SL'CCION DE PUBLICACIONES, PRl3NSA Y PROPAGANDA = …

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_nnmuuuumunmununmmunuummmunununmmmumnmuuwuumunuumnnnmwwmunuunnnnun^- MfNISTERIO DE AGRICULTURA =_ SL'CCION DE PUBLICACIONES, PRl3NSA Y PROPAGANDA =_ uuu muunmmnnummm nnnnmm^mumnnunuummnnnmm^nummwnunmxunmmmnmmmunumnmmnnmm^ ^mmnmmnnnnsn ^iIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIfMt11^- _41IIIIIiIIiIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIiIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIINI^' HOJAS DIVUL^ADORAS- AÑO XXXIV M A Y O, 1 9 4 2 2.° SERIE, N.• 20 =_ POl' tiLI:JANDRO V ÁZQURZ. _ InQeniero Agrbnomo. - Botánicamente, es Ia especie aawvw^,^:a,vzis del género PYRUS de = la Iamilia de las Po^rrá.cc^as del orden Rósi^dns, segím Lázaro e= EL. PERAL ^ Ibiza, o de la familia de las I^osá.c^eas, se^ún Caballero, earact^e- __ rizándose esta espeeie linneana por tener : cinco esti- _ ]a; libres ; las hojas lampiñas, cuando adultas, con el = \ pecíolo al>ro^imadamente ^ de ignal longitud qce el = ^ ^ = Ú;;lumuuulummuuuuminunnnnumuwluunmml minuunmlummmuuummmmuummm^° Estas Ho.rns se remiten gratis a quien l^s pida a la Sección de PúLlicaciones, Prenea y P^opaganda, del Ministerio de Agricul[ura.

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MfNISTERIO DE AGRICULTURA =_SL'CCION DE PUBLICACIONES, PRl3NSA Y PROPAGANDA =_

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HOJAS DIVUL^ADORAS-AÑO XXXIV M A Y O, 1 9 4 2 2.° SERIE, N.• 20 =_

POl' tiLI:JANDRO V ÁZQURZ. _

InQeniero Agrbnomo. -

Botánicamente, es Ia especie aawvw^,^:a,vzis del género PYRUS de =la Iamilia de las Po^rrá.cc^as del orden Rósi^dns, segím Lázaro e=

EL. PERAL

^

Ibiza, o de la familia de las I^osá.c^eas, se^ún Caballero, earact^e- __

rizándose esta espeeie linneana por tener : cinco esti- _

]a; libres ; las hojas lampiñas, cuando adultas, con el =\ pecíolo al>ro^imadamente ^ de ignal longitud qce el =^̂ =

Ú;;lumuuulummuuuuminunnnnumuwluunmml minuunmlummmuuummmmuummm^°Estas Ho.rns se remiten gratis a quien l^s pida a la Sección dePúLlicaciones, Prenea y P^opaganda, del Ministerio de Agricul[ura.

-a-

limbo, y]a inflorescencia en umbelas de 6 a ia flores blancas; caracte-

res diferenciales con la especie próxima, el manzano.

Dá^ do

Es un árbol que, en buenas tierras y clima apro-piado, llega a al^canzar alturas de 8 y ro metros;

con la copa, primero, redondeada, que, con eltiempo, va transformándose en oval.

Es de vegetación más bien lenta, pero longevo,

viviendo, término medio, unos sesenta y cinco años,

y siendo las variedades de frutos pequeños las quemás viven.

Para el adecuado cultivo, poda, abonado, ete.,

es indispensable conocer con algún detalle los dis-

tintos órganos vegetativos, así como las exigen-cias de la planta, por lo que vamos a indicarlos a continua,ción.

Las raíc,e^r son penetrantes, con la principal o central muy des-arrollada.

EZ tallo es de color agrisado, con la corteza agrietada, que, con la

edad, se hiende y se hace rugosa, desprendiéndose fácilmente en placas;

el color del tallo es diverso, según variedades, por lo que se utiliza enmuchas para ^caracterizarlas.

La madera que produce es fi^a, dura y pesada, siendo estimada en

carpintería por ser fácilmente pulimentable.

El peral, como todos los árboles, se compone de un a^mazón leñoso,

constituído por el tronco del cual parten las rumas o bv-azas frrincip^aGes,

en los que a su vez se insertan los secu^rud^rios, y así sucesivamente hasta

constituir ese esqueleto, que tan patente se hace al quedar sin hojas, en

la estación invernal, las plantas, como ésta, de hoja caduca.

En este árbol, las ru^ih^os se van insertando unas sobre las otras, for-

mando un ángulo agudo, alrededor de los 45°, a lo que es debido la for-

ma más o menos oval que la copa adquiere ; la corteza, lisa ; al princi-

pio verde, va cambiando hacia el gris violáceo hasta 1legar al par-

duzco; cuando jóvenes, las ramas son espinosas, luego inermes, frágiles

y poco pelosas.^ Las ye^nz,a,s son de forma cónico-alargada, acuminada, con escamas,

sin pelos, o a lo más ligeramente pruinosas, distantes de las ramas, lle-

vando cada una otra latente en la base y dispuestas sobre las ramas dt

tal modo que, cada cinco, dos están en la misma gen•eratriz.Las yemas son cíe cíos clases : unas que producen, al cíesarrollarse,

sólo madera, es decir, ramis, y otras que darán flor•'es y frutos, llamadas

fructíferas.

-3-

Las yemas de maclera, por su posición, pueden ser terminales o de

prolongación y laterales, y, por su vegetación, activas y latentes.

Las yema^ fructíferas tardan normalmente tres años en constituirse.:

en el pri^ucro, se manifiestan en ]as axilas dc las hojas; en el segunclo, s^e

rodea la base de una roseta de hojas pequefias, y ert ^el tercero, es cuandodan-]a f'or.

Algunas variedades, clasificada^^ por 'ello como tuuy precc^ces, no nece-sitan más quc dos vegetaciones, dos artos, hara toda esta evolución.

Suelen desarrollarse hacia mecíiados de noviembre, precediendo a la

caída de la hoja, ^en nuestros chmas.Las J:ojas son cadtua^, alternas, ovales, acuminacias, htstrosas, ente-

ras o fina^nentc dentadas, coriáceas, glabras o tnuy rara vez con algo

de tomento o pelusa ; brillantes por el haz ; largamente pecioladas, como

hemos dicho; apro^imadanrente iguales el limbo y el peciolo; éste so-

portado por tma especie de cojinete y con dos estipulas bien desarrolladas

en la b^se, de distintas formas y tonos dc color, segím las variedades.Las florres, que se presentan en nuestros campos desde abril, están en

nmbelas, con 6 a i2; general y dominatrtemente blancas, alguna vez ro-

sadas, de olor tnás bien desagradable ; son regulares en su constitución,

hermafroditas, con cinco pétalos y cinco sépalos, es decir, pentámeras,

y con veinte o más estauibres con receptáculo grueso, estilos libres, con

dos óvulos en cada tm^ de los cinco carpelos, que van en ovario ínfero.Los frtcios son ^7OiFit^OS, con mesocarpio grucso y suculento, que es

la parte comestible cle la pera, y en él van encerradas, recubiertas por

un endocarpio pergami-

noso, las cinco cavida-dcs, donde están las sc^-

►sillas o pc^itas, que ^on<le color negro mate, ca-

racterística qtte incluye a

este árbol como prototi-

pó del gruho ^de frutales ^

]lam^dos de pepita, que

s<^n, además dcl peral, cl ^^

manzano, tnembrillero y

accrolo, principalm^ente.

l.as peras vau sujetasBO^Sa

por un peclúnculo o ra-

hillo que, cotuo se sabc, parte de tm extrenio, presentando el inrt^^ en eti

opuesto una dcpresión ]lamada ojo, pro^ducic,ía por el cáliz.

`^ 1

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VeamoU ahora con algún detalle, también, los distintos órJ^auws frur-tíferos del peral y cuanto posible sea su bio'ogía, ya que de ello se de-

ducirán los fundamentos de la poda apropiada a cada uno para favorecerla producción de frutos.

Dnxvo.-A1 evolucionar una yema, puecíe praducir e7z su primera ve-

getación un l^rote liso, de forma puntiaguda o espinosa, acompañado de

tres o cuatro hojas ; se inserta en la rama, formando con ella un áugulo

obtuso, o casi recto, lo que hace que su alimentación en savia sea mode-

rada; en el segunclo año o vegetación se alarga un poco, presenta arru-

gas circulares, }- lleva de cuatro a seis hojas. En este motuento el dardo

está en un estaclo intermedio, ya que, si recibe mucha savia, puede pro-

cíucir sólo madera, y si, por el contrario, la afluencia de savia es pequ^e-

iia y el desarrollo más lento, redondéase en la vegetación siguiente, pro-

clucienclo siete u ocho hojls, transformado ya en una proclucción fructí-fera, Ilamada botó^rt flara,l o frt^tcnl. Puede decirse, por lo tanto, que clcíardo es un estado intermedio y en transfortnación entre la y^ettit^a y el

b^otáza flo^aZ.

El dardo su^ele tener hasta unos siete centímctros de longitud, y ne-

cesita, para Ilegar a botó^n flora^l, estar bien aireado e ilutninado, recibir ^

1>oca savia bruta y 1a suficiente cantidad cíe elaUorada; además cíe las

flores, el botó^r^, florral lleva dos yemas de madera.

Se distingue fácilmente el botón de la yema de madera por su forma

más redondeada y su mayor tamaiio.CIrnr3nsc.AS, snxvas^ns o rrxrNnir.r,os.-A1 brotar la yema, puede pro-

ducir un ramo delgado, flexib'.e, de r5 a 3o centímetros de lóngitud, con

yema^s pequeñas, poco salientes, a excepción de la del extremo, que cs

i^^tT. botó;at rlc flor.No sólo la yema tertninal, sino también las ]aterales, pueden, traus-

forrnándose, producir frutos. Se encuentran bastante en pies poco vigoro-

sos, aunque hay varieclacles con tencíencia a fructificar norma'mente eii

cstas producciones.Bor,sA.-Es un abultatniento carnoso, debido a la acumulación de tna-

teriales de rescrva en la base'de lo.r, pedtínculos de los frutos, notándosc

las mucscas o puutos de donde pendían los ya recolectados.

Dc las bolsa^s nacen clarctós, que se ^convertirán cn botones de flor, o bar-dascas, y alguna, pero rara vez, en ramos de madera. Compréndese, por

ello, la gran importancia que estas formaciones tienen para posteriore;

fructificaciones, por lo que deUen conservarse y tnejorar con la pocla.

LnntBLxD.^s.-Esta denominación se aplica, según ]os autores5 a cíis-

tintas formaciones ; pero generalmente se llaman así a las que están cons-

-5-

tituídas por ramificaciones en l^ts que ^ólo hay botones cle flor, o, segtín

otros autores, al conjunto de dardos, chabascas y bolsas.

ORCnxos vt: htnn^xn.-Las yemas, al desarrollarse, no siempre pro-

dttcen brotes fructíferos, sino que muchas vece.r, los dan de madera, pro-

duciendo ram^:s que se clasifican así : ar^livz.carias o formadoras del ar-mazón del árbol ; ^,h^u,p^o^n^s, que son las-que nacen en pttntos de gran

afluencia de savia, por lo que son muy vigorosas, er-

guidas, verticales, infértiles ; y las llamadas cnn-ticip^r,a'^tr,

por ser próducidls por yemas latentes que entran en

vegetación no espontáneatnente, sino por alguna causa

naturai. o provocada.

Según las proclucciones que llevan, las rantas pue-

den ser, por lo tanto, de cstas clases : O^dirUrnrr^as ^cIeiic^, que constittryen el ésqueleto ciel árbol ; chr.rpanas;dc frutqs, con yem^ta exclusivamente de fruto, y^rrt.ia^t^as,

con yemas de leño y fruto; estas últimas muy poco fre-cuentes en los frutales de 1>epita.

MI;DIO.-Veamos ahora ]as esigencias en cuantoal medio: Cli^rna: puede decirse que es ttn árbol más

propio de climas fríos, por saportar mvs las b^jas que

las altas tetnperaturas, como lo prueba el que stt culti-

vo pueda extenderse hasta los ^ 5° de latitud y elevarse

hasta los z.zoo metros de altitucí, resistiendo tempera-ttu•as hasta de 40° lrajo cero.

Sin embargo, h^y muchas variedades que se pueden

cultivar en países meridionales, sobre todo si se ponenen sitios bien aireados y en bttenas condiciones de vege-tación.

Por todo ello, podemos resumir cliciendo que no es

muy exigente en cuanto al clima, siempre que se elijan

bien ]as variedades para cada uno, pero que prefiere,

para producir frutos selectos y de buen aspecto, climas

templados algo húmedos.^ Los momentos de la floración, que se suele iniciar

cuando ]a temperatur^t ambiente es de unos 7° C son lósChabasea tnás delicados en cuanto al clima, ya que le son muy per-

judiciales la humedad y el rocío, que pueden malograrla por completo.

Las constantes térmicas, según el profesor Tamaro, son :

De la caída cíe la hoja a la floración siguiente, t.3o4° C.' De la caída de 1^ hoja a la maduración de frutos, 5.oz4° C.

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" De la caída de la hoja a la caída de la hoja, 6.788° C.

Según el mismo autor, las variedades precoces necesitan, término

medio, desde la floración a la maduración, cien díaU, y las variedadestardí^s, ciento cuarenta y siete, es decir, mes y medio más.

Terre^zxo.-Dado que el p^eral reacciona de muy distinto modo, segúnet suelo sobre cl que vegeta, y que igualmente dependerá de él el patrón

que haya que elegir para hacer la plantación de ]os porta-injertos, se de-duce ]a importancia que este factor tiene para el peral.

Por eso todos los autores afirtnan que es un árbol exigexlte en cuan-

to a terreno, que habrá que estudiar cuidadosaulente en cada caso si se

quiere llegar a conseguir buenas produociones en calidad y cantidad.

Ante todo, es muy importante la profundidad del suelo, dado que,

cotno hemos dicho, las raíces, y especialm^ente la principal, es muy pene-

trante, y del desarrollo de ellaŝ dependerá en gran parte el del árbol, y

sobre tocío su longevidad.

En cuanto a la humedad retenida por el suelo, también es exigente,

ya que teme tauto a]as mtry secos como a los excesivatnente húmedos,

lo que se ^expresa corrientemente diciendo que prefiere terrenos frescos.

En los terrenos dominanteuiente ^nire+n,asos se desarrolla bien y rápido,

con vegetación vigarosa, pero la vida del árbol es muy carta.

En las preferentemente a^rciGGosos y, par lo tanto, fríos y compactos,

la brotación es vigorosa, pero los frutos no adquieren buen color, son

siempre escasos y desabridos, gen®ralmente quedan siempre de color

verde.

En aquellos que presentan un Iea•c^e'sa ^de c^l, y especialmente bajo la

fortna de yeso, e] árbol carece de vigor y es, por lo tanto, de vida corta,

no siendo raro que se sequen las extremidades de las ramas, por no lle-

gar a macíurar. La fruta, por el contrario, es muy sabrosa y adquiere

coloracione^ muy solicitadas por los consumidores, de tonos amarillentos.

Se recomienda, en consecuencia, ttn terreno en el que entren la sílice,

arcilla y cal en partes sensiblemente iguales y que además sea profundo y

fresco, teniendo la debida proporción de materia orgánica para que sea

fértil •y rico en materias nutritivas. Un buen suelo para trigo, se suele

decir, es también un buen suelo para el peral.

Le son niuy indicados, por lo tanto, los arcillo-silíceos ; las arenas

con arcilla que contengan además hierro, y en general, los terrenos areno- ^

sos donde clomine la materia orgánica sobre la cal }' con el subsuelo per-

meable, para evitar que el agua se estanque en él.

Veremos también la importancia <lecisiva que el terreno tiene para

ia elección de porta-injerto, dado que en algunos es imposible obtener

-7-

plantaciones, como no se dirponga de pies a él apropiados, como ocurre

en los rnuy calizos, etc.^frrltipliccncic}^i.-Prácticamente el peral sólo se multiplica por injerto,

siendo, por lo tanto, el problema a resolver el buscar en cada caso el pa-

trón más indicado para obtener buenas plantaciones.

Es el terreno el que también impone uno u otro, pudiendo resurnir del

modo siguiente las condiciones que cleterminan ]os dos patrones más usa-

dos : cl f rance o de semilla y e] membrillero :

Suelos profundos, o secos, o calizos, franco.

5uelos de profundidad media, fi•escos, pero i^o híunedos, no calizos,

membrillero.

Sobre franco se obtietaen árboles de gran lonaevidad y desarrollo, pero

que tardan nnicho en fnrctificar; generalmente ^e emplea sobre este pa-

trón el injerto cíe cachado, y son las variedades de fruto pequeño para co-

cer, y las de verano, las má^.^ utilizadas con^o injertos.

Podríamos decir que el peral ob-tenido injertando sobre membrille-

ro tiene las características contra-

rias, es decir, es árbol que tiene

mucho vigor en ]os primeros años,

pero que va debilitándose rucesiva-

mente, por lo que no es de vida muy

larga, produciendo fruta volumino-

sa y sabros^, sie^ndo el patrón

más recomendable, siempre^ que el

terreno ]o adiiiita.

La clase de injerto que más

emplea es "a ojo durmiendo",

se

Ylas variedades de otoño e invierno

las más indicadas para injertos.

Se citan otros patrones para te-

rreuos y condiciones muy excepcin-nales, tales como el peral silvestre

y el espino albar, y aun para suelo^

muy calizos y secos el Pyrrrs salicr-

folia; pero dentro de la zona v^er-

dadera de cultivo los empleados r,onlos indicados anteriormente.

Po^dcr.-Este árbol, como todos

-g_

los cultivados, debe ser sometido a podas distintas, que se agrupan ei^todos así :

Poda de formación del árbol.

Poda d^e fructificación.

Poda de conservación y rejuvenecimiento.

La de formación, como ya se sabe, tiene por finalicíad el darle al ár-

bol aquella forma qué, de acuercío con la vegetación del mismo y las con-

diciones de medio, haga más segura y abundante la fructificación en sucíía, y mayor la vida del árboL

Esta poda comienza en el vivero en cttanto está formado ^el p'.antón,

cou varia altura y desarrollo, según la forma que se vaya a dar al futtn-oárbol. ^

El peral admite bien casi todas, y especialmente ]e son indicadas en-

tre las libres o aisladas, las de a todo o a medio viento, la de pirámidé y

la de huso ; y entre las apoyadas o planas, la de cordón, vertical, horizon-

tal simple, palmetas simples y doble, etc., sin que entremos en el detalle

de todas ellas, por lo extensa que se haría esta HoJA, tanto más cuanto

que existe publicado un notab'e folleto s^obre el tema, del cual es autor el

insigne fruticultor D. José de Icaza, y al cual remitimos al lector que le

interese el asunta detenicíamente estudiado.

La poda de fructificación, como su nombre indica, tiene por principal

objeto el aumentar y regularizar la producción de frutos.En el peral se recomienda la de invierno, conocida con el nombre de

"pocía trigema", propuesta y propagada por Mr. J. Courtois, céle^bre fru-

ticultor francés.

El fundamento de esta poda es, tomado del folleto del Sr. Icaza, an-

tes citado, "el que sobre los frutales de pepita la evolución de la flor^t-

ción es más lenta que sobre los de hueso". En éstos, la evo'ución de la

yema en botón de flor tiene lugar en dos años, y ya el tercero, por tanto,

dan fruto. En los de pepita la yema se transforma en el segttndo año

en dardo ; al siguiente. en botón cíe flor, y al subsiguiente, o sea el cuarto

año, da fruto. Estas reglas tienen sus excepciones sobre ciertas variedades

muy floríferas, las Decanas y la Duquesa, por ej^emplo, en las que no es

raro ver en los brotes del año elaboración de botones de flor, que se abren,como en el melocotonero, el segtmdo año ; sobre todo e^l botón terminal

cie ]as ramas tiene esa tendencia. Y también a la manera de ^rav^ailletcs

rt,e oo^^nyo, de ]os frutas de hueso fórmase ^en el peral, y el manzano, al se-

gundo año el botón de flor, para abrirse al tercero. Algo parecido sucede

con las yemas que nacen en las bolsas; las que al s^egundo año toman el

cár^;cter de botones de flor, para fructifiĉar el tercero."

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Otra observación hace notar M. Courtois, que vamos a e^poner :

"Fuera cle las etcelxiones, clice, ya vemos que el botón floral cle los fruta-

les cle pepita tarcla más en formarse que el• rnismo órgano en ]ós de hue-

so ; pero el botón cle flor cíe las pri^neras especies se al^re, danclo paso

a varias f'.ores, iuicntra^s que los botones florales de los frutales de hueso

no contiemen más que una flor."

)3n cuanto a la supresión de que hay que hacer en los brotes dtn-ante

el invierno, NIr. Courtois establece coino principio abso'.uto que clebe ]le-

varse a cabo a TI^1?S ojos ^o TRFS botones, y no más ni n^^enos qu^^: a

ese níuTiero.

Son t<^mbién niuy^ importanter, y convenientes las operaciones clc pocíaen el verano, que en cierto modo son preparatorias de las de invierno,

y especialmente el ^d^e.rp^at^nte, que "eonsiste ^en cascar la parte herbácea de

los brotes con los dedos, lo que podrá hacerse teniendo el Urote entre lo^s

cledos índice y ineclio y dob?arlo con el pulgar hasta que se rompa el

l^rote. La harte tenue que se ha inclinado se roiupe neta con^o un cristal".

"Crecmos que la nc^cesidad del despunte ^en m^as o iuenos hojas, a par-

tir cle la base, del^e sup^editarse al e^atado de clesarrollo ^de los ojos o ele-

mentos de fructificación que se encttentren en la parte inferior del hrote

que s^e quicre despuutlr. Si se ve que^ ^estos ojos no tienen apenas clesarro-

llo, desPuntaremos a cuatro y hasta menor níunero de hojas. Si adv^erti-

mc^^ que esos ojos se hallan bastante abultados, y, sobre todo, si se han

transforinado en dardos, seremo^s más hrudentes y despuntareinos clejando

en los brotes de seis a ocho hojas. Se comprenderá que si eu la base cíel br^r

te tenemos uuo o más dardos, y nos eiupeñamos en desptmtar corto, la

savia acuclirá excesivamente a esas prodtuciones fruteras y l^es o^bligare-

mus a brotar mad^era, frustando la for^nación o h•ansformación de esos

dardos eu botones de flor, que es lo que del7emos atender, pttes de ellos

obtenemas los frutos." ^

La poda de couseivación y rejuvenecimieuto, aunque no tan aplicada,

es muy interesante, y debía ser tma práctica inás general ; como su nom-

bre indica, tiene por objeto mantener la forma ahrohiada que se le dió

al Principio al árbol o rejuv^necer ran^as _y árbd.cs en gcueral.

Sus operacione^^ más iiuportantes son el de^shrote, ]as talas y clesino-

ches, según se suPriinan brotes excesivos, ^nal colocados o dirigidoc;, etc. ;

se poden las extremidades cle^ las ran^ls del ^ esqucleto d^el árbol, cou^o en

los ^iesmoches, o^e llegue a cortar ramas gruesas del arnlazón, cotno ^en

las talas, que. a veces consiste eu cortar el tronco cerca cle la hase. o de

:^lgún otro punto cleterminado ^de él.

Estas operaciones muchas veces son impu^esta^ por el ataque de en-

- IO -

fermedacíes, insectors, dañas nteteorológicos, etc., o para c^mbiar la varie-

dad procediendo a la reinjertación, ete., etc.Yl^nntaciáya.-Según la forn^a que el árbol tenga deberá ser la forma

de plantación, o viceversa; según la plantación, deberá ser ]a for^na en

que pueda ser cultivado el frutal.

El peral en nuestro país no suele constituir p'antaciones regulares,

salvo eh ]a pequeña extensión, que luego veremos, y va diseminado en

huertas, lindes, bordes de caminos, etc., a excepción de las formas pla-

nas o apoyadas, también escasas. Podemos decir, por tanto, que domina la

plantación irregular en formas a todo viento o casi natural.

Según los climas, lo que se busca es una orientación y situación• con-

venieirtes, que suele ser la de valles resguardados, mejor que en mesetas,

demasiacío abiertas a los vientos, tanto más cuanto que no es necesaria una

i?uminación muy fuerte para dar color a los frutos, no temiendo a los días

nub'.ados para su maduración satisfactoria.

En lo^ climas cálidos, y de acuerdo con las exigencias que ya hemos

indicado, hay que elegir sitios más bien frescos y ventilados, con exposi-

ción Norte o próximas, y defendidos de vientos calientes y secos, y másbien resguardados de iluminaciones muy grandes, cultivándóse preferen •

temente variedades tempranas.Vc^^i,e,daid^es.-Es este un gran problema científico y práctico, al que

debiera dársele toda la importancia que en realidad tiene y se ha conce-

dido en otros países cíesde el punto de vista comercial, para acreditar

marcas y nombres y para..evitar competencias ilícitas.En efecto, hoy se da tm nombre cualquiera y vario de un punto a otro,

no ya dentro de Espatia, sino dentro de la misma zona o pueblo, a peras

q.ue, o son distintas, o, por el contrario, son idénticas, debido todo ello a

la falta de base práctica y científica para esa nomenclatura.Este ini„mo prob'.ema se venía presentando en las hortalizas y legum-

J^res, y a terminarlo vino las "Reglas de nomenclatura hartícola", apro-

badas por el Congreso Internacional de Londres de i93o, revisadas y con-

firmlclas posteriormenbe en el de París de z93^^

No exister. otras análogas en cuanto re relaciona con los frutos, si

bien muchos países lo han resue'lto por sí solos, debiendo^ citar especial-

mente el "Código de nomenclatura pomológica", de la Sociedad Ani^c-

ricana de Pomalogía, revisado últimlmente en b2ichigán en dicietnbre

de r93^}, y probablemente vuelto a revisar pa^teriormentc, autique lo ig-

noramos. ^

Hay que distinguir, ante todo en este aspecto, la clasific^ació^n^ po^^naoló-

qica, es clecir, la agrupación, atendiendo a caraLteres botánicos, de la Ca-

- II -

ta.lo,^ación ^crnn.eu-c^l ^de Zos f^rutos, fundándose en la utiíización y aplica.-

ción de los mismos.Numerosos intentos técnicos existen de una y otra, importantes debi-

dos a autores españoles ; camo no es este el sitio de entrar en detalles

sobre ^ellos, sólo diremos que debe irse rápidamente a una acción oficial

sobre estos interesantes puntos, que los propios fruticultores debían_ ini-

ciar en la Asociación o Sindicato, ya que son los más intererados y se-

rían los más berreficiados con llegar a unos nombres oficiales de sus fru-

tos escogidos y selectos que, constituyendo n-ornáres p^rote^irtos, marcas

j^rapias, les permitirían valorizar los productos selectos, creando menca-

dos para e'.los, eliminar competencias basadas en calidades inferiores, et-

céte:a, etc., e incluso perseguir judicialmente a los detentadores de mala

fe de nombres de variedades de calidad, con frutos inferiores.Cultivado desde tiempo antiquísimo en nuestro país, y actualmente

en todas las provincias, aunque, como ocurre en casi todos lbs frutales,

sólo en algunas en plantaciones regulares, siendo en las siguientes, según

los últimos clatos estadísticos, en ]as que se cultiva en mayor o menor ex-

tensión: Al1va, Alba^cete, Alicante, Almería, Avila, Baleares, Barcelona,

Burgos, Cácerc^, Castellón, Córdoba. Gerona, Guadalajara, Guipúzcoa

1Iuelva, Huesca, Las Palmas, León, Madrid, Murcia, Navarra, Oviedo

Santa Cruz de Tenerife, Sevilla, Tarragona, Toledo, Valencia, Valladolid,

Vizcaya y• Zaragoza, con un total de pies que no Ilega al medio millón de

los más de dos millones y medio de perales que posee España.

De todas estas provincias citadas, solamente pasan de les ioo hectá-

reas en plantación regular Barcelona, que tiene más de i.ooo, y Avila,

Huelva, Oviedo, Tarragona y Zaragoza ; en las demás, como fácilmente se

comprende, las plantaciones regulares son de escasísima importancia, pues

el total cíe hectáreas cultivadas es de unas 2.Soo hectáreas.Teniencío en ^cuenta el número total de árbales cultivados en la pro-

vincia, ocupa el primer lugar Zaragoza, con más de 2i3.ooo, seguida de

Barcelona, Vizcaya, Tarragona, Ovi^edo, Santander y Pontevedra.Es en Ciudad Real, Toledo, Segovia, Guadalajara, etc., donde este

frutal tieue menos importancia, en cuanto al número de árboles plantados.

Los datos del quinquenio 1931-35 son:

A Ñ O SRegular Número total Precio me-

dio Q MValor

cosecha

-

hect8reas

- ---

á rboles

- --

. .Vtas.

`- -

.Dfae.--

1931 .................. 2.365 2.216.IO5 47^33 34•48z^4131932 .................. 2.136 2.29LOI2 5z,oo 38.253•5981933 .................. 2.183 2.402.969 52,66 39.879.9661934 .................. 2.266 2.442.72I 52,03 38.323.8601935 .................. 2.412 2.5oI.2oI 46,66 34.052.535

`

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V^emos que, sin poder delimitar una zoina d^el peral, por los datos yadichos, y partiendo de las pralucciones medias de1 año 1935^ cuya

máxima corresponde a Zaragoza y después Naval•ra, con 6o y 53 ki-

logramos por pie, bajando ya a 4o en Albacete, Alicante, Guadalajara,

Soria y Valencia, hasta las mínimas de g en Santa Cruz de Temerife y

7 kilogramos en Palencia, con una media para toda España de 3o kilo-

gramos por árbol, son las provincias de la Cuenca del Ebro y Norte don-

de el cultivo tiene más importancia y donde se realiza d^edicándose'.emás aten^ción y cuidados.

Para dar una idea de la importancia que su, en general descuidado,

cultivo tiene en la economía agrícola española, citaremos los datos del

año 1935^ que son los siguientes:

Una producción total de 72c^.7r? quintales métricos, que al precio

medio de 46,66 pesetas quintal hacen más de TREINTA Y CUATRO

MILLONES de pes^etas, habiendo alcanzado en Madrid, Barcelona, ebc.,

precios superiores a 6o y 65 pesetas el quintal métrico, que casi s^e duplica-

rían al llegar a manos del consumidor directo. ^

Estos valores hoy han sufrido un aumento considerable por las espe-

ciales circtm!^tancias actuales, y su explotación es mucho más remuneradora

que lo que siempre fi^é, par lo que, para ahora, y pensando en el porvenir

de nuestra agricultura, debe incrementarse y mejorar cuanto posible es el

cultivo de este y de otros tantos frutales, para los que Er,paña reúne ex-

cepcionales condiciones productivas.

Ĥay que amar al árbol y en especial al frutal, y terminar con el odio

que hoy hay contra ellos en tantas zonas de nuertro país.

GfiAFICAS UCUINArMELENDEZ VALDES, ÍrMADEID