detenidamente estudiado porAmado Alonso al historiar la denominación del romance vulgar enCastilla (14), y replanteado a la luz de nuevos materiales porManuel Alvar (15).

La periodización de la historia basada en los reinados yla coincidencia cronológica de los hitos más destacados en laconsolidación y desarrollo del romance castellano, como lenguaoficial y de cultura, con momentos particularmente brillantes dela política española, remarcaron ostentosamente lo estrecho delparalelismo, de modo especial ante hechos políticos o culturalespropicios a la exaltación de la idea imperial y del brillo alcan-zado por la situación de Castilla en Europa "tanto por plumascuanto por espadas". La célebre formulación de Nebrija en un mo-mento clave de este proceso sólo constituyó la manifestación másexplícita y feliz de una extendida conciencia de la línea ascen-dente del idioma y su hora de plenitud, identificándolo con undestino nacional que apuntaba sus pasos hacia el imperio (16).

(13) Para este tema, la Introducción del conde de la Vinaza y el artículo deRomera-Navarro, ya citados, esbozan un panorama suficientemente amplio delauge del movimiento en defensa de la lengua castellana.

(14) Amado Alonso^ Castellano, español, idioma nacional. Historia espiritualde tres nombres, Buenos Aires, Losada, 1943.

(15) Manuel Alvar, Para la historia de "castellano", en Homenaje a Julio CaroBaraja, Madrid, Centro de Investigaciones Sociológicas, 1978, pp. 71-82.

(16) Véase E. Asensio, ob. cit.

Page 9: Sobre el debate de la lengua vulgar en el Renacimiento

LA LENGUA VULGAR EN EL RENACIMIENTO 23

El advenimiento de éste señalaría el punto de máximo esplendordel castellano, en el que la crítica no dudó en señalar el prota-gonismo del monarca :

Ai.£ el Empetiadoi —lecoge. con admAa.ci.6n tíenéndzz ?idal~, quea lot, die.cA.ocho añoi no hablaba ana palabia de. eipañol, ahoia, a loitueinta y ¿eXó, proclama la tengan, española, lenguacomún de la Ciii-tiandad, lengua oficial de la diplomacia. (7 7)

Recogiendo e s t a s pa l ab ra s en La lengua española en tiempoi de Canto* V,cuyo significativo título incide en la identificación que he se-ñalado anteriormente, García Blanco subraya los factores políti-cos en la "conversión del castellano en lengua nacional", resal-tando el papel de ciertos monarcas, sobre los que, curiosamente,revolotea con mayor o menor fortuna la idea imperial, desde lasfrustadas pretensiones del Rey Sabio :

Eóte a et notable kecko potótico que quesilamoi deitacaA en etumbial de uta di&eAtadán. Que ii mU cu.e.ntat, no yíwian u et íex-ceAo qui va ligado a la ponXzntoia conveAiián del tadteZtano tn len-gua nacional.

Vet p>Ume>io, al médiat el iiglo XIZI, {¡ueAon piotagonlitai do*Keyu de CaitUla, TeAnando III y iu. hijo Allomo X, al dectaxax elCMteliano como lengua oficial de iu cancÁMefUa. EZ iegundo lo ¿le-van a cabo loi Rzyei Católicoi, con ana medida, anátoga en loi alboneidel Humniimo. V anona, iu nieto, en tai cÁAtunitancÁ/u viàtai, loeleva al tango de lengua anivemal. {le)

Aunque, por usar la misma expresión que este investigador,la lengua y la l i t e ra tura castellanas situaron en esta época susvaloraciones en un oscilante ó-cc et non, Otis H. Green pudo dedicarun capítulo de su monumental obra a la "Literatura española :desde la inferioridad hasta la igualdad" (19). En estas páginasrecogía la trayectoria de progresiva exaltación de las le t rasromances, cuyo momento culminante se apunta unido al destino na-cional bajo el t r iunfa l i s ta epígrafe de "HUpania victlix". Sin em-bargo, pese a las peculiaridades que en Cast i l la adoptó la gra-

(17) Ramón Menéndez Pidal.Jdea imperial de Carlos V, Madrid, Espasa-Calpe(Colección Austral), 1971, pp. 30-31.

(18) Manuel García Blanco, La lengua española en l a época de Carlos V, Santan-der , Publicaciones de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, 1958, p . l l

(19) Otis H. Green, España y la tradición occidental, Madrid, Gredos, 1965,t . I I I , pp. 287-317.

Page 10: Sobre el debate de la lengua vulgar en el Renacimiento

24 Pedro RU1Z PÉREZ Criticón, 38, 1987

dual sustitución del rechazo y el menosprecio por el elogio y lavindicación de su lengua vulgar, no es menos cierto que en suslíneas generales este fenómeno se inscribe con pleno derecho enel contexto de un movimiento más amplio, común a todo el ámbitoeuropeo.

Ámbito ewwfxm det fenómeno g MLLCXA humanc&tas

Como ocurriera con el propio fenómeno renacentista, labatalla en torno a la lengua vulgar fue un episodio que se escri-bió con variantes más o menos ligeras en las historias de todaslas lenguas y literaturas nacionales de la Europa que se apoyabaculturalmente en la influencia italiana. La síntesis de la tra-yectoria de esta batalla, desde la defensa a la afirmación de lalengua castellana, no puede relegar al olvido esa dimensión euro-pea de la tendencia a sustituir el latín por las distintas lenguasvulgares como lenguas de cultura.

Con caracteres específicos en cada ámbito lingüístico, laBaja Edad Media conoció un amplio movimiento que, ya en fechatemprana, extendió por toda Europa el uso literario de las lenguaspopulares. Este movimiento se continuó más tarde con la paulatinareivindicación teórica de esta práctica, hasta culminar ambaslíneas de desarrollo en las puertas del mundo moderno que repre-sentó el sacudimiento renacentista. En él se encontraron el abonoideológico y el aparato teórico necesarios para integrar las an-teriores ideas lingüísticas y, sobre todo, una arraigada prácticaliteraria, en el seno de una nueva concepción del mundo y de lacultura, extendida a todos los terrenos, desde el filosófico alreligioso, y desde el político al literario. Todos ellos se reú-nen en las nuevas teorías lingüísticas, que consagran el movimien-to precedente y que se formulan en las distintas naciones —quese apoyaban, precisamente, en fronteras idiomáticas—- en una seriede obras cercanas en fechas, intenciones y objetivos. Si en 1492Nebrija asentaba los principios de este nacionalismo lingüísticoy elevaba la categoría de la lengua vulgar, sometiéndola a lasreglas del arte en su Gramática, du ¿a ¿íngua. caAtZllana, no tardaríaen seguirle un intento semejante en la lengua toscana, las ViOài.dttla volgaA. lingua, de Pietro Bembo, escritas en 1512 y publicadastrece años después ; y, algo más tarde, en la lengua surgida enla parisina Ile de France, con la VififjZnitl Zi ¿lluitfiatíon de. la langue,i l (1549), de Joachim Du Bellay (20).

(20) Para una relación más amplia de autores y obras gramaticales del sigloXVI europeo, véanse Erasrao Buceta, La tendencia a identifica!' el español conel latín, ed. cit., p. 86, y Romera-Mavarro, ob. cit., p. 206.

Page 11: Sobre el debate de la lengua vulgar en el Renacimiento

LA LENGUA VULGAR EN EL RENACIMIENTO 25

Como es manifiesto por los nombres de estos autores, laexpresión de esta tendencia correspondió a la filología humanis-ta, en cuyos mismos planteamientos se encuentra la clave de laparadoja a la que antes he aludido. La restauración de la verda-dera latinidad imponía un proceso de distanciamiento histórico,que es justamente lo que separa al Renacimiento de la Edad Mediaen lo que respecta a su relación con el mundo clásico. Este dis-tanciamiento histórico es la base del método filológico humanis-ta, y lo que de él resulta es el establecimiento del latín clási-co, es decir, la fijación de un estadio de lengua determinado.Así queda suprimido el carácter de zneA.gex.il que debe poseer la len-gua, y ésta queda condenada a ser un íigon, una realización yacongelada y opuesta al uso vivo. El extremo de esta tendencia apreservar el latín de la corrupción y la degeneración que imponeel uso, el desarrollo vital, lo alcanza el Brócense, cuando ensu UinViva (1587) condena el uso oral del latín, para preservar lalatinidad. Sin embargo, esta tendencia estaba ya apuntada en lasraíces del clasicismo lingüístico renacentista, en los intentosde recuperación y fijación por medio de la filología del idealestético del ciceronianismo. El modelo ciceroniano generó una delas corrientes que más contribuyeron a la congelación del latín,hasta convertirlo en una lengua muerta, como, entre otros, ha re-señado Romera-Navarro, al afirmar que "la reacción de los cicero-nianos contra el latín escolástico medieval, sus esfuerzos porrestituirlo en su antigua pureza, contribuyeron a abolir el latíncomo lengua viva" (21). El choque de las nuevas necesidades ex-presivas y el gusto por lo espontáneo y natural, derivado de lasdoctrinas neoplatónicas, con la rígida fijación del latín en unmodelo clásico, pero inerte, repercutió en un fuerte impulso delas lenguas vulgares, que se unió a un intenso y extendido movi-miento de vindicación que, para Romera-Navarro, obedece a "moti-vos religiosos, nacionales, didácticos" (22).

Estos motivos tenían indudablemente ámbitos de actuaciónautónomos e independientes, y cabe citar el empeño de Francisco Ide Francia para convertir el dialecto parisino en una lengua deunidad nacional, con una clara intencionalidad política. 0 lajustificación de Nebrija a su gramática castellana, presentándolacomo un primer paso para facilitar la enseñanza y el aprendizajedel latín. No obstante, la herencia de las concepciones organi-cistas del universo medieval y su pervivencia actuante en losmismos núcleos de la transformación renacentista, llegaron a es-tablecer una unidad indisoluble entre todos estos motivos, ligan-

(21) Romera-Navarro, oí>. c i t . , p . 205.(22) Ibidem.

Page 12: Sobre el debate de la lengua vulgar en el Renacimiento

26 Pedro RUIZ PËRKZ Criticón, 38, 1987

do estrechamente lo político y lo religioso, y todo ello con lodidáctico y cultural. Tal vez el ejemplo más completo en su com-plejidad sea el de Lutero, sustentador de las pretensiones inde-pendentistas de los territorios germánicos sobre una diferencia-ción religiosa, que tiene uno de sus pilares esenciales en laversión de las Escrituras a la lengua vulgar con una función di-dáctica, la de acercar la palabra al pueblo para posibilitar ellibre examen. La conjunción de todos estos factores, tan íntima-mente relacionados que forman los distintos planos de una mismarealidad, es lo que determina que la lengua de las predicacionesy escritos de Lutero y, sobre todo, de su traducción de la &LbtLaconstituya la base del alemán literario.

En el terreno de la lengua castellana encontramos un ejem-plo paralelo en la labor gramatical de Nebrija, que justifica laaplicación del arte a la lengua vulgar, además de por una finali-dad didáctica, por unos planteamientos en los que se confundeníntimamente lo político y lo religioso, al contemplar la lenguacastellana como el vehículo de transmisión de las leyes y la re-ligión, a través de su forja como compañera del imperio.

K e/uumi&mo

En un nivel dis t into al de estos ejemplos particularizadoshay que situar un fenómeno de auténtica dimensión europea, queafectó decisivamente a España y resaltó sus concomitancias conel movimiento general, por lo que su análisis puede resultar másproductivo que el de los casos señalados anteriormente. Me refie-ro al erasmismo, que, junto a su dimensión de espiritualidad ya sus evidentes implicaciones polí t icas, representó la más ampliay efectiva oposición a los ideales del ciceronianismo (23).

La oposición al modelo ciceroniano se produjo al mismotiempo desde el terreno del lat ín y desde el de la lengua vulgar.La contestación al ideal estético de la prosa del orador latinola emprendió Erasmo, pensador religioso y filólogo eminente, enel terreno de los contenidos, atacando en su Ci-CiAonLano el paga-nismo de los imitadores de Cicerón, pero con no menos fuerza en

(23) Entre las aportaciones más recientes, véase Francisco Abad, Juan de Vdl-dés y la conciencia lingüística de los erasmistas españoles, y Luisa LópezGrigera, Estela del erasmismo en Zas teorías de la lengua y del estilo en laEspaña del siglo XVI, en El erasmismo en España, Ponencias del Coloquio cele-brado en la Biblioteca de Menéndez Pelayo del 10 al 14 de junio de 1985 (ed.de Manuel Revuelta Sañudo y Ciriaco Morón Arroyo), Santander, Sociedad Menén-dez Pelayo, 1966, pp. 479-489 y 491-500.

Page 13: Sobre el debate de la lengua vulgar en el Renacimiento

LA LENGUA VULGAR EN EL RENACIMIENTO 27

el terreno de las formas y en la concepción del latín como lenguade uso. Con una perspectiva puramente lingüística y dejando almargen consideraciones morales o religiosas, el erasmismo condenala fijación del latín como una lengua muerta en la consideraciónde los ciceronianos, emprendiendo una campaña de vivificación delidioma, que tiene en el propio Erasmo su ejemplo más destacado,cuando al intentar fijar los criterios de pronunciación de lalengua del Lacio abandona toda pretensión de recuperar el modeloclásico y solo tiene en cuenta la realidad vital del latín habla-do en su momento.

Erasmo enfoca así la cuestión lingüística desde una pers-pectiva de utilidad, concibiendo el lenguaje como un medio y nocomo un fin en sí mismo, al situar los planteamientos éticos,morales y religiosos por encima de los meramente estéticos. Elideal de comunicación se erige en el valor supremo de la lenguaerasmiana, y ello le lleva directamente al terreno de la lenguavulgar. Aunque Erasmo dejó toda su obra escrita en latín, elerasmismo tomó inmediatamente la defensa del vulgar como lenguade espiritualidad, desde Juan de Valdés , sistematizador de lanueva espiritualidad, —con el ViátOQO de ¿a doC-OUna cAÁitíana— y dela lengua que la acompaña —con el ViÁtOQO dz la tíngua—, hasta elpropio fray Luis de León, quien recoge de la herencia erasmianasu defensa de la traducción de los textos bíbliaos al romance ysu consideración de éste como lengua teológica, frente a la pos-tura intransigente de la doctrina eclesiástica, sobre todo en elperíodo postridentino (24).

La defensa erasmista de la lengua vulgar trascendió rápi-damente los límites de lo espiritual, para entrar de lleno en elterreno literario, donde los mismos ideales de claridad, senci-llez y llaneza, puestos en primer lugar en función del didactis-mo, contribuyen a forjar y fijar el ideal estético y el modelode la prosa castellana del Renacimiento, su lengua literaria,como es posible sorprender en los dos diálogos de Alfonso de Val-dés, en las obras de Villalón o en el V-Laje, di TuAC¡uXa, por no en-,trar en la polémica en torno al erasmismo del Laza/uMo. La defensavulgar se veía favorecida, al mismo tiempo, por la repercusión

(24) Véase un desarrollo más amplio de las ideas sintetizadas en estas líneasen José Luis Abellán, El evasrnismo español, Madrid, Espasa-Calpe (ColecciónAustral), 1982, pp. 195 y ss.

(25) Véase, en el capítulo XIII de la primera parte del Viaje de Turquía, ladirecta crítica de la obra de Nebrija y la aplicación didáctica de su gramáti-ca latina, como ya reseñó Domingo Ynduráin, ob. cit., pp. 28-29.

Page 14: Sobre el debate de la lengua vulgar en el Renacimiento

28 Pedro RUIZ PÉREZ Ciiticón, 38, 1987

del platonismo más o menos diluido que participaba de la actitudespiritual del erasmismo. Su aprecio de lo natural, el respetoa las manifestaciones individuales o la oposición a la uniformi-dad se traducían, en el aspecto lingüístico, en el apoyo a laspeculiaridades de cada pueblo (en este caso a, su lengua vulgar),de forma paralela a como la crítica de la corrupción vaticanaderivaba, en lo político, en un rechazo del poder temporal de laIglesia, lo cual, si en el ViÓJioQO di. liu toàca OOUMÁXLOA* en Roma sus-tenta una idea imperial, en general se manifiesta en un impulsonacionalista, con el consiguiente desarrollo de las lenguas ver-náculas .

En el caso español el erasmismo y su ideal del lenguajecoloquial se alian en el terreno literario con otro fenómeno nomenos renacentista, como es el de los intentos de renovación poé-tica apoyados en la tradición castellana y protagonizados porCastillejo (26). Estos intentos representan en su oposición alpetrarquismo italianista un paralelo con la actitud anticicero-niana del erasmismo, en lo que tiene de defensa de la tradiciónviva frente a las pretensiones de los modelos clasicistas.

En cuanto a la actitud de la Iglesia respecto al empleode la lengua vulgar, su criterio osciló a lo largo del siglo XVIentre la inicial permisividad, amenazada por el temor a la here-jía protestante y al judaismo encubierto, y la oposición triden-tina, matizada por la necesidad de competir con una literaturaespiritual en lengua vulgar frente a la extensión de las "peca-minosas" literaturas profanas y de evasión, concretadas en loslibros de caballerías, los libros de pastores y la poesía de cuñogarcilasiano. Por ello, la centuria se movió entre extremos tansignificativos como el proceso a fray Luis de León por su roman-ceamiento del Cantan, de, toi CanioAU, y la versión a lo divino enclaro romance de todas las variantes de la literatura profanaseñaladas anteriormente (27).

Ca&tzJLLonQ y touCjLn. La d¿Qn¿dmi de. to. ¿ejtiQu/L

La acción de los nuevos planteamientos renacentistas, es-pecialmente los surgidos de la filología humanista, fomentan un

(26) Véase Rogelio Reyes Cano, Medievalismo y renacentismo en la obva poéticade Castillejo, Madrid, Fundación Juan March, 1980.

(27) Algunos momentos de esta línea sinuosa pueden verse en el conde de laVinaza, ob. cit., t. I, pp. XII-XIX. Véase también Romera-Navarro, ob. cit.,pp. 235-252.

Page 15: Sobre el debate de la lengua vulgar en el Renacimiento

LA LENGUA VULGAR EN EL RENACIMIENTO 29

desarrollo paralelo del latín y de las lenguas vulgares, comoseñalé al comienzo. Se ha venido señalando esta característicacomo uno de los rasgos paradójicos del Renacimiento, pero, enrealidad, este doble fenómeno no representa más que las dos mani-festaciones simultáneas y paralelas del mismo impulso de renova-ción filológica. Aunque otros componentes del gran sacudimientorenacentista, como el ciceronianismo o el neoplatonismo, influye-ron diferenciadamente en uno u otro aspecto, ahondando las dis-tinciones entre la recuperación del latín clásico como lenguaviva y el impulso dado a las lenguas vulgares, por encima de es-tas fuerzas centrífugas se impuso la realidad del tronco común,en cuyo factor de unidad debe ahondar la nueva crítica del Rena-cimiento.

Si hubiera que personificar la unidad real proporcionadapor la filología como base de la transformación renacentista, conmayor derecho que a las ambivalencias de los erasmistas habríaque acudir, sin ninguna contestación posible, incluso a niveleuropeo, a la figura de Nebrija. Como se recoge en el mencionadoartículo de Buceta, el entusiasmo paralelo por el latín y por elcastellano acaba por fundirse y, en su formulación más extrema,casi por identificarse. Si Nebrija es a la par autor de una gra-mática latina y de otra castellana y, más significativo aún, deuna gramática latina vertida al castellano, no podemos olvidarel punto de unión de ambas facetas. Con él, dicho sea de paso,es posible superar la polémica mantenida entre Rico y Avalle-Arce(28). Su raíz cabría encontrarla en la repetida y glosada ideaimperial que animaba la producción de Nebrija de manera más pro-funda que su conocida formulación. Como especifica Menéndez Pidal,"una idea renacentista impulsa a Nebrija : España sueña con unimperio como el romano, y el español se igualara al latín" (29).

La acción conjunta de ideas lingüísticas e ideales polí-ticos —cuya distinción no acaba de eliminar los prejuicios na-

(28) La exposición de sus posturas encontradas en torno a la fecha liminardel inicio del Renacimiento en España se encuentra en Francisco Rico, Nebrijafrente a los bárbaros, universidad de Salamanca, 1978 ; y en Juan BautistaAvalle-Arce, Características generales del Renacimiento literario, en JoséMaría Diez Borque (dir.), Historia de la literatura española, Madrid, Taurus,1980, t. Il, pp. 13-t5, trabajo reeditado más tarde como Aproximaciones alRenacimiento literario español, en J. B. Avalle-Arce, Dintovno de una épocadorada, Madrid, Porrúa, 1978, pp. 1-56.

(29) Ramón Menéndez Pidal, El lenguaje del siglo XVI, en La lengua de Cristó-bal Colón, Madrid, Espasa-Calpe (Colección Austral), 19t2, p. 49.

Page 16: Sobre el debate de la lengua vulgar en el Renacimiento

30 Pedro RUIZ PÉREZ Criticón, 38, 1987

cionalistas que sustentan a unos y a otros— conduce, más alláde la fusión de las preocupaciones filológicas por el latin y elhabla vulgar, a la tendencia a identificar, en el caso de nuestrahistoria lingüistica, el español con el latín, tal como lo dicta-minara Buceta en el mismo título de su citado trabajo. Si en elúltimo tercio del siglo XVI la concepción íntimamente unida delimperio y la lengua desembocó en una defensa casi unánime de lalengua castellana (30), la precedente identificación del españolcon el latín sobre la base común de ser lenguas imperiales setradujo en diferentes manifestaciones a lo largo del período ini-cial y central de la centuria.

Dejando de lado el hecho de las traducciones, cuyo augearranca del siglo XV, el progresivo incremento de las obras gra-maticales, el inicio y desarrollo de las poéticas y preceptivasen lengua vulgar y la redacción de gramáticas latinas en lenguacastellana por aplicación didáctica de la constatación de la im-portancia del romance, dejando pues de lado estos argumentos, nosencontramos principalmente con dos fenómenos de significativaimportancia. De ellos, el de la redacción de obras de teatro,fundamentalmente tragedias de corte escolar (31), muestra la con-currencia de razones tan alejadas de las lingüísticas como lasde índole puramente didáctica, aunque en ellas subyace una ideade la equiparable dignidad del castellano y del latín, lo querepresenta otra manifestación del movimiento que intento refle-jar. No es posible olvidar, de otro lado, que este "teatro deseminario de condición bi y, a veces, trilingüe", como lo definióMax Aub (32), contaba con una cierta forma de precedente en lascomedias bilingües, hispano-portuguesas, de Gil Vicente, que,además de proporcionar un modelo formal, dan buena prueba delimperialismo lingüístico del castellano en estos primeros momen-tos del siglo XVI.

El segundo fenómeno al que aludía en este proceso de equi-paración del castellano con la lengua de Virgilio, es el más cla-

(30) Véase Romera-Navarro, ob. cit., p. 22t.

(31) Este tipo de teatro recibió nuevo aliento con la irrupción de la Compañíade Jesús en ei terreno de la enseñanza, convirtiéndose en auténticos ejerciciosestilísticos, en los que convivían los parlamentos en latín con los fragmentosen castellano, con el fin de facilitar a los alumnos el aprendizaje vivo deuna lengua muerta.

(32) Max Aub, Manual de historia de la literatura española, Madrid, Akal, 1974,p. 192.

Page 17: Sobre el debate de la lengua vulgar en el Renacimiento

LA LENGUA VULGAR EN EL RENACIMIENTO 31

ro exponente del grado de identificación establecido entre lasdos lenguas. Nos referimos al género de obras redactadas en unambiguo idioma, que responde por igual a la forma y cánones gra-maticales del latín y a los del castellano. Su número es sufi-cientemente representativo, y motivaron los dos atinados y docu-mentados estudios de Erasmo Buceta citados páginas atrás. En es-tas composiciones, por encima de otras consideraciones, cabe des-tacar el sentimiento de superioridad, sobre todo frente al restode las lenguas romances, que poseían los castellano-hablantes,conscientes de poseer una lengua esencialmente idéntica a la la-tina y de la misma dignidad (33).

"Uú)n¿ía& hornCná," y "dígrUtcu tinguaz"

El tema de la dignidad, tan propio del Renacimiento y au-téntico tópico del pensamiento y la l i teratura de la época, cons-tituyó también otro punto focal en el desarrollo teórico de laconsideración del castellano, a través del topos de las laudeslitterarum, que encontró su marco específico en las prolusionesuniversitarias y otras formas de l i teratura parenética, estudia-da, entre otros, por Eugenio Asensio y Juan Alcina y por Francis-co Rico (34). A la vinculación de la dignidad del hombre con ladignidad de la lengua, de estirpe clásica y humanista, y verdade-ro l e i t motiv de las laudes litterarum, se une el sentimiento,espúreo desde la perspectiva estricta de la filología, de la di-gnidad nacional, que busca en la dignidad de la lengua una de susmás privilegiadas formas de expresión. Así, un cauce y unos mode-los de raigambre humanista, surgidos en la cultura latina, se po-nen al servicio de las nuevas reivindicaciones de las lenguasvulgares, teñidas de tintes nacionalistas, que llegaron a suplan-tar las preocupaciones filológicas y del pensamiento lingüísticohumanista (35).

(33) Este sentimiento de superioridad se muestra orgulloso en el episodio pro-tagonizado en la corte papal por Garcilaso de la vega, padre del poeta deldolorido sentir y autor de la primera de la relativamente abundante serie decomposiciones hispano-latinas. Véase E. Buceta, La tendencia a identificar elespañol con el latín, ed. c i t .

(34) Véase E. Asensio y J. Alcina Rovira, "Paraenesis ad litteras". Juan Mal-donado y el humanismo español en tiempos de Carlos V, Madrid, Fundación Uni-versitaria Española, 1980 ; y Francisco Rico, "Laudes litterarum" : Humanismoy dignidad del hombre en la España del Renacimiento, en Homenaje a Julio CaroBaraja, éd. c i t . , pp. 895-914.

(35) Véase Werner Bahner, La lingüística española en el Siglo de Oro. Aporta-ciones a la conciencia lingüística en la España de los siglos XVI y XVII, Ma-drid, Ciencia Nueva, 1966.

Page 18: Sobre el debate de la lengua vulgar en el Renacimiento

32 Pedro RUIZ PÉREZ Cricicón, 38, 1987

En tanto que en el resto de los países europeos las apolo-gías nacionalistas que se expresaban en la defensa de la lenguavulgar suponían una suerte de reacción antimedieval, en la quela oposición lingüística al latín tenia un exacto paralelismocon la oposición política al imperio, en el ámbito del castellano—en el que la inclinación de las laudes litterarum a las laudeshispaniarum tuvo ejemplos tan ilustres como la obra del italianoLucio Marineo sículo Opu¿ de. ie.bu6 Hú,pan¿a.e. (36), o fe acUeAQ.nda. Hibpa.-nahum VuuLUiont (1553) de Alfonso García Matamoros ( 3 7 ) — , la rei-vindicación nacionalista se fundió inmediatamente y fue sustitui-da por el orgullo imperial, por el que España se sentía herederay continuadora del Imperio Romano, de la misma forma en que defen-día que la lengua castellana representaba la forma más cercanaal latín de entre todas las lenguas romances.

Para mantener esa idea contó con la floración del génerode obras bilingües reseñado anteriormente, en las que la confu-sión de las lenguas latina y castellana significaba la consagra-ción en una forma de todo el haz de ideales políticos, culturalesy lingüísticos que he intentado desplegar en las páginas prece-dentes. Al mismo tiempo que se consolida la idea del castellanocomo compañero del nuevo imperio, el modelo cortesano de la len-gua renacentista cede su lugar a una auténtica lengua nacional,en la que hay que constatar innovaciones léxicas tan significa-tivas como las señaladas por Menéndez Pidal :

Akoia ÍÍ ¿ntiodace.n otfioi nuchoi téAminod duA.iid.QA.ot,, empezandopoi QÂ. de, "pat'U.a", nuevo concepto que. iiutiXuye. a leu, iáoM, compuzn-didaA en la Edad Hedía bajo la voz "ti&via", lle.na de. izntíxb ieu-dal. (39)

La contemplación del de sa r ro l lo y l a fecundidad de la len-gua c a s t e l l a n a al compás de la expansión imperial condujo alarraigado y os tentoso o rgu l lo de sus hab lan tes , que se manifestóde manera especia l en l a s composiciones h i s p a n o - l a t i n a s que, des -de el cua t roc i en tos , alcanzan hasta e l s ig lo XVII. De la c en tu r i a

(36) Lucio Marineo Sículo, Opus de rebus Hispaniae, Compluti, per Michaelemde Eguía, 1533.

(37) Curiosamente, en esta obra se mantenía aún el menosprecio por la ignoran-cia del latín : "Non tam praeclarum est scire latine quam turpe nescire" . Véa-se Aubrey F. G. Bell, El Renacimiento español, Zaragoza, Ebro, 1914, p. 85.

(38) Véase R. Menéndez Pidal, La lengua del siglo XVI, éd. c i t . , p. 73.

(39) Ibidem.

Page 19: Sobre el debate de la lengua vulgar en el Renacimiento

LA LENGUA VULGAR EN EL RENACIMIENTO 33

que Maria Rosa Lida caracteriza como "prerrenacentista" procedetambién la tendencia castellana a perfeccionar el idioma propiocon préstamos —léxicos, gramaticales y sintácticos— tomadosdel latín. "Con ello —concluye Bahner— se reconocía también laexistencia de un campo de relaciones entre latín y castellano" (40!.Este campo de relaciones es el que se va a ampliar hasta la prác-tica identificación de ambas lenguas, lo que señala el punto másalto en el orgullo de la conciencia lingüística castellana. Esel momento en que, en palabras de Nebrija, "más se puede temerel decendimiento della que esperar la subida" (41).

El conocimiento de que su romance provenía del latín nodistinguía a los españoles del resto de los pueblos europeos quehabían sido romanizados. "Desde antiguo —constata Bahner—, peroesencialmente desde el siglo XVI, aquella brillante época de lafilología, este hecho era universalmente conocido, al menos enItalia, Francia, Portugal y España" (42). Sin embargo, el caste-llano sí había logrado, de modo más o menos incontestado, imponersobre el resto de las lenguas romances la conciencia de su supe-rioridad, basada en su mayor cercanía al idioma original, yaapuntada desde el siglo XV, en el Libio efe ta v¿da blata. (1463) deJuan de Lucena (43), o en el episodio romano de Garcilaso de laVega, padre del poeta del Tajo (44). De su extensión en el sigloXVI cabe citar tres muestras significativas. El auroral Vlatoguí,•inXeA S¿t¿c.e.wn, b/iltímeXitam eX Famcm, con el que Pérez de Oliva prolo-gaba en 1514 la edición parisina del tratado matemático de Mar-tínez Silíceo, representa la militante actitud del humanista alreclamar para el castellano su dignidad como lengua de la ciencia.En 1586, cuando Ambrosio de Morales edita las obras de Oliva,añade tras este breve texto de su tío, y junto a referencias aobras de la misma naturaleza escritas por Luis González y porFrancisco de Castilla, una carta a don Juan de Austria, en la queimita el procedimiento del autor del Vlátogo di ¿a <LíQn-Ldad doX. hambie,,con la actitud propia del período manierista, subordinando a lamuestra de ingenio otro tipo de pretensiones, más estrictamente

(40) W. Bahner, ob. cit., p. 36.

A. de Nebrija, Gramática de la lengua castellana, éd. de Antonio Quilis,Madrid, Editora Nacional, 1980, p. 101.

(42) W. Bahner, ob. cit., p. 17.

(13) Ibidem, pp. 36-39.

Véase E. Buceta, La tendencia a identificar el español con el latín, ed.

Page 20: Sobre el debate de la lengua vulgar en el Renacimiento

34 Pedro RUIZ PÉREZ Criticón, 38, 1987

lingüísticas (45). El tercer autor, en cambio, Luis Zapata en suUi&cíZánza (46), es citado por sustentar la superioridad del caste-llano con una referencia a este género de composiciones : "Aunquedicen que el lenguaje toscano es latín corrupto, el nuestro esincorrupto latín ; ni ninguna lengua hay más cercana del latínque la gloriosa nuestra española" (47).

Esta conciencia, que alcanza su madurez a mediados delsiglos XVI, aunque penetre ampliamente en la centuria siguiente(48), ve sustituida la inicial rivalidad del castellano, comolengua romance, frente al latín, por las rivalidades entre lasdistintas lenguas vulgares, en la que el castellano intenta pro-bar su supremacía, no sólo por razones lingüísticas, ya que haalcanzado la misma dignidad que el latín, sino también por razo-nes políticas, relacionadas con la actitud imperialista del cas-tellano —hombre y lengua— en este período. Si el episodio deGarcilaso en la embajada romana no resulta suficientemente signi-ficativo, aduciré, desde la otra margen del conflicto, el Libiode lcu> alabançai de. ¿ai lunguat, hebina, g>Uzga, ¿atina, caitetlana y vatwtML-na. (1574) de Martin de Viziana, en el que el autor disputa porigualar la dignidad del valenciano con la del castellano, sincuestionar la superioridad del latín, considerada la lengua másperfecta, junto al griego y al hebreo.

la tangua iXaJUjma. y lot> nuevoi modelo* e¿-t¿£t¿¿ico6

En fechas cercanas a la de la publicación de la obra delvalenciano se puede constatar un fenómeno que, si en aparienciase presenta como radicalmente opuesto, no es más que la conclu-sión lógica de un proceso, cuya raíz se hunde en el mismo terreno

(15) Véanse las obras de Oliva y de Morales en Las obras del maestro FernánPérez de Oliva... con otras cosas que van añadidas, Córdova, Gabriel RamosBe jarano, 1586.

(46) La Miscelánea fue recopilada en forma manuscrita en la segunda mitad delsiglo XVI ; publicada en Memorial histórico español, t. IX, Madrid, 1859, yen Zapata, Varia historia, ed. de I. Montiel, Clásicos Castilla, 20-21. VéaseA. Blecua, La littérature apophthegmatique en Espagne, en A. Redondo (éd.),L'Humanisme dans les lettres espagnoles, Paris,Vrin, 1979, pp. 119-132, ademásde la extensa bibliografía de Maxime Chevalier en torno al tema del cuentecillty la literatura paremiológica.

W. Bahner, ob. cit., p. 77.

(48) Véase E. Buceta, De algunas composiciones hispano-Iatinas en el sigloXVII, éd. cit.

Page 21: Sobre el debate de la lengua vulgar en el Renacimiento

LA LENGUA VULGAR EN EL RENACIMIENTO 35

abonado que he venido señalando y que constituye la esencia denuestra literatura en el período renacentista : el cultivo lite-rario de la lengua nacional, en rivalidad con las demás lenguasromances, bajo la égida del latín. La inicial veneración de losautores renacentistas por la lengua de Cicerón se convirtió enuna pugna por elevar la lengua vulgar a una dignidad semejante.La carrera que hacia ese objetivo emprendieron al mismo tiempoque la lengua castellana la francesa y la toscana produjo entreellas un fuerte sentimiento de emulación que, ante el pujanteesplendor de la literatura italiana, sustituyó por esta lengualas letras latinas como objeto central de la atención y la imita-ción de teóricos y creadores literarios.

Si ya en el triunfal experimento garcilasiano es posiblever los primeros asomos de los rumbos que tomaría este movimien-to, contra el que tan activamente reaccionaron autores como Cas-tillejo o, más tarde, Argote de Molina (49), hay que situar tam-bién en la línea de la trayectoria crítica de la poesía del tole-dano la confirmación de la nueva tendencia. En las Anoíac¿on&6(1580) que Herrera hizo a las obras de Garcilaso sorprendemosestas significativas palabras ; "La lengua común de España, susfrases i términos, su viveza i espíritu, i los sentimientos denuestros poetas pueden venir a comparación con la elegancia dela lengua i con la hermosura de las divinas rimas de Italia" (50).En la cita sobresale el calificativo aplicado a las rimas italia-nas, pero también la desaparición del latín del horizonte críticode la nueva época, en la que ya no es la lengua de Virgilio eltérmino de comparación, sino la de Petrarca y Ariosto. En estre-cha relación con ello, la lengua toscana se convierte también enimportante fuente de neologismos en el proyecto de renovación dela lengua poética castellana en el que Fernando de Herrera tuvotan amplia parte. La fuerte polémica generada en torno al mismoen el último cuarto del siglo XVI tenía ya como eje principal lositalianismos de la nueva escuela poética, olvidados ya los lati-nismos cultistas de Juan de Mena y el ciceronianismo de la prosade Guevara o Fernán Pérez de Oliva.

(49) Véase Gonzalo Argote de Molina, Discurso de la poesía castellana, en Ele-na Casas (éd.), La retórica en España, Madrid, Editora Nacional, 1980. Signi-ficativamente, el autor publicó este texto por primera vez acompañando su edi-ción de la obra de don Juan Manuel, El conde Lucanor... Seguido del discursode Gonzalo Argote de Molina sobre la Poesva castellana, Sevilla, en casa deHernando Díaz, 1575.

(50) Obras de Garcilaso de la Vega, con anotaciones de Fernando de Herrera,Sevilla, por Alonso de la Barrera, 1580, p. 73.

Page 22: Sobre el debate de la lengua vulgar en el Renacimiento

36 Pedro RUIZ PÉREZ Criticón, 38, 1967

El paso señalado significa la apertura de las nuevas pers-pectivas que el siglo XVII va a desarrollar plenamente, pero que,en rigor, arrancan de estos momentos, en mitad del siglo XVI,como acertadamente observa Ronera-Navarro :

El iiglo Xl/I z&, como hemoi viAto, iiglo de. lacha poi la. óuptema-CJUOL de. ¿ai £e.ngacu> vulgasie* bobha et latin. En todai pantu ie. piocuAÓcuidaAüii, e.mbeZle.ceJilai, le-vantanùu un dignidad, aipiAando a quecampitL&i&n con la lomana. Bita t&nd&naia coman a la EuAopa occi.de.niatn.zviati.0 en alguno* auto'iei, o gnupoà liteAaAíoi, un exceso de. eimeAoy eJuididón que. l u llevó al amaneAomieMo [...]. El entilo de. loi"cultoi" en Eipaña y ¿acAa de. zZJLa [gongo'Uómo, eu((tu4mo, pa.&cío6-Umo,maAini¿mo) tie.ne. ¿u¿ n.a¿ce¿, cuando no ia duanAollo, en e.1 iígloX l / I . ( 5 1 )

El italianismo impregna estas nacientes tendencias de renovaciónde aliento cultista, que en estos momentos capitaliza en EspañaFernando de Herrera, germinando en el círculo cultural que éstemantiene en la casa de los condes de Gelves, donde posiblementeconoció a Damasio de Frías, autor del Diálogo de. leu, le.ngu.at, (1579),auténtico debate en torno a la aceptación de los neologismos enla lengua castellana. El texto del vallisoletano se inscribe enel marco de la batalla de la lengua literaria que se libraba enlas letras castellanas en estos momentos de agotamiento de losmodelos del Renacimiento inicial, y junto a los esfuerzos de re-novación e innovación que en sus primeros compases llevaban elnombre propio de Fernando de Herrera. "Si esa actitud común endefensa del italianismo —afirma J. L. Pensado— y neologismo engeneral se forjó allí y al calor de una amistad, no podemos afir-marlo, aunque sí no ofrece duda la precedencia cronológica delvallisoletano sobre el sevillano" (52). Más allá de estas cues-tiones de prioridad cronológica, lo que interesa señalar es queSperone Speroni, autor del Vialogo d&lle. lingue. ( 1542 ) ̂ del que elespañol toma el título para su obra, y el propio Frías son loshitos de un camino que encierra ilustrativamente la evoluciónque la defensa de la lengua castellana conoció a través de estacenturia, desde la reivindicación de su uso y dignidad al ladodel latín, hasta los problemas lingüísticos y poéticos derivadosde la forja de una lengua literaria separada del habla común, enel extremo de un movimiento pendular en el que la obra de Fríasrepresenta un claro punto de inflexión.

(51) Romera-Navarro, ob. cit., p. 251*.

(52) J. L. Pensado, Una crisis en la lengua del imperio, Universidad de Sala-manca, 1982, p. 42.

Page 23: Sobre el debate de la lengua vulgar en el Renacimiento

LA LENGUA VULGAR EN EL RENACIMIENTO 37

Conectando con el papel avanzado de las letras italianasdurante el Renacimiento, la nueva oleada de fervor i ta l ianis tase articuló en los que la cr í t ica ha denominado esquemas manie-r i s t as , y que en realidad responden al intento de pervivencia yprofundización de los esquemas formales renacentistas y de suselementos constitutivos, dinamizándolos desde dentro, en oposicióna la "gravedad" y "discreción" barrocas, típicamente españolas.Su posición entre el Renacimiento, i ta l ianis ta y abierto, y elBarroco, cerrado e hispanizante, convierten el último cuarto delsiglo XVI en el eje de la transformación, en lo que supone elcanto del cisne de las corrientes europeístas de la primera etapay el presagio de la que habrá de sus t i tu i r la . El conflicto l in-güístico que emerge no es más que la manifestación de un conflic-to social y cultural de mayor hondura, que, si tiene un caráctergeneral en toda la cultura occidental, según señala Arnold Hauser(53), presenta también unos específicos caracteres hispánicos,que son los mismos que explican, no sólo el posterior desarrollodel Barroco, sino también la especial virulencia lingüística queestos conflictos comportaron.

Ya José Antonio Maravall había puesto en relación los elo-gios renacentistas de la lengua vulgar con unas claras intencio-nes polí t icas, que se pueden encuadrar perfectamente en la ampliapolémica de "antiguos y modernos" (54). En los años finales delsiglo XVI español la dirección del fenómeno se invierte, y, aca-bando con la postrera floración de la receptividad a las noveda-des venidas de más alia de las fronteras, la norma lingüística

(53) Véase Arnold Hauser, Origen de la literatura y del arte modernos, 3 vols.{1. Kl Manierismo, crisis del Renacimiento ; 11. Pintura y Manierismo ; I II . Li-teratura y Manierismo), Barcelona, Guadarrama, 1982.

(54) Para Maravall, "une des premieres manifestations de la 'préférence accor-dée aux Modernes', au détriment des Anciens, est la supériorité donnée aux mé-ri tes du groupe protonational (auquel appartient l 'écrivain qui prend partiepour les Modernes) sur ceux des héros, princes ou sages des cultures antiques( . . . ) . Ces écrivains exaltent la grandeur et le pouvoir des princes qui sontles leurs ; i l s sont solidaires de la valeur et de l'honneur de leur communau-té politique ; i l s développent d'une façon inattendue la biographie des grandspersonnages contemporains pour dépasser la gloire des Anciens ; i l s font l ' é -loge de la langue vernaculaire et l 'u t i l i sent ¡ i ls rendent hommage a la sages-se de leur peuple, recueillie dans les proverbes". José Antonio Maravail, UnHumanisme tourné versle futur : littérature historique et vision de l'histoireen Espagne au XVIe siècle, en A. Redondo (éd.) , L'Humanisme dans les lettresespagnoles, éd. c i t . , p. 540.

Page 24: Sobre el debate de la lengua vulgar en el Renacimiento

38 Pedro RUIZ PÉREZ Criticón, 38, 1987

g e n e r a l (55) s u s t i t u y e l a a c t i t u d de a p e r t u r a d e l pe r íodo a n t e -rior por unos nuevos criterios, en los que prima la restricción.J. L. Pensado destaca esta nueva dirección a partir de lo apunta-do en e l Viátogo de tai te.nqu.ai :

La zdad impzAíal, ta dz ta nzciín ZitKznada unidad hispánica, taque había pagado dut conXiio a ta coitz, ta del. "coiXZiano1' &n unapatabia, empieza a cama/i -, ta nuzva gznznacián na advzfitCdo que. nita "coite." ni. el "coitziano" ion zt non plus ul t ra de ta pzA¿zcc¿ón,¿oi nzcJLoi, lot> idiotai pululan zn tila y pu&dzn ¿lamaue y ie. llamandz hzcko conxeianoi ; ie cambia de ideal, i¿ comienza la hola, del "dii-cAeXo", no todavía del gtiadanzico \j banAoco -, ni un oiáaulo manualni un aktz dz pKudunda. ¿e pnzciAa pala andan. po>i la coiXz, boita i¿m-pl&mzntz la "cLUcAzción" . / iobie ella vzua el iegando diálogo de.Vamaiio, y la "di¿cAzción" u el téJimino mágico que izgata y adminii-tna el nuzvo tznguajz y *UÓ nzotogiimoi . (56)

Cabría explicar este fenómeno en términos de susti tución de unaclase por otra en las estructuras de poder, en concreto, la pro-fesionalización y aburguesamiento de la burocracia palat ina,frente al carácter honorífico y ar is tocrá t ico que tuvo en la épo-ca anter ior . Ello supone de manera inevitable la consiguiente a l -teración de los modelos e ideales expresivos. Este camino, noobstante, nos conduciría hacia una multiplicidad de in te r re lac io-nes socio-culturales que desviarían el camino proyectado de susobjetivos cent ra les . Por e l l o , nos podemos l imi tar , como resumen,a las concluyentes palabras de Pensado : "aquí se están atacandolos recursos l i t e r a r i o s renacentistas y comienza a asomar un nue-vo modelo orientado por una nueva palabra clave, la diiCAeíión" (57).Con la aparición de este nuevo ideal actuante podemos ya hablardel Barroco y del defini t ivo abandono de las formas y modelosrenacentistas, t a l como éstos habían venido articulando la mayorparte del siglo XVI (58).

(55) Los que salen de ella para seguir la misma línea apuntada anteriormentepor Herrera son condenados y excluidos mediante el olvido y la negación, comomás tarde hubo de conocer el propio Góngora.

(56) J. L. Pensado, ob. ci t . , p. 48.

(57) Ibidem, p. i*l.

(58) La compleja trabazón de la trayectoria que va desde la figura representa-tiva del Renacimiento, aun antes de que ésta fuera codificada por Castiglione,hasta el modelo humano que definió en su estricta españolidad el mundo barro-co , el complejo mundo social, en suma, que en su desarrollo marca esta evolu-ción , encuentra su lugar en las páginas numerosas de una obra abarcador-a, elestudio de Bernardo Blanco-Gónzalez Del cortesano al discreto. Examen de una

Page 25: Sobre el debate de la lengua vulgar en el Renacimiento

LA LENGUA VULGAR EN EL RENACIMIENTO 39

EL mutuo dábate, tcngüí&tiao : et ideaL de. z&tlto y toe, ¿deas ze>téticah

El tránsito del cortesano al discreto, auténtica imagendel paso del Renacimiento al Barroco, es también la oscilaciónde un extremo a otro de la dualidad entre la naturaleza y el ar-te, clave de la estética clásica. El eje de tensión entre ambospolos, personificados en las figuras de los filósofos Platon yAristóteles, conoce una progresiva inclinación del lado de unode ellos, que es lo que, cuando se acercan las postrimerías delsiglo XVI, suplanta la inicial disputa entre el latín y las len-guas romances. Así, a la creciente interiorización y ensimisma-miento que se introducen con el Barroco le acompaña un procesogradual de reducción a los límites de la propia lengua de la ba-talla en torno a ella.

Superadas las etapas de emulación de otros modelos lingüís-ticos, sean éstos maternos o fraternales, la lengua castellanase encuentra con el problema de su propia configuración, de laque el plano estilístico sólo es el más sobresaliente. El plan-teamiento de esta cuestión obedece con una gran fidelidad a lalínea general que está definiendo toda la actitud del nuevo hom-bre barroco ante cualquier aspecto de la vida social o cultural :

Se pat>a —izgún Pzn&ado— de un idzaliimo confiado, du un plato-niimo amoioio, de. ana conXuayUa loàada y optimista, dz an nundo p>iz-doio a ¿magín dz la divinidad, a un Kzatiimo incierto, a un moh. dz604e cotpá'ie.a y ca/inal, a ana avilada y cauta diiCAZcián, y \iex z¿mundo tal como u, pexo zncaminándoiZ ya hacia lai diitohiionu ba-M.OCJU. (59)

El abandono del platonismo, que impregnaba, por ejemplo, el re-trato del cortesano trazado por Castiglione, no supone únicamenteuna transformación en la codificación de los usos amorosos o unanueva manera de comprender el mundo y enfrentar la realidad, sinoque tiene también una importancia fundamental en el plano que nosocupa, el de la lengua.

La alteración de los ideales filosóficos y sociales com-porta irremisiblemente una modificación de los ideales estilís-ticos, que sufren una profunda transformación en este proceso,

"decadencia", T. I, Madrid, Gredos, 1962. Su amplia mirada y rigor documentalme exime de una emulación imposible, obligando a remitir a su consulta todointento de transitar esta vía.

(59) J. L. Pensado, ob. cit., p. 83.

Page 26: Sobre el debate de la lengua vulgar en el Renacimiento

40 Pedro RUIZ PÉREZ Criticón, 38, 1987

obedeciendo a una inversión en las concepciones lingüísticas. Elestablecimiento de la "invención" como criterio básico del buenestilo, en lugar del ideal de "selección" que había dominado lalengua del primer Renacimiento, resulta, así, un reflejo de laimposición del ideal del arte sobre el de la naturalidad, tantoen el campo de las ideas gramaticales como en el de la concepcióngeneral del lenguaje y, en un terreno más concreto, en el de lalengua poética. Todo ello resulta de la manifestación puntual deun fenómeno de carácter global, como es la progresiva aristoteli-zación de la cultura barroca, frente al platonismo renacentista.

Menéndez Pidal, en su estudio sobre la lengua de esta cen-turia (60), siguió con minuciosa atención la línea dibujada poreste proceso en el terreno de sus manifestaciones estilísticasy en el de las ideas estéticas de los escritores de nuestro si-glo XVI, descubriendo una patente trayectoria de continuidad yde acentuación de esta tendencia. Entre los dos extremos de lla-neza y artificio, de naturaleza y arte, la norma lingüística deGarcilaso, tal como él mismo la expresa en su epístola a doñaGerónima Palova de Almogávar, es la de naturalidad y selección.La selección, que es la que manifiesta la capacidad poética delautor, complementa el principio de naturalidad, que obliga a ex-traer los materiales lingüísticos —antes de someterlos al proce-so de transustanciacion poética— de la norma común garantizando,además de la comunicación a todos los niveles, la impresión desencillez que constituye el ideal estético y la norma de elegan-cia de un primer Renacimiento fuertemente marcado por las ideasplatónicas.

El mismo ideal es el que subyace a la norma valdesiana,que extrema la naturalidad hasta eliminar los distingos entre lalengua escrita, soporte del arte, y la hablada, expresión natural.La generalización de este planteamiento queda de manifiesto enla independencia con que Juan de Valdés llega al mismo, sin in-fluencia directa de las ideas de Castiglione y su traducción porBoscán. La extensión la prueba la reaparición de idéntica acti-tud y formulación —aunque motivada por razones específicas— enel ideal expresivo de Teresa de Jesús, que recoge en su conscien-te y voluntario tono coloquial el mismo gusto que Valdés manifes-taba en su consideración de los refranes como el más depuradomodelo estilístico del castellano.

Aunque el ideal platónico de naturalidad sigue conservando

(60) R. Menéndez Pidal, El lenguaje del siglo XVI, éd. cit.

Page 27: Sobre el debate de la lengua vulgar en el Renacimiento

LA LENGUA VULGAR EN EL RENACIMIENTO 41

aun cierta vigencia, comienza una progresiva participación denuevos elementos en la conformación del ideal estilístico de lasegunda mitad del siglo XVI, que inicia el alejamiento de losesquemas anteriores. Un primer punto de inflexión lo podemos si-tuar en el modelo estilístico propuesto por fray Luis de León,cuya lírica representa la transición entre el ideal garcilasianoy la nueva norma que comienza a desarrollarse a partir de Herre-ra. El autor de la "Vida retirada" ya no hace aparecer en susformulaciones teóricas la idea de la naturalidad más allá de sudefensa del romance vernáculo. Se aleja de esta forma del ante-rior apego a la norma común, para iniciar la nueva consideraciónde la poesía — y de la literatura romance en general— como "ne-gocio de particular juicio". Aunque "juicio" se identifica con"selección", siguiendo el ideal garcilasiano, fray Luis introducea continuación un nuevo elemento, un elemento de individualidad,"particular", frente al general principio de "naturalidad". La"composición", que en sentido estricto surge como combinación delos materiales lingüísticos previamente establecidos, deriva cadavez más, impulsada por el prurito de originalidad, hacia la crea-ción de nuevos materiales, hacia la "innovación". Con ello quedanabiertas las puertas al nuevo período de la lengua del siglo XVI,significando el fin del Renacimiento y el inicio de una nuevaetapa, al compás de toda una serie de fenómenos que marcan latransformación de la sociedad en su conjunto (61).

Menéndez Pidal apunta las interrelaciones entre estos fe-nómenos y los de índole lingüística, afirmando :

ta confianza en to natuxat (¡alta ; ta confianza <¿n ta t>e.nc¿tíavz/iacidad dtt t&nguaje, también ; i¿ atupañot, adtwu,, tz zmplzza a{¡atXa/L ta AJtàniXada, ta VianquUJLa confianza en •>><., que. ÁncÁXa a pizo-capauz con izncittzz. LA pompa aaxdi/iá en ÍOCOIAO ¿e ta gfiandzza,como ít a^iXXz y zt anXi^lclo han vzrUdo a compzXÁX con ta h

Ld dz to nativo y zipontánio. (62)

(61) Desde los nuevos rumbos de la política europea y la situación militarcorrespondiente, hasta las repercusiones sociales de los cambios económicos,tan determinados por esa misma política europea junto al comercio americano,sumados al sacudimiento religioso de la Contrarreforma y la nueva actitud delhijo del emperador Carlos respecto a la vida cultural española, todos los fe-nómenos socio-culturales apuntan hacia una etapa completamente distinta a ladel Renacimiento imperial, que apenas sobrevivirá al retiro en Yuste de unagotado Carlos V.

(62) R. Menéndez Pidal, El lenguaje del siglo XVI, éd. cit., p. 83.

Page 28: Sobre el debate de la lengua vulgar en el Renacimiento

42 Pedro RUIZ PÉREZ Criticón, 38, 1967

En el terreno específico del estilo literario, la transformaciónofrece unos rasgos concretos y perfectamente delimitados, talcomo este mismo historiador pone de relieve :

Se.lec.clon, no Invención, eJia la nomo, pala loi, coetáneo* dz Val-díb y de. diay LulA -, peio akoia zl P. Plnzda, al iienZz di loi nzoio-glitai, paiece. declino* •. ¿nve.ncU.cm mái que. iele.ccA.un. Se ieac.cA.onalápldamznte. confia ¿a ¿¿anzza, y ¿a izacclán desemboca pionto en e.1cutteAaniimo y el conczptlimo. 163)

El predominio de la invención supone el del ingenio y la "discre-ción" barroca sobre el juicio, cuya manifestación es el "buengusto" que la propia reina Isabel impusiera como norma en su cor-te. Este buen juicio era concebido como un fruto del sentido co-mún, que, más allá de su acepción medievalizante de "un sentidodel que participan comúnmente los otros cinco", se entendía comoun sentido del que participaba una comunidad, sea la de la corte,sea la de toda la sociedad que comparte una lengua. El buen qustorepresentaba, pues, un ideal comunitario, que más de un críticopodía poner en relación con el proyecto común que en estos momen-tos unía a España como nación, frente a un ideal cada vez másminoritario y e l i t i s ta —hasta culminar en la expresión gongori-na—, que se apoya en el carácter individualista del ingenio,sustitutivo del juicio.

Curiosamente, al par de este proceso se está produciendootro de signo aparentemente contrario, pero que no manifiestaningún tipo de interferencia con el anterior. Por él , el manteni-miento de una norma cortesana como ideal est i l ís t ico cede antela forja de una lengua nacional, que va a culminar en el Barroco,no sólo como proceso estético, sino como expresión de un profun-do cambio social :

loi dot, puAÁ-odoi anteJú-oie*, —dútíngat U&nindzz Vidal— modeZa-lon una lengua cofiXuana de. t¿po oía andaluz, oía ca&teZlano nuzvo ••la l&ngua quz Ne.bi¿ja iz.gu.loMi pala la conXz de. loi, R&yzi CaXáticoio tu quz MaldíM tiata de {,¿jai b&gún la ufaban loi taballzioi de lacoiXe. ¿mpzfvLal. Mióla -ie abandona z¿ pailón coitziana y ÍZ {¡lagua laIzngua de todoi, buscando pala e.lla la máxima zaleada en la zd¿{,ica-<U.ón d&l pueblo zipañoi, pueblo dz cAuzadoí, dz\enA0i dz la cAxitcan-dad y zjzcwtoi det concillo de Tiento. [64)

(63) Ibidem, p . 82.

(64) Ibidem, pp. 73-74.

Page 29: Sobre el debate de la lengua vulgar en el Renacimiento

LA LENGUA VULGAR EN EL RENACIMIENTO 43

El proceso político que determina esta transformación originatambién un cambio paralelo, que trasciende la mera superficiali-dad geográfica, descubriendo tras los distintos lugares profun-das diferencias de modelos estilísticos y concepciones lingiiís-rticas. Así, culminada la reconquista en el Sur, la sede de lanueva política se asienta en la imperial Toledo, para acabar -trasladándose, con los nuevos aires nacionalistas de Felipe II,a Castilla la Vieja, como en busca de unas raíces no contamina-das. Esta línea de retorno geográfico hacia el norte plasma lasucesión de los ideales lingüísticos de Nebrija, Juan de Valdés,fray Luis de León y Gracián, que marcaron el establecimiento yel abandono, respectivamente, del ideal platónico de la naturali-dad, en una línea que comienza y acaba en el arte, siempre deraíz aristotélica. Pero en este giro la preocupación lingüísticaha pasado del arte de la gramática, tal como lo concibiera Nebri-ja para someter la lengua a norma, al arte del discreto, al artede la invención — l a agudeza y el arte del ingenio—, invenciónregida por los principios de los preceptistas neoaristotelicos,desde Pinciano a Cáscales, en los que se van a fundamentar todaslas innovaciones estéticas del Barroco.

Page 30: Sobre el debate de la lengua vulgar en el Renacimiento

44 Pedro RUIZ PÉREZ Criticón, 38, 1987

RUIZ PÉREZ, Pedro. Sobre el debate de la lengua vulgar en el Renacimiento. En Criticón (Toulouse),38, 1987, pp. 15-itit.

Resinen. La raíz filológica del Humanismo, en sus diferentes versiones, italiana y nórdica, esdeterminante del acercamiento a la lengua vulgar como fenómeno europeo. La intensificación delcomponente nacionalista en España potencia e impulsa este proceso. Ello se añade a la problemá-tica de la lengua poética, que, desde el siglo XV, se establece a partir del modelo latino. Enel siglo XVI la reivindicación de la dignidad del "vulgar" impulsa el ideal de "llaneza", unidoal de "cortesanía" toledana. El paso del "cortesano" al "discreto", a la vez que afirma el cara'c-ter nacional de la lengua castellana, supone el paso de la naturaleza al arte, además del proble-ma de los neologismos, esta vez en relación con el modelo italiano, lo que nos sitúa en las puer-tas del Manierismo.

Desusé. La racine philologique de l'Humanisme dans ses différentes versions —italienne et nor-dique— est un facteur déterminant de ce phénomène européen qu'est l'attention portée aux languesvulgaires. En Espagne le développement de la composante nationaliste renforce ces processus. Ils'ajoute aux réflexions sur la langue poétique qui commencent, dès le XVe siècle, à partir du mo-dèle latin. Au XVIe siècle, la revendication de la dignité de la "langue vulgaire" continue àpromouvoir l'idéal de "simplicité", qui va de pair avec celui du "courtisan" tolédan. Le passagedu "courtisan" à "l'homme d'esprit", tout en affirmant le caractère national de la langue cas-tillane, implique le passage rie la nature à l'art, et pose le problème des néologismes, en rela-tion cette fois avec le modèle italien, ce qui nous amène au seuil du Maniérisme.

Sunary. ïhe philological root of Humanism in its various manifestations —Italian and Northern—is a décisive factor of this European phenomenon : the new interest in vernacular languages. InSpain the growth of nationalism reinforces that trend. It appears together with a reflection onpoetical language, which starts as early as the XVth. century, derived fram the latin model. Inthe XVIth. century the claim for the dignity of the vernacular contributes to the promotion ofthe ideal of "simplicity", as well as that of the ïoledan courtier. ïhe transformation of the"courtier" into the "wit", together with a vindication for a national status for the Castillanlanguage, entails a change from Nature to Art, and poses the problem of neologisms, now in con-nection with the Italian model, which brings us to the threshold of mannerism.

Palabras clave : Historia de la lengua. Lengua vulgar. Renacimiento. Manierismo. Barroco.