SIN CONSUELO EN EL JUDAISMO 1ª parte.doc

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SIN CONSUELO EN EL JUDAISMO - 1ª parte Un día, 23 de enero de 1.955, el P. F. Fígares recibía la siguiente carta: Mi querido amigo P. F. Fígares: He recibido su carta, que no sabe cuánto le agradezco. Aquí, en el Sanatorio, el aburrimiento es espantoso, y más para mí, alejado de mi patria y de los míos… ¡de los que deberían quererme! Le diré en primer lugar que, mientras viví en el judaísmo no practiqué la religión mucho tiempo. Me parecía una religión sin sentido alguno… Sin embargo, ¡cuánto ha cambiado mi vida, Padre! Y reconozco que lo que me atrae del cristianismo es, en primer lugar, la caridad que han tenido conmigo algunos buenos cristianos; segundo, el consuelo que he encontrado en esta religión y en la Madre Virgen…. También el ver en ella una moral, aunque hay muchos cristianos que no la cumplen. Y con esto empiezo a referirle los episodios concretos que han ido enderezando mí vida hacía el cristianismo. Fue en el año 1.943-el 27 de abril-cuando, por un disgusto familiar, me alisté a la Legión española en el primer Tercio Tauima. Solamente por varios meses. En noviembre me atacaron unas fiebres palúdicas, que ni el ATP, ni la quinina lograban disminuir. Así llevaba 20 días, cuando el 8 de diciembre, fiesta de la Purísima Concepción, una enfermera, Hija de la Caridad, Sor Montserrat, puso sobre mi pecho una medalla de la Virgen Milagrosa. Aquella misma tarde ya no tenía fiebre. Era el primer beso de la Santísima Virgen, pero no crea usted que así lo reconocí yo entonces… Pasaron varios años, cuando una mañana de julio salí a pasear al campo…volví a casa poco antes del almuerzo y me tendí sobre la cama fumando un cigarro. Me atacó entonces una tos fuerte y empecé a escupir sangre. Padre: desde aquel momento sentí el desprecio de mi propia madre, de mi hermana y de mis hermanos… y hasta de mi novia. Diez años llevábamos de relaciones y no volvió a mirarme a la cara. ¡Qué vergüenza, cuando tuve que acudir a una consulta de beneficencia! Fui atendido bien, de limosna; aunque por mi buena posición yo no tenía ningún derecho para ello… si es que no tiene derecho a compasión el que se encuentra enfermo en la calle, despreciado hasta de su madre. Cuando me dieron de alta en el hospital, me encontré de nuevo abandonado, pasando hambre y calamidades. Tantas, que a los siete meses enfermé del otro pulmón. Ni una limosna quisieron darme en mi casa. Yo estaba enfermo, lleno de microbios y miserias. Nadie era capaz de darme un vaso de agua… Y con todo me acogió un matrimonio cristiano: Ángel y María. Eran jóvenes-menos de un año llevaban casados-y de muy pocos recursos; y de lo poco que tenían me daban de comer. Una noche era pescado frito y pan con café; y con ser tan poco, todos quedamos satisfechos. Padre, ¿no serían la Virgen María y San José que cuidaban de mí como del Niño? Porque a mí me parece que no eran de la tierra, sino del cielo. Sobre todo, cuando aquella misma noche me propusieron hacerme cristiano… Y este fue el principio de mi conversión. Fui instruido durante varios meses en la Parroquia de San Tarsicio de Villanador. Después pasé al sanatorio de tuberculosos de dicha localidad, donde iba a recibir un nuevo favor de la Virgen. El médico director del sanatorio decidió ponerme “neumotórax” en el costado derecho. Pero el aire no entraba. Durante tres días lo

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SIN CONSUELO EN EL JUDAISMO - 1 parteUn da, 23 de enero de 1.955, el P. F. Fgares reciba la siguiente carta:Mi querido amigo P. F. Fgares: He recibido su carta, que no sabe cunto le agradezco. Aqu, en el Sanatorio, el aburrimiento es espantoso, y ms para m, alejado de mi patria y de los mos de los que deberan quererme! Le dir en primer lugar que, mientras viv en el judasmo no practiqu la religin mucho tiempo. Me pareca una religin sin sentido alguno Sin embargo, cunto ha cambiado mi vida, Padre! Y reconozco que lo que me atrae del cristianismo es, en primer lugar, la caridad que han tenido conmigo algunos buenos cristianos; segundo, el consuelo que he encontrado en esta religin y en la Madre Virgen. Tambin el ver en ella una moral, aunque hay muchos cristianos que no la cumplen. Y con esto empiezo a referirle los episodios concretos que han ido enderezando m vida haca el cristianismo.

Fue en el ao 1.943-el 27 de abril-cuando, por un disgusto familiar, me alist a la Legin espaola en el primer Tercio Tauima. Solamente por varios meses. En noviembre me atacaron unas fiebres paldicas, que ni el ATP, ni la quinina lograban disminuir. As llevaba 20 das, cuando el 8 de diciembre, fiesta de la Pursima Concepcin, una enfermera, Hija de la Caridad, Sor Montserrat, puso sobre mi pecho una medalla de la Virgen Milagrosa. Aquella misma tarde ya no tena fiebre. Era el primer beso de la Santsima Virgen, pero no crea usted que as lo reconoc yo entonces

Pasaron varios aos, cuando una maana de julio sal a pasear al campovolv a casa poco antes del almuerzo y me tend sobre la cama fumando un cigarro. Me atac entonces una tos fuerte y empec a escupir sangre. Padre: desde aquel momento sent el desprecio de mi propia madre, de mi hermana y de mis hermanos y hasta de mi novia. Diez aos llevbamos de relaciones y no volvi a mirarme a la cara.

Qu vergenza, cuando tuve que acudir a una consulta de beneficencia! Fui atendido bien, de limosna; aunque por mi buena posicin yo no tena ningn derecho para ello si es que no tiene derecho a compasin el que se encuentra enfermo en la calle, despreciado hasta de su madre.

Cuando me dieron de alta en el hospital, me encontr de nuevo abandonado, pasando hambre y calamidades. Tantas, que a los siete meses enferm del otro pulmn. Ni una limosna quisieron darme en mi casa. Yo estaba enfermo, lleno de microbios y miserias. Nadie era capaz de darme un vaso de agua Y con todo me acogi un matrimonio cristiano: ngel y Mara. Eran jvenes-menos de un ao llevaban casados-y de muy pocos recursos; y de lo poco que tenan me daban de comer. Una noche era pescado frito y pan con caf; y con ser tan poco, todos quedamos satisfechos. Padre, no seran la Virgen Mara y San Jos que cuidaban de m como del Nio? Porque a m me parece que no eran de la tierra, sino del cielo. Sobre todo, cuando aquella misma noche me propusieron hacerme cristiano Y este fue el principio de mi conversin. Fui instruido durante varios meses en la Parroquia de San Tarsicio de Villanador. Despus pas al sanatorio de tuberculosos de dicha localidad, donde iba a recibir un nuevo favor de la Virgen. El mdico director del sanatorio decidi ponerme neumotrax en el costado derecho. Pero el aire no entraba. Durante tres das lo estuvo intentando sin resultado. Al cabo de ellos, me dijo Sor Ana, que era una Hija de la Caridad: Jos, por qu no vas a la capilla y se lo pides a la Virgen Milagrosa?

Fui al da siguiente y se lo ped de todo corazn. Me lo concedi, PadreA final de ao, terminaba el tratamiento con un resultado magnifico. Gracias a Dios, Nuestro Seor y a la Santsima Virgen Mara.

Me parece, Padre, que ya le estoy aburriendo demasiado con este relato. Bien sabe Dios que si lo hago es solamente para expresar lo que siento en el corazn del cristianismo, en agradecimiento de los muchos favores que he recibido de la Madre, Virgen Milagrosa. P. Javier Andrs Ferrer, mCR